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Title: Divinas palabras : $b Tragicomedia de aldea
Author: Valle-Inclán, Ramón del
Language: Spanish
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NOTA DE TRANSCRIPCIÓN

  * Las cursivas se muestran entre _subrayados_ y las versalitas se han
    convertido a MAYÚSCULAS.

  * Los errores de imprenta han sido corregidos.

  * La ortografía del texto original ha sido modernizada de acuerdo con
    las normas publicadas en 2010 por la Real Academia Española.

  * Las páginas en blanco han sido eliminadas.

  * Se ha compilado y añadido un Índice al final del libro pese a que
    el original impreso no lo incluye.



  COSTE
  DIECISÉIS
  REALES
  DE VELLÓN



Tipografía Yagües. — Nuncio, 8. — Madrid. — Teléfono 44-99.



DIVINAS PALABRAS



  DIVINAS PALABRAS
  TRAGICOMEDIA

  POR
  DON RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN

  OPERA OMNIA

  VOL. XVII



DRAMATIS PERSONÆ


  LUCERO, QUE OTRAS VECES SE LLAMA SÉPTIMO MIAU Y COMPADRE MIAU
  POCA PENA, SU MANCEBA
  JUANA LA REINA Y EL HIJO IDIOTA
  PEDRO GAILO, SACRISTÁN DE SAN CLEMENTE; MARI-GAILA, SU MUJER, Y
    SIMONIÑA, NACIDA DE LOS DOS
  ROSA LA TATULA, VIEJA MENDIGA
  MIGUELÍN EL PADRONÉS, MOZO LEÑADOR
  UN CHALÁN
  MUJERUCAS QUE LLENAN LOS CÁNTAROS EN LA FUENTE
  MARICA DEL REINO CON OTRAS MUJERUCAS
  UN ALCALDE PEDÁNEO
  UNA RAPAZA
  EL CIEGO DE GONDAR
  EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN
  UN PEREGRINO
  LA PAREJA DE CIVILES
  UN MATRIMONIO DE LABRIEGOS CON UNA HIJA ENFERMA
  LA VENTERA
  SERENÍN DE BRETAL
  UNA VIEJA EN UN VENTANO
  UNA MUJER EN PREÑEZ
  OTRA VECINA
  UN SOLDADO CON EL CANUTO DE LA LICENCIA
  LUDOVINA LA TABERNERA
  TROPAS DE RAPACES CON BURLAS Y CANCIONES
  BEATERIO DE VIEJAS Y MOZAS
  BENITA LA COSTURERA
  QUINTÍN PINTADO
  MILÓN DE LA ARNOYA
  COIMBRA, PERRO SABIO
  COLORÍN, PÁJARO ADIVINO
  EL TRASGO CABRÍO
  UN SAPO ANÓNIMO QUE CANTA EN LA NOCHE
  FINAL DE GRITOS Y ATRUJOS MOCERILES



  OPERA OMNIA

  DIVINAS PALABRAS
  TRAGICOMEDIA DE ALDEA

  VOL. XVII



JORNADA PRIMERA



DIVINAS PALABRAS: JORNADA PRIMERA: ESCENA PRIMERA


_San Clemente, anejo de Viana Del Prior. Iglesia de aldea sobre la cruz
de dos caminos, en medio de una quintana con sepulturas y cipreses.
Pedro Gailo, el sacristán, apaga los cirios bajo el pórtico románico.
Es un viejo fúnebre, amarillo de cara y manos, barbas mal rapadas,
sotana y roquete. Sacude los dedos, sopla sobre las yemas renegridas,
las rasca en las columnas del pórtico. Y es siempre a conversar consigo
mismo, huraño el gesto, las oraciones deshilvanadas._

PEDRO GAILO

...Aquellos viniéronse a poner en el camino, mirando al altar. Estos
que andan muchas tierras, torcida gente. La peor ley. Por donde van
muestran sus malas artes. ¡Dónde aquellos viniéronse a poner! ¡Todos de
la uña! ¡Gente que no trabaja y corre caminos!...

_Pedro Gailo se pasa la mano por la frente, y los cuatro pelos quédanle
de punta. Sus ojos con estrabismo miran hacia la carretera donde
hacen huelgo dos farandules, pareja de hombre y mujer con un niño
pequeño, flor de su mancebía. Ella triste y esbelta, la falda corta, un
toquillón azul, peines y rizos. El hombre, gorra de visera, la guitarra
en la funda, y el perro sabio sujeto de un rojo cordón mugriento.
Están sentados en la cuneta, de cara al pórtico de la iglesia: Habla
el hombre, y la mujer escucha zarandeando al niño que llora. A esta
mujer la conocen con diversos nombres, y, según cambian las tierras,
es Julia, Rosina, Matilde, Pepa la Morena. El nombre del farandul es
otro enigma, pero la mujer le dice Lucero. Ella recibe de su coime el
dictado de Poca Pena._

LUCERO

Tocante al crío, pasando de noche por alguna villa, convendría soltarlo.

POCA PENA

¡Casta de mal padre!

LUCERO

Pon que no lo sea.

POCA PENA

Tú mismo eres a titularte de cabra.

LUCERO

Pues titulándome padre del crío, considero que no debo legarle mi mala
leche.

POCA PENA

¿Qué estás ideando? ¡No te pido correspondencias para mí, te pido que
tengas entrañas de padre!

LUCERO

¡Porque las tengo!

POCA PENA

Si el hijo me desaparece, o se me muere por tus malas artes, te hundo
esta navaja en el costado. ¡Lucero, no me dejes sin hijo!

LUCERO

Haremos otro.

POCA PENA

¡Ten caridad, Lucero!

LUCERO

Cambia la tocata.

POCA PENA

¡Escapado de un presidio!

_Lucero hace un gesto desdeñoso, y con la mano vuelta pega en la boca
de la coima, que, gimoteando, se pasa por los labios una punta del
pañuelo. Mirando la sangre en el hilado, la coima se ahínca a llorar,
y el hombre tose con sorna, al compás que saca chispas del yesquero.
Pedro Gailo el sacristán levanta los brazos entre las columnas del
pórtico._

PEDRO GAILO

¡A otro lugar era el iros con vuestros malos ejemplos, y no venir con
ellos a delante de Dios!

LUCERO

Dios no mira lo que hacemos: Tiene la cara vuelta.

PEDRO GAILO

¡Descomulgado!

LUCERO

¡A mucha honra! ¡Veinte años llevo sin entrar en la iglesia!

PEDRO GAILO

¿Te titulas amigo del Diablo?

LUCERO

Somos compadres.

PEDRO GAILO

Ahora ríes enseñando los dientes, ya te llegará el rechinarlos.

LUCERO

No temo esa hora.

POCA PENA

Hasta las bestias del monte temen.

PEDRO GAILO

Para toda conducta hay premio o castigo, enseña la doctrina de Nuestra
Santa Madre la Iglesia.

LUCERO

Cambie usted la tocata, amigo. Esa polka es muy antigua.

PEDRO GAILO

Dios Nuestro Señor no baja su dedo porque yo calle.

LUCERO

¡Bueno!

_Una vieja con mantilla de paño pardo sale al pórtico, después otra,
más tarde otra. Salen deshiladas, portan agua bendita en el cuenco de
las manos y la van regando sobre las sepulturas. La última tira de
un dornajo con cuatro ruedas, camastro en donde bailotea adormecido
un enano hidrocéfalo. Juana la Reina, sombra terrosa y descalza que
mendiga por ferias y romerías con su engendro, interroga al sacristán,
de quien es hermana._

LA REINA

¿Cómo no disteis la comunión en la misa?

PEDRO GAILO

No había partículas en el copón.

LA REINA

Hacía cuenta de recibir a Dios. La tierra me llama.

PEDRO GAILO

Sí que estás decaída.

LA REINA

Esta madre roe en mí.

PEDRO GAILO

¡Madre llamas a la tierra! ¡Madre es de todos los pecadores! ¿Y el
sobrino va despertándose? Él alumbra algún conocimiento, hermana mía.

LA REINA

¡Malpocado!

_Pedro Gailo pone su ojo bizco sobre el enano, que con expresión lela
mueve la enorme cabezota. Y la madre le espanta las moscas que acuden a
posarse sobre la boca belfa donde el bozo negrea. Tirando del dornajo
cruza la quintana y sale a las sombras de la carretera. El perro del
farandul, levantado en dos patas, ensaya un paso de danza ante aquella
figura triste y color de tierra. Lentamente el animal se dobla, y
agacha la cola aullando con el aullido que reservan los canes para el
aire del muerto. Lucero silba, y el perro, otra vez en dos patas, va
para su amo, que ríe guiñando un ojo._

LUCERO

Este animal tiene pacto con el compadre Satanás.

PEDRO GAILO

Hasta que tope quien le diga los exorcismos y reviente en un trueno.

LUCERO

Reventaremos los dos.

PEDRO GAILO

Con la verdad quieres levantar una duda.

LUCERO

Me has conocido el pecado.

POCA PENA

¡Cuánta pamema!

LUCERO

¡Ven acá, Coimbra! Y mira mucho cómo respondes a una pregunta. Mano
derecha para el Sí. Mano siniestra para el No. El rabo te queda para
El Qué Sé Yo. Y ahora responde sin mentira: ¿A este amigo su señora le
hace Don Cornelio?

_Coimbra, siempre en dos pies, reflexiona moviendo la cabeza manchada
de negro y azafrán, con cascabeles en la punta de las orejas. Poco a
poco, poseída del espíritu profético, queda inmóvil mirando a su dueño,
y tras un momento de vacilar, temblantes los cascabeles de las orejas,
comienza a mover furiosamente el brazuelo izquierdo._

LUCERO

Amigo, Coimbra responde que no. Ahora va a decirnos otra cosa:
¿Coimbra, tendrías ciencia para conocer si este amigo está llamado a
ser de la Cofradía de los Coronados? Mano derecha para el Sí. Mano
siniestra para el No. El rabo le queda a usted, señorita, para El Qué
Sé Yo.

_Coimbra, moviendo la cola y ladrando, vuelve a saltar en dos patas,
y con leve y alterno temblor en los brazuelos, se avizora mirando al
farandul. Los cascabeles de las orejas tienen un largo y sutil temblor.
El farandul sonríe siempre guiñando un ojo, y de pronto la perra se
decide a levantar el brazuelo derecho._

LUCERO

¿No estarás equivocada, Coimbra? Saluda, Coimbra, y pide perdón a este
amigo de haberle calumniado.

PEDRO GAILO

¡Mala ralea! Burlas de un réprobo no afrentan.

LUCERO

Amigo, hay que tomarlo como juego. ¡Al avío, Poca Pena!

PEDRO GAILO

Mucho vas a reír en los infiernos.

_Poca Pena tercia el pañolón, recogiendo al niño en sus pliegues, y el
farandul se carga a la espalda la jaula del Pájaro Sabio. Caminan._

POCA PENA

¡Ten entrañas de padre, Lucero!

LUCERO

¡Boca callada!

POCA PENA

Romperé la esclavitud de esta vida. Me desapartaré de ti.

LUCERO

¿Sospechas que iría a cortejarte? Estás engañada.

POCA PENA

Ya fuiste una vez y a un hombre diste muerte.

LUCERO

Mi intención no era.

POCA PENA

Si el golpe venía para mí, ¿por qué lo erraste?

LUCERO

Suspende la tocata. ¿Tiene alpiste el pájaro?

POCA PENA

Se niega a comer.

LUCERO

Coimbra, ¿dónde encontraremos otro? ¿Te parece pedírselo al compadre
Satanás?

POCA PENA

¡Pamemas!

_Se desconsuela el niño en brazos de la madre, y sobre la espalda del
errante bambolea la jaula del pajarito que saca la suerte: Dorada bajo
el sol, es Alcázar de la Ilusión._



JORNADA PRIMERA: ESCENA II


_Paraje de árboles sobre la carretera. Juana la Reina, en aquellas
sombras, pide limosna con el pañuelo de flores abierto en las ribas de
la cuneta, y el enano hundido en el jergón del dornajo, vicioso bajo la
manta remendada, hace su mueca._

LA REINA

¡Un bien de caridad para el desgraciado sin luz de razón! ¡Miradle tan
falto de valimiento!

_A lo largo de sus palabras, gime oprimiéndose los vacíos. Y Rosa la
Tatula, que en el buen tiempo de romerías y sementeras también pide
limosna, le da sus consejos de vieja prudente y doctora._

LA TATULA

Habías de estar en el Hospital de Santiago. ¡Te entró fiera la dolor!

LA REINA

¡Años va que no me deja!

LA TATULA

¡Y fortuna que el hijo te vale un horno de pan!

LA REINA

¡Pudiera él salir de su jergón, aun cuando contra su madre, con un
puñal desnudo se viniera!

LA TATULA

Dios Nuestro Señor te lo dio así, y con ello se cumple su divina
voluntad.

LA REINA

¿Has visto que vaya contra ella?

_Suspirando y tranqueando, con un plato de peltre en las manos, iba al
encuentro de los ricos feriantes. Un chalán que conduce novillos del
monte, levantándose sobre los estribos, da voces por que se aparte del
camino._

EL CHALÁN

¡Eh!... ¡No me espantes el ganado!

_La mendiga, oprimiéndose los flancos, vuelve a la sombra de los
robles. Tiene los ojos con vidrio, y la boca del color de la tierra.
Los juvencos del monte, berrendos en negro, desfilan en una nube de
polvo, y el chalán, de perfil romano, encendido y obeso, trota a la
zaga._

LA REINA

¡Ay, muero! ¡Ay, muero!

LA TATULA

¿Es mucha la dolor?

LA REINA

¡Un gato que me come en el propio lugar del pecado!

LA TATULA

¡Es mal de ijada!

LA REINA

¡Un trago de anisado dábame la vida!

LA TATULA

Alguno pasará que lleve su caneco.

LA REINA

¡El Señor me abra sus puertas!

LA TATULA

Los trabajos del mundo ganan el Cielo.

LA REINA

¡Este día acabo!

_Se dobla con la boca pegada a la tierra, el pelo sobre las mejillas,
y las manos arañando la yerba. Bajo el cairel roído del refajo, las
canillas y los pies descalzos son de cera. Rosa la Tatula la contempla
con expresión de sobresalto._

LA TATULA

¡Prueba a levantarte! ¡No entregues el alma en este camino, criatura!
¡Tienes que hacer confesión y ponerte a las buenas con el Señor!

LA REINA

¡Ay, qué gran romaje! ¡No falta condumio!

LA TATULA

La dolor te priva el sentido.

LA REINA

¡Recogedme ese pañuelo, que no le cabe encima más moneda!... ¡Calla,
Laureano!... ¡Ay, qué bueno!...

LA TATULA

¡San Blas! ¿Esto es delirio?

LA REINA

¡Marelo, pon un vaso de agua de limón! ¡Hay dinero, Marelo!... ¡Hay
dinero!

LA TATULA

¡Juana Reino, no acabes aquí, que me comprometes! ¡Prueba a tenerte!
¡Vamos para la aldea!

LA REINA

¡Qué estrellón en el Cielo!

_La Tatula intenta levantar aquella reliquia doliente, y el cuerpo
flácil y deshecho escúrrese alzando los brazos como dos aspas._

LA TATULA

¡Ay, qué rajo!

_A lo lejos, bajo chatas parras, sostenidas en postes de piedra, asoma
un mozuelo, y tras esta figura se diseña el perfil de otra figura
tendida a la sombra. El rapaz, requiriendo el palo, échase a los
hombros el tabanquillo de los lañadores. Es Miguelín el Padronés, uno
que anda caminos, al cual por sus dengues le suele acontecer en ferias
y mercados que lo corran y afrenten. Miguelín lleva arete en la oreja._

LA REINA

¡Acude acá, cristiano!

MIGUELÍN

Si es por que te socorra, ya estoy cerca.

LA TATULA

¡Ven acá, por el alma de quien te trajo al mundo!

MIGUELÍN

Me parió mi suegra.

LA TATULA

Deja esos relatos. ¡La acudió una dolor de alferecía a Juana la Reina!

MIGUELÍN

Friégala con ortigas.

LA TATULA

¡Ven acá, mal cristiano!

MIGUELÍN

Ahora acude el Compadre Miau.

_El otro que estaba tumbado a la sombra de las parras, ya se
incorporaba y salía a la luz. Es aquel farandul otras veces visto en
compañía de una mujer apenada que le llamaba Lucero._

MIGUELÍN

¿Bajamos, Compadre Miau?

EL COMPADRE MIAU

Solamente veríamos la mueca de la muerte.

MIGUELÍN

¿A usted le mandó el aire?

EL COMPADRE MIAU

Hace rato mandóselo a Coimbra.

LA TATULA

¿Qué receláis, cativos?

EL COMPADRE MIAU

Puesto que por nuestro nombre nos llama, vamos para allá caminando.

_Los dos compadres bajan hacia la carretera. Miguelín se busca con la
lengua un lunar rizoso que tiene a un canto de la boca, y el otro bate
el yesquero. En la sombra de los robles yace la pordiosera inmóvil y
aplastada. Las canillas desnudas salen del refajo como dos cirios de
cera._

LA TATULA

¡Juana Reino! ¡Juana Reino!

EL COMPADRE MIAU

No esperes respuesta: Te cumple llevar aviso a las familias. Solamente
declaras media verdad: Que en este paraje le entró dolor, y que con el
dolor queda. Esa mujer ya está difunta.

LA TATULA

¡San Blas! ¡Que me cueste andar en justicias tener el corazón de
manteca!

EL COMPADRE MIAU

Excusado decir que a mí para nada me nombras...

LA TATULA

¿Y quién advirtió que era muerta?

EL COMPADRE MIAU

No me nombras.

LA TATULA

¿Y si me llaman a declarar?

EL COMPADRE MIAU

No me nombras.

LA TATULA

¡Tanto temor qué representa!

EL COMPADRE MIAU

Tu cuero para un pandero.

_El farandul se ha sentado a la sombra de los árboles, y pica dos
tagarninas juntas con su navaja de Albacete. Rosa la Tatula, helada y
prudente, se calza los zuecos en la orilla de la carretera, requiere el
zurrón de espigas, y apoyada en el palo, tranqueando, se parte a llevar
la mala nueva. En la fronda del robledo, el idiota, negro de moscas,
hace su mueca. Miguelín el Padronés, con la punta de la lengua sobre el
lunar rizoso, se escurre ondulando, y mete las manos redondas bajo el
jergón del dornajo, de donde saca una faltriquera remendada, sonora de
dinero._

EL COMPADRE MIAU

¡El timbre es de plata!

MIGUELÍN

De la que da la gata.

EL COMPADRE MIAU

A verlo vamos.

MIGUELÍN

Esto solamente es negocio mío.

EL COMPADRE MIAU

¡No le creía a usted tan avaro, compadre! Usted no quiere que sea
negocio de los dos, y tenemos que ventilarlo.

MIGUELÍN

¿En qué tribunal?

EL COMPADRE MIAU

¿Compadre, quiere usted que el pleito lo sentencie Coimbra?

MIGUELÍN

Compadre, no quiero mi pleito en el Diablo.

_El farandul se levanta, liando el cigarro con aquella su navaja de
cachas doradas, y apenas anda dos pasos se sienta sobre la arqueta del
lañador. Miguelín, con una sonrisa sesga y muy pálido, esconde el bolso
entre la faja. Después, bizcando para mirar el tufo que le cae sobre la
frente, estalla la lengua._

EL COMPADRE MIAU

¡Maricuela! Si por buenas no arrías el bolso, te mando al corazón la
navaja.

MIGUELÍN

¿Qué fue de aquella mujer que iba en su compañía, Compadre?

EL COMPADRE MIAU

Para su tierra caminando.

MIGUELÍN

¿Muy largo camino?

EL COMPADRE MIAU

¡Muy largo!

MIGUELÍN

¿No será el fin del mundo?

EL COMPADRE MIAU

La plaza de Ceuta.

MIGUELÍN

Donde está el gran presidio.

EL COMPADRE MIAU

Y la flor de España.

MIGUELÍN

¿Conoce usted esa ribera?

EL COMPADRE MIAU

Comadre Maricuela, de allá soy escapado. ¿Qué se ofrece?

MIGUELÍN

¡Y mirando que tanto tiene corrido, no será mejor que renuncie a estos
cuartos!

EL COMPADRE MIAU

Maricuela, cambia la tocata. Aún estoy por reclamarte un recuerdo en el
escalo de la Colegiata de Viana.

MIGUELÍN

Si por sospechas fui a la cárcel, por estar sin culpa a la calle me
echaron.

EL COMPADRE MIAU

¿Recuerda usted una ocasión en que estábamos con chanzas en la taberna
del Camino Nuevo?

MIGUELÍN

¡Coplas!

EL COMPADRE MIAU

Coimbra le ha designado como de aquel negocio.

MIGUELÍN

¡Coplas!

EL COMPADRE MIAU

Coplas fueron, que escarbando al pie de la ventana por donde se hizo
el robo, descubrió este arete. Recóbrelo usted, que es hermano del que
lleva en la oreja, y repartamos ese dinero. Y si usted no quiere la
prenda, iremos con ella a los Señores Guardias.

MIGUELÍN

¡Cochinos ochavos! ¡Los aborrezco! ¡A pique estuvimos de reñir,
compadre! Riña de enamorados.



JORNADA PRIMERA: ESCENA III


_Otro camino galgueando entre las casas de un quintero. Al borde de
los tejados maduran las calabazas verdigualdas, y suenan al pie de los
hórreos las cadenas de los perros. Baja el camino hasta una fuente
embalsada en el recalo de una umbría de álamos. Silban los mirlos,
y las mujerucas aldeanas dejan desbordar las herradas, contando los
cuentos del quintero. Rosa la Tatula llega haldeando, portadora de la
mala nueva._

LA TATULA

¡Alabado sea Dios, y qué callada es su divina Justicia! Ahí atrás queda
privada del sentido Juana la Reina. Estuve dándola voces, y ni a pie ni
a mano. Tiene la color de la muerte. Sin tanta ansia como llevo por
estar en la villa, pasábame por la puerta de aquella hermana que tiene
en la Cruz de Lesón. ¿Alguna de vosotras, mora por aquel ruero?

UNA MUJERUCA

Puerta con puerta tenemos las casas.

LA TATULA

Ya le podías llevar la mala razón.

UNA MUJERUCA

¿Y a tu consentimiento rindió el alma?

LA TATULA

Que tiene la color de la muerte, es cuanto digo.

OTRA MUJERUCA

Llevaba tiempo que roía en ella el mal. Ya pasó sus trabajos, soles y
lluvias, siempre a tirar del carretón. ¿Qué suerte tendrá ahora el
engendro? ¿Adónde rodará?

LA TATULA

Conforme al modo que ello se considere, es una carga y no la es. Juana
la Reina achicaba en un día más bebida que una de nos achica en un año,
y la bebida no la dan sin moneda. Por su engendro tenía mantenencia.
¡Mal sabéis lo que se gana con un carretón! No hay cosa que más
compadezca los corazones. Juana la Reina sacaba un diario por riba de
siete reales. ¿Y adónde vas tú, cuerpo sano, que saques ni medio de ese
estipendio?

_Dos mujeres, madre e hija, con los cántaros en la cabeza, bajan por el
sendero a la umbría de la fuente. La madre, blanca y rubia, risueña de
ojos, armónica en los ritos del cuerpo y de la voz. La hija, abobada,
lechosa, redonda con algo de luna, de vaca y de pan_.

UNA MUJERUCA

Cara aquí vienen las Gailas. Esas son familias.

LA TATULA

Mari-Gaila, casada con un hermano carnal de la difunta. Pedro Gailo el
sacristán, en sus papeles es Pedro del Reino.

OTRA MUJERUCA

El porte que ellas traen no es de saber la nueva.

LA TATULA

Mari-Gaila corre, que a tu cuñada le acudió una alferecía, y está
privada en las sombras de la vereda.

MARI-GAILA

¿Cuál de las los cuñadas?

LA TATULA

Juana la Reina.

MARI-GAILA

¡Ay, Tatula, declárate si ella es difunta, que no me falta fortaleza!

REZO DE LAS MUJERES

Más de lo que sabes aquí no sabemos.

_Mari-Gaila deja caer el cántaro, desanuda el pañuelo que lleva a la
cabeza, y frente a la hija que suspira apocada, abre los brazos en
ritmos trágicos y antiguos. La fila de cabezas, con un murmullo casi
religioso, está vuelta para la plañidera que bajo las sombras de la
fuente aldeana resucita una antigua belleza histriónica. Detenida en lo
alto del camino, abre la curva cadenciosa de los brazos, con las curvas
sensuales de la voz._

MARI-GAILA

¡Escacha el cántaro, Simoniña! ¡Simoniña, escacha el cántaro! ¡Qué
triste sino! ¡Acabar como la hija de un déspota! ¡Nunca jamás querer
acogerse al abrigo de su familia! ¡Ay, cuñada, no te llamaba la sangre,
y te llamó para siempre la tierra que todos pisan, de una vereda!
¡Escacha el cántaro, Simoniña!

UNA MUJERUCA

¡No hay otra para un planto!

OTRA MUJERUCA

De la cuna le viene esa gracia.

OTRA MUJERUCA

Corta castellano como una alcaldesa.

MARI-GAILA

¡Ay, cuñada, soles y lluvia, andar caminos, pasar trabajos, fueron tus
romerías en este mundo! ¡Ay, cuñada, por cismas te despartistes de tus
familias! ¡Y qué mala virazón tuviste para mí, cuñada! ¡Ay, cuñada, te
movían lenguas anabolenas!

LA TATULA

Las familias, si no es que son padres para hijos, hay que tenerlas como
ajenas.

UNA MUJERUCA

La ley de sangre siempre da su dictado.

LA TATULA

Por veces también se niega.

MARI-GAILA

¡No en mi pecho, Tatula!

LA TATULA

Así se contempla.

MARI-GAILA

Y aun cuando me quede sin pan que llevar a la boca, he de hacerme el
cargo del carretón.

LA TATULA

El carretón, si no lo retiras de los caminos, trae provecho.

MARI-GAILA

¡Cativo provecho si tengo que dejar el apaño de mi casa!

LA TATULA

Lo pones en arriendo. Si llega el caso, habla conmigo.

MARI-GAILA

Lo tendré presente. Que venga a mí el cargo del carretón, tampoco lo
dificulto. La difunta era hermana de mi hombre, y otra familia más
allegada no tiene.

LA TATULA

El pleito será entre vosotros y tu cuñada Marica del Reino.

MARI-GAILA

¡Pleito! ¿Por qué ha de haber pleito? Yo hago esta caridad porque tengo
conciencia. ¿Quién puede disputarle el cargo al hermano varón? Si van a
justicias, el varón gana el pleito o no hay ley derecha.

LA TATULA

Pues si para en tu dominio, recuerda de lo que ahora tenemos hablado.

MARI-GAILA

Ya te echo el alto. Ninguna palabra hay de por medio.

LA TATULA

Cierto que no hay palabra, pero si quieres recordar alguna cosa de lo
hablado...

MARI-GAILA

Aquello que no se me borre podré recordarlo.

LA TATULA

Yo me pasaré por tu puerta.

MARI-GAILA

Con bien llegues a ella.

UNA MUJERUCA

El carretón representa un horno de pan.

OTRA MUJERUCA

¡De pan trigo!

MARI-GAILA

¡Qué mala ventura tuviste, cuñada! ¡Aprendan de ti las anabolenas!
¡Morir sin confesión en un camino!

_Simoniña, blanca, simplona, carillena, apretando los ojos remeda el
planto de su madre, y abre los brazos ante el cántaro roto._



JORNADA PRIMERA: ESCENA IV


_El robledo, al borde del camino real. Juana la Reina está tendida de
cara al cielo, y tiene sobre el pecho una cruz formada por dos ramas
verdes. Los pies descalzos y las canillas del color de la cera, asoman
por debajo de la saya como dos cirios. Bastián de Candás, alcalde
pedáneo, pone guardas a la muerta, y da sus órdenes con una mano en el
aire, como si fuese a bendecir._

EL PEDÁNEO

Vosotros, rapaces, aquí firmes, sin desviaros del pie de la finada
difunta. No habéis de consentir por cosa del mundo que muevan el cuerpo
antes de comparecer el Ministro de la Ley.

_Algunas mujerucas aldeanas llegan haldeando. Resplandor de faroles,
negrura de mantillas. Viene, entre ellas, una vieja encorvada que da
gritos con el rostro entre las manos. Por veces se deja caer en tierra
abriendo los brazos, y declama las frases rituales de un planto. Es
Marica del Reino, hermana de la difunta._

MARICA DEL REINO

¿Dónde estás, Juana? ¡Callaste para siempre! ¡Nuestro Señor te llamó,
sin acordar de los que acá quedamos! ¿Dónde estás, Juana? ¿Dónde
finaste, hermana mía?

UNA MOZA

¡Conformidad, tía Marica!

_Tía Marica, ayudada por las mujeres y cubierta con el manteo, camina
encorvada. Cuando llega al pie de la difunta, se abraza con ella._

MARICA DEL REINO

¡Ay, Juana, hermana mía, qué blanca estás! ¡Ya no me miran tus ojos!
¡Ya esa boca no tiene palabras para esta tu hermana que lo es! ¡Ya
no volverás a detenerte en mi puerta para catar los bollos del pote!
¡Cegabas por ellos! ¡Inda esta segunda feria los merendamos juntas!
¡Qué bien te sabían con unto y con nebodas!

_Después del planto, queda recogida sobre las rodillas, gimiendo
monótonamente. Las mujerucas se sientan en torno, refiriendo azares de
los caminos, casos de muertes repentinas, cuentos de almas en pena.
Y cuando decae el interés de aquellas historias, renueva su planto
Marica del Reino. Atravesando la robleda, llega el matrimonio de los
Gailos. La mujer echada sobre los hombros la mantilla, y el marido con
capa larga y bastón señoril de dorada contera y muleta de hueso. La
hermana, viéndolos llegar, se alza en las rodillas y abre los brazos
con dramática expresión._

MARICA DEL REINO

¡Tarde vos dieron el aviso! Yo llevo aquí el más del día, casi que
estoy tullida de la friura de la tierra.

PEDRO GAILO

El hombre que tiene cargo no dispone de sí, Marica. ¿Y cómo fue que
aconteció esta incumbencia?

MARICA DEL REINO

¡Ordenado estaría en la divina proposición!

PEDRO GAILO

¡Cabal! ¿Pero cómo fue que ello aconteció?

MARICA DEL REINO

¿Y a mí lo preguntas? ¡Vírate para la difunta, que ella solamente puede
darte la respuesta!

PEDRO GAILO

¡Difunta, hermana mía, mucho te tiraba el andar por caminos, y andando
por ellos topaste la muerte!

MARICA DEL REINO

¡Las mismas consideraciones le tengo hechas! ¡Dios nos ampare!

_El sacristán, limpiándose los ojos, donde el estrabismo parece
acentuarse, se acerca al dornajo del idiota._

PEDRO GAILO

¡Ya eres huérfano, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Tu madre, la
hermana mía, es finada, y no puedes considerarlo, Laureano! ¡Por padre
tuyo putativo me ofrezco!

MARICA DEL REINO

El cargo del inocente a mí me cumple.

MARI-GAILA

Nosotros tampoco lo abandonamos, cuñada.

_Mari-Gaila tiene el gesto de desenfado y una luz provocativa en los
ojos parleros. La otra tuerce la cabeza mostrando desdén._

MARICA DEL REINO

A mi hermano, que lo es, me refería.

MARI-GAILA

Mas yo te respondía.

EL PEDÁNEO

Muera el cuento.

PEDRO GAILO

¿Qué esperamos, Bastián?

EL PEDÁNEO

Esperamos la comparecencia de la Justicia.

PEDRO GAILO

Poco tiene que esclarecer. Para mí, la difunta bebió alguna agua
corrompida, y eso la mató. Es probado que los sulfatos de las viñas
emponzoñan las aguas y producen muertes.

EL PEDÁNEO

¿Recordáis aquella mi vaca pintada?

MARI-GAILA

¡Una vaca como una reina!

EL PEDÁNEO

Pues a la muerte la tuve, que la saqué adelante con cocimientos de
genciana. Por cima de siete reales gasté en botica.

UNA VIEJA

Hay aguas mortales.

PEDRO GAILO

Que las hay no tiene duda, y al cuerpo adolecido más pronto lo dañan.
Le corrompen el interior.

MARI-GAILA

Entre el señorío, tanto mirar mal el aguardiente, y no decir cosa
ninguna contra las aguas.

EL PEDÁNEO

El señorío mira mal el aguardiente porque se regala con otros resolios.

MARI-GAILA

¡Anisete escarchado!

_Por el camino real vese venir al juez, caballero en un rucio de gayas
jalmas y anteojeras con borlones. El alguacil zanquea al flanco, como
espolique. Las mujerucas, alzadas sobre las rodillas y soplándose los
dedos, avivan la luciérnaga de sus faroles. Comienza un planto solemne._

MARICA DEL REINO

¡Juana, hermana mía, si en el mundo de la verdad topas con mi difunto,
dirasle la ley que le guardé! ¡Dirasle que nunca más quise volver a
casar, y que no me faltaron las buenas proporciones! Ahora soy una
vieja, pero me dejó bien lozana. Dirasle que un habanero de posibles me
pretendía, y que jamás le viré cara. ¡Un mozo como un castillo!

MARI-GAILA

¡Cuñada, flor de los caminos, ya estás a la vera de Dios Nuestro Señor!
¡Cuñada, que tantos trabajos pasaste, ya tienes regalo a su mesa! ¡Ya
estás en el baile de los ángeles! ¡De hoy más, tu pan es pan con huevos
y canela! ¡Ay, cuñada, quién como tú pudiese estar a oír los cuentos
divertidos de San Pedro!



JORNADA PRIMERA: ESCENA V


_San Clemente. El atrio con la iglesia en el fondo. Pasa entre los
ramajes el claro de la luna. Algunos faroles, posados en tierra, abren
sus círculos de luz aceitosa en torno al bulto de la difunta, modelado
bajo una sábana blanca. Los aldeanos del velorio —capas y mantillas—
beben aguardiente al abrigo de la iglesia. El murmullo de las voces,
las pisadas, las sombras tienen el sentido irreal y profundo de las
consejas._

PEDRO GAILO

Desde el momento primero, yo fui en decir que la difunta finó por haber
bebido de alguna fuente ponzoñosa, pues ya van muchas desgracias en
ganados y cristianos así aparejadas.

MARI-GAILA

Y el engendro bebió algún trago de la misma agua, pues todo se derramó,
con perdón, en las pajas. Fue menester lavarlo como a un niño de teta.
¡Y si supieseis qué completo es de sus partes!

MARICA DEL REINO

¡Calla, cuñada! Poco tendrás que renegar de tales trabajos, que yo me
hago cargo del carretón.

MARI-GAILA

¡Ahí está tu hermano! Con él te gobiernas, Marica.

MARICA DEL REINO

¿Qué tienes tú que deponer, hermano mío?

PEDRO GAILO

Los brazos de un hombre llevan mejor cualisquiera carga.

MARICA DEL REINO

La voluntad de la difunta era encomendarme el cuido del carretón.
¡Declarado me lo tenía!

MARI-GAILA

¿Dónde están los testigos, Marica?

MARICA DEL REINO

Con mi hermano hablaba.

MARI-GAILA

Pero yo te escuchaba.

MARICA DEL REINO

¡Ay, si la difunta pudiera declarar su voluntad!

PEDRO GAILO

¡Habla tú, difunta hermana mía! Habla si era tu intención negar la ley
de familia.

LA TATULA

No esperes te responda, que la muerte no hila palabras.

EL PEDÁNEO

Tiene sin aire el fol, y no hay palabra sin aire, como no hay llama.

PEDRO GAILO

Pero se obran prodigios.

EL PEDÁNEO

En otros tiempos, que en estos al carro de la muerte ninguno le quita
los bueyes.

MARICA DEL REINO

¡Y todo este hablar salió a cuento del pleito que tratan entre sí de
sustentar dos hermanos propios carnales!

MARI-GAILA

No habrá pleito si tú respetas el derecho del que nació varón.

MARICA DEL REINO

Consultaremos con hombres de Ley.

EL PEDÁNEO

¡Como lleguéis a la puerta del abogado, os enredáis más! Sin salir de
la aldea hallaréis barbas honradas sabiendo de Ley.

PEDRO GAILO

¿Cuál es tu dictado, Bastián de Candás?

EL PEDÁNEO

Si fuese a daros mi dictado, a ninguno había de contentar. ¡Como que
ninguno tiene la Ley!

MARI-GAILA

¿No llama al hermano varón?

EL PEDÁNEO

Las voces de la Ley tú no las alcanzas.

MARI-GAILA

¡Pero aquí hay alguno que sabe latines!

EL PEDÁNEO

A eso solamente respondo que latines de misa no son latines de Ley.

PEDRO GAILO

¿Cuál es tu dictado, Bastián de Candás?

EL PEDÁNEO

¡Si no habéis de seguirlo, para qué escucharlo!

MARICA DEL REINO

Te pedimos tu consejo, y cumples con darlo.

EL PEDÁNEO

Si como la finada no deja otro bien que el hijo inocente, dejase un
par de vacas, cada cual se llevaría su vaca de la corte. Tal se me
alcanza. Y si dejase dos carretones, cada cual el suyo.

LA TATULA

Tampoco había pleito.

EL PEDÁNEO

Pues si solamente deja uno también habéis de repartiros la carga que
represente.

LA TATULA

No es carga, que es provecho.

EL PEDÁNEO

Son bienes proindivisos, que dicen en juzgados.

MARI-GAILA

¡Ay, Bastián, tú sentencias, pero no enseñas cómo se puede repartir el
carretón! ¿Zueco en dos plantas, dónde irás que lo veas?

EL PEDÁNEO

Pero vi muchos molinos, cada día de la semana, moler para un dueño
diferente.

UNA MOCINA

Mi padre muele doce horas en el molino de András.

MARICA DEL REINO

Por manera que el justo sentir es de repartirse el carretón entre las
familias, determinados los días.

EL PEDÁNEO

Un suponer: Sois dos llevadores de un molino. De lunes a miércoles saca
el uno la maquila, y el otro de jueves a sábados. Los domingos van
alternados.

LA TATULA

Así no había pleito.

MARICA DEL REINO

A ti te corresponde hablar, hermano mío.

PEDRO GAILO

Lo que propone aquí este vecino honrado es un consejo, y a nosotros
cumple tomarlo o dejarlo. Mi sentir ya está manifiesto, el tuyo debes
declararlo.

MARICA DEL REINO

Mi sentir está con el tuyo, y de ahí no me descarrío.

MARI-GAILA

Retuertas vienen esas palabras.

MARICA DEL REINO

Claras como el sol.

EL PEDÁNEO

Veremos si yo marcho por tus caminos, Marica del Reino. A mi ver, con
tales palabras quieres significar que te avienes con aquello que se
avenga este tu hermano.

MARICA DEL REINO

¡Claramente!

EL PEDÁNEO

¿Y tú qué respondes, Pedro del Reino?

MARI-GAILA

Este bragazas se conforma al respective.

EL PEDÁNEO

Pues muera el cuento.

MARICA DEL REINO

Por manera que tres días el carretón al cargo mío, y otros tres al
cargo de mi cuñada.

EL PEDÁNEO

El domingo es el indiviso.

LA TATULA

Ya tenéis hechas las partijas, sin peritos.

MARI-GAILA

Hay que cumplimentarlo bebiendo una copa. Cachea por el caneco del
aguardiente, marido.

PEDRO GAILO

Míralo a la vera tuya, arrimado a las parihuelas de la difunta.

MARI-GAILA

Y hay que darle una copa al baldadiño.

EL PEDÁNEO

¿Lo cata?

MARI-GAILA

Y se relame. Veréis vosotros cómo no se conforma con una. Está imbuido
en la bebida.

LA TATULA

Tantas lluvias y soles por caminos... Sin ese reparo moría.

MARI-GAILA

¿Quieres echar una copa, Laureano?

LA TATULA

Amuéstrale el caneco, que por palabras no saca el sentido.

_Mari-Gaila, donairosa y gentil, erguida al pie de la difunta, colma el
vaso de las rondas, y respira con delicia el aroma del aguardiente._

MARI-GAILA

Bastián, a ti toca beber el primero, que fallaste el pleito.

EL PEDÁNEO

Pues a la salud de toda la compañía.

MARI-GAILA

A tras de ti va el baldadiño. Ahora lo catas, Laureano.

LA TATULA

Dáselo para que remede el trueno. ¡Lo hace cumplidamente!

MARI-GAILA

¡Mirad aquí, por vuestra alma! ¡Saca la lengua como un pito!

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou! ¡Dade acá!

MARI-GAILA

¿Quién lo da?

EL IDIOTA

Nanay.

LA TATULA

¿Qué es ello, Laureano?

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

MARI-GAILA

¿Cómo se pide?

EL IDIOTA

¡Releche! ¡Hou! ¡Hou!

MARICA DEL REINO

Dale el trago y no lo hagas más condenar.

MARI-GAILA

Has de hacer el trueno, si quieres beber.

EL IDIOTA

¡Miau! ¡Fu! ¡Miau!

MARI-GAILA

Cativo, así es el gato.

LA TATULA

Laureano, remeda el cohete que vas a beber.

MARICA DEL REINO

No lo hagáis más condenar.

EL IDIOTA

¡Ist!... ¡Tun!... ¡Tun!... ¡Tun!... ¡Ist!... ¡Tun!...

EL PEDÁNEO

Ya se ganó el trago.

MARI-GAILA

¡Es un mundo de divertido!

PEDRO GAILO

¡Enternece!

MARICA DEL REINO

¡La finada, muy bien adeprendido lo tenía! No por ser nuestra hermana
dejaba de ser una mujer de provecho. ¡Ay, Juana, qué negro sino tuviste!

MARI-GAILA

¡Ay, cuñada, espera el día para el planto, y bebe tu copa, que ya se me
cansan los brazos de estar alzados con el caneco!

_La otra suspira y, antes de catar el aguardiente, se pasa por los
labios un pico de la mantilla. Luego, de un sorbo y con mueca de
repulsa, apura el trago. Mari-Gaila bebe la postrera y se sienta en
el corro. Una vieja comienza un cuento, y el idiota, balanceando la
cabeza enorme sobre la almohada de paja, da su grito en la humedad del
cementerio._

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

EL SAPO

¡Cro! ¡Cro!


FIN DE LA JORNADA PRIMERA



JORNADA SEGUNDA



DIVINAS PALABRAS: JORNADA SEGUNDA: ESCENA PRIMERA


_Lugar de Condes. Viejo caserío con palios de vid ante las puertas.
Eras con hórreos y alminares. Sobre las bardas, ladradores perros. El
rayar del alba, estrellas que se apagan, claras voces madrugueras,
mugir de vacas y terneros. Sombras con faroles entran y salen en los
establos oscuros, portando brazadas de yerba. Cuece la borona en
algún horno, y el humo de las jaras monteses perfuma al casal que se
despierta. Marica del Reino, acurrucada en el umbral de su casa, se
desayuna con el cuenco de berzas._

UNA VECINA

¿Cuido que espera al carretón, tía Marica?

MARICA DEL REINO

Desde ayer que lo espero.

LA VECINA

Pues se demora su cuñada la Gaila.

MARICA DEL REINO

¡Cuñada! Esa palabra me sujeta la lengua. A la gran ladra, como trae
otras luces dentro del fol, la toma el escuro sobre los caminos, y se
pasa la noche por ventorrillos y tabernas, perdiendo la conducta.

LA VECINA

Cuando tiene una copa, muy divertida se pone. ¡San Blas, lo que
pudimos reír con ella estos tiempos pasados en el ventorrillo de
Ludovina! El Ciego de Gondar, que también estaba a barlovento, la
requería para que se le juntase, y ella le cerraba la boca con cada
sentencia...

MARICA DEL REINO

Pues el ciego es agudo.

LA VECINA

Pues no le valía su agudeza. Y todo se lo decían en coplas: El ciego
con la zanfona, y ella con el pandero.

MARICA DEL REINO

Milagros del vino, y mal mirar por la conducta.

LA VECINA

¡Si no se paga todo lo que bebe! Muchos la convidan por su labia y por
oírle las coplas tan divertidas que saca.

MARICA DEL REINO

¡Es gracia nueva que nunca le conocí! ¡Y no haber modo de redención
para el baldadiño! Ni mira por él, ni le remuda la paja del jergón, ni
le pasa unas aguas por sus vergüenzas, que está llagado como un San
Lázaro. ¡Ay, qué alma negra!

LA VECINA

Pues el carretón rinde su provecho. ¡Algunos quisieran ese bien!

MARICA DEL REINO

A ella le rinde, porque no se duele de pasearlo por soles y lluvias,
de feria en feria. Otra cosa acontece conmigo. Como es mi sangre, me
compadece, y solamente trabajos me procura. ¡Rodando el carretón todo
el día, nunca arribé al estipendio de una peseta!

LA VECINA

Pues su cuñada, en bebida ya lo sobrepasa.

MARICA DEL REINO

A mí me ata la decencia.

LA VECINA

Y cuando ella bebe, convida al carretón.

MARICA DEL REINO

¡No es mérito! También se lo gana.

LA VECINA

Pues el anisado tampoco ha de ser cosa buena para el Inocente.

MARICA DEL REINO

Superado, no. Una copa, si tiene lombrices, se las quema.

LA VECINA

Quedárase en una...

MARICA DEL REINO

¡No me lo digas!

LA VECINA

Y hoy no espere a su cuñada la Mari-Gaila.

MARICA DEL REINO

¡Cállate ese texto! ¡Cuñada! ¡Cuñada! ¡Nunca esa gran bribona lo fuera!
¡Y el hermano mío, tan engañado!

LA VECINA

Tío Pedro canta en los entierros, y la mujer en los ventorrillos.

MARICA DEL REINO

¡Cuánta verdad que las mujeres somos hijas de la Serpiente! ¡Y el
hermano mío, tan ajeno de su vergüenza!

LA VECINA

Él solamente ve la moneda.

MARICA DEL REINO

¡Ni eso!

LA VECINA

La Mari-Gaila aventuro que se fue con el carretón a la feria de Viana.
No pierde ella ese provecho.

MARICA DEL REINO

¡Y me roba mi día! ¡Santo Tomás, una y no más! Rescato el carretón y no
se lo vuelvo. Te lo digo secretamente: La sombra de mi hermana vino a
llamar en mi puerta: Ve los trabajos que pasa el hijo de su pecado, y
me declaró que no quiere verlo en manos ajenas. Me ordenó hacerme todo
el cargo del carretón, y a esa intrusa le pronosticó fierros de cadenas
en este mundo y en el otro. ¡Si te digo mentira, que me condene!

LA VECINA

Son cosas que traen los sueños.

MARICA DEL REINO

Estaba bien despierta.

LA VECINA

¿Y talmente habló con el alma de la difunta?

MARICA DEL REINO

¡Talmente! No lo divulgues.

LA VECINA

Sepulto queda.

_La vecina entra en su casa a mirar por la lumbre. Pica en el umbral
una clueca con pollos, y tres críos, sucios, que enseñan las carnes, se
desayunan sobre una higuera._



JORNADA SEGUNDA: ESCENA II


_Un soto de castaños, donde hace huelgo la caravana de mendigos,
lañadores y criberos, que acuden anuales a las ferias de agosto en
Viana del Prior. La Mari-Gaila, gozosa de su nueva ventura, sofocada y
risueña, llega tirando del dornajo, por la carretera cegadora de luz._

MIGUELÍN

Mucho te vale el tesoro, Mari-Gaila.

MARI-GAILA

Ni un mal chavo pelón.

EL CIEGO DE GONDAR

¡Si robas la plata con la ocurrencia que sacaste de enseñar las
vergüenzas del engendro!

MARI-GAILA

No son tiempos estos en que corra dinero.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

El dinero, aun cuando se deje sentir, es a corros, y siempre se duelen
los de algún arte.

EL CIEGO DE GONDAR

¡Por acá nos dolemos todos!

MIGUELÍN

No hay dinero, y el que hay lo emboba el Compadre Miau.

MARI-GAILA

¡Séptimo Miau! Tengo oído, y también de su perro Coimbra. A lo que
cuentan, es un tuno de mucho provecho.

MIGUELÍN

¡Un condenado!

_Mari-Gaila arrima el dornajo a la sombra de los castaños y se sienta a
la vera, los ojos y los labios alegres de malicias._

MARI-GAILA

Me va por la pierna una pulga con zuecos, y voy a ver si la cazo. ¡No
mires, Padronés!

MIGUELÍN

¿Qué temes? ¿Que te saque tacha? Público es que las piernas tienes
tuertas.

MARI-GAILA

Tuertas y encanilladas.

EL CIEGO DE GONDAR

Contigo no hay penas. Puestos los dos a correr ferias y romerías,
ganáramos muy buenos machacantes. Y tú ya no dejas esta vida.

MARI-GAILA

Es el bien que me trujo la herencia renegada.

MIGUELÍN

¿Pues no abandonaste el Palacio del Rey?

MARI-GAILA

Abandoné mi casa, donde era reina.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

Muy mal le irá a usted, señora, pero tiene usted unas carnes que no
tenía.

LA TATULA

¡Y colores!

MARI-GAILA

Toda la vida tuve las colores de una rosa, así me achacaron lo de la
bebida. ¡Cuando era la buena conducta!

_Ríen los mendigos, negros y holgones, tumbados a la sombra de los
árboles. Por la carretera, una niña con hábito nazareno, conduce un
cordero encintado, sonriendo extática entre la pareja de sus padres,
dos aldeanos viejos. Mozas vestidas de fiesta pasan cantando, entre
tropas de chalanes y pálidos devotos que van ofrecidos..._

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

Promete estar superior la feria de Viana.

MIGUELÍN

La feria que estos tiempos suena, es la del Cristo de Bezán.

MARI-GAILA

Esas ferias distantes son buenas para vosotros, que sois cuerpos
libres. ¿Pero, adónde voy yo, siete leguas tirando del carretón?

EL CIEGO DE GONDAR

Se busca una buena compañía, y se hace el camino por jornadas. Para
sacar del carretón su porqué, las ferias de la montaña. Esas son ferias
de mucho bien de Dios.

MARI-GAILA

A donde ese año no falto es al San Campio de la Arnoya.

EL CIEGO DE GONDAR

Y verás tu provecho, si te pones en un acuerdo conmigo.

MARI-GAILA

De acuerdo ya estamos, salvo que tú llames acuerdo al dormir juntos, y
eso de mí no lo esperes.

LA TATULA

¡Amén de Dios, si el pecado no puede con vosotros!

MARI-GAILA

Con mi carne de rosas, que este cativo ya me está palpando. ¡Aparta la
mano, centellón!

EL CIEGO DE GONDAR

¡No escapes, Mari-Gaila!

MARI-GAILA

Cachea si tienes un mixto.

EL CIEGO DE GONDAR

¿Quieres hacerte la calderada?

MARI-GAILA

¡Mucho penetras!

EL CIEGO DE GONDAR

Me llegaron vientos de sardinas. ¿Y si juntáramos el compango,
Mari-Gaila?

MARI-GAILA

De mi banda, solamente puedo poner cuatro arenques que me dieron en una
puerta. Es comida que reclama bebida.

EL CIEGO DE GONDAR

Tiéntame las alforjas, que algo bueno viene en ellas.

MARI-GAILA

¡Ay, tunante! Te das el trato de un Padre Prior.

_Mari-Gaila, los brazos desnudos y las trenzas recogidas bajo el
pañuelo de flores, enciende unas ramas, y se levantan cantando las
lenguas de una hoguera. El humo tiende olores de laurel y sardinas, con
el buen recuerdo del vino agrio y la borona aceda. Un viejo venerable,
que parecía dormido, se incorpora lentamente. Tiene el pecho cubierto
de rosarios y la esclavina del peregrino en los hombros._

EL PEREGRINO

A fe que siento, cristianos, no tener cosa que ofreceros para ser parte.

MARI-GAILA

Pues la alforja rumbo mete.

EL PEREGRINO

No guarda otra cosa que mi penitencia.

EL CIEGO DE GONDAR

¡Algún pernil!

EL PEREGRINO

La piedra donde descanso la cabeza cuando duermo.

_Abre la alforja y enseña un canto del río con un gran alvéolo redondo
y pulido, la huella de largos sueños penitentes. Mari-Gaila, ante aquel
prodigio, siente una gozosa ternura._

MARI-GAILA

Llegue acá venturoso, y haremos entre los tres reparto.

EL PEREGRINO

¡Alabado sea Dios!

MARI-GAILA

¡Alabado siempre sea!

_Mari-Gaila aparta las sardinas de la lumbre y las pone en una
escudilla de peltre. Luego saca el pan y la bota de las alforjas del
ciego, y hace un lugar al peregrino en torno de la capa remendada,
que sirve de mantel. Mientras come la compañía, el ciego, con risa
socarrona, huele su sardina puesta sobre una tajada de pan, y alarga la
oreja._

EL CIEGO DE GONDAR

El cabezal lo tiene de piedra, pero las muelas aún le ganan. La
penitencia es para el mal dormir, que para el mal comer... ¡Contro con
el santo!

EL PEREGRINO

Tres días llevaba sin tocar sustento.

EL CIEGO DE GONDAR

¿Indigestado?

EL PEREGRINO

¡Penitente!

EL CIEGO DE GONDAR

Somos viejos en esos engaños, amigo.

_El Peregrino acoge tales palabras con gesto seráfico, y el ciego, tras
de refrescar la boca con el trago, torna a reír. Miguelín el Padronés,
que en las mismas sombras remienda un paraguas, hace un guiño maleante
y silba un aire. La pareja de tricornios, negra y polvorienta, penetra
en las sombras del soto donde sestea la taifa de hampones. Viéndola
llegar, todos callan, y la pareja, inquiridora, cruza entre unos y
otros._

UN GUARDIA

¿No estuvo aquí uno que hasta hace poco corría las ferias con una mujer
de la vida? El Conde Polaco.

EL CIEGO DE GONDAR

Aquí no tratamos con gente tan política.

EL OTRO GUARDIA

Es el nombre con que viene reclamado.

EL CIEGO DE GONDAR

El nombre se cambia más pronto que la pelleja.

MIGUELÍN

¿En qué oficio se emplea ese sujeto, Señores Guardias?

UN GUARDIA

En los más peores, y se me representa extraño que os sea desconocido.

EL CIEGO DE GONDAR

Unos corremos el mundo con honradez, y otros sin ella.

MARI-GAILA

Ya se les alcanza a los Señores Guardias.

EL OTRO GUARDIA

Yo, para no equivocarme, os ponía a todos a la sombra. ¡Cuidado con lo
que se hace, que andamos vigilantes!

MARI-GAILA

Nuestras obras están a la luz del sol, Señores Guardias.

UN GUARDIA

¡Pues mucho ojo!

_Los señores Guardias, adustos, partida la jeta cetrina por el
barboquejo de hule, se alejan bajo miradas de burla y temor. El
correaje, los fusiles, los tricornios, destellan en la carretera
cegadora de luz._

EL CIEGO DE GONDAR

¡No hay prenda como la vista! Estos son más ciegos que los que andamos
a las escuras.

MIGUELÍN

Pudiera suceder.

EL CIEGO DE GONDAR

Me parece que señalamos al mismo santo.

MIGUELÍN

Yo nada aventuro.

EL CIEGO DE GONDAR

Pues mi boca está sellada.

MARI-GAILA

¡Qué hablar por cifra!

EL CIEGO DE GONDAR

Acá nos entendemos.

MIGUELÍN

¡Miau!

_El taimado mozuelo, recostado en el tronco de un árbol, abre el
paraguas por juzgar del arte con que puso el remiendo, y silba un nuevo
aire. Mari-Gaila, procurando tomarle al oído, escucha con una sonrisa
quieta y los ojos entornados._

MARI-GAILA

¡Linda tocata! Parece habanera.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

El Compadre Miau vino con ella del fin del mundo.

MARI-GAILA

Será de reír la primera vez que nos encontremos. No le conozco, y llevo
tres noches que sueño con él y con su perro.

MIGUELÍN

Falta que el hombre de tu sueño tenga la cara del Compadre.

MARI-GAILA

Padronés, si tal acontece, también te digo que tiene pacto.



JORNADA SEGUNDA: ESCENA III


_La Mari-Gaila rueda el dornajo y dice donaires. Para convocar gentes
bate el pandero. Claros de sol entre repentinas lluvias. Tiempo de
ferias en Viana del Prior. Rinconada de la Colegiata. Caballetes y
tabanques bajo los soportales: Verdes y rojas estameñas, jalmas y
guarniciones. Un campo costanero sube por el flanco de la Colegiata.
Sombras de robles con ganados. A las puertas del mesón, alboroque de
vaqueros, alegría de mozos, refranes de viejos, prosas y letanías de
mendicantes. Miguelín el Padronés, bajo la mirada de la mesonera, laña
una fuente de flores azules. Coimbra, vestida de colorines, irrumpe
entre el gentío, y el alcázar del pájaro mago aparece sobre los hombros
del farandul, que ahora se cubre el ojo izquierdo con un tafetán verde.
El Compadre Miau levanta su tabanque a la puerta del mesón, y tañe
la flauta haciendo bailar a Coimbra. El pájaro mago entra y sale en
su alcázar, profetizando. Mari-Gaila se arregla sobre los hombros el
pañuelo de flores, y buscando que la mire el farandul, canta una copla
en el ritmo habanero que mueve la flauta del Compadre._

MARI-GAILA

    ¡Yo quisiera vivir en la Habana,
    A pesar del calor que hace allí,
    Y salir al caer de la tarde
    A paseo en un quitrí!

MIGUELÍN

¿Reconoces al hombre de tu sueño?

MARI-GAILA

Cambia por el ojo que lleva tapado.

MIGUELÍN

Compadre Miau, una suerte del pajarito para esta mujer. Yo la abono.

EL COMPADRE MIAU

Yo se la regalo, que más merece por su gracia. Colorín, saca la suerte
de esta señora. Colorín, interroga su estrella.

MARI-GAILA

Mi suerte es desgracia.

_Colorín, caperuza verde y bragas amarillas, aparece en la puerta de su
alcázar, con la suerte en el pico. Mari-Gaila recoge el billete, y sin
desdoblarlo se lo entrega al farandul, que hace la lectura en una rueda
de rostros atentos._

LECTURA DEL COMPADRE MIAU

«Venus y Ceres. En esta conjunción se descorren los velos de tu
Destino. Ceres te ofrece frutos. Venus, licencias. Tu destino es el de
la mujer hermosa. Tu trono, el de la Primavera.»

MARI-GAILA

¡Quebrados aciertos! Mi suerte es desgracia.

_Bajo el parral ancho y corrido sobre las puertas del mesón, las
figuras se definen en una luz verdosa y acuaria. Miguelín el Padronés,
lañada la fuente, se arrima al corro, la lengua sobre el lunar, la risa
torcida, recogidos los brazos, el andar ondulante._

MIGUELÍN

¿Qué representa el ojo que lleva usted cubierto, Compadre Miau?

EL COMPADRE MIAU

Que con uno me basta para conocerle a usted las intenciones, Comadre
Maricuela.

MARI-GAILA

Vuelve por otra, Padronés.

EL COMPADRE MIAU

¿No me hace gracia el ojo tapado? ¿Dígalo usted, señora?

MARI-GAILA

Si usted se lo descubre, amigo, podré compararlo.

EL COMPADRE MIAU

Luego nos apartaremos secretamente para el cotejo. ¿Hace?

MARI-GAILA

¿Qué representa esa palabra?

EL COMPADRE MIAU

¿Quiere decir si quedamos convenidos?

MARI-GAILA

Si usted lo desea.

_El Ciego de Gondar, con la montera derribada y una taza de vino entre
las manos, asoma en la puerta del mesón. Tiene la risa jocunda del
mosto y del yantar._

EL CIEGO DE GONDAR

Mari-Gaila, ven a echar un trago.

MARI-GAILA

Se agradece.

EL CIEGO DE GONDAR

Bebe para refrescar la voz, Mari-Gaila. Adentro oí tu copla.

_Mari-Gaila enjúgase los labios con un pico del pañuelo que lleva a la
cabeza, recibe la taza desbordante y roja de manos del ladino viejo, y
bebe gorjeando el vino en la garganta._

MARI-GAILA

¡Es canela!

EL CIEGO DE GONDAR

Propio del Condado.

MARI-GAILA

Y con estas calores se aprecia doblemente.

EL CIEGO DE GONDAR

¿Quieres catar ahora un blanco que hay de Amandi? ¡Sabe a fresas!

MARI-GAILA

¡Buena vida te das!

EL CIEGO DE GONDAR

Si quieres catarlo, entra.

MARI-GAILA

¿Y si da en mareárseme la chola?

EL CIEGO DE GONDAR

Nos subimos a dormir al sobrado.

MARI-GAILA

¡Condenada tema! ¿Cómo estás tú sin una buena rapaza?

EL CIEGO DE GONDAR

Las rapazas solamente valen para sí. Un ciego requiere mujer lograda.

EL COMPADRE MIAU

¡Más parece al contrario! Como no ve, no puede apreciar hermosura, y
cuando palpe querrá encontrar las mollas prietas.

EL CIEGO DE GONDAR

¿Tú, cómo las tienes, Mari-Gaila?

LA VENTERA

Después de parir, no hay mollas duras.

MARI-GAILA

Eso va en la condición de cada mujer. Yo, después de parir tenía la
carne que no se me agarraba un repulgo.

EL CIEGO DE GONDAR

Deja ver cómo las tienes ahora.

MARI-GAILA

Para que te acompañe, has de tener las manos quedas.

EL COMPADRE MIAU

¡Si usted se va, no podremos hacer el cotejo!

MARI-GAILA

¿Habla usted del cotejo del ojo biroque?

EL COMPADRE MIAU

¡Cabal!

MARI-GAILA

Nos juntamos luego.

EL COMPADRE MIAU

¿Quiere usted esperarme en el mesón?

MARI-GAILA

Con este amigo le aguardo, si no se tarda.

_Mari-Gaila bate en la espalda del viejo ladino, y penetra en el mesón,
tirando del dornajo. Antes de desaparecer en la oscuridad del zaguán,
se vuelve, y con un guiño dice abur a los que se quedan._

EL COMPADRE MIAU

El garbo de esa mujer no es propio de estos pagos. ¡Y el pico!

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

¡Pues no se dan las pocas mujeres de gusto y postín en esta tierra! Y
usted habrá oído de una que tiene fama en el mundo. ¡La Carolina Otero!
Pues esa es hija del legoeiro de San Juan de Balga. ¡Esa, la propia que
se acuesta con el rey de los franceses!

EL COMPADRE MIAU

Los franceses no tienen rey.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

Pues del que manda allí.

EL COMPADRE MIAU

Allí es República, como debiera serlo la España. En las Repúblicas
manda el pueblo, usted y yo, compadre.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

Pues entonces, ¿con quién se acuesta la hija del legoeiro de San Juan
de Balga? ¡Porque la historia es cierta! ¡Y ahí tiene usted una hija
que no se olvida de su madre! ¡La sacó de andar a pedir, y la puso
taberna!

LA TATULA

¡Y pensar que una suerte como esa pudo tener la Mari-Gaila!

MIGUELÍN

Coplas de este amigo.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

Este amigo, por tener andado mundo, debe entenderlo.

EL COMPADRE MIAU

Esa mujer, en unas manos que supiesen conducirla, pudo llegar adonde la
otra.

EL VENDEDOR DE AGUA DE LIMÓN

¡Mucho decir es!

EL COMPADRE MIAU

No soy el primero. Colorín también se lo ha pronosticado, y en su pico
está toda la ciencia de lo venidero. ¡A la suerte del pajarito, señoras
y señores! ¡A la suerte del pajarito, que les descorrerá el velo del
porvenir! ¡Señoras y señores, a la suerte del pajarito!



JORNADA SEGUNDA: ESCENA IV


_La quintana de San Clemente, a la caída de la tarde, en la hora de
las Cruces. Está llena de pájaros y de sombras casi moradas. Pedro
Gailo, el sacristán, pasea por el pórtico, batiendo las llaves. Con las
barbas grises sin afeitar y las mejillas cavadas, el sacristán tiene
algo que recuerda la llama amarilla de los cirios. Salen de la iglesia
las últimas mujerucas, y reza sobre la tierra fresca de una sepultura,
Marica del Reino._

PEDRO GAILO

¡Adiós, Marica! Al salir cierra la cancela.

MARICA DEL REINO

No te vayas sin hablar conmigo. Déjame rematar este Gloria.

_El sacristán se sienta en el muro del atrio sonando las llaves. Marica
del Reino se santigua. El hermano la ve venir sin moverse._

MARICA DEL REINO

¿Qué era lo tratado?

PEDRO GAILO

¿Por dónde vienen esas palabras, Marica?

MARICA DEL REINO

¿Y no se te alcanza? ¡Pues es manifiesto!

PEDRO GAILO

Si no haces más luz...

MARICA DEL REINO

¿Qué fue del carretón?

PEDRO GAILO

Cuanto tú sabes, cuanto sé.

MARICA DEL REINO

¡Así dejas que la mujer se te vaya extraviada!

PEDRO GAILO

Tiene quien le cubra la honra.

MARICA DEL REINO

¡Ay, hermano mío, otro tiempo tan gallo, y ahora te dejas así picar la
cresta! ¿Qué te dio esa mala mujer que de tu honra no miras?

PEDRO GAILO

¡Llegas como la serpiente, Marica!

MARICA DEL REINO

¡Porque te hablo verdad, me motejas!

PEDRO GAILO

¡Te dejas mucho llevar de calumnias, Marica!

MARICA DEL REINO

¡Calumnias! ¡Ojalá lo fueran, que esa mala mujer, con su conducta, es
oprobio de nuestras familias!

PEDRO GAILO

¡Tanto hablar, tanto hablar, pudiese acontecer que diese fin de mi
prudencia! Ya no le queda más que el rabo.

MARICA DEL REINO

¡Acaba de desollarlo, y paga en esta tu hermana, que lo es, la rabia de
tu honra!

PEDRO GAILO

No iban por ti mis palabras, aunque bien pudieran ir. ¡Son muchas las
malas lenguas!

MARICA DEL REINO

¡Ya se te caerá la venda, hermano mío!

PEDRO GAILO

¿Qué puñela quieres que haga? ¡Tú buscas que tu hermano se pierda!

MARICA DEL REINO

¡Busco que no sea consentido!

PEDRO GAILO

¡Que se pierda!

MARICA DEL REINO

¡Tendrás honra!

PEDRO GAILO

¡La honra de una cárcel!

MARICA DEL REINO

No te digo que la mates, pero májala.

PEDRO GAILO

Se me vuelve.

MARICA DEL REINO

No le darás a ley.

PEDRO GAILO

Estoy resentido de pecho. ¡Considera!

MARICA DEL REINO

¡Por qué considero!

PEDRO GAILO

Para alcanzar alguna cosa tendría que matarla. Las tundas no bastan,
porque se me vuelve. ¡Considera!

MARICA DEL REINO

Pues desuníos.

PEDRO GAILO

Nada se remedia.

MARICA DEL REINO

Esa mala mujer te tiene avasallado.

PEDRO GAILO

Si un día la mato me espera la cadena.

MARICA DEL REINO

¡Eres bien sufrido!

PEDRO GAILO

¡Tú quieres que yo me pierda, y tanto harás que me subirás a la horca!
¡Me hilan el cáñamo las malas lenguas, y llaman sobre mí al verdugo!
¡Por perdido me cuento! ¡Tendrás, Marica, un hermano ahorcado! ¡Esta
noche saco los filos al cuchillo! ¡No quisiera sobre mi alma tus
remordimientos!

MARICA DEL REINO

¡A mí me culpas! Si tienes perdida la honra y miras por cobrarla, será
tu sino que así sea.

PEDRO GAILO

El sino que me dan las lenguas murmuradoras. ¡Abrasadas sean tantas
malas lenguas! ¡Así se pierde a un hombre de bien que iba por su camino
sin faltar! ¡Cuitado de mí! ¡Marica, hermana mía, cómo de considerarlo
no te entra la mayor pena!

MARICA DEL REINO

El corazón tengo cubierto.

PEDRO GAILO

¡Ay, qué negro calabozo el que me dispones!

MARICA DEL REINO

¡En qué hora triste fuiste nacido! ¡Jamás de los jamases me quitaré el
luto de encima, si llevas a cabo tu mal pensamiento! ¡Ay, hermano mío,
antes quisiera verte entre cuatro velas que sacando filo al cuchillo!
¡Celos con rabia a la puerta de la casa, nunca dictaron buen consejo!
¡Ay, hermano mío, sentenciado sin remedio! ¡Cuando quieres mirar por tu
honra, te echas encima una cadena! ¡Esconde el cuchillo, hermano mío,
no le saques filo! ¡No te comprometas, que solamente de considerarlo,
toda el alma se me enciende contra esa mala mujer! ¡La gran anabolena
se desvaneció con el carretón! ¡Ay, hermano mío! ¿Por qué es tan tirana
la honra, que te ordena cachear, en busca de esa mujer, hasta los
profundos de la tierra?

_Las voces declamadoras de aquella vieja, en el silencio del atrio
lleno de sombras moradas, de fragancias de rocío, de vuelos inocentes
de pájaros, tienen el sentido de las negras sugestiones, en la primera
inocencia sagrada. El sacristán huye por el camino de la aldea: La
sotana escueta y el bonete picudo ponen en su sombra algo de embrujado:
Se vuelve, perdido entre los maizales llenos del rezo de anochecido, y
levanta los brazos negros, largos, flacos._

PEDRO GAILO

¡Me entregas al pecado! ¡Me entregas al pecado!



JORNADA SEGUNDA: ESCENA V


_Cielo estrellado. Una garita de carabineros medio tumbada en la playa
y deshaciéndose. Olas de mar con perfiles de plata abren sobre las
peñas; se mecen sombras de masteleros; alumbran las boyas lejanas; en
la taberna del puerto hay coplas y cartas. Mari-Gaila llega tirando del
dornajo, y escucha, acurrucándose en la sombra de la garita. Suenan
livianos unos cascabeles. Coimbra corre la playa olfateando. Y se
destaca, por negro, en la puerta iluminada de la taberna, la figura
de Séptimo Miau. Mari-Gaila le cecea, y en la sombra de la garita se
juntan los dos._

MARI-GAILA

Vamos más lejos.

SÉPTIMO MIAU

No se sobresalte usted.

MARI-GAILA

Miro por mi honra. Si aciertan a vernos juntos, ya están levantando un
enredo.

SÉPTIMO MIAU

Podemos ocultarnos en la casilla.

MARI-GAILA

No le quiero a usted tan cerca, amigo. Retire usted el brazo.

SÉPTIMO MIAU

Ya está usted amenazándome con las uñas.

MARI-GAILA

Es mi modo. ¿Y cómo va usted por el mundo sin una buena compañera?

SÉPTIMO MIAU

Aún no pude ganar un corazón.

MARI-GAILA

¿A quién requirió usted, que alcanzó tan mala correspondencia?

SÉPTIMO MIAU

De mujeres maldigo.

MARI-GAILA

Por ellas ciega.

SÉPTIMO MIAU

Por una sola, que es usted.

MARI-GAILA

¡Cuánta calor!... Pues iba el amigo acompañado, no hace mucho, de una
buena hembra.

SÉPTIMO MIAU

Usted la ha conocido.

MARI-GAILA

Oí conversas. ¿Qué ha sido de ella?

SÉPTIMO MIAU

Se ha suicidado.

MARI-GAILA

¿Qué representa tal palabra?

SÉPTIMO MIAU

Que ella misma se ha dado muerte.

MARI-GAILA

¿De verse abandonada?

SÉPTIMO MIAU

De falta de cabeza.

MARI-GAILA

O de mucho amor.

SÉPTIMO MIAU

¿Por usted no se ha matado ningún hombre?

MARI-GAILA

¡Cómo se chulea!

SÉPTIMO MIAU

Pues seré yo el primero.

MARI-GAILA

No tiene mi cara ese mérito.

SÉPTIMO MIAU

Usted no puede apreciarlo.

MARI-GAILA

¡Qué labia gasta!

SÉPTIMO MIAU

Usted no querrá mi muerte.

MARI-GAILA

Ni la de usted ni la de nadie. ¡Demonio fuera! ¡No me pase usted el
brazo!

SÉPTIMO MIAU

¿Tiene usted cosquillas?

MARI-GAILA

Sí las tengo. ¡Estese quieto el amigo, que llega gente!

SÉPTIMO MIAU

Nadie llega.

MARI-GAILA

Puede llegar. ¡Es usted atrevido!

SÉPTIMO MIAU

Vamos a entrarnos en la casilla.

MARI-GAILA

¡Le acudió buena tema!

_El farandul empuja suavemente a la coima, que se resiste blanda y
amorosa, recostándose en el pecho del hombre. Los cohetes abren sus
luces de colores y cabrillean sobre el mar. Clamoreo de campanas que
tocan a vísperas. En la súbita claridad de los cohetes aparecen las
torres de la Colegiata. Mari-Gaila, en la puerta de la garita, se
agacha y levanta un naipe caído en la arena._

MARI-GAILA

¡Las siete espadas! ¿Cómo se interpreta?

SÉPTIMO MIAU

Que de siete trabajos te recompensas durmiendo esta noche con Séptimo.

MARI-GAILA

¿Y si duermo la semana?

SÉPTIMO MIAU

De tu vida entera.

MARI-GAILA

¡Se proclama usted Dios!

SÉPTIMO MIAU

No conozco a ese sujeto.

_Mari-Gaila se detiene resistiéndose a entrar en la garita, entorna los
ojos respira con reír alegre de vino y licencias. Dejándose abrazar del
farandul, murmura con transporte:_

MARI-GAILA

¿Eres el Conde Polaco?

SÉPTIMO MIAU

Deja esos cuentos.

MARI-GAILA

¿No lo eres?

SÉPTIMO MIAU

No lo soy; mas pudiera suceder que le conociese.

MARI-GAILA

Pues si es tu amigo, cumples dándole el santo de que le buscan los
Guardias.

SÉPTIMO MIAU

¿Piensas que él no lo sepa? ¡Ya estará advertido!

MARI-GAILA

¿Tú no lo eres?

SÉPTIMO MIAU

Cambia la tocata.

MARI-GAILA

Por cambiada.

SÉPTIMO MIAU

Entra.

MARI-GAILA

¿Y qué hago del carretón?

SÉPTIMO MIAU

Lo dejas fuera. Entramos, pecamos y nos caminamos.

MARI-GAILA

Lindo verso.

SÉPTIMO MIAU

¡Hala!

MARI-GAILA

¡Séptimo, no me aprecias!

_El farandul muerde la boca de la mujer, que se recoge suspirando,
fallecida y feliz. El claro de luna los destaca sobre la puerta de la
garita abandonada._

SÉPTIMO MIAU

¡Bebí tu sangre!

MARI-GAILA

A ti me entrego.

SÉPTIMO MIAU

¿Sabes quién soy?

MARI-GAILA

¡Eres mi negro!



JORNADA SEGUNDA: ESCENA VI


_La casa de los Gailos. En la cocina, terreña y a tejavana, ahúma el
pábilo sainoso del candil, y las gallinas se acogen bajo la piedra
morna de las llares. Simoniña, dando cabezones tras un cañizo,
soltábase los refajos para dormir, y el sacristán bajaba del sobrado,
descalzo y cubierto con una sotana vieja. En una mano trae negro
cuchillo carnicero, y en la otra un pichel. Hablando con su sombra se
sienta a canto de la piedra larera._

PEDRO GAILO

¡He de vengar mi honra! ¡Me cumple procurar por ella! ¡Es la mujer la
perdición del hombre! ¡Ave María, si así no fuera, quedaban por cumplir
las Escrituras! ¡De la mujer se revira la serpiente! ¡Vaya si se
revira! ¡La serpiente de las siete cabezas!

SIMONIÑA

¿Qué barulla mi padre? ¡Ande a dormir!

PEDRO GAILO

Callar la boca es obediencia.

SIMONIÑA

Hoy achicó fuera de ley. ¡Ande a dormir, borrachón!

PEDRO GAILO

Tengo de sacar filo al cuchillo.

SIMONIÑA

¡Borrachón!

PEDRO GAILO

¡Toda la noche a la faena!... ¡Para vengar mi honra! ¡Para procurar por
ella! ¡Ya va dando los filos! ¡Es mi suerte que me pierda! ¡Sin padre
y sin madre te vas a encontrar, Simoniña! ¡Considera! ¡Mira cómo el
cuchillo da los filos! ¡Tiene lumbres de centellón! ¿Y tú, tan nueva,
qué harás en este valle de lágrimas? ¡Ay, Simoniña, el fuero de honra
sin padre te deja!

SIMONIÑA

¡Condenada tema diole la aguardiente!

PEDRO GAILO

¡Sin padre te quedas! Con este cuchillo he de cortar la cabeza de
la gran descastada, y con ella suspendida por los pericos iré a la
presencia del Señor Alcalde Mayor: Usía ilustrísima mandará que me
prendan. Esta cabeza es la de mi legítima esposa. Mirando por mi honra
se la rebané toda entera. Usía ilustrísima tendrá puesto en sus textos
el castigo que merezco.

SIMONIÑA

¡Calle, mi padre, que toda la sangre se me hiela! ¡Levantáronle la
cabeza con cuentos! ¡Ay, qué almas negras!

PEDRO GAILO

¿La mujer que se desgarra del marido, qué pide? ¿Y los malos ejemplos,
qué piden? ¡Cuchillo! ¡Cuchillo! ¡Cuchillo!

SIMONIÑA

¡No se encienda en malos pensamientos, mi padre!

PEDRO GAILO

¡Está escrito! ¡Mujer, pagarás tu vilipendio con la cabeza rebanada!...
Te quedas huérfana, y lo mereces por rebelde. No me da ninguna dolor de
tu orfandad. Pues a lo mío. ¡Mira cómo el cuchillo reluce!

SIMONIÑA

¡Arrenegado! Usted no es mi padre. El Demonio revistiose en su forma.
¡Tres veces arrenegado! ¿Qué gran culpa es la de mi madre? ¿Dónde se
manifiesta?

PEDRO GAILO

¡Su culpa tú no la ves! ¡Cacheas por ella, y no la ves! ¿Y ves al
viento que levanta las tejas? ¡Tu madre tiene sentencia de muerte!

SIMONIÑA

¡Ay, mi padrecito, esperemos que Dios se la mande! Usted no se cubra
las manos de sangre. ¡Mire que habrá de verlas siempre manchadas! ¿Y
quién nos dice que mi madre no volverá?

PEDRO GAILO

¡Oveja que descarría, clamará en cortaduría! No te pongas de por
medio, Simoniña. ¡Desapártate! ¡Déjame que prenda de los pericos a esa
mala mujer! ¡He de arrastrarla por la cocina! ¡Berrea, gran adúltera!
Llevarás una piedra entre los dientes, como los puercos.

SIMONIÑA

Repórtese, mi padrecito. Beba otra copa, y duérmase.

PEDRO GAILO

¡Calla, rebelde! ¿Por qué abriste la puerta para que se esvaneciese?
Enterrada al pie del hogar, nunca descubierta sería...

SIMONIÑA

Ha de ser una cueva bien honda, y ahora le cumple tomar ánimos con un
trago.

_En camisa, descubiertos los hombros, toma el pichel del aguardiente
y lo levanta sobre la boca del borracho, que lo aparta con una mano y
cierra los ojos._

PEDRO GAILO

Bebe tú primero, Simoniña.

SIMONIÑA

¡Es anisado!

PEDRO GAILO

Bebe tú y déjame una gota. ¡La mujer se desgarra de su casa!

SIMONIÑA

Apure lo que resta, y espante los malos pensamientos.

PEDRO GAILO

La mujer se debe al marido, y el marido a la mujer. Los dos usan de sus
cuerpos por el Santo Sacramento.

SIMONIÑA

Si quiere mujer ha de hallarla, que no es tan viejo ni tan cativo.
Usted busque el amigarse fuera de casa, que otra a gobernar, aquí no
entra.

PEDRO GAILO

¿Y si de noche el enemigo me solivianta, que es muy tentador? ¡Muy
tentador, Simoniña!

SIMONIÑA

Con latines lo espanta.

PEDRO GAILO

¿Si me llama a pecar contigo?

SIMONIÑA

¡Demonio fuera!

PEDRO GAILO

Cúbrete los hombros, que el pecado está en mí revestido.

SIMONIÑA

Beba y duérmase.

PEDRO GAILO

¡Qué piernas redondas tienes, Simoniña!

SIMONIÑA

Si toda yo soy repolluda, no había de tener flacas las piernas.

PEDRO GAILO

¡Y eres blanca!

SIMONIÑA

No mire lo que no debe.

PEDRO GAILO

Vístete un refajo, y vamos a minar la cueva.

SIMONIÑA

¿Otra vez vuelve con el mismo delirio?

PEDRO GAILO

¡Me parte la cabeza!

SIMONIÑA

Ande para la cama.

PEDRO GAILO

¿Para qué cama, venturosa? Si no has de estar conmigo en la cama, no
voy a ella.

SIMONIÑA

Pues deje el cuchillo. ¡Era buena burla acostarnos los dos!

PEDRO GAILO

Vamos a jugársela.

SIMONIÑA

¿Ya no piensa en rebanar ningún pescuezo?

PEDRO GAILO

Calla la boca.

SIMONIÑA

Póngase en pie, y no me pellizque las piernas.

PEDRO GAILO

¡Eres canela!

_Simoniña conduce al borracho a la yacija, tras el cañizo, y le empuja,
sofocada. Cayéndole la camisa por los hombros, y deshecha la trenza,
descuelga el candil y sube a dormir en el sobrado. La voz nebulosa del
sacristán sale del cocho de paja._

PEDRO GAILO

¡Ven, Simoniña! ¡Ven, prenda! Pues que me da corona, vamos nosotros
dos a ponerle otra igual en la frente. ¿Dónde estás, que no te apalpo?
Ahora tú eres mi reina. Si coceas, no lo eres más. Le devolvemos su
mala moneda. ¡Cómo ríe aquel Demonio colorado! ¡Vino a ponérseme encima
del pecho! ¡Tórnamelo, Simoniña!... ¡Prenda! ¡Espántamelo!

_Simoniña, con el candil en la mano, escucha acurrucada en la escalera.
El borracho comienza a roncar, y las palabras borrosas que dibujan la
línea del sueño, se distinguen apenas._



JORNADA SEGUNDA: ESCENA VII


_Viana del Prior. Clamoreo de campanas. Noche de luceros. Un hostal
fuera de puertas. Hacen allí posada mendigos y trajinantes de toda
laya, negros segadores, amancebados criberos, mujeres ribereñas que
venden encajes, alegres pícaros y amarillos enfermos que, con la manta
al hombro y un palo en la mano, piden limosna para llegar al Santo
Hospital. El acaso los junta en aquel gran zaguán, sin otra luz que la
llama del hogar y la tristeza de un candil colgado a la entrada de las
cuadras. Aparece Rosa la Tatula tirando del carretón del enano, llega
al mostrador, y se registra la faltriquera al tiempo que ríe toda su
boca sin dientes._

LA TATULA

¿Es buena esta peseta, Ludovina?

_Ludovina, pequeña, pelirroja, encendida, redonda, hace sonar la moneda
y la frota entre los dedos, examinándola a la luz cornuda del candil.
Vuelve a saltarla sobre el mostrador._

LUDOVINA

Parece buena. Mírala tú, Padronés.

MIGUELÍN

No tiene tacha.

LA TATULA

¿Quieres ponérmela en perras, Ludovina? Tenía mi recelo de que fuese
cativa, por la mano de donde viene. Me la dio el castellano que va con
el pajarito.

MIGUELÍN

El Compadre Miau.

LA TATULA

Ese ventolera, que ya encartó con Mari-Gaila. Juntos como dos
enamorados quedan en la plaza viendo los castillos de fuego, y como es
tanto el gentío, me encomendaron el carretón. Bien hacen en divertirse,
que son mozos.

LUDOVINA

De mocedad poco les queda.

MIGUELÍN

El rabo por desollar. Son pieles del mismo pandero.

_Del fondo oscuro del zaguán sale a la luz un mozo alto, con barba
naciente, capote de soldado sobre los hombros, y el canuto de la
licencia al pecho. Tiene cercenado un brazo, y pide limosna tocando el
acordeón con una mano._

EL SOLDADO

Mari-Gaila no es mujer para un hombre de ese porte. ¡La otra tenía un
garbo y un ceceo más bien puesto!

MIGUELÍN

La otra llevaba un crío a cuestas, y esta lleva en el carretón un
premio de la lotería. El Compadre Miau, a ese engendro de la cabeza
gorda lo pasea por la redondez de España, sacándole mucho dinero.

EL SOLDADO

No es caso superior. Fenómenos, otros que vemos.

LA TATULA

Mejor enseñados en sus principios.

MIGUELÍN

El Compadre, de un perro con pulgas hizo el sacadineros de Coimbra.

LA TATULA

Mari-Gaila, teniendo el disfrute del engendro, o el medio disfrute, no
hacía nada.

EL SOLDADO

No es caso superior.

MIGUELÍN

Es para lucido en una verbena del propio Madrid. Ludovina, dale una
copa, que yo la abono, y trae papel, que le haré un bonete.

EL SOLDADO

Para una cabeza tan gorda, será solideo.

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

EL SOLDADO

Tú como sacabas el dinero, era con barbas, una joroba y el bonete
colorado.

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

MIGUELÍN

Y con todo te verás, si caes en la mano del Compadre Miau.

LA TATULA

Págale otra copa, y estaos atentos. Cuando tiene dos copas se pone un
mundo de divertido. Haz la rana, Laureano.

EL IDIOTA

¡Cua! ¡Cua!

MIGUELÍN

¿Quieres otra copa, Laureano?

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

MIGUELÍN

Dale otra, Ludovina.

LUDOVINA

Ya van tres por tu cuenta, tres perras.

MIGUELÍN

Cóbrate de ese machacante.

LUDOVINA

¡Viva el rumbo!

_Miguelín, la boca rasgada por una mala risa, y la lengua sobre el
lunar rizoso del labio, hace beber al enano que, hundido en las pajas
del dornajo, se relame torciendo los ojos. Bajo la campana de la
chimenea resuena deformado el grito epiléptico._

EL IDIOTA

¡Hou! ¡Hou!

MIGUELÍN

Bebe, Napoleón Bonaparte.

EL SOLDADO

Píntale unos bigotes como los del Káiser

MIGUELÍN

Voy a afeitarle una corona.

LA TATULA

Tienes ideas del pecado.

_A canto del hogar, un matrimonio de dos viejos, y una niña blanca con
hábito morado, reparten la cena. Rosquillas, vino y un pañuelo con
guindas. La niña, extática, parece una figura de cera entre aquellos
dos viejos de retablo, con las arrugas bien dibujadas y los rostros de
un ocre caliente y melado, como los pastores de una Adoración. El grito
del idiota pone la flor de una sonrisa en la boca triste de la niña._

LA NIÑA

¿Quieres pan de la fiesta, Laureaniño? ¿Y un melindre?

EL IDIOTA

¡Releche!

LA TATULA

Se encandila viendo a la rapaza. ¡Es muy pícaro!

_El idiota agita las manos con temblor de epilepsia, y pone los ojos
en blanco. La niña deja sobre el dornajo guindas y roscos, y vuelve a
sentarse en medio de los padres, abstraída y extática. Con su hábito
morado y sus manos de cera, parece una virgen mártir entre dos viejas
figuras de retablo._

LA MADRE

Ludovina, no consientas que tanto le den a beber. ¡A pique de que lo
maten!

LA TATULA

¡Maldita palabra!

_El idiota, los ojos vueltos y la lengua muerta entre los labios
negruzcos, respiraba con ahogado ronquido. La enorme cabeza, lívida,
greñuda, viscosa, rodaba en el hoyo como una cabeza cortada. Miguelín
el Padronés, sesgando la boca, sacaba la punta de la lengua y mojaba de
salivilla el rizo de su lunar. Las otras sombras se inclinaban sobre el
dornajo._

LUDOVINA

No le quitéis el aire.

MIGUELÍN

Metedlo de cabeza en el pozo, que eso se le pasa.

LUDOVINA

Tatula, sácalo para fuera. Aquí no quiero más danzas.

_Con la boca cada vez más torcida, araña la colcha remendada del
dornajo, y sus manos, sacudidas de súbitos temblores, parecen afilarse.
La niña y los viejos guardan una actitud cristiana, recogidos tras la
llama del hogar._

EL PADRE

Lo acontecido no le acontece a la finada. Aquella tenía mano, pero este
pronunciamiento de darle cada uno su copa...

LUDOVINA

Saca para fuera el carretón, Tatula.

MIGUELÍN

Mételo en el pozo, que eso no es nada.

EL SOLDADO

¡Nada más que la muerte!

LUDOVINA

¡Centellón! ¡Que no lo quiero bajo mis tejas!

LA TATULA

¡Acaso no sea muerte total!

LUDOVINA

Yo miro por mi casa: ¡Y tú tienes toda la culpa, Maricuela!

MIGUELÍN

Después de que pago las copas, aún me vienes con apercibimientos.

_El enano había tenido el último temblor. Sus manos infantiles, de
cera oscura, se enclavijaban sobre la colcha de remiendos, y la enorme
cabeza azulenca, con la lengua entre los labios y los ojos vidriados,
parecía degollada. Las moscas del ganado acudían a picar en ella.
Ludovina había dejado el mostrador._

LUDOVINA

¡Que no quiero compromisos en mi casa! ¡Centellón! ¡A ver cómo os
ponéis todos fuera!

LA TATULA

Fuera me pongo. Pero conviene que todos se callen la boca de cómo se
pasó este cuento.

LUDOVINA

Aquí ninguno vio nada.

_La vieja rueda el dornajo, y en el umbral de la puerta, blanco de
luna, aparece la Mari-Gaila. Su sombra, llena de ritmos clásicos, se
pronuncia sobre la noche de plata._

MARI-GAILA

¡Salud a todos!

LUDOVINA

Oportuna llegas.

MARI-GAILA

¿Qué misterio se pasa?

LA TATULA

Que la muerte no tiene aviso.

MARI-GAILA

¿El baldadiño?

LUDOVINA

Espichó.

MARI-GAILA

¡Espadas son desgracias! ¿Cómo a Séptimo le daría aviso? ¡Bien quisiera
pedirle consejo!

MIGUELÍN

¿Dónde quedó?

MARI-GAILA

Fue llamado del Casino de los Caballeros.

LUDOVINA

El consejo es darle tierra.

MARI-GAILA

¿Tierra bendita?

LUDOVINA

¡No vas a enterrarlo al pie de un limonero!

EL PADRE DE LA NIÑA EXTÁTICA

Cumple en conciencia, y pon al hijo bajo la cruz de la madre.

MARI-GAILA

Habré de caminar toda la noche con el muerto en el carro. ¡Arrenegado
el Demonio sea! Échame una copa, Ludovina. Tragos con tragos. Échame
otra para que sea medio real. Si por mí preguntase Séptimo...

LUDOVINA

Tendrá respuesta. ¡Mari-Gaila, pónteme fuera! ¡No quiero más sobre mis
bienes el aire del muerto!

MARI-GAILA

¡Nuestro Señor Misericordioso, te llevas mis provechos y mis males me
dejas! ¡Ya se voló de este mundo quien me llenaba la alforja! ¡Jesús
Nazareno, me quitas el amparo de andar por los caminos, y no me das
otro sustento! ¡No harás para mí tus milagros, no me llenarás el horno
de panes, Jesús Nazareno!



JORNADA SEGUNDA: ESCENA VIII


_Noche de luceros. Mari-Gaila rueda el dornajo por un camino blanco y
lleno de rumor de maizales. Canta el cuco. Cuando fina, suena la risa
tremolante del Trasgo Cabrío. Está sentado sobre un peñasco y con la
barba greñuda, estremecida por una ráfaga de viento. Mari-Gaila lo
conjura._

MARI-GAILA

    ¡A la una, la luz de la luna!
    ¡A las dos, la luz del sol!
    ¡A las tres, las tablillas de Mosén!

EL CABRÍO

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¡Arrenegado!

EL CABRÍO

¡Esta noche bien me retorciste los cuernos!

MARI-GAILA

    ¡A las cuatro, el canto del gallo!

EL CABRÍO

¡Jujurujú! ¡Bésame en el rabo!

_El paraje se trasmuda. Mari-Gaila atraviesa una calzada por un estero
rielante. El Cabrío, sentado sobre las patas, en medio de la vereda,
ríe con aquella gran risa que pasa retorciéndose por las perillas de su
barba._

MARI-GAILA

    ¡A las cinco, lo que está escrito!
    ¡A las seis, la estrella de los Reyes!
    ¡A las siete, ceras de muerte!

EL CABRÍO

Cuando remates, echaremos un baile.

MARI-GAILA

    ¡A las ocho, llamas del Purgatorio!
    ¡A las nueve, tres ojos y tres trébedes!
    ¡A las diez, la espada del Arcángel San Miguel!
    ¡A las once, se abren las puertas de bronce!
    ¡A las doce, el trueno del Señor revienta en las tripas del Diablo
      Mayor!

_Mari-Gaila espera el trueno, y solo oye la risa del Cabrío. Otra vez
se trasmuda el paraje. Hay una iglesia sobre una encrucijada. Las
brujas danzan en torno. Por la puerta sale un resplandor rojizo, y pasa
el viento cargado de humo, con olor de sardinas asadas. El Cabrío,
sobre la veleta del campanario, lanza su relincho._

EL CABRÍO

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¡Arrenegado una y mil veces!

EL CABRÍO

¿Por qué me desconoces?

MARI-GAILA

¡Negro, si jamás te vi!

EL CABRÍO

¡Vente conmigo al baile!

MARI-GAILA

De tus romerías saber no quiero.

EL CABRÍO

¡Jujurujú! Te llevaré por los aires, más alto que el Sol y la Luna.
¡Jujurujú!

MARI-GAILA

Tu poder aborrezco.

EL CABRÍO

¿Quieres que te ponga al final de tu camino? Con solo soplar puedo
hacerlo.

MARI-GAILA

Ya lo sé que puedes.

EL CABRÍO

Tú en toda la noche no das andado lo que te falta.

MARI-GAILA

¡Arrédrate, Cabrío, y déjame pasar!

_Mari-Gaila tira del dornajo sin poder moverlo. Lo siente pesado, como
si fuese de piedra. El Cabrío deja oír su relincho._

EL CABRÍO

¡Jujurujú! En toda la noche no arribas a tu puerta. ¿Quieres mi ayuda?

MARI-GAILA

¿Por qué precio me la otorgas?

EL CABRÍO

Por ninguna cosa. En rematando el viaje echamos un baile.

MARI-GAILA

Como solamente fuera eso...

EL CABRÍO

Eso y no más.

MARI-GAILA

Tengo mejor cortejo.

EL CABRÍO

¡Jujurujú! A tu ventura te quedas.

_El Cabrío revienta en una risada, desaparece del campanario,
cabalgando sobre el gallo de la veleta. Otra vez se trasmuda el paraje,
y vuelve a ser el sendero blanco de luna, con rumor de maizales.
Mari-Gaila se siente llevada en una ráfaga, casi no toca la tierra.
El impulso acrece, va suspendida en el aire, se remonta y suspira con
deleite carnal. Siente bajo las faldas la sacudida de una grupa lanuda,
tiende los brazos para no caer, y sus manos encuentran la retorcida
cuerna del Cabrío._

EL CABRÍO

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¿Adónde me llevas, negro?

EL CABRÍO

Vamos al baile.

MARI-GAILA

¿Por dónde vamos?

EL CABRÍO

Por arcos de Luna.

MARI-GAILA

¡Ay, que desvanezco! ¡Temo caer!

EL CABRÍO

Cíñeme las piernas.

MARI-GAILA

¡Qué peludo eres!

_Mari-Gaila se desvanece, y desvanecida se siente llevada por las
nubes. Cuando, tras una larga cabalgada por arcos de Luna, abre los
ojos, está al pie de su puerta. La Luna grande, redonda y abobada, cae
sobre el dornajo donde el enano hace siempre la misma mueca._



JORNADA SEGUNDA: ESCENA IX


_Simoniña, en camisa, los pies furtivos y descalzos, desciende la
escalera del sobrado. En la cocina, negra y vacía, resuenan los golpes
con que llaman a la puerta._

SIMONIÑA

¡Están a petar, mi padre!

PEDRO GAILO

Petar petan...

SIMONIÑA

¿Pregunto quién sea?

PEDRO GAILO

¿Y qué mal puede venir de preguntar?

LA VOZ DE MARI-GAILA

¡Abriréis, condenados!

SIMONIÑA

¡Es mi madre que está de retorno! ¡Como ella es de ley!...

PEDRO GAILO

¡A saber qué achaque la trae!

SIMONIÑA

¿Dónde quedaron los mixtos?

PEDRO GAILO

De mi mano no quedaron.

LA VOZ DE MARI-GAILA

¡Ay, aborrecidos! ¿Es que cuidáis de tenerme toda la noche a la luna?

SIMONIÑA

Estoy a cachear por los mixtos.

LA VOZ DE MARI-GAILA

¡Llevo aquí la vida perdurable!

SIMONIÑA

Aguarde que encienda el candil.

_La sombra del sacristán, larga y escueta, asoma por encima del cañizo.
Bajo la chimenea, el candil, ya encendido, se mece con lento balance, y
la mozuela, cayéndole por los hombros la camisa, levanta las trancas de
la puerta. Mari-Gaila se aparece en el claro de luna, negra y donosa.
En el camino, medio volcado, está el carretón._

MARI-GAILA

¡Sois piedras cuando os echáis a dormir!

PEDRO GAILO

A los cuerpos cansados del trabajo, no ha de pedírseles que duerman con
un ojo abierto, como las liebres.

MARI-GAILA

¿Qué estás a barullar, latino? ¡Así durmieses y no despertases!

PEDRO GAILO

¿No tienes mejores palabras cuando te acoges a tu casa, descarriada?

MARI-GAILA

¡No me quiebres la cabeza!

PEDRO GAILO

¡Más me cumplía, y era el rebanártela del pescuezo!

MARI-GAILA

¡Loqueaste, latino!

PEDRO GAILO

¿Dónde está mi honra?

MARI-GAILA

¡Vaya el cantar que te acuerda!

PEDRO GAILO

¡Te hiciste Pública!

MARI-GAILA

¡A ver si te enciendo las liendres!

SIMONIÑA

¡No comiencen la pelea!

MARI-GAILA

¡Buenos latines cuando perdimos nuestro bien!

SIMONIÑA

¿El baldadiño, mi madre?

MARI-GAILA

Espichó.

PEDRO GAILO

Por modo que... ¿Algún dolor repentino?

MARI-GAILA

Una alferecía. ¡Acabose nuestro provecho!

PEDRO GAILO

Él dejó de padecer, y no miró más.

MARI-GAILA

Cuatro machacantes junté en este medio tiempo.

_Mari-Gaila desanuda con los dientes una punta del pañuelo, y
haciéndolas saltar en la mano, muestra las cuatro monedas. Simoniña,
ante aquellas luces, comienza el planto._

SIMONIÑA

¡Ya se fue el sol de nuestra puerta! ¡Ya se acabó el bien de nuestra
casa! ¡Ay, que se fue de este mundo sin mirar por nos!

PEDRO GAILO

Corresponde dar aviso a mi hermana Marica.

MARI-GAILA

Que la rapaza se llegue por su puerta al ser de mañana.

SIMONIÑA

¡Madre del Señor, cómo mi tía se va a poner de remontada! ¡La mar de
Corrubedo!

MARI-GAILA

Tú no le hablas palabra. Le dejas el carretón a la puerta, y con la
misma, te caminas.

SIMONIÑA

¿He de llevar el carretón?

MARI-GAILA

¡Por sabido, aborrecida! ¡Por sabido! ¡No han de ser nuestras costillas
a pagar el entierro!

PEDRO GAILO

¡Y andar en declaraciones!...

SIMONIÑA

Falta que mi tía sea conforme.

MARI-GAILA

Cuando se mire con el carretón a la sombra de las tejas, verá si lo
pone en salmuera.

PEDRO GAILO

Determinado de hacer conforme a este hablar, cumple que ello se remate
antes de venirse el día.

MARI-GAILA

¡Ahí estás asesado, latino!

SIMONIÑA

No me llego a la puerta de mi tía sin cuatro chinarros en el mandil.

PEDRO GAILO

¡Calla, mal enseñada! ¡Es tu tía y no has de alzarte contra ella!

MARI-GAILA

Si te acoge con malas palabras, le rompes las tejas.

PEDRO GAILO

No hay caso de tal incumbencia, aprovechando el rabo de la noche.

MARI-GAILA

No dictaminas mal.

PEDRO GAILO

Hay que evitar pleitos entre familias. Simoniña, tú le dejas el
carretón a la puerta, y te caminas sin promover voces.

SIMONIÑA

Ya pudo mi madre hacerlo cuando acá dio la vuelta.

PEDRO GAILO

Son discursos de hombre.

MARI-GAILA

¡Calla, latino! ¿Consideras que no alcanzo tanta doctrina?

PEDRO GAILO

No te hago de menos, pero el hombre tiene otras luces.

SIMONIÑA

¡Muera el cuento!

MARI-GAILA

Muerto y sepultado. Aprovecha este ínterin de noche y llega con el
carretón a la puerta de tu tía.

SIMONIÑA

¡Estoy a temblar!

MARI-GAILA

¡Eres muy dama!

SIMONIÑA

¡El muerto me impone!

MARI-GAILA

Anda a turrar del carretón.

SIMONIÑA

¡Ir por esos caminos tan negros!

MARI-GAILA

Por ellos vino tu madre.

PEDRO GAILO

No seas rebelde, Simoniña.

SIMONIÑA

Venga usted conmigo, mi padrecito.

PEDRO GAILO

Yo te hablaré desde la puerta, Simoniña.

MARI-GAILA

No te dilates con retóricas, aborrecida.

_Simoniña se ata el refajo con manos temblorosas, échase el mantelo
por la cabeza a guisa de capuz, y sale al camino haciéndose cruces y
gimoteando. Por el claro de luna tira del negro carretón, donde la
enorme cabeza del idiota, lívida y greñuda, hace su mueca. Las manos
infantiles, enclavijadas sobre la cobija, tienen un destello cirial.
Pedro Gailo, arrodillado en la puerta, con los brazos abiertos, envía
la escolta de sus palabras._

PEDRO GAILO

¡Sé bien mandada!... ¡Llegas en una carrera!... ¿Óyesme?... ¡No lleves
temor!... ¡Tienes luna!... ¿Óyesme?...

LA VOZ LEJANA DE SIMONIÑA

¡Hábleme, mi padrecito!



JORNADA SEGUNDA: ESCENA X


_Prima mañana, rosadas luces, cantos de pájaros. En la copa de las
higueras abren los brazos derrengados peleles, y dos marranos gruñen
sobre el dornajo, ante la puerta aún cerrada de Marica del Reino. La
vieja, raída y pelona, saca la cabeza por el ventano, y con gritos
espanta a las bestias._

MARICA DEL REINO

¡Cache!... ¡Cache!... ¡Cache, grandísimos ladrones!... ¡Nuestro Señor
me valga, los bacuriños sobre el carretón! ¡A las calladas me lo
trujeron! ¡Las malas almas ni una voz para advertirme!

_Marica del Reino, el refajo mal ceñido, y los pechos de cabra seca
fuera del justillo, surge del fondo de la cocina, enarbolando la
escoba._

MARICA DEL REINO

¡Cache, ladrones! ¡Cache, empedernidos!... ¡Alma, no te espantes!
¡No te me vayas, alma! ¡Ay, que toda la cara le comieron! ¡Devorado!
¡Devorado de los bacuriños! ¡Frío del todo!

_A las voces van acudiendo los vecinos: Asoman a los ventanos angostos
que se abren al socaire de los tejados, se agrupan en los patines,
salen de los establos, envueltos en el vaho de los mugidos. La bruja,
toda en un grito, apalea las escurridas ancas de los puercos, que
gruñen y dan vueltas en la querencia del carretón. Habla Serenín de
Bretal, un viejo docto que ahora apaga un farol en la puerta del
establo._

SERENÍN DE BRETAL

Está el mundo desgobernado. Ya las bestias se vuelven sin miramiento
para comerse a los cristianos.

_Una mujer encinta que, rodeada de críos, está en lo alto de un patín,
se santigua y abre los brazos sobre su prole, con expresión triste y
resignada de muerte lenta._

LA MUJER EN PREÑEZ

¡Madre de Dios! ¡Madre de Dios!

SERENÍN DE BRETAL

Conócese que durmió el carretón a la luna.

UNA VIEJA EN UN VENTANO

Así pudo suceder.

LA MUJER EN PREÑEZ

¡Madre de Dios! ¡Madre de Dios!

MARICA DEL REINO

¡Calladamente esta noche me lo trujeron, y calladamente se caminaron
sin revelarme del sueño con una voz, sin batirme en la puerta! ¡Su
negra conducta ocasiona este ejemplo!

LA MUJER EN PREÑEZ

¡Su madre estaba a llamar por él!

MARICA DEL REINO

¡Aquí tenéis este cuerpo frío! ¡Cara y manos le comieron los cerdos!
¡Duélense las entrañas, la vista se duele viendo esta carnicería!
¡Testigos sois! ¡Comido de las bestias!

SERENÍN DE BRETAL

Las bestias no tienen idea.

LA VIEJA DEL VENTANO

¡Es manifiesto!

MARICA DEL REINO

¡Las entrañas se estremecen viendo estos despojos! ¡Abandonado fuiste a
mi puerta, Laureaniño! ¡Almas soberbias te trajeron la muerte!

LA VIEJA DEL VENTANO

¡Extraño se hace que al ser mordido no diese voces!

UNA RAPAZA

Y pudiera ser que las diese, tía Justa.

MARICA DEL REINO

Hubiérame revelado del sueño.

LA MUJER EN PREÑEZ

Yo en toda la noche no cerré los ojos.

LA VIEJA DEL VENTANO

¡Se hace extraño!

SERENÍN DE BRETAL

¿Y si era muerto cuando los cerdos vinieron a comer en él? ¡Reparad
que no ha corrido la sangre! ¡Y el carretón había de estar encendido!
Conócese que murió del relente de la luna, que es una puñalada para
estos titulados fenómenos.

LA VIEJA DEL VENTANO

¡A saber si lo trajeron ya muerto!

SERENÍN DE BRETAL

De andar en justicias no os libráis.

MARICA DEL REINO

¡Si hay culpados, no se verán sin cadena!

LA VIEJA DEL VENTANO

¡Muy calladamente vinieron!

MARICA DEL REINO

¡Un levante de barbas honradas había de haber contra este vituperio!
¿Quién te quitó la vida, Laureaniño? ¡Si hablaras tú, cuerpo muerto!

SERENÍN DE BRETAL

No alces esas voces, que son responsabilidades. El carretón finó de
muerte propia, que nadie va contra su sustento.

MARICA DEL REINO

¿Quieres decir que acabó bajo mi custodia?

SERENÍN DE BRETAL

Quiero decir que se lo llevó la voluntad del Señor.

MARICA DEL REINO

¿Y por qué del sigilo con que me lo dejaron a la puerta? ¡Acabó en sus
manos ladronas!

SERENÍN DE BRETAL

Si es así, tú cumples con volver a llevárselo. Como ellos hicieron,
haces.

LA VIEJA DEL VENTANO

¡Aquí hay misterio!


FIN DE LA JORNADA SEGUNDA



JORNADA TERCERA



DIVINAS PALABRAS: JORNADA TERCERA: ESCENA PRIMERA

_La casa de los Gailos. En la cocina, terreña y ahumada, se acurrucan
—sombras taciturnas— marido y mujer. Por el tejado rueda burlona una
piedra, y un vuelo esparcido de rapaces que pasa ante la puerta,
levanta esta copla:_

COPLA DE RAPACES

    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila.
    ¡Tunturuntún! Que tanto bailó.
    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila.
    ¡Tunturuntún! Que malparió.

MARI-GAILA

¡Hijos de la grandísima!

PEDRO GAILO

¡Prudencia!

MARI-GAILA

¡Centellas!

PEDRO GAILO

No los incitemos.

MARI-GAILA

¡Más mereces!

PEDRO GAILO

¡Titulada de adúltera!

MARI-GAILA

¡Titulado de cabra!

_Tornan a quedar en silencio. La sombra de una bruja pasa escurrida
pegada a la casa, y se detiene a mirar por la puerta. Es Rosa la
Tatula, encorvada, sin dientes, escueta la alforja y el palo en la
mano. Mari-Gaila se levanta, y en voz baja tiene coloquio con la vieja.
Entran las dos. Mari-Gaila canta._

LA TATULA

¿Nada me dices, Pedro Gailo?

PEDRO GAILO

Que vamos viejos, Tatula.

LA TATULA

Tú aún no rompes unas mangas.

MARI-GAILA

Y unas bragas. Por cuentos está virado contra mí, como un león
africano. ¡Hasta habló de picarme el cuello!

LA TATULA

Es hablar que tienen los hombres.

MARI-GAILA

¡Si de hablar no pasa!

_Un profundo suspiro levanta el pecho de Mari Gaila. Con garbo de talle
y brazos alcanza el pichel, llena una copa, que cata con mimos de
lengua, y desde lejos, desgarrándose, se la ofrece al marido._

MARI-GAILA

¡Bebe!

PEDRO GAILO

¡Quería recibir a Dios!

MARI-GAILA

Bebe en mi copa.

PEDRO GAILO

Quería descargar mi conciencia.

MARI-GAILA

¿Me haces ese feo?

PEDRO GAILO

¡Tengo sobre mi alma una negra culpa!

MARI-GAILA

Bebe, que yo te lo ofrezco.

PEDRO GAILO

Mi alma no te pertenece.

MARI-GAILA

Bebe sin escrúpulo.

PEDRO GAILO

¡Pestilencia!

MARI-GAILA

¡Ahí tienes sus textos, Tatula!

PEDRO GAILO

¡Mujer de escándalo!

MARI-GAILA

¡Alumbrado!

_El sacristán échase fuera, negro y zancudo, mas queda espantado sobre
el umbral, con los pelos de pie, los brazos en aspa. Marica del Reino,
cubierta con el manteo, venía rostro a la casa, tirando del carretón._

PEDRO GAILO

¡El fin de los tiempos, mi hermana Marica!

MARICA DEL REINO

Lo recibido vuelvo.

MARI-GAILA

Ese cuerpo frío a mi puerta no lo dejas.

_Marica del Reino, antes de contestar, vuelve la cabeza: Una sombra y
una mirada hostil, adivina a su espalda. Simoniña, que tornaba de la
fuente, estaba erguida en medio del camino, las manos firmes en las
caderas. En aquella hora tenía un recuerdo de su madre la Mari-Gaila._

SIMONIÑA

Llévese esa boleta, señora mi tía.

MARICA DEL REINO

Franquéame el paso.

SIMONIÑA

¡No se ponga en pasar!

MARICA DEL REINO

En pasar y en picarte la cresta.

SIMONIÑA

¡Acuda, mi padre!

PEDRO GAILO

¿Qué cisma traes a mi casa?

MARICA DEL REINO

Es difunto de tu sangre.

PEDRO GAILO

Y de la tuya, Marica.

MARICA DEL REINO

En mis manos no murió.

MARI-GAILA

Vivo te fue entregado, cuñada.

MARICA DEL REINO

¡Cuñada! ¡Maldita palabra que mi lengua encadena!

MARI-GAILA

¡Habla! ¡Tendrás tu respuesta!

MARICA DEL REINO

¡Malcasada!

PEDRO GAILO

¡Selle vuestra boca el respeto de la muerte! ¡Espante su presencia las
malas palabras!

LA TATULA

¡Asustas!

SIMONIÑA

Abájese los pelos que tiene derechos, mi padre.

PEDRO GAILO

El que está sobre la puerta me los ha levantado con su aire. ¡Pide
sepultura!

MARICA DEL REINO

Y cumples dándosela. ¡Pero no murió en mis manos, y la sepultura no es
del mi cargo!

MARI-GAILA

¡Bruja cicatera!

MARICA DEL REINO

¡Malcasada!

PEDRO GAILO

¡Vete, Marica! ¡Vete de mi puerta! El sobrino tendrá su entierro de
ángel.

SIMONIÑA

¡Muy rico se encuentra mi padre!

MARI-GAILA

¡Iluminado!

MARICA DEL REINO

¡Déjame paso, Simoniña!

SIMONIÑA

Está en pasar, y no pasa.

MARICA DEL REINO

¡Que te clavo esta lezna!

SIMONIÑA

¡Bruja!

MARICA DEL REINO

¡Que con ella el corazón te paso!

SIMONIÑA

¡Acuda, mi madre!

MARI-GAILA

¡Aborrecida, déjala que se vaya!

PEDRO GAILO

Simoniña, rueda para dentro de la casa ese cuerpo difunto. Hay que
lavarle y amortajarle con mi camisa planchada, pues va a comparecer en
presencia de Dios.

SIMONIÑA

¿Oye, mi madre?

MARI-GAILA

Oigo, oigo, y me estoy callada.

LA TATULA

No arméis vosotros una nueva parranda. Tres días que os pongáis con el
carretón a la puerta de la iglesia, juntáis el entierro y mucho más.

MARI-GAILA

Tres días no los resiste con estas calores.

LA TATULA

Está curtido del aguardiente.

PEDRO GAILO

Hay que muy bien lavarle la cara, rabecharle las barbas que le nacían,
y ponerle su corona de azucenas. Como era inocente, le cumple rezo de
ángel.

MARI-GAILA

¿Y tú, latino, no tocas para la misa? ¿Esperas que toquen solas las
campanas?

_Tapando la luz de la puerta, negro en la angosta sotana, el sacristán
juzga de la hora por la altura del sol, y corre al atrio, sonando las
llaves de la iglesia. En torno de la casa vuelve a rodar la copla de
los rapaces._

COPLA DE RAPACES

    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila.
    ¡Tunturuntún! No sé que le dio.
    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila.
    ¡Tunturuntún! Que malparió.



JORNADA TERCERA: ESCENA II


_Mari-Gaila y la Tatula conversan secretamente a espaldas de la casa,
bajo la pompa de la higuera donde abre los brazos el espantapájaros:
Una sotana hecha jirones, vestida en la cruz de dos escobas._

LA TATULA

Ya podemos hablar sin misterio.

MARI-GAILA

Pues comienza.

LA TATULA

¿Recuerdas de la suerte que una cierta ocasión te pronosticaron las
cartas?

MARI-GAILA

¡Cartas veletas!

LA TATULA

Prendas de amor te salieron por tres veces.

MARI-GAILA

¡Fallidos pronósticos!

LA TATULA

Tú misma pudiste leerlas.

MARI-GAILA

Mi suerte no muda.

LA TATULA

Será porque tú no quieras... He de darte cierto aviso.

MARI-GAILA

¿Qué es ello?

LA TATULA

Palabras de uno que espera las tuyas.

MARI-GAILA

¿Vienes mandada de Séptimo Miau?

LA TATULA

Diste pronto en el sujeto. ¿Sabrás igualmente cuál es su tocata?

MARI-GAILA

La tocata es buena.

LA TATULA

Quiere entrevistarse contigo.

MARI-GAILA

¡Ay, qué trueno! ¿Qué ceño puso al conocer el fin del carretón?

LA TATULA

Interrogó a los presentes, y sacó el hilo como un juez. Te conviene
saberlo. El baldadiño espichó de tanta aguardiente como le hizo
embarcar el maricuela.

MARI-GAILA

¡Había de ser ese ladrón! ¿Y Séptimo, qué dijo al enterarse?

LA TATULA

Al pronto quedó suspenso picando un cigarro.

MARI-GAILA

Disimulaba.

LA TATULA

¡Le conoces! Luego se puso a beber con todos, y con el maricuela el
primero. Cuando lo tuvo a barlovento, saltole encima, le afeitó el
lunar, y sin calzones lo echó al camino. ¡Lo que allí pudimos reír!

MARI-GAILA

¿Y Ludovina?

LA TATULA

¡Se escachaba!

MARI-GAILA

¿Tú no sospechas que tenga trato con Séptimo?

LA TATULA

Lo habrá tenido.

MARI-GAILA

Si lo tuvo, lo tiene.

LA TATULA

¡Ya te encelas!

MARI-GAILA

¡Libres son!

LA TATULA

¡Séptimo está por ti que ciega!

MARI-GAILA

De un ojo.

LA TATULA

¡Bien te lo declara su deseo de hablar contigo!

MARI-GAILA

¡Acaso no le bastará con una!...

LA TATULA

¿Es esa tu respuesta?

MARI-GAILA

Mi respuesta aún no te la di.

LA TATULA

Pues otra cosa no espero.

MARI-GAILA

La tengo de pensar.

LA TATULA

Los dictados del corazón son repentinos.

MARI-GAILA

Eso dicen...

LA TATULA

¿Qué le respondes?

MARI-GAILA

¡Ay, no estoy por sus conciertos!

LA TATULA

¡Buena vida pierdes!

MARI-GAILA

Andar errante.

LA TATULA

¡Contar pesetas!

MARI-GAILA

¡Soles y lluvias!

LA TATULA

¡Comer de mesones!

MARI-GAILA

¡Sobresaltos!

LA TATULA

¡Una reina! Para ti son estas medias listadas y estos pendientes
de brillos. Las medias, si las pruebas, llevaré razón de cómo te
aprisionan la pantorra.

MARI-GAILA

¿Son altas las medias?

LA TATULA

¡Clase superior! A estas llama el señorío conejeras.

MARI-GAILA

¡Pues está ocurrente el señorío!

LA TATULA

¿Qué me respondes para Séptimo?

MARI-GAILA

Le das las gracias.

LA TATULA

¿Sin otra palabra, Mari-Gaila?

MARI-GAILA

Si otra te pide, dile que venga por ella.

_Mari-Gaila sonríe pensativa, mirando al río cubierto de reflejos
dorados. Por la orilla va una caravana de húngaros con osos y calderos.
Mari-Gaila canta._

CANTAR DE MARI-GAILA

    Si mensajes me mandas,
        No lo celebro.
    Suspiros en el aire
        Son mensajeros.

LA TATULA

Séptimo pide hablarte en lugar retirado.

MARI-GAILA

Para darnos la despedida.

LA TATULA

La despedida, si otra cosa con él no conciertas. ¿Qué respondes?

MARI-GAILA

¡Y qué puede responder la mujer enamorada!

LA TATULA

¿Irás adonde él te cite?

MARI-GAILA

¡Iré!

LA TATULA

¿Lo confirmas?

MARI-GAILA

Confirmado.

LA TATULA

Pues dame una copa, y me camino con tu acuerdo.

MARI-GAILA

Entremos a tomarla.

LA TATULA

Espera.

_La vieja retenía del brazo a Mari-Gaila. La Guardia Civil cruzaba el
camino con un hombre maniatado. Asombradas bajo la hoguera, las dos
mujeres reconocieron al peregrino de las barbas venerables y el cabezal
de piedra._

MARI-GAILA

¡Siempre pegan en el más infeliz!

LA TATULA

¡Qué engañada! ¡Ese es el Conde Polaco!

MARI-GAILA

¡Ese!... Por tal tuve a Séptimo.

LA TATULA

El Condado de Séptimo es sacar dinero con sus títeres.

MARI-GAILA

¡Muy tunante!

LA TATULA

¡Y muy divertido!

MARI-GAILA

¡Por algo yo le aborrezco!



JORNADA TERCERA: ESCENA III


_San Clemente. La iglesia románica de piedras doradas. La quintana
verde. Paz y aromas. El sol traza sus juveniles caminos de ensueño
sobre la esmeralda del río. Séptimo Miau aparece sentado en el muro
de la quintana. Simoniña, en la sombra del pórtico, arrodillada a la
vera del carretón, pide para el entierro. La enorme cabeza del idiota
destaca sobre una almohada blanca, coronada de camelias la frente de
cera. Y el cuerpo rígido dibuja su desmedrado perfil bajo el percal de
la mortaja azul con esterillas doradas. Encima del vientre, inflamado
como el de una preñada, un plato de peltre lleno de calderilla recoge
las limosnas, y sobrenada en el montón de cobre negro una peseta
luciente._

SÉPTIMO MIAU

¡Qué! ¿Se junta mucha moneda?

SIMONIÑA

¡Algo pinga!

SÉPTIMO MIAU

¡No sabéis vosotras el bien que enterráis!

SIMONIÑA

¿Será usted el solo que lo sepa?

SÉPTIMO MIAU

Esos fenómenos son sujetos delicados, y hay que tener mucha mano con
ellos.

SIMONIÑA

¡Mejor cuido del que tenía!

SÉPTIMO MIAU

¡Me lo cuentas a mí, mozuela! ¿Pues no veo el carro sin un mal toldo,
sin una pintura que luzca? ¡Y era propio el fenómeno para enseñarlo en
una verbena de Madrid!

SIMONIÑA

¡Bien que le revolvieron la cabeza a mi madre con esos discursos!

SÉPTIMO MIAU

Tu madre es una mujer de provecho.

SIMONIÑA

Aun cuando usted no lo crea.

SÉPTIMO MIAU

No es soflama, niña. Si hubiera querido encartarse conmigo, salía de
miserias.

SIMONIÑA

Mi madre mira mucho por su conducta, y no quiere encartes.

SÉPTIMO MIAU

Encartes son tratos legales.

SIMONIÑA

Y amancebamientos.

SÉPTIMO MIAU

Conveniencia de dos que se juntan para ganar la plata. Tratos legales.
Yo hubiera tomado el carro en arriendo, pagando un buen porqué, le
hubiera puesto dos perros enseñados a tirar... ¡Y no digo!...

SIMONIÑA

¡Pues ya no tiene remedio!

_Simoniña suspira, e incorporándose sobre las losas del pórtico, de
rodillas a la vera del dornajo, esparce las moscas que comen en la
cabeza de cera. Unas beatas con olor de incienso en las mantillas,
salen deshiladas de la iglesia._

SIMONIÑA

¡Una limosna para ayuda del entierro!

UNA VIEJA

¡Cómo hiede!

OTRA VIEJA

¡Corrompe!

BENITA LA COSTURERA

¿Cuándo lo enterráis?

SIMONIÑA

Cuando ajuntemos para ello.

BENITA LA COSTURERA

¡Vaya unas puntadas que le echaron a la mortaja! ¡Son hilvanes!

SIMONIÑA

Para los gusanos, ya está bastante.

BENITA LA COSTURERA

¿Quién se la cortó?

SIMONIÑA

Todo lo hizo mi madre.

BENITA LA COSTURERA

¡No es muy primorosa!

SIMONIÑA

Tampoco es costurera.

BENITA LA COSTURERA

¿Y no tenía otro hilo más propio para pegarle la esterilla?

SIMONIÑA

Déjese de poner tachas, y suelte una perra.

BENITA LA COSTURERA

No la tengo.

SIMONIÑA

¡Poco le rinde la aguja!

BENITA LA COSTURERA

Para vivir honradamente. No lo olvides, para vivir honradamente.

SIMONIÑA

Pues no se libra de calumnias.

BENITA LA COSTURERA

Puede ser, pero mi fama no está en esas lenguas.

SIMONIÑA

Le tira el señorío.

BENITA LA COSTURERA

Más pobre que tú, pero con decencia.

SIMONIÑA

¡Ay, qué delirio con la decencia!

BENITA LA COSTURERA

¡Es lo que más estimo!

SIMONIÑA

¡Apuradamente!

BENITA LA COSTURERA

¿Qué quieres decir?

SIMONIÑA

Que todas somos honradas mientras...

BENITA LA COSTURERA

¡En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo! ¿Te parece
hablar propio de juventud?

SIMONIÑA

Como no trato con el señorío, desconozco los modos de las madamas.

BENITA LA COSTURERA

¡Me voy! ¡No quiero mis relatos!

SIMONIÑA

¿Se va sin dejar una perra?

BENITA LA COSTURERA

Así es.

SIMONIÑA

¡Como no hubiese más caridad que la suya!

_Pedro Gailo, con sotana y roquete, asoma en la puerta de la iglesia.
Llega el olor de los cirios que humean apagados en los altares. El arco
de la puerta deja entrever reflejos de oro en la penumbra._

PEDRO GAILO

¡Puñela! ¡Qué dada eres a picotear!

SIMONIÑA

Me hablan, contesto.

PEDRO GAILO

Todas las mujeres sois de un mismo ser.

SÉPTIMO MIAU

Pues tal como son las mujeres, no hay fiesta sin ellas, compadre. Y
usted no se queje, que tiene buena compañera. Casualmente hicimos
juntos una romería, y allí he podido apreciar cómo se comporta y sabe
sacar el dinero a los primaveras.

SIMONIÑA

Oiga cómo todos hablan de mi madre. ¡Y que sea usted solo a quebrarle
la cabeza!...

PEDRO GAILO

¡Calla la boca, Simoniña!

SIMONIÑA

Guíese otra vez de cuentos.

_Coimbra salta en dos patas, y mueve la cola bailando en torno del
sacristán, que la mira con ojos adustos. Coimbra, irreverente, olfatea
la sotana y estornuda, remedando la tos de una vieja._

SÉPTIMO MIAU

Escupe el resfriado, Coimbra.

PEDRO GAILO

¡Revienta en un trueno!

SÉPTIMO MIAU

Pídale usted la pata, compadre.

PEDRO GAILO

No soy de vuestro arte.

SÉPTIMO MIAU

¿Qué arte es el nuestro?

PEDRO GAILO

¡Arte del Diablo!

SÉPTIMO MIAU

¡Coimbra, se vive de calumnias!

SIMONIÑA

¡Por bueno está usted señalado en la cara!

SÉPTIMO MIAU

¿Cree usted, joven?

SIMONIÑA

¡Creo en Dios!

_Séptimo Miau escupe la colilla, alza el parche con dos dedos,
descubriendo el ojo que lleva tapado y con un guiño lo recata de nuevo
bajo el verde tafetán._

SÉPTIMO MIAU

¡Ya ha visto usted cómo no estoy señalado!

SIMONIÑA

Pues por alguna maldad lo encubre.

SÉPTIMO MIAU

Por lo mucho que penetra. Tanto ve, que se quema, y he de llevarlo
tapado. ¡Penetra las paredes y las intenciones!

SIMONIÑA

¡Ave María! Tanto ver es de brujos.

PEDRO GAILO

El Demonio se rebeló por querer ver demasiado.

SÉPTIMO MIAU

El Demonio se rebeló por querer saber.

PEDRO GAILO

Ver y saber, son frutos de la misma rama. El Demonio quiso tener un ojo
en cada sin fin, ver el pasado y el no logrado.

SÉPTIMO MIAU

Pues se salió con la suya.

PEDRO GAILO

La suya era ser tanto como Dios, y cegó ante la hora que nunca pasa.
¡Con las tres miradas ya era Dios!

SÉPTIMO MIAU

Tiene usted mucho saber, compadre.

PEDRO GAILO

Estudio en los libros.

SÉPTIMO MIAU

Eso hace falta.

_Por el camino, entre maizales asoma el garabato negruzco de una vieja
encorvada, que galguea. El farandul deja la quintana, silbando a
Coimbra, y en el cancel se junta con Rosa la Tatula. No era otra la
vieja._

SÉPTIMO MIAU

¿Hablaste con ella?

LA TATULA

Y quedé de volver.

SÉPTIMO MIAU

¿Cómo la hallaste?

MARI-GAILA

Está por usted que ciega. ¡Mal sabe el pago de ciertos hombres con las
mujeres!

SÉPTIMO MIAU

¿Que un día la dejo o que me deja? ¡Siempre habrá corrido mundo!

LA TATULA

¡Y trabajos!

SÉPTIMO MIAU

¿No se le volverá la intención?

LA TATULA

El Diablo cuida de avivar esa candela.

SÉPTIMO MIAU

Es una mujer de mérito.

LA TATULA

Mire para la hija. ¡Veinte años y no vale una risa de la madre!

SÉPTIMO MIAU

La madre tiene otro gancho.

LA TATULA

¡Mentira parece que malcomiendo conserve las carnes tan apretadas y los
ardores de una moza nueva!

SÉPTIMO MIAU

Que se me va la vista, Tatula.

LA TATULA

¡Ay, qué tunante!

SÉPTIMO MIAU

¿Cuándo quedaste de verla?

LA TATULA

Cuando usted me mande y señale lugar para entrevistarse.

SÉPTIMO MIAU

No conozco bien estos parajes. ¿Por dónde cae un cañaveral?

LA TATULA

¡Buena intención le guía!

_La vieja se rasca bajo la greña gris, y mientras en un reír astuto
descubre las encías desnudas de dientes, el farandul, apartándose el
tafetán, tiende la vista sobre las verdes eras._



JORNADA TERCERA: ESCENA IV


_El río divino de romana historia es una esmeralda con mirajes de
ensueño. Las vacas de cobre abrevan sobre la orilla, y en claros de
sol blanquean los linos mozas como cerezas y dueñas caducas, del ocre
melado de las imágenes en los retablos viejos. El campo, en la tarde
llena de sopor, tiene un silencio palpitante y sonoro. Miguelín el
Padronés asoma por cima de una barda, y sin hablar, con guiños de
misterio, abre los brazos convocando gentes. Algunas voces interrogan
lejanas._

UNA MOZA

¿Qué es ello, Padronés?

OTRA MOZA

Casca la avellana, dinos lo que hay dentro.

MIGUELÍN

¡Llegad a mirarlo, que os alegrará la vista!

UNA MOZA

Responde qué es ello.

MIGUELÍN

Un nido de rulas.

_Serenín de Bretal, que como un patriarca hace la siega del trigo con
los hijos y los nietos, se ladea la montera con aquel gesto socarrón de
viejo leguleyo._

SERENÍN DE BRETAL

¡Ay, gran pícaro, ya me das luces!... ¡Dos que fornican!

UN GRITO MOCERIL

¡Jujurujú! ¡Vamos a verlo!

UNA MOZA

¡Eres muy Demonio, Padronés!

_En lo alto de unas peñas cubiertas de retama amarilla, destaca sobre
el sol un pastor negro, volteando la honda, y a su lado el galgo
también negro._

QUINTÍN PINTADO

Si sale mentira no te vale ser ligero, Padronés. ¡Con la honda te
malquiebro!

UNA VIEJA

¡Otro Demonio!

QUINTÍN PINTADO

¿Dónde es el casamiento?

MIGUELÍN

En las brañas.

QUINTÍN PINTADO

¡Jujurujú! Vamos a verlo.

MIGUELÍN

¡Levántalos con el galgo!

QUINTÍN PINTADO

¡Caza real!

UNA VOZ

Allá escapa el tuno.

OTRA VOZ

¡Dadle seguimiento!

QUINTÍN PINTADO

No hay galgo para esa pieza.

UNA MOZA

Que se vaya libre. El hombre hace lo suyo propio. En las mujeres está
el miramiento.

GRITO MOCERIL

¡Jujurujú! Hay que hacer salir a la rapaza.

_Viejos y zagales dejan la labor de las eras, y acuden sobre los
linderos. Los más atrevidos entran por los verdes canavales de la
orilla del río, azuzando los perros. Algunas mozas tienen una sonrisa
avergonzada, furias en los ojos algunas viejas. Mari-Gaila dando voces
sale al camino, la falda entre los dientes de los perros._

UNA VOZ

¿Con quién fornicaba?

OTRA VOZ

¡Con el titiritero!

MARI-GAILA

¡Ladrones de honra! ¡Hijos de la grandísima!...

UNA VOZ

¡Perra salida!

OTRA VOZ

¡Vas a bailar en camisa!

UNA VIEJA

¡Afrenta de mujeres!

CORO DE VOCES

¡Que baile en camisa! ¡Que baile en camisa!

MARI-GAILA

¡Así ceguéis! ¡Cabras! ¡Cabras! ¡Cabras!

_Mari-Gaila, seguida de mozos y canes, corre por la ribera, sosteniendo
en la cintura la falda desgarrada, que descubre por los jirones la
albura de las piernas. Milón de la Arnoya, un gigante rojo que va
delante de su carro, le corta el camino, y con ruda alegría brama su
relincho. Mari-Gaila se detiene, alzando una piedra._

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¡Al que se me llegue, lo descalabro!

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Suelta la piedra!

MARI-GAILA

¡La levanto para mi defensa!

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Suéltala!

MARI-GAILA

¡No te llegues, Milón!

_El jayán, con bárbaras risas, adelanta de un salto, y la piedra le
bate en el pecho. Mari-Gaila, con los ojos encendidos, rastrea por
otra, y el rojo gigante la estrecha en los brazos._

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Jujurujú! ¡Ya es mía!

UNA VOZ

¡Milón la tomó!

MARI-GAILA

¡Suelta, Milón! Si calladamente me lo pides, te lo concedo. ¡Suelta!

MILÓN DE LA ARNOYA

No suelto.

MARI-GAILA

¡Eres bárbaro, y no temes que en otra ocasión sea tu mujer la puesta en
vergüenza!

MILÓN DE LA ARNOYA

Mi mujer no es tentada de tu idea.

MARI-GAILA

¡Mal sabes tú a quién tienes en casa!

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Calla, malvada!

MARI-GAILA

Suéltame, y otra hora, donde me señales, te daré un aviso de provecho.
¡Suéltame!

MILÓN DE LA ARNOYA

¡Vete y confúndete, que ya me dejas la condenación!

_Mari-Gaila huye de los brazos del gigante, desnudo el pecho y en
cabellos. El coro de voces se desgrana como una cohetada en clamores
diversos y gritos encendidos._

UNA VOZ

¡Que se escapa!

OTRA VOZ

¡No la dejéis!

CORO DE VOCES

¡A seguirla! ¡A seguirla!

QUINTÍN PINTADO

¡Que te malquiebro!

_Azuza su galgo y corre por la ribera del río volteando la honda sobre
la fugitiva. Rueda por los congostos un tropel de zuecos. Mari-Gaila se
revuelve acorralada._

MARI-GAILA

¡Almas negras! ¡Salidos de los Infiernos!

QUINTÍN PINTADO

¡Vas a bailar en camisa! ¡Vas a lucir el cuerpo!

MARI-GAILA

¡No te me acerques tú, Caifás!

QUINTÍN PINTADO

¡Quiero conocer esa gracia que tienes oculta!

CORO DE RELINCHOS

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¡Sarracenos! ¡Negros del Infierno! ¡Si por vuestra culpa malparo, a la
cárcel os llevo!

UNA VOZ

¡No te vale esa trampa!

OTRA VOZ

¡Has de bailar en camisa!

QUINTÍN PINTADO

¡Vas a lucir el cuerpo!

MARI-GAILA

¿Me corréis por eso, hijos de la más grande? ¡Bailaré en camisa y
bailaré en cueros!

CORO DE RELINCHOS

¡Jujurujú!

MARI-GAILA

¡Pero que ninguno sea osado a maltratarme! ¡Miray hasta cegar, sin
poner mano!

CORO DE RELINCHOS

¡Jujurujú!

_Mari-Gaila se arranca el justillo, y con la carne temblorosa, sale de
entre las sueltas enaguas. De un hombro le corre un hilo de sangre.
Rítmica y antigua, adusta y resuelta, levanta su blanca desnudez ante
el río cubierto de oros._

MARI-GAILA

¡Conformarse con esto!

CORO DE RELINCHOS

¡Jujurujú!

UNA VOZ

¡Milón que la suba en el carro!

OTRAS VOCES

¡Al carro de Milón!

QUINTÍN PINTADO

¡Que baile en su trono!

CORO DE RELINCHOS

¡Jujurujú!

_Rodante y fragante montaña de heno, el carro, con sus bueyes dorados,
y al frente el rojo gigante que los conduce, era, sobre la fronda del
río, como el carro de un triunfo de faunalias._



JORNADA TERCERA: ESCENA ÚLTIMA


_San Clemente. La quintana en silencio húmedo y verde, y la iglesia de
románicas piedras dorada por el sol, entre el rezo tardecino de los
maizales. La sotana del sacristán ondula bajo el pórtico, y a canto del
carretón un corro de mantillas rumorea. Atropellando al sacristán, dos
mozuelos irreverentes penetran en la iglesia y suben al campanario.
Estalla un loco repique. Pedro Gailo da una espantada y queda con los
brazos abiertos, pisándose la sotana._

PEDRO GAILO

¡Qué falta de divino respeto!

MARICA DEL REINO

¡De falta supera!

LA TATULA

¡Son los mocetes que ahora entraron! ¡Juventud pervertida!

SIMONIÑA

¡Quiébreles un hueso, mi padre!

PEDRO GAILO

¡Alabado sea Dios, qué insubordinación!

MARICA DEL REINO

¡Carne sin abstinencia!

UNA VOZ EN LOS MAIZALES

¡Pedro Gailo, la mujer te traen desnuda sobre un carro, puesta a la
vergüenza!

_Pedro Gailo cae de rodillas, y con la frente golpea las sepulturas del
pórtico. Sobre su cabeza las campanas bailan locas, llegan al atrio
los ritmos de la agreste faunalia, y la frente del sacristán en las
losas levanta un eco de tumba._

MARICA DEL REINO

¡Vas a dejar ahí las astas!

PEDRO GAILO

¡Trágame, tierra!

LA TATULA

¿A qué tercio este escándalo?

LA VOZ EN LOS MAIZALES

¡Que si llegaron a verla de cara al sol con uno encima!

SIMONIÑA

¡Revoluciones y falsos testimonios!

LA VOZ EN LOS MAIZALES

¡Yo no la vi!

PEDRO GAILO

¡Ni la vio ninguno que sepa de cumplimientos!

LA TATULA

¡Así es! Casos de conducta no llaman trompetas.

_Pedro Gailo corre pisándose la sotana, y se desvanece por la puerta de
la iglesia. Sube al campanario, batiendo en la angosta escalera como
un vencejo, y sale a mirar por los arcos de las campanas. El carro de
la faunalia rueda por el camino, en torno salta la encendida guirnalda
de mozos, y en lo alto, toda blanca y desnuda, quiere cubrirse con
la yerba Mari-Gaila. El sacristán, negro y largo, sale al tejado,
quebrando las tejas._

UNA VOZ

¡Castrado!

CORO DE FOLIADA

    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila.
    ¡Tunturuntún! Que tanto bailó.
    ¡Tunturuntún! La Mari-Gaila,
    Que la camisa se quitó.

PEDRO GAILO

¡El Santo Sacramento me ordena volver por la mujer adúltera ante la
propia iglesia donde casamos!

_Pedro Gailo, que era sobre el borde del alero, se tira de cabeza. Cae
con negro revuelo y queda aplastado, los brazos abiertos, la sotana
desgarrada. Hace semblante de muerte. De pronto se alza renqueando, y
traspone la puerta de la iglesia._

UNA VOZ

¡Te creí difunto!

OTRA VOZ

¡Tiene siete vidas!

QUINTÍN PINTADO

¡Jujurujú! ¡Miray que dejó los cuernos en tierra!

_El sacristán ya salía por el pórtico, con una vela encendida y un
libro de misal. El aire de la figura, extravío y misterio. Con el libro
abierto y el bonete torcido cruza la quintana, y llega ante el carro
del triunfo venusto. Como para recibirle, salta al camino la mujer
desnuda, tapándose el sexo. El sacristán le apaga la luz sobre las
manos cruzadas, y bate en ellas con el libro._

PEDRO GAILO

¡Quien sea libre de culpa, tire la primera piedra!

VOCES

¡Consentido!

OTRAS VOCES

¡Castrado!

_Las befas levantan sus flámulas, vuelan las piedras y llamean en el
aire los brazos. Cóleras y soberbias desatan las lenguas. Pasa el soplo
encendido de un verbo popular y judaico._

UNA VIEJA

¡Mengua de hombres!

_El sacristán se vuelve con saludo de iglesia, y bizcando los ojos
sobre el misal abierto, reza en latín la blanca sentencia._

REZO LATINO DEL SACRISTÁN

Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat.

_El sacristán entrega a la desnuda la vela apagada, y de la mano la
conduce, a través del atrio, sobre las losas sepulcrales... ¡Milagro
del latín! Una emoción religiosa y litúrgica conmueve las conciencias,
y cambia el sangriento resplandor de los rostros. Las viejas almas
infantiles respiran un aroma de vida eterna. No falta quien se esquive
con sobresalto, y quien aconseje cordura. Las palabras latinas, con su
temblor enigmático y litúrgico, vuelan del cielo de los milagros._

SERENÍN DE BRETAL

¡Apartémonos de esta danza!

QUINTÍN PINTADO

También me voy, que tengo sin guardas el ganado.

MILÓN DE LA ARNOYA

¿Y si esto nos trae andar en justicias?

SERENÍN DE BRETAL

No trae nada.

MILÓN DE LA ARNOYA

¿Y si trujese?

SERENÍN DE BRETAL

¡Sellar la boca para los civiles, y aguantar mancuerna!

_Los oros del poniente flotan sobre la quintana. Mari-Gaila, armoniosa
y desnuda, pisando descalza sobre las piedras sepulcrales, percibe el
ritmo de la vida bajo un velo de lágrima. Al penetrar en la sombra
del pórtico, la enorme cabeza del idiota, coronada de camelias, se le
aparece como una cabeza de ángel. Conducida de la mano del marido, la
mujer adúltera se acoge al asilo de la iglesia, circundada del áureo
y religioso prestigio, que en aquel mundo milagrero, de almas rudas,
intuye el latín ignoto de las_

_DIVINAS PALABRAS_



  ACABOSE DE IMPRIMIR ESTE LIBRO
  EN LA IMPRENTA YAGÜES
  EN MADRID A XXXI DÍAS
  DEL MES DE MAYO
  DE MCMXX
  AÑOS



ÍNDICE


                             Páginas

  DRAMATIS PERSONÆ                 7

  JORNADA PRIMERA                 11

  Escena primera                  13
  Escena segunda                  29
  Escena tercera                  47
  Escena cuarta                   57
  Escena quinta                   69

  JORNADA SEGUNDA                 87

  Escena primera                  89
  Escena segunda                  99
  Escena tercera                 117
  Escena cuarta                  131
  Escena quinta                  141
  Escena sexta                   153
  Escena séptima                 165
  Escena octava                  183
  Escena novena                  193
  Escena décima                  207

  JORNADA TERCERA                215

  Escena primera                 217
  Escena segunda                 231
  Escena tercera                 243
  Escena cuarta                  263
  Escena última                  277

  COLOFÓN                        287



*** End of this LibraryBlog Digital Book "Divinas palabras : $b Tragicomedia de aldea" ***


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