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Title: Historia natural y moral de las Indias, v. 1 Author: P. Joseph, de Acosta Language: Spanish As this book started as an ASCII text book there are no pictures available. *** Start of this LibraryBlog Digital Book "Historia natural y moral de las Indias, v. 1" *** LAS INDIAS, V. 1 *** NOTAS DEL TRANSCRIPTOR Según la portada de la edición de 1894, la obra transcripta es una fiel reimpresión de la primera edición publicada en lengua castellana, en el año 1590, de la "Historia natural y moral de las Indias". Dado el valor histórico de la obra, y suponiendo que el objetivo de la reimpresión fue el de preservar ese valor, el criterio con el que se llevó a cabo esta transcripción fue el de controlar que el texto coincidiera en lo posible con las imágenes usadas para la transcripción. Por eso se han hecho muy pocas correcciones al texto original; en general esas correciones fueron hechas por cuestiones vinculadas con la versión HTML de la transcripción. No se han modificado evidentes errores tipográficos ni de puntuación, así como de ortografía. Hay palabras escritas de modo inconsistente a lo largo de toda la obra y hay otras incorrectamente escritas. Simplemente se ha supuesto que esos errores e inconsistencias datan de la edición del año 1590, y que en la reimpresión de 1894 no se corrigieron para preservar el valor histórico de la primera edición. En la versión de texto sin formatear las palabras en itálicas están indicadas con _guiones bajos_ y las palabras en versalitas se han escito con MAYÚSCULAS. La cubierta del libro fue modificada por el transcriptor y se ha incorporado al dominio público. * * * * * [Ilustración] FRAY JOSEPH DE ACOSTA HISTORIA NATVRAL Y MORAL DE LAS INDIAS PVBLICADA EN SEVILLA, AÑO DE 1590 AHORA FIELMENTE REIMPRESA MADRID 1894 HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS ESCRITA POR EL P. JOSEPH DE AGOSTA, DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS _Publicada en Sevilla en 1590._ y ahora fielmente reimpresa de la primera edición. TOMO PRIMERO MADRID 1894 Ramón Anglés, impresor.--Reina, 43.--Madrid. HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS EN QUÉ SE TRATAN LAS COSAS _notables del Cielo, elementos, metales, plantas y animales dellas; y los ritos y ceremonias, leyes y govierno y guerras de los indios_. COMPUESTA POR EL PADRE JOSEPH DE ACOSTA, Religioso de la Compañia de Jesús. DIRIGIDA Á LA SERENISSIMA INFANTA DOÑA ISABEL CLARA EUGENIA DE AUSTRIA CON PRIVILEGIO _Impreso en Sevilla en Casa de Juan de Leon._ AÑO DE M. D. XC. «El fundamento de lo que hoy llamamos física del globo, prescindiendo de las consideraciones matemáticas, se halla en la HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS, del jesuita José Acosta, y asimismo en la obra que publicó Gonzalo Fernández de Oviedo veinte años después de la muerte de Colón. Desde la fundación de las sociedades, en ninguna otra época se había ensanchado repentinamente y de un modo tan maravilloso el círculo de las ideas en lo que toca al mundo exterior y á las relaciones del espacio.» (_Cosmos._ París, 1847 á 59. Tomo II, pág. 315). «La demarcación de las líneas magnéticas, cuyo descubrimiento se atribuye á Gassendo, era un secreto todavía para el mismo Gilbert, mientras que, Acosta instruido por marinos portugueses, había ya reconocido en toda la superficie de la tierra cuatro líneas sin declinación. De estas cuatro líneas dedujo Halley la teoría de los cuatro polos magnéticos.» (_Cosmos._ Tomo II, pág. 341). Éstas son palabras del sabio ALEJANDRO DE HUMBOLDT, cuya opinión y autoridad hacen innecesarios cuantos elogios pudiésemos tributar al autor del presente libro. José Acosta pertenece á la gloriosa raza española del siglo XVI que tanto hizo por el progreso humano y cuyos trabajos han ido cayendo en olvido porque ni sus compatriotas supieron rendir justo tributo á su memoria, ni todos los extranjeros han sido tan imparciales v honradamente sinceros como Humboldt. La biografía de Acosta puede, desgraciadamente, reducirse á muy pocas líneas. Nació en Medina del Campo, antiguo reino de León, en 1539, ingresó á los catorce años en la Compañía de Jesús, explicando teología en Ocaña, y en 1571 marchó á América como segundo provincial del Perú. Á este viaje se debe el presente libro. Volvió á España en 1587, fué nombrado rector del colegio de Valladolid, del de Salamanca y visitador de Aragón y Andalucía. En 1592 fué á Roma para asistir, con derecho á votar, á la quinta congregación general de su orden celebrada en tiempo de Clemente VIII, siendo general el P. Claudio Aquaviva. En Italia permaneció dos años, y vuelto á la Patria murió, á los sesenta de edad, siendo rector de Salamanca. Felipe II le honró sobre manera, deleitándose en oirle contar sus viajes, aventuras, observaciones y trabajos. Escribió en latín varias obras: de ellas hacen mención don Nicolás Antonio, la Biblioteca Jesuítica de los padres Alegambe, Ribadeneira y Sotuello, Barnabita, el P. Jouvenci y las Memorias del P. Nicerón. Feijóo dice en su discurso XIV intitulado _Glorias de España_: «Inglaterra y Francia ya por la aplicación de sus academias, ya por la curiosidad de sus viajeros, han hecho de algún tiempo á esta parte no leves progresos en la historia natural de la América; pero no nos mostrarán obra alguna, trabajo de un hombre solo, que sea comparable á la Historia Natural de la América, compuesta por el Padre Joseph de Acosta, y celebrada por los eruditos de todas las naciones. He dicho trabajo de un hombre solo, porque en esta materia hay algunas colecciones que abultan mucho y en que el que se llama autor tuvo que hacer poco ó nada, salvo el aunar en un cuerpo materiales que estaban divididos en varios autores. El P. Acosta es original en su género y se le pudiera llamar con propiedad el Plinio del Nuevo Mundo. En cierto modo más hizo que Plinio, pues éste se valió de las especies de muchos escritores que le precedieron, como él mismo confiesa. El P. Acosta no halló de quien transcribir cosa alguna. Añádese á favor del historiador español el tiento en creer y circunspección al escribir, que faltó al romano.» El célebre Antonio de León Pinelo dijo que el Padre Acosta compuso su obra aprovechándose de dos manuscritos: la _Historia de los indios de Nueva España_ y las _Antiguallas de los indios de Nueva España_, ambos de un fraile llamado Diego Durán, natural de Tezcuco, antigua corte de los emperadores mejicanos. Según Pinelo, guardó dichos manuscritos el jesuita Juan de Tovar, y más tarde hizo entrega de ellos al P. Acosta, el cual afirma, sin embargo, que cuenta lo que _vió, consideró ú oyó de personas fidedignas_, sin mencionar que copiase nada de nadie. No es por otra parte verosímil la acusación, cuando el P. Acosta confiesa llanamente que no todo lo que narra es fruto de su investigación personal, sino también de informes agenos. Los testimonios citados y un ligero examen del libro bastan para dejar fuera de duda la importancia excepcional de esta obra indispensable á cuantos hombres estudiosos escriben sobre cosas de América, útil á los eruditos, y agradable para toda persona ilustrada. El Padre Acosta publicó su obra primero en latín y luego en castellano. He aquí la lista completa de las ediciones que de ella se han hecho: 1.ª (latina). De natvra nobi orbis libri dvo, et de promvlgatione evangelii apud barbaros, sive de procuranda indorum salvte, Libri sex. Autore Josepho Acosta, presbytero societatis Jesv. (Escudo de la Compañía de Jesús). Salmanticæ. Apud Guillelmun Foquel. M.D. LXXXIX. Un tomo, 8.º, 10 hojas preliminares, 264 páginas. 2.ª (primera castellana). En Sevilla, por Juan de León, 1590. 3.ª (castellana). En Barcelona, por Jaime Cendrat, en 8.º, 1591. 4.ª (latina). Salamanca, 1595, en 8.º, citada por Nicolás Antonio. 5.ª (castellana). Madrid, 1608. 6.ª (id). Madrid, 1610. 7.ª (id). Madrid, 1792. De suerte que esta última, dada por sus editores como sexta, es en realidad, séptima. Picatoste en su notabilísima obra _Apuntes para una biblioteca científica española del siglo_ XVI, cita una edición de 1752, que no hemos visto. La HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS, del P. Acosta, obtuvo tal éxito, que se tradujo á todos los idiomas de Europa. La tradujo al latín Teodoro Bry en la tercera parte de su _Historia Occidental_; al italiano Paolo Gamucio, en 1596; al francés Robert Regnault, en 1600; al inglés Edward Grimstone, en 1604; al flamenco Juan Hugo Luischat, en 1598; al alemán fué vertida por Gotardo Artús de Dantzig. Todas estas ediciones se han hecho rarísimas; muchas de ellas faltan aun en las bibliotecas públicas, y cuando se encuentra alguna en el comercio cuesta muy cara. La que hoy ofrecemos al público es fidelísima reimpresión de la primera edición castellana de Sevilla, en 1590: que forma un tomo en 4.º, de 536 páginas, 16 hojas ó sean 32 páginas sin numerar para la _Tabla de las cosas notables_; y dos hojas también sin numerar para la _Tabla de algunos lugares de la Sagrada Escritura cuya declaracion se toca al paso en el discurso desta historia_. Al fin: _Laus Deo_, (escudo del impresor). Hispalis. Escudebat Joanis Leonino. Anno 1590. Yo CRISTÓVAL DE LEON, escribano de Camara del Rey nuestro Señor, de los que residen en su Consejo, doy fé, que habiendose visto por los Señores del, un libro intitulado Historia Natural y Moral de las Indias, que con su licencia hizo imprimir el Padre Ioseph de Acosta de la Compañia de Jesus, tasaron cada pliego de los del dicho libro en papel á tres maravedís: y mandaron, que antes que se venda se imprima en la primera hoja de cada uno de ellos este testimonio de tasa: y para que dello conste, de mandamiento de los dichos Señores del Consejo, y del pedimento del Padre Diego de Lugo, Procurador general de la dicha Compañia de Jesus, di esta fé, que es fecha en la villa de Madrid á treinta dias del mes de Abril, de mil y quinientos y noventa años. CRISTOVAL DE LEON. Yo GONZALO DAVILA, Provincial de la Compañia de JESUS en la Provincia de Toledo por particular comision que para ello tengo del Padre Claudio Aquaviva, nuestro Preposito General, doy licencia para que se pueda imprimir el libro de la Historia Natural y Moral de las Indias, que el Padre Ioseph de Acosta, Religioso de la misma Compañia ha compuesto, y ha sido examinado y aprobado por personas doctas y graves de nuestra Compañia. En testimonio de lo cual di esta firmada de mi nombre, y sellada con el Sello de mi oficio. En Alcalá once de Abril, de 1589. G. DAVILA. * * * * * EL REY Por cuanto por parte de vos, Josef de Acosta de la Compañia de Jesus nos fué hecha relacion diciendo, que vos aviades compuesto un libro intitulado Historia Natural y Moral de las Indias en lengua Castellana, en el cual aviades puesto mucho trabajo y cuidado, y nos pedistes y suplicastes, os mandasemos dar licencia, para le poder imprimir en estos nuestros Reinos con privilegio por diez años, ó por el tiempo que fuesemos servido, ó como la nuestra merced fuese. Lo cual visto por los del nuestro Consejo, y como por su mandado se hicieron en el dicho libro las diligencias, que la Pragmatica por nos últimamente fecha sobre la impresion de los dichos libros dispone, fue acordado, que debiamos mandar dar esta nuestra cedula en la dicha razon, é yo túvelo por bien. Por la cual vos damos licencia y facultad, para que por tiempo de diez años cumplidos, que corran, y se cuenten desde el dia de la fecha de ella, podais imprimir, y vender en estos nuestros Reinos el dicho libro que de suso se hace mencion, por el original que en nuestro Consejo se vió, que van rubricadas las hojas, y firmado al fin dél, de Cristobal de Leon nuestro escribano de Camara, de los que residen en el nuestro Consejo, y con que antes se venda, lo traigais ante ellos juntamente con el original que ante ellos presentastes, que se vea si la dicha impresion está conforme á él, ó traigais Fé en publica forma, en como por Corrector nombrado por nuestro mandado se vió, y corrigió la dicha impresion por el dicho original, y quedan ansi mismo impresas las dichas erratas por él apuntadas para cada un libro de los que ansi fueren impresos, y se os tase el precio que por cada volumen aveis de haber y llevar. Y mandamos, que durante el dicho tiempo, persona alguna no le pueda imprimir sin licencia vuestra: sopena que el que lo imprimiere, ó vendiere, aya perdido, y pierda todos y cualesquier moldes, y aparejos, que del tuviere, y los libros que vendiere en estos nuestros Reinos: é incurra en pena de cincuenta mil maravedís por cada vez que lo contrario hiciere. La cual dicha pena sea la tercia parte para la nuestra Camara: y la otra tercia parte para el denunciador: y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare. Y mandamos á los del nuestro Consejo, Presidente y Oidores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaciles de la nuestra casa y Corte, y Chancillerías, y á todos los Corregidores, Asistentes, Gobernadores, Alcaldes mayores y Ordinarios, y otros jueces, y justicias cualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros Reinos y Señoríos, ansi á los que agora son como los que serán de aquí adelante, que guarden y cumplan esta nuestra cedula, y merced que ansi vos facemos, y contra el temor y forma de ello, y de lo en ella contenido no vayan, ni pasen, ni consientan ir, ni pasar en manera alguna: sopena de la nuestra merced, y de diez mil maravedís para la nuestra Camara. Dada en San Lorenzo á veinticuatro dias del mes de Mayo, de mil y quinientos y ochenta y nueve años. _YO EL REY_ Por mandado del Rey nuestro Señor, JUAN VAZQUEZ * * * * * APROBACION E visto esta Historia Natural y Moral de las Indias, que escribe el Padre Ioseph Acosta de la Compañia de Jesus, y en lo que toca á la doctrina de la Fé, es católica, y en lo demas digna de las muchas letras y prudencia del Autor, y de que todos la lean, para que alaben á Dios, que tan maravilloso es en sus obras. En San Phelipe de Madrid á cuatro de Mayo, de 1589. FRAY LUIS DE LEON. * * * * * A LA SERENISIMA INFANTA Doña Isabél Clara Eugenia de Austria. SEÑORA. Habiendome la Magestad del Rey, nuestro Señor, dado licencia de ofrecer á V. A. esta pequeña obra, intitulada: Historia natural y moral de las Indias, no se me podrá atribuir á falta de consideracion, querer ocupar el tiempo, que en cosas de importancia V. A. tan santamente gasta, divirtiendola á materias, que por tocar en Filosofía son algo obscuras, y por ser de gentes bárbaras no parecen á propósito. Mas porque el conocimiento y especulacion de cosas naturales, mayormente si son notables y raras, causa natural gusto y deleite en entendimientos delicados, y la noticia de costumbres y hechos extraños tambien con su novedad aplace, tengo para mí, que para V. A. podrá servir de un honesto y útil entretenimiento, darle ocasion de considerar en obras que el Altísimo ha fabricado en la máquina de este Mundo, especialmente en aquellas partes que llamamos Indias, que por ser nuevas tierras, dan mas que considerar, y por ser de nuevos vasallos, que el Sumo Dios dió á la Corona de España, no es del todo ageno, ni extraño su conocimiento. Mi deseo es, que V. A. algunos ratos de tiempo se entretenga con esta lectura, que por eso va en vulgar; y si no me engaño, no es para entendimientos vulgares, y podrá ser, que como en otras cosas, así en ésta, mostrando gusto V. A. sea favorecida esta obrilla, para que por tal medio tambien el Rey, nuestro Señor, huelgue de entretener alguna vez el tiempo con la relacion y consideracion de cosa y gentes que á su Real Corona tanto tocan, á cuya Magestad dediqué otro libro, que de la predicacion Evangélica de aquellas Indias compuse en latin. Y todo ello deseo que sirva para que con la noticia de lo que Dios nuestro Señor repartió, y depositó de sus tesoros en aquellos Reinos, sean las gentes de ellos mas ayudadas y favorecidas de estas de acá, á quien su divina y alta Providencia las tiene encomendadas, Suplico á V. A. que si en algunas partes esta obrilla no pareciere tan apacible, no deje de pasar los ojos por las demás, que podrá ser, que unas ú otras sean de gusto, y siendolo, no podrán dejar de ser de provecho, y muy grande, pues este favor será en bien de gentes y tierras tan necesitadas de él. Dios nuestro Señor guarde y prospere á V. A. muchos años, como sus siervos cotidiana y afectuosamente lo suplicamos á su Divina Magestad. Amen. En Sevilla primero de Marzo de mil quinientos y noventa años. JOSEPH DE ACOSTA. PROEMIO DEL AUTOR Del nuevo mundo é Indias Occidentales han escrito muchos Autores diversos libros y relaciones, en que dan noticia de las cosas nuevas y extrañas, que en aquellas partes se han descubierto, y de los hechos y sucesos de los Españoles que las han conquistado y poblado. Mas hasta ahora no he visto Autor, que trate de declarar las causas y razon de tales novedades y extrañezas de naturaleza, ni que haga discurso é inquisicion en esta parte: ni tampoco he encontrado libro, cuyo argumento sea los hechos é historia de los mismos Indios antiguos y naturales habitadores del nuevo orbe: A la verdad ambas cosas tienen dificultad no pequeña. La primera, por ser cosas de naturaleza, que salen de la Filosofía antiguamente recibida y platicada: como es ser la region que llaman Tórrida muy húmeda, y en partes muy templada: llover en ella cuando el Sol anda mas cerca, y otras cosas semejantes. Y los que han escrito de Indias Occidentales, no han hecho profesion de tanta Filosofía, ni aun los mas de ellos han hecho advertencia en tales cosas. La segunda, de tratar los hechos é historia propia de los Indios, requería mucho trato y muy intrínseco con los mismos Indios, del cual carecieron los mas que han escrito de Indias: ó por no saber su lengua, ó por no cuidar de saber sus antigüedades: así se contentaron con relatar algunas de sus cosas superficiales. Deseando, pues, yo tener alguna mas especial noticia de sus cosas, hice diligencia con hombres prácticos y muy versados en tales materias, y de sus pláticas y relaciones copiosas pude sacar lo que juzgué bastar para dar noticia de las costumbres y hechos de estas gentes. Y en lo natural de aquellas tierras y sus propiedades con la experiencia de muchos años, y con la diligencia de inquirir, discurrir y conferir con personas sábias y expertas: tambien me parece, que se me ofrecieron algunas advertencias que podrian servir y aprovechar á otros ingenios mejores, para buscar la verdad, ó pasar mas adelante, si les pareciese bien lo que aquí hallasen. Así que aunque el mundo nuevo ya no es nuevo, sino viejo, segun hay mucho dicho, y escrito de él, todavía me parece que en alguna manera se podrá tener esta Historia por nueva, por ser juntamente Historia, y en parte Filosofía, y por ser no solo de las obras de naturaleza, sino tambien de las del libre albedrío, que son los hechos y costumbres de hombres. Por donde me pareció darle nombre de Historia Natural y Moral de Indias, abrazando con este intento ambas cosas. En los dos primeros libros se trata, lo que toca al Cielo, temperamento y habitacion de aquel orbe: Los cuales libros yo habia primero escrito en latin, y ahora los he traducido usando mas de la licencia de Autor, que de la obligacion de intérprete, por acomodarme mejor á aquellos á quien se escribe en vulgar. En los otros dos libros siguientes se trata, lo que de elementos y mixtos naturales, que son metales, plantas y animales, parece notable en Indias. De los hombres y de sus hechos (quiero decir de los mismos Indios, de sus ritos, costumbres, gobierno, guerras, y sucesos) refieren los demás libros, lo que se ha podido averiguar, y parece digno de relacion. Cómo se hayan sabido los sucesos y hechos antiguos de Indios, no teniendo ellos escritura como nosotros, en la misma Historia se dirá, pues no es pequeña parte de sus habilidades, haber podido y sabido conservar sus antiguallas, sin usar ni tener letras algunas. El fin de este trabajo es, que por la noticia de las obras naturales el que Autor tan sabio de toda naturaleza ha hecho, se le dé alabanza y gloria al altísimo Dios, que es maravilloso en todas partes: Y por el conocimiento de las costumbres y cosas propias de los Indios, ellos sean ayudados á conseguir y permanecer en la gracia de la alta vocacion del Santo Evangelio, al cual se dignó en el fin de los siglos traer gente tan ciega, el que alumbra desde los montes altísimos de su eternidad. Además de eso podrá cada uno para sí sacar también algun fruto, pues por bajo que sea el sugeto, el hombre sabio saca para sí sabiduría; y de los mas viles y pequeños animalejos se puede tirar muy alta consideracion, y muy provechosa Filosofía. Solo resta advertir al lector, que los dos primeros libros de esta Historia ó discurso se escribieron estando en el Perú, y los otros cinco despues en Europa, habiendome ordenado la obediencia volver por acá. Y así los unos hablan de las cosas de Indias como de cosas presentes, y los otros como de cosas ausentes. Para que esta diversidad de hablar no ofenda, me pareció advertir aquí la causa. ÍNDICE DE LOS LIBROS Y CAPÍTULOS DE ESTE TOMO PRIMERO _Libro primero._ Páginas Capítulo I.--De la opinion que algunos Autores tuvieron que el Cielo no se extendia al Nuevo Mundo 1 Cap. II.--Que el Cielo es redondo por todas partes, y se mueve en torno de sí mismo 6 Cap. III.--Que la Sagrada Escritura nos da á entender, que la tierra está en medio del Mundo 12 Cap. IV.--En que se responde á lo que se alega de la Escritura contra la redondez del Cielo 19 Cap. V.--De la hechura y gesto del Cielo del Nuevo-Mundo 22 Cap. VI.--Que el Mundo hácia ambos polos tiene tierra y mar 24 Cap. VII.--En que se reprueba la opinion de Lactancio, que dijo no haber Antípodas 30 Cap. VIII.--Del motivo que tuvo San Agustin pera negar los Antípodas 35 Cap. IX.--De la opinion que tuvo Aristóteles del Nuevo-Mundo; y qué es lo que le engañó para negarle 39 Cap. X.--Que Plinio y los mas de los Antiguos sintieron lo mismo que Aristóteles 47 Cap. XI.--Que se halla en los Antiguos alguna noticia de este Nuevo-Mundo 50 Cap. XII.--Qué sintió Platon de esta India Occidental 57 Cap. XIII.--Que algunos han creido, que en las Divinas Escrituras Ofir signifique este nuestro Perú 59 Cap. XIV.--Qué significan en la Escritura Tarsis y Ofir 63 Cap. XV.--De la profecía de Abdias, que algunos declaran de estas Indias 68 Cap. XVI.--De qué modo pudieron venir á Indias los primeros hombres; y que no navegaron de propósito á estas partes 72 Cap. XVII.--De la propiedad y virtud admirable de la piedra imán para navegar, y que los Antiguos no la conocieron 80 Cap. XVIII.--En que se responde á los que sienten haberse navegado antiguamente el Océano como ahora 85 Cap. XIX.--Que se puede pensar, que los primeros pobladores de Indias aportaron á ellas, echados de tormentas, y contra su voluntad 87 Cap. XX.--Que con todo eso, es mas conforme á buena razon pensar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias 91 Cap. XXI.--En qué manera pasaron bestias y ganados á las tierras de Indias 97 Cap. XXII.--Que no pasó el linage de Indios por la Isla Atlántida, como algunos imaginan 102 Cap. XXIII.--Que es falsa la opinion de muchos que afirman venir los Indios de el linage de los Judíos 106 Cap. XXIV.--Por qué razon no es puede averiguar bien el origen de los Indios 110 Cap. XXV.--Qué es lo que los Indios suelen contar de su origen 112 _Libro segundo._ Capítulo I.--Qué se ha de trstar de la naturaleza de la equinoccial 117 Cap. II.--Qué les movió á los Antiguos á teoer por cosa sin duda que la Tórrida era inhabitable 118 Cap. III.--Que la Tórridazona es humedísima; y que en esto se engañaron los Antiguos 121 Cap. IV.--Que fuera de los Trópicos es al revés que en la Tórrida, y así hay mas aguas cuando el Sol se aparta mas 124 Cap. V.--Que dentro de los Trópicos las aguas son en el estío ó tiempo de calor; y de la cuenta del verano é invierno 127 Cap. VI.--Que la Tórrida tiene gran abundancia de aguas y pastos, por mas que Aristóteles lo niegue 130 Cap. VII.--Trátase la razon, por qué el Sol fuera de los Trópicos, cuando mas dista, levanta aguas, y dentro de ellos al revés cuando está mas cerca 135 Cap. VIII.--En qué manera se haya de entender lo que se dice de la Tórridazona 141 Cap. IX.--Que la Tórrida no es en exceso caliente, sino moderadamente caliente 143 Cap. X.--Que el calor de la Tórrida se templa con la muchedumbre de lluvias, y con la brevedad de los dias 146 Cap. XI.--Que fuera de las dichas hay otras causas de ser la Tórrida templada, y especialmente la vecindad del mar Océano 150 Cap. XII.--Que las tierras mas altas son mas frias, y qué sea la razon de esto 153 Cap. XIII.--Que la principal causa de ser la Tórrida templada, son los vientos frescos 157 Cap. XIV.--Que en la region de la equinoccial se vive vida muy apacible 162 _Libro tercero._ Cap. I.--Que la historia natural de las cosas de las Indias es apacible y deleitosa 167 Cap. II.--De los vientos, y sus diferencias, y propiedades, y causas en general 169 Cap. III.--De algunas propiedades de vientos que corren en el nuevo Orbe 176 Cap. IV.--Que en la Tórridazona corren siempre brisas, y fuera de ella vendavales y brisas 180 Cap. V.--De las diferencias de brisas y vendavales con los demás vientos 186 Cap. VI.--Qué sea la causa de hallarse siempre viento de oriente en la Tórrida para navegar 192 Cap. VII.--Por qué causa se hallan mas ordinarios vendavales saliendo de la Tórrida á mas altura 198 Cap. VIII.--De las excepciones que se hallan en la regla ya dicha, y de los vientos y calmas que hay en mar y tierra 200 Cap. IX.--De algunos efectos maravillosos de vientos en partes de Indias 203 Cap. X.--Del Océano, que rodea las Indias, y de la mar del norte, y del sur 212 Cap. XI.--Del Estrecho de Magallanes, como se pasó por la banda del sur 217 Cap. XII.--Del Estrecho que algunos afirman haber en la Florida 221 Cap. XIII.--De las propiedades del Estrecho de Magallanes 223 Cap. XIV.--Del flujo y reflujo del mar Océano en Indias 226 Cap. XV.--De diversos pescados, y modos de pescar de los Indios 230 Cap. XVI.--De las lagunas y lagos que se hallan en Indias 237 Cap XVII.--De diversas fuentes, y manantiales 242 Cap. XVIII.--De Rios 245 Cap. XIX.--De la cualidad de la tierra de Indias en general 249 Cap. XX.--De las propiedades de la tierra del Perú 255 Cap. XXI.--De las causas que dan de no llover en los llanos 259 Cap. XXII.--De la propiedad de Nueva-España y Islas, y las demas tierras 262 Cap. XXIII.--De la tierra que se ignora, y de la diversidad de un dia entero entre orientales y occidentales 265 Cap. XXIV.--De los volcanes ó bocas de fuego 270 Cap. XXV.--Qué sea la causa de durar tanto tiempo el fuego y humo de estos volcanes 274 Cap. XXVI.--De los temblores de tierra 277 Cap. XXVII.--Cómo se abrazan la tierra y la mar 281 _Libro cuarto._ Cap. I.--De tres géneros de mixtos que se han de tratar en esta historia 285 Cap. II.--De la abundancia de metales que hay en las Indias occidentales 288 Cap. III.--De la cualidad de la tierra donde se hallan metales; y que no se labran todos en Indias; y de cómo usaban los Indios de los metales 292 Cap. IV.--Del oro que se labra en Indias 296 Cap. V.--De la plata de Indias 302 Cap. VI.--Del Cerro de Potosí y de su descubrimiento 306 Cap. VII.--De la riqueza que se ha sacado, y cada dia se va sacando de el cerro de Potosí 312 Cap. VIII.--Del modo de labrar las minas de Potosí 318 Cap. IX.--Cómo se beneficia el metal de plata 324 Cap. X.--De las propiedades maravillosas del azogue 327 Cap. XI.--Donde se halla el Azogue, y cómo se descubrieron sus minas riquísimas en Guancavelíca 332 Cap. XII.--De el modo y arte que se saca el Azogue, y se beneficia con él la plata 337 Cap. XIII.--De los ingenios para moler metales, y del ensaye de la plata 343 Cap. XIV.--De las esmeraldas 347 Cap. XV.--De las perlas 351 Cap. XVI.--Del pan de Indias y del maíz 354 Cap. XVII.--De las yucas, cazabe, papas, chuño y arroz 359 Cap. XVIII.--De diversas raíces que se dan en Indias 363 Cap. XIX.--De diversos géneros de verduras y legumbres: y de los que llaman pepinos, piñas, frutilla de Chile y ciruelas 365 Cap. XX.--Del aji ó pimienta de las Indias 370 Cap. XXI.--Del plátano 373 Cap. XXII.--Del cacao y de la coca 378 Cap. XXIII.--Del maguey, del tunal, de la grana, del añil y algodon 382 Cap. XXIV.--De los mameyes, guayavos y paltos 386 Cap. XXV.--Del chicozapote, de las anonas y de los capolíes 388 Cap. XXVI.--De diversos géneros de frutales; y de los cocos, almendras de Andes y almendras de Chachapoyas 390 Cap. XXVII.--De diversas flores, y de algunos árboles que solamente dan flores; y como los Indios los usan 394 Cap. XXVIII.--Del bálsamo 397 Cap. XXIX.--Del liquidambar, y otros aceites, gomas y drogas, que se traen de Indias 401 Cap. XXX.--De las grandes arboledas de Indias, y de los cedros, ceyvas y otros árboles grandes 405 Cap. XXXI.--De las plantas y frutales que se han llevado de España á las Indias 410 Cap. XXXII.--De las uvas, viñas, olivas, moreras y cañas de azucar 413 Cap. XXXIII.--De los ganados ovejuno y vacuno 417 Cap. XXXIV.--De algunos animales de Europa que hallaron los Españoles en Indias, y cómo hayan pasado 421 Cap. XXXV.--De las aves que hay de acá, y cómo pasaron á Indias 425 Cap. XXXVI.--Cómo sea posible haber en Indias animales, que no hay en otra parte del mundo 428 Cap. XXXVII.--De las aves propias de Indias 431 Cap. XXXVIII.--De los animales de monte 435 Cap. XXXIX.--De los micos ó monos de Indias 439 Cap. XL.--De las vicuñas y tarugas dei Perú 441 Cap. XLI.--De los pacos, guanacos y carneros del Perú 445 Cap. XLII.--De las piedras bezaares 450 TABLA de las cosas mas principales que se contienen en este tomo primero 455 LIBRO PRIMERO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS CAPÍTULO PRIMERO _De la opinión que algunos autores tuvieron, que el Cielo no se extendía al nuevo mundo._ Estuvieron tan lejos los antiguos de pensar que hubiese gentes en este nuevo mundo, que muchos de ellos no quisieron creer que había tierra de esta parte; y lo que es más de maravillar, no faltó quien también negase haber acá este Cielo que vemos. Porque aunque es verdad que los más y los mejores de los Filósofos sintieron, que el Cielo era todo redondo, como en efecto lo es, y que así rodeaba por todas partes la tierra, y la encerraba en sí; con todo eso, algunos, y no pocos, ni de los de menos autoridad entre los sagrados Doctores, tuvieron diferente opinión, imaginando la fábrica de este mundo á manera de una casa, en la cual el techo que la cubre, solo la rodea por lo alto, y no la cerca por todas partes; dando por razón de esto, que de otra suerte estuviera la tierra en medio colgada del aire, que parece cosa ajena de toda razón. Y también que en todos los edificios vemos que el cimiento está de una parte, y el techo de otra contraria; y así, conforme á buena consideración, en este gran edificio del mundo, todo el Cielo estará á una parte encima, y toda la tierra á otra diferente debajo. El glorioso Crisóstomo, como quien se había más ocupado en el estudio de las letras sagradas, que no en el de las ciencias humanas[1], muestra ser de esta opinión, haciendo donaire en sus Comentarios sobre la Epístola _ad Hebreos_, de los que afirman, que es el Cielo todo redondo; y parécele que la divina Escritura[2] quiere dar á entender otra cosa, llamando al Cielo tabernáculo y tienda, ó toldo que puso Dios. Y aún pasa allí el Santo[3] más adelante en decir, que no es el Cielo el que se mueve y anda, sino que el Sol y la Luna y las estrellas son las que se mueven en el Cielo, en la manera que los pájaros se mueven por el aire; y no como los Filósofos piensan, que se revuelven con el mismo Cielo, como los rayos con su rueda. Van con este parecer de Crisóstomo Theodoreto, Autor grave, y Theofilacto[4], como suele casi en todo. Y Lactancio Firmiano[5], antes de todos los dichos, sintiendo lo mismo, no se acaba de reir y burlar de la opinión de los Peripatéticos y Académicos que dan al Cielo figura redonda, y ponen la tierra en medio del mundo, porque le parece cosa de risa que esté la tierra colgada del aire, como está tocado. Por donde viene á conformarse más con el parecer de Epicúro, que dijo no haber otra cosa de la otra parte de la tierra, sino un caos y abismo infinito. Y aun parece tirar algo á esto lo que dice San Gerónimo[6], escribiendo sobre la Epístola á los Efesios, por estas palabras: El Filósofo natural pasa con su consideración lo alto del Cielo; y de la otra parte del profundo de la tierra y abismos halla un inmenso vacío. De Procopio refieren[7] (aunque yo no lo he visto) que afirma sobre el libro del Génesis, que la opinión de Aristóteles cerca de la figura y movimiento circular del Cielo, es contraria y repugnante á la divina Escritura. Pero que sientan y digan los dichos Autores cosas como éstas, no hay que maravillarnos; pues es notorio, que no se cuidaron tanto de las ciencias y demostraciones de Filosofía, atendiendo á otros estudios más importantes. Lo que parece más de maravillar es, que siendo San Agustín tan aventajado en todas las ciencias naturales, y que en la Astrología y en la Física supo tanto; con todo eso se queda siempre dudoso, y sin determinarse en si el Cielo rodea la tierra de todas partes, ó no. Qué se me dá á mí, dice él[8], que pensemos que el cielo, como una bola, encierre en sí la tierra de todas partes, estando ella en medio del mundo, como en el fiel, ó que digamos que no es así, sino que cubre el Cielo á la tierra por una parte solamente, como un plato grande que está encima. En el propio lugar donde dice lo referido, da á entender, y aún lo dice claro, que no hay demostración, sino solo conjeturas, para afirmar que el Cielo es de figura redonda. Y allí y en otras partes[9] tiene por cosa dudosa el movimiento circular de los Cielos. No se ha de ofender nadie, ni tener en menos los Santos Doctores de la Iglesia, si en algún punto de Filosofía y ciencias naturales sienten diferentemente de lo que está más recibido y aprobado por buena Filosofía; pues todo su estudio fué conocer, y servir y predicar al Criador, y en esto tuvieron grande excelencia. Y como empleados del todo en ésto, que es lo que importa, no es mucho que en el estudio y conocimiento de las criaturas, no hayan todas veces por entero acertado. Harto más ciertamente son de reprehender los Sábios de este siglo, y Filósofos vanos, que conociendo y alcanzando el sér y orden de estas criaturas, el curso y movimiento de los Cielos, no llegaron los desventurados á conocer al Criador y Hacedor de todo esto; y ocupándose todos en estas hechuras, y obras de tanto primor, no subieron con el pensamiento á descubrir al Autor soberano, como la divina Sabiduría lo advierte[10]; ó ya que conocieron al Criador y Señor de todo[11], no le sirvieron, y glorificaron como debían, desvanecidos por sus invenciones, cosa que tan justamente les arguye y acusa el Apóstol. CAPÍTULO II _Que el cielo es redondo por todas partes, y se mueve en torno de sí mismo._ Mas viniendo á nuestro propósito, no hay duda sino que lo que el Aristóteles y los demás Peripatéticos, juntamente con los Estóicos, sintieron[12], cuanto á ser el Cielo todo de figura redonda, y moverse circularmente y en torno, es puntualmente tanta verdad, que la vemos con nuestros ojos los que vivimos en el Perú; harto más manifiesta por la experiencia, de lo que nos pudiera ser por cualquiera razón y demostración Filosófica. Porque para saber que el Cielo es todo redondo, y que ciñe y rodea por todas partes la tierra, y no poner duda en ello, basta mirar desde este emisferio aquella parte y región del Cielo, que da vuelta á la tierra, la cual los Antiguos jamás vieron. Basta haber visto y notado ambos á dos polos, en que el Cielo se revuelve como en sus quicios, digo el polo Artico y Septentrional, que ven los de Europa, y estotro Antártico ó Austral (de que duda Agustino)[13], cuando pasada la línea equinoccial trocamos el norte con el sur acá en el Perú. Basta finalmente haber corrido navegando más de sesenta grados de norte á sur, cuarenta de la una banda de la línea, y veintitres de la otra banda; dejando por ahora el testimonio de otros que han navegado en mucha más altura, y llegado á casi sesenta grados al sur. ¿Quién dirá que la nao Victoria, digna cierto de perpétua memoria, no ganó la victoria y triunfo de la redondéz del mundo, y no menos de aquel tan vano vacío, y caos infinito que ponían los otros Filósofos debajo de la tierra, pues dió vuelta al mundo, y rodeó la inmensidad del gran Océano? ¿A quién no le parecerá que con este hecho mostró, que toda la grandeza de la tierra, por mayor que se pinte, está sujeta á los pies de un hombre, pues la pudo medir? Así que, sin duda, es el Cielo de redonda y perfecta figura; y la tierra abrazándose con el agua, hacen un globo ó bola cabal, que resulta de los dos elementos, y tiene sus términos y límites, su redondéz y grandeza. Lo cual se puede bastantemente probar y demostrar por razones de Filosofía y de Astrología, y dejando aparte aquellas sútiles, que se alegan comunmente de que al cuerpo más perfecto, (cual es el Cielo), se le debe la más perfecta figura, que sin duda es la redonda: de que el movimiento circular no puede ser igual y firme, si hace esquina en alguna parte, y se tuerce, como es forzoso, si el Sol y Luna y Estrellas no dan vuelta redonda al mundo. Mas dejando ésto aparte, como digo, paréceme á mí, que sola la Luna debe bastar en este caso, como testigo fiel en el Cielo; pues entonces solamente se obscurece y padece eclipse, cuando acaece ponérsele la redondéz de la tierra ex-diámetro entre ella y el Sol, y así estorvar el paso á los rayos del Sol; lo cual, cierto no podría ser si no estuviese la tierra en medio del mundo, rodeada de todas partes de los orbes celestes. Aunque tampoco ha faltado quien ponga duda si el resplandor de la Luna se le comunica de la luz del Sol[14]. Mas ya esto es demasiado dudar, pues no se puede hallar otra causa razonable de los eclipses, y de los llenos y cuartos de Luna, sino la comunicación del resplandor del Sol. También si lo miramos, veremos que la noche ninguna otra cosa es sino la obscuridad causada de la sombra de la tierra, por pasársele el Sol á otra banda. Pues si el Sol no pasa por la otra parte de la tierra, sino que al tiempo de ponerse se torna haciendo esquina y torciendo, lo cual forzoso ha de conceder el que dice, que el Cielo no es redondo, sino que como un plato, cubre la haz de la tierra; síguese claramente, que no podrá hacer la diferencia que vemos de los días y noches, que en unas regiones del mundo son largos, y breves á sus tiempos, y en otras son perpétuamente iguales. Lo que el Santo Doctor Agustino escribe[15] en los libros de _Genesi ad litteram_, que se pueden salvar bien todas las oposiciones, y conversiones, y elevaciones, y caímientos, y cualesquiera otros aspectos y disposiciones de los planetas y estrellas, con que entendamos que se mueven ellas, estándose el Cielo mismo quedo y sin moverse, bien fácil se me hace á mi de entenderlo, y se le hará á cualquiera, como haya licencia de fingir lo que se nos antojare. Porque si ponemos por caso, que cada estrella y planeta es un cuerpo por sí, y que le menea y lleva un Angel, al modo que llevó á Abacúch, á Babilonia[16]: ¿quién será tan ciego, que no vea que todas las diversidades que parecen de aspectos en los planetas y estrellas, podrán proceder de la diversidad del movimiento que el que las mueve voluntariamente les da? Empero no da lugar la buena razón á que el espacio y región por donde se fingen andar ó volar las estrellas deje de ser elementar y corruptible, pues se divide y aparta cuando ellas pasan, que cierto no pasan por vacuo; y si la región en que las estrellas y planetas se mueven, es corruptible, también ciertamente lo han de ser ellas de su naturaleza, y por el consiguiente se han de mudar y alterar, y en fin acabar. Porque naturalmente lo contenido no es más durable que su continente. Decir, pues, que aquellos cuerpos celestes son corruptibles, ni viene con lo que la Escritura dice en el Salmo[17], que los hizo Dios para siempre, ni aun tampoco dice bien con el órden y conservación de este Universo. Digo más, que para confirmar esta verdad de que los mismos Cielos son los que se mueven, y en ellos las estrellas andan en torno, podemos alegar con los ojos, pues vemos manifiestamente, que no solo se mueven las estrellas, sino partes y regiones enteras del Cielo: no hablo solo de las partes lúcidas, y resplandecientes, como es la que llaman vía láctea, que nuestro vulgar dice camino de Santiago, sino mucho más digo esto por otras partes obscuras y negras que hay en el Cielo. Porque realmente vemos en él unas como manchas, que son muy notables, las cuales jamás me acuerdo haber echado de ver en el Cielo cuando estaba en Europa; y acá en este otro emisferio las he visto muy manifiestas. Son estas manchas de color y forma que la parte de la luna eclipsada, y parecénsele en aquella negrura y sombrío. Andan pegadas á las mismas estrellas, y siempre de un mismo tenor y tamaño, como con experiencia clarísima lo hemos advertido y mirado. A alguno, por ventura, le parecerá cosa nueva, y preguntará, ¿de qué pueda proceder tal género de manchas en el Cielo? Yo cierto no alcanzo hasta ahora más de pensar, que cómo la galajia ó vía láctea, dicen los Filósofos, que resulta de ser partes del Cielo más densas y opacas, y que por eso reciben más luz, así también por el contrario hay otras partes muy raras y muy diáfanas ó transparentes, y como reciben menos luz, parecen partes más negras. Sea ésta, ó no sea ésta la causa (que causa cierta no puedo afirmarla), á lo menos en el hecho que haya las dichas manchas en el Cielo, y que sin discrepar se menean con el mismo compás que las estrellas, es experiencia certísima, y de propósito muchas veces considerada. Infiérese de todo lo dicho, que sin duda ninguna los Cielos encierran en sí de todas partes la tierra, moviéndose siempre al derredor de ella, sin que haya para qué poner ésto más en cuestión. NOTAS: [1] Chrisóstomus, Hom. 14. p. 27. in Epist. ad hebræ. [2] Hebræ. 8. [3] Ídem Crisóst. Homil. 6. p. 13. in Genes, p. Homil. 12. ad pop Antioc. [4] Theodoretus p. Theophilactus in cap. 8 ad Hebræ. [5] Lactant. lib. 3. divin, instit. cap. 24. [6] Hieronymus in Epist. ad Ephesos. lib. 2. in cap. 4 [7] Sixtus Senensis, lib. 5. Biblioth. annot. 3. [8] Augustin. lib. 2. de Genes, ad lit. cap. 9. [9] Augustin. in Psalm. 135, [10] Sap. 13. [11] Rom. 1. [12] Plutarchus de placitis Philos. lib. 2. cap. 2. [13] August. 2 l. de Gen. ad lit. c. 10. [14] August. Epist. 109 ad Januarium, cap. 4. [15] August. lib. 2. de Genes. ad lit. cap. 10. [16] Dan. 14. [17] Psalm. 148. v, 6. CAPÍTULO III _Que la Sagrada Escritura nos da á entender, que la tierra está en medio del mundo._ Y aunque á Procopio Gáceo y á otros de su opinión les parezca que es contrario á la divina Escritura poner la tierra en medio del mundo, y hacer el Cielo todo redondo; mas en la verdad esta no solo no es doctrina contraria, sino antes muy conforme á lo que las letras sagradas nos enseñan. Porque dejando aparte que la misma Escritura[18] usa de este término muchas veces: _la redondez de la tierra_, y que en otra parte apunta, que todo cuanto hay corporal es rodeado del Cielo, y como abarcado de su redondez; á lo menos aquello del Eclesiastés[19] o se puede dejar de tener por muy claro, donde dice: «Nace el Sol y pónese, y vuélvese á su lugar, y allí tornando á nacer da vuelta por el medio día, y tuércese hácia el norte: rodeando todas las cosas anda el espíritu al derredor, y vuélvese á sus mismos cercos. En este lugar dice la paráfrasis y exposición de Gregorio el Neocesariense ó el Nacianceno: El Sol habiendo corrido toda la tierra vuélvese, como en torno, hasta su mismo término y punto. Esto que dice Salomón y declara Gregorio, cierto no podía ser, si alguna parte de la tierra dejase de estar rodeada del Cielo. Y así lo entiende San Gerónimo[20], escribiendo sobre la Epístola á los Efesios, de esta manera: Los mas comunmente afirman, conformándose con el Eclesiastés, que el Cielo es redondo, y que se mueve en torno, á manera de bola. Y es cosa llana, que ninguna figura redonda tiene latitud, ni longitud, ni altura, ni profundo, porque es por todas partes igual y pareja, &. Luego, según San Gerónimo, lo que los más sienten del Cielo que es redondo, no solo no es contrario á la Escritura, pero muy conforme con ella. Pues San Basilio[21] y S. Ambrosio, que de ordinario le sigue en los libros llamados Hexamerón, aunque se muestran un poco dudosos en este punto, al fin, más se inclinan á conceder la redondez del mundo. Verdad es, que con la quinta substancia que Aristóteles atribuye al Cielo, no está bien San Ambrosio[22]. Del lugar de la tierra y de su firmeza, es cosa cierto de ver, cuan galanamente y con cuanta gracia habla la divina Escritura, para causarnos gran admiración, y no menor gusto, de aquella inefable Potencia y Sabiduría del Criador. Porque en una parte nos refiere Dios[23] que él fue el que estableció las columnas que sustentan la tierra, dándonos á entender, como bien declara San Ambrosio[24], que el peso inmenso de toda la tierra le sustentan las manos del divino Poder, que así usa la Escritura[25] nombrar columnas del Cielo y de la tierra, no cierto las del otro Atlante, que fingieron los Poétas, sino otras propias de la palabra eterna de Dios, que con su virtud sostiene Cielos y tierra[26]. Mas en otro lugar la misma divina Escritura[27], para significarnos como la tierra está pegada y por gran parte rodeada del elemento del agua, dice galanamente: Que asentó Dios la tierra sobre las aguas; y en otro lugar: que fundó la redondez de la tierra sobre la mar. Y aunque San Agustín[28] no quiere que se saque de este lugar, como sentencia de Fé, que la tierra y agua hacen un globo en medio del mundo, y así pretende dar otra exposición á las sobredichas palabras del Salmo; pero el sentido llano sin duda es el que está dicho, que es darnos á entender, que no hay para qué imaginar otros cimientos, ni estrivos de la tierra, sino el agua, la cual con ser tan facil y mudable, la hace la sabiduría del supremo Artífice, que sostenga y encierre aquesta inmensa máquina de la tierra. Y dícese estár la tierra fundada y sostenida sobre las aguas y sobre el mar, siendo verdad, que antes la tierra está debajo del agua, que no sobre el agua, porque á nuestra imaginación y pensamiento lo que está de la otra banda de la tierra que habitamos, nos parece que está debajo de la tierra; y así el mar y aguas que ciñen la tierra por la otra parte, imaginamos que están debajo, y la tierra encima de ellas. Pero la verdad es, que lo que es propiamente debajo, siempre es lo que está más en medio del universo. Mas habla la Escritura conforme á nuestro modo de imaginar y hablar. Preguntará alguno, pues la tierra está sobre las aguas, según la Escritura, ¿las mismas aguas sobre qué estarán, ó qué apoyo tendrán? Y si la tierra y agua hacen una bola redonda, ¿toda ésta tan terrible máquina, dónde se podrá sostener? A eso satisface en otra parte la divina Escritura[29], causando mayor admiración del poder del Criador: Extiende, dice, al Aquilón sobre vacío, y tiene colgada la tierra sobre no nada. Cierto galanamente lo dijo; porque realmente parece que está colgada sobre no nada la máquina de la tierra y agua, cuando se figura estar en medio del aire, como en efecto está. Esta maravilla, de que tanto se admiran los hombres, aún la encarece más Dios preguntando al mismo Job[30]: ¿Quién echó los cordeles para la fábrica de la tierra? díme si lo has pensado ¿ó en qué cimiento están aseguradas sus basas? Finalmente, para que se acabase de entender la traza de este maravilloso edificio del mundo, el Profeta David, gran alabador y cantor de las obras de Dios, en un Salmo[31] que hizo á este propósito, dice así: Tu que fundaste la tierra sobre su misma estabilidad y firmeza, sin que bambalee ni se trastorne para siempre jamás. Quiere decir, la causa porque estando la tierra puesta en medio del aire no se cae, ni bambalea, es porque tiene seguros fundamentos de su natural estabilidad, la cual le dió su sapientísimo Criador para que en sí misma se sustente, sin que haya menester otros apoyos ni estrivos. Aquí, pues, se engaña la imaginación humana, buscando otros cimientos á la tierra, y procede el engaño de medir las obras divinas con las humanas. Así que no hay que temer, por más que parezca que esta tan gran máquina cuelga del aire, que se caiga ó trastorne, que no se trastornará, como dijo el Salmo[32] para siempre jamás. Con razón, por cierto, David, después de haber contemplado y cantado tan maravillosas obras de Dios, añade: Gozarse há el Señor en sus obras; y después: ¡Oh qué engrandecidas son tus obras, Señor! bien parece que salieron todas de tu saber. Yo cierto, si he de decir lo que pasa, digo, que diversas veces que he peregrinado, pasando esos grandes golfos del mar Océano, y caminando por estotras regiones de tierras tan extrañas, poniéndome á mirar y considerar la grandeza y extrañeza de estas obras de Dios, no podía dejar de sentir admirable gusto, con la consideración de aquella soberana sabiduria y grandeza del Hacedor, que reluce en éstas sus obras tanto, que en comparación de ésto, todos los palacios de los Reyes, y todas las invenciones humanas me parecen poquedad y vileza. ¡O cuántas veces se me venía al pensamiento y á la boca aquello del Salmo[33]: Gran recreación me habéis, Señor, dado con vuestras obras, y no dejaré de regocijarme en mirar las hechuras de vuestras manos! Realmente tienen las obras de la divina arte un no sé qué de gracia y primor como escondido y secreto, con que miradas una y otra y muchas veces, causan siempre un nuevo gusto. Al revés de las obras humanas, que aunque estén fabricadas con mucho artificio, en haciendo costumbre de mirarse, no se tienen en nada, y aun cuasi causan enfado. Sean jardines muy amenos, sean palacios y templos galanísimos, sean alcazares de soberbio edificio, sean pinturas, ó tallas, ó piedras de exquisita invención y labor, tengan todo el primor posible, es cosa cierta y averiguada, que en mirándose dos ó tres veces, apenas hay poner los ojos con atención, sino que luego se divierten á mirar otras cosas, como hartos de aquella vista. Mas la mar, si la miráis, ó poneis los ojos en un peñasco alto, que sale acullá con extrañeza, ó el campo cuando está vestido de su natural verdura y flores, ó el raudal de un río que corre furioso, y está sin cesar batiendo las peñas, y como bramando en su combate; y finalmente, cualesquiera obras de naturaleza, por más veces que se miren, siempre causan nueva recreación, y jamás enfada su vista, que parece, sin duda, que son como un combite copioso y magnífico de la divina Sabiduría, que allí de callada, sin cansar jamás, apacienta y deleita nuestra consideración. NOTAS: [18] Æsther. 13. Sap. 1.2.7. 11. 18. Psal. 9. 17. 23. 39. 97. Job. 37. [19] Ecclesiast. 1. w. 5. 6. [20] Hieronym. in cap. 3. ad Ephes. [21] Basil. Homil. 1. Hexameron prope finem. [22] Ambros. lib. 1. Hexameron, cap. 6. [23] Psal. 74. v. 4. [24] Ambros. 1. Hexameron, cap. 6. [25] Job. 9. v. 6. p. cap. 26. v. 11. [26] Heb. 1. v. 3. [27] Ps. 135. v. 6. Psalm. 23. v. 2. [28] August. in Psalm. 135. [29] Job. 26. v. v. 7. [30] Job. 38. v. 4. 5. 6. [31] Psalm. 103. v. 5. [32] Psalm. 103. v. 31. [33] Psalm. 91. v. 5. CAPÍTULO IV _En que se responde á lo que se alega de la Escritura contra la redondez del Cielo._ Mas volviendo á la figura del Cielo, no sé de qué autoridades de la Escritura se haya podido colegir que no sea redondo, y su movimiento circular. Porque llamar San Pablo[34] al Cielo un tabernáculo ó tienda que puso Dios, y no el hombre, no veo que haga al caso, pues aunque nos digan que es tabernáculo puesto por Dios, no por eso hemos de entender, que á manera de toldo cubre por una parte solamente la tierra, y que se está allí sin mudarse, como lo quisieron entender algunos. Trataba el Apóstol la semejanza del tabernáculo antiguo de la ley, y á ese propósito dijo, que el tabernáculo de la ley neuva de gracia, es el Cielo, en el cual entró el Sumo Sacerdote Jesu-Christo de una vez por su sangre, y de aquí infiere que hay tanta ventaja del nuevo tabernáculo al viejo, cuanto hay de diferencia entre el Autor del nuevo, que es Dios, y el obrador del viejo, que fué hombre. Aunque es verdad, que también el viejo tabernáculo se hizo por la sabiduría de Dios, que enseñó á su maestro Beseleél[35]. Ni hay para qué buscar en las semejanzas ó parábolas ó alegorías, que en todo y por todo cuadren á lo que se traen, como el bienaventurado Crisóstomo[36] á otro propósito lo advierte escogidamente. La otra autoridad que refiere San Agustín, que alegan algunos, para probar que el Cielo no es redondo, diciendo[37]: Extiende el Cielo como piel, de donde infieren que no es redondo, sino llano en lo de arriba, con facilidad y bien responde el mismo Santo Doctor[38], que en estas palabras del Salmo, no se nos da á entender la figura del Cielo, sino la facilidad con que Dios obró un Cielo tan grande, pues no le fue á Dios más difícil sacar una cubierta tan inmensa del Cielo, que lo fuera á nosotros desplegar una piel doblada. O pretendió quizá, darnos á entender la gran majestad de Dios, al cual sirve el Cielo tan hermoso y tan grande, de lo que á nosotros nos sirve en el campo un toldo ó tienda de pieles. Lo que un Poéta galanamente declaró diciendo: _El toldo del claro Cielo._ Lo otro que dice Isaías[39]: El Cielo me sirve de silla, y la tierra de escabelo para mis pies, si fuéramos del error de los Antropomorfitas, que ponían miembros corporales en Dios segun su divinidad, pudiera darnos en qué entender para declarar, cómo era posible ser la tierra escabelo de los pies de Dios, estando en medio del mundo, si hinche Dios todo el mundo, porque había de tener pies de una parte y de otra, y muchas cabezas al derredor, que es cosa de risa y donaire. Basta, pues, saber que en las divinas Escrituras no hemos de seguir la letra que mata, sino el espiritu que da vida, como dice San Pablo[40]. NOTAS: [34] Heb. 8. v. v. 2.° 5. [35] Exod. 36. v. 1. [36] Christ. in 20. c. [37] Psalm. 103. v. 2. [38] August. 2. de Genes. ad lit. cap. 9. [39] Isaías. 66. v. 1. [40] 2. Cor. 3. v. 6. CAPÍTULO V _De la hechura y gesto del Cielo del nuevo Mundo._ Cuál sea el gesto y manera de este Cielo que está á la banda del sur, pregúntanlo muchos en Europa, porque en los Antiguos no pueden leer cosa cierta, porque aunque concluyen eficazmente que hay Cielo de esta parte del mundo; pero qué talle y hechura tenga, no lo pudieron ellos alcanzar. Aunque es verdad, que tratan mucho[41] de una grande y hermosa estrella que acá vemos, que ellos llaman Canopo. Los que de nuevo navegan á estas partes, suelen escribir cosas grandes de este Cielo, es á saber, que es muy resplandeciente, y que tiene muchas y muy grandes estrellas. En efecto, las cosas de lejos se pintan muy engrandecidas. Pero á mí al revés me parece, y tengo por llano, que á la otra banda del norte hay más número de estrellas y de mas ilustre grandeza. Ni veo acá estrellas que excedan á la bocina y al carro. Bien es verdad, que el crucero de acá es hermoso y de vista admirable. Crucero llamamos cuatro estrellas notables que hacen entre sí forma de cruz, puestas en mucha igualdad y proporción. Creen los ignorantes, que este crucero es el polo del sur, porque ven á los marineros tomar el altura por el crucero de acá, como allá suelen por el norte, mas engañanse. Y la razón porque lo hacen así los marineros es, porque no hay de esta banda estrella fija que muestre al polo, al modo que allá la estrella del norte lo hace, y así toman la altura por la estrella que es el pie del crucero, la cual estrella dista del verdadero y fijo polo treinta grados, como la estrella del norte allá dista tres y algo más. Y así es más difícil de tomar acá la altura, porque la dicha estrella del pie del crucero, ha de estar derecha, lo cual es solamente á un tiempo de la noche, que en diversas partes del año es á diferentes horas, y en mucho tiempo del año en toda la noche no llega á encumbrar, que es cosa molesta para tomar la altura. Y así, los más diestros Pilotos no se cuidan del crucero, sino por el astrolabio toman el Sol, y ven en él la altura en que se hallan: en lo cual se aventajan comunmente los Portugueses, como gente que tiene mas curso de navegar, de cuántas naciones hay en el mundo. Hay también de esta parte del sur otras estrellas, que en alguna manera responden á las del Norte. La vía láctea, que llaman, corre mucho y muy resplandeciente á esta banda, y vense en ella aquellas manchas negras tan admirables, de que arriba hicimos mención; otras particularidades otros las dirán ó advertirán con más cuidado; bástenos por ahora, esto poco que habemos referido. NOTAS: [41] Plinius, lib. 6. cap. 22. CAPÍTULO VI _Que el mundo hácia ambos polos tiene tierra y mar._ No está hecho poco, pues hemos salido con que acá tenemos Cielo, y nos cobija como á los de Europa y Asia y Africa. Y de esta consideración nos aprovechamos á veces, cuando algunos ó muchos de los que acá suspiran por España, y no saben hablar sino de su tierra, se maravillan y aun enojan con nosotros, pareciéndoles que estamos olvidados, y hacemos poco caso de nuestra comun patria, á los cuales respondemos, que por eso no nos fatiga el deseo de volver á España, porque hallamos que el Cielo nos cae tan cerca por el Perú, como por España. Pues, como dice bien San Gerónimo, escribiendo á Paulino, tan cerca está la puerta del Cielo de Bretaña, como de Jerusalén. Pero ya que el Cielo de todas partes toma al mundo en derredor, es bien que se entienda, que no por eso se sigue que haya tierra de todas partes del mundo. Porque siendo así que los dos elementos de tierra y agua, componen un globo ó bola redonda, como los más y los mejores de los Antiguos, según refiere Plutarco[42], lo sintieron, y con demostraciones certísimas se prueba; podríase pensar que la mar ocupa toda la parte que cae al polo Antártico ó sur, de tal modo, que no deje lugar alguno á la tierra por aquella banda, según que San Agustín, doctamente arguye[43], contra la opinión de los que ponen Antípodas. No advierten, dice, que aunque se crea ó se pruebe, que el mundo es de figura redonda como una bola, no por eso está luego en la mano, que por aquella otra parte del mundo esté la tierra descubierta y sin agua. Dice bien, sin duda, San Agustín en ésto. Pero tampoco se sigue, ni se prueba lo contrario, que es no haber tierra descubierta al polo Antártico, y ya la experiencia á los ojos lo ha mostrado ser así, que en efecto la hay. Porque aunque la mayor parte del mundo, que cae al dicho polo Antártico, esté ocupada del mar, pero no es toda ella, antes hay tierra, de suerte que á todas partes del mundo la tierra y el agua se están como abrazando, y dando entrada la una á la otra. Que de verdad es cosa para mucho admirar y glorificar el arte del Criador soberano. Sabemos por la Sagrada Escritura[44], que en el principio del mundo fueron las aguas congregadas, y se juntaron en un lugar, y que la tierra con esto se descubrió. Y también las mismas sagradas letras nos enseñan, que estas congregaciones de aguas se llamaron mar, y como ellas son muchas, hay de necesidad muchos mares. Y no solo en el Mediterráneo hay esta diversidad de mares, llamandose uno el Euxino, otro el Caspio, otro el Erythréo ó Bermejo, otro el Pérsico, otro el de Italia, y otros muchos así; mas también el mismo Océano grande, que en la divina Escritura se suele llamar abismo, aunque en realidad de verdad sea uno, pero en muchas diferencias y maneras, como respecto de este Perú y de toda la América es uno el que llaman mar del norte, y otro el mar del sur. Y en la India Oriental, uno es el mar Índico, otro el de la China. Yo he advertido, así en lo que he navegado como en lo que he entendido de relaciones de otros, que nunca la mar se aparta de la tierra más de mil leguas, sino que donde quiera, por mucho que corre el Océano, no pasa de la dicha medida. No quiero decir, que no se navegan más de mil leguas del mar Océano, que esto sería disparate, pues sabemos que las naves de Portugal navegan cuatro tanto y más, y aun todo el mundo en redondo se puede navegar por mar, como en nuestros tiempos lo hemos ya visto, sin poderse dudar en ello. Mas lo que digo y afirmo es, que en lo que hasta ahora está descubierto, ninguna tierra dista por línea recta de la tierra firme ó Islas que le caen cerca, sino á lo sumo mil leguas, y que así entre tierra y tierra nunca corre mayor espacio de mar, tomándolo por la parte que una tierra está más cercana de otra, porque del fin de Europa, y de Africa y de su costa no distan las Islas Canarias y las de los Azores, con las del Cabo verde, y las demás en aquel paraje, más de trescientas ó quinientas leguas, á lo sumo de Tierra-firme. De las dichas Islas haciendo discurso hacia la India Occidental, apenas hay novecientas leguas hasta llegar á las Islas que llaman Dominica, y las Vírgenes, y la Beata, y las demás. Y éstas van corriendo por su orden hasta las que llaman de Barlovento, que son de Cuba, y Española, y Boriquen. De éstas, hasta dar en la tierra firme apenas hay doscientas ó trescientas leguas, y por partes, muy mucho menos. La tierra firme luego corre una cosa infinita desde la tierra de la Florida hasta acullá á la tierra de los Patagones, y por estotra parte del sur, desde el estrecho de Magallanes hasta el cabo Mendocino, corre una tierra larguísima, pero no muy ancha, y por donde más ancha, es aquí en esta parte del Perú, que dista del Brasil obra de mil leguas. En este mismo mar del Sur, aunque no se halla ni sabe fin la vuelta del Poniente, pero no ha muchos años que se descubrieron las Islas que intitularon de Salomón, que son muchas y muy grandes y distan de este Perú como ochocientas leguas. Y porque se ha observado y se halla así, que donde quiera que hay Islas muchas y grandes, se halla no muy lejos tierra firme, de ahí viene, que muchos, y yo con ellos, tienen opinión, que hay cerca de las dichas islas de Salomón, tierra firme grandísima, la cual responde á la nuestra América por parte del poniente, y sería posible que corriese por la altura del sur hacia el estrecho de Magallanes. La nueva Guinea se entiende que es tierra firme, y algunos doctos la pintan muy cerca de las Islas de Salomón. Así que es muy conforme á razón, que aún está por descubrir buena parte del Mundo. Pues ya por este mar del Sur navegan también los nuestros á la China y Filipinas; y á la ida de acá allá no nos dicen que pasan más largo mar que viniendo de España á estas Indias. Mas por donde se continúan y traban el un mar Océano con el otro, digo el mar del sur con el mar del norte, por la parte del polo Antártico bien se sabe que es por el estrecho tan señalado de Magallanes, que está en altura de cincuenta y un grados. Pero si al otro lado del mundo al polo del norte también se continúan y corren estos dos mares, grande cosa es, que muchos la han pesquisado; pero que yo sepa, nadie hasta ahora ha dado en ella, solamente por conjeturas, y no sé qué indicios, afirman algunos, que hay otro estrecho hacia el norte, semejante al de Magallanes. Para el intento que llevamos, bástanos hasta ahora saber de cierto, que hay tierra de esta parte del sur, y que es tierra tan grande como toda la Europa y Asia, y aun África; y que á ambos polos del mundo se hallan mares y tierras abrazados entre sí, en lo cual los Antiguos, como á quienes les faltaba experiencia, pudieron poner duda, y hacer contradicción. NOTAS: [42] Plutarchus. lib. 3 de placitis Philosoph. c. 9. p. 11. [43] August. lib. 16. de Civit. cap. 9. [44] Genes. 1. v. v. 9. 10. CAPÍTULO VII _En que se reprueba la opinión de Lactancio, que dijo no haber Antípodas._ Pero ya que se sabe que hay tierra á la parte del sur ó polo Antártico, resta ver si hay en ella hombres que la habiten, que fué en tiempos pasados una cuestión muy reñida. Lactancio Firmiano[45], y San Agustín[46] hacen gran donaire de los que afirman haber Antípodas, que quiere decir hombres que traen sus pies contrarios á los nuestros. Mas aunque en tenerlo por cosa de burla convienen estos dos Autores; pero en las razones y motivos de su opinión van por muy diferentes caminos, como en los ingenios eran bien diferentes. Lactancio vase con el vulgo, pareciéndole cosa de risa decir que el Cielo está en torno por todas partes, y la tierra está en medio, rodeada de él como una pelota; y así escribe de esta manera: ¿Qué camino lleva lo que algunos quieren decir, que hay Antípodas, que ponen sus pisadas contrarias á las nuestras? ¿Por ventura hay hombre tan tonto que crea haber gentes que andan los pies arriba y la cabeza abajo? ¿y que las cosas que acá están asentadas, estén allá trastornadas colgando? ¿y que los árboles y los panes crecen allá hacia abajo? ¿y que las lluvias y la nieve y el granizo suben á la tierra hacia arriba? y después de otras palabras añade Lactancio aquestas: El imaginar al Cielo redondo fué causa de inventar estos hombres Antípodas colgados del aire. Y así, no tengo más que decir de tales Filósofos, sino que en errando una vez, porfían en sus disparates, defendiendo los unos con los otros. Hasta aquí son palabras de Lactancio. Mas por más que él diga, nosotros que habitamos al presente en la parte del Mundo, que responde en contrario de la Asia, y somos sus Antictonos, como los Cosmógrafos hablan, ni nos vemos andar colgando, ni que andemos las cabezas abajo y los pies arriba. Cierto es cosa maravillosa considerar, que al entendimiento humano por una parte no le sea posible percibir y alcanzar la verdad, sin usar de imaginaciones, y por otra tampoco le sea posible dejar de errar, si del todo se va tras la imaginación. No podemos entender que el Cielo es redondo, como lo es, y que la tierra está en medio, sino imaginándolo. Mas si á esta misma imaginación no la corrije y reforma la razón, sino que se deja el entendimiento llevar de ella, forzoso hemos de ser engañados y errar. Por donde sacarémos con manifiesta experiencia, que hay en nuestras almas cierta lumbre del Cielo, con la cual vemos y juzgamos aun las mismas imágenes y formas interiores, que se nos ofrecen para entender: y con la dicha lumbre interior aprobamos ó desechamos lo que ellas nos están diciendo. De aquí se vé claro, como el ánima racional es sobre toda naturaleza corporal; y como la fuerza y vigor eterno de la verdad, preside en el más alto lugar del hombre; y vese, cómo muestra y declara bien que ésta su luz tan pura, es participada de aquella suma y primera luz; y quien ésto no lo sabe ó lo duda, podemos bien decir, que no sabe ó duda si es hombre. Así que si á nuestra imaginación preguntamos, qué le parece de la redondéz del Cielo, cierto no nos dirá otra cosa sino lo que dijo á Lactancio. Es á saber, que si es el Cielo redondo, el Sol y las estrellas habrán de caerse cuando se trasponen, y levantarse cuando van al medio día; y que la tierra está colgada en el aire; y que los hombres que moran de la otra parte de la tierra, han de andar pies arriba y cabeza abajo; y que las lluvias allí no caen de lo alto antes suben de abajo; y las demás monstruosidades, que aun decirlas, provoca á risa. Mas si se consulta la fuerza de la razón, hará poco caso de todas estas pinturas vanas, y no escuchará á la imaginación más que á una vieja loca: y con aquella su entereza y gravedad, responderá, que es engaño grande fabricar en nuestra imaginación á todo el mundo á manera de una casa, en la cual está debajo de su cimiento la tierra, y encima de su techo está el Cielo: y dirá también, que como en los animales siempre la cabeza es lo más alto y supremo del animal, aunque no todos los animales tengan la cabeza de una misma manera, sino unos puesta hácia arriba, como los hombres, otros atravesada, como los ganados, otros en medio, como el pulpo y la araña, así también el Cielo donde quiera que esté, está arriba, y la tierra ni mas ni menos, donde quiera que esté, está debajo. Porque siendo así, que nuestra imaginación está asida á tiempo y lugar, y el mismo tiempo y lugar no lo percibe universalmente, sino particularizado, de ahí le viene que cuando la levantan á considerar cosas que exceden y sobrepujan tiempo y lugar conocido, luego se cae: y si la razon no la sustenta y levanta, no puede un punto tenerse en pie: y así veremos, que nuestra imaginación, cuando se trata de la creacion del mundo, anda á buscar tiempo antes de criarse el mundo, y para fabricarse el mundo, también señala lugar, y no acaba de ver que se pudiese de otra suerte el mundo hacer; siendo verdad, que la razon claramente nos muestra, que ni hubo tiempo antes de haber movimiento, cuya medida es el tiempo, ni hubo lugar alguno antes del mismo universo, que encierra todo lugar. Por tanto el Filósofo excelente Aristóteles, clara y brevemente satisface[47] al argumento que hacen contra el lugar de la tierra, tomado del modo nuestro de imaginar, diciendo con gran verdad, que en el mundo el mismo lugar es en medio y abajo, y cuanto más en medio está una cosa, tanto más abajo, la cual respuesta alegando Lactancio Firmiano, sin reprobarla con alguna razon, pasa con decir, que no se puede detener en reprobarla por la priesa que lleva á otras cosas. NOTAS: [45] Lactant. lib. 7. de divin. institut. cap. 23. [46] August. lib. 16. de Civit. cap. 9. [47] Aristótel. 1. de cœlo. cap. 3. CAPÍTULO VIII _Del motivo que tuvo San Agustín para negar los Antípodas._ Muy otra fue la razón que movió á S. Agustín, como de tan alto ingenio, para negar los Antípodas. Porque la razón que arriba dijimos, de que andarían al revés los Antípodas, el mismo Santo Doctor la deshace en su libro de los Predicamentos. Los Antiguos, dice él[48], afirman, que por todas partes está la tierra debajo y el Cielo encima. Conforme á lo cual los Antípodas, que según se dice, pisan al revés de nosotros, tienen también el Cielo encima de sus cabezas. Pues entendiendo esto San Agustín tan conforme á buena Filosofía, ¿qué será la razón por donde persona tan docta se movió á la contraria opinión? Fue cierto el motivo que tuvo tomado de las entrañas de la sagrada Teología, conforme á la cual nos enseñan las divinas letras, que todos los hombres del mundo descienden de un primer hombre, que fue Adan. Pues decir, que los hombres habían podido pasar al nuevo mundo, atravesando ese infinito piélago del mar Océano, parecía cosa increíble y un puro desatino. Y en verdad, que si el suceso palpable, y experiencia de lo que hemos visto en nuestros siglos, no nos desengañara, hasta el día de hoy se tuviera por razón insoluble la dicha. Y ya que sabemos, que no es concluyente ni verdadera la dicha razón, con todo eso nos queda bien que hacer para darle respuesta, quiero decir, para declarar en qué modo, y por qué via pudo pasar el linaje de los hombres acá, ó cómo vinieron, y por dónde, á poblar estas Indias. Y porque adelante se ha de tratar esto muy de propósito, por ahora bien será que oigamos lo que el Santo Doctor Agustino disputa de esta materia en los libros de la ciudad de Dios[49], el cual dice así: Lo que algunos platican, que hay Antípodas, esto es, gentes que habitan de la otra parte de la tierra, donde el Sol nace al tiempo que á nosotros se pone; y que las pisadas de estos son al revés de las nuestras, esto no es cosa que se ha de creer. Pues no lo afirman por relación cierta que de ello tengan, sino solamente por un discurso de Filosofía que hacen, con que concluyen, que estando la tierra en medio del mundo rodeada de todas partes del Cielo igualmente, ha de ser forzosamente lugar más bajo siempre el que estuviere más en medio del mundo. Y después añade: De ninguna manera engaña la divina Escritura, cuya verdad en lo que refiere haber pasado, se prueba bien, viendo cuan puntualmente sucede lo que profetiza que ha de venir. Y es cosa de disparate decir, que de estas partes del mundo hayan podido hombres llegar al otro nuevo mundo, y pasar esa inmensidad del mar Océano, pues de otra suerte no es posible haber allá hombres, siendo verdad que todos los hombres descienden de aquel primer hombre. Segun esto toda la dificultad de San Agustin no fue otra sino la incomparable grandeza del mar Océano. Y el mismo parecer tuvo San Gregorio Nacianceno afirmando, como cosa sin duda, que pasado el Estrecho de Gibraltar, es imposible navegarse el mar. En una Epístola que escribe[50], dice á este propósito: Estoy muy bien con lo que dice Píndaro, que despues de Cadiz es la mar innavegable de hombres. Y él mismo, en la oracion funeral que hizo á San Basilio, dice, que á ninguno le fue concedido pasar del Estrecho de Gibraltar, navegando la mar. Y aunque es verdad que esto se tomó como por refran del Poéta Píndaro, que dice, que así á sabios como á necios les está vedado saber lo que está adelante de Gibraltar; pero la misma origen de este refran da bien á entender cuan asentados estuvieron los Antiguos en la dicha opinion; y así por los libros de los Poétas, y de los Historiadores, y de los Cosmógrafos antiguos, el fin y términos de la tierra se ponen en Cadiz la de nuestra España: allí fabrican las columnas de Hércules, allí encierran los términos del Imperio Romano, allí pintan los fines del mundo. Y no solamente las letras profanas, mas aún las sagradas, tambien hablan en esa forma, acomodándose á nuestro lenguage, donde dicen[51], que se publicó el edicto de Augusto Cesar, para que todo el mundo se empadronase: y de Alejandro el Magno, que extendió su Imperio hasta los cabos de la tierra[52]; y en otra parte dicen[53]: que el Evangelio ha crecido y hecho fruto en todo el mundo universo. Porque por estilo usado llama la Escritura todo el mundo á la mayor parte del mundo, que hasta entonces estaba descubierto y conocido. Ni el otro mar de la India oriental, ni este otro de la occidental, entendieron los Antiguos, que se pudiese navegar, y en esto concordaron generalmente. Por lo cual Plinio, como cosa llana y cierta, escribe[54]: Los mares que atajan la tierra, nos quitan de la tierra habitable la mitad por medio, porque ni de acá se puede pasar allá, ni de allá venir acá. Esto mismo sintieron Tulio y Macrobio, y Pomponio Mela, y finalmente fue el comun parecer de los Escritores antiguos. NOTAS: [48] August. lib. Categoriarum cap. 10. in 1. tomo. [49] Lib. 16. cap. 9. [50] Nacianc. Epistol. 17. ad Posthumianum. [51] Luc. 2. [52] 1. Machab. 1. [53] Colos. 1. [54] Plinius lib. 2. cap. 69. CAPÍTULO IX _De la opinion que tuvo Aristóteles cerca del nuevo Mundo; y qué es lo que le engañó para negarle._ Hubo, demás de las dichas, otra razon tambien, por la cual se movieron los Antiguos á creer que era imposible pasar los hombres de allá á este nuevo Mundo, y fué decir, que de la otra parte de la inmensidad del Océano, era el calor de la region que llaman Tórrida ó Quemada tan excesivo, que no consentía, ni por mar, ni por tierra, pasar los hombres, por atrevidos que fuesen, del un polo al otro polo. Porque aun aquellos Filósofos, que afirmaron ser la tierra redonda, como en efecto lo es, y haber hácia ambos polos del mundo, tierra habitable, con todo eso negaron, que pudiese habitarse del linaje humano la region que cae en medio, y se comprehende entre los dos Trópicos, que es la mayor de las cinco zonas ó regiones en que los Cosmógrafos y Astrólogos, parten el mundo. La razon que daban de ser esta zona tórrida inhabitable, era el ardor del Sol, que siempre anda encima tan cercano, y abrasa toda aquella region, y por el consiguiente la hace falta de aguas y pastos. De esta opinion fué Aristóteles, que aunque tan gran Filósofo, se engañó en esta parte. Para cuya inteligencia será bien decir en qué procedió bien con su discurso, y en qué vino á errar. Disputando, pues, el Filósofo[55] del viento abrego ó sur, si hemos de entender, que nace del medio día ó no, sino del otro polo contrario al norte, escribe en esta manera: La razon nos enseña, que la latitud y ancho de la tierra que se habita, tiene sus límites; pero no puede toda esta tierra habitable continuarse entre sí, por no ser templado el medio. Porque cierto es que en su longitud, que es de oriente á poniente, no tiene exceso de frio, ni de calor; pero tiénele en su latitud, que es del polo á la línea equinoccial; y así podría sin duda andarse toda la tierra en torno por su longitud, sino lo estorváse en algunas partes la grandeza del mar que la ataja. Hasta aquí no hay mas que pedir en lo que dice Aristóteles; y tiene gran razon, en que la tierra por su longitud, que es de oriente á poniente, corre con mas igualdad, y mas acomodada á la vida y habitación humana, que por su latitud, que es del norte al medio dia: y esto pasa así no solo por la razon que toca Aristóteles de haber la misma templanza del Cielo de oriente á poniente, pues dista siempre igualmente del frío del norte, y del calor del medio dia, sino por otra razon tambien, porque yendo en longitud, siempre hay dias y noches sucesivamente, lo cual yendo en latitud, no puede ser, pues ha de llegar forzoso á aquella region polar, donde hay una parte del año noche continuada, que dure seis meses, lo cual para la vida humana es de grandísimo inconveniente. Pasa mas adelante el Filósofo, reprehendiendo á los Geógrafos, que describian la tierra en su tiempo, y dice así: Lo que he dicho se puede bien advertir en los caminos que hacen por tierra, y en las navegaciones de mar, pues hay gran diferencia de su longitud á su latitud. Porque el espacio que hay desde las columnas de Hércules que es Gibraltar, hasta la India oriental, excede en proporcion mas que de cinco á tres, al espacio que hay desde la Etiopia hasta la laguna Meotis, y últimos fines de los Scitas: y esto consta por la cuenta de jornadas, y de navegacion, cuanto se ha podido hasta ahora con la experiencia alcanzar. Y tenemos noticia de la latitud que hay de la Tórrida habitable, hasta las partes de ella que no se habitan. En esto se le debe perdonar á Aristóteles, pues en su tiempo no se había descubierto mas de la Etiopia primera, que llaman exterior, y cae junto á la Arabia y África: la otra Etiopia interior no la supieron en su tiempo, ni tuvieron noticia de aquella inmensa tierra, que cae donde son ahora las tierras del Preste Juan: y mucho menos toda la demás tierra que cae debajo de la equinoccial, y va corriendo hasta pasar el Trópico de Capricornio, y para en el cabo de Buena-Esperanza, tan conocido y famoso por la navegacion de los Portugueses. Desde el cual cabo, si se mide la tierra, hasta pasada la Scitia y Tartaria, no hay duda sino que esta latitud y espacio será tan grande, como la longitud y espacio que hay desde Gibraltar hasta la India oriental. Es cosa llana, que los Antiguos ignoraron los principios del Nilo, y lo último de la Etiopia; y por eso Lucano reprehende[56] la curiosidad de Julio Cesar en querer inquirir el principio del Nilo; y dice en su verso: _¿Qué tienes tu, Romano, que ponerte A inquirir del Nilo el nacimiento?_ Y el mismo Poéta hablando con el propio Nilo dice: _Pues es tu nacimiento tan oculto, Que ignora el mundo todo cuyo seas._ Mas conforme á la sagrada Escritura, bien se entiende que sea habitable aquella tierra, pues de otra suerte no dijera el Profeta Sofonías[57], hablando de la vocación al Evangelio de aquellas gentes: De mas allá de los rios de Etiopia me traerán presentes los hijos de mis esparcidos, que así llama á los Apóstoles. Pero, como está dicho, justo es perdonar al Filósofo, por haber creido á los Historiadores y Cosmógrafos de su tiempo. Examinemos ahora lo que se sigue: la una parte, dice, del mundo, que es la septentrional puesta al norte, pasada la zona templada, es inhabitable por el frio excesivo: la otra parte que está al medio dia, tambien es inhabitable en pasando del Trópico, por el excesivo calor. Mas las partes del mundo que corren pasada la India de una vanda, y pasadas las columnas de Hércules de otra, cierto es que no se juntan entre sí, por atajarlas el gran mar Océano. En esto postrero dice mucha verdad; pero añade luego: Por cuanto á la otra parte del mundo es necesario, que la tierra tenga la misma proporcion con su polo Antártico, que tiene esta nuestra parte habitable con el suyo, que es norte. No hay duda, sino que en todo ha de proceder el otro mundo como este de acá, en todas las demás cosas, y especialmente en el nacimiento y orden de los vientos; y despues de decir otras razones que no hacen á nuestro caso, concluye Aristóteles diciendo: Forzoso hemos de conceder, que el Abrego es aquel viento que sopla de la region que se abrasa de calor, y la tal region por tener tan cercano al Sol, carece de aguas y de pastos. Este es el parecer de Aristóteles: y cierto que apenas pudo alcanzar mas la conjetura humana. De donde vengo, cuando lo pienso cristianamente, á advertir muchas veces, cuan flaca y corta sea la Filosofía de los Sabios de este siglo en las cosas divinas, pues aun en las humanas, donde tanto les parece que saben, á veces tampoco aciertan. Siente Aristóteles y afirma, que la tierra que está á este polo del sur habitable, es, segun su longitud, grandísima, que es de oriente á poniente, y que segun su latitud, que es desde el polo del sur hasta la equinoccial, es cortísima. Esto es tan al revés de la verdad, que cuasi toda la habitación que hay á esta vanda del polo Antártico, es segun la latitud, quiero decir, del polo á la línea: y por la longitud, que es de oriente á poniente, es tan pequeña, que excede y sobrepuja la latitud á la longitud en este nuevo orbe, tanto como diez exceden á tres, y aun mas. Lo otro, que afirma ser del todo inhabitable la region media, que llaman Tórridazona, por el excesivo calor, causado de la vecindad del Sol, y por esta causa carecer de aguas y pastos, esto todo pasa al revés. Porque la mayor parte de este nuevo Mundo, y muy poblada de hombres y animales, está entre los dos Trópicos en la misma Tórridazona; y de pastos y aguas es la region mas abundante de cuantas tiene el mundo universo: y por la mayor parte es region muy templada, para que se vea, que aun en esto natural, hizo Dios necia la sabiduría de este siglo. En conclusión, la Tórridazona es habitable, y se habita copiosísimamente, cuanto quiera que los Antiguos lo tengan por imposible. Mas la otra zona ó region, que cae entre la tórrida y la polár al sur, aunque por su sitio sea muy cómoda para la vida humana; pero son muy pocos los que habitan en ella, pues apenas se sabe de otra, sino del Reino de Chile, y un pedazo cerca del cabo de Buena-Esperanza: lo demás tiénelo ocupado el mar Océano. Aunque hay muchos que tienen por opinion, y de mí confieso, que no estoy lejos de su parecer, que hay mucha más tierra, que no está descubierta, y que ésta ha de ser tierra firme opuesta á la tierra de Chile, que vaya corriendo al sur pasado el círculo ó Trópico de Capricornio. Y si la hay, sin duda es tierra de excelente condición por estar en medio de los dos extremos, y en el mismo puesto, que lo mejor de Europa. Y cuanto á esto bien atinada anduvo la congetura de Aristóteles. Pero hablando de lo que hasta ahora está descubierto, lo que hay en aquel puesto es muy poca tierra, habiendo en la Tórrida muchísima y muy habitada. NOTAS: [55] Aristotel. 2. Meteor. cap. 5. [56] Lucano 10. Pharsal. [57] Sophon. 3. v. 10. CAPÍTULO X _Que Plinio y los mas de los Antiguos sintieron lo mismo que Aristóteles._ El parecer de Aristóteles siguió á la letra Plinio, el cual dice así[58]: El temple de la region del medio del mundo, por donde anda de contínuo el Sol, y está abrasada como de fuego cercano, y toda quemada y como humeando. Junto á esta de en medio, hay otras dos regiones de ambos lados, las cuales por caer entre el ardor de ésta, y el cruel frio de las otras dos extremas, son templadas. Mas estas dos templadas no se pueden comunicar entre sí, por el excesivo ardor del Cielo. Esta propia fue la opinion de los otros Antiguos, la cual galanamente celebra el Poéta en sus versos[59]. _Rodean cinco cintas todo el Cielo: De estas, una con Sol perpetuo ardiente Tienen de quemazón bermejo el suelo._ Y el mismo Poéta en otro cabo[60]. _Oyólo, si hay alguno que allá habite, Donde se tiende la región mas larga, Que en medio de las cuatro el Sol derrite._ Y otro Poéta aun mas claro dice lo mismo[61]: _Son en la tierra iguales las regiones A las del Cielo; y de estas cinco, aquella Que está enmedio, no tiene poblaciones Por el bravo calor._ Fundóse esta opinion comun de los Antiguos en una razon que les pareció cierta é inexpugnable. Veían que en tanto era una region mas caliente, cuando se acercaba mas al medio dia. Y es esto tanta verdad, que en una misma Provincia de Italia es la Pulla mas cálida que la Toscana por esa razon; y por la misma en España es mas caliente el Andalucía que Vizcaya, y esto en tanto grado, que no siendo la diferencia de mas de ocho grados, y aun no cabales, se tiene la una por muy caliente, y la otra por muy fria. De aquí inferían por buena consecuencia, que aquella region que se allegase tanto al medio dia, que tuviese el Sol sobre su cabeza, necesariamente había de sentir un perpetuo y excesivo calor. Demás de esto veían tambien, que todas las diferencias que el año tiene, de Primavera, Estío, Otoño, Invierno, proceden de acercarse ó alejarse el Sol. Y echando de ver, que estando ellos aún bien lejos del Trópico, á donde llega el Sol en Verano, con todo eso por írseles acercando, sentian terribles calores en Estío, hacian su cuenta, que si tuvieran al Sol tan cerca de sí, que anduviera encima de sus cabezas, y esto por todo el discurso del año, fuera el calor tan insufrible, que sin duda se consumieran y abrasaran los hombres de tal exceso. Esta fue la razon que venció á los Antiguos, para tener por no habitable la region de en medio, que por eso llamaron Tórridazona. Y cierto que si la misma experiencia por vista de ojos, no nos hubiera desengañado, hoy dia dijéramos todos, que era razon concluyente y Matemática, porque veamos cuan flaco es nuestro entendimiento para alcanzar aun estas cosas naturales. Mas ya podemos decir, que á la buena dicha de nuestros siglos le cupo alcanzar aquellas dos grandes maravillas, es á saber, navegarse el mar Océano con gran facilidad, y gozar los hombres en la Tórridazona de lindísimo temple, cosas que nunca los Antiguos se pudieron persuadir. De estas dos maravillas la postrera de la habitación y cualidades de la Tórridazona, hemos de tratar, con ayuda de Dios, largamente en el libro siguiente. Y así en este será bien declarar la otra, del modo de navegar el Océano, porque nos importa muchos para el intento que llevamos en esta obra. Pero antes de venir á este punto, convendrá decir, qué es lo que sintieron los Antiguos de estas nuevas gentes que llamamos Indios. NOTAS: [58] Plinius lib. 2. cap. 68. [59] Virgil. in Georgic. [60] 7. Æneid. [61] Metamorph. Ovid. 1. CAPÍTULO XI _Que se halla en los Antiguos alguna noticia de este nuevo Mundo._ Resumiendo lo dicho, queda que los Antiguos, ó no creyeron haber hombres pasado el Trópico de Cáncer, como San Agustin y Lactancio sintieron, ó que si habia hombres, á lo menos no habitaban entre los Trópicos, como lo afirman Aristóteles y Plinio, y antes que ellos, Parmenides Filósofo[62]. Ser de otra suerte lo uno y lo otro, ya está bastante averiguado. Mas todavía muchos con curiosidad preguntan, si de esta verdad que en nuestros tiempos es tan notoria, hubo en los pasados alguna noticia. Porque parece cierto cosa muy extraña, que sea tamaño este mundo nuevo, como con nuestros ojos le vemos, y que en tantos siglos atrás no haya sido sabido por los Antiguos. Por donde pretendiendo quizá algunos menoscabar en esta parte la felicidad de nuestros tiempos, y obscurecer la gloria de nuestra nacion, procuran mostrar, que este nuevo Mundo fué conocido por los Antiguos: y realmente no se puede negar, que haya de esto algunos rastros. Escribe San Gerónimo[63] en la Epístola á los Efesios: Con razon preguntamos, qué quiera decir el Apóstol en aquellas palabras: en las cuales cosas anduvistes un tiempo segun el siglo de este mundo, si quiere por ventura dar á entender, que hay otro siglo que no pertenezca á este mundo, sino á otros mundos, de los cuales escribe Clemente en su Epístola: El Océano y los mundos que están más allá del Océano. Esto es de San Gerónimo. Yo cierto no alcanzo, qué Epístola sea esta de Clemente, que San Gerónimo cita; pero ninguna duda tengo que lo escribió así San Clemente, pues lo alega San Gerónimo. Y claramente refiere San Clemente, que pasado el mar Océano, hay otro mundo y aun mundos, como pasa en efecto de verdad, pues hay tan excesiva distancia del un nuevo mundo al otro nuevo mundo, quiero decir, de este Perú é India occidental á la India oriental y China. Tambien Plinio, que fue tan extremado en inquirir las cosas extrañas y de admiración, refiere en su Historia natural[64], que Hannón, Capitan de los Cartaginenses, navegó desde Gibraltar, costeando la mar, hasta lo último de Arabia, y que dejó escrita esta su navegación. Lo cual si es así, como Plinio lo dice, síguese claramente que navegó el dicho Hannón todo cuanto los Portugueses hoy día navegan, pasando dos veces la equinoccial, que es cosa para espantar. Y segun lo trae el mismo Plinio[65] de Cornelio Nepote, Autor grave, el propio espacio navegó otro hombre llamado Eudoxo, aunque por camino contrario, porque huyendo el dicho Eudoxo del Rey de los Latyros, salió por el mar Bermejo al mar Océano, y por él volteando llegó hasta el Estrecho de Gibraltar, lo cual afirma el Cornelio Nepote haber acaecido en su tiempo. Tambien escriben Autores graves, que una nave de Cartaginenses llevándola la fuerza del viento por el mar Océano, vino á reconocer una tierra nunca hasta entonces sabida, y que volviendo despues á Cartágo, puso gran gana á los Cartaginenses de descubrir y poblar aquella tierra, y que el Senado con riguroso decreto vedó la tal navegacion, temiendo que con la codicia de nuevas tierras, se menoscabáse su patria. De todo esto se puede bien colegir, que hubiese en los Antiguos algun conocimiento del nuevo Mundo; aunque particularizando á esta nuestra América, y toda esta India occidental, apenas se halla cosa cierta en los libros de los Escritores antiguos. Mas de la India oriental no solo la de la una parte, sino tambien la de la otra, que antiguamente era la más remota por caminarse al contrario de ahora, digo que se halla mencion, y no muy corta, ni muy obscura. Porque ¿á quién no le es fácil hallar en los Antiguos la Malaca, que llamaban Aurea Chersoneso? Y al cabo de Comorin, que se decia _Promontorium Cori_, ¿y la grande y célebre Isla de Sumatra, por antiguo nombre tan celebrado, Taprobana? ¿Qué diremos de las dos Etiopias? ¿qué de los Bracmanes? ¿qué de la gran tierra de los Chinos? ¿Quién duda en los libros de los Antiguos, que traten de estas cosas no pocas veces? Mas de las Indias occidentales, no hallamos en Plinio, que en esta navegacion pasáse de las Islas Canarias, que él llama Fortunatas; y la principal de ellas dice[66] haberse llamado Canaria, por la multitud de canes ó perros que en ella habia. Pasadas las Canarias, apenas hay rastro en los Antiguos de la navegacion que hoy se hace por el golfo, que con mucha razon le llaman grande. Con todo eso se mueven muchos á pensar, que profetizó Séneca, el Trágico, de estas Indias occidentales, lo que leemos en su Tragedia Medea[67] en sus versos anapésticos, que reducidos al metro Castellano, dicen así: _Tras largos años vendrá Un siglo nuevo y dichoso, Que al Océano anchuroso Sus límites pasará._ _Descubrirán grande tierra, Verán otro nuevo Mundo, Navegando el gran profundo, Que ahora el paso nos cierra._ _La Thule tan afamada_ _Como del mundo postrera, Quedará en esta carrera Por muy cercana contada._ Esto canta Séneca en sus versos; y no podemos negar que al pie de la letra pasa así, pues los años largos que dice, si se cuentan del tiempo del Trágico, son al pie de mil y cuatrocientos, y si de el de Medea, son mas de dos mil; que el Océano anchuroso haya dado el paso, que tenia cerrado, y que se haya descubierto grande tierra, mayor que toda Europa y Asia, y se habite otro nuevo mundo, vémoslo por nuestros ojos cumplido, y en esto no hay duda. En lo que la puede con razon haber, es, en si Séneca adivinó, ó si acaso dió en esto su Poesía. Yo para decir lo que siento, siento que adivinó con el modo de adivinar que tienen los hombres sabios y astutos. Veía que ya en su tiempo se tentaban nuevas navegaciones y viages por el mar: sabía bien, como Filósofo, que habia otra tierra opuesta del mismo ser, que llaman Antichtona. Pudo con este fundamento considerar, que la osadía y habilidad de los hombres, en fin llegaría á pasar el mar Océano, y pasándole, descubrir nuevas tierras, y otro mundo, mayormente siendo ya cosa sabida en tiempo de Séneca el suceso de aquellos naufragios que refiere Plinio, con que se pasó el gran mar Océano. Y que este haya sido el motivo de la profecía de Séneca, parece lo dan á entender los versos que preceden, donde habiendo alabado el sosiego y vida poco bulliciosa de los Antiguos, dice así: _Mas ahora es otro tiempo, y el mar de fuerza ó de grado ha de dar paso al osado, y el pasarle es pasatiempo._ Y mas abajo dice así: _Al alto mar proceloso ya cualquier barca se atreve: todo viage es ya breve al navegante curioso._ _No hay ya tierra por saber, no hay Reyno por conquistar, nuevos muros ha de hallar quien se piensa defender._ _Todo anda ya trastornado, sin dejar cosa en su asiento: el mundo claro y esento no hay ya en él rincon cerrado._ _El Indio cálido bebe del Rio Araxis helado, y el Persa en Albis bañado, y el Rhin mas frio que nieve._ De esta tan crecida osadía de los hombres viene Séneca á congeturar lo que luego pone, como el extremo á que ha de llegar, diciendo: _Tras largos años vendrá_ &c. como está ya dicho. NOTAS: [62] Plutarch. 3. de placitis Philosoph. cap. 11. [63] Hieronym. super cap. 2. ad Ephes. [64] Plinius lib. 2. cap. 69. [65] Idem ibidem. [66] Plinius 1. 6. c. 32. [67] Seneca in Medea actu 2. in fine. CAPÍTULO XII _Qué sintió Platon de esta India occidental._ Mas si alguno hubo que tocase mas en particular esta India occidental, parece que se le debe á Platon esa gloria, el cual en su Timéo escribe así: En aquel tiempo no se podia navegar aquel golfo (y va hablando del mar Atlántico, que es el que está en saliendo del Estrecho de Gibraltar), porque tenía cerrado el paso á la boca de las columnas de Hércules, que vosotros soleis llamar, (que es el mismo Estrecho de Gibraltar) y era aquella Isla que estaba entonces junto á la boca dicha, de tanta grandeza, que excede á toda la Africa y Asia juntas. De esta Isla habia paso entonces á otras Islas para los que iban á ellas; y de las otras Islas se iba á toda la Tierra firme, que estaba frontero de ellas, cercada del verdadero mar. Esto cuenta Cricias en Platon. Y los que se persuaden que esta narracion de Platon es historia, y verdadera historia, declarada en esta forma, dicen que aquella grande Isla llamada Atlantis, la cual excedia en grandeza á Africa y Asia juntas, ocupaba entonces la mayor parte del mar Océano, llamado Atlántico, que ahora navegan los Españoles, y que las otras Islas que dice estaban cercanas á esta grande, son las que hoy dia llaman Islas de Barlovento, es á saber, Cuba, Española, San Juan de Puerto-rico, Jamaica, y otras de aquel parage. Y que la Tierra firme que dice, es la que hoy dia se llama Tierra firme, y este Perú y América. El mar verdadero que dice estar junto aquella tierra firme, declaran que es este mar del sur, y que poreso se llama verdadero mar, porque en comparacion de su inmensidad, esotros mares Mediterráneos, y aun el mismo Atlántico, son como mares de burla. Con ingenio, cierto, y delicadeza está explicado Platon por los dichos Autores curiosos: con cuanta verdad y certeza, eso en otra parte se tratará. CAPÍTULO XIII _Que algunos han creido, que en las divinas Escrituras Ofir signifique este nuestro Perú._ No falta tambien á quien le parezca, que en las sagradas letras hay mencion de esta India occidental, entendiendo por el Ofir que ellas tanto celebran, este nuestro Perú. Roberto Stefano, ó por mejor decir, Francisco Vatablo, hombre en la lengua Hebrea aventajado, segun nuestro preceptor, que fue discípulo suyo, decia, en los escolios sobre el capítulo nono del tercer libro de los Reyes[68], escribe que la Isla Española que halló Cristoval Colón, era el Ofir, de donde Salomon traía cuatrocientos y veinte, ó cuatrocientos y cincuenta talentos de oro muy fino. Porque tal es el oro de Cybao, que los nuestros traen de la Española. Y no faltan Autores doctos que afirmen[69] ser Ofir este nuestro Perú, deduciendo el un nombre del otro, y creyendo que en el tiempo que se escribió el libro del Paralipomenon se llamaba Perú como ahora. Fundanse en que refiere la Escritura[70] que se traía de Ofir oro finísimo y piedras muy preciosas, y madera escogidísima, de todo lo cual abunda, segun dicen estos Autores, el Perú. Mas á mi parecer está muy lejos el Perú de ser el Ofir, que la Escritura celebra[71]. Porque aunque hay en él copia de oro, no es en tanto grado, que haga ventaja en esto á la fama de riqueza que tuvo antiguamente la India oriental. Las piedras tan preciosas, y aquella tan excelente madera, que nunca tal se vió en Jerusalén, cierto yo no lo veo, porque aunque hay esmeraldas escogidas, y algunos árboles de palo recio y oloroso; pero no hallo aquí cosa digna de aquel encarecimiento, que pone la Escritura. Ni aun me parece que lleva buen camino pensar, que Salomon dejada la India oriental riquisima, enviase sus flotas á esta última tierra. Y si hubiera venido tantas veces, mas rastros fuera razon que halláramos de ello. Mas la etimología del nombre Ofir, y reduccion al nombre de Perú, téngolo por negocio de poca sustancia, siendo como es cierto, que ni el nombre del Perú es tan antiguo, ni tan general á toda esta tierra. Ha sido costumbre muy ordinaria en estos descubrimientos del nuevo Mundo poner nombres á las tierras y puertos, de la ocasion que se les ofrecia, y así se entiende haber pasado en nombrar á este Reino, Perú. Acá es opinion, que de un rio en que á los principios dieron los Españoles, llamado por los naturales Perú, intitularon toda esta tierra Perú: Y es argumento de esto, que los Indios naturales del Perú, ni usan, ni saben tal nombre de su tierra. Al mismo tono parece afirmar, que Sefer en la Escritura son estos Andes, que son unas sierras altisimas del Perú. Ni basta haber alguna afinidad ó semejanza de vocablos, pues de esa suerte tambien diríamos que Yucatán es Yectán, á quien nombra la Escritura; ni los nombres de Tito y de Paulo que usaron los Reyes Incas de este Perú, se debe pensar que vinieron de Romanos ó de Cristianos, pues es muy ligero indicio para afirmar cosas tan grandes. Lo que algunos escriben, que Tharsis y Ofir no eran en una misma navegación ni provincia, claramente se ve ser contra la intención de la Escritura, confiriendo el cap. 22 del cuarto libro de los Reyes, con el cap. 20 del segundo libro del Paralipomenon. Porque lo que en los Reyes dice, que Josafát hizo flota en Asiongaber para ir por oro á Ofir, eso mismo refiere el Paralipomenon haberse hecho la dicha flota para ir á Tharsis. De donde claro se colige, que en el propósito tomó por una misma cosa la Escritura á Tharsis y Ofir. Preguntarme há alguno á mí, segun esto, qué region ó provincia sea el Ofir, adonde iba la flota de Salomon con marineros de Hirán, Rey de Tiro y Sidon, para traerle oro; adonde tambien pretendiendo ir la flota del Rey Josafát, padeció naufragio en Asiongaber, como refiere la Escritura[72]. En esto digo, que me acerco de mejor gana á la opinión de Josefo en los libros _de Antiquitatibus_, donde dice, que es provincia de la India oriental, la cual fundó aquel Ofir hijo de Yectán, de quien se hace mencion en el Génesis[73]: y era esta provincia abundante de oro finísimo. De aquí procedió el celebrarse tanto el oro de Ofir ó de Ofaz, y segun algunos quieren decir, el Obrizo es como el Ofirizo, porque habiendo siete linages de oro, como refiere San Gerónimo, el de Ofir era tenido por el mas fino, así como acá celebramos el oro de Valdivia, ó el de Caravaya. La principal razon que me mueve á pensar, que Ofir está en la India oriental, y no en esta occidental, es porque no podia venir acá la flota de Salomon, sin pasar toda la India oriental, y toda la China, y otro infinito mar; y no es verosimil que atravesasen todo el mundo para venir á buscar acá el oro, mayormente siendo esta tierra tal, que no se podia tener noticia de ella por viaje de tierra; y mostraremos despues que los Antiguos no alcanzaron el arte de navegar, que ahora se usa, sin el cual no podian engolfarse tanto. Finalmente, en estas cosas, cuando no se traen indicios ciertos, sino conjeturas ligeras, no obligan á creerse mas de lo que á cada uno le parece. NOTAS: [68] In 3. lib. Reg. cap. 10. [69] Arias Montanus in apparatu, in Phaleg. cap. 9. [70] 2. Paralip. 9. 5. Reg. 10. [71] 2. Paral. 8. 4. Reg. 22. 3. Reg. 9. [72] 3. Reg. 9. 4. Reg. 22. [73] Genes. 10. CAPÍTULO XIV _Qué significan en la Escritura Tharsis y Ofir._ Y si valen conjeturas y sospechas, las mias son, que en la divina Escritura los vocablos de Ofir y de Tharsis las mas veces no significan algun determinado lugar, sino que su significacion es general cerca de los Hebreos, como en nuestro vulgar el vocablo de Indias es general, porque el uso y lenguage nuestro nombrando Indias es significar unas tierras muy apartadas, y muy ricas, y muy extrañas de las nuestras; y así los Españoles igualmente llamamos Indias al Perú, y á Méjico, y á la China, y á Malaca, y al Brasil: y de cualquier parte de estas que vengan cartas, decimos que son cartas de las Indias, siendo las dichas tierras y Reinos de inmensa distancia y diversidad entre sí. Aunque tampoco se puede negar, que el nombre de Indias se tome de la India oriental; y porque cerca de los Antiguos esa India se celebraba por tierra remotísima, de ahí viene, que estotra tierra tan remota, cuando se descubrió, la llamaron tambien India, por ser tan apartada, como tenida por el cabo del mundo; y así llaman Indios á los que moran en el cabo del mundo. Al mismo modo me parece á mí, que Tharsis en las divinas letras, lo mas comun no significa lugar ni parte determinada, sino unas regiones muy remotas; y al parecer de las gentes, muy extrañas y ricas. Porque lo que Josefo y algunos quieren decir, que Tharsis y Tarso es lo mismo en la Escritura, paréceme que con razon lo reprueba San Gerónimo[74], no solo porque se escriben con diversas letras los dos dichos vocablos, teniendo uno aspiracion, y otro no, sino tambien porque muchísimas cosas que se escriben de Tharsis, no pueden cuadrar á Tarso, ciudad de Cilicia. Bien es verdad, que en alguna parte se insinúa en la Escritura, que Tharsis cae en Cilicia, pues se escribe así de Holofernes en el libro de Judith[75]: Y como pasase los términos de los Asirios, llegó á los grandes montes Ange (que por ventura es el Tauro),[76] los cuales montes caen á la siniestra de Cilicia, y entró en todos sus castillos, y se apoderó de todas sus fuerzas, y quebrantó aquella ciudad tan nombrada Melothi, y despojó á todos los hijos de Tharsis y á los de Ismaél, que estaban frontero del desierto, y los que estaban al mediodia hácia tierra de Cellón, y pasó el Eufrates, &c. Mas como he dicho, pocas veces cuadra á la ciudad de Tarso lo que se dice de Tarsis. Teodoreto[77] y otros, siguiendo la interpretación de los Setenta, en algunas partes ponen á Tharsis en Africa, y quieren decir que es la misma que fué antiguamente Cartágo[78], y ahora Reino de Tunez: Y dicen, que allá pensó hacer su camino Jonás, cuando la Escritura refiere que quiso huir del Señor á Tharsis. Otros quieren decir, que Tharsis es cierta region de la India, como parece sentir S. Gerónimo[79]. No contradigo yo por ahora á estas opiniones; pero afírmome en que no significa siempre una determinada region ó parte del mundo. Los Magos que vinieron á adorar á Cristo, cierto es que fueron de oriente, y tambien se colige de la Escritura[80], que eran de Sabá, y de Epha, y de Madian; y hombres doctos sienten que eran de Etiopia, y de Arabia, y de Persia. Y de estos canta el Salmo y la Iglesia: Los Reyes de Tharsis traerán presentes. Concedamos, pues, con San Gerónimo, que Tharsis es vocablo de muchos significados en la Escritura, y que unas veces se entiende por la piedra crisólito ó jacinto: otras alguna cierta region de la India: otras la mar, que tiene el color de jacinto cuando reverbera el Sol. Pero con mucha razon el mismo Santo Doctor niega, que fuese region de la India el Tharsis donde Jonás huía, pues saliendo de Jope, era imposible navegar á la India por aquel mar; porque Jope, que hoy se llama Jafa, no es puerto del mar Bermejo, que se junta con el mar oriental Indico, sino del mar Mediterráneo, que no sale á aquel mar Indico: de donde se colige clarísimamente, que la navegacion que hacía la flota de Salomon[81] de Asiongaber (donde se perdieron las naves del Rey Josafát) iba por el mar Bermejo á Ofir y á Tharsis; que lo uno y lo otro afirma expresamente la Escritura[82], fué muy diferente de la que Jonás pretendió hacer á Tharsis. Pues es Asiongaber puerto de una ciudad de Iduméa, puesta en el estrecho, que se hace donde el mar Bermejo se junta con el gran Océano. De aquel Ofir, y de aquel Tharsis (sea lo que mandaren) traían á Salomon oro, y plata, y marfil, y monos, y pavos, con navegacion de tres años muy prolija. Todo lo cual sin duda era de la India oriental, que abunda de todas esas cosas, como Plinio largamente lo enseña, y nuestros tiempos lo prueban bastantemente. De este nuestro Perú no pudo llevarse marfil, no habiendo acá memoria de elefantes: oro, y plata, y monos muy graciosos bien pudieran llevarse; pero en fin mi parecer es, que por Tharsis se entiende en la Escritura comunmente, ó el mar grande, ó regiones apartadísimas y muy extrañas: y así me doy á entender, que las profecías que hablan de Tharsis, pues el espíritu de profecía lo alcanza todo, se pueden bien acomodar muchas veces á las cosas del nuevo orbe. NOTAS: [74] Hieron. ad Marcell. in 3. tom. [75] Jud. 2. vv. 12. 13. 14. [76] Lege. Plin. 1. 5. c. 27. [77] Theodoretus. in 1. Jonæ. [78] Arias Mont. ibidem, p. in Alphabeto apparatus. [79] Hieron. ad Marcellam. [80] Ps. 44. Isai. 60. v. 6. [81] 3. Reg. 22. [82] 2. Paralip. 9. 3. Reg. 10. CAPÍTULO XV _De la Profecía de Abdías que algunos declaran de estas Indias._ No falta quien diga y afirme, que está profetizado en las divinas letras tanto antes, que este nuevo orbe habia de ser convertido á Cristo, y esto por gente Española[83]. A este propósito declaran el remate de la profecía de Abdías, que dice así: Y la transmigracion de este ejército de los hijos de Israél, todas las cosas de los Cananéos hasta Sarepta; y la transmigracion de Jerusalén, que está en el Bósforo[84], poseerá las Ciudades del Austro; y subirán los salvadores al monte de Sion para juzgar el monte de Esaú; y será el Reino para el Señor. Esto es puesto de nuestra Vulgata así á la letra. Del Hebréo leen los Autores que digo, en esta manera: Y la transmigracion de este ejército de los hijos de Israél Cananéos hasta Sarfát (que es Francia), y la transmigracion de Jerusalén, que está en Sefarad (que es España) poseerá por heredad las ciudades del Austro; y subirán los que procuran la salvacion, al monte de Sion para juzgar el monte de Esaú; y será el Reino para el Señor. Mas porque Sefarad, que San Gerónimo interpreta el Bósforo ó estrecho, y los Setenta interpretan, Eufrata, signifique á España, algunos no alegan testimonio de los Antiguos, ni razon que persuada, mas de parecerles así. Otros alegan á la paráfrasis Caldayca, que lo siente así, y los Antiguos Rabinos que lo declaran de esta manera. Como á Sarfat, donde nuestra Vulgata y los Setenta tienen Sarepta, entienden por Francia. Y dejando esta disputa, que toca á pericia de lenguas, ¿qué obligacion hay para entender por las ciudades de Austro ó de Nageb (como ponen los Setenta) las gentes del nuevo Mundo? ¿qué obligacion tambien hay para entender la gente Española, por la transmigración de Jerusalén en Safarad? si no es que tomemos á Jerusalén espiritualmente, y por ella entendamos la Iglesia. De suerte, que el Espíritu Santo, por la transmigración de Jerusalén, que está en Safarad, nos signifique los hijos de la Santa Iglesia, que moran en los fines de la tierra ó en los puertos: porque eso denota en lengua Syriaca Sefarad, y viene bien con nuestra España, que segun los Antiguos es lo último de la tierra, y cuas toda ella está rodeada de mar. Por las ciudades del Austro ó del sur, puédense entender estas Indias, pues lo más de este Mundo nuevo está al medio dia, y aun gran parte de él mira el polo del sur. Lo que se sigue: y subirán los que procuran la salvacion, al monte de Sion para juzgar el monte de Esaú, no es trabajoso de declarar, diciendo que se acogen á la doctrina y fuerza de la Iglesia Santa los que pretenden deshacer los errores y profanidades de los Gentiles: porque eso denota, juzgar al monte de Esaú. Y síguese bien, que entonces será el Reino no para los de España ó para los de Europa, sino para Cristo nuestro Señor. Quien quisiere declarar en esta forma la profecía de Abdías, no debe ser reprobado, pues es cierto, que el Espíritu Santo supo todos los secretos tanto antes: y parece cosa muy razonable, que de un negocio tan grande, como es el descubrimiento y conversion á la Fé de Cristo, del nuevo Mundo, haya alguna mencion en las Sagradas Escrituras. Isaías dice[85]: ¡Ay de las alas de las naves que van de la otra parte de la Etiopia! Todo aquel capítulo, Autores muy doctos le declaran de las Indias, á quien me remito. El mismo Profeta en otra parte dice[86], que los que fueren salvos de Israél, irán muy lejos á Tharsis á Islas muy remotas, y que convertirán al Señor muchas y varias gentes, donde nombra á Grecia, Italia y Africa, y otras muchas naciones; y sin duda se puede bien aplicar á la conversion de estas gentes de Indias. Pues ya lo que el Salvador con tanto peso nos afirma, que se predicará el Evangelio en todo el mundo[87], y que entonces vendrá el fin, ciertamente declara que en cuanto dura el mundo hay todavia gentes, á quien Cristo no esté anunciado. Por tanto debemos colegir, que á los Antiguos les quedó gran parte por conocer, y que á nosotros hoy dia nos está encubierta no pequeña parte del mundo. NOTAS: [83] Guido Boderianus in Epist. ad Philippum catholicum Reg. in 5. tom. sac. Bibl. Zumarraga in Hispanica historia. [84] Ludovicus Leon, Augustinianus, in Commentar, super Abiam. [85] Isaías 18. v. 1. juxta 70. Interpret. [86] Isaías 66. v. 19. [87] Math. 24. v. 14. CAPÍTULO XVI _De qué modo pudieron venir á Indias los primeros hombres, y que no navegaron de propósito á estas partes._ Ahora es tiempo de responder á los que dicen, que no hay Antípodas, y que no se puede habitar esta region en que vivimos. Gran espanto le puso á San Agustin la inmensidad del Océano, para pensar que el linaje humano hubiese pasado á este nuevo Mundo. Y pues por una parte sabemos de cierto, que ha muchos siglos que hay hombres en estas partes, y por otra no podemos negar lo que la divina Escritura claramente enseña[88], de haber procedido todos los hombres de un primer hombre, quedamos sin duda obligados á confesar, que pasaron acá los hombres de allá de Europa, ó de Asia, ó de Africa; pero el cómo, y porqué camino vinieron, todavía lo inquirimos, y deseamos saber. Cierto no es de pensar que hubo otra arca de Noé en que aportasen hombres á Indias: ni mucho menos que algun Angel trajese colgados por el cabello, como al Profeta Abacúch[89], á los primeros pobladores de este mundo. Porque no se trata, qué es lo que pudo hacer Dios, sino qué es conforme á razon, y al orden y estilo de las cosas humanas. Y así se deben en verdad tener por maravillosas, y propias de los secretos de Dios ambas cosas: una que haya podido pasar el género humano tan gran inmensidad de mares y tierras: otra que habiendo tan innumerables gentes acá, estuviesen ocultas á los nuestros tantos siglos. Porque pregunto yo, ¿con qué pensamiento, con qué industria, con qué fuerza pasó tan copioso mar el linaje de los Indios? ¿Quién pudo ser el inventor y movedor de pasage tan extraño? Verdaderamente he dado, y tomado conmigo y con otros en este punto por muchas veces, y jamás acabo de hallar cosa que me satisfaga. Pero en fin diré lo que se me ofrece: y pues me faltan testigos á quien seguir, dejareme ir por el hilo de la razon, aunque sea delgado, hasta que del todo se me desaparezca de los ojos. Cosa cierta es, que vinieron los primeros Indios por una de tres maneras á la tierra del Perú. Porque ó vinieron por mar, ó por tierra: y si por mar, ó acaso, ó por determinación suya: digo acaso, echados con alguna gran fuerza de tempestad, como acaece en tiempos contrarios y forzosos: digo por determinacion, que pretendiesen navegar é inquirir nuevas tierras. Fuera de estas tres maneras, no me ocurre otra posible, si hemos de hablar segun el curso de las cosas humanas, y no ponernos á fabricar ficciones poéticas y fabulosas: si no es que se le antoje á alguno buscar otra aguila, como la de Ganimedes, ó algun caballo con alas, como el de Perséo, para llevar los Indios por el aire: ó por ventura le agrada aprestar peces Sirenas y Nicolaos, para pasarlos por mar. Dejando, pues, pláticas de burlas, examinemos por sí cada uno de los tres modos que pusimos: quizá será de provecho y de gusto esta pesquisa. Primeramente parece que podriamos atajar razones con decir, que de la manera que venimos ahora á las Indias, guiándose los pilotos por la altura y conocimiento del Cielo, y con la industria de marear las velas conforme á los tiempos que corren, así vinieron, y descubrieron y poblaron los Antiguos pobladores de estas Indias. ¿Por qué no? ¿Por ventura, solo nuestro siglo y solos nuestros hombres han alcanzado este secreto de navegar el Océano? Vemos que en nuestros tiempos se navega el Océano para descubrir nuevas tierras, como pocos años há navegó Alvaro Mendaña y sus compañeros, saliendo del puerto de Lima la vuelta del poniente, en demanda de la tierra que responde, leste oeste, al Perú: y al cabo de tres meses hallaron las Islas que titularon de Salomon, que son muchas y grandes: y es opinion muy fundada, que caen junto á la nueva Guinea, ó por lo menos tienen tierra firme muy cerca: y hoy dia vemos, que por órden del Rey y de su Consejo, se trata de hacer nueva jornada para aquellas Islas. Y pues esto pasa así, ¿porqué no diremos que los Antiguos con pretension de descubrir la tierra que llaman Antictona opuesta á la suya, la cual habia de haber segun buena Filosofía, con tal deseo se animaron á hacer viaje por mar, y no parar hasta dar con las tierras que buscaban? Cierto ninguna repugnancia hay en pensar, que antiguamente acaeció lo que ahora acaece. Mayormente que la divina Escritura refiere[90], que de los de Tiro y Sidon recibió Salomon maestros y pilotos muy diestros en la mar, y que con estos se hizo aquella navegacion de tres años. ¿A qué propósito se encarece el arte de los marineros y su ciencia, y se cuenta navegacion tan prolija de tres años, si no fuera para dar á entender, que se navegaba el gran Océano, por la flota de Salomon? No son pocos los que lo sienten así, y aún les parece que tuvo poca razon San Agustin de espantarse y embarazarse con la inmensidad del mar Océano, pues pudo bien congeturar de la navegacion referida de Salomon, que no era tan difícil de navegarse. Mas diciendo verdad, yo estoy de muy diferente opinion, y no me puedo persuadir, que hayan venido los primeros Indios á este nuevo Mundo por navegacion ordenada y hecha de propósito, ni aun quiero conceder que los Antiguos hayan alcanzado la destreza de navegar, con que hoy dia los hombres pasan el mar Océano, de cualquiera parte á cualquiera otra que se les antoja, lo cual hacen con increíble presteza y certeza, pues de cosa tan grande y tan notable no hallo rastros en toda la antigüedad. El uso de la piedra imán, y del aguja de marear, ni la hallo yo en los Antiguos, ni aun creo que tuvieron noticia de él: y quitado el conocimiento del aguja de marear, bien se ve que es imposible pasar el Océano. Los que algo entienden de mar, entienden bien lo que digo. Porque así es pensar, que el marinero puesto en medio del mar sepa enderezar su proa á donde quiere, si le falta la aguja de marear, como pensar, qne el que está sin ojos muestre con el dedo lo que está cerca, y lo que está lejos acullá en un cerro. Es cosa de admiracion, que una tan excelente propiedad de la piedra imán la hayan ignorado tanto tiempo los Antiguos, y se haya descubierto por los modernos. Haberla ignorado los Antiguos, claramente se entiende de Plinio[91], que con ser tan curioso Historiador de las cosas naturales, contando tantas maravillas de la piedra imán, jamás apunta palabra de esta virtud y eficacia, que es la mas admirable, que tiene de hacer mirar al norte el hierro que toca. Como tampoco Aristóteles habló de ello, ni Teofrasto, ni Dioscórides, ni Lucrecio[92], ni Historiador, ni Filósofo natural, que yo haya visto, aunque tratan de la piedra imán. Tampoco San Agustin toca en esto, escribiendo por otra parte muchas y maravillosas excelencias de la piedra imán, en los libros de la Ciudad de Dios[93]. Y es cierto, que cuantas maravillas se cuentan de esta piedra, todas quedan muy cortas respecto de esta tan extraña de mirar siempre al norte, que es un gran milagro de naturaleza. Hay otro argumento tambien, y es, que tratando Plinio[94] de los primeros inventores de navegacion, y refiriendo allí de los demás instrumentos y aparejos no habla palabra del aguja de marear, ni de la piedra imán: solo dice, que el arte de notar las estrellas en la navegacion salió de los de Fenicia. No hay duda sino que los Antiguos lo que alcanzaron del arte de navegar, era todo mirando las estrellas, y notando las playas, y cabos, y diferencias de tierras. Si se hallaban en alta mar, tan entrados que por todas partes perdiesen la tierra de vista, no sabian enderezar la proa por otro regimiento, sino por las estrellas, y Sol, y Luna. Cuando esto faltaba, como en tiempo nublado acaece, regianse por la cualidad del viento, y por conjeturas del camino que habian hecho. Finalmente, iban por su tino, como en estas Indias tambien los Indios navegan grandes caminos de mar, guiados de sola su industria y tino. Hace mucho á este propósito lo que escribe Plinio[95] de los Isleños de la Taprobana, que ahora se llama Sumatra, cerca del arte é industria con que navegaban, escribiendo en esta manera: Los de Taprobana no ven el norte, y para navegar suplen esta falta llevando consigo ciertos pájaros, los cuales sueltan á menudo, y como los pájaros por natural instinto vuelan hácia la tierra, los marineros enderezan su proa tras ellos. ¿Quién duda, si estos tuvieran noticia del aguja de marear, que no tomaran por guias á los pájaros, para ir en demanda de la tierra? En conclusion, basta por razon, para entender que los Antiguos no alcanzaron este secreto de la piedra imán, ver que para cosa tan notable, como es el aguja de marear, no se halla vocablo latino, ni griego, ni hebráico. Tuviera sin falta algun nombre en estas lenguas cosa tan importante, si la conocieran. De donde se verá la causa, porqué ahora los pilotos para encomendar la via al que lleva el timon, se sientan en lo alto de la popa, que es por mirar de allí el aguja, y antiguamente se sentaban en la proa, por mirar las diferencias de tierras y mares, y de allí mandaban la via, como lo hacen tambien ahora muchas veces al entrar ó salir de los puertos. Y por eso los Griegos llamaban á los pilotos _Proritas_, porque iban en la proa. NOTAS: [88] Act. 17. v. 26. [89] Dan. 14. v. 35. [90] 2. Part. 9. 3. Reg. 10. [91] Plin. l. 36. c. 16. pc lib. 34. cap. 14. pc lib. 37. c. 4. [92] Dioscor. lib. 5. c. 105. Lucretius lib. 6. [93] August. l. 21. de Civit. c. 4. ubi multa de magnete. [94] Plin. lib. 7. cap. 56. [95] Plin. lib. 6. cap. 22. CAPÍTULO XVII _De la propiedad y virtud admirable de la piedra imán para navegar; y que los Antiguos no la conocieron._ De lo dicho se entiende, que á la piedra imán se debe la navegacion de las Indias, tan cierta y tan breve, que el dia de hoy vemos muchos hombres, que han hecho viaje de Lisboa á Goa, y de Sevilla á Méjico y á Panamá; y en estotro mar del sur hasta la China y hasta el Estrecho de Magallanes: y esto con tanta facilidad como se va el Labrador de su aldea á la villa. Ya hemos visto hombres que han hecho quince viajes, y aun diez y ocho á las Indias: de otros hemos oido, que pasan de veinte veces las que han ido y vuelto, pasando ese mar Océano, en el cual cierto no hallan rastro de los que han caminado por él, ni encuentran caminantes á quien preguntar el camino. Porque, como dice el Sabio[96]: la nave corta el agua y sus ondas, sin dejar rastro por donde pasar, ni hacer senda en las ondas. Mas con la fuerza de la piedra imán se abre camino descubierto por todo el grande Océano, por haberle el altísimo Criador comunicado tal virtud, que de solo tocarla el hierro, queda con la mira y movimiento al norte, sin desfallecer en parte alguna del mundo. Disputen otros é inquieran la causa de esta maravilla, y afirmen cuanto quisieren no sé qué simpatia; á mí mas gusto me da, mirando estas grandezas, alabar aquel poder y providencia del sumo Hacedor, y gozarme de considerar sus obras maravillosas. Aquí cierto viene bien decir con Salomon á Dios[97]: ¡Ó padre cuya providencia gobierna á un palo, dando en él muy cierto camino por el mar, y senda muy segura entre las fieras ondas, mostrando juntamente que pudieras librar de todo, aunque fuese yendo sin nave por la mar! Pero porque tus obras no carezcan de sabiduría, por esto confian los hombres sus vidas de un pequeño madero, y atravesando el mar se han escapado en un barco. Tambien aquello del Salmista[98] viene aquí bien: Los que bajan á la mar en naves haciendo sus funciones en las muchas aguas, esos son los que han visto las obras del Señor, y sus maravillas en el profundo. Que cierto no es de las menores maravillas de Dios, que la fuerza de una pedrezuela tan pequeña mande en la mar, y obligue al abismo inmenso á obedecer, y estar á su orden. Esto, porque cada dia acontece, y es cosa tan facil, ni se maravillan los hombres de ello, ni aun se les acuerda de pensarlo: y por ser la franqueza tanta, por eso los inconsiderados la tienen en menos: Mas á los que bien lo miran oblígales la razon á bendecir la sabiduría de Dios, y darle gracias por tan grande beneficio y merced. Siendo determinacion del Cielo, que se descubriesen las naciones de Indias, que tanto tiempo estuvieron encubiertas, habiéndose de frecuentar esta carrera, para que tantas almas viniesen en conocimiento de Jesu-Cristo, y alcanzasen su eterna salud, proveyóse tambien del Cielo de guia segura para los que andan este camino, y fué la guia el aguja de marear, y la virtud de la piedra imán. Desde qué tiempo haya sido descubierto y usado este artificio de navegar, no se puede saber con certidumbre. El no haber sido cosa muy antigua, téngolo para mí por llano porque demás de las razones que en el capítulo pasado se tocaron, yo no he leído en los Antiguos que tratan de relojes[99] mencion alguna de la piedra imán, siendo verdad que en los relojes de Sol portátiles que uss, es el mas ordinario instrumento el aguja tocada á la piedra imán. Autores nobles escriben en la historia de la India oriental[100] que el primero que por mar la descubrió, que fué Vasco de Gama, encontró en el parage Mozambique con ciertos marineros Moros, que usaban el aguja de marear, y mediante ella navegaron aquellos mares. Mas de quién aprendieron aquel artificio, no lo escriben: antes algunos de estos Escritores afirman lo que sentimos, de haber ignorado los Antiguos este secreto. Pero diré otra maravilla aun mayor de la aguja de marear, que se pudiera tener por increíble, si no se hubiera visto, y con clara experiencia tan frecuentemente manifestado. El hierro tocado y refregado con la parte de la piedra imán, que en su nacimiento mira al sur, cobra virtud de mirar al contrario, que es el norte, siempre, y en todas partes; pero no en todas le mira por igual derecho. Hay ciertos puntos y climas, donde puntualmente mira al norte, y se fija en él; en pasando de allí ladea un poco ó al oriente ó al poniente, y tanto mas cuanto se va mas apartando de aquel clima. Esto es lo que los marineros llaman nordestear y norvestear. El nordestear es ladearse inclinando á levante: Norvestear inclinando á poniente. Esta declinacion ó ladear del aguja importa tanto saberla, que aunque es pequeña, si no se advierte, errarán la navegacion, é iran á parar á diferente lugar del que pretenden. Decíame á mí un piloto muy diestro, Portugués, que eran cuatro puntos en todo el orbe, donde se fijaba la aguja con el norte, y contábalas por sus nombres, de que no me acuerdo bien. Uno de estos es el parage de la Isla del Cuervo, en las Terceras ó Islas de Azores, como es cosa ya muy sabida. Pasando de allí á mas altura, norvestea, que es decir, que declina al poniente. Pasando al contrario á menos altura hácia la equinoccial norvestea, que es inclinar al oriente. Qué tanto y hasta donde, diránlo los maestros de esta arte. Lo que yo diré es, que de buena gana preguntaría á los Bachilleres que presumen de saberlo todo, que sea, que me digan la causa de este efecto. Porque un poco de hierro de fregarse con la piedra imán, concibe tanta virtud de mirar siempre al norte, y esto con tanta destreza, que sabe los climas y posturas diversas del mundo, donde se ha de fijar, donde inclinar á un lado, donde á otro, que no hay Filósofo, ni Cosmógrafo, que así lo sepa. Y si de estas cosas, que cada dia traemos al ojo, no podemos hallar la razon, y sin duda se nos hicieran duras de creer si no las viéramos tan palpablemente, ¿quién no verá la necedad y disparate que es querernos hacer jueces, y sujetar á nuestra razon las cosas divinas y soberanas? Mejor es, como dice Gregorio Teólogo, que á la Fé se sujete la razon, pues aun en su casa no sabe bien entenderse. Baste esta digresión, y volvamos á nuestro cuento, concluyendo que el uso de la aguja de mar no le alcanzaron los Antiguos: de donde se infiere, que fué imposible hacer viaje del otro mundo á éste por el Océano, llevando intento y determinacion de pasar acá. NOTAS: [96] Sap. 5. v. 10. [97] Sap. 14. vv. 3. 4. 5. [98] Ps. 106. vv. 23. 24. [99] Lib. 1. de Italiæ illust. Reg. 13. Plin. lib. 2. c. 72. p. 76. lib. 7. cap. último. [100] Osorius de reb. gest. Emmanuelis lib. 1. CAPÍTULO XVIII _En que se responde á los que sienten haberse navegado antiguamente el Océano, como ahora._ Lo que se alega en contrario de lo dicho, que la flota de Salomon navegaba en tres años, no convence, pues no afirman las sagradas letras, que se gastaban tres años en aquel viaje, sino que en cada tres años una vez se hacía viaje. Y aunque demos que duraba tres años la navegacion, pudo ser, y es mas conforme á razon, que navegando á la India oriental, se detuviese la flota por la diversidad de puertos y regiones que iba reconociendo y tomando, como ahora todo el mar del Sur se navega cuasi desde Chile hasta nueva España; el cual modo de navegar, aunque tiene mas certidumbre por ir siempre á vista de tierra, es empero muy prolijo por el rodeo que de fuerza ha de hacer por las costas, y mucha dilacion en diversos puertos. Cierto, yo no hallo en los Antiguos, que se hayan arrojado á lo muy adentro del mar Océano, ni pienso que lo que navegaron de él, fué de otra suerte, que lo que el dia de hoy se navega del Mediterráneo. Por donde se mueven hombres doctos á creer, que antiguamente no navegaban sin remos, como quien siempre iba costeando la tierra. Y aun parece lo da así á entender la divina Escritura, cuando refiere aqua famosa navegacion del Profeta Jonás, donde dice[101], que los marineros, forzados del tiempo, remaron á tierra. NOTAS: [101] Jon. 1. CAPÍTULO XIX _Que se puede pensar, que los primeros pobladores de Indias aportaron á ellas echados de tormenta, y contra su voluntad._ Habiendo mostrado que no lleva camino pensar, que los primeros moradores de Indias hayan venido á ellas con navegacion hecha para ese fin, bien se sigue, que si vinieron por mar haya sido acaso, y por fuerza de tormentas el haber llegado á Indias. Lo cual, por inmenso que sea el mar Océano, no es cosa increíble. Porque, pues, así sucedió en el descubrimiento de nuestros tiempos, cuando aquel marinero (cuyo nombre aun no sabemos, para que negocio tan grande no se atribuya á otro Autor, sino á Dios), habiendo por un terrible é importuno temporal raconocido el nuevo Mundo, dejó por paga del buen hospedage á Cristoval Colón la noticia de cosa tan grande; así pudo ser, que algunas gentes de Europa, ó de África antiguamente hayan sido arrebatadas de la fuerza de el viento, y arrojadas á tierras no conocidas, pasado el mar Océano. ¿Quién no sabe, que muchas, ó las mas de las regiones que se han descubierto en este nuevo Mundo, ha sido por esta forma? ¿qué se debe mas á la violencia de temporales su descubrimiento, que á la buena industria de los que las descubrieron? Y porque no se piense que solo en nuestros tiempos han sucedido semejantes viajes hechos por la grandeza de nuestras naves, y por el esfuerzo de nuestros hombres, podrá desengagarse facilmente en esta parte, quien leyere lo que Plinio refiere[102] haber sucedido á muchos Antiguos. Escribe, pues, de esta manera: Teniendo el cargo Gayo Cesar, hijo de Augusto, en el mar de Arabia, cuentan haber visto y conocido señas de naves Españolas, que habían padecido naufragio; y dice mas después: Nepóte refiere del rodeo Septentrional, que se trajeron á Quinto Metelo Celere, compañero en el Consulado de Gayo Afranio (siendo el dicho Metelo Proconsul en la Galia) unos Indios presentados por el Rey de Suevia: los cuales Indios navegando desde la India para sus contrataciones, por la fuerza de los temporales fueron echados en Germania. Por cierto, si Plinio dice verdad, no navegan hoy dia los Portugueses mas de lo que en aquellos dos naufragios se navegó, el uno desde España hasta el mar Bermejo, y el otro desde la India oriental hasAlemania. En otro libro escribe el propio Autor[103], que un criado de Annio Plocanio, el cual tenia arrendados los derechos de el mar Bermejo, navegando la vuelta de la Arabia, sobreviniendo nortes furiosos, en quince dias vino pasada la Carmania, á tomar á Hippuros, Puerto de la Taprobana, que hoy dia llaman Sumatra. Tambien cuentan, que una nave de Cartaginenses de el mar de Mauritania fué arrebatada de brisas hasta ponerse á vista del nuevo orbe. No es cosa nueva para los que tienen alguna experiencia de mar, el correr á veces temporales forzosos, y muy porfiados, sin aflojar un momento de su furia. A mí me acaeció pasando á Indias, verme en la primera tierra poblada de Españoles, en quince dias despues de salidos de las Canarias, y sin duda fuera mas breve el viage, si se dieran velas á la brisa fresca, que corria. Asi que me parece cosa muy verosímil, que hayan en tiempos pasados venido á Indias hombres vencidos de la furia de el viento, sin tener ellos tal pensamiento. Hay en el Perú gran relacion de unos Gigantes, que vinieron en aquellas partes, cuyos huesos se hallan hoy dia, de disforme grandeza cerca de Manta, y de Puerto viejo, y en proporcion habian de ser aquellos hombres mas que tres tanto mayores, que los Indios de ahora. Dicen que aquellos Gigantes vinieron por mar, y que hicieron guerra á los de la tierra, y que edificaron edificios soberbios, y muestran hoy un pozo hecho de piedras de gran valor. Dicen más, que aquellos hombres haciendo pecados enormes, y especial usando contra natura, fueron abrasados y consumidos con fuego que vino del Cielo. Tambien cuentan los Indios de Ica, y los de Arica, que solian antiguamente navegar á unas Islas al poniente, muy lejos, y la navegacion era en unos cueros de lobo marino hinchados. De manera, que no faltan indicios de que se haya navegado la mar del sur, antes que viniesen Españoles por ella. Así que podríamos pensar, que se comenzó á habitar el nuevo orbe de hombres, á quien la contrariedad del tiempo, y la fuerza de nortes echó allá, como al fin vino á descubrirse en nuestros tiempos. Es así, y mucho para considerar, que las cosas de gran importancia de naturaleza por la mayor parte se han hallado acaso, y sin pretenderse, y no por la habilidad y diligencia humana. Las mas de las yerbas saludables, las mas de las piedras, las plantas, los metales, las perlas, el oro, el imán, el ambar, el diamante, y las demás cosas semejantes: Y así sus propiedades y provechos, cierto mas se han venido á saber por casuales acontecimientos, que no por arte é industria de hombres, para que se vea, que el loor y gloria de tales maravillas se debe á la providencia del Criador, y no al ingenio de los hombres. Porque lo que á nuestro parecer sucede acaso, eso mismo lo ordena Dios muy sobrepensado. NOTAS: [102] Plin. 2 lib. cap. 69. [103] Plin. lib. 6. cap. 22. CAPÍTULO XX _Que con todo eso es mas conforme á buena razon pensar que vinieron por tierra los primeros pobladores de Indias._ Concluyo, pues, con decir, que es bien probable de pensar, que los primeros aportaron á Indias por naufragio y tempestad de mar. Mas ofrécese aquí una dificultad, que me da mucho en qué entender, y es, que ya que demos, que hayan venido hombres por mar á tierras tan remotas, y que de ellos se han multiplicado las naciones que vemos; pero de bestias y animales, que cria el nuevo orbe, muchas y grandes, no sé cómo nos demos maña á embarcarlas, y llevarlas por mar á las Indias. La razon porque nos hallamos forzados á decir, que los hombres de las Indias fueron de Europa ó de Asia, es, por no contradecir á la sagrada Escritura, que claramente enseña, que todos los hombres descienden de Adán, y así no podemos dar otro origen á los hombres de Indias. Pues la misma divina Escritura tambien nos dice[104], que todar las bestias y animales de la tierra perecieron, sino las que se reservaron para propagacion de su género, en el arca de Noé. Asi tambien es fuerza reducir la propagacion de todos los animales dichos á los que salieron del arca en los montes de Ararát, donde ella hizo pie: de manera, que como para los hombres, así tambien para las bestias, nos es necesidad buscar camino, por donde hayan pasado del viejo mundo al nuevo. San Agustin tratando esta cuestion[105]: cómo se hallan en algunas Islas lobos, y tigres y otras fieras, que no son de provecho para los hombres, porque de los elefantes, caballos, bueyes, perros y otros animales, de que se sirven los hombres, no tiene embarazo pensar, que por industria de hombres se llevaron por mar con naves, como los vemos hoy dia, que se llevan desde Oriente á Europa, y desde Europa al Perú con navegacion tan larga; pero de los animales, que para nada son de provecho, y antes son de mucho daño, como son lobos, en que forma hayan pasado á las Islas, si es verdad, como lo es, que el diluvio bañó toda la tierra, tratándolo el sobredicho santo y doctísimo varon, procura librarse de estas angustias, con decir, que tales bestias pasaron á nado á las Islas, ó alguno por codicia de cazar las llevó, ó fue ordenacion de Dios, que se produjesen de la tierra, al modo que en la primera creacion dijo Dios[106]: Produzca la tierra ánima viviente en su género, jumentos y animales rateros, y fieras del campo, segun sus especies. Mas cierto que si queremos aplicar esta solucion á nuestro propósito, mas enmarañado se nos queda el negocio. Porque comenzando de lo postrero, no es conforme al órden de naturaleza, ni conforme al orden del gobierno que Dios tiene puesto, que animales perfectos como leones, tigres y lobos se engendren de la tierra sin generacion. De ese modo se producen ranas, y ratones, y abispas, y otros animalejos imperfectos. Mas ¿á qué propósito la Escritura tan por menudo dice[107]: Tomarás de todos los animales, y de las aves del Cielo siete y siete, machos y hembras, para que se salve su generacion sobre la tierra, si habia de tener el mundo tales animales despues del diluvio por nuevo modo de produccion sin junta de macho y hembra? y aún queda luego otra cuestion: ¿por qué naciendo de la tierra, conforme á esta opinion, tales animales, no los tienen todas las tierras é Islas, pues ya no se mira el órden natural de multiplicarse, sino sola la liberalidad del Criador? Que hayan pasado algunos animales de aquellos por pretension de tener caza, que era otra respuesta, no lo tengo por cosa increíble, pues vemos mil veces que para sola grandeza suelen Príncipes y Señores tener en sus jaulas leones, osos y otras fieras, mayormente cuando se han traído de tierras muy lejos. Pero esto creerlo de lobos y de zorras, y de otros tales animales bajos y sin provecho, que no tienen cosa notable, sino solo hacer mal á los ganados, y decir que para caza se trajeron por mar, por cierto es cosa muy sin razon. ¿Quién se podrá persuadir, que con navegacion tan infinita, hubo hombres, que pusieron diligencia en llevar al Perú zorras, mayormente las que llaman añas, que es un linage el mas sucio y hediondo de cuantos he visto? ¿Quién dirá, que trajeron leones y tigres? Harto es y aun demasiado, que pudiesen escapar los hombres con las vidas en tan prolijo viage, viniendo con tormenta, como hemos dicho, cuando mas trazar de llevar zorras y lobos, y mantenerlos por mar. Cierto es cosa de burla aun imaginarlo. Pues si vinieron por mar estos animales, solo resta, que hayan pasado á nado. Esto es ser cosa posible y hacedera, cuanto á algunas Islas que distan poco de otras, ó de la tierra firme, no se puede negar la experiencia cierta, con que vemos, que por alguna grave necesidad á veces nadan estos animales dias y noches enteras, y al cabo escapan nadando; pero esto se entiende en golfillos pequeños. Porque nuestro Océano haría burla de semejantes nadadores, pues aun á las aves de gran vuelo les faltan las alas para pasar tan gran abismo. Bien se hallan pájaros, que vuelen más de cien leguas, como los hemos visto navegando diversas veces; pero pasar todo el mar Océano volando es imposible, ó á lo menos muy difícil. Siendo así todo lo dicho, ¿por dónde abriremos camino para pasar fieras y pájaros á las Indias? ¿de qué manera pudieron ir del un mundo al otro? Este discurso que he dicho, es para mí una gran congetura para pensar que el nuevo orbe, que llamamos Indias, no está del todo diviso y apartado del otro orbe. Y por decir mi opinion, tengo para mí dias ha, que la una tierra y la otra en alguna parte se juntan, y continúan, ó á lo menos se avecinan y allegan mucho. Hasta ahora á lo menos no hay certidumbre de lo contrario. Porque al polo Artico, que llaman norte, no está descubierta y sabida toda la longitud de la tierra; y no faltan muchos que afirmen, que sobre la Florida corre la tierra larguísimamente al Septentrion, la cual dicen que llega hasta el mar Scítico, ó hasta el Germánico. Otros añaden, que ha habido nave, que navegando por allí, relató haber visto los bacallaos correr hasta los fines cuasi de Europa. Pues ya sobre el cabo Mendocino en la mar del sur, tampoco se sabe hasta dónde corre la tierra, mas de que todos dicen que es cosa inmensa lo que corre. Volviendo al otro polo del sur, no hay hombre que sepa dónde para la tierra, que está de la otra banda del Estrecho de Magallanes. Una nave del Obispo de Plasencia, que subió del Estrecho, refirió, que siempre habia visto tierra, y lo mismo contaba Hernando Lamero, piloto, que por tormenta pasó dos ó tres grados arriba del Estrecho. Así que ni hay razon en contrario, ni experiencia que deshaga mi imaginacion, ú opinion, de que toda la tierra se junta, y continúa en alguna parte, á lo menos se allega mucho. Si esto es verdad, como en efecto me lo parece, fácil respuesta tiene la duda tan difícil, que habíamos propuesto: cómo pasaron á las Indias los primeros pobladores de ellas, porque se ha de decir, que pasaron, no tanto navegando por mar, como caminando por tierra; y ese camino lo hicieron muy sin pensar, mudando sitios y tierras poco á poco; y unos poblando las ya halladas, otros buscando otras de nuevo, vinieron por discurso de tiempo á henchir las tierras de Indias de tantas naciones, y gentes, y lenguas. NOTAS: [104] Genes. 7. vv. 21. 22. 23. [105] Augus. lib. 16 de Civit. cap. 7. [106] Genes. 1. v. 24. [107] Genes. 7. vv. 2. 3. CAPÍTULO XXI _En qué manera pasaron bestias y ganados á las tierras de Indias._ Ayudan grandemente al parecer ya dicho los indicios que se ofrecen á los que con curiosidad examinan el modo de habitacion de los Indios. Porque donde quiera que se halla Isla muy apartada de tierra firme, y tambien de otras Islas, como es la Bermuda, hállase ser falta de hombres del todo. La razon es porque no navegaban los Antiguos, sino á playas cercanas, y cuasi siempre á vista de tierra. Á esto se alega, que en ninguna tierra de Indias se han hallado navíos grandes, cuales se requieren para pasar golfos grandes. Lo que se halla son balsas, ó piraguas, ó canoas, que todas ellas son menos que chalupas; y de tales embarcaciones solas usaban los Indios, con las cuales no podian engolfarse sin manifiesto y cierto peligro de perecer; y cuando tuvieran navíos bastantes para engolfarse, no sabian de aguja, ni de astrolabio, ni de cuadrante. Si estuvieran diez y ocho dias sin ver tierra, era imposible no perderse, sin saber de sí. Vemos Islas pobladísimas de Indios, y sus navegaciones muy usadas; pero eran las que digo, que podian hacer Indios en canoa ó piraguas, y sin aguja de marear. Cuando los Indios que moraban en Tumbez vieron la primera vez nuestros Españoles que navegaban al Perú, y miraron la grandeza de las velas tendidas y los bajeles tambien grandes, quedaron atónitos: y como nunca pudieron pensar que eran navios, por no haberlos visto jamás de aquella forma y tamaño, dicen que se dieron á entender que debian de ser rocas y peñascos sobre la mar; y como veian que andaban, y no se hundian, estuvieron como fuera de sí de espanto gran rato, hasta que mirando más vieron unos hombres barbudos que andaban por los navíos, los cuales creyeron que debian ser algunos Dioses, ó gente de allá del Cielo. Donde se ve bien, cuan agena cosa era para los Indios usar naves grandes, ni tener noticia de ellas. Hay otra cosa, que en gran manera persuade á la opinion dicha, y es, que aquellos animales que dijimos no ser creíble haberlos embarcado hombres para las Indias, se hallan en lo que es tierra firme, y no se hallan en las Islas, que disten de la tierra firme cuatro jornadas. Yo he hecho diligencia en averiguar esto, pareciéndome que era negocio de gran momento para determinarme en la opinion que he dicho, de que la tierra de Indias, y la de Europa, y Asia y Africa tienen continuacion entre sí, ó á lo menos se llegan mucho en alguna parte. Hay en la América y Perú muchas fieras, como son leones, aunque estos no igualan en grandeza y braveza, y en el mismo color rojo á los famosos leones de Africa; hay tigres muchos, y muy crueles, aunque lo son mas comunmente con Indios, que con Españoles; hay osos, aunque no tantos; hay javalíes; hay zorras innumerables. De todos estos géneros de animales, si quisiéremos buscarlos en la Isla de Cuba, ó en la Española, ó en Jamáíca, ó en la Margarita, ó en la Dominica, no se hallará ninguno. Con esto viene, que las dichas Islas con ser tan grandes y tan fértiles, no tenian antiguamente, cuando á ellas aportaron Españoles, de esotros animales tampoco, que son de provecho; y ahora tienen innumerables manadas de caballos, de bueyes, y vacas, de perros, de puercos; y es en tanto grado, que los ganados de vacas no tienen ya dueños ciertos, por haber tanto multiplicado, que son del primero que las desjarreta en el monte ó campo: lo cual hacen los moradores de aquellas Islas para aprovecharse de los cueros para su mercancía de corambre, dejando la carne por allí, sin comerla. Los perros han en tanto exceso multiplicado, que andan manadas de ellos; y hechos bravos hacen tanto mal al ganado, como si fueran lobos, que es un grave daño de aquellas Islas. No solo carecen de fieras, sino tambien de aves y pájaros en gran parte. Papagayos hay muchos, los cuales tienen gran vuelo, y andan á bandas juntos; tambien tienen otros pájaros, pero pocos, como he dicho. De perdices, no me acuerdo haber visto, ni sabido que las tengan, como las hay en el Perú, y mucho menos los que en el Perú llaman guanacos, y vicuñas, que son como cabras monteses ligerísimas, en cuyos buches se hallan las piedras bezaares, que precian algunos, y son á veces mayores que un huevo de gallina tanto y medio. Tampoco tienen otro género de ganado, que nosotros llamamos ovejas de las Indias, las cuales, demás de la lana y carne, con que visten y mantienen los Indios, sirven tambien de recua y jumentos para llevar cargas; llevan la mitad de la carga de una mula, y son de poco gasto á sus dueños, porque ni han menester herraduras, ni albardas, ni otros aparejos, ni cebada para su comer; todo esto les dió naturaleza sin costa, queriendo favorecer á la pobre gente de los Indios. De todos estos géneros de animales, y de otros muchos, que se dirán en su lugar, abunda la tierra firme de Indias; las Islas de todos carecen, si no son los que han embarcado Españoles. Verdad es, que en algunas Islas vió tigres un hermano nuestro, segun él refería, andando en una peregrinacion y naufragio trabajosísimo; mas preguntando qué tanto estarian de tierra firme aquellas Islas, dijo, que obra de seis ú ocho leguas á lo más, el cual espacio de mar, no hay duda, sino que pueden pasarle á nado los tígres. De estos indicios, y de otros semejantes se puede colegir, que hayan pasado los Indios á poblar aquella tierra, mas por camino de tierra, que de mar; ó si hubo navegacion, que fué no grande, ni dificultosa, porque en efecto debe de continuarse el un orbe con el otro ó á lo menos estar en alguna parte muy cercanos, entre sí. CAPÍTULO XXII _Que no pasó el linage de Indios por la Isla Atlántida, como algunos imaginan._ No faltan algunos[108], que siguiendo el parecer de Platón, que arriba referimos, dicen, que fueron esas gentes de Europa, ó de Africa á aquella famosa Isla, y tan cantada Atlántida, y de ella pasaron á otras y otras Islas, hasta llegar á la tierra firme de Indias. Porque de todo esto hace mencion el Cricias de Platón en su Timéo. Porque si era la Isla Atlántida tan grande como toda la Asia y Africa juntas, y aun mayor, como siente Platón, forzoso habia de tomar todo el Océano Atlántico, y llegar cuasi á las Islas del nuevo orbe. Y dice mas Platón: que con un terrible diluvio se anegó aquella su Isla Atlántida, y por eso dejó aquel mar imposibilitado de navegarse, por los muchos vajíos de peñas, y arrecifes, y de mucha lama, y que así lo estaba en su tiempo; pero que despues con el tiempo hicieron asiento las ruinas de aquella Isla anegada, y en fin, dieron lugar á navegarse. Esto tratan y disputan hombres de buenos ingenios muy de veras, y son cosas tan de burla considerandose un poco, que mas parecen cuentos, ó fábulas de Ovidio, que Historia, ó Filosofía digna de cuenta. Los mas de los intérpretes y expositores de Platón afirman, que es verdadera historia todo aquello que allí Cricias cuenta de tanta extrañeza del origen de la Isla Atlántida, y de su grandeza, y de su prosperidad, y de las guerras que los de Europa y los de Atlántida entre sí tuvieron, con todo lo demás. Muevense á tenerlo por verdadera historia, por las palabras de Cricias que pone Platón, en que dice en su Timéo, que la plática que quiere tratar es de cosas extrañas, pero del todo verdaderas. Otros discípulos de Platón, considerando que todo aquel cuento tiene más arte de fábula, que de historia, dicen, que todo aquello se ha de entender por alegoría, que así lo pretendió su divino Filósofo. De estos es Proclo, y Porfirio, y aun Orígenes: son estos tan dados á Platón, que así tratan sus escritos, como si fuesen libros de Moisés, ó de Esdras; y así donde las palabras de Platón no vienen con la verdad, luego dan en que se ha de entender aquello en sentido místico y alegórico y que no puede ser menos. Yo, por decir verdad, no tengo tanta reverencia á Platón, por más que le llamen divino, ni aun se me hace muy difícil de creer, que pudo contar todo aquel cuento de la Isla Atlántida por verdadera historia, y pudo ser con todo eso muy fina fábula, mayormente que refiere él haber aprendido aquella relacion de Cricia, que cuando muchacho, entre otros cantares y romances, cantaba aquel de la Atlántida. Sea como quisieren, haya escrito Platón por historia, ó haya escrito por alegoría, lo que para mí es llano, es, que todo cuanto trata de aquella Isla, comenzando en el diálogo Timéo, y prosiguiendo en el diálogo Cricia, no se puede contar en veras, sino es á muchachos y viejas. ¿Quién no tendrá por fábula decir, que Neptuno se enamoró de Clito, y tuvo de ella cinco veces gemelos de un vientre? ¿y que de un collado sacó tres redondos de mar, y dos de tierra, tan parejos que parecian sacados por torno? ¿Pues qué diremos de aquel Templo de mil pasos en largo, y quinientos en ancho, cuyas paredes por defuera estaban todascubiertas de plata, y todos los altos de oro, y por de dentro era todo de bóveda de marfil labrado, y entretejido de oro, y plata, y azofar? Y al cabo el donoso remate de todo, con que concluye en el Timéo diciendo: En un dia y una noche, viniendo un grande diluvio, todos nuestros soldados se los tragó la tierra á montones; y la Isla Atlántida de la misma manera anegada en la mar desapareció. Por cierto ella lo acertó mucho en desaparecerse toda tan presto, porque siendo Isla mayor que toda la Asia y Africa juntas, hecha por arte de encantamento, fue bien que así se desapareciese. Y es muy bueno que diga, que las ruinas y señales de esta tan grande Isla se echan de ver debajo de el mar, y los que lo han de echar de ver, que son los que navegan, no pueden navegar por allí. Pues añade donosamente: Por eso hasta el dia de hoy ni se navega, ni puede aquel mar, porque la mucha lama que la Isla despues de anegada poco á poco crió, lo impide. Preguntára yo de buena gana, ¿qué piélago pudo bastar á tragarse tanta infinidad de tierra, que era mas que toda la Asia y Africa juntas, y que llegaba hasta las Indias? ¿Y tragarsela tan del todo, que ni aun rastro no haya quedado? Pues es notorio, que en aquel mar donde dicen habia la dicha Isla, no hallan fondo hoy dia los marineros, por mas brazas de sonda que den. Mas es inconsideracion querer disputar de cosas, que, ó se contaron por pasatiempo, ó ya que se tenga la cuenta que es razon con la gravedad de Platón, puramente se dijeron para significar, como en pintura, la prosperidad de una ciudad, y su perdicion tras ella. El argumento que hacen para probar que realmente hubo Isla Atlántida, de que aquel mar hoy dia se nombra el mar Atlántico, es de poca importancia, pues sabemos que en la última Mauritania está el monte Atlante, del cual siente Plinio[109] que se le puso al mar el nombre de Atlántico. Y sin esto el mismo Plinio refiere, que frontero del dicho monte está una Isla llamada Atlántida, la cual dice ser muy pequeña y muy ruin. NOTAS: [108] Sap. cap. 12. [109] Plin. l. 6. c. 5. p. lib. 6. cap. 31. CAPÍTULO XXIII _Que es falsa la opinion de muchos, que afirman venir los Indios de el linage de los Judíos._ Ya que por la Isla Atlántida no se abre camino para pasar los Indios al nuevo Mundo, paréceles á otros, que debió de ser el camino el que escribe Esdras[110] en el cuarto libro, donde dice así: Y porque le viste que recogía á sí otra muchedumbre pacífica, sabrás, que estos son los diez Tribus que fueron llevados en cautiverio en tiempo del Rey Osee, al cual llevó cautivo Salmanasár, Rey de los Asirios, y á estos los pasó á la otra parte del rio, y fueron trasladados á otra tierra. Ellos tuvieron entre sí acuerdo y determinación de dejar la multitud de los Gentiles, y de pasarse á otra region mas apartada, donde nunca habitó el género humano, para guardar siquiera allí su ley, la cual no habian guardado en su tierra. Entraron, pues, por unas entradas angostas del rio Eufrates; porque hizo el Altísimo entonces con ellos sus maravillas, y detuvo las corrientes del rio, hasta que pasasen. Porque por aquella region era el camino muy largo de año y medio: y llámase aquella region Arsareth. Entonces habitaron allí hasta el último tiempo, y ahora cuando comenzaren á venir, volverá el Altísimo á detener otra vez las corrientes del rio, para que puedan pasar; por eso viste aquella muchedumbre con paz. Esta escritura de Esdras quieren algunos acomodar á los Indios, diciendo que fueron de Dios llevados, donde nunca habitó el género humano, y que en la tierra que moran es tan apartada, que tiene año y medio de camino para ir á ella, y que esta gente es naturalmente pacífica. Que procedan los Indios de linage de Judíos, el vulgo tiene por indicio cierto el ser medrosos, y descaídos, y muy ceremoniáticos, y agudos y mentirosos. Demás de eso dicen, que su hábito parece el propio que usaban Judíos, porque usan de una túnica ó camiseta, y de un manto rodeado encima; traen los pies descalzos, ó su calzado es unas suelas asidas por arriba, que ellos llaman ojotas. Y que éste haya sido el hábito de los Hebréos dicen, que consta así por sus historias, como por pinturas antiguas, que los pintan vestidos en este traje. Y que estos dos vestidos, que solamente traen los Indios, eran los que puso en apuesta Sansón, que la Escritura[111] nombra _Tunycam p syndonem_, y es lo mismo que los Indios dicen camiseta y manta. Mas todas estas son conjeturas muy livianas, y que tienen mucho mas contra sí, que por sí. Sabemos que los Hebréos usaron letras; en los Indios no hay rastro de ellas: los otros eran muy amigos del dinero, estos no se les da cosa. Los Judíos, si se vieran no estar circuncidados, no se tuvieran por Judíos: Los Indios poco ni mucho no se retajan, ni han dado jamás en esa ceremonia, como muchos de los de Etiopia y del Oriente. Mas ¿qué tiene que ver, siendo los Judíos tan amigos de conservar su lengua y antigüedad, y tanto que en todas las partes del mundo que hoy viven, se diferencian de todos los demás, que en solas las Indias á ellos se les haya olvidado su linage, su ley, sus ceremonias, su Mesías, y finalmente todo su Judaísmo? Lo que dicen de ser los Indios medrosos, y supersticiosos, y agudos y mentirosos, cuanto á lo primero, no es eso general á todos ellos; hay naciones entre estos bárbaros muy agenas de todo eso, hay naciones de Indios bravísimos y atrevidísimos, haylas muy botas y groseras de ingenio. De ceremonias y supersticiones siempre los Gentiles fueron amigos. El trage de sus vestidos, la causa porque es el que se refiere, es, por ser el más sencillo y natural del mundo, que apenas tiene artificio, y así fué comun antiguamente no solo á Hebréos, sino á otras muchas naciones. Pues ya la historia de Esdras (si se ha de hacer caso de escrituras apócrifas) mas contradice, que ayuda su intento. Porque allí se dice que los diez Tribus huyeron la multitud de Gentiles, por guardar sus ceremonias y ley: mas los Indios son dados á todas las idolatrías del mundo. Pues las entradas del rio Eufrates, vean bien los que eso sienten, en qué manera pueden llegar al nuevo orbe, y vean si han de volver por allí los Indios, como se dice en el lugar referido. Y no sé yo porqué se han de llamar estos gente pacífica, siendo verdad, que perpetuamente se han perseguido con guerras mortales unos á otros. En conclusion, no veo que el Eufrates apócrifo de Esdras dé mejor paso á los hombres para el nueve orbe, que le daba la Atlántida encantada y fabulosa de Platón. NOTAS: [110] 4. Esdras 13. [111] Judic. 14. CAPÍTULO XXIV _Porqué aazon no se puede averiguar bien el origen de los Indios._ Pero cosa es mejor de hacer desechar lo que es falso del origen de los Indios, que determinar la verdad, porque ni hay escritura entre los Indios, ni memoriales ciertos de sus primeros fundadores. Y por otra parte, en los libros de los que usaron letras, tampoco hay rastro de el nuevo Mundo, pues ni hombres, ni tierra, ni aun Cielo les pareció á muchos de los Antiguos, que no habia en aquestas partes; y así no puede escapar de ser tenido por hombre temerario y muy arrojado el que se atreviere á prometer lo cierto de la primera origen de los Indios, y de los primeros hombres que poblaron las Indias. Mas así á bulto y por discreción podemos colegir de todo el discurso arriba hecho, que el linage de los hombres se vino pasando poco á poco, hasta llegar al nuevo orbe, ayudando á esto la continuidad ó vecindad de las tierras, y á tiempos á alguna navegacion, y que éste fué el órden de venir, y no hacer armada de propósito, ni suceder algun grande naufragio: aunque tambien pudo haber en parte algo de esto; porque siendo aquestas regiones larguísimas, y habiendo en ellas innumerables naciones, bien podemos creer, que unos de una suerte, y otros de otra se vinieron en fin á poblar. Mas al fin, en lo que me resumo es, que el continuarse la tierra de Indias con esotras de el mundo, á lo menos estar muy cercanas, ha sido la mas principal y mas verdadera razon de poblarse las Indias; y tengo para mí, que el nuevo orbe é Indias occidentales, no há muchos millares de años que las habitan hombres, y que los primeros que entraron en ellas, mas eran hombres salvages y cazadores, que no gente de República, y pulida; y que aquellos aportaron al nuevo Mundo, por haberse perdido de su tierra, ó por hallarse estrechos y necesitados de buscar nueva tierra, y que hallandola comenzaron poco á poco a poblarla, no teniendo mas ley que un poco de luz natural, y esa muy obscurecida, y cuando mucho algunas costumbres que les quedaron de su patria primera. Aunque no es cosa increíble de pensar, que aunque hubiesen salido de tierras de policía, y bien gobernadas, se les olvídase todo con el largo tiempo, y poco uso; pues es notorio que aun en España y en Italia se hallan manadas de hombres, que si no es el gesto y figura, no tienen otra cosa de hombres. Así que por este camino vino á haber una barbaridad infinita en el nuevo Mundo. CAPÍTULO XXV _Qué es lo que los Indios suelen contar de su origen._ Saber lo que los mismos Indios suelen contar de sus principios y origen, no es cosa que importa mucho, pues mas parecen sueños los que refieren, que historias. Hay entre ellos comunmente gran noticia y mucha plática del diluvio; pero no se puede bien determinar, si el diluvio, que estos refieren, es el universal que cuenta la divina Escritura, ó si fué algun otro diluvio ó inundación particular de las regiones en que ellos moran mas, de que en aquestas tierras hombres expertos dicen, que se ven señales claras de haber habido alguna grande inundacion. Yo mas llego al parecer de los que sienten, que los rastros y señales que hay de diluvio no son del de Noé, sino de algun otro particular, como el que cuenta Platón, ó el que los Poétas cantan de Deucalión. Como quiera que sea, dicen los Indios, que con aquel su diluvio se ahogaron todos los hombres, y cuentan, que de la gran laguna Titiaca salió un Viracocha, el cual hizo asiento en Tiaguanaco, donde se ven hoy ruinas y pedazos de edificios antiguos y muy extraños, y que de alli vinieron al Cuzco, y así volvió á multiplicarse el género humano. Muestran en la misma laguna una Isleta, donde fingen que se escondió y conservó el Sol, y por eso antiguamente le hacían allí muchos sacrificios, no solo de ovejas, sino de hombres también. Otros cuentan, que de cierta cueva por una ventana salieron seis, ó no sé cuantos hombres, y que estos dieron principio á la propagacion de los hombres, y es donde llaman Pacari Tampo por esa causa. Y así tienen por opinion, que los Tambos son el linage mas antiguo de los hombres. De aquí, dicen, que procedió Mangocapa, al cual reconocen por el fundador y cabeza de los Incas, y que de éste procedieron dos familias, ó linages, uno de Hanan Cuzco, otro de Urincuzco. Refieren que los Reyes Incas, cuando hacian guerra y conquistaban diversas Provincias, daban por razon con que justificaban la guerra, que todas las gentes les debian reconocimiento, pues de su linage y su patria se había renovado el mundo. Y así á ellos se les habia revelado la verdadera Religion y culto del Cielo. Mas ¿de qué sirve añadir mas, pues todo va lleno de mentira, y ageno de razón? Lo que hombres doctos afirman y escriben es, que todo cuanto hay de memoria y relacion de estos Indios llega á cuatrocientos años, y que todo lo de antes es pura confusion y tinieblas, sin poderse hallar cosa cierta. Y no es de maravillar, faltandoles libros y escritura, en cuyo lugar aquella su tan especial cuenta de los Quipocamayos es harto y muy mucho, que pueda dar razon de cuatrocientos años. Haciendo yo diligencia para entender de ellos de qué tierras, y de qué gente pasaron á la tierra en que viven, hallelos tan lejos de dar razon de esto, que antes tenian por muy llano, que ellos habian sido criados desde su primera origen en el mismo nuevo orbe donde habitan, á los cuales desengañamos con nuestra Fé, que nos enseña, que to los hombres proceden de un primer hombre[112]. Hay conjeturas muy claras, que por gran tiempo no tuvieron estos hombres Reyes, ni República concertada, sino que vivian por behetrias, como ahora los Floridos, y los Chiriguanas, y los Brasiles, y otras muchas naciones, que no tienen ciertos Reyes, sino conforme á la ocasion que se ofrece en guerra ó paz, eligen sus caudillos, como se les antoja: mas con el tiempo algunos hombres, que en fuerzas y habilidad se aventajaban á los demás, comenzaron á señorear y mandar, como antiguamente Nembrót[113], y poco á poco creciendo vinieron á fundar los Reinos de Perú y de Méjico, que nuestros Españoles hallaron, que aunque eran bárbaros, pero hacian grandísima ventaja á los demás Indios. Así que la razon dicha persuade, que se haya multiplicado y procedido el linage de los Indios por la mayor parte de hombres salvages y fugitivos. Y esto baste cuanto á lo que del origen de estas gentes se ofrece tratar, dejando lo demás para cuando se traten sus historias mas por extenso. FIN DEL LIBRO PRIMERO NOTAS: [112] Act. 17. v. 26. [113] Gen. 10. LIBRO SEGUNDO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS CAPÍTULO PRIMERO _Qué se ha de tratar de la naturaleza de la equinoccial._ Estando la mayor parte del nuevo Mundo que se ha descubierto, debajo de la region de en medio del Cielo, que es la que los Antiguos llaman Tórridazona, teniéndola por inhabitable, es necesario para saber las cosas de Indias, entender la naturaleza y condicion de esta region. No me parece á mí que dijeron mal los que afirmaron, que el conocimiento de las cosas de Indias dependia principalmente del conocimiento de la equinoccial; porque cuasi toda la diferencia que tiene un orbe del otro, procede de las propiedades de la equinoccial. Y es de notar, que todo el espacio que hay entre los dos Trópicos, se ha de reducir y examinar como por regla propia por la linea de en medio, que es la equinoccial, llamada así, porque cuando anda el Sol por ella, hace en todo el universo mundo iguales noches y dias y tambien porque los que habitan debajo de ella, gozan todo el año de la propia igualdad de noches y días. En esta linea equinocial hallamos tantas y tan admirables propiedades, que con gran razon despiertan y avivan los entendimientos para inquirir sus causas, guiándonos no tanto por la doctrina de los antiguos Filósofos, cuanto por la verdadera razon y cierta experiencia. CAPÍTULO II _Qué les movió á los Antiguos á tener por cosa sin duda que la Tórrida era inhabitable._ Ahora, pues, tomando la cosa de sus principios, nadie puede negar lo que clarísimamente vemos, que el Sol con llegarse calienta, y con apartarse enfria. Testigos son de esto los dias y las noches; testigos el invierno y el verano, cuya variacion, y frio, y calor se causa de acercarse, ó alejarse el Sol. Lo segundo, y no menos cierto, cuanto se acerca mas el Sol, y hiere mas derechamente con sus rayos, tanto mas quema la tierra. Vese claramente esto en el fervor del medio dia, y en la fuerza del estío. De aquí se saca é infiere bien (á lo que parece), que en tanto será una tierra más fria, cuanto se apartare mas de el movimiento del Sol. Así experimentamos, que las tierras que se allegan mas al Septentrion y Norte, son tierras mas frias; y al contrario las que se allegan mas al Zodiaco, donde anda el Sol, son mas calientes. Por esta órden excede en ser cálida la Etiopia á la África y Berbería, y éstas al Andalucía, y Andalucía á Castilla y Aragon, y éstas á Vizcaya y Francia; y cuanto mas Septentrionales, tanto son éstas y las demás Provincias menos calientes: y así por el consiguiente las que se van mas llegando al Sol, y son heridas mas derecho con sus rayos, sobrepujan en participar mas el fervor del Sol. Añaden algunos otra razon para lo mismo, y es el movimiento del Cielo, que dentro de los Trópicos es velocísimo, y cerca de los polos tardísimo: de donde concluyen, que la region que rodea el Zodiaco tiene tres causas para abrasarse de calor, una la vecindad del Sol, otra herirla derechos sus rayos, la tercera participar el movimiento más apresurado del Cielo. Cuanto al calor y al frío lo que está dicho es lo que el sentido y la razon parece que de conformidad afirman. Cuanto á las otras dos cualidades, que son humedad y sequedad, ¿qué diremos? Lo mismo sin falta, porque la sequedad parece causarla el acercarse el Sol, y á la humedad el alejarse el Sol; porque la noche, como es mas fria que el día, así tambien es mas húmeda; el día como mas caliente, asi tambien mas seco. El invierno, cuando el Sol está mas lejos, es mas frio y mas lluvioso; el verano, cuando el Sol está mas cerca, es mas caliente y mas seco. Porque el fuego así como va cociendo ó quemando, así va juntamente enjugando y secando. Considerando, pues, lo que está dicho, Aristóteles y los otros Filósofos atribuyeron á la region media, que llaman Tórrida, juntamente exceso de calor y de sequedad; y así dijeron, que era á maravilla abrasada y seca, y por el consiguiente del todo falta de aguas y de pastos. Y siendo asi, forzoso había de ser muy incómoda y contraria á la habitacion humana. CAPÍTULO III _Que la Tórridazona es humedísima; y que en esto se engañaron mucho los Antiguos._ Siendo al parecer todo lo que se ha dicho y propuesto verdadero, y cierto y claro, con todo eso, lo que de ello se viene á inferir es muy falso; porque la region media, que llaman Tórrida, en realidad de verdad la habitan hombres, y la hemos habitado mucho tiempo, y es su habitacion muy cómoda y muy apacible. Pues si es así, y es notorio que de verdades no se pueden seguir falsedades, siendo falsa la conclusion, como lo es, conviene que volvamos atrás por los mismos pasos, y miremos atentamente los principios, en donde pudo haber yerro y engaño. Primero diremos cual sea la verdad, segun la experiencia certísima nos la ha mostrado; y despues probaremos, aunque es negocio muy arduo, á dar la propia razon conforme á buena Filosofía. Era lo postrero que se propuso arriba, que la sequedad tanto es mayor, cuanto el Sol está mas cercano á la tierra. Esto parecía cosa llana y cierta; y no lo es, sino muy falsa, porque nunca hay mayores lluvias, y copia de aguas en la Tórridazona, que al tiempo que el Sol anda encima muy cercano. Es cierto cosa admirable y dignísima de notar, que en la Tórridazona aquella parte del año es mas serena y sin lluvias, en que el Sol anda mas apartado; y al revés, ninguna parte del año es mas llena de lluvias, y nublados y nieves, donde ellas caen, que aquella en que el Sol anda mas cercano y vecino. Los que no han estado en el nuevo Mundo, por ventura tendrán esto por increíble; y aun á los que han estado, si no han parado la atencion en ello, tambien quizá les parecerá nuevo; mas los unos y los otros con facilidad se darán por vencidos, en advirtiendo á la experiencia certísima de lo dicho. En este Perú, que mira al polo del sur ó Antártico, entonces está el Sol mas lejos, cuando está mas cerca de Europa, como es en Mayo, Junio, Julio, Agosto, que anda muy cerca al Trópico de Cancro. En estos meses dichos es grande la serenidad de el Perú: no hay lluvias, ni caen nieves, todos los rios corren muy menguados, y algunos se agotan. Mas despues, pasando el año adelante, y acercándose el Sol al círculo de Capricornio, comienzan luego las aguas, lluvias, y nieves, y grandes crecientes de los rios, es á saber, desde Octubre hasta Diciembre. Y cuando volviendo el Sol de Capricornio hiere encima de las cabezas en el Perú, ahí es el furor de los aguaceros, y grandes lluvias, y muchas nieves, y las avenidas bravas de los rios, que es al mismo tiempo que reina el mayor calor del año, es á saber, desde Enero hasta mediado Marzo. Esto pasa así todos los años en esta provincia del Perú, sin que haya quien contradiga. En las regiones que miran al polo Artico pasada la equinoccial, acaece entonces todo lo contrario, y es por la misma razón, ahora tomemos á Panamá y toda aquella costa, ahora la nueva España, ahora las Islas de Barlovento, Cuba, Española, Jamaica, San Juan de Puerto-Rico, hallaremos sin falta que desde principio de Noviembre hasta Abril gozan de el Cielo sereno y claro; y es la causa, que el Sol, pasando la equinocial hácia el Trópico de Capricornio, se aparta entonces de las dichas regiones mas que en otro tiempo del año. Y por el contrario, en las mismas tierras vienen aguaceros bravos, y muchas lluvias, cuando el Sol se vuelve hácia ellas, y les anda mas cerca, que es desde Junio hasta Septiembre, porque las hiere mas cerca y mas derechamente en esos meses. Lo mismo está observado en la India oriental, y por la relacion de las cartas de allá parece ser así. Así que es la regla general, aunque en algunas partes por especial causa padezca excepcion, que en la region media ó Tórridazona, que todo es uno, cuando el Sol se aleja, es el tiempo sereno y hay mas sequedad: cuando se acerca, es lluvioso y hay mas humedad: y conforme al mucho ó poco apartarse el Sol, así es tener la tierra mas ó menos copia de aguas. CAPÍTULO IV _Que fuera de los Trópicos es al revés que en la Tórrida, y así hay mas aguas cuando el Sol se aparta mas,_ Fuera de los Trópicos acaece todo lo contrario, porque las lluvias con los frios andan juntas, y el calor con la sequedad. En toda Europa es esto muy notorio y en todo el mundo viejo. En todo el Mundo nuevo pasa de la misma suerte; de lo cual es testigo todo el reino de Chile, el cual por estar ya fuera del círculo de Capricornio, y tener tanta altura como España, pasa por las mismas leyes de invierno y verano, excepto que el invierno es allá, cuando en España verano; y al revés, por mirar al polo contrario: y así en aquella provincia vienen las aguas con gran abundancia juntas con el frio, al tiempo que el Sol se aparta mas de aquella region, que es desde que comienza Abril hasta todo Septiembre. El calor y la sequedad vuelven cuando el Sol se vuelve á acercar allá; finalmente pasa al pie de la letra lo mismo que en Europa. De ahí procede, que así en los frutos de la tierra, como en ingenios, es aquella tierra mas allegada á la condicion de Europa, que otra de aquestas Indias. Lo mismo por el mismo orden, segun cuentan, acaece en aquel gran pedazo de tierra, que mas adelante de la interior Etiopia se va alargando, al modo de punta, hasta el cabo de Buena-Esperanza. Y así dicen ser ésta la verdadera causa de venir el tiempo de estio las inundaciones del Nilo, de las cuales tanto los Antiguos disputaron. Porque aquella region comienza por Abril, cuando ya el Sol pasa del signo de Aries, á tener aguas de invierno, que lo es ya allí, y estas aguas, que parte proceden de nieves, parte de lluvias, van hinchando aquellas grandes lagunas, de las cuales, segun la verdadera y cierta Geografía, procede el Nilo; y así van poco á poco ensanchando sus corrientes, y al cabo de tiempo corriendo larguísimo trecho vienen á inundar á Egipto al tiempo del estío, que parece cosa contra naturaleza, y es muy conforme á ella. Porque al mismo tiempo es estío en Egipto, que está al Trópico de Cancro, y es fino invierno en las fuentes y lagunas de el Nilo, que están al otro Trópico de Capricornio. Hay en la América otra inundacion muy semejante á esta del Nilo, y es en el Paraguay, ó Rio de la Plata por otro nombre, el cual cada año, cogiendo infinidad de aguas, que se vierten de las sierras del Perú, sale tan desaforadamente de madre, y baña tan poderosamente toda aquella tierra, que les es forzoso á los que habitan en ella por aquellos meses pasar su vida en barcos, ó canoas, dejando las poblaciones de tierra. CAPÍTULO V _Que dentro de los Trópicos los aguas son en el estío ó tiempo de calor; y de la cuenta del verano é invierno._ En resolucion, en las dos regiones, ó zonas templadas, el verano se concierta con el calor y la sequedad: el invierno se concierta con el frío y humedad. Mas dentro de la Tórridazona no se conciertan entre sí de ese modo las dichas cualidades. Porque al calor siguen las lluvias; al frio (frio llamo falta de calor excesivo) sigue la serenidad. De aquí procede, que siendo verdad que en Europa el invierno se entiende por el frio y por las lluvias, y el verano por la calor y por la serenidad, nuestros Españoles en el Perú y Nueva-España, viendo que aquellas dos cualidades no se aparean, ni andan juntas como en España, llaman invierno al tiempo de muchas aguas, y llaman verano al tiempo de pocas, ó ningunas. En lo cual llanamente se engañan; porque por esta regla dicen, que el verano es en la sierra del Perú desde Abril hasta Septiembre, porque se alzan entonces las aguas; y de Septiembre á Abril dicen que es invierno, porque vuelven las aguas; y así afirman, que en la sierra del Perú es verano, al mismo tiempo que en España, é invierno, ni más ni menos. Y cuando el Sol anda por el zenit de sus cabezas, entonces creen que es finísimo invierno, porque son las mayores lluvias. Pero esto es cosa de risa, eomo de quien habla sin letras; porque asi como el dia se diferencia de la noche por la presencia del Sol, y por su ausencia en nuestro emisferio, segun el movimiento del primer móvil, y esa es la definicion del dia y de la noche, así ni mas ni menos se diferencia el verano del invierno, por la vecindad del Sol, ó por su apartamiento, segun el movimiento propio del mismo Sol, y esa es su definicion. Luego entonces en realidad de verdad es verano, cuando el Sol está en la suma cercanía; y entonces invierno, cuando está en el sumo apartamiento. Al apartamiento y allegamiento del Sol síguese el calor y el frio, ó templanza necesariamente; mas el llover ó no llover, que es humedad ó sequedad, no se siguen necesariamente. Y así se colige contra el vulgar parecer de muchos, que en el Perú el Invierno es sereno y sin lluvias, y el verano es lluvioso; y no al revés, como el vulgo piensa, que el invierno es caliente, y el verano frio. El mismo yerro es poner la diferencia que ponen entre la sierra y los llanos del Perú: dicen, que cuando en la sierra es verano, en los llanos es invierno, que es Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto. Porque entonces la sierra goza de tiempo muy sereno, y son los Soles sin aguaceros, y al mismo tiempo en los llanos hay niebla, y la que llaman gariia, que es una mollina ó humedad muy mansa, con que se encubre el Sol. Mas como está dicho, verano é invierno por la vecindad, ó apartamiento del Sol, se han de determinar; y siendo así que en todo el Perú, así en sierra, como en llanos, á un mismo tiempo se acerca y aleja el Sol, no hay razon para decir, que cuando es verano en una parte, es en la otra invierno. Aunque en esto de vocablos no hay para qué debatir, llámenlo como quisieren, y digan que es verano cuando no llueve, aunque haga mas calor, poco importa. Lo que importa es, saber la verdad que está declarada, que no siempre se alzan las aguas con acercarse mas el Sol, antes en la Tórridazona es ordinario lo contrario. CAPÍTULO VI _Que la Tórrida tiene gran abundancia de aguas y pastos, por mas que Aristóteles lo niegue._ Segun lo que está dicho, bien se puede entender, que la Tórridazona tiene agua, y no es seca, lo cual es verdad en tanto grado, que en muchedumbre y dura de aguas hace ventaja á las otras regiones del mundo, salvo en algunas partes que hay arenales, ó tierras desiertas, y yermas, como tambien acaece en las otras partes del mundo. De las aguas del Cielo ya se ha mostrado, que tiene copia de lluvias, de nieves, de escarchas, que especialmente abundan en la Provincia del Perú. De las aguas de tierra, como son rios, fuentes, arroyos, pozos, charcos, lagunas, no se ha dicho hasta ahora nada; pero siendo ordinario responder las aguas de abajo á las de arriba, bien se deja tambien entender que las habrá. Hay, pues, tanta abundancia de aguas manantiales, que no se hallará que el universo tenga mas rios, ni mayores, ni mas pantanos y lagos. La mayor parte de la América, por esta demasía de aguas no se puede habítar, porque los rios con los aguaceros de verano salen bravamente de madre, y todo lo desbaratan; y el lodo de los pantanos y atolladeros por infinitas partes no consiente pasarse. Por eso los que habitan cerca del Paraguay, de que arriba hicimos mencion, en sintiendo la creciente del rio, antes que llegue de avenida, se meten en sus canoas, y allí ponen su casa y hogar, y por espacio cuasi de tres meses nadando guarecen sus personas y hatillo. En volviendo á su madre el rio, tambien ellos vuelven á sus moradas, que aun no están del todo enjutas. Es tal la grandeza de este rio, que si se juntan en uno el Nilo, y Ganges, y Eufrates no le llegan con mucho. ¿Pues qué diremos del rio grande de la Magdalena, quǝ entra en la mar entre Santa Marta y Cartagena, y que con razon le llaman el Rio grande? Cuando navegaba por allí, me admiró ver, que diez leguas la mar adentro hacía clarísima señal de sus corrientes, que sin duda toman de ancho dos leguas y mas, no pudiéndolas vencer allí las olas é inmensidad del mar Océano. Mas hablándose de rios, con razon pone silencio á todos los demás aquel gran rio, que unos llaman de las Amazonas, otros Marañón, otros el rio de Orellana, al cual hallaron y navegaron los nuestros Españoles; y cierto estoy en duda, si le llame rio, ó si mar. Corre este rio desde las sierras del Perú, de las cuales coge inmensidad de aguas, de lluvias y de rios, que va recogiendo en sí, y pasando los grandes campos y llanadas del Paytiti, y del Dorado, y de las Amazonas, sale en fin al Océano, y entra en él cuasi frontero de las Islas Margarita y Trinidad. Pero van tan estendidas sus riberas, especial en el postrer tercio, que hace en medio muchas y grandes Islas; y lo que parece increíble, yendo por medio del rio, no miran los que miran, sino Cielo y rio; aun cerros muy altos cercanos á sus riberas, dicen que se les encubren con la grandeza del rio. La anchura y grandeza tan maravillosa de este rio, que justamente se puede llamar Emperador de los rios, supímosla de buen original, que fué un hermano de nuestra Compañía, que siendo mozo le anduvo, y navegó todo, hallándose á todos los sucesos de aquella extraña entrada, que hizo de Pedro de Orsua, y á los motines y hechos tan peligrosos del perverso Diego de Aguirre, de todos los cuales trabajos y peligros le libró el Señor, para hacerle de nuestra Compañía. Tales, pues, son los rios que tiene, la que llaman Tórrida, seca y quemada region, á la cual Aristóteles, y todos los Antiguos tuvieron por pobre, y falta de aguas y pastos. Y porque he hecho mencion del rio Marañón, en razon de mostrar la abundancia de aguas que hay en la Tórrida, paréceme tocar algo de la gran laguna que llaman Titicaca, la cual cae en la Provincia del Collao, en medio de ella. Entran en este lago mas de diez rios muy caudalosos: tiene un solo desaguadero, y ese no muy grande, aunque á lo que dicen es hondísimo; en el cual no es posible hacer puente, por la hondura y anchura del agua; ni se pasa en bareas, por la furia de la corriente, segun dicen. Pásase con notable artificio, propio de Indios, por una puente de paja, echada sobre la misma agua, que por ser materia tan liviana no se hunde, y es pasage muy seguro y muy facil. Rodea la dicha laguna cuasi ochenta leguas; el lago será cuasi de treinta y cinco; el ancho mayor será de quince leguas; tiene Islas, que antiguamente se habitaron y labraron, ahora están desiertas. Cria gran copia de un género de junco, que llaman los Indios Tótora, de la cual se sirven para mil cosas, porque es comida para puercos, y para caballos, y para los mismos hombres; y de ella hacen casa, y fuego, y barco, y cuanto es menester: tanto hallan los Uros en su Tótora. Son estos Uros tan brutales, que ellos mismos no se tienen por hombres. Cuéntase de ellos, que preguntados qué gente eran, respondieron, que ellos no eran hombres, sino Uros, como si fuera otro género de animales. Halláronse pueblos enteros de Uros, que moraban en la laguna en sus balsas de Tótora, trabadas entre sí, y atadas á algun peñasco, y acaecíales levarse de allí, y mudarse todo un pueblo á otro sitio; y así buscando hoy adonde estaban ayer, no hallarse rastro de ellos, ni de su pueblo. De esta laguna, habiendo corrido el desaguadero como cincuenta leguas, se hace otra laguna menor, que llaman de Paria, y tiene ésta tambien sus Isletas, y no se le sabe desaguadero. Piensan muchos que corre por debajo de tierra, y que va á dar en el mar del Sur, y traen por consecuencia un brazo de rio, que se ve entrar en la mar de muy cerca, sin saber su origen. Yo antes creo que las aguas de esta laguna se resuelven en la misma con el Sol. Baste esta digresion, para que conste cuan sin razon condenaron los Antiguos á la region media por falta de aguas, siendo verdad, que así del Cielo como del suelo tiene copiosísimas aguas. CAPÍTULO VII _Trátase la razon, porqué el Sol fuera de los Trópicos, cuando mas dista, levanta aguas, y dentro de ellos al revés, cuando está mas cerca,_ Pensando muchas veces con atencion, de qué causa proceda ser la equinoccial tan húmeda, como he dicho, deshaciendo el engaño de los Antiguos, no se me ha ofrecido otra, sino es que la gran fuerza que el Sol tiene en ella, atrae, y levanta grandísima copia de vapores de todo el Océano, que está allí tan estendido, y juntamente con levantar mucha copia de vapores, con grandísima presteza los deshace, y vuelve en lluvias. Que provengan las lluvias y aguaceros del bravísimo ardor, pruébase por muchas y manifiestas experiencias. La primera es la que ya he dicho que el llover en ella es al tiempo que los rayos hieren mas derechos, y por eso mas recios: y cuando el Sol ya se aparta, y se va templando el calor, no caen lluvias ni aguaceros. Segun esto, bien se infiere, que la fuerza poderosa del Sol es la que allí causa las lluvias. Item, se ha observado, y es así en el Perú, y en la Nueva-España, que por toda la region Tórrida los aguaceros y lluvias vienen de ordinario despues de mediodia, cuando ya los rayos del Sol han tomado toda su fuerza: por las mañanas por maravilla llueve; por lo cual los caminantes tienen aviso de salir temprano, y procurar para mediodia tener hecha su jornada, porque lo tienen por tiempo seguro de mojarse: esto saben bien los que han caminado en aquestas tierras. Tambien dicen algunos prácticos, que el mayor golpe de lluvias es cuando la Luna está mas llena. Aunque, por decir verdad, yo no he podido hacer juicio bastante de esto, aunque lo he experimentado algunas veces. Así que el año, el dia y el mes todo da á entender la verdad dicha, que el exceso de calor en la Tórrida causa las lluvias. La misma experiencia enseña lo propio en cosas artificiales, como las alquitaras y alambiques que sacan agua de yerbas ó flores, porque la vehemencia del fuego encerrado levanta arriba copia de vapores, y luego apretándolos, por no hallar salida, los vuelve en agua y licor. La misma Filosofia pasa en la plata y oro, que se saca por azogue, porque si es el fuego poco y flojo, no se saca cuasi nada del azogue; si es fuerte, evapora mucho el azogue, y topando arriba con lo que llaman sombrero, luego se vuelve en licor, y gotea abajo. Así que la fuerza grande del calor, cuando halla materia aparejada, hace ambos efectos, uno de levantar vapores arriba, otro de derretirlos luego, y volverlos en licor, cuando hay estorbo para consumirlos y gastarlos. Y aunque parezcan cosas contrarias, que el mismo Sol cause las lluvias en la Tórrida, por estar muy cercano, y el mismo Sol las cause fuera de ella, por estar apartado, y aunque parece repugnante lo uno á lo otro, pero bien mirado no lo es en realidad de verdad. Mil efectos naturales proceden de causas contrarias por el modo diverso. Ponemos á secar la ropa mojada al fuego, que calienta, y tambien al aire, que enfría. Los adobes se secan, y cuajan, con el Sol, y con el hielo. El sueño se provoca con ejercicio moderado; si es demasiado, y si es muy poco ó ninguno, quita el sueño. El fuego, si no le echan leña, se apaga; si le echan demasiada leña tambien se apaga; si es proporcionada, susténtase y crece. Para ver, ni ha de estar la cosa muy cerca de los ojos, ni muy lejos: en buena distancia se ve: en demasiada se pierde, y muy cercana tampoco se ve. Si los rayos del Sol son muy flacos, no levantan nieblas de los rios; si son muy recios, tan presto como levantan vapores, los deshacen; y así el moderado calor los levanta y los conserva. Por eso comunmente ni se levantan nieblas de noche, ni al medio dia sino á la mañana, cuando va entrando mas el Sol. A este tono hay otros mil ejemplos de cosas naturales, que se ven proceder muchas veces de causas contrarias. Por donde no debemos maravillarnos, que el Sol con su mucha vecindad levante lluvias, y con su mucho apartamiento tambien las mueva; y que siendo su presencia moderada, ni muy lejos, ni muy cerca no las consienta. Pero queda todavía gana de inquirir, porqué razon dentro de la Tórrida causa lluvias la mucha vecindad del Sol, y fuera de la Tórrida las causa su mucho apartamiento. A cuanto yo alcanzo, la razon es, porque fuera de los Trópicos en el invierno no tiene tanta fuerza el calor del Sol, que baste á consumir los vapores, que se levantan de la tierra y mar; y así estos vapores se juntan en la region fria de el aire en gran copia, y con el mismo frío se aprietan y espesan; y con esto, como exprimidos ó apretados, se vuelven en agua. Porque aquel tiempo de invierno el Sol está lejos, y los días son cortos, y las noches largas, lo cual todo hace para que el calor tenga poca fuerza. Mas cuando se va llegando el Sol á los que están fuera de los Trópicos, que es en tiempo de verano, es ya la fuerza del Sol tal, que juntamente levanta vapores, y consume, y gasta, y resuelve los mismos vapores que levanta. Para la fuerza del calor ayuda ser el Sol mas cercano, y los dias mas largos. Mas dentro de los Trópicos en la region Tórrida, el apartamiento del Sol es igual á la mayor presencia de esotras regiones fuera de ellos, y así por la misma razon no llueve cuando el Sol está mas remoto en la Tórrida, como no llueve cuando está mas cercano á las regiones de fuera de ella, porque está en igual distancia, y así causa el mismo efecto de serenidad. Mas cuando en la Tórrida llega el Sol á la suma fuerza, y hiere derecho las cabezas, no hay serenidad ni sequedad, como parecía que habia de haber, sino grandes y repentinas lluvias. Porque con la fuerza excesiva de su calor atrae y levanta cuasi súbito grandísima copia de vapores de la tierra y mar Océano; y siendo tanta la copia de vapores, no los disipando, ni derramando el viento, con facilidad se derriten, y causan lluvias mal sazonadas. Porque la vehemencia excesiva del calor puede levantar de presto tantos vapores, y no puede tan de presto consumirlos y resolverlos; y así levantados, y amontonados con su muchedumbre se derriten, y vuelven en agua. Lo cual todo se entiende muy bien con un ejemplo manual. Cuando se pone á asar un pedazo de puerco, ó de carnero, ó de ternera, si es mucho el fuego, y está muy cerca, vemos que se derrite la grosura, y corre, y gotea en el suelo, y es la causa, que la gran fuerza del fuego atrae, y levanta aquel humor y bahos de la carne; y porque es mucha copia no puede resolverla, y así destila y cae mas. Cuando el fuego es moderado, y lo que se asa está en proporcionada distancia, vemos que se asa la carne, y no corre, ni destila, porque el calor va con moderacion sacando la humedad, y con la misma la va consumiendo y resolviendo. Por eso los que usan arte de cocina, mandan que el fuego sea moderado, y lo que se asa no esté muy lejos, ni demasiado de cerca, porque no se derrita, Otro ejemplo es en las candelas de cera, ó de sebo, que si es mucho el pávilo derrite el sebo, ó la cera, porque no puede gastar lo que levanta de humor. Mas si es la llama proporcionada, no se derrite, ni cae la cera; porque la llama va gastando lo que va levantando. Esta, pues (á mi parecer), es la causa, porqué en la equinoccial y Tórrida la mucha fuerza del calor cause las lluvias que en otras regiones suele causar la flaqueza del calor. CAPÍTULO VIII _En qué manera se haya de entender lo que se dice de la Tórridazona._ Siendo así que en las causas naturales y Físicas no se ha de pedir regla infalible y Matemática, sino que lo ordinario y muy comun eso es lo que hace regla, conviene entender, que en ese propio estilo se ha de tomar lo que vamos diciendo, que en la Tórrida hay mas humedad que en esotras regiones, y que en ella llueve cuando el Sol anda mas cercano. Pues esto es así segun lo mas comun y ordinario; y no por eso negamos las excepciones que la naturaleza quiso dar á la regla dicha, haciendo algunas partes de la Tórrida sumamente secas, como de la Etiopia refieren, y de gran parte del Perú lo hemos visto, donde toda la costa y tierra que llaman llanos, carece de lluvias, y aun de aguas de pie, excepto algunos valles que gozan de las aguas que traen los rios que bajan de las sierras. Todo lo demás son arenales y tierra estéril, donde apenas se hallarán fuentes, y pozos; s algunos hay, son hondísimos. Qué sea la causa, que en estos llanos nunca llueve (que es cosa que muchos preguntan), decirse há en su lugar queriendo Dios, solo se pretende ahora mostrar, que de las reglas naturales hay diversas excepciones. Y así, por ventura, en alguna parte de la Tórrida acaecerá, que no llueva estando el Sol mas cercano, sino mas distante, aunque hasta ahora yo no lo he visto, ni sabido, mas si la hay, habráse de atribuir á especial cualidad de la tierra, siendo cosa perpétua: mas si unas veces es así, y otras de otra manera, háse de entender, que en las cosas naturales suceden diversos impedimentos, con que unas á otras se embarazan. Pongamos ejemplo: podrá ser que el Sol cause lluvias, y el viento las estorbe, ó que las haga mas copiosas de lo que suelen. Tienen los vientos sus propiedades y diversos principios, con que obran diferentes efectos, y muchas veces contrarios á lo que la razon y curso de tiempo piden. Y pues en todas partes suceden grandes variedades al año, por la diversidad de aspectos de los planetas, y diferencias de posturas, no será mucho que tambien acaezca algo de eso en la Tórrida, diferente de lo que hemos platicado de ella. Mas en efecto, lo que hemos concluido es verdad cierta y experimentada, que en la region de en medio, que llamamos Tórrida, no hay la sequedad que pensaron los viejos, sino mucha humedad, y que las lluvias en ella son cuando el Sol anda mas cerca. CAPÍTULO IX _Que la Tórrida no es en exceso caliente, sino moderadamente caliente._ Hasta aquí se ha dicho de la humedad de la Tórridazona, ahora es bien decir de las otras dos cualidades, que son calor y frio. Al principio de este tratado digimos, cómo los Antiguos entendieron que la Tórrida era seca y caliente, y lo uno y lo otro en mucho exceso; pero la verdad es, que no es así, sino que es húmeda y cálida, y su calor, por la mayor parte, no es excesivo, sino templado; cosa que se tuviera por increíble, si no la hubiéramos experimentado. Diré lo que me pasó á mí cuando fuí á las Indias: como habia leido lo que los Filósofos y Poétas encarecen de la Tórridazona, estaba persuadido, que cuando llegase á la equinoccial no habia de poder sufrir el calor terrible; fué tan al revés, que al mismo tiempo que la pasé sentí tal frio, que algunas veces me salia al Sol, por abrigarme, y era en tiempo que andaba el Sol sobre las cabezas derechamente, que es en el signo de Aries por Marzo. Aqui yo confieso que me reí, é hice donaire de los Meteoros de Aristóteles, y de su Filosofia, viendo que en el lugar y en el tiempo que, conforme á sus reglas, habia de arder todo, y ser un fuego, yo y todos mis compañeros teniamos frio. Porque en efecto es así, que no hay en el mundo region mas templada, ni mas apacible, que debajo de la equinoccial. Pero hay en ella gran diversidad, y no es en todas partes de un tenor: en partes es la Tórridazona muy templada, como en Quito, y los llanos del Perú: en partes es muy fria, como en Potosí; y en partes es muy caliente, como en Etiopia, y en el Brasíl, y en los Malucos. Y siendo esta diversidad cierta y notoria, forzoso hemos de inquirir otra causa de frio y calor, sin los rayos del Sol, pues acaece en un mismo tiempo del año, lugares que tienen la misma altura y distancia de polos y equinoccial, sentir tanta diversidad, que unos se abrasan de calor, y otros no se pueden valer de frío; otros se hallan templados con un moderado calor. Platón[114] ponía su tan celebrada Isla Atlántida en parte de la Tórrida, pues dice, qne en cierto tiempo del año tenía al Sol encima de sí; con todo eso dice de ella que era templada, abundante y rica. Plinio[115] pone á la Taprobana ó Sumatra, que ahora llaman, debajo de la equinoccial, como en efecto lo está, la cual no solo dice, que es rica y próspera, sino tambien muy poblada de gente y de animales. De lo cual se puede entender, que aunque los Antiguos tuvieron por intolerable el calor de la Tórrida, pero pudieron advertir, que no era tan inhabitable, como la hacían. El excelentísimo Astrólogo y Cosmógrafo Ptoloméo, y el insigne Filósofo y Médico Avicena atinaron harto mejor, pues ambos sintieron, que debajo de la equinoccial habia muy apacible habitacion. NOTAS: [114] Platón in Timéo p. in Critia. [115] Plin. l. 6. c. 22. CAPÍTULO X _Que el calor de la Tórrida se templa con la muchedumbre de lluvias, y con la brevedad de los dias._ Ser así verdad, como estos dijeron, despues que se halló el nuevo Mundo, quedó averiguado, y sin duda. Mas es muy natural, cuando por experiencia se averigua alguna cosa que era fuera de nuestra opinion, querer luego inquirir, y saber la causa del tal secreto. Así deseamos entender porqué la region que tiene al Sol mas cercano, y sobre sí, no solo es mas templada, pero en muchas partes es fria. Mirándolo ahora en comun, dos causas son generales para hacer templada aquesta region. La una es la que está arriba declarada, de ser region mas húmeda y sujeta á lluvias; y no hay duda, sino que la lluvia refresca. Porque el elemento del agua es de su naturaleza frio, y aunque el agua por la fuerza del fuego se calienta, pero no deja de templar el ardor, que se causará de los rayos del Sol puro. Pruébase bien esto por lo que refieren de la Arabia interior, que está abrasadísima del Sol, porque no tiene lluvias que templen la furia del Sol. Las nubes hacen estorbo á los rayos del Sol, para que no hieran tanto, y las lluvias que de ellas proceden, tambien refrescan el aire y la tierra, y la humedecen, por mas caliente que parezca el agua que llueve; en fin, se bebe, y apaga la sed y el ardor, como lo han probado los nuestros, habiendo penuria de agua para beber. De suerte, que así la razon, como la experiencia nos muestran, que la lluvia de suyo mitiga el calor; y pues hemos ya asentado, que la Tórrida es muy lluviosa, queda probado, que en ella misma hay causa para templarse su calor. A esto añadiré otra causa, que el entenderla bien importa, no solo para la cuestion presente, sino para otras muchas; y por decirlo en pocas palabras, la equinoccial, con tener soles mas encendidos, tiénelos, empero mas cortos; y así siendo el espacio del calor del dia mas breve y menor, no enciende ni abrasa tanto; mas conviene que esto se declare, y entienda mas. Enseñan los Maestros de esfera, y con mucha verdad, que cuanto es mas oblicua, y atravesada la subida de el Zodiaco en nuestro emisferio, tanto los dias y noches son mas desiguales; y al contrario, donde es la esfera recta, y los signos suben derechos, allí los tiempos de noche y dia son iguales entre sí. Es tambien cosa llana, que toda region que está entre los dos Trópicos, tiene menos desigualdad de dias y noches, que fuera de ellos; y cuanto mas se acerca á la línea, tanto es menor la dicha desigualdad. Esto por vista de ojos lo hemos probado en estas partes. Los de Quito, porque caen debajo de la línea, en todo el año no tienen dia mayor ni menor, ni noche tampoco, todo es parejo. Los de Lima, porque distan de la linea cuasi doce grados, echan de ver alguna diferencia de noches y dias, pero muy poca, porque en Diciembre y Enero crecerá el día como una hora aun no entera. Los de Potosí mucho mas tienen de diferencia en invierno y verano, porque están cuasi debajo del Trópico. Los que están ya del todo fuera de los Trópicos notan mas la brevedad de los dias de invierno, y prolijidad de los de verano, y tanto mas cuanto mas se desvian de la línea, y se llegan al polo; y así Germania y Anglia tienen en verano mas largos dias que Italia y España. Siendo esto así, como la esfera lo enseña, y la experiencia clara lo muestra, háse de juntar otra proposicion tambien verdadera, que para todos los efectos naturales es de gran consideracion, la perseverancia en obrar de su causa eficiente. Esto supuesto, si me preguntan, porqué la equinoccial no tiene tan recios calores como otras regiones por estío, verbi gracia, Andalucía por Julio y Agosto, finalmente responderé, que la razon es, porque los dias de verano son mas largos en Andalucía, y las noches son mas cortas; y el dia, como es caliente, enciende; la noche es húmeda y fria, y refresca. Y por eso el Perú no siente tanto calor, porque los dias de verano no son tan largos, ni las noches tan cortas, y el calor del dia se templa mucho con el frescor de la noche. Donde los dias son de quince ó diez y seis horas, con razon hará más calor, que donde son de doce ó trece horas, y quedan otras tantas de la noche para refrigerar. Y así, aunque la Tórrida excede en la vecindad del Sol, exceden esotras regiones en la proligidad del Sol. Y es segun razon, que caliente mas un fuego, aunque sea algo menor, si persevera mucho, que no otro mayor, si dura menos: mayormente interpolándose con frescor. Puestas, pues, en una balanza estas dos propiedades de la Tórrida, de ser mas lluviosa al tiempo del mayor calor, y de tener los dias mas cortos, quizá parecerá que igualan á otras dos contrarias, que son, tener el Sol mas cercano, y mas derecho: á lo menos que no les reconocerán mucha ventaja. CAPÍTULO XI _Que fuera de las dichas hay otras causas de ser la Tórrida templada, y especialmente la vecindad del mar Océano._ Mas siendo universales y comunes las dos propiedades que he dicho, á toda la region Tórrida, y con todo eso, habiendo partes en ella que son muy cálidas, y otras tambien muy frias; y finalmente, no siendo uno el temple de la Tórrida y equinoccial, sino que un mismo clima aqui es cálido, allí frio, acullá templado, y esto en un mismo tiempo, por fuerza hemos de buscar otras causas, de donde proceda esta tan gran diversidad que se halla en la Tórrida. Pensando, pues, en esto con cuidado, hallo tres causas ciertas y claras, y otra cuarta oculta. Causas claras y ciertas digo: la primera, el Océano, la segunda, la postura y sitio de la tierra; la tercera, la propiedad y naturaleza de diversos vientos. Fuera de estas tres, que las tengo por manifiestas, sospecho que hay otra cuarta oculta, que es propiedad de la misma tierra que se habita, y particular eficacia é influencia de su Cielo. Que no basten las causas generales que arriba se han tratado, será muy notorio á quien considerare lo que pasa en diversos cabos de la equinoccial. Manomotapa, y gran parte del Reino del Preste Juan están en la linea ó muy cerca, y pasan terribles calores, y la gente que allí nace es toda negra, y no solo allí, que es tierra firme, desnuda de mar, sino tambien en Islas cercadas de mar acaece lo propio. La Isla de Santo Tomé está en la línea, las Islas de Caboverde están cerca, y tienen calores furiosos, y toda la gente tambien es negra. Debajo de la misma línea, ó muy cerca cae parte del Peru, y parte del nuevo Reino de Granada, y son tierras muy templadas, y que cuasi declinan mas á frio que á calor, y la gente que crian, es blanca. La tierra del Brasil está en la misma distancia de la línea, que el Perú y el Brasil; y toda aquella costa es en extremo tierra cálida, con estar sobre la mar del norte. Estotra costa del Perú, que cae á la mar del sur, es muy templada. Digo, pues, que quien mirare estas diferencias, y quisiere dar razon de ellas, no podrá contentarse con las generales que se han traído, para declarar como puede ser la Tórrida tierra templada. Entre las causas especiales puse la primera la mar, porque sin duda su vecindad ayuda á templar, y refrigerar el calor; porque aunque es salobre su agua, en fin es agua, y el agua de suyo fria, y esto es sin duda. Con esto se junta, que la profundidad inmensa del mar Océano no da lugar á que el agua se caliente con el fervor del Sol, de la manera que se calientan las aguas de rios. Finalmente, como el salitre con ser de naturaleza de sal, sirve para enfriar el agua, así tambien vemos por experiencia que el agua de la mar refresca; y así en algunos Puertos, como en el del Callao, hemos visto poner á enfriar el agua ó vino para beber, en frascos ó cántaros metidos en la mar. De todo lo cual se infiere, que el Océano tiene sin duda propiedad de templar y refrescar el calor demasiado, por eso se siente mas calor en tierra, que en mar _cæteris paribus_. Y comunmente las tierras que gozan marina, son mas frescas que las apartadas de ella, _cæteris paribus_, como está dicho. Así que siendo la mayor parte del nuevo orbe muy cercana al mar Océano, aunque esté debajo de la Tórrida, con razon diremos que de la mar recibe gran beneficio para templar su calor. CAPÍTULO XII _Que las tierras mas altas son mas frias; y qué sea la razon de esto._ Pero discurriendo mas, hallaremos, que en la tierra, aunque esté en igual distancia de la mar, y en unos mismos grados, con todo eso no es igual el calor, sino en una mucho, y en otra poco. Qué sea la causa de esto, no hay duda, sino que el estar mas honda, ó estar mas levantada, hace que sea la una caliente, y la otra fria. Cosa clara es, que las cumbres de los montes son mas frias, que las honduras de los valles; y esto no es solo por haber mayor repercusion de los rayos del Sol en los lugares bajos y cóncavos, aunque esto es mucha causa: sino que hay otra tambien, y es, que la region del aire, que dista mas de la tierra, y está mas alta, de cierto es mas fria. Hacen prueba suficiente de esto las llanadas del Collao en el Perú, y las de Popayán, y las de Nueva-España, que sin duda toda aquella es tierra alta, y por eso fría, aunque está cercada de cerros, y muy expuesta á los rayos del Sol. Pues si preguntamos ahora, porqué los llanos de la costa en el Perú y en Nueva-España es tierra caliente, y los llanos de las sierras del mismo Perú y Nueva-España es tierra fria, por cierto que no veo que otra razon pueda darse, sino porque los unos llanos son de tierra baja, y los otros de tierra alta. El ser la region media del aire mas fria que la inferior, persuádelo la experiencia, porque cuanto los montes se acercan más á ella, tanto mas participan de nieve y hielo, y frio perpétuo. Persuádelo tambien la razon, porque si hay esfera de fuego, como Aristóteles y los mas Filósofos ponen por antiparistasis, ha de ser mas fria la region media del aire, huyendo á ella el frio, como en los pozos hondos vemos en tiempo de verano. Por eso los Filósofos afirman, que las dos regiones extremas del aire suprema é ínfima, son mas cálidas, y la media mas fria. Y si esto es así verdad, como realmente lo muestra la experiencia, tenemos otra ayuda muy principal para hacer templada la Tórrida, y es ser por la mayor parte tierra muy alta la de las Indias, y llena de muchas cumbres de montes, que con su vecindad refrescan las comarcas donde caen. Vénse en las cumbres que digo, perpétua nieve y escarcha, y las aguas hechas un hielo, y aun heladas á veces del todo; y es de suerte el frio que allí hace, que quema la yerba. Y los hombres y caballos, cuando caminan por allí, se entorpecen de puro frio. Esto, como ya he dicho, acaece en medio de la Tórrida; y acaece mas ordinariamente cuando el Sol anda por su zénit. Así que ser los lugares de sierra mas frios que los de los valles y llanos, es cosa muy notoria; y la causa tambien lo es harto, que es participar los montes y lugares altos mas de la region media del aire, que es frigidísima. Y la causa de ser mas fria la region media del aire, tambien está ya dicha, que es lanzar y echar de si todo el frio la region del aíre, que está vecina á la ignea exalacion, que segun Aristóteles, está sobre la esfera del aire. Y así todo el frio se recoge á la region media del aire, por la fuerza del antiparistasis, que llaman los Filósofos. Tras esto, si me preguntare alguno, si el aire es cálido y húmedo, como siente Aristóteles[116], y comunmente dicen, ¿de dónde procede aquel frio que se recoge á la media region del aire? Pues de la esfera del fuego no puede proceder, y si procede del agua y tierra, conforme á razon mas fria, habia de ser la region ínfima, que no la de en medio: cierto que si he de responder verdad, confesaré, que esta objecion y argumento me hace tanta dificultad, que cuasi estoy por seguir la opinion de los que reprueban las cualidades símbolas y disímbolas, que pone Aristóteles en los elementos, y dicen que son imaginacion. Y así afirman, que el aire es de su naturaleza frio, y para esto cierto traen muchas y grandes pruebas. Y dejando otras á parte, una es muy notoria, que en medio de Caniculares solemos con un abanico hacernos aire, y hallamos que nos refresca; de suerte, que afirman estos Autores, que el calor no es propiedad de elemento alguno, sino de solo el fuego, el cual está esparcido y metido en todas las cosas, segun que el Magno Dionisio enseña[117]. Pero ahora sea así, ahora de otra manera (porque no me determino á contradecir á Aristóteles, sino es en cosa muy cierta), al fin todos convienen en que la region media del aire es mucho mas fria que la inferior cercana á la tierra, como tambien la experiencia lo muestra; pues allí se hacen las nieves y el granizo, y la escarcha, y los demás indicios de extremo frio. Pues habiendo de una parte mar, de otras sierras altísimas, por bastantes causas se deben éstas tener, para refrescar y templar el calor de la media region, que llaman Tórrida. NOTAS: [116] Aristotel. Meteo. [117] Dionis. cap. 15. de cael. Hierar. CAPÍTULO XIII _Que la principal causa de ser la Tórrida templada son los vientos frescos._ Mas la templanza de esta region, principalmente, y sobre todo se debe á la propiedad del viento que en ella corre, que es muy fresco y apacible. Fué providencia del Gran Dios, Criador de todo, que en la region donde el Sol se pasea siempre, y con su fuego parece lo había de asolar todo, alli los vientos más ciertos y ordinarios fuesen á maravilla frescos, para que con su frescor se templase el ardor del Sol. No parece que iban muy fuera de camino los que dijeron, que el Paraiso terrestre estaba debajo de la equinoccial, si no les engañara su razon, que para ser aquella region muy templada, les parecía bastar el ser allí los dias y las noches iguales, á cuya opinion otros contradijeron, y el famoso Poéta[118] entre ellos diciendo: _Y aquella parte Está siempre de un Sol bravo encendida, Sin que fuego jamás de ella se aparte._ Y no es la frialdad de la noche tanta, que baste por sí sola á moderar, y corregir tan bravos ardores del sol. Así que por beneficio del aire fresco y apacible recibe la Tórrida tal templanza, que siendo para los antiguos más que horno de fuego, sea para los que ahora la habitan más que primavera deleitosa. Y que este negocio consista principalmente en la cualidad del viento, pruébase con indicios y razones claras. Vemos en un mismo clima unas tierras y pueblos más calientes que otros, solo por participar menos del viento que refresca. Y así otras tierras donde no corre viento, ó es muy terrestre, y abrasado como un bochorno, son tanto fatigadas del calor, que estar en ellas es estar en horno encendido. Tales pueblos y tierras hay no pocas en al Brasil, en Etiopia, en el Paraguay, como todos saben, y lo que es más de advertir, no solo en las tierras, sino en los mismos mares se ven estas diferencias clarísimamente. Hay mares que sienten mucho calor, como cuentan del de Mozambique, y del de Ormúz allá en lo oriental; y en lo occidental el mar de Panamá, que por eso cria caimanes, y el mar del Brasil. Hay otros mares, y aun en los mismos grados de altura, muy frescos, como es el del Perú, en el cual tuvimos frio, como arriba conté, cuando le navegamos la vez primera; y esto siendo en Marzo, cuando el sol anda por encima. Aquí cierto donde el Cielo y el agua son de una misma suerte, no se puede pensar otra cosa de tan gran diferencia, sino la propiedad del viento, que ó refresca, ó enciende. Y si se advierte bien, en esta consideracion del viento que se ha tocado, podránse satisfacer por ella muchas dudas, que con razon ponen muchos, que parecen cosas extrañas y maravillosas. Es á saber, ¿porqué hiriendo el Sol en la Tórrida, y particularmente en el Perú, muy mas recio que por caniculares en España; con todo eso, se defienden de él con mucho menor reparo, tanto, que con la cubierta de una estera, ó de un techo de paja, se hallan mas reparados del calor, que en España con techo de madera, y aun de bóveda? Item, ¿porqué en el Perú las noches de verano no son calientes ni congojosas como en España? Item, ¿porqué en las mas altas cumbres de la sierra, aun entre montones de nieve, acaece muchas veces hacer calores intolerables? ¿Porqué en toda la provincia del Collao, estando á la sombra, por flaca que sea, hace frio, y en saliendo de ella al Sol, luego se siente excesivo calor? Item, ¿porqué siendo toda la costa del Perú llena de arenales muertos, con todo eso es tan templada? Item, ¿porqué distando Potosí de la ciudad de la Plata solas diez y ocho leguas, y teniendo los mismos grados, hay tan notable diferencia, que Potosí es frigidísima, estéril, y seca: la Plata al contrario es templada, y declina á caliente, y es muy apacible, y muy fértil tierra? En efecto, todas estas diferencias y extrañezas el viento es el que principalmente las causa, porque en cesando el beneficio del viento fresco, es tan grande el ardor del Sol, que aunque sea en medio de nieves, abrasa: en volviendo el frescor del aire, luego se aplaca todo el calor, por grande que sea. Y donde es ordinario, y como morador este viento fresco, no consiente que los humos terrenos y gruesos, que exhala la tierra, se junten, y causen calor y congoja, lo cual en Europa es al revés, que por estos humos de la tierra, que queda como quemada del Sol del dia, son las noches tan calientes, pesadas ó congojosas, y así parece, que sale el aire muchas veces como de una boca de un horno. Por la misma razon en el Perú el frescor del viento hace, que en faltando de los rayos del Sol, con cualquier sombra se sienta fresco. Otrosí, en Europa el tiempo mas apacible y suave en el estío es por la mañanica. Por la tarde es el mas recio y pesado. Mas en el Perú, y en toda la equinoccial es al contrario, que por cesar el viento de la mar por las mañanas, y levantarse ya que el Sol comienza á encumbrar, por eso el mayor calor se siente por las mañanas, hasta que viene la virazón que llaman, ó marea, ó viento de mar, que todo es uno, que comienza á sentirse fresco. De esto tuvimos experiencia larga el tiempo que estuvimos en las Islas, que dicen de Barlovento, donde nos acaecía sudar muy bien por las mañanas, y al tiempo de medio dia sentír buen fresco, por soplar entonces la brisa de ordinario, que es viento apacible y fresco. NOTAS: [118] Virg., 4, Georg. CAPÍTULO XIV _Que en la region de la equinoccial se vive vida muy apacible._ Si guiaran su opinion por aqui los que dicen, que el Paraíso terrenal está debajo de la equinoccial[119], aún parece que llevaran algun camino. No porque me determine yo á que está allí el Paraíso de deleites que dice la Escritura, pues sería temeridad afirmar eso por cosa cierta. Mas dígolo, porque si algun Paraíso se puede decir en la tierra, es donde se goza un temple tan suave y apacible. Porque para la vida humana no hay cosa de igual pesadumbre y pena, como tener un Cielo y aire contrario, y pesado, y enfermo; ni hay cosa mas gustosa y apacible, que gozar de el Cielo y aire suave, sano, y alegre. Está claro, que de los elementos ninguno participamos mas á menudo, ni mas en lo interior de el cuerpo, que el aire. Este rodea nuestros cuerpos: éste nos entra en las mismas entrañas, y cada momento visita el corazon, y así le imprime sus propiedades. Si es aire corrupto, en tantico mata: si es saludable, repara las fuerzas; finalmente, solo el aire podemos decir que es toda la vida de los hombres. Así que aunque haya mas riquezas y bienes, si el Cielo es desabrido y mal sano, por fuerza se ha de vivir vida penosa y disgustada. Mas si el aire y Cielo es saludable, y alegre y apacible, aunque no haya otra riqueza, da contento y placer. Mirando la gran templanza, y agradable temple de muchas tierras de Indias, donde ni se sabe qué es invierno, que apriete con frios, ni estío que congoje con calores: donde con una estera se reparan de cualesquier injurias del tiempo: donde apenas hay que mudar vestido en todo el año, digo cierto, que considerando esto, me ha parecido muchas veces, y me lo parece hoy dia, que si acabasen los hombres consigo de desenlazarse de los lazos que la codicia les arma, y si se desengañasen de pretensiones inútiles y pesadas, sin duda podrian vivir en Indias vida muy descansada y agradable. Porque lo que los otros Poétas cantan de los campos Eliseos, y de la famosa Tempe, y lo que Platón, ó cuenta, ó finge de aquella su Isla Atlántida, cierto lo hallarían los hombres en tales tierras, si con generoso corazon quisiesen antes ser señores, que no esclavos de su dinero y codicia. De las cualidades de la equinoccial, y del calor, y frio, sequedad, y lluvias, y de las causas de su templanza, bastará lo que hasta aquí se ha disputado. El tratar mas en particular de las diversidades de vientos, y aguas, y tierras: item, de los metales, plantas, y animales que de ahí proceden, de que en Indias hay grandes y maravillosas pruebas, quedará para otros libros. A este, aunque breve, la dificultad de lo que se ha tratado, le hará por ventura parecer prolijo. FIN DEL SEGUNDO LIBRO NOTAS: [119] Vives lib. 13. de Civitate cap. 21. NOTA DEL AUTOR Adviértese al Lector, que los dos libros precedentes se escribieron en latin, estando yo en el Perú; y así hablan de las cosas de Indias, como de cosas presentes. Despues habiendo venido á España me pareció traducirlos en vulgar, y no quise mudar el modo de hablar que tenian. Pero en los cinco libros siguientes, porque los hice en Europa, fué forzoso mudar el modo de hablar; y así trato en ellos las cosas de Indias, como de tierras y cosas ausentes. Porque esta variedad de hablar pudiera con razon ofender al Lector, me pareció advertirlo aquí de nuevo. LIBRO TERCERO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS CAPÍTULO PRIMERO _Que la historia natural de cosas de las Indias es apacible y deleitoso._ Toda historia natural es de suyo agradable; y á quien tiene consideracion algo más levantada, es tambien provechosa para alabar al Autor de toda la naturaleza, como vemos que lo hacen los varones sabios y santos, mayormente David[120] en diversos Salmos, donde celebra la excelencia de estas obras de Dios. Y Job[121] tratando de los secretos del Hacedor: y el mismo Señor largamente respondiendo á Job. Quien holgare de entender verdaderos hechos de esta naturaleza, que tan varia y abundante es, tendrá el gusto que da la historia, y tanto mejor historia, cuanto los hechos no son por trazas de hombres, sino del Criador: Quien pasare adelante, y llegare á entender las causas naturales de los efectos, tendrá el ejercicio de buena Filosofía: Quien subiere mas en su pensamiento, y mirando al sumo y primer Artífice de todas estas maravillas, gozare de su saber y grandeza, diremos que trata excelente Teología. Así que para muchos buenos motivos puede servir la relacion de cosas naturales, aunque la bajeza de muchos gustos suele mas ordinario parar en lo menos útil, que es un deseo de saber cosas nuevas, que propiamente llamamos curiosidad. La relacion de cosas naturales de Indias, fuera de ese comun apetito, tiene otro, por ser cosas remotas, y que muchas de ellas, ó las mas, no atinaron con ellas los mas aventajados maestros de esta facultad entre los Antiguos. Si de estas cosas naturales de Indias se hubiese de escribir copiosamente, y con la especulacion que cosas tan notables requieren, no dudo yo que se podria hacer obra, que llegase á las de Plinio, y Teofrasto, y Aristóteles. Mas ni yo hallo en mí ese caudal, ni aunque le tuviera, fuera conforme á mi intento, que no pretendo mas de ir apuntando algunas cosas naturales, que estando en Indias vi y consideré, ó las oí de personas muy fidedignas; y me parece no están en Europa tan comunmente sabidas. Y así en muchas de ellas pasaré sucintamente, ó por estar ya escritas por otros, ó por pedir mas especulacion de la que yo les he podido dar. NOTAS: [120] Psalm. 103. 135. 91. 32. 18. 8. [121] Job 28. 38. 39. 40. 41. CAPÍTULO II _De los vientos, y sus diferencias, y propiedades, y causas en general._ Habiéndose, pues, en los dos libros pasados tratado lo que toca al Cielo, y habitacion de Indias en general, síguese decir de los tres elementos, aire, agua, y tierra, y los compuestos de estos, que son metales, y plantas, y animales. Porque del fuego no veo cosa especial en Indias, que no sea así en todas partes: si no le pareciese á alguno, que el modo de sacar fuego, que algunos Indios usan, fregando unos palos con otros, y el de cocer en calabazas, echando en ellas piedras ardiendo, y otros usos semejantes, eran de consideracion, de lo cual anda escrito lo que hay que decir. Mas de los fuegos que hay en volcanes de Indias, que tienen digna consideracion, diráse cómodamente, cuando se trate la diversidad dǝ de tierras, donde esos fuegos y volcanes se hallan. Así que comenzando por los vientos, lo primero que digo es, que con razon Salomon[122] entre las otras cosas de gran ciencia que Dios le habia dado, cuenta y estima el saber la fuerza de los vientos, y sus propiedades, que son cierto maravillosas. Porque unos son lloviosos, otros secos; unos enfermos, y otros sanos; unos calientes, y otros frios, serenos, y tormentosos, estériles, y fructuosos, con otras mil diferencias. Hay vientos, que en ciertas regiones corren, y son como señores de ellas, sin sufrir competencia de sus contrarios. En otras partes andan á veces; ya vencen estos, ya sus contrarios: á veces corren diversos, y aun contrarios juntos, y parten el camino entre sí, y acaece ir el uno por lo alto, y el otro por lo bajo. Algunas veces se encuentran reciamente entre sí, que para los que andan en mar es fuerte peligro. Hay vientos que sirven para generacion de animales, otros que las destruyen. Corriendo cierto viento se ve en alguna costa llover pulgas, no por manera de encarecer, sino que en efecto cubren el aire, y cuajan la playa de la mar; en otras partes llueven sapillos. Estas y otras diferencias, que se prueban tan ciertas, atribuyen comunmente á los lugares por donde pasan estos vientos; porque dicen, que de ellos toman sus cualidades de secos, ó frios, ó húmedos, ó cálidos, ó enfermos, ó sanos, y así las demás. Lo cual en parte es verdad, y no se puede negar, porque en pocas leguas se ven de un mismo viento notables diversidades. En España, pongo ejemplo, el solano ó levante es comunmente cálido y congojoso: en Murcia es el mas sano y fresco que corre, porque viene por aquellas huertas, y vega tan fresca y grande, donde se baña. Pocas leguas de ahí en Cartagena es el mismo viento pesado y mal sano. El ábrego, que llaman los del mar Océano sur, y los del Mediterráneo mezojorno, comunmente es llovioso y molesto: en el mismo pueblo que digo, es sano y sereno. Plinio dice[123], que en Africa llueve con viento del Norte, y el viento de mediodia es sereno. Y lo que en estos vientos he dicho por ejemplo, en tan poca distancia verá, quien lo mirare con algun cuidado, que se verifica muchas veces, que en poco espacio de tierra ó mar un mismo viento tiene propiedades muy diferentes, y á veces harto contrarias. De lo cual se arguye bien, que el lugar por donde pasa, le da su cualidad y propiedad; pero de tal modo es esto verdad, que no se puede de ninguna suerte decir, que esta sea toda la causa, ni aun la mas principal de las diversidades y propiedades de los vientos. Porque en una misma region, que toma (pongo por caso) cincuenta leguas en redondo, claramente se percibe, que el viento de una parte es cálido y húmedo, y de la otra frio y seco, sin que en los lugares por donde pasan haya tal diferencia, sino que de suyo se traen consigo esas cualidades de los vientos; y así se les dan sus nombres generales, como propios, verbi gracia, al septentrion, ó cierzo, ó norte, que todo es uno, ser frio, y seco, y deshacer nublados; á su contrario, el ábrego, ó leveche, ó sur todo lo contrario, ser húmedo, y cálido, y levantar nublados. Así que siendo esto general y comun, otra causa mas universal se ha de buscar para dar razones de estos efectos, y no basta decir que el lugar por donde pasan los vientos, les da las propiedades que tienen, pues pasando por unos mismos lugares hacen efectos muy conocidamente contrarios. Así que es fuerza confesar, que la region del Cielo de donde soplan, les da esas virtudes y cualidades. Y así el cierzo, porque sopla del norte, que es la region mas apartada del Sol, es de suyo frio. El ábrego, que sopla del mediodia, es de suyo caliente, y porque el calor atrae vapores, es juntamente húmedo y llovioso, y al revés el cierzo seco y sutil, por no dejar cuajar los vapores: y á este modo se puede discurrir en otros vientos, atribuyendo las regiones que tienen, á las propiedades del aire de donde soplan. Mas hincando la consideracion en esto un poco mas, no acaba de satisfacer del todo esta razon, Porque preguntaré yo, ¿qué hace la region del aire, de donde viene el viento, si allí no se halla su cualidad? Quiero decir, en Germania el ábrego es cálido y llovioso, y en Africa el cierzo frio y seco; cierto es, que de cualquier region de Germania donda se engendre el ábrego, ha de ser mas fria que cualquiera de Africa, donde se engendra el cierzo. ¿Pues porqué razon ha de ser mas frio en Africa el cierzo, que el ábrego en Germania, siendo verdad que procede de region mas cálida? Dirán que viene del norte, que es frio, No satisface, ni es verdad, porque segun eso, cuando corre en Africa el cierzo, habia de correr en toda la region hasta el norte. Y no es asi, pues en un mismo tiempo corren nortes en tierra de menos grados, y son frios; y corren vendavales en tierra de mas grados, y son cálidos: y esto es cierto, y evidente, y cotidiano. Donde á mi juicio claramente se infiere, que ni basta decir que los lugares por donde pasan los vientos les dan sus cualidades, ni tampoco satisface decir, que por soplar de diversas regiones del aire, tienen esas diferencias, aunque, como he dicho, lo uno y lo otro es verdad; pero es menester mas que eso. Cual sea la propia, y original causa de estas diferencias tan extrañas de vientos, yo no atino á otra, sino que el eficiente, y quien produce el viento, ese le da la primera y más original propiedad. Porque la materia de que se hacen los vientos, que segun Aristóteles y razon, son exhalaciones de los elementos inferiores, aunque con su diversidad de ser mas gruesa, ó mas sutil, mas seca, ó mas humeda, puede causar, y en efecto causa gran parte de esta diversidad; pero tampoco basta, por la misma razon que está tocada; es á saber: que en una misma region donde los vapores, y exhalaciones son de un mismo género, se levantan vientos de operaciones contrarias. Y así parece se ha de reducir el negocio al eficiente superior y celeste, que ha de ser el Sol, y movimiento é influencia de los Cielos, que de diversas partes mueven é influyen variamente. Y porque estos principios de mover é influirnos son á los hombres tan ocultos, y ellos en sí tan poderosos y eficaces, con gran espíritu de sabiduría dijo el Santo Profeta David[124], entre otras grandezas del Señor; y lo mismo replicó el Profeta Jeremías[125]: _Qui educit ventos de thesauris suis_. El que saca los vientos de sus tesoros. Cierto tesoros son ocultos y ricos estos principios, que en su eficiencia tiene el Autor de todo, conque cuando quiere, con suma facilidad saca para castigo, ó para regalo de los hombres, y envia el viento que quiere. Y no como el otro Eolo, que neciamente fingieron los Poétas, tener en su cueva encerrados los vientos, como á fieras en jaula. El principio y origen de estos vientos no le vemos, ni aun sabemos, que tanto duraran, ni dónde procedieron, ni hasta dónde llegarán. Mas vemos y sabemos de cierto los diferentes efectos que hacen, como nos advírtió la suma Verdad, y Autor de todo, diciendo[126]: _Spiritus ubi vult spirat: p vocem ejus audis: p nescis unde veniat aut quo vadat_. El espíritu, ó viento sopla donde le parece, y bien que sientes su soplo, mas no sabes de dónde procedió, ni á dónde ha de llegar. Para que entendamos, que entendiendo tan poco en cosa que tan presente y tan cotidiana nos es, no hemos de presumir de comprehender lo que tan alto, y tan oculto es, como las causas y motivos del Espíritu Santo. Bástanos conocer sus operaciones y efectos, que en su grandeza y pureza se nos descubren bastantemente. Y tambien bastará haber filosofado esto poco de los vientos en general, y de las causas de sus diferencias, y propiedades, y operaciones, que en suma las hemos reducido á tres, es á saber: á los lugares por donde pasan, á las regiones dedonde soplan, y á la virtud celeste movedora y causadora del viento. NOTAS: [122] Sap. 7. [123] Plin. lib. 2. cap. 47. [124] Psalm. 134. v. 7. [125] Gerem. 10, v. 13. [126] Joan. 3. v. 8. CAPÍTULO III _De algunas propiedades de vientos que corren en el nuevo orbe._ Cuestion es muy disputada por Aristóteles[127] si el viento austro, que llamamos ábrego, ó leveche, ó sur (que por ahora todo es uno) sopla desde el otro polo antártico, ó solamente de la equinoccial y mediodia, que en efecto es preguntar, si aquella cualidad que tiene de ser llovioso y caliente, le permanece pasada la equinoccial. Y cierto es bien para dudar, porque aunque se pase la el viento norte, que corre del lado contrario, no deja de ser norte, aunque se pase la Tórrida y la linea. Y asi parece que ambos vientos han de conservar sus primeras propiedades, el uno de ser caliente y húmedo, y el otro de ser frio y seco: el austro de causar nublados y lluvias; y el boreas, ó norte de derramarlas y serenar el Cielo. Mas Aristóteles á la contraria opinion se llega mas, porque por eso es el norte en Europa frio, porque viene del polo, que es region sumamente fria; y el ábrego al revés es caliente, porque viene del mediodia, que es la region que el Sol mas calienta, Pues la misma razon obliga á que los que habitan de la otra parte de la línea les sea el austro frio, y el cierzo, ó norte caliente, porque allí el austro viene del polo, y el norte viene del mediodia. Y aunque parece que ha de ser el austro, ó sur mas frio allá, que es acá el cierzo, ó norte. Porque se tiene por region mas fria la del polo del sur, que la del polo del norte, á causa de gastar el Sol siete dias del año mas hácia el Trópico de Cancro, que hácia el de Capricornio, como claramente se ve por los equinoccios y solsticios, que hace en ambos círculos. Con que parece quiso la naturaleza declarar la ventaja y nobleza, que esta media parte del mundo, que está al norte, tiene sobre la otra media, que está al sur. Siendo así, parece concluyente razon para entender, que se truecan estas cualidades de los vientos en pasando la línea. Mas en efecto no pasa así, cuanto yo he podido comprehender con la experiencia de algunos años que anduve en aquella parte del mundo, que cae pasada la linea al sur. Bien es verdad que el viento norte no es allá tan generalmente frio y sereno como acá. En algunas partes del Perú experimentan, que el norte les es enfermo y pesado, como en Lima, y en los llanos. Y por toda aquella costa, que corre mas de quinientas leguas, tienen al sur por saludable y fresco, y lo que mas es, serenísimo; pues con él jamás llueve, todo al contrario de lo que pasa en Europa, y de esta parte de la linea; pero esto de la costa del Perú no hace regla, antes es excepcion, y una maravilla de naturaleza, que es nunca llover en aquella costa, y siempre correr un viento, sin dar lugar á su contrario; de lo cual se dirá despues lo que pareciere. Ahora quedamos con esto, que el norte no tiene de la otra parte de la linea las propiedades que el austro tiene de ésta, aunque ambos soplan de el mediodia á regiones opuestas. Porque no es general allá, que el norte sea cálido, ni llovioso, como lo es acá el austro, antes llueve allá tambien con el austro, como se ve en toda la sierra del Perú, y en Chile, y en la tierra de Congo, que está pasada la linea, y muy dentro en la mar. Y en Potosí el viento que llaman tomahavi, que si no me acuerdo mal, es nuestro cierzo, es extremadamente seco y frio, y desabrido como por acá. Verdad es, que no es por allá tan cierto el disipar las nubes el norte, ó cierzo, como acá, antes, si no me engaño, muchas veces llueve con él. No hay duda sino que de los lugares por donde pasan, y de las próximas regiones de donde nacen, se les pega á los vientos tan grande diversidad, y efectos contrarios, como cada dia se experimentan en mil partes. Pero hablando en general, para la cualidad de los vientos, mas se mira en los lados y partes del mundo, de donde proceden, que no en ser de ésta, ó de la otra parte de la linea, como á mi parecer acertadamente lo sintió el Filósofo. Estos vientos capitales, que son oriente y poniente, ni acá, ni allá tienen tan notorias y universales cualidades, como los dos dichos. Pero comunmente por acá el solano, ó levante es pesado y mal sano, el poniente, ó zéfiro es mas apacible y sano. En Indias, y en toda la Tórrida, el viento de oriente, que llaman brisa, es al contrario de acá, muy sano y apacible. Del de poniente no sabré decir cosa cierta ni general, mayormente no corriendo en la Tórrida ese viento, sino rarísimas veces. Porque en todo lo que se navega entre los Trópicos, es ordinario y regular viento el de la brisa. Lo cual por ser una de las maravillosas obras de naturaleza, es bien se entienda de raiz como pasa. NOTAS: [127] Aristotel. 2. Meteo. cap. 5. CAPÍTULO IV _Que en la Tórridazona corren siempre brisas, y fuera de ella vendavales y brisas._ No es el camino de mar como el de tierra, que por donde se va, por allí se vuelve. El mismo camino es, dijo el Filósofo, de Atenas á Tebas, y de Tebas á Atenas. En la mar no es así, por un camino se va, y por otro diferente se vuelve. Los primeros descubridores de Indias occidentales, y aun de la oriental, pasaron gran trabajo y dificultad en hallar la derrota cierta para ir, y no menos para volver[128], hasta que la experiencia, que es la maestra de estos secretos, les enseñó que no era el navegar por el Océano, como el ir por el Mediterráneo á Italia, donde se van reconociendo á ida y vuelta unos mismos puertos y cabos, y solo se espera el favor del aire, que con el tiempo se muda. Y aun cuando esto falta, se valen del remo; y así van y vienen galeras costeando. En el mar Océano en ciertos parages no hay esperar otro viento: ya se sabe, que el que corre ha de correr mas ó menos: en fin, el que es bueno, para ir, no es para volver. Porque en pasando del Trópico, y entrando en la Tórrida señorean la mar siempre los vientos que vienen del nacimiento del Sol, que perpetuamente soplan, sin que jamás den lugar á que los vientos contrarios por allí prevalezcan, ni aun se sientan. En donde hay dos cosas maravillosas: una, que en aquella region, que es la mayor de las cinco, en que dividen el mundo, reinen vientos de oriente, que llaman brisas, sin que los de poniente, ó de mediodia, que llaman vendavales, tengan lugar de correr en ningun tiempo de todo el año. Otra maravilla es, que jamás faltan por allí brisas, y en tanto mas ciertas son cuanto el parage es mas propincuo á la línea, que parece habian de ser allí ordinarias las calmas, por ser la parte del mundo mas sujeta al ardor del Sol; y es al contrario, que apenas se hallan calmas, y la brisa es mucho mas fresca y durable. En todo lo que se ha navegado de Indias, se ha averiguado ser así. Esta, pues, es la causa de ser mucho mas breve, y mas fácil, y aun mas segura la navegación que se hace yendo de España á las Indias occidentales, que la de ellas volviendo á España. Salen de Sevilla las flotas, y hasta llegar á las Canarias sienten la mayor dificultad, por ser aquel golfo de las Yeguas vário, y contrastado de varios vientos. Pasadas las Canarias, van bajando hasta entrar en la Tórrida, y hallan luego la brisa, y navegan á popa, que apenas hay necesidad de tocar á las velas en todo el viage. Por eso llamaron á aquel gran golfo, el golfo de las Damas, por su quietud y apacibilidad. Así llegan hasta las Islas Dominica, Guadalupe, Deseada, Marigalante, y las otras que están en aquel parage, que son como arrabales de las tierras de Indias. Allí las flotas se dividen; y las que van á Nueva-España echan á mano derecha en demanda de la Española, y reconociendo el cabo de San Anton, dan consigo en San Juan de Ulúa, sirviéndoles siempre la misma brisa. Las de tierra firme toman la izquierda, y van á reconocer la altísima sierra Tayrona, y tocan en Cartagena, y pasan á Nombre de Dios, de donde por tierra se va á Panamá, y de allí por la mar de el sur al Perú. Cuando vuelven las flotas á España, hacen su viage en esta forma: La de el Perú va á reconocer el cabo de San Anton, y en la Isla de Cuba se entra en la Habana, que es muy hermoso Puerto de aquella Isla. La flota de Nueva-España viene tambien desde la Veracruz, ó Isla de San Juan de Ulúa á la Habana, aunque con trabajo, porque son ordinarias allí las brisas, que son vientos contrarios. En la Habana, juntas las flotas, van la vuelta de España buscando altura fuera de los Trópicos, donde ya se hallan vendavales, y con ellos vienen á reconocer las Islas de Azores, ó Terceras, y de allí á Sevilla. De suerte que la ida es en poca altura, y siempre menos de veinte grados, que es ya dentro de los Trópicos; y la vuelta es fuera de ellos, por lo menos en veinte y ocho, ó treinta grados. Y es la razon, la que se ha dicho, que dentro de los Trópicos reinan siempre vientos de oriente, y son buenos para ir de España á Indias occidentales, porque es ir de oriente á poniente. Fuera de los Trópicos, que son en veinte y tres grados, hállanse vendavales, y tanto mas ciertos, cuanto se sube á mas altura; y son buenos para volver de Indias, porque son vientos de mediodia y poniente, y sirven para volver á oriente y norte. El mismo discurso pasa en las navegaciones que se hacen por el mar del sur, navegando de la Nueva-España, ó el Perú á las Filipinas, ó á la China, y volviendo de las Filipinas, ó China á la Nueva-España. Porque á la ida, como es navegar de oriente á poniente, es fácil; y cerca de la línea se halla siempre viento á popa, que es brisa. El año de ochenta y cuatro salió del Callao de Lima un navío para las Filipinas, y navegó dos mil y setecientas leguas sin ver tierra: la primera que reconoció fué la Isla de Luzón, á donde iba, y allí tomó Puerto, habiendo hecho su viaje en dos meses, sin faltarles jamás viento, ni tener tormenta, y fué su derrota cuasi por debajo de la línea, porque de Lima, que está á doce grados al sur, vinieron á Manila, que está cuasi otros tantos al norte. La misma felicidad tuvo en la ida al descubrimiento de las Islas que llaman de Salomón, Alvaro de Mendaña, cuando las descubrió, porque siempre tuvieron viento á popa, hasta topar las dichas Islas, que deben de distar del Perú, de donde salieron, como mil leguas, y están en la propia altura al sur. La vuelta es como de Indias á España, porque para hallar vendavales los que vuelven de las Filipinas, ó China á Méjico, suben á mucha altura, hasta ponerse en el parage de los Japones, y vienen á reconocer las Californias, y por la costa de la Nueva-España vuelven al Puerto de Acapulco, de donde habian salido. De suerte, que en esta navegacion está tambien verificado, que de oriente á poniente se navega bien dentro de los Trópicos, por reinar vientos orientales: y volviendo de poniente á oriente, se han de buscar los vendavales, ó ponientes fuera de los Trópicos en altura de veinte y siete grados arriba. La misma experiencia hacen los Portugueses en la navegacion á la India, aunque es al revés, porque el ir de Portugal allá es trabajoso, y el volver es más facil. Porque navegan á la ida de poniente á oriente, y así procuran subirse hasta hallar los vientos generales, que ellos dicen que son tambien de veinte y siete grados arriba. A la vuelta reconocen á las Terceras; pero les es mas facil, porque vienen de oriente, y sírvenles las brisas, ó nordestes. Finalmente, ya es regla, y observacion cierta de marineros, que dentro de los Trópicos reinan los vientos de levante; y así es facil navegar al poniente. Fuera de los Trópicos unos tiempos hay brisas, otros, y lo mas ordinario, hay vendavales; y por eso quien navega de poniente á oriente procura salirse de la Tórrida, y ponerse en altura de veinte y siete grados arriba. Con la cual regla se han ya los hombre atrevido á emprehender navegaciones extrañas para partes remotísimas, y jamás vistas. NOTAS: [128] Juan de Barros en la Década 1. lib. 4. cap. 6. CAPÍTULO V _De las diferencias de brisas y vendavales con los demás vientos._ Siendo lo que está dicho cosa tan probada y tan universal, no puede dejar de poner gana de inquirir la causa de este secreto, ¿porqué en la Tórrida se navega siempre de oriente á poniente con tanta facilidad, y no al contrario? que es lo mismo que preguntar, ¿porqué reinan allí las brisas, y no los vendavales? pues en buena Filosofía lo que es perpétuo, y universal, y de _per se_, que llaman los Filósofos, ha de tener causa propia, y de _per se_. Mas antes de dar en esta cuestion, notable á nuestro parecer, será necesario declarar, qué entendemos por brisas, y qué por vendavales, y servirá para ésta, y para otras muchas cosas en materia de vientos y navegaciones. Los que usan el arte de navegar cuentan treinta y dos diferencias de vientos, porque para llevar su proa al puerto que quieren, y tienen necesidad de hacer su cuenta muy puntual, lo mas distinta y menuda que pueden; pues por poco que se eche á un lado, ó á otro, hacen gran diferencia al cabo de su camino, y no cuentan mas de treinta y dos, porque estas divisiones bastan, y no se podria tener cuenta con más que éstas. Pero en rigor, como ponen treinta y dos, podrían poner sesenta y cuatro, y ciento y veinte y ocho, y doscientos y cincuenta y seis; y finalmente, ir multiplicando estas partidas en infinito. Porque siendo como centro el lugar donde se halla el navío, y todo el Emisferio su circunferencia, ¿quién quita que no puedan salir de ese centro al círculo líneas innumerables? y tantas partidas se contarán, y otras tantas divisiones de vientos; pues de todas las partes del Emisferio viene el viento, y el partirle en tantas ó tantas es á nuestra consideracion, que puede poner las que quisiere. Mas el buen sentido de los hombres, y conformándose con él tambien la divina Escritura, señala cuatro vientos, que son los principales de todos, y como cuatro esquinas del Universo, que se fabrican haciendo una Cruz con dos líneas, que la una vaya de polo á polo, y la otra de un equinoccio al otro. Estos son el norte, ó aquilón, y su contrario el austro, ó viento que vulgarmente llamamos mediodia; y á la otra parte el oriente donde sale el Sol, y el poniente donde se pone. Bien que la sagrada Escritura[129] nombra otras diferencias de vientos en algunas partes, como el _euroaquilo_, que llaman los del mar Océano, nordeste, y los del Mediterráneo, gregal, de que hace mencion en la navegacion de San Pablo. Pero las cuatro diferencias solemnes que todo el mundo sabe, esas celebran las divinas letras, que son, como está dicho, septentrion, y mediodia, y oriente. y poniente, Mas porque en el nacimiento del Sol, de donde se nombra el oriente, se hallan tres diferencias, que son las dos declinaciones mayores que hace, y el medio de ellas, segun lo cual nace en diversos puestos en invierno y verano, y en el medio; por eso con razon se cuentan otros dos vientos, que son oriente estival, y oriente hiemal; y por el consiguiente otros dos ponientes contrarios á estos, estival, y hiemal. Y así resultan ocho vientos en ocho puntos notables del Cielo, que son los dos polos, y los dos equinoccios, y los dos solsticios con los opuestos en el mismo círculo. De esta suerte resultan ocho diferencias de vientos, que son notables, las cuales en diversas carreras de mar y tierra tienen diversos vocablos. Los que navegan el Océano suelen nombrarlos así: al que viene del polo nuestro, llaman norte, como al mismo polo: al que se sigue, y sale del oriente estival, nordeste: al que sale del oriente propio y equinoccial, llaman leste: al del oriente hiemal, sueste: al de el mediodia, ó polo antártico, sur: al que sale del ocaso hiemal, sudueste: al del ocaso propio y equinoccial, oeste: al del ocaso estival, norueste. Los demás vientos fabrican entre estos, y participan de los nombres de aquellos á que se allegan, como nornorueste, nornordeste, lesnordeste, lessueste, susueste, sudueste, ossudueste, osnorueste, que cierto en el mismo modo de nombrarse, muestran arte, y dan noticia de los lugares de donde proceden los dichos vientos. En el mar Mediterráneo, aunque siguen la misma arte de contar, nombran diferentemente estos vientos. Al norte llaman tramontana: á su opuesto el sur llaman mezojorno, ó mediodia: al leste llaman levante: al oeste poniente; y á los que entre estos cuatro se atraviesan, al sueste dicen jiroque, ó jaloque: á su opuesto, que es norueste, llaman maestral: al nordeste llaman greco, ó gregal; y á su contrario el sudueste llaman leveche, que es lybico, ó africo en latin. En latin los cuatro cabos son, _septentrio_, _auster_, _subsulanos_, _favonius_; y los entrepuestos son, _aquilo_, _vulturnus_, _africus_, y _corus_. Segun Plinio[130]_vulturnus_, y _eurus_ son el mismo viento que es sueste, ó jaloque: _favonius_ el mismo que oeste, ó poniente: _aquilo_, y _boreas_ el mismo que nornordeste, ó gregal tramontana: _africus_, y _lybs_ el mismo que sudueste, ó leveche: _auster_, y _notus_ el mismo que sur, ó mediodia: _corus_, y _zefyrus_ el mismo que norueste, ó maestral. Al propio que es nordeste, ó gregal, no le da otro nombre sino _phenicias_: otros los declaran de otra manera; y no es de nuestro intento averiguar al presente los nombres latinos y griegos de los vientos. Ahora digamos, cuales de estos vientos llaman brisas, y cuales vendavales, nuestros marineros del mar Océano de Indias. Es así que mucho tiempo anduve confuso con estos nombres, viéndoles usar de estos vocablos muy diferentemente, hasta que percibí bien, que mas son nombres generales, que no especiales de vientos ni partidas. Los que les sirven para ir á Indias, y dan cuasi á popa, llaman brisas, que en efecto comprehenden todos los vientos orientales, y sus allegados, y cuartas. Los que les sirven para volver de Indias llaman vendavales, que son desde el sur hasta el poniente estival. De manera, que hacen como dos cuadrillas de vientos, de cada parte la suya, cuyos caporales son: de una parte, nordeste, ó gregal: de otra parte, sudueste, ó leveche. Mas es bien saber, que de los ocho vientos, ó diferencias que contamos, los cinco son de provecho para navegar, y los otros tres no: quiero decir, que cuando navega en la mar una nave, puede caminar, y hacer el viage que pretende, de cualquiera de cinco partes que corra el viento, aunque no le será igualmente provechoso; mas corriendo de una de tres, no podrá navegar á donde pretende. Como si va al sur, con norte, y con nordeste, y con norueste navegará, y tambien con leste, y con oeste, porque los de los lados igualmente sirven para ir, y para venir. Mas corriendo sur, que es derechamente contrario, no puede navegar al sur, ni podrá con los otros dos laterales suyos, que son sueste, y sudueste. Esto es cosa muy trillada á los que andan por mar, y no habia necesidad de ponerlo aquí, sino solo para significar, que los vientos laterales del propio y verdadero oriente, esos soplan comunmente en la Tórrida, y los llaman brisas: y los vientos de mediodia hácia poniente, que sirven para navegar de occidente á oriente, no se hallan comunmente en la Tórrida: y así los suben á buscar fuera de los Trópicos, y esos nombran los marineros de Indias comunmente vendavales. NOTAS: [129] Act. 27. [130] Plin. lib. 2. cap. 47. Gell. lib. 2. cap. 22. CAPÍTULO VI _Qué sea la causa de hallarse siempre viento de oriente en la Tórrida para navegar._ Digamos ahora cerca de la cuestion propuesta, cual sea la causa de navegarse bien en la Tórrida de oriente á poniente, y no al contrario. Para lo cual se han de presuponer dos fundamentos verdaderos: el uno es, que el movimiento del primer móvil, que llaman rapto, ó diurno, no solo lleva tras sí, y mueve á los orbes celestes á él inferiores, como cada dia lo vemos en el Sol, Luna, y Estrellas, sino que tambien los elementos participan aquel movimiento, en cuanto no son impedidos. La tierra no se mueve así por su graveza tan grande, con que es inepta para ser movida circularmente, como tambien porque dista mucho del primer móvil. El elemento del agua tampoco tiene este movimiento diurno, porque con la tierra está abrazado, y hace una esfera, y la tierra no le consiente moverse circularmente. Esotros dos elementos fuego, y aire son mas sutiles, y mas cercanos á los orbes celestes, y así participan su movimiento, siendo llevados circularmente como los mismos cuerpos celestes. De el fuego no hay duda, si hay esfera suya, como Aristóteles, y los demás la ponen. El aire es el que hace á nuestro caso: y que éste se mueva con el movimiento diurno de oriente á poniente, es certísimo, por las apariencias de los cometas, que clarísimamente se ven mover de oriente á occidente, naciendo, y subiendo, y encumbrando, y bajando; y finalmente, dando vuelta á nuestro Emisferio, de la misma manera que las Estrellas que vemos mover en el firmamento. Y estando los cometas en la region, y esfera del aire, donde se engendran, y aparecen, y se deshacen, imposible sería moverse circularmente, como se mueven, si el movimiento del aire donde está, no se moviese con ese propio movimiento. Porque siendo, como es, materia inflamada, se estaria queda, y no andaria al derredor, si la esfera donde está, estuviese queda. Si no es que finjamos que algun Angel, ó inteligencia anda con el cometa trayéndole al derredor. El año de mil y quinientos y setenta y siete se vió aquel maravilloso cometa, que levantaba una figura de plumage desde el horizonte cuasi hasta la mitad del Cielo, y duró desde primero de Noviembre hasta ocho de Diciembre. Digo desde primero de Noviembre, porque aunque en España se notó, y vió á los nueve de Noviembre, segun refieren historias de aquel tiempo; pero en el Perú, donde yo estaba á la sazon, bien me acuerdo, que le vimos, y notamos ocho dias antes por todos ellos. La causa de esta diversidad dirán otros; lo que yo ahora digo es, que en estos cuarenta dias que duró, advertimos todos, así los que estaban en Europa, como los que estábamos entonces en Indias, que se movia cada dia con el movimiento universal de oriente á poniente, como la Luna, y las otras Estrellas. De donde consta, que siendo su region la esfera del aire, el mismo elemento se movia así. Advertimos tambien, que además de ese movimiento universal tenia otro particular, con que se movia con los planetas de occidente á oriente, porque cada noche estaba mas oriental, como lo hace la Luna, el Sol, y la Estrella de Venus. Advertimos otrosí, que con otro tercero movimiento particularísimo se movia en el zodiaco hácia el norte; porque al cabo de algunas noches estaba mas conjunto á signos septentrionales. Y por ventura fué ésta la causa de verse primero este gran cometa de los que estaban mas australes, como son los de el Perú. Y despues, como con el movimiento tercero, que he dicho, se llegaba mas á los septentrionales, le comenzaron á ver mas tarde los de Europa; pero todos pudieron notar las diferencias de movimientos que he dicho. De modo, que se pudo echar bien de ver que llegaba la impresion de diversos cuerpos celestes á la esfera del aire, así que es negocio sin duda el moverse el aire con el movimiento circular del Cielo, de oriente á poniente, que es el presupuesto, ó fundamento. El segundo no es menos cierto y notorio, es á saber, que este movimiento del aire, por las partes que caen debajo de la equinoccial, y son propincuas á ella, es velocísimo, y tanto mas, cuanto mas se acerca á la equinoccial, como por el consiguiente tanto es mas remiso y tardío este movimiento, cuanto mas se aleja de la linea, y se acerca á los polos. La razon de esto es manifiesta, porque siendo la causa eficiente de este movimiento el movimiento del cuerpo celeste, forzoso ha de ser mas presuroso, donde el cuerpo celeste se mueve mas velozmente. Y que en el Cielo la Tórrida tenga mas veloz movimiento, y en ella la linea mas que otra parte alguna del Cielo, querer mostrarlo sería hacer á los hombres faltos de vista; pues en una rueda es evidente, que la circunferencia mayor se mueve mas velozmente que la menor, acabando su vuelta grande en el mismo espacio de tiempo que la menor acaba la suya chica. De estos dos presupuestos se sigue la razon, porque los que navegan golfos grandes, navegando de oriente á poniente, hallan siempre viento á popa yendo en poca altura, y cuanto mas cercanos á la equinoccial, tanto mas cierto y durable es el viento; y al contrario, navegando de poniente á oriente, siempre hallan viento por proa, y contrario. Porque el movimiento velocísímo de la equinoccial lleva tras sí al elemento del aire, como á los demás orbes superiores, y así el aire sigue siempre el movimiento del dia yendo de oriente á poniente, sin jamás variar, y el movimiento del aire veloz, y eficaz lleva tambien tras si los bahos, y exhalaciones que se levantan de la mar, y esto causa ser en aquellas partes y region contínuo el viento de brisa, que corre de levante. Decia el P. Alonso Sanchez, que es un Religioso de nuestra Compañía, que anduvo en la India occidental, y en la oriental, como hombre tan práctico, y tan ingenioso, que el navegar con tan contínuo y durable tiempo debajo de la línea, ó cerca de ella, que le parecía á él, que el mismo aire movido del Cielo era el que llevaba los navios, y que no era aquello viento propiamente, ni exhalacion, sino el propio elemento del aire movido del curso diurno del Cielo. Traía en confirmacion de esto, que en el golfo de las Damas, y en esotros grandes golfos que se navegan en la Tórrida, es el tiempo uniforme, y las velas van con igualdad extraña, sin impetu ninguno, y sin que sea menester mudarlas cuasi en todo el camino. Y si no fuera aire movido del Cielo, alguna vez faltaría, y algunas se mudaría en contrario, y algunas tambien fuera tormentoso. Aunque esto está dicho doctamente, no se puede negar que sea tambien viento, y le haya, pues hay bahos y exhalaciones del mar; y vemos manifiestamente, que la misma brisa á ratos es mas fuerte, y á ratos mas remisa, tanto que á ratos no se pueden llevar velas enteras. Háse, pues, de entender, y es así la verdad, que el aire movido lleva tras si los bahos que halla, porque su fuerza es grande, y no halla resistencia; y por eso es contínuo, y cuasi uniforme el viento de oriente á poniente cerca de la línea, y cuasi en toda la Tórridazona, que es el camino que anda el Sol entre los dos círculos de Cancer y Capricornio. CAPÍTULO VII _Porqué causa se hallan mas ordinarios vendavales saliendo de la Tórrida á mas altura._ Quien consideráre la que está dicho, podrá tambien entender, que yendo de poniente á oriente en altura que exceda los Trópicos, es conforme á razon hallar vendavales. Porque como el movimiento de la equinoccial tan veloz es causa que debajo de ella el aire se mueva, siguiendo su movimiento, que es de oriente á poniente, y que lleve tras sí de ordinario los vahos que la mar levanta; así al revés los vahos y exhalaciones que de los lados de la equinoccial ó Tórrida se levantan, con la repercusion que hacen topando en la corriente de la Zona, revuelven cuasi en contrario, y causan los vendavales, ó suduestes tan experimentados por esas partes. Así como vemos que las corrientes de las aguas, si son heridas y sacudidas de otras mas recias, vuelven cuasi en contrario. Al mismo modo parece acaecer en Ios bahos y exhalaciones por donde los vientos se despiertan á unas partes y á otras. Estos vendavales reinan mas ordinariamente en mediana altura de veinte y siete á treinta y siete grados, aunque no son tan ciertos y regulares como las brisas en poca altura, y la razon lo lleva; porque los vendavales no se causan de movimiento propio y uniforme de el Cielo, como las brisas cerca de la linea; pero son, como he dicho, mas ordinarios, y muchas veces furiosos sobre manera y tormentosos. En pasando á mayor altura, como de cuarenta grados, tampoco hay mas certidumbre de vientos en la mar, que en la tierra. Unas veces son brisas, ó nortes; otras son vendavales, ó ponientes; y así son las navegaciones mas inciertas y peligrosas. CAPÍTULO VIII _De las excepciones que se hallan en la regla ya dicha, y de los vientos y calmas que hay en mar y tierra,_ Lo que se ha dicho de los vientos que corren de ordinario dentro y fuera de la Tórrida, se ha de entender en la mar en los golfos grandes; porque en tierra es de otra suerte, en la cual se hallan todos vientos, por las grandes desigualdades que tiene de sierras y valles, y multitud de rios y lagos, y diversas facciones de País, de donde suben vapores gruesos y varios, y segun diversos principios son movidos á unas y otras partes así causan diversos vientos, sin que el movimiento del aire causado del Cielo pueda prevalecer tanto, que siempre los lleve tras sí. Y no solo en la tierra, sino tambien en las costas del mar en la Tórrida, se hallan estas diversidades de vientos por la misma causa. Porque hay terrales que vienen de tierra, y hay mareros que soplan del mar: de ordinario los de mar son suaves y sanos, y los de tierra pesados y mal sanos, aunque segun la diferencia de las costas, asi es la diversidad que en esto hay. Comunmente los terrales, ó terrenos soplan despues de media noche hasta que el Sol comienza á encumbrar; los de mar, desde que el Sol va calentando hasta despues de ponerse. Por ventura es la causa, que la tierra, como materia mas gruesa, humea mas ida la llama del Sol, como lo hace la leña mal seca, que en apagándose la llama, humea mas. La mar, como tiene mas sutiles partes, no levanta humos, sino cuando la están calentando, como la paja, ó heno, si es poca, ó no bien seca, que levanta humo cuando la queman, y en cesando la llama cesa el humo. Cualquiera que sea la causa de esto, ello es cierto, que el viento terral prevalece mas con la noche, y el de mar, al contrario, mas con el dia. Por el mismo modo, como en las costas hay vientos contrarios, y violentos á veces, y muy tormentosos, acaece haber calmas y muy grandes. En gran golfo, navegando debajo de la línea, dicen hombres muy expertos, que no se acuerdan haber visto calmas, sino que siempre poco ó mucho se navega, por causa del aire movido del movimiento celeste, que basta á llevar el navío, dando, como da, á popa. Ya dije, que en dos mil y setecientas leguas siempre debajo, ó no mas lejos de diez ó doce grados de la linea, fué una nave de Lima á Manila por Febrero y Marzo, que es cuando el Sol anda mas derecho encima, y en todo este espacio no hallaron calmas, sino viento fresco; y asi en dos meses hicieron tan grave viage. Mas cerca de tierra, en las costas, ó donde alcanzan los vapores de Islas, ó tierra firme, suele haber muchas y muy crueles calmas en la Tórrida, y fuera de ella. De la misma manera los turbiones, y aguaceros repentinos, y torbellinos, y otras pasiones tormentosas del aire, son mas ciertas y ordinarias en las costas, y donde alcanzan los bahos de tierra, que no en el gran golfo; esto entiendo en la Tórrida, porque fuera de ella, así calmas, como turbiones, tambien se hallan en alta mar. No deja, con todo eso, entre los Trópicos, y en la misma linea, de haber aguaceros, y súbitas lluvias á veces, aunque sea muy adentro en la mar, porque para eso bastan las exhalaciones y vapores del mar, que se mueven á veces presurosamente en el aire, y causan truenos y turbiones; pero esto es mucho mas ordinario cerca de tierra, y en la misma tierra. Cuando navegué del Perú á la Nueva-España advertí, que todo el tiempo que fuimos por la costa del Perú, fué el viage, como siempre suele, fácil y sereno, por el viento sur, que corre allí, y con él se viene á popa la vuelta de España, y de Nueva-España: cuando atravesamos el golfo, como ibamos muy dentro en la mar, y cuasi debajo de la linea, fué el tiempo muy apacible, y fresco, y á popa. En llegando al parage de Nicaragua, y por toda aquella costa, tuvimos tiempos contrarios, y muchos nublados y aguaceros, y viento que á veces bramaba horriblemente. Y toda esta navegacion fué dentro de la Zonatórrida, porque de doce grados al sur que está Lima, navegamos á diez y siete, que está Guatulco, puerto de Nueva-España. Y creo que los que hubieren tenido cuenta en lo que han navegado dentro de la Tórrida, hallarán, poco mas ó menos, lo que está dicho; y esto baste de la razon general de vientos que reinan en la Tórridazona por el mar. CAPÍTULO IX _De algunos efectos maravillosos de vientos en partes de Indias._ Gran saber sería explicar por menudo los efectos admirables que hacen diversos vientos en diversas partes, y dar razon de tales obras. Hay vientos que naturalmente enturbian el agua de la mar, y la ponen verdinegra; otros la ponen clara como un espejo. Unos alegran de suyo y recrean, otros entristecen y ahogan. Los que crian gusanos de seda tienen gran cuenta con cerrar las ventanas cuando corren esos vendavales; y cuando corren los contrarios, las abren; y por cierta experiencia hallan, que con los unos se les muere su ganado, ó desmedra, con los otros se mejora, y engorda. Y aun en sí mismo lo probará el que advirtiere en ello, que hacen notables impresiones y mudanzas en la disposicion del cuerpo las variedades de vientos que andan, mayormente en las partes afectas ó indispuestas, y tanto mas, cuanto son delicadas. La Escritura[131] llama á un viento, abrasador; y á otro le llama, viento de rocío suave. Y no es maravilla, que en las yerbas, y en los animales, y hombres se sientan tan notables efectos del viento, pues en el mismo hierro, que es el mas duro de los metales, se sienten visiblemente. En diversas partes de Indias vi rejas de hierro molidas y deshechas, y que apretando el hierro entre los dedos se desmenuzaba, como si fuera heno ó paja seca; y todo esto causado de solo el viento, que todo lo gastaba y corrompia sin remedio. Pero dejando otros efectos grandes y maravillosos, solamente quiero referir dos: uno, que con dar angustias mas que de muerte, no daña: otro, que sin sentirse corta la vida. El marearse los hombres que comienzan á navegar, es cosa muy ordinaria; y si como lo es tanto y tan sabido su poco daño, no se supiera, pensáran los hombres que era aquél el mal de muerte, segun corta, congoja, y aflige el tiempo que dura, con fuertes bascas de estómago, y dolor de cabeza, y otros mil accidentes molestos. Este tan conocido y usado efecto hace en los hombres la novedad del aire de la mar, porque aunque es así que el movimiento del navío, y sus vaivenes hacen mucho al caso para marearse más ó menos, y asímismo la infeccion y mal olor de cosas de naves; pero la propia y radical causa es el aire y bahos del mar, lo cual extraña tanto el cuerpo y el estómago que no está hecho á ello, que se altera y congoja terriblemente, porque el aire en fin es con el que vivimos y respiramos, y le metemos en las mismas entrañas, y las bañamos con él. Y así no hay cosa que mas presto, ni mas poderosamente altere, que la mudanza del aire que respiramos, como se ve en los que mueren de peste. Y que sea el aire de la mar el principal movedor de aquella extraña indisposicion y náusea, pruébase con muchas experiencias. Una es, que corriendo cierto aire de la mar fuerte, acaece marearse los que están en tierra, como á mí me ha acaecido á veces. Otra, que cuanto mas se entra en mar, y se apartan de tierra, mas se marean. Otra, que yendo cubiertos de alguna Isla, en embocando aire de gruesa mar, se siente mucho mas aquel accidente: aunque no se niega, que el movimiento y agitacion tambien causa mareamiento, pues vemos que hay hombres que pasando rios en barcas, se marean, y otros que sienten lo mismo andando en carros, ó coches, segun son las diversas complexiones de estómago: como al contrario hay otros, que por gruesas mares que haga, no saben jamás qué es marearse. Pero en fin, llano y averiguado negocio es, que el aire de la mar causa de ordinario ese efecto en los que de nuevo entran en ella. He querido decir todo esto para declarar un efecto extraño que hace en ciertas tierras de Indias el aire ó viento que corre, que es marearse los hombres con él, no menos, sino mucho mas que en la mar. Algunos lo tienen por fábula, y otros dicen que es encarecimiento esto: yo diré lo que pasó por mí. Hay en el Perú una sierra altísima, que llaman Pariacaca; yo habia oído decir esta mudanza que causaba, y iba preparado lo mejor que pude, conforme á los documentos que dan allá los que llaman Vaquianos ó prácticos; y con toda mi preparacion, cuando subí las escaleras, que llaman, que es lo mas alto de aquella sierra, cuasi súbito me dió una congoja tan mortal, que estuve con pensamientos de arrojarme de la cabalgadura en el suelo; y porque aunque íbamos muchos, cada uno apresuraba el paso, sin aguardar compañero, por salir presto de aquel mal parage, solo me hallé con un Indio, al cual le rogué me ayudase á tener en la bestia. Y con esto luego tantas arcadas y vómitos, que pensé dar el alma, porque tras la comida y flemas, cólera y mas cólera, y una amarilla, y otra verde, llegué á echar sangre, de la violencia que el estómago sentía. Finalmente digo, que si aquello durara, entendiera ser cierto el morir, mas no duró sino obra de tres ó cuatro horas, hasta que bajamos bien abajo, y llegamos á temple mas conveniente, donde todos los compañeros, que serian catorce ó quince, estaban muy fatigados, algunos caminando pedian confesion, pensando realmente morir. Otros se apeaban, y de vómitos y cámaras estaban perdidos: á algunos me dijeron, que les habia sucedido acabar la vida de aquel accidente. Otro ví yo, que se echaba en el suelo, y daba gritos del rabioso dolor que le habia causado la pasada de Pariacaca. Pero lo ordinario es no hacer daño de importancia, sino aquel fastidio y disgusto penoso que da mientras dura. Y no es solamente aquel paso de la sierra Pariacaca el que hace este efecto, sino toda aquella cordillera, que corre á la larga mas de quinientas leguas, y por donde quiera que se pase, se siente aquella extraña destemplaza, aunque en unas partes mas que en otras, y mucho mas á los que suben de la costa de la mar á la sierra, que no en los que vuelven de la sierra á los llanos. Yo la pasé fuera de Pariacaca, tambien por los Lucanas y Soras, y en otra parte por los Collaguas, y en otra por los Cabanas; finalmente, por cuatro partes diferentes en diversas idas y venidas, y siempre en aquel parage sentí la alteracion y mareamiento, que he dicho, aunque en ninguna tanto como en la primera vez de Pariacaca. La misma experiencia tienen los demás que la han probado. Que la causa de esta destemplanza y alteracion tan extraña sea el viento ó aire que allí reina, no hay duda ninguna, porque todo el remedio (y lo es muy grande) que hallan es, en taparse cuanto pueden oídos, y narices, y boca, y abrigarse de ropa especialmente el estómago. Porque el aire es tan sutil y penetrativo, que pasa las entrañas; y no solo los hombres sienten aquella congoja, pero tambien las bestias, que á veces se encalman de suerte, que no hay espuelas que basten á moverlas. Tengo para mi, que aquel parage es uno de los lugares de la tierra que hay en el mundo mas alto; porque es cosa inmensa lo que se sube, que á mi parecer los puertos nevados de España, y los Pirineos y Alpes de Italia, son como casas ordinarias respecto de torres altas; y así me persuado que el elemento de el aire está allí tan sutil y delicado, que no se proporciona á la respiracion humana, que le requiere mas grueso y mas templado; y esa creo es la causa de alterar tan fuertemente el estómago, y descomponer todo el sugeto. Los puertos nevados, ó sierras de Europa, que yo he visto, bien que tienen aire frio, que da pena, y obliga á abrigarse muy bien; pero ese frio no quita la gana del comer, antes la provoca; ni causa vómitos, ni arcadas en el estómago, sino dolor en los pies, ó manos; finalmente, es exterior su operacion; mas el de Indias, que digo, sin dar pena á manos, ni pies, ni parte exterior, revuelve las entrañas. Y lo que es mas de admirar, acaece haber muy gentiles soles, y calor en el mismo parage; por donde me persuado, que el daño se recibe de la cualidad del aire que se aspira y respira, por ser sutilísimo y delicadísimo, y su frio no tan sensible, como penetrativo. De ordinario es despoblada aquella cordillera, sin pueblos, ni habitacion humana, que aun para los pasageros apenas hay tambos, ó chozas donde guarecerse de noche. Tampoco se crian animales buenos, ni malos, sino son vicuñas, cuya propiedad es extraña, como se dirá en su lugar. Está muchas veces la yerba quemada y negra del aire que digo. Dura el despoblado de veinte á treinta leguas de traviesa, y en largo, como he dicho, corre mas de quinientas. Hay otros despoblados, ó desiertos, ó páramos, que llaman en el Perú Punas, porque vengamos á lo segundo que prometimos, donde la cualidad del aire sin sentir corta los cuerpos y vidas humanas. En tiempos pasados caminaban los Españoles del Perú al Reino de Chile por la sierra, ahora se va de ordinario por mar, y algunas veces por la costa, que aunque es trabajoso y molestísimo camino, no tiene el peligro que el otro camino de la sierra, en el cual hay unas llanadas, donde al pasar perecieron muchos hombres, y otros escaparon con gran ventura; pero algunos de ellos mancos, ó lisiados. Da allí un airecillo no recio, y penetra de suerte, que caen muertos cuasi sin sentirlo, ó se les caen cortados de los pies y manos dedos, que es cosa que parece fabulosa, y no lo es, sino verdadera historia. Yo conocí, y traté mucho al General Gerónimo Costilla, antiguo poblador del Cuzco, al cual le faltaban tres ó cuatro dedos de los pies, que pasando por aquel despoblado á Chile, se le cayeron, porque penetrados de aquel airecillo, cuando los fué á mirar, estaban muertos, y como se cae una manzana anublada del árbol, se cayeron ellos mismos, sin dar dolor, ni pesadumbre. Referia el sobredicho Capitan, que de un buen ejército, que habia pasado los años antes, despues de descubierto aquel Reino por Almagro, gran parte habia quedado allí muerta, y que vió los cuerpos tendidos por allí, y sin ningun olor malo, ni corrupcion. Y aun añadia otra cosa extraña, que hallaron vivo un muchacho, y preguntado cómo habia vivido, dijo, que escondiéndose en no sé qué chocilla, de donde salia á cortar con un cuchillejo de la carne de un rocín muerto, y así se habia sustentado largo tiempo; y que no sé cuantos compañeros que se mantenian de aquella suerte, ya se habian acabado todos, cayéndose un dia uno, y otro dia otro amortecidos, y que él no queria ya, sino acabar allí como los demás, porque no sentia en sí disposicion para ir á parte ninguna, ni gustar de nada. La misma relacion oí á otros, y entre ellos, á uno que era de la Compañia, y siendo seglar habia pasado por allí. Cosa maravillosa es la cualidad de aquel aire frio, para matar, y juntamente para conservar los cuerpos muertos sin corrupcion. Lo mismo me refirió un Religioso grave, Dominico, y Prelado de su Orden, que lo habia él visto, pasando por aquellos despoblados; y aun me contó, que siéndole forzoso hacer noche allí para ampararse del vientecillo, que digo que corre en aquel parage tan mortal, no hallando otra cosa á manos, juntó cantidad de aquellos cuerpos muertos que habia al derredor, é hizo de ellos una como paredilla por cabecera de su cama; y así durmió, dándole la vida los muertos. Sin duda es un género de frio aquél, tan penetrativo, que apaga el calor vital, y corta su influencia; y por ser juntamente sequísimo, no corrompe, ni pudre los cuerpos muertos, porque la corrupcion procede de calor y humedad. Cuanto á otro género de aire, que se siente sonar debajo de la tierra, y causa temblores y terremotos, mas en Indias que en otras partes, decirse ha cuando se trate de las cualidades de la tierra de Indias. Por ahora contentarnos hemos con lo dicho de los vientos y aires, y pasaremos á lo que se ofrece considerar del agua. NOTAS: [131] Exod. 10. p. 14. Job 27. Jon. 4. Ose. 13. Dan. 3. CAPÍTULO X _Del Océano, que rodea las Indias, y de la mar del norte, y del sur._ En materia de aguas, el principado tiene el gran mar Océano, por el cual se descubrieron las Indias, y todas sus tierras están rodeadas de él; porque ó son Islas del mar Océano, ó tierra firme, que tambien por donde quiera que fenece y se acaba, se parte con el mismo Océano. No se há hasta ahora en el nuevo orbe descubierto mar Mediterráneo, como le tienen Europa, Asia y Africa, en las cuales entran unos brazos de aquel inmenso mar, y hacen mares distintos, tomando los nombres de las provincias y tierras que bañan; y cuasi todos estos mares Mediterráneos se continúan entre sí, y al cabo con el mismo Océano en el Estrecho de Gibraltar, que los Antiguos nombraron Columnas de Hércules. Aunque el mar Rojo desasido de esotros Mediterráneos por sí se entra en el Océano Indico, y el mar Caspio con ninguno se junta. Mas en Indias, como digo, ningun otro mar se halla sino el Océano, y éste dividen en dos: uno, que llaman mar del norte: otro, mar del sur. Porque la tierra de Indias occidentales, que fue descubierta por el Océano que llega á España, toda está puesta al norte, y por esa tierra vinieron á descubrir mar de la otra parte de ella, la cual llamaron del sur, porque por ella bajaron hasta pasar la linea, y perdido el norte, ó polo Artico, descubrieron el polo Antártico, que llaman sur. Y de ahí quedó nombrar mar del sur todo aquel Océano, que está de la otra parte de las Indias occidentales, aunque sea grandísima parte de él puesta al norte, como lo está toda la costa de la Nueva-España, y de Nicaragua, y de Guatemala, y de Panamá. El primer descubridor de este mar del sur, dicen, haber sido un Blasco Nuñez de Balboa; descubrióse por lo que ahora llaman Tierra-firme, en donde se estrecha la tierra lo sumo, y los dos mares se allegan tanto uno al otro, que no distan mas de siete leguas, porque aunque se andan diez y ocho de Nombre de Dios á Panamá, es rodeando, y buscando la comodidad del camino; mas tirando por recta linea, no dista mas de lo dicho un mar de el otro. Han platicado algunos de romper este camino de siete leguas, y juntar el un mar con el otro, para hacer cómodo el pasage al Perú, en el cual dan mas costa, y trabajo diez y ocho leguas de tierra, que hay entre Nombre de Dios y Panamá, que dos mil y trescientas que hay de mar. A esta plática no falta quien diga, que sería anegar la tierra; porque quieren decir, que el un mar está mas bajo que el otro, como en tiempos pasados se halla por las historias haberse dejado de continuar por la misma consideracion el mar Rojo con el Nilo, en tiemdel Rey Sesostris, y despues del Imperio Otomano[132]. Mas para mí tengo por cosa vana tal pretension, aunque no hubiese el inconveniente que dicen, el cual yo no tengo por cierto; pero eslo para mí, que ningun poder humano bastará á derribar el monte fortísimo é impenetrable que Dios puso entre los dos mares, de montes y peñas durísimas, que bastan á sustentar la furia de ambos mares. Y cuando fuese á hombres posible, sería á mi parecer muy justo temer del castigo del Cielo, querer enmendar las obras que el Hacedor, con sumo acuerdo y providencia, ordenó en la fábrica de este universo. Cesando, pues, de este cuidado de abrir la tierra y unir los mares, hubo otro menos temerario; pero bien difícil y peligroso de inquirir, si estos dos grandes abismos se juntaban en alguna parte del mundo. Y ésta fué la empresa de Fernando Magallanes, Caballero Portugués, cuya osadía y constancia grande en inquirir este secreto, y no menos feliz suceso en hallarle, con eterna memoria puso nombre al Estrecho, que con razon por su inventor se llama de Magallanes: de el cual, como de una de las grandes maravillas del mundo, trataremos un poco. El Estrecho, pues, que en la mar del sur halló Magallanes, creyeron algunos, ó que no lo habia, ó se habia ya cerrado, como Don Alonso de Ercilla escribe en su Araucana; y hoy dia hay quien diga que no hay tal Estrecho, sino que son Islas entre la mar, porque lo que es tierra firme, se acaba allí, y el resto es todo Islas, y al cabo de ellas se junta el un mar con el otro amplísimamente, ó por mejor decirse, es todo un mismo mar. Pero de cierto consta haber el Estrecho, y tierra larguísima á la una banda y á la otra, aunque la que está de la otra parte del Estrecho al sur no se sabe hasta dónde llegue. Despues de Magallanes, pasó el Estrecho un navío del Obispo de Plasencia D. Gutierre Carvajal, cuyo mastil dicen, que está en Lima á la entrada de Palacio. De la banda del sur se fué despues á descubrir por orden de Don Garcia de Mendoza, que entonces tenia el gobierno de Chile; y así le halló y pasó el Capitan Ladrillero, cuya relacion notable yo leí, aunque dice no haberse atrevido á desembocar el Estrecho, sino que habiendo ya reconocido la mar del norte, dió la vuelta por la aspereza del tiempo, que era ya entrado el invierno; y venian, segun dice, las olas del norte furiosas, y las mares hechas todas espuma de bravas. En nuestros dias pasó el propio Estrecho Francisco Drac, Inglés corsario: despues le pasó el Capitan Sarmiento por la banda del sur; y ahora últimamente, en este año pasado de ochenta y siete, con la instruccion que dió Drac, le han pasado otros corsarios Ingleses, que al presente andan en la costa del Perú. Y porque me parece notable la relacion que yo tuve del Piloto mayor, que le pasó, la pondré aquí. NOTAS: [132] Herodotus. Jovius. CAPÍTULO XI _Del Estrecho de Magallanes, como se pasó por la banda del sur._ Año de mil y quinientos y setenta y nueve, habiendo Francisco Drac pasado el Estrecho de Magallanes, y corrido la costa de Chile, y de todo el Perú, y robado el navío de San Juan de Antona, donde iba gran suma de barras de plata, el Virey D. Francisco de Toledo armó y envió dos navíos buenos, para que reconociesen el Estrecho, yendo por Capitan Pedro Sarmiento, hombre docto en Astrología. Salieron del Callao de Lima por principio de Octubre; y porque aquella costa tiene viento contrario, que corre siempre del sur, hiciéronse mucho á la mar, y con muy próspero viage, en poco mas de treinta dias se pusieron en el parage del Estrecho. Pero porque es dificultoso de reconocer, para este efecto llegándose á tierra entraron en una ensenada grande, donde hay un Archipiélago de Islas. Sarmiento porfiaba qus allí era el Estrecho, y tardó mas de un mes en buscarle por diversas calas y caletas, y subiendo sobre cerros altos de tierra. Viendo que no le hallaban, á requerimiento que los del armada le hicieron, en fin volvió á salir á la mar, y hízose á lo largo. El mismo dia les dió un temporal recio, con el cual corrieron, y á prima noche vieron el farol de la Capitana, y luego desapareció, que nunca mas la vió la otra nave. El dia siguiente, durando la furia del viento, que era travesía, los de la Capitana vieron una abra que hacía la tierra, y parecióles recogerse allí, y abrigarse hasta que el temporal pasase. Sucedió que reconocida la abra, vieron que iba entrando mas y mas en tierra, y sospechando que fuese el Estrecho que buscaban, tomando el Sol halláronse en cincuenta y un grados y medio, que es la propia altura del Estrecho. Y para certificarse más echaron el bergantin, el cual habiendo corrido muchas leguas por aquel brazo de mar adentro, sin ver fin de él, acabaron de persuadirse que allí era el Estrecho. Y porque tenian orden de pasarle, dejaron una Cruz alta puesta allí, y letra abajo para que el otro navío, si aportase allí, supiese de la Capitana, y la siguiese. Pasaron, pues, con buen tiempo y sin dificultad el Estrecho, y salidos á la mar del Norte fueron á no sé qué Isla, donde hicieron aguada, y se reformaron, y de allí tomaron su derrota á Caboverde, de donde el Piloto mayor volvió al Perú por la via de Cartagena y Panamá, y trajo al Virrey la relacion del Estrecho, y de todo lo sucedido, y fué remunerado conforme al buen servicio que habia hecho. Mas el Capitan Pedro Sarmiento, de Caboverde pasó á Sevilla en el navío que habia pasado el Estrecho, y fué á la Corte, donde su Magestad le hizo mucha merced; y á su instancia mandó armar una gruesa armada, que envió con Diego Flores de Valdés, para poblar y fortificar el Estrecho; aunque con varios sucesos la dicha armada tuvo mucha costa, y poco efecto. Volviendo ahora á la otra nave Almiranta que iba en compañía de la Capitana, habiéndose perdido de ella con aquel temporal que dije, procuró hacerse á la mar lo mas que pudo: mas como el viento era travesía, y forzoso, entendió de cierto perecer, y así se confesaron y aparejaron para morir todos. Duróles el temporal sin aflojar tres dias, de los cuales, pensando dar en tierra cada hora, fué al revés, que siempre veían írseles desviando mas la tierra, hasta que al cabo del tercero dia, aplacando la tormenta, tomando el Sol se hallaron en cincuenta y seis grados, y viendo que no habian dado al través, antes se hallaban mas lejos de la tierra, quedaron admirados: de donde infirieron (como Hernando Lamero, Piloto de la dicha nave, me lo contó), que la tierra que está de la otra parte del Estrecho, como vamos por el mar del sur, no corria por el mismo rumbo que hasta el Estrecho, sino que hacia vuelta hacia levante, pues de otra suerte no fuera posible dejar de zabordar en ella con la travesía que corrió tanto tiempo. Pero no pasaron mas adelante, ni supieron si se acababa allí la tierra (como algunos quieren decir que es Isla lo que hay pasado el Estrecho, y que se juntan alli los dos mares de norte y sur), ó si iba corriendo la vuelta de el leste hasta juntarse con la tierra de Vista que llaman, que responde al cabo de Buena-Esperanza, como es opinion de otros. La verdad de esto no está averiguada hoy dia, ni se halla quien haya rodeado aquella tierra. El Virey D. Martin Enriquez me dijo á mí, que tenia por invencion del corsario Inglés la fama que se habia echado, de que el Estrecho hacía luego Isla, y se juntaban ambos mares; porque él, siendo Virey de la Nueva-España, habia examinado con diligencia al Piloto Portugués que allí dejó Francisco Drac, y jamás tal entendió de él, sino que era verdadero Estrecho, y tierra firme de ambas partes. Dando, pues, vuelta la dicha nave Almiranta, reconocieron el Estrecho, segun el dicho Hernando Lamero me refirió; pero por otra boca ó entrada que hace en mas altura, por causa de cierta Isla grande que está á la boca del Estrecho, que llaman la Campana, por la hechura que tiene; y él quiso, segun decia, pasarle, y el Almirante y soldados no lo consintieron, pareciéndoles que era ya muy entrado el tiempo, y que corrian mucho peligro; y así se volvieron á Chile y al Perú sin haberle pasado. CAPÍTULO XII _Del Estrecho que algunos afirman haber en la Florida._ Como Magallanes halló aquel Estrecho, que está al sur, así han otros pretendido descubrir otro Estrecho, que dicen haber al norte, el cual fabrican en la tierra de la Florida, la cual corre tanto, que no se sabe su término. El Adelantado Pedro Melendez, hombre tan práctico y excelente en la mar, afirmaba ser cosa cierta el haber Estrecho; y que el Rey le habia mandado descubrirle, de lo cual mostraba grandísima gana. Traia razones para probar su opinion, porque decia, que se habian visto en la mar del norte pedazos de navíos que usan los Chinos, lo cual no fuera posible, si no hubiera paso de la una mar á la otra. Item, referia, que en cierta bahía grande que hay en la Florida, y entra trescientas leguas la tierra adentro, se veían ballenas á ciertos tiempos, que venian del otro mar: otros indicios tambien refería, concluyendo finalmente, que á la sabiduría del Hacedor, y buen órden de naturaleza pertenecia, que como habia comunicacion, y paso entre los dos mares al polo Antártico, así tambien la hubiese al polo Artico, que es mas principal. Este Estrecho, dicen algunos, que tuvo de él noticia aquel gran corsario Drac; y que así lo significó él cuando pasó la costa de Nueva-España por la mar del sur, y aun se piensan que hayan entrado por él los corsarios Ingleses, que este año pasado de mil quinientos ochenta y siete robaron un navío, que venía de las Filipinas con gran cantidad de oro y otras riquezas, la cual presa hicieron junto á las Californias, que siempre reconocen las naves que vuelven á la Nueva-España de las Filipinas y de la China. Segun es la osadía de los hombres, y el ansia de hallar nuevos modos de acrecentarse, yo aseguro que antes de muchos años se sepa tambien este secreto, que es cierto cosa digna de admiracion, que como las hormiguillas tras el rastro, y noticia de las cosas nuevas, no paran hasta dar con lo dulce de la codicia y gloria humana. Y la alta y eterna sabiduría del Criador usa de esta natural curiosidad de los hombres para comunicar la luz de su Santo Evangelio á gentes, que todavia viven en las tinieblas obscuras de sus errores. Mas en fin, hasta ahora el Estrecho del polo Artico, si le hay, no está descubierto; y así será justo decir las propiedades y noticias, que del Antártico ya descubierto y sabido nos refieren los mismos que por sus ojos las vieron. CAPÍTULO XIII _De las propiedades del Estrecho de Magallanes._ El Estrecho, como está dicho, está en altura de cincuenta y dos grados escasos al sur; tiene de espacio desde un mar á otro noventa, ó cien leguas, donde mas angosto, será de una legua algo menos; y allí pretendian que el Rey pusiese una fuerza para defender el paso. El fondo en partes es tan profundo, que no se puede sondar, en otras se halla fondo, y en algunas no tiene mas que diez y ocho, y aun en otras no mas de quince brazas. De las cien leguas que tiene de largo de mar á mar, se reconoce claro, que las treinta va entrando por su parte la mar del sur, y va haciendo señal con sus olas; y las otras setenta leguas hace señal la mar del norte con las suyas. Hay empero esta diferencia, que las treinta del sur corre entre peñas altísimas, cuyas cumbres están cubiertas perpetuamente de nieve, y segun son altas, parece que se juntan; y por eso es tan difícil reconocer la entrada del Estrecho por la mar del sur. Estas mismas treinta leguas es de inmensa profundidad, sin que se pueda dar fondo en ellas; pero puédense varar los navíos en tierra, segun es fondable su ribera. Las otras setenta leguas, que entra la mar del norte, se halla fondo, y tienen á la una banda, y á la otra grandes campos y zavanas, que allá llaman. Entran en el Estrecho muchos rios, y grandes de linda agua. Hay maravillosas arboledas, y algunos árboles de madera escogida y olorosa, y no conocida por acá, de que llevaron muestra los que pasaron del Perú. Hay grandes praderías la tierra adentro; hace diversas Islas en medio del Estrecho. Los Indios, que habitan á la banda del sur, son pocos, chicos, y ruines: los que habitan á la banda del norte son grandes y valientes, de los cuales trajeron á España algunos que tomaron. Hallaron pedazos de paño azul, y otras insignias claras de haber pasado por allí gente de Europa. Los Indios saludaron á los nuestros con el nombre de Jesus. Son flecheros, andan vestidos de pieles de venados, de que hay copia por allí. Crecen y descrecen las aguas del Estrecho con las mareas; y vense venir las unas mareas de la mar del norte, y las otras de la mar del sur claramente; y en el lugar donde se encuentran, que como he dicho, es treinta leguas, del sur y setenta del norte, parece ha de haber más peligro que en todo el resto. Pero cuando pasó la Capitana de Sarmiento, que he dicho, no padecieron grave tormenta, antes hallaron menos dificultad de lo que pensaron. Porque demas de ser entonces el tiempo bonancible, vienen las olas del mar del norte muy quebrantadas, por el gran espacio de setenta leguas que entran; y las olas del mar del sur, por ser su profundo inmenso, tampoco muestran tanta furia, anegándose en aquella profundidad. Bien es verdad, que en tiempo de invierno es innavegable el Estrecho por la braveza de los vientos, é hinchazón de los mares que allí hay; y por eso se han perdido algunas naves que han pretendido pasar el Estrecho; y de la parte del sur sola una le ha pasado, que es la Capitana que he dicho, de cuyo Piloto mayor, llamado Hernando Alonso, tuve yo muy larga relacion de todo lo que digo, y ví la verdadera descripcion y costa del Estrecho, que como la iban pasando, la fueron haciendo, cuya copia trajeron al Rey á España, y llevaron á su Virey al Perú. CAPÍTULO XIV _Del flujo y reflujo del mar Océano en Indias._ Uno de los secretos admirables de naturaleza es el flujo y reflujo del mar, no solamente por la extrañeza de su crecimiento y diminucion, sino mucho mas por la variedad que en diversos mares se halla en esto, y aun en diversas playas de un mismo mar. Hay mares que no tienen el flujo y reflujo cotidiano, como consta del Mediterráneo inferior, que es el Tyrreno: teniendo flujo y reflujo cotidiano el Mediterráneo superior, que es el mar de Venecia, cosa que con razon causa admiracion, porque siendo ambos Mediterráneos, y no mayor el de Venecia, aquel tiene flujo y reflujo como el Océano, y estotro mar de Italia no lo tiene; pero algunos Mediterráneos manifiestamente tienen crecimiento y menguante cada mes, otros ni al dia, ni al mes. Otros mares, como el Océano de España, tienen el flujo y reflujo de cada dia y á mas de ese, el de cada mes, que son dos, es á saber, á la entrada y á la llena de Luna, que llaman aguas vivas. Mar que tenga el crecimiento y diminucion de cada dia, y no le tenga el de cada mes, no sé que le haya. En las Indias es cosa de admiracion la variedad que hay en esto: partes hay, en que llena y vacía la mar cada dia dos leguas, como se ve en Panamá, y en aguas vivas es mucho mas. Hay otras, donde es tan poco lo que sube y lo que baja, que apenas se conoce la diferencia. Lo comun es tener el mar Océano creciente y menguante, cotidiana y menstrua; y la cotidiana es dos veces al dia natural, y siempre tres cuartos de hora menos el un dia de el otro, conforme al movimiento de la Luna, y así nunca la marea un dia es á la hora del otro. Este flujo y reflujo han querido algunos sentir, que es movimiento local del agua del mar, de suerte que el agua que viene creciendo á una parte, va descreciendo á la contraria, y así es menguante en la parte opuesta del mar, cuando es acá creciente. A la manera que en una caldera hace ondas el agua, que es llano, que cuando á la una parte sube, baja á la otra. Otros afirman, que el mar á un tiempo crece á todas partes, y á un mismo tiempo mengua tambien á todas partes; de modo, que es como el hervor de la olla, que juntamente sube, y se extiende á todas sus partes, y cuando se aplaca, juntamente se disminuye á todas partes. Este segundo parecer es verdadero, y se puede tener, á mi juicio, por cierto y averiguado, no tanto por las razones que para esto dan los Filósofos que en sus Meteoros fundan esta opinion, cuanto por la experiencia cierta que de este negocio se haya podido alcanzar. Porque para satisfacerme de este punto y cuestion, yo pregunté con muy particular curiosidad al piloto arriba dicho, como eran las mareas que en el Estrecho hallaron, si por ventura descrecian y menguaban las mareas del mar del sur, al tiempo que subian y pujaban las del mar del norte, y al contrario. Porque siendo esto así, era claro que el crecer el mar de una parte, era descrecer de otra, que es lo que la primera opinion afirma. Respondióme, que no era de esa suerte, sino que clarísimamente á un propio tiempo venian creciendo las mareas del mar del norte, y las del mar del sur, hasta encontrarse unas olas con otras, y que á un mismo tiempo volvian á bajar cada una á su mar; y que este pujar y subir, y despues bajar y menguar, era cosa que cada dia la veían, y que el golpe y encuentro de la una y otra creciente era (como tengo dicho) á las setenta leguas de el mar del norte, y treinta de el mar del sur. De donde se colige manifiestamente, que el flujo y reflujo del Océano no es puro movimiento local, sino alteracion y fervor con que realmente todas sus aguas suben, y crecen á un mismo tiemgo, y á otro tiempo bajan, y menguan, de la manera que del hervor de la olla, se ha puesto la semejanza. No fuera posible comprehender por via de experiencia este negocio, sino en el Estrecho, donde se junta todo el mar Océano entre sí. Porque por las playas opuestas, saber si cuando en la una crece, descrece en la otra, solos los Angeles lo podrian averiguar, que los hombres no tienen ojos para ver tanta distancia, ni pies para poder llevar los ojos con la presteza que una marea da de tiempo, que son solamente seis horas. CAPÍTULO XV _De diversos pescados, y modos de pescar de los Indios._ Hay en el Océano innumerables pescados, que solo el Hacedor, puede declarar sus especies y propiedades. Muchos de ellos son del mismo género que en la mar de Europa se hallan, como lizas, sábalos, que suben de la mar á los rios, dorados, sardinas, y otros muchos. Otros hay, que no sé que los haya por acá, como los que llaman cabrillas, y tienen alguna semejanza con truchas, y los que en Nueva-España llaman bobos, que suben de la mar á los rios. Besugos, ni truchas no las he visto; dicen que en tierra de Chile las hay. Atunes hay algunos, aunque raros, en la costa de el Perú, y es opinion que á tiempos suben á desovar al Estrecho de Magallanes, como en España al Estrecho de Gibraltar, y por eso se hallan mas en la costa de Chile, aunque el atún que yo he visto traído de allá, no es tal como lo de España. En las Islas que llaman de Barlovento, que son Cuba, la Española, Puerto-Rico y Jamaica, se halla el que llaman manati, extraño género de pescado, si pescado se puede llamar animal que pare vivos sus hijos, y tiene tetas, y leche con que los cria, y pace yerba en el campo; pero en efecto habita de ordinario en el agua, y por eso le comen por pescado, aunque yo cuando en Santo Domingo lo comí un viernes, cuasi tenia escrúpulo, no tanto por lo dicho, como porque en el color y sabor no parecian sino tajadas de ternera, y en parte de pernil, las postas de este pescado: es grande como una vaca. De los tiburones, y de su increible voracidad, me maravillé con razon, cuando ví que de uno que habian tomado en el puerto que he dicho, le sacaron del buche un cuchillo grande carnicero, y un anzuelo grande de hierro, y un pedazo grande de la cabeza de una vaca con su cuerno entero, y aun no sé si ambos á dos. Yo vi por pasatiempo echar, colgado de muy alto, en una poza que hace la mar, un cuarto de un rocin, y venir á él al momento una cuadrilla de tiburones tras el olor; y porque se gozase mejor la fiesta, no llegaba al agua la carne del rocin, sino levantada no sé cuantos palmos; tenía en derredor esta gentecilla que digo, que daban saltos, y de una arremetida en el aire cortaban carne y hueso, con extraña presteza, y así cercenaban el mismo jarrete de el rocin, como si fuera un troncho de lechuga; pero tales navajas tienen en aquella su dentadura. Asidos á estos fieros tiburones andan unos pececillos, que llaman romeros, y por mas que hagan, no los pueden echar de sí: estos se mantienen de lo que á los tiburones se les escapa por los lados. Voladores son otros pececillos que se hallan en la mar dentro de los Trópicos, y no sé que se hallen fuera. A estos persiguen los dorados, y por escapar de ellos saltan de la mar, y van buen pedazo por el aire, por eso los llaman voladores: tienen unas aletas como de telilla ó pergamino, que les sustentan un rato en el aire. En el navío en que yo iba, voló ó saltó uno, y ví la faccion que digo de alas. De los lagartos ó caimanes que llaman, hay mucho escrito en Historias de Indias; son verdaderamente los que Plinio y los Antiguos llaman crocodilos. Hállanse en las playas y rios calientes; en playas ó rios frios no se hallan. Por eso en toda la costa de el Perú no los hay hasta Payta, y de allí adelante son frecuentísimos en los rios. Es animal ferocísimo, aunque muy torpe: la presa hace fuera de el agua, y en ella ahoga lo que toma vivo; pero no la traga sino fuera de el agua, porque tiene el tragadero de suerte, que fácilmente se ahogaría entrándole agua. Es maravillosa la pelea de el caimán con el tigre, que los hay ferocísimos en Indias. Un religioso nuestro me refirió haber visto á estas bestias pelear cruelísimamente á la orilla de la mar. El caimán con su cola daba recios golpes al tigre, y procuraba con su gran fuerza llevarle al agua; el tigre hacía fuerte presa en el caimán con las garras, tirándole á tierra. Al fin prevaleció el tigre, y abrió al lagarto, debió de ser por la barriga, que la tiene blanda, que todo lo demas no hay lanza, y aun apenas arcabúz que lo pase. Mas excelente fué la victoria que tuvo de otro caimán un Indio, al cual le arrebató un hijuelo, y se lo metió debajo del agua, de que el Indio lastimado y sañudo se echó luego tras él con un cuchillo, y como son excelentes buzos, y el caimán no prende sino fuera del agua, por debajo de la barriga le hirió, de suerte que el caimán se salió herido á la ribera, y soltó el muchacho, aunque ya muerto y ahogado. Pero mas maravilloso es la pelea que tienen los Indios con las ballenas, que cierto es una grandeza del Hacedor de todo, dar á gente tan flaca como Indios, habilidad y osadía para tomarse con la mas fiera y disforme bestia de cuantas hay en el universo; y no solo pelear, pero vencer y triunfar tan gallardamente. Viendo esto, me he acordado muchas veces de aquello del Salmo[133], que se dice de la ballena: _Draco iste, quem formasti ad illudendum ei_. ¿Qué mas burla que llevar un Indio solo con un cordel vencida y atada una ballena tan grande como un monte? El estilo que tienen, segun me refirieron personas expertas, los Indios de la Florida, donde hay gran cantidad de ballenas es, meterse en una canoa, ó barquilla, que es como una artesa, y bogando llégase al costado de la ballena, y con gran ligereza salta, y sube sobre su cervíz, y allí caballero, aguardando tiempo, mete un palo agudo y recio, que trae consigo, por la una ventana de la naríz de la ballena, llamo naríz á aquella fistula por donde respiran las ballenas; luego le golpea con otro palo muy bien, y le hace entrar bien profundo. Brama la ballena, y da golpes en la mar, y levanta montes de agua, y húndese dentro con furia, y vuelve á saltar, no sabiendo qué hacerse de rabia. Estáse quedo el Indio y muy caballero, y la enmienda que hace del mal hecho es hincarle otro palo semejante en la otra ventana, y golpearle de modo, que le tapa del todo, y le quita la respiracion; y con esto se vuelve á su canoa, que tiene asida al lado de la ballena con una cuerda; pero deja primero bien atada su cuerda á la ballena, y haciéndose á un lado con su canoa, va así dando cuerda á la ballena. La cual, mientras está en mucha agua, da vueltas á una parte y á otra, como loca de enojo y al fin se va acercando á tierra, donde con, la enormidad de su cuerpo presto encalla, sin poder ir, ni volver. Aquí acuden gran copia de Indios al vencido para coger sus despojos. En efecto la acaban de matar, y la parten, y hacen trozos, y de su carne harto perversa, secándola y moliéndola hacen ciertos polvos que usan para su comida, y les dura largo tiempo. Tambien se cumple aquí lo que de la misma ballena dice otro Salmo[134] _Dedisti eum escam populis Æthiopum_. El Adelantado Pedro Melendez muchas veces contaba esta pesquería, de que tambien hace mencion Monardes en su libro. Aunque es mas menuda, no deja de ser digna de referirse tambien otra pesquería que usan de ordinario los Indios en la mar. Hacen unos como manojos de juncia, ó espadañas secas bien atadas, que allá llaman balsas, y llévanlas á cuestas hasta la mar, donde arrojándolas con presteza suben en ellas, y así caballeros se entran la mar adentro, y bogando con unos canaletes de un lado y de otro, se van una y dos leguas en alta mar á pescar; llevan en los dichos manojos sus redes y cuerdas, y sustentándose sobre las balsas, arrojan su red, y están pescando grande parte de la noche, ó del dia, hasta que llenan su medida, con que dan la vuelta muy contentos. Cierto, verlos ir á pescar en el Callao de Lima era para mí cosa de gran recreacion, porque eran muchos, y cada uno en su balsilla caballero, ó sentado á porfia cortando las olas del mar, que es bravo allí donde pescan, parecian los Tritones, ó Neptunos que pintan sobre el agua. En llegando á tierra, sacan su barco á cuestas, y luego le deshacen; y tienden por aquella playa las espadañas para que se enjuguen y sequen. Otros Indios de los valles de Ica solian ir á pescar en unos cueros, ó pellejos de lobo marino hinchados, y de tiempo á tiempo los soplaban como á pelotas de viento para que no se hundiesen. En el valle de Cañete, que antiguamente decian el Guarco, habia innumerables Indios pescadores; y porque resistieron al Inca, cuando fué conquistando aquella tierra, fingió paces con ellos, y ellos por hacerle fiesta, hicieron una pesca solemne de muchos millares de Indios, que en sus balsas entraron en la mar: á la vuelta, el Inca tuvo apercibidos soldados de callada, é hizo en ellos cruel estrago, por donde quedó aquella tierra tan despoblada, siendo tan abundante. Otro género de pesca ví, á que me llevó el Virey Don Francisco de Toledo; verdad es, que no era en mar, sino en un rio, que llaman el Rio Grande, en la Provincia de los Charcas, donde unos Indios Chiriguanas se zabullían debajo del agua, y nadando con admirable presteza seguian los peces, y con unas fisgas, ó harpones que llevaban en la mano derecha, nadando solo con la izquierda herían el pescado; y así atravesado lo sacaban arriba, que cierto parecían ellos ser mas peces, que hombres de la tierra. Y ya que hemos salido de la mar, vamos á esotros géneros de aguas que restan por decir. NOTAS: [133] Psaml. 103. v. 26. [134] Psalm. 73. v. 14. CAPÍTULO XVI _De las lagunas y lagos que se hallan en Indias._ En lugar del mar Mediterráneo, que gozan las regiones del viejo orbe, proveyó el Criador en el nuevo de muchos lagos, y algunos tan grandes que se pueden llamar mares; pues al de Palestina le llama así la Escritura, no siendo mayor, ni aun tan grande como alguno de estos. El principal es el de Titicaca en el Perú, en las provincias del Collao, del cual se ha dicho en el libro precedente, que tiene de rodeo cuasi ochenta leguas, y entran en él diez ó doce rios caudalosos. Comenzóse un tiempo á navegar en barcos, ó navíos, y diéronse tan mala maña, que el primero navío que entró, se abrió con un temporal que hubo en la laguna. El agua no es del todo amarga y salobre como la del mar; pero es tan gruesa, que no es para beber. Cria dos géneros de pescado en abundancia; uno llaman suches, que es grande y sabroso, pero flemoso y mal sano: otro bogas, mas sano, aunque pequeño y muy espinoso. De patos y patillos de agua hay innumerable cosa en toda la laguna. Cuando quieren hacer fiestas los Indios á algun personage que pasa por Chucuito ó por Omasuyo, que son las dos riberas de la laguna, juntan gran copia de balsas, y en torno van persiguiendo y encerrando los patos, hasta tomar á manos cuantos quieren: llaman este modo de cazar chaco. Están á las riberas de esta laguna de una y otra parte las mejores poblaciones de Indios del Perú. Por el desaguadero de ésta se hace otra menor laguna, aunque bien grande, que se llama Paria, donde tambien hay mucho ganado especial porcuno, que se da allí en extremo, por la tótora que cria la laguna, con que engorda bien ese ganado. Hay otras muchas lagunas en los lugares altos de la sierra, de las cuales nacen rios ó arroyos, que vienen adelante á ser muy caudalosos rios. Como vamos de Arequipa al Collao hay en lo alto dos lagunas hermosas á una banda y á otra del camino: de la una sale un arroyo, que despues se hace rio, y va á la mar del sur: de la otra dicen que tiene principio el rio famoso de Aporima, del cual se cree, que procede con la gran junta de rios que se llegan de aquellas sierras, el ínclito rio de las Amazonas, por otro nombre el Marañon. Es cosa que muchas veces consideré, de donde proviene haber tantos lagos en lo alto de aquellas sierras y cordilleras, en los cuales no entran rios, antes salen muy copiosos arroyos, y no se sienten menguar cuasi en todo el año las dichas lagunas. Pensar que de nieves que se derriten, ó de lluvias del cielo se hacen estos lagos que digo, no satisface del todo, porque muchos de ellos no tienen esa copia de nieve, ni tanta lluvia, y no se sienten menguar, que todo arguye ser agua manantial, que la naturaleza proveyó allí, aunque bien es de creer se ayudan de nieves y lluvias en algunos tiempos del año. Son estos lagos tan ordinarios en las mas altas cumbres de las sierras, que apenas hay rio notable, que no tenga su nacimiento de alguno de ellos. El agua de estos lagos es limpia y clara: crian poco pescado, y ese menudo, por el frio que continuo tienen, aunque por otra nueva maravilla se hallan algunas de estas lagunas ser sumamente calientes. En fin del valle de Tarapaya, cerca de Potosí, hay una laguna redonda, y tanto, que parece hecha por compás, y con ser la tierra donde sale frigidísima, es el agua calidísima. Suelen nadar en ella cerca de la orilla, porque entrando mas no pueden sufrir el calor. En medio de esta laguna se hace un remolino y borbollón de mas de veinte pies en largo y ancho, y es allí el propio manantial de la laguna, la cual con ser su manantial tan grande, nunca la sienten crecer cosa alguna, que parece se exhala allí, ó tiene algunos desaguaderos encubiertos. Pero tampoco la ven menguar, que es otra maravilla, con haber sacado de ella una corriente gruesa para moler ciertos ingenios de metal, y siendo tanta el agua que desagua, habia de menguar algo de razon. Dejando el Perú, y pasando á la Nueva-España, no son menos memorables las lagunas que en ella se hallan, especialmente aquella tan famosa de Méjico, en la cual hay dos diferencias de aguas, una es salobre y como de mar, otra clara y dulce, causada de rios que entran allí. En medio de la laguna está un peñon muy gracioso, y en él baños de agua caliente, y mana allí, que para salud lo tienen por muy aprobado. Hay sementeras hechas en medio de la laguna, que están fundadas sobre la propia agua, y hechos sus camellones llenos de mil diferencias de semillas y yerbas, y infinitas flores, que si no es viéndolo, no se puede bien figurar como es. La ciudad de Méjico está fundada sobre esta laguna, aunque los Españoles han ido cegando con tierra todo el sitio de la ciudad, y solo han dejado algunas acequias grandes, y otras menores que entran, y dan vuelta al pueblo; y con estas acequias tienen gran comodidad para el acarreo de todo cuanto han menester de leña, yerba, piedra, madera, frutos de la tierra, y todo lo demás. Cortés fabricó bergantines cuando conquistó á Méjico: despues pareció, que era mas seguro no usarlos; y así solo se sirven de canoas, de que hay grande abundancia. Tiene la laguna mucha pesca y caza, aunque no ví yo de ella pescado de precio: dicen valen los provechos de ella mas de trescientos mil ducados. Otra y otras lagunas hay tambien no lejos de allí, de donde se lleva harto pescado á Méjico. La provincia de Mechoacán se dice así, por ser tierra de mucho pescado: hay lagunas hermosas y grandes, abundantísimas de pescado, y es aquella tierra sana y fresca. Otros muchos lagos hay, que hacer mencion de todos, ni aun saberlos en particular, no es posible. Solo se advierta lo que en el libro precedente se notó, que debajo de la Tórrida hay mayor copia de lagos que en otra parte de el mundo. Con lo dicho, y otro poco que digamos de rios y fuentes, quedará acabado lo que se ofrece decir en esta materia. CAPÍTULO XVII _De diversas fuentes y manantiales._ Como en otras partes del mundo, asi en las Indias hay gran diversidad de manantiales, fuentes, y rios; y algunos de propiedades extrañas. En Guancavelica de el Perú, donde están las minas de azogue, hay una fuente que mana agua caliente, y como va manando el agua se va convirtiendo en peña. De esta peña ó piedra tienen edificadas cuasi todas las casas de aquel pueblo. Es piedra blanda, y suave de cortar; y con hierro la cortan y labran con la facilidad que si fuese madera, y es liviana y durable. De esta agua, si beben hombres ó animales, mueren, porque se les congela en el vientre, y se hace piedra; y así han muerto algunos caballos. Como se va convirtiendo en piedra, el agua que va manando tapa el camino á la demás, y así es forzoso mudar la corriente, por lo cual mana por diversas partes, como va creciendo la peña. En la punta ó cabo de Santa Elena hay un manantial ó fuente de un betun, que en el Perú llaman Copey. Debe der á este modo lo que la Escritura refiere[135] de aquel valle silvestre, donde se hallaban pozos de betun. Aprovéchanse los marineros de aquella fuente ó pozo de Copey, para brear las jarcias y aparejos, porque les sirve como la pez y brea de España para aquel efecto. Viniendo navegando para la Nueva-España por la costa de el Perú, me mostró el Piloto la Isla, que llaman de lobos, donde nace otra fuente ó pozo del Copey, ó betun que he dicho, con que así mismo brean las jarcias. Y hay otra fuente ó manantial de alquitrán. Díjome el sobredicho Piloto, hombre excelente en su ministerio, que le habia acaecido navegando por allí algunas veces, estando tan metido á la mar, que no habia vista de tierra, saber por el olor del Copey donde se hallaba, tan cierto como si hubiera reconocido tierra: tanto es el olor que perpetuamente se esparce de aquel manantial. En los baños que llaman de el Inca hay un canal de agua, que sale hirviendo, y junto á él otro de agua tan fria como de nieve. Usaba el Inca templar la una con la otra como queria; y es de notar, que tan cerca uno de otro haya manantiales de tan contrarias cualidades. Otros innumerables hay, en especial en la provincia de los Charcas, en cuya agua no se puede sufrir tener la mano por espacio de una Ave Maria, como yo lo ví sobre apuesta. En el Cuzco tienen una heredad donde mana una fuente de sal, que así como va manando. se va volviendo sal; y es blanca y buena á maravilla, que si en otras partes fuera, no fuera poca riqueza; allí no lo es por la abundancia que hay de sal. Las aguas que corren en Guayaquil, que es en el Perú, cuasi debajo de la equinoccial, las tienen por saludables para el mal francés, y otros semejantes; y así van allí á cobrar salud de partes muy remotas: dicen ser la causa, que hay por aquella tierra infinita cosa de la raiz que llaman zarzaparrilla, cuya virtud y operacion es tan notoria, y que las aguas toman de aquella virtud, para sanar. Bilcanota es un cerro que, segun la opinion de la gente, está en el lugar mas alto de el Perú. Por lo alto está cubierto de nieve, y por partes todo negro como carbon. Salen de él dos manantiales á partes contrarias, que en breve rato se hacen arroyos grandes, y poco despues rios muy caudalosos; va el uno al Collao á la gran laguna de Titicaca; el otro va á los Andes, y es el que llaman Yucay, que juntándose con otros sale á la mar de el norte con excesiva corriente. Este manantial, cuando sale de la Peña Bilcanota que he dicho, es de la misma manera que agua de legía, la color cenicienta, y todo él vaheando un humo de cosa quemada, y así corre largo trecho, hasta que la multitud de aguas que entran en él, le apagan aquel fuego, y humo que saca de su principio. En la Nueva-España ví un manantial como de tinta algo azul, otro en el Perú de color rojo como de sangre, por donde le llaman el rio Bermejo. NOTAS: [135] Genes. 14. v. 10. CAPÍTULO XVIII _De Rios._ Entre todos los rios no solo de Indias, sino de el universo mundo, el principado tiene el rio Marañón, ó de las Amazonas, de el cual se dijo en el libro pasado. Por éste han navegado diversas veces Españoles, pretendiendo descubrir tierras, que segun fama son de grandes riquezas, especialmente la que llaman el Dorado, y el Paytiti. El Adelantado Juan de Salinas hizo una entrada por él notable, aunque fué de poco efecto. Tiene un paso que le llaman el Pongo, que debe ser de los peligrosos de el mundo, porque recogido entre dos peñas altísimas tajadas, da un salto abajo de terrible profundidad, adonde el agua con el gran golpe hace tales remolinos, que parece imposible dejar de anegarse y hundirse allí. Con todo eso la osadía de los hombres acometió á pasar aquel paso por la codicia del Dorado tan afamado. Dejáronse caer de lo alto arrebatados del furor del rio, y asiéndose bien á las canoas, ó barcas en que iban, aunque se trastornaban al caer, y ellos y sus canoas se hundian, volvian á lo alto, y en fin con maña y fuerza salían. En efecto, escapó todo el ejército, excepto muy poquitos que se ahogaron; y lo que mas admira, diéronse tan buena maña, que no se les perdió la municion y pólvora que llevaban. A la vuelta (porque al cabo de grandes trabajos y peligro la hubieron de dar por allí) subieron por una de aquellas peñas altísimas, asiéndose á los puñales que hincaban. Otra entrada hizo por el mismo rio el Capitan Pedro de Orsua; y muerto él, y amotinada la gente, otros Capitanes prosiguieron por el brazo que viene hasta el mar del norte. Decíanos un Religioso de nuestra Compañía, que siendo seglar se halló en toda aquella jornada, que cuasi cien leguas subian las mareas el rio arriba, y que cuando viene ya á mezclarse con el mar, que es cuasi debajo, ó muy cerca de la línea, tiene setenta leguas de boca, cosa increíble, y que excede á la anchura del mar Mediterráneo: aunque otros no le dan en sus descripciones sino veinte y cinco, ó treinta leguas de boca. Despues de este rio tiene el segundo lugar en el universo el rio de la Plata, que por otro nombre se dice el Paraguay, el cual corre de las cordilleras del Perú, y entra en la mar en altura de treinta y cinco grados al sur. Crece al modo que dicen del Nilo; pero mucho mas sin comparacion, y deja hechos mar los campos que baña, por espacio de tres meses: despues se vuelve á su madre; suben por él navíos grandes muchas leguas. Otros rios hay, que aunque no de tanta grandeza; pero igualan, y aun vencen á los mayores de Europa, como el de la Magdalena cerca de Santa Marta, y el rio Grande, y el de Alvarado en Nueva-España, y otros innumerables. De la parte del sur, en las sierras del Perú, no son tan grandes los rios comunmente, porque tienen poco espacio de corrida, y no pueden juntar tantas aguas; pero son recios por caer de la sierra, y tienen avenidas súbitas, y por eso son peligrosos, y han sido causa de muchas muertes: en tiempo de calores crecen, y vienen de avenida. Yo pasé veinte y siete por la costa, y ninguno de ellos á vado. Usan los Indios de mil artificios para pasar los rios. En algunas partes tienen una gran soga atravesada de banda á banda, y en ella un ceston ó canasto, en el cual se mete el que ha de pasar, y desde la ribera tiran de él, y así pasa en su cesto. En otras partes va el Indio como caballero en una balsa de paja, y toma á las ancas al que ha de pasar, y bogando con un canalete pasa. En otras partes tienen una gran red de calabazas, sobre las cuales echan las personas, ó ropa que han de pasar; y los Indios, asidos con unas cuerdas, van nadando, y tirando de la balsa de calabazas como caballos tiran un coche ó carroza; y otros detrás van dando empellones á la balsa para ayudarla. Pasados, toman á cuestas su balsa de calabazas, y vuelven á pasar á nado; esto hacen en el rio de Santa del Perú. En el de Alvarado de Nueva-España pasamos sobre una tabla que toman á hombros los Indios, y cuando pierden pie, nadan. Estas y otras mil maneras que tienen de pasar los rios, ponen cierto miedo cuando se miran, por parecer medios tan flacos y frágiles; pero en efecto son muy seguros. Puentes ellos no las usaban, sino de crisnejas y paja. Ya hay en algunos rios puentes de piedra por la diligencia de algunos Gobernadores; pero harto menos de las que fuera razon en tierra, donde tantos hombres se ahogan por falta de ellas, y que tanto dinero dan, de que no solo España, pero tierras extrangeras fabrican soberbios edificios. De los rios que corren de las sierras, sacan en los valles y llanos los Indios muchas y grandes acequias para regar la tierra, las cuales usaron hacer con tanto órden y tan buen modo, que en Murcia, ni en Milán no le hay mejor; y esta es la mayor riqueza, ó toda la que hay en los llanos del Perú, como tambien en otras muchas partes de Indias. CAPÍTULO XIX _De la cualidad de la tierra de Indias en general._ La cualidad de la tierra de Indias (pues es este el postrero de los tres elementos que propusimos tratar en este libro) en gran parte se puede bien entender, por lo que está disputado en el libro antecedente de la Tórridazona, pues la mayor parte de Indias cae debajo de ella. Pero para que mejor se entienda, he considerado tres diferencias de tierra en lo que he andado en aquellas partes, una es baja, y otra muy alta, y la que está en medio de estos extremos. La tierra baja es, la que es costa de mar, que en todas las Indias se halla, y ésta de ordinario es muy húmeda y caliente, y así es la menos sana, y menos poblada al presente. Bien que hubo antiguamente grandes poblaciones de Indios, como de las historias de la Nueva-España, y del Perú consta, porque como les era natural aquella region á los que en ella nacían y se criaban, conservábanse bien. Vivian de pesquerías del mar, y de las sementeras que hacian, sacando acequias de los rios, con que suplian la falta de lluvias, que ordinariamente es poca en la costa, y en algunas partes ninguna del todo. Tiene esta tierra baja grandísimos pedazos inhabitables, ya por arenales, que los hay crueles, y montes enteros de arena; ya por ciénagas, que como corre el agua de los altos, muchas veces no halla salida, y viértese, y hace pantanos y tierras anegadizas sin remedio. En efecto la mayor parte de toda la costa del mar es de esta suerte en Indias, mayormente por la parte del mar de el sur. En nuestro tiempo está tan disminuída y menoscabada la habitacion de estas costas ó llanos, que de treinta partes se deben de haber acabado las veinte y nueve: lo que dura de Indios, creen muchos se acabará antes de mucho. Atribuyen esto algunos á diversas causas, unos á demasiado trabajo que han dado á los Indios, otros al diverso modo de mantenimientos y bebidas que usan, despues que participan del uso de Españoles; otros al demasiado vicio que en beber y en otros abusos tienen. Y yo para mí creo que este desorden es la mayor causa de su diminucion, y el disputarlo no es para ahora. En esta tierra baja que digo, que generalmente es mal sana, y poco apta para la habitacion humana, hay excepcion de algunas partes que son templadas y fertiles, como es gran parte de los llanos del Perú, donde hay valles frescos y abundantes. Sustenta por la mayor parte la habitacion de la costa el comercio por mar con España, del cual pende todo el estado de las Indias. Están pobladas en la costa algunas ciudades, como en el Perú Lima y Trujillo: Panamá y Cartagena en Tierra-firme: Santo Domingo, y Puerto-Rico y la Habana en las Islas; y muchos pueblos menores, como la Veracruz en la Nueva-España, Ica y Arica, y otros en el Perú: y comunmente los Puertos (aunque poca) tienen alguna poblacion. La segunda manera de tierra es por otro extremo muy alta, y por el consiguiente fria y seca, como lo son las sierras comunmente. Esta tierra no es fertil, ni apacible; pero es sana, y así es muy habitada: tiene pastos, y con ellos mucho ganado, que es gran parte del sustento de la vida humana; con esto suplen la falta de sementeras, rescatando y traginando. Lo que hace estas tierras ser habitadas, y algunas muy pobladas, es la riqueza de minas que se halla en ellas, porque á la plata y al oro obedece todo. En éstas, por ocasion de las minas, hay algunas poblaciones de Españoles y de Indios muy crecidas, como es Potosí y Guancavelica en el Perú, los Zacatecas en Nueva-España. De Indios hay por todas las serranías grande habitacion, y hoy dia se sustentan, y aun quieren decir, que van en crecimiento los Indios, salvo que la labor de minas gasta muchos; y algunas enfermedades generales han consumido gran parte, como el cocoliste en la Nueva-España; pero en efecto de parte de su vivienda no se ve que vayan en diminucion. En este extremo de tierra alta, fria y seca, hay los dos beneficios que he dicho de pastos y minas, que recompensan bien otros dos que tienen las tierras bajas de costa, que es el beneficio de la contratacion de mar, y la fertilidad de vino, que no se da sino en estas tierras muy calientes. Entre estos dos extremos hay la tierra de mediana altura, que aunque una mas ó menos que otra, no llegan, ni al calor de la costa, ni al destemple de puras sierras. En esta manera de tierra se dan bien las sementeras de trigo, cebada y maíz, las cuales no así en tierras muy altas, aunque sí en bajas. Tienen tambien abundancia de pastos, ganados, frutas y arboledas, y se dan bastante las verduras. Para la salud y para el contento es la mejor habitacion, y así lo mas que está poblado en Indias, es de esta cualidad. Yo lo he considerado con alguna atencion en diversos caminos, y discursos que he hecho, y hallado por buena cuenta, que las províncias y partes mas pobladas y mejores de Indias son de este jaéz. En la Nueva-España (que sin duda es de lo mejor que rodea el Sol) mírese, que por donde quiera que se entre, tras la costa luego se va subiendo, y aunque de la suma subida se vuelve á declinar despues, es poco, y queda la tierra mucho mas alta que está la costa. Así está todo el contorno de Méjico, y lo que mira el volcán, que es la mejor tierra de Indias. Así en el Perú, Arequipa, y Guamanga, y el Cuzco; aunque una algo mas, y otra algo menos; pero en fin toda es tierra alta, y que de ella se baja á valles hondos, y se sube á sierras altas, y lo mismo me dicen de Quito, y de Santafé, y de lo mejor del nuevo Reino. Finalmente tengo por gran acuerdo del Hacedor, proveer, que cuasi la mayor parte de esta tierra de Indias fuese alta, porque fuese templada, pues siendo baja fuera muy cálida debajo de la Zonatórrida, mayormente distando de la mar. Tiene tambien cuasi tanta tierra yo he visto en Indias, vecindad de sierras altas por un cabo ó por otro, y algunas veces por todas partes. Tanto es esto, que muchas veces dije allá, que deseaba verme en parte donde todo el Horizonte se terminase con el Cielo y tierra tendida, como en España en mil campos se ve; pero jamás me acuerdo haber visto en Indias tal vista, ni en Islas, ni en tierra firme, aunque anduve mas de setecientas leguas en largo. Mas como digo, para la habitacion de aquella region fué muy conveniente la vecindad de los montes y sierras para templar el calor del Sol. Y así todo lo mas habitado de Indias es del modo que está dicho; y en general toda ella es tierra de mucha yerba, y pastos, y arboleda, al contrario de lo que Aristóteles y los Antiguos pensaron. De suerte, que cuando van de Europa á Indias, se maravillan ver tierra tan amena y tan verde, y tan llena de frescura, aunque tiene algunas excepciones esta regla, y la principal es de la tierra del Perú, que es extraña entre todas, de la cual diremos ahora. CAPÍTULO XX _De las propiedades de la tierra del Perú._ Por Perú entendemos no toda aquella gran parte del mundo, que intitulan la América, pues en ésta se comprehende el Brasil, y el reino de Chile, y el de Granada, y nada de esto es Perú, sino solamente aquella parte que cae á la banda del sur, y comienza del reino de Quito, que está debajo de la linea, y corre en largo hasta el reino de Chile, que sale de los Trópicos, que serán seiscientas leguas en largo, y en el ancho no mas de hasta lo que toman los Andes, que serán cincuenta leguas comunmente, aunque en algunas partes, como hácia Chachapoyas, hay mas. Este pedazo de mundo, que se llama Perú, es de mas notable consideración, por tener propiedades muy extrañas, y ser cuasi excepcion de la regla general de tierras de Indias. Porque lo primero toda su costa no tiene sino un viento, y ese no es el que suele correr debajo de la Tórrida, sino su contrario, que es el sur ysudueste. Lo segundo, con ser de su naturaleza este viento el mas tempestuoso, y mas pesado y enfermo de todos, es allí á maravilla suave, sano y regalado, tanto, que á él se debe la habitacion de aquella costa, que sin él fuera inhabitable de caliente y congojosa. Lo tercero, en toda aquella costa nunca llueve, ni truena, ni graniza, ni nieva; que es cosa admirable. Lo cuarto, en muy poca distancia junto á la costa llueve, y nieva, y truena terriblemente. Lo quinto, corriendo dos cordilleras de montes al parejo, y en una misma altura de polo, en la una hay grandísima arboleda, y llueve lo mas del año, y es muy cálida: la otra todo lo contrario, es toda pelada, muy fria, y tiene el año repartido en invierno y verano, en lluvias y serenidad. Para que todo esto se perciba mejor, hase de considerar, que el Perú está dividido en tres como tiras largas y angostas, qne son llanos, sierras, y andes: los llanos son costa de la mar: la sierra es todo cuestas con algunos valles: los andes son montes espesísimos. Tienen los llanos de ancho como diez leguas, y en algunas partes menos; en otras algo mas: la sierra tendrá veinte, los andes otras veinte, en partes mas, y en partes menos; corren lo largo de norte á sur, lo ancho de oriente á poniente. Es, pues, cosa maravillosa, que en tan poca distancia como son cincuenta leguas, distando igualmente de la linea y polo, haya tan grande diversidad, que en la una parte cuasi siempre llueve, en la otra parte cuasi nunca llueve, y en la otra un tiempo llueve, y otro no llueve. En la costa ó llanos nunca llueve, aunque á veces cae una agua menudilla, que ellos llaman garua, y en Castilla llovizna; y ésta á veces llega á unos goteroncillos de agua que cae; pero en efecto, no hay tejados, ni agua que obligue á ellos. Los tejados son una estera con un poco de tierra encima, y eso les basta. En los andes cuasi todo el año llueve, aunque un tiempo hay mas serenidad que otro. En la sierra que cae en medio de estos extremos, llueve á los mismos tiempos que en España, que es desde Septiembre á Abril. Y esotro tiempo está sereno, que es cuando mas desviado anda el Sol; y lo contrario cuando mas cercano, de lo cual se trató en el libro pasado. Lo que llaman andes, y lo que llaman sierra, son dos cordilleras de montes altísimos, y deben de correr mas de mil leguas la una á vista de la otra, cuasi como paralelas. En la sierra se crian cuasi innumerables manadas de vicuñas, que son aquellas como cabras monteses tan ligeras. Críanse tambien los que llaman guanacos y pacos, que son los carneros, y juntamente los jumentos de aquella tierra, de que se tratará á su tiempo. En los andes se crían monos, y muchos micos muy graciosos, y papagayos en cuantidad. Dase la yerba ó arbol que llaman coca, que tan estimada es de los Indios, y tanto dinero vale su trato. Lo que llaman sierra, en partes donde se abre, hace valles que son la mejor habitacion del Perú, como el de Jauja, el de Andaguaylas, el de Yucay. En estos valles se da maíz, y trigo, y frutas, en unas mas, y en otras menos. Pasada la ciudad del Cuzco (que era antiguamente la Corte de los señores de aquellos Reynos) las dos cordilleras que he dicho se apartan mas una de otra, y dejan en medio una campaña grande ó llanadas, que llaman la provincia del Collao. En estas hay cuantidad de rios, y la gran laguna Titicaca, y tierras grandes, y pastos copiosos; pero aunque es tierra llana, tiene la misma altura y destemplanza de sierra. Tampoco cria arboleda, ni leña; pero suplen la falta de pan con unas raíces que siembran, que llaman papas, las cuales debajo de la tierra se dan, y estas son comida de los Indios, y secándolas y curándolas hacen de ellas lo que llaman chuño, que es el pan y sustento de aquella tierra. Tambien se dan algunas otras raíces y yervezuelas, que comen. Es tierra sana, y la mas poblada de Indias, y la mas rica, por el abundancia de ganados que se crian bien, así de los de Europa ovejas, vacas, cabras, como de los de la tierra, que llaman guanacos y pacos: hay caza de perdices harta. Tras la provincia del Collao viene la de los Charcas, donde hay valles calientes, y de grandísima fertilidad, y hay cerros asperísimos, y de gran riqueza de minas, que en ninguna parte del mundo las hay, ni ha habido mayores, ni tales. CAPÍTULO XXI _De las causas que dan de no llover en los llanos._ Como es cosa tan extraordinaria que haya tierra donde jamás llueve, ni truena, naturalmente apetecen los hombres saber la causa de tal novedad. El discurso que hacen algunos, que lo han considerado con atencion, es, que por falta de materia no se levantan en aquella costa vahos gruesos, y suficientes para engendrar lluvia, sino solo delgados, que bastan á hacer aquella niebla y garua. Como vemos que en Europa muchos dias por la mañana se levantan vahos, que no paran en lluvia, sino solo en nieblas, lo cual proviene de la materia por no ser gruesa y suficiente para volverse en lluvia. Y que en la costa del Perú sea eso perpetuo, como en Europa algunas veces, dicen ser la causa, que toda aquella region es sequísima y inepta para vapores gruesos. La sequedad bien se ve por los arenales inmensos que tiene, y porque ni fuentes, ni pozos no se hallan sino es en grandísima profundidad de quince y mas estados, y aun esos han de ser cercanos á rios, de cuya agua trascolada se hallan pozos, tanto, que por experiencia se ha visto, que quitando el rio de su madre, y echándole por otra, se han secado los pozos, hasta que volvió el rio á su corriente. De parte de la causa material para no llover, dan ésta. De parte de la eficiente dan otra, no de menos consideracíon, y es, que la altura excesiva de la sierra que corre por toda la costa, abriga aquellos llanos, de suerte que no deja soplar viento de parte de tierra, sino es tan alto, que excede aquellas cumbres tan levantadas; y así no corre mas del viento de mar, el cual no teniendo contrario, no aprieta ni exprime los vapores que se levantan para que haga lluvia. De manera, que el abrigo de la sierra estorba el condensarse los vapores, y hace que todos se vayan en nieblas esparcidas. Con este discurso vienen algunas experiencias, como es llover en algunos collados de la costa, que están algo menos abrigados. Como son los cerros de Atico y Arequipa. Item, haber llovido algunos años que han corrido nortes ó brisas, por todo el espacio que alcanzaron, como acaeció el año de setenta y ocho en los llanos de Trujillo, donde llovió muchísimo, cosa que no habian visto muchos siglos habia. Item, en la misma costa llueve donde alcanzan de ordinario brisas ó nortes, como en Guayaquil, y en donde se alza mucho la tierra, y se desvía del abrigo de los cerros, como pasado Arica. De esta manera díscurren algunos. Podrá discurrir cada uno como mejor le pareciere. Esto es cierto, que bajando de la sierra á los llanos, se suelen ver dos como Cielos, uno claro y sereno en lo alto, otro obscuro, y como un velo pardo tendido debajo, que cubre toda la costa. Mas aunque no llueve, aquella neblina es á maravilla provechosa para producir yerba la tierra, y para que las sementeras tengan sazon; porque aunque tengan agua de pie cuanta quieran, sacada de las acequias, no sé qué virtud se tiene la humedad del Cielo, que faltando aquella garua, hay gran falta en las sementeras. Y lo que mas es de admirar, que los arenales secos y estériles con la garua ó niebla se visten de yerba y flores, que es cosa deleitosísima de mirar, y de gran utilidad para los pastos de los ganados, que engordan con aquella yerba á placer, como se ve en la sierra que llaman del Arena, cerca de la ciudad de los Reyes. CAPÍTULO XXII _De la propiedad de Nueva-España y Islas, y las demás tierras._ En pastos excede la Nueva-España; y así hay innumerables crias de caballos, vacas, ovejas, y de lo demás. Tambien es muy abundante de frutas, y no menos de sementeras de todo grano: en efecto es la tierra mas proveída y abastada de Indias. En una cosa empero le hace gran ventaja el Perú, que es el vino, porque en el Perú se da mucho y bueno, y cada dia va creciendo la labor de viñas que se dan en valles muy calientes, donde hay regadío de acequias. En la Nueva-España, aunque hay uvas, no llegan á aquella sazón que se requiere para hacer vino: la causa es llover allá por Julio y Agosto, que es cuando la uva madura, y así no llega á madurar lo que es menester. Y si con mucha diligencia se quisiese hacer vino, seria como lo del Genovesado y de Lombardia, que es muy flaco, y tiene mucha aspereza en el gusto, que no parece hecho de uvas. Las Islas que llaman de Barlovento, que es la Española, Cuba, y Puerto-Rico, y otras por allí, tienen grandísima verdura, y pastos, y ganados mayores en grande abundancia. Hay cosa innumerable de vacas y puercos hechos silvestres. La grangeria de estas Islas es ingenios de azucar y corambre; tienen mucha caña fístula y gengibre, que ver lo que en una flota viene de esto, parece cosa increible que en toda la Europa se puede gastar tanto. Traen tambien madera de excelentes cualidades y vista, como ébano y otras, para edificios, y para labor. Hay mucho de aquel palo que llaman santo, que es para curar el mal de bubas. Todas estas Islas, y las que están por aquel parage, que son innumerables, tienen hermosísima y fresquísima vista, porque todo el año están vestidas de yerba, y llenas de arboledas, que no saben qué es otoño, ni invierno, por la contínua humedad con el calor de la Tórrida. Con ser infinita tierra, tiene poca habitacion, porque de suyo cria grandes y espesos arcabucos (que así llaman allá los bosques espesos), y en los llanos hay muchas ciénagas y pantanos. Otra razon principal de su poca habitacion es haber permanecido pocos de los Indios naturales, por la inconsideracion y desorden de los primeros conquistadores y pobladores. Sírvense en gran parte de negros; pero estos cuestan caro, y no son buenos para cultivar la tierra. No llevan pan ni vino estas Islas, porque la demasiada fertilidad y vicio de la tierra no lo deja granar, sino todo lo echa en yerba, y sale muy desigual. Tampoco se dan olivos, á lo menos no llevan olivas, sino mucha hoja y frescor de vista, y no llega á fruto. El pan que usan es cazavi, de que diremos en su lugar. Los rios de estas Islas tienen oro, que algunos sacan; pero es poco, por falta de naturales que lo beneficien. En estas Islas estuve menos de un año; y la relacion que tengo de la tierra firme de Indias, donde no he estado, como es la Florida, y Nicaragua, y Guatemala, y otras, es cuasi de estas condiciones que he dicho. En las cuales, las cosas mas particulares de naturaleza que hay, no las pongo por no tener entera noticia de ellas. La tierra que mas se parece á España y á las demás regiones de Europa en todas las Indias occidentales, es el Reino de Chile, el cual sale de la regla de esotras tierras, por ser fuera de la Tórrida, y Trópico de Capricornio su asiento. Es tierra de suyo fértil y fresca: lleva todo género de frutos de España: dase vino y pan en abundancia: es copiosa de pastos y ganados: el temple sano y templado entre calor y frio: hay verano é invierno perfectamente: tiene copia de oro muy fino. Con todo esto, está pobre y mal poblada por la contínua guerra que los Araucanos y sus aliados hacen, porque son Indios robustos y amigos de su libertad. CAPÍTULO XXIII _De la tierra que se ignora, y de la diversidad de un dia entero entre orientales y occidentales._ Hay grandes congeturas, que en la Zona templada, que está al polo Antártico, hay tierras prósperas y grandes, mas hasta hoy dia no están descubiertas, ni se sabe de otra tierra en aquella Zona, sino es la de Chile, y algun pedazo de la que corre de Etiopia al cabo de Buena-Esperanza, como en el primer libro se dijo. En las otras dos Zonas polares tampoco se sabe si hay habitacion, ni si llegan allá por la banda del polo antártico ó sur. La tierra que cae pasado el estrecho de Magallanes, porque lo mas alto que se ha conocido de ella, es en cincuenta y seis grados como está arriba dicho. Tampoco se sabe por la banda del polo ártico ó norte, adonde llega la tierra que corre sobre el cabo Mendocino y Californias. Ni el fin y término de la Florida, ni qué tanto se extiende al occidente. Poco há que se ha descubierto gran tierra, que llaman el Nuevo Méjico, donde dicen hay mucha gente, y hablan la lengua Mejicana. Las Filipinas y Islas consecuentes, segun personas prácticas de ellas refieren, corren mas de novecientas leguas. Pues tratar de la China y Cochinchina y Sian, y las demás Provincias que tocan á la India oriental, es cosa infinita y agena de mi intencion, que es solo de las Indias occidentales. En la misma América, cuyos términos por todas partes se saben, no se sabe la mayor parte de ella, que es lo que cae entre el Perú y Brasil; y hay diversas opiniones de unos que dicen, que toda es tierra anegadiza, llena de lagunas y pantanos, y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reinos, y fabrican allí el Paytiti, y el Dorado, y los Cesares, y dicen haber cosas maravillosas. A uno de nuestra Compañia, persona fidedigna, oí yo que él habia visto grandes poblaciones, y caminos tan abiertos y trillados como de Salamanca á Valladolid: y esto fué cuando se hizo la entrada ó descubrimiento por el gran rio de las Amazonas ó Marañon por Pedro de Orsua, y despues otros que le sucedieron; y creyendo que el Dorado que buscaban, estaba adelante, no quisieron poblar allí: y despues se quedaron sin el Dorado (que nunca hallaron), y sin aquella gran provincia que dejaron. En efecto es cosa hasta hoy oculta la habitacion de la América, exceptos los extremos, que son el Perú y Brasil, y donde viene á angostarse la tierra, que es el rio de la Plata, y despues Tacumán, dando vuelta á Chile y á los Charcas. Ahora últimamente, por cartas de los nuestros que andan en Santa-Cruz de la Sierra, se tiene por relacion fresca, que se van descubriendo grandes provincias y poblaciones en aquellas partes que caen entre el Perú y Brasil. Esto descubrirá el tiempo: que segun es la diligencia y osadía de rodear el mundo por una y otra parte, podemos bien creer, que como se ha descubierto lo de hasta aquí, se descubrirá lo que resta, para que el Santo Evangelio sea anunciado en el universo mundo, pues se han encontrado ya por oriente y poniente, haciendo círculo perfecto del universo, las dos coronas de Portugal y Castilla, hasta juntar sus descubrimientos, que cierto es cosa de consideracion, que por el oriente hayan los unos llegado hasta la China y Japón, y por el poniente los otros á las Filipinas, que están vecinas, y cuasi pegadas con la China. Porque de la Isla de Luzon, que es la principal de las Filipinas, en donde está la ciudad de Manila, hasta Macán, que es la Isla de Canton, no hay sino ochenta ó cien leguas de mar en medio. Y es cosa maravillosa, que con haber tan poca distancia, traen un dia entero de diferencia en su cuenta: de suerte, que en Macán es Domingo al mismo tiempo que en Manila es Sábado: y así en lo demás, siempre los de Macán y la China llevan un dia delantero, y los de las Filipinas le llevan atrasado. Acaeció al Padre Alonso Sanchez (de quien arriba se ha hecho mencion) que yendo de las Filipinas llegó á Macán en dos de Mayo, segun su cuenta; y queriendo rezar de San Atanasio, halló que se celebraba la fiesta de la invencion de la Cruz, porque contaban allí tres de Mayo. Lo mismo le sucedió otra vez que hicieron viage allá. A algunos ha maravillado esta variedad, y les parece que es yerro de los unos ó de los otros; y no lo es, sino cuenta verdadera y bien observada. Porque segun los diferentes caminos por donde han ido los unos y los otros, es forzoso cuando se encuentran, tener un dia de diferencia. La razon de esto es, porque los que navegan de occidente á oriente van siempre ganando dia, porque el Sol les va saliendo mas presto: los que navegan de oriente á poniente, al revés, van siempre perdiendo dia ó atrasándose, porque el Sol les va saliendo mas tarde, y segun lo que mas se van llegando á oriente ó á poniente, así es el tener el dia mas temprano ó mas tarde. En el Perú, que es occidental respecto de España, van mas de seis horas traseros, de modo que cuando en España es medio dia, amanece en el Perú: y cuando amanece acá, es allá media noche. La prueba de esto he hecho yo palpable, por computacion de eclipses del Sol y de la Luna. Ahora, pues, los Portugueses han hecho su navegacion de poniente á oriente, los Castellanos de oriente á poniente: cuando se han venido á juntar (que es en las Filipinas y Macán) los unos han ganado doce horas de delantera, los otros han perdido otras tantas: y así á un mismo punto, y á un mismo tiempo, hallan la diferencia de veinte y cuatro horas, que es dia entero: y por eso forzoso los unos están en tres de Mayo, cuando los otros cuentan á dos: y los unos ayunan Sábado Santo, y los otros comen carne en dia de Resurreccion. Y si fingiésemos que pasasen adelante, cercando otra vez al mundo, y llevando su cuenta, cuando se tornasen á juntar, se llevarian dos dias de diferencia en su cuenta. Porque como he dicho, los que van al nacimiento del Sol, van contando el dia mas temprano, como les va saliendo mas presto; y los que van al ocaso, al revés, van contando el dia mas tarde, como les va saliendo mas tarde. Finalmente, la diversidad de los meridianos hace la diversa cuenta de los dias, y como los que van navegando á oriente ó poniente van mudando meridianos sin sentirlo, y por otra parte van prosiguiendo en la misma cuenta en que se hallan cuando salen, es necesario que cuando hayan dado vuelta entera al mundo, se hallen con yerro de un dia entero. CAPÍTULO XXIV _De los volcanes ó bocas de fuego._ Aunque en otras partes se hallan bocas de fuego, como el monte Etna, y el Vesubio, que ahora llaman el monte de Soma, en Indias es cosa muy notable lo que se halla de esto. Son los volcanes de ordinario cerros muy altos, que se señalan entre las cumbres de los otros montes. Tienen en lo alto una llanura, y en medio una hoya ó boca grande, que baja hasta el profundo, que es cosa temerosa mirarlos. De estas bocas echan humo, y algunas veces fuego. Algunos hay, que es muy poco el humo que echan, y cuasi no tienen mas de la forma de volcanes, como es el de Arequipa, que es de inmensa altura, y cuasi todo de arena, en cuya subida gastan dos dias; pero no han hallado cosa notable de fuego, sino rastros de los sacrificios que allí hacian Indios en tiempo de su gentilidad, y algun poco de humo alguna vez. El volcán de Méjico, que está cerca de la Puebla de los Angeles, es tambien de admirable altura, que se ve de treinta leguas al derredor. Sale de este volcán no contínuamente, sino á tiempos, cuasi cada dia un gran golpe de humo, y sale derecho en alto como una saeta; despues se va haciendo como un plumage muy grande, hasta que cesa del todo, y luego se convierte en una como nube negra. Lo mas ordinario es, salir por la mañana salido el Sol, y á la noche cuando se pone, aunque tambien lo he visto á otras horas. Sale á vueltas del humo tambien mucha ceniza: fuego no se ha visto salir hasta ahora: hay recelo que salga, y abrase la tierra, que es la mejor de aquel Reino, la que tiene en su eontorno. Tienen por averiguado, que de este volcán y de la sierra de Tlaxcala, que está vecina, se hace cierta correspondencia, por donde son tantos los truenos y relámpagos, y aun rayos, que de ordinario se sienten por allí. Á este volcán han subido y entrado en él Españoles, y sacado alcrebite ó piedra azufre para hacer pólvora. Cortés cuenta la diligencia que él hizo para descubrir lo que allí habia. Los volcanes de Guatemala son mas famosos, así por su grandeza, que los navegantes de la mar del sur descubren de muy lejos, como por la braveza de fuego que echan de sí. En veinte y tres de Diciembre del año de ochenta y seis pasado sucedió caer cuasi toda la ciudad de Guatemala de un temblor, y morir algunas personas. Habia ya seis meses, que de noche ni de dia no cesó el volcán de echar de sí por lo alto, y como vomitar un rio de fuego, cuya materia, cayendo por las faldas del volcán, se convertia en ceniza y cantería quemada. Excede el juicio humano, cómo pudiese sacar de su centro tanta materia como por todos aquellos meses arrojaba de sí. Este volcán no solia echar sino humo, y eso no siempre; y algunas veces tambien hacía algunas llamaradas. Tuve yo esta relacion, estando en Méjico, por una carta de un Secretario de la Audiencia de Guatemala, fidedigna, y aun entonces no habia cesado el echar el fuego que se ha dicho, de aquel volcán. En Quito los años pasados, hallándome en la ciudad de los Reyes, el volcán que tienen vecino, echó de sí tanta ceniza, que por muchas leguas llovió tanta ceniza, que obscureció todo el dia; y en Quito cayó de modo, que no era posible andar por las calles. Otros volcanes han visto que no han hecho llama, ni humo, ni ceniza, sino allá en lo profundo está ardiendo en vivo fuego sin parar. De estos era aquél, que en nuestro tiempo un Clérigo codicioso se persuadió, que era masa de oro la que ardia, concluyendo, que no podia ser otra materia, ni metal, cosa que tantos años ardia sin gastarse jamás; y con esta persuasion hizo ciertos calderos y cadenas con no sé qué ingenio, para coger y sacar oro de aquel pozo: mas hizo burla de él el fuego, porque no habia bien llegado la cadena de hierro y el caldero, cuando luego se deshacía y cortaba como si fuera estopa. Todavia me dijeron, que porfiaba el sobredicho, y que andaba dando otras trazas cómo sacar el oro que imaginaba. CAPÍTULO XXV _Qué sea la causa de durar tanto tiempo el fuego y humo de estos volcanes._ No hay para qué referir mas número de volcanes, pues de los dichos se puede entender lo que en esto pasa. Pero es cosa digna de disputar, qué sea la causa de durar el fuego y humo de estos volcanes, porque parece cosa prodigiosa, y que excede el curso natural, sacar de su estómago tanta cosa como vomitan. ¿Dónde está aquella materia, ó quien se la da, ó cómo se hace? Tienen algunos por opinion, que los volcanes van gastando la materia interior que ya tienen de su composicion, y así creen, que tendrán naturalmente fin en habiendo consumido la leña, digamos, que tienen. En consecuencia de esta opinion se muestran hoy dia algunos cerros, de donde se saca piedra quemada y muy liviana; pero muy recia y muy excelente para edificios, como es la que en Mejico se trae para algunas fábricas. Y en efecto parece ser lo que dicen, que aquellos cerros tuvieron fuego natural un tiempo, y que se acabó, acabada la materia que pudo gastar, y así dejó aquellas piedras pasadas de fuego. Yo no contradigo á esto, cuanto á pensar que haya habitado allí fuego, y en su modo sido volcanes aquellos en algun tiempo. Mas háceseme cosa dura creer, que en todos los volcanes pasa así, viendo que la materia que de sí echan es cuasi infinita, y que no puede caber allá en sus entrañas junta. Y demás de eso hay volcanes, que en centenares y aun millares de años se están siempre de un ser, y con el mismo continente lanzan de sí humo, fuego y ceniza. Plinio, el Historiador natural (segun refiere el otro Plinio), su sobrino, por especular este secreto, y ver cómo pasaba el negocio, llegándose á la conversaceon de el fuego de un volcán de estos, murió, y fué á acabar de averiguarlo allá. Yo mirándolo de mas afuera digo, que tengo para mí, que como hay en la tierra lugares que tienen virtud de atraer á sí materia vaporosa, y convertirla en agua, y esas son fuentes que siempre manan, y siempre tienen de qué manar, porque atraen á sí la materia de el agua; así tambien hay lugares que tienen propiedad de atraer á sí exhalaciones secas y cálidas, y esas convierten en fuego y en humo, y con la fuerza de ellas arrojan tambien otra materia gruesa que se resuelve en ceniza, ó en piedrapomez, ó semejante. Y que esto sea asi, es indicio bastante el ser á tiempos el echar el humo, y no siempre, y á tiempos fuego, y no siempre. Porque es, segun lo que ha podido atraer y digerir; y como las fuentes en tiempo de invierno abundan, y en verano se acortan, y aun algunas cesan del todo, segun la virtud y eficacia que tienen, y segun la materia se ofrece, así los volcanes en el echar mas ó menos fuego, á diversos tiempos. Lo que otros platican, que es fuego del infierno, y que sale de allá, para considerar por allí lo de la otra vida puede servir; pero si el infierno está, como platican los Teólogos, en el centro, y la tierra tiene de diámetro más de dos mil leguas, no se puede bien asentar que salga de el centro aquel fuego. Cuanmas que el fuego del infierno, segun San Basilio[136] y otros Santos enseñan, es muy diferente de éste que vemos, porque no tiene luz, y abrasa incomparablemente mas que este nuestro. Así que concluyo con parecerme lo que tengo dicho mas razonable. NOTAS: [136] Basil. in Psalm. 28. et in Hexam. CAPÍTULO XXVI _De los Temblores de tierra._ Algunos han pensado, que de estos volcanes que hay en Indias, procedan los temblores de tierra, que por allá son harto frecuentes. Mas porque los hay en partes tambien que no tienen vecindad con volcanes, no puede ser esa toda la causa. Bien es verdad, que en cierta forma tiene lo uno con lo otro mucha semejanza, porque las exhalaciones cálidas que se engendran en las íntimas concavidades de la tierra, parece que son la principal materia del fuego de los volcanes, con las cuales se enciende tambien otra materia mas gruesa, y hace aquellas aparencias de humos y llamas que salen; y las mismas exhalaciones, no hallando debajo de la tierra salida fácil, mueven la tierra con aquella violencia para salir, de donde se causa el ruido horrible que suena debajo de la tierra, y el movimiento de la misma tierra agitada de la exhalacion encendida, así como la pólvora tocándola el fuego rompe peñas y muros en las minas, y como la castaña puesta al fuego salta, y se rompe, y da estallido, en concibiendo el aire, que está dentro de su cáscara, el vigor del fuego. Lo mas ordinario de estos temblores ó terremotos suele ser en tierras marítimas que tienen agua vecina. Y así se ve en Europa y en Indias, que los pueblos muy apartados de mar y aguas sienten menos de este trabajo, y los que son puertos, ó playas, ó costa, ó tienen vecindad con eso, padecen mas esta calamidad. En el Perú ha sido cosa maravillosa y mucho de notar, que desde Chile á Quito, que son mas de quinientas leguas, han ido los terremotos por su órden corriendo, digo los grandes y famosos, que otros menores han sido ordinarios. En la costa de Chile, no me acuerdo qué año, hubo uno terribilísimo, que trastornó montes enteros, y cerró con ellos la corriente á los rios, y los hizo lagunas, y derribó pueblos, y mató cuantidad de hombres, y hizo salir la mar de sí por algunas leguas, dejando en seco los navíos muy lejos de su puesto, y otras cosas semejantes de mucho espanto. Y si bien me acuerdo, dijeron habia corrido trescientas leguas por la costa el movimiento que hizo aquel terremoto. De ahí á pocos años el de ochenta y dos fué el temblor de Arequipa, que asoló cuasi aquella ciudad. Despues el año de ochenta y seis, á nueve de Julio, fué el de la ciudad de las Reyes, que segun escribió el Virey, habia corrido en largo por la costa ciento y setenta leguas, y en ancho la sierra adentro cincuenta leguas. En este temblor fué gran misericordia del Señor prevenir la gente con un ruido grande, que sintieron algun poco antes del temblor, y como están allí advertidos por la costumbre, luego se pusieron en cobro, saliéndose á las calles, ó plazas, ó huertas, finalmente, á lo descubierto. Y asi aunque arruinó mucho aquella ciudad, y los principales edificios de ella los derribó ó maltrató mucho; pero de la gente solo refieren haber muerto hasta catorce ó veinte personas. Hizo tambien entonces la mar el mismo movimiento que habia hecho en Chile, que fué poco despues de pasado el temblor de tierra, salir ella muy brava de sus playas, y entrar la tierra adentro cuasi dos leguas, porque subió mas de catorce brazas, y cubrió toda aquella playa, nadando en el agua que dije, las vigas y madera que allí habia. Despues el año siguiente hubo otro temblor semejante en el Reino y ciudad de Quito, que parece han ido sucediendo por su órden en aquella costa todos estos terremotos notables. Y en efecto es sujeta á este trabajo, porque ya que no tienen en los llanos del Perú la persecucion del Cielo de truenos y rayos, no les falte de la tierra que temer, y así todos tengan á vista Alguaciles de la divina justicia, para temer á Dios, pues como dice la Escritura[137]: _Fecit hæc, ut timeatur_. Volviendo á la proposicion digo, que son mas sugetas á estos temblores las tierras marítimas; y la causa á mi parecer es, que con el agua se tapan y obstruyen los agujeros y aperturas de la tierra por donde habia de exhalar y despedir las exhalaciones cálidas, que se engendran. Y tambien la humedad condensa la superficie de la tierra, y hace que se encierren y reconcentren mas allá dentro los humos calientes, que vienen á romper encendiéndose. Algunos han observado, que tras años muy secos viniendo tiempos lluviosos, suelen moverse tales temblores de tierra, y es por la misma razon, á la cual ayuda la experiencia, que dicen, de haber menos temblores donde hay muchos pozos. A la ciudad de Méjico tienen por opinion, que le es causa de algunos temblores que tiene, aunque no grandes, la laguna en que está. Aunque tambien es verdad, que ciudades y tierras muy mediterráneas, y apartadas de mar, sienten á veces grandes daños de terremotos, como en Indias la ciudad de Chachapoyas, y en Italia la de Ferrara, aunque ésta, por la vecindad del rio, y no mucha distancia del mar Adriático, antes parece se debe contar con las marítimas para el caso de que se trata. En Chuquiavo, que por otro nombre se dice la Paz, ciudad del Perú, sucedió un caso en esta materia raro el año de ochenta y uno, y fué caer de repente un pedazo grandísimo de una altísima barranca cerca de un pueblo llamado Angoango, donde habia Indios hechiceros é idólatras. Tomó gran parte de este pueblo, y mató cantidad de los dichos Indios; y lo que apenas parece creíble; pero afírmanlo personas fidedignas, corrió la tierra que se derribó continuadamente legua y media, como si fuera agua ó cera derretida, de modo que tapó una laguna, y quedó aquella tierra tendida por toda esta distancia. NOTAS: [137] Eccles. 3. v. 14. CAPÍTULO XXVII _Cómo se abrazan la tierra y la mar._ Acabaré con este elemento juntándolo con el precedente del agua, cuyo órden y trabazon entre sí es admirable. Tienen estos dos elementos partida entre sí una misma esfera, y abrázanse en mil maneras. En unas partes combate el agua á la tierra furiosamente como enemiga: en otras la ciñe mansamente. Hay donde la mar se entra por la tierra adentro mucho camino, como á visitarla: hay donde se paga la tierra con echar á la mar unas puntas que llega á sus entrañas. En partes se acaba el un elemento, y comienza el otro muy poco á poco, dando lugar uno á otro. En partes cada uno de ellos tiene al juntarse su profundo inmenso, porque se hallan Islas en la mar del sur, y otras en la del norte, que llegando los navíos junto á ellas, aunque echan la sonda, en setenta y ochenta brazas no hallan fondo. De donde se ve, que son como unos espigones ó puntas de tierra, que suben del profundo, cosa que pone grande admiracion. De esta suerte me dijo un Piloto experto, que eran las Islas que llaman de Lobos, y otras al principio de la costa de Nueva-España, que llaman de los Cocos. Y aun hay parte donde en medio del inmenso Océano, sin verse tierra en muchas leguas al derredor, se ven como dos torres altísimas, ó picos de viva peña, que salen en medio del mar, y junto á ellos no se halla tierra ni fondo. La forma que enteramente hace la tierra en Indias no se puede entender, por no saberse las extremidades, ni estar descubiertas hasta el dia presente; pero así gruesamente podemos decir, que es como de corazon con los pulmones, lo mas ancho de este como corazon es del Brasil al Perú: la punta al Estrecho de Magallanes: el alto donde remata, es Tierrafirme, y de allí vuelve á ensanchar poco á poco hasta llegar á la grandeza de la Florida, y tierras superiores que no se saben bien. Otras particularidades de estas tierras de Indias se pueden entender de Comentarios que han hecho Españoles, de sus sucesos y descubrimientos, y entre estos la peregrinacion que yo escribí de un hermano de nuestra Compañía, que cierto es extraña, puede dar mucha noticia. Con esto quedará dicho lo que ha parecido bastar al presente para dar alguna inteligencia de cosas de Indias, cuanto á los comunes elementos de que constan todas la regiones del mundo. FIN DEL LIBRO TERCERO LIBRO CUARTO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS CAPÍTULO PRIMERO _De tres géneros de mixtos que se han de tratar en esta Historia._ Habiendo tratado en el libro precedente de lo que toca á elementos y simples, lo que en materia de Indias nos ha ocurrido, en este presente trataremos de los compuestos y mixtos, cuanto al intento que llevamos, pareciere convenir. Y aunque hay otros muchos géneros, á tres reduciremos esta materia, que son metales, plantas, y animales. Los metales son como plantas encubiertas en las entrañas de la tierra, y tienen alguna semejanza en el modo de producirse, pues se ven tambien sus ramos, y como tronco de donde salen, que son las vetas mayores y menores, que entre sí tienen notable trabazon y concierto, y en alguna manera parece que crecen los minerales al modo de plantas. No porque tengan verdadera vegetativa y vida interior, que esto es solo de verdaderas plantas, sino porque de tal modo se producen en las entrañas de la tierra por virtud y eficacia del Sol, y de los otros planetas, que por discurso de tiempo largo se van acrecentando, y cuasi propagando. Y así como los metales son como plantas ocultas de la tierra, así tambien podemos decir, que las plantas son como animales fijos en un lugar, cuya vida se gobierna del alimento que la naluraleza les provee en su propio nacimiento. Mas los animales exceden á las plantas, que como tienen ser mas perfecto, tienen necesidad de alimento tambien mas perfecto; y para buscarle, les dió la naturaleza movimiento; y para conocerle y descubrirle, sentido. De suerte, que la tierra estéril y ruda es como materia y alimento de los metales: la tierra fértil y de mas sazon es materia y alimento de plantas: las mismas plantas son alimento de animales; y las plantas y animales alimento de los hombres; sirviendo siempre la naturaleza inferior para sustento de la superior, y la menos perfecta subordinándose á la mas perfecta. De donde se entiende, cuán lejos está el oro, y la plata, y lo demás que los hombres ciegos de codicia estiman en tanto de ser fin digno del hombre, pues están tantos grados mas abajo que el hombre; y solo al Criador y universal Hacedor de todo está sujeto y ordenado el hombre, como á propio fin y descanso suyo, y todo lo demás no mas de en cuanto le conduce, y ayuda á conseguir este fin. Quien con esta Filosofía mira las cosas criadas, y discurre por ellas, puede sacar fruto de su conocimiento y consideracion, sirviéndose de ellas para conocer y glorificar al Autor de todas. Quien no pasa mas adelante de entender sus propiedades y utilidades, ó será curioso en el saber, ó codicioso en el adquirir, y al cabo le serán las criaturas lo que dice el Sabio[138], que son á los pies de los insipientes y necios; conviene á saber, lazo y red en que caen y se enredan. Con el fin, pues, é intento dicho, para que el Criador sea glorificado en sus criaturas, pretendo decir en este libro algo de lo mucho que hay digno de historia en Indias cerca de los metales, plantas y animales que son mas propiamente de aquellas partes. Y porque tratar esto exactamente sería obra muy grande, y que requiere mayor conocimiento que el mio, y mucha mas desocupacion de la que tengo, digo, que solamente pienso tratar sucintamente algunas cosas, que por experiencia, ó por relacion verdadera he considerado cerca de las tres cosas que he propuesto, dejando para otros mas curiosos y diligentes la averiguacion mas larga de estas materias. NOTAS: [138] Sap. 14. v. 11. CAPÍTULO II _De la abundancia de metales que hay en las Indias occidentales._ Los metales crió la sabiduría de Dios para medicina, y para defensa, y para ornato, y para instrumentos de las operaciones de los hombres. De todas estas cuatro cosas se pueden facilmente dar ejemplos: mas el principal fin de los metales es la última de ellas. Porque la vida humana no solo ha menester sustentarse como la de los animales, sino tambien ha de obrar conforme á la capacidad y razon que le dió el Criador; y así como es su ingenio tan extendido á diversas artes y facultades, así tambien proveyó el mismo Autor, que tuviese materia de diversos artificios para reparo, seguridad, ornato y abundancia de sus operaciones. Siendo, pues, tanta la diversidad de metales que encerró el Criador en los armarios y sótanos de la tierra, de todos ellos tiene utilidad la vida humana. De unos se sirve para cura de enfermedades: de otros para armas y defensa contra sus enemigos: de otros para aderezo y gala de sus personas y habitaciones: de otros para vasijas, y herramientas, y varios instrumentos que inventa el arte humano. Pero sobre todos estos usos que son sencillos y naturales, halló la comunicacion de los hombres el uso del dinero, el cual, como dijo el Filósofo[139], es medida de todas las cosas, y siendo una cosa sola en naturaleza, es todas en virtud, porque el dinero es comida, vestido, casa, cabalgadura, y cuanto los hombres han menester. Y así obedece todo al dinero, como díce el Sabio[140]. Para esta invencion, de hacer que una cosa fuese todas las cosas, guiados de natural instinto eligieron los hombres la cosa mas durable, y mas tratable, que es el metal; y entre los metales quisieron que aquellos tuviesen principado en esta invencion de ser dinero, que por su naturaleza eran más durables é incorruptibles, que son la plata y el oro. Los cuales, no solo entre los Hebreos, Asirios, Griegos, y Romanos, y otras naciones de Europa y Asia, tuvieron estima, sino tambien entre las mas remotas, y bárbaras naciones del universo, como son los Indios, así orientales como occidentales, donde el oro y plata fué tenida en precio y estima; y como tal usada en los Templos y Palacios, y ornato de Reyes y Nobles. Porque aunque se han hallado algunos bárbaros que no conocian la plata, ni el oro, como cuentan de los Floridos, que tomaban las talegas, ó sacos en que iba el dinero, y al mismo dinero le dejaban echado por ahí la playa como á cosa inútil. Y Plinio refiere[141] de los Babitacos, que aborrecian el oro, y por eso lo sepultaban donde nadie pudiese servirse de él; pero de estos Floridos, y de aquellos Babitacos ha habido, y hay hoy dia pocos; y de los que estiman, buscan, y guarden el oro y la plata, hay muchos, sin que tengan necesidad de aprender esto de los que han ido de Europa. Verdad es que su codicia de ellos no llegó á tanto como la de los nuestros, ni idolatraron tanto con el oro y plata, aunque eran idólatras, como algunos malos Cristianos, que han hecho por el oro y plata excesos tan grandes. Mas es cosa de alta consideracion, que la Sabiduria del eterno Señor quisiese enriquecer las tierras de el mundo mas apartadas, y habitadas de gente menos política, y allí pusiese la mayor abundancia de minas que jamás hubo, para con esto convidar á los hombres á buscar aquellas tierras, y tenerlas, y de camino comunicar su Religion, y culto del verdadero Dios á los que le conocian, cumpliéndose la profecía de Isaías[142], que la Iglesia habia de extender sus términos, no solo á la diestra, sino tambiá la siniestra, que es como San Agustin declara[143] haberse de propagar el Evangelio, no solo por los que sinceramente, y con caridad lo predicasen, sino tambien por los que por fines y medios temporales y humanos lo anunciasen. Por donde vemos, que las tierras de Indias mas copiosas de minas y riqueza han sido las mas cultivadas en la Religion Cristiana en nuestros tiempos, aprovechándose el Señor para sus fines soberanos de nuestras pretensiones. Cerca de esto decia un hombre sabio, que lo que hace un padre con una hija fea para casarla, que es darle mucha dote, eso habia hecho Dios con aquella tierra tan trabajosa, de darle mucha riqueza de minas, para que con este medio hallase quien la quisiese. Hay, pues, en las Indias occidentales gran copia de minas, y haylas de todos metales, de cobre, de hierro, de plomo, de estaño, de azogue, de plata, y de oro. Y entre todas las partes de Indias, los Reinos del Perú son los que mas abundan de metales, especialmente de plata, y oro y azogue; y es en tanta manera, que cada dia se descubren nuevas minas. Y segun es la cualidad de la tierra, es cosa sin duda, que son sin comparacion muchas mas las que están por descubrir que las descubiertas, y aun parece que toda la tierra está como sembrada de estos metales, mas que ninguna otra que se sepa al presente en el mundo, ni que en lo pasado se haya escrito. NOTAS: [139] Arist. 5. c. Ethic. 5. [140] Eccles. 10. v. 19. [141] Plin. lib. 6. cap. 27. [142] Isaias 54. v. 3. [143] August. lib. 1. de concord. Evang. c. 31. CAPÍTULO III _De la cualidad de la tierra donde se hallan metales; y que no se labran todos en Indias; y de cómo usaban los Indios de los metales._ La causa de haber tanta riqueza de metales en Indias, especialmente en las occidentales del Perú, es, como está dicho, la voluntad del Criador, que repartió sus dones como quiso. Pero llegándonos á la razon y Filosofíes gran verdad lo que escribió Filón, hombre sabio[144] diciendo, que el oro, plata, y metales naturalmente nacian en las tierras mas estériles, é infructuosas. Así vemos, que tierras de buen temperamento, y fértiles de yerva y frutos, raras veces, ó nunca son de minas[145]: contentándose la naturaleza con darles vigor para producir los frutos mas necesarios al gobierno y vida de los animales y hombres. Al contrario, en tierras muy ásperas, secas, y estériles, en sierras muy altas, en peñas muy agrias, en temples muy desabridos, allí es donde se hallan minas de plata y de azogue, y lavaderos de oro; y toda cuanta riqueza ha venido á España, despues que se descubrieron las Indias occidentales, ha sido sacada de semejantes lugares ásperos, trabajosos, desabridos, y estériles; mas el gusto del dinero los hace suaves, y abundantes, y muy poblados. Y aunque hay en Indias, como he dicho, vetas y minas de todos metales, no se labran sino solamente minas de plata y oro, y tambien de azogue, porque es necesario para sacar la plata y el oro. El hierro llevan de España, y de la China. Cobre usaron labrar los Indios, porque sus herramientas y armas no eran comunmente de hierro, sino de cobre. Despues que Españoles tienen las Indias, poco se labran, ni siguen minas de cobre, aunque las hay muchas, porque buscan los metales mas ricos, y en esos gastan su tiempo y trabajo: para esotros se sirven de lo que va de España, ó de lo que á vueltas de el beneficio de oro y plata resulta. No se halla que los Indios usasen oro, ni plata, ni metal para moneda, ni para precio de las cosas, usábanlo para ornato, como está dicho. Y así tenian en Templos, Palacios, y sepulturas grande suma, y mil géneros de vasijas de oro y plata. Para contratar y comprar no tenian dinero, sino trocaban unas cosas con otrasomo de los Antiguos refiere Homero, y cuenta Plinio[146]. Habia algunas cosas de mas estima, que corrian por precio en lugar de dinero; y hasta el día de hoy dura entre los Indios esta costumbre. Como en las provincias de Méjico usan de cacao, que es una frutilla, en lugar de dinero, y con ella rescatan lo que quieren. En el Perú sirve de lo mismo la coca, que es una hoja que los Indios precian mucho. Como en el Paraguay usan cuños de hierro por moneda. Y en Santa Cruz de la Sierra algodon tejido. Finalmente, su modo de contratar de los Indios, su comprar y vender fué cambiar, y rescatar cosas por cosas; y con ser los mercados grandísimos y frecuentísimos, no les hizo falta el dinero, ni habian menester terceros, porque todos estaban muy diestros en saber cuanto de qué cosa era justo dar por tanto de otra cosa. Despues que entraron Españoles, usaron tambien los Indios el oro y plata para comprar, y á los principios no habia moneda, sino la plata por peso era precio, como de los Romanos antiguos se cuenta[147]. Despues, por mas comodidad, se labró moneda en Méjico y en el Perú; mas hasta hoy ningun dinero se gasta en Indias occidentales de cobre, ú otro metal, sino solamente plata, ú oro. Porque la riqueza y grosedad de aquella tierra no ha admitido la moneda que llaman de vellon, ni otros géneros de mezclas que usan en Italia, y en otras provincius de Europa. Aunque es verdad que en algunas Islas de Indias, como son Santo Domingo y Puerto-Rico, usan de moneda de cobre, que son unos cuartos que en solas aquellas Islas tienen valor, porque hay poca plata: y oro, aunque hay mucho, no hay quien lo beneficie. Mas porque la riqueza de Indias, y el uso de labrar minas consiste en oro, plata, y azogue, de estos tres metales diré algo, dejando por ahora lo demás. NOTAS: [144] Philo lib. 5. de genes. mundi. [145] Euseb. lib. 8. de præpar. Evang. c. 5. [146] Plin. lib. 33. c. 3. [147] Plin. lib. 33. c. 4. CAPÍTULO IV _Del oro que se labra en Indias._ El oro entre todos los metales fué siempre estimado por el mas principal, y con razon, porque es el mas durable, é incorruptible, pues el fuego que consume, ó disminuye á los demás, á éste antes le abona y perfecciona, y el oro que ha pasado por mucho fuego, queda de su color, y es finísimo. El cual propente, segun Plinio dice, se llama obrizo[148], de que tanta mencion hace la Escritura. Y el uso que gasta todos los otros, como dice el mismo Plinio, al oro solo no le menoscaba cosa, ni le carcome, ni envejece, y con ser tan firme en su ser, se deja tanto doblar y adelgazar, que es cosa de maravilla. Los batihojas y tiradores saben bien la fuerza del oro en dejarse tanto adelgazar y doblar, sin quebrar jamás. Lo cual todo, con otras excelentes propiedades que tiene, bien considerado, dará á los hombres espiritua ocasion de entender, porque en las divinas Letras[149] la caridad se semeja al oro. En lo demás, para que él se estime y busque, poca necesidad hay de contar sus excelencias, pues la mayor que tiene, es estár entre los hombres ya conocido por el supremo poder, y grandeza del mundo. Viniendo á nuestro propósito, hay en Indias gran copia de este metal; y sábese de Historias ciertas, que los Incas del Perú no se contentaron de tener vasijas mayores y menores de oro, jarros, copas, tazas, frascos, cántaros, y aun tinajas, sino que tambien tenian sillas, y andas, ó literas de oro macizo, y en sus templos colocaron diversas estatuas de oro macizo. En Méjico tambien hubo mucho de esto, aunque no tanto; y cuando los primeros Conquistadores fueron al uno y otro Reino, fueron inmensas las riquezas que hallaron, y muchas mas sin comparacion las que los Indios ocultaron y hundieron. El haber usado de plata para herrar los caballos á falta de hierro, y haber dado trescientos escudos de oro por una botija, ó cántaro de vino, con otros excesos tales, parecería fabuloso contarlo; y en efecto pasaron cosas mayores que éstas. Sácase el oro en aquellas partes en tres maneras: yo á lo menos de estas tres maneras lo he visto. Porque se halla oro en pepita, y oro en polvo, y oro en piedra. Oro en pepita llaman unos pedazos de oro que se hallan así enteros, y sin mezcla de otro metal, que no tienen necesidad de fundirse, ni beneficiarse por fuego: llámanlos pepitas, porque de ordinario son pedazos pequeños del tamaño de pepita de on, ó de calabaza. Y esto es lo que dice Job[150]: _Glebæ illius aurum_, aunque acaece haberlos, y yo los he visto mucho mayores, y algunos han llegado á pesar muchas libras. Esta grandeza de este metal solo, segun Plinio afirma[151], que se halla así hecho y perfecto; lo cual en los otros no acaece, que siempre tienen escoria, y han menester fuego para apurarse. Aunque tambien he visto yo plata natural á modo de escarcha; y tambien hay las que llaman en Indias papas de plata, que acaece hallarse plata fina en pedazos á modo de turmas de tierra; mas esto en la plata es raro, y en el oro es cosa muy ordinaria. De este oro en pepita es poco lo que se halla respecto de lo demás. El oro en piedra es una veta de oro que nace en la misma piedra, ó pedernal; y yo he visto de las minas de Zaruma, en la gobernacion de Salinas, piedras bien grandes pasadas todas de oro, y otras ser la mitad oro, y la mitad piedra. El oro de esta suerte se halla en pozos, y en minas que tienen sus vetas como las de plata, y son dificultosísimas de labrar. El modo de labrar el oro sacado de piedra, que usaron antiguamente los Reyes de Egipto, escribe Agatárchides en el quinto libro de la Historia del mar Eritréo, ó Bermejo, segun refiere Focio en su biblioteca; y es cosa de admiracion, cuán semejante es lo que allí refiere á lo que ahora se usa en el beneficio de estos metales de oro y plata. La mayor cantidad de oro que se saca en Indias, es en polvo, que se halla en rios, ó lugares por donde ha pasado mucha agua. Abundan los rios de Indias de este género, como los Antiguos celebraron el Tajo de España, y el Pactólo de Asia, y el Ganges de la India oriental. Y lo qne nosotros llamamos oro en polvo, llamaban ellos _ramenta auri_. Y tambien entonces era la mayor cantidad de oro lo que se hacia de estos ramentos, ó polvos de oro que se hallaban en rios. En nuestros tiempos en las Islas de Barlovento Española y Cuba, Puerto-Rico, hubo y hay gran copia en los rios; mas por la falta de naturales, y por la dificultad de sacarlo, es poco lo que viene de ellas á España. En el Reino de Chile y en el de Quito, y en el nuevo Reino de Granada hay mucha cantidad. El mas celebrado es el oro de Caravaya en el Perú, y el de Valdivia en Chile, porque llega á toda la ley, que son veinte y tres quilates y medio, y aun á veces pasa. Tambien es celebrado el oro de Veragua por muy fino. De las Filipinas y China traen tambien mucho oro á Méjico; pero comunmente es bajo y de poca ley. Hállase el or mezclado, ó con plata, ó con cobre. Plinio dice[152], que ningun oro hay donde no haya algo de plata; mas el que tiene mezcla de plata, comunmente es de menos quilates que el que la tiene de co. Si tiene la quinta parte de plata, dice Plinio[153]ue se llama propiamente electro, y que tiene propiedad de resplandecer á la lumbre de fuego, mucho mas que la plata fina, ni el oro fino. El que es sobre cobre, de ordinario es oro mas alto. El oro en polvo se beneficia en lavaderos, lavándolo mucho en el agua, hasta que el arena, ó barro se cae de las bateas, ó barreñas; y el oro como de mas peso hace asiento abajo. Benefíciase tambien con azogue: tambien se apura con agua fuerte, porque el alumbre, de que ella se hace, tiene esa fuerza de apartar el oro de todo lo demás. Despues de purificado, ó fundido, hacen tejos, ó barretas para traerlo á España, porque oro en polvo no se puede sacar de Indias, pues no se puede quintar, y marcar, y quilatar hasta fundirse. Sa España, segun refiere el Historiador sobredicho[154], abundar sobre todas las provincias del mundo de estos metales de oro y plata, especialmente Galicia, y Lusitania, y sobre todo las Asturias, de adonde refiere, que se traían á Roma cada año veinte mil libras de oro, y que en ninguna otra tierra se hallaba tanta abundancia. Lo cual paretestificar el libro de los Macabeos, donde dice[155]: Entre las mayores grandezas de los Romanos, que hubieron á su poder los metales de plata y oro que hay en España. Ahora á España le viene este gran tesoro de Indias, ordenando la divina providencia que unos Reinos sirvan á otros, y comuniquen su riqueza, y participen de su gobierno para bien de los unos y de los otros, si usan debidamente de los bienes que tienen. La suma de oro que se trae de Indias, no se puede bien tasar; pero puédese bien afirmar, que es harto mayor que la que refiere Plinio haberse llevado de España á Roma cada año. En la flota que yo vine, el año de ochenta y siete, fué la relacion de Tierra-firme doce cajones de oro, que por lo que menos es cada cajon cuatro arrobas. Y de Nueva-España mil ciento cincuenta y seis marcos de oro. Esto solo para el Rey, sin lo que vino para particulares registrado, y sin lo que vino por registrar, que suele ser mucho. Y esto baste para lo que toca al oro de Indias; de la plata diremos ahora. NOTAS: [148] Plin. lib. 33. c. 3. [149] Apoc. 3. p 21. Cant. 3. v. 10. Psalm. 64. Thren. 4. 3. Reg. 6. [150] Job 28. v. 6. [151] Plin. lib. 33. c. 4. [152] Plin. lib. 33. c. 4. [153] Ibidem. [154] Plin. lib. 33. c. 4. [155] 1. Machab. 8. v. 3. CAPÍTULO V _De la Plata de Indias._ En el libro de Job[156] leemos así: Tiene la plata ciertos principios y raíces de sus venas; y el oro tiene su cierto lugar, donde se cuaja. El hierro cavando se saca de la tierra; y la piedra deshecha con el calor, se vuelve en cobre. Admirablemente con pocas palabras declara las propiedades de estos cuatro metales, plata, oro, hierro, cobre. De los lugares donde se cuaja y engendra el oro, algo se ha dicho, que son, ó piedras en lo profundo de los montes y senos de la tierra, ó arena de los rios y lugares anegadizos, ó cerros muy altos de donde los polvos de oro se deslizan con el agua, como es mas comun opinion en Indias. De donde vienen muchos del vulgo á creer, que del tiempo del diluvio sucedió hallarse en el agua el oro en partes tan extrañas como se halla. De las venas de la plata, ó vetas, y de sus principios y raíces, que dice Job, trataremos ahora, diciendo primero, que la causa de tener el segundo lugar en los metales la plata, es, por llegarse al oro mas que otro ninguno, en el ser durable, y padecer menos del fuego, y dejarse mas tratar y labrar, y aun hace ventaja al oro en relucir mas, y sonar mas. Tambien porque su color es mas conforme á la luz, y su sonido es mas delicado y penetrativo. Y partes hay donde estiman la plata mas que el oro; pero el ser mas raro el oro, y la naturaleza mas escasa en darlo, es argumento de ser metal mas precioso, aunque hay tierrras, como refieren de la China, donde se halla mas facilmente oro que plata; lo comun y ordinario es, ser mas fácil y mas abundante la plata. En las Indias occidentales proveyó el Criador tanta riqueza de ella, que todo lo que se sabe de las Historias antiguas, y todo lo que encarecen las Argentifodinas de España y de otras partes, es menos que lo que vimos en aquellas partes. Hállanse minas de plata comunmente en cerros y montes muy ásperos y desiertos, aunque tambien se han hallado en zabañas ó campos. Estas son en dos maneras: unas llaman sueltas, otras llaman vetas fijas. Las sueltas son unos pedazos de metal, que acaece estar en partes donde acabado aquel pedazo, no se halla mas. Las vetas fijas son las que en hondo y en largo tienen prosecucion, al modo de ramos grandes de un arbol, y donde se halla una de éstas, es cosa ordinaria haber cerca luego otras y otras vetas. El modo de labrar y beneficiar la plata, que los Indios usaron, fué por fundicion, que es derritiendo aquella masa de metal al fuego, el cual echa la escoria á una parte, y aparta la plata del plomo, y del estaño, y del cobre, y de la demás mezcla que tiene. Para esto hacian unos como hornillos, donde el viento soplase recio, y con leña y carbon hacian su operacion. A estas en el Perú llamaban Guayras. Despues que los Españoles entraron, demás del dicho modo de fundicion, que tambien se usa, benefician la plata por azogue, y aun es mas la plata que con él sacan, que no la de fundicion. Porque hay metal de plata, que no se beneficia, ni aprovecha con fuego, sino con azogue: y éste comunmente es metal pobre, de lo cual hay mucha mayor cantidad. Pobre llaman al que tiene poca plata en mucha cantidad, rico al que da mucha plata. Y es cosa maravillosa, que no solo se halla esta diferencia de sacarse por fuego un metal de plata, y otro no por fuego, sino por azogue: sino que en los mismos metales que el fuego saca por fundicion, hay algunos, que si el fuego se enciende con aire artificial, como de fuelles, no se derrite, ni se funde, sino que ha de ser aire natural que corra: y hay metales, que se funden tambien, ó mejor con aire artificial dado por fuelles. El metal de las minas de Porco se beneficia y funde facilmente con fuelles: el metal de las minas de Potosí no se funde con fuelles; ni aprovecha, sino el aire de Guayras, que son aquellos hornillos que están en las laderas del cerro al viento natural, con el cual se derrite aquel metal. Y aunque dar razon de esta diversidad es dificil, es ella muy cierta por experiencia larga. Otras mil delicadezas ha hallado la curiosidad y codicia de este metal, que tanto los hombres aman, de las cuales diremos algunas adelante. Las principales partes de Indias que dan plata, son la Nueva-España y Perú; mas las minas del Perú son de grande ventaja, y entre ellas tienen el primado del mundo las de Potosí. De las cuales trataremos un poco de espacio, por ser de las cosas mas célebres y mas notables que hay en las Indias occidentales. NOTAS: [156] Job. 28. vv. 1. 2. CAPÍTULO VI _Del cerro de Potosí y de su descubrimiento._ El cerro tan nombrado de Potosí está en la provincia de los Charcas, en el Reino del Perú; dista de la equinoccial á la parte del sur, ó polo Antártico veinte y un grados y dos tercios, de suerte, que cae dentro de los Trópicos en lo último de la Tórridazona. Y con todo eso es en extremo frio mas que Castilla la vieja en España, y mas que Flandes, habiendo de ser templado, ó caliente conforme á la altura del polo en que está. Hácele frio estar tan levantado y empinado, y ser todo bañado de vientos muy frios y destemplados, especialmente el que alli llaman tomahavi, que es impetuoso y frigidísimo, y reina por Mayo, Junio, Julio, y Agosto. Su habitacion es seca, fria, y muy desabrida, y del todo estéril, que no se da, ni produce fruto, ni grano, ni yerba; y así naturalmente es inhabitable por el mal temple del Cielo, y por la gran esterilidad de la tierra. Mas la fuerza de la plata que llama á sí con su codicia las otras cosas, ha poblado aquel cerro de la mayor poblacion que hay en todos aquellos Reinos, y la ha hecho tan abundante de todas comidas y regalos, que ninguna cosa se puede desear que no se halle allí con abundancia; y siendo todo de acarreto, están las plazas llenas de frutas, conservas, regalos, vinos excesivos, sedas y galas, tanto como donde mas. La color de este cerro tira á rojo obscuro: tiene una graciosísima vista, á modo de un pabellon igual, ó un pan de azúcar: empínase, y señorea todos los otros cerros que hay en su contorno: su subida es agria, aunque se anda toda á caballo: remátase en punta en forma redonda: tiene de rodeo y contorno una legua por su falda: hay desde la cumbre de este cerro hasta su pie y planta mil seiscientas veinte y cuatro varas de las comunes, que reducidas á medida y cuenta de leguas Españolas, hacen un cuarto de legua. En este cerro, al pie de su falda, está otro cerro pequeño que nace de él, el cual antiguamente tuvo algunas minas de metales sueltos, que se hallaban, como en bolsas, y no en veta fija, y eran muy ricos, aunque pocos: llámanle Guaynapotosí, que quiere decir Potosí el mozo. De la falda de este pequeño cerro comienza la poblacion de Españoles é Indios, que han venido á la riqueza y labor de Potosí. Tendrá la dicha poblacion dos leguas de contorno: en ella es el mayor concurso y contratacion que hay en el Perú. Las minas de este cerro no fueron labradas en tiempo de los Incas, que fueron Señores de el Perú antes de entrar los Españoles, aunque cerca de Potosí labraron las minas de Porco, que está á seis leguas. La causa debió de ser no tener noticia de ellas, aunque otros cuentan no sé qué fábula, que quisieron labrar aquellas minas, y oyeron ciertas voces que decían á los Indios, que no tocasen allí, que estaba aquel cerro guardado para otros. En efecto, hasta doce años despues de entrados los Españoles en el Perú, ninguna noticia se tuvo de Potosí y de su riqueza, cuyo descubrimiento fué en este modo. Un Indio llamado Gualpa, de nacion Chumbibilca, que es en tierra del Cuzco, yendo un dia por la parte del poniente siguiendo unos venados, se le fueron subiendo el cerro arriba, y como es tan empinado, y entonces estaba mucha parte cubierto de unos árboles, que llaman Quinua, y de muchísimas matas, para subir un paso algo áspero le fué forzoso asirse á una rama que estaba nacida en la veta, que tomó nombre la Rica, y en la raíz y vacío que dejó, conoció el metal que era muy rico, por la experiencia que tenia de lo de Porco, y halló en el suelo, junto á la veta, unos pedazos de metal que se habian soltado de ella, y no se dejaban bien conocer, por tener la color gastada del Sol y agua, y llevolos á Porco á ensayar por Guayra (esto es probar el metal por fuego); y como viese su extremada riqueza, secretamente labraba la veta sin comunicarlo con nadie, hasta tanto que un Indio Guanca, natural del Valle de Jauja, que es en los términos de la ciudad de los Reyes, que era vecino en Porco del dicho Gualpa Chumbibilca, vió que sacaba de las fundiciones que hacía, mayores tejos de los que ordinariamente se fundian de los metales de aquel asiento, y que estaba mejorado en los atavíos de su persona, porque hasta allí habia vivido pobremente. Con lo cual, y con ver que el metal que aquel su vecino labraba, era diferente de lo de Porco, se movió á inquirir aquel secreto; y aunque el otro procuró encubrirlo, tanto le importunó, que hubo de llevarle al cerro de Potosí, al cabo de otro mes que gozaba de aquel tesoro. Allí el Gualpa dijo al Guanca, que tomase para sí una veta, que él tambien habia descubierto, que estaba cerca de la Rica, y es la que hoy dia tiene nombre de la Veta de Diego Centeno, que no era menos rica, aunque era mas dura de labrar, y con esta conformidad partieron entre sí el cerro de la mayor riqueza del mundo. Sucedió después, que teniendo el Guanca alguna dificultad en labrar su veta por ser dura, y no queriéndole el otro Gualpa dar parte en la suya, se desavinieron; y así por esto, como por otras diferencias, enojado el Guanca de Jauja, dió parte de este negocio á su amo, que se llamaba Villaroél, que era un Español que residía en Porco. El Villaroél queriendo satisfacerse de la verdad fué á Potosí, y hallando la riqueza que su Yanacona, ó criado le decia, hizo registrar al Guanca, estacándose con él en la veta que fué dicha Centeno. Llaman estacarse, señalar por suyo el espacio de las varas que concede la ley á los que hallan mina, ó la labran, con lo cual, y con manifestarlo ante la Justicia, quedan por señores de la mina para labrarla por suya, pagando al Rey sus quintos. En fin, el primer registro y manifestacion que se hizo de las minas de Potosí, fué en veinte y un dias del mes de Abril del año de mil quinientos cuarenta y cinco, en el asiento de Porco, por los dichos Villaroél Español, y Guanca Indio. Luego de allí á pocos dias se descubrió otra veta que llaman del Estaño, que ha sido riquísima, aunque trabajosísima de labrar, por su metal tan duro como pedernal. Despues, á treinta y uno de Agosto del mismo año de cuarenta y cinco, se registró la veta que llaman Mendieta, y estas cuatro son las cuatro vetas principales de Potosí. De la veta rica, que fué la primera que se descubrió, se dice que estaba el metal una lanza en alto, á manera de unos riscos, levantado de la superficie de la tierra, como una cresta que tenia trescientos pies de largo, y trece de ancho; y quieren decir, que quedó descubierta, y descarnada del diluvio, resistiendo como parte mas dura al ímpetu y fuerza de las aguas. Y era tan rico el metal, que tenia la mitad de plata; y fué perseverando su riqueza hasta los cincuenta y sesenta estados en hondo, que vino á faltar. En el modo que está dicho, se descubrió Potosí, ordenando la divina Providencia, para felicidad de España, que la mayor riqueza que se sabe que haya habido en el mundo, estuviese oculta, y se manifestase en tiempo que el Emperador Carlos V, de glorioso nombre, tenia el Imperio, y los Reinos de España, y Señoríos de Indias. Sabido en el Reino del Perú el descubrimiento de Potosí, luego acudieron muchos Españoles, y cuasi la mayor parte de los vecinos de la ciudad de la Plata, que está diez y ocho leguas de Potosí, para tomar minas en él; acudieron tambien gran cantidad de Indios de diversas provincias, y especialmente los Guayradores de Porco; y en breve tiempo fué la mayor poblacion del Reino. CAPÍTULO VII _De la riqueza que se ha sacado, y cada dia se va sacando de el cerro de Potosí._ Dudado he muchas veces, si se halla en las Historias y relaciones de los Antiguos tan gran riqueza de minas, como la que en nuestros tiempos hemos visto en el Perú. Si algunas minas hubo en el mundo ricas y afamadas por tales, fueron las que en España tuvieron los Cartaginenses, y despues los Romanos. Las cuales, como ya he dicho, no solo las letras profanas, sino las sagradas tambien encarecen á maravilla. Quien mas en particular haga memoria de estas minas que yo haya leído, es nio, el cual escribe en su natural historia así[157]: Hállase plata cuasi en todas provincias; pero la mas excelente es la de España. Esta tambien se da en tierra estéril, y en riscos, y cerros, y donde quiera que se halla una veta de plata, es cosa cierta hallar otra no lejos de ella: lo mismo acaece cuasi á los otros metales, y por eso los Griegos (segun parece) los llamaron metales. Es cosa maravillosa, que duran hasta el dia de hoy en las Españas los pozos de minas, que comenzaron á labrar en tiempo de Anibal, en tanto que aun los mismos nombres de los que descubrieron aquellas minas, les permanecen el dia de hoy, entre las cuales fué famosa la que de su descubridor llaman Bebelo tambien ahora. De esta mina se sacó tanta riqueza, que daba á su dueño Anibal cada dia trescientas libras de plata, y hasta el dia presente se ha proseguido la labor de esta mina, la cual está ya cavada, y profunda en el cerro por espacio de mil y quinientos pasos: por todo el cual espacio tan largo sacan el agua los Gascones por el tiempo y medida que lascande las les duran; y así vienen á sacar tanta, que parece rio. Todas estas son palabras de Plinio, las cuales he querido aquí recitar, porque darán gusto á los que saben de minas, viendo que lo mismo que ellos hoy experimentan, pasó por los Antiguos. En especial es notable la riqueza de aquella mina de Anibal en los Pirineos que poseyeron los Romanos, y continuaron su labor hasta en tiempo de Plinio, que fueron como trescientos años, cuya profundidad era mil y quinientos pasos, que es milla y media[158]. Y á los principios fué tan rica, que le valía á su dueño trescientas libras de á doce onzas cada dia. Mas aunque ésta haya sido extremada riqueza, yo pienso todavia, que no llega á la de nuestros tiempos en Potosí, porque segun parece por los libros Reales de la Casa de Contratacion de aquel asiento, y lo afirman hombres ancianos fidedignos, en tiempo que el Licenciado Polo gobernaba, que fué hartos años despues del descubrimiento de el cerro, se metian á quintar cada sábado de ciento y cincuenta mil pesos á doscientos mil, y valian los quintos treinta y cuarenta mil pesos, y cada año millon y medio, ó poco menos. De modo, que conforme á esta cuenta, cada dia se sacaban de aquellas minas obra de treinta mil pesos, y le valian al Rey los quintos seis mil pesos al dia. Hay otra cosa que alegar por la riqueza de Potosí, y es, que la cuenta que se ha hecho es solo de la plata que se marcaba y quintaba. Y es cosa muy notoria en el Perú, que largos tiempos se usó en aquellos Reinos la plata que llamaban corriente, la cual no era marcada y quintada; y es conclusion de los que bien saben de aquellas minas, que en aquel tiempo grandísima parte de la plata que se sacaba de Potosí, se quedaba por quintar, que era toda la que andaba entre Indios, y mucha de la de los Españoles, como yo lo ví durar hasta mi tiempo. Así que se puede bien creer, que el tercio de la riqueza de Potosí, si ya no era la mitad, no se manifestaba, ni quintaba. Hay aun otra consideracion mayor, que Plinio pone, haberse labrado mil y quinientos pasos aquella veta de Bebelo, y que por todo este espacio sacaban agua, que es el mayor impedimento que puede haber para sacar riqueza de minas. Las de Potosí, con pasar muchas de ellas de doscientos estados su profundidad, nunca han dado en agua, que es la mayor felicidad de aquel cerro: pues las minas de Porco, cuyo metal es riquísimo, se dejan hoy dia de proseguir y beneficiar por el fastidio del agua en que han dado, porque cavar peñas, y sacar agua, son dos trabajos insufribles para buscar metal: basta el primero, y sobra. Finalmente, el dia de hoy tiene la Católica Magestad un año con otro un millon de solos los quintos de plata del cerro de Potosí, sin la otra riqueza de azogues, y otros derechos de la hacienda Real, que es otro grande tesoro. Echando la cuenta los hombres expertos dicen, que lo que se ha metido á quintar en la caja de Potosí, aunque no permanecen los libros de sus primeros quintos con la claridad que hoy hay, porque los primeros años se hacian las cobranzas por romana (tanta era la grosedad que habia); pero por la memoria de la averiguacion que hizo el Visorey D. Francisco de Toledo el año de setenta y cuarro, se halló, que fueron setenta y seis millones hasta el dicho año; y desde el dicho año hasta el de ochenta y cinco inclusive, parece por los libros Reales haberse quintado treinta y cinco millones. De manera, que monta lo que se habia quintado hasta el año de ochenta y cinco, ciento y once millones de pesos ensayados, que cada peso vale trece reales y un cuartillo. Y esto sin la plata que se ha sacado sin quintar, y se ha venido á quintar en otras cajas Reales, y sin lo que en plata corriente se ha gastado, y hay por quintar, que es cosa sin número. Esta cuenta enviaron de Potosí al Virey, el año que he dicho, estando yo en el Perú; y despues acá aún ha sido mayor la riqueza que ha venido en las flotas del Perú, porque en la que yo vine el año de ochenta y siete, fueron once millones los que vinieron en ambas flotas de Perú y Méjico, y era del Rey cuasi la mitad, y de ésta las dos tercias partes de el Perú. He querido hacer esta relacion tan particular, para que se entienda la potencia que la Divina Magestad ha sido servida de dar á los Reyes de España, en cuya cabeza se han juntado tantas Coronas y Reinos, y por especial favor del Cielo se han juntado tambien la India oriental con la occidental, dando cerco al mundo con su poder. Lo cual se debe pensar ha sido por providencia de nuestro Dios, para el bien de aquellas gentes, que viven tan remotas de su cabeza, que es el Pontífice Romano, Vicario de Cristo nuestro Señor, en cuya Fé y obediencia solamente pueden ser salvas. Y tambien para la defensa de la misma Fé Católica é Iglesia Romana en estas partes, donde tanto es la verdad opugnada y perseguida de los hereges. Y pues el Señor de los Cielos, que da y quita los Reinos á quien quiere, y como quiere, así lo ha ordenado, debemos suplicarle con humildad, se digne de favorecer el celo tan pio de el Rey Católico dándole próspero suceso, y victoria contra los enemigos de su santa Fé, pues en esta causa gasta el tesoro de Indias, que le ha dado, y aun ha menester mucho mas. Pero por ocasion de las riquezas de Potosí baste haber hecho esta digresion, y ahora volvamos á decir cómo se labran las minas, y cómo se benefician los metales que de ellas se sacan. NOTAS: [157] Plin. lib. 33. c. 6. [158] Genebrardus in Cronographia. CAPÍTULO VIII _Del modo de labrar las minas de Potosí._ Bien dijo Boecio[159] cuando se quejó del primer inventor de minas: _Heu primus quis fuit ille, Auri qui pondera tecti, Gemmasque latere volentes, Pretiosa pericula fodit._ Peligros preciosos los llama con razon, porque es grande el trabajo y peligro con que se sacan estos metal que tanto aprecian los hombres. Plinio dice[160], que en Italia hay muchos metales; pero que los Antiguos no consintieron beneficiarse por conservar la gente. De España los traían, y como á tributarios hacian á los Españoles labrar minas. Lo propio hace ahora España con Indias, que habiendo todavia en España sin duda mucha riqueza de metales, no se dan á buscarlos, ni aun se consiente labrar, por los inconvenientes que se ven; y de Indias traen tanta riqueza, donde el buscarla y sacarla no cuesta poco trabajo, ni aun es de poco riesgo. Tiene el cerro de Potosí cuatro vetas principales, como está dicho, que son la Rica, la de Centeno, la del Estaño, la de Mendieta. Todas estas vetas están á la parte oriental del cerro, como mirando al nacimiento del Sol: á la occidental no se halla ninguna. Corren las dichas vetas norte sur, que es de polo á polo. Tienen de ancho por donde mas, seis pies; por donde menos, un palmo. Otras diversas hay, que salen de estas, como de ramos grandes: los mas pequeños suelen producirse en el árbol. Cada veta tiene diversas minas, que son partes de ella misma, y han tomado posesion, y repartídose entre diversos dueños, cuyos nombres tienen de ordinario. La mina mayor tiene ochenta varas, y no puede tener mas por ley ninguna: la menor tiene cuatro. Todas estas minas hoy dia llegan á mucha profundidad. En la veta Rica se cuentan setenta y ocho minas: llegan á ciento y ochenta estados en algunas partes, y aun á doscientos de hondura. En la veta de Centeno se cuentan veinte y cuatro minas. Llegan algunas á sesenta, y aun ochenta estados de hondura, y así á este modo es de las otras vetas y minas de aquel cerro. Para remedio de esta tan gran profundidad de minas se inventaron los socavones, que llaman, que son unas cuevas que van hechas por bajo desde un lado de el cerro, atravesándole hasta llegar á las vetas. Porque se ha de saber, que las vetas, aunque corren norte sur, como está dicho; pero esto es bajando desde la cumbre hasta la falda y asiento del cerro, segun se cree que serán segun congetura de algunos, mas de mil y doscientos estados. Y á esta cuenta, aunque las minas van tan hondas, les falta otro seis tanto hasta su raíz y fondo, que segun quieren decir, ha de ser riquísimo, como tronco y manantial de todas las vetas. Aunque hasta ahora antes se ha mostrado lo contrario por la experiencia, que mientras mas alta ha estado la veta, ha sido mas rica, y como va bajando en hondo, va siendo su metal mas pobre; pero en fin, para labrar las minas con menos costa, y trabajo y riesgo, inventaron los socavones, por los cuales se entra y sale á paso llano. Tienen de ancho ocho pies, y de alto mas de un estado. Ciérranse con sus puertas, sácanse por ellos los metales con mucha facilidad, y págase al dueño de el socavon el quinto de todo el metal que por él se saca. Hay hechos ya nueve socavones, y otros se están haciendo. Un socavon, que llaman del Venino, que va á la veta Rica, se labró en veinte y nueve años, comenzándose el año de mil quinientos cincuenta y seis, que fueron once despues de descubrirse aquellas minas, y acabándose el año de ochenta y cinco en once de Abril. Este socavon alcanzó á la veta Rica en treinta y cinco estados de hueco hasta su fondo, y hay desde donde se juntó con la veta hasta lo alto de la mina otros ciento treinta y cinco estados, que por todo este profundo bajaban á labrar aquellas minas. Tiene todo el socavon, desde la boca hasta la veta, que llaman el Crucero, doscientas y cincuenta varas, las cuales tardaron en labrarse los veinte y nueve años que está dicho, para que se vea lo que trabajan los hombres por ir á buscar la plata á las entrañas del profundo. Con todo eso, trabajan allá dentro, donde es perpétua obscuridad, sin saber poco ni mucho cuando es dia, ni cuando es noche. Y como son lugares que nunca los visita el Sol, no solo hay perpétuas tinieblas mas tambien mucho frio, y un aire muy grueso, y ageno de la naturaleza humana; y así sucede marearse los que allá entran de nuevo, como á mí me acaeció, sintiendo bascas y congojas de estómago. Trabajan con velas siempre los que labran, repartiendo el trabajo, de suerte que unos labran de dia, y descansan de noche, y otros al revés. El metal es duro comunmente, y sácanlo á golpes de barreta quebrantándole, que es quebrar un pedernal. Despues lo suben á cuestas por unas escaleras hechas de tres ramales de cuero de vaca retorcido, como gruesas maromas, y de un ramal á otro puestos palos como escalones, de manera que puede subir un hombre, y bajar otro juntamente. Tienen estas escalas de largo diez estados, y al fin de ellas está otra escala del mismo largo, que comienza de un relej, ó poyo, donde hay hechos de madera unos descansos á manera de andamios, porque son muchas las escalas que se suben. Saca un hombre carga de dos arrobas atada la manta á los pechos, y el metal que va en ellas á la espalda: suben de tres en tres. El delantero lleva una vela atada al dedo pulgar para que vean, porque como está dicho, ninguna luz hay del Cielo, y vánse asiendo con ambas manos; y así suben tan grande espacio, que como ya dije, pasa muchas veces de ciento y cincuenta estados; cosa horrible, y que solo pensarla pone espanto: tanto es el amor del dinero, por cuya recuesta se hace y padece ta. No sin razon exclama Plinio tratando de esto[161]: Entramos hasta las entrañas de la tierra, y hasta allá en el lugar de los condenados busca las riquezas. Y despues en el mismo libro[162]: Obras son mas que de Gigantes las que hacen los que sacan los metales, haciendo agujeros y callejones en lo profundo, por tan grande trecho barrenando los montes á luz de candelas, donde todo el espacio de noche y dia es igual, y en muchos meses no se ve el dia, donde acaece caerse las paredes de la mina súbitamente, y matar de golpe á los Mineros. Y poco despues añade: Hieren la dura peña con almadanas que tienen ciento y cincuenta libras de hierro: sacan los metales á cuestas trabajando de noche y de dia, y unos entregan la carga á otros, y todo á obscuras, pues solos los últimos ven la luz. Con cuños de hierro, y con almadanas rompen las peñas y pedernales, por recios y duros que sean; porque en fin es mas recia y mas dura la hambre del dinero. Esto es de Plinio, que aunque habla como Historiador de entonces, mas parece Profeta de ahora. Y no es menos lo que Focio de Agatárchides refiere, del trabajo inmenso que pasaban los que llamaban Crisios en sacar y beneficiar el oro, porque siempre, como el sobre dicho Autor dice, el oro y plata causan tanto trabajo al haberse, cuanto dan de contento al tenerse. NOTAS: [159] Boetius de Consolat. [160] Plin. lib. 33. c. 4. [161] Plin. in proem. lib. 33. [162] Cap. 4. CAPÍTULO IX _Cómo se beneficia el metal de Plata._ La veta en que hemos dicho que se halla la plata, va de ordinario entre dos peñas que llaman la caja, y la una de ellas suele ser durísima como pedernal; la otra blanda, y mas facil de romper: el metal va en medio, no todo igual, ni de un valor, porque hay en esto mismo uno muy rico que llaman cacilla, ó tacana, de donde se saca mucha plata: hay otro pobre, de donde se saca poca. El metal rico de este cerro es de color de ambar, y otro toca en mas negro: hay otro que es de color como rojo: otro como ceniciento, y en efecto tiene diversos colores, y á quien no sabe lo que es, todo ello parece piedra de por ahí; mas los Mineros en las pintas, y vetillas, y en ciertas señales conocen luego su fineza. Todo este metal que sacan de las minas se trae en carneros del Perú, que sirven de jumentos, y se lleva á las moliendas. El que es metal rico se beneficia por fundicion en aquellos hornillos que llaman Guayras: éste es el metal que es mas plomoso, y el plomo le hace derretir; y aun para mejor derretirlo, echan los Indios el que llaman Soroche, que es un metal muy plomizo. Con el fuego la escoria corre abajo, el plomo y la plata se derriten, y la plata anda nadando sobre el plomo hasta que se apura: vuelven despues á refinar mas y mas la plata. Suelen salir de un quintal de metal treinta, cuarenta, y cincuenta pesos de plata por fundicion. A mí me dieron para muestra metales de que salian por fundicion mas de doscientos pesos, y de doscientos y cincuenta por quintal: riqueza rara y cuasi increíble, si no lo testificara el fuego con manifiesta experiencia; pero semejantes metales son muy raros. El metal pobre es el que de un quintal da dos, ó tres pesos, ó cinco, ó seis, ó no mucho mas: éste ordinariamente no es plomizo, sino seco; y así por fuego no se puede beneficiar. A cuya causa gran tiempo estuvo en Potosí inmensa suma de estos metales pobres, que eran desechos, y como granzas de los buenos metales, hasta que se introdujo el beneficio de los azogues, con los cuales aquellos desechos, ó desmontes que llamaban, fueron de inmensa riqueza, porque el azogue con extraña y maravillosa propiedad apura la plata, y sirve para estos metales secos y pobres, y se gasta y consume menos azogue en ellos, lo cual no es en los ricos, que cuanto mas lo son, tanto mas azogue consumen de ordinario. Hoy dia el mayor beneficio de plata, y cuasi toda el abundancia de ella en Potosí es por el azogue, como tambien en las minas de los Cacatecas, y otras de la Nueva-España. Habia antiguamente en las laderas de Potosí, y por las cumbres y collados mas de seis mil Guayras, que son aquellos hornillos donde se derrite el metal, puestos al modo de luminarias, que verlos arder de noche, y dar lumbre tan lejos, y estar en sí hechos una ascua roja de fuego, era espectáculo agradable. Ahora si llegan á mil ó dos mil Guayras, será mucho, porque como he dicho, la fundicion es poca, y el beneficio del azogue es toda la riqueza. Y porque las propiedades del azogue son admirables, y el modo de beneficiar con él la plata muy notable, trataré de el azogue, y de sus minas y labor, lo que pareciere conveniente al propósito. CAPÍTULO X _De las propiedades maravillosas del azogue._ El azogue, que por otro nombre se llama argen vivo, como tambien le nombran los Latinos, porque parece plata viva, segun bulle y anda á unas partes y otras velozmente, entre todos los metales tiene grandes y maravillosas propiedades. Lo primero, siendo verdadero metal, no es duro, ni formado, y consistente como los demás, sino líquido, y que corre, no como la plata y el oro, que derretidos del fuego, son líquidos y corren, sino de su propia naturaleza, y con ser licor, es mas pesado que ningun otro metal; y así los demás nadan en el azogue, y no se hunden como mas livianos. Yo he visto en un barreño de azogue echar dos libras de hierro, y andar nadando encima el hierro sin hundirse, como si fuera palo ó cho en el agua. Plinio hace excepcion diciendo[163], que solo el oro se hunde, y no nada sobre el azogue: no he visto la experiencia, y por ventura es, porque el azogue naturalmente rodea luego el oro, y lo esconde en sí. Es ésta la mas importante propiedad que tiene, que con maravilloso afecto se pega al oro, y le busca, y se va á él donde quiera que le huele. Y no solo esto, mas así se encarna con él, y lo junta á sí, que le desnuda y despega de cualesquier otros metales ó cuerpos en que está mezclado, por lo cual toman oro los que se quieren preservar del daño del azogue. Á hombres que han echado azogue en los oídos para matarlos secretamente, ha sido el remedio meter por el oído una paletilla de oro, con que llaman el azogue, y la sacan blanca, de lo que se ha pegado al oro. En Madrid, yendo á ver las obras notables que Jacobo de Trezo, excelente artífice Milanés, labraba para San Lorenzo el Real, sucedió ser en dia que doraban unas piezas del retablo, que eran de bronce, lo cual se hace con azogue; y porque el humo del azogue es mortal, me dijeron, que se prevenían los Oficiales contra este veneno con tomar un doblon de oro desmenuzado, el cual pasado al estómago llamaba allí cualquier azogue que por los oídos, ojos, narices ó boca les entrase de aquel humo mortal, y con esto se preservaban del daño del azogue, yéndose todo él al oro que estaba en el estómago, y saliendo despues todo por la via natural: cosa cierto digna de admiracion, despues que el azogue ha limpiado al oro, y purgádole de todos los otros metales y mezclas, tambien le aparta el fuego á él de su amigo el oro, y le deja del todo puro sin fuego. Dice Plinio[164], que con cierta arte apartaban el oro de el azogue: no sé yo que ahora se use tal arte. Paréceme, que los Antiguos no alcanzaron, que la plata se beneficiase por azogue, que es hoy dia el mayor uso y mas principal provecho del azogue, porque expresamente dice, que á ninguno otro metal abraza sino solo al oro, y donde trata del modo de beneficiar la plata, solo hace mencion de fundicion: por donde se puede colegir, que este secreto no le alcanzaron los Antiguos. En efecto, aunque la principal amistad del azogue sea con el oro, todavía donde no hay oro se va á la plata, y la abraza, aunque no tan presto como á el oro: y al cabo tambien la limpia, y la apura de la tierra, cobre y plomo con que se cria, sin ser necesario el fuego, que por fundicion refina los metales; aunque para despegar y desasir del azogue á la plata tambien interviene el fuego, como adelante se dirá. De esotros metales, fuera de oro y plata, no hace caso el azogue, antes los carcome, y gasta, y horada, y se va y huye de ellos: que tambien es cosa admirable. Por donde le echan en vasos de barro, ó en pieles de animales, porque vasijas de cobre, hierro ú otro metal luego las pasa y barrena, y toda otra materia penetra y corrompe, por donde le llama Plinio veneno de todas las cosas, y dice, que todo lo come y gasta. En sepulturas de hombres muertos se halla azogue, que despues de haberlos gastado, él se sale muy á su salvo entero. Háse hallado tambien en las médulas y tuétanos de hombres ó animales, que recibiendo su humo por la boca ó narices, allá dentro se congela, y penetra los mismos huesos. Por eso es tan peligrosa la conversacion con criatura tan atrevida y mortal. Pues es otra gracia que tiene, que bulle, y se hace cien mil gotillas, y por menudas que sean, no se pierde una, sino que por acá, ó por allá se vuelven á juntar con su licor, y cuasi es incorruptible, y apenas hay cosa que le pueda gastar: por donde el sobredicho Plinio le llama sudor eterno. Otra propiedad tiene, que siendo el azogue el que aparta el oro del cobre y todos metales, cuando quieren juntar oro con cobre, ó bronce, ó plata, que es dorando, el medianero de esta junta es el azogue, porque mediante él se doran esos metales. Entre todas estas maravillas de este licor extraño, la que á mí me ha parecido mas digna de ponderar, es, que siendo la cosa mas pesada del mundo, inmediatamente se vuelve en la mas liviana del mundo, que es humo, con que sube arriba resuelto, y luego el mismo humo, que es cosa tan liviana, inmediatamente se vuelve en cosa tan pesada como es el propio licor de azogue, en que se resuelve. Porque en topando el humo de aquel metal cuerpo duro arriba, ó llegando á region fria, luego al punto se cuaja, y vuelve á caer hecho azogue, y si dan fuego otra vez al azogue, se hace humo, y del humo vuelve sin dilacion á caer el licor del azogue. Cierto trasmutacion inmediata de cosa tan pesada en cosa tan liviana; y al revés, por cosa rara se puede tener en naturaleza. Y en todas estas y otras extrañezas que tiene este metal, es digno el Autor de su naturaleza, de ser glorificado, pues á sus leyes ocultas obedece tan prontamente toda naturaleza criada. NOTAS: [163] Plin. lib. 33. c. [164] Plin. lib. 33. c. 6 CAPÍTULO XI _Dónde se halla el Azogue, y cómo se descubrieron sus minas riquísimas en Guancavelica._ Hállase el azogue en una manera de piedra, que da juntamente el bermellón, que los Antiguos llamaron minio, y hoy dia se dicen estar miniadas las imágenes que con azogue pintan en los cristales. El minio ó bermellón celebraron los Antiguos en grande manera, teniéndolo por color sagrado, como Plinio refiere; y así dice[165], que solian teñir con él el rostro de Júpiter los Romanos, y los cuerpos de los que triunfaban, y que en la Etiopia, así los Idolos, como los Gobernadores, se teñían el rostro de minio. Y que era estimado en Roma en tanto grado el bermellón (el cual solamente se llevaba de España, donde hubo muchos pozos y minas de azogue, y hasta el dia de hoy las hay), que no consentian los romanos que se beneficiase en España aquel metal, porque no les hurtasen algo, sino así en piedra como lo sacaban de la mina, se llevaba sellado á Roma, y allá lo beneficiaban y llevaban cada año de España, especial del Andalucía, obra de diez mil libras; y esto tenian los Romanos por excesiva riqueza. Todo esto he referido de el sobredicho Autor, porque á los que ven lo que hoy dia pasa en el Perú, les dará gusto saber lo que antiguamente pasó á los mas poderosos señores del mundo. Dígolo, porque los Incas, Reyes del Perú, y los Indios naturales de él labraron gran tiempo las minas del azogue, sin saber del azogue, ni conocerle, ni pretender otra cosa sino este minio, ó bermellón que ellos llaman Llimpi, el cual preciaban mucho para el mismo efecto que Plinio ha referido de los Romanos y Etiopes, que es para pintarse ó teñirse con él los rostros y cuerpos suyos y de sus Idolos: lo cual usaron mucho los Indios, especialmente cuando iban á la guerra, y hoy dia lo usan cuando hacen algunas fiestas ó danzas, y llámanlo embijarse, porque les parecía que los rostros así embijados ponian terror; y ahora les parece que es mucha gala. Con este fin, en los cerros de Guancavelica, que son en el Perú cerca de la ciudad de Guamanga, hicieron labores extrañas de minas, de donde sacaban este metal, y es de modo, que si hoy dia entran por las cuevas ó socavones que los Indios hicieron, se pierden los hombres, y no atinan á salir. Mas ni se cuidaban del azogue, que está naturalmente en la misma materia ó metal de bermellón, ni aun conocian que hubiese tal cosa en el mundo. Y no solo los Indios, mas ni aun los Españoles conocieron aquella riqueza por muchos años, hasta que gobernando el Licenciado Castro el Perú, el año de sesenta y seis y sesenta y siete se descubrieron las minas de azogue en esta forma. Vino á poder de un hombre inteligente, llamado Enrique Garcés, Portugués de nacion, el metal colorado que he dicho, que llamaban los Indios Llimpi, con que se tiñen los rostros, y mirándolo conoció ser el que en Castilla llaman bermellon; y como sabía que el bermellon se saca del mismo metal que el azogue, conjeturó, que aquellas minas habian de ser de azogue; fué allá, y hizo la experiencia y ensaye, y halló ser así. Y de esta manera descubiertas las minas de Palcas en término de Guamanga, fueron diversos á beneficiar el azogue para llevarle á Méjico, donde la plata se beneficiaba por azogue, con cuya ocasion se hicieron ricos no pocos. Y aquel asiento de minas, que llaman Guancavelica, se pobló de Españoles y de Indios que acudieron, y hoy dia acuden á la labor de las dichas minas de azogue, que son muchas y prósperas. Entre todas es cosa ilustrísima la mina que llaman de Amador de Cabrera, por otro nombre la de los Santos, la cual es un peñasco de piedra durísima empapada toda en azogue, de tanta grandeza, que se extiende por ochenta varas de largo, y cuarenta en ancho, y por toda esta cuadra está hecha su labor en hondura de setenta estados, y pueden labrar en ella mas de trescientos hombres juntos, por su gran capacidad. Esta mina descubrió un Indio de Amador de Cabrera, llamado Navincopa, de el pueblo de Acoria: registróla Amador de Cabrera en su nombre: trajo pleito con el Fisco, y por Ejecutoria se le dió el usufructo de ella, por ser descubridora. Despues la vendió por doscientos y cincuenta mil ducados, y pareciéndole que habia sido engañado en la venta, volvió á poner pleito, porque dicen que vale mas de quinientos mil ducados, y aun á muchos les parece que vale un millon: cosa rara haber mina de tanta riqueza. En tiempo que gobernaba el Perú Don Francisco de Toledo, un hombre que habia estado en Méjico, y visto como se sacaba plata con los azogues, llamado Pedro Fernandez de Velasco, se ofreció á sacar la plata de Potosí por azogue. Y hecha la prueba, y saliendo muy bien, el año de setenta y uno se comenzó en Potosí á beneficiar la plata con los azogues que se llevaron de Guancavelica, y fué el total remedio de aquellas minas, porque con el azogue se sacó plata infinita de los metales que estaban desechados, que llamaban desmontes. Porque como está dicho, el azogue apura la plata, aunque sea pobre, y de poca ley, y seca, lo cual no hace la fundicion de fuego. Tiene el Rey Católico, de la labor de las minas de azogue, sin costa, ni riesgo alguno, cerca de cuatrocientos mil pesos de minas, que son de á catorce reales, ó poco menos, sin lo que despues de ello procede, por el beneficio que se hace en Potosí, que es otra riqueza grandísima. Sácanse un año con otro de estas minas de Guancavelica, ocho mil quintales de azogue, y aun mas. NOTAS: [165] Lib. 33. cap. 7. CAPÍTULO XII _De el modo y arte que se saca el Azogue, y se beneficia con él la plata._ Digamos ahora cómo se saca el azogue, y cómo se saca con él la plata. La piedra, ó metal donde el azogue se halla, se muele, y pone en unas ollas al fuego tapadas, y allí fundiéndose, ó derritiéndose aquel metal, se despide de él el azogue con la fuerza del fuego, y sale en exhalacion á vueltas de el humo del dicho fuego, y suele ir siempre arriba, hasta tanto que topa algun cuerpo, donde para, y se cuaja, ó si pasa arriba sin topar cuerpo duro, llega hasta donde se enfria, y allí se cuaja, y vuelve á caer abajo. Cuando está hecha la fundicion destapan las ollas, y sacan el metal. Lo cual procuran se haga estando ya frias, porque si da algun humo, ó vapor de aquél á las personas que destapan las ollas, se azogan y mueren, ó quedan muy maltratadas, ó pierden los dientes. Para dar fuego á los metales, porque se gasta infinita leña, halló un Minero, por nombre Rodrigo de Torres, una invención utilísima, y fué coger de una paja que nace por todos aquellos cerros del Perú, la cual allá llaman Icho, y es á modo de esparto, y con ella dan fuego. Es cosa maravillosa la fuerza que tiene esta paja para fundir aquellos metales, que es como lo que dice Plinio[166] del oro que se funde con llama de paja, no fundiéndose con brasas de leña fortísima. El azogue así fundido lo ponen en badanas, porque en cuero se puede guardar, y así se mete en los almacenes del Rey; y de allí se lleva por mar á Arica, y de allí á Potosí en recuas, ó carneros de la tierra. Consúmese comunmente en el beneficio de los metales en Potosí de seis á siete mil quintales por año, sin lo que se saca de las lamas (que son las heces que quedan, y barro de los primeros lavatorios de metales que se hacen en tinas), las cuales lamas se queman, y benefician en hornos para sacar el azogue que en ellas queda, y habrá mas de cincuenta hornos de éstos en la villa de Potosí, y en Tarapaya. Será la cantidad de los metales que se benefician, segun han echado la cuenta hombres prácticos, mas de trescientos mil quintales al año, de cuyas lamas beneficiadas se sacarán mas de dos mil quintales de azogue. Y es de saber, que la cualidad de los metales es vária, porque acaece que un metal da mucha plata, y consume poco azogue: otro al revés, da poca plata, y consume mucho azogue: otro da mucha, y consume mucho: otro da poca, y consume poco; y conforme á como es el acertar en estos metales, así es el enriquecer poco, ó mucho, ó perder en el trato de metales. Aunque lo mas ordinario es, que en metal rico, como da mucha plata, así consume mucho azogue, y el pobre al revés. El metal se muele muy bien primero con los mazos de ingenios, que golpean la piedra como batanes, y despues de bien molido el metal, lo ciernen con unos cedazos de telas de arambre, que hacen la harina tan delgada como los comunes de cerdas; y ciernen estos cedazos, si están bien armados y puestos, treinta quintales entre noche y dia. Cernida que está la harina del metal, la pasan á unos cajones de buitrones, donde la mortifican con salmuera, echando á cada cincuenta quintales de harina cinco quintales de sal, y esto se hace para que la sal desengrase la harina de metal, del barro, ó lama que tiene, con lo cual el azogue recibe mejor la plata. Exprimen luego con un lienzo de Holanda cruda el azogue sobre el metal, y sale el azogue como un rocío, y así van revolviendo el metal para que á todo él se comunique este rocío del azogue. Antes de inventarse los buitrones de fuego, se amasaba muchas y diversas veces el metal con el azogue, así echado en unas artesas, y hacian pellas grandes como de barro, y dejábanlo estar algunos dias, y volvian á amasarlo otra vez y otra, hasta que se entendia que estaba ya incorporado el azogue en la plata, lo cual tardaba veinte dias y mas, y cuando menos nueve. Despues, por aviso que hubo, como la gana de adquirir es diligente, hallaron que para abreviar el tiempo, el fuego ayudaba mucho á que el azogue tomase la plata con presteza, y así trazaron los buitrones, donde ponen unos cajones grandes, en que echan el metal con sal y azogue, y por debajo dan fuego manso en ciertas bóvedas hechas á propósito, y en espacio de cinco dias ó seis el azogue incorpora en sí la plata. Cuando se entiende que ya el azogue ha hecho su oficio, que es juntar la plata, mucha ó poca, sin dejar nada de ella, y embeberla en sí, como la esponja al agua, incorporándola consigo, y apartándola de la tierra, plomo y cobre, con que se cria, entonces tratan de descubrirla, sacarla y apartarla del mismo azogue, lo cual hacen en esta forma: Echan el metal en unas tinas de agua, donde con unos molinetes ó ruedas de agua, trayendo al derredor el metal, como quien deslie ó hace mostaza, va saliendo el barro ó lama del metal en el agua que corre, y la plata y azogue, como cosa mas pesada, hace asiento en el suelo de la tina. El metal que queda está como arena, y de aquí lo sacan y llevan á lavar otra vuelta con bateas en unas balsas ó pozas de agua, y allí acaba de caerse el barro, y deja la plata y azogue á solas, aunque á vueltas del barro y lama va siempre algo de plata y azogue, que llaman relaves: y tambien procuran despues sacarlo y aprovecharlo. Limpia, pues, que está la plata y el azogue, que ya ello reluce, despedido todo el barro y tierra, toman todo este metal, y echado en un lienzo exprímenlo fuertemente; y así sale todo el azogue que no está incorporado en la plata, y queda lo demás hecho todo una pella de plata y azogue, al modo que queda lo duro y cibera de las almendras, cuando exprimen el almendrada: y estando bien exprimida la pella que queda, sola es la sexta parte de plata, y las otras cinco son azogue. De manera, que si queda una pella de sesenta libras, las diez libras son de plata, y las cincuenta de azogue. De estas pellas se hacen las piñas á modo de panes de azúcar, huecas por adentro; y hácenlas de cien libras de ordinario. Y para apartar la plata del azogue, pónenlas en fuego fuerte, donde las cubren con un vaso de barro de la hechura de los moldes de panes de azúcar, que son como unos caperuzones, y cúbrenlas de carbon, y danles fuego, con el cual el azogue se exhala en humo, y topando en el caperuzon de barro, allí se cuaja y destila, como los vapores de la olla en la cobertera; y por un cañon al modo de alambique, recíbese todo el azogue que se destila, y vuélvese á cobrar quedando la plata sola. La cual en forma y tamaño es la misma: en el peso es cinco partes menos que antes: queda toda crespa y esponjada, que es cosa de ver: de dos de estas piñas se hace una barra de plata, que pesa sesenta y cinco ó sesenta y seis marcos; y así se lleva á ensayar, quintar y marcar. Y es tan fina la plata sacada por azogue, que jamás baja de dos mil y trescientos y ochenta de ley: y es tan excelente, que para labrarse, ha menester que los Plateros la bajen de ley echándola liga ó mezcla; y lo mismo hacen en las Casas de moneda, donde se labra y acuña. Todos estos tormentos, y por decirlo así, martirios pasa la plata para ser fina, que si bien se mira, es un amasijo formado, donde se muele, se cierne, se amasa, se leuda y se cuece la plata, y aun fuera de esto se lava y relava, y se cuece y recuece pasando por mazos y cedazos, artesas, buitrones, tinas, bateas, exprimideros y hornos; y finalmente, por agua y fuego. Digo esto, porque viendo este artificio en Potosí, consideraba lo que dice la Escritura de los Justos,[167] que: _Colabit eos, purgabit cuasi argentum_. Y lo que dice en otra parte[168]: _Sicut argentum probatum terræ_, _purgatum septuplum_. Que para apurar la plata, y afinarla y limpiarla de la tierra y barro en que se cria, siete veces la purgan y purifican, porque en efecto son siete, esto es, muchas y muchas las veces que la atormentan hasta dejarla pura y fina. Y así es la doctrina del Señor, y lo han de ser las almas que han de participar de su pureza divina. NOTAS: [166] Lib. 33. c. 4. [167] Mal. 3. v. 3. Eccles. 2. v. 8. [168] Psalm. 11. v. 7. CAPÍTULO XIII _De los ingenios para moler metales, y del ensaye de la plata._ Para concluir con esta materia de plata y metales restan dos cosas por decir: una es de los ingenios y moliendas: otra de los ensayes. Ya se dijo que el metal se muele para recibir el azogue. Esta molienda se hace con diversos ingenios: unos que traen caballos, como atahonas; y otros que se mueven con el golpe del agua, como aceñas ó molinos; y de los unos y los otros hay gran cantidad. Y porque el agua, que comunmente es la que llueve, no la hay bastante en Potosí, sino en tres ó cuatro meses, que son Diciembre, Enero y Febrero, han hecho unas lagunas que tienen de contorno como á mil y setecientas varas, y de de hondo tres estados, y son siete, con sus compuertas; y cuando es menester usar de alguna, la alzan, y sale un cuerpo de agua, y las fiestas las cierran. Cuando se hinchen las lagunas, y el año es copioso de aguas, dura la molienda seis ó siete meses, de modo que tambien para la plata piden los hombres ya buen año de aguas en Potosí, como en otras partes para el pan. Otros ingenios hay en Tarapaya, que es un valle tres ó cuatro leguas de Potosí, donde corre un rio; y en otras partes hay otros ingenios. Hay esta diversidad, que unos ingenios tienen á seis mazos, otros á doce y catorce. Muélese el metal en unos morteros, donde dia y noche lo están echando, y de allí llevan lo que está molido á cerner. Están en la ribera del arroyo de Potosí cuarenta y ocho ingenios de agua, de á ocho, diez y doce mazos: otros cuatro ingenios están en otro lado, que llaman Tanacoñuño. En el valle de Tarapaya hay veinte y dos ingenios; todos estos son de agua: fuera de los cuales hay en Potosí otros treinta ingenios de caballos, y fuera de Potosí otros algunos: tanta ha sido la diligencia é industria de sacar plata. La cual finalmente se ensaya y prueba por los Ensayadores y Maestros que tiene el Rey puestos, para dar su ley á cada pieza. Llévanse las barras de plata al Ensayador, el cual pone á cada una su número, porque el ensaye se hace de muchas juntas. Saca de cada una un bocado, y pésale fielmente: échale en una copella, que es un vasito hecho de ceniza de huesos molidos y quemados. Pone estos vasitos por su órden en el horno ú hornaza: dales fuego fortísimo: derrítese el metal todo, y lo que es plomo se va en humo, el cobre ó estaño se deshace, queda la plata finísima hecha de color de fuego. Es cosa maravillosa, que cuando está así refinada, aunque esté líquida y derretida, no se vierte volviendo la copella, ó vaso donde está hácia abajo, sino que se queda fija sin caer gota. En la color y en otras señales conoce el Ensayador cuando está afinada: saca del horno las copellas: vuelve á pesar delicadísimamente cada pedacito: mira lo que ha mermado y faltado de su peso, porque la que es de ley subida merma poco, y la que es de ley baja, mucho. Y así conforme á lo que ha mermado, ve la ley que tiene, y esa asienta, y señala en cada barra puntualmente. Es el peso tan delicado, y las pesicas, ó granos tan menudos, que no se pueden asir con los dedos, sino con unas pinzas; y el peso se hace á luz de candela, porque no dé aire que haga menear las balanzas, porque de aquel poquito depende el precio y valor de toda una barra. Cierto es cosa delicada, y que requiere gran destreza, de la cual tambien se aprovecha la divina Escritura en diversas partes[169], para declarar de qué modo prueba Dios á los suyos, y para notar las diferencias de méritos y valor de las almas, y especialmente donde á Jeremías Profeta le da Dios título de Ensayador[170], para que conozca, y declare el valor espiritual de los hombres, y sus obras, que es negocio propio del Espíritu de Dios, que es el que pesa los espíritus de los hombres[171]. Y con esto nos podemos contentar cuanto á materia de plata, metales y minas, y pasar adelante á los otros dos propuestos de plantas y animales. NOTAS: [169] Psalm 65. v. 10. Prov. 17. v. 3. 27. v. 21. [170] Hierem. 6. v. 37. [171] Prov. 16. v. 2. CAPÍTULO XIV _De las esmeraldas._ Aunque será bien primero decir algo de las esmeraldas, que así por ser cosa preciada como el oro y plata de que se ha dicho, como por ser su nacimiento tambien en minas de metales, segun Plinio[172], no viene fuera de propósito tratar aquí de ellas. Antiguamente fué la esmeralda estimada en mucho; y como el dicho Autor escribe, tenia el tercer lugar entre las joyas despues del diamante y de la margarita. Hoy dia, ni la esmeralda se tiene en tanto, ni la margarita, por la abundancia que las Indias han dado de ambas cosas: solo el diamante se queda con su reinado, que no se lo quitará nadie: tras él los rubíes finos, y otras piedras se precian en mas que las esmeraldas. Son amigos los hombres de singularidad, y lo que ven ya comun no lo precian. De un Español cuentan, que en Italia al principio que se hallaron en Indias, mostró una esmeralda á un Lapidario, y preguntó el precio: vista por el otro, que era de excelente cualidad y tamaño, respondió, que cien escudos; mostróle otra mayor, dijo que trescientos. Engolosinado del negocio, llevóle á su casa, y mostróle un cajón lleno de ellas: en viendo tantas dijo el Italiano: Señor, éstas valen á escudo. Así ha pasado en Indias y España, que el haber hallado tanta riqueza de estas piedras les ha quitado el valor. Plinio dice excelencias de ellas[173], y que no hay cosa mas agradable, ni mas saludable á la vista, y tiene razon; pero importa poco su autoridad mientras hubiere tantas. La otra Lolia Romana, de quien cuenta[174], que en un tocado y vestido labrado de perlas y esmeraldas echó cuatrocientos mil ducados de valor, pudiera hoy dia con menos de cuarenta mil hacer dos pares como aquél. En diversas partes de Indias se han hallado. Los Reyes Mejicanos las preciaban, y aun usaban algunos horadar las narices, y poner allí una excelente esmeralda. En los rostros de sus Idolos tambien las ponian. Mas donde se ha hallado, y hoy en dia se halla mas abundancia, es en el nuevo Reino de Granada, y en el Perú cerca de Manta y Puerto-viejo. Hay por allí dentro una tierra que llaman de las Esmeraldas, por la noticia que hay de haber muchas, aunque no ha sido hasta ahora conquistada aquella tierra. Las esmeraldas nacen en piedras á modo de cristales, y yo las he visto en la misma piedra, que van haciendo como veta, y segun parece, poco á poco se van cuajando y afinando: porque ví unas medio blancas, medio verdes: otras cuasi blancas: otras ya verdes y perfectas del todo. Algunas he visto del grandor de una nuez, y aun mayores. Pero no sé que en nuestros tiempos se hayan descubierto del tamaño del catino ó joya que tienen en Génova, que con razon la precian en tanto por joya, y no por reliquia, pues no consta que lo sea, antes lo contrario. Pero sin comparacion excede lo que Teofrasto refiere de la esmeralda que presentó el Rey de Babilonia al Rey de Egipto, que tenia de largo cuatro codos, y tres de ancho, y que en el templo de Júpiter una aguja hecha de cuatro piedras de esmeraldas, que tenia de largo cuarenta codos, y de ancho en partes cuatro, y en partes dos; y que en su tiempo en Tiro habia en el templo de Hércules un pilar de esmeralda. Por ventura era, como dice Plinio[175], de piedra verde que tira á esmeralda, y la llaman esmeralda falsa. Como algunos quieren decir, que ciertos pilares que hay en la Iglesia Catedral de Córdoba, desde el tiempo que fué mezquita de los Reyes Miramamolines Moros, que reinaron en Córdoba, que son de piedra de esmeralda. En la flota del año de ochenta y siete, en que yo vine de Indias, trajeron dos cajones de esmeraldas, que tenia cada uno de ellos por lo menos cuatro arrobas, por donde se puede ver la abundancia que hay. Celebra la divina Escritura[176] las esmeraldas como joya muy preciada, y pónelas así entre las piedras preciosas que traía en el pecho el Sumo Pontífice, como en las que adornan los muros de la celestial Jerusalén. NOTAS: [172] Plin. lib. 37. cap. 5. [173] Plin. lib. 37. c. 5. [174] Plin. lib. 9. c. 35. [175] Plin. lib. 37. c. 5. [176] Exod. 29. 39. Apoc. 21. v. 19. CAPÍTULO XV _De las perlas._ Ya que tratamos la principal riqueza que se trae de Indias, no es justo olvidar las perlas que los Antiguos llamaban margaritas, cuya estima en los primeros fué tanta, que eran tenidas por cosa que sola á personas Reales pertenecian. Hoy dia es tanta la copia de ellas, que hasta las negras traen sartas de perlas. Críanse en los ostiones ó conchas del mar entre la misma carne; y á mí me ha acaecido, comiendo algun ostion, hallar la perla enmedio. Las conchas tienen por de dentro unas colores del Cielo muy vivas, y en algunas partes hacen cucharas de ellas, que llaman de nacar. Son las perlas de diferentísimos modos en el tamaño, figura, color y lisura, y así su precio es muy diferente. Unas llaman Avemarias, por ser como cuentas pequeñas de Rosario: otras Paternostres, por ser gruesas. Raras veces se hallan dos que en todo convengan en tamaño, en forma ó en color. Por eso los Romanos (segun escribe Plinio)[177] las llamaron _Uniones_. Cuando se aciertan á encontrar dos que en todo convengan, suben mucho de precio, especialmente para zarcillos: algunos pares he visto, que los estimaban en millares de ducados, aunque no llegasen al valor de las dos perlas de Cleopatra, que cuenta Plinio[178], haber valido cada una cien mil ducados, con que ganó aquella Reina loca la apuesta que hizo Marco Antonio, de gastar en una cena mas de cien mil ducados, porque acabadas las viandas echó en vinagre fuerte una de aquellas perlas, y deshecha así, se la tragó: la otra dice, que partida en dos, fué puesta en el Panteón de Roma en los zarcillos de la estatua de Venus. Y del otro Clodio hijo de el Farsante, ó Trágico Esopo cuenta, que en un banquete dió á cada uno de los convidados una perla rica deshecha en vinagre, entre los otros platos, para hacer la fiesta magnífica. Fueron locuras de aquellos tiempos éstas; y las de los nuestros no son muy menores, pues hemos visto no solo los sombreros y bandas, mas los botines y chapines de mujeres de por ahí cuajados todos de labores de perlas. Sácanse las perlas en diversas partes de Indias, donde con mas abundancia es en el mar del sur cerca de Panamá, donde están las Islas, que por esta causa llaman de las perlas. Pero en mas cuantidad y mejores se sacan en la mar del norte cerca de el rio que llaman de la Hacha. Allí supe cómo se hacía esta granjería, que es con harta costa y trabajo de los pobres buzos, los cuales bajan seis, y nueve, y aun doce brazas en hondo á buscar los ostiones, que de ordinario están asidos á las peñas y escollos de la mar. De allí los arrancan, y se cargan de ellos, y se suben, y los echan en las canoas, donde los abren y sacan aquel tesoro que tienen dentro. El frio del agua allá dentro del mar es grande, y mucho mayor el trabajo de tener el aliento estando un cuarto de hora á veces, y aun media, en hacer su pesca. Para que puedan tener el aliento, hacénles á los pobres buzos que coman poco, y manjar muy seco, y que sean continentes. De manera que tambien la codicia tiene sus abstinentes y continentes, aunque sea á su pesar. Labránse de diversas maneras las perlas, y horadánlas para sartas. Hay ya gran demasía donde quiera. El año de ochenta y siete ví en la memoria de lo que venia de Indias para el Rey, diez y ocho marcos de perlas, y otros tres cajones de ellas, y para particulares, mil doscientos y sesenta y cuatro marcos de perlas, y sin esto otras siete talegas por pesar, que en otro tiempo se tuviera por fabuloso. NOTAS: [177] Lib. 9. c. 35. [178] Ibidem. CAPÍTULO XVI _Del pan de Indias y del maiz._ Viniendo á las plantas, trataremos de las que son mas propias de Indias, y despues de las comunes á aquella tierra, y á ésta de Europa. Y porque las plantas fueron criadas principalmente para mantenimiento del hombre, y el principal de que se sustenta es el pan, será bien decir, qué pan hay en Indias, y qué cosa usan en lugar de pan. El nombre de pan es allá tambien usado con propiedad de su lengua, que en el Perú llaman tanta, y en otras partes de otras maneras. Mas la cualidad y substancia del pan que los Indios tenian y usaban, es cosa muy diversa del nuestro, porque ningun género de trigo se halla que tuviesen, ni cebada, ni mijo, ni panizo, ni esotros granos usados para pan en Europa. En lugar de esto usaban de otros géneros de granos, y de raíces: entre todos tiene el principal lugar, y con razon, el grano de maíz, que en Castilla llaman trigo de las Indias, y en Italia grano de Turquía. Así como en las partes del orbe antiguo, que son Europa, Asia y Africa el grano mas comun á los hombres es el trigo, así en las partes del nuevo orbe ha sido y es el grano de maíz, y cuasi se ha hallado en todos los Reinos de Indias occidentales, en Perú, en Nueva-España, en nuevo Reino, en Guatemala, en Chile, en toda Tierra-firme. De las Islas de Barlovento, que son Cuba, la Española, Jamaica, San Juan, no sé que se usase antiguamente el maíz, hoy dia usan mas la yuca y cazavi, de que luego diré. El grano del maíz, en fuerza y sustento, pienso que no es inferior al trigo: es mas grueso y cálido, y engendra sangre: por donde los que de nuevo lo comen, si es con demasía, suelen padecer hinchazones y sarna. Nace en cañas, y cada una lleva una ó dos mazorcas, donde está pegado el grano: y con ser granos gruesos tienen muchos, y en alguna contamos setecientos granos. Siémbrase á mano, y no esparcido: quiere tierra caliente y húmeda. Dáse en muchas partes de Indias con grande abundancia: coger trescientas fanegas de una de sembradura, no es cosa muy rara. Hay diferencia en el maíz como tambien en los trigos: uno es grueso y sustancioso: otro chico y sequillo, que llaman moroche: las hojas del maíz y la caña verde es escogida comida para cabalgaduras, y aun seca tambien sirve como de paja. El mismo grano es de mas sustento para los caballos y mulas, que la cebada; y así es ordinario en aquellas partes teniendo aviso de dar de beber á las bestias, primero que coman el maíz, porque bebiendo sobre él se hinchan, y les da torzón, como tambien lo hace el trigo. El pan de los Indios es el maíz; cómenlo comunmente cocido así en grano y caliente, que llaman ellos mote; como comen los Chinas y Japones el arroz tambien cocido con su agua caliente. Algunas veces lo comen tostado: hay maíz redondo y grueso, como lo de los Lucanas, que lo comen Españoles por golosina tostado, y tiene mejor sabor que garbanzos tostados. Otro modo de comerle mas regalado es moliendo el maíz, y haciendo de su harina masa, y de ella unas tortillas, que se ponen al fuego, y así calientes se ponen á la mesa, y se comen: en algunas partes las llaman arepas. Hacen tambien de la propia masa unos bollos redondos, y sazónanlos de cierto modo, que duran, y se comen por regalo. Y porque no falte la curiosidad tambien en comidas de Indias, han inventado hacer cierto modo de pasteles de esta masa, y de la flor de su harina con azucar vizcochuelos, y melindres que llaman. No les sirve á los Indios el maíz solo de pan, sino tambien de vino, porque de él hacen sus bebidas, con que se embriagan harto mas presto que con vino de uvas. El vino de maíz, que llaman en el Perú azua, y por vocablo de Indias comun chicha, se hace en diversos modos. El mas fuerte al modo de cerveza, humedeciendo primero el grano de maíz, hasta que comienza á brotar, y despues cociéndolo con cierto órden, sale tan récio, que á pocos lances derriba: éste llaman en el Perú sora, y es prohibido por ley, por los graves daños que trae emborrachando bravamente; mas la ley sirve de poco, que así como así lo usan, y se están bailando y bebiendo noches y dias enteros. Este modo de hacer brebage con que emborracharse, de granos mojados, y despues cocidos, refiere Plinio[179], haberse usado antiguamente en España y Francia, y en otras provincias, como hoy dia en Flandes se usa la cerveza hecha de granos de cebada. Otro modo de hacer el azua, ó chicha es, mascando el maíz, y haciendo levadura de lo que así se masca, y despues cocido: y aun es opinion de Indios, que para hacer buena levadura, se ha de mascar por viejas podridas, que aun oirlo pone asco, y ellos no lo tienen de beber aquel vino. El modo mas limpio y mas sano, y que menos encalabrina, es de maíz tostado: esto usan los Indios mas pulidos, y algunos Españoles por medicina: porque en efecto hallan, que para riñones y orina es muy saludable bebida, por donde apenas se halla en Indios semejante mal, por el uso de beber su chicha. Cuando el maíz está tierno en su mazorca y como en leche, cocido ó tostado lo comen por regalo Indios y Españoles; tambien lo echan en la olla, y en guisados, y es buena comida. Los cebones de maíz son muy gordos, y sirven para manteca en lugar de aceite: de manera que para bestias y para hombres, para pan y para vino, y para aceite aprovecha en Indias el maíz. Y así decia el Virey Don Francisco de Toledo, que dos cosas tenia de substancia y riqueza el Perú, que eran el maíz, y el ganado de la tierra. Y cierto tenia mucha razon, porque ambas cosas sirven por mil. De donde fué el maíz á Indias, y por qué este grano tan provechoso le llaman en Italia grano de Turquía, mejor sabré preguntarlo, que decirlo. Porque en efecto, en los Antiguos no hallo rastro de este género, aunque el milio, que Plinio escribe[180] haber venido á Italia de la India diez años habia, cuando escribió, tiene alguna similitud con el maíz, en lo que dice que es grano y que nace en caña, y se cubre de hoja, y que tiene al remate como cabellos, y el ser fertilísimo, todo lo cual no cuadra con el mijo, que comunmente entienden por milio. En fin, repartió el Criador á todas partes su gobierno: á este orbe dió el trigo, que es el principal sustento de los hombres: á aquel de Indias dió el maíz, que tras el trigo tiene el segundo lugar, para sustento de hombres y animales. NOTAS: [179] Plin. lib. 14, c. 22. [180] Plin. lib. 18. c. 7. CAPÍTULO XVII _De las yucas, cazabe, papas, chuño y arroz._ En algunas partes de las Indias usan un género de pan que llaman cazabe, el cual se hace de cierta raíz que se llama yuca. Es la yuca raíz grande y gruesa, la cual cortan en partes menudas, y la rallan, y como en prensa la exprimen; y lo que queda es una como torta delgada, muy grande, y ancha cuasi como una adarga. Esta así seca es el pan que comen: es cosa sin gusto y desabrida, pero sana y de sustento; por eso decíamos estando en la Española, que era propia comida para contra la gula, porque se podia comer sin escrúpulo de que el apetito causase exceso. Es necesario humedecer el cazabe para comerlo, porque es áspero, y raspa: humedécese con agua ó caldo facilmente, y para sopas es bueno, porque empapa mucho, y así hacen capirotadas de ello. En leche, y en miel de cañas, ni aun en vino apenas se humedece, ni pasa, como hace el pan de trigo. De este cazavi hay uno mas delicado, que es hecho de la flor que ellos llaman jaujau, que en aquellas partes se precia, y yo preciaría mas un pedazo de pan, por duro y moreno que fuese. Es cosa de maravilla, que el zumo ó agua que esprimen de aquella raíz de que hacen el cazavi, es mortal veneno, y si se bebe mata, y la substancia que queda es pan sano, como está dicho. Hay género de yuca que llaman dulce, que no tiene en su zumo ese veneno, y esta yuca se come así en raíz cocida ó asada, y es buena comida. Dura el cazavi mucho tiempo, y así lo llevan en lugar de vizcocho para navegantes. Donde mas se usa esta comida es en las Islas que llaman de Barlovento, que son, como arriba está dicho, Santo Domingo, Cuba, Puerto-Rico, Jamaica, y algunas otras de aquel parage: la causa es, no darse trigo, ni aun maíz, sino mal. El trigo en sembrándolo luego nace con grande frescura, pero tan desigualmente, que no se puede coger, porque de una misma sementera al mismo tiempo uno está en berza, otro en espiga, y otro brota: uno está alto, otro bajo: uno es todo yerba, otro grana. Y aunque han llevado labradores para ver si podrian hacer agricultura de trigo, no tiene remedio la cualidad de la tierra. Tráese harina de la Nueva-España, ó llévase de España, ó de las Canarias, y está tan húmeda, que el pan apenas es de gusto, ni provecho. Las hostias, cuando deciamos Misa, se nos doblaban como si fuera papel mojado: esto causa el extremo de humedad y calor juntamente, que hay en aquella tierra. Otro extremo contrario es el que en otras partes de Indias quita el pan de trigo y de maíz, como es lo alto de la sierra del Perú, y las provincias que llaman del Collao, que es la mayor parte de aquel Reino: donde el temperamento es tan frio y tan seco, que no da lugar á criarse trigo, ni maíz, en cuyo lugar usan los Indios otro género de raíces, que llaman papas, que son á modo de turmas de tierra, y echan arriba una poquilla hoja. Estas papas cogen, y déjanlas secar bien al Sol, y quebrantándolas hacen lo que llaman chuño, que se conserva así muchos dias, y les sirve de pan, y es en aquel Reino gran contratacion la de este chuño para las minas del Potosí. Cómense tambien las papas así frescas cocidas ó asadas, y de un género de ellas mas apacible, que se da tambien en lugares calientes, hacen cierto guisado ó cazuela, que llaman locro. En fin, estas raíces son todo el pan de aquella tierra, y cuando el año es bueno de éstas, están contentos, porque hartos años se les anublan y hielan en la misma tierra: tanto es el frío y destemple de aquella region. Traen el maíz de los valles y de la costa de la mar, y los Españoles regalados de las mismas partes, y de otras harina y trigo, que como la sierra es seca, se conserva bien, y se hace buen pan. En otras partes de Indias, como son las Islas Filipinas, usan por pan el arroz, el cual en toda aquella tierra, y en la China se da escogido, y es de mucho y muy buen sustento: cuécenlo, y en unas porcelanas ó salserillas, así caliente en su agua, lo van mezclando con la vianda. Hacen tambien su vino en muchas partes del grano del arroz humedeciéndolo, y despues cociéndolo al modo que la cerveza de Flandes ó la azua del Perú. Es el arroz comida poco menos universal en el mundo que el trigo y el maíz, y por ventura lo es mas porque además de la China, Japones, Filipinas, y gran parte de la India oriental, es en la Africa y Etiopia el grano mas ordinario. Quiere el arroz mucha humedad, y cuasi la tierra empapada en agua, y empantanada. En Europa, en Perú, y Méjico donde hay trigo, cómese el arroz por guisado ó vianda, y no por pan, cociéndose en leche, ó con el graso de la olla, y en otras maneras. El mas escogido grano es el que viene de las Filipinas y China, como está dicho. Y esto baste así en comun para entender lo que en Indias se come por pan. CAPÍTULO XVIII _De diversas raíces que se dan en Indias._ Aunque en los frutos que se dan sobre la tierra, es mas copiosa y abundante la tierra de acá, por la gran diversidad de árboles, frutales, y de hortalizas; pero en raíces y comidas debajo de tierra paréceme, que es mayor la abundancia de allá, porque en este género acá hay rábanos, nabos, zanahorias, chicorias, cebollas, ajos, y algunas otras raíces de provecho: allá hay tantas, que no sabré contarlas. Las que ahora me ocurren, además de las papas, que son lo principal, son ocas, yanaocas, camotes, batatas, jiquimas, yuca, cochuchu, cavi, totora, mani, y otros cien géneros que no me acuerdo. Algunos de éstos se han traído á Europa, como son batatas, y se comen por cosa de buen gusto; como tambien se han llevado á Indias las raíces de acá; y aun hay esta ventaja, que se dan en Indias mucho mejor las cosas de Europa, que en Europa las de Indias: la causa pienso ser, que allá hay mas diversidad de temples que acá; y así es fácil acomodar allá las plantas al temple que quieren. Y aun algunas cosas de acá parece darse mejor en Indias, porque cebollas, ajos y zanahorias no se dan mejor en España que en el Perú; y nabos se han dado allá en tanta abundancia, que han cundido en algunas partes, de suerte que me afirman, que para sembrar de trigo unas tierras, no podían valerse con la fuerza de los nabos que allí habian cundido. Rábanos mas gruesos que un brazo de hombre, y muy tiernos, y de muy buen sabor, hartas veces los vimos. De aquellas raíces que dije, algunas son comida ordinaria, como camotes, que asados sirven de fruta ó legumbres: otras hay que sirven para regalo, como el cochucho, que es una raicilla pequeña y dulce, que algunos suelen confitarla para mas golosina: otras sirven para refrescar, como la jiquima, que es muy fria y húmeda; y en verano, en tiempo de estío refresca y apaga la sed: para substancia y mantenimiento, las papas, y ocas hacen ventaja. De las raíces de Europa el ajo estiman sobre todo los Indios, y le tienen por cosa de gran importancia, y no les falta razon, porque les abriga y calienta el estómago, segun ellos le comen de buena gana y bastante, así crudo como le echa la tierra. CAPÍTULO XIX _De diversos géneros de verduras y legumbres; y de los que llaman pepinos, piñas, frutilla de Chile, y ciruelas._ Ya que hemos comenzado por plantas menores, brevemente se podrá decir lo que toca á verduras y hortaliza, y lo que los Latinos llaman _Arbusta_, que todo esto no llega á ser árboles. Hay algunos géneros de estos arbustos, ó verduras en Indias que son de muy buen gusto: á muchas de estas cosas de Indias los primeros Españoles les pusieron nombres de España, tomados de otras cosas á que tienen alguna semejanza, como piñas, pepinos, y ciruelas, siendo en la verdad frutas diversísimas; y que es mucho más sin comparacion en lo que difieren, de las que en Castilla se llaman por esos nombres. Las piñas son del tamaño y figura exterior de las piñas de Castilla: en lo de dentro totalmente difieren, porque ni tienen piñones, ni apartamientos de cáscaras, sino todo es carne de comer, quitada la corteza de fuera: y es fruta de excelente olor, y de mucho apetito para comer: el sabor tiene un agrillo dulce y jugoso: cómenlas haciendo tajadas de ellas, y echándolas un rato en agua y sal. Algunos tienen opinión, que engendran cólera, y dicen que no es comida muy sana, mas no he visto experiencia que las acredite mal. Nacen en una como caña ó verga, que sale de entre muchas hojas, al modo que el azucena ó lirio; y en el tamaño será poco mayor, aunque mas grueso. El remate de cada caña de éstas es la piña: dase en tierras cálidas y húmedas: las mejores son de las Islas de Barlovento. En el Perú no se dan: tráenlas de los Andes; pero no son buenas, ni bien maduras. Al Emperador Don Carlos le presentaron una de estas piñas, que no debió costar poco cuidado traerla de Indias en su planta, que de otra suerte no podía venir: el olor alabó: el sabor no quiso ver qué tal era. De estas pinas en la Nueva-España he visto conserva extremada. Tampoco los que llaman pepinos son árboles, sino hortaliza, que en un año hace su curso. Pusiéronles este nombre, porque algunos de ellos ó los mas tienen el largo y el redondo semejante á pepino de España, mas en todo lo demas difieren, porque el color no es verde, sino morado, ó amarillo, ó blanco, y no son espinosos, ni escabrosos, sino muy lisos, y el gusto tienen diferentísimo, y de mucha ventaja, porque tienen tambien éstos un agrete dulce muy sabroso, cuando son de buena sazon, aunque no tan agudo como la piña: son muy jugosos, y frescos, y fáciles de digestion: para refrescar en tiempo de calor son buenos: móndase la cáscara, que es blanda, y todo lo demás es carne: dánse en tierras templadas, y quieren regadío; y aunque por la figura los llaman pepinos, muchos de ellos hay redondos del todo, y otros de diferente hechura, de modo, que ni aun la figura no tienen de pepinos. Esta planta no me acuerdo haberla visto en Nueva-España, ni en las Islas, sino solo en los llanos del Perú. La que llaman frutilla de Chile tiene también apetitotoso comer, que cuasi tira al sabor de guindas, mas en todo es muy diferente, porque no es árbol sino yerba, que crece poco, y se esparce por la tierra, y da aquella frutilla, que en el color y granillos tira á moras, cuando están blancas por madurar, aunque es mas ausada y mayor que moras. Dicen que en Chile se halla naturalmente nacida esta frutilla en los campos. Donde yo la he visto, siémbrase de rama, y críase como otra hortaliza. Las que llaman ciruelas, son verdaderamente fruta de árboles, y tienen mas semejanza con verdaderas ciruelas. Son en diversas maneras: unas llaman de Nicaragua, que son muy coloradas y pequeñas; y fuera del hollejo y hueso apenas tienen carne que comer; pero eso poco que tienen, es de escogido gusto, y un agrillo tan bueno ó mejor que el de guinda: tiénenlas por muy sanas, y así las dan á enfermos, y especialmente para provocar gana de comer. Otras hay grandes, y de color obscura, y de mucha carne; pero es comida gruesa y de poco gusto, que son como chabacanas. Estas tienen dos ó tres huesezuelos pequeños en cada una. Y por volver á las verduras y hortalizas, aunque las hay diversas, y otras muchas demás de las dichas; pero yo no he hallado, que los Indios tuviesen huertos diversos de hortaliza, sino que cultivaban la tierra á pedazos para legumbres, que ellos usan, como los que llaman frísoles y pallares, que les sirven como acá garbanzos, habas y lentejas: y no he alcanzado, que éstos, ni otro género de legumbres de Europa los hubiese antes de entrar los Españoles, los cuales han llevado hortalizas y legumbres de España, y se dan allá extremadamente, y aun en partes hay, que excede mucho la fertilidad á la de acá, como si dijésemos, de los melones, que se dan en el valle de Ica en el Perú, de suerte, que se hace cepa la raíz, y dura años, y da cada uno melones, y la podan como si fuese arbol: cosa que no sé que en parte ninguna de España acaezca. Pues las calabazas de Indias es otra monstruosidad, de su grandeza y vicio con que se crian, especialmente las que son propias de la tierra, que allá llaman capallos, cuya carne sirve para comer, especialmente en Cuaresma, cocida ó guisada. Hay de este género de calabazas mil diferencias, y algunas son tan disformes de grandes, que dejándolas secar, hacen de su corteza, cortada por medio y limpia, como canastos, en que ponen todo el aderezo para una comida: de otros pequeños hacen vasos para comer ó beber, y lábranlos graciosamente para diversos usos. Y esto dicho de las plantas menores, pasaremos á las mayores, con que se diga primero del ají, que es todavía de este distrito. CAPÍTULO XX _Del aji ó pimienta de las Indias._ En las Indias occidentales no se ha topado especería propia, como pimienta, clavo, canela, nuez y gengibre. Aunque un hermano nuestro, que peregrinó por diversas y muchas partes, contaba, que en unos desiertos de la Isla de Jamaica habia encontrado unos árboles, que daban pimienta; pero no se sabe que lo sean, ni hay contratacion de ella. El gengibre se trajo de la India á la Española, y ha multiplicado de suerte que ya no saben qué hacerse de tanto gengibre, porque en la flota del año de ochenta y siete se trajeron veinte y dos mil cincuenta y tres quintales de ello á Sevilla. Pero la natural especería que dió Dios á las Indias de occidente, es la que en Castilla llaman pimienta de las Indias, y en Indias por vocablo general tomado de la primera tierra de Islas que conquistaron, nombran ají, y en lengua del Cuzco se dice uchu, y en la de Méjico chili. Esta es cosa bien conocida; y así hay que tratar poco de ella, solo es de saber, que cerca de los antiguos Indios fué muy preciada, y la llevaban á las partes donde no se da, por mercadería importante. No se da en tierras frias, como la sierra del Perú: dase en valles calientes y de regadío. Hay ají de diversos colores, verde, colorado y amarillo: hay uno bravo, que llaman caribe, que pica y muerde reciamente: otro hay manso, y alguno dulce, que se come á bocados. Alguno menudo hay que huele en la boca como almizcle, y es muy bueno. Lo que pica del ají, es las venillas y pepita: lo demás no muerde: cómese verde y seco, y molido y entero, y en la olla y en guisados. Es la principal salsa, y toda la especería de Indias: comido con moderacion ayuda al estómago para la digestion: pero si es demasiado, tiene muy ruines efectos; porque de suyo es muy cálido, humoso y penetrativo. Por donde el mucho uso de él en mozos es perjudicial á la salud, mayormente del alma, porque provoca á sensualidad: y es cosa donosa, que con ser esta experiencia tan notoria, del fuego que tiene en sí, y que al entrar y al salir dicen todos que quema, con todo eso quieren algunos, y no pocos, defender que el ají no es cálido, sino fresco y bien templado. Yo digo, que de la pimienta diré lo mismo, y no me traerán mas experiencias de lo uno, que de lo otro: así que es cosa de burla decir, que no es cálido, y en mucho extremo. Para templar el ají usan de sal, que le corrige mucho, porque son entre sí muy contrarios, y el uno al otro se enfrenan: usan tambien tomates, que son frescos y sanos, y es un género de granos gruesos jugosos, y hacen gustosa salsa, y por sí son buenos de comer. Hállase esta pimienta de Indias universalmente en todas ellas, en las Islas, en Nueva-Españá, en Perú, y en todo lo demás descubierto; de modo, que como el maíz es el grano mas general para pan, así el ají es la especie mas comun para salsa y guisados. CAPÍTULO XXI _Del plátano._ Pasando á plantas mayores, en el linage de árboles, el primero de Indias, de quien es razon hablar, es el plátano ó plántano, como el vulgo le llama. Algun tiempo dudé, si el plátano que los Antiguos celebraron, y éste de Indias era de una especie; mas visto lo que es éste, y lo que del otro escriben, no hay duda sino que son diversisimos. La causa de haberle llamado plátano los Españoles (porque los naturales no tenian tal vocablo) fué como en otras cosas, alguna similitud que hallaron, como llaman ciruelas, piñas, almendras y pepinos, cosas tan diferentes de las que en Castilla son de esos géneros. En lo que me parece que debieron de hallar semejanza entre estos plátanos de Indias, y los plátanos que celebran los Antiguos, es en la grandeza de las hojas, porque las tienen grandísimas y fresquísimas estos plátanos, y de aquellos se celebra mucho la grandeza y frescor de sus hojas, tambien ser planta que quiere mucha agua, y cuasi contínua. Lo cual viene con aquello de la Escritura[181]: Como plátano junto á las aguas. Mas en realidad de verdad no tiene que ver la una planta con la otra, mas que el huevo con la castaña, como dicen. Porque lo primero, el plátano antiguo no llevaba fruta, ó á lo menos no se hacía caso de ella: lo principal porque le estimaban, era por la sombra que hacía, de suerte, que no habia mas Sol debajo de un plátano, que debajo de un tejado. El plátano de Indias, por lo que es de tener en algo, y en mucho, es por la fruta, que la tiene muy buena; y para hacer sombra no es, ni pueden estar sentados debajo de él. Además de eso, el plátano antiguo tenia tronco tan grande, y ramos tan esparcidos, que refiere Plinio[182] de el otro Licinio, Capitan Romano, que con diez y ocho compañeros comió dentro de un hueco de un plátano muy á placer. Y del otro Emperador Cayo Calígula, que con once convidados se sentó sobre los ramos de otro plátano en alto, y allí les dió un soberbio banquete. Los plátanos de Indias, ni tienen hueco, ni tronco, ni ramos. Añádese á lo dicho, que los plátanos antiguos dábanse en Italia y en España, aunque vinieron de Grecia, y á Grecia de Asia, mas los plátanos de Indias no se dan en Italia y España: digo no se dan, porque aunque se han visto por acá, y yo ví uno en Sevilla en la huerta del Rey, no medran, ni valen nada. Finalmente, lo mismo en que hay la semejanza, son muy desemejantes, porque aunque la hoja de aquellos era grande, no en tanto exceso, pues la junta Plinio[183] con la hoja de la parra y de la higuera. Las hojas del plátano de Indias son de maravillosa grandeza, pues cubrirá una de ellas á un hombre, poco menos que de piés á cabeza. Así que no hay para qué poner esto jamás en duda; mas puesto que sea diverso este plátano de aquel antiguo, no por eso merece menos loor, sino quizá mas por las propiedades tan provechosas que tiene. Es planta que en la tierra hace cepa, y de ella saca diversos pimpollos, sin estar asido ni trabado uno de otro. Cada pimpollo crece, y hace como árbol por sí, engrosando, y echando aquellas hojas de un verde muy fino y muy liso, y de la grandeza que he dicho. Cuando ha crecido como estado y medio ó dos, echa un racimo solo de plátanos, que unas veces son muchos, otras no tantos: en algunos se han contado trescientos: es cada uno de un palmo de largo, y mas y menos, y grueso como de dos dedos ó tres, aunque hay en esto mucha diferencia de unos á otros. Quítase facilmente la cáscara ó corteza; y todo lo demás es médula tiesa y tierna, y de muy buen comer, porque es sana y sustenta: inclina un poco mas á frio que á calor esta fruta. Suélense los racimos que digo coger verdes, y en tinajas: abrigándolos se maduran y sazonan, especialmente con cierta yerba que es á propósito para eso. Si los dejan madurar en el árbol tienen mejor gusto, y un olor como el de camuesas muy lindo. Duran cuasi todo el año, porque de la cepa del platano van siempre brotando pimpollos, y cuando uno acaba, otro comienza á dar fruto, otro está á medio crecer, otro retoña de nuevo; de suerte, que siempre suceden unos pimpollos á otros; y así todo el año hay fruto. En dando su racimo cortan aquel brazo, porque no da mas ninguno de uno, y una vez; pero la cepa, como digo, queda, y brota de nuevo hasta que se cansa: dura por algunos años: quiere mucha humedad el plátano, y tierra muy caliente: échanle al pié ceniza para mas beneficio: hácense bosques espesos de los platanares, y son de mucho provecho, porque es la fruta que mas se usa en Indias, y es cuasi en todas ellas universal, aunque dicen que su origen fué de Etiopia, y que de allí vino; y en efecto los negros lo usan mucho, y en algunas partes éste es su pan: tambien hacen vino de él. Cómese el platano como fruta así crudo: ásase tambien, y guísase; y hacen de él diversos potages, y aun conservas; y en todo dice bien. Hay unos plátanos pequeños, y mas delicados y blancos, que en la Española llaman dominicos: hay otros mas gruesos, recios y colorados. En la tierra del Perú no se dan: traense de los Andes, como á Méjico; de Cuernavaca y otros valles. En Tierra-firme, y en algunas Islas hay platanares grandísimos como bosques espesos: si el plátano fuera de provecho para el fuego, fuera la planta mas útil que puede ser; pero no lo es, porque ni su hoja, ni sus ramos sirven de leña, y mucho menos de madera, por ser fofos y sin fuerza. Todavía las hojas secas sirvieron á Don Alonso de Ercilla (como él dice) para escribir en Chile algunos pedazos de la Araucana; y á falta de papel no es mal remedio, pues será la hoja del ancho de un pliego de papel, ó poco menos, y de largo tiene más de cuatro tantos. NOTAS: [181] Ecclesiast. 24. v. 19. [182] Plin. lib. 12. cap. 1. [183] Plin. lib. 16. c. 23. CAPÍTULO XXII _Del cacao y de la coca._ Aunque el plátano es mas provechoso, es mas estimado el cacao en Méjico, y la coca en el Perú; y ambos á dos árboles son de no poca supersticion. El cacao es una fruta menor que almendras, y mas gruesa, la cual tostada no tiene mal sabor. Esta es tan preciada entre los Indios, y aun entre los Españoles, que es uno de los ricos y gruesos tratos de la Nueva-España, porque como es fruta seca, guárdase sin dañarse largo tiempo, y traen navíos cargados de ella de la provincia de Guatemala; y este año pasado un corsario Inglés quemó en el puerto de Guatulco de Nueva-España mas de cien mil cargas de cacao. Sirve tambien de moneda, porque con cinco cacaos se compra una cosa, y con treinta otra, y con ciento otra, y sin que haya contradiccion: y usan dar de limosna estos cacaos á pobres que piden. El principal beneficio de este cacao es un brebage que hacen, y llaman chocolate, que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian, y algunos que no están hechos á él, les hace asco, porque tiene una espuma arriba, y un borbollon como de heces, que cierto es menester mucho crédito para pasar con ello. Y en fin, es la bebida preciada, y con que convidan á los señores que vienen ó pasan por su tierra, los Indios: y los Españoles, y mas las Españolas hechas á la tierra, se mueren por el negro chocolate. Este sobredicho chocolate dicen, que hacen en diversas formas y temples, caliente, y fresco, y templado. Usan echarle especias y mucho chili: tambien le hacen en pasta, y dicen que es pectoral, y para el estomago, y contra el catarro. Sea lo que mandaren, que en efecto los que no se han criado con esta opinion, no le apetecen. El árbol donde se da esta fruta, es mediano y bien hecho, y tiene hermosa copa: es tan delicado, que para guardarle del Sol, y que no le queme, ponen junto á él otro árbol grande, que solo sirve de hacerle sombra, y á éste llaman la madre del cacao. Hay beneficio de cacaotales donde se crian, como viñas ó olivares en España, por el trato y mercancía: la provincia que mas abunda es la de Guatemala. En el Perú no se dá; mas dase la coca, que es otra supersticion harto mayor, y parece cosa de fábula. En realidad de verdad, en solo Potosí monta mas de medio millon de pesos cada año la contratacion de la coca, por gastarse de noventa á noventa y cinco mil cestos de ella, y aun el año de ochenta y tres fueron cien mil. Vale un cesto de coca en el Cuzco de dos pesos y medio á tres, y vale en Potosí de contado á cuatro pesos, y seis tomines, y á cinco pesos ensayados; y es el género sobre que se hacen cuasi todas las baratas ó mohatras, por que es mercaderia de que hay gran expedicion. Es, pues, la coca tan preciada, una hoja verde pequeña, que nace en unos arbolillos de obra de un estado de alto: críase en tierras calidísimas y muy húmedas: da este árbol cada cuatro meses esta hoja, que llaman allá tres mitas. Quiere mucho cuidado en cultivarse, porque es muy delicada, y mucho mas en conservarse despues de cogida. Meténla con mucho órden en unos cestos largos y angostos, y cargan los carneros de la tierra, que van con esta mercaderia á manadas, con mil, dos mil y tres mil cestos. El ordinario es, traerse de los Andes, de valles, de calor insufrible, donde lo mas del año llueve; y no cuesta poco trabajo á los Indios, ni aun pocas vidas su beneficio, por ir de la sierra y temples frios á cultivarla, y beneficiarla y traerla. Así hubo grandes disputas y pareceres de Letrados y Sabios, sobre si arrancarían todas las chacaras de coca: en fin, han permanecido. Los Indios la precian sobre manera; y en tiempo de los Reyes Incas no era lícito á los plebeyos usar la coca sin licencia del Inca ó su Gobernador. El uso es, traerla en la boca, y mascarla chupándola: no la tragan: dicen que les da gran esfuerzo, y es singular regalo para ellos. Muchos hombres graves lo tienen por supersticion, y cosa de pura imaginacion. Yo, por decir verdad, no me persuado que sea pura imaginacion; antes entiendo, que en efecto obra fuerzas y aliento en los Indios, porque se ve en efectos que no se pueden atribuir á imaginacion, como es con un puño de coca caminar doblando jornadas, sin comer á veces otra cosa, y otras semejantes obras. La salsa con que la comen, es bien conforme al manjar, porque ella yo la he probado, y sabe á zumaque, y los Indios la polvorean con ceniza de huesos quemados y molidos, ó con cal, segun otros dicen. Á ellos les sabe bien, y dicen les hace provecho, y dan su dinero de buena gana por ella, y con ella rescatan, como si fuese moneda, cuanto quieren. Todo podria bien pasar, si no fuese el beneficio y trato de ella con riesgo suyo y ocupacion de tanta gente. Los Señores Incas usaban la coca por cosa real y regalada, y en sus sacrificios era la cosa que mas ofrecian, quemándola en honor de sus Idolos. CAPÍTULO XXIII _Del maguey, del tunal, de la grana, del añil y algodón._ El árbol de las maravillas es el maguey, de que los nuevos ó Chapetones (como en Indias los llaman) suelen escribir milagros, de que da agua, vino, aceite, vinagre, miel, arrope, hilo, aguja y otras cien cosas. El es un árbol, que en la Nueva-España estiman mucho los Indios, y de ordinario tienen en su habitacion alguno ó algunos de este género para ayuda á su vida; y en los campos se da y le cultivan. Tiene unas hojas anchas y groseras, y el cabo de ellas es una punta aguda y recia, que sirve para prender ó asir como alfileres, ó para coser, y ésta es el aguja: sacan de la hoja cierta hebra ó hilo. El tronco que es grueso, cuando está tierno, le cortan, y queda una concavidad grande, donde sube la substancia de la raíz, y es un licor que se bebe como agua, y es fresco y dulce: este mismo cocido se hace como vino, y dejándolo acedar, se vuelve vinagre: y apurándolo mas al fuego es como miel; y á medio cocer sirve de arrope, y es de buen sabor y sano, y á mi parecer es mejor que arrope de uvas. Así van cociendo estas y otras diferencias de aquel jugo ó licor, el cual se da en mucha cuantidad; porque por algun tiempo cada dia sacan algunas azumbres de ello. Hay este árbol tambien en el Perú; mas no le aprovechan como en la Nueva-España. El Palo de este árbol es fofo, y sirve para conservar el fuego, porque como mecha de arcabúz tiene el fuego, y le guarda mucho tiempo, y de esto he visto servirse de él los Indios en el Perú. El tunal es otro árbol célebre de la Nueva-España, si árbol se debe llamar un monton de hojas ó pencas unas sobre otras, y en esto es de la mas estrecha hechura que hay árbol, porque nace una hoja, y de aquella otra, y de ésta otra, y así va hasta el cabo: salvo que como van saliendo hojas arriba ó á los lados, las de abajo se van engrosando, y llegan cuasi á perder la figura de hoja, y hacer tronco y ramos, y todo él espinoso, áspero y feo, que por eso le llaman en algunas partes cardon. Hay cardones ó tunales silvestres, y éstos, ó no dan fruta, ó es muy espinosa y sin provecho. Hay tunales domésticos, y dan una fruta en Indias muy estimada, que llaman tunas, y son mayores que ciruelas de Fraile buen rato, y así rollizas: abren la cáscara, que es gruesa, y dentro hay carne y granillos como de higos, que tienen muy buen gusto, y son muy dulces, especialmente las blancas, y tienen cierto olor suave: las coloradas no son tan buenas de ordinario. Hay otros tunales, que aunque no dan ese fruto, los estiman mucho mas, y los cultivan con gran cuidado, porque aunque no dan fruta de tunas, dan empero el beneficio de la grana. Porque en las hojas de este árbol, cuando es bien cultivado, nacen unos gusanillos pegados á ella, y cubiertos de cierta telilla delgada, los cuales delicadamente cogen, y son la cochinilla tan afamada de Indias, con que tiñen la grana fina: déjanlos secar, y así secos los traen á España, que es una rica y gruesa mercadería: vale la arroba de esta cochinilla ó grana muchos ducados. En la flota del año de ochenta y siete vinieron cinco mil seiscientas setenta y siete arrobas de grana, que montaron doscientos ochenta y tres mil setecientos y cincuenta pesos; y de ordinario viene cada año semejante riqueza. Dánse estos tunales en tierras templadas, que declinan á frio: en el Perú no se han dado hasta ahora; y en España, aunque he visto alguna planta de éstas; pero no de suerte que haya que hacer caso de ella. Y aunque no es árbol sino yerba, de la que se saca el añil, que es para tinte de paños, por ser mercadería que viene con la grana, diré, que tambien se da en cuantidad en la Nueva-España, y vino en la flota que he dicho, obra de veinte y cinco mil doscientas y sesenta y tres arrobas, que montaron otros tantos pesos. El algodón tambien se da en árboles pequeños y en grandes, que tienen unos como capullos, los cuales se abren, y dan aquella hilaza ó vello, que cogido hilan y tejen, y hacen ropa de ello. Es uno de los mayores beneficios que tienen las Indias, porque les sirve en lugar de lino y de lana para ropa: dase en tierras calientes en los valles y costa del Perú mucho, y en la Nueva-España, y en Filipinas y China, y mucho mas que en parte que yo sepa, en la provincia de Tucumán, y en la de Santa Cruz de la Sierra, y en el Paraguay; y en estas partes es el principal caudal. De las Islas de Santo Domingo se trae algodon á España; y el año que he dicho se trajeron sesenta y cuatro arrobas. En las partes de Indias donde hay algodon, es la tela de que mas ordinariamente visten hombres y mugeres, y hacen ropa de mesa, y aun lonas ó velas de naos. Hay uno basto y grosero; otro delicado y sutil; y con diversas colores lo tiñen, y hacen las diferencias que en paños de Europa vemos en las lanas. CAPÍTULO XXIV _De los mameyes, guayavos y paltos._ Estas que hemos dicho, son las plantas de mas grangería y vivienda en Indias. Hay tambien otras muchas para comer: entre ellas los mameyes son preciados del tamaño de grandes melocotones y mayores: tienen uno ó dos huesos dentro: es la carne algo recia. Unos hay dulces, y otros un poco agrios: la cáscara tambien es recia. De la carne de éstos hacen conserva, y parece carne de membrillo: son de buen comer, y su conserva mejor. Dánse en las Islas: no los he visto en el Perú: es árbol grande, bien hecho y de buena copa. Los guayavos son otros árboles, que comunmente dan una fruta ruín, llena de pepitas recias, del tamaño de manzanas pequeñas. En Tierra-firme y en las Islas es árbol y fruta de mala fama: dicen que huelen á chinches; y su sabor es muy grosero, y el efecto poco sano. En Santo Domingo y en aquellas Islas hay montañas espesas de guayavos, y afirman, que no habia tal árbol cuando Españoles arribaron allá, sino que llevado de no sé donde, ha multiplicado infinitamente. Porque las pepitas ningun animal las gasta, y vueltas, como la tierra es húmeda y cálida, dicen que han multiplicado lo que se ve. En el Perú es este árbol diferente, porque la fruta no es colorada, sino blanca, y no tiene ningun mal olor, y el sabor es bueno: y de algunos géneros de guayavos es tan buena la fruta como la muy buena de España, especial los que llaman guayavos de Matos, y otras guayavillas chicas blancas. Es fruta para estómagos de buena digestión y sanos, porque es bastante recia de digerir y fria. Las paltas al revés son calientes y delicadas. Es el palto árbol grande, y bien hecho, y de buena copa, y su fruta de la figura de peras grandes: tiene dentro un hueso grandecillo: lo demás es carne blanda, y cuando están bien maduras es como manteca, y el gusto delicado y mantecoso. En el Perú son grandes las paltas, y tienen cáscaras dura, que toda entera se quita. En Méjico por la mayor parte son pequeñas, y la cáscara delgada, que se monda como de manzanas: tiénenla por comida sana, y que algo declina á cálida, como he dicho. Estos son los melocotones, manzanas, y peras de Indias, mameyes, guayavas y paltas, aunque yo antes escogería las de Europa: otros por el uso ó afición quizá tendrán por buena aquella fruta de Indias. Una cosa es cierta, que los que no han visto y probado estas frutas les hará poco concepto leer esto, y aun les cansará el oirlo, y á mí tambien me va cansando; y así abreviaré con referir otras pocas de diferencias de frutas, porque todas es imposible. CAPÍTULO XXV _Del chicozapote, de las anonas y de los capolíes._ Algunos encarecedores de cosas de Indias dijeron, que habia una fruta que era carne de membrillo, y otra que era manjar blanco, porque les pareció el sabor digno de estos nombres. La carne de membrillo ó mermelada, si no estoy mal en el cuento, eran los que llaman zapotes ó chicozapotes, que son de comida muy dulce, y la color tira á la de conserva de membrillo. Esta fruta decian algunos Criollos (como allá llaman á los nacidos de Españoles en Indias), que excedia á todas las frutas de España. Á mí no me lo parece: de gustos dicen que no hay que disputar; y aunque lo hubiera, no es digna disputa para escribir. Dánse en partes calientes de la Nueva-España estos chicozapotes. Zapotes, que no creo difieren mucho, he visto yo de Tierra-firme; en el Perú no sé que haya tal fruta. Allá el manjar blanco es la anona ó guanavana, que se da en Tierra-firme. Es la anona del tamaño de pera muy grande, y así algo usada y abierta: todo lo de dentro es blando, y tierno como manteca, blanco, dulce y de muy escogido gusto. No es manjar blanco, aunque es blanco manjar; ni aun el encarecimiento deja de ser largo, bien que tiene delicado y sabroso gusto; y á juicio de algunos es la mejor fruta de Indias. Tiene unas pepitas negras en cuantidad. Las mejores de éstas que he visto son en la Nueva España; donde tambien se dan los capolíes, que son como guindas, y tienen su hueso aunque algo mayor, y la forma y tamaño es de guindas, y el sabor bueno, y un dulce agrete. No he visto capolíes en otra parte. CAPÍTULO XXVI _De diversos géneros de frutales; y de los cocos, almendras de Andes y almendras de Chachapoyas._ No es posible relatar todas las frutas y árboles de Indias, pues de muchas no tengo memoria, y de muchas mas tampoco tengo noticia, y aun de las que me ocurren, parece cosa de cansancio discurrir por todas. Pues se hallan otros géneros de frutales y frutas mas groseras, como las que llaman lucumas; de cuya fruta dicen por refran, que es madera disimulada: tambien los pacayes ó guavas, hobos y nueces, que llaman encarceladas, que á muchos les parece ser nogales de la misma especie que son los de España; y aun dicen, que si los traspusiesen de unas partes á otras á menudo, que vendrian á dar las nueces al mismo modo que las de España, porque por ser silvestres dan la fruta así, que apenas se puede gozar. En fin, es bien considerar la providencia y riqueza del Criador, que repartió á tan diversas partes del mundo tanta variedad de árboles y frutales, todo para servicio de los hombres que habitan la tierra: y es cosa admirable ver tantas diferencias de hechuras, gustos y operaciones no conocidas, ni oídas en el mundo, antes que se descubriesen las Indias, de que Plinio, y Dioscórides, y Theofrasto, y los mas curiosos, ninguna noticia alcanzaron con toda su diligencia y curiosidad. En nuestro tiempo no han faltado hombres curiosos que han hecho tratados de estas plantas de Indias, y de yerbas y raíces, y de sus operaciones y medicinas: á los cuales podrá acudir quien deseare mas cumplido conocimiento de estas materias. Yo solo pretendo decir superficial y sumariamente lo que me ocurre de esta historia: y todavía no me parece pasar en silencio los cocos ó palmas de Indias, por ser notable su propiedad. Palmas digo, no propiamente, ni de dátiles, sino semejantes en ser árboles altos y muy recios, é ir echando mayores ramas cuanto mas van subiendo. Estas palmas ó cocos dan un fruto que tambien le llaman coco, de que suelen hacer vasos para beber; y de algunos dicen, que tienen virtud contra ponzoña, y para mal de hijada. El núcleo ó médula de estos, cuando está cuajada y seca, es de comer, y tira algo al sabor de castañas verdes. Cuando está en el árbol tierno el coco, es leche todo lo que está dentro, y bébenlo por regalo, y para refrescar en tiempo de calores. Ví estos árboles en San Juan de Puerto-Rico, y en otros lugares de Indias, y dijéronme una cosa notable, que cada luna ó mes echaba este árbol un racimo nuevo de estos cocos, de manera que da doce frutos al año, como lo que se escribe en el Apocalipsi: y á la verdad así parecia, porque los racimos eran todos de diferentes edades: unos que comenzaban, otros hechos, otros á medio hacer, &c. Estos cocos que digo, serán del tamaño de un meloncete pequeño: otros hay que llaman coquillos, y es mejor fruta, y la hay en Chile: son algo menores que nueces, pero mas redondos. Hay otro género de cocos, que no dan esta médula así cuajada, sino que tiene cuantidad de unas como almendras, que están dentro, como los granos en la granada: son estas almendras mayores tres tanto que las almendras de Castilla: en el sabor se parecen: aunque son un poco mas recias, son tambien jugosas ó aceitosas: son de bnen comer, y sírvense de ellas á falta de almendras para regalos, como mazapanes y otras cosas tales. Llámanlas almendras de los Andes, porque se dan estos cocos copiosamente en los Andes del Perú; y son tan recios, que para abrir uno es menester darle con piedra muy grande, y buena fuerza. Cuando se caen del árbol, si aciertan con alguna cabeza, la descalabran muy bien. Parece increíble, que en el tamaño que tienen, que no son mayores que esotros cocos, á lo menos no mucho, tengan tanta multitud de aquellas almendras. Pero en razon de almendras, y aun de fruta cualquiera, todos los árboles pueden callar con las almendras de Chachapoyas, que no les sé otro nombre. Es la fruta mas delicada y regalada, y mas sana de cuantas yo he visto en Indias. Y aun un Médico docto afirmaba, que entre cuantas frutas habia en Indias y España, ninguna llegaba á la excelencia de estas almendras. Son menores que las de los Andes que dije, y mayores, á lo menos mas gruesas, que las de Castilla. Son muy tiernas de comer, de mucho jugo y substancia, y como mantecosas, y muy suaves. Críanse en unos árboles altísimos, y de grande copa, y como á cosa preciada la naturaleza les dió buena guarda. Están en unos erizos algo mayores, y de mas puntas que los de castañas. Cuando están estos erizos secos, se abren con facilidad, y se saca el grano. Cuentan que los micos, que son muy golosos de esta fruta, y hay copia de ellos en los lugares de Chachapoyas del Perú (donde solamente sé que haya estos árboles), para no espinarse en el erizo, y sacarle la almendra, arrójanlas desde lo alto del árbol recio en las piedras, y quebrándolas así, las acaban de abrir, y comen á placer lo que quieren. CAPÍTULO XXVII _De diversas flores, y de algunos árboles que solamente dan flores; y como los Indios las usan._ Son los Indios muy amigos de flores, y en la Nueva-España mas que en parte del mundo; y así usan hacer varios ramilletes, que allá nombran suchiles, con tanta variedad, y policía y gala, que no se puede desear mas. A los Señores y á los huéspedes por honor es uso ofrecerles los principales sus suchiles ó ramilletes. Y eran tantos, cuando andábamos en aquella provincia, que no sabia el hombre qué hacerse de ellos. Bien que las flores principales de Castilla las han allá acomodado para esto, porque se dan allá no menos que acá, como son claveles, clavellinas, rosas, azucenas, jazmines, violetas, azahar, y otras suertes de flores, que llevadas de España prueban maravillosamente. Los rosales en algunas partes de puro vicio crecian mucho, y dejaban de dar rosas. Sucedió una vez quemarse un rosal, y dar los pimpollos que brotaron luego rosas en abundancia, y de ahí aprendieron á podarlas, y quitárseles el vicio, y dan rosas en abundancia. Pero fuera de estas suertes de flores, que son llevadas de acá, hay allá otras muchas, cuyos nombres no sabré decir, coloradas, amarillas, azules, moradas y blancas con mil diferencias, las cuales suelen los Indios ponerse por gala en las cabezas como plumage. Verdad es, que muchas de estas flores no tienen mas que la vista, porque el olor no es bueno, ó es grosero, ó ninguno, aunque hay algunas de excelente olor, como es las que da un árbol, que algunos llaman floripondio, que no da fruto ninguno, sino solamente flores, y éstas son grandes, mayores que azucenas, y á modo de campanillas, todas blancas, y dentro unos hilos como el azucena, y en todo el año no cesa de estar echando estas flores, cuyo olor es á maravilla delicado y suave, especialmente en el frescor de la mañana. Por cosa digna de estar en los jardines reales la envió el Virey Don Francisco de Toledo al Rey D. Felipe nuestro Señor. En la Nueva-España estiman mucho los Indios una flor que llaman yolosuchil, que quiere decir, flor de corazon, porque tiene la misma hechura de un corazon, y aun en el tamaño no es mucho menor. Este género de flores lleva tambien otro árbol grande, sin dar otra fruta: tiene un olor recio, y á mi parecer demasiado: á otros les parece muy bueno. La flor que llaman del Sol, es cosa bien notoria, que tiene la figura del Sol, y se vuelve al movimiento del Sol. Hay otras que llaman claveles de Indias, y parecen un terciopelo morado, y naranjado finísimo: tambien es cosa notoria. Estas no tienen olor que sea de precio, sino la vista. Otras flores hay, que con la vista, ya que no tienen olor, tienen sabor, como las que saben á mastuerzo; y si se comiesen sin verse, por el gusto no juzgarian que eran otra cosa. La flor de granadilla es tenida por cosa notable: dicen, que tiene las insignias de la Pasion, y que se hallan en ella los clavos, la columna, los azotes, la corona de espinas y las llagas, y no les falta alguna razon, aunque para figurar todo lo dicho es menester algo de piedad, que ayude á parecer aquello; pero mucho está muy expreso, y la vista en sí es bella, aunque no tiene olor. La fruta que dá llaman granadilla, y se come, ó se bebe, ó se sorbe, por mejor decir, para refrescar: es dulce, y á algunos les parece demasiado dulce. En sus bailes y fiestas usan los Indios llevar en las manos flores, y los Señores y Reyes tenerlas por grandeza. Por eso se ven pinturas de sus Antiguos tan ordinariamente con flores en la mano, como acá usan pintarlos con guantes. Y para materia de flores, harto está dicho: la albahaca, aunque no es flor, sino yerba, se usa para el mismo efecto de recreacion y olor, y tenerla en los jardines, y regalarla en sus tiestos. Por allá se da tan comun y sin cuidado, y tanta, que no es albahaca, sino yerba tras cada acequia. CAPÍTULO XXVIII _Del bálsamo._ Las plantas formó el soberano Hacedor, no solo para comida, sino tambien para recreacion, para medicina, y para operaciones del hombre. De las que sirven de sustento, que es lo principal, se ha dicho, y algo tambien de las de la recreacion; de las de medicina y operaciones se dirá otro poco. Y aunque todo es medicinal en las plantas bien sabido y bien aplicado; pero algunas cosas hay, que notoriamente muestran haberse ordenado de su Criador para medicina y salud de los hombres, como son licores, aceites, gomas, ó resinas, que echan diversas plantas, que con fácil experiencia dicen luego para qué son buenas. Entre éstas, el bálsamo es celebrado con razon por su excelente olor, y mucho mas extremado efecto de sanar heridas, y otros diversos remedios para enfermedades, que en él se experimentan. No es el bálsamo que va de Indias occidentales, de la misma especie que el verdadero bálsamo que traen de Alejandría, ó del Cairo, y que antiguamente hubo en Judea, la cual sola en el mundo, segun Plinio escribe[184], poseyó esta grandeza hasta que los Emperadores Vespasianos la trajeron á Roma é Italia. Muéveme á decir, que no es de la misma especie el un licor y el otro, ver que los árboles de donde mana, son entre sí muy diversos, porque el árbol del bálsamo de Palestina era pequeño, y á modo de vid, como refiere Plinio de vista de ojos; y hoy dia los que le han visto en oriente dicen lo mismo. Y la sagrada Escritura[185], el lugar donde se daba este bálsamo, le llamaba viña de Engadi, por la similitud con las vides. El árbol de donde se trae el bálsamo de Indias, yo le he visto, y es tan grande como el granado, y aun mayor, y tira algo á su hechura, si bien me acuerdo, y no tiene que ver con vid. Aunque Estrabon escribe[186], que el árbol antiguo del bálsamo era del tamaño de granados. Pero en los accidentes y en las operaciones son licores muy semejantes, como es en el olor admirable: en el curar heridas: en la color y modo de substancia; pues lo que refieren[187] del otro bálsamo, que lo hay blanco, bermejo, verde y negro, lo mismo se halla en el de Indias. Y como aquel se sacaba hiriendo, ó sajando la corteza, y destilando por allí el licor, así se hace en el de Indias, aunque es mas la cuantidad que destila. Y como en aquel hay uno puro, que se llama opobálsamo, que es la propia lágrima que destila, y hay otro no tan perfecto, que es el licor que se saca del mismo palo ó corteza, y hojas exprimidas y cocidas al fuego, que llaman jilobálsamo, así tambien en el bálsamo de Indias hay uno puro que sale así del arbol; y hay otro que sacan los Indios, cociendo y exprimiendo las hojas y palos, y tambien le adulteran y acrecientan con otros licores, para que parezca mas. En efecto, se llama con mucha razon bálsamo, y lo es, aunque no sea de aquella especie; y es estimado en mucho, y lo fuera mucho mas, si no tuviera la falta que las esmeraldas y perlas han tenido, que es ser muchas. Lo que mas importa es, que para la substancia de hacer Crisma, que tan necesario es en la Santa Iglesia, y de tanta veneracion, ha declarado la Sede Apostólica, que con este bálsamo de Indias se haga Crisma en Indias, y con él se dé el Sacramento de Confirmacion y los demás, donde la Iglesia lo usa. Tráese á España el bálsamo de la Nueva-España, y la provincia de Guatemala y de Chiapa, y otras; por allí es donde mas abunda, aunque el mas preciado es el que viene de la Isla de Tolu, que es en Tierra-firme, no lejos de Cartagena. Aquel bálsamo es blanco; y tienen comunmente por mas perfecto el blanco que el bermejo, aunque Plinio[188] el primer lugar da al bermejo, el segundo al blanco, el tercero al verde, el último al negro. Pero Estrabón[189] parece preciar mas el bálsamo blanco, como los nuestros lo precian. Del bálsamo de Indias trata largamente Monardes en la primera parte; y en la segunda, especialmente del de Cartagena ó Tolu, que todo es uno. No he hallado que en tiempos antiguos los Indios preciasen en mucho el bálsamo, ni aun tuviesen de él uso de importancia. Aunque Monardes dice, que curaban con él los Indios de sus heridas; y que de ellos aprendieron los Españoles. NOTAS: [184] Plin. lib. 12. c. 25. [185] Cant. 1. v. 13. [186] Strab. lib. 16. Geograph. [187] Plin. lib. 12. c. 25. [188] Plin. lib. 12. c. 25. [189] Strab. lib. 16. Geograph. CAPÍTULO XXIX _Del liquidambar, y otros aceites, gomas y drogas, que se traen de Indias._ Despues del bálsamo tiene estima el liquidambar: es otro licor tambien oloroso y medicinal, mas espeso en sí, y que se viene á cuajar y hacer pasta; de complexion cálido, de buen perfume, y que le aplican á heridas y otras necesidades, en que me remito á los Médicos, especialmente al Doctor Monardes, que en la primera parte escribió de este licor, y de otros muchos medicinales que vienen de Indias. Viene tambien el liquidambar de la Nueva-España, y es sin duda aventajada aquella provincia en estas gomas, ó licores, ó jugos de árboles, y así tienen copia de diversas materias para perfumes y para medicinas, como es el anime, que viene en grande cuantidad: el copal y el suchicopal, que es otro género, como de estoraque é incienso, que tambien tiene excelentes operaciones, y muy lindo olor para sahumerios. Tambien la tacamahaca y la caraña, que son muy medicinales. El aceite que llaman de abeto, tambien de allá lo traen, y Médicos y Pintores se aprovechan bastante de él: los unos para sus emplastos, y los otros para barniz de sus imágenes. Para medicina tambien se trae la cañafístola, la cual se da copiosamente en la Española, y es un árbol grande, y echa por fruta aquellas cañas con su pulpa. Trajéronse en la flota en que yo vine, de Santo Domingo, cuarenta y ocho quintales de cañafístola. La zarzaparrilla no es menos conocida para mil achaques: vinieron cincuenta quintales en la dicha flota de la misma Isla. En el Perú hay de esta zarzaparrilla mucha; y muy excelente en tierra de Guayaquil, qae está debajo de la línea. Allí se van muchos á curar; y es opinion, que las mismas aguas simples que beben, les causan salud, por pasar por copia de estas raíces, como está arriba dicho: con lo cual se junta, que para sudar en aquella tierra, no son menester muchas frazadas y ropa. El palo de guayacán, que por otro nombre dicen el palo santo ó palo de las Indias, se da en abundancia en las mismas Islas, y es tan pesado como hierro, y luego se hunde en el agua: de éste trajo la flota dicha trescientos y cincuenta quintales, y pudiera traer veinte, y cien mil, si hubiera salida de tanto palo. Del palo del Brasil, que es tan colorado y encendido, y tan conocido y usado para tintes, y para otros provechos, vinieron ciento treinta y cuatro quintales de la misma Isla en la misma flota. Otros innumerables palos aromáticos, gomas, aceites y drogas hay en Indias, que ni es posible referirlas todas, ni importa al presente; solo diré, que en tiempo de los Reyes Incas del Cuzco, y de los Reyes Mejicanos, hubo muchos grandes hombres de curar con simples, y hacian curas aventajadas, por tener conocimiento de diversas virtudes y propiedades de yerbas, raíces, palos y plantas, que allá se dan, de que ninguna noticia tuvieron los Antiguos de Europa. Y para purgar hay mil cosas de estas simples, como raíz de Mechoacán, piñones de la Puna, y conserva de Guanuco, y aceite de Higuerilla, y otras cien cosas, que bien aplicadas y á tiempo, no las tienen por de menor eficacia, que las drogas que vienen de oriente, como podrá entender el que leyere lo que Monardes ha escrito en la primera y segunda parte, el cual tambien trata largamente del tabaco, del cual han hecho notables experiencias contra veneno. Es el tabaco un arbolillo ó planta bastante comun, pero de raras virtudes: tambien en la que llaman contrayerba, y en otras diversas plantas, porque el Autor de todo repartió sus virtudes como él fué servido, y no quiso que naciese cosa ociosa en el mundo: mas el conocerlo el hombre, y saber usar de ello, como conviene, éste es otro don soberano, que concede el Criador á quien él es servido. De esta materia de plantas de Indias, y de licores, y otras cosas medicinales, hizo una insigne obra el Doctor Francisco Hernandez, por especial comision de su Magestad, haciendo pintar al natural todas las plantas de Indias, que segun dicen, pasan de mil y doscientas; y afirman haber costado esta obra mas de sesenta mil ducados. De la cual hizo uno como extracto el Doctor Nardo Antonio, Médico Italiano, con gran curiosidad. A los dichos libros y obras remito al que mas por menudo y con perfeccion quisiere saber de plantas de Indias, mayormente para efectos de medicina. CAPÍTULO XXX _De las grandes arboledas de Indias, y de los cedros, ceyvas y otros árboles grandes._ Como desde el principio del mundo la tierra produjo plantas y árboles por mandado del Omnipotente Señor, en ninguna region deja de producir algun fruto; en unas mas que en otras. Y fuera de los árboles y plantas que por industria de los hombres se han puesto y llevado de unas tierras á otras, hay gran número de árboles que sola la naturaleza los ha producido. De éstos me doy á entender, que en el nuevo orbe (que llamamos Indias) es mucho mayor la copia, así en número como en diferencias, qne no en el orbe antiguo y tierras de Europa, Asia y Africa. La razon es, ser las Indias de temple cálido y húmedo, como está mostrado en el libro segundo contra la opinion de los Antiguos; y así la tierra produce con extremo vicio infinidad de estas plantas silvestres y naturales. De donde viene á ser inhabitable, y aun impenetrable la mayor parte de Indias, por bosques y montañas, y arcabucos cerradísimos, que perpetuamente se han abierto. Para andar algunos caminos de Indias, mayormente en entradas de nuevo, ha sido y es necesario hacer camino á puro cortar con hachas árboles, y rozar matorrales, que como nos escriben padres que lo han probado, acaece en seis dias caminar una legua y no mas. Y un hermano nuestro, hombre fidedigno, nos contaba, que habiéndose perdido en unos montes, sin saber adonde, ni por donde habia de ir, vino á hallarse entre matorrales tan cerrados, que le fué forzoso andar por ellos, sin poner pie en tierra por espacio de quince dias enteros. En los cuales tambien por ver el Sol, y tomar algun tino, por ser tan cerrado de infinita arboleda aquel monte, subia algunas veces trepando hasta la cumbre de árboles altísimos, y desde allí descubria camino. Quien leyere la relacion de las veces que este hombre se perdió, y los caminos que anduvo, y sucesos extraños que tuvo (la cual yo, por parecerme cosa digna de saber, escribí sucintamente) y quien hubiere andado algo por montañas de Indias, aunque no sean sino las diez y ocho leguas que hay de nombre de Dios á Panamá, entenderá bien, de qué manera es esta inmensidad de arboleda que hay en Indias. Como allá nunca hay invierno que llegue á frío, y la humedad del Cielo y del suelo es tanta, de ahí proviene, que las tierras de montaña producen infinita arboleda, y las de campiña, que llaman cavanas, infinita yerba. Así que para pastos yerba, y para edificios madera, y para el fuego leña, no falta. Contar las diferencias y hechuras de tanto árbol silvestre, es cosa imposible, porque de los mas de ellos no se saben los nombres. Los cedros tan encarecidos antiguamente, son por allá muy ordinarios para edificios y para naves, y hay diversidad de ellos: unos blancos, y otros rojos, y muy olorosos. Dánse en los Andes del Perú, y en las montañas de Tierra-firme, y en las Islas, y en Nicaragua, y en la Nueva-España, gran cuantidad. Laureles de hermosísima vista y altísimos, palmas infinitas, ceyvas de que labran los Indios las canoas, que son barcos hechos de una pieza. De la Habana y Isla de Cuba, donde hay inmensidad de semejantes árboles, traen á España palos de madera preciada, como son ébanos, caoba, granadillo, cedro y otras maderas que no conozco. Tambien hay pinos grandes en Nueva-España, aunque no tan recios como los de España: no llevan piñones, sino pinas vacías. Los robles que traen de Guayaquil, son escogida madera y olorosa, cuando se labran: y de allí mismo cañas altísimas, cuyos cañutos hacen una botija ó cántaro de agua, y sirven para edificios, y los palos de mangles, que hacen árboles y mástiles de naves, y los tienen por tan recios como si fuesen de hierro. El molle es árbol de mucha virtud: da unos racimillos, de que hacen vino los Indios. En Méjico le llaman árbol del Perú, porque vino de allá; pero dase tambien y mejor en la Nueva-España, que en el Perú. Otras mil maneras hay de árboles, que es supérfluo trabajo decirlas. Algunos de estos árboles son de enorme grandeza; solo diré de uno que está en Tlacochavaya, tres leguas de Guajaca, en la Nueva-España. Este midiéndole aposta se halló en solo el hueco de dentro tener nueve brazas, y por defuera medido cerca de la raíz diez y seis brazas, y por mas alto doce. A este árbol hirió un rayo desde lo alto por el corazon hasta abajo, y dicen que dejó el hueco, que está referido. Antes de herirle el rayo, dicen que hacia sombra bastante para mil hombres; y así se juntaban allí para hacer sus mitotes, bailes y supersticiones: todavia tiene rama y verdor, pero mucho menos. No saben que especie de árbol sea, mas de que dicen que es género de cedro. Á quien le pareciere cedro fabuloso aqueste, lea lo que Plinio cuenta[190] del plátano de Licia, cuyo hueco tenia ochenta y un pies, que mas parecia cueva ó casa, que no hueco de árbol; y la copa de él parecia un bosque entero, cuya sombra cubria los campos. Con éste se perderá el espanto y la maravilla del otro tejedor, que dentro del hueco de un castaño tenia casa y telar. Y del otro castaño ó que se era, donde entraban á caballo ocho hombres, y se volvian á salir por el hueco de él sin embarazarse. En estos árboles así extraños y disformes ejercitaban sus idolatrías mucho los Indios, como tambien lo usaron los antiguos Gentiles, segun refieren Autores de aquel tiempo. NOTAS: [190] Plin. lib. 12. c. 1. CAPÍTULO XXXI _De las plantas y frutales que se han llevado de España á las Indias._ Mejor han sido pagadas las Indias en lo que toca á plantas, que en otras mercaderías, porque las que han venido á España son pocas, y dánse mal: las que han pasado de España son muchas, y dánse bien. No sé si digamos que lo hace la bondad de las plantas, para dar la gloria á lo de acá; ó si digamos que lo hace la tierra, para que sea la gloria de allá. En conclusion, cuasi cuanto bueno se produce en España hay allá, y en partes aventajado, y en otras no tal, trigo, cebada, hortaliza, verdura y legumbres de todas suertes, como son lechugas, berzas, rábanos, cebollas, ajos, peregil, nabos, zanahorias, berengenas, escarolas, acelgas, espinacas, garbanzos, habas, lentejas, y finalmente cuanto por acá se da de esto casero, y de provecho, porque han sido cuidadosos los que han ido, en llevar semillas de todo, y á todo ha respondido bien la tierra, aunque en diversas partes de uno mas que de otro, y en algunas poco. De árboles, los que mas generalmente se han dado allá, y con mas abundancia, son naranjos, limas, cidras y fruta de este linage. Hay ya en algunas partes montañas y bosques de naranjales, lo cual haciéndome maravilla, pregunté en una Isla, ¿quién habia llenado los campos de tanto naranjo? Respondiéronme, que acaso se habia hecho porque cayéndose algunas naranjas, y pudriéndose la fruta, habian brotado de su simiente, y de la que de éstos y de otros llevaban las aguas á diversas partes, se venian á hacer aquellos bosques espesos: parecióme buena razon. Dije ser ésta la fruta que generalmente se haya dado en Indias, porque en ninguna parte he estado de ellas, donde no haya naranjas, por ser todas las Indias tierra caliente y húmeda, que es lo que quiere aquel árbol: en la sierra no se dan: tráense de los valles ó de la costa. La conserva de naranjas cerradas que hacen en las Islas, es de la mejor que yo he visto allá, ni acá. Tambien se han dado bien duraznos, y sus consortes melocotones, y priscos, y albaricoques, aunque éstos mas en Nueva-España: en el Perú, fuera de duraznos, de esotro hay poco, y menos en las Islas. Manzanas y peras se dan, pero moderadamente: ciruelas muy cortamente: higos en abundancia, mayormente en el Perú: membrillos en todas partes, y en Nueva-España de manera, que por medio real nos daban cincuenta á escoger; y granadas tambien bastantes, aunque todas son dulces: aguas no se han dado bien. Melones en partes los hay muy buenos, como en Tierra-firme y algunas partes del Perú. Guindas, ni cerezas hasta ahora no han tenido dicha de hallar entrada en Indias: no creo es falta del temple, porque le hay en todas maneras, sino falta de cuidado ó de acierto. De frutas de regalo apenas siento falte otra por allá. De fruta basta y grosera faltan bellotas y castañas, que no se han dado hasta ahora, que yo sepa en Indias. Almendras se dan, pero escasamente. Almendra, nuez y avellana va de España para gente regalada. Tampoco sé que haya nísperos, ni serbas, ni importan mucho. Y esto baste para entender, que no falte regalo de fruta: ahora digamos otro poco de plantas de provecho que han ido de España, y acabaremos esta plática de plantas, que ya va larga. CAPÍTULO XXXII _De las uvas, viñas, olívas, moreras y cañas de azucar._ Plantas de provecho entiendo las que demás de dar que comer en casa, traen á su dueño dinero. La principal de éstas es la vid, que da el vino, el vinagre, la uva, la pasa, el agraz y el arrope; pero el vino es lo que importa. En las Islas y Tierra-firme no se da vino ni uvas: en la Nueva-España hay parras, y llevan uvas, pero no se hace vino. La causa debe de ser, no madurar del todo las uvas, por razon de las lluvias, que vienen por Julio y Agosto, y no las dejan bien sazonar; por esto sirven solamente para comer. El vino llevan de España ó de las Canarias; y así es en lo demás de Indias, salvo el Perú y Chile, donde hay viñas, y se hace vino, y muy bueno; y de cada dia crece así en cuantidad, porque es gran riqueza en aquella tierra, como en bondad, porque se entiende mejor el modo de hacerse. Las viñas del Perú son comunmente en valles calientes, donde tienen acequias, y se riegan á mano, porque la lluvia del Cielo en los llanos no la hay, y en la sierra no es á tiempo. En partes hay donde ni se riegan las viñas, del Cielo, ni del suelo: y dan en grande abundancia, como en el valle de Ica, y lo mismo en las hoyas que llaman de Villacuri, donde entre unos arenales muertos se hallan unos hoyos ó tierras bajas de increíble frescura todo el año, sin llover jamás, ni haber acequia, ni riego humano. La causa es, ser aquel terreno esponjoso, y chupar el agua de rios que bajan de la sierra, y se empapan por aquellos arenales; ó si es humedad de la mar (como otros piensan) hase de entender, que el trascolarse por el arena hace que el agua no sea estéril é inútil, como el Filósofo lo significa. Han crecido tanto las viñas, que por su causa los diezmos de las Iglesias son hoy cinco y seis tanto de lo que eran ahora veinte años. Los valles mas fértiles de viñas son Victor cerca de Arequipa, Ica en términos de Lima, Caracato en términos de Chuquiavo. Llévase este vino a Potosí, y al Cuzco, y á diversas partes: y es grande grangería, porque vale con toda el abundancia una botija ó arroba cinco ó seis ducados; y si es de España, que siempre se lleva en las flotas, diez y doce. En el Reino de Chile se hace vino como en España, porque es el mismo temple; pero traido al Perú se daña. Uvas se gozan donde no se puede gozar vino; y es cosa de admirar, que en la ciudad del Cuzco se hallarán uvas frescas todo el año. La causa de esto me dijeron ser los valles de aquella comarca, que en diversos meses del año dan fruto: y ahora sea por el podar las vides á diversos tiempos, ahora por cualidad de la tierra, en efecto, todo el año hay diversos valles que dan fruta. Si alguno se maravilla de esto, mas se maravillará de lo que diré, y quizá no lo creerá. Hay árboles en el Perú, que la una parte del árbol da fruta la mitad del año, y la otra parte la otra mitad. En Mala, trece leguas de la ciudad de los Reyes, la mitad de una higuera, que está á la banda del sur, está verde, y da fruta un tiempo del año, cuando es verano en la sierra; y la otra mitad, que está hácia los llanos y mar, está verde, y da fruta en otro tiempo diferente, cuando es verano en los llanos. Tanto como esto obra la variedad del temple y aire, que viene de una parte ó de otra. La grangería del vino no es pequeña, pero no sale de su provincia. Lo de la seda, que se hace en Nueva-España, sale para otros Reinos, como el Perú. No la habia en tiempo de Indios: de España se han llevado moreras, y dánse bien, mayormente en la provincia que llaman la Misteca, donde se cria gusano de seda, y se labra y hacen tafetanes buenos: damascos, rasos y terciopelos no se labran hasta ahora. El azucar es otra grangería, mas general, pues no solo se gasta en Indias, sino tambien se trae á España harta cantidad, porque las cañas se dan escogidamente en diversas partes de Indias: en Islas, en Méjico, en Perú, y en otras partes han hecho ingenios de grande contratacion. De el de la Nasca me afirmaron, que solía rentar de treinta mil pesos arriba cada año. El de Chicama junto á Trujillo tambien era hacienda gruesa, y no menos lo son los de la Nueva-España, porque es cosa loca lo que se consume de azucar y conserva en Indias. De la Isla de Santo Domingo se trajeron en la flota que vine, ochocientas y noventa y ocho cajas y cajones de azucar, que siendo del modo que yo las ví cargar en Puerto-Rico, será á mi parecer cada caja de ocho arrobas. Es ésta del azúcar la principal grangería de aquellas Islas: tanto se han dado los hombres al apetito de lo dulce. Olivas y olivares tambien se han dado en Indias, digo en Méjico y Perú; pero hasta hoy no hay molino de aceite, ni se hace, porque para comer las quieren mas, y las sazonan bien. Para aceite hallan, que es mas la costa que el provecho; así que todo el aceite va de España. Con esto quede acabado con la materia de las plantas, y pasemos á la de animales de las Indias. CAPÍTULO XXXIII _De los ganados ovejuno y vacuno._ De tres maneras hallo animales en Indias: unos, que han sido llevados de Españoles: otros, que aunque no han sido llevados por Españoles, los hay en Indias de la misma especie que en Europa: otros, que son animales propios de Indias, y no se hallan en España. En el primero modo son ovejas, vacas, cabras, puercos, caballos, asnos, perros, gatos y otros tales, pues estos géneros los hay en Indias. El ganado menor ha multiplicado mucho; y si se pudieran aprovechar las lanas enviándose á Europa, fuera de las mayores riquezas que tuvieran las Indias. Porque el ganado ovejuno allá tiene grande abundancia de pastos, sin que se agoste la yerba en muchas partes; y es de suerte la franqueza de pastos y dehesas, que en el Perú no hay pastos propios: cada uno apacienta donde quiere. Por lo cual la carne es comunmente abundante, y barata por allá; y los demás provechos que de la oveja proceden, de quesos, leche, &c. Las lanas dejaron un tiempo perder de el todo, hasta que se pusieron obrages, en los cuales se hacen paños y frazadas, que ha sido gran socorro en aquella tierra para la gente pobre, porque la ropa de Castilla es muy costosa. Hay diversos obrages en el Perú; mucho mas copia de ellos en Nueva-España, aunque ahora sea la lana no ser tan fina, ahora los obrages no labrarla tan bien, es mucha la ventaja de la ropa que va de España, á la que en Indias se hace. Habia hombres de setenta y de cien mil cabezas de ganado menor; y hoy dia los hay poco menos, que á ser en Europa, fuera riqueza grande, y allá lo es moderada. En muchas partes de Indias, y creo son las mas, no se cria bien ganado menor, á causa de ser la yerba alta, y la tierra tan viciosa, que no pueden apacentarse sino ganados mayores; y así de vacuno hay innumerable multitud. Y de esto en dos maneras: uno ganado manso, y que anda en sus hatos, como en tierra de los Charcas, y en otras provincias del Perú, y en toda la Nueva-España. De este ganado se aprovechan, como en España, para carne, manteca y terneras, y para bueyes de arado, &c. En otra forma hay de este ganado alzado al monte; y así por la aspereza y espesura de los montes, como por su multitud, no se hierra, ni tiene dueño propio, sino como caza de monte, el primero que la montea y mata, es el dueño. De este modo han multiplicado las vacas en la Isla Española, y en otras de aquel contorno, que andan á millares sin dueño por los montes y campos. Aprovéchanse de este ganado para cueros: salen negros ó blancos en sus caballos con desjarretaderas al campo, y corren los toros ó vacas, y la res que hieren y cae, es suya. Desuéllanla, y llevando el cuero á su casa, dejan la carne perdida por ahí, sin haber quien la gaste, ni quiera, por la sobra que hay de ella. Tanto, que en aquella Isla me afirmaron, que en algunas partes habia infeccion de la mucha carne que se corrompia. Este corambre que viene á España, es una de las mejores grangerías de las Islas, y de Nueva-España. Vinieron de Santo Domingo en la flota de ochenta y siete, treinta y cinco mil cuatrocientos cuarenta y cuatro cueros vacunos. De la Nueva-España vinieron sesenta y cuatro mil trescientos y cincuenta cueros, que los valuaron en noventa y seis mil quinientos treinta y dos pesos. Cuando descarga una flota de éstas, ver el rio de Sevilla, y aquel arenal donde se pone tanto cuero, y tanta mercadería, es cosa para admirar. El ganado cabrío tambien se da; y además de los otros provechos de cabritos, de leche, &c. es uno muy principal el sebo, con el cual comunmente se alumbran ricos y pobres, porque como hay abundancia, les es mas barato que aceite, aunque no es todo el sebo que en esto se gasta, de macho. Tambien para el calzado aderezan los cordovanes; mas no pienso que son tan buenos como los que llevan de Castilla. Caballos se han dado, y se dan escogidamente en muchas partes ó las mas de Indias, y algunas razas hay de ellos tan buenos como los mejores de Castilla, así para carrera y gala, como para camino y trabajo. Por lo cual allá el usar caballos para camino, es lo mas ordinario, aunque no faltan mulas y muchas, especialmente donde las recuas son de ellas, como en Tierra-firme. De asnos no hay tanta copia, ni tanto uso; y para trabajo es muy poco lo que se sirven de ellos. Camellos algunos, aunque pocos, ví en el Perú llevados de las Canarias, y multiplicados allá, pero cortamente. Perros en la Española han crecido en número y en grandeza, de suerte que es plaga de aquella Isla, porque se comen los ganados, y andan á manadas por los campos. Los que los matan tienen premio por ello, como hacen con los lobos en España. Verdaderos perros no los habia en Indias, sino unos semejantes á perrillos, que los Indios llamaban alco: y por su semejanza á los que han sido llevados de España, tambien los llaman alco: y son tan amigos de estos perrillos, que se quitarán el comer por dárselo: y cuando van camino, los llevan consigo á cuestas ó en el seno. Y si están malos, el perrito ha de estar allí con ellos, sin servirse de ellos para cosa, sino solo para buena amistad y compañía. CAPÍTULO XXXIV _De algunos animales de Europa que hallaron los Españoles en Indias, y cómo hayan pasado._ Todos estos animales que he dicho, es cosa cierta que se llevaron de España, y que no los habia en Indias cuando se descubrieron, aun no ha cien años: y además de ser negocio que aún tiene testigos vivos, es bastante prueba ver, que los Indios no tienen en su lengua vocablos propios para estos animales, sino que se aprovechan de los mismos vocablos Españoles, aunque corruptos, porque de donde les vino la cosa, como no la conocian, tomaron el vocablo de ella. Esta regla he hallado buena para discernir qué cosas tuviesen los Indios antes de venir Españoles, y qué cosas no. Porque aquellas que ellos ya tenian y conocian, tambien les daban su nombre: las que de nuevo recibieron diéronles tambien nombres de nuevo, los cuales de ordinario son los mismos nombres Españoles, aunque pronunciados á su modo, como al caballo, al vino y al trigo, &c. Halláronse, pues, animales de la misma especie que en Europa, sin haber sido llevados de Españoles. Hay leones, tigres, osos, jabalíes, zorras, y otras fieras y animales silvestres, de los cuales hicimos en el primer libro argumento fuerte, que no siendo verosimil que por mar pasasen á Indias, pues pasar á nado el Océano es imposible, y embarcarlos consigo hombres, es locura, síguese que por alguna parte donde el un orbe se continúa y avecina al otro, hayan penetrado, y poco á poco poblado aquel mundo nuevo. Pues conforme á la divina Escritura[191] todos estos animales se salvaron en el arca de Noé, y de allí se han propagado en el mundo. Los leones que que por allá yo he visto, no son bermejos, ni tienen aquellas vedijas con que los acostumbran pintar: son pardos, y no tan bravos como los pintan. Para cazarlos se juntan los Indios en torno, que ellos llaman chaco, y á pedradas, y con palos y otros instrumentos los matan. Usan encaramarse tambien en árboles estos leones, y allí con lanzas ó con ballestas, y mejor con arcabúz, los matan. Los tigres se tienen por mas bravos y crueles, y que hacen salto mas peligroso, por ser á traicion. Son maculosos, y de el mismo modo que los Historiadores los describen. Algunas veces oí contar, que estos tigres están cebados en Indios, y que por eso no acometian á Españoles, ó muy poco y que de entre ellos sacaban un Indio, y se le llevaban. Los osos, que en lengua del Cuzco llaman otoroncos, son de la misma especie que acá, y son hormigueros. De colmeneros poca experiencia hay, porque los panales donde los hay en Indias, dánse en árboles, ó debajo de la tierra, y no en colmenas al modo de Castilla; y los panales que yo he visto en la provincia de los Charcas, que allá nombran lechiguanas, son de color pardo y de muy poco jugo: mas parecen paja dulce, que panales de miel. Dicen que las abejas son tan chiquitas como moscas, y que enjambran debajo de la tierra: la miel es aceda y negra. En otras partes hay mejor miel, y panales mas bien formados, como la provincia de Tucumán, y en Chile, y en Cartagena. De los jabalíes tengo poca relacion, mas de haber oído á personas que dicen haberlos visto. Zorros y animales que degüellan el ganado, hay mas de los que los pastores quisieran. Fuera de estos animales, que son fieros y perniciosos, hay otros provechosos, que no fueron llevados por los Españoles, como son los ciervos ó venados, de que hay gran suma por todos aquellos montes; pero los mas no son venados con cuernos: á lo menos ni yo los he visto, ni oído á quien los haya visto: todos son mochos como corzos. Todos estos animales que hayan pasado por su ligereza, y por ser naturalmente silvestres y de caza, desde el un orbe al otro, por donde se juntan, no se me hace difícil, sino muy probable y cuasi cierto, viendo que en Islas grandísimas, y muy apartadas de tierra firme, no se hallan, cuanto yo he podido por alguna experiencia y relacion alcanzar. NOTAS: [191] Genes. 6. CAPÍTULO XXXV _De las aves que hay de acá, y cómo pasaron á Indias._ Menos dificultad tiene creer lo mismo de aves, que hay del género de las de acá, como son perdices, tórtolas, palomas torcaces, codornices y diversas castas de halcones, que por muy preciados se envian á presentar de la Nueva-España y del Perú á señores de España. Item, garzas y águilas de diversas castas. Estos y otros pájaros semejantes no hay duda que pudieron pasar mucho mejor que los leones, tigres y ciervos. Los papagayos tambien son de gran vuelo, y se hallan copiosamente en Indias, especialmente en los Andes del Perú; y en las Islas de Puerto-Rico y Santo Domingo andan bandas de ellos como de palomas. Finalmente, las aves con sus alas tienen camino adonde quieren; y el pasar el golfo no les será á muchas muy difícil; pues es cosa cierta, y la afirma Plinio[192], que muchas pasan la mar, y van á regiones muy extrañas, aunque tan grande golfo, como el mar Océano de Indias, no sé yo que escriba nadie que le pasen aves á vuelo. Mas tampoco lo tengo por del todo imposible, pues de algunas es opinion comun de marineros, que se ven doscientas, y aun muchas mas leguas lejos de tierra; y tambien, segun que Aristóteles enseña[193], las aves facilmente sufren estar debajo del agua, porque su respiracion es poca, como lo vemos en aves marinas, que se zabullen, y están buen rato; y asi se podria pensar, que los pájaros y aves que se hallan en las Islas y tierra firme de Indias, hayan pasado la mar descansando en Islotes y tierras, que con instinto natural conocen, como de algunos lo refiere Plinio[194]: ó quizá dejándose caer en el agua, cuando están fatigadas de volar, y de allí, despues de descansar un rato, volviendo á proseguir su vuelo. Y cuanto á los pájaros que se hallan en Islas, donde no se ven animales de tierra, tengo por sin duda, que han pasado en una de las dos maneras dichas. Cuanto á las demás que se hallan en tierra firme, especialmente las que no son de vuelo muy ligero, es mejor camino decir, que fueron por donde los animales de tierra, que allá hay de los de Europa. Porque hay aves tambien en Indias muy pesadas, como avestruces, que se hallan en el Perú, y aun á veces suelen espantar á los carneros de la tierra, que van cargados. Pero dejando estas aves, que ellas por sí se gobiernan, sin que los hombres cuiden de ellas, sino es por via de caza; de aves domésticas me he maravillado de las gallinas, porque en efecto las habia antes de ir Españoles; y es claro indicio tener nombres de allá, qué á la gallina llaman gualpa, y al huevo ronto; y el mismo refrán que tenemos de llamar á un hombre gallina, para notarle de cobarde, ese propio usan los Indios. Y los que fueron al descubrimiento de las Islas de Salomon, refieren haber visto allá gallinas de las nuestras. Puédese entender, que como la gallina es ave tan doméstica y tan provechosa, los mismos hombres las llevaron consigo, cuando pasaron de unas partes á otras, como hoy dia vemos que caminan los Indios llevando su gallina ó pollito sobre la carga que llevan á las espaldas; y tambien las llevan facilmente en sus gallineros hechos de paja ú de palo. Finalmente, en Indias hay muchas especies de animales y aves de las de Europa, que las hallaron allá los Españoles, como son las que he referido, y otras que otros dirán. NOTAS: [192] Plin. lib. 10. c. 23. [193] Arist. lib. 3. de part. animal c. 6. [194] Plin. lib. 10. c. 25. CAPÍTULO XXXVI _Cómo sea posible haber en Indias animales, que no hay en otra parte del mundo._ Mayor dificultad hace averiguar, qué principio tuvieron diversos animales que se hallan en Indias, y no se hallan en el mundo de acá. Porque si allá los produjo el Criador, no hay para qué recurrir al arca de Noé, ni aun hubiera para qué salvar entonces todas las especies de aves y animales, si habian de criarse despues de nuevo; ni tampoco parece, que con la creacion de los seis dias dejara Dios el mundo acabado y perfecto, si restaban nuevas especies de animales por formar, mayormente animales perfectos, y de no menor excelencia que esotros conocidos. Pues si decimos, que todas estas especies de animales se conservaron en el arca de Noé, síguese, que como esotros animales fueron á Indias de este mundo de acá, así tambien éstos, que no se hallan en otras partes del mundo. Y siendo esto así, pregunto: ¿cómo no quedó su especie de ellos por acá? ¿cómo solo se halla donde es peregrina y extranjera? cierto es cuestion que me ha tenido perplejo mucho tiempo. Digo por ejemplo, si los carneros del Perú, y los que llaman pacos y guanacos no se hallan en otra region del mundo, ¿quién los llevó al Perú? ¿ó cómo fueron? pues no quedó rastro de ellos en todo el mundo; y si no fueron de otra region, ¿cómo se formaron y produjeron allí? ¿Por ventura hizo Dios nueva formacion de animales? Lo que digo de estos guanacos y pacos, diré de mil diferencias de pájaros, aves y animales del monte, que jamás han sido conocidas, ni de nombre, ni de figura, ni hay memoria de ellos en Latinos ni Griegos, ni el naciones ningunas de este mundo de acá. Sino es que digamos, que aunque todos los animales salieron del arca; pero por instinto natural y providencia del Cielo, diversos géneros se fueron á diversas regiones, y en algunas de ellas se hallaron tambien, que no quisieron salir de ellas, ó si salieron, no se conservaron, ó por tiempo vinieron á fenecer, como sucede en muchas cosas. Y si bien se mira, esto no es caso propio de Indias, sino general de otras muchas regiones y provincias de Asia, Europa y Africa: de las cuales se lee, haber en ellas castas de animales que no se hallan en otras; y si se hallan, se sabe haber sido llevadas de allí. Pues como estos animales salieron del arca: _verbi gratia_, elefantes, que solo se hallan en la India oriental, y de allá se han comunicado á otras partes, del mismo modo diremos de estos animales del Perú, y de los demás de Indias, que no se hallan en otra parte del mundo. Tambien es de considerar, si los tales animales difieren específica y esencialmente de todos los otros, ó si es su diferencia accidental, que pudo ser causada de diversos accidentes, como en el linage de los hombres ser unos blancos y otros negros, unos gigantes y otros enanos. Así _verbi gratia_, en el linaje de los ximios ser unos sin cola y otros con cola, y en el linage de los carneros ser unos rasos y otros lanudos: unos grandes y recios, y de cuello muy largo, como los del Perú: otros pequeños y de pocas fuerzas, y de cuellos cortos, como los de Castilla. Mas por decir lo mas cierto, quien por esta vía de poner solo diferencias accidentales pretendiere salvar la propagacion de los animales de Indias, y reducirlos á las de Europa, tomará carga que mal podrá salir con ella. Porque si hemos de juzgar de las especies de los animales por sus propiedades, son tan diversas, que quererlas reducir á especies conocidas de Europa, será llamar al huevo, castaña. CAPÍTULO XXXVII _De las aves propias de Indias._ Ahora sean de diversa especie, ahora de la misma de otras de acá, hay aves en Indias notables. De la China traen unos pájaros, que enteramente no tienen pies ni grandes ni pequeños, y cuasi todo su cuerpo es pluma: nunca bajan á tierra; ásense de unos hilillos que tienen, á ramos, y así descansan: comen mosquitos y cosillas del aire. En el Perú hay los que llaman tominejos, tan pequeñitos, que muchas veces dudé viéndolos volar, si eran abejas ó mariposillas, mas son realmente pájaros. Al contrario los que llaman condores, son de inmensa grandeza, y de tanta fuerza, que no solo abren un carnero y se lo comen, sino á un ternero. Las avras que llaman, y otros las dicen gallinazas, tengo para mi que son de género de cuervos: son de extraña ligereza, y no menos aguda vista: para limpiar las ciudades y calles son propias, porque no dejan cosa muerta: hacen noche en el campo en árboles ó peñas: por la mañana vienen á las ciudades, y desde los mas altos edificios atalayan para hacer presa. Los pollos de éstas son de pluma blanquizca, como refieren de los cuervos, y mudan el pelo en negro. Las guacamayas son pájaros mayores que papagayos, y tienen algo de ellos: son preciadas por la diversa color de sus plumas, que las tienen muy galanas. En la Nueva-España hay copia de pájaros de excelentes plumas, que de su fineza no se hallan en Europa, como se puede ver por las imágenes de pluma, que de allá se traen: las cuales con mucha razon son estimadas, y causan admiracion, que de plumas de pájaros se pueda labrar obra tan delicada, y tan igual, que no parece sino de colores pintadas, y lo que no puede hacer el pincel y las colores de tinte: tienen unos visos miradas un poco á soslayo tan lindos, tan alegres y vivos, que deleitan admirablemente. Algunos Indios, buenas maestros, retratan con perfeccion de pluma lo que ven de pincel, que ninguna ventaja les hacen los Pintores de España. Al Príncipe de España Don Felipe, dió su maestro tres estampas pequeñitas, como para registros de diurno, hechas de pluma, y su Alteza las mostró al Rey Don Felipe nuestro Señor, su padre, y mirándolas su Magestad, dijo: que no habia visto en figuras tan pequeñas cosa de mayor primor. Otro cuadro mayor, en que estaba retratado San Francisco recibiéndole alegremente la Santidad de Sixto V, y diciéndole que aquello hacian los Indios de pluma, quiso probarlo trayendo los dedos un poco por el cuadro para ver si era pluma aquella, pareciéndole cosa maravillosa estar tan bien asentada, que la vista no pudiese juzgar si eran colores naturales de plumas, ó si eran artificiales de pincel. Los visos que hace lo verde, y un naranjado como dorado, y otras colores finas, son de extraña hermosura: y mirada la imágen á otra luz, parecen colores muertas, que es variedad de notar. Hácense las mejores imágenes de pluma en la provincia de Mechoacán, en el pueblo de Páscaro. El modo es con unas pinzas tomar las plumas, arrancándolas de los mismos pájaros muertos, y con un engrudillo delicado que tienen, irlas pegando con gran presteza y policía. Toman estas plumas tan chiquitas y delicadas de aquellos pajarillos, que llaman en el Perú tominejos, ó de otros semejantes, que tienen perfectísimas colores en su pluma. Fuera de imagineria usaron los Indios otras muchas obras de pluma muy preciosas, especialmente para ornato de los Reyes y Señores, y de los templos é Idolos. Porque hay otros pájaros y aves grandes de excelentes plumas y muy finas, de que hacian bizarros plumages y penachos, especialmente cuando iban á la guerra; y con oro y plata concertaban estas obras de plumería rica, que era cosa de mucho precio. Hoy dia hay las mismas aves y pájaros, pero no tanta curiosidad y gala como solian usar. A estos pájaros tan galanos y de tan rica pluma, hay en Indias otros del todo contrarios, que demas de ser en sí feos, no sirven de otro oficio sino de echar estiércol; y con todo eso no son quizá de menor provecho. He considerado esto admirándome la providencia del Criador, que de tantas maneras ordena que sirvan á los hombres las otras criaturas. En algunas Islas ó Farellones, que están junto á la costa del Perú, se ven de lejos unos cerros todos blancos: dirá quien les viere, que son de nieve, ó que toda es tierra blanca, y son montones de estiércol de pájaros marinos, que van allí contínuo á estercolar. Y es esta cosa tanta, que sube varas y aun lanzas en alto, que parece cosa fabulosa. A estas Islas van barcas á solo cargar de este estiercol, porque otro fruto pequeño, ni grande en ellas no se da: y es tan eficaz y tan cómodo, que la tierra estercolada con él da el grano y la fruta con grandes ventajas. Llaman guano el dicho estiercol, de donde se tomó el nombre del valle que dicen de Lunaguana, en los valles del Perú, donde se aprovechan de aquel estiércol: y es el mas fertil que hay por allá. Los membrillos y granadas, y otras frutas en grandeza y bondad exceden mucho, y dicen ser la causa, que el agua con que riegan estos árboles, pasa por tierra estercolada, y da aquella belleza de fruta. De manera, que de los pájaros no solo la carne para comer, y el canto para deleite, y la pluma para ornato y gala, sino el mismo estiércol es tambien para el beneficio de la tierra, y todo ordenado del sumo Hacedor para servicio del hombre, con que el hombre se acordase de ser grato y leal á quien con todo le hace bien. CAPÍTULO XXXVIII _De los animales de monte._ Fuera de los géneros de animales que se han dicho de monte, que son comunes á Indias y á Europa, hay otros que se hallan allá, y no sé que los haya por acá, sino por ventura traídos de aquellas partes. Saynos llaman unos como porquezuelos, que tienen la extrañeza de tener el ombligo sobre el espinazo: éstos andan por los montes á manadas: son crueles, y no temen, antes acometen, y tienen unos colmillos como navajas, con que dan muy buenas heridas y navajadas, si no se ponen á recaudo los que los cazan. Súbense los que quieren cazarlos á su seguro en árboles, y los saynos ó puercos de manada acuden á morder el árbol, cuando no pueden al hombre; y de lo alto, con una lancilla hieren y matan los que quieren. Son de muy buena comida; pero es menester quitarles luego aquel redondo que tienen en el ombligo del espinazo, porque de otra suerte dentro de un dia se corrompen. Otra casta de animalejos hay que parecen lechones, que llaman guadatinajas. Puercos de la misma especie de los de Europa, yo dudo si los habia en Indias antes de ir Españoles, porque en la relacion del descubrimiento de las Islas de Salomón se dice que hallaron gallinas y puercos de España. Lo que es cierto es haber multiplicado cuasi en todas partes de Indias este ganado en grande abundancia. En muchas partes se come carne fresca de ellos, y la tienen por tan sana y buena como si fuera carnero, como en Cartagena. En partes se han hecho montaraces y crueles; y se va á caza de ellos, como de jabalíes, como en la Española y otras Islas, donde se ha alzado al monte este ganado. En partes se ceban con grano de maíz, y engordan excesivamente, para que den manteca, que se usa á falta de aceite. En partes se hacen muy eseogidos perniles, como en Toluca de la Nueva-España y en Paria del Perú. Volviendo á los animales de allá, como los saynos son semejantes á puercos, aunque mas pequeños, así lo son á las vaquillas pequeñas las dantas, aunque en el carecer de cuernos mas parecen muletas: el cuero de éstas es tan preciado para cueras y otras cubiertas, por ser tan recias, que resisten cualquier golpe ó tiro. Lo que defiende á las dantas la fuerza del cuero, defiende á los que llaman armadillos la multitud de conchas, que abren y cierran como quieren á modo de corazas. Son unos animalejos pequeños que andan en montes, y por la defensa que tienen metiéndose entre sus conchas, y desplegándolas como quieren, los llaman armadillos. Yo he comido de ellos: no me pareció cosa de precio. Harto mejor comida es la de iguanas, aunque su vista es bien asquerosa, pues parecen puros lagartos de España, aunque éstos son de género ambiguo, porque andan en agua, y sálense á tierra, y súbense en árboles que están á la orilla del agua, y lanzándose de allí al agua, las cogen poniéndoles debajo los barcos. Chinchillas es otro género de animalejos pequeños como hardillas: tienen un pelo á maravilla blando, y sus pieles se traen por cosa regalada y saludable para abrigar el estómago, y partes que tienen necesidad de calor moderado: tambien se hacen cubiertas ó frazadas del pelo de estas chinchillas. Hállanse en la sierra del Perú, donde tambien hay otro animalejo muy comun, que llaman cuy, que los Indios tienen por comida muy buena, y en sus sacrificios usaban frecuentísimamente ofrecer estos cuyes. Son como conejuelos, y tienen sus madrigueras debajo de tierra; y en partes hay donde la tienen toda minada. Son algunos de ellos pardos: otros blancos y diferentes. Otros animalejos llaman vizcachas, que son á manera de liebres, aunque mayores, y tambien las cazan y comen. De liebres verdaderas tambien hay caza en partes bien abundante. Conejos tambien se hallan en el Reino de Quito; pero los buenos han ido de España. Otro animal donoso es el que por su excesiva tardanza en moverse le llaman perico ligero, que tiene tres uñas en cada mano: menea los pies y manos como por compás con grandísima flema: es á la manera de mona, y en la cara se le parece: da grandes gritos, anda en árboles y come hormigas. CAPÍTULO XXXIX _De los micos ó monos de Indias._ Micos hay innumerables por todas esas montañas de Islas, y Tierra-firme y Andes. Son de la casta de monas, pero diferentes en tener cola, y muy larga, y haber entre ellos algunos linages de tres tanto, y cuatro tanto mas cuerpo que monas ordinarias. Unos son negros del todo, otros bayos, otros pardos, otros manchados y varios. La ligereza y maña de éstos admira, porque parece que tienen discurso y razon: en el andar por árboles parece que quieren imitar las aves. En Capira, pasando de Nombre de Dios á Panamá, vi saltar un mico de estos de un árbol á otro, que estaba á la otra banda del rio, que me admiró. Ásense con la cola á un ramo, y arrójanse adonde quieren, y cuando el espacio es muy grande, que no puede con un salto alcanzarle, usan una maña graciosa, de asirse uno á la cola del otro, y hacer de esta suerte una como cadena de muchos: despues ondeándose todos, ó columpiándose, el primero, ayudado de la fuerza de los otros, salta, y alcanza, y se ase al ramo, y sustenta á los demás, hasta que llegan, como dije, uno á la cola de otro. Las burlas, embustes y travesuras que estos hacen, es negocio de mucho espacio: las habilidades que alcanzan cuando los imponen, no parecen de animales brutos, sino de entendimiento humano. Uno ví en Cartagena en casa del Gobernador, que las cosas que de él me referian, apenas parecian creíbles. Como en enviarle á la taberna por vino, y poniéndole en la una mano el dinero, y en la otra el pichél, no haber órden de sacarle el dinero hasta que le daban el pichél con vino. Si los muchachos en el camino le daban grita ó le tiraban, poner el pichél á un lado, y apañar piedras, y tirarlas á los muchachos, hasta que dejaba el camino seguro; y así volvia á llevar su pichél. Y lo que es mas, con ser muy buen bebedor de vino (como yo se lo ví beber echándoselo su amo de alto), sin dárselo, ó darle licencia, no habia tocar al jarro. Dijéronme tambien, que si veía mugeres afeitadas, iba y les tiraba del tocado, y las descomponia y trataba mal. Podrá ser algo de esto encarecimiento, que yo no lo ví, mas en efecto no pienso que hay animal que así perciba y se acomode á la conversacion humana, como esta casta de micos. Cuentan tantas cosas, que yo, por no parecer que doy crédito á fábulas, ó porque otros no las tengan por tales, tengo por mejor dejar esta materia con solo bendecir al Autor de toda criatura, pues para sola recreacion de los hombres y entretenimiento donoso, parece haber hecho un género de animal, que todo es de reir, ó para mover á risa. Algunos han escrito, que á Salomon se le llevaban estos micos de Indias occidentales: yo tengo para mí que iban de la India oriental. CAPÍTULO XL _De las vicuñas y tarugas del Perú._ Entre las cosas que tienen las Indias del Perú notables, son las vicuñas y carneros que llaman de la tierra, que son animales mansos y de mucho provecho. Las vicuñas son silvestres, y los carneros son ganado doméstico. Algunos han pensado que las vicuñas sean las que Aristóteles, Plinio y otros Autores tratan[195], cuando escriben de las que dicen _capreas_, que son cabras silvestres; y tienen sin duda similitud, por la ligereza, por andar en los montes, por parecerse algo á cabras. Mas en efecto, no son aquellas, pues las vicuñas no tienen cuernos, y aquellas los tienen, segun Aristóteles refiere. Tampoco son las cabras de la India oriental, de donde traen la piedra bezaar: ó si son de aquel género, serán especies diversas, como en el linage de perros es diversa especie la del mastin y la del lebrel. Tampoco son las vicuñas del Perú los animales que en la provincia de la Nueva-España tienen las piedras, que allá llaman bezaares, porque aquellos son de especie de ciervos ó venados. Así que no sé que en otra parte del mundo haya este género de animales, sino en el Perú y Chile, que se continúa con él. Son las vicuñas mayores que cabras, y menores que becerros: tienen la color, que tira á leonado, algo mas clara: no tienen cuernos, como los tienen ciervos y _capreas_: apaciéntanse, y viven en sierras altísimas, en las partes mas frias y despobladas, que allá llaman punas. Las nieves y el hielo no les ofende, antes parece que les recrea: andan á manadas, y corren ligerísimamente: cuando encuentran caminantes ó bestias, luego huyen, como muy tímidas: al huir echan delante de sí sus hijuelos. No se entiende, que multipliquen mucho, por donde los Reyes Incas tenian prohibida la caza de vicuñas, si no era para fiestas con órden suyo. Algunos se quejan, que despues que entraron Españoles se ha concedido demasiada licencia á los chacos ó cazas de vicuñas, y que se han disminuído. La manera de cazar de los Indios es chaco, que es juntarse muchos de ellos, que á veces son mil, y tres mil y mas, y cercar un gran espacio de monte, y ir ojeando la caza, hasta juntarse por todas partes, donde se toman trescientas y cuatrocientas, y mas y menos, como ellos quieren, y dejan ir las demás, especialmente las hembras, para el multiplico. Suelen trasquilar estos animales, y de la lana de ellos hacen cubiertas ó frazadas de mucha estima, porque la lana es como una seda blanda, y duran mucho; y como el color es natural y no de tinte, es perpetuo. Son frescas y muy buenas para en tiempo de calores: para inflamaciones de riñones y otras partes las tienen por muy sanas, y que templan el calor demasiado: y lo mismo hace la lana en colchones, que algunos usan por salud, por la experiencia que de ello tienen. Para otras indisposiciones, como gota, dicen tambien, que es buena esta lana ó frazadas hechas de ella: no sé en esto experiencia cierta. La carne de las vicuñas no es buena, aunque los Indios la comen, y hacen cusharqui ó cecina de ella. Para medicina podré yo contar lo que ví: Caminando por la sierra del Perú llegué á un tambo ó venta una tarde con tan terrible dolor de ojos, que me parecia se me querian saltar: el cual accidente suele acaecer de pasar por mucha nieve y mirarla. Estando echado con tanto dolor, que cuasi perdia la paciencia, llegó una India, y me dijo: Ponte, padre, esto en los ojos, y estarás bueno. Era una poca de carne de vicuña recien muerta, y corriendo sangre. En poniéndome aquella medicina se aplacó el dolor, y dentro de muy breve tiempo se me quitó del todo, que no le sentí mas. Fuera de los chacos que he dicho, que son cazas generales, usan los Indios particularmente para coger estas vicuñas, cuando llegan á tiro, arrojarles unos cordelejos con ciertos plomos, que se les traban, y envuelven entre los pies, y embarazan para que no puedan correr; y así llegan y toman la vicuña. Lo principal porque este animal es digno de precio, son las piedras bezaares, que hallan en él, de que diremos luego. Hay otro género que llaman tarugas, que tambien son silvestres, y son de mayor ligereza que las vicuñas: son tambien de mayor cuerpo, y la color mas tostada: tienen las orejas blandas y caídas. Estas no andan á manadas como las vicuñas; á lo menos yo no las vi sino solas, y de ordinario por riscos altísimos. De las tarugas sacan tambien piedras bezaares, y son mayores, y de mayor eficacia y virtud. NOTAS: [195] Arist. lib. 3. de part. animal. cap. 2. Plin. lib. 10. cap. 72. CAPÍTULO XLI _De los pacos, guanacos y carneros del Perú._ Ninguna cosa tiene el Perú de mayor riqueza y ventaja, que es el ganado de la tierra, que los nuestros llaman carneros de las Indias; y los Indios en lengua general los llaman llama, porque bien mirado es el animal de mayores provechos, y de menos gasto de cuantos se conocen. De este ganado sacan comida y vestido, como en Europa del ganado ovejuno, y sacan mas el tragin y acarreto de cuanto han menester, pues les sirve de traer y llevar sus cargas. Y por otra parte no han menester gastar en herrage, ni en sillas ó jalmas, ni tampoco en cebada, sino que de valde sirve á sus amos, contentándose con la yerba que halla en el campo. De manera, que les proveyó Dios de ovejas y de jumentos en un mismo animal, y como á gente pobre quiso que ninguna costa les hiciese, porque los pastos en la sierra son muchos; y otros gastos, ni los pide, ni los ha menester este género de ganado. Son estos carneros ó llamas en dos especies: unos son pacos ó carneros lanudos: otros son rasos y de poca lana, y son mejores para carga: son mayores que carneros grandes, y menores que becerros: tienen el cuello muy largo á semejanza de camello, y hánlo menester, porque como son altos y levantados de cuerpo, para pacer requiere tener cuello largo. Son de varias colores: unos blancos del todo, otros negros del todo, otros pardos, otros varios, que llaman moromoro. Para los sacrificios tenian los Indios grandes advertencias de qué color habian de ser para diferentes tiempos y efectos. La carne de éstos es buena, aunque recia: la de sus corderos es de las cosas mejores y mas regaladas que se comen; pero gástanse poco en esto, porque el principal fruto es la lana para hacer ropa, y el servicio de traer y llevar cargas. La lana labran los Indios, y hacen ropa, de que se visten: una, grosera y comun, que llaman havasca: otra, delicada y fina, que llaman cumbi. De este cumbi labran sobremesas, cubiertas, reposteros y otros paños de muy escogida labor, que dura mucho tiempo, y tiene un lustre bueno, cuasi de media seda, y lo que es particular de su modo de tejer lana. Labran á dos haces todas las labores que quieren, sin que se vea hilo ni cabo de él en toda una pieza. Tenia el Inca, Rey del Perú, grandes maestros de labrar esta ropa de cumbi, y los principales residian en el repartimiento de Capachica, junto á la laguna grande de Titicaca. Dan con yerbas diversas diversos colores y muy finos á esta lana, con que hacen varias labores. Y de labor basta y grosera, ó de pulida, y sutil, todos los Indios é Indias son oficiales en la sierra, teniendo sus telares en su casa, sin que hayan de ir á comprar, ni á dar á hacer la ropa que han menester para su casa. De la carne de este ganado hacen cusharqui ó cecina, que les dura largo tiempo, y se gasta por mucha cuenta: usan llevar manadas de estos carneros cargados como recua: y van en una recua de éstas trescientos ó quinientos, y aun mil carneros, que traginan vino, coca, maíz, chuño y azogue, y otra cualquier mercadería; y lo mejor de ella, que es la plata, porque las barras de plata las llevan el camino de Potosí á Arica setenta leguas, y á Arequipa otro tiempo solian ciento y cincuenta. Y es cosa que muchas veces me admiré de ver, que iban estas manadas de carneros con mil y dos mil barras, y mucho mas, que son mas de trescientos mil ducados, sin otra guarda, ni reparo, mas que unos pocos de Indios para solo guiar los carneros y cargarlos, y cuando mucho algun Español; y todas las noches dormían en medio del campo sin mas recato que el dicho. Y en tan largo camino, y con tan poca guarda, jamás faltaba cosa entre tanta plata: tan grande es la seguridad con que se camina en el Perú. La carga que lleva de ordinario un carnero de éstos será de cuatro á seis arrobas; y siendo viage largo no caminan sino dos ó tres leguas, ó cuatro á lo largo. Tienen sus paradas sabidas los carnereros, que llaman (que son los que llevan estas recuas), donde hay pasto y agua; allí descargan, y arman sus toldos, y hacen fuego y comida, y no lo pasan mal, aunque es modo de caminar harto flemático. Cuando no es mas de una jornada, bien lleva un carnero de éstos ocho arrobas y mas, y anda con su carga jornada entera de ocho ó diez leguas, como lo han usado soldados pobres que caminan por el Perú. Es todo este ganado amigo de temple frio; y por eso se da en la sierra y muere en los llanos con el calor. Acaece estar todo cubierto de escarcha y hielo este ganado, y con eso muy contento y sano. Los carneros rasos tienen un mirar muy donoso, porque se paran en el camino, y alzan el cuello, y miran una persona muy atentos, y estanse así largo rato sin moverse, ni hacer semblante de miedo, ni de contento, que pone gana de reir ver su serenidad, aunque á veces se espantan súbito, y corren con la carga hasta los mas altos riscos, que acaece no pudiendo alcanzarlos, porque no se pierdan las barras que llevan, tirarles con arcabuz, y matarlos. Los pacos á veces se enojan y aburren con la carga, y echánse con ella sin remedio de hacerlos levantar; antes se dejarán hacer mil piezas, que moverse cuando les da este enojo. Por donde vino el refrán que usan en el Perú, de decir de uno que se ha empacado, para significar que ha tomado tirria, ó porfía, ó despecho, porque los pacos hacen este extremo cuando se enojan. El remedio que tienen los Indios entonces es, parar, y sentarse junto al paco, y hacerle muchas caricias, y regalarle, hasta que se desenoja y se alza: y acaece esperarle bien dos y tres horas á que se desempaque y desenoje. Dales un mal como sarna, que llaman carache, de que suele morir este ganado. El remedio que los Antiguos usaban era, enterrar viva la res que tenia carache, porque no se pegase á las demás, como mal que es muy pegajoso. Un carnero ó dos que tenga un Indio, no lo tiene por pequeño caudal. Vale un carnero de estos de la tierra seis y siete pesos ensayados y mas, segun que son tiempos y lugares. CAPÍTULO XLII _De las piedras bezaares._ En todos los animales, que hemos dicho ser propios del Perú, se halla la piedra bezaar, de la cual han escrito libros enteros Autores de nuestro tiempo, que podrá ver quien quisiere mas cumplida noticia. Para el intento presente bastará decir, que esta piedra que llaman bezaar, se halla en el buche y vientre de estos animales, unas veces una, y otras dos, tres y cuatro. En la figura, grandeza y color tienen mucha diferencia: porque unas son pequeñas como avellanas, y aun menores: otras como nueces: otras como huevos de paloma: algunas tan grandes como huevos de gallina; y algunas he visto de la grandeza de una naranja. En la figura unas son redondas: otras ovadas: otras lenticulares; y así de diferentes formas. En la color hay negras, pardas, blancas, berengenadas y como doradas: no es regla cierta mirar la color ni tamaño para juzgar que sea mas fina. Todas ellas se componen de diversas túnicas ó láminas una sobre otra. En la provincia de Jauja, y en otras del Perú se hallan en diferentes animales bravos y domésticos, como son guanacos, pacos, vicuñas y tarugas: otros añaden otro género, que dicen ser cabras silvestres, á las que llaman los Indios cipris. Esotros géneros de animales son muy conocidos en el Perú, y se ha ya tratado de ellos. Los guanacos, carneros de la tierra y pacos comunmente tienen las piedras mas pequeñas y negrillas, y no se estiman en tanto, ni se tienen por tan aprobadas para medicina. De las vicuñas se sacan piedras bezaares mayores, y son pardas, ó blancas ó berengenadas, y se tienen por mejores. Las mas excelentes se creen ser las de las tarugas, y algunas son de mucha grandeza: sus piedras son mas comunmente blancas, y que tiran á pardas; y sus láminas ó túnicas son mas gruesas. Hállase la piedra bezaar en machos y hembras igualmente: todos los animales que la tienen rumian, y ordinariamente pastan entre nieves y punas. Refieren los Indios, de tradicion, y enseñanza de sus Mayores y Antiguos, que en la provincia de Jauja, y en otras del Perú hay muchas yerbas y animales ponzoñosos, los cuales emponzoñan el agua y pastos que beben, comen y huellan. Y entre estas yerbas hay una muy conocida por instinto natural de la vicuña, y esotros animales que crian la piedra bezaar, los cuales comen esta yerba, y con ella se preservan de la ponzoña de las aguas y pastos; y de la dicha yerba crian en su buche la piedra, y de allí le proviene toda su virtud contra ponzoña, y esotras operaciones maravillosas. Esta es la opinion y tradicion de los Indios, según personas muy prácticas en aquel Reino del Perú han averiguado. Lo cual viene mucho con la razon, y con lo que de las cabras monteses refiere Plinio[196], que se apacientan de ponzoña, y no les empece. Preguntados los Indios, que pastando, como pastan, en las mismas punas carneros y ovejas de Castilla, cabras, venados y vacas, ¿cómo no se halla en ellos la piedra bezaar? Responden, que no creen ellos que los dichos animales de Castilla coman aquella yerba; y que en venados y gamos ellos han hallado tambien la piedra bezaar. Parece venir con esto lo que sabemos, que en la Nueva-España se hallan piedras bezaares, donde no hay vicuñas, ni pacos, ni tarugas, sino solamente ciervos, y en algunos de ellos se halla la dicha piedra. El efecto principal de la piedra bezaar es contra venenos y enfermedades venenosas; y aunque de ella hay diferentes opiniones, y unos la tienen por cosa de aire, otros hacen milagros de ella, lo cierto es ser de mucha operacion, aplicada en el tiempo y modo conveniente, como las demás yerbas, y agentes naturales. Pues no hay medicina tan eficaz, que siempre sane. En el mal de tabardillo, en España é Italia ha probado admirablemente: en el Perú no tanto. Para melancolía y mal de corazon, y para calenturas pestíferas, y para otros diversos males se aplica molida, y echada en algun licor que sea á propósito del mal que se cura. Unos la toman en vino, otros en vinagre, en agua de azahar, de lengua de buey, de borrajas y de otras maneras, lo cual dirán los Médicos y Boticarios. No tiene sabor alguno propio la piedra bezaar, como de ella también lo dijo Rasis, Arabe. Hánse visto algunas experiencias notables; y no hay duda, sino que el Autor de todo puso virtudes grandes en esta piedra. El primer grado de estima tienen las piedras bezaares, que se traen de la India oriental, que son de color de aceituna: el segundo las del Perú: el tercero las de Nueva-España. Despues que se comenzaron á preciar estas piedras, dicen, que los Indios han hecho algunas artificiales y adulteradas. Y muchos, cuando ven piedras de éstas, de mayor grandeza que la ordinaria, creen que son falsas; y es engaño, porque las hay grandes y muy finas, y pequeñas contrahechas: la prueba y experiencia es el mejor Maestro de conocerlas. Una cosa es de admirar, que se fundan estas piedras algunas veces en cosas muy extrañas, como en un hierrezuelo, ó alfiler ó palillo, que se halló en lo íntimo de la piedra, y no por eso se arguye que es falsa, porque acaece tragar aquello el animal, y cuajarse sobre ello la piedra, la cual se va criando poco á poco una cascara sobre otra, y así crece. Yo ví en el Perú dos piedras fundadas sobre dos piñones de Castilla, y á todos los que las vimos nos causó admiracion, porque en todo el Perú no habíamos visto piñas, ni piñones de Castilla, si no fuesen traidos de España; lo cual parece cosa muy extraordinaria. Y esto poco baste cuanto á piedras bezaares. Otras piedras medicinales se traen de Indias, como de hijada, de sangre, de leche y de madre; y las que llaman cornerinas para el corazon, que por no pertenecer á la materia de animales que se ha tratado, no hay obligación de decir de ellas. Lo que está dicho sirva para entender, como el universal Señor y Autor omnipotente á todas las partes del orbe que formó, repartió sus dones, secretos y maravillas, por las cuales debe ser adorado, y glorificado por todos los siglos de los siglos. Amen. FIN DEL LIBRO CUARTO NOTAS: [196] Plin. lib. 10. c. 72 TABLA DE LAS COSAS MAS PRINCIPALES QUE SE CONTIENEN EN ESTE TOMO PRIMERO A Aceite no se hace en las Indias aunque hay olivos, página 416. Aguas de diversas calidades y virtudes, véanse las palabras fuentes, lagunas y lluvias. Aguaceros y turbiones, son mas ordinarios en las costas, que no en el golfo, 202. Aguja de marear no es cosa antigua, ni se sabe su Autor, 82. Cuando nordestea, y donde mira derechamente al Norte, 33. Algodon, donde nace, y sirve á los Indios de lino y lana, 385. Almendras de diversas especies hay en Indias, 393. América (que es cierta Provincia) no se puede habitar en la mayor parte, por los muchos rios y aguas que tiene, 131. Andalucía y Vizcaya difieren en ocho grados no cabales, 48. Andes, sierras altísimas del Perú, 61. No son las sierras Sephér, de que habla la Escritura, idem. Animales terrestres y aves, cómo hayan ido á las Indias é islas, 92 y 94. Animales diversos de Europa hallaron los Españoles en las Indias, 422. Otros hay en Indias, que no hay en Europa, 434. Y cómo sea posible no haberlos en otra parte del mundo, 428. Anonas, qué fruta sea, 389. Antípodes, por qué los Antiguos los negaron, y cómo se reprueba su opinion, 30 y 32. A los que habitan en Asia son Antípodes, los que habitan en el Perú, 31. Añil, qué cosa sea, 384. Arabia interior, por falta de lluvias se abrasa de calor, 147. Arbol hay en Nueva-España, cuyo tronco tiene en torno diez y seis brazas, 408. Arboles y arboledas grandes que hay en Indias, 405. Dánse allá muy bien los de España, 410. Arboles hay en el Perú, cuya mitad da fruto los seis meses del año, y la otra mitad los otros seis meses, 415. Arequipa quedó asolada de un temblor de tierra, 278. Arroz, sirve á los Indios de pan y vino, 362. Atlante, isla que llegaba hasta las Indias, es cosa fabulosa, 58, 104, 105. Aves, muchas de Europa habia en Indias antes de la ida de los Españoles, 427. Hay otras, las cuales no hay en otras partes, 430. Otras hay tan chicas como Abejas, idem. Otras hay que solamente sirven para estercolar, 434. Aves hay en la China que totalmente no tienen pies, 431. Aire, en Pariacaca es mas sutil de lo que sufre la respiracion humana. En ciertos despoblados del Perú manca y mata los hombres, y conserva los cuerpos muertos sin corrupcion. En ciertas partes hace marearse las bestias y los hombres en tierra, 206 y siguientes. Azucar hay en diversas partes de Indias, 415. Azogue, cómo y dónde se descubrió, 333. Halláronlo los Indios sin saber sus propiedades, idem. Apura la plata mucho mas y mejor que el fuego, 336. Cómo se saca y beneficia con él la plata, 337. De azogue salen cinco partes, y la sexta de plata, 341. Tiene otras propiedades, id. Sacaránse cada año en Guancavelica ocho mil quintales, 316. B Ballenas, cómo las pescan los Indios, 234. Bálsamo, qué cosa sea, y cuántas diferencias hay de ello, 398. Bermellon, dónde y cómo se halló; cómo usan de él los Indios, y cuán estimado fué el de España; con él pintaban los Indios sus dioses y personas, 333 y 334. Bestias y ganados, cómo pasaron á las Indias, 92 y 93. Bosques espesísimos en Indias, y de infinita arboleda, 406 y 407. Brisas, qué vientos sean. Cuántas diferencias haya de ellas. Corren siempre debajo de la Tórrida-Zona, 190 y 191. Buzos, qué remedios tienen para detener el resuello, 353. C Cabras, en las Indias son de mucho provecho, 419. Cacao, qué cosa sea, y para qué sirve á los Indios, 379. Caza diversa hay en Indias, que no hay en Europa, 436 y 437. Cazar Patos, cómo lo hacen los Indios, 238. Cazavi qué cosa sea, y de sus propiedades, 359. Cómese, y tiene el zumo mortal, 360. Calmas que hay en mar y tierra, 204. Nunca las hay debajo de la Iínea, idem. Camellos hay pocos en las Indias, 420. Camino de Santiago, véase la palabra _Vía Láctea_. Campana, es una isla que está á la entrada de el Estrecho de Magallanes, 221. Canaria, isla, se dijo así, porque en ella habia muchos Canes ó Perros, 54. Capolíes, qué fruta sea, 389. Carneros, en el Perú sirven de jumentos, 338. Cuántas diferencias haya de ellos, 446. Caballos hay muchos en las Indias, y para todos usos, 420. Caimanes son lo mismo que Cocodrilos, 232. Pelean con los Tigres, idem. Cedros, cuántas especies haya de ellos en Indias, 407. Cerro de Potosí, como se descubrió, y de sus calidades, 307. Cuánta riqueza haya dado, 314. Cerros en la mar de solo estiércol de aves, 434. Charcas, es Provincia riquísima de minas, 258. Chicha, véase la palabra _Vino_. Chicozapotes, qué fruta sea, 388. Cielo, pensaron los Antiguos no haber mas de lo que se ve en Africa, Asia y Europa, 1, 4, 19. Es redondo y ciñe la tierra, y muévese en sí mismo circularmente, 6, 8, 9, 20. Tiene unas partes densas y lucidas, y otras mas raras y obscuras, 9. El del nuevo mundo tiene diferente apariencia que el del viejo, 22. El que está hácia el Norte es mas noble que el que está hácia el Sur, y demás estrellas, y mayores, 23. Cobre tenian los Indios por hierro antes que fuesen conquistados, 293. Coca, qué cosa sea, y de sus usos, 330. Cochinilla, qué cosa sea, y dónde se cría, 384. Cocodrilos son lo mismo que Caimanes, pelean con los Tigres, 232. Cocos, qué cosa sean, y cuántas suertes hay de ellos, 391. Collao, Provincia fertilísima, 258. Colmenas, véase la palabra _Miel_. Cometas, se ha visto tener dos movimientos particulares fuera del comun del primer móvil, 193. La insigne del año de 1517, id. Se engendran y están en la region del aire, muévense con el primer móvil, 194. Contratos no hacian los Indios con dinero, sino trocando una cosa por otra, 294. Crecientes y menguantes de diversos mares, 236. Véase la palabra _Mar_. Crucero, que parece en la banda del Sur, no es el Polo Antártico; tiene la estrella del pie distante del verdadero Polo por treinta grados, 23. Cuyes, qué animales sean, y de sus propiedades, 438. D Dinero, es medio de la comunicacion de los hombres, 289. Es todas las cosas en virtud, siendo una sola en naturaleza. No le estiman los de la Florida, 290. No usaban de él los Indios en sus contratos, sino trocaban una cosa por otra, 294. Ni para él les servía el oro, id. En su lugar usaron algunos Indios del Cacao. De cobre no se usa comunmente en las Indias, 295. Drogas diversas, 400. E Elemento del aire debajo de la Equinoccial es mas veloz que no en otras partes, 195. Elementos de tierra y agua no se mueven, el del aire y del fuego si, 192, 196. Ensaye de la plata, cómo se hace, 345. Equinoccial, pasáronla dos veces Hannon y Cornelio Nepote, 52. Debajo de ella se mueve el aire mas velozmente que en otras partes, 197. Vívese vida muy apacible, 162. Hay fuentes de aguas saludables, 244. En el Perú el mayor calor se siente por la mañana, y á medio dia hace fresco, 161. Esmeraldas, dónde se hallan, y de cuánta estima sean, 348. Eran ornato de los Reyes Mejicanos, y de sus Idolos, 349. Algunas ha habido de grande cantidad, 350. Estrecho de Magallanes, está en altura de cincuenta y un grados y medio, 28, 220, 223. Quien lo halló. Todavía lo hay; y muchos lo han pasado, 215 y 216. Cómo se pasó por la banda del Sur. Pasáronlo Francisco Drac y Pedro Sarmiento, 216, No se sabe si tiene tierra firme por ambas partes, 218. Tiene dos entradas, 222. Qué anchura, largura, profundidad y propiedades tenga, idem. Estrecho que afirman algunos que hay en la Florida, 221. Estrella Polar, dista del verdadero Polo Artico por tres grados y mas; y la mas cercana del Polo Antártico dista de él por treinta grados, 22. Estrellas, no se mueven solas, sino juntamente con todo el Cielo donde están, 10. Las del Polo Artico son mas y mayores que las del Antártico, 22. F Flores diversas que hay en Indias, 394. Floridos, no estimaban la plata y oro, ni el dinero, 290. Flujo y reflujo de diversas mares, 226. Francisco Drac, pasó el Estrecho de Magallanes, 216. Frutas diversas que hay en las Indias, 249, 393. Fuente de agua caliente, que como vá manando se convierte en piedra, y mata á los que la beben, 244. Fuente que cria betun, y sirve de brea, id. Fuente que mana alquitrán, 243. Fuente de agua hirviendo, que está junto á otra fría, como la nieve, id. Fuente cuya agua luego se convierte en sal, 244. Fuente de agua de color de lejía, id. Fuente de agua negra como tinta, 244. Fuente de agua roja como sangre, idem. Fuentes y manantiales diversos que hay en Indias, 244. Las que están debajo de la Equinoccial son de aguas saludables, 247. Fuentes y ríos, que origen tengan, 280. G Gallinas, como las de España habia en Indias antes de su conquista, 426. Ganado vacuno, hay tanto en algunas partes, que no tiene dueño, y sirve solo el pellejo, 91, 94. Ganados diversos como los de España, y otros diferentes que hay en Indias, 417. Cómo pasaron allá, 91, 94. Gigantes (según dicen) fueron los primeros que conquistaron las Indias, 89. Fueron abrasados con fuego del Cielo por el pecado nefando, 90. Golfo de las Yeguas, es vario, y muy contrastado de varios vientos, 182. Guayabos, qué fruta sea, 386. H Hannón, Capitan, pasó dos veces la línea Equinoccial, 52. Historias, hay en tres maneras, 167. Las de cosas de Indias son apacibles, id. Historias, no son mas que de cuatrocientos años á esta parte, 114. I India Oriental, fué conocida de los Antiguos, pero no la Occidental, 50. Qué sintió Platón de ella, 57. Indias Occidentales no profetizó Abdías, 68. Cómo se poblaron primeramente de hombres y de brutos, 72, 91 y sigs. Fueron primeramente conquistadas (según dicen de Gigantes), 99. No están divididas del todo del viejo mundo, 94, 99. Debieron de ser pobladas primeramente de cazadores y salvajes, y no ha muchos años que se poblaron, 113. En ellas y en Europa no es de un mismo tiempo invierno y verano, 127. A ellas se va por una parte, y se vuelve por otra, 180. En general, qué calidades tengan; tienen tres suertes de tierra, 249. Indios, no vienen de linage de Judíos, 106. Por qué no se puede averiguar qué origen tengan, id. Qué suelen ellos contar de su origen, 112. No tienen historia mas que de cuatrocientos años á esta parte, 114. Usan de diversos artificios para pasar los ríos, 248. En las tierras bajas se van acabando, 250. En qué manera usaban de los metales, 294. Antes de ser conquistados usaban de cobre por hierro. Usan del oro solamente para ornato y no para dinero, 293. Contrataban trocando unas cosas por otras; y en algunas partes usan de cacao por dinero, 294. Son grandemente amigos de Perrillos, 292. Indios, los navíos pensaron que eran peñascos, y los Españoles dioses, 98. Indios, los del Estrecho de Magallanes saludaron á los Españoles con el nombre de Jesús, 255. Ingenios con que se muelen los metales, 343. Invierno y verano, no es en un mismo tiempo en las Indias y en Europa. En el Perú es sereno el invierno, y no hay lluvias, y en el verano sí, 271. Isla Atlántida, 57, 202. Islas de Barlovento, 57. Qué propiedades tengan, 263. Las Canarias, 54. Las de Salomón, 75. Islas varias, 27. J Juncos, que llaman Totora, sirven á los Indios de mantenimiento, casa, leña y embarcacion, 133. L Lago de Titicaca, qué cantidad y calidades tenga, 237. Laguna de Paria, 238. La de Tarapaya tiene el agua caliente, nunca crece ni mengua, 240. La de Méjico es de agua cenagosa idem. Lagunas de Potosí, tendrán en contorno mil y setecientas varas cada una, 344. De las lagunas, lagos y ríos grandes que se hallan en Indias, 238. Y dentro de los Trópicos, 127. Lana de Vicuñas, es como seda, 443. Lanas se dejaron perder algun tiempo en Indias, ya se aprovechan de ellas, 418. Legumbres y verduras diversas de Indias, 365. Las de Europa, se dan mejor en las Indias, y no al contrario, 364. Leones, hay muchos en el Perú; pero no como los de Africa en fiereza, ni en color, 99, 422. Llueve en el Verano, y hace serenidad en el Invierno dentro de la Tórrida-Zona, 127. Llueven pulgas en algunas partes, y en otras sapillos, 170. Lluvias, son mayores fuera de los Trópicos, cuanto mas el Sol se aparta de ellos; y dentro de ellos, son mayores en el Estío, cuál sea la razon, 124 y siguientes. Liquidambar, qué cosa sea y de sus propiedades, 401. M Macan y Manila, distando solas ochenta leguas, tienen un dia de diferencia en el Kalendario Romano, 268, 269. Mameyes, qué fruta sean, 386. Manantiales y fuentes diversas que hay en Indias, 242. Qué origen tengan, 276. Maguey, da agua, vino, vinagre, aceite, arrope, miel, hilo y aguja, 382. Mar Océano, en la Sagrada Escritura se llama Abismo. En diversas partes tiene diversos nombres, 26, 27. El Océano en ninguna parte tiene mas anchura que mil leguas, id. Tiene diversas crecientes y menguantes en diversos lugares, 256. Tuviéronlo los antiguos por innavegable, 39. No se le halla fondo, ni se llama Atlántico de la isla Atlante, 106. Navegase diferentemente que el Mediterráneo, 180. Divídese en mar del Norte y del Sur, 213. Mar Mediterráneo, en diversas partes tiene diversos nombres, 26. En unas partes crece y mengua, y en otras no, 226. No se ha descubierto otro en Indias, 213. Mar del Sur, descubrió primero Blasco Núñez de Balboa, 213, 214. Mares de Norte y Sur, se llegan hasta siete leguas uno de otro, 214. Han procurado algunos juntarlos, id. No es cierto si se juntan en alguna parte, 220. Marea, cada una dura solamente seis horas, 228. Marearse los navegantes es efecto de los vientos, 205 y sigs. En tierra se marean los hombres y las bestias en ciertas partes de Indias, 207 y sig. Matorrales espesísimos de Indias, 405. Maíz, se halla en todas las partes de Indias, 354. Qué calidades tenga, id. Menguantes y crecientes de diversos mares, 226. Véase la palabra _Mar_. Metal de plata, cómo se beneficia, 324. Véase la palabra _Plata_, y la palabra _Azogue_. Metales, se van aumentando, y son como plantas ocultas, 285. Hay grande abundancia de ellos en las Indias Occidentales, 286. Con qué ingenios se muelen, 343. Sirven a los hombres principalmente para cuatro cosas, 447. No todos labran los Indios, y qué calidad de tierra los cria, 292. Unos hay mas ricos que otros, 324. Micos y monos, y de sus propiedades y extrañas habilidades, 438, 439. Miel, en Indias hay en diversas partes, y no como la de Europa, 423. Mina insigne de Babelo en España, 313. Minas, en cierta manera se van aumentando, 285. Hay en Indias gran multitud de ellas, 291. Y son en dos maneras, 295. Cómo se labran, 318-323. Tienen diversos colores, 323. Las del Cerro de Potosí, 312. Las de Azogue, véase la palabra _Azogue_. Movil primero, no solamente lleva tras sí los otros cielos, sino también elementos, 192. Monos y micos, y de sus propiedades, 421. Mulas hay en algunas partes de Indias, 420. Mundo, pensaron los Antiguos no ser mas que Africa, Asia, Europa, 1 y sigs. A todo él dió vuelta la nave Victoria, 7. Es redondo, y no como pensaron los Antiguos, 1 y sigs. Hácia ambos Polos tiene mar y tierra, 24. Cómo lo imaginó Aristóteles; y por qué se engañó, 39 y 47. Del nuevo tuvieron alguna noticia los Antiguos, 50. N Nave Victoria, rodeó todo el mundo, 7. Naranjales grandes de Indias, 410. Navegación, tuvo origen de los de Fenicia, 77. Navegar con aguja no es cosa antigua, ni se sabe su Autor, 83. Antiguamente no se navegaba sin remos, 86. Los Indios solían navegar en barcos hechos de cuero, 90. Navios primeros que vieron los Indios pensaron que eran peñascos, 98. Nilo, Rio famoso, por qué causa tenga inundaciones, 125. Nordestear y Norvestear, qué cosa sea, 83. Nueva-España, tiene viñas, y no vino; y qué otras propiedades tenga, 262. O Obras de Dios y las de los hombres, difieren grandemente, 17. Olivares y Olivas hay en las Indias, pero no aceite, 416. Ophir, de quien hace mención la Escritura, no es el Perú, 59; sino la India Oriental, 62. Orbe, viejo y nuevo, se deben de continuar en alguna parte, 94 y 100. Véase la palabra Mundo. Origen de fuentes y rios, 276. Oro no estiman los Floridos, 289. Servia á los Indios solamente para ornato, y no para dinero, 294. Dónde se halla, y en cuántas maneras, y de sus calidades y abundancia, y cómo se labra, 296 y sigs. Osos de Indias son como los de Europa, 423. Ovejas, sirven á los Indios de llevar cargas, 100 y 445. P Pájaros, véase la palabra _Aves_. Paltos, qué fruta sea, 387. Pan, en Indias se hace de maíz y de raíces, 354. Papas, qué fruta sea, y de sus propiedades, 339. Paraguay solo, es mayor Rio que el Nilo, Ganjes y Eufrates juntos. Los que viven junto á él habitan en Canoas sobre el agua tres meses del año, 131. Pariacaca, es paso peligroso donde los hombres se marean en tierra: es uno de los lugares mas altos del universo mundo: es lugar totalmente despoblado: no se crian en él bestias, ni aves, sino solas Vicuñas: tiene el aire mas sutil de lo que sufre la respiración humana: tiene toda la yerba quemada: tiene de ancho veinte ó treinta leguas, y mas de quinientas de largo, 206. Patos, cómo los cazan los Indios, 238. Pedro Sarmiento pasó el Estrecho de Magallanes, 216. Perico ligero, qué animal sea, 438. Perlas, dónde se crían, de su estima y diferencia, 351. Perros, andan á manadas en algunas partes de Indias, y hacen tanto daño como los Lobos, y tiene premio quien los mata, 99 y 420. Pescados, y modos de pescar diversos que hay en Indias, 230. Pescar Ballenas, cómo lo acostumbran los Indios, 233 y 234. Piedra imán, no supieron los Antiguos que servia para marear, 76. Piedras Bezaares, dónde se hallan, y de sus propiedades, 100. Pimienta de Indias y de sus propiedades, 370. Perú no es Ophir, de quien habla la Escritura, 59. Es nombre impuesto por los Españoles, 61. En él las noches de verano no son calientes, 199. Y debajo de la Línea el mayor calor se siente por la mañana, y á medio día hace fresco, 160. Es tierra templada, 415. Tiene cincuenta leguas de ancho, y seiscientas de largo, 255. Tiene de ordinario un mismo viento. El Sur y Surueste son saludables. Nunca llueve, ni truena, ni graniza sino junto á la costa, y allí terriblemente, 255. Y qué sea la causa, 259. Tiene dos cordilleras de montes de una misma altura, y son de contrarias calidades, 257. Tiene tres maneras de tierras, 249 y sigs. Tiene viñas y vino; tiene abundancia de Minas, mas que todas las Indias, 291. Planetas y Estrellas, pusieron los Antiguos que se movian solos, sin moverse el Cielo donde están, 3. Plantas diversas de España se han llevado á Indias, y prueban mejor que las de allá en España, 410. Plata, no estimaban los Floridos, 289. Suélese hallar algunas veces pura, sin mezcla de escoria, 299. Cómo se saca y labra, 302. Cómo se beneficia con azogue, y mejor que con fuego, 342. Sale la sexta parte de plata, y las cinco de azogue, 340. Es mas subida de ley, idem. Con qué ingenios se mueve, y cómo se ensaya, 338. Plátanos de Indias, no son los antiguos, y qué propiedades tengan, 373. Platón, qué sintió de la India Occidental, 57. Plumas, sirven á los Indios para hacer rica imaginería, 431. Polo Antártico, no es el Crucero; y la Estrella mas cercana á él dista por treinta grados, y la mas cercana al Artico dista por tres grados y algo mas, 22. Potosí, provincia, y la de la Plata, están en una misma altura, y tienen diferentes calidades, 160. Véase la palabra _Cerro de Potosí_. Puentes hacen los Indios de paja, 133, 247. Puercos de varias especies hay en las Indias, 418, 435. Unos hay que tienen el ombligo en el espinazo. Q Quito está debajo de la Línea Equinoccial, 148. R Raíces diversas que comen los Indios, y de sus propiedades, 354. Rio de la Plata, tiene inundaciones como el Nilo, 126, 245. El Paraguay; véase la palabra _Paraguay_. El de la Magdalena, ó Rio grande, hace en la mar señal de diez leguas adentro. Tiene de ancho casi dos leguas, 132, 247. El de las Amazonas, ó Marañon, ú de Orellana, antes se debe llamar mar que no rio; de su grandeza y cosas notables, 132. Dónde tenga su origen, 238 y 247. Rios y Fuentes, qué origen tengan, 275. Hay muchos en Indias. 245. Los de la banda del Sur no son tan grandes como los del Norte; pero son mas recios, y tienen súbitas avenidas, y crecen en tiempos de calores, 247. Pasánlos los Indios con diversos artificios, 245. S Sacabones, qué cosa sea, 320. Seda hay en las Indias despues que se conquistaron, 415. Séneca (segun algunos) tuvo noticia de las Indias Occidentales, 54. Sequedad de la tierra no es tanto mayor, cuanto el Sol está mas cercano á ella, 121. Sephér, de quien habla la Escritura, no son los Andes del Perú, 61. Sol, yendo hácia el Trópico de Cancro tarda siete dias mas, que yendo hácia el de Capricornio, 177. Véase la palabra _Planetas_. T Tarugas, qué animales sean, y de sus propiedades, 344. Temblores de tierra, de qué causa procedan. En Indias ha habido algunos que han asolado pueblos, cerrado rios, trastornado montes, hecho salir el mar, y corrido muchas leguas, 277 y sig. Tierra del nuevo orbe nunca quisieron conceder los Antiguos, 1. Cércala á toda ella el Cielo por todas partes, 4 y sig. Es redonda; hacen ella y el agua juntamente un globo, 5 y siguientes. Por qué se diga estar fundadas sobre las aguas, 14 y sig. Estar en medio del mundo es conforme á la Sagrada Escritura 12 y sigs. Tiene su anchura de un Polo á otro. Su largura de Oriente á Poniente, 41. La que está hácia el Polo Antártico es mas ancha que larga, 44. Hay grande parte de tierra que se ignora, 265. Por qué tiembla tantas veces en el Perú, 278. Tierra, la del Perú y Nueva-España, qué propiedades tengan, 262. Y la que cría metales, 292. Tierra, que cayó y corrió como agua por espacio de legua y media, y tapó una laguna, 281. Véase la palabra _Elementos_. Tigres, en Indias son mas crueles con los Indios, que con los Españoles, 107, 423. Pelean con los Caimanes, 232. Son mas bravos que los Leones, 423. Titicaca, laguna insigne, tiene de ancho quince leguas, y de largo casi treinta y cinco, 132, 133. Tórrida-Zona, véase la palabra _Zona_. Totora, sirve á los Indios de mantenimiento, de casa, leña, puentes y embarcacion, 133. Trigo, no se halla que hayan tenido los Indios, 133. Y qué trigo hayan tenido, véase la palabra _Maíz_. Trópicos, véase la palabra _Lluvias_, y la palabra _Vientos_. Tunas, qué fruta sea, y cuántas diferencias haya de ellas, 303. Turbiones, son mas ordinarios en las costas, que en el golfo debajo de la Línea, 202. U Uvas frescas hay en el Cuzco todo el año, 414. Uros, Indios, son tan brutos, que no se tienen eIlos por hombres; moran algunos sobre el agua, y mudanse pueblos enteros de una parte á otra, 133. V Vendavales, qué vientos sean, y de sus propiedades, 185 y siguientes. Verano é Invierno, no se diferencian en Indias conforme á la vecindad del Sol, ni son á un mismo tiempo que en Europa. El Verano en el Perú es llovioso, y no el Invierno, 127. Verdura, véase la palabra _Legumbres_. Vía Láctea (que llaman Camino de Santiago), corre por la parte del Sur por grande espacio, y muy resplandeciente, y tiene ciertas manchas negras, 24. Vicuñas, qué animales sean, y de sus propiedades, 441. Tienen la lana mas blanca que seda, 443. Viento, corriendo en tierra de menos grados, corre su contrario en tierra de mas grados, 170 y siguientes. Vientos contrarios suelen correr juntamente algunas veces, y unos mismos tienen contrarias propiedades en diversos lugares, 170 y sigs. Y la causa principal de esto no es el lugar por donde pasan, 171 y sigs. Sino el eficiente, id. Y los contrarios en contrarias tierras no siempre tienen contrarias calidades, 176 y sigs. Unos mismos corren siempre en la costa del Perú, y dentro de los Trópicos, id. y sigs. Y qué sea la causa, 178 y sigs. De qué se engendran, y de sus diferencias, nombres y propiedades, 169 y sig. y 186. Corriendo en algunas partes ciertos vientos llueven pulgas, y en otras sapillos, y en otros tienen otros maravillosos efectos, 170. Los de tierra de ordinario soplan despues de media noche hasta medio dia, y los del mar, desde medio dia hasta puesto el Sol, 200. Viñas y vino hay en algunas partes de Indias, y en otras no, 413. Vino hacen los Indios del maíz, y embriaga mas que el de uvas, 316. Llamánle Chicha, y hay muchas suertes de él, 317. Volcanes ó bocas de fuego hay en Indias, y cuál sea la causa, 270 y sigs. Son lugares que traen exhalaciones secas y calientes, idem. Z Zapotes, qué fruta sea, 388. Zona Tórrida, aquella parte del año es mas serena cuando el Sol anda más apartado de ella, y cuando mas junto, hay mayores nublados y lluvias, 122 y sig. y cuál sea la razon de esto, 124 y sig. Llueve de ordinario despues de medio dia, y mas en las llenas de la Luna, 135. Es tierra fértil y templada, y muy habitada, lo contrario de lo cuál tuvieron Aristóteles y los Antiguos, 45, 143 y 144. Por qué razones lo sintieron así, 118. Tiene grande abundancia de pastos, aguas, ríos, fuentes y manantiales diversos, 128. Es en unas partes muy templada, y en otras no tanto, 143, 155. Y qué sea la causa, idem. TABLA. DE ALGUNOS LUGARES DE LA SAGRADA ESCRITURA, CUYA DECLARACION SE TOCA DE PASO EN ESTE PRIMER TOMO DE LA HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS Págs. _Genésis._ Cap. 1. v. 1. Tenebræ erant superfaciem abissi 22 Cap. 7. v. 11. Rupti sunt omnes fontes abissi 26 Cap. 8. v. 2. Clausi sunt fontes abissi 26 Cap. 49. v. 25. Benedictionibus abissi jacentis de orsum 26 _Exodus._ Cap. 15. v. 5. Abissi operuerunt eos 26 v. 8. Congregatæ sunt abissi in me dio mari 26 _Numeri._ Cap. 33. vv. 23. 24. Castra metati sunt in monte Sepher.Egressi de monte Sepher 61 _Deuteronomium._ Cap. 8. v. 7. Erumpunt fluviorum abissi 22 Cap. 33. v. 13. Atque abisso subjacente 22 _Regum tertius._ Cap. 9. v. 28. Qui cum venissent in Ophir 341 Cap. 10. v. 11. Quæ portabat aurum de Ophir, attulit ex Ophir ligna 342 v. 22. Per tres annos ibat in Tharsis 64 Cap. 22. v. 49. Quæ navigarent in Ophir propter aurum 342 _Paralip. primus._ Cap. 29. v. 4. Tria millia talenta auri de auro Ophir 342 _Paralip. secundus._ Cap. 8. v. 18. Abierunt cum servis Salomonis in Ophir 342 Cap. 9. v. 10. Attulerunt aurum de Ophir 342 v. 21. Naves regis ibant in Tharsis 65 Cap. 20. v. 36. Naves, quæ irent in Tharsis 65 _Esdrae quartus._ Cap. 3. v. 18. Tremere fecisti abissos 23 Cap. 4. v. 7. Quantæ venæ sunt in principio abissos 22 v. 8. In abissum non descendi 23 Cap. 5. v. 25. Ex omnibus abissis maris replesti tibi rivum 23 Cap. 8. v. 23. Cujus aspectus arefecit abissos 23 _Judith._ Cap. 2. v. 13. Predavitque omnes filios Tharsis 65 Cap. 9. v. 8. Tenuit pedes eorum abissus 23 _Job._ Cap. 26. v. 7. Qui extendit Aquilonem super vacuum, etc., appendit terram super nihilum 17 Cap. 28. v. 14. Abissus dicit non est in me 23 Cap. 38. v. 16. In novissimis abissi de ambulasti? 23 v. 30. Superficies abissi constringitur 23 Cap. 41. v. 23. Æstimabit abissum quasi senescentem 23 _Psalmi._ Psal. 11. v. 7. Sicut argentum terræ, purgatum septuplum 342 Psal. 23. v. 2. Ipse super maria fundavit eum 14. 15 Psal. 32. v. 7. Ponens in thesauri abissos 23 Psal. 47. v. 8. In spiritu vehementi, conteres naves Tharsis 64 Psal. 71. v. 10. Reges Tharsis, etc., insulæ munera offerent 65 Psal. 73. v. 14. Dedisti eum escam populis Æthiopum 235 Psal. 76. v. 17. Turbatæ sunt abissi 23 Psal. 77. v. 15. Adaquavit eos velut in abisso multa 23 Psal. 103. v. 5. Qui fundasti terram super stabilitatem suam 17 v. 26. Draco iste, quem formasti ad illudendum ei 233 Psal. 105. v. 9. Deduxit eos in abissis sicut in deserto 23 Psal. 106. v. 26. Descendunt usque ad abissos 23 Psal. 134. v. 6. In mari & in omnibus abissis 23 Psal. 148. v. 7. Dracones & omnes abissi 23 _Proverbia._ Cap. 3. v. 20. Sapientia illius eruperunt abissi 23 Cap. 8. v. 24. Nondum erant abissi 23 v. 27. Giro valabat abissos 23 _Ecclesiasticus._ Cap. 1. v. 2. Profundum abissi quis dimensus est 23 Cap. 16. v. 28. Abissus & universa terra 23 Cap. 23. v. 28. Profundum abissi, & hominum corda intuentes 23 Cap. 24. v. 8. Profundum abissi penetravi 23 Cap. 42. v. 18. Abissum & cor hominum investigavit 23 Cap. 43. v. 25. Cogitatione sua placavit abissum 23 _Isaías._ Cap. 2. v. 16. Super omnes naves Tharsis 66 Cap. 51. v. 10. Tu siccasti mare, aquam abissi vehementis 23 Cap. 63. v. 13. Qui eduxit eos per abissos 23 _Jeremías._ Cap. 10. v. 9. Argentum involutum de Tharsis affertur, & aurum de Ophir opus artificis 64. 342 _Ezechiel._ Cap. 26. v. 19. Adduxero super te abisso 23 Cap. 31. v. 4. Abissus exaltavit illum 23 Cap. 38. v. 13. Negotiatores Tharsis, & omnes leones ejus dicent tibi 65 _Daniel._ Cap. 3. v. 55. Qui intuerit abissos 23 _Abdias._ Cap. 15. v. 20. Et transmigratio exercitus hujus filiorum Israel, omnia loca Chananeorum usque ad Sareptam: & transmigratio Jerusalem, quæ in Bosphoro est., possidebit civitates austri 68 _Jonás._ Cap. 1. v. 3. Ut fugeret in Tharsis 65 Invenit navem euntem in Tharsis 65 Ut irent cum eis in Tharsis 65 Cap. 2. v. 6. Abissus vallavit me 23 Cap. 4. v. 2. Ut fugerem in Tharsis 65 _Habacuc._ Cap. 3. v. 10. Dedit abissus vocem seam 23 _Malachias._ Cap. 3. v. 3. Et colabit eos quasi aurum, & quasi argentum 343 _Lucas._ Cap. 8. v. 31. Ut in abissum irent 23 LAUS DEO *** End of this LibraryBlog Digital Book "Historia natural y moral de las Indias, v. 1" *** Copyright 2023 LibraryBlog. All rights reserved.