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Title: Viajes por España
Author: Alarcón, Pedro Antonio de, 1833-1891
Language: Spanish
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(This file was produced from images generously made
available by the University of Michigan Libraries.)



[Nota del transcriptor: la ortografía del original no ha sido
actualizada.]



VIAJES

POR

ESPAÑA

DE

D. PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN

DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

VISITA AL MONASTERIO DE YUSTE, DOS DÍAS EN SALAMANCA.--LA GRANADINA.--DE
MADRID A SANTANDER. PRIMER VIAJE A TOLEDO.--EL ECLIPSE DE SOL DE 1860.
CUADRO GENERAL DE VIAJES.

TERCERA EDICIÓN

MADRID

EST. TIPOGRÁFICO «SUCESORES DE RIVADENEYRA»,

_Paseo de San Vicente, núm. 20_

1907

_Es propiedad del Autor.--Quedan hechos los depósitos que marca la
Ley._



ÍNDICE

DEDICATORIA.--_Al Sr. D. Mariano Vázquez_

Una visita al Monasterio de Yuste

Dos días en Salamanca

La Granadina

De Madrid á Santander

Mi primer viaje á Toledo

El eclipse de sol de 1860

Cuadro general de mis viajes por España



AL SEÑOR D. MARIANO VÁZQUEZ,

MAESTRO DE MÚSICA, INDIVIDUO DE NÚMERO DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS
ARTES, COMENDADOR DE LA REAL Y DISTINGUIDA ORDEN DE CARLOS III, Y DE
NÚMERO DE LA DE ISABEL LA CATÓLICA.


_Mi muy querido Mariano: Juntos hemos hecho, no sólo algunos de los
viajes que menciono en la presente obra, como el de_ Madrid á Toledo _y
el de_ El Escorial á Ávila, _sino también el muy más importante_ de la
adolescencia hasta la vejez, _pasando por los desiertos de la
ambición_.....

_Saliste tú de aquella metódica y bendita casa de la calle de Recogidas
de Granada, en donde, puedo decir que sin maestro, aprendiste á
interpretar las sublimes creaciones del Haydn español, ó sea del maestro
Palacios, del colosal Beethoven, del profundo Weber, del apasionado
Schubert y de otros grandes compositores casi desconocidos entonces en
nuestra Península; y salí yo de mi seminario eclesiástico de Guadix
(fundado sobre las ruinas de un palacio moro), llevando en pugna dentro
de mi agitado cerebro á Santo Tomás y á Rousseau, á Job y á lord Byron,
á Fr. Luis de León y á Balzac, á Savonarola y á Aben-Humeya....._

_Nuestro encuentro, hoy mismo hace_ treinta años, _fué en la
Alhambra..... Allí estaban ya reunidos, soñando también con la gloria,
los demás que de cerca ó de lejos habían de acompañarnos en la
peregrinación.--Fernández Jiménez, Moreno Nieto, Castro y Serrano,
Manuel del Palacio, tu pobre hermano Pepe, Antonio de la Cruz, Salvador
de Salvador, Pérez Cossío, Soler, Pepe Luque, Moreno González, Pineda_,
e tanti altri, _hoy ya viejos ó muertos, levantaron el vuelo con
nosotros ó como nosotros, desde aquella deliciosa mansión, en que
habíamos formado la célebre sociedad de_ La Cuerda, _hasta las ingratas
orillas del Manzanares, donde algunos seguimos viviendo juntos dos años
más, bajo la denominación de_ Colonia Granadina..... _¡Calle del Mesón
de Paredes! ¡calle de los Caños! ¡fonda del Carmen, que ya no existes!
¡ventorrillos, ventas y posadas, en que tan pobre y alegremente
pernoctamos durante nuestras primeras etapas por el mundo de las Letras,
de las Artes, de las Ciencias ó de la Política!..... ¿Quién os dijera
que muchos de aquellos locos mozuelos que tan dificultosamente pagaban
el gasto diario y tan alborotada traían la vecindad, habían de
convertirse en estas graves personas que hoy se complacen en recordar,
como inverosímiles leyendas, ó cual si refiriesen travesuras de sus
propios hijos, aquellas graciosas cuanto inocentes calaveradas, no
reñidas con el más asiduo y heroico trabajo?

En Dios y mi ánima te juro, reduciéndome á hablar de ti, Mariano mío,
que cuando, hace poco tiempo, te veía dirigir con universal aplauso la
orquesta del teatro Real, de donde mengua es de España que estés alejado
y donde no has sido sustituído ni lo serás nunca; cuando escuchaba á
insignes artistas nacionales y extranjeros ensalzar tu nombre sobre el
de todos los que habían ocupado aquel verdadero trono de la Música, me
regocijaba tu gloria cual si fuera mía, ó por lo menos, de toda la_
Colonia Granadina, _de_ 1854 _á_ 1856, _y que igual placer y ufanía
siento cada vez que asisto á los grandes triunfos que sigues alcanzando
como Director de la sabia_ Sociedad de Conciertos, _admiración de
propios y extraños_.....

_Todas estas cosas, que nunca te he dicho privadamente, tenía ganas de
decirte en público, y por eso y para eso te dedico ese libro, en que
varias veces te nombro y en que figuras como actor y parte.--Mucho
lamento no haber podido escribir en él nuestras visitas á_ Toledo _y á_
Ávila _tan extensamente como algunas otras de mis expediciones
artísticas ó poéticas; pero tú suplirás con tu buena memoria lo que yo
omita al hacer mención de aquéllas, y volverás á reirte homéricamente al
recordar al_ Tío Tereso _de Toledo y al_ cicerone _que sólo tenía empeño
en que viéramos la_ campana gorda _de la Catedral, ó bien cuando te
representes en la imaginación aquella mañana deleitosísima en que, con
tu hermano Paco, salimos á esperar á los arrieros que llevan de_ El
Barco de Ávila _á la estación de_ Ávila _la rica uva que tanto se estima
en Madrid, y nos comimos no sé cuántas libras por cabeza, al otro lado
de la ciudad, recostados en una romancesca muralla de color de naranja
marchita, dando cara á un paisaje verde y pedregoso, más activos y
descuidados que á la presente, y con mucho, muchísimo menos luto en el
alma....._

_Adiós, Mariano. Recibe con indulgencia este libro, y recibe también un
abrazo fraternal de tu paisano, amigo y compañero de viaje,_

PEDRO.

Madrid, 18 de Enero de 1883.



UNA VISITA AL MONASTERIO DE YUSTE

I


Si sois algo jinete (condición _sine qua non_); si contáis además con
cuatro días y treinta duros de sobra, y tenéis, por último, en
_Navalmoral de la Mata_ algún conocido que os proporcione caballo y guía
podéis hacer facilísimamente un viaje de primer orden--que os ofrecerá
reunidos los múltiples goces de una exploración geográfico-pintoresca,
el grave interés de una excursión historial y artística, y la religiosa
complacencia de aquellas romerías verdaderamente _patrióticas_ que, como
todo deber cumplido, ufanan y alegran el alma de los que todavía
respetan algo sobre la tierra.....--Podéis, en suma, visitar el
_Monasterio de Yuste_.

Para ello..... (suponemos que estáis en Madrid) empezaréis por tomar un
billete, de berlina ó de interior, hasta _Navalmoral de la Mata_, en la
«Diligencia de Cáceres»[1],--que sale diariamente de la calle del Correo
de ésta que fué corte, á las siete y media de la tarde.

La carretera es buena por lo general, y en ningún paraje peligrosa.
Pasaréis sucesivamente por la _Dehesa de los Carabancheles_, donde los
Artilleros _tenían_ establecida su muy notable _Escuela práctica_;--por
las _Ventas de Alcorcón_ y por _Alcorcón_ mismo, que es como si
dijéramos por el Sèvres de los actuales madrileños;--por _Móstoles_,
donde os acordaréis de su órgano y de su célebre Alcalde del año de
1808;--por _Navalcarnero_, uno de los principales lagares que surten de
peleón á Madrid;--por _Valmojado_, que nada tiene de mojado ni de valle,
pues ocupa un terreno muy alto y arcilloso;--por _Santa Cruz del
Retamar_, abundante en fiebres intermitentes y en carbones;--por
_Maqueda_, todavía monumental hoy, cuanto poderosa en la antigüedad
romana y en tiempos de nuestra doña Berenguela,--y, en fin, por _Santa
Olalla_, patria del historiador Alvar Gómez de Castro y del predicador
Cristóbal Fonseca, ambos insignes varones y literatos;--con lo cual, al
amanecer (dado que viajéis, como os lo aconsejamos, en primavera ó en
otoño), os encontraréis en _Talavera de la Reina_, confirmada (supongo)
recientemente con el nombre de _Talavera de la República federal_.

Dicho se está que en todo este trayecto no habéis visto casi nada, á
causa de la obscuridad de la noche y de haber ido proveyéndoos de
_sueño_, ó bien de _dormición_ ó _dormimiento_ (como se decía antaño,
para evitar confusiones entre la gana y el acto de dormir), y en ello
habréis hecho perfectamente, pues no os esperan grandes _hôteles_, que
digamos, en toda vuestra romería;--pero al llegar á _Talavera_, donde se
detiene el coche una hora y se toma chocolate, despertaréis sin duda
alguna, y podréis ver al paso muchas y muy buenas cosas.....

Por ahorraros gastos, no presuponemos que caéis en la tentación de pasar
todo un día en aquella ilustre villa, cuna del ínclito Padre Mariana;
rica de monumentos arquitectónicos; emporio de los opimos frutos y
frutas de todo el país que vais á recorrer; renombrada por sus barros
cocidos, que os indemnizan del bochorno cerámico que pasasteis en
Alcorcón, y vecina del memorable campo de batalla en que españoles é
ingleses dimos tan buena cuenta de José Napoleón, de Sebastiani, de
Víctor y de otros generales del Imperio, con más de 50.000 soldados
vencedores de Europa.....--En otro caso vierais allí, además de las
murallas, y la catedral, y los conventos, y los palacios, los
celebérrimos jardines y alamedas que forman un paseo público á la orilla
del noble _Tajo_.....--Pero ¡nada! vosotros vais á _Yuste_
exclusivamente, y no podéis deteneros en parte alguna.....

Montaréis, pues, de nuevo en la Diligencia, y, dejando á la izquierda el
gran río y viendo siempre á la derecha la cadena del Guadarrama (que,
con el nombre de Sierra de Gredos y otros, se extiende hasta Portugal),
continuaréis vuestro camino y cruzaréis por delante de la imponente
villa de _Oropesa_, de aspecto feudal, coronada por su viejo castillo y
presidida por el magnífico palacio de los antiguos Condes de Oropesa,
hoy Duques de Frías.....--Como sabéis á dónde vais, no dejaréis
seguramente de saludar agradecidos aquella villa, ni de pensar con
reverencia en los mencionados Condes, cuyos recuerdos habéis de
encontrar íntimamente ligados con los _del Monasterio de Yuste_; y,
cumplida esta obligación, pasaréis por la _Calzada de Oropesa_, último
pueblo de la provincia de Toledo; entraréis poco después en Extremadura,
y, en fin, á eso de las doce del día os hallaréis en _Navalmoral de la
Mata_.

En aquella importante villa, perteneciente ya á la provincia de Cáceres,
cabeza de partido judicial y distante de Madrid 172 kilómetros, es
donde os esperan el caballo y el guía. Dejaréis, por tanto, seguir á la
Diligencia su rumbo al Sudoeste, y vosotros tomaréis el sendero que
preferían siempre los Condes de Oropesa para dirigirse á _Yuste_ desde
su mencionada villa señorial, ora cuando el famoso Garci-Álvarez iba, á
principios del siglo XV, á proteger la fundación del Monasterio, ora
cuando un descendiente suyo acudía, ciento cincuenta años después, á
visitar á Carlos V ó á asistir á sus exequias.--Es decir, que os
encaminaréis al lugarcillo de _Talayuela_ (12 kilómetros); pasaréis por
la _barca_ del mismo nombre el caudaloso _Tiétar_, tan desprovisto de
puentes; entraréis en la célebre _Vera de Plasencia_, y, por _Robledillo
de la Vera_, iréis á hacer noche á _Jarandilla_.

De este modo, habiendo andado unas diez y siete horas en coche y cosa de
seis leguas á caballo, os hallaréis, á las veinticuatro horas de haber
salido de Madrid, á legua y media de _Yuste_, en una villa importante
(_Jarandilla_ es cabeza de otro partido judicial), perteneciente también
á los Estados de Oropesa ó Frías, cuyo palacio ó casa solariega albergó
algunos meses al nieto de los Reyes Católicos mientras acababan de
disponerle sus habitaciones en el convento.

Nosotros os dejamos ahora allí--donde creemos no os falte la necesaria
industria para buscar la posada, cenar, acostaros y trasladaros á la
mañana siguiente, muy tempranito, al lugar de _Quacos_, distante de
_Yuste_ un cuarto de legua, y donde vive el administrador del Sr.
Marqués de Miravel, actual dueño del Monasterio (administrador que es
muy amable y que os acompañará en vuestra visita, ú os proporcionará los
medios de que lo veáis todo á vuestro sabor); nosotros os dejamos en
_Jarandilla_, repetimos, y, retrocediendo á las orillas del _Tiétar_,
vamos á exponeros cómo y por donde llevamos á cabo, por nuestra parte,
hace poco tiempo, y arrancando de otro lugar, esta misma excursión al
célebre retiro del que fué dueño del mundo.

* * *

Cinco kilómetros más abajo de _Talayuela_, ó sea de su _barca_, hay una
hermosa finca, denominada el _Baldío_, situada en majestuosa, pero muy
alegre soledad.

El _Baldío_ forma una especie de anfiteatro sobre el _Tiétar_, que es su
límite al Norte. En medio de este anfiteatro se eleva el caserío,
teniendo al Sur un soberbio pinar y á los lados extensos bosques de
robles ó de encinas. Por las ventanas de todas sus habitaciones, que dan
al septentrión, se descubre: primero, una faja de vega, de un kilómetro
de ancho, que va á morir en el río; luego el mismo río, orlado de
pomposas arboledas, y, á su otra margen, un segundo anfiteatro, que es
la _Vera de Plasencia_, y que termina en las perpetuas nieves de las
Sierras de Jaranda y de Gredos.

Las ventanas del _Baldío_ dan, pues, frente al _Monasterio de Yuste_,
escondido en una leve ondulación de la falda meridional de la _Sierra de
Jaranda_, pero cuya situación y cercanías se divisan perfectamente.--Es
decir, que el _Baldío_ y _Yuste_ tienen un mismo horizonte y están
incluídos en la misma cuenca general del terreno, por cuyo fondo corre
mansamente el _Tiétar_, navegable en aquella región, y tan grandioso y
opulento como el propio _Tajo_, á quien poco después rinde vasallaje.

Tres leguas escasas (dos á vuelo de pájaro) dista _Yuste_ del _Baldío_,
y nosotros, que residíamos accidentalmente en este último paraje,
llevábamos muchos días de contemplar á todas horas aquel otro solitario
lugar, encerrado entre una gran sierra y un gran río, sin más
comunicación con el mundo que unas poco frecuentadas veredas, y donde
había pasado los últimos dos años de su vida aquel que llenó el universo
con su nombre y sus hazañas, y cuyos dominios no dejaba nunca de
alumbrar el sol.

Un porfiado temporal había ido retrasando la visita que desde que
llegamos al _Baldío_ nos propusimos hacer á _Yuste_, hasta que al fin
serenóse el tiempo, y el día 3 de Mayo (del presente año de 1873)
montamos á caballo; pasamos el _Tiétar_ por otra _barca_, propiedad de
nuestro amable y querido huésped, penetramos en la _Vera de Plasencia_,
y nos dirigimos al insigne Monasterio por el camino de _Jaraiz_.

Ninguna estación más á propósito para apreciar y admirar todos los
encantos de la famosísima _Vera_, país de la fertilidad y de la
incomunicación; especie de Alpujarra chica, en que el río hace las veces
del mar, y Sierra de Jaranda y Sierra de Gredos suplen por la colosal
Sierra Nevada.

La primavera estaba en todo su esplendor.--Primero caminamos por
magníficas dehesas, sobre una llanísima alfombra de verdura y bajo un
dosel de magníficos robles, encinas, fresnos, sauces y almeces, á través
de cuyos severos troncos penetraba horizontalmente el alegre sol de la
mañana. Después salimos á un monte cubierto de jarales floridos, cuyas
blancas flores eran tantas, que parecía que el monte estaba nevado.
Luego pasamos el hondo _río Jaranda_, por el tosco, sabio y gracioso
_Puente de la Calva_, y principiamos la ascensión á _Jaraiz_, risueña y
populosa villa, por cuyos arrabales desfilamos á eso de las ocho.

Estábamos á una legua de _Yuste_. Esta legua recorre un país abrupto,
selvático, atroz; pero pintoresco á sumo grado. Hay sobre todo un
paraje, llamado la _Garganta de Pelochate_, que es digno de los honores
del pincel y de la fotografía. Allí se despeña rapidísimo un espumoso
río por planos inclinados de formidables rocas, sobre las cuales se
eleva á extraordinaria altura cierto viejo y gastado puente de tablas,
atravesando el cual no puede uno menos de encomendar el alma á Dios. Las
orillas de esta semicatarata son de una rudeza y amenidad imponderables,
así como es muy celebrada, y ciertamente fresquísima y muy delgada y
gustosa, el agua de la gran fuente que de una peña brota al otro lado de
aquel abismo.

Pasada la _Garganta de Pelochate_, podíamos escoger dos senderos para
llegar á _Yuste_: el uno va por _Quacos_, lugarcillo de 300 vecinos,
que, como hemos apuntado, dista un cuarto de legua del Monasterio; el
otro..... no existe verdaderamente, sino que lo abre cada viajero por
donde mejor se le antoja, caminando á campo travieso.....

Nosotros escogimos este último, á pesar de todos sus
inconvenientes.--Una aversión invencible, una profunda repugnancia, una
antipatía que rayaba más en fastidio que en odio, nos hacía evitar el
paso por _Quacos_.

Y era que recordábamos haber leído que los habitantes de este lugar se
complacieron en desobedecer, humillar y contradecir á Carlos V durante
su permanencia en _Yuste_, llegando al extremo de apoderarse de sus
amadas vacas suizas, porque casualmente se habían metido á pastar en
término del pueblo, y de interceptar y repartirse las truchas que iban
destinadas á la mesa del Emperador. Hay quien añade que un día
apedrearon á _D. Juan de Austria_ (entonces niño), porque lo hallaron
cogiendo cerezas en un árbol perteneciente al lugarejo....

Pero ¿qué más? ¡Aun hoy mismo, los hijos de _Quacos_, según nuestras
noticias, se enorgullecen y ufanan de que sus mayores amargasen los
últimos días del César, por lo que siguen tradicionalmente la costumbre
de escarnecer el entusiasmo y devoción histórica que inspiran las ruinas
de _Yuste_!....

Alguien extrañará que Carlos V no declarase la guerra á los habitantes
de _Quacos_, pidiendo á su hijo Felipe II veinte arcabuceros que les
ajustasen las cuentas.... Pero ¡ah! el vencedor de Europa no había ido
al convento en busca de guerra, sino de paz, y, por otra parte, si
hubiese castigado á aquellos insolentes, el desacato y desamor de éstos
se habrían hecho públicos y dado margen á mil comentarios en toda
Europa.--Los pequeños lo calculan muy bien todo cuando se atreven á
insultar la misma grandeza á cuyos pies solían arrastrarse
miserablemente.....--El Emperador se hizo, pues, el desentendido, y
devoró en silencio, como una penitencia, aquellas mortificaciones de su
orgullo.

Conque decía que nosotros anduvimos á campo travieso la última media
legua que nos separaba de _Yuste_. Pronto nos sirvió de guía el propio
_Convento_, que vimos aparecer allá á lo lejos, al pie de una árida
ladera de _Sierra de Jaranda_, que lo defiende de los vientos del
Norte.--Por la parte del Sur lo resguarda también de las miradas del
mundo cierta suave colina, que forma con la dicha sierra una especie de
vallecejo ó cañada, cuya máxima longitud descubríamos nosotros sin
dificultad, por ir entonces marchando de Poniente á Levante.

El aspecto del _Monasterio_, á aquella distancia, realizaba
completamente el poético ideal que nos habíamos formado de él desde
niños, y que hace veinte años nos sugirió algunas páginas tituladas:
_Dos retratos_[2].--Cercado de robles y sombreado más intensamente á la
parte del Sur por una verde cortina de corpulentos, piramidales olmos,
aquel antiguo refugio de los desengañados de la tierra parecía como un
oasis en medio del desierto, como una isla en un océano tormentoso. Tan
rica vegetación, tanta lujosa verdura, tan abrigada soledad y las
austeras líneas de la Santa Casa que destacaba su mole, de un color gris
de hoja seca, sobre la obscuridad del ramaje, contrastaban dulcemente
con el áspero y desordenado panorama que se veía en torno, con los
esquivos montes, con las bruscas quebradas, con los rudos matorrales,
con la misma pedregosa tierra que cruzábamos.

Finalmente, salimos al camino que vosotros tendríais que seguir para
llegar á _Yuste_, esto es, al que desde el pobre _Quacos_ sube al
_Monasterio_.....

Ó, por mejor decir, nosotros ya estábamos casi en el _Monasterio_
mismo....

* * *

Una enorme cruz de piedra y una alta cerca ó tapia de cenicientos
peñones nos decía que allí principiaba la sagrada jurisdicción de
_Yuste_.

Por aquel escabroso camino, en que sólo nos restaba que andar algunos
pasos, llegó Carlos V á su final retiro el día 3 de Febrero de 1557, y
por el propio sendero pasó su cadáver, después de haber yacido allí
algunos años, para ir á continuar su sueño eterno en el panteón de El
Escorial.--Ya veremos más adelante cómo este sueño ha sido también
turbado recientemente en el imperial sarcófago de San Lorenzo, y cómo
nosotros llegamos, por nuestra parte, á profanar asimismo con la mirada,
en pública y sacrílega exhibición, la momia del invicto César.

Detengámonos ahora á contemplar un inmenso _Escudo_ de piedra que adorna
la alta cerca de que hablamos antes.--Él resume y compendia todo lo que
hemos de ver y de pensar dentro de Yuste.

Aquel _Escudo_, abrigado por las poderosas alas del águila de dos
cabezas y encerrado entre las dos columnas de Hércules, con la leyenda
de _Plus ultra_, comprende en sus cuarteles las armas de todos los
Estados del augusto Monje.--De estas armas resulta que el hombre que fué
allí á abreviar voluntariamente su vida y á anticipar su muerte, acababa
de ser en el mundo[3]: «Emperador de los romanos, Rey de Alemania, de
Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, de
Hungría, de Dalmacia, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de
Galicia, de Sevilla, de Mallorca, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de
Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las
islas de Canaria, de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Océano;
Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Loteringia, de
Corincia, de Carmola, de Luzaburque, de Luzemburque, de Gueldres, de
Athenas y Neopatria; Conde de Brisna, de Flandes, del Tirol, de
Abspurque, de Artoes y de Borgoña; Palatino de Nao, de Holanda, de
Zelanda, de Ferut, de Fribuque, de Amuque, de Rosellón, de Aufania;
Lantzgrave de Alsacia; Marqués de Borgoña y del Sacro Romano Imperio, de
Oristán y de Gociano; Príncipe de Cataluña y de Suevia; Señor de Frisa,
y de la Marca, y de Labomo, de Puerta; Señor de Vizcaya, de Molina, de
Salinas, de Tripol, etc.»

Encima del _Escudo_ hay un _Medallón_ con un busto de San Jerónimo en
alto relieve.

Debajo del _Escudo_ se lee esta _Inscripción_, casi borrada por la
acción del tiempo sobre la mala calidad de la piedra:

«_En esta santa casa de San Jerónimo se retiró á acabar su vida el que
toda la gastó en defensa de la Fe y conservación de la Justicia, Carlos
V, Emperador, Rey de las Españas, cristianísimo, invictísimo. Murió á 21
de Septiembre de 1558._»

Acerca de esta misma vida, _gastada toda_ efectivamente en una perpetua
campaña, ocúrrenos copiar aquí algunas palabras del discurso en que
Carlos V abdicó en su hijo los Estados de Flandes, pocos meses antes de
retirarse á Yuste.

«Nueve veces (dijo, á fin de justificar ante su corte el cansancio y los
achaques en que fundaba su determinación), nueve veces fuí á Alemania la
Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí, á
Flandes, cuatro, en tiempo de paz y guerra, he entrado en Francia, dos
en Inglaterra, otras dos fuí contra África, las cuales todas son
cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta que por visitar mis tierras
tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y
tres el Océano de España, y agora será la cuarta que volveré á pasarle
para sepultarme.....»

Pero nosotros no escribimos la historia de Carlos V, sino en todo caso
la de _Yuste_. Bueno será, pues, que antes de penetrar en el Monasterio
digamos todo lo que se sabe acerca de su fundación y rápido desarrollo
hasta el momento en que representó tan importante papel en el mundo, así
como respecto de su lamentable ruina.


II

El breve bosquejo que vamos á hacer de la historia del Monasterio de
Yuste desde su fundación hasta los tiempos presentes, no supone de
nuestra parte prolijas investigaciones ni detenidos estudios. Significa
tan sólo que, cuando visitamos aquellas venerables ruinas, tuvimos la
fortuna de que el celoso empleado que las custodia nos enseñase y nos
permitiese extractar rápidamente un preciosísimo _infolio_ manuscrito
que guarda allí como oro en paño el Sr. Marqués de Miravel, actual
propietario de aquellos que llegaron á ser _bienes nacionales_.

Dicho manuscrito, que constituye un abultado tomo, pudiera llamarse la
_Crónica del Convento_, y fué redactado por uno de los últimos
religiosos que habitaron aquella soledad--por el P. _Fr. Luis de Santa
María_,--quien se valió para ello del Libro de Fundación del Monasterio,
de las Actas de profesión de sus individuos y de las Escrituras y
Cuentas referentes á los pingües bienes que llegó á poseer la Comunidad.

Con este libro, y con las muchas noticias y apuntes que nos ha
suministrado una persona muy estudiosa y versada en todo lo concerniente
á la _Vera de Plasencia_--el Sr. D. Félix Montero Moralejo--hemos tenido
lo bastante para aprender en pocas horas cuanto puede saberse acerca de
_Yuste_; como vosotros, lectores, podréis aprenderlo también en un
momento, si nos prestáis vuestra benévola atención.

* * *

«En el año de 1402, sobre una de las colinas que se elevan al Norte del
actual convento, alzábase una pequeña ermita, llamada del _Salvador_, á
la cual iban anualmente, en alegre y devota romería, los pueblos
comarcanos. Cerca de aquel modesto santuario había un rico manantial,
conocido por la _Fuente-Santa_, nombre que debió á la catástrofe
ocurrida á catorce Obispos que, refugiados en la dicha ermita cuando la
invasión de los árabes, fueron descubiertos por éstos y degollados
bárbaramente sobre el cristalino manantial, rojo luego con la sangre de
aquellos ilustres mártires[4].

»Sin duda alguna, á la celebridad de este acontecimiento y á la
veneración en que los naturales de la _Vera_ tenían la _Ermita del
Salvador_, debióse que por entonces resolvieran trasladarse á ella y
establecerse allí dos santos anacoretas que moraban hacía tiempo en la
ermita de San Cristóbal de Palencia.

»Ello es que en una hermosa tarde del mes de Junio de 1402 (la tradición
así lo refiere), _Pedro Brales_ ó _Brañes_ y _Domingo Castellanos_, con
tosco sayal y larga barba, precedidos de un jumento, portador de escasos
y pobres enseres, después de una jornada de siete leguas que dista la
ciudad de Plasencia, llegaban al obscurecer al escabroso y elevado sitio
que ocupaba la _Ermita del Salvador_, y, en ella instalados,
continuaron, como en la de San Cristóbal, su vida cenobítica y
penitente, á que se prestaba más y más aquel solitario sitio.

»Sin embargo, la considerable altura á que éste se encontraba, en la
ladera misma de la sierra, y los augurios de algunas personas del
inmediato pueblo de _Quacos_, hicieron pronto temer á los ermitaños que
les fuera imposible habitar la _Ermita del Salvador_ en la estación de
las nieves y las aguas. Pero era tan majestuosa, por lo deleitable y
absoluta, la soledad en que allí vivían, que de manera alguna quisieron
abandonarla por completo, y á fin de evitar el peligro de helarse que
podrían correr en las escarpadas rocas donde moraban, bajaron á
inspeccionar las faldas de aquella misma sierra en busca de un paraje lo
más próximo posible al _Salvador_, donde al abrigo de los elementos
pudiesen continuar su vida de penitencia.

»Así llegaron á un escondido barranco, por en medio del cual corría el
cristalino arroyo llamado _Yuste_, á cuyas orillas crecían algunos
árboles, y donde toda la naturaleza se mostraba más benigna que en los
alrededores. Parecióles aquel punto muy á propósito para establecerse,
y, sentándose bajo un árbol á descansar de su largo reconocimiento,
proyectaban ya bajar á _Quacos_ al siguiente día á tratar de la
adquisición de aquel terreno, cuando apareció por allí un hombre, que se
les acercó afablemente y trabó conversación con ellos como si los
conociera de toda la vida.

»Pronto supieron por sus explicaciones que era un vecino de _Quacos_,
llamado _Sancho Martín_, propietario de todo aquel barranco, y que
casualmente había subido aquella tarde á recorrerlo, cosa que no solía
hacer. Enteróse por su parte el recién llegado campesino del deseo de
ambos cenobitas, y en aquel mismo punto y hora hízoles donación del
pedazo de terreno que necesitaban, asaz inculto por cierto; donación que
se confirmó en 24 de Agosto de aquel mismo año de 1402, ante el
escribano Martín Fernández de Plasencia.--Por eso el modesto labrador
_Sancho Martín_ ocupa el primer lugar en la Crónica de Fr. Luis de Santa
María, entre los protectores del Monasterio de Yuste; lista en que más
adelante figuran potentados y monarcas.

»Poco tiempo después se unieron á los dos citados cenobitas otros varios
hombres piadosos que deseaban también consagrarse á una vida retirada y
ascética, entre los cuales descollaron pronto _Juan_ (de Robledillo) y
_Andrés_ (de Plasencia), cuyos apellidos no dicen las crónicas,
designándolos únicamente con el de los pueblos en que nacieron, y todos
juntos dedicáronse á construir sus celdas en el terreno donado por
Sancho Martín, que es el que hoy ocupan la Panadería, la Casa del Obispo
y las Caballerizas. Aquellas celdas fueron al principio sumamente toscas
y reducidas, cual convenía al objeto de los fundadores, quienes no
dejaron de seguir cuidando también la _Ermita del Salvador_ y de orar en
ella diariamente.

»Cinco años de reposo, oración y penitencia pasaron allí aquellos
solitarios; pero á fines de 1406 los oficiales de diezmos principiaron á
fijar su atención en los _Hermanos de la pobre vida_, nombre que habían
adoptado los anacoretas establecidos á la orilla del arroyo _Yuste_.
Negábanse éstos á pagar la contribución que se les exigía, fundándose en
la escasez de los productos de su huerta y artefactos, y, apremiados por
los oficiales, acudieron á D. Vicente Arias, Obispo de Plasencia, para
que los eximiese del diezmo. El Prelado denegó la solicitud, y ordenó
que pagasen incontinenti todo lo que se les exigía.

»Atribulados cuanto sorprendidos los _Hermanos de la pobre vida_ con tan
acre é inesperada resolución, acordaron elevar al Papa Benedicto XIII
una súplica pidiéndole autorización para erigir una capilla á San Pablo,
primer ermitaño; y Juan de Robledillo y Andrés de Plasencia encargáronse
de llevar á Roma la solicitud. Llegaron al fin éstos á la Ciudad
Eterna, después de una larga y penosa marcha á pie y mendigando, y
arrojáronse á los pies de Su Santidad, quien, no sólo les concedió
cuanto pedían, sino que por una Bula les otorgó campanillas, campana,
cementerio y licencia para que celebrasen Misa en aquella soledad todos
los ermitaños que fuesen sacerdotes.--Esta concesión tuvo efecto en
1407.

»Extraordinario fué el júbilo que experimentaron y con que fueron
recibidos en _Yuste_ los dos animosos comisionados, los cuales, dos días
después de su llegada, se presentaron con la Bula ante el Obispo de
Plasencia, á fin de que ordenase su ejecución. Pero el Prelado,
creyéndose herido en su dignidad, cuando sólo podía estarlo en su amor
propio, por aquel triunfo de los humildes cenobitas, negó temerariamente
su obediencia al mandato pontificio, y ordenó á cierto religioso llamado
fray Hernando que pasase á _Yuste_ y se incautase de _los bienes_ de los
ermitaños, despidiéndolos además de sus celdas.--Así lo verificó el
fraile, y los _Hermanos de la pobre vida_ bajaron á Quacos, en donde la
caridad pública les dió albergue y limosna.

»No se desalentaron los cenobitas, ni eran hombres fáciles de vencer los
dos recién llegados de Roma.--Muy por el contrario: estos infatigables
varones, sin descansar de su larga y penosa peregrinación,
encamináronse á Tordesillas, residencia entonces del infante D.
Fernando, hermano del rey de Castilla D. Enrique III _el Doliente_, y le
expusieron sus agravios, pidiéndole protección contra el Obispo de
Plasencia. Favorable acogida alcanzaron los dos comisionados en el ánimo
de aquel ilustre Príncipe, quien comenzó, á fuer de prudente y
morigerado, por entregarles una carta para el mismo prelado Arias, en
que le suplicaba devolviese los bienes á los _Hermanos de la pobre vida_
y les permitiera hacer uso de la concesión del Sumo Pontífice. Pero el
que había desobedecido al sucesor de San Pedro, no reparó tampoco en
desatender la respetuosa carta del hermano del Rey, y los dos religiosos
tornaron presto al lado del Infante con la noticia de que el Obispo no
había hecho caso alguno de su respetuosa cuanto respetable
recomendación.

»Enojóse grandemente D. Fernando, y maravillado de aquella tenaz
rebeldía, al par que decidido á vencerla, entregó á los monjes una carta
para D. Lope de Mendoza, Arzobispo de Compostela, de quien era
sufragáneo el obispo Arias, encargándoles volviesen á darle cuenta de
cómo los había recibido y de las disposiciones que había tomado.
Partieron, pues, Juan de Robledillo y Andrés de Plasencia á Medina del
Campo, punto en que residía el Arzobispo, el cual, leído que hubo, con
tanta indignación como asombro, la carta de D. Fernando, ampliada con el
relato de los dos humildes ermitaños, albergó cariñosamente á éstos en
su propia posada, y cuando los vió repuestos de tan continuos viajes y
sinsabores, dióles dos cartas, una de ellas para el rebelado Obispo, en
que, bajo santa obediencia y pena de excomunión, le ordenaba cumplir lo
mandado por Su Santidad, y otra para _Garci-Álvarez de Toledo_, señor de
Oropesa, rogándole se encargase de la ejecución de lo preceptuado por el
Papa, á cuyo fin le autorizaba para que obligase al obispo Arias á
devolver sus bienes á los _Hermanos de la pobre vida_.

»La fecha de estas dos cartas es de 10 de Junio de 1409.

»Provistos de ellas, pasaron otra vez los dos religiosos á Tordesillas,
y se las mostraron al infante D. Fernando, el cual se complació mucho en
leerlas y les dió otra para el mismo Garci-Álvarez, recomendándole
vivamente el negocio que le había cometido el ilustre Arzobispo de
Compostela.

»Veraneaba á la sazón en su palacio señorial de Jarandilla el poderoso
señor de Oropesa Garci-Álvarez, quien recibió á los dos cenobitas con
extraordinaria benevolencia, y enterado de los escritos de que eran
portadores, les manifestó que, siendo aquel día la festividad del
Nacimiento de San Juan Bautista, dejaba para el siguiente el pasar á
Yuste, á donde podían ellos marchar desde luego (Yuste dista de
Jarandilla poco más de una legua, como ya hemos indicado), á decir á sus
hermanos que se les haría cumplida justicia. Con esto, dirigiéronse
ambos comisionados á Quacos, donde residía el resto de la Comunidad,
caritativamente albergada por aquellos vecinos, entonces muy partidarios
de todo lo que hacía relación con el naciente Monasterio de Yuste; y,
llegado que hubieron Plasencia y Robledillo al puente situado á la
entrada del lugar, fueron recibidos por unos y otros con abrazos y
fraternal regocijo; con lo que, siendo la hora de vísperas,
trasladáronse todos á la iglesia á dar gracias al Señor por la victoria
que les había concedido.

»En la mañana del siguiente día, 25 de Junio, cuando apenas alboreaba,
el señor de Oropesa y un su amigo de Trujillo, que veraneaba con él en
Jarandilla, y cuyo nombre omiten las crónicas, caballeros en briosos
corceles y seguidos de brillante comitiva, pasaron por Quacos con
dirección á Yuste. El concejo y vecinos de aquel lugar, y, por supuesto,
todos los despojados anacoretas, siguieron á pie al esclarecido magnate,
entre grandes aclamaciones, y de este modo llegaron al Monasterio, donde
permanecía Fr. Hernando como administrador ó encargado del Obispo de
Plasencia.

»Aquel religioso intentó al principio eludir el cumplimiento de las
órdenes que llevaba Garci-Álvarez; pero éste mostró tal energía y asustó
de tal manera al _fraile intruso_ (así le llama el libro del convento),
que Fr. Hernando acabó por hacer entrega de todos los bienes de Yuste á
los _Hermanos de la pobre vida_, á quienes donaron por su parte gruesas
sumas el de Oropesa y el caballero trujillano, ofreciéndoles al
despedirse constante protección para cuanto se les ocurriese en lo
sucesivo.

»Pero de aquí en adelante todo fué ya favorable á la santa empresa de
aquellos animosos solitarios. Desde luego pusiéronse bajo la vocación de
San Jerónimo y protección de fray Velasco, prior de los Jerónimos de
Guisando, hasta que en 1414 los vemos acudir á Guadalupe, asiento del
Capítulo general de la Orden, solicitando ingresar en ella y ser
reconocidos como verdadera comunidad. Algunas objeciones les opusieron
los padres graves de Guadalupe, alegando que los _Hermanos de la pobre
vida_ carecían de las _fincas_ ó _elementos necesarios_ para sostener
con decoro la elevada Orden Jerónima; pero Juan de Robledillo y Andrés
de Plasencia acudieron á su protector Garci-Álvarez, que por entonces
residía en Oropesa, el cual montó en seguida á caballo y se presentó
ante el Capítulo de Guadalupe, haciendo suya la solicitud de los
anacoretas de Yuste. Reprodujeron los Jerónimos las razones de su
anterior negativa, y oídas por el señor de Oropesa, exclamó sin vacilar:
«_Pues bien: hoy por mí, mañana por mis descendientes, me obligo á
cubrir todas las necesidades del Monasterio de Yuste_.»

»Ante esta arrogante y caballeresca donación, tan propia del sujeto que
la hacía, el Capítulo declaró Jerónimos á los _Hermanos de la pobre
vida_, quedando así fundado definitivamente el convento que había de ser
orgullo de la Orden.--Su primer Prior fué Fr. Francisco de Madrid,
ignorándose las razones por qué no recayó este cargo ni en Robledillo ni
en Plasencia.--Finó con ello el año de 1414.»

* * *

Tal es la historia de la fundación de _Yuste_.--La de su rápido
crecimiento, esplendorosa magnificencia y lamentable ruina nos detendrá
también muy poco, pues ni ofrece tanto interés dramático como la
porfiada lucha que acabamos de reseñar, ni creemos oportuno diferir
demasiado la narración de nuestra visita á los venerables restos de
aquella santa casa.

Diremos, pues, sucintamente, que D. Juan II, D. Enrique IV y los Reyes
Católicos heredaron del piadoso hermano de D. Enrique III el decidido
empeño de proteger el Monasterio de Yuste; y que, del propio modo, los
Condes de Oropesa siguieron en estos reinados la tradición de
Garci-Álvarez de Toledo y consagraron al propio fin gran parte de sus
rentas.

Al principio se edificó, además de la magnífica iglesia que ya
describiremos, un extenso y cómodo convento, á la verdad nada suntuoso;
pero, á mediados del siglo XVI, los mismos Condes de Oropesa costearon
casi solos otro gran Monasterio (todo de piedra y en el soberbio orden
arquitectónico del Renacimiento), dejando para _Noviciado_ el adyacente
primitivo edificio. La nueva obra, que había de vivir menos que la
antigua, fué terminada en 1554.

Cuando Carlos V concibió la primera idea de retirarse del mundo, fijó
desde luego su atención, como en lugar muy á propósito para acabar
tranquilamente su vida, en el Monasterio de Yuste, cuya fama llenaba ya
el orbe cristiano, no sólo por la grandiosidad de su fábrica y por la
riqueza de la Comunidad, sino también por lo ameno, sosegado y saludable
de aquel solitario sitio. Así es que algunos años antes de su
abdicación, hallándose el César en los Países Bajos, encargó á su hijo
D. Felipe que, antes de partir á casarse con la Reina de Inglaterra,
fuese al célebre convento y plantease en él las habitaciones que debían
construirse para recibirlo y albergarlo en su día.--

El que pronto había de llamarse Felipe II cumplió la orden paterna, y
muy luego empezaron las obras del apellidado _Palacio del Emperador_,
palacio modestísimo, reducido á cuatro grandes celdas, cuyo destino fué
al principio un secreto para los mismos religiosos que allí vivían,
excepción hecha del Prior y de algún otro.

Más adelante veremos cómo Felipe II volvió algún tiempo después á Yuste.
Ahora nos toca decir, con la misma fórmula que emplea el mencionado
cronista de la casa, que Carlos V se estableció definitivamente en ella
_el día de San Blas de 1557, y murió el día de San Mateo de 1558_, de
modo que permaneció allí, haciendo hasta cierto punto vida de anacoreta,
un año, siete meses y diez y ocho días.

Pero no adelantemos los sucesos, pues su viaje desde Flandes al
Monasterio ofreció algunas particularidades dignas de mención, que
merecen párrafo aparte.

* * *

«Renunciadas así una tras otra las coronas--dice la
_Historia_[5]--determinó ya Carlos su viaje á España..... La flota en
que había de venir, que se componía de sesenta naves guipuzcoanas,
vizcaínas, asturianas y flamencas, se reunió en Zuitburgo, en Zelanda,
donde se dirigió Carlos (28 de Agosto), acompañado del rey D. Felipe, su
hijo, de sus hermanas las reinas viudas de Francia y de Hungría, de su
hija María y su yerno Maximiliano, Rey de Bohemia, que habían ido á
despedirle, y de una brillante comitiva de flamencos y españoles.--Al
pasar por Gante no pudo menos de enternecerse, contemplando la casa en
que nació, los lugares y objetos que le recordaban los bellos días de la
infancia, y que visitaba por última vez para no volver á verlos jamás.

»Despidióse tiernamente de sus hijos, abrazó á Felipe, le dió algunos
consejos para su gobierno y conducta, y se hizo á la vela (17 de
Septiembre), trayendo consigo á sus dos hermanas D.ª Leonor y D.ª María,
reinas viudas ambas, que después de tantos años volvían á su patria y
suelo natal. El 28 de Septiembre arribó la flota al puerto de
Laredo.--«_Yo te saludo, madre común de los hombres_, exclamó Carlos al
tomar tierra. _Desnudo salí del vientre de mi madre: desnudo volveré á
entrar en tu seno_.»--A pesar de esta abnegación, todavía se incomodó
mucho por no haber hallado allí el recibimiento que esperaba, y no haber
llegado aún la remesa de 4.000 ducados que preventivamente había pedido
á la Gobernadora de Castilla, su hija, la princesa D.ª Juana, ni el
Condestable, los capellanes y médicos que necesitaba, pues los más de
los capellanes y criados venían enfermos y algunos habían muerto en la
navegación. El mismo Luis Quijada, mayordomo de la Princesa regente, no
pudo llegar hasta unos días después, por el fatal estado de los caminos;
todo lo cual puso al Emperador de malísimo humor y le hacía prorrumpir
en desabridas quejas, no pudiendo sufrir verse en tal especie de
desamparo el que tan acostumbrado estaba á mandar y ser servido.

»Partió el 6 de Octubre de Laredo para Medina de Pomar, acompañado del
alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid, con cinco
alguaciles, disgustado y como avergonzado de verse entre tantas varas de
justicia, que parecía le llevaban preso. No quería que le hablaran de
negocios; huía de que le tocaran asuntos políticos, y mostraba no tener
otro anhelo que sepultarse cuanto antes en Yuste. Al fin le llegaron los
4.000 ducados, con lo cual prosiguió ya más contento á Burgos, donde
llegó el 13 y permaneció hasta el 16, no queriendo que el Condestable de
Navarra le hiciese ningún recibimiento. Las dos reinas hermanas
marchaban una jornada detrás por falta de medios de transporte, que esto
le sucedía en su antiguo reino de Castilla al mismo que tantas veces y
con tanta rapidez y tanto aparato había cruzado y atravesado la Europa.
Marchaba tan lentamente, que empleó cerca de seis días desde Burgos á
Valladolid. Alojóse en la casa de Rui Gómez de Silva, dejando el palacio
para las reinas sus hermanas, que entraron después. Ocupóse el Emperador
en Valladolid en el arreglo de ayudas de costa y mercedes que había de
dejar á los que hasta entonces le habían servido, en lo de la paga que
se había de dar á los que con él habían venido de Flandes, y en lo que
había de quedar para el gasto de su casa. Con esto partió de Valladolid
(4 de Noviembre), con tiempo lluvioso y frío, caminando en litera.

»Siguió su marcha por Valdestillas, Medina del Campo, Horcajo de las
Torres, Alaraz y Tornavacas, y para franquear el áspero y fragoso puerto
que separa este pueblo del de Jarandilla[6], fué conducido en hombros de
labradores, porque á caballo no le permitían sus achaques caminar sin
gran molestia, y en la litera no podía ir sin grave riesgo de que las
acémilas se despeñasen. El mismo Luis Quijada anduvo á pie al lado del
Emperador las tres leguas que dura el mal camino. Por fortuna
encontraron en Jarandilla (14 de Noviembre) magnífico alojamiento en
casa del Conde de Oropesa, bien provisto de todo, y con bellos jardines
poblados de naranjos, cidras y limoneros. Detuviéronse allí todos
bastante tiempo, por las malas noticias que comenzaron á correr acerca
de la temperatura de Yuste. En el invierno era castigado de frecuentes
lluvias y de frías y densísimas nieblas, y en el verano le bañaba un sol
abrasador. Proclamaban á una voz sus criados que los monjes habían
cuidado bien de hacer sus viviendas al Norte y defendidas del calor por
la iglesia, mientras la morada del Emperador y de sus sirvientes se
había hecho al Mediodía y tenía que ser insufrible en la estación del
estío. Con esto todos estaban disgustados y todos aconsejaban al
Emperador, inclusa su hermana la Reina de Hungría, que desistiera de su
empeño de ir á Yuste y buscase otro lugar más favorable para su salud.

»Obligó esto al Emperador á ir un día (23 de Noviembre) á visitar
personalmente su futura morada, y cuando todos esperaban que regresaría
disgustado, volvió diciendo que le había parecido todo bien, y aun mucho
mejor que se lo pintaban; que en todos los puntos de España hacía calor
en el verano y frío en el invierno, y que no desistiría de su propósito
de vivir en Yuste, aunque se juntase el cielo con la tierra.

»Seguía reteniendo al Emperador en Jarandilla la falta de dinero para
pagar y despedir la gente que había traído consigo, y aun para los
precisos gastos de manutención, hasta que, habiendo llegado el dinero
que tenía pedido á Sevilla (16 de Enero de 1557), fué dando orden en la
paga de los criados que más impacientes se mostraban por marchar. Con
esto apresuró ya los preparativos para su entrada en Yuste, cosa que
apetecían vivamente los monjes, tanto como la repugnaban y sentían cada
vez más cuantos componían su casa y servicio.

»Entró, pues, el emperador Carlos V en el Monasterio de Yuste el 3 de
Febrero de 1557. Su primera visita fué á la iglesia, donde le recibió la
Comunidad con cruz, cantando el _Te Deum laudamus_, y colocado después
S. M. en una silla, fueron todos los monjes por su orden besándole la
mano, y el Prior le dirigió una breve arenga, felicitando á la Comunidad
por haberse ido á vivir entre ellos[7].»

* * *

De la vida que el César hizo en _Yuste_, algo nos dirá, aunque tan
ruinoso, el propio Monasterio, cuando penetremos en él.....; y para que
esto no se retarde ya mucho, terminaremos rápidamente el extracto que
vamos haciendo de los anales del edificio.

En 1570, doce años después de la muerte del Emperador, fué á visitar su
sepultura el rey D. Felipe II, al paso que se dirigía á Córdoba con
motivo de la rebelión de los moriscos de Granada. Dos días permaneció el
severo Monarca en la que había sido última mansión de su augusto padre;
pero, «_por respeto_ (dice el fraile cronista), _no durmió en el
dormitorio de éste, sino en un retrete del mesmo aposento, que apenas
cabe una cama pequeña_».

Ya veremos nosotros todas estas habitaciones, que existen todavía.

Cuatro años más tarde, terminado ya el Panteón de El Escorial, fué
trasladado á su gran cripta el cadáver de Carlos V, con harto
sentimiento de los PP. Jerónimos de Yuste. Sin embargo, los Reyes que
sucedieron á Felipe II, lo mismo los de su dinastía que los de la de
Borbón, continuaron dispensando al _Monasterio_ grandes mercedes y muy
decidida protección, con lo que siguió siendo uno de los más ricos y
florecientes de la Orden jerónima.

Así llegó, sin novedad alguna digna de mencionarse, el año de 1809.--Era
el 12 de Agosto, quince días después de la victoria obtenida por
españoles é ingleses sobre los ejércitos de Napoleón delante de
Talavera de la Reina. Una columna francesa, parece que fugitiva ó
cortada, estuvo merodeando en la Vera, esperando á saber cómo podría
reunirse al grueso del ejército derrotado. Los frailes de Yuste huyeron
á su aproximación, y los soldados franceses profanaron la iglesia,
robaron cuanto hubieron á mano, penetraron en el convento, saquearon su
rica despensa y vaciaron su bien provista bodega, de cuyas resultas
estaban todos ebrios cuando les llegó la orden de evacuar inmediatamente
aquella comarca y salir á juntarse á las tropas del mariscal Víctor.
Marcharon, pues, como Dios les dió á entender; pero no pudieron hacerlo
diez ó doce, cuya embriaguez era absoluta, por lo que se quedaron en el
Monasterio durmiendo la borrachera. Sabedores de esta circunstancia los
colonos y criados de la casa, que tan maltratados habían sido aquellos
días por la soldadesca invasora, tomaron una horrible venganza en
aquellos diez ó doce hombres dormidos, á los cuales dieron muerte á
mansalva. Dos días después fueron echados de menos por sus camaradas,
quienes, sospechando lo ocurrido, enviaron en su busca una sección de
caballería. Estos expedicionarios no hallaron á nadie en el convento ni
en sus alrededores, pero sí grandes manchas de sangre en el lugar en que
dejaron dormidos á sus compañeros.....; y apelando á su vez á las
represalias, pusieron fuego al Monasterio, cuya parte más monumental y
preciosa quedó completamente destruída, salvándose la iglesia, el
Noviciado y las habitaciones que se construyeron para albergue de Carlos
V.--Es decir, que pereció todo el _Convento Nuevo_, edificado, como
dijimos, á mitad del siglo XVI.

Desde entonces volvieron los frailes á habitar el _Convento Viejo_, ó
sea el Noviciado.

En 1820 fueron expulsados por la _revolución_, y vendióse el Monasterio
á un Sr. Tarríus, que lo poseyó hasta 1823.

En 1823 se anuló la venta por la _reacción_.

En 1834 la expulsión volvió á tener efecto, y la compra del Sr. Tarríus
fué revalidada por el Gobierno.

Hace algunos años el Sr. Tarríus sacó el Monasterio á pública subasta.
Napoleón III quiso adquirirlo; pero los periódicos hablaron mucho sobre
el particular, lamentando que la cámara mortuoria del vencedor de Pavía
pudiese ir á parar á manos francesas. Entonces, animados de un
sentimiento patriótico, reuniéronse algunos títulos de Castilla, y
acordaron comprar á _Yuste_, costare lo que costare. Pero este proyecto,
como todos aquellos en que intervienen muchos, iba quedando en
conversación, cuando el Sr. Marqués de Miravel, uno de los asociados,
viendo que no se hacía nada de lo convenido, lo compró por sí solo en
la cantidad de 400.000 reales.

Más adelante veremos que el histórico Monasterio no ha podido caer en
mejores manos.

El Sr. Marqués de Miravel se ha consagrado con incesante afán, y á costa
de grandes sacrificios, á salvar á _Yuste_ de la total ruina que le
amenazaba. Ya ha reedificado mucho de lo derruído; ya ha contenido en
todas partes la destrucción, y de esperar es que algún día acabe de
restaurar lo que yace en pedazos por el suelo.--Sólo con lo que ha hecho
hasta hoy, ya ha merecido bien de la patria y de cuantos aman sus
antiguas glorias.

Conque penetremos en Yuste.


III

Delante de la actual entrada, que es la antigua de la _Huerta_ del
Monasterio, y por la que se regía el Emperador cuando salía á caballo,
elévase un añoso y corpulento _nogal_, tenido en gran veneración
histórica, y del que no hay viajero que no se lleve algunas hojas como
recuerdo de su peregrinación á Yuste.

Es que aquel _nogal_ data de un tiempo muy anterior á la fundación del
convento; es que á su sombra fué donde, según la tradición, se sentaron
los anacoretas Bralles y Castellanos la tarde que eligieron aquel sitio,
entonces desierto, como el más á propósito para establecerse, y es que
el mismo César, en tiempo de verano, solía pasar largas horas bajo su
espesísimo ramaje, viendo correr el agua del arroyo que fluye á su pie y
respirando el fresco ambiente de un lugar tan umbroso, ameno y
deleitable.

Después de rendir el debido acatamiento á aquel árbol, cuya edad no
bajará de seis siglos, llamamos á la mencionada puerta del Monasterio, ó
sea á la puerta rústica del que fué Palacio del Emperador. Un campesino
acudió á abrirnos, y como ya se hubiese recibido allí recado del
Administrador (que reside en Quacos) avisando nuestra visita y
anunciando que él llegaría inmediatamente á hacernos los honores de
aquella mansión de los recuerdos, dejósenos pasar adelante.

Agradabilísima emoción nos produjo el noble cuanto gracioso aspecto del
primer cuadro que apareció á nuestros ojos.--Gigantescos naranjos
seculares, cuajados de rojas naranjas, sombreaban la especie de atrio ó
compás en que habíamos entrado. Sus ramas subían hasta los arcos de un
elegante mirador que teníamos enfrente y que sirve de fachada al único
piso alto de un modesto aunque decoroso edificio. A aquel mirador ó
salón abierto, cuyo interior descúbrese completamente por los amplios
arcos que constituyen dos de sus lados, se sube, no por escaleras, sino
por una suave _rampa_ construída sobre otros arcos de progresiva
elevación. Debajo del salón-mirador vense también al descubierto los
pilares, arcos y bóvedas que lo sustentan, de modo que la tal morada
aparecía á nuestros ojos en una forma aérea, calada, abierta, luminosa,
sin otra defensa contra el sol y el viento que el verdor de los próximos
árboles ó de las enredaderas y rosales que trepaban por pilastras,
balaustres y columnas.

Aquel risueño edificio era el _Palacio del Emperador_, al cual servía de
vestíbulo el descubierto y alegre aposento que estábamos mirando,
aposento restaurado recientemente por el Sr. Marqués de Miravel,
mediante costosísimas obras, en que se ha respetado religiosamente la
primitiva forma y disposición de la parte arruinada.

La extensa _rampa_ que teníamos delante, y por la cual se sube á dicho
vestíbulo, es la misma que se construyó para que el valetudinario Carlos
V pudiese montar á caballo á la puerta de sus habitaciones, ó sea en el
propio piso alto, librándose así de la incomodidad de las escaleras, que
le eran ya insoportables.--También han sido reforzados sus arcos en
estos últimos tiempos con tal arte y habilidad, que no falta ni una
sola piedra del sitio que ocupaba hace trescientos años.

Viejísimas hiedras, contemporáneas, sin duda, del primer convento,
visten por completo las recias tapias que forman el compás ó atrio en
que nosotros echamos pie á tierra, y desde donde contemplábamos la
morada del César.--De una de estas tapias sale un brazo de agua sonora y
reluciente, que con su eterno murmullo presta no sé qué plácida
melancolía á aquel sosegado recinto. La hiedra y el agua, con su
perdurable existencia, parecían encargadas de perpetuar las huérfanas
memorias de tantas grandezas extinguidas. El agua, sobre todo, fluyendo
y charlando hoy como fluía y charlaba en 1558, sin respetar ahora el
silencio de muerte que ha sucedido en aquella soledad al antiguo
esplendor y movimiento, recordábanos estos hermosos versos con que
nuestro inmortal Quevedo acaba un soneto titulado: _A Roma sepultada en
sus ruinas:_

      «Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
    Si ciudad la regó, ya sepultura
    La llora con funesto son doliente.
      ¡Oh Roma! En tu grandeza, en tu hermosura,
    Huyó lo que era firme, y solamente
    Lo fugitivo permanece y dura.»

Atado que hubimos nuestros caballos á los recios troncos de los naranjos
susodichos, emprendimos la subida por la rampa, que nos condujo al
_salón-mirador_, estancia verdaderamente deliciosa, más propia de una
_villa_ italiana ó de un _carmen_ granadino que de un monasterio oculto
en los repliegues y derivaciones de una sierra de Extremadura.

Cuatro son los grandes arcos que ponen el mirador en relación directa
con el rico ambiente y esplendorosa vegetación de aquel amenísimo
barranco. Dos de ellos dan á la parte donde subíamos, sirviendo el uno
de entrada á la rampa, y el otro como de balcón, desde el cual se tocan
con la mano los bermejos frutos de los naranjos del compás, y se
descubre, al través de sus ramas, un elegantísimo ángulo de la contigua
iglesia, de perfecto estilo gótico, cuyas gentiles ojivas, esbeltos
juncos y erguidas agujas, todo ello de una resistente piedra dorada por
los siglos, infunden en el ánimo, en medio de aquellas abandonadas
ruinas, arrogantes ideas de inmortalidad.

Los otros dos arcos miran al Mediodía, y desde ellos se goza de la
apacible contemplación de la _Huerta_ y del bosque de olmos y de todos
los suaves encantos de aquel breve y pacífico horizonte. De dicha
_Huerta_ trepan, como hemos apuntado, hasta penetrar por los arcos
dentro de aquel salón, rosales parietarios y escaladoras enredaderas con
sus elegantes campanillas, que todavía no se habían cerrado aquella
mañana: además, los dos grandes balcones determinados por ambos arcos
tienen el antepecho en la parte ó cara interna del recio muro, dejando
destinado todo el ancho de éste á dos extensos arriates ó pensiles que
cultivaba Carlos V, y que hoy se cultivan también cuidadosamente.
Geranios, rosales de pitiminí y clavellinas, todo florido, pues ya he
dicho que estábamos en Mayo, vimos nosotros en aquellos dos jardinillos
tan graciosamente imaginados y dispuestos.--Cuando al poco rato llegaron
el Administrador y su señora, supimos que ésta, madrileña de pura raza,
aficionadísima, por consiguiente, á macetas, era la autora del milagro
de que continuasen consagrados á Flora los dos arriates que cuidó en
otro tiempo Carlos de Austria.

Llevo descritos dos lados del _salón-mirador_, bien que aun me falte
decir que, entre el arco que comunica con la rampa y el otro contiguo,
hay un _poyo de piedra_, de dos cuerpos, mucho más ancho el de abajo que
el de arriba, que se construyó allí para que Carlos V montase á caballo
más cómodamente.....

Por cierto que, según refiere Fr. Prudencio Sandoval en su _Historia del
Emperador_, las cabalgaduras que éste usaba en Yuste no tenían nada de
cesáreas ni de marciales, pues consistían en _una jaquilla bien pequeña
y una mula vieja_.--¡Tan acabado de fuerzas estaba aquel que tantas
veces había recorrido la Europa á caballo!

Pero ya que de esto hemos venido á hablar, oigamos describir al mismo
historiador la manera cómo montó á caballo por última vez el
protagonista del siglo de los héroes, el vencedor de mil combates, el
hombre de hierro.

«.....Puesto en la jaquilla, apenas dió tres ó cuatro pasos cuando
comenzó á dar voces que le bajasen, que se desvanecía, y como iba
rodeado de sus criados, le quitaron luego, y desde entonces nunca más se
puso en cabalgadura alguna.»

Considerad ahora cuántas reflexiones no acudirán á la mente al
contemplar aquel poyo de piedra, terrible monumento que acredita toda la
flaqueza y rápida caducidad de esta nuestra máquina humana, tan
temeraria, impetuosa y presumida en las breves horas de la juventud, si
por acaso le presta sus alas la fortuna.....--Mas sigamos nuestra
descripción.

La pared que da al Norte, sólo es notable por lindar con el muro de la
iglesia y porque en aquel lado del _salón-mirador_ hay una pequeña y
preciosa _fuente_, labrada en la forma y estilo de las que adornan los
paseos públicos ó los jardines de los palacios.

Esta _fuente_ tendrá unas dos varas y media de altura, y se compone de
un pilar redondo, del centro del cual sale un recio fuste ó árbol, que
luego se convierte en gracioso grupo de niños, muy bien esculpido; todo
ello de una sola pieza y de piedra bastante parecida al mármol, aunque
de la especie granítica. El grupo de niños sostiene una taza redonda, de
la cual fluye por cuatro caños un agua cristalina, sumamente celebrada
por sus virtudes higiénicas.--El Emperador no bebía otra, y nosotros la
probamos también, aunque llevábamos _á bordo_ un vino de primer orden.

Porque debemos advertir que, mientras llegaba ó no llegaba el Sr.
Administrador, nos permitimos desplegar las provisiones que habíamos
sacado del Baldío y almorzar como unos..... jerónimos, haciendo mesa del
poyo de piedra en que se encaramaba el Emperador para montar en la
jaquilla ó en la mula.....--Pero, volviendo á la _fuente_, diré que del
libro de Fr. Luis de Santa María (que después leímos) consta que «se la
regaló á Carlos V el ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Plasencia».

Vamos á la cuarta pared.--En ella está la puerta de entrada al Palacio,
y á su lado existe hoy un _banco_ muy viejo de madera (en el mismo lugar
que había antes un asiento de piedra), sobre el cual se lee la siguiente
_inscripción_, pintada en la pared en caracteres del siglo XVI muchas
veces retocados:

      «_Su Mag.ª El Emper.or D. Carlos_
    _Quinto nro. Señor en este lugar_
    _estava asentado quando le dió_
    _el mal á los treynta y uno_
    _de Agosto á las quatro de la_
    _tarde.--Fallesció á los Veinte_
    _y uno de Septiembre á las dos_
    _y media de la mañana. Año_
    _del S.or_

       _de 1558._»

El _mal_ á que alude la precedente inscripción consistió en que,
habiendo comido al sol Carlos V, en aquel propio salón-mirador, sintióse
acometido de frío, no bien dejó la mesa, y luego le entró
calentura.--«Pónenos en cuidado (escribía dos días después su mayordomo
Luis Quijada á Juan Vázquez de Molina[8]), porque ha muchos años que á
S. M. no le ha acudido calentura con frío sin accidente de gota. El frío
casi lo tuvo delante de mí todo; mas no fué grande, puesto que tembló
algún tanto; duró casi tres horas la calentura: no es mucha, aunque en
todo me remito al doctor, que escribirá más largo.--Yo temo que este
accidente sobrevino de comer antier en un terrado cubierto, y hacía sol,
y reverberaba allí mucho, y estuvo en él hasta las cuatro de la tarde,
y de allí se levantó con un poco dolor de cabeza y aquella noche durmió
mal.»

Esta carta es de 1.º de Septiembre.--Por consiguiente, la inscripción
preinserta está equivocada, y donde dice 31 de Agosto debe leerse 30 de
Agosto.

Sobre ella se ven las armas imperiales, pintadas en la pared; obra, sin
duda, del mismo autor de aquella leyenda conmemorativa.

Con lo cual terminan todas las cosas que hay que notar en el
_salón-mirador_ ó vestíbulo del humilde Palacio de Yuste.

* * *

Entramos, pues, en el Palacio.

Ya he dicho que se compone de cuatro grandes celdas, situadas dos á cada
lado de un pasillo ó galería que atraviesa el edificio de Oeste á Este y
al cual dan las puertas de las cuatro.

Las dos celdas de la izquierda, entrando, estaban destinadas en tiempo
del Emperador, la una á _Recibo_, y la otra á _Dormitorio_, y se
comunican entre sí. Las dos de la derecha, que también tienen
comunicación por dentro, eran el _Comedor_ y la _Cocina_.

Y á esto se reducía el alojamiento del César.

Su servidumbre, compuesta de sesenta personas, habitaba el piso inferior
de aquel llamado Palacio, ó varias dependencias del convento, residiendo
en Quacos los empleados que no tenían que asistir continuamente á S. M.

En la actualidad no hay ni un solo mueble en dichas celdas; y como, por
otra parte, carecieron siempre de toda ornamentación arquitectónica sus
lisas paredes, blanqueadas con cal á la antigua española, la revista que
nosotros les pasamos habría sido muy corta, si recuerdos históricos y
consideraciones de una mansa y cristiana filosofía no nos hubieran
detenido largo tiempo en cada estancia.

Nuestra visita principió por el _Recibo_, donde sólo había que ver una
gran chimenea, digna de competir con las llamadas de campana: tan
enormes eran su tragante y su fogón. Entre la puerta de entrada, la de
comunicación con el _Dormitorio_, la reja que da paso á la luz del
salón-mirador y otra puertecilla de que hablaré luego, no quedaba más
que un puesto resguardado del aire, ó sea un único _rincón_ que ocupar
cerca de la chimenea. No podíamos, pues, equivocarnos respecto de cuál
sería el sitio que ocuparía el Emperador en aquella sala, durante la
estación del invierno, cuando iban á visitarlo San Francisco de Borja,
el Conde de Oropesa, el Arzobispo de Toledo y otros antiguos amigos
suyos.

Pero no seguiré adelante sin hacer una advertencia de gran
importancia.....

Si yo me hubiese propuesto referir la _Vida de Carlos V en Yuste_
(escrita ya con suma minuciosidad y conciencia en un notable capítulo y
en un apéndice muy curioso de la _Historia de España_ por D. Modesto
Lafuente), podría enumerar aquí, sin más trabajo que copiar algunos
documentos del Archivo de Simancas, insertos en la obra de aquel
historiador, los muebles, los cuadros, las alhajas y hasta las ropas que
tenía el Emperador en su retiro, así como sus hábitos, entretenimientos
y conversaciones; pero, no siendo, ni pudiendo ser, tal mi propósito,
sino meramente fotografiar, por decirlo así, el estado _actual_ del
Monasterio, me limitaré á remitiros á la obra mencionada y aconsejaros
que no deis crédito á lo que otros historiadores cuentan acerca de los
actos del Emperador en Yuste.

Desconfiad, sobre todo, de las noticias de Fr. Prudencio Sandoval y de
Mr. Robertson, quienes, en esta parte íntima de sus célebres historias,
fueron sin duda mal informados, ó fantasearon á medida de su deseo. Así
lo demuestra el Sr. Lafuente con irrebatibles razones y documentos
originales de primera fuerza.--Es falso, por ejemplo, que Carlos hiciese
sus exequias en vida; falso que estuviese sujeto á la misma regla que
los frailes de la casa; falso que se flagelase hasta teñir de sangre las
disciplinas; falso que no atendiese á las cosas políticas de España y
del resto de Europa, y falso que se dedicase á la construcción de
juguetes automáticos y otras puerilidades con su relojero de cámara y
famoso mecánico Juanelo Turriano.--Leed á Lafuente, repetimos, y allí
veréis, auténticamente probado, que Carlos V, en Yuste, fué el hombre de
siempre, con sus cualidades y sus defectos y con la sabida originalidad
de su condición, festiva y grave á un tiempo mismo, dominante,
vehemente, voluntariosa, y á la par llana y sencilla, como la de Julio
César.

Sigamos nuestra exploración.

La ya mencionada puertecilla de la sala de _Recibo_ conduce á un
diminuto é irregular aposento, que es aquel _retrete_ ó gabinetillo de
que ya he hablado también, en que _apenas cabe una cama_, y donde durmió
Felipe II la última vez que estuvo en Yuste, en señal de respeto..... ó
miedo á las habitaciones que habían sido de su difunto padre.--¡Curioso
fuera saber lo que pensó allí el hombre del Escorial durante las dos
noches que pasó, como quien dice, emparedado cerca de la cámara
mortuoria de Carlos de Gante!--Pero la historia ignora siempre las
mejores cosas.

Del _Recibo_ volvimos á salir al pasillo ó galería, dejando para lo
último la visita al _Dormitorio_, y pasamos al _Comedor_ del más comilón
de los emperadores habidos y por haber....., excepto Heliogábalo.

Carlos V era más flamenco que español, sobre todo en la mesa. Maravilla
leer (pues todo consta) el ingenio, verdaderamente propio de un gran
jefe de Estado Mayor militar, con que resolvía la gran cuestión de
vituallas, proporcionándose en aquella soledad de Yuste los más raros y
exóticos manjares. Sus cartas y las de sus servidores están llenas de
instrucciones, quejas y demandas, en virtud de las cuales nunca faltaban
en la despensa y cueva de aquel modesto palacio los pescados de todos
los mares, las aves más renombradas de Europa, las carnes, frutos y
conservas de todo el universo. Con decir que comía ostras frescas en el
centro de España, cuando en España no había ni siquiera caminos
carreteros, bastará para comprender las artes de que se valdría á fin de
hacer llegar en buen estado á la sierra de Jaranda sus alimentos
favoritos.

Pero nos metemos sin querer en honduras pasadas, olvidando que aquí no
se trata sino de lo presente. Pues bien: en el _Comedor_ sólo hay de
notable otra chimenea como la susodicha; un gran balcón-cierre, ó
tribuna volada, que da á la huerta y mira al Mediodía, donde el viejo
Emperador tomaba en invierno los últimos rayos del sol de sus
victorias....., y una puerta de comunicación con la _Cocina_.

La _Cocina_ es digna del imperial glotón, propia de un convento de
Jerónimos y adecuada á los grandes fríos que reinan en aquel país
durante el rigor del invierno. En torno del monumental fogón, que ocupa
casi la mitad de aquel vasto aposento, bien pudieron calentarse
simultáneamente con holgura los sesenta servidores de S. M. En cuanto á
las hornillas, puede asegurarse que infundirían verdadera veneración
cuando estaban en ejercicio, así como hoy su yerta desnudez y triste
arrumbamiento infunden melancólicas reflexiones.

Pero estas reflexiones nos llevan como por la mano al _Dormitorio_ del
Emperador, ó sea á su cámara mortuoria.

Es una pieza del mismo tamaño que las tres mencionadas, con otra enorme
chimenea. Una alta reja le da luz por la parte de Levante, y tiene
además tres puertas, de las cuales una da á la iglesia, otra al _Recibo_
y otra á la galería.

No cabe ni puede caber duda respecto del sitio que ocupaba el lecho de
S. M. y en que lanzó el último suspiro, puesto que lo indica
matemáticamente la puerta de comunicación con la iglesia, que se rasgó
frente por frente á la cama del César, á fin de que, acostado y todo,
pudiese ver el altar mayor y oir Misa cuando sus achaques le impedían
dejar el lecho. Trazóse, pues, dicha puerta, _oblicuamente_, sobre el
recio muro del templo, en el ángulo opuesto á aquel en que dormía y
había de morir Carlos V, y allí sigue, y desde ella se determina
fijamente tan histórico paraje.

A mayor abundamiento, en aquel rincón del _Dormitorio_ hay un cuadro que
representa á San Jerónimo viendo llegar á Carlos V á la gloria eterna y
arrodillarse á los pies de la Santísima Trinidad.--Debajo de este cuadro
se ve un tarjetón dorado que dice lo siguiente: «S. A. R. el Infante
Duque de Montpensier regaló al Monasterio de Yuste este cuadro, sacado
del original que á la muerte del Emperador Carlos V, su glorioso abuelo,
se hallaba á la cabecera de su cama.»

Decir los pensamientos que acudieron á mi mente en aquel sitio, donde
expiró (en hora ignorada por sus propios hijos durante algunos días) el
que tantas veces desafió la muerte á la faz del universo en los campos
de batalla, fuera traducir pálidamente lo que el lector se imaginará sin
esfuerzo alguno.

Hágole, pues, gracia de mis reflexiones, y le invito á que me siga á la
_iglesia_ y á las _ruinas del convento_, donde todo hablará aún más
alto y más claro el severo lenguaje de aquellas verdades eternas:
_Verumtamen, universa vanitas..... Verumtamen, in imagine pertransit
homo_.


IV

La _iglesia_ se reduce á una nave gótica, larga y altísima, digna de una
catedral de primer orden. Esta nave se conserva íntegra: según una
tradición, porque los incendiarios franceses de 1809 procuraron que el
fuego no llegase á ella; según otra tradición, porque no había en todo
aquel edificio madera alguna en que pudiesen prender las llamas.

Sin embargo, sus bóvedas ojivales amenazaban desplomarse cuando compró
el Monasterio el Sr. Marqués de Miravel, quien procedió inmediatamente á
repararlas.--Así lo indica la siguiente modestísima inscripción, que se
lee en el testero posterior del coro:

_Estando estas bóvedas en ruinas, se construyeron por José Campal, año
de 1860._

Pero dirá el lector: ¿quién es _José Campal_? ¿Son éstos el nombre y el
apellido del espléndido Marqués que costeó la obra, ó los de algún
insigne arquitecto, émulo de la gloria de los Brunelleschi y Miguel
Ángel?

Ni lo uno ni lo otro.

José Campal es un humilde albañil de Jarandilla, que se atrevió á
acometer tan ardua empresa, y la llevó á feliz término, cuando maestros
llevados de Madrid con tal propósito la habían considerado
irrealizable.--Admirado entonces el Marqués del arrojo y la inteligencia
de Campal, mandó poner dicha inscripción en el coro.

La nave de la iglesia y sus altares están hoy completamente desnudos de
todo cuadro, de toda imagen, de toda señal de culto. Los únicos
accidentes que interrumpen la escueta monotonía de aquellos blanqueados
muros, son las Armas Imperiales que campean allá arriba, en el centro
del embovedado, y un negro _ataúd_ depositado á gran altura, en un nicho
ú hornacina de la pared de la derecha.

Este ataúd es de madera de castaño, y estuvo forrado de terciopelo
negro. Hoy no contiene nada; pero en un tiempo contuvo otra caja de
plomo, dentro de la cual fué depositado el cadáver del Emperador.....

«Púsose el cuerpo del Emperador (dice la historia) en una caja de plomo,
la cual se encerró en otra de madera de castaño, forrada de terciopelo
negro. Hiciéronsele solemnes exequias por tres días, celebrando el
Arzobispo de Toledo, Fr. Bartolomé de Carranza, á quien sirvieron de
ministros el confesor del Emperador, Fr. Juan Regla, y el prior Fr.
Martín de Angulo, y predicando sucesivamente el P. Villalva y los
priores de Granada y Santa Engracia de Zaragoza.

»Una de las cláusulas del codicilo de Carlos V era que se le enterrara
debajo del altar mayor del Monasterio, quedando fuera del ara la mitad
del cuerpo, del pecho á la cabeza, en el sitio que pisaba el Sacerdote
al decir la misa, de manera que pusiese los pies sobre él. Para cumplir
del modo posible este mandato, se derribó el altar mayor y se sacó hacia
fuera, con objeto de depositar detrás de él el cadáver, pues debajo no
podía estar, por ser lugar exclusivo de los Santos que la Iglesia tiene
canonizados[9].»

A consecuencia de esta reforma, el altar Mayor quedó en la extraña
disposición que hoy se advierte; esto es, sumamente estrecho de
presbiterio, y muy alto en proporción del escaso desarrollo de su
escalinata, cuyos peldaños son tan pinos, que cuesta fatiga y peligro
subirlos ó bajarlos.

Fué, pues, depositado el cadáver del César dentro de las dos cajas
mencionadas, detrás del retablo de Yuste, hasta que, quince años y medio
después, el 4 de Febrero de 1574, verificóse su traslación al Escorial,
en la caja de plomo, revestida de otra nueva que se construyó al
intento, quedando en la bóveda de Yuste, como recuerdo, la caja de
castaño. Pero como todos los viajeros que visitaban la tal bóveda
hubiesen dado en la flor de cortar pedazos del viejísimo ataúd, á fin de
guardarlos como reliquias históricas, el Marqués de Miravel dispuso
colocarlo en el inaccesible nicho que hoy ocupa, y desde donde produce
terrible y fantástica impresión.

* * *

Dijimos más atrás que el sueño eterno de Carlos V ha sido turbado
también en el Monasterio del Escorial, y que nosotros mismos no hemos
sabido librarnos de la tentación de asistir á una de las sacrílegas
exhibiciones que se han hecho de su _momia_ en estos últimos años.....

Cometimos esta impiedad, ó cuando menos esta irreverencia, en Septiembre
de 1872, pocos meses antes de ir á Yuste.--Nos hallábamos en el fúnebre
Real Sitio, descansando del calor y las fatigas de Madrid, cuando una
mañana supimos que había pública exposición del cadáver del César, á
petición de las bellas damas madrileñas que estaban allí de
veraneo.--Era ya la vigésima de estas _exposiciones_, desde que las
inauguró cierto temerario y famoso prohombre de la situación política
creada en 1868.--Nosotros (lo repetimos) no tuvimos al cabo suficiente
valor para rehusarnos la feroz complacencia de aquella profanación, que
de todas maneras había de verificarse.....

Acudimos, pues, al panteón de los Reyes de España, á la hora de la
cita.--¿Y qué vimos allí? ¿Qué vieron las tímidas jóvenes y los
atolondrados niños y los zafios mozuelos que nos precedieron ó siguieron
en tan espantoso atentado?--Vieron, y vimos nosotros, la tumba de Carlos
V abierta, y delante de ella, sobre un andamio construído _ad hoc_, un
ataúd, cuya tapa había sido sustituída por un cristal de todo el tamaño
de la caja.

En las primeras _exposiciones_ no había tal cristal, ó si lo había, se
levantaba, de cuyas resultas no faltó quien pasase su mano por la
renegrida faz del cadáver..... ¡La pasó el mencionado prohombre
revolucionario, en muestra de familiaridad y _compañerismo_!.....

A través del cristal vimos la corpulenta y recia momia del nieto de los
Reyes Católicos, de la cabeza á los pies, completamente desnuda,
perfectamente conservada, un poco enjuta, es cierto, pero acusando todas
las formas, de tal manera que, aun sin saber que eran los despojos
mortales de Carlos V, hubiéralos reconocido cualquiera que hubiese
visto los retratos que de él hicieron Ticiano y Pantoja.

La especial contextura de aquel infatigable guerrero, su alta y
amplísima cavidad torácica; sus anchos y elevados hombros; sus cargadas
espaldas; su cráneo característico; su ángulo facial, típico en la casa
de Austria; la depresión de la boca; la prominencia de la barba por el
descompasado avance de las mandíbulas: todo se apreciaba exactamente, y
no en esqueleto, sino vestido de carne y cubierto de una piel
cenicienta, ó más bien parda, en que aun se mantenían algunos raros
pelos de pestañas, barbas y cejas y del siempre atusado cabello.....

¡Era, sí, el Emperador mismo! ¡Parecía su estatua vaciada en bronce y
roída por los siglos, como las que aparecen entre las cenizas de
Pompeya!

No infundía asco ni fúnebre pavor, sino veneración y respeto.

Lo que infundía pavor y asco era nuestra impía ferocidad, era nuestra
desventurada época, era aquella escena repugnante, era aquel sacrílego
recreo, era la risa imbécil ó el estúpido comentario de tal ó cual
señorita ó mancebo, que escogía semejante ocasión para aventurar un
conato de chiste.....

¡Siquiera nosotros (dicho sea en nuestro descargo) callábamos y
padecíamos, sintiendo al par, y en igual medida, reverencia hacia lo
que veíamos y remordimientos por verlo! ¡Siquiera nosotros teníamos
conciencia de nuestro pecado!

* * *

De mi visita á las ruinas de los _claustros_ de Yuste guardo recuerdos
indelebles.

La naturaleza se ha encargado de hermosear aquel teatro de desolación.
Los trozos de columnas y las piedras de arcos, que yacen sobre el suelo
de los que fueron patios y crujías, vense vestidos de lujosa hiedra. El
agua, ya sin destino, de las antiguas fuentes, suena debajo de los
escombros, como enterrado vivo que se queja en demanda de socorro, ó
como recordando y llamando á los antiguos frailes para que reedifiquen
aquel edificio monumental. Y por todas partes, entre la hiedra y el
musgo, ó entre las flores silvestres y las altas matas con que adornaba
Mayo aquellos montones de labrados mármoles, veíamos los escudos de
armas de la casa de Oropesa, esculpidos en las piedras que sirvieron de
claves ó de capiteles á las arcadas hoy derruídas.

Las cuatro paredes del _refectorio_ siguen de pie; pero el techo, que se
hundió de resultas del incendio, ha formado una alta masa de escombros
dentro de la estancia. Hoy se trabaja en sacar aquel cascajo, y ya van
apareciendo los alicatados de azulejos que revestían el zócalo de los
muros.

El _Convento de Novicios_ subsiste, aunque en muy mal estado.--Allí,
como ya sabéis, vivieron los últimos frailes desde la _catástrofe del
Edificio_, ocurrida en 1809, hasta la _catástrofe de la Comunidad_,
ocurrida en 1835.

Nosotros penetramos en algunas _celdas_. Reinaba en ellas la misma muda
soledad que en las del Palacio de Carlos V. Ni gente ni muebles quedaban
allí..... Las desnudas paredes hablaban el patético lenguaje de la
orfandad y de la viudez.

Aquello era más melancólico que las ruinas del otro gran convento
hacinadas entre la hiedra.--Una celda habitable y deshabitada
representa, en efecto, algo más funesto y pavoroso que la destrucción.
Los pedazos de mármol que acabábamos de ver parecían tumbas cerradas:
las celdas del noviciado eran como lechos mortuorios ó ataúdes vacíos,
de donde acababan de sacar los cadáveres.

Sí; ¡todo vacío! ¡todo expoliado! ¡todo saqueado!.....--Tal aparecía
aquella mañana á nuestros ojos cuanto contemplábamos, cuanto
recordábamos, cuanto acudía á nuestra imaginación por asociación de
ideas.

En Yuste....., una tumba abierta, de donde había sido sacado Carlos
V.--En El Escorial....., otra tumba vacía, de donde también se le había
desalojado temporalmente.....--Y si se nos ocurría la fantástica ilusión
de que la exhumada y escarnecida momia del César, avergonzada de su
pública desnudez, pudiese salvar el Guadarrama, en medio de las sombra
de la noche, para ir á buscar á Yuste su primitiva sepultura,
considerábamos temblando que tampoco encontraría en su sitio el ataúd de
madera, sino que lo vería encaramado en aquella antigua hornacina de un
Santo que probablemente habrían derribado á pedradas otros liberales de
la Vera de Plasencia.....

¡Y todo así! ¡Todo así!--Dondequiera que el atribulado espectro imperial
fijase la vista, hallaría igual dislocación, el mismo trastorno, la
propia devastación y miseria, como si el mundo hubiese llegado al día
del Juicio final.....

Ya no había Monasterio de Yuste; ya no había en España Comunidades
religiosas; ya no había Monarquía; ¡casi ya no había Patria!--Los
tiempos del cataclismo habían llegado, y, sobre las ruinas de la obra de
Fernando V y de Isabel I, oíanse más pujantes que nunca en aquellos
mismos días (los primeros días de Mayo de este primer año de la
República), así en Extremadura como en el resto de la Península
española, gritos de muerte contra la Unidad nacional, contra la
Propiedad, contra la Autoridad, contra la Familia, contra todo culto á
Dios, contra la sociedad humana, en fin, tal y como la habían
constituído los afanes de cien generaciones.

_Illic sedimus et flevimus_....., al modo de los hebreos junto á los
ríos de Babilonia.

* * *

Pasó aquel momento de emoción, disimulable en tan aciaga fecha, y desde
el convento nos dirigimos á una ermitilla, llamada de _Belén_, que dista
de él medio kilómetro, y á donde solían encaminar los frailes su paseo
de invierno--costumbre que adquirió también Carlos V.

El camino de la ermita es una llana y hermosa calle de árboles, con
prolongados asientos, en que cabía toda la Comunidad.

Al principio de este paseo hay un viejísimo ciprés, á cuyo pie, y
recostado en su tronco, es fama estaba sentado Carlos V la primera vez
que vió en Yuste á su hijo D. Juan de Austria, ya casi mozo, después de
muchos años de separación.

El hijo de Bárbara Blomberg había nacido en Ratisbona, donde pasó la
infancia con su madre. A la edad de ocho años lo habían traído á
España, sin que nadie adivinase su condición, y vivió primero en
Leganés, á cargo del clérigo Bautista Vela y de una tal Ana Medina,
casada con un flamenco llamado Francisco, que vino en la comitiva de
Carlos V la primera vez que visitó estos reinos el coronado nieto de
Isabel la Católica. Pero el bastardo imperial hacía en Leganés una vida
demasiado villana, confundido con los otros chicos del pueblo, y
entonces Luis Quijada, mayordomo del César, y el único que sabía quién
era aquel niño, se lo llevó á Villagarcía, de donde era Señor, y lo
confió á su mujer, sin revelarle el secreto; por lo que esta
ejemplarísima señora llegó á concebir tristes sospechas, que amargaron
su vida hasta que, muerto ya el Emperador, hizo pública la verdad el rey
D. Felipe II, reconociendo como príncipe y hermano suyo al que había de
ser el primer guerrero de su tiempo.

«Cuando Carlos V vino á encerrarse en el Monasterio de Yuste (dice un
historiador) érale presentado muchas veces su hijo en calidad de paje de
Luis Quijada, gozando mucho en ver la gentileza que ya mostraba, aun no
entrado en la pubertad. Tuvo, no obstante, el Emperador la suficiente
entereza para reprimir ó disimular las afectuosas demostraciones de
padre, y continuó guardando el secreto.....»

En la Crónica manuscrita del convento menciona también el P. Luis de
Santa María la estancia de D. Juan de Austria en _Yuste_, y, además, la
tradición cuenta algunas de sus travesuras de adolescente, como las que
referimos al hablar de _Quacos_.....

* * *

Por aquí íbamos en nuestra visita á _Yuste_, cuando principió á
encapotarse el cielo. Conocimos que amenazaba una de aquellas tormentas
que tan formidables son en las sierras de Gredos y de Jaranda, y como
teníamos que andar tres leguas para regresar al _Baldío_, y ya no nos
quedaba más que ver, aunque sí mucho que meditar en aquellas ruinas, nos
apresuramos á montar á caballo, henchida el alma de mil confusas ideas,
que he procurado ir fijando y desenvolviendo en los humildes artículos á
que doy aquí remate.

Pero no soltaré la cansada pluma sin recordar unos versos que el insigne
poeta, mi amigo D. Adelardo López de Ayala, pone en boca de D. Rodrigo
Calderón, y que repetí muchas veces al alejarme de _Yuste_:

      «¡Nunca el dueño del mundo Carlos quinto
    Hubiera reducido su persona
    De una celda al humilde apartamiento,
    Si no hubiera tenido una corona
    Que arrojar á las puertas del convento!»

De resultas de lo cual, ó sea de la falta de cualquier especie de
corona, algunos días después me veía yo obligado á dejar la pacífica
soledad del _Baldío_ por la turbulenta villa de Madrid, donde fecho hoy
este relato á 9 de Octubre de 1873.



DOS DÍAS EN SALAMANCA


I

DISCURSO PRELIMINAR


El lunes 8 de Octubre de 1877 nos hallábamos de sobremesa en cierto
humilde comedor de esta prosaica y anti-artística villa de Madrid,
cuatro antiguos amigos, muy amantes de las letras y de las artes, algo
entrados en años por más señas, y aficionadísimos, sin embargo, á correr
aventuras en demanda de ruinas más viejas que nosotros.

Habíase por entonces abierto al público la última sección del
_Ferrocarril de Medina del Campo á Salamanca_, lo cual quería decir, en
términos metafóricos, que esta insigne y venerable ciudad, monumento
conmemorativo de sí propia, acababa de ser desamortizada por el
espíritu generalizador de nuestro siglo, pasando de las manos muertas de
la Historia ó de la rutina, al libre dominio de la vertiginosa actividad
moderna.

Así lo indicó, sobre poco más ó menos, uno de nosotros; y como otro
apuntase con este motivo la feliz idea de ir los cuatro á hacer una
visita á aquel antiguo emporio del saber, y semejante propuesta, bien
que recibida con entusiasmo y aceptada _en principio_, suscitara algunas
objeciones, relativas á lo desapacible de la otoñada, á los achaques del
uno, á los quehaceres del otro y al natural temor de todos de que en la
ilustre y grave Salamanca no hubiese fonda vividera, el amo de la casa,
ó sea el anfitrión, encendióse (ó afectó encenderse) en santa ira, y
pidiendo arrogantemente la palabra (y una segunda copa de legítimo
_fine-champagne_), pronunció el siguiente discurso:

«Señores:

»¡Parece imposible que la edad nos haya reducido á tal grado de miseria!
¿Somos nosotros aquellos héroes, que hace algunos años, recorrían en
mulo ó á pie las montañas más altas de Europa, expuestos á perecer entre
la nieve, sólo por ver un ventisquero, una cascada ó el sitio en que los
aludes aplastaron á tal ó cual impertérrito naturalista? ¿Somos nosotros
los mismos que pasaron noches de purgatorio en ventas dignas de la pluma
de Cervantes, por conocer las ruinas de un castillejo moruno, los que
hicieron largas jornadas en carro de violín, por contemplar un retablo
gótico; los que sufrieron á caballo todos los ardores del estío andaluz,
buscando el sitio en que pudo existir tal ó cual colonia fenicia ó
campamento romano? ¿Somos nosotros los atrevidos exploradores de la
Alpujarra, los temerarios visitantes de Soria, los que llegaron por
tierra á la misteriosa Almería, y, sobre todo, los intrépidos
descubridores de Cuenca....., de cuya existencia real se dudaba ya en
Madrid cuando fuimos allá, sin razón ni motivo alguno, y en lo más
riguroso del invierno, tripulando un coche-diligencia que volcó seis
veces en veinticuatro horas?

»¡Nadie diría que nosotros somos aquellos célebres aventureros, al
vernos vacilar de esta manera en ir á la conquista de la inmortal
Salamanca, hoy que la locomotora la ha puesto, como quien dice, á las
puertas de Madrid! ¡Nadie lo diría, al vernos retroceder ante el frío,
ante la perspectiva de una cama incómoda ó de una comida poco suculenta,
y ante otros trabajos y fatigas, que siempre fueron, para hombres bien
nacidos, estímulo y aliciente de esta clase de expediciones!--¡Pues qué!
¿no eran mucho más viejos que nosotros, y no tenían más achaques y
dolamas, Cristóbal Colón, al embarcarse en Palos; Antonio de Leiva, al
salir de Pavía en ayuda de los ejércitos imperiales, y Abdel-Melik, el
Maluco, en la batalla de Alcazarquivir, á la que asistió moribundo,
llevado en hombros por sus soldados, y durante la cual expiró como
bueno, seguro ya de la derrota de D. Sebastián de Portugal?

»¡Un esfuerzo semejante espero yo de vosotros en la presente ocasión!
¡Considerad, señores, que se trata de Salamanca, de la _Madre de las
Virtudes y de las Ciencias_, como la llamaban antiguamente; de la ciudad
que ha llevado también el nombre de _Roma la Chica_, por los
innumerables y nobilísimos monumentos que la decoran; celebérrima bajo
la dominación de los romanos; cristiana antes de la irrupción de los
godos; arrancada varias veces de manos de los sarracenos, en los siglos
IX y X; liberada definitivamente en el siglo XI, y lumbrera desde
entonces de la entenebrecida Europa, por su veneranda Universidad, que,
con las de Oxford, Bolonia y París, vinculaba el saber de aquellos
tiempos! ¡Considerad que se trata de la hija mimada de Castilla la
Vieja, de la Atenas española, protegida constantemente por Magnates,
Prelados, Reyes, Papas y hasta Santos, desde D. Ramón de Borgoña y el
obispo Visquio, que la repoblaron, y comenzaron á engrandecerla, hasta
los Reyes Católicos, que la distinguieron con su predilección casi tanto
como á Granada! ¡Considerad que allí hubo concilios; que allí se
reunieron Cortes; que allí se juzgó á los Templarios; que allí se
establecieron preferentemente las _Órdenes Militares_ y fundaron
magníficos templos; que allí predicaron San Vicente Ferrer y San Juan de
Sahagún; que allí residieron mucho tiempo Santa Teresa y San Ignacio de
Loyola; que allí estudió y explicó Fr. Luis de León, y que allí
estuvieron los reyes Ordoño I, Alfonso VII, Fernando II, Alfonso IX,
Enrique II (antes y después de matar á su hermano), D. Juan I, D. Juan
II, D. Enrique IV, los Reyes Católicos (no una, sino muchas veces), el
emperador Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe V, y D. Alfonso XII,
que felizmente reina!

»Digo más, señores; digo más.....--Allí nació y fué bautizado Alonso XI;
allí murió la esposa amadísima de Trastamara, ó sea la reina D.ª Juana
Manuel; allí murió también el príncipe D. Juan, único hijo varón de los
Reyes Católicos, quien, de haber vivido más tiempo, hubiera ahorrado á
España muchas calamidades; y allí, en fin, se casó con María de Portugal
el Sr. D. Felipe II, cuyo nombre y cuyos hechos no figurarían en nuestra
historia si no hubiese habido antes un Felipe I.....

»Salamanca, por consiguiente, debe de estar cuajada de iglesias, de
palacios y de conventos. Salamanca debe de ser un álbum arquitectónico,
donde se encuentren modelos de todos los estilos cristianos: del
románico, del gótico, del plateresco, del greco-romano y del
churrigueresco (y esto suponiendo que no haya también piedras árabes y
judías). Salamanca, en fin, será un _mare magnum_ de portadas, de
torres, de columnatas, de ojivas, de retablos, de púlpitos, de pinturas
en tabla, en lienzo y al fresco, de sillerías y estatuas de madera, de
verjas, de alhajas, de ornamentos, de ropas y de otras venerandas
antigüedades.

»Para formar idea de ello, básteos saber que, en el siglo XII, cuando se
escribió el _Fuero de Salamanca_, había en la ciudad 33 iglesias, y que
después llegó á haber hasta 48, sin contar cuatro conventos de Monacales
y 17 de Religiosos de los demás Institutos, 16 de Monjas, dos beaterios
de reclusión voluntaria, uno de reclusión forzosa, y más de 30 colegios,
incorporados legalmente á la Universidad..... Y, aunque descontemos las
muchas iglesias, y, sobre todo, los muchos conventos que habrán caído al
golpe del cañón extranjero y de la piqueta constitucional y republicana
desde 1808 á 1813, y desde 1835 á 1874, todavía quedarán en pie los
bastantes monumentos históricos y artísticos para considerar á Salamanca
(y es cuanto se puede decir) como otra Toledo.--¡A Salamanca, pues,
amigos míos! ¡A Salamanca, sin pérdida de tiempo! ¡A Salamanca, antes
de que, por razón de ornato público, le sacudan el polvo de los siglos!
¡A Salamanca, antes de que la reformen, antes de que la mejoren, antes
de que la profanen..... (que todo viene á ser la misma cosa)! ¡A
Salamanca mañana mismo!

»El viaje es sumamente cómodo.....--Aquí tenéis _El Indicador_.....--Se
sale de Madrid á las nueve y media de la noche, y se llega allá á las
nueve y media de la mañana.--El billete, en 1.ª clase, cuesta siete
duros, que, con siete de volver, son catorce.--Supongo que habrá allí
hoteles, ó sea fondas; pero, si no los hay, habrá casas de huéspedes, y
si no, posadas, y si no, hospicio.--Y hablo así, porque no avisaremos á
nadie nuestra llegada; que, de lo contrario, bien podríamos asegurar que
allí tenemos al padre alcalde, y no sólo al padre, sino al abuelo y al
bisabuelo....., dado que conocemos en Salamanca al Sr. Obispo de la
diócesis, Martínez Izquierdo, compañero de algunos de nosotros en las
Cortes de 1869 y en el actual Senado; dado que nuestro amigo Frontaura
es Gobernador de la provincia, y dado que yo cuento además en aquella
población con la antigua y excelente amistad de otras personas, que no
dejaré de presentaros en el momento oportuno.--Fuera de esto, sabed que
Salamanca gozó siempre opinión de barata y de rica, y que sus alimentos
son también muy celebrados. Los castaños y encinas de sus montes dan
pasto al mejor ganado de cerda de las Españas, y el tal ganado de cerda
(convendréis en ello) puede muy bien servir de pasto á viajeros tan
aguerridos como nosotros. A mayor abundamiento, las truchas del Tormes
gozan igual fama de exquisitas (me refiero al geógrafo Miñano), sin
contar con que en los corrales de aquellas casas de labor se crían
ciertos pavos enormes, ya cantados por mí en un célebre soneto.--Y, ¡en
fin, señores! ¡qué diablos! ¡corre de mi cuenta llevar un cesto de
víveres y municiones (cuando digo _municiones_, entended _botellas_)
para los casos de _fuerza mayor_ y otras calamidades inesperadas!.....

»Conque..... he dicho.»

Aplausos y aclamaciones acogieron este discurso; y, sin más debate,
aprobóse por unanimidad el proyecto, quedando decidido que á la noche
siguiente saldríamos para Salamanca.


II

DE MADRID A MEDINA DEL CAMPO


En efecto: á las nueve y media de la siguiente noche salíamos de Madrid
en el tren _segundo correo_, destinado, como todo el mundo sabe, á
transportar cartas y viajeros desde esta Villa y Corte (que ya cuenta
400.000 habitantes) á media España y á toda Europa.

Sin embargo, íbamos casi solos.....--Los españoles tenemos pocos asuntos
fuera de casa, y los que tenemos no nos interesan hasta el extremo de
hacernos emprender largos viajes. Nuestra filosofía moruna, ascética, ó
como queráis llamarla, da de sí esta magnánima indiferencia, tan
deplorada por economistas y políticos, y tan aplaudida por otra clase de
pensadores que miran las cosas desde más alto. Viajan, sí, por mero
placer, los elegantes y los fantaseadores, los bañistas de afición y los
amantes de la naturaleza; pero, precisamente en la fecha citada, este
linaje de madrileños regresaba ya hacia las orillas del Manzanares, ó,
por mejor decir, hacia las bocas de riego del Lozoya.--Además, aquel día
era martes, y los martes apenas se despacha algún billete en nuestros
ferrocarriles, por aquello de que _en martes ni te embarques ni te
cases_; razón que me ha movido á mí siempre á preferir los martes para
viajar, pues va uno más holgado en el tren ó en la diligencia. ¡Y si
puedo combinar que sea _martes y día 13_, mejor que mejor!

Esto de la holgura lo llevábamos nosotros resuelto aquella noche _por
ministerio de la ley_..... Quiero decir, que éramos dueños de un
_reservado_ de ocho asientos, que entre cuatro personas daba dos
asientos para cada una, con su correspondiente rincón por cabeza y para
la cabeza.--Nos dormimos, pues, en seguida que el tren se puso en marcha
(como muy necesitados que estábamos de descansar de nuestras prisas del
día, y también para ir haciendo provisión de sueño y de reposo, á cuenta
de los madrugones y demás fatigas consiguientes á una expedición
artístico-poética por tierra de garbanzos), y dormidos pasamos muchísimo
tiempo.

* * *

A las tres de la madrugada el hambre nos despertó.

Estábamos en _Sanchidrián_, á veinticinco leguas de Madrid, al otro lado
de la cordillera del Guadarrama.

¡Bien nos habíamos portado! ¡Cinco horas de sueño de un tirón!

Durante ellas, sólo habíamos oído, á cosa de las doce, en uno de esos
intervalos de semiconciencia que tiene el durmiente á cada parada del
tren, los destemplados gritos con que una pobre mujer (única que á tal
hora estaría despierta en aquella áspera sierra) pregonaba á todo lo
largo de la hilera de coches: «_¡Leche de las Navas!_», sin que se
siguiese ruido alguno demostrativo de que la infeliz trasnochadora
despachaba algo.....

Es decir, que habíamos pasado por _El Escorial_, por las susodichas
_Navas_ (que Dios bendiga), por _Ávila_, y por otros varios pueblos
chicos y grandes, sin darnos siquiera cuenta de ello.--¡Quién se lo
dijera á D. Felipe II cuando edificaba lo que recibió el nombre de
_octava maravilla_! ¡Quién le dijera que llegaría un tiempo en que
cruzasen por allí _con los ojos cerrados_ personas tan amantes del Arte
y de la Historia como nosotros!

Pero, ¿qué mucho, si habíamos atravesado con igual indiferencia la
formidable Sierra de Guadarrama (que es algo más grande que el
Monasterio del Escorial), pasando _inconscientes_, no sólo por delante
de sus cimas, sino _por dentro_ de sus mismísimas entrañas, por la cuna
de los metales, por la oficina de los terremotos, por las regiones del
infierno?

* * *

Decía que estábamos en _Sanchidrián_, y que el aguijón del hambre nos
había despertado.

El mismo mozo de la vía por quien supimos particularmente en qué
Estación nos hallábamos (pues nadie se había tomado el trabajo de
_vocearla_), nos participó además, _motu proprio_, que el termómetro del
telegrafista marcaba en aquel instante seis grados bajo cero.

¡Oirlo nosotros, y bajar el cristal de la ventanilla, todo fué una sola
cosa! Hecho lo cual transformamos el coche en fonda, y cenamos
tranquila, profusa y regaladamente: que para eso llevábamos _á bordo_ el
anunciado cesto de provisiones, en que no faltaba ningún perfil; pues, á
más de comestibles de buena ley, contenía frascos de agua y botellas de
vino, café del mismísimo Aden y máquina para hacerlo, velas con que
alumbrarnos _á guiorno_, y otros muchos refinamientos de sibaritismo y
de _confort_, que ni tan siquiera concibieron los antiguos emperadores
romanos.

Terminada la cena, nos fué imposible volver á dormir.--Pasamos, por
consiguiente, en alegre conversación cosa de una hora; hasta que, cerca
de las cinco de la mañana (es decir, todavía con estrellas) llegamos á
la Estación de _Medina del Campo_.

_¡Medina! ¡Parada y fonda! ¡Cambian de tren los viajeros para Zamora y
para Salamanca!_--gritó el mozo de la Estación.

--¡Vaya una fonda y una parada inoportunas!--exclamamos nosotros, dando
un suspiro.

Y nos pusimos á recoger nuestros enseres.


III

EN MEDINA DEL CAMPO


Los viajeros que se dirigen á Salamanca en camino de hierro, tienen que
esperar en la Estación de _Medina_ (¡durante una hora!) la salida del
tren que corre exclusivamente entre estas dos ínclitas
ciudades.--Cargamos, pues, con todo nuestro ajuar, y echamos pie á
tierra en el andén, acatando los altos é incomprensibles designios de
las Empresas, que no han juzgado conveniente ahorrar á los viajeros esta
hora de detención.

Como todavía era de noche, según queda indicado, y hacía todo el frío
que nos dijeron en Sanchidrián, tuvimos que refugiarnos, lo mismo que el
resto de los viajeros (unos treinta, naturales de aquellas cercanías),
en el diminuto, descristalado y afortunadísimo cafetín (vulgo _Fonda_)
de la Estación, donde nos vimos obligados á oir, á pesar nuestro, más de
una conversación ajena, poco edificante y nada chistosa....., á las
cuales conseguimos al cabo sustraernos, hablando entre nosotros y en voz
baja de la ilustre ciudad á cuyas puertas vivaqueábamos tan
desagradablemente.

Dicho se está, por tanto, que salió á relucir el funestísimo día 21 de
Agosto de 1520, en que _Medina del Campo_ fué quemada por el alcalde
Ronquillo y por el capitán Fonseca, á consecuencia de haberse resistido
sus moradores á entregarles la artillería para combatir á Segovia,
alzada en favor de los Comuneros, y que recordamos también aquella
hermosa carta, escrita con tal motivo por los Segovianos á los
Medinenses, en que se leen estas sublimes frases dignas de la antigua
Musa de la Historia:--«_Nuestro Señor nos sea testigo, que si quemaron
desa villa las casas, á nosotros abrasaron las entrañas, y que
quisiéramos más perder las vidas que no se perdieran tantas haciendas.
Pero tened, señores, por cierto, que pues Medina se perdió por Segovia,
ó de Segovia no quedará memoria, ó Segovia vengará la su injuria á
Medina..... Desde aquí decimos, y á la ley de cristianos juramos, y por
esta escritura prometemos, que todos nosotros por cada uno de nosotros
pornemos las haciendas y aventuraremos las vidas; y lo que menos es que
todos los vecinos de Medina libremente se aprovechen de los pinares de
Segovia, cortando, para hacer sus casas, madera. Porque no puede ser
cosa más justa que, pues Medina fué ocasión de que no se destruyese con
la artillería á Segovia, Segovia dé sus pinares con que se repare á
Medina....._»

«Medina (añade el historiador Lafuente) había sido hasta entonces el
emporio del comercio, el gran mercado del Reino, y el principal depósito
de las mercancías extranjeras y nacionales, de paños, de sedas, de
brocados, de joyería y tapicería: sus ferias anuales tenían fama en el
mundo: todo pereció en aquel día de desolación: de setecientas á
novecientas casas fueron consumidas por las llamas.»

* * *

A todo esto había principiado á amanecer; visto lo cual, nos trasladamos
al andén de la Estación, prefiriendo helarnos al aire libre viendo los
rosicleres de la aurora, á los aires colados y á las crecientes
vulgaridades del cafetín.

El andén de la estación estaba tan silencioso como solitario.--Nuestro
primitivo tren había continuado su marcha hacia Irún, no bien nos
bajamos de él, y después había partido otro con dirección á la insigne
ciudad de Zamora.--¡El único que no daba ni señales de pensar en salir
era el recién establecido _tren de Salamanca_!

En cambio, salió el sol.--Por cierto que su primer rayo no hirió
directamente nuestras pupilas, sino que fué á besar con amoroso respeto
un arrogantísimo torreón gótico, que ya habíamos divisado enfrente de la
Estación, sobre las ruinas de una antigua fortaleza.--Era la famosa
_Torre del Homenaje_ del celebérrimo _Castillo de la Mota_.

Este castillo, distante de _Medina_ algunos centenares de pasos, y
separado hoy de ella por el tiránico ferrocarril, corona una especie de
meseta que, en estas interminables planicies castellanas, pudo muy bien
hacer el papel de _altura_ cuando se la eligió para asiento de una
ciudadela.....--Allí murió Isabel la Católica. Es decir, que tal vez en
el interior de aquella _torre_, dorada por el sol naciente, se hallaba
(y se halla) el aposento pintado por Rosales, con singular maestría, en
el cuadro que dió principio á su reputación.--Allí estuvo preso, durante
veinte años, Hernando Pizarro, hermano y compañero de glorias del
Conquistador del Perú.--Allí vivió también encarcelado el abominable
César Borgia.....

Pero como si el tren de Salamanca hubiera estado aguardando á que nos
fuese grata la permanencia en la Estación de _Medina_ para decir
«_¡Vámonos!_», la campanilla, y el pito, y las voces de los empleados
nos sacaron en esto de la contemplación de tan venerables ruinas y de
sus grandes recuerdos históricos, obligándonos á correr más que aprisa
hacia el andén, del cual nos habíamos alejado insensiblemente.

En aquel mismo instante brilló á nuestros ojos, no ya la luz refleja,
sino el mismo disco del sol.....

Eran las seis.


IV

DE MEDINA DEL CAMPO A SALAMANCA


Partimos.

El tren giró hacia el Oeste, no bien salió de entre agujas, y colóse
inmediatamente en _Medina del Campo_, cuyas últimas casas lindan con la
Estación.

La vía férrea cruza por las calles mismas de la villa, sobre un
terraplén de algunos pies de altura, gracias al cual fuimos viendo, por
encima de cercas y tapias, el interior de muchos corrales llenos de
leña, estiércol y aperos de labor, y cubiertos de recientísima escarcha,
por donde andaban ya las madrugadoras gallinas tomando el sol y
cacareando.....

Los medinenses no se habían levantado todavía. Por lo menos, las
ventanas y puertas de sus casas estaban cerradas, las chimeneas no
expelían humo, y no había ni un alma en las silenciosas calles.

_Medina_ es extensísima, y compréndese muy bien, al verla, que desempeñe
papel tan importante en la Historia de España. A cada paso descubríamos
casas ruinosas, con todo el aspecto de deshabitadas, y amplios solares
de otras que se han hundido. Infinidad de torres de iglesias nuevas ó
viejas (es decir, de hace cuatro ó cinco siglos, ó del siglo pasado, á
juzgar por la forma de sus campanarios y por el color de los muros)
mantiénense todavía en pie. Abundan las de piedra renegrida por el
tiempo, y aun hay que contar las que habrán derribado los siglos y las
revoluciones.....

De los desastres causados por la tea incendiaria de Ronquillo y de
Fonseca, nótanse por doquier horribles vestigios.--La desventura de
_Medina_, como las de Pompeya y Herculano, tiene fecha determinada. ¡Tal
día de tal año amaneció rica y poderosa, y á la noche era un montón de
ruinas!

Pero mientras nosotros pensábamos en esto, el tren había dejado ya atrás
á Medina del Campo, y corría por más alegres horizontes.....

Hagamos nosotros lo mismo.

* * *

De Medina á Salamanca hay 77 kilómetros.

Acerca de los primeros que recorrimos, sólo tengo que decir que seguimos
cruzando la gran llanura de Castilla la Vieja, más productiva, pero no
menos desamparada y monótona que la de Castilla la Nueva. En cuanto
alcanzaban los ojos veíamos leguas y leguas de campos sin verdor,
recién arados con el mayor esmero, en donde iban á sembrarse los
gérmenes de la cosecha de 1878; ¡pero ni un árbol, ni una vivienda, ni
un chorro de agua, ni la más leve ondulación en el terreno!.....

Sin embargo, aquella interminable planicie casi negra, cobijada por un
cielo azul y limpio, é inundada de luz por un sol alegre y esplendoroso,
no carecía de encanto y grandiosidad, á causa de su misma
sencillez.--Hacía un día hermosísimo, un verdadero día español, y esto
lo embellece todo.

Por lo demás, ya íbamos divisando en la soledad de aquellas tierras
algunos labradores que araban tranquilamente, y que nosotros no podíamos
imaginar de dónde habían salido ni á qué hora se habían levantado para
estar allí tan de mañana.--Vistos desde el tren, parecían habitantes de
la Luna contemplados desde la Tierra, ó habitantes de la Tierra
contemplados desde la Luna, ó más bien parecían un accesorio fijo y
permanente de aquel cuadro, como las figurillas humanas que ponen los
pintores en los _paisajes_.

Minutos después (que es como si dijéramos _algunas leguas_ más allá)
pasamos por delante de un montecillo de barro, de piedras, de yeso, de
tejas y de retama, coronado por un campanario con su cruz y todo.....
Era un pueblo: era _Campillo_: quiero decir, era uno de tantos
_Campillos_ como figuran en el _Nomenclátor_ de España.

Luego pasamos por _El Carpio_ (ó sea por _un Carpio_, pues también
conocíamos ya más de uno).....

Y á las siete y veintiocho llegamos á _Cantalapiedra_, famosa hoy por su
agua potable, que no bebimos.

Habíamos entrado en la PROVINCIA DE SALAMANCA.

Allí comienza ya á rizarse el terreno.--_Cantalapiedra_ ocupa una meseta
inclinada, donde hubo también antiguamente cierto castillo casi
inexpugnable.

En el siglo XV los Portugueses se apoderaron de él y defendieron largo
tiempo, al amparo de sus muros, las pretensiones de la Beltraneja.--Los
vecinos de la villa discurrieron entonces que el tal castillo podía con
el tiempo dar ocasión á nuevas luchas y trastornos, si lo dejaban en
pie; y no bien terminó aquella guerra civil, lo demolieron pacíficamente
con sus propias manos.--Vese, pues, que no siempre ha corrido como
verdad axiomática lo de _si vis pacem, para bellum_.

Y es cuanto puedo decir de _Cantalapiedra_.

Puestos otra vez en marcha, el sol, que iba ya calentando, principió á
acariciarnos dentro del coche, y acabó por dormirnos
amorosísimamente.....

Y dormidos pasamos (según luego vimos en _El Indicador_) por

_Nueva Carolina_,

_Pedroso_,

_Gomecello_,

Y _Moriscos_,

nombres que ningún eco habrían hallado en nuestra memoria, aunque no
hubiésemos estado dormidos.

En cambio, quiso la Providencia que despertásemos al salir de esta
última Estación, ó sea cuando faltaba un cuarto de hora (legua y media)
para llegar á _Salamanca_.--De otro modo, nos hubiéramos hallado _de
pronto_ bajo los muros de la gran ciudad; cosa opuesta á todas las
reglas del arte de conmoverse.

* * *

Lo primero que vimos de _Salamanca_ (mucho antes de divisarla á lo
lejos) fué sus célebres toros....., _los toros salamanquinos_, de mil
libras de peso y de formidables astas, plantados cerca de la vía y
mirando el tren con más cólera que espanto.

--¡Ah, facinerosos! (estuve por decirles). ¡Desde tiempo inmemorial
habéis estado yendo á Madrid á asustarnos con esa fuerza y esos cuernos
que Dios os ha dado!..... ¡Ahora nos toca á los madrileños venir á
Salamanca á asustaros á vosotros!--¿Por qué no probáis á luchar con esta
locomotora?

Los toros debieron de adivinar semejante desafío, y noticiosos, sin
duda, del trágico fin de aquellos héroes y mártires de su misma especie
que embistieron arrogantemente en las orillas del Jarama á los primeros
trenes de Madrid á Aranjuez y de Aranjuez á Madrid, nos volvieron la
espalda con suma dignidad, como diciendo:

--¡Nuestra raza cumplió ya ese deber! ¡Su protesta quedó escrita con
sangre! ¡Paso á la majestad caída!

Y la verdad es que tenían razón.

En esto apareció ante nuestros ojos _Salamanca_, surgiendo de la
hondonada en que se asienta á la orilla derecha del Tormes.

¡Aquélla era, sí, la _muy noble y muy leal_ matrona, con sus rotas
murallas; con su centenar de torres y cúpulas, que en línea horizontal
se dibujaban en el cielo; con sus amplios edificios de dorada piedra,
que reverberaban al sol, y precedida de una verde arboleda, que parecía
servirle de zócalo ó de alfombra!

Tanta erguida piedra campeando en el aire, tanta arquitectura, tanta
grandiosidad, tanta nobleza, correspondían de todo punto al
encomiástico dictado de «_Roma la Chica_.....» Era, pues, indudable que
estábamos delante de _Salamanca_.


V.

ENTRADA EN LA CIUDAD.--LA CALLE DE ZAMORA


La Estación del ferrocarril de Salamanca distará un kilómetro de la
ciudad, y desde aquélla á ésta corre una hermosa calle de árboles, que
sirve de paseo público. Además, cuando nosotros fuimos allí, construíase
á toda prisa, para el servicio de la misma Estación, una ancha y bien
acondicionada carretera, por cuyo explanado trayecto pasaban ya los
_ómnibus generales_ y muchos _particulares de los hoteles_.

¡Porque _todo esto había_ donde ningún alojamiento temíamos hallar
cuando en Madrid proyectábamos el viaje!

--«¡Señorito, al _Hotel H_!.....--¡Señorito, al _Hotel
B_!.....--¡Señorito, á la _Fonda X_!.....»--nos gritaban los
_commissionnaires et facteurs_, ni más ni menos que si acabásemos de
llegar á París ó Londres.

--¡Bien por Salamanca!--exclamamos nosotros.--_¡Nobleza
obliga!_--¡Cuando los Grandes se meten á plebeyos, deben hacer las
cosas con este rumbo!

Pero de aquella misma abundancia de alojamientos surgía una nueva
dificultad, y era que, como no habíamos consultado á nadie antes de
salir de Madrid, ni avisado á ningún amigo nuestra llegada á Salamanca,
ignorábamos cuál era el mejor hotel, hallándonos, por tanto, en la
situación que los franceses (y va de afrancesamiento) denominan
_embarras du choix_.

No era cosa de equivocarse en punto de tamaña trascendencia.
Preguntamos, pues, á un guardia civil (autoridad infalible, de tejas
abajo), y éste nos recomendó (confidencialmente) el _Hotel del
Comercio_.

--_¡Al Hotel del Comercio!_--dijimos nosotros entonces con absoluta
confianza, penetrando en el ómnibus de aquella advocación.

Y partimos.

En cuanto al resto de los viajeros..... (¡ah, cucos!), ya se les veía
caminar á pie por la calle de árboles: de lo cual se deduce que los
demás carruajes volvieron de vacío á la ciudad.--Pero ¿qué importaba, si
el honor de Salamanca se había salvado?

Dice un refrán novísimo: _Haz lo que debas, aunque debas lo que hagas_.

* * *

Subido en el estribo de la trasera, y con la gorra, la cabeza y medio
cuerpo metidos dentro de nuestra jaula, nos miraba y se sonreía el
_zagal_ del ómnibus (_zagal_ también por los años, pues no habría
cumplido quince), y al ver yo su rostro picaresco, digno de su paisano
_Lázaro de Tormes_, díjeme alborozadamente:--«¡He aquí nuestro
_cicerone_ hasta que lleguemos á la fonda!.....»

Y me puse con él _al habla_, previa donación, que le hice, de un cigarro
puro.

Aquel joven nos dijo, entre otras muchas cosas menos interesantes, que
_la puerta_, ya sin puerta, por donde poco después entrábamos en
Salamanca, se llama todavía la _Puerta de Zamora_, y que la hermosa
calle que allí comienza lleva también el nombre de la ciudad de Gonzalo
Arias.

Y nosotros recordábamos, por nuestra parte, el clamoreo que se alzó en
las Academias de Madrid el año de gracia de 1855, cuando los salmantinos
(no todos) tuvieron á bien derribar la tal puerta, sin reparar en que
había servido de Arco de Triunfo para la entrada del emperador Carlos V
en la ciudad del Tormes el año, también de gracia, de 1534.....

La dicha _Calle de Zamora_, que, según vimos después, es la mejor de
Salamanca, llamó sobre todo nuestra atención, y muy particularmente la
mía, por su color pardo, austero y como de vejez.--Y era que mi último
y entonces recientísimo viaje de recreo había tenido por teatro la
provincia de Cádiz, y mis ojos estaban hechos á ver pueblos
blanquísimos, relucientes, flamantes, _nuevos_, por decirlo, así,
adornados de verdes balcones, de floridos patios expuestos al público, y
de enjalbegadas horizontales azoteas al estilo de África: era que aun
danzaban en mi imaginación aquellas ciudades muertas de risa, sin
monumentos históricos ni humos artísticos, sencillas, graciosas y
coquetas como jóvenes vestidas de veraniego percal, que se llaman
Sanlúcar, los Puertos, San Fernando y Cádiz.

Salamanca, por el contrario, se me presentaba en la _Calle de Zamora_,
vestida de paño y de terciopelo, de hierro y de gamuza, como una especie
de ricahembra apercibida á asistir al Consejo ó á la batalla, y más
aficionada al templo que al sarao.--Muchas casas eran de piedra, y otras
estaban pintadas de un modo severo, anticuado, monumental. La
arquitectura y la arqueología, la historia y la leyenda, extrañas
completamente al alegre caserío gaditano, reaparecían, pues, á mi vista
con sus venerandos caracteres. Grandes escudos heráldicos campeaban
encima de varias puertas, ó en los espaciosos lienzos de fortísimos
muros, ó en el herraje negro y feudal de rejas y balcones. Estos
balcones tenían por dosel enormes guardapolvos; los tejados remataban
en descomunales aleros, y, abajo, las amplias y voladas rejas terminaban
en humildes cruces. Veíanse portadas de aquel período del Renacimiento
que puede llamarse _plateresco español_; otras de arco romano, con
grandísimas _dovelas_, al estilo del tiempo de los Trastamaras, y
algunas de tan imponente y esquiva hechura, que, á no correr el año de
1877, hubiera yo jurado que en tales casas vivían poderosos inquisidores
ó alguno de aquellos terribles mayorazgos que solían ser jefes de una
docena de hermanos, todos ellos soldados, frailes y
monjas.--¡Indudablemente estábamos en Castilla la Vieja, ó, mejor dicho,
en el antiguo reino de León! ¡Hasta el aire era allí godo, español
rancio, cristiano puro, _antisarraceno_, en fin--ya que es menester
decir las cosas claras!

Y cuenta que Salamanca no tiene nada de lúgubre, de sombría ni de
taciturna, como nosotros mismos habíamos creído hasta entonces,
equiparándola á otras ciudades castellanas; sino que es, y desde luego
conocimos que era, una población alegre, animada, de mucha luz, de
hermoso cielo, de libre y puro ambiente, digna, en fin, de albergar,
como alberga, á los que suelen ser llamados en Valladolid y Burgos _los
andaluces de Castilla_.

Con esto llegamos al hotel, situado al otro extremo de aquella misma
calle; elegimos habitaciones, que nos parecieron excelentes; y como
entonces se nos advirtiera ó notificara de oficio que en aquel
establecimiento se almorzaba á las once en punto, batimos palmas en
señal de alegría, y tomamos en seguida la escalera abajo, á fin de
aprovechar la hora y pico que faltaba para la canónica del almuerzo, en
dar el _primer paseo_ artístico por la ciudad de los Fonsecas y
Maldonados.


VI

LA PLAZA MAYOR.--EL CORRILLO DE LA HIERBA


El primer paseo por toda ciudad monumental debe hacerse sin _cicerone_ y
sin _Guía_ escrita, única manera de formar _juicio propio_ de las cosas
y admirarlas, ó no admirarlas, independientemente de sugestiones y
comentarios ajenos.

Esto hicimos nosotros aquella mañana: salimos á la calle á la buena de
Dios; y como lo primero que divisamos fuese, á muy pocos pasos de la
puerta del hotel, cierto arco de piedra que daba acceso á una gran plaza
con árboles y jardines, nos dirigimos allá resueltamente, no sin
preguntarnos antes con tanto énfasis como si acabásemos de descubrir la
India.

--¿Qué plaza será ésta?

Pronto leímos en los azulejos que era la _Plaza Mayor_, y pronto
dedujimos de otras señales que era también la plaza del Ayuntamiento, la
plaza de la _Constitución_, el foro salmantino.

Declaro que, _prima facie_, nos agradó mucho la tal plaza; y,
verdaderamente, su conjunto es magnífico. Disputen los arquitectos y los
meros aficionados al arte (nosotros disputamos también allí sobre ello)
acerca de si la ornamentación peca de más ó menos barroca y pesada,
sobre la desproporción que hay entre los huecos y los macizos, á tal
punto que ciertos adornos y molduras parecen miembros principales de la
obra, y sobre lo mucho que la composición se resiente del mal gusto
dominante cuando se ejecutó (que fué en tiempo de los Churrigueras y de
Borromino); pero, aun así, el aspecto general resulta noble, rico,
decoroso, hasta regio.....; digno, en fin, ya que no de la exquisita
Salamanca, de cualquier adocenada corte. Además, la exornación moderna
(jardines, fuentes, candelabros, etc.) es sumamente agradable, y denota
gran esmero y elegancia de parte de los Ayuntamientos salmantinos de
nuestros días.

Aunque la _Plaza Mayor_ parece cuadrada, no lo es, sino que forma un
trapecio cuyos lados varían de 72 metros á 82.--Todas las casas son
iguales y tienen tres cuerpos. El cuerpo inferior deja expedito un ancho
pórtico, ó sea unos soportales corridos, donde hay más de cien tiendas
de comercio, muy variadas y bien surtidas. Los otros dos cuerpos son
también arquitectónicos, y obedecen á un plan monumental dibujado por el
célebre maestro D. Andrés García de Quiñones, el cual no anduvo muy
disparatado para lo que entonces se estilaba en el mundo..... (Me
refiero á 1710, fecha en que D. Felipe V visitó la ciudad y dió permiso
para concluir la obra.)

Nicolás Churriguera, descendiente del famoso D. José, y como él natural
de Salamanca, encargóse de la ejecución, con otros arquitectos que no
recuerdo ahora, y fué el exclusivo autor de una estupenda fachada (la de
las _Casas Consistoriales_), recargadísima de hojarasca y de mil locuras
de piedra, que debe de agradar mucho generalmente, y que tampoco dejó de
gustarnos á nosotros como _documento artístico_.--¿No andamos hoy
comprando á altísimos precios marcos dorados y otros muebles de estilo
barroco? ¿No está hoy de moda lo Pompadour y hasta lo Dubarry, tanto
como ayer estaba lo gótico y anteayer lo pagano?--¡Pues ya hemos
absuelto á los Churrigueras y sus discípulos, si no como doctrina y
norma del arte, como hecho consumado y dato histórico, y con la
condición de que no vuelvan!

En dicha fachada había dos excelentes bustos de Carlos IV y de María
Luisa, ejecutados por uno de los más insignes entre los varios grandes
escultores españoles que han llevado el apellido _Álvarez_. Refiérome á
D. Manuel Álvarez, llamado comúnmente _el Griego_, hijo también de
Salamanca y autor de las cinco hermosas estatuas de la _Fuente de Apolo
y las Cuatro Estaciones_ que embellecen el Salón del Prado de esta
coronada villa.....--Pues bien: los tales bustos fueron derribados y
destruídos en no sé qué asonada popular, sin consideración alguna á su
mérito artístico..... ¡Y, sin embargo, todavía hay artistas que no son
reaccionarios!

Muchos otros bustos de antiguos Reyes é ilustrados Capitanes hay en las
enjutas de los arcos de dos lados de la plaza; pero valen tan poco como
esculturas, y es tan problemático su parecido, que el motín los
respetó.--Bastante más que todos ellos nos interesó una sencilla lápida
que conmemora, en la fachada de la casa núm. 19, que _allí vivió y murió
el famoso poeta salmantino_ D. JOSÉ IGLESIAS.

* * *

Terminado el examen de la _Plaza Mayor_, atrajeron nuestra vista y
despertaron nuestra curiosidad dos altísimas torres gemelas, dominadas
por una cúpula y un cimborio, y no exentas de majestad y gallardía, que
asomaban á lo lejos, hacia la parte del Sudoeste, por encima de las
intermedias manzanas de casas.

--¿Qué será aquello?--volvimos á preguntarnos.

--Aquello..... (respondió un bondadoso transeunte, que nos miraba con
tanta extrañeza como nosotros á las dos torres), aquello es _la
Compañía_.

--¡Ah, ya!..... _Los Jesuítas_.....

--Justamente.....; la grandiosa Casa de los Padres.....

--Muchísimas gracias.....--replicó el más _liberal_ de nosotros cuatro,
levantando la sesión con un saludo.

Y todos nos dirigimos allá resueltamente.

Pero, no bien salimos de la _Plaza Mayor_, entramos en una plaza.....
mínima, que nos enamoró mucho más que la que dejábamos. ¡Tanto nos
enamoró, que si los hijos del país hubiesen oído nuestras celebraciones,
las habrían considerado irónicas y burlescas!

Porque se trataba de una plazoletilla triangular, de irregulares líneas
y viejo y abigarrado caserío, donde no había dos balcones iguales, ni
dos edificios simétricos, ni monumento alguno bueno ni malo; nada, en
fin, que fuese elegante, ordenado, lujoso, ó tan siquiera limpio. ¡Y en
esto precisamente consistían su belleza artística, su encanto poético,
su color histórico!

El _Corrillo de la Hierba_ se llama aquel sitio.--Se lo recomiendo á
toda persona de buen gusto que vaya á Salamanca.--Verá allí
aglomeraciones de casas viejas, como las que figuran en las decoraciones
teatrales ó en los cuadros referentes á la Edad Media; verá allí un
variado y grotesco repertorio de balcones, aleros, guardapolvos y
barandajes sumamente característicos; verá puertas chatas, paredes
barrigonas, ventanas tuertas, pisos cojos y tejados con la cabeza dada á
componer, como no los encontrará en ninguna otra parte.--Y ¡qué escenas
localiza en aquel sitio la imaginación! ¡Qué fondo aquel para un lienzo
que representase el célebre motín en favor de los Comuneros, ó las
sangrientas riñas á que dió ocasión D.ª María _la Brava_, ó una de
aquellas temerarias revueltas contra los Franceses, coronadas luego de
gloria por la batalla de Arapiles!

Además de los multiformes tenduchos que rodean la plazuela, y que le
añaden animación y fuerza dramática, veíase á aquella hora una infinidad
de _puestos_ amovibles ó _matutinos_; es decir, una multitud de
lugareñas sentadas en el suelo, con su cesta de huevos al lado, y
rodeadas de pollos, pavos y gallinas.--Aquellas mujeres, vestidas con
pesadísimos dobles refajos, y liadas en una especie de manta, parecían
montones de lana de vivos colores, de cuyo fondo salían pregones tan
agrios y desapacibles como el cacareo ó los graznidos de las propias
aves pregonadas.

Agréguese á esta algarabía el disputar de los hombres, los gritos de los
muchachos, la charla de las criadas que hacían la compra, el ruido de
los talleres, el son de unas campanas vecinas que tocaban á niño muerto,
los perros ladrando, los pobres pidiendo limosna, bestias cargadas que
iban y venían, y el correspondiente vocear del que las arreaba, y se
formará juicio aproximado del _Corrillo de la Hierba_, á las diez de la
mañana de un día de Octubre del ya casi octogenario siglo XIX.

De buena gana nos hubiéramos estado allí hasta las once; pero las torres
de la _Compañía_ seguían llamándonos, y no era cosa de desairarlas
cuando alguno de nosotros acababa de cobrar en Madrid fama de
jesuíta.--Continuamos, pues, nuestra marcha en aquella dirección,
tomando por una solitaria calle, que creo se llamaba de _Sordolodo_.


VII

LA CASA DE LAS CONCHAS.--IGLESIA Y COLEGIO DE LA COMPAÑÍA DE
JESÚS.--MÁS IGLESIAS Y PALACIOS.


Desde que penetramos en aquella calle, Salamanca tomó á nuestros ojos un
nuevo aspecto.--Ya no era la señorona del siglo pasado representada por
la _Plaza Mayor_: tampoco era la revoltosa ciudadana del siglo XVI, que
gritaba y luchaba en el _Corrillo de la Hierba_: ya era una dama gótica,
tan severa como triste; mucho más triste, á decir verdad, que en la
_Calle de Zamora_.

La en que acabábamos de entrar y las adyacentes eran angostas y
torcidas, como anteriores al uso de los coches urbanos: blasones
nobiliarios y portadas artísticas de la Edad Media adornaban sus
ruinosas casas, y un silencio de muerte servía allí de melancólico
acompañante á la romántica soledad.--Ni una sola tienda profanaba
aquellos portales. No se veía alma viviente ni en rejas ni en balcones.
Dijérase que en tal barrio no vivía criatura humana. Parecía aquello,
más que realidad de los tiempos presentes, engendro fantástico de un
poeta de 1838, de un Espronceda, de un Zorrilla, de un García
Gutiérrez.

Salimos al fin frente por frente del _Colegio de la Compañía_, y ya nos
disponíamos á estudiar la enorme y suntuosa fachada de su iglesia,
cuando reparamos que en la acera opuesta se alzaba una de las maravillas
arquitectónicas más célebres de Salamanca; uno de los monumentos que
íbamos buscando _ex-profeso_ en aquel viaje; uno de los palacios más
bellos y singulares que nos ha legado el siglo XV.--Me refiero á la
_Casa de las Conchas_.

Nosotros la conocíamos, como todo el mundo, por la fotografía y por el
grabado: nosotros habíamos contado muchas veces con el dedo sobre el
papel las elegantísimas _conchas_ de piedra que cubren su extensa
fachada..... Pero hay que ver el edificio en el _original_, con su color
y su tamaño, para formar completo juicio de su gentileza y hermosura.
Hay que ver, por ejemplo, la sombra _natural_ que proyectan las
abultadas _conchas_, heridas por el sol, sobre la dorada piedra del
pulimentado muro: hay que ver las cuatro preciosas ventanas, dos de
ellas muy parecidas á ajimeces árabes, que interrumpen á largos trechos
la planicie de aquellas paredes: hay que ver aquellas esquinas, de
afilada y correctísima arista, como si fuesen de bruñido acero, y de las
cuales se destacan, campeando en el aire, bellísimos escudos de piedra,
que son otros tantos primores artísticos: hay que ver, en fin, aquellas
otras grandes conchas de hierro que cubren á su vez, por vía de clavos,
la gran puerta de entrada, y el precioso herraje de aquellas
_melodramáticas_ rejas (perdonadme el adjetivo), y aquel gran Escudo
Real que _preside_ la fachada, y todos aquellos perfiles aristocráticos
y piadosos que ennoblecen el exterior de tan poético palacio.....--Ya he
dicho que data del siglo XV. Así lo revela su arquitectura, cuyo
conjunto es gótico decadente con detalles platerescos; y así lo indican
también el yugo y el haz de flechas, blasón especial de los Reyes
Católicos, que se ven en el mencionado Escudo Real.

Las _conchas_ que ostenta todo el edificio significan que el que lo
mandó construir era caballero santiagués y que había ido ó tenía hecho
voto de ir en peregrinación á Compostela, así como los escudos con
_cinco lises_ que adornan las esquinas y la espalda del palacio, prueban
que el tal santiagués pertenecía á la poderosa y esclarecida familia de
los Maldonados de Salamanca.

Y, en efecto, la _Casa de las Conchas_ fué primero de los Maldonados,
señores de Barbalos; luego la heredaron los Marqueses de Valdecarzana, y
hoy la posee el cinco veces Grande de España, Conde de Santa Coloma, en
su calidad de Conde de las Amayuelas.

* * *

Por cierto, y perdonadme la digresión, que Francisco Maldonado, el
célebre _comunero_, el compañero de Bravo y de Padilla, el _degollado_
del gran cuadro de Gisbert, no pertenecía á la rama principal de la
familia mencionada, de la cual era jefe, aunque tampoco dueño de la
_Casa de las Conchas_, un D. Pedro Maldonado y Pimentel, también afecto
á la causa de las Comunidades, del cual me parece oportuno decir aquí
algunas cosas, de todos sabidas, por si hay alguien que las tenga
olvidadas, cosa que á mí me acontecía no hace muchas horas.....

Notorio es que Salamanca acudió en auxilio de Segovia contra el alcalde
Ronquillo, como casi todas las ciudades castellanas. Principió en
Salamanca la cosa por un gran motín (¡indudablemente estalló en el
_Corrillo de la Hierba_!), durante el cual quemó el pueblo una casa del
mayordomo del terrible Fonseca, arzobispo de Santiago, derribó otras
muchas, y arrancó las varas á las autoridades. En tal coyuntura, el
poderoso D. Pedro Maldonado y Pimentel, creyendo que los victoriosos
amotinados no podían hacer nada bueno en Salamanca, y sí se lucirían
muchísimo yendo en auxilio de los Comuneros, formó con ellos una crecida
hueste, y los llevó á luchar contra los imperiales. Los salmantinos
lidiaron en diferentes jornadas con varia fortuna, que se les declaró al
fin totalmente adversa en los campos de Villalar. Al lado de Maldonado
Pimentel, ó mejor dicho, en las filas de su gente, peleó allí como bueno
otro Maldonado, algo pariente suyo y también hijo de Salamanca, y ambos
cayeron prisioneros después de su derrota.--Fueron entonces condenados á
muerte los principales cabecillas ó jefes de Comuneros; pero como el D.
Pedro Maldonado Pimentel tuviese parentesco con el famoso Conde de
Benavente, consiguióse que el otro Maldonado, conocido por _el de la
calle de los Moros_, muriese en lugar suyo con Bravo y con Padilla, cual
si este bárbaro ardid pudiera deslumbrar á la opinión pública..... ni
aun en tiempos en que no había periódicos.--Y al cabo sucedió que los
imperiales, después de guardar encerrado algunos meses al Maldonado
Pimentel, diéronse cuenta de que nadie había sido engañado con la
sustitución referida, y tuvieron que degollarlo también, me parece que
en Simancas, un año después que á su homónimo.--Por manera que el
insigne D. Pedro trocó por un año de vida los siglos de popularidad que
ha disfrutado, y disfrutará todavía muchísimo tiempo, la memoria del
pobre D. Francisco, y el alto honor de figurar en el mencionado cuadro
de Gisbert.

Conque volvamos á la _Casa de las Conchas_.

* * *

La puerta estaba abierta: llamamos, sin embargo, y no nos
respondieron.....--¿Qué hacer en tal apuro, sabiendo, como sabíamos por
la fotografía y el grabado, que el patio era bellísimo?

Perdone el Sr. Conde de Santa Coloma: el partido que tomamos fué
colarnos de rondón en su casa, bajo la salvaguardia de nuestras buenas
intenciones.....

Y ¡qué patio vimos!--Su estilo podía calificarse de mixto de gótico y
mudéjar: las líneas generales tenían más de mudéjares que de otra cosa:
en las ventanas y demás pormenores predominaba lo gótico.--De una ó de
otra suerte, todo era allí gallardo, primoroso y del mejor gusto,
causando verdadero asombro la prolijidad y esmero de la ejecución. Baste
decir que la dura piedra semejaba trenzados de cuerdas como si fuese
cáñamo, y hasta calados de encajes, como si fuera lino.....

De buena gana hubiéramos llevado más adelante nuestra exploración; pero
no nos atrevimos á tanto, y salimos de aquella interesantísima casa como
habíamos entrado en ella, llenos de respeto á su carácter señorial y
religioso, y de admiración á sus bellezas artísticas.

* * *

Desventajosa en sumo grado para la arrogantísima _Iglesia de los
Jesuítas_ (que, como he dicho, se alza frente á la _Casa de las
Conchas_) es la transición de un edificio á otro. Todo lo que el
caballeresco palacio gótico tiene de fino, delicado y como espiritual,
lo tiene de pesado, rudo y meramente corpóreo el enorme templo
greco-romano que erigió allí la Compañía de Jesús. Y aun todavía fuera
menor tal desventaja, si el estilo pagano de la católica iglesia se
distinguiese por su pureza y corrección..... (que, entonces, ya sería
cuestión de gusto ó de escuela entre clásicos y románticos); pero
acontece que este suntuoso templo es _barroco_ dentro de su mismo
estilo, dado que pecó desde su origen contra las reglas clásicas y luego
sufrió el pernicioso influjo de los peores tiempos de la arquitectura
neogentílica.

Pero ¿á qué cansarme en explicar lo que ya tiene su nombre propio?--Esta
iglesia de la _Compañía_ es un nuevo ejemplar, sumamente característico,
de la que hoy se llama en las Academias _Arquitectura jesuítica_, bien
que exceda en majestad y hermosura á cuantas erigieron los discípulos de
Loyola en España, Portugal y América.

Resumiendo: el templo de que tratamos sólo es _grandioso_ por el
_grandor_ material de su tamaño y por los tesoros que representan
tantísimas disformes piedras como se ven empleadas en su estupenda
escalinata, en una portada inmensa, en dos recias y vistosas torres, en
una ingente cúpula coronada por altísimo cimborio, y en infinidad de
estatuas, agujas, escudos, bolas, molduras, balcones y ventanas; que de
todo hay en aquella fachada, y todo gigantesco, descompasado,
descomunal.....

La _Iglesia y Colegio de la Compañía_ fueron fundados por Felipe III y
Margarita de Austria. Ambos edificios ocupan más de 20.000 metros
cuadrados. Para construirlos, ó sea para explanar el terreno en que se
alzan, se derribaron dos iglesias y tres manzanas de casas,
suprimiéndose dos calles enteras.--Por cierto que la _Casa de las
Conchas_ se vió en peligro de venir también al suelo, y que, si no se
consumó semejante atentado, debióse, según unos, al valor cívico y
tradicional cultura de los hijos de Salamanca, y, según conseja vulgar,
á lo inadmisible de cierta humorística é indecorosa condición, que no
creo llegara á formularse.....

En el _Colegio_ hay habitación para 300 misioneros, y todos los salones,
aulas y demás dependencias de una verdadera universidad.

En fin: un portero nos dijo, como supremo encomio, que las llaves de
toda la casa pesan diez y nueve arrobas.....--¡Qué español rancio es
este criterio estético!

El interior de la iglesia no es tan grande de tamaño ni tan ostentoso
de forma como hace presumir su exterior. De orden dórico, y sólo rico en
vulgares retablos churriguerescos, resulta frío é insignificante.
Únicamente llama allí la atención el _Retablo del Altar Mayor_, por lo
enorme, colosal y complicadísimo de su estructura. Puede decirse que es
una tempestad de pino y oro, al par que un motín contra las reglas
arquitectónicas. En los fustes de las que no sé si llamar _columnas_, se
ven enredadas hojosas vides de tamaño natural, con sus racimos
correspondientes; todo ello dorado y luego bruñido. Las gigantescas
estatuas de los cuatro Evangelistas, que también forman parte de la
_composición_, parece que cruzan un páramo en día de mucho viento: ¡tan
infladas y revueltas están sus vestiduras!

Arrodillada en medio de aquel solitario templo vimos á una guapísima
peregrina, demasiado hermosa, limpia y elegante para penitente, ó,
cuando menos, para excitar ideas de penitencia. Apoyábase en el báculo;
pendía el amplio sombrero sobre su espalda de cariátide, y tenía fijos
en el altar mayor unos grandes y relucientes ojos que parecían dos soles
negros.....--Comedia ó tragedia (yo creo piadosamente que sería lo
último), aquella actitud, aquella santa vestidura, el lugar de la acción
y nuestras propias circunstancias nos infundieron respeto, y ni nos
curamos de preguntar á nadie quién era la peregrina, ni hemos vuelto á
hablar de ella desde entonces.....

Y es cuanto recuerdo de _la mejor casa que los Jesuítas tuvieron en
España_.--Esta frase no me pertenece: se la oí al ya difunto Padre
Manrique.--Por mi parte debo añadir que Salamanca debía tal desagravio á
San Ignacio de Loyola; pues (como ya veremos más adelante) el
celebérrimo fundador de la Compañía de Jesús fué procesado y estuvo
preso en la ínclita ciudad del Tormes.

* * *

Libre nuestra atención del poderoso atractivo de la _Casa de las
Conchas_ y de la _Iglesia y Colegio de los Jesuítas_, volvió á fijarse
en el carácter poético y artístico de aquel histórico barrio. Pero lo
que ya nos asombraba en él no era tanto su aire de vejez y de romántica
melancolía, como la grandeza monumental que siguió desplegando á
nuestros ojos.

_Calle de la Compañía_ se llama la que comienza en los edificios
citados, y, así ella como todas las plazuelas, calles y callejas
inmediatas, se componen de una sucesión de altas construcciones de
piedra, ó sea de una no interrumpida serie de palacios, de iglesias, de
conventos, de colegios y de casas señoriales, que nos infundía respeto
y veneración. Todo era allí monumento, como en algunos barrios de
Ferrara, Pisa y Florencia. Por todas partes alzábanse padrones de
historia militar, de devoción, de aristocracia ó de ciencia, según la
arquitectura y destino de cada edificio.--¡Oh! No podíamos negarlo:
estábamos en la Atenas castellana: estábamos en _Roma la Chica_.

¡Doquier piedra, silencio y soledad! Mas esta soledad no era ya medrosa
como la de las ruinas ó la de los cementerios: era plácida y augusta
como la de los claustros. Cierto que nadie pasaba, ni parecía haber
pasado hacía mucho tiempo, por aquellas nobilísimas calles: certísimo
que altas hierbas crecían entre las losas y guijas del empedrado.....;
pero no sé si la presencia de tanto escudo de armas como adornaba las
esquinas, las fachadas, las puertas, los canceles, los balcones y las
rejas de templos, colegios y palacios, ó si lo bien conservados que se
veían hasta los más menudos detalles arquitectónicos de cada página de
piedra, ó si la índole y forma cristianas de aquellos monumentos, les
hacían aparecer vivos, subsistentes, militantes como las cerradas
ermitas que conservan su campana, como los mudos conventos en cuya
portería arde por la noche una luz ante la imagen de María, ó como los
desnudos árboles del invierno, cuando se ve que sus ramas se doblan,
pero no se quiebran, al impulso de los huracanes.....

¡Ah! sí..... Salamanca no representa una edad pasada ó una raza muerta,
como acontece con muchas ciudades ricas en monumentos gentiles:
Salamanca existe todavía con toda su antigua vitalidad, aunque en
estación tan desfavorable. Y existe, porque no ha caducado enteramente
la civilización á que debió su vida; porque los ideales de que son noble
símbolo sus iglesias y colegios, siguen imperando en la Nación que
reconstruyeron los Reyes Católicos; porque, ya que no dentro de las
viejas murallas que besa el Tormes, á lo menos en los flamantes hoteles
del ensanche de Madrid, se perpetúan, con sus antiguos blasones, las
familias aristocráticas que levantaron aquellos palacios que nosotros
íbamos viendo; porque subsisten, en fin, la Religión cristiana, la
Monarquía española, la Nobleza de Castilla y hasta las democráticas
Leyes patrias que defendieron las Comunidades; es decir, todos los
veneros de la grandeza salmantina.

Si todo esto desapareciese, Salamanca, por muy bien conservados que
guardase sus monumentos, no pasaría de ser un cadáver, como Nínive ó
Pompeya.

Pero dejémonos de discursos, y enumeremos, siquier rápidamente, las
cosas que vimos aquella mañana antes de regresar á la fonda.

* * *

En una esquina próxima al Colegio de la Compañía leímos en letras de oro
y sobre marmórea lápida, que allí vivió el gran poeta Meléndez Valdés.

Más abajo descubrimos la que un azulejo denominaba _Plazuela de San
Benito_, la cual, más que plaza, parecía el compás de una
Cartuja.--Tampoco había allí gente. Lo único que allí había era una
hermosa iglesia, consagrada al Santo que da nombre á aquel lugar;
iglesia que, según supimos luego, había servido además de panteón á la
familia de Maldonado, cuando era lícito dormir el sueño eterno al pie de
los altares, ó sea en tiempos en que no se anteponía á todo _la
higiene_.

Después fuimos hallando muchas casas góticas ó platerescas, en cuyas
lindísimas portadas se veían grandes escudos que nos indicaban la
familia á que pertenecían ó habían pertenecido.--El _sol_ de los Solís,
las _cinco lises_ de los Maldonados, y, sobre todo, las _estrellas_ de
los Fonsecas, abundaban más que ningún otro blasón.

Y aquí debo apuntar que la casa de Fonseca fué, durante siglos, la más
poderosa de Salamanca, así en lo civil como en lo eclesiástico, y que,
aparte de sus grandes guerreros, la hicieron célebre en toda la
cristiandad aquel severísimo Arzobispo de Santiago y Patriarca de
Alejandría de que tanto hablan las historias, y otro Arzobispo de
Santiago y de Toledo, hijo suyo, á quien debieron los salmantinos
importantísimas fundaciones, como diremos oportunamente.

De la plazuela de San Benito pasamos á otra no menos solitaria y
monumental, denominada _del Águila_, siendo de advertir que, como no
encontrábamos á nadie que pudiese indicarnos el camino, teníamos que
guiarnos por la posición del sol, á fin de llegar pronto al hotel, pues
iba siendo hora de almorzar..... en su reglamento y en nuestro estómago.

En la _Plazuela del Águila_ se eleva un hermoso edificio greco-romano,
que colegimos sería la famosa _Iglesia de las Agustinas_, de que tanto
habíamos oído hablar en Madrid.--Ni por un instante nos ocurrió penetrar
en ella, sino que dejamos su examen para la tarde ó para el día
siguiente, á fin de estudiarla con el debido detenimiento.

Pero de un peligro caíamos en otro, y cuanto más apretábamos el paso,
mayores prodigios arquitectónicos nos salían al camino tratando de
detenernos.....

De la _Plaza del Águila_ pasamos á la de _Monterrey_, y nos encontramos
frente á frente del magnífico palacio de este nombre, que es otra de las
maravillas de Salamanca, según podéis ver en los escaparates de los
fotógrafos de esta villa y corte, y que sirvió de modelo para el
Pabellón Español de la Exposición de París de 1867.

Huímos, pues....., bien que jurándonos volver al cabo de pocas horas.--Y
no huíamos ya solamente para que no se enfriara el almuerzo, sino porque
nos aturdía aquella rápida sucesión de emociones, tanta nueva belleza,
tanta poesía, tanta historia, tanto portento de diverso orden como
llamaba nuestra atención por todas partes y á un mismo
tiempo.--¡Necesitábamos descansar, hacer algunos apuntes, descargar
nuestra memoria!.....

Llegamos, al fin, al hotel.....--Y considerando yo ahora que mis
lectores estarán también necesitados de algún reposo, pongo punto á este
capítulo, dejando para el siguiente el hablarles del almuerzo y de otras
cosas interesantísimas, ninguna de las cuales (dicho sea entre
paréntesis) tendrá nada que ver con la Arquitectura.


VIII

LA PLAZA DE LAS VERDURAS.--LA FRONTERA DE PORTUGAL.--EL REY DE LOS
TÍOS.--UN TRAJE DE CHARRA.--LA CALLE DE LA RÚA.--LA UNIVERSIDAD.


Del almuerzo que nos aguardaba en la fonda debo decir, no como dato
oficioso y trivial, sino para instrucción de los viajeros que vayan á
Salamanca, que nada tenéis allí que temer, y sí muchos goces que
prometeros, por muy gastrónomos y delicados que seáis.--El _Hôtel del
Comercio_ se encargará de no desmentirme.--¡Qué tortilla! ¡qué truchas!
¡qué jamón! y ¡qué peras..... _de cristal_! (Este era su nombre.)--Lo
único medianejo fué el vino.....; pero á bien que nosotros teníamos
todavía en nuestra despensa ambulante, no _de lo nuevo_ (que dice el
marido de Inés en los versos de Baltasar de Alcázar), sino _de lo
bueno_.

Para colmo de satisfacción, almorzamos en muy grata compañía; pues
habéis de saber que, cuando llegamos á la fonda, nos encontramos con que
nos aguardaban en nuestro cuarto aquellos antiguos amigos que, según
indiqué en el capítulo primero, tenía yo en Salamanca. Era uno de ellos
el distinguido escritor que suele dirigir preciosas cartas á _La Época_
bajo el pseudónimo de _la Baronesa del Zurguén_, y cuyo verdadero nombre
(tiempo es de que lo sepa el público, aunque el interesado se enoje de
mi locuacidad) es D. Ramón Losada. Otro era el erudito cronista de la
provincia y aventajado poeta D. Manuel Villar y Macías. Era el
tercero..... (no en persona, por hallarse algo malo, mas representábalo
un su sobrino) el Dignidad de Chantre de aquella catedral D. Camilo
Álvarez de Castro, de quien hablaremos luego. Diré aquí solamente que su
sobrino y representante, el presbítero D. Elías Ordóñez, no tardó en
hacernos conocer cuánto valía por sí propio, ó sea por su mucha
instrucción y buena crítica. Y estaba, en fin, allí el menor de los dos
discretísimos hijos y herederos del talento de Losada..... En cuanto al
primogénito, también _antiguo_ amigo mío (pues lo conocí cuando todavía
no le apuntaba el bozo), hallábase en el campo con su señora madre.

Pero ¿cómo habían sabido aquellos señores (á quienes pensábamos ir á ver
después de almorzar) que estábamos en Salamanca?--El caso había sido muy
sencillo: un madrileño que nos conocía de vista, pero que no nos
trataba, nos vió llegar á la Estación; el madrileño se lo dijo á un
compañero suyo de oficina, que era amigo mío; el amigo mío, que sabía mi
intimidad con Losada, fué á casa de éste en nuestra busca; Losada envió
en seguida recado al Chantre y á Villar y Macías, y organizóse en el
acto una batida general por todas las fondas y casas de pupilos,
comenzando por el _Hôtel del Comercio_.

--¿De modo (exclamamos nosotros), que ni Frontaura ni su policía saben
nuestra llegada á Salamanca?

--Creemos que no; pero, aunque el Gobernador la supiera, no podría
acudir á ustedes hasta las dos de la tarde. Hoy es el cumpleaños de la
reina D.ª Isabel II, y, con tal motivo, hay besamanos en el Gobierno
civil; ó, mejor dicho, el Gobernador recibe corte.--Si quieren ustedes,
nosotros, cuando vayamos á la recepción, le diremos que están aquí.

--¡De manera alguna! Nosotros debemos procurar que Frontaura ignore
nuestra llegada á su _ínsula_, á fin de sorprenderlo y de poner en solfa
á sus esbirros é inquisidores.

--Pues entonces optamos por no asistir al besamanos oficial, y luego
iremos con ustedes á ver á Frontaura.

--¡Admirable idea! De este modo podrán ustedes hacernos el obsequio de
acompañarnos ahora mismo á visitar la _Universidad_.....

--Con muchísimo gusto.....

--Pues andando.

* * *

Ya que este capítulo ha comenzado en estilo familiar, y que son muchas
las intimidades en él referidas, aprovecho la ocasión de deciros, para
que nos entendamos mejor, que mis tres compañeros de viaje eran: un ex
ministro de Hacienda, muy aficionado á las Bellas Artes y competentísimo
en ellas y en otras muchas cosas; un ex diplomático y ex consejero de
Estado, dado á la arqueología, á la numismática y á la indumentaria, el
cual conoce por su nombre á todos los baratilleros del Rastro de Madrid,
y uno de nuestros más afamados pintores, que ganó en la Exposición
Nacional de hace algunos años el primer premio de Pintura de Historia.

Pues bien: este pintor y yo declaramos, al salir del _Hôtel_, que
nosotros, por razón de oficio, teníamos obligación de estudiar, no sólo
obras de arte, sino costumbres, tipos, paisajes y otras escenas
pictóricas ó novelescas, y que, por consiguiente, sin perjuicio de ir á
la _Universidad_ y á todos los edificios monumentales de Salamanca,
deseábamos contemplar también los sitios, las perspectivas y los cuadros
_naturales_ más característicos de la ciudad, añadiendo (para que el ex
ministro y el ex consejero comprendiesen bien nuestra pretensión) que en
el _Corrillo de la Hierba_ nos habíamos quedado con hambre de
aprendernos de memoria á _aquellos tíos_, ó sea á aquellos vendedores y
compradores, y sus vestimentas, adornos y mercancías.

Nuestros compañeros de viaje hallaron muy justa esta demanda, y, en su
virtud, los bondadosos salmantinos que á todos nos servían de _cicerone_
nos prometieron hacernos dar cuantos rodeos creyesen interesantes,
aunque tardásemos mucho tiempo en llegar á la _Universidad_.

Principiaron, pues, por llevarnos á la _Plaza de las Verduras_, contigua
á la Mayor, no sin que antes, al pasar nuevamente por ésta (y
prescindiendo ya de aficiones y leyes arquitectónicas), nos detuviésemos
á mirarla con ojos de amantes de la Pintura y de la Poesía; y á fe que
nos maravilló sobremanera y arrancó celebraciones generales el
pintoresco efecto que hacía la proyección de los verdes árboles sobre la
dorada piedra de arcos y fachadas, así como el recorte de estos mismos
dibujos monumentales sobre el cielo azul y purísimo de aquella hermosa
mañana de otoño.....

Pasamos entonces á la _Plaza de las Verduras_.

La _Plaza de las Verduras_, extensísima, muy desnivelada, de trazado
irregular, con grandes y viejos edificios históricos, y con otros
vulgares y feísimos, viejos también, nos pareció una amplificación del
_Corrillo de la Hierba_.--Su lado más largo y más alto estaba todo lleno
de puestos de frutas, legumbres y otros comestibles. Veíanse allí, en
lechugas, pimientos, escarolas, cardos, acelgas y coliflores, todos los
verdes de la paleta de nuestra madre Natura, mientras que las peras, los
melocotones, los nísperos, los tomates, las manzanas, las uvas, los
higos, las naranjas, las granadas, los limones y otros frutos,
ostentaban variados colores y despedían ricos aromas.

Nada hay más hermoso ni agradable en el comercio (á lo menos para mí),
que estos bazares, vulgo mercados, en que se venden la inocencia y
hermosura naturales y la eterna verdad campesina..... Allí no había
falsificación, violencia ni engaño alguno: aquellas manzanas eran
manzanas; aquellas uvas eran uvas; aquellos higos eran higos, y todo
aquello había brotado amorosamente del seno de la tierra para alimentar
al hombre.--En comparación de los puestos de frutas y legumbres, ¿qué
son las carnicerías, las pescaderías, las tiendas de caza y los rimeros
de latas llenas de conservas?--¡Cementerios, campos de batalla, losas de
hospital; algo que representa la muerte en lugar de la vida!--¡Ah! ¿Por
qué no se contenta el hombre con ser herbívoro?

Y ¡qué _color_ (pictóricamente hablando), ó qué variedad de colores
fuertes (para decirlo con más claridad), en los trajes de vendedoras y
vendedores, de compradores y compradoras!--¡Cuánta ropa, á principios de
Octubre! ¡Cuánta lana! ¡Qué refajos, qué mantas, qué capas, qué
capotes, qué anguarinas!

Por el abrigo y color general, así como por el dibujo ó hechura, la
indumentaria de aquellas gentes recuerda á León y á Galicia. Y es que la
provincia de Salamanca forma ya parte de aquel triángulo Noroeste de
nuestra España por donde no se va á ninguna parte.--Por Andalucía, que
es otro rincón, ó, mejor dicho, otro _cujón_ de Europa (subrayo esta
palabra, porque todavía no está en el Diccionario), se va á África, se
va á América, se ha ido á Filipinas..... Así es que allí no se detiene
nada; allí no hay remanso; allí corre el tiempo; allí cambian las
modas.--Pero en el _cujón_ Noroeste de la Península no circula el aire
de las mudanzas: en él se estaciona todo, lo mismo las modas que los
sentimientos; cosa que, por idéntico motivo, acontece también en otro
país de análoga situación: en la Bretaña de Francia.

Y no se me diga que por Salamanca se va á Portugal..... ¡La frontera
lusitana es peor que la del agua! ¡Es una frontera de hielo!--El Miño
resulta más ancho, más hondo y más amargo que el Océano.

Volviendo á las salmantinas rurales, diré que, más que sus refajos
amarillos y sus pañuelos en la cabeza (_toilette_ frecuente en España),
llamó nuestra atención una manta larga y angosta de mucho abrigo y
vivísimos colores, que llevaban sobre los hombros y luego cruzada sobre
el pecho. Esta especie de _schal_ oriental se llama la _sayaguesa_,
porque proviene del pueblo de Sayago, en la limítrofe provincia de
Zamora.

Las salmantinas tienen renombre de guapas y valientes.--Lo primero puedo
asegurarlo: en la _Plaza de las Verduras_ había más de una refajona que
nada habría perdido en aligerarse de tres ó cuatro arrobas de lana. Por
lo que toca á su valentía, ya Plutarco la calificó de heroica, al citar
el denuedo con que libertaron á sus padres, hermanos y maridos, presos
en poder de Aníbal, y yo debo añadir que hechos posteriores, y aun de
este siglo, demuestran que las matronas del Tormes no han degenerado de
su antigua pujanza.--Pero no se deduzca de este párrafo que á mí me
gustan las mujeres valientes: yo creo (ó _creía_, cuando pensaba en
estas cosas) que uno de los mayores encantos de las hembras es la
pusilanimidad.

Y basta ya de verduleras.

* * *

Desde el Mercado nos dirigimos, dando un rodeo, hacia la _Calle de la
Rúa_, cuyo anticuado aspecto habíamos oído celebrar mucho; pero, antes,
al pasar por cierta solitaria plazuela, tuvimos que hacer otra parada
para contemplar á dos notabilísimos personajes que, rodeados de gran
número de bestias y de montones de costales llenos y vacíos, contaban
dinero á la puerta de una vetusta casa, como si en ella acabasen de
comprar ó de vender trigo, cebada, maíz ó cosa tal.

Eran dos _charros_, quieto decir, eran dos soberbios ejemplares de la
más peregrina singularidad social é indumentaria de esta tierra. Eran
dos hombres colosales, hermosos, con aire de muy ricos, vestidos
suntuosísimamente, con chaqueta y calzón corto de terciopelo negro y
chaleco de raso azul, todo ello muy adornado de gruesos y pomposos
botones de plata, y con unas camisas tan bordadas, rizadas y llenas de
primores, que cada pechera representaba el trabajo de seis años de una
comunidad de monjas.--Cualquiera de aquellos dos arrogantes y
espléndidos rústicos habría sido llamado con razón _El Rey de los
Tíos_..... Y, en efecto, por su corpulencia, por su lujo y por su
inocente y cómica ufanía, había en ellos mucho del pavo _real_.

La _Baronesa del Zurguén_ nos dijo que eran dos _charros_ de primera, y
que debían de proceder del campo de Ciudad-Rodrigo, tierra clásica de
tales prójimos nuestros.--En Salamanca los hay también. Casi todos los
labradores de la Puerta de Zamora visten de charro, con más ó menos
ostentación, y en el Ayuntamiento de la aristocrática ciudad del Tormes
hay _siempre_ un concejal de tal clase, con su traje y todo.--Los ya
dichos _clásicos_ del campo de Ciudad-Rodrigo se hablan de _vos_ muy
formalmente.

El mismo Losada nos invitó entonces á llegarnos á su casa, que no estaba
lejos, y nos enseñó un traje completo de _charra_, cuidadosamente
guardado en antiquísimo cofre, y causáronnos asombro el lujo y el gusto,
verdaderamente regios, de aquellas vestiduras. Paños, terciopelos y
rasos, recamados y bordados de oro con tanta gracia como profusión;
encajes, tules, preciosas cintas, ricas joyas y otros accesorios de gran
mérito y coste componían aquel raro uniforme femenino, que me recordó
los trajes que las judías ricas sacaban á relucir los sábados en Tetuán.

Y, á propósito, ¿qué son los _charros_?--¿No se diferencian del resto de
los españoles más que en la ropa? ¿Constituyen raza aparte? ¿Tienen
alguna organización social íntima y secreta?--Yo no lo sé, ni me he
acordado de preguntarlo en Madrid á personas más leídas ó instruídas que
yo. Pero es cosa que debe de constar en muchos libros.....--Ya lo
averiguaré con el tiempo; y, si no, me moriré con esta dulce ignorancia,
que tanto campo deja á las suposiciones de mi fantasía.

* * *

En el ínterin, y no sin grande emoción, seguíamos marchando hacia la
veneranda _Universidad_, que, como todos sabéis, es una de las mayores
glorias de España.

Pero, antes de darle vista, aun nos detuvimos un poco en la _Calle de la
Rúa_, digna por todo extremo de su renombre.--Yo no recuerdo haber
pasado en pueblo alguno por calle que tenga tanto carácter de
autenticidad secular; donde tan íntegros é intactos se vean los antiguos
usos y costumbres; donde tan viva y patente se toque la España de la
Edad Media, no ya representada por mudos monumentos ni aislados
edificios, sino por las tiendas y por los talleres que siguen abiertos
al público; por las mercancías que en ellos se venden ó se elaboran; por
la disposición de sus escaparates, mostradores y armarios; por las
industrias allí fehacientes; por todas las casas, sin excepción alguna,
desde las de aspecto señorial hasta las más humildes y vulgares; por sus
vidrieras, visillos, cortinas, esteras y zarzos; por los muebles en
activo servicio que se columbran en algunas salas bajas; por el color,
el empedrado y hasta los transeuntes de la misma calle; por todo, en
fin, lo que es su estado presente, su movimiento actual, su existencia
social de hoy.....

Abundaban en aquella calle las tiendas de filigranas de plata y oro,
trabajadas éstas del propio modo que en tiempos de la Reina Católica, y
había también bastantes librerías.....--¡Librerías en Salamanca! ¡Era de
esperar! Estábamos en la patria del saber.....--Pero ¡ay! ya dista mucho
el comercio de libros de Salamanca de lo que fué antiguamente..... Yo he
leído que, cuando el famoso D. Antonio Agustín era estudiante (él mismo
lo refiere), había en la ciudad 52 imprentas y 84 librerías.

En todo lo demás, nosotros cogíamos intacta y con el polvo de los siglos
la decrépita _Calle de la Rúa_. Y no sólo aquella calle, sino el resto
de Salamanca; pues es de advertir que éramos sus primeros visitadores
después de la inauguración del ferrocarril, á que asistieron S. M. el
Rey y su comitiva..... Aun no se había profanado nada por insustanciales
curiosos; aun no se había alineado, revocado ni _hermoseado_ cosa
alguna, defiriendo á las críticas de los doctores madrileños de ornato
público á la moderna; aun Salamanca era Salamanca.....--¡Quiera Dios que
continúe así todavía!

Pero basta ya de humoradas y de bromas.--Descubrámonos y saludemos.....
Hemos llegado á la _Universidad_.

* * *

Más que un edificio, la _Universidad_ de Salamanca es un barrio de la
ciudad.

Altas y simétricas construcciones, de varia y magnífica arquitectura,
forman tres lados de una extensa plaza cuadrilonga. Todos aquellos
nobles alcázares dependen de la _Universidad_ propiamente dicha, cuyo
gran palacio, separado de los demás por el angosto paso de una calle,
ocupa el cuarto lado y preside majestuosamente aquel Foro de las
ciencias.

Pálido y débil, comparado con la realidad, será siempre cuanto se diga
en elogio de la bellísima fachada del Capitolio de la
sabiduría.--Hállase labrada en el más primoroso y delicado estilo del
Renacimiento, y parece una enorme filigrana calada en piedra por los
plateros de la calle de la Rúa, parece un trabajo chino de marfil,
parece la mística puerta de algún lugar santo. Benvenuto Cellini se
hubiera enorgullecido de cincelar en oro una creación semejante. Los
árabes que bordaron la Alhambra habrían declarado también que sus
mejores templetes y camarines no excedían en finura, suntuosidad é
idealismo á tal maravilla del arte cristiano.

Gloria de los Reyes Católicos es aquella página de piedra, y así lo
pregonan los _bustos_ de Fernando y de Isabel que ocupan un gran
medallón sobre la puerta principal; así lo confirma el venerable escudo
de sus armas, y así lo reza terminantemente una leyenda ó rótulo, que
dice en griego: «_Los Reyes á la Universidad, y la Universidad á los
Reyes_.»

En los amplios muros de los otros edificios que forman la plaza, esto
es, en las paredes de las vastas y monumentales dependencias
universitarias del Hospital de Santo Tomás para el socorro de
estudiantes pobres, y de las Escuelas Menores ó _Instituto_ (cuya linda
fachada es plateresca), vense, desde el suelo hasta muy grande altura,
los infalibles, clásicos letreros encarnados y los tradicionales
_vitores_ en abreviatura que escribió el entusiasmo estudiantil, en
siglos ya pasados, con motivo de tales ó cuales reñidas oposiciones.....

Al leerlos, parecíame estar en aquellos tiempos de ruidosísimas
controversias escolásticas, cuyo estrépito llenaba toda la nación,
preocupando y agitando lo mismo á los eclesiásticos que á los seglares,
así á los plebeyos como á los nobles y á los mismos Reyes; y aun
recordaba que en mi niñez figuré en algún bando de seminaristas en pro ó
en contra de este ó aquel opositor, y escribí también con almagre
rótulos como aquéllos.....--¡Ay! pasó ya la boga y la importancia de
tales lizas, como antes habían pasado las justas y los torneos, y como
pasarán sin duda alguna, cuando les llegue su hora, estas empeñadas
luchas electorales y parlamentarias que hoy apasionan tanto á los
pueblos..... Lo que nunca pasará ni cambiará es el fondo de las cosas
humanas, que siempre resulta el mismo: ¡vanidad y discordia con
diferentes nombres ó pretextos!

En medio de aquella plaza, compás ó patio, y dando frente á la
_Universidad_, álzase desde la primavera de 1868 la _Estatua de Fray
Luis de León_, discípulo que fué y luego catedrático, de aquel emporio
del saber.--Por ninguna parte se veía alma viviente. No sé si á causa de
la festividad del día, ó de ser la una de la tarde, ni fuera ni dentro
de la _Universidad_ (según vimos después) había nadie que turbara el
religioso silencio y melancólica soledad de tan venerandos sitios.....

Nosotros nos sentamos al pie de la estatua, y nos pusimos á recapacitar
en la historia y en la grandeza de cuanto teníamos ante la
vista.--Nuestra emoción era verdadera, profunda, unánime, y, por lo
tanto, silenciosa..... Únicamente oíamos, ó creíamos oir, sobre nuestra
cabeza, una gran voz, la voz de Fray Luis, que repetía con dulce y
formidable acento, como al salir de la prisión:

«_Decíamos ayer_.....»

* * *

No intentaré en manera alguna contar la historia ni hacer la descripción
de la _Universidad_ salmantina. Semejante empeño requeriría un tomo en
folio. Diré solamente las cosas de más bulto, tal y como vayan
presentándose á mi memoria.

Fundó la _Universidad_ Alfonso XI, rey de León, padre de San Fernando.

Durante mucho tiempo estuvo albergada (¡significativa hospitalidad!) en
la _Catedral Vieja_; pero reinando Alfonso XI se emancipó de la
dirección del Obispo de Salamanca y se hizo _pontificia_. Es decir, que
desde entonces el Papa fué el verdadero _Rector_; teniendo en ella por
Delegado al Maestrescuela de la Catedral, á cuya dignidad iba anejo el
cargo de Cancelario de la Universidad. Este era quien confería los
grados y ejercía el juzgado eclesiástico y civil-escolástico, con
autoridad real y pontificia. El Rector no era más que el Jefe
administrativo y económico del Establecimiento.

Llegó á contar, por término medio, unos ocho mil estudiantes, y aun
recuerdo haber leído que, en algunas matrículas, éstos ascendieron á
doce mil.

En 1569 las Cátedras eran setenta: diez de Cánones, diez de Leyes, siete
de Medicina, siete de Teología, once de Filosofía, una de Astrología,
una de Música, una de lengua Caldea, una de Hebreo, cuatro de Griego y
diez y siete de Retórica y Gramática.

Allí hubo estudiantes de todas las naciones, y muy principalmente
ingleses é irlandeses católicos, después que abrazó la Reforma Enrique
VIII.--De esta última tierra no falta aún en Salamanca un contingente
fijo de escolares, como veremos después al hablar del _Colegio de
Irlandeses_.

En la Universidad de Salamanca explicaron maestros tan insignes como
Nebrija, Fray Luis de León, Melchor Cano, el Brocense, Fray Domingo
Soto, Covarrubias, etc., y aprendieron los santos siguientes: San Juan
de Sahagún, Santo Tomás de Villanueva, Santo Toribio de Mogrovejo, San
Juan de la Cruz, San Pedro Bautista, San Miguel de los Santos y el Beato
Juan de Rivera. Cursaron también en aquellas aulas los grandes
fundadores Diego de Anaya y el Cardenal Jiménez de Cisneros, los
célebres historiadores D. Diego Hurtado de Mendoza, Bartolomé de las
Casas, Zurita, Nicolás Antonio y Ambrosio de Morales, el famoso
conquistador Hernán Cortés, los sabios escritores Arias Montano, D.
Antonio Agustín, Chumacero y Saavedra Fajardo, y los insignes literatos
y poetas Cervantes, Villegas, Meléndez Valdés, Iglesias, Jovellanos,
Cienfuegos, Quintana y D. Juan Nicasio Gallego.

Confundida desde hace mucho tiempo la _Universidad_ con la Catedral, los
Doctores tienen asiento en el coro, y los Canónigos en los actos
universitarios.

A fines del reinado de Felipe II, esto es, en lo más cerrado del
absolutismo, todavía se proveían las Cátedras á pluralidad de votos de
los estudiantes de la respectiva asignatura, é igual procedimiento
democrático se empleaba para la elección de Consiliarios.

En la _Capilla Pontificia_ de la Universidad no se pedía, ni se pide
hoy, por el Obispo, sino por el Papa y por los Doctores del
Establecimiento.

Cada nuevo Papa dirigía á la _Universidad_ salmantina una carta
especial, participándole su elección; y cuando había en Castilla nuevo
Rey, la _Universidad_, en vez de enviarle Procuradores que le prestasen
pleito homenaje, se reunía como en Cortes, por su propia cuenta, y le
juraba fidelidad directamente.

En el claustro de las antiguas _Escuelas Mayores_ vimos una leyenda en
que se dice que, «congregados por Alfonso X (el Sabio) los varones más
doctos de aquella Academia, se consiguió por último concluir las _Leyes
Patrias_ (Las Siete Partidas) y las _Tablas Astronómicas_.»

La Universidad tenía muchos locales ó sucursales en la ciudad, con el
nombre de _Colegios incorporados_. Entre ellos se contaban cuatro
_Mayores_, cuatro _Militares_ (de las Órdenes de San Juan, Santiago,
Calatrava y Alcántara), veintiún _Menores_ y dos _Seminarios_. Casi
todos ellos ocupaban soberbios edificios monumentales con muchas
dependencias.--¡Es decir, que toda Salamanca era Universidad, y lo es
todavía, y lo será siempre en la mente de las generaciones, como Toledo
es su catedral, y Granada su Alhambra, y cada ciudad aquello que le dió
vida y grandeza y á cuya sombra amiga nacieron y prosperaron los demás
elementos de su esplendor y poderío!

«_Tesoro de donde proveía á sus reinos de gobierno y de justicia_»,
llamó Carlos V á la _Universidad_ de Salamanca;--y eso que Carlos V fué
más europeo que español.

* * *

Después de contemplar y conmemorar todas estas cosas, sentados al pie de
la estatua de Fray Luis de León, penetramos al fin en la _Universidad_,
y recorrimos con profundo respeto aquellos antiguos claustros, donde se
pasearon, en la alegre edad de su adolescencia, tantos y tantos hombres
ilustres.

Admiramos los magníficos _artesanados_ de aquellos techos. Visitamos la
_Capilla pontificia_, y en ella _adoramos_ los _restos de Fray Luis de
León_, encontrados hace doce años en las ruinas de su convento de San
Agustín (de que ya sólo queda el sitio en la ciudad del Tormes), y
guardados hoy en decorosa urna de mármoles blanco y negro, que ocupa una
hornacina de dicha capilla.--Y del propio modo, ó sea con igual
veneración que ya habíamos visto la _estatua_ y la _tumba_ del gran
maestro, vimos después su _aula_ y su _cátedra_.....

El _aula_ tiene los mismos bancos de tosco pino en que se sentaron los
discípulos de Fray Luis. Dichos bancos se reducen á una viga sin alisar,
para asiento, y otra por delante para apoyar el libro. Estas segundas
vigas están muy labradas por los cortaplumas de los estudiantes, que han
tallado en ellas, durante siglos, iniciales, fechas, cruces y
caricaturas.

La _cátedra_ es también de pino viejo; pero no nos pareció contemporánea
del autor de la _Profecía del Tajo_, sino mucho más moderna.--De
cualquier modo, en aquel paraje fué donde exclamó: «_Decíamos
ayer_.....» al reanudar, después de largos años de cautiverio, sus
lecciones de Teología y de Literatura Sagrada.

Mucho hablamos allí y muchísimo más nos quedó que hablar acerca del
célebre agustino, de sus inspiradas poesías, de sus hermosos escritos en
prosa, del error en que se estuvo mucho tiempo creyéndolo hijo de
Granada, por haberlo confundido con el otro insigne Fray Luis, y del
excelente drama del segundo Marqués de Gerona, titulado _Fray Luis de
León_.....

--Pero ya se había concluído el besamanos; eran las dos, y decidimos ir
á buscar, sin pérdida de tiempo, al amigo Frontaura, al festivo autor de
_El Caballero particular_, al ingenioso director de _El Cascabel_, al
muy bien conceptuado Gobernador de Salamanca, que nada sabría (tal
ilusión nos halagaba por lo menos) de nuestra estancia en la capital de
sus dominios.


IX

LAS DOS CATEDRALES.--EL CONVENTO DE SANTO DOMINGO.--EL TORMES.--LA
ARCADIA SALMANTINA.--UNA VISITA A LA ANTIGUA ESPAÑOLA.

¡Maldición! (como diría un poeta romántico).

¡Frontaura lo sabía todo, y sus polizontes nos buscaban por Salamanca
hacía ya dos horas!

Grande fué el regocijo del famoso escritor al encontrarse con gente
madrileña. En seguida resignó el mando, por decirlo así, y se agregó á
nuestra correría artístico-poética, cuya dirección en jefe llevaba
Losada.

Estuvimos, pues, juntos toda la tarde, y juntos anduvimos más de dos
leguas por templos, calles y plazas..... y hasta por el campo, á pesar
del mucho frío que había vuelto.--(Y, á propósito de frío, diré que los
vientos dominantes en Salamanca son el Norte y el Poniente, y la
enfermedad más común la tisis.)

Primero fuimos á la _Catedral Nueva_, que nos pareció muy hermosa,
aunque no comparable (perdonen los salmantinos) con la de Toledo, con la
de Sevilla, ni con la de Burgos.--Es del período _flamboyant_ del
gótico, y lo que le falta en severidad y unción mística lo tiene en lujo
de primorosos adornos..... Todos convienen en que, no obstante sus
líneas ojivales, pertenece al Renacimiento por la ornamentación.

Centenares de estatuas adornan sus fachadas: las agujas pasan de
doscientas. El conjunto resulta grandioso.

La fachada de Poniente es la más bella, y la _Puerta de Ramos_
notabilísima. Su _mediorelieve_ central, tan reproducido por el grabado
y la fotografía, y que representa la _Entrada de Jesús en Jerusalén_,
merece el nombre de prodigio artístico.--Por lo demás, todas las
fachadas de este bien situado templo presentan ventajosas perspectivas,
que hacen crecer su hermosura y su importancia. La cúpula es
atrevidísima, cuanto resulta fea y abrumadora la descompasada torre.

La _Catedral Nueva_, comenzada en 1513, no se terminó hasta 1733, y eso
que corría mucha prisa acabarla, visto que no cabían decorosamente en la
_Catedral Vieja_ los 65 prebendados, 25 capellanes, 24 niños de coro y
12 acólitos que asistían á los oficios cotidianos.

Dibujó la obra y construyó la parte principal de ella el célebre Juan
Gil de Ontañón.

Por dentro, la Catedral es esbelta y elegante, aunque el coro estorba
mucho para enfilar sus naves con la vista.--En cuanto á las pinturas,
sepulcros, verjas y otros preciosos pormenores que la adornan, su
enumeración sería interminable. Sólo llamaré la atención hacia los
_cuadros_ del pintor salmantino Fernando Gallegos, que es la
especialidad pictórica de esta ciudad, y recomendaré muy especialmente
que se visite, en la capilla del Carmen, no por su mérito artístico,
sino por devoción histórica, el _Sepulcro del Obispo Visquio_ (de quien
hablaré muy luego), y que se procure ver _El Cristo de las batallas_,
que este Prelado llevaba en la guerra, y _El Cristo chico del Cid_,
venerandos objetos que no se contemplan sin grande emoción.

* * *

Pero ¿qué es la _Catedral Nueva_ comparada con la _Catedral Vieja_?

Entre las notas y apuntaciones que llevábamos de Madrid, había una de
cierto distinguido académico de Bellas Artes, que decía
así:--«Recomiendo á ustedes en Salamanca la _Catedral Vieja_ (bizantina
de veras, y no de pega), con su soberbio retablo _cinquecento_, de un
cierto Nicolás Florentino, de quien no tuvo noticias Ceán Bermúdez; con
sus magníficos sepulcros del mismo siglo, de _escultura pintada_, y con
preciosas tablas de Fernando Gallegos en el claustro.»

Razón tenía el académico. No bien fijamos los ojos en la _Catedral
Vieja_, los cuatro expedicionarios convinimos en que ella, la portada de
la _Universidad_ y la _Casa de las Conchas_ eran lo mejor que hasta
entonces habíamos visto en Salamanca, y que cualquiera de estos
monumentos valía todas las molestias del viaje.--Por lo demás, en parte
alguna habíamos encontrado un ejemplar tan puro y tan bien conservado de
arquitectura bizantina como el exterior de aquella vetusta Catedral.....

Pero procedamos con orden, y digamos primero algo de su grande historia.

En 1098, el conde _francés_ D. Ramón de Borgoña, casado con nuestra
reina D.ª Urraca, y el Obispo, también _francés_, D. Jerónimo Visquio,
procedente del Monasterio de Cluny (muy amigo del Cid, por más señas, y
de su confesor el Arzobispo D. Bernardo), trajeron artistas de Italia y
Francia y emprendieron la construcción de este templo, cimiento y base
de la grandeza monumental de Salamanca.

(¡Bien hubieran podido los _franceses_ de 1808 haberse acordado de esto,
y no destruir, como destruyeron, en la ciudad del Tormes multitud de
obras de arte!)

Según las noticias que he podido reunir, entre dichos artistas figuraban
el navarro Alvar García, el francés Casandro Romano y el italiano Florín
de Pontuerga; mas no se sabe á punto fijo quiénes continuaron la obra,
aunque se conjetura que serían también extranjeros de la escuela de
Cluny, pues el arte no llegó por entonces en España al grado de madurez
que denota la _Catedral Vieja_.

La construcción duró un siglo.--Hoy sólo queda parte de ella..... El
resto se destruyó para edificar la _Catedral Nueva_ (!); pero dicha
parte hace formar completo juicio de todo lo que allí hubo.

El exterior tiene algo de fortaleza; y, en efecto, á esta Catedral se
dió el nombre de _la Fuerte_. Las bóvedas, cubiertas por fuera de
escamas; los muros, coronados de almenas, y los cubos de sus ángulos,
revestidos con capacetes escamados también, hicieron decir que parecía
un guerrero armado de todas armas. Su agudo cimborio es el yelmo, y el
gallo de la veleta le sirve de cimera y de penacho.

En el _interior_ de tan ruda fábrica hállanse todas las delicadezas del
sentimiento. (Lo mismo acontecía con los férreos paladines de aquella
edad).--Allí hay sepulcros finísimos góticos, llenos de exquisitas
labores; allí místicas pinturas del Renacimiento, ó sea de cuando el
Renacimiento no era todavía pagano; allí santos sobre los capiteles;
allí preciosos trípticos; allí un claustro digno de la ciudad de Pisa.
Allí se ve también el retablo de Nicolás Florentino que nos recomendó el
académico, con treinta y tantos cuadros de la _Vida de Jesús_ (y su
fecha de 1442). Y allí, por último, sobre el dicho retablo, en el
_cascarón_ de la bóveda, hay un _Juicio final_, verdaderamente dantesco,
que parece concebido por Giotto. ¡Aquel grupo de resucitados blancos que
sube hacia _la diestra del Dios Padre_, y aquel otro grupo de
resucitados negros que marcha lúgubremente por la siniestra, son
interesantes y bellos hasta lo sumo para los que en el arte buscamos
algo más que forma ó postura académica y realidad anatómica!

De lo dicho se infiere que la _Catedral Vieja_ (tan genuinamente
bizantina por fuera, como se nos había dicho) tiene _por dentro_ muchos
perfiles góticos: y ahora añado que esto no ocurre sólo en sus
accesorios postizos, sino también en la estructura misma de miembros
principalísimos de su fábrica. Por todas partes apunta allí lo ojival y
hasta lo latino del Renacimiento. Vense además pilastras cuadradas,
_románicas_ y no _bizantinas_, mezcladas con columnas, formando grupos
híbridos sobre basas redondas y sosteniendo indistintamente arcos ú
ojivas, lo cual me pareció muy expresivo y simbólico, dado que trajo á
mi imaginación aquellos siglos de la Iglesia en que el Oriente y el
Occidente estaban del propio modo confundidos en el sentimiento
cristiano.

Entre los notabilísimos _sepulcros_ que guarda todavía la parte
subsistente de la Catedral, no figuran ni el de D. Ramón de Borgoña ni
el del Obispo Visquio.--El de éste se trasladó á la Catedral Nueva,
según ya dije, con otras muchas curiosidades ó maravillas de la Vieja.
(Afortunadamente, una Catedral linda con la otra y se hallan en
comunicación.)--El sepulcro del esposo de D.ª Urraca no estuvo nunca en
Salamanca, sino meramente un cenotafio. Sus cenizas descansan en la
Catedral de Santiago de Galicia.

En cambio, otros muchos muertos ilustres duermen el sueño eterno en el
antiquísimo templo salmantino, donde se ven tendidas sobre magníficas
tumbas sus calladas estatuas, ora dentro de hornacinas labradas en el
espesor de los muros, ora en medio de suntuosas capillas.--Y ¡cosa rara!
entre las más humildes lápidas hallamos la de una _Princesa Mandalfa ó
Mafalda_, hija de Alonso VIII, más célebre como muerta que como viva, ó
sea más famosa como estatua que como mujer, á lo menos para mí, que ni
siquiera recordaba haber leído antes su dudoso nombre.....--Hoy, empero,
he vuelto á registrar la Historia, y sé ya, y no olvidaré nunca, lo
mismo que dice el epitafio; esto es: que la tal Princesa murió «_por
casar_», ó, hablando menos equívocamente, soltera.

Mucho más que este sepulcro me interesó otro que vimos en la _Capilla de
los Anayas_ ó de _San Bartolomé_.--Duermen juntos sobre él un caballero
y su esposa. Él viste de guerrero, con cierto elegantísimo tocado
morisco, la armadura ricamente labrada, el casco á los pies y la espada
en la mano. Ella está amortajada de beata, con muy rizada toca en la
cabeza, y calzada con unos raros zapatos altos, de aristocrática
hechura. El rostro del caballero es noble y adusto, y el de ella plácido
y hermoso como el amor en paz. Llaman también la atención por su
delicadeza las manos de la dama, y, por sus exquisitas labores, la
lujosa almohada en que reposa la cabeza del marido. La almohada de ella
es más severa y humilde, cual correspondía á su piadosa mortaja.

Carece de epitafio este sepulcro; pero los empeñados en saberlo todo
conjeturan que aquellos personajes deben de ser un D. Gabriel de Anaya,
que murió en América, y su mujer D.ª Ana, que finó sus días en un
convento.

Yo no digo que sí ni que no[10]. Lo único que puedo asegurar es que--no
sé por qué..... (sin duda porque mi ánimo se hallase dispuesto aquella
mañana á la melancolía)--estuve largo tiempo contemplando aquel
matrimonio yacente, aquellos cónyuges de piedra, aquellos _muertos
inmortales_, y sentí en mi corazón congojas de lástima, tumultos de
miedo y palpitaciones de envidia, todo ello junto y confundido, no
obstante lo contradictorio de tales emociones.--¡Hay que ver aquel
tálamo! ¡Hay que verlo, y hay que pensar, con los ojos fijos en aquellas
mudas y al parecer insensibles estatuas, en que es imposible que ninguna
de ellas haya pasado siglos y siglos sin darse cuenta de que la otra
duerme á su lado!--¡En alguna parte estarán las almas de los que fueron
consortes, y desde dondequiera que estén, irán á dar vida y conciencia á
aquellos mármoles para que se complazcan en su perdurable unión!--¡Pues
qué! ¿Ha de ser más constante una ficción de piedra que la fe conyugal
que simboliza? ¿Ha de ignorar el espíritu lo que está repitiendo á todas
horas la materia? ¿Ha de poder una escultura más que un alma? ¿Ha de
superar el Arte á la Naturaleza? ¿Ha de vivir la mentira más que la
realidad?--¡Oh desventura! ¡Seguir juntos después de haberse amado
tanto, seguir juntos, y no saberlo!.....--¡No puede ser! ¡No puede ser!

* * *

La _Catedral Vieja_ es la abuela de Salamanca, como la Universidad es su
madre. Digo más: la _Catedral Vieja_ es la venerable ejecutoria, el arca
santa de tantísimos timbres y blasones..... Su antiguo _Claustro_, que
infunde profundísima reverencia, fué cuna de los estudios salmantinos.
Allí se ve la célebre _Capilla de Santa Bárbara_, donde, hasta hace cosa
de cuarenta ó cincuenta años, se conferían los Grados Mayores. Allí está
la _Capilla del Doctor Talavera_, donde se conserva, como en Toledo, el
Rito mozárabe, y se guarda la _pila_ en que fué bautizado Alfonso XI.
Allí está la _Capilla del Canto_, donde se celebraron Concilios, y la
histórica Sala en que se reunieron Cortes, y el aposento en que quince
Obispos juzgaron y absolvieron á los poderosos
Templarios.....--¡Paréceme que no puede ser más gloriosa la historia de
la insigne Abuela!

En aquel mismo _Claustro_ hay centenares de sepulcros de canónigos, ora
empotrados en las paredes, ora embutidos en el suelo, ora formando las
jambas de las puertas, ora colgados cerca de las altas bóvedas.--¡Son
los Cabildos que han precedido al actual desde el siglo XII inclusive!
Es decir, son dos mil Canónigos muertos, cuyo volumen ha ido achicando
el tiempo gradualmente, para que nunca falte allí acomodo á un cadáver
más..... de un Canónigo menos.

También hay en el _Claustro_ pinturas muy notables en tabla, debidas las
mejores de ellas á Fernando Gallegos.--En las cuatro mencionadas
_Capillas_ vense asimismo excelentes cuadros y magníficos sepulcros. El
más suntuoso entre éstos es el que, en la _Capilla de Santa Bárbara_,
ocupa el célebre Obispo D. JUAN LUCERO, aquel que tanto sonó en las
disensiones matrimoniales de D. Pedro _el Cruel_, por haber autorizado
el repudio de doña Blanca de Borbón y casado al Monarca con D.ª Juana de
Castro. El sepulcro se alza en medio de la capilla, es de mármol blanco,
y sirve de lecho á una buena estatua del Obispo, revestido de
pontifical. Compite en grandeza con este monumento fúnebre el sepulcro
de D. DIEGO DE ANAYA, Arzobispo que fué de Sevilla y fundador de la
capilla ó pequeña iglesia de los Anayas, que ya hemos mencionado, y del
gran Colegio de San Bartolomé.--Su Excelencia duerme en una cama
imperial de mármol blanco, sostenida en los lomos de ocho leones, y
adornada de primorosas esculturas. La verja de hierro que hay alrededor
del mausoleo vale cuanto pudiera pesar y valer siendo de plata.

Pero no acabaría nunca si hubiese de describir minuciosamente todo lo
que acude á mi memoria.--Doy, pues, aquí punto, recomendando vivamente á
cuantos vayan á Salamanca aquel Panteón, aquel Museo, aquel Libro de
Historia que se llama la _Catedral Vieja_.

* * *

Fuera ya de ambas Catedrales, las contemplamos todavía largo tiempo y á
cierta distancia, admirando el grandioso golpe de vista que ofrecen
juntas y como en anfiteatro sobre la colina en que se asientan. Parece
aquello una montaña arquitectónica, como las labradas por los indios del
Himalaya.--Al propio tiempo veíamos en otros lados y en vasto panorama
el enorme _Colegio de San Bartolomé_ (hoy Gobierno civil), con su
gigantesco pórtico greco-romano; la suntuosa _Iglesia de Santo Domingo_,
dominando gallardamente otra colina y reflejando la luz del sol en su
cúpula cuadrada y roja; la cúpula y las torres de _los Jesuítas_; la
gran mole de la _Universidad_, y otros colosales edificios de
piedra.--¡Era un cuadro verdaderamente cesáreo, de olímpica
grandiosidad!..... Era una nueva justificación del dictado de _Roma la
Chica_ que lleva Salamanca.

Porque debo advertir que aquella augusta decoración, en su magnífico y
vistoso conjunto, no tenía carácter gótico, castellano ni leonés, bien
que algunos de sus componentes fueran del estilo ojival. ¡Salamanca es
la única ciudad del Norte y del Oeste de España que ostenta dignamente
el esplendor imperial austriaco, de que tan soberana muestra quedó en el
Alcázar de Toledo!--Y esto sin perjuicio de tener otros aspectos
diferentes, como ya hemos notado al examinar sus calles de la Edad Media
y sus templos y palacios góticos ó platerescos.....--¡Salamanca es
multiforme!

Ejemplo de esta variedad de sus formas:--Por darnos gusto á los que
deseábamos contemplar, no sólo monumentos artísticos, sino también
cuadros poéticos, la expedición se trasladó desde aquel pasaje de tan
majestuosa perspectiva, á otro lado de los _barrios muertos_ de la
ciudad, bastándonos para ello andar muy pocos pasos. Nos encontramos,
pues, de pronto en unas plazuelas y calles completamente solas (_calle
del Silencio_ se llamaba una de ellas), donde no vivía nadie ni parecía
haber corrido el tiempo desde el siglo XV.

Aquélla era, en verdad, la Salamanca fantástica que recorrió el _D.
Félix de Montemar_ de Espronceda, cuando iba en pos del blanco espectro
de _Doña Elvira_.....

      Cruzan tristes calles,
    Plazas solitarias,
    Arruinados muros.....
    Etc., etc.

Aquellos eran los campanarios que lo seguían, agitando sus esquilones,

    Como mulas de alquiler
    Andando con campanillas.....

Y allí estaba el Cristo cuya mortecina luz reflejó en el ensangrentado
acero del Estudiante.....

Mientras yo pensaba todo esto, nuestros bondadosos guías nos enseñaban
la casa, hoy muda, donde falleció en 1842 el célebre compositor Doyagüe,
último catedrático de Música de Salamanca, cuyos restos fueron
trasladados á Madrid y paseados por las calles, de orden del inolvidable
Ruiz Zorrilla, con destino al _Panteón Nacional_.....

Y á propósito: aquellos y otros huesos de hombres insignes están
todavía, á la hora presente, arrinconados é insepultos en San Francisco
el Grande, sin que nadie piense ya en construir tal Panteón.....--¿No
habrá un alma caritativa que haga la _obra de misericordia_ de _enterrar
á los muertos_, ó sea de volver á enviar las cenizas de dichos varones
ilustres á las sepulturas en que esperaban tranquilamente la trompeta
del Juicio Final cuando fué á despertarlos el himno de Riego?

* * *

Del barrio sin gente en que vivió Doyagüe saltamos al _Convento de Santo
Domingo_, ó sea á _San Esteban_ (que ambos nombres tiene aquel
renombrado monumento), y digo «_saltamos_», porque _Santo Domingo_ se
alza en otra colina, frente por frente de la que acabábamos de recorrer.

Nada más vistoso que la perspectiva de aquella gran casa de los
opulentos Dominicos. Su fachada, recargadísima de adornos, marca la
transición del gótico al plateresco, y luce todas las galas y fantasías
de este singular estilo, medio gentil y medio cristiano.

Muchísimo que admirar nos ofrecieron también el _interior_ del templo,
su _sacristía_, y, sobre todo, el _claustro_, obra magistral del mismo
período del Renacimiento, restaurada modernamente; pero no fatigaré aquí
á mis lectores con nuevas descripciones arquitectónicas, pues basta por
hoy á mi objeto recomendarles que no dejen de estudiar muy despacio á
_Santo Domingo_ el día que visiten á Salamanca.--Conque vamos á otra
cosa.

En este convento estuvo preso tres días San Ignacio de Loyola, y luego
veintidós en la cárcel, todo ello siendo estudiante y seglar, hasta que
se examinaron y absolvieron por varones doctos algunas doctrinas, que al
principio parecían heréticas, del que había de acabar siendo fundador
de la Compañía de Jesús y santo canonizado por la Iglesia.....

Cupo, en cambio, á este mismo convento (según la tradición y según
muchos libros, que algunos crueles eruditos comienzan ya á
desmentir.....) la alta gloria de albergar á Cristóbal Colón el invierno
de 1486 á 1487, con motivo de hallarse también en Salamanca los Reyes
Católicos.--_Sala de Colón_ se llama todavía (¡y con qué profundo
respeto la visitamos nosotros!) aquella en que se dice fué escuchado el
ilustre genovés por los Padres Dominicos y por varios Doctores de la
Universidad, los cuales (especialmente los primeros) se entusiasmaron
mucho oyéndole, y lo alentaron con su protección más decidida, que le
valió al cabo la del Maestro Fr. Diego de Deza, «_al cual y al Convento
de San Esteban ó de Santo Domingo de Salamanca_ (son palabras del mismo
Colón transmitidas por Fr. Bartolomé de las Casas) _debieron los Reyes
Católicos las Indias_».--Por eso (concluyen diciendo la tradición y los
libros en que yo todavía creo) el gran navegante puso el nombre de
_Santo Domingo_ á la segunda isla que descubrió, como homenaje de
gratitud al varón sabio y á la insigne Orden que más protegieron su
empresa.--Tiempo es ya, por tanto (agrego yo), de que los poetas
liberales reparemos bien en lo que decimos cuando se nos ocurra hablar
de los frailes y doctores de Salamanca con referencia al sublime
proyecto de Cristóbal Colón..... ¡La fantasía no debe llegar hasta el
falso testimonio!

Por último: el _Convento de San Esteban ó de Santo Domingo_ encierra,
entre otros grandes recuerdos, la sepultura del eminente _Padre Soto_,
que tanto lució en el Concilio de Trento.

Y este fué el tema constante de nuestra conversación, en tanto que
visitábamos el _Museo Provincial_, establecido hoy allí por la muy
celosa y entendida Comisión de Monumentos salmantina, digna de disponer
de más fondos.....

* * *

Desde _Santo Domingo_ bajamos hacia el río _Tormes_, pasando por un
barrio en ruinas, en el cual hubo, hasta los tiempos de Enrique IV, un
antiquísimo _Alcázar Regio_, que los monárquicos salmantinos de entonces
juzgaron oportuno destruir, _con anuencia del mismo Rey_, para que no lo
ocupasen los rebelados nobles.--En aquella parte de la ciudad estuvo
también la _Judería_.

Salimos al fin de la población por la puerta llamada de _Aníbal_,
bajando una pendientísima cuesta hasta llegar al famoso _Puente
Romano_.--¡Cartago! ¡Roma!..... ¡Todas las grandezas históricas van
unidas á la de Salamanca!--El Tormes sabe tanto de mundo como el Tíber.

El nobilísimo río español llevaba aquella tarde bastante agua, y sus
orillas, cubiertas de acacias y de otros árboles, no carecían de encanto
ni de belleza..... De entre lo más espeso de aquella pintoresca fronda
salía mansamente el arroyo _Zurguén_, que baja de las históricas alturas
de _Arapiles_ y penetra en el Tormes, después de haber regado el
precioso valle cantado por Iglesias y por Meléndez Valdés.

El _Valle de Zurguén_ y las _Praderas de Otea_, lindantes también con
Salamanca por el otro lado del río, son la Arcadia de la poesía pastoril
española.....

    Venid, venid, zagalejos,
    Que al Zurguén sale Amarilis......,

decía Iglesias. Y casi en los mismos años denominaba Meléndez á su
amada:

    La gloria del Tormes,
    La flor del Zurguén.

En cuanto al _Puente_, construído, dicen, por Domiciano, restaurado por
Trajano y recompuesto más tarde por nuestro Felipe IV de Austria, mide
176 metros de longitud y cerca de cuatro de anchura.--Por él pasaba la
calzada romana de _la Plata_, que iba de Mérida á Zaragoza.

Al otro lado del _Puente_ hay, ó hubo, un barrio, frustrado varias veces
por las inundaciones, en el cual no quedan ni señales del _Hospital de
Leprosos_, de _la Mancebía pública_ ni del _Cementerio de Judíos_, que
existieron allí algún tiempo.--¡Malhadado arrabal, á fe mía! ¡Sirvió de
albergue á deicidas, rameras y leprosos, ó sea á tres lepras diferentes,
y luego se lo llevó todo el agua!..... ¡Verdaderamente, el cataclismo
fué muy justo!

* * *

Desde el Tormes subimos á visitar al ya citado señor chantre D. Camilo
Álvarez de Castro, cuya casa y huerto se divisaban á una grande altura
sobre nuestra cabeza, pues se apoyan en la antigua muralla de Salamanca
y tienen vistas al río.

Nunca olvidaremos aquella visita. El señor Chantre es una de las
personas más buenas, más afables y más instruídas que hemos tratado
nunca, y nos obsequió y agasajó como hombre bien nacido de los buenos
tiempos de la hidalguía española, quedando por nosotros, y no por él, si
de visitantes no nos convertimos en comensales, y hasta en huéspedes de
su pacífica morada.

Amantísimo de la soledad y del estudio, el insigne Prebendado no sale
más que para ir á la próxima Catedral, y esto por calles silenciosas en
que nunca se ve criatura humana.--Vive, pues, en el mundo como en una
Cartuja, y en más relaciones con el cielo que con la tierra.

A ruegos de Losada, nos enseñó todas las curiosidades artísticas que
embellecen su mansión, así como el preciosísimo oratorio en que dice
Misa los días que sus achaques ó la inclemencia del tiempo le impiden
salir.

¡Qué silencio, qué paz, qué beatitud en aquella morada! Y ¡qué
deliciosas vistas las de las habitaciones que ocupa el Dignidad! Sus
balcones y miradores dan á las alamedas del Tormes y del Zurguén y á un
hermoso panorama que se extiende hasta las sierras de Gredos, cuyos
picos cierran el horizonte al Sur.....

Era ya la caída de la tarde. Las higueras del jardín alto penetraban en
el mismo aposento en que contemplábamos la puesta del sol. Todo el
plácido sosiego que respiran las mejores poesías de Meléndez se
respiraba en aquel lugar y en aquella hora siempre augusta. Las rotas
nubes y los cristales del río tomaban maravillosas tintas al reflejar
los rayos horizontales del moribundo astro-rey. Las sombras larguísimas
de los árboles parecían prolongadas despedidas y supremos adioses que le
daba la creación á aquel día para nosotros inolvidable.....

Todos callábamos: los madrileños, porque una indefinible envidia de
aquella tranquila existencia nos hacía contemplar con odio la vida
febril de la corte á que estábamos condenados.....; y los salmantinos,
porque adivinaban lo que sentíamos y temían acaso ofendernos dándose por
entendidos de nuestra emoción ó elogiando aquella solemne paz de la
Naturaleza, que no volveríamos á gozar en mucho tiempo.....--¡No; no
volveríamos á gozarla, puesto que á la tarde siguiente, á aquella misma
hora, estaríamos otra vez camino de Madrid, y puesto que Madrid es una
máquina neumática para los mejores sentimientos del corazón humano!.....

* * *

La noche de tal día fué y nos pareció todo lo _moderna_ y _amadrileñada_
que podía serlo á las orillas del Tormes.

Comimos en _Hotel_, á la francesa; fuimos al _Casino_ á tomar café;
jugamos un par de horas al _billar_ y al _tresillo_; hablamos de
_política_ y de otras cosas contemporáneas con D. Álvaro Gil Sanz, ex
subsecretario del Ministerio de la Gobernación, y con D. Santiago Diego
Madrazo, ex ministro de Fomento, que habían estado en la fonda á
visitarnos; y á eso de las once (¡cerca de la media noche!) nos
retirábamos á casita, donde hicimos el programa del día siguiente,
tomamos té, leímos _La Correspondencia_ del día anterior, y nos
acostamos en sendos catrecillos, como cuando teníamos veinte años de
edad y vivíamos en plena estudiantina.

¡No se podían pedir más placeres de última moda á una ciudad tan grave y
señoril como Salamanca!


X

BARRIOS ARRUINADOS.--EL COLEGIO DEL ARZOBISPO.--LOS ESTUDIANTES
IRLANDESES.--EL PALACIO DE MONTEREY.--LA CASA DE LAS MUERTES.--EL
CONVENTO DE LAS AGUSTINAS.--UN CUADRO DE RIVERA.


Serían las siete de la siguiente mañana cuando atravesábamos la _Plaza
Mayor_.--También el sol acababa de penetrar en ella (el mismo sol que
habíamos creído ver _morir_ la tarde antes), y sus alegres rayos doraban
gozosamente las copas de los árboles municipales.

Todas las criadas de Salamanca iban á la compra ó volvían de ella.....
Un organillo ambulante tocaba la _romanza_ de la tisis de la
_Traviata_..... Los gorriones cruzaban regocijados por un cielo limpio
de nubes..... Las campanas tocaban pacíficamente á misa.....

En cuanto á nosotros, puedo decir que, para estar muy contentos en aquel
instante, solamente nos estorbaban veinte ó treinta de los años ya
vividos..... ¡Cualquiera de los cuatro hubiera querido ser gorrión, el
muchacho que tocaba el organillo, una de aquellas presumidas fámulas, ó
aquel rubicundo sol que, como un eterno Fausto, torna á ser joven todas
las mañanas!

Pero ¿qué responder al señor chantre, si por acaso lee estos
renglones?--¡Perdóneme el reverdecimiento extemporáneo que denotan las
anteriores frases, y crea que á mí también se me alcanza, aunque no lo
practique, que lo mejor de todo es envejecer y morir tan santamente como
envejece y morirá su señoría!

Conque dejémonos de frivolidades, y refiramos lisa y llanamente nuestra
expedición de aquella mañana.

* * *

Nos dirigíamos á ver una de las primeras maravillas arquitectónicas de
Salamanca, ó sea el famoso _Colegio del Arzobispo_, hoy todavía habitado
por _estudiantes irlandeses_.

Para ir á él, pasamos por un barrio feísimo, triste y solitario,
compuesto de irregulares casuchas, hechas con escombros de insignes
ruinas..... ¡Oh profanación!..... Piedras de diferentes arcos, nobles
columnas tomadas de acá y de allá, maderas sueltas de antiguos
artesonados, y otros restos de soberbias construcciones, habían servido
para zurcir aquellos pobres edificios.--_Barrio de las Peñuelas de San
Blas_, nos dijo un muchacho que se llamaba el tal paraje.

Y luego supimos por los arqueólogos de Salamanca (pues en aquella
excursión íbamos solos los cuatro huéspedes del _Hotel del Comercio_)
que aquel barrio y el contiguo de _San Francisco_, así como todo el lado
de Poniente de la población, fueron asolados por los cañones franceses
(y también por los ingleses) durante la guerra de la Independencia.
Había allí magníficos conventos, suntuosas iglesias, monumentales
colegios y grandiosos palacios: entre los colegios figuraban los de
_Cuenca_ y de _Oviedo_, de cuya hermosura hablan muchísimos libros: ¡y
todo fué destruído por nuestros enemigos y por nuestros aliados!

En el susodicho barrio de las Peñuelas hay una antigua calle cuyo
azulejo dice «_Calle de los Moros_ ó _de Cervantes_», por creerse (no
unánimemente) que el autor de _Don Quijote_ y un MIGUEL DE CERVANTES que
de los registros universitarios aparece matriculado en Filosofía y
viviendo en la _calle de los Moros_ á mediados del siglo XVI, son una
misma persona..... De un modo ó de otro, el autor de _La Tía Fingida_
debió de residir alguna vez en Salamanca; pues la descripción que en
aquella novela hace de la población flotante de la ciudad del Tormes y
de sus usos y costumbres, es demasiado gráfica y pintoresca para no
estar tomada _d'après nature_.--«Advierte, hija mía (dice doña Claudia á
doña Esperanza), que estás en Salamanca, que es llamada en todo el mundo
madre de las ciencias, y que de ordinario cursan en ella y habitan diez
ó doce mil estudiantes, gente moza, antojadiza, arrojada, libre,
alicionada, gastadora, discreta, diabólica y de humor.....» Y en seguida
pasa á definirle prolijamente las cualidades de los vizcaínos,
manchegos, aragoneses, valencianos, catalanes, castellanos nuevos,
extremeños, andaluces, gallegos, asturianos y portugueses que viven en
la ciudad.....

Pero henos ya en lo alto del barrio de las Peñuelas y cerca de la meseta
donde se alza el grandioso _Colegio del Arzobispo_.....--Dejemos la
pluma y cojamos el pincel.

* * *

Figuraos, al remate de empinada cuesta, dos amplias y hermosas
escalinatas, por las que se sube á un extenso atrio ó compás, guarnecido
de grandes columnas sin capitel, que nada sostienen y que parecen otros
tantos heraldos encargados de anunciar la grandeza del edificio que
custodian.--En el fondo de aquel atrio está el célebre colegio.

Bella sobre toda ponderación es su lujosa fachada. Compónese de dos
cuerpos de estilo plateresco, y luce maravillosos trabajos de escultura,
así en los capiteles de sus elegantes pilastras como en los camafeos que
adornan los netos, en las estatuas amparadas de sus graciosas
hornacinas, y en los soberbios escudos de armas que pregonan el
apellido del fundador de tan insigne monumento.

Fué este fundador (á principios del siglo XVI) el esclarecido hijo de
Salamanca D. Alfonso de Fonseca, arzobispo de Toledo, de quien ya hemos
hablado más atrás, y lo dedicó á Santiago, patrón de España.--Por cierto
que es notabilísimo el medio relieve que representa en dicha portada al
guerrero Apóstol matando moros en Clavijo.....

Pero el asombro, el portento, la maravilla para los amantes del arte,
hállase dentro del colegio.--Refiérome á su inmenso _Patio_, de
arquitectura plateresca á la italiana, atribuído por muchos á Alonso
Berruguete, y digno de él y hasta superior á sus más renombradas obras.

Así la galería baja como la alta están formadas por pilastras
elegantísimas: los arcos inferiores son de medio punto, y los superiores
de los llamados escarzanos. Abajo hay adosada á cada pilastra una
esbelta y linda columna plateresca, con admirables tallas en el capitel.
Las columnas adosadas á las pilastras de arriba tienen la forma de
balaustres ó candelabros..... ¡Nada más elegante que la forma de unos y
otros fustes!

Y todavía no he mencionado las verdaderas preciosidades de este _Patio_,
ó sea los ciento veintiocho _medallones_, con bustos de alto relieve,
que adornan las enjutas de los arcos en ambos cuerpos.--Aquellos bustos
pueden calificarse de otras tantas obras maestras de escultura. Hay allí
caras de reinas, de monjas, de doctores, de ascetas, de guerreros, de
prelados, etc., todas ellas dibujadas con tal energía, gracia de estilo
y nobleza de expresión, que Alberto Durero se honraría con llamarlas
suyas.--Uno de nosotros observó (y era muy cierto) que todos aquellos
semblantes estaban afligidos, cual si representasen la triste variedad
de las desventuras humanas. ¡Qué viveza, qué calor dramático, qué primor
artístico en tan multiforme expresión del infortunio y de la pena!

Dicen unos que estas ciento veintiocho joyas, diseminadas como estrellas
en aquellos pórticos, son obra de Berruguete; otros, que de Pier ó
Pierino del Bago..... Ello es que no se conoce á punto fijo el autor,
cosa muy frecuente cuando se trata de monumentos españoles.

En resumen: el _Patio_ del _Colegio del Arzobispo_, por su esbeltez
general, por lo fino y sobrio de su ornamentación, y por lo correcto y
puro de sus menores detalles, es un verdadero prodigio de arquitectura y
escultura, y merecería el metafórico dictado de «obra _ática_ del estilo
plateresco», si pudiese hablarse de este modo.

Añádase ahora la soledad de aquel espacioso recinto, cada uno de cuyos
cuatro lados mide 41 metros; la muda cisterna de ancho brocal que hay en
medio de él; unas desaliñadas matas de flores otoñales (_boleras_ se
llaman en Granada) que crecían en descuidados arriates; algunos
escolares _irlandeses_ con manto y beca, que de vez en cuando pasaban
por la galería alta, con los ojos clavados en sus libros de estudio, y
los píos de pájaros que interrumpían dulcemente el silencio de tan
venerable edificio, y se comprenderá la inmensa poesía que allí se
respiraba, y de que es pálido reflejo la emoción con que escribo estas
líneas.

* * *

Tócame ahora decir algo de los _estudiantes irlandeses_, con tanto más
motivo, cuanto que, estando todavía nosotros en aquel magnífico patio,
bajaron de dos en dos la amplia escalera del edificio, seguidos de un
sacerdote; pasaron á nuestro lado, mirándonos con disimulo y poniéndose
más encarnados que la grana, y se dirigieron á la contigua
iglesia.--Eran catorce, todos rubios como unas candelas, y corpulentos y
sanos á fuer de legítimos hijos de la verde Erin. Su edad variaría entre
diez y seis y veinticuatro años.

Aquellos escolares simbolizaron á mis ojos un tributo de respeto y de
agradecimiento que la católica Irlanda sigue pagando á la nación
católica por excelencia. Fundó el _Colegio de jóvenes irlandeses_
(albergándolos entonces en otro edificio) el rey D. Felipe II, cuando la
intolerancia protestante en las Islas Británicas era tan feroz como la
intolerancia católica en nuestra tierra, y tuvo por objeto facilitar la
enseñanza de la Sagrada Teología á los hijos de los emigrados irlandeses
que se refugiaban en la Península, perseguidos de muerte á causa de sus
creencias religiosas. Pero hoy, que en el Reino Unido de la Gran Bretaña
hay libertad de cultos y muchos Seminarios católicos, es una especie de
tradición piadosa esta no interrumpida costumbre de algunas casas
irlandesas de enviar á Salamanca á sus hijos para que cursen las
ciencias eclesiásticas.

Con tal motivo recordamos allí nosotros las muchas familias españolas
que tienen apellido irlandés, como descendientes de emigrados de aquella
isla establecidos en nuestro suelo, y algunos de cuyos individuos
figuran noblemente en la historia de España. Salieron, pues, á relucir
los O'Donnell, los O'Reilly, los O'Ryan, los O'Connor, los O'Doly, los
O'Shea, los O'Farril, los O'Kelly, los O'Neil, los O'Callagan, los
O'Mulryan y todos aquellos cuyo apellido principia con O y apóstrofo,
así como otros que tienen diferentes iniciales.

Por lo demás, yo acribillé á preguntas al portero del _Colegio del
Arzobispo_, el cual se sirvió contarme muchas cosas relativas á los
escolares irlandeses.--Díjome, entre ellas, que vienen á Salamanca á la
edad de diez y seis á veinte años; que traen aprendido el latín, y en el
Colegio aprenden el español; que las clases de Teología están en el
_Seminario Conciliar_, donde á la par estudian colegiales españoles;
pero que los irlandeses viven, comen y duermen solos en el _Colegio del
Arzobispo_, bajo las órdenes de un rector, también irlandés; que pasan
en España seis ó siete años seguidos; que los veranos los llevan de
vacaciones á _Aldea-rubia_, donde hay una casa-colegio de recreo,
dependiente del Establecimiento que estábamos visitando, y que _allí se
comen un rebaño cada estío_ (textual); que unos regresan á su patria
cuando terminan los estudios, á fin de ordenarse en ella, y otros
reciben las Órdenes sagradas en Salamanca, habiendo también algunos que
se quedan definitivamente en la Península; y, en fin, que la conducta de
los jóvenes irlandeses, su aplicación, piedad y recogimiento son
admirables; pero que hay que llevarlos indefectiblemente á las tres
corridas de toros que se dan en la ciudad todos los años durante la
feria.....

Luego que hube examinado bien al portero, pasamos á la mencionada
_Iglesia_ contigua, llamada también _del Arzobispo_.

Los jóvenes irlandeses, después de una breve oración, se habían
marchado ya del templo al Seminario, dejándose los devocionarios en los
bancos del presbiterio.--Nosotros nos permitimos hojear alguno que
otro..... Estaban en inglés ó en francés, y les servían de registros
estampitas de la Virgen ó de diferentes santos, británicos en su mayor
parte.--¡_Indudablemente_ (esta observación va á pareceros de
inquisidor), aquellos muchachos eran católicos!

En cuanto á la citada iglesia, gótica de los malos tiempos, blanqueada y
muy desnuda de accesorios, diré que sólo ofreció á nuestra admiración
una _galería de hierro_ (que sirve de coro alto, y cuyos sostenes son
bastante graciosos y originales) y un _retablo_ plateresco de mucho
gusto, con pinturas en tabla y estatuas de Santos de verdadero
mérito.--Todo ello se atribuye á Berruguete; lo cual no ha sido
obstáculo para que lo pinten de nuevo en nuestros días..... ¡Dudo que
haya valor semejante al de un _restaurador_ de objetos artísticos!

* * *

Desde allí nos fuimos al _Palacio de Monterey_, del cual ya he dicho que
sirvió de modelo para el _Pabellón Español_ edificado en la Exposición
de París de 1867.

Del tal Palacio no existe, ni creo que haya existido nunca, más que un
lado ó ala, con dos torres, bien que estén construídos los arranques de
los otros lados. Es plateresco á la italiana, lo cual quiere decir que
el escultor luce más que el arquitecto, y excitan, sobre todo, la
admiración su preciosa crestería, formada de figuras grotescas, los
leones y demás animales que sostienen grandes escudos, una hermosa
cornisa primorosamente labrada, y sus elegantes ventanas y balcones,
cuyas tallas son modelo de gracia y delicadeza.--El conjunto resulta
alegre, profano, lujoso, bellísimo, como una fiesta de Verona ó de
Ferrara en el siglo XVI.

Construyóse en el reinado de Felipe II, y pertenece al Duque de Alba, en
su calidad de Conde de Monterey.--Hoy sirve casi todo de granero, y en
su recinto, que visitamos con los amables hijos del Administrador, allí
domiciliado, no hay nada que aprender ni que imitar; pero sí mucho que
mueva á compasión y lástima.--En cambio, las _vistas_ que se descubren
desde lo alto de sus torres son asombrosas.

* * *

Recorriendo de nuevo aquel suntuoso barrio monumental, que tanto nos
había entusiasmado la mañana anterior, y al pasar por la calle de
_Bohordadores_ (llamada así porque en ella se hacían los _bohordos_ para
los caballerescos juegos de cañas, pero cuyo azulejo dice hoy
malamente: «calle de _Bordadores_»), vimos una antigua casa, triste,
bella, cerrada, en cuya primorosa fachada plateresca había un busto, con
bonete y capa muy bordada y lujosa, el cual representaba, según pudimos
leer, al _severissimo Fonseca, patriarcha alejandrino_.

--¿Qué casa será ésta?--nos preguntamos.

--Esa es la _Casa de las Muertes_.....--respondió una huevera que pasaba
por allí á la sazón.--No llamen ustedes, que ahí no vivo nunca nadie.

--¿Y por qué?

--Porque ahí hubo siete muertes.....--replicó la mujer con acento
lúgubre.

Nosotros nos miramos muy regocijados, y proseguimos el
interrogatorio.....

Pero la huevera no sabía más.

Había, sin embargo, que averiguar el resto, y, efectivamente, aquella
tarde supimos por nuestros amigos los anticuarios de Salamanca, que el
nombre de _Casa de las Muertes_ le venía á aquel edificio de la
circunstancia de haber ostentado, entre los adornos de su portada, hasta
hace muy poco tiempo, varias calaveras de piedra, borradas al fin por el
terror de la plebe: que, ciertamente, había dado la casualidad, hace
veintiséis años, de que una mujer que vivía sola en aquella casa de tan
fúnebre nombre, fuese asesinada misteriosamente, cosa que al vulgo le
pareció sobrenatural, y que, por resultas de todo esto, nadie ha vuelto
á pisar aquellos umbrales, si se exceptúan dos comandantes de
Carabineros y un jefe de Estadística, forasteros todos, que vivieron
allí breves temporadas..... sin que les ocurriese ningún percance.....

¡Triste condición humana! ¿Por qué ha de ser siempre más poética la
mentira que la verdad?

* * *

De lo demás que vimos (regresando ya hacia el hotel; pues, á fuer de
mortales, también teníamos precisión de almorzar aquel segundo día),
sólo citaré y recomendaré la _Iglesia de las Agustinas_, correspondiente
al convento del mismo nombre.

Es aquél el mejor monumento de estilo greco-romano que encierra
Salamanca. Sus elementos griegos pertenecen al orden corintio, y todo el
templo, aunque edificado á la mitad del siglo XVII, según lo demuestran
algunos detalles poco clásicos, tiene la grandiosa sencillez y armonía
de proporciones que constituyen el mayor mérito de este género de
arquitectura. La cúpula es copia exacta de la del Escorial, aunque no
tan gigantesca.

En el retablo del altar mayor hay un notabilísimo cuadro, de que con
razón están orgullosos los salmantinos aficionados á las Bellas Artes.
Es una _Virgen de la Concepción_, de tamaño natural, pintada por el
_Spagnoletto_, y, sin embargo, dulce, suave, tierna, ideal; rodeada de
ángeles de rostro inocente, y anegada, por decirlo así, en la placidez
de la divina gracia..... Más claro: es una Virgen de la Concepción que
nadie hubiera creído pudiese pintar el austero y sombrío autor del
_Jacob_, de los martirios de _San Bartolomé_ y _San Esteban_, del
_Apostolado_ y de todas las demás enérgicas y terribles obras que
constituyen la gloria especialísima de nuestro inmortal Rivera.

Quien recuerde otras Vírgenes y otros ángeles pintados por él, y se haya
asombrado, como nosotros, al considerar hasta qué punto negó la
naturaleza á tan soberano artista el don de crear tipos afables; quien
se haya asustado al ver aquellas Marías tan duras, ásperas y feroces, y
aquellos niños de tan salvaje y desapacible aspecto, comprenderá toda la
verdad é importancia de lo que digo. Es, por consiguiente, la _Virgen_
que vimos en Salamanca un dato curiosísimo de la historia del arte y de
la historia de Rivera; pues hay que advertir que no cabe duda alguna
respecto de su autenticidad, ya porque así resulta de incontestables
documentos, ya porque, en medio de su santa alegría y pudorosa
mansedumbre, aquel cuadro ostenta, en cuanto lo consiente la índole del
asunto, toda la intensidad y brío de color del _Spagnoletto_; su manera,
su estilo, su genio, su carácter.

En mi sentir, y en el de mis compañeros de expedición, el Estado debía
hacer que se recompusiera y copiara tan peregrino lienzo; dejar la copia
á las Agustinas de Salamanca, y comprarles el original, para colocarlo
en el Museo Nacional de Madrid. De lo contrario, las luces del altar
mayor, el incienso, el polvo, la incuria y los sacristanes y
monaguillos, acabarán con aquella obra maestra, ya muy deteriorada.

Pero se me ocurre otra idea. La iglesia y comunidad de las Agustinas
tienen por patrono al Conde de Monterey, á sea al Duque de Alba. Así lo
revela la inscripción que dice, al pie de una sepultura mural, á la
izquierda del presbiterio, que _D. Manuel Fonseca y Zúñiga, 7.º Conde de
Monterey_, fundó y erigió aquel convento..... ¡Bien podía, pues, el
señor Duque, mi noble amigo, que tan espléndido es y ha sido siempre,
hacer este regalo á la nación!--El mundo entero se lo agradecería
extraordinariamente[11].


XI

ÚLTIMO PASEO.--LA CASA DE LA SALINA.--DOÑA MARÍA LA BRAVA.--LA
TORRE DEL CLAVERO.--RECAPITULACIÓN.


Después de almorzar hicimos algunas indispensables visitas de despedida,
entre ellas, la del sabio y virtuoso Obispo de la Diócesis, antiguo
canónigo de Granada y actual adorno del Senado español, Sr. Martínez
Izquierdo.

Cumplidos tan gratos deberes, fuimos á visitar, acompañados de los
eruditos salmantinos que ya conocéis, la renombrada _Casa de la Salina_,
sita en la calle de San Pablo, y llamada así por haber servido
modernamente de almacén de sal.

Caminando hacia ella, nos refirieron la tradición que corre muy válida
acerca del origen del edificio; y, como es digna de que la conozcáis, y
yo no quiero poner ni quitar nada en tan delicado asunto, voy á
transcribirla puntualmente, tal como la publicó hace años el Sr. D.
Modesto Falcón, individuo correspondiente de la Real Academia de San
Fernando, Secretario de la Comisión de Monumentos de Salamanca, etc.,
etc.

Dice así:

«Parece que en los últimos años del siglo XV llegó á Salamanca la
Corte, y con la Corte muchos grandes, prelados, damas y caballeros.
Contábase entre éstos el poderoso D. Alfonso de Fonseca, hijo natural de
esta ciudad, oriundo de una noble familia, y que más tarde ocupó la
Silla arzobispal de Santiago, recibiendo la dignidad de Patriarca de
Alejandría, con la que más comúnmente es conocido en la Historia. El
Ayuntamiento, según costumbre, proporcionó digno hospedaje á la Corte,
puesto que, de acuerdo con la nobleza de la ciudad, hizo que los
grandes, los prelados y las damas hallasen acogida entre las familias
más distinguidas. Olvidó, sin embargo, dispensar el mismo agasajo á una
señora llamada D.ª María de Ulloa, gallega, según dicen, de nacimiento,
y amiga, según cuentan, de Fonseca; y resentido por aquella exclusión,
casual ó intencionada, el caballero, dice la tradición, juró que la dama
había de poseer el mejor palacio de Salamanca. El palacio, con efecto,
se construyó, y la tradición quedó unida á su fábrica.

»Si la tradición se muestra veraz en todo lo que relata, no seremos
nosotros quienes lo afirmen ni lo nieguen rotundamente; pero nuestra
imparcialidad nos obliga á decir que se parece mucho á la verdad. El
poderoso Patriarca de Alejandría había tenido un hijo en su juventud,
como él Alfonso de nombre, y que, como él, llegó á ser con el tiempo
Arzobispo; y aunque las historias suelen confundirlos por las
circunstancias de ser ambos Arzobispos, ambos Fonsecas de apellido,
ambos Alfonsos de nombre, y ambos, en fin, patronos de grandes
fundaciones, fácil es distinguirlos cuando en ellos se para bien la
atención.

* * *

»La _Casa de la Salina_ se fundó en los últimos años del siglo XV, en
que tuvo lugar la tradición referida. Los escudos de cinco estrellas que
en la fachada, en el interior y por todas partes del edificio se
encuentran, no dejan lugar á dudas sobre la familia á que pertenecía el
fundador. El escudo es de los Fonsecas.....

»Nada se sabe de los artistas que labraron este monumento; pero como por
la misma época, y con pocos años de diferencia, se fabricaban también la
fachada plateresca de la Universidad, el convento de San Esteban y otra
porción de edificios, los mejores precisamente de la ciudad y cuya
decoración es tan semejante, puede presumirse que anduvieron en él las
mismas manos que esculpieron los demás. Si no fueron Sardiña, Ceroni ó
Berruguete, fueron discípulos ó compañeros suyos.»

Hasta aquí el Sr. Falcón.--Ahora debo yo decir, como obsequio debido á
la verdad, que son irrebatibles de todo punto las obvias razones que
aduce otro autor (D. J. M. Quadrado) para demostrar que esa tradición ha
confundido tiempos, cosas y personas.--«Que la casa se labró por los
Fonsecas (dice) lo acreditan los blasones de cinco estrellas colocados
sobre las ventanas de la izquierda, y en los ángulos de la fachada; mas
lo avanzado del Renacimiento, aviniéndose con la noticia de que se
empezó hacia 1538, desmiente la tradición, que enlaza su origen con la
memoria del Patriarca de Alejandría, fallecido en 1512.....»--A lo cual
pudo añadir el Sr. Quadrado, que Berruguete, educado en Italia, no
regresó á España hasta 1520, y que Sardiña floreció mucho después.

Sea de todo ello lo que quiera, y ciñéndome yo á mi papel de cronista y
de fotógrafo, diré que la _Casa de la Salina_, en medio de lo mucho que
la han deteriorado el abandono en que estuvo largo tiempo y el bajo
empleo á que se la destinó después, y no obstante las recientes
profanaciones de que ha sido objeto al tratar de convertirla en casa
moderna, cerrando nobilísimos arcos y poniendo en su lugar puertas,
balcones, ventanas y todo un entresuelo, conserva aún, por dentro y por
fuera, columnas, medallones, arcos, bustos, estatuas, mensulones,
cornisamentos, escudos y centenares de figuras de animales fantásticos y
caprichosos, que son otras tantas maravillas.

Yo espero que con el tiempo, y quiera Dios que no demasiado tarde, el
Ayuntamiento de la culta Salamanca dedique su atención y algunos fondos
á este notabilísimo edificio, comprándolo, si ya no es suyo, derribando
todo lo moderno y postizo que hay en él, reforzando lo viejo y
monumental, y poniendo allí un conserje que custodie y muestre á los
viajeros aquellos prodigios del arte, dignos de veneración y
estudio[12].

* * *

En la misma calle de San Pablo, núm. 84, hay otra casa célebre, no ya
por su estructura artística, sino por la rara é interesantísima historia
que recuerda.--Llámase, por singular antífrasis, _Casa de las Batallas_,
cuando debía llamarse _Casa de las Paces_, dado que en ella las pactaron
y juraron dos bandos ferocísimos que, durante mucho tiempo, cubrieron á
Salamanca de sangre y luto.--«_Ira odium generat, concordia nutrit
amorem_»--dice una inscripción sobre el arco de la puerta de aquella
casa desde el día que se firmaron allí las mencionadas paces.

Todo esto se refiere á la terrible historia de _Doña María la Brava_,
de que ya hicimos conmemoración en el _Corrillo de la Hierba_ y de la
cual voy á daros dos versiones á cual más interesantes.

Dice el ya citado D. Modesto Falcón:

«El drama comenzó en un juego de pelota. Dos jóvenes, hijos de la noble
familia de los Manzanos, mataron en una contienda suscitada sobre el
juego á otros dos jóvenes, muy amigos suyos, é hijos de la familia de
los Monroy. La madre de éstos, D.ª María Rodríguez, buscando á los
agresores y hallándolos en tierra de Portugal, adonde se habían
refugiado huyendo de la justicia, tomó sangrienta venganza en ellos,
cortándoles las cabezas y entrando con ellas triunfante en Salamanca. A
su vez, los deudos de los Manzanos, indignados de aquella bárbara
acción, quisieron ejercer represalias semejantes, y agrupados los Monroy
en torno á D.ª María, defendieron á la vengativa madre, arrastrando unos
y otros á muchos parciales. Los bandos en que se dividieron, y que
tomaron por nombre á las parroquias de Santo Tomé y San Benito, donde
las irritadas familias enemigas tenían sus casas solariegas, duraron
cuarenta años, sembrando la desolación y el espanto en la ciudad y
enrojeciendo muchas veces de sangre sus calles. Impotentes fueron el
Obispo, el Cabildo, las autoridades y el mismo Conde de Benavente, que
intervinieron en la contienda, para poner fin á aquella terrible lucha,
que fomentaban las discordias civiles. San Juan de Sahagún, más feliz
que las autoridades, se interpuso entre los combatientes, y logró
atraerlos á una concordia.»

La segunda versión, más trágica y animada que ésta, es la que figura en
_Recuerdos y Bellezas de España_, y dice del siguiente modo:

«Sobre un lance del juego de pelota trabaron contienda dos hermanos de
la familia de Enríquez de Sevilla con otros dos de la de Manzano[13]:
aquéllos sucumbieron en la atroz refriega, y fueron llevados exánimes á
la casa de su madre.--D.ª María Rodríguez de Monroy no lloró sobre los
cadáveres de sus hijos: nada dispuso acerca de su sepultura: silenciosa,
sombría, fingiendo temer por sí, salió acompañada de criados y escuderos
para su lugar de Villalba; pero á la mitad del camino les anunció
resueltamente que no era fuga, sino venganza lo que meditaba; y
asociándolos con terrible juramento á su plan, los condujo á Portugal,
donde se habían amparado los homicidas. Dónde y cómo los sorprendió, si
fué en Viseo, de noche, derribando las puertas de su posada, no queda
bien averiguado; lo cierto es que á los pocos días volvió á entrar en
Salamanca, animosa y terrible, al frente de su comitiva, enarbolando en
las puntas de las picas las cabezas de los dos Manzanos; y á guisa de
ofrenda expiatoria, más digna del altar de las Euménides que de una
tumba cristiana, las hizo rodar sobre las recientes losas que en la
iglesia de San Francisco, ó en la de Santo Tomé, cubrían los restos de
sus hijos.--Poco sobrevivió á esta feroz proeza, que le valió el epíteto
de _Doña María la Brava_; pero sí más de un siglo los bandos que de ella
nacieron entre los caballeros salmantinos ligados con una ú otra
familia, á los cuales se dice servía de línea divisoria, rara vez
hollada, el _Corrillo de la Hierba_, explicando este título, allá como
en Zamora, por lo solitario y medroso del sitio.--No hay, sin embargo,
más fundamento para derivar de la expresada ocasión el origen de estas
luchas tan habituales en todo el país durante la Edad Media, que para
fijar su término (de 1460 á 1478) en los días de San Juan de Sahagún,
cuyas fervorosas predicaciones, calmando y no extinguiendo la furia de
los ánimos, le acarrearon más de una vez odios y violencias, y por
último, la muerte propinada con veneno.--Bajo los nombres de Santo Tomé
y San Benito, parroquias que encabezaban los dos grandes distritos de la
ciudad, perpetuáronse largo tiempo dichos bandos, recordando aún sus
distintos colores y opuestas cuadrillas, en las justas Reales de la
dinastía austriaca, los antiguos enconos y reyertas.»

Y basta ya de anécdotas y de historias, que se hace tarde, y tenemos que
salir para Madrid antes del obscurecer.....

* * *

Así dijimos nosotros aquel día, tratando de volver á la _Fonda del
Comercio_; pero todavía fuimos á contemplar, por consejo de nuestros
amigos (y de ello nos alegramos extraordinariamente), la _Torre_
denominada _del Clavero_, que hasta entonces sólo habíamos divisado á
cierta distancia.

Dicha _Torre_ pertenecía antes á un extenso edificio; pero hoy se ha
quedado aislada y sola, como padrón conmemorativo de la Edad Media.--Su
figura es de lo más elegante y gallardo que nos han legado aquellos
tiempos. Cuadrada por la parte inferior, conviértese luego en octógona,
y resaltan de ella ocho garitas preciosísimas, que la hacen más
voluminosa por arriba que por abajo. Los capacetes que cubren estas
garitas descuellan sobre el cuerpo de la torre, dibujando en el cielo
una especie de corona feudal que ennoblece aquel esbeltísimo monumento.

Toda la fábrica es de granito, y mide 28 metros de elevación por seis y
medio de anchura.--Edificóse en 1484, á expensas de D. Francisco de
Sotomayor, _Clavero_ de la orden de Alcántara, y hoy pertenece al señor
Marqués de Santa Marta.--Recientemente han construído en lo alto de ella
una especie de templete ú observatorio de pésimo gusto; y, pues me honro
con la amistad de dicho señor Marqués, atrévome á suplicarle que mande
derribar aquel detestable apéndice, por muy asombrosas que sean las
vistas que desde él se disfruten.--Los fueros del arte, mi querido D.
Enrique, son superiores á los derechos del individuo[14].

* * *

A todo esto eran las tres de la tarde, y el tren para Madrid salía á las
cinco.--¡Demasiado sabíamos lo mucho que nos quedaba que ver!.....
Salamanca encerraba todavía iglesias, palacios, colegios, casas
históricas y otros monumentos, para cuyo examen se requería por lo menos
una semana de continuo andar..... Pero no podíamos disponer de más
tiempo, y, además, estábamos tan rendidos, que teníamos que sentarnos á
descansar en los trancos de las puertas, con gran asombro de los
transeuntes.....--¡Habíamos andado tantísimo en dos días escasos!.....

Emprendimos, pues, la _retiraaa_; y ya, desde aquel momento hasta la
mañana siguiente, que llegamos á esta Villa y Corte, no hicimos más que
recapitular nuestras impresiones de Salamanca.....

He aquí un sucinto _resumen_ de las mías.

* * *

La _Universidad_ ha sido, moral y materialmente, el alma y la vida de
Salamanca, la fuente de su grandeza y de su renombre, la ocasión y
origen de casi todos sus mejores monumentos.--Si hubo allí los famosos
_Colegios mayores_, llamados del _Arzobispo_, de _San Bartolomé_ (el
viejo), de _Oviedo_ y de _Cuenca_ (de los cuales sólo existen ya los dos
primeros); si fundaron otros cuatro Colegios las _Órdenes militares_, y
contáronse además infinidad de _Colegios menores_, de _Seminarios_, de
_Escuelas_, etc.; si todas las Órdenes monásticas erigieron suntuosos
Conventos; si los Jesuítas levantaron allí su mejor Casa, y si fué la
Ciudad del Tormes mansión predilecta de Reyes y Magnates, que la
embellecieron con multitud de palacios y de iglesias, todo se debió á
aquel foco permanente de sabiduría, á aquel centro que atraía las
miradas de Europa, á aquel emporio de la enseñanza, adonde iban á
estudiar por millares (y muchas veces acompañados de sus familias) los
jóvenes más ricos y nobles de toda España.--Cuando Toledo, y Segovia, y
Burgos, y Valladolid, y todas las ciudades castellanas decaían; esto es,
cuando se hubo entronizado en nuestro suelo la calamitosa dinastía
austriaca, Salamanca se libró, por excepción y privilegio, de aquella
postración general, que muy luego rayó en indescriptible miseria; y este
privilegio y esta excepción fueron también debidos á la perdurable boga
de su Universidad, al respeto que infundía, al constante atractivo que
ejerció sobre Reyes, Prelados, Grandes, Sabios y hasta Santos,
obligándolos á ir á rendirle pleito-homenaje y á enriquecerla más y más
con nuevas fundaciones.

De aquí tantos soberbios edificios de los siglos XVI y XVII, y de aquí
también el haberse conservado cuidadosamente los de épocas anteriores.
Es decir, que la segunda barbarie demoledora de monumentos; la barbarie
que en otras regiones de España destruyó, blanqueó, reformó y afeó
tantas y tan preciosas obras artísticas en los tiempos que median entre
los Reyes Católicos y Carlos III, no llegó á las orillas del
Tormes.--En cambio, llegaron después otros bárbaros, émulos de los
Atilas y Alaricos, y destruyeron dos terceras partes de los edificios
monumentales de Salamanca..... Refiérome á los franceses y á los
ingleses (durante la Guerra de la Independencia), y también á los
iconoclastas modernos, que tanto y tanto han derribado al grito de
progreso y libertad, en sus varios períodos de dominación ó de anarquía.

Otra de las razones que más han influído para que Salamanca pueda
calificarse de _Museo arquitectónico_ (donde se hallan, perfectamente
conservados, exquisitos modelos de las obras más perecederas y hoy más
destruídas, por lo nimio y menudo de sus primorosos detalles), es la
excelente, inmejorable calidad de la piedra de todos sus monumentos.

Esta piedra, llamada _franca_, se encuentra á una legua de la ciudad,
cerca de Villa Mayor. Blanda al principio como la cera, el tiempo la
pone tan dura como el bronce y le da un hermosísimo color de oro.
Admite, pues, y conserva perfectamente las más finas y delicadas
labores, y de aquí la riqueza de obras platerescas que acabamos de
enumerar y las muchas que no hemos citado, todas las cuales parecen
recién hechas en sus menores tallas, sin embargo de estar á la
intemperie: de aquí también aquellas afiladas aristas de las esquinas
de la _Casa de las Conchas_; aquella tersura de sus muros, que parecen
bruñidos; aquellos atletas, de tan admirable musculatura, de la _Casa de
la Salina_; aquella férrea solidez de la _Catedral Fuerte_, ó sea de la
_Catedral_ vieja; aquellos primores del patio del _Colegio del
Arzobispo_, y tantos y tantos otros prodigios de escultura y
arquitectura como ve el viajero en todas partes.

Conque hagamos punto final.

He concluído mi penosa tarea, incompleta (ó sea _diminuta_, como se dice
en el foro) para lo mucho que requería la gran Ciudad de los Fonsecas y
Maldonados, pero harto larga para ser obra de un mero aficionado á las
Bellas Artes, incompetente en todas ellas, y poco dado á escudriñar y
explotar libros ajenos.

Réstame añadir que dedico estas pobres páginas, como recuerdo cariñoso,
á mis amigos los Excmos. Sres. D. Servando Ruiz Gómez y D. José España,
y á mi camarada Dióscoro Puebla.

1878.



LA GRANADINA[15]

PROGRAMA


Supongo que los panegiristas de _Las Mujeres españolas_ que preceden á
_La Mujer de Granada_ en el orden alfabético, habrán escrito ya más de
una disertación sobre la mujer en general, comparada con el hombre, y
sobre las españolas ó ibéricas en particular, comparadas con las hembras
de otros países. A mayor abundamiento, el ilustre redactor[16] del
_Prólogo_ capital de la obra ha sabido, como no podía menos tratándose
de pensador tan profundo, desempeñar magistralmente la parte sinfónica
de esta composición, sin que á su mirada comprensiva se obscurezca
ninguno de los aspectos sumarios del asunto, ni en la esfera filosófica,
ni en la moral, ni en la meramente literaria.

Véome, pues, por fortuna, dispensado de establecer aquí temerarios y
abstrusos prolegómenos, á medida de mis intereses, respecto de las
candentes cuestiones genéricas y diferenciales que ventilan hace 5856
años los dos sexos beligerantes en que se divide la especie humana, y
dispensado también de definir, á medida de mis afectos, si la mujer
_blanca_ es superior ó inferior á la _negra_, la _roja_, la _morena_ y
la _amarilla_, ó si entre las _blancas_ debemos preferir la _europea_, y
entre las europeas á la _latina_, entre las latinas á la _católica_, y
entre las católicas á la _ibérica_, todo ello (¡gran iniquidad!) sin
audiencia de las pobres agraviadas.--En cambio, y aunque supongo también
que otros de mis colegas lo habrán hecho, no puedo menos de discurrir un
poco, por vía de Introducción, acerca de los inconvenientes con que
tropezamos los autores de estas monografías al pretender clasificar á
las mujeres de cada una de las actuales Provincias de España en una
casilla aparte, que delimite técnicamente pretendidas variedades de su
naturaleza ó de sus costumbres.

Estuviera aún dividida España al tenor de los antiguos reinos, ó de las
vulgares y significativas denominaciones de _Mancha_, _Rioja_,
_Alcarria_, _Alpujarra_, etc., etc., y sería obvio, en la mayor parte de
los casos, trazar lindes y fijar término á los diversos hábitos y usos,
á los varios caracteres y á las distintas cualidades intrínsecas que
constituyen todavía (pésele al nivelador ferrocarril y á la uniformidad
democrática) la pintoresca heterogeneidad de la población de nuestro
suelo, rico también de contrastes topográficos y pictóricos. Pero la
prosaica y anti-artística Administración, al hacer la vigente
demarcación de Provincias, no tuvo ni pudo tener en cuenta (lo reconozco
imparcialmente) la historia, las tradiciones y las prácticas de cada
región para encerrarla en sus efectivas fronteras, sino que atropelló
por todo y cortó por lo sano, como la expropiación forzosa, mutilando y
desorganizando ciertas aglomeraciones etnográficas, legendarias ó
políticas, que venían á ser el sistema ganglional de nuestro pueblo, y
de aquí ha resultado (perjuicio baladí para la Administración, y acaso
trascendentalísimo á los ojos de los verdaderos estadistas) la
disgregación y dislocación de muchos intereses y sentimientos que eran
al par efecto y causa del inveterado organismo geográfico, resultando
también (y es lo que en este punto nos importa discernir) esa fría
pléyade de Provincias de oficio que tan pobremente brillan á los ojos
del artista ó del poeta, por ser las unas idénticas á sus adyacentes,
por ser otras pedazos arrancados á un antiguo nobilísimo reino, y por
ser no pocas meros caprichos arbitrarios, sin blasón ni carácter
propios.

Ahora bien: el libro de _Las Mujeres españolas_ ha tenido que acomodarse
á la actual división administrativa, en virtud de muy atendibles
consideraciones, y nosotros, los redactores de tal obra, nos veremos por
ende expuestos á cada instante y obligados muchas veces, ya á
repetirnos, ya á anularnos recíprocamente, ya á contradecirnos unos á
otros en nuestros juicios y apreciaciones.

Yo, por ejemplo, al proponerme describir á la _Granadina_, hállome con
que mi provincia no es toda la Andalucía, ni tan siquiera todo el
antiguo reino de Granada; tropiezo con que, al llegar este libro á la G,
ya contendrá descripciones cumplidísimas de las mujeres de Almería,
Cádiz y Córdoba; y encuéntrome, finalmente, con que después han de venir
los artículos sobre las de Jaén y las de Málaga, tan parecidas á las
hijas del Darro, del Guadalfeo y del Guadix. No extrañe, pues, el lector
que desatienda en ocasiones puntos de vista extensivos á todas las
Andaluzas, ni que, por el contrario, señale algunas veces como condición
propia de la Granadina lo que caracterice también á la de Almería y á
la malagueña. ¡Sin esta libertad de acción fuera imposible sacar las
siguientes fotografías!

Una advertencia más, y entramos en materia.

Mi plan es estudiar muchas Granadinas en diversos escenarios de la
capital, de las ciudades subalternas, de los pueblos pequeños, y de los
campos. No se confundan, pues, nunca las especies, y téngase siempre á
la vista que estarán siendo simultáneo objeto de nuestras observaciones
las ricas de las aldeas y las pobres de las ciudades; las mendigas de la
capital y las petimetras de los cortijos; las elegantes huríes que
bostezan en coche por la _Carrera del Genil_ y las hechiceras _cursis_
que cimbrean su primoroso talle, vestido de limpia indiana, en un
balconcillo de madera festoneado de flores; las terribles alcaldesas de
monterilla, más tiesas que D. Rodrigo en la horca, y las
interesantísimas hijas bien criadas de padres del antiguo régimen,
moradoras de ciudades que, aun siendo de cuarto orden, presumen de más
históricas que Alejandría y Atenas.....

Hay, como veis, mucha tela cortada, y tenemos, por consiguiente, que
ahorrar de razones.....--¡Arriba, pues, el telón!



CAPÍTULO I

LA GRANADINA COMO ANDALUZA


Quedamos en que á estas horas os han dicho otros colaboradores de este
libro lo que es Andalucía. Os habéis, pues, hecho cargo del almo júbilo
con que se ríe el Todopoderoso en aquel pedazo de cielo que deja
transparentarse la gloria desde el Guadiana hasta el Segura, y desde
Sierra Morena hasta los dos mares: habéis respirado aquel aire tibio y
balsámico, que difunde, en Abril como en Diciembre, el aliento de nuevas
rosas; habéis contemplado aquellas matizadas vegas, patrimonio á la par
de Flora y Ceres, aquellos cármenes y huertos que no ensoñó Babilonia;
aquellos bosques de naranjos y limoneros, como los imaginados por la
Fábula; aquellos inmensos olivares y pomposas viñas que absorben y dan
por fruto la luz y el calor del sol; aquellas costas en que tienen
colonias las palmeras de Oriente y los plátanos de Occidente, y aquellos
mitológicos ríos que desaparecen leguas y leguas bajo la fresca bóveda
que tejen el arbolado y las malezas de sus fértiles orillas: habéis
doquiera recibido la descarga eléctrica, ó sea la conversación, de
aquella raza vívida, locuaz, entusiasta, turbulenta, que es á un tiempo
sentimental y festiva, infatigable y perezosa, y os ha causado asombro
y hasta miedo tanta gracia, tanto fuego, tanta poesía como brotan
incesantemente de aquellas bocas siempre llenas de réplicas felices, de
chistes rapidísimos, de embustes ingeniosos, de áticas sales, de donosas
comparaciones, de atrevidas hipérboles, y de más retórica, en fin, para
todos los casos y todos los gustos, que enseñaron Aristóteles, Horacio,
Cicerón y los mismos Santos Padres! ¡Y allí, por último, ha surgido ante
vuestros ojos, como una sílfide, como una llama de colores, como una
tentación viva, la Eva morena, la Elena romántica, la Venus católica y
vestida, la mujer andaluza, para decirlo de una vez....., superstición
de britanos, locura de franceses, chochez de rusos y alemanes y
perdición de los españoles!

Ahora bien: pues que ya conocéis la _tierra_ y la _gente_, y de juro
también os han llevado, para que estudiéis las costumbres, á los toros
del Puerto y de Sanlúcar, y á las ferias de Mairena y del Rocío, y á la
Semana Santa de Sevilla, y de paseo ó gran parada á la plaza de San
Antonio de Cádiz, y de profana romería á la beata Sierra de Córdoba, y
en todas estas _exposiciones regionales_ habréis encontrado á las más
genuinas andaluzas de alto y bajo copete, ora á pie, ora en las ancas de
brioso caballo regido por apuesto contrabandista, ora en jumento con
jamugas ó con maldita la cosa, ora en calesa, calesín ó birlocho; ya con
vestido á media pierna, pañuelo de crespón encarnado y la cabeza orlada
de claveles; ya con falda de espléndidos faralares, valioso mantón
chinesco y toca blanca, al gusto de Goya; ya de legítima torera, con
monillo, ceñidor y sombrero calañés; ya arrastrando luenga cola de seda
y tremolando la clásica mantilla de casco, bandera negra de las
españolas contra toda la extranjería; aquí tañendo las castañuelas, y
bailando, verbigracia, el _Vito_; allí cantando, al son de sus palmas,
la apasionada _Soledad_, ó entonando, con lágrimas en la voz, ¡sin
palmas y con suspiros!, la _Caña_ quejumbrosa y lastimera; aquí
abriéndose paso con su rumboso meneo entre una turba de majos, que
arrojan á sus pies capas y sombreros para que le sirvan de alfombra;
allí volviendo valientemente una esquina, y al mismo tiempo la cara en
sentido inverso, como fascinadora culebra que no quiere que se escape el
pajarillo; es decir, pues que ya habéis visto á la mujer técnica de la
_Tierra de María Santísima_, sea duquesa ó labradora, generala ó
cigarrera, en el pleno ejercicio de su privativo poder, de su peculiar
gallardía, de su porte soberano, tengo que principiar por advertiros
que.....

(AXIOMA)

_La Granadina no es andaluza de profesión._

Quiero significar con esto que la Granadina, aunque posee todos los
encantos especiales de las andaluzas, su imaginación, su donaire y su
belleza no es, ni nunca pretende ser, el consagrado prototipo de la raza
bética; no es, ni siquiera entre la gente ordinaria, la jacarandosa
macarena pintada en el forro de los calañeses y sobre las cajas de pasas
de Málaga; no es, ni de ello presume, la estereotipada heroína de las
saladísimas piezas de Sanz Pérez; no es, en fin, la mujer andaluza, tal
como la tienen metida en la cabeza los extranjeros; tal como se la
dieron á entender la Nena y la Petra Cámara, y tal como ellos van á
admirarla allende Despeñaperros, á riesgo y hasta con ansia de que
salgan á robarlos los Grandes de España de primera clase que, según es
sabido, despluman, trabuco en mano, á los periodistas franceses que
pasean sus tesoros por España!!!

No: la Granadina no hace gala del género andaluz, ni en su
pronunciación, ni en sus actitudes, ni en su estilo, ni en sus hábitos.
Es en lo que principalmente se diferencia de las hijas del Guadalete,
del Guadalquivir y del Guadalmedina (ríos cuyos nombres valen un
_imperio_, en el sentido recto de la palabra), las cuales, por muy damas
que sean (y las hay principalísimas, que pueden echarse á pelear con las
mejores de Madrid), siempre, siempre..... (¡no me lo neguéis!) abundan
en su propio andalucismo, á sabiendas de lo que en el orbe vale y puede
esta calidad.....--Por el contrario: aunque la Granadina, en su
pronunciación, en sus actitudes, en su estilo y en sus hábitos, revele
constantemente su idiosincrasia andaluza, es de una manera indeliberada,
inconsciente, inadvertida. Creeríase que no se tiene por tal, ó que
ignora que las andaluzas gozan fama en ambos hemisferios de jocosas por
antonomasia. Ello es, repito, que nunca alardea en tal guisa, ó, para
hablar más á la buena de Dios, nunca la echa de graciosa..... ¡Y lo es
tanto!

Muchas veces (¡ya lo creo!: siempre que le hace falta para volver el
juicio á un hombre, ó para salir de cualquier apuro) deja la Granadina
el grave continente de que hablaremos después, ¡amigo!, y entonces sabe
plantarse como una jerezana, y contonearse como una de Sevilla, y argüir
como una de Córdoba, y poner más caras y más cruces que una de
Málaga..... Pero esto es un relámpago fugitivo, durante el cual se ve lo
que no es decible de trastienda, monadas y travesura, y luego vuelve su
señoría á la acostumbrada formalidad, no quedando de la pasada
metamorfosis sino algunos hoyuelos en las mejillas y cierto reir en los
hechiceros ojos; permanentes indicios del alma que se esconde en aquel
cuerpo.



CAPÍTULO II

MOROS Y CRISTIANOS


Conque, ya lo he indicado, y aquí lo consigno, y sirva esto de corolario
al capítulo anterior, á la vez que de segundo

AXIOMA:

_La Granadina es una andaluza seria._

Tan rara seriedad no tiene nada que ver con la inalterable
circunspección, con la espetada tiesura ni con la solemne parsimonia de
las pobladoras de otras regiones de España. Es un melancólico señorío,
una poética distinción, un gracioso romanticismo, propio exclusivamente
de las reinas destronadas. La Granadina podrá ser genial y chistosa por
naturaleza, y resultar así cuando se la excita; pero se diría que
siempre es á pesar suyo. No de otro modo (y va de símil) tal ó cual
huérfana, ó tal ó cual reivindicable viuda, tiene la figura risueña y
deliciosa, y la voz juguetona como un trino, y el discurso
divertidísimo por lo travieso, aun el día en que estrena sus tocas de
luto y en que está su corazón verdaderamente acongojado.

Y la verdad es que, en el fondo del espíritu de los granadinos de ambos
sexos, hay no sé qué vaga sombra de esa viudez, de esa orfandad, de esa
realeza y de ese destronamiento. Más frescos allí que en parte alguna de
la Península los recuerdos de una autonomía soberana; habiendo sido
aquella región la última que constituyó reino independiente; vibrantes
aún en el espacio, por tradición sentimental de padres á hijos, los
alaridos de dolor que lanzara, no hace tres siglos, la raza Morisca al
ser arrancada de cuajo de aquel Edén; confundidos en la imaginación
popular este infortunio y el anterior de los Judíos con sus infortunios
propios, á causa del decaimiento intelectual y material que ambas
expulsiones produjeron en Granada; creyéndose, en fin, todo el mundo, de
un modo informe y fantástico, que desciende, á un propio tiempo y por
línea recta, de los mismísimos Reyes Católicos y de Boabdil _el Chico_,
ó cuando menos de Príncipes mudéjares y de los grandes Capitanes
conquistadores (y de todo habrá ¡vive Dios! por bien que expurgara la
población cristiana el buen Felipe III), resulta que el bello ideal de
la raza granadina reside en lo pasado, que su orgullo es retrospectivo,
y que el mundo de sus complacencias, de sus consolaciones y de sus
engreimientos se encierra en aquel _palacio de la Memoria_ que tan
elocuentemente describe San Agustín, y en otro primoroso palacio
material, aunque parece labrado por las hadas, entre el río de las
arenas de plata y el río de las arenas de oro; es decir, en la
incomparable, deleitosísima Alhambra, ufanía y ejecutoria de todos los
granadinos de hoy, no obstante ser obra de los vencidos, expoliados y
desterrados islamitas.

Y aquí tenéis explicado el por qué los poetas y poetastros de aquella
tierra somos elegíacos hasta lo sumo, y

      «cómo, á nuestro parescer,
    cualquiera tiempo pasado
          fué mejor.»

Pues bien: en las mujeres, esta especie de nostalgia hereditaria crea y
fomenta los más quiméricos sinsabores, sin que ellas mismas se lo
figuren, y yo apostaría cualquier cosa á que la síntesis de su pena es
la siguiente: Echar de menos los gloriosos tiempos de la Conquista, en
que el amor podía servir de corona al heroísmo, y envidiar
simultáneamente la ventura de las Princesas árabes que conspiraban con
los Caudillos cristianos en el Albaicín contra la corte de la Alhambra,
y la felicidad de las ricas-hembras de Castilla que recorrían á caballo
las vegas de Santafé y de la Zubia tras la hacanea de Isabel la
Católica, escoltadas y servidas por la flor de la caballería cristiana y
amenazadas de cautiverio por la flor de la caballería mora.....

¿Qué mucho, por tanto, que sean graves y melancólicas todas las
granadinas en ciudades, villas y aldeas? ¡Cuando ese tedio de lo
presente y esa pasión de ánimo por lo pasado se apoderan de una raza, su
triste orgullo se transmite de generación en generación, y cunde de las
clases ilustradas á las ignorantes, sin que nadie tenga que enseñar ni
que aprender lección alguna! ¡Es una cosa que se hereda, como las
facciones del rostro; es una cosa que se pega, como el acento; es una
tisis del alma!

Lo repito: la Granadina es seria, soñadora, poética, elegíaca, sin
embargo de su vívida sangre andaluza, como lo es el pájaro cautivo, como
lo es el ángel desterrado. Ella está cautiva en la red de una creciente
decadencia local: ella está desterrada de la Historia.



CAPÍTULO III

TRIUNFAN LOS CRISTIANOS


AXIOMA

_Todas las Granadinas son católicas
apostólicas romanas._

No exceptúo de esta regla ni á las mujeres de los más acérrimos
republicanos federales, ni á las hermanas de los cuitados que en cierto
pueblo de la costa repartieron hace algún tiempo Biblias protestantes,
ni á las hijas de Constituyentes que en 1869 votaron la Libertad de
cultos, ni á las madres de ninguno de ellos..... ¡Todas, todas las
Granadinas son eminentemente católicas!

Piadosas, humildes, reverentes con Dios y con sus Ministros, su
religiosidad brilla principalmente por una ardentísima devoción á la
Virgen y por un miedo cerval al demonio.

La Virgen es para ellas preferente objeto de un amor indefinible.
Trátanla como á madre, como á hermana, como amiga, como á confidente y
consejera..... ¡Hasta pretenderían hacerla su cómplice!--¡Todo se lo
cuentan; todo se lo consultan; en todo procuran interesarla; de todo le
ofrecen participación, consistente en algunas velas, en alguna joya ó
en la trenza de sus mismísimos cabellos.--El bandido de Nápoles le reza
á San Genaro ó á la _Madonna_, para que le ayuden en sus negocios. Las
Granadinas ponen bajo el amparo de la Virgen sus esperanzas _de todas
clases_..... Con ella tienen mucha más franqueza que con Dios.

A Dios apenas acuden directamente, contando como cuentan con la Reina de
los Cielos. A Dios lo veneran, lo bendicen, lo respetan, y le
huyen.....--¡Es que le temen! _Initium sapientiæ timor Domini._--Aunque
en esto de temer, repito que le temen más al Diablo.

El Dios temido, á quien acabo de referirme, no es otro que Dios Padre en
particular; pues á Dios Hijo no le temen de manera alguna, sino que lo
aman con entrañas de verdaderas madres desde que son niñas de ocho años.
Aman, sí, á Jesucristo en persona, como otras tantas Marías agrupadas al
pie de la Cruz; lo compadecen, lo asisten, lo acompañan, lloran su
Pasión y muerte, viendo en Él un hijo legado por la desgracia á su
solícita ternura. De aquí que una imagen del _Señor del Mayor Dolor_ ó
_de Jesús Nazareno con la Cruz á cuestas_ les inspire á veces tanta
confianza y tanto fervor como una Virgen del Carmen ó de las
Angustias.....--Y ¡cosa rara! cuando este mismo Dios Hijo se les
representa en su primera edad, como _Niño Jesús_ ó _Niño de la Bola_,
ya pierde su carácter filial, y, en vez de familiar ternura, infúndeles
altísimo respeto.--¡Admirable intuición de lo más abstracto de la
teología!..... ¡A medida que ven reducirse la Persona, crece y se impone
á su imaginación la Esencia!

Por lo que hace al Espíritu Santo, dijérase que no existe para ellas.
¡Nunca es objeto de su misticismo! Lo cual se comprende sin esfuerzo:
los atributos especiales del Parácleto son más perceptibles á los ojos
de los Doctores de la Iglesia que á los de las fieles cristianas.

Acerca del Demonio no quisiera hablar en este sitio, pues es hacerle
demasiado honor; pero no puedo pasar por otro punto. La Granadina ve á
Lucifer tantas veces al día como lo vieron San Antonio Abad y Santa
Teresa de Jesús, y lo acusa á cada momento de cuantas desgracias le
ocurren ó presencia.--«_El Demonio ha hecho que pase esto._»--«_Quiso el
Diablo que sucediera lo otro._»--«_Satanás me ha escondido el ovillo,
las tijeras ó la aguja._»--«_Me tentó el Demonio, y dije aquello ó hice
lo de más allá._»--«_Hoy tengo los Malos en el cuerpo._»--«_Fulano es el
enemigo....._» Estas y otras parecidas frases no se caen nunca de sus
labios, y, al propio tiempo, pónele la cruz á Luzbel, ó se santigua
estremeciéndose, ó dice «_¡Ave María Purísima!_» por vía de exorcismo y
desinfectante.--Y, sin embargo, en todo esto no hay nada de
maniqueísmo, sino ortodoxia pura.

En lo que no hallo tanta ortodoxia, bien que tampoco intención herética,
es en las preocupaciones y supersticiones que abriga respecto á la
existencia y poder de otros seres no mencionados en el Catecismo. La
mitad de las mujeres de la Provincia, sobre todo las de los pueblos
pequeños, creen á puño cerrado en duendes, brujas, hechiceros, fantasmas
y aparecidos. De aquí un miedo espantoso á los muertos, y de aquí
también el que haya casas cerradas en que no se atreve á vivir nadie,
por ser cosa sabida que ¡á media noche! óyense en ellas extraños ruidos,
particularmente de cadenas.--Esta credulidad, de que nunca participaron
las personas verdaderamente cultas, va cediendo también hoy en el ánimo
de las indoctas, pero no así la fe en innumerables agüeros, talismanes,
amuletos, cábalas y untos, de aplicación medicinal y moral, para cuya
enumeración y recetario sería preciso escribir un tomo en folio.

Por lo demás, la Granadina es asidua al templo, lo mismo en la capital
que en la última aldea; frecuenta el confesonario; da mucha limosna, y
hace y cumple infinidad de promesas ó votos, como _romper_ (ó sea usar
hasta que se rompe) _un hábito_ de tal ó cual Orden monástica, no comer
postres, pagar misas, llevar velas á las sagradas imágenes, andar
descalza, recorrer de rodillas iglesias enteras, rezar muchas partes de
Rosario, etc., etc.

También tiene gran devoción á los santos y santas de la corte celestial;
mas no á todos en idéntico grado ó con igual confianza en su
poderío.--Quiero decir que prefieren entenderse con tal ó cual
bienaventurado, según que lo juzgan más ó menos milagroso.--Pero esto
acontece en todas partes.

Volviendo ahora á su adoración especial hacia María Santísima, diré como
ejemplo, y para concluir en este punto, que no es dado formarse idea de
nada tan tierno, tan expresivo, tan conmovedor, como los agasajos,
fiestas y ovaciones que granadinos y granadinas hacen á la Virgen de las
Angustias, patrona de la capital. Quien no haya visto, después de
cualquier calamidad pública, trasladar en triunfo aquella célebre
imagen, desde la Catedral, donde se llevó en rogativa, á _su casa_ (así
se designa su templo), no puede saber hasta dónde llega el sublime
frenesí de un pueblo exaltado por la piedad; y quien haya presenciado
tal espectáculo sin derramar, aun siendo _de la cáscara amarga_,
lágrimas tan copiosas como las miserias de esta vida, no tiene corazón
ni alma de hombre.



CAPÍTULO IV

LA GRANADINA EN EL HOGAR DOMÉSTICO


Echada la sonda en la imaginación y en el corazón de nuestra heroína, y
conociendo, como ya conocemos, la índole y la profundidad de su fantasía
y de sus creencias, se ha simplificado mucho la tarea de estudiarla, y
podemos proceder á analizar sus costumbres rápida y objetivamente.

Principiemos por desenvolver este

AXIOMA

_La Granadina es la señora de su casa._

En efecto: la mujer de aquella tierra manda en jefe en el hogar, donde
ejerce de hecho y de derecho una autoridad superior á la del hombre. La
doctrina evangélica que rehabilitó á la hembra, ha sido cumplida allí
con exceso, por lo menos en esta parte. Y es que el granadino, por
pasión ingénita ó genérica, y por galantería característica, ha hecho de
la mujer un ídolo, en lugar de hacer una compañera. Puede decirse que
ella es la reina del palenque en que lucha el varón toda su vida. Para
ella y por ella quiere ser guapo, elegante, valiente, rico, poderoso.
Ella es á un tiempo juez y premio del torneo. La opinión de los hombres,
criterio del honor en todos los países, no les importa tanto á los hijos
de Granada como la opinión de las mujeres, criterio que aquilata el
mérito y el demérito con relación al amor.

Cierto que algunas veces el esposo maltrata á la esposa, la pega y hasta
la mata; pero nunca la desprecia..... ¡Es que el pobre hombre tiene
celos, ó es, más generalmente, que de vez en cuando se le ocurre, como á
los pueblos, sacudir la tiranía! Empero el _tirano_ (quiero decir, la
mujer) aguanta el pujo; deja pasar la tormenta, y vuelve á imperar sobre
el rebelde....., que entonces las paga todas juntas.--Vemos así que
muchas mujeres de la clase y condición en que funcionan las manos ó la
vara del marido, suelen quejarse amargamente de que éste haya renunciado
por completo á sacudirles el polvo; pues entonces es cuando se creen
verdaderamente destronadas.....

Por lo demás, la Granadina, desde que se constituye en esposa, adopta
voluntariamente algo de la manera de vivir de las orientales.--Dígolo,
porque se encastilla en el hogar, bien que sólo con el objeto de
dirigirlo, de gobernarlo, de monopolizarlo. Del tranco de la calle para
adentro, el marido no dispone de cosa alguna; suele no saber lo que
sucede; cuando más, indica su opinión; y la mujer determina, decide,
concede ó niega. Por regla general, ella es la depositaria del dinero,
y, por regla universal, la distribuidora.--Habrá familias que vivan á la
francesa, ó fuera de la ley de Dios, y con las cuales no recen, por
consiguiente, estas bases. ¡Prescindamos de semejantes excepciones! La
norma es la que digo.--Y aun hay más. El hombre en sus negocios de la
calle, en los asuntos relativos á su profesión ó á su hacienda, no
resuelve nada medianamente importante sin consultarlo con _la señora_
(que así se llama la que usa _vestido_), ó con la _parienta_ (que así se
denomina si usa _zagalejo_). ¡Y estas no son _debilidades_ del orden
íntimo ó privado, sino legítimas _deferencias_ que proclaman en alta voz
los maridos como la cosa más natural del mundo!.....

En cambio, la mujer, dentro de la casa, á puerta cerrada, trabaja cuanto
humanamente puede, á veces más de lo que nadie imaginaría, atendida la
posición social de la _señora_.--En este punto es _La perfecta casada_
de Fr. Luis de León. No sólo la muy pobre, sino también la que vive con
algún desahogo, y hasta muchas acomodadas, naturalmente hacendosas, ó
que precaven el porvenir economizando, para sus hijos, barren, limpian,
cosen, planchan, lavan, friegan, amasan, guisan, crían gusanos de seda y
cuidan á los niños (todo al par que la criada y por ahorrarse de tomar
otra), sin contar con que, cuando se ocurre, le sirven la comida á su
esposo, al mismo tiempo que ellas comen aparte, yendo y viniendo á la
hornilla, con la majestad de antigua matrona que diera hospitalidad á un
peregrino, ó con la humildad de una reina en Jueves Santo.

Lo que la Granadina no hace nunca.....--Pero esto que voy á decir merece
figurar como

AXIOMA

_La Granadina no cultiva el campo._

¡Ah! lo contrario sería un deshonor para el más pobre labriego. ¡Su
mujer no es _una negra_!--Él ara, siembra, labra, coge, trilla, riega
con todo el sol canicular, con hielos y nieves, con el agua á la
cintura, sin reparar en su comodidad ni en su salud..... ¡Pero trabajar
_ella_ delante de gente! ¡Hacer lo que puede hacer un mozo, un
peón....., y, si no hay peón ni mozo, él mismo, á costa de un poco más
de fatiga!..... ¡En manera alguna!

No sin orgullo consigno esta observación (aplicable á todas nuestras
provincias meridionales), advirtiendo de paso á las granadinas, para que
se lo agradezcan á los granadinos, que en otras regiones de España y en
las más cultas naciones de Europa sucede todo lo contrario: la mujer del
campesino labra la tierra, y el hombre se las compone en el hogar.--¡Y
así anda ello!

Lo que sí hace la Granadina en el campo es _espigar_.--Pues ¿qué es
espigar?--Espigar es hacer uso de un gracioso derecho que cristianamente
concede el más pobre labrador á las mujeres necesitadas (y sólo á las
mujeres) de entrar en su heredad, de donde ya se han sacado los haces, á
rebuscar y apropiarse las espigas que han quedado desperdigadas en el
rastrojo.--¡Después de la galantería, la caridad erigida en ley
consuetudinaria! ¡Muchas leyes como ésta nos diera Dios! ¡Algo más
medrado andaría nuestro siglo!.....--Pero doblemos la hoja.

AXIOMA HASTA CIERTO PUNTO

_La Granadina es lujosísima en la calle._

Ni el marido ni el padre reparan en su propia persona, con tal que la
esposa ó la hija vista «_como corresponde_»: y siempre corresponde
vestir mejor de lo que buenamente se puede.--El traje pontifical de la
mujer, y no el del amo de la casa, representa la clase social de la
familia. Un hombre rico ó linajudo podrá descuidarse en el vestir, usar
ropa como de artesano ó de labrador; abandonar para _in æternum_ el
frac, la levita y hasta el sombrero de copa; pero la señora de la casa
no saldrá nunca á la calle sino de tiros largos, con arreglo á
ordenanza, «_como quien es_», según dice ella enfáticamente.

En compensación, de puertas adentro, lleva demasiado lejos el _negligé_,
que en España llamamos _trapillo_, con tal de que la casa ofrezca un
aspecto irreprochable.....--Digamos, pues, que nuestra _perfecta casada_
es _objetivamente limpia_ hasta un extremo increible..... Los muebles,
los utensilios de cocina (de los cuales tiene repetidas baterías de lujo
que no sirven nunca), los techos, las paredes, los suelos, brillan
siempre como el oro. «_¡En los ladrillos de mi casa se pueden comer
migas!_» dice con muy fundado orgullo.--Si, en cambio, no todas aquellas
mujeres de bien se distinguen por una completa ó total limpieza
_subjetiva_, cúlpese al Sr. D. Felipe II, que dictó cierta endiablada
pragmática, prohibiendo á los moriscos y moriscas de Granada el pícaro
uso de los baños domésticos.

OTRO AXIOMA

_La Granadina, en general, recibe y hace
muy pocas visitas._

Por lo común, se pasa toda la semana sin poner un pie en la calle y sin
que ninguno de fuera pise su casa, como no sea algún pariente muy
cercano.--En toda la provincia escasean las tertulias en que se reunan
señoras.--Si éstas pasean, es en domingo, y eso en la capital.--En las
poblaciones subalternas se necesita que repiquen más gordo.....--Pero ya
volveremos sobre esto.

Entretanto, allá van algunos

NUEVOS AXIOMAS

_La Granadina es floricultora, domadora
de gatos y domesticadora de canarios._

Recomiendo á los pintores _de género_ el insondable cuadro de una de
estas _mujeres de su casa_, sentada al lado de un balcón, lleno de
macetas floridas, entre una manada de gatos enroscados á sus pies, y
media docena de canarios enjaulados sobre su cabeza.--Con esto y con su
fértil aventurera imaginación, tiene bastante una hija de Granada para
no estar nunca sola.

El gato, la flor, el canario y la mujer..... ¡qué cuarteto!

_La Granadina es herbívora, vinífoba
y gazpacháfaga._

Es herbívora: esto es, se alimenta principalísimamente de vegetales
cocidos, fritos, asados ó crudos. Cierto que acepta las sustancias
animales inherentes al _puchero_, pero es como precepto medicinal más
que como verdadera satisfacción. Y fuera de esto y de algún huevecillo,
seguro está que ninguna Granadina se recete _motu proprio_ otros
manjares que ensaladas, ensaladillas y ensaladetas, en cuyo ramo su
inventiva es inagotable. Pasarán de doscientas ¡vaya si pasarán! las
combinaciones que sabe hacer de aceite, vinagre y sal, con todas las
hierbas del campo.--Y entiéndase que en la palabra _hierbas_ incluyo
todo lo que, según el _Diccionario_, es legumbre, todo lo que es
hortaliza, y además muchos frutos y frutas. Porque hay ensalada de
pimientos y tomates, y de tomate crudo y solo, y de pepino, y de
calabaza, y de cardo, y de patata, y de remolacha, y de escarola, y de
judías, y de apio, y de pero, y de lechuga, y de coliflor, y de cebolla,
y de granada, y de manzana, y de naranja, y de todo lo nacido.--¡Ah!
¡Se me olvidaba!--«_De la mar los boquerones_..... (la Granadina rinde
este tributo de respeto á Málaga) _sobre todo, fritos, de noche, con
ensalada de escarola_.»--Pero hablarle á la Granadina (exceptuamos á las
afrancesadas) de _beefsteak_ ó de _roastbeef_, equivale á hablarle de
herejes y de judíos.

Es vinífoba.--Explicación: nunca prueba el vino, como no sea muy dulce,
en una broma de rompe y rasga, y considerándolo la más atroz de las
travesuras. Pero en la mesa, á pasto, como en otras provincias de España
y como en los demás pueblos extranjeros....., ¡jamás!--Verdad es que
tampoco los granadinos, hasta hace muy poco tiempo, y salvas ligeras
excepciones, habían visto el vino sobre su mesa. Y todavía, fuera de la
capital, es esto verdaderamente extraordinario.--¡Sin embargo, la
provincia, según datos estadísticos, resulta aficionada, muy aficionada,
demasiado aficionada!.....--Pero se bebe como se peca, á solas,
clandestinamente.....--«_El vino..... ¡en la taberna!_» le dice la mujer
al marido. Y en seguida le elogia la limpidez, la baratura y las
virtudes higiénicas del agua, «_creada por Dios para que no se beba
vino_».

Es gazpacháfaga.....--¿Y quién no lo es en aquel país? ¡Desde el Prócer
y el Prebendado hasta el mendigo, en diciendo que llega Mayo, todo el
mundo se administra, cuando menos, un gazpachillo por día!--La
Granadina-tipo se administra dos ó tres: lo toma antes del puchero; lo
toma entre comidas; lo toma antes de acostarse..... Ni ¿qué fuera del
género humano sin el gazpacho,

      En aquella tierra,
    Con aquel calor,
    Donde tan temprano
    Sale siempre el sol?


_La Granadina es honesta, y en ningún caso
escandalosa._

En Granada, por la misericordia de Dios, todavía está de moda la virtud
de las mujeres..... Quiero decir que la opinión pública no tolera el
pecado, ni transige con las pecadoras..... Son, pues, ellas buenas por
innata circunspección y acendrada religiosidad, y al mismo tiempo porque
les es indispensable para vivir entre las gentes; y de aquí resulta que
su rigor y severidad, no sólo impiden la falta propia, sino también la
falta ajena. ¡La delincuente, en aquel país, no está dentro del _derecho
común_, como en esta Villa y Corte y como en otras varias partes! ¡Pecar
en aquella provincia es para la hija de Eva colocarse _fuera de la ley_,
incomunicarse con la sociedad, aislarse como una leprosa!--Quizás por
esto mismo tampoco sirve allí de timbre y loor á un hombre el ser un D.
Juan Tenorio ó cosa parecida. ¡Todo el mundo detesta y condena al infame
que sedujo á una joven en estado de merecer, perdió á la mujer del
prójimo ó dejó abandonada á la suya!--¡Dure mucho en mi amada tierra
este sentido moral! Cuando él falta, los pueblos más prósperos son una
repugnante sentina.--Dígalo París.

Y aquí concluyen _las generales de la ley_ de todas las
Granadinas.--Examinemos ahora los caracteres que las diferencian entre
sí, según que viven en la Capital, en las poblaciones subalternas ó en
el campo, y según que pertenecen á la aristocracia, á la clase media ó
al pueblo. Pero examinémoslas confundidas unas con otras, pues toda
clasificación regular, ordenada y simétrica, está reñida con el Arte.



CAPÍTULO V

GALERÍA DE GRANADINAS


¿Quién no conoce y admira á Granada, aunque no la haya visitado
nunca?--Creo, pues, innecesario repetir aquí lo que han escrito
Chateaubriand, Zorrilla, Teófilo Gautier, Washington Irving y otros mil
literatos, y me limitaré á deciros que, por lo que yo he visto, por lo
que he leído y por lo que me han contado de cuanto hay en el globo, no
existe teatro mejor dispuesto para el sueño del amor y la apoteosis de
la mujer que aquel en que vamos á contemplar ahora á nuestra heroína.

Allí podemos verla de paseo amatorio, por la tarde, en la primavera,
bajo las sombras paradisíacas de _La Alhambra_; ó en excursión
higiénica, el verano, al amanecer, por la amenísima y misteriosa cuenca
del _Dauro_ ó _Deoro_, en busca de la _fuente del Avellano_; ó, en tren
de merienda, por las fértiles huertas de los _Callejones de Gracia_, con
presupuesto de cerezas, habas verdes ó lechugas, para engañar unos
típicos bollos de pan de aceite. Allí podemos admirarla cuando cruza en
carretela bajo las célebres alamedas del _Salón_ y de la _Bomba_, entre
perpetuos verjeles; ó cuando echa pie á tierra y luce su garbo y su
elegancia por la alegre _Carrera de Genil_, frente á la cual sonríen
embelesadas las eternas nieves de la vecina Sierra, que parece toca uno
con la mano; ó bien la encontramos asomada, como una flor más, á un
balcón natural de rosas y alelíes, en aquellos cármenes escalonados por
las laderas de todas las colinas, desde cuyas alturas corren, triscan y
saltan mil arroyos bullidores, como otros tantos duendes que minan los
cerros, las calles y las casas de la ciudad, creando pensiles en todas
partes. Allí podemos acompañarla, finalmente, en su constante
peregrinación artística, subiendo por la _Cuesta de los Molinos_, por
las _Vistillas de los Ángeles_, por el _Campo del Príncipe_ y por la
_Cuesta de San Cecilio_, á buscar los sublimes panoramas que se
descubren desde los _Mártires_ ó desde _Torre Bermeja_, para ir luego á
visitar las maravillas del Palacio encantado de Alhamar el Magnífico, y
del aéreo, quimérico _Generalife_, asilos perdurables de poéticos
ensueños..... Y en todos estos parajes veremos á aquella mujer, tan
sensible y reflexiva, tan amante y soñadora, siempre al través del
prisma de colores de una flora inagotable, siempre al son del canto del
ruiseñor, siempre oyendo bajo nuestros pies, sobre nuestra cabeza y á
nuestro lado, el rumor melancólico del agua, reluciente ú oculta,
despeñada ó juguetona, y siempre entre la magia de los recuerdos
históricos, de los primores artísticos, de las tradiciones románticas,
de las solemnidades religiosas y del patético gemido que exhala todo lo
decadente, todo lo desgraciado, todo lo que pasó..... como pasa nuestra
vida.....

* * *

Conque vedla, ¡sí, vedla! ¡Saludad á la _Granadina de Granada_ bajo
cualquiera de las formas en que aparece á nuestros ojos!

Ya es la noble, la distinguida, la delicada aristócrata de aquella
tierra clásica de lo regio..... Ésta va en coche.

Ya es la sílfide que apenas huella la tierra con sus menudos pies; la
ideal y elegante dama ó señorita de la clase media, de cultas formas y
gentiles pensamientos.....--¡Canela pura!

Ya es la graciosa, y fina, y seria doncella del pueblo, silenciosa y
expresiva como las flores con que adorna su reluciente peinado.....

Pero siempre halláis la misma mujer exquisita, de fibra superior, de
inmaterial belleza que directamente os habla al alma; más insinuante que
fascinadora, más á lo Murillo que á lo Ticiano, más de Calderón que de
Lope, más de Cleómenes que de Fidias.

Sí: cualquiera que sea su clase, la Granadina resulta siempre
_aseñorada_ y sentimental, al propio tiempo que dulce, risueña y
recatadamente voluptuosa. No chisporrotea en ella la sangre, como en las
andaluzas oficiales de otras comarcas; pero su imaginación, sus nervios,
la médula de sus huesos, los suspiros de su boca, son amor y sólo
amor.....

No me preguntéis por las facciones de su cara, ni por las dimensiones de
su cuerpo..... Allí, como en todas partes, _per troppo variar natura é
bella_..... Hay, pues, Granadinas morenas y Granadinas blancas; de pelo
negro, de pelo castaño y de pelo rubio; altas y bajas; delgadas y
gordas; feas y bonitas.--Sépase, empero, que el tipo _general y
genuino_, el arquetipo, el dechado, no es alto y recio como el de la
hermosa cariátide vascongada, por ejemplo; ni fresco y amplio como el de
las mujeres de Rubens; ni pequeño y pardo como el de las hijas del
interior de España: sépase también que las bellas están en Granada en
mayoría, y sépase, en fin, que casi todas tienen poco hueso, pie
diminuto, provocativo talle, la color algo quebrada, rasgados ojos
obscuros y sus indispensables interesantísimas ojeras.--Decir que hay
más morenas que rubias, fuera ocioso, tratándose de Andalucía; pero su
moreno es esclarecido, como el de las legítimas venecianas. Sin embargo,
en el Albaicín abunda un tipo hechicero y rarísimo en España: la mujer
blanca como la nieve y con el pelo negro como el azabache.....--¿Serán
descendientes de odaliscas circasianas de los últimos harenes moros?

* * *

Pasemos á la parte indumentaria.

La dama de la alta sociedad y la acomodada de la clase media visten como
determina mensualmente el _figurín_ de París, ni más ni menos. Excusado
es, por consiguiente, buscar nada local, nada típico en su traje..... En
este punto, ver á una elegante madrileña es ver á una elegante
granadina.

La mujer de las clases populares no tiene tampoco traje característico;
pero su _toilette_ de gala, aunque poco singular, es bastante graciosa:
zapato bajo, negro ó color claro; media blanca: vestido entero de
percal, casi rayando con el suelo, adornado con uno ó más volantes de la
misma tela; pequeño delantal negro; un pañolillo de vivos colores,
cruzado sobre el pecho, dejando adivinar todas las primorosas líneas del
talle; y, finalmente, otro pañuelo de seda, llamado _de la India_,
también muy vistoso, doblado diagonalmente, prendido sobre la cabeza con
un alfiler y atado debajo de la barba.....--Este tocado, merced á
ciertos picarescos fruncidos y dobleces, llega á dar al óvalo del rostro
un carácter confuso, entre monjil y judaico, de irresistible
coquetería....., cuando la interesada es _interesante_.

Hasta aquí la capital.--En los pueblos, el traje de las campesinas varía
mucho, pero siempre sobre la base de un jubón negro de anascote. La
falda va aparte, y es de coco, indiana ó percal. En algunas villas sólo
las hay de picote listado. De todos modos, la elegancia rural consiste
en colgarse cuantos refajos y enaguas se poseen, aunque sean cincuenta.

Las lugareñas de más tono usan mantilla sin velo ni blondas, esto es,
una gran tira de franela negra, con anchas franjas de terciopelo. Las
muy pobres, hacia Levante, llevan el mantón doblado en triángulo,
pendiente de la cabeza, lo que les ahorra otro pañuelo y les da un aire
míseramente africano. En la Alpujarra, las cortijeras se echan sobre la
cabeza la saya á guisa de manto, y, como la saya está forrada de
amarillo, y el refajo es encarnado, ofrecen á distancia, en aquellos
ásperos montes, un aspecto interesantísimo. Por último: en varios
pueblos las mujeres de todas clases gastan medias negras, á excepción de
la hija del sacristán, que usa medias blancas, y á excepción también de
las infelices que no tienen medias.

* * *

Volviendo á las señoras de las clases acomodadas, y especialmente á las
aristócratas, hay que aplicar á sus costumbres externas, ó sea á sus
hábitos, lo mismo que hemos dicho de su traje: son una repetición exacta
de los hábitos de la alta sociedad madrileña. De consiguiente, sus
horas, sus gustos, sus esparcimientos, sus modales, sus opiniones sobre
todas las cosas que no son del alma, se arreglan al meridiano de París.
Y contra toda herejía importante en esta delicada materia las aseguran y
garantizan sus frecuentes viajes á la corte, y alguno que otro á
Bayona.--Inútil es añadir que cada recién llegada de Francia ejerce una
especie de dictadura durante dos ó tres meses.

Para la aplicación y ostentación de estas mudables reglas de buen tono,
cuentan las elegantes de Granada con bastantes coches propios, con dos
teatros, con excelentes modistas, con baños de mar en la cercana costa,
con su correspondiente _Junta de Damas de Beneficencia_, y con una
deliciosa _Rifa de la Inclusa_, en público, en una gran tienda de
campaña colocada en el paseo del _Salón_, durante las famosas fiestas
del _Corpus_; tienda que es una copia en miniatura del Paraíso de
Mahoma, por lo que respecta á la hermosura de las huríes que premian
allí las buenas acciones de los héroes. La _Plaza de Toros_ funciona
pocas veces, pero, cuando funciona, las Granadinas se acuerdan de que
son andaluzas, y dejan el pabellón nacional bien puesto. (Ya sabemos que
este pabellón es la mantilla blanca.) También he indicado que en Granada
hay pocas tertulias que salgan de la órbita de la familia. Tampoco
abundan los bailes en estos últimos tiempos. Pero, cuando ocurre lo uno
ó lo otro, la noble hija del Genil se viste, se prende, se presenta,
valsa, polka, habla y escucha con tanto gusto, distinción y gallardía,
como aquella ilustre y bella _Granadina_ que se sentaba, hace tres años,
en el que entonces era el primer trono de Europa, hoy arrumbado sillón
sin empleo.

Hemos apuntado que la dama principal de Granada subordina todos sus
hábitos á la moda francesa, y ahora nos ocurre hacer una excepción muy
trascendental, que va incluída en el siguiente inconcuso

AXIOMA

_Todas las Granadinas pelan la pava._

Sí, señor; lo mismo la hija del Marqués ó del Conde, que la del médico ó
el abogado y la del artesano ó el campesino, así la doctora en amor de
la metrópoli, como la tétrica de la ciudad sedentaria, y la díscola
lugareña, todas hablan con el novio por el balcón, por la reja baja, por
el tejado, por las rendijas de la puerta, por la tapia del huerto á la
luz del sol, á la de la luna, á la de los faroles y á ninguna luz: ¡á la
faz de los transeuntes, cuando los padres son gustosos, y de media noche
para abajo, entre la una de la madrugada y el amanecer, cuando se opone
la familia!

Esta _pava_ clandestina es la _pava_ por excelencia, especialmente en el
invierno.--Todo duerme en la ciudad de Boabdil, menos la _campana de la
Vela_ y las sonoras fuentes de los patios. El alumbrado público se apagó
á las doce. Por la calle sólo pasan otros novios que _van_ ó _vuelven_.
Pegado á una reja que casi linda con el suelo hay un fantasma con capa y
hongo. Detrás de la reja se columbra una mujer envuelta en inmenso
mantón y cubierta su cabeza y rodeada su cara por aquel pañuelo de la
_India_ que ya hemos calificado de toca semimonjil, semihebraica.
Marquesa ó cursi, ama ó criada, éste es el uniforme del amor á semejante
hora, lo cual sirve luego para echarse el muerto recíprocamente la
señorita á la doncella y la doncella á la señorita, en caso de
delación.--La capa y el hongo del galán contribuyen al equívoco, pues
todas las capas y todos los hongos son iguales á media noche.

¿Y qué más?--¡Nada más que pueda decirse con palabras!..... ¡Cuando
Romeo y Julieta confunden pensamientos y suspiros, y se miran y callan,
y tornan luego á su incoherente diálogo, y se repiten lo que ya saben, y
se lo vuelven á decir, interrumpiendo el raciocinio con el requiebro, y
pasando bruscamente de la pena á la alegría, de la queja al entusiasmo,
de la confianza á la duda, de la gratitud á los celos, del «_¡Cuánto me
quieres!_» al «_¡Ya no me quieres!_» y del «_Te quiero, pero no
quiero_», al «_¿Me querrás siempre como ahora?_»; cuando sus labios
balbucean este monótono, eterno poema del amor, mientras que sus almas
están asomadas á sus ojos, mirándose tan intensamente como se miran la
mar y el cielo, y confundiéndose como se confunden el silencio y la
soledad que los aislan, hay que llamarse Shakespeare para ser taquígrafo
de semejante escena!

Sólo diré (pues ésta es la ocasión) que ni la simbólica literatura de
Oriente ni el alegórico arte germánico emplearon jamás formas tan
figuradas, intención tan remota y sentido tan íntimo como el discurso
amatorio de una Granadina. Sobre todo, cuando no está subyugada del todo
por la ternura, ó cuando los celos le impiden ser expansiva, ó cuando
teme que la esté oyendo algún profano, la profundidad y viveza de su
lenguaje rayan en lo sublime.

¿Quién no la ha oído, y quién no la ha admirado en este último caso,
cuando habla con el novio desde alto balcón, en el estío, á la hora de
la siesta, advertida de que la está oyendo toda la vecindad detrás de
las cortinas de cien salas bajas?--¡Qué disimulo en las frases! ¡Qué
insistencia en unos mismos símiles hasta apurar el concepto! ¡Qué dos
conversaciones en una sola, la una aparente y pública, la otra de
imaginación á imaginación! ¡Cuán lógica y chispeante la primera, en
medio de su fatuidad! ¡Cuán grave y apasionada la segunda! ¡Cómo brilla
el ingenio en lo que dice! ¡Cómo relampaguea la pasión en lo que quiere
decir! ¡Y qué energía de pensamiento, qué riqueza de fantasía para
prolongar indefinidamente un exacto paralelismo entre la imagen y la
idea, entre el apólogo y la realidad, entre la _fábula_ y la _historia_!

Pero no hay que confundir esta _pava_, pelada á gritos, con la que
hemos dejado pelando á las altas horas de la noche, libres, juntos y
solos, al Romeo y á la Julieta de la reja baja.--Aquí desaparece el
discreteo; aquí se disputa, como en la balaustrada de Verona, sobre si
es la alondra ó el ruiseñor el que canta; aquí el éxtasis habla por los
dos amantes, mientras que el implacable reloj les va notificando cada
hora que transcurre: ¡horas mermadas por la eternidad á su juventud y á
su dicha; horas que pueden ser las últimas de sus plácidos coloquios, si
la oposición paterna prevalece y la niña se casa con el rico, á pesar de
tutear al estudiante; horas descontadas á la esperanza, deudora inmortal
del corazón humano, al cual nunca le paga lo que le debe, pero que en
cambio es siempre confiada prestamista de los más locos deseos!

Y pues que hemos salido del templo de Cupido por esta imprevista puerta
de escape del _interés_, aprovechemos la coyuntura para manifestar que
la provincia de Granada es la tierra de los casamientos desiguales, ó
sea de los enlaces amorosos entre pobres y ricas, y ricos y
pobretonas.--De aquí tantas _pavas_ clandestinas.--¡Los padres braman
durante el depósito judicial y la luna de miel; pero los nietos arreglan
luego el asunto!

* * *

La señorita _de familia poco acomodada de la clase media_ propende á
copiar, y copia divinamente, todo lo que hacen la rica y aristócrata,
pues ya he dicho que la distinción y el señorío sirven de común
denominador á aquellas exquisitas criaturas, cualquiera que sea su
condición social.--Lo que por fuerza acontece es que la joven de pocos
recursos traduce el terciopelo al merino, la blonda al tul, el raso al
tafetán, el gro al _organdí_ y la batista á la indiana. Del propio modo,
si va poco al teatro, va mucho al _Liceo_; si no pasea en coche, se
sienta en las sillas de la _Carrera_ los domingos, y si nunca estuvo en
la ópera, oye tocar con frecuencia á las bandas militares las
sublimidades cursis de _La Traviata_.--Porque esta señorita de que ahora
hablamos, es aficionadísima á la música, y si llegan sus padres á poder
estirar algo la pierna, tiene piano y maestro de canto..... Es además
muy lectora ¡mucho! y de admirable criterio moral y artístico..... Todo
lo bello, todo lo elevado encuentra eco en su corazón, así como todo lo
patético abundantes lágrimas en sus ojos.

A propósito y entre paréntesis: Aunque la Granadina se guarda mucho de
ser _liberal_, por humilde cuna que haya tenido; aunque es monárquica y
religiosa hasta los tuétanos (¿cómo olvidar á los Reyes Católicos?), y
apegada, por lo tanto, al antiguo régimen, hace causa común con una
revolucionaria, con una conspiradora, que murió en el cadalso por haber
bordado cierta bandera constitucional.--Comprenderéis que me refiero á
la insigne heroína doña Mariana Pineda..... ¡En tratándose de la
_Mariana_, las Granadinas no tienen opiniones! Todas la admiran, la
compadecen, la lloran y le rinden verdadero culto. ¡Para ellas, aquel
trágico suceso es lo único que ha ocurrido en Granada desde la expulsión
de los moriscos!..... De lo demás no tienen noticia.....--Ni ¿qué es _lo
demás_?

Las mencionadas damiselas entre merced y señoría son acaso las que más
disfrutan de los encantos naturales y artísticos de la moribunda gran
ciudad. ¡Por lo mismo que las pobres significan menos en lo presente, se
aferran con más ahinco á lo pasado! Ellas son, pues, las abonadas á los
almuerzos y comidas en las fondas de _La Alhambra_, donde, dicho sea de
paso, se celebra todo lo fausto que acontece en la población: la boda,
el casamiento, el bautizo, el grado de licencia, el ascenso, la
transacción, el regreso, el desafío frustrado..... (Pudiérase decir que
_La Alhambra_ es una venerable abuela á quien se notifican todos los
contentos y prosperidades de su raza, para alegrar su vejez.) Ellas
suben á la _Torre de la Vela_ á contemplar (una vez al ano, el 2 de
Enero, aniversario de la _Toma_) los cuatro portentosos panoramas
cardinales de Granada y sus alrededores. Ellas van en peregrinación al
_Laurel de la Zubia_, de merienda á los cármenes y avellaneras del
_Sacro Monte_, y de campo formal, en tartana, al Fargue, á Huétor del
Genil ó á la Fuente Grande de Alfacar, verdadera maravilla de la
naturaleza. Ellas conocen la antigua corte musulmana y sus deleitables
contornos, piedra por piedra, mata por mata, tradición por
tradición..... ¡Y ellas, poseídas íntimamente de aquella _nostalgia
historial_ que más atrás analizamos, _saben estar_ en cada punto, hablar
y callar á tiempo, comentar la situación con el suspiro y la mirada, y
parecen á todas horas, ya á la luz del crepúsculo, ya á la claridad de
la luna, ya al tenue relucir de las estrellas, los genios de las ruinas,
las dríadas de los bosques, las náyades de los ríos, las ninfas de los
arroyos y las fuentes!

¡Qué bonitas!

* * *

La mujer del pueblo es más varia. Tenemos las _artesanas_ y del pequeño
comercio; tenemos las _labradoras_ que viven en el _Albaicín_, en las
_Huertas_, en el _barrio de San Lázaro_ y en todos los arrabales; y
tenemos la inmensa falange de _criadas_ de aquella población donde
apenas hay criados masculinos.

Todo este personal se reparte en sus días de asueto de la siguiente
manera: las de educación más sana y tradicional, se esparcen por las
_caserías_ (casas de campo), por los amenos _callejones de Gracia_, ó
por los cármenes en que tienen amigas, y allí bailan, juegan, cantan y
hablan con los novios.--Estos bailes y estos cantos son estrictamente
nacionales y casi se reducen al fandango. De donde ¡alguna puñalada por
la noche....., y pare usted de contar!

Las sucursales de los _bufos madrileños_, sucursales á su vez de los
_bufos parisienses_, han desnaturalizado un poco las costumbres del
pueblo bajo granadino. Es, por tanto, algo frecuente ver grupos de
criadas que acuden á los _Campos Elíseos_ (¡también existe allí este
mitológico cielo!) á bailar unas polkas íntimas de todos los demonios y
unos estúpidos _cancanes_, que de tales sólo tienen la indecencia.....

Apartemos los ojos de aquella desabrida traducción de ajenas ignominias,
y sigamos á las honestas menestralas, hortelanas y sirvientas de buena
ley, en sus inocentes y animados paseos por los campos, viéndolas rumiar
la fruta del tiempo ó los frutos secos que les regalan sus galanes,
mientras que ellos no perdonan _puesto_ ni ventorrillo (menudean en
todas partes) sin refrendar el pasaporte.....

¡Complazcámonos, sí, en el manso júbilo y modesta felicidad con que
estas desheredadas de la fortuna descansan de una semana de reclusión y
de trabajo, y bendigamos las expansiones de su contentadizo corazón,
cuando, al caer la tarde, vuelven á sus casas y á sus quehaceres,
cogidas de la mano en anchas hileras, cantando en coro sus empresas
amorosas, ó sea sus clemencias y sus desdenes, como bandadas de pájaros
que tornan á sus nidos!.....

* * *

Hemos salido de la capital.--Relativamente á las aldeas, pocas cosas de
bulto hay que decir, y para entrar en detalles y poner de relieve los
accidentes novelescos de existencias tan rutinarias y monótonas, habría
que emplear el microscopio y que escribir un libro entero de fatigoso
análisis. Contentémonos, pues, con algunos ligeros rasgos exteriores.

La mujer acomodada de una aldea, la rústica que paga jornales, la
alcaldesa de monterilla, no se conmueve ni esparce nunca. Dentro de su
casa es una afanada hormiga: en la calle, ó cuando recibe la visita de
un forastero, no habla sino lo más preciso, no sonríe ni por casualidad,
desea perderos de vista, demuestra una misantropía horrorosa. La
conciencia de su ignorancia y el más estólido orgullo se combinan
monstruosamente para dar este resultado. ¡Depender de semejante mujer
como sirviente, ó necesitarla por cualquier concepto, basta y sobra
para formarse cabal idea de cómo serían los más terribles señores de
horca y cuchillo!

La niña de esta casa no habla jamás. Siquiera, la madre tiene que
rabiar, que tronar, que rugir de puertas adentro..... ¡La hija lleva la
modosidad hasta perder la palabra y el movimiento!--No anda, se
traslada; y no gesticula, no mira, no tose, no ríe, no vuelve la cabeza,
aunque detrás de ella tiren cañonazos.--¡Por nada del mundo comería
delante de gente!..... Esto último, sobre todo, le parece consecuencia
precisa de su buena crianza y de su recato inexpugnable.

¡Y las hay realísimas mozas, y que se componen que da gusto!.....--Pero
es ver una imagen vestida. Diríase que existe un armazón de madera, en
lugar de un rollo de carne y huesos, debajo de aquella docena de sayas y
de aquellos pañuelos estiradísimos.....; pañuelos de Lucifer, sujetos al
jubón con mil alfileres, á fin de garantir la honestidad contra los
cuatro elementos, contra los cinco sentidos y hasta contra un terremoto.

En los cortijos no se pela la _pava_ por la ventana. El novio entra en
la cocina, donde están constantemente, en verano como en invierno, todos
los de la familia y todos los allegados. Allí se arriman á la cantarera
los dos amantes, y medio sentados en los cántaros, medio de pie, se dan
dos ó tres empujones, se sueltan tres ó cuatro insultos, se ponen muy
contentos y colorados..... ¡y á vivir!--Lo infinito queda apelmazado
dentro de sus almas, y no se desarrolla nunca..... Pero toda la palmera
está en el dátil y toda la encina en la bellota: así es que cuando, en
un rato de baile, se dicen un requiebro ó se endilgan una copla, el
madrigal tiene la fuerza de una bala.--Y de aquí la densidad de
sentimientos de los cantares pastoriles.

(Lo mismo proceden aquellas gentes con los santos de su devoción. El
patrono del pueblo es saludado siempre á escopetazos y con espantosos
apóstrofes, que pasarían por sacrilegios y blasfemias si no fuesen la
concentrada y enérgica expresión de su piedad y de su gratitud,
estallidos de unas lágrimas cristalizadas, pedazos que saltan de la
mismísima cantera de la fe, como salta la esquirla cuando se rompe el
hueso.)

La mencionada _niña de vergüenza_ no responde á derechas á ninguna
pregunta, como no sea de sus padres..... ¡La desconfianza, ley esencial
de su vida, le impide soltar prendas, aunque se trate de saber si es de
día ó de noche!--En cuanto á su pudor, no hay palabras para encarecerlo:
raya en absoluto; se espanta como la liebre, ó se defiende á bofetadas y
á coces.....--¡Qué Lucrecia, ni qué ocho cuartos! ¡Más fácil le fuera á
Lovelace ó á Tenorio sujetar el azogue entre sus dedos que cautivar el
albedrío ó la cintura de una de estas vírgenes refajonas!

Cuando la campesina se casa, puede decirse que se muere, como muere la
flor al cuajar el fruto. Desde aquel día deja de ser joven, de mirarse
al espejo ó á la fuente, de componerse, de cuidarse.....--Dos años
después es efectivamente vieja.

En lo demás, la Granadina del campo, y singularmente las ricas, son lo
mismo que las labradoras de la capital, si bien menos joviales y hasta
un poco atrabiliarias. Y no es todo rusticidad, sino que la melancolía
general de la provincia raya en ictericia á medida que se aleja uno de
la poética Granada. Escasean, pues, las expansiones colectivas, y
todavía no tanto en los pueblecillos como en aquellas tristes ciudades
subalternas, que tienen algo de _Pisa la Morta_.....--Por cierto que,
cuando en éstas hay motines, son siempre incumbencia de las mujeres de
la clase ínfima, nunca de los hombres. Los hombres, lúgubres y callados,
constituyen á lo sumo la reserva.

Y ahora que hablamos de semejantes ciudades, bueno será que, para
concluir, busquemos en su seno cierto interesantísimo tipo que desde el
exordio os tengo anunciado.--Aludo á _la emparedada_, último ejemplar
de esta galería.



CAPÍTULO VI

LA EMPAREDADA


Estamos en cualquiera de aquellas ciudades ó grandes villas dependientes
de Granada que tanto figuran en la historia de su antiguo reino; que
conservan bastantes casas solariegas; que son cabezas de partido
judicial; que pagan á hacendados forasteros la mitad del trigo que
producen; que están llenas de mozalbetes ociosos y aburridos; que
agonizan devoradas por las gabelas; que se comunican rara vez con la
capital, y cuyo vecindario escogido se reduce á algunos (pocos) ricos
terratenientes (gracias á la desamortización), á los administradores de
ausentes títulos, á este ó aquel arrendatario desahogado, á media docena
de prestamistas, á los correspondientes curiales, á varios médicos,
abogados y boticarios, á cierto número de comerciantes procedentes de
Cataluña ó de Santander, á todo el clero preciso, á varios militares en
situación pasiva, al jefe de la Guardia civil, al de Carabineros, si la
escena es en la costa, á tal ó cual mayorazgo sin vínculo, y á tres ó
cuatro empleados del Gobierno.

Todos ellos representan por igual _la aristocracia_ del vecindario.--La
_clase media_ se compone de los artesanos, de los rústicos que viven con
cierta holgura, y de todos los que, pagando alguna contribución directa,
jamás usaron sombrero de copa.--Constituyen, en fin, la _clase baja_ los
jornaleros, los verdaderamente campesinos y todos los indigentes, esto
es, lo que en más latas esferas se llama hoy el _cuarto estado_.--Allí
sólo se cuentan tres estados, por no existir el primero ó superior.

La mujer sobresaliente que encontramos dentro de estas aletargadas
ciudades; la que resume, á nuestro juicio, el espíritu de sus costumbres
y el carácter de su poesía; la que no se parece á ninguna de la capital
ni de los campos, es cualquiera de las dos ó tres más distinguidas
señoritas de la mencionada relativa aristocracia; la hija de tal ó cual
usurero ó espetadísimo señor, montado á la antigua española; la _Eugenia
Grandet_, en fin, de aquellas poblaciones medio agarenas, medio
milenarias, tan diferentes de las que riega el Loira.

Y ésta va á ser ahora nuestra gentil protagonista.

Para mejor estudiarla, imaginémonos á un joven enamorado de ella, y
llamémosle Fidel.

La deidad, que es una mozárabe de ojos azules, ó una mudéjar de ojos
negros, triste y descolorida en ambos casos como planta sin sol,
elegante por naturaleza y por casualidad, y á quien llamaremos Amparo,
habita un caserón antiguo, que da nombre á una calle ó plazoletilla poco
pasajera, donde la hierba campa por su respeto. Este caserón tiene un
inmenso portal, un enorme escudo de armas sobre la puerta, grandes
balcones con guardapolvos, rejas bajas que no se abren nunca, algunos
ventanuchos á un callejón, y su correspondiente puerta falsa.

Fidel pasa todos los días un par de veces (y no más, á fin de no avispar
á la familia) por la calle ó plazuela herbosa (siempre con el _notorio_
motivo de ir á alguna otra parte), y ve la cabeza de la _emparedada_
durante dos segundos, detrás de un determinado cristal de un determinado
balcón. Es todo lo que ha podido penetrar (desde hace tres años que
principió esta novela) en la vida interior de la joven; todo lo que sabe
de su casa, de sus hábitos, de su carácter, de sus gustos, de sus
muebles y de cuanto hace, dice y piensa en el resto del día. Vive, pues,
el pobre enamorado cavilando en los misterios que guardan aquellas
paredes, y envidiando á la criada de Amparo, sólo porque oye hablar,
porque ve comer, porque ve dormir, porque conoce al dedillo, en suma, á
la esfinge de su existencia.

La esfinge sospecha que Fidel la ama, y á ella no le disgusta Fidel, el
cual, tan apasionado se halla, que ni siquiera admite la posibilidad de
su dicha. Fidel no le ha hablado nunca; pero la saluda con los ojos
cuando la ve sola detrás del cristal, y ella le contesta del mismo
modo..... (Él cree que por pura cortesía.)

Ella sabe bien cómo se llaman él y toda su parentela: los padres de
ambos son íntimos amigos, y hasta creemos que se hablan de tú.--Él sabe
de ella lo mismo (lo que sabe el _padrón_), y hasta podríamos jurar que
conversa en la plaza con su padre y que tutea á sus hermanos. Sin
embargo, ella es para él un ser diferente de todos los nacidos. Ella es
fantástica, inmortal, divina, superior á su padre y á su madre.--A éstos
les tiembla, es verdad; pero los desprecia soberanamente. ¡Y sus
hermanitos son unos bárbaros, pues que la tratan como á una igual! ¡Él
los envidia, les adula y los detesta!

Pero vamos al asunto.--«_¿Cómo hablarle?_»--se pregunta continuamente
Fidel.

En casas como la de Amparo no se concibe la visita de un mozuelo. (Los
árabes dejaron establecida jurisprudencia.) Allí sólo entra alguna
señora de cumplido, á las doce del día, los domingos y fiestas de
guardar. Los caballeros, en la calle, se tratan con llaneza, ¡con
demasiada llaneza! Pero á las señoras se las trata, y ellas se tratan
entre sí, con cancilleresca ceremonia.

_Escribirle_..... fuera jugar el todo..... por la nada, y además una
impertinencia de marca mayor.

La criada..... sería _contraproducentem_.

--«_¡Presentado!_.....»--dirá algún madrileño.

¿Qué es _presentar_ donde todos se conocen?--¡El padre de Amparo le
tutea á Fidel, sin necesidad de presentaciones!--¡Ya se guardará el
rapaz de meterse en semejantes dibujos!

Por otra parte, ella no sale nunca sino á misa de diez, y eso..... con
su mamá, que es mucho más austera que su papá.--Pero, en fin, va á
misa.....

--«¡Oh sublimidad del Catolicismo! (piensa Fidel). ¡Merced á sus leyes,
puedo verla media hora seguida todos los _días de precepto_!--¿Por qué
los habrán reducido últimamente?»

Sí; la ve durante treinta minutos; pero ¿cómo la ve? A media luz, con un
espeso velo echado sobre el rostro, de perfil, de rodillas, con los ojos
clavados en el libro.....

¡Pícaro velo! ¡Pobres rodillas de su alma!

A la salida y á la entrada, cruza Amparo delante de él, sin mirarlo, sin
mirar á nadie, mirando al suelo.

¡Yo respondo de que sabe que su adorado está allí, y de que, á
hurtadillas, lo ha medido de pies á cabeza!

Él se figura que no.....

¡Como que está enamorado!

Un día de procesión la ha tenido Fidel enfrente de sus ojos, durante
tres horas, en el balcón de unas amigas, emancipada, sin velo en cuerpo
gentil, vestida de claro, movible contenta, sonriente.....--¡Qué
transfiguración! ¡Qué liberalidad! ¡Qué tesoros! ¡Qué delicia!

Una vez, en la feria, se encontraron en una platería improvisada, y la
oyó hablar de diamantes, perlas y rubíes.....--¡Qué voz! ¡Cuán diferente
de todas las humanas!--Ni ¿de qué otra cosa podría hablar más que de
joyas aquella inmortal princesa?

(En esto tenía razón.)

Finalmente: una noche volvía la joven de casa de una parienta enferma,
con uno de sus insolentes hermanos.

Fidel los siguió en silencio muchas calles, embozado hasta los ojos.

¡Y con qué emoción!--Amparo, en las tinieblas, le parecía suya.....--La
luz determina las distancias. Las sombras confunden los objetos.....--La
vista entonces tiene algo de tacto.

De resultas de esta emoción, Fidel pasó muchas noches entregado al
placer de estar á obscuras.

Su adorada, entretanto, borda ó lee, reza el rosario con sus padres,
hace flores, hace dulces, hace novenas.....; pero todo
maquinalmente.--Ciertas noches, de tiempo inmemorial, van á su casa
unas solteronas á acompañar á su madre, que no lee otro periódico que el
que ellas constituyen por sí propias. Amparo, fingiéndose distraída, no
pierde coma, á ver si oye decir algo que tenga relación con _el hijo de
D. Eusebio_ (que es Fidel). Óigalo ó no lo oiga, resulta que de la
conversación de aquellas mujeres; del tumulto de cosas humanas que
percibe en las novedades que ellas cuentan; de las ideas de pasión, de
combate, de felicidad, de leyes naturales y de leyes escritas que estas
novedades siembran en su alma; de lo que le mandan y vedan las obras
místicas que lee; de lo que dicen con su mudo lenguaje las flores; los
pájaros, los céfiros, el sol, la luna y hasta las tímidas estrellas, va
formándose en el corazón de Amparo un mundo armónico y fulgente, lleno
del sentimiento universal, lanzado en órbitas mucho más amplias, libres
y luminosas, que el mundo de las cuatro paredes de su encierro, y
henchido de un concento misterioso, que canta incesantemente esta oda de
una sola frase: «_¡Fidel mío!_»

Y así pasan años como eternidades, y así se forman almas y caracteres
que son verdaderos abismos de disimulo, verdaderos infiernos de pasión
reconcentrada, ó verdaderos eriales de ilusiones desvanecidas.

Pues imaginad ahora que llega un momento en que el demonio, las
solteronas, una prima fea ó un sobrinillo amable, llevan medio recado, y
se concierta una cita, y se abre á media noche cualquiera de los
ventanuchos del callejón, ó se utiliza como locutorio el ojo de la llave
de la puerta falsa.....

¡Poema seguro por lo pronto! ¡_Edgardo y Lucía_ en escena!--¡Qué dúo,
qué idilio, qué eternos esponsales de dos vidas!

Luego viene el drama....., y termina en tragedia ó en comedia: esto es,
en el Cementerio para _alguien_, ó en la Vicaría para los dos
enamorados.

Supongamos esto último: se casan.--¡Adiós, mundo! ¡Adiós, calle! ¡Adiós,
balcón! ¡Adiós, todo!--Amparo ha desaparecido.

Sin embargo, esta casada de la ciudad no se marchita físicamente como la
de la aldea.....

«¡Ojalá! (dirá aquí la musa romántica). ¡Cuántas terribles pasiones á lo
Werther habría menos en el mundo!»

La casada de la ciudad sigue siendo joven y hermosa; pero las rejas del
claustro doméstico se cerraron detrás de ella cuando regresó del
templo.--Amparo ha tomado el velo de desposada: ha dejado moralmente de
estar viva: es profesa del hogar. Ya no se la verá nunca, como no sea
algún Jueves Santo..... Las cortinillas de sus balcones no se alzarán en
lo sucesivo. Irá á misa, es cierto; pero al amanecer, hora en que los
héroes de Goethe no se han levantado todavía.....--¡Y nada más, nada
más!

Pues supongamos que Amparo no se ha casado con Fidel....., sino con
otro, á gusto exclusivo de los padres tiranos.....--La musa romántica se
apodera entonces por completo de la acción. Ya no se trata de Werther y
Carlota: ya se trata de Francesca y de Paolo. Pero de una Francesca á
quien Paolo no ve sino en sueños; de un poema de dos amores sin
esperanza; el amor de él y el amor de ella, separados siempre y siempre
paralelos, como dos ríos que cruzan á todo lo largo un mismo valle de
lágrimas, sin mezclar nunca sus corrientes.

No: Fidel no buscará á _la emparedada_; ni, si la buscara, la
encontraría; ni, si la encontrase por acaso, la Francesca del reino de
Granada sería tan melodramática como la de Rimini. El recato de Amparo
llega hasta el martirio. ¡Ha aceptado el cáliz de amargura, y no hay
miedo de que aparte de él sus ojos ni sus labios! Fidel no lo ignora:
Amparo está enterrada en vida.

Réstame añadir que esta reclusión absoluta de las Amparos no es una
imposición de sus maridos. Es un retraimiento espontáneo de ellas
mismas, resultancia compleja de temores, tedios, desdenes, fierezas y
misticismos, propios de aquella melancólica y mordaz sociedad, y acaso
también reminiscencia inconsciente de las costumbres mahometanas.

Y vean ustedes cómo, por medio de ficciones novelescas y de caprichosos
artificios, hemos venido insensiblemente á saber cuál es, sobre poco más
ó menos, la existencia de todas las señoras y señoritas de una de esas
ciudades..... La casa, la familia, la iglesia, y alguna vez el campo: he
aquí su universo.

Por ferias ó por pascuas suele ir una compañía de cómicos de la legua, ó
de titiriteros á pie ó á caballo. Entonces oye uno tutearse en las
lunetas, sin previo aviso, á dos personas de distinto sexo que no se han
hablado desde que se arañaban, al salir él de la escuela y ella de la
amiga; esto es, cuando tenían siete años.--Nadie diría que llevan veinte
ó veinticinco de adorarse y de desearse en silencio.

Alguna vez, de resultas de cosas que pasan en el mundo (el _mundo_ son
las luchas políticas de Madrid), entra tropa en aquel pueblo; y, si se
detiene dos ó tres días y lleva banda de música, todos los amadores se
conciertan, abren una suscripción, van en legacía á convidar á las
muchachas por conducto de sus madres, y á las madres con pretexto de las
muchachas, y dan un baile de _etiqueta_ en el _Hôtel de Ville_, al cual
asisten todas ó casi todas las _emparedadas_ solteras y no
solteras.--Esta noche se señala con piedra blanca en la historia de
muchos corazones..... ¡Lustros pasan luego haciéndose mención ó memoria
del baile, principio ó fin de muchas novelas íntimas!

De lo que en semejantes poblaciones significa una _forastera_; del
efecto que produce en la imaginación de los galanes; del perjuicio que
por de pronto ocasiona á las damas indígenas; de las venganzas que éstas
toman cuando aquélla pierde el prestigio de la novedad y de la extrañeza
ó se marcha _bendita de Dios_ (que es la frase sacramental), puede
formarse juicio fácilmente, considerando el fastidio que la monotomía
engendra en una juventud ociosa; fastidio que acaba por oxidar y
ennegrecer los espíritus más brillantes.--La _forastera_ es un relámpago
que les habla de la tempestad de acontecimientos y de poesía que brama
en las inmensidades del siglo; y ellos, los Napoleones encerrados en una
Santa Elena previa, ven á su luz fosfórica surgir en el desierto océano
de su vida todas las Atlántidas del deseo.--Considerad, pues, cuánto
padecerá la _emparedada_, cualquiera que haya sido su destino (háyase
casado á su gusto ó al de sus padres, ó esté moza todavía), al saber,
por las dos susodichas solteronas, ó por la superviviente, si una murió,
que Fidel le pone los ojos tiernos á la _forastera_;--cosa que hacen
casi todos los Fideles, sin perjuicio de su perdurable amor á las
Amparos.

Yo corto aquí esta novela-proteo, que sería infinita; como son infinitos
todos los sentimientos que se fermentan en almas solitarias, ora entre
las cuatro paredes de una celda, ora dentro de los ruinosos muros de
estas ciudades que pudiéramos denominar _cementerios de vivos_.

Por lo demás, en esos _cementerios_, donde la dulce tradición y la mansa
rutina, hijas de la incomunicación material y de la apatía moral, hacen
de cada cuerpo ambulante un féretro semoviente en que va amortajado un
espíritu; allí, donde la mayor parte de las personas de _suposición_
viven todavía, respecto de la moderna mancomunidad social europea, en un
apartamiento más esquivo que el que ya han abandonado los mismos
japoneses; allí, donde hay horas, días, sitios, alimentos, frases,
ropas, tristezas y alegrías de _rúbrica_, de _rigor_, de _cajón_, de
_ene_ y de _tablilla_.....; allí (creedme) es donde deben estudiarse las
costumbres particulares de cada región de la Península, para compararlas
entre sí, y donde encontraremos que la mujer ocupa aún, en todas las
tierras que son ó que fueron España, el trono de flores á que la
elevaron sucesivamente el Cristianismo, redimiéndola; el galante
islamismo ibérico, deificándola....., y los hijos de Andalucía, sobre
todo, combatiendo en primera línea la ley Sálica, á fuer de pertinaces
mujeriegos.

* * *

Pero (ocasión es ya de decirlo, y de decirlo muy seriamente para
concluir) el imperio que las españolas ejercen sobre los hombres desde
ese trono amasado con requiebros, serenatas, puñaladas y suspiros, tiene
más de aparato pontifical que de íntimos y sustanciales atributos; y
bueno sería que los españoles procurásemos que nuestras hembras, tan
superiores á todas las del mapa por su dignidad moral, por la intensidad
de sus sentimientos, por la autenticidad de sus pasiones y por la viveza
y la gracia de su imaginación, no se dejasen aventajar, como se ven
aventajadas hoy, por las inglesas, las alemanas, y hasta las francesas,
en ciertas condiciones accidentales ó adventicias, referentes á la
exterioridad de su espíritu á su manera objetiva de vivir y á su
influencia civilizadora.

Porque (no lo neguemos) culpa nuestra es, culpa de nosotros, padres,
amantes y maridos, todo lo que hay de inculto y opaco, de sordo y de
baldío en la superficie social (permitidme esta perífrasis) de casi
todas las mujeres españolas. Si más exigiéramos, desde que nacen, de las
compañeras de nuestra vida; si más reparásemos luego en la parte
inmaterial de su naturaleza; si fuera más desinteresada la idolatría que
nos inspiran; si nos respetásemos más á nosotros mismos y las
respetásemos más á ellas en nuestros modales y discursos dentro del
hogar; si les diéramos una importancia más grave y positiva que la que
negligentemente y con intermitencia les damos, _porque haya paz_, ó por
servilismo amatorio, la vida externa de las españolas correspondería á
la superioridad sin rival de la vida de su espíritu.

Y todo esto tendremos que hacer los varones en España, si queremos
librarnos de la peste de que nuestras hijas ó nuestras nietas den en la
gracia de _rehabilitarse_ y _perfeccionarse_ por sí mismas, al tenor de
los pavorosos procedimientos empleados ya hoy en varios países por
algunos sabihondos marimachos, vulgo _marisabidillas_, justamente
indignadas de que siga siendo cierto aquel dicho de un filósofo: «_Las
mujeres nos deben la mayor parte de sus defectos: nosotros les debemos
la mayor parte de nuestras cualidades._»



CAPÍTULO VII

CONCLUSIÓN Y RESUMEN


He concluído: pero, por si algo se me ha olvidado de lo que ofrece la
portada de estas monografías, creo oportuno evacuar ahora mi informe,
de una manera oficial, por medio del siguiente _estado_, ratificación y
resumen de todo lo que queda dicho[17]:

         LA MUJER GRANADINA, TAL CUAL ES
  +======================================================+
  |En el hogar|    En     |    En       | En             |
  |doméstico. |los campos.|las ciudades.|el templo.      |
  +-----------+-----------+-------------+----------------+
  |   Reina   |   Reina   |   Reina     |Amiga particular|
  | absoluta. | absoluta. |  absoluta.  | de la Virgen.  |
  +======================================================+

  +==============================================+
  |       En        |   En     |   En            |
  |los espectáculos.|el taller.|los salones.     |
  +-----------------+----------+-----------------+
  |    Llorona.     |  Caret.  |  Reina absoluta.|
  +==============================================+

         DESCRIPCIÓN Y PINTURA DE SU
  +===============================================+
  |Carácter.|Costumbres.| Trajes.  |    Usos.     |
  +---------+-----------+----------+--------------+
  | Según y |Ejemplares.|Excesivos.|    Árabes    |
  |conforme.|           |          |ó parisienses.|
  +===============================================+

  +===================================================================+
  |Religiosidad.|Belleza.|Defectos.|Preocupaciones.|Excelencias.      |
  +-------------+--------+---------+---------------+------------------+
  | Idolátrica. | Ideal. |¡Ninguno!|    Todas.     |Empiezan á abundar|
  |             |        |         |               | en la provincia. |
  +===================================================================+
    Enero de 1873.



DE MADRID A SANTANDER


I

Salí de Madrid, mi querido Pepe, del modo y manera que sabes;
empingorotado en el cupé de la Diligencia de Valladolid, con menos que
mediana salud, á las seis de una caliente mañana de Agosto, no muy
provisto de metales preciosos, en busca de aire y de agua, dos artículos
de primera necesidad que escasean en la Corte de las Españas; con los
bolsillos llenos de melocotones y naranjas, que tú me diste, y en la
amable compañía de mi bastón, mi paraguas y mi saco de noche.

El viaje desde Madrid á Valladolid fué una especie de _índice_ del de la
Reina y sus ministros, cuyas pisadas venía siguiendo, á cuatro días de
distancia, mi humilde humanidad; lo cual quiere decir que iba hallando á
mi paso iluminaciones..... apagadas, arcos de triunfo..... por el
suelo, y algún que otro músico desbandado, que tornaba á los patrios
lares con su serpentón á la espalda.

La Corte, desandando la Historia de España hasta llegar á su cuna, y yo,
dirigiéndome á Valladolid para luego girar hacia estos montes sin
historia conocida, hemos atravesado, pues, el país clásico de los
Infanzones de Castilla, la tierra que pisaron los Condes, los Reyes y
los Caballeros, el lugar de mil batallas portentosas y de treinta
_Cortes_ que hoy son pobres y obscuras villas.

Ya, antes, al trepar al Guadarrama, tumba de hielo en que Felipe II se
escondió en vida, cerrando el libro de la epopeya española, había yo
meditado largamente..... El Guadarrama, ó sea el Monasterio de _El
Escorial_, cuya triste mole descubrí á lo lejos, es una losa fúnebre
colocada sobre nuestro pasado de gloria. No parece sino que el gran
Misántropo presintió la ruina del imperio de Carlos V, y levantó un
padrón mortuorio en conmemoración de la grandeza de España.--En adelante
los _Carlos_ de Austria se llamarían Carlos II, los _Felipes_, Felipe
IV, _et sic de cæteris_.

Pasé por Olmedo, donde hace cuatro siglos se dieron dos batallas, la una
en 1445, la otra en 1466.

En la primera resultó D. Álvaro de Luna herido en una pierna..... y
Maestre de Santiago. Allí ganaron también D. Juan Pacheco el Marquesado
de Villena y D. Íñigo López de Mendoza el de Santillana. ¡Reyes, Grandes
y poetas combatieron pecho á pecho y brazo á brazo; triunfó Castilla, y
cubrióse (dicen) de gloria el infante D. Enrique, más tarde llamado
Enrique IV el _Impotente_!

En la segunda, el honor de Castilla fué vulnerado por vencidos y
vencedores, por los nobles y por el Rey, demostrándose así con el
testimonio de la Historia, que cuando los reyes no representan las
aspiraciones de sus pueblos, hasta el laurel se convierte en sus manos
en fúnebre sauce.

Pero dejemos la Historia, por respetos á la ley de imprenta que nos
rige.

De Madrid á Valladolid hay treinta y cuatro leguas y pico, que se andan
en veintitrés horas.--Llegué, pues, á las cinco de la mañana á la ciudad
de D. Álvaro de Luna.


II

Ya allí el calor era soportable, el aire elástico, la vegetación
risueña. Había un río surcado por lanchas y cuajado de bañistas; había
espesas arboledas; hermosas _Casas de Baños_, y un paseo llamado las
_Moreras_ (donde estudié, la tarde de un domingo, el mujerío
vallisoletano), y había un _Campo Grande_, paseo nocturno mucho más
extenso que el Prado de esa Villa y Corte.

Todos pronostican á Valladolid un porvenir muy lisonjero. El
ferrocarril, que llama ya á sus puertas, desarrollará los elementos de
riqueza que posee de muy antiguo aquel país, juntamente industrial,
ganadero y agrícola. En la actualidad tiene fábricas de papel continuo,
de tejidos, de pan, de productos químicos, de harina, de calderería, de
cerveza, de curtidos, de botones, de cola, de chocolate, de loza fina,
de telas metálicas, de fundición, de cintas, de pasamanería, de
platería, de herrería.....--Muchas de estas cosas en pequeña escala;
pero con grandes condiciones de vida y prosperidad.

En cuanto á bellezas artísticas, á monumentos históricos, á glorias
nacionales, Valladolid es, como si dijéramos, la _Sevilla del Norte_.

Visité la _Catedral_, ó, por mejor decir, el fragmento de ella que hay
construído; pero, estudiando los planos y proyectos de Juan de Herrera,
que guarda el Cabildo, comprendí que si el grande arquitecto no hubiese
abandonado esta obra por la del Escorial, España tendría hoy un templo
del Renacimiento digno de figurar al lado de San Pedro de Roma. En las
proporciones á que ha quedado reducida, todavía la Catedral
vallisoletana impone al alma su ruda y solemne magnitud..... Parece un
elefante de piedra, una pagoda índica, una montaña ahuecada. Todas las
profanaciones que legó á este grandioso edificio el malhadado
Churriguera desaparecen y quedan enterradas bajo la noble gentileza de
aquella fachada dórica, tan pura y colosal, y de aquellas naves
corintias cuyas pilastras equivalen á otros tantos monumentos.

Pero mi carta no tendría fin si hubiese de enumerarte, no digo
describirte, todo lo que el artista y el poeta encuentran en esa inmensa
necrópole de nuestra historia que se llama Valladolid.--No diré, pues,
más que lo principal.

Vi el _Convento de San Pablo_ con su fachada gótica de filigrana, y el
contiguo de _San Gregorio_, más famoso que de mi agrado. Aquel _tour de
force_ de reducir á ojivas, doseletes y columnas los caprichosos giros
de una vegetación extravagante, parecióme pueril y necio. Reconozco el
artificio, la rareza, la originalidad; pero niego el arte, la poesía, la
propiedad, la belleza.--Prefiero, pues, la fachada de _San Pablo_.

Pasé por el _Ochavo_, lugar del suplicio de D. Álvaro de Luna.--Hace
poco tiempo había visto sus cenizas en la Catedral de Toledo, y aun
tenía que ver su Palacio convertido en casa de locos, y la _Iglesia de
Ajusticiados_ (San Andrés), en que depositaron todavía caliente su
ensangrentado cuerpo.

Templos contemporáneos de Peroansúrez, de Doña Urraca y de Alonso el
_Sabio_; esculturas de Pompeyo y Leoni, de Gregorio Hernández, de
Jordán, de Juan Juni, de Felipe Gil y de Gaspar Becerra, todo pasó ante
mis ojos en rápida confusión..... En el Museo de Pinturas vi tres
cuadros atribuídos á Rubens, uno de ellos hermosísimo, que llaman la
_Virgen de Fuensaldaña_, y representa el poético instante de la
_Asunción_ de María.--Estos tres cuadros nos fueron robados por los
franceses en 1808; pero los españoles los reconquistamos con las armas
en la mano en el ataque de Vitoria.

Recuerdo además un _Bodegón_, de Velázquez; una _Santa María Egipciaca_,
de Rivera; una _Cena_, de Vinci; una _Cabeza de San Francisco_ y un _San
Pedro Advíncula_, del dicho Rivera; nueve cuadros de la _Vida de la
Virgen_, de Lucas Jordán..... y, en fin, una multitud de lienzos
notables, si no de primer orden, de Palomino, Zurbarán, Murillo, Vandik,
Rubens, Valentín Díaz, etc.--El que no puedo menos de citar _nominatim_
es una _Magdalena_ de Correggio, digna de figurar entre las primeras
obras de este inmortal artista.

Algo más despacio visité el _Palacio de Felipe II_, ó bien la que era
morada principal de los Reyes de España cuando el melancólico hijo de
Carlos V tuvo la humorada de hacer á Madrid capital de sus Reinos.--No
vale mucho por dentro ni por fuera aquel vasto edificio; pero contiene
pormenores preciosos y recuerdos interesantes..... Entre los
_pormenores_, citaré los _bustos_ de medio relieve de Berruguete, que
adornan el patio interior, y, entre los _recuerdos_, el haberse alojado
allí Napoleón el Grande cuando vino á nuestra tierra á empequeñecerse.

Con todo lo cual, y haber recorrido salones en que se habían celebrado
Cortes y Concilios; casas particulares que fueron palacios de Reyes;
Alcázares convertidos en conventos; la casa de Alonso Pérez de Vivero
(ahora cárcel pública); el Palenque de mil torneos, antiguo _Campo de la
Verdad_, hoy _Campo Grande_, donde murió un Carvajal á manos de D. Pedro
Benavides, siendo Juez del combate el mismo Fernando IV el _Emplazado_,
salí de Valladolid después de tres días inolvidables, á las tres de la
tarde del 9 de Agosto, víspera de San Lorenzo.


III

De Valladolid á Palencia hay nueve leguas..... Corren paralelamente este
trayecto la carretera, el canal de Castilla, el ferrocarril de Isabel
II, el Telégrafo eléctrico y el río Pisuerga.--Estas cinco vías se
acercan unas á otras hasta el punto de hallarse unidas en algunos sitios
dentro de cien varas de anchura.

En un lado divisé el castillo de Dueñas, donde se verificó el casamiento
de Doña Juana la _Loca_; en otro el castillo de Tariego, al que se
acogió el Rey D. Ramiro después de una derrota; allá Torquemada, cuna de
Zorrilla; acá el pueblo de _Baños_, donde los tomaba el Rey Recesvinto;
por una parte, fábricas de harinas, también históricas, como que fueron
teatro de los famosos incendios de 1856; por otra, los productivos
campos de Castilla la Vieja, que se parecen al carácter de sus
habitantes en que, sin galas ni lujo de expresión, dan lo que prometen y
es una verdad lo que producen.

Cerca de la confluencia del río Carrión con el Pisuerga hállase un
Monasterio de Agustinos, en el que sólo queda con vida una campana.
Rodéanlo dos ó tres casas de pobrísima apariencia, y todo ello se llama
_Ventas de San Isidro de Dueñas_.--No lejos de _Venta de Baños_ dicen
que hay una _Capilla_ bizantina, del tiempo de Recesvinto.

En estas _Ventas_ se juntarán con el tiempo varios ferrocarriles. Por
consiguiente, allí habrá algún día un pueblo que empezará por una fonda,
un hospital y una estación, se aumentará con una cárcel y un café,
llegará á tener su mercado y su iglesia, aspirará luego á teatro y plaza
de toros, y concluirá por reclamar su Alcalde Corregidor.....

Pensando así, iba yo dejando á la izquierda el riquísimo _Monte de
Palencia_, cedido por D.ª Urraca á los pobres de esta Ciudad, quienes
ciertos días del año tienen todavía derecho á cortar todo lo que pueden
llevarse á cuestas.....--¡Y habrá quien se atreva á desamortizar aquel
terreno!.....--¿Cuándo cesará la imprudentísima campaña de la clase
media contra la clase pobre?


IV

Desde que se entra en la provincia de Palencia el suelo se quebranta y
empieza á rizarse en valles y colinas. Las llanuras castellanas se
_accidentan_, que diría un francés. Todo anuncia la proximidad de las
grandes montañas cantábricas.

Cerca de anochecer llegué á la antiquísima ciudad de _Palencia_, cuya
calle Mayor pudiera compararse en longitud--ya que ni por asomo en
hermosura--á la calle de Rivoli de París. Toda es de columnas y
pilastras, que forman soportales de forma irregular. Pasarán de mil
estos informes pilares de piedra que sostienen viejísimas casas cargadas
de escudos heráldicos.

Pero ¡ay! por dondequiera que voy, veo caerse á pedazos las más antiguas
ciudades..... El prurito de derribar para ensanchar ó reedificar, que se
ha apoderado de Madrid, trasciende ya á las más apartadas y sedentarias
villas.....--Mucho ganará en ello, no la higiene, sino el ornato
público; pero mucho perderán el arte, la historia y la
poesía.....--Dígolo, porque, en medio de aquellos nobles caserones de
Palencia, están ya levantando algunas jaulas de cinco pisos, para diez
familias y al estilo francés, que ponen espanto á los extravagantes como
yo, enamorados de lo viejo, tradicional y castizo, y sobre todo de la
libertad y la holgura.

--Pero es el caso que los edificios viejos llegarían á hundirse y á
aplastar á sus moradores.....--me observará alguno que presuma de
lógico.

--¡Pues reedifiquémoslos á la española, sin economizar tanto el terreno!
¡Viva cada cual en una casa y Dios en la de todos!--contesto yo, sin
miedo á las excomuniones de esos _cursis_, que creen que todo lo
extranjero es mejor que lo de España.

* * *

En _Palencia_ permanecí dos horas; de modo, que sólo vi la
_Catedral_.--Estaba ya cerrada; pero pude admirar desde luego su
gracioso conjunto, que es una especie de fortificación como la de
Almería, con dos fachadas del más puro estilo gótico.

Ya me retiraba, muy pesaroso de no haberla visto por dentro, cuando
divisé al sacristán, que abría un postigo y penetraba en el templo.

Entré en pos de él, mal de su grado (disgusto que se le pasó bien
pronto), y perdíme por las obscuras naves de la espaciosa iglesia, que
ya sabrás es uno de los más hermosos templos góticos de España, bien que
muy por debajo de las catedrales de Sevilla, Toledo y Burgos.

He dicho que estaba anocheciendo. De las altísimas ojivas caían largos
crespones de sombra. Sólo por la parte del trascoro, que mira á
Poniente, los calados rosetones dejaban penetrar alguna claridad
melancólica.....--¡No sé qué religiosa tristeza inundó mi corazón!

Allá, á lo lejos, distinguí la moribunda luz de una lámpara que ardía
detrás del altar mayor.--Era la _Capilla de los Curas_, donde yace el
cuerpo de D.ª Urraca de Castilla, como sobre la tumba yace su estatua.

Dijo el sacristán que, cuando en 1828 Fernando VII y la reina Amalia, su
esposa, volvían de las Provincias Vascongadas, desearon ver é hicieron
descubrir los restos de la ilustre hija de Alfonso VI de Castilla, y que
fué de admirar entonces la extraordinaria longitud del esqueleto.--¡Nada
menos que nueve palmos debió de tener de estatura la infortunada esposa
del _Batallador_!

Bajé luego á la célebre _Cueva de San Antolín_ ó _San Antonino_, patrón
de la ciudad, santuario subterráneo que sirve como de mística base al
gran templo que hay encima: admiré después, casi á tientas, ó sea á la
luz de uno y otro fósforo (pues la Catedral se había quedado á obscuras
y al sacristán se le había apagado y perdido la vela dentro de la
cripta), la magnífica sillería del Coro, las _verjas_ y los _púlpitos_;
me defendí á duras penas del mismo sacristán, empeñado en que
volviéramos á bajar, con un farol, al tal subterráneo, que parece ser su
ojo derecho; alegué, como era cierto y positivo, que tenía hambre, que
el reloj marchaba implacablemente, y que la Diligencia seguía su camino
á las nueve en punto, y logré, por último, salir de la iglesia y tomar
el camino de la fonda, casi receloso de que mi _cicerone_ de medias
negras se habría alegrado de que me quedase por toda la vida haciendo
penitencia en la _Cueva de San Antolín_.....

Andando por las ya iluminadas calles, hice la observación de que en
Palencia son las mujeres mucho más guapas que en otros pueblos de
Castilla.


V

Nada puedo decirte de las diez y ocho ó veinte leguas que hay desde
Palencia á _Alar_--las pasé durmiendo.

¿Qué son hoy, pues, para mí aquellas tierras que cruzó _mi cuerpo_, en
tanto que mi alma viajaba por otra parte, quizás por la Alcarria, quizás
por Andalucía? ¡Lo que la vida es para una vieja; lo que nuestras luchas
políticas ó controversias filosóficas son, verbigracia, para los
pastores de la Sierra de Gredos; lo que debió de ser, por ejemplo, para
mis amigas las monjas de Ocaña la muerte de lord Byron!.....--¡Maldita
la cosa!

Diez horas estuve detenido en _Alar del Rey_, almacén de trigo y harinas
destinados al tráfico por el _Canal de Castilla_ y Estación de un
ferrocarril que irá á Santander con el tiempo, pero que ahora sólo llega
á _Reinosa_.....

A las cuatro de la tarde salió al fin un tren para este punto.....--El
tren se componía de tres ó cuatro coches, ocupados por diez ó doce
personas.....

Parecía aquello una sombra de ferrocarril..... Pero yo me alegré en el
alma de hacer aquellas nueve leguas tan solitaria y cómodamente,
corriendo de una ventanilla á otra para admirar soberbios paisajes
montañosos, en que se veían confundidos árboles, rocas, malezas,
viaductos, prados, cabañas, _túneles_, desmontes, bosques, arroyos,
puentes..... ¡Todos los encantos de la naturaleza y de la civilización!

Al cabo de dos horas estaba en Reinosa, á las orillas del incipiente
_Ebro_, cerca de los nevados puertos que dan paso á la provincia de
Santander.....--Y allí tomé la Diligencia para la _aldea_ en que escribo
estas líneas; aldea que tiene la dicha de no estar en el mapa, pero que
no va á librarse por eso de figurar en letras de molde.


VI

Estoy en el valle de Buelna, á orillas del Besaya, en la jurisdicción de
_Los Corrales_, en el corazón de las montañas de Santander.

Imagínate cien casas desparramadas sin concierto á lo largo del valle;
es decir, imagínate entre casa y casa todo un prado, y á las veces dos
ó tres huertas con árboles frutales.--He allí la _Iglesia_, sola en
extenso campo, como un monasterio, y rodeada de castaños, nogales é
higueras.--Las _Casas Consistoriales_ se levantan en remoto paraje
pintoresco, donde ya parecía que la aldea había terminado.--Aquella otra
casa de campo que se ve á lo lejos es la _Botica_.--Aquel cortijo,
cercado de portales llenos de vacas, acaso será el _Estanco_.....--Pero
no extiendas más la vista, que la casa inmediata pertenece ya á otro
pueblo.--¿Qué te parecen estas poblaciones, á ti que estás acostumbrado
á las apiñadas villas y aldeas andaluzas ó castellanas? ¿No te parece
mucho más propio para gozar de la vida campestre este caserío
diseminado, que aquel colmenar de tristes é insalubres casuchas, donde
se vive en forzosa vecindad con la grosería, la estupidez y el desaseo?

Pues sigue oyendo la descripción de mi retiro.....--Si quieres cazar, á
la puerta de tu casa tienes liebres y perdices; en el monte de la
derecha jabalíes y osos..... (á los cuales preparamos una batida); en el
monte de la izquierda, corzos y venados, que ya han aparecido sobre mi
mesa en varios guisos.--Si optas por la pesca, el río te brinda con
anguilas, truchas y hasta exquisitos salmones.--¿Eres herborizador?
Trepemos al monte de Caldas, y encontrarás plantas de todos los climas,
inclusos el té y el tabaco.--¿Quieres flores? Paséate por el campo, y
la pródiga naturaleza te dará mil variedades de rosas y mirtos
silvestres, enredaderas, amapolas, lirios, madreselvas, violetas y
jazmines.--¿Deseas frutos? Desde el delicado griñón, que no conoces,
hasta la sabrosa pavía; desde la avellana hasta la pera de manteca, y
variadas manzanas, ciruelas riquísimas, uvas, membrillos, melocotones,
nueces y castañas, todo lo hallarás en sazón.--Porque aquí reinan á un
mismo tiempo las cuatro estaciones, según que subas ó bajes, ó que
camines al Norte ó al Mediodía. En ciertos sitios escarcha todas las
noches; en otros hace calor. Arriba, el viento seca y orea la tierra;
abajo, la humedecen constantes rocíos.....

Pero la _especialidad_, la maravilla de este valle es la leche. Que
tengas tisis ó tengas asma; que Madrid te haya secado la médula de los
huesos, ó debas al estudio ó á la disipación una gran frialdad de
estómago....., ¡nada te importe! Bebe leche por la mañana, al mediodía y
á la noche, recién ordeñada, como la toma el ternero, ó trasnochada y
cubierta de crema, cocida ó cruda, líquida ó en requesones ó en
queso..... ¡Mama á todas horas, te digo, y te nutrirás, te refrescarás,
sacudirás todas las ruindades madrileñas, y remudarás tu sangre, tu
color, tu vida, todo tu ser!

No creas que exagero: ¡este es el paraíso[18]! Aquí no quema el sol;
aquí no moja la lluvia..... (Es decir, aunque moja, no da reumas ni
calambres.)--Ahora estamos en Agosto, y salgo sin sombrero á las once
del día á coger fruta ó á matar gorriones, y ni me da un tabardillo ni
me duele siquiera la cabeza.....--Ayer he sufrido á pie quieto un
aguacero de una hora, buscando en el río el nido de un salmón, un
aguacero de una hora, á la orilla del río, y no me he baldado.....

¡Oh, sí! La benignidad de este clima es prodigiosa. Todos los elementos
pierden aquí su rigor y todas las bellezas del mundo ofrecen sus
encantos..... ¡Porque nada falte, hasta puedes ver el mar, sólo con
subirte al próximo monte de Collados!.....

* * *

Sin embargo, la mujer, sublimada por el cristianismo á esfera muchas
veces superior á la del hombre; la mujer, objeto siempre en nuestra
patria del culto de los caballeros, de las trovas de los poetas, de los
agasajos de los rondadores nocturnos; la mujer, reina de su casa en
Andalucía, lujosa, petimetra y holgazana á expensas del sudor del
marido, lleva aquí la parte más dura de los trabajos agrícolas. Ella
ara, ella siembra, ella coge, ella guía el carro, guarda las vacas y
sufre todos los rigores de la intemperie..... Véselas, pues, ajadas,
feas, sucias, andrajosas, con el cuévano á la espalda y el niño dentro,
encorvadas contra la tierra, sin aliño alguno en su traje ni asomos de
tocado, mientras que el hombre se pasea ufano y compuesto, colorado y
robusto, ocupado en pescar ó en llevar las reses á las ferias.....

¡Triste condición la de un pueblo que no rinde culto á la hermosura y
donde el amor no se levanta sobre el egoísmo del más fuerte!

* * *

El día de San Roque he asistido á las fiestas de _Somahoz_ y regaládome
con la música y el baile del país.

La música es una especie de jota menos bulliciosa que las de Aragón y de
una melancolía infinita.--El baile se distingue por la seriedad y
circunspección con que se mueven las parejas.

No hay más instrumento que un pandero.

La copla corre á cargo de una _cantora-bastonera_, cuyo pulmón es
infatigable.

Pues bien: aun estas horas de expansión y esparcimiento, nótase la
frialdad ó desdén con que el hombre del campo mira á su
compañera.--Parece como que el baile es un deber en tales días, un rito
sagrado, algo que ya se vió en el mundo antiguo. Ni sonrisas, ni
rendimiento, ni obsequiosos mimos; nada hay en esta danza que se parezca
al fandango ni á la jota. Los hombres tienen los ojos fijos en tierra, y
las mujeres en el rostro de _su señor_.

¡Ah! ¡Pobres pasiegas! ¡Cómo me explico ahora el que sus esposos las
envíen á Madrid á desempeñar el papel de vacas de leche, convirtiendo la
bendición conyugal y sus frutos en un oficio ó granjería! ¡Y cuánto
siento haber tenido que retratarlas, en conciencia, hace pocas noches,
de la cruel manera siguiente, en una _epístola_ que dirigí á nuestro
amigo Cruzada!.....

* * *

      Lánguido el Pas las hortalizas riega
    Que cultiva y se come á dos carrillos
    La famosa en Madrid hembra pasiega.
      Viérasla aquí, entre chotos y novillos,
    Arar, sembrar, coger..... ¡siempre á la espalda
    El cuévano cargado de chiquillos!.....
      Ó, bailando en los campos de esmeralda,
    Los domingos y fiestas, la hallarías,
    Con las trenzas más largas que la falda,
      Recios los huesos, las miradas frías,
    Y rebosando del corpiño el pecho,
    Rica promesa de robustas crías.
      Mas ¡oh cálculo vil!..... Sólo ¡provecho
    Buscando en el amor, franco de porte,
    Abren á estos gaznápiros el lecho,
      Y, sin que el hijo luego les importe,
    Anuncian _leche fresca_ en el DIARIO,
    A las bellas madrastras de la corte!

* * *

Pero volvamos al baile del día de San Roque.

Los vascongados que trabajan en el ferrocarril, tocaban la flauta de boj
toscamente labrada, haciendo como quien dice rancho aparte, y bailaban á
las pasiegas con más donaire y animación. La luna creciente aparecía ya
sobre el ocaso á presidir los patéticos instantes del anochecer. Del río
y de la selva brotaba el concierto misterioso con que las aguas, las
plantas y los animales daban su adiós al día. Sonaban á lo lejos las
esquilas de los ganados y el último tiro del fatigado cazador, mientras
que en las cumbres de los montes resplandecía la hoguera de los pastores
y modulaba el viento lánguidos sollozos que parecían el lejano murmullo
de Madrid.....

Pero me dirás:--¿Cuándo llegas á _Santander_, á la capital de la
provincia, al término de tu anunciado viaje?

Llegaré, amigo mío, cuando _acabemos_ el trozo de ferrocarril de _Los
Corrales á Torrelavega_, en que _trabajamos_ sin descanso, por medio de
apuestas y de profecías, todos los habitantes de este valle, desde la
distinguida familia constructora (inglesa por más señas), hasta mi
humilde persona, que ha clavado ya más de una escarpia asentando
_rails_.....--Conque ten otra semana de paciencia.


VII

ESTRENO DE UN FERROCARRIL.--CATÁSTROFE

* * *

Ya estábamos á media legua del fin de nuestro viaje de inauguración:
acabábamos de entrar en el Valle de Buelna, de regreso de Santander:
sólo nos faltaban cuatro minutos de marcha por la llanura, para
estrechar la mano á los que nos aguardaban ansiosos, con las botellas de
Champagne á medio abrir, y celebrar la apertura de esta sección de la
vía férrea..... Pasábamos sobre el último terraplén--también el
_último_, por haberse concluído aquella misma mañana.

Esta obra tiene por la izquierda (hacia donde caímos) 22 pies de
elevación, por la derecha 35, y se alza sobre el río Besaya, formando,
como él, una ligera curva.

De pronto, pero no sin que hubiésemos notado ya cierta vacilación en la
marcha del tren, como si se balanceasen las traviesas, sentimos una
fuerte sacudida de atrás para adelante, seguida de un grito general de
horror de las gentes que había en los balcones de los próximos _Baños
de las Caldas_ y en las peñas cercanas al ferrocarril.....

A este grito contestó otro más espantoso, que lanzamos los del tren al
ver que nos faltaba la tierra, que nuestro vagón se inclinaba al abismo,
que las maderas crujían, que la locomotora caía despeñada arrastrándonos
detrás, envueltos en los materiales del terraplén.....

Del _ténder_ y de la locomotora, que iban delante de mí llenos de gente,
no se veía ya nada, sino humo, polvo, fuego; agua que corría de la
caldera; las ruedas vueltas hacia arriba; las peñas saltando al empuje
de la máquina, que aun quería andar después de haber encallado en ellas;
algún hombre que se levantaba ensangrentado de debajo de aquellas
destrozadas moles, dando alaridos; y nuestro vagón, al cual le tocaba
volcar en seguida, y al que le faltaba poco para acabar de dar la vuelta
ó para saltar en astillas.....

Mil muertes nos amenazaron en aquellos cuatro segundos: delante, la
caldera, que podía reventar..... (no sabíamos que un rail la había
atravesado de parte á parte); á un lado, las peñas del abismo que nos
aguardaban y nuestro propio vagón que se nos venía encima; detrás, los
demás coches, que, al pararse, nos golpeaban con la velocidad adquirida;
debajo, el camino que se hundía con nosotros.....

Y luego el horror, la pena, el miedo....., la compasión por aquellas
diez ó doce personas que iban delante de mí, y que ya no veía, y que
suponía muertas debajo del ténder y de la locomotora.....--¡Oh! fueron
cuatro segundos....., pero cuatro inmensidades de pensamientos, de
recuerdos, de angustias.

Las descripciones leídas de otras desgracias; la muerte imprevista; el
mundo que desaparece; la familia; los amigos; el natural arrepentimiento
del viaje; las personas que nos esperan; la fiesta frustrada; el
instinto que clama por la conservación; el alma que condensa todo su
poder, todas sus facultades para el instante supremo, y que,
despidiéndose de sí misma, se dice: «_aquí era la muerte_.....»; todo
esto y mil nimiedades que no sé cómo caben en aquella situación extrema,
mil ideas frívolas, unidas á otras muy solemnes y graves, la muleta, la
mano cortada, lo que será uno sin dientes, la cuestión de la
inmortalidad del alma, lo que dirá fulana cuando sepa lo sucedido, cómo
llegará la noticia al hogar paterno, y un punto de conformidad
cristiana, y una mirada al cielo, y la tranquilidad más estoica, y el
miedo más miserable: todo eso y mucho más, resumido en una idea
multiforme, súbita, luminosa, intuitiva, llenaron aquellos cuatro
segundos, abreviatura y término de la existencia.

Cuando me vi en salvo, he aquí lo que observé y cómo me dí cuenta de
todo lo ocurrido en tan poco tiempo.

El terraplén se había hundido hacia la izquierda; la locomotora volcó
por allí, encorvando el rail sobre que gravitaba; pero, como marchaba al
mismo tiempo que caía, se encontró con el rail siguiente, que atravesó
la caldera de parte á parte. Unido esto á que el Ingeniero inglés
Alfredo Jee, que hacía de maquinista, tuvo tiempo _antes de morir_ de
quitar alguna fuerza á la máquina, dió por resultado que la locomotora
encalló en las rocas que hay al pie del terraplén, por su parte menos
elevada, y se paró, no sin haber dado dos vueltas enteras en el aire y
el ténder una.

Nuestro vagón se balanceaba sobre el abismo..... ¡Un paso más, y cae
también! El siguiente estaba descarrilado; el otro sobre los rails, y el
coche de primera tan perfectamente colocado sobre la vía, que las
Autoridades y personas de edad que lo ocupaban, no se enteraron desde
luego de nuestro peligro, sino que creyeron que nos habíamos parado.

Los que iban en la máquina y en el ténder rodaron por la pendiente
movediza del terraplén.--¡Ni ellos mismos saben cómo! Los más
afortunados quedaron en pie, y huyeron de la mole que se les venía
encima. Los hermanos Jee, que iban delante de todos, cayeron mal, ó no
tuvieron tiempo de huir, y quedaron debajo de la locomotora, el uno,
Alfredo, muerto en el acto, abrasado por toda la lumbre y por el agua
hirviente de la máquina, y cogido por una rueda en medio del pecho; y el
otro, Morlando, preso entre las piernas de su hermano y una peña,
tendido boca abajo, con la cabeza y el pecho fuera de la máquina, pero
recibiendo desde la cintura hasta los pies, y especialmente en la pierna
derecha, el agua hirviendo de la caldera y el calor del hierro y de los
carbones hechos ascuas.--Contusos, ligeramente heridos ó quemados,
estaban otros muchos; pero ninguno de gravedad.

Nuestro dolor al ver muerto al eminente ingeniero Alfredo Jee, y en tan
grave situación á su hermano; nuestro asombro al encontrarnos vivos;
nuestro reconocimiento á Dios que nos había librado; el terror del
pueblo que nos cercaba; los penosos cinco cuartos de hora que se tardó
en sacar á Morlando Jee de debajo de la máquina, son cosas que no
acertaría á describir.....

Míster Morlando Jee vive todavía; pero frío como el granizo y sin
esperanza de salvación.

* * *

El desgraciado murió á la noche siguiente.

Los Corrales (Valle de Buelna), 1858.



MI PRIMER VIAJE A TOLEDO


El ferrocarril de Castillejo á Toledo acaba de ser inaugurado, lo cual
significa en sustancia que la vetusta ciudad imperial se encuentra ya á
las puertas de Madrid.--De esperar es, por consiguiente, que, pues tan
rápido, cómodo y barato resulta hoy el viaje, todos los amantes de la
belleza artística y de las glorias patrias vayan sin pérdida de tiempo á
admirar con sus propios ojos aquel museo de maravillas.

En el ínterin, si á bien lo tienen, dígnense leer los apuntes que yo he
hecho en mi cartera durante los dos días que acabo de pasar en la Roma
de nuestra historia; apuntes que, si no son una _Guía_ ni mucho menos,
revelan todo el entusiasmo que puede inspirar á un buen español,
aficionado á las artes, la noble ciudad tantas veces cantada por
Zorrilla.

* * *

_Toledo_ es un magnífico álbum arquitectónico, donde cada siglo ha
colocado su página de piedra. Ver á Toledo es leer á un mismo tiempo la
historia de España y la historia de la Arquitectura.

Más ricas en monumentos árabes son Córdoba, Sevilla y Granada, en obras
romanas Mérida y Segovia, en góticas los reinos de León y Castilla la
Vieja; pero ninguna ciudad como _Toledo_ lo encierra todo; ninguna como
ella puede ostentar juntamente grandes obras de todos los tiempos y de
todos los períodos del arte. Y consiste en que Toledo es una ciudad diez
veces histórica, que diez veces ha resucitado de sus cenizas, que ha
puesto en su frente corona sobre corona, llegando al cabo á verse
investida de toda la grandeza de la historia patria.

Su fundación, perdida en la noche de la fábula como todo lo épico, es
para unos obra de Hércules, para otros se remonta á la fuente de los
días auténticos; al pueblo judío. Y lo mismo que la religión y el
paganismo se la disputan, ved cómo luchan después todos los invasores de
España por engrandecerla.....

¡Ah! no todos: que si bien es verdad que los bárbaros del Norte la
respetaron hace quince siglos, no es menos cierto que los franceses del
siglo XIX quemaron y destruyeron sus alcázares y templos.

De cualquier modo, Toledo ha sido la ciudad bien amada de los siglos. La
antigua Carpetania la cuenta entre sus pueblos patriarcales, Roma entre
sus colonias, entre sus esclavas los alanos, entre sus reinas los godos.
En ella busca amparo el naciente Cristianismo, y los renombrados
Concilios toledanos enaltecen su fama en todos los pueblos visitados por
los Varones Apostólicos. Asentará en ella luego Rodrigo su corrompida
corte, y la avasallarán después los árabes..... Pero Toledo no habrá
muerto todavía. Aun será corte de los grandes Alfonsos, amparo de los
errantes judíos, mansión de Isabel la Católica y Carlos I de España,
cuna, en fin, de los primeros albores de libertad en tiempo de las
Comunidades de Castilla.

Pues bien: toda esta grandeza, todo este poder, toda esta fortuna están
escritos en sus innumerables monumentos. En más de una torre
desmantelada, á que sirvieron de cimiento ruinas de la dominación de
Roma, hay ventana que fué primero ajimez árabe, después ojiva gótica,
luego nicho del Renacimiento, y que hoy es balcón adornado de flores á
que se asoma la hija del campanero. En él veis borrados los junquillos y
doseletes; notáis el rastro del arco estalactítico, echáis de ver un
resto de friso greco-romano, y acaso encontráis algún extravagante
delirio de Churriguera; todo revuelto y remendado, pero todo elocuente
y revelador de pasados destinos.

La _Catedral_, sobre todo, es la urna cineraria de las grandezas
españolas. Cada período de civilización ha grabado en ella su nombre:
cada generación ha dejado el polvo de sus héroes.--Crúzase con
melancólico orgullo aquel museo en que todos nuestros artistas han
labrado una columna, colgado un cuadro ó tallado un santo de madera;
donde cada conquistador ha depositado las banderas de su ejército y los
trofeos tomados al ejército vencido; donde los reyes han buscado
sepultura, así como los poetas y los poderosos; donde uno dejó sus
alhajas, otro su librería, este su espada y su armadura, aquel las obras
de su ingenio. Parece la Catedral, considerada de este modo, una matrona
antiquísima, una venerable abuela, á la cual cada uno ha contado sus
tristezas, confiado sus secretos, legado su gloria, pedido consejo en la
desgracia y debido una oración en la hora de la muerte.

Allí duermen Enrique de Trastamara, el rey fratricida; allí los santos y
los arzobispos que guerrearon contra los moros; allí los mismos
arquitectos que sucesivamente, durante muchos siglos, fueron
construyendo la Catedral; allí D. Álvaro de Luna, el soberbio enemigo
del feudalismo, y D. Enrique III el _Doliente_, y D. Juan I, y famosas
reinas, y capitanes, y prelados, y damas hermosísimas, que reinaron en
famosos torneos; allí están las banderas cogidas á los agarenos en cien
batallas, y las perlas y los diamantes acumulados por los judíos, y los
frescos de Jordán, y las esculturas de Berruguete, y verjas de cien
autores, todas de un mérito asombroso, y mil reliquias, mil ex votos,
mil preciosidades auténticas, históricas, paleográficas, artísticas.

Lo repetimos: la _Catedral_ es un museo, un archivo, una biblioteca
inmensa, donde el artista, el poeta, el arqueólogo, el historiador,
todos los que aman el pasado, encontrarán inagotables tesoros.

Pues si la consideramos ya como edificio, como obra de arquitectura,
como templo gótico, ¡qué nuevas maravillas, qué riqueza, qué
grandiosidad, qué excelsitud!.....

Allí está toda la historia del estilo gótico, desde el godo, anterior á
la invasión de los bárbaros, hasta el gracioso y puro del siglo XIII.
Allí hay portadas más bellas que las de Nuestra Señora de París y que
las elegantísimas de las catedrales de Burgos y Sevilla; allí atrevidas
bóvedas, vistosos rosetones, aéreos doseletes, casetones cuajados de
estatuas en miniatura, vidrieras de colores que filtran dulcemente la
luz del cielo, y mil y mil molduras y archivoltas que entretienen la
vista y la imaginación por su interminable variedad.

La primitiva iglesia fué fundada por San Eugenio, y sobre ella bordaron
los moros una gran mezquita. Reconquistada la ciudad, San Fernando no
quiso que en la Catedral toledana hubiese ni tan siquiera huellas de los
infieles, y la destruyó hasta los cimientos, poniendo en aquel mismo
sitio la primera piedra del templo actual. Doscientos cincuenta años se
tardó en construirlo, y todavía hoy se sigue trabajando en pormenores de
ornamentación.....

Pero no me es dado proseguir, ni tampoco me queda tiempo de bosquejar,
como quisiera, otros monumentos de _Toledo_.....--Esta rapidísima reseña
ha de publicarse dentro de dos horas, y los cajistas me van quitando de
las manos las cuartillas según que las escribo de primera intención.

Dejo, pues, para cuando esté más despacio, suponiendo que llegue á
estarlo alguna vez, describir la iglesia y claustro de _San Juan de los
Reyes_....., sobre todo el claustro, que parece un jardín de piedra,
medio destruído por una tempestad.....--¡Ah, franceses!..... ¿Cómo no
morís de bochorno, al pensar que destrozasteis aquellos primores
artísticos?

También siento mucho no poder hablar detenidamente del cesáreo _Alcázar_
que sirve como de corona mural á _Toledo_, pues que se eleva sobre la
más alta cumbre de la ciudad. Baste decir que es una obra digna de
Carlos V, de Alonso de Covarrubias y de Juan de Herrera. El gran
Emperador mandó edificarlo en aquel eminente paraje, donde yacía en
ruinas el viejo Alcázar que habitaron los grandes Alfonsos.....; y es
fama que, siempre que bajaba ó subía la monumental escalera, se paraba
en su gran meseta y decía:--«_Sólo aquí me creo verdaderamente
Emperador._»

En fin: un tomo entero no bastaría para reseñar todo lo que hay que ver
en _Toledo_, desde que se la descubre, escalonada en aquella especie de
erguida península, ó corpulento promontorio ceñido por el profundo Tajo,
y se comienza á subir la áspera cuesta, y se pasa el venerable _Puente
de Alcántara_, y se penetra por la histórica y bellísima _Puerta de
Visagra_, hasta que se recorre aquel dédalo de torcidas calles arábigas,
y se baja por el lado opuesto, y se vuelve á salir al campo por el
_Puente de San Martín_.--Sinagogas; mezquitas; alminares que sirven de
torres á iglesias cristianas; _Puertas_ tan notables como la del
_Cambrón_, que compendia toda la historia de _Toledo_, pues en ella han
puesto mano Wamba, los moros y Carlos V, ennobleciéndola más y más con
cada restauración; ruinas de _Palacios_ tan interesantes,
respectivamente, como los que habitaron D. Pedro el _Cruel_ y D. Enrique
de Trastamara; murallas del tiempo de D. Rodrigo; el _Baño de la Cava_;
la _Capilla mozárabe_ de la Catedral; la gran _Fábrica de Armas_, donde
se siguen forjando y templando espadas como las que nos valieron tantas
victorias en otros días; _El Cristo de la Vega_ de la leyenda de
Zorrilla; la romántica Plaza del _Zocodover_; la _Posada de la Sangre_,
contemporánea de Don Quijote; ¡qué sé yo cuántas cosas me han
entusiasmado durante mi estancia en _Toledo_!.....

Citaré únicamente, para concluir, mis últimas emociones en la que
llamaré _nuestra ciudad eterna_.

Había llegado el momento de regresar á Madrid, al mundo de la política y
de los negocios.....

La tarde era tempestuosa..... Negras nubes y remotos truenos amenazaban
á los toledanos con una gran tormenta.

Tenía yo resuelto de antemano que mi última visita sería para la
_Catedral_, donde ya había estado lo menos ocho veces en el espacio de
dos días.....--Deseaba despedirme allí solemnemente de TOLEDO.

Mi compañero de viaje y querido amigo el insigne músico D. Mariano
Vázquez me esperaba en la gran Basílica, enteramente solo, sentado
delante del magnífico órgano llamado del Deán, arrancando de su hondo
seno solemnes y patéticos gemidos.--Tocaba la _Marcha fúnebre en la
muerte de un héroe_, escrita por Beethowen el día que supo que
Bonaparte «había descendido hasta el extremo de coronarse
Emperador».--El sacristán se había prestado también á ejercer el oficio
que no era el suyo, encargándose de los fuelles.....

Las bóvedas de la Catedral temblaban ante aquella tempestad de armonía
que lanzaba el poderoso instrumento. Las últimas luces de la tarde
penetraban desfallecidas por los calados rosetones, dando fantásticos
contornos á las figuras pintadas en los vidrios.--Abajo, en el templo,
estaba yo solo.....

¿El canto de gloria y de muerte que exhalaba el órgano, caía sobre
tantas sepulturas, sobre tanta grandeza desvanecida, sobre tanta
soberbia humillada, como un sufragio ó como un anatema?..... ¡No sé!

Perdido yo en la sombra de aquellas frías y solitarias capillas, creía
que el _héroe_ muerto de la composición de Beethowen era el _honor
español_.

A lo lejos me pareció oir las carcajadas de la moderna corte de España,
confundidas con las risas de desprecio de los riffeños, de los mejicanos
y de los poseedores de Gibraltar. ¡Hasta creí sentir ruido de mejillas
abofeteadas, y nuevas risas, y crujidos de huesos que se removían
indignados bajo las losas de los sepulcros!

«¡Los extranjeros nos insultan!.....»--gritaba una voz en los
aires.....

El órgano había callado. Levanté la frente, y quise huir..... Pero ya
era de noche, y las tinieblas me rodeaban.--Llegó en esto mi amigo, y me
sacó de la Catedral.

Una furiosa tormenta estaba descargando sobre _Toledo_..... Pero se
acercaba la hora de partida del tren, y tuvimos que salir á escape entre
la granizada y el huracán, como almas que se lleva el diablo.

Tres horas después me hallaba en el café Suizo de Madrid.

Junio de 1858.



EL ECLIPSE DE SOL DE 1860


Doy fe de haberlo visto con mis propios ojos, ayer á 18 de Julio, de dos
á tres de la tarde, desde las venerandas ruinas de Sagunto, ó sea desde
lo alto del castillo de Murviedro.

Con este solo fin había salido la víspera de la villa y corte de las
Españas en el tren correo. Al pasar por Valencia se me agregaron, según
estaba convenido, algunos poetas de las márgenes del Turia, con quienes
me liga antigua amistad, y todos juntos llegamos al castillo una hora
antes de la anunciada por el Calendario para el comienzo de la gran
tragedia celeste.

En aquel histórico lugar, donde comenzaba la zona en que sería
_totalmente_ visible la catástrofe, no se hallaba constituída ninguna
comisión de astrónomos, armada de instrumentos, con objeto de hacer la
autopsia al astro-rey luego que muriese....., y por eso mismo habíamos
determinado mis amigos y yo establecer allí nuestro observatorio
poético, ganosos de experimentar en el momento solemne todas las
emociones dramáticas y religiosas de la inocencia ó de la
ignorancia.....--Estábamos, pues, solos con el _coro trágico_, y el coro
trágico se componía de labriegos del país..... ¡De aquellos labriegos
que rara vez suben á la antiquísima fortaleza, pero siempre para honra y
gloria de España!

Así lo pensaba yo al ver al actual pueblo saguntino subir desde la villa
á la ciudadela. Pensaba en el día que sus antepasados subieron por
aquellas mismas rampas talladas en la roca, y no volvieron á bajar, sino
que perecieron heroica y voluntariamente, dando al héroe cartaginés el
más grande espectáculo de patriotismo que registra la historia: ó
recordaba aquel otro día, casi de nuestro tiempo, en que las tropas de
Napoleón se estrellaron una vez y otra contra aquel ruinoso baluarte,
guarnecido por un puñado de valientes, que acababan de dejar el arado
para subir á defender á costa de su vida el _muro viejo_ (Murviedro).

A la verdad, estas consideraciones históricas eran muy adecuado prólogo
al épico suceso que aguardábamos. Todo ello tenía dimensiones homéricas;
y como el cielo, la tierra y el mar que se desplegaban ante nuestra
vista eran los mismos de hace veintidós siglos, hubo momentos en que
perdí toda conciencia del tiempo, ó en que confundí lo pasado con lo
presente, y aun con lo futuro, que era el eclipse.....

A mis pies veía, por una parte, las imponentes ruinas del _Anfiteatro
romano_; por otra, la villa actual; alrededor, una verde llanura poblada
de algarrobos, olivos y moreras, y más lejos el azul Mediterráneo, ó
suaves cordilleras de montañas que delineaban, por decirlo así, un
magnífico y resplandeciente horizonte.

El día estaba sereno y caluroso. El sol inundaba de luz las soledades
del espacio, animando y engrandeciendo el vastísimo paisaje. Largos y
monótonos zumbidos de cigarras y de otros insectos voladores poblaban el
aire de un sordo y soñoliente murmullo, que convidaba á la siesta.
Callaban las aves, adormecidas por el calor, y callaban también los
hombres, atentos al deicidio que se preparaba en los cielos.

A la izquierda, y precisamente donde empezaban á amontonarse algunas
cenicientas nubes, divisábase un rompimiento de la cordillera, que me
dijeron daba paso al _Desierto de las Palmas_.--Allí, lo mismo que en
otros parajes de la Península, miles de humanos seres, olvidados de las
agitaciones y mezquinos intereses de esta vida, estaban como nosotros en
expectación del fenómeno celeste; unos llevados de amor á la ciencia,
otros de culto á lo maravilloso, quienes del miedo, quienes de mera
curiosidad.

En lo que á mí toca, yo consideraba en aquel instante al género humano
de un modo que no lo había considerado nunca: no ya como una especie
privilegiada que cumple estos ó aquellos destinos en el mundo; no como
_actores_ del gran teatro del universo; no como los personajes
principales del largo drama que llamamos Historia, sino únicamente como
_espectadores_ alojados en un pequeño planeta, como simples pobladores
de nuestro globo, como accidentes de la creación, como testigos de la
marcha misteriosa de mil mundos. Las ciencias, la política, la
filosofía, los odios, las ambiciones, el amor, la guerra, el infortunio,
todo lo que constituye nuestra cotidiana vida, había perdido su interés
en aquel momento. Todos los hombres resultaban iguales. Un poder
superior, la incontrastable fuerza que rige los orbes, les hacía pensar
en cosas más grandes que la sociedad y que la civilización. ¿Qué eran,
qué podían ser las potestades humanas, cuando mundos enteros aparecían
como frágiles barquillas perdidas en el infinito espacio, y se les veía
navegar á merced del potente soplo que los empuja por sus misteriosos
derroteros?

Eran ya las dos....., la hora anunciada y esperada hace tanto tiempo por
los astrónomos.

El eclipse había principiado; pero aun no se percibía alteración alguna
en la luz del sol.

A eso de las dos y media empezaron á palidecer las nubes, mientras que
el mar se ponía cada vez más sombrío.

La luz del sol era blanca como la de la luna, y la sombra de los cuerpos
intensamente negra, pero de vagos contornos.

El cielo estaba despejado; la atmósfera diáfana. ¡El sol se hallaba en
el mediodía; y, sin embargo, se aproximaba la noche!

Nuestros semblantes se iban poniendo lívidos..... Una claridad fúnebre,
que ya no era semejante á la de la luna, sino á la de la luz eléctrica,
alumbraba fantásticamente la ciudad y las ruinas del Anfiteatro.

Las nubes tomaban un color gris como el de la ceniza. El mar continuaba
obscureciéndose.....

¡Y nada de esto se parecía al anochecer!..... Lo imponente era el ver
que allá, en las regiones superiores del cielo, seguía siendo de día,
mientras que en la infortunada tierra y en su atmósfera cundía la
obscuridad. Es decir: ¡que la luz del cielo no llegaba ya á la tierra!

Por lo demás, á la simple vista no se notaba todavía alteración alguna
en el disco del sol. Ciertamente, casi todo él estaba eclipsado; pero el
ligero limbo que aun se percibía, irradiaba el suficiente fulgor para
ocultar á nuestros débiles ojos la gran sombra que ya amenazaba
sepultarlo.

Tenemos, pues, que el sol reverberaba en el cenit; que el cielo, ó sea
el espacio á que no alcanzaba la sombra de la luna, seguía inundado de
luz como antes del fenómeno, y que, sin embargo, la noche caía sobre la
tierra, súbita, aceleradamente ya, sin gradación ni crepúsculo, como si
nuestro planeta hubiese tenido luz propia y un soplo del Hacedor la
hubiera apagado repentinamente.

¡En esto--(todo lo que ya diga sucedió en menos de un segundo)--en esto
expira instantáneamente el último fulgor; cambian de aspecto todas las
cosas; vense lucir dos estrellas cerca del astro agonizante; levántase
un espantoso viento; hace frío; corren las nubes; ennegrécese el mar;
camina la sombra á nuestros pies; parece que se desquicia el cielo, como
cuando se muda una decoración en el teatro; muere el sol....., y
sustitúyele un astro nunca visto, un meteoro fúnebre y grandioso, más
bello que todo lo imaginado por el hombre!.....

Un grito de terror sale de mil pechos. Las gentes sencillas que nos
cercan creen indudablemente que se acaba el mundo..... Pero, al ver que
el sol ha sido reemplazado por aquel fenómeno tan hermoso y
sorprendente, nuevo alarde del poder y de la sabiduría del Eterno,
prorrumpe en un aplauso, en un viva, en un _bravo_, en una aclamación
frenética y entusiasta.....

Este singular y tierno aplauso al Autor de la naturaleza, pone las
lágrimas en mis ojos..... El espectáculo de la _conjunción_ eriza los
cabellos..... El cuadro que me rodea, la hora, el sitio, todo contribuye
á horrorizarme, á conmoverme, á levantar mi espíritu, á revelarme la
inconmensurable grandeza de Dios.

El Gólgota, tal como se le pinta á las tres de la tarde de aquel
tremendo y glorioso día en que murió Jesús; el Juicio Final, profetizado
por el _Apocalipsis_; el Diluvio, Pompeya, los terremotos
americanos.....; yo no sé cuántas y cuán extrañas cosas pasaron por mi
imaginación.

Entretanto....., ¡qué maravillosa, qué sublime apariencia la de los
cielos!

El _astro_ que había sustituído al sol, diríase que era su catafalco, su
iluminado túmulo, su _capella ardente_.--Imaginaos un cielo sombrío, y
en medio de él una gran placa negra y de oro, una enorme estrella
esmaltada..... ¡Yo no sé cómo os lo diga!.....--Imaginaos el disco de la
Luna, negro como el azabache, y en torno suyo una orla de lumbre formada
por la irradiación del sol, que está detrás. De esta orla parten
divergentemente cuatro ó cinco ráfagas de plata y oro, como los
destellos que vemos en las aureolas de los santos góticos.--Era, pues,
un astro de luto; el cadáver del sol; la luz vestida de negro.--Sol y
luna formaban un solo cuerpo, engendro misterioso que representaba á la
vez el día y la noche.....

--¡Oh Dios (pensábamos todos en aquel momento)! ¡Cuán infinito es tu
poder! ¡Cuántas nuevas maravillas pudieras crear, aun después de haber
llenado de ellas tantos mundos! ¡Qué habrá que se iguale á la última de
las cosas, si tú pones en ella tu mano augusta!

Poco más de dos minutos, que nunca olvidarán los mortales que han
presenciado esta gran tragedia, duró el eclipse total.--El pueblo seguía
aclamando á Dios, con los brazos alzados al cielo, con las lágrimas en
los ojos.....

La obscuridad no era tanta que dejásemos de vernos unos á otros.....
Pero ¡de qué manera! ¡Qué fatídica luz en nuestras frentes! ¡Qué
lobreguez en las nubes! ¡Qué aparente movilidad en el suelo que
pisábamos!

De pronto cae de aquel extraño fenómeno un borbotón de luz, un río de
oro, un torrente de fuego que inunda instantáneamente toda la enlutada
atmósfera.....

Un nuevo aplauso, un nuevo grito, mil y mil bendiciones á Dios pueblan
el espacio.

--¡El SOL! ¡El SOL!--exclamamos todos con amorosa alegría.

--¡Bendito sea Dios! ¡Bendito sea Dios!--repetimos, llenos de gratitud y
de entusiasmo.....

Y hay otro cambio súbito en la naturaleza, y tierra y cielos mudan de
color como por encanto, y la mar vuelve á aparecer, y las estrellas se
ocultan, y el sol recobra su soberanía--con gran contentamiento de
nuestros corazones, apenados un punto al ver vencido tan glorioso y
potente astro por el más débil y mezquino de los mil que alimenta y
vivifica su bienhechora llama......

Valencia, 1860.



CUADRO GENERAL DE MIS VIAJES POR ESPAÑA


I

EXPLICACIÓN PREVIA

Además de la media docena de _viajes_ cuyo relato circunstanciado
acabáis de leer, tal y como lo escribí á su debido tiempo, y además
también de mi expedición á la _Alpujarra_, que forma tomo aparte en la
presente colección de mis OBRAS, he realizado otras muchísimas
correrías, más ó menos poéticas, por esta bendita tierra de España,
donde me cupo la honra de nacer, y donde, dicho sea entre paréntesis,
protesto vivir y morir á uso y estilo de mis difuntos padres, aunque
cada día se invente un nuevo Paraíso terrenal al otro lado de los
Pirineos.....--Pero acontece, amigos lectores, que todavía no he tenido
ocasión, ni hoy la tengo, de escribir la relación de tales andanzas, y
por consiguiente, nada digo en este tomo acerca de Andalucía, Murcia,
Valencia, Aragón, Navarra, las Provincias Vascongadas y otros
territorios que han sido también objeto de mis peregrinaciones.

Espero en Dios, sin embargo, que algún día podré suplir este hueco,
escribiendo una segunda parte de la presente obra, bajo el título de MÁS
VIAJES POR ESPAÑA; y, entretanto, voy á trazar aquí una especie de
índice ó cuadro sinóptico de todos esos mis no escritos _viajes_, ó sea
de ese mi futuro libro, como anticipado homenaje de amor á pueblos y
regiones que, por más ó menos tiempo, fueron teatro de la tragicomedia
de mi vida, y también para que ni por un momento resulte que he dejado
de agradecer ninguno de los goces y aprovechamientos que plugo á Dios
consentirme, durante mi estancia en su finca de recreo llamada _La
Tierra_, ó, más bien dicho, durante este incomprensible y rápido viaje
que, hasta parados y aun dormidos, estamos siempre haciendo los hombres,
desde el misterioso reino que hay antes de la cuna, al no menos
misterioso que hay más allá del sepulcro.

Echaréis de menos en el siguiente _Cuadro general_ algunas visitas (que
por ningún concepto he debido dejar de hacer antes de morirme) á
territorios enteros tan importantes como Cataluña, Asturias y Galicia, y
á tal ó cual provincia suelta de otros antiguos reinos de España.....
Pero ¡amigo! me cansé y me casé: la primitiva fuerza centrífuga de mi
carácter se convirtió en centrípeta tan luego como tuve casa y hogar; y
desde entonces sólo he viajado lo puramente indispensable, ya
comprometido por algún amigo, ó ya á remolque de alguna prosaica
obligación.--Quiero decir con esto que, llegado á cierta edad ó á cierto
estado de ánimo, mi antiguo afán de esparcirme, de ver, de ser visto, de
correr mundo, de presenciar cuantos sucesos notables ocurrían en mi
tiempo (afán que me había llevado á todo linaje de inauguraciones y
espectáculos, á ver ajusticiar reos, á la primera Exposición Universal
de París, á la guerra de África, á la transfiguración de Italia en un
solo Estado, á la zona en que el eclipse total de sol de 1860 fué
visible, etc., etc.), se trocó en una invencible tendencia á recogerme,
á concentrarme, á aislarme, á vivir en mi casa, con mi familia y con mis
libros, y que, por consiguiente, no pasaron de proyectos infinidad de
excursiones que tenía pensado hacer, no sólo por el suelo patrio, sino
por toda la redondez de la tierra.....

Portugal, Egipto, el Cabo de Buena Esperanza, los Santos Lugares,
Sumatra, Grecia, Méjico, Laponia....., ¡qué sé yo cuántas regiones
pensaba visitar y había ya estudiado en mapas y libros!..... ¡Qué sé yo
cuántas curiosidades se me han quedado sin satisfacer y cuántos anhelos
sin cumplir, para otra vez que vuelva á este planeta, aunque ello sea el
propio día del Juicio Final!.....--Baste saber que, entre mis planes
juveniles, entraba escribir una novela, ó más bien cuatro novelas en
una, con el título de _Los cuatro puntos cardinales_, cuyos estudios
para la parte del _Norte_ dieron origen á _El Final de Norma_, _Los ojos
negros_, _Un año en Spitzberg_ y otros escritos míos que tienen por
teatro los hielos boreales.

Conque terminemos ya este prólogo ó epílogo, y entremos en la
enumeración ordenada y cronológica de todas mis caminatas _por España_.


II

ÍNDICE CRONOLÓGICO


=1846= y =1847.= Viajes en burro de _Guadix_ al _Marquesado del Cenet_ en
busca de las sombras de los Moriscos;

De _Guadix_ á las grutas estalactíticas de los Baños de _Alicún de
Ortega_,

Y de _Guadix_ á _Granada_, á graduarme de bachiller en filosofía.

* * *

=1854=. Viaje en galera de _Guadix_ á _Almería_, en dos jornadas, haciendo
noche en _Doña María_, donde hubo baile.--Pintura de Almería y de sus
moradores.

* * *

Viaje en diligencia de _Granada_ á _Málaga_.--Disertación sobre las
antiguas y monumentales diligencias.--Málaga y los malagueños.

* * *

Viaje en vapor de _Málaga_ á _Cádiz_, con arribada á _Algeciras_, por no
poder pasar el Estrecho.--Disertación contra _Gibraltar_.--Un mes en
_Cádiz_.

* * *

Viaje en vapor de _Cádiz_ á _Sevilla_.--Descripción de la llegada á
_Sevilla_ por el río, indicada ya en EL FINAL DE NORMA.--Entre _Sevilla_
y _Triana_: meditación en un puente que ya no existe, por habérselo
llevado el agua.....

* * *

Viaje en diligencia de _Sevilla_ á _Madrid_, con un vistazo de tres
horas á _Córdoba_.--Consideraciones acerca del ferrocarril de _Madrid_ á
_Aranjuez_, único que entonces llegaba á la Villa y Corte.

* * *

De _Madrid_ á _Granada_ por _Jaén_, con un tratado sobre la _Mancha_,
_Despeñaperros_ y la _Cara de Dios_.

* * *

Segundo viaje de _Granada_ á _Málaga_, por _Alhama_ y _Vélez-Málaga_, á
caballo, haciendo etapas militares de á tres leguas.--Complicaciones
políticas de aquellos tiempos.

* * *

=1855.= Viaje de _Madrid_ á _Segovia_.--_Segovia_ en invierno.--Un mes de
vida cenobítica.--Visitas nocturnas al Acueducto.

* * *

De _Madrid_ á _Bayona_, en diligencia, por _Valladolid_, _Burgos_ y las
_Provincias Vascongadas_.--Cuatro palabras, como digresión acerca de
_Burdeos_, _Tours_, _Orleans_, _París_ y su _Exposición_ de 1855.

* * *

De _Bayona_ á _Madrid_, por _Elizondo_, _Pamplona_ y _Soria_, en
diligencia, con su correspondiente discurso acerca de las ruinas de
_Numancia_.

* * *

Nuevo viaje de _Madrid_ á _Granada_ y _Guadix_, en compañía del cólera
morbo, y de _Guadix_ á _Granada_ y _Madrid_, en compañía de dos
señoritas muy guapas.

* * *

De _Madrid_ á _Cuenca_.--Viaje inverosímil, á maldita la cosa, ó sin
razón ni pretexto alguno, en compañía de tres poetas
desocupados.--Hermosura especial de _Cuenca_, donde corrimos peligro de
muerte.

* * *

=1856.= De _Madrid_ á _Trillo_.--Conferencias con el Tajo, allí todavía
muy joven, y con la Luna, que aquellos días se hallaba en creciente.

* * *

Primer viaje á _Valencia_, por _Albacete_, yendo en diligencia desde
_Tembleque_ hasta _Almansa_.--_¡Alcira!_, _¡Játiva!_,
_¡Valencia!_--Quince viajes matutinos al _Grao_, á comer melón, remedio
infalible contra la ictericia.--Recuerdos de Ronconi.

* * *

De _Valencia_ á _Tembleque_, y de _Tembleque_ á _Guadix_.--Historia de
una docena de perdices escabechadas.--De _Guadix_ á _Madrid_, en
vísperas de Navidad, todo el camino cubierto de nieve.....

* * *

=1858.= De _Madrid_ á _Alicante_, en ferrocarril, con la corte, cuando S.
M. la Reina Doña Isabel II inauguró esta línea.--Las alicantinas.--El
bosque de palmeras de _El Porquet_.

* * *

De _Alicante_ á _Valencia_, por mar, en un buque de guerra.--Sinfonías
de cañonazos.--Del alumbrado que se usa en el mar cuando por él viajan
de noche personas Reales.

* * *

De _Valencia_ á _Madrid_, después de haber presenciado en _Valencia_
extraordinarios festejos, inclusas dos Exposiciones de mujeres y una de
flores.

* * *

De _Madrid_ á _Toledo_, primer viaje, cuando se inauguró la vía férrea.
(Inserto, no completamente, en el presente tomo.)--Episodios cómicos de
la ceremonia oficial.

* * *

Viaje á caballo á todo lo largo del _Canal de Isabel II_ hasta el
_Pontón de la Oliva_, donde conocí al _Lozoya_ en su primitivo estado
salvaje.--Vuelta á _Madrid_, pasando por _Hiendelaencina_, donde bajé á
un pozo de no sé cuántos cientos de varas.

* * *

Viaje á _Santander_, haciendo alto en _Valladolid_ y en el _Valle de
Buelna_. (Incluído en el presente volumen, aunque no por
entero.)--Recuerdos de _Ontaneda_ y _Viesgo_, y descripción de
_Santander_.

* * *

=1859.= De _Madrid_ á _Guadix_.--Las fiestas del Corpus en _Granada_.--De
_Guadix_ á _Madrid_, en vísperas de la guerra de África.--Se declara la
guerra.

* * *

De _Madrid_ á _Málaga_, con el Estado Mayor del tercer Cuerpo del
Ejército.--Siento plaza de soldado.--Bailes y fiestas en los altos
círculos malagueños.

* * *

De _Málaga_ á _Ceuta_, y de _Ceuta_ al _Campamento del Tarajar_. (Viajes
escritos en mi DIARIO DE UN TESTIGO DE LA GUERRA DE ÁFRICA.)

* * *

=1860.= Del _Campamento del Tarajar_ á _Tetuán_, pasando por
_Castillejos_, _Río Azmir_, _Cabo Negro_, _Fuerte-Martín_,
_Guad-el-Gelú_ y los _Campamentos moros_. (Referencias al susodicho
DIARIO.)

* * *

_Marzo._--De _Tetuán_ á _Cádiz_, y de _Cádiz_ á _Sevilla_ y _Córdoba_,
haciendo escala de algunas horas en estas tres ciudades.

* * *

De _Córdoba_ á _Madrid_, en cuyo camino me alcanza y deja atrás la
noticia de que la paz se ha firmado.

* * *

_Mayo._--Tres días en _Aranjuez_.--Espárragos, flores y fresa.

* * *

_Junio._--Quince días en _El Escorial_.--Códices y sepulcros.

* * *

_Julio._--Viaje á _Sagunto_ (publicado en este tomo) á ver el _Eclipse
total de sol_ con varios literatos de Valencia.

* * *

_Agosto._--Un mes en _La Granja_, ó sea en el _Real Sitio de San
Ildefonso_.--La Arcadia de los cortesanos.--De cómo se pescan truchas á
bragas enjutas.--La _Boca del Asno_.--Mesas giratorias parlantes.

* * *

_Septiembre._--De _Madrid_ á _Valencia_, en donde me embarqué para
_Francia_, _Suiza_ é _Italia_. (Viajes descritos minuciosamente en mi
libro DE MADRID Á NÁPOLES.)

* * *

=1861.= _Febrero._--De _Hendaya_ á _Madrid_.--Estreno del ferrocarril de
_Burgos_ á _Valladolid_, y anécdota burgalesa.--Un vuelco de diligencia
en lo alto del Guadarrama, á las doce de la noche y nevando.

* * *

_Marzo._--Segundo viaje á _Toledo_.

_Abril._--De _Madrid_ á _Granada_ y _Guadix_.--La primavera _de los
bailes_ en _Granada_.--Diez leguas á galope la mañana del día de San
Pedro.

* * *

_Julio._--Segundo viaje de _Guadix_ á _Almería_, de noche, á caballo y
con ladrones.

* * *

_Octubre._--De _Guadix_ á _Madrid_.

* * *

=1862.= _Abril._--Tercer viaje á _Toledo_.

* * *

_Agosto._--Vida militar en el cuartel de _Leganés_ con el teniente
coronel D. Ángel María Chacón.

* * *

Triste expedición al _Molar_ y _Guadalix de la Sierra_ en busca de un
amigo que había enfermado mortalmente en una cacería.

* * *

_Septiembre._--Ocho días en las _Navas del Marqués_.--La duquesa Ángela
de Medinaceli y sus pinares de Guadarrama.

* * *

=1863.= (El año de las muertes.)--_Enero._--Viaje á _Guadalajara_, donde
murió mi amigo Villanueva.

* * *

_Febrero._--De _Madrid_ á _Guadix_, cuando murió mi padre.

* * *

_Marzo._--De _Guadix_ á _Madrid_, llamado por Pastor Díaz, moribundo.

* * *

_Junio._--Viaje á _Alicante_, á la inauguración del vapor _Príncipe
Alfonso_, primero de la _Compañía Trasatlántica_ de D. Antonio
López.--Del apuro en que nos vimos cuatro amigos en una cáscara de nuez.

* * *

_Julio._--Nuevo viaje á _Viesgo_ y _Santander_.--Algunos versos inéditos
de Ros de Olano y míos.

* * *

_Agosto._--De _Santander_ á _Bilbao_, por _Santoña_ y las
_Encartaciones_.--Recuerdos de Antonio Trueba.--Paseos con el mismo, en
_Bilbao_.--El Puente de Luchana y la casa donde murió Zumalacárregui.

* * *

_Portugalete._--Baños de mar.....--Primeros síntomas matrimoniales.

* * *

_Septiembre._--Vuelta á _Madrid_, dejando instituído á mi favor el censo
por Nochebuena de un pavo anual salamanquino, que llevo veinte años de
cobrar.

* * *

_Octubre._--Viaje electoral á mi tierra.--Cambio de ideal del quijotismo
poético.--Plagio á Aben-Humeya preparando unas elecciones en los
partidos de Guadix y de Iznalloz.

* * *

_Noviembre._--Regreso á _Madrid_.--¡Todo se ha perdido menos el honor!

* * *

=1864.= _Marzo._--La acostumbrada peregrinación á _Toledo_ en Semana
Santa.

* * *

_Abril._--La peregrinación á _Guadix_, casi anual también, á ver á mi
madre.

* * *

_Junio._--Correrías á caballo por veinte pueblos de los montes de
_Guadix_ é _Iznalloz_.--Recuerdos de _Montegícar_.--La vida del
candidato, ya indicada en mi novela _La Pródiga_.

* * *

_Agosto._--De _Granada_ á _Almuñécar_, por _Motril_, primero en
diligencia, después embarcado, luego en mulo y finalmente
andando.--Recuerdos de _Almuñécar_.

* * *

_Septiembre._--De _Almuñécar_ á _Granada_, primero á caballo y luego en
coche.--De la diferencia que existe entre las jamugas y las artolas, con
otros síntomas matrimoniales.

* * *

_Diciembre._--Heroicidades en miniatura.--De _Granada_ á _Iznalloz_, de
_Iznalloz_ á _Guadix_ y de _Guadix_ á _Granada_.--Triunfal regreso de
_Granada_ á _Madrid_, ya diputado, pero todavía soltero.

* * *

=1865.= _Marzo._--El consabido viaje á _Toledo_ por Semana Santa.

* * *

_Septiembre._--El consabido viaje á _Guadix_.

* * *

_Noviembre._--Otras elecciones.--Correrías por la deliciosa vega de
_Granada_.--_Santafé_, vista muy despacio.--De cómo no fallaron los
susodichos síntomas matrimoniales.

* * *

=1866.= _Febrero._--De _Granada á Madrid_, muy bien acompañado para
siempre.

* * *

_Diciembre._--De _Madrid_ á _Francia_, desterrado de Real
orden.--Circunstancias agravantes del caso.--En París, solo, y sin
cartas de España.--Biarritz en invierno.--Viajes de tapadillo á la
frontera de España.

* * *

=1867.= De _Francia_ á _Granada_, sin hacer noche en _Madrid_.--Nace en
_Granada_ mi hija Paulina.

* * *

Año y medio de confinación política en _Granada_.--Escapatorias á
_Guadix_.

* * *

=1868.= _Septiembre._--De _Granada_ á _Aguilar_, en camino de hierro.--De
_Aguilar_ á _Córdoba_, en calesa, por estar el ferrocarril cortado.--De
_Córdoba_ á _Sevilla_, en tren insurrecto.--De _Sevilla_ á _Córdoba_,
con el cuartel general del Duque de la Torre.--De _Córdoba_ á _Alcolea_,
á caballo.--De _Alcolea_ á _Andújar_, con Ayala y Gómez Diez, de noche,
en tren clandestino, con bandera y mensaje de paz, recogiendo heridos en
estaciones solitarias.--Plan de un libro político, que tal vez escriba
algún día.

* * *

_Octubre._--De _Alcolea_ á _Madrid_ con el cuartel general del Duque de
la Torre.--Lance trágico en Aranjuez.

* * *

De _Madrid_ á _Zaragoza_ en plena Revolución.--Majestad y hermosura de
Zaragoza.--Mi adoración de toda la vida á los aragoneses.

* * *

_Noviembre._--De _Madrid_ á _Granada_, donde pude exclamar: _¡Viaje
redondo!_, acordándome del que emprendí en Septiembre en busca de los
insurrectos de Cádiz.

* * *

=1869.= _Febrero._--De _Granada_ á _Guadix_, y de _Guadix_ á _Madrid_,
después de otras elecciones.

* * *

=1870.= _Marzo._--De _Madrid_ á _Alhama de Aragón_, y viceversa.

* * *

_Agosto._--De _Madrid_ á _Málaga_.--Baños de mar y otros
entretenimientos de verano en vísperas de la elección de Rey.

* * *

_Septiembre_.--De _Málaga á Granada_, y de _Granada á Madrid_.....

* * *

_Ídem._--Otra vez á _Alhama de Aragón_.

* * *

=1871.= _Marzo._--De _Madrid_ á _Iznalloz_ en busca de la cuarta acta de
Diputado, y de _Iznalloz_ á _Madrid_ con el acta en el bolsillo.--Nueva
disertación sobre la poesía política y electoral.

* * *

_Mayo_.--De _Madrid á Granada_ y _Guadix_ y vuelta á _Madrid_ en el
mismo mes.--Sigue la pícara poesía electoral.

* * *

_Junio._--Otra vez á _Alhama de Aragón_....., siendo de advertir que yo
no he usado nunca aquellos baños medicinales.....

* * *

_Julio._--De _Madrid_ á los _Baños de Archena_, que tampoco tomé, ni me
habían sido recetados.....--Formo idea de la belleza y fertilidad de la
_provincia de Murcia_.--Vuelta á Madrid á las cuarenta y ocho horas.

* * *

_Agosto._--De _Madrid_ á _Aguas Buenas_ (que tampoco había de
tomar).--Ocho días en Pau, Bayona y Biarritz.

* * *

_Septiembre._.--Regreso á _Madrid_ por _San Sebastián_, _Vergara_,
_Arechavaleta_, _Escoriaza_ (donde me detengo quince días) y _Vitoria_
(donde permanezco dos).--Elogios debidos á las Provincias Vascongadas.

* * *

=1872.= _Marzo._--De _Madrid_ á la _Alpujarra_. (Este viaje se halla
largamente referido en el libro titulado _La Alpujarra_, que forma parte
de la presente colección de mis OBRAS.)--De la _Alpujarra_ á _Madrid_,
triste fin y remate de la poesía electoral.

* * *

_Agosto._--Viaje de _El Escorial_ á _Ávila_, donde permanezco dos
días.--Maravillas arquitectónicas de la ciudad de Santa Teresa.

* * *

_Septiembre._--De _Ávila_ á _Madrid_, y de _Madrid_ al _Monasterio de
Piedra_ en Aragón.--Maravillas naturales, construídas por el río Piedra.

* * *

=1873.= Viaje á Extremadura.--Dos meses en un bosque.--_Visita al
Monasterio de Yuste_ (ya publicada en el presente tomo).--Estudios de la
naturaleza.

* * *

=1874.= De _Madrid_ á _Despeñaperros_.--Dos días vivaqueando en los
_túneles_ del ferrocarril.--Correrías _en cangrejo_.--Noche fantástica
en una _vía muerta_, en la estación de _Almuradiel_.

* * *

De _Despeñaperros_ á _Córdoba_.--Excursión á las _Ermitas_ de la
Sierra.

=1875.= Cien días en _El Escorial_, con una ascensión á las cumbres del
_Guadarrama_ á herborizar y á cazar mariposas de primer orden.--Del hijo
que enterré y del libro que escribí durante mi estancia en El Escorial.

* * *

_Noviembre._--Viaje á _Murcia_ y _Cartagena_ y al pueblo nuevo de _La
Unión_.--Estudio detenido de la hermosura y fertilidad de la provincia
de Murcia.--Apuntes literales de mi Libro de memorias, y datos curiosos
que me suministraron algunos amigos.

* * *

=1876.= _Febrero._--Viaje á _Granada_, _Córdoba_ y _Sevilla_.--Estudio
especial de los cuadros de Murillo.--De por qué no fuí aquel año desde
_Granada_ á _Guadix_.--Paralelo entre Sevilla y Granada.--En Sevilla se
desconocen las cuestas, las umbrías, el ruido del agua y la majestad de
las sierras.

* * *

_Agosto_ (del 17 al 20).--Segundo viaje al _Monasterio de Piedra_.

* * *

=1877.= Un verano en _Rota_.--Excursiones á _Cádiz_, el _Puerto de Santa
María_, _Jerez_ y _Sanlúcar de Barrameda_.--Variaciones sobre temas de
_amontillado_.

* * *

_Octubre._--_Dos días en Salamanca._ (Viaje referido en el presente
volumen.)

* * *

=1878.= Muere mi madre y dejo de ir á Guadix.--Planto la tienda en
_Valdemoro_.--Cinco veranos en esta villa.--Libros que escribo allí en
la celda prioral que construyo al efecto.

* * *

=1879.= _Alcalá de Henares_, el día de la inauguración de la estatua de
_Cervantes_.

* * *

=1882.= Tercer viaje, y el más solemne de todos, al _Monasterio de
Piedra_, con Tamayo, Cañete, Fernández Jiménez, Catalina, Moraza,
Holguín y Moreno (D. Julián).

* * *

=1883.= La Semana Santa en _Córdoba_.--Los ingleses en Andalucía.--Epílogo
de todos los viajes mencionados, que constituirá una especie de _Mapa
poético de España_, para el uso de los que deseen abandonar la mala
costumbre de veranear en tierra extranjera.


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COLECCIÓN DE ESCRITORES CASTELLANOS

TOMOS PUBLICADOS


1.º--_Romancero espiritual_ del Maestro Valdivielso, con retrato del
autor grabado por Galbán, y un prólogo del Rdo. P. Mir, de la Real
Academia Española. (Agotados los ejemplares de 4 pesetas, los hay de
lujo de 6 en adelante.)

2.º--OBRAS DE D. ADELARDO LÓPEZ DE AYALA: tomo I.--_Teatro_: tomo I, con
retrato del autor grabado por Maura, y una advertencia de D. Manuel
Tamayo y Baus.--Contiene: _Un hombre de Estado._--_Los dos
Guzmanes._--_Guerra á muerte._--5 pesetas.

3.º--OBRAS DE ANDRÉS BELLO: tomo I.--_Poesías_, con retrato del autor
grabado por Maura, y un estudio biográfico y crítico de D. Miguel
Antonio Caro.--Contiene todos sus versos ya publicados, y algunos
inéditos. (Agotada la edición de 4 pesetas, hay ejemplares de lujo de 6
en adelante.)

4.º--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo II.--_Teatro_: tomo II.--Contiene:
_El tejado de vidrio._--_El Conde de Castralla._--4 pesetas.

5.º--OBRAS DE D. MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo I.--_Odas, epístolas
y tragedias_, con retrato del autor grabado por Maura, y un prólogo de
D. Juan Valera.--4 pesetas.

6.º--OBRAS DE D. SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN (_El Solitario_): tomo
I.--_Escenas andaluzas._--4 pesetas.

7.º--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo III.--_Teatro_: tomo
III.--Contiene: _Consuelo._--_Los Comuneros._--4 pesetas.

8.º--OBRAS DE D. ANTONIO CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo I.--_El Solitario y
su tiempo_: tomo I.--Biografía de D. Serafín Estébanez Calderón y
crítica de sus obras, con retrato del mismo, grabado por Maura.--4
pesetas.

9.º--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo II.--_El Solitario y su
tiempo_: tomo II y último.--4 pesetas.

10.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo II.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo I. Segunda edición.--5 pesetas.

10 bis.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo III.--_Historia de las
ideas estéticas en España_: tomo II. Segunda edición.--5 pesetas.

11.--OBRAS DE A. BELLO: tomo II.--_Principios de Derecho internacional_,
con notas de D. Carlos Martínez Silva: tomo I.--Estado de paz.--4
pesetas.

12.--OBRAS DE A. BELLO: tomo III.--_Principios de Derecho
internacional_, con notas de D. Carlos Martínez Silva: tomo II y
último.--Estado de guerra.--4 pesetas.

13.--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo IV.--_Teatro_: tomo IV.--Contiene:
_Rioja._--_La estrella de Madrid._--_La mejor corona._--4 pesetas.

14.--_Voces del alma_: poesías de D. José Velarde.--4 pesetas.

15.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo IV.--_Estudios de crítica
literaria_.--Primera serie, 2.ª edición.--Contiene: La poesía
mística.--La Historia como obra artística.--San Isidoro.--Rodrigo
Caro.--Martínez de la Rosa.--Núñez de Arce.--4 pesetas.

16.--OBRAS DE D. MANUEL CAÑETE: tomo I, con retrato del autor grabado
por Maura.--_Escritores españoles é hispano-americanos._--Contiene: El
Duque de Rivas.--D. José Joaquín de Olmedo.--4 pesetas.

17.--Obras de D. A. Cánovas del Castillo: tomo III.--_Problemas
contemporáneos_: tomo I, con retrato del autor grabado por
Maura.--Contiene: El Ateneo en sus relaciones con la cultura española:
las transformaciones europeas en 1870: cuestión de Roma bajo su aspecto
universal: la guerra franco-prusiana y la supremacía germánica:
epílogo.--El pesimismo y el optimismo: concepto é importancia de la
teodicea popular: el Estado en sí mismo y en sus relaciones con los
derechos individuales y corporativos; las formas políticas en
general.--El problema religioso y sus relaciones con el político: el
problema religioso y la economía política: la economía política, el
socialismo y el cristianismo: errores modernos sobre el concepto de
Humanidad y de Estado: ineficacia de las soluciones para los problemas
sociales: el cristianismo y el problema social: el naturalismo y el
socialismo científico: la moral indiferente y la moral cristiana: el
cristianismo como fundamento del orden social: lo sobrenatural y el
ateísmo científico: importancia de los problemas contemporáneos.--La
libertad y el progreso.--Los arbitristas.--Otro precursor de
Malthus.--La Internacional.--5 pesetas.

18.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo IV.--_Problemas
contemporáneos_; tomo II.--Contiene: Estado actual de la investigación
filosófica: diferencias entre la nacionalidad y la raza: el concepto de
nación en la Historia: el concepto de nación sin distinguirlo del de
patria.--Los maestros que más han enriquecido desde la cátedra del
Ateneo la cultura española.--La sociología moderna.--Ateneistas
ilustres: Moreno Nieto; Revilla.--Los oradores griegos y
latinos.--Centenario de Sebastián del Cano.--Congreso geográfico de
Madrid.--Ideas sobre el libre cambio.--5 pesetas.

19.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo V.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo III, segunda edición (siglos XVI y XVII).--5
pesetas.

20.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo VI.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo IV, segunda edición (siglos XVI y XVII).--5
pesetas.

21.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo VII.--_Calderón y su
teatro._--Contiene: Calderón y sus críticos.--El hombre, la época y el
arte.--Autos sacramentales.--Dramas religiosos.--Dramas
filosóficos.--Dramas trágicos.--Comedias de capa y espada y géneros
inferiores.--Resumen y síntesis.--4 pesetas.

22.--OBRAS DE D. VICENTE DE LA FUENTE: tomo I.--_Estudios críticos sobre
la Historia y el Derecho de Aragón_: primera serie, con retrato del
autor grabado por Maura.--Contiene: Sancho el Mayor.--El Ebro por
frontera.--Matrimonio de Alfonso el Batallador.--Las Hervencias de
Ávila.--Fuero de Molina de Aragón.--Aventuras de Zafadola.--Panteones de
los Reyes de Aragón.--4 pesetas.

23.--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo V.--_Teatro_: tomo V.--Contiene:
_El tanto por ciento._--_El agente de matrimonios._--4 pesetas.

24.--_Estudios gramaticales._ Introducción á las obras filológicas de
don Andrés Bello, por D. Marco Fidel Suárez, con una advertencia y
noticia bibliográfica por D. Miguel Antonio Caro.--5 pesetas.

25.--_Poesías de D. José Eusebio Caro_, precedidas de recuerdos
necrológicos por D. Pedro Fernández de Madrid y D. José Joaquín Ortiz,
con notas y apéndices, y retrato del autor grabado por Maura.--4
pesetas.

26.--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo VI.--_Teatro_: tomo VI.--Contiene:
_Castigo y perdón_ (inédita).--_El nuevo Don Juan._--4 pesetas.

27.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo VIII.--_Horacio en
España._--_Solaces bibliográficos_, segunda edición refundida: tomo
I.--Contiene: traductores de Horacio.--Comentadores.--5 pesetas.

28.--OBRAS DE D. M. CAÑETE: tomo II.--_Teatro español del siglo
XVI._--_Estudios histórico-literarios._--Contiene: Lucas
Fernández.--Micael de Carvajal.--Jaime Ferruz.--El Maestro Alonso de
Torres.--Francisco de las Cuevas.--4 pesetas.

29.--OBRAS DE D. S. ESTÉBANEZ CALDERÓN (_El Solitario_): tomo II.--_De
la Conquista y pérdida de Portugal_: tomo I.--4 pesetas.

30.--_Las ruinas de Poblet_, por D. Víctor Balaguer, con un prólogo de
D. Manuel Cañete.--4 pesetas.

31.--OBRAS DE D. S. ESTÉBANEZ CALDERÓN (_El Solitario_): tomo III--_De
la conquista y pérdida de Portugal_: tomo II y último.--4 pesetas.

32.--OBRAS DE D. A. L. DE AYALA: tomo VII y último.--_Poesías y
proyectos de comedias._--Contiene: Sonetos y poesías varias.--Amores y
desventuras.--Proyectos de comedias.--El último deseo.--Yo.--El
cautivo.--Teatro vivo.--Consuelo.--El teatro de Calderón.--4 pesetas.

33.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo IX.--_Horacio en
España._--_Solaces biográficos_, segunda edición refundida: tomo II y
último.--Contiene: La poesía horaciana en Castilla.--La poesía horaciana
en Portugal.--5 pesetas.

34.--OBRAS DE D. V. DE LA FUENTE: tomo II.--_Estudios críticos sobre la
Historia y el Derecho de Aragón_: segunda serie.--Contiene: Las primeras
Cortes.--Los fueros primitivos.--Origen del Justicia Mayor.--Los
señoríos en Aragón.--El régimen popular y el aristocrático.--Preludios
de la Unión.--La libertad de testar.--Epílogo de este período.--4
pesetas.

35.--_Leyendas moriscas_, sacadas de varios manuscritos por D. F.
Guillén Robles: tomo I.--Contiene: Nacimiento de Jesús.--Jesús con la
calavera.--Estoria de tiempo de Jesús.--Racontamiento de la doncella
Carcayona.--Job.--Los Santones.--Salomón.--Moisés.--4 pesetas.

36.--_Cancionero de Gómez Manrique_, publicado por primera vez, con
introducción y notas por D. Antonio Paz y Melia, tomo I.--4 pesetas.

37.--_Historia de la Literatura y del arte dramático en España_, por A.
F. Schack, traducida directamente del alemán por D. Eduardo de Mier:
tomo I, con retrato del autor grabado por Maura.--Contiene: Biografía
del autor.--Origen del drama de la Europa moderna, y origen y
vicisitudes del drama español hasta revestir sus caracteres y forma
definitiva en tiempo de Lope de Vega.--5 pesetas.

38.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo X.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo V, 2.ª edición (siglo XVIII).--4 ptas.

39.--_Cancionero de Gómez Manrique_, publicado por primera vez, con
introducción y notas por D. A. Paz y Melia: tomo II y último.--4
pesetas.

40.--OBRAS DE D. JUAN VALERA: tomo I.--_Canciones romances y poemas_,
con prólogo de D. A. Alcalá Galiano, notas de D. M. Menéndez y Pelayo y
retrato del autor grabado por Maura.--5 pesetas.

41.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XI.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo VI, 2.ª edición (siglo XVIII).--5 ptas.

42.--_Leyendas moriscas_, sacadas de varios manuscritos por D. F.
Guillén Robles: tomo II.--Contiene: Leyenda de Mahoma.--De Temim
Addar.--Del Rey Tebín.--De una profetisa y un profeta.--Batalla del rey
Almohalbal.--El alárabe y la doncella.--Batalla de Alexyab contra
Mahoma.--El milagro de la Luna.--Ascensión de Mahoma.--Leyenda de Guara
Albochoratl.--De Mahoma y Alharits.--Muerte de Mahoma.--4 pesetas.

43.--_Poesías de D. Antonio Ros de Olano_, con un prólogo de D. Pedro A.
de Alarcón.--Contiene: Sonetos.--La pajarera.--Doloridas.--Por pelar la
pava.--La gallomaquia.--Lenguaje de las estaciones.--Galatea.--4
pesetas.

44.--_Historia del nuevo reino di Granada_ (cuarta parte de los _Varones
ilustres de Indias_), por Juan de Castellanos, publicada por primera vez
con un prólogo por D. A. Paz y Melia: tomo I.--5 pesetas.

45.--_Poemas dramáticos de Lord Byron_, traducidos en verso castellano
por D. José Alcalá Galiano, con un prólogo de D. Marcelino Menéndez y
Pelayo.--Contiene: Caín.--Sardanápalo.--Manfredo.--4 pts.

46.--_Historia de la Literatura y del arte dramático en España_, por A.
F. Schack, traducida directamente del alemán por D. E. de Mier: tomo
II.--Contiene: la continuación del tomo anterior hasta la edad de oro
del teatro español.--5 pesetas.

47.--OBRAS DE D. V. DE LA FUENTE: tomo III.--_Estudios críticos sobre la
Historia y Derecho de Aragón_: tercera y última serie.--Contiene:
Formación de la liga aristocrática.--Vísperas sicilianas.--Revoluciones
desastrosas.--Reaparición de la Unión.--Las libertades de Aragón en
tiempo de D. Pedro IV.--Los reyes enfermizos.--Influencia de los
Cerdanes.--Compromiso de Caspe.--La dinastía castellana.--Falseamiento
de la Historia y el Derecho de Aragón en el siglo XV.--D. Fernando el
Católico.--Sepulcros reales.--Serie de los Justicias de
Aragón.--Conclusión.--5 pesetas.

48.--_Leyendas moriscas_, sacadas de varios manuscritos por D. F.
Guillén Robles: tomo III y último.--Contiene: La conversión de Omar.--La
batalla de Yermuk.--El hijo de Omar y la judía.--El alcázar del
oro.--Alí y las cuarenta doncellas.--Batallas de Alexyab y de
Jozaima.--Muerte de Belal.--Maravillas que Dios mostró á Abraham en el
mar.--Los dos amigos devotos.--El Antecristo y el día del juicio--4
pts.

49.--_Historia del nuevo reino de Granada_ (cuarta parte de los _Varones
ilustres de Indias_), por Juan de Castellanos, publicada por primera vez
con un prólogo por D. Antonio Paz y Melia: tomo II y último, que termina
con un índice de los nombres de personas citadas en esta cuarta parte y
en las tres primeras publicadas en la Biblioteca de Autores Españoles de
Rivadeneyra.--5 pesetas.

50.--OBRAS DE D. J. VALERA: tomo II.--_Cuentos, diálogos y
fantasías._--Contiene: El pájaro verde.--Parsondes.--El bermejino
pre-histórico.--Asclepigenia.--Gopa.--Un poco de crematística.--La
cordobesa.--La primavera.--La venganza de Atahualpa.--Dafnis y Cloe.--5
pesetas.

51.--_Historia de la Literatura y del arte dramático en España_, por A.
F. Schack, traducida directamente del alemán por D. E. de Mier: tomo
III.--Contiene: la continuación de la materia anterior.--5 pts.

52.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XII.--_La ciencia española_,
tercera edición refundida y aumentada: tomo I, con un prólogo de D.
Gumersindo Laverde y Ruiz.--Contiene: Indicaciones sobre la actividad
intelectual de España en los tres últimos siglos.--De
re-bibliographical.--Mr. Masson redivivo.--Monografías
expositivo-críticas.--Mr. Masson redimuerto.--Apéndices.--4 pesetas.

53.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo V.--_Poesías._--Contiene:
Amores.--Quejas y desengaños.--Rimas varias.--Cantos lúgubres.--4
pesetas.

54.--OBRAS DE D. JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH tomo I.--_Poesías_, con la
biografía del autor, juicio crítico de sus obras por D. Aureliano
Fernández-Guerra y retrato grabado por Maura: primera edición completa
de las obras poéticas.--5 pesetas.

55.--_Discursos y artículos literarios_ de D. Alejandro Pidal y Mon.--Un
tomo con retrato del autor grabado por Maura.--Contiene: La Metafísica
contra el naturalismo.--Fr. Luis de Granada.--José Selgas.--Epopeyas
portuguesas.--Glorias asturianas.--Coronación de León XIII.--El P.
Zeferino.--Menéndez y Pelayo.--Campoamor.--Pérez
Hernández.--Frassinelli.--Epístolas.--Una madre cristiana.--Una visión
anticipada.--El campo en Asturias.--5 pesetas.

56.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo VI.--_Artes y
letras._--Contiene: De los asuntos respectivos de las artes.--Del origen
y vicisitudes del genuino teatro español.--Apéndice.--La libertad en las
artes.--Apéndice.--Un poeta desconocido y anónimo.--5 pesetas.

57.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XIII.--_La ciencia
española_: tercera edición corregida y aumentada: tomo II.--Contiene:
Dos artículos de D. Alejandro Pidal sobre las cartas anteriores.--In
dubita libertas.--La ciencia española bajo la Inquisición.--Cartas.--La
Antoniana Margarita.--La patria de Raimundo Sabunde.--Instaurare omnia
in Christo.--Apéndice.--5 pesetas.

58.--_Historia de la Literatura y del arte dramático en España_, por A.
F. Schack, traducida directamente del alemán por D. E. de Mier, tomo
IV.--Contiene: Fin de la materia anterior.--Edad de oro del teatro
español.--5 pesetas.

59.--_Historia de la Literatura y del arte dramático en España_, por A.
F. Schack, traducida directamente del alemán por D. E. de Mier: tomo V y
último.--Contiene: Fin de la materia anterior.--Decadencia del teatro
español en el siglo XVIII.--Irrupción y predominio del gusto
francés.--Últimos esfuerzos.--Apéndices.--5 pesetas.

60.--OBRAS DE D. J. VALERA: tomo III.--_Nuevos estudios
críticos._--Contiene: Apuntes sobre el nuevo arte de escribir
novelas.--El _Fausto_ de Goethe.--Shakespeare.--Psicología del
amor.--Las escritoras en España y elogio de Santa Teresa.--Poetas
líricos españoles del siglo XVIII.--De lo castizo de nuestra cultura en
el siglo XVIII y en el presente.--De la moral y de la ortodoxia en los
versos.--5 pesetas.

61.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XIV.--_Historia de las ideas
estéticas en España_: tomo VII (siglo XIX).--5 pesetas.

62.--OBRAS DE D. SEVERO CATALINA: tomo I.--_La Mujer_, con un prólogo de
D. Ramón de Campoamor: octava edición.--4 pesetas.

63.--OBRAS DE D. J. E. HARTZENBUSCH: tomo II.--_Fábulas_: primera
edición completa.--5 pesetas.

64.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XV.--_La ciencia española_:
tomo III y último.--Contiene: Réplica al Padre Fonseca.--Inventario de
la ciencia española: Sagrada Escritura: Teología: Mística: Filosofía:
Ciencias morales y políticas: Jurisprudencia: Filología: Estética:
Ciencias históricas: Matemáticas: Ciencias militares: Ciencias físicas:
5 pesetas.

65.--OBRAS DE D. J. VALERA: tomo IV.--_Novelas_: tomo I, con un prólogo
de D. Antonio Cánovas del Castillo.--Contiene: _Pepita Jiménez_.--_El
Comendador Mendoza._--5 pesetas.

66.--OBRAS DE D. J. VALERA: tomo V.--_Novelas_: tomo II.--Contiene:
_Doña Luz_.--_Pasarse de listo._--5 pesetas.

67.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo VII.--_Estudios del
reinado de Felipe IV_: tomo I.--Contiene: Revolución de Portugal: Textos
y reflexión.--Negociación y rompimiento con la República inglesa.--5
pesetas.

68.--OBRAS DE D. J. E. HARTZENBUSCH: tomo III.--_Teatro_: tomo
I.--Contiene: _Los amantes de Teruel_.--_Doña Mencía._--_La Redoma
encantada._--5 pesetas.

69.--OBRAS SUELTAS DE LUPERCIO Y BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA,
coleccionadas é ilustradas por el Conde de la Viñaza: tomo I.--Contiene
las de Lupercio: Prólogo.--Poesías líricas.--Epístolas y poesías
varias.--Obras dramáticas.--Opúsculos y discursos literarios.--Cartas
eruditas y familiares.--Apéndices.--5 pesetas.

70.--_Rebelión de Pizarro en el Perú y Vida de D. Pedro Gasca_, por
Calvete de Estrella, y un prólogo de D. A. Paz y Melia: tomo I.--5
pesetas.

71.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo VIII.--_Estudios del
reinado de Felipe IV_: tomo II.--Contiene: Antecedentes y relación
crítica de la batalla de Rocroy.--Apéndice luminoso con 27 documentos de
interés.--5 pesetas.

72.--OBRAS DE D. SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN (_El Solitario_): tomo
IV.--_Poesías._--4 pesetas.

73.--_Poesías_ de D. Enrique R. de Saavedra, Duque de Rivas, con un
prólogo de D. Manuel Cañete y retrato del autor, grabado por Maura: tomo
único.--Contiene: Impresiones y fantasías.--Recuerdos.--Hojas de
álbum.--Romances.--La hija de Alimenón.--Juramentos de amor.--4 pesetas.

74.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XVI.--_Historia de las ideas
estéticas en España_, tomo VIII (siglo XIX).--4 pesetas.

75.--OBRAS SUELTAS DE LUPERCIO Y BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA,
coleccionadas é ilustradas por el Conde de la Viñaza: tomo II.-Contiene
las de Bartolomé Leonardo: Poesías líricas.--Sátiras.--Poesías
varias.--Diálogos satíricos.--Opúsculos varios.--Cartas eruditas y
familiares.--Apéndices.--5 pesetas.

76.--_Rebelión de Pizarro en el Perú y Vida de D. Pedro Gasca_, por
Calvete de Estrella: tomo II.--5 pesetas.

77.--OBRAS DE D. J. E. HARTZENBUSCH: tomo IV.--_Teatro_: tomo
II.--Contiene: _La visionaria_.--_Los polvos de la madre
Celestina._--_Alfonso el Casto._--_Primero yo._--5 pesetas.

78.--OBRAS DE D. J. VALERA: tomo VI.--_Novelas_: tomo III.--Contiene:
_Las Ilusiones del Doctor Faustino_.--5 pesetas.

79.--PIDAL (MARQUÉS DE).--_Estudios históricos y literarios_: tomo I.
Con retrato del autor, grabado por Maura.--Contiene: la lengua
castellana en los códigos.--La poesía y la historia.--Poema, crónica y
romancero del Cid.--Un poema inédito.--Vida del rey Apolonio y de Santa
María Egipciaca.--La poesía castellana de los siglos XIV y XV.--4
pesetas.

80.--_Sales españolas ó Agudezas del ingenio nacional_, recogidas por D.
A. Paz y Melia.--Primera serie.--Contiene: Libro de Cetrería y profecía
de Evangelista.--Carta burlesca de Godoy.--Privilegio de Don Juan II en
favor de un hidalgo.--Carta del bachiller de Arcadia al capitán Salazar,
y respuesta de éste.--Sermón de Aljubarrota.--Carta de D. Diego Hurtado
de Mendoza á Feliciano de Silva.--Proverbios de D. Apóstol de
Castilla.--Carta del Monstruo satírico.--Libro de chistes de Luis de
Pinedo.--Memorial de un pleito.--Carta hallada en el correo sin saber
quién la enviaba.--Carta de un portugués.--Carta burlesca de Fr. Guillén
de Peraza.--Descendencia de los Modorros.--Carta de Diego de Amburcea á
Esteban de Ibarra.--Carta del Conde de Lemos á Bartolomé L. de
Argensola.--Carta de Ustarroz al maestro Gil González Dávila.--Epitafios
y dichos portugueses.--Carta de un quídam al Castellano de Milán.--Carta
ridícula de Diego Monfor.--Mundi novi y diálogo.--Carta sobre el
destierro del Duque de Escalona.--Cartas del Arcediano de Cuenca al cura
de Pareja.--Nota de las cosas particulares del anticuario de D. Juan
Flores.--5 pesetas.

81.--OBRAS DE D. A. CÁNOVAS DEL CASTILLO: tomo IX.--_Problemas
contemporáneos_: tomo III.--Contiene: Ejercicio de la soberanía en las
democracias modernas.--Las revoluciones de la edad
moderna.--Clasificación de los sistemas democráticos.--La democracia
pura en Suiza.--La democracia del régimen mixto en los cantones
suizos.--La soberanía ejercida en Suiza por la confederación.--El
régimen municipal.--La democracia de los Estados Unidos.--El conflicto
de la soberanía en los Estados Unidos y en Suiza.--Principios teóricos
de la democracia francesa.--Conclusiones.--El juicio por jurados y el
partido liberal conservador.--La economía política y la democracia
economista en España.--La producción de cereales en España y los
actuales derechos arancelarios.--Necesidad de proteger, á la par que la
de los cereales, la producción española en general.--De cómo he venido
yo á ser doctrinalmente proteccionista. La cuestión obrera y su nuevo
carácter.--De los resultados de la conferencia de Berlín y del estado
oficial de la cuestión obrera.--Últimas consideraciones.--5 pesetas.

82.--OBRAS LITERARIAS DE D. MANUEL SILVELA.--5 pesetas.

83.--PIDAL (MARQUÉS DE).--_Estudios históricos y literarios_: tomo
II.--Contiene: Vida del trovador Juan Rodríguez del Padrón.--D. Alonso
de Cartagena.--El Centón epistolario.--Juan de Valdés y el _Diálogo de
la lengua_.--Fr. Pedro Malón de Chaide.--¿Tomé de Burguillos y Lope de
Vega son una misma persona?--Observaciones sobre la poesía
dramática.--Viajes por Galicia en 1836.--Recuerdos de un viaje á Toledo
en 1842.--Descubrimientos en América.--Poesías.--4 pesetas.

84.--OBRAS DE D. JUAN VALERA: tomo VII.--_Disertaciones y juicios
literarios_: Contiene: Sobre el _Quijote_.--La libertad en el
arte.--Sobre la ciencia del lenguaje.--Del influjo de la Inquisición en
la decadencia de la literatura española.--La originalidad y el
plagio.--Vida de Lord Byron.--De la perversión moral de la España de
nuestros días.--De la filosofía española.--Poesía lírica.--Estudios
sobre la Edad Media.--Obras de D. Antonio Aparici y Guijarro.--Sobre el
Amadís de Gaula.--Las Cantigas del Rey Sabio, 5 pesetas.

85.--_Cancionero de la Rosa_, por D. Juan Pérez de Guzmán: tomo
I.--Contiene: Manojo de la poesía castellana, formado con las mejores
producciones líricas consagradas á la reina de las flores durante los
siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, por los poetas de los dos mundos.--Tomo
I, 5 pesetas.

86.--OBRAS DE ANDRÉS BELLO: tomo IV: _Opúsculos gramaticales_: tomo
I.--Contiene: Ortología.--Arte métrica.--Apéndices.--4 pesetas.

87.--DUQUE DE BERWICK.--_Relación de la conquista de los reinos de
Nápoles y Sicilia._--_Viaje á Rusia_: 5 pesetas.

88.--FERNÁNDEZ-DURO (D. CESÁREO).--ESTUDIOS HISTÓRICOS.--_Derrota de los
Gelves._--_Antonio Pérez en Inglaterra y Francia_: un tomo.--5 pesetas.

89.--OBRAS DE ANDRÉS BELLO: tomo V.--_Opúsculos gramaticales_: tomo
II.--Contiene: Análisis ideológica.--Compendio de gramática
castellana.--Opúsculos.--4 pesetas.

90.--_Rimas de D. Vicente W. Querol_: un tomo, 4 pesetas.

91.--_Cancionero de la Rosa_, por D. Juan Pérez de Guzmán: tomo
II.--Contiene: _Manojo de la poesía castellana_, formado con las mejores
producciones líricas consagradas á la reina de las flores durante el
siglo XIX, por los poetas de los dos mundos.--Tomo II, 5 pesetas.

92.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: tomo XVII.--_Historia de las
ideas estéticas en España_: tomo IX (siglo XIX).--5 pesetas.

93.--OBRAS DE D. J. E. HARTZENBUSCH: tomo V.--_Teatro._--Tomo III.
Contiene: _El Bachiller Mendarias_.--_Honoria._--_Derechos póstumos._--5
pesetas.

94.--_Relaciones de los sucesos de la Monarquía española desde 1645 á
1658_, por D. Jerónimo Barrionuevo de Peralta, con la biografía del
autor y algunas de sus obras poéticas y dramáticas: tomo I.--5 pesetas.

95.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO; tomo XVIII.--_Ensayos de crítica
filosófica._ Contiene: De las vicisitudes de la Filosofa platónica en
España.--De los orígenes del criticismo y del escepticismo, y
especialmente de los precursores españoles de Kant.--Algunas
consideraciones sobre Francisco de Vitoria y los orígenes del derecho de
gentes: tomo, 4 pesetas.

96.--_Relaciones de los sucesos de la Monarquía española desde 1654 á
1658_, por D. Jerónimo Barrionuevo de Peralta: tomo II.--5 pesetas.

97.--_Historia crítica de la poesía castellana en el siglo XVIII_, por
el Marqués de Valmar: tomo I.--5 pesetas.

98.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo I. Contiene: Fernán Caballero y la
novela contemporánea.--_La familia de Alvareda._--5 pesetas.

99.--_Relaciones de los sucesos de la Monarquía española desde 1654 á
1658_, por D. Jerónimo Barrionuevo de Peralta: tomo III.--5 pesetas.

100.--_Historia crítica de la poesía castellana en el siglo XVIII_, por
el Marqués de Valmar: tomo II.--5 pesetas.

101.--OBRAS DE D. SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN (_El Solitario_): tomo
V.--_Novelas, Cuentos y Artículos._--4 pesetas.

102.--_Historia crítica de la poesía castellana en el siglo XVIII_, por
el Marqués de Valmar: tomo III y último.--5 pesetas.

103.--_Relaciones de los sucesos de la Monarquía española desde 1654 á
1658_, por D. Jerónimo Barrionuevo de Peralta: tomo IV y último.--5
pesetas.

104.--_Memorias de D. José García de León y Pizarro_: tomo I (de 1770 á
1814).--5 pesetas.

105.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo I.--_Poesías._--5
pesetas.

106.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: _Estudios de crítica
literaria._--Segunda serie.--4 pesetas.

107.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo II.--_La Gaviota._--5 pesetas.

108.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo II.--_Poesías._--5
pesetas.

109.--_Memorias de D. José García de León y Pizarro_: tomo II.--5 ptas.

110.--_Ocios poéticos_, por D. Ignacio Montes de Oca: un tomo, 4
pesetas.

111.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo III.--_Clemencia._--5 pesetas.

112.--_Memorias de D. José García de León y Pizarro_: tomo III.--5
pesetas.

113.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo III.--_El moro
expósito._--5 pesetas.

114.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo IV.--_Lágrimas._--5 pesetas.

115.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo IV.--_Romances
históricos._--5 pesetas.

116.--_Estudios de historia y de crítica literaria_, por el Marqués de
Valmar.--4 pesetas.

117.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo V.--_Tragedias y
Leyendas._--5 pesetas.

118.--OBRAS DE D. M. MENÉNDEZ Y PELAYO: _Estudios de crítica
literaria._--Tercera serie.--4 pesetas.

119.--_Oraciones fúnebres_, por D. Ignacio Montes de Oca; un tomo, 4
pesetas.

120.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo VI.--_Dramas y
Comedias._--5 pesetas.

121.--_Sales españolas ó Agudezas del ingenio nacional_, recogidas por
D. A. Paz y Melia.--Segunda serie.--Contiene: Diálogo de
Villalobos.--Cuentos de Garibay.--Carta de las setenta y dos
necedades.--Cuentos recogidos por D. Juan de Arguijo.--Cartas inéditas
de Eugenio Salazar.--Carta del licenciado Claros de la Plaza al maestro
Lisarte de la Llana.--Máscara en el convento de Trinitarias de
Madrid.--Memorial al Presidente de Castilla.--Descripción del
Escorial.--Poesía macarrónica á Baldo.--Poema macarrónico de Merlin á la
entrada del Almirante en Cádiz.--Pepinada: Poesía macarrónica de Sánchez
Barbero.--5 pesetas.

122.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo V.--Contiene: _Elia ó la España
treinta anos há_.--_Con mal ó con bien á los tuyos te ten._--_El último
consuelo._--5 pesetas.

123.--OBRAS DE ANDRÉS BELLO: tomo VI.--_Gramática de la lengua
castellana_: tomo I.--5 pesetas.

124.--OBRAS COMPLETAS DEL DUQUE DE RIVAS: tomo VII.--_Dramas y
Comedias._--5 pesetas.

125.--OBRAS DE FERNÁN CABALLERO: tomo VI.--Contiene: _Una en otra_.--_Un
verano en Bornos._--_Lady Virginia._--5 pesetas.

Ejemplares de tiradas especiales de 6 á 250 pesetas.


EN PREPARACIÓN

_Obras del Duque de Rivas_, tomo VIII.

_Gramática de la lengua castellana_, de D. Andrés Bello, tomo II.



NOTAS:

[1] Este viaje se hizo y fué escrito en 1873.--Hoy se va en ferrocarril
á Navalmoral de la Mata.

(_Nota de la presente edición._)

[2] Este trabajo figura en el tomo II de _Novelas cortas_ del autor.

[3] Esta enumeración de los títulos del Emperador es literalmente la
misma con que principia su testamento.

[4] En este punto me atengo casi literalmente á la relación del Sr.
Montero, más circunstanciada que la misma Crónica de Fr. Luis de Santa
María, por apoyarse, no sólo en ésta, sino en otros documentos y
tradiciones.

[5] Lafuente.

[6] Y eso que previamente se había trabajado mucho en aquel puerto para
hacerlo transitable, por lo cual se le denominó _Puerto Nuevo ó del
Emperador_, cuyo nombre lleva hoy.

[7] El Prior (dice Gaztelu) llamó al Emperador _Vuestra Paternidad_, de
lo cual luego fué advertido por otro fraile que estaba á su lado, y le
acudió con _Majestad_.

[8] Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 128.--Esta cita es del
historiador D. Modesto Lafuente.

[9] El P. Sigüenza, _Hist. de la Orden de San Jerónimo_.

[10] Algún tiempo después de publicada por vez primera esta relación de
viaje, un periódico de Salamanca, que días antes había hecho referencia
de mis dudas sobre quiénes serían aquel caballero y aquella dama, y
copiado galantemente algunos párrafos de este artículo, publicó las
siguientes líneas:

«_Ya parecieron los muertos._--Descubierto por orden del Ilmo. Cabildo
Catedral el basamento del sepulcro de la Beata y del Guerrero, ó sea del
matrimonio de la que lleva toca y del que viste loriga y ciñe espada, en
la capilla de Anaya de la _Catedral Vieja_, aparecieron las armas de los
Monroyes con los veros y los castillos, y las de los Anayas con las
bandas de Borgoña y los armiños.

»En el centro se lee en caracteres góticos la siguiente inscripción:

«AQUÍ YACE LOS SEÑORES: GUTIERRE DE MONRROY Y DOÑA CONSTANÇA DANAYA, SU
MUJER: A LOS CUALES DÉ DIOS TANTA PARTE DEL CIELO, COMO POR SUS PERSONAS
Y LINAJES MERECÍAN DE LA TIERRA: EL SEÑOR GUTIERRE DE MONRROY MURIÓ EN
EL AÑO DE MIL[cruz]D[cruz]XVI Y LA SEÑORA DOÑA CONSTANÇA EN EL DE
MIL[cruz]D[cruz]IIII.»

»Debajo, y sostenido por una calavera, en un tarjetón dice:

_«Memorare novissima tue et in eternum no pecabis.»_

[11] Tengo la satisfacción de decir, al publicar nuevamente estos
renglones, que mi súplica no fué desoída, y que, por el contrario, dió
origen á una lucida discusión de personas doctas, y á medidas tomadas
por la casa de Alba, que asegurarán la conservación del cuadro de
Rivera.

[12] Al reimprimirse estos renglones, me dan la grata nueva de que la
Diputación provincial de Salamanca ha comprado la _Casa de la Salina_.

[13] Según Dávila, sólo fué muerto en la disputa del juego Enríquez el
menor, y al otro lo mataron después en una asechanza para que no vengase
la muerte de su hermano.

[14] Tampoco desoyó este ruego mi amigo el señor Marqués de Santa Marta,
sino que, por el contrario, me honró con amables explicaciones, y
dispuso que se remediase cuanto pudiera dañar á la histórica Torre.

[15] Esta monografía se publicó en la obra titulada _Las Mujeres
españolas, portuguesas y americanas_, de que fué editor D. Miguel
Guijarro.

[16] Don Antonio Cánovas del Castillo.

[17] Téngase presente que esta monografía se escribió para una obra
titulada: «LAS MUJERES ESPAÑOLAS Y AMERICANAS, _tales como son en el
hogar doméstico, en los campos, en las ciudades, en el templo, en los
espectáculos, en el taller y en los salones: descripción y pintura de su
carácter, costumbres, trajes, usos, religiosidad, belleza, defectos,
preocupaciones y excelencias_.»

[18] El autor, hijo de la cálida Andalucía, se entusiasmaba de esta
manera en aquel valle _siempre verde_, porque era _el primero_ que veía
de los innumerables que ofrecen belleza análoga en Galicia, Asturias,
Santander, las Provincias Vascongadas, etc., etc.





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