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Title: Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias - Zotes (2 de 2)
Author: Isla, José Francisco de
Language: Spanish
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*** Start of this LibraryBlog Digital Book "Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias - Zotes (2 de 2)" ***

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FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS, ALIAS ZOTES (2 DE 2) ***

NOTA DE TRANSCRIPCIÓN

  * Las cursivas se muestran entre _subrayados_, las negritas entre
    =iguales= y las versalitas se han convertido a MAYÚSCULAS.

  * Los errores de imprenta han sido corregidos.

  * Se ha respetado la ortografía del original impreso, que trata de
    reproducir la del manuscrito, sin intentar normalizar las grafías
    variantes.

  * Las páginas en blanco han sido eliminadas.

  * Se ha asignado un número correlativo de nota a las que figuran al
    final del tomo, para su mejor referencia al texto principal.



  COLECCION DE AUTORES ESPAÑOLES.

  TOMO XLIII.



  EL P. ISLA.

  HISTORIA
  DEL FAMOSO PREDICADOR
  FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS,
  ALIAS ZOTES.

  PRIMERA EDICION ENTERA,
  HECHA SOBRE LA EDICION PRÍNCIPE DE 1758 Y EL
  MANUSCRITO AUTÓGRAFO DEL AUTOR

  POR

  D. EDUARDO LIDFORSS,
  CATEDRÁTICO DEL NÚMERO EN LA R. UNIVERSIDAD DE LUND.

  PARTE SEGUNDA.

  [Ilustración]

  LEIPZIG:
  F. A. BROCKHAUS.
  —
  1885.



ÍNDICE.


  LIBRO QUARTO.

                                                                   Pág.

  Cap. I. Donde se pondrá lo que irá saliendo y verá el curioso
  Letor.                                                              1

  Cap. II. Lee Fray Gerundio un Papel acerca del stilo, y queda
  aturrullado.                                                        9

  Cap. III. Predica Fray Gerundio en su Lugar, y atúrdese la gente.  23

  Cap. IV. Expónense á la admiracion algunas cláusulas del Sermon
  de Fray Gerundio.                                                  35

  Cap. V. Dase cuenta de lo que passó en la mesa de Anton Zotes.     46

  Cap. VI. De la Conversacion no ménos útil que graciosa, que se
  tuvo sobre comida.                                                 57

  Cap. VII. Levántase de la siesta el Magistral, y prosigue la
  conversacion del Capítulo antecedente, con todo lo demas que irá
  saliendo.                                                          67

  Cap. VIII. Corta el hilo y la cólera al Magistral un Huésped no
  esperado, pieza muy divertida, que á tal punto se apeó en casa
  de Anton Zotes.                                                    78

  Cap. IX. Donde se cuenta el maravilloso fruto que hizo el sermon
  del Magistral en el ánimo de Fray Gerundio.                        91


  LIBRO QUINTO.

  Cap. I. Encárganle un sermon de honras, y no le escupe; con todo
  lo demas que iremos diciendo.                                     105

  Cap. II. Pide Fray Gerundio á su amigo Fray Blas una instruccion
  para disponer el sermon de honras, y este se la da divina.        113

  Cap. III. Interrumpe la conversacion un huésped inopinado, que
  se aparece de repente; vuelven á atar el hilo, con todo lo demas
  que irá saliendo.                                                 121

  Cap. IV. Olvídasele la sed á Don Casimiro; llegan á Campazas sin
  saber cómo; quédase allí el Colegial aquella noche, y se evacúa
  el punto que se tocó y no se prometió en el capítulo passado.     132

  Cap. V. Dispone Fray Gerundio su sermon, y vále á predicar.       145

  Cap. VI. Predica Fray Gerundio el sermon de honras con increíble
  aplauso, y encárganle la Semana Santa de Pero-Rubio.              156

  Cap. VII. Lo mismo que el otro.                                   166

  Cap. VIII. Sálense á passear los quatro Religiosos, y el Padre
  Abad, en tono de conversacion, da á Fray Gerundio una admirable
  doctrina.                                                         174

  Cap. IX. Es buena cosa y merece leerse.                           191


  LIBRO SEXTO.

  Cap. I. Donde se refiere lo que no se sabe; pero al fin del
  capítulo se sabrá su contenido.                                   204

  Cap. II. Estornuda el Beneficiado; interrúmpese la conversacion
  con el _Dominus tecum_ y con el _Vivan Ustedes mil años_, y
  despues se suena.                                                 214

  Cap. III. Dispone Fray Gerundio su Semana Santa.                  223

  Cap. IV. y último. Interrúmpese la obra por el mas extraño
  sucesso que acaeció al Autor, y de que quizá no se encontrará
  exemplar en los annales.                                          234


  Notas al Tomo segundo.                                            247



LIBRO QUARTO.



CAPITULO PRIMERO.

Donde se pondrá lo que irá saliendo y verá el curioso Letor.


1. Pues, como íbamos diciendo de nuestro cuento, yendo dias y viniendo
dias, el bendito entre todos los benditos, el bueno de nuestro Fray
Gerundio quedó tan satisfecho de su trabajo, con la arenga panegýrica
y apologética á favor de su Plática de Disciplinantes que le hizo el
susodicho Theologuillo, con los aplausos de la escuela moza y con la
gritería de la griega,[1] que por poco no tuvo al Maestro Prudencio por
hombre que havia perdido el seso. Pero á lo ménos, pareciéndole que le
hacia mucha merced, hizo juicio firme y valedero de que ya estaba algo
chocho, y propuso en su corazon no hacer caso de nada que le dixiesse.
Y aún se adelanta un Autor á sospechar que hizo propósito oculto de
huir el cuerpo al viejo todo quanto le fuesse possible, bien que esto
no lo assegura como noticia cierta, y solamente la da por congetura,
fundada en unos apuntamientos de letra muy gastada que se hallaron en
el hondon de un coxin. Y el Diablo, que no dormia, para remachar el
clavo de su sandez, dispuso que algunos dias despues reciviesse una
carta de su íntimo Amigo Fray Blas, escrita desde Jacarilla, la qual
decia assí:

2. «Amigo Fray Gerundio: Doyte mil abrazos con el corazon, ya que
no puedo con la boca: en toda esta tierra no se habla mas que de tu
famosa Plática de Disciplinantes. Fray Roque el Refitolero me escribe
maravillas, y el Sacristan de Gordoncillo, que te oyó (y ha venido
aquí á concertar un esquilon), comienza y no acaba. Ambos tienen voto,
ó yo soy un porro. Mosen Guillen, que es el Señor Cura de este lugar
y tiene en la uña al _Theatro de los Dioses_, deséa un traslado de
ella, y dice que le ha de hacer imprimir, aunque sea necessario vender
el macho falso, que compró en la feria del Botigero. Embíamele por
el portador, que es el Barbero de este pueblo, persona segura y de
toda mi estimacion. A él me remito sobre mi sermon de Santa Orosia,
pues no parece bien que yo me alabe; y sábete que tiene tan buena
tixera para cortar un sermon como para igualar un cerquillo: solo te
digo que, ademas de la limosna del Mayordomo, que no es maleja, me he
valido ya dos borregos y dozena y media de chorizos, que de todo se
sirve. Dios te guarde muchos años. Tu amigo hasta la muerte á pesar de
cazcarrientos,

  =F. Blasius.=»

3. Quando Fray Gerundio se halló con que le pedian su Plática allá
de luengas tierras (pues para su geographía ocho leguas de distancia
era la mitad del mundo); quando consideró, que se la pedian no ménos
que para imprimirla, y se vió en vísperas de ser Autor de la noche
á la mañana, y esto sobre ser hombre en cuyo elogio y aplauso _in
continenti_ se escrivian y se divulgaban sonetos, se tuvo en su corazon
por el mayor Predicador que havian conocido los siglos; y no solo se
confirmó en la estraphalaria idéa de predicar, que ya se havia formado,
sino que con el tiempo fué salpicando todas las mas ridículas y mas
extravagantes, como se verá en el discurso de esta puntual Historia.

4. Pero ves aquí que en el mismo zaguan de la segunda parte de ella,
parece hemos dado un trompicon, que á buen librar harto será que
escapemos sanas las narizes. Es possible, (dirá un Lector, que las
tenga de podenco,) es possible que, haviendo oído la famosa Plática
Anton Zotes y Catanla Rebollo, su muger; haviendo sido testigos de los
aplausos y de los vítores, con que fué celebrada; haviendo visto por
sus mismos ojos el prodigioso fruto que hizo, en la valentía con que
arrojaron las capas los Penitentes de sangre, y en el denuedo con que
manejaron unos el ramal, y otros la pelotilla; que, haviendo recivido
ellos tantos plácemes, tantos parabienes, tantas bendiciones, así en
la Iglesia como fuera de ella: es possible, (vuelvo á decir tercera
vez,) que no tuvieron siquiera una enhorabuena que llegar á la boca
para dársela á su hijo? Se hace verisímil que, ya que no fuesse aquella
noche, por ser ya tarde y por dexarle descansar, á lo ménos la mañana
siguiente muy de madrugada no fuessen á la Iglesia del Convento ó á la
portería, y que allí Anton Zotes no diesse cien abrazos á su hijo, y
la Tia Catanla no añadiesse de mas á mas otros tantos besos, aforrados
en lágrimas y mocos, todos de puríssima ternura? Se hace creíble
tanta sequedad y tanto despego? Y, si esto no fué assí, sino que con
efecto los buenos de los padres de Fray Gerundio hicieron con su hijo
todas estas demonstraciones de cariño, dándole las debidas señas de
su complacencia y de su gozo, con qué conciencia passa en silencio el
Historiador una circunstancia tan substancial, que tanto puede servir
para el aliento, y aún para la edificacion?

5. A esto pudieramos responder muchas cosas, pero las dexamos todas por
no ser prolixos.

6. Y confessando de buena fé, que todo passó assí ni mas ni ménos,
añadimos en conseqüencia de la verdad y de la fidelidad que
professamos, que no solamente huvo dichos mocos, lágrimas, besos y
abrazos, sino que Anton Zotes, en presencia del Prelado y de otros
Padres graves, que havian baxado á cortejarle á él y á su muger, dixo
á Fray Gerundio: «Ya te envié á escrivir, como m’avian echado la
Mayordomía del Sacramento; pero entónces no te umbié á decir que me
perdicasses tú el sermon, porque, como no t’avia uído perdicar, no
queria ponerme á que quedássemos envergonzados: ahora que te he uído,
dígote que me l’as de perdicar, con la bendicion de su Reverencia
nuestro Reverendíssimo Padre.» No pudo negarse el Prelado á concederla,
aunque del escapulario adentro no le dió mucho gusto, porque como á
hombre serio y de razon le havia dessazonado la Plática. Pero, qué
havia de hazer en aquella coyuntura, y con unos Hermanos tan devotos
de la Orden, que hacian al Convento toda la limosna que podian? Al fin
sacáronlos unas tortillas, chanfaina, queso y aceitunas. Almorzaron muy
bien, sirviéndolos el almuerzo de comida, y se volvieron á Campazas,
no viendo la tierra que pisaban ni las horas de Dios por llegar á el
lugar, para contar á el Licenciado Quixano y á toda la parentela lo que
havian visto por sus ojos, oído con sus oídos y palpado con sus manos.

7. Dexemos ir en buen hora á los dos dichosíssimos consortes en
buena paz y compaña, miéntras nosotros nos volvemos á nuestro Fray
Gerundio, que, desde el mismo punto y momento en que le echó su Padre
el sermon del Sacramento, no pensaba de dia, ni de noche soñaba en
otra cosa que en el modo como havia de desempeñarle. Hacíase cargo de
todas las circunstancias, que le ponian en el mayor empeño: primer
sermon que predicaba en público, (porque la Plática de Disciplinantes
no la calificaba de sermon); predicarle en su lugar, y en la misma
Parroquia donde le havian bautizado (porque no havia otra); ser
Mayordomo su Padre; decir la missa, como lo daba por supuesto, el
Licenciado Quixano, su Padrino; los danzantes de la procession, el Auto
sacramental que siempre se representaba, los novillos que se corrian,
las dos ó tres dozenas de cohetes que se arrojaban, y la hoguera
que se encendia la víspera de la fiesta: todo esto se le ofrecia
continuamente á la imaginacion como punto céntrico y principal de su
empeño, pareciéndole no solo que era indispensable el hacerse cargo de
todo ello, sino que en esto solo estrivaba toda la dificultad, pues,
por lo que tocaba al assunto del Sacramento, en qualquiera Sermonario
encontraria campo abundante donde forragear.

8. Es cierto, que no se le havian olvidado las juiciosas reflexiones
que havia oído al Maestro Fray Prudencio, contra la ridícula y
extravagante costumbre de tocar en los sermones estas que se llaman
_circunstancias_; tambien es cierto, que tenia muy presente la
salutacion del sermon de la Purificacion en dia de San Blas, que el
mismo Maestro Prudencio havia leído al Predicador mayor y á él, en
que con gravedad, y no sin gracia, se hace ridícula esta costumbre,
convenciéndola de tal con razones que no admiten réplica; pero tambien
es igualmente cierto, que se le imprimió altamente la salida de su
amigote el Predicador Fray Blas, la qual se reduxo á aquel apophtegma,
que puede hacerse lugar entre los principios de Machiabelo: _Sentire
cum paucis, vivere cum multis: sentir con los pocos y obrar con los
muchos_; y aún por su desgracia havia leído en aquellos dias, no se
sabe donde, el dicho que comunmente se atribuye á nuestro insigne Poeta
Lope de Vega, y harto será que no sea un falso testimonio, porque no
cabe que un hombre de tanto juicio y de tanta discrecion dixiesse una
truanada tan insulsa; pero al fin ello se cuenta que, reconociendo él
mismo los defectos de sus comedias, los excusa diciendo _que los conoce
y los confiessa; mas que con todo esso las compone assí, porque las
buenas se silvan, y las malas se celebran_. Esto le hacia mas fuerza
que todo á Fray Gerundio, y resolvió por última determinacion no
omitir circunstancia alguna de las insinuadas, aunque lloviessen Fray
Prudencios.

9. Solo dudó por algun tiempo si, para hacerse cargo de ellos, acudiria
por socorro á las fábulas, ó apelaria á algunos textos y passages de
la sagrada Escritura, porque de todo havia visto en los mas famosos
Predicadores. Algo mas se inclinaba á lo primero, por llevarle hacia
allí su genio, ayudado del exemplo de Fray Blas y de la continua
lectura del _Florilegio_; pero, como estaba tan reciente la fuerte
repassata que le havia dado el Padre Maestro, contra el uso ó contra
el abuso de la fábula en la séria magestad del púlpito, no pudiendo
sobre todo borrar de la memoria aquella que le havia oído de que esto
era especie de sacrilegio, expression que le havia estremecido, porque
al fin no dexaba de ser hombre timorato á su modo; por esta vez, y sin
perjuicio hasta que examinasse bien el punto, se determinó á buscar
en la sagrada Escritura acomodo honrado para todas las susodichas
circunstancias.

10. Hallóle fácilmente donde le encuentran todos, que es en las
_Concordancias de la Biblia_, sin mas trabajo que ir á buscar por el
Abecedario la palabra latina que corresponde á la castellana, para la
qual se deséa algun texto, y aplicar qualquiera de los muchos que hay
en la Escritura, casi para cada una de quantas voces se pueden ofrecer.
En ménos de una hora dispuso los apuntamientos siguientes:

11.[2] «Primera circunstancia: _Primer sermon que predico_: viene
clavado aquello de =primum quidem sermonem feci, o Theophile=. --
Segunda: _Predícole en mi lugar, que se llama Campazas_: para esta
viene como nacido aquel texto: =Descendit Jesus in locum campestrem=.
-- Tercera: _Predico en la Parroquia donde me bautizaron, y se llamaba
Juan el que me bautizó_: qué cosa mas propia que aquello de =Joannes
quidem baptizavit in aqua, ego autem in aqua et Spiritu Sancto=? --
Quarta: _Es Mayordomo mi padre_: =In Domo Patris mei mansiones multæ
sunt=. _Tambien mi padre es labrador_: =Pater meus agricola est=.
_Llámase Anton Zotes; y el Arca del Testamento, figura del Sacramento,
anduvo por el país de los Azotes ó de los Azotios_: =abiit in Azotum=.
-- Quinta: _Echóme el sermon mi Padre, el qual está vivo y sano_. =Et
misit me vivens Pater.= _Cantará la missa mi Padrino_...»

12. Aquí se halló un poco atascado, porque, haviendo revuelto quantas
_Concordancias_ se hallaban en su celda, conviene á saber las
antiquíssimas de Hugo Cardenal, las de Alberstad, las de Harlodo, las
de Roberto Estévan y, por última apelacion, las de Zamora, no encontró
la palabra Padrino en todas ellas; y, ya desesperado, estaba resuelto
á acudir al _Theatrum vitæ humanæ_ ó á qualquiera Polyanthéa por algun
Padrino de socorro, y aún en caso necessario á valerse del _Tu es
patronus, tu parens_ de Terencio en el _Heauton-timorumenos_, quando
su dicha le deparó el texto mas oportuno del mundo: tropezó pues con
aquello que se lee en el verso 14 del capítulo 16 de la Epístola de
San Pablo á los Romanos: _salutate Patrobam_; y, passando luego á leer
el capítulo, encontró en él un thesoro, porque casi todo el referido
capítulo se reduce á las memorias, (hablando á nuestro modo,) que el
Apóstol encargaba se diessen de su parte á todos los Christianos que se
hallaban en Roma, y eran de su especial cariño ó por su mayor favor, ó
por algun beneficio particular que havian hecho á la Iglesia, ó porque
se havian esmerado mas en favorecer y en amar al mismo Apóstol: á todos
los va nombrando por sus nombres, y en el versículo 14 nombra entre
otros á Patroba.

13. «_Teneo te, terra!_ dixo entónces Fray Gerundio, mas alegre que si
huviera hallado una mina: de Patroba á Padrino no va un canto de un
real de á ocho de diferencia, y con decir que el Padrino antiguamente
se llamaba _Patroba_ y que, corrumpido el vocablo, se llamó despues
_Padrino_, está todo ajustado. Si alguno me replicare, (que él se
guardará bien de esso,) le responderé, que con mayores corrupciones
que esta nos tienen apestados los Etymologistas, y trampa adelante.
Pues ahí, es decir que no dará golpe el _salutate Patrobam_, haciendo
reflexion sobre el _salutate_, diciendo que hasta el Apóstol se
acordaba del Padrino en la salutacion!»

14. Bien quisiera él encontrar tambien algun textecillo oportuno, para
encaxar el apellido _Quixano_, no dexando de conocer que esse seria el
_non plus ultra_ del chiste y del ingenio, porque el texto de Padrino
en general se podia aplicar á qualquiera Pastor que sacasse de pila á
un hijo de Juan Borrego; pero túvolo por caso desesperado: no obstante,
despues de haver andado batallando largo tiempo en su imaginacion,
sin ofrecérsele cosa que le quadrasse, le ocurrió el pensamiento mas
disparatado que se podia ofrecer á hombre mortal.

15. «Quixano, se decia él á sí mismo, sale de _quixada_; esto no admite
duda: pues ahora, de las quixadas se dicen cosas grandiosas en la
Sagrada Escritura, porque, dexando á un lado si Cain mató ó no mató
á su hermano Abel con la quixada de un burro, que esta circunstancia
no consta, á lo ménos de la _Vulgata_, y, aunque constara, no podria
yo ajustarla bien para mi cuento; pero consta ciertamente, que Sanson
con la quixada de un asno quitó la vida á mil Philistéos; consta que,
haviendo quedado muy fatigado de la matanza y estando pereciendo de
sed, sin haver en todo aquel campo ni contorno una gota de agua, con
que poder aliviarla, hizo oracion á Dios, para que le socorriesse en
aquella extrema necessidad; y del diente molar de la misma quixada
brotó un copioso chorro de agua cristalina, con que apagó la sed y se
refociló Sanson. Consta, finalmente, que en memoria de este prodigio se
llamó el lugar donde sucedió, y se llama el dia de hoy _la fuente del
que invoca desde la quixada: Ideirco appellatum est nomen illius loci
fons invocantis de maxilla, usque in præsentem diem_.»

16.[3] «Qué cosa mas divina para mi assunto! Aquí tenemos una
mysteriosa quixada, que con agua celestial y milagrosa da nuevo
espíritu á Sanson y le restituye la vida, á lo ménos se la conserva.
El agua es sýmbolo del agua del bautismo, cuya virtud es milagrosa
y celestial; y la quixada que la suministró, sombra muy propria del
Padrino que la administra, cuyo apellido de _Quixano_ está haciendo
clara alusion á aquel mysterioso orígen. Que la quixada fuesse de un
burro ó fuesse de un racional, esse es chico pleito para la substancia
del intento, y mas quando á cada passo leemos en la sagrada Escritura,
que los brutos y las fieras symbolizan á los mayores hombres.»

17. Ajustada tan felizmente esta circunstancia, por todas las demas
se le daba un pito; pues para los danzantes tenia la danza de David
delante del arca del Testamento, que sale en todas las danzas del
Córpus, y, si no queria echar mano de esta por demasiadamente vulgar,
tenia la danza de los de las melenas largas, como él lo construía,
de la qual hace mencion el Propheta Isaïas, quando dice: _Et pilosi
saltabunt ibi_; y mas que se acordaba muy bien de que los danzantes de
su lugar siempre llevaban tendidas las melenas, cosa que los agraciaba
infinitamente, y lo de _pilosi saltabunt_ venia para ellos á pedir de
boca.

18. Para el Auto sacramental le pareció, que podia acomodar todos los
textos que hablaban de alguna figura del Sacramento; porque figura
y representacion, discurria él, todo es una misma cosa; con que,
si tenemos representacion y Sacramento, qué nos falta ya para Auto
sacramental? -- Donde iba muy holgado y, á su parecer, literal, era
en la circunstancia de los novillos; porque, aunque fuessen menester
cien textos diferentes para cien corridas, estaba pronto á sacarlos
de la Escritura, aplicando todos los que hablan de vítulos; y si,
como eran novillos, fueran toros, por lo ménos para mas de treinta
corridas ya tenia provision de textos. Los cohetes y las carretillas
que se disparaban, los encontraba él vivíssimamente figurados en
aquellos quatro mysteriosos animales que tiraban la carroza de
Ezequiel, los quales iban y volvian por el ayre, _in similitudinem
fulguris coruscantis_, como unos rayos, como unos relámpagos y como
unas exhalaciones. La hoguera no le daba maldito el cuidado, puesto
que tenia en la Escritura mas de cien hogueras á que calentarse,
sin mas trabajo que arrimarse á qualquiera de las que se encendian
para consumir los holocaustos; y, si se le ponia en la cabeza hacer
tambien circunstancia de los muchachos que saltaban por la hoguera sin
quemarse, qué cosa mas propria ni mas natural que los tres muchachos
del horno de Babilonia?

19. Assí acomodó en sus apuntamientos á todas las circunstancias, que
le parecieron precisas y absolutamente indispensables; pero faltábale
una, que, aunque no todos los Predicadores se hacian cargo de ella,
á él no le sufria el corazon dexar de tocarla. Esta era hacer alguna
commemoracion de su querida madre; porque hacerla de su padre y de su
padrino, y no hacerla de la madre, que le parió y que le havia tenido
nueve meses en sus entrañas, se le representaba una dureza insoportable
y que no se componia bien con el tierno amor que le professaba. Ya
se ve que, para hablar en general de madre, de hijo, de parir y de
vientre, tenia los textos á millares; pero él no se contentaba con
esta generalidad, y quisiera un textecillo terminante y peladito, que
hablasse de su madre Catanla Rebollo, con sus pelos y señales.

20. Anduvo, tornó, bolvió y rebolvió por mucho tiempo assí las
concordancias como los sesos, sin poder hallar cosa que le aquietasse,
hasta que al fin se le vino á la memoria el ingenioso medio de que se
valió cierto Predicador para salir de semejante aprieto. Llamábase
María Rebenga la Mayordoma de cierta cofradía de mugeres, en cuya
fiesta predicaba, y, no pudiendo encontrar en la Escritura texto que
hablasse expressamente de Rebenga, qué hizo? Dixo, que la esposa havia
combidado á el esposo para su huerto con estas palabras: _Veniat
dilectus meus in hortum_, venga mi amado á espaciarse por el huerto;
y, como se diesse por desentendido al primer combite, le bolvió á
instar con las mismas voces: _Veniat dilectus meus in hortum_, venga
á espaciarse por el huerto mi querido. Ahora noten: dos veces le dice
que venga, _veniat veniat_, como quien dice: _venga y revenga_. Con
cuyo arbitrio salió el discreto Predicador del empeño con el mayor
lucimiento, y mas quando añadió que, á la primera instancia, en que
la esposa no le dixo mas que _venga_, hizo como que no queria; pero,
quando en la segunda oyó la palabra _revenga, veniat veniat_, no pudo
ménos de rendirse.

21. A este modo le pareció á Fray Gerundio que tambien él podria
desempeñarse, haciendo reflexion á que el apellido _Rebollo_ parece
que suena dos veces _bollo_, y tuvo por impossible que no se hallasse
algo de _bollo_ en la Biblia, en cuyo caso él se ingeniaria para la
aplicacion; pero se quedó yerto, quando en toda ella no encontró
siquiera un _bollo_ que llegar á la boca, y, pareciéndole que á lo
ménos alguna cosa de _Repollo_ no podia faltar en alguno de tantos
huertos, de que se hace mencion en los sagrados libros, ni aún esto
pudo encontrar; y, aburrido ya, abandonó del todo el pensamiento de
nombrar á su madre expressamente por el apellido, pero apuntó el
texto de _Beatus venter qui te portavit, et ubera quæ suxisti_, para
aplicarle quando se ofreciesse buena occasion.

22. Dispuesto assí el plan de la salutacion, por el cuerpo del sermon
se le daba un comino, pues en haciendo á Christo en el Sacramento, ó
Sol, ó Phénix, ó Aguila, ó Jardin, ó Ametysto, ó Pyropo, ó Cíthara, ó
Clavicordio, ó Fuente, ó Canal, ó Rio, ó Azucena, ó Clavel, ó Gyrasol,
y despues cargar bien de broza y de fagina, textos, autoridades,
glosas, varias lecciones, versos latinos, sentencias, apophtegmas,
alusiones, tal qual fabulilla apuntada, aunque no sea mas que para
mayor adorno, estaba seguro de componer un sermon que se pudiesse dar á
la imprenta.

23. En lo que estuvo un poco indeciso, fué en si seguiria ó no
seguiria el mismo estilo que havia usado, assí en el sermon del
Refectorio como en el de la Plática de Disciplinantes. Es cierto,
que él estaba perdidamente enamorado de él, porque, sobre adaptarse
mucho á su primera educacion, especialmente en la escuela del
Dómine Zancas-Largas, todas aquellas voces rumbosas, altisonantes y
estrambóticas, le hallaba canonizado en la práctica de su héroe el
Predicador Fray Blas, y veía que en todo caso mucho le celebraba la
turba multa: no obstante, no dexaba de hacerle grandes cosquillas la
burla, que assí el Padre Provincial como el Maestro Prudencio havian
hecho de el tal estilo; pero, sobre todo, lo que le hizo titubear mas,
fué un papel que por rara casualidad llegó á sus manos, como lo dirá el
Capítulo siguiente.



CAPITULO II.

Lee Fray Gerundio un Papel acerca del estilo, y queda aturrullado.


1. Havia muerto por aquellos dias en el Convento un Padre Predicador
jubilado, hombre de mucha suposicion en la órden, que havia seguido
la carrera del púlpito con el mayor aplauso y, lo que es mas, muy
merecido, porque, sobre ser un grande Religioso, era verdaderamente
sabio, eloquente, nervioso, de juicio muy assentado, de buen gusto y de
acreditado zelo. Su espolio, (assí se suelen llamar en las Religiones
aquellas alajuelas que dexan los Religiosos difuntos,) su espolio casi
todo él se reducia á sus sermones manuscritos y á algunos otros papeles
y apuntamientos, concernientes por la mayor parte á la misma facultad;
y, aunque en la Comunidad huvo muchos gulosos de ellos, especialmente
de la gente moza, que suele hacer su veranillo en semejantes ocasiones,
pero el Prelado con mucho acuerdo y prudencia se los aplicó á Fray
Gerundio: lo primero, porque parecia mas acreedor que otro alguno,
hallándose al principio de la carrera; y lo segundo y principal, (que
esta fué en realidad la máxima del prudentíssimo Prelado,) para que,
leyendo aquellos sermones y tomándoles el gusto, procurasse imitarlos
y, si no podia ó no queria, á lo ménos los predicasse á la letra,
lográndose en qualquiera de estos arbitrios que aprovechasse sus
talentos y no dixiesse en el púlpito tantos disparates.

2. Puntualmente se hallaba nuestro Fray Gerundio batallando con sus
dudas sobre el estilo, que havia de seguir en el sermon, quando
entró en su celda el Prelado con los papeles y sermones del difunto,
entregóselos con cariño, recomendóle mucho su lectura y su imitacion, y
luego se retiró, porque le llamaban otras dependencias. Fray Gerundio,
con su natural viveza y curiosidad, no pudo contenerse sin registrar
luego los títulos de aquellos papeles y sermones, que venian todos
repartidos en tres legajos. Desató el uno, y lo primero que encontró
fué un cartapacio de pocas hojas con este epígrafe: _Apuntamientos
sobre los vicios del estilo_. Pasmóse de aquella extraordinaria
casualidad, comenzó á leer, y halló que decia assí:

3. «=Primer Vicio=: _Estilo hinchado_. Llámase assí por analogía con
aquella viciosa disposicion del cuerpo viviente, quando, en lugar de
carne y de succo nutricio, está ocupada alguna parte de él de una
porcion de pituíta nociva, que causa el tumor ó inflamacion: consiste
este estilo, dice Tulio, en inventar nuevas voces, ó en usar de las
antiguadas, ó en aplicar mal en una parte las que se aplicarian bien en
otra, ó en explicarse con palabras mas graves y magestuosas de lo que
pide la materia.»

4. «La hinchazon del estilo unas veces está en solas las palabras,
otras en solo el sentido, y otras en todo junto. Exemplos de
hinchazon en las palabras: Dionisio el Tyrano llamaba á las Doncellas
_expectati-viras_, las expectantes de Varon; á la Columna _Menecratem_
ó _Validi potentem_, la forzuda; y Alexarcho, hermano de Casandro
Rey de Macedonia, llamaba al Gallo _manicinero_, el Músico matutino;
al Barbero _Drachma_, porque esta moneda se pagaba por afeitarse; al
Pregonero _Chœnice_, porque con la medida de este nombre se median las
cosas que se vendian al Pregon. No cabe mayor ridiculez.»

5. «Exemplos de hinchazon en el sentido. Séneca, en la Tragedia de
_Hércules Ethéo_, le introduce pidiendo el Cielo á su padre Júpiter con
estas fastuosíssimas palabras:

                   _Quid tamen nectis moras?_
    _Numquid timemur? Numquid impositum sibi_
    _Non poterit Atlas ferre cum cœlo Herculem?_

Quiere decir: Qué detencion es essa? Qué! me temes? ó, si yo subo á él,
tienes rezelo de que Atlante no pueda con el Cielo? -- Parece que no
es possible pensamiento mas hinchado; pero todavía lo es mas el que se
sigue:

    _Da tuendos, Jupiter, saltem Deos:_
    _Illa licebit fulmen a parte auferas,_
    _Ego quam tuebor._

No es mas que decirle:

    A lo ménos, ó Júpiter, permite
    Que amparar á los Dioses solicite,
    Y para los que tomare á mi cuidado
    Sobran tus rayos, bástales mi lado.

De esto hay infinito en los Poetas y Oradores Castellanos.»

6. «Exemplos de el estilo hinchado en las palabras y en el sentido.
El Poeta Nono hace decir á el Gigante Typhon lo que se sigue: _No
pararé hasta montar á cavallo sobre mi Hermano el Cielo; pero, en
llegando allá, tengo de fabricar otro Cielo, ocho veces mas grande que
el antiguo, porque en este no quepo yo. Assí mismo he de hacer que se
casen las Estrellas, para que sea mas numerosa la poblacion de los
Astros. A Mercurio le he de poner en un cepo, y á la Luna la reciviré
por moza de cámara, para que haga las camas. Quando me quiera lavar,
mandaré que me echen en una palangana todo el Erídano celestial_, etc.
Cada pensamiento es una locura, y cada expression una arrogancia.»

7. «=Segundo Vicio=: _Estilo cacozelo_.» -- Algo se sorprehendió F.
Gerundio, quando leyó esta expression, que le pareció mal sonante y
_piarum narium offensiva_, pero luego se sossegó con la explicacion que
se seguia en esta conformidad.

8. «Llámase estilo _cacozelo_ aquel estilo afectado, que consiste en
imitar mal las palabras ó los pensamientos del otro, de manera que las
que en una parte están en su lugar y tienen alma, en otra no pueden
estar mas dislocadas ni ser mas frias. Exemplos: Pintó Parrasio á un
muchacho con un canastillo de uvas, tan vivas estas y tan naturales que
engañados los páxaros baxaban á picarlas. Celebróse mucho esta pintura;
y el mismo Parrasio, ó por modestia verdadera ó por hacer burla de los
que la celebraban, notándolos de poco inteligentes, dixo que la pintura
no podia estar peor; porque, aunque las uvas fuessen verdaderas, si el
muchacho estuviesse bien pintado, no se arrimarian los páxaros á ellas.»

9. «Leyó un Rhetórico pedante, llamado _Espiridion_, este hecho y este
dicho y, ofreciéndosele celebrar otra pintura del mismo Parrasio,
colocada en el templo de Minerva, en la qual se representaba el
cuerpo de Prometheo en el monte Cáucaso, continuamente despedazado
de un buitre, y continuamente reproducido, para que le estuviesse
perpetuamente despedazando; despues de muchas ponderaciones sobre
la horrible propriedad de la pintura, dixo por última exageracion,
queriendo imitar la de las uvas, que _hasta en el mismo templo baxaban
los buitres á encarnizarse en el retrato_. Riéronse con razon los
oyentes de un remedo tan frio como improprio; porque los buitres no son
como las golondrinas, los morciélagos y las lechuzas, que saben muy
bien lo que passa en los templos; aquellos solo pueden dar noticia de
lo que sucede en los montes y en los peñascos.»

10. «Otro exemplo: Dió principio un célebre Orador al sermon de honras
de Phelipe IV. con esta emphática expression: _Con que, en fin, hasta
los Reyes mueren!_ y paróse un poco, dando lugar á que el auditorio
reflexionasse sobre ella. Fué sumamente aplaudida la naturalidad y la
elevacion de este mysterioso principio. Pocos dias despues pronunció la
oracion fúnebre del Capiscol de cierta Iglesia un Predicadorcillo y,
queriendo remedar lo que havia oído aplaudir, comenzó de esta manera:
_Con que, en fin, hasta los Capiscoles mueren!_ Fueron tales las
carcajadas del auditorio, que el Orador no pudo proseguir mas adelante,
y los que comenzaron honras acabaron entremes.»

11. «=Tercer Vicio=: _Estilo frio_. Es en parte parecido al _cacozelo_
ó á el remedador, pero se diferencia en que el frio principalmente
consiste en pensamientos nuevos, estraños, peregrinos y, cuando se
llegan á apurar, insulsos. Tal fué el de Hegesias, insulsíssimo
Sophista, en el Panegýrico de Alexandro, quando dixo, que se havia
abrasado el celebérrimo templo de Diana en Epheso, al mismo tiempo que
Olympias estaba pariendo á aquel Príncipe, porque, ocupada la Diosa en
assistir á este parto, no pudo acudir á apagar el fuego de su templo.
Pensamiento tan frio, añade Plutarco, que él solo bastaba para apagar
el fuego. _Huius epiphonematis tantum est frigus, ut id ipsum ad
Ephesii templi incendium restinguendum satis validum fuisse videatur._»

12. «A esta frialdad de estilo están muy expuestos aquellos
Predicadores que se entregan inmoderadamente al sentido alegórico de
la Sagrada Escritura. Usado este sentido con economía, con eleccion y
con prudencia, como le usaron los Santos Padres, es ameno, oportuno
y provechoso; pero en practicándole con excesso y á pasto, no hay
cosa mas fria, que mas fastidie ni que ménos se pegue. Quien podrá,
por exemplo, tolerar que perpetuamente le anden predicando estas ó
semejantes interpretaciones: _El pórtico de Salomon es la conversacion
de Christo_; _la estrella Arcturo es la ley_; _las Pléyades, la gracia
del nuevo Testamento_; _las Luces,[4] los consejos de los Santos
Padres_; _las Grullas, los Padres espirituales_; _el Zéfiro, los
Predicadores de la ley evangélica_; _la Perdiz, el Diablo_; _y los
Cínifes, los Lógicos ó los Sophistas_. Passen en buen ora todas essas
alegorías: pero, quien no se empalaga, quando llena las orejas de
ellas?»

13. «=Quarto Vicio=: _Estilo pueril_. Consiste este en una suavidad
sin xugo, en una dulzura empalagosa, en unas palabras y expressiones
afeminadas, en retruecanillos sin substancia, en juegos ó en paloteados
de voces, en equivoquillos, en ternuras afectadas, en alusiones
cariñosas, en ciertas figurillas alegres y floridas, en pinturillas
theatrales, y finalmente en todo lo que suena á estilo cadencioso ó
clausulado. Por lo regular solo usan de este estilo los entendimientos
aniñados ó los que están posseídos de la loca passion del amor;
porque, acostumbrados á leer en los Romancistas requiebros, ternuras,
alhagos, rosas, azucenas y claveles, y hechizados de los conceptillos
que lisonjéan su passion, juzgan que no hay cosa mayor ni mas divina.
De este principio nacieron aquellos versos que compuso el Emperador
Adriano, dirigidos á su alma, como quieren unos, ó á la del jóven
Antínoo, de quien estaba extremamente enamorado, como quieren otros:

    _Animula vagula, blandula,_
    _Hospes comesque corporis,_
    _Quæ nunc abibis in loca_
    _Pallidula, rigida, nudula,_
    _Nec, ut soles, dabis jocos!_»

14. «Vaya una pintura en el mismo estilo pueril, copiada á la letra
de cierto sermon que anda impresso: _Quiere el águila, hydrópica de
luz, beber al Planeta mas propicio la impetuosa corriente de su raudal
fogoso: navega por el mar del viento, sirviendo de seguros remos la
ligereza de sus alas. Nunca vuelve los ojos al suelo, porque siempre
los tiene fixos en el flamante globo. Si dexó amenidades de los
vergeles, domina campos azules; si la tierra con verdores la lisonjéa,
el sol con benévolas influencias la halaga. Lleva pendiente de su pico
ó prisionera en la estrecha cárcel de sus garras á su prole hermosa y
tierna: mírala con desvelo, atiéndela con cuidado, registra sus ojos,
repara sus movimientos. Pero si ella, ó embriagada de luces ó ciega
de resplandores, vuelve el rostro, encorva el cuello, ó pestañéan
sus dos pequeños orbes declinando en cobardes timidezes, la despeña
con ira, la precipita con rabia y, arrojándola de las nubes, la
destina para pasto de crueles voracidades. Mas, si amante de aquella
mayor antorcha, alada Clicia de su incessante carrera, enamorada
de su esplendor, apassionada de su brillantez, conserva estable la
vista aguantando el tropel de tantas llamas, en plácidos ademanes
la expressa mas intensos sus amores, siendo prueba de su legítima
filiacion el sympático afecto á la claridad._ -- Pintura pueril, donde
no se encuentra ni un solo pensamiento masculino ni un solo concepto
nervioso y varonil, reduciéndose toda ella á figurillas comunes y á
metáphoras vulgares; porque, en quitando aquello de llamar al sol _el
Planeta mas propicio_ ó _la mayor antorcha_, á sus rayos _corriente de
raudal fogoso_, al Cielo _flamante globo_, á los ojos _dos pequeños
orbes_, no queda mas fuego ni mas substancia que clausulillas cortadas,
antíthesis ridículas, y repeticion de frases para explicar un mismo
concepto. Y, quando el Autor dixo que, _si el águila dexó amenidades
de los vergeles, domina campos azules_, debió sin duda de pensar que
las águilas aniden en jardines y en florestas, como los ruiseñores y
canarios; porque, si supiera que las águilas tienen siempre su nido
en los sitios mas horrorosos de la naturaleza, buscando unas veces
la cima, y otras el hueco de algun peñasco escarpado, no diria el
disparate de que _dexaba amenidades de los vergeles_, y huviera buscado
otra antíthesis mas propria para acompañar á su dominacion sobre _los
campos azules_.»

15. «=Quinto Vicio=: _Estilo parenthyrso_. Llámase assí aquel modo de
predicar descompuesto, desentonado y furioso, en que el Predicador mas
parece un orate que un Orador: todo gritos, todo exclamaciones, todo
ponderaciones intolerables, todo gestos, todo contorsiones del cuerpo,
todo movimientos convulsivos, y todo figuras magníficas y grandiosas,
para explicar las cosas mas baxas y mas ridículas. Dase con mucha
propriedad el nombre de _parenthyrso_ á este estilo, por alusion al
thyrso ó garrote nudoso, cubierto de hojas, que se usaba en las fiestas
bacanales, con el qual se sacudian de garrotazos unos á otros los que
las celebraban, como si estuvieran locos; porque en realidad no hay
cosa que mas descalabre ni que mas rompa la cabeza, que este estilo ó
este modo de predicar.»

16. «No es menester citar exemplos para conocer este estilo, porque
bien freqüentes los tenemos á la vista, especialmente en sermones
de Quaresma, que llaman _de mission_, quando los predican ciertos
Predicadores visoños, llenos de zelo, pero faltos de experiencia y
no sobrados de juicio. Suélense reducir sus sermones á pasmarotas, á
interrogaciones impertinentes, á exclamaciones importunas, á voces
descompassadas, y á una continua agitacion del cuerpo tan violenta,
que al acabar el sermon quedan mas quebrantados y mas molidos que si
huvieran estado cavando todo el dia; y, miéntras ellos se retiran muy
satisfechos de su travajo, la mayor parte del auditorio se va riendo de
su bobería ó compadeciéndose de su locura.»

17. «Suelen estos en el discurso del sermon llorar, encenderse,
enojarse, irritarse, invocar á el Cielo y á la tierra lo mas
importunamente del mundo; y lo mas gracioso es que, quando dicen las
cosas mas comunes ó mas frias, pareciéndoles que tienen ya al auditorio
comovido, dicen con la mayor satisfaccion: _Pero ya veo que se os
despedazan las entrañas, ya veo que se os parte el corazon, ya veo que
corren hasta el suelo vuestras lágrymas_. Y lo que hay en el caso es,
que miéntras tanto los oyentes están con los ojos muy enjutos, con el
corazon entero, y con las entrañas frescas y sanas salvo que se les
despedacen de risa.»

18. «=Sexto Vicio=: _Estilo escolástico_. Incúrrese de varias maneras:
ó quando el sermon mas parece una disputa que una oracion, por las
pruebas, por la confirmacion, por los argumentos, por las respuestas
y por las réplicas; ó quando en el discurso de él, aunque por lo
demas tenga mucho de aire oratorio, se introducen freqüentemente
sylogismos formales con su mayor, menor y conseqüencia; ó quando se
citan, con excesso y con afectacion de sabios, puntos controvertidos
en la escuela, con aquello de: _dicen los Philósophos_, _enseñan los
Theólogos_, _sabe el Maestro_, etc. Incurren por lo comun en este vicio
tres géneros de gentes: los Predicadores demasiadamente mozos, que aún
están, como se dice, con _el vade en la cinta_; los demasiadamente
viejos, encanecidos en las Aulas y en las Universidades; y aquellos,
assí viejos como mozos, que por su profession ó instituto no pueden
lucir sus estudios escolásticos en theatros públicos, destinados para
esso, y escogen el púlpito para hacer importuna ostentacion de ellos.»

19. «Tambien se llama _estilo escolástico_ el de aquellos Oradores tan
supersticiosamente aligados á las leyes y reglas de la oratoria, que
ántes quebrantaran todos los preceptos del Decálogo que faltar al mas
mínimo cánon de la rhetórica. Estos tienen gran cuidado de que todo
el artificio se descubra de par en par: el exordio, la proposicion,
la division, las pruebas, la exornacion, el epílogo, y de ir midiendo
las figuras como con un compas, distribuyéndolas y repartiéndolas en
sus caxoncillos y quadrados, como tablero de damas. No hay cosa mas
insufrible ni mas fastidiosa que una composicion tan arreglada: hasta
el gesto y el tono de la voz, el movimiento del cuerpo y las acciones
de las manos, ponen el mayor estudio en que salgan á nivel. Con mucha
gracia se burlaba de ellos Demósthenes, quando decia, que no creía
pendiesse la fortuna de la Grecia de que la mano se moviesse hacia aquí
ni hacia allí: _fortunas Græciæ ex eo non pendere, an manum in hanc vel
in illam partem inflexeris_. Este es aquel estilo que por otro nombre
se llama tambien _pedantesco_.»

20. «=Séptimo Vicio=: _Estilo poético_. Dice Theophrasto, y ya
convienen todos en ello, que es sumamente útil al Orador exercitarse en
la lectura de los mejores Poetas, especialmente cómicos y trágicos, y
aún añade Dionysio Halicarnasseo que no puede ser perfecta una oracion,
si no es muy parecida á un buen poema.»

21. «La verdadera inteligencia de esta regla, que tambien la adoptan
Ciceron y Quintiliano, es la que dan ellos mismos. Dice Ciceron, que
el Orador ha de aprender del Poeta á hablar con número y con medida;
pero no con aquella medida que hace el verso, porque esse es vicio de
la oracion, _nam id quidem orationis est vitium_, sino con aquella
medida que causa en los oídos cierta harmonía llena y numerosa, siendo
cierto, que es numeroso todo lo que suena bien; por esso dixo un
discreto, que para hacer buena prosa era menester tener buena oreja.»

22. «Quintiliano explica mas la materia y dice, que el Orador debe
aprehender de el Poeta la elevacion del concepto, la viveza de la
expression, el imperio y la mocion de los efectos, la propriedad y el
decoro de las personas, pero advierte, que no ha de passar de aquí
y que no debe imitar al Poeta ni en la arrogancia y libertad de las
palabras, ni en la licencia de las figuras, ni en la forzosa medida
de los piés: _Meminerimus tamen non per omnia Poetas Oratori esse
sequendos, nec libertate verborum, nec licentia figurarum, nec pedum
necessitate_.»

23. «Por no entender bien esta regla ó por entenderla al rebés, han
caído tantos Historiadores y tantos Oradores en el intolerable vicio
de el estilo poético, tomando de los Poetas lo que debieran huir, y
huyendo de lo que debieran tomar: de la sublimidad del pensamiento, de
la valentía y magestad de la expression, y de el divino fuego con que
inflama los afectos, nada absolutamente; pero de sus enthusiasmos, de
sus frases floridas y pomposas, de sus figuras arrebatadas, y de las
medidas de sus piés, absolutamente todo, sin faltarles mas que las
rimas ó los consonantes.»

24. «Quien ha de tener paciencia para oir á un Orador sagrado, que
desde toda la grave magestad del púlpito pinta á un leon de esta
manera: _Mirad esse coronado monstruo de la selva, dominante terror de
la campaña; atended como eriza la melena, como afila el acero tajante
de las uñas, como furioso acomete, como estremeciendo ruge!_ -- _Da
pedes, et fient carmina_: no le faltan mas que los piés para ser verso;
pero ni aún los piés le faltan, porque aquello de _coronado monstruo
de la selva, dominante terror de la campaña, atended como eriza la
melena_, son tres piés cabales de verso heróico, y lo otro de _como
furioso acomete, como estremeciendo ruge_, son dos piés muy ajustados
de verso lýrico.»

25. «Amiano, Enodio y Sidonio Apolinar fueron los que introduxeron esta
peste, y con ella inficionaron las quatro partes de el mundo: para
decir Amiano que una injusta y cruel guerra abrasó á toda la ciudad,
se explica con estas poéticas frases: _Cumque primum Aurora surgeret,
universa quæ videre poteram armis stellantibus coruscabant ac ferreus
equitatus campos opplebat et calles; sæviens per urbem æternam urebat
cuncta Bellona, ex primordiis minimis ad clades duda luctuosas, quæ
obliterasset utinam juge silentium_: Apénas la Aurora havia dexado el
lecho y pude con su luz descubrir lo que passaba, quando ví, que toda
la campiña resplandecia con las armas centellantes y que la cavallería,
cubierta de hierro azerado, llenaba campos y calles; Belona, cruelmente
enfurecida, todo lo reducia á pavesas en aquella ciudad interminable,
passando de los menores daños á estragos tan lastimosos, que oxalá los
huviera borrado de la memoria el silencio ó el olvido!»

26. «Pero esto no tiene comparacion con la pintura, que hace del suelo
helado y resbaladizo en tiempo de invierno: _Hieme vero humus crustata
frigoribus et tanquam levigata ideoque labilis incessum præcipitantem
impellit, et patulæ valles per spatia plena glacie perfide vorant
nonnumquam transeuntes_: Encostrada en invierno la tierra al rigor
de frios y de escarchas, passa de desigual y consistente á lisa y
resbaladiza, y assí impele con violencia al que quiere caminar con
passo precipitado, de manera que, ofreciéndose á la vista los valles
mas espaciosos, tal vez tan llenos de perfidia como de hielo, se tragan
al mismo caminante.»

27. «No se trahen mas exemplos de el estilo poético, porque no hay cosa
mas de sobra en los libros, ni apénas se oye otro en los púlpitos, con
tanto dolor de los zelosos como risa de los verdaderos críticos.»

28. «=Octavo Vicio=: _Estilo metaphórico y alegórico_. Tiene mucho
parentesco con el poético en lo hinchado de las frases, y solo se
diferencia de él en que este huye de aquellas voces proprias y
naturales, que se inventaron para la sencilla explicacion de las cosas,
y busca estudiosamente las que solamente significan los conceptos por
alguna semejanza ó analogía. La metáphora se puede exercitar en una
sola palabra, como quando de un hombre fiero se dice que _es un leon_,
ó de un empedernido que _es una piedra_, _es un mármol_. La alegoría
se ha de seguir ó continuar en una ó en muchas cláusulas, sin perderla
de vista ni abandonarla hasta que llegue á hacer completo y perfecto
sentido de la oracion, como quando decimos que, _embarcada el alma
en la nave del cuerpo, se hace á la vela por el mar de este mundo y,
surcando piélagos de miserias, entre borrascas de contradicciones,
escollos de fortunas peligrosas, y bagíos de adversidades, ya zozobra,
ya naufraga, hasta que, soplando el viento favorable de la gracia,
llega feliz al puerto de salvamento_.»

29. «No se puede negar, que assí la metáphora como la alegoría,
usadas con oportunidad y con moderacion, dan mucha gala al estilo, le
ennoblecen y le elevan; pero, quien podrá tolerar una oracion ó un
libro entero escrito todo él en este estilo? Solo el gusto góthico,
que estragó todas las ciencias y las artes, pudo hallar gracia en esta
frialdad, y solamente aquellos, que llamaban _el hierro[5] de Ciceron_
á la divina eloquencia de este hombre incomparable, podian reputar por
oro su asquerosíssima basura.»

30. «Donde hay cosa mas ridícula que la alegoría, con que Enodio
alaba la descripcion que hizo del mar un amigo suyo en cierta obra?
_Dum salum quæris verbis in statione compositis, et incerta liquentis
elementi placida oratione describis; dum sermonum cymbam inter loquelæ
scopulos Rector diligens frenas et cursum artificem fabricatus
trutinator expendis; pelagus oculis meis, quod aquarum simulabas
eloquiis, demonstrasti._ Quiere decir: _Quando intentas pintar el
salobre charco con palabras escogidas á mano, como flores; quando
pretendes descrivir con plácida oracion assí las inconstancias como los
inquietos rumbos del líquido elemento; quando goviernas diestro Piloto
la navecilla de las voces entre los escollos de la facundia y con mano
maestra de artífice perito examinas, balancéas y equilibras el peso de
las expressiones, no representaste á mis ojos el piélago de aguas, que
dissimulabas, sino el oceano de eloquencia, que no pretendias_.»

«Solo puede competir con esta insulsez la carta, que un Estudiante
escrivió á su Padre para darle á entender lo mucho que havia
aprovechado en la rhetórica, y sobre todo lo bien que sabia seguir una
alegoría. La carta decia assí»:

31. «_Orígen y Señor mio: Derivándose de Vm., como de su manancial
inagotable, este corto arroyuelo de mi vida, que hoy serpentéa líquido
por estos dilatados campos de Villagarcía, es de mi obligacion poner
en noticia de Vm., como ya es muy delgado el hilo de su corriente,
porque los rayos de el sol, que nos abrasó en Carnestolendas, elevaron
hácia arriba tantos vapores, que apénas le han dexado caudal para
humedecer la hierva. Por tanto, si Vm. no quiere que el arroyuelo se
seque, socórrale con raudales, ya sea por arcaduces de lino_ (las
alforjas), _ya por conductos de pieles embetunadas_ (botas ó pellejos).
_A mi Señora elucubradora_ (la madre que le dió á luz), _que esta su
menor antorcha se pone á la obediencia de sus rayos. B. l. m. de Vm.
su phénix Varon_ (era el único hijo con dos hermanas), _el Precursor
sin hiel_ (llamábase Juan Palomo). Habria hombros en la naturaleza,
que pudiessen con un libro ó con un sermon en este estilo? y á los
de Atlante, que pudieron con el Cielo, no les brumaria una cosa tan
pesada?»

32. Hasta aquí el papel de Apuntamientos, con que tropezó Fray
Gerundio, que leyó _de verbo ad verbum_, sin perder sýlaba ni coma;
y apénas acabó de leerle, quando se quedó suspenso por un rato:
cerró los ojos, sentó el codo derecho sobre el brazo de la silla,
reclinó la cabeza sobre la mano, teniendo en la izquierda el papel que
havia leído. Estuvo un buen espacio de tiempo pensativo, y al cabo
levántase con ímpetu de la silla, coge el papel entre las dos manos,
hácele dos mil pedazos, arrójale con indignacion por la ventana,
y, dando dos paséos por la celda, acompañados de media dozena de
patadas, exclamó diciendo: «Válgate el Diantre por papel y por el
grandíssimo impertinente que te fabricó; que me haveis rebuelto los
sesos! Es impossible que el Autor no fuesse el hombre mas prolixo y
el mas indigesto, que ha nacido de mugeres. Pues qué, para hablar
uno como Dios le ayudare, ha menester tantas ceremonias? Y, si este
Autorcillo avinagrado tiene por viciosos todos los estilos que acaba
de nombrar, donde hallará uno que no sea pecador? A el magnífico le
llama _hinchado_; á el culto, _remedador_ ó _caco_-qué sé yo? á el
figurado, _frio_; á el tierno, florido y delicioso, _pueril_; á el
vehemente, _parenthyrso_ ó _paren-Diablo_; al arreglado, _escolástico_;
al rumboso, _poético_; y al alusivo, _metaphórico_ ó _alegórico_: pues,
en qué estilo hemos de hablar y escrivir? Váyase, vuelvo á decir, con
quatrocientas mil pipas de Dem... (y díxolo redondo, porque no era
escrupuloso), que yo escriviré y hablaré en el que me diere la gana; y,
pues el que he usado hasta aquí ha merecido tantos aplausos, aténgome á
él, y no á lo que dice este Apuntador descontentadizo y malhablado.»

33. Con efecto, en un santiamen dispuso el sermon, sin apartarse un
punto de su estilo estrambótico, ni desamparar sus queridas frases
estraphalarias. Para fecundar bien la imaginacion ó la fantasía en
ellas, leyó un par de sermones de su riquíssimo thesoro el _Florilegio
sacro_, y aún para mayor abundamiento volvió á recorrer cierto sermon
impresso de otro Autor, que le havian prestado en una oracion para que
le leyesse, y á él le cayó tan en gracia, pareciéndole un milagro de
eloquencia, que no paró hasta que su dueño le hizo entera y absoluta
donacion de él _inter vivos_, transfiriéndole su dominio y omnímoda
propriedad.

34. Este sermon se intitulaba: _Triumpho amoroso, Sacro Hymenéo,
Epithalamio festivo, mirífico Desposorio, que con el Cordero
Eucharístico celebró en su profession solemne la Madre Sor... etc.,
compuesto por el R. P. Fr..._ etc. El título solo de la pieza le
encantó, y le arrebató las potencias y sentidos. Reparó, que la
dedicatoria y aprobaciones ocupaban tanto como el sermon; porque en
materia de hojas estaban tantas á tantas, y de contado esto le hizo
formar un concepto superior del mérito de la obra, pues á cada palabra
de ella correspondia otra en elogio suyo. Comenzó á leerla, y juzgó
que no se havia engañado en su concepto, porque quedó como extático de
admiracion y de assombro al encontrarse con las primeras cláusulas de
la salutacion, que decian assí ni mas ni ménos:

35. «O el amor está de bodas, ó yo no entiendo al amor. Qué invencion!
Qué sacro enigma! Dulce divino Cupido! Sol de Justicia amoroso!
Qué labyrintho de luces dissimula en gloria tanta esse disfraz de
mysterios!» -- Es cierto, que el estilo no le pareció tan elevado como
el de _el Florilegio_, porque en realidad las voces son regulares y
de estas que se usan en tierra de Christianos; pero, qué importa? si
en cambio aquella perfecta cadencia de verso lýrico es un dulcíssimo
encanto? Sobre todo aquel arranque: _O el amor está de bodas, ó yo no
entiendo al amor_, le pareció á nuestro sabatino que no havia oro para
pagarle, y él por lo ménos daria alguno, porque se le ofreciesse alguna
cosa parecida, para dar principio á su sermon. No dexó de ofrecérsele
que la tal entradilla: _O el amor está de bodas, ó yo no entiendo al
amor_, parecia un poco mas retozona de lo que á Religiosos conviene,
y que acaso algun bufon del auditorio diria (allá para su coleto):
«Cuerno en el Frayle, y qué respingon que sale! Cierto que perderia
mucho la Iglesia de Dios en que su Paternidad no entendiesse ni de
bodas ni de amor! ántes creo que nada ganará, si entiende mucho S. Rma.
de la materia.» Digo, que todo esto le passó por el pensamiento á Fray
Gerundio, pero lo despreció con una noble libertad de espíritu, por
dos importantíssimas razones. La primera porque, si los Predicadores
huvieran de hacer caso de truhanes y bellacos, ahorcarian el oficio,
pues apénas podrian decir cosa, que no la torciessen y la maliciassen.
La segunda porque, si no dissonó aquel arranque en un Predicador de
profession mucho mas austero y de hábito mucho mas penitente que el
suyo, con la circunstancia de estar cubierto de canas y cargado de años
y empléos en la Religion, mucho ménos dissonaria en él por las razones
contrarias.

36. Desembarazado tan felizmente de este reparillo y persuadido á
que no era possible abrir el sermon con cláusula mas ayrosa, comenzó
á batallar en su imaginacion con una multitud de cláusulas, que de
tropel se le ofrecieron, todas parecidas á ella, sin saber qual havia
de elegir, porque cada una le parecia la mejor. Asseguró despues á un
confidente, por cuya deposicion lo supimos, (pues sin algo de esto ó
sin que él lo dexasse anotado en alguna parte, como era possible que
llegasse hasta nosotros la noticia de lo que le havia passado por el
pensamiento?) asseguró (vuelvo á decir) á un confidente suyo, que entre
las cláusulas semejantes á la primera del _Epithalamio festivo_, que á
borbotones se le vinieron al pensamiento, las que mas le dieron que
hacer, porque le agradaron mas, fueron las siguientes.

37. _O hay Sacramento en Campazas, ó no hay en la Iglesia fé._ Esta le
pareció una invencion milagrosa para captar desde luego una suspension
extática. _O Jesu-Christo está allí, ó yo no sé donde estoy._ Tambien
juzgó, que este principio estaba lleno de una exquisita novedad. _O
aquel es cuerpo de Christo, ó no hay en los naypes ley._ Mucho le
agradó este ofrecimiento, porque, sobre ser el mas popular de todos,
aquello de cotejar la existencia de Christo en el Sacramento con la
ley de los naypes, se le figuró una valentía de ingenio jamás oída ni
vista. En esta última tenia razon, y, como no fuesse una blasphemia
heretical, vamos claros que era un pensamiento singularíssimo. _O aquel
no es vino ni es pan, ó soy un borracho yo._ Aún esta cláusula le
agradaba mas que todas, si no fuera por la palabra _borracho_, que le
pareció demasiadamente llana; y, aunque ya se le ofreció, que _ebrio_
y _beodo_ significaban lo mismo con alguna mayor decencia, pero, sobre
que no ajustaba tan bien el pié del verso, creyó, que en quitando la
palabra _borracho_ se le quitaba á la cláusula toda la gracia.

38. Finalmente, bien considerado todo, se determinó á dar principio
á su sermon con la cláusula primera: _O hay Sacramento en Campazas,
ó no hay en la Iglesia fé._ Para tomar esta acertada determinacion,
tuvo buenas y legítimas razones; pues, sobre ser aquella cláusula, sin
disputa alguna, la mas suspensiva y la mas emphática de todas, era
tambien la mas verdadera, siendo indubitable que, si en Campazas no
havia Sacramento, supuesta la consagracion, tampoco le habria en la
Iglesia de San Pedro en Roma ni en ninguna de toda la Christiandad, y
allá iba la fé por essos trigos de Dios: fuera de que esta cláusula
le venia de perlas para el assunto, que ya havia resuelto tomar,
conviene á saber, que Campazas era la Patria nativa del Sacramento de
la Eucharistía, lo que, á su modo de entender, estaba concluyentemente
probado; porque llevando, como él llevaba, la opinion, (y es en
realidad la mas probable,) de que el verdadero y legítimo nombre
de Campazas en su primitiva institucion havia sido _Campazos_,
esto es _Campos espaciosos y largos_, _campos muy dilatados_, y
consiguientemente que el lugar de Campazos fué, digámoslo assí, como el
tronco, como el Fundador, ó como el Lugariarcha de la frugífera region
de Cámpos, á la qual dió glorioso y oportuno nombre: -- supuesto todo
esto, discurria nuestro Fray Gerundio con tanta solidez como sutileza,
de esta manera: «La materia remota del Sacramento de la Eucharistía es
el trigo; la patria del trigo es Cámpos; la casa solariega de Cámpos
es Campazas; luego Campazas es el solar y la patria del Santíssimo
Sacramento.»

39. «Esto por lo que toca á la materia del Sacramento en la especie del
pan; vamos á la misma materia en la especie de vino. _Sic argumentor_:
El vino es materia remota de la Eucharistía; el vino nace en las
viñas, las viñas en los campos, los campos en Campazas; _ergo_, etc.
Para la exornacion no me sobra otra cosa que materiales tomados de la
Escritura, de los Padres, de los Expositores, de los Autores profanos;
y, si me resuelvo á valerme de la fábula, tambien de los Mythológicos.
Todo quanto se dice de los campos y de todo lo que pertenece á ellos,
especialmente de trigos, viñas y vino, viene clavado á mi assunto.
Passan de ciento los textos de la Escritura que hablan de campos, y,
solo con leer á Gislerio en la exposicion de qualquiera capítulo de los
Cantares, encontraré un carro de autoridades para llenar el sermon de
latin, todo perteneciente á viñas, trigos y campos, y para cargar las
márgenes de tantas citas, que apénas quepan en ellas, de manera que
solo con verlas me tengan por el hombre mas leído y mas sabio que ha
nacido de mugeres. De los Autores profanos, no hay mas que abrir las
Geórgicas de Virgilio y algunas de sus Eglogas, que en ellas hallaré
versos á pasto y todos muy al intento, con que podré aturrullar á mi
mismo Preceptor el Dómine Zancas-Largas; y en fin, si quiero amenizar
la funcion con la erudicion florida de las fábulas, (que á esso todavía
no me he determinado,) ahí están los prodigios que se cuentan de Céres,
Baco, Flora, Pomona, y, por fin y postre, toda la Cornucopia de la
divina Amalthéa; pues todas estas Deidades son de la jurisdiccion y
Adelantamiento de la provincia de Cámpos, que me darán barro á mano no
solo para competir la amenidad de mi grande amigo Fray Blas, sino casi
casi para apostárselas al soberano Autor del pasmoso _Florilegio_.»

40. Ni mas ni ménos como lo ideó Fray Gerundio, assí dispuso su sermon,
y, estudiado que le huvo, llegándose el dia de predicarle, montó en un
macho de Noria, tuerto y algo perezoso, que le embió su Padre, y partió
á Campazas, donde sucedió lo que dirá el capítulo siguiente.



CAPITULO III.

Predica Fray Gerundio en su Lugar, y atúrdese la gente.


1. Havia corrido por toda aquella comarca la noticia de que nuestro
Fray Gerundio baxaba á predicar en la funcion del Sacramento en la
célebre fiesta de Campazas, ya porque Anton Zotes como Mayordomo havia
convidado á todos los amigos que tenia en los lugares á la redonda, que
no eran pocos, assí de labradores como de Clérigos y Frayles, ya porque
el mismo Fray Gerundio no se havia descuidado en echar tambien la voz
entre sus muchos conocidos y apassionados, siendo tentacion tan comun
en todo Predicador principiante, que tal vez cunde hasta en los mas
adultos y provectos, dexarse caer al descuído con cuidado, ya en las
conversaciones, ya en las cartas, el dia ó los dias que predican, lo
que algunos maliciosos atribuyen á demasiada satisfaccion ó vanidad, y,
á mi pobre juicio, no es mas que un poco de ligereza mezclada con una
buena dósis de bobería.

2. Amen de esso, la fiesta de Campazas era tan famosa en toda aquella
tierra por los novillos y por el Auto-sacramental, que, sin que nadie
convidasse y aunque fuesse el Predicador el mayor zote del mundo,
siempre concurria á ella innumerable gentío, no solo despoblándose
los lugares del contorno, sino que rara vez se dexaba de ver en ella
mucha gente ociosa y alegre de Leon, de la Bañeza y Astorga; pero,
añadiéndose en este año la fama del Predicador y el convite de Anton
Zotes, convienen todos los Autores de quienes nos hemos valido para
recoger las noticias mas puntuales, que componen el cuerpo de esta
verídica Historia, que fué en él extraordinario el concurso.

3. Danse por supuestas las demonstraciones de alegría y de ternura,
con que fué recivido nuestro Fray Gerundio de su Padre el Tio Anton,
de su Madre la buena de la Catanla, y de su Padrino el Licenciado
Quixano. Esto mas es para considerado con un casto silencio, que para
explicado con la pluma; pues, aunque fuesse de águila, de buitre ó de
abutarda, nunca podria remontar el buelo hasta la cumbre de tan alta
esphera; quanto mas la nuestra, que no puede seguir el tardo movimiento
del mas pesado avestruz! Baste decir que apénas se desmontó del macho
zancarron, (assí le llamaba el Director de la noria,) quando la Tia
Catanla le dió mil tiernos abrazos y otros tantos maternales ósculos,
dexándole bien rociadas las barbas de lágrimas y mocos. Iba á limpiarse
estos y aquellas, pero no le dieron lugar las rociaduras semejantes
que se siguieron; porque, como era la primera vez que se dexaba ver en
el lugar despues de Frayle, no solo concurrieron á verle, abrazarle y
besarle todas las Tias del barrio, unas con la licencia de viejas, y
otras con la de Parientas, sino que apénas quedaron dos en el lugar de
Campazas, que no hiciessen lo mismo; y aún essas únicas dos es fama que
lo dexaron, una porque estaba en la cama con cámaras y pujos, y otra
porque dos dias ántes havia saltado de su corral al de la Tia Catanla
una gallina y no havia parecido, de lo qual estaba hecha ella una furia
contra la buena de la Rebollo, que nada sabia de esso, y aún se decia
que la dueña de la gallina queria acudir á Leon á sacar una descomunion
ó una _Pollina_ á mata-candelas, (assí llamaba ella la Excomunicacion
y la Paulina,) contra la encubridora de su ave. Por lo demas, hombres,
mugeres, viejos y mozos, todos acudieron á casa del Tio Anton Zotes
á ver al _Flayrecico_ y á dar la enhorabuena á sus Padres de que
tuviessen el gusto de verle en su casa y ya tan aprovechado. Ello es
assí, que consta de documentos y papeles antiguos de aquel tiempo, que
se gastaron en aquella tarde quatro cántaras de vino, ocho quesos, y
diez y seis ogazas y media en agassajar á los que concurrieron á casa
del Tio Anton; de donde podrá inferir el prudente y discreto Lector
los muchos que serian, y lo bien quistos que estaban en todo el pueblo
Anton Zotes y su saníssima muger.

4. Faltaban tres dias para la funcion, en los quales fueron llegando
aquellos convidados especiales, que eran mas estrechos amigos de la
casa de los Zotes, donde estaban prevenidas no ménos que veinte camas
para los huéspedes, quatro para los de mayor autoridad y respeto en las
cámaras altas de la casa, y las demas se acomodaron en una panera, que
á este fin se desocupó y se barrió, colgando las paredes con mantas de
mulas y cavallerías de la labranza, assí de las que havia en casa, como
de otras que se pidieron prestadas, quedando la pieza, á juicio de la
mayor parte del lugar, tan ostentosa que se podia hospedar en ella un
Obispo.

5. El primero que llegó fué un primo del Tio Anton, y consiguientemente
Tio segundo de nuestro Fray Gerundio, que havia sido Colegial mayor
y era actualmente Magistral[6] de la Santa Iglesia de Leon, hombre
ya hecho, sabio, agudo, discreto, muy leído, gran Theólogo é insigne
Predicador, en fin, de prendas tan sobresalientes que ya havia sido
consultado en tercer lugar para un Obispado. Este traía de camarada á
otro Canónigo de su misma Iglesia, de estos que se llaman _Canónigos de
cuello ancho_[7] y, por otro nombre, _de capa y espada_, jovencito aún
y en la flor de sus años, pues no passaba de los veinte y cinco, pero
muy despejado, muy alegre, naturalmente chistoso y decidor, Poeta mas
que decente, que decia de repente con bastante gracia, con no poca sal,
y por lo comun sin sacar sangre, (cosa muy dificultosa, y por lo mismo
bien rara en los que tienen esta habilidad y hacen profession de ella,)
por cuyas buenas partidas estaba muy prendado de él el Señor Magistral.

6. Como unas dos horas despues se apeó un Labrador,[8] pariente
tambien del Tio Anton, que vivia en un lugar distante quatro leguas
de Campazas. Era Familiar del Santo Oficio y, aunque hombre de
explicacion cerril y apatanada, tenia una razon natural bien puesta,
y discurria con acierto en aquellas materias que se proporcionaban á
su capacidad. En el camino se le havia incorporado un Donado de cierta
Religion,[9] que, haviendo sido tres veces casado y cinco años viudo,
por fin y postre cansado del mundo se entró á servir en un Convento,
donde pretendió para Lego, pero no le quisieron dar el hábito, porque,
aunque hombre muy forzudo y servicial, era extraordinariamente zafio
y allende de esso locuaz y mas que medianamente bebedor, no de manera
que se privasse _in totum_, pero se quedaba á unos medios pelos que
olian á chamusquina, y entónces con especialidad hablaba por todas las
coyunturas y en todas las materias que se ofrecian, porque sabia leer
y havia leído la _Historia de los doze Pares de Francia_, á _Guzman
de Alfarache_, _la Pícara Justina_ y quantos romanzes de ciegos se
cantaban de nuevo en los mercados, gustando sobre todo de leer gazetas,
aunque maldita la palabra entendia de ellas; con que era el Donado un
hombre muy divertido y, en fin, pieza de Rey.

7. Mucho se alegró nuestro Fray Gerundio, quando se halló en compañía
de todos estos huéspedes, pero especialmente de su Tio el Magistral,
quien, como hombre entendido y de la facultad, le pareció que havia
de hacer justicia á su sermon, del qual estaba tan satisfecho, que se
persuadia con el mayor candor del mundo á que en su vida habria oído ni
leído otro semejante; y ya daba por hecho que, en oyéndole, se havia de
enamorar tanto el Tio de los talentos del sobrino, que, quando fuesse
Obispo, le havia de llevar consigo y le havia de hacer su Confessor,
no pareciéndole tampoco impossible, que con el tiempo su Tio el Obispo
(pues ya le consideraba como tal,) le grangeasse por ahí, aunque no
fuesse mas que un Obispadillo en Indias. Todos estos pensamientos le
passaron por la imaginacion, lisongeándole infinito y llenándole de un
inexplicable gozo.

8. Pero, quien podrá declarar dignamente con palabras el que se apoderó
de su corazon, quando, contra toda su esperanza y sin que siquiera
se le huviesse ofrecido tal cosa al pensamiento, vió apearse en el
corral de la casa á su íntimo amigo el Predicador Fray Blas, acompañado
de un Religioso de otra Religion, que él no conoció, pero todas las
señas eran de ser hombre muy reverendo, porque trahia anteojos con
cerquillo de plata, bequoquin de seda, sombrero fino con cordon y
dos borlas de lo mismo, quitasol, baston de caña con puño de china,
y venia montado en una bizarra mula con su gualdrapa muy cumplida de
paño negro con grandes fluecos y caireles, sirviéndole de mozo de
espuela uno muy gallardo, asaz bien apuesto y con toda la gala de los
majos y petimetres del oficio, zapatillas blancas, medias del mismo
color, calzon de ante, una gran faja de seda encarnada á la cintura,
armador de cotonía, capotillo de paño fino de Segovia de color amusgo,
redecilla verde con su borla de color de rosa, que colgaba hasta mas
abaxo de la ñuca; la cinta que la ceñia y apretaba, de color de nácar;
sombrero chambergo rodeado de una cinta de plata color de fuego, con su
roseton ó lazo á la parte posterior, que remataba en la copa. Todo esto
lo observó Fray Gerundio muy bien observado, y todo le hizo imaginar,
que aquel Religioso era por lo ménos Cathedrático de la Universidad de
Salamanca ó de Alcalá, quando no fuesse quizá algun Padre Difinidor ó
Presentado.

9. No se engañó mucho, porque á lo ménos era Vicario de unas Monjas[10]
que estaban junto á Jacarilla, y ántes de esso havia cuidado seis años
de una granja, en cuya administracion no se havia perdido; porque él
mismo confessaba ingenuamente, quando se ofrecia la ocasion, que le
havia valido por lo ménos tanto como á la Casa, porque havia sacado un
decente bolsillo, que sufria ancas para socorrer á quatro parientes
pobres, para servir á dos amigos, y para subvenir á sus necessidades
religiosas, aunque la vida fuesse un poco mas larga que lo ordinario.
Como quiera, quando Fray Gerundio vió á su amiguíssimo Fray Blas,
pensó perder los sentidos de puro contentamiento, y, despues de haver
hecho los primeros cumplidos al Rmo. Padre Vicario, como lo pedia la
urbanidad, dió muchos abrazos á Fray Blas, y supo de él como, haviendo
tenido noticia en Jacarilla del sermon que le havian echado en su
lugar, hizo ánimo de no volver al Convento hasta que se le huviesse
oído predicar, logrando con esta ocasion ver la fiesta de Campazas y
passar en su compañía quatro dias alegres, con toda libertad y sin el
molesto acecho y murmuracion de los Frayles.

10. Díxole, que para sacar la licencia del Prelado, sin que ni él
ni los Frayles reparassen en que estaba tanto tiempo fuera del
Convento, le havia escrito una carta atestada de mentiras, suponiendo
que havia caído gravemente enferma una viuda rica, sin hijos ni
herederos forzosos, que le havia pedido con grandes instancias que la
confessasse y la assistiesse hasta entregar el alma á Dios, dándole á
entender que no lo perderia él ni su Comunidad, porque podia disponer
libremente de sus bienes, como nuestro Señor la inspirasse; que, no
obstante esso, él se havia resistido, por quanto la enfermedad tenia
traza de ir muy larga, aunque decia el Barbero del lugar, hombre muy
inteligente, que sin milagro no podia escapar de ella; que la misma
viuda le havia obligado á que escriviesse á Su Paternidad, esperando
que no la negaria este consuelo, y que assí lo hacia con la mayor
indiferencia, aguardando su determinacion, porque todo su gusto
seria obedecerle, bien que, si huviesse de consultar su inclinacion,
ya estaria en el Convento; porque, sobre la penalidad y trabajo de
assistir continuamente á una enferma, passando malos dias y peores
noches, siempre le havian parecido mal los Frayles que estaban mucho
tiempo fuera de la campana del Convento, á que se añadia que, siendo él
Predicador mayor de la Casa, no era razon que cargassen otros con los
sermones que por su oficio le tocaban á él.

11. «Esta fué, amigo Fray Gerundio, (añadió el Predicador,) la
cartica que le espeté, que, aunque yo lo diga, no iba urdida del peor
estambre. Ya conoces la poca malicia del buen hombre, y tambien su
lado flaco; en amagándole en algo para el Convento ó para su peculio,
no puede resistirse, y dará licencia á un súbdito para que se case,
con tal que lo haga sin pecar... el santo varon tragó el anzuelo, y
me respondió sin perder tiempo, alabando mucho mi zelo, mi obediencia
y mi religiosidad, pero mandándome en virtud de santa obediencia y en
remission de mis pecados, que assistiesse á la enferma hasta que á vida
ó á muerte saliesse de aquel peligro, aunque la enfermedad durasse un
año, encargándome que procurasse fomentarla la devocion á la Orden y
que no dexasse de exagerarla las particulares necessidades de aquel
Convento; pero me prevenia, que esto fuesse con prudencia y quando se
ofreciesse buena coyuntura: por lo demas concluía, que los sermones no
me diessen cuidado, pues corria del suyo el encargarlos, fuera de que,
teniéndote á tí, no necessitaba de otro, pues, aunque todavía estabas
un poco verde, esto no desdecia de tus años, y por otra parte era
prodigiosa tu facilidad.»

12. -- «Vamos claros, dixo Fray Gerundio, que el enredo está de mano
maestra; y quanto tiempo ha de durar la enfermedad de la viuda?» --
«Lo que duraren las fiestas de los lugares á la redonda, respondió
Fray Blas; porque ninguna pienso perder.» -- «Y qué diablos ha de
decir Vm. despues? le preguntó Fray Gerundio, quando se vea, que
no hay tal herencia ni calabaza». -- «En esso te paras, majadero?
respondió Fray Blas. Hay mas que decir que, haviendo hecho la enferma
su testamento cerrado, en que dexaba al Convento por su universal
heredero, despues de algunos legados de corta cantidad á algunos
parientes pobres, estando ya con la uncion, hizo una promessa y cobró
la salud milagrosamente?» -- «Pero, si se averigua, replicó Fray
Gerundio, que no huvo tal viuda ni tal enferma de mis pecados, y que
todo fué un puro embuste de Vm., para pretextar con esse piadoso
sobreescrito la tuna y el bisboleo?» -- «Calla, simple, respondió Fray
Blas, como se ha de averiguar, no haviendo otra correspondencia en el
Convento con Jacarilla que la que yo tengo? fuera de que, aunque por
alguna casualidad llegue á saberse, _quid inde_? Dirán, que fué una
de las trampillas que están muy en uso. Mira, Gerundio, los Frayles
y las mozas de servicio nunca salen de casa sino con sobreescritos
devotos: estas siempre piden licencia para ir á rezar, y aquellos,
quando quieren ir á tunar ó desenfraylar, como ellos dicen, alegan
por lo comun, ó el sermon que les echaron y ellos pretendieron, ó el
que en la realidad no hay, ó las dissensiones de los parientes, ó el
testamento y la enfermedad del Padre; y á la sombra de tan piadosos
pretextos, passan un par de meses de vita-bona. Decir, que un Frayle ha
de pedir licencia derecha y claramente para ir á divertirse quatro dias
en casa de un amigo, esto es cuento: tal qual tonto lo suele hacer por
acreditarse de sincero, pero regularmente llevan calabazas,[11] porque
los Prelados se revisten del zelo de la observancia y, miéntras no los
cohonestan la salida, dicen que la pierna en la cama, la moza con la
rueca, y el Frayle en la celda.»

13. -- «Pero, á proposito de Frayle, interrumpió Fray Gerundio, quien
es esse Rmo. que viene con Usted? porque parece personage.» -- «Y es
lo que parece, respondió Fray Blas; porque, aunque ahora es Vicario de
unas Monjas y ántes fué Grangero, siguió la carrera de los estudios
con mucha honra; y, aburrido de que huviessen graduado ántes á otro
condiscípulo suyo por empeños, se aplicó á este rumbo, de lo que no
está arrepentido; porque, aunque no parece de tanta honra, es sin
duda de mucho mayor provecho. Hizo mucho doblon en la Granja; despues
pretendió esta Vicaría, que le dieron sin dificultad: las Madres le
regalan como á cuerpo de Rey, y él lo passa como un Pontífice. Es muy
amigo mio, desde que me oyó predicar en Cevico de la Torre; no sé por
qué casualidad vino á oírme el sermon de Santa Orosia: llevóme á su
Vicariato, donde me detuvo ocho dias, tratándome como á un Patriarcha:
temporadilla mejor no espero passarla en mi vida. Comiamos en el
locutorio por la parte de afuera, y comian al mismo tiempo que nosotros
quatro Mongitas por la parte de adentro, y á fé que no eran de las mas
viejas del Convento, porque estas se excusaban por sus achaques, ó,
por mejor decir, nosotros las excusábamos á ellas: durante la mesa
havia brindis, havia finecitas de parte á parte, havia tambien unas
coplillas, y, en levantándose los manteles, venian las ancianas y las
graves de la Comunidad á darnos conversacion; despues se retiraban
estas y nos dexaban con la gente moza: comenzaba la bulla y la chacota;
cantaban, representaban, y tal qual vez, ellas de la parte de allá y
nosotros de la de acá, bailábamos una jotita honesta ó un fandanguillo
religioso. Mira tú, si passaria buenos dias. En fin, como hize ánimo
de venirte á oír, en fé de nuestra amistad y de la confianza que tengo
con tus Padres, convidé á el Padre Vicario á que se viniesse conmigo,
ponderándole la fiesta de Campazas, diciéndole mil cosas de tí, y
assegurándole que seria muy bien recivido.»

14. -- «Y como que lo será! le interrumpió Fray Gerundio; ántes este
es un nuevo beneficio, de que me confiesso deudor á la fineza de Vm.;
porque, sobre las prendas que me pondera del Padre Vicario, de esta
hecha entablo conocimiento con él; y cátate ya el camino abierto para
irme á holgar quatro dias alegres, quando se ofrezca ocasion, con
aquellas señoras Monjas.»

15. Con esto se entraron en la sala, donde ya estaba el Padre Vicario,
despues de haverse quitado los ajuares de camino, en compañía del
Magistral, de los demas huéspedes, de Anton Zotes y de la Tia Catanla,
que le recivieron con el mayor cariño, el qual creció mucho mas, quando
su hijo y el Predicador mayor los informaron en secreto de quien era.
Finalmente, fueron concurriendo poco á poco todos los convidados, con
algunos mas que no lo havian sido; y en los dos dias que faltaban hasta
el de la fiesta, parece que no debió de suceder cosa que de contar
sea, porque los Autores casi todos lo passan en silencio. Solo uno
de ellos apunta, (aunque muy de passo,) que Fray Gerundio, despues
de haver hecho su cumplido á los que iban llegando, se retiraba á
repassar su sermon unas veces á un desvan, otras al campo, y, porque
ni aún en este le dexaba libertad la multitud de forasteros que
acudian de toda la comarca, finalmente se vió precisado á encerrarse
en la bodega para decorar su cartapacio. El mismo Autor da á entender
tambien en general, que en aquellos dias passaron cosas preciosas
con el Donado, á quien luego conoció el humor Don Basilio, (assí se
llamaba el Canónigo mozo,) y haciéndose muy amigo de él, poniéndose en
todo de parte de sus necedades, con grandíssima gracia y con no menor
socarronería, fomentaba sus simplezas, de manera que sucedieron lances
extraordinariamente sazonados; pero, como el referido Autor no los
especifica, y nosotros en materia de verdad somos tan escrupulosos,
aunque sospechamos los que pudieron ser, no nos atrevemos á referirlos,
porque es infedelidad irremissible en un historiador adelantarse á
vender las sospechas por noticias.

16. Llegado que huvo el dia deseado de la fiesta y la hora de la
funcion, vinieron á sacar de casa á Fray Gerundio su Padre como
Mayordomo de aquel año, un Tio suyo que lo havia sido el antecedente,
ambos con sus varas de la Cofradía del Santíssimo, dadas de almazarron
y de almagre, que no havia mas que ver, los dos Alcaldes y los dos
Regidores del lugar, con su Fiel de fechos y con su Alguacil detras,
en el sitio que les correspondia, añadiéndose de comitiva voluntaria
y para mayor cortejo muchos Clérigos circunvecinos y una multitud
de Frayles aventureros de diferentes Religiones, que se hallaban en
aquellas cercanías y no quisieron perder la comedia ni los novillos.
Precedíalos á todos el tamboril y la danza, compuesta de ocho mozos
de los mas jaquetones y alentados de Campazas, todos con sus coronas
ó caronas arrasuradas sobre el craneo ó plan de la cabeza; esta
descubierta y las melenas tendidas; jaquetillas valencianas de lienzo
pintado, con dragona de cintas de diferentes colores; su banda de
tafetan prendida de hombro á hombro y colgando á las espaldas en forma
de media luna; un pañuelo de seda al pescuezo, retorcido por delante
como cola de caballo y prendido en punta por detras como hácia la
mitad de la espalda; camisolas de lienzo casero, mas almidonadas que
planchadas, y tan tiesas que se tenian por sí mismas en qualquiera
parte; calzones de la misma tela que la jaquetilla; y en la pretina,
por el lado derecho, colgado un pañuelo de beatilla con mucha gracia;
las boca-piernas de los calzones holgadas y anchas, guarnecidas de
una especie de cintillo ó cordon de cascabeles, medias de muger todas
encarnadas, zapatillas blancas con lazos de hiladillo negro, y en todo
caso todos ceñidos con sus corbatas, para meter los palos del paloteado
en el mismo sitio, y ni mas ni ménos como los arrieros llevan el palo
en el cinto.

17. Ya estaban Fray Blas y Fray Gerundio á la puerta de la casa,
esperando el acompañamiento; porque á Fray Blas le pareció atencion
precisa en su amistad y en la hermandad de profession, acompañar á Fray
Gerundio; y no solo le dió por todo aquel dia la mano derecha, sino que
le fué sirviendo de Fray-Juan hasta dexarle en el púlpito, y aún se
huviera sentado en la escalera, á no haverlo embarazado Anton Zotes,
que le obligó á sentarse en el banco de la Cofradía entre los dos
Mayordomos.

18. Salió pues de casa nuestro Fray Gerundio, mas resplandeciente que
el sol, mas risueño que la alva, mas brillante que la aurora. Havíase
(claro está,) afeitado aquel mismo dia con la mayor prolixidad,
encargando mucho al barbero que se esmerasse en la operacion, pues no
le valdria ménos que un real de plata; y con efecto le dexó el Maestro
tan lampiño y con el rostro tan liso, que parecia bruñido; sobre todo
en el cerquillo aplicó el mayor esmero: el plano no parecia sino un
quadrilongo de papel fino de Génova, alisado con diente de elephante;
la horla, un flueco de seda negra cercenada por las puntas con la mayor
igualdad, sin que ni un solo cabello se adelantasse á descomponer
la linea; el copete elevado como dos dedos y medio, con maravillosa
proporcion al fondo del cerquillo, que formaba la circunferencia; todo
el campo del cogote, que corria desde el extremo del cerquillo por
la parte posterior hasta la entrada del tozuelo, rasurado tambien á
medio rape, para que, negreando un poco el fondo, sobresaliesse mas
lo restante de la rasura. Havia estrenado aquel dia un hábito nuevo,
que su buena Madre le tenia prevenido, y una hermana suya, moza ya
casadera, se havia esmerado en doblarle, plegarle y aún aplancharle,
passando la plancha no mas que por los pliegues y doblezes, con tanto
primor y delicadeza, que al desdoblarle se dexaban ver todos ellos
distribuídos con graciosa proporcion y symetría: particularmente los
pliegues del escapulario hacian una labor que encantaba; y, como la
tela de la capa y de la capilla era flamante á manera de estameña
aprensada, hacia unos visos que deslumbraban la vista. Calzóse (ya se
ve,) unos zapatos muy ajustados, hechos á toda costa, en quanto lo
permitia la hechura que se usaba en la Religion; pero en todo caso
havia encargado al maestro, que las puntadas fuessen iguales y muy
menudas, y que el hilo no estuviesse muy cargado de cerote, para que
lo blanco de ellas sobresaliesse mas. La noche ántes le havia regalado
el Padre Vicario con dos solidéos de seda, de los que fabricaban sus
Monjas con exquisito arte y chulada, cuyo centro era una borlita muy
chusca, elevada con la debida proporcion; y Fray Gerundio estrenó
uno de ellos aquel dia, assí para mostrar la estimacion que hacia
del regalo, como por ser un adorno tan preciso como precioso para su
Pontifical. No se olvidó, ni podia olvidarse de echarse en una manga
un pañuelo de seda de dos caras y de vara muy cumplida, siendo una faz
de color de rosa y la otra de color de perla; y en la otra manga metió
segundo pañuelo de Cambray muy fino, con sus quatro borlas de seda
blanca á las quatro puntas, teniendo por cierto, que qualquiera de los
dos pañuelos, que se le huviesse olvidado, seria bastante, para que el
sermon no pareciesse la mitad de lo que era.

19. Dudó por algun tiempo si llevaria anteojos, cosa que le parecia
á él daba infinita autoridad al Predicador y añadia gran peso y una
maravillosa eficacia á lo que decia; pensamiento que le tuvo tan
inquieto la noche precedente, en que no fué possible pegar los ojos,
que, no pudiendo echarle de sí, dispertó á su amigo Fray Blas (porque
dormian juntos en una cama) y le consultó esta duda. Pero Fray Blas,
que por aquella vez tuvo mas juicio de el que acostumbraba, se rió
mucho de su ofrecimiento, diciéndole que los anteojos en un mozo, aún
quando tuviesse alguna necessidad de ellos, (lo que rara vez sucedia,)
era la cosa mas ridícula del mundo, y que assí los hombres de juicio,
como los bellacos, hacian gran burla de aquella afectacion, bastando
ver á un rapaz muy armado de sus gafas para que todos le tuviessen
por mozo de poco seso. «Aún en los anteojos habituales de los viejos,
añadió Fray Blas, son muy pocos los que creen, porque son raríssimos
los que los necessitan á pasto; y mas desde que se ha observado, que
en las Religiones regularmente se echan esta gala aquellos sugetos de
media braga, que estuvieron consultados para perpetuo choro ó cosa
equivalente, y despues ó por empeños ó por paysanage, ó en fin porque
los hallaron con una arrastrada medianía, los destinaron á una de las
dos carreras de púlpito ó de cáthedra, cumpliendo con ellas entre si
basta ó no basta, y á sal aquí traidor. Estos son, por lo comun, los
mayores y los mas perdurables anteojistas, vanamente persuadidos á
que pueden suplir con los accidentes lo que les falta de substancia,
y pretendiendo persuadir á otros que su continua aplicacion á los
libros los quebrantó la vista. Pocos hombres hay de los verdaderamente
sabios y aplicados que usen de este mueble, sino quando realmente le
han de menester, que es para escrivir y para leer; y assí, amigo Fray
Gerundio, déxate de locuras y déxame dormir.»

20. Con esto no volvió Fray Gerundio á pensar mas en antojeras y,
escusando este dixe, salió de casa para la Iglesia con todo el tren
que llevamos referido: llevaba tras de sí los ojos de todos quantos le
miraban; porque iba con el cuerpo derecho, la cabeza erguida, el passo
grave, los ojos apacibles, dulces y risueños, contoneándose un poco,
haciendo unas magestuosas y moderadas inclinaciones con la cabeza á uno
y á otro lado, para corresponder á los que le saludaban con el sombrero
ó con la montera, y no descuidándose de sacar de quando en quando ya
el pañuelo blanco para limpiarse el sudor que no tenia, ya el de color
para sonarse las narizes, que estaban muy enjutas. Apénas llegó á la
Iglesia, hizo una breve oracion y se entró en la sacristía, quando se
dió principio á la missa, que cantó el Licenciado Quixano, sirviéndole
de Diácono y de Subdiácono dos Curas párrochos de la vecindad.

21. El Choro lo llevaban tres Sacristanes de las mismas cercanías,
porque el de Campazas servia en el Presbiterio el incensario y cuidaba
del facistol; los quales Sacristanes en punto de tono gregoriano
eran los que hacian raya por toda aquella tierra, sirviendo de bajo
el Carretero del lugar, que tenia una voz asochantrada, y de tiple
un muchacho de doze años, á quien _ex professo_ havian capado para
acomodarle en la música de Santiago de Valladolid. No havia órgano,
pero este le suplian con muchas ventajas dos gaitas gallegas, que
de propósito havia hecho venir de la Maragatería el Mayordomo, y
las tocaban dos Maragatos rollizos, tan diestros en el arte que los
llamaban para todas las fiestas recias de S. Roman, Foncebadon y el
Rabanal, de donde se extendió la fama hasta el mismo Páramo, con ser
assí que hay mas de ocho leguas de camino; y Anton Zotes, á quien
llegaron estas noticias por haverlas oído casualmente en la puente
Vizana á un criado del maragato Andrés Crespo al tiempo que cargaba
la recua, al instante envió á llamar á los dos famosos gaiteros,
ofreciéndoles veinte reales á cada uno trahidos y llevados, comidos y
bebidos; y, como era esta la primera vez que se havia oído semejante
invencion en las missas de aquella tierra, no se puede ponderar el
golpe que dió á todos la novedad, y mas quando oyeron por sus mismos
oídos, que los dos músicos de bragas anchas, assí en el _Gloria_ como
en el _Credo_, seguian el tono gregoriano con tanta puntualidad, que no
havia mas que pedir. Celebróse infinito el buen gusto de Anton Zotes,
y es tradicion de padres á hijos, que desde entónces quedó establecido
en el Páramo el uso de las gaitas gallegas en toda missa de incienso,
y que de aquí nace el llamarlas en algunos lugares _el órgano de los
Zotes_, etymología que, á nuestro modo de entender, no carece de mucha
probabilidad.

22. Enfin llegó la hora del punto tan deseado, de subir al púlpito
nuestro Fray Gerundio. Dexamos á la prudente consideracion del pio
y discreto lector figurarse allá para consigo, con qué bizarría y
desembarazo saldria de la sacristía, precedido de quatro cofrades con
sus cabos de blandones, porque el mayor no llegaria á quarta y media;
de los dos Mayordomos con la insignia de sus varas; de quatro Clérigos
con sobrepellices y con su amigo Fray Blas, que, como diximos, quiso
hacer aquel dia los honores de Fray Juan, hasta dexarle en el púlpito;
con qué magestad subiria las gradas del Presbyterio, en cuyo número
están divididos los Autores, porque unos dicen que eran diez, otros
doce, y no falta alguno que se adelanta á assegurar que llegaban á
catorce, aunque todos convienen en que hay muchos Campanarios que
no tienen tantas; con qué autoridad reciviria la bendicion de su
Padrino el Licenciado Quixano, de quien es pública voz y fama, que
se enterneció un si es no es al tiempo de dársela; con qué despejo y
gravedad caminaria hácia el púlpito, haciendo inclinaciones con la
cabeza hácia todos lados, pero con especialidad hácia donde estaba el
banco de la Justicia y Regimiento, y el de la Cofradía; y finalmente,
con qué soberanía se presentaria en el púlpito, haciéndose primero
cargo del auditorio, con reposado desden, y despues hincándose de
rodillas.

23. Assí le dexaremos por ahora, miéntras se divierte la narracion y la
pluma á dar alguna noticia del theatro, para que camine mas holgada la
comprehension en la inteligencia del assunto.

24. Era la Iglesia de tres naves, aunque tan reducidas que, quando
entró en ella el Canónigo Don Basilio, dixo que bastaria llamarla de
tres botes: el Presbyterio y la capilla mayor, en missas de tres en
ringle, no sufrian mas ancas que los Ministros precisos del altar,
tanto que el facistol para cantar la Epístola y el Evangelio, era
menester colocarle fuera de su jurisdiccion. La nave principal era
tan estrecha que, quando concurrian la Justicia y Regimiento en un
banco, y alguna Cofradía en el banco opuesto, era obligacion precisa
del Sacristan dar á besar la paz[12] á un mismo tiempo á la Justicia
y á la Cofradía, lo que executaba fácilmente, yendo por medio de la
nave y llevando una paz en la mano derecha, y otra en la izquierda,
pues solo con abrir los brazos, y no muy extendidos, alcanzaba á uno y
á otro banco, de manera que á un mismo tiempo y en un mismo punto la
iban besando por su órden los que estaban sentados en entrambas bandas:
verdad es que lo que á las naves las faltaba de anchas, lo suplia
ventajosamente lo que las sobraba de largas, por lo que diria yo, con
la licencia del Señor Don Basilio, que la Iglesia era de tres Gabarras
Argelinas, ó de tres Galeras Turcas. A los piés de ella estaba el choro
alto, sin mas balustrado que un madero tosco y en bruto, que atravesaba
de arco á arco, con algunos palos á trechos, á modo de estacada, para
evitar que algun muchacho travieso se cayesse en la Iglesia y se
rompiesse la cabeza, que era el mayor daño que le podia suceder, porque
la elevacion era de pocas varas.

25. Como quiera que el Templo fuesse, ancho ó estrecho, largo ó breve,
esso no era de cuenta de nuestro Predicador, porque ni á él le tocaba
hacerle mas capaz, ni la estrechez de la Iglesia podia perjudicar un
punto la magnificencia del sermon, siendo ya cosa acreditada repetidas
veces por la misma experiencia, que en la Iglesia mas sumptuosa de la
Christiandad se puede predicar un sermon malo, y en una desdichada
ermita ó humilladero rural se puede predicar un excelente sermon. Lo
que hace á nuestro intento y á la immortal gloria de nuestro Fray
Gerundio, es que la Iglesia de Campazas, tal qual Dios se la deparó,
estaba toda de bote en bote y que, aunque cayesse (por comparacion) de
las mismas nubes un alfiler, lo que es al pavimento no podia llegar,
porque ó se quedaria en el tejado de la misma Iglesia, como es lo mas
natural, ó, caso de meterse por alguna rendija, boqueron ó gotera,
tropezaria en las cabezas del auditorio, y allí ó en el vestido pararia
sin duda, hasta que la Iglesia se fuesse desocupando.

26. Pero ya es tiempo de que volvamos á nuestro Fray Gerundio, que
le tenemos incomodado y puesto de rodillas por mas tiempo del que
se acostumbra, no sin grande impaciencia suya por tanta detencion,
especialmente quando estaba reventando, assí por salir de su cuidado
como por desplegar las velas del discurso, navegando viento en popa por
el mar de su mayor lucimiento.

27. Levantóse pues con bizarríssimo denuedo, volvió á hacerse
cargo de todo el auditorio con grave y magestuoso despejo, tremoló
successivamente sus dos pañuelos, primero el de color, con que se sonó
en seco, y despues el blanco, que passó por la cara _ad pompam et
ostentationem_; entonó su _Alabado_ con voz gutural y hueca; persignóse
espurriendo bien la mano derecha y teniendo con la izquierda la parte
anterior de lo que se llama muceta en la capilla; propuso el texto
sumisa, pero sonoramente, y dió principio á su sermon de esta manera.
Pero, salvo el mejor y mas acertado parecer de nuestros lectores, á
nosotros nos parecia mas conveniente hacer capítulo aparte, porque el
presente harto será que no sea ya muy prolixo.



CAPITULO IV.

Expónense á la admiracion algunas cláusulas del Sermon de Fray Gerundio.


1. Duró por mucho tiempo en nuestra indecision la grave duda de si
copiaríamos á la letra todo el sermon de nuestro famoso Predicador,
ó nos contentaríamos con escoger algunas cláusulas entre aquellas,
que á nuestra limitada comprehension se representaban como las mas
sobresalientes, para que el discreto lector por la parte viniesse en
cabal conocimiento del todo; no de otra manera que una sola uña bien
dibujada en el lienzo da á conocer la magestuosa ferocidad del Monarcha
coronado de la selva, y una sola linea, que corrió al desgaire por el
campo de la tabla, hace presente á los ojos penetrantes la diestra
mano, que dió milagroso impulso á la delicadeza del pincel.

2. Por una parte nos hacia lastimosa compassion, y aún en cierto modo
nos parecia especie de usurpacion injusta y hurto literario, defraudar
al público aún de la mas mínima palabra que se huviesse desprendido
de la boca de nuestro divino Orador, siendo cierto que hasta las que
se salian de ella á escusas de su advertencia merecian engastarse en
diamantes, para que compitiesse su duracion con la permanencia de los
siglos. Por otra se nos representaba que, como no todos los lectores
son tan inteligentes, ni tan pacíficos, ni de tan buena condicion
como nosotros los quisiéramos, qué sabíamos si quizá nos depararia
nuestra mala suerte algunos de ellos tan cetrinos, tan indigestos y de
gusto tan estragado, que diessen al Diantre nuestra Historia, viendo
interrumpido el hilo de la narracion con prolixos trassuntos de los
partos intelectuales de nuestro Heroe? Y acaso no faltaria alguno tan
atrevido, que nos echasse á los hocicos que, aún quando los referidos
partos fuessen tan preciosos como á nosotros nos los figuraba nuestra
passion, era impertinencia empedrar de ellos la Historia, por quanto
al Historiador toca hacer fiel relacion de los hechos y proezas de su
Heroe, pero no una impertinente coleccion de sus obras; porque de otra
manera, si los que escrivieron las vidas de los quatro santos Doctores
de la Iglesia y de tantos Escritores venerables, emprehendiessen
insertar en ellas todas las producciones de sus plumas, no dexarian de
hacerse un si es no es molestos y pesados.

3. Confessamos de buena fé que esta última razon nos hizo un poquito
de fuerza, y assí, dexando al cuidado de otra mas feliz pluma que la
nuestra el empeño y la gloria de enriquecer al orbe literario con una
coleccion de los incomparables sermones de nuestro Fray Gerundio,
ilustrándolos con glosas, notas y escolios, (en cuyo glorioso afan
tenemos entendido, que trabaja una Academia de ingenios del primer
órden,) nosotros nos contentaremos con extractar tales quales rasgos de
aquellos, que salieren al encuentro de la narracion y nos parecieren
necessarios para facilitar á los lectores la mejor inteligencia de
los hechos. Fué pues la primera cláusula del sermon, que predicó en
Campazas Fray Gerundio, la que se sigue:

4.[13] «Si es verdad lo que dice el Espíritu Santo por boca de
Jesu-Christo, -- ay, infelice de mí! -- que voy á precipitarme, -- ó
es preciso confundirme. -- El Oráculo pronuncia que ninguno fué en su
patria -- Predicador ni Propheta: -- _Nemo Propheta in Patria sua_:
-- pues, como atrevido yo -- presumí este dia ser -- Predicador en la
mia? -- Pero tenéos, Señores, -- que tambien para mi aliento -- leo
en las Sagradas Letras -- que no á todos hace fuerza -- la verdad del
Evangelio: -- _Non omnes obediunt Evangelio_: -- y qué sabemos si es
esta -- alguna de aquellas muchas -- que, como siente el Philósopho,
-- se dicen solo _ad terrorem_?»

5. Esta entradilla puso en la mayor suspension al gruesso del
auditorio, pareciéndole que era impossible encontrar con introduccion
mas feliz ni mas oportuna; pero el Magistral, que de propósito se
havia metido en el confessonario del Cura (el qual estaba en frente
del púlpito,) y havia cerrado la celosía de la parte anterior, para
observar á su gusto á Fray Gerundio sin peligro de turbarle, apénas
le oyó romper en dos disparates ó en dos blasfemias heréticas tan
garrafales, como dudar _si era verdad lo que havia dicho el Espíritu
Santo por boca de Jesu-Christo, y suponer que muchas verdades del
Evangelio eran solo para espantar y poner miedo_, de pura vergüenza
baxó los ojos, que tenia clavados en su sobrino, y desde luego hizo
ánimo á no oir en aquel sermon mas que heregías, atrevimientos ó
necedades. De buena gana se huviera salido de la Iglesia; pero, sobre
no ser possible penetrar por el concurso sin grande alboroto, se hizo
cargo de que no era razon echar un jarro de agua á la fiesta, y assí
tomó el partido de dissimular hasta su tiempo y de aguantar la mecha.
Miéntras tanto iba nuestro Fray Gerundio prosiguiendo su sermon ó su
salutacion, y á pocas paletadas se metió de paticas en lo mas vivo
de todas las circunstancias. Aquí me havrán de perdonar los críticos
mal acondicionados; porque, cánseles ó no les canse, en Dios y en
consciencia, no puedo ménos de trasladar al papel _de verbo ad verbum_
el primoroso artificio con que las tocó todas, ya que no sea possible
trasladar á él la valentía, el garbo y el espíritu con que las animó.
Dixo pues assí, cansándose del estilo cadencioso, ó mudándole con
todo estudio en el _hinchado_, assí porque la variedad es madre de la
hermosura, como porque á este estilo le llevaba mas la inclinacion:

6. «Esta es, Señores, la estrena de mis afanes oratorios; este,
el exordio de mis funciones pulpitables; mas claro para el ménos
entendido: este es el primero de todos mis sermones. Qué á mi intento
el oráculo supremo: _primum quidem sermonem feci, o Theophile_! Pero,
donde se hace á la vela el baxel de mi discurso? Atencion, fieles; que
todo me promete venturosas dichas, todas son prophéticas vislumbres de
felicidades. O se ha de negar la fé á la evangélica Historia, ó tambien
el hypostático Ungido predicó su primer sermon en el mismo lugar, donde
recivió la sagrada ablucion de las lustrales aguas del bautismo. Es
cierto, que la evangélica narracion no lo propala, pero tácitamente lo
supone. Recivió el Salvador la frígida mundificante: _Baptizatus est
Jesus_; y al punto se rasgó el tafetan azul de la celeste cortina: _Et
ecce aperti sunt cœli_: y el Espíritu Santo descendió revoleteando á
guisa de pájaro columbino: _Et vidi spiritum Dei descendentem sicut
columbam_. Hola! bautizarse el Messías, romperse el pabellon ceruleo,
y baxar el Espíritu Santo sobre su cabeza! A sermon me huele, porque
esta divina paloma siempre bate las alas sobre la cabeza de los
Predicadores.»

7. «Pero son supervacaneas las exposiciones quando están claras las
voces del oráculo; él mismo dice que, bautizado Jesus, se retiró al
desierto, ó el Diablo le llevó á él: _Ductus est in desertum a spiritu,
ut tentaretur a Diabolo_. Allí estuvo por algun tiempo, allí veló,
allí oró, allí ayunó, allí fué tentado, y, la primera vez que salió de
allí, fué para predicar en un campo ó en un lugar campestre: _Stetit
Jesus in loco campestri_. O qué estival paralelo de lo que á mí me
sucede! Fuí bautizado en este famoso pueblo, retiréme al desierto de la
Religion, si ya el Diablo no me llevó á ella: _Ductus est a spiritu in
desertum, ut tentaretur a Diabolo_. Y qué otra cosa hace un hombre en
aquel desierto, sino orar, velar, ayunar y ser tentado? Salí de él la
primera vez para predicar; pero, en donde? _In loco campestri_: en este
lugar campestre de Campazas, en este compendio del campo Damasceno, en
esta emulacion de los campos de Pharsalia, en este envidioso olvido de
los sangrientos campos de Troya: _Et campos ubi Troia fuit_; en una
palabra, en este emporio, en este solar, en este orígen fontal de la
provincia de Cámpos: _in loco campestri_.»

8. «Aún hay mas en el caso: el lugar campestre, donde predicó el primer
sermon el Hypostático, fué á la esmaraldática márgen del argentado
Jordan, donde havia sido bautizado. Y quien duda que le oiria Juan,
su Padrino de bautismo? _Venit Jesus ad Joannem, ut baptizaretur ab
eo._ Y qué cosa mas natural que al oir el Padrino á su ahijado, y mas
si hizo de él feliz reminiscencia en la misma salutacion, _salutate
Patrobam_, que dixo muy á mi intento el Apóstol, saltasse ahora de
gozo, como palpitó en otra ocasion de placer en el útero materno:
_Exultavit infans in utero matris_. El caso es tan idéntico, que seria
injuriosa la aplicacion para el docto; pero vaya para el insipiente.
No se llama _Juan_ mi Padrino de bautismo? Todos lo saben: _Joannes
est nomen ejus_. No me está oyendo este sermon que predico? Todos lo
veen: _Audivi auditum tuum, et timui_. No le están bailando los ojos de
contento? Todos lo observan: _oculi tui columbarum_. Luego no hay mas
que decir en el caso.»

9. «Sí hay tal. Gracia y agua es el complexo de la fuente bautismal,
y agua y gracia es lo que symboliza su nombre y apellido. Que _Juan_
es lo mismo que _gracia_, lo saben hasta los Predicadores Malabares:
_Joannes, id est gratia_. Pero que _Quixano_ sea lo mismo que _agua_,
ó fuente copiosa de ella, lo ignoran hasta los mas eruditos; pero
presto lo sabrán. Ya tiene entendido el Theólogo, y mucho mas el
sabio Escriturario, que la quixada de asno es muy mysteriosa en las
Sagradas Letras, ó desde que Cain quitó la vida con una de ellas á su
hermano Abel, como quieren unos, ó desde que Sanson magulló con otra
las cabezas á mil agigantados Philistéos, como saben todos: _In maxilla
asini percussit mille viros_. Despues de esta hazaña, se moria de sed
el fatigado Sanson: no havia en todos aquellos espaciosos estrados de
la odorífera Flora un hilo de plata líquida, con que poder apagarla.
Quando veis aquí que de la misma quixada, que havia sido la mortal
Philisticida, brota un raudal de aljófar derretido, que refrigeró al
inhiante forzudo, y quedó el sitio sigilado hasta el dia de hoy con el
cognomento de la fuente de la Quixada: _Idcirco appellatum est nomen
loci illius fons invocantis de maxilla, usque ad præsentem diem_.»

10. «Id ahora conmigo. Sabida cosa es en nuestras Historias
genealógicas, que el antiguíssimo y nobilíssimo apellido de los
Quixanos deriva su orígen y su alcurnia no ménos que de el tronco de
Sanson, cuyos hijos y nietos, desde esta gloriosa hazaña, comenzaron á
llamarse los _Quixanos_, por no equivocarse con otra no ménos antigua,
aunque ménos noble y mucho mas extendida familia de los Quixotes. No es
ménos cierta la noticia, que desde entónces las armas de los Quixanos
son una quixada de un burro en campo verde, brotando un chorro de agua
por el diente molar, como lo afirman quantos tratan del Blason. Assí
mismo es cosa muy averiguada que los Quixanos, en las batallas con
los Moros, no usaban de otras armas que de la quixada de un jumento,
cubiertos con piel del mismo asno, siendo tan hazañosos con esta arma
rebuznable como á cada folio se refiere en los anales. Dígalo, si no,
aquel Heroe Gonzalo Sanson Quixano, que con una maxilla de jumento,
_in maxilla asini_, quitó la vida por su propia mano en ménos de media
hora á treinta y cinco mil Sarrazenos en la famosa jornada de San
Quintin, debaxo de Julio César, Capitan General del Rey Don Alfonso el
de la mano horadada; proeza que premió el agradecido Monarca, mandando
que en adelante se pintasse la quixada del escudo de los Quixanos con
treinta y cinco mil dientes, y en cada uno de ellos, como si fuera
una escarpia, clavada una cabeza de Moro; cosa que hace una vista que
embelesa. Y de passo quiero añadir ó, diré ménos mal, quiero acordar
á todos la erudicion tan sabida de que el primer escudo, que se gravó
con toda esta multitud de cabezas y de dientes, no era mayor que la mas
menuda lenteja; siendo lo mas admirable que quixada, dientes y cabezas,
con todos sus pelos y señales, se distinguian perfectamente á mas de
cien passos de distancia. O assombro de la invencion! o prodigio de la
habilidad! o milagro de los milagros del arte! _Miraculorum ab ipso
factorum maximum_, que dixo á este intento Cassiodoro.»

11. «Pero atencion, que oigo no sé qué articulado accento en las
ethereas campanas: _Vox de cœlo audita est_. Pero, de quien es
esse gutural verbífico sonido? Oigamos lo que dice, que quizá por
ello deduciremos quien lo profiere, como por el efecto se viene en
conocimiento de la causa, y por el hilo se saca el ovillo. _Hic est
Filius meus dilectus, in quo mihi complacui_: este es mi querido Hijo,
dulce objeto de mis complacencias. Hola! dice la voz, que el que está
predicando en el lugar donde fué bautizado es su hijo? Luego la voz es
del Padre. Sabe el Lógico, que es legítima la consecuencia. Y quien es
esse Padre? _Pater meus agricola est_: mi Padre es un labrador honrado.
Ea, que ya vamos descubriendo el campo. Pero, qué tiene el Padre con
el sermon del hijo? No es nada lo del ojo, y llevábale en la mano. Qué
ha de tener, si él mismo se le encarga? Dícelo expressamente el texto:
_Misit me vivens Pater_: el que me envió, ó el que me traxo á predicar,
es mi Padre. Y nota oportunamente el texto mismo que, quando su Padre
le embió á predicar, estaba vivo, _vivens Pater_; la interlineal,
_sanus_, que estaba sano; los Setenta, _robustus_, que estaba robusto;
Pagnino, _vegetus_, que estaba terete y fuerte. Apelo á vuestros ojos,
y decidme si no es idéntico el caso.»

12. «Vamos adelante, que aún no lo he dicho todo. Y como se llamaba
esse generativo principio, esse paternal orígen de aquella dichosa
prole? Aquí deséo arrecto vuestro órgano auscultativo. El sermon que
mi Padre, vivo, robusto, sano y terete, encomendó á mi insuficiencia,
no es del Eucharístico panal? Sí. El arca del Testamento no fué el mas
figurativo emblema de esse ovalado armiño? Dígalo el docto y el versado
en la Theología expositiva. Y por donde anduvo prófuga esta cóncava
testamentífera arca? Vamos á las sagradas Pandectas: _et asportaverunt
eam a lapide adjutorii in Azotum_: conduxéronla al país de los a-Zotes.
Víctor! que ya tenemos Zotes en campaña. Entra el arca en la provincia
de los Zotes? manda un Padre á su hijo que predique de essa arca? pues,
qué apellido ha de tener esse Padre, ni qué cognomento ha de distinguir
á esse hijo, sino el de los Zotes, principales de la provincia? _Et
asportaverunt eam in Azotum._»

13. «Es convincente el discurso; pero vaya una interrogacioncilla. Y
esse hijo no tenia Madre? Y como que la tenia, pues consta que la Madre
y el Padre le buscaron: _Ego et Pater tuus quærebamus te_. Está bien;
y la madre no tuvo parte en el sermon? Fué el todo; pues ya es cosa
sabida que, siempre que un Predicador se desempeña con lucimiento, se
refunden en la madre sus aplausos. Por esso, al acabarse la funcion,
exclaman todas las piadosas mugeres: _Bien haya la madre que te parió!
dichosas las madres que tales hijos paren!_ _Beatus venter qui te
portavit, et ubera quæ suxisti!_»

14. «Pero, qué ruido estrepitoso, qué harmoniosa algarabía divierte
mi atencion hácia otra parte? qué percibe la potencia auditiva? qué
especies visuales se presentan delante de la visiva? Mas claro y mas
para el vulgo: qué oigo? qué veo? Qué hé de ver, ni qué hé de oir,
sino un choro de danzantes? _Quid vides in Sunamitis, nisi choros
castrorum?_ De danzantes! Ea que sí; pues á vista de la Eucharística
arca, aún á las mismas Testas coronadas se las bullen los piés. Dígalo
el Rey penitente de Iduméa: _et David saltabat totis viribus ante
Dominum_. Nótese la frase: _saltabat totis viribus_: brincaba con todas
sus fuerzas; no se andaba ahora en paspieses pulidos, en carrerillas
menudas, en cabriolas ni en vueltas de pechos acompassadas; daba unas
vueltas en el aire, echando las piernas con quantas fuerzas podia:
_saltabat totis viribus_. No es esso lo que ahora estamos viendo en
essos ocho robustos Atletas y Luchadores á brazo y pierna partida
con el viento? Mas: era David un danzante coronado; pues, corona por
corona, no le deben nada á David nuestros danzantes. Pero aún descubro
en Isaías otras señas mas claras de ellos: _et pilosi saltabant ibi_: y
danzaban allí los que tenian largo el pelo, los de grandes cabelleras,
los de las melenas tendidas. No puede ser la vision mas adequada para
el caso presente.»

15. «De buena gana me iria un poco mas tras de la danza, si no me
embelesara esse theatro, que ya observo erigido junto á las puertas
del Templo, _ad fores templi_, que dixo elegantemente el mitrado
panal de Lombardía (hablo del melifluo Ambrosio). Y qué significa
esse theatro? Segun unos es signo natural, ó segun otros es signo _ad
placitum_ de un auto sacramental, representacion del Sacramento. Sí?
Pues de essas representaciones llenas están á cada passo las páginas
de la Escritura. No fué representacion del Sacramento el Mana? Assí
lo afirma Cayetano. No fué representacion del sacramentado cordero el
Vellon de Gedeon? Assí lo siente Lorino. No fueron representacion del
eucharístico trigo las espigas de Ruth? Assí lo assegura Papebrokio.
Y todas estas representaciones, no se hicieron en el campo? Es comun
sentir de Expositores y Padres. Pues representaciones del Sacramento, y
representaciones en el campo, quien podrá dudar, que fueron prophéticas
figuras de las representaciones al Sacramento, que se hacen todos los
años en mi amada patria de Campazas? _In loco campestri._»

16. «Mas, afuera, afuera; aparta, aparta; huye, escápate, corre; mira
que te coge el toro. Qué es esto? Rodeado me veo de estos cornúpetos
brutos. Qué cerviguillo, qué lomo, qué roscas en el pescuezo, qué
lucios y qué gordos! _Tauri pingues obsederunt me._ No hay quien me
socorra? Que me cogen, que me pillan, que me revoletéan. Pero ea, que
fué terror pánico, ilusion de la phantasía, ente de razon raciocinante.
No son toros de muerte ni furiosos; son sí unos novillos alegres y
vivos, pero ni marrajos ni sangrientos _vituli multi_, ó, como lee otra
letra, _mutilati_. Unos novillos desmochados, esto es, ó sin puntas
en el hasta, ó sin fuerzas en las puntas. Gracias á Dios que respiro;
porque me havia asustado. Pero, qué tienen que ver los novillos con
la fiesta del Sacramento? Ignorantíssima pregunta! Qué fiesta del
Sacramento puede haver cabal, si la faltan los novillos? puesto que
el Propheta penitente adelanta mas la materia, quando dice, que los
novillos se deben correr ó, lo que allá se va todo, se deben presentar
en las mismas aras: _tunc imponent super altare tuum vitulos_.»

17. «Ya no me detengo, ni en las hogueras, ni en las luminarias
nocturnas, que precedieron á este festivo dia. Quando se descubre
el Señor, sin que se enciendan brillantes cereos piropos? Ni qué
mas hicieron los tres milagrosos niños en la flamígera hoguera del
Babylónico furno, que lo que anoche vimos hacer á los puvescentes
muchachos de mi predilecta patria en las fumigerantes hogueras, que
encendió la devocion y la alegría de sus fervorosos íncolas? Si
aquellos jugaron con las llamas, sin que les tocassen al pelo de la
ropa, estos brincaron por ellas, sin que les chamuscassen ni un solo
cabello de la cabeza: _et capillus de capite vestro non peribit_, que
dixo la Boca de oro. Pues qué! la multitud de estruendosos voladores,
que subieron serpenteando por esse diáfano elemento, saetas encendidas,
que disparó la bizarría y el valor para dissipar el nigricante
esquadron de las tinieblas! Parece que les estaba viendo el monárchico
Adivino quando cantó vaticinando: _Sagittas tuas ex dentibus effecit_.
Pero mas al caso presente lo pronosticó el que dixo, que resonaba por
todo Cámpos el horrísono bom bom bom bom bom de las bombardas:

    _Horrida per campos bam-bim-bombarda sonabant._»

18. «Paréceme que tengo tocadas y retocadas las circunstancias del
dia. Pero no; que la mas especial, por nunca vista hasta aquí, se me
olvidaba: hablo de esse vocal instrumento, y al mismo tiempo ventoso,
que tan dulcemente titila nuestros oídos. Hablo de esse equivalente
ó, como se explica el discreto Pharmacopola, de esse _quid pro quo_
de órgano, que añade tanta magestuosa harmonía á la solemnidad
del sacrificio; hablo enfin, para que me entiendan todos, de essa
sonora gaita gallega, que tanto nos encanta y nos hechiza. Pero, qué
oportuna, qué discreta, qué ingeniosa fué la invencion de mi paternal
Mayordomo, quando discurrió y resolvió festejar con ella la funcion
del Sacramento! Porque, pregunto: no es el Sacramento en el viril, el
escudo, las armas y el blason del nobilíssimo Reyno de Galicia? Assí
me lo atestiguó anoche un Peregrino, que viene en Romería de Santiago.
Pues, siendo esto assí, era cosa muy congruente y en cierta manera
_simpliciter necessaria_, (ya me entiende el Lógico y el Theólogo,) que
no faltasse en la missa del Sacramento aquel instrumento harmonioso,
apacible y delicado, que deriva su alcurnia y su apellido del mismo
nobilíssimo Reyno; porque, como dice el Philósopho, _propter unum
quodque tale, et illud magis_. Gran gloria de Galicia tener por escudo
de armas al Sacramento! pero mayor de Campazas ser la patria y el
solar de la sagrada Eucharistía; porque _ó hay Sacramento en Campazas,
ó no hay en la Iglesia fé_. Este será el arduo empeño, en cuyo golfo
desplegará las velas el baxel de mi discurso; y, para que lo haga
viento en popa, será preciso que sople por el timon el aura benéfica de
aquella Deífica Emperatriz de los mares, implorando su proteccion y su
gracia con el acróstico epinicio del celestial Paranynfo: _Ave Maria_.»

19. Bien puede discurrir el advertido Lector, que es impossible á
toda humana pluma, no digo ya explicar cabal y adequatamente, pero
ni aún delinear un levíssimo rasguño por donde se venga en tal qual
oscuro conocimiento de la admiracion, del pasmo, del assombro, con
que fué oída esta salutacion por la mayor parte de aquel guedejudo
y pestorejudo auditorio. Fué milagro de Dios que le diessen lugar
para predicar el que se llama cuerpo del sermon, y seguramente no
se le huvieran dado, á no tenerles[14] todavía tan pendientes la
suspension y la curiosidad del assunto tan singular y tan raro que
havia propuesto; porque esto de probar que Campazas era el solar y
la patria del Santíssimo Sacramento y que, si no havia Sacramento en
Campazas, no havia en la Iglesia fé, lo hizo con tal primor, llamando
tanto las curiosidades,[15] que seis granos de láudano apénas bastarian
para amodorrar al mas dormilon y soñoliento. En medio de esso, no
pudo contenerse el auditorio sin prorumpir de contado, primero en un
alegre y bullicioso murmurío, muy parecido al que hacen las abejas
al rededor de la colmena; despues en aclamaciones y en vítores
descubiertos, arrojando hasta la bóveda ó artesonado de la Iglesia no
solo las monteras y sombreros, sino que no falta quien diga se vieron
tambien revoletear algunos bonetes. Sobre todo el Maragato de la gaita
gallega, quando oyó su gaita no ménos oportuna que repentinamente
alabada, no pudo contenerse sin echar al Predicador una alborada;
esto de contado y, como dicen, por via de provision, reservándose el
derecho de echar todos los registros luego que el sermon se concluyesse
perfecta y completamente. Enfin, la algazara y la gritería fué tal,
que en mas de medio quarto de hora no le fué possible á Fray Gerundio
proseguir su Panegýrico; y, aunque el Sacristan hacia pedazos el
esquilon del altar para que se sossegasse la bulla, no lo pudo
conseguir, hasta que de bueno á bueno se fueron todos aquietando.

20. Miéntras tanto, el sabio, prudente y discreto Magistral estaba
tambien aturdido, pero sin acertar á discernir qual de las dos cosas le
assombraba mas, si la satisfaccion y sandez del Orador, ó la ignorancia
y bobería de aquel rústico auditorio. El Canónigo Don Basilio, aunque
no ahondaba tanto como el Magistral, porque sus estudios no havian
passado de los precisos para entender medianamente el Breviario y un
puntico de Concilio; pero, como era de una razon natural tan despejada
y tan bien puesta, comprehendió sin dificultad, que la salutacion era
un gracioso texido de furiosos disparates, y desde luego hizo ánimo á
holgarse bien á costa de Fray Gerundio. El otro pariente suyo, familiar
del Santo Officio, hombre de bastas explicaderas, pero de mas que
mediana razon, decia allá para consigo: «O yo soy un porro, ó este
Flayre no sabe las enclinaciones de los nombres, ni ha estudiado á
_selmo selmonis_, como el mi Cuco, (llamábase Francisco un hijo suyo,
que comenzaba aquel año el arte,) ó toda esta gente está borracha: mas
al fin yo soy un probe lego sin letras, y puede ser que me encalibre.»

21. Esto passaba por el pensamiento de los tres, quando Fray Gerundio
dió principio al cuerpo de su sermon, que probó, confirmó y exornó
puntual y literalmente, segun la ingeniosa idéa que se le havia
ofrecido, de la qual dímos bastante noticia al fin del capítulo
segundo, donde podrán volverla á leer, si gustaren, nuestros pios
y benévolos Lectores; porque, si bien es verdad, que nos podiamos
prometer de su mucha benignidad el que no llevassen á mal, se la
volviessemos á poner delante de los ojos un poco mas extendida y con
aquella energía, cultura y formalidad, que era propria de nuestro
insigne Orador; pero al fin, todo bien considerado, nos ha parecido mas
acertado consejo no abusar de su buena inclinacion, haciéndonos cargo
de que toda repeticion es fastidiosa, sin ser nuestro ánimo derogar
por esso un punto la buena fama y opinion del que dixo, que hay cosas
_quæ septies repetita placebunt_, que darán gusto y no fastidiarán,
aunque se repitan siete veces. Háyalas enhorabuena; pero nosotros no
presumimos tanto de las nuestras, que las consideremos comprehendidos
en este número; y llamamos nuestras á las de nuestro Fray Gerundio,
porque en tanto nos las apropriamos, en quanto están sugetas á la
jurisdiccion de nuestra tarda y deslucida pluma. Y enfin, para qué
es rompernos la cabeza, si tenemos ya hecha una firme, determinada é
irrevocable resolucion _inter vivos_ de no copiar dicho sermon, ni
trasladarle en nuestra Historia? Haga cuenta el curioso Lector que
le leyó; dé por supuestas, y aun por oídas, muchas mas aclamaciones,
muchos mas vítores, muchos mas _vivas_ al acabarse el Panegýrico que
al concluírse la salutacion. Tenga por cosa cierta, que no solo la
gaita, sino que el mismo gaitero estuvo tambien para rebentar, el uno
soplando, y la otra siendo soplada. Suponga como noticia indubitable,
que allí incontinenti y en la misma Iglesia, al baxar la escalera del
púlpito, huvieron de sofocar á Fray Gerundio á puros abrazos, y que,
ántes de llegar á la sacristía, pensó ser ahogado en lágrimas y en
mocos de las Tias que se atropellaban por avalanzarse á él, haviendo
corrido respectivamente la misma fortuna Anton Zotes y la dichosíssima
Catanla Rebollo su consorte. Finalmente, dé por assentado lo que
assegura un Autor fidedigno y sincero, conviene á saber, que el mismo
Licenciado Quixano, no embargante de estar revestido con las vestiduras
sacerdotales, ni acordándose siquiera de que estaba celebrando el santo
sacrificio de la missa, se mantuvo sentado en la silla, hasta que su
ahijado passó por el Presbyterio para entrarse en la sacristía; y
entónces, sin poderse contener, se arrojó á él, dióle un estrechíssimo
abrazo y, vuelto al altar, apénas pudo entonar el _Credo_ por las
lágrymas que derramaba de puro gozo y ternura; demostracion que no se
hallará semejante en toda la Historia eclesiástica, aunque sea en la
del mismíssimo Elias Du Pin, Autor diligentíssimo en recoger todas las
noticias apócriphas y ridículas, que podian hacer despreciables las mas
sagradas, augustas y venerables ceremonias de la santa Iglesia.

22. Salió nuestro Fray Gerundio de la de Campazas lo mejor que pudo, y
no le costó poco trabajo; porque es tradicion, que apénas le dexaron
poner los piés en el suelo, hasta que llegó á su casa, llevándole
en el aire los innumerables que concurrieron á congratularle y se
incorporaron despues en la comitiva, que se compuso de casi todo el
inmenso gentío que havia acudido á la fiesta. Parécenos, que no es
necessario decir los parabienes, los plácemes, las enhorabuenas que
allí se repitieron, unos ensalzando al Predicador, otros congratulando
á sus Padres; estos complaciéndose con Fray Blas, que recivia las
enhorabuenas en nombre de su Religion, aunque aplicándose á sí la mayor
parte de ellas, aquellos clamando á voz en grito, «que era dichoso
el lugar que havia merecido ser patria de tal hijo»; y finalmente,
gritando todos á una voz, «que Fray Gerundio era de presente la honra,
y havia de ser con el tiempo la immortal memoria de su siglo». Cosas
tan comunes y regulares, no es razon que los Historiadores gasten el
tiempo en referirlas, porque los Lectores las deben dar por supuestas,
y mas quando á la sazon era ya la una de la tarde, estaban las mesas
puestas, se passaba el asado, y los convidados tenian gana de comer.



CAPITULO V.

Dase cuenta de lo que passó en la mesa de Anton Zotes.


1. No es nuestro ánimo hacer una pomposa descripcion de la gran mesa,
ni referir el órden de assientos que guardaron entre sí los convidados,
ni mucho ménos dar al Lector una individual y menuda noticia de los
platos que se sirvieron en ella. Sobre que podria parecer á muchos una
prolixidad impertinente, no faltarian acaso algunos que la calificassen
de impropria ó de muy agena de aquella magestad, que debe reinar
siempre en esta gravíssima Historia, en la qual nunca pueden hacerse
lugar oportuno noticias que no sean de la mayor importancia; porque,
si bien no pocos Historiadores nos han dado en esto exemplos harto
perniciosos, haciéndole en las suyas á cosas asaz extravagantes y
ridículas, como el que se paró muy de propósito á tomar la medida á
las bragas de Calígula, haciendo una pintura de su corte y previniendo
con toda seriedad que se las atacaba con agujetas, y no con botones
ni corchetes, que era lo mas regular en aquel tiempo; y el otro que,
refiriendo aquel caso (cierto ó dudoso), quando el Rey Don Pedro el
Cruel se arrojó con la espada desnuda al rio Guadalquivir para matar
al Legado del Papa, que le havia excomulgado desde un barco que estaba
prevenido, y este se escapó á fuerza de remo; con cuya ocasion el bueno
del Historiador se entretiene muy despacio en medir los piés que tenia
el barco de largo, los que constaba de ancho, quantos eran los remeros,
de qué iban vestidos, sin omitir el color de las berritinas y con la
advertencia de que llevaban bordado de realze en ellas el escudo ó
las armas de Don Enrique Conde de Trastamara, hermano y competidor de
Don Pedro. Digo que estas y otras menudencias, que nos refieren los
Historiadores, son de aquellos exemplos mas admirables que imitables,
y que á nosotros nos ha parecido mas conveniente respetar con una
profunda veneracion, que empeñarnos en seguirles.

2. Fuera de que, haviendo hecho ya una puntual descripcion topográphica
de la casa de Anton Zotes á la misma entrada de esta nuestra verídica
Historia, con su figura, dimensiones y repartimientos, le será fácil
comprender á qualquiera Lector, (por escasa que sea la sagacidad de
que le haya dotado el cielo,) que dentro de la casa no era fácil
encontrar pieza cubierta capaz y proporcionada para tantos convidados;
porque la panera, que era la única que havia, estaba ya legítimamente
empleada en otro necessario destino, como lo dexamos advertido en el
capítulo tercero de esta segunda parte; y, aunque huvo votos de que se
desocupasse el pajar para poner en él las mesas, no lo consintió la
discrecion del Mayordomo: lo primero, porque era lugar indecente; lo
segundo, porque dar de comer á los convidados donde estaba la despensa
de lo que havian de comer las bestias, podia parecer pulla y era dar
assunto para que se sacassen coplillas y cantares; lo tercero, porque
donde se havia de echar la paja? lo quarto, porque todo el techo estaba
entoldado de telarañas; y lo quinto, finalmente, porque no havia otra
entrada para el pajar que el boqueron por donde se arrojaba la paja,
desde el qual hasta el pavimento havia mas de seis varas.

3. «Essa última enfecultad, dixo un compadre de Anton Zotes, que
assistia á la consulta, no me hace nenguna fuerza; porque con baxar
los Señores por la escalera de mano por donde baxan los mozos, quando
el pajar llega á las escurriduras, estaba todo acabado.» -- «Y como se
havia de servir la comida?» replicó el Tio Anton. -- «Como? respondió
el compadre; subiendo y baxando los servidores: y si no, con una
estratagema sótil que ahora me incurre. Havia mas de que estiviessen
dos mozos enriba del boqueron con dos erradas atadas á sus dos sogas, y
que por ellas subiessen y baxassen los pratos, que havian de recevir ó
enviar las mozas que estiviessen en baxo? Compadre, esta enfecultad no
vale nada: para las otras sí que no topo absolucion.»

4. Por todo lo qual es mas verisímil, que las mesas se dispusiessen
debaxo de aquel cobertizo que estaba delante de la primera puerta
interior de la casa, en frente por frente de la que caía á la calle,
del qual dimos puntual y exacta noticia en el capítulo primero del
libro primero pagª. _mihi_ 3 de esta circunstanciada Historia; y mas
haviendo para esso la congruencia de estar muy inmediata la cocina,
cosa que conduce mucho para que los platos salgan calientes á la
mesa, como lo notó sabiamente Monsieur Ferneyer, primer Cocinero de
su Alteza Real el Señor Duque de Orleans, en su docto tratado de
_el Cocinero á la moda_, capítulo segundo: _del sitio donde se debe
colocar la cocina_, ibi; _il faut mettre la cuisine le plus proche qui
sera possible de la chambre à manger, par la raison que les viandes
façonnées soyent mises dans la table avec le tempérament qu’il leur
faut_: palabras dignas de eternizarse en la memoria de todos y que
nos ha parecido conveniente traducir con la mayor fidelidad, para
que no se priven de ellas los que tienen la desgracia de ignorar la
lengua francesa. «Conviene, dice el docto Autor, que se fabrique la
cocina lo mas cerca que sea possible del quarto donde se come; y es la
razon, porque assí los platos saldrán á la mesa con el temperamento
con que deben salir»; esto es, (añade en su erudita nota el anónymo
Escoliador,) «ni mas frios ni mas calientes de lo que conviene.»

5. Por lo que toca al órden de assientos, es natural que huviesse
ocupado el primero en cabecera de mesa el Señor Magistral, como persona
mas digna, teniendo á sus dos lados al Padre Vicario de las Monjas y
al Canónigo Don Basilio, el qual quiso absolutamente que Fray Gerundio
se sentasse junto á él; pues, aunque por ser tan de casa le tocaba
ocupar los últimos assientos, y él por su modestia assí lo pretendió,
pero por novio (digámoslo de esta manera) convinieron todos en que le
correspondia sentarse de los primeros, y aún añadieron mas, que su
madre la Tia Catanla debia sentarse junto al hijo, para que comiesse
con mas gusto, y la buena de la Rebollo, sin hacerse de rogar, lo
executó luego assí. Los demas convidados tomaron sus assientos sin
preferencia personal, observando solo la de los estados, porque assí lo
dispuso el Familiar con mucho acierto, diciendo: «Señores, la Igresia
tiene ya enregrado el cirimonial; lo que se platica en las procisiones
hemos de platicar en esta mesa en gracia de Dios: primero los Flayres,
dempues los Señores Curas, detras los Legos, y á la trasera de todos
las mugeres, porque este ganado allá se entiende.»

6. No parece que llevó muy á bien este repartimiento el hermano
Bartholo, (assí se llamaba el Donado,) por lo qual dixo al Familiar:
«Hermano Sýndico, (éralo de su Convento,) si su Charidá no entiende
mas de cosas de Enquisicion que de assentaderas de mesa, dígole que
es un probe Menistro. La percision es percision, y la mesa es mesa,
y va tanta endiferiencia de la una á la otra, como de mí al Padre
Santo. Para sentarnos Flayres juntó á Flayres, estariámonos en nuestros
Conventos. Lo que yo he visto siempre en mesas de respeuto, (porque,
aunque probe y pecador, he comido con muchas personas que tenian
Señoría,) es que las Señoras se sentaban enjunto á los Flayres, y
los Flayres enjunto á las Señoras, siendo este un lobítico (levítico
queria decir) muy arregrado á concencia y á razon, porque por fin y
por postre todos tenemos faldas, y, como dixo el otro, _la variedad
es madre de la hermosura_. Y, para que su Charidá lo sepa todo, huvo
ocasion en que me mandaron sentar y comer junto á sí una Duquesa,...»
-- «Tambien yo he visto comer junto á otra, dixo el Familiar, á una
negra, á un enano y á una mona.» Iba á proseguir; pero un Religioso de
la misma Orden y del mismo Convento, que havia llegado aquella mañana,
le atajó diciendo: «Hermano Sýndico, no haga caso de esse simple, pues
ya le conoce: como no ha dicho missa, ni comulgado, harto será que esté
en ayuno natural. Lo dispuesto está bien dispuesto, y lo contrario ni
es modestia ni aún decencia religiosa. Si el Derecho canónico encarga
severamente, no solo á los Religiosos, sino aún á los mismos Clérigos
seculares, que huyan, en quanto les sea possible, de los públicos
convites: _convivia publica fugiant_; qué parecerá un Religioso en
un convite público, sentado entre dos mugeres, ó una muger entre dos
Religiosos?» No se atrevió á replicar el hermano Bartholo, y todos
tomaron sus assientos segun la prudente disposicion del sesudo Familiar.

7. Dióse principio á la comida, segun la loable costumbre de Cámpos en
mesas de Mayordomía, con un plato de chanfaina: huvo su cordero asado,
sus conejos, su salpicon, su olla de vaca, carnero, cecina, chorizos y
jamon, todo en abundancia, sirviéndose por postres aceitunas, pimientos
y queso de la tierra, suponiéndose que no solo andaba rodando por
las mesas el vino del Páramo, sino que el de la Nava hizo rodar por
aquellos suelos al cabo de la comida á mas de dos convidados. No fué
de este número el hermano Bartholo, porque no llegó á tanto la virtud
del específico; pero á lo ménos al quarto trago (que hay opiniones se
completó al acabar el plato de chanfaina,) no pudo llevar en paciencia
tanta gravedad, mesura y silencio, como se observaba en la mesa, sin
hacerse cargo de que assí comienzan por lo regular todos los convites
que acaban en bulla, algazara y aún locura, segun aquel apophtegma:
_primero, silentium_; _secundo, stridor dentium_; _tertio, rumor
gentium_; _quarto, vociferatio amentium_. Pero, como el Donado no
entendia latin, no le paró perjuicio la ignorancia de esta sentencia;
y, queriendo desde luego alegrar la funcion, tomó en la mano un vaso
de buen portante, encaró con la Tia Catanla, y, diciendo en alta voz
_Bomba_![16] para llamar el silencio y la atencion, rompió en esta
disparatadíssima décima, que assí la llamó él:

    _O tú, Catanla Rebollo,_
    _Madre de este scientífico repollo,_
    _Eres la Madre mas dichosa_
    _De quantas han parido alguna cosa._
    _La fama, con su clarin y retintin,_
    _Hará que llegue tu gloria_
    _Desde Campazas hasta Victoria;_
    _Y es lástima, como dicen estos Señores,_
    _Que no paras una camada de Predicadores._

8. Aplaudióse infinito la décima con repique universal de vasos y de
platos, siendo como la señal de acometer, pues desde aquel punto todo
fué bulla, zambra y algazara, tanto que se atropellaban unos á otros
los bríndis y las coplas. El Canónigo Don Basilio, que no deseaba
otra cosa para soltar la rienda á su festivo humor y á su admirable
facilidad en el decir, tomó el vaso, gritó _bomba_, callaron todos, y
dixo assí:

    _Yo no he oído sermon tal,_
    _Ni se oyó de polo á polo;_
    _La décima de Bartholo_
    _Solo puede serle igual._
    _Está mi juício neutral;_
    _Y tanto el cotejo aprieta_
    _Entre una y entre otra veta,_
    _Que es la salida mejor,_
    _Que uno es tan grande Orador_
    _Como el otro gran Poeta._

9. Solo el Magistral, algunos de los Religiosos, y tal qual Clérigo,
á los quales se añadió el socarron y cortezudo Familiar, entendieron
lo ladino de la decimilla; los demas se la tragaron como sonaba, y
especialmente á los dos interessados los hizo muy buen provecho, porque
el Donado se esponjó visiblemente, y Fray Gerundio, que entendia
tanto de versos castellanos como de sermones, quedó muy agradecido.
El Familiar, hombre en extremo veraz y que no podia dissimular lo que
sentia, dixo con mucho gracia: «Mal año para los que me quieren mal,
si la coplilla no abrasa. Ella se me assemeja á lo que me respondió
un Flayre muy taimado, á quien le pregunté qual de dos hermanos mios,
tambien Flayres, que vivian en su Convento, era mejor estudiante, y él
me respondió: Ambos son peores.»

10. El Predicador Fray Blas, que havia callado hasta entónces, no pudo
llevar en paciencia la pulla del Señor Familiar, y, como él se picaba
tambien de Poeta, y en realidad era de aquellos Poetillas en cierne,
que saben de lo que consta un verso, y toda la gracia la ponen en
equivoquillos insulsos y pueriles, desembainó al punto su décima y,
mirando de hito en hito al Familiar, habló de esta manera:

    _El sentido singular_
    _En que el Familiar se explica,_
    _Aunque repica, no pica,_
    _Que es estilo familiar._
    _A Fray Gerundio alabar_
    _No me toca, sí al Donado,_
    _El qual digo de contado_
    _Que, si es bueno, es lo mejor;_
    _Pero será hombre mayor,_
    _Como sea Mal-Donado._

11. Aturrullóse el Familiar, y se quebraron algunos vasos y aún platos
en fuerza de los repiques con que fué celebrada la décima de Fray Blas;
especialmente quatro Curas del Páramo quedaron assombrados, porque
aquello de _pica_ y _repica_, _Familiar_ y _familiar_, _buen Donado_ y
_Mal-Donado_, los aturdió verdaderamente, pareciéndoles que era hasta
donde podia llegar el ingenio humano. Conociólo Don Basilio y, para
burlarse de los Curas tanto como del Poeta, prorumpió al instante en
estas dos quintillas:

    _Tus equívocos, Fray Blas,_
    _Nos admiran, como soy;_
    _Mas perdonen los demas,_
    _Porque yo admirado estoy_
    _Que no sean muchos mas;_
        _Pues tu ingeniosa cabeza_
    _Se equivoca sin preludio,_
    _Con tal primor, tal destreza,_
    _Que lo que parece estudio_
    _Es en tí naturaleza._

12. Tragósela Fray Blas, teniendo por lisonja la satyrilla; y,
pareciéndole á Fray Gerundio que era obligacion suya corresponder á los
elogios que se dedicaban á su amigo, (ya que á este no se lo permitia
la modestia,) quiso tambien sacar los piés de las alforjas poéticas;
pero, como no tenia uso, le costaba mucho trabajo: esto se entiende
para encontrar los consonantes, pues, por lo que toca á los piés, no
hallaba dificultad en sacarlos ajustados, por lo mucho que le gustaba
el estilo cadencioso. Pero salió felizmente del empeño, acordándose en
aquel punto de una décima, que se atribuye á Don Francisco de Quevedo,
quando estaba preso en San Márcos de Leon, y dicen la compuso á un
Canónigo de aquella santa Iglesia, que se intitula _Santa María de
Regla_, el qual era gran copleador, pero muy poco assistente al choro.
La décima decia assí:

    _La Musa de mi compadre_
    _Con efecto es Musa bella_
    _Y, si no es Musa doncella,_
    _Es en cambio Musa madre._
    _No hay cosa que mas le quadre,_
    _Porque ya es baza assentada_
    _En soltera y en casada,_
    _Como Hipócrates lo arregla,_
    _Que, si falta la regla,_
    _Parirá ó está preñada._

13. Dissimuló Don Basilio la insulsez, y aún afectó celebrarla como la
mayor agudeza, para tomar ocasion de volver á la carga en los aplausos
de Fray Gerundio; pero lo suspendió, porque á este tiempo tocó al vaso
el Padre Vicario, haciendo señal de _bomba_. Callaron todos, y él,
despues de calzarse mejor los anteojos, componer el becoquin, desahogar
el pecho, empuñar el vaso y mirar con gravidad y con desden ázia todas
partes, dixo assí con mucho remilgamiento:

Octava rima.

    _Sermones oí sí, de circunstancias,_
    _Pero tan circunstanciados como este_
    _Ni Soto, ni Fray Fiel, ni Fray Ganancias,_
    _Ni el mismo D. Juan Lobo el Arcipreste._
    _Cotilla tiene mil extravagancias,_
    _Son de Guerra los dichos una peste;_
    _O Gerundio, Orador siempre divino!_
    _No eres Gerundio no, sino Supino._

14. Un poco se paró el Canónigo Don Basilio al oir esta octavilla,
que no le pareció del todo despreciable, y como que concibió un poco
de respeto al Padre Vicario, teniéndole por poeta mas que de mesa de
Cofradía; porque, si la octava era irónica, mostraba ingenio, buena
crítica y bastante travesura: no obstante, le quedó algun escrúpulo de
que el Padre Vicario hablaba en todos sus cinco sentidos, porque sus
modales, su aire presumido y su afectado remilgamiento le daban no sé
qué tufo de que tambien era de los Predicadores del uso, y que debia
de ser un poco mas innocente de lo que parecia. Para sondearle pues,
le dixo con su acostumbrada picaresca: «Padre Maestro, á excepcion del
Señor Magistral y de estos Reverendíssimos, todos los demas que estamos
en la mesa somos algo legos, aún inclusos los de corona; pues ya sabe
vuestra Reverendíssima, que tambien hay Eclesiásticos de capa y espada.
No entendemos de mas libros que el Breviario, y aún esse sabe Dios si
le entendemos; con que no podemos hacernos cargo de quienes son essos
Autores, que vuestra Reverendíssima ha citado en su eruditíssima
octava, que por todos sus piés está chorreando alusiones exquisitas.
Sin duda que debieron ser los Príncipes de la Oratoria Española, quando
vuestra Reverendíssima los trahe á colacion, para cotejarlos con el
Reverendíssimo Padre Maestro Fray Gerundio.»

15. -- «Y como que lo son, Señor Canónigo, respondió con gran tiesura y
pomposidad el Padre Vicario. A lo ménos en mi pobre juicio, hasta que
oí al Padre Fray Gerundio, no hallé quien los excediesse, y aún puedo
añadir que no sé si encontré quien los igualasse, especialmente en
tocar con el mayor primor y delicadeza las circunstancias mas menudas,
que por lo mismo son las mas preciosas.»

16. «El primero, en un sermon á cierta funcion de jubiléo, concedido
nuevamente por su Santidad, queriendo hacerse cargo á un mismo tiempo
assí del nuevo jubiléo, como de un esquilon nuevamente fundido, que
pocos dias ántes se havia colocado en el campanario de la Iglesia,
traxo oportunamente aquello de _Ecce nova facio omnia_, y añadió
immediatamente lo otro de _Laudate eum in cymbalis jubilationis,
laudate eum in cymbalis bene sonantibus_. Los textos son comunes, no lo
niego; pero la aplicacion fué singular y pasmosa.»

17. «Al segundo no se le escapó la rara circunstancia de haverse puesto
peluca por la primera vez en el mismo dia de la funcion el Mayordomo
de la fiesta, á que predicaba; y, haviendo hecho una bizarra pintura
de los cabellos de Absalon, dixo que su padre David mandó que se los
cortassen, luego que tuvo noticia de su infausta muerte, quando quedó
colgado de ellos; y, dando órden para que de los mismos cabellos le
hiciessen una cabellera rizada, se la puso el mismo dia en que fué
bailando delante del Arca; para cuya exquisita erudicion citó el sabio
orador al célebre Rabí Akádos, y no sé qué passage del Talmud, que
venia muy á pelo.»

18. «El tercero tuvo presente que la noche ántes de la funcion havia
parido un niño muy rollizo la Mayordoma, á la qual llamaban en el
lugar _la Princesa_, (no se sabe si por sátira ó por mote,) y con la
mayor gracia y primor imaginable se le ofreció de repente encaxar en
la salutacion aquel oportuníssimo lugar de _Puer natus est nobis, et
filius datus est nobis_; _factus est principatus super humerum ejus_;
cosa que aturdiria á todos quantos la oyessen y que, desde que yo la
leí, no he dexado de admirarla.»

19. «El quarto...» Iba á proseguir el Padre Vicario; pero le atajó
el Canónigo, diciéndole: «Padre Maestro, no se canse vuestra
Reverendíssima, que por el hilo se saca el ovillo, y sobra lo dicho
para que yo conozca con quanta razon, con quanto candor y sinceridad
religiosa celebra vuestra Reverendíssima á essos Heroes de nuestra
Oratoria Española. De el quarto ya tengo yo alguna noticia, desde que
leí un epigrama de Horacio, que le aplicó un mal hablado con ocasion
de no sé qué sermon que predicó satirizando á otro de su paño, cuyos
aplausos parece que no le sonaron bien; y el bellacon del deslenguado,
(Dios me lo perdone!) aludiendo á que el tal Orador debia de ser corto
de persona, pero presumido de hombre grande y de lindo, dixo por
bufonada:[17]

    _Bellus homo et magnus vis idem, Cotta, videri,_
    _Sed qui bellus homo est, Cotta, pusillus homo est._»

20. «Pero ahora dígame vuestra Reverendíssima: qué es lo que quiso
decir en el último concepto de su admirable octava, conviene á saber
_que nuestro inimitable Orador ya no es Gerundio, sino Supino_? Porque,
si es lo que comprende mi malicia, harto será que esto ceda en el mayor
elogio suyo.» -- «Señor Canónigo, respondió, no sin alguna seriedad, el
Padre Vicario; yo no sé lo que su malicia de vuestra Merced comprende
ni dexa de comprender, porque no soy amigo de meterme en malicias
agenas. Lo que sé es, que la inteligencia de aquel concepto está clara:
el supino es lo último á donde puede llegar todo verbo, y no puede
passar de allí. Véalo vuestra Merced, si no: _amo_, _amas_, _amat_,
_amare_, _amavi_, _amatum_; _doceo_, _doces_, _docet_, _docere_,
_docui_, _doctum_; _lego_, _legis_, _legit_, _legere_, _legi_,
_lectum_: _lectum_, _amatum_ y _doctum_ son el supino de estos verbos,
los quales todos paran en él; y no hay que andar dándole vueltas, que
no me señalará vuestra Merced ni siquiera un verbo que dé un passo
mas adelante. Pues ahora está ya claro lo que quiero decir, y es que,
assí como el supino es el _non plus ultra_ de los verbos, assí el
Reverendíssimo Fray Gerundio (al decir esto hizo ademan de quitarse
el becoquin por respeto y reverencia,) es el _non plus ultra_ de los
Predicadores.»

21. -- «Tambien lo es vuestra Reverendíssima de los Poetas agudos,
respondió el taimado de Don Basilio, y apuesto á que ningun ingenio
daba en la genuína significacion del pensamiento, si vuestra
Reverendíssima no nos huviera hecho la honra ó, por hablar al uso,
no huviera _tenido la bondad_ de explicárnosle. Lo que es el no
entenderlo! Como yo havia leído, no me acuerdo donde, que en latin á
un hombre tardo, rudo y que todo lo trastorna, se le llama un hombre
_supino_, y tambien se aplica este significado á los perezosos,
haraganes y galbaneros, que todo el dia se están, como se dice, _con
la panza al sol_, confiesso que me sobresalté algun tanto, quando oí
el acabamiento de la octava, y, pareciéndome que podia ser pulla, ya
estaba con la Musa en ristre para volver por el decoro de nuestro
incomparable Orador, al qual, sin hacerle injusticia, no se le podia
aplicar el epítheto de _supino_ en ninguno de los significados que yo
le atribuía; porque ni tiene nada de haragan ó perezoso, siendo la
misma laboriosidad, ni mucho ménos se le puede llamar tardo ó rudo de
ingenio, pues yo no le he conocido hasta ahora mas delicado, como lo
acredita cada rasgo del sermon que acabamos de oírle.»

22. «Confiesso que el _supino_, en este sentido, lo soy yo, pues no
caí en una significacion que se estaba viniendo á los ojos; tambien
declaro, para descargo de mi conciencia y para mayor confusion mia,
que ya no me parece el nombre de _Gerundio_ tan propio y tan adequado
á los méritos del Padre Predicador, como lo seria el de _Supino_.
Antes de haver oído la erudita, ingeniosa y cabal explicacion de su
significado, juzgaba yo que no havia en toda la _Nomenclatura_...
llámase assí, Señora Catanla, (porque somos deudores á todos,) aquel
vocubalario, almagacen ó despensa, de donde se sacan los nombres
propios... que no havia, vuelvo á decir, en toda la Nomenclatura otro
nombre mas ajustadito al talle de nuestro gran modelo de Predicadores
que el de _Gerundio_, porque los gerundios son los que dan á conocer el
carácter de los sugetos con quienes tratamos. Y assí, á un hombre de
condicion altiva, furiosa y arrebatada le llamamos hombre _tremendo_;
á un Religioso grave, autorizado y respetable le damos el título de
Padre _Reverendo_; á uno que sea maligno, dissoluto y contagioso, y mas
si está públicamente excomulgado, le distinguimos con el arrimadizo de
_vitando_; y sabe ya el docto, que _vitando_, _tremendo_ y _reverendo_
son tan gerundios en nuestra lengua, como lo son en la latina
_cœnandus_, _prandendus_, _potandus_.»

23. «Esto supuesto, desde que tuve la dicha de conocer, tratar y
oir al Padre Fray Gerundio, discurria yo assí: Este es un hombre
verdaderamente _admirando_, _estupendo_, _preconizando_ y _colendo_,
los quales todos son legítimamente gerundios, ó no los hay en el
mundo. Luego se le puso el nombre de Gerundio con la mayor propriedad
imaginable. Pero, desde que oí á vuestra Reverendíssima, digo y vuelvo
á decir que harto mejor le quadraba el de _Supino_, porque esse es
mucho mas cosa; y esto se entienda sin perjuicio de los aciertos y de
la discrecion del Señor Licenciado Quixano, su digníssimo Padrino, que
fué quien se le puso.»

24. El buen Licenciado, que en toda la comida havia cerrado la boca,
pero tampoco la havia abierto para hablar palabra, sino parte para
comer y parte para admirar los grandes elogios, que á su modo de
entender se havian dicho en la mesa de su querido ahijado, solamente
respondió: «Señor Don Basilio, yo soy un pobre Clérigo, que no
entiendo de essas honduras: algo estudié de gerundios y de supinos,
pero jamas me metí en qual era mas, qual era ménos, porque no soy amigo
de revolver huessos, que al fin son cosas odiosas. Si á Fray Gerundio
le puse este nombre y no otro, mis razones me tuve, que no hé menester
decir á nadie; lo que podré assegurar á vuestra Merced es, que mi
ahijado, allí donde vuestra Merced le ve, tan conocido ha de ser en
el mundo con el nombre de Gerundio, como puede haverlo sido qualquier
Supino que haya nacido de mugeres.»

25. -- «_Bomba_, dixo á este punto el hermano Bartholo, que essa ya es
endemasiada prosa; se va acabando la mesa, y entodavía no hemos dicho
una palabra al Señor Mayordomo. Allá va á Dios y á dicha.» Callaron
todos, y él soltó esta disparatadíssima chorrera de desatinos:

    _Carlo-Magno y todos los doce Pares_
    _Fueron, o Anton Zotes! en tu comparanza_
    _Como el dedo meñique á respeuto de tu panza,_
    _Y como dos pajitas enjunto á dos pajares._
    _No venciste al Gigante Fierabras,_
    _Pero hiciste mucho mas,_
    _Quando por tu endustria vino al mundo_
    _Esse pozo de cencia, tan profundo_
    _Como la noria de mi Convento,_
    _Que tiene mas de mil brazas, y aún mas de ciento._
    _Si no fuera por tí y por la Tia Catanla tu consorte,_
    _No meteria Fray Gerundio tanto ruido en la Corte,_
    _Donde la Reina, el Rey, el Papa y los Cardenales,_
    _Los Duques, los Marqueses, y hasta los mismos Provinciales_
    _Le celebran á porfía;_
    _Que dicen que es una bataola, una algarabía._
    _Si el árbol se conoce por el fruto,_
    _Como dixo un Theólogo llamado Márcos Bruto,_
    _El qual añadia que aún por esso_
    _Las grandes camuesas endican un gran camueso;_
    _Qué árbol serás tú! Qué nobre tronco!_
    _Solo de imaginarlo me pongo ronco._
    _La Fama_

26. -- «Basta, hermano Bartholo, basta,» le interrumpió el Magistral,
que ya no podia aguantar mas tanto disparate, y, aunque havia
dissimulado su mal humor todo lo possible por no desazonar la funcion,
apurada ya la paciencia, se levantó de la mesa con pretesto de ir á
dormir la siesta, haciendo lo mismo todos los demas convidados, á
excepcion de Don Basilio, el Padre Vicario, Fray Blas, Fray Gerundio,
el Familiar y el Donado, que se quedaron de sobre mesa, donde passó lo
que dirá el capítulo siguiente.



CAPITULO VI.

De la Conversacion no ménos útil que graciosa, que se tuvo sobre comida.


1. -- «Permítame vuestra Merced, Padre Fray Gerundio, que le dé mil
abrazos, dixo Don Basilio, ahora que hemos quedado solos; rato mejor
que el que vuestra Merced me dió con su admirable sermon, no le he
tenido ni le he de tener en mi vida. Esso es predicar, y todo lo demas
es hojarasca.» -- «Yo tal digo, añadió el Padre Vicario; y, si un jóven
al principio de su carrera comienza assí, qué será quando la acabe? Yo
conocí á un Predicador de cierta Orden, hombre ya de canas y provecto,
que, aunque predicaba á este mismo aire que el Padre Fray Gerundio,
no merecia descalzarle los zapatos; y con todo esso le llamaban
_espanta-Madrid_ pues, qué será el Padre Fray Gerundio quando llegue
á sus años? Seguramente que le llamarán _el Monstruo de España_, y
todavía le vendrá estrecho el renombre.»

2. -- «No te lo dixe yo, amigo Fray Gerundio?» interrumpió á esta sazon
Fray Blas, rebosando gozo por todas sus coyunturas. «Si no huvieras
seguido mis consejos y te huvieras dexado gobernar de las vejeces de
nuestro Reverendo Padre Fray Caduco, lograrias ahora estos aplausos?»

3. -- «Quien es esse Flayre? preguntó el Familiar, y qué consejos daba
á mi sobrino?» -- «Es un Reverendíssimo Matusalem, respondió Fray Blas,
de essos que alcanzaron las valonas, el qual está muy mal con todo lo
que en los sermones se llama _conceptos_, _agudezas_, _equívocos_,
_circunstancias_; en una palabra, con todo aquello que hace el gusto
y embeleso del auditorio y produce el aplauso del Predicador. Dádole
ha que se ha de predicar á lo ramplon y á lo solidote; assuntos
serios y naturales, verdades indubitables y de quatro suelas; pruebas
macizas y de cal y canto y, como dicen, de estas que aplastan. De
_circunstancias_ no se hable: dice que no hay mas circunstancias que
las de el mysterio del Santo ó del objeto de que se predica, y que
todo lo demas es locura y profanacion, que muchas veces se roza en
sacrilegio. Añade, que solicitar en los sermones el gusto ó el deleite
del auditorio y el aplauso del Orador, es contra toda regla de la
verdadera eloquencia, la qual solo debe tirar á convencer, á persuadir
y á mover; pretendiendo que los conceptos delicados, las agudezas, los
equívocos y las pinturillas deleitan, pero no convencen, ni persuaden,
ni mueven. Vaya Usted viendo lo que adelantaria un pobre Predicador
con estas reglecitas, y si al cabo del año tendria dos arrobas de
chocolate en el caxon, ó si rodarian media docena de doblones en la
naveta.»

4. -- «Con que, esso decia esse buen Flayre?» volvió á preguntar el
Familiar. -- «Si, Señor, esso decia, esso dice, y esso estará diciendo
por toda la eternidad, si Dios no lo remedia,» respondió Fray Blas. --
«Pues mi alma, como la de su Reverencia, continuó el Familiar, yo soy
un pobre monigote, como Ustedes ven, que solo sé leer con trabajo y
echar mi firma con enfecultad; pero, por fin y por postre, dos deditos
de entendimiento, de pricision los ha de tener todo hombre inracional.
Mi voto le doy á esse Fray Mathias de Jerusalem, ó como le llama el
Padre Predicador, y que me emprumen, si no le sobra la razon por los
tejados. Quando voy á oir un sermon, sea el que se juere, voy siempre
con entincion de que m’ agan güeno, ó espirándome deséos de emitar las
vertudes del Santo á quien se perdica, ó propuniéndome alguna verdá de
emportancia, que me la metan bien en la cabeza, y dempues como que me
empujen el corazon á platicarla. Pero vaya Usté con Dios, que las mas
de las veces m’ allo con una retaíla de garambainas, de entresijos,
de sotilezas y de cercunloquios que, en mi ánima jurada, los entiendo
yo tanto, ni sé á lo que vienen, como ahora llueven pepinos. Daca el
Mayordomo, vuelve la Comedia, torna los novillos; si la Ciudá se llama
assí; si su enfundidor se llamó asado; si danzaron ó no danzaron los
profetas; si se usaron hogueras y cuetes y carretillas y triqui-traques
en la ley de los Judíos. Dempues entran los Angeles que suben y baxan
por la escala de Jacó; dempues aquellos Seraphines con sus seis alas,
que no parecen sino los gorriones de todos los sermones; porque, ansí
como los gorriones se encuentran en todos tiempos y en todas partes,
ansí essos probes Seraphines salen á volar en todos los sermones,
que no sé á fé mia como tienen ya fuerzas ni prumas; y en verdá que
hicieron bien en ponerles tantas alas, una vez que huviessen de estar
volando tan encontinuamente. Pues, qué diré de aquel que unos llaman
_carro_, y otros _carroza_, de un tal Enzequiel? Habrá acarreado el
dichoso carro mas paja en essos púlpitos de Dios que todos los carros
de Cámpos, desde que se enfundió en el mundo la labranza. Con que, al
cabo del sermon me güelvo á mi casa tan malo como me salí, sin haver
entendido una palabra de toda aquella chanfonía; y vaya Usté con Dios,
que hemos de decir, que el Perdicador es un hombre que se pierde
de vista, siendo ansina que á muchos de ellos los llevara yo á la
Inquisicion, si el Santo Tribunal me lo mandara.»

5. -- «Señor Familiar, replicó Fray Blas, no hable vuestra Merced en
lo que no entiende.» A que añadió prontamente Fray Gerundio: «Tio,
pensar vuestra Merced que ha de alcanzar mas que tantos Predicadores
famosos como predican assí, y tantos hombres discretos como los
celebran y los aplauden, es demasiado pensar.» -- «Sobrino, respondió
el Familiar, cada probe alcanza aquello que Dios le ayuda. A esso de
que tantos Perdicadores perdican ansí, y que tantos hombres discretos
los celebran, digo que, porque son tantos los que perdican ansina, por
esso me encarabrino yo tanto; y en quanto á los hombres discretos que
los celebran, peor es urgallo. Yo confiesso, porque el Diabro no se ria
de la mentira, que tambien los he uído apraudir á muchos; pero acá en
mi imaginamiento todos eran unos tontos. Y á lo otro que dixo el Padre
Perdicador, de que yo no lo entiendo, respondo á su Usencia que, como
los sermones se perdican para que los entiendan todos, por el mismo
caso que yo no entiendo los mas, digo que son malos, y no me sacarán de
esto quantos Tiólogos hay en la Universidá de Salamanca.»

6. -- «A muchos ha hecho bien poca merced el Señor Familiar», dixo á
esta sazon el Padre Vicario con su acostumbrado entonamiento. «Si son
necios los que predican de essa manera y los que gustan de sermones
á esse aire, se verificará á la letra lo que dice el Espíritu Santo,
que _stultorum infinitus est numerus_, será preciso contar en esse
número á muchos hombres de bien, y yo, aunque no lo sea, desde luego
me encuentro entre ellos, porque mas quiero errar con los muchos que
acertar con los pocos.»

7. -- «Fuego de Dios en la másima! replicó con viveza el Familiar; no
me la meterá Usendíssima en la cabeza: en todo causo á mí me parece
mas mejor acertar con uno solo que errar con todo el mundo; porque,
en concrusion, el errar siempre es errar, y el acertar siempre es
acierto.» -- «No estará vuestra Merced tan solo por esse partido, dixo
á esta sazon Don Basilio, que no tenga tambien á su lado al Señor
Magistral; porque, assí en los sermones que le he oído, como en las
conversaciones que se han ofrecido sobre la materia, con el exemplo y
con la palabra se muestra tan opuesto á este modo de predicar, que es
gusto oírle quando se zumba de él, y estremece quando le combate en
serio.»

8. -- «Por algo ha estado tan grave y tan espetado en toda la mesa,
interrumpió el hermano Bartholo, que en toda ella no ha dicho _esta
boca es mia_; y alguna vez que yo le miraba, estaba con un ceño que
parecia un Enquisidor. Pero dempues de todo, yo me atengo á nuestro
Padre Vicario y al Reverendo Padre Fray Bras, que son Perdicadores
leídos; y de mí sé decir que, quando oigo uno de estos sermones agudos,
me embobo tanto que es un alabar á Dios. Pues qué? si el Perdicador
es hombre de manotéo y lo representa con garbo y, como dicen, con
empropriedad! Entónces no trocaria yo un sermon por una comedia.»

9. -- «Essa es otra, replicó el Familiar; Perdicadores he uído que
no parecen sino mesmamente á unos farsantes que ví en Valladolí, una
vez que fuí allá á cosas del Santo Oficio, y havia comedias. Ni mas
ni ménos traquiñan las manos quando perdican, como las traquiñaba el
primer galan, que decian era un pordigio. Si habran de cruz, espurren
los brazos; si de una bandera, hacen como que la trimolan; si de una
batalla, dan cuchilladas; si de una ave, parece que vuelan.» -- «En
esso hacen lo que deben, respondió magistralmente el Padre Vicario,
porque las acciones han de acompañar á las palabras, en lo qual no debe
diferenciarse el Predicador del Representante.»

10. -- «A otro perro con esse huesso, dixo el Familiar, que yo no le
roeré. Con que, quiere su Usencia encaxarnos que un Comediante y un
Perdicador han de representar de la mesma manera?» -- «Ambos han de
pintar, en quanto sea possible, con las acciones, aquello que expressan
con las palabras,» replicó el Padre Vicario. -- «Sí, Señor, dambos
tienen essa obrigacion, pero el Comediante como Comediante, y el
Perdicador como Perdicador.» -- «Pues, explíquenos vuestra Merced la
diferencia,» dixo con un poco de desden el Padre Vicario. -- «Oh! si
yo supiera expricarla como acá la tengo en mi calletre, respondió el
Familiar, no me truecaria por un Arcediano.»

11. -- «A mí me parece, saltó entónces Don Basilio, que comprendo lo
que quiere decir el Señor Familiar. Parécele que, siendo tan diversos
los fines que se deben proponer el Comediante y el Predicador, han
de ser tambien muy diferentes los medios, y que lo que en el uno
es gala, hermosura, viveza y propriedad, en el otro seria locura,
ridiculez, irrision y extravagancia. El Comediante solo tira á
deleitar, á embelesar y á divertir; el Predicador únicamente debe
intentar convencer, persuadir y mover. En aquel las acciones, los
gestos y los movimientos parecen mejor quanto mas airosos, quanto mas
vivos y quanto mas desenfadados: en este todo debe respirar gravedad,
magestad, modestia y compostura; y, perteneciendo á la accion no solo
el movimiento de las manos, sino el aire del semblante, la postura del
cuerpo y hasta el tono de la voz, en todo debe reinar una modestia que
no se pide al Comediante. Y á este propósito me acuerdo haver leído
en Quintiliano, que el buen Orador ha de querer mas parecer modesto
y encogido que garboso y desembarazado: _modestus et esse et videri
malit_; y debe ser sin duda la razon, porque, siendo el principal fin
del Orador el persuadir y el mover, todo aquello que le hace mas
amable, le hace tambien mas eficaz, siendo cierto que el que es dueño
del corazon se hace mas presto señor del entendimiento; y como el
orgullo, la presuncion y la arrogancia desagradan tanto á todos, el
Predicador que en sus movimientos, gestos, acciones y menéos se ostenta
orgulloso, arrogante y presumido, de contado se hace aborrecible, ó por
lo ménos enfadoso. De aquí es que la modestia y el encogimiento, que
pocas veces cae en gracia á un Comediante, siempre es necessaria al
Predicador; y harto será que no fuesse esto lo que el Señor Familiar
quiso decir.»

12. -- «Pero quando lo expricaria yo con essa heregía y craridad?»
exclamó el Familiar, lleno de gozo, dando un abrazo á Don Basilio.
«Vuestra Merced me bebió el pensamiento; y, ya que una cosa llama
á otra, díganos vuestra Merced por vida suya, y assí tenga Dios en
descanso al ánima de su Señora Madre (conocíla mucho, y era una
muger... válame Dios, qué muger era!): díganos vuestra Merced, vuelvo
á decir, qué cosa es modestia de la voz? Porque ansí al descuído con
cuidado se dexó vuestra Merced caer este vocabro, y yo no entiendo bien
lo que sanefica.»

13. -- «Tampoco yo lo entenderia mucho, respondió el Canónigo, si por
casualidad no lo huviera leído pocos dias há en cierto libro que me
envió un amigo de Madrid, y trata de estas cosas de los Predicadores.
Intitúlase _La Eloquencia Christiana_, y su Autor es un Jesuíta
francés, llamado _el Padre Blas Gisbert_, hombre sin duda hábil,
discreto y erudito, que trahe admirables especies, aunque á mi pobre
parecer escritas no con el mejor méthodo del mundo; porque repite
mucho, hacina bastante; no sigue la caza, pica mil cosas y luego las
dexa; y en los muchos exemplares que trahe de San Juan Chrisóstomo,
á quien propone con grandíssima razon por el mejor modelo de la
eloquencia sagrada, aunque todos ellos son muy escogidos, me parece que
está algo prolixo. Pero hola! quien soy yo para meterme á crítico, sin
acordarme que esta facultad no se hizo para un pobre Canónigo bolonio?
Vuelvo á la pregunta.»

14. «Dice pues este Padre, si no me acuerdo mal, hablando de la
modestia de la voz, poco mas ó ménos, estas palabras: _Serás modesto
por esta parte, si evitas en tu voz cierto aire bronco, hinchado y
dominante, que introduce hasta el corazon de los oyentes aquella
enfadosa dissonancia, que su mismo desentono causa en el oído. Una voz
dulce, fuerte, igual, flexible y modestamente imperiosa es de admirable
auxilio para la persuasion. Por el contrario, el entendimiento siente
no sé qué repugnancia en rendirse á unas razones que se derivan por
un canal tan ingrato y tan desagradable, como es una voz grossera,
desapacible, fiera, impetuosa y violenta._»

15. -- «Y donde ha de ir á comprar otra, replicó Fray Blas, aquel á
quien Dios se la dió con essas tachas?» -- «Esso no lo dice mi Autor,
respondió el Canónigo, y yo no he tomado el oficio de instruir á los
Predicadores, porque soy poco hombre para esso. Solo refiero lo que
he leído; bien que á mí me parecia, que el arte, el trabajo y el
cuidado podian corregir essos defectos, y aún hago memoria, si no me
equivoco, de haver oído ó leído, que Demósthenes y Ciceron, los dos
mayores Oradores que ha conocido el mundo, ambos havian recivido de
la naturaleza una voz bronca y destemplada, y ambos la reduxeron á un
medio templado, sonoro y apacible, con el cuidado y con el exercicio.»

16. -- «Pues oye su Mercé, Señor Don Basilio, dixo el Familiar; aunque
es assí que essas vozarronas, que parecen berreaduras de güey ó de
becerro, y essos menéos empetuosos de los Perdicadores, como los llama
esse Padre Theatino Bras de qué sé yo qué, parece que le rompen á uno
los cascos; pero á mí no me amohinan ménos otros Perdicadores que hay
tan enmelados, con unas palabricas tan de azucre y de almíbare, unos
cecéos y unos menéos de dama remilgada y de _Sí Señor_, que cierto
dan á un hombre gana de gomitar.» -- «Quando todo esso es natural,
respondió el Canónigo, porque nace de un genio verdaderamente dulce,
suave y blando, y de algun natural defecto de la lengua, no solo no
fastidia, sino que cae en gracia, persuade y mueve; pero, quando se
mezcla en ella la afectacion y el artificio, no hay cosa que mas
empalague ni que mas irrite. Aún en una conversacion, el que afecta
dulzaina, dengues y remilgamiento, se hace extremadamente fastidioso;
pero, quando esto se quiere remedar tambien en el púlpito, no hay
paciencia para tolerarlo.»

17. -- «En esso vamos conformes,» interrumpió el Padre Vicario; y es
que él tenia una voz sonora, grata y medianamente corpulenta. «No lo
estamos tanto en el dictámen sobre essa obrita del Padre Gisbert,
que tengo en mi celda y he leído con bastante cuidado; pues, aunque
vuestra Merced la ha notado algunos defectillos, veniales á la verdad,
pero en el fondo se conoce que la aprecia. Ha leído vuestra Merced los
reparos críticos de Monsieur L’Enfant sobre essa obra?» -- «Sí, Padre
Reverendíssimo, porque están al fin de la segunda edicion, que es la
que yo tengo.» -- «Y qué le parece á vuestra Merced de ellos?» preguntó
el Padre Vicario. -- «Padre Maestro, respondió Don Basilio, un triste
Canónigo de capa y espada, como yo soy, no puede dar parecer en estas
materias. Pero, pues vuestra Reverendíssima desea saber lo que siento,
valga lo que valiere, digo que, fuera de las notas que le pone (y á
mí me parecen justas) sobre la falta de méthodo, la repeticion y la
prolixidad de los lugares que extracta de San Juan Chrisóstomo, casi
todos los demas reparos de Monsieur L’Enfant son fútiles, ridículos
y pueriles; y en fin, pidiendo primero licencia para usar de este
equivoquillo, reparos propriamente de niños, que esso quiere decir
_l’enfant_ en nuestra lengua.»

18. «Pues qué! replicó el Vicario, pueril llama vuestra Merced al
primer reparo, que pone sobre lo que dice en el prólogo el Padre
Gisbert, que _la hermosura del discurso suple la falta de la brevedad_?
Y añade el crítico, que _aquí hay oscuridad y algun sentido equívoco,
pues se quiere decir que lo hermoso del discurso excusa lo prolixo_.
Este reparo me parece justo y sólido.»

19. -- «Lo que es no entenderlo! respondió el Canónigo; pues á mi me
parecia que era insulso, fútil y sin razon alguna; porque no comprendia
yo, que entre estas dos cláusulas _la hermosura de un razonamiento
suple la falta de la brevedad_; _la hermosura de un discurso excusa la
prolixidad_ huviesse otra diferencia que la de decir una misma cosa con
mas ó con ménos palabras; pero que en lo demas ambas proposiciones eran
igualmente claras y perceptibles. Mas las superiores luces de vuestra
Reverendíssima descubren lo que no vemos los que las logramos mas
escasas.»

20. -- «Pues la segunda nota de Monsieur L’Enfant sobre el prólogo,
dixo el Padre Vicario, aún es mas substancial que la primera, y no
sé qué se pueda replicar á ella. Para excusar el Padre Gisbert la
prolixidad de los exemplos que propone, dice que _en esso no hizo mas
que imitar á San Agustin_, y añade oportunamente el discreto crítico:
_Si el méthodo es malo, no le autoriza el exemplo del Santo; fuera de
que San Agustin no es tan prolixo ni con mucho en sus citas, como lo
es el Padre Gisbert en las que hace de San Juan Chrisóstomo_. Tratará
vuestra Merced de pueril este reparo?»

21. -- «Yo me guardaré bien de esso, respondió el Canónigo; porque,
aunque es verdad que á nosotros los Eclesiásticos legos nos disuena
mucho esto de hablar con ménos respeto de los Santos Padres, y mas de
un Padre tan sabio, tan ingenioso y tan crítico en todo como dicen
que fué San Agustin; pero esso nacerá sin duda de que nosotros no lo
somos: por esso nos escandaliza oir que, _quando las cosas son malas,
el exemplo de los Santos Padres no las autoriza_; porque nos parecia
á nosotros que, una vez que las autorizasse el exemplo de los Santos
Padres, debiamos de creer que no eran malas. Por lo que toca á si
son ó no son largas las citas de San Agustin, como los exemplos que
copia el Padre Gisbert de San Juan Chrisóstomo, yo no puedo hablar
con conocimiento de causa, porque confiesso que solo he leído por el
forro las obras de San Agustin en la librería del Señor Magistral;
pero, como el Padre Gisbert assegura que San Agustin traslada lugares
muy considerablemente largos de los Prophetas, de San Pablo y de San
Cypriano en su libro ó Tratado _De la Doctrina Christiana_, paréceme
que debemos creerle sin escrúpulo, porque no tiene traza de hombre que
habla á bulto, ni de quien cita en falso.»

22. «Pero demos de barato que las citas del Santo huviessen sido mas
breves ó mas cortas; acá á mi modo de concebir me parece, que no hace
fuerza el cotejo, siendo muy clara la disparidad. San Agustin, en el
libro _De la Doctrina Christiana_, no toma por assunto el instruir
á un Predicador en el modo de predicar, sino imbuírle en los dogmas
ó doctrina de la Religion que debe de enseñar, y para esto no era
menester copiar passages largos de los Padres anteriores al Santo
Doctor. Por el contrario, todo el empeño y todo el assunto del Padre
Gisbert es instruir á un Orador Christiano en el méthodo y en el
modo con que ha de disponer sus sermones; y para esto era al parecer
indispensable hacer un poco largos los exemplares que se proponen
para la imitacion; porque, como dice el mismo Padre, si no se da á
estos modelos de el buen gusto una cierta proporcionada extension,
es impossible sentir ó reconocer en ellos perfectamente la práctica
de las reglas. Es verdad, como signifiqué al principio, que aún para
este fin me parecen un poco prolixos algunos passages de San Juan
Chrisóstomo, que copia el Padre Gisbert; pero yo soy un pobre Canónigo
en romance, y debo someter mis bachillerías al superior dictámen de
vuestra Reverendíssima, á quien suplico se sirva decirme qué hombre fué
esse Monsieur L’Enfant, cuyas notas han tenido la fortuna de agradarle
tanto.»

23. -- «Señor Don Basilio, respondió el Padre Vicario, confiesso que no
lo sé, ni me he metido en averiguarlo; porque, quando leo un libro, me
importa poco saber la vida y milagros del Autor: si me gusta, le acabo
y le celebro; y si me enfada, le cierro y le arrimo, sin meterme en mas
honduras ni averiguaciones.»

24. -- «Hay cosa! replicó el Canónigo; pues yo estaba en el errado
concepto de que, para hacer juicio de una obra, especialmente crítica
y en materia que se roza con la Religion, convenia mucho saber, por lo
ménos en general, los estudios, las circunstancias, y especialmente la
profession ó la religion del Autor. Confiesso que, haviendo observado
en las notas de Monsieur L’Enfant el empeño en critiquizar, morder y
censurar los lugares que traslada el Padre Gisbert, (porque, en suma,
á esto se reducen sus principales notas, ó á lo ménos aquellas que no
son sobre puras fruslerías,) y haviendo reparado que, desde la misma
carta que sirve de prólogo á la obrilla, muestra su poca inclinacion á
este célebre Padre de la Iglesia, quando dice que, _aunque él es uno de
los que mas admiran su eloquencia y su genio, con todo esso no quisiera
proponerle hoy por modelo sin muchos correctivos_, confiesso que todo
esto me hizo entrar de mala fé con este Monsieur, y me dió fiera
tentacion de averiguar qué personage era.»

25. «Tuve bien poco que hacer en conseguirlo; porque, como soy uno
de aquellos eruditos de repente y haraganes de la moda, que quieren
saber mucho á poca costa y hablar en todas materias sin comprehender
ninguna, en saliendo algun Diccionario, Compendio, Epítome, Synópsis, ó
cosa que lo valga, luego escrivo á mi corresponsal de Madrid para que
le haga venir á mi librería romancista. En ella tengo el _Diccionario
Histórico_, abreviado, de Moreri, escrito en francés por el Abad
Ladvocat y traducido harto fielmente en castellano por Don Agustin
de Ibarra, Clérigo laborioso y aplicado. En él se dice, que Jacobo
L’Enfant fué un famoso Theólogo é Histórico de la Religion Protestante,
que dexó un gran número de obras y murió paralýtico el año de 1728; por
señas, ántes que se me olvide, que se assegura nació en Bazoche en el
Bauce, provincia que no se sabe donde cae, pues solo se tiene noticia
del Bausès ó Beauzès, baxo y mediano, que comprende el país de Chartres
y el de Vandoma; pero esto importa un bledo. Lo que á mi ver importa
mas, es que, haviendo sido Monsieur L’Enfant un Protestante tan famoso
como arrabiado, parece que se deben leer con alguna desconfianza sus
notas sobre la obra de un Jesuíta, y mas sobre tal obra.»

26. -- «Pues qué, replicó el Padre Vicario, no sin algun desden, es
vuestra Merced de aquellos entendimientos vulgares, que juzgan no
puede escrivir con acierto un Herege en ninguna materia?» -- «No,
Padre Reverendíssimo, respondió el Canónigo, no soy tan lego como
todo esso: sé muy bien que entre ellos ha havido Autores eminentes en
algunas facultades; sé muy bien, (porque al fin ya llegué á estudiar
las Súmulas,) que no vale esta consequencia: _es Herege, luego no
sabe lo que se dice, ni lo que se escrive_; sé tambien que, assí como
hay cierta especie de locos que solamente desvarían en determinadas
materias, assí hay muchas classes de entendimientos que solamente
desbarran en assuntos determinados. Pero al mismo tiempo estoy
persuadido á que por esta última razon debemos leer siempre con mucha
cautela y desconfianza aquellas obras de los Hereges, que directa ó
indirectamente tratan de puntos de Religion, quales son sin duda las
que hacen crítica de los Santos Padres, cuya veneracion y concepto
procuran ellos disminuir por todos caminos. Por otra parte, siendo
tan notoria la inquina que los Hereges professan á las Religiones,
especialmente á los Jesuítas, paréceme que, quando aquellos escriven
contra estos, pide la equidad que se las lea con un poquillo de
precaucion, porque son parte apassionada.»

27.[18] El Donado, á quien se le secaba la boca con tanto silencio,
y no podia llevar en paciencia una conversacion mas seria de lo que
él quisiera, y de la qual apénas entendia palabra, pareciéndole que
havia llegado la suya, dió una gran palmada en la mesa y dixo con voz
temulenta: «los Hereges son unos perros judíos: pero los Theatinos!...
y no digo mas. Al fin toda es gente honrada, pero mi casa no parece.»

28. -- «Calla, borracho,» le interrumpió, no sin alguna indignacion,
el otro Religioso de su Convento, que, despues de un ratico de siesta,
havia vuelto á la mesa y se halló á la mitad de la conversacion.
«Demasiado has dicho, para conocer que has bebido demasiado. Qué
quieres significar por essas palabras tan preñadas?» -- «Lo que yo
quiero saneficar, dixo el Donado, está bien craro; porque, si los
Hereges pretenden deshonrar á los Padres de la Igresia, como esse
Señor Infante lo quiere hacer con San Juan Chrystósomo, los Theatinos
no tratan mejor á Santo Thomas de Enquino.» -- «Botarate! cose essa
boca! le replicó el Religioso, y no hables lo que no entiendes, ni
eres capaz de entender. No hay Religion en la Iglesia de Dios, despues
de la Dominicana, que mas se haya empeñado en ilustrar á Santo Thomas
que la Compañía; ninguna que cuente tanto número de Expositores de las
obras de el Santo Doctor. Si en algunos lugares aquellos le entienden
assí, y estos de otra manera, lo mismo sucede en muchos textos de la
Sagrada Escritura, que unos Padres los interpretan de un modo, y otros
de otro muy diferente, y aún muy contrario, sin que ninguno diga por
esso, que los Padres de la Iglesia no siguen la Escritura ó que tiran á
discreditarla. Aún entre los mismos Autores Dominicos se dan batallas
campales sobre la inteligencia de muchos lugares de Santo Thomas, y no
por esso le deshonran, ántes por lo mismo le ilustran mas; pero esto no
es para cabeza de bolo como la tuya.»

29. -- «Cabeza de bolo ó no cabeza de bolo, replicó el Donado, hasta
ahora no he uído, que ningun Padre Santo huviesse llamado á la Religion
de los Theatinos _Religion de la verdá_, como se la llamó á la Religion
de Santo Domingo un Padre Santo de Roma.» -- «Tampoco se la ha llamado,
replicó el Religioso, á la Religion de San Francisco, ni á la de San
Benito, ni á la de San Bernardo, ni á la de San Agustin, ni á ninguna
otra de las innumerables, que instituyó el mismo Dios por medio de los
Santos Patriarchas para ornamento de su Iglesia. Y qué sacaremos de
esso? Que todas las demas Religiones son Ordenes de la mentira, y solo
la Religion de Santo Domingo es Orden de la verdad? Solo una cabeza tan
burral como la tuya sacará esta consequencia.»

30. -- «Aquí entro yo, dixo el Familiar, porque soy Menistro del Santo
Oficio, y, si alguno dixera de qualquiera de las Religiones essa
Morería ó essa Judiada, al mimento le echaba la garra y daba con él de
paticas en la Enquisicion. Pero...»



CAPITULO VII.

Levántase de la siesta el Magistral, y prosigue la conversacion del
Capítulo antecedente, con todo lo demas que irá saliendo.


1. A tal instante se dexó ver el Señor Magistral, despues de haver
dormido una siesta muy decente. Todos se levantaron por respeto, y los
mas se retiraron, unos á rezar, y otros á descabezar el sueño, entre
los quales asseguran varios Autores que el hermano Bartholo era el
mas necessitado. Fray Gerundio hizo tambien ademan de retirarse; pero
el Magistral le detuvo, quedando solos Tio y Sobrino, Don Basilio, y
el bueno del Familiar. Tomó un polvo el Magistral para despejarse,
estregóse los ojos, sonóse las narices, y es fama que, encarándose con
el Sobrino, le habló en esta substancia:

2. «Sin duda, Fray Gerundio, que habrás quedado muy vanaglorioso con
tu desbaratado sermon. Los aplausos de los ignorantes, la gritería de
essa pobre gente, el voto de la muchedumbre, y las aclamaciones de los
lisongeros, si ya no han sido irónicos elogios de los zumbones ó de los
malignos, te tendrán persuadido á que nos dexaste á todos assombrados.
Con efecto fué assí, y dudo que algun otro lo huviesse quedado mas que
yo; pero no de tu discrecion, ni de tu agudeza, ni de tu gracia, ni de
tu despejo, sino de tu lastimosa ignorancia, de tu juvenil osadía, de
tu raro atolondramiento, y de tu total falta de gusto y de reflexion.»

3. «Mucho me havia escrito mi amigo y tu favorecedor, el Padre Maestro
Prudencio, de tu modo de predicar; algo me apuntó de las cuerdas y
oportunas advertencias, que te havia hecho para que no malograsses tus
talentos; no me havian dicho poco algunos, que te oyeron no sé qué
plática de Disciplinantes en tu Comunidad. Todo me hizo concebir que
ibas muy descaminado; pero confiesso que no juzgué, ni aún imaginé
possible, que lo fuesses tanto. Desde el primer período de tu sermon me
huviera salido de la Iglesia, á haverlo podido hacer sin mucha nota y
sin igual tumulto ó alboroto del apiñado auditorio: este me sitió en el
confessonario, que, todo el tiempo que duró el sermon, no fué para mí
tribunal de la penitencia, sino exercicio de ella.»

4. «Llaméle sermon, y le dí un nombre muy improprio; porque ni fué
sermon ni cosa que de mil leguas se le parezca. Es dificultoso
definir lo que fué, pero veré si me puedo acercar á dar á entender
lo que concibo. Fué una escoba desatada de inconnexiones; fué una
tarabilla suelta de impertinencias y de extravagancias; fué un confuso
hacinamiento de textos y lugares de la Sagrada Escritura, ridículamente
entendidos y osadamente aplicados; fué un turbion de conceptillos
superficiales, falsos, pueriles, no solo agenos de un Orador, que en
todo debe buscar la verdad y la solidez, sino insufribles aún en un
mediano Poeta.»

5. «Dexo á un lado el intolerable abuso, la necia costumbre y el
ignorantíssimo empeño de tocar en la Salutacion aquellas que se llaman
_circunstancias_. Sé que contra esta impertinentíssima y tontíssima
costumbre te han dicho ya mas de lo que yo te puedo decir. Solo
añadiré, (por si acaso no te lo han dicho,) que ya está únicamente
reducida al ínfimo vulgo de los Predicadores, y que solo se oye
celebrada por las heces mas despreciables de los auditorios. Tú no te
contentaste con tocar las mas comunes, que suelen repiquetear otros
Oradores de tu estofa; descendiste hasta las mas menudas y ridículas,
para que llegasse hasta donde podia llegar tu extravagancia: te hiciste
cargo de tu Padre, de tu Madre, de tu Padrino, de los cohetes, de las
hogueras, del Auto sacramental, de los novillos, de los danzantes,
de sus melenas, y en fin, por no dexar ninguna impertinencia en el
tintero, hiciste circunstancia hasta de la gaita gallega. No es
menester mas que referirlo sencillamente para conocer, para palpar la
suma ridiculez. Tus mismos colores están ahora acreditando la vergüenza
que te causa solo el oírlo; pues, como tuviste valor para practicarlo?
y, lo que es mas,[19] como pudiste aplicar á cosas tan baxas los
sagrados textos?»

6. «Pero como? Como lo han hecho hasta aquí todos quantos te
precedieron, y como no puede dexar de suceder, porque no hay otro
arbitrio ni otro medio: violentando textos, desquartizando lugares,
arrastrando y aún tal vez fingiendo exóticas exposiciones, ó
construyendo las palabras de la Escritura con tanta materialidad como
pudiera el mas zafio Sayagués ó el mas rústico Batueco.»

7. «Porque fué este el primer sermon que has predicado, traxiste
aquellas palabras de San Lúcas, con que da principio á los hechos
de los Apóstoles: _primum quidem sermonem feci, o Theophile_, sin
hacerte cargo, lo primero, de que el Evangelista no trata allí de
sermones, sino del Evangelio que havia escrito, como él mismo lo dice
expressamente: _primum quidem sermonem feci de omnibus, o Theophile,
quæ cœpit Jesus facere et docere, usque in diem etc._; lo segundo,
que, aunque hablara de sermones, diria todo lo contrario de lo que
tú pretendias; porque no afirmaba que era aquel el primer sermon que
predicaba, ántes suponia que havia predicado otro ú otros, pues decia:
_el primer sermon que prediqué etc. primum quidem sermonem feci_. Pero
no, Señor; tú leíste que el Evangelista hablaba de primer sermon,
y sin mas ni mas, entendiendo materialíssimamente sus palabras, te
pareció que venian muy al intento del primer sermon que predicabas, sin
reflexionar que, una vez tolerada este grosseríssimo modo de traher las
palabras de la Escritura, no hay absurdo que no se pueda confirmar con
ellas.»

8. «De la misma manera, y aún mucho peor si es possible, aplicaste los
demas textos á tus extravagantíssimas idéas. Seria cosa interminable
si quisiera detenerme en recorrerlos todos en particular, y por esso
bastará traherte ligeramente á la memoria los mas estrafalarios. El
cotejo que hiciste del retiro de Christo al desierto con el tuyo á
la Religion, dexó de ser atrevido por passar á ser sacrílego; y la
disyuntiva que añadiste de que, bautizado Jesus, se retiró al desierto
ó el Diablo le llevó á él, fué un arrojo que quiso parecer gracia, y
vino á parar en una blasphemia. Alucináronte á tí, como á otros muchos,
aquellas palabras de que _ductus est ab spiritu_, sin advertir que no
fué el espíritu maligno, sino el Espíritu Santo, el que le conduxo
al retiro, como lo sienten los Padres Santos, y es casi evidente en
el contexto de la letra. Pero á tí te hacia al caso esta exposicion,
porque te abria camino para la otra chocarrería, de que te retiraste al
desierto de la Religion, _si ya el Diablo no te llevó á ella_. Chufleta
escandalosa, en que no es fácil decidir, si sobresale mas la impiedad ó
el descontento que muestras con tu religioso estado.»

9. «No ignoro lo que enseña Santo Thomas, hablando de la docilidad con
que debemos abrazar los consejos que son buenos, aunque las costumbres
y la intencion del que los da sean perversas. Bien sé que dice el
Santo que, aunque constara que era el Diablo el que te aconsejaba que
entrasses en Religion, debieras seguir su consejo; porque, suponiendo
que su intencion siempre seria torcida, podrias enderezarla ázia tu
mayor provecho, segun aquello de _salutem ex inimicis nostris_; pero el
angélico Doctor habla hypotética, no categóricamente. Discurre en la
suposicion de que esto sea possible, no supone que lo sea, ni mucho
ménos lo da por hecho.»

10. «Las locuras, que ensartaste para hacer lugar en la Salutacion á tu
Padrino el Licenciado Quixano, debieran conducirte á la Inquisicion,
si ellas mismas no acreditaran que competia su juício á la casa de
los Orates. Quanto dixiste de la quixada de asno con que Cain quitó
la vida á su hermano Abel, (si es cierto que executó el fratricidio
con este instrumento,) quanto disparataste sobre la famosa quixada de
Sanson, y quantas boberías historiales fingiste sobre las armas de los
Quixanos y de los Quixadas, familias á qual mas ilustres en el Reino de
Leon, te harian reo de dos gravíssimos delitos, si no los disculpara
tu sandez, ignorancia y bobería. Los esclarecidos individuos de una y
otra nobilíssima familia se reirán de tu necedad, ó se compadecerán
de tu desbarato, y nunca tendrán por assunto digno de su quexa que un
simple como tú forge despropósitos, que no son capaces de obscurecer su
esplendor.»

11. «Si vuelvo los ojos al estrafalario assunto que tomaste, apénas
hallo términos para explicar lo que concibo: _Campazas es el solar
de la Eucharistía, y assí, ó no hay Sacramento en Campazas, ó no hay
en la Iglesia fé_. A quien sino á tí pudo venir al pensamiento tan
furioso desatino? Puedo preguntarte lo que un Duque de Toscana preguntó
á cierto Poeta, que le presentó un poema con grande satisfaccion de
que le havia de assombrar, y con no menor confianza de que se lo
havia de pagar bien: _Dicami per Dio, dove pigliò questo acervo di
pazzie e questa farragine di minchionerie?_ _Dígame por Dios, donde
encontró este monton de necedades y este fárrago de despropósitos y de
boberías_.»

12. «A un assunto tan exótico precisamente havian de corresponder unas
pruebas tan exóticas como él; porque una proposicion extravagante no
se puede confirmar con razones que no lo sean. _Es Campazas el solar
de la Eucharistía_, porque la materia remota de este Sacramento es el
pan y el vino, que nacen en los campos, de donde se deriva el nombre
de Campazas? Por essa regla el Sacramento de la Eucharistía será
originario de toda tierra de pan y vino llevar; y no tendrá mas derecho
Campazas á ser la alcurnia de este augusto Sacramento, que Campomayor,
Campoverde, Camposanto, Campo del Villar, y, en fin, toda tierra y
lugar de _Campos_ que tenga este nombre por delante ó por detras, como
Medina del Campo, Villanueva del Campo, Morales de Cámpos, etc. Por el
mismo principio, el solar de la Extrema Uncion será todo país donde
haya aceite; el del Bautismo, donde haya agua; y el de la Penitencia,
todo el mundo, porque en todo él se usan pecados, que son su materia
remota.»

13. «De el mismo calibre es el otro despropósito, conviene á saber
que _ó hay Sacramento en Campazas_, _ó no hay en la Iglesia fé_. Qué
quisiste decir con esto? Que la fé de la Iglesia Cathólica dependia de
que huviesse Sacramento en Campazas? Terrible locura! Tanto depende
la fé de la Iglesia Cathólica de que haya ó no haya Sacramento en
Campazas, como de que le haya ó le dexe de haver en Londres ni en
Constantinopla. No te tengo por tan mentecato como todo esso; quisiste
sin duda significar, (pareciéndote que decias una gran cosa,) que, si
no era verdad que havia Sacramento en Campazas, puesta allí la materia
y la forma por Ministro competente y con la debida intencion, tampoco
era verdad que le havia en Roma ni en parte alguna de la Iglesia de
Dios. Pero vén acá, simple; no conoces que essa es una insulsíssima
perogrullada, y que lo mismo se puede decir de la mas infeliz alquería
donde entre el divino Sacramento? Salvo que seas tan páparo como el
otro charro que, haviendo visto los magníficos monumentos de Sevilla,
dixo muy satisfecho: _los munimentos buenos son; pero Sacramento como
el de mi lugar no le hay en todo el mundo_.»

14. «Sabes de donde nace este disparatado modo de discurrir, y essas
proposiciones, parte heréticas, parte absurdas y parte malsonantes, que
echas á borbotones? Pues, no es otro el principio sino el lastimoso
desprecio que hiciste de la dialéctica, de la philosophía y de la
theología, persuadido neciamente á que no las havias menester para ser
gran Predicador. Ya estoy informado de lo que trabajaron tus Prelados y
otros hombres sabios y zelosos por desvanecerte este grossero error de
la cabeza, y tambien lo estoy de que todo fué inútilmente. No presumo
tanto de mis fuerzas, que me lisongée de poder conseguir lo que ellos
no lograron, y mas quando, separado ya de los estudios, parece fuera de
sazon la doctrina que voy á darte. No obstante, por no quedar con esse
remordimiento y porque puede ser te haga mas fuerza lo que te dice un
Tio tuyo, que te ama de corazon y que está ó debe estar tan práctico
en la materia como yo, (porque al fin no tengo otro oficio en mi Santa
Iglesia,) te expondré con toda la brevedad y con toda la claridad
que me sea possible, no ya mi dictámen particular, sino el universal
de todos quantos enseñan á formar un perfecto Orador, pues, si fuere
tan feliz que te hagan fuerza mis razones, aunque hayas dexado de ser
discípulo de los Lectores en el aula, puedes serlo de los libros en la
celda.»

15. «Ciceron dice, que es impossible haya perfecto Orador sin que sea
perfecto dialéctico, añadiendo que sin dialéctica conoció á muchos
loquaces, á muchos habladores, pero á ningun eloquente: _disertos se
vidisse multos, eloquentem omnino neminem_; y él mismo afirma de sí
que, si es que llegó á ser Orador, no aprendió este oficio en las
escuelas de los Rhetóricos, sino en las Academias ó Universidades
de los Philósophos: _fateor me Oratorem, si modo sim aut quicumque
sim, non ex Rhetorum officinis, sed ex Academiæ spatiis extitisse_.
Demósthenes, Quintiliano, Longino y todos los demas Maestros de la
Oratoria convienen en el mismo principio: la razon de él salta á los
ojos; porque, siendo todo el fin del Orador convencer, persuadir y
mover, no puede convencer sin discurrir bien, y no puede discurrir bien
si ignora el arte de hacerlo con acierto; aquel que enseña á discernir
lo brillante de lo sólido, lo real de lo aparente, lo superficial de lo
profundo, lo probable de lo cierto, y el sophisma de la demonstracion.
Tal es la verdadera dialéctica.»

16. «Otra hay, no solo inútil, sino perniciosa á todo buen Orador;
pero mucho mas al Orador christiano y evangélico. Esta es aquella
dialéctica, eterna disputadora de todo, quisquillosa, bachillera,
sophística y cavilosa, como la llama Quintiliano: _dialectica
cavillatrix_;[20] aquella que hace gala de sutilizar, de refinar, de
methaphysiquear sobre todos los assuntos; aquella que se evapora en
sutilezas, se exhala en pensamientos volátiles, y se quiebra ó se
confunde en su misma delicadeza; aquella que se complace en representar
lo falso como verdadero, en dar cuerpo á la sombra, y realidad á la
apariencia; aquella que hace profession de vender oropel por oro,
sophismas por evidencias, y trampantojos por demonstraciones; aquella,
en fin, que desquartiza, que hace gigote el objeto que toma entre
manos, en lugar de dividirle para aclararle ó para comprenderle. Esta
dialéctica no solo es indigna de un Orador, sino de un hombre de bien,
porque solo puede conducir para alucinar, mas no para encontrar la
verdad, ni mucho ménos para persuadirla.»

17. «La dialéctica no solo conveniente, sino absolutamente necessaria á
todo buen Orador, es aquella sútil á la verdad, pero viva y penetrante,
que discierne con seguridad lo verdadero de lo falso, distinguiendo
con precision y con exactitud lo que es proprio del assunto y lo
que es forastero á él; aquella que reconoce con toda claridad las
partes que constituyen el todo, y sabe distribuirlas, ordenarlas y
disponerlas con la union, órden y méthodo que deben observar entre sí;
aquella que divide con destreza la materia, pero sin hacerla añicos,
ni desmenuzarla en partes tan delicadas que apénas las percibe la
vista mas perspicaz; aquella que va siempre derecha á su objeto y
á su fin, sin perderle jamas de vista, ni divertirse á episodios ó
digressiones extrañas, que hacen olvidar el objeto principal, cansando
la atencion hasta llenarla de fastidio; aquella que da al discurso una
justa libertad, sin violentarle ni oprimirle, y, desviando de las
expressiones todo sentido equívoco ú obscuro, las dexa imprimir en
el entendimiento una idéa clara, limpia y precisa de lo que quieren
decir; aquella que dispone con tan bello órden y con tanta naturalidad
todas las proposiciones del discurso, que parezcan como nacidas unas de
otras, y, subiendo insensiblemente á los primeros principios, deduce de
ellos unas consequencias necessarias, naturales y evidentes; aquella
que descarta siempre toda prueba que no sea concluyente é invencible;
aquella, en fin, que sabe unir todo el discurso como en un solo punto,
para que haga mas viva y mas pronta impression en el ánimo de el que le
oye, porque de una sola ojeada le entiende, le comprende, le penetra.»

18. «Esta es la dialéctica necessaria á todo buen Orador; esta es
aquella ciencia de los Philósophos, sin la qual, dice Ciceron, es
impossible que un hombre sea verdaderamente eloquente; porque sin ella,
como ha de discernir en las cosas el género de la especie? como ha de
acertar á explicarlas ni á definirlas? como ha de distinguir lo falso
de lo verdadero? como ha de inferir las consequencias legítimas, evitar
las contradicciones, cautelarse contra los equívocos y desembarazarse
de las ambigüedades? Como es possible que sin ella sepa hablar con peso
y con penetracion de las obligaciones de la vida civil, de la virtud,
de las costumbres, etc.?»

19. «A vista de esto, qué quieres que diga de tí y de otros
Predicadores ó, por mejor decir, de otros cómicos, representantes,
charlatanes y habladores, tan ignorantes como tú, que hacen un sumo
desprecio del estudio de la philosophía, (comprendida en el nombre
de la dialéctica,) teniendo por tiempo perdido el que se empléa en
aprenderla, por juzgarla absolutamente inútil para la oratoria, y
que como tal debe abandonarse á las cavilaciones y á las disputas de
la escuela? Cabezas desahuciadas, entendimientos infelices, ingenios
atolondrados, que presumen caminar seguros sin luz en medio de las
tinieblas, no advirtiendo que por precision han de dar tantos tropiezos
como passos, faltándoles aquella arte á quien el mayor Orador del
mundo llamó _la máxima entre todas las artes_, porque ella es la luz
que dissipa la confusion y la obscuridad de todas las demas: _Hic_
(Servius) _attulit hanc artem omnium maximam, quasi lumen ad ea, quæ ab
aliis confuse dicebantur. -- Dialecticam mihi videris dicere. -- Recte,
inquam, intelligis._»

20. «Pero, si la dialéctica es de una indispensable necessidad para
la oratoria christiana, no lo es ménos la sagrada theología. Y si no,
dime, qué cosa es ser Theólogo? Es ser un hombre, cuya profession le
enseña á hablar bien y con propriedad de Dios y de sus atributos,
exponiendo las verdades de la Religion, explicando sus mysterios, y
distinguiendo las verdades reveladas de las opinables, con bastante
instruccion para combatir los errores, discernir la naturaleza de las
virtudes, y penetrar assí la naturaleza como la diferencia de los
vicios; es ser un hombre muy versado en la Sagrada Escritura y en la
inteligencia de su verdadero y legítimo sentido, para sacar de aquel
fondo inagotable pruebas eficaces y vigorosas que confirmen lo que
dice; un hombre noticioso de la antigüedad, informado de la Historia
eclesiástica, bien instruído en Padres y en Concilios. Esto es ser
Theólogo. Y ser Predicador, que será? Es ser todo esto y algo mas;
porque es poseer todas essas noticias y, sobre ellas, destreza para
usarlas, eloquencia para persuadirlas y talento para representarlas. De
donde se infiere concluyentemente, que puede uno ser gran Theólogo sin
ser gran Predicador, pero es impossible que sea gran Predicador sin ser
gran Theólogo.»

21. «Y si á esto se añade la grande diferencia de theatros en que uno
y otro han de exercer su profession, y la suma distancia de el modo
con que entrambos la exercitan, es preciso quedes convencido de que
el Predicador ha de ser mas Theólogo que el Theólogo mismo. Y si no,
dime: en qué theatro ó en qué auditorio tiene que enseñar el Theólogo
las verdades de la Religion? En una aula reducida y á un puñado de
discípulos, por lo comun despejados, jóvenes, instruídos ya en otras
facultades, libres de toda preocupacion, y no solo sin embarazo, pero
con positiva disposicion para abrazar las verdades en que se les quiere
imbuir, oyendo á sus Maestros como oráculos. Y qual es el theatro y el
auditorio del Predicador? O un templo muy capaz, ó tal vez las plazas
y los campos cubiertos de una immensa multitud, que se compone de
todo género de gentes, de niños, de viejos, de hombres, de mugeres,
de sabios, de ignorantes, de rudos, de ingeniosos, de dóciles, de
duros, y en fin, por lo general preocupados casi todos contra lo que
el Predicador los intenta persuadir. Para qual de los auditorios se
necessitará mas caudal de sabiduría y mas abundancia de doctrina?»

22. «Junta á esto el diversíssimo modo con que deben enseñar el
Predicador y el Theólogo: á este le basta hacerlo de una manera
abstrahida, seca y poco inteligible, ó inteligible solo á unos
entendimientos cultivados y hechos ya á comprehender otras verdades
sútiles, delicadas y metaphýsicas, inaccessibles á los mas, y
accessibles para pocos. Pero el Predicador debe enseñar de un modo
claro, perspicaz, inteligible á todo el mundo, proporcionado á las
idéas comunes, de manera que igualmente le comprehenda el plebeyo
que el noble, el rústico que el cultivado, el rudo que el capaz, el
ignorante que el sabio; proponiéndolo de suerte que al incrédulo
le convenza, al dissoluto le aterre, al obstinado le ablande, y, en
fin, á todos los persuada y los mueva. Para esto, claro está que es
indispensablemente necessario que el Predicador tenga en cierto modo
un conocimiento casi intuitivo de las verdades y de los mysterios de
la Religion, esto es, que los comprehenda todo quanto es possible
comprehenderlos en esta vida; que en fuerza de su profunda meditacion
los domine y sea dueño absoluto de manejarlos á su voluntad, para
proponerlos de mil formas, figuras y maneras. Y qué Predicador sabrá
hacer esto, si no es mas Theólogo que el Theólogo mismo? Y quien
merecerá el nombre de Predicador, si no sabe hacerlo?»

23. «Mereceránle aquellos Predicadores que, quando tienen que predicar
de algun mysterio, como del Sacramento, de la Trinidad, de la venida
del Espíritu Santo, su mayor cuidado es huir de él, por no engolfarse
en aquel abysmo, dexar el mysterio á un lado, y contentarse con
proponer algun punto moral, unas veces deducido naturalmente de la
meditacion del mismo mysterio, pero las mas arrastrado y como trahido
por fuerza? Bueno es lo primero, mas no basta, ni cumple con su
obligacion el Predicador, el qual debe al auditorio la explicacion de
nuestros mysterios, no atada ni seca ni descarnada, ni mucho ménos que
sepa á escuela y á cartapacio; sino libre, jugosa, llena de fuego, con
aquella buena disposicion que pide el púlpito y la oratoria.»

24. «Mereceránle los otros que, por el lado contrario, rebentando de
Theólogos y regoldando á Escolásticos, suben al púlpito como pudieran
á la cáthedra, y hacen una leccion de oposicion en lugar de sermon,
con sus sentencias, con sus pruebas, con sus argumentos; confundiendo
en los mysterios lo que es de fé con lo que no lo es, lo cierto con lo
dudoso, lo infalible con lo opinable, sin advertir que al pueblo no
se le ha de proponer _el como_, sino _el qué_, ni en los sermones se
debe hacer lugar á puntos contenciosos, sino á los indubitables, segun
aquella gran máxima del Apóstol: _Mis sermones son fieles y verdaderos,
porque en ellos no se tratan materias que estén sugetas á opiniones de
sí y de no: Fidelis Deus, quia sermo noster, qui fuit apud vos, non est
in illo est et non est_?»

25. «Mereceránle aquellos Predicadores inconsiderados, indignos de que
se les permita exercitar el sagrado ministerio, que para explicar los
mysterios mas venerables se valen de las idéas mas ridículas, como
aquel que, predicando al Sacramento en la domínica infra-octava del
Córpus, con el Evangelio de _la Cena magna_, tuvo osadía para tomar por
assunto, que el Sacramento era _la Cena sin sol, sin luz y sin moscas_,
que no sé como no le llevaron á la Casa de la Misericordia, ya que por
insensato le perdonasse el Santo Tribunal? Y el otro que, predicando al
mismo mysterio, porque el Mayordomo se llamaba _Fulano Maestro_, y la
Mayordoma _Citana Largo_, escogió por idéa de su sermon, que Christo
en el Sacramento _era el Maestro Largo_: puerilidad (por no decir otra
cosa peor,) que debiera ser castigada con quitarle las licencias de
predicar _in perpetuum_.»

26. «Estos, son Theólogos ó Predicadores, ó no son sino Orates mal
dissimulados, y mucho peor consentidos? Sin ser Theólogo es impossible
pintar el vicio con aquellos colores vivos y proprios que le hagan
aborrecible; porque no se puede conocer su naturaleza, su essencia,
sus propriedades, sus diferencias, su deformidad, sus resultas, sus
efectos y sus consequencias. Sin ser Theólogo no es possible descrivir
la virtud de modo que enamore, que hechice, que mueva á abrazarse y
practicarse, atreviéndome á decir, que el que no se huviere hecho dueño
del excelente _Tratado_, de Santo Thomas, _sobre las virtudes y los
vicios_, apénas sabrá pintar la hermosura de aquellas ni la fealdad de
estos con los colores vivos y naturales que les corresponden.»

27. «Sin ser Theólogo ninguno podrá explicar acertadamente un solo
precepto del Decálogo, porque no sabrá determinar su extension ni sus
obligaciones, y confundirá lo que es de perfeccion ó de puro consejo
con lo que es de necessidad y de precepto. Expondráse á dar tantos
tropiezos como passos, ó extendiendo sus límites mas de lo justo ó
estrechándolos mas de lo conveniente; unas veces imponiendo á las almas
cargas que no deben llevar; otras, exonerándolas temerariamente de las
que tienen obligacion á sufrir; y siempre incurriendo en la terrible
amenaza que fulmina Dios contra aquellos, que por su antojo ó por su
ignorancia aumentan ó disminuyen á lo que está escrito en el libro de
la Ley: _Si quis apposuerit ad hæc, et si quis diminuerit de verbis
libri, auferet Deus partem ejus de libro vitæ_.»

28. «De aquí podrás inferir, quanto desbarran en el verdadero concepto
que debieran formar de la Oratoria christiana aquellos Predicadores
inconsiderados y aturdidos que, para excusar ciertas proposiciones
arrojadas, temerarias, hyperbólicas, ó ciertos conceptillos que llaman
predicables, sútiles y delicados en la apariencia, pero falsos y sin
substancia en la realidad, responden con grande satisfaccion que
hablaron _more concionatorio, et non scholastico_, como Predicadores y
no como Theólogos; añadiendo, como por chiste y por gracejo, que _el
púlpito no tiene poste_,[21] esto es, que no se arguye ni se replica
contra lo que se dice en el púlpito.»

29. «Si les parece que responden algo, tengan entendido que no pueden
echar mano de despropósito mayor. Quien les ha dicho que la cáthedra
del Espíritu Santo pide ménos peso, ménos solidez, ménos miramiento,
que la de la Universidad? Quien les ha dicho que las proposiciones,
que se harian risibles en el aula, pueden jamas ser tolerables en el
púlpito? En aquella se examina su verdad con el mayor rigor, para que
pueda despues exponerse en este con la mas segura certidumbre. Es
cierto que _el púlpito no tiene poste_, que no se arguye ni se replica
contra lo que se dice en él; pero por qué? Porque nada se debe decir en
el púlpito que admita réplica, disputa ni argumento.»

30. «Pero, quando insisto tanto en que no es possible que sea buen
Predicador el que no fuere buen Theólogo, no pretendo que suba el
Predicador al púlpito á hacer vana ostentacion de que lo es: _dicen
los Theólogos_; _saben los Theólogos_; _ya me entiende el Theólogo_;
_vaya esto para el Theólogo_, etc.; cosa ridícula, vanidad pueril, que
hace despreciable al que la usa para todo hombre de juício que le oye.
Si no se conoce que eres Theólogo sin que tú lo digas, solo un pobre
mentecato creerá que lo eres sobre tu palabra. Essos regüeldos podrán
alucinar á los páparos, pero causan bascas á todo hombre advertido y de
razon. En el púlpito no se trata de lo que sabe el Theólogo, sino de lo
que todos deben saber; y, siempre que dices algo que no vaya igualmente
para la vejezuela mas simple que para el Theólogo mas perspicaz, por
rebentar de Theólogo dexaste de ser Predicador.»

31. «Supuesto que es tan necessaria la theología, la philosophía
ó la dialéctica para la oratoria, tú, que no eres Dialéctico ni
Philósopho ni Theólogo, como has de predicar? Tú, que no has visto los
Concilios, los Padres y los Expositores, sino que sea por el forro,
(y aunque los vieras por adentro, seguramente no los entenderias,)
como has de predicar? Tú, que ni de los mysterios ni de los preceptos
del Decálogo, ni de los de la Santa Madre Iglesia, ni de los vicios
ni de las virtudes, sabes mas que lo que enseña el Catecismo, como
has de predicar? Dirás que leyendo buenos sermonarios. Y como has
de saber quales son buenos y quales son péssimos; quales se deben
imitar y quales abominar de ellos, especialmente quando entre tanta
peste de estos escritos como tenemos en España, apénas hay dos ó tres
Autores que puedan servir de modelo? Responderás que oyendo á buenos
Predicadores. Y donde has de ir á buscarlos? te parece que hay tanta
abundancia de ellos en este siglo? No obstante, ya algunos van abriendo
los ojos y procuran tambien abrírselos á otros: ya van entrando por
el camino derecho y solicitan con glorioso empeño, que otros entren
igualmente por él; ya se oyen en España algunos Predicadores, (no son
muchos por nuestros pecados,) que se oirian sin vergüenza, y acaso
con envidia, en Versalles y en Paris. Pero por donde has de saber
discernirlos tú, ni mucho ménos tomarlos el gusto? Tú, que en todo
le tienes tan perverso, que á guisa de escarabajo racional te tiras
siempre á lo peor de lo peor; tú que, á lo que infiero del disparatado
sermon que acabo de oírte, tanto te has pagado de un maldito
_Florilegio_, que anda por ahí para vergüenza immortal de nuestra
nacion y para que se rian de ella á carcajada suelta todos aquellos que
nos quieren mal; tú...»



CAPITULO VIII.

Corta el hilo y la cólera al Magistral un Huésped no esperado, pieza
muy divertida, que á tal punto se apeó en casa de Anton Zotes.


1. Al tercer _tú_ del zeloso y encendido Magistral, quiso Dios y la
buena fortuna del bendito Fray Gerundio, (el qual estaba ya tamañito,
viendo al Tio que lo tomaba en un tono tan alto y tan desengañado,)
que entró por la puerta del corral y se apeó en el zaguan de la casa,
con mucho estrépito de caballos, relinchos, lacayo, ayuda de cámara
y acompañamiento, un huésped repentino, que ni se esperaba ni podia
pensarse en él. Era cierto caballerete jóven, asaz bien apuesto, de
bastante desembarazo, vecino de una ciudad no distante de Campazas,
que havia estado en la Corte largo tiempo en seguimiento de un pleito
de entidad, para el qual le havia favorecido el Magistral (aunque no
le conocia,) con varias cartas de recomendacion que le havian servido
mucho; y, noticioso por una casualidad de que su protector se hallaba
en aquel lugar, torció el camino real, y á costa de un corto rodéo, le
pareció razon, y aún obligacion precisa, ir á dar las gracias á quien
tanto le havia favorecido.

2. Llamábase Don Cárlos[22] el sugeto de nuestra Historia, y, como por
una parte no era del todo lerdo, y por otra havia estado tan despacio
en Madrid, frequentando tocadores, calentando sitiales, assistiendo al
patio de los Consejos, dexándose ver en los arrabales del Palacio, y
no dexando de tener introduccion en algunas covachuelas, se le havia
pegado furiosamente el aire de la gran moda. Hacia la cortesía á la
francesa, hablaba el español del mismo modo, afectando los rodéos,
los francesismos, y hasta el mismo tono, dialecto ó retintin con que
le hablan los de aquella nacion. Se le havian hecho familiares sus
frases, sus locuciones y sus modos de explicarse, ya por haverlas oído
frequentemente en las conversaciones de la Corte, ya por haverlas
observado aún en los sermones de aquellos famosos Predicadores, que
á la sazon daban la ley y con razon eran mas celebrados en ella, ya
por haverlas bebido en los mismos libros franceses, que construía ó
entendia medianamente, y ya tambien por haverlas aprendido en las
obras de los malos Traductores, de que por nuestros pecados hay tanta
epidemia en estos desgraciados tiempos; en fin, nuestro Don Cárlos
parecia un _Monsieur_ hecho y derecho y, por lo que tocaba á él, de
buena gana trocaria por un _Monsieur_ todos los Dones y Turuleques del
mundo; tanto que hasta los dones del Espíritu Santo le sonarian mejor,
y acaso los solicitaria con mayor empeño, si se llamaran _monsieures_.

3. Luego que se apeó y fué recivido de Anton Zotes con aquel agasajo y
cariño, que llevaba de suyo su natural bondad, le preguntó Don Cárlos
si estaba en aquel village y en aquella casa Monsieur el Theologal de
Leon. -- «Sí, Señoria,» le respondió el Tio Anton, dándole desde luego
el tratamiento que á su parecer correspondia á un hombre que trahia
lacayo y repostero; porque, aunque no entendió lo que significaba
_Monsieur_ ni _Theologal_, pero bien conoció que sin duda aquel
extrangero preguntaba por su primo. -- «Monsieur el Theologal, añadió
Don Cárlos, es uno de mis mayores amigos, y, aunque no he tenido el
honor de conocerlo, estoy reconocido á su gran bondad hasta el excesso.
Suplico á vuestra Merced, que se tome la pena de conducirme ante todas
cosas á su cámara, retrete ó apartamiento.»

4. El bonazo del Tio Anton, que jamas havia oído hablar aquella
gerigonza, como entendió cosa de cámara y retrete, qué pensó? Que á
aquel pobre Cavallero se le ofrecia alguna urgencia natural de las
que dan pocas treguas, y queria desembarazarse de ella ántes de ver
al Magistral; y assí con grandíssimo candor le conduxo á un quarto
estrecho y obscuro, cuya puerta falsa daba á la alcoba donde dormia su
primo, y le dixo en voz sumisa: «Entre ahí su Usía, y á man derecha
hallará lo que tiene de menester; porque ahí está la cámara de mi primo
el Canónigo.» Avergonzóse un poco Don Cárlos; pero, como era mozo de
despejo, volvió luego en sí y dixo al Tio Anton: «Bien se conoce que el
huésped es un gruesso burgés y un miserable paisano; por ahora no he
menester estos utensilios: lo que digo es que me conduzga al quarto ó á
la sala del Señor Magistral.» -- «Ah! esso es otra cosa, respondió el
boníssimo de Anton; si su Usía se huviera expricado ansina desde luego,
ya le huviera entrado en ella sin arrudéos.»

5. Metióle en la sala donde estaba el Magistral con los demas que
diximos en el capítulo antecedente, y entró en ella al mismo tiempo
que llegaba al tercer _tú_ de su fogosa repassata, como lo dexó notado
el manuscrito antiguo que se guarda en el archivo de los Zotes y
tuvimos presente para sacar estas individualidades y menudencias de
todos los lances sucedidos en esta ocasion en Campazas. Luego que vió
el Magistral delante de sí á un Cavallero de tanto respeto, se levantó
de la silla apresuradamente, y, quando le iba á hablar con la debida
urbanidad, Don Cárlos le atajó diciéndole: «Señor Magistral, no se dé
vuestra Merced la pena de incomodarse; yo me he tomado la libertad de
entrar en esta casa á la francesa: esta es la gran moda, porque las
maneras libres de esta nacion han desterrado de la nuestra aquellos
aires de servidumbre y de esclavitudinage que, constriñéndonos la
libertad, no nos hacian honor. Yo soy furiosamente francés, aunque
nacido en el seno del Reino de Leon. Yo tengo el honor de venir á
presentar á vuestra Merced mis respetos y mis agradecimientos. Yo soy
Don Cárlos Osorio, á quien vuestra Merced tuvo la bondad de favorecer
tanto con sus cartas de recomendacion, que seria yo el mas ingrato de
todos los hombres, si no publicara altamente que á ellas es á quien
debo la dicha de haver tenido la felicidad de haver ganado mi processo.
Yo, _Monsieur_,...»

6. El Magistral, hombre ramplon, Castellano macizo, Leonés de quatro
suelas, y que, aunque estaba mas que medianamente versado en la lengua
francesa, haciéndola toda la justicia que se merece, era muy amante
de la suya propria, bien persuadido á que maldita la cosa necessita
las agenas, teniendo dentro de sí misma quanto ha menester para la
copia, para la propriedad, para la hermosura y para la elegancia: el
Magistral, vuelvo á decir, se empalagó mucho desde el primer período,
y desde luego le huviera atajado con desprecio, á no contenerle el
respeto debido al nacimiento de Don Cárlos y la urbanidad con que era
razon tratar á un hombre, que venia á buscarle por puro reconocimiento.
No obstante resolvió divertirse un poco á su costa con el mayor
dissimulo que pudiesse, procurando templar la burla sin descomponer la
atencion, y assí le dixo: «Yo, Señor Don Cárlos, no soy Monsieur ni
nunca lo he sido, venerando de tal manera á los que lo son, que, sin
envidiarles este tratamiento, por desconocido en España, me contento
con el que tuvieron mis padres y mis abuelos, y mas quando no he
menester ser _Monsieur_ para ser muy servidor de vuestra Merced con
todas veras.»

7. -- «Essos, Señor Magistral, son prejuícios de la educacion, y hace
lástima que un hombre de las luces de vuestra Merced se acomode á los
sentimientos del baxo pueblo. Hoy los entendimientos de primer órden se
han desnudado dichosamente de essas preocupaciones, y hallan mas gracia
en un _Monsieur_ que en un _Don_ ó en un _Señor_, que en las naciones
cultivadas se aplica á un marchante ó á qualquiera _gruesso burgés_; y
no me negará vuestra Merced que un _Monsieur le Margne_, un _Monsieur
Boona_ suena mejor que un _Don Fulano Mañer_ ó un _Don Citano Noboa_.»

8. -- «Como esso de sonar mejor, replicó el Magistral, es cosa
respectiva á los oídos, y ha havido hombre á quien sonaba mejor el
relincho de un cavallo que la cíthara de Orpheo, no me empeñaré en
negarlo ni en concederlo; solo asseguro á vuestra Merced, que á mí,
como buen Español, nada me suena tan bien como lo que está recivido en
nuestra lengua, y esto con ser assí que no soy del todo peregrino en
las extrangeras.»

9. -- «Ha! Señor Magistral, y qué domage es que un hombre de las luces
de vuestra Merced se halle tan prevenido de los prejuícios nacionales!»

10. -- «Mi capacidad ó mis alcances, respondió el Magistral, (pues
supongo que esso quiere decir vuestra Merced, quando habla de mis
luces,) no obstante de ser bien limitados, me obligan á conocer que es
ligereza indigna de nuestra gravedad española y desestimacion injuriosa
á nuestra lengua, introducir en ella voces de que no necessita, y
modos de hablar que no la hacen falta. Pero en fin, Señor Don Cárlos,
dexando á cada uno que hable como mejor le pareciere, vuestra Merced
no habrá comido, y ante todas cosas es menester...» -- «Perdóneme
vuestra Merced, Señor Magistral, interrumpió Don Cárlos, ya hice essa
diligencia en un pequeño village que dista dos leguas de aquí, y assí
no es menester que nadie tome la pena de incomodarse.»

11. -- «Yo no sé, dixo el Familiar, que en estas cercanías, ni aún en
todo el Páramo ayga algun lugar que se llame _village_.» Rióse Don
Cárlos de la que le pareció simplicidad de aquel buen labrador, á quien
no conocia, y díxole en tono algo desdeñoso: «Paisano, llámase _pequeño
village_ toda aldéa ó lugar corto.» -- «Pero, Señor Don Cárlos, le
replicó el Magistral, si aldéa ó lugar corto es lo mismo que _village_,
qué gracia particular tiene el _village_ para que le demos naturaleza
en nuestra lengua?»

12. -- «Oh, Señor Magistral! respondió Don Cárlos, vuestra Merced
es diablamente Castellano, y el aire en que le veo tampoco dará
quartel á _libertinage_, por dissolucion; á _libertino_, por
dissoluto; á _pavis_, por pavimiento; á _satisfacciones_, por gustos;
á _sentimientos_, por dictámenes, máximas ó principios; á _moral
evangélica_, por doctrina del Evangelio; á _no merece la pena_, por es
digno de desprecio; á _acusar el recivo de una carta_, por avisar que
se recivió; á _cantar_, _tocar_, _bailar á la perfeccion_, por cantar,
tocar, bailar con primor; á _exercitar el ministerio de la palabra
de Dios_, por predicar; á _darse la pena_, por tomarse el trabajo; á
_bellas letras_, por letras humanas; á _nada de nuevo ocurre en el
dia_, en lugar de por ahora no ocurre novedad; á...»

13. -- «Tenga vuestra Merced, Señor Don Cárlos, le interrumpió el
Magistral, no se canse vuestra Merced mas, que seria interminable
la enumeracion, si se empeñara vuestra Merced en reconvenirme con
todas las frases, voces y modos de hablar afrancesados, que se han
introducido de poco tiempo á esta parte en nuestra lengua, y cada dia
se van introduciendo, con mucha vanidad de los extrangeros y con no
poco dolor de todo buen Español de juício y de meollo. Dígole á vuestra
Merced, que ni á essos ni á otros innumerables francesismos, que sin
qué ni para qué se nos han metido de contrabando á desfigurar nuestra
lengua, daré jamas quartel ni en mis conversaciones ni en mis escritos.»

14. -- «Pues, poca fortuna hará vuestra Merced en la Corte, respondió
Don Cárlos, y presto seria vuestra Merced el juguete de las oficinas y
de los tocadores, si se fuera allá con essos sentimientos.» -- «Por lo
que mira á los tocadores, dixo el Magistral, passe, y convengo en que
en los mas seria mal recivido. Donde se habla tanto de _peti-bonets_,
_surtús_ y _ropas de chambre_, no puede esperar buena acogida el
que llama cofias, sobretodos y batas á todos essos muebles; pero
en las oficinas no seria tan mal recivido como á vuestra Merced le
parece, porque en ellas hay de todo. Es cierto, que se encuentra tal
qual de aquellos iniciados en la política, quiero decir de aquellos
covachuelistas, aprendices ó de primera tonsura, que...

                        _anno non amplius uno_
    _et minimo sudore et amico abdomine salvo,_

solo porque leyeron las obras de Feijoó, los libros de _Ciencia de
Corte_, el _Espectáculo de la Naturaleza_, la _Historia del pueblo
de Dios_, y algunos otros pocos de los que hoy son mas de moda, no
solo se juzgan capaces de hablar con resolucion y con desenfado en
todas las materias, sino que se imaginan con bastante autoridad para
introducirnos aquellas voces extrangeras, que suenan mejor á sus mal
templados oídos; y, aunque las tengamos acá igualmente significativas,
no hay que esperar se valgan de ellas, ni aún se dignen solamente de
mirarlas á la cara.»

15. «Estos, si escriven una carta gratulatoria, no dirán: _Doy á
vuestra Merced mil enhorabuenas por el nuevo empléo que ha merecido
á la piedad del Rey_, aunque los saquen un ojo; sino: _Felicito á
vuestra Merced por el justo honor con que el Rey ha premiado su
distinguido mérito_. Si quieren expressar su complacencia á un amigo
por algun feliz sucesso, no tema vuestra Merced que le digan pura y
castellanamente: _Complázcome tanto en los gustos de vuestra Merced
como en los mios proprios_; es menester afrancesar mas la frase y
decir: _No hay en el mundo quien se interesse mas que yo en todas
las satisfacciones de vuestra Merced: ellas tienen en mi estimacion
el mismo lugar que las mias._ Escrivir ó decir á uno sencillamente:
_Mande vuestra Merced, que le serviré en quanto pudiere_, lo tendrian
por vulgaridad y aldeanismo; _cuente vuestra Merced conmigo en todo
trance_, es expression que huele á Corte, y lo demas es de patanes.
_Esse negocio no toca á mi departamento_, para explicar que no
corresponde á su oficina, jamas se les olvidará. _Ya está sobre el
bufete_, para decir que _ya está puesto al despacho_, es cláusula
corriente; y carta he visto yo de cierto covachuelista, que decia:
_Essa dependencia ya está sobre el tapiz_, cosa que sobresaltó mucho al
sugeto interessado, porque juzgó buenamente, que por hacer burla de él
le havian retratado de mamarracho en algun paño de tapicería.»

16. «Digo pues, que con estos pocos oficiales novicios de covachuela
no lograria buen partido mi lenguage ramplon y ceñido escrupulosamente
á las leyes de Covarruvias y á las de otros, que reconozco y venero
por legítimos legisladores ó jueces de la lengua Castellana; pero
esta tiene tambien otros muchos partidarios dentro de las mismas
covachuelas, pudiendo assegurar que son los mas y los de mejor voto
que hay en todas las oficinas. Créame vuestra Merced, que estas están
llenas de hombres eruditos, cultivados y aún doctos, amantíssimos
de nuestra lengua, bien instruídos de las riquezas que encierra, y
muy persuadidos á que dentro de su thesoro tiene sobrados caudales
para salir con lucimiento de quantas urgencias se la puedan ofrecer,
á excepcion de tales quales voces facultativas y de otras pocas
peculiares, que es preciso se presten unas lenguas á otras, sin que
se eximan de esta necessidad las primitivas, matrices ú originales.
Cónstame, que estos verdaderos Españoles gimen ocultamente de haver
hallado ya entremetidas y como avecindadas en sus oficinas muchas
voces, que pudieran y debieran haverse excusado, como _departamento_,
_inspeccion_, _aproches_, _glacis_, _bien entendido que_, _hacer el
servicio_, _será responsable_, _inteligenciado el Rey_, _exigir del
vasallo_, y otras innumerables, pues son tantas que

                      _nec tot simul Apula muscas_
    _Arva ferant, nec tot vendat mendacia falsi_
    _Institor unguenti, nec tot deliria libris_
    _Adfuerit logicis, physicis aliisque Noriscus_.»

17. «Bien quisieran ellos desterrarlas de sus mesas, de sus cartas y de
sus despachos; mas, ó no se hallan con fuerzas para tanto; ó, viéndolas
ya como connaturalizadas en virtud de la possession, aunque no muy
larga, no quieren meterse á disputarlas la propriedad; ó, en fin, las
dexan correr por otros motivos políticos, que á mí no me toca examinar.
Pero como quiera, esté vuestra Merced persuadido á que estos no me
recivirian mal, ni me oirian con desagrado, siempre que les hablasse
como hablaban nuestros abuelos.»

18. -- «A lo ménos, replicó Don Cárlos, no saldré yo por garante de que
los Traductores de libros franceses hiciessen á vuestra Merced buen
quartel; y en verdad que estos no son ranas, ni son en pequeño número,
y que en la Corte hacen la mas bella figura.»

19. -- «Déxelo vuestra Merced, Señor Don Cárlos, déxelo por Dios»,
replicó el Magistral. «Un punto ha tocado vuestra Merced en que no
quisiera hablar, porque, si me caliento un poco, parlaré una librería
entera. Traductores de libros franceses! Traductores de libros
franceses! no los llame vuestra Merced assí; llámelos _Traducidores_ de
su propria lengua y corruptores de la agena, pues, como dice con gracia
el Italiano, los mas no hacen _traduccion_, sino _trahicion_ á uno y
á otro idioma, á la reserva de muy poquitos, _quos digito monstrarier
omni, vel cæco facile_. Todo el resto échelo vuestra Merced á pares y
nones, y tenga por cierto que es la mayor peste que ha inficionado á
nuestro siglo.»

20. «No piense vuestra Merced que estoy mal, ni mucho ménos que
desprecio á los que se han dedicado ó se dedican á este utilíssimo y
gloriosíssimo trabajo; disto tanto de este concepto, que en el mio son
dignos de la mayor estimacion los que le desempeñan bien. En todos los
siglos y todas las Naciones han consagrado los mayores aplausos á los
buenos Traductores, y no se han desdeñado de aplicarse á este exercicio
los hombres de mayor estatura en la República de las letras. Ciceron,
Quintiliano, y el mismo Julio César enriquecieron la lengua latina con
la traduccion de excelentes obras griegas, y á San Gerónymo le hizo mas
célebre y le mereció el justo renombre de Doctor máximo de la Iglesia,
la version de la Biblia que llamamos _la Vulgata_, mas que sus doctos
_Comentarios sobre la Escritura_ y los excelentes tratados que escrivió
contra los Hereges de su tiempo. Santo Thomas traduxo en latin los
Libros Políticos de Aristóteles, y no le grangeó ménos concepto esta
bella traduccion que su incomparable _Summa Theologica_. Y á la verdad,
si son tan beneméritos de su nacion los que trahen á ella las artes,
las fábricas ó las riquezas que descubren en las extrañas, por qué lo
han de ser ménos los que comunican á su lengua aquellos thesoros que
encuentran escondidos en las extrangeras?»

21. «Assí pues, soy de dictámen que un buen Traductor es acreedor á los
mayores aplausos, á los mayores premios y á las mayores estimaciones.
Pero, qué pocos hay en este siglo que sean acreedores á ellas! Nada
convence tanto la suma dificultad que hay en traducir bien, como la
multitud de traducciones que nos sofocan, y quan raras son no digo
ya las que merezcan llamarse buenas, pero ni aún tolerables! En los
tiempos que corren, es desdichada la madre que no tiene un hijo
Traductor. Hay peste de Traductores, porque casi todas las traducciones
son una peste. Las mas son unas malas y aún perversas construcciones
gramaticales, en que, á buen librar, queda tan estropeada la lengua
traducida como desfigurada aquella en que se traduce; pues se hace de
los dos un pataborrillo que causa asco al estómago francés, y da gana
de vomitar al castellano. Ambos desconocen su idioma: cada uno entiende
la mitad, pero ninguno entiende el todo. Yo bien sé en qué consiste
esto, pero no lo quiero decir.»

22. «Lo que digo es, que con efecto los malos, los perversos, los
ridículos, los extravagantes ó los idiotas Traductores son los que
principalíssimamente nos han echado á perder la lengua, corrompiéndonos
las voces tanto como el alma; ellos son los que han pegado á nuestro
pobre idioma el mal francés, para cuya curacion no basta ni aún todo el
mercurio preparado por la discreta pluma del gracioso Fracastorio,

                                 _unicum illum,_
    _Ulcera qui jussit castas tractare Camenas._

Ellos son los que han hecho, que ni en las conversaciones ni en las
cartas familiares ni en los escritos públicos nos veamos de polvo
gálico, quiero decir, que parece no gastan otros polvos en la salvadera
que arena de la Loira, del Ródano ó del Sena, segun espolvoréan todo
quanto escriben de galicismos ó de francesadas. En fin, ellos son los
que, debiendo empeñarse en hacer hablar al Francés en castellano,
(porque al fin essa es la obligacion del Traductor,) parece que
intentan todo lo contrario, conviene á saber, hacer hablar al
Castellano en francés; y con efecto lo consiguen.»

23. «En esto son mas felices aquellos Traductores, que en realidad
son mas desgraciados. Si por su dicha y por nuestra poca fortuna
encontraron con una obra curiosa, digna, instructiva y divertida, con
ella nos echan mas á perder; porque, quanto mas curso tiene y mayor es
su despacho, cunde mas el contagio, y el daño es mas extendido. Por
ahí anda cierta obra que se comprende en muchos volúmenes, la qual,
sin embargo de ser problema entre los sabios si es mas perjudicial
que provechosa, ha logrado no obstante un séquito prodigioso: no hay
librería pública ni particular, no hay celda, no hay gabinete, no hay
ante-sala ni aún apénas hay estrado, donde no se encuentre, tanto
que hasta los perrillos de falda andan jugueteando con ella sobre
los sitiales. Cayó esta obra en manos de un Traductor capaz, hábil y
laborioso á la verdad, pero tan apresurado para acabarla quanto ántes,
que la publicó á medio traducir, quiero decir, que la mitad de ella
la dexó en francés, y la otra mitad la vertió en castellano. Olvidóse
sin duda el presuroso Traductor de que siempre se da bastante prisa
el que hace las cosas bien, y el que las hace mal haga cuenta que las
hizo muy despacio. Y qué sucedió? Lo que llevo ya insinuado: como
estos libros se han hecho ya de moda en toda España, como los leen los
doctos, los leen los semi-sabios, los leen los idiotas, y hasta las
mugeres los leen; y como todos encuentran en ellos tantos términos,
tantas cláusulas, tantos arranques y aún tantos idiotismos franceses,
que jamas havian hallado en las obras mas cultas y mas castizas de
nuestra lengua, qué juzgan? Que esta es sin duda la moda de la Corte,
y, encaprichados en seguirla en el hablar como la siguen en todo lo
demas, unos por no parecer ménos instruídos, y otros por ser en todo
monas ó monos, apénas aciertan en la conversacion con una cláusula que
no parezca fundida en los moldes de Paris.»

24. «Pocos dias ha que hablando con cierta Dama me espetó esta
gerigonza: _Un hombre de carácter tuvo la bondad de venir á buscarme
á mi casa de campaña, y por cierto que á la hora me hallaba yo en
uno de los apartamientos que están á nivel con el parterre; porque,
como el pavis es de bello mármol, y el depósito de la gran fuente cae
debaxo de él, sobre lograrse el mas bello golpe de vista, hace una
estancia muy cómoda contra los ardores de la estacion. Este hombre de
qualidad estaba penetrado de dolor, por quanto havian arrestado á un
hijo suyo, haciéndole criminal de no sé qué pretendidos delitos, que,
todo bien considerado, se reducian á unas puras vagatelas, y venia á
suplicarme tuviesse con él la complacencia de interponer mi crédito con
el Ministro, para que se le levantasse el arresto._ Iba á proseguir, y,
no teniendo ya paciencia para sufrir su algarabía, la pregunté si sabia
la lengua francesa. _Perdóneme vuestra Merced, Señor Magistral_, me
respondió al punto, _no estoy iniciada ni aún en los primeros elementos
de esse idioma todo amable_. -- Pues, como habla vuestra Merced,
la repliqué yo, un elegante francés en castellano? -- _Ha Señor!_
respondió ella: _estoy leyendo la célebre Historia de...,[23] que es un
encanto_.»

25. -- «Ya me lo daba á mí el corazon, repliqué yo; essa Historia es
sin duda una de las obras mas extraordinarias que hasta ahora se han
emprendido: la materia[24] de que trata no puede ser de mayor interés,
y los documentos en que se funda, de los quales no se desvía un punto,
son infalibles. Por esso es la única Historia, de quantas se han
escrito en el mundo, de la qual puede y debe uno fiarse enteramente,
dando un ciego assenso á todo lo que dice. Añádese á esto, que en la
lengua francesa está escrita con tanta elegancia, con tanta gracia y
con tanta dulzura, que verdaderamente embelesa; y, en tomándola en
la mano, no acierta un hombre á desprenderse de ella. No obstante
huvo grandes dificultades para permitir que corriesse en español, y
se examinó por largo tiempo la materia, pretendiendo muchos hombres
doctos que su publicacion en lengua vulgar estaba expuesta á graves
inconvenientes. Prevaleció la opinion contraria; y, aunque no sé si
se siguieron ó no los inconvenientes que se temian, á lo ménos es
visible la experiencia de uno, bastantemente perjudicial, aunque no de
aquella linea, que acaso no se esperaba. Este es la corrupcion ó el
estropeamiento de nuestra lengua, que á lo ménos en la extension es reo
principalmente el Traductor de esta obra.»

26. «Fué tan feliz en su despacho como poco dichoso en su traduccion:
quanto mayor ha sido aquel, mas se han extendido los desaciertos y los
francesismos de esta.[24] Y, como no hay pueblo ni aún rincon en España
donde esta Historia no se lea con ansia, tampoco le hay donde mas ó
ménos no se haya pegado el contagio francés de que adolece. Este ha
inficionado con mucha especialidad á las mugeres inclinadas á libros.
Como casi todas se hallan destituídas de aquellos principios que son
necessarios para discernir lo bueno de lo malo, y como todas, sin casi,
son naturalmente inclinadas á la novedad, han encontrado mucha gracia
en las voces, en las frases, en las transiciones y en los modos de
hablar afrancesados, que hierven en dicha traduccion, y no es creíble
el ansia con que los han adoptado.»

27. «Sucede á nuestras Damas Españolas con la lengua francesa, lo que
sucedió á las Latinas ó Toscanas con la griega. Teníase por vulgar
la que no empedraba de griego la conversacion, y aún llegó á tanto
la extravagancia, que entre ellas no se reputaba por linda la que no
pronunciaba aún el mismo latin con el acento ó con el dialecto áttico.
Todo lo havian de hacer á la griega: hablar, vestirse, tocarse, comer,
cantar, reir, assustarse, enojarse; en una palabra, afectaban el
aire griego en todos sus gestos, acciones y movimientos. Y esto de
qué nació? No solo del comercio de los Griegos con los Latinos, sino
principalmente del desacierto de algunos Traductores latinos, que por
ignorancia ó por capricho se empeñaron en latinizar una infinidad de
nombres griegos. Cayó esto muy en gracia á las Damas; hicieron moda
de la extravagancia, y dieron motivo á Juvenal para que justamente se
burlasse de ellas en la Sátyra sexta, quando dixo:

    _Quædam parva quidem, sed non toleranda maritis._
    _Nam quid rancidius, quam quod se non putat ulla_
    _Formosam, nisi quæ de Tusca Græcula facta est,_
    _De Sulmonensi mera Cecropis? Omnia græce,_
    _Cum sit turpe magis nostris nescire latine._
    _Hoc sermone pavent, hoc iram, gaudia, curas,_
    _Hoc cuncta effundunt animi secreta. Quid ultra?_
    _Concumbunt græce._»

28. «Si no temiera que vuestra Merced se havia de ofender, añadí á
dicha Señora, la recitaria una glosa no del todo desgraciada, que
cierto amigo mio hizo de este trozo de Juvenal, aplicándole á nuestras
Damas Españolas, ciegamente apassionadas por todo quanto ven, oyen
ó leen, como venga de la otra parte de los Pirinéos. -- _No me haga
vuestra Merced la injusticia de tenerme por tan delicada_, respondió
la Dama, _y assí puede vuestra Merced recitar con toda libertad de
espíritu esse passage_. -- Pues, con licencia de vuestra Merced,
continué yo, la glosa de mi amigo sobre nuestras Españolas á la
francesa dice assí:

    Otros defectos tienen no crecidos,
    Mas serán unas bestias los maridos,
    Si los sufren y callan;
    Pues, quando piensan se hallan
    Con muger Andaluza ó Castellana,
    Sin sentir, de la noche á la mañana,
    Se les volvió en Francesa,
    Por quanto dicen que la moda es essa.
    Amaneció contenta con su Doña,
    Y acostóse _Madama de Begoña_,
    Pues, aunque su apellido es de _Velasco_,
    Comenzó á causarle asco,
    Quando supo que en Francia las casadas
    Están acostumbradas
    A dexar para siempre su apellido,
    Por casarse aún assí con el marido,
    Y suelen ser mas fieles con el nombre,
    Las que ménos lo son con el buen hombre.
    La que nació en Castilla,
    Aunque sea la nona maravilla,
    No se tiene por bella
    Miéntras no hable como hablan en Marsella
    La Manchega, Extremeña ó Campesina
    Afecta ser de Orleans; la Vizcaína
    Entre su _Jaincoá_ y _Echeco Andréa_
    Nos encaxa un _Monsieur de Goicochéa_,
    Muy preciadas de hablar á lo extrangero,
    Y no saben su idioma verdadero.
    Yo conocí en Madrid á una Condesa,
    Que aprendió á estornudar á la francesa,
    Y, porque otra llamó á un criado _chulo_,
    Dixo que aquel epítheto era nulo
    Por no usarse en Paris tan mal vocablo;
    Que otra vez le llamasse _pobre diablo_,
    Y, en haciendo un delito qualquier page,
    Le reprehendiesse su _libertinage_.
    Una muger de manto
    No ha de llamar al Papa el Padre Santo,
    Porque, quadre ó no quadre,
    Es mas francés llamarle el _Santo Padre_.
    Para decir que un libro es muy devoto,
    Diga que tiene _uncion_, y tendrá el voto
    De todas quantas gastan expressiones
    Necessitadas de tomar unciones.
    Al Nuevo Testamento,
    (Este es el aviso del mayor momento,)
    Llamarle assí es ya muy vieja usanza;
    Llámase _à la dernière_ Nueva Alianza.
    Al Concilio de Trento ó de Nicéa
    Désele siempre el nombre de _Assambléa_;
    Y, si se ofenden de esso los Maltheses,
    Que vayan con la quexa á los Franceses.
    Logro la dicha, es frase ya perdida;
    _Tengo el honor_, es cosa mas valida.
    Las honras que Usted me hace, es desacierto;
    Las honras se me harán despues de muerto.
    Llamar á un pisaverde _Pisaverde_,
    No hay muger que de tal nombre se acuerde;
    _Petimetre_ es mejor y mas usado
    O por lo ménos mas afrancesado.
    _Ya hize mis devociones_,
    Por ya cumplí con ellas: qué expressiones
    Tan cultas y elegantes!
    Y no decir, como decian ántes,
    _Ya rezé_, frase baxa, voz casera,
    Sufrible solo en una cocinera.
    _Tiene mucho de honrada_, no hay dinero
    Para pagar este lenguage; pero
    Decir á secas que es muger honrada,
    Gran frescura, valiente pampringada!
    Doña Fulana es muy amiga mia,
    Esso mi quarta abuela lo decia;
    Pero _ella es la mejor de mis amigas_:
    Oh qué expression! Parte que hace migas
    El alma en la dulzura
    De esta almibaradíssima ternura.
    Voy á jugar mañana,
    Es frase chavacana;
    _A una partida hé de assistir de juego_,
    Se ha de decir, y luego
    Se ha de añadir: _Ormaza_
    _Tambien á otra partida va de caza_.
    Oh Júpiter! para quando son los rayos?
    Si esto es ser cultos, mas vale ser Payos.»

29. «Todo esto recité á la tal Señora mia, porque ya entónces lo
sabia tan de memoria como ahora; y, sin dar lugar á que hablasse otra
palabra, levanté la visita, y la dexé, á mi parecer, si no del todo
enmendada, á lo ménos un poco corrida y no tan satisfecha de sus
traducciones esguízaras ó mestizas, que nos han afrancesado nuestro
puríssimo y elegantíssimo idioma, tanto que, si ahora resucitaran
nuestros abuelos, apénas nos entenderian. Y, por no dissimular nada,
sepa vuestra Merced, que el Autor de esta satyrilla es este Señor
Eclesiástico, mi compañero y amigo, Canónigo tambien de mi santa
Iglesia.» Y al decir esto señaló con el dedo á Don Basilio, que, no
obstante su despejo, se sonrojó un si es no es.

30. Apénas lo oyó el Familiar, quando sin libertad para otra cosa le
echó los brazos al cuello y exclamó todo alborozado: «Oh, Señor Don
Basilio! Con que su Mercé tiene _engenio_ para componer unas _copras_
en verso tan aventajadas? Ya me lo daba á mí el corazon _dende_ que le
_uí_ en la mesa aquella décima de diez piés, que me quedó aturrullado.
Bien haya su Mercé que _empréa_ la _habilencia_ que Dios l’ a dado en
_golver_ por el _habra_ de nuestros traseros, y no c’ aora ha dado
en usarse una girigonza, que en mi ánima jurada no parece sino que
todos _habran_ latin. La postrera vez que fué á _Vayaolí_ á cosas de
_Enquisicion_, _uí_ á un Crérigo, que diz que era de una Cofradía que
se llama, se llama... _ansina_ como cosa de _Aca mia_, el qual estuvo
_palrando_ con un señor _enquisidor_ mas de una hora, y, aunque al
parecer _palraba_ en castellano, si le entendia un _vocabro_, se me
escapaban ciento. Bien haya la madre que le parió á su Mercé, y Dios le
dé mucha vida para _emprearse_ en tan _güenas_ obras!»

31. Como vió Don Cárlos, que no tenia de su parte el auditorio, y que
no havia que esperar se introduxesse en Campazas el castellano _á la
papillota_; temiendo por otra parte que, si duraba mas la conversacion,
le havian de hacer añicos aquellos patanes, que por tales reputaba él á
quantos no entraban en el lenguage á la moda, levantó la visita y, con
pretexto de que tenia precision de dormir aquella noche en la Bañeza,
se excusó á las muchas instancias que le hizo el Magistral para que la
passasse en su compañía; montó á caballo, y prosiguió su camino.



CAPITULO IX.

Donde se cuenta el maravilloso fruto que hizo el sermon del Magistral
en el ánimo de Fray Gerundio.


1. El qual assí atendió á toda la entretenida y graciosa conversacion,
que passó entre el Magistral y el _monsieuríssimo_ de Don Cárlos,
como ahora llueven albardas; porque enteramente preocupado de la
jabonadura, que aquel le estaba dando, no podia echar de la imaginacion
las especies, pegándosele mas aquellas que le herian mas en lo vivo,
no de otra manera que una mosca de burro se clava mas en la carne que
otra mosca regular, por quanto aquella tiene el aguijon mas penetrante
que esta. Sobre todo le afligia extrañamente ver desvanecidas en un
instante todas aquellas alegres idéas de fortuna, que él se havia
representado, dando por supuesto que su Tio quedaria encantado
de sus prendas y talentos, luego que le oyesse predicar. Lloraba
amargamente dentro de su corazon, que ya el Magistral, aunque llegasse
á ser Arzobispo de Toledo, no haria caso de él, y que ni siquiera
solicitaria con la Orden que le hiciessen Superior de una Pinzocha,
quanto mas proporcionarle un Obispadillo en Indias, como ya él lo tenia
consentido, y tanto que havia dado palabra á una buena viuda del lugar
que, quando le hiciessen Obispo, (lo que á su parecer no podia tardar
mucho,) llevaria consigo á un hijo suyo, que á la sazon tenia doze
años, y le haria su Page de cámara, cosa que consoló infinitamente á
la bendita de la muger, la qual le pidió por gracia, que no le dexasse
comer turron ni mermelada ni cosa de dulce, porque el muchachuelo
era goloso y padecia mucho de lombrizes, concluyendo que assí se lo
suplicaba por amor de Dios á su Ilustríssima. Fray Gerundio la empeñó
su palabra episcopal de que esta seria la primera advertencia que
haria, assí á su Mayordomo como á el Maestro de Pages, y, dándola á
besar la mano con mucha autoridad, la echó la bendicion y la despidió
muy consolada.

2. Pero, como todas estas alegres imaginaciones se convirtieron en
humo, luego que se acabó ó se interrumpió la terrible repassata
del juicioso y docto Magistral, no se puede ponderar qué triste,
melancólico y pensativo quedó el pobre Fray Gerundio: todos los demas
salieron á despedir á Don Cárlos; solo él se quedó en la sala, sentado
en una silla, el codo derecho sobre el brazo de ella, la cabeza
reclinada sobre la mano, los ojos clavados en la tierra, y lanzando
profundos suspiros de lo mas íntimo de su corazon. En esta postura le
encontró su grande amigo Fray Blas, que hasta entónces havia estado
durmiendo la siesta, para cuya larga duracion havia hecho méritos en
la mesa; y, como no havia oído el sermon del Magistral ni assistido á
la visita del Cortesano Don Cárlos, quedó estrañamente sorprendido,
quando vió á Fray Gerundio convertido en una viva imágen de la misma
melancolía.

3. «Qué es esto, Gerundio amigo?» le preguntó sobresaltado. «Qué
novedad es esta? Assí te dexas dominar de la tristeza en el dia de
tus mayores glorias? Quando has llenado de regocijo á tu patria, has
de dar entrada en tu corazon á essa negra melancolía? Es possible que
las bocas de todos están hoy empleadas en panegyrizar tus assombrosos
talentos, sin acertar con otras voces que no sean las de tus mayores
aplausos, y solamente la tuya ha de obscurecer la celebridad del dia
con dolorosos suspiros? Te duele algo? Te ha sentado mal la comida?
O acaso te atormenta tu aprehension, pareciéndote que dexaste algo
que desear en el assombroso sermon que predicaste? ó que omitiste
alguna circunstancia substancial, ó que pudiste tocar mejor alguna de
las que tocaste, ó finalmente que alguno de los innumerables textos
que traxiste no vino tan á pelo, como ahora se le representa á tu
delicadíssimo ingenio? Pues te hago saber que, si es algo de esto
lo que te melancoliza, miente tu aprehension como una grandíssima
embustera, y no has de hacer mas caso de ella que de un cínife que te
zumba á los oídos, todo bulla y nada substancia: no ha oído el Páramo
sermon igual, ni en los famosos púlpitos, que bañan las aguas del
rio Tuerto y las del rio Grande, se ha de predicar en muchos siglos
panegýrico mayor; hora se mire la propriedad ingeniosa del assunto,
hora se atienda la delicada oportunidad de las pruebas, hora se
considere la menuda y sútil comprehension de todas las circunstancias,
hora se reflexione la casi divina aplicacion de los textos, hora se
examine la sutileza de los reparos y la agudeza de las soluciones, hora
finalmente se pare la consideracion en la variedad hermosa del estilo,
unas veces elevado, otras cadencioso, pero siempre sonoro, y elegante
siempre: pues, siendo esto assí, de que te entristeces? qué motivo
tienes para estar tan melancólico, tan enagenado y tan pensativo?»

4. -- «Ay, Padre Predicador mio de mi alma, exclamó Fray Gerundio, y
como se conoce que no sabe vuestra Merced lo que me ha passado con mi
Señor Tio el Magistral! Pero aquí no estamos bien, ni podemos hablar
con libertad; tomemos los sombreros y los báculos y salgámonos al
campo por la puerta del corral, miéntras la gente está allá ocupada
y divertida en despedir á un tal Don Cárlos, que viene de Madrid y
para mí debió de ser algun Angel del Cielo, que traxo Dios para que me
conservasse la vida; porque llegó á tiempo que ya no podia mas, y temí
que me diesse un accidente, oyendo las cosas que me estaba diciendo mi
Tio. La entrada de Don Cárlos cortó la conversacion, y ellos tuvieron
allá otra á que yo no atendí, aunque me hallaba presente, porque me
ocupaba enteramente la atencion aquello que me dolia. Salgámonos,
salgámonos al campo, que ya rebiento por desahogarme con vuestra
Merced, y oirá cosas que le aturdirán.»

5. Cogieron los sombreros, tomaron los báculos, y, sin que los viesse
ninguno de los que estaban enfrascados en la bulla de la despedida,
se salieron al campo por la susodicha puerta. Contó Fray Gerundio á
su estrechíssimo amigo todo quanto le havia dicho el Magistral, sin
perder casi punto, sýlaba ni coma; porque, sobre ser de una memoria
feliz, como le havian penetrado tanto las razones de su Tio, se le
havian gravado profundamente en el alma. Díxole, que lo mas que havia
sentido en aquella sangrienta correccion era, que se la huviesse dado á
presencia del Canónigo Don Basilio y del Familiar; porque, ademas de lo
que perderia con ellos, no dexarian de divulgarlo entre otros muchos,
y con esso iba su crédito por los suelos: especialmente desconfiaba
mucho de su pariente el Familiar, porque le havia notado la grande
complacencia con que estaba oyendo al Magistral, y que á su modo cerril
y tosco seguia en todo las mismas máximas, á que se añadia tener un
genio zumbon á lo socarron y ladino, en fuerza del qual no dexaria de
divertirse á su costa todas las veces que se ofreciesse. Finalmente,
no le dissimuló que le havian hecho mucha fuerza las razones del
Magistral, y que estaba muy tentado á dexar la carrera, porque conocia
que no era para ella, y entablar la pretension de que le volviessen á
los estudios, ó, quando esto no pudiesse ya ser, que le dedicassen al
choro.

6. «Víctor! dixo Fray Blas, y que te den un confite por la gracia:
vamos claros, que la docilidad del chico y su blandura de corazon
es admirable. Es possible, (pecador de mí!) que te haya hecho tanta
fuerza el lastimoso sermoncillo del Señor Magistral, que, si solo se
reduxo á lo que me has contado y yo te he estado oyendo con grandíssima
paciencia, es de lo mas fútil y ridículo que se puede pensar? Dime,
hombre apocado, te dixo alguna cosa tu Tio, que no hayas oído ya
cincuenta mil veces? Añadió algo de substancia á las vejeces de nuestro
Reverendo Padre Fray Borzeguíes Marroquíes, _alias_ el Maestro Fray
Prudencio? La missioncita que te predicó á tí el circunspectíssimo
Señor Don Magistral, no es tan parecida como un huevo á otro huevo á la
otra, que me predicó á mí aquel otro Reverendíssimo de márras, despues
de mis dos famosos sermones de la Trinidad y de la Encarnacion, cuya
memoria durará por los siglos de los siglos, y de cuyas utilidades se
conservarán reliquias por algunos años en el baul y en las navetas?»

7. «Oh Señor, que son disparates! Oh Señor, que son locuras! Esto se
dice, pero no se prueba. Mas séanlo en buen hora. Si las locuras y
los disparates grangéan tanto aplauso, dónde hay en el mundo mejor ni
mayor sabiduría? Si los disparates y las locuras son tan proficuos, qué
mayor locura que ser cuerdo? ni qué mayor disparate que predicar con
juício? A este precio sea sabio el que quisiere, que yo á mi bolsillo
me atengo: éntrese en casa la dicha, y mas que se entre por la garita.
Díxolo todo divinamente un Theatino, que en Dios y en mi conciencia es
lástima que lo sea:

                  _... Quod si hæc insania dici_
    _Debet, amabilior nulla est sapientia; malo_
    _Desipere hoc pacto, fias utcumque beatus;_
    _Optandum ut fias; sunt et deliria tanti._»

8. «Ven acá, corazon de lana: tú no sabes la estrecha amistad y
la grande correspondencia, que tiene el Señor Magistral con los
padrotíssimos de la Orden? Ignoras que estos le han pegado sus máximas
de _in illo tempore_, y que las suyas no son mas que echos de las de
sus Reverendíssimas? Pues, si no te hicieron fuerza en la boca de
estos, por qué te la han de hacer en la de aquel? Acaso las da mas peso
la sobrepelliz y el bonete que el escapulario y la capilla?»

9. «Amen de esso, has de tener entendido que tu Señor Tio, á lo que he
oído decir, se ha declarado sectario de ciertos Predicadores, que ahora
se van usando assí en la Corte como fuera de ella, los quales se llaman
_Predicadores modernos_, ó á la moderna, para distinguirlos de los
antiguos, á quienes se los da el nombre de _Predicadores veteranos_,
y con grande propriedad á mi pobre juício; porque, assí como en la
milicia vale mas un soldado veterano que quatro visoños, assí en las
campañas del púlpito un _veterano Predicador_ importará por quatro
modernos; y créeme que hablo con modestia, porque no exageraria mucho,
aunque dixesse que valia por quarenta.»

10. «Porque al fin, á qué se reduce esta secta? Ante todas cosas sienta
por primera máxima fundamental, que todo sermon, sea panegýrico, sea
moral, sea fúnebre y aunque sea tambien de ánimas (cosa ridícula),
se ha de dirigir primaria y principalíssimamente á la reformacion de
las costumbres, haciendo amable la virtud y aborrecible el vicio;
con sola esta diferencia que en los del género laudatorio, á que se
reducen los panegýricos y los fúnebres, se hace comunmente por via de
imitacion; en los morales, á fuerza de razones; y en los de ánimas se
ha de proceder por el terror y por el escarmiento. Has oído en tu vida
cosa mas extravagante? Con que, hétele que todo sermon ha de ser una
missioncita, y el Predicador que no se meta á Missionero, que aprenda
otro officio... Vamos claros; que es buena impertinencia.»

11. «Supuesto este principiote, se sigue naturalíssimamente el otro,
conviene á saber, que todo assunto, sea en la oracion que se fuere,
ha de ser mazorral y á plomo, quiero decir, tan sólido y tan macizo
que no haya mas que desear. Pongo por exemplo: predicas un panegýrico
en la fiesta de Todos Santos; pues, has de tomar por assunto esta
proposicion ú otra equivalente: _La santidad es la verdadera sabiduría;
esta habita en los Santos y reina en toda su conducta_. Lo mas mas que
se te permite, es que dividas el mismo pensamiento ú otro semejante en
dos proposiciones, proponiéndolos con un airecillo de antíthesis, como
si dixéramos: _El Santo tenido por ignorante es el verdadero sabio,
primera parte; el sabio sin virtud reputado por docto es el verdadero
ignorante, parte segunda_. Has visto cosa mas fria?»

12. «Predicas el panegýrico de un Santo, verbi gracia de San Joseph;
pues guárdate bien de tomar por assunto, que _San Joseph fué mas Padre
de Jesus que el mismo Padre eterno, fué mas hijo del Padre eterno
que el mismo Verbo divino, fué mas Esposo de la Vírgen que el mismo
Espíritu Santo_; porque este divino assunto, predicado por un orador
portugués, monstruo del púlpito, (y no es el Padre Vieyra,) aunque se
reduce en suma á tres hypérboles galantes, levantarán el grito los
sectarios de la nueva moda y te dirán con la mayor frescura en tus
mismas barbas, que son tres heregías valientes. Solo pues te será
licito decir que _San Joseph, como Padre putativo de Jesus, fué el
hombre á cuyas órdenes estuvo Dios mas rendido, y fué el hombre que mas
se rindió á las órdenes de Dios_. Mira por tu vida, qué grandíssima
frialdad!»

13. «Quieres predicar de algun mysterio, como verbi gracia de la
Trinidad? Si te empeñaras en probar, que las tres divinas Personas en
una indivisible essencia eran el Geryon de la gracia, ó el impossible
de Edipo, ó el lazo gordiano burlador del azero de Alexandro, todos
estos Oradores á la moderna te gritarian: _Al loco, al blasphemo, al
impío!_ Y no te verias de polvo, siendo assí que todos tres son otros
tantos pensamientos assombrosos, que andan impressos con todas las
licencias necessarias, y que merecen realmente eternizarse, no digo
yo en los moldes, sino en letras de diamantes; pero tú, guárdate bien
de empeñarte en essas valentías del ingenio; porque estos hombres
hocicudos, que tienen ojeriza con todo lo que es delicadeza, sobre
los silvos susodichos, te delatarian á la Inquisicion ó te harian
ridículo en estrados y tertulias. Conténtate pues con decir simple y
sencillamente, como pudiera un Sayagués: _El mysterio de la Santíssima
Trinidad es entre todos los mysterios, lo primero, el mas obscuro á la
razon, y lo segundo, el mas evidente á la fé_. Insulsez que es capaz de
hacer insípida y zonza á la misma sal.»

14. «Consiguientes en todo á su systema, dicen despues, que estos
assuntos de argamassa se han de probar con razones de cal y canto, y
es claro que las han de encontrar en abundancia y á qual mas metida en
harina; porque, como todas aquellas proposiciones son unas verdades
perentorias, que parece las está dictando la misma razon natural, á la
primera azadonada de la reflexion descubren una cantera de pruebas, con
que fabrican un sermon mas sólido que la obra de Escurial. Es cierto,
que estas razones las tornéan, las vuelven y las revuelven de mil modos
diferentes, adornándolas con tropos, con figuras y con todo el aparato
rhetórico, que no parece sino que está un hombre oyendo á Ciceron, á
Junio Bruto, á Cayo Graco ó á Cornelio Cethego. No dexan de la mano
á aquel eterno hablador, que se ha levantado lo mas iniquamente del
mundo con el título de _Príncipe de los Oradores_, siendo assí que le
quadraria mejor el de _Director_ ó _Bastonero de todos los locutorios_

                        _manibus Cicerunculus hæret_
    _Semper, et adtritus nocturno idemque diurno_
    _Pollice_.

Conceptos, agudezas, equívocos, reparos subtiles, réplicas delicadas,
todo esso lo destierran de sus sermones, y, si tal vez tocan algo de
mythología, de fábula ó de erudicion profana, es tan de corrida y con
tanta vergüenza, que visiblemente se llena de vermellon donzel su
pudibundo semblante.»

15. «A la Historia sagrada, á la eclesiástica y á los Santos Padres ya
dan algun lugar, pero como? No como nosotros que, si citamos algun
passo historial ó algun texto ó sentencia de Santo Padre, aunque
sea muy larga, lo presentamos todo con su ser, corpulencia y tamaño
natural, para que venga á noticia de todo el auditorio, con sus pelos,
señales y circunstancias. Ellos no van por esse camino: toda essa
erudicion la entretexen, la embuten ó la incrustan en sus proprios
discursos, de modo que todo parece una misma pieza, sin que se descubra
rima, encaxe, barniz ni escotadura: sermones parecidos á las fábricas
modernas de Roma que llaman impelichadas, las quales parecen todas de
pórphydo, mármol, jaspe ó alabastro, quando, en realidad, de todas
essas piezas no tienen mas que una hojita superficial para engaño de
los ojos, que se dexa levantar al impulso de una uña:

    _Vana superficies, quam solus judicat unguis_
    _Aut oculus._

Y hay tanta diferencia en el modo de citar de los Predicadores
veteranos al modo de citar de los modernos, quanto va de las fábricas
modernas á las antiguas. En estas, para formar una urna de jaspe era
menester consumir un monte:

    _Scilicet ut grandem mons integer iret in urnam_;

y en aquellas se fabrica un palacio con el jaspe que ántes se gastaba
en una urna.»

16. «Allá se va el modo con que citan los otros textos de la Escritura,
que no son historiales, sino doctrinales, sentenciosos ó prophéticos.
Los mas los dan desleídos en sus mismos raciocinios, pareciendo el
texto, la glosa y la aplicacion vino todo de una misma cuba, al modo
que San Bernardo los cita sin citarlos, componiendo una cláusula
perfecta la mitad de sus palabras, y la otra mitad de palabras de la
Sagrada Escritura. Tal qual textecillo presentan al auditorio á cara
descubierta, pero con grande parsimonia, como se usan las especies
en los guisados, porque dicen, que en cargándolos de ellas los hacen
desabridos en lugar de sazonarlos. Aún los poquitos que sacan al
theatro son por lo comun literales, porque del sentido alegórico gastan
y gustan muy poco; del tropológico ó acomodaticio casi nada, y no les
falta un tris para condenarle; no lo hacen con las palabras, pero lo
hacen con la obra, dexándole arrinconado y no dándoseles un pito de que
se cubra de telarañas.»

17. «De intérpretes, expositores y versiones, cuya hermosa variedad
adorna tanto nuestros sermones y nos sirve para probar todo quanto se
nos antoja, hacen ellos poquíssimo caudal ó, por mejor decir, ninguno.
Veráse, no digo ya todo un sermon, sino un tomo entero de sermones á la
moderna, sin que en todo él se haga memoria ni del sabio Cornelio, ni
de la púrpura de Hugo, ni del erudito Calmet, ni del profundo Baeza, ni
de Celada, á quien nada se le esconde, ni del agudo Zuleta, y lo que
es mas, ni del doctíssimo Silveyra, siendo assí que con este último
inagotable expositor puede un Predicador, que sepa manejarle, andarse
por esse mundo de Dios y probar hasta la existencia de los mismos
impossibles, en caso urgente y necessario, siendo cosa averiguada
que no hay almagacen mas socorrido para un aprieto y para qualquiera
assunto.»

18. «Es lástima oir, como tratan estos Predicadores de moda á muchos
expositores. No se atreven á tocar en los Santos Padres, de los quales
hablan en realidad con respeto; porque no quiero infernar mi alma ni
levantarles falsos testimonios. Tambien hacen la cortesía á algunos
pocos intérpretes de los que no están tan arriba, confessando que
fueron hombres verdaderamente sabios, de penetracion, de juício y de
una profunda inteligencia de la Sagrada Escritura, á la qual convienen
que ilustraron mucho con sus doctos comentarios. Pero de otros
expositores, á quienes llaman ellos _de escalera abaxo_, _de turba
multa_, ó _Expositores de municion_, da cólera oírlos hablar: dicen
que los mas no hicieron otra cosa que poner en mal latin los sermones
que havian predicado en peor romance; que con el glorioso título de
Comentarios sobre esta ó aquella parte de la Escritura embarraron
cantidad immensa de papel, llenándole de conceptillos aereos, de
pensamientos inanes, de discursos pueriles y de dissertaciones
phantásticas, cargándolas de erudicion á metralla; y finalmente, que
los mas, como totalmente ignorantes de las lenguas Hebréa, Syriaca,
Caldéa y Griega, en que se escrivieron originalmente los libros
sagrados, desbarraban lastimosamente en la inteligencia del texto de
la Vulgata, dándole una significacion tal vez contraria á su verdadero
sentido, muy violenta y casi siempre arbitraria. Imbuídos en estas
máximas, quiebra el corazon ver el desprecio, con que tratan á los
mejores y mas socorridos autores de que se compone regularmente la
escogida librería de un Predicador de tabla; y assí no los verás
citados en sus sermones, aunque te descejes ni aunque dés una peseta
por cada cita.»

19. «De esso de variedad de versiones no se trate: su Vulgata á pasto
y tal qual vez, por plato extraordinario, un poco de la version de
los Setenta, y á Dios amigo. La Syriaca, la Caldéa, la de Pagnino,
la de Vatablo, ni saber como leyó Arias Montano, les da á ellos el
mismo cuidado que averiguar qual fué el centesimo abuelo de Tamas
Kauli-Kan: siendo assí que nosotros los Predicadores veteranos con
la diferencia de versiones nos bandeamos maravillosamente para
guisar, probar y ajustar todo quanto queremos, sazonando nuestros
pensamientos con tanta delicadeza que el apetito mas dormido abre
tanto ojo, y el paladar mas melindroso se chupa los dedos tras de
ellos; porque, en realidad, donde hay cosa mas aguda ni mas divertida
ni mas sazonada que decir un Predicador: _Donde la Vulgata lee_
=piedra=, _el Syriaco vierte_ =anillo=, _el Caldéo_ =círculo=, _los
Setenta_ =cúpula=; _y donde lee_ =pan= _la Vulgata_, _Vatablo leyó_
=espada=, _Pagnino_ =misericordia=, _Arias Montano_ =sabiduría=, _y
el Burgense_ =calabaza=? y haciendo despues, de todas estas idéas,
quantas combinaciones á uno se le antoje, probar todo lo que quisiere
con ingenio y con sutileza; fuera de que, oyendo el auditorio que el
Predicador cita á roso y velloso al Syriaco, al Caldéo, al Griego
y al Hebréo, se persuade sin razon de dudar, que sabe todas estas
lenguas como la suya propria, tiénele por monstruo de sabiduría, y
oye todo quanto dice con un respeto que pasma. Los oradores modernos
se burlan de todo esto, teniéndolo por ostentacion, aparato, alaracas
y charlatanería; pero yo, con licencia de sus Mercedes y de sus
Reverendíssimas, me burlo de todos ellos.»

20. «Ves aquí, Gerundio amigo, el plan de la nueva secta, de la qual,
segun tengo entendido, se ha declarado ciego partidario tu Tio el
Señor Magistral, siendo uno de los que mas furiosamente predican á la
francesa; que en suma, á esso se viene á reducir la nueva moda. No
te dissimularé, que la gente sesuda, la que se llama _crítica_, la
devota y la que se precia de culta, se ha declarado tambien á banderas
desplegadas por el mismo partido. Vase tras de un orador á la moderna,
como los niños se van tras los danzantes y tras la tarasca en el dia
del Córpus: á estos los celebran, los ensalzan, los colocan mas arriba
de las nubes, quando á nosotros nos desprecian, nos deprimen, haciendo
tanta burla y tanta chacota de nuestro modo de predicar, que no parece
sino que hemos nacido para ser los dominguillos de sus conversaciones y
tertulias.»

21. «Pero, qué importa ni qué nos empece este puñado de gente
melancólica y descontentadiza, quando tenemos á nuestro favor la
mayor, la mas sana y la mas discreta parte de nuestra península, desde
oriente á poniente y desde el septentrion á mediodía? Nuestras son
todas quantas Cofradías levantan varas ó enarbolan estandartes en
el continente español, desde los Pirinéos hasta la embocadura de el
Tajo, y desde Finisterre hasta las Algeziras. Nuestros son todos los
Mayordomos de estos ilustres cuerpos, que se exhalan por buscarnos y se
empobrecen por enriquecernos. Nuestros son los formidables gremios de
Zapateros, Curtidores, Sastres, Barraganeros, Mercaderes, Escrivanos,
Procuradores, y hasta en el respetable gremio de los Abogados no
nos faltan innumerables parciales. Nuestra es la muchedumbre de las
Ciudades, el Concejo de las Villas, el total de las Aldéas, la
mosquetería de las Universidades, la juventud de los Claustros, y aún
en la misma ancianidad podemos contar amigos, auxiliares y defensores.»

22. «Dígalo, si no, aquel famoso campeon y aquel valiente Paladin,
que á los sesenta y mas años de su edad, y á los veinte y mas de
Predicador veterano, exercitados muchos de ellos en el mayor theatro
de España, salió tan denodadamente á nuestra defensa. Havia predicado
á la moderna en una de las funciones mas famosas de la Corte cierto
Orador, Cathedrático á la sazon en una célebre Universidad, y, aunque
no de muchos años, estaba reputado por gran Theólogo, por insigne
Predicador, por ingenio conocido y, en fin, por hombre verdaderamente
sabio, mas que regularmente instruído en las divinas y en las humanas
letras (quédese esta opinion en su lugar, que yo no soy amigo de quitar
á nadie la buena ó mala que Dios le deparare). En fin, él predicó
un sermon que logró exquisito aplauso de todos los anti-veteranos:
assunto grave, pruebas macizas, mucho de esto que se llama eloquencia,
pocos textos, citas por alambique, reflexiones morales en abundancia,
Escritura desleída, Evangelio, y á ello nada de chistes, y lo mismo
de circunstancias. Imprimióse la oracion, y aprobóla con grandes
campanillas cierto Clérigo de autoridad,[25] que ha dado la gente en
la manía de que es el Gallo de Predicadores y que como tal puede y
debe cantar en toda España, como si dixéramos en su propio muladar.
Mas hay hombres de tan mal gusto, que no dudan decir que este Gallo,
respecto de nuestra oratoria evangélica, á la qual suponian sepultada
en una obscuríssima noche, es el precursor del dia, el despertador del
sol, el que derrite las densas tinieblas que se havian apoderado de
nuestro polo pulpital, el que dissipa las patrullas de los Predicadores
arlequines, saltimbanquis, ligeros y matachines, que divertian á la
gente en vez de instruírla, y empeoraban las costumbres en lugar de
enmendarlas; aplícanle sin mas ni mas aquel par de estrophas de cierto
hymno:

    _A nocte noctem segregans_
    _Præco diei jam sonat_
    _Jubarque solis evocat._
        _Hoc excitatus Lucifer_
    _Solvit polum caligine:_
    _Hoc omnis errorum cohors_
    _Viam nocendi deserit._»

23. «Y qué te parece? que se contentan con esto? No paran aquí: passan
adelante, y no dudan aplicarle otro buen trozo del mismo hymno,
queriéndonos persuadir que le viene como de molde. Empéñanse en decir,
que este Gallo hace abrir los ojos á los amodorrados, mete tanto
aguijon á los soñolientos, confunde y convence á los pertinaces, y,
en fin, que á fuerza de cantar él en el púlpito como se debe, hay
esperanza de que haga cantar á todos los demas Predicadores como es
razon:

    _Gallus jacentes excitat_
    _Et somnolentos increpat;_
    _Gallus negantes arguit._
    _Gallo canente spes redit._

De este hombron, coco de los Predicadores y choriphéo de la nueva
secta, es la aprobacion susodicha.»

24. «No la pudo sufrir aquel Predicador veterano, cuyos nobilíssimos
sermones peinaban tantas canas como su cándida cabeza. Caló el morrion,
echóse la visera, vistió la cota, que algunos, por lo breve de su
cuerpo, dixeron era cotilla, enristró la lanza, y desde la misma
dedicatoria, dirigida á un gran Señor, comenzó á correr el Gallo,
pero como? Desplumándole, descrestándole, y en fin haciéndole añicos.
Alaba lo que él reprueba, y condena lo que él aplaude, haciendo una
descripcion tan galante de los sermones de moda que no hay mas que
pedir; yo la tomé de memoria, porque me cayó muy en gracia, y dice
assí»:

25. «_Si V. E. Señor para mientes, como dice nuestro castizo idioma,
hallará en estos sermones, que ya llaman de moda, si no el todo, parte
mucha de lo que en aquel gabinete sucedia_: =Vamos, vamos á oir al
Padre Don F., al Señor Don Z., al Doctor tal, que predica de moda.=
_Quiere á mi ver decir esta palabra un quadro sin imágen, una imágen
sin templo, un templo sin altar, un altar sin sacrificio, un sacrificio
sin Sacerdote, y un Sacerdote sin el proporcionado ornamento: es
puntual descripcion de un sermon de moda._»

«Qué te parece, amigo Gerundio? Has oído en tu vida comparacion mas
á pelo, símil mas adequado, ni descripcion mas puntual de un sermon
á la moderna? Porque, en realidad, si la cosa se considera bien y
sin passion, la multitud de textos, la bulla de citas, el aparato de
erudicion, la variedad de versiones, el paloteado de retruécanos, la
gala de los equívocos, lo sútil de los conceptos, la delicadeza de
los reparos, el escape de las soluciones, y de quando en quando el
chiste de los gracejos, son puntualíssimamente la imágen, el templo, el
altar, el sacrificio, el Sacerdote, el amito, la alba, el cíngulo, el
manípulo, la estola y la casulla de un sermon equipado como es justo; y
al que le falta todo esto, hágote un sermon en carnes vivas, que es una
vergüenza y una compassion.»

26. «No es mi intento, ni por ahora seria del assunto, hacerte una
relacion individual de todo lo que dixo el Predicador veterano en el
discurso del sermon, que dedicó al susodicho gran Señor, en immortal
gloria nuestra y en eterna confusion de los modernos. Essa seria obra
larga, y era menester producir toda la pieza, que es única en su linea
y la conservo en la celda enquadernada en papel dorado, para molde y
original de mis sermones, (se entiende despues del _Florilegio sacro_,)
si es que alcanzan mis fuerzas á una débil imitacion. Ni quiero cansar
tu atencion con referirte, que un tal _D. Gutierre Fernandez_ (hombre
ignorantíssimo y desalmado, si los ha havido jamas,) disparó un par
de cartas insolentes y atrevidas á un qual _D. Fulano Valdenoches_,
las quales, puesto que no salieron á luz, anduvieron de ronda de mano
en mano, de casa en casa, y de estudio en estudio, assí en la Corte
como fuera de ella, é hicieron una riza de todos los diantres. Pero
en quienes? En los _anti-Oradores Magistrales_ y en sus seguaces, que
son unos pobres pelones; porque, aunque es assí que las tales cartas
convencen, que en el sermon de nuestro heróico defensor se hallan tres
ó quatro proposicioncillas heréticas, algunas otras malsonantes, tal
qual textecillo de la Escritura supuesto, muchos mal citados, este ú el
otro testimonio venial levantado á los Santos Padres, y assí de otras
cosuelas á este tenor, qué hombre de juício hace caso de semejantes
bagatelas? Quien no sabe, que essos son hypérboles galantes, valentías
del discurso, arrojos del ingenio, y _festivíssimas aperturas_ de una
fantasía que se eleva, que se arrebata y no anda arrastrando por el
suelo? Si se huvieran de reparar y cortar en nuestros sermones estos
Icáricos vuelos, donde iriamos á parar?»

27. «En fin, este Orador insigne á la veterana, que contaba entónces
sesenta y ocho años de edad, y á los veinte y quatro de púlpito,
al qual, segun esta cuenta, no subió hasta los quarenta y quatro,
que es ya edad madura, en la qual al Predicador mas tardío le puede
haver salido el uso de la razon pulpitable; este Orador veterano,
vuelvo á decir, añoso, famoso y canoso, acredita bien que aún dentro
de los claustros tenemos partido, no solo entre aquellos que apénas
los apunta el bozo de la oratoria, que essos á red barredera los
puedes contar por nuestros, sino entre los mas añejos, mas veteranos
y aún mas vetustíssimos. Y hay la gracia particular de que estos
hablan por experiencia, en cuya escuela, que es la mas segura y la
mas convincente, han aprendido lo bien que les ha salido la cuenta
predicando á la veterana, pues no hay mejores cien doblones que los que
se hallan de repuesto en sus religiosas navetas, ni chocolate mas rico,
ni botes de tabaco mas exquisito, ni pañuelos de tela y de color mas
finos, ni ropa blanca mas delgada que la que encontrarás en sus pobres
alacenas, caxones y baúles.»

28. «Pues, siendo todo esto assí, _quis furor, quæ te dementia cepit_?
qué locura es la tuya? qué delirio se apoderó de tu cabeza, quando assí
te la trastornó esse tu tiesíssimo y circunspectíssimo Tio, tumbándote
patas arriba á quatro razones miserables, que te alegó el tal Dómine
Espetera? Perdóname si me descompongo, porque no me puedo contener al
hablar de estos encaprichados y testarudos parciales de la sinrazon,
aunque por otra parte sean hombres de autoridad y de respeto. No
quiero ya, que hagas caudal de mis razones, sin embargo de ser todas
tan convincentes, tan triumphantes que no admiten réplica ni sufren
resistencia. Tampoco quiero ya, que te hagan fuerza los exemplares
que te he puesto delante de los ojos, ni tantos millares de millares
de Predicadores veteranos como han hecho fortuna por este camino, ni
lo que has tocado y estás tocando por tus proprias manos en mí mismo,
que siempre le he seguido y que en mi vida no pienso seguir otro. Será
possible, Gerundio del alma, que no te convenza tu experiencia propia?
Tan mal te ha ido desde que comenzaste la carrera, emprendiéndola por
esta via lactea ó, hablando con mas propriedad, por este caminito de
la plata? Sermon y medio has predicado hasta ahora en público, y otro
entre las paredes del Convento, y qué hombre hay ya mas famoso en toda
la redonda? De qué otro retumban mayores ni mas encarecidos aplausos
en todo el dilatado y espacioso ámbito del Páramo? Piensas que tu fama
se ha limitado á las paredes solas de Campazas? Oh quanto te engaña
tu encogimiento y tu modestia! Llegó ya á Villaquexida, extendióse á
Villamandos, se dilató á Villamañan, y hasta en las márgenes del Orbigo
resuena el eco de tu nombre con tanta claridad como en las concavidades
de Villaornate; poco dixe: ó me engaña mucho el pensamiento, ó siento
acá en lo mas interior del alma no sé qué prophéticos presagios de que
en breve tiempo no se ha de hablar de otra cosa que de Fray Gerundio
en toda España, y aún se adelanta el vaticinio á descubrir entre no
sé qué lejanas lumbres, que ha de penetrar tu famoso nombre hasta las
provincias extrangeras.»

29. «Miéntras tanto, es cierto que ya no se sabe hablar sino de tus
sermones, de tus prendas y de tus talentos, en essos caminos, en essos
campos, en essas tierras, en essas viñas, en essos erreñales, en essas
eras, y aún en todos essos mercados del contorno. Miéntras tanto, es
indubitable que ya no hay Cofradía que no te desée, no hay Mayordomo
que no te solicite, no hay sermon de ánimas que no te aguarde, no
hay retablo nuevo que no clame por tí, y no hay semana santa que no
te tienda los brazos. Pues, corazon amilanado, por qué te acobardas?
Alma de cántaro, por qué te quiebras? Espíritu pusilánime, por qué te
desmayas? Desprecia, desprecia generosamente esse terror pánico que
se ha apoderado de tu pecho; no hagas caso de essas pasmarotas, con
que intentan aturrullarte los ciegos y apassionados sectarios de la
novedad y, confirmándote en el heróico empeño de no desviarte un punto
del camino real y derecho que tan gloriosamente has comenzado, ríete
á carcajada tendida de todos aquellos que pretenden arredrarte de él,
no dando otra respuesta á sus razones que la que yo dí, y tambien te
suministré en ocasion muy semejante, de la qual te acordarás sin que yo
te la repita:

    _Mingere cum bombis res est gratissima lumbis!_»[26]

30. No de otra manera que quando en el corazon del invierno amanece
el Orizonte cubierto de una densa niebla, la qual poco á poco se va
al principio enrareciendo, luego que el sol presenta la batalla,
comenzando la funcion con la escaramuza de sus rayos; pero no se
declara tan de repente la derrota de los esquadrones tenebrosos, que
no disputen por largo tiempo el terreno, pues, titubeante al parecer y
como neutral la victoria, ya el sol abre los nebulosos esquadrones, ya
estos se vuelven á cerrar mas densamente, muchas veces aquel los rompe,
y otras tantas estos le rebaten; ya el exército del sol passa por el
vientre del campo de la niebla y, aunque con luz cansada, no tanto
dora quanto argentéa la cima de un vecino monte, ya se vuelve á cerrar
el exército enemigo y, repeliendo al contrario, parece que le retira
hasta su mismo atrincheramiento; durando el fluxo y el refluxo de la
dudosa contienda hasta que, al acercarse el mediodía, encendidas en
fogosa cólera las tropas de la luz, acometen tan furiosamente al campo
de la niebla, que por todas partes le rompen, le penetran, le pisan, le
atropellan, le dissipan, y, dueño enteramente el sol del campo de la
batalla, se dexa ver en todo el hemispherio el mas claro, el mas sereno
y el mas despejado dia. Assí, ni mas ni ménos, dissipó el razonamiento
de Fray Blas las nieblas que havian obscurecido el entendimiento de
nuestro Fray Gerundio, y quedó tan despejado y tan claro como el dia
mas apacible y mas sereno del mes de Enero ó de Febrero. Dió mil
abrazos á su amigo por lo que le havia consolado, iluminado y alentado,
y renovó en sus manos el pleito homenage, que ya havia hecho en otra
ocasion, de que no predicaria de otra manera en todos los dias de su
vida, aunque el mismo Gallo de la passion le predicara lo contrario.
Con esto dieron la vuelta al lugar, donde sucedió lo que dirá el
capítulo siguiente; pero, ántes de escribirle, suplico al Lector que
tenga un poco de paciencia, porque voy á tomar un polvo.



LIBRO QUINTO.



CAPITULO PRIMERO.

Encárganle un sermon de honras, y no le escupe; con todo lo demas que
iremos diciendo.


1. «Pero mira, le dixo Fray Blas en el camino, si tu Tio te volviere
á tocar la especie, tú has de hacer la gatatumba y el agacha-panza:
quiero decir, que te has de mostrar convencido de sus razones, rendido
á sus consejos, dócil á sus instrucciones, oyéndole en lo exterior con
mucha humildad, respeto y reverencia; pero allá dentro de tu corazon
has de estar bien resuelto á reírte y hacer burla de todo quanto te
dixere. La razon de este admirable y no ménos importantíssimo consejo
salta á los ojos; porque estas gentes de la Iglesia, constituídas ya
assí en alguna dignidad, y mas quando están asomadas á una mitra,
suelen ser muy delicadas, gustan de que en todo se les oiga como
á oráculos, y llevan muy á mal que se les replique. Quando á esto
se añade la razon del parentesco, y mas siendo tan immediato y tan
superior como el de Tio, los da un peso de autoridad sobre toda la
familia, que no parecen sino unos concilios, y hasta los hermanos
mayores, que no han ido por la Iglesia, los oyen con una veneracion que
causa espanto. Es verdad que no siempre es oro todo lo que reluce, pues
tal vez hacen burla de ellos interiormente; pero los tiene cuenta el
paladearlos en el fuero externo, assí para disfrutarlos en vida como
para heredarlos en muerte. A ninguno importa mas que á tí el tener
grato á tu Tio, porque ninguno le necessita mas que tú, ya por los
socorrillos que te suele enviar, y ya por lo mucho que con su autoridad
y con la de sus amigos te puede servir dentro y fuera de la Religion
para tus adelantamientos. Por tanto sigue este mi consejo capital, y
trata de hacer bien tu papel: calla, dissimula, humíllate, muéstrate
convencido, dale palabra de enmendarte, consúltale en todo lo que se
ofreciere; pero tú, haz aquello que se te antojare!»

2. Aunque la leccioncilla del Padre Predicador mayor no era de
aquellas, que mas se conforman con el Evangelio ni aún con el
Catechismo, le cayó muy en gracia al docilíssimo Fray Gerundio, y la
tomó tan de memoria, que jamas se le olvidó. Llegaron á casa, donde
encontraron ya refrescando á toda la patrulla. Era el refresco limonada
de vino y bizcochos, que es el regular en las fiestas recias de Cámpos;
y se havian agregado á los huéspedes de casa muchos Curas del contorno,
que havian concurrido á la funcion, y tambien no pocos labradores de
los mas pestorejudos, todos con el motivo de dar la enhorabuena á Fray
Gerundio, á sus padres y á toda la parentela.

3. Fueron graciosas las expressiones con que se explicaron algunos,
especialmente de aquellos que se preciaban mas de tener voto en
esto de sermones. Uno que havia servido todas las Mayordomías de su
lugar, y estaba persuadido á que ninguno le echaba el pié adelante en
la eleccion de los mejores Oradores, dixo con voz ponderativa: «El
Padre Fray Gerundio ha perdicado un sermon que, miéntras Campazas sea
Campazas, no habrá quien le desquite.» Otro, que havia sido muchos
años Procurador de la tierra, y era hombre de cabeza abultada y muy
maciza, pareciéndole que el otro havia andado corto, añadió como para
corregirle: «Sí, andáos ahora á Campazas! En Leon he uído yo á los
mayores páxaros de España, pero otro Fray Gerundio... Y no digo mas,
porque toda comparanza es udiosa.» Al hermano Bartholo se le hacian
ya limonada las palabras, y, no pudiéndolas contener, prorumpió en
el despropósito de que en todos los dias de su vida havia oído ni
esperaba oir sermon mas mathemático. Voz cuyo significado no entendia,
pero siempre le havia parecido que significaba alguna cosa grande é
inaudita. Allá se fué el elogio del Sacristan de Benafarces, que se
halló en la funcion, no se sabe por qué casualidad, y era tenido entre
los que le conocian por uno de los hombres mas cultos de los que á la
sazon gorgoritaban _Parce-mihis_. Este pidió silencio, teniendo en la
mano un vaso de limonada que rebosaba por el borde, y, estando todos
callados y suspensos, dixo con voz gutural, recalcada y circunspecta:
«Señores, vamos haciendo justicia; que el sermon desde el principio
hasta el postre, desde la cruz hasta la fecha, y desde el thema hasta
el _quam mihi_, fué una pura construccion de Philosophía.» Quedaron
todos mirándose los unos á los otros, y, aunque ninguno entendió lo
que el Sacristan quiso decir, fué general la opinion de que tampoco se
podia decir mas.

4. A todo esto havia estado muy atento, pero igualmente callado un buen
Clérigo, de estos que llaman _de missa y olla_, que con su Capellanía
y un decente patrimonio lo passaba quieta y pacíficamente en su
lugar, mejor que un Arcediano. Era á la verdad de pocas letras, pues
solo tenia las precisas para entender el Breviario y el Missal á media
rienda; pero por su buena razon, por su genio apacible y bondadoso, y
porque era limosnero y amigo de hacer bien, le estimaban mucho en su
pueblo. Apénas moria alguno en él que no le dexasse por su principal
testamentario, y él admitia sin repugnancia estos encargos, assí por
tener alguna cosa en que emplear loablemente el tiempo, como por haver
hecho concepto que, si cumplia fiel, legal y puntualmente con este
piadoso y caritativo oficio, podia hacer mucho bien á los difuntos y
ser muy útil á los vivos.

5. Havia fallecido pocos dias ántes el Escrivano de su lugar, que
era ya viudo, y no solo le havia nombrado por su testamentario, sino
tambien por tutor y curador de sus hijos, con la expression de que no
se le tomassen cuentas ó se passasse por las que él quisiesse dar;
todo en crédito de la confianza que hacia de su pureza, exactitud y
legalidad. Dexaba encargado en el testamento, que se le hiciessen
honras y cabo de año con sermon, segun costumbre, y señalaba doscientos
reales de limosna para el Orador que se las predicasse, «en atencion,
decia él, al trabajo que ha de tener qualquiera pobre Predicador en
hallar de qué alabarme; porque, si no quiere mentir, se ha de ver bien
apurado.»

6. Con efecto debia de ser assí, porque era pública voz y fama, que
el tal Escrivano havia sido hombre no muy demasiadamente escrupuloso.
Quando entró en el pueblo, (pues fué el primer Escrivano que entró
en él,) no havia pleito ninguno, ni aún memoria de que le huviesse
havido jamas desde su primera fundacion; pero al año, y no cabal, de su
residencia ya todo el lugar se ardia en pleitos, y, quando murió, dexó
pendientes treinta y seis, aunque no passaba la poblacion de doscientos
vecinos: encendia á unos, azuzaba á otros, y los enzarzaba á todos. Si
dos partes contrarias le consultaban sobre una misma dependencia, á
cada una en particular respondia, afectando una modestia socarrona, que
él no era Abogado ni entendia los puntos de derecho, ni le tocaba dar
parecer; pero, por lo que le havia enseñado la experiencia en tantos
años de exercicio y en tantos pleitos como havian passado ante él, era
corriente su justicia, temeraria la pretension del contrario, y que á
buen librar le condenarian en costas, concluyendo con que, si esto no
salia assí, havia de quemar el oficio; que esto se lo decia á él solo
en confianza, encargándole mucho el secreto. Despues que á uno y otro
los havia metido tanto aguijon, añadia con grande remilgamiento que,
aunque era cierto todo lo dicho, para qué queria pleito? que era mejor
componerse, porque, aunque ninguno se interessaba mas que él en que
cada qual siguiesse su justicia, (pues al fin no comia de otra cosa ni
tenia otros mayorazgos,) pero que amaba mas la paz del pueblo que todos
los interesses del mundo. Con este artificio, despues de haver irritado
á las dos partes, él echaba el cuerpo fuera y cobraba crédito de hombre
desinteressado.

7. En haviendo qualquiera quimerilla en el pueblo, por ligera que
fuesse, especialmente si havia sido cosa de paliza con algun rasguño
ú efusion de sangre, al punto buscaba los Alcaldes y se estrechaba
con ellos, y en tono de amistad y de confianza los persuadia á
que levantassen un auto de oficio y que tratassen de cubrirse,
intimidándolos con que hoy ó mañana vendria una residencia, y no
faltaria alguno que los quisiesse mal y los acusasse de omissos ó de
parciales, y á buen librar caeria sobre sus costillas una multa que los
levantasse tanta roncha. Despues de hecho el auto de oficio, arrestados
los de la riña y borrajado mucho papel en declaraciones, cargos y
descargos, quando ya no tenia pretexto para chupar mas á las dos
partes, solicitaba él mismo por debaxo de cuerda que se compusiessen;
y, cargando bien la mano en las costas á unos y á otros, porque á
ninguno se las perdonaba, á un mismo tiempo llenaba el bolsillo y era
aplaudido entre los innocentes con el glorioso renombre de pacificador.

8. Era muy franco en dar testimonios aún de aquello que no havia visto,
y, para quitar el escrúpulo á los que podian reparar en esta mala fé,
los decia con una bondad que encantaba, que un hombre de bien se havia
de fiar de otro hombre de bien mas que de sí mismo; que debia de dar
mas crédito á los ojos agenos que á los suyos proprios, porque estos
podian alucinarle y engañarle, pero de los otros no era razon ni buena
crianza ni aún conciencia presumirlo; y finalmente, que esto mismo
se estaba palpando á cada passo en el uso de los anteojos, con los
quales ve uno mas y mejor que con sus proprios ojos; de donde inferia
que, assí como puede un Escrivano dar fé válida, lícita y legalmente
de aquello que ve con anteojos, siendo assí que no son sus ojos los
anteojos, assí ni mas ni ménos puede y debe darla de lo que ve con los
ojos de un hombre honrado, quando este le assegura, que lo ha visto y
que passó la cosa ni mas ni ménos como él se la cuenta; y á la réplica
que le podian hacer, que él no sabia si era ó no hombre honrado el que
le pedia el testimonio, ya él salia al encuentro diciendo, que mil
veces havia oído á los Abogados ser principio de derecho que «ninguno
se debe presumir malo, hasta que se pruebe que lo es, y que en caso de
duda siempre se debe presumir lo mejor.»

9. Quedábanse atónitos los pobres páparos al oírle esta doctrina,
que les parecia á ellos mas clara que la luz del mismo dia; y el
símil de los anteojos, aunque tan disparatado, los ataba de piés y
manos. Para acabarlos de aturrullar y convencer enteramente, añadia
otro símil, en el qual los dexaba como embobados y lelos. «Está un
Escrivano, decia, actuando con un Señor Alcalde ó con qualquiera otro
Juez; firma este, y despues mas abaxo el Escrivano: _ante mí, Fulano
de Tal_. Quantas veces sucede, que el Juez al tiempo de firmar no está
_delante_ del Escrivano, sino á un lado ó á las espaldas, porque el
Alcalde verbi-gracia se está passeando en la sala? Y quien dirá por
esso, que el Escrivano es falsario, porque autorizó ó legalizó la
firma del Juez, diciendo que havia sido _ante él_? Pues, si esta no
es falsedad, por qué lo ha de ser dar un testimonio de lo que no se
vió ni se oyó, en la buena fé de que trata verdad el que me assegura,
que lo ha visto y oído? A los de mi oficio, que tropiezan en estos
melindres y delicadezas, se les puede decir que tienen escrúpulos de
Mari-Gargajo.»[27]

10. En virtud de esta misma docilidad, no solo era bizarríssimo en dar
testimonios de lo que jamas havia visto, sino que con su bondadoso
corazon no se podia negar á darlos muchas veces contrarios á lo que
havia palpado, sin detenerse mucho en dar dos testimonios opuestos
á las dos partes contrarias, porque decia que era enemiguíssimo de
desconsolar á nadie. Y, aunque esto le ocasionó mas de una vez algunos
embarazos enfadosos en los Tribunales superiores, al cabo de ninguno
salió tan mal como se podia temer, porque tenia maña para todo. Solo
era muy detenido en franquear los testimonios, quando sospechaba que
podian perjudicar á alguna parte predilecta suya; bien entendido que
su predileccion nunca se fundaba sino en un honrado reconocimiento á
expressiones prácticas, no de las mas ordinarias. Quando se hallaba en
este caso, decia con grande compostura, que no podia dar testimonio
alguno, sin que se lo mandasse la Señora Justicia; y, quando le
reconvenian con que estaba obligado á hacerlo en virtud de su mismo
oficio, por quanto todo fiel Christiano tenia derecho á que le diesse
testimonio de lo que havia visto ú oído, él respondia con mucho
fruncimiento, que esto era ignorar las nuevas pragmáticas-sanciones
que havian salido sobre el oficio de Escrivano, y los pobres patanes,
al oir el nombre de _pragmática-sancion_, quedaban tamañitos,
pareciéndoles que debia ser alguna excomunicacion del Padre Santo
de Roma, para que los Escrivanos no se metiessen en cumplir con su
obligacion sin licencia de los Alcaldes.

11. Este havia sido el exemplaríssimo Escrivano que havia dexado por su
principal testamentario al Licenciado Flechilla, (que assí se llamaba
el Clérigo de quien íbamos hablando, habrá como dos hojas,) dando
órden en su testamento para que se le predicasse su sermon de honras,
corriente, como era uso y costumbre en aquella tierra. Pues el tal
Clérigo, yendo dias y viniendo dias, luego que oyó á Fray Gerundio
el sermon del Sacramento, quedó verdaderamente espantado y dixo allá
dentro de su corazon: «No se me escapará este páxaro, y assí predicará
otro las Honras del Escrivano de mi lugar como yo soy Arzobispo.» En
efecto, despues de haver oído con el mas profundo silencio la variedad
de expressiones, con que todos daban la enhorabuena á nuestro Fray
Gerundio, se levantó pausada y boniticamente de su assiento, encaminóse
hácia donde aquel estaba, dióle un estrecho abrazo y, assomándosele
las lágrimas de puro gozo, le dixo con bondadosíssima ternura:
«Padrecito mio, obras son amores, que no buenas razones: yo tengo la
incumbencia de encargar un sermon de honras al difunto Escrivano de mi
lugar, que vale doscientos reales, y, si valiera doscientos mil, con
otros doscientos mil amores le pondria yo á la disposicion de Vuesa
Paternidad. El tal Escrivano, que Dios haya, ciertamente no fué hombre
canonizable; pero por lo mismo los assuntos dificultosos se hicieron
para ingenios peregrinos. El de su Reverencia lo es, ó tengo yo de
quemar á mi _Lárraga_ y al _Piscator de Salamanca_, que es toda mi
librería.»

12. No cabe en la ponderacion el empavonamiento de que se sintió
repentinamente embestido el corazon de nuestro Fray Gerundio,
viéndose convidado en aquella publicidad y en aquellas circunstancias
con un sermonazo de aquel tamaño, pues havria mas de quatro Padres
Definidores, que se tendrian por muy dichosos en haverlo conseguido
despues de haverlo pretendido mucho, y á él se le havia venido á las
manos, como dicen, sin saber leer ni escrivir. Desde aquel mismo
punto se le barrió de la memoria todo quanto le havia dicho su Tio el
Magistral, como si jamas lo huviera oído, y ya miraba tan debaxo de sí
al mismo Magistral, que por poco no le tenia lástima; pero sin embargo
resolvió respetarle en el fuero externo por la formalidad, teniendo
presente la importante leccion de su íntimo Fray Blas.

13. Respondió pues al Licenciado Flechilla, muy agradecido á la honra
que le dispensaba, y aceptando, quanto era de su parte, el sermon de
honras, baxo el beneplácito y la bendicion de su Prelado, que no dudaba
se la franqueasse, con agradecimiento al honor que hacia á la Orden
en la persona del mas mínimo individuo suyo. Hay quien diga, que casi
le respondió con estas mismas voces, aunque tan forasteras á su comun
estilo, bien que no faltan otros que lo contradicen, fundados en esto
mismo, persuadidos á que las espressiones eran mas cultas de lo que
correspondia á su crianza y á la idéa de hablar que se havia formado,
assí en conversaciones privadas como en las funciones públicas.
Nosotros no nos atrevemos á tomar partido en este intrincado punto de
crítica, bien que nos inclinamos á creer que, aunque la substancia de
la respuesta fuesse de Fray Gerundio, pero el guiso y las voces tienen
traza de ser del curioso, que hizo los apuntamientos de donde sacamos
estas menudencias.

14. Como quiera que esto huviesse sido, lo que consta de cierto es,
que Fray Gerundio no se descuidó en pedir al Licenciado Flechilla
algunos apuntes de la vida, virtudes y milagros del difunto Escrivano:
diligencia muy necessaria para disponer su fúnebre panegýrico; y al
mismo tiempo quiso informarse del dia, en que pensaba se celebrasse
el pomposo funeral. «Los sufragios, Padre Predicador, le respondió
el boníssimo Clérigo, los sufragios por las ánimas benditas del
Purgatorio, aunque no se supongan tan necessitadas de ellos como la de
nuestro Escrivano, quanto mas ántes se hagan mejor; porque el lugar no
es muy acomodado, y ciertamente las pobres no están para esperar mucho
en él. Dilatárselos por pereza es crueldad, que solo cabe en quien
haga poca reflexion á lo que están padeciendo aquellos ya dichosos,
pero atormentados espíritus; y assí, quanto mas aprisa disponga su
Paternidad el sermon, mas pronto tendrán el alivio las ánimas benditas,
mas presto saldré yo de la obligacion á mi Compadre el Escrivano, (Dios
tenga su ánima en descanso!) y mas anticipado lograremos el gusto de
oírle sus apassionados.»

15. Quedaron de acuerdo en que dentro de un mes le predicaria, porque
Fray Gerundio protestó que necessitaba por lo ménos de este tiempo
para disponerle, especialmente siendo esta la especie de sermones, á
su parecer, mas enrebesada, y necessitaba tomar algunas reglas para
ensurjarla. Ningun sermon de honras havia oído en su vida, y aún por
entónces le pareció que tampoco le havia leído; pero le fué infiel en
esto su memoria, como presto se verá. En fin, por no perder tiempo
despachó luego un proprio á su Prelado, pidiendo licencia para admitir
la nueva funcion, con una carta que decia assí:

16. «Reverendo Padre nuestro. Prediqué el sermon del Córpus al
Sacramento de mi lugar, en la fiesta de mis Señores Padres, como otros
lo dirán; que á mí no me está bien el decirlo. Solo puedo assegurar,
que circunstancia ninguna no se me escapó; hasta una que me cogió de
súpito, que fué una gaita-gallega en vez de órgano, la toqué tan bien;
y no faltó quien dixo, que ni el mismo Gaitero havia tocado tan bien
la gaita, como yo la circunstancia. Perdóneme vuestra Paternidad, que
se me escapó sin querer esta alabanza, y quedo corrido, segun lo que
dixo el otro: _Laus in ore proprio vilescit_. Los abrazos que me dieron
al acabar el sermon no tienen cuenta, y las décimas, las octavas y aún
los sonetos que me echaron en la mesa fué cosa de juício. Por fin y por
postre, el Licenciado Flechilla, Capellan de Pero-Rubio, me encargó
el sermon de honras del Escrivano de su lugar, que murió pocos dias
há, y dexó doscientos reales de limosna para el Predicador. La honra
me tira mas que el provecho, y tambien la esperanza de llevar para el
Convento una buena porcion de missas de las muchas que dexó encargadas
el difunto. Pido á vuestra Paternidad el benedícite para predicar este
sermon, que ha de ser dentro de un mes, y yo le iré adjetivando por acá
á ratos perdidos. El proprio lleva un carnero y una cántara de vino,
que mis Padres envían de limosna á la santa Comunidad, á quien piden
perdon de la cortedad, porque no puede obrar mas su buen afecto, y me
encargan muchas memorias de su parte para vuestra Paternidad, cuya vida
guarde Dios muchos años. Campazas, etc. -- Besa las manos de vuestra
Paternidad su servidor y menor súbdito

  =Fray Gerundio=, _indigno Predicador_.»

17. El _benedícite_ vino corriente á vuelta de proprio; porque, como
el Prelado no havia oído el sermon del Sacramento sino en relacion
hecha por Fray Gerundio, creyó buenamente que le havia desempeñado
con decencia, valiéndose de algun papel ageno, y pensó que lo mismo
haria con el de Honras. Por otra parte, las razones que alegaba le
hacian fuerza; no eran para despreciadas las missas, que verisímilmente
llevaria para la Comunidad; el carnero y la cántara de vino tambien
pedian algun agradecimiento; y, en fin, un Fraile mas por un mes fuera
de casa era para el Convento una boca ménos. Por esso, no solo le dió
sin disgusto la licencia, sino que, haciéndose cargo de que en casa de
su Padre no havria muchos libros de sobra para disponer un sermon, por
el mismo proprio le envió quatro ó seis libros de los que Fray Gerundio
havia dexado sobre la mesa de su celda, sin detenerse el Prelado en
examinar quales eran, juzgando prudentemente que, pues los tenia tan á
mano, serian los de su cariño y los que preferia su eleccion para la
disposicion de los sermones.



CAPITULO II.

Pide Fray Gerundio á su amigo Fray Blas una instruccion para disponer
el sermon de honras, y este se la da divina.


1. Mucho huviera convenido prevenir en el capítulo antecedente,
que ni en el proprio, ni en la carta, ni en su contenido, ni en el
carnero y la cántara de vino tuvo el buen Fray Gerundio mas arte
ni parte que hacer lo que su amigo el Padre Fray Blas le aconsejó,
escrivir lo que él mismo le dictó, y enviar el regalito con el piadoso
pretexto de limosna que él le sugirió. Es el caso que, luego que el
Licenciado Flechilla le encomendó dicho sermon, fué lleno de alborozo
á comunicar su fortuna con su íntimo confidente el incomparable Fray
Blas; y puesto caso que á este no dexó de pellizcarle algun tantico la
envidia, acompañada de un si es no es de zelillos, porque comenzaba
ya á temer que Fray Gerundio en materia de fama le havia de coger la
delantera y le havia de quitar muchas ganancias, haciéndole cosquillas
que casi á sus mismas barbas encargassen un sermon no ménos que de
doscientos reales á un oradorcillo visoño, que apénas le apuntaba el
bozo de Predicador; pero al fin, considerando que Fray Gerundio era
su discípulo de púlpito, que la gloria del discípulo se refunde en el
maestro, y que hasta en el provecho le podia tocar alguna parte, ahogó
los primeros ímpetus de aquella no muy honrada passion y, mostrando
mucho gozo, por lo ménos en esto que se veía hácia fuera, le aconsejó
sanamente lo que debia hacer, y le dictó la carta para el Prelado, con
todo lo demas que en ella se contenia.

2. Diximos, (y aún lo volvemos á decir,) que todo esto convendria mucho
huviesse quedado advertido desde el capítulo precedente, porque de essa
manera ahorraríamos ahora el prevenirlo. Pero, sobre que muchas veces
un pobre Historiador se descuída, y sucede tal vez que, miéntras toma
un polvo, en un abrir y cerrar de caxa se le va la especie que tenia
entre la pluma, quien sabe si en esta ocasion lo hicimos adredemente
por no interrumpir el hilo de la narracion? A lo ménos nosotros estamos
en la firme determinacion de no declarar lo que huvo en esto, para
dexar al curioso Lector el trabajo de adivinarlo.

3. Tres dias naturales tardó el proprio en ida y vuelta, en cuyo
espacio de tiempo fueron desfilando todos los huéspedes, retirándose
cada qual á su respectivo destino: los dos Canónigos á su Iglesia,
el Familiar á su casa, el Padre Vicario á sus monjas, el Fraile y
el Donado á sus Conventos, solo que este fué primero al mercado de
Villalon, porque tenia que comprar unas cebollas. Vayan benditos de
Dios, y la Vírgen los acompañe! que cierto tenian tan ocupada la casa
como la historia, la qual no sabia qué hacerse con tantos personages;
especialmente el Señor Magistral nos incomodaba un poco, porque su
demasiada seriedad no daba gusto á Fray Gerundio, y harto será que no
cansasse tambien á muchos de nuestros Lectores. Quedaron pues solos y á
sus anchuras nuestro Fray Gerundio y su Fray Blas, dueños absolutos del
cortijo y teniendo pendientes de sus discreciones al Tio Anton Zotes, á
la Tia Catanla y al Licenciado Quixano, que apénas los perdian de vista
ni aún de oído.

4. Quando ves aquí que entra por la puerta del corral el deseado
proprio, cargado con un alforjon de libros y con la carta del Prelado,
que venia, como dicen, _á pedir de boca_. Luego que la leyeron los dos
camaradas, se dieron recíprocamente muchos abrazos de puro gozo, y aún
Fray Blas añadió tambien con religiosa confianza un pescozon y una
coz á Fray Gerundio, todo en señal de contentamiento. Pero sobre todo
les cayó en gracia la prevencion del Prelado en enviar los libros, no
solo porque era señal de la complacencia con que daba su bendicion,
sino porque en realidad sin libros se verian un poco embarazados, no
alcanzando su erudicion de memoria á tanto empeño, y seria chasco verse
precisados á retirarse al Convento para componer el sermon.

5. Passado aquel primero turbion de alegría, dixo Fray Gerundio á Fray
Blas, que era preciso retirarse los dos al campo para conferenciar á
solas y con libertad sobre el assunto. «Que me place!» respondió el
Predicador mayor; y, luego que se vieron fuera del lugar, (que seria
como á diez ó doce passos, porque la casa de Anton Zotes estaba en el
centro del pueblo,) comenzó Fray Gerundio á hablar en esta substancia:
«Padre Predicador, ya sabe Usted...» Atajóle al punto Fray Blas y le
dixo: «Amigo Fray Gerundio:

    _Non bene conveniunt nec in una sede morantur_
    _Majestas et amor._

Amistad y cumplimientos no caben en un saco. Hasta aquí te he tolerado
esse tratamiento por la tal qual diferencia de edades, pues á lo sumo
te llevaré veinte y dos ó veinte y tres años; ya no te lo sufriré, por
lo ménos quando los dos nos hablemos mano á mano. Un hombre á quien
encargan un sermon de honras que vale doscientos reales, bien puede
tutearse, no digo con el Predicador mayor de una casa matriz, pero con
todos los Predicadores del Rey; assí pues, ceremonias á un lado, y,
si quieres que en adelante te conteste, trátame como á otro tú.» Era
dócil Fray Gerundio, y no le costó trabajo conformarse, fuera de que
en aquel mismo punto sintió no sé qué secreta vanidad y complacencia
de ver, que le permitian hombrear no ménos que con todo un Predicador
mayor de un Conventazo como el suyo, y aún llegó á discurrir, que no
debia de ser muy inferior en el mérito á quien le hacia tan igual en el
tratamiento. Rompió pues la valla sin detenerse, y le dixo: «Pues, bien
está, amigo Predicador, y comienzo á darte gusto.»

6. «Ya sabes, que yo en toda mi vida he oído sermon de honras: en
Campazas no se usan; en Villaornate no murió persona de importancia,
miéntras estuve á la escuela del Cojo; el Dómine Zancas-Largas jamas
nos habló ni una palabra sobre esta especie de oraciones; quando fuí
novicio y artista, no se ofreció predicar acerca de este assunto.
Sermonarios no he leído sino el _Florilegio_, y en este no hago memoria
de haver encontrado sermon de honras ni cosa que suene á esso; con que,
si tú no me alumbras, habré de caminar á tientas.»

7. -- «Pecador de mí! respondió Fray Blas, y qué poca memoria tienes!
Con que, no te acuerdas haver leído en el _Florilegio_ sermon de
honras? Pues ven acá, badulaque; no haces memoria del famosíssimo
sermon predicado por el Autor en Ciudad-Rodrigo á las honras que el
Regimiento de Toledo celebró por sus soldados difuntos? Yo tampoco
tengo ahora muy presente todo su contenido; pero assí en general me
quedó la especie vivíssima de que es una de las piezas mas divinas,
que se encuentran en aquella obra verdaderamente celestial: modelo
mas acabado para disponer una oracion fúnebre con todos los primores
de que es capaz el arte, es impossible que hasta ahora haya salido de
humano entendimiento.» -- «Vaya, hombre, le interrumpió Fray Gerundio,
que soy un bolo; tú tienes razon, y ahora me acuerdo de haverla leído,
y tambien me acuerdo que me aturrulló; porque, si bien no entendia lo
que querian decir muchíssimas cosas, pero esso mismo me llenaba de
estupor, haciéndome acá dentro del alma un eco que me atolondraba las
potencias.» -- «En volviendo á casa, prosiguió Fray Blas, te haré ver,
admirar y penetrar parte por parte sus inimitables primores, puesto que
entre los libros que te envió el Prelado advertí por el pergamino, que
venia el _Florilegio_.» -- «Pero miéntras tanto, replicó Fray Gerundio,
no me darás assí unas reglecitas generales para bandearme?»

8. -- «Soy contento, respondió Fray Blas, y ante todas cosas no se
te olvide la que te dí en otra ocasion, con la de leerte el sermon
que prediqué á San Benito del Otero, ó, por mejor decir, la que tú
mismo sacaste en fuerza de tu ingenio sin que yo te la diesse _pro
expresso_. Esta es la de acudir siempre á alguno de los Fastos,
Menologios, Almanaques ó Calendarios gentílicos _sive mythologicos_ y
ver qué fiesta se celebraba, qué ceremonia ó qué cosa remarcable se
hacia en aquel mismo dia en que tú tienes que predicar, y aplicarla
intrépidamente á tu assunto, sea el que fuere; que esso lo podrás hacer
con una maravillosa facilidad. Observo que te ha cogido algo de repente
el terminillo _remarcable_: no lo extraño, que á mí tambien me sucedió
lo mismo la primera vez que le oí; pero ya están los oídos y los
ojos tan hechos á él, que se me hace muy _reparable_ qualquiera cosa
_notable_ que no se llame _remarcable_.»

9. «Esta regla es general y conviene á todo género de assuntos,
panegýricos, gratulatorios, exhortatorios ó deprecatorios, fúnebres y
morales. Aunque prediques el mismíssimo sermon de la Passion, te puedes
aprovechar de ella con una oportunidad que encante.»

10. «Pero, viniendo en particular á sermon de honras ú oracion fúnebre,
que todo viene á ser uno, es indispensable que desde luego eches
unas bocanadas de erudicion á borbotones sobre el tiempo, en que
comenzó este género de obsequio á los difuntos, con qué ocasion se dió
principio á él, quienes fueron los primeros inventores, si los Griegos
ó los Romanos; qué progressos hizo en el discurso del tiempo; y, en
fin, todo quanto hacinares en esta materia será otro tanto oro; porque
desde luego captarás la admiracion del auditorio con tu portentosa
erudicion.» -- «Pero, hombre de los demontres, le replicó Fray
Gerundio, donde tengo de encontrar yo tan antiguas y tan recónditas
noticias? Piensas que son todos como tú, que parece tienes presente
todo quanto ha passado en el mundo desde Adan hasta el Ante-Christo,
y, aunque se hable de la cosa mas despreciable ó mas ridícula, como si
dixéramos de alpargatas ó de polainas, al punto señalas el inventor,
con el año y el dia fixo en que comenzaron á usarse?»

11. -- «Válgame Dios, Fray Gerundio, respondió Fray Blas, y qué
monigote que eres! Pues, no tienes ahí á Beyerlink, que te socorrerá
con abundancia de quanta erudicion repentina hayas menester para
qualquiera cosa que quieras? Amen de Beyerlink, no están los
Passeracios, los Ambrosios, Calepinos y los Diccionarios universales,
que hoy se estilan ya en todas las lenguas, los quales te darán tantas
noticias históricas y críticas sobre cada palabra, que apénas pueda
con ellas tu memoria? Es verdad, que los críticos llaman _erudicion de
socorro_ á este género de erudicion, aludiendo al agua de socorro con
que se bautizan los párvulos; mas, y qué tenemos con esso? Por ventura
los que se bautizan con agua de socorro, substancialmente no quedan
tan bautizados como el mismo Emperador Constantino, quando le bautizó
el Papa San Silvestre? si es que es cierta esta noticia, porque el dia
de hoy todo se pone en duda. Pues, por qué los eruditos de socorro no
serán tan eruditos como los que lo son con todas las ceremonias de la
Orden? Que te respondan á esta paridad, y, miéntras no lo hicieren,
que seguramente no lo harán, ríete de sus malignas y envidiosas
expressiones.»

12. -- «Estoy en cuenta, dixo Fray Gerundio; pero despues de toda
essa retahila de erudicion, que sin duda acreditará á qualquiera,
como la he de aplicar al intento particular de mi sermon de honras,
y como he de hacer que venga á propósito para celebrar la memoria
de mi buen Escrivano?» -- «En poca agua te ahogas, respondió Fray
Blas, y un hombre que aplicó tan divinamente todo quanto quiso, assí
á las circunstancias del sermon del Sacramento como á la Plática de
Disciplinantes, me admira que ahora se embarace en una bagatela. Mira:
dos opiniones hay, á lo que me acuerdo, acerca de esto que se llama
_oraciones fúnebres_ ó _panegýricos_ de los difuntos; unos quieren,
que los primeros inventores de este género de elogios fuessen los
Griegos, y aún se adelantan á nombrar al que pronunció el primero, que
dicen fué Theseo, con ocasion de dar sepultura á los cadáveres de los
Argivos. Otros atribuyen la gloria de esta agradecida invencion á los
Romanos, afirmando que la primera oracion fúnebre que se oyó jamas,
fué la que pronunció Lucio Junio Bruto con ocasion de la muerte de la
casta Lucrecia, con la qual encendió tanto el ánimo de los Romanos
contra el soberbio Tarquino, que le arrojaron del throno y se fundó
la República, quinientos nueve años ántes del nacimiento de Christo.
Algunos se esfuerzan á conciliar estas dos opiniones, diciendo que
los Griegos fueron en rigor los primeros inventores de los elogios
fúnebres, pero limitándolos precisamente á los que havian muerto en la
guerra en defensa de la patria, y los Romanos fueron los primeros que
los extendieron á todos los claros varones, que havian sido eminentes
en otras virtudes, aunque no fuessen militares, ó que havian hecho
algun considerable servicio á la Patria y al Estado.»

13. «Tú, no te detengas en esta question inútil, aunque convendrá
que no dexes de apuntarla, para que entiendan que sabes mucho mas de
lo que dices; y añadirás luego con despejo y con arrogancia: _Ora
se consagren los panegýricos pósthumos á las armas, ora se dediquen
á las letras, ora se destinen á qualesquiera otras virtudes en que
florecieron los claríssimos varones, siempre se deben de justicia
estos pósthumos fúnebres y cypressinos elogios á nuestro Domingo
Conejo_ (assí se llamaba el Escrivano, que Dios haya). _Si á las armas?
míresele continuamente con el cuchillo en la mano, tajando plumas,
como pudiera Moros, Turcos ó Judíos. Si á las letras? quien formó
mas ni con mas airosos rasgos en toda la redonda? Regístrense si no
essos inmensos protocolos. Si á las demas heróicas virtudes, que hacen
rebentar el clarin de la fama por lo mas ancho de la bocina? señáleseme
siquiera una, en que no huviesse sido el_ =non plus ultra= _nuestro
plangibilíssimo Conejo._»

14. -- «Hombre de Satanas! replicó Fray Gerundio, lo de las armas y
de las letras está aplicado que ni el mismo Florilegista; pero lo de
las virtudes, como se puede decir, sin que el Diablo y el auditorio se
rian de la mentira? No ves, pecador de mí, que en los apuntamientos
del Licenciado Flechilla se dice claritamente, que el Escrivano (Dios
le haya perdonado!) era un mal hombre, falsario, embustero, enredador,
zizañero, ladron, con sus polvillos de hypócrita?» -- «Y en esso te
detienes?» le interrumpió Fray Blas con cierto airecito de fisga. «Cada
dia me pareces mas cuitado, y temo que has de dar en escrupuloso. Pues,
hay mas que bautizar essos vicios con el nombre de virtudes? y cátalo
todo compuesto. Di que ninguno le excedió en la condescendencia, que
pocos le igualaron en el ingenio, que á nadie concedió ventajas en lo
penetrativo, que fué único en la persuasion, y que en órden á defender
sus derechos no solo no admitió igual, sino que tocó la raya de nimio.
Ves ahí desfigurados sus vicios, y vestidos á la moda en trage de
virtudes morales, con lo qual ninguno te podrá hablar una palabra, y
aún está á pique que, al acabar la oracion fúnebre, alguna viejecilla
simple se encomiende devotamente al Santo Escrivano Conejo.»

15. «Y en fin, quando todo turbio corra, á tí qué te cuesta fingir
en el difunto las virtudes que te vinieren mas á pelo, segun los
materiales que tuvieres á mano? porque, si no las tuvo, á lo ménos las
debió de tener. Piensas tú, que serás el primero que lo hace? Mucho te
engañas en esso; hombres he visto yo de mucho pro, que lo practican á
cada passo, sin que por esso pierdan casamiento ni nada del respeto
que se les debe. Hay en cierta parte del mundo un gremio digno de toda
veneracion, donde es costumbre hacer honras y predicar su oracion
fúnebre por qualquiera individuo de él, mas que muera de la otra parte
del Cabo de Comorin. Ya se ve: pensar que son canonizables todos los
miembros de aquel respetable gremio, seria un juício que se passaria
de puro piadoso; con todo esso, apénas se oye ó se lee oracion fúnebre
de alguno, (porque las mas se imprimen,) que al oyente ó al lector
no le dé gana de hacerle una novena con culto privado, siendo assí
que tal vez caen las oraciones sobre sugetos que, lo que es en vida,
no hicieron milagros. Como se hace esto? Tan lindamente: poniendo el
Orador de su casa lo que faltó al difunto, y que este le agradezca la
buena voluntad.»

16. «Oh Señor! que esso será engañar al público, y con engaño muy
perjudicial. Escrúpulos de Fray Gargajo. No sabe todo el mundo, que la
primera partida del buen Orador debe ser la que se llama _invencion_?
Esto qué quiere decir? Que el buen Orador ha de inventar lo que alaba,
y es claro que, si lo encuentra en el sugeto á quien elogia, no lo
inventa él, que lo refiere.»

17. Un poco le dissonó esto á Fray Gerundio, oliéndole á grandíssimo
disparate, y assí no se pudo contener sin interrumpirle, diciendo:
«Fray Blas, yo pienso que estás un si es no es equivocado y confundes
la invencion con la ficcion, cosas entre sí muy distintas y muy
distantes. Hago alguna memoria de que, quando el Dómine Zancas-Largas
nos explicó esto de la invencion, no nos la dió el sentido que tú la
das, y nos dixo que la invencion era aquella virtud, prenda ó gracia
intelectual, en fuerza de la qual el Orador, queriendo engrandecer un
hecho cierto, buscaba con arte medios, arbitrios ó modos oportunos
para amplificarle y para engrandecerle, á los quales modos, arbitrios
ó medios llamaba él _las fuentes de la invencion_: por señas que aún
todavía me acuerdo bien de las tales fuentes, porque me costó el
aprenderlas un par de vueltas de azotes; y assí decia, que la primera
fuente de la invencion era la Historia; la segunda, los Apólogos y
las Parábolas; la tercera, los Adagios ó los Refranes; la quarta, los
Geroglýficos; la quinta, los Emblemas; la sexta, los Testimonios de
los antiguos; la séptima, los Dichos graves y sentenciosos; la octava,
las Leyes; la novena, la Sagrada Escritura; la décima, el discurso y
el acierto ó la discrecion de lugares. Assí explicaba él esto de la
invencion; pero nunca nos dixo, que la invencion del Orador consistia
en inventar ó fingir lo que havia de alabar; ántes bien, si no me
engaño mucho, nos inculcaba que esso de fingir se reservaba para los
Poetas.»

18.[28] No gustó mucho Fray Blas de la tal réplica, ora fuesse porque
efectivamente conoció de botones adentro el disparate, ora porque le
disgustasse verse replicado por su discípulo; mas, como era fuerte, se
empeñó en llevarle adelante y assí le dixo con sobrado sacudimiento:
«Válgate el Diantre por tu Dómine Zancas-Largas, que ya me tiene
Zanqui-largueados los híjares. Si esse tu Dómine Zancarron te enseñó
que el fingir era proprio de los Poetas, tambien debe serlo de los
Oradores, por quanto no puede haver buen Orador que no sea Poeta. Assí
lo dice Ciceron, aunque no me acuerdo donde; pero basta que yo lo diga,
que no ha de ir un hombre con la manga cargada de citas, quando se sale
á passear.»

19. Calló Fray Gerundio, viendo á su amigo algo amostazado, y este
prosiguió diciendo: «Lo dicho, dicho; el alabar á los difuntos, ya
sea en oraciones fúnebres, ya en epicedios poéticos cantados en su
loor, y fingir las virtudes, prendas y gracias que no tuvieron, no
es cosa de ayer acá ni es invencion de modernos. Ahí está uno de
tantos Sénecas como andan por essas librerías (pienso que ha de ser
el trágico, el qual debió de llamarse assí, porque quizá su Padre se
llamaria _Tragon_): digo que ahí está esse tal Séneca, que introduce
á los Poetas de su tiempo llorando la muerte del Emperador Claudio
Druso y diciendo de él una máquina de proezas, que jamas le passaron
por el pensamiento al bueno del Emperador. Mas que rabies, te he de
encaxar, que quieras que no quieras, el hymno que supone compusieron en
su alabanza, y solo porque me gustó el sonsonete, parecido al de _Iste
confessor Domini colentes_, le tomé de memoria. Dice pues assí

    _Fundite fletus, edite planctus,_
    _Fingite luctus, resonet tristi_
        _Clamore forum:_
    _Cecidit pulchre cordatus homo,_
    _Quo non alius fuit in toto_
        _Fortior orbe._
    _Ille citato vincere cursu_
    _Poterat celeres, ille rebelles_
        _Fundere Parthos,_
    _Levibusque sequi Persida telis_
    _Certaque manu_
        _Tendere nervum,_
    _Qui præcipites vulnere parvo_
    _Figeret hostes, pictaque Medi_
        _Terga fugacis._
    _Ille Britannos ultraque noti_
    _Littora Ponti et cæruleos_
        _Scuta Brigantas_
    _Dare Romuleis colla catenis_
    _Jussit, et ipsum nova Romanæ_
    _Jura securis, temere Oceanum etc._»

20. «No quiero cargos de conciencia y soy hombre sincero: confiéssote
que este era demasiado latin para mi gramática, y que no le entendí
sino muy en monton y assí, como dicen, á media rienda. Pero me deparó
Dios un Lector de nuestra Orden, que por mas de tres años havia sido
Rey en el general de mayores de Villagarcía, el qual me declaró su
contenido, y parece ser que en el tal hymno se alaba al Emperador
Claudio de haver sido hombre muy prudente, de grandes fuerzas, de
suma celeridad, y de tanto valor que sugetó á los Persas, rindió á
los Medos, subyugó á los Britanos, extendió los límites del Imperio
Romano de la otra parte del Ponto, y obligó hasta al mismo Océano á
que obedeciesse sus leyes. Esto dice el hymno. Mas qué huvo de todo
esto? Nada en conclusion; porque yo leí en un libro viejo sin principio
ni fin, pero de grande autoridad, que el Emperador Claudio fué un
estúpido, tanto que su misma Madre Antonia, quando queria ponderar
la simpleza de alguno, decia: _Es tan fatuo como mi hijo Claudio_.
En todo su imperio no hizo cosa de provecho, sino comer, beber y
tratar con la gente mas vil y mas despreciable. Es cierto, que su hijo
Británico triumphó de los Britanos, porque los cogió desprevenidos,
y acabáronse todas sus hazañas. Casóse quatro veces, y se huviera
casado quatrocientas, si su sobrina y quarta muger Agripina no huviera
tenido vocacion de enviudar ántes de tiempo, quitándole la vida con
veneno. Adoptó á Neron, hijastro suyo, sin hacer caso de Británico su
hijo, y á esto se reduxeron sus proezas. Con todo esso, el Poeta hizo
bellíssimamente en fingir todas aquellas prendas, que le parecieron
proprias de un grande Emperador, y celebrarle por ellas, mas que nunca
las huviera tenido, que essa no fué culpa del panegyrista, y nadie le
quitó que las tuviesse. Pues, qué razon havrá divina ni humana, para
que tú no hagas lo mismo con el Escrivano Conejo?»

21. -- «Tus argumentos son tales, respondió Fray Gerundio, que no los
desatará una Universidad toda entera en cuerpo y en alma. No admiten
réplica, y assí no solo me conformaré á ciegas con tu dictámen, sino
que en este punto me ocurre un modo muy fácil de predicar mil sermones
de honras á mil Escrivanos muertos, que cayessen en mis manos.» --
«Como assí?» le preguntó Fray Blas.



CAPITULO III.

Interrumpe la conversacion un huésped inopinado, que se aparece de
repente; vuelven á atar el hilo, con todo lo demas que irá saliendo.


1. Iba á responderle Fray Gerundio, quando al revolver el cercado de
una viña, por donde atravesaba una senda que guiaba á Tras de Conejo,
famoso sitio del monte de Valderas, se apareció un mocito como de
veinte y cinco años, con todo el aparato de cazador crudo: redecilla
con borla á medio casquete, tupé asomado con sus dos caídas de bucles,
chambergo y cinta de plata y oro con su lazo ó roseta entre si trepa ó
no trepa á la copa del chambergo, capotillo de grana hasta la cintura,
chupa verde bien cumplida de faldillas, calzon de ante fino, ajustado
á la perfeccion, asomada por la faltriquera, hasta bien entrado el
muslo, una cinta de oro con sello y llavecita de relox, botines de
lienzo listoneado de azul, que ni pintados, y sus zapatillas blancas;
escopeta, bolsas, dos podencos, y quatro perdices que llevaba en una
red de hilo harto bien texida, pendiente de un cordon de seda, que
á manera de banda le cruzaba desde el hombro derecho hasta el híjar
izquierdo: esso se supone.

2. Era un Colegial trilingüe de la Universidad de Salamanca, bien
dispuesto, despejado, hábil, de humor festivo y retozon, aunque algo
vivo, osado y quisquilloso; mas que medianamente instruído en letras
humanas y sobre todo en la Rhetórica, á cuya cáthedra era opositor y
aún havia leído ya una vez á ella. Llamábase Don Casimiro y estaba
de recreacion en Valderas, donde tenia casada una hermana muy de su
cariño, y al cuñado no le havia faltado un tris para ser Corregidor
de Villalobos. Aquella tarde havia salido á caza y, fatigado de la
sed, iba por mas pronto recurso á Campazas á echar un trago de agua de
bodega, quando al revolver del cercado se encontró con nuestros dos
Frayles. Conocia á Fray Blas, porque este, bien ó mal, havia cursado en
Salamanca, aunque Don Casimiro era niño gramático y Fray Blas ya era
Padre colegial; assí se llaman á aquellos Theólogos de reata, que van
en requa á escuelas mayores y menores.

3. Apénas se vieron los dos, quando recíprocamente se conocieron; y es
que Fray Blas nada se havia mudado, porque tan calzado era de barbas y
tan cerrado de mollera quando Colegial, como quando Predicador mayor
de su Convento, atento á que, quando tomó el santo hábito, era ya
bastantemente entrado en mozancon. Por lo que toca á Don Casimiro, es
cierto que, aunque havia crecido mucho y era hombre que ya se afeitaba
á menudo, pero conservaba todavía el aire, las facciones de la cara y
cierta viveza de ojos, que le agraciaban mucho quando niño. Diéronse un
estrecho abrazo, y despues de aquellos efectos regulares de alegría y
de aquel monton de especies antiguas, que tocan de tropel dos conocidos
en estos encuentros casuales, despues de haverse santiguado los dos
media docena de veces con aquello de _Válgame Dios! qué encuentro!
Quien me lo dixera! Quien lo pensara!_ sin omitir Fray Blas lo otro
de _Jesus, y qué crecido, y qué espigado, y qué hombre, y qué galan!
Venga otro abrazo_, etc., le tomaron en medio los dos Frayles. El
Predicador en breves palabras dió razon á Don Casimiro de quien era
Fray Gerundio, de sus prendas, de sus talentos, del sermon que acababa
de predicar, de los aplausos que havia merecido, del sermon de honras
que le havian encargado, y, en fin, de toda la conversacion que havian
tenido los dos desde la salida del lugar hasta el mismo punto del
dichoso encuentro inclusivamente.

4. Hizo Don Casimiro un cumplido muy cortesano á Fray Gerundio, y,
haviéndole correspondido este con las voces que le deparó su bondad, su
crianza y su cosecha, prosiguió immediatamente sin detenerse: «Pues,
Señor Don Ramiro...» -- «Casimiro, le interrumpió el Colegial, para
servir á Vuesandíssima.» -- «Perdone vuestra Merced, continuó Fray
Gerundio, que, quando le nombró mi amigo el Padre Predicador, estaba
yo un tantico embobado, y solo pude advertir que su gracia de vuestra
Merced era un nombre acabado en _iro_. Pues, Señor Don Casimiro, lo que
yo iba á decir á Fray Blas, quando nuestra buena suerte nos deparó la
honrada vista de vuestra Merced, era que se me havia ofrecido un medio
estupendíssimo para predicar, aunque fuessen mil sermones de honras
á todos los Escrivanos que está comiendo la tierra. Este es el ir
discurriendo en mi sermon por todas y por cada una de las diez fuentes,
que llaman los Rhetóricos _de la invencion_.»

5. -- «Essa es mi comidilla, interrumpió el Colegial, y toca
Usandíssima un assunto, en que puedo decir algo con ménos desacierto,
porque al fin essa es mi facultad. Si las fuentes de la invencion son
diez precisamente, si son ménos ó son mas, es punto muy questionable,
y no ignora Usandíssima quanto le controvierten los Autores. Ciceron,
en lo _de Inventione_, señaló algunas mas. Nuestro Quintiliano, en sus
_Instituciones oratorias_, las reduxo á ménos, y Casio Longino, en su
_Tratado de lo sublime_, que leí traducido del griego en francés por
Monsieur Boileau, dice, á mi ver con mayor acierto, que no se puede
señalar número fixo á estas fuentes de la invencion, porque serán mas
ó ménos, segun fuere mayor ó menor la fecundidad y fuerza imaginativa
del Orador. Pero no hay que detenernos en lo que no es del dia: importa
poco que las fuentes sean diez ó sean diez mil; lo cierto es, que con
solas diez fuentes en qualquier assunto se puede juntar un caudal
oratorio tan copioso, que forme un rio navegable de eloquencia. Y
quales son essas diez fuentes donde Vuesandíssima piensa hacer aguada
para navegar felizmente por el proceloso mar de su fúnebre parentacion?»

6. -- «Con licencia de vuestra Merced, respondió Fray Gerundio, el
Escrivano á cuyas honras he de predicar no era pariente mio.» --
«Pues, digo yo por ventura que lo fuesse?» replicó el Colegial. --
«Es que, como vuestra Merced dixo esso de emparentacion, prosiguió
Fray Gerundio, creí que me emparentaba con él.» Sin mas exámen
conoció Don Casimiro la pobreza del Frayle con quien trataba; pero
dissimuló quanto pudo, y ya con algun mayor conocimiento del terreno
respondió: «Vuesandíssima ha padecido equivocacion, nacida sin duda
de alguna distraccion involuntaria; yo no dixe _emparentacion_,
sino _parentacion_.» -- «Pues, qué mas da uno que otro?» replicó
Fray Gerundio. -- «Paréceme, respondió el vellacuelo del Colegial,
que Vuesandíssima tiene gana de zumbarse y que á mi costa quiere
divertir la tarde. Un hombre como Vuesandíssima, que tiene noticia
de la invencion y de sus fuentes, no puede ignorar que Ciceron llama
_parentar á los difuntos_ el hacer honras por ellos, y que de aquí
se dice _parentacion_ todo lo que se consagra á su memoria, ya sean
ofrendas, ya elogios, ya oraciones ó sermones.» Como Fray Gerundio se
vió tratar con tanto respeto, pues en realidad era la primera vez que
havia recivido esse tratamiento, y no dexaba de admitirle con gusto y
con entonacion, aunque quedó un poco corridillo de que le huviessen
cogido en aquel punto, resolvió dissimular por no perder el concepto, y
assí dixo como sonriéndose: «Ya, ya lo sabia yo, pero quise hacer del
bobo, solo por el gusto de oir á Usted.» -- «Pues otra vez, replicó el
fisgon del Colegial, no lo haga Vuesandíssima con tanta naturalidad,
porque casi me lo hizo creer. Pero, volviendo á nuestro propósito,
qual es la primera fuente de la invencion que señala el Autor de
Vuesandíssima?»

7. -- «La Historia,» respondió Fray Gerundio. -- «Tambien Quintiliano,
prosiguió Don Casimiro, señala essa por la primera fuente. No sé si me
acordaré de sus palabras, porque ya ha algunos años que las encomendé
á la memoria; hagamos la experiencia: _In primis vero_ (pienso que ha
de decir) _abundare debet orator exemplorum copia, cum veterum tum
etiam novorum; adeo ut non ea modo, quæ conscripta sunt historiis
aut sermonibus, veluti per manus tradita, quæque quotidie aguntur
debeat nosse, verum ne ea quidem, quæ a clarioribus poetis ficta sunt,
negligere_. De suerte que Quintiliano desea en todo perfecto Orador no
solo una noticia comprehensiva de la historia, de la tradicion y aún
de los sucesos particulares que acaecen en su tiempo, sino que no debe
despreciar aún las ficciones y las fábulas de los Poetas mas ilustres y
mas clássicos; porque todo sirve para exornar lo que dice con exemplos
antiguos y modernos.»

8. -- «Veslo, Fray Gerundio, veslo? interrumpió á esta sazon Fray
Blas, lleno de gozo y dándole una palmadita en el hombro izquierdo;
mira como Quintiliano aprueba lo de las fábulas en los sermones y en
las oraciones, segun el texto literal y terminante, que con tanta
puntualidad acaba de citar y referir el Señor Don Casimiro. Y qué? te
parece que el Señor Don Casimiro es rana? Pues sábete, que será muy
presto tan Cathedrático de Rhetórica en la Universidad de Salamanca,
como tú eres Predicador sabatino y como yo soy Predicador mayor de la
casa. Di ahora á todos los Magistrales del mundo y á quantos Maestros
Fray Prudencios puedan tener las Religiones mendicantes, monachales y
clericales, que se vengan á contrarestar á Quintiliano.»

9. -- «Poco á poco, reverendíssimo Fray Blas,» atajó Don Casimiro.
«Quintiliano instruye á un Orador profano, y no á un Orador sagrado.
Da reglas para los que han de hablar en las Academias, arengar á los
Magistrados, hacer representaciones á los Príncipes, perorar en los
Gabinetes y defender ó alegar en los Tribunales; no se mete con los que
han de enseñar, persuadir y convencer al pueblo desde los púlpitos.
Es cierto, que unos y otros pueden y deben usar de la Historia con
moderacion, con oportunidad y con templanza; pero de la ficcion y de la
fábula solamente podrán valerse con mucho tiento y con grande economía
los primeros. Assí lo da á entender el mismo Quintiliano, y si no,
repare Vuesandíssima el miramiento con que se explicó: _ne ea quidem,
quæ a clarioribus poetis ficta sunt, negligere_. No dice, que hagan
estudio de las ficciones y de las fábulas, sino que no las desprecien,
que no las olviden del todo. Si Quintiliano quiere, que aún en las
oraciones profanas se practique tanta circunspeccion en el uso de la
fábula, quanto condenaria que se gastasse, digámoslo assí, á pasto en
las oraciones sagradas, que él no conoció, porque tuvo la desgracia de
morir en el Paganismo? Pero dexando á un lado esto, que no es de mi
profession, dígame vuestra Merced, Padre Fray Gerundio, como ha de usar
Usendíssima de la Historia para el sermon del Escrivano?»

10. -- «Como? Tan lindamente,» respondió Fray Gerundio. «Lo primero
voime derechicamente á las Concordancias á buscar la palabra _Scriba_,
y, leyendo despues todo lo que se dice en la Biblia de los _Escrivas_,
se lo aplico ajustaditamente á mi Escrivano. Despues voy á consultar en
un Thesauro lo que hay en latin por Escrivano, que á fé de hombre de
bien que no lo sé; porque no está obligado ninguno, aunque sea el mayor
Latino de todo el Universo, á saber como se llaman en latin todas las
cosas.» -- «No se canse Vuesandíssima en buscarlo, dixo el Colegial,
que yo se lo diré: Escrivano y Notario en latin se dice _Tabularius_
y tambien _Tabellio_, como quieren otros.» -- «Lindamente, continuó
Fray Gerundio; busco pues la palabra _Tabellio_ ó _Tabularius_ en el
_Theatrum vitæ humanæ_ de Beyerlink, y allí encontraré todo quanto
pueda desear sobre el tiempo, orígen, progressos, variedad de fortunas,
con otras mil curiosidades tocantes al oficio de Escrivano, desde su
fundacion hasta el tiempo en que escrivió su _Theatro_ el devoto y pio
Lorenzo Beyerlink, Arcediano de Ambéres; si allí no encuentro esta
palabra, que es muy possible, infaliblemente la he de hallar en el
_Calepino_ de Ambrosio, aumentado por Passeracio.»

11. -- «Tenga Usendíssima, interrumpió el Colegial, y déme su permisso
para hacer una pregunta: qué entiende Usendíssima por el _Calepino
de Ambrosio_? porque esse modo de citarle se me representa una cosa
muy parecida á la carabina de Ambrosio.» -- «Cierto, Señor Colegial,
que es muy honda la pregunta,» respondió Fray Gerundio, no sin hacer
un gesto desdeñoso. «Qualquiera niño gramático podrá satisfacerla,
pues saben hasta los menoristas que _Calepino_ es una palabra griega,
hebréa ó moscovita, que en esso no me meto, la qual significa lo
mismo que Diccionario ó Vocabulario, en que, siguiendo el alphabeto,
se va discurriendo por todas las palabras latinas, y se dice lo que
significan en romance.» -- «Tras de essa respuesta iba yo, Padre
reverendíssimo, replicó el Colegial en tono sacudido, y no extraño que
los niños gramáticos ignoren lo que significa _Calepino_, quando los
reverendíssimos Padres Predicadores sabatinos no lo saben. _Calepino_
no es voz griega, hebréa, arábiga ni úngara, sino puramente italiana;
tampoco es título de la obra, sino nombre patronýmico de la patria
del Autor. Este fué Fray Ambrosio Calepino, del Orden de San Agustin,
llamado assí porque fué natural de Calepio en Italia; ni mas ni ménos
como San Nicolas de Tolentino y Santo Thomas de Villanueva, Religiosos
de la misma Orden, se llamaron assí, porque el uno, aunque era natural
del lugar de Sant-Angel, cerca de Fermo en la Marca de Ancona, vivió
treinta años en Tolentino, ciudad episcopal de la misma Marca, donde
murió; y de esta larga residencia en dicha ciudad tomó el nombre. El
otro le tomó de Villanueva de los Infantes, donde se crió, aunque
havia nacido en Fuentillana, pueblo reducido que dista tres quartos
de legua de aquella villa. Pues ahora, si uno citasse los sermones de
Santo Thomas de Villanueva, diciendo: _assí se lee en Villanueva de
Santo Thomas_, no seria cosa ridícula? Pues tan ridículo es, si no lo
es mas, citar á secas y sin llover el Calepino de Ambrosio, como si su
Autor huviesse puesto al diccionario el título de Calepino. Y ve aquí
Vuesandíssima, como la pregunta tenia mas hondon de el que parecia.
Ahora passe Usendíssima adelante; que esta no ha sido mas que una breve
digression.»

12. Algo descalabradillo quedó Fray Gerundio de la refriega calepinal
y, curándose lo mejor que pudo, prosiguió diciendo: «Informado una vez
de todo lo que trae el Calepino ó el Diccionario de Passeracio (que no
hemos de reparar en quisquillas,) acerca de Escrivanos, tengo ya una
buena provision de noticias antiguas para exornar mi sermon. No dexo de
conocer que me hace falta un poco de erudicion moderna; pero donde la
encontraré? ni quien pudo soñar jamas en escrivir la Historia de los
Escrivanos?» -- «Sossiéguese Usendíssima, interrumpió el Colegial; que
no es esso tan impossible como le parece. Si hay Historia completa,
y no mal escrita, por Juan Bautista Tiers, _de las Pelucas y de los
Peluqueros_, por qué no la podrá haver de los Escrivanos? Y si los
Libreros y Enquadernadores, Copistas y Amanuenses tienen su Historia,
harto bien trabajada por Christiano Schoettgen, qué razon havrá
divina y humana para que los Escrivanos no puedan tener la suya? En
verdad que no estuvo muy léjos de escrivirla Juan Miguel Henecio, en
su obra de á folio que intituló _de veteribus Germanorum et aliarum
nationum signis_, de las rúbricas ó signos que usaban antiguamente los
Alemanes y otras naciones para autenticar sus cartas y sus instrumentos
públicos. Ni el Padre Reinerio Carsughio, que en verso didascálico
enseñó el arte de escrivir bien, esto es, con hermosura, con igualdad
y con limpieza, dexaria de padecer sus tentaciones de escrivir la
Historia de los Escrivanos. En fin, Padre reverendíssimo, yo no puedo
dar á Usendíssima noticia cierta de alguna Historia de estos, porque no
la tengo; pero tanto como de la _Historia de los Secretarios de Estado,
con sus elogios, armas, blasones y genealogías_, ahí está la del Señor
Fauvelet Du-Toc, que corre con acceptacion.»

13. -- «Hombre de los Demonios! exclamó á esta sazon Fray Blas, esse es
un thesoro! _Historia de los Secretarios de Estado!_ Ahí es un grano
de anis el librecito! Cosa mas adequada al intento era impossible
hallarla; porque el Escrivano Conejo todo lo tenia, puesto que lo
primero era Secretario, y lo segundo de Estado, por estar casado _in
facie Ecclesiæ_ con la Señora Mari-Beltrana-Pichon, por otro nombre _la
Roma_, que hoy es su viuda, y lo sea su merced por muchos años.»

14. -- «Reverendíssimo, Reverendíssimo, dixo entónces Don Casimiro,
cogiendo del brazo á Fray Blas, tenga por Dios, no se precipite. Un
tropezon ha dado Usendíssima, que no sé como no se ha deshecho todas
las narices. Secretario de Estado no es esso ni sueña en serlo,
y confundir los Secretarios de Estado con los Escrivanos reales,
numerarios ó de ayuntamiento, de las ciudades, villas y lugares, es
un despropósito que solo la innocencia puede excusarle de grandíssimo
desacato. Secretarios de Estado y del Despacho universal son aquellos
Ministros superiores, que despachan immediatamente con los Reyes,
forman los decretos, autorizan los tratados y expiden las órdenes á su
real nombre. Llámanse de Estado, porque solo tratan immediatamente con
el Príncipe aquellas materias que pertenecen á él, ya sean políticas,
ya militares, ya de marina, ya de gracia y justicia, y ya tambien de la
real hacienda. No son Escrivanos, oficio imponderablemente inferior á
su elevado empléo, y darles este nombre seria una insolencia digna del
mayor castigo, si no la disculpara la ignorancia. Los otros Escrivanos
públicos, autorizados por el Consejo para servir al comun, aunque
es oficio muy honrado y le exercitan muchos hombres de bien, están
mucho mas abaxo, y no sé yo de qué pueda servir la Historia de los
Secretarios de Estado para las honras de un Escrivano real.»

15. -- «Señor Don Casimiro, repuso muy sereno el Padre Fray Blas,
como en mi Religion no se leen gacetas, no estamos duchos en essas
materias tan altas; mi intencion no fué ofender á nadie: haviendo oído
toda mi vida llamar Secretarios á los Escrivanos, y Escrivanos á los
Secretarios, creí que era lo mismo uno que otro, y harto será que no
lo huviesse errado el otro dia, que se me ofreció escrivir una carta
al Secretario de cierto Señor Obispo, y puse en el sobrescrito: _A Don
Fulano de Tal, Escrivano del Señor Obispo de tal parte_. Pero la carta
ya está en el corréo, y, si el Secretario se riere, esse buen rato mas
tendrá; sobre todo, el Auditorio, á quien ha de predicar el Padre Fray
Gerundio, tanto sabe de Secretarios de Estado como yo; con que, en
hablándole de Secretarios, sean lo que fueren, para él todo será á un
precio, y yo le fio que no ha de ir á examinar si viene ó no viene á
cuento la noticia.»

16. -- «Esse ya es otro cantar, dixo Don Casimiro, y no me toca á
mí, que huyo de meter la hoz en mies agena. Assí pues, prosiguiendo
adelante en nuestro assunto, dígame Usendíssima, Padre Fray Gerundio,
qual es la segunda fuente de la invencion, que señala el Autor de
Usendíssima?»

17. -- «_Apologi et Parabolæ_, respondió Fray Gerundio, los Apólogos y
las Parábolas.» -- «Pero, qué entiende Usendíssima por Parábolas y por
Apólogos?» replicó el Colegial. -- «Por lo que toca á los Apólogos,
confiesso, respondió Fray Gerundio, que todavía no he podido formar
concepto claro de lo que son; mas en quanto á las Parábolas, aunque
tampoco sé definirlas con precision, pero ya las concibo con claridad,
por las Parábolas que se leen en el Evangelio, de la viña, de la
higuera, de los talentos, y otras.»

18. -- «Pues, mire Usendíssima, continuó Don Casimiro, Apólogo y
Parábola, Parábola y Apólogo allá se van en su significado, pues uno y
otro quieren decir una semejanza ó una comparacion fundada en una cosa
que se finge, verosímil ó inverosímil, para sacar de ella una sentencia
ó una moralidad cierta y verdadera, como quando Menenio Agripa se valió
de la Parábola ó del Apólogo del cuerpo humano para sossegar al Pueblo
Romano que, amotinado contra el Senado, se havia retirado al Monte
Aventino, y Menenio con su Apólogo le reduxo otra vez á la obediencia
de los Padres conscriptos. El uso de las Parábolas, aún en los assuntos
mas serios y mas sagrados, basta verle canonizado por el exemplo
del mismo Christo para que todos le veneremos. Muchos Santos Padres
le practicaron con felicidad, y sabemos que San Gregorio Nazianceno
desterró la vanidad del Presidente Celusio con el gracioso Apólogo de
las golondrinas y los cysnes. Mas en mi dictámen se ha de tener siempre
muy presente la juiciosa regla, que da el Padre Nicolas Causino en su
eruditíssima obra _de Eloquentia sacra et profana_, libro 4º, capítulo
4º, por estas palabras:»

19. «_Observandum autem erit in his apologis, ne nimis sint crebri,
ne dictione nimis faceta et quæ ad scurrilitatem accedat pertexantur:
denique ut personam, ut locum, ut rem deceant_: deben usarse los
Apólogos con moderacion, con economía, y no con demasiada frequencia;
las voces para explicarlos, aunque pueden ser algo festivas, nunca han
de picar en graciosas ó en chocarreras, porque entónces se convertiria
en bufon ó en truhan el Orador. Finalmente, los Apólogos se han de
proporcionar á toda la decencia que pide el assunto, el lugar y la
persona. Ni para disculpar la frequencia de los Apólogos sirve el
exemplo de Christo, que en sus sermones solia encadenar Parábolas con
Parábolas; porque el Salvador predicaba á los Asiáticos, y ya se sabe
que esse es el gusto de los Orientales, á cuyo genio se acomodaba
el divino Predicador. Todo esto es cierto; pero tambien lo es que,
aunque los Apólogos practicados con estas reglas pueden ser muy útiles
en un assunto moral, doctrinal ó de enseñanza, no sé yo como podrá
Usendíssima acomodarlos al sermon de honras de un Escrivano.»

20. -- «En este mismo punto, saltó entónces Fray Blas, se me está á mí
ofreciendo uno que, si Fray Gerundio sabe bornearle, ha de venir á su
sermon que ni aunque le huvieran cortado para él, y no es ménos que
de el mismíssimo Demósthenes.» -- «Y qual es, Padre Reverendíssimo?»
preguntó el Colegial. -- «Qual?» respondió Fray Blas. «El de aquel
caminante, que alquiló un burro en dos reales por dia para cierto viage
en el rigor del mes de Agosto, y, como todas las mañanas hácia las diez
le calentasse el sol demasiadamente, él se apeaba y se tendia á la
sombra del burro. Calló el dueño de el jumento, y, al tiempo de ajustar
la cuenta, el que se le havia alquilado le dió doce reales por seis
dias de viage. _Faltan otros doce_, dixo el alquilador. -- _Pues como?_
replicó el caminante. _Seis dias de jornada, á razon de dos reales cada
dia, son doce cabales._ -- _Sí Señor_, respondió el alquilador, _pero
faltan otros doce por la sombra del burro, puesto que el ajuste fué
solo por el burro, y no por la sombra_.»

21. -- «El Apólogo es gracioso, dixo el Colegial, y con efecto me
acuerdo de haverle leído en Plutarco, atribuyéndosele á Demósthenes,
quien con esta chanza despabiló la atencion del auditorio, que estaba
un poco distrahido. Pero no veo, como el Padre Fray Gerundio le pueda
aplicar á su Escrivano.» -- «Esso, de los cielos! respondió Fray Blas:
tiene mas que ponderar el desinterés y la limpieza del Escrivano
Conejo, y decir que siempre perdonaba algo de sus derechos? Porque,
aunque cargaba, como era razon, el coste del papel, de las plumas y de
la tinta, sin olvidarse de prevenir al litigante que echasse sobre la
mesa dos pesetas mas para el escriviente, con todo esso, no obstante de
que cortaba muy á menudo las plumas, nunca cargó ni un maravedí por la
navaja; y aquí entra el Apólogo del burro y de la sombra, que ni aunque
le huvieran mandado fabricar de molde.»

22. Sonrióse Don Casimiro, y continuando en sus preguntas dixo á Fray
Gerundio: «Segun el Autor de Usendíssima, qual es la tercera fuente de
la invencion?» -- «Los Adagios,» respondió sin detenerse. -- «Es fuente
muy copiosa, prosiguió el Colegial; pero Usendíssima qué entiende por
Adagios?» -- «Qué he de entender? respondió Fray Gerundio; lo que
qualquiera vieja de mi lugar. Adagios y refranes son una misma cosa.»
-- «Pues qué? preguntó Don Casimiro, los refranes pueden hacerse lugar
en algun género de sermones?»

23. -- «Ahora salimos con esso! respondió Fray Gerundio. Y como que
pueden y deben hacerse lugar, y mucho lugar en ellos! No hay cosa
que mas los adorne, que mas los agracie ni que mas embelese. Yo
tengo algunos apuntamientos de varios Adagios que he oído y leído
en algunos sermones, los quales verdaderamente me han suspendido, y
pienso aprovecharme de ellos siempre que me venga á pelo. Donde hay,
verbi-gracia, introduccion mas magnífica para un sermon de honras que
la de un Religioso grave, en el que predicó á las de un Maestro de su
Orden, que se llamaba _Fray Eustaquio Cuchillada y Grande_, quando dió
principio á su oracion fúnebre diciendo: _Al Maestro, cuchillada, y
grande_? Refran y equívoco que desde luego captó no solo la admiracion,
sino el pasmo de todo el auditorio. Hoy es el dia en que yo no acabo de
aturdirme de tan bella introduccion. Pues qué! aquel divino assunto del
sermon de honras, que predicó un famosíssimo Orador en las exequias
de Don Antonio Campillo, Párrocho que fué de cierta Iglesia, en cuyo
campanario havia fabricado á su costa una bella aguja! Fué pues el
assunto: _El sastre del Campillo, que puso la aguja y el hilo_. Esto
es ingenio, y lo demas parla, parla. Y el otro que, predicando el
sermon del demonio mudo en tiempo de Quaresma, assistiendo el Santo
Tribunal, dió principio con este oportuníssimo refran: _Con el Rey
y con la Inquisicion, chiton_; añadiendo que por esso era mudo el
demonio, de que se hablaba en el Evangelio, porque estaba delante de la
Inquisicion. Parécele á vuestra Merced, que no podria predicar, aunque
fuesse delante del mismo Papa? Bastan estos exemplares, y estoy pronto
á dar á vuestra Merced aunque sea un ciento de ellos, para que vea si
los refranes se pueden hacer lugar en los sermones.»

24. -- «Yo, Padre reverendíssimo, replicó el Colegial, tengo pocas
barbas para meterme en assuntos tan hondos, y mas no siendo de mi
profession, que se reduce á la latinidad, rhetórica y bellas letras, ó
letras humanas por otro nombre. Sin embargo, como en Salamanca se trata
casi por precision con tantos hombres grandes, asseguro á Usendíssima
haver oído mas de una vez á varios Padres Maestros doctíssimos de todas
las Religiones censurar mucho á los Predicadores, que usaban de essos
refranes populares y chabacanos en sus sermones. Los mas templados
decian, que era una _insulsíssima puerilidad_, otros se adelantaban
á calificarla de _insigne mentecatez_, y aún no faltaron algunos que
la llamaron _frenesí_, _locura_, _profanacion del púlpito_, y otras
cosas á este tenor. Yo refiero, no califico. Lo que á mí me toca por mi
profession, es assegurar á vuestra Reverendíssima que jamas entendí,
leí ni oí, que otros entendiessen por el nombre de _Adagios_, en quanto
fuente de la invencion oratoria ó rhetórica, lo que entiende vuestra
Reverendíssima, esto es los refranes populares.» -- «Pues, qué se
entiende por _Adagios_?» replicó Fray Gerundio. -- «Voylo á decir,»
respondió Don Casimiro.

25. «Adagio ó proverbio, (que todo es uno,) dice Synesio, es una
sentencia grave, digna, hermosa y comprendida en pocas palabras,
sacada como del sagrado depósito de la philosophía moral: _Proverbium
est sermo dignitatem habens et tamquam sacrario Philosophiæ, unde
antiquitatem traxit, depromptum; ex quo gravi est pulchroque aspectu_.
Por esso llamó Aristóteles á los proverbios _preciosas reliquias de la
venerable antigüedad, preservadas en la memoria de los hombres de la
lastimosa ruína que padeció la verdadera philosophía, debiendo esta
preservacion á su misma brevedad, destreza y elegancia: Cum proverbia
dicat Aristoteles esse veteris Philosophiæ, inter maximas hominum
ruinas intercidentis, quasdam reliquias, ob dignitatem dexteritatemque
servatas_. Si no me engaño mucho, á esto se reducen los proverbios de
Salomon, que distan infinitamente de ser refranes, siendo una coleccion
de sentencias inspiradas, verdaderamente divinas, enderezadas todas á
gobernar nuestras acciones por las reglas de una perfectíssima conducta
christiana, política y racional.»

26. «Muchos Philósophos graves entre los antiguos se dedicaron á este
género de sentenciarios, adagios ó proverbios: Chrysippo, Cleanthes,
Theeteto, Aristídes, Aristóphanes, Esquilo, Milon, Aristarco, y otros,
cuyas obras perecieron. Las mas célebres que nos han quedado de esta
classe son las de Zenobio, Diogeniano y Suidas, de las quales sacó
Erasmo de Roterdam todo lo que compuso acerca de los adagios griegos.
Esto es, Padre Reverendíssimo, lo que yo entendia hasta aquí por el
nombre de _Adagios_: estos los que me parecian muy oportunos para
exornar una oracion, tratados con parsimonia. Pero, pues vuestra
Reverendíssima entiende otra cosa, no nos paremos, y vamos adelante.»



CAPITULO IV.

Olvídasele la sed á Don Casimiro; llegan á Campazas sin saber cómo;
quédase allí el Colegial aquella noche, y se evacúa el punto que se
tocó y no se prometió en el capítulo passado.


1. A la quarta pregunta que iba á hacer Don Casimiro, hallaron todos,
no sin assombro, que estaban á la puerta trasera, esto es, á la puerta
del corral de la casa de Anton Zotes; y es que lo divertido de la
conversacion los havia embelesado de manera, que pian piano y, como
dicen, sin sentir havian andado una buena media legua de camino, con
sus paradas y todo. Lo mas gracioso fué que, quando llegaron al lugar,
Don Casimiro no se acordó de que tenia gana de beber, y, como ya se
havia puesto el sol, sin hacer mencion de agua ni de vino, quiso
volverse á Valderas; pero, como tenia que andar una legua muy larga,
como iba ya á anochecer, y como era hombre de una conversacion tan
divertida, no obstante los tajos y reveses que con tanta urbanidad,
bellaquería y dissimulo descargaba de quando en quando sobre los dos
Frayles, ambos le hicieron tantas instancias para que se quedasse
aquella noche, que al cabo le reduxeron, baxo la precisa condicion de
que se despachasse luego un criado á Valderas, para que estuviessen
sin cuidado su hermana y su cuñado el casi Corregidor de Villalobos.

2. Consta, no obstante, por un manuscrito authéntico y curioso, que
quien finalmente acabó de determinarle fué la Tia Catanla, la qual
abria la puerta trasera para que entrassen los cerdos, puntualmente
quando estaban los tres altercando, uno sobre que se havia de volver,
y los dos sobre que se havia de quedar. Quando ella vió un mocito
tan galan, tan majo y tan bien agestado, que venia con su hijo y
que le trataba al parecer con amistad y confianza, como era muger
tan bondadosa, luego le cobró cariño y, acercándose mas á los tres,
preguntó sanamente á Fray Gerundio: «Quien es este Señor tan lindo?
bendígale Dios.» -- «Señora, respondió el Colegial sin dar lugar á
que otro respondiesse: soy un servidor de vuestra Merced;» y en pocas
palabras la declaró quien era, el encuentro casual que havia tenido, la
precision de volverse, y la dicha que lograba en no hacerlo sin rendir
todo su respeto á su obediencia. No se cortó la boníssima Catanla,
porque era muger serena; ántes bien, haciéndole una reverencia á la
usanza del país, (esto es, encorvando un poco las piernas y baxando
horizontalmente el volúmen posterior hácia el suelo,) le encaxó
seguidamente toda la retahila de Cámpos: «Viva Usté mil años; para
servir á Usté; lo estimo mucho; güenos todos, á Dios gracias; viva Usté
mil años; y por allá están todos güenos? Viva Usté mil años.» Y añadió
luego: «Pero esso de golverse Usté hoy, ni por pienso: el hijo de mis
entrañas! y quien l’ avia dexar golver á boca de noche? A pique que le
comieran los lobos! Mal ajo para ellos; quatro ovejas me comieron la
noche que perdicó el m’ hijo Gerundio; mal provecho les haga. No Señor:
ya que tengo la fortuna de que su Mercé venga á mi casa, esta noche ha
de hacer penitencia. Unos güevos frescos puestos d’ hoy no faltarán.
Para qué quiero yo las gallinas sino para estas ucasiones? Palominos
siempre los hay en casa (gracias á Dios), que el mi Anton tiene un
palomar muy aventajado, assí no fuera por las garduñas; malditas ellas,
y qué descomulgadas que son! Un salpicon de vaca, cebolla y güevos
duros le sé yo componer, que le puede comer el mismo Rey. Una cama con
sábanas brancas como un oro, la hay por la misericordia de Dios. Ella
no será como su Mercé merece; pero por fin y por postre sirvió para
mi primo el Magistral de Leon, que mañana será Obispo.» Y diciendo y
haciendo, fué y le quitó la escopeta con una bondad y con una sanidad
de corazon, que al Colegial le dexó prendado; y con efecto se determinó
á dormir aquella noche en Campazas, previniendo lo del recado á
Valderas.

3. Anton Zotes le recivió ni mas ni ménos como su muger, porque no era
ménos agasajador que ella; y, despues de aquellos cumplidos regulares,
hechos por parte de Don Casimiro con despejo y con desembarazo de
colegio, y correspondidos por parte de los de la casa á la buena de
Dios, segun el ceremonial campesino, Anton se fué á cuidar de los
mozos y á dar las órdenes sobre lo que havian de trabajar el dia
siguiente, Catanla á disponer la cena, las criadas á hacer las camas;
y, quedando los tres solos en una sala baxa, conviene á saber, Fray
Blas, Fray Gerundio y el Colegial, «prosigamos, dixo este, con nuestra
conversacion, y sírvase Vuesandíssima decirme, qual es la quarta fuente
de la invencion, que le enseñó su Maestro.»

4. -- «Los geroglýphicos y los emblemas,» respondió Fray Gerundio.
-- «Algunos, continuó el Colegial, de essa fuente hacen dos, por la
diferencia que hay entre emblemas y geroglýphicos; pero es tan corta,
que me inclino á que lo aciertan los que la reducen á una sola.
Vuestra Reverendíssima sabrá mucho mejor que yo la diferencia que hay
entre geroglýphicos y emblemas.» -- «Yo nunca la he conocido ni me he
parado á examinarla,» respondió Fray Gerundio. «Para mí las emblemas
de Alciato y los geroglýphicos de Picinelo, que son los únicos de que
tengo alguna noticia, solo se distinguen en que un libro es mas pequeño
y otro es mas grande.» -- «Ya está conocido, replicó el Colegial, que
Usendíssima por su modestia quiere encubrir lo que sabe, y tomar de
ahí ocasion para examinarme acerca de lo poco que yo he estudiado:
complaceré á Usendíssima.»

5. «Los geroglýphicos son una explicacion mysteriosa, figurada y muda,
de lo que se quiere dar á entender, por medio de alguna ó algunas
imágenes, ya realmente dibuxadas en el papel, en el lienzo ó en la
tabla; ya abultadas en el mármol, en el bronce ó en la madera, o ya
únicamente ofrecidas á la imaginacion por medio de una descripcion
verbal, viva, enérgica y expressiva, que imprima bien en la idéa lo
que se quiere representar. No se añade á la pintura ó á la descripcion
mote, lema, inscripcion ni palabra alguna que sirva de explicacion al
pensamiento, dexándose enteramente al discurso ó á la penetracion de
el que ve, lee ú oye el geroglýphico, el curioso trabajo de adivinar
su verdadero significado. El emblema (y no _la_ emblema, como dicen
algunos,) solo añade al geroglýphico el mote, el lema ó la inscripcion
en brevíssimas palabras, que declaran lo que se pretende significar por
aquel.»

6. «Pondré un verbi-gracia, no para que Usendíssima me entienda, que
esso seria presumir yo de maestro de quien no merezco ser discípulo,
sino para que Usendíssima se actúe del modo como yo concibo lo que
digo, y en caso de padecer equivocacion se digne corregir mis yerros.
Los doce signos del Zodiaco, ó las doce casas, que dividen en doce
partes iguales aquel espacio de cielo que corre el sol en el discurso
de un año, son otros tantos geroglýphicos ó sýmbolos, que representan
lo que comunmente passa en la tierra en cada uno de los doce meses,
correspondientes á las doce casas. El primero signo es _Aquario_, y se
symboliza con un muchacho que está vertiendo un jarro de agua, para
significar lo mucho que suele llover en Henero. El segundo es _Piscis_,
y le representan dos peces pintados, para denotar que en Febrero
están en sazon la mayor parte de los peces. El tercero es _Aries_,
representado por un carnero, y quiere decir que en Marzo es la paricion
de las ovejas, naciendo entónces los corderitos. El quarto es _Tauro_,
figurado por un toro, para denotar que en Abril nacen las terneras.
Síguese _Géminis_, pintado hoy por los dos hermanos gemelos Cástor y
Pólux, y antiguamente por dos cabritillos, como lo afirma Heródoto,
en significacion de que las cabras regularmente paren de una vez dos
cabritos, para cuyo fin las proveyó la naturaleza con tanta abundancia
de leche.»

7. «Bastan estos exemplares para dar á entender la idéa, que yo
formo de los geroglýphicos, cuyo orígen comunmente se atribuye á
los Egypcios; pero yo tengo para mí, que su principio fué mucho mas
antiguo, inclinándome á la opinion de los que se le dan no ménos que
en la Torre de Babel, aunque despues fuessen los Egypcios los que
conservaron, promovieron y adelantaron mas el uso de ellos, en lo que
no cabe duda racional; pero esto no es del intento. A los sýmbolos ó
geroglýphicos añadieron despues los Griegos un breve lema, inscripcion
ó mote que explicasse su significado, y á este conjunto llamaron
_emblema_. Usaban de él singularmente en los arneses ó escudos, como
lo dicen Esquilo, Homero y Virgilio, esmerándose mucho en la brevedad
y en el álma del epígraphe, que era como el espíritu de la divisa de
cada uno. Sobresalian entre todos los Athenienses, de quienes hace
graciosa burla Lycon, fingiendo que en todos los escudos tenian gravada
una mosca muy pequeña, con este epígraphe: _donec videar: hasta que me
vean_; dando á entender, que todo Atheniense era tan valeroso, que se
acercaba al enemigo hasta que viesse la mosca, en cuyo caso era preciso
morir ó vencer.»

8. «No hay duda, que en todos tiempos assí los Oradores profanos
como los sagrados usaron alguna vez de los geroglýphicos, sýmbolos y
emblemas. Horo Niliaco escrivió un librito de este assunto, donde trahe
exemplares de toda especie de oraciones. Los Prophetas usaron mucho de
este modo de persuadir emphático y mysterioso. El Apocalypsi es una
serie continuada de figuras y representaciones symbólicas; San Agustin,
en la epístola 119, dice que, assí como el christal y la gasa añaden no
sé qué apacibles visos á las imágenes que se representan ó se registran
por ellas, assí deleita mas la verdad quando brilla por entre sýmbolos,
geroglýphicos y figuras, poniendo el Santo este exemplo: Si para
ponderar las ventajas de la union y las desconveniencias de la desunion
dices sencillamente: _concordia res crescunt, discordia dilabuntur_:
_con la concordia todo crece, con la discordia todo se deshace_;
_pigrius incitat_, _no da golpe_, y persuade con tibieza; pero, si
añades: _esto nos quisieron significar aquellos antiguos sabios, quando
pintaron una hormiga con un caduceo encima, que creció á elephante, y
un elephante con una espada desenvainada sobre las espaldas, que se
disminuyó hasta el tamaño de hormiga_; _nescio quomodo et inventionis
subtilitas et imaginis expressio sensus titillat suavius et, dum
placet, persuadet efficacius_: assí la sutileza de la invencion como
la viva representacion de la imágen hacen no sé qué gustosa impression
en el alma y en los sentidos, que, al mismo tiempo que los deleita con
mucha dulzura, los persuade tambien con mas suave eficacia.»

9. -- «Déme Usted un abrazo, Señor Don Casimiro, exclamó Fray Blas
interrumpiéndole, que verdaderamente ha estado Usted divino! Yo soy
furiosamente apassionado por los geroglýphicos y por los emblemas. Un
sermon que comience: _pintaban los antiguos Macedonios_; otro que dé
principio: _pinta el docto Pinicelo_, no ha menester mas para que yo me
coma las uñas tras de él. Pues qué, si despues se añaden diez ó doce
citas del Symbólico, otras tantas de Lilio Giraldo y algunas de Pierio,
y se escoge tambien media docena del Brixiano! en el mundo hay oro para
pagar un sermon tan ingenioso y erudito. Confiesso á vuestra Merced,
que despues de los Mythológicos son mis héroes los Symbólicos y los
Emblemáticos. Esta doctrina la he enseñado siempre á mi discípulo en lo
predicativo, Fray Gerundio; con estas armas le he armado Cavallero de
Púlpito; estos Autores le he recomendado; no hay otros: los demas son
buenos para explicar á las viejas el Catechismo de Astete y Servitor.»

10. -- «Padre Reverendíssimo, replicó el Colegial, ya he dicho,
que soy poco hombre para dar mi voto en punto de sermones, y assí
no me meto en calificar si son buenos ó malos los que están bien
cargados de geroglýphicos, sýmbolos y emblemas. Solo sé, que el Padre
Nicolas Causino previene que se use de ellos con la misma templanza,
moderacion y prudencia que de los adagios, fábulas, etc.; porque
si no, se convertirá en fastidio su misma amenidad, siendo cierto
que los pensamientos mas ingeniosos causan tedio, si se atesta de
ellos la oracion: _Habent igitur amœnam eruditionem hieroglyphica et
symbola, modo prudenter et parce, ut cætera, adhibeantur: quæ enim per
se mirabilitatem obtinent, si crebrius inferciantur orationi, fiunt
communia et fastidiosos sensus ipsa pulchritudinis satietate obruunt._
Tambien debo añadir que, por lo que toca á mí, me cayó muy en gracia
la enhorabuena que dió cierto Duque á un Orador, que havia predicado
en su presencia un sermon texido de geroglýphicos. «Padre, le dixo, no
trueco yo el juego de estampas de Don Quixote, que tengo en mi galería,
por todas las pinturas de su sermon.» Esto va en gustos; el mio ronca,
siempre que tocan en los sermones á cosa de geroglýphicos. Pero no nos
detengamos; porque ya deséo saber qual es la quinta ó sexta fuente de
la invencion, que estudió el Padre Fray Gerundio.»

11. -- «_Testimonia veterum_, respondió al punto este; las autoridades
y testimonios de los antiguos para confirmar lo que dice el
Predicador.» -- «Gran fuente y muy precisa! continuó Don Casimiro,
especialmente los testimonios y las autoridades de los Santos Padres,
ya sobre la inteligencia de la Sagrada Escritura, y ya tambien quando
se trata materia de costumbres, sea de virtudes, sea de vicios. Por lo
que toca á la exposicion del sagrado texto, he oído decir á varones
doctíssimos, que siempre es menester apoyarla con la autoridad de algun
Padre ó Expositor clássico y aprobado, siendo cosa insufrible que
ningun Predicador se arrogue la autoridad de entender ó interpretar
la Escritura á su modo ó segun su capricho. Y aún me acuerdo haver
leído, no sé donde, que este fué uno de los errores de Luthero, el qual
pretendia que cada qual tenia tanta autoridad para entender y para
interpretar la Escritura como San Gerónimo y San Agustin, apoyando este
arrogante, soberbio y presuntuoso delirio con aquel texto de San Pablo:
_unusquisque in suo sensu abundet_. En órden á costumbres, ya se dexa
conocer el gran peso, que da á lo que se dice qualquiera autoridad y
testimonio de los Santos Padres, como tambien si se toca alguna noticia
histórica ó philológica, especialmente si es algo singular ó no muy
sabida, sirve de adorno y de recomendacion la cita, y aún las palabras
del Autor que las refiere.»

12. -- «Por algo, dixo Fray Gerundio, me gustan á mí tanto los
sermones, que en el cuerpo están bien cargados de latin, y las márgenes
apénas se descubren de puro embutidas que están en citas. Solo con
ver un sermon impresso en esta conformidad, sin leer ni una palabra
de él, estoy firmemente persuadido á que es un sermon doctíssimo
y profundíssimo. Al contrario, ahora han dado en usarse y aún en
imprimirse ciertos sermones, que en todos ellos apénas se ven quatro ó
seis renglones de letra bastardilla, y las márgenes tan lampiñas como
cara de capon, que da asco solo el verlas. Qué se puede esperar de unos
sermones assí? Yo no he tenido paciencia para leer ni siquiera uno.»

13. -- «Pues yo sí, interrumpió Fray Blas; por mis pecados cayó en
mis manos, pocos dias ha, uno, y es de honras, que el Licenciado Don
Francisco Alexandro de Bocanegra y Xivaja[29] predicó á las de la
Señora Reina de Portugal Doña María Anna de Austria, en las exequias
que la consagró la ciudad de Almería, y tuve cachaza para leerle _de
verbo ad verbum_; pero sabe Dios quanto me costó. En todas las seis
hojas primeras no hay mas latin que las palabras del thema: _omnis
gloria ejus filiæ Regis ab intus_, repetidas dos ó tres veces; en las
seis y media restantes solo se citan siete textos de la Escritura, y
de dos de ellos no se ponen las palabras; las de los otros cinco que
se expressan, componen entre todas seis renglones y medio: hártate,
comilon. A los Santos Padres se les dexa descansar, solo se cita una
vez á San Francisco de Sales, á San Gregorio y á San Ambrosio. De
Expositores no se trate: cumplió con citar á Tirino una vez sola, y
del mismo modo cumplió con los Autores profanos, no citando mas que
á Séneca una sola vez. Pues, qué diré del assunto? Redúcese á que
la Reina amó á Dios y al próximo; y cátate aquí el cuento acabado.
Lo demas, parla y mas parla. Y estos sermones se imprimen! Y estos
sermones se celebran!»

14. -- «Despacio, Padre Fray Blas,» dixo con bastante viveza el
Colegial, no pudiendo dissimular del todo su enfado y su indignacion.
«Vuesa Paternidad se adelanta demasiado (con la cólera se le olvidó
darle Reverendíssima). Tambien yo he leído esse sermon, porque llegaron
á Salamanca muchos exemplares: hablóse mucho de él en todas aquellas
Comunidades, donde hay tanto hombron sabio, religioso, erudito, culto y
discreto, como es notorio; y á excepcion de tal qual botarate ignorante
y presumido, que por nuestros pecados los hay de todas las classes
y gremios, no huvo uno que no calificasse dicho sermon por una de
las piezas mas eloqüentes, mas nerviosas, mas sólidas, mas graves y
aún mas ingeniosas, que havia producido hasta ahora nuestra oratoria
castellana. Era voz comun, que se podia equivocar con las mas preciosas
oraciones que produxeron y están todavía produciendo en nuestro siglo
y en nuestro hemispherio español los Gallos, los Radas, los Aravacas,
los Rubios, los Nordeñanas y los Guerras; ni faltó quien assegurasse,
que podia competir con qualquiera de las muchas y grandes oraciones
fúnebres, con que el Reverendíssimo Padre Maestro Salvador Orosio, de
la Compañía de Jesus, llenó de magestad y de assombro el púlpito y la
Capilla de San Gerónimo de la Universidad de Salamanca. Oraciones
que, si se hiciesse una coleccion de ellas, (como decia un sabio,)
compondrian un funeral, que quizá no tendria consonante en quanto
logramos hasta ahora de esta especie, ni de dentro ni de fuera de
España.»

15. «Esso de que tiene pocos textos la oracion del Licenciado
Bocanegra, solamente lo podrán decir los que en su vida han saludado
los sagrados libros; apénas hay cláusula ni aún sýlaba, que no aluda á
algun lugar, sucesso ó passage de la Escritura, en saliendo de aquellas
acciones de la Reina que sirven de cimiento á la verdad del assunto.
No se citan, es assí, expressa y señaladamente; pero se dan desleídos
y como convertidos en la substancia del mismo Orador. San Bernardo
fué el primero que introduxo este admirable modo de usar y manejar la
Escritura, haciéndola primero suya, y vertiéndola despues como si no
fuesse agena. Pero, quien hasta ahora ha notado á San Bernardo de poco
escriturario? Son pocos, no lo niego, los testimonios y autoridades de
Padres, de Expositores y de Autores profanos, con que exorna su oracion
el Señor Bocanegra; mas son muy oportunos essos pocos testimonios que
alega.»

16. «Y quien ha dicho á vuestra Paternidad, que los sermones se han
de cargar á metralla de testimonios, de autoridades y de citas?
Estas deben ser como las especias en los guisados, lo que baste para
sazonarlas, y no lo que sobre para que ninguno los pueda tragar. Ignora
vuestra Paternidad lo que dixo un eloquentíssimo Orador, hablando de
las autoridades en los sermones? _Si nimiæ sint, si communes, si sine
vi et pondere allatæ, puerum magis colligentem sapiunt quam virum
ingeniosum_: _si se amontonan, si son vulgares y comuníssimas, si no
tienen alma, fuerza ni meollo, mas son fárrago que erudicion; el Orador
se acredita mas de un genio pueril y atolondrado, que bueno y malo,
verde y seco, todo lo hacina, todo lo recoge, que de hombre ingenioso y
erudito._»

17. «Dice bien este juicioso Autor: para llenar, no digo yo un sermon,
sino cien tomos de á folio de citas, autoridades, testimonios,
sentencias, versos, historias, exemplos, símiles, parábolas, sýmbolos,
emblemas y geroglýphicos, no es menester mas que hacinar y recoger.
Tanto Sentenciario, tanto libro de apophtegmas, tanta Polyanthéa, tanto
Theatro, tanto Thesauro, tanto Diccionario histórico, crítico, náutico,
geográphico, tanta Bibliotheca, tanto Expositor que va discurriendo
por los lugares comunes é infarcinando en cada uno todo quanto se le
viene á la mano; en fin, tanta selva de alegorías y de dichos como cada
dia brota en essas Naciones y en essas librerías, hacen erudito de
repente al mas boto, al mas mentecato, al que no sabe quien reinó en
España ántes de Cárlos II. No hay mas que abrir, trasladar, embutir,
y está hecha la maniobra. Al ver un sermon atestado de essa borra,
quedan aturdidos los páparos, entre los quales cuento á muchíssimos
que no lo parecen, mientras los verdaderos eruditos ó gimen corridos
ó se rien desengañados, segun el humor que los predomina. Mas de una
vez oí á hombres de gran juício, que se debian desterrar del mundo
literario estos almagacenes públicos de erudicion tumultuaria, porque
solo servian para mantener haraganes, miéntras perecian de hambre los
ingenios verdaderamente industriosos. Es punto problemático, en el
qual se pudiera tomar un término medio. Miéntras tanto, digo que se
puede aplicar á estos prontuarios de erudicion al baratillo lo que
dixo Agesilao al inventor de una máquina bélica, capaz de moverla y de
hacer mucho daño con ella qualquiera soldado cobarde: _Papae! virtutem
sustulisti: Vítor! que con essa máquina has desterrado el valor_.»

18. «A lo que añadió vuestra Paternidad acerca del assunto que escogió
para su oracion el Señor Bocanegra, perdóneme vuestra Paternidad, que
no tiene razon para censurarle. Lo mejor y lo mas precioso de dicho
assunto es el ser tan sencillo, tan natural y tan sólido. Assuntos
rumbosos, delicados, alegóricos, metaphóricos, symbólicos, y mucho
mas títulos de comedia, retruécanos insulsos, refranes de viejas,
como _el verdadero Phœnix de Arabia_, á San Agustin; _el Leon en su
cueva_, á San Gerónimo; _el Onix y Onis_, á Santo Thomas de Aquino; _la
Encyclopedia canonizada_, al mismo; _el Máximo Mínimo_, á San Francisco
de Paula; _muger, llora y vencerás_, á las lágrimas de la Magdalena;
_el Caballero de Alcántara_, á San Pedro de este nombre; _á muertos y
á idos no hay mas amigos_, en las honras de un Obispo: digo que estos
y otros semejantes assuntos, Dios los haya perdonado! ya pudren, ya
solo han quedado en algunos Predicadorcillos de la ínfima suerte,
que solo hacen ruído entre los que se van tras el tamboril y los
gigantones. Hoy va reviniendo el mundo de sus preocupaciones; por lo
ménos los hombres de pro no gastan otros assuntos que sólidos, macizos,
característicos, y consiguientemente naturales. Tal es el del Señor
Bocanegra, fundado sobre los dos exes en que gira toda la ley y toda la
perfeccion. El Sabio no da otro elogio á los hombres justos, ni cabe
otro mayor: _Dilectus Deo et hominibus, cujus memoria in benedictione
est: Amó á Dios y amó á los hombres? pues será amado De Dios y de los
hombres, y, siempre que se repita su nombre, será acompañado de muchas
bendiciones._ Esto dixo el Orador de aquella exemplaríssima Princesa;
esto convenció y aún esto persuadió, moviendo los corazones mas duros
por lo ménos á desear la imitacion de sus reales virtudes.»

19. Como Fray Blas vió, que el Colegial estaba un poco avinagrado, y
tenia alguna noticia de su genio vivo y quisquilloso, no se atrevió á
replicarle; contentóse con decirle, que en esto de sermones, de versos,
de latin y cosas semejantes cada qual tenia su gusto, y, sin inculcar
mas en el punto, le suplicó que prosiguiesse examinando á Fray Gerundio
sobre las fuentes de la invencion; porque, como observaba que este
las tenia tan prontas, se le caía la baba al bueno del Predicador.
Serenóse un poco Don Casimiro y, continuando en su interrogatorio, rogó
á Fray Gerundio se sirviesse decirle qual era la séptima fuente de la
invencion, que le havian enseñado.

20. «Los dichos graves y sentenciosos de los antiguos,» respondió sin
cespitar. Y el Colegial prosiguió: «Sin duda es una fuente bellíssima y
copiosíssima, especialmente haviendo tanto recogido de sus sentencias
y apophtegmas, los quales solo se diferencian de aquellas en que las
sentencias permiten mas extension de palabras, pero los apophtegmas
se deben ceñir á las ménos voces que sea possible; las sentencias
se pueden tomar de qualquier Autor donde se encuentren, mas los
apophtegmas se hacen mas recomendables por ser dichos de grandes
personages, como de Papas, Emperadores, Reyes, Cardenales, Obispos,
etc. Vaya esta diferencia sobre la fé de Guillelmo Budéo que la señala,
pues yo no me atreveré á defenderla en el siglo que corre, el qual
está como inficionado de libros de apophtegmas, que son hoy de la gran
moda. Tales son los libros que llaman de _-ana_, como la _Menagiana_,
la _Perroniana_, la _Scaligeriana_, la _Saint-Evremoniana_, la
_Fureteriana_, y otros innumerables, de que se hace graciosa burla en
el primer tomo de la _Menagiana_, donde el Autor de una salada rima,
acabada toda en la sílaba _-na_, despues de zumbarse de una multitud de
estos escritos, unos verdaderos y otros fingidos, concluye diciendo:

    _Todos los libros en -ana_
    _Se arrimen donde está la Ipecacuanha,_

hierba medicinal de las Indias, que hoy se usa mucho y con grande
felicidad en Europa. Es cierto, que estos apophtegmas, recogidos en los
libros de _-ana_, no todos son dichos de grandes personages, pues hay
algunos de sugetos muy de escalera de abaxo, si no entra en cuenta su
agudeza ó su literatura.»

21. «Pero, al fin no se puede dudar, que los dichos, sentencias y
apophtegmas, assí de los antiguos como de los modernos, usados con
discernimiento y con moderacion, son un preciosíssimo adorno de todo
género de eloquencia, tanto oratoria como histórica. Thucídides mereció
la suprema estimacion de todos los siglos por el juício, oportunidad
y bello gusto con que se valió de ellos. Hesiodo, aunque muy distante
de Homero, assí en la gravedad del estilo como en la magestad del
assunto, ha logrado los mayores aplausos por la singular eleccion que
tuvo en las sentencias con que adorna sus dos poemas heróicos: _Las
Obras y los Dias_ y la _Theogonía ó generacion de los Dioses_, bien
que algunos críticos le notan, no sin razon, que las sentencias son
mas frequentes de lo que fuera justo. En fin, Quintiliano encarga
mucho al Orador que se aproveche de esta fuente, pero con tres
precauciones: la primera, que las sentencias sean muy escogidas; la
segunda, que sean raras; y la tercera, que sean correspondientes á la
edad, al carácter y demas circunstancias del Orador. Si son triviales,
se oyen con desprecio; si muy frequentes, cansan la atencion y aún
empalagan; si no se acomodan á los connotados del Orador, mueven á
risa. Yo añadiria otra quarta calidad, y es que las sentencias sean
tambien proporcionadas al theatro y al auditorio. En una aldéa ó pueblo
pequeño seria risible aquella sentencia ó apophtegma tan justamente
celebrada, que se atribuye á Afro Domicio: _princeps qui vult omnia
scire, necesse habet multa ignoscere: el Príncipe que quiere saberlo
todo, tiene necessidad de perdonar mucho_. Qué Príncipe se podria
aprovechar de esta advertencia en un pueblo reducido? En un auditorio
rústico y grossero seria impertinente aquel discreto dicho de Plutarco:
_sero molunt Deorum molæ, sed bene comminuunt: las ruedas de los
Dioses tardan en moler, pero hacen buena harina._ Quantos havría en el
auditorio que entendiessen la metáphora? Vamos á la octava fuente.»

22. -- «Essa es para mí la mas seca, dixo Fray Gerundio, no sin chiste;
porque mi Autor dice que la octava fuente son las leyes, y confiesso
que de leyes ni entiendo ni he estudiado palabra.» -- «Yo tampoco las
he estudiado, continuó el Colegial, por no ser essa mi profession;
pero no es menester hacer la de Legista para saber algunas leyes,
especialmente de las antiguas y primitivas, que se instituyeron en el
mundo para el gobierno de los hombres, las quales sirven de un bello
adorno á qualquiera oracion sagrada, singularmente moral ó doctrinal.
Es cierto, que nunca las leyes de los hombres pueden añadir peso ni
autoridad á la ley santa de Dios; pero no es dudable, que encuentra el
entendimiento no sé qué particular satisfaccion y consuelo en ver tan
conforme la ley divina con las leyes humanas, pronunciadas por unos
Legisladores que no tuvieron noticia del verdadero Dios.»

23. «Yo me acuerdo de algunas que, por lo que toca á lo directivo, son
muy conformes á muchos preceptos del Decálogo, aunque sean erradas y
gentílicas en lo que suponen de doctrinal. Vayan algunos exemplares. El
primer mandamiento es _amar á Dios sobre todas las cosas_. Confórmase
con él la ley de Numa Pompilio: _Deos patrios colunto, externas
superstitiones aut fabulas ne admiscento_. Segundo _no jurar su santo
nombre en vano_. Es muy conforme á él la ley de los Egypcios: _perjuri
capite mulctentur_. Quarto: _honrar Padre y Madre_; lo mismo mandaba
aquella ley de que hace mencion Heródoto (lib. 1): _magistratibus
parento_; y la otra de los Lacedemonios, citada por Platon en su
República: _majorum imperio libenter omnes parati assuefiant_. Sexto:
_no fornicar_; son muchas las leyes que prohibian esto mismo. La que
trahe Josepho (lib. 11. cap. 6.): _adulterii et lecti genialis injurias
vindicanto_; la de Numa: _pellex aram Junonis ne tangito_; y la célebre
de los Athenienses, que prohibia predicar ó hablar en público á todo
hombre deshonesto: _si quis pudicitiam prostituerit aut expatrarit,
huic interdicito jus apud populum concionandi_. Séptimo: _no hurtar_;
á esto aludia aquella ley de los Egypcios: _singulis annis apud
Provinciarum Præsides omnes unde vivant demonstranto. Si quis secus
faxit aut unde legitime vivat non demonstrarit, capitale esto_.»

24. «El uso assí de estas leyes antiguas como de otras mas modernas,
patricias y municipales, con tal que sea sobrio, prudente y oportuno,
tiene su gracia y tambien su eficacia en qualquiera sagrada oracion.
Pero hacer estudio de componer un sermon como un alegato de los que
se usan solo en nuestra España, embutido en textos, leyes, decretos,
cánones y constituciones del derecho civil y del canónico, parecido
al que yo oí á cierto Cathedrático, sobre ser una grandíssima
impertinencia, es ostentacion pueril para acreditarse de erudito y
sabio en facultad forastera. Hola! esta censura ó esta reflexion no
es mia, pues ya he protestado, que ni mi profession ni mis años me
permiten excursiones á países tan sagrados: refiero lo que por entónces
se dixo entre hombres que tenian voto. _Solo en unas circunstancias_,
añadió uno de los circunstantes, _puede ser del intento cargar algo
mas la mano en la cita de leyes nacionales, y es quando se predica á
un auditorio compuesto por la mayor parte de gente de Curia, como en
los sermones al Consejo, á las Chancillerías, á las Audiencias, etc.
Si se toca entónces el punto de regalos, gratificaciones y derechos
de Ministros inferiores, como Abogados, Relatores, Procuradores,
Escrivanos, etc., no será fuera de propósito referir las leyes
municipales que hablan en esto, y explicar con claridad hasta que
punto son obligatorias en conciencia, segun la inteligencia comun de
los Theólogos_. Pero, dexando esto á un lado, deséo saber qual es la
nona fuente de la invencion, que prescribe el Autor por donde vuestra
Reverendíssima estudió.»

25. -- «_Sacræ litteræ_, respondió Fray Gerundio como un reguilete:
la Sagrada Escritura; y añadió luego: En este punto no tiene vuestra
Merced que detenerse, porque sé lo que basta para bandearme; he tomado
mi partido, y no mudaré de rumbo por mas que me prediquen.» -- «No
tiene Usendíssima que prevenirmelo, replicó Don Casimiro; pues sé bien,
que este punto no es de mi incumbencia, y no se me ha olvidado lo que
leí pocos dias ha en cierto Autor de mi profession; hablando de la
Sagrada Escritura dice: _quod ad ejus usum attinet, Theologorum est
proprius: hæc eorum hæreditas, hic campus, hoc stadium; por lo que mira
al uso de la Sagrada Escritura, esse toca á los Theólogos, essa es su
herencia, essa su legítima, esse es su proprio y particular terreno_.
Por señas de que, en confirmacion de lo que poco ha íbamos hablando,
se lastima mucho en el mismo lugar de que los Predicadores se metan
á Legistas, y los Legistas á Predicadores, aquellos citando leyes,
y estos glosando textos: _contra inverso ordine_, _jurisperitos_,
_neglectis iis quæ ad se attinent_, _Sacra Biblia sæpius quam leges in
ore habere_. No excluye absolutamente, que unos tomen algo de otros
por la recíproca union y buena correspondencia que hay entre las
facultades; sola abomina el excesso, el prurito y la ostentacion de que
se sabe de todo.»

26. «No obstante, ya me permitirá Usendíssima que, sin mezclarme en
lo directo de esta fuente, que en realidad excede los límites de mis
estudios, haga una reflexion acerca de ella, que parece no estar
fuera de mi jurisdiccion. Es cierto que la Sagrada Escritura mereció
tanto concepto aún á los Philósophos gentiles, que Emilio de Apaméa
(ó Amilio, como le llama Proclo), al leer la primera cláusula del
Evangelio de San Juan: _in principio erat Verbum_, quedó assombrado
de que un Bárbaro (assí llama al Evangelista) huviesse philosophado
con tanto acierto. Tambien sabemos, que Dionysio Longino, haciendo el
paralelo entre Moyses y Homero, calificó al Legislador de los Judíos
por un hombre nada vulgar; pues no podia serlo el que tenia tan alta
idéa de Dios, como lo acredita aquel rasgo suyo en la historia de la
creacion: _dixit Deus: fiat lux, et facta est lux; fiat terra, et
facta est_, proponiéndole por modelo de un pensamiento verdaderamente
sublime. Aunque la segunda parte: _fiat terra_, _et facta est_, la
añadió Longino de cosecha propria, pues no se halla en la Escritura,
en que el Autor, como gentil, estaba poco versado. No es ménos cierto,
que en la Sagrada Escritura se encuentra no solo todo lo que se halla
en los libros profanos y no profanos, sino que se halla en aquella lo
que en estos no se encuentra. Pienso, si no me engaño, que ha de ser
observacion de San Agustin, y que la leí en un libro de eloquencia:
_et cum ibi quisque invenerit omnia, quæ utiliter alibi didicit, multo
abundantius ibi inveniet ea, quæ nusquam omnino alibi, sed in illarum
tantummodo Scripturarum mirabili altitudine et mirabili humilitate
discuntur_. Siendo esto assí, me parecia, á mi grossero modo de
entender, que la Sagrada Escritura debiera ser la única ó por lo ménos
la primera fuente de la invencion, respecto de todo Orador sagrado.
Pues, por qué razon Usendíssima ó su Autor no solo no la señalan por la
única, no solo no la dan el primer lugar, sino que la ponen á la cola,
y harto será que no sea la última?»

27. Hallóse embarazado Fray Gerundio con esta pregunta que no esperaba;
pero salió á su socorro su fino amigo Fray Blas, diciendo con grande
satisfaccion: «Esso es claro: porque la Escritura es fuente comun de
que todos beben, está á mano de qualquiera para hartarse de ella,
quando le diere la gana. Un Predicador que quiera acreditarse no ha
de beber del pilon, sino que sea para enjuagarse: sýmbolos, emblemas,
geroglýphicos, historias, sentencias, versos, fábulas, esta ha de
ser su comidilla; y á lo mas mas, allá hácia lo último, un poco de
Escritura, á modo de mondadientes. Esto es lo que quiere decir poner la
Escritura por la postrera fuente de la invencion, y está bien puesta, á
pagar de mi dinero.»

28. En medio de los pocos años del Colegial y que, assí por su edad
como por su genio, todavía no estaba muy maduro ni era de los que mas
se morian por sermones de Christo en mano, no se puede ponderar quanto
le irritó una proposicion tan absurda, tan loca y tan escandalosa; sin
embargo, considerándose huesped y que no era razon dar una mala noche á
aquella buena gente, dissimuló su indignacion lo mejor que pudo, y se
contentó con decir á Fray Blas: «Si no me hiciera cargo de que vuestra
Paternidad habla de chanza, zumbándose de aquellos Predicadores que,
si no con las palabras, á lo ménos con las obras parece que lo sienten
assí, delataria essa proposicion al Santo Tribunal.» Iba á responderle
Fray Blas algo colérico, quando oportunamente y al mejor tiempo del
mundo entraron á poner la mesa, porque ya era hora de cenar.



CAPITULO V.

Dispone Fray Gerundio su sermon, y vále á predicar.


1. Cenaron, se acostaron, durmieron, se levantaron, almorzaron y
se despidieron de Don Casimiro, que muy de mañana quiso volverse á
Valderas cazando, por lo que no admitió una yegua castaña, andadora
y paridera, que ya havia dado quatro potricos y dos muletas á Anton
Zotes, el qual se la ofreció para el viaje con la mejor voluntad del
mundo. Aquella misma mañana se quiso retirar tambien Fray Blas á cuidar
de su fingida enferma, despidiéndose hasta que fuesse á oir á Fray
Gerundio el sermon del Escrivano, como lo ofreció y como lo cumplió á
su tiempo.

2. Con efecto, iba ya á montar á cavallo, quando se acordó Fray
Gerundio de que no havian leído, glosado y admirado el celebérrimo
sermon de honras á los Soldados del Regimiento de Toledo, por el
Autor del _Florilegio_, como se lo havia ofrecido Fray Blas la tarde
antecedente; y es que el encuentro de Don Casimiro, con la conversacion
entablada en el passéo y proseguida despues en casa, enteramente los
havia borrado la especie de la memoria; y, como Fray Gerundio estaba
resuelto á todo trance á tomar dicho sermon por modelo para el suyo, no
queria dedicarse á componerle, hasta que su amigo Fray Blas le hiciesse
observar, notar y admirar todos los primores. Por tanto, tirándole de
un capote de barragan que ya tenia puesto, y llamándole aparte, le
traxo á la memoria dicha especie, y le conjuró por la estrecha amistad
de entrambos, que á lo ménos hasta despues de comer no pensasse en
marchar, para que, encerrándose los dos en aquella mañana, pudiessen
recorrer el sermon del _Florilegio_ y entresacar de comun acuerdo lo
que pareciesse adaptable al suyo.

3. No se hizo de rogar Fray Blas, que en estas ocasiones era de un
genio docilíssimo y muy amigo de complacer á todo el mundo. Dió Fray
Gerundio órden de que retirassen la cavallería á la quadra hasta la
tarde, diciendo que todavía tenian los dos que conferenciar aquella
mañana. Metiéronse en la sala, cerráronse por la parte de adentro, tomó
Fray Blas en la mano el libro del _Florilegio_, sacudióle el polvo,
buscó el sermon 26, y leyó el título que decia assí: _Parentacion
sacra, Epicedio panegýrico en las solemnes honras con que solicitó el
alivio de sus Militares difuntos el Regimiento de Toledo. Episodio._
«El título solo basta para acreditar al Autor. _Parentacion sacra_:
ya oíste al Colegial lo que significaba _parentacion_. Mira qué cosa
tan oportuna! _Epicedio panegýrico_: no tengo idéa clara de lo que
significa _epicedio_; solo sé assí en confuso, que es una especie de
elogio á los difuntos.» -- «Pues, hay mas que verlo en Calepino?»
dixo Fray Gerundio; y abriéndole halló que decia: _Epicedium, carmen
quod canitur de cadavere nondum sepulto: aquellos elogios que se
cantan de los difuntos á cuerpo presente, quando aún no se ha dado
sepultura_. Algo frio se quedó Fray Gerundio al leer esto, y preguntó
á Fray Blas: «Pues qué, los cadáveres de los Soldados del Regimiento
de Toledo estaban presentes, quando se predicó este sermon de honras?
No se havian enterrado todavía?» -- «Anda, hombre, respondió el
Predicador, que essos son reparos de miñatura; si en todo se huviera de
escrupulizar con essa menudencia, no havria hombre quien se atreviesse
á hablar en público elegantemente. Fuera de que es phrase comun, quando
se habla de algun difunto, sea para bien, sea para mal, decir que le
desentierran los huessos; pues, para el caso y para la propriedad, qué
mas me dará desenterrarlos que no haverlos enterrado?»

4. Esta última razon hizo grandíssima fuerza á Fray Gerundio, y
prosiguiendo Fray Blas añadió: «_Episodio_, no lo entiendo; pero desde
luego afirmo, que es discrecion como la de Epicedio. A ver, qué dice
esse Vocabulario?» -- _Episodio_, leyó Fray Gerundio, _eran aquellos
actos de la tragedia ó de la comedia, que se recitaban entre choro
y choro, para alternar la música con la representacion, y fué su
inventor el Poeta Thespis. Hoy se entiende por Episodio un incidente
ó digression, que diestramente se introduce en el assunto principal
del poema ó de qualquiera otra composicion_. «Confiesso, añadió Fray
Gerundio, que he quedado muy confuso. Pues, acaso aquel sermon se havia
de cantar ó se havia de predicar á choros, para que huviesse episodios?
El thema era por ventura incidente ó digression del sermon, para que
llamasse _episodio_ al thema?»

5. -- «Eres un pobre hombre, respondió Fray Blas, y estás muy atrasado
en esto que llamamos _adelgazar y discurrir con agudeza_. Quizá en
todo el Florilegio no se encontrará pensamiento mas delicado ni
mas oportuno. Mira: los sermones de honras se predican comunmente
despues de acabada la missa de difuntos y ántes que se cante el
último responso, que suele ser solemníssimo. Luego la oracion fúnebre
está propriamente colocada entre el choro de la missa y el choro del
responso; unos cantados, y otra representada: pues ves ahí por qué se
llama _episodio_, porque es un acto que se representa entre choro y
choro. Mas: el intento ó el assunto principal de las honras, hablando
en rigor, no es otro que el Nocturno, la Missa y el Responso, que son
propria y rigurosamente sufragios por los difuntos, que los sermones
ó las oraciones fúnebres de suyo no son sufragios. Pues, qué son?
Son unas digressiones, unos incidentes, que se introducen con arte y
con destreza en el assunto principal. Mira tú con qué oportunidad se
llaman _episodios_! Y, porque el thema es como el cimiento de estas
digressiones, por esso dar al thema el título de _episodio_ es hasta
donde puede llegar el ingenio y la inventiva.»

6. -- «Declárome por zopenco, dixo Fray Gerundio, y hago voto de
venerar profundamente todo quanto lea en el _Florilegio_, por mas que
yo no lo entienda y aunque assí á primera vista me parezca contrario
á toda razon. Pero veamos, como se introduce en su sermon de honras
militares.» -- «Hay dos introducciones, respondió Fray Blas: á
una llama _Episodio_, y á otra _Introduccion_. El _Episodio_ está
reducido á dar razon de la devocion y del fervor, con que los antiguos
Gentiles celebraban las honras de sus difuntos, especialmente las de
los militares, á contar el orígen de ellas, á ponderar el aparato y
las ceremonias con que las celebraban, á determinar el principio que
tuvieron las oraciones fúnebres, á traher á la memoria la eleccion
que se hacia de Oradores, y finalmente, á adaptar todo esto con feliz
aplicacion á las honras de los Militares del Regimiento de Toledo,
invocando, en vez de la Musa Euterpe, la intercession de la Vírgen,
para dar principio al _panegýrico Epicedio_. Supónese, que para apoyar
cada una de estas noticias se citan Autores á carretadas, pues en solo
el Episodio, que comprende poco mas de una llana, (se entiende de á
folio,) se cita á Polybio, Pausanias, Alexandro, Eliano, Plutarco,
Celio, Suetonio, Beyerlink, Esparciano, Macrino, Novarino, Apiano,
Diodoro Sículo, Heródoto, y algunos de estos tres y quatro veces. Esto
es lo que se llama hablar docta, sabia y eruditamente. No pronunciar
palabra y, si fuesse possible, ni aún sýlaba sin su Autor por delante y
sin su latin al pié de la obra; lo demas parece conversacion de Monjas
ó visita de Damas, que se passan seis horas en ellas sin oírse el
nombre de un solo Autor.»

7. «Bien ves, que toda esta erudicion de funerales viene clavada á todo
sermon de honras, y que te puedes aprovechar de ella para el tuyo con
la mayor propriedad, especialmente si no te olvidas de la reglecita que
te dí ayer tarde, para acomodar á los Escrivanos todo lo que se dice de
los Militares. Tambien podrás, y en mi dictámen deberás, aprovecharte
de unas nobilíssimas phrases que se leen en el episodio. Quando
ponderes la piedad de los herederos del Escrivano, que le costéan las
honras, dí que _es tan lúgubremente generosa como coluctuosamente
compassiva_.» -- «Hombre, replicó Fray Gerundio, que el Licenciado
Flechilla me dixo, que no costeaban las honras los herederos, sino
el mismo difunto, el qual havia dexado un legado determinadamente
para ellas; con que, no es generosidad de los herederos ni de los
testamentarios, sino obligacion precisa.» -- «En esso te paras,
mentecato?» respondió Fray Blas. «Y en los tiempos que corren, te
parece poca generosidad de los testamentarios y de los herederos,
cumplir los legados y últimas voluntades de los difuntos? Muy atrasado
estás en cosas de mundo. Vamos adelante.»

8.[30] «Claro está, que en la funcion de honras havrá tambien su
túmulo cubierto de bayeta ó de algun paño negro, con sus velas y
con sus hachas al rededor. Para esto te hará muy al caso aquella
elegantíssima cláusula: _erigian túmulos suntuosos: grandiosos fúnebres
obeliscos, irradiados de luces y luctuados de bayetas; coherencia
lúcido-tenebrosa, que entre hiertas cenizas cadavéricas vitalizaba
memorias de sus Militares difuntos_.» -- «La primera parte de la
cláusula, interrumpió Fray Gerundio, ya medio la comprendo; pero la
segunda, no entiendo lo que quiere decir.» -- «Ni yo tampoco, prosiguió
Fray Blas; mas esso qué importa? Suena bien, y esto basta. Mas clara
está la que se sigue; y la podrás adaptar maravillosamente á la
ofrenda, con especialidad si hay en ella carnero, pan, vino y cerilla,
como en algunas partes.»

9. «_En cruentas aras trucidaban inocentes víctimas, que dirigian
á mitigar rigores de los Dioses... esparcian rosas fragantes...
confederando matices y verdores, para declamar memorias inmarcesibles
y floridas esperanzas á la felicidad eterna de los Militares._ El
_trucidar víctimas inocentes_ viene de molde al carnero; lo de
_confederar lo florido con lo verde_ se puede apropiar al pan y al
vino, pues ya se sabe que la harina tiene flor, y el vino suele tener
verde. Pero la mas brillante cláusula, para mi gusto, de todo el
episodio es aquella en que, para ponderar la piedad del Regimiento de
Toledo con sus difuntos, dice, que _sollozando nenias sentidamente
eloquentes, endechas piadosamente elegantes, declaman en sacrificios,
sufragios y oraciones el suspirado eterno alivio por sus difuntos
Militares_. Cláusula que, aplicándola tú á la piedad de los herederos y
de los testamentarios, á todos los dexarás tamañitos con el assombro.»

10. -- «Yo tambien lo estoy ya, solo con haverla oído, dixo Fray
Gerundio; y, aunque á primera vista me parecia á mí que no venia bien,
porque me acuerdo haver oído á mi amado Dómine Zancas-largas, que
_nenia, neniæ_ significa aquellos cuentos de viejas que se suelen
fingir para entretener á los niños ó para arrullarlos; pero, como me ha
enseñado la experencia, que esse hombre profundíssimo no habla palabra
que no sea con la mayor propiedad, aún quando parece que desatina,
apuesto yo á que las tales _nenias_ tienen algun otro significado muy
adequado al assunto; porque decirme á mí, que él lo echó assí á la
que salta, esso no en mis dias. Veámoslo por curiosidad en nuestro
Diccionario. _Nenia, neniæ. Aire ó tonadilla triste, cancion lúgubre
que se cantaba en elogio de los difuntos._ No lo decia yo? Para el
cabron que condenasse al Autor del _Florilegio_ sin examinar bien las
cosas, creyendo que él las decia á bulto! Es hombre que no tiene par.»

11. -- «Pues ahora empieza», continuó Fray Gerundio rebosando gozo.
«Al episodio se sigue la _Introduccion_; y, aunque esta es muy breve,
pues toda ella está reducida á un cotejo de las honras, que mandó hacer
Júdas Maccabéo en el templo de Jerusalem por los soldados que havian
muerto en la batalla contra Gorgias, con las que el Regimiento de
Toledo dispuso hacer en Ciudad Rodrigo por los suyos, con todo esso no
dexa de tener algunos rasgos dignos de observacion.»

12. «Dice, que el caudillo Maccabéo, vencidos enemigos, ganadas
plazas y conseguidas victorias, entró á _guarnicionar_ la plaza y
ciudad de Odolla: _collecto exercitu venit in Odollam_. Nota la
voz _guarnicionar_, y ten entendido que no se hizo solo para los
guarnicioneros, como lo juzgan los que saben poco: tambien se usa con
elegancia, quando se habla de los soldados que están de guarnicion. Y,
para que nunca te embaraces en menudencias, quando se trata de aplicar
algun texto de la Escritura á cosa que te venga á cuento, es bien
que notes, que Júdas Maccabéo no entró con su exército en la ciudad
de Odolla para estar en ella de guarnicion, sino puramente para que
descansasse la tropa algunos dias, volviendo despues á salir á campaña,
segun se colige del texto claramente. Pero, como el discreto Orador
necessitaba para su cotejo unos soldados, que estuviessen de guarnicion
en una plaza, despreció essa vagatela, é hizo asaz bien, porque en
haviendo soldados y ciudad, que estén de guarnicion, que estén de
quarteles de refresco, para el intento era una niñería. Y, para que
Odolla tuviesse una admirable consonancia con Ciudad Rodrigo, encontró
en Haye una exposicion oportuníssima, porque dice este glossador,
que Odolla significa _testimonium sive ornamentum_. Y qué cosa mas
parecida, añade el ingeniosíssimo Orador, á la plaza de Ciudad Rodrigo,
que vino á _guarnicionar_ el Regimiento de Toledo! _Venit in civitatem,
donde matiza timbres militares con pias generosas demonstraciones:
Odolla, testimonium sive ornamentum._»

13. «Lo que yo no entiendo es, prosiguió Fray Blas, qué quiere
significar un texto, que repite dos veces en pocas lineas de
diferencia: _facta collactione duodecim millia drachmas argenti_.
Aquella _collactione_ es para mí un nombre algo enrebesado. Si querrá
decir, que Júdas, ántes de celebrar las honras por los difuntos, hizo
colacion con doce mil dragmas de plata?» Rióse Fray Gerundio de la
poca latinidad de Fray Blas y le dixo: «Quítate ahí, hombre; que se
conoce fué descuído de la pluma: escrivió _collactione_ en lugar de
_collatione_, que significa _contribucion_; porque Júdas debió de echar
alguna sobre sus soldados, para que todos contribuyessen al gasto de
las honras.» -- «Vaya, que esso es, respondió Fray Blas; y prosiguió
diciendo: Ahora se sigue el discurso, que divide en quatro escenas.»

14. «_Scena primera._» -- «Para un poco, Fray Blas, para un poco,
exclamó Fray Gerundio: Scena primera! En mi vida he oído, leído ni
visto cosa semejante. Scena primera! Qué quiere decir _Scena_? Yo no
lo sé, pero apuesto, que detras de la tal palabrita se nos oculta
algun mysterio recóndito y elevado, de aquellos que solo alcanza este
hombre incomparable. Consultemos á Calepino.» Abrióle, hojeóle y halló
que decia assí: _Scena, ramas de árboles que se cortaban para hacer
sombra_. «No lo decia yo? el sermon es un árbol, los discursos ó los
puntos son las ramas, las ramas son scenas; pues, qué invencion mas
divina que llamar _scenas_ á los puntos ó á los discursos de un sermon?
Mas: _scenas_ eran las ramas que se cortaban _para hacer sombra_. En
las honras de los difuntos todo es sombras, ó todo es negro, que para
el caso es lo mismo; el túmulo, el frontal, los ornamentos, el paño del
facistol, el del púlpito, las capas largas de los que hacen el luto:
pues, por qué no ha de ser sombras tambien la oracion fúnebre? Y assí,
el dividirla en scenas es lo mismo que repartirla en sombras; como
quien dice: Sombra primera, sombra segunda, etc.»

15. Assombrado quedó Fray Blas, quando oyó discurrir á Fray Gerundio
con tanto adelgazamiento, y assí le dixo: «Hombre, qué legion de
espíritus sútiles se te ha metido en esse cuerpo? Pídote perdon de
lo que ántes te decia, que no tenias ingenio para delicadezas; ahora
te digo que, quando te pones á ello, no hay hilandera de Leon que te
iguale ni que merezca descalzarte el zapato.» Como Fray Gerundio se vió
alabado de agudo, esponjóse visiblemente y ya con la mayor satisfaccion
añadió: «Pues aguarda, que aún falta lo mejor: otro significado da
Calepino á _scena_, y dice ser el mas comun en que se toma, que, si
no me engaño, no acredita ménos la sutileza de esse monstruo de los
ingenios.»

16. «_Scena_, dice, _unas veces significa el theatro, donde se
representa una comedia ó tragedia; otras, y es la accepcion mas comun,
se entiende solo por aquella parte de la representacion, en que se
mudan las personas, aumentándose, disminuyéndose ó saliendo á hablar
otras diferentes_. Que me emplumen, si no huviere algo y aún mucho
de esto en las escenas; léelas, si no.» Leyó Fray Blas la primera, y
luego gritó Fray Gerundio: «No lo vés? no está claro el pensamiento?
Antes de entrar en essa scena, como por via de preámbulo, havian
hablado _Parentacion_, _Epicedio_, _Episodio_, _Introduccion_ y otros
_personages coluctuados_, _lúcido-tenebrosos_. Ahora entran ya á hablar
Gilberto, Abraham, la Magdalena, Lázaro, y hácia el fin de la scena
salen Aresio, Alciato y un Poeta.»

17. -- «Discurres bien, dixo Fray Blas; pero, lo que á tí te hace mas
al caso, es que todo lo que se dice en esta scena primera, lo puedes
aplicar á tu sermon de honras y á qualquiera otro que se te ofrezca del
assunto, ni mas ni ménos como se aplicó á la funcion del Regimiento de
Toledo; porque, en suma, en esta scena solo se pondera el lugar comun
de la verdadera amistad, que consiste en que el verdadero amigo se
conoce en todas fortunas y en todos estados, en la prosperidad y en la
adversidad, en la vida y en la muerte; y, como en todo sermon de honras
los amigos vivos se acuerdan de los amigos difuntos, á todo sermon de
honras se vienen por su pié Abraham, la Magdalena, Lázaro y los demas
que hicieron lo mismo, ó con quienes se executó lo proprio. Vamos á la
_scena segunda_, que en mi dictámen se debia engastar en oro.»

18.[31] Leyóla Fray Blas, y añadió Fray Gerundio: «No digo en oro,
en piropos y en diamantes debiera engastarse essa scena. El haver
encontrado con la _Calcea_, que los Athenienses consagraban á Vulcano
en el dia veinte y dos de Octubre, _para que mitigasse la voracidad
rigurosa de sus llamas_, y con la _Pyrithea_, que los Persas ofrecian
al Sol en el mismo dia, _encendiendo piras y tumulando cenizas,
cuyo circuito honraban los sacerdotes, solicitando el alivio á sus
difuntos_, es uno de aquellos felicíssimos encuentros, que á solo este
Predicador de Predicadores se le vienen á la mano. Yo discurro, que la
_calcea sacra_ seria algun calzado de hierro, puesto que se consagraba
á Vulcano y á Mulcíbero, Dioses tutelares de las fraguas y de las
ferrerías. Calzado de hierro solamente le usan las cavallerías, con que
es natural que la _calcea sacra_ fuesse una herradura. Por otra parte
la _pyrithea_ seria alguna cosa derivada de _pyrites, pyritæ_, que
significa _piedra de escopeta ó de fusil_. Pues, donde se hallará en el
mundo cosa mas apropiada para las honras por los soldados difuntos de
un Regimiento? Porque, ó este es de cavallería ó de infantería. Si de
cavallería, viene clavada la herradura; si de infantería, la piedra de
fusil no puede venir mas á pelo.»

19. -- «Y te parece, le interrumpió Fray Blas, que _el águila, que en
los túmulos de Aristomenes y Platon fixó por empresa la antigüedad_,
se apropria ménos divinamente al _águila Imperial, que el Regimiento
de Toledo fixa en su túmulo por Regia empresa_?» -- «Esso viene tan
natural, respondió Fray Gerundio, que no parece sino que Beyerlink lo
escrivió precisamente para aquel caso. Tambien pienso yo acomodarla al
mio, porque las armas de un Escrivano son una pluma y un tintero en
campo blanco; y mas, que el águila es ave de rapiña, lo que facilita
admirablemente la ocasion para una pulla, que en un sermon siempre
tiene mucha gracia.»

20. -- «Pero, por Dios no te olvides, añadió Fray Blas, de buscar
modo para encaxar una brillantíssima cláusula, que entre otras muchas
se lee en esta scena. Queriendo el Orador introducirse á elogiar al
Regimiento de Toledo, escrive estos dos períodos dignos del mármol y
del bronce: _Gustoso permitiera lozanear el discurso en las heróicas
militares proezas de este ilustre Regimiento. No niego á mi voluntad
la panegýrica lisonja, porque recele en sus nobles caudillos alguna
corrubescencia, que no saben estrañar las águilas todo el golpe de los
solares brillos: assuetis dilector, dixo el Symbólico_. Paréceme, que
te puedes aprovechar de estas dos cláusulas, quando hagas el elogio de
los hijos del Escrivano y de su familia, que esso es puesto en razon;
y entónces te vendrá de perlas lo de _panegýrica lisonja, sin recelo
de alguna corrubescencia_, por la razon concluyente de que las águilas
están acostumbradas á _todo el golpe de los solares brillos_.»

21. -- «Harélo sin dificultad, respondió Fray Gerundio; porque, aunque
acá siento no sé qué dissonancia en que el mismo panegyrista trata sus
elogios de _panegýrica lisonja_, y esto facha á facha y, como dicen,
en las mismas barbas de aquellas á quienes alaba; pero por otra parte
conozco que, quando lo dixo el Autor del _Florilegio_, su misterio
tendria, por mas que yo no lo alcance. Por la misma razon me hace poca
fuerza el no penetrar yo lo que significa el verbo _dilector_, que no
me acuerdo haver leído ni oído en toda mi vida, pues, ora sea invencion
del Symbólico, ora sea correccion del Epicédico, debo venerarla con
profundo y silencioso respeto. Y en fin, estas fruslerías se deben
despreciar, solo por no dexar caer en el suelo lo de _lozanear el
discurso, corrubescencia_ y _lisonja panegýrica_. Vamos á la tercera.»

22. Despues de leído, dixo Fray Blas: «Aquí hay poco en que detenernos,
porque no veo en ella cosa que te pueda servir para tu sermon. Que
los Griegos celebrassen el dia 22 de Octubre la _Sacra Pambeocia_, en
memoria de la toma de la Ciudad de Troya, ni que el dia 21 ofreciessen
un sacrificio á la Diosa Pallas por los difuntos militares, que havian
muerto en el dilatado sitio de aquella plaza, no sé yo que pueda
acomodarse á las honras del Escrivano Conejo.»

23. -- «No eches el fallo tan aprisa, replicó Fray Gerundio, y vamos
examinando qué cosicosa venia á ser essa _Sacra Pambeocia_, porque
quizá hallaremos algo que me acomode.» Consultaron á Calepino y,
no haviendo encontrado la palabra _Pambeocia_, passaron á la voz
_Beocia_, y hallaron que decia assí: _Beotia. Provincia de Grecia,
cuya capital es Thebas. Llamóse Beotia del buey que fué enseñando
el camino á Cadmo, hasta que llegó al sitio donde fundó la ciudad de
Thebas._ «Tente, hombre, tente, exclamó Fray Gerundio: que me están
bulliendo acá en la imaginacion mil especies, que acaso me servirán
mas de lo que piensas. _Pambeocia_ es sin duda cosa de buey: el
buey tiene cuernos, de que se fabrican los tinteros. Mira como va
ya saliendo poco á poco el Secretario. Mas: Cadmo, segun leí no me
acuerdo donde, fué el inventor de las letras; las letras son tan
propias de los Escrivanos que no puede haver Escrivano sin ellas. Mas:
los escrivientes ó los oficiales de pluma de los Escrivanos se llaman
en latin _boeti, boetorum_, como lo dice un poco mas abaxo este
vocabulario; pues, mira tú si _Pambeocia_, _buey_, _Cadmo_, _tintero_,
_letras_ y _escrivientes_ son materiales despreciables para el sermon
de un Escrivano. Ni tampoco pienso passar en silencio el sacrificio de
Pálas; porque, siendo la destreza una virtud ó prenda muy loable, me
abre camino para decir, que nuestro Escrivano con mucha destreza metia
la _Pala christiana_ á los litigantes.»

24. -- «Divino pensamiento! equívoco de los cielos! exclamó Fray
Blas, y será lástima que te olvides de él. Pero, lo que sobre todo te
encargo, es que busques modo de imitar una de las metáphoras, de las
alegorías ó como se llaman, mas galantes y mas bien seguidas que espero
oir en los dias de mi vida. No sé si la notaste, pero aquí está en esta
scena, y dice assí.»

25. «_Instado el Regimiento de Toledo de los suspiros y lamentos de
sus militares_ -- =aperite portas=! -- _estrecha el bloquéo á la
mýstica plaza de la Gloria, passando á acordonar reverente á la Sacra
Jerusalem triumphante_: =Regnum cœlorum vim patitur=. _Abren sagrados
ataques en sus compassivos generosos pechos, brechéan los diamantinos
muros celestiales con la batería de missas, sufragios y oraciones_:
=misit Hierosolymam offerri pro peccatis mortuorum=. _Llega al Soberano
Consejo de Guerra la noticia del aprieto de la celeste Plaza_:
=exaudivit de monte sancto suo: regnum cœlorum vim patitur=. _Defiende
la entrada la soberana Justicia: declama á favor de la rendicion de la
Imperial Plaza de la Misericordia_: =venit hora, et nunc est quando
mortui audient vocem filii Dei=. _Hace llamada á capitulaciones la
Clemencia, dice San Juan. Satisfecha la divina Justicia del reato de
la culpa, firma el alivio de la pena. Publícase en los tenebrosos
quarteles del Purgatorio este dichoso, ventajoso tratado á favor de las
ánimas del Regimiento de Toledo_: =mortui audient vocem filii Dei=,
_y libres de las horribles penas entran triumphantes en el cielo á
coronarse de glorias_; =et qui audierint vivent=.»

26. «Con esta brillantíssima metáphora acaba la scena 3ª., y á fé que
hizo mal no acabar con ella todo el sermon, y mas para lo poco que le
faltaba; pues la scena 4ª., sobre ser muy breve, no contiene cosa que
dé golpe. Fué lástima añadir á la alegoría ni una coma, ni una tilde.
Paréceme que estoy viendo á los Oficiales del Regimiento de Toledo
como enagenados, como fuera de sí, en nada ménos pensando que en que
estaban oyendo un sermon de honras, sino que estaban viendo con sus
mismos ojos el sitio de una plaza: el cordon, el bloquéo, los ataques,
las baterías, el _brechear_ los muros adamantinos, la llamada de la
guarnicion con bandera blanca á capitular. Solo si hago juício que
los muy medrosos, ó los que no estuviessen acostumbrados á tratar con
ánimas del Purgatorio, quedarian sorprendidos, quando viessen que, en
vez de entrar en la ciudad los sitiadores, salian de sus _tenebrosos
quarteles_ las ánimas benditas y entraban en la Plaza, vestidas
de blanco y con sus velas en las manos, como es natural. Entónces
volverian en sí, conocerian la ilusion, y advertirian que no estaban
delante de alguna plaza, sino en una Iglesia, á vista de un túmulo,
ofreciendo sacrificios por sus difuntos hermanos, y oyendo á un Orador
que los embelesaba.»

27. -- «Pues mira, dixo Fray Gerundio, tanto como por alegorías no ha
de quedar. Claro está, que una alegoría en términos de guerra no puede
acomodarse bien en las honras de un Escrivano, pero ahora mismo se me
está ofreciendo á mí otra en términos mas propios, que no ha de parecer
mal. Diré pues assí, poco mas ó ménos, elevando el estilo quando lo
ponga en limpio.»

28. «_En virtud de quexa fiscal se levantó auto de oficio por el
Supremo Juez, y se dió mandamiento de prision contra nuestro Escrivano
difunto. Presentóse este en la cárcel del Purgatorio, dexando poder al
Amor filial para que, como procurador suyo, contradixesse la demanda,
apelando de la Sala de la Justicia á la Sala de Misericordia. Libróse
despacho de inhibicion y avocacion, con remission de autos originales.
Dióse traslado á la parte de nuestro mísero encarcelado. Hizo esta
un poderoso alegato de missas, oraciones y sufragios, y, dándose por
conclusa la causa, falló la Misericordia que debia mandar y mandaba,
que el Escrivano Conexo saliesse libre y sin costas de la tenebrosa
cárcel, declarando haver satisfecho suficientemente sus deudas con las
penas de la prision._»

29. «Qué te parece de la metaphorilla? deberá algo á la del Florilegio?
y mas, quando la vista con los textos correspondientes, que los tendré
á escoger, pues todo el mundo sabe, que lo que passa en la otra vida
en la hora de la muerte se explica en términos de curia: _processo_,
_tribunal_, _juício_, _sentencia_, _absolucion_, _condenacion_,
llamándose al Purgatorio _cárcel_, y al Infierno _muerte eterna_.» --
«Manos á la obra, Fray Gerundio amigo, dixo Fray Blas; y, pues ya hemos
repassado el sermon de honras y tú tienes formado ya tu idéa, tomemos
un bocado, dame un abrazo, y á Dios hasta la vista!»

30. Despedido que fué el Padre Predicador Mayor Fray Blas Zebollon de
la Remolacha, (estos eran sus dos apellidos, paterno y materno,) y
quedado solo que huvo nuestro imponderable Fray Gerundio, no pensó mas
que en trabajar su sermon, aprovechando quantas observaciones, notas,
scholios, phrases y erudiciones havian glosado y admirado en las honras
del Florilegio, teniendo presentes las reglas que le havia dado Fray
Blas, y no olvidando del todo las dos largas conferencias, que havian
tenido con el Colegial Don Casimiro sobre las fuentes de la invencion.
De todo este confuso monton de especies, que á modo de torbellino le
revoleteaban dentro de la fantasía, sacó al cabo de quince dias ó
tres semanas (en cuya circunstancia están discordes los Autores,) una
_Parentacion Sacra_, _Epicedio trágico_, _lúgubre Episodio_, _Panegyris
scenático_, (assí intituló á su sermon), que dexó muy atras la Plática
de Disciplinantes y el Sermon del Sacramento, en dictámen de algunos
que oyeron todas tres funciones. Decorólo todo muy bien, como lo
tenia de costumbre, siendo máxima suya que la principal prenda de un
Predicador era la memoria, en la qual se havia de estampar el sermon
ántes de predicarle, de manera que el mismo se saliesse de la boca como
de chorrillo, para que en el púlpito no se divirtiesse la atencion á
otra cosa que al cadencioso movimiento de las manos, al compassado
contonéo del cuerpo, al gutural manejo de la voz y al concierto de
todas las demas acciones, que debian regularse á compas y como con
cierta especie de armoniosa symetría.



CAPITULO VI.

Predica Fray Gerundio el sermon de honras con increíble aplauso, y
encárganle la Semana Santa de Pero-Rubio.


1. Ibase acercando el dia señalado para las famosas Honras, pues
ya no faltaban mas que tres. Y haviéndose despedido Fray Gerundio
cortesanamente de todo el lugar, hasta de aquella Tia que no le havia
visitado por el cuento de la gallina, (la qual quedó tan pagada de esta
accion, que desde aquel punto hizo las paces con la buena de la Señora
Catanla,) regalando á su Madre y á su Hermana con cada dos escapularios
bordados de realze de plata falsa y canutillo, añadiendo á cada una su
Santa Theresa de barro en urna de carton, guarnecida de seda floxa,
repartiendo una peseta entre las dos criadas, bien proveída la alforja
y aumentada la maleta con un par de mudas de ropa blanca, partió para
Pero-Rubio, en compañía de su Padre el boníssimo Anton Zotes, que quiso
ver, (assí lo decia él,) _si su hijo tenia tan güena man de perdicar
de los defuntos como para perdicar del Sacramento_. Su padrino el
Licenciado Quixano tambien havia hecho ánimo á ser de la jornada, con
cuyo fin havia llamado á un primo suyo, Capellan de Gordoncillo, que
acababa de venir de Leon y havia trahido licencia de confessar por seis
meses, para que en su ausencia dixesse la Missa al pueblo y cuidasse
de la administracion de Sacramentos; pero es tradicion que, quando ya
estaba aparejada la burra, se le desenfrenaron tan furiosamente las
almorranas (de que adolecia), que no le fué possible montar á cavallo;
y assí se contentó con darle un abrazo y meterle dissimuladamente en la
mano dos pesos gordos.

2. Eran las cinco de la tarde, quando en buena paz y compañía salieron
de Campazas Padre é Hijo, con resolucion de dormir aquella noche en
casa de su pariente el Familiar, cuyo lugar no distaba mas que de
tres leguas cortas, y estaba como á la mitad del camino. Aquí se
encuentra un vacío lastimoso en la Historia, que, despues de haver
burlado nuestras mas exactas y exquisitas indagaciones, necessariamente
ha de ser sensible á la curiosidad de nuestros Lectores, pues, no
siendo possible sino que la conversacion que tuvieron por el camino
Hijo y Padre fuesse tan graciosa como entretenida, no se halla el mas
leve vestigio de ella en Archivos, Bibliothecas, Armarios, legajos
ni apuntamientos. Bien pudiéramos nosotros fingir aquella que nos
pareciesse mas natural, atendido el genio, el carácter y las demas
circunstancias de nuestros dos Caminantes, á imitacion de aquellos
Historiadores que no hacen escrúpulo de referir lo verosímil como
cierto, sin detenerse en contar lo que pudo ser por lo que fué.

3. Ni se nos pudiera culpar con razon de que nosotros saliessemos
con nuestras conjecturas, en un siglo en que todo el mundo sale con
las suyas. Haviéndose hecho este título tan de moda, especialmente
en los libros, papeles y discursos que sacan á luz los Antiquarios,
Chronologistas, Investigadores y Phýsicos experimentales, que apénas
aciertan con otra. No es nuestro ánimo condenar esta costumbre, y mas
en aquellos pocos en quienes se conoce es verdadera modestia la que en
otros muchos se conjectura ser paliada ostentacion, pues nos hacemos
cargo de que hay materias, que no admiten evidencias ni otras pruevas
que meramente conjecturales; pero nuestra sinceridad, singularmente en
una Historia tan verídica, tan fundamental y tan exacta como la que
trahemos entre manos, no se acomoda con este uso, y mas quando, siendo
tantos, tan averiguados y tan instructivos los materiales verdaderos
que tenemos á la mano, es ocioso buscarlos ideales.

4. En fin llegaron nuestros dos Caminantes á Fregenal del Palo, pueblo
no tan grande como Sevilla ni tan poblado como Cádiz, donde hacia su
residencia el Familiar, de quien fueron recividos con agasajo, con
naturalidad y con un corazon verdaderamente sano; porque, ageno en
todo de afectacion y de artificio, era tan franco en descubrir las
inclinaciones de su voluntad, como naturalote en no dissimular los
dictámenes de su buen entendimiento.

5. Miéntras se disponia la cena, que no fué delicada ni ostentosa,
pero sí maciza y abundante, dixo el Familiar á su sobrino con cariñosa
llaneza: «Oyes Flayrico, y llevas enjurgadas para Pero-Rubio tantas
garambainas como echastes por essa boca en Campazas?» -- «Tio, y qué
me quiere Usted decir por _garambainas_?» preguntó Fray Gerundio. --
«Válasme Dios, hombre, continuó el Familiar; pues yo bien craro me
exprico. Garambainas son aquellas garatusas, enrebesaduras, relumblones
y azufaifas con que nos encarabrinabas á todos los que te estábamos
uyendo, como unos monigotes.» -- «Ménos le entiendo á vuestra Merced
ahora que ántes,» replicó Fray Gerundio. -- «Pues entiéndanos Dios, que
nos crió, dixo el Familiar, y perdónenos nuestros pecados. Paréceme que
te haces remolon de propósitamente, porque en lo demas es impussibre
de Dios que no me entiendas, pues tanto como el don de craridá me l’a
dado Su Magestá, bendita sea su miselicordia. Hórasme los tréminos, y
conozco yo que no son retumbantes ni tan polidos como los que s’usan en
las Zuidades; pero decirme á mí que no son interegibres, no habremos
d’esso, que es crebarse la cabeza, y tan los calas tú como el hijo de
mi Madre.»

6. -- «Si vuestra Merced llama _garambainas_, dixo Fray Gerundio, la
erudicion, los pensamientos sútiles, los equívocos, las agudezas,
los chistes y el estilo elevado y harmonioso, hay bastante recado de
esso en el sermon que llevo prevenido; y, como Dios no me quite el
juício, no faltará en todos los que predicare.» -- «Pues ves? replicó
el Familiar, si yo fuera que tú, havia de pedir á Dios que me quitara
luego el juício, para no perdicar enjamas ansina; pues tengo para mí
que, miéntras perdiques ansina, no tienes que pedir á Su Magestá que te
le quite, sino que te le güelva.» -- «Vuestra Merced, Tio, dixo Fray
Gerundio, no tiene obligacion á entender estas materias.» -- «Pero los
Perdicadores, respondió el Familiar, están obrigados en conciencia á
perdicar de manera que todos los entendamos.» -- «Basta, replicó Fray
Gerundio, que nos entiendan los cultos y los discretos.» -- «Pues,
que vayan solamente á uíros los secretos y los encultos,» respondió
el Familiar. «Y dime, sobrino, parécete á tí que en Pero-Rubio havrá
muchos d’ essos hombres encultos, ó como tú los llamas?» -- «Nunca
faltan algunos, dixo Fray Gerundio, por infeliz que sea una aldéa, ya
sean de ella misma, ya de los forasteros convidados, ó ya de los que
concurren casualmente: por esso han llevado grandes chascos algunos
Predicadores que, fiándose en que iban á predicar á lugares pequeños,
se contentaban con qualquiera cosa, y se hallaban despues con oyentes
que no esperaban; y assí oí decir á un Padre grave de mi sagrada
Religion, que todo Predicador de punto se debia prevenir para predicar
en Caramanchel ni mas ni ménos que si huviera de predicar en Madrid.»

7. -- «No m’ arma mucho essa doctrina, replicó el Familiar, salbante
que quisiesse decir esse Esentíssimo Padre, que tanto ahinco debe poner
un Perdicador en convertir á los de Caramanchel como en convertir á los
de Madrid, y que ansina debe expricarse en conformidá que le entiendan
los unos como que le entiendan los otros; porque, fuera de esso, irse
un Perdicador á Caramanchel, y lo mismo me da á la Cisterniga, (que
esta es una comparanza,) con daca si eran froles ó no eran froles, en
vertú de que pueden encurrir algunas presonas de la Zuidá, esso no es
mas que humo, satisfaccion y _laus te dé Christe_.»

8. «Pero, dexando una cosa por otra, no saberiamos qué vertudes del
Escrivano vas á perdicar?» -- «No he menester predicar sus virtudes
para predicar á sus honras,» respondió Fray Gerundio. -- «Como no?
replicó el Familiar; pues, quando se perdica de los defuntos, no es
endisponsable que se diga aquello en que fueron güenos, para que
enmiten sus exempros los vivos?» -- «No Señor, respondió Fray Gerundio,
nada de esso es necessario, que, si lo fuera, solo se predicarian
honras de aquellos sugetos que huviessen sido muy virtuosos, havidos y
tenidos por tales de todos los que los trataron; y assí vemos, que en
algunas partes se predican de todos los que tienen con que pagarlas,
á roso y velloso, sin que para esso sea preciso hacerles primero la
informacion _de moribus et vita_, como se dice.»

9. -- «Es impussibremente que yo no tenga el entendimiento espatarrado,
ó que tú no me quieras meter los dedos por los ojos, replicó el
Familiar; pues dime, sobrino, el Perdicador no ha de alabar á su
defunto? es craro. Si le alaba, no le ha de alabar de alguna vertú? no,
sino que vaya á alabarle de sus defeutos y fraquezas. Demos que no
tuviesse el defunto vertú nenguna: pues, qué ha de decir d’ él el probe
Flayre?»

10. -- «Lo primero, respondió Fray Gerundio, se puede predicar un
sermon de honras que pasme, sin tomar en boca al difunto por quien se
hace la funcion; y, para que vuestra Merced lo vea claramente, yo le
explicaré el como. Entrase ponderando ante todas cosas, qué antigua
fué la costumbre de hacer honras y funerales por los difuntos. Aquí se
va discurriendo por los Hebréos, por los Babylonios, por los Persas,
por los Medos, por los Griegos, por los Romanos, por los Egypcios,
por los Caldéos, y en fin por todas las naciones del mundo: despues
se examinan muy por menor los varios modos que tenian de celebrarlas,
segun los genios, usos y costumbres de los países, ya con sacrificios,
ya con hogueras, ya con pyrámides, ya con obeliscos, ya con ofrendas,
ya con enramadas, ya con convites, y en algunas partes hasta con danzas
y fiestas. A esto se sigue el averiguar quando, en qué tiempo, con qué
motivo y en qué nacion se dió principio á las oraciones ó panegýricos
fúnebres por los difuntos, y se explayan las velas de la eloquencia
sobre los Epicedios, sobre los Epitaphios, sobre las Endechas, sobre
los Cenotaphios y sobre las Nenias, extendiéndose tambien la erudicion,
si se quiere, ó á las tablillas ó á las inscripciones, que se guardaban
sobre los sarcóphagos. Bien repiqueteado todo esto, se busca despues en
alguno de los muchos calendarios que hay de los antiguos, qué fiesta,
funcion, sacrificio ó cosa semejante celebraban en el dia que está
determinado para predicar las honras, y siempre se encontrará alguna
cosa que por aquí ó por allí, de esta ó de aquella manera, venga
clavada al intento. Aplícanse finalmente todas estas importantíssimas
noticias al assunto de la funcion con la mayor propiedad: las hogueras,
á las luces, hachas y blandones; las pyrámides y los obeliscos, al
túmulo; los sacrificios, á las missas; las ofrendas, á las que se hacen
comunmente; los convites, á los que hay casi en todas partes; los
Epicedios, Nenias, etc., al sermon ú oracion fúnebre; y, demostrando de
esta manera el Predicador que la piedad de los presentes no debe nada
á la piedad de los passados, y que las honras que hacen á los difuntos
los modernos son parecidas en todo á las que hacian á los mismos
difuntos los antiguos: hétele vuestra Merced como, sin tomar en boca al
sugeto por quien se hacen, puede acabar honradamente con su _requiescat
in pace_, que sea seguido de muchos vítores y aclamaciones.»

11. -- «Mira, dixo el Familiar, yo no te puedo negar que eres un
pozo de cencia, porque ahí has enjurjado tantas cosas que me tienen
aturrullados estos cascos; porque, ya se ve, saber tú, como parece
que sabes en la uña, todo lo que hicieron los Gabylonios, los Miedos,
los Presas, los Enjundios, y essos otros que nombraste ahí á manera
de Caldos; havérsete quedado en la memoria todos essos nombres
enrebesados de embolismo, parrales, cienpedios, niñerías, cieno de
zafios, y el último vocablo en que dixiste no sé qué de las escrituras
de los Estrófagos: digo en mi ánima jurada, que saber tú todos estos
argamandijos en los pocos años que tienes, esso sin cencia confusa no
puede ser, y loado sea el Señor de quien es todo lo güeno; pero tambien
te digo una cosa: tanto viene todo esso para perdicar un sermon de
honras, como ahora llueven pepinos, y, si no, vaya un asemejamiento.»

12. «Yo soy estaño Alcalde de Fregenal; junto mañana el Concejo para
saber si se han de guardar ó no se han de guardar los plaos. Escomienzo
por decir, que esto d’ aver Concejos en las Repúblicas es cosa muy
añeja, porque los Gabylonios, los Presas, los Calderos y los Mamalucos
los usaban allá desde el tiempo que habraban los animales. Passo
dempues á esprayarme sobre las diferentes usanzas q’ havia para esto de
juntarse el Concejo, y digo, por enxempro, que en unas partes andaba el
Menistro de josticia de puerta en puerta, tocando un cencerro; que en
otras era incumbencia del porquerizo ir sonando por las calles el mismo
cuerno, con que juntaba los cerdos; qu’ allá tocaba al muñidor pregonar
el Concejo por las calles; qu’ acá se enseñaba á rebuznar á un burro
desde niño con tales y con tales señas, y q’ este burro, en estando
ya bien endustriado, y en teniendo, como dicen, uso de razon, se le
entregaba al fiel de fechos, con la carga y con la obrigacion de que
los dias de Concejo havia de ir rebuznando por todo el puebro, para que
viniesse á noticia de los vecinos y nenguno pudiesse alegar escusa ni
ignorancia. D’ aquí me meto á expricar la importancia de los Concejos
y la grande entauridá q’ han tenido siempre, no solo en toda Uropa,
sino en toda España. Digo por fin y por postre, que todos los Consejos,
si se les ofrece hacer informacion de nobreza ó de hidalguía, han de
venir á probar su alcurnia de los Concejos, y q’ assí como los primeros
son en sobre las Udencias y en sobre las Chancellerías, pues vemos que
de las sentencias d’ estas s’ apela á aquellos, ansina tambien, si
estubiera el mundo bien gobernado, s’ havia d’ apelar d’ ellos á la
endicision de los Concejos. Y concruyo con preguntar, si en vertú de
todo lo dicho s’ han de guardar ó no s’ han de guardar los plaos. Dime,
Gerundio, ansí Dios t’ haga bien, vendria todo esto al caso para la
enresolucion d’ aquel punto?»

13. -- «Buenas cosas tiene vuestra Merced, respondió Fray Gerundio; con
que, ahora quiere hacer comparacion de lo que un Alcalde propone en
el Concejo, con lo que un Predicador ha de decir en el púlpito? Tio,
en los Concejos se va derechamente á la substancia.» -- «Pues qué!
replicó el Familiar, en los cúlpitos se va no mas que á entretener el
tiempo?» -- Como Fray Gerundio se vió un poco apretado, procuró sacar
el cavallo por otro lado, y para divertir el argumento dixo: «Tambien
se puede alabar á un difunto, aunque no haya hecho milagros ni tenido
revelaciones ni su vida huviesse sido la mas exemplar y ajustada.
Quantas oraciones fúnebres se han predicado en la Iglesia de Dios á
grandes Capitanes, á grandes Conquistadores, á grandes Políticos y á
muchos hombres verdaderamente sabios, de cuya canonizacion no se ha
tratado, ni verisímilmente se tratará jamas de ella! Con todo esso,
á estos se les alaba del valor, de la intrepidez, de la presencia de
ánimo, de la pericia militar, del zelo por la gloria de sus Príncipes
y, en fin, de otras virtudes que no se encuentran ni en las cardinales
ni en las theologales, y que no hacen al caso para la vida christiana,
pues sabemos que muchos Gentiles, Moros y Hereges florecieron en ellas.
Pues, por qué no pudiera yo tambien alabar á mi Escrivano, si quisiera,
de la sagacidad, de la astucia, del ingenio, de la penetracion, y hasta
de la velocidad con que escrivia, de su buena letra, de sus airosos
rasgos y de la rúbrica que usaba, por una parte tan garbosa, y por otra
tan difícil que parecia impossible falsearse ni remedarse?»

14. -- «Yo soy un probe Lego, respondió el Familiar, que sólasmente sé
lér de deletreado y echar mi firma con letra de palotes, estrujando
bien la pruma, y no me puedo meter en si es bien premitido ó no es
bien premitido, que en la Igresia de Dios s’ alaben púbricamente y
se propongan como enxempro de emitacion al puebro christiano essas
vertudes que tú dices, y con las quales puede una presona irse al
infierno tan lindíssimamente. Este es un punto muy hondo, que no es
para mi cabeza; y, quando tú dices q’ assí s’ usa, (que yo no lo he
visto, por no haverme topado enjamas en essas perdicaciones,) debe d’
haver razones muy emportantes para premitir que s’ haga ansina. Lo que
yo digo es que, por lo ménos acá en las aldéas, donde no se pueden
praticar essas vertudes campanudas y donde la gente es sencilla, si yo
juera Obispo, de nenguno se m’ havia de perdicar sermon de honras que
no huviesse sido un christiano vertuoso y enxemprar, al modo q’ acá
nosotros nos imaginamos las presonas enxemprares y vertuosas. Porque
horasme decir tú del Escrivano, que fué sagaz, estuto, engenioso,
que luego se empunia en los autos, que calaba las entenciones de las
presonas, que escrivia de corridamente, q’ hacia una letra estupenda,
que su rúbrica y su sino se podian presentar al mesmo Rey: todo esso
güeno será, pero qué sacamos d’ ahí para las benditas ánimas del
Purgatorio?»

15. A tal tiempo entraron á poner la mesa para cenar, de que no se
alegró poco nuestro Fray Gerundio, porque su Tio le iba apurando
demasiado. Anton Zotes se havia quedado primero á dar órden de que se
cuidasse de las cavallerías, y despues trabó conversacion con la muger
del Familiar y con sus sobrinos y sobrinas, que entre todos eran seis,
y el mayor no passaba de doce años, repartiendo entre ellos turron,
confites, avellanas y piñones, que havia trahido para este efecto,
entreteniéndose con todos miéntras se asó una pierna de carnero, se
hizo una gran tortilla de torreznos y se guisó una buena cazuela de
estofado de vaca, que con unas sardinas escabechadas y una tajada
de queso por postre, comenzando con su gazpacho de huevos duros,
componia entre todo una cena substancial y sólida, sacándose despues de
levantados los manteles un plato de cebolletas con su salero al lado,
para echar la de San Victoriano.

16. Entraron todos en la salita ó quarto baxo, donde estaban Tio y
Sobrino; sentáronse y cenaron con tanta paz y alegría como gana. Casi
toda la conversacion de la cena se la llevaron el Familiar y Anton
Zotes, siendo su assunto el regular entre Labradores. Preguntóle
aquel, como iba de cosecha y en qué estado tenia su verano. Respondió
este, que de cebada havia cogido poco por la falta de agua, y que, si
no fuera por los tres erreñales que estaban linde del arroyo, apénas
tendria para el gasto y para sembrar; que de morcajo no estaba mal, y
de trigo esperaba que seria mediana la cosecha; porque, sobre tener ya
diez cargas en la panera, quedaban en la era tres peces, dos parvas,
otras dos mantas, y _entodavía_ estaban en las tierras como unas doce
morenas. «Pues por acá, amigo mio, dixo el Familiar, no podemos echar
piernas, y algunos probes Labradores se quedarán _per ostiam santam
incionem_. Sobre q’ hay hombre que no coge lo que sembró. Yo, bendita
sea la misilicordia de Dios, no estoy tan endesgraciado, porque, como
la hoja que tocaba est’ año es la que está carre Vallaolí y aquella
tierra es tan espiojosa, hizo bodega con las aguas de la otoñada y con
las que cayeron dempues por entruejos, con que ha dado bonicamente, y
hast’ unas ciento y cinquenta cargas de todo pan ya espero coger, con
que m’ animaré á umbiar á Bertholo á Villagarcía, para que escomience
la glamática con aquellos benditos Flaires de Dios, que llaman Padres
Theatinos.»

17. -- «Sí, dixo á este punto, hecha una vívora, la Tia Cecilia
Cebollon, (que assí se llamaba la muger del Familiar,) para que
aquellos Flairones te le desuellen á azotes.» -- «Mijor, respondió
con mucha sorna el socarron del Familiar; por esso nació el dia de
San Bertholomé, y fué mi gusto que le pusiessen Bertholo, para que
me lo desollassen; porque, desengáñate Cicilia, que la letra con
sangre entra.» -- «Pues dígote, replicó la Cebollona, que, por mas
q’ hagas, no he d’ umbiar m’ hijo á Villagarcía.» -- «En esso harás
bien, respondió el Familiar; y, por lo mesmo que no l’ has de umbiar
tú, tendré cuidado d’ umbiarlo yo.» -- «Irá donde yo quisiere, replicó
la Cebollona, porque es tan hijo mio como tuyo.» -- «Y aún mas, si lo
apuras, respondió muy fresco el Familiar; pues, sin meternos por ahora
en mas honduras, al fin tú le pariste, y yo no. Ea, Cicilia, tengamos
buenos manteles y dexémonos de crebaderos de cabeza: ya te he dicho mil
veces, que tú cuidarás de las hembras, y yo de los varones. Tú darás á
aquellas la enseñanza que te pareciere, y yo daré á estos la dotrina
que me diere la gana.»

18. -- «Tambien yo la tenia, dixo á esta sazon Anton Zotes, que el mi
Flairico estudiasse en Villagarcía, donde yo havia estudiado; pero
por tener paz con la mi Catanla l’ umbié á Villaornate, y no me pesa,
porque no ha salido por ahí nengun morondo.» -- «En todas partes,
respondió el Familiar, hay malos y güenos, soldesmente que en unas
son mas los güenos que los malos, y en otras son mas los malos que
los güenos. Lo que yo veo es, que los que estudian con los Theatinos
no alborotan los puebros, ni apedréan los Santos, ni silvan los
Rosarios, ni se juntan en las tabernas, ni embarran los vítores, ni
se desvergüenzan contra los Flaires que estudian por otros libros.
Allá en sus controversias y desputas vocéan, berréan y gritan hasta
desgañitarse; pero dempues y acabado aquello, punto en boca, cortesía
hasta el suelo, y tan amigos como d’ antes. Esto parece bien á Dios y á
todo el mundo; lo contrario es mala crianza, y se conocen al vuelo los
que estudian con unos y con otros.»

19. En estas conversaciones se passó la cena: llegó la hora de
recogerse, y se retiraron todos, quedando despedidos desde la noche,
porque los huéspedes pensaban madrugar mucho para librarse del calor.
Assí lo hicieron, saliendo de Fregenal á las tres de la mañana y
llegando á Pero-Rubio entre siete y ocho, ántes que, como se dice,
comenzasse á calentar la chicharra.

20. No se puede ponderar el gusto y el agasajo con que fueron recividos
del Licenciado Flechilla, en cuya casa se apearon derechamente,
segun havian quedado de concierto al despedirse en Campazas. Era la
víspera del dia en que se havian de celebrar las honras, y aquella
tarde fueron concurriendo algunos parientes y amigos del difunto, no
solo de los que vivian en los lugares circunvecinos, sino tambien tal
qual que residia en poblacion algo distante. Entre estos llegó un
Reverendíssimo Abad Benedictino, primo del Escrivano Conejo, varon
verdaderamente respetable; porque, sobre ser Monge muy ajustado, de
porte serio, de estatura heróica, de venerable presencia, de semblante
magestuoso y al mismo tiempo apacible, era sugeto á todas luces sabio,
no solo muy versado en todas las facultades serias que son proprias
de su profession, sino admirablemente instruído en todo género de
bellas letras, de erudicion amena y escogida, lo que, junto á un trato
humaníssimo y urbano, hacia sumamente grata su conversacion y le
constituía un sugeto cabal y redondeado.

21. Trahia por socio á un Predicador segundo de la casa, jóven como
de treinta años y Monge de su especial cariño; porque, aunque era de
genio abierto, festivo y desembarazado, se contenia siempre dentro de
los límites de la modestia y de la urbanidad religiosa, sin que los
chistes y gracias, de que abundaba, cediessen jamas los términos de
la decencia, ni se propassassen á quemazones ó pullas, que pudiessen
ofender ni aún levemente á los mismos con quienes se zumbaba. Por
esto, porque era mozo muy pundonoroso, exactíssimo en el cumplimiento
de su obligacion y en el desempeño de su oficio, rendido á quanto se
le mandaba, y dócil á todas las advertencias que se le hacian, havia
merecido la especial inclinacion y aún concepto del Abad, que esperaba
formar en él un Monge á su modo y de su mano, capaz de honrar con el
tiempo no solo á la Congregacion, sino á toda la Orden Benedictina.

22. Poco despues que se apearon los dos Monges, entró á visitarlos,
como tambien al Padre Predicador Fray Gerundio, el Cura de Pero-Rubio.
Era Arcipreste de aquel partido, Comissario del Santo Oficio, y hombre
de singular fábrica en el cuerpo, y de no ménos singular estructura
en las potencias del alma. Estatura algo ménos que mediana, cabeza
abultada y un si es no es oblonga, con canas entre rucias y tordas,
corona episcopal, pestorejo colorado y con pliegues, ojos acarnerados,
y en la circunferencia unas ojeras ó sulcos que le havian formado
los anteojos perdurables, que solo se los quitaba para leer y para
escrivir, ó quando estaba solo; pero en visitas, en passéos, ó en
funciones públicas, al instante los montaba. Era lleno de semblante,
aunque se conocia no ser maciza la gordura; porque á veces fluctuaban
los carrillos, subiendo y baxando como fuelles de órgano. Tampoco
el color era constante: unos dias muy encendido, otros malignamente
jaspeado, con unas manchas verdi-pardas, entre enjundia y apostema;
la lengua muy gorda; el modo de hablar hueco, gutural y autoritativo,
resoplando con frequencia para mayor gravedad. Sus letras eran tan
gordas como la persona; pero al fin havia rebuelto algunos libros de
moral, tenia bien atestada la cabeza de las noticias mas ridículas y
mas apócryphas que se encuentran en los libros; porque para él, una
vez que estuviessen impressos, todos eran á un precio y las vertia
en las conversaciones de los páparos, assí de corona como legos, con
una satisfaccion, con un _coram-vobis_ y con unos resoplidos que no
dexaban la menor duda de su certidumbre y de su authenticidad. Leía
Gazetas y Mercurios, quando podia pillar algunos sin que le costassen
un maravedí, porque en materia de gastar era _strictioris observantiæ_,
y solia decir, no sin gracia, que para relaxacion bastábale la potra
(era muy quebrado). Hablaba mucho de la Lusacia, de la Pomerania, de
la Carinthia y de la Livonia, diciendo que estas provincias componian
el grande Manzgrabiato de Westphalia, con que le oían como unos
parvulillos todos los Curas de la redonda; y, como por otra parte
era infinitamente curioso é indagador de todo quanto passaba en las
chimenéas y en los rincones, cuchucheador y mysterioso, le miraban
todos con un gesto equívoco, entre respeto y burla, entre desprecio y
temor.

23. Aún estaban en los primeros cumplimientos del Señor Comissario,
quando se entró á galope por la sala el Predicador Fray Blas en trage
de camino y, sin saludar á nadie, se fué derechamente á dar un estrecho
abrazo á su amigo Fray Gerundio, como si huviera veinte años que no se
havian visto; y es tradicion, que aún se estaba componiendo los hábitos
que trahia enfaldados, quando se dió recado de parte del Concejo, y
entraron los dos Alcaldes, los dos Regidores, el Procurador de la Villa
y el Fiel de fechos; porque aún no se havia provisto el oficio de
Escrivano. Aquel dia no debió de acaecer sucesso considerable; por lo
ménos se ha frustrado en su indagacion nuestra solicitud y diligencia,
sin que en las memorias que hemos podido recoger se halle mas que lo
sucedido en el mismo dia de las honras, cuya relacion pide capítulo
aparte, y vamos á servir á nuestros Lectores con el capítulo siguiente.



CAPITULO VII.

Lo mismo que el otro.


1. Amaneció el dia tantos de tal mes, corriendo dichosamente el año de
mil setecientos y quantos. (Hablamos assí por estar algo embrollada
la chronología, y no es negocio de engañar á nadie, aunque nos
pagaran á peso de oro cada noticia incierta.) Reinaba en España su
gloriosíssimo Monarca; governaba la Iglesia de Dios el Sumo Pontífice,
Vicario de Jesu-Christo, y era General de la Orden un varon grave,
elegido canónicamente por el Capítulo, quando el relox de sol de
Pero-Rubio señaló la hora de las diez de la mañana. Este relox era la
sombra que hacia un sobradil, que atravesaba la pared sobre la misma
puerta del matadero, único edificio del lugar cuya fachada principal
miraba derechamente á mediodía. Desde el mismo punto del amanecer
se havia doblado toda la clave de las campanas; eran dos esquilones
y un cencerro que servia de hacer señal para las missas rezadas; y,
aunque los esquilones en su primitiva fundacion ó fundicion, segun
la tradicion de padres á hijos, havian sido de los afamados en toda
la comarca, con el tiempo, que todo lo consume, uno havia perdido la
lengüeta, y se suplia esta falta con una pesa de hierro de á dos libras
ménos onza, que por defectuosa havia quitado al Carnicero del lugar
un Juez de residencia. Servia á la pesa de espigon un gruesso cordel
de cáñamo, que prendia del anillo ó hembrilla interior del esquilon
deslenguado; y, como el cordel no tenia consistencia para contener la
pesa en aquella direccion que la daba el movimiento de la campana,
siempre que esta se empinaba, giraba en círculo la cuerda y sonaba á
almirez de boticario, quando el mancebo desprende los polvos que se
pegan á las paredes. El otro esquilon se havia relaxado un poco en
cierta funcion, en que hizo mas fuerza que la acostumbrada, y, como se
le iba la voz por la rendija, era su sonido acatarrado.

2. En fin, todo esto importaba un bledo para el sermon de honras que
predicó nuestro Fray Gerundio, el qual, llegada la hora, encendido
el túmulo, concluída la missa, tomada la capa negra por el Preste y
acomodado el auditorio, subió al púlpito y predicó su sermon; pero,
qué sermon! Excusamos repetirle, porque ya dexamos hecho un exacto
y puntual análysis, que casi casi puede ser anatomía, de su fúnebre
oracion, en todo el capítulo 5º de este mismo libro quinto, adonde
remitimos á nuestros Lectores; porque no se desvió un punto nuestro
insigne Orador ni de aquel plan, ni de aquel assunto, ni de aquella
division, ni de aquellas pruebas. Mas, por quanto no es impossible que
se halle tal qual Lector tan perezoso, que no quiera tomarse el ligero
trabajo de recorrer aquel capítulo, no de otra manera (porque un símil
oportuno adorna mucho la narracion,) que un Clérigo galbanero se da al
diantre, siempre que en el Breviario ó en el Missal encuentra parte del
rezo ó de la Missa en remissiones ó en citas, y, por no ir á buscarlas,
apechuga con el primer comun que se le pone delante; para obviar
nosotros este inconveniente, hemos tenido por bien recopilar aquí con
la mayor brevedad lo mismo que diximos allí, en gracia de nuestros
próximos flacos, miserables y poltrones.

3. Introdúxose pues Fray Gerundio á su famosa oracion con esta primera
cláusula, que dexó atónito al gruesso del auditorio: _Esta parentacion
sacro-lúgubre, este epicedio sacri-trágico, este coluctuoso episodio
y este panegýris escenático se dirige á immortalizar la memoria del
que hizo immortales á tantos con los rasgos cadméos que, á impulsos
de aquilífero pincel, estampó en cándido lino triturado, sirviendo
de colorido el atro sudor de la verrugosa agalla, chupado en cóncavo
aéreo vaso de la leve madera Pambeocia_: =calamus Scribæ velociter
scribentis=. No es ponderable, con quanta satisfaccion rompió en
esta primera cláusula, y quantos parabienes se dió á sí mismo dentro
de su corazon por haver encontrado con voces tan adequadas como
significativas para explicar su pensamiento. «Que se me vengan, que se
me vengan, decia allá para consigo, no solo á impugnar, sino á empujar
la clausulilla! que levante, que levante el Rhetórico mas culto la
postura de las voces, y que me las dé ni mas empinadas ni mas eruditas!
Llamar á las letras _rasgos cadméos_, á la pluma _aquilífero pincel_,
al papel _cándido lino triturado_, á la tinta _el atro sudor de la
verrugosa agalla_, al tintero de cuerno _concavo aéreo vaso_, añadiendo
despues para mayor explicacion _de leve madera Pambeocia_, con alusion
al buey que fué enseñando á Cadmo el camino hasta llegar al sitio
donde fundó la Ciudad de Thebas: esto lo pensaria por ahí qualquiera
Predicador sabatino de la legua? Y no havria mas de quatro Predicadores
mayores y aún mas de dos Predicadores generales, que no tengan númen
para tanto?»

4. Metióse al instante en el espesso matorral del antiquíssimo
principio, de la costumbre immemorial, y de los diferentes modos
y ritos con que en todos tiempos y en todas las naciones se han
celebrado las honras de los difuntos: no olvidó las repetidas citas
de Polybio, Pausanias, Alexandro (Natal), Eliano, Plutarco, Celio,
Suetonio, Beyerlink, Esparciano, Marino, Novarino, Apiano, Diodoro
Sículo y Herodoto, todos de la misma manera y por el mismíssimo
órden que los cita el _Florilegio_. Encaxó con la mayor oportunidad
las cláusulas mas brillantes y las que á él le havian petado mas en
el nunca bastantemente aplaudido sermon de honras á los Militares
difuntos del Regimiento de Toledo. Aquella de _tan lúgubremente
generosa como luctuosamente compassiva_; la otra de _erigian túmulos
suntuosos, grandiosos fúnebres obeliscos irradiados de luces y
luctuados de bayetas, coherencia lúcido-tenebrosa, que entre hiertas
cenizas cadavéricas vitalizaba memorias de sus Militares difuntos_;
solo que en lugar de _Militares_ dixo _Escrivanales_. Y en la que se
sigue despues: _en cruentas aras trucidaban innocentes víctimas que
dirigian á mitigar rigores de los Dioses, esparcian rosas fragantes,
confederando matices y verdores, para declamar memorias immarcessibles
y floridas esperanzas á la felicidad eterna de los Militares difuntos_,
solo mudó las dos últimas palabras, diciendo en vez de _Militares
difuntos_, _Estilíferos finados_, aludiendo á que antiguamente se
escrivia con unos punzones de hierro ó de acero, que se llamaban
_estilos_. Pero, lo que repitió varias veces, porque le havia dado
mas golpe que todo, fué aquello de _sollozando nenias sentidamente
eloquentes, gimiendo endechas piadosamente elegantes_; y aún notó que
el auditorio, siempre que decia algo de esto, como que se sonaba los
mocos.

5. En donde estuvo sin comparacion mas feliz que el Autor del
_Florilegio_, fué en aprovecharse de la exposicion de Haye sobre
lo que significa _Odolla_, Ciudad donde Júdas Machabéo decretó
las primeras honras ó los primeros sacrificios, que se lee en la
Escritura haverse ofrecido á Dios por los difuntos. Dice Haye, que
_Odolla_ se interpreta _Testimonium sive ornamentum_ (testimonio ú
ornamento). Al Autor del _Florilegio_ le hacia al caso el ornamento
y no el testimonio; porque, assí como las franjas, los galones y las
guarniciones se llaman _ornamento_ de los vestidos, assí la guarnicion
de los soldados parece que se ha de llamar ornamento de las plazas; con
que Ciudad de _ornamento_, Odolla, _id est ornamentum_, es Ciudad o
Plaza de guarnicion, y por aquí la vino á Ciudad Rodrigo el parentesco
estrecho con Odolla. Puede ser, que á mas de dos críticos de estos que
tratan de genealogías mentales, les parezca algo largo el parentesco;
pero no haya miedo, que les parezca assí el que probó nuestro Fray
Gerundio con la Ciudad de Odolla de su difunto Escrivano, ó ya se siga
la interpretacion de _testimonio_, ó ya se adopte la exposicion de
_ornamento_.

6. «Aquí conmigo, dixo el ingenioso Orador: si Odolla es testimonio,
_Odolla id est testimonium_, todos quantos testimonios dió nuestro
malogrado Heroe dan testimonio de que fué de Odolla su elevadíssima
prosapia. Nadie note el _elevadíssima_; porque, como se cuentan en
ella tantas plumas, pudo elevarse, pudo remontar el vuelo hasta dexar
muy debaxo de sí al Icaro presumido: _Icarus Icarias nomine fecit
aquas_. Si Odolla es testimonio, _Odolla id est testimonium_, luego
es la Ciudad de los testimonios la Ciudad de Odolla. Ciudad de los
testimonios y Ciudad de los Escrivanos, aunque parecen dos, son una
misma synonýmica poblacion, como sabe el Rhetórico elegante, segun el
cánon de la divina Synecdoche: _Synecdoche figura est, in qua pars
apponitur pro toto_. Y si no, dígame el entendido: por qué Juan se
singulariza por _secretario_ del Verbo? _Quia testimonium perhibet de
illo, et scit quia verum est testimonium ejus._ Repare el discreto: lo
primero, porque dió testimonio, _testimonium perhibet_; lo segundo,
porque fué testimonio verdadero, _et verum est testimonium ejus_.
Aquello le acreditó de _Escrivano_, porque para ser Escrivano basta dar
testimonio: _testimonium perhibet_. Esto le calificó de buen Escrivano,
porque para ser buen Escrivano es menester que sea el testimonio
verdadero: _et verum est testimonium ejus_. Pero de una y de otra
manera, el dar testimonio es tan proprio de los Escrivanos, como es
proprio de la Ciudad de Odolla el ser la Ciudad de los testimonios:
_Odolla id est testimonium_.»

7. «Volvamos al texto: celebráronse ó se decretaron las primeras
exequias _lúcido-tenebrosas_ en la Ciudad de los testimonios, en
la Ciudad de los Escrivanos: _Odolla id est testimonium_; y essa
misma Ciudad era tambien la Ciudad de los ornamentos: _Odolla id est
ornamentum_. Espantábame yo, que no estuviessen los ornamentos pared
en medio de las exequias: alto al mysterio. Llámanse _ornamentos_,
con antonomástica possession, las vestiduras sacro-séricas de que usa
el Sacerdote para celebrar el sacrificio de la missa: _paramenta seu
ornamenta_, que dixo con elegancia el lithúrgico Rubriquista. Y claro
está, que exequias sin missa son cuerpo sin alma, ó á lo ménos es la
missa la que principalmente vivifica y refrigera las almas que fueron
de los cadavéricos cuerpos: _in Spiritum sanctum Dominum vivificantem_.
Ahora conmigo: la missa en dias comunes es de puro consejo: _Consilium
autem do_, que dice el Vaso escogido; la missa en dias de Domingo es
de riguroso precepto: _Mandatum meum do vobis_. Notólo con discrecion
la rubicunda púrpura de Hugo: _Omnes tenentur audire sacrum die
Dominica_. Infiera ahora el Lógico: luego, siendo estas exequias de
nuestro Domingo Conejo, era indispensable la missa, porque la missa
es indispensable en dia de Domingo: _Omnes tenentur audire sacrum die
Dominica_. Qué hay que replicar á esta consequencia? Pues, allá va
otra: luego fueron clara y patente figura de estas coluctuosas exequias
las que se decretaron por el invicto Machabéo en la Ciudad de Odolla,
Ciudad de los Escrivanos, Ciudad de los ornamentos: _Odolla, id est
testimonium sive ornamentum, paramenta, ornamenta: omnes tenentur
audire sacrum die Dominica_.»

8. A este modo y del mismíssimo gusto fué toda la oracion fúnebre,
cuyo traslado con mejor consejo nos ha parecido omitir, porque
seria impropriedad en assunto tan doloroso hacer llorar de risa á
los lectores. Baste decir que, para cerrarla con llave de oro, dió
glorioso fin á ella con aquella ridícula alegoría que se le ofreció
de repente en el ya citado capítulo 5º., para contrarrestar la otra no
ménos estrafalaria metáphora, que tanto celebró Fray Blas en el sermon
de honras del famoso _Florilegio_; solo que allí la dixo seguida y
sencillamente, sin adornarla con textos; pero en el púlpito la vistió
y la sacó de gala con todos los adornos correspondientes. Hácesenos
lástima, y aún casi pica en escrúpulo, defraudar al público de los
oportuníssimos textos con que la engalanó; y assí allá vá, ni mas ni
ménos como la pronunció, con todos sus atavíos.

9. «En virtud de queja fiscal, _adversarius vester diabolus circuit
quærens_, se levantó auto de oficio por el supremo Juez, _tenens
adversus nos chirographum_, y se dió mandamiento de prision contra
nuestro Escrivano difunto, _tenete eum et ducite caute_: presentóse
este en la cárcel del Purgatorio, _claudentur ibi in carcere_, dexando
poder al Amor Filial para que, como Procurador suyo, _gloria patris
est filius sapiens_, contradixesse la demanda, _posuisti me contrarium
tibi_, apelando de la sala de Justicia á la sala de Misericordia,
_secundum magnam misericordiam tuam_. Libróse despacho de inhibicion y
avocacion, con remission de autos originales, _ego veniam et judicabo_;
dióse traslado á la parte de nuestro mísero encarcelado, _nihil
respondes ad ea quæ adversus te dicunt?_ Hizo este un poderoso alegato
de missas, oraciones y sufragios, _Domine, oratio mea in conspectu tuo
semper_; y, dándose por conclusa la causa, _non invenio in eo causam_,
falló la Misericordia que debia mandar y mandaba, que el Escrivano
Domingo Conejo saliesse libre y sin costas de la tenebrosa cárcel,
_sinite hunc abire_, declarando haver satisfecho suficientemente todas
sus deudas con las penas de la prision, _dimitte nobis debita nostra_,
y que assí se fuesse á la gloria en paz, _requiescat in pace_.»

10. Desengáñese la eloquencia mas valiente, persuádese la elegancia
mas retumbante, humíllese la pluma de mas rápido remonte, y créame
la fantasía de mas delicado perspunte, que no es possible, no digo
ya explicar dignamente un solo rasgo, pero ni aún concebir entre
sombras un tenebricoso bosquejo del embeleso, de la admiracion, del
pasmo, del assombro con que fué oída la oracion de todo el numeroso
auditorio, que componia un gruesso peloton de paparismo. A excepcion
del Reverendíssimo Abad y de su Socio, que tambien estaban aturdidos,
aunque por muy diverso término, no huvo siquiera uno entre todos los
oyentes, que por buen espacio de tiempo no pareciesse estatua en virtud
del extático pasmo que los preocupó. Hasta el mismo Fray Blas estaba
enajenado, haciéndose cruces intelectuales en lo mas íntimo de su alma,
y tan persuadido ya, allá de la saya para dentro, que en comparacion
de Fray Gerundio él era un pobre motilon, que desde aquel punto le
costaba grandíssima violencia el no tratarle con respeto, y, solo por
no dar su brazo á torcer, prosiguió en la llaneza comenzada, pues por
lo demas, en su estimacion y concepto, passaba Fray Gerundio por el
primer hombre de toda la universal Orden. Assí lo confessó él despues á
un confidente suyo, por quien se supo esta interior particularidad, que
hace tanto honor á nuestro Heroe.

11. El Licenciado Flechilla, que le havia encargado el sermon y aquel
dia hacia de Diácono en las honras, enagenado y fuera de sí, se quedó
sentado en el banco donde havia oído la oracion, á mano derecha del
Preste, tanto que ya el Comissario, que oficiaba, estaba incensando
el túmulo (calados sus anteojos) en el último responso, y todavía
permanecia en su banco el bueno del Licenciado, llorando á hilo tendido
de gozo y de ternura, sin advertir lo que passaba. Apénas entraron
en la sacristía los del altar, quando el Comissario Preste, sin dar
lugar á que le quitassen la capa, se arrojó violentamente al cuello
de Fray Gerundio; túvole un gran rato estrechíssimamente apretado
entre los brazos, sin hablarle palabra, y despues, retirando un poco
el cuerpo y poniéndole las manos sobre los dos hombros, prorumpió
en estas exclamaciones: «O gloria immortal de Campos! O afortunado
Campazas! O dichosíssimos Padres! O monstruo del púlpito! O confusion
de Predicadores! O pozo! O sima! O abysmo! Es un horror! Es un horror!
Es un horror! O! O! O!» Y fuése á quitar la capa, haciéndose cruces.

12. No pudo articular mas palabra por entónces el Licenciado Flechilla
que decir interrumpidamente: «Padre, Padre, Padrico! La semana santa,
la semana santa del año que viene; la semana santa; no tiene remedio,
no tiene remedio.» Y, como á este tiempo entrasse en la sacristía
Anton Zotes, creyó que era llegada la postrimera hora de su vida,
porque consintió morir allí ahogado, segun los abrazos que le dieron,
no contribuyendo poco para añudarle las muchas lágrimas que le hacia
derramar el gozo. Fray Blas estaba atónito, y solamente se explicó con
las cejas y con los ojos. Al Reverendíssimo Abad le pareció, que no le
permitia la urbanidad dexar de presentarse, y assí, dexándose ver en la
sacristía, seguido de su Socio, solo dixo con afabilidad y con agrado,
que havia tenido un rato muy divertido, y que era razon que el Padre
Fray Gerundio descansasse; á que añadió el Socio: «Yo estaria oyendo
á vuestra Paternidad otras dos horas; la erudicion á carretadas; el
estilo, de lo que hay poco; y el modo de discurrir es original.» Con
las expressiones equívocas de los dos prudentes Monges se confirmaron
los otros paletos en que apénas un Angel podria predicar mejor.

13. Vueltos todos á casa y ya puesta la mesa, se sentaron á ella por
su órden, menudeáronse los bríndis, repitiéronse las enhorabuenas,
subieron de punto las expressiones, y solo no huvo décimas ni octavas,
porque, como la funcion era de mortuorio, parecia importunidad. Con
todo esso, no se pudo contener un estudiantillo legista, que aquel
año havia comenzado los Vinios en Valladolid y tambien comenzaba á
hacer pinicos de Poeta, echando sus quintillas y de quando en quando
sus décimas en las porterías ó locutorios de las Monjas, quando havia
funcion de hábito ó de professiones. Havia concurrido á las honras del
Escrivano Conejo en nombre de su Padre, vecino de un lugar cercano
y muy amigo del difunto, que por hallarse achacoso no havia podido
venir personalmente. Pidió licencia para decir un epitaphio que se le
ofrecia; y, como el assunto era tambien de _requiem_, fácilmente se le
concedió, con que prorumpió en este disparate:

    _Yace entre estas dos losazas_
    _Conejo: no yace tal,_
    _Puesto que le hizo immortal_
    _Fray Gerundio de Campazas._
    _Caminante, quando cazas,_
    _No hallarás vivar mas guapo_
    _Que este sitio en que te atrapo,_
    _Pues con qualquier perro viejo_
    _Cogerás aquí un conejo,_
    _Y en el púlpito un gazapo._

Los dos Monges conocieron bien la insulsez de la décima, llena de ripio
y sin mas sal que un equivoquillo ridículo que no tenia substancia;
pero los demas, que no hilaban tan delgado y ni entendian ni atendian
mas que al sonsonete, la levantaron sobre las nubes y hicieron sacar
incontinenti muchos traslados para esparcirlos por toda la redonda,
conviniendo todos en que el Licenciado era tan gran Poeta, como Fray
Gerundio Predicador. Con esto se retiraron los Padres á dormir la
siesta, y despues de ella sucedió lo que vamos á decir en el capítulo
siguiente.



CAPITULO VIII.

Sálense á passear los quatro Religiosos, y el Padre Abad, en tono de
conversacion, da á Fray Gerundio una admirable doctrina.


1. Dormida la meridiana, tomado un polvo, rezadas vísperas y completas,
y ya adelantada un poco la tarde, que estaba muy apacible, dixo el
Padre Abad á Fray Blas y á Fray Gerundio, que si gustaban de salir
á espaciarse un poco al campo. Aceptaron gustosos el convite los
dos amigos, y se salieron á passear en compañía de los dos Monges.
Apénas se vieron fuera del lugar, (y no tuvieron que andar mucho para
esso,) quando impaciente ya Fray Blas preguntó al Padre Abad: «Qué le
pareció á vuestra Reverendíssima del sermon de esta mañana? No fué
un assombro?» -- «En su linea, respondió el Reverendíssimo, es de lo
singular y de lo precioso que he oído.» A tal punto se incorporó con la
tropa el Comissario, que venia con alguna acceleracion á cortejarlos,
no haviéndolos encontrado en casa del Licenciado Flechilla. Era su
trage de passéo, becoquin mocho, sombrero nuevo de castor, alzacuello
con su esclavina, sobre-ropa con alamares, baston con puño de plata
y buen recado de borla; en fin, parecia un Arcediano. Despues de los
cumplidos ordinarios, prosiguió la conversacion entablada, porque
Fray Blas repitió la misma pregunta, y el Padre Abad le dió la misma
respuesta.

2. «No esperaba yo ménos de la profunda sabiduría de vuestra
Reverendíssima, dixo el Comissario. Malo es que á mí me dé golpe un
sermon, un libro, una obra, sea de la facultad y de la especie que
se fuere, que lo mismo mismíssimo ha de parecer á todos los hombres
sabios y discretos del mundo. Tengo mil experiencias de esso. Aquellas
exquisitíssimas noticias, que dió el Padre Fray Gerundio del orígen
de los elogios y de las oraciones fúnebres, como tambien de los
diferentes ritos con que se han celebrado y se celebran las honras de
los difuntos, comprobadas todas con testimonios de tanta multitud de
Autores, no prueban un milagro de lectura y un abysmo sin suelo de
sabiduría?»

3. -- «Bien puede ser, respondió el Padre Abad, que al Reverendo Fray
Gerundio le huviesse costado esso mucho sudor, mucho aceite y mucho
tiempo; porque, como todavía es jóven, no puede tener grande noticia
de los Autores, que tratan de propósito varios assuntos. Dionysio
Halicarnasseo, célebre Historiador y uno de los mejores críticos de la
antigüedad, tiene una bella, elegante y muy erudita dissertacion sobre
esta única materia, intitulada: _De origine et vario ritu Funeralium_.
Allí se encuentra todo quanto dixo el Padre Fray Gerundio, y mucho
mas. En esta especie de escritos philológicos, dicen los críticos que
están puestas en su lugar todas essas noticias; pero en los sermones
las tienen por impertinentes y por una pueril vanidad de ostentar
erudicion fuera de tiempo. A lo mas mas permiten, que se apunten muy de
passo, huyendo mucho de recalcarse en ellas. Yo solo refiero lo que los
críticos dicen, pero sin tomar partido; porque no es mi ánimo defraudar
un punto el concepto que se merece el Padre Fray Gerundio.»

4. -- «Oh Padre Reverendíssimo! replicó el Comissario. Los críticos!
Los críticos son extraña gente: dudarlo todo, impugnarlo todo, negarlo
todo, y cátate que soy crítico. Hay manía mas graciosa como negar, que
Júdas se crió desde niño en casa de Pilatos; que le sirvió de Jardinero
ó de Hortelano; que despues mató á su Padre sin conocerle, porque quiso
llevarse unas peras de la huerta; que al cabo se casó con su misma
Madre sin saber que lo era, y que á esta tambien le quitó la vida
por no sé qué niñería, y que, viéndose viudo, se quiso meter Frayle,
pero, no haviéndole querido recivir en ninguna Religion monacal ni
mendicante, por fin y postre se metió Apóstol y vendió á su Maestro,
se ahorcó de un moral muy alto, estando tres dias colgado de él sin
poder morir por mas diligencias que hizo, hasta que, en el mismo punto
en que Christo resucitó, se rompió el cordel, y cayó precipitado sobre
una peña ó guijarro puntiagudo, que le abrió las entrañas y le hizo
arrojar los intestinos? Noticias todas tan ciertas, tan authénticas,
tan indubitables, como que están escritas é impressas por un varon pio,
docto y religioso, en un libro de título muy retumbante. Y en medio de
esso los críticos no solamente las niegan, sino que hacen grandíssima
chacota de el que las escrive, y no menor burla de los que las creen.
No haga pues caso vuestra Reverendíssima de los críticos, y déxelos
decir hasta que se cansen.»

5. -- «Soy de essa opinion,» dixo el Socio del Abad algo
socarronamente. «Los críticos vienen á turbarnos en la quieta y
pacífica possession en que estábamos, de creer buenamente mil y
quinientas cosas sin perjuicio de tercero; y, pues ellos no hacen caso
de un título tan justo como es el de la possession, tambien es puesto
en razon que nosotros no hagamos caso de ellos. La erudicion sirve de
adorno en los sermones, y los Santos Padres no la despreciaban quando
la tenian á mano.»

6. -- «Por lo ménos, interrumpió el Padre Abad, ni San Gregorio
Nazianceno en las oraciones fúnebres que pronunció, ya en la muerte
de su grande amigo San Basilio, ya en la de su Padre, que se llamaba
tambien Gregorio, ya en la de su hermana Santa Gorgonia; ni San
Gregorio Nysseno en las que predicó á las honras de las Emperatrices
Plácida y Pulqueria; ni San Ambrosio en las que dixo en elogio del
Emperador Theodosio el Grande, se cansaron en gastar essa especie de
erudicion. Mucho peso, mucha solidez, mucha piedad, mucha eloquencia,
mucho ingenio y mucha ternura, esso sí; pero erudicion, ni poca ni
mucha, y en verdad que todos tres Santos eran muy leídos.»

7. -- «A esso, Padre Maestro, dixo el Socio, se me ofrece una gran
disparidad; essos Santos predicaban las honras de otros Santos, y
quando ménos de unos Emperadores que, aunque no están canonizados,
compitieron en lo heróico sus virtudes christianas con las políticas y
con las militares. Todos essos grandes objetos estaban tan llenos de
nobles materiales, que era inútil el adorno, y ociosa la invencion,
quando sin esta y sin aquel no tenia tiempo el Orador ni aún para
apuntar, quanto mas para explayarse en dar á el auditorio un claro
conocimiento de sus Héroes. Nuestro Reverendo Fray Gerundio no tuvo
por objeto de su oracion á ningun San Basilio ni á ningun Emperador
Theodosio. El Señor Escrivano (que Dios haya) seria muy buen
Christiano; pero sus virtudes no hicieron ruído. Comulgaba una vez
al año con mucha devocion, oía missas los dias de fiesta, y ganaba
en oficio todo quanto podia. No venció tyranos, ni ganó batallas, ni
conquistó provincias, ni defendió á la Religion; y en fin, no sabemos
que sobresaliesse mucho en alguna de aquellas virtudes morales ó
prendas naturales, que tal vez se reputan por assunto digno de los
elogios fúnebres. Bien ve vuestra Paternidad, que para alabar á un
hombre assí, esto es, á un hombre de vida comun y por ventura no muy
exemplar, con precision de gastar por lo ménos una hora en celebrarle,
es menester arte, inventiva, y forragear mucho en la erudicion para
llenar el tiempo y para divertir la curiosidad del auditorio, ya que no
se pueda decir cosa que la edifique demasiadamente.»

8. -- «Admirable réplica!» exclamó Fray Blas. -- «No tiene respuesta
el argumento,» dixo el Comissario. -- «Quitómele de la boca el Padre
Predicador,» añadió Fray Gerundio. -- «Sosiéguense Ustedes, replicó el
Padre Abad, que yo veré si puedo responder á él, pero me han de oir con
paciencia.»

9. «No tiene duda, que las oraciones fúnebres se inventaron en el
mundo para celebrar á los claros varones, alentando á los vivos á la
imitacion de los difuntos en las heróicas virtudes, que practicaron en
beneficio de la Patria y de la República. Esso de que los Athenienses
fuessen los primeros que introduxeron esta loable costumbre, como lo
afirmó en su sermon el Padre Fray Gerundio, es muy dudoso y seguido de
muy pocos. Lo mas mas que se les concede fué la invencion de ciertos
juegos eqüestres, que en honor de los difuntos esclarecidos practicaban
sus amigos y parientes, como lo hizo Achiles con Patroclo, y mucho
tiempo ántes Hércules con Pélope.»

10. «Lo que no admite duda es, que una de las primeras oraciones
fúnebres que se leen en toda la antigüedad es la de Lucio Junio Bruto,
como dice Ciceron, diez y seis años anterior á las que se leen de
los Griegos, celebrando la memoria de los que murieron en la famosa
batalla del Marathon; y por el mismo tiempo, poco mas ó ménos, tuvieron
principio los epitaphios ó elogios sepulchrales, que se gravaban sobre
las sepulturas de los difuntos, dando una succinta noticia de las
principales acciones de su vida ó de los dictados mas visibles que
los adornaron; como el de Anicio Probo, cinco veces Cónsul, Questor
y Candidato, á su madre Anicia Phaltonia Proba, muger de un Cónsul,
hija de otro, y madre de dos; pero, sobre ser esta una qüestion
inútil, fácilmente podemos conciliar las dos opiniones encontradas,
diciendo que los Griegos fueron los primeros que inventaron los elogios
fúnebres, dedicándolos precisa y únicamente á los que morian con las
armas en las manos en defensa de la patria; y los Romanos fueron los
primeros que los extendieron á todos los difuntos, que en qualquiera
linea huviessen sido beneméritos de la República ó de el Estado.
Aquellos los limitaron á las virtudes militares, estos los extendieron
á todas las virtudes.»

11. «Hasta que la Iglesia comenzó á lograr alguna paz permanente, hácia
los principios del quarto siglo, ni se introduxo ni pudo introducirse
esta costumbre entre los Christianos. Las primeras oraciones fúnebres
completas que tenemos y que merezcan este nombre, son las de San
Gregorio Nazianceno, que murió el año de 391. Es cierto, que ni
entónces ni en muchos siglos despues se permitieron en la Iglesia de
Dios este género de elogios públicos, pronunciados en el Templo á
vista de todo el pueblo, sino en la muerte de sugetos esclarecidos,
notoriamente recomendables por su eminente virtud ó por sus grandes
servicios en obsequio de la Religion. Despues la lisonja, la vanidad
y la condescendencia, ayudadas de la calamidad de los tiempos,
introduxeron el intolerable abuso de celebrar magníficas exequias con
oraciones fúnebres á todos los difuntos que dexaban conveniencias para
costearlas. Tuvo principio esta corruptela en el siglo 11º, quando
se comenzó á relaxar la disciplina, y las revoluciones del Imperio
abrigaron la simonía, la violencia y la ignorancia, pues se hallan en
aquel siglo y en los dos siguientes algunos panegýricos pósthumos de
sugetos no solo escandalosos y perversos, sino hombres verdaderamente
facinorosos.»

12. «Para formar estos elogios, claro está que era menester una de tres
cosas: ó fingir descaradamente las virtudes que no tuvieron, ó ponderar
las que debian de tener, ó sacar al theatro con nombre de virtudes
los mas vergonzosos vicios, echándolos una capa que los diesse otra
apariencia. Entónces fué quando se comenzó á torcer en los púlpitos el
verdadero significado de aquellos grandiosos nombres _magnanimidad_,
_bizarría_, _intrepidez_, _generosidad_, _gran corazon_, _política_,
_prudencia_, _teson_, _animosidad_, _heroísmo_, _etc._ Contagio ó
trastornamiento que, derivándose de siglo en siglo hasta nuestros
tiempos, ya apénas nos dexa discernir los verdaderos Héroes de los
que no fueron mas que unos verdaderos tyranos, ladrones, usurpadores,
falaces, astutos, pérfidos, ambiciosos, atrevidos, temerarios,
arrogantes y descarados mofadores de todo el género humano.»

13. «Apoderada de los pueblos y de las naciones esta perniciosa
introduccion, mas ó ménos se ha conservado hasta ahora en todas
las de la Christiandad. Es verdad que en nuestra España ya es muy
rara la provincia, y aún los pueblos, donde se permiten sermones
de honras que no sean á sugetos de virtud sobresaliente, sobre lo
qual se han tomado varias providencias, assí en algunos Concilios
provinciales como en diferentes Sýnodos diocesanos. Si hay algun
Gremio ó Comunidad, donde constantemente se observe esta demonstracion
con todos sus individuos difuntos, es por la justa presuncion que
funda el mismo hecho de haver sido de tal Comunidad ó de tal Gremio,
de que el difunto necessariamente sobresalió en alguna virtud,
prenda ó talento recomendable. Algunos son de opinion que, quando
estas prendas no salen de la esphera de virtudes puramente morales ó
intelectuales, tampoco debieran salir los elogios de los sugetos que
las posseyeron, de aquellas piezas donde las Comunidades ó Gremios
sabios celebran sus juntas ó sus exercicios literarios. Assí se
observa en las dos Academias de las Ciencias y de las Bellas Letras
de Paris: los nobles elogios fúnebres que se consagran á la memoria
de los miembros de ellas que murieron, se encierran siempre dentro de
las paredes de sus académicos Muséos, y hacen una preciosa parte de
sus utilíssimos exercicios. El púlpito y los Templos parece que solo
debieran reservarse para elogiar aquellas virtudes verdaderas que, sin
volver siquiera los ojos hacia la vana immortalidad del nombre, miran
derechamente á la eterna felicidad. Los que son de este sentir, juzgan
que es profanarlos el dedicarlos á otra cosa. Yo prescindo de esta
opinion, porque mi dictámen no hace falta ni para defenderla ni para
impugnarla.»

14. -- «Hace bien vuestra Reverendíssima, interrumpió el Comissario;
porque, si llevara la contraria, nos havian de oir los sordos. Yo
tengo en mi poder el sermon, que se predicó en las honras de un primo
mio Cathedrático, y, aunque no fué negocio de que la gente anduviesse
á cachetes por sus reliquias, pero al fin el Orador, que tampoco es
ménos que un Cathedrático de prima, le compara á Salomon; y en verdad
que pienso dexarle á mis sobrinos como la alhaja mas preciosa de mi
herencia, mandando expressamente en el testamento, que le archiven
entre los papeles mas importantes de la familia; y aún no estoy ageno
de hacer á mi costa otra impression, si pinta bien la venta de los
carneros. Pero prosiga vuestra Reverendíssima, porque le oímos con
gusto.»

15. -- «Digo pues, continuó el Padre Abad, que, aún tolerada en algunas
partes la costumbre de predicar sermones de honras á los que en vida no
tuvieron las costumbres mas arregladas, pero se hicieron recomendables
por otras prendas naturales dignas de estimacion, parece á muchos
hombres discretos, (cuyo dictámen no me atrevo á reprobar,) que están
en ellos muy fuera de su lugar las noticias eruditas, gastadas, como
dicen, á pasto y muy de intento, especialmente aquellas que se toman
de los funerales del Paganismo.» -- «Pues, como se ha de bandear el
pobre Orador sin esse socorro?» preguntó Fray Blas. -- «Yo se lo diré á
vuestra Paternidad,» respondió el Padre Abad.

16. «Como se bandeó San Gregorio Nazianceno en su admirable oracion
fúnebre predicada en las honras de San Basilio, quando llegó á tratar
de su universal pericia en casi todas las ciencias. Ya ve vuestra
Paternidad, que esto pertenece puramente á las prendas intelectuales
y naturales; pues, sin distraherse el Santo á noticias impertinentes
ni hacer ostentacion de alusiones importunas, va haciendo una noble
descripcion de las ciencias que posseía con gran perfeccion el gran
Basilio, insinuando al mismo tiempo con artificioso dissimulo una
admirable instruccion para que los oyentes aprendiessen el modo de
posseerlas, sin descuidarse de enseñarlos como havian de usar de ellas
con utilidad. Contentóme mucho este hermoso trozo de la oracion,
aún leído en la version latina, que sin duda perderia no poco de su
elegancia original en la lengua griega. Tradúxele en castellano, y aún
le tomé de memoria, por si acaso se me ofrecia alguna vez aprovecharme
de él; y á fé que han de tener Ustedes la paciencia de oírmele, porque
no les ha de disgustar. Dice pues assí:»

17. «Qué ciencia, qué facultad huvo en que Basilio no estuviesse muy
versado, y tan versado como si se huviesse dedicado á ella sola? De
tal manera las posseyó todas, que jamas huvo quien posseyesse una sola
con igual perfeccion; y con tanta eminencia se hizo dueño de cada una,
que parecia ignoraba todas las demas. Y esto porqué? Porque á un
ingenio tan sútil como elevado añadia una aplicacion tan continua como
laboriosa: medio único para adquirir el imperio sobre las ciencias y
las artes. Su ingenio pronto, rápido y penetrativo hacia al parecer
ocioso su estudio infatigable; y, á vista de su continuo estudio,
parecia inútil la rápida perspicacia de su ingenio. Sin embargo, juntó
la una con la otra con tanto empeño, que dexó neutral la admiracion,
sin saber á qual de las dos partes debia aplicarse mas, si á la elevada
viveza de su ingenio ó al teson incansable de su estudio. Quien pudo
competir con Basilio en la rhetórica, aquella divina arte que en todo
respira fuego? Superior á los Rhetóricos mas célebres en el inimitable
uso de los preceptos, pero muy desemejante de ellos en las costumbres.
Quien le excedió en la gramática, aquella arte de hablar correctamente,
que pule y forma la lengua para el Griego mas castizo, aquella que
recoge la historia, preside en la poesía, y como suprema Legisladora
publica é intima leyes para el metro? Quien en la philosophía, ciencia
verdaderamente sublime, que se eleva á lo mas alto de la naturaleza,
ya se considere aquella noble parte suya, que se dedica á la práctica
y experimental indagacion de las verdaderas causas que producen los
efectos naturales, ya se atienda aquella otra, que se entrega toda á
la especulacion en las disputas, sutilezas y argumentos lógicos, que
comunmente se conoce con el nombre de _dialectica_? En ella sobresalió
tanto Basilio que, si alguna vez la necessidad le empeñaba en la
disputa, su argumento no tenia solucion, y era mas fácil al adversario
burlarse del mas intrincado laberintho que desembarazarse de su
réplica. Por lo que toca á la astronomía, geometría y arithmética,
se contentó con saber lo que bastaba para que los peritos en estas
facultades le mirassen y le oyessen con respeto; lo demas lo consideró
como inútil á la profession de un sabio religioso y serio, que en sus
estudios buscaba el provecho y no la curiosidad: de manera que tanto se
debe admirar en Basilio lo que no quiso estudiar, como lo que escogió
para aprender.»

18. «Aquí tienen Ustedes un elogio limitado precisamente á prendas ó
virtudes naturales, que á un mismo tiempo deleita é instruye, persuade
y mueve, sin el fárrago de erudicion ó de noticias triviales que un
Predicador de los que se usan fácilmente embutiría en los varios
puntos que toca San Gregorio Nazianceno: un elogio que, no rozándose
ó rozándose apénas con las virtudes christianas, no obstante se
pronunció dignamente en el púlpito mas grave y á vista del auditorio
mas autorizado y mas serio. Pues, quien quita que á imitacion de
este se formen otros muchos, quando en los sugetos, cuyos funerales
se celebran, no hay que alabar sino prendas naturales ó virtudes
puramente morales, que, aunque no son mérito para la vida eterna, son
imitables por útiles á la sociedad civil?»

19. -- «Y si ni aún esso se halla en el difunto, dixo Fray Gerundio con
algun sacudimiento y retintin, como que él se havia visto en esse caso,
de qué ha de echar mano el triste Predicador?» -- «Penetro, Padre Fray
Gerundio, respondió el Padre Abad, todo el émphasis de la pregunta, que
no es tan innocente como parece: confiesso á vuestra Paternidad, que mi
primo el Escrivano ni fué canonizable, ni se hizo muy visible por otros
talentos de la linea natural, que logran alguna recomendacion entre
los hombres; por esso tuve lástima del Orador que havia de predicar
sus honras, luego que me avisaron de su última disposicion, y aún él
mismo se hizo cargo de la dificultad, quando por conocerla dexó una
limosna tan quantiosa al Predicador, atento al apuro en que se havia
de ver para encontrar en él algo digno de alabarse. Pero digo, que aún
en este apretado lance hay en la rhetórica ciertos lugares comunes, y
todos graves, de que puede y debe echar mano el Orador para formar su
panegýrico fúnebre, sin dispendio del tiempo, sin perder el respeto al
púlpito, y con utilidad del auditorio.» -- «Y qué lugares son essos,
Padre Reverendíssimo?» preguntó Fray Gerundio. -- «Yo se los diré á
vuestra Paternidad,» respondió el Padre Abad.

20. «Los que llaman _de la persona_, y se pueden reducir á quatro
capítulos: á las prendas del cuerpo, á las del alma, á la nobleza ó
méritos de sus antepassados, y al oficio, empléo ó ministerio que
exerció el difunto quando vivo. En el cuerpo se puede considerar la
proporcion, gentileza, symetría ó hermosura, la agilidad, la robustez,
la fortaleza, etc. En el alma, el entendimiento, la penetracion, el
juício, la prudencia, etc. En la nobleza ó méritos de sus antepassados,
todas las hazañas que los hicieron recomendables. En el oficio ó
empléo, la superioridad, la exactitud, la aplicacion, los medios, los
fines, la utilidad, etc.» -- «Pues qué! interrumpió Fray Blas, tambien
se ha de hacer assunto en el púlpito, de que el difunto no havia sido
corcovado ni contrahecho, sino galan y bien apuesto, parándonos en si
fué ágil ó pesado, torpe ó industrioso, buen ginete ó mal ginete, etc.?
Valiente impertinencia!» -- «Allá va essa mosca,» dixo el Comissario,
dando un resoplido. -- «Yo me sacudiré de ella,» respondió con
serenidad el Padre Abad.

21. «Sí, Padre Fray Blas, quando no hay otra cosa mejor de que echar
mano, puede el Orador valerse de las prendas corporales, con tal que lo
haga con la debida gravedad, circunspeccion y decencia. No se celebran
en la Escritura las fuerzas corporales de Sanson? No se elogian los
hermosos cabellos de Absalon? No se aplaude la agilidad de Saul y su
destreza en el manejo del arco? No se ensalza el primor con que David
heria las cuerdas del harpa? Y quantas veces havrá celebrado vuestra
Paternidad en sus sermones la hermosura exterior de la humanidad de
Christo, y havrá hecho algunas pinturillas ó descripciones de la
singular belleza de la Santíssima Vírgen? Y del juício que supongo en
vuestra Paternidad, no quiero creer que sus descripciones ó pinturillas
havrán sido tan profanas, tan escandalosas, tan sacrílegas como las
que yo he oído mas de una vez á muchos Predicadores, que, en lugar de
pintar á la Reina de las Vírgenes y Madre de la pureza, parece que
hacian el retrato de una Helena incendiaria ó de una Venus provocativa.
_Cavendum est_, dice á este intento una pluma igualmente zelosa que
elegante, _ab ineptiis eorum, qui in laude gravis personæ, ut Beatæ
Virginis, vernante styli lascivia speciem aliquam Helenæ efformare
nituntur_.»

22. «Qué cosa al parecer mas indiferente que la agilidad y la destreza
en el exercicio de la caza? Con todo esso, esto se alaba mucho, y no
sin razon, en la historia de varios Príncipes que fueron eminentes
en este exercicio, dedicándose á él con moderacion y por provechoso
passatiempo, sin declinar en el extremo de una passion desordenada
y viciosa. Tales fueron Mithridátes, Adriano, Carlo-Magno, Henrico
Primero y Alberto, Emperadores los tres últimos de Alemania. Nicetas
ensalza con los mayores elogios á la Emperatriz de Constantinopla
Euphrosina, muger del Emperador Alexo Angelo, porque en la intrepidez
y en la destreza de la caza de cetrería no solo igualaba, sino que
excedia á los mas hábiles cazadores de su tiempo. Ni en los nuestros
nos faltan exemplares de augustíssimas Princesas, que no dan ménos
muestras de su pericia y de su valor en el bosque que de su penetracion
y de su profunda política en el gabinete; tan felices en los aciertos
de la escopeta, como diestras en la puntería de los negocios. Lo que se
aplaude en la historia, por qué no se podrá elogiar dignamente en el
púlpito?»

23. «Dixe _dignamente_, y lo dixe con reflexion; porque, para que se
hagan decente lugar en la cáthedra del Espíritu Santo estas prendas
naturales, siempre es menester elevarlas á motivos superiores,
insinuando que aquellos que las posseyeron, ó las enderezaron ó
debieron enderezarlas á fines útiles á la Religion ó, quando ménos,
al Estado. Un Orador medianamente diestro puede fácilmente instruir
con arte á su auditorio en los medios de elevar á fines de superior
órden las acciones mas regulares y mas indiferentes. No salgamos del
exercicio de la caza. Quien quita ponderar la oportuna ocasion que
ofrece la soledad para el recogimiento, los varios obgetos innocentes
del campo para levantar el corazon á Dios; la velocidad, el furor, la
astucia y aún la valentía de las mismas fieras, para mil reflexiones
conducentes á la utilidad del alma ó al prudente gobierno de las
operaciones en la vida civil? Sabemos que San Francisco de Borja,
quando Duque de Gandía, era aficionadíssimo á la caza de cetrería,
en la qual exercitaba mil virtudes diferentes: ya la mortificacion,
retirando de repente la vista quando mas la convidaba la diversion del
obgeto; ya el sufrimiento, tolerando sin quexarse assí las fatigas del
campo como los rebeses de los temporales; ya una profunda meditacion,
sacando utilíssimas consideraciones de la velocidad con que el
halcon se disparaba á la presa, de la docilidad con que á la primera
insinuacion del reclamo se restituía al alcándara,[32] de la fidelidad
con que presentaba la caza á su legítimo dueño, refrenando su natural
voracidad por cumplir con su obligacion y con su agradecimiento.»

24. «Aún en el Gentilismo tenemos un bello trozo del panegýrico de
Trajano, que puede servir de instruccion á qualquiera christiano Orador
para dirigir á la religion el elogio de las prendas naturales. _Eres_,
dixo Plinio el jóven, _diestríssimo en la caza. Usasla con moderada
freqüencia. Parece recréo, y no es mas que mudanza de fatiga. Tienes
por alivio lo que solo es mudar de trabajo; interrumpes algunas veces
los cuidados del gabinete, mas para qué? Para penetrar los bosques,
para perseguir las fieras aún en los mas profundos senos de sus
lóbregas cavernas, para trepar por riscos y breñas inaccesibles sin
mas auxilio que el de tus piés, sin otras huellas que las que estampan
tus plantas; y esto, en qué viene á parar? En que con sobreescrito de
diversion exercitas la piedad, visitando aquellos sagrados lugares y
saliendo al encuentro á los Dioses tutelares que los presiden y los
protegen_: =Quod si quando cum influentibus negotiis paria fecisti,
instar refectionis existimas mutationem laboris: quæ enim remissio
tibi nisi lustrare saltus, excutere cubilibus feras, superare immensa
montium juga et horrentibus scopulis gradum inferre, nullius manu,
nullius vestibus adjutum, atque inter hæc pia mente adire lucos et
occursare numinibus?=»

25. -- «Y si el bueno del difunto, replicó el Socio, no tuvo ninguna
destreza ni habilidad, sino para comer, beber, passearse y _vita
bona_, adonde ha de acudir el angustiado Orador por los elogios?» --
«Adonde? respondió el Abad; á su profession ó á su oficio, pues no hay
oficio ni profession que no dé abundante materia para celebrar, si no
al que la exercitó, al modo con que debe exercitarse y á los fines á
que debe dirigirse, lo que todo redundará en provechosa enseñanza del
auditorio.»

26. -- «Y parécele á vuestra Reverendíssima, dixo Fray Blas, que
se encuentran ahí á la puerta de la calle los elogios de todas las
facultades y de todas las professiones?» -- «Jesus! respondió el Abad:
no hay cosa mas á mano, ni tampoco mas de sobra. Qualquiera Autorcillo
que escrive sobre el todo ó la parte de alguna facultad, oficio ó
empléo, comienza colocándole mas allá de las nubes, pues ó el prólogo ó
el primer capítulo, quando muchas veces no sea la mayor y la mas inútil
parte de la obra, se reduce por lo comun á recoger todo quanto se ha
escrito en recomendacion de la materia que trata, de su antigüedad, de
su nobleza, de su necessidad, de su suma importancia: tanto que, al
leer la introduccion del mas despreciable folleto sobre alguna parte
de qualquiera de las facultades y aún artes ú oficios mechánicos, un
Lector incauto se persuade á que no la hay mas noble, mas importante
ni mas necessaria. A este propósito me acuerdo, que siendo muchacho
leí cierto librete sobre las fiestas que havia hecho en una Ciudad el
gremio de los Sastres, con ocasion de un retablo que havia costeado el
mismo gremio. El Autor, assí en la introduccion como en lo restante
de la obrilla, juntó ó esparció tantos y tan magníficos elogios de
este oficio; sobre todo se inculcó tanto su antigüedad y su nobleza,
probando, á su parecer concluyentemente, que este era el primero que se
havia exercitado en el mundo, siendo Adan y Eva los primeros Sastres,
fundado en aquellas palabras del capítulo 3º del Génesis: _Cumque
cognovissent se esse nudos, consuerunt folia ficus et fecerunt sibi
perizomata_, que, convencido yo á lo mismo, faltó poco para que no me
metiesse á Sastre.»

27. -- «Tan baxos pensamientos como essos, interrumpió el Socio, nunca
los tuve yo; pero tanto como dedicarme á Boticario, no me faltó un tris
para hacerlo, desde que leí en cierto papelejo sobre la confeccion
del Alkermes, que el Espíritu Santo era el verdadero fundador de las
Boticas, por quanto él es el que inspira el conocimiento de la virtud
de los simples y el modo de elaborarlos: añadiendo que por esso las
quintas essencias, que son los medicamentos mas activos, se llaman
_espíritus_, con alusion á su divino inventor.»

28. -- «Chanzas á un lado, continuó el Padre Abad; al Gramático, al
Rhetórico, al Orador, al Poeta, al Phýsico, al Mathemático, al Músico,
al Astrónomo, al Legista, al Theólogo, y á proporcion á todos los
Professores aún de las artes ú oficios mechánicos, se les puede alabar
en el púlpito con magestad y con decencia por el exercicio de sus
mismos oficios y facultades. Para hacer el elogio de un Gramático, no
hay mas que leer á Marciano Capela, en su libro 3º; á Diomedes, en
la Epístola á Athanasio; á Diodoro Sículo, en el libro 12º, _sobre
las leyes de Charondas_; y á Suetonio, _De illustribus Grammaticis et
Criticis_. Para el de un Rhetórico y Orador, sobre lo mucho que dice
Philon Hebréo en su libro _Del Cherubin_, se puede leer á Lucano en
el poema á Calphurnio Pison; á Ovidio, en el libro segundo Del Ponto,
Elegía 5ª.; á Plinio el menor, en el libro segundo, Epístola 3ª.; á
Séneca, en el Prólogo á las _Controversias de Crasso Severo_; y tambien
á Ausonio, en su _Panegýrico á Graciano_.»

29. «No hay cosa mas de sobra que los elogios de la poesía; tropiézanse
tantos, que son estorvo mas que diversion. Casi todos los que se
encuentran en los modernos, son copia de los que se leen en el Diálogo
sobre la Oratoria, que corre con nombre de Cornelio Tácito y muchos
creen ser de Quintiliano, donde se dicen muchas cosas en pro y en
contra de la Poesía; de los que recogió Silvio Itálico hácia el fin del
libro undécimo; de los que se hallan en el _Genethlíaco_ de Luciano,
como se ve en las obras de Estacio; y, finalmente, de lo mucho que dixo
Florido en el capítulo 7. del libro tercero _Contra los detractores
de los Poetas_. En amontonar alabanzas de la philosophía, parece que
todos han conspirado: Oradores, Poetas, Historiadores, Ciceron, Capela,
Claudiano, Sidonio Apolinar y todos los que escrivieron las vidas de
los Philósophos antiguos y modernos, como Eunapio Sardiano, Porphyrio,
Philóstrato Lemnio, Ammonio Egypcio, Dion Biothynio, Diógenes Laercio;
y entre los modernos Bruquero, Vossio, Jonsi, Capasi, y el Inglés
Thomas Stanley.»

30. «Para poner la medicina sobre los cuernos de la luna, no es
menester mas que abrir qualquiera tratadillo, que haya escrito en
algun assunto de ella el mas desdichado Pedante. A carretadas recoge
lo infinito que se ha dicho de la buena, cuidando mucho de suprimir
lo no ménos infinito que se ha declamado contra la mala. Pero al fin,
por expressar algunas fuentes determinadas, léase la _Vida de Galeno_,
recogida por Julio Alexandrino, los _Comentarios de la Nobleza_, por
Andrés Tiraquel, y la _Epístola del Ilustríssimo Guevara al Doctor
Melgar_, y encontrará el Orador un almagazen de elogios de la medicina,
que no los ha de consumir en un tomo entero de sermones de honras, á
los que han hecho predicar tantos por sus desaciertos.»

31. «De las mathemáticas sé muy bien lo que dice San Agustin: _Quas
multi Sancti nesciunt quidem, et qui etiam sciunt eas Sancti non sunt_:
que muchos Santos las ignoran, y los que las saben no son Santos.
Esta sentencia, que parece dura, no quiere decir lo que suena: solo
intenta el Santo significar por ella el grande embeleso, con que esta
nobilíssima ciencia arrebata hácia sí á sus professores, los quales
necessitan de un esfuerzo muy particular para desviar su atencion
de las especulaciones mathemáticas, si han de encontrar tiempo para
dedicarse á la meditacion de las verdades evangélicas. Por lo demas,
nadie puede negar que el mismo embeleso, con que arrebatan el alma, es
un medio tan eficaz como innocente para desviarla de las passiones,
que son los mayores enemigos de la santidad. Y assí, apénas se
encontrará Mathemático sobresaliente, que no sea hombre de costumbres
irreprehensibles. Por esso casi siempre va sobre seguro el elogio de
estos Professores; y para formarle prestan sobrados materiales Platon
en su _Timéo_, Aristóteles en muchos lugares de sus obras, y Alcínoo en
el _Isagoge á la Doctrina de Platon_.»

32. «Un Músico tiene mil capítulos que le pueden hacer justamente
recomendable; solo con passar los ojos por el bello panegýrico, que
Cassiodoro hace de la música en el tratado que dirigió á Boecio
Patricio, libro segundo _Variar._, hay copia de escogidos materiales
para celebrar á los que professan esta preciosa facultad. Y el que no
se contentare con estos, puede leer al ya citado Marciano Capela en
todo el libro nono. De los Jurisconsultos y de los Theólogos no hablo,
porque es menester que sea muy ignorante el que no sepa, que se puede
formar una grande librería, compuesta precisamente de los elevados y
merecidíssimos elogios con que todos los han engrandecido.»

33. -- «No se fatigue mas vuestra Reverendíssima, dixo á esta sazon
el Comissario; que, aunque yo le estaria oyendo con grandíssimo gusto
desde aquí á mañana, me causa congoja el miedo de que se canse.» --
«Pues yo, añadió Fray Gerundio, con licencia de vuestra Merced y solo
por oir á su Reverendíssima, tengo de hacerle todavía una pregunta. Y
si el difunto no solo no sobresalió en prendas algunas christianas,
morales ó naturales; no solo no fué eminente en la facultad que
professó, ni en el oficio que exerció, sino que en la Religion fué
un mal christiano, en la facultad un zopenco, y en el oficio un mal
hombre: qué ha de hacer el Orador sino refugiarse al sagrado de la
erudicion?»

34. -- «El caso es algo apretado, respondió el Padre Abad, pero no
tanto que no tenga salida. Entónces puede hacer lo que se refiere
en la vida de San Antonio de Padua (caso que no pueda excusarse de
predicar á sus honras, que será el arbitrio mejor): obligaron al Santo
á predicar en las de un usurero; quitóse de cuentos, no dissimuló el
torpe vicio de que havia adolecido públicamente el difunto, declamó
vehementemente contra él; y ponderando aquel texto de la Escritura:
_Ubi est thesaurus tuus, ibi est et cor tuum_: donde está tu thesoro,
allí está tu corazon; para probar la verdad de este oráculo, dixo con
instinto superior que acudiessen al cofre donde el difunto tenia su
thesoro, y que hallarian su corazon en él. Hízose assí, encontróse
efectivamente, tráxose á la Iglesia con espanto de todos, y, á vista de
aquel desdichado corazon, hizo el Santo un sermon de ninguna utilidad
para el difunto, pero de grandíssimo provecho para los vivos.»

35. «En la vida del venerable Capuchino y Apostólico Missionero Fray
Joseph de Carabantes se refiere otro caso muy parecido: dícese en ella
que, estando un Religioso de la misma Orden para predicar el sermon
de honras de cierto Ministro de Justicia, se le apareció rodeado de
llamas, la noche antecedente, y le dixo: _No prediques mis honras, sino
mis deshonras; porque te hago saber, que assí yo como todos los que
hemos tenido cargo de Justicia en este Pueblo por espacio de quarenta
años, estamos ardiendo en el infierno_. Con efecto, este fué el sermon
que predicó, dándosele poco de que los parientes del difunto se diessen
por ofendidos, como se diessen por avisados y por escarmentados, ellos
y los demas. No se puede aconsejar en cerro, que se haga lo mismo
siempre que la vanidad ó la lisonja insistan en que se prediquen honras
de sugetos, cuya vida fué notoriamente desordenada y escandalosa.
Para esso era menester un espíritu tan iluminado y una santidad tan
reconocida como la de San Antonio de Padua; pero á lo ménos debe
guardarse bien el Orador de tocar en las costumbres del difunto,
porque ó ha de mentir ó ha de escandalizar. Mucho mayor cuidado ha de
poner en huir de suponerle en estado de gracia, ponderando fuera de
tiempo la infinita misericordia del Señor; porque el auditorio incauto
y sencillo, y tambien el que no lo es, oyendo desde el púlpito las
imprudentes congeturas de que se salvó un hombre de tan mala vida,
entra en la necia confianza de que igualmente se podrán salvar los que
le imitaren en sus disórdenes.»

36. -- «Pues, qué partido juicioso, preguntó el Socio, se podrá tomar
en esse apurado lance?» -- «El que debiera seguirse, respondió el
Abad, en casi todos los sermones de honras, especialmente las que
se dedican á sugetos que no huviessen sido de una virtud singular,
notoria y generalmente reconocida: desviar enteramente la atencion
de aquel difunto particular, y fixarla en todos los fieles difuntos.
Quiero decir, ponderar la terribilidad de las penas del Purgatorio,
el rigor con que se castigan las mas leves culpas con los mas graves
tormentos, la indispensable obligacion que todos tenemos de aliviar con
nuestros sufragios á las almas que los padecen, siendo esta obligacion
mayor ó menor, segun la mayor ó menor conexion de los vivos con los
difuntos; el sumo reconocimiento de aquellas afligidas almas respecto
de todos los que contribuyen á aliviarlas; su grande poder con Dios,
quando se vean en el descanso eterno de la gloria; y concluir de aquí
demonstrativamente, que nosotros interessamos mucho mas que ellas en
los sufragios que las ofrecemos, porque nuestros sufragios á lo mas
las podrán anticipar una felicidad de que ya están asseguradas, pero
su poderosa intercession con Dios nos podrá assegurar á nosotros essa
misma felicidad, que aún está expuesta á tantas contingencias. Nosotros
podremos conseguir, que salgan quanto ántes del Purgatorio; ellas
podrán alcanzar, que no caigamos jamas en el infierno. Hé aquí unos
materiales copiosíssimos para disponer muchos sermones de honras, aún
en la muerte de los hombres mas foragidos.»

37. -- «No son malos, dixo el Comissario, ahuecando la voz entre
resoplido y regüeldo; pero, si no se ilustran los tormentos del
Purgatorio con algo de la rueda de Ixíon, con un poco de los perros de
Antéo, con un rasgo de los buitres de Prometheo, con mucho del toro
de Phálaris, y, sobre todo, para pintar bien la pena de daño, con
buen recado de la sed de Tántalo á la vista del cristalino chorro, es
negocio de dormirse el auditorio; y, si los ronquidos no valen por
sufragios, no hay que esperar otros.» -- «Soy de essa opinion,» añadió
Fray Blas. -- «Nunca me apartaré de ella,» prosiguió Fray Gerundio.
-- «Padre nuestro, perdimos el capítulo,» concluyó el Socio. -- «No
perdimos tal, respondió el Abad; porque yo no hice empeño de traher á
mi opinion al Señor Comissario ni á estos Reverendos Padres, conociendo
bien ser empressa muy superior á mis fuerzas. Dixe mi dictámen por modo
de conversacion, y en lo demas cada qual abunde en su sentir.» -- «Esto
es, añadió el Socio, cada loco con su thema.»

38. «Pero, como yo estoy convencido de lo que vuestra Paternidad ha
dicho y, por lo que á mí toca, con firme resolucion de no separarme un
punto de sus máximas, solo quisiera saber qué Autor ó Autores podria
seguramente imitar en las oraciones fúnebres, y si ha havido alguno
sobresaliente y cabal en este género de composiciones.»

39. -- «Usted, que entiende medianamente la lengua francesa, respondió
el Padre Abad, ó á lo ménos sabe de ella lo que basta para el gasto
de casa, no ignorará que hay escrito en ella mucho y bueno de esta
especie. Apénas hallará oracion fúnebre pronunciada en esta lengua,
singularmente de un siglo á esta parte, que no sea un bello modelo de
la mas castiza y aún de la mas christiana eloqüencia. San Francisco de
Sales fué de los primeros que abrieron este noble camino á la oratoria
francesa, en la tierna oracion fúnebre que predicó en las honras del
Duque de Mercurio. La que el Padre Bourdalue pronunció en las del gran
Príncipe de Condé, Luis de Borbon, parece que apuró todos los primores
del arte. Pero el que entre todos los Oradores franceses se elevó
en este género de eloqüencia á tan superior altura, que no parece
possible se remonte mas el vuelo de algun Orador humano, fué el grande
Espíritu Flechier, Obispo de Nimes, excediéndose singularmente á sí
mismo en la célebre oracion al Vizconde Mariscal de Turena. Si despues
se acercó alguno á este grande hombre, fué el Ilustríssimo Señor Don
Pedro Francisco Lafiteau, Obispo de Cisteron, en la que pronunció
en las honras de nuestro gran Rey Phelipe Quinto, que al punto se
traduxo en castellano, sirviendo de exemplar á pocos y de confusion á
innumerables.»

40. «Verdad es, que en este punto no están los Franceses tan
indulgentes como yo, á lo ménos en todos los artículos; porque suponen,
lo primero, que las oraciones fúnebres no se hicieron para el púlpito,
el qual las adoptó á regañadientes, viendo que la lisonja ó quando
ménos la condescendencia con los grandes se empeñaban en introducirlas
en el Santuario. En esto no me separo mucho de ellos. Suponen, lo
segundo, que para celebrar dignamente á un Héroe, es menester que sea
tambien Héroe el Orador, porque, no siéndolo, no puede tener idéas ni
expressiones proporcionadas al mérito ni á la grandeza de su obgeto.
De manera que el auditorio ha de estar como indeciso, no sabiendo
determinar qual es mayor Héroe en su linea, si el Héroe del púlpito ó
el Héroe de la campaña, del gabinete ó del solio. Consiguiente á esto
suponen, lo tercero, que en materia de oraciones fúnebres no se sufren
medianías: ó han de ser excelentes, ó son intolerables. Si el auditorio
no está embelesado, tiene derecho para silvar al Orador. Esta máxima me
parece que inclina demasiado al rigorismo, y no mudo de opinion porque
diga Tulio en la carta á Marco Bruto, que _eloquentia quæ admirationem
non habet, nullam judico_: que, miéntras el Orador no assombra, no es
Orador. Mas acá hay posada: como llegue á agradar, á persuadir y á
mover, cumplió bastantemente con su obligacion.»

41. «Suponen, lo quarto, que los grandes empléos, los primeros
puestos, la autoridad, la nobleza, la sabiduría, el genio, el valor,
el heroísmo, ni aún el mismo throno, mirados precisamente en sí, no
son assuntos dignos de un Orador christiano, y que, para serlo, es
menester que el Orador haga reflexion á su inanidad, á su inconstancia,
inspirando en el auditorio el ningun aprecio que merece este vano humo,
útil solo quando se usa de él para fines elevados y superiores. Tampoco
me atrevo á desviar de este dictámen; porque le hallo muy conforme á
los principios de la Religion, y aún fundado en las mas sólidas máximas
de una buena philosophía moral. Estas son las severas leyes que los
Franceses se proponen para sus oraciones fúnebres, y es cierto que los
mas se arreglan admirablemente á ellas.»

42. «Pero no crean Ustedes, que ellos solos los observan y que no
tengamos nosotros dentro de casa algunos bellos exemplares que imitar,
sin necessitar de mendigarlos afuera. Sin salir de la Universidad
de Salamanca, hay modelos muy acabados. El amor de la cogulla no me
permite olvidar á nuestro Maestro Vela, á quien arrebató la muerte,
quando el mundo comenzaba á conocerle. En dos ó tres oraciones fúnebres
que predicó, y se dieron á la luz pública, mostró su raro talento
para este género de composiciones, en que sin duda compitió con los
mas nobles Oradores. El Reverendíssimo Padre Salvador Osorio, de la
Compañía de Jesus, Cathedrático de aquella Universidad y Provincial
de la Provincia de Castilla, fué muy singularmente buscado para este
género de empeños, y salió de ellos con tanta felicidad, que casi todos
los sermones fúnebres que predicó se dieron á la estampa, aún ménos
para immortalizar la memoria de los difuntos, que para la enseñanza de
los vivos y para admiracion de los sabios. Varias veces me he lamentado
de que algun sugeto zeloso de la gloria de nuestra Nacion no huviesse
hecho una coleccion de estas oraciones, para que tuviessemos en España
un funeral, que pudiesse hombrear con los mas célebres que tanto ruído
meten en las naciones extrangeras.»

43. «En la Corte de Madrid se predicaron tambien nobles oraciones en
las exequias del gran Rey Phelipe Quinto. No hablo de todas, porque
algunas inquietarian las cenizas de aquel piadosíssimo, juiciosíssimo
y advertidíssimo Monarca, si fuera capaz de turbarse el descanso de
sus reales despojos, que con gran fundamento considera la piedad como
preludio del eterno y glorioso, que algun dia los espera. Entre otras
muy dignas del mayor aprecio, me arrebató la atencion y el gusto la que
pronunció el Doctor Don Joseph de Rada y Aguirre, Capellan de honor
de su Magestad, su Predicador de los del número, y hoy digníssimo
Cura de su real Palacio. Díxola en las exequias, que consagró á la
memoria tierna de aquel gran Monarca su real Congregacion de María
Santíssima de la Esperanza. Su assunto fué un nobilíssimo cotejo de las
gloriosas hazañas de Príncipe con las heróicas virtudes de Christiano,
protestando el discretíssimo Orador, que aquellas sin estas serian
materia indigna para un elogio pronunciado al pié de los altares.
Confiesso que me embelesó aquella noble oracion, y que es grande mi
dolor de que muchos Oradores españoles se desvien tanto del verdadero
camino de elogiar dignamente á los difuntos, con aprovechamiento de los
vivos, quando tienen á la vista conductores tan seguros.»

44. Al decir esto se hallaron todos dentro de casa, de vuelta del
passéo, que no fué corto, porque insensiblemente los fué empeñando
en él la divertida conversacion; y, si la cercanía de la noche no
les huviera avisado de que era tiempo de retirarse, es de creer, que
el Reverendo Padre Abad nos huviera enriquecido con otros muchos
materiales igualmente preciosos y oportunos sobre una materia de tanta
importancia. Lo peor del caso fué, que perdió el aceite y el trabajo,
porque, segun atestigúan concordemente varios documentos innegables,
solo el Socio se aprovechó de la doctrina: los demas la oyeron con
grandíssima frescura. El Comissario dixo entre dientes, volviéndose
hácia Fray Blas: «No me encaxa»; Fray Blas respondió: «Topo»; y Fray
Gerundio añadió: «Viva el _Florilegio_, y muérase la peste.»



CAPITULO IX.

Es buena cosa y merece leerse.


1. Al dia siguiente descamparon todos los huéspedes, llevándose en
todo caso Fray Gerundio sus doscientos reales en el bolsillo, y su
Semana-Santa entre pecho y espalda. Esto le acomodaba infinito, y ya no
dudaba que se sorberia todos los sermones famosos de veinte leguas al
contorno, ni mas ni ménos como si se sorbiera un par de huevos passados
por agua: tan firme en este concepto, que ya repartia en su imaginacion
algunos de los que le sobraban, entre Fray Blas y otros amigos. Fray
Gerundio, Fray Blas y Anton Zotes se fueron á comer á Fregenal del
Palo, donde se dividia el camino para Campazas y para el Convento, con
ánimo de descansar aquel dia en casa del famoso Familiar.

2. Reciviólos este con su agrado, sossiego, paz y socarronería natural.
Luego que se apearon, los saludó á todos cariñosamente, pero sin
quitarse de la cabeza un monteron perdurable, y dixo á Fray Gerundio:
«A fé, Sobrino, que llegas al mas mijor tiempo del mundo, para que
nos saques de una enfecultá; porque yo bien conozco, que eres gran
Letrado y que has regolvido mas libros que un Vilboticario...» --
«_Bibliothecario_ querrá vuestra Merced decir,» le corrigió Fray
Gerundio. -- «Ya escomienzas, majadero?» le replicó el Familiar. «Si
entiendes lo que quiero decir, qué te emporta á tí el modo con que lo
digo? Al fin, Vilboticario ó Bribioquitario, ó sea lo que se juere, lo
que yo te digo es, que tu Tia y yo estábamos ahora en una controversia:
el punto tiene uñas, y ó me parió mi madre al rebés, ó harto será que
yo no tenga razon. Es el causo... pero desalfórgense primero Ustedes,
y entrémonos en la sala baxa; porque no es nigocio de tratar unas
materias tan hondas en el corral.»

3. Hiciéronlo todos assí, entráronse en la salita, limpiáronse el
sudor, aliviáronse de ropa, echaron un trago, y, estando ya sossegados,
prosiguió el Familiar de esta manera: «Pues, como iba diciendo de mi
cuento, no ves sobre aquella arca grande una arpillera liada? Mas va
que no adivinas lo que tiene.» -- «Como quiere vuestra Merced que lo
adivine?» respondió Fray Gerundio. -- «Pues, yo te lo diré en prata,
dixo el Familiar; tantas varas de una tela muy rica, que yo no sé
como se llama; solo sé que me costó á sesenta reales la vara, porque
dicen que viene allá de las Indias y no se sabe frabicar en nuestro
incontinente, y es de color de pechuga de tordo zorrero ó de aquellos
páxaros que se llaman... válasme Dios, como se llaman? Ello es assí una
cosa que suena á maravedises.» -- «_Malvises_,» apuntó Fray Blas. --
«Sí, Padre nuestro, prosiguió el Familiar, _malguises_; que no parece
sino mesmamente el color del hábito de nuestro Padre San Francisco.
Amen d’ esso, hay en la tal arpillera otras tantas varas de raso liso,
amarillo como yema de huevo, para la enforradura. Allende de todo lo
dicho se contienen en la susodicha otras milenta varas de listonajos
y de fruecos con campanillas ó con esquilones ó con zencerros, que
dice mi muger que es cosa muy precisamente necessaria para hacer un
piso ó un friso ó qué sé yo como le llama? con sus ondas escalfadas
ó escaroladas en el roda-pié de la basquiña. _Item_, un cordoncito
de hilo d’ oro muy sótil, para los cabos de la casaca. _Item_, otro
cordon grande del mesmíssimo hilo, con sus nudos á trechos como los
cordones de los Flayres, pero trabajado con mucha progilidá, delicadeza
y sienmetría, que real y verdaderamente encalabrina la vista. Ea pues,
apostemos una azumbre de vino á que no sabes para qué es todo esse
matalotage.»

4. -- «Como quiere vuestra Merced que yo lo adivine?» respondió Fray
Gerundio. -- «Ten paciencia, dixo el Familiar, que yo te lo diré sin
que te cueste esse trabajo. Tu Prima Sidora estuvo enprimero con
ensarampion, dempues con viruelas, dempues con distenseria, y en fin
si se va, si no se va, que era un joício esta casa. A este tiempo vino
aquí un Flayrico, (ni mas ni ménos como tú, salvante el santo hábito,)
que perdicó á San Antonio de Paula y dixo, entr’ otras cosas, que era
güeno encomendar las Doncellas enfermas al Santo y ofrecerle, que
traherian su hábito por tanto ó por quanto tiempo. Para esto contó un
enxempro d’ una Doncella rica, hermosa y la única engénita de su casa,
que estaba ya agonizando por unas viruelas malinas, que la havian
ponido la cara como un sapo hinchado; la madre la ofreció con mucha
endevocion al bendito Santo, dixiendo que, si la sanaba y la quedaba
sin oyos en la cara, la havia de vestir de su hábito hasta que se
casasse, ó en fin tuviesse otra conveniencia que Dios la deparasse.
Súpitamente sanó la Doncella, y la cara se la quedó tan lisa y tan
llana mesmamente como si fuesse una mesa de turcos. Oyó este enxempro
tu Tia Cicilia; viene á casa, cuéntamele, y dice que quiere hacer lo
mismo con Sidorica. Dígola que me parece santo y güeno. Al cabo d’
algunos dias comenzó á remprazarse la muchacha, hasta q’ al fin se
levantó de la cama, y con el tiempo se la jueron cerrando los augeros
de la cara, tanto que quedó como unas froles y como si enjamas huviera
tenido tales viruelas. Díceme tu Tia que quiere cumprir su promesa;
yo la respondo que la cumpra, que es josticia y razon. Y qué hace? Va
y despacha un mozo á Vayadolí, el qual llegó anoche con todos essos
argamandijos para el santo hábito. Qué te parece, Gerundio?»

5. -- «Qué me ha de parecer? Que hizo muy bien mi Tia Cecilia, porque
es justo cumplir lo que se ofrece á los Santos.» A este tiempo entró
Cecilia en la sala y, conociendo de lo que se hablaba por la respuesta
que oyó á Fray Gerundio, dixo con mucho alborozo: «Bien haya la Madre
que te parió, Sobrino mio, que das la razon á quien la tiene, y no
tu Tio, que es un testarron, y en dando en una no le sacarán de allí
quatro yuntas de güeyes.» -- «Tanto me ha entendido el Sobrino como la
Tia, replicó frescamente el Familiar, y mejor matrimonio era impussibre
que se ajuntasse, si él no juera Flayre y ella no juera mi muger.
Vamos al causo. Yo no digo, que no se cumpra lo que se promete á los
Santos. Soy acaso por ahí algun herejazo de mala raléa, para enseñar
essa mala dotrina? Lo que digo es que, quando se promete á un Santo
poner el hábito de su Religion, como si dixeramos: á San Antonio de
Paula, el de San Francisco; á San Vicente Ferdel, el de Santo Domingo;
á San Francisco Gabriel, el de los Theatinos, y ansina d’ otros: lo
que yo entiendo es, que se ha de vestir la tal presona d’ aquel mismo
paño, sayal ó estameña, de q’ anduvon vestidos los Santos á quienes s’
hace el prometimiento, ó al ménos del q’ andan vestidos los Flayres de
su Religion, probe y humildemente; porque decirme á mí, q’ ha de ser
inculto y ensequio de los Santos traher unos hábitos que cuestan mas
que las galas de una novia, solo porque se assemejan un si es no es en
el color, pero en lo demas telas muy ricas ó al ménos muy delicadas,
mucho cintajo, mucha farfulá, mucha franja, cabos por aquí, güeltas por
allá, escudos con mucha pedrería, evillas en las corréas de lo mismo,
y ansina otras fantasías q’ ha inventado la vanidá de las Mugeres:
esso es habrarme de la mar, y no me sacarán de que esto mas es bulra
que devocion, mas es inritar á los Santos que hacérnoslos prespicios,
aunque me perdiquen Flayres Descalzos.»

6. -- «Segun esso, replicó Fray Gerundio, Usted querria que, si una
Muger tierna y delicada ofrecia traher el hábito de San Antonio, ó
por devocion ó por reconocimiento de algun beneficio, se vistiesse de
un sayal áspero y burdo; si el de San Vicente Ferrer, de una estameña
grossera y ordinaria; si el de San Francisco Xavier, de un paño comun
y basto?» -- «Craro está, que lo querria y que lo quiero, respondió
el Familiar, porque lo endemas no es vestir el hábito que truxon los
Santos, ni es divocion, ni es pinitencia, ni es muertificacion, ni es
molestia verginal, sino ventolera, vanidá, estintacion, porfanidá,
descarnio, sancrilegio y qué sé yo qué mas? Mal me quieran mis güessos,
si los Santos no se inritaren de este enculto, en lugar de darse por
exequiados. Y, para que no magines c’ abro de mi calletre, te he de
contar un enxempro que m’ acuerdo haver oído á este dempropósito. A
cierto Cavallero muy jurador y maldiciente le castigó Dios, dispuniendo
que se le hinchasse la lengua y le saliesse un palmo fuera de la boca.
El probe empaciente s’ aenrepintió y ofreció á la Santíssima Vírgen
que, si por su entercession le libraba su Hijo d’ aquel trabajo, se
vesteria de hermitaño y la serveria como tal en un Santuario suyo muy
célebre. Al punto y al mimento se le recogió la lengua á su lugar, y
él espenzó á cumprir su promesa honradamente, yéndose al Santuario y
echándose á cuestas un saco de hermitaño con todo rigor, que no havia
mas que pedir. Pero el Diabro, que no duerme, le sugerió endempues q’
aquel trage le deshonraba, y que podia cumprir su promesa conservando
no mas que la fegura y mudando la materia, de manera que pareciesse
hermitaño sin dexar de mostrar que era Cavallero. Cayó el probe Señor
en la red, que le armó el estuto inimigo. Echóse un saco y un manto
y una capilla de paño muy fino, prendiendo la corréa con un evillon
de prata sobredorada, que pareceria bien en el pretal del cavallo
del mismo Rey; su sombrero branco de castron con su galon d’ oro que
’namoraba; sus medias de seda entaraceadas de varios colores, que
formaban un pardo enceniciento muy apacibre á la vista; sus zapatillas
brancas, listoneadas á trechos de negro, para remedar las sandalias de
los Flayres Descalzos; y por báculo una caña de Indias con su puño d’
oro en fegura de cayada, como diz que lo usan agora algunos Señores
de la Corte: y qué sucedió? C’ á pocos dias c’ anduvo con este trage
enresible para los hombres de juício, se le golvió á escurrir la lengua
de la boca, y en verdá, en verdá c’ ansina murió, no haviendo nenguno
que no lo atribuyesse á castigo de la Vírgen, por la bulra q’ havia
hecho del hábito q’ avia ofrecido; y esto siendo ansí que el hábito de
hermitaño no está bendito ni, como dicen, santuficado. Pues, que s’
anden agora las Señoras Damas á bulrarse con los santos hábitos!»

7. -- «No creo yo, dixo entónces Fray Blas, que lo hagan por burla,
sino porque la natural delicadeza del sexo no las permite usar de unas
telas ó paños tan bastos que las brumarian.» -- «Padre Perdicador
Mayor, replicó el Familiar, déxese de cercunloquios. Lo primero, del
mesmo seso fueron todas las santas y grandes Señoras que sabemos
anduvon en el siglo vestidas de los hábitos de varias Religiones, y de
nenguna se dice c’ anduviesse vestida en essa conformidá, sino lisa,
llana y probemente, como los Flayres ó las Monjas; lo segundo, del
mesmo seso son tantas Capuchinas Descalzas, Recoletas, Carmelitas y
otras inumerables, que pueden muy bien con los paños burdos, sin que
las agovien las fuerzas ni las prejudique á la salú; lo tercero, que
yo no pongo el ahinco en que los hábitos de las Damas sean de la mesma
mesmíssima materia que los de las Monjas ó de los Flayres. Bien está
que sean de una tela de lana un poco mas delgada que la c’ usan estos y
aquellas, aunque se incrine algo á tela fina, con tal que sea honesta,
simpre, sencilla, sin arrumacos ni recobecos. Pero de seda! pero de
telas d’ oro y prata! pero mucho encaxe, mucho perifollo, y mucho sí
Señor! Déxelo, Padre; que esse es un lurdibrio de la Religion, y no
sé yo como no han metido en esto la mano los que pueden atajar estos
escanrios.»

8. -- «Oyes, oyes, dixo á esta sazon Cecilia con bastante viveza, pues
por mi vida que el bendito San Antonio, que está en la capilla de la
Perroquía, no tiene por ahí nengun hábito de sayal tosco; sino que
tiene un hábito de saya de la Reina muy rica, con su flanjon d’ oro por
olra, y al rededor de la capilla y de las mangas un galon ó punta de
lo mesmo, c’ apuesto yo que el habitico costó mas de veinte dobrones.
Y has de saber que, quando ofrecí poner el hábito á la mi Sidorica, la
ofrecí poner el hábito de San Antonio, y no el de los Flayres; pues,
si la he umbiado á traher una tela y una flanja y un galon, ello por
ello como el del mesmíssimo Santo, para qué nos estás ahí quebrando la
cabeza y gruñendo los livianos?»

9. -- «Ahora no ven Ustedes, respondió con flema y con marragería
el Familiar, si mi muger es enginiosa? Qual si huviera estudiado
Thaulogía, á la hora de esta ya era por ahí saminadora sindonal de
media docena de Obispados. Mire Usted, Señora Cicilia, á los Santos
en los altares, enregularmente habrando, los ponen muy galanos, para
representar acá á nuestro modo la vestidura enmortal y riquíssima de
que están adornados en la groria. Horasme; para esto craro está que,
aunque se empreen las telas mas esquesitas, ni las joyas y piedras
mas preciosas, todo es poco y nada ascanza; porque quanto hay en la
tierra, todo es una bazofia enrespeutivamente al menor rasguño del
Cielo; pero, quando se promete á un Santo traher su hábito, como por
comparanza á San Antonio, ora sea por devocion, ora por pinitencia,
ora por qualquiera otro motivo, no se promete andar vestido como San
Antonio grorioso, sino como San Antonio penitente; no como maginamos
que está en el Cielo, sino como sabemos q’ anduvo vestido en la tierra.
Lo endemas, Señora Letrada, de persumir andar un pecador y una pecadora
como nos feguramos á los Santos en la groria, no sé yo si güele á cosa
de Enquisicion; y en verdá que, como oliera, yo mismo la enseñaría á
Usté el camino, que ya le sé por mi uficio, y no se ha de decir por mí
que _en casa del herrero cuchillo de palo_.»

10. -- «No sino, dixo Cecilia, que vestiria yo á mi hija como si fuera
por ahí una demandadera de las Descalzas. M’ hija es tan güena como las
demas, y, si otras sacan hábitos ricos, ella no ha de ser ménos.» -- «Y
si las otras son locas, añadió el Familiar, que lo sea tambien tu hija?
si las otras se van al infierno, que se vaya tambien ella?» -- «Pues
qué, dixo Cecilia, es pecado traher hábitos de moda?» -- «Esso, amiga
mia, respondió el Familiar, Dotores tiene la Santa Madre Iglesia que te
sabrán responder. Lo que yo te sé decir es que, estando en Vayadolí,
uí á un santo Messonero, (que diz que era hombre muy sapientíssimo,)
que el hacer bulra de los santos hábitos de las Religiones, aprobadas
por el Padre Santo de Roma, el apricarlos á usos profanos, y otras
cosas ansina, era un pecado muy gordo, y no me acuerdo si dixo algo de
descomunion. Si es ó no es porfanar los santos hábitos el traherlos
para la vanidá, para la sostentacion, para la gula, haciendo soberbia
de la humildá, convirtiendo en riqueza la probeza, y queriendo juntar
la honestidá y la modestia de los Santos con todas las modas y aún con
toda la desenvoltura del sigro, la resolucion de este causo no es para
cabezas redondas como la mia.»

11. -- «Bien hace Usted, Tio, en no resolverle, interrumpió Fray
Gerundio; porque, si esse fuera pecado, no estaria tan públicamente
consentido ni se huviera extendido tanto el uso de los hábitos, que
ya se ha hecho especie de moda. Vemos que los trahen Señoras de
todas classes, y que muchas de ellas freqüentan los Sacramentos,
confessándose con hombres sabios, que las absuelven y se lo permiten;
con que, no debe de haver en esso tanto mal como á vuestra Merced se
le figura.» -- «Dobremos la hoja, Sobrino, respondió el Familiar;
que quizá nos meteremos en cosas muy hondas, donde ni tigo ni migo
podamos salir. En esso de hombres sabios hay su mas y su ménos: las
ausoluciones tambien he uído decir que andan muy baratas, y, en fin,
_de encultis no judicas Ecclesia_.»

12. «Una cosa te puedo decir, que, aunque yo fuera Padre Santo, por
lo ménos no m’ havian de llevar la ausolucion las que anduviessen
com’ una que yo vi, y diz que era Señora de emportancia. Trahia una
bazquiña bien cumprida d’ una tela morada riquíssima, con sus encaxes á
trechos, de prata, cad’ uno de mas de tercia, y en baxo de la basquiña
y del guardapiés un tontillote que, como mi parió mi madre, no cabia
á las derechas por una puerta muy ancha; en conformidá que, quando
entraba la Señora por alguna, era menester enjurjarse de lado, ni mas
ni ménos como lo hace la moza quando mete una brazada de manojos por la
puerta del horno. Colgábala de la centura una cosa á manera de trenza
ó de cordon, que se componia de tres cintas muy anchas de tesú, todas
entreveradas para salpicar mijor los tres colores, que eran morado,
branco y azul, los quales tenian ilusion á no se qué mysterio. Esta
trenza, cordon ó lo que fuesse no baxaba empiependicularmente hácia en
baxo, como las corréas, los cordones ó los ceñidores de los Religiosos
y de las Religiosas; no, Señor: venia caracoleando por un lado de la
basquiña, con sus lazos de tramo en tramo, y remataba postreramente
entre las dos últimas carreras del encaxe con un roseton d’ á palmo,
que no parecia sino un girasol pentiparado. La casaca era de la misma
tela que la basquiña, y tambien subian y baxaban por ella unos encaxes
de hilo de prata, entortijados ansí á manera de los cohetes que llaman
con cola, ó si no (y es mas mijor comparanza), como los capotillos
de llamas de los enjusticiados por el Santo Uficio y rejalgados á el
brazo seglar. Trahia prendido al pecho un escudo de pedrería, todo él
desgastado en oro, y en medio el retrato d’ un devino Señor vestido
de Nazareno, con la cruz á cuestas, que no havia mas que ver. Las
sortijas, los anillos, las mesredaldas, los dinamantes y los rubines
que trahia en los dedos de las manos, esso era un juício. Pues, qué te
diré d’ unos rosarios á manera de gargantillas que tenia entortijados
en las muñecas, y eran d’ unas pelras finas como avellanas? Tampoco
digo nada de essos que llaman _buelos_ las mugeres, todos bordados tan
sotilmente que me se assemejaban á las venicas de un niño muy branco y
rubio, quando se descubren por entre el cútis. Los buelos eran de tres
Religiones...» -- «De tres Ordenes querrás decir, borrico,» interrumpió
la Cecilia, no sin una grande carcajada. -- «Estimo la lisonja,
prosiguió frescamente el Familiar; qué mas me da Religiones que
Ordenes? En fin, ellos eran tan cumpridos que se m’ antojaron mangas de
roquete, como las que trahen los Legos qu’ ayudan á missa mayor.»

13. «Assí vi á la tal Señora, y, creyendo yo boniticamente que debia de
ser recien casada y qu’ aquella era sin duda la mas rica gala de novia,
se lo dixe á un Mercadel mi conocido, que estaba enjunto á mí. El
Mercadel se rió mucho, y me respondió qu’ aquella no era gala, sino un
hábito de Jesus Nazareno que s’ avia echado la Señora en cumprimiento
d’ una promesa. Hábito de Jesus Nazareno! le repriqué admirado. Pues,
qué Religion es essa de Jesus Nazareno? que yo en toda mi vida he uído
qu’ aiga Flayres de essa Orden. -- _No es Religion_, respondió el
Mercadel, _sino que las Señoras por devocion quieren andar vestidas
como anduvo Jesus Nazareno_. -- Y Jesus Nazareno anduvo vestido ansina?
le repliqué todo descandalizado. -- _Esso pregúnteselo Usté á ellas_,
respondió el Mercadel.»

14. «Confiesso, Señores, que me quedé entónito, y que no creyera que
en la Religion christiana se permitiesse tan ensinsibremente una cosa,
que parece hacer chanza de lo mas sagrado y mas doloroso de ella. Aquel
mesmo dia se lo dixe á un Perlado de cierta Religion, con quien me
confessaba siempre que iba á Vayadolí, porque es un pozo de cencia y de
vertú. Dió el buen Religioso un gran sospiro, y á fé que me respondió
que tenia razon; y m’ acuerdo qu’ á este dempropósito me dixo dos
cosas: la primera, qu’ abrá como unos quatrocientos años qu’ allá en
Italia se inventó una Seta que llamaban de los _Frangelantes_...» --
«_Flagelantes_ diria,» corrigió Fray Gerundio. -- «Pues, estos tales
_Flangelantes_ ó _Frangelantes_, ó como tú quisieres, diz que fueron
condenados como hereges por un Papa que se llamaba Cremente Siesto; lo
primero y prencipal, porque enseñaban muchos errores, y entrotros que
no se podian salvar sino los que, quitándose el pellejo á azotes, se
bautizaban con su mesma sangre; y lo segundo, porque á este fin andaban
vestidos de pinitentes muy garifos y muy emperifollados. Esto último
me dixo el santo Religioso, que aún s’ avia golvido á usar en España
en tiempo de Cárlos II, haviendo algunos mozuelos de malos cascos, que
en la Semana Santa se vestian de pinitentes muy guapos, para galantear
á las Damas; pero que el piadoso Préncipe, dempues d’ aver castigado á
algunos regurosamente, havia prohibido este abuso con un jostíssimo y
severíssimo decreto.»

15. «La segunda cosa que me contó, aún es mas al causo presente.
Relatóme que, dempues que un Emperador llamado Heuraclio rescató el
madero de la Santa Cruz del poder d’ un Rey de Presia, que tiene
un nombre muy enrebesado, ansí á manera de Costras, enstituyó una
precision muy solemne para culicarle en un Tempro munífico de
Jerusalem: el mesmo Emperador, vestido de sus ropas empiriales, llevaba
en sus hombros la Santa Cruz; pero sucedió una cosa de espanto, y fué
qu’ al querer entrar por la puerta de Jerusalem, qu’ era la mesma
por donde el Salvador havia salido con la Cruz á cuestas para el
Calvario, se quedó immobre el Emperador, sin ser impussibre de Dios
dar un passo para adelante. Entónces el Obispo de Jerusalem, que iba
enjunto del Emperador y debia de ser un Santo, le dixo: _Señor, sin
duda que el Salvador debe estar muy desgustado de que vos lleveis el
madero de nuestra ridencion en esse trage tan sustentoso; porque en
verdá que, quando él le llevó por esta mesma puerta, iba en hábito
muy diferente. Vos llevais corona empirial en la cabeza, y Su Magestá
iba con corona de espinas; vos vais con un manto empirial de púrpura,
todo cubrido de froles, y él iba con la probe túnica enconsútil, que
era de lana, bañada de su propia sangre; vos llevais un rico collar
al cuello, y Su Magestá llevaba una gruessa y larga soga, por la qual
le tiraban aquellos malditos sayones; vos vais con un calzado que
deslumbra la vista, y el Salvador iba descalzo de pié y pierna, con los
piés todos ensangrientados._ Apénas oyó esto el güeno del Emperador,
quando, arrasados los ojos en lágrimas, se despiojó al memento de las
vestiduras empiriales; vistióse una probe túnica, púsose una corona de
espinas en la cabeza, echóse un dogal al cuello, descalzóse los piés, y
encontinenti espenzó á andar sin estorbo ni embarazo.»

16. «Eran de oir las refrisiones que sobre este enxempro hacia el
bendito Padre, ponderando el enojo del Señor por una cosa en que al
parecer no havia culpa nenguna, y sacando de ahí quanto se enritará con
estas otras, que no es pussibre dexen de ser muy culpables; porque, en
concrusion, el Emperador iba con aquel trage que era propio y priciso
de su alta dinidá, pero estas otras Nazarenas no tienen pricision
de andar ansina, y se visten ansina no mas que por antojo y que por
envincion de su loca fantasía. El Emperador no hacia vanidá de su
vestido, pero las Nazarenas usan de este vestido por pura vanidá; el
Emperador en medio de la magestá de la púrpura iba con mucha divocion,
pero las Nazarenas, quando havian de dar enxempro de compostura,
siquiera por lo que sanifica el vestido, no parece sino que se valen de
él para ser mas desengolvidas; y poco mas ó ménos lo mesmo que decia
de las Nazarenas, lo apricaba tambien á las demas que trahen hábitos
galanos.»

17. -- «Vaya, dixo Fray Blas, que debia de ser muy escrupuloso esse
Prelado. A mí, por lo ménos, un hábito bien puesto en una muger me
gusta mucho: á todas las dice bellamente, pero, si son bien parecidas,
las cae muy en gracia.» -- «Santíssima razon! respondió el Familiar,
y en boca de un Religioso no hay mas que pedir. Yo, Padre nuestro,
por ahora no me opongo á que las mugeres, especialmente las solteras,
percuren líncitamente agradar á los hombres y engalanarse por esto cada
una segun sus pussibres. Su alma, su palma; y cada qual se componga con
su conciencia. Ya vi lo que dice un Autor, que los hombres tenemos tres
inimigos, el Dimonio, mundo y carne; pero las mugeres tienen quatro, el
Dimonio, mundo y carne, y el deséo de parecer bien. Lo que digo es, que
valerse de las cosas santas para parecer mijor, esso es lo que á mí me
parece muy mal. Y en fin, fuesse ó no fuesse escripuloso el Perlado de
quien vamos habrando, es cierto que no lo era otro Religioso mocito,
aunque no tanto que no fuesse ya Letor de Thaulugía en aquella santa
Comunidá, el qual s’ alló presente á nuestra convresacion, y cierto que
tenia unos ojos tan vivos y tan aquellados, que se conocia á la legua
que no era gazmoño. Este tal sabia muchas copras en latin y en romanze,
y diz que tambien las hacia harto guapas. Con todo lo que convresamos
se conformó tan lindamente, y aún me dixo que yo debia de tener güen
entendimiento, aunque no me expricaba con la mayor escrecion. Quando
relaté aquello del tontillo, se rió mucho y añadió, que esta moda
siempre l’ avia parecido la mas grande mamarrachada en que podia dar
la maginacion de las mugeres, aún en sus trages de gala; porque, como
todos saben en qué consiste aquel balumbo, hacen de él la mesma bulra
que de los Palitoques, que levantan hasta el tejado á los gigantones
del Córpus, y de los cuerpos de paja con que se feguran los espantajos
y los estafermos.»

18. «A este empropósito relató unas copras, primero en latin y despues
golvidas en romanze por él mesmo, las que le contentaron mucho al mesmo
Perlado; y, viendo que á mí tambien m’ avian gustado las segundas,
aunque no entendia las primeras, le mandó que me diesse unas y otras
escrividas. Hízolo allí súpitamente, y me las metí en el balsopeto, y
por vida del hijo de mi madre que las ha de leer aquí ahora mi sobrino
Fray Gerundio; porque, como yo no ascanzo el latin, no sé leerle con
aquel sentido y con aquella enlegancia que se debiera.» Diciendo y
haciendo, sacó del bolsillo un papel tan sobado y aceitoso, que parecia
quarteron de encerado. Diósele á Fray Gerundio, que lo leyó en voz alta
con bastante alma, y se sabe por tradicion de padres á hijos que decia
assí:

    _Sunt hodie ... muliebria corpora, quæ, dum_
    _Conclavi neglecta suo atque inculta morantur,_
    _Macra videbuntur brevibusque simillima sardis._
    _Fac tectis prodire eadem expectanda per urbem,_
    _Non eadem forma est: nam, cum peronibus altis_
    _Incubuere pedes, cum tot redimicula frontem_
    _Aedificant, circum et vestis sinuosa tumescit,_
    _Prægnantem artifici defendens turbine ventrem,_
    _Protinus augetur species majorque videri_
    _Atque alia, ingentes una implet fæmina postes_
    _Angustatque viam, magnos imitata elephantes_
    _Aut orcam per aquas vasta se mole ferentem._


_Trova._

                _Si coges de repente_
    _En trage descuidado y negligente_
    _A una Dama en su quarto, á una Mozuela,_
    _Tendrásla por sardina ó por truchuela:_
    _Tan seca, tan enjuta y estrujada_
    _Que ménos es muger que rebanada._
                _Pero espérate un poco,_
    _Que presto verás nympha á la que es coco._
    _Dexa que salga á vistas por las calles;_
    _Que, aunque cien veces la halles,_
    _Te has de decir mirando á la Doncella:_
    _«Vive diez que ya es otra aquesta aquella!_
    _Como creció una quarta en un instante!_
    _Hoy plenilunio, y ayer menguante!_
    _Cabia ayer metida en qualquier cesto,_
    _Y hoy no cabe en la plaza! Como es esto?»_
    _No te canses, Lucilo, en reflexiones;_
    _Pues, no ves que se empina en dos tacones,_
                _Tan altos, tan iguales_
    _Que salen con baston los carcañales?_
                _Y piensas se contenta_
    _Con crecer por los piés? Tambien intenta_
    _Poner en la cabeza su quarto alto._
                _Da con la vista un salto,_
    _Y verás el tupé, el jardin, el rizo,_
    _La mitad natural, la otra postizo,_
    _Con el petiboné medio al desgaire,_
    _Pues todo es ganar tierra por el aire._
                _Pero lo que te pasma_
    _Aún mas que te admirara una phantasma,_
                _Es verla tan anchota_
    _Que casi llena un juego de pelota;_
    _Y dudas, al mirar el envoltorio,_
    _Si es muger lo que anda ó si es cimborio._
                _Eres un monaguillo,_
    _Pues no ves que es milagro del tontillo,_
                _Aquel que á las casadas_
    _Sirve entre otras mil cosas excusadas,_
    _Pero en tal qual soltera no muy lisa_
    _Es sin duda una alhaja harto precisa._
    _Para qué? me dirás. Eres sincero:_
    _Ibatelo á decir, pero no quiero._
    _El tontillo á la flaca la hace gorda,_
    _Y tal vez finge tórtola á la torda;_
    _Porque son los tontillos nobles piezas_
    _Para encubrir gorduras y flaquezas._
    _Una muger, en fin, con guarda-infante,_
    _Cátala convertida en elephante._
    _Haces ascos al símil? No te llena?_
    _Pues por mí, mas que sea una ballena._

19. No obstante que ni Fray Gerundio ni Fray Blas eran los hombres del
gusto mas delicado que se ha reconocido hasta ahora en el orbe de las
tierras, como lo puede haver observado el curioso lector en la serie
de esta exactíssima Historia, se sabe que aplaudieron bastantemente
la trova, por ser lo que mas entendian; bien que Fray Gerundio, por
saber sin comparacion mucho mas latin que Fray Blas, no dexó de hallar
singular gracia en los versos latinos, y como que se inclinaba á que
tenian mas que los castellanos. Assí lo dió á entender, y con esso se
pelaba las barbas el Familiar, porque sus padres no le huviessen dado
estudios, por lo ménos hasta que saliesse un _inracionable gramático_,
que fué la phrase con que él se explicó.

20. Los que lo oyeron todo con una grande indiferencia, fueron Anton
Zotes y la Señora Cecilia. Anton Zotes, porque casi desde el principio
de la conversacion se havia medio dormido, á causa de estar algo
alcanzado de sueño por haverse levantado aquella noche dos veces á dar
un pienso á las cavallerías; la Señora Cecilia, porque del latin (ya se
ve) no entendia palabra, y del romanze le sucedia con corta diferencia
lo mismo. Solo percibió que allí se hablaba de tontillo, y esto bastó
para que dixesse muy alegre: «Ahí me la dén todas; que yo ni para mí
ni para m’ ija he pensado enjamas en tontillo, pues ni mi madre ni mi
agüela usaron por enjamas de los enjamases de essas envinciones.»

21. Tú que tal dixiste! Tomó la taba el Familiar y la dixo: «Oyes, y tu
madre ni tu agüela usaron jamas de los enjamases de galones d’ oro, de
encaxes de prata, de telas de tiesú, de enguarinas, de trapacería, de
mantos de tafetan de ilustre, con encaxe de media vara, de embanicos
d’ á dobron, de manguito enforrado por de juera en terciopelo, de
rosario de pisázuli ó de inventurina, engazado en prata ó en oro, ni
de otras mil embusterías, (otra cosa peor iba á decir, pero la callo,)
de qu’ usas tú y quieres tambien qu’ usen tus hijas? Unas sayas de
estameña, una basquiña de cordellate, una enguarina de paño fino en los
dias recios, una capa sobre la cabeza con su vuelta negra de rizo ó,
á lo mas mas, de terciopelo, un embanico redondo de papel pintado con
almagre encima de una caña, un rosario de lágrymas, y el mas pricioso
de cachumbo: estas eran sus galas, y servitor. Ansina vivieron muy
honradamente, ansina nos dexaron un pedazo de pan que comer; y no tú,
que tienes traza de echarme por puertas, porque los dias de fiesta
pareces una Condesa, y tus hijas unas Marquesicas, siendo ansí que no
sois mas que unas probes y honradas labradoras, sin considerar que
causais risa á las presonas de meollo; por qu’ al fin, por mas que la
mona se vista de seda, mona se queda.»

22. Iria el sermon mas adelante, si en aquel punto no huviera entrado
una criada á poner la mesa, porque ya era hora de comer, y, por la
cuenta, ni en la comida ni en lo restante de aquel dia que se quedaron
á descansar en Fregenal, no debió de suceder cosa _remarcable_; á lo
ménos los Autores de aquellos tiempos tan retirados nada refieren,
contentándose con decir que la mañana siguiente, muy de madrugada,
despedidos todos cortesanamente unos de otros, Anton Zotes tomó el
camino de Campazas, y Fray Gerundio y Fray Blas se fueron á comer
á su Convento, donde Fray Gerundio fué recivido del Prelado con
mucho agasajo, y de los demas, particularmente de la gente moza, con
indecible alegría y aplauso, porque ya havia llegado al Convento la
fama de sus sermones. Solo se sabe por un libro de becerro, escrito
en letras góthicas y ya muy desgastadas despues de tantos siglos, que
luego que llegó el Prelado le puso en la mano una patente del Padre
Provincial, en que le hacia Predicador mayor de la Casa, dispensándole
en los años de Predicador sabatino y de Predicador segundo que pedia la
constitucion, por justas causas que le movian á ello, todo con acuerdo
del Definitorio, en virtud de la facultad que le concedia para ello
la Bula del Papa Eleutherio LII. que comienza: _Ad promovendum_. Al
mismo tiempo recivió Fray Blas otra patente de jubilacion, en que se le
declaraba Presentado por el púlpito para el Magisterio, con que los dos
amigos del alma no se veían de polvo, de abrazos y de enhorabuenas.



LIBRO SEXTO.



CAPITULO PRIMERO.

Donde se refiere lo que no se sabe; pero al fin del capítulo se sabrá
su contenido.


1. La mañana siguiente al dia de su arrivo se fué á buena hora á la
celda prelacial, á dar cuenta al Superior de todas sus gloriosas
expediciones, sin olvidarse de hacer con él alguna expresioncilla de
agradecimiento, pretextando el influxo que havia tenido su Paternidad
en el nuevo empléo á que acababan de elevarle. Refirióle lo mas
substancial que le havia sucedido, sin dissimular los aplausos con que
le havian honrado, bien que añadió que estos mas suelen ser hijos de la
dicha que del merecimiento. Pero se guardó muy bien de hablar palabra
ni de la terrible repassata del Magistral de Leon, ni de las graciosas
pullas y solidíssimos argumentos del Familiar, ni de la bella doctrina
del Padre Abad de San Benito. Por fin, le dixo al Prelado como le
havian encargado la Semana Santa de Pero-Rubio, la qual tenia entendido
que valia cinqüenta ducados en dinero phýsico, y como otros treinta,
poco mas ó ménos, en lo que se sacaba de limosnas, y que le pedia su
bendicion para acetarla. Diósela el Prelado con mil amores; porque,
si bien no le armaba mucho el modo de predicar de Fray Gerundio, por
quanto él era hombre ramplon y solidote, pero, como entendia que las
gentes le oían con gusto, y él necessitaba complacer á todos, ya para
no perder, ya para aumentar los devotos de la Orden y los bienhechores
del Convento; viendo tambien por otra parte que los Prelados mayores le
promovian y le autorizaban, le dixo desde luego que durante su triennio
podia predicar todos los sermones que le encomendassen.

2. Salió Fray Gerundio muy contento de la celda prelacial con esta
licencia tan amplia; y apénas havia entrado en la suya, quando llamaron
á la puerta el Maestro Fray Prudencio y aquel otro Beneficiado
tan hábil, tan leído y de tan buen humor, de quien se hizo larga
y honorífica mencion en los capítulos 5 y 6 del libro segundo de
la primera parte. Venia con dos fines: el primero y principal, á
divertirse un poco con Fray Gerundio, ya que havia desesperado de sacar
de él otra cosa; y el segundo, á darle la bienvenida y juntamente la
enhorabuena de su promocion á la dignidad de Predicador mayor del
Convento.

3. Passáronse los primeros cumplidos en palabras de buena crianza, y
despues de las generales dixo el Beneficiado: «De los sermones que
vuestra Paternidad ha predicado por essas tierras no hablo, porque
ya llegaron por acá los ecos esforzados á soplos del clarin sonoro
de la Fama. Nada me cogió de susto, porque siempre hice juício que
predicaria vuestra Paternidad como acostumbra.» -- «Y yo y todo, añadió
Fray Prudencio; pero esso es lo peor que tendria el Padre Predicador.»
-- «Fuesse lo peor ó fuesse lo mejor, respondió Fray Gerundio, crea
vuestra Paternidad muy reverenda, Padre nuestro, que nada perdió
la Religion por mis sermones.» -- «Assí lo creo, dixo el Maestro
Prudencio; porque adonde iriamos á parar, si las Religiones perdiessen
algo por las boberías ni por los desaciertos, sean de la linea que se
fueren, de estos ó de aquellos particulares? Todas las Universidades
son unos cuerpos sabios, aunque no todos sus miembros lo sean mucho.
Todas las familias religiosas son santas, aunque tal qual Religioso
no sea muy exemplar. Y, en fin, la Religion christiana es santíssima,
aunque haya innumerables Christianos escandalosos.»

4. -- «Dexémonos de puntos serios, interrumpió el Beneficiado, y
alegremos un poco la conversacion. A propósito de sermones y de
Predicadores, acabo de recivir el corréo, y un amigo de Madrid me envía
dos papeles muy preciosos, cada uno por su término, que me han dado el
mayor gusto. El uno es una esquela, con que se hallaron muchos sugetos
de la Corte baxo un simple sobreescrito, y dice assí:

«El Mayordomo de la Casa de los locos de la Ciudad de Toledo participa
á V. havérsele escapado dos docenas de los mas furiosos, los quales
le asseguran se han disfrazado de Predicadores en la Corte. En cuya
atencion suplica á V. se sirva concurrir á los sermones y notar si
hablan desconcertados, sin méthodo, órden ni decencia, si amontonan
conceptos, textos truncados, fábulas de Gentiles, cuentos ridículos,
idéas phantásticas, acciones y expressiones burlescas, contra el
respeto y decoro de la palabra de Dios, de la Cáthedra del Evangelio,
del auditorio christiano, á fin de dar las providencias necessarias
para restituirlos á esta santa Casa y curarlos en ella; en lo que hará
V. una obra de charidad. Me asseguran que uno ha de predicar el dia...
á las... de la mañana, en la Iglesia de...»

5. -- «Bella esquela! noble esquela! especie de exquisito gusto y de
gran juício!» exclamó el Maestro Prudencio. -- «Yo por tal la tengo,
dixo el Beneficiado, y me dicen que la han celebrado infinito todos
los hombres serios, entendidos y cultos. Verdad es, que tambien
me añaden que á otros muchos los ha consternado extrañamente.» --
«Esso es muy natural, repuso el Maestro Prudencio; todos aquellos,
que, por las señas que da el Mayordomo, teman que los recojan á la
santa Casa por _orates de los mas furiosos_, levantarán el grito y
alborotarán al mundo contra la esquela; y en verdad que yo no esperaria
á otros indicios para recogerlos al instante.» -- «Engruesse vuestra
Reverendíssima esse partido, que es bien numeroso, dixo el Beneficiado,
con los muchos que los aplauden y los celebran, y se juntará contra la
esquela un exército formidable. Es menester echarse esta cuenta, porque
estos tales se ven reducidos á uno de dos extremos: ó á reconocer y
confessar que hasta aquí han vivido alucinados, aplaudiendo lo que
debieran abominar y siguiendo ciegamente á los que debieran huir; ó á
obstinarse, por tema y por capricho, en su errado dictámen. Lo primero
no hay que esperarlo, ó hay que esperarlo de muy pocos, porque son muy
raros los que quieren confessarse engañados; con que es preciso que
suceda lo segundo.»

6. -- «Essa esquela, replicó Fray Gerundio con innocentíssimo candor,
no merece fé ni crédito en juício ni fuera de él y aún, si mucho se
apura, está condenada por la Inquisicion: lo primero, porque no trahe
nombre de Autor, y lo segundo, porque no se sabe á quien se dirige,
pues en toda ella no se habla con nadie, sino con V.V. y V., y no
hay noticia de que haya ni haya havido en el mundo muger ni hombre
que se llame V.» -- «Hace fuerza el argumento, dixo el bellaco del
Beneficiado, y en verdad que no es tan facililla la solucion. Con todo
esso, me parece que se pudiera responder á lo de que no trahe nombre
de Autor, que ya dice ser del Mayordomo de la Casa de los locos de
Toledo, el qual es muy natural que tenga su nombre y apellido.» --
«Mas que tenga treinta apellidos y otros tantos nombres, replicó Fray
Gerundio, lo dicho dicho: no trahe nombre de Autor; porque Autor es
el que da ó ha dado á la estampa algunos libros, y no sabemos que el
Mayordomo de la Casa de los locos de Toledo haya impresso hasta ahora
alguna obra.» -- «Vaya, dixo el Beneficiado, que la solucion no admite
réplica. Pero, á lo otro que añadió vuestra Paternidad de que no ha
havido hasta aquí hombre ni muger que se llamasse _U_, paréceme que se
pudiera decir, lo primero, que, si ha havido una tierra que se llamaba
_Hus_, y fué la patria de Job, segun aquello de _vir erat in terra Hus,
nomine Job_, yo no hallaba inconveniente en tener por verosímil que en
aquella tierra huviesse muchos con el apellido de _U_, pues no hemos de
reparar en letra mas ó ménos, siendo tan comun esto de dar apellidos á
las familias los lugares y las tierras. Lo segundo, que aún en nuestros
tiempos huvo un Emperador de la China que se llamaba _Can-Y_. Pues,
por qué no podrá haver otros ciento que se llamen, unos _Can-A_, otros
_Can-E_, otros _Can-O_, y otros _Can-U_?»

7. -- «Valiente gana tiene vuestra Merced, Señor Beneficiado, dixo Fray
Prudencio, de perder tiempo con esse pobre simple. Ahora se para en
contestar con un hombre, que no sabe lo que significa la V. en convites
ó avisos de esquelas y en cartas circulares? El reparo de nuestro nuevo
Padre Predicador mayor se parece mucho á el del otro Clérigo, tonto
como él, que, haviendo leído los quatro tomos de _Cartas eruditas_ del
Maestro Feijoó, los arrojó de sí con desprecio, diciendo que las mas de
aquellas cartas eran fingidas, y que él no creía que fuessen respuestas
á sugetos verdaderos que huviessen consultado al Autor sobre los puntos
que en ellas se trataban. Y se quedó muy satisfecho el pobre mentecato,
sin advertir que, aún quando fuesse cierto lo que presumia su apatanada
malicia, no por esso se disminuía un punto el mérito de las cartas.»

8. «Pero, dexando á un lado esta impertinencia, lo que yo reparo en la
graciosa esquela es, que su Autor anduvo muy moderado. Suponer que no
fueron mas que dos docenas los locos furiosos que se escaparon de la
Casa de los orates y andaban por la Corte disfrazados en Predicadores,
es una moderacion digna de que muchíssimos se la agradezcan mucho;
porque, segun las señales que él mismo da, el número de los locos
es incomparablemente mas crecido.» -- «Sí, Señor, respondió el
Beneficiado; pero no todos estarian recogidos, y él solo habla de los
que lo estaban y se le escaparon.»

9. «El segundo papel que me envían por el corréo, en su linea no es
ménos solemne ni ménos divertido; y desde luego digo, que este sí que
ha de caer en gracia al Reverendo Padre Fray Gerundio. Es un cartel
ó cedulon que se fixó en las esquinas y parages mas públicos de la
Corte, convidando para ciertas funciones de Iglesia, que se hicieron
en obsequio de la seráphica Madre Santa Theresa de Jesus. El cedulon
aún fué mas solemne que las mismas fiestas, y, haviéndole leído con
singular complacencia cierto amigo mio de gusto muy delicado, arrancó
uno para remitírmele, sabiendo quanto lisongéa mi diversion con este
género de piezas. Aquí está el mismo cartel, todavía con las señas del
engrudo ó pan mascado con que se pegó, y dice assí, sin quitar letra:

  10. «=Jesus, María y Joseph.=

«A la Tierra del Cielo, por quien criara el Cielo el que fundó la
Tierra: Profunda en la Humildad, Fértil en la Virtud: A la Agua que da
Vida, A la Vida con la Agua clara de su Doctrina, Dulce, por Soberana:
Al Aire, que da espíritu, Al Espíritu, que da el Aire Sútil, de su
Pluma, Puro de su Alma: Al Fuego, que da Amor, al Amor hecho Fuego,
Para abrasar el corazon, á una Muger Seraphin: A la Luna que pisa,
Al peso de la Luna, Nueva en Favores, Creciente en Verdades, Llena
de Luces, Menguante de Errores: Al Sol que ofusca brillos, A los
Brillos del Sol, Fanal del Carmelo, Farol del Mundo: A la Estrella
de la Alba, A la Alba de la Estrella, Que todos buscan Guia, como
Norte en el Mar de la Vida, Para el Puerto de la Gloria: Al Prodigio
de Pathmos, repetido y sentado en el Sitial de la Justicia, Donde,
mejor Astrea, Celestial Signo, Vírgen sabia, domina los Astros: A
la Motriz Inteligencia de los animados Cielos, Que delicado Vidrio
guardan vasos de barro: Al Agustin de las Mugeres, Angélica Doctora de
los hombres, Theóloga Mýstica, Phýsica Seráphica, Natural Rhetórica,
Espiritual Médica, Crítica Cherúbica, Universal Maestra en la Ciencia
de los Santos, en las Artes de los Justos: A la Niña Architecta, que de
Modelos Pueriles levantó para Dios Palacios Celestiales: A la Grande en
el Poder, Mayor en el Penar, Máxima en el Amor: A la Muger Apostólica,
ó Apóstol en la Esphera de Muger, Por su Virtud, Por su Nobleza, Por su
Prudencia, Por su Patria, Hechizo de la Europa, Señora de ambos Mundos,
Abogada de España, Consejera de Castilla, =Santa Theresa de Jesus=, A
quien los dos Atlantes de la Militante Iglesia, Nuestros Cathólicos
Monarcas, rinden devotos y reverentes cultos, Magestuosa expression
de sus santos afectos, cuya soberana luz, cuyo eficaz exemplo siguen
leales, imitan fieles, todos los Reales Consejos y Tribunales de esta
Corte, en..., dando feliz principio á tan elevado fin el Domingo 14 de
Octubre de 1753 á la hora de Vísperas, desde las quales hasta el dia
24 del referido mes (quando en carroza de cristal hace su marcha el
Sol,) hay Jubiléo pleníssimo. Serán Trompetas Mýsticas de las Voces
Evangélicas _Confiteor tibi_, _Pater_, los Oradores siguientes...»

11. Quedó atónito el Maestro Prudencio y, no persuadiéndose á que
el cartel pudiesse ser cierto, figurándosele que seria acaso alguna
festiva invencion del buen humor del Beneficiado, se le arrancó de las
manos para leerle él mismo, con amistosa confianza; pero aún se quedó
mas pasmado, quando le vió impresso, ni mas ni ménos como llevamos
escrito, con sus comas y puntos y orthographía, solo que en el cartel
se expressa el Templo donde se celebraron las fiestas, y nosotros
le omitimos por justos respetos. Leyóle, releyóle, tornóle á leer,
y apénas creía á sus proprios ojos. Al fin, como era hombre serio,
entendido, religioso y verdaderamente sincero, despues de haverse
encogido de hombros, arqueado las cejas, levantado los ojos al cielo y
hecho muchas cruces, santiguándose de admiracion, prorumpió diciendo:

12. «Que esto se permita en España! y en una Corte! y á vista de tanto
hombre verdaderamente sabio, culto y discreto! y donde concurren
tantos millares de extrangeros de casi todos los Reynos y Países del
mundo! Qué han de decir de nosotros las naciones? En qué predicamento
nos tendrán, si llegan á entender, que precisamente para publicar
unas fiestas sagradas, lo qual en todo el mundo se hace y se debe
hacer sencilla y llanamente, diciendo que tal dia comienzan tales
fiestas, que durarán tantos dias, que estará ó no estará el Sacramento
expuesto desde tal hora á tal hora, que havrá ó no havrá jubiléo, y que
predicará Fulano, Citano y Perenzano: qué han de juzgar de nosotros,
vuelvo á decir, si saben que precisamente para un assunto como este se
embarra un gran pliego de papel, llenándole de bazofia, de antíthesis
ridículos, de esdrújulos phantásticos, de phrasotas que nada significan
ó significan un grandíssimo disparate, de epíthetos pueriles y alocados
á una Santaza como Santa Theresa, que mas la ultrajan que la honran, y
qué sé yo si de proposiciones heréticas ó á lo ménos malsonantes?»

13. «Quien le dixo al Autor del cartel (el qual no es possible sino que
fuesse por ahí algun Licenciaduelo atolondrado, de estos que comienzan
á ser aprendices de cultos, y no saben ni son capaces de saber en qué
consiste el serlo) quien le dixo al Autor del cartel que Santa Theresa,
ni otra pura criatura, por sí sola era _la tierra del Cielo, por quien
criara el Cielo el que fundó la tierra_? Una proposicion semejante á
esta, que se dixo por María Santíssima, conviene á saber que _Ipsa
colenda est, non tantum ut causa nostræ redemptionis, sed etiam ut
motivum creationis omnium rerum_, está notada por gravíssimos Theólogos
como digna de muy severa censura. Quien le ha dicho que Santa Theresa,
ni algun otro Santo ó Santa, puede ser en ningun sentido verdadero _el
agua que da vida_, pues no hay otra agua que dé vida, sino el agua
del bautismo? Quien le ha dicho que es el aire que da espíritu, no
haviendo otro quien le dé ni pueda darle, sino el soplo figurado ó la
inspiracion del Espíritu Santo? Quien le ha dicho que...?»

14. -- «Sossiéguese vuestra Paternidad, dixo el Beneficiado; que estas
cosas no se han de tomar con tanta seriedad: un poco de sangre fria y
un mucho de buen humor es la mejor receta para curarlas, ó á lo ménos
para que no nos perjudiquen. Mire vuestra Paternidad: los hombres
sabios de la Corte saben, que la Corte está llena de ignorantes,
presumidos de sabios; los extrangeros tambien tienen por allá sus
Autores de cedulones, ó cosa equivalente; porque pensar que los tontos
no están sembrados por todo el mundo como los hongos, es cosa de
chanza, y si no, ahí está Menckenio en su librete de _Charlataneria
eruditorum_, que no me dexará mentir. El artífice de nuestro cedulon
no fué tan mal intencionado como á vuestra Paternidad se le figura. El
quiso hacer á Santa Theresa un remedo de todos los quatro elementos,
tierra, agua, aire y fuego; no se le ofreció otra cosa mejor, y dixo
essos disparates, sin meterse en mas honduras. Aquí no huvo mas,
y vuestra Paternidad no haga juícios temerarios en materia de su
doctrina; porque, si sabe la que enseña el catechismo, esto le basta
para salvarse, sin que sea necessario aprender otras Theologías.»

15. -- «Assí supiera yo lo que él sabe, interrumpió á esta sazon Fray
Gerundio; cada qual siga su opinion, pero en la mia esse hombre es un
monstruo de ingenio. Qué bellos assuntos ofrece en tan pocas lineas,
para predicar muchos sermones á la seráphica Madre! No se me olvidarán
á mí, quando se presente la ocasion. _La luna que pisa el peso de la
luna._ Qué divinidad! Pues la prueba: _nueva en favores_, _creciente en
verdades_, _llena de luces_, _menguante de errores_. Es un assombro!»
-- «Por lo ménos, dixo el Beneficiado, están diestramente aplicadas
todas las fases de esse planeta: luna nueva, luna creciente, luna
llena y luna menguante. Los labradores, los hortelanos y los médicos
lunáticos excusan otro calendario, y solo con ver el cartel sabrán
quando han de plantar, sembrar, purgar y sangrar.»

16. -- «Dígame vuestra Merced lo que quisiere, continuó Fray Gerundio,
que yo aquello de _el sol que ofusca brillos á los brillos del sol_, no
tengo con que ponderarlo.» -- «Ni yo tampoco, respondió el Beneficiado,
si entendiera bien qué es esto de _ofuscar brillos al sol_. Las nubes
no los ofuscan, solo estorban que se comuniquen á nosotros, y lo mismo
hacen las paredes, las ventanas, los toldos y los tejados. Si alguna
cosa los huviera de ofuscar, serian las manchas que dixo el Padre
Christóval Scheinero havia descubierto en el sol con un telescopio de
nueva invencion; pero es natural, que el Autor no quisiesse decir que
Santa Theresa era pared, tabique, ventana, toldo, tejado ni mancha.
Como quiera, ello suena bien, y soy de la opinion de Usted, mi Padre
Fray Gerundio.»

17. -- «Y qué me dirá Usted, prosiguió Fray Gerundio, de aquello de
_fanal del Carmelo, farol del mundo_? No es un prodigio?» -- «Claro
está, respondió el Beneficiado, que _fanal_ y _farol_ hacen un eco que
encanta; porque, aunque _fanal_ es una cosa y _farol_ es otra, aquí
no nos hemos de gobernar por lo que las cosas son, sino por lo que
suenan.» -- «Sobre todo, añadió Fray Gerundio, lo que no se me olvidará
para aprovecharme de ello en tiempo y en sazon, es el bello pensamiento
de _la estrella de la alba_, _y la alba de la estrella_.» -- «Téngolo
por muy conceptuoso, dixo el Beneficiado, pues ahí da á entender que
debe haver alguna estrella ordenada _in sacris_, que se reviste el alba
para exercitar su órden, y, en fin, _el lucero del alba_ no puede estar
explicado con mayor émphasis ni hermosura.» -- «El concepto predicable
que mas me agrada, prosiguió Fray Gerundio, es decir que Santa Theresa
fué _el Agustin de las mugeres y la angélica Doctora de los hombres_.»
-- «Esso está dicho con gran chiste, respondió el Beneficiado; porque á
las mugeres las dió su hombre, y á los hombres los dió su muger; y, si
alguno dixere que hacer á la Santa por una parte _Agustin_ y por otra
_angélica Doctora_, es hacerla Doctora hermaphrodita, merece desprecio
por la bufonada. Qué cosa mas comun el dia de hoy que llamarse un
hombre _Agustin-María_? Pues, por qué no se podrá llamar una muger
_Agustin-Thomasa_ ó _Thomasa-Agustin_? La terminacion en _-a_ es
impertinente para el sexo, porque Juno fué muger, y se acaba en _-o_; y
Caracalla fué hombre, y se termina en _-a_.»

18. -- «Con Usted me entierren, dixo Fray Gerundio, que se hace cargo
de las cosas; pero no repara vuestra Merced en aquellos cinco assuntos
para cinco sermones, que se podrán predicar delante del mismo Papa:
_Theóloga mýstica, phýsica seráphica, natural rhetórica, espiritual
médica, crítica cherúbica?_» -- «Dígole á Usted, Padre Predicador
mayor, respondió el Beneficiado, que respecto de essos cinco assuntos
esdrujulados, _las cinco piedras de la honda de David_, que predicó en
Roma el Padre Vieyra en cinco domínicas de Quaresma, para derribar al
Philistéo de la culpa, fueron cinco guijarros incultos y de los mas
vastos. Essas son cinco piedras preciosas, dignas de engastarse en la
corona de hierro de los Longobardos, que dicen se conserva en Aquisgran
y pesa algunas arrobas. Lo que extraño es, que el Autor dexasse
quexosas á otras facultades, quando con igual razon pudiera dexarlas
favorecidas. Pues, quien le quitaba añadir que Santa Theresa havia
sido _Astrónoma extática_, _Geógrapha célica_, _Mathemática týpica_,
_Poetisa métrica_, etc.?» -- «Es que no cabria en el cartel,» respondió
Fray Gerundio. -- «Seria por esso, continuó el Beneficiado; pero era
fácil el remedio con haverle dispuesto en papel de marca.»

19. -- «El pensamiento que yo prefiero á todos, añadió Fray Gerundio,
y el que no se me escapará para el primer sermon que se me ofrezca
predicar á la gloriosa Santa, es aquel que comprende tres puntos
admirables: _grande en el poder_, _mayor en el penar_, _máxima en el
amor_.» -- «Ellas son tres verdades, dixo el Beneficiado, bien probadas
en la vida de la seráphica Madre, y no hay duda que la graduacion de
_grande_, _mayor_, _máxima_, está segun arte; y la terminacion en
_-er_, _-ar_, _-or_ es de exquisito gusto. Lástima fué no añadiesse que
la Santa havia sido _óptima en escrivir_, _sabia de oriente á sur_, y
quedaban comprendidas todas las terminaciones de _-ar_, _-er_, _-ir_,
_-or_, _-ur_.»

20. -- «Y le parece á vuestra Merced, interrumpió Fray Gerundio, que
no es digno de la mayor admiracion el último elogio con que acaba,
diciendo que Santa Theresa era y havia sido _por su virtud, por su
nobleza, por su prudencia, por su patria, hechizo de la Europa, Señora
de ambos mundos, Abogada de España, Consejera de Castilla_?» -- «Oh, mi
Padre Fray Gerundio!» respondió el Beneficiado. «Essa es una _cabeza
de obra_ (perdóneme nuestra lengua, que se me ha puesto en la cabeza
explicarme assí). Esse es un golpe; qué digo golpe? es un porrazo que
descubre los sesos al assombro. Por algo le reservó el Autor para lo
último, que es donde se ha de dar el mayor chispazo. Tiene, tiene mas
alma de la que parece á primera vista. Es uno de aquellos elogios que
llaman _de correspondencia_; porque á los quatro primeros substantivos
han de corresponder por su órden los quatro segundos adjetivos,
casándolos y pareándolos segun su numeracion. Yo me explicaré, si
acierto.»

21. «Pidieron informe á cierto bellacuelo de no sé qué Rector, (porque
no dice la leyenda si era de Universidad ó de Colegio,) y él le dió en
este dístico, que pienso ha de ser de Juan Owen:

    _Est bonus et fortasse pius, sed rector ineptus:_
    _Vult, meditatur, agit, plurima, pauca, nihil._

Ahora note vuestra Merced aquí la correspondencia ó el casamiento de
los tres verbos con los tres acusativos: _vult plurima, meditatur
pauca, agit nihil_. Pues, á este modo el ingeniosíssimo Autor del
cedulon dixo que Santa Theresa de Jesus era, _por su virtud, hechizo
de la Europa; por su nobleza, Señora de dos mundos; por su prudencia,
Abogada de España; y por su patria, Consejera de Castilla_. Es verdad
que, despues de haverla supuesto Señora de dos mundos, baxó mucho la
puntería, primero en hacerla Abogada, y despues Consejera. Pero, qué
tirador hay tan diestro que lo acierte todo y que alguna vez no baxe
un poco los puntos? En todo caso, todos aquellos y todas aquellas que
tuvieren la dicha de haver nacido en la nobilíssima Ciudad de Avila,
donde nació Santa Theresa, deben dar gracias al Autor del cartel por
haverlos descubierto un honorífico privilegio, de que verosímilmente
ninguno de ellos ni de ellas tenia noticia. Sepan que son por su patria
Consejeros ó Consejeras de Castilla. Y assí, desde aquí adelante no se
ha de llamar Avila de los Cavalleros, sino Avila de los Consejeros y de
las Consejeras. De las ilustres familias de los Zepedas y Ahumadas, que
dieron á luz á esta gran Santa, no hay que hablar. Su privilegio ó su
gloria es mucho mayor, pues precisamente por su nobleza son Señoras de
ambos mundos.»

22. -- «Paréceme, dixo Fray Gerundio, que vuestra Merced á ratos
se zumba; pues en verdad que yo hablo muy de veras en todo quanto
digo. A lo ménos no tendrá vuestra Merced que glosar sobre aquella
elegantíssima phrase que dice: _Comienza el jubiléo pleníssimo desde
la hora de vísperas, quando en carroza de crystal hace su marcha el
sol_.» -- «Qué he de glosar de esse parénthesis, ni qué puedo decir de
él, respondió el Beneficiado, que no sea muy debaxo de lo que merece?
La elevacion de la phrase no puede ser mayor, pues llega hasta el
mismo sol. La del concepto es clara como un crystal, y, sobre todo, la
oportunidad no tiene precio. Añádese la novedad con que se corrige la
plana á todos los Poetas que ha havido, desde que se fundó la poesía
en la Arcadia ó en Caldéa, que esse es chico pleito. Todos hasta aquí
havian dado en la manía de que el sol hacía sus marchas en carroza de
fuego, y despues, segun unos, se sepultaba en urna de crystal, y, segun
otros, se dormia en catre de plata líquida. Ha sido enorme error, ó por
lo ménos una alucinacion tan universal como de grave perjuicio. Por
un telescopio de nueva invencion, con las lentes invertidas, que por
dicha llegó á manos de nuestro Autor, descubrió claríssimamente, que
la carroza en que el sol corre la posta es de crystal; y, aunque desde
léjos parece que rua toda embestida de fuego, y que es fuego lo que
respiran por las narices y boca los cavallos que la tiran, es ilusion
de vista. Esto nace de que, como el sol va dentro de la carroza, y esta
es de crystal, assí como tambien son diáphanos y transparentes los
cavallos, penétranse los rayos por las vidrieras, y parece fuego lo que
en la realidad no es mas que crystal de roca.»

23. -- «Búrlese vuestra Merced ó no se burle, dixo Fray Gerundio, no
podrá negar que es elegante la expression con que anuncia al público
los sugetos que han de predicar, y el texto sobre que _serán trompetas
mýsticas de las voces evangélicas (Confiteor tibi, Pater) los Oradores
siguientes_...» -- «Pues vé Usted? respondió el Beneficiado, esso es
puntualmente lo único que yo huviera omitido; no porque no esté dicho
con mucha _sonorosidad_ y en una bella cadencia de los dos esdrúxulos,
_mýsticas_ y _evangélicas_; sino porque, como ahora hay tantos en el
mundo que perderán un par de amigos por aprovechar un equivoquillo
insulso, havrá mas de dos que digan que muchos, todos ó algunos de los
Oradores nombrados eran unos pobres _trompetas_, y citarán para prueva
al mismo Cartel.»



CAPITULO II.

Estornuda el Beneficiado; interrúmpese la conversacion con el _Dominus
tecum_ y con el _Vivan Ustedes mil años_, y despues se suena.


1. -- «No solo cortó vuestra Merced mi cólera, dixo á esta sazon el
Maestro Prudencio con semblante placentero, sino que la ha convertido
en risa. Ya veo, que no es negocio de tomar con seriedad los disparates
de essos cedulones que se fixan en las esquinas. De essos no se sigue
otro inconveniente, que el que á sus Autores los tengan por lo que son;
pero otras bocanadas parecidas á essas, en los púlpitos no se pueden
tolerar, porque son de grave consequencia para la Religion, para la
Nacion y para las costumbres. En suma, el cartel es disparatadíssimo, y
no parece possible otro que lo iguale.»

2. -- «Esso es mucho decir, Padre Maestro, replicó el Beneficiado;
la esphera de lo possible es muy dilatada, y á pique está que tenga
en el bolsillo con que convencer á vuestra Reverendíssima, quanto se
equivoca en juzgar que no caben en la linea mayores dislates.» --
«Vuestra Merced se chancéa», dixo el Maestro Prudencio. -- «Me chancéo?
replicó el Beneficiado; ahora lo veredes, dixo Agrages.» Y, diciendo y
haciendo, sacó del bolso otro papel, que tambien protestó se le havian
enviado por el corréo como pieza única; y era un cartel que se fixó, no
en la Corte, sino en otra Ciudad muy autorizada, publicando una fiesta
de San Cosme y San Damian. Leyóle con fidelidad, á excepcion de tal
qual cosa que omitió por prudencia, y decia assí literalmente:

«Solemnes Cultos, Obsequiosos Aplausos, Aclamaciones Festivas,
Demostraciones del mas fino Amor, que á sus fidelíssimos Achates,
Templos vivos de la Charidad, Seutipiubsores, Cosmiclimatas,
Brachamanes, Oficinas de las maravillas divinas, Prodigios de Milagros,
Milagros de Prodigios, Chrysoprasos de la Gracia, Agapetas de
Corazones, Val.

  _San_ =Cosme= _y San_ =Damian=

Dedican, Consagran y Ofrecen con cordial devocion los Hijos de etc.»

3. -- «Me doy por convencido, dixo el Maestro Prudencio, volviéndose á
santiguar; esse cartel es mas breve que el antecedente, no tiene otra
cosa mejor. Por lo demas, se puede decir de los dos lo que respondió
cierto Provincial á un Padre, que tenia dos hijos en la Religion y
le preguntó qual de los dos era el peor, Fray Pedro ó Fray Juan? A
que respondió el Provincial: _Ambos son peores_. Yo no entiendo la
lengua griega, de lo que estoy muy pesaroso, y lo digo con vergüenza;
pero harto será que hasta para los mismos Griegos no sea grieguíssima
toda essa gerigonza de _Achates_, _Seuptipiubsores_, _Cosmiclimatas_,
_Brachamanes_, _Chrysoprasos_ y _Agapetas_. _Brachmanes_ (y no
_Brachamanes_) no es voz griega, y ya sé lo que significa. Es una
casta ó muchas, de las familias mas nobles y mas sabias en las Indias
orientales, sumamente dificultosas de convertir, porque, teniendo por
viles y por vitandos á todos los que no son de igual familia ó casta,
se desdeñan de tratar con ellos, tanto que ni aún para exercer los mas
baxos oficios de la casa los admitirán. Y assí el cocinero del Brachman
ha de ser Brachman; llegando en algunas partes la extravagancia á
señalar tambien sus castas brachmanales á los cavallos, á los jumentos
y á los demas brutos domésticos, para que los Brachmanes se puedan
servir de ellos con honor. Pero al fin, yo no sé por donde los pueda
venir lo _Brachman_ á los dos gloriosíssimos Mártyres San Cosme y San
Damian.»

4. -- «Ahora se detiene en esso vuestra Reverendíssima? repuso el
Beneficiado. Lo Brachman los viene por tan linea recta, como lo
_Seuptipiubsor_, _Cosmiclimata_ y _Chrysopraso_. El inventor del
solemníssimo cedulon no se paró en essas menudencias. Tiró, lo primero,
á acreditarse de otro Cornelio Schrevelio en la inteligencia de la
lengua griega para con los ignorantes de ella, y pretendió, lo segundo,
aturrullar los oídos del populacho con essas voces barbarisonantes,
sin havérsele passado otra cosa por la imaginacion. Si entónces se le
huviera ocurrido á ella el _Heautontimorumenos_ de Terencio, tan cierto
es que llama _Heautontimorumenos_ á los dos benditos Santos, como
los llamó _Cosmiclimatas_ y _Agapetas_. Yo bien sé, que se llamaban
_Agapetas_ aquellos que assistian á los convites de la charidad, que se
estilaban entre los fieles allá en los primeros siglos de la Iglesia, y
que los mismos convites se llamaban _agapes_, de _agapa_, que significa
_amor_; pero se me esconde, qué aplicacion oportuna y natural se puede
hacer de esta voz á los dos santos Médicos.» -- «Como quiera que ello
sea, dixo entónces Fray Gerundio, tomando un polvo y haciendo del
socarron, estos _epitectos_ suenan bien y pueden hacer su papel en un
sermoncito de rumbo.»

5. -- «Tenga Usted, exclamó á esta sazon el Maestro Padre Prudencio,
dándose una palmada en la frente, que tambien yo he de contribuir con
mi cornadillo al provechoso assunto de esta conversacion. Ahora me
acuerdo, que tengo en la celda dos papelitos impressos á manera de
esquelas, que pocos dias há me envió de Zaragoza cierto corresponsal
mio de la Orden, hombre de juício, de delicadeza y de literatura; para
que sepa vuestra Merced, Señor Beneficiado, que todos tenemos tambien
nuestros amigos y nuestras correspondencias de gustillo. Si no me
engaño, estos papelejos están en el mismo gusto que los dos carteles,
salvo que son por término muy diferente y están escritos en latin. Son
quatro décimas latinas en ecos, las quales forman dos elogios distintos
al angélico Doctor Santo Thomas; y dudo mucho que hasta ahora hayan
dado á luz las prensas quatro locuras semejantes. Voy por ellas.»
Salió, llegó, volvió, sentóse, y leyó lo que se sigue:


_Eucharistico Ecclesiæ Calamo._

  _Angelico Præcep_                _tori,_
  _Tori Cathedram a_               _genti,_
  _Genti ut luceat pubesc_         _enti,_
  _Entique fulgeat_                _majori:_
  _Humilitatis A_                  _mori,_
  _Mori Thomæ, qui extat Pr_       _ora,_
  _Ora, Cymba Matre F_             _lora,_
  _Lora, Dux, Gladius, A_          _cantus,_
  _Cantus, Sidus, Turris, Xan_     _thus,_
  _Thus, Paradisus, Au_            _rora._

  _Soli lucis ful_                 _minoso;_
  _Minoso hæresis ter_             _rori,_
  _Rori gratiæ g_                  _estuoso,_
  _Aestuosoque Doc_                _tori,_
  _Castissimo intacto fl_          _ori,_
  _Ori Sophiam evo_                _menti,_
  _Menti proclivæ cl_              _amori,_
  _Amorique Dei ferv_              _enti,_
  _Hæc libens consecro_            _Thura,_
  _Dona dum expecto fu_            _tura._

6. -- «Padre Maestro, qué dice!» exclamó el Beneficiado, tendiéndose
de risa por aquellos suelos. «Es possible que se han impresso essas
preciosidades? Si no conociera á vuestra Reverendíssima y no supiera
que es hombre tan serio y tan veraz, creeria que era invencion suya.
Venga por Dios esse papel, que no hay dinero con que pagarle.» Tomóle,
leyóle, releyóle, estuvo pasmado y suspenso por algun tiempo, y al cabo
prorumpió en estas exclamaciones: «Soy un insulso! soy un tonto! soy un
mentecato! soy un ignorante! Yo creí que sabia algo de composiciones
locas, disparatadas, ridículas, y tenia mi poco de vanidad de que las
que havia encomendado á la memoria eran originales; pero todas ellas
no valen un pito en comparacion de estas dos décimas; y, hablando
determinadamente de mis dos carteles, con que yo venia tan confitado,
digo con ingenuidad que

    _non sunt nostrates tergere digna nates_.»

7. «Me ha de dar vuestra Reverendíssima licencia, aunque parezca un
poco prolixo, para construir fielmente en castellano lo que dicen essas
dos décimas, siguiendo puntualmente el mismo órden de su epígraphe y de
sus piés, aunque no sea possible conservar sus divinos ecos; porque,
como las voces castellanas son tan distintas de las latinas, no pueden
corresponder á unas los ecos de las otras.


_A la Eucharística Pluma de la Iglesia._

    _Al angélico Preceptor,_
    _Cathedrático de la cama,_
    _Para lucir á los que apunta el bozo,_
    _Y para resplandecer al mayor ente:_
    _Al amor de la humildad,_
    _A la costumbre de Thomas, que es proa,_
    _Ora marítima y el bote Flora,_
    _Cota, Capitan, espada, Acanto,_
    _Canto, estrella, torre, Xanto,_
    _Incienso, Paraíso, Aurora._

    _Al sol que fulmina luz,_
    _Amenazante terror de la heregía,_
    _Rocío que lleva á la gracia,_
    _Y Doctor ardiente:_
    _A la castíssima intacta flor,_
    _Boca que vomita sabiduría,_
    _Entendimiento inclinado al clamor,_
    _Y amor de Dios ferviente,_
    _Consagro con gusto estos inciensos,_
    _Miéntras espero los dones futuros._»

8. «No me detengo ahora en los barbarismos ni en los solecismos, que
hierven en el latin; porque, si me detuviera en esto, seria tan pobre
hombre como el que lo compuso. Lo que me arrebata toda la atencion,
es pensar qué cansado quedaria el brazo de su Autor, y qué ufanos los
que costearon la impression de esta grande obra y sembraron de sus
papeluchos á la Ciudad de Zaragoza. Entre quantos mentecatos passaria
el artífice por un ingenio monstruoso! Quantos innocentes creerian
que no se havian dado al Angel de las escuelas elogios mas delicados!
Hora bien, Padre Maestro, yo no soy Poeta, ni permita Dios que lo sea.
En serio he compuesto bien pocas coplas, y, aunque algunas se han
celebrado, bien conozco que estoy muy distante de la perfeccion de esta
facultad, tan grande como desgraciada; pero tanto como para componer de
repente, no digo una décima, sino aunque sea una cancion real con su
cola y todo, y un romance tan largo como el de Don Diego de Mendoza,
con tal que sea sin connexion, sin órden, sin sentido, y á desbarrar á
tiros largos, dicen que tengo algun talento, y en parte me inclino á
creerlo, porque me he experimentado en algunas funciones. Pues á Dios
y á dicha, y á salga lo que saliere, allá va essa décima con ecos,
imitando perfectamente á las dos latinas; y sea para mayor honra y
gloria de su incomparable Autor.


_Décima._

      _La batalla de Bi_       _tonto,_
  _Tonto no fué en Mon_        _dragon,_
  _Dragon que vió la f_        _uncion,_
  _Uncion tomó junto al_       _Ponto._
  _Si al Parnasso me re_       _monto,_
  _Monto sobre tí, Pol_        _lino,_
  _Lino se hila en el mo_      _lino,_
  _Lino de Mingo Ca_           _zurro,_
  _Zurro y mas zurro á este_   _burro;_
  _Y cátate un desa_           _tino._»

9. -- «Es buen repente, dixo el Maestro Prudencio, y digna retribucion
del simple que ultrajó mas que honró al angélico Doctor con essa sarta
de necedades. Llámale _Pluma eucharística de la Iglesia_, y es lo
único bueno que tiene el elogio, con alusion á que el Santo compuso el
oficio del Santíssimo Sacramento; y, aunque no faltaron algunos que le
quisieron disputar esta gloria y á nosotros este consuelo, ya el hecho
no admite duda. Y, si fué tambien Autor del devotíssimo hymno _Sacris
solemnis_, juntamente con el otro

    _Pange lingua gloriosi_
    _Corporis mysterium;_

qué indignacion ó qué risa le causaria, si los Santos fuessen capaces
de estos afectos en aquella region de immutable serenidad, al verse
elogiar tan torpemente por un Poeta igualmente zafio que zurdo?
Harto será le dissimulasse los barbarismos de _minoso_, _fulminoso_,
_æstuoso_, _gestuoso_, que dudo mucho huviesse dado con ellos el
célebre Cárlos de Fresne, Señor de Cange, en su laboriosíssimo
_Glossario_ ó _Diccionario de la baxa latinidad_.» -- «Como quiera,
Padre reverendíssimo, replicó el Beneficiado, las dos décimas son tan
disparatadas, que no parecen possibles otras que las igualen.»

10. -- «Esso es mucho decir, respondió el Padre Maestro, tomando al
Beneficiado las mismas palabras de que se havia valido para creer,
que no era possible otro cartel tan desbarrado como el primero; esso
es mucho decir, Señor Beneficiado; la esphera de lo possible es muy
dilatada, y á pique está que tenga en esta otra mano con que convencer
á vuestra Merced, quanto se equivoca en juzgar que no caben en la
linea mayores dislates. Ahora lo veredes, dixo Agrages.» Y, diciendo y
haciendo, leyó otro par de décimas, assimismo impressas, en elogio del
proprio Santo, que decian de esta manera:


_Sanctissimo Conciliorum Altari._

  _Maximo Scholæ Pa_           _trono,_
  _Throno Pudoris ve_          _terni,_
  _Terni contra vim A_         _verni,_
  _Verni Solis gaudes_         _dono,_
  _Sedulo Ecclesiæ Colon_      _o._
  _O multiplex tui vo_         _lumen._
  _Lumen, Lagena, C_           _acumen,_
  _Acumen, Sol, Luna, Na_      _vis,_
  _Vis, Radius, Lancea, Cl_    _aris,_
  _Avis, Tuba, Scutum,_        _Flumen._

  _Firmo doctrinæ Cas_         _tello,_
  _Telo humoris no_            _civo,_
  _Cibo Domini no_             _vello,_
  _Bello Veneris_              _læsivo,_
  _Numini cœli f_              _estivo,_
  _Aestivo orandi sa_          _cello,_
  _Zelo Universi attr_         _activo,_
  _Activo virtutis cœlo,_
  _Hæc serta dico gratanter,_
  _Numenque nixurio instanter._

11. -- «Vuestra Reverendíssima tiene razon, dixo el Beneficiado, luego
que le permitieron hablar las carcaxadas, en fuerza de las quales
temió arrojar los hijares por la boca; en comparacion de essas dos
décimas, las otras dos son discretíssimas, son elegantíssimas, son
conceptuosíssimas, y son todos los superlativos que puede inventar el
Autor italiano mas ensuperlativado: es lástima no volverlas en romance.
Voy á hacerlo con la misma legalidad que las otras.


_Al Santíssimo Altar de los Concilios._

    _Al máximo Patrono de la Escuela,_
    _Throno del pudor veterano,_
    _Contra la fuerza del terno Averno,_
    _Que gozas del don del Sol de Verano,_
    _Al cuidadoso Labrador de la Iglesia._
    _Oh, quantos volúmenes has escrito!_
    _Luz, botella, cumbre,_
    _Agudeza, Sol, Luna, nave,_
    _Fuerza, rayo, lanza, llave,_
    _Ave, trompeta, escudo, rio._

    _Al firme Castillo de la doctrina,_
    _Dardo de humor nocivo,_
    _Comida nueva del Señor,_
    _Guerra lesiva de Vénus,_
    _Al festivo Dios del Cielo,_
    _Capilla para orar en el Verano,_
    _Zelo attractivo del Universo,_
    _Activo Cielo de la virtud,_
    _Dedico con gusto estas coronas,_
    _Y con instancia estoy pariendo el Númen._»

12. «Desafío á todos los ingenios del mundo, exceptuando únicamente el
del Autor, á que en tan pocos renglones pongan en pié tanta multitud
de disparates ni de cosas tan inconnexas, tan absurdas y tan alocadas.
Lo de _Santíssimo Altar de los Concilios_, ya sé á lo que alude: hace
alusion á no sé qué Papa del Orden de Predicadores, que, estando para
celebrar missa á presencia de los Padres de un Concilio, mandó le
pusiessen por ara un libro de Santo Thomas. Passe la noticia, por mas
que la contradigan muchos; que yo no hallo repugnancia en creerla, ni
encuentro dissonancia en que un Papa quisiesse distinguir con este
singularíssimo honor las obras de un Santo Thomas tan beneméritas de
la universal Iglesia. Pero, qué nos querrá dar á entender el Decimista
con decir, que Santo Thomas es _throno del pudor veterano_? Si se havrá
excitado otra disputa sobre el pudor veterano y el pudor moderno, como
la que en años passados divirtió por algunos dias á la Corte sobre los
Oradores _á la moderna_ y _á la veterana_? No haria mal el Decimista
en explicarnos qual era el pudor _veterano_, para ver si nos convenia
trocar el _moderno_ por él.»

13. «Aquello de _contra la fuerza del terno Averno_ (_terni contra
vim Averni_) es un descubrimiento terrible. Hasta aquí creímos que no
havia mas que un infierno, esto es, un único seno de los precitos y de
los condenados; y lo mas á que se adelantaba la consideracion, segun
el pensamiento de San Agustin, era á que para los Christianos parece
que debiera haver dos. El Decimista por la cuenta ha descubierto otro
tercero, ó un terno de infiernos horroroso:

    _Pues que vencia allá el pudor veterano_
    _La fuerza superior del terno Averno._»

14. «Pero, lo que no se puede negar es que el pensamiento del quarto
pié, _Verni solis gaudes dono_, (_que gozas del don del sol de Verano_)
es un pensamiento verdaderamente alto y profundo. No dixo que Santo
Thomas gozaba del don del sol del invierno, del de la primavera, ni del
del otoño; sí del del verano, del del estío, y verosímilmente del mismo
de la Canícula. Y esto por qué? Porque mereció vestir el religiosíssimo
hábito del grande Patriarcha Santo Domingo; y todos sabemos que este
Santo, aún ántes de nacer, fué mysteriosamente prenunciado á su Madre,
quando soñó que trahia en su vientre un perro con una hacha encendida
en la boca: figura la mas cabal de la Canícula, la qual por ahora
siempre es en el rigor del verano, que, andando el tiempo, no sabemos
por quando caerá. Pues, sin duda que esso quiso decir el Poeta, quando
afirmó que Santo Thomas _gozaba del don del sol de Verano_; pero, si
quiso decir otra cosa, agradézcame la buena voluntad.»

15. -- «Gana tiene vuestra Merced de perder tiempo, interrumpió el
Maestro Prudencio, en ir interpretando, ni mucho ménos glosando, los
disparates de las décimas. Hemos menester hacernos cargo de que el
Poeta era un pobre simple, que solo tiró á ajustar sus ecos, saliessen
como saliessen, sin consequencia para lo demas. A no ser esto assí,
quien le havia de tolerar que llamasse á Santo Thomas _dardo de humor
nocivo_ (_Telo humoris nocivo_), _festivo Dios del Cielo_ (_Numini
Cœli festivo_), y _capillita para orar en el verano_ (_æstivo orandi
Sacello_)?» -- «A fé que tiene vuestra Reverendíssima razon, dixo el
Beneficiado, y no gastemos mas prosa con este innocente. Mas, porque no
se quexen estas segundas décimas de que no las saludo yo con otra de mi
invencion, como á las primeras, allá van essos diez piés en busca del
Autor, que debiera andar en quatro:

  _Salvages en la Ca_                    _nada,_
  _Nada teneis que bus_                  _car,_
  _Cár... los quinto, ni aún el_         _Zar,_
  _Porque mas acá hay po_                _sada:_
  _Sada fué mi cama_                     _rada,_
  _Rada toma chocol_                     _ate,_
  _Ate Roque el cordel_                  _late,_
  _Late un oculto myste_                 _rio,_
  _Ríome del Magisterio,_
  _Y cátate otro disparate._»

16. Como durante la glosa de las quatro décimas no dexaron hacer baza
á nuestro Fray Gerundio, guardó un profundo silencio; pero no se le
dió mucho, porque á él no le havian parecido tan mal las décimas
como al Beneficiado y al Padre Maestro; ántes bien hallaba en los
écos una gracia sin igual, que casi casi le encantaba; y, si salia á
defenderlas, bien conocia que no havia de sacar buen partido; si se
ponia de parte de los que se burlaban de ellas, iria contra su propria
conciencia. Con que, todo bien considerado, se alegró de que no le
dexassen hablar. Solo suplicó al Padre Maestro, que le permitiesse
sacar una copia de aquellos papeles, para reservarlos entre los
mas curiosos, lo que sin dificultad le concedió, pareciéndole que,
despues de la merecida zurra que havian llevado, no le passaria por la
imaginacion conservarlos para otra cosa que para diversion y para risa,
y no para modelo.

17. Con esto levantó la visita el Beneficiado, á quien salieron á
despedir el Maestro Prudencio y Fray Gerundio. En el camino, y como
de passo, dixo el Padre Maestro al Beneficiado: «Por aquí se conoce,
con quanta justificacion está mandado por diferentes autos acordados
del Consejo y por otras varias reales órdenes, que ningun Impressor
pueda imprimir libro, memorial ú otro algun papel suelto de qualquier
calidad y tamaño, _aunque sea de pocos renglones_, sin que le conste
y tenga licencia para ello del Consejo ó del Señor Juez privativo y
Superintendente general de imprentas, pena de dos mil ducados y seis
años de destierro. Es justíssima esta providencia, por mas que parezca
demasiadamente rígida, y, si se observara con el debido rigor, no se
imprimirian carteles necios, décimas locas ni folletos indignos, que,
todo bien reflexionado, no tanto nos divierten quanto nos afrentan. Hoy
se cela esto de los libros y de las imprentas con mayor severidad que
nunca, y, aunque algunos se quexen de la nimiedad, ménos inconveniente
hay en este extremo que en el contrario, y mas quando enseña la
experiencia, que ni aún todo este rigor alcanza para librarnos del
todo de estas monstruosidades. Ojalá que con el mismo se celaran las
dedicatorias de las conclusiones, en las quales hay tanta bazofia y
tanto desatino, que alguna vez he estado tentado á hacer una coleccion
de las mas ridículas, y solo me ha detenido la consideracion de que
las Naciones no nos tengan á todos por bárbaros, siendo assí que somos
tantos á llorar la intrépida ignorancia de los que dan motivo para
esto.» A tal punto llegaron á la portería, y el Beneficiado se fué á su
casa, y cada uno de los dos Religiosos á su celda.



CAPITULO III.

Dispone Fray Gerundio su Semana Santa.


1. Tomóla con tanto empeño, que se negó con exemplar constancia y
edificacion á los muchos que tuvo para predicar varios sermones en
aquel verano. Entre otros, le importunaron con excesso para que
admitiesse uno de grande aparato y de no menor utilidad, para una
fiesta que se havia de celebrar en cierto lugar vecino, en accion de
gracias de haver hecho el Rey Obispo de Indias al Cura que era del
mismo lugar, hombre docto, piadoso y limosnero. No le pudieron vencer
á que lo admitiesse, por no distraherse á otros assuntos ni exponerse
á que le faltasse el tiempo para prevenir su Semana Santa. Y, por
quanto uno de los que mas le instaban, para que admitiesse el sermon de
gracias, le dió á entender que se atribuiria su resistencia á que era
assunto nuevo y enrevesado, de lo que havia poco en los libros, y por
esso no se atrevia con él, Fray Gerundio, para desengañarle, le enseñó
al instante unos apuntamientos que tenia, á su parecer muy escogidos,
para este género de funciones.

2. Eran todos sacados á la letra de cierto sermon, que se predicó en
cierta Ciudad al mismíssimo idéntico assunto, de un Párrocho electo
Obispo de Indias, llamado Juan, (assí se llamaba tambien el nuevo
Electo,) que lloró mucho con la noticia de su eleccion, se resistió á
consentir en ella, al fin aceptó. Celebró una fiesta muy solemne, en su
misma Parrochia, una numerosa Congregacion que havia en ella, de que
era Padre espiritual el mismo Señor Obispo. Se buscó Orador de fuera,
y fué un Padre Maestro, ingenioso y hábil sin duda, pero de los que en
el púlpito se dexan llevar de la corriente. Se traxo la música de la
Cathedral, huvo fuegos, toros y vítor, que sacaron los Estudiantes de
la Escuela que havia professado el Prelado. De todo se hizo cargo el
Orador en la salutacion, y todo le pareció á Fray Gerundio que con
grandíssima facilidad se podia adaptar á la eleccion de qualquiera
Señor Obispo. Y, si en la fiesta estaba el Sacramento patente, como
es regular, seria otro tanto oro. El excerpto, que leyó al que le
importunaba, decia assí á la letra:

3. «=Apuntamientos para Sermones en elecciones de Obispos=:

Si se aflige el Electo, como suele suceder, consolarle con esta
entradilla: _No lloreis, Juan, no lloreis: Ne fleberis_. Y por qué
llora Juan? Ya lo dice él mismo: _Vidi in dextra sedentis super
thronum librum scriptum intus et foris, signatum sigillis septem...
et ego flebam multum_. El que está sentado sobre el throno es el Rey:
el libro del qual pendian siete sellos, segun unos, es figura de
las Bulas plumbadas, de las quales viene pendiente el plomo con el
sello pontificio: _Pictores nostri hunc librum cum septem sigillis
pendentibus instar Bullarum depingunt_. Segun otros, era una carta
cerrada, llamada _libro_, como llaman los Hebréos á qualquiera papel ó
pergamino escrito: _Hebræi quodcumque scripti genus librum appellant_.
_Ille, de quo hic agitur, erat potius epistola quædam plicata._ Carta
cerrada á nombre del Rey, que amenaza con unas bulas plumbadas, motivo
es para que Juan llore y se aflija mucho: _et ego flebam multum_. Ya
tenemos Cedula Real, Bulas y llanto.»

4. «Quien ha de consolar al pobre Obispo? Ya lo dice el texto: _Vicit
Leo de Tribu Juda_. El Leon de Judá, que se representa no solo como
manso Cordero, sino como muerto sobre el mismo libro, _Agnum stantem
tamquam occisum_, es figura del Sacramento. Este Cordero sacramentado
le alarga con su propria mano las Bulas: _et accepit de dextra sedentis
in Throno librum... instar bullarum depingunt_. Mándale que las acepte
y que dé cuenta á su santa Iglesia: _scribe Ecclesiis_; no puede
resistirse: _vicit Leo_. Ni tiene para qué, porque el mismo Cordero se
empeña en darle quanto ha de menester para desempeñar su ministerio.
Por esso se representa unas veces passeándose, otras sentado, y otras
en pié: _ambulantem_, _sedentem_, _stantem_. Quando pesa los méritos
del que ha de elegir, se passéa, _ambulantem_; quando los califica, se
sienta, _sedentem_; quando los premia, se pone en pié, _stantem_. Como
que está pronto para ayudarle y para defenderle! Necessita el Obispo
ojos? El Cordero tiene siete, _habentem oculos septem_. Necessita
los dones del Espíritu Santo? Ahí los tiene figurados en los siete
cuernos del Cordero, _cornua septem_. Necessita atravesar el mar y que
los Angeles del Señor le conduzcan felizmente á Tierra firme? Ahí lo
tiene todo: _Habentem cornua septem et oculos septem, qui sunt septem
spiritus Dei missi in omnem terram_.»

5. «Supuesta la aceptacion como triumpho del Cordero, quien le da ó
quien le instituye la solemníssima fiesta en accion de gracias? Al
texto: _Cum aperuisset librum, viginti quatuor Seniores ceciderunt
coram Agno, habentes singuli citharas et phialas aureas... dicentes_,
etc. Los _Antiguos_, los _Doces_, los _Veinte y quatro_, que son los
que ocupan el palenque de esta nobilíssima Congregacion y se distinguen
en ella con estos nombres: _Viginti quatuor Seniores ceciderunt coram
Agno_. Ellos parece que todos se han convertido en músicos por el amor,
para cantar gracias al Cordero: _Habentes singuli citharas_. Mas, no
contentos con esto, han conducido essa dulcíssima y acorde música,
que tiene su orígen, no allá de los podridos nervios ó cuerdas de la
tortuga de Mercurio, sino del mismo Cielo: _Itaque cœlum instrumentum
musicæ Archetypum videtur mihi, non propter alia sic elaboratum, quam
ut rerum Parentis hymni decantarentur et musice_. Hasta el Orador
parece que estaba figurado en el texto; porque, ya fuesse él ó ya
fuesse otro, como lo pretendió, el sermon siempre seria nuevo: _Et
cantabant canticum novum_.»

6. «Los cohetes están claros, puesto que se disparaban desde el mismo
throno: _Et de throno procedebant fulgura et voces et tonitrua_. El
víctor de los Estudiantes de la Escuela Jesuíta es el que no se puede
dexar de reconocer es aquellos quatro mysteriosos vivientes, que
assistian á la cáthedra ó throno de Jesus, _in circuitu sedis_; y con
el semblante y vuelo de águilas, _et quartum simile aquilæ volanti_, se
remontaron mas victoreando dia y noche: _Et requiem non habebant die ac
nocte, dicentia Sanctus, Sanctus, Sanctus_. Finalmente, hasta los toros
se divisan en nuestro texto, pues tampoco faltan en él semblantes de
toros: _Et secundum animal simile vitulo_.»

ASSUNTO.

_El Laberintho._

7. «Eslo Christo en el Sacramento por cinco razones. Primera, porque
fué figurado en el desierto: _Apparuit in deserto_. Segunda, porque
se admiraron los Israelitas: _Quid est hoc?_ Tercera, porque en él se
confunden los sentidos: _Et si sensus deficit_. Quarta, porque se les
hizo duro á los Judíos: _Durus est hic sermo_. Quinta, porque es Alpha
y Omega, principio y fin de todo.»

8. «El Sacramento pues ha de ser el centro del laberintho: no ha
de tener mas que dos calles; y las calles han de ser los otros dos
Evangelios que concurren á la fiesta, porque el del Sacramento está ya
aplicado al centro.»

9. «Primera calle y primer Evangelio: _Tu es Petrus, et super hanc
petram ædificabo Ecclesiam meam_. Por qué elige Christo á Pedro para
Obispo de los Obispos y para piedra fundamental de su Iglesia? Porque,
desde que le impusieron el nombre, se llamó Cephas, que es lo mismo
que Pedro ó piedra: _Tu vocaberis Cephas, quod interpretatur Petrus_.
Hermoso registro! pues descúbrese ya (hablemos aquí claros) la cifra,
que desde la pila del bautismo goza por alta providencia nuestro
amantíssimo Señor Obispo. Como se llama su Señoría? DON JUAN GARCÍA
ABBADIANO. Vuélvase esto ahora en latin, y escrívase de esta manera:
DOMINUS JOANNES GARCÍA ABBADIANUS. Qué sale en anagrama? JUAN OBISPO DE
CARACAS AD MINUS, esto es, _Juan Obispo de Caracas por lo ménos_.»

10. «Vaya otro anagrama latino para mayor confirmacion: _Joannes gratia
Domini Abba ad nos_, y sobra una _v_; pero es fácil acomodarla, porque,
significando _Abba_ lo mismo que _Padre_, se puede decir: _Juan, por
la gracia del Señor V Padre (Obispo) para nosotros_. El Señor V es
Phelipe V, que le presentó para el Obispado. A este modo es fácil hacer
anagramas del nombre de qualquiera Obispo electo; porque, si no saliere
en romance, saldrá en latin; y, si sobraren algunas letras, mejor, pues
mas vale que sobren que no que falten.»

11. Iba á proseguir Fray Gerundio en la lectura de sus apuntamientos,
pero el sugeto á quien se los leía le interrumpió diciendo: «Basta;
que estoy de priesa, y quedo convencido de que no es fácil le coja á
vuestra Merced de susto ningun empeño, por arduo que parezca, y que
el negarse á este sermon no es ni puede ser por falta de materiales.»
Despidióse, y nuestro Fray Gerundio, sin perder tiempo, comenzó á hacer
sus prevenciones.

12. Havia trahido de Pero-Rubio una nota de los sermones que havia de
predicar, con todas las circunstancias agravantes de cada uno, la qual
havia tenido gran cuidado de entregarle el Licenciado Flechilla, hombre
puntual y muy exacto. Venia la nota con toda distincion, precision y
claridad, para evitar toda equivocacion, y nos ha parecido trasladarla
aquí, ni mas ni ménos como se encontró en un manuscrito Arábigo muy
antiguo, (de donde fielmente se copió, si no nos engañó nuestro
Traductor), por lo que podrá conducir para la inteligencia de lo que
adelante se dirá. Estaba pues concebida en estos proprios términos:


=Semana Santa de Pero-Rubio.=

_Instruccion de la Villa á los reverendos Predicadores._

  _Primer Sermon.
  Domingo de Ramos._

13. «Hácese la procession al vivo: va á cavallo en la Santa Asna el que
hace al Christo, que es siempre el Mayordomo de la Cofradía de la Cruz:
rodéanle los doce Cofrades mas antiguos de luz, vestidos de Apóstoles,
con túnicas talares de diferentes colores. Anda la procession al
rededor de la Iglesia, donde hay dos olivos y un moral: trepan á ellos
todos los muchachos que pueden, los quales, durante la procession,
están continuamente cortando y arrojando ramos al suelo. Quando el
Sacristan canta: _Pueri Hebræorum_, los muchachos corresponden con
descompassados chillidos: _Benedictus qui venit_ etc., hasta el
_Hosanna in excelsis_ inclusive. Tiene el pueblo gran devocion con la
Santa Asna, la qual va llena de cintas, trenzas, bolsos y carteras de
seda; y antiguamente llevaba tambien muchos escapularios, hasta que un
Cura los quitó, pareciéndole irreverencia. No queda en el lugar manta,
cobertor ni cabezal que no se tiendan en todo el sitio por donde anda
la procession. Este año se llama por dicha Domingo Ramos el Mayordomo
de la Cruz, que representa á Christo. De todo se ha de hacer cargo el
Padre Predicador, si ha de dar gusto.»


_Lúnes Santo._

14. «_Buen Ladron._ Fíxanse tres cruces grandes á la entrada
del Presbyterio, y son las mismas que sirven para el sermon del
descendimiento. Todas las tres efigies que se representan en ellas, son
de artífice muy diestro, y las costeó un hijo del lugar, que llegó por
sus puños á ser Canónigo de La Bañeza. La de el medio es un crucifixo
muy devoto; la de la derecha es de San Dímas, y la de la izquierda
de Géstas, con semblante desesperado y rabioso, que parece cara de
condenado. Es tradicion que se sacó por la de un Escrivano, (otros
dicen Ventero,) gran ladron que havia en la comarca. Como quiera, ya
es uso y costumbre immemorial que en este sermon se dé contra los
Oficiales de pluma. Concurre mucha gente del contorno á oir las pullas
y los chistes.»


_Mártes Santo._

15. «_Lágrimas de San Pedro._ Cántase la Passion por la tarde; y,
quando el que la canta se va acercando á aquellas palabras: _Accessit
ad eum una ancilla_, salen de la sacristía un viejo con una calva muy
venerable, que representa á San Pedro, y una Muchachuela en trage de
moza de cocina, la qual, en cantando el de la Passion: _Accessit ad eum
una ancilla dicens_, prosigue ella cantando tambien muy gorgoriteado:
_Et tu cum Jesu Galileo eras_; y el Viejo entona con enfado y con
desabrimiento: _Nescio quid dicis_. Va San Pedro andando poco á poco
por la Iglesia, y, al cantarse aquellas palabras: _Vidit eum alia
ancilla et ait iis, qui erant ibi_, sale del medio otra Mochachuela y
canta: _Et hic erat cum Jesu Nazareno_: San Pedro la da un empellon
muy enfadado y dice: _Voto á Christo, quia non novi hominem_. Al fin
hace como que se quiere salir de la Iglesia, y á este tiempo entra una
tropa de Mozancones que, mirándole de hito en hito á la cara, comienzan
á berrear descompassadamente: _Vere et tu ex illis es, nam et loquela
tua manifestum te facit_. Aquí el pobre Viejo, colérico, enfurecido
y como fuera de sí, comienza á detestar, á jurar y á perjurar que
no conoce tal hombre, echándose quantas maldiciones le vienen á la
boca. No bien las acaba de pronunciar, quando sale allá de encima del
choro, y como hácia detras del órgano, un chillido muy penetrante que
remeda la voz del gallo, y comienza á cantar tres veces _quiquiriquí,
quiquiriquí, quiquiriquí_. Al oírle San Pedro hace como que se
compunge: se va debaxo del choro, se mete en una choza ó cabaña que le
tienen prevenida, y en ella está durante el sermon, plañendo, llorando
y limpiándose los mocos. Es funcion tierna y curiosa; concurre mucha
gente, y es obligacion del Predicador decir algunos chistes acerca de
los gallos y de los capones, observándose que el que mas sobresale en
esto saca despues mas limosna de gallinas.»


_Miércoles Santo._

16. «Este dia no hay sermon. Despues de missa y por la tarde sale el
Padre Predicador con la Señora Justicia á pedir la limosna de los
huevos y pescado; y, si dió gusto en los dias antecedentes, suele
sacar mas de doscientos huevos y una arroba de cecial, sin contar las
sardinas saladas, que suelen ser mas que los huevos.»


_Juéves Santo._

17. «_Lavatorio y Mandato._ No hay cosa especial que notar. Dió mucho
gusto en este pueblo un Predicador, que tomó por assunto del Mandato
_Amor es arte de amar_: lo que se advierte, por si el Padre Predicador
quisiere imitarle. Generalmente han parecido bien todos aquellos que
han predicado, desleídas, algunas relaciones de las comedias de capa y
espada, como tuviessen eleccion en escoger las mas tiernas, derretidas
y discretas. Ninguno logró mas aplauso que el que se empeñó en probar,
que Christo en la última cena se acreditó el _Chichisvéo de las
almas_. Imprimióse el sermon; y, aunque luego se recogió por el Santo
Tribunal, como no se recogió la memoria, ha quedado eterna de él en la
Villa. Hácense estas advertencias, por si conducen para algo.»


_Viérnes Santo._

18. «Por la mañana á las quatro la Passion. No hay mas célebre en
toda la redonda: assiste al sermon debaxo del púlpito el Mayordomo
de la Cruz, vestido de Jesus Nazareno. Quando se llega al passo del
_Ecce homo_, sube al púlpito, y el Predicador le muestra al pueblo,
haciendo las ponderaciones y exclamaciones correspondientes á este
passo. Es grande la commocion, y se ha observado ser mucho mayor que
si se mostrara una imágen del Salvador en aquel trance. Pronunciada
la sentencia por Pilatos, es obligacion del Escrivano de la Villa, y
en su ausencia del Fiel de Fechos, notificársela á Jesus Nazareno,
esto es, al Mayordomo de la Cruz, que se encoge de hombros con grande
humildad en señal de su aceptacion. Quando sale del Pretorio para
el monte Calvario, el Sacristan ó, faltando este, el Muñidor, con
voz ronca y descompassada, publica el pregon de los delitos de aquel
hombre. Rara vez dexa de haver desmayos. En el momento en que expira y
dice el Predicador _Exspiravit_, tocan las campanas á muerto. Hace el
Predicador una breve suspension ó pausa, y despues él mismo entona el
responso: _Ne recorderis_, continuándole los Clérigos, y se acaba la
funcion con el _Requiescat in pace_.»

19. «Por la tarde á las tres el Descendimiento. Se hace en la plazuela
que está delante de la Iglesia, si el tiempo lo permite. Se executan
en él los mismos juegos de manos que en los demas descendimientos.
Salen los venerables Varones que representan á San Juan Evangelista,
á Nicodemus y á José Arimathéa, con sus toallas, martillos y tenazas,
estando ya prevenidas las dos escaleras arrimadas á los brazos de la
Cruz del medio. Colócase á un lado del theatro una devota imágen de
la Soledad, con goznes en el pescuezo, brazos y manos, que se manejan
por unos alambres ocultos, para las inclinaciones y movimientos
correspondientes, quando San Juan va presentando los instrumentos de
la crucifixion, y, sobre todo, quando al último los tres venerables
Varones ponen delante de la imágen el cuerpo difunto de su Hijo,
pidiendo la licencia de enterrarle. Suele ser dia de juício. El
Predicador que de todos desempeñó con mayor aire esta funcion, fué el
que tomó por assunto de ella _Los Títeres espirituales_ y, al acabar
por la mañana el sermon de la Passion, convidó al auditorio para una
funcion de títeres. Todo dió gran golpe.»


_Sábado Santo._

20. «No hay sermon este dia; pero, acabados los oficios, sale el
Predicador con la Señora Justicia á pedir la limosna de torreznos,
hornazos, longanizas y chorizos, y, si cayó en gracia, suele juntar
tantos que beneficia los que le sobran, despues de regalarse bien los
tres dias de Pascua. Y Predicador ha havido que ha sacado ciento y
cinquenta reales de estos despojos.»


_Domingo de Pascua._

21. «Sermon de gracias á las cinco de la mañana. Es obligacion precisa
del Predicador contar en este sermon todas quantas gracias, chistes,
cuentecillos, chocarrerías y truhanadas pueda recoger, para divertir al
immenso gentío que concurre á él. No ha de ser hazañero ni escrupuloso.
Sean de la especie que se fueren, puercos, sucios, torpes é indecentes,
ya se sabe que en aquel dia todo passa. Debe hacerse cargo de que
la gente está harta de llorar en la Semana Santa, y que es preciso
alegrarla y divertirla en el Domingo de Pascua. Los Padres Predicadores
que han trahido Socio ó Lego, (porque algunos le han trahido,) han
dispuesto que el Lego subiesse al púlpito y que predicasse un sermon
burlesco, atestado de todas las bufonadas possibles. Por lo comun
estos sermones se acababan con un acto de contricion truhanesco, y
por Christo sacaba el Lego una empanada, un pernil ó una bota, á la
qual decia mil requiebros en tono de afectos compungidos, que hacian
descalzar de risa.»

22. «Adviértesele al Padre Predicador, que en sus sermones no passe de
una hora, á excepcion del de las _lágrymas de San Pedro_, _Passion_,
_Descendimiento_ y _Sermon de Gracias_, en los quales podrá detenerse
lo que quisiere.»

23. «Por mandado de los Señores Alcaldes y Concejo de la Villa de
Pero-Rubio, jurisdiccion de Caramanchel de arriba.

  =Roque Morchon=,
  Fiel de Fechos.

Concuerda con su original, á que me remito.

  =Morchon=.»

24. Esta fué á la letra la instruccion, que el Licenciado Flechilla
entregó á nuestro Fray Gerundio, recibida immediatamente de mano del
Fiel de Fechos que exercia el oficio de Escrivano _in sede vacante_, y
se acostumbraba dar una copia legalizada de ella al Padre Predicador
_pro tempore existente_ de la Semana Santa, para que, notificado
de todas sus circunstancias, le parasse entero perjuicio, si no se
conformaba con ellas. Discurra el pio y contemplativo Lector qué
torbellino de idéas, á qual mas extravagantes, no se atropellarian en
la fantasía de nuestro neotérico Predicador mayor, quando se halló con
un almagazen de materiales tan copiosos como estrafalarios y ridículos,
y los parabienes que se daria de que le huviesse tocado la dicha de
meter su cortadora hoz en mies tan abundante.

25. Bien conoció, que la instruccion le daba ya hecha una gran parte
del trabajo, y aún casi la mayor, mostrándole como con la mano el
camino por donde havia de ir, y poniéndole á vista de ojos los
assuntos que debia escoger, para captar los aplausos y poner el pié,
si pudiesse, encima de todos sus gloriosos predecessores de feliz
recordacion. Pero, como los assuntos eran tantos, y necessitaba de
una immensa multitud de especies para llenarlos, no se puede ponderar
la aplicacion con que se dedicó los ocho meses que faltaban para la
Semana Santa, á revolver todo género de libros, notando, apuntando,
amontonando verde y seco, todo quanto se le venia á la mano y podia
conducir, aunque fuesse remotíssimamente, para alguno de los assuntos.

26. En el del Domingo de Ramos tuvo poco que hacer para determinarle;
porque, notando que se llamaba Domingo Ramos el Mayordomo de la Cruz de
aquel año y que era el primer papel del dia, tomó por idéa de su sermon
_El Inxerto ó los Ramos del Domingo, enlazados con Domingo Ramos_.
Acordóse haver leído ú oído, que havia un célebre Autor moderno que
se llamaba el Señor Ramos del Manzano, y, pareciéndole que llamándose
Ramos y Manzano era impossible, que dexasse de tratar _pro dignitate_
y, como dicen, á fondo la materia de Ramos, lo fué á buscar con ansia
á la librería del Convento. Hallóle y se quedó helado, quando vió que
aquel docto Escritor trataba de cosa muy diferente, que él no entendia.
Haciendo despues reflexion á que, segun el texto y tambien segun lo que
se practicaba en la funcion de Pero-Rubio, los ramos eran de olivo, se
le vino á la memoria el libro de Doña Oliva Sabuco de Nántes, de que
havia oído hablar al Beneficiado como de un libro raro y exquisito,
que él tenia en grande estimacion. Enviósele á pedir, creyendo que
encontraria en él un thesoro para su assunto, y, aunque vió que trataba
del xugo nutricio de las plantas y de los árboles, como no halló
cosa particular de olivos, se enfadó y le arrinconó con desprecio.
En este punto se le vino á la memoria que, assí en el Breviario
como en el Missal, se da á este Domingo el título de _Dominica in
Palmis_ (Domínica de las Palmas); reflexionó con oportunidad á que en
aquel mismo Domingo daba principio la Iglesia á cantar la Passion;
ocurrióle haver visto alguna vez por el forro en la librería de la
Casa un libro intitulado _Palma de la Passion_ y, dándose muy alegre
el parabien, dixo para sí: «Vaya, que, siendo Palma y de Passion, no
puedo ménos de encontrar aquí todo quanto he menester para atestar de
erudicion las Palmas de esta Domínica.» Abrióle y, quando halló que
era la devotíssima y juiciosíssima _Historia de la Passion_, escrita
por el Padre Luis de la Palma, le faltó poco para echar el libro por
la ventana, del enfado que le dió. Desesperado, en fin se refugió á
su _Polianthéa_, y allí encontró una selva entera de ramos, olivos y
palmas, que podia competir con la vega de Granada y con los mismos
olivares de Tudela, Cascante y los aledaños.

27. Lo que le dió muy poca pena fué la circunstancia de la _Santa
Asna_, como blasfemamente, aunque con mucha innocencia por su
simplicidad, la llamaban aquellos pobres rústicos. Al instante se le
vino á la imaginacion el _Asno de oro_ de Apuleyo; y, aunque esta fué
una graciosa invencion de aquel chufletero Autor, ó no lo conoció Fray
Gerundio ó se le dió muy poco de esso, porque, verdadero ó fingido,
siempre le parecia especie divina para formar el paralelo. Fuera de
esso, por fortuna suya, havia leído pocos dias ántes en el tomo 2º. del
_Espectáculo de la Naturaleza_ el bello elogio que se hace del _Asno_
en boca del Prior, y desde luego determinó encaxarle, reduciéndole á
su estilo, assí por dar á su auditorio una razon plausible del motivo
por que havia preferido el Salvador este humilde animal para hacer su
triumphante entrada en Jerusalem, como para promover en sus oyentes la
devocion con la _Santa Asna_, en quanto estaba de su parte.

28. El assunto en que finalmente se fixó para el sermon del buen
Ladron, fué sin duda feliz. Dió por supuesto, sin razon de dudar, que
el buen Ladron se llamaba Dímas, y el malo Géstas, sin embargo de
que sobre el verdadero nombre de los dos haiga tanta variedad en los
Autores, como saben los eruditos. Y, aún supuesto que se llamassen
assí, todavía no falta quien diga que el malo fué Dímas, y el bueno fué
Géstas, como lo prueban aquellos versos bastantemente vulgarizados:

    _Imparibus meritis tria pendent corpora ramis:_
    _Dismas, Gestas, in medio est divina Potestas._
    _Dismas damnatur, Gestas super astra locatur._

29. Fray Gerundio no se paró en esso, y es sumamente verosímil que ni
siquiera tuviera noticia de ello. Dando por indisputable la opinion
vulgar, (que acaso tendria él por artículo de fé,) de que el buen
Ladron se havia llamado Dimas, tomó por assunto _que el buen Ladron
havia sido el Dí-ménos de todos los Ladrones, y el Dí-mas de todos
los Santos_. Probólo ingeniosamente, assegurando que, miéntras el mal
Ladron estaba vomitando blasfemias contra Jesu-Christo, el bueno le
procuraba contener, diciéndole: _Dí-ménos, Dí-ménos_. Y quando, despues
que expiró el Salvador, los mismos que le havian crucificado se volvian
á Jerusalem, hiriéndose los pechos y aclamándole por verdadero Hijo de
Dios, el buen Ladron animaba á cada uno de ellos, diciéndole: _Dí-mas,
Dí-mas_. Miéntras el mal Ladron juraba y perjuraba contra el Escrivano
que le havia hecho la causa, tratándole de tan ladron y tan homicida
como él, procuraba sossegarle el buen Ladron, diciéndole: _Dí-ménos,
Dí-ménos_. Quando Longinos abrió los ojos del cuerpo y del alma, y
confessó al Salvador á quien havia abierto el costado, el buen Ladron
le alentaba con estas palabras: _Dí-mas, Dí-mas_.

30. Exornó despues este delicadíssimo pensamiento con un passo
rhetórico, sin duda alguna ingenioso, enérgico y oportuno. Hacinó una
buena porcion de elogios, que hacen del buen Ladron assí los Santos
Padres como los sagrados Expositores, y esto le costó poco trabajo,
porque en solos Silveira y Baeza encontró una decente provision para
llenar muchos sermones. Hizo una especie de apóstrophe, hablando
con cada uno de aquellos Autores como si los tuviera presentes, y
preguntaba, verbi-gracia, á San Agustin: «Ea, qué dices del buen
Ladron, Sol Africano, Phénix único de la Arabia feliz? _Dum patitur,
credit._ -- Dí-mas. -- _Non ante crucem Domini sectator, sed in cruce
confessor._ -- Dí-mas. -- _Inter martyres computatur, qui suo sanguine
baptizatur._» -- «Y tú, purpurado Bethlemítico, Máximo entre los quatro
Maestros generales de la universal Iglesia, Gerónimo divino! qué dices
de nuestro Dímas? -- _Latro credit in cruce et statim meretur audire:
Hodie mecum eris in Paradiso._ -- Dí-mas. -- _Latro crucem mutat
Paradiso et facit homicidii pœnam martyrium._ -- Dí-mas. Pero qué mas
ha de decir? Diga esto mismo con poética elegancia la mitrada Musa de
Viena (ya sabe el docto que hablo de Avito, Obispo Vienense):

    _Sicque reus, scelerum dum digna piacula pendit,_
    _Martyrium de morte rapit._»



CAPITULO IV Y ULTIMO.

Interrúmpese la obra por el mas extraño sucesso que acaeció al Autor, y
de que quizá no se encontrará exemplar en los annales.


1. Aquí llegaba dichosamente la pluma, volando con gustosa rapidez
por la region de la Historia, en alas, á nuestro modo de entender,
de la verdad mas acendrada; aquí corria la narracion sin tropiezo
por el dilatado campo de la vida de nuestro Héroe, faltando por
lo ménos la mitad para llegar al término de su espaciosa carrera;
aquí comenzábamos (por decirlo assí) á tender las velas de nuestra
navegacion, desviándonos de la tierra para engolfarnos en el mar alto
de las mas famosas proezas pulpitables de nuestro nunca bastantemente
aplaudido Fray Gerundio; aquí, aquí era donde lográbamos los documentos
mas copiosos, las mas preciosas memorias, y los instrumentos no solo
mas abundantes, sino tambien (á nuestro parecer) los mas puntuales, los
mas exactos y los mas fidedignos, para divertir, entretener, embelesar
y (en quanto nos fuesse possible) instruir sin especial trabajo nuestro
á los Lectores, quando el sucesso mas extraño, el acaecimiento mas
singular, y el mas exótico, triste, melanchólico, funesto y cypresino
accidente, que podia caber en la humana imaginacion, nos obligó á
cortar los vuelos á la pluma, á parar el cavallo en medio de la
carrera, á echar las áncoras al principio de la navegacion, y, en una
palabra, ó á levantar la mano de la tabla, arrinconándola para siempre,
ó por lo ménos á suspender el pincel hasta ver lo que producen las
nuevas diligencias que estamos haciendo, en cumplimiento de nuestro
empeño y de nuestra obligacion.

2. Bien conocemos, que estarán ya nuestros amados Lectores con una
ansiosa impaciencia por saber el triste fatal sucesso, que ocasionó
esta desgracia. Tengan por Dios un poco de flema y déxennos respirar,
haciéndose cargo de que no somos de bronce. La memoria solo nos
conturba, los ojos se arrasan, la voz se corta, el pecho se cierra,
la garganta se añuda, y hasta la pluma misma parece que no quiere dar
tinta. Ya hemos tomado un poco de huelgo: allá va pues lo que nos
sucedió.

3. En varias partes de esta, que nos parecia fidelíssima Historia,
hemos advertido, que para formarla fuimos recogiendo una prodigiosa
multitud de manuscritos, documentos, memorias, instrumentos que
creíamos originales, papeles, cartas, inscripciones, medallas, y en
fin todo aquello que juzgábamos conducente para conseguir las mas
puntuales noticias históricas, genealógicas, geográficas, críticas y
exóticas, las quales sirviessen de verdaderos materiales á nuestra
obra, sin dexarnos á nosotros mas trabajo que la diligencia de
recogerlas y el esmero de ordenarlas, dándolas digeridas en aquel
estilo que considerássemos mas proprio de una Historia de este
charácter. Quantos archivos revolvimos! Quantos becerros, tumbos,
chronicones, libros de Cofradía, notas de espolios monásticos y otros
documentos de este jaez registramos, lo dexamos á la consideracion del
Lector erudito y discreto, el qual solo podrá dar su justa estimacion á
este trabajo tan deslucido como necessario.

4. Pero nuestra desgracia consistió en havérsenos significado que, como
Fray Gerundio floreció en un siglo tan remoto de nuestros tiempos,
y como havian sido tan ruidosas en el mundo sus empressas y hazañas
oratorias, todas las Naciones se havian dado prisa á trasladarlas en
su lengua: de manera que, haviéndose perdido quantos apuntamientos
havia de este Héroe en la antigua lengua española, con motivo de la
invasion y entrada de los Sarracenos, no havria noticia de él en
España, si una feliz casualidad no huviera dispuesto, que cierto
Viagero muy inteligente en las lenguas orientales, al passar por
Egypto y hospedarse en un Monasterio de Coptos, enseñándole los Monges
su inculta y desaliñada librería, no huviesse reparado en quatro
grandes caxones, que estaban á un rincon de ella, rotulados con esta
inscripcion Arábiga: _Memorias para la Historia de un famoso Predicador
Español_.

5. Picado de la curiosidad, pidió y consiguió que se los dexassen
registrar. Encontró en ellos mil preciosidades; y, viendo que unos
estaban escritos en Hebréo, otros en Caldéo, otros en Syriaco, otros
en Armenio, otros en Copto, otros en Arábigo, muchos en Persa, y una
buena porcion en Griego, cuyas lenguas posseía él perfectamente,
solicitó con los Monges que se los vendiessen. Ellos lo hicieron por
bien poco dinero, porque ni conocian su mérito ni aún estaban enterados
de lo que contenian, y assí los tenian llenos de polvo. El Viagero los
conduxo á España; murió en Barcial de la Loma, su patria; los papeles
se esparcieron por aquí y por allí en aquellas cercanías, bien que la
mayor parte se reservó en el famoso Archivo de Cotanes, de que hicimos
mencion en el mismo zaguan de esta desgraciada Historia, á la qual
llamamos assí por lo que presto se verá.

6. Informados pues de que todos los documentos, que se hallaban
en nuestra Península, estaban escritos en las referidas lenguas,
abandonamos del todo el intento de recogerlos, por no entender palabra
ni siquiera de una de ellas; y aquí no podemos ménos de lamentar
segunda vez nuestra desgracia en no haver tenido quien en nuestra
adolescencia nos enseñasse por lo ménos la lengua griega y hebréa,
que no solo nos servirian mucho en esta ocasion, sino en otras de
mucha mayor importancia; y, aunque oímos condenar á muchos que parecen
personas, este género de estudio como inútil ó como ménos necessario,
á nosotros nos hace mas fuerza el exemplo de los mayores hombres de
todos los siglos, que el particular dictámen de los que en ningun siglo
tienen traza de ser muy hombres.

7. Hácennos mas fuerza las Constituciones 14, 42, 53, 72 y 79 de
Gregorio XIII, en que recomienda con los mayores encarecimientos el
estudio de estas dos lenguas, para el qual y para el de otras fundó á
sus expensas veinte y tres Colegios ó Seminarios en diferentes partes
de la Christiandad. Hácenos mas fuerza la Constitucion 65 de Paulo
V, en la qual se manda, que «en todos los estudios de los Regulares,
sean del Orden ó Instituto que fueren, se enseñen las lenguas hebréa,
griega y latina, y en los estudios mas célebres haya tambien Maestros
de la arábiga: _in cuiuslibet Ordinis et Instituti Regularium studiis
sint linguarum hebraicæ, græcæ et latinæ, in maioribus vero ac
celebrioribus etiam arabicæ Doctores_.» Hácenos mas fuerza el exemplo
del gran Pontífice Clemente XI, peritíssimo en la lengua griega y no
ménos zeloso de que los Jóvenes se aplicassen á ella. Y en fin, nos
hace mas fuerza la segura noticia que tenemos de que el gran Patriarcha
San Ignacio de Loyola, en sus Constituciones aprobadas por la Silla
Apostólica, dexó muy encargado á sus Hijos el estudio de estas dos
lenguas, y nos inclinamos tambien á que el de la syriaca y caldéa.

8. Si huviéramos tenido quien nos le enseñasse y nosotros nos
huviéramos dedicado á él, no nos veriamos en el estrecho en que nos
vimos resueltos á dexar la idéa de la obra, por no entender los
manuscritos donde haviamos de tomar los materiales. Pero, quando ya no
pensaba en esso, (ahora comienzo á hablar en singular,) ves aquí que me
depara la suerte ó la desgracia una rara vision. Díceme la Criada, que
me quiere hablar un Moro. Hágole entrar, y encuéntrome con un hombre de
aspecto venerable, de estatura heróica, con barba prolongada y rubia,
ojos modestos pero vivos, color blanco, y vestido enteramente á la
turca; sotana talar y abotonada, de lanilla fina color morado, aforrada
en tafetan carmesí; una gran banda de seda por ceñidor, que le daba
muchas vueltas; chinelas aforradas en tela amusca, y borceguíes á media
pierna, adonde salian á recivir unos anchurosos y prolixos calzones de
marinero, que le baxaban hasta ella; una especie de capa ó de manto
corto, que no passaba de la cintura, de la misma tela que la sotana,
solo que estaba aforrado en martas cibelinas y le trahia terciado al
brazo izquierdo airosamente; su turbante de tres altos y como de á
media vara, con las tres divisiones regulares, blanca, encarnada y
amusca, del que pendia por todas partes multitud de hermosas bandas, ya
de gaza, ya de muselina, y algunas tambien de seda.

9. Díxome en buen cortado Castellano, que era un co-Epíscopo armenio,
que venia á pedir limosna para los Cathólicos del Monte-Líbano, que
vivian entre los Schismáticos, sugetos todos al Turco, para ayuda
de pagar los excessivos tributos que les exigia el Gran Señor por
permitirles el exercicio libre de la Religion Cathólica en los
estados de la Sublime Puerta. Añadió que aquel era el quarto viage
que havia hecho á España con tan charitativo intento, y que en las
dilatadas mansiones que havia hecho en ella, recorriendo todos sus
Reinos y Provincias, havia aprendido la lengua con toda perfeccion,
especialmente que el Señor le havia dotado de conocido don de lenguas,
pues, sobre haverse instruído bastantemente en todas las européas,
posseía perfectamente todas las orientales, que en cierta manera
podia llamar sus lenguas nativas. Concluyó exhibiéndome una multitud
de cartas de recomendacion de Príncipes y Potentados, con otra igual
ó mayor cantidad de despachos y licencias exhortatorias de Señores
Obispos, para que pidiesse y se le diesse limosna en el distrito de sus
respectivas jurisdicciones, y por fin me suplicó que, como Párrocho, no
solamente las diesse el uso en mi Parrochia, sino que le hiciesse el
gusto de acompañarle en la demanda, para excitar mas la charidad de los
fieles.

10. Yo que me ví con un personage al parecer tan recomendable y que
para mayor autoridad trahia consigo dos Turquitos como de catorce á
quince años, de aspecto muy agraciado, que decia ser Pagecitos suyos,
y como por otra parte le oí, que era tan versado en las lenguas
orientales en que estaban los manuscritos cuyo contenido deseaba saber
con tanta ansia, y mas hablando la castellana con tanta propriedad
como desembarazo, no puedo ponderar el gozo interior que me causó
esta aventura, pareciéndome que no debia tenerla por acaso, sino por
alta providencia del Cielo, que por este camino queria abrirle á la
execucion de mis zelosos intentos.

11. En fin, por ahorrar razones, yo le hospedé en mi casa, le agasagé,
le cortegé y le regalé en ella por muchos dias, todo quanto mi pobreza
pudo dar de sí. Declaréle el pensamiento que havia tenido y el motivo
por que le havia abandonado, no entendiendo los manuscritos que estaban
esparcidos en varios lugares del contorno, aunque la mayor parte se
guardaban juntos y con buena custodia en el célebre Archivo de Cotanes,
Pueblo que solo distaba una legua larga de esta Villa. El Señor
co-Epíscopo se sonrió gravemente y me dixo con mucho agrado que no me
diesse pena, que él me sacaria de aquel embarazo, y que, pues no podia
agradecer de otra manera mi charitativo hospedage, celebraba la ocasion
de manifestar su agradecimiento en cosa tan de mi gusto, como seria
darme traducidos en Castellano todos los manuscritos que le pusiesse
delante, aunque fuesse menester detenerse en mi casa algunas semanas y
aún meses; porque las virtudes no se oponen, y era tambien especie de
limosna para los Cathólicos del Monte-Líbano, el reconocimiento á sus
insignes bienhechores.

12. Besé la mano á su Señoría por tanto favor. Al punto hize venir
todos los manuscritos que pude recoger, especialmente los dos grandes
legajos del Archivo de Cotanes, cuyo Archivero mayor (íntimo amigo mio)
me los franqueó prontamente en virtud de Real Albalá y Privilegio, que
tenemos los de esta Villa para esso, dándomelos con testimonio y con
recibo, como se previene en la misma facultad. Mi co-Epíscopo tomó con
el mayor calor la traduccion. En ménos de mes y medio me los presentó
todos traducidos y numerados, para que se supiesse adonde correspondian
unos y otros; y para mayor autoridad y abundamiento puso su sello y
echó su firma en cada uno de los documentos traducidos, como se ve en
ellos por estas palabras:

    «Concuerda. _Isaac-Ibrahim Abusemblat_
                co-Epíscopo del Gran Cairo.»

13. Despidióse de mí, dexándome este inestimable thesoro, que por tal
le tenia yo; y, pareciéndome que havia hecho poco por él, respecto de
lo que él havia hecho por mí, le regalé á la partida lo mas y mejor
que pude. Sin perder tiempo puse mano á la obra, con qué desvelos,
con qué afanes y con qué fatiga, Dios lo sabe; porque las especies
estaban todas esparcidas por aquí y por allí, sin órden, connexion ni
méthodo. Mi suma atencion fué no desviarme un punto de las memorias
en órden á las noticias; porque, quien no se havia de fiar de las que
estaban firmadas y selladas por un hombre que se llamaba _Isaac-Ibrahim
Abusemblat_, era _co-Epíscopo del Gran Cairo_ y, ménos el hacer
milagros, parecia un Santo?

14. Ahora entra la funestíssima catástrophe. Quando, despues de dos
años de trabajo, de vigilias y de un ímprobo sudor, tenia ya formadas
las dos primeras partes de mi Historia en la conformidad que van
escritas, y puntualíssimamente quando estaba trasladando con la mayor
fidelidad los singulares é ingeniosos apuntamientos de Fray Gerundio
para su Semana Santa, passó por este Pueblo un Inglés de autoridad,
que se dirigia á Portugal con no sé qué comission. Trahia cartas de
recomendacion de algunos amigos mios para que yo le hospedasse, y lo
hize con especial gusto, porque, aún sin ellas, le tengo grande en
cortejar á todo hombre de bien que transite por esta Villa. Díxome
que havia sido muchos años Cathedrático de lenguas Orientales de la
Universidad de Oxford, y que actualmente se hallaba en la Corte de
Londres sirviendo el empléo de Intérprete y Secretario de ellas. Creíle
sin dificultad, porque, salvo la Religion protestante que professaba,
en lo demas parecia hombre de honor, de bondad, de penetracion, de gran
juício y de honradíssimos y muy cavallerosos respetos, sobresaliendo
singularmente en él una vasta y comprehensiva erudicion en casi todas
las facultades.

15. Díle brevemente razon de la obra que estaba trabajando, de los
materiales ó documentos que havia tenido presentes para disponerla,
del embarazo en que me hallé para su inteligencia, de la aventura
que me deparó mi dicha en el co-Epíscopo Armenio para salir de este
embarazo, de la bondad con que me los traduxo en castellano aquel
santo Prelado, y finalmente le dixe, que havia de merecerle la honra
de que descansasse algunos dias en mi casa, y que en ellos, por via
de entretenimiento, aunque molesto, se sirviesse tomar el trabajo de
leer los cartapacios que tenia dispuestos de mi Historia, y cotejarlos
con los instrumentos y manuscritos á que se remitian; porque, aunque
yo tenia toda la seguridad possible de su legalidad, en estas materias
nunca sobraban los motivos para afianzarla.

16. Todo lo aceptó el Cavallero inglés con atentíssima urbanidad,
diciéndome que la detencion en mi casa por algunos dias le era precisa,
pues, informado de mi buen corazon, havia dado órden para que le
enviassen á esta Villa ciertos despachos de la Corte que esperaba por
la via de Madrid, sin los quales no podia passar adelante, y que, por
lo que tocaba á mi obra, la leeria con especialíssimo gusto, porque á
su parecer no podia ménos de tenerle yo muy delicado.

17. Con efecto, en los seis dias que tuve la honra de lograrle por mi
huésped, se entregó tan ansiosamente á la lectura de la Historia, que
apénas acertaba á dexarla de las manos ni aún para comer; y, aunque
protestó que no me havia de hablar palabra de ella hasta que, cotejada
con los manuscritos, pudiesse hacer juício cabal de el todo, se le
conocia bien en todas sus acciones, gestos y movimientos, que la obra
le havia quadrado extrañamente. En fin, la mañana del dia último que
estuvo en mi casa, (era por cierto mártes, que mártes havia de ser un
dia tan aziago para mí,) despues de havernos desayunado juntos, me
dixo que era preciso cerrarnos, y, haviéndole hecho, me restituyó el
manuscrito de mi Historia, con todos los demas instrumentos y papeles
que havia recorrido, en la misma conformidad y con el mismo órden con
que yo se los havia entregado; y, mirándome entre risueño y compassivo,
me hizo un razonamiento en esta substancia:

18. «Señor Cura, tengo que dar á vuestra Merced mil enhorabuenas y mil
pésames: aquellos, porque ha escrito vuestra Merced una obra, que en su
linea dudo que tenga consonante: yo á lo ménos no se le hallo en todo
lo que he leído, y no ha sido poco; estos, porque, creyendo vuestra
Merced de buena fé, que ha trabajado una historia exacta, verdadera,
puntual y fiel, (calidades que, quanto es de su parte de vuestra
Merced, verdaderamente la assisten,) ha gastado el calor intelectual en
disponer la relacion mas falsa, mas embustera, mas fingida y mas infiel
que podia caber en humana phantasía. Si, como vuestra Merced la llama
_Historia_, la llamara _Novela_, en mi dictámen no se havia escrito
cosa mejor ni de mas gracia ni de mayor utilidad. Tan provechosa sería
para muchos de nuestros Predicadores de la Iglesia Anglicana, como para
muchos Predicadores de la Iglesia Romana; pero, haviéndola vuestra
Merced intitulado _Historia_, no me permite mi sinceridad engañarle, ni
lo merecen las honras con que me ha favorecido y la noble confianza con
que se ha fiado de mí. Nada tiene de Historia, porque toda ella es una
pura ficcion. Sossiéguese vuestra Merced, y no se assuste hasta haverme
oído.»

19. «El llamado _co-Epíscopo Armenio_, que á vuestra Merced le dió
traducidos estos papeles, tanto tenia de Armenio como de Húngaro, tanto
de co-Epíscopo como de Monja, y tanto entendia las lenguas Orientales
como vuestra Merced la Iroquesa, la China y la Japona. Dexo á un lado
que ha muchos siglos, que assí en la Iglesia Latina como en la Griega
se suprimió la dignidad de los co-Epíscopos; dexo á un lado que el Gran
Cayro dista tanto de la Armenia como la Circassia de España; y, en fin,
dexo á un lado que ni los Cathólicos ni los Schismáticos Armenios están
hoy sugetos al Gran Señor, desde que los Mogoles ó Sophys de Persia
conquistaron la Armenia y la Georgia, sin que en aquella conserve el
Turco mas que dos plazas de poca importancia ó, por mejor decir, dos
fortalezas, que son la de Alcalziké y la de Cotatis, teniendo en la
primera un Baxá de una cola ó de inferior órden, y en la segunda un
simple Governador ó Comandante. Todas estas son fuertes señales de
que el supuesto co-Epíscopo debia de ser un picaron, un tunanton, un
vagamundo de los que de quando en quando suelen aparecerse en varias
partes de la Europa, y con sus hypócritas artificios engañan tal vez
á personages, que tenian motivo para no dexarse sorprender con tanta
facilidad.»

20. «Lo que no admite género de duda es, que él engañó á vuestra
Merced, pero graciosíssimamente, en todo ó en casi todo lo que dixo
que contenian essos legajos de papeles, y que el haverlos legalizado
con su sello y con su firma fué una de las mas preciosas invenciones ó
bufonadas, que pudo discurrir para burlarse de la sinceridad de vuestra
Merced.»

21. «A la verdad se habla en varias partes de ellos de un Predicador
extravagante y ridículo, de cuyos sermones se entresacan varios
trozos y passages. Pero ni se nombra al Predicador, ni hay tal Fray
Gerundio en todos los manuscritos, ni se dice si el Predicador
anónymo fué Español ó Francés, Campesino, Andaluz ó Guipuzcoano, y
consiguientemente todo quanto se refiere de Campazas, de su familia y
del Licenciado Quixano, es una pura patraña. El sermon de Animas, que
en el capítulo 4º. del libro 1º. se supone que se predicó en Cabrerizo,
un manuscrito dice que es cierto se predicó, pero no expressa donde.
Assimismo se da por cierto todo quanto se refiere en el capítulo 5º.
del mismo libro como sucedido con un Maestro de Escuela; pero no
encuentro rastro de que fuesse coxo ni dexasse de serlo, ni mucho ménos
de que huviesse sido Maestro de Escuela en Villa-Ornate, pues solo se
habla en general de un Maestro de Niños. Pero el bellacon del Señor
co-Epíscopo, haviendo fingido que su Gerundio era de Campazas, púsole
voluntariamente á la Escuela de Villa-Ornate, porque quizás será un
lugar poco distante del otro.»

22. «Con igual libertad finge todo quanto atribuye al Dómine
Zancas-largas, sacando de su phantasía un Preceptor imaginario, que
no ha existido _in rerum natura_. No se puede negar, que muchas
de las sandezes que se ponen en su boca, se encuentran repartidas
entre innumerables pedantes, que se meten á Maestros de Gramática,
Preceptores ó no Preceptores; pero no es verosímil, que todas ellas se
encuentren solas en uno solo, porque no necessitaria de mas prueba para
que le tuviessen por orate.»

23. «La ficcion mas perjudicial de todas en la Religion Cathólica que
vuestra Merced professa, (que en la nuestra no tendria inconveniente,)
es aquella con que el bribon del tunante hace á su Gerundio del
estado religioso. No hay ni el mas leve rasgo de esso en todo lo que
he registrado, porque al Predicador de que se trata no se le señala
estado ni profession: por esso, todo quanto se dice de su vocacion,
noviciado, estudios, empléos, etc., se lo regaló de su bella gracia
el Ilustríssimo Señor Isaac-Ibrahim Abusemblat, co-Epíscopo del Gran
Cayro.»

24. «El mismo concepto se ha de hacer de su inseparable amigo y
compañero Fray Blas, del qual no se halla ni la mas leve mencion en
todos estos papeles. Solo se da una noticia vaga y general de otro
Compañero del Predicador anónymo, que con su mala doctrina y peor
exemplo contribuyó mucho á estragarle. Por tanto, aunque todos los
razonamientos del ex-Provincial y del Maestro Prudencio son graves,
macizos y ponderosos, debo prevenir á vuestra Merced para su govierno,
que no se encuentran en los documentos originales.»

25. «Mucho ménos se lee en ninguno de ellos el nombre de _Bastian_ ni
el apellido de _Borrego_, ni puedo discurrir el motivo que tendria el
Señor Tunante para poner en boca del sesudo Labrador Bastian Borrego
las graciosas, pero solidíssimas reflexiones que hizo en la granja con
el Maestro Prudencio. Solamente congeturo que, haviendo hecho Campesino
á su Gerundio, aplicó á los interlocutores aquellos apellidos que
son freqüentes en esta Provincia, escogiendo quizá los que á su modo
de entender le parecian ridículos; pero, si tuvo por tal el apellido
de _Borrego_, acreditó igualmente su malicia que su ignorancia. No
tiene mas de ridículo el apellido de _Borrego_ que los de _Carnero_,
_Vaca_, _Mula_, _Leon_, _Osorio_ (de Oso), y entre las aves _Aguila_,
_Paxarillo_, _Paxaron_, _Gallo_, _Palomo_ y otros muchos, con que
se honran tantas familias distinguidas, y algunas de la mas elevada
nobleza. Aún vuestra Merced mismo no pierde nada por llamarse _Lobon_,
siendo tan conocida en la Historia Eclesiástica de España desde el
primer siglo de la Iglesia aquella famosa Matrona _Lupa_ ó _Luparia_,
que algunos hacen Reina y todos suponen Señora nobilíssima; y, en fin,
allá en Inglaterra todos tenemos mucha noticia de la gran casa de
_Villalobos_.»

26. «Los documentos, que vuestra Merced tuvo presentes para componer
la segunda parte, no son mas fieles que los que le guiaron para formar
la primera. El Señor Abusemblat le vendió á vuestra Merced gato por
liebre, y le puso delante todo lo que á él se le antojó. Aquellos
_Apuntamientos sobre los vicios del estilo_ son un bello trozo de
rhetórica, que me acuerdo haver leído no sé donde; pero bien sé, que
en estos papeles Syriacos, Arábigos y Caldéos no he leído ni una sola
palabra de tales apuntamientos. La carta que el Estudiante Rhetórico
de Villagarcía escrivió á su Padre, la tengo por apócrypha; pero, pues
vuestra Merced está en el mismo lugar, le será facil averiguar la
verdad ó la suposicion de esta noticia.»

27. «Una pintura que hace vuestra Merced de no sé qué convite en un
Convento de Monjas, allá en el capítulo 3º del libro 4º, bien sé que
la sacó á la letra del instrumento traducido, que está notado con el
número 97; pero el original á que se remite no habla mas de Monjas
que de berengenas. Es una relacion Arábiga de la toma de Damasco en
tiempo de las cruzadas. Sin duda que al tunanton le debieron de tratar
mal algunas Monjas, conociendo quien era y no dexándose engañar de
sus embustes, y él para vengarse fingió de su cabeza todos aquellos
absurdos, que no caben ni se pueden creer del recogimiento y modestia
que dicen professan las Religiosas; que yo, aunque he viajado mucho por
payses Cathólicos, no las he tratado mucho, pero siempre he oído hablar
de ellas con estimacion y respeto.»

28. «No puedo negar, que me cayó muy en gracia todo quanto en esta
segunda parte se pone en boca del Familiar, que es mucho y bueno. Se
conoce que el Señor co-Epíscopo no era lerdo: assí fuera tan veraz
como advertido; pero debo decir á vuestra Merced, para descargo de mi
conciencia, que todo esto fué de su invencion, y nada de essos papeles.
Aún assí y todo, se descuidó su Señoría en guardar conseqüencia; porque
en una parte llama _Cuco_ al hijo del Familiar, y en otro le llama
_Bertholo_. Verdad es que lo podrá componer, diciendo que el muchacho
se llamaba _Cuco-Bertholo_ ó _Bertholo-Cuco_. El terrible razonamiento
del Magistral de Leon tambien es lástima que no se encuentre en estos
documentos; pero al fin, aunque sea fingido que lo dixo, es cierto que
todo quanto en él se dice es muy verdadero.»

29. «Todo el capítulo 8º del libro 4º, en que se trata de aquel
Cavallerito mono, ó mona, furioso remedador de los Franceses, es de
exquisita sal, y solo por él merece el co-Epíscopo del Gran Cayro, que
vuestra Merced dé por bien empleado quanto le agasajó y le regaló, y
que le perdone todo lo que le engañó. Fácilmente puede vuestra Merced
discurrir, que en estos mamotretos Orientales no se toca ni se puede
tocar tal especie; pero, si vuestra Merced se resolviere á publicar su
obra, reformándola y poniéndola otro título, le aconsejo que de esse
capítulo no mude ni una silaba.»

30. «Lo mismo digo del capítulo 9º del libro 5º, en que se habla del
intolerable abuso de las Mugeres Cathólicas, que se visten por gala los
hábitos de las Religiones, ú otros de capricho que ellas inventan. Si
esto lo hicieran las de mi Religion, las aplaudiriamos mucho, porque
sería la mas graciosa invencion para zumbarse de los trages Religiosos,
de que hacen tanta burla; pero en Mugeres Cathólicas parece que no se
debe tolerar. Como quiera, el Tunante le dexó á vuestra Merced escrita
una sátyra de grande importancia, que debe engastarse en oro, y no
importa que la huviesse puesto en el estilo zafio del Familiar, ni esto
se debe censurar como inverisímil ó como dissonante, pues quiso dar á
entender, que para conocer el absurdo de este abuso no era menester ser
Cathedrático ni culto; porque su misma dissonancia da en los ojos á
qualquiera que tenga medianamente puesta la razon natural.»

31. «Una cosa debe vuestra Merced borrar absolutamente, y es toda
la instruccion que se supone da el lugar de _Pero-Rubio_ á los
Predicadores de Semana Santa. Yo no sé si con efecto hay en España
tal lugar de _Pero-Rubio_; pero, háigale ó no le haiga, es cierto,
que ni de tal instruccion ni de tal lugar se hace mencion en los
manuscritos originales, y que fué pura phantasía del Señor Abusemblat.
Tengo noticia de que en varias partes de España se toleran, assí en
la Semana Santa como en otras festividades, especialmente en la que
Ustedes llaman del Córpus, algunas mamarrachadas, que hacen ridículos
los mysterios de la Religion Romana, y nos dan grandes materiales á
nosotros, á quienes Ustedes nos tratan de hereges, para reírnos de
algunos que impugnamos. Por allá nos causa admiracion de que sufran
esto los que fácilmente lo pudieran remediar. Los passos de la Passion
son buenos para meditados, y tambien para representados en imágenes ó
estatuas que aviven la consideracion, en lo qual no me conformo con los
de mi secta, que se burlan de todas las imágenes sagradas, al mismo
tiempo que hacen tanta estimacion de las profanas, tratando algunas
con mucha veneracion. Debo este testimonio á la verdad, porque soy
hombre sincero y hablo en país libre; que en Inglaterra yo me guardaria
bien de hablar de esta manera. Bien está, pues, que los passos de la
Passion, y tambien los demas, que constan assí de la Historia sagrada
como de la eclesiástica, se hagan presentes á la vista por el pincel,
por la prensa, por el buril y por el escoplo; quanto mayor sea la
viveza con que se figuren, contemplo que será mayor la impression
que harán en los ánimos piadosos. Pero, que la persona de Christo y
la de los Apóstoles en algunos lances de la Historia evangélica se
representen al vivo por algunos hombres de la ínfima classe del pueblo,
y tal vez no los de mejores costumbres, ignorantes y atestados de vino,
perdónenme los que lo sufren, que allá nos disuena mucho.»

32. «En virtud de esto que he oído decir, tengo por cierto, que en
varios lugares de España se practicarán distributivamente todas las
extravagancias, que supone la fingida instruccion de Pero-Rubio, esto
es, que unas se practicarán en unos, y otras en otros; pero no es
verisímil, que en un solo lugar se practiquen todas. Y como quiera,
no constando de estos originales ni que haya tal lugar de Pero-Rubio,
ni mucho ménos que se representen en él essos passos theatrales, soy
de sentir que vuestra Merced debe reformar esse passage, ó á lo ménos
prevenir, que no está muy seguro de que no se haya padecido alguna
equivocacion en lo que se atribuye á Pero-Rubio.»

33. «Finalmente, para convencer á vuestra Merced demonstrativamente
de que no debiera haverse fiado de la llamada traduccion legal del
co-Epíscopo del Gran Cayro, no es menester mas que hacer un poco de
reflexion á los anacronismos, en que están hirviendo sus papeles. Por
una parte supone á Fray Gerundio muy anterior á la irrupcion de los
Moros en España, y por otra le llama _Fray_, cosa que ni en España ni
en parte alguna del mundo se usó hasta muchos siglos despues. Aquí dice
que floreció en siglos muy atrasados, y allí cita dichos, escritos y
hechos, que sucedieron ayer y casi están sucediendo hoy. Si me huviera
de detener á particularizar todos estos anacronismos, seria menester
recapitular toda la obra; pero basta esta insinuacion para que vuestra
Merced caiga en cuenta.»

34. «En los demas papeles, de que todavía no se ha valido vuestra
Merced, porque las reservaria sin duda para la tercera parte, hallo
otras mil graciosas invenciones del Tunante, tan fingidas como las
passadas. Trátase en ellos del ridículo modo con que entendia Fray
Gerundio el mandato de casi todos los Señores Obispos de España, de
explicar por lo ménos un punto de doctrina christiana en la salutacion
de todos los sermones, y de lo que le passó con un Prelado zeloso.
Háblase mucho de un Sermon de _Confalon_, que predicó en la Ciudad
de Toro; de otro llamado del _Vexilla_, en Medina del Campo; de un
Adviento y de una Quaresma, en varios lugares; de Pláticas á Monjas; de
una Mission que hizo en cierta parte; y concluye el Señor Abusemblat
sus apuntamientos con la conversion de Fray Gerundio al verdadero
modo de predicar, efecto de no sé qué libro convincente que la divina
Providencia le puso en las manos, de su muerte exemplar, precedida
de una pública retractacion de los disparates que havia hecho en sus
sermones, y de una pathética exhortacion que hizo á sus Frayles, para
que predicassen siempre la palabra de Dios con el decoro, gravedad,
juício, nervio y zelo que pide tan sagrado ministerio.»

35. «Es cierto, que el Armenio de mis pecados dice admirables cosas en
todos estos documentos, assí de las que pertenecen á su idéa principal,
como de otras accessorias que entretexe al modo de las antecedentes,
y tocan en costumbres, escritores, críticos, mesas, trages,
extravagancias mal usadas y peor toleradas, en las processiones, abusos
de rosarios públicos, de las novenas, de las imágenes sagradas en
esquinas de las calles y zaguanes de las casas, y, finalmente, en otras
cien materias, todas de grande importancia y tratadas, á mi ver, con
solidez y con gracia. Pero mi conclusion es que nada, nada de esto se
halla en los papeles Arábigos, Syriacos y Caldéos, que á vuestra Merced
le ha vendido por originales.»

36. «En virtud de todo lo qual, haciéndome por una parte gran lástima
que no salga á la luz pública una obra como la que vuestra Merced tiene
trabajada, y no pudiendo por otra negar este testimonio á la verdad,
ni este desengaño á la confianza que le merezco, soy de parecer que
vuestra Merced no la suprima; pero que, ó ya la continúe ó ya la dé por
concluída, mude solamente el título y la divulgue de esta manera:

_Historia_ =que pudo ser= _del famoso Predicador Fray Gerundio de
Campazas_.»

37. Viste tal vez, quando se cae de repente el techo de una casa y
coge debaxo á un perro, sea dogo, galgo ó perdiguero, como se queda
espatarrado? Pues assí, ni mas ni ménos, me quedé yo, quando acabó
el Mylor Inglés su razonamiento. Por mas de un quarto de hora quedé
atónito, enagenado, fuera de mí, sin acertar á hablar palabra; pero,
recobrados los espíritus y dándome una palmadita en la frente, me
acordé que todo esto ya lo havia dicho yo en mi Prólogo, protestando
que yo era el Padre y la Madre, el Hacedor y el Criador de Fray
Gerundio; con que, Lector mio, vamos á otra cosa, y cátate el cuento
acabado.



NOTAS AL TOMO SEGUNDO.


  [1] Pág. 1, l. 9. =La escuela griega=, por antífrasis, para denotar
  los hermanos laicos, donados y otros, los mas ignorantes de todos,
  que no entendian siquiera el latin. Esta mofa parece fué muy comun
  en los conventos.

  [2] P. 5, l. 6. Al márgen del manuscrito hay esta nota en la letra
  del P. Isla: «Aplicacion ridícula de los textos de la Escritura.»

  [3] P. 6, l. 36. Nota al márgen del manuscrito: «Abuso de la
  Escritura.» La misma nota se repite al párrafo 20.

  [4] P. 12, l. 36. =Las Luces.= En el ms. hay _las Sudes_; pero,
  como no existe tal voz, debe de ser error por _Luces_, que
  corresponde á la palabra _Candles_, que trahe la version inglesa.

  [5] P. 18, l. 4. En el ms. se lee _yerro_, y para evitar toda
  equivocacion he adoptado la ortografía moderna.

  [6] P. 24, l. 37. =Colegial mayor=, el que tiene beca en algun
  colegio mayor. _Magistral_: epíteto dado en las iglesias catedrales
  á una de las cuatro canongías de oficio, cuyo cargo es predicar;
  y tambien el sugeto que ha obtenido y posée esa canongía.
  _Diccionario de Dominguez._ En la edicion de 1768 hay aquí una nota
  marginal de letra de la época, que dice: «El Magistral de Leon era
  el Sr. Quadrillero, Obispo que fué de Ciudad Rodrigo, y natural de
  Palazuelos en Campos.»

  [7] P. 24, l. 43. =Canónigos de cuello ancho=, los que no eran
  obligados á llevar el hábito, y podian vestir como gustaban.

  [8] P. 25, l. 5. En el ms. hay: _se apeó otro Labrador_. Pero, como
  ántes no se ha hablado de labrador ninguno, he preferido conservar
  el _un_, que es la leccion de todas las ediciones.

  [9] P. 25, l. 11. =Donado=, la persona que está en alguna órden,
  destinada al servicio de la comunidad, sin ser ni novicia ni
  profesa, pero que gasta una especie de hábito religioso análogo al
  de la órden en que sirva. _Dicc. de Dominguez._

  [10] P. 26, l. 20. El ms. lee: _Engañóse mucho, porque á lo ménos
  era Vicario_ etc., estando tachadas las palabras: _á lo ménos_. Se
  ha conservado la leccion de las ediciones impresas, que parece la
  buena. -- _Vicario de monjas_, el sugeto que pone el superior de
  alguna órden regular para que las asista y dirija en los conventos
  sugetos á su jurisdiccion. _Dicc. de Dominguez._

  [11] P. 28, l. 13-24. Este trozo es inédito (Nota del transcriptor:
  desde «estas siempre piden licencia para rezar» hasta aquí).

  [12] P. 34, l. 19. =La paz.= En la misa se llama la ceremonia en
  que el celebrante besa la patena, y luego abraza al diácono, y este
  al subdiácono, y en las catedrales se da á besar al coro una imágen
  ó reliquia, y á los que hacen cabeza del pueblo. Llámase tambien
  _paz_ la misma reliquia ó imágen. _Academia._

  [13] P. 36, l. 38. Al márgen del ms.: «Disparatada introduccion,
  parecida á innumerables.»

  [14] P. 43, l. 33. En el ms. hay _tener_ por _tenerles_.

  [15] P. 43, l. 38. Estas palabras «lo hizo con tal primor, llamando
  tanto las curiosidades,» las ha suplido una nota manuscrita de
  la edicion de 1768. Si se conserva la leccion del ms., el pasage
  corre así: «porque esto de probar que Campazas era el solar y la
  patria del Santíssimo Sacramento y que, si no havia Sacramento en
  Campazas, no havia en la Iglesia fé: qué seis granos de láudano
  bastarian para amodorrar al mas dormilon y soñoliento?» Las
  palabras añadidas dan un sentido cabal á la frase, que otramente
  está demasiadamente concisa.

  [16] P. 49, l. 42. =Bomba=, voz que se usa en los banquetes,
  tertulias y otras reuniones, para llamar la atencion de los
  concurrentes y anunciar, que se va á improvisar ó recitar algun
  verso ó bríndis. _Dicc. de Dominguez._

  [17] P. 54, l. 9. Ya se sabe que este epigrama es de Marcial; pero
  el P. Isla habrá escrito Horacio de propósito, para mostrar lo poco
  que conocia el canónigo á los autores clásicos.

  [18] P. 66, l. 7. Estos tres párrafos 27, 28 y 29 son enteramente
  inéditos, y solo la edicion de 1768 trahe el 30, el cual no
  obstante se ha suprimido en las posteriores.

  [19] P. 68, l. 38. _Y, lo que es mas_, etc. Estos dos renglones no
  se hallan en el ms. original, pero sí como adicion manuscrita en la
  edicion de 1768.

  [20] P. 72, l. 19. =Dialectica cavillatrix.= Demasiada razon
  tuvo el docto Magistral para esta invectiva, conociendo sin duda
  cuantas y cuales cuestiones monstruosas havia hecho nacer aquella
  dialéctica en la imaginacion traviesa de ciertos disputadores
  teológicos; como _utrum Deus potuerit suppositare mulierem,
  vel diabolum, vel asinum, vel silicem, vel cucurbitam; et, si
  suppositasset cucurbitam, quemadmodum fuerit concionatura, editura
  miracula, et quonam modo fuisset fixa cruci_, etc.

  [21] P. 76, l. 44. =El púlpito no tiene poste.= Asistir al poste,
  en algunas universidades, es ponerse el catedrático, despues
  de bajarse de la cátedra, á esperar por cierto tiempo si á los
  discípulos se les ofrece alguna dificultad, para resolvérsela ó
  desatársela, etc. _Dicc. de Dominguez._

  [22] P. 78, l. 30. =Llamábase Don Cárlos.= En la edicion de 1768
  hay la siguiente nota manuscrita: «Este caballero afrancesado se
  cree que es un tal Castañon de la Bañeza.»

  [23] P. 86, l. 45. =La célebre Historia de=... En la edicion de
  1768 hay la siguiente nota manuscrita; «La Historia del pueblo de
  Dios?» Se alude probablemente á la _Histoire du peuple de Dieu etc.
  par I. J. Berruyer_, Paris 1728, 7 tomos in-4º, y su continuacion,
  la Haya (Paris) 1755, 4 tomos in-4º.

  [24] P. 87, l. 2. Este trozo, desde _la materia_ hasta y con _los
  francesismos de esta_, ha estado inédito hasta ahora.

  [25] P. 100, l. 24. En el ms. original está tachada la nota
  marginal siguiente, de letra del autor: «Murió el P. D. Nicolas
  Gallo poco tiempo despues que se escribió esto.»

  [26] P. 104, l. 11. Este verso, por desvergonzado que sea, parece
  haber corrido con bastante aplauso, ya que se encuentra tambien con
  su explicacion en la _Menagiana_ I, 73 (Amsterdam 1762). En el ms.
  está tachado, pero probablemente por mano del censor.

  [27] P. 109, l. 18. =Escrúpulos de Mari-Gargajo.= Esta leccion
  se halla como enmienda manuscrita en la edicion de 1768; en el
  ms. original hay _Fray Gargajo_, y tal vez hubiera sido mejor no
  adoptar la variante.

  [28] P. 119, l. 36. Segun el ms. el primer período de este párrafo
  se ha de leer así: «No gustó mucho Fray Blas de la tal réplica,
  ora fuesse porque efectivamente conoció de botones adentro el
  disparate, ora porque se empeñó en llevarle adelante, y assí le
  dixo», etc. Así se corrija. En cuanto á las otras palabras, no se
  encuentran sino en la edicion de 1768, donde se han añadido en nota
  manuscrita, y tampoco se hallan en la version inglesa.

  [29] P. 138, l. 7. En el ms. hay aquí la nota marginal autógrafa
  siguiente: «Poco tiempo despues que esto se escrivió, fué electo
  digníssimo Obispo de Guadiz y Baza.» -- En la edicion de 1768 se ha
  incluído esta nota en el texto.

  [30] P. 149, l. 3. Estos cinco párrafos 8-12 son inéditos.

  [31] P. 152, l. 16. Tambien lo son los párrafos restantes 18-30
  de este capítulo, siendo así que en las ediciones anteriores va
  sustituído en su lugar un pequeño trozo, que en la de Monlau ocupa
  30 renglones, y en la presente apénas pediria el mismo número.

  [32] P. 183, l. 14. =Se restituía al alcándara.= El ms. dice _á la
  gandara_; pero, como no existe tal palabra, no he dudado en adoptar
  la correccion, que se halla manuscrita en la edicion de 1768 y
  corresponde perfectamente á la version inglesa.



Imprenta de F. A. Brockhaus, Leipzig.



*** End of this LibraryBlog Digital Book "Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias - Zotes (2 de 2)" ***

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