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Title: Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca
Author: Vaca, Alvar Núñez Cabeza de
Language: Spanish
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*** Start of this LibraryBlog Digital Book "Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca" ***


[Nota del Transcriptor:  Este archivo incluye el texto completo del
libro con los errores e irregularidades en puntuación, acentuación
y ortografía como aparecen en el original, seguido por el texto completo
con las efes apropiadas cambiadas a eses para ayudar a la comprensión.]



     HISTORIADORES

     PRIMITIVOS

     _DE LAS INDIAS OCCIDENTALES,_

     QUE JUNTO, TRADUXO EN PARTE,
     y facò à luz, iluftrados con erudìtas notas,
     y copiofos indices,

     _EL Ill'mo SEÑOR DON ANDRÈS GONZALEZ DE BARCIA,_

     DEL CONSEJO, Y CAMARA

     DE SU MAGESTAD,

     DIVIDIDOS EN TRES TOMOS,

     cuyo contenido fe verà en el folio figuiente.

     TOMO I.

     EN MADRID: Año M.DCCXLIX.



INDICE DE LAS OBRAS CONTENIDAS
en eftos tres Tomos de Hiftoriadores de Indias.


TOMO I.

La Hiftoria del Almirante Don Chriftoval Colòn; que compufo en
Caftellano _Don Fernando Colòn_, fu hijo, y traduxo en Tofcano _Alfonfo
de Ulloa_, buelta à traducir en Caftellano, por no parecer el original.

Quatro Cartas de _Hernan Cortès_, dirigidas al Emperador Carlos V. en
que hace relacion de fus Conquiftas, y fuceffos en la Nueva-Efpaña.

Dos Relaciones hechas al mifmo Hernan Cortès, por _Pedro de Alvarado_,
refiriendole fus Expediciones, y Conquiftas en varias Provincias de
aquel Reyno.

Otra Relacion hecha al mifmo _Hernan Cortès_, por _Diego de Godoy_, que
trata del defcubrimiento de diverfas Ciudades, y Provincias, y guerras
que tuvo con los Indios.

Relacion fumaria de la Hiftoria Natural de las Indias, compuefta, y
dirigida al Emperador Carlos V. por el Capitan _Gonzalo Fernandez de
Oviedo_.

Examen Apologetico de la Hiftorica narracion de los Naufragios,
Peregrinaciones, y Milagros de _Alvar Nuñez Cabeza de Baca_, contra la
Cenfura del Padre Honorio Filopono, por _Don Antonio Ardoino_, Marquès
de Lorito.

Relacion de los naufragios del Governador _Alvar Nuñez Cabeza de Baca_.

Comentarios del mifmo de lo fucedido durante fu Govierno del Rio de la
Plata.


TOMO II

Hiftoria General de las Indias, por _Francifco Lopez de Gomara_.

Chronica de la Nueva-Efpaña, ò Conquifta de Mexico, por el mifmo.


TOMO III.

Hiftoria del Defcubrimiento, y Conquifta de la Provincia del Perù, y de
los fuceffos de ella, y de las cofas naturales, que en la dicha
Provincia fe hallan, por _Aguftin de Zarate_.

Verdadera Relacion de la Conquifta, del Perù, y Provincia del Cuzco,
embiada al Emperador Carlos V. por _Francifco de Xerèz._

Hiftoria, y Defcubrimiento del Rio de la Plata y Paraguay, por
_Hulderico Schmidèl_, traducida del latin.

Argentina, y Conquifta del Rio de la Plata, con otros acaecimientos de
los Reynos del Perù, Tucumàn, y Eftado del Brasil, por el Arcediano _Don
Martin del Barco Centenera_, Poema compuefto de veinte y ocho. Cantos.

Viage del Mundo, de _Simòn Perez de Torres_.

Epitome de la Relacion del viage de algunos Mercaderes de San Malò à
_MoKa_, en Arabia, en el Mar Bermejo, hecho por los años de 1708. 1709.
Y 1710. formado, y puefto en Caftellano por el Alferez Don _Manuel de
Grova_, natural de la Gran Canaria.



     NAVFRAGIOS

     DE ALVAR NUÑEZ

     CABEZA DE VACA;

     Y

     RELACION DE LA JORNADA,

     QUE HIZO A LA FLORIDA CON EL ADELANTADO,

     PANFILO DE NARVAEZ.



_CAPITULO I. En que cuenta quando partiò el Armada, i los Oficiales, i
Gente, que iba en ella._


A diez i fiete dias del Mes de Junio de mil quinientos i veinte i fiete,
partiò del Puerto de Sant Lucar de Barrameda, el Governador Panfilo de
Narvaez, con Poder, i mandado de V. Mag. para conquiftar, i governar las
Provincias, que eftan defde el Rio de las Palmas, hafta el Cabo de la
Florida, las quales fon en Tierra-firme; i la Armada, que llevaba eran
cinco Navios, en los quales, poco mas, ò menos, irian feifcientos
Hombres. Los Oficiales que llevaba (porque de ellos fe ha de hacer
mencion) eran eftos, que aqui fe nombran: Cabeça de Vaca, por Teforero,
i por Alguacil Maior; Alonfo Enríquez, Contador; Alonfo de Solis, por
Factor de V. Mag. i por Veedor; iba vn Fraile de la Orden de Sant
Francifco por Comifario, que fe llamaba Fr. Juan Suarez, con otros
quatro Frailes de la mifma Orden: llegamos à la Isla de Santo Domingo,
donde eftuvimos cafi quarenta i cinco dias, proveiendonos de algunas
cofas necefarias, feñaladamente de Caballos. Aqui nos faltaron de
nueftra Armada mas de ciento i quarenta Hombres, que fe quifieron quedar
alli, por los partidos, i promefas, que los de la Tierra les hicieron.
De alli, partimos, i llegamos à Santiago (que es Puerto en la Isla de
Cuba) donde en algunos dias, que eftuvimos, el Governador fe rehiço de
Gente, de Armas, i de Caballos. Sufcediò alli, que vn Gentil-hombre, que
fe llamaba Vafco Porcalle, Vecino de la Trinidad (que es en la mifma
Isla) ofrefciò de dàr al Governador ciertos Baftimentos, que tenia en la
Trinidad, que es cien Leguas del dicho Puerto de Santiago. El
Governador, con toda la Armada, partiò para allá: mas llegados à vn
Puerto, que fe dice Cabo de Santa Cruz, que es mitad del camino:
parefciòle, que era bien efperar alli, i embiar vn Navio, que truxefe
aquellos Baftimentos, i para efto mandò à vn Capitan Pantoja, que fuefe
allá con fu Navio, i que Yo, para mas feguridad, fuefe con èl, i èl
quedò con quatro Navios, porque en la Isla de Santo Domingo havia
comprado vn otro Navio. Llegados con eftos dos Navios al Puerto de la
Trinidad, el Capitan Pantoja fue con Vafco Porcalle à la Villa, que es
vna Legua de alli, para refcebir los Baftimentos: Yo quedè en la Mar con
los Pilotos, los quales nos dixeron, que con la maior prefteçfa, que
pudiefemos, nos defpachafemos de alli, porque aquel era un mui mal
Puerto, i fe folian perder muchos Navios en èl; i porque lo que alli nos
fucediò, fue cofa mui feñalada, me parefciò, que no feria fuera de
propofito, i fin, con que Yo quife efcrevir efte Camino, contarla aqui.
Otro dia de mañana començò el tiempo à dàr no buena feñal, porque
començò à llover, i el Mar iba arreciando tanto, que aunque Yo dì
licencia à la Gente, que faliefe à Tierra, como ellos vieron el tiempo
que hacia, i que la Villa eftaba de alli vna Legua, por no eftàr al
Agua, i frio, que hacia, muchos fe bolvieron al Navio. En efto vino vna
Canoa de la Villa, en que me traìan vna Carta de vn Vecino de la Villa,
rogandome, que me fuefe allà, i que me darian los Baftimentos, que
hoviefe, i necefarios fuefen; de lo qual Yo me efcusè, diciendo, que no
podia dexar los Navios. A medio dia bolviò la Canoa con otra Carta, en
que con mucha importunidad pedian lo mifmo: i traìan vn Caballo en que
fuefe. Yo dì la mifma refpuefta que primero havia dado, diciendo, que no
dexaria los Navios; mas los Pilotos, i la Gente me rogaron mucho, que
fuefe, porque diefe priefa que los Baftimentos fe truxefen lo mas prefto
que pudiefe fer, porque nos partiefemos luego de alli, donde ellos
eftaban, con gran temor, que los Navios fe havian de perder, fi alli
eftuviefen mucho. Por efta raçon Yo determinè de ir à la Villa, aunque
primero que fuefe, dexè proveìdo, i mandado à los Pilotos, que fi el
Sur, con que alli fuelen perderfe muchas veces los Navios, ventafe, i fe
viefen en mucho peligro, diefen con los Navios al travès, i en parte que
fe falvafe la Gente, i los Caballos; i con efto Yo fali, aunque quife
facar algunos conmigo, por ir en compañia, los quales no quifieron
falir, diciendo, que hacia mucha Agua, i frio, i la Villa eftaba mui
lexos, que otro dia, que era Domingo, faldrian, con el aiuda de Dios, à
oìr Mifa. A vna hora, defpues de Yo falido, la Mar començò à venir mui
brava, i el Norte fue tan recio, que ni los Bateles ofaron falir à
Tierra, ni pudieron dàr en ninguna manera con los Navios al travès, por
fer el viento por la Proa; de fuerte, que con mui gran trabajo, con dos
tiempos contrarios, i mucha Agua que hacia, eftuvieron aquel dia, i el
Domingo, hafta la noche. A efta hora, el Agua, i la Tempeftad, començò à
crefcer tanto, que no menos Tormenta havia en el Pueblo, que en la Mar,
porque todas las Cafas, i Iglefias fe caieron, i era necefario que
anduviefemos fiete, ò ocho Hombres abraçados vnos con otros, para
podernos amparar, que el viento no nos llevafe; i andando entre los
Arboles, no menos temor teniamos de ellos, que de las Cafas, porque como
ellos tambien caìan, no nos matafen debaxo. En efta tempeftad, i
peligro, anduvimos toda la noche, fin hallar parte, ni lugar, donde
media hora pudiefemos eftàr feguros.

Andando en efto, oìmos toda la noche, efpecialmente defde el medio de
ella, mucho eftruendo, i grande ruido de voces, i gran fonido de
Cafcaveles, i de Flautas, i Tamborinos, i otros Inftrumentos, que
duraron hafta la mañana, que la Tormenta cesò. En eftas Partes nunca
otra cofa tan medrofa fe viò: Yo hice vna probança de ello, cuio
Teftimonio embiè à V. Mag. El Lunes por la mañana baxamos al Puerto, i
no hallamos los Navios: vimos las Boias de ellos en el Agua, adonde
conofcimos fer perdidos, i anduvimos por la Cofta, por vèr fi
hallariamos alguna cofa de ellos; i como ninguno hallafemos, metimonos
por los Montes, i andando por ellos vn quarto de Legua de Agua, hallamos
la Barquilla de vn Navio puefta fobre vnos Arboles: i diez Leguas de
alli, por la Cofta, fe hallaron dos Perfonas de mi Navio, i ciertas
tapas de Caxas, i las Perfonas tan desfiguradas de los golpes de las
peñas, que no fe podian conofcer: hallaronfe tambien vna Capa, i vna
Colcha hecha pedaços, i ninguna otra cofa parefciò. Perdieronfe en los
Navios fesenta Perfonas, i veinte Caballos. Los que havian falido à
Tierra, el dia que los Navios alli llegaron, que ferian hafta treinta,
quedaron de los que en ambos Navios havia. Afi eftuvimos algunos dias,
con mucho trabajo, i necefidad, porque la provifion, i mantenimientos,
que el Pueblo tenia, fe perdieron, i algunos Ganados: la Tierra quedò
tal, que era gran laftima verla: caìdos los Arboles, quemados los
Montes, todos fin hojas, ni ierva. Afi pafamos, hafta cinco dias del Mes
de Noviembre, que llegò el Governador con fus quatro Navios, que tambien
havian pafado gran Tormenta, i tambien havian efcapado, por haverfe
metido con tiempo en parte fegura. La Gente, que en ellos traìa, i la
que alli hallò, eftaban tan atemoriçados de lo pafado, que temian mucho
tornarfe à embarcar en Invierno; i rogaron al Governador, que lo pafafe
alli; i èl, vifta fu voluntad, i la de los Vecinos, invernò alli. Diome
à mi cargo de los Navios, i de la Gente, para que me fuefe con ellos à
invernar al Puerto de Xagua, que es doce Leguas de alli, donde eftuve
hafta veinte dias del Mes de Hebrero.



_CAP. II. Como el Governador veno al Puerto de Xagua, i truxo configo à
vn Piloto._


En efte tiempo llegò alli el Governador con vn Vergantin, que en la
Trinidad comprò, i traìa configo vn Piloto, que fe llamaba Miruelo:
havialo tomado, porque decia, que fabia, i havia eftado en el Rio de las
Palmas, i era mui buen Piloto de toda la Cofta del Norte. Dexaba tambien
comprado otro Navio en la Cofta de la Habana, en el qual quedaba por
Capitan Alvaro de la Cerda, con quarenta Hombres, i doce de Caballo; i
dos dias defpues que llegò el Governador, fe embarcò, i la Gente que
llevaba eran quatrocientos Hombres, i ochenta Caballos, en quatro
Navios; i vn Vergantin. El Piloto, que de nuevo haviamos tomado, metiò
los Navios por los Baxìos, que dicen de Carnarreo, de manera, que otro
dia dimos en feco, i afi eftuvimos quince dias, tocando muchas veces las
Quillas de los Navios en feco: al cabo de los quales, vna Tormenta del
Sur metiò tanta Agua en los Baxìos, que podimos falir, aunque no fin
mucho peligro: Partidos de aqui, i llegados à Guaniguanico, nos tomò
otra Tormenta, que eftuvimos à tiempo de perdernos. A Cabo de Corrientes
tuvimos otra, donde eftuvimos tres dias. Pafados eftos, doblamos el Cabo
de Sant Anton, i anduvimos con tiempo contrario, hafta llegar à doce
Leguas de la Habana; i eftando otro dia para entrar en ella, nos tomò vn
tiempo de Sur, que nos apartò de la Tierra, i atravefamos por la Cofta
de la Florida, i llegamos à la Tierra, Martes, doce dias del Mes de
Abril, i fuimos cofteando la via de la Florida: i Jueves Santo furgimos
en la mifma Cofta, en la boca de vna Baìa, al cabo de la qual vimos
ciertas Cafas, i Habitaciones de Indios.



_CAP. III. Como llegamos à la Florida._


En efte mifmo dia faliò el Contador Alonfo Enriquez, i fe pufo en vna
Isla, que eftà en la mifma Baìa, i llamò à los Indios, los quales
vinieron, i eftuvieron con èl buen pedaço de tiempo, i por via de
refcate le dieron Pefcado, i algunos pedaços de carne de Venado. Otro
dia figuiente, que era Viernes Santo, el Governador fe defembarcò con la
mas Gente, que en los Bateles que traìa, pudo facar; i como llegamos à
los Buhìos, ò Cafas, que haviamos vifto de los Indios, hallamòslas
defamparadas, i folas, porque la Gente fe havia ido aquella noche en fus
Canoas. El vno de aquellos Buhìos era mui grande, que cabrian en èl mas
de trecientas Perfonas: los otros eran mas pequeños, i hallamos alli vna
Sonaja de Oro, entre las Redes. Otro dia el Governador levantò Pendones
por V. Mag. i tomò la pofefion de la Tierra en fu Real Nombre, prefentò
fus Provifiones, i fue obedefcido por Governador, còmo V. Mag. lo
mandaba. Afimifmo prefentamos nofotros las nueftras ante èl, i èl las
obedefciò, como en ellas fe contenia. Luego mandò, que toda la otra
Gente defembarcafe, i los Caballos que havian quedado, que no eran mas
de quarenta i dos, porque los demàs, con las grandes Tormentas, i mucho
tiempo que havian andado por la Mar, eran muertos: i eftos pocos que
quedaron eftaban tan flacos, i fatigados, que por el prefente poco
provecho podiamos tener de ellos. Otro dia los Indios de aquel Pueblo
vinieron à nofotros, i aunque nos hablaron, como nofotros no teniamos
Lengua, no los entendiamos: mas hacian nos muchas feñas, i amenaças, i
nos parefciò, que nos decian, que nos fuefemos de la Tierra; i con efto
nos dexaron, fin que nos hiciefen ningun impedimento, i ellos fe fueron.



_CAP. IV. Como entramos Por la Tierra._


Otro dia adelante, el Governador acordò de entrar por la Tierra, por
defcubrirla, i vèr lo que en ella havia. Fuimonos con èl, el Comifario,
i el Veedor, i Yo, con quarenta Hombres, i entre ellos feis de Caballo,
de los quales poco nos podiamos aprovechar. Llevamos la via del Norte;
hafta que à hora de Vifperas llegamos à vna Baìa mui grande, que nos
parefciò que entraba mucho por la Tierra, quedamos alli aquella noche, i
otro dia nos bolvimos donde los Navios, i Gente eftaban. El Governador
mandò, que el Vergantin fuefe cofteando la via de la Florida, i bufcafe
el Puerto, que Miruelo el Piloto havia dicho que fabia: mas ià èl lo
havia errado, i no fabia en què parte eftabamos, ni adonde era el
Puerto; i fuele mandado al Vergantin, que fi no lo hallafe, travefafe à
la Habana, i bufcafe el Navio, que Alvaro de la Cerda tenia, i tomados
algunos Baftimentos, nos viniefen à bufcar. Partido el Vergantin,
tornamos à entrar en la Tierra los mifmos que primero, con alguna Gente
mas, i cofteamos la Baìa, que haviamos hallado: i andadas quatro Leguas,
tomamos quatro Indios, i moftramosles Maìz, para vèr fi lo conofcian,
porque hafta entonces no haviamos vifto feñal de èl. Ellos nos dixeron,
que nos llevarian donde lo havia, i afi nos llevaron à fu Pueblo, que es
al Cabo de la Baìa, cerca de alli, i en èl nos moftraron vn poco de
Maìz, que aun no eftaba para cogerfe. Alli hallamos muchas Caxas de
Mercaderes de Caftilla, i en cada vna de ellas eftaba vn cuerpo de
Hombre muerto, i los cuerpos cubiertos con vnos Cueros de Venados,
pintados. Al Comifario le parefciò, que efto era efpecie de idolatrìa, i
quemò las Caxas con los cuerpos. Hallamos tambien pedaços de Lienço, i
de Paño, i Penachos, que parefcian de la Nueva Efpaña: hallamos tambien
mueftras de Oro. Por feñas preguntamos à los Indios, de adonde havian
havido aquellas cofas? Señalaron nos, que mui lexos de alli havia vna
Provincia, que fe decia Apalache, en la qual havia mucho Oro, i hacian
feña de haver mui gran cantidad de todo lo que nofotros eftimamos en
algo. Decian, que en Apalache havia mucho, i tomando aquellos Indios por
Guia, partimos de alli: i andadas diez, ò doce Leguas, hallamos otro
Pueblo de quince Cafas, donde havia buen pedaço de Maìz fembrado, que ià
eftaba para cogerfe, i tambien hallamos alguno, que eftaba ià feco; i
defpues de dos dias, que alli eftuvimos, nos bolvimos donde el Contador,
i la Gente, i Navios eftaban, i contamos al Contador, i Pilotos lo que
haviamos vifto, i las nuevas, que los Indios nos havian dado. Y otro
dia, que fue primero de Maio, el Governador llamò à parte al Comifario,
i al Contador, i al Veedor, i à mi, i à vn Marinero, que fe llamaba
Bartolomè Fernandez, i à vn Efcrivano, que fe decia Geronimo de Alaniz,
i afi juntos, nos dixo, que tenia en voluntad de entrar por la Tierra
adentro, i los Navios fe fuefen cofteando, hafta que llegafen al Puerto,
i que los Pilotos decian, i creìan, que iendo la via de las Palmas,
eftaban mui cerca de alli, i fobre efto nos rogo, le diefemos nueftro
parefcer. Yo refpondia, que me parefcia, que por ninguna manera debia
dexar los Navios, fin que primero quedafen en Puerto feguro, i poblado,
i que mirafe, que los Pilotos no andaban ciertos, ni fe afirmaban en vna
mifma cofa, ni fabian à què parte eftaban: i que allende de efto, los
Caballos no eftaban para que en ninguna necefidad que fe ofreciefe, nos
pudiefemos aprovechar de ellos: i que fobre todo efto, ibamos mudos, i
fin Lengua, por donde mal nos podiamos entender con los Indios, ni faber
lo que de la Tierra queriamos, i que entrabamos por Tierra, de que
ninguna relacion teniamos, ni fabiamos de què fuerte era, ni lo que en
ella havia, ni de què Gente eftaba poblada, ni à què parte de ella
eftabamos: i que fobre todo efto, no teniamos Baftimentos para entrar
adonde no fabiamos; porque vifto lo que en los Navios havia, no fe podia
dàr à cada Hombre de racion, para entrar por la Tierra, mas de vna libra
de Vizcocho, i otra de Tocino; i que mi parefcer era, que fe debia
embarcar, i ir à bufcar Puerto, i Tierra; que fuefe mejor para poblar,
pues lo que haviamos vifto, en sì era tan defpoblada, i tan pobre,
quanto nunca en aquellas Partes fe havia hallado. Al Comifario lo
parefciò todo lo contrario; diciendo, que no fe havia de embarcar, fino
que iendo fiempre àcia la Cofta, fuefen en bufca del Puerto, pues los
Pilotos decian, que no eftaria fino diez, ò quince Leguas de alli, la
via de Panuco; i que no era pofible, iendo fiempre à la Cofta, que no
topafemos con èl, porque decian, que entraba doce Leguas adentro por la
Tierra, i que los primeros que lo hallafen, efperafen alli à los otros,
i que embarcarfe era tentar à Dios, pues defque partimos de Caftilla
tantos trabajos haviamos pafado, tantas Tormentas, tantas pèrdidas de
Navios, i de Gente haviamos tenido, hafta llegar alli: i que por eftas
raçones èl fe debia de ir por luengo de Cofta, hafta llegar al Puerto: i
que los otros Navios, con la otra Gente, fe irian la mifma via, hafta
llegar al mifmo Puerto. A todos los que alli eftaban, parefciò bien que
efto fe hiciefe afi, falvo al Efcrivano, que dixo, que primero que
defamparafe los Navios, los debia de dexar en Puerto conofcido, i
feguro, i en parte que fuefe poblada: que efto hecho, podria entrar por
la Tierra adentro, i hacer lo que le pareciefe. El Governador figuiò fu
parefcer, i lo que los otros le aconfejaban. Yo, vifta fu determinacion,
requerile de parte de V. Mag. que no dexafe los Navios, fin que quedafen
en Puerto, i feguros, i afi lo pedì por Teftimonio al Efcrivano, que
alli teniamos. El refpondiò, que pues èl fe conformaba con el parefcer
de los mas de los otros Oficiales, i Comifario, que Yo no era parte para
hacerle eftos requerimientos; i pidiò al Efcrivano le diefe por
Teftimonio, como por no haver en aquella Tierra Mantenimientos para
poder poblar, ni Puerto para los Navios, levantaba el Pueblo que alli
havia afentado, i iba con èl en bufca del Puerto, i de Tierra, que fuefe
mejor; i luego mandò apercibir la Gente, que havia de ir con èl, que fe
proveiefen de lo que era menefter para la jornada; i defpues de efto
proveìdo, en prefencia de los que alli eftaban, me dixo: Que pues Yo
tanto eftorvaba, i temia la entrada por la Tierra; que me quedafe, i
tomafe cargo de los Navios, i la Gente, que en ellos quedaba, i poblafe,
fi Yo llegafe primero que èl: Yo me efcusè de efto; i defpues de falidos
de alli aquella mifma tarde, diciendo, que no le parefcia, que de nadie
fe podia fiar aquello, me embiò à decir, que me rogaba, que tomafe cargo
de ello; i viendo que importunandome tanto, Yo todavia me efcufaba, me
preguntò, què era la caufa porque huìa de aceptallo? A lo qual refpondí,
que Yo huìa de encargarme de aquello, porque tenia por cierto, i fabia;
que èl no havia de vèr mas los Navios, ni los Navios à èl; i que efto
entendia, viendo que tan fin aparejo fe entraban por la Tierra adentro,
i que Yo queria mas aventurarme al peligro, que èl; i los otros fe
aventuraban, i pafar por lo que èl, i ellos pafafen, que no encargarme
de los Navios, i dàr ocafion que fe dixefe, que como havia contradicho
la entrada, me quedaba por temor, i mi honra anduviefe en difputa, i que
Yo queria mas aventurar la vida, que poner mi honra en efta condicion.
El, viendo que conmigo no aprovechaba, rogò à otros muchos, que me
hablafen en ello, i me lo rogafen: à los quales refpondì lo mifmo que à
èl; i afi proveiò por fu Teniente, para que quedafe en los Navios, à vn
Alcalde, que traìa, que fe llamaba Caravallo.



_CAP. V. Como dexò los Navios el Governador._


Sabado, primero de Maio, el mifmo dia que efto havia pafado, mandò dàr à
cada vno de los que havian de ir con él, dos libras de Vizcocho, i media
libra de Tocino; i anfi nos partimos para entrar en la Tierra. La fuma
de toda la Gente que llevabamos, era trecientos Hombres, en ellos iba el
Comifario Frai Juan Suarez, i otro Fraile, que fe decia Frai Juan de
Palos, i tres Clerigos, i los Oficiales. La Gente de Caballo, que con
eftos ibamos, eramos quarenta de Caballo; i anfi anduvimos con aquel
Baftimento que llevabamos, quince dias; fin hallar otra cofa que comer,
falvo Palmitos, de la manera de los de Andalucia. En todo efte tiempo no
hallamos Indio ninguno, ni vimos Cafa, ni Poblado, i al cabo llegamos à
vn Rio, que lo pafamos con mui gran trabajo à nado, i en Balfaft
detuvimonos vn dia en pafarlo, que traìa mui gran corriente. Pafados à
la otra parte, falieron à nofotros hafta docientos Indios, poco mas, ò
menos: el Governador faliò à ellos, i defpues de haverlos hablado por
feñas, ellos nos feñalaron de fuerte, que nos ovimos de rebolver con
ellos, i prendimos cinco, ò feis, i eftos nos llevaron à fus Cafas, que
eftaban hafta media legua de alli, en las quales hallamos gran cantidad
de Maìz, que eftaba ià para cogerfe, i dimos infinitas gracias à Nueftro
Señor, por havernos focorrido en tan gran necefidad; porque ciertamente,
romo eramos nuevos en los trabajos, allende del canfancio que traìamos,
veniamos mui fatigados de hambre, i à tercero dia, que alli llegamos,
nos juntamos el Contador, i Veedor, i Comifario, i Yo, i rogamos al
Governador, que embiafe à bufcar la Mar, por vèr fi hallariamos Puerto,
porque los Indios decian, que la Mar no eftaba mui lexos de alli. El nos
refpondiò, que no curafemos de hablar en aquello, porque eftaba mui
lexos de allí, i como Yo era el que mas le importunaba, dixome, que me
fuefe Yo à defcubrirla, i que bufcafe Puerto, i que havia de ir à pie
con quarenta Hombres, i anfi otro dia Yo me partì con el Capitan Alonfo
del Caftillo, i con quarenta Hombres de fu Compañia, i afi anduvimos
hafta hora de medio dia, que llegamos à vnos Placeles de la Mar, que
parefcia que entraban mucho por la Tierra: anduvimos por ellos hafta
legua i media, con el agua hafta la mitad de la pierna, pifando por
encima de Hoftiones, de los quales refcibimos muchas cuchilladas en los
pies, y nos fueron caufa de mucho trabajo; hafta que llegamos en el Rio,
que primero haviamos atravefado, que entraba por aquel mifmo Ancon; i
como no lo podimos pafar, por el mal aparejo, que para ello teniamos,
bolvimos al Real, i contamos al Governador lo que haviamos hallado; i
como era menefter otra vez pafar por el Rio, por el mifmo lugar, que
primero lo haviamos pafado, para que aquel Ancon fe defcubriefe bien, i
viefemos fi por alli havia Puerto: i otro dia mandò à vn Capitan, que fe
llamaba Valençuela, que con fesenta Hombres, i feis de Caballo, pafafe
el Rio, i fuefe por èl abaxo hafta llegar à la Mar, i bufcar fi havia
Puerto; el qual, defpues de dos dias, que allà eftuvo, bolviò, y dixo,
que èl havia defcubierto el Ancon, i que todo era Baìa baxa hafta la
rodilla, i que no fe hallaba Puerto; i que havia vifto cinco, ò feis
Canoas de Indios, que pafaban de vna parte à otra, i que llevaban
pueftos muchos Penachos. Sabido efto, otro dia partimos de alli, iendo
fiempre en demanda de aquella Provincia, que los Indios nos havian dicho
Apalache, llevando por Guia los que de ellos haviamos tomado, i afi
anduvimos hafta diez i fiete de Junio, que no hallamos Indios, que nos
ofafen efperar; i alli faliò à nofotros vn Señor, que le traìa vn Indio
acueftas, cubierto de vn cuero de Venado pintado: traìa configo mucha
Gente, i delante de èl venian tañendo vnas Flautas de Caña, i afi llegò
do eftaba el Governador, i eftuvo vna hora con èl, i por feñas le dimos
à entender, que ibamos à Apalache, i por las que èl hiço nos parefciò
que era enemigo de los de Apalache; i que nos iria à aiudar contra èl.
Nofotros le dimos Cuentas, i Cafcaveles, i otros refcates, i èl diò al
Governador el Cuero que traìa cubierto, i afi fe bolviò, i nofotros le
fuimos figuiendo por la via que èl iba. Aquella noche llegamos à vn Rio,
el qual era mui hondo, i mui ancho, i la corriente mui recia, i por no
atrevernos à pafar, con Balfas hecimos vna Canoa para ello, i eftuvimos
en pafarlo vn dia: i fi los Indios nos quifieran ofender, bien nos
pudieran eftorvar el pafo, i aun con aiudarnos ellos, tuvimos mucho
trabajo: Uno de Caballo, que fe decia Juan Velazquez, natural de
Cuellar, por no efperar entrò en el Rio, i la corriente, como era recia,
lo derribò del Caballo, i fe afiò à las riendas, i ahogò à sì, i al
Caballo; i aquellos Indios de aquel Señor, que fe llamaba
Dulchanchellin, hallaron el Caballo, i nos dixeron donde hallariamos à
èl por el Rio abaxo; i afi fueron por èl, i fu muerte nos diò mucha
pena, porque hafta entonces ninguno nos havia faltado. El Caballo diò de
cenar à muchos aquella noche. Pafados de alli, otro dia llegamos al
Pueblo de aquel Señor, i alli nos embiò Maìz. Aquella noche, donde iban
à tomar Agua, nos flecharon vn Chriftiano, i quifo Dios que no lo
hirieron: Otro dia nos partimos de alli, fin que Indio ninguno de los
Naturales parefciefe, porque todos havian huìdo; mas iendo nueftro
camino, parefcieron Indios, los quales venian de Guerra, i aunque
nofotros los llamamos, no quifieron bolver, ni efperar, mas antes fe
retiraron, figuiendonos por el mifmo camino que llevabamos. El
Governador dexò vna Celada de algunos de Caballo en el camino, que como
pafaron falieron à ellos, i tomaron tres, ò quatro Indios, i eftos
llevamos por Guias de alli adelante, los quales nos llevaron por Tierra
mui trabajofa de andar, i maravillofa de vèr, porque en ella ai mui
grandes Montes, i los Arboles à maravilla altos, i fon tantos los que
eftàn caìdos en el fuelo, que nos embaraçaban el camino, de fuerte, que
no podiamos pafar fin rodear mucho, i con mui gran trabajo: de los que
no eftaban caìdos, muchos eftaban hendidos defde arriba hafta abaxo de
raios, que en aquella Tierra caen, donde fiempre ai mui grandes
tormentas, i tempeftades. Con efte trabajo caminamos hafta vn dia
defpues de San Juan, que llegamos à vifta de Apalache, fin que los
Indios de la Tierra nos fintiefen: Dimos muchas gracias à Dios por
vernos tan cerca de èl, creiendo que era verdad lo que de aquella Tierra
nos havian dicho, que alli fe acabarian los grandes trabajos que
haviamos pafado, afi por el malo, i largo camino para andar, como por la
mucha hambre que haviamos padefcido; porque aunque algunas veces
hallabamos Maìz, las mas andabamos fiete, i ocho leguas fin toparlo; i
muchos havia entre nofotros, que allende del mucho canfancio, i hambre,
llevaban hechas llagas en las efpaldas de llevar las Armas acueftas, fin
otras cofas que fe ofrefcian. Mas con vernos llegados donde defeabamos,
i donde tanto mantenimiento, i Oro nos havian dicho que havia,
parefciònos, que fe nos havia quitado gran parte del trabajo, i
canfancio.



_CAP. VI. Como llegamos à Apalache._


Llegados que fuimos à vifta de Apalache, el Governador mandò, que Yo
tomafe nueve de Caballo, i cinquenta Peones, i entrafe en el Pueblo, i
anfi lo acometimos el Veedor, i Yo; i entrados no hallamos fino Mugeres,
i Muchachos, que los Hombres, à la façon, no eftaban en el Pueblo, mas
de ai à poco, andando nofotros por èl, acudieron, i començaron à pelear,
flechandonos, i mataron el Caballo del Veedor, mas al fin huieron, i nos
dexaron. Alli hallamos mucha cantidad de Maìz, que eftaba ià para
cogerfe, i mucho feco que tenian encerrado. Hallamosles muchos Cueros de
Venados, i entre ellos algunas Mantas de Hilo pequeñas, i no buenas, con
que las Mugeres cubren algo de fus perfonas. Tenian muchos Vafos para
moler Maìz. En el Pueblo havia quarenta Cafas pequeñas, i edificadas,
baxas, i en lugares abrigados, por temor de las grandes tempeftades, que
continuamente en aquella Tierra fuele haver. El Edificio es de Paja, i
eftàn cercados de mui efpefo Monte, i grandes Arboledas, i muchos
Pielagos de Agua, donde ai tantos, i tan grandes Arboles caìdos, que
embaraçan, i fon caufa, que no fe puede por alli andar, fin mucho
trabajo, i peligro.



_CAP. VII. De la manera que es la Tierra._


La Tierra, por la maior parte, defde donde defembarcamos, hafta efte
Pueblo, i Tierra de Apalache, es llana; el fuelo de arena, i tierra
firme; por toda ella ai mui grandes Arboles, i Montes claros, donde ai
Nogales, i Laureles, i otros, que fe llaman Liquidambares, Cedros,
Savinas, i Encinas, i Pinos, i Robles, Palmitos baxos, de la manera de
los de Caftilla. Por toda ella ai muchas Lagunas grandes, i pequeñas,
algunas mui trabajofas de pafar, parte por la mucha hondura, parte por
tantos Arboles como por ellas eftàn caìdos. El fuelo de ellas es arena,
i las que en la Comarca de Apalache hallamos, fon mui maiores que las de
hafta alli. Ai en efta Provincia muchos Maìçales, i las Cafas eftàn tan
efparcidas por el campo, de la manera que eftàn las de los Gelves. Los
Animales que en ellas vimos fon Venados de tres maneras, Conejos, i
Liebres, Ofos, i Leones, i otras Salvaginas; entre los quales vimos vn
animal que trae los hijos en vna bolfa, que en la barriga tiene; i todo
el tiempo que fon pequeños, los trae alli, hafta que faben bufcar de
comer; i fi acafo eftàn fuera bufcando de comer, i acude Gente, la madre
no huie hafta que los ha recogido en fu bolfa. Por alli la Tierra es mui
fria; tiene mui buenos paftos para ganados: ai Aves de muchas maneras:
Anfares en gran cantidad; Patos, Anades, Patos Reales, Dorales, i
Garçotas, i Garças, Perdices: vimos muchos Halcones, Neblìs, Gavilanes,
Efmerejones, i otras muchas Aves. Dos horas defpues que llegamos à
Apalache, los Indios, que de alli havian huìdo, vinieron à nofotros de
Paz, pidiendonos à fus Mugeres, i Hijos, i nofotros fe los dimos; falvo,
que el Governador detuvo vn Cacique de ellos configo, que fue caufa por
donde ellos fueron efcandaliçados; i luego otro dia bolvieron de Guerra:
i con tanto denuedo, i prefieça nos acometieron, que llegaron à nos
poner fuego à las Cafas en que eftabamos; mas como falimos, huieron, i
acogieronfe à las Lagunas, que tenian mui cerca; i por efto, i por los
grandes Maìçales, que havia, no les podimos hacer daño, falvo à vno que
matamos. Otro dia figuiente, otros Indios de otro Pueblo, que eftaba de
la otra parte, vinieron à nofotros, i acometieronnos de la mifma arte
que los primeros: i de la mifma manera fe efcaparon, i tambien murió vno
de ellos. Eftuvimos en efte Pueblo veinte i cinco dias, en que hecimos
tres entradas por la Tierra, i hallárnosla mui pobre de Gente, i mui
mala de andar, por los malos pafos, i Montes, i Lagunas, que tenia.
Preguntamos al Cacique, que les haviamos detenido, i à los otros Indios,
que traìamos con nofotros, que eran Vecinos, i Enemigos de ellos, por la
manera, i poblacion de la Tierra, i la calidad de la Gente, i por los
Baftimentos, i todas las otras cofas de ella? Refpondieron nos cada vno
por sì, que el maior Pueblo de toda aquella Tierra era aquel Apalache, i
que adelante havia menos Gente, i mui mas pobre que ellos, i que la
Tierra era mal poblada, i los Moradores de ella mui repartidos; i que
iendo adelante, havia grandes Lagunas, i efpefura de Montes, i grandes
Defiertos, i Defpoblados. Preguntamosles luego por la Tierra, que eftaba
àcia el Sur, què Pueblos, i Mantenimientos, tenia? Dixeron, que por
aquella via, iendo à la Mar nueve jornadas, havia vn Pueblo, que
llamaban Aute, i los Indios de èl tenian mucho Maìz, i que tenian
Frifoles, i Calabaças, i que por eftàr tan cerca de la Mar, alcançaban
Pefcados, i que eftos eran Amigos fuios. Nofotros, vifta la pobreça dé
la Tierra, i las malas nuevas, que de la Poblacion, i de todo lo detrás
nos daban, i como los Indios nos hacian continua Guerra, hiriendonos la
Gente, i los Caballos, en los lugares donde ibamos à tomar Agua, i efto
defde las Lagunas, i tan à fu falvo, que no los podiamos ofender, porque
metidos en ellas, nos flechaban, i mataron vn Señor de Tefcuco, que fe
llamaba D. Pedro, que el Comifario llevaba configo, acordamos de partir
de alli, i ir à bufcar la Mar, i aquel Pueblo de Aute, que nos havian
dicho; i afi nos partimos, à cabo de veinte i cinco dias, que alli
havianos llegado. El primero dia pafamos aquellas Lagunas, i palos, fin
vèr Indio ninguno: mas al fegundo dia llegamos à vna Laguna de mui mal
pafo, porque daba el Agua à los pechos, i havia en ella muchos Arboles
caìdos. Yà que eftabamos en medio de ella, nos acometieron muchos
Indios, que eftaban abfcondidos detràs de los Arboles, porque no los
viefemos; otros eftaban fobre los caìdos, i començaron nos à flechar, de
manera, que nos hirieron muchos Hombres, i Caballos, i nos tomaron la
Guia que llevabamos antes, que de la Laguna faliefemos; i defpues de
falidos de ella, nos tornaron à feguir, queriendonos eftorvar el pafo,
de manera, que no nos aprovechaba falirnos à fuera, ni hacernos mas
fuertes, i querer pelear con ellos, que fe metian luego en la Laguna, i
defde alli nos herian la Gente, i Caballos. Vifto efto, el Governador
mandò à los de Caballo, que fe apeafen, i les acometiefen à pie. El
Contador fe apeò con ellos, i afi los acometieron, i todos entraron à
bueltas en vna Laguna, i afi les ganamos el pafo. En efta rebuelta huvo
algunos de los nueftros heridos, que no les valieron buenas Armas, que
llevaban; i huvo hombres efte dia, que juraron que havian vifto dos
Robles, cada vno de ellos tan gruefo como la pierna, por baxo, pafados
de parte à parte de las Flechas de los Indios; i efto no es tanto de
maravillar, vifta la fuerça, i maña con que las echan; porque Yo mifmo
vì vna Flecha en vn pie de vn Alamo, que entraba por èl vn geme. Quantos
Indios vimos defde la Florida aqui, todos fon Flecheros, i como fon tan
crefcidos de cuerpo, i andan defnudos, defde lexos parefcen Gigantes. Es
Gente à maravilla bien difpuefta, mui enjutos, i de mui grandes fuerças,
i ligereça. Los Arcos que vfan fon gruefos como el braço, de once, ò
doce palmos de largo, que flechan à docientos pafos, con tan gran
tiento, que ninguna cofa ierran. Palados que fuimos de efte pafo, de aì
à vna legua llegamos à otro de la mifma manera, falvo que por fer tan
larga, que duraba media legua, era mui peor: efte pafamos libremente, i
fin eftorvo de Indios, que como havian gaftado en el primero toda la
municion, que de Flechas tenian, no quedò con que ofarnos acometer. Otro
dia figuiente, pafando otro femejante pafo, Yo hallé raftro de Gente,
que iba adelante, i dì avifo de ello al Governador, que venia en la
Retaguarda; i anfi, aunque los Indios falieron à nofotros, como ibamos
apercebidos, no nos pudieron ofender; i falidos à lo llano, fueronnos
todavia figuiendo; bolvimos à ellos por dos partes, i matamosles dos
Indios, i hirieronme à mi, i dos, ò tres Chriftianos; por acogerfenos al
Monte, no les podimos hacer mas mal, ni daño. De efta fuerte caminamos
ocho dias, i defde efte pafo, que he contado, no falieron mas Indios à
nofotros, hafta vna legua adelante, que es Lugar donde he dicho que
ibamos. Alli, iendo nofotros por nueftro camino, falieron Indios, i fin
fer fentidos, dieron en la Retaguarda, i à los gritos que diò vn
Muchacho de vn Hidalgo de los que alli iban, que fe llamaba Avellaneda,
el Avellaneda bolvió, i fue à focorrerlos, i los Indios le acertaron con
vna Flecha por el canto de las Coraças, i fue tal la herida, que pasò
cafi toda la Flecha por el pefcueço, i luego alli muriò, i lo llevamos
hafta Aute. En nueve dias de camino, defde Apalache, hafta alli,
llegamos. Y quando fuimos llegados, hallamos toda la Gente de èl ida, i
las Cafas quemadas, i mucho Maìz, i Calabaças, i Frifoles, que ià todo
eftaba para empeçarfe à coger. Defcanfamos alli dos dias; i ellos
pafados, el Governador me rogò que fuefe à defcubrir la Mar, pues los
Indios decian, que eftaba tan cerca de alli: ià en efte camino la
haviamos defcubierto por vn Rio mui grande, que en èl hallamos, à quien
haviamos puefto por nombre el Rio de la Magdalena. Vifto efto, otro dia
figuiente Yo me partì à defcubrirla, juntamente con el Comifario, i el
Capitan Caftillo, i Andrès Dorantes, i otros fiete de Caballo, i
cinquenta Peones, i caminamos hafta hora de Vifperas, que llegamos à vn
Ancon, ò entrada de la Mar, donde hallamos muchos Hoftiones con que la
Gente holgò: i dimos muchas gracias à Dios, por havernos traìdo alli.
Otro dia de mañana embiè veinte Hombres à que conofciefen la Cofta, i
mirafen la difpoficion de ella: los quales bolvieron otro dia en la
noche, diciendo, que aquellos Ancones, i Baìas eran mui grandes, i
entraban tanto por la Tierra adentro, que eftorvaban mucho para
defcubrir lo que queriamos, i que la Cofta eftaba mui lexos de alli.
Sabidas eftas nuevas, i vifta la mala difpoficion, i aparejo, que para
defcubrir la Cofta por alli havia, Yo me bolvì al Governador: i quando
llegamos, hallamosle enfermo con otros muchos; i la noche pafada los
Indios havian dado en ellos, i pueftolos en grandifimo trabajo, por la
raçon de la enfermedad que les havia fobrevenido, tambien les havian
muerto vn Caballo. Yo dì cuenta de lo que havia hecho, i de la mala
difpoficion de la Tierra. Aquel dia nos detuvimos alli.



_CAP. VIII. Como partimos de Aute._


Otro Dia figuiente partimos de Aute, i caminamos todo el dia, hafta
llegar donde Yo havia eftado. Fue el camino en eftremo trabajofo, porque
ni los Caballos baftaban à llevar los enfermos, ni fabiamos què remedio
poner, porque cada dia adolefcian, que fue cofa de mui gran laftima, i
dolor vèr la necefidad, i trabajo en que eftabamos. Llegados que fuimos,
vifto el poco remedio, que para ir adelante havia, porque no havia
donde, ni aunque lo huviera, la Gente pudiera pafar adelante, por eftàr
los mas enfermos, i tales, que pocos havia de quien fe pudiefe haver
algun provecho. Dexo aqui de contar efto mas largo, porque cada vno
puede penfar lo que fe pafaria en Tierra tan eftraña, i tan mala, i tan
fin ningun remedio de ninguna cofa, ni para eftar, ni para falir de
ella: mas como el mas cierto remedio fea Dios Nueftro Señor, i de efte
nunca defconfiamos, fufcediò otra cofa, que agravaba mas que todo efto,
que entre la Gente de Caballo fe començò la maior parte de ellos à ir
fecretamente, penfando hallar ellos por sì remedio, i defamparar al
Governador, i à los enfermos, los quales eftaban fin algunas fuerças, i
poder. Mas como entre ellos havia muchos Hijofdalgo, i Hombres de buena
fuerte, no quifieron que efto pafafe, fin dàr parte al Governador, i à
los Oficiales de V. Mag. i como les afeamos fu propofito, i les pufimos
delante el tiempo en que defamparaban à fu Capitan, i los que eftaban
enfermos, i fin poder, i apartarfe fobre todo del fervicio de V. Mag.
acordaron de quedar, i que lo que fuefe de vno, fuefe de todos, fin que
ninguno defamparafe à otro. Vifto efto por el Governador, los llamò à
todos, i à cada vno por sì, pidiendo parefcer de tan mala Tierra, para
poder falir de ella, i bufcar algun remedio, pues alli no lo havia,
eftando la tercia parte de la Gente con gran enfermedad, i crefciendo
efto cada hora, que teniamos por cierto todos lo eftariamos afi, de
donde no fe podia feguir fino la muerte, que por fer en tal parte fe nos
hacia mas grave; i viftos eftos, i otros muchos inconvenientes, i
tentados muchos remedios, acordamos en vno (harto dificil) de poner en
obra, que era hacer Navios, en que nos fuefemos. A todos parefcia
impofible, porque nofotros no los fabiamos hacer, ni havia Herramientas,
ni Hierro, ni Fragua, ni Eftopa, ni Pez, ni Xarcias, finalmente, ni cofa
ninguna de tantas como fon menefter, ni quien fupiefe nada para dàr
induftria en ello: i fobre todo no haver que comer, entretanto que fe
hiciefen, i los que havian de trabajar del arte que haviamos dicho; i
confiderando todo efto, acordamos de penfar en ello mas de efpacio, i
cesò la platica aquel dia, i cada vno fe fue, encomendandolo à Dios
Nueftro Señor, que lo encaminafe por donde èl fuefe mas fervido. Otro
dia quifo Dios, que vno de la Compañia vino diciendo, que èl haria vnos
Cañones de palo, i con vnos Cueros de Venado fe harian vnos Fuelles: i
como eftabamos en tiempo, que qualquiera cofa que tuviefe alguna
fobrehaz de remedio, nos parefcia bien, diximos, que fe pufiefe por
obra: i acordamos de hacer de los Eftrivos, i Efpuelas, i Balleftas, i
de las otras cofas de Hierro, que havia, los Clavos, i Sierras, i
Hachas, i otras Herramientas, de que tanta necefidad havia para ello; i
dimos por remedio, que para haver algun mantenimiento, en el tiempo que
efto fe hiciefe, fe hiciefen quatro entradas en Aute, con todos los
Caballos, i Gente, que pudiefen ir, i que à tercero dia fe matafe vn
Caballo, el qual fe repartiefe entre los que trabajaban en la Obra de
las Barcas, i los que eftaban enfermos: las entradas fe hicieron con la
Gente, i Caballos que fue pofible, i en ellas fe traxeron hafta
quatrocientas hanegas de Maìz, aunque no fin contiendas, i pendencias
con los Indios. Hecimos coger muchos Palmitos, para aprovecharnos de la
lana, i cobertura de ellos, torciendola, i aderesçandola, para vfar en
lugar de Eftopa para las Barcas, las quales fe començaron à hacer con vn
folo Carpintero, que en la Compañia havia; i tanta diligencia pufimos,
que començandolas à quatro dias de Agofto, à veinte dias de el Mes de
Septiembre eran acabadas cinco Barcas, de à veinte i dos codos cada vna,
calafeteadas con las Eftopas de los Palmitos, i breamoslas con cierta
Pez de Alquitràn, que hiço vn Griego, llamado Don Teodoro, de vnos
Pinos: i de la mifma ropa de los Palmitos, i de las colas, i crines de
los Caballos, hecimos cuerdas, i Xarcias: i de las nueftras Camifas,
Velas; i de las Sabinas, que alli havia, hecimos los Remos, que nos
parefciò que era menefter; i tal era la Tierra en que nueftros pecados
nos havian puefto, que con mui gran trabajo podiamos hallar piedras para
Laftre, i Ancles de las Barcas, ni en toda ella haviamos vifto ninguna.
Defollamos tambien las piernas de los Caballos enteras, i curtimos los
Cueros de ellas, para hacer Botas, en que llevafemos Agua. En efte
tiempo algunos andaban cogiendo Marifco por los rincones, i entradas de
la Mar, en que los Indios, en dos veces que dieron en ellos, nos mataron
diez Hombres, à vifta del Real, fin que los pudiefemos focorrer, los
quales hallamos, de parte à parte, pafados con Flechas, que aunque
algunos tenian buenas Armas, no baftaron à refiftir, para que efto no fe
hiciefe, por flechar con tanta deftreça, i fuerça (como arriba he dicho)
i à dicho, i juramento de nueftros Pilotos, defde la Baìa, que pufimos
Nombre de la Cruz, hafta aqui, anduvimos docientas i ochenta Leguas,
poco mas, ò menos: en toda efta Tierra no vimos Sierra, ni tuvimos
noticia de ella en ninguna manera: i antes que nos embarcafemos, fin los
que los Indios nos mataron, fe murieron mas de quarenta Hombres de
enfermedad, i hambre. A veinte i dos dias de el Mes de Septiembre fe
acabaron de comer los Caballos, que folo vno quedò; i efte dia nos
embarcamos por efta orden. Que en la Barca del Governador iban quarenta
i nueve Hombres. En otra, que diò al Contador, i Comifario, iban otros
tantos. La tercera diò al Capitan Alonfo del Caftillo, i Andrès
Dorantes, con quarenta i ocho Hombres; i otra diò à dos Capitanes, que
fe llamaban Tellez, i Peñalofa, con quarenta i fiete Hombres. La otra
diò al Veedor, i à mi con quarenta i nueve Hombres; i defpues de
embarcados los Baftimentos, i Ropa, no quedò à las Barcas mas de vn geme
de bordo fuera del Agua: i allende de efto, ibamos tan apretados, que no
nos podiamos menear; i tanto puede la necefidad, que nos hiço aventurar
à ir de efta manera, i meternos en vna Mar tan trabajofa, i fin tener
noticia de la Arte del marcar ninguno de los que alli iban.



_CAP. IX. Como partimos de Baìa de Caballos._


Aquella Baìa de donde partimos, ha por nombre la Baìa de Caballos, i
anduvimos fiete dias por aquellos Ancones, entrados en el Agua hafta la
cinta, fin feñal de vèr ninguna cofa de Cofta; i al cabo de ellos
llegamos à una Isla, que eftaba cerca de la Tierra. Mi Barca iba
delante, i de ella vimos venir cinco Canoas de Indios, los quales las
defampararon, i nos las dexaron en las manos, viendo que ibamos à ellas:
las otras Barcas pafaron adelante, i dieron en vnas Cafas de la mifma
Isla, donde hallamos muchas Liças, i huevos de ellas, que eftaban fecas,
que fue mui gran remedio para la necefidad que llevabamos. Defpues de
tomadas, pafamos adelante, i dos Leguas de alli pafamos vn Eftrecho, que
la Isla con la Tierra hacia, al qual llamamos de Sant Miguèl, por haver
falido en fu Dia por èl; i falidos, llegamos à la Cofta, donde con las
cinco Canoas, que Yo havia tomado à los Indios, remediamos algo de las
Barcas, haciendo falcas de ellas, i añadiendolas, de manera que fubieron
dos palmos de bordo fobre el Agua; i con efto tornamos à caminar por
luengo de Cofta, la via del Rio de Palmas, crefciendo cada dia la fed, i
la hambre, porque los Baftimentos eran mui pocos, i iban mui al cabo, i
el Agua fe nos acabò, porque las Botas, que hecimos de las piernas de
los Caballos, luego fueron podridas, i fin ningun provecho: algunas
veces entramos por Ancones, i Baìas, que entraban mucho por la Tierra
adentro, todas las hallamos baxas, i peligrofas: i anfi anduvimos por
ellas treinta dias, donde algunas veces hallabamos Indios Pefcadores,
Gente pobre, i miferable. Al cabo ià de eftos treinta dias, que la
necefidad del Agua era en eftremo, iendo cerca de Cofta, vna noche
fentimos venir vna Canoa, i como la vimos, efperamos que llegafe, i ella
no quifo hacer cara: i aunque la llamamos, no quifo bolver, ni
aguardarnos, i por fer de noche, no la feguimos, i fuimonos nueftra via;
quando amanefciò, vimos vna Isla pequeña, i fuimos à ella, por vèr fi
hallariamos Agua, mas nueftro trabajo fue en valde, porque no la havia.
Eftando alli furtos, nos tomò vna Tormenta mui grande, porque nos
detuvimos feis dias, fin que ofafemos falir à la Mar: i como havia cinco
dias, que no bebiamos, la fed fue tanta, que nos pufo en necefidad de
beber Agua falada; i algunos fe defatentaron tanto en ello, que
fupitameete fe nos murieron cinco Hombres. Cuento efto afi brevemente,
porque no creo que ai necefidad de particularmente contar las miferias,
i trabajos en que nos vimos; pues confiderando el lugar donde eftabamos,
i la poca efperança de remedio, que teniamos, cada vno puede penfar
mucho de lo que alli pafaria; i como vimos que la fed crefcia, i el Agua
nos mataba, aunque la Tormenta no era cefada, acordamos de encomendarnos
à Dios Nueftro Señor, i aventurarnos antes al peligro de la Mar, que
efperar la certinidad de la muerte, que la fed nos daba; i afi falimos
la via, donde haviamos vifto la Canoa, la noche que por alli veniamos; i
en efte dia nos vimos muchas veces anegados, i tan perdidos, que ninguno
huvo, que no tuviefe por cierta la muerte. Plugò à Nueftro Señor, que en
las maiores necefidades fuele moftrar fu favor, que à puefta del Sol
bolvimos vna Punta, que la Tierra hace, adonde hallamos mucha bonança, i
abrigo. Salieron à nofotros muchas Canoas, i los Indios, que en ellas
venian, nos hablaron, i fin querernos aguardar, fe bolvieron. Era Gente
grande, i bien difpuefta, i no traìan Flechas, ni Arcos. Nofotros les
fuimos figuiendo hafta fus Cafas, que eftaban cerca de alli à la Lengua
del Agua, i faltamos en Tierra: i delante de las Cafas hallamos muchos
Cantaros de Agua, i mucha cantidad de Pefcado guifado, i el Señor de
aquellas Tierras ofrefciò todo aquello al Governador, i tomandolo
configo, lo llevò à fu Cafa. Las Cafas de eftos eran de Efteras, que à
lo que parefciò eran eftantes; i defpues que entramos en Cafa del
Cacique, nos diò mucho Pefcado, i nofotros le dimos del Maìz, que
traìamos, i lo comieron en nueftra prefencia, i nos pidieron mas, i fe
lo dimos, i el Governador le diò muchos Refcates; el qual, eftando con
el Cacique en fu Cafa, à media hora de la noche, fupitamente los Indios
dieron en nofotros, i en los que eftaban mui malos, echados en la Cofta,
i acometieron tambien la Cafa del Cacique, donde el Governador eftaba, i
lo hirieron de vna piedra en el roftro. Los que alli fe hallaron,
prendieron al Cacique: mas como los Suios eftaban tan cerca, foltòfeles,
i dexòles en las manos vna Manta de Martas Cebelinas, que fon las
mejores, que creo Yo que en el Mundo fe podrian hallar, i tienen vn
olor, que no parefce fino de Ambar, i Almizcle, i alcança tan lexos, que
de mucha cantidad fe fiente: otras vimos alli, mas ningunas eran tales
como eftas. Los que alli fe hallaron, viendo al Governador herido, lo
metimos en la Barca, i hecimos que con èl fe recogiefe toda la mas Gente
à fus Barcas, i quedamos hafta cinquenta en Tierra, para contra los
Indios, que nos acometieron tres veces aquella noche, i con tanto
impetu, que cada vez nos hacian retraer mas de vn tiro de piedra:
ninguno huvo de nofotros, que no quedafe herido, i Yo lo fui en la cara;
i fi como fe hallaron pocas Flechas, eftuvieran mas proveìdos de ellas,
fin dubda nos hicieran mucho daño. La vltima vez fe pufieron en celada
los Capitanes Dorantes, i Peñalofa, i Tellez, con quince Hombres, i
dieron en ellos por las efpaldas, i de tal manera les hicieron huir, que
nos dexaron. Otro dia de mañana Yo les rompì mas de treinta Canoas, que
nos aprovecharon para vn Norte que hacia, que por todo el dia huvimos de
eftàr alli con mucho frio, fin ofar entrar en la Mar, por la mucha
Tormenta que en ella havia. Efto pafado, nos tornamos à embarcar, i
navegamos tres dias: i como haviamos tomado poca Agua, i los Vafos que
teniamos para llevar afimifmo eran mui pocos, tornamos à caer en la
primera necefidad; i figuiendo nueftra via, entramos por vn Eftero, i
eftando en èl, vimos venir vna Canoa de Indios: como los llamamos,
vinieron à nofotros; i el Governador, à cuia Barca havian llegado,
pidiòles Agua, i ellos la ofrefcieron, con que les diefen en que la
traxefen; i vn Chriftiano Griego, llamado Doroteo Teodoro (de quien
arriba fe hiço mencion) dixo, que queria ir con ellos: el Governador, i
otros fe lo procuraron eftorvar mucho, i nunca lo pudieron, fino que en
todo cafo queria ir con ellos: afi fe fue, i llevò configo vn Negro, i
los Indios dexaron en rehenes dos de fu Compañia; i à la noche los
Indios bolvieron, i traxeronnos nueftros Vafos fin Agua, i no traxeron
los Chriftianos, que havian llevado: i los que havian dexado por
rehenes, como los otros los hablaron, quifieronfe echar al Agua. Mas los
que en la Barca eftaban los detuvieron, i anfi fe fueron huiendo los
Indios de la Canoa, i nos dexaron mui confufos, i triftes, por haver
perdido aquellos dos Chriftianos.



_CAP. X. De la Refriega, que nos dieron los Indios._


Venida la mañana, vinieron à nofotros muchas Canoas de Indios,
pidiendonos los dos Compañeros, que en la Barca havian quedado por
rehenes. El Governador dixo, que fe los daria, con que traxefen los dos
Chriftianos, que havian llevado. Con efta Gente venian cinco, ò feis
Señores, i nos parefciò fer la Gente mas bien difpuefta, i de mas
autoridad, i concierto, que hafta alli haviamos vifto, aunque no tan
grandes como los otros, de quien havemos contado. Traìan los cabellos
fueltos, i mui largos, i cubiertos con Mantas de Martas, de la fuerte de
las que atràs haviamos tomado, i algunas de ellas hechas por mui eftraña
manera, porque en ellas havia vnos laços de labores de vnas Pieles
leonadas, que parefcian mui bien. Rogabannos, que nos fuefemos con
ellos, i que nos darian los Chriftianos, i Agua, i otras muchas cofas: i
contino acudian fobre nofotros muchas Canoas, procurando de tomar la
boca de aquella entrada: i afi por efto, como porque la Tierra era mui
peligrofa para eftàr en ella, nos falimos à la Mar, donde eftuvimos
hafta medio dia con ellos. Y como no nos quifiefen dàr los Chriftianos,
i por efte refpeto nofotros no les diefemos los Indios, començaronnos à
tirar piedras con Hondas, i Varas, con mueftras de flecharnos, aunque en
todos ellos no vimos fino tres, o quatro Arcos.

Eftando en efta contienda, el viento refrefcò, i ellos fe bolvieron, i
nos dexaron: i afi navegamos aquel dia, hafta hora de Vifperas, que mi
Barca, que iba delante, defcubriò vna Punta, que la Tierra hacia, i del
otro cabo fe via vn Rio mui grande: i en vna Isleta que hacia la Punta,
hice Yo furgir, por efperar las otras Barcas. El Governador no quifo
llegar, antes fe metiò por vna Baìa mui cerca de alli, en que havia
muchas Isletas, i alli nos juntamos, i defde la Mar tomamos Agua dulce,
porque el Rio entraba en la Mar de avenida: i por toftar algun Maìz de
lo que traìamos, porque ià havia dos dias que lo comiamos crudo,
faltamos en aquella Isla, mas como no hallamos Leña, acordamos de ir al
Rio, que eftaba detràs de la Punta, vna Legua de alli: i iendo, era
tanta la corriente, que no nos dexaba en ninguna manera llegar, antes
nos apartaba de la Tierra; i nofotros, trabajando, i porfiando por
tomarla. El Norte, que venia de la Tierra, començò à crefcer tanto, que
nos metiò en la Mar, fin que nofotros pudiefemos hacer otra cofa: i à
media Legua que fuimos metidos en ella, fondamos, i hallamos, que con
treinta braças no podimos tomar hondo, i no podiamos entender, fi la
corriente era caufa que no lo pudiefemos tomar; i afi navegamos dos
dias, todavia trabajando por tomar Tierra: i al cabo de ellos, vn poco
antes que el Sol faliefe, vimos muchos humeros por la Cofta: i
trabajando por llegar allà, nos hallamos en tres braças de Agua, i por
fer de noche, no ofamos tomar Tierra; porque como haviamos vifto tantos
humeros, creìamos que fe nos podria recrefcer algun peligro, fin
nofotros poder vèr, por la mucha obfcuridad, lo que haviamos de hacer: i
por efto determinamos de efperar à la mañana, i como amanefciò, cada
Barca fe hallò por sì perdida de las otras: Yo me hallè en treinta
braças; i figuiendo mi viage, à hora de Vifperas vì dos Barcas, i como
fui à ellas, vì que la primera à que lleguè, era la del Governador, el
qual me pregunto, què me parefcia que debiamos hacer? Yo le dixe, que
debia recobrar aquella Barca, que iba delante, i que en ninguna manera
la dexafe, i que juntas todas tres Barcas, figuiefemos nueftro camino,
donde Dios nos quifiefe llevar. El me refpondiò, que aquello no fe podia
hacer, porque la Barca iba mui metida en la Mar, i èl queria tomar la
Tierra, i que fi la queria Yo feguir, que hiciefe que los de mi Barca
tomafen los Remos, i trabajafen, porque con fuerça de braços fe havia de
tomar la Tierra: i efto le aconfejaba vn Capitan, que configo llevaba,
que fe llamaba Pantoja, diciendole, que fi aquel dia no tomaba la
Tierra, que en otros feis no la tomaria, i en efte tiempo era necefario
morir de hambre. Yo vifta fu voluntad, tomè mi Remo, i lo mifmo hicieron
todos los que en mi Barca eftaban para ello, i bogamos hafta cafi puefto
el Sol: mas como el Governador llevaba la mas fana, i recia Gente, que
entre toda havia, en ninguna manera lo podimos feguir, ni tener con
ella. Yo, como vì efto, pedile, que para poderle feguir, me diefe vn
cabo de fu Barca: i èl me refpondiò, que no harian ellos poco, fi folos
aquella noche pudiefen llegar à Tierra. Yo le dixe, que pues via la poca
pofibilidad, que en nofotros havia para poder feguirle, i hacer lo que
havia mandado, que me dixefe, què era lo que mandaba que Yo hiciefe? El
me refpondiò, que ià no era tiempo de mandar vnos à otros, que cada vno
hiciefe lo que mejor le pareciefe que era para falvar la vida, que èl
anfi lo entendia de hacer; i diciendo efto, fe alargò con fu Barca: i
como no le pude feguir, arribè fobre la otra Barca, que iba metida en la
Mar, la qual me efperò; i llegado à ella hallè, que era la que llevaban
los Capitanes Peñalofa, i Tellez: i anfi navegamos quatro dias en
compañia, comiendo por tafa cada dia medio puño de Maìz crudo. A cabo de
eftos quatro dias nos tomò vna Tormenta, que hiço perder la otra Barca:
i por gran mifericordia, que Dios tuvo de nofotros, no nos hundimos del
todo, fegun el tiempo hacia; i con fer Invierno, i el frio mui grande, i
tantos dias, que padefciamos hambre, con los golpes, que de la Mar
haviamos refcibido, otro dia la Gente començò mucho à defmaiar: de tal
manera, que quando el Sol fe pufo, todos los que en mi Barca venian
eftaban caìdos en ella, vnos fobre otros, tan cerca de la muerte, que
pocos havia que tuviefen fentido, i entre todos ellos, à efta hora, no
havia cinco Hombres en pie; i quando vino la noche, no quedamos fino el
Maeftre, i Yo, que pudiefemos marear la Barca; i à dos horas de la
noche, el Maeftre me dixo, que Yo tuviefe cargo de ella, porque èl
eftaba tal, que creìa aquella noche morir: i afi Yo tomè el leme, i
pafada media noche, Yo lleguè, por vèr fi era muerto el Maeftre: i èl me
refpondiò, que èl antes eftaba mejor, i que èl governaria hafta el dia.
Yo cierto aquella hora, de mui mejor voluntad tomara la muerte, que no
vèr tanta Gente delante de mi de tal manera. Y defpues que el Maeftre
tomò cargo de la Barca, Yo reposè vn poco mui fin repofo; ni havia cofa
mas lexos de mi entonces, que el fueño. Y acerca del Alva, pareciòme que
oìa el tumbo de la Mar, porque como la Cofta era baxa, fonaba mucho, i
con efte fobrefalto, llamè al Maeftre, el qual me refpondiò, que creìa
que eramos cerca de Tierra, i tentamos, i hallamonos en fiete braças, i
parefciòle, que nos debiamos tener à la Mar, hafta que amanefciefe; Y
afi Yo tomè vn Remo, i boguè de la vanda de la Tierra, que nos hallamos
vna Legua de ella, i dimos la popa à la Mar; i cerca de Tierra nos tomò
vna ola; que echò la Barca fuera del Agua vn juego de herradura: i con
el gran golpe que diò, cafi toda la Gente que en ella eftaba como
muerta, tornò en sì, i como fe vieron cerca de la Tierra, fe començaron
à defcolgar, i con manos, i pies andando: i como falieron à Tierra à
vnos barrancos, hecimos lumbre, i toftamos del Maìz que traìamos, i
hallamos Agua de la que havia llovido, i con el calor del fuego la Gente
tornò en sì, i començaron algo à esforçarfe. El dia que aqui llegamos
era fexto del Mes de Noviembre.



_CAP. XI. De lo que acaefciò à Lope de Oviedo con vnos Indios._


Defque la Gente huvo comido, mandè à Lope de Oviedo, que tenia mas
fuerça, i eftaba mas recio que todos, fe llegafe à vnos Arboles, que
cerca de alli eftaban, i fubido en vno de ellos, defcubriefe la Tierra
en que eftabamos, i procurafe de haver alguna noticia de ella. El lo
hiço afi, i entendiò que eftabamos en Isla, i viò que la Tierra eftaba
cabada, à la manera que fuele eftàr Tierra donde anda Ganado, i
parefciòle por efto, que debia fer Tierra de Chriftianos, i anfi nos lo
dixo. Yo le mandè, que la tornafe à mirar mui mas particularmente, i
viefe fi en ella havia algunos Caminos, que fuefen feguidos, i efto fin
alargarfe mucho, por el peligro que podia haver. El fue, i topando con
vna vereda, fe fue por ella adelante, hafta efpacio de media Legua, i
hallò vnas Choças de unos Indios, que eftaban folas, porque los Indios
eran idos al Campo, i tomò vna Olla de ellos, i vn Perrillo pequeño, i
vnas pocas de Liças, i afi fe bolviò à nofotros; i parefciendonos que fe
tardaba, embiè otros dos Chriftianos, para que le bufcafen, i viefen què
le havia fufcedido, i ellos le toparon cerca de alli, i vieron, que tres
Indios, con Arcos, i Flechas, venian tras de èl, llamandole, i èl
afimifmo llamaba à ellos por feñas: i afi llegò donde eftabamos, i los
Indios fe quedaron vn poco atràs, afentados en la mifma Ribera; i dende
à media hora acudieron otros cien Indios Flecheros, que agora ellos
fuefen grandes, ò no, nueftro miedo les hacia parefcer Gigantes, i
pararon cerca de nofotros, donde los tres primeros eftaban. Entre
nofotros efcufado era penfar que havria quien fe defendiefe, porque
dificilmente fe hallaron feis, que del fuelo fe pudiefen levantar. El
Veedor, i Yo falimos à ellos; i llamamosles, i ellos fe llegaron à
nofotros: i lo mejor que podimos, procuramos de afegurarlos, i
afegurarnos, i dimosles Cuentas, i Cafcaveles, i cada vno de ellos me
diò vna Flecha, que es feñal de amiftad: i por feñas nos dixeron, que à
la mañana bolverian, i nos traerian de comer, porque entonces no lo
tenian.



_CAP. XII. Como los Indios nos truxeron de comer._


Otro dia, faliendo el Sol, que era la hora que los Indios nos havian
dicho, vinieron à nofotros, como lo havian prometido, i nos traxeron
mucho Pefcado, i de vnas Raìces, que ellos comen, i fon como Nueces,
algunas maiores, ò menores, la maior parte de ellas fe facan debaxo del
Agua, i con mucho trabajo. A la tarde bolvieron, i nos traxeron mas
Pefcado, i de las mifmas Raìces, i hicieron venir fus Mugeres, i Hijos,
para que nos viefen; i anfi fe bolvieron ricos de Cafcaveles, i Cuentas,
que les dimos, i otros dias nos tornaron à vifitar, con lo mifmo que
eftotras veces. Como nofotros viamos, que eftabamos proveìdos de
Pefcado, i de Raìces, i de Agua, i de las otras cofas que pedimos,
acordamos de tornarnos à embarcar, i feguir nueftro camino, i
defenterramos la Barca de la Arena, en que eftaba metida, i fue
menefter, que nos defnudafemos todos, i pafafemos gran trabajo para
echarla al Agua, porque nofotros eftabamos tales, que otras cofas mui
mas livianas baftaban para ponernos en èl; i afi embarcados, à dos tiros
de Ballefta dentro en la Mar, nos diò tal golpe de Agua, que nos mojò à
todos: i como ibamos defnudos, i el frio que hacia era mui grande,
foltamos los Remos de las manos: i à otro golpe que la Mar nos diò,
traftornò la Barca: el Veedor, i otros dos fe afieron de ella para
efcaparfe, mas fufcediò mui al revès, que la Barca los tomò debaxo, i fe
ahogaron. Como la Cofta es mui braba, el Mar de vn tumbo echò à todos
los otros embueltos en las olas, i medio ahogados en la Cofta de la
mifma Isla, fin que faltafen mas de los tres, que la Barca havia tomado
debaxo. Los que quedamos efcapados, defnudos como nafcimos, i perdido
todo lo que traìamos: i aunque todo valia poco, para entonces valia
mucho. Y como entonces era por Noviembre, i el frio mui grande, i
nofotros tales, que con poca dificultad nos podian contar los huefos,
eftabamos hechos propria figura de la Muerte. De mì sè decir, que defde
el mes de Maio pafado, Yo no havia comido otra cofa fino Maìz toftado, i
algunas veces me vì en necefidad de comerlo crudo; porque aunque fe
mataron los Caballos, entretanto que las Barcas fe hacian, Yo nunca pude
comer de ellos, i no fueron diez veces las que comì pefcado. Efto digo,
por efcufar raçones, porque pueda cada vno vèr, què tales eftariamos. Y
fobre todo lo dicho, havia fobrevenido viento Norte, de fuerte, que mas
eftabamos cerca de la muerte, que de la vida: plugo à Nueftro Señor, que
bufcando los tiçones del fuego, que alli haviamos hecho, hallamos lumbre
con que hicimos grandes fuegos: i anfi eftuvimos pidiendo à Nueftro
Señor mifericordia, i perdon de nueftros pecados, derramando muchas
lagrimas, haviendo cada vno laftima, no folo de sì, mas de todos los
otros, que en el mifmo eftado vian. Y à hora de puefto el Sol, los
Indios, creiendo que no nos haviamos ido, nos bolvieron à bufcar, i à
traernos de comer: mas quando ellos nos vieron anfi en tan diferente
habito del primero, i en manera tan eftraña, efpantaronfe tanto, que fe
bolvieron atràs. Yo falì à ellos, i llamèlos, i vinieron mui efpantados,
hicelos entender por feñas, como fe nos havia hundido vna Barca, i fe
havian ahogado tres de nofotros: i alli en fu prefencia, ellos mifmos,
vieron dos muertos, i los que quedabamos, ibamos aquel camino. Los
Indios de vèr el defaftre que nos havia venido, y el defaftre en que
eftabamos, con tanta defventura, i miferia fe fentaron entre nofotros: i
con el gran dolor, i laftima que ovieron de vernos en tanta fortuna,
començaron todos à llorar recio, i tan de verdad, que lexos de alli fe
podia oìr, i efto les durò mas de media hora: i cierto, vèr que eftos
Hombres, tan fin raçon, i tan crudos, à manera de Brutos, fe dolian
tanto de nofotros, hiço que en mì, i en otros de la compañia crefciefe
mas la pafion, i la confideracion de nueftra defdicha. Sofegado ià efte
llanto, Yo preguntè à los Chriftianos, i dixe, que fi à ellos parefcia,
rogaria à aquellos Indios, que nos llevafen à fus Cafas: i algunos de
ellos, que havian eftado en la Nueva-Efpaña, refpondieron, que no fe
debia hablar en ello, porque fi à fus Cafas nos llevaban, nos
facrificarian à fus Idolos: mas vifto que otro remedio no havia, i que
por qualquier otro camino eftaba mas cerca, i mas cierta la muerte, no
curè de lo que decian, antes roguè à los Indios, que nos llevafen à fus
Cafas, i ellos moftraron que havian gran placer de ello, i que
efperafemos vn poco, que ellos harian lo que queriamos; i luego treinta
de ellos fe cargaron de leña, i fe fueron à fus Cafas, que eftaban lexos
de alli, i quedamos con los otros hafta cerca de la noche, que nos
tomaron; i llevandonos afidos, i con mucha priefa, fuimos à fus Cafas, i
por el gran frio que hacia; i temiendo que en el camino alguno no
muriefe, ò defmaiafe, proveieron, que oviefe quatro, ò cinco fuegos mui
grandes, pueftos à trechos, i en cada vno de ellos nos efcalentaban: i
defque vian que haviamos tomado alguna fuerça, i calor, nos llevaban
hafta el otro, tan apriefa, que cafi los pies no nos dexaban poner en el
fuelo: i de efta manera fuimos hafta fus Cafas, donde hallamos que
tenian hecha vna Cafa para nofotros, i muchos fuegos en ella: i defde à
vn hora que haviamos llegado, començaron à bailar, i hacer grande fiefta
(que durò toda la noche) aunque para nofotros no havia placer, fiefta,
ni fueño, efperando quando nos havian de facrificar, i la mañana nos
tornaron á dàr Pefcado, i Raìces, i hacer tan buen tratamiento, que nos
afeguramos algo, i perdimos algo el miedo del facrificio.



_CAP. XIII. Como fupimos de otros Chriftianos._


Efte mifmo dia Yo vi à vn Indio de aquellos vn Refcate, i conofcì que no
era de los que nofotros les haviamos dado: i preguntando donde le havian
havido, ellos por feñas me refpondieron, que fe lo havian dado otros
Hombres como nofotros, que eftaban atràs. Yo viendo efto, embiè dos
Chriftianos, i dos Indios, que les moftrafen aquella Gente, i mui cerca
de alli toparon con ellos, que tambien venian à bufcarnos, porque los
Indios que allà quedaban, los havian dicha de nofotros, i eftos eran los
Capitanes Andrès Dorantes, y Alonfo del Caftillo, con toda la Gente de
fu Barca. Y llegados à nofotros, fe efpantaron mucho de vernos de la
manera que eftabamos, i refcibieron mui gran pena por no tener que
darnos, que ninguna otra cofa traìan, fino la que tenian veftida. Y
eftuvieron alli con nofotros, i nos contaron, como à cinco de aquel
mifmo Mes, fu Barca havia dado al travès legua, i media de alli, i ellos
havian efcapado, fin perderfe ninguna cofa: i todos juntos acordamos de
adobar fu Barca, i irnos en ella los que tuviefen fuerça, i difpoficion
para ello; los otros quedarfe alli hafta que convaleciefen, para irfe,
como pudiefen, por luengo de Cofta, i que efperafen alli, hafta que Dios
los llevafe con nofotros à Tierra de Chriftianos; i como lo penfamos,
afi nos pufimos en ello; i antes que echafemos la Barca al Agua, Tavera,
vn Caballero de nueftra Compañia, muriò; i la Barca que nofotros
penfabamos llevar, hiço fu fin, i no fe pudo foftener à fi mifma, que
luego fue hundida; i como quedamos del arte que he dicho, i los mas
defnudos, i el tiempo tan recio para caminar, i pafar Rios, i Ancones à
nado, ni tener baftimento alguno, ni manera para llevarlo, determinamos
de hacer lo que la necefidad pedia, que era invernar alli; i acordamos
tambien, que quatro Hombres, que mas recios eftaban, fuefen à Panuco,
creiendo que eftabamos cerca de alli; i que fi Dios Nueftro Señor fuefe
fervido de llevarnos allà, diefen avifo de como quedabamos en aquella
Isla, i de nueftra necefidad, i trabajo. Eftos eran mui grandes
nadadores, i al vno llamaban Alvaro Fernandez, Portuguès, Carpintero, i
Marinero: el fegundo fe llamaba Mendez; i al tercero Figueroa, que era
natural de Toledo: el quarto, Aftudillo, natural de Çafra, llevaban
configo vn Indio, que era de la Isla.



_CAP. XIV. Como fe partieron los quatro Chriftianos._


Partidos eftos quatro Chriftianos, dende à pocos dias fufcediò tal
tiempo de frios, i tempeftades, que los Indios no podian arrancar las
Raìces: i de los Cañales en que pefcaban ià no havia provecho ninguno; i
como las Cafas eran tan defabrigadas, començòfe à morir la Gente; i
cinco Chriftianos, que eftaban en rancho en la Cofta, llegaron à tal
eftremo, que fe comieron los vnos à los otros, hafta que quedò vno folo,
que por fer folo no huvo quien lo comiefe. Los nombres de ellos fon
eftos: Sierra, Diego Lopez, Corral, Palacios, Gonçalo Ruiz. De efte cafo
fe alteraron tanto los Indios, i hovo entre ellos tan gran efcandalo,
que fin duda, fi al principio ellos lo vieran, los matàran, i todos nos
vieramos en grande trabajo. Finalmente, en mui poco tiempo, de ochenta
Hombres, que de ambas partes alli llegamos, quedaron vivos folos quince:
i defpues de muertos eftos; diò à los Indios de la Tierra vna enfermedad
de eftomago, de que muriò la mitad de la Gente de ellos: i creieron, que
nofotros eramos los que los matabamos; i teniendolo por mui cierto,
concertaron entre sì de matar à los que haviamos quedado. Yà que lo
venian à poner en efecto, vn Indio, que à mi me tenia, les dixo, que no
creiefen, que nofotros eramos los que los matabamos, porque fi nofotros
tal poder tuvieramos, efcusàramos que no murieran tantos de nofotros,
como ellos vian que havian muerto, fin que les pudieramos poner remedio,
i que ià no quedabamos fino mui pocos, i que ninguno hacia daño, ni
perjuicio, que lo mejor era, que nos dexafen. Y quifo Nueftro Señor, que
los otros figuieron efte confejo, i pareicer, i anfi fe eftorvò fu
propofito. A efta Isla pufimos por nombre, Isla de Malhado. La Gente que
alli hallamos fon grandes, i bien difpueftos: no tienen otras Armas fino
Flechas, i Arcos, en que fon por eftremo dieftros. Tienen los Hombres la
vna Teta horadada de vna parte à otra, i algunos ai que las tienen
ambas; i por el agujero que hacen, traen vna Caña atravefada, tan larga,
como dos palmos i medio, i tan gruefa, como dos dedos: traen tambien
horadado el Labio de abaxo, i puefto en èl vn pedaço de la Caña, delgada
como medio dedo. Las Mugeres fon para mucho trabajo. La habitacion que
en efta Isla hacen, es defde Octubre, hafta en fin de Hebrero. El fu
mantenimiento es las Raìces que he dicho, facadas debaxo el Agua por
Noviembre, i Diciembre. Tienen Cañales, i no tienen mas Peces de para
efte tiempo: de aì adelante comen las Raìces. En fin de Hebrero vàn à
otras partes à bufcar con que mantenerfe, porque entonces las Raìces
comiençan à nafcer, i no fon buenas. Es la Gente del Mundo, que mas aman
à fus Hijos, i mejor tratamiento les hacen: i quando acaefce que à
alguno fe le muere el Hijo, lloranle los Padres, i los Parientes, i todo
el Pueblo, i el llanto dura vn Año cumplido, que cada dia por la mañana,
antes que amanezca, comiençan primero à llorar los Padres, i tras efto
todo el Pueblo: i efto mifmo hacen al medio dia, i quando amanefce: i
pafado un Año que los han llorado, hacenle las Honras del muerto, i
lavanfe, i limpianfe del tizne que traen. A todos los Defuntos lloran de
efta manera, falvo à los viejos, de quien no hacen cafo, porque dicen,
que ià han pafado fu tiempo, i de ellos ningun provecho ai, antes ocupan
la Tierra, i quitan el mantenimiento à los niños. Tienen por coftumbre
de enterrar los Muertos, fino fon los que entre ellos fon Fificos, que à
eftos quemanlos; i mientras el fuego arde, todos eftàn bailando, i
haciendo mui gran fiefta, i hacen polvos los huefos: i pafado vn Año,
quando fe hacen fus Honras, todos fe jafan en ellas, i à los Parientes
dàn aquellos polvos à beber de los huefos en Agua. Cada vna tiene vna
Muger conofcida. Los Fificos fon los Hombres mas libertados; pueden
tener dos, i tres, i entre eftas ai mui gran amiftad, i conformidad.
Quando viene que alguno cafa fu Hija, el que la toma por Muger, dende el
dia que con ella fe cafa, todo lo que matare caçando, ò pefcando, todo
lo trae la Muger à la cafa de fu Padre, fin ofar tomar, ni comer alguna
cofa de ello, i de cafa de el Suegro le llevan à èl de comer: i en todo
efte tiempo el Suegro, ni la Suegra no entran en fu cafa, ni èl ha de
entrar en cafa de los Suegros, ni Cuñados: i fi acafo fe toparen por
alguna parte, fe defvian vn tiro de Ballefta el vno del otro; i
entretanto que afi vàn apartandofe, llevan la cabeça baxa, i los ojos en
tierra pueftos; porque tienen por cofa mala verfe, ni hablarfe. Las
Mugeres tienen libertad para comunicar, i converfar con los Suegros, i
Parientes; i efta coftumbre fe tiene defde la Isla, hafta mas de
cinquenta leguas por la Tierra adentro.

Otra coftumbre ai, i es, que quando algun Hijo, ò Hermano muere, en la
cafa donde muriere, tres mefes no bufcan de comer, antes fe dexan morir
de hambre, i los Parientes, i los Vecinos les proveen de lo que han de
comer. Y como en el tiempo que aqui eftuvimos muriò tanta Gente de
ellos, en las mas Cafas havia mui gran hambre, por guardar tambien fu
coftumbre, i cerimonia; i los que lo bufcaban, por mucho que trabajaban,
por fer el tiempo tan recio, no podian hacer fino mui poco; i por efta
caufa los Indios que à mi me tenian, fe falieron de la Isla, i en vnas
Canoas fe pafaron à Tierra-firme à vnas Baìas, adonde tentian muchos
Hoftiones, i tres mefes del Año no comen otra cofa, i beben mui mala
Agua. Tienen gran falta de Leña, i de Mofquitos mui grande abundancia.
Sus Cafas fon edificadas de Efteras, fobre muchas Cafcaras de Hoftiones,
i fobre ellos duermen encueros, i no los tienen fino es acafo; i afi
eftuvimos hafta en fin de Abril, que fuimos à la Cofta de la Mar, à do
comimos Moras de Çarças todo el Mes, en el qual no cefan de hacer fus
Areitos, i fieftas.



_CAP. XV. De lo que nos acaefciò en Isla la de Malhado._


En aquella Isla, que he contado, nos quifieron hacer Fificos, fin
examinarnos, ni pedirnos los Titulos, porque ellos curan las
enfermedades foplando al enfermo, i con aquel foplo, i las manos, echan
de èl la enfermedad, i mandaron nos que hiciefemos lo mifmo, i
firviefemos en algo: nofotros nos reìamos de ello, diciendo, que era
burla, i que no fabiamos curar, i por efto nos quitaban la comida, hafta
que hiciefemos lo que nos decian. Y viendo nueftra porfia, vn Indio me
dixo à mì, que Yo no fabia lo que decia en decir, que no aprovecharia
nada aquello que èl fabia, ca las Piedras, i otras cofas que fe crian
por los Campos, tienen virtud; i que èl con vna Piedra caliente,
traiendola por el eftomago, fanaba, i quitaba el dolor, i que nofotros
que eramos hombres, cierto era que teniamos maior virtud, i poder. En
fin, nos vimos en tanta necefidad, que lo hovimos de hacer, fin temer
que nadie nos llevafe por ello la pena. La manera que ellos tienen en
curarfe es efta: que en viendofe enfermos, llaman vn Medico, i defpues
de curado, no folo le dàn todo lo que pofeen, mas entre fus parientes
bufcan cofas para darle. Lo que el Medico hace, es dalle vnas fajas
adonde tiene el dolor, i chupanles al derredor de ellas. Dàn cauterios
de fuego, que es cofa entre ellos tenida por mui provechofa, i Yo lo he
experimentado, i me fufcediò bien de ello; i defpues de efto, foplan
aquel lugar que les duele, i con efto creen ellos, que fe les quita el
mal. La manera con que nofotros curamos, era fantiguandolos, i
foplarlos, i reçar vn _Pater nofter_, i vn _Ave Maria_, i rogar lo mejor
que podiamos à Dios Nueftro Señor, que les diefe falud, i efpirafe en
ellos, que nos hiciefen algun buen tratamiento. Quifo Dios Nueftro
Señor, i fu mifericordia, que todos quellos por quien fuplicamos, luego
que los fantiguamos, decian à los otros, que eftaban fanos, i buenos; i
por efte refpecto nos hacian buen tratamiento, i dexaban ellos de comer
por darnoslo à nofotros, i nos daban Cueros, i otras cofillas. Fue tan
eftremada la hambre que alli fe pasò, que muchas veces eftuve tres dias
fin comer ninguna cofa, i ellos tambien lo eftaban, i parefciame fer
cofa impofible durar la vida, aunque en otras maiores hambres, i
necefidades me vi defpues, como adelante dirè. Los Indios que tenian à
Alonfo del Caftillo, i Andrès Dorantes, i à los demàs que havian quedado
vivos, como eran de otra Lengua, i de otra Parentela, fe pafaron à otra
parte de la Tierra-firme à comer Hoftiones, i alli eftuvieron hafta el
primero dia del Mes de Abril, i luego bolvieron à la Isla, que eftaba de
alli hafta dos leguas, por lo mas ancho del Agua, i la Isla tiene media
legua de travès, i cinco en largo.

Toda la Gente de efta Tierra anda defnuda, folas las Mugeres traen de
fus cuerpos algo cubierto con vna Lana que en los Arboles fe cria. Las
Moças fe cubren con vnos Cueros de Venados. Es Gente mui partida de lo
que tienen vnos con otros. No ai entre ellos Señor. Todos los que fon de
vn Linage andan juntos. Habitan en ella dos maneras de Lenguas, à los
vnos llaman de Capoques, i à los otros de Han: tienen por coftumbre,
quando fe conofcen, i de tiempo à tiempo fe vèn, primero que fe bablen,
eftàr media hora llorando; i acabado efto, aquel que es vifitado, fe
levanta primero, i dà al otro todo quanto pofee, i el otro lo refcibe: i
de aì à vn poco fe và con ello, i aun algunas veces, defpues de
refcebido, fe vàn fin que hablen palabra. Otras eftrañas coftumbres
tienen, mas Yo he contado las mas principales, i mas feñaladas por pafar
adelante, i contar lo que mas nos fufcedio.



_CAP. XVI. Como fe partieron los Chriftianos de la Isla de Malhado._


Defpues que Dorantes, i Caftillo bolvieron à la Isla, recogieron configo
todos los Chriftianos, que eftaban algo efparcidos, i hallaronfe por
todos catorce. Yo, como he dicho, eftaba en la otra parte en
Tierra-firme, donde mis Indios me havian llevado, i donde me havia dado
tan gran enfermedad, que ià que alguna otra cofa me diera efperança de
vida, aquella baftaba para del todo quitarmela. Y como los Chriftianos
efto fupieron, dieron à vn Indio la Manta de Martas, que del Cacique
haviamos tomado, como arriba diximos, porque los pafafe donde Yo eftaba
para verme; i afi, vinieron doce, porque los dos quedaron tan flacos,
que no fe atrevieron à traerlos configo: los nombres de los que entonces
vinieron, fon: Alonfo del Caftillo, Andrès Dorantes, i Diego Dorantes,
Valdiviefo, Eftrada, Toftado, Chaves, Gutierrez, Afturiano Clerigo,
Diego de Huelva, Eftevanico el Negro, Benitez: i como fueron venidos à
Tierra-firme, hallaron otro, que era de los nueftros, que fe llamaba
Francifco de Leon; i todos trece por luengo de Cofta. Y luego que fueron
pafados los Indios, que me tenian, me avifaron de ello, i como quedaban
en la Isla Hieronimo de Alaniz, i Lope de Oviedo. Mi enfermedad eftorvò
que no les pude feguir, ni los vì. Yo huve de quedar con eftos mifmos
Indios de la Isla mas de vn Año, i por el mucho trabajo que me daban, i
mal tratamiento que me hacian, determinè de huir de ellos, i irme à los
que moran en los Montes, i Tierra-firme, que fe llaman los de Charruco,
porque Yo no podia fufrir la vida, que con eftos otros tenia; porque
entre otros trabajos muchos, havia de facar las Raìces para comer debaxo
del Agua, i entre las Cañas, donde eftaban metidas en la Tierra; i de
efto traìa Yo los dedos tan gaftados, que vna Paja que me tocafe, me
hacia fangre de ellos, i las Cañas me rompian por muchas partes, porque
muchas de ellas eftaban quebradas, i havia de entrar por medio de ellas,
con la Ropa que he dicho que traìa. Y por efto Yo pufe en obra de
pafarme à los otros, i con ellos me fufcediò algo mejor: i porque Yo me
hice Mercader, procurè de vfar el Oficio lo mejor que fupe; i por efto
ellos me daban de comer, i me hacian buen tratamiento, i rogabanme, que
me fuefe de vnas partes à otras, por cofas que ellos havian menefter;
porque por raçon de la Guerra, que contino traen, la Tierra no fe anda,
ni fe contrata tanto. E ià con mis Tratos, i Mercaderias entraba la
Tierra adentro todo lo que queria, i por luengo de Cofta me alargaba
quarenta, ò cinquenta leguas. Lo principal de mi trato, era pedaços de
Caracoles de la Mar, i Coraçones de ellos, i Conchas, con que ellos
cortan vna fruta, que es como Frifoles, con que fe curan, i hacen fus
Bailes, i Fieftas; i efta es la cofa de maior prefcio que entre ellos
ai, i Cuentas de la Mar, i otras cofas. Afi efto era lo que io llevaba
la Tierra adentro; i en cambio, i trueco de ello traìa Cueros, i Almagra
con que ellos fe vntan, i tiñen las Caras, i Cabellos; Pedernales para
puntas de Flechas, Engrudo, i Cañas duras para hacerlas, i vnas Borlas,
que fe hacen de Pelos de Venados, que las tiñen, i paran coloradas: i
efte Oficio me eftaba à mi bien, porque andando en èl tenia libertad
para ir donde queria, i no era obligado à cofa alguna, i no era Efclavo,
i donde quiera que iba me hacian buen tratamiento, i me daban de comer
por refpeto de mis Mercaderias; i lo mas principal, porque andando en
ello, Yo bufcaba por donde me havia de ir adelante, i entre ellos era
mui conofcido: holgaban mucho quando me vian, i les traìa lo que havian
menefter; i los que no me conofcian, me procuraban, i defeaban vèr por
mi fama. Los trabajos que en efto pasè, ferìa largo contarlos, afi de
peligros, i hambres, como de tempeftades, i frios, que muchos de ellos
me tomaron en el Campo. i folo, donde por gran mifericordia de Dios
Nueftro Señor efcapè; i por efta caufa Yo no trataba el Oficio en
Invierno, por fer tiempo, que ellos mifmos en fus Choças, i Ranchos
metidos, no podian valerfe, ni ampararfe. Fueron cafi feis Años el
tiempo que Yo eftuve en efta Tierra folo entre ellos, i defnudo, como
todos andaban. La raçon por què tanto me detuve, fue por llevar conmigo
vn Chriftiano, que eftaba en la Isla, llamado Lope de Oviedo. El otro
Compañero de Alaniz, que con èl havia quedado, quando Alonfo del
Caftillo, i Andrès Dorantes, con todos los otros, fe fueron, muriò
luego; i por facarlo de alli, Yo pafaba à la Isla cada Año, i le rogaba,
que nos fuefemos à la mejor maña que pudiefemos en bufca de Chriftianos,
i cada Año me detenia, diciendo, que el otro figuiente nos iriamos. En
fin, al cabo lo faquè, i le pasè el Ancon, i quatro Rios, que ai por la
Cofta, porque èl no fabia nadar, i anfi fuimos con algunos Indios
adelante, hafta que llegamos à vn Ancon, que tiene vna legua de travès,
i es por todas partes hondo: i por lo que de èl nos parefciò, i vimos,
es, el que llaman del Efpiritu Santo, i de la otra parte dèl vimos vnos
Indios, que vinieron à vèr los nueftros, i nos dixeron, como mas
adelante havia tres Hombres como nofotros, i nos dixeron los nombres de
ellos; i preguntandoles por los demàs, nos refpondieron, que todos eran
muertos de frio, i de hambre: i que aquellos Indios de adelante, ellos
mifmos por fu pafatiempo havian muerto à Diego Dorantes, i à Valdiviefo,
i à Diego de Huelva, porque fe havian pafado de vna cafa à otra; i, que
los otros Indios fus vecinos, con quien agora eftaba el Capitan
Dorantes, por raçon de vn fueño que havian foñado, havian muerto à
Efquivèl, i à Mendez. Preguntamosles, què tales eftaban los vivos?
dixeron nos, que mui maltratados, porque los Mochachos, i otros Indios,
que entre ellos fon mui holgaçanes, i de mal trato, les daban muchas
coces, i bofetones, i palos, i que efta era la vida que con ellos
tenian. Quefimonos informar de la Tierra adelante, i de los
mantenimientos que en ella havia, refpondieron, que era mui pobre de
Gente, i que en ella no havia que comer, i que morian de frio, porque no
tenian Cueros, ni con que cubrirfe. Dixeron nos tambien, fi queriamos
vèr aquellos tres Chriftianos, que de aì à dos dias los Indios que los
tenian venian à comer Nueces vna legua de alli à la Vera de aquel Rio: i
porque viefemos, que lo que nos havian dicho del mal tratamiento de los
otros era verdad, eftando con ellos dieron al Compañero mio de
bofetones, i palos, i Yo no quedè fin mi parte, i de muchos pellaços de
lodo que nos tiraban, i nos ponian cada dia las Flechas al coraçon,
diciendo, que nos querian matar como à los otros nueftros Compañeros. Y
temiendo efto Lope de Oviedo, mi Compañero, dixo, que queria bolverfe
con vnas Mugeres de aquellos Indios, con quien haviamos pafado el Ancon,
que quedaban algo atràs. Yo porfiè mucho con èl que no lo hiciefe, i
pasè muchas cofas, i por ninguna via lo pude detener; i afi fe bolviò, i
Yo quedè folo con aquellos Indios, los quales fe llamaban Quevenes, i
los otros con quien èl fe fue, llaman Deaguanes.



_CAP. XVII. Como vinieron los Indios i truxeron à Andrès Dorantes, i à
Caftillo, i à Eftevanico._


Defde à dos dias que Lope de Oviedo fe havia ido, los Indios que tenian
à Alonfo del Caftillo, i Andrès Dorantes, vinieron al mefmo Lugar, que
nos havian dicho, à comer de aquellas Nueces, de que fe mantienen,
moliendo vnos granillos con ellas, dos Mefes del Año, fin comer otra
cofa, i aun efto no lo tienen todos los Años, porque acuden vno, i otro
no: fon del tamaño de las de Galicia, i los Arboles fon mui grandes, i
ai gran numero de ellos. Vn Indio me avisò como los Chriftianos eran
llegados, i que fi Yo queria verlos, me hurtafe, i huiefe à vn Canto de
vn Monte, que èl me fenalò; porque èl, i otros Parientes fuios havian de
venir à vèr aquellos Indios, i que me llevarian configo adonde los
Chriftianos eftaban. Yo me confiè de ellos, i determinè de hacerlo,
porque tenian otra Lengua diftinta de la de mis Indios: i puefto por
obra, otro dia fueron, i me hallaron en el lugar que eftaba feñalado: i
afi me llevaron configo. Yà que lleguè cerca de donde tenian fu
Apofento, Andrès Dorantes faliò à vèr quien era, porque los Indios le
havian tambien dicho como venia vn Chriftiano; i quando me viò, fue mui
efpantado, porque havia muchos dias que me tenian por muerto, i los
Indios afi lo havian dicho. Dimos muchas gracias à Dios de vernos
juntos: i efte dia fue vno de los de maior placer, que en nueftros dias
havemos tenido: i llegado donde Caftillo eftaba, me preguntaron, què
donde iba? Yo le dixe, que mi propofito era de pafar à Tierra de
Chriftianos, i que en efte raftro, i bufca iba. Andrès Dorantes
refpondiò, que muchos dias havia que èl rogaba à Caftillo, i à
Eftevanico, que fe fuefen adelante, i que no lo ofaban hacer, porque no
fabian nadar, i que temian mucho los Rios, i Ancones por donde havian de
pafar, que en aquella Tierra ai muchos. Y pues Dios Nueftro Señor havia
fido fervido de guardarme entre tantos trabajos, i enfermedades, i al
cabo traerme en fu compañia, que ellos determinaban de huir, que Yo los
pafaria de los Rios, i Ancones que topafemos; i avifaronme, que en
ninguna manera diefe à entender à los Indios, ni conofciefen de mì, que
Yo queria pafar adelante, porque luego me matarian; i que para efto era
menefter que Yo me detuviefe con ellos feis Mefes, que era tiempo en que
aquellos Indios iban à otra Tierra à comer Tunas. Efta es vna Fruta, que
es del tamaño de Huevos, i fon bermejas, i negras, i de mui buen gufto.
Comenlas tres Mefes del Año, en los quales no comen otra cofa alguna;
porque al tiempo que ellos las cogian, venian à ellos otros Indios de
adelante, que traìan Arcos para contratar, i cambiar con ellos: i que
quando aquellos fe bolviefen, nos huìriamos de los nueftros, i nos
bolveriamos con ellos. Con efte concierto Yo quedè alli, i me dieron por
Efclavo à vn Indio, con quien Dorantes eftaba; el qual era tuerto, i fu
Muger, i vn Hijo que tenia, i otro que eftaba en fu compañia; de manera,
que todos eran tuertos. Eftos fe llaman Marianes: i Caftillo eftaba con
otros fus vecinos, llamados Iguafes. Y eftando aqui ellos me contaron,
que defpues que falieron de la Isla de Malhado, en la Cofta de la Mar
hallaron la Barca en que iba el Contador, i los Frailes al travès; i que
iendo pafando aquellos Rios, que fon quatro mui grandes, i de muchas
corrientes, les llevò las Barcas en que pafaban à la Mar, donde fe
ahogaron quatro de ellos, i que afi fueron adelante hafta que pafaron el
Ancon, i lo pafaron con mucho trabajo: i à quince leguas adelante
hallaron otro: i que quando alli llegaron, ià fe les havian muerto dos
Compañeros, en fesenta leguas que havian andado, i que todos los que
quedaban eftaban para lo mifmo, i que en todo el camino no havian comido
fino Cangrejos, i Yerva Pedrera: i llegados à efte vltimo Ancon, decian,
que hallaron en èl Indios, que eftaban comiendo Moras; i como vieron à
los Chriftianos, fe fueron de alli à otro cabo: i que eftando
procurando, i bufcando manera para pafar el Ancon, pafaron à ellos vn
Indio, i vn Chriftiano, i que llegado, conofcieron que era Figueroa, vno
de los quatro que haviamos embiado adelante en la Isla de Malhado, i
alli les contò, como èl, i fus Compañeros havian llegado hafta aquel
Lugar, donde fe havian muerto dos de ellos, i vn Indio, todos tres de
frio, i de hambre, porque havian venido, i eftado en el mas recio tiempo
del mundo, i que à èl, i á Mendez havian tomado los Indios, i que
eftando con ellos, Mendez havia huìdo, iendo la via lo mejor que pudo de
Panuco, i que los Indios havian ido tras èl; i que lo havian muerto: i
que eftando èl con eftos Indios, fupo de ellos, como con los Mariames
eftaba vn Chriftiano, que havia pafado de la otra parte, i lo havia
hallado con los que llamaban Quevenes: i que efte Chriftiano era
Hernando de Efquivèl, natural de Badajoz, el qual venia en compañia del
Comifario, i que èl fupo de Efquivèl el fin en que havian parado el
Governador, i Contador, i los demàs, i le dixo, que el Contador, i los
Frailes havian echado al travès fu Barca entre los Rios; i viniendofe
por luengo de Cofta, llegò la Barca del Governador con fu Gente en
tierra, i èl fe fue con fu Barca, hafta que llegaron à aquel Ancon
grande, i que alli tornò à tomar la Gente, i la pasò del otro cabo, i
bolviò por el Contador, i los Frailes, i todos los otros; i contò, como
eftando defembarcados, el Governador havia revocado el Poder que el
Contador tenia de Lugar-Teniente fuio; i diò el cargo à vn Capitan, que
traìa configo, que fe decia Pantoja, i que el Governador fe quedò en fu
Barca, i no quifo aquella noche falir à tierra, i quedaron con èl vn
Maeftre, i vn Page, que eftaba malo, i en la Barca no tenian Agua, ni
cofa ninguna que comer; i que à media noche el Norte vino tan recio, que
facò la Barca à la Mar, fin que ninguno la viefe, porque no tenia por
refon fino vna Piedra, i que nunca mas fupieron dèl; i que vifto efto,
la Gente que en tierra quedaron, fe fueron por luengo de Cofta, i que
como hallaron tanto eftorvo de Agua, hicieron Balfas con mucho trabajo,
en que pafaron de la otra parte; i que iendo adelante llegaron à vna
punta de vn Monte, orilla del Agua, i que hallaron Indios, que como los
vieron venir, metieron fus Cafas en fus canoas, i fe pafaron de la otra
parte à la Cofta; i los Chriftianos viendo el tiempo que era, porque era
por el Mes de Noviembre, pararon en efte Monte porque hallaron Agua, i
Leña, i algunos Cangrejos, i Marifcos, donde de frio, i de hambre fe
començaron poco à poco à morir. Allende de efto, Pantoja, que por
Teniente havia quedado, les hacia mal tratamiento, i no lo pudiendo
fufrir Soto-Maior, Hermano de Vafco Porcallo, el de la Isla de Cuba, que
en el Armada havia venido por Maeftre de Campo, fe rebolviò con èl, i le
diò vn palo, de que Pantoja quedò muerto, i afi fe fueron acabando; i
los que morian, los otros los hacian tafajos, i el vltimo que muriò fue
Soto-Maior i Efquivèl, lo hiço tafajos, i comiendo dèl, fe mantuvo hafta
primero de Março, que vn Indio de los que alli havian huìdo, vino à vèr
fi eran muertos, i llevò à Efquivèl configo; i eftando en poder de efte
Indio, el Figueroa lo hablò, i fupo de èl todo lo que havemos contado; i
le rogò que fe viniefe con èl, para irfe ambos la via del Panuco; lo
qual Efquivèl no quifo hacer, diciendo, que èl havia fabido de los
Frailes, que Panuco havia quedado atràs, i afi fe quedò alli, i Figueroa
fe fue à la Cofta adonde folia eftàr.



_CAP. XVIII. De la Relacion que diò de Efquivèl._


Efta cuenta toda diò Figueroa por la relacion que de Efquivèl havia
fabido, i afi de mano en mano llegò à mi, por donde fe puede vèr, i
faber el fin que toda aquella Armada hovo, i los particulares cafos, que
à cada vno de los demàs acontefcieron. Y dixo mas, que fi los
Chriftianos algun tiempo andaban por alli, podria fer que viefen à
Efquivèl, porque fabia que fe havia huìdo de aquel Indio con quien
eftaba, à otros que fe decian los Mareames, que eran alli vecinos. Y
como acabo de decir, èl, i el Afturiano fe quifieran ir à otros Indios,
que adelante eftaban: mas como los Indios que lo tenian lo fintieron,
falieron à ellos, i dieronles muchos palos, i defnudaron al Afturiano, i
pafaronle vn braço con vna Flecha; i en fin fe efcaparon huiendo, i los
Chriftianos fe quedaron con aquellos Indios, i acabaron con ellos, que
los tomafen por Efclavos, aunque eftando firviendoles fueron tan mal
tratados de ellos, como nunca Efclavos, ni Hombres de ninguna fuerte lo
fueron; porque de feis que eran, no contentos con darles muchas
bofetadas, i apalearlos, i pelarles las barbas por fu pafatiempo, por
folo pafar de vna cafa, ò otra, mataron tres, que fon los que arriba
dixe: Diego Dorantes, i Valdiviefo, i Diego de Huelva, i los otros tres
que quedaban, efperaban parar en efto mifmo: i por no fufrir efta vida,
Andrès Dorantes fe huyò, i fe pasò à los Mareames, que eran aquellos
adonde Efquivèl havia parado, i ellos le contaron como havian tenido
alli à Efquivèl, i como eftando alli fe quifo huir, porque vna Muger
havia foñado, que le havia de matar vn Hijo, i los Indios fueron tras
èl, i lo mataron, i moftraron à Andrès Dorantes fu Efpada, i fus
Cuentas, i Libro, i otras cofas que tenia. Efto hacen eftos por vna
coftumbre que tienen, i es, que matan fus mifmos Hijos por fueños, i à
las Hijas en nafciendo las dexan comer à Perros, i las echan por aì. La
razon porque ellos lo hacen es, fegun ellos dicen, porque todos los de
la Tierra fon fus enemigos, i con ellos tienen continua guerra: i que fi
acafo cafafen fus Hijas, multiplicarian tanto fus enemigos, que los
fujetarian, i tomarian por Efclavos: i por efta caufa querian mas
matallas, que no que de ellas mifmas nafciefe quien fuefe fu enemigo.
Nofotros les diximos, que por què no las cafaban con ellos mifmos? Y
tambien entre ellos dixeron, que era fea cofa cafarlas con fus
Parientes, i que era mui mejor matarlas, que darlas à fus Parientes, ni
à fus enemigos: i efta coftumbre vfan eftos, i otros fus vecinos, que fe
llaman los Iguaces folamente, fin que ningunos otros de la Tierra la
guarden. Y quando eftos fe han de cafar, compran las Mugeres à fus
Enemigos, i el precio que cada vno dà por la fuia, es vn Arco, el mejor
que puede haver, con dos Flechas; i fi acafo no tiene Arco, vna Red,
hafta vna braça en ancho, i otra en largo: matan fus Hijos, i mercan los
agenos: no dura el cafamiento mas de quanto eftàn contentos, i con vna
Higa deshacen el cafamiento. Dorantes eftuvo con eftos, i defde à pocos
dias fe huiò. Caftillo, i Eftevanico fe vinieron dentro à la
Tierra-firme à los Yeguaces. Toda efta Gente fon Flecheros, i bien
difpueftos, aunque no tan grandes como los que atràs dexamos; i traen la
Teta, i el Labio horadados. Su mantenimiento principalmente es Raìces de
dos, ò tres maneras, i bufcanlas por toda la Tierra: fon mui malas, i
hinchan los Hombres que las comen. Tardan dos dias en afarfe, i muchas
de ellas fon mui amargas, i con todo efto fe facan con mucho trabajo. Es
tanta la hambre, que aquellas Gentes tienen, que no fe pueden pafar fin
ellas, i andan dos, ò tres Leguas bufcandolas. Algunas veces matan
algunos Venados, i à tiempos toman algun Pefcado: mas efto es tan poco,
i fu hambre tan grande, que comen Arañas, i huevos de Hormigas, i
Gufanos, i Lagartijas, i Salamanquefas, i Culebras, i Vivoras, que matan
los Hombres, que muerden, i comen Tierra, i Madera, i todo lo que pueden
haver, i eftiercol de Venados, i otras cofas, que dexo de contar; i creo
averiguadamente, que fi en aquella Tierra huviefe piedras, las comerian.
Guardan las efpinas del Pefcado, que comen, i de las Culebras, i otras
cofas, para molerlo defpues todo, i comer el polvo de ello. Entre eftos
no fe cargan los Hombres, ni llevan cofa de pefo, mas llevanlo las
Mugeres, i los Viejos, que es la Gente que ellos en menos tienen. No
tienen tanto amor à fus Hijos, como los que arriba diximos. Ai algunos
entre ellos, que vfan pecado contra natura. Las Mugeres fon mui
trabajadas, i para mucho: porque de veinte i quatro horas que ai entre
dia, i noche, no tienen fino feis horas de defcanfo: i todo lo mas de la
noche pafan en atiçar fus Hornos, para fecar aquellas Raìces, que comen;
i defque amanefce comiençan à cabar, i à traer Leña, i Agua à fus Cafas,
i dàr orden en las otras cofas, de que tienen necefidad. Los mas de
eftos fon grandes Ladrones, porque aunque entre sì fon bien partidos, en
bolviendo vno la cabeça, fu Hijo mifmo, ò fu Padre, le toma lo que
puede. Mienten mui mucho, i fon grandes borrachos, i para efto beben
ellos vna cierta cofa. Eftan tan vfados à correr, que fin defcanfar, ni
canfar, corren defde la mañana hafta la noche, i figuen vn Venado; i de
efta manera matan muchos de ellos, porque los figuen, hafta que los
canfan; i algunas veces los toman vivos. Las Cafas de ellos fon de
Efteras, pueftas fobre quatro Arcos, llevanlas acueftas, i mudanfe cada
dos, ò tres dias, para bufcar de comer: ninguna cofa fiembran, que fe
puedan aprovechar: es Gente mui alegre: por mucha hambre que tengan, por
efo no dexan de bailar, ni de hacer fus Fieftas, i Areytos. Para ellos
el mejor tiempo que eftos tienen, es quando comen las Tunas, porque
entonces no tienen hambre, i todo el tiempo fe les pafa en bailar, i
comen de ellas de noche, i de dia: todo el tiempo que les duran,
exprimenlas, i abrenlas, i ponenlas à fecar; i defpues de fecas,
ponenlas en vnas Seras, como Higos, i guardanlas para comer por el
camino, quando fe buelven, i las cafcaras de ellas muelenlas, i hacenlas
polvo. Muchas veces, eftando con eftos, nos acontefciò tres, ò quatro
dias eftàr fin comer, porque no lo havia: ellos, por alegrarnos, nos
decian, que no eftuviefemos triftes, que prefto havria Tunas, i
comeriamos muchas, i beberiamos del çumo de ellas, i terniamos las
barrigas mui grandes, i eftariamos mui contentos, i alegres, i fin
hambre alguna: i defde el tiempo que efto nos decian, hafta que las
Tunas fe huviefen de comer, havia cinco, ò feis Mefes: i en fin, huvimos
de efperar aqueftos feis Mefes; i quando fue tiempo, fuimos à comer las
Tunas: hallamos por la Tierra mui gran cantidad de Mofquitos, de tres
maneras, que fon mui malos, i enojofos, i todo lo mas del Verano nos
daban mucha fatiga: i para defendernos de ellos, haciamos al derredor de
la Gente muchos fuegos de Leña podrida, i mojada, para que no ardiefen,
i hiciefen humo; i efta defenfion nos daba otro trabajo, porque en toda
la noche no haciamos fino llorar, del humo que en los ojos nos daba, i
fobre efo gran calor, que nos caufaban los muchos fuegos, i faliamos à
dormir à la Cofta; i fi alguna vez podiamos dormir, recordabannos à
palos, para que tornafemos à encender los fuegos. Los de la Tierra
adentro, para efto vfan otro remedio, tan incomportable, i mas que efte
que he dicho; i es, andar con tiçones en las manos, quemando los Campos,
i Montes, que topan, para que los Mofquitos huian, i tambien para facar
debaxo de Tierra Lagartijas, i otras femejantes cofas, para comerlas: i
tambien fuelen matar Venados, cercandolos con muchos fuegos, i vfan
tambien efto, por quitar à los Animales el pafto, que la necefidad les
haga ir à bufcarlo adonde ellos quieren, porque nunca hacen afiento con
fus Cafas, fino donde ai Agua, i Leña, i alguna vez fe cargan todos de
efta provifion, i vàn à bufcar los Venados, que mui ordinariamente eftan
donde no ai Agua, ni Leña: i el dia que llegan matan Venados, i algunas
otras cofas que pueden, i gaftan todo el Agua, i Leña en guifar de
comer, i en los fuegos que hacen para defenderfe de los Mofquitos, i
efperan otro dia para tomar algo que lleven para el camino; i quando
parten, tales vàn de los Mofquitos, que parefce que tienen enfermedad de
Sant Laçaro: i de efta manera fatisfacen fu hambre dos, ò tres veces en
el año, à tan grande cofta como he dicho; i por haver pafado por ello,
puedo afirmar, que ningun trabajo que fe fufra en el Mundo, iguala con
efte. Por la Tierra ai muchos Venados, i otras Aves, i Animales, de las
que atràs he contado. Alcançan aqui Vacas, i Yo las he vifto tres veces,
i comido de ellas: i parefceme, que feran del tamaño de las de Efpaña:
tienen los cuernos pequeños, como Morifcas, i el pelo mui largo, merino,
como vna bernia, vnas fon pardillas, i otras negras; i à mi parefcer
tienen mejor, i mas gruefa carne, que de las de acà. De las que no fon
grandes, hacen los Indios Mantas para cubrirfe, i de las maiores hacen
Çapatos, i Rodelas: eftas vienen de àcia el Norte, por la Tierra
adelante, hafta la Cofta de la Florida, i tiendenfe por toda la Tierra
mas de quatrocientas Leguas: i en todo efte camino, por los Valles por
donde ellas vienen, baxan las Gentes, que por alli habitan, i fe
mantienen de ellas, i meten en la Tierra grande cantidad de Cueros.



_CAP. XIX. De como nos apartaron los Indios._


Quando fueron cumplidos los feis Mefes, que Yo eftuve con los
Chriftianos, efperando à poner en efecto el concierto que teniamos
hecho, los Indios fe fueron à las Tunas, que havia de alli à donde las
havian de coger, hafta treinta Leguas: i ià que eftabamos para huirnos,
los Indios con quien eftabamos, vnos con otros riñeron fobre vna Muger,
i fe apuñearon, i apalearon, i defcalabraron vnos à otros; i con el
grande enojo que huvieron, cada vno tomò fu Cafa, i fe fue à fu parte:
de donde fue necefario, que todos los Chriftianos que alli eramos,
tambien nos apartafemos, i en ninguna manera nos podimos juntar hafta
otro Año: i en efte tiempo Yo pasè mui mala vida, anfi por la mucha
hambre, como por el mal tratamiento, que de los Indios refcibia, que fue
tal, que Yo me huve de huir tres veces de los Amos que tenia, i todos me
anduvieron à bufcar, i poniendo diligencia para matarme; i Dios Nueftro
Señor, por fu mifericordia, me quifo guardar, i amparar de ellos, i
quando el tiempo de las Tunas tornò, en aquel mifmo lugar nos tornamos à
juntar. Yà que teniamos concertado de huirnos, i feñalado el dia, aquel
mifmo dia los Indios nos apartaron, i fuimos cada vno por fu parte: i Yo
dixe à los otros Compañeros, que Yo los efperaria en las Tunas; hafta
que la Luna fuefe llena: i efte dia era primero de Septiembre, i primero
dia de Luna; i avifelos, que fi en efte tiempo no viniefen al concierto,
Yo me iria folo, i los dexaria: i anfi nos apartamos, i cada vno fe fue
con fus Indios, i Yo eftuve con los mios, hafta trece de Luna: i Yo
tenia acordado de me huir à otros Indios, en fiendo la Luna llena; i à
trece dias del Mes llegaron adonde Yo eftaba Andrès Dorantes, i
Eftevanico, i dixeronme como dexaban à Caftillo con otros Indios, que fe
llamaban Anagados, i que eftaban cerca de alli, i que havian pafado
mucho trabajo, i que havian andado perdidos, i que otro dia adelante
nueftros Indios fe mudaron àcia donde Caftillo eftaba, i iban à juntarfe
con los que lo tenian, i hacerfe Amigos vnos de otros, porque hafta alli
havian tenido Guerra: i de efta manera cobramos à Caftillo. En todo el
tiempo que comiamos las Tunas, teniamos fed, i para remedio de efto
bebiamos el çumo de las Tunas, i facabamoslo en vn hoio, que en la
Tierra haciamos, i defque eftaba lleno, bebiamos de èl, hafta que nos
hartabamos. Es dulce, i de color de Arrope: efto hacen, por falta de
otras Vafijas. Ai muchas maneras de Tunas, i entre ellas ai algunas mui
buenas, aunque à mi todas me parefcian afi, i nunca la hambre me diò
efpacio para efcogerlas, ni parar mientes en quales eran mejores. Todas
las mas de Gentes beben Agua llovediça, i recogida en algunas partes,
porque aunque ai Rios, como nunca eftan de afiento, nunca tienen Agua
conofcida, ni feñalada. Por toda la Tierra ai mui grandes, i hermofas
Dehefas, i de mui buenos paftos para Ganados; i parefceme, que feria
Tierra mui fructifera, fi fuefe labrada, i habitada de Gente de raçon.
No vimos Sierra en toda ella, en tanto que en ella eftuvimos. Aquellos
Indios nos dixeron, que otros eftaban mas adelante, llamados Camones,
que viven àcia la Cofta, i havian muerto toda la Gente, que venia en la
Barca de Peñalofa, i Tellez, i que venian tan flacos, que aunque los
mataban no fe defendian: i afi los acabaron todos, i nos moftraron
Ropas, i Armas de ellos, i dixeron, que la Barca eftaba alli al travès.
Efta es la quinta Barca, que faltaba, porque la del Governador ià
diximos como la Mar la llevò: i la del Contador, i los Frailes la havian
vifto echada al travès en la Cofta, i Efquivèl contò el fin de ellos.
Las dos, en que Caftillo, i Yo, i Dorantes ibamos, ià hemos contado,
como junto à la Isla de Malhado fe hundieron.



_CAP. XX. De como nos huimos._


Defpues de havernos mudado, defde à dos dias nos encomendamos à Dios
Nueftro Señor, i nos fuimos huiendo, confiando, qne aunque era ià tarde,
i las Tunas fe acababan, con los frutos que quedarian en el Campo,
podriamos andar buena parte de Tierra. Yendo aquel dia nueftro camino,
con harto temor que los Indios nos havian de feguir, vimos vnos humos, i
iendo à ellos, defpues de Vifperas llegamos allà, do vimos vn Indio, que
como viò que ibamos à èl, huiò, fin querernos aguardar: nofotros
embiamos al Negro tras de èl, i como viò que iba folo, aguardòlo. El
Negro le dixo, que ibamos à bufcar aquella Gente, que hacia aquellos
humos. El refpondiò, que cerca de alli eftaban las Cafas, i que nos
guiaria allà, i afi lo fuimos figuiendo: i èl corriò à dàr avifo de como
ibamos, i à puefta del Sol vimos las Cafas: i dos tiros de Ballefta
antes que llegafemos à ellas, hallamos quatro Indios, que nos efperaban,
i nos refcibieron bien. Diximosles, en Lengua de Mariames, que ibamos à
bufcallos: i ellos moftraron, que fe holgaban con nueftra compañia, i
anfi nos llevaron à fus Cafas; i à Dorantes, i al Negro apofentaron en
Cafa de vn Fifico: i à mi, i à Caftillo en Cafa de otro. Eftos tienen
otra Lengua, i llamanfe Avavares, i fon aquellos que folian llevar los
Arcos à los nueftros, i iban à contratar con ellos; i aunque fon de otra
Nacion, i Lengua, entienden la Lengua de aquellos con quien antes
eftabamos, i aquel mifmo dia havian llegado alli con fus Cafas. Luego el
Pueblo nos ofrefciò muchas Tunas, porque ià ellos tenian noticia de
nofotros, i como curabamos, i de las maravillas, que Nueftro Señor con
nofotros obraba (que aunque no huviera otras) harto grandes eran
abrirnos caminos por Tierra tan defpoblada, i darnos Gente, por donde
muchos tiempos no la havia, i librarnos de tantos peligros, i no
permitir que nos matafen, i fuftentarnos con tanta hambre, i poner
aquellas Gentes en coraçon, que nos tratafen bien, como adelante
dirèmos.



_CAP. XXI. De como curamos aqui vnos dolientes._


Aquella mifma noche, que llegamos, vinieron vnos Indios à Caftillo, i
dixeronle, que eftaban mui malos de la cabeça, rogandole, que los
curafe; i defpues que los huvo fantiguado, i encomendado à Dios, en
aquel punto los Indios dixeron, que todo el mal fe les havia quitado: i
fueron à fus Cafas, i truxeron muchas Tunas, i vn pedaço de carne de
Venado, cofa, que no fabiamos què cofa era; i como efto entre ellos fe
publicò, vinieron otros muchos enfermos en aquella noche, à que los
fanafe, i cada vno traìa vn pedaço de Venado: i tantos eran, que no
fabiamos adonde poner la carne. Dimos muchas gracias à Dios, porque cada
dia iba crefciendo fu mifericordia, i mercedes; i defpues que fe
acabaron las curas, començaron à bailar, i hacer fus Areytos, i Fieftas,
hafta otro dia que el Sol faliò: i durò la fiefta tres dias, por haver
nofotros venido, i al cabo de ellos les preguntamos por la Tierra de
adelante, i por la Gente que en ella hallariamos, i los Mantenimientos
que en ella havia? Refpondieronnos, que por toda aquella Tierra havia
muchas Tunas, mas que ià eran acabadas, i que ninguna Gente havia,
porque todos eran idos à fus Cafas, con haver ià cogido las Tunas: i que
la Tierra era mui fria, i en ella havia mui pocos Cueros. Nofotros,
viendo efto, que ià el Invierno, i tiempo frio entraba, acordamos de
pafarlo con eftos. A cabo de cinco dias, que alli haviamos llegado, fe
partieron à bufcar otras Tunas, adonde havia otra Gente de otras
Nafciones, i Lenguas; i andadas cinco jornadas, con mui grande hambre,
porque en el camino no havia Tunas, ni otra Fruta ninguna, allegamos à
vn Rio, donde afentamos nueftras Cafas, i defpues de afentadas, fuimos à
bufcar vna Fruta de vnos Arboles, que es como Hieros: i como por toda
efta Tierra no ai Caminos, Yo me detuve mas en bufcarla: la Gente fe
bolviò, i Yo quedè folo, i viniendo à bufcarlos, aquella noche me perdì;
i plugò à Dios, que hallè vn Arbol ardiendo, i al fuego de èl pasè aquel
frio aquella noche, i à la mañana Yo me carguè de Leña, i tomè dos
tiçones, i bolvì à bufcarlos, i anduve de efta manera cinco dias,
fiempre con mi lumbre, i carga de Leña, porque fi el fuego fe me matafe
en parte donde no tuviefe Leña, como en muchas partes no la havia,
tuviefe de que hacer otros tiçones, i no me quedafe fin lumbre, porque
para el frio Yo no tenia otro remedio, por andar defnudo, como nafcì; i
para las noches Yo tenia efte remedio, que me iba à las matas del Monte,
que eftaba cerca de los Rios, i paraba en ellas, antes que el Sol fe
pufiefe, i en la Tierra hacia vn hoio, i en èl echaba mucha Leña, que fe
cria en muchos Arboles, de que por alli ai mui gran cantidad, i juntaba
mucha Leña, de la que eftaba caìda, i feca de los Arboles, i al derredor
de aquel hoio hacia quatro fuegos en Cruz, i Yo tenia cargo, i cuidado
de rehacer el fuego de rato en rato, i hacia vnas gavillas de paja
larga, que por alli ai, con que me cubria en aquel hoio: i de efta
manera me amparaba del frio de las noches; i vna de ellas el fuego caiò
en la paja, con que Yo eftaba cubierto, i eftando Yo durmiendo en el
hoio, començò à arder mui recio, i por mucha priefa que Yo me dì à
falir, todavia faquè feñal en los cabellos del peligro en que havia
eftado. En todo efte tiempo no comì bocado, ni hallè cofa, que pudiefe
comer: i como traìa los pies defcalços, corriòme de ellos mucha fangre;
i Dios vsò conmigo de mifericordia, que en todo efte tiempo no ventò el
Norte, porque de otra manera ningun remedio havia de Yo vivir; i à cabo
de cinco dias lleguè à vna Ribera de vn Rio, donde Yo hallè à mis
Indios, que ellos, i los Chriftianos me contaban ià por muerto, i
fiempre creìan, que alguna Vivora me havia mordido. Todos huvieron gran
placer de verme, principalmente los Chriftianos, i me dixeron, que hafta
entonces havian caminado con mucha hambre, que efta era la caufa, que no
me havian bufcado: i aquella noche me dieron de las Tunas que tenian; i
otro dia partimos de alli, i fuimos donde hallamos muchas Tunas, con que
todos fatisfacieron fu gran hambre; i nofotros dimos muchas gracias à
Nueftro Señor, porque nunca nos faltaba fu remedio.



_CAP. XXII. Como otro dia nos truxeron otros enfermos._


Otro Dia de mañana vinieron alli muchos Indios, i traìan cinco enfermos,
que eftaban tollidos, i mui malos, i venian en bufca de Caftillo, que
los curafe: i cada vno de los enfermos ofrefciò fu Arcos, i Flechas, i
èl los refcibiò, i à puefta del Sol los fantiguò, i encomendò à Dios
Nueftro Señor, i todos le fuplicamos, con la mejor manera que podiamos,
les embiafe falud: pues èl via, que no havia otro remedio para que
aquella Gente nos aiudafe, i faliefemos de tan miferable vida, i èl lo
hiço tan mifericordiofamente, que venida la mañana, todos amanefcieron
tan buenos, i fanos, i fe fueron tan recios, como fi nunca hovieran
tenido mal ninguno. Efto causò, entre ellos, mui gran admiracion, i à
nofotros defpertò, que diefemos muchas gracias à Nueftro Señor, à que
mas enteramente conofciefemos fu bondad, i tuviefemos firme efperança,
que nos havia de librar, i traer donde le pudiefemos fervir; i de mi sè
decir, que fiempre tuve efperança en fu mifericordia, que me havia de
facar de aquella captividad, i afi Yo lo hablè fiempre à mis Compañeros.
Como los Indios fueron idos, i llevaron fus Indios fanos, partimos donde
eftaban otros comiendo Tunas, i eftos fe llaman Cutalches, i Malicones,
que fon otras Lenguas: i junto con ellos havia otros, que fe llamaban
Coayos, i Sufolas, i de otra parte otros, llamados Atayos, i eftos
tenian Guerra con los Sufolas, con quien fe flechaban cada dia; i como
por toda la Tierra no fe hablafe fino en los mifterios, que Dios Nueftro
Señor con nofotros obraba, venian de muchas partes à bufcarnos, para que
los curafemos; i à cabo de dos dias, que alli llegaron, vinieron à
nofotros vnos Indios de los Sufolas, i rogaron à Caftillo, que fuefe à
curar vn herido, i otros enfermos, i dixeron, que entre ellos quedaba
vno, que eftaba mui al cabo. Caftillo era Medico mui temerofo,
principalmente quando las curas eran mui temerofas, i peligrofas, i
creìa, que fus pecados havian de eftorvar, que no todas veces fufcediefe
bien el curar. Los Indios me dixeron, que Yo fuefe à curarlos, porque
ellos me querian bien, i fe acordaban, que les havia curado en las
Nueces, i por aquello nos havian dado Nueces, i Cueros; i efto havia
pafado, quando Yo vine à juntarme con los Chriftianos, i afi huve de ir
con ellos: i fueron conmigo Dorantes, i Eftevanico; i quando lleguè
cerca de los Ranchos, que ellos tenian, Yo vì el enfermo, que ibamos à
curar, que eftaba muerto, porque eftaba mucha Gente al derredor de èl
llorando, i fu Cafa deshecha, que es feñal, que el dueño eftaba muerto;
i anfi, quando Yo lleguè, hallè el Indio los ojos bueltos, i fin ningun
pulfo, i con todas feñales de muerto, fegun à mi me parefciò, i lo mifmo
dixo Dorantes: Yo le quitè vna Eftera, que tenia encima, con que eftaba
cubierto, i lo mejor que pude, fupliquè à Nueftro Señor fuefe fervido de
dàr falud à aquel, i à todos los otros, que de ella tenian necefidad; i
defpues de fantiguado, i foplado muchas veces, me traxeron fu Arco, i me
lo dieron, i vna Sera de Tunas molidas, i llevaronme à curar otros
muchos, que eftaban malos de modorra, i me dieron otras dos Seras de
Tunas, las quales dì à nueftros Indios, que con nofotros havian venido;
i hecho efto, nos bolvimos à nueftro Apofento: i nueftros Indios, à
quien dì las Tunas, fe quedaron allà, i à la noche fe bolvieron à fus
Cafas, i dixeron, que aquel eftaba muerto, i Yo havia curado en
prefencia de ellos, fe havia levantado bueno, i fe havia pafeado, i
comido, i hablado con ellos, i que todos quantos havia curado, quedaban
fanos, i mui alegres. Efto causò mui gran admiracion, i efpanto, i en
toda la Tierra no fe hablaba en otra cofa. Todos aquellos à quien efta
fama llegaba, nos venian à bufcar, para que los curafemos, i
fantiguafemos fus Hijos; i quando los Indios, que eftaban en compañia de
los nueftros, que eran los Cutalchiches, fe hovieron de ir à fu Tierra,
antes que fe partiefen nos ofrefcieron todas las Tunas, que para fu
camino tenian, fin que ninguna les quedafe: i dieronnos Pedernales, tan
largos como palmo i medio, con que ellos cortan, i es entre ellos cofa
de mui gran eftima. Rogaronnos, que nos acordafemos de ellos, i
rogafemos à Dios, que fiempre eftuviefen buenos, i nofotros fe lo
prometimos: i con efto partieron los mas contentos Hombres del Mundo,
haviendonos dado todo lo mejor que tenian. Nofotros eftuvimos con
aquellos Indios Avavares ocho Mefes, i efta cuenta haciamos por las
Lunas. En todo efte tiempo nos venian de muchas partes à bufcar, i
decian, que verdaderamente nofotros eramos Hijos del Sol. Dorantes, i el
Negro, hafta alli no havian curado: mas por la mucha importunidad que
teniamos, viniendonos de muchas partes à bufcar, venimos todos à fer
Medicos, aunque en atrevimiento, i ofar acometer, qualquier cura, era Yo
mas feñalado entre ellos; i ninguno jamàs curamos, que no nos dixefe,
que quedaba fano: i tanta confiança tenian, que havian de fanar, fi
nofotros los curafemos, que creìan, que en tanto que nofotros alli
eftuviefemos, ninguno de ellos havia de morir. Eftos, i los de mas
atràs, nos contaron vna cofa mui eftraña, i por la cuenta que nos
figuraron, parefcia que havia quince, ò diez i feis Años, que havia
acontefcido, que decian, que por aquella Tierra anduvo vn Hombre, que
ellos llaman Mala cofa, i que era pequeño de cuerpo, i que tenia barbas,
aunque nunca claramente le pudieron vèr el roftro, i que guando venia à
la Cafa, donde eftaban, fe les levantaban los cabellos, i temblaban, i
luego parefcia à la puerta de la Cafa vn tiçon ardiendo: i luego aquel
Hombre entraba, i tomaba al que queria de ellos, i dabales tres
cuchilladas grandes por las hijadas, con vn Pedernal mui agudo, tan
ancho como vna mano, i dos palmos en luengo, i metia la mano por
aquellas cuchilladas, i facabales las tripas, i que cortaba de vna tripa
poco mas, ò menos de vn palmo, i aquello que cortaba echaba en las
brafas, i luego le daba tres cuchilladas en vn braço; i la fegunda daba
por la fangradura, i defconcertabafelo, i dende à poco fe lo tornaba à
concertar, i poniale las manos fobre las heridas, i deciannos, que luego
quedaban fanos: i que muchas veces, quando bailaban, aparefcia entre
ellos en habito de Muger vnas veces, i otras como Hombre: i quando èl
queria, tomaba el Buhìo, ò Cafa, i fubiala en alto, i dende à vn poco
caia con ella, i daba mui gran golpe. Tambien nos contaron, que muchas
veces le dieron de comer, i que nunca jamàs comiò, i que le preguntaban
donde venia, i à què parte tenia fu Cafa, i que les moftrò vna hendedura
de la Tierra, i dixo, que fu Cafa era allà debaxo. De eftas cofas, que
ellos nos decian, nofotros nos reìamos mucho, burlando de ellas: i como
ellos vieron que no lo creìamos, truxeron muchos de aquellos, que decian
que èl havia tomado, i vimos las feñales de las cuchilladas, que èl
havia dado en los lugares, en la manera que ellos contaban. Nofotros les
diximos, que aquel era vn malo; i de la mejor manera que podimos les
dabamos à entender, que fi ellos creiefen en Dios Nueftro Señor, i
fuefen Chriftianos, como nofotros, no ternian miedo de aquel, ni èl
ofaria venir à hacelles aquellas cofas; i que tuviefen por cierto, que
en tanto que nofotros en la Tierra eftuviefemos, èl no ofaria parefcer
en ella. De efto fe holgaron ellos mucho, i perdieron mucha parte del
temor que tenian. Eftos Indios nos dixeron, que havian vifto al
Afturiano, i à Figueroa con otros, que adelante en la Cofta eftaban, à
quien nofotros llamabamos de los Higos. Toda efta Gente no conofcian los
Tiempos por el Sol, ni la Luna, ni tienen cuenta del Mes, i Año, i mas
entienden, i faben las diferencias de los Tiempos, quando las Frutas
vienen à madurar, i en tiempo que muere el Pefcado, i el aparefcer de
las Eftrellas, en que fon mui dieftros, i exercitados. Con eftos fiempre
fuimos bien tratados, aunque lo que haviamos de comer lo cababamos, i
traìamos nueftras cargas de Agua, i Leña. Sus Cafas, i Mantenimientos
fon como las de los pafados, aunque tienen mui maior hambre, porque no
alcançan Maìz, ni Bellotas, ni Nueces. Anduvimos fiempre encueros como
ellos, i de noche nos cubriamos con Cueros de Venado. De ocho Mefes, que
con ellos eftuvimos, los feis padefcimos mucha hambre, que tampoco
alcançan Pefcado. Y al cabo de efte tiempo, ià las Tunas començaban à
madurar, i fin que de ellos fuefemos fentidos, nos fuimos à otros, que
adelante eftaban, llamados Maliacones: eftos eftaban vna jornada de
alli, donde Yo, i el Negro llegamos. A cabo de los tres dias embiè, que
traxefe à Caftillo, i à Dorantes; i venidos, nos partimos todos juntos
con los Indios, que iban à comer vna Frutilla de vnos Arboles, de que fe
mantienen diez, ò doce dias, entretanto que las Tunas vienen; i alli fe
juntaron con eftos otros Indios, que fe llaman Arbadaos, i à eftos
hallamos mui enfermos, i flacos, i hinchados: tanto, que nos
maravillamos mucho, i los Indios con quien haviamos venido fe bolvieron
por el mifmo camino: i nofotros les diximos, que nos queriamos quedar
con aquellos, de que ellos moftraron pefar; i afi nos quedamos en el
Campo con aquellos, cerca de aquellas Cafas; i quando ellos nos vieron,
juntaronfe, defpues de haver hablado entre sì, i cada vno de ellos tomò
el fuio por la mano, i nos llevaron à fus Cafas. Con eftos padefcimos
mas hambre, que con los otros, porque en todo el dia no comiamos mas de
dos puños de aquella Fruta (la qual eftaba verde) tenia tanta leche, que
nos quemaba las bocas: i con tener falta de Agua, daba mucha fed, à
quien la comia; i como la hambre fuefe tanta, nofotros compramosles dos
Perros, i à trueco de ellos les dimos vnas Redes, i otras cofas, i vn
Cuero, con que Yo me cubria. Yà he dicho, como por toda efta Tierra
anduvimos defnudos, i como no eftabamos acoftumbrados à ello, à manera
de Serpientes, mudabamos los Cueros dos veces en el año: i con el Sol, i
Aire hacianfenos en los pechos, i en las efpaldas, vnos empeines mui
grandes, de que refcebiamos mui gran pena, por raçon de las mui grandes
cargas, que traìamos, que eran mui pefadas, i hacian, que las cuerdas fe
nos metian por los braços; i la Tierra es tan afpera, i tan cerrada, que
muchas veces haciamos Leña en Montes, que quando la acababamos de facar,
nos corria por muchas partes fangre, de las efpinas, i matas con que
topabamos, que nos rompian por donde alcançaban. A las veces me
acontefciò hacer Leña, donde defpues de haverme coftado mucha fangre, no
la podia facar, ni acueftas, ni arraftrando. No tenia, quando en eftos
trabajos me via, otro remedio, ni confuelo, fino penfar en la Pafion de
Nueftro Redemptor Jefu-Chrifto, i en la Sangre, que por mi derramò, i
confiderar quanto mas feria el tormento, que de las Efpinas èl padefciò,
que no aquel, que Yo entonces fufria. Contrataba con eftos Indios,
haciendoles Peines, i con Arcos, i con Flechas, i con Redes. Haciamos
Efteras, que fon Cafas, de que ellos tienen mucha necefidad: i aunque lo
faben hacer, no quieren ocuparfe en nada, por bufcar entretanto que
comer, i quando entienden en efto, pafan mui gran hambre. Otras veces me
mandaban raer Cueros, i ablandarlos: i la maior profperidad en que Yo
alli me vì, era, el dia que me daban à raer alguno, porque Yo lo raìa
mui mucho, i comia de aquellas raeduras, i aquello me baftaba para dos,
ò tres dias. Tambien nos acontefció con eftos, i con los que atràs
havemos dexado, darnos vn pedaço de carne, i comernoslo afi crudo,
porque fi lo pufieramos à afar, el primer Indio que llegaba, fe lo
llevaba, i comia: parefcianos, que no era bien ponerla en efta ventura,
i tambien nofotros no eftabamos tales, que nos dabamos pena comerlo
afado, i no lo podiamos tambien pafar como crudo. Efta es la vida; que
alli tuvimos, i aquel poco fuftentamiento lo ganabamos con los Refcates,
que por nueftras manos hecimos.



_CAP. XXIII. Como nos partimos, defpues de haver comido los Perros._

Defpues que comimos los Perros, parefciendonos que teniamos algun
esfuerço para poder ir adelante, encomendamonos à Dios Nueftro Señor,
para que nos guiafe, nos defpedimos de aquellos Indios, i ellos nos
encaminaron à otros de fu Lengua, que eftaban cerca de alli. E iendo por
nueftro camino, lloviò, i todo aquel dia anduvimos con Agua: i allende
de efto perdimos el camino, i fuimos à parar à vn Monte mui grande, i
cogimos muchas hojas de Tunas, i afamoslas aquella noche en vn Horno,
que hecimos, i dimosles tanto fuego, que à la mañana eftaban para comer:
i defpues de haverlas comido, encomendamonos à Dios, i partimonos, i
hallamos el camino, que perdido haviamos; i pafado el Monte, hallamos
otras Cafas de Indios, i llegados allà, vimos dos Mugeres, i Muchachos,
que fe efpantaron, que andaban por el Monte, i en vernos huieron de
nofotros, i fueron à llamar à los Indios, que andaban por el Monte; i
venidos, pararonfe à mirarnos detràs de vnos Arboles, i llamamosles, i
allegaronfe con mucho temor, i defpues de haverlos hablado, nos dixeron,
que tenian mucha hambre, i que cerca de alli eftaban muchas Cafas de
ellos proprios, i dix eron, que nos llevarian à ellas: i aquella noche
llegamos à donde havia cinquenta Cafas, i fe efpantaban de vernos, i
moftraban mucho temor; i defpues que eftuvieron algo fofegados de
nofotros, allegabannos con las manos al roftro, i al cuerpo, i defpues
traìan ellos fus mifmas manos por fus caras, i fus cuerpos: i afi
eftuvimos aquella noche; i venida la mañana, traxeronnos los enfermos,
que tenian, rogandonos, que los fantiguafemos, i nos dieron de lo que
tenian para comer, que eran hojas de Tunas, i Tunas verdes afadas; i por
el buen tratamiento que nos hacian, i porque aquello que tenian nos lo
daban de buena gana, i voluntad, i holgaban de quedar fin comer por
darnoslo, eftuvimos con ellos algunos dias: i eftando alli, vinieron
otros de mas adelante. Quando fe quifieron partir, diximos à los
primeros, que nos queriamos ir con aquellos. A ellos les pesò mucho, i
rogaronnos mui ahincadamente que no nos fuefemos: i al fin, nos
defpedimos de ellos, i los dexamos llorando por nueftra partida, porque
les pefaba mucho en gran manera.



_CAP. XXIV. De las Coftumbres de los Indios de aquella Tierra._


Defde la Isla de Malhado, todos los Indios, que hafta efta Tierra vimos,
tienen por coftumbre, defde el dia que fus Mugeres fe fienten preñadas,
no dormir juntos, hafta que pafen dos Años, que han criado los Hijos,
los quales maman hafta que fon de edad de doce Años, que ià entonces
eftàn en edad, que por sì faben bufcar de comer. Preguntamosles, que por
què los criaban afi? Y decian, que por la mucha hambre, que en la Tierra
havia, que acontefcia muchas veces, como nofotros viamos, eftàr dos, ò
tres dias fin comer, i à las veces quatro: i por efta caufa los dexaban
mamar, porque en los tiempos de hambre no muriefen; i ià que algunos
efcapafen, faldrian mui delicados, i de pocas fuerças; i fi acafo
acontefce caer enfermos algunos, dexanlos morir en aquellos Campos, fino
es Hijo, i todos los demàs, fino pueden ir con ellos, fe quedan: mas
para llevar vn Hijo, ò Hermano, fe cargan, i lo llevan acueftas. Todos
eftos acoftumbran dexar fus Mugeres, quando entre ellos no ai
conformidad, i fe tornan à cafar con quien quieren: efto es entre los
Mancebos, mas los que tienen Hijos, permanefcen con fus Mugeres, i no
las dexan: i quando en algunos Pueblos riñen, i traban queftiones vnos
con otros, apuñeanfe, i apaleanfe, hafta que eftàn mui canfados, i
entonces fe defparten: algunas veces los defparten Mugeres, entrando
entre ellos, que Hombres no entran à defpartirlos: i por ninguna pafion
que tengan, no meten en ella Arcos, ni Flechas; i defque fe han
apuñeado, i pafado fu queftion, toman fus Cafas, i Mugeres, i vanfe à
vivir por los Campos, i apartados de los otros, hafta que fe les pafa el
enojo; i quando ià eftàn defenojados, i fin ira, tornanfe à fu Pueblo, i
de ai adelante fon Amigos, como fi ninguna cofa hoviera pafado entre
ellos, ni es menefter que nadie haga las amiftades, porque de efta
manera fe hacen; i fi los que riñen no fon cafados, vanfe à otros fus
Vecinos, i aunque fean fus Enemigos los refciben bien, i fe huelgan
mucho con ellos, i les dàn de lo que tienen, de fuerte, que quando es
pafado el enojo, buelven à fu Pueblo, i vienen ricos. Toda es Gente de
Guerra, i tienen tanta aftucia para guardarfe de fus Enemigos, como
ternian fi fuefen criados en Italia, i en continua Guerra. Quando eftàn
en parte que fus Enemigos los pueden ofender, afientan fus Cafas à la
orilla de el Monte mas afpero, i de maior efpefura que por alli hallan,
i junto à èl hacen vn Fofo, i en efte duermen. Toda la Gente de Guerra
eftà cubierta con Leña menuda, i hacen, fus faeteras: i eftàn tan
cubiertos, i difimulados, que aunque eftèn cabe ellos, no los vèn, i
hacen vn camino mui angofto, i entra hafta enmedio del Monte, i alli
hacen lugar para que duerman las Mugeres, i Niños, i quando viene la
noche, encienden lumbres en fus Cafas, para que fi hoviere Efpias, crean
que eftàn en ellas, i antes del Alva tornan à encender los mifmos
fuegos; i fi acafo los Enemigos vienen à dàr en las mifmas Cafas, los
que eftàn en el Fofo falen à ellos, i hacen defde las Trincheas mucho
daño, fin que los de fuera los vean, ni los puedan hallar; i quando no
ai Montes en que ellos puedan de efta manera efconderfe, i hacer fus
celadas, afientan en llano, en la parte que mejor les parefce: i
cercanfe de Trincheas, cubiertas con Leña menuda, i hacen fus faeteras,
con que flechan à los Indios, i eftos reparos hacen para de noche.
Eftando Yo con los de Aguenes, no eftando avifados, vinieron fus
Enemigos à media noche, i dieron en ellos, i mataron tres, i hirieron
otros muchos, de fuerte, que huieron de fus Cafas por el Monte adelante:
i defque fintieron que los otros fe havian ido, bolvieron à ellas, i
recogieron todas las Flechas, que los otros les havian echado, i lo mas
encubiertamente que pudieron, los figuieron, i eftuvieron aquella noche
fobre fus Cafas, fin que fuefen fentidos: i al quarto del Alva les
acometieron, i les mataron cinco, fin otros muchos que fueron heridos, i
les hicieron huir, i dexar fus Cafas, i Arcos, con toda fu hacienda; i
de ai à poco tiempo vinieron las Mugeres de los que fe llamaban
Quevenes, i entendieron entre ellos, i los hicieron Amigos, aunque
algunas veces ellas fon principio de la Guerra. Todas eftas Gentes,
quando tienen enemiftades particulares, quando no fon de vna Familia, fe
matan de noche, por afechanças, i vfan vnos con otros grandes
crueldades.



_CAP. XXV. Como los Indios fon preftos à un Arma._


Efta es la mas prefta Gente para vn Arma, de quantas Yo he vifto en el
Mundo, porque fi fe temen de fus Enemigos, toda la noche eftàn
defpiertos, con fus Arcos à par de sì, i vna docena de Flechas: i el que
duerme, tienta fu Arco, i fi no le halla en cuerda, le dà la buelta que
ha menefter. Salen muchas veces fuera de las Cafas, baxados por el
fuelo, de arte que no pueden fer viftos, i miran, i atalaian por todas
partes para fentir lo que ai: i fi algo fienten, en vn punto fon todos
en el Campo con fus Arcos, i Flechas, i afi eftan hafta el dia,
corriendo à vnas partes, i otras, donde vèn que es menefter, ò pienfan
que pueden eftàr fus Enemigos. Quando viene el dia, tornan à afloxar fus
Arcos, hafta que falen à Caça. Las cuerdas de los Arcos fon niervos de
Venados. La manera que tienen de pelear es, abaxados por el fuelo, i
mientras fe flechan, andan hablando, i faltando fiempre de vn cabo para
otro, guardandofe de las Flechas de fus Enemigos: tanto, que en
femejantes partes pueden refcibir mui poco daño de Balleftas, i
Arcabuces, antes los Indios burlan de ellos, porque eftas Armas no
aprovechan para ellos en Campos llanos, adonde ellos andan fueltos: fon
buenas para eftrechos, i lugares de Agua: en todo lo demàs los Caballos
fon los que han de fojuzgar, i lo que los Indios vniverfalmente temen.
Quien contra ellos hoviere de pelear, ha de eftàr mui avifado, que no le
fientan flaqueça, ni codicia de lo que tienen, i mientras durare la
Guerra, hanlos de tratar mui mal: porque fi temor les conocen, ò alguna
codicia, ella es Gente, que fabe conofcer tiempos en que vengarfe, i
toman esfuerço del temor de los contrarios. Quando fe han flechado en la
Guerra, i gaftado fu municion, buelvenfe cada vno fu camino, fin que los
vnos figan à los otros, aunque los vnos fean muchos, i los otros pocos:
i efta es coftumbre fuia. Muchas veces fe pafan de parte à parte con las
Flechas, i no mueren de las heridas, fino toca en las tripas, ò en el
corazon, antes fanan prefto. Vèn, i oien mas, i tienen mas agudo
fentido, que quantos Hombres Yo creo que ai en el Mundo. Son grandes
fufridores de hambre, i de fed, i de frio, como aquellos que eftàn mas
acoftumbrados, i hechos à ello, que otros. Efto he querido contar aqui,
porque allende que todos los Hombres defean faber las coftumbres, i
exercicios de los otros, los que algunas veces fe vinieren à vèr con
ellos, eftèn avifados de fus coftumbres, i ardides, que fuelen no poco
aprovechar en femejantes cafos.



_CAP. XXVI. De las Naciones, i Lenguas._


Tambien quiero contar fus Naciones, i Lenguas, que defde la Isla de
Malhado, hafta los vltimos ai. En la Isla de Malhado ai dos Lenguas: à
los vnos llaman de Caoques, i à los otros llaman de Han. En la
Tierra-firme, enfrente de la Isla, ai otros, que fe llaman de Chorruco,
i toman el nombre de los Montes donde viven. Adelante, en la Cofta de la
Mar, habitan otros, que fe llaman Doguenes; i enfrente de ellos otros,
que tienen por nombre los de Mendica. Mas adelante, en la Cofta, eftàn
los Quevenes; i enfrente de ellos, dentro en la Tierra-firme, los
Mariames: i iendo por la Cofta adelante, eftàn otros, que fe llaman
Guaycones; i enfrente de eftos, dentro en la Tierra-firme, los Yguaces.
Cabo de eftos eftàn otros, que fe llaman Atayos; i detràs de eftos,
otros Acubadaos, i de eftos ai muchos por efta vereda adelante. En la
Cofta viven otros, llamados Quitoles; i enfrente de eftos, dentro en la
Tierra-firme, los Avavares. Con eftos fe juntan los Maliacones, i otros
Cutalchiches, i otros, que fe llaman Sufolas, i otros, que fe llaman
Comos; i adelante, en la Cofta, eftàn los Camoles; i en la mifma Cofta
adelante otros, à quien nofotros llamamos los de los Higos. Todas eftas
Gentes tienen Habitaciones, i Pueblos, i Lenguas diverfas. Entre eftos
ai vna Lengua, en que llaman à los Hombres, por mira acà, arre acà, à
los Perros xò: en toda la Tierra fe emborrachan con vn humo, i dàn
quanto tienen por èl. Beben tambien otra cofa, que facan de las hojas de
los Arboles, como de Encina, i tueftanla en vnos botes al fuego, i
defpues que la tienen toftada, hinchen el bote de Agua, i afi lo tienen
fobre el fuego, i quando ha hervido dos veces, echanlo en vna Vafija, i
eftàn enfriandola con media Calabaça; i quando eftà con mucha efpuma,
bebenla tan caliente, quanto pueden fufrir; i defde que la facan del
Bote, hafta que la beben, eftàn dando voces, diciendo: Que quien quiere
beber. Y quando las Mugeres oyen eftas voces, luego fe paran fin ofarfe
mudar; i aunque eftèn mucho cargadas, no ofan hacer otra cofa: i fi
acafo alguna de ellas fe mueve, la deshonran, i la dàn de palos, i con
mui gran enojo derraman el Agua que tienen para beber, i la que han
bebido la tornan à lançar, lo qual ellos hacen mui ligeramente, i fin
pena alguna. La raçon de la coftumbre dàn ellos, i dicen: Que fi quando
ellos quieren beber aquella Agua, las Mugeres fe mueven de donde les
toma la voz, que en aquella Agua fe les mete en el cuerpo vna cofa mala,
i que dende à poco les hace morir; i todo el tiempo que el Agua eftà
cociendo, ha de eftàr el Bote atapado; i fi acafo eftà defatapado, i
alguna Muger pafa, lo derraman, i no beben mas de aquella Agua: es
amarilla, i eftàn bebiendola tres dias, fin comer, i cada dia bebe cada
vno arroba i media de ella; i quando las Mugeres eftàn con fu coftumbre,
no bufcan de comer mas de para sì folas, porque ninguna otra perfona
come de lo que ellas traen. En el tiempo que afi eftaba, entre eftos vi
vna diablura, i es, que vì vn Hombre cafado con otro, i eftos fon vnos
Hombres amarionados impotentes, i andan tapados como Mugeres, i hacen
oficio de Mugeres, i tiran Arco, i llevan mui gran carga, i entre eftos
vimos muchos de ellos, afi amarionados como digo, i fon mas membrudos
que los otros Hombres, i mas altos: fufren mui grandes cargas.



_CAP. XXVII. De como nos mudamos, i fuimos bien refcibidos._


Defpues que nos partimos de los que dexamos llorando, fuimonos con los
otros à fus Cafas, i de los que en ellas eftaban fuimos bien refcebidos,
i truxeron fus Hijos para que les tocafemos las manos, i dabannos mucha
Harina de Mezquiquez. Efte Mezquiquez es vna Fruta, que quando eftà en
el Arbol es mui amarga, i es de la manera de Algárrovas, i comefe con
Tierra, i con ella eftà dulce, i bueno de comer. La manera que tienen
con ella es efta: que hacen vn hoio en el fuelo, de la hondura que cada
vno quiere; i defpues de echada la Fruta en efte hoio, con vn palo tan
gordo como la pierna, i de braça i media en largo, la muelen hafta mui
molida; i demàs que fe le pega de la Tierra del hoio, traen otros puños,
i echanla en el hoio, i tornan otro rato à moler, i defpues echanla en
vna Vafija, de manera de vna Efpuerta, i echanle tanta Agua, que bafta à
cubrirla, de fuerte que quede Agua por cima, i el que la ha molido
pruebala, i fi le parefce que no eftà dulce, pide Tierra, i rebuelvela
con ella, i efto hace hafta que la halla dulce, i afientanfe todos al
rededor, i cada vno mete la mano, i faca lo que puede, i las Pepitas de
ella tornan à echar fobre vnos Cueros, i las Cafcaras; i el que lo ha
molido las coge, i las torna à echar en aquella Efpuerta, i echa Agua
como de primero, i tornan à efpremir el Çumo, i Agua que de ello fale, i
las Pepitas, i Cafcaras tornan à poner en el Cuero, i de efta manera
hacen tres, ò quatro veces cada moledura: i los que en efte Banquete,
que para ellos es mui grande, fe hallan, quedan las Barrigas mui grandes
de la Tierra, i Agua que han bebido, i de efto nos hicieron los Indios
mui gran Fiefta, i hovo entre ellos mui grandes Bailes, i Areitos, en
tanto que alli eftuvimos. Y quando de noche durmiamos à la puerta del
Rancho donde eftabamos, nos velaban à cada vno de nofotros feis Hombres,
con gran cuidado, fin que nadie nos ofafe entrar dentro, hafta que el
Sol era falido. Quando nofotros nos quifimos partir de ellos, llegaron
alli vnas Mugeres de otros, que vivian adelante: i informados de ellas
donde eftaban aquellas Cafas, nos partimos para allà, aunque ellos nos
rogaron mucho, que por aquel dia nos detuviefemos, porque las Cafas
adonde ibamos eftaban lexos, i no havia camino para ellas, i que
aquellas Mugeres venian canfadas, i defcanfando, otro dia fe irian con
nofotros, i nos guiarian, i anfi nos defpedimos; i dende à poco las
Mugeres que havian venido, con otras del mifmo Pueblo, fe fueron tras
nofotros: mas como por la Tierra no havia caminos, luego nos perdimos, i
anfi anduvimos quatro leguas, i al cabo de ellas llegamos à beber à vn
Agua adonde hallamos las Mugeres que nos feguian, i nos dixeron el
trabajo que havian pafado por alcançarnos. Partimos de alli llevandolas
por Guia, i pafamos vn Rio, quando ià vino la tarde, que nos daba el
Agua à los pechos: ferìa tan ancho como el de Sevilla, i corria mui
mucho, i à puefta del Sol llegamos à cien Cafas de Indios; i antes que
llegafemos, faliò toda la Gente que en ellas havia à refcebirnos, con
tanta grita, que era efpanto, i dando en los muslos grandes palmadas:
traìan las Calabaças horadadas, con Piedras dentro, que es la cofa de
maior fiefta, i no las facan fino à bailar, ò para curar, ni las ofa
nadie tomar fino ellos; i dicen, que aquellas Calabaças tiene virtud, i
que vienen del Cielo, porque por aquella Tierra no las ai, ni faben
donde las aia, fino que las traen los Rios, quando vienen de avenida.
Era tanto el miedo, i tubacion que eftos tenian, que por llegar mas
prefto los vnos que los otros à tocarnos, nos apretaron tanto, que por
poco nos hovieran de matar; i fin dexarnos poner los pies en el fuelo
nos llevaron à fus Cafas, i tanto cargaban fobre nofotros, i de tal
manera nos apretaban, que nos metimos en las Cafas, que nos tenian
hechas, i nofotros no confentimos en ninguna manera que aquella noche
hiciefen mas Fiefta con nofotros. Toda aquella noche pafaron entre sì en
Areitos, i Bailes: i otra dia de mañana nos traxeron toda la Gente de
aquel Pueblo, para que los tocafemos, i fantiguafemos, como haviamos
hecho à los otros con quien haviamos eftado. Y defpues de efto hecho,
dieron muchas Flechas à las Mugeres del otro Pueblo, que havian venido
con las fuias. Otro dia partimos de alli, i toda la Gente del Pueblo fue
con nofotros; i como llegamos à otros Indios, fuimos bien refcebidos,
como de los pafados, i anfi nos dieron de lo que tenian, i los Venados
que aquel dia havian muerto; i entre eftos vimos vna nueva coftumbre, i
es, que los que venian à curarfe, los que con nofotros eftaban les
tomaban el Arco, i las Flechas, i Çapatos, i Cuentas, fi las traìan, i
defpues de haverlas tomado, nos las traìan delante de nofotros para que
los curafemos; i curados fe iban mui contentos, diciendo, que eftaban
fanos. Afi nos partimos de aquellos, i nos fuimos à otros, de quien
fuimos mui bien refcebidos, i nos traxeron fus enfermos, que
fantiguandolos decian, que eftaban fanos, i el que no fanaba, creìa que
podiamos fanarle; i con lo que los otros que curabamos les decian,
hacian tantas Alegrias, i Bailes, que no nos dexaban dormir.



_CAP. XXVIII. De otra nueva coftumbre._


Partidos de eftos, fuimos à otras muchas Cafas, i defde aqui començò
otra nueva coftumbre, i es, que refcibiendonos mui bien, que los que
iban con nofotros los començaron à hacer tanto mal, que les tomaban las
haciendas, i les faqueaban las Cafas, fin que otra cofa ninguna les
dexafen: de efto nos pesò mucho, por vèr el mal tratamiento que à
aquellos, que tan bien nos refcebian, fe hacia; i tambien porque
temiamos, que aquello ferìa, ò caufarìa alguna alteracion, i efcandalo
entre ellos; mas como no eramos parte para remediarlo, ni para ofar
caftigar los que efto hacian, hovimos por entonces de fufrir, hafta que
mas autoridad entre ellos tuviefemos; i tambien los Indios mifmos, que
perdian la hacienda, conofciendo nueftra trifteça, nos confolaron,
diciendo, que de aquello no refcibiefemos pena, que ellos eftaban tan
contentos de havernos vifto, que daban por bien empleadas fus haciendas;
i que adelante ferian pagados de otros que eftaban mui ricos. Por todo
efte camino teniamos mui gran trabajo, por la mucha Gente que nos
feguia; i no podiamos huir de ella, aunque lo procurabamos, porque era
mui grande la priefa que tenian por llegar à tocarnos; i era tanta la
importunidad de ellos fobre efto, que pafaban tres horas que no podiamos
acabar con ellos que nos dexafen. Otro dia nos traxeron toda la Gente
del Pueblo, i la maior parte de ellos fin Tuertos de Nubes, i otros de
ellos fon Ciegos de ellas mifmas, de que eftabamos efpantados. Son mui
bien difpueftos, i de mui buenos geftos, mas blancos que otros ningunos
de quantos hafta alli haviamos vifto. Aqui empeçamos à vèr Sierras, i
parefcia que venian feguidas de àcia el Mar del Norte; i afi, por la
relacion que los Indios de efto nos dieron, creemos, que eftàn quince
leguas de la Mar. De aqui nos partimos con eftos Indios àcia eftas
Sierras que decimos, i llevaronnos por donde eftaban vnos parientes
fuios, porque ellos no nos querian llevar fino por do habitaban fus
Parientes, i no querian que fus enemigos alcançafen tanto bien, como les
parefcia, que era vernos. Y quando fuimos llegados los que con nofotros
iban, faquearon à los otros; i como fabian la coftumbre, primero que
llegafemos, efcondieron algunas cofas; i defpues que nos hovieron
refcebido con mucha fiefta, i alegria facaron lo que havian efcondido, i
vinieronnoslo à prefentar, i efto era Cuentas, i Almagra, i algunas
Taleguillas de Plata. Nofotros, fegun la coftumbre, dimoslo luego à los
Indios, que con nos venian; i quando nos lo hovieron dado, començaron
fus Bailes, i Fieftas, i embiaron à llamar otros de otro Pueblo, que
eftaba cerca de alli, para que nos viniefen à vèr, i à la tarde vinieron
todos, i nos traxeron Cuentas, i Arcos, i otras cofillas, que tambien
repartimos; i otro dia, queriendonos partir, toda la Gente nos queria
llevar à otros Amigos fuios, que eftaban à la punta de las Sierras, i
decian, que alli havia muchas Cafas, i Gente, i que nos darian muchas
cofas, mas por fer fuera de nueftro camino no quefimos ir à ellos, i
tomamos por lo llano, cerca de las Sierras, las quales creìamos que no
eftaban lexos de la Cofta. Toda la Gente de ella es muy mala, i teniamos
por mejor de atravefar la Tierra, porque la Gente que eftà mas metida
adentro, es mas bien acondicionada, i tratabannos mejor, i teniamos por
cierto, que hallariamos la Tierra mas poblada, i de mejores
mantenimientos. Lo vltimo haciamos efto, porque atravefando la Tierra,
viamos muchas particularidades de ella; porque fi Dios Nueftro Señor
fuefe fervido de facar alguno de nofotros, i traerlo à Tierra de
Chriftianos, pudiefe dàr nuevas, i relacion de ella. Y como los Indios
vieron, que eftabamos determinados de no ir por donde ellos nos
encaminaban, dixeronnos, que por donde nos queriamos ir, no havia Gente,
ni Tunas, ni otra cofa alguna que comer: i rogaronnos que eftuviefemos
alli aquel dia, i anfi lo hicimos. Luego ellos embiaron dos Indios para
que bufcafen Gente por aquel camino que queriamos ir: i otro dia nos
partimos, llevando con nofotros muchos de ellos, i las Mugeres iban
cargadas de Agua, i era tan grande entre ellos nueftra autoridad, que
ninguno ofaba beber fin nueftra licencia. Dos leguas de alli topamos los
Indios que havian ido à bufcar la Gente, i dixeron, que no la hallaban,
de lo que los Indios moftraron pefar, i tornaronnos à rogar que nos
fuefemos por la Sierra. No lo quifimos hacer, i ellos como vieron
nueftra voluntad, aunque con mucha trifteça, fe defpidieron de nofotros,
i fe bolvieron el Rio abaxo à fus Cafas, i nofotros caminamos por el Rio
arriba, i defde à vn poco topamos dos Mugeres cargadas, que como nos
vieron, pararon, i defcargaronfe, i traxeron nos de lo que llevaban, que
era Harina de Maìz, i nos dixeron, que adelante en aquel Rio hallariamos
Cafas, i muchas Tunas, i de aquella Harina, i anfi nos defpedimos de
ellas, porque iban à los otros, donde haviamos partido, i anduvimos
hafta puefta del Sol, i llegamos à vn Pueblo de hafta veinte Cafas,
adonde nos refcibieron llorando, i con grande trifteça, porque fabian
ià, que adonde quiera que llegabamos eran todos faqueados, i robados de
los que nos acompañaban, i como nos vieron folos, perdieron el miedo, i
dieronnos Tunas, i no otra cofa ninguna. Eftuvimos alli aquella noche, i
al Alva los Indios que nos havian dexado el dia pafado, dieron en fus
Cafas; i como los tomaron defcuidados, i feguros, tomaronles quanto
tenian, fin que tuviefen lugar donde afconder ninguna cofa, de que ellos
lloraron mucho: i los robadores para confolarles los decian, que eramos
Hijos del Sol, i que teniamos poder para fanar los enfermos, i para
matarlos, i otras mentiras, aun maiores que eftas, como ellos las faben
mejor hacer quando fienten que les conviene: i dixeronles, que nos
llevafen con mucho acatamiento, i tuviefen cuidado de no enojarnos en
ninguna cofa, i que nos diefen todo quanto tenian, i procurafen de
llevarnos donde havia mucha Gente, i que donde llegafemos robafen ellos,
i faqueafen lo que los otros tenian, porque afi era coftumbre.



_CAP. XXIX. De como fe robaban los unos à los otros._


Defpues de haverlos informado, i feñalado bien lo que havian de hacer,
fe bolvieron, i nos dexaron con aquellos; los quales teniendo en la
memoria lo que los otros les havian dicho, nos començaron à tratar con
aquel mifmo temor, i reverencia que los otros, i fuimos con ellos tres
jornadas, i llevaronnos adonde havia mucha Gente; i antes que llegafemos
à ellos avifaron como ibamos, i dixeron de nofotros todo lo que los
otros les havian enfeñado, i añadieron mucho mas, porque toda efta Gente
de Indios, fon grandes amigos de Novelas, i mui mentirofos, maiormente
donde pretenden algun interefe. Y quando llegamos cerca de las Cafas,
faliò toda la Gente à refcebirnos con mucho placer, i fiefta: i entre
otras cofas, dos Fificos de ellos nos dieron dos Calabaças, i de aqui
començamos à llevar Calabaças con nofotros, i añadimos à nueftra
autoridad efta cerimonia, que para con ellos es mui grande. Los que nos
havian acompañado faquearon las Cafas, mas como eran muchas, i ellos
pocos, no pudieron llevar todo quanto tomaron, i mas de la mitad dexaron
perdido; i de aqui por la Halda de la Sierra nos fuimos metiendo por la
Tierra adentro mas de cinquenta leguas, i al cabo de ellas hallamos
quarenta Cafas, i entre otras cofas que nos dieron, hovo Andrès Dorantes
vn Cafcavel gordo, grande, de Cobre, i en èl figurado vn roftro, i efto
moftraban ellos, que lo tenian en mucho, i les dixeron, que lo havian
havido de otros fus Vecinos: i preguntandoles, què donde havian havido
aquello? dixeronles, que lo havian traìdo de àcia el Norte, i que alli
havia mucho, i era tenido en grande eftima; i entendimos, que do quiera
que aquello havia venido, havia fundicion, i fe labraba de Vaciado, i
con efto nos partimos otro dia, i atravefamos vna Sierra de fiete
Leguas, i las Piedras de ella eran de Efcorias de Hierro; i à la noche
llegamos à muchas Cafas, que eftaban afentadas à la Ribera de vn mui
hermofo Rio, i los Señores de ellas falieron à medio camino à
refcebirnos con fus Hijos acueftas, i nos dieron muchas Taleguillas de
Margagita, i de Alcohol molido, con efto fe vntan ellos la cara, i
dieron muchas Cuentas, i muchas Mantas de Vacas, i cargaron à todos los
que venian con nofotros de todo quanto ellos tenian. Comian Tunas, i
Piñones: ai por aquella Tierra Pinos chicos, i las Piñas de ellas fon
como Huevos pequeños, mas los Piñones fon mejores que los de Caftilla,
porque tienen las cafcaras mui delgadas; i quando eftàn verdes,
muelenlos, i hacenlos Pellas, i anfi los comen; i fi eftàn fecos, los
muelen con cafcaras, i los comen hechos polvos. Y los que por alli nos
refcebian, defque nos havian tocado, bolvian corriendo hafta fus Cafas,
i luego daban buelta à nofotros, i no cefaban de correr, iendo, i
viniendo. De efta manera traiannos muchas cofas para el camino. Aqui me
traxeron vn Hombre, i me dixeron, que havia mucho tiempo que le havian
herido con vna Flecha por el efpalda derecha, i tenia la punta de la
Flecha fobre el coraçon, decia que le daba mucha pena, i que por aquella
caufa fiempre eftaba enfermo. Yo le toquè, i fentì la punta de la
Flecha, i vì, que la tenia atravefada por la ternilla, i con vn Cuchillo
que tenia le abri el pecho hafta aquel lugar, i vì que tenia la punta
atravefada, i eftaba mui mala de facar; tornè à cortar mas, i metì la
punta del Cuchillo, i con gran trabajo en fin la faquè. Era mui larga, i
con vn Huefo de Venado, vfando de mi Oficio de Medicina, le dì dos
puntos; i dados, fe me defangraba, i con rafpa de vn Cuero le eftanquè
la fangre; i quando huve facado la punta, pidieronmela, i Yo fe la dì, i
el Pueblo todo vino à verla, i la embiaron por la Tierra adentro, para
que la viefen los que allà eftaban, i por efto hicieron muchos Bailes, i
Fieftas, como ellos fuelen hacer; i otro dia le cortè los dos puntos al
Indio, i eftaba fano; i no parefcia la herida que le havia hecho fino
como vna raia de la palma de la mano, i dixo, que no fentia dolor, ni
pena alguna: i efta cura nos diò entre ellos tanto credito por toda la
Tierra, quanto ellos podian, i fabian eftimar, i encarefcer.
Moftramosles aquel Cafcavel que traìamos, i dixeronnos, que en aquel
Lugar de donde aquel havia venido, havia muchas Planchas de aquello
enterradas, i que aquello era cofa que ellos tenian en mucho; i havia
Cafas de afiento, i efto creemos nofotros que es la Mar del Sur, que
fiempre tuvimos noticia, que aquella Mar es mas rica que la del Norte.
De eftos nos partimos, i anduvimos por tantas fuertes de Gentes, i de
tan diverfas Lenguas, que no bafta memoria à poderlas contar, i fiempre
faqueaban los vnos à los otros; i afi los que perdian, como los que
ganaban, quedaban mui contentos. Llevabamos tanta compañia, que en
ninguna manera podiamos valernos con ellos. Por aquellos Valles donde
ibamos, cada vno de ellos llevaba vn Garrote, tan largo como tres
palmos, i todos iban en ala; i en faltando alguna Liebre (que por alli
havia hartas) cercabanla luego, i caìan tantos Garrotes fobre ella, que
era cofa de maravilla, i de efta manera la hacian andar de vnos para
otros, que à mi vèr era la mas hermofa caça que fe podia penfar, porque
muchas veces ellas fe venian hafta las manos; i quando à la noche
parabamos, eran tantas las que nos havian dado, que traìa cada vno de
nofotros ocho, ò diez cargas de ellas; i los que traìan Arcos no
parefcian delante de nofotros, antes fe apartaban por la Sierra à bufcar
Venados; i à la noche quando venian, traìan para cada vno de nofotros
cinco, ò feis Venados, i Paxaros, i Codornices, i otras caças:
finalmente, todo quanto aquella Gente hallaban, i mataban, nos lo ponian
delante, fin que ellos ofafen tomar ninguna cofa, aunque muriefen de
hambre, que afi lo tenian ià por coftumbre, defpues que andaban con
nofotros, i fin que primero lo fantiguafemos; i las Mugeres traìan
muchas Efteras, de que ellos nos hacian Cafas, para cada vno la fuia à
parte, i con toda fu Gente conofcida: i quando efto era hecho,
mandabamos que afafen aquellos Venados, i Liebres, i todo lo que havian
tomado; i efto tambien fe hacia mui prefto en vnos Hornos, que para efto
ellos hacian; i de todo ello nofotros tomabamos vn poco, i lo otro
dabamos al Principal de la Gente, que con nofotros venia, mandandole,
que lo repattiefe entre todos. Cada vno con la parte que le cabia,
venian à nofotros para que la foplafemos, i fantiguafemos, que de otra
manera no ofaran comer de ella; i muchas veces traìamos con nofotros
tres, ò quatro mil perfonas. Y era tan grande nueftro trabajo, que à
cada vno haviamos de foplar, i fantiguar lo que havian de comer, i
beber, i para otras muchas cofas que querian hacer, nos venian à pedir
licencia, de que fe puede vèr, que tanta importunidad refcebiamos. Las
Mugeres nos traìan las Tunas, i Arañas, i Gufanos, i lo que podian
haver, porque aunque fe muriefen de hambre, ninguna cofa havian de
comer, fin que nofotros la diefemos. E iendo con eftos, pafamos vn gran
Rio, que venia del Norte: i pafados vnos Llanos de treinta leguas,
hallamos mucha Gente, que de lexos de alli venia à refcebirnos, i falian
al Camino por donde haviamos de ir, i nos refcibieron de la manera de
los pafados.



_CAP. XXX. De como fe mudò la coftumbre de refcebirnos._


Defde aqui hovo otra manera de refcebirnos, en quanto toca al faquearfe;
porque los que falian de los Caminos à traernos alguna cofa à los que
con nofotros venian, no los robaban; mas defpues de entrados en fus
Cafas, ellos mifmos nos ofrefcian quanto tenian, i las Cafas con ello;
nofotros las dabamos à los Principales, para que entre ellos las
partiefen, i fiempre los que quedaban defpojados nos feguian, de donde
crefcia mucha Gente para fatisfacerfe de fu pèrdida: i decianles, que fe
guardafen, i no efcondiefen cofa alguna de quantas tenian, porque no
podia fer fin que nofotros lo fupiefemos, i hariamos luego, que todos
muriefen, porque el Sol nos lo decia. Tan grandes eran los temores que
les ponian, que los primeros dias que con nofotros eftaban, nunca
eftaban fino temblando, i fin ofar hablar, ni alçar los ojos al Cielo.
Eftos nos guiaron por mas de cinquenta leguas de defpoblado, de mui
afperas Sierras, i por fer tan fecas no havia caça en ellas, i por efto
pafamos mucha hambre, i al cabo vn Rio mui grande, que el Agua nos daba
hafta los pechos: i defde aqui nos començò mucha de la Gente que
traìamos à adolefcer, de la mucha hambre, i trabajo, que por aquellas
Sierras havian pafado, que por extremo eran agras, i trabajofas. Eftos
mifmos nos llevaron à vnos Llanos, al cabo de las Sierras, donde venian
à refcebirnos de mui lexos de alli, i nos refcibieron como los pafados;
i dieron tanta hacienda à los que con nofotros venian, que por no
poderla llevar, dexaron la mitad; i diximos à los Indios que lo havian
dado, que lo tornafen à tomar, i lo llevafen, porque no quedafe alli
perdido: i refpondieron, que en ninguna manera lo harian, porque no era
fu coftumbre, defpues de haver vna vez ofrefcido, tornarlo à tomar; i
afi, no lo teniendo en nada, lo dexaron todo perder. A eftos diximos,
que queriamos ir à la puefta del Sol, i ellos refpondieronnos, que por
alli eftaba la Gente mui lexos; i nofotros les mandabamos, que embiafen
à hacerles faber, como nofotros ibamos allà, i de efto fe efcufaron lo
mejor que ellos podian, porque ellos eran fus enemigos, i no querian que
fuefemos à ellos, mas no ofaron hacer otra cofa; i afi embiaron dos
Mugeres, vna fuia, i otra que ellos tenian captiva; i embiaron eftas,
porque las Mugeres pueden contratar, aunque aia Guerra, i nofotros las
feguimos, i paramos en vn Lugar, donde eftaba concertado que las
efperafemos, mas ellas tardaron cinco Dias: i los Indios decian, que no
debian de hallar Gente. Diximosles, que nos llevafen àcia el Norte:
refpondieron de la mifma manera, diciendo, que por alli no havia Gente,
fino mui lexos, i que no havia que comer, ni fe hallaba Agua; i con todo
efto nofotros porfiamos, i diximos, que por alli queriamos ir, i ellos
todavia fe efcufaban de la mejor manera que podian, i por efto nos
enojamos, i Yo me falì vna noche à dormir en el Campo, apartado de
ellos; mas luego fueron donde Yo eftaba, i toda la noche eftuvieron fin
dormir, i con mucho miedo, i hablandome, i diciendome quan atemoriçados
eftaban, rogandonos, que no eftuviefemos mas enojados; i que aunque
ellos fupiefen morir en el camino, nos llevarian por donde nofotros
quifiefemos ir, i como nofotros todavia fingiamos eftàr enojados; i
porque fu miedo no fe quitafe, fufcediò vna cofa eftraña, i fue, que
efte dia mefmo adolefcieron muchos de ellos; i otro dia figuiente
murieron ocho Hombres. Por toda la Tierra, donde efto fe fupo, hovieron
tanto miedo de nofotros, que parefcia en vernos, que de temor havian de
morir. Rogaronnos, que no eftuviefemos enojados, ni quifiefemos que mas
de ellos muriefen; i tenian por mui cierto, que nofotros los matabamos
con folamente quererlo: i à la verdad, nofotros refcebiamos tanta pena
de efto, que no podia fer maior; porque allende de vèr los que morian,
temiamos, que no muriefen todos, ò nos dexafen folos de miedo, i todas
las otras Gentes de al adelante hiciefen lo mifmo, viendo lo que à eftos
havia acontecido. Rogamos à Dios Nueftro Señor, que lo remediafe, i anfi
començaron à fanar todos aquellos que havian enfermado; i vimos vna
cofa, que fue de grande admiracion, que los Padres, i Hermanos, i
Mugeres de los que murieron, de verlos en aquel eftado tenian gran pena;
i defpues de muertos, ningun fentimiento hicieron, ni los vimos llorar,
ni hablar vnos con otros, ni hacer otra ninguna mueftra, ni ofaban
llegar à ellos, hafta que nofotros los mandabamos llevar à enterrar; i
mas de quince dias, que con aquellos eftuvimos, à ninguno vimos hablar
vno con otro, ni los vimos reir, ni llorar à ninguna criatura; antes
porque vna llorò, la llevaron mui lexos de alli, i con vnos dientes de
Raton agudos la fajaron defde los hombros, hafta cafi todas las piernas.
E Yo viendo efta crueldad, i enojado de ello les preguntè, que por què
lo hacian? i refpondieron, que para caftigarla, porque havia llorado
delante de mì. Todos eftos temores que ellos tenian, ponian à todos los
otros, que nuevamente venian à conofcernos, à fin que nos diefen todo
quanto tenian, porque fabian, que nofotros no tomabamos nada, i lo
haviamos de dàr todo à ellos. Efta fue la mas obediente Gente que
hallamos por efta Tierra, i de mejor condicion; i comunmente fon mui
difpueftos. Convalefcidos los dolientes, i ià que havia tres dias que
eftabamos alli, llegaron las Mugeres que haviamos embiado, diciendo, que
havian hallado mui poca Gente, i que todos havian ido à las Vacas, que
era en tiempo de ellas; i mandamos à los que havian eftado enfermos, que
fe quedafen, i los que eftuviefen buenos fuefen con nofotros, i que dos
jornadas de alli, aquellas mifmas dos Mugeres irian con dos de nofotros
à facar Gente, i traerla al camino, para que nos refcibiefen, i con efto
otro dia de mañana, todos los que mas recios eftaban, partieron con
nofotros, i à tres jornadas paràmos, i el figuiente dia partiò Alonfo
del Caftillo con Eftevanico el Negro, llevando por Guia las dos Mugeres;
i la que de ellas era Captiva, los llevò à vn Rio, que corria entre vnas
Sierras, donde eftaba vn Pueblo, en que fu Padre vivia, i eftas fueron
las primeras Cafas que vimos que tuviefen parefcer, i manera de ello.
Aqui llegaron Caftillo, i Eftevanico; i defpues de haver hablado con los
Indios, à cabo de tres dias vino Caftillo adonde nos havia dexado, i
traxo cinco, ò feis de aquellos Indios, i dixo como havia hallado Cafas
de Gente, i de afiento, i que aquella Gente comia Frifoles, i Calabaças,
i que havia vifto Maìz. Efta fue la cofa del Mundo que mas nos alegrò, i
por ello dimos infinitas gracias à Nueftro Señor., i dixo, que el Negro
vernia con toda la Gente de las Cafas à efperar al camino, cerca de
alli; i por efta caufa partimos, i andada legua i media topamos con el
Negro, i la Gente que venian à refcebirnos, i nos dieron Frifoles, i
muchas Calabaças para comer, i para traer Agua, i Mantas de Vacas, i
otras cofas. Y como eftas Gentes, i las que con nofotros venian, eran
enemigos, i no fe entendian, partimonos de los primeros, dandoles lo que
nos havian dado, i fuimonos con eftos, i à feis leguas de alli, ià que
venia la noche, llegamos à fus Cafas, donde hicieron muchas Fieftas con
nofotros. Aqui eftuvimos vn dia, i el figuiente nos partimos, i
llevamoslos con nofotros à otras Cafas de afiento, donde comian lo mifmo
que ellos; i de aì adelante hovo otro nuevo vio, que los que fabian de
nueftra vida, no falian à refcebirnos à los caminos, como los otros
hacian, antes los hallabamos en fus Cafas, i tenian hechas otras para
nofotros; i eftaban todos afentados, i todos tenian bueltas las caras
àcia la pared, i las cabeças baxas, i los cabellos pueftos delante de
los ojos, i fu hacienda puefta en monton en medio de la Cafa; i de aqui
adelante començaron à darnos muchas Mantas de Cueros, i no tenian cofa
que no nos diefen. Es la Gente de mejores cuerpos que vimos, i de maior
viveça, i habilidad, i que mejor nos entendian, i refpondian en lo que
preguntabamos; i llamamos los de las Vacas, porque la maior parte que de
ellas mueren, es cerca de alli: i por aquel Rio arriba mas de cinquenta
leguas vàn matando muchas de ellas. Efta Gente andan del todo defnudos,
à la manera de los primeros que hallamos. Las Mugeres andan cubiertas
con vnos Cueros de Venado, i algunos pocos de Hombres, feñaladamente los
que fon viejos, que no firven para la Guerra. Es Tierra mui poblada.
Preguntamosles, como no fembraban Maìz? refpondieronnos, que lo hacian
por no perder lo que fembrafen; porque dos Años arreo les havian faltado
las Aguas, i havia fido el tiempo tan feco, que à todos les havian
perdido los Maìces los Topos; i que no ofarian tornar à fembrar, fin que
primero hoviefe llovido mucho: i rogabannos que dixefemos al Cielo que
lloviefe, i fe lo rogafemos, i nofotros fe lo prometimos de hacerlo
anfi. Tambien nofotros quefimos faber de donde havian traìdo aquel Maìz,
i ellos nos dixeron, que de donde el Sol fe ponia, i que lo havia por
toda aquella Tierra, mas que lo mas cerca de alli era por aquel camino.
Preguntamosles, por donde iriamos bien? i que nos informafen del camino,
porque no querian ir allà. Dixeronnos, que el camino era por aquel Rio
arriba àcia el Norte, i que en diez i fiete jornadas no hallariamos otra
cofa ninguna que comer, fino vna Fruta, que llaman Chacàn, i que la
machucan entre vnas Piedras; fi aun defpues de hecha efta diligencia, no
fe puede comer de afpera, i feca, i afi era la verdad, porque alli nos
lo moftraron, i no lo podimos comer; i dixeronnos tambien, que
entretanto que nofotros fuefemos por el Rio arriba, iriamos fiempre por
Gente, que eran fus enemigos, i hablaban fu mifma Lengua, i que no
tenian que darnos cofa à comer, mas que nos refcibirian de mui buena
voluntad, i que nos darian muchas Mantas de Algodon, i Cueros, i otras
cofas de las que ellos tenian, mas que todavia les parefcia que en
ninguna manera no debiamos tomar aquel camino. Dudando lo que hariamos,
i qual camino tomariamos, que mas à nueftro propofito, i provecho fuefe,
nofotros nos detuvimos con ellos dos dias. Dabannos à comer Frifoles, i
Calabaças; la manera de cocerlas es tan nueva, que por fer tal, Yo la
quife aqui poner, para que fe vea, i fe conozca quan diverfos, i
eftraños fon los ingenios, i induftrias de los Hombres humanos. Ellos no
alcançan Ollas; i para cocer lo que ellos quieren comer, hinchen media
Calabaça grande de Agua, i en el fuego echan muchas Piedras, de las que
mas facilmente ellos pueden encender, i toman el fuego; i quando vèn que
eftàn ardiendo, tomanlas con vnas Tenaças de Palo, i echanlas en aquella
Agua que eftà en la Calabaça, hafta que la hacen hervir con el fuego que
las Piedras llevan; i quando vèn que el Agua hierve, echan en ella lo
que han de cocer, i en todo efte tiempo no hacen fino facar vnas
Piedras, i echar otras ardiendo, para que el Agua hierva, para cocer lo
que quieren, i afi lo cuecen.



_CAP. XXXI. De como feguimos el camino del Maìz._


Pafados dos dias, que alli eftuvimos, determinamos de ir à bufcar el
Maìz, i no quefimos feguir el camino de las Vacas, porque es àcia el
Norte, i efto era para nofotros mui gran rodeo; porque fiempre tuvimos
por cierto, que iendo la puefta del Sol, haviamos de hallar lo que
defeabamos, i anfi feguimos nueftro camino, i atravefamos toda la
Tierra, hafta falir à la Mar del Sur; i no baftò à eftorvarnos efto el
temor que nos ponian de la mucha hambre que haviamos de pafar (como à la
verdad la pafamos) por todas las diez i fiete jornadas, que nos havian
dicho. Por todas ellas el Rio arriba nos dieron muchas Mantas de Vacas,
i no comimos de aquella fu Fruta, mas nueftro mantenimiento era cada dia
tanto, como vna mano de Vnto de Venado, que para eftas necefidades
procurabamos fiempre de guardar, i anfi pafamos todas las diez i fiete
jornadas, i al cabo de ellas travefamos el Rio, i caminamos otras diez i
fiete. A la puefta del Sol, por vnos llanos, i entre vnas Sierras mui
grandes, que alli fe hacen, alli hallamos vna Gente, que la tercera
parte del Año no comen fino vnos Polvos de Paja; i por fer aquel tiempo,
quando nofotros por alli caminamos, hovimoslo tambien de comer, hafta
que acabadas eftas jornadas, hallamos Cafas de afiento adonde havia
mucho Maìz allegado, i de ello, i de fu Harina nos dieron mucha
cantidad, i de Calabaças, i Frifoles, i Mantas de Algodon, i de todo
cargamos à los que alli nos havian traìdo, i con efto fe bolvieron los
mas contentos del Mundo. Nofotros dimos muchas gracias à Dios Nueftro
Señor por havernos traìdo allí, adonde haviamos hallado tanto
mantenimiento. Entre eftas Cafas havia algunas de ellas, que eran de
Tierra, i las otras todas fon de Eftera de Cañas; i de aqui pafamos mas
de cien leguas de Tierra, i fiempre hallamos Cafas de afiento, i mucho
mantenimiento de Maìz, i Frifoles, i dabannos muchos Venados, i muchas
Mantas de Algodon, mejores que las de la Nueva-Efpaña. Dabannos tambien
muchas Cuentas, i de vnos Corales que ai en la Mar del Sur, muchas
Turquefa; mui buenas que tiene de àcia el Nortes i finalmente dieron
aqui todo quanto tenian, i à mi me dieron cinco Efmeraldas hechas puntas
de Flechas, i con eftas Flechas hacen ellos fus Areitos, i Bailes; i
parefciendome à mi que eran mui buenas, les preguntè, que donde las
havian havido? i dixeron, que las traìan de vnas Sierras mui altas, que
eftàn àcia el Norte, i las compraban à trueco de Penachos, i Plumas de
Papagaios; i decian, que havia alli Pueblos de mucha Gente, i Cafas mui
grandes. Entre eftos vimos las Mugeres mas honeftamente tratadas que à
ninguna parte de Indias que hoviefemos vifto. Traen vnas Camifas de
Algodon, que llegan hafta las rodillas, i vnas Medias-mangas encima de
ellas, de vnas faldillas de Cuero de Venado, fin pelo, que tocan en el
fuelo, i enjabonanlas con vnas Raìces, que alimpian mucho, i anfi las
tienen mui bien tratadas; fon abiertas por delante, i cerradas con vnas
Correas; andan calçados con Çapatos. Toda efta Gente venia à nofotros à
que les tocafemos, i fantiguafemos; i eran en efto tan importunos, que
con gran trabajo lo fufriamos, porque dolientes, i fanos, todos querian
ir fantiguados. Acontecia muchas veces, que de las Mugeres que con
nofotros iban, parian algunas, i luego en nafciendo nos traìan la
criatura à que la fantiguafemos, i tocafemos. Acompañabannos fiempre,
hafta dexarnos entregados à otros; i entre todas eftas Gentes fe tenia
por mui cierto, que veniamos del Cielo. Entretanto que con eftos
anduvimos, caminamos todo el dia fin comer hafta la noche; i comiamos
tan poco, que ellos fe efpantaban de verlo. Nunca nos fintieron
canfancio; i à la verdad nofotros eftabamos tan hechos al trabajo, que
tampoco lo fentiamos. Teniamos con ellos mucha autoridad, i gravedad, i
para confervar efto les hablabamos pocas veces. El Negro les hablaba
fiempre: fe informaba de los caminos que queriamos ir, i los Pueblos que
havia, i de las cofas que queriamos faber. Pafamos por gran numero, i
diverfidades de Lenguas, con todas ellas Dios Nueftro Señor nos
favorefciò, porque fiempre nos entendieron, i les entendimos, i anfi
preguntabamos, i refpondian por feñas, como fi ellos hablàran nueftra
Lengua, i nofotros la fuia; porque aunque fabiamos feis Lenguas, no nos
podiamos en todas partes aprovechar de ellas, porque hallamos mas de mil
diferencias. Por todas eftas Tierras, los que tenian Guerras con los
otros, fe hacian luego amigos para venirnos à refcebir, i traernos todo
quando tenian, i de efta manera dexamos toda la Tierra en paz, i
diximosles por las feñas que nos entendian, que en el Cielo havia vn
Hombre que llamabamos Dios, el qual havia criado el Cielo, i la Tierra,
i que efte adorabamos nofotros, i teniamos por Señor, i que haciamos lo
que nos mandaba, i que de fu mano venian todas las cofas buenas, i que
fi anfi ellos lo hiciefen, les iria mui bien de ello; i tan grande
aparejo hallamos en ellos, que fi Lengua hoviera con que perfectamente
nos entendieramos, todos los dexàramos Chriftianos. Efto les dimos à
entender lo mejor que podimos; i de aì adelante, quando el Sol falia,
con mui gran grita abrian las manos juntas al Cielo, i defpues las
traìan por todo fu cuerpo; i otro tanto hacian quando fe ponia. Es Gente
bien acondicionada, i aprovechada para feguir qualquiera cofa bien
aparejada.



_CAP. XXXII. De como nos dieron los coraçones de los venados._


En el Pueblo donde nos dieron las Efmeraldas, dieron à Dorantes mas de
feifcientos coraçones de Venado abiertos, de que ellos tienen fiempre
mucha abundancia para fu mantenimiento, i por efto le pufimos nombre, el
Pueblo de los Coraçones, i por èl es la entrada para muchas Provincias,
que eftàn à la Mar del Sur; i fi los que la fueren à bufcar, por aqui no
entraren, fe perderàn; porque la Cofta no tiene Maìz, i comen Polvo de
Bledo, i de Paja, i de Pefcado, que toman en la Mar con Balfas, porque
no alcançan Canoas. Las Mugeres cubren fus verguenças con Yerva, i Paja.
Es Gente mui apocada, i trifte. Creemos, que cerca de la Cofta, por la
via de aquellos Pueblos, que nofotros truximos, ai mas de mil Leguas de
Tierra poblada, i tienen mucho mantenimiento, porque fiembran tres veces
en el Año Frifoles, i Maìz. Ai tres maneras de Venados, los de la vna de
ellas fon tamaños como Novillos de Caftilla: ai Cafas de afiento, que
llaman Buhios, i tienen Yerva, i efto es de vnos Arboles, al tamaño de
Mançanos, i no es menefter mas de coger la Fruta, i vntar la Flecha con
ella; i fino tiene Fruta, quiebran vna Rama, i con la Leche que tienen
hacen lo mefmo. Ai muchos de eftos Arboles, que fon tan ponçoñofos, que
fi majan las Hojas de èl, i las laban en alguna Agua allegada, todos los
Venados, i qualefquier otros Animales, que de ella beben, rebientan
luego. En efte Pueblo eftuvimos tres dias, i à vna jornada de alli
eftaba otro, en el qual nos tomaron tantas Aguas, que porque vn Rio
crefciò mucho no lo podimos pafar, i nos detuvimos alli quince dias. En
efte tiempo Caftillo viò al cuello de vn Indio vna Evilleta de Talabarte
de Efpada, i en ella cofido vn Clavo de herrar: tomòfela, i
preguntamosle, què cofa era aquella? i dixeronnos, que havian venido del
Cielo. Preguntamosle mas, que quien la havia trìdo de allà? i
refpondieron, que vnos Hombres que traìan barbas como nofotros, que
havian venido del Cielo, i llegado à aquel Rio, i que traìan Caballos, i
Lanças, i Efpadas, i que havian alanceado dos de ellos; i lo mas
difimuladamente que podimos les preguntamos, què fe havian hecho
aquellos Hombres? i refpondieronnos, que fe havian ido à la Mar, i que
metieron las Lanças por debaxo del Agua, i que ellos fe havian tambien
metido por debaxo, i que defpues los vieron ir por cima, àcia puefta del
Sol. Nofotros dimos muchas gracias à Dios Nueftro Señor, por aquello que
oìmos, porque eftabamos defconfiados de faber nuevas de Chriftianos: i
por otra parte nos vimos en gran confufion, i trifteça, creiendo que
aquella Gente no feria fino algunos, que havian venido por la Mar à
defcubrir: mas al fin, como tuvimos tan cierta nueva de ellos, dimonos
mas priefa à nueftro camino, i fiempre hallabamos mas nueva de
Chriftianos; i nofotros les deciamos, que les ibamos à bufcar, para
decirles, que no los matafen, ni tomafen por Efclavos, ni los facafen de
fus Tierras, ni les hiciefen otro mal ninguno, i de efto ellos holgaban
mucho. Anduvimos mucha Tierra, i toda la hallamos defpoblada, porque los
Moradores de ella andaban huiendo por las Sierras, fin ofar tener Cafas,
ni labrar, por miedo de los Chriftianos. Fue cofa de que tuvimos mui
gran laftima, viendo la Tierra mui fertil, i mui hermofa, i mui llena de
Aguas, i de Rios, i vèr los Lugares defpoblados, i quemados, i la Gente
tan flaca, i enferma, huìda, i efcondida toda; i como no fembraban, con
tanta hambre, fe mantenian con corteças de Arboles, i Raìces. De efta
hambre à nofotros alcançaba parte en todo efte camino, porque mal nos
podian ellos proveer, eftando tan defventurados, que parefcia que fe
querian morir. Truxeronnos Mantas, de las que havian efcondido por los
Chriftianos, i dieronnoslas: i aun contaronnos, como otras veces havian
entrado los Chriftianos por la Tierra, i havian deftruìdo, i quemado los
Pueblos, i llevado la mitad de los Hombres, i todas las Mugeres, i
Muchachos, i que los que de fus manos fe havian podido efcapar, andaban
huiendo. Como los viamos tan atemoriçados, fin ofar parar en ninguna
parte, i que ni querian, ni podian fembrar, ni labrar la Tierra, antes
eftaban determinados de dexarfe morir, i que efto tenian por mejor, que
efperar fer tratados con tanta crueldad, como hafta alli, i moftraban
grandifimo placer con nofotros, aunque temimos, que llegados à los que
tenian la frontera con los Chriftianos, i Guerra con ellos, nos havian
de maltratar, i hacer que pagafemos, lo que los Chriftianos contra ellos
hacian. Mas como Dios Nueftro Señor fue fervido de traernos hafta ellos,
comenençaronnos à temer, i acatar, como los pafados, i aun algo mas, de
que no quedamos poco maravillados: por donde claramente fe vè, que eftas
Gentes todas, para fer atraìdas à fer Chriftianos, i à obediencia de la
Imperial Mageftad, han de fer llevados con buen tratamiento, i que efte
es camino mui cierto, i otro no. Eftos nos llevaron à vn Pueblo, que
eftà en vn cuchillo de vna Sierra, i fe ha de fubir à èl por grande
afpereça: i aqui, hallamos mucha Gente, que eftaba junta, recogidos, por
miedo de los Chriftianos. Recibieronnos mui bien, i dierronos quanto
tenian, i dieronnos mas de dos mil cargas de Maìz, que dimos à aquellos
miferables, i hambrientos, que hafta alli nos havian traìdo; i otro dia
defpachamos de alli quatro Menfageros por la Tierra, como lo
acoftumbrabamos hacer, para que llamafen, i convocafen toda la mas Gente
que pudiefen; à vn Pueblo, que eftà tres jornadas de alli; i hecho efto,
otro dia nos partimos con toda la Gente, que alli eftaba: i fiempre
hallabamos raftro, i feñales adonde havian dormido Chriftianos; i à
medio dia topamos nueftros Menfageros, que nos dixeron, que no havian
hallado Gente, que toda andaba por los Montes efcondidos, huiendo,
porque los Chriftianos no los matafen, i hiciefen Efclavos: i que la
noche pafada havian vifto à los Chriftianos, eftando ellos detràs de
vnos Arboles, mirando lo que hacian, i vieron como llevaban muchos
Indios en Cadenas: i de efto fe alteraron los que con nofotros venian, i
algunos de ellos fe bolvieron, para dàr avifo por la Tierra, como venian
Chriftianos, i muchos mas hicieran efto, fi nofotros no les dixeramos
que no lo hiciefen, ni tuviefen temor: i con efto fe afeguraron, i
holgaron mucho. Venian entonces con nofotros Indios de cien Leguas de
alli, i no podiamos acabar con ellos, que fe bolviefen à fus Cafas; i
por afegurarlos, dormimos aquella noche alli, i otro dia caminamos, i
dormimos en el camino; i el figuiente dia, los que haviamos embiado por
Menfageros, nos guiaron adonde ellos havian vifto los Chriftianos; i
llegados à hora de Vifperas, vimos claramente, que havian dicho la
verdad: i conocimos la Gente, que era de à Caballo, por las Eftacas en
que los Caballos havian eftado atados. Defde aqui, que fe llama el Rio
de Petutàn, hafta el Rio donde llegò Diego de Guzmàn, puede haver hafta
èl, defde donde fupimos de Chriftianos, ochenta Leguas: i defde alli al
Pueblo donde nos tomaron las Aguas, doce Leguas; i defde alli, hafta la
Mar del Sur, havia doce Leguas. Por toda efta Tierra, donde alcançan
Sierras, vimos grandes mueftras de Oro, i Alcohol, Hierro, Cobre, i
otros Metales. Por donde eftàn las Cafas de afiento es caliente, tanto,
que por Enero hace gran calor. Defde alli àcia el Mediodia, de la Tierra
que es defpoblada, hafta la Mar del Norte, es mui defaftrada, i pobre,
donde pafamos grande, i increìble hambre; i los que por aquella Tierra
habitan, i andan, es Gente crudelifima, i de mui mala inclinacion, i
coftumbres. Los Indios, que tienen Cafa de aliento, i los de atràs,
ningun cafo hacen de Oro, i Plata, ni hallan que pueda haver provecho de
ello.



_CAP. XXXIII. Como vimos raftro de Chriftianos._


Defpues que vimos raftro claro de Chriftianos, i entendimos, que tan
cerca eftabamos de ellos, dimos muchas gracias à Dios Nueftro Señor, por
querernos facar de tan trifte, i miferable captiverio; i el placer que
de efto fentimos, juzguelo cada vno, quando penfare el tiempo que en
aquella Tierra eftuvimos, i los peligros, i trabajos porque pafamos.
Aquella noche Yo roguè à vno de mis Compañeros, que fuefe tras los
Chriftianos, que iban por donde nofotros dexabamos la Tierra afegurada,
i havia tres dias de camino. A ellos fe les hiço de mal efto,
efcufandofe por el canfancio, i trabajo: i aunque cada vno de ellos lo
pudiera hacer mejor que Yo, por fer mas recios, i mas moços, mas vifta
fu voluntad, otro dia por la mañana tomè conmigo al Negro, i once
Indios, i por el raftro que hallaba, figuiendo à los Chriftianos, pasè
por tres Lugares, donde havian dormido: i efte dia anduve diez Leguas; i
otro dia de mañana alcancè quatro Chriftianos de Caballo, que
refcibieron gran alteracion de verme tan eftrañamente veftido, i en
compañia de Indios. Eftuvieronme mirando mucho efpacio de tiempo, tan
atonitos, que ni me hablaban, ni acertaban à preguntarme nada. Yo les
dixe, que me llevafen adonde eftaba fu Capitan: i afi fuimos media Legua
de alli, donde eftaba Diego de Alcaràz, que era el Capitan; i defpues de
haverlo hablado, me dixo, que eftaba mui perdido alli, porque havia
muchos dias, que no havia podido tomar Indios, i que no havia por donde
ir, porque entre ellos començaba à haver necefidad, i hambre; Yo le
dixe, como atràs quedaban Dorantes, i Caftillo, que eftaban diez Leguas
de alli, con muchas Gentes, que nos havian traìdo: i èl embiò luego tres
de Caballo, i cinquenta Indios, de los que ellos traìan: i el Negro
bolviò con ellos para guiarlos, i Yo quedè alli, i pedì, que me diefen
por Teftimonio el Año, i el Mes, i Dia, que alli havia llegado, i la
manera en que venia, i anfi lo hicieron. De efte Rio, hafta el Pueblo de
los Chriftianos, que fe llama Sant Miguèl, que es de la Governacion de
la Provincia, que dicen la Nueva Galicia, ai treinta Leguas.



_CAP. XXXIV. De como embiè por los Chriftianos._


Pafados cinco dias, llegaron Andrès Dorantes, i Alonfo del Caftillo, con
los que havian ido por ellos, i traìan configo mas de feifcientas
Perfonas, que eran de aquel Pueblo, que los Chriftianos havian hecho
fubir al Monte, i andaban efcondidos por la Tierra, i los que hafta alli
con nofotros havian venido, los havian facado de los Montes, i entregado
à los Chriftianos, i ellos havian defpedido todas las otras Gentes, que
hafta alli havian traìdo; i venidos adonde Yo eftaba, Alcaràz me rogò,
que embiafemos à llamar la Gente de los Pueblos, que eftàn à vera del
Rio, que andaban afcondidos por los Montes de la Tierra, i que les
mandafemos que truxefen de comer, aunque efto no era menefter, porque
ellos fiempre tenian cuidado de traernos todo lo que podian; i embiamos
luego nueftros Menfageros à que los llamafen, i vinieron feifcientas
Perfonas, que nos truxeron todo el Maìz que alcançaban, i traìanlo en
vnas ollas tapadas con barro, en que lo havian enterrado, i efcondido, i
nos truxeron todo lo mas que tenian, mas nofotros no quifimos tomar de
todo ello, fino la comida, i dimos todo lo otro à los Chriftianos, para
que entre sì lo repartiefen; i defpues de efto pafamos muchas, i grandes
pendencias con ellos, porque nos querian hacer los Indios que traìmos
Efclavos; i con efte enojo, al partir dexamos muchos Arcos Turquefcos,
que traìamos, i muchos Çurrones, i Flechas, i entre ellas las cinco de
las Efmeraldas, que no fe nos acordò de ellas, i anfi las perdimos.
Dimos à los Chriftianos muchas Mantas de Vaca, i otras cofas que
traìamos: vimonos con los Indios en mucho trabajo, porque fe bolviefen à
fus Cafas, i fe afegurafen, i fembrafen fu Maìz. Ellos no querian fino
ir con nofotros, hafta dexarnos, como acoftumbraban, con otros Indios;
porque fi fe bolviefen fin hacer efto, temian que fe moririan, que para
ir con nofotros no temian à los Chriftianos, ni à fus Lanças. A los
Chriftianos les pefaba de efto, i hacian, que fu Lengua les dixefe, que
nofotros eramos de ellos mifmos, i nos haviamos perdido muchos tiempos
havia, i que eramos Gente de poca fuerte, i valor, i que ellos eran los
Señores de aquella Tierra, à quien havian de obedefcer, i fervir. Mas
todo efto los Indios tenian en mui poco, ò nonada de lo que les decian:
antes vnos con otros, entre sì platicaban, diciendo, que los Chriftianos
mentian, porque nofotros veniamos de donde falia el Sol, i ellos donde
fe pone: i que nofotros fanabamos los enfermos, i ellos mataban los que
eftaban fanos: i que nofotros veniamos defnudos, i defcalços, i ellos
veftidos, i en Caballos, i con Lanças: i que nofotros no teniamos
cobdicia de ninguna cofa, antes todo quanto nos daban, tornabamos luego
à dàr, i con nada nos quedabamos, i los otros no tenian otro fin, fino
robar todo quanto hallaban, i nunca daban nada à nadie; i de efta manera
relataban todas nueftras cofas, i las encarefcian por el contrario de
los otros; i afi les refpondieron à la Lengua de los Chriftianos, i lo
mifmo hicieron faber à los otros, por vna Lengua, que entre ellos havia,
con quien nos entendiamos, i aquellos que la vfan llamamos propriamente
Primahaitu (que es como decir Vafcongados) la qual mas de quatrocientas
Leguas de las que anduvimos, hallamos vfada entre ellos, fin haver otra
por todas aquellas Tierras. Finalmente nunca pudo acabar con los Indios
creer, que eramos de los otros Chriftianos, i con mucho trabajo, i
importunacion los hecimos bolver à fus Cafas, i les mandamos, que fe
afegurafen, i afentafen fus Pueblos, i fembrafen, i labrafen la Tierra,
que de eftàr defpoblada eftaba ià mui llena de Monte, la qual fin dubda
es la mejor de quantas en eftas Indias ai, i mas fertil, i abundofa de
Mantenimientos, i fiembran tres veces en el Año. Tiene muchas Frutas, i
mui hermofos Rios, i otras muchas Aguas mui buenas. Ai mueftras grandes,
i feñales de Minas de Oro, i Plata: la Gente de ella es mui bien
acondicionada: firven à los Chriftianos (los que fon Amigos) de mui
buena voluntad. Son mui difpueftos mucho mas que los de Mexico; i
finalmente, es Tierra, que ninguna cofa le falta; para fer mui buena.
Defpedidos los Indios, nos dixeron, que harian lo que mandabamos, i
afentarian fus Pueblos, fi los Chriftianos los dexaban; i Yo afi lo
digo, i afirmo por mui cierto, que fi no lo hicieren, ferà por culpa de
los Chriftianos.

Defpues que hovimos embiado à los Indios en paz, i regraciadoles el
trabajo, que con nofotros havian pafado, los Chriftianos nos embiaron
(debaxo de cautela) à vn Cebreros, Alcalde, i con èl otros dos. Los
quales nos llevaron por los Montes, i defpoblados, por apartarnos de la
converfacion de los Indios, i porque no viefemos, ni entendiefemos lo
que de hecho hicieron: donde parefce quanto fe engañan los penfamientos
de los Hombres, que nofotros andabamos à les bufcar libertad, i quando
penfabamos que la teniamos, fucediò tan al contrario, porque tenian
acordado de ir à dàr en los Indios que embiabamos, afegurados, i de paz;
i anfi como lo penfaron, lo hicieron: llevaronnos por aquellos Montes
dos dias, fin Agua, perdidos, i fin camino, i todos penfamos perefcer de
fed, i de ella fe nos ahogaron fiete Hombres, i muchos Amigos, que los
Chriftianos traìan configo, no pudieron llegar hafta otro dia à medio
dia, adonde aquella noche hallamos nofotros el Agua: i caminamos con
ellos veinte i cinco Leguas, poco mas, ò menos; i al fin de ellas
llegamos à vn Pueblo de Indios de Paz; i el Alcalde que nos llevaba nos
dexò alli, i el pasò adelante otras tres Leguas à vn Pueblo, que fe
llamaba Culiaçàn, adonde eftaba Melchior Diaz, Alcalde Maior, i Capitan
de aquella Provincia.



_CAP. XXXV. De como el Alcalde Maior nos refcibiò bien la noche que
llegamos._


Como el Alcalde Maior fue avifado de nueftra falida, i venida, luego
aquella noche partiò, i vino adonde nofotros eftabamos, i llorò mucho
con nofotros, dando loores à Dios Nueftro Señor, por haver vfado de
tanta mifericordia con nofotros, i nos hablò, i tratò mui bien; i de
parte del Governador Nuño de Guzmàn, i fuia, nos ofrefciò todo lo que
tenia, i podia: i moftrò mucho fentimiento de la mala acogida, i
tratamiento, que en Alcaràz, i los otros haviamos hallado; i tuvimos por
cierto, que fi èl fe hallàra alli, fe efcufara lo que con nofotros, i
con los Indios fe hiço; i pafada aquella noche, otro dia nos partimos, i
el Alcalde Maior nos rogò mucho, que nos detuviefemos alli, i que en
efto hariamos mui gran fervicio à Dios, i á V. Mag. porque la Tierra
eftaba defpoblada, fin labrarfe, i toda mui deftruìda, i los Indios
andaban efcondidos, i huìdos por los Montes, fin querer venir à hacer
afiento en fus Pueblos, i que los embiafemos à llamar, i les mandafemos,
de parte de Dios, i de V. Mag. que viniefen, i poblafen en lo llano, i
labrafen la Tierra. A nofotros nos parefciò efto mui dificultofo de
poner en efecto, porque no traìmos Indio ninguno de los nueftros, ni de
los que nos folian acompañar, i entender en eftas cofas. En fin,
aventuramos à efto dos Indios de los que traìan alli captivos, que eran
de los mifmos de la Tierra, i eftos fe havian hallado con los
Chriftianos, quando primero llegamos à ellos, i vieron la Gente que nos
acompañaba, i fupieron de ellos la mucha autoridad, i dominio, que por
todas aquellas Tierras haviamos traìdo, i tenido, i las maravillas, que
haviamos hecho, i los enfermos que haviamos curado, i otras muchas
cofas; i con eftos Indios mandamos à otros del Pueblo, que juntamente
fuefen, i llamafen los Indios, que eftaban por las Sierras alçados, i
los del Rio de Petaan, donde haviamos hallado à los Chriftianos, i que
les dixefen, que viniefen à nofotros, porque les queriamos hablar; i
para que fuefen feguros, i los otros viniefen, les dimos vn Calabaçon de
los que nofotros traìamos en las manos (que era nueftra principal
infignia, i mueftra de gran eftado) i con efte ellos fueron, i
anduvieron por alli fiete dias, i al fin de ellos vinieron, i truxeron
configo tres Señores de los que eftaban alçados por las Sierras, que
traìan quince Hombres, i nos truxeron Cuentas, i Turquefas, i Plumas; i
los Menfageros nos dixeron, que no havian hallado à los Naturales del
Rio donde haviamos falido, porque los Chriftianos los havian hecho otra
vez huir à los Montes; i el Melchior Diaz dixo à la Lengua, que de
nueftra parte les hablafe à aquellos Indios, i les dixefe, como venia de
parte de Dios, que eftà en el Cielo, i que haviamos andado por el Mundo
muchos Años, diciendo à toda la Gente, que haviamos hallado, que
creiefen en Dios, i lo firviefen, porque era Señor de todas quantas
cofas havia en el Mundo, i que èl daba galardon, i pagaba à los buenos,
i pena perpetua de fuego à los malos; i que quando los buenos morian,
los llevaba al Cielo, donde nunca nadie moria, ni tenian hambre, ni
frio, ni fed, ni otra necefidad ninguna, fino la maior gloria, que fe
podria penfar; i que los que no le querian creer, ni obedefcer fus
Mandamientos, los echaba debaxo la Tierra, en compañia de los Demonios,
i en gran fuego, el qual nunca fe havia de acabar, fino atormentarlos
para fiempre; i que allende de efto, fi ellos quifiefen fer Chriftianos,
i fervir à Dios, de la manera que les mandafemos, que los Chriftianos
les ternian por Hermanos, i los tratarian mui bien, i nofotros les
mandariamos, que no les hiciefen ningun enojo, ni los facafen de fus
Tierras, fino que fuefen grandes Amigos fuios: mas que fi efto no
quifiefen hacer, los Chriftianos les tratarian mui mal, i fe los
llevarian por Efclavos à otras Tierras. A efto refpondieron à la Lengua,
que ellos ferian mui buenos Chriftianos, i fervirian à Dios; i
preguntados en què adoraban, i facrificaban, i à quien pedian el Agua
para fus Maìçales, i la falud para ellos? Refpondieron, que à vn Hombre
que eftaba en el Cielo. Preguntamosles, como fe llamaba? Y dixeron, que
Aguar, i que creìan, que èl havia criado todo el Mundo, i las cofas de
èl. Tornamosles à preguntar, como fabian efto? Y refpondieron, que fus
Padres, i Abuelos fe lo havian dicho, que de muchos tiempos tenian
noticia de efto, i fabian, que el Agua, i todas las buenas cofas las
embiaba aquel. Nofotros les diximos, que aquel que ellos decian,
nofotros lo llamabamos Dios, i que anfi lo llamafen ellos, i lo
firviefen, i adorafen como mandabamos, i ellos fe hallarian mui bien de
ello. Refpondieron, que todo lo tenian mui bien entendido, i que afi lo
harian; i mandamosles, que baxafen de las Sierras, i viniefen feguros, i
en paz, i poblafen toda la Tierra, i hiciefen fus Cafas, i que entre
ellas hiciefen vna para Dios, i pufiefen à la entrada vna Cruz, como la
que alli teniamos, i que quando viniefen alli los Chriftianos, los
faliefen à refcebir con las Cruces en las manos, fin los Arcos, i fin
Armas, i los llevafen à fus Cafas, i les diefen de comer de lo que
tenian, i por efta manera no les harian mal, antes ferian fus Amigos; i
ellos dixeron, que anfi lo harian como nofotros lo mandabamos: i el
Capitan les diò Mantas, i los tratò mui bien; i afi fe bolvieron,
llevando los dos, que eftaban captivos, i havian ido por Menfageros.
Efto pasò en prefencia del Efcrivano, que alli tenian, i otros muchos
Teftigos.



_CAP. XXXVI. De como hecimos hacer Iglefias en aquella Tierra._


Como los Indios fe bolvieron, todos los de aquella Provincia, que eran
Amigos de los Chriftianos, como tuvieron noticia de nofotros, nos
vinieron à vèr, i nos truxeron Cuentas, i Plumas; i nofotros les
mandamos, que hiciefen Iglefias, i pufiefen Cruces en ellas, porque
hafta entonces no las havian hecho; i hecimos traer los Hijos de los
Principales Señores, i baptiçarlos; i luego el Capitan hiço Pleito
omenage à Dios, de no hacer, ni confentir hacer entrada ninguna, ni
tomar Efclavo por la Tierra, i Gente, que nofotros haviamos afegurado; i
que efto guardaria, i cumpliria, hafta que fu Mageftad, i el Governador
Nuño de Guzmàn, ò el Viforrei en fu nombre proveiefen en lo que mas
fuefe fervicio de Dios; i de fu Mag. i defpues de bautiçados los Niños,
nos partimos para la Villa de Sant Miguèl, donde como fuimos llegados
vinieron Indios, que nos dijeron, como mucha Gente bajaba de las
Sierras, i poblaban en lo llano, i hacian Iglefias, i Cruces, i todo lo
que les haviamos mandado: i cada Dia teniamos nuevas de como efto fe iba
haciendo, i cumpliendo mas enteramente; i pafados quince Dias, que alli
aviamos eftado, llegò Alcaraz con los Chriftianos que havian ido en
aquella entrada, i contaron al Capitan, como eran bajados de las Sierras
los Indios, i havian poblado en lo llano, i havian hallado Pueblos con
mucha Gente, que de primero eftaban defpoblados, i defiertos, i que los
Indios les falieron à recibir con Cruces en las manos, i los llevaron à
fus Cafas, i les dieron de lo que tenian, i durmieron con ellos alli
aquella noche. Efpantados de tal novedad, i de que los Indios les
dixeron, como eftaban ià afegurados, mandò que no les hiciefen mal, i
anfi fe defpidieron. Dios Nueftro Señor por fu infinita mifericordia
quiera, que en los dias de V. Mageftad, i debajo de vueftro Poder, i
Señorìo, eftas Gentes vengan à fer verdaderamente, i con entera voluntad
fujetas al verdadero Señor que las criò, i redimiò. Lo qual tenemos por
cierto que afi ferà, i que V. Mageftad ha de Ser el que lo ha de poner
en efecto (que no ferà tan dificil de hacer) porque dos mil Leguas que
anduvimos por Tierra, i por la Mar en las Barcas, i otros diez Mefes que
defpues de falidos de Captivos, fin parar anduvimos por la Tierra, no
hallamos Sacrificios, ni Idolatria. En efte tiempo travefamos de vna Mar
à otra; i por la noticia que con mucha diligencia alcançamos à entender
de vna Cofta à la otra, por lo mas ancho, puede haver docientas Leguas:
i alcançamos à entender, que en la Cofta del Sur, ai Perlas, i mucha
riqueça, i que todo lo mejor, i mas rico eftà cerca della. En la Villa
de Sant Miguèl eftuvimos hafta quince Dias del Mes de Maio; i la caufa
de detenernos alli tanto, fue porque de alli hafta la Ciudad de
Compoftela, donde el Governador Nuño de Guzman refidia, ai cien Leguas,
i todas fon defpobladas, i de enemigos: i ovieron de ir con nofotros
Gente, con que iban veinte de Caballo, que nos acompañaron hafta
quarenta Leguas: i de alli adelante vinieron con nofotros feis
Chriftianos, que traìan quinientos Indios hechos Efclavos; i llegados en
Compoftela, el Governador nos refcibiò mui bien, i de lo que tenia nos
diò de veftir: lo qual Yo por muchos Dias no pude traer, ni podiamos
dormir fino en el fuelo: i pafados diez, ò doce Dias, partimos para
Mexico, i por todo el camino fuimos bien tratados de los Chriftianos, i
muchos nos falian à vèr por los Caminos, i daban gracias à Dios de
avernos librado de tantos peligros. Llegamos à Mexico Domingo, vn Dia
antes de la Vifpera de Santiago, donde del Viforei, i del Marquès de el
Valle fuimos mui bien tratados, i con mucho placer refcibidos, i nos
dieron de veftir, i ofrefcieron todo lo que tenian, i el Dia de Santiago
ovo Fiefta, i juego de Cañas, i Toros.



_CAP. XXXVII. De lo que acontefciò quando me quife venir._


Defpues que defcanfamos en Mexico dos Mefes, Yo me quife venir en eftos
Reinos: i iendo à embarcar en el Mes de Octubre, vino vna tormenta que
diò con el Navio al travès, i fe perdiò: i vifto efto, acorde de dejar
pafar el Invierno, porque en aquellas partes es mui recio tiempo para
navegar en èl: i defpues de pafado el Invierno por Quarefma, nos
partimos de Mexico Andrès Dorantes, i Yo para la Vera-Cruz para nos
embarcar, i alli eftuvimos efperando tiempo hafta Domingo de Ramos que
nos embarcamos,, i eftuvimos embarcados mas de quince Dias por falta de
tiempo; i el Navio en que eftabamos, hacia mucha Agua. Yo me fali de èl,
i me pasè à otros de los que eftaban para venir, i Dorantes fe quedò en
aquel: i à diez Dias de el Mes de Abril partimos del Puerto tres Navios,
i navegamos juntos ciento i cinquenta Leguas: i por el camino los dos
Navios hacian mucha Agua, i vna noche nos perdimos de fu conferva;
porque los Pilotos, i Maeftros, fegun defpues parefciò, no ofaron pafar
adelante con fus Navios, i bolvieron otra vez al Puerto do havian
partido, fin darnos cuenta de ello, ni faber mas de ellos, i nofotros
feguimos nueftro viage; i à quatro Dias de Maio llegamos al Puerto de la
Havana, que es en la Isla de Cuba, adonde eftuvimos efperando los otros
dos Navios, creiendo que vernian hafta dos Dias de Junio, que partimos
de alli con mucho temor de topar con Francefes, que havia pocos Dias que
havian tomado alli tres Navios nueftros: i llegados fobre la Isla de la
Belmuda, nos tomò vna tormenta, que fuele tomar à todos los que por alli
pafan, la qual es conforme à la Gente, que dicen que en ella anda, i
toda vna noche nos tuvimos por perdidos, i plugò à Dios, que venida la
mañana cesó la tormenta, i feguimos nueftro camino. A cabo de veinte i
nueve Dias que partimos de la Habana, haviamos andado mil i cien Leguas,
que dicen que ai de alli hafta el Pueblo de los Açores: i pafando otro
Dia por la Isla, que dicen del Cuervo, dimos con vn Navio de Francefes,
à hora de medio dia nos començò à feguir, con vna Carabela que traìa,
tomada de Portuguefes, i nos dieron caça, i aquella tarde vimos otras
nueve Velas, i eftaban tan lejos, que no podimos conocer fi eran
Portuguefes, ò de aquellos mifmos que nos feguian: i quando anocheciò,
eftaba el Francès à tiro de Lombarda de nueftro Navio; i defque fue
obfcuro, hurtamos la derrota, por defviarnos de èl; i como iba tan junto
de nofotros, nos viò, i tirò la via de nofotros, i efto hecimos tres, ò
quatro veces: i èl nos pudiera tomar fi quifiera, fino que lo dejaba
para la mañana. Plugò à Dios, que quando amaneciò, nos hallamos el
Francefes, i nofotros juntos, i cercados de las nueve Velas que he
dicho, que à la tarde antes aviamos vifto, las quales conofciamos fer de
la Armada de Portugal, i dì gracias à Nueftro Señor, por averme efcapado
de los trabajos de la Tierra, i peligros de la Mar: i el Francès como
conofció fer el Armada de Portugal, foltò la Caravela que traìa tomada,
que venia cargada de Negros, la qual traìan configo, para que creiefemos
que eran Portuguefes, i la efperafemos; i quando la foltò, dijo al
Maeftre, i Piloto de ella, que nofotros eramos Francefes, i de fu
conferva: i como dijo efto, metió fesenta remos en fu Navio, i anfi à
remo, i à vela fe començò à ir; i andaba tanto, que no fe puede creer; i
la Caravela que foltò, fe fue al Galeon, i dijo al Capitan, que el
nueftro Navio, i el otro eran de Francefes: i como nueftro Navio arribó
al Galeon, i como toda la Armada via que ibamos fobre ellos, teniendo
por cierto que eramos Francefes, fe pufieron à punto de Guerra, i
vinieron fobre nofotros: i llegados cerca les falvamos. Conofciò que
eramos Amigos, fe hallaron burlados por averfeles efcapado aquel
Cofario, con aver dicho que eramos Francefes, i de fu compañia, i afi
fueron quatro Caravelas tras èl: i llegado à nofotros el Galeon defpues
de averles faludado, nos preguntò el Capitan Diego de Silveira, que de
donde veniamos, i que Mercaderia traìamos: i le refpondimos, que
veniamos de la Nueva-Efpaña, i que traìamos Plata, i Oro: i preguntónos
que tanto feria, el Maeftro le dixo que traeria trecientos mil
Caftellanos. Refpondió el Capitan: _Boa fee, que venis muito ricos, pero
tracedes mui ruin Navio, i muito ruin Artilleria, ò fide puta can à
renegado Frances, i que bon bocado perdeo, vota Deus. Ora fus pois vos
avedes efcapado, feguime, i non vos apartedes de mi, que con aiuda de
Deus eu vos porne en Caftela._ Y dende à poco bolvieron las Caravelas
que havian feguido tras el Francès, porque les parefció que andaba
mucho, i por no dejar el Armada que iba en guarda de tres Naos que
venian cargadas de Efpeceria; i afi llegamos à la Isla Tercera, donde
eftuvimos repofando quince Dias tomando refrefco, i efperando otra Nao,
que venia cargada de la India, que era de la conferva de las tres Naos
que traìa el Armada: i pafados los quince Dias nos partimos de alli con
el Armada, i llegamos al Puerto de Lisbona à nueve de Agofto, Vifpera de
Señor Sant Laurencio, Año de mil i quinientos i treinta i fiete Años. Y
porque es afi la verdad, como arriba en efta Relacion digo, lo firmè de
mi nombre. _Cabeça de Vaca._ Eftaba firmado de fu nombre, i con el
Efcudo de fus Armas, la _Relacion_ donde efte fe facò.



_CAP. XXXVIII. De lo que fufcediò à los demàs que entraron en las
Indias._


Pues he hecho relacion de todo lo fufodicho en el viage, i entrada, i
falida de la Tierra hafta bolver à eftos Reinos, quiero afimifmo hacer
memoria, i Relacion de lo que hicieron los Navios, i la Gente que en
ellos quedò, de lo qual no he hecho memoria en lo dicho atras; porque
nunca tuvimos noticia de ellos hafta defpues de falidos, que hallamos
mucha Gente de ellos en la Nueva-Efpaña, i otros acà en Caftilla, de
quien fupimos el fucefo, i todo el fin de ello de que manera pasò.
Defpues que dejamos los tres Navios, porque el otro era ià perdido en la
Cofta Braba, los quales quedaban à mucho peligro, i quedaban en ellos
hafta cien perfonas con pocos mantenimientos, entre los quales quedaban
diez Mugeres cafadas, i vna de ellas havia dicho al Governador muchas
cofas que le acaecieron en el viage antes que le fufcediefen: i efta le
dijo, quando entraba por la Tierra, que no entrafe, porque ella creìa,
que èl, ni ninguno de los que con èl iban, no faldrian de la Tierra: i
que fi alguno faliefe, que haria Dios por èl mui grandes milagros; pero
creìa, que fuefen pocos los que efcapafen, ò no ningunos; i el
Governador entonces le refpondiò, que èl, i todos los que con èl
entraban iban à pelear, i conquiftar muchas, i mui eftrañas Gentes, i
Tierras: i que tenia por mui cierto, que conquiftandolas havian de morir
muchos; pero aquellos que quedafen, ferian de buena ventura, i quedarian
mui ricos, por la noticia que èl tenia de la riqueça que en aquella
Tierra havia: i dijole mas, que le rogaba que ella le dijefe las cofas
que havia dicho pafadas, i prefentes, quien fe las havia dicho. Ella le
refpondiò, i dijo, que en Caftilla, vna Mora de Hornachos fe lo havia
dicho, lo qual antes que partiefemos de Caftilla, nos lo havia à
nofotros dicho, i nos havia fufcedido todo el viage de la mifma manera
que ella nos havia dicho. Y defpues de aver dejado el Governador por fu
Teniente, i Capitan de todos los Navios, i Gente, que alli dejaba à
Carvallo, natural de Cuenca de Huete, nofotros nos partimos de ellos,
dejandoles el Governador mandado, que luego en todas maneras fe
recogiefen todos à los Navios, i figuiefen fu viage derecho la via del
Panuco, i iendo fiempre cofteando la Cofta, i bufcando lo mejor que
ellos pudiefen el Puerto, para que en hallandolo parafen en èl, i nos
efperafen. En aquel tiempo que ellos fe recogian en los Navios, dicen
que aquellas perfonas que alli eftaban, vieron, i oieron todos mui
claramente, como aquella Muger dijo à las otras, que pues fus Maridos
entraban por la Tierra adentro, i ponian fus perfonas en tan gran
peligro, no hiciefen en ninguna manera cuenta de ellos: i que luego
mirafen con quien fe havian de cafar, porque ella afi lo havia de hacer,
i afi lo hiço, que ella, i las demàs fe cafaron, i amancebaron con los
que quedaron en los Navios; i defpues de partidos de alli los Navios
hicieron vela, i figuieron fu viage, i no hallaron el Puerto adelante, i
bolvieron atras: i cinco Leguas mas abajo de donde aviamos defembarcado,
hallaron el Puerto, que entraba fiete, ó ocho Leguas la Tierra adentro,
i era el mifmo que nofotros aviamos defcubierto, adonde hallamos las
Cajas de Caftilla, que atras fe ha dicho, à do eftaban los cuerpos de
los Hombres muertos, los quales eran Chriftianos: i en efte Puerto, i
efta Cofta anduvieron los tres Navios, i el otro que vino de la Habana,
i el Vergantin bufcandonos cerca de vn Año, i como no nos hallaron
fueronfe à la Nueva-Efpaña. Efte Puerto que decimos, es el mejor de el
Mundo, i entra la Tierra adentro fiete, ò ocho Leguas, i tiene feis
braças à la entrada, i cerca de Tierra tiene cinco, i es Lama el fuelo
de èl, i no ai Mar dentro, ni tormenta brava, que como los Navios que
cabràn en èl fon muchos, tiene mui gran cantidad de Pefcado. Eftà cien
Leguas de la Habana, que es vn Pueblo de Chriftianos en Cuba, i eftà à
Norte Sùr, con efte Pueblo, i aqui reinan las Brifas fiempre, i vàn, i
vienen de vna parte à otra en quatro Dias, porque los Navios van, i
vienen à Quartèl.

Y pues he dado relacion de los Navios, ferà bien que diga quien fon, i
de que Lugar de eftos Reinos, los que Nueftro Señor fue fervido de
efcapar de eftos trabajos. El primero, es Alonfo del Caftillo Maldonado,
natural de Salamanca, hijo del Doctor Caftillo, i de Doña Aldonça
Maldonado. El fegundo, es Andrès Dorantes, hijo de Pablo Dorantes,
natural de Bejar, i Vecino de Gibraleon. El tercero, es Alvar Nuñez
Cabeça de Vaca, hijo de Francifco de Vera, i nieto de Pedro de Vera el
que ganò à Canaria, i fu Madre fe llamaba Doña Terefa Cabeça de Vaca,
natural de Xerez de la Frontera. El quarto, fe llama Eftevanicò, es
Negro Alarabe, natural de Açamor.



TABLA

DE LO MAS ESPECIAL CONTENIDO EN LOS

_Naufragios, y Relacion de la Florida de Alvar Nuñez Cabeça de Vaca._

[Nota del transcriptor: Esta Tabla no se incluye en esta edición
digital.]



                =====================================



[Nota del Transcriptor: Las irregularidades en puntuación, acentuación y
ortografía del libro original han sido retenidas en este texto digital.
Las efes usadas en el original por eses del uso contemporáneo han sido
cambiadas para facilitar la lectura.]



     HISTORIADORES

     PRIMITIVOS

     _DE LAS INDIAS OCCIDENTALES,_

     QUE JUNTO, TRADUXO EN PARTE,
     y sacò à luz, ilustrados con erudìtas notas,
     y copiosos indices,

     _EL Ill'mo SEÑOR DON ANDRÈS GONZALEZ DE BARCIA,_

     DEL CONSEJO, Y CAMARA

     DE SU MAGESTAD,

     DIVIDIDOS EN TRES TOMOS,

     cuyo contenido se verà en el folio siguiente.

     TOMO I.

     EN MADRID: Año M.DCCXLIX.



INDICE DE LAS OBRAS CONTENIDAS
en estos tres Tomos de Historiadores de Indias.


TOMO I.

La Historia del Almirante Don Christoval Colòn; que compuso en
Castellano _Don Fernando Colòn_, su hijo, y traduxo en Toscano _Alfonso
de Ulloa_, buelta à traducir en Castellano, por no parecer el original.

Quatro Cartas de _Hernan Cortès_, dirigidas al Emperador Carlos V. en
que hace relacion de sus Conquistas, y sucessos en la Nueva-España.

Dos Relaciones hechas al mismo Hernan Cortès, por _Pedro de Alvarado_,
refiriendole sus Expediciones, y Conquistas en varias Provincias de
aquel Reyno.

Otra Relacion hecha al mismo _Hernan Cortès_, por _Diego de Godoy_, que
trata del descubrimiento de diversas Ciudades, y Provincias, y guerras
que tuvo con los Indios.

Relacion sumaria de la Historia Natural de las Indias, compuesta, y
dirigida al Emperador Carlos V. por el Capitan _Gonzalo Fernandez de
Oviedo_.

Examen Apologetico de la Historica narracion de los Naufragios,
Peregrinaciones, y Milagros de _Alvar Nuñez Cabeza de Baca_, contra la
Censura del Padre Honorio Filopono, por _Don Antonio Ardoino_, Marquès
de Lorito.

Relacion de los naufragios del Governador _Alvar Nuñez Cabeza de Baca_.

Comentarios del mismo de lo sucedido durante su Govierno del Rio de la
Plata.


TOMO II

Historia General de las Indias, por _Francisco Lopez de Gomara_.

Chronica de la Nueva-España, ò Conquista de Mexico, por el mismo.


TOMO III.

Historia del Descubrimiento, y Conquista de la Provincia del Perù, y de
los sucessos de ella, y de las cosas naturales, que en la dicha
Provincia se hallan, por _Agustin de Zarate_.

Verdadera Relacion de la Conquista, del Perù, y Provincia del Cuzco,
embiada al Emperador Carlos V. por _Francisco de Xerèz._

Historia, y Descubrimiento del Rio de la Plata y Paraguay, por
_Hulderico Schmidèl_, traducida del latin.

Argentina, y Conquista del Rio de la Plata, con otros acaecimientos de
los Reynos del Perù, Tucumàn, y Estado del Brasil, por el Arcediano _Don
Martin del Barco Centenera_, Poema compuesto de veinte y ocho. Cantos.

Viage del Mundo, de _Simòn Perez de Torres_.

Epitome de la Relacion del viage de algunos Mercaderes de San Malò à
_MoKa_, en Arabia, en el Mar Bermejo, hecho por los años de 1708. 1709.
Y 1710. formado, y puesto en Castellano por el Alferez Don _Manuel de
Grova_, natural de la Gran Canaria.



     NAVFRAGIOS

     DE ALVAR NUÑEZ

     CABEZA DE VACA;

     Y

     RELACION DE LA JORNADA,

     QUE HIZO A LA FLORIDA CON EL ADELANTADO,

     PANFILO DE NARVAEZ.



_CAPITULO I. En que cuenta quando partiò el Armada, i los Oficiales, i
Gente, que iba en ella._


A diez i siete dias del Mes de Junio de mil quinientos i veinte i siete,
partiò del Puerto de Sant Lucar de Barrameda, el Governador Panfilo de
Narvaez, con Poder, i mandado de V. Mag. para conquistar, i governar las
Provincias, que estan desde el Rio de las Palmas, hasta el Cabo de la
Florida, las quales son en Tierra-firme; i la Armada, que llevaba eran
cinco Navios, en los quales, poco mas, ò menos, irian seiscientos
Hombres. Los Oficiales que llevaba (porque de ellos se ha de hacer
mencion) eran estos, que aqui se nombran: Cabeça de Vaca, por Tesorero,
i por Alguacil Maior; Alonso Enríquez, Contador; Alonso de Solis, por
Factor de V. Mag. i por Veedor; iba vn Fraile de la Orden de Sant
Francisco por Comisario, que se llamaba Fr. Juan Suarez, con otros
quatro Frailes de la misma Orden: llegamos à la Isla de Santo Domingo,
donde estuvimos casi quarenta i cinco dias, proveiendonos de algunas
cosas necesarias, señaladamente de Caballos. Aqui nos faltaron de
nuestra Armada mas de ciento i quarenta Hombres, que se quisieron quedar
alli, por los partidos, i promesas, que los de la Tierra les hicieron.
De alli, partimos, i llegamos à Santiago (que es Puerto en la Isla de
Cuba) donde en algunos dias, que estuvimos, el Governador se rehiço de
Gente, de Armas, i de Caballos. Suscediò alli, que vn Gentil-hombre, que
se llamaba Vasco Porcalle, Vecino de la Trinidad (que es en la misma
Isla) ofresciò de dàr al Governador ciertos Bastimentos, que tenia en la
Trinidad, que es cien Leguas del dicho Puerto de Santiago. El
Governador, con toda la Armada, partiò para allá: mas llegados à vn
Puerto, que se dice Cabo de Santa Cruz, que es mitad del camino:
paresciòle, que era bien esperar alli, i embiar vn Navio, que truxese
aquellos Bastimentos, i para esto mandò à vn Capitan Pantoja, que fuese
allá con su Navio, i que Yo, para mas seguridad, fuese con èl, i èl
quedò con quatro Navios, porque en la Isla de Santo Domingo havia
comprado vn otro Navio. Llegados con estos dos Navios al Puerto de la
Trinidad, el Capitan Pantoja fue con Vasco Porcalle à la Villa, que es
vna Legua de alli, para rescebir los Bastimentos: Yo quedè en la Mar con
los Pilotos, los quales nos dixeron, que con la maior presteçsa, que
pudiesemos, nos despachasemos de alli, porque aquel era un mui mal
Puerto, i se solian perder muchos Navios en èl; i porque lo que alli nos
sucediò, fue cosa mui señalada, me paresciò, que no seria fuera de
proposito, i fin, con que Yo quise escrevir este Camino, contarla aqui.
Otro dia de mañana començò el tiempo à dàr no buena señal, porque
començò à llover, i el Mar iba arreciando tanto, que aunque Yo dì
licencia à la Gente, que saliese à Tierra, como ellos vieron el tiempo
que hacia, i que la Villa estaba de alli vna Legua, por no estàr al
Agua, i frio, que hacia, muchos se bolvieron al Navio. En esto vino vna
Canoa de la Villa, en que me traìan vna Carta de vn Vecino de la Villa,
rogandome, que me fuese allà, i que me darian los Bastimentos, que
hoviese, i necesarios fuesen; de lo qual Yo me escusè, diciendo, que no
podia dexar los Navios. A medio dia bolviò la Canoa con otra Carta, en
que con mucha importunidad pedian lo mismo: i traìan vn Caballo en que
fuese. Yo dì la misma respuesta que primero havia dado, diciendo, que no
dexaria los Navios; mas los Pilotos, i la Gente me rogaron mucho, que
fuese, porque diese priesa que los Bastimentos se truxesen lo mas presto
que pudiese ser, porque nos partiesemos luego de alli, donde ellos
estaban, con gran temor, que los Navios se havian de perder, si alli
estuviesen mucho. Por esta raçon Yo determinè de ir à la Villa, aunque
primero que fuese, dexè proveìdo, i mandado à los Pilotos, que si el
Sur, con que alli suelen perderse muchas veces los Navios, ventase, i se
viesen en mucho peligro, diesen con los Navios al travès, i en parte que
se salvase la Gente, i los Caballos; i con esto Yo sali, aunque quise
sacar algunos conmigo, por ir en compañia, los quales no quisieron
salir, diciendo, que hacia mucha Agua, i frio, i la Villa estaba mui
lexos, que otro dia, que era Domingo, saldrian, con el aiuda de Dios, à
oìr Misa. A vna hora, despues de Yo salido, la Mar començò à venir mui
brava, i el Norte fue tan recio, que ni los Bateles osaron salir à
Tierra, ni pudieron dàr en ninguna manera con los Navios al travès, por
ser el viento por la Proa; de suerte, que con mui gran trabajo, con dos
tiempos contrarios, i mucha Agua que hacia, estuvieron aquel dia, i el
Domingo, hasta la noche. A esta hora, el Agua, i la Tempestad, començò à
crescer tanto, que no menos Tormenta havia en el Pueblo, que en la Mar,
porque todas las Casas, i Iglesias se caieron, i era necesario que
anduviesemos siete, ò ocho Hombres abraçados vnos con otros, para
podernos amparar, que el viento no nos llevase; i andando entre los
Arboles, no menos temor teniamos de ellos, que de las Casas, porque como
ellos tambien caìan, no nos matasen debaxo. En esta tempestad, i
peligro, anduvimos toda la noche, sin hallar parte, ni lugar, donde
media hora pudiesemos estàr seguros.

Andando en esto, oìmos toda la noche, especialmente desde el medio de
ella, mucho estruendo, i grande ruido de voces, i gran sonido de
Cascaveles, i de Flautas, i Tamborinos, i otros Instrumentos, que
duraron hasta la mañana, que la Tormenta cesò. En estas Partes nunca
otra cosa tan medrosa se viò: Yo hice vna probança de ello, cuio
Testimonio embiè à V. Mag. El Lunes por la mañana baxamos al Puerto, i
no hallamos los Navios: vimos las Boias de ellos en el Agua, adonde
conoscimos ser perdidos, i anduvimos por la Costa, por vèr si
hallariamos alguna cosa de ellos; i como ninguno hallasemos, metimonos
por los Montes, i andando por ellos vn quarto de Legua de Agua, hallamos
la Barquilla de vn Navio puesta sobre vnos Arboles: i diez Leguas de
alli, por la Costa, se hallaron dos Personas de mi Navio, i ciertas
tapas de Caxas, i las Personas tan desfiguradas de los golpes de las
peñas, que no se podian conoscer: hallaronse tambien vna Capa, i vna
Colcha hecha pedaços, i ninguna otra cosa paresciò. Perdieronse en los
Navios sesenta Personas, i veinte Caballos. Los que havian salido à
Tierra, el dia que los Navios alli llegaron, que serian hasta treinta,
quedaron de los que en ambos Navios havia. Asi estuvimos algunos dias,
con mucho trabajo, i necesidad, porque la provision, i mantenimientos,
que el Pueblo tenia, se perdieron, i algunos Ganados: la Tierra quedò
tal, que era gran lastima verla: caìdos los Arboles, quemados los
Montes, todos sin hojas, ni ierva. Asi pasamos, hasta cinco dias del Mes
de Noviembre, que llegò el Governador con sus quatro Navios, que tambien
havian pasado gran Tormenta, i tambien havian escapado, por haverse
metido con tiempo en parte segura. La Gente, que en ellos traìa, i la
que alli hallò, estaban tan atemoriçados de lo pasado, que temian mucho
tornarse à embarcar en Invierno; i rogaron al Governador, que lo pasase
alli; i èl, vista su voluntad, i la de los Vecinos, invernò alli. Diome
à mi cargo de los Navios, i de la Gente, para que me fuese con ellos à
invernar al Puerto de Xagua, que es doce Leguas de alli, donde estuve
hasta veinte dias del Mes de Hebrero.



_CAP. II. Como el Governador veno al Puerto de Xagua, i truxo consigo à
vn Piloto._


En este tiempo llegò alli el Governador con vn Vergantin, que en la
Trinidad comprò, i traìa consigo vn Piloto, que se llamaba Miruelo:
havialo tomado, porque decia, que sabia, i havia estado en el Rio de las
Palmas, i era mui buen Piloto de toda la Costa del Norte. Dexaba tambien
comprado otro Navio en la Costa de la Habana, en el qual quedaba por
Capitan Alvaro de la Cerda, con quarenta Hombres, i doce de Caballo; i
dos dias despues que llegò el Governador, se embarcò, i la Gente que
llevaba eran quatrocientos Hombres, i ochenta Caballos, en quatro
Navios; i vn Vergantin. El Piloto, que de nuevo haviamos tomado, metiò
los Navios por los Baxìos, que dicen de Carnarreo, de manera, que otro
dia dimos en seco, i asi estuvimos quince dias, tocando muchas veces las
Quillas de los Navios en seco: al cabo de los quales, vna Tormenta del
Sur metiò tanta Agua en los Baxìos, que podimos salir, aunque no sin
mucho peligro: Partidos de aqui, i llegados à Guaniguanico, nos tomò
otra Tormenta, que estuvimos à tiempo de perdernos. A Cabo de Corrientes
tuvimos otra, donde estuvimos tres dias. Pasados estos, doblamos el Cabo
de Sant Anton, i anduvimos con tiempo contrario, hasta llegar à doce
Leguas de la Habana; i estando otro dia para entrar en ella, nos tomò vn
tiempo de Sur, que nos apartò de la Tierra, i atravesamos por la Costa
de la Florida, i llegamos à la Tierra, Martes, doce dias del Mes de
Abril, i fuimos costeando la via de la Florida: i Jueves Santo surgimos
en la misma Costa, en la boca de vna Baìa, al cabo de la qual vimos
ciertas Casas, i Habitaciones de Indios.



_CAP. III. Como llegamos à la Florida._


En este mismo dia saliò el Contador Alonso Enriquez, i se puso en vna
Isla, que està en la misma Baìa, i llamò à los Indios, los quales
vinieron, i estuvieron con èl buen pedaço de tiempo, i por via de
rescate le dieron Pescado, i algunos pedaços de carne de Venado. Otro
dia siguiente, que era Viernes Santo, el Governador se desembarcò con la
mas Gente, que en los Bateles que traìa, pudo sacar; i como llegamos à
los Buhìos, ò Casas, que haviamos visto de los Indios, hallamòslas
desamparadas, i solas, porque la Gente se havia ido aquella noche en sus
Canoas. El vno de aquellos Buhìos era mui grande, que cabrian en èl mas
de trecientas Personas: los otros eran mas pequeños, i hallamos alli vna
Sonaja de Oro, entre las Redes. Otro dia el Governador levantò Pendones
por V. Mag. i tomò la posesion de la Tierra en su Real Nombre, presentò
sus Provisiones, i fue obedescido por Governador, còmo V. Mag. lo
mandaba. Asimismo presentamos nosotros las nuestras ante èl, i èl las
obedesciò, como en ellas se contenia. Luego mandò, que toda la otra
Gente desembarcase, i los Caballos que havian quedado, que no eran mas
de quarenta i dos, porque los demàs, con las grandes Tormentas, i mucho
tiempo que havian andado por la Mar, eran muertos: i estos pocos que
quedaron estaban tan flacos, i fatigados, que por el presente poco
provecho podiamos tener de ellos. Otro dia los Indios de aquel Pueblo
vinieron à nosotros, i aunque nos hablaron, como nosotros no teniamos
Lengua, no los entendiamos: mas hacian nos muchas señas, i amenaças, i
nos paresciò, que nos decian, que nos fuesemos de la Tierra; i con esto
nos dexaron, sin que nos hiciesen ningun impedimento, i ellos se fueron.



_CAP. IV. Como entramos Por la Tierra._


Otro dia adelante, el Governador acordò de entrar por la Tierra, por
descubrirla, i vèr lo que en ella havia. Fuimonos con èl, el Comisario,
i el Veedor, i Yo, con quarenta Hombres, i entre ellos seis de Caballo,
de los quales poco nos podiamos aprovechar. Llevamos la via del Norte;
hasta que à hora de Visperas llegamos à vna Baìa mui grande, que nos
paresciò que entraba mucho por la Tierra, quedamos alli aquella noche, i
otro dia nos bolvimos donde los Navios, i Gente estaban. El Governador
mandò, que el Vergantin fuese costeando la via de la Florida, i buscase
el Puerto, que Miruelo el Piloto havia dicho que sabia: mas ià èl lo
havia errado, i no sabia en què parte estabamos, ni adonde era el
Puerto; i fuele mandado al Vergantin, que si no lo hallase, travesase à
la Habana, i buscase el Navio, que Alvaro de la Cerda tenia, i tomados
algunos Bastimentos, nos viniesen à buscar. Partido el Vergantin,
tornamos à entrar en la Tierra los mismos que primero, con alguna Gente
mas, i costeamos la Baìa, que haviamos hallado: i andadas quatro Leguas,
tomamos quatro Indios, i mostramosles Maìz, para vèr si lo conoscian,
porque hasta entonces no haviamos visto señal de èl. Ellos nos dixeron,
que nos llevarian donde lo havia, i asi nos llevaron à su Pueblo, que es
al Cabo de la Baìa, cerca de alli, i en èl nos mostraron vn poco de
Maìz, que aun no estaba para cogerse. Alli hallamos muchas Caxas de
Mercaderes de Castilla, i en cada vna de ellas estaba vn cuerpo de
Hombre muerto, i los cuerpos cubiertos con vnos Cueros de Venados,
pintados. Al Comisario le paresciò, que esto era especie de idolatrìa, i
quemò las Caxas con los cuerpos. Hallamos tambien pedaços de Lienço, i
de Paño, i Penachos, que parescian de la Nueva España: hallamos tambien
muestras de Oro. Por señas preguntamos à los Indios, de adonde havian
havido aquellas cosas? Señalaron nos, que mui lexos de alli havia vna
Provincia, que se decia Apalache, en la qual havia mucho Oro, i hacian
seña de haver mui gran cantidad de todo lo que nosotros estimamos en
algo. Decian, que en Apalache havia mucho, i tomando aquellos Indios por
Guia, partimos de alli: i andadas diez, ò doce Leguas, hallamos otro
Pueblo de quince Casas, donde havia buen pedaço de Maìz sembrado, que ià
estaba para cogerse, i tambien hallamos alguno, que estaba ià seco; i
despues de dos dias, que alli estuvimos, nos bolvimos donde el Contador,
i la Gente, i Navios estaban, i contamos al Contador, i Pilotos lo que
haviamos visto, i las nuevas, que los Indios nos havian dado. Y otro
dia, que fue primero de Maio, el Governador llamò à parte al Comisario,
i al Contador, i al Veedor, i à mi, i à vn Marinero, que se llamaba
Bartolomè Fernandez, i à vn Escrivano, que se decia Geronimo de Alaniz,
i asi juntos, nos dixo, que tenia en voluntad de entrar por la Tierra
adentro, i los Navios se fuesen costeando, hasta que llegasen al Puerto,
i que los Pilotos decian, i creìan, que iendo la via de las Palmas,
estaban mui cerca de alli, i sobre esto nos rogo, le diesemos nuestro
parescer. Yo respondia, que me parescia, que por ninguna manera debia
dexar los Navios, sin que primero quedasen en Puerto seguro, i poblado,
i que mirase, que los Pilotos no andaban ciertos, ni se afirmaban en vna
misma cosa, ni sabian à què parte estaban: i que allende de esto, los
Caballos no estaban para que en ninguna necesidad que se ofreciese, nos
pudiesemos aprovechar de ellos: i que sobre todo esto, ibamos mudos, i
sin Lengua, por donde mal nos podiamos entender con los Indios, ni saber
lo que de la Tierra queriamos, i que entrabamos por Tierra, de que
ninguna relacion teniamos, ni sabiamos de què suerte era, ni lo que en
ella havia, ni de què Gente estaba poblada, ni à què parte de ella
estabamos: i que sobre todo esto, no teniamos Bastimentos para entrar
adonde no sabiamos; porque visto lo que en los Navios havia, no se podia
dàr à cada Hombre de racion, para entrar por la Tierra, mas de vna libra
de Vizcocho, i otra de Tocino; i que mi parescer era, que se debia
embarcar, i ir à buscar Puerto, i Tierra; que fuese mejor para poblar,
pues lo que haviamos visto, en sì era tan despoblada, i tan pobre,
quanto nunca en aquellas Partes se havia hallado. Al Comisario lo
paresciò todo lo contrario; diciendo, que no se havia de embarcar, sino
que iendo siempre àcia la Costa, fuesen en busca del Puerto, pues los
Pilotos decian, que no estaria sino diez, ò quince Leguas de alli, la
via de Panuco; i que no era posible, iendo siempre à la Costa, que no
topasemos con èl, porque decian, que entraba doce Leguas adentro por la
Tierra, i que los primeros que lo hallasen, esperasen alli à los otros,
i que embarcarse era tentar à Dios, pues desque partimos de Castilla
tantos trabajos haviamos pasado, tantas Tormentas, tantas pèrdidas de
Navios, i de Gente haviamos tenido, hasta llegar alli: i que por estas
raçones èl se debia de ir por luengo de Costa, hasta llegar al Puerto: i
que los otros Navios, con la otra Gente, se irian la misma via, hasta
llegar al mismo Puerto. A todos los que alli estaban, paresciò bien que
esto se hiciese asi, salvo al Escrivano, que dixo, que primero que
desamparase los Navios, los debia de dexar en Puerto conoscido, i
seguro, i en parte que fuese poblada: que esto hecho, podria entrar por
la Tierra adentro, i hacer lo que le pareciese. El Governador siguiò su
parescer, i lo que los otros le aconsejaban. Yo, vista su determinacion,
requerile de parte de V. Mag. que no dexase los Navios, sin que quedasen
en Puerto, i seguros, i asi lo pedì por Testimonio al Escrivano, que
alli teniamos. El respondiò, que pues èl se conformaba con el parescer
de los mas de los otros Oficiales, i Comisario, que Yo no era parte para
hacerle estos requerimientos; i pidiò al Escrivano le diese por
Testimonio, como por no haver en aquella Tierra Mantenimientos para
poder poblar, ni Puerto para los Navios, levantaba el Pueblo que alli
havia asentado, i iba con èl en busca del Puerto, i de Tierra, que fuese
mejor; i luego mandò apercibir la Gente, que havia de ir con èl, que se
proveiesen de lo que era menester para la jornada; i despues de esto
proveìdo, en presencia de los que alli estaban, me dixo: Que pues Yo
tanto estorvaba, i temia la entrada por la Tierra; que me quedase, i
tomase cargo de los Navios, i la Gente, que en ellos quedaba, i poblase,
si Yo llegase primero que èl: Yo me escusè de esto; i despues de salidos
de alli aquella misma tarde, diciendo, que no le parescia, que de nadie
se podia fiar aquello, me embiò à decir, que me rogaba, que tomase cargo
de ello; i viendo que importunandome tanto, Yo todavia me escusaba, me
preguntò, què era la causa porque huìa de aceptallo? A lo qual respondí,
que Yo huìa de encargarme de aquello, porque tenia por cierto, i sabia;
que èl no havia de vèr mas los Navios, ni los Navios à èl; i que esto
entendia, viendo que tan sin aparejo se entraban por la Tierra adentro,
i que Yo queria mas aventurarme al peligro, que èl; i los otros se
aventuraban, i pasar por lo que èl, i ellos pasasen, que no encargarme
de los Navios, i dàr ocasion que se dixese, que como havia contradicho
la entrada, me quedaba por temor, i mi honra anduviese en disputa, i que
Yo queria mas aventurar la vida, que poner mi honra en esta condicion.
El, viendo que conmigo no aprovechaba, rogò à otros muchos, que me
hablasen en ello, i me lo rogasen: à los quales respondì lo mismo que à
èl; i asi proveiò por su Teniente, para que quedase en los Navios, à vn
Alcalde, que traìa, que se llamaba Caravallo.



_CAP. V. Como dexò los Navios el Governador._


Sabado, primero de Maio, el mismo dia que esto havia pasado, mandò dàr à
cada vno de los que havian de ir con él, dos libras de Vizcocho, i media
libra de Tocino; i ansi nos partimos para entrar en la Tierra. La suma
de toda la Gente que llevabamos, era trecientos Hombres, en ellos iba el
Comisario Frai Juan Suarez, i otro Fraile, que se decia Frai Juan de
Palos, i tres Clerigos, i los Oficiales. La Gente de Caballo, que con
estos ibamos, eramos quarenta de Caballo; i ansi anduvimos con aquel
Bastimento que llevabamos, quince dias; sin hallar otra cosa que comer,
salvo Palmitos, de la manera de los de Andalucia. En todo este tiempo no
hallamos Indio ninguno, ni vimos Casa, ni Poblado, i al cabo llegamos à
vn Rio, que lo pasamos con mui gran trabajo à nado, i en Balfast
detuvimonos vn dia en pasarlo, que traìa mui gran corriente. Pasados à
la otra parte, salieron à nosotros hasta docientos Indios, poco mas, ò
menos: el Governador saliò à ellos, i despues de haverlos hablado por
señas, ellos nos señalaron de fuerte, que nos ovimos de rebolver con
ellos, i prendimos cinco, ò seis, i estos nos llevaron à sus Casas, que
estaban hasta media legua de alli, en las quales hallamos gran cantidad
de Maìz, que estaba ià para cogerse, i dimos infinitas gracias à Nuestro
Señor, por havernos socorrido en tan gran necesidad; porque ciertamente,
romo eramos nuevos en los trabajos, allende del cansancio que traìamos,
veniamos mui fatigados de hambre, i à tercero dia, que alli llegamos,
nos juntamos el Contador, i Veedor, i Comisario, i Yo, i rogamos al
Governador, que embiase à buscar la Mar, por vèr si hallariamos Puerto,
porque los Indios decian, que la Mar no estaba mui lexos de alli. El nos
respondiò, que no curasemos de hablar en aquello, porque estaba mui
lexos de allí, i como Yo era el que mas le importunaba, dixome, que me
fuese Yo à descubrirla, i que buscase Puerto, i que havia de ir à pie
con quarenta Hombres, i ansi otro dia Yo me partì con el Capitan Alonso
del Castillo, i con quarenta Hombres de su Compañia, i asi anduvimos
hasta hora de medio dia, que llegamos à vnos Placeles de la Mar, que
parescia que entraban mucho por la Tierra: anduvimos por ellos hasta
legua i media, con el agua hasta la mitad de la pierna, pisando por
encima de Hostiones, de los quales rescibimos muchas cuchilladas en los
pies, y nos fueron causa de mucho trabajo; hasta que llegamos en el Rio,
que primero haviamos atravesado, que entraba por aquel mismo Ancon; i
como no lo podimos pasar, por el mal aparejo, que para ello teniamos,
bolvimos al Real, i contamos al Governador lo que haviamos hallado; i
como era menester otra vez pasar por el Rio, por el mismo lugar, que
primero lo haviamos pasado, para que aquel Ancon se descubriese bien, i
viesemos si por alli havia Puerto: i otro dia mandò à vn Capitan, que se
llamaba Valençuela, que con sesenta Hombres, i seis de Caballo, pasase
el Rio, i fuese por èl abaxo hasta llegar à la Mar, i buscar si havia
Puerto; el qual, despues de dos dias, que allà estuvo, bolviò, y dixo,
que èl havia descubierto el Ancon, i que todo era Baìa baxa hasta la
rodilla, i que no se hallaba Puerto; i que havia visto cinco, ò seis
Canoas de Indios, que pasaban de vna parte à otra, i que llevaban
puestos muchos Penachos. Sabido esto, otro dia partimos de alli, iendo
siempre en demanda de aquella Provincia, que los Indios nos havian dicho
Apalache, llevando por Guia los que de ellos haviamos tomado, i asi
anduvimos hasta diez i siete de Junio, que no hallamos Indios, que nos
osasen esperar; i alli saliò à nosotros vn Señor, que le traìa vn Indio
acuestas, cubierto de vn cuero de Venado pintado: traìa consigo mucha
Gente, i delante de èl venian tañendo vnas Flautas de Caña, i asi llegò
do estaba el Governador, i estuvo vna hora con èl, i por señas le dimos
à entender, que ibamos à Apalache, i por las que èl hiço nos paresciò
que era enemigo de los de Apalache; i que nos iria à aiudar contra èl.
Nosotros le dimos Cuentas, i Cascaveles, i otros rescates, i èl diò al
Governador el Cuero que traìa cubierto, i asi se bolviò, i nosotros le
fuimos siguiendo por la via que èl iba. Aquella noche llegamos à vn Rio,
el qual era mui hondo, i mui ancho, i la corriente mui recia, i por no
atrevernos à pasar, con Balsas hecimos vna Canoa para ello, i estuvimos
en pasarlo vn dia: i si los Indios nos quisieran ofender, bien nos
pudieran estorvar el paso, i aun con aiudarnos ellos, tuvimos mucho
trabajo: Uno de Caballo, que se decia Juan Velazquez, natural de
Cuellar, por no esperar entrò en el Rio, i la corriente, como era recia,
lo derribò del Caballo, i se asiò à las riendas, i ahogò à sì, i al
Caballo; i aquellos Indios de aquel Señor, que se llamaba
Dulchanchellin, hallaron el Caballo, i nos dixeron donde hallariamos à
èl por el Rio abaxo; i asi fueron por èl, i su muerte nos diò mucha
pena, porque hasta entonces ninguno nos havia faltado. El Caballo diò de
cenar à muchos aquella noche. Pasados de alli, otro dia llegamos al
Pueblo de aquel Señor, i alli nos embiò Maìz. Aquella noche, donde iban
à tomar Agua, nos flecharon vn Christiano, i quiso Dios que no lo
hirieron: Otro dia nos partimos de alli, sin que Indio ninguno de los
Naturales paresciese, porque todos havian huìdo; mas iendo nuestro
camino, parescieron Indios, los quales venian de Guerra, i aunque
nosotros los llamamos, no quisieron bolver, ni esperar, mas antes se
retiraron, siguiendonos por el mismo camino que llevabamos. El
Governador dexò vna Celada de algunos de Caballo en el camino, que como
pasaron salieron à ellos, i tomaron tres, ò quatro Indios, i estos
llevamos por Guias de alli adelante, los quales nos llevaron por Tierra
mui trabajosa de andar, i maravillosa de vèr, porque en ella ai mui
grandes Montes, i los Arboles à maravilla altos, i son tantos los que
estàn caìdos en el suelo, que nos embaraçaban el camino, de fuerte, que
no podiamos pasar sin rodear mucho, i con mui gran trabajo: de los que
no estaban caìdos, muchos estaban hendidos desde arriba hasta abaxo de
raios, que en aquella Tierra caen, donde siempre ai mui grandes
tormentas, i tempestades. Con este trabajo caminamos hasta vn dia
despues de San Juan, que llegamos à vista de Apalache, sin que los
Indios de la Tierra nos sintiesen: Dimos muchas gracias à Dios por
vernos tan cerca de èl, creiendo que era verdad lo que de aquella Tierra
nos havian dicho, que alli se acabarian los grandes trabajos que
haviamos pasado, asi por el malo, i largo camino para andar, como por la
mucha hambre que haviamos padescido; porque aunque algunas veces
hallabamos Maìz, las mas andabamos siete, i ocho leguas sin toparlo; i
muchos havia entre nosotros, que allende del mucho cansancio, i hambre,
llevaban hechas llagas en las espaldas de llevar las Armas acuestas, sin
otras cosas que se ofrescian. Mas con vernos llegados donde deseabamos,
i donde tanto mantenimiento, i Oro nos havian dicho que havia,
paresciònos, que se nos havia quitado gran parte del trabajo, i
cansancio.



_CAP. VI. Como llegamos à Apalache._


Llegados que fuimos à vista de Apalache, el Governador mandò, que Yo
tomase nueve de Caballo, i cinquenta Peones, i entrase en el Pueblo, i
ansi lo acometimos el Veedor, i Yo; i entrados no hallamos sino Mugeres,
i Muchachos, que los Hombres, à la saçon, no estaban en el Pueblo, mas
de ai à poco, andando nosotros por èl, acudieron, i començaron à pelear,
flechandonos, i mataron el Caballo del Veedor, mas al fin huieron, i nos
dexaron. Alli hallamos mucha cantidad de Maìz, que estaba ià para
cogerse, i mucho seco que tenian encerrado. Hallamosles muchos Cueros de
Venados, i entre ellos algunas Mantas de Hilo pequeñas, i no buenas, con
que las Mugeres cubren algo de sus personas. Tenian muchos Vasos para
moler Maìz. En el Pueblo havia quarenta Casas pequeñas, i edificadas,
baxas, i en lugares abrigados, por temor de las grandes tempestades, que
continuamente en aquella Tierra suele haver. El Edificio es de Paja, i
estàn cercados de mui espeso Monte, i grandes Arboledas, i muchos
Pielagos de Agua, donde ai tantos, i tan grandes Arboles caìdos, que
embaraçan, i son causa, que no se puede por alli andar, sin mucho
trabajo, i peligro.



_CAP. VII. De la manera que es la Tierra._


La Tierra, por la maior parte, desde donde desembarcamos, hasta este
Pueblo, i Tierra de Apalache, es llana; el suelo de arena, i tierra
firme; por toda ella ai mui grandes Arboles, i Montes claros, donde ai
Nogales, i Laureles, i otros, que se llaman Liquidambares, Cedros,
Savinas, i Encinas, i Pinos, i Robles, Palmitos baxos, de la manera de
los de Castilla. Por toda ella ai muchas Lagunas grandes, i pequeñas,
algunas mui trabajosas de pasar, parte por la mucha hondura, parte por
tantos Arboles como por ellas estàn caìdos. El suelo de ellas es arena,
i las que en la Comarca de Apalache hallamos, son mui maiores que las de
hasta alli. Ai en esta Provincia muchos Maìçales, i las Casas estàn tan
esparcidas por el campo, de la manera que estàn las de los Gelves. Los
Animales que en ellas vimos son Venados de tres maneras, Conejos, i
Liebres, Osos, i Leones, i otras Salvaginas; entre los quales vimos vn
animal que trae los hijos en vna bolsa, que en la barriga tiene; i todo
el tiempo que son pequeños, los trae alli, hasta que saben buscar de
comer; i si acaso estàn fuera buscando de comer, i acude Gente, la madre
no huie hasta que los ha recogido en su bolsa. Por alli la Tierra es mui
fria; tiene mui buenos pastos para ganados: ai Aves de muchas maneras:
Ansares en gran cantidad; Patos, Anades, Patos Reales, Dorales, i
Garçotas, i Garças, Perdices: vimos muchos Halcones, Neblìs, Gavilanes,
Esmerejones, i otras muchas Aves. Dos horas despues que llegamos à
Apalache, los Indios, que de alli havian huìdo, vinieron à nosotros de
Paz, pidiendonos à sus Mugeres, i Hijos, i nosotros se los dimos; salvo,
que el Governador detuvo vn Cacique de ellos consigo, que fue causa por
donde ellos fueron escandaliçados; i luego otro dia bolvieron de Guerra:
i con tanto denuedo, i presieça nos acometieron, que llegaron à nos
poner fuego à las Casas en que estabamos; mas como salimos, huieron, i
acogieronse à las Lagunas, que tenian mui cerca; i por esto, i por los
grandes Maìçales, que havia, no les podimos hacer daño, salvo à vno que
matamos. Otro dia siguiente, otros Indios de otro Pueblo, que estaba de
la otra parte, vinieron à nosotros, i acometieronnos de la misma arte
que los primeros: i de la misma manera se escaparon, i tambien murió vno
de ellos. Estuvimos en este Pueblo veinte i cinco dias, en que hecimos
tres entradas por la Tierra, i hallárnosla mui pobre de Gente, i mui
mala de andar, por los malos pasos, i Montes, i Lagunas, que tenia.
Preguntamos al Cacique, que les haviamos detenido, i à los otros Indios,
que traìamos con nosotros, que eran Vecinos, i Enemigos de ellos, por la
manera, i poblacion de la Tierra, i la calidad de la Gente, i por los
Bastimentos, i todas las otras cosas de ella? Respondieron nos cada vno
por sì, que el maior Pueblo de toda aquella Tierra era aquel Apalache, i
que adelante havia menos Gente, i mui mas pobre que ellos, i que la
Tierra era mal poblada, i los Moradores de ella mui repartidos; i que
iendo adelante, havia grandes Lagunas, i espesura de Montes, i grandes
Desiertos, i Despoblados. Preguntamosles luego por la Tierra, que estaba
àcia el Sur, què Pueblos, i Mantenimientos, tenia? Dixeron, que por
aquella via, iendo à la Mar nueve jornadas, havia vn Pueblo, que
llamaban Aute, i los Indios de èl tenian mucho Maìz, i que tenian
Frisoles, i Calabaças, i que por estàr tan cerca de la Mar, alcançaban
Pescados, i que estos eran Amigos suios. Nosotros, vista la pobreça dé
la Tierra, i las malas nuevas, que de la Poblacion, i de todo lo detrás
nos daban, i como los Indios nos hacian continua Guerra, hiriendonos la
Gente, i los Caballos, en los lugares donde ibamos à tomar Agua, i esto
desde las Lagunas, i tan à su salvo, que no los podiamos ofender, porque
metidos en ellas, nos flechaban, i mataron vn Señor de Tescuco, que se
llamaba D. Pedro, que el Comisario llevaba consigo, acordamos de partir
de alli, i ir à buscar la Mar, i aquel Pueblo de Aute, que nos havian
dicho; i asi nos partimos, à cabo de veinte i cinco dias, que alli
havianos llegado. El primero dia pasamos aquellas Lagunas, i palos, sin
vèr Indio ninguno: mas al segundo dia llegamos à vna Laguna de mui mal
paso, porque daba el Agua à los pechos, i havia en ella muchos Arboles
caìdos. Yà que estabamos en medio de ella, nos acometieron muchos
Indios, que estaban abscondidos detràs de los Arboles, porque no los
viesemos; otros estaban sobre los caìdos, i començaron nos à flechar, de
manera, que nos hirieron muchos Hombres, i Caballos, i nos tomaron la
Guia que llevabamos antes, que de la Laguna saliesemos; i despues de
salidos de ella, nos tornaron à seguir, queriendonos estorvar el paso,
de manera, que no nos aprovechaba salirnos à fuera, ni hacernos mas
fuertes, i querer pelear con ellos, que se metian luego en la Laguna, i
desde alli nos herian la Gente, i Caballos. Visto esto, el Governador
mandò à los de Caballo, que se apeasen, i les acometiesen à pie. El
Contador se apeò con ellos, i asi los acometieron, i todos entraron à
bueltas en vna Laguna, i asi les ganamos el paso. En esta rebuelta huvo
algunos de los nuestros heridos, que no les valieron buenas Armas, que
llevaban; i huvo hombres este dia, que juraron que havian visto dos
Robles, cada vno de ellos tan grueso como la pierna, por baxo, pasados
de parte à parte de las Flechas de los Indios; i esto no es tanto de
maravillar, vista la fuerça, i maña con que las echan; porque Yo mismo
vì vna Flecha en vn pie de vn Alamo, que entraba por èl vn geme. Quantos
Indios vimos desde la Florida aqui, todos son Flecheros, i como son tan
crescidos de cuerpo, i andan desnudos, desde lexos parescen Gigantes. Es
Gente à maravilla bien dispuesta, mui enjutos, i de mui grandes fuerças,
i ligereça. Los Arcos que vsan son gruesos como el braço, de once, ò
doce palmos de largo, que flechan à docientos pasos, con tan gran
tiento, que ninguna cosa ierran. Palados que fuimos de este paso, de aì
à vna legua llegamos à otro de la misma manera, salvo que por ser tan
larga, que duraba media legua, era mui peor: este pasamos libremente, i
sin estorvo de Indios, que como havian gastado en el primero toda la
municion, que de Flechas tenian, no quedò con que osarnos acometer. Otro
dia siguiente, pasando otro semejante paso, Yo hallé rastro de Gente,
que iba adelante, i dì aviso de ello al Governador, que venia en la
Retaguarda; i ansi, aunque los Indios salieron à nosotros, como ibamos
apercebidos, no nos pudieron ofender; i salidos à lo llano, fueronnos
todavia siguiendo; bolvimos à ellos por dos partes, i matamosles dos
Indios, i hirieronme à mi, i dos, ò tres Christianos; por acogersenos al
Monte, no les podimos hacer mas mal, ni daño. De esta suerte caminamos
ocho dias, i desde este paso, que he contado, no salieron mas Indios à
nosotros, hasta vna legua adelante, que es Lugar donde he dicho que
ibamos. Alli, iendo nosotros por nuestro camino, salieron Indios, i sin
ser sentidos, dieron en la Retaguarda, i à los gritos que diò vn
Muchacho de vn Hidalgo de los que alli iban, que se llamaba Avellaneda,
el Avellaneda bolvió, i fue à socorrerlos, i los Indios le acertaron con
vna Flecha por el canto de las Coraças, i fue tal la herida, que pasò
casi toda la Flecha por el pescueço, i luego alli muriò, i lo llevamos
hasta Aute. En nueve dias de camino, desde Apalache, hasta alli,
llegamos. Y quando fuimos llegados, hallamos toda la Gente de èl ida, i
las Casas quemadas, i mucho Maìz, i Calabaças, i Frisoles, que ià todo
estaba para empeçarse à coger. Descansamos alli dos dias; i ellos
pasados, el Governador me rogò que fuese à descubrir la Mar, pues los
Indios decian, que estaba tan cerca de alli: ià en este camino la
haviamos descubierto por vn Rio mui grande, que en èl hallamos, à quien
haviamos puesto por nombre el Rio de la Magdalena. Visto esto, otro dia
siguiente Yo me partì à descubrirla, juntamente con el Comisario, i el
Capitan Castillo, i Andrès Dorantes, i otros siete de Caballo, i
cinquenta Peones, i caminamos hasta hora de Visperas, que llegamos à vn
Ancon, ò entrada de la Mar, donde hallamos muchos Hostiones con que la
Gente holgò: i dimos muchas gracias à Dios, por havernos traìdo alli.
Otro dia de mañana embiè veinte Hombres à que conosciesen la Costa, i
mirasen la disposicion de ella: los quales bolvieron otro dia en la
noche, diciendo, que aquellos Ancones, i Baìas eran mui grandes, i
entraban tanto por la Tierra adentro, que estorvaban mucho para
descubrir lo que queriamos, i que la Costa estaba mui lexos de alli.
Sabidas estas nuevas, i vista la mala disposicion, i aparejo, que para
descubrir la Costa por alli havia, Yo me bolvì al Governador: i quando
llegamos, hallamosle enfermo con otros muchos; i la noche pasada los
Indios havian dado en ellos, i puestolos en grandisimo trabajo, por la
raçon de la enfermedad que les havia sobrevenido, tambien les havian
muerto vn Caballo. Yo dì cuenta de lo que havia hecho, i de la mala
disposicion de la Tierra. Aquel dia nos detuvimos alli.



_CAP. VIII. Como partimos de Aute._


Otro Dia siguiente partimos de Aute, i caminamos todo el dia, hasta
llegar donde Yo havia estado. Fue el camino en estremo trabajoso, porque
ni los Caballos bastaban à llevar los enfermos, ni sabiamos què remedio
poner, porque cada dia adolescian, que fue cosa de mui gran lastima, i
dolor vèr la necesidad, i trabajo en que estabamos. Llegados que fuimos,
visto el poco remedio, que para ir adelante havia, porque no havia
donde, ni aunque lo huviera, la Gente pudiera pasar adelante, por estàr
los mas enfermos, i tales, que pocos havia de quien se pudiese haver
algun provecho. Dexo aqui de contar esto mas largo, porque cada vno
puede pensar lo que se pasaria en Tierra tan estraña, i tan mala, i tan
sin ningun remedio de ninguna cosa, ni para estar, ni para salir de
ella: mas como el mas cierto remedio sea Dios Nuestro Señor, i de este
nunca desconfiamos, suscediò otra cosa, que agravaba mas que todo esto,
que entre la Gente de Caballo se començò la maior parte de ellos à ir
secretamente, pensando hallar ellos por sì remedio, i desamparar al
Governador, i à los enfermos, los quales estaban sin algunas fuerças, i
poder. Mas como entre ellos havia muchos Hijosdalgo, i Hombres de buena
suerte, no quisieron que esto pasase, fin dàr parte al Governador, i à
los Oficiales de V. Mag. i como les afeamos su proposito, i les pusimos
delante el tiempo en que desamparaban à su Capitan, i los que estaban
enfermos, i sin poder, i apartarse sobre todo del servicio de V. Mag.
acordaron de quedar, i que lo que fuese de vno, fuese de todos, sin que
ninguno desamparase à otro. Visto esto por el Governador, los llamò à
todos, i à cada vno por sì, pidiendo parescer de tan mala Tierra, para
poder salir de ella, i buscar algun remedio, pues alli no lo havia,
estando la tercia parte de la Gente con gran enfermedad, i cresciendo
esto cada hora, que teniamos por cierto todos lo estariamos asi, de
donde no se podia seguir sino la muerte, que por ser en tal parte se nos
hacia mas grave; i vistos estos, i otros muchos inconvenientes, i
tentados muchos remedios, acordamos en vno (harto dificil) de poner en
obra, que era hacer Navios, en que nos fuesemos. A todos parescia
imposible, porque nosotros no los sabiamos hacer, ni havia Herramientas,
ni Hierro, ni Fragua, ni Estopa, ni Pez, ni Xarcias, finalmente, ni cosa
ninguna de tantas como son menester, ni quien supiese nada para dàr
industria en ello: i sobre todo no haver que comer, entretanto que se
hiciesen, i los que havian de trabajar del arte que haviamos dicho; i
considerando todo esto, acordamos de pensar en ello mas de espacio, i
cesò la platica aquel dia, i cada vno se fue, encomendandolo à Dios
Nuestro Señor, que lo encaminase por donde èl fuese mas servido. Otro
dia quiso Dios, que vno de la Compañia vino diciendo, que èl haria vnos
Cañones de palo, i con vnos Cueros de Venado se harian vnos Fuelles: i
como estabamos en tiempo, que qualquiera cosa que tuviese alguna
sobrehaz de remedio, nos parescia bien, diximos, que se pusiese por
obra: i acordamos de hacer de los Estrivos, i Espuelas, i Ballestas, i
de las otras cosas de Hierro, que havia, los Clavos, i Sierras, i
Hachas, i otras Herramientas, de que tanta necesidad havia para ello; i
dimos por remedio, que para haver algun mantenimiento, en el tiempo que
esto se hiciese, se hiciesen quatro entradas en Aute, con todos los
Caballos, i Gente, que pudiesen ir, i que à tercero dia se matase vn
Caballo, el qual se repartiese entre los que trabajaban en la Obra de
las Barcas, i los que estaban enfermos: las entradas se hicieron con la
Gente, i Caballos que fue posible, i en ellas se traxeron hasta
quatrocientas hanegas de Maìz, aunque no sin contiendas, i pendencias
con los Indios. Hecimos coger muchos Palmitos, para aprovecharnos de la
lana, i cobertura de ellos, torciendola, i aderesçandola, para vsar en
lugar de Estopa para las Barcas, las quales se començaron à hacer con vn
solo Carpintero, que en la Compañia havia; i tanta diligencia pusimos,
que començandolas à quatro dias de Agosto, à veinte dias de el Mes de
Septiembre eran acabadas cinco Barcas, de à veinte i dos codos cada vna,
calafeteadas con las Estopas de los Palmitos, i breamoslas con cierta
Pez de Alquitràn, que hiço vn Griego, llamado Don Teodoro, de vnos
Pinos: i de la misma ropa de los Palmitos, i de las colas, i crines de
los Caballos, hecimos cuerdas, i Xarcias: i de las nuestras Camisas,
Velas; i de las Sabinas, que alli havia, hecimos los Remos, que nos
paresciò que era menester; i tal era la Tierra en que nuestros pecados
nos havian puesto, que con mui gran trabajo podiamos hallar piedras para
Lastre, i Ancles de las Barcas, ni en toda ella haviamos visto ninguna.
Desollamos tambien las piernas de los Caballos enteras, i curtimos los
Cueros de ellas, para hacer Botas, en que llevasemos Agua. En este
tiempo algunos andaban cogiendo Marisco por los rincones, i entradas de
la Mar, en que los Indios, en dos veces que dieron en ellos, nos mataron
diez Hombres, à vista del Real, sin que los pudiesemos socorrer, los
quales hallamos, de parte à parte, pasados con Flechas, que aunque
algunos tenian buenas Armas, no bastaron à resistir, para que esto no se
hiciese, por flechar con tanta destreça, i fuerça (como arriba he dicho)
i à dicho, i juramento de nuestros Pilotos, desde la Baìa, que pusimos
Nombre de la Cruz, hasta aqui, anduvimos docientas i ochenta Leguas,
poco mas, ò menos: en toda esta Tierra no vimos Sierra, ni tuvimos
noticia de ella en ninguna manera: i antes que nos embarcasemos, sin los
que los Indios nos mataron, se murieron mas de quarenta Hombres de
enfermedad, i hambre. A veinte i dos dias de el Mes de Septiembre se
acabaron de comer los Caballos, que solo vno quedò; i este dia nos
embarcamos por esta orden. Que en la Barca del Governador iban quarenta
i nueve Hombres. En otra, que diò al Contador, i Comisario, iban otros
tantos. La tercera diò al Capitan Alonso del Castillo, i Andrès
Dorantes, con quarenta i ocho Hombres; i otra diò à dos Capitanes, que
se llamaban Tellez, i Peñalosa, con quarenta i siete Hombres. La otra
diò al Veedor, i à mi con quarenta i nueve Hombres; i despues de
embarcados los Bastimentos, i Ropa, no quedò à las Barcas mas de vn geme
de bordo fuera del Agua: i allende de esto, ibamos tan apretados, que no
nos podiamos menear; i tanto puede la necesidad, que nos hiço aventurar
à ir de esta manera, i meternos en vna Mar tan trabajosa, i sin tener
noticia de la Arte del marcar ninguno de los que alli iban.



_CAP. IX. Como partimos de Baìa de Caballos._


Aquella Baìa de donde partimos, ha por nombre la Baìa de Caballos, i
anduvimos siete dias por aquellos Ancones, entrados en el Agua hasta la
cinta, sin señal de vèr ninguna cosa de Costa; i al cabo de ellos
llegamos à una Isla, que estaba cerca de la Tierra. Mi Barca iba
delante, i de ella vimos venir cinco Canoas de Indios, los quales las
desampararon, i nos las dexaron en las manos, viendo que ibamos à ellas:
las otras Barcas pasaron adelante, i dieron en vnas Casas de la misma
Isla, donde hallamos muchas Liças, i huevos de ellas, que estaban secas,
que fue mui gran remedio para la necesidad que llevabamos. Despues de
tomadas, pasamos adelante, i dos Leguas de alli pasamos vn Estrecho, que
la Isla con la Tierra hacia, al qual llamamos de Sant Miguèl, por haver
salido en su Dia por èl; i salidos, llegamos à la Costa, donde con las
cinco Canoas, que Yo havia tomado à los Indios, remediamos algo de las
Barcas, haciendo falcas de ellas, i añadiendolas, de manera que subieron
dos palmos de bordo sobre el Agua; i con esto tornamos à caminar por
luengo de Costa, la via del Rio de Palmas, cresciendo cada dia la sed, i
la hambre, porque los Bastimentos eran mui pocos, i iban mui al cabo, i
el Agua se nos acabò, porque las Botas, que hecimos de las piernas de
los Caballos, luego fueron podridas, i sin ningun provecho: algunas
veces entramos por Ancones, i Baìas, que entraban mucho por la Tierra
adentro, todas las hallamos baxas, i peligrosas: i ansi anduvimos por
ellas treinta dias, donde algunas veces hallabamos Indios Pescadores,
Gente pobre, i miserable. Al cabo ià de estos treinta dias, que la
necesidad del Agua era en estremo, iendo cerca de Costa, vna noche
sentimos venir vna Canoa, i como la vimos, esperamos que llegase, i ella
no quiso hacer cara: i aunque la llamamos, no quiso bolver, ni
aguardarnos, i por ser de noche, no la seguimos, i fuimonos nuestra via;
quando amanesciò, vimos vna Isla pequeña, i fuimos à ella, por vèr si
hallariamos Agua, mas nuestro trabajo fue en valde, porque no la havia.
Estando alli surtos, nos tomò vna Tormenta mui grande, porque nos
detuvimos seis dias, sin que osasemos salir à la Mar: i como havia cinco
dias, que no bebiamos, la sed fue tanta, que nos puso en necesidad de
beber Agua salada; i algunos se desatentaron tanto en ello, que
supitameete se nos murieron cinco Hombres. Cuento esto asi brevemente,
porque no creo que ai necesidad de particularmente contar las miserias,
i trabajos en que nos vimos; pues considerando el lugar donde estabamos,
i la poca esperança de remedio, que teniamos, cada vno puede pensar
mucho de lo que alli pasaria; i como vimos que la sed crescia, i el Agua
nos mataba, aunque la Tormenta no era cesada, acordamos de encomendarnos
à Dios Nuestro Señor, i aventurarnos antes al peligro de la Mar, que
esperar la certinidad de la muerte, que la sed nos daba; i asi salimos
la via, donde haviamos visto la Canoa, la noche que por alli veniamos; i
en este dia nos vimos muchas veces anegados, i tan perdidos, que ninguno
huvo, que no tuviese por cierta la muerte. Plugò à Nuestro Señor, que en
las maiores necesidades suele mostrar su favor, que à puesta del Sol
bolvimos vna Punta, que la Tierra hace, adonde hallamos mucha bonança, i
abrigo. Salieron à nosotros muchas Canoas, i los Indios, que en ellas
venian, nos hablaron, i sin querernos aguardar, se bolvieron. Era Gente
grande, i bien dispuesta, i no traìan Flechas, ni Arcos. Nosotros les
fuimos siguiendo hasta sus Casas, que estaban cerca de alli à la Lengua
del Agua, i saltamos en Tierra: i delante de las Casas hallamos muchos
Cantaros de Agua, i mucha cantidad de Pescado guisado, i el Señor de
aquellas Tierras ofresciò todo aquello al Governador, i tomandolo
consigo, lo llevò à su Casa. Las Casas de estos eran de Esteras, que à
lo que paresciò eran estantes; i despues que entramos en Casa del
Cacique, nos diò mucho Pescado, i nosotros le dimos del Maìz, que
traìamos, i lo comieron en nuestra presencia, i nos pidieron mas, i se
lo dimos, i el Governador le diò muchos Rescates; el qual, estando con
el Cacique en su Casa, à media hora de la noche, supitamente los Indios
dieron en nosotros, i en los que estaban mui malos, echados en la Costa,
i acometieron tambien la Casa del Cacique, donde el Governador estaba, i
lo hirieron de vna piedra en el rostro. Los que alli se hallaron,
prendieron al Cacique: mas como los Suios estaban tan cerca, soltòseles,
i dexòles en las manos vna Manta de Martas Cebelinas, que son las
mejores, que creo Yo que en el Mundo se podrian hallar, i tienen vn
olor, que no paresce sino de Ambar, i Almizcle, i alcança tan lexos, que
de mucha cantidad se siente: otras vimos alli, mas ningunas eran tales
como estas. Los que alli se hallaron, viendo al Governador herido, lo
metimos en la Barca, i hecimos que con èl se recogiese toda la mas Gente
à sus Barcas, i quedamos hasta cinquenta en Tierra, para contra los
Indios, que nos acometieron tres veces aquella noche, i con tanto
impetu, que cada vez nos hacian retraer mas de vn tiro de piedra:
ninguno huvo de nosotros, que no quedase herido, i Yo lo fui en la cara;
i si como se hallaron pocas Flechas, estuvieran mas proveìdos de ellas,
sin dubda nos hicieran mucho daño. La vltima vez se pusieron en celada
los Capitanes Dorantes, i Peñalosa, i Tellez, con quince Hombres, i
dieron en ellos por las espaldas, i de tal manera les hicieron huir, que
nos dexaron. Otro dia de mañana Yo les rompì mas de treinta Canoas, que
nos aprovecharon para vn Norte que hacia, que por todo el dia huvimos de
estàr alli con mucho frio, sin osar entrar en la Mar, por la mucha
Tormenta que en ella havia. Esto pasado, nos tornamos à embarcar, i
navegamos tres dias: i como haviamos tomado poca Agua, i los Vasos que
teniamos para llevar asimismo eran mui pocos, tornamos à caer en la
primera necesidad; i siguiendo nuestra via, entramos por vn Estero, i
estando en èl, vimos venir vna Canoa de Indios: como los llamamos,
vinieron à nosotros; i el Governador, à cuia Barca havian llegado,
pidiòles Agua, i ellos la ofrescieron, con que les diesen en que la
traxesen; i vn Christiano Griego, llamado Doroteo Teodoro (de quien
arriba se hiço mencion) dixo, que queria ir con ellos: el Governador, i
otros se lo procuraron estorvar mucho, i nunca lo pudieron, sino que en
todo caso queria ir con ellos: asi se fue, i llevò consigo vn Negro, i
los Indios dexaron en rehenes dos de su Compañia; i à la noche los
Indios bolvieron, i traxeronnos nuestros Vasos sin Agua, i no traxeron
los Christianos, que havian llevado: i los que havian dexado por
rehenes, como los otros los hablaron, quisieronse echar al Agua. Mas los
que en la Barca estaban los detuvieron, i ansi se fueron huiendo los
Indios de la Canoa, i nos dexaron mui confusos, i tristes, por haver
perdido aquellos dos Christianos.



_CAP. X. De la Refriega, que nos dieron los Indios._


Venida la mañana, vinieron à nosotros muchas Canoas de Indios,
pidiendonos los dos Compañeros, que en la Barca havian quedado por
rehenes. El Governador dixo, que se los daria, con que traxesen los dos
Christianos, que havian llevado. Con esta Gente venian cinco, ò seis
Señores, i nos paresciò ser la Gente mas bien dispuesta, i de mas
autoridad, i concierto, que hasta alli haviamos visto, aunque no tan
grandes como los otros, de quien havemos contado. Traìan los cabellos
sueltos, i mui largos, i cubiertos con Mantas de Martas, de la suerte de
las que atràs haviamos tomado, i algunas de ellas hechas por mui estraña
manera, porque en ellas havia vnos laços de labores de vnas Pieles
leonadas, que parescian mui bien. Rogabannos, que nos fuesemos con
ellos, i que nos darian los Christianos, i Agua, i otras muchas cosas: i
contino acudian sobre nosotros muchas Canoas, procurando de tomar la
boca de aquella entrada: i asi por esto, como porque la Tierra era mui
peligrosa para estàr en ella, nos salimos à la Mar, donde estuvimos
hasta medio dia con ellos. Y como no nos quisiesen dàr los Christianos,
i por este respeto nosotros no les diesemos los Indios, començaronnos à
tirar piedras con Hondas, i Varas, con muestras de flecharnos, aunque en
todos ellos no vimos sino tres, o quatro Arcos.

Estando en esta contienda, el viento refrescò, i ellos se bolvieron, i
nos dexaron: i asi navegamos aquel dia, hasta hora de Visperas, que mi
Barca, que iba delante, descubriò vna Punta, que la Tierra hacia, i del
otro cabo se via vn Rio mui grande: i en vna Isleta que hacia la Punta,
hice Yo surgir, por esperar las otras Barcas. El Governador no quiso
llegar, antes se metiò por vna Baìa mui cerca de alli, en que havia
muchas Isletas, i alli nos juntamos, i desde la Mar tomamos Agua dulce,
porque el Rio entraba en la Mar de avenida: i por tostar algun Maìz de
lo que traìamos, porque ià havia dos dias que lo comiamos crudo,
saltamos en aquella Isla, mas como no hallamos Leña, acordamos de ir al
Rio, que estaba detràs de la Punta, vna Legua de alli: i iendo, era
tanta la corriente, que no nos dexaba en ninguna manera llegar, antes
nos apartaba de la Tierra; i nosotros, trabajando, i porfiando por
tomarla. El Norte, que venia de la Tierra, començò à crescer tanto, que
nos metiò en la Mar, sin que nosotros pudiesemos hacer otra cosa: i à
media Legua que fuimos metidos en ella, sondamos, i hallamos, que con
treinta braças no podimos tomar hondo, i no podiamos entender, si la
corriente era causa que no lo pudiesemos tomar; i asi navegamos dos
dias, todavia trabajando por tomar Tierra: i al cabo de ellos, vn poco
antes que el Sol saliese, vimos muchos humeros por la Costa: i
trabajando por llegar allà, nos hallamos en tres braças de Agua, i por
ser de noche, no osamos tomar Tierra; porque como haviamos visto tantos
humeros, creìamos que se nos podria recrescer algun peligro, sin
nosotros poder vèr, por la mucha obscuridad, lo que haviamos de hacer: i
por esto determinamos de esperar à la mañana, i como amanesciò, cada
Barca se hallò por sì perdida de las otras: Yo me hallè en treinta
braças; i siguiendo mi viage, à hora de Visperas vì dos Barcas, i como
fui à ellas, vì que la primera à que lleguè, era la del Governador, el
qual me pregunto, què me parescia que debiamos hacer? Yo le dixe, que
debia recobrar aquella Barca, que iba delante, i que en ninguna manera
la dexase, i que juntas todas tres Barcas, siguiesemos nuestro camino,
donde Dios nos quisiese llevar. El me respondiò, que aquello no se podia
hacer, porque la Barca iba mui metida en la Mar, i èl queria tomar la
Tierra, i que si la queria Yo seguir, que hiciese que los de mi Barca
tomasen los Remos, i trabajasen, porque con fuerça de braços se havia de
tomar la Tierra: i esto le aconsejaba vn Capitan, que consigo llevaba,
que se llamaba Pantoja, diciendole, que si aquel dia no tomaba la
Tierra, que en otros seis no la tomaria, i en este tiempo era necesario
morir de hambre. Yo vista su voluntad, tomè mi Remo, i lo mismo hicieron
todos los que en mi Barca estaban para ello, i bogamos hasta casi puesto
el Sol: mas como el Governador llevaba la mas sana, i recia Gente, que
entre toda havia, en ninguna manera lo podimos seguir, ni tener con
ella. Yo, como vì esto, pedile, que para poderle seguir, me diese vn
cabo de su Barca: i èl me respondiò, que no harian ellos poco, si solos
aquella noche pudiesen llegar à Tierra. Yo le dixe, que pues via la poca
posibilidad, que en nosotros havia para poder seguirle, i hacer lo que
havia mandado, que me dixese, què era lo que mandaba que Yo hiciese? El
me respondiò, que ià no era tiempo de mandar vnos à otros, que cada vno
hiciese lo que mejor le pareciese que era para salvar la vida, que èl
ansi lo entendia de hacer; i diciendo esto, se alargò con su Barca: i
como no le pude seguir, arribè sobre la otra Barca, que iba metida en la
Mar, la qual me esperò; i llegado à ella hallè, que era la que llevaban
los Capitanes Peñalosa, i Tellez: i ansi navegamos quatro dias en
compañia, comiendo por tasa cada dia medio puño de Maìz crudo. A cabo de
estos quatro dias nos tomò vna Tormenta, que hiço perder la otra Barca:
i por gran misericordia, que Dios tuvo de nosotros, no nos hundimos del
todo, segun el tiempo hacia; i con ser Invierno, i el frio mui grande, i
tantos dias, que padesciamos hambre, con los golpes, que de la Mar
haviamos rescibido, otro dia la Gente començò mucho à desmaiar: de tal
manera, que quando el Sol se puso, todos los que en mi Barca venian
estaban caìdos en ella, vnos sobre otros, tan cerca de la muerte, que
pocos havia que tuviesen sentido, i entre todos ellos, à esta hora, no
havia cinco Hombres en pie; i quando vino la noche, no quedamos sino el
Maestre, i Yo, que pudiesemos marear la Barca; i à dos horas de la
noche, el Maestre me dixo, que Yo tuviese cargo de ella, porque èl
estaba tal, que creìa aquella noche morir: i asi Yo tomè el leme, i
pasada media noche, Yo lleguè, por vèr si era muerto el Maestre: i èl me
respondiò, que èl antes estaba mejor, i que èl governaria hasta el dia.
Yo cierto aquella hora, de mui mejor voluntad tomara la muerte, que no
vèr tanta Gente delante de mi de tal manera. Y despues que el Maestre
tomò cargo de la Barca, Yo reposè vn poco mui sin reposo; ni havia cosa
mas lexos de mi entonces, que el sueño. Y acerca del Alva, pareciòme que
oìa el tumbo de la Mar, porque como la Costa era baxa, sonaba mucho, i
con este sobresalto, llamè al Maestre, el qual me respondiò, que creìa
que eramos cerca de Tierra, i tentamos, i hallamonos en siete braças, i
paresciòle, que nos debiamos tener à la Mar, hasta que amanesciese; Y
asi Yo tomè vn Remo, i boguè de la vanda de la Tierra, que nos hallamos
vna Legua de ella, i dimos la popa à la Mar; i cerca de Tierra nos tomò
vna ola; que echò la Barca fuera del Agua vn juego de herradura: i con
el gran golpe que diò, casi toda la Gente que en ella estaba como
muerta, tornò en sì, i como se vieron cerca de la Tierra, se començaron
à descolgar, i con manos, i pies andando: i como salieron à Tierra à
vnos barrancos, hecimos lumbre, i tostamos del Maìz que traìamos, i
hallamos Agua de la que havia llovido, i con el calor del fuego la Gente
tornò en sì, i començaron algo à esforçarse. El dia que aqui llegamos
era sexto del Mes de Noviembre.



_CAP. XI. De lo que acaesciò à Lope de Oviedo con vnos Indios._


Desque la Gente huvo comido, mandè à Lope de Oviedo, que tenia mas
fuerça, i estaba mas recio que todos, se llegase à vnos Arboles, que
cerca de alli estaban, i subido en vno de ellos, descubriese la Tierra
en que estabamos, i procurase de haver alguna noticia de ella. El lo
hiço asi, i entendiò que estabamos en Isla, i viò que la Tierra estaba
cabada, à la manera que suele estàr Tierra donde anda Ganado, i
paresciòle por esto, que debia ser Tierra de Christianos, i ansi nos lo
dixo. Yo le mandè, que la tornase à mirar mui mas particularmente, i
viese si en ella havia algunos Caminos, que fuesen seguidos, i esto sin
alargarse mucho, por el peligro que podia haver. El fue, i topando con
vna vereda, se fue por ella adelante, hasta espacio de media Legua, i
hallò vnas Choças de unos Indios, que estaban solas, porque los Indios
eran idos al Campo, i tomò vna Olla de ellos, i vn Perrillo pequeño, i
vnas pocas de Liças, i asi se bolviò à nosotros; i paresciendonos que se
tardaba, embiè otros dos Christianos, para que le buscasen, i viesen què
le havia suscedido, i ellos le toparon cerca de alli, i vieron, que tres
Indios, con Arcos, i Flechas, venian tras de èl, llamandole, i èl
asimismo llamaba à ellos por señas: i asi llegò donde estabamos, i los
Indios se quedaron vn poco atràs, asentados en la misma Ribera; i dende
à media hora acudieron otros cien Indios Flecheros, que agora ellos
fuesen grandes, ò no, nuestro miedo les hacia parescer Gigantes, i
pararon cerca de nosotros, donde los tres primeros estaban. Entre
nosotros escusado era pensar que havria quien se defendiese, porque
dificilmente se hallaron seis, que del suelo se pudiesen levantar. El
Veedor, i Yo salimos à ellos; i llamamosles, i ellos se llegaron à
nosotros: i lo mejor que podimos, procuramos de asegurarlos, i
asegurarnos, i dimosles Cuentas, i Cascaveles, i cada vno de ellos me
diò vna Flecha, que es señal de amistad: i por señas nos dixeron, que à
la mañana bolverian, i nos traerian de comer, porque entonces no lo
tenian.



_CAP. XII. Como los Indios nos truxeron de comer._


Otro dia, saliendo el Sol, que era la hora que los Indios nos havian
dicho, vinieron à nosotros, como lo havian prometido, i nos traxeron
mucho Pescado, i de vnas Raìces, que ellos comen, i son como Nueces,
algunas maiores, ò menores, la maior parte de ellas se sacan debaxo del
Agua, i con mucho trabajo. A la tarde bolvieron, i nos traxeron mas
Pescado, i de las mismas Raìces, i hicieron venir sus Mugeres, i Hijos,
para que nos viesen; i ansi se bolvieron ricos de Cascaveles, i Cuentas,
que les dimos, i otros dias nos tornaron à visitar, con lo mismo que
estotras veces. Como nosotros viamos, que estabamos proveìdos de
Pescado, i de Raìces, i de Agua, i de las otras cosas que pedimos,
acordamos de tornarnos à embarcar, i seguir nuestro camino, i
desenterramos la Barca de la Arena, en que estaba metida, i fue
menester, que nos desnudasemos todos, i pasasemos gran trabajo para
echarla al Agua, porque nosotros estabamos tales, que otras cosas mui
mas livianas bastaban para ponernos en èl; i asi embarcados, à dos tiros
de Ballesta dentro en la Mar, nos diò tal golpe de Agua, que nos mojò à
todos: i como ibamos desnudos, i el frio que hacia era mui grande,
soltamos los Remos de las manos: i à otro golpe que la Mar nos diò,
trastornò la Barca: el Veedor, i otros dos se asieron de ella para
escaparse, mas suscediò mui al revès, que la Barca los tomò debaxo, i se
ahogaron. Como la Costa es mui braba, el Mar de vn tumbo echò à todos
los otros embueltos en las olas, i medio ahogados en la Costa de la
misma Isla, sin que faltasen mas de los tres, que la Barca havia tomado
debaxo. Los que quedamos escapados, desnudos como nascimos, i perdido
todo lo que traìamos: i aunque todo valia poco, para entonces valia
mucho. Y como entonces era por Noviembre, i el frio mui grande, i
nosotros tales, que con poca dificultad nos podian contar los huesos,
estabamos hechos propria figura de la Muerte. De mì sè decir, que desde
el mes de Maio pasado, Yo no havia comido otra cosa sino Maìz tostado, i
algunas veces me vì en necesidad de comerlo crudo; porque aunque se
mataron los Caballos, entretanto que las Barcas se hacian, Yo nunca pude
comer de ellos, i no fueron diez veces las que comì pescado. Esto digo,
por escusar raçones, porque pueda cada vno vèr, què tales estariamos. Y
sobre todo lo dicho, havia sobrevenido viento Norte, de suerte, que mas
estabamos cerca de la muerte, que de la vida: plugo à Nuestro Señor, que
buscando los tiçones del fuego, que alli haviamos hecho, hallamos lumbre
con que hicimos grandes fuegos: i ansi estuvimos pidiendo à Nuestro
Señor misericordia, i perdon de nuestros pecados, derramando muchas
lagrimas, haviendo cada vno lastima, no solo de sì, mas de todos los
otros, que en el mismo estado vian. Y à hora de puesto el Sol, los
Indios, creiendo que no nos haviamos ido, nos bolvieron à buscar, i à
traernos de comer: mas quando ellos nos vieron ansi en tan diferente
habito del primero, i en manera tan estraña, espantaronse tanto, que se
bolvieron atràs. Yo salì à ellos, i llamèlos, i vinieron mui espantados,
hicelos entender por señas, como se nos havia hundido vna Barca, i se
havian ahogado tres de nosotros: i alli en su presencia, ellos mismos,
vieron dos muertos, i los que quedabamos, ibamos aquel camino. Los
Indios de vèr el desastre que nos havia venido, y el desastre en que
estabamos, con tanta desventura, i miseria se sentaron entre nosotros: i
con el gran dolor, i lastima que ovieron de vernos en tanta fortuna,
començaron todos à llorar recio, i tan de verdad, que lexos de alli se
podia oìr, i esto les durò mas de media hora: i cierto, vèr que estos
Hombres, tan sin raçon, i tan crudos, à manera de Brutos, se dolian
tanto de nosotros, hiço que en mì, i en otros de la compañia cresciese
mas la pasion, i la consideracion de nuestra desdicha. Sosegado ià este
llanto, Yo preguntè à los Christianos, i dixe, que si à ellos parescia,
rogaria à aquellos Indios, que nos llevasen à sus Casas: i algunos de
ellos, que havian estado en la Nueva-España, respondieron, que no se
debia hablar en ello, porque si à sus Casas nos llevaban, nos
sacrificarian à sus Idolos: mas visto que otro remedio no havia, i que
por qualquier otro camino estaba mas cerca, i mas cierta la muerte, no
curè de lo que decian, antes roguè à los Indios, que nos llevasen à sus
Casas, i ellos mostraron que havian gran placer de ello, i que
esperasemos vn poco, que ellos harian lo que queriamos; i luego treinta
de ellos se cargaron de leña, i se fueron à sus Casas, que estaban lexos
de alli, i quedamos con los otros hasta cerca de la noche, que nos
tomaron; i llevandonos asidos, i con mucha priesa, fuimos à sus Casas, i
por el gran frio que hacia; i temiendo que en el camino alguno no
muriese, ò desmaiase, proveieron, que oviese quatro, ò cinco fuegos mui
grandes, puestos à trechos, i en cada vno de ellos nos escalentaban: i
desque vian que haviamos tomado alguna fuerça, i calor, nos llevaban
hasta el otro, tan apriesa, que casi los pies no nos dexaban poner en el
suelo: i de esta manera fuimos hasta sus Casas, donde hallamos que
tenian hecha vna Casa para nosotros, i muchos fuegos en ella: i desde à
vn hora que haviamos llegado, començaron à bailar, i hacer grande fiesta
(que durò toda la noche) aunque para nosotros no havia placer, siesta,
ni sueño, esperando quando nos havian de sacrificar, i la mañana nos
tornaron á dàr Pescado, i Raìces, i hacer tan buen tratamiento, que nos
aseguramos algo, i perdimos algo el miedo del sacrificio.



_CAP. XIII. Como supimos de otros Christianos._


Este mismo dia Yo vi à vn Indio de aquellos vn Rescate, i conoscì que no
era de los que nosotros les haviamos dado: i preguntando donde le havian
havido, ellos por señas me respondieron, que se lo havian dado otros
Hombres como nosotros, que estaban atràs. Yo viendo esto, embiè dos
Christianos, i dos Indios, que les mostrasen aquella Gente, i mui cerca
de alli toparon con ellos, que tambien venian à buscarnos, porque los
Indios que allà quedaban, los havian dicha de nosotros, i estos eran los
Capitanes Andrès Dorantes, y Alonso del Castillo, con toda la Gente de
su Barca. Y llegados à nosotros, se espantaron mucho de vernos de la
manera que estabamos, i rescibieron mui gran pena por no tener que
darnos, que ninguna otra cosa traìan, sino la que tenian vestida. Y
estuvieron alli con nosotros, i nos contaron, como à cinco de aquel
mismo Mes, su Barca havia dado al travès legua, i media de alli, i ellos
havian escapado, sin perderse ninguna cosa: i todos juntos acordamos de
adobar su Barca, i irnos en ella los que tuviesen fuerça, i disposicion
para ello; los otros quedarse alli hasta que convaleciesen, para irse,
como pudiesen, por luengo de Costa, i que esperasen alli, hasta que Dios
los llevase con nosotros à Tierra de Christianos; i como lo pensamos,
asi nos pusimos en ello; i antes que echasemos la Barca al Agua, Tavera,
vn Caballero de nuestra Compañia, muriò; i la Barca que nosotros
pensabamos llevar, hiço su fin, i no se pudo sostener à si misma, que
luego fue hundida; i como quedamos del arte que he dicho, i los mas
desnudos, i el tiempo tan recio para caminar, i pasar Rios, i Ancones à
nado, ni tener bastimento alguno, ni manera para llevarlo, determinamos
de hacer lo que la necesidad pedia, que era invernar alli; i acordamos
tambien, que quatro Hombres, que mas recios estaban, fuesen à Panuco,
creiendo que estabamos cerca de alli; i que si Dios Nuestro Señor fuese
servido de llevarnos allà, diesen aviso de como quedabamos en aquella
Isla, i de nuestra necesidad, i trabajo. Estos eran mui grandes
nadadores, i al vno llamaban Alvaro Fernandez, Portuguès, Carpintero, i
Marinero: el segundo se llamaba Mendez; i al tercero Figueroa, que era
natural de Toledo: el quarto, Astudillo, natural de Çafra, llevaban
consigo vn Indio, que era de la Isla.



_CAP. XIV. Como se partieron los quatro Christianos._


Partidos estos quatro Christianos, dende à pocos dias suscediò tal
tiempo de frios, i tempestades, que los Indios no podian arrancar las
Raìces: i de los Cañales en que pescaban ià no havia provecho ninguno; i
como las Casas eran tan desabrigadas, començòse à morir la Gente; i
cinco Christianos, que estaban en rancho en la Costa, llegaron à tal
estremo, que se comieron los vnos à los otros, hasta que quedò vno solo,
que por ser solo no huvo quien lo comiese. Los nombres de ellos son
estos: Sierra, Diego Lopez, Corral, Palacios, Gonçalo Ruiz. De este caso
se alteraron tanto los Indios, i hovo entre ellos tan gran escandalo,
que sin duda, si al principio ellos lo vieran, los matàran, i todos nos
vieramos en grande trabajo. Finalmente, en mui poco tiempo, de ochenta
Hombres, que de ambas partes alli llegamos, quedaron vivos solos quince:
i despues de muertos estos; diò à los Indios de la Tierra vna enfermedad
de estomago, de que muriò la mitad de la Gente de ellos: i creieron, que
nosotros eramos los que los matabamos; i teniendolo por mui cierto,
concertaron entre sì de matar à los que haviamos quedado. Yà que lo
venian à poner en efecto, vn Indio, que à mi me tenia, les dixo, que no
creiesen, que nosotros eramos los que los matabamos, porque si nosotros
tal poder tuvieramos, escusàramos que no murieran tantos de nosotros,
como ellos vian que havian muerto, sin que les pudieramos poner remedio,
i que ià no quedabamos sino mui pocos, i que ninguno hacia daño, ni
perjuicio, que lo mejor era, que nos dexasen. Y quiso Nuestro Señor, que
los otros siguieron este consejo, i pareicer, i ansi se estorvò su
proposito. A esta Isla pusimos por nombre, Isla de Malhado. La Gente que
alli hallamos son grandes, i bien dispuestos: no tienen otras Armas sino
Flechas, i Arcos, en que son por estremo diestros. Tienen los Hombres la
vna Teta horadada de vna parte à otra, i algunos ai que las tienen
ambas; i por el agujero que hacen, traen vna Caña atravesada, tan larga,
como dos palmos i medio, i tan gruesa, como dos dedos: traen tambien
horadado el Labio de abaxo, i puesto en èl vn pedaço de la Caña, delgada
como medio dedo. Las Mugeres son para mucho trabajo. La habitacion que
en esta Isla hacen, es desde Octubre, hasta en fin de Hebrero. El su
mantenimiento es las Raìces que he dicho, sacadas debaxo el Agua por
Noviembre, i Diciembre. Tienen Cañales, i no tienen mas Peces de para
este tiempo: de aì adelante comen las Raìces. En fin de Hebrero vàn à
otras partes à buscar con que mantenerse, porque entonces las Raìces
comiençan à nascer, i no son buenas. Es la Gente del Mundo, que mas aman
à sus Hijos, i mejor tratamiento les hacen: i quando acaesce que à
alguno se le muere el Hijo, lloranle los Padres, i los Parientes, i todo
el Pueblo, i el llanto dura vn Año cumplido, que cada dia por la mañana,
antes que amanezca, comiençan primero à llorar los Padres, i tras esto
todo el Pueblo: i esto mismo hacen al medio dia, i quando amanesce: i
pasado un Año que los han llorado, hacenle las Honras del muerto, i
lavanse, i limpianse del tizne que traen. A todos los Defuntos lloran de
esta manera, salvo à los viejos, de quien no hacen caso, porque dicen,
que ià han pasado su tiempo, i de ellos ningun provecho ai, antes ocupan
la Tierra, i quitan el mantenimiento à los niños. Tienen por costumbre
de enterrar los Muertos, sino son los que entre ellos son Fisicos, que à
estos quemanlos; i mientras el fuego arde, todos estàn bailando, i
haciendo mui gran fiesta, i hacen polvos los huesos: i pasado vn Año,
quando se hacen sus Honras, todos se jasan en ellas, i à los Parientes
dàn aquellos polvos à beber de los huesos en Agua. Cada vna tiene vna
Muger conoscida. Los Fisicos son los Hombres mas libertados; pueden
tener dos, i tres, i entre estas ai mui gran amistad, i conformidad.
Quando viene que alguno casa su Hija, el que la toma por Muger, dende el
dia que con ella se casa, todo lo que matare caçando, ò pescando, todo
lo trae la Muger à la casa de su Padre, sin osar tomar, ni comer alguna
cosa de ello, i de casa de el Suegro le llevan à èl de comer: i en todo
este tiempo el Suegro, ni la Suegra no entran en su casa, ni èl ha de
entrar en casa de los Suegros, ni Cuñados: i si acaso se toparen por
alguna parte, se desvian vn tiro de Ballesta el vno del otro; i
entretanto que asi vàn apartandose, llevan la cabeça baxa, i los ojos en
tierra puestos; porque tienen por cosa mala verse, ni hablarse. Las
Mugeres tienen libertad para comunicar, i conversar con los Suegros, i
Parientes; i esta costumbre se tiene desde la Isla, hasta mas de
cinquenta leguas por la Tierra adentro.

Otra costumbre ai, i es, que quando algun Hijo, ò Hermano muere, en la
casa donde muriere, tres meses no buscan de comer, antes se dexan morir
de hambre, i los Parientes, i los Vecinos les proveen de lo que han de
comer. Y como en el tiempo que aqui estuvimos muriò tanta Gente de
ellos, en las mas Casas havia mui gran hambre, por guardar tambien su
costumbre, i cerimonia; i los que lo buscaban, por mucho que trabajaban,
por ser el tiempo tan recio, no podian hacer sino mui poco; i por esta
causa los Indios que à mi me tenian, se salieron de la Isla, i en vnas
Canoas se pasaron à Tierra-firme à vnas Baìas, adonde tenian muchos
Hostiones, i tres meses del Año no comen otra cosa, i beben mui mala
Agua. Tienen gran falta de Leña, i de Mosquitos mui grande abundancia.
Sus Casas son edificadas de Esteras, sobre muchas Cascaras de Hostiones,
i sobre ellos duermen encueros, i no los tienen sino es acaso; i asi
estuvimos hasta en fin de Abril, que fuimos à la Costa de la Mar, à do
comimos Moras de Çarças todo el Mes, en el qual no cesan de hacer sus
Areitos, i fiestas.



_CAP. XV. De lo que nos acaesciò en Isla la de Malhado._


En aquella Isla, que he contado, nos quisieron hacer Fisicos, sin
examinarnos, ni pedirnos los Titulos, porque ellos curan las
enfermedades soplando al enfermo, i con aquel soplo, i las manos, echan
de èl la enfermedad, i mandaron nos que hiciesemos lo mismo, i
sirviesemos en algo: nosotros nos reìamos de ello, diciendo, que era
burla, i que no sabiamos curar, i por esto nos quitaban la comida, hasta
que hiciesemos lo que nos decian. Y viendo nuestra porfia, vn Indio me
dixo à mì, que Yo no sabia lo que decia en decir, que no aprovecharia
nada aquello que èl sabia, ca las Piedras, i otras cosas que se crian
por los Campos, tienen virtud; i que èl con vna Piedra caliente,
traiendola por el estomago, sanaba, i quitaba el dolor, i que nosotros
que eramos hombres, cierto era que teniamos maior virtud, i poder. En
fin, nos vimos en tanta necesidad, que lo hovimos de hacer, sin temer
que nadie nos llevase por ello la pena. La manera que ellos tienen en
curarse es esta: que en viendose enfermos, llaman vn Medico, i despues
de curado, no solo le dàn todo lo que poseen, mas entre sus parientes
buscan cosas para darle. Lo que el Medico hace, es dalle vnas fajas
adonde tiene el dolor, i chupanles al derredor de ellas. Dàn cauterios
de fuego, que es cosa entre ellos tenida por mui provechosa, i Yo lo he
experimentado, i me suscediò bien de ello; i despues de esto, soplan
aquel lugar que les duele, i con esto creen ellos, que se les quita el
mal. La manera con que nosotros curamos, era santiguandolos, i
soplarlos, i reçar vn _Pater noster_, i vn _Ave Maria_, i rogar lo mejor
que podiamos à Dios Nuestro Señor, que les diese salud, i espirase en
ellos, que nos hiciesen algun buen tratamiento. Quiso Dios Nuestro
Señor, i su misericordia, que todos quellos por quien suplicamos, luego
que los santiguamos, decian à los otros, que estaban sanos, i buenos; i
por este respecto nos hacian buen tratamiento, i dexaban ellos de comer
por darnoslo à nosotros, i nos daban Cueros, i otras cosillas. Fue tan
estremada la hambre que alli se pasò, que muchas veces estuve tres dias
sin comer ninguna cosa, i ellos tambien lo estaban, i paresciame ser
cosa imposible durar la vida, aunque en otras maiores hambres, i
necesidades me vi despues, como adelante dirè. Los Indios que tenian à
Alonso del Castillo, i Andrès Dorantes, i à los demàs que havian quedado
vivos, como eran de otra Lengua, i de otra Parentela, se pasaron à otra
parte de la Tierra-firme à comer Hostiones, i alli estuvieron hasta el
primero dia del Mes de Abril, i luego bolvieron à la Isla, que estaba de
alli hasta dos leguas, por lo mas ancho del Agua, i la Isla tiene media
legua de travès, i cinco en largo.

Toda la Gente de esta Tierra anda desnuda, solas las Mugeres traen de
sus cuerpos algo cubierto con vna Lana que en los Arboles se cria. Las
Moças se cubren con vnos Cueros de Venados. Es Gente mui partida de lo
que tienen vnos con otros. No ai entre ellos Señor. Todos los que son de
vn Linage andan juntos. Habitan en ella dos maneras de Lenguas, à los
vnos llaman de Capoques, i à los otros de Han: tienen por costumbre,
quando se conoscen, i de tiempo à tiempo se vèn, primero que se hablen,
estàr media hora llorando; i acabado esto, aquel que es visitado, se
levanta primero, i dà al otro todo quanto posee, i el otro lo rescibe: i
de aì à vn poco se và con ello, i aun algunas veces, despues de
rescebido, se vàn sin que hablen palabra. Otras estrañas costumbres
tienen, mas Yo he contado las mas principales, i mas señaladas por pasar
adelante, i contar lo que mas nos suscedio.



_CAP. XVI. Como se partieron los Christianos de la Isla de Malhado._


Despues que Dorantes, i Castillo bolvieron à la Isla, recogieron consigo
todos los Christianos, que estaban algo esparcidos, i hallaronse por
todos catorce. Yo, como he dicho, estaba en la otra parte en
Tierra-firme, donde mis Indios me havian llevado, i donde me havia dado
tan gran enfermedad, que ià que alguna otra cosa me diera esperança de
vida, aquella bastaba para del todo quitarmela. Y como los Christianos
esto supieron, dieron à vn Indio la Manta de Martas, que del Cacique
haviamos tomado, como arriba diximos, porque los pasase donde Yo estaba
para verme; i asi, vinieron doce, porque los dos quedaron tan flacos,
que no se atrevieron à traerlos consigo: los nombres de los que entonces
vinieron, son: Alonso del Castillo, Andrès Dorantes, i Diego Dorantes,
Valdivieso, Estrada, Tostado, Chaves, Gutierrez, Asturiano Clerigo,
Diego de Huelva, Estevanico el Negro, Benitez: i como fueron venidos à
Tierra-firme, hallaron otro, que era de los nuestros, que se llamaba
Francisco de Leon; i todos trece por luengo de Costa. Y luego que fueron
pasados los Indios, que me tenian, me avisaron de ello, i como quedaban
en la Isla Hieronimo de Alaniz, i Lope de Oviedo. Mi enfermedad estorvò
que no les pude seguir, ni los vì. Yo huve de quedar con estos mismos
Indios de la Isla mas de vn Año, i por el mucho trabajo que me daban, i
mal tratamiento que me hacian, determinè de huir de ellos, i irme à los
que moran en los Montes, i Tierra-firme, que se llaman los de Charruco,
porque Yo no podia sufrir la vida, que con estos otros tenia; porque
entre otros trabajos muchos, havia de sacar las Raìces para comer debaxo
del Agua, i entre las Cañas, donde estaban metidas en la Tierra; i de
esto traìa Yo los dedos tan gastados, que vna Paja que me tocase, me
hacia sangre de ellos, i las Cañas me rompian por muchas partes, porque
muchas de ellas estaban quebradas, i havia de entrar por medio de ellas,
con la Ropa que he dicho que traìa. Y por esto Yo puse en obra de
pasarme à los otros, i con ellos me suscediò algo mejor: i porque Yo me
hice Mercader, procurè de vsar el Oficio lo mejor que supe; i por esto
ellos me daban de comer, i me hacian buen tratamiento, i rogabanme, que
me fuese de vnas partes à otras, por cosas que ellos havian menester;
porque por raçon de la Guerra, que contino traen, la Tierra no se anda,
ni se contrata tanto. E ià con mis Tratos, i Mercaderias entraba la
Tierra adentro todo lo que queria, i por luengo de Costa me alargaba
quarenta, ò cinquenta leguas. Lo principal de mi trato, era pedaços de
Caracoles de la Mar, i Coraçones de ellos, i Conchas, con que ellos
cortan vna fruta, que es como Frisoles, con que se curan, i hacen sus
Bailes, i Fiestas; i esta es la cosa de maior prescio que entre ellos
ai, i Cuentas de la Mar, i otras cosas. Asi esto era lo que io llevaba
la Tierra adentro; i en cambio, i trueco de ello traìa Cueros, i Almagra
con que ellos se vntan, i tiñen las Caras, i Cabellos; Pedernales para
puntas de Flechas, Engrudo, i Cañas duras para hacerlas, i vnas Borlas,
que se hacen de Pelos de Venados, que las tiñen, i paran coloradas: i
este Oficio me estaba à mi bien, porque andando en èl tenia libertad
para ir donde queria, i no era obligado à cosa alguna, i no era Esclavo,
i donde quiera que iba me hacian buen tratamiento, i me daban de comer
por respeto de mis Mercaderias; i lo mas principal, porque andando en
ello, Yo buscaba por donde me havia de ir adelante, i entre ellos era
mui conoscido: holgaban mucho quando me vian, i les traìa lo que havian
menester; i los que no me conoscian, me procuraban, i deseaban vèr por
mi fama. Los trabajos que en esto pasè, serìa largo contarlos, asi de
peligros, i hambres, como de tempestades, i frios, que muchos de ellos
me tomaron en el Campo. i solo, donde por gran misericordia de Dios
Nuestro Señor escapè; i por esta causa Yo no trataba el Oficio en
Invierno, por ser tiempo, que ellos mismos en sus Choças, i Ranchos
metidos, no podian valerse, ni ampararse. Fueron casi seis Años el
tiempo que Yo estuve en esta Tierra solo entre ellos, i desnudo, como
todos andaban. La raçon por què tanto me detuve, fue por llevar conmigo
vn Christiano, que estaba en la Isla, llamado Lope de Oviedo. El otro
Compañero de Alaniz, que con èl havia quedado, quando Alonso del
Castillo, i Andrès Dorantes, con todos los otros, se fueron, muriò
luego; i por sacarlo de alli, Yo pasaba à la Isla cada Año, i le rogaba,
que nos fuesemos à la mejor maña que pudiesemos en busca de Christianos,
i cada Año me detenia, diciendo, que el otro siguiente nos iriamos. En
fin, al cabo lo saquè, i le pasè el Ancon, i quatro Rios, que ai por la
Costa, porque èl no sabia nadar, i ansi fuimos con algunos Indios
adelante, hasta que llegamos à vn Ancon, que tiene vna legua de travès,
i es por todas partes hondo: i por lo que de èl nos paresciò, i vimos,
es, el que llaman del Espiritu Santo, i de la otra parte dèl vimos vnos
Indios, que vinieron à vèr los nuestros, i nos dixeron, como mas
adelante havia tres Hombres como nosotros, i nos dixeron los nombres de
ellos; i preguntandoles por los demàs, nos respondieron, que todos eran
muertos de frio, i de hambre: i que aquellos Indios de adelante, ellos
mismos por su pasatiempo havian muerto à Diego Dorantes, i à Valdivieso,
i à Diego de Huelva, porque se havian pasado de vna casa à otra; i, que
los otros Indios sus vecinos, con quien agora estaba el Capitan
Dorantes, por raçon de vn sueño que havian soñado, havian muerto à
Esquivèl, i à Mendez. Preguntamosles, què tales estaban los vivos?
dixeron nos, que mui maltratados, porque los Mochachos, i otros Indios,
que entre ellos son mui holgaçanes, i de mal trato, les daban muchas
coces, i bofetones, i palos, i que esta era la vida que con ellos
tenian. Quesimonos informar de la Tierra adelante, i de los
mantenimientos que en ella havia, respondieron, que era mui pobre de
Gente, i que en ella no havia que comer, i que morian de frio, porque no
tenian Cueros, ni con que cubrirse. Dixeron nos tambien, si queriamos
vèr aquellos tres Christianos, que de aì à dos dias los Indios que los
tenian venian à comer Nueces vna legua de alli à la Vera de aquel Rio: i
porque viesemos, que lo que nos havian dicho del mal tratamiento de los
otros era verdad, estando con ellos dieron al Compañero mio de
bofetones, i palos, i Yo no quedè sin mi parte, i de muchos pellaços de
lodo que nos tiraban, i nos ponian cada dia las Flechas al coraçon,
diciendo, que nos querian matar como à los otros nuestros Compañeros. Y
temiendo esto Lope de Oviedo, mi Compañero, dixo, que queria bolverse
con vnas Mugeres de aquellos Indios, con quien haviamos pasado el Ancon,
que quedaban algo atràs. Yo porfiè mucho con èl que no lo hiciese, i
pasè muchas cosas, i por ninguna via lo pude detener; i asi se bolviò, i
Yo quedè solo con aquellos Indios, los quales se llamaban Quevenes, i
los otros con quien èl se fue, llaman Deaguanes.



_CAP. XVII. Como vinieron los Indios i truxeron à Andrès Dorantes, i à
Castillo, i à Estevanico._


Desde à dos dias que Lope de Oviedo se havia ido, los Indios que tenian
à Alonso del Castillo, i Andrès Dorantes, vinieron al mesmo Lugar, que
nos havian dicho, à comer de aquellas Nueces, de que se mantienen,
moliendo vnos granillos con ellas, dos Meses del Año, sin comer otra
cosa, i aun esto no lo tienen todos los Años, porque acuden vno, i otro
no: son del tamaño de las de Galicia, i los Arboles son mui grandes, i
ai gran numero de ellos. Vn Indio me avisò como los Christianos eran
llegados, i que si Yo queria verlos, me hurtase, i huiese à vn Canto de
vn Monte, que èl me senalò; porque èl, i otros Parientes suios havian de
venir à vèr aquellos Indios, i que me llevarian consigo adonde los
Christianos estaban. Yo me confiè de ellos, i determinè de hacerlo,
porque tenian otra Lengua distinta de la de mis Indios: i puesto por
obra, otro dia fueron, i me hallaron en el lugar que estaba señalado: i
asi me llevaron consigo. Yà que lleguè cerca de donde tenian su
Aposento, Andrès Dorantes saliò à vèr quien era, porque los Indios le
havian tambien dicho como venia vn Christiano; i quando me viò, fue mui
espantado, porque havia muchos dias que me tenian por muerto, i los
Indios asi lo havian dicho. Dimos muchas gracias à Dios de vernos
juntos: i este dia fue vno de los de maior placer, que en nuestros dias
havemos tenido: i llegado donde Castillo estaba, me preguntaron, què
donde iba? Yo le dixe, que mi proposito era de pasar à Tierra de
Christianos, i que en este rastro, i busca iba. Andrès Dorantes
respondiò, que muchos dias havia que èl rogaba à Castillo, i à
Estevanico, que se fuesen adelante, i que no lo osaban hacer, porque no
sabian nadar, i que temian mucho los Rios, i Ancones por donde havian de
pasar, que en aquella Tierra ai muchos. Y pues Dios Nuestro Señor havia
sido servido de guardarme entre tantos trabajos, i enfermedades, i al
cabo traerme en su compañia, que ellos determinaban de huir, que Yo los
pasaria de los Rios, i Ancones que topasemos; i avisaronme, que en
ninguna manera diese à entender à los Indios, ni conosciesen de mì, que
Yo queria pasar adelante, porque luego me matarian; i que para esto era
menester que Yo me detuviese con ellos seis Meses, que era tiempo en que
aquellos Indios iban à otra Tierra à comer Tunas. Esta es vna Fruta, que
es del tamaño de Huevos, i son bermejas, i negras, i de mui buen gusto.
Comenlas tres Meses del Año, en los quales no comen otra cosa alguna;
porque al tiempo que ellos las cogian, venian à ellos otros Indios de
adelante, que traìan Arcos para contratar, i cambiar con ellos: i que
quando aquellos se bolviesen, nos huìriamos de los nuestros, i nos
bolveriamos con ellos. Con este concierto Yo quedè alli, i me dieron por
Esclavo à vn Indio, con quien Dorantes estaba; el qual era tuerto, i su
Muger, i vn Hijo que tenia, i otro que estaba en su compañia; de manera,
que todos eran tuertos. Estos se llaman Marianes: i Castillo estaba con
otros sus vecinos, llamados Iguases. Y estando aqui ellos me contaron,
que despues que salieron de la Isla de Malhado, en la Costa de la Mar
hallaron la Barca en que iba el Contador, i los Frailes al travès; i que
iendo pasando aquellos Rios, que son quatro mui grandes, i de muchas
corrientes, les llevò las Barcas en que pasaban à la Mar, donde se
ahogaron quatro de ellos, i que asi fueron adelante hasta que pasaron el
Ancon, i lo pasaron con mucho trabajo: i à quince leguas adelante
hallaron otro: i que quando alli llegaron, ià se les havian muerto dos
Compañeros, en sesenta leguas que havian andado, i que todos los que
quedaban estaban para lo mismo, i que en todo el camino no havian comido
sino Cangrejos, i Yerva Pedrera: i llegados à este vltimo Ancon, decian,
que hallaron en èl Indios, que estaban comiendo Moras; i como vieron à
los Christianos, se fueron de alli à otro cabo: i que estando
procurando, i buscando manera para pasar el Ancon, pasaron à ellos vn
Indio, i vn Christiano, i que llegado, conoscieron que era Figueroa, vno
de los quatro que haviamos embiado adelante en la Isla de Malhado, i
alli les contò, como èl, i sus Compañeros havian llegado hasta aquel
Lugar, donde se havian muerto dos de ellos, i vn Indio, todos tres de
frio, i de hambre, porque havian venido, i estado en el mas recio tiempo
del mundo, i que à èl, i á Mendez havian tomado los Indios, i que
estando con ellos, Mendez havia huìdo, iendo la via lo mejor que pudo de
Panuco, i que los Indios havian ido tras èl; i que lo havian muerto: i
que estando èl con estos Indios, supo de ellos, como con los Mariames
estaba vn Christiano, que havia pasado de la otra parte, i lo havia
hallado con los que llamaban Quevenes: i que este Christiano era
Hernando de Esquivèl, natural de Badajoz, el qual venia en compañia del
Comisario, i que èl supo de Esquivèl el fin en que havian parado el
Governador, i Contador, i los demàs, i le dixo, que el Contador, i los
Frailes havian echado al travès su Barca entre los Rios; i viniendose
por luengo de Costa, llegò la Barca del Governador con su Gente en
tierra, i èl se fue con su Barca, hasta que llegaron à aquel Ancon
grande, i que alli tornò à tomar la Gente, i la pasò del otro cabo, i
bolviò por el Contador, i los Frailes, i todos los otros; i contò, como
estando desembarcados, el Governador havia revocado el Poder que el
Contador tenia de Lugar-Teniente suio; i diò el cargo à vn Capitan, que
traìa consigo, que se decia Pantoja, i que el Governador se quedò en su
Barca, i no quiso aquella noche salir à tierra, i quedaron con èl vn
Maestre, i vn Page, que estaba malo, i en la Barca no tenian Agua, ni
cosa ninguna que comer; i que à media noche el Norte vino tan recio, que
sacò la Barca à la Mar, sin que ninguno la viese, porque no tenia por
reson sino vna Piedra, i que nunca mas supieron dèl; i que visto esto,
la Gente que en tierra quedaron, se fueron por luengo de Costa, i que
como hallaron tanto estorvo de Agua, hicieron Balsas con mucho trabajo,
en que pasaron de la otra parte; i que iendo adelante llegaron à vna
punta de vn Monte, orilla del Agua, i que hallaron Indios, que como los
vieron venir, metieron sus Casas en sus canoas, i se pasaron de la otra
parte à la Costa; i los Christianos viendo el tiempo que era, porque era
por el Mes de Noviembre, pararon en este Monte porque hallaron Agua, i
Leña, i algunos Cangrejos, i Mariscos, donde de frio, i de hambre se
començaron poco à poco à morir. Allende de esto, Pantoja, que por
Teniente havia quedado, les hacia mal tratamiento, i no lo pudiendo
sufrir Soto-Maior, Hermano de Vasco Porcallo, el de la Isla de Cuba, que
en el Armada havia venido por Maestre de Campo, se rebolviò con èl, i le
diò vn palo, de que Pantoja quedò muerto, i asi se fueron acabando; i
los que morian, los otros los hacian tasajos, i el vltimo que muriò fue
Soto-Maior i Esquivèl, lo hiço tasajos, i comiendo dèl, se mantuvo hasta
primero de Março, que vn Indio de los que alli havian huìdo, vino à vèr
si eran muertos, i llevò à Esquivèl consigo; i estando en poder de este
Indio, el Figueroa lo hablò, i supo de èl todo lo que havemos contado; i
le rogò que se viniese con èl, para irse ambos la via del Panuco; lo
qual Esquivèl no quiso hacer, diciendo, que èl havia sabido de los
Frailes, que Panuco havia quedado atràs, i asi se quedò alli, i Figueroa
se fue à la Costa adonde solia estàr.



_CAP. XVIII. De la Relacion que diò de Esquivèl._


Esta cuenta toda diò Figueroa por la relacion que de Esquivèl havia
sabido, i asi de mano en mano llegò à mi, por donde se puede vèr, i
saber el fin que toda aquella Armada hovo, i los particulares casos, que
à cada vno de los demàs acontescieron. Y dixo mas, que si los
Christianos algun tiempo andaban por alli, podria ser que viesen à
Esquivèl, porque sabia que se havia huìdo de aquel Indio con quien
estaba, à otros que se decian los Mareames, que eran alli vecinos. Y
como acabo de decir, èl, i el Asturiano se quisieran ir à otros Indios,
que adelante estaban: mas como los Indios que lo tenian lo sintieron,
salieron à ellos, i dieronles muchos palos, i desnudaron al Asturiano, i
pasaronle vn braço con vna Flecha; i en fin se escaparon huiendo, i los
Christianos se quedaron con aquellos Indios, i acabaron con ellos, que
los tomasen por Esclavos, aunque estando sirviendoles fueron tan mal
tratados de ellos, como nunca Esclavos, ni Hombres de ninguna suerte lo
fueron; porque de seis que eran, no contentos con darles muchas
bofetadas, i apalearlos, i pelarles las barbas por su pasatiempo, por
solo pasar de vna casa, ò otra, mataron tres, que son los que arriba
dixe: Diego Dorantes, i Valdivieso, i Diego de Huelva, i los otros tres
que quedaban, esperaban parar en esto mismo: i por no sufrir esta vida,
Andrès Dorantes se huyò, i se pasò à los Mareames, que eran aquellos
adonde Esquivèl havia parado, i ellos le contaron como havian tenido
alli à Esquivèl, i como estando alli se quiso huir, porque vna Muger
havia soñado, que le havia de matar vn Hijo, i los Indios fueron tras
èl, i lo mataron, i mostraron à Andrès Dorantes su Espada, i sus
Cuentas, i Libro, i otras cosas que tenia. Esto hacen estos por vna
costumbre que tienen, i es, que matan sus mismos Hijos por sueños, i à
las Hijas en nasciendo las dexan comer à Perros, i las echan por aì. La
razon porque ellos lo hacen es, segun ellos dicen, porque todos los de
la Tierra son sus enemigos, i con ellos tienen continua guerra: i que si
acaso casasen sus Hijas, multiplicarian tanto sus enemigos, que los
sujetarian, i tomarian por Esclavos: i por esta causa querian mas
matallas, que no que de ellas mismas nasciese quien fuese su enemigo.
Nosotros les diximos, que por què no las casaban con ellos mismos? Y
tambien entre ellos dixeron, que era fea cosa casarlas con sus
Parientes, i que era mui mejor matarlas, que darlas à sus Parientes, ni
à sus enemigos: i esta costumbre vsan estos, i otros sus vecinos, que se
llaman los Iguaces solamente, sin que ningunos otros de la Tierra la
guarden. Y quando estos se han de casar, compran las Mugeres à sus
Enemigos, i el precio que cada vno dà por la suia, es vn Arco, el mejor
que puede haver, con dos Flechas; i si acaso no tiene Arco, vna Red,
hasta vna braça en ancho, i otra en largo: matan sus Hijos, i mercan los
agenos: no dura el casamiento mas de quanto estàn contentos, i con vna
Higa deshacen el casamiento. Dorantes estuvo con estos, i desde à pocos
dias se huiò. Castillo, i Estevanico se vinieron dentro à la
Tierra-firme à los Yeguaces. Toda esta Gente son Flecheros, i bien
dispuestos, aunque no tan grandes como los que atràs dexamos; i traen la
Teta, i el Labio horadados. Su mantenimiento principalmente es Raìces de
dos, ò tres maneras, i buscanlas por toda la Tierra: son mui malas, i
hinchan los Hombres que las comen. Tardan dos dias en asarse, i muchas
de ellas son mui amargas, i con todo esto se sacan con mucho trabajo. Es
tanta la hambre, que aquellas Gentes tienen, que no se pueden pasar sin
ellas, i andan dos, ò tres Leguas buscandolas. Algunas veces matan
algunos Venados, i à tiempos toman algun Pescado: mas esto es tan poco,
i su hambre tan grande, que comen Arañas, i huevos de Hormigas, i
Gusanos, i Lagartijas, i Salamanquesas, i Culebras, i Vivoras, que matan
los Hombres, que muerden, i comen Tierra, i Madera, i todo lo que pueden
haver, i estiercol de Venados, i otras cosas, que dexo de contar; i creo
averiguadamente, que si en aquella Tierra huviese piedras, las comerian.
Guardan las espinas del Pescado, que comen, i de las Culebras, i otras
cosas, para molerlo despues todo, i comer el polvo de ello. Entre estos
no se cargan los Hombres, ni llevan cosa de peso, mas llevanlo las
Mugeres, i los Viejos, que es la Gente que ellos en menos tienen. No
tienen tanto amor à sus Hijos, como los que arriba diximos. Ai algunos
entre ellos, que vsan pecado contra natura. Las Mugeres son mui
trabajadas, i para mucho: porque de veinte i quatro horas que ai entre
dia, i noche, no tienen sino seis horas de descanso: i todo lo mas de la
noche pasan en atiçar sus Hornos, para secar aquellas Raìces, que comen;
i desque amanesce comiençan à cabar, i à traer Leña, i Agua à sus Casas,
i dàr orden en las otras cosas, de que tienen necesidad. Los mas de
estos son grandes Ladrones, porque aunque entre sì son bien partidos, en
bolviendo vno la cabeça, su Hijo mismo, ò su Padre, le toma lo que
puede. Mienten mui mucho, i son grandes borrachos, i para esto beben
ellos vna cierta cosa. Estan tan vsados à correr, que sin descansar, ni
cansar, corren desde la mañana hasta la noche, i siguen vn Venado; i de
esta manera matan muchos de ellos, porque los siguen, hasta que los
cansan; i algunas veces los toman vivos. Las Casas de ellos son de
Esteras, puestas sobre quatro Arcos, llevanlas acuestas, i mudanse cada
dos, ò tres dias, para buscar de comer: ninguna cosa siembran, que se
puedan aprovechar: es Gente mui alegre: por mucha hambre que tengan, por
eso no dexan de bailar, ni de hacer sus Fiestas, i Areytos. Para ellos
el mejor tiempo que estos tienen, es quando comen las Tunas, porque
entonces no tienen hambre, i todo el tiempo se les pasa en bailar, i
comen de ellas de noche, i de dia: todo el tiempo que les duran,
exprimenlas, i abrenlas, i ponenlas à secar; i despues de secas,
ponenlas en vnas Seras, como Higos, i guardanlas para comer por el
camino, quando se buelven, i las cascaras de ellas muelenlas, i hacenlas
polvo. Muchas veces, estando con estos, nos acontesciò tres, ò quatro
dias estàr sin comer, porque no lo havia: ellos, por alegrarnos, nos
decian, que no estuviesemos tristes, que presto havria Tunas, i
comeriamos muchas, i beberiamos del çumo de ellas, i terniamos las
barrigas mui grandes, i estariamos mui contentos, i alegres, i sin
hambre alguna: i desde el tiempo que esto nos decian, hasta que las
Tunas se huviesen de comer, havia cinco, ò seis Meses: i en fin, huvimos
de esperar aquestos seis Meses; i quando fue tiempo, fuimos à comer las
Tunas: hallamos por la Tierra mui gran cantidad de Mosquitos, de tres
maneras, que son mui malos, i enojosos, i todo lo mas del Verano nos
daban mucha fatiga: i para defendernos de ellos, haciamos al derredor de
la Gente muchos fuegos de Leña podrida, i mojada, para que no ardiesen,
i hiciesen humo; i esta defension nos daba otro trabajo, porque en toda
la noche no haciamos sino llorar, del humo que en los ojos nos daba, i
sobre eso gran calor, que nos causaban los muchos fuegos, i saliamos à
dormir à la Costa; i si alguna vez podiamos dormir, recordabannos à
palos, para que tornasemos à encender los fuegos. Los de la Tierra
adentro, para esto vsan otro remedio, tan incomportable, i mas que este
que he dicho; i es, andar con tiçones en las manos, quemando los Campos,
i Montes, que topan, para que los Mosquitos huian, i tambien para sacar
debaxo de Tierra Lagartijas, i otras semejantes cosas, para comerlas: i
tambien suelen matar Venados, cercandolos con muchos fuegos, i vsan
tambien esto, por quitar à los Animales el pasto, que la necesidad les
haga ir à buscarlo adonde ellos quieren, porque nunca hacen asiento con
sus Casas, sino donde ai Agua, i Leña, i alguna vez se cargan todos de
esta provision, i vàn à buscar los Venados, que mui ordinariamente estan
donde no ai Agua, ni Leña: i el dia que llegan matan Venados, i algunas
otras cosas que pueden, i gastan todo el Agua, i Leña en guisar de
comer, i en los fuegos que hacen para defenderse de los Mosquitos, i
esperan otro dia para tomar algo que lleven para el camino; i quando
parten, tales vàn de los Mosquitos, que paresce que tienen enfermedad de
Sant Laçaro: i de esta manera satisfacen su hambre dos, ò tres veces en
el año, à tan grande costa como he dicho; i por haver pasado por ello,
puedo afirmar, que ningun trabajo que se sufra en el Mundo, iguala con
este. Por la Tierra ai muchos Venados, i otras Aves, i Animales, de las
que atràs he contado. Alcançan aqui Vacas, i Yo las he visto tres veces,
i comido de ellas: i paresceme, que seran del tamaño de las de España:
tienen los cuernos pequeños, como Moriscas, i el pelo mui largo, merino,
como vna bernia, vnas son pardillas, i otras negras; i à mi parescer
tienen mejor, i mas gruesa carne, que de las de acà. De las que no son
grandes, hacen los Indios Mantas para cubrirse, i de las maiores hacen
Çapatos, i Rodelas: estas vienen de àcia el Norte, por la Tierra
adelante, hasta la Costa de la Florida, i tiendense por toda la Tierra
mas de quatrocientas Leguas: i en todo este camino, por los Valles por
donde ellas vienen, baxan las Gentes, que por alli habitan, i se
mantienen de ellas, i meten en la Tierra grande cantidad de Cueros.



_CAP. XIX. De como nos apartaron los Indios._


Quando fueron cumplidos los seis Meses, que Yo estuve con los
Christianos, esperando à poner en efecto el concierto que teniamos
hecho, los Indios se fueron à las Tunas, que havia de alli à donde las
havian de coger, hasta treinta Leguas: i ià que estabamos para huirnos,
los Indios con quien estabamos, vnos con otros riñeron sobre vna Muger,
i se apuñearon, i apalearon, i descalabraron vnos à otros; i con el
grande enojo que huvieron, cada vno tomò su Casa, i se fue à su parte:
de donde fue necesario, que todos los Christianos que alli eramos,
tambien nos apartasemos, i en ninguna manera nos podimos juntar hasta
otro Año: i en este tiempo Yo pasè mui mala vida, ansi por la mucha
hambre, como por el mal tratamiento, que de los Indios rescibia, que fue
tal, que Yo me huve de huir tres veces de los Amos que tenia, i todos me
anduvieron à buscar, i poniendo diligencia para matarme; i Dios Nuestro
Señor, por su misericordia, me quiso guardar, i amparar de ellos, i
quando el tiempo de las Tunas tornò, en aquel mismo lugar nos tornamos à
juntar. Yà que teniamos concertado de huirnos, i señalado el dia, aquel
mismo dia los Indios nos apartaron, i fuimos cada vno por su parte: i Yo
dixe à los otros Compañeros, que Yo los esperaria en las Tunas; hasta
que la Luna fuese llena: i este dia era primero de Septiembre, i primero
dia de Luna; i aviselos, que si en este tiempo no viniesen al concierto,
Yo me iria solo, i los dexaria: i ansi nos apartamos, i cada vno se fue
con sus Indios, i Yo estuve con los mios, hasta trece de Luna: i Yo
tenia acordado de me huir à otros Indios, en siendo la Luna llena; i à
trece dias del Mes llegaron adonde Yo estaba Andrès Dorantes, i
Estevanico, i dixeronme como dexaban à Castillo con otros Indios, que se
llamaban Anagados, i que estaban cerca de alli, i que havian pasado
mucho trabajo, i que havian andado perdidos, i que otro dia adelante
nuestros Indios se mudaron àcia donde Castillo estaba, i iban à juntarse
con los que lo tenian, i hacerse Amigos vnos de otros, porque hasta alli
havian tenido Guerra: i de esta manera cobramos à Castillo. En todo el
tiempo que comiamos las Tunas, teniamos sed, i para remedio de esto
bebiamos el çumo de las Tunas, i sacabamoslo en vn hoio, que en la
Tierra haciamos, i desque estaba lleno, bebiamos de èl, hasta que nos
hartabamos. Es dulce, i de color de Arrope: esto hacen, por falta de
otras Vasijas. Ai muchas maneras de Tunas, i entre ellas ai algunas mui
buenas, aunque à mi todas me parescian asi, i nunca la hambre me diò
espacio para escogerlas, ni parar mientes en quales eran mejores. Todas
las mas de Gentes beben Agua llovediça, i recogida en algunas partes,
porque aunque ai Rios, como nunca estan de asiento, nunca tienen Agua
conoscida, ni señalada. Por toda la Tierra ai mui grandes, i hermosas
Dehesas, i de mui buenos pastos para Ganados; i paresceme, que seria
Tierra mui fructifera, si fuese labrada, i habitada de Gente de raçon.
No vimos Sierra en toda ella, en tanto que en ella estuvimos. Aquellos
Indios nos dixeron, que otros estaban mas adelante, llamados Camones,
que viven àcia la Costa, i havian muerto toda la Gente, que venia en la
Barca de Peñalosa, i Tellez, i que venian tan flacos, que aunque los
mataban no se defendian: i asi los acabaron todos, i nos mostraron
Ropas, i Armas de ellos, i dixeron, que la Barca estaba alli al travès.
Esta es la quinta Barca, que faltaba, porque la del Governador ià
diximos como la Mar la llevò: i la del Contador, i los Frailes la havian
visto echada al travès en la Costa, i Esquivèl contò el fin de ellos.
Las dos, en que Castillo, i Yo, i Dorantes ibamos, ià hemos contado,
como junto à la Isla de Malhado se hundieron.



_CAP. XX. De como nos huimos._


Despues de havernos mudado, desde à dos dias nos encomendamos à Dios
Nuestro Señor, i nos fuimos huiendo, confiando, que aunque era ià tarde,
i las Tunas se acababan, con los frutos que quedarian en el Campo,
podriamos andar buena parte de Tierra. Yendo aquel dia nuestro camino,
con harto temor que los Indios nos havian de seguir, vimos vnos humos, i
iendo à ellos, despues de Visperas llegamos allà, do vimos vn Indio, que
como viò que ibamos à èl, huiò, sin querernos aguardar: nosotros
embiamos al Negro tras de èl, i como viò que iba solo, aguardòlo. El
Negro le dixo, que ibamos à buscar aquella Gente, que hacia aquellos
humos. El respondiò, que cerca de alli estaban las Casas, i que nos
guiaria allà, i asi lo fuimos siguiendo: i èl corriò à dàr aviso de como
ibamos, i à puesta del Sol vimos las Casas: i dos tiros de Ballesta
antes que llegasemos à ellas, hallamos quatro Indios, que nos esperaban,
i nos rescibieron bien. Diximosles, en Lengua de Mariames, que ibamos à
buscallos: i ellos mostraron, que se holgaban con nuestra compañia, i
ansi nos llevaron à sus Casas; i à Dorantes, i al Negro aposentaron en
Casa de vn Fisico: i à mi, i à Castillo en Casa de otro. Estos tienen
otra Lengua, i llamanse Avavares, i son aquellos que solian llevar los
Arcos à los nuestros, i iban à contratar con ellos; i aunque son de otra
Nacion, i Lengua, entienden la Lengua de aquellos con quien antes
estabamos, i aquel mismo dia havian llegado alli con sus Casas. Luego el
Pueblo nos ofresciò muchas Tunas, porque ià ellos tenian noticia de
nosotros, i como curabamos, i de las maravillas, que Nuestro Señor con
nosotros obraba (que aunque no huviera otras) harto grandes eran
abrirnos caminos por Tierra tan despoblada, i darnos Gente, por donde
muchos tiempos no la havia, i librarnos de tantos peligros, i no
permitir que nos matasen, i sustentarnos con tanta hambre, i poner
aquellas Gentes en coraçon, que nos tratasen bien, como adelante
dirèmos.



_CAP. XXI. De como curamos aqui vnos dolientes._


Aquella misma noche, que llegamos, vinieron vnos Indios à Castillo, i
dixeronle, que estaban mui malos de la cabeça, rogandole, que los
curase; i despues que los huvo santiguado, i encomendado à Dios, en
aquel punto los Indios dixeron, que todo el mal se les havia quitado: i
fueron à sus Casas, i truxeron muchas Tunas, i vn pedaço de carne de
Venado, cosa, que no sabiamos què cosa era; i como esto entre ellos se
publicò, vinieron otros muchos enfermos en aquella noche, à que los
sanase, i cada vno traìa vn pedaço de Venado: i tantos eran, que no
sabiamos adonde poner la carne. Dimos muchas gracias à Dios, porque cada
dia iba cresciendo su misericordia, i mercedes; i despues que se
acabaron las curas, començaron à bailar, i hacer sus Areytos, i Fiestas,
hasta otro dia que el Sol saliò: i durò la fiesta tres dias, por haver
nosotros venido, i al cabo de ellos les preguntamos por la Tierra de
adelante, i por la Gente que en ella hallariamos, i los Mantenimientos
que en ella havia? Respondieronnos, que por toda aquella Tierra havia
muchas Tunas, mas que ià eran acabadas, i que ninguna Gente havia,
porque todos eran idos à sus Casas, con haver ià cogido las Tunas: i que
la Tierra era mui fria, i en ella havia mui pocos Cueros. Nosotros,
viendo esto, que ià el Invierno, i tiempo frio entraba, acordamos de
pasarlo con estos. A cabo de cinco dias, que alli haviamos llegado, se
partieron à buscar otras Tunas, adonde havia otra Gente de otras
Nasciones, i Lenguas; i andadas cinco jornadas, con mui grande hambre,
porque en el camino no havia Tunas, ni otra Fruta ninguna, allegamos à
vn Rio, donde asentamos nuestras Casas, i despues de asentadas, fuimos à
buscar vna Fruta de vnos Arboles, que es como Hieros: i como por toda
esta Tierra no ai Caminos, Yo me detuve mas en buscarla: la Gente se
bolviò, i Yo quedè solo, i viniendo à buscarlos, aquella noche me perdì;
i plugò à Dios, que hallè vn Arbol ardiendo, i al fuego de èl pasè aquel
frio aquella noche, i à la mañana Yo me carguè de Leña, i tomè dos
tiçones, i bolvì à buscarlos, i anduve de esta manera cinco dias,
siempre con mi lumbre, i carga de Leña, porque si el fuego se me matase
en parte donde no tuviese Leña, como en muchas partes no la havia,
tuviese de que hacer otros tiçones, i no me quedase sin lumbre, porque
para el frio Yo no tenia otro remedio, por andar desnudo, como nascì; i
para las noches Yo tenia este remedio, que me iba à las matas del Monte,
que estaba cerca de los Rios, i paraba en ellas, antes que el Sol se
pusiese, i en la Tierra hacia vn hoio, i en èl echaba mucha Leña, que se
cria en muchos Arboles, de que por alli ai mui gran cantidad, i juntaba
mucha Leña, de la que estaba caìda, i seca de los Arboles, i al derredor
de aquel hoio hacia quatro fuegos en Cruz, i Yo tenia cargo, i cuidado
de rehacer el fuego de rato en rato, i hacia vnas gavillas de paja
larga, que por alli ai, con que me cubria en aquel hoio: i de esta
manera me amparaba del frio de las noches; i vna de ellas el fuego caiò
en la paja, con que Yo estaba cubierto, i estando Yo durmiendo en el
hoio, començò à arder mui recio, i por mucha priesa que Yo me dì à
salir, todavia saquè señal en los cabellos del peligro en que havia
estado. En todo este tiempo no comì bocado, ni hallè cosa, que pudiese
comer: i como traìa los pies descalços, corriòme de ellos mucha sangre;
i Dios vsò conmigo de misericordia, que en todo este tiempo no ventò el
Norte, porque de otra manera ningun remedio havia de Yo vivir; i à cabo
de cinco dias lleguè à vna Ribera de vn Rio, donde Yo hallè à mis
Indios, que ellos, i los Christianos me contaban ià por muerto, i
siempre creìan, que alguna Vivora me havia mordido. Todos huvieron gran
placer de verme, principalmente los Christianos, i me dixeron, que hasta
entonces havian caminado con mucha hambre, que esta era la causa, que no
me havian buscado: i aquella noche me dieron de las Tunas que tenian; i
otro dia partimos de alli, i fuimos donde hallamos muchas Tunas, con que
todos satisfacieron su gran hambre; i nosotros dimos muchas gracias à
Nuestro Señor, porque nunca nos faltaba su remedio.



_CAP. XXII. Como otro dia nos truxeron otros enfermos._


Otro Dia de mañana vinieron alli muchos Indios, i traìan cinco enfermos,
que estaban tollidos, i mui malos, i venian en busca de Castillo, que
los curase: i cada vno de los enfermos ofresciò su Arcos, i Flechas, i
èl los rescibiò, i à puesta del Sol los santiguò, i encomendò à Dios
Nuestro Señor, i todos le suplicamos, con la mejor manera que podiamos,
les embiase salud: pues èl via, que no havia otro remedio para que
aquella Gente nos aiudase, i saliesemos de tan miserable vida, i èl lo
hiço tan misericordiosamente, que venida la mañana, todos amanescieron
tan buenos, i sanos, i se fueron tan recios, como si nunca hovieran
tenido mal ninguno. Esto causò, entre ellos, mui gran admiracion, i à
nosotros despertò, que diesemos muchas gracias à Nuestro Señor, à que
mas enteramente conosciesemos su bondad, i tuviesemos firme esperança,
que nos havia de librar, i traer donde le pudiesemos servir; i de mi sè
decir, que siempre tuve esperança en su misericordia, que me havia de
sacar de aquella captividad, i asi Yo lo hablè siempre à mis Compañeros.
Como los Indios fueron idos, i llevaron sus Indios sanos, partimos donde
estaban otros comiendo Tunas, i estos se llaman Cutalches, i Malicones,
que son otras Lenguas: i junto con ellos havia otros, que se llamaban
Coayos, i Susolas, i de otra parte otros, llamados Atayos, i estos
tenian Guerra con los Susolas, con quien se flechaban cada dia; i como
por toda la Tierra no se hablase sino en los misterios, que Dios Nuestro
Señor con nosotros obraba, venian de muchas partes à buscarnos, para que
los curasemos; i à cabo de dos dias, que alli llegaron, vinieron à
nosotros vnos Indios de los Susolas, i rogaron à Castillo, que fuese à
curar vn herido, i otros enfermos, i dixeron, que entre ellos quedaba
vno, que estaba mui al cabo. Castillo era Medico mui temeroso,
principalmente quando las curas eran mui temerosas, i peligrosas, i
creìa, que sus pecados havian de estorvar, que no todas veces suscediese
bien el curar. Los Indios me dixeron, que Yo fuese à curarlos, porque
ellos me querian bien, i se acordaban, que les havia curado en las
Nueces, i por aquello nos havian dado Nueces, i Cueros; i esto havia
pasado, quando Yo vine à juntarme con los Christianos, i asi huve de ir
con ellos: i fueron conmigo Dorantes, i Estevanico; i quando lleguè
cerca de los Ranchos, que ellos tenian, Yo vì el enfermo, que ibamos à
curar, que estaba muerto, porque estaba mucha Gente al derredor de èl
llorando, i su Casa deshecha, que es señal, que el dueño estaba muerto;
i ansi, quando Yo lleguè, hallè el Indio los ojos bueltos, i sin ningun
pulso, i con todas señales de muerto, segun à mi me paresciò, i lo mismo
dixo Dorantes: Yo le quitè vna Estera, que tenia encima, con que estaba
cubierto, i lo mejor que pude, supliquè à Nuestro Señor fuese servido de
dàr salud à aquel, i à todos los otros, que de ella tenian necesidad; i
despues de santiguado, i soplado muchas veces, me traxeron su Arco, i me
lo dieron, i vna Sera de Tunas molidas, i llevaronme à curar otros
muchos, que estaban malos de modorra, i me dieron otras dos Seras de
Tunas, las quales dì à nuestros Indios, que con nosotros havian venido;
i hecho esto, nos bolvimos à nuestro Aposento: i nuestros Indios, à
quien dì las Tunas, se quedaron allà, i à la noche se bolvieron à sus
Casas, i dixeron, que aquel estaba muerto, i Yo havia curado en
presencia de ellos, se havia levantado bueno, i se havia paseado, i
comido, i hablado con ellos, i que todos quantos havia curado, quedaban
sanos, i mui alegres. Esto causò mui gran admiracion, i espanto, i en
toda la Tierra no se hablaba en otra cosa. Todos aquellos à quien esta
fama llegaba, nos venian à buscar, para que los curasemos, i
santiguasemos sus Hijos; i quando los Indios, que estaban en compañia de
los nuestros, que eran los Cutalchiches, se hovieron de ir à su Tierra,
antes que se partiesen nos ofrescieron todas las Tunas, que para su
camino tenian, sin que ninguna les quedase: i dieronnos Pedernales, tan
largos como palmo i medio, con que ellos cortan, i es entre ellos cosa
de mui gran estima. Rogaronnos, que nos acordasemos de ellos, i
rogasemos à Dios, que siempre estuviesen buenos, i nosotros se lo
prometimos: i con esto partieron los mas contentos Hombres del Mundo,
haviendonos dado todo lo mejor que tenian. Nosotros estuvimos con
aquellos Indios Avavares ocho Meses, i esta cuenta haciamos por las
Lunas. En todo este tiempo nos venian de muchas partes à buscar, i
decian, que verdaderamente nosotros eramos Hijos del Sol. Dorantes, i el
Negro, hasta alli no havian curado: mas por la mucha importunidad que
teniamos, viniendonos de muchas partes à buscar, venimos todos à ser
Medicos, aunque en atrevimiento, i osar acometer, qualquier cura, era Yo
mas señalado entre ellos; i ninguno jamàs curamos, que no nos dixese,
que quedaba sano: i tanta confiança tenian, que havian de sanar, si
nosotros los curasemos, que creìan, que en tanto que nosotros alli
estuviesemos, ninguno de ellos havia de morir. Estos, i los de mas
atràs, nos contaron vna cosa mui estraña, i por la cuenta que nos
figuraron, parescia que havia quince, ò diez i seis Años, que havia
acontescido, que decian, que por aquella Tierra anduvo vn Hombre, que
ellos llaman Mala cosa, i que era pequeño de cuerpo, i que tenia barbas,
aunque nunca claramente le pudieron vèr el rostro, i que guando venia à
la Casa, donde estaban, se les levantaban los cabellos, i temblaban, i
luego parescia à la puerta de la Casa vn tiçon ardiendo: i luego aquel
Hombre entraba, i tomaba al que queria de ellos, i dabales tres
cuchilladas grandes por las hijadas, con vn Pedernal mui agudo, tan
ancho como vna mano, i dos palmos en luengo, i metia la mano por
aquellas cuchilladas, i sacabales las tripas, i que cortaba de vna tripa
poco mas, ò menos de vn palmo, i aquello que cortaba echaba en las
brasas, i luego le daba tres cuchilladas en vn braço; i la segunda daba
por la sangradura, i desconcertabaselo, i dende à poco se lo tornaba à
concertar, i poniale las manos sobre las heridas, i deciannos, que luego
quedaban sanos: i que muchas veces, quando bailaban, aparescia entre
ellos en habito de Muger vnas veces, i otras como Hombre: i quando èl
queria, tomaba el Buhìo, ò Casa, i subiala en alto, i dende à vn poco
caia con ella, i daba mui gran golpe. Tambien nos contaron, que muchas
veces le dieron de comer, i que nunca jamàs comiò, i que le preguntaban
donde venia, i à què parte tenia su Casa, i que les mostrò vna hendedura
de la Tierra, i dixo, que su Casa era allà debaxo. De estas cosas, que
ellos nos decian, nosotros nos reìamos mucho, burlando de ellas: i como
ellos vieron que no lo creìamos, truxeron muchos de aquellos, que decian
que èl havia tomado, i vimos las señales de las cuchilladas, que èl
havia dado en los lugares, en la manera que ellos contaban. Nosotros les
diximos, que aquel era vn malo; i de la mejor manera que podimos les
dabamos à entender, que si ellos creiesen en Dios Nuestro Señor, i
fuesen Christianos, como nosotros, no ternian miedo de aquel, ni èl
osaria venir à hacelles aquellas cosas; i que tuviesen por cierto, que
en tanto que nosotros en la Tierra estuviesemos, èl no osaria parescer
en ella. De esto se holgaron ellos mucho, i perdieron mucha parte del
temor que tenian. Estos Indios nos dixeron, que havian visto al
Asturiano, i à Figueroa con otros, que adelante en la Costa estaban, à
quien nosotros llamabamos de los Higos. Toda esta Gente no conoscian los
Tiempos por el Sol, ni la Luna, ni tienen cuenta del Mes, i Año, i mas
entienden, i saben las diferencias de los Tiempos, quando las Frutas
vienen à madurar, i en tiempo que muere el Pescado, i el aparescer de
las Estrellas, en que son mui diestros, i exercitados. Con estos siempre
fuimos bien tratados, aunque lo que haviamos de comer lo cababamos, i
traìamos nuestras cargas de Agua, i Leña. Sus Casas, i Mantenimientos
son como las de los pasados, aunque tienen mui maior hambre, porque no
alcançan Maìz, ni Bellotas, ni Nueces. Anduvimos siempre encueros como
ellos, i de noche nos cubriamos con Cueros de Venado. De ocho Meses, que
con ellos estuvimos, los seis padescimos mucha hambre, que tampoco
alcançan Pescado. Y al cabo de este tiempo, ià las Tunas començaban à
madurar, i sin que de ellos fuesemos sentidos, nos fuimos à otros, que
adelante estaban, llamados Maliacones: estos estaban vna jornada de
alli, donde Yo, i el Negro llegamos. A cabo de los tres dias embiè, que
traxese à Castillo, i à Dorantes; i venidos, nos partimos todos juntos
con los Indios, que iban à comer vna Frutilla de vnos Arboles, de que se
mantienen diez, ò doce dias, entretanto que las Tunas vienen; i alli se
juntaron con estos otros Indios, que se llaman Arbadaos, i à estos
hallamos mui enfermos, i flacos, i hinchados: tanto, que nos
maravillamos mucho, i los Indios con quien haviamos venido se bolvieron
por el mismo camino: i nosotros les diximos, que nos queriamos quedar
con aquellos, de que ellos mostraron pesar; i asi nos quedamos en el
Campo con aquellos, cerca de aquellas Casas; i quando ellos nos vieron,
juntaronse, despues de haver hablado entre sì, i cada vno de ellos tomò
el suio por la mano, i nos llevaron à sus Casas. Con estos padescimos
mas hambre, que con los otros, porque en todo el dia no comiamos mas de
dos puños de aquella Fruta (la qual estaba verde) tenia tanta leche, que
nos quemaba las bocas: i con tener falta de Agua, daba mucha sed, à
quien la comia; i como la hambre fuese tanta, nosotros compramosles dos
Perros, i à trueco de ellos les dimos vnas Redes, i otras cosas, i vn
Cuero, con que Yo me cubria. Yà he dicho, como por toda esta Tierra
anduvimos desnudos, i como no estabamos acostumbrados à ello, à manera
de Serpientes, mudabamos los Cueros dos veces en el año: i con el Sol, i
Aire haciansenos en los pechos, i en las espaldas, vnos empeines mui
grandes, de que rescebiamos mui gran pena, por raçon de las mui grandes
cargas, que traìamos, que eran mui pesadas, i hacian, que las cuerdas se
nos metian por los braços; i la Tierra es tan aspera, i tan cerrada, que
muchas veces haciamos Leña en Montes, que quando la acababamos de sacar,
nos corria por muchas partes sangre, de las espinas, i matas con que
topabamos, que nos rompian por donde alcançaban. A las veces me
acontesciò hacer Leña, donde despues de haverme costado mucha sangre, no
la podia sacar, ni acuestas, ni arrastrando. No tenia, quando en estos
trabajos me via, otro remedio, ni consuelo, sino pensar en la Pasion de
Nuestro Redemptor Jesu-Christo, i en la Sangre, que por mi derramò, i
considerar quanto mas seria el tormento, que de las Espinas èl padesciò,
que no aquel, que Yo entonces sufria. Contrataba con estos Indios,
haciendoles Peines, i con Arcos, i con Flechas, i con Redes. Haciamos
Esteras, que son Casas, de que ellos tienen mucha necesidad: i aunque lo
saben hacer, no quieren ocuparse en nada, por buscar entretanto que
comer, i quando entienden en esto, pasan mui gran hambre. Otras veces me
mandaban raer Cueros, i ablandarlos: i la maior prosperidad en que Yo
alli me vì, era, el dia que me daban à raer alguno, porque Yo lo raìa
mui mucho, i comia de aquellas raeduras, i aquello me bastaba para dos,
ò tres dias. Tambien nos acontesció con estos, i con los que atràs
havemos dexado, darnos vn pedaço de carne, i comernoslo asi crudo,
porque si lo pusieramos à asar, el primer Indio que llegaba, se lo
llevaba, i comia: parescianos, que no era bien ponerla en esta ventura,
i tambien nosotros no estabamos tales, que nos dabamos pena comerlo
asado, i no lo podiamos tambien pasar como crudo. Esta es la vida; que
alli tuvimos, i aquel poco sustentamiento lo ganabamos con los Rescates,
que por nuestras manos hecimos.



_CAP. XXIII. Como nos partimos, despues de haver comido los Perros._

Despues que comimos los Perros, paresciendonos que teniamos algun
esfuerço para poder ir adelante, encomendamonos à Dios Nuestro Señor,
para que nos guiase, nos despedimos de aquellos Indios, i ellos nos
encaminaron à otros de su Lengua, que estaban cerca de alli. E iendo por
nuestro camino, lloviò, i todo aquel dia anduvimos con Agua: i allende
de esto perdimos el camino, i fuimos à parar à vn Monte mui grande, i
cogimos muchas hojas de Tunas, i asamoslas aquella noche en vn Horno,
que hecimos, i dimosles tanto fuego, que à la mañana estaban para comer:
i despues de haverlas comido, encomendamonos à Dios, i partimonos, i
hallamos el camino, que perdido haviamos; i pasado el Monte, hallamos
otras Casas de Indios, i llegados allà, vimos dos Mugeres, i Muchachos,
que se espantaron, que andaban por el Monte, i en vernos huieron de
nosotros, i fueron à llamar à los Indios, que andaban por el Monte; i
venidos, pararonse à mirarnos detràs de vnos Arboles, i llamamosles, i
allegaronse con mucho temor, i despues de haverlos hablado, nos dixeron,
que tenian mucha hambre, i que cerca de alli estaban muchas Casas de
ellos proprios, i dixeron, que nos llevarian à ellas: i aquella noche
llegamos à donde havia cinquenta Casas, i se espantaban de vernos, i
mostraban mucho temor; i despues que estuvieron algo sosegados de
nosotros, allegabannos con las manos al rostro, i al cuerpo, i despues
traìan ellos sus mismas manos por sus caras, i sus cuerpos: i asi
estuvimos aquella noche; i venida la mañana, traxeronnos los enfermos,
que tenian, rogandonos, que los santiguasemos, i nos dieron de lo que
tenian para comer, que eran hojas de Tunas, i Tunas verdes asadas; i por
el buen tratamiento que nos hacian, i porque aquello que tenian nos lo
daban de buena gana, i voluntad, i holgaban de quedar sin comer por
darnoslo, estuvimos con ellos algunos dias: i estando alli, vinieron
otros de mas adelante. Quando se quisieron partir, diximos à los
primeros, que nos queriamos ir con aquellos. A ellos les pesò mucho, i
rogaronnos mui ahincadamente que no nos fuesemos: i al fin, nos
despedimos de ellos, i los dexamos llorando por nuestra partida, porque
les pesaba mucho en gran manera.



_CAP. XXIV. De las Costumbres de los Indios de aquella Tierra._


Desde la Isla de Malhado, todos los Indios, que hasta esta Tierra vimos,
tienen por costumbre, desde el dia que sus Mugeres se sienten preñadas,
no dormir juntos, hasta que pasen dos Años, que han criado los Hijos,
los quales maman hasta que son de edad de doce Años, que ià entonces
estàn en edad, que por sì saben buscar de comer. Preguntamosles, que por
què los criaban asi? Y decian, que por la mucha hambre, que en la Tierra
havia, que acontescia muchas veces, como nosotros viamos, estàr dos, ò
tres dias sin comer, i à las veces quatro: i por esta causa los dexaban
mamar, porque en los tiempos de hambre no muriesen; i ià que algunos
escapasen, saldrian mui delicados, i de pocas fuerças; i si acaso
acontesce caer enfermos algunos, dexanlos morir en aquellos Campos, sino
es Hijo, i todos los demàs, sino pueden ir con ellos, se quedan: mas
para llevar vn Hijo, ò Hermano, se cargan, i lo llevan acuestas. Todos
estos acostumbran dexar sus Mugeres, quando entre ellos no ai
conformidad, i se tornan à casar con quien quieren: esto es entre los
Mancebos, mas los que tienen Hijos, permanescen con sus Mugeres, i no
las dexan: i quando en algunos Pueblos riñen, i traban questiones vnos
con otros, apuñeanse, i apaleanse, hasta que estàn mui cansados, i
entonces se desparten: algunas veces los desparten Mugeres, entrando
entre ellos, que Hombres no entran à despartirlos: i por ninguna pasion
que tengan, no meten en ella Arcos, ni Flechas; i desque se han
apuñeado, i pasado su question, toman sus Casas, i Mugeres, i vanse à
vivir por los Campos, i apartados de los otros, hasta que se les pasa el
enojo; i quando ià estàn desenojados, i sin ira, tornanse à su Pueblo, i
de ai adelante son Amigos, como si ninguna cosa hoviera pasado entre
ellos, ni es menester que nadie haga las amistades, porque de esta
manera se hacen; i si los que riñen no son casados, vanse à otros sus
Vecinos, i aunque sean sus Enemigos los resciben bien, i se huelgan
mucho con ellos, i les dàn de lo que tienen, de suerte, que quando es
pasado el enojo, buelven à su Pueblo, i vienen ricos. Toda es Gente de
Guerra, i tienen tanta astucia para guardarse de sus Enemigos, como
ternian si fuesen criados en Italia, i en continua Guerra. Quando estàn
en parte que sus Enemigos los pueden ofender, asientan sus Casas à la
orilla de el Monte mas aspero, i de maior espesura que por alli hallan,
i junto à èl hacen vn Foso, i en este duermen. Toda la Gente de Guerra
està cubierta con Leña menuda, i hacen, sus saeteras: i estàn tan
cubiertos, i disimulados, que aunque estèn cabe ellos, no los vèn, i
hacen vn camino mui angosto, i entra hasta enmedio del Monte, i alli
hacen lugar para que duerman las Mugeres, i Niños, i quando viene la
noche, encienden lumbres en sus Casas, para que si hoviere Espias, crean
que estàn en ellas, i antes del Alva tornan à encender los mismos
fuegos; i si acaso los Enemigos vienen à dàr en las mismas Casas, los
que estàn en el Foso salen à ellos, i hacen desde las Trincheas mucho
daño, sin que los de fuera los vean, ni los puedan hallar; i quando no
ai Montes en que ellos puedan de esta manera esconderse, i hacer sus
celadas, asientan en llano, en la parte que mejor les paresce: i
cercanse de Trincheas, cubiertas con Leña menuda, i hacen sus saeteras,
con que flechan à los Indios, i estos reparos hacen para de noche.
Estando Yo con los de Aguenes, no estando avisados, vinieron sus
Enemigos à media noche, i dieron en ellos, i mataron tres, i hirieron
otros muchos, de suerte, que huieron de sus Casas por el Monte adelante:
i desque sintieron que los otros se havian ido, bolvieron à ellas, i
recogieron todas las Flechas, que los otros les havian echado, i lo mas
encubiertamente que pudieron, los siguieron, i estuvieron aquella noche
sobre sus Casas, sin que fuesen sentidos: i al quarto del Alva les
acometieron, i les mataron cinco, sin otros muchos que fueron heridos, i
les hicieron huir, i dexar sus Casas, i Arcos, con toda su hacienda; i
de ai à poco tiempo vinieron las Mugeres de los que se llamaban
Quevenes, i entendieron entre ellos, i los hicieron Amigos, aunque
algunas veces ellas son principio de la Guerra. Todas estas Gentes,
quando tienen enemistades particulares, quando no son de vna Familia, se
matan de noche, por asechanças, i vsan vnos con otros grandes
crueldades.



_CAP. XXV. Como los Indios son prestos à un Arma._


Esta es la mas presta Gente para vn Arma, de quantas Yo he visto en el
Mundo, porque si se temen de sus Enemigos, toda la noche estàn
despiertos, con sus Arcos à par de sì, i vna docena de Flechas: i el que
duerme, tienta su Arco, i si no le halla en cuerda, le dà la buelta que
ha menester. Salen muchas veces fuera de las Casas, baxados por el
suelo, de arte que no pueden ser vistos, i miran, i atalaian por todas
partes para sentir lo que ai: i si algo sienten, en vn punto son todos
en el Campo con sus Arcos, i Flechas, i asi estan hasta el dia,
corriendo à vnas partes, i otras, donde vèn que es menester, ò piensan
que pueden estàr sus Enemigos. Quando viene el dia, tornan à afloxar sus
Arcos, hasta que salen à Caça. Las cuerdas de los Arcos son niervos de
Venados. La manera que tienen de pelear es, abaxados por el suelo, i
mientras se flechan, andan hablando, i saltando siempre de vn cabo para
otro, guardandose de las Flechas de sus Enemigos: tanto, que en
semejantes partes pueden rescibir mui poco daño de Ballestas, i
Arcabuces, antes los Indios burlan de ellos, porque estas Armas no
aprovechan para ellos en Campos llanos, adonde ellos andan sueltos: son
buenas para estrechos, i lugares de Agua: en todo lo demàs los Caballos
son los que han de sojuzgar, i lo que los Indios vniversalmente temen.
Quien contra ellos hoviere de pelear, ha de estàr mui avisado, que no le
sientan flaqueça, ni codicia de lo que tienen, i mientras durare la
Guerra, hanlos de tratar mui mal: porque si temor les conocen, ò alguna
codicia, ella es Gente, que sabe conoscer tiempos en que vengarse, i
toman esfuerço del temor de los contrarios. Quando se han flechado en la
Guerra, i gastado su municion, buelvense cada vno su camino, sin que los
vnos sigan à los otros, aunque los vnos sean muchos, i los otros pocos:
i esta es costumbre suia. Muchas veces se pasan de parte à parte con las
Flechas, i no mueren de las heridas, sino toca en las tripas, ò en el
corazon, antes sanan presto. Vèn, i oien mas, i tienen mas agudo
sentido, que quantos Hombres Yo creo que ai en el Mundo. Son grandes
sufridores de hambre, i de sed, i de frio, como aquellos que estàn mas
acostumbrados, i hechos à ello, que otros. Esto he querido contar aqui,
porque allende que todos los Hombres desean saber las costumbres, i
exercicios de los otros, los que algunas veces se vinieren à vèr con
ellos, estèn avisados de sus costumbres, i ardides, que suelen no poco
aprovechar en semejantes casos.



_CAP. XXVI. De las Naciones, i Lenguas._


Tambien quiero contar sus Naciones, i Lenguas, que desde la Isla de
Malhado, hasta los vltimos ai. En la Isla de Malhado ai dos Lenguas: à
los vnos llaman de Caoques, i à los otros llaman de Han. En la
Tierra-firme, enfrente de la Isla, ai otros, que se llaman de Chorruco,
i toman el nombre de los Montes donde viven. Adelante, en la Costa de la
Mar, habitan otros, que se llaman Doguenes; i enfrente de ellos otros,
que tienen por nombre los de Mendica. Mas adelante, en la Costa, estàn
los Quevenes; i enfrente de ellos, dentro en la Tierra-firme, los
Mariames: i iendo por la Costa adelante, estàn otros, que se llaman
Guaycones; i enfrente de estos, dentro en la Tierra-firme, los Yguaces.
Cabo de estos estàn otros, que se llaman Atayos; i detràs de estos,
otros Acubadaos, i de estos ai muchos por esta vereda adelante. En la
Costa viven otros, llamados Quitoles; i enfrente de estos, dentro en la
Tierra-firme, los Avavares. Con estos se juntan los Maliacones, i otros
Cutalchiches, i otros, que se llaman Susolas, i otros, que se llaman
Comos; i adelante, en la Costa, estàn los Camoles; i en la misma Costa
adelante otros, à quien nosotros llamamos los de los Higos. Todas estas
Gentes tienen Habitaciones, i Pueblos, i Lenguas diversas. Entre estos
ai vna Lengua, en que llaman à los Hombres, por mira acà, arre acà, à
los Perros xò: en toda la Tierra se emborrachan con vn humo, i dàn
quanto tienen por èl. Beben tambien otra cosa, que sacan de las hojas de
los Arboles, como de Encina, i tuestanla en vnos botes al fuego, i
despues que la tienen tostada, hinchen el bote de Agua, i asi lo tienen
sobre el fuego, i quando ha hervido dos veces, echanlo en vna Vasija, i
estàn enfriandola con media Calabaça; i quando està con mucha espuma,
bebenla tan caliente, quanto pueden sufrir; i desde que la sacan del
Bote, hasta que la beben, estàn dando voces, diciendo: Que quien quiere
beber. Y quando las Mugeres oyen estas voces, luego se paran sin osarse
mudar; i aunque estèn mucho cargadas, no osan hacer otra cosa: i si
acaso alguna de ellas se mueve, la deshonran, i la dàn de palos, i con
mui gran enojo derraman el Agua que tienen para beber, i la que han
bebido la tornan à lançar, lo qual ellos hacen mui ligeramente, i sin
pena alguna. La raçon de la costumbre dàn ellos, i dicen: Que si quando
ellos quieren beber aquella Agua, las Mugeres se mueven de donde les
toma la voz, que en aquella Agua se les mete en el cuerpo vna cosa mala,
i que dende à poco les hace morir; i todo el tiempo que el Agua està
cociendo, ha de estàr el Bote atapado; i si acaso està desatapado, i
alguna Muger pasa, lo derraman, i no beben mas de aquella Agua: es
amarilla, i estàn bebiendola tres dias, sin comer, i cada dia bebe cada
vno arroba i media de ella; i quando las Mugeres estàn con su costumbre,
no buscan de comer mas de para sì solas, porque ninguna otra persona
come de lo que ellas traen. En el tiempo que asi estaba, entre estos vi
vna diablura, i es, que vì vn Hombre casado con otro, i estos son vnos
Hombres amarionados impotentes, i andan tapados como Mugeres, i hacen
oficio de Mugeres, i tiran Arco, i llevan mui gran carga, i entre estos
vimos muchos de ellos, asi amarionados como digo, i son mas membrudos
que los otros Hombres, i mas altos: sufren mui grandes cargas.



_CAP. XXVII. De como nos mudamos, i fuimos bien rescibidos._


Despues que nos partimos de los que dexamos llorando, fuimonos con los
otros à sus Casas, i de los que en ellas estaban fuimos bien rescebidos,
i truxeron sus Hijos para que les tocasemos las manos, i dabannos mucha
Harina de Mezquiquez. Este Mezquiquez es vna Fruta, que quando està en
el Arbol es mui amarga, i es de la manera de Algárrovas, i comese con
Tierra, i con ella està dulce, i bueno de comer. La manera que tienen
con ella es esta: que hacen vn hoio en el suelo, de la hondura que cada
vno quiere; i despues de echada la Fruta en este hoio, con vn palo tan
gordo como la pierna, i de braça i media en largo, la muelen hasta mui
molida; i demàs que se le pega de la Tierra del hoio, traen otros puños,
i echanla en el hoio, i tornan otro rato à moler, i despues echanla en
vna Vasija, de manera de vna Espuerta, i echanle tanta Agua, que basta à
cubrirla, de suerte que quede Agua por cima, i el que la ha molido
pruebala, i si le paresce que no està dulce, pide Tierra, i rebuelvela
con ella, i esto hace hasta que la halla dulce, i asientanse todos al
rededor, i cada vno mete la mano, i saca lo que puede, i las Pepitas de
ella tornan à echar sobre vnos Cueros, i las Cascaras; i el que lo ha
molido las coge, i las torna à echar en aquella Espuerta, i echa Agua
como de primero, i tornan à espremir el Çumo, i Agua que de ello sale, i
las Pepitas, i Cascaras tornan à poner en el Cuero, i de esta manera
hacen tres, ò quatro veces cada moledura: i los que en este Banquete,
que para ellos es mui grande, se hallan, quedan las Barrigas mui grandes
de la Tierra, i Agua que han bebido, i de esto nos hicieron los Indios
mui gran Fiesta, i hovo entre ellos mui grandes Bailes, i Areitos, en
tanto que alli estuvimos. Y quando de noche durmiamos à la puerta del
Rancho donde estabamos, nos velaban à cada vno de nosotros seis Hombres,
con gran cuidado, sin que nadie nos osase entrar dentro, hasta que el
Sol era salido. Quando nosotros nos quisimos partir de ellos, llegaron
alli vnas Mugeres de otros, que vivian adelante: i informados de ellas
donde estaban aquellas Casas, nos partimos para allà, aunque ellos nos
rogaron mucho, que por aquel dia nos detuviesemos, porque las Casas
adonde ibamos estaban lexos, i no havia camino para ellas, i que
aquellas Mugeres venian cansadas, i descansando, otro dia se irian con
nosotros, i nos guiarian, i ansi nos despedimos; i dende à poco las
Mugeres que havian venido, con otras del mismo Pueblo, se fueron tras
nosotros: mas como por la Tierra no havia caminos, luego nos perdimos, i
ansi anduvimos quatro leguas, i al cabo de ellas llegamos à beber à vn
Agua adonde hallamos las Mugeres que nos seguian, i nos dixeron el
trabajo que havian pasado por alcançarnos. Partimos de alli llevandolas
por Guia, i pasamos vn Rio, quando ià vino la tarde, que nos daba el
Agua à los pechos: serìa tan ancho como el de Sevilla, i corria mui
mucho, i à puesta del Sol llegamos à cien Casas de Indios; i antes que
llegasemos, saliò toda la Gente que en ellas havia à rescebirnos, con
tanta grita, que era espanto, i dando en los muslos grandes palmadas:
traìan las Calabaças horadadas, con Piedras dentro, que es la cosa de
maior fiesta, i no las sacan sino à bailar, ò para curar, ni las osa
nadie tomar sino ellos; i dicen, que aquellas Calabaças tiene virtud, i
que vienen del Cielo, porque por aquella Tierra no las ai, ni saben
donde las aia, sino que las traen los Rios, quando vienen de avenida.
Era tanto el miedo, i tubacion que estos tenian, que por llegar mas
presto los vnos que los otros à tocarnos, nos apretaron tanto, que por
poco nos hovieran de matar; i sin dexarnos poner los pies en el suelo
nos llevaron à sus Casas, i tanto cargaban sobre nosotros, i de tal
manera nos apretaban, que nos metimos en las Casas, que nos tenian
hechas, i nosotros no consentimos en ninguna manera que aquella noche
hiciesen mas Fiesta con nosotros. Toda aquella noche pasaron entre sì en
Areitos, i Bailes: i otra dia de mañana nos traxeron toda la Gente de
aquel Pueblo, para que los tocasemos, i santiguasemos, como haviamos
hecho à los otros con quien haviamos estado. Y despues de esto hecho,
dieron muchas Flechas à las Mugeres del otro Pueblo, que havian venido
con las suias. Otro dia partimos de alli, i toda la Gente del Pueblo fue
con nosotros; i como llegamos à otros Indios, fuimos bien rescebidos,
como de los pasados, i ansi nos dieron de lo que tenian, i los Venados
que aquel dia havian muerto; i entre estos vimos vna nueva costumbre, i
es, que los que venian à curarse, los que con nosotros estaban les
tomaban el Arco, i las Flechas, i Çapatos, i Cuentas, si las traìan, i
despues de haverlas tomado, nos las traìan delante de nosotros para que
los curasemos; i curados se iban mui contentos, diciendo, que estaban
sanos. Asi nos partimos de aquellos, i nos fuimos à otros, de quien
fuimos mui bien rescebidos, i nos traxeron sus enfermos, que
santiguandolos decian, que estaban sanos, i el que no sanaba, creìa que
podiamos sanarle; i con lo que los otros que curabamos les decian,
hacian tantas Alegrias, i Bailes, que no nos dexaban dormir.



_CAP. XXVIII. De otra nueva costumbre._


Partidos de estos, fuimos à otras muchas Casas, i desde aqui començò
otra nueva costumbre, i es, que rescibiendonos mui bien, que los que
iban con nosotros los començaron à hacer tanto mal, que les tomaban las
haciendas, i les saqueaban las Casas, sin que otra cosa ninguna les
dexasen: de esto nos pesò mucho, por vèr el mal tratamiento que à
aquellos, que tan bien nos rescebian, se hacia; i tambien porque
temiamos, que aquello serìa, ò causarìa alguna alteracion, i escandalo
entre ellos; mas como no eramos parte para remediarlo, ni para osar
castigar los que esto hacian, hovimos por entonces de sufrir, hasta que
mas autoridad entre ellos tuviesemos; i tambien los Indios mismos, que
perdian la hacienda, conosciendo nuestra tristeça, nos consolaron,
diciendo, que de aquello no rescibiesemos pena, que ellos estaban tan
contentos de havernos visto, que daban por bien empleadas sus haciendas;
i que adelante serian pagados de otros que estaban mui ricos. Por todo
este camino teniamos mui gran trabajo, por la mucha Gente que nos
seguia; i no podiamos huir de ella, aunque lo procurabamos, porque era
mui grande la priesa que tenian por llegar à tocarnos; i era tanta la
importunidad de ellos sobre esto, que pasaban tres horas que no podiamos
acabar con ellos que nos dexasen. Otro dia nos traxeron toda la Gente
del Pueblo, i la maior parte de ellos sin Tuertos de Nubes, i otros de
ellos son Ciegos de ellas mismas, de que estabamos espantados. Son mui
bien dispuestos, i de mui buenos gestos, mas blancos que otros ningunos
de quantos hasta alli haviamos visto. Aqui empeçamos à vèr Sierras, i
parescia que venian seguidas de àcia el Mar del Norte; i asi, por la
relacion que los Indios de esto nos dieron, creemos, que estàn quince
leguas de la Mar. De aqui nos partimos con estos Indios àcia estas
Sierras que decimos, i llevaronnos por donde estaban vnos parientes
suios, porque ellos no nos querian llevar sino por do habitaban sus
Parientes, i no querian que sus enemigos alcançasen tanto bien, como les
parescia, que era vernos. Y quando fuimos llegados los que con nosotros
iban, saquearon à los otros; i como sabian la costumbre, primero que
llegasemos, escondieron algunas cosas; i despues que nos hovieron
rescebido con mucha fiesta, i alegria sacaron lo que havian escondido, i
vinieronnoslo à presentar, i esto era Cuentas, i Almagra, i algunas
Taleguillas de Plata. Nosotros, segun la costumbre, dimoslo luego à los
Indios, que con nos venian; i quando nos lo hovieron dado, començaron
sus Bailes, i Fiestas, i embiaron à llamar otros de otro Pueblo, que
estaba cerca de alli, para que nos viniesen à vèr, i à la tarde vinieron
todos, i nos traxeron Cuentas, i Arcos, i otras cosillas, que tambien
repartimos; i otro dia, queriendonos partir, toda la Gente nos queria
llevar à otros Amigos suios, que estaban à la punta de las Sierras, i
decian, que alli havia muchas Casas, i Gente, i que nos darian muchas
cosas, mas por ser fuera de nuestro camino no quesimos ir à ellos, i
tomamos por lo llano, cerca de las Sierras, las quales creìamos que no
estaban lexos de la Costa. Toda la Gente de ella es muy mala, i teniamos
por mejor de atravesar la Tierra, porque la Gente que està mas metida
adentro, es mas bien acondicionada, i tratabannos mejor, i teniamos por
cierto, que hallariamos la Tierra mas poblada, i de mejores
mantenimientos. Lo vltimo haciamos esto, porque atravesando la Tierra,
viamos muchas particularidades de ella; porque si Dios Nuestro Señor
fuese servido de sacar alguno de nosotros, i traerlo à Tierra de
Christianos, pudiese dàr nuevas, i relacion de ella. Y como los Indios
vieron, que estabamos determinados de no ir por donde ellos nos
encaminaban, dixeronnos, que por donde nos queriamos ir, no havia Gente,
ni Tunas, ni otra cosa alguna que comer: i rogaronnos que estuviesemos
alli aquel dia, i ansi lo hicimos. Luego ellos embiaron dos Indios para
que buscasen Gente por aquel camino que queriamos ir: i otro dia nos
partimos, llevando con nosotros muchos de ellos, i las Mugeres iban
cargadas de Agua, i era tan grande entre ellos nuestra autoridad, que
ninguno osaba beber sin nuestra licencia. Dos leguas de alli topamos los
Indios que havian ido à buscar la Gente, i dixeron, que no la hallaban,
de lo que los Indios mostraron pesar, i tornaronnos à rogar que nos
fuesemos por la Sierra. No lo quisimos hacer, i ellos como vieron
nuestra voluntad, aunque con mucha tristeça, se despidieron de nosotros,
i se bolvieron el Rio abaxo à sus Casas, i nosotros caminamos por el Rio
arriba, i desde à vn poco topamos dos Mugeres cargadas, que como nos
vieron, pararon, i descargaronse, i traxeron nos de lo que llevaban, que
era Harina de Maìz, i nos dixeron, que adelante en aquel Rio hallariamos
Casas, i muchas Tunas, i de aquella Harina, i ansi nos despedimos de
ellas, porque iban à los otros, donde haviamos partido, i anduvimos
hasta puesta del Sol, i llegamos à vn Pueblo de hasta veinte Casas,
adonde nos rescibieron llorando, i con grande tristeça, porque sabian
ià, que adonde quiera que llegabamos eran todos saqueados, i robados de
los que nos acompañaban, i como nos vieron solos, perdieron el miedo, i
dieronnos Tunas, i no otra cosa ninguna. Estuvimos alli aquella noche, i
al Alva los Indios que nos havian dexado el dia pasado, dieron en sus
Casas; i como los tomaron descuidados, i seguros, tomaronles quanto
tenian, sin que tuviesen lugar donde asconder ninguna cosa, de que ellos
lloraron mucho: i los robadores para consolarles los decian, que eramos
Hijos del Sol, i que teniamos poder para sanar los enfermos, i para
matarlos, i otras mentiras, aun maiores que estas, como ellos las saben
mejor hacer quando sienten que les conviene: i dixeronles, que nos
llevasen con mucho acatamiento, i tuviesen cuidado de no enojarnos en
ninguna cosa, i que nos diesen todo quanto tenian, i procurasen de
llevarnos donde havia mucha Gente, i que donde llegasemos robasen ellos,
i saqueasen lo que los otros tenian, porque asi era costumbre.



_CAP. XXIX. De como se robaban los unos à los otros._


Despues de haverlos informado, i señalado bien lo que havian de hacer,
se bolvieron, i nos dexaron con aquellos; los quales teniendo en la
memoria lo que los otros les havian dicho, nos començaron à tratar con
aquel mismo temor, i reverencia que los otros, i fuimos con ellos tres
jornadas, i llevaronnos adonde havia mucha Gente; i antes que llegasemos
à ellos avisaron como ibamos, i dixeron de nosotros todo lo que los
otros les havian enseñado, i añadieron mucho mas, porque toda esta Gente
de Indios, son grandes amigos de Novelas, i mui mentirosos, maiormente
donde pretenden algun interese. Y quando llegamos cerca de las Casas,
saliò toda la Gente à rescebirnos con mucho placer, i fiesta: i entre
otras cosas, dos Fisicos de ellos nos dieron dos Calabaças, i de aqui
començamos à llevar Calabaças con nosotros, i añadimos à nuestra
autoridad esta cerimonia, que para con ellos es mui grande. Los que nos
havian acompañado saquearon las Casas, mas como eran muchas, i ellos
pocos, no pudieron llevar todo quanto tomaron, i mas de la mitad dexaron
perdido; i de aqui por la Halda de la Sierra nos fuimos metiendo por la
Tierra adentro mas de cinquenta leguas, i al cabo de ellas hallamos
quarenta Casas, i entre otras cosas que nos dieron, hovo Andrès Dorantes
vn Cascavel gordo, grande, de Cobre, i en èl figurado vn rostro, i esto
mostraban ellos, que lo tenian en mucho, i les dixeron, que lo havian
havido de otros sus Vecinos: i preguntandoles, què donde havian havido
aquello? dixeronles, que lo havian traìdo de àcia el Norte, i que alli
havia mucho, i era tenido en grande estima; i entendimos, que do quiera
que aquello havia venido, havia fundicion, i se labraba de Vaciado, i
con esto nos partimos otro dia, i atravesamos vna Sierra de siete
Leguas, i las Piedras de ella eran de Escorias de Hierro; i à la noche
llegamos à muchas Casas, que estaban asentadas à la Ribera de vn mui
hermoso Rio, i los Señores de ellas salieron à medio camino à
rescebirnos con sus Hijos acuestas, i nos dieron muchas Taleguillas de
Margagita, i de Alcohol molido, con esto se vntan ellos la cara, i
dieron muchas Cuentas, i muchas Mantas de Vacas, i cargaron à todos los
que venian con nosotros de todo quanto ellos tenian. Comian Tunas, i
Piñones: ai por aquella Tierra Pinos chicos, i las Piñas de ellas son
como Huevos pequeños, mas los Piñones son mejores que los de Castilla,
porque tienen las cascaras mui delgadas; i quando estàn verdes,
muelenlos, i hacenlos Pellas, i ansi los comen; i si estàn secos, los
muelen con cascaras, i los comen hechos polvos. Y los que por alli nos
rescebian, desque nos havian tocado, bolvian corriendo hasta sus Casas,
i luego daban buelta à nosotros, i no cesaban de correr, iendo, i
viniendo. De esta manera traiannos muchas cosas para el camino. Aqui me
traxeron vn Hombre, i me dixeron, que havia mucho tiempo que le havian
herido con vna Flecha por el espalda derecha, i tenia la punta de la
Flecha sobre el coraçon, decia que le daba mucha pena, i que por aquella
causa siempre estaba enfermo. Yo le toquè, i sentì la punta de la
Flecha, i vì, que la tenia atravesada por la ternilla, i con vn Cuchillo
que tenia le abri el pecho hasta aquel lugar, i vì que tenia la punta
atravesada, i estaba mui mala de sacar; tornè à cortar mas, i metì la
punta del Cuchillo, i con gran trabajo en fin la saquè. Era mui larga, i
con vn Hueso de Venado, vsando de mi Oficio de Medicina, le dì dos
puntos; i dados, se me desangraba, i con raspa de vn Cuero le estanquè
la sangre; i quando huve sacado la punta, pidieronmela, i Yo se la dì, i
el Pueblo todo vino à verla, i la embiaron por la Tierra adentro, para
que la viesen los que allà estaban, i por esto hicieron muchos Bailes, i
Fiestas, como ellos suelen hacer; i otro dia le cortè los dos puntos al
Indio, i estaba sano; i no parescia la herida que le havia hecho sino
como vna raia de la palma de la mano, i dixo, que no sentia dolor, ni
pena alguna: i esta cura nos diò entre ellos tanto credito por toda la
Tierra, quanto ellos podian, i sabian estimar, i encarescer.
Mostramosles aquel Cascavel que traìamos, i dixeronnos, que en aquel
Lugar de donde aquel havia venido, havia muchas Planchas de aquello
enterradas, i que aquello era cosa que ellos tenian en mucho; i havia
Casas de asiento, i esto creemos nosotros que es la Mar del Sur, que
siempre tuvimos noticia, que aquella Mar es mas rica que la del Norte.
De estos nos partimos, i anduvimos por tantas suertes de Gentes, i de
tan diversas Lenguas, que no basta memoria à poderlas contar, i siempre
saqueaban los vnos à los otros; i asi los que perdian, como los que
ganaban, quedaban mui contentos. Llevabamos tanta compañia, que en
ninguna manera podiamos valernos con ellos. Por aquellos Valles donde
ibamos, cada vno de ellos llevaba vn Garrote, tan largo como tres
palmos, i todos iban en ala; i en saltando alguna Liebre (que por alli
havia hartas) cercabanla luego, i caìan tantos Garrotes sobre ella, que
era cosa de maravilla, i de esta manera la hacian andar de vnos para
otros, que à mi vèr era la mas hermosa caça que se podia pensar, porque
muchas veces ellas se venian hasta las manos; i quando à la noche
parabamos, eran tantas las que nos havian dado, que traìa cada vno de
nosotros ocho, ò diez cargas de ellas; i los que traìan Arcos no
parescian delante de nosotros, antes se apartaban por la Sierra à buscar
Venados; i à la noche quando venian, traìan para cada vno de nosotros
cinco, ò seis Venados, i Paxaros, i Codornices, i otras caças:
finalmente, todo quanto aquella Gente hallaban, i mataban, nos lo ponian
delante, fin que ellos osasen tomar ninguna cosa, aunque muriesen de
hambre, que asi lo tenian ià por costumbre, despues que andaban con
nosotros, i sin que primero lo santiguasemos; i las Mugeres traìan
muchas Esteras, de que ellos nos hacian Casas, para cada vno la suia à
parte, i con toda su Gente conoscida: i quando esto era hecho,
mandabamos que asasen aquellos Venados, i Liebres, i todo lo que havian
tomado; i esto tambien se hacia mui presto en vnos Hornos, que para esto
ellos hacian; i de todo ello nosotros tomabamos vn poco, i lo otro
dabamos al Principal de la Gente, que con nosotros venia, mandandole,
que lo repattiese entre todos. Cada vno con la parte que le cabia,
venian à nosotros para que la soplasemos, i santiguasemos, que de otra
manera no osaran comer de ella; i muchas veces traìamos con nosotros
tres, ò quatro mil personas. Y era tan grande nuestro trabajo, que à
cada vno haviamos de soplar, i santiguar lo que havian de comer, i
beber, i para otras muchas cosas que querian hacer, nos venian à pedir
licencia, de que se puede vèr, que tanta importunidad rescebiamos. Las
Mugeres nos traìan las Tunas, i Arañas, i Gusanos, i lo que podian
haver, porque aunque se muriesen de hambre, ninguna cosa havian de
comer, sin que nosotros la diesemos. E iendo con estos, pasamos vn gran
Rio, que venia del Norte: i pasados vnos Llanos de treinta leguas,
hallamos mucha Gente, que de lexos de alli venia à rescebirnos, i salian
al Camino por donde haviamos de ir, i nos rescibieron de la manera de
los pasados.



_CAP. XXX. De como se mudò la costumbre de rescebirnos._


Desde aqui hovo otra manera de rescebirnos, en quanto toca al saquearse;
porque los que salian de los Caminos à traernos alguna cosa à los que
con nosotros venian, no los robaban; mas despues de entrados en sus
Casas, ellos mismos nos ofrescian quanto tenian, i las Casas con ello;
nosotros las dabamos à los Principales, para que entre ellos las
partiesen, i siempre los que quedaban despojados nos seguian, de donde
crescia mucha Gente para satisfacerse de su pèrdida: i decianles, que se
guardasen, i no escondiesen cosa alguna de quantas tenian, porque no
podia ser sin que nosotros lo supiesemos, i hariamos luego, que todos
muriesen, porque el Sol nos lo decia. Tan grandes eran los temores que
les ponian, que los primeros dias que con nosotros estaban, nunca
estaban sino temblando, i sin osar hablar, ni alçar los ojos al Cielo.
Estos nos guiaron por mas de cinquenta leguas de despoblado, de mui
asperas Sierras, i por ser tan secas no havia caça en ellas, i por esto
pasamos mucha hambre, i al cabo vn Rio mui grande, que el Agua nos daba
hasta los pechos: i desde aqui nos començò mucha de la Gente que
traìamos à adolescer, de la mucha hambre, i trabajo, que por aquellas
Sierras havian pasado, que por extremo eran agras, i trabajosas. Estos
mismos nos llevaron à vnos Llanos, al cabo de las Sierras, donde venian
à rescebirnos de mui lexos de alli, i nos rescibieron como los pasados;
i dieron tanta hacienda à los que con nosotros venian, que por no
poderla llevar, dexaron la mitad; i diximos à los Indios que lo havian
dado, que lo tornasen à tomar, i lo llevasen, porque no quedase alli
perdido: i respondieron, que en ninguna manera lo harian, porque no era
su costumbre, despues de haver vna vez ofrescido, tornarlo à tomar; i
asi, no lo teniendo en nada, lo dexaron todo perder. A estos diximos,
que queriamos ir à la puesta del Sol, i ellos respondieronnos, que por
alli estaba la Gente mui lexos; i nosotros les mandabamos, que embiasen
à hacerles saber, como nosotros ibamos allà, i de esto se escusaron lo
mejor que ellos podian, porque ellos eran sus enemigos, i no querian que
fuesemos à ellos, mas no osaron hacer otra cosa; i asi embiaron dos
Mugeres, vna suia, i otra que ellos tenian captiva; i embiaron estas,
porque las Mugeres pueden contratar, aunque aia Guerra, i nosotros las
seguimos, i paramos en vn Lugar, donde estaba concertado que las
esperasemos, mas ellas tardaron cinco Dias: i los Indios decian, que no
debian de hallar Gente. Diximosles, que nos llevasen àcia el Norte:
respondieron de la misma manera, diciendo, que por alli no havia Gente,
sino mui lexos, i que no havia que comer, ni se hallaba Agua; i con todo
esto nosotros porfiamos, i diximos, que por alli queriamos ir, i ellos
todavia se escusaban de la mejor manera que podian, i por esto nos
enojamos, i Yo me salì vna noche à dormir en el Campo, apartado de
ellos; mas luego fueron donde Yo estaba, i toda la noche estuvieron sin
dormir, i con mucho miedo, i hablandome, i diciendome quan atemoriçados
estaban, rogandonos, que no estuviesemos mas enojados; i que aunque
ellos supiesen morir en el camino, nos llevarian por donde nosotros
quisiesemos ir, i como nosotros todavia fingiamos estàr enojados; i
porque su miedo no se quitase, suscediò vna cosa estraña, i fue, que
este dia mesmo adolescieron muchos de ellos; i otro dia siguiente
murieron ocho Hombres. Por toda la Tierra, donde esto se supo, hovieron
tanto miedo de nosotros, que parescia en vernos, que de temor havian de
morir. Rogaronnos, que no estuviesemos enojados, ni quisiesemos que mas
de ellos muriesen; i tenian por mui cierto, que nosotros los matabamos
con solamente quererlo: i à la verdad, nosotros rescebiamos tanta pena
de esto, que no podia ser maior; porque allende de vèr los que morian,
temiamos, que no muriesen todos, ò nos dexasen solos de miedo, i todas
las otras Gentes de al adelante hiciesen lo mismo, viendo lo que à estos
havia acontecido. Rogamos à Dios Nuestro Señor, que lo remediase, i ansi
començaron à sanar todos aquellos que havian enfermado; i vimos vna
cosa, que fue de grande admiracion, que los Padres, i Hermanos, i
Mugeres de los que murieron, de verlos en aquel estado tenian gran pena;
i despues de muertos, ningun sentimiento hicieron, ni los vimos llorar,
ni hablar vnos con otros, ni hacer otra ninguna muestra, ni osaban
llegar à ellos, hasta que nosotros los mandabamos llevar à enterrar; i
mas de quince dias, que con aquellos estuvimos, à ninguno vimos hablar
vno con otro, ni los vimos reir, ni llorar à ninguna criatura; antes
porque vna llorò, la llevaron mui lexos de alli, i con vnos dientes de
Raton agudos la sajaron desde los hombros, hasta casi todas las piernas.
E Yo viendo esta crueldad, i enojado de ello les preguntè, que por què
lo hacian? i respondieron, que para castigarla, porque havia llorado
delante de mì. Todos estos temores que ellos tenian, ponian à todos los
otros, que nuevamente venian à conoscernos, à fin que nos diesen todo
quanto tenian, porque sabian, que nosotros no tomabamos nada, i lo
haviamos de dàr todo à ellos. Esta fue la mas obediente Gente que
hallamos por esta Tierra, i de mejor condicion; i comunmente son mui
dispuestos. Convalescidos los dolientes, i ià que havia tres dias que
estabamos alli, llegaron las Mugeres que haviamos embiado, diciendo, que
havian hallado mui poca Gente, i que todos havian ido à las Vacas, que
era en tiempo de ellas; i mandamos à los que havian estado enfermos, que
se quedasen, i los que estuviesen buenos fuesen con nosotros, i que dos
jornadas de alli, aquellas mismas dos Mugeres irian con dos de nosotros
à sacar Gente, i traerla al camino, para que nos rescibiesen, i con esto
otro dia de mañana, todos los que mas recios estaban, partieron con
nosotros, i à tres jornadas paràmos, i el siguiente dia partiò Alonso
del Castillo con Estevanico el Negro, llevando por Guia las dos Mugeres;
i la que de ellas era Captiva, los llevò à vn Rio, que corria entre vnas
Sierras, donde estaba vn Pueblo, en que su Padre vivia, i estas fueron
las primeras Casas que vimos que tuviesen parescer, i manera de ello.
Aqui llegaron Castillo, i Estevanico; i despues de haver hablado con los
Indios, à cabo de tres dias vino Castillo adonde nos havia dexado, i
traxo cinco, ò seis de aquellos Indios, i dixo como havia hallado Casas
de Gente, i de asiento, i que aquella Gente comia Frisoles, i Calabaças,
i que havia visto Maìz. Esta fue la cosa del Mundo que mas nos alegrò, i
por ello dimos infinitas gracias à Nuestro Señor, i dixo, que el Negro
vernia con toda la Gente de las Casas à esperar al camino, cerca de
alli; i por esta causa partimos, i andada legua i media topamos con el
Negro, i la Gente que venian à rescebirnos, i nos dieron Frisoles, i
muchas Calabaças para comer, i para traer Agua, i Mantas de Vacas, i
otras cosas. Y como estas Gentes, i las que con nosotros venian, eran
enemigos, i no se entendian, partimonos de los primeros, dandoles lo que
nos havian dado, i fuimonos con estos, i à seis leguas de alli, ià que
venia la noche, llegamos à sus Casas, donde hicieron muchas Fiestas con
nosotros. Aqui estuvimos vn dia, i el siguiente nos partimos, i
llevamoslos con nosotros à otras Casas de asiento, donde comian lo mismo
que ellos; i de aì adelante hovo otro nuevo vio, que los que sabian de
nuestra vida, no salian à rescebirnos à los caminos, como los otros
hacian, antes los hallabamos en sus Casas, i tenian hechas otras para
nosotros; i estaban todos asentados, i todos tenian bueltas las caras
àcia la pared, i las cabeças baxas, i los cabellos puestos delante de
los ojos, i su hacienda puesta en monton en medio de la Casa; i de aqui
adelante començaron à darnos muchas Mantas de Cueros, i no tenian cosa
que no nos diesen. Es la Gente de mejores cuerpos que vimos, i de maior
viveça, i habilidad, i que mejor nos entendian, i respondian en lo que
preguntabamos; i llamamos los de las Vacas, porque la maior parte que de
ellas mueren, es cerca de alli: i por aquel Rio arriba mas de cinquenta
leguas vàn matando muchas de ellas. Esta Gente andan del todo desnudos,
à la manera de los primeros que hallamos. Las Mugeres andan cubiertas
con vnos Cueros de Venado, i algunos pocos de Hombres, señaladamente los
que son viejos, que no sirven para la Guerra. Es Tierra mui poblada.
Preguntamosles, como no sembraban Maìz? respondieronnos, que lo hacian
por no perder lo que sembrasen; porque dos Años arreo les havian faltado
las Aguas, i havia sido el tiempo tan seco, que à todos les havian
perdido los Maìces los Topos; i que no osarian tornar à sembrar, sin que
primero hoviese llovido mucho: i rogabannos que dixesemos al Cielo que
lloviese, i se lo rogasemos, i nosotros se lo prometimos de hacerlo
ansi. Tambien nosotros quesimos saber de donde havian traìdo aquel Maìz,
i ellos nos dixeron, que de donde el Sol se ponia, i que lo havia por
toda aquella Tierra, mas que lo mas cerca de alli era por aquel camino.
Preguntamosles, por donde iriamos bien? i que nos informasen del camino,
porque no querian ir allà. Dixeronnos, que el camino era por aquel Rio
arriba àcia el Norte, i que en diez i siete jornadas no hallariamos otra
cosa ninguna que comer, sino vna Fruta, que llaman Chacàn, i que la
machucan entre vnas Piedras; si aun despues de hecha esta diligencia, no
se puede comer de aspera, i seca, i asi era la verdad, porque alli nos
lo mostraron, i no lo podimos comer; i dixeronnos tambien, que
entretanto que nosotros fuesemos por el Rio arriba, iriamos siempre por
Gente, que eran sus enemigos, i hablaban su misma Lengua, i que no
tenian que darnos cosa à comer, mas que nos rescibirian de mui buena
voluntad, i que nos darian muchas Mantas de Algodon, i Cueros, i otras
cosas de las que ellos tenian, mas que todavia les parescia que en
ninguna manera no debiamos tomar aquel camino. Dudando lo que hariamos,
i qual camino tomariamos, que mas à nuestro proposito, i provecho fuese,
nosotros nos detuvimos con ellos dos dias. Dabannos à comer Frisoles, i
Calabaças; la manera de cocerlas es tan nueva, que por ser tal, Yo la
quise aqui poner, para que se vea, i se conozca quan diversos, i
estraños son los ingenios, i industrias de los Hombres humanos. Ellos no
alcançan Ollas; i para cocer lo que ellos quieren comer, hinchen media
Calabaça grande de Agua, i en el fuego echan muchas Piedras, de las que
mas facilmente ellos pueden encender, i toman el fuego; i quando vèn que
estàn ardiendo, tomanlas con vnas Tenaças de Palo, i echanlas en aquella
Agua que està en la Calabaça, hasta que la hacen hervir con el fuego que
las Piedras llevan; i quando vèn que el Agua hierve, echan en ella lo
que han de cocer, i en todo este tiempo no hacen sino sacar vnas
Piedras, i echar otras ardiendo, para que el Agua hierva, para cocer lo
que quieren, i asi lo cuecen.



_CAP. XXXI. De como seguimos el camino del Maìz._


Pasados dos dias, que alli estuvimos, determinamos de ir à buscar el
Maìz, i no quesimos seguir el camino de las Vacas, porque es àcia el
Norte, i esto era para nosotros mui gran rodeo; porque siempre tuvimos
por cierto, que iendo la puesta del Sol, haviamos de hallar lo que
deseabamos, i ansi seguimos nuestro camino, i atravesamos toda la
Tierra, hasta salir à la Mar del Sur; i no bastò à estorvarnos esto el
temor que nos ponian de la mucha hambre que haviamos de pasar (como à la
verdad la pasamos) por todas las diez i siete jornadas, que nos havian
dicho. Por todas ellas el Rio arriba nos dieron muchas Mantas de Vacas,
i no comimos de aquella su Fruta, mas nuestro mantenimiento era cada dia
tanto, como vna mano de Vnto de Venado, que para estas necesidades
procurabamos siempre de guardar, i ansi pasamos todas las diez i siete
jornadas, i al cabo de ellas travesamos el Rio, i caminamos otras diez i
siete. A la puesta del Sol, por vnos llanos, i entre vnas Sierras mui
grandes, que alli se hacen, alli hallamos vna Gente, que la tercera
parte del Año no comen sino vnos Polvos de Paja; i por ser aquel tiempo,
quando nosotros por alli caminamos, hovimoslo tambien de comer, hasta
que acabadas estas jornadas, hallamos Casas de asiento adonde havia
mucho Maìz allegado, i de ello, i de su Harina nos dieron mucha
cantidad, i de Calabaças, i Frisoles, i Mantas de Algodon, i de todo
cargamos à los que alli nos havian traìdo, i con esto se bolvieron los
mas contentos del Mundo. Nosotros dimos muchas gracias à Dios Nuestro
Señor por havernos traìdo allí, adonde haviamos hallado tanto
mantenimiento. Entre estas Casas havia algunas de ellas, que eran de
Tierra, i las otras todas son de Estera de Cañas; i de aqui pasamos mas
de cien leguas de Tierra, i siempre hallamos Casas de asiento, i mucho
mantenimiento de Maìz, i Frisoles, i dabannos muchos Venados, i muchas
Mantas de Algodon, mejores que las de la Nueva-España. Dabannos tambien
muchas Cuentas, i de vnos Corales que ai en la Mar del Sur, muchas
Turquesa; mui buenas que tiene de àcia el Nortes i finalmente dieron
aqui todo quanto tenian, i à mi me dieron cinco Esmeraldas hechas puntas
de Flechas, i con estas Flechas hacen ellos sus Areitos, i Bailes; i
paresciendome à mi que eran mui buenas, les preguntè, que donde las
havian havido? i dixeron, que las traìan de vnas Sierras mui altas, que
estàn àcia el Norte, i las compraban à trueco de Penachos, i Plumas de
Papagaios; i decian, que havia alli Pueblos de mucha Gente, i Casas mui
grandes. Entre estos vimos las Mugeres mas honestamente tratadas que à
ninguna parte de Indias que hoviesemos visto. Traen vnas Camisas de
Algodon, que llegan hasta las rodillas, i vnas Medias-mangas encima de
ellas, de vnas faldillas de Cuero de Venado, sin pelo, que tocan en el
suelo, i enjabonanlas con vnas Raìces, que alimpian mucho, i ansi las
tienen mui bien tratadas; son abiertas por delante, i cerradas con vnas
Correas; andan calçados con Çapatos. Toda esta Gente venia à nosotros à
que les tocasemos, i santiguasemos; i eran en esto tan importunos, que
con gran trabajo lo sufriamos, porque dolientes, i sanos, todos querian
ir santiguados. Acontecia muchas veces, que de las Mugeres que con
nosotros iban, parian algunas, i luego en nasciendo nos traìan la
criatura à que la santiguasemos, i tocasemos. Acompañabannos siempre,
hasta dexarnos entregados à otros; i entre todas estas Gentes se tenia
por mui cierto, que veniamos del Cielo. Entretanto que con estos
anduvimos, caminamos todo el dia sin comer hasta la noche; i comiamos
tan poco, que ellos se espantaban de verlo. Nunca nos sintieron
cansancio; i à la verdad nosotros estabamos tan hechos al trabajo, que
tampoco lo sentiamos. Teniamos con ellos mucha autoridad, i gravedad, i
para conservar esto les hablabamos pocas veces. El Negro les hablaba
siempre: se informaba de los caminos que queriamos ir, i los Pueblos que
havia, i de las cosas que queriamos saber. Pasamos por gran numero, i
diversidades de Lenguas, con todas ellas Dios Nuestro Señor nos
favoresciò, porque siempre nos entendieron, i les entendimos, i ansi
preguntabamos, i respondian por señas, como si ellos hablàran nuestra
Lengua, i nosotros la suia; porque aunque sabiamos seis Lenguas, no nos
podiamos en todas partes aprovechar de ellas, porque hallamos mas de mil
diferencias. Por todas estas Tierras, los que tenian Guerras con los
otros, se hacian luego amigos para venirnos à rescebir, i traernos todo
quando tenian, i de esta manera dexamos toda la Tierra en paz, i
diximosles por las señas que nos entendian, que en el Cielo havia vn
Hombre que llamabamos Dios, el qual havia criado el Cielo, i la Tierra,
i que este adorabamos nosotros, i teniamos por Señor, i que haciamos lo
que nos mandaba, i que de su mano venian todas las cosas buenas, i que
si ansi ellos lo hiciesen, les iria mui bien de ello; i tan grande
aparejo hallamos en ellos, que si Lengua hoviera con que perfectamente
nos entendieramos, todos los dexàramos Christianos. Esto les dimos à
entender lo mejor que podimos; i de aì adelante, quando el Sol salia,
con mui gran grita abrian las manos juntas al Cielo, i despues las
traìan por todo su cuerpo; i otro tanto hacian quando se ponia. Es Gente
bien acondicionada, i aprovechada para seguir qualquiera cosa bien
aparejada.



_CAP. XXXII. De como nos dieron los coraçones de los venados._


En el Pueblo donde nos dieron las Esmeraldas, dieron à Dorantes mas de
seiscientos coraçones de Venado abiertos, de que ellos tienen siempre
mucha abundancia para su mantenimiento, i por esto le pusimos nombre, el
Pueblo de los Coraçones, i por èl es la entrada para muchas Provincias,
que estàn à la Mar del Sur; i si los que la fueren à buscar, por aqui no
entraren, se perderàn; porque la Costa no tiene Maìz, i comen Polvo de
Bledo, i de Paja, i de Pescado, que toman en la Mar con Balsas, porque
no alcançan Canoas. Las Mugeres cubren sus verguenças con Yerva, i Paja.
Es Gente mui apocada, i triste. Creemos, que cerca de la Costa, por la
via de aquellos Pueblos, que nosotros truximos, ai mas de mil Leguas de
Tierra poblada, i tienen mucho mantenimiento, porque siembran tres veces
en el Año Frisoles, i Maìz. Ai tres maneras de Venados, los de la vna de
ellas son tamaños como Novillos de Castilla: ai Casas de asiento, que
llaman Buhios, i tienen Yerva, i esto es de vnos Arboles, al tamaño de
Mançanos, i no es menester mas de coger la Fruta, i vntar la Flecha con
ella; i sino tiene Fruta, quiebran vna Rama, i con la Leche que tienen
hacen lo mesmo. Ai muchos de estos Arboles, que son tan ponçoñosos, que
si majan las Hojas de èl, i las laban en alguna Agua allegada, todos los
Venados, i qualesquier otros Animales, que de ella beben, rebientan
luego. En este Pueblo estuvimos tres dias, i à vna jornada de alli
estaba otro, en el qual nos tomaron tantas Aguas, que porque vn Rio
cresciò mucho no lo podimos pasar, i nos detuvimos alli quince dias. En
este tiempo Castillo viò al cuello de vn Indio vna Evilleta de Talabarte
de Espada, i en ella cosido vn Clavo de herrar: tomòsela, i
preguntamosle, què cosa era aquella? i dixeronnos, que havian venido del
Cielo. Preguntamosle mas, que quien la havia trìdo de allà? i
respondieron, que vnos Hombres que traìan barbas como nosotros, que
havian venido del Cielo, i llegado à aquel Rio, i que traìan Caballos, i
Lanças, i Espadas, i que havian alanceado dos de ellos; i lo mas
disimuladamente que podimos les preguntamos, què se havian hecho
aquellos Hombres? i respondieronnos, que se havian ido à la Mar, i que
metieron las Lanças por debaxo del Agua, i que ellos se havian tambien
metido por debaxo, i que despues los vieron ir por cima, àcia puesta del
Sol. Nosotros dimos muchas gracias à Dios Nuestro Señor, por aquello que
oìmos, porque estabamos desconfiados de saber nuevas de Christianos: i
por otra parte nos vimos en gran confusion, i tristeça, creiendo que
aquella Gente no seria sino algunos, que havian venido por la Mar à
descubrir: mas al fin, como tuvimos tan cierta nueva de ellos, dimonos
mas priesa à nuestro camino, i siempre hallabamos mas nueva de
Christianos; i nosotros les deciamos, que les ibamos à buscar, para
decirles, que no los matasen, ni tomasen por Esclavos, ni los sacasen de
sus Tierras, ni les hiciesen otro mal ninguno, i de esto ellos holgaban
mucho. Anduvimos mucha Tierra, i toda la hallamos despoblada, porque los
Moradores de ella andaban huiendo por las Sierras, sin osar tener Casas,
ni labrar, por miedo de los Christianos. Fue cosa de que tuvimos mui
gran lastima, viendo la Tierra mui fertil, i mui hermosa, i mui llena de
Aguas, i de Rios, i vèr los Lugares despoblados, i quemados, i la Gente
tan flaca, i enferma, huìda, i escondida toda; i como no sembraban, con
tanta hambre, se mantenian con corteças de Arboles, i Raìces. De esta
hambre à nosotros alcançaba parte en todo este camino, porque mal nos
podian ellos proveer, estando tan desventurados, que parescia que se
querian morir. Truxeronnos Mantas, de las que havian escondido por los
Christianos, i dieronnoslas: i aun contaronnos, como otras veces havian
entrado los Christianos por la Tierra, i havian destruìdo, i quemado los
Pueblos, i llevado la mitad de los Hombres, i todas las Mugeres, i
Muchachos, i que los que de sus manos se havian podido escapar, andaban
huiendo. Como los viamos tan atemoriçados, sin osar parar en ninguna
parte, i que ni querian, ni podian sembrar, ni labrar la Tierra, antes
estaban determinados de dexarse morir, i que esto tenian por mejor, que
esperar ser tratados con tanta crueldad, como hasta alli, i mostraban
grandisimo placer con nosotros, aunque temimos, que llegados à los que
tenian la frontera con los Christianos, i Guerra con ellos, nos havian
de maltratar, i hacer que pagasemos, lo que los Christianos contra ellos
hacian. Mas como Dios Nuestro Señor fue servido de traernos hasta ellos,
comenençaronnos à temer, i acatar, como los pasados, i aun algo mas, de
que no quedamos poco maravillados: por donde claramente se vè, que estas
Gentes todas, para ser atraìdas à ser Christianos, i à obediencia de la
Imperial Magestad, han de ser llevados con buen tratamiento, i que este
es camino mui cierto, i otro no. Estos nos llevaron à vn Pueblo, que
està en vn cuchillo de vna Sierra, i se ha de subir à èl por grande
aspereça: i aqui, hallamos mucha Gente, que estaba junta, recogidos, por
miedo de los Christianos. Recibieronnos mui bien, i dierronos quanto
tenian, i dieronnos mas de dos mil cargas de Maìz, que dimos à aquellos
miserables, i hambrientos, que hasta alli nos havian traìdo; i otro dia
despachamos de alli quatro Mensageros por la Tierra, como lo
acostumbrabamos hacer, para que llamasen, i convocasen toda la mas Gente
que pudiesen; à vn Pueblo, que està tres jornadas de alli; i hecho esto,
otro dia nos partimos con toda la Gente, que alli estaba: i siempre
hallabamos rastro, i señales adonde havian dormido Christianos; i à
medio dia topamos nuestros Mensageros, que nos dixeron, que no havian
hallado Gente, que toda andaba por los Montes escondidos, huiendo,
porque los Christianos no los matasen, i hiciesen Esclavos: i que la
noche pasada havian visto à los Christianos, estando ellos detràs de
vnos Arboles, mirando lo que hacian, i vieron como llevaban muchos
Indios en Cadenas: i de esto se alteraron los que con nosotros venian, i
algunos de ellos se bolvieron, para dàr aviso por la Tierra, como venian
Christianos, i muchos mas hicieran esto, si nosotros no les dixeramos
que no lo hiciesen, ni tuviesen temor: i con esto se aseguraron, i
holgaron mucho. Venian entonces con nosotros Indios de cien Leguas de
alli, i no podiamos acabar con ellos, que se bolviesen à sus Casas; i
por asegurarlos, dormimos aquella noche alli, i otro dia caminamos, i
dormimos en el camino; i el siguiente dia, los que haviamos embiado por
Mensageros, nos guiaron adonde ellos havian visto los Christianos; i
llegados à hora de Visperas, vimos claramente, que havian dicho la
verdad: i conocimos la Gente, que era de à Caballo, por las Estacas en
que los Caballos havian estado atados. Desde aqui, que se llama el Rio
de Petutàn, hasta el Rio donde llegò Diego de Guzmàn, puede haver hasta
èl, desde donde supimos de Christianos, ochenta Leguas: i desde alli al
Pueblo donde nos tomaron las Aguas, doce Leguas; i desde alli, hasta la
Mar del Sur, havia doce Leguas. Por toda esta Tierra, donde alcançan
Sierras, vimos grandes muestras de Oro, i Alcohol, Hierro, Cobre, i
otros Metales. Por donde estàn las Casas de asiento es caliente, tanto,
que por Enero hace gran calor. Desde alli àcia el Mediodia, de la Tierra
que es despoblada, hasta la Mar del Norte, es mui desastrada, i pobre,
donde pasamos grande, i increìble hambre; i los que por aquella Tierra
habitan, i andan, es Gente crudelisima, i de mui mala inclinacion, i
costumbres. Los Indios, que tienen Casa de aliento, i los de atràs,
ningun caso hacen de Oro, i Plata, ni hallan que pueda haver provecho de
ello.



_CAP. XXXIII. Como vimos rastro de Christianos._


Despues que vimos rastro claro de Christianos, i entendimos, que tan
cerca estabamos de ellos, dimos muchas gracias à Dios Nuestro Señor, por
querernos sacar de tan triste, i miserable captiverio; i el placer que
de esto sentimos, juzguelo cada vno, quando pensare el tiempo que en
aquella Tierra estuvimos, i los peligros, i trabajos porque pasamos.
Aquella noche Yo roguè à vno de mis Compañeros, que fuese tras los
Christianos, que iban por donde nosotros dexabamos la Tierra asegurada,
i havia tres dias de camino. A ellos se les hiço de mal esto,
escusandose por el cansancio, i trabajo: i aunque cada vno de ellos lo
pudiera hacer mejor que Yo, por ser mas recios, i mas moços, mas vista
su voluntad, otro dia por la mañana tomè conmigo al Negro, i once
Indios, i por el rastro que hallaba, siguiendo à los Christianos, pasè
por tres Lugares, donde havian dormido: i este dia anduve diez Leguas; i
otro dia de mañana alcancè quatro Christianos de Caballo, que
rescibieron gran alteracion de verme tan estrañamente vestido, i en
compañia de Indios. Estuvieronme mirando mucho espacio de tiempo, tan
atonitos, que ni me hablaban, ni acertaban à preguntarme nada. Yo les
dixe, que me llevasen adonde estaba su Capitan: i asi fuimos media Legua
de alli, donde estaba Diego de Alcaràz, que era el Capitan; i despues de
haverlo hablado, me dixo, que estaba mui perdido alli, porque havia
muchos dias, que no havia podido tomar Indios, i que no havia por donde
ir, porque entre ellos començaba à haver necesidad, i hambre; Yo le
dixe, como atràs quedaban Dorantes, i Castillo, que estaban diez Leguas
de alli, con muchas Gentes, que nos havian traìdo: i èl embiò luego tres
de Caballo, i cinquenta Indios, de los que ellos traìan: i el Negro
bolviò con ellos para guiarlos, i Yo quedè alli, i pedì, que me diesen
por Testimonio el Año, i el Mes, i Dia, que alli havia llegado, i la
manera en que venia, i ansi lo hicieron. De este Rio, hasta el Pueblo de
los Christianos, que se llama Sant Miguèl, que es de la Governacion de
la Provincia, que dicen la Nueva Galicia, ai treinta Leguas.



_CAP. XXXIV. De como embiè por los Christianos._


Pasados cinco dias, llegaron Andrès Dorantes, i Alonso del Castillo, con
los que havian ido por ellos, i traìan consigo mas de seiscientas
Personas, que eran de aquel Pueblo, que los Christianos havian hecho
subir al Monte, i andaban escondidos por la Tierra, i los que hasta alli
con nosotros havian venido, los havian sacado de los Montes, i entregado
à los Christianos, i ellos havian despedido todas las otras Gentes, que
hasta alli havian traìdo; i venidos adonde Yo estaba, Alcaràz me rogò,
que embiasemos à llamar la Gente de los Pueblos, que estàn à vera del
Rio, que andaban ascondidos por los Montes de la Tierra, i que les
mandasemos que truxesen de comer, aunque esto no era menester, porque
ellos siempre tenian cuidado de traernos todo lo que podian; i embiamos
luego nuestros Mensageros à que los llamasen, i vinieron seiscientas
Personas, que nos truxeron todo el Maìz que alcançaban, i traìanlo en
vnas ollas tapadas con barro, en que lo havian enterrado, i escondido, i
nos truxeron todo lo mas que tenian, mas nosotros no quisimos tomar de
todo ello, sino la comida, i dimos todo lo otro à los Christianos, para
que entre sì lo repartiesen; i despues de esto pasamos muchas, i grandes
pendencias con ellos, porque nos querian hacer los Indios que traìmos
Esclavos; i con este enojo, al partir dexamos muchos Arcos Turquescos,
que traìamos, i muchos Çurrones, i Flechas, i entre ellas las cinco de
las Esmeraldas, que no se nos acordò de ellas, i ansi las perdimos.
Dimos à los Christianos muchas Mantas de Vaca, i otras cosas que
traìamos: vimonos con los Indios en mucho trabajo, porque se bolviesen à
sus Casas, i se asegurasen, i sembrasen su Maìz. Ellos no querian sino
ir con nosotros, hasta dexarnos, como acostumbraban, con otros Indios;
porque si se bolviesen sin hacer esto, temian que se moririan, que para
ir con nosotros no temian à los Christianos, ni à sus Lanças. A los
Christianos les pesaba de esto, i hacian, que su Lengua les dixese, que
nosotros eramos de ellos mismos, i nos haviamos perdido muchos tiempos
havia, i que eramos Gente de poca suerte, i valor, i que ellos eran los
Señores de aquella Tierra, à quien havian de obedescer, i servir. Mas
todo esto los Indios tenian en mui poco, ò nonada de lo que les decian:
antes vnos con otros, entre sì platicaban, diciendo, que los Christianos
mentian, porque nosotros veniamos de donde salia el Sol, i ellos donde
se pone: i que nosotros sanabamos los enfermos, i ellos mataban los que
estaban sanos: i que nosotros veniamos desnudos, i descalços, i ellos
vestidos, i en Caballos, i con Lanças: i que nosotros no teniamos
cobdicia de ninguna cosa, antes todo quanto nos daban, tornabamos luego
à dàr, i con nada nos quedabamos, i los otros no tenian otro fin, sino
robar todo quanto hallaban, i nunca daban nada à nadie; i de esta manera
relataban todas nuestras cosas, i las encarescian por el contrario de
los otros; i asi les respondieron à la Lengua de los Christianos, i lo
mismo hicieron saber à los otros, por vna Lengua, que entre ellos havia,
con quien nos entendiamos, i aquellos que la vsan llamamos propriamente
Primahaitu (que es como decir Vascongados) la qual mas de quatrocientas
Leguas de las que anduvimos, hallamos vsada entre ellos, sin haver otra
por todas aquellas Tierras. Finalmente nunca pudo acabar con los Indios
creer, que eramos de los otros Christianos, i con mucho trabajo, i
importunacion los hecimos bolver à sus Casas, i les mandamos, que se
asegurasen, i asentasen sus Pueblos, i sembrasen, i labrasen la Tierra,
que de estàr despoblada estaba ià mui llena de Monte, la qual sin dubda
es la mejor de quantas en estas Indias ai, i mas fertil, i abundosa de
Mantenimientos, i siembran tres veces en el Año. Tiene muchas Frutas, i
mui hermosos Rios, i otras muchas Aguas mui buenas. Ai muestras grandes,
i señales de Minas de Oro, i Plata: la Gente de ella es mui bien
acondicionada: sirven à los Christianos (los que son Amigos) de mui
buena voluntad. Son mui dispuestos mucho mas que los de Mexico; i
finalmente, es Tierra, que ninguna cosa le falta; para ser mui buena.
Despedidos los Indios, nos dixeron, que harian lo que mandabamos, i
asentarian sus Pueblos, si los Christianos los dexaban; i Yo asi lo
digo, i afirmo por mui cierto, que si no lo hicieren, serà por culpa de
los Christianos.

Despues que hovimos embiado à los Indios en paz, i regraciadoles el
trabajo, que con nosotros havian pasado, los Christianos nos embiaron
(debaxo de cautela) à vn Cebreros, Alcalde, i con èl otros dos. Los
quales nos llevaron por los Montes, i despoblados, por apartarnos de la
conversacion de los Indios, i porque no viesemos, ni entendiesemos lo
que de hecho hicieron: donde paresce quanto se engañan los pensamientos
de los Hombres, que nosotros andabamos à les buscar libertad, i quando
pensabamos que la teniamos, sucediò tan al contrario, porque tenian
acordado de ir à dàr en los Indios que embiabamos, asegurados, i de paz;
i ansi como lo pensaron, lo hicieron: llevaronnos por aquellos Montes
dos dias, sin Agua, perdidos, i sin camino, i todos pensamos perescer de
sed, i de ella se nos ahogaron siete Hombres, i muchos Amigos, que los
Christianos traìan consigo, no pudieron llegar hasta otro dia à medio
dia, adonde aquella noche hallamos nosotros el Agua: i caminamos con
ellos veinte i cinco Leguas, poco mas, ò menos; i al fin de ellas
llegamos à vn Pueblo de Indios de Paz; i el Alcalde que nos llevaba nos
dexò alli, i el pasò adelante otras tres Leguas à vn Pueblo, que se
llamaba Culiaçàn, adonde estaba Melchior Diaz, Alcalde Maior, i Capitan
de aquella Provincia.



_CAP. XXXV. De como el Alcalde Maior nos rescibiò bien la noche que
llegamos._


Como el Alcalde Maior fue avisado de nuestra salida, i venida, luego
aquella noche partiò, i vino adonde nosotros estabamos, i llorò mucho
con nosotros, dando loores à Dios Nuestro Señor, por haver vsado de
tanta misericordia con nosotros, i nos hablò, i tratò mui bien; i de
parte del Governador Nuño de Guzmàn, i suia, nos ofresciò todo lo que
tenia, i podia: i mostrò mucho sentimiento de la mala acogida, i
tratamiento, que en Alcaràz, i los otros haviamos hallado; i tuvimos por
cierto, que si èl se hallàra alli, se escusara lo que con nosotros, i
con los Indios se hiço; i pasada aquella noche, otro dia nos partimos, i
el Alcalde Maior nos rogò mucho, que nos detuviesemos alli, i que en
esto hariamos mui gran servicio à Dios, i á V. Mag. porque la Tierra
estaba despoblada, sin labrarse, i toda mui destruìda, i los Indios
andaban escondidos, i huìdos por los Montes, sin querer venir à hacer
asiento en sus Pueblos, i que los embiasemos à llamar, i les mandasemos,
de parte de Dios, i de V. Mag. que viniesen, i poblasen en lo llano, i
labrasen la Tierra. A nosotros nos paresciò esto mui dificultoso de
poner en efecto, porque no traìmos Indio ninguno de los nuestros, ni de
los que nos solian acompañar, i entender en estas cosas. En fin,
aventuramos à esto dos Indios de los que traìan alli captivos, que eran
de los mismos de la Tierra, i estos se havian hallado con los
Christianos, quando primero llegamos à ellos, i vieron la Gente que nos
acompañaba, i supieron de ellos la mucha autoridad, i dominio, que por
todas aquellas Tierras haviamos traìdo, i tenido, i las maravillas, que
haviamos hecho, i los enfermos que haviamos curado, i otras muchas
cosas; i con estos Indios mandamos à otros del Pueblo, que juntamente
fuesen, i llamasen los Indios, que estaban por las Sierras alçados, i
los del Rio de Petaan, donde haviamos hallado à los Christianos, i que
les dixesen, que viniesen à nosotros, porque les queriamos hablar; i
para que fuesen seguros, i los otros viniesen, les dimos vn Calabaçon de
los que nosotros traìamos en las manos (que era nuestra principal
insignia, i muestra de gran estado) i con este ellos fueron, i
anduvieron por alli siete dias, i al fin de ellos vinieron, i truxeron
consigo tres Señores de los que estaban alçados por las Sierras, que
traìan quince Hombres, i nos truxeron Cuentas, i Turquesas, i Plumas; i
los Mensageros nos dixeron, que no havian hallado à los Naturales del
Rio donde haviamos salido, porque los Christianos los havian hecho otra
vez huir à los Montes; i el Melchior Diaz dixo à la Lengua, que de
nuestra parte les hablase à aquellos Indios, i les dixese, como venia de
parte de Dios, que està en el Cielo, i que haviamos andado por el Mundo
muchos Años, diciendo à toda la Gente, que haviamos hallado, que
creiesen en Dios, i lo sirviesen, porque era Señor de todas quantas
cosas havia en el Mundo, i que èl daba galardon, i pagaba à los buenos,
i pena perpetua de fuego à los malos; i que quando los buenos morian,
los llevaba al Cielo, donde nunca nadie moria, ni tenian hambre, ni
frio, ni sed, ni otra necesidad ninguna, sino la maior gloria, que se
podria pensar; i que los que no le querian creer, ni obedescer sus
Mandamientos, los echaba debaxo la Tierra, en compañia de los Demonios,
i en gran fuego, el qual nunca se havia de acabar, sino atormentarlos
para siempre; i que allende de esto, si ellos quisiesen ser Christianos,
i servir à Dios, de la manera que les mandasemos, que los Christianos
les ternian por Hermanos, i los tratarian mui bien, i nosotros les
mandariamos, que no les hiciesen ningun enojo, ni los sacasen de sus
Tierras, sino que fuesen grandes Amigos suios: mas que si esto no
quisiesen hacer, los Christianos les tratarian mui mal, i se los
llevarian por Esclavos à otras Tierras. A esto respondieron à la Lengua,
que ellos serian mui buenos Christianos, i servirian à Dios; i
preguntados en què adoraban, i sacrificaban, i à quien pedian el Agua
para sus Maìçales, i la salud para ellos? Respondieron, que à vn Hombre
que estaba en el Cielo. Preguntamosles, como se llamaba? Y dixeron, que
Aguar, i que creìan, que èl havia criado todo el Mundo, i las cosas de
èl. Tornamosles à preguntar, como sabian esto? Y respondieron, que sus
Padres, i Abuelos se lo havian dicho, que de muchos tiempos tenian
noticia de esto, i sabian, que el Agua, i todas las buenas cosas las
embiaba aquel. Nosotros les diximos, que aquel que ellos decian,
nosotros lo llamabamos Dios, i que ansi lo llamasen ellos, i lo
sirviesen, i adorasen como mandabamos, i ellos se hallarian mui bien de
ello. Respondieron, que todo lo tenian mui bien entendido, i que asi lo
harian; i mandamosles, que baxasen de las Sierras, i viniesen seguros, i
en paz, i poblasen toda la Tierra, i hiciesen sus Casas, i que entre
ellas hiciesen vna para Dios, i pusiesen à la entrada vna Cruz, como la
que alli teniamos, i que quando viniesen alli los Christianos, los
saliesen à rescebir con las Cruces en las manos, sin los Arcos, i sin
Armas, i los llevasen à sus Casas, i les diesen de comer de lo que
tenian, i por esta manera no les harian mal, antes serian sus Amigos; i
ellos dixeron, que ansi lo harian como nosotros lo mandabamos: i el
Capitan les diò Mantas, i los tratò mui bien; i asi se bolvieron,
llevando los dos, que estaban captivos, i havian ido por Mensageros.
Esto pasò en presencia del Escrivano, que alli tenian, i otros muchos
Testigos.



_CAP. XXXVI. De como hecimos hacer Iglesias en aquella Tierra._


Como los Indios se bolvieron, todos los de aquella Provincia, que eran
Amigos de los Christianos, como tuvieron noticia de nosotros, nos
vinieron à vèr, i nos truxeron Cuentas, i Plumas; i nosotros les
mandamos, que hiciesen Iglesias, i pusiesen Cruces en ellas, porque
hasta entonces no las havian hecho; i hecimos traer los Hijos de los
Principales Señores, i baptiçarlos; i luego el Capitan hiço Pleito
omenage à Dios, de no hacer, ni consentir hacer entrada ninguna, ni
tomar Esclavo por la Tierra, i Gente, que nosotros haviamos asegurado; i
que esto guardaria, i cumpliria, hasta que su Magestad, i el Governador
Nuño de Guzmàn, ò el Visorrei en su nombre proveiesen en lo que mas
fuese servicio de Dios; i de su Mag. i despues de bautiçados los Niños,
nos partimos para la Villa de Sant Miguèl, donde como fuimos llegados
vinieron Indios, que nos dijeron, como mucha Gente bajaba de las
Sierras, i poblaban en lo llano, i hacian Iglesias, i Cruces, i todo lo
que les haviamos mandado: i cada Dia teniamos nuevas de como esto se iba
haciendo, i cumpliendo mas enteramente; i pasados quince Dias, que alli
aviamos estado, llegò Alcaraz con los Christianos que havian ido en
aquella entrada, i contaron al Capitan, como eran bajados de las Sierras
los Indios, i havian poblado en lo llano, i havian hallado Pueblos con
mucha Gente, que de primero estaban despoblados, i desiertos, i que los
Indios les salieron à recibir con Cruces en las manos, i los llevaron à
sus Casas, i les dieron de lo que tenian, i durmieron con ellos alli
aquella noche. Espantados de tal novedad, i de que los Indios les
dixeron, como estaban ià asegurados, mandò que no les hiciesen mal, i
ansi se despidieron. Dios Nuestro Señor por su infinita misericordia
quiera, que en los dias de V. Magestad, i debajo de vuestro Poder, i
Señorìo, estas Gentes vengan à ser verdaderamente, i con entera voluntad
sujetas al verdadero Señor que las criò, i redimiò. Lo qual tenemos por
cierto que asi serà, i que V. Magestad ha de Ser el que lo ha de poner
en efecto (que no serà tan dificil de hacer) porque dos mil Leguas que
anduvimos por Tierra, i por la Mar en las Barcas, i otros diez Meses que
despues de salidos de Captivos, sin parar anduvimos por la Tierra, no
hallamos Sacrificios, ni Idolatria. En este tiempo travesamos de vna Mar
à otra; i por la noticia que con mucha diligencia alcançamos à entender
de vna Costa à la otra, por lo mas ancho, puede haver docientas Leguas:
i alcançamos à entender, que en la Costa del Sur, ai Perlas, i mucha
riqueça, i que todo lo mejor, i mas rico està cerca della. En la Villa
de Sant Miguèl estuvimos hasta quince Dias del Mes de Maio; i la causa
de detenernos alli tanto, fue porque de alli hasta la Ciudad de
Compostela, donde el Governador Nuño de Guzman residia, ai cien Leguas,
i todas son despobladas, i de enemigos: i ovieron de ir con nosotros
Gente, con que iban veinte de Caballo, que nos acompañaron hasta
quarenta Leguas: i de alli adelante vinieron con nosotros seis
Christianos, que traìan quinientos Indios hechos Esclavos; i llegados en
Compostela, el Governador nos rescibiò mui bien, i de lo que tenia nos
diò de vestir: lo qual Yo por muchos Dias no pude traer, ni podiamos
dormir sino en el suelo: i pasados diez, ò doce Dias, partimos para
Mexico, i por todo el camino fuimos bien tratados de los Christianos, i
muchos nos salian à vèr por los Caminos, i daban gracias à Dios de
avernos librado de tantos peligros. Llegamos à Mexico Domingo, vn Dia
antes de la Vispera de Santiago, donde del Visorei, i del Marquès de el
Valle fuimos mui bien tratados, i con mucho placer rescibidos, i nos
dieron de vestir, i ofrescieron todo lo que tenian, i el Dia de Santiago
ovo Fiesta, i juego de Cañas, i Toros.



_CAP. XXXVII. De lo que acontesciò quando me quise venir._


Despues que descansamos en Mexico dos Meses, Yo me quise venir en estos
Reinos: i iendo à embarcar en el Mes de Octubre, vino vna tormenta que
diò con el Navio al travès, i se perdiò: i visto esto, acorde de dejar
pasar el Invierno, porque en aquellas partes es mui recio tiempo para
navegar en èl: i despues de pasado el Invierno por Quaresma, nos
partimos de Mexico Andrès Dorantes, i Yo para la Vera-Cruz para nos
embarcar, i alli estuvimos esperando tiempo hasta Domingo de Ramos que
nos embarcamos, i estuvimos embarcados mas de quince Dias por falta de
tiempo; i el Navio en que estabamos, hacia mucha Agua. Yo me sali de èl,
i me pasè à otros de los que estaban para venir, i Dorantes se quedò en
aquel: i à diez Dias de el Mes de Abril partimos del Puerto tres Navios,
i navegamos juntos ciento i cinquenta Leguas: i por el camino los dos
Navios hacian mucha Agua, i vna noche nos perdimos de su conserva;
porque los Pilotos, i Maestros, segun despues paresciò, no osaron pasar
adelante con sus Navios, i bolvieron otra vez al Puerto do havian
partido, sin darnos cuenta de ello, ni saber mas de ellos, i nosotros
seguimos nuestro viage; i à quatro Dias de Maio llegamos al Puerto de la
Havana, que es en la Isla de Cuba, adonde estuvimos esperando los otros
dos Navios, creiendo que vernian hasta dos Dias de Junio, que partimos
de alli con mucho temor de topar con Franceses, que havia pocos Dias que
havian tomado alli tres Navios nuestros: i llegados sobre la Isla de la
Belmuda, nos tomò vna tormenta, que suele tomar à todos los que por alli
pasan, la qual es conforme à la Gente, que dicen que en ella anda, i
toda vna noche nos tuvimos por perdidos, i plugò à Dios, que venida la
mañana cesó la tormenta, i seguimos nuestro camino. A cabo de veinte i
nueve Dias que partimos de la Habana, haviamos andado mil i cien Leguas,
que dicen que ai de alli hasta el Pueblo de los Açores: i pasando otro
Dia por la Isla, que dicen del Cuervo, dimos con vn Navio de Franceses,
à hora de medio dia nos començò à seguir, con vna Carabela que traìa,
tomada de Portugueses, i nos dieron caça, i aquella tarde vimos otras
nueve Velas, i estaban tan lejos, que no podimos conocer si eran
Portugueses, ò de aquellos mismos que nos seguian: i quando anocheciò,
estaba el Francès à tiro de Lombarda de nuestro Navio; i desque fue
obscuro, hurtamos la derrota, por desviarnos de èl; i como iba tan junto
de nosotros, nos viò, i tirò la via de nosotros, i esto hecimos tres, ò
quatro veces: i èl nos pudiera tomar si quisiera, sino que lo dejaba
para la mañana. Plugò à Dios, que quando amaneciò, nos hallamos el
Franceses, i nosotros juntos, i cercados de las nueve Velas que he
dicho, que à la tarde antes aviamos visto, las quales conosciamos ser de
la Armada de Portugal, i dì gracias à Nuestro Señor, por averme escapado
de los trabajos de la Tierra, i peligros de la Mar: i el Francès como
conosció ser el Armada de Portugal, soltò la Caravela que traìa tomada,
que venia cargada de Negros, la qual traìan consigo, para que creiesemos
que eran Portugueses, i la esperasemos; i quando la soltò, dijo al
Maestre, i Piloto de ella, que nosotros eramos Franceses, i de su
conserva: i como dijo esto, metió sesenta remos en su Navio, i ansi à
remo, i à vela se començò à ir; i andaba tanto, que no se puede creer; i
la Caravela que soltò, se fue al Galeon, i dijo al Capitan, que el
nuestro Navio, i el otro eran de Franceses: i como nuestro Navio arribó
al Galeon, i como toda la Armada via que ibamos sobre ellos, teniendo
por cierto que eramos Franceses, se pusieron à punto de Guerra, i
vinieron sobre nosotros: i llegados cerca les salvamos. Conosciò que
eramos Amigos, se hallaron burlados por averseles escapado aquel
Cosario, con aver dicho que eramos Franceses, i de su compañia, i asi
fueron quatro Caravelas tras èl: i llegado à nosotros el Galeon despues
de averles saludado, nos preguntò el Capitan Diego de Silveira, que de
donde veniamos, i que Mercaderia traìamos: i le respondimos, que
veniamos de la Nueva-España, i que traìamos Plata, i Oro: i preguntónos
que tanto seria, el Maestro le dixo que traeria trecientos mil
Castellanos. Respondió el Capitan: _Boa fee, que venis muito ricos, pero
tracedes mui ruin Navio, i muito ruin Artilleria, ò fide puta can à
renegado Frances, i que bon bocado perdeo, vota Deus. Ora sus pois vos
avedes escapado, seguime, i non vos apartedes de mi, que con aiuda de
Deus eu vos porne en Castela._ Y dende à poco bolvieron las Caravelas
que havian seguido tras el Francès, porque les paresció que andaba
mucho, i por no dejar el Armada que iba en guarda de tres Naos que
venian cargadas de Especeria; i asi llegamos à la Isla Tercera, donde
estuvimos reposando quince Dias tomando refresco, i esperando otra Nao,
que venia cargada de la India, que era de la conserva de las tres Naos
que traìa el Armada: i pasados los quince Dias nos partimos de alli con
el Armada, i llegamos al Puerto de Lisbona à nueve de Agosto, Vispera de
Señor Sant Laurencio, Año de mil i quinientos i treinta i siete Años. Y
porque es asi la verdad, como arriba en esta Relacion digo, lo firmè de
mi nombre. _Cabeça de Vaca._ Estaba firmado de su nombre, i con el
Escudo de sus Armas, la _Relacion_ donde este se sacò.



_CAP. XXXVIII. De lo que suscediò à los demàs que entraron en las
Indias._


Pues he hecho relacion de todo lo susodicho en el viage, i entrada, i
salida de la Tierra hasta bolver à estos Reinos, quiero asimismo hacer
memoria, i Relacion de lo que hicieron los Navios, i la Gente que en
ellos quedò, de lo qual no he hecho memoria en lo dicho atras; porque
nunca tuvimos noticia de ellos hasta despues de salidos, que hallamos
mucha Gente de ellos en la Nueva-España, i otros acà en Castilla, de
quien supimos el suceso, i todo el fin de ello de que manera pasò.
Despues que dejamos los tres Navios, porque el otro era ià perdido en la
Costa Braba, los quales quedaban à mucho peligro, i quedaban en ellos
hasta cien personas con pocos mantenimientos, entre los quales quedaban
diez Mugeres casadas, i vna de ellas havia dicho al Governador muchas
cosas que le acaecieron en el viage antes que le suscediesen: i esta le
dijo, quando entraba por la Tierra, que no entrase, porque ella creìa,
que èl, ni ninguno de los que con èl iban, no saldrian de la Tierra: i
que si alguno saliese, que haria Dios por èl mui grandes milagros; pero
creìa, que fuesen pocos los que escapasen, ò no ningunos; i el
Governador entonces le respondiò, que èl, i todos los que con èl
entraban iban à pelear, i conquistar muchas, i mui estrañas Gentes, i
Tierras: i que tenia por mui cierto, que conquistandolas havian de morir
muchos; pero aquellos que quedasen, serian de buena ventura, i quedarian
mui ricos, por la noticia que èl tenia de la riqueça que en aquella
Tierra havia: i dijole mas, que le rogaba que ella le dijese las cosas
que havia dicho pasadas, i presentes, quien se las havia dicho. Ella le
respondiò, i dijo, que en Castilla, vna Mora de Hornachos se lo havia
dicho, lo qual antes que partiesemos de Castilla, nos lo havia à
nosotros dicho, i nos havia suscedido todo el viage de la misma manera
que ella nos havia dicho. Y despues de aver dejado el Governador por su
Teniente, i Capitan de todos los Navios, i Gente, que alli dejaba à
Carvallo, natural de Cuenca de Huete, nosotros nos partimos de ellos,
dejandoles el Governador mandado, que luego en todas maneras se
recogiesen todos à los Navios, i siguiesen su viage derecho la via del
Panuco, i iendo siempre costeando la Costa, i buscando lo mejor que
ellos pudiesen el Puerto, para que en hallandolo parasen en èl, i nos
esperasen. En aquel tiempo que ellos se recogian en los Navios, dicen
que aquellas personas que alli estaban, vieron, i oieron todos mui
claramente, como aquella Muger dijo à las otras, que pues sus Maridos
entraban por la Tierra adentro, i ponian sus personas en tan gran
peligro, no hiciesen en ninguna manera cuenta de ellos: i que luego
mirasen con quien se havian de casar, porque ella asi lo havia de hacer,
i asi lo hiço, que ella, i las demàs se casaron, i amancebaron con los
que quedaron en los Navios; i despues de partidos de alli los Navios
hicieron vela, i siguieron su viage, i no hallaron el Puerto adelante, i
bolvieron atras: i cinco Leguas mas abajo de donde aviamos desembarcado,
hallaron el Puerto, que entraba siete, ó ocho Leguas la Tierra adentro,
i era el mismo que nosotros aviamos descubierto, adonde hallamos las
Cajas de Castilla, que atras se ha dicho, à do estaban los cuerpos de
los Hombres muertos, los quales eran Christianos: i en este Puerto, i
esta Costa anduvieron los tres Navios, i el otro que vino de la Habana,
i el Vergantin buscandonos cerca de vn Año, i como no nos hallaron
fueronse à la Nueva-España. Este Puerto que decimos, es el mejor de el
Mundo, i entra la Tierra adentro siete, ò ocho Leguas, i tiene seis
braças à la entrada, i cerca de Tierra tiene cinco, i es Lama el suelo
de èl, i no ai Mar dentro, ni tormenta brava, que como los Navios que
cabràn en èl son muchos, tiene mui gran cantidad de Pescado. Està cien
Leguas de la Habana, que es vn Pueblo de Christianos en Cuba, i està à
Norte Sùr, con este Pueblo, i aqui reinan las Brisas siempre, i vàn, i
vienen de vna parte à otra en quatro Dias, porque los Navios van, i
vienen à Quartèl.

Y pues he dado relacion de los Navios, serà bien que diga quien son, i
de que Lugar de estos Reinos, los que Nuestro Señor fue servido de
escapar de estos trabajos. El primero, es Alonso del Castillo Maldonado,
natural de Salamanca, hijo del Doctor Castillo, i de Doña Aldonça
Maldonado. El segundo, es Andrès Dorantes, hijo de Pablo Dorantes,
natural de Bejar, i Vecino de Gibraleon. El tercero, es Alvar Nuñez
Cabeça de Vaca, hijo de Francisco de Vera, i nieto de Pedro de Vera el
que ganò à Canaria, i su Madre se llamaba Doña Teresa Cabeça de Vaca,
natural de Xerez de la Frontera. El quarto, se llama Estevanicò, es
Negro Alarabe, natural de Açamor.



TABLA

DE LO MAS ESPECIAL CONTENIDO EN LOS

_Naufragios, y Relacion de la Florida de Alvar Nuñez Cabeça de Vaca._

[Nota del transcriptor: Esta Tabla no se incluye en esta edición
digital.]





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