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Title: Viajes por Filipinas: De Manila á Albay
Author: Guerra, Juan Álvarez
Language: Spanish
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images generously made available by the Bibliothèque nationale de
France (BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr.



Viajes por Filipinas
De Manila á Albay



Por
Don Juan Álvarez Guerra



(Primera Edición)
Madrid
Imprenta de Fortanet
Calle de la Libertad, Núm. 29
1887



Al Excmo. Sr. D. Germán Gamazo

_Dedica este libro como prueba de gratitud y respeto_

Juan Álvarez Guerra.



ÍNDICE DE CAPÍTULOS

CAPÍTULO I.

Quietismo.--_Fiebres termométricas._--_D. Francisco_.--Una carta
y una visita.--Proyectos de viaje.--El _Sorsogon_.--Fisonomía
del capitán.--Cubierta del _Sorsogon_.--Faenas de levar.--En
marcha.--Bandera de saludo.--Bahía de Manila.--Naig.--Bataan.--Primer
almuerzo.--Luís.--Monomanía francesa.--Dos mestizas y un
fraile.--Razas.--Gustos y aficiones.--_El puerto y la isla_.--Cavite
y San Roque.--Enriqueta y Matilde.--Costas de Tayabas.--La oración
de la tarde.--Francés y bicol.--Fuegos artificiales.--Discreteos.--El
cementerio protestante.--Promesa.--Sueño.--¡Fondo!--Tierra de Albay.

CAPÍTULO II.

Provincia de Albay.--Situación.--Etimología.--Pueblo de Albay.--Su
aspecto.--Casa Real.--La Administración de Hacienda.--El Tribunal.--La
cárcel.--Su mala disposición.--Obras principiadas.--Principios
humanitarios convertidos en inhumanitarios.--Monumento á Peñaranda.--La
iglesia.--El Gogong y el Ligñion.--La raza bicol.--Estadística.

CAPÍTULO III.

El Mayon

CAPÍTULO IV.

Iraya.--Tabaco.--Sorsogon y Cantanduanes.--De Albay á Daraga.--¿Cagsaua
ó Daraga?--Culebras domésticas.--Etimologías.--M. Montano y sus
viajes por Filipinas.--Iglesia y cementerio.--_Pintacasi_
de Daraga.--Gustos europeos.--Banquetes
chinos.--_La bandala_.--Hospitalidad.--Recuerdos.--Días
tristes.--Estadística.--Comparación de razas.--El _patadeon.--_La línea
curva.--Mercado de Daraga.--Vendedoras de sampaguitas.--Tertulias al
aire libre.--La casa de Aramburo.

CAPÍTULO V.

Mejoras.--Transformaciones llevadas á cabo por el canal de
Suez.--Seis meses reducidos á treinta días.--Quietismo.--Mares
bíblicos.--Orientales civilizaciones.--Nuevos gustos y
aficiones.--Inmigración europea.--Comparaciones.--Notables
variaciones.--La nipa y el hierro.--Maestrillos y
arquitectos.--Sustituciones y copias.--Nivelación de gastos.--La
_Encarnación_ y la _María Fidela_.--Puertos del Pacífico y viejos
continentes.--Intereses materiales y morales.--Reformas.--Escuelas
municipales.--Lengua española.--Resistencia pasiva.--Desconocimiento
del valor de las palabras.--Los enemigos del alma.--El discurso de
un Gobernadorcillo. Y punto redondo.

CAPÍTULO VI.

Camalig.--Su etimología y situación.--Proximidad al
volcán.--¡1814!--Barrio de Tondol.--Estadística.--Zonas
abacaleras.--El padre Blanco y su Flora.--_Muta
textoria_.--El ramio.--_Urtica-nívea._--Competencia
imposible.--Comparaciones.--Desconocimiento
del abacá.--Exportación en 1885.--Núcleo de
producción.--Abacá colorado.--Fuerza productiva--Beneficio
del abacá.--Su riqueza.--Jornaleros.--Cotizaciones y
ventas.--Márgenes.--Enfardaje.--Setenta y cinco por ciento de
beneficio.--Precios del abacá.--El _buntal_, el _nito_ y el _cabo
negro_.

CAPÍTULO VII.

Guinobatan.--Etimologías.--Situación.--Estadística.--Mauraro.--Catástrofes
originadas por el volcán.--Eternas amenazas.--La iglesia y la casa
parroquial.--El bardo del Mayon.--_Tacay_.--El Padre Luís.--Aguas y
nieblas.--El Banao.--El puente de Isabel II.--Destrozos originados
por un tifón.--Un diminuto Galeno.--Los sobanderos.--El mediquillo
herborista.--Cómica gravedad.--Pseudo enterradores.--Recetario.--Su
copia.--Autógrafo inapreciable.--Descanso.

CAPÍTULO VIII.

Ligao.--Su situación.--Etimología.--Historia.--Fundación.--Los libros
parroquiales.--Primeras partidas bautismales.--El Padre Crespo.--La
fe y el patriotismo.--Veladas lírico-literarias.--Gramática
bicol-española.--Ideas antitéticas.--Frey Pedro
Payo.--Estadística.--Oás.--Su etimología.--Su fundación.--Jurisdicción
de Oás.--Productos y estadística.--Párrocos europeos de la
Iraya.--Polangui.--Su etimología.--Su fundación.--Estadística.--Campos
de Polangui.--Libon.--Etimología, situación, historia, productos,
obras y estadística.--Antigüedad de su iglesia--Regreso á la cabecera.

CAPÍTULO IX.

Prestación personal.

CAPÍTULO X.

Legaspi.--Correrías moras.--El comisario Juan.--Un viejo uniforme y una
alma grande.--Cuatrocientas orejas moras.--Estadística.--El Tribunal,
la iglesia y la casa parroquial.--La imagen de San Rafael.--Un
deportado de tiempo de Narvaez.--El literato Fernández.--Alguaciles
y maitines.--Las leyendas del capuntocan.--Teatro bicol.

CAPÍTULO XI.

Talía á la luz de un juepe.

CAPÍTULO XII.

La cueva de las calaveras.

CAPÍTULO XIII.

Partido de Tabaco.--Libog.--Su etimología--Situación.--Fundación.--Una
antigua iglesia.--Tifones é incendios.--Piraterías
moriscas.--Canal de Bujatan.--Acumulación de arenas.--Datos
estadísticos.--Ríos.--Productos.--Bacacay.--Su etimología.--Vicisitudes
de este pueblo.--Estadística.--Malilipot.--Significación de
esta palabra.--Barrios y estadística.--Productos.--De Malilipot
á Tabaco.--Situación de este último.--Su fundación.--El Padre
Llorente.--Un reloj de buena marcha y un cementerio modelo.--Barrios
y visitas.--Estadística.--Productos.--Edificios.--Ríos y
puentes.--Puerto de Tabaco.--Malinao.--Su etimología.--Su
administración	parroquial.--Rancherías de negritos.--Estadística.

CAPÍTULO XIV.

Tigbi ó Tiui.--Etimología de esta
palabra.--Situación.--Estadística.--Historia.--Rancherías
de monteses.--Sus usos y
costumbres.--Bautizos.--Casamientos.--Inhumaciones.--_Day canama
olang padagoson moan simong lacao_.--El _magnaguram._--El
_dumago_.--El _tolodan_.--El monte _Putianay_.--Maravillas
geológicas.--Solfataras.--Manantiales incrustantes de
_Maglagbong_--Lago peligroso.--Formaciones silíceas.--Mr. Jagor
ante los manantiales de _Maglagbong_--La solfatara Igabó.--El
cono rojo y el cono blanco.--_Geysers de Islandia_ comparados
con los de _Maglagbong_.--La tierra de las maravillas.--Nombres y
apellidos--Confusiones.--El libro de vitácora de Legaspi.--Caracteres
físicos del agua de Tiui.

CAPÍTULO XV.

Los chinos en Filipinas.

CAPÍTULO XVI.

De Tabaco á Calolbon.--Isla de Catanduanes.--Su
situación.--Clima, terreno y productos.--Los primeros
misioneros.--Calolbon.--Etimología.--Estadística.--Clero.--Medios para
que se aprendiera el español.--Birac.--Su extraña configuración.--Censo
civil y eclesiástico--Formaciones auríferas--La bandera y la lengua
patria--Bato.--Situación, etimología y estadística.--Puente y
balsa.--_Perecederas_ obras.--Viga.--Formas de locomoción.--El gran
Cantilamo.--_Expedicioncita de recreo._--Los altos plenilunios--El
lintiance bicol.--Etimología.--Estadística.--Payo.--Origen de
esta palabra.--Censo tributario.--Bagamanot.--Etimología,
situación, estadística y temperatura.--Ocupación
de aquellos habitantes.--Pandan.--Origen de este
nombre.--Productos.--Estadística.--Caramoran.--El por qué de este
nombre.--Estadística.--Falta de una cifra.

CAPÍTULO XVII.

La cédula y el tributo.

CAPÍTULO XVIII.

Último rincón de la Iraya.--Manantial de Borogborocan.--Quipia.--Su
historia.--Estadística.--Donsol.--Situación.--Censo civil y
eclesiástico.--Azcune y Melliza.--Un buen astillero.--Música
y escuela.--De Donsol á Pilar.--Límites.--Caserío.--El remedio
cerca del mal.--Censo tributario.--El _Catalina._--Partido de
Sorsogon.--Castilla.--Su fundación, y etimología.--Límites y
estadística.--Magallanes.--La _María Rosario_.--Restos de un
astillero.--Las armas de Castilla.--Estadística.--Bulan.--Seno de
Sorsogon.--Límites.--Productos y censo tributario.--Matnog--Viaje
por tierra y por mar de Bulan á Matnog.--Etimologías y
estadística.--Bulusan.--Derivación de esta palabra.--Historia y cifras
comparativas.--Volcán de Bulusan.--Barrios y población.--El indio y
las galleras.

CAPÍTULO XIX.

De Bulusan á Barcelona--Situación y estadística.--Gubat.--Censo
civil y parroquial.--Casiguran.--Su etimología.--Campos
y productos.--Minas de azogue.--Estadística.--Juban.--Sus
límites y población.--Sorsogon.--Puerto.--Iglesia y convento.--Su
población.--Bacon.--Estadística.--Su párroco.--Isla de Bataan.--Minas
de carbón.--Laguna de las Lágrimas.--El canto del calao.--Mantio.--Su
población.--Resumen.--Retorno á la cabecera.--Últimos recuerdos.



CAPÍTULO I.

Quietismo.--_Fiebres termométricas_.--_D. Francisco_.--Una carta
y una visita.--Proyectos de viaje.--El _Sorsogon_.--Fisonomía
del capitán.--Cubierta del _Sorsogon_.--Faenas de levar.--En
marcha.--Bandera de saludo.--Bahía de Manila.--Naig.--Bataan.--Primer
almuerzo.--Luís.--Monomanía francesa.--Dos mestizas y un
fraile.--Razas.--Gustos y aficiones.--_El puerto y la isla_.--Cavite
y San Roque.--Enriqueta y Matilde.--Costas de Tayabas.--La oración
de la tarde.--Francés y vicol.--Fuegos artificiales.--Discreteos.--El
cementerio protestante.--Promesa.--Sueño.--¡Fondo!--Tierra de Albay.

Son las cuatro de la tarde del tres de Octubre de 1879 ... 37°
marca el centígrado, y doscientas y pico de muertes acusa la fúnebre
estadística de la última semana, siendo originadas en su mayor parte
por una fiebre que los médicos llaman no sé cómo, ni me importa, pero
que yo le doy el nombre de _fiebres termométricas_, pues be observado
que en casa donde un doctor _aplica_ un termómetro, hay una baja
en la vida, un pedazo de mármol menos en los talleres de Rodoreda,
y una página más en los registros trienales de _Paco_.

El _alquiler_ de cualquiera de los cuartos de los tres pisos que tiene
la _barriada_ de mi respetable _Sr. D. Francisco_, exige un pago
adelantado de tres años; si al cabo de ese tiempo no se renueva el
inquilinato, se hace el desahucio á golpe de piqueta, sin que nadie
tenga derecho á quejarse, puesto que el _casero_, por _boca_ de la
_Gaceta_, tiene la magnanimidad de conceder un plazo de veinte días.

¿Por qué se llamará _Paco_ al campo-santo? Pregunta es esta á la que
jamás han podido darme contestación.

Mientras hago estas observaciones, espanto los mosquitos, rompo el
varillaje de un paypay y empapo de sudor dos pañuelos.

Ha pasado un cuarto de hora y el calor es insoportable.

Mi _bata_, que para ser un completo caballero solo le falta haber
nacido en una cuna más alta, me alarga una carta, cuyo contenido me
anuncia una espera en la visita de un amigo.

Del recibo de la carta al taconeo de mi amigo medió una hora larga,
hora que no puedo datar en mi diario de trabajo, pues la despilfarré
con la prodigalidad propia de un millonario, ó de un escéptico de
veinte años.

Mi amigo, que se anunció con un resoplido digno de mejores
pulmones--pues el pobre no los tiene muy sanos--tomó sillón y alientos.

--¿Has recibido mi carta?

--Sí.

--¿Presumes á qué vengo?

--No.

--Pues vamos al grano. ¿Quieres acompañarme á un viaje?

--¿Por mar ó por tierra?

--Por mar.

--Pero ¡hombre! tú estás empecatado. Es la época de los baguios. _El
Comercio_ no duerme por observar las burbujas del Pasig, _La Oceanía_
mira de reojo á su vecino de enfrente, y el _Diario_ profetiza,
por boca de no sé quién, que el tifón está poco menos que soplando
en los aldabones de la puerta de Santa Lucía, y piensas en viajitos
por mar. Vaya, vaya, tú estas malo y tratas de contagiarme.

--Pero, en fin, ¿me acompañas ó no?

--Te lo diré cuando contestes á varias preguntas:  ¿Adonde vamos,
ó mejor dicho,  adonde piensas que vayamos?

--Vamos--dijo mi amigo con todo el entusiasmo de un _touriste_
de pura raza--á la cuna del _abacá_, á la tierra de los volcanes, á
dormir dos noches á la falda del Mayon, á pisar la boca de su cráter,
á ser posible; á Albay, en fin.

--¿Quién manda el vapor? Pues presumo no pensarás en barco de vela.

--El barco se llama _Sorsogon_ y lo manda X. Conque ¿te decides ó no?

--Te repito que cuando contestes á todas mis preguntas lo haré á la
tuya. Deseo saber de dónde es el capitán, su edad, estado, carácter,
circunstancias de su mujer, sí es casado, si tiene suegra, hijos,
fortuna y....

--Quién es el sastre que lo viste y qué come, ¿no es verdad? Ni que
esto fuera una oficina de policía ó una expendeduría de pasaportes. Ya
estoy acostumbrado á tus genialidades, y como quiera que conozco
perfectamente al capitán, puedo decirte es andaluz, joven, de buen
humor, casado, su mujer es guapa y lo hace completamente feliz; tiene
un chiquitín muy mono, algunos miles de pesos y no conoció á su suegra.

--¿Cuándo sale el vapor?

--El sábado cinco á las nueve de la mañana.

--¡Quico!--grite á mi criado.--Ten todo listo para embarcarnos el
sábado de madrugada.

--¿Luego vienes? ¿Luego no tienes miedo á los baguios?

--¡Baguios! Baguios montando un buen barco mandado por un capitán
inteligente, y por ende andaluz y joven, y rico, y con mujer  guapa,
y con hijos, y feliz, y sin suegra, no hay temor; yo no tengo nada de
eso, su vida responde de la mía, de modo que _él cuidado_; por otra
parte, me seduce este viaje, pues estoy aburrido de Manila y deseo
conocer los pueblos bicoles. Toca esos cinco, y hasta el sábado á
bordo del _Sorsogon_.

Mi amigo se marchó, yo me vestí y....

       *       *       *       *       *

Han pasado dos días. Son las siete de la mañana y nos encontramos sobre
la cubierta del _Sorsogon_. Un prolongado silbido pone en movimiento
cadenas, cuerdas y motones.

El complemento de la humana actividad, lo representa el acto de
levar un barco. Todo se mueve, todo cruge, todo rechina. El ancla
desgarra con sus dientes el lecho de algas en que ha dormido, el
carbón chisporrotea en las parrillas dando aliento á los pulmones
de acero de la caldera, los engranajes se ajustan, las dobles poleas
hacen alarde de su potencia, las burdas, cabos y calabrotes, prueban
su elasticidad, las cadenas hieren la cubierta, y en medio de toda
aquella vida y de aquel movimiento en que nada está quieto, el barco
se columpia libre de toda traba, combinando las palas de la hélice en
el fondo de las aguas espirales remolinos que llevan á la superficie
entrelazadas ondulaciones en las que se tejen las filigranas de espuma
que deja en pos de sí la bullente estela.

El _Sorsogon_, que obedece las riendas de su timón con una precisión
matemática, dobla el malecón del Sur plegando su bandera de saludos,
con la que ha dado un cariñoso adiós al _Marqués del Duero_, una de
las más hermosas naves de la Marina española.

De la bandera que saluda en lo alto de un trinquete á la que flamea en
lo elevado de un muro, encuentro la misma diferencia que en el pañuelo
que absorbe una lágrima al que reprime una sonrisa. El muro acusa
confianza, su enseña define una patria; la nave indica un peligro, su
bandera constantemente escribe en sus pliegues un desconsolador adiós
de despedida. El primero, es la quietud, la segunda, el errante viajero
que termina sus días ó en la inhospitalaria playa que sepulta sus
despojos, ó en las embravecidas ondas que en vertiginoso remolino lo
llevan á dormir el sueño eterno á sus misteriosos lechos de coral....

El _Sorsogon_ navega á toda máquina por la extensa bahía.

Manila se achica, se contrae, se confunde, y por último, al aclararse
las costas de Cavite, solo una faja de bruma señala en el horizonte
el lugar de partida. Después, solo el anteojo percibe cual blanca
gaviota posada sobre un copo de espuma, el torreón del faro: más tarde,
la espuma se funde en el Océano, la gaviota desaparece en los mundos
de la luz, la bruma se disuelve en los cielos, y al borrarse en la
retina la última línea de la ciudad murada, se abre un nuevo registro
en los misterios de los recuerdos.

A la banda de babor tenemos las costas de Naig; á estribor las agrestes
sierras de Bataan, y á proa la isla del Corregidor.

Once campanadas resonaron en la cámara, y tres golpes fueron picados
en la campana del castillo de proa.

El almuerzo estaba servido.

La presentación oficial á bordo se hace siempre en la primera
comida. Al tomar posesión de un barco, cada cual se ocupa en arreglar
su camarote, y en los pequeños detalles que trae en pos de sí la
instalación en un nuevo domicilio, por más que esté reducido á un
cajón de dos metros en cuadro.

En la primera comida á bordo no se descuida ningún perfil por parte
de los viajeros. Luego más tarde entra la confianza y con ella el
desaliño; pero lo que es la entrada primera en el comedor de un barco
es irreprochable. _Ellas_ se rodean de todos los pequeños detalles
de la coquetería, estrenando, por supuesto, el indispensable traje
de viaje. Antes de ponerse en marcha tienen que anunciarlo á las
amigas, y al anunciarlo es preciso enseñar unas cuantas varas de
tela cortadas y cosidas con arreglo al último figurín. El traje de
viaje es tan indispensable como el de boda. Decir á una joven ó vieja
que _encienda_ la antorcha de himeneo sin recubrir previamente su
cuerpo con trapos nuevos y de seguro no da _chispas_: anunciarle un
viajito, que tenga siquiera un trayecto de una veintena de millas y
no le presentéis antes un muestrario, y no hay viaje posible. Para
una mujer _en viaje_, su verdadero pasaporte es una factura pagada
ó no pagada de una tienda de modas.

Parapetado tras una tripuda botella de lo tinto, y haciendo boca con
media libra de salchichón, esperaba pasar una escrupulosa revista á
cuanto se pusiese al alcance de mi vista.

Puesto que entre personas de tono, lo primero es la presentación, voy
á ir presentando á mis bellas lectoras, y digo lectoras porque ellas
son siempre más curiosas que ellos, los bocetos de mis compañeros
á bordo. Seis blancas servilletas oprimidas en otros tantos aros de
marfil, se ven sobre la mesa. Tres son las desconocidas ó desconocidos
que me toca bosquejar, pues en cuanto al capitán y á mi amigo,
ya los han visto ustedes, siquiera haya sido á la ligera. En el
boceto del capitán poco tengo que añadir. ¿Quién de mis lectoras no
conoce á un andaluz joven, buen mozo, bullanguero y galante? De seguro
todas. Por lo tanto, al capitán ya lo conocemos. En cuanto á mi amigo,
completaremos el cuadro con cuatro brochazos. Se llama Luís, tiene 26
años, es rubio, alto, delgado, viste á la francesa, come á la francesa,
piensa á la francesa, y no es francés porque su madre tuvo la debilidad
de aligerar su carga en cierto lugarejo del prosáico garbanzo y de
la judía, que Luís jamás nombra porque cree es poco francés.

Luís se llama literato; pero conoce más á Balzac que á Cervantes,
tararea música, pero á buen seguro que no podrá recordar un _aire_
de Barbieri más siempre una _cancionette_ de Ofembach. La revolución
francesa, las jornadas del imperio y las encrucijadas de la _Commune_
las recorre sin tropezar; en cambio da sendos traspiés al entrar
en el campamento de Santa Fe ó al pasear los campos de Almansa y de
Bailén. A nuestras góticas catedrales y á nuestros moriscos palacios
les encuentra el defecto de que al pié de sus muros se alce la albahaca
silvestre y el agreste tomillo, circunstancias poco en consonancia
con los monumentos franceses.

Luís, no tocándole la cuerda del _chic_, el _esprit_ y el _confort_,
es un perfecto hombre en su juicio; pero en cuanto se traspasa el
tabique de los Pirineos, enristra la lanza de Don Quijote y demuestra
que en todos los siglos nacen andantes caballeros. Luís tiene todas
las condiciones para ser feliz, y sin embargo, no lo es. Continuamente
le atormenta la idea de que no le planchan los cuellos á la francesa,
y la de que no toquen los barcos de las mensajerías en Manila. La
probabilidad de tenerse que ir en un barco español y el ponerse un
cuello planchado con _morisqueta_ le hacen completamente desgraciado.

En el tiempo que he invertido en dar los anteriores brochazos, han
ocupado sus respectivos sitios dos mestizas, una vestida de saya
y otra á la europea, y al lado de aquellas un anciano y reverendo
padre franciscano.

El almuerzo era servido sobre cubierta, gracias á la amabilidad del
capitán. Un doble toldo nos preservaba del sol, mas no de las brisas
marinas que acariciaban los festones de la lona y de la potente luz
de los trópicos que descomponía sus rayos en las talladas copas.

Las dos mestizas comían y callaban, el capitán  servía, el fraile se
reservaba, Luís mascullaba el prosáico español cocido, y un servidor de
ustedes espiaba la ocasión para tomar un buen punto de luz que llenase
por completo á mis modelos. Sobre la paleta tenía combinadas dos tintas
desde que principié á analizar á las dos mestizas que comían frente
á mí. Es imposible contemplar en criatura humana unos ojos más negros
y aterciopelados, cual los que tenía delante, un pelo más en armonía
con los ojos, y unos dientes más en contraposición con el color del
pelo. Las dos mestizas indudablemente eran hermanas y no diré gemelas,
pues á simple vista se notaba entre ambas una desproporción de edades,
que si no llegaba á la suposición de que fuesen madre é hija, en
cambio completaba la de que eran hermanas. En sus fisonomías había
rasgos salientes y notablemente acentuados, que denunciaban la unión
de la raza europea con la raza india. La mestiza que lleva en sus
venas una sola gota de sangre china, jamás puede confundirse ni con la
cuarterona ni con la mestiza de india y europeo. Es imposible encontrar
en las razas humanas una fuerza de atracción como la que se nota en la
china y japonesa. Que haya unión de chino y europea ó viceversa, y de
seguro los hijos son chinos; que la haya de india con chino y la prole
es china y siempre china, no dándose ni aun el caso del salto atrás,
pues tan chino es el biznieto de chino como el tataranieto, por más
que este nazca en Europa y no se conozca en la familia el más leve
recuerdo del Celeste Imperio. Los ojos chinos no los corrige ni las
conjunciones de sangre, ni el bisturí del operador, ni los cosméticos
del tocador. La hija de mestiza europea y de padre europeo, ó sea la
cuarterona, también se distingue y se define perfectamente,  no dando
lugar á que se confunda con la mestiza pura de india y europeo. Esta
última es morena, sus ojos por lo regular son negros, su nariz algo
deprimida, su pelo largo y de gruesa hebra y sus labios ligeramente
abultados. El rasgo característico que define á la cuarterona de la
mestiza, es que esta última conserva en toda su pureza las tradiciones
de su airoso y pintoresco traje. La saya suelta, la diminuta chinela,
la bordada piña, el alto _pusod_, la aplastada peineta y los pequeños
aretes, constituyen su atavió, que jamás deja, á no ser que la
Epístola de San Pablo se encargue de modificar trajes y costumbres,
cosa que suele acontecer, casándose con europeo. En este caso, una
de dos: ó el europeo se hace indio ó la india se hace europea; y
digo india, pues que las costumbres de la mestiza por regla general,
son las mismas de su madre. Las impresiones, hábitos y costumbres de
la infancia no se borran con facilidad; así que la morisqueta,  el
lechón, el pequeño _buyito_, el _lancape_,  el petate en el suelo,
el cigarrillo á hurtadillas, el pelo suelto y la decidida afición
al _poto_, á la _bibinca_, al _sotanjú_, á la _manga verde_ y al
_gulamán_ es muy difícil hacerlas olvidar: en cuanto á que dejen
de coser sentadas sobre el petate y á que hablen castellano con sus
criadas, eso es imposible. En cambio en la cuarterona es muy común
encontrar tipos que no solamente no usan chinelas, sino que aun dentro
de casa están oprimidas con el corsé y las botitas; cuarteronas que
dicen no hablan tagalo, ni comen lechón ni morisqueta y que tienen
cama en alto, suscripción á _La Moda Elegante_, batas encañonadas,
pendientes largos y escote cuadrado. En reserva les diré á ustedes
que con mucho sigilo me dijo en una ocasión una india que servía á una
mestiza cuarterona, que ó pesar de todo cuando decía su ama, de cuando
en cuando mascaba un chiquirritín _buyito_ y saboreaba un cigarrillo;
pero que siempre lo hacía teniendo cerca el cepillo de los dientes y
el agua perfumada. En cuanto al lechón--me dijo la doméstica--que solía
comerlo, pero pura y exclusivamente por no _desairar_ á alguna amiga.

Con arreglo á los anteriores apuntes, no nos cabe duda que nuestras
dos desconocidas son mestizas de pura raza: el traje de la mayor hace
suponer que es casada, y casada con europeo.

Durante los primeros platos que se sirvieron no tomaron parte en
la conversación.

Miraban y comían con el embarazo propio de quien sabe es
observado. Varias veces que la hermana menor alzó los ojos, encontró
frente á frente los míos, que procuraban investigar lo que se albergaba
tras aquellas negrísimas pupilas. El fondo de todo abismo es negro. Los
ojos de la primera mujer que pecó no sé de qué color serían, pero
los de la primera que obligó á pecar, de seguro eran negros.

Habiendo notado que por momentos se cubría de palidez el rostro de la
más joven, no pude menos de interrogarla; su hermana se fijó un ella
y repitió mi pregunta, con las circunstancias de hacerla más familiar
y concluirla con un nombre.--¿Qué tienes, Enriqueta?--Nada,--replicó
la interrogada,--sin duda un poco de mareo.--Vamos,--continuó
aquella,--está visto que no puedes embarcarte ni en un bote; y es
extraño; pues figúrense ustedes,--añadió dirigiéndose á nosotros,--que
está bien acostumbrada á la mar, pues ella es del Puerto y yo de
la Isla.

--¡Caramelo!--dije en mi interior,--pues menudo chasco me he llevado,
yo que creía habérmelas con dos hijas de este extremo Oriente y me
encuentro de manos á boca con Cádiz y San Fernando disfrazados de
saya y _candonga_.

--Bien, pero esta señorita se embarcaría en ferrocarril.

--¡Cá! No señor--replicó aquella con la mayor naturalidad,--siempre
nos hemos embarcado en _baroto_ ó en _parao_.

--Pero, señora, ni en Cádiz ni en San Fernando hay barotos, ni menos
_paraos_.

--Pero sí en Cavite y en San Roque.

--¡Ah! vamos, con que esta señorita es de San Roque y V. de Cavite.

--Cabal, ella del Puerto y yo de la Isla.

Entonces recordé que las caviteñas se llaman andaluzas, conociendo
á Cavite por el nombre de la Isla y á San Roque por el del Puerto,
siendo tan _marineras_ y tan resaladísimas las dichosas niñas, que
en una ocasión una de aquellas, que veía que á un chiquillo lo iba á
tirar el caballo que montaba, le gritó:--_¡Fondea,_ muchacho, _fondea_!

El mareo de Enriqueta debió ir en aumento, pues antes de concluir la
comida se levantó, diciéndole á su hermana:--Acompáñame, Matilde.

Enriqueta y Matilde, pues ya sabemos sus nombres, abandonaron la mesa,
quedando solamente el sexo fuerte.

El almuerzo terminó, y siguiendo la añeja costumbre, el fraile se
despidió de nosotros para buscar una tranquila y cómoda digestión en
unas horas de siesta. En la ligera conversación que tuvimos durante el
café, supe que aquel reverendo padre hacia la friolera de cuarenta y
siete años que arribó á estas playas. Mientras saboreó el café habló
largamente con su criado, quien en su larga práctica de quince años
que estaba á su servicio, debía conocerle perfectamente sus gustos
y necesidades. Siento no poder trasladar ni una sílaba de lo que
se dijeron, pues lo hicieron en bicol, única forma de entenderse,
pues el criado no conocía ni una sola palabra de las que forman la
rica y armoniosa lengua castellana.

Sentados en cómodos sillones de bejuco y aspirando, sino el aroma,
por lo menos el humo de un segundo habano, quedamos sobre cubierta,
Luís, el capitán y mi persona. Se habló del viaje, de las costas que
íbamos perdiendo en los horizontes y de varios episodios de abordo,
quedando, por último, en silencio, aletargados de esa dulce somnolencia
á que predispone un buen almuerzo, una temperatura agradable y una
retorcida hoja de Cagayan.

Las horas de la tarde fueron anunciándose una á una en los golpes
del bronce, dados por el vigilante guarda de proa.

A las cinco se sirvió la comida.

Las mestizas no se presentaron.

La mar se había rizado á las caricias de un fresco Noroeste.

Los balances cada vez más sensibles avivaron la comida, que fué
servida en la cámara.

Cuando subimos sobre cubierta se desvanecía en los horizontes
del Poniente la luminosa transparencia del día, yendo poco á poco
borrándose los contornos de los monstruosos grupos que dibujan en
las nubes los últimos destellos del sol.

A la tenue y melancólica luz del crepúsculo divisamos á la banda de
babor una cenicienta faja. Eran las costas de Tayabas. Sobre aquellos
picachos de eterna verdura fijaba mi vista con la misma insistencia con
que lo hace el que trata de reconocer á larga distancia las facciones
de un sér querido.

La campana de proa anunció la oración.

La marinería cesó en sus faenas, reinó el silencio y la plegaria
alzó su vuelo á otros mundos. La mía fué un recuerdo para los seres
queridos que habitan aquella lejana tierra que iba perdiéndose entre
los crespones de la noche. El nombre de Tayabas arrancará siempre
una vibración á nuestra alma.

Concluída la oración nos dimos las buenas noches, siguiendo las
legendarias costumbres de nuestros abuelos, cubrimos nuestras cabezas
y tomamos asiento al abrigo de la camareta del timón.

En una de las discusiones que se suscitaron, Luís, siguiendo su
eterna manía, trató de convencer al Padre de que el guingón que se
fabricaba en Francia aventajaba en mucho al que producen los telares
de Barcelona; el buen Padre que no conocía Francia, ni su guingón,
que era español rancio y por ende castellano viejo, que se levantaba
invariablemente á las cinco, comía la prosaica olla con mucho azafrán,
sobra de jamón y falta de huesos, á las doce, que la monumental jícara
de espeso chocolate le era tan necesaria al cuerpo á las cinco, como
necesarios para la guarda de su regla los maitines á las doce, oía sin
pestañear á mi buen amigo Luís, sonriendo maliciosamente. En el curso
de la conversación, Luís mezclaba no pocas palabras francesas. El
Padre tenía constantemente detrás de su sillón á su criado, quien
encendía más de una caja de fósforos para cada tabaco que fumaba su
amo. Siempre que este dirigía la palabra á aquel lo hacía en bicol,
de modo que como el abuso del francés en Luís era muy frecuente y
los fósforos en el doméstico no lo eran menos, puede asegurarse que
la lengua española estaba en minoría. En un momento en que Luís se
separó de nosotros, no pudo por menos de decirme el Padre:--Pero,
diga V., ¿por qué no quita á su amigo ese vicio de hablar en otra
lengua que la nuestra?--En aquel momento cortó la interrogación la
centésima vez que se le apagaba el tabaco, volvió la cabeza y en
perfecto bicol sostuvo una conversación con su criado, conversación
que sin duda debió versar sobre lo incombustible de la hoja, ó
lo combustible del fósforo, pues tan pronto señalaba la escueta
caja como estrujaba la mascada colilla que para llegar á tal estado
había pasado por la llama de cien palitos.--Con que decía V. Padre,
cuando se le apagó el cigarro, por qué no procuraba quitar á Luís el
resabio de hablar francés con españoles, pues es muy sencillo--le
dije muy bajito--porque todos tenemos nuestra correspondiente viga
en el ojo, viendo la paja en el ajeno; la viga de Luís es el francés,
la viga de V. es el bicol. Quince años dice que le sirve ese criado,
pues bien, en ese tiempo él debía hablar español y no V. bicol. Esta
razón le debió parecer tan fuerte que se sonrió, sacó de la manga otro
tabaco, y ... en efecto, pidió en bicol á su criado el primer fósforo,
inaugurándose la segunda parte de fuegos artificiales.

Veinticinco Säkerhets-Tandstikor, que es como si dijéramos veinticinco
émulos de Cascante habían rozado el amorfo betún de la caja cuando
sonaron las diez en el reloj de la cámara. Políticamente dimos las
buenas noches, y en efecto, buena la fué para mí, pues no tardé en
quedarme dormido el tiempo que invertí en contar unos cien golpes de
la hélice, golpes que entre sueños los asemejaba yo á otras tantas
pulsaciones de aquel monstruo de hierro, en cuyas entrañas dormía
con la tranquilidad del que jamás había roto un plato.

Aquí vendrían bien dos líneas de puntos suspensivos, ó el obligado
cuentecito de duendes y aparecidos; pero como no se me _apareció_
nadie, ni soñé que me cogía un toro, ó cosa que lo valga, renuncio
á los puntitos y á soporíferas relaciones, limitándome á decir que
con la luz del alba de un nuevo día volví á la vida real, entrando
en el concurso social, como diría un aprendiz á _objetivo subjetivo_,
habiendo previamente cubierto mis calzoncillos con telas menos ligeras.

Salí de la cámara. La mar estaba tan perfectamente dormida, cual
yo lo había estado dos horas antes. Una brisita impregnada de
puras emanaciones azoadas daban elasticidad y bienestar á todo el
cuerpo. Bienestar que en mí se aumentó al ver el inverosímil pié,
por lo pequeño, de Enriqueta, la que subía por la escalera de la
cubierta recogiendo ligeramente su saya de fuertes colores.

Con la confianza que da el vivir bajo un mismo techo, y la que presta
todo viajero, me acerqué á la mestiza, sirviéndome de introductor su
pasado mareo. Hablamos de varias cosas, indiferentes al principio,
acentuadas después, é intencionadas más tarde. Enriqueta tenía suelto
su rizado y hermoso pelo, este arrancó de mis labios la primera
palabra del arriesgado lenguaje de las personalidades. La mestiza
por lo general es muy susceptible, así que es difícil abordar esos
sabrosos discreteos en que entran en juego la galante frase, la
emboscada promesa y las incipientes sensaciones.

--Con tanto pelo como V. tiene no me extraña le duela la cabeza.

--Gracias por la lisonja,--contestó Enriqueta sonriendo, al par que
instintivamente jugaba con las espirales de uno de sus hermosos rizos.

--No hay lisonja alguna, pues presumo no aceptará como tal el que la
duela la cabeza.

--Antes de los dolores que solo son presuntivos se ha ocupado de
una abundancia que por mucha que sea, jamás creemos excesiva las
mujeres.--Esta contestación me hizo comprender que no solo tenía á
mi lado una mujer hermosa sino también una mujer discreta.

A las dos horas de conversación estoy completamente seguro que
Enriqueta lo estaba también de no haberse equivocado al conceptuarse
bonita, circunstancia que la sabe toda la que lo es, antes de que la
pongan el primer vestido largo, pero que las gusta comprobar siempre
que se presenta ocasión, no en la luna del espejo sino en la frase y
en los ojos del hombre con quien hablan. La mujer hasta los treinta
años, constantemente está alerta, á la primera palabra que se cruza
con un individuo del sexo opuesto, se pone en guardia; si no le agrada
contrae las cejas y su contestación fría y displicente le dice _atrás
paisano_, siguiendo imperturbable su camino; si por el contrario le
agrada, entonces el disimulo es imposible, en este caso procede una
proclama incendiaria y el motín es casi seguro.

La impertinente voz de Matilde llamando á su hermana cortó nuestra
conversación.

Hasta el almuerzo no volvió á salir Enriqueta de su camarote. Mientras
duró aquel se habló de distintas cosas, sin que pudiese reanudar la
conversación pendiente, pues no bien se sirvió el café se volvieron
á la cámara las dos mestizas.

Por la tarde tuve ocasión de acercarme á Enriqueta de quien supe
varios detalles de su vida. Aquella era mestiza inglesa, su padre
respetable comerciante escocés había heredado de sus mayores toda la
rigidez de los principios puritanos, en cuya doctrina hacia dos años
había bajado á la tumba, dejando á Enriqueta bajo la guarda de Matilde,
casada hacia algún tiempo con un comerciante español quien á la sazón
se encontraba en la provincia de Albay dedicado á su profesión.

Enriqueta varias veces había significado sentimiento por ausentarse
de Manila; traté de indagar la causa y á vuelta de algunos rodeos
supe que aquella iba todos los sábados al cementerio protestante,
en cuyo solitario  recinto descansaban los restos de su padre, cuya
tumba tenía limpia de ramas y malezas el filial cuidado de Enriqueta,
quien me dijo que el pequeño enverjado que cierra el mausoleo estaba
recubierto de las rojas campanillas de las trepadoras enredaderas,
á cuya sombra se resguardaban gran número de macetas en las que se
criaban pintadas y caprichosas flores.

--Siento no estar en Manila en esta ocasión,--dije cuando concluyó
Enriqueta de darme aquellos pormenores.

--¿Y por qué lo siente V.?--me replicó aquella.

--Lo siento porque quizás cuando V. vuelva á Manila encontrará secas
y mustias las flores, mientras que si yo estuviese allí las hallaría
cual las dejó.

--Mi ausencia será corta, pues mi cuñado trata de realizar su negocio,
y nos volveremos  en seguida; entretanto he dejado bien gratificado al
guarda, con promesa de aumentar el premio, si á mi vuelta encuentro en
perfecto estado el pequeño jardín que sombrea los dorados caracteres
que señalan sobre el mármol el nombre de mi padre.

Enriqueta al pronunciar aquellas palabras se quedó callada, vagando
su mirada por el Océano en cuyo majestuoso desierto quizá evocaría su
querida memoria. Hay silencios que deben respetarse. Enriqueta por
largo tiempo no separó sus negrísimas pupilas de las azules ondas,
cuya movible superficie retrataba las cenicientas nubes que preceden
á la noche. Esta bien pronto nos envolvió con sus sombras.

--¿Conoce V. la provincia de Albay?--dijo Enriqueta rompiendo el
silencio.

--No, señora; es la primera vez que voy á ella, y lo hago como el
que nada busca ni desea.

--Ya deseará y buscará.

Yo no pude sondear toda la intención de aquellas palabras.

--¿Y piensa V. describir su viaje?--añadió Enriqueta.

--No pienso escribir una línea más. Todos los hombres nacemos con
una cruz que llevar y un calvario que recorrer, la cruz del escritor
es muy pesada y su calvario muy largo, así que creo imposible el que
vuelva á emprender tan espinoso camino.

--Creo haber oído ó leído no sé en donde, que la palabra imposible
no estaba en el diccionario español.

--Si V. la borra del mío, de seguro no estará--repliqué no con malicia
sino con ingenua seguridad.

--De modo que si yo borro esa palabra, no habrá imposible para V.;
pues bien,--me dijo con gran viveza,--queda borrada, escriba V.

--¿Lo manda V.?

--Si tuviera derecho para ello lo mandaría; Como no lo tengo solo
me limito á expresar un deseo.--Al decir esta última palabra, sin
duda creyendo había ido más allá de lo que se proponía, se levantó,
dándome las buenas noches, al par que me tendía una de sus manos.

--Puesto que V. me manda que escriba, escribiré--la dije, reteniéndola
un momento,--y es más, la prometo que el primer ejemplar de mi nuevo
libro será para V.

--No lo hará V.

--Juro que sí.

Al alejarse Enriqueta de mi lado experimenté un triste vacío dentro
de mi alma.

A los pocos momentos oí se cerraba su camarote.

Dormí aquella noche, pero no cual la anterior: soñé que Enriqueta y
yo arrancábamos juntos las gramas de la tumba de su padre.

       *       *       *       *       *

Al amanecer del día 7 teníamos á la vista un extenso caserío.

El _Sorsogon_ disminuyó su marcha, evitando con grandes precauciones
los bajos de que estaban sembradas aquellas mares.

Una boya que se balanceaba á un tiro de pistola de un rústico
pantalán de madera se puso al alcance de las maniobras del barco y
... ¡fondo! gritó el capitán, confundiéndose él ruido de hierro de la
cadena, con el del bronce de dos campanas que tocaban en tierra. La
una se alzaba en el torreón de la iglesia, la otra en la puerta de
un almacén de depósito. La religión llamaba al cristiano, el trabajo
convocaba al obrero. Aquel pueblo se despertaba á la voz de la fe y
á la voz del trabajo. ¡¡Sacrosanto lenguaje, que hace feliz á todo
el que comprende!!....

Quico quedó en el encargo de recoger los equipajes. Luís y yo pusimos
el pie en la plancha; nos columpiamos dos minutos sobre las movibles
tablas del pantalán y pisamos tierra de Albay.

Estábamos en Legaspi.



CAPÍTULO II.

La provincia de Albay.--Situación.--Etimología.--Pueblo de Albay--Su
aspecto--Casa Real.--La Administración de Hacienda.--El Tribunal.--La
cárcel.--Su mala disposición.--Obras principiadas.--Principios
humanitarios convertidos en inhumanitarios.--Monumento á Peñaranda.--La
iglesia.--El Gogong y el Ligñion--La raza bicol.--Estadística.

La provincia de Albay se encuentra situada en el extremo S. de la isla
de Luzón; palabra cuya raíz es _Lúsong,_ nombre con que se conoce
el mortero en donde descascarilla el indio el palay; antiguamente
el _lúsong_ no solo era un utensilio doméstico, si que también un
instrumento de guerra. Cuando había alarmas batían la cavidad del
mortero con el mazo de su servicio, dando en sus broncos sonidos
voces de alarma.

Luzón según algunos cronistas se llamó isla Manila, tomando el nombre
de la capital; otros, entre ellos el erudito Padre Colín, tratan de
aclarar la noche de los tiempos queriendo ver en las islas _Maniolas_
que marca Ptolomeo á los 142° long., en sus tablas geográficas formadas
en el segundo siglo de nuestra era, el origen de la palabra Manila:
sea de esto lo que quiera, es lo cierto que en la llamada hoy Isla
de Luzón, y en su extremo Sur, se encuentra la provincia de Albay.

El nombre de Albay, es una corruptela según unos, de _Ibat_, régulo
que imperaba á la llegada de los españoles en dicha parte de tierra,
y según otros se la hace derivar de _Ibalón,_ voz que procede del
término local _ivald_, que quiere significar toda cosa que está al
otro lado de algún río ó brazo de mar.

Con el nombre de _Ibalón_ se conocía de antiguo la provincia de
Albay, tomado sin duda de su primitiva cabecera así llamada, situada
en _Gaditaan_--hoy visita de Magallanes;--este barrio lo separa un
brazo de mar de sus vecinas islas de San Diego, Tinacos y Bagatao,
como asimismo se interpone entre aquel y las islas de Ticao y Samar,
el estrecho de San Bernardino; separándole por último la bocana de
la bahía de Larsogon de Tumalaytay y Macalaya, donde estuvo también
algún tiempo la capital de la provincia, siéndolo hoy el pueblo de
Albay que le da nombre.

La palabra _albay,_ es corrupción de _albay-bay; al_ preposición
castellana, y _bay-bay_ palabra bicol que significa playa; de modo,
que unida la palabra española á la bicol, resulta _albay-bay_, ó sea
_á la playa_. Sabido es que antiguamente se vivía por lo general
tierra adentro para evitar las sorpresas de los desembarcos moros
ó de los mismos _barangayanes_ enemigos, y acaso entre aquellos
habitantes habría algún europeo que al mandarlos á la playa,
construiría la palabra _albay-bay._ El abuso que hace el indio del
apócope, justifica que la palabra _albay-bay_ quedase reducida á la
de Albay. El primitivo pueblo fué el conocido hoy por el de Legaspi,
y al cual muchos naturales le siguen llamando _Vanuangdaan,_ ó sea
Albay viejo.

El lugar que ocupa en la actualidad la cabecera, se denominaba
_tay-tay_ que significa fila ó hilera.

Albay, ó sea la capital de la provincia de la que toma el nombre, se
encuentra situado entre los pueblos de Daraga y Legaspi, distando de
este último, y por consiguiente de la mar, 3 km. escasos. El aspecto
del pueblo no demuestra ser la cabecera de una de las provincias
más ricas del archipiélago filipino. La Casa Real, residencia del
Gobernador, es una destartalada vivienda de construcción mixta,
predominando en ella la tabla y la nipa. La Administración de Hacienda
tiene techo de hierro, y el Tribunal, pobrísimo edificio, es al par
que casa municipal cárcel de partido. Esta cárcel dividida en dos
reducidas cuadras, ocupa los bajos del Tribunal y alberga no solo
los presos preventivos, si que también los que procedentes de causas
sustanciadas en aquel juzgado, fueron condenados á menos de dos años de
prisión. La provincia que nos ocupa tiene una gran masa de población,
y aunque su criminalidad no es mucha, siempre hay que contar entre
los detenidos por el Gobierno, juzgado y administración, y los que
extinguen condena, con unos 150 á 200 individuos por término medio,
amontonados en los sucios sótanos de aquella cárcel. Es de advertir que
Albay es una de las provincias que más rendimiento llevan á las cajas
locales, siendo la última que dejó de pagar la contribución llamada
_tanorias,_ importante unos 25.000 duros. Estos ingresos, visto el
desamparo y la carencia absoluta de edificios públicos, prueba no se
les da su verdadero destino; cierto es que á saliente de la plaza del
pueblo se alzan los muros de una soberbia cárcel, pero ciertísimo
es también que ya se han agotado no sabemos cuántos presupuestos,
y que los muros siguen poco menos que en cimientos, que las maderas
acopiadas se pudren y que los hierros y sillares desaparecen. Y al
hablar de la cárcel no podemos pasar en silencio un hecho que se
verifica, no solamente en la de Albay, si que también en la mayoría
de las de Filipinas. Un Gobernador general práctico y conocedor de las
necesidades del indio, consiguió del Gobierno supremo un Real decreto
por el que se le autorizaba á dar permisos á los jefes de provincias,
para que á los presos preventivos no solamente se les dejara salir
de las cárceles, con la competente custodia, á bañarse, lavar la ropa
y hacer aguada, si que también á ocuparlos en trabajos moderados que
revistieran caracteres puramente higiénicos. Esta concesión como se ve,
teniendo en cuenta la estrechez, malas condiciones de las cárceles y
fuertes temperaturas de aquellos climas, era benéfica y humanitaria:
pero _en efecto_, el tiempo y las _circunstancias_ han convertido
el principio humanitario en inhumanitario y cruel, y el trabajo
regenerador, higiénico y voluntario del preso preventivo, en el
infamante, durísimo y forzoso del condenado. Se dirá, ¿y el indio por
qué no reclama? Pues es muy sencillo; el indio de cárcel pertenece á la
clase desheredada que ni defiende derechos ni muchas veces los conoce,
y á falta de ese conocimiento,  elevamos nuestra débil voz á los
poderes públicos pidiéndoles hagan desaparecer  este monstruoso abuso
que ha introducido  la costumbre en no pocas provincias filipinas.

Frente á la Casa Real hay un hermoso y espacioso jardín en cuyo centro
se alza un sencillo monumento dedicado á la memoria del Gobernador
D. José María Peñaranda. La  iglesia es de una sola nave, y tanto su
construcción  como cuanto contiene, es muy pobre.  Su administración
corre á cargo de un  clérigo indígena.

Nada tiene este pueblo de particular que, de contar sea, salvo recordar
la bellísima vega en que se asienta, y las aguas termales del Gogon,
cuyo manantial se encuentra á las faldas del Sigñion, heraldo del
grandioso Mayon, que se alza á su espalda.

En Albay como en toda la provincia se habla el bicol siendo esta
raza inferior á la tagala, y así se ve que donde quiera que aparece
un tagalo, bien pronto se impone.

El espíritu de provincialismo no está tan arraigado como en
otras provincias, no siendo por lo tanto extraño ver votar para
Gobernadorcillos á individuos de corta radicación,  hecho que jamás
se registra en los pueblos tagalos, en donde las cartas de naturaleza
tardan muchísimo tiempo en otorgarse.

Albay tiene 56 cabecerías, 1.052 tributos y 4.365 almas. Según los
libros parroquiales, se consumaron 40 casamientos, 410 bautizos
y 282 inhumaciones. Hay en su población 11 europeos y 12 chinos;
asisten á las escuelas unos 230 niños y 85 niñas, siendo escaso el
número de las que hablan español. Se procesaron  15 individuos.

Sería una verdadera profanación tourista, ocuparse de Albay y no
consagrar las primeras páginas al gran _Mayon_ ó _Buquid_, como le
llaman algunos indios.

Cumplamos, pues, con este deber, en el siguiente capítulo.



CAPÍTULO III.

El Mayon.

Al hablar de Albay no es posible dejar de consagrar un recuerdo al
Mayon. El Mayon es uno de los montes más bellos que se conocen en el
mundo. Se alza á más de 8.000 piés en una inmensa cañada, formando
su cono desde la base hasta los límites de su altura, suaves é
iguales ondulaciones por todos sus lados, lo que hace que á cierta
distancia se asemeje á una gigantesca tienda de campaña. Al darle
esta configuración el autor de lo creado, parece quiso recordar al
mortal lo pequeñísimo de sus obras. La justicia humana acampa sus
legiones en un puñado de tierra cubriendo sus ejércitos con cuatro
varas de lona; la Divina justicia hace dormir bajo dilatadas sábanas
de candente lava, poderosas fuerzas cuyo solo aliento remueve montañas
llevando la muerte y la destrucción por doquier.

Las zonas del monte son dignas de estudio por distintos conceptos. En
las primeras estribaciones fructifica toda la flora filipina. Desde la
delicada _sensitiva_ al añoso tronco de la pintada _marra_, y desde
el agreste _lagundi_ á las poéticas _casuarinas_, tienen allí su
representación. La _artemisa_ con las tradicionales virtudes de sus
jugos; la _yerba buena_ con las delicadas emanaciones de sus ásperas
hojas; el adusto _romero_ con su salvaje independencia, adornan las
faldas del coloso, esparciendo á su alrededor finísima fragancia.

Cuando el ábrego hiere las copas de las casuarinas produce en sus
delicadas ramas una armonía extraña y conmovedora. Varias veces
hemos recorrido los bosques de casuarinas que adornan al Mayon,
y al perdernos en aquella revuelta vegetación, hemos caído en esos
misteriosos ensueños á que tan propensos son todos los dolores,
y en medio de aquellos sueños en que el corazón palpita con fuerza
y la imaginación vuela á otras regiones, hemos encontrado una
bienhechora sensación en las extrañas vibraciones producidas por
las casuarinas. Estas tienen un no sé qué indefinible, imposible de
expresar. Las raíces de las casuarinas se extienden entre las muertas
cenizas, y los raros filamentos que forman sus ramas dan sombra
á extensos campos de ruinas. La sombra que proyecta la casuarina,
parece encerrar un hálito venenoso. Al pie de su áspero tronco no
crece planta alguna; solo sus ramas se alzan sobre las candentes
arenas sembradas de monstruosos bloques. La casuarina tiene en el
balete un hermano que gusta de las ruinas tanto como ella. En la
dilatada planicie que se encuentra á la derecha del camino que dirige
de Daraga á Camalig, llama poderosamente la atención del viajero, tres
grupos de exuberante vegetación que se destacan sobre la monotonía de
aquel movedizo arenal. Saliendo del camino y tomando la dirección de
aquellos canastillos de verdura, se divisa primero un roto torreón,
cuyas grietas son otras tantas macetas en que la potente vegetación
de los trópicos encuentra vida y alimento. Más cerca, los grupos de
follaje descubren las antiguas ruinas de tres edificios. Las retorcidas
ramas de los baletes ocultan los restos de una noche de luto y de
lágrimas. Aquellos desunidos sillares formaron en otro tiempo la
iglesia, el tribunal y la escuela de Cagsaua, pueblo que fué sepultado
en la memorable noche del 1.° de Febrero de 1814. Noche de terror y
espanto en que el Mayon lanzó sobre los dormidos pueblos todos sus
gérmenes de destrucción. De la populosa y rica Cagsaua, solo queda
la tradición escrita en informes restos. Estos desaparecerán ante el
poder del tiempo, si antes no son sepultados por nuevas avalanchas
de lavas y cenizas, y entonces Cagsaua ira á dormir el sueño eterno
del olvido al lado de otros cien pueblos que á su vez desaparecieron
en otros siglos ante las espantosas y rojizas llamas del volcán.

En las faldas del Mayon crecen adheridas á las rocas ó abrazadas
á los añosos troncos gran variedad de _orquídeas_ y _parásitas,_
á las que llaman _dapos_ los naturales. La leyenda, la poesía y la
medicina tienen en aquellas especies maravillosas páginas. Según Homero
con los jugos del _Nepenthes_--ó sea el dapo que llaman los indios
_jarro_--hizo el rey de Egipto olvidar á la bella Helena todas sus
amarguras. La palabra _Nepenthes_ deriva de la partícula negativa _Ne_
y de _penthes_ que significa duelo, aflicción, melancolía. Hablando
de esta parásita que tantísimo abunda en el Mayon, dice en su _Flora
filipina_ el Padre Blanco lo siguiente: «Esta planta singularísima
y hermosa, es parásita y fácil de enredarse con otros árboles por
medio de los jarros ó vinageras; estos casi hacen una taza de agua,
y tanto el cordón de la boca, como el del tallo y peciolos de las
hojas, son encarnados. Cada hoja tiene su jarro, lo cual hace una
perspectiva, rara y extraordinaria. No es del todo cierto que estos
jarritos se abran y cierren todos los días. Lo más singular es la
tapadera que cierra tan exactamente la boca que es imposible se
derrame una gota de agua, aunque haya vientos fuertes, ó se vuelva
el jarrito boca abajo: á esta firmeza de la tapadera contribuye el
diente ó laminilla, que tiene por debajo, hacia donde suelen estar
los goznes de una vinagera, la cual encaja entre una pequeña abertura
que dejan entre sí los extremos del cordón. Es, pues, este vegetal
digno de admiración y asombro por su estructura tan singular.»

En los jarritos de la parásita que queda descrita, encuentra el
cansado viajero donde saciar su sed. El agua que aquellos contienen
se conserva fresca, sin que le den mal sabor las paredes que la
guardan. El _dapo mariposa_ es de lo más fantástico que puede verse:
es de largas y flexibles ramas, oscilando en cada una de ellas cientos
de menuditas flores completamente blancas. Cuando el viento mueve
las ramas y las miles de florecillas tiemblan bajo sus flexibles
tallos, se asemejan á una bandada de blancas mariposas, revoloteando
alrededor de un canastillo de verdura. A más de la anterior _orquídea_
se encuentran en las zonas del Mayon gran variedad de aquellas que
vienen siendo hace algún tiempo objeto de comercio, exportándose con
grandes cuidados á Europa, figurando en los suntuosos salones como
uno de los más bellos y raros adornos.

No solo se encuentran en el Mayon curiosísimos ejemplares de la flora,
si que también los hay de la fauna. En las hojas de los árboles se
halla una gran variedad de esos monstruosos y misteriosos seres,
llamados por la ciencia _Fasmidos_, los mismos que son conocidos
en el lenguaje vulgar por _bichos hojas,  bichos palos_ y _bichos
troncos_. Quien no haya visto uno de estos extraordinarios animales,
no es posible pueda figurarse la absoluta semejanza que tienen con
los vegetales. Son, ni más ni menos, una rama, un tronco ó una hoja
más del vegetal en que viven. El _bicho hoja_, produce durante la
noche un canto agudo y monótono, parecido al del grillo de Europa,
si bien el del primero guarda intermitencias más cortas que el del
segundo. Los indios llaman á aquellos _fasmidos, garau-garau._

El _balor_, el _bató-bató,_ la _tórtola_ y una gran variedad de palomas
tienen su nido en los bosques del Mayon. El milano de las regiones
intertropicales bate sus alas por cima de los precipicios, siéndole
difícil remontar el vuelo hasta contemplar la cabeza del coloso.

A medida que se hace la ascensión del Mayon va desapareciendo
la vegetación, hasta que, por último, se entra en la zona de las
muertas cenizas. De allí, solo aridez, solo precipicios, solo lagos de
movedizas arenas, salpicados de ennegrecidos bloques. En las cavidades
de las masas basálticas habita el más terrible de los reptiles. Entre
el hueco de dos piedras suele verse la chata y verde cabeza del _Upon,_
reptil que figura en la familia de los _votrofídeos_, cuya mordedura
es mortal.

Al Mayon constantemente lo adorna un penacho de humo, que unas veces
lo abate el viento, en cuyo caso se revierte por los dentados cortes
del cráter, y otras se alza orgulloso y altanero por cima de la región
de las nubes. El humo del Mayon revela que los gigantescos cíclopes de
los oscuros antros vigilan al pie de hirvientes lagos las enrojecidas
montañas de candentes bloques, cuyas monstruosas y desiguales masas
son azotadas de continuo por abrasados torrentes de cenizas y escorias.

El coloso del Estrecho con la regularidad matemática á que necesaria
y fatalmente sujeta toda ley perfecta, acumula en sus calcinadas
entrañas gérmenes de espanto y desolación. ¡Desgraciado el día en
que abra la válvula! ¡Infeliz del pueblo en que sacie su cólera!

Todo lo que la ilusión reviste de sombrío y terrible el fondo del
Mayon, la realidad lo presenta en su exterior de sonriente, grandioso
y sublime. Dentro, impenetrables misterios, medrosas tinieblas, luto
y espanto; fuera, límpidos horizontes, aires purísimos, melancólicas
armonías, luz, perfumes, espacios sin fin y caricias eternas de una mar
bravía que viene sumisa y obediente á besar los pies del coloso, cual
besan los blancos copos de las altas nubes su altanera cabeza. Dentro,
la noche sin fin; fuera, el día sin crepúsculos.

       *       *       *       *       *

¡La muerte y la vida, la sonrisa y la lágrima, la fuerza que destruye
y el botón que germina, el mal y el bien, el arcángel rebelde y el
arcángel sumiso!



CAPÍTULO IV.

Iraya.--Tabaco.--Sorsogon y Cantanduanes.--De Albay á Daraga.--¿Cagsaua
ó Daraga?--Culebras domésticas.--Etimologías.--M. Montano y sus
viajes por Filipinas.--Iglesia y cementerio.--_Pintacasi_
de Daraga.--Gustos europeos.--Banquetes
chinos.--_La bandala_.--Hospitalidad.--Recuerdos.--Días
tristes.--Estadística.--Comparación de razas.--El _patadeon.--_--La
línea curva.--Mercado de Daraga.--Vendedoras de sampaguitas.--Tertulias
al aire libre.--La casa de Aramburo.

La provincia de Albay se divide en cuatro distritos ó partidos
llamados Iraya, Tabaco, Sorsogon y Catanduanes: el primero lo
componen los pueblos de Cagsaua ó Daraga, pues con ambos nombres
se le conoce. Camalig, Guinobatan, Ligao, Oás, Palangui, Libon,
Quipia, Donzol y Pilar. El segundo, ó sea el de Tabaco, lo forman
los de Albay, Legaspi, Libog, Bacacay, Malilipot, Tabaco, Malinao,
y Tiui. El tercero, denominado como hemos dicho, Sorsogon tiene los
pueblos de Castilla, Sorsogon, Casiguran, Juban, Magallanes, Bulan,
Matnog, Bulusan, Barcelona, Gubat Bacon, y Manito: y en el cuarto,
ó sean las Islas Catanduanes, se encuentran los pueblos de Calolbon,
Virac, Bato, Viga, Payo, Bagamanoc, Pandan y Caramoran.

Con el tiempo y en plazo no muy lejano, esta inmensa provincia
está llamada á ser dividida en tres, formando la Iraya y Tabaco
una de término, y Sorsogon y Catanduanes, otra de ascenso y entrada
respectivamente.

Para proceder con método vamos á hacer una correría á toda la
provincia, visitándola por partidos. Damos la preferencia á la Iraya,
y al efecto y puesto que ya conocemos el pueblo de Albay, trasladémonos
al de Daraga recorriendo en coche y en veinte minutos la pintoresca
y bien conservada carretera que los une.

Daraga ó Cagsaua, pues con ambos nombres se conoce á este bonito
pueblo, debía ser, dada su importancia, la cabecera de la provincia.

Cagsaua es término compuesto de _Cag_- (dueño) y _saua_ (culebra). En
el sitio que ocupa el pueblo habría quizá alguna culebra domesticada,
y en ese caso de aquí vendría la etimología de aquella palabra,
deducción lógica, siendo como es costumbre tener en muchas casas de
Filipinas grandes culebras completamente inofensivas y en domesticidad,
que hacen el oficio de gatos ó perros ratoneros.

Lo mismo sucede en las bodegas de no pocos barcos filipinos, siendo
de notar que tales huéspedes son conceptuados como de buen agüero
para los dueños de las casas y barcos donde moran.

La etimología de Daraga la encontramos más adaptable que la anterior,
puesto que significando dicha palabra bicol, virgen, y teniendo
el pueblo por titular la Natividad de la Virgen, lógico es que se
le llamara _daraga_ ó virgen, en recuerdo de la pureza de la Madre
de Dios.

El comercio, la industria y la vida de Albay, afluye á Daraga en
donde radican las casas más ricas de la provincia.

Mi querido amigo el doctor Montano en su precioso libro de _Voyage aux
Philipines et en Malaisie_ dedica no pocas páginas á Daraga, siendo
justo en sus apreciaciones, hecho digno de consignarse por escasear
obras extranjeras que juzguen á nuestras provincias de Oriente en su
verdadero valor.

La plaza del pueblo que nos ocupa está asentada á las faldas de
un montecillo en cuya amplia meseta se levanta la iglesia y el
cementerio. Como se ve, los muertos no pueden estar más cerca de
los vivos.

Las fiestas ó _pintacasis_ de Daraga son renombradas en toda la
provincia, pero al objeto de nuestro trabajo poco podremos de ellas
decir, por cuanto nuestra misión es dar á conocer costumbres indígenas
y no europeas, y es lo cierto que en aquel pueblo se van perdiendo
las primeras por el gran número de españoles y extranjeros que allí
viven ó transitan. Los bailes, los convites y hasta los gustos líricos
ó dramáticos buscan recuerdos europeos, y para oir el característico
_cutang-cutang_ indio hay que dejar el pueblo.

De citar es, sin embargo, los convites chínicos  de Daraga en sus
días solemnes, por figurar en las mesas de sus festines platos tan
originales como los de orejas de ratón, nidos de golondrina, aletas
de tiburón y cabezas de culebra.

En Daraga, como ya hemos dicho, hay establecidos ricos comerciantes
cuyo tráfico se circunscribe á la _bandala_ ó sea el abacá, filamento
del que extensamente nos ocuparemos en otro lugar.

La hospitalidad que se dispensa en Daraga  no tiene límites, y si á
relatar fuéramos nombres y atenciones de que fuimos objeto mientras
permanecimos en aquel pueblo, llenaríamos no pocas cuartillas. Estando
en aquella provincia, pasamos por amarguísimas penas á consecuencia
de pérdidas de seres queridos ausentes, y seríamos harto ingratos
si no recordáramos á Aramburo y á su bella y distinguida señora é
hijas; á toda la colonia que forman la casa comercial de los Muñozes,
al chispeante al par que misántropo Avila, al decidor Carrascoso,
tan olvidado de la política que le llevó á aquellas tierras, como
ingrata fué con él, al cáustico José María, al servicial Rufino, al
inteligente Pasiano, y á tantos amigos y amigas á quienes mandamos
en estas páginas un profundo recuerdo de gratitud.

Daraga cuenta con una población de 19.252 almas, repartidas en
su caserío, sumando 5.025 tributos. A las escuelas concurren por
término medio unos 150 niños y 120 niñas, sabiendo el español 15 de los
primeros y 5 de las segundas. Hay radicados 10 europeos y 77 chinos. Se
registraron 869 bautizos, 111 casamientos y 631 defunciones. Fueron
procesados 9 individuos.

Ya hemos dicho que los bicoles son de raza más inferior que la tagala,
y aun la visaya, y buena prueba de ello está en Daraga, en donde si
nos es admisible aplicar la palabra caciquismo, diremos que este lo
ejercen los tagalos é ilongos allí establecidos.

El bicol es más humilde, más modesto, y menos aparatoso que los
tagalos; no predominando ni en sus fiestas, ni en sus trajes la riqueza
de que hacen gala los primeros. El _patadeon_, ó sea esa feísima y
única prenda de vestir que usa la mayoría de las bicoles, es casi
desconocida en las provincias del centro de Luzón. El _patadeon_
es desde luego muy cómodo, tanto que consiste en una faja de tela
más ó menos ordinaria, que da las bastantes dimensiones de largo y
ancho para que una mujer se dé con ella una vuelta, sujetándola á su
cuerpo bien con una cuerda ó correa, ó bien, y esto es más general,
haciéndola un nudo por cima de los pechos.

De algún tiempo á esta parte el característico _patadeon_ bicol
principia en la cintura, habiéndose aumentado el traje con la camisa y
candonga tagala, pero de todos modos el patadeon es tan poco honesto
como buen _agente_ escultural, no escapándose á la flexibilidad de
aquellas ligeras telas ni las más ocultas de las líneas, y sabido es
que la línea que predomina y define la belleza en el eterno femenino
es la curva. Creemos que la coquetería en la mujer es innata en todas
las razas, y esto es tan cierto que generalmente la bicol que más
usa, abusa y oprime el _patadeon_ á su cuerpo, es la que lo tiene
más bonito y esbelto.

En los nocturnos mercados de la plaza de Daraga, se ven no pocos
irreprochables _patadeones_ festoneados de hilo de seda, llevados
con toda la desenvoltura que consiente la escasez de la tela, por
graciosas vendedoras de olorosas sampaguitas, delicadísima flor que
crece en gran abundancia en aquellos campos.

En la plaza de Daraga, y tomando por lugar de cita la puerta de
cualquier establecimiento, se forman tertulias á las que todas las
tardes concurren cuantos europeos viven en aquel pueblo y en los de
Legaspi y Albay.

En esas tertulias se derrocha ingenio, agudeza, y hasta su poquita
maledicencia, á pesar de tener á la altura de las narices, y muchas
veces _dentro_ de ellas, el vecino cementerio que parece debía ser
con su presencia valladar á _ciertos_ y arriesgados discreteos.

En época de lluvias, las tertulias al aire libre se trasladan bajo
cubierto invadiendo indistintamente cualquier casa de las muchas y
buenas que tiene Daraga, descollando entre ellas el verdadero palacio
en que Aramburo ha sembrado el dinero á manos llenas; habiendo dirigido
la decoración y pinturas al fresco que allí se admiran, el inspirado
pintor italiano César Alberoni. Lo que Filipinas ha adelantado en
confort y buen gusto de pocos años á esta parte, merece otro capítulo.



CAPÍTULO V.

Mejoras.--Transformaciones llevadas á cabo por el canal de
Suez.--Seis meses reducidos á treinta días.--Quietismo.--Mares
bíblicos.--Orientales civilizaciones.--Nuevos gustos y
aficiones.--Inmigración europea.--Comparaciones.--Notables
variaciones.--La nipa y el hierro.--Maestrillos y
arquitectos.--Sustituciones y copias.--Nivelación de gastos.--La
_Encarnación y la María Pídela._--Puertos del Pacífico y viejos
continentes.--Intereses materiales y morales.--Reformas.--Escuelas
municipales.--Lengua española.--Resistencia pasiva.--Desconocimiento
del valor de las palabras.--Los enemigos del alma.--El discurso de
un Gobernadorcillo.--Y punto redondo.

La apertura del istmo de Suez, necesariamente había de llevar grandes
transformaciones al extremo Oriente, no solo en su vida moral y
material, si que también en la política y gubernamental. Los seis
meses de pesadas navegaciones por los derroteros del cabo de Buena
Esperanza quedaron reducidos á los treinta días que hoy separan las
costas Filipinas de las playas españolas. La facilidad, comodidad y
relativa baratura de la travesía, despertó primero la curiosidad del
viaje, y tras aquella el deseo de conocer el país que lo termina. En la
historia de los pueblos una veintena de años poco ó nada significan,
cuando aquellos marchan dentro del universal concierto. Filipinas por
su situación, sus tradiciones, sus costumbres, su falta de necesidades,
su desconocimiento de lo supérfluo, yacía hasta hace pocos años en
perfecto quietismo. Aquellas provincias con su privilegiado suelo y su
hermosísimo cielo, con su verano constante y sus escasas necesidades,
dormían sin que el atronador ruido de cercanas civilizaciones las
despertaran en los largos siglos en que han permanecido estacionadas.

El rumor de unirse las tranquilas aguas de los mares bíblicos con
las revueltas que recuerdan grandes epopeyas, llegó poco á poco al
extremo Oriente; y el Japón dando el ejemplo avanzó en tres lustros lo
que no había hecho en muchos siglos; y el rutinario chino abrió sus
infranqueables murallas, rompiendo muchos de los antiguos moldes de
sus costumbres, al par que perfeccionaba y daba novedad á las líneas
en que modela sus bronces y cerámicas. Junto á estas orientales
civilizaciones se alzan pueblos de gran contingente europeo que les
despiertan y avivan todo género de aficiones, no ya solo de lo que
constituye lo necesario y cómodo de la vida, si que también á cuanto
la embellece, adorna y distrae.

La creciente inmigración europea en Filipinas que en pos de sí lleva
todas las necesidades y superfluidades de Occidente; el conocimiento
de aquellas por los naturales; el apreciarlas comparándolas con las
suyas tan sencillas como primitivas, fueron causas más que suficientes
para operarse la radical revolución que de pocos años á esta parte
se viene observando en la manera de ser de aquellos pueblos. La
pobre casa de torcidos y ásperos harigues, de irregular distribución
y peligrosa nipa, que por todo ajuar mostraba en las cañas de sus
tabiques media docena de pintarrajeados cuadros de asuntos místicos,
cuatro toscos bancos en su caída, dos ollas en el fogón, unos cuantos
petates en el suelo, y un desvencijado aparador en la sala, hoy ha
sufrido una notable transformación. El harigue se oculta, se talla
ó pulimenta; la nipa deja el campo al hierro ó la teja, quedando
aquella relegada á zonas especiales; el lugar del maestrillo lo
ocupa el hábil arquitecto imprimiendo gusto y seguridad á las nuevas
construcciones, que guardan dentro de sus muros ricos mobiliarios
que responden á las nuevas aficiones tantos años desconocidas. El
autor de este libro conoce las Filipinas desde hace diez y ocho años,
ha recorrido constantemente sus campos y visitado sus poblaciones, y
puede asegurar que en ese tiempo la transformación de aquellos pueblos
ha sido marcadísima. Todo viene sufriendo sensibles evoluciones,
no solo á virtud de las nuevas costumbres que lleva el europeo que
se radica en aquellas comarcas, si que también por el gran número
de sus hijos que son mandados á educar á los grandes centros de la
civilización, quienes al retornar á sus hogares importan en ellos
refinamientos completamente desconocidos. Y no es solo en la casa del
que va ó en la del que vuelve, donde se cambia el desnudo petate por
la torneada cama, el comistrajo indígena por los sazonados manjares,
las humildes telas por las costosas sedas, si que también esos mismos
cambios se operan en las casas de los vecinos que observan y copian
con orgullo todo cuanto procede de Europa.

Este cambio de vida exige mucho dinero, y ante el deseo de poseerlo se
perfecciona el arte, se ensancha el comercio y se aumenta la industria,
buscando aquel honrado pueblo en el trabajo, la nivelación de sus
nuevos gastos.

En comprobación de cuanto queda expuesto, no hay más que comparar el
número de barcos que de _altura_ arribaban á Filipinas hace diez y
ocho años, y los que hoy echan anclas en sus puertos. En aquella época
hacían la derrota del _Cabo_ media docena de embarcaciones, algunas de
ellas como la _Encarnación_ y la _María Fidela_ de 400 toneladas. Hoy,
por el contrario, dan fondo en aquellos puertos, poderosos vapores
cuyas inmensas bodegas ocupan constantemente todo lo que las modernas
civilizaciones americanas acumulan en sus puertos del Pacífico, y
cuantos productos se refinan y perfeccionan en los viejos continentes,
retornando esas mismas naves cargadas de valiosos productos filipinos.

Ese rápido y creciente desenvolvimiento en intereses materiales,
poderosamente había de influir en los morales, sintiéndose no pocos
vacíos en la vida jurídica de aquellos pueblos, y de aquí tanta y
tanta reforma como de día en día se lleva á Filipinas, y de aquí
el que el código indiano resultara deficiente, y el que aquella
imperecedera recopilación de Carlos II, base y fundamento del derecho
escrito ultramarino, no respondiera á las necesidades de las nuevas
civilizaciones, imponiendo la necesidad la promulgación de nuevos
códigos y leyes.

Lástima grande es que en este camino de adelantos no podamos incluir
datos que revelen la extensión de la lengua castellana en aquellas
provincias españolas. En vano se crearon las escuelas municipales
y en vano se pensionaron jóvenes de ambos sexos para que una vez
terminadas sus carreras difundieran en sus respectivos pueblos,
la lengua de la madre patria, y en vano se dictan uno y otro día
extensas circulares encaminadas á ese fin; todo es inútil y todo
se estrella ante la resistencia pasiva y ante imaginarios temores
entre no pocas influyentes personalidades que creen de buenísima fe
sí, pero de fatales resultados, que tal adelanto podría debilitar
la base de nuestra dominación. El remedio de este mal no hay que
buscarlo en las circulares, el remedio está en que el sacerdocio  de
la conciencia hermanado con el de la ley, emprendan esta beneficiosa
reforma, que la llevarían indudablemente á cabo en poquísimo tiempo
dadas las aptitudes del indígena, siempre que emprendieran la obra
con verdadera constancia.

Los que sigan la lectura de este libro podrán comprobar en los datos
estadísticos el escaso número de niños de ambos sexos, de los que
asisten á las escuelas que hablen el español, siendo de advertir que
la provincia de Albay costea la educación de maestros y maestras;
pero estos al encontrarse al frente de la enseñanza en sus respectivos
pueblos, se olvidan en absoluto de sus compromisos y emprenden sus
explicaciones en la lengua local, y para cubrir las formas y en
previsión de las pocas visitas del Inspector provincial, fijan en la
memoria de sus educandos algunas contestaciones en español, y como
el significado no puede apreciarlo la inteligencia por no conocer el
valor de las palabras, de aquí el que en una ocasión presenciáramos la
gran imperturbabilidad de un maestro que oía decir en forma coreada á
sus discípulos, que los enemigos del alma eran _mimoria, intindimiento
y voluntad_.

El indio copia la escritura española sin entenderla, [1] y se aprende
de memoria con gran facilidad relaciones ó discursos más ó menos
largos. Esa facilidad de emitir palabras que no entienden, puso á
un Gobernadorcillo en una ocasión en lance bien apretado. Visitaba
un General los pueblos del Sur de Luzón y en plena recepción oficial
en uno de ellos, le preguntó el General al Gobernadorcillo sobre el
estado de la localidad, á lo que con gran claridad y precisión le
contestó: _Con el cólera, la langosta,  las viruelas y la visita de
V.E. el pueblo está al pelo_. Esta extraña salida produjo el efecto
consiguiente, y aquel _pelo_ por poco se le atraganta al munícipe
que en mal hora quiso hacer un discurso con media docena de palabras
españolas cuyo valor no conocía.

Y con esto creemos que en ninguna ocasión está más justificado el
hacer punto y punto _redondo_.



CAPÍTULO VI.

Camalig.--Su etimología y situación--Proximidad al
volcán.--¡1814!--Barrio de Tondol.--Estadística.--Zonas
abacaleras.--El padre Blanco y su Flora.--_Musa
textoria_.--El _ramio_.--_Urtica-nivea._--Competencia
imposible.--Comparaciones.--Desconocimiento
del abacá.--Exportación en 1885.--Núcleo de
producción.--Abacá colorado--Fuerza productiva--Beneficio
del abacá.--Su riqueza.--Jornaleros.--Cotizaciones y
ventas.--Márgenes.--Enfardaje.--Setenta y cinco por ciento de
beneficio.--Precios del abacá.--El _buntal_, el _nito_ y el _cabo
negro._

Cuenta la tradición que en el sitio que hoy ocupa el pueblo de Camalig,
encontraron los primeros españoles que pisaron aquel suelo un extenso
camarín, á cuyo alrededor se formaron algunas viviendas, dándoseles el
nombre de _Camalig_, ó sea _camarín,_ y de aquí la denominación de la
provincia de Camarines, á la que perteneció este pueblo hasta 1847,
en que se agregó al de Albay. Linda con Daraga, Guinobatan y Quipia,
distando del primero 2,50 km., del segundo 3,75 y del tercero 9,50. Se
encuentra situado en las estribaciones del Mayon, en sitio bastante
elevado, siendo el pueblo que se halla más cerca del cráter, así
que es el que más ha sufrido en las distintas erupciones de aquel,
hasta el punto de haber desaparecido en 1814, en que todo el pueblo
quedó envuelto en fuego y cenizas. Los habitantes que escaparon de
la catástrofe formaron barrio en Tondol, de donde se trasladaron á
Quilaponte y Baligan, para ir por último, olvidando antiguos siniestros
y no previendo los venideros, á situarse en 1838 en el mismo lugar
que ocupó el primitivo pueblo.

Camalig, con sus cinco barrios, contiene 17.457 almas y 8.889 tributos,
repartidos en 92 cabecerías, habiendo entre sus habitantes 5 europeos
y 25 chinos. Se verificaron en el año á que se contraen estos datos
estadísticos 134 casamientos, 581 bautizos y 301 inhumaciones. A las
escuelas asisten, por término medio, 250 niños y 130 niñas, hablando
muy pocos el español. Fueron procesados 14 varones y 1 hembra.

Camalig es uno de los pueblos más ricos de la provincia, y en él tienen
las casas abacaleras, uno de los centros más activos de acopio. Posee
buenos y sólidos edificios, descollando la iglesia y casa parroquial.

La jurisdicción de Camalig es sin disputa una de las zonas abacaleras
más ricas, siendo el abacá, ó sea la _bandala_ como se llama en bicol
el producto que constituye la riqueza de la provincia.

El abacá lo define el sabio botánico filipino Padre Blanco de la
siguiente manera:

«_Musa trogloditarum textoria_. Musa de los trogloditas de
telares. Corola, el labio inferior, casi sin escotaduras. Estambres
cinco, sin rudimento del sexto. Fruto con tres costillas y muchas
semillas perfectas. Este plátano llamado abacá le reputo por variedad
del _Musa trogloditarum errans_; él es de los más útiles, y se cultiva
con cuidado en la provincia de Camarines y en otras partes. A primera
Vista no se diferencia de los otros. El fruto es comestible y muy
pequeño, pues el que yo he visto apenas pasaba de dos pulgadas de
largo. Las semillas llegan á su perfecta madurez. El uso que se
hace de este plátano es inmenso. De él se fabrican cuerdas, cables y
tejidos de una finura extremada. Para esto se corta el tronco por el
pie y por el extremo, cuando está próximo á dar fruto, quitándole las
hojas. Quítanse también uno á uno los peciolos, y se les hace por la
parte de adentro una incisión en el medio al través con un cuchillo,
para quitarles la corteza que les cubre interiormente. Despojado ya
el peciolo de su corteza interior, todavía se hace tiras de dos dedos
de ancho, las cuales se colocan una por una debajo del corte de un
cuchillo, fijo en una caña larga, que hace el efecto de un resorte,
y cuyo extremo más largo está afianzado en la tierra. Puesta, pues,
la tira del abacá debajo del cuchillo, de modo que la corteza exterior
mire arriba, se tira de ella con fuerza por una punta, lo cual se
practica una ó dos veces, y entonces aparecen claros los hilos; pero
con este método se desperdicia la mitad del abacá. Todavía hay que
pasarlos por una especie de sierra, que hace el oficio de un rastrillo,
como los que se usan en Europa para el hilo; esta segunda operación no
la he visto hacer, pero sí la otra. Allí quedan ordenados los hilos,
pero unos son más finos que otros, y por eso las mujeres tienen el
cuidado de separarle en varias clases, antes del tejido, lo cual
ejecutan con suma destreza, aunque sea á oscuras.

Si el abacá se ha de emplear en hacer telas, se forma de ellos primero
un ovillo apretado, como la cabeza de un niño de grande, el cual se
echa en el mortero en que pilan el arroz, y allí le dan muchos golpes
con la mano del mortero que es de madera. Esta operación hace muy
flexible el abacá, y menos expuesto á quebrarse.

Hecho esto, no hay más que ir atando un hilo con otro por los extremos,
en lo cual se ocupan generalmente las mujeres y las niñas. El tejido
se hace como el del algodón; pero si el abacá es demasiado fino se
meten las mujeres dentro de un pabellón para tejerle, porque el viento
quiebra fácilmente los hilos.

Hechas las telas, se meten por un día y una noche en agua, con un
poco de cal de conchas. Se lavan después, y se estiran.

El abacá se da muy bien en la provincia de Batangas, y en otras
partes; pero no es tan bueno como el de Camarines, y este parece
que es inferior también al de Panay y Marinduque; bien que sobre
esto hay opiniones. Pero tengo por muy probable, que estos otros son
distintos del de Camarines, pues la fruta de este es amarga y no se
come, y las de los de Batangas sí.

El agua, que se recoge en un hoyo que se hace en el pié del tronco
que se ha cortado, se dice ser buena para la contracción del miembro
viril, enfermedad singular (colo-colo), que no deja de ser frecuente
en las provincias visayas, y que regularmente viene acompañada de
contracción en la lengua.

El inglés Dampierre, según se lee en la historia de los viajes del
abate Prevost, se engañó cuando dijo que el abacá era solamente
conocido en Mindanao.

El abacá se tiñe fácilmente de azul y de encarnado. Para teñirle de
azul se empleaban ya desde tiempos antiguos las hojas de un arbusto
ó enredadera que en Camarines llaman payanguit y aringuit, según la
sabía relación que de esta enredadera ha hecho á la Sociedad Económica
de Manila, el curioso y diligente observador P. José de la Mata,
religioso de San Francisco; que es quien la ha dado á conocer en
estos tiempos á los europeos de Filipinas. Las hojas de este arbusto
dan un color azul muy abundante.

Para teñir el abacá de encarnado, he oído que se cuece en Camarines la
corteza de la raíz de la morinda con un poco de cal ó de alumbre, hasta
que se logra el color deseado, y con esto se procede al teñido. Pero
es mejor teñirle del modo usado con el hilo de algodón; esto es,
con legía y aceite de ajonjolí.»

En la esfera textoria ha aparecido recientemente un producto que
lo suponen algunos superior á todos los de su clase. Este se llama
el ramio y sus partidarios creen ver en la siembra de este textil
la salvación de la riqueza agrícola, no solamente de España si que
también de las provincias ultramarinas.

Desearíamos que las Granjas modelo de Luzón y Visayas, ensayasen el
cultivo del ramio tal como hoy se practica en Europa, siquiera esos
ensayos solo den por resultado emular ante los ojos del indio toda
la riqueza que atesora la diversidad de textiles que se crían en
sus campos. Hemos dicho tal como se cultiva en Europa, puesto que el
género _Urtica_ al que pertenece la especie _Utilis_, ó sea el ramio,
de antiguo es conocido en Filipinas en donde crece y se desarrolla sin
que para nada entren los cuidados del hombre; y esa misma _Urtica_
es seguramente la que ya describió en 1837 el sabio botánico Frey
Manuel Blanco, en su _Flora Filipina_ con el nombre de _Urtica Nivea_,
de la que dice en la primera edición de su obra «que la corteza
preparada se hila y sirve para hacer telas.» Y nada tiene de extraño
que la tan renombrada _ortiga_ fuese de tiempo inmemorial conocida en
Filipinas, pues que de sus vecinas costas de China procede. Nosotros
creemos que por razón de precio y por otras no menos atendibles, el
ramio jamás podrá competir con el abacá. Las largas preparaciones,
labores hondas y cruzadas, estercoladuras, extracción de raíces y
piedras, formación de caballones, riegos, abonos, delicadas faenas
en la siembra, escogimiento de tiempos y lugares, toldos, abrigos,
tanto contra el frío como del viento, trasplantes, viveros, escardas,
peritación en los cortes, desecación al sol, almacenajes, complicadas
máquinas desfibradoras y tantos y tantos gastos y operaciones como
necesita el ramio, forzosamente han de resaltar ante la simplicidad y
baratura del cultivo y faenas á que se presta el abacá desde que lleva
su germen á la tierra, hasta que extraídas de su tronco sus finísimas
y blancas hebras salen al mercado prensadas formando fardos á servir de
importante factor en múltiples industrias de Inglaterra y América. Este
filamento no tiene entre los de su clase más competidor que el cáñamo,
y esto solo en algunas propiedades de la cordelería, superándole el
abacá en cambio en cuanto se refiere á trabajos de telar, del que
salen piezas tan finas que se confunden con los estimados paños de
la seda de China  [2].

El abacá es poco conocido en España, adonde el año 1885 solo se
importaron 20.340 kg., y de estos solo 3.064 en rama, de los 53.331.009
kilogramos que salieron por los puertos filipinos. Este textil es
tanto más rico cuanto que no tiene que luchar con la competencia. Lo
produce un plátano propio y peculiar de las Filipinas, y eso solo en
la parte Sur, radicando el núcleo de su producción en la volcánica
provincia de que venimos ocupándonos.

Ni los ingleses en la India, ni los holandeses en Java, ni los
franceses en Saigon y Conchinchina han podido dar vida en sus campos
á tan preciada planta.

No teniendo los abacaleros competencia en mercados extranjeros, no
comprendemos que este producto sufra depreciaciones, siempre que la
ambición no ciegue al agricultor, desprestigiando el filamento con
su codicia, beneficiándolo fuera de sazón ó llevándolo colorado al
mercado; signo evidente de que se ha hecho mal la sencilla operación
de la extracción de la hebra, dejándole pulpa ó carnaza que si bien
la hace subir de peso la hace bajar de precio.

El abacá se produce todo el año, y las plantaciones una vez en
beneficio se reproducen á medida que se cortan de una forma, y
con una exuberancia tal, solo concebible en la fuerza productora
de aquellas tierras. No exige cava, ni arado, ni abono, y con solo
el indispensable desbrozamiento que necesariamente ha de hacerse en
campos que continuamente están en producto, se comprenderá la riqueza
de este filamento.

El jornalero dedicado á las faenas de la extracción del abacá, no
recibe salario, compartiendo el producto con el propietario. Una
familia india compuesta del matrimonio y un chico, puede muy bien
extraer al día una arroba de filamento: cantidad que al declinar
la tarde y dejar en reposo la cuchilla del tosco aparato que limpia
la hebra se parte entre el trabajador y el dueño de la plantación á
quien generalmente vende con arreglo á la cotización del día, pues es
de advertir que el precio del abacá es objeto de fluctuaciones que
diariamente comunica el telégrafo, imponiendo precios los mercados
de Inglaterra; dando esto lugar á que con los acopios de abacá se
concierten verdaderas jugadas, en las que el dueño del almacén hace
adelantos al dueño del textil, y según que los telegramas señalan
bajas ó alzas, así se cobran ó se abonan _márgenes,_ nombre que
equivale á lo que aquí se llaman _diferencias_.

Hasta la última operación que precede al embarque del abacá, deja un
gran rendimiento, consistiendo este en los beneficios del enfardaje
que se verifica en bultos de á dos _picos_, ó sean 11 arrobas. El coste
del bejuco, petate y trabajo que representa cada fardo asciende á unos
25 céntimos de peso que con el recargo de un 5 más en bulto que puede
apreciarse por deterioro de material y tanto por ciento del capital
invertido en el almacén, suma un total de gastos de 25 céntimos de
peso por fardo. Y como quiera que es cosa corriente é invariable el
que se recargue un peso por enfardaje, solo esta operación como vemos
produce un 75 por 100 de su coste, y producirá más el día que estos
trabajos dejasen de hacerse á brazo realizándose per medio del vapor.

El precio del abacá tiene constantes fluctuaciones, habiéndosele
visto subir en poco tiempo de 4 á 12 pesos el pico, ó sean las cinco
arrobas y media. El agricultor que vende su abacá á peso la arroba,
ya le queda un buen producto al capital empleado; vendido á 10 ó 12
pesos, aquellos serán muy cuantiosos é importantes.

El ramio sin quitarle toda su bondad y mérito, no tendrá nunca gran
desarrollo en Filipinas, en donde con muchísimos menos gastos que
los que origina aquel producto se obtienen otros que los reemplazan,
pues no hay que olvidar que aquellos campos contienen la variedad
de textiles más numerosa del mundo, no solamente en sus especiales
plátanos, si que también en la diversidad de palmas de que se extraen
el _buntal,_ el _nito_, el incorruptible cabo negro, y tantos otros
que se emplean en finísimos tejidos y preciadas cordelerías. Antes
que el ramio tratara de hacer competencia á los textiles filipinos,
ya lo intentaron sin resultado los yutes y sisales de América.



CAPÍTULO VII.

Guinobatan.--Etimologías.--Situación.--Estadística.--Mauraro.--Catástrofes
originadas por el volcán.--Eternas amenazas.--La iglesia y la casa
parroquial.--El bardo del Mayon.--_Tacay_.--El Padre Luís.--Aguas y
nieblas.--El Banao.--El puente de Isabel II.--Destrozos originados
por un tifón.--Un diminuto Galeno.--Los sobanderos.--El mediquillo
herborista.--Cómica gravedad.--Pseudo enterradores.--Recetario.--Su
copia.--Autógrafo inapreciable.--Descanso.

A seis kilómetros escasos de Camaling, se encuentra Guinobatan, palabra
cuya raíz _gubat_ tiene tres significados, dando á conocer lo mismo el
terreno _desmontado_ que el lugar en que se ha verificado un _asalto_,
ó conseguido una _conquista_. Nos inclinamos á creer que la verdadera
etimología hay que buscarla en el primer sentido, teniendo en cuenta la
necesidad que habría de hacer cortes y talas para formar aquel pueblo.

Guinobatan confina por Este con Camalig, por Oeste con Ligao: Tabaco
por el Norte, dejando al Sur Quipia y los mares de Burias.

Tiene con sus barrios un total de población de 15.994 almas, que forman
88 cabecerías con 4.131 tributos. Se registraron 689 bautizos. 111
casamientos y 400 defunciones. Asistieron á las escuelas por término
medio 340 niños y 260 niñas, conociendo medianamente el español
40 entre unas y otros. Hay radicados 4 europeos y 57 chinos. La
criminalidad figura con 15 procesados.

El pueblo que nos ocupa es uno de los mejores de la provincia de
Albay; en lo antiguo fué barrio de Camalig de quien dependió hasta
1688 en que adquirió propia autonomía. El año 1814 fué destruido por
el fuego del volcán, formándose el nuevo pueblo en la que hoy es
visita de Mauraro. Nueva catástrofe hizo que el caserío se fijara
en las playas Panganiran: volviendo por último al primitivo sitio,
pesando sobre el pueblo la eterna amenaza del vecino Mayon.

Guinobatan tiene bonita iglesia y espaciosa casa parroquial, morada que
fué muchos años del Padre Melendreras, inspirado poeta que ha dejado
escritos no pocos versos llenos de melancolía y sentimiento. Este poeta
ha sido el bardo de las comarcas del _bicol_ y en todos sus escritos
palpitan tiernos recuerdos. La siniestra luz de las rojizas llamas del
Mayon, los monstruos y quimeras del Lignion, la flora de sus campos,
las leyendas de sus bosques, y sobre todo la originalísima _Tacay_,
hermosa flor ninfácea de sus lagos, de la que hizo el poeta motivo
y tema de sus versos, fueron las fuentes en que el Padre Melendreras
bebía la inspiración de sus cantares inéditos en su mayoría, y casi
podríamos decir en su totalidad, consecuencia de su extremada modestia
que á todo trance rehuía la publicidad.

La casa parroquial de Guinobatan tiene suerte con sus
inquilinos. Preguntad en toda la provincia de Albay, lo mismo á indio
que á castilla por el Padre Luís, y no oiréis más que bendiciones para
aquel párroco que durante las últimas epidemias fué la providencia
de Guinobatan.

Aguas constantes y tenaces y espesas nieblas hacen que en aquella
localidad la humedad sea muy grande, circunstancia que favorece el
desarrollo del plátano abacá cuyo textil es el principal producto de
su suelo.

El _Banao_ riega la jurisdicción de Guinobatan y sobre dicho río
se levantaba hasta hace pocos años el magnífico puente de Isabel
II. Tenía 1.500 pies de largo por 54 de ancho, formándolo dos grandes
ojos. Este puente fué destruido por un tifón. Igual suerte sufrió
el Tribunal. En este pueblo conocí un celebérrimo mediquillo. La
rama de este _diminuto_ Galeno era general en el partido de la
Iraya. Lo vi por primera vez _maniobrando_ sobre un paciente que
seguramente quedaría sin hueso sano. En los distintos _sistemas_
curativos que los mediquillos filipinos emplean, figura el de la
_soba_, ostentando los que la practican el poco tranquilizador
título de _sobanderos_. Líbrelos Dios de caer en manos de uno de
esos _asesinos_, y preferid antes que tal os aconteciese, un vuelco,
un despeño, ó un choque de trenes en la seguridad que de estos no
saldríais tan magullados como de los aceitosos, largos y apergaminados
dedos que la emprenden con vuestras carnes con una fe tal que no hay
dolor que no desaparezca, por aquello de que baza mayor quita menor,
y de seguro que en aquel juego, la menor es siempre la dolencia, y
la _mayor_ la que os propina el _sobandero_ en medio de resoplidos,
apretones y magullamientos.

El mediquillo á que me refiero era _herborista-sobandero_, es decir,
que participaba de ambos _sistemas_ curativos, dejando las sobas cuando
el paciente prefería las hierbas. Y no se crea que el mediquillo
ejerce su _noble_ profesión con el descreimiento del charlatán,
no; la practica con la misma fe que el más concienzudo hombre de
ciencia, rodeando todos sus actos de una solemne y cómica gravedad,
tan rayana al ridículo, que no he podido menos de reirme siempre que
he tropezado con alguno de esos pseudo enterradores. El mediquillo de
Guinobatan tenía para las _funciones_ de herboristería un recetario,
sacado de su propio caletre, recetario que de su puño y letra guardo
una copia, como un tesoro, entre otros autógrafos de igual _mérito._
No quiero privar á mis lectores de tan sabrosísima lectura, y en el
mismo _castila_ en que está escrito, y con su propia puntuación y
ortografía, lo traslado aquí, y que Dios me perdone.

Dice así:

_«Recetario de yerbas y flores de Guinobatan_.

«Las hojas del arbol _Calongay_ es medicinal para muchos padecimientos,
especialmente para los que provienen de _ayre_ como dolores
de Barriga con _ventocidad_ pues tomando de ellas lo necesario y
después de _piladas_ esprimir y en el _sumo_ meter una _purcion_ de
sal hecho ascua y dando en seguida _de tomar_ al paciente se sanará,
Es un activo vegigatorio la corteza de este arbol, pues raspando y
mesclando después un poco de sal, y calentar en el fuego y aplicar
á la persona que quiere se le _ampolle_ alguna parte del cuerpo no
hay duda que se conseguirá el deseo.

«Las hojas ó cogollos de Guayabas colorado también es medicinal
para el que esté atacado de _ayre_, pues se mastica bien y después
se traga, verá que después de momento eruptará aire. El cocimiento
de las hojas de este arbol es útil para lavatorio á las heridas se
evita de gangrena y se cura pronto.

«La cáscara de Narangita mezclando en el cocimiento de té, y calentito
se toma y después se arroja bien el que padece de tos por efecto de
_romadizo_ mal curado se corrije pronto.

«La fruta del arbol _Sampaloc_ tomándola á manera de cagelada con
caramelo, no solo _antivilloso_ sino también cura al que padece
_ofrecion_ de pecho _hechando_ sangre por la boca.

«El cosimiento de la corteza del arbol _Agoyo_ tomándolo la muger
que se le haya retenido el período, se consigue bajarlo.

«Para el que tiene trastornado la memoria por causa de haber recibido
mucho frío se tomara muchas frutas de Limoncito _osua_ y se pone al
fuego y cocido, se parte y se aplica á la cabeza del paciente y sanara.

«Para el que padece dolores de dientes por _cauza_ de _Gusanos_ ó
irritación, se debe tomar cocimiento de la corteza del arbol _Molare_
ó _Santol_,_enjugando_ con el únicamente la _boca_. El mismo cocimiento
del Santol es útil _lavar]_ con el la parte llagosa ó _canserosa_ para
curarse mas pronto como con el cocimiento de la corteza del _Afenic_
para disolver el _lamparon_.

«Las hojas de algodón ó _Cayo_ calentándolas un poco en el fuego y
aplicándolas á la parte _dislocada_ se cura.

«El _pasmo provenido de calor_ también se  cura raspando la corteza
del arbol Dapdap y después de calentado al fuego se aplica al vientre
y á la espalda, para curar la _ventosidad_ y _vapor de tierra_, debe
rasparse la corteza del arbol Manugal y su cocimiento se da de tomar
al paciente.

«Para contener la hemorragia en alguna herida se debe aplicar á ello
raspadura de la corteza del arbol _Nanca, Baje_, ó sea _Palmabraba_.

«Para el que padece ronquera se le dará de comer fruta del arbol _Sua_
ó limoncito á las cuatro de la madrugada, partiéndose y secándose
antes al sereno y verá que la ronquera se quitará.

«Para el constipado mal curado se debe tomar de la fruta de _Bayasong_
ó Leimon y se asa entero en ascuas, y cocido se parte en estremo,
y el jugo se unta en el pecho abrigándose después el cuerpo.

«Para el que padece _pasmo por el calor del Sol,_ se le debe aplicar
la corteza del arbol _Borobarira_ raspada, y cocida en el fuego
envolviéndolo en hojas de plátano se pone en el vientre.

«Para volver su color natural al cutis que lo tenga amarillento á causa
de _irritación_ y _frío_, debe tomarse el paciente el cocimiento de
la corteza del arbol _Malobayo_.

«Para cortar los pujos no hay más que tomar cocimiento de las hojas
del arbol Manga.

«Para disolver tumores en cualquiera parte del cuerpo, se consigue
sacando un poco de calamasado con el jugo del arbol Ditadita se unta
en la parte que trata del tumor para disolverlo. El cocimiento de
la corteza de este mismo arbol, sirve para corregir un tanto las
tercianas, y para lavatorio de heridas.

«Con el cocimiento de la corteza del arbol del _Mambog_ se lava las
_implamaciones elifanticas_ para curarse.

«Para curar la enfermedad que llaman _culebra_ no hay mas que coger
pepitas en sazón del arbol _Sapran_ y amasadas con un poquito de agua
para estraer la parte colorada que las envuelve, y untado con dicha
agua desaparece la enfermedad.

«Con el cocimiento de le corteza del arbol _Layoan_ tomándolo, es un
medio de cortar la sangre por la boca.

«Untando en la herida el jugo del arbol _Balite_ sana pronto y _revive
la carne_.

«La _suciedad_ que la lengua demuestra por efecto de alguna calentura,
se quita enjuagando la boca todas las mañanas con el cocimiento de
la corteza del arbol _Ciruelo_.

«Es muy útil _dar de tomar_ á las paridas cocimiento de la corteza del
arbol Tanag al objeto de echar fuera la sangre coagulada. Para este
mismo padecimiento las hojas de la Yerba _Daloydoy_ se pasan un poco
al fuego para _ahuyentar_ la frescura y se aplican al vientre. También
á falta de Daloydoy suple las hojas de la yerba Peregrina bajo el
mismo método de aplicación de la Daloydoy.

«Para calmar los dolores de Barriga, se debe aplicar á ella hojas
del arbol Alom.

«Se cura el _espasmo_ tomando el cocimiento de la corteza del
arbol Yba.

«Para un constipado mal curado se saca corteza del arbusto _Taló_
ó _talago_ se _ajusta_ ambos estremos de ella y después se pone en
forma de rosario para que el constipado _salga_.

«Con el aceite del arbusto _Tagnan-tagnan misturado_ con polvos de
pimienta, se cura la _cojera_ que proviene de tumores.

«La _hernia_ ó sea la _potra_ también se cura con la fruta de _papaya_
asando esta, y cuando esté bien caliente se aplica hasta que se enfrie.

«Cuando la matriz estuviese _hinchada_ á causa de la obstrucción
de periodo, se cojen hojas del arbusto Cipris se pasan al fuego y
calentito se aplica al bajo vientre y se calmará la hinchazón.

«Para las enfermedades _de punzada_ es muy util las hojas del arbusto
_Quilala_ que  después de piladas se aplican á la parte _dañada._

«Para _disolver_ algún _flato_ en el estómago, efecto del _pasmo
de hambre_, es muy util tomar cocimiento de las raizes del arbusto
_Talanisog_.

«Para la _opresion_ de pecho conviene que las hojas del arbusto Bani
calentarlas un poquito al fuego y aplicarlas al pecho.

«Para bajar la calentura que proviene de irritación se toman hojas
del arbusto _Payatpayat_ y se las unta jugo de limoncito y se las
aplica en el vientre.

«También es muy bueno para la calentura las hojas del arbusto
_Balensua_ aplicandola en la cabeza.

«También para disolver tumores é _implamaciones_ es muy util la
corteza del arbusto _Damos_ raspándola se aplica á la parte dolorida.

«Para las mugeres de parto que _se recaen_, las hojas de _Pulli_
sacadas se amasan con sal, y después se pasa al fuego y caliente se
aplica al vientre y se sanara.

«Para mugeres que están con la _mesturacion_ y quiere contenerla,
se saca el arbol Ydioc una especie de pelusa, y hecho ceniza se
mezcla en un vaso de agua, y lo toma, y al poco instante se contiene
la hemorragia.

«Para curar el garrotillo no hay mas que raspar la corteza del arbusto
_Tagum_ y aplicar á la parte dolorida y se sanara.

«Para picadura de cien piés no hay mas remedio eficaz como coger
cogollos del arbusto Anmamali y después de calentar un poco en el
fuego aplicarlo en la picadura.

«Para disolver algún _bulto en el interior del estómago_ se saca
tres pedazos de las enredaderas Balogo y se pone al fuego, y cuando
ya están bastante tiempo, _se pila_ y bien machacado se _esplime_
y el jugo se _da de tomar_ al enfermo.

«Para cortar los pujos se debe sacar hojas de la yerba Santo Angel y
se _pila_ y después de mezclar clara de huevo se aplica en la barriga
y espalda.

«La enredadera Paytan es antivenenosa, pues al que _se le haya picado_
alguna culebra ponzoñosa debe _darle de tomar_ cocimiento de ella.

«Las hojas de _Amargoso se pilan_ y después se esprime para sacar
el jugo que se _dará_ de tomar al chiquillo ó persona _flemativa_
para arrojarla.

«Para curar la hidropesía se debe cojer planta de _Tanglad_ en
regular cantidad y con las raíces se cuece en una olla, echandola agua
suficiente; se cubre bien con hojas de plátano, cosa que no _respire_
de vapor y cuando ya está hirviendo, se hace sentar al enfermo en una
silla, se le cubre bien con sabanas hasta la cabeza, y después se pone
la olla debajo del asiento y en la cubierta se forma un ahujero para
salir el vapor que el enfermo lo irá recibiendo, para que sude mucho,
pues con este sudorífico se curará.

«El cocimiento de Camod es vomitivo.

«El cocimiento de la yerba _Penit_ es eficaz para lavatorio _á las
heridas cancerosas_, pues _mata á los bichos que agrupan en el cutis_.

«El cocimiento del arbusto Canios ó Tabios es util dando de tomar á
los chiquillos que padecen _en constipado_ mal curado.

«El cocimiento de la flor de Manzanilla, es remedio para _ventosidad
y constipado_. Con el cocimiento de las hojas de orégano se consigue
que á la muger baje el periodo retenido por efecto de calor.

«La debilidad que padezca la muger á causa del desarreglo de la
menstruacion, se corrije comiendo en ayunas flor de Coles.

«Para curar el _pasmo que proviene de hambre_ se saca hojas del arbusto
_Laguindi_ y se cuece como la esplicacion de la yerba _Tantae_ bajo la
misma aplicación para la cura de esta enfermedad. Las hojas de este
mismo arbusto ahuyenta los chinches dejándolas secar sobre sillas ó
catres atestados de este bicho.

«Para dolores de cabeza la _Yerbabuena_ se mezcla con un poquito de
sal, y se calienta en el fuego y después se aplica á la frente se
mitiga el dolor.

«Cuando alguno tiene el cutis amarillento por consecuencia de no
_haberse salido al sol_, se aplica al cuerpo hojas de la yerba
_Batolong_ y se sanara.

«Para _hinchazon de vientre por causa de calor_ se debe tomar
cocimiento del arbusto _Lacadbulan_ ó salvia.

«Para curar los calambres provenidos de mucho trabajo corporal
ó material, las hojas de Romero se friega en la parte dolorida ó
suspensa del cuerpo y se sanara.

«Para que los niños de pecho _espelan por el conducto natural_ lo
_que han mamado en el vientre_, se cogen yerbas de _Corocanding_ y
después de machacarlas con la mano se aplican al vientre, y verá en
breve el efecto también para este fin es bueno las de la _Tarotarayo_
ó _Sorosoró_ machacandolas en el agua que se le _ha de dar de bañar_
al chiquillo.

«También es _contra aire_ la pepita de Calombibit ó Dalogdog, pues
para el que padece  este mal se le debe de dar medio vaso de agua
mezclada con la pepita de dicha yerba asada y _polvoreada_ y se sanara.

«Las hojas de la yerba Rangá ó Camantigue haciendo en cocimiento
es bueno para lavar la herida ó llaga que provenga de la enfermedad
_gangrena_.

«El Barang ó Zarzaparrilla, tomando el cocimiento de su tronco en
agua de tiempo sirva para purificar la sangre.

«Las Malvas es un refresco sano para el convaleciente, se puede
tomar en cocimiento para refrescarse ó en lavativas, para retención
de orina es bueno tomar tres cinco ó siete ponos de malvas con la
raíz de las que aun no han dado ninguna flor, se quita las ramas y
la parte de tallo quedando solo el tronco y raizes de que se hace un
cocimiento, y en ayunas ó en cualquier hora del día se toma y verá
como se orinará. Para este mismo padecimiento el cocimiento de la
yerba _Torotogod_ ó grama.

«Para que los chiquillos que tienen _lumbrises_ las espelan con
facilidad se debe coger muchas hojas de la yerba _Bagnagan,_ se pila
y después se calienta en el fuego, y á las ocho de la noche se aplica
á la boca del estómago del enfermo poniendole una faja para que no se
caiga. Para picadura de Culebras ponzoñosas es un remedio infalible
las hojas de la yerba _Badian na burit pilan dolas_ y aplicando á
la picadura.»

Tras la anterior lectura no hay más remedio que descansar.



CAPÍTULO VIII.

Ligao.--Su situación--Etimología.--Historia--Fundación.--Los libros
parroquiales.--Primeras partidas bautismales.--El Padre Crespo.--La
fe y el patriotismo--Veladas lírico-literarias.--Gramática
bicol-española--Ideas antitéticas--Frey Pedro
Payo.--Estadística.--Oás.--Su etimología.--Su fundación--Jurisdicción
de Oás.--Productos y estadística.--Párrocos europeos de la
Iraya--Polangui.--Su etimología.--Su fundación.--Estadística.--Campos
de Polangui.--Libon.--Etimología, situación, historia, productos,
obras y estadística.--Antigüedad de su iglesia--Regreso á la cabecera.

En el partido de la Iraya, y entre Guinobatan y Oás, se encuentra
el pueblo de Ligao. Está situado en un extenso y hermoso valle á la
derecha del río Cabilogan, siendo su clima templado y agradable.

Dista de Guinobatan 12 km., 6 de Oás y 42 de Tabaco por el nuevo camino
que recientemente se ha construido, bajo la inteligente iniciativa
de su último Alcalde mayor D. Joaquín Beneyto. Esta vía ha abierto
nuevos horizontes comerciales á la provincia de Albay, adquiriendo
gran importancia el puerto de Tabaco, mucho más seguro y resguardado
que el de Legaspi.

Algunos creen que el nombre de Ligao está tomado de un árbol, así
llamado, que antiguamente abundaba en su término: nosotros respetando
esta opinión nos inclinamos á creer que aquella palabra es corrupción
del término bicol _Licao_ que significa _irse_ ó _separarse_, no
siendo extraño se le diera tal denominación al tener en cuenta la
situación que ocupa aquel pueblo, _separado_ en la antigüedad por
larga distancia de la carretera real.

Los reyezuelos que mandaban las rancherías que formaron Ligao,
denominábanse según manifiesta el erudito Padre Huertas, Pagquilatan,
Macabangoy, Sampongam, Mabao y Hocoman que imperaban en la ranchería
Babasi, la misma que después fué visita del pueblo. Dichos régulos se
hallaban discordes entre sí sobre el mando superior, dirimiendo estas
contiendas un cabo español, y concediendo el mando al Pagquilatan,
quien se sometió á los españoles con todas sus rancherías. La
conversión de este pueblo se comenzó por los Padres Franciscanos el año
1606, hallándose una partida bautismal de 24 de Agosto de 1608 firmada
por el Padre Luís de San Juan, según consta en los libros de la iglesia
de Polangui, á cuya matriz perteneció Ligao en sus principios. Después
fué agregado al pueblo de Oás, y más tarde en el año 1665 fué separado
adquiriendo propia autonomía. La actual iglesia se construyó en 1709
habiendo sufrido de entonces acá, notables transformaciones. En estos
últimos años y merced á la constancia de acero de mi querido amigo
el Padre Crespo, se ha cambiado completamente al gusto moderno la
iglesia y casa parroquial. E Padre Crespo es el prototipo acabado
del misionero de la fe y el patriotismo: espíritu batallador, que lo
mismo sabe dominar las fatigas de su cuerpo en las largas noches de
insomnio en los hospitales de coléricos, que vencer con un entusiasmo
sin límites y una tenacidad á toda prueba los múltiples obstáculos
que por doquier se le presentaron para organizar y dar carácter
permanente á veladas lírico-literarias, que periódicamente se celebran
en aquella casa, en la que el libro, la revista y el periódico tienen
un lugar preferente. El Padre Crespo es autor de una notable gramática
bicol-española [3] y de sinnúmero de folletos, poesías, artículos y
leyendas, todas ellas impregnadas de las notas que vibran siempre en
todos los escritos del Padre Crespo. Los antiguos caballeros tomaban
por _mote_ Dios y su dama: el franciscano que nos ocupa, su enseña
es la de religión y España. De no pocas críticas ha sido objeto el
autor de estas líneas por la forma en que ha tratado á los frailes,
no viendo muchos la manera de armonizar sus ideas con las antitéticas
del fraile: esto, no obstante, diremos que el mutuo respeto ha sido el
eslabón que nos ha unido, á pesar de estar tan distantes en no pocas
apreciaciones que abrigan algunos, no todos los frailes que hay en
Filipinas. Por lo demás, dejando á un lado excepciones que en toda
sociedad ó institución existen, repetiré una y mil veces que en los
diez y siete años que he vivido en aquellas provincias españolas,
siempre he encontrado en mi camino no pocos frailes, verdaderos
modelos de patriotas y caballeros, figurando á la cabeza de esta
legión el jefe de aquellas Iglesias, el dominico Frey Pedro Payo,
que bien recientemente ha adquirido España á sus gestiones un hermoso
barco, pudiéndose admirar cuanto contiene la Exposición Filipina,
merced á sus esfuerzos, presidiendo aquella junta central.

Dependen de Ligao 11 barrios, comprendiendo entre estos y aquel un
total de 17.244 almas y 4.251 tributos. En el año 1878 se verificaron
121 casamientos, 699 bautizos y 432 defunciones. Hay radicados en
aquel pueblo 23 europeos y 47 chinos. Asisten á las escuelas, por
término medio, 170 niños y 70 niñas, hablando medianamente el español
unos 40 entre ambos sexos.

Al Noroeste de Ligao, y á 3 km. de buen camino, se halla el pueblo de
Oás. Esta palabra quizás sea derivación del término anticuado bicol
_Ovás_, que quiere decir _perder en la carrera_. Hoy se sustituye
aquella palabra por la de _Ombás._

El cronista de la Orden de San Francisco, dice respecto á la fundación
de este pueblo que, doce personas principales de varias rancherías,
bautizadas en un mismo día, fueron sus fundadores. Dichas personas
debieron ser bautizadas por los años de 1585 á 1587. Del día 13 de
Setiembre de 1587 ya se registra una partida de bautismo, firmada
por el Padre Jerónimo de Aguilar, quien desplegó tal celo por la
conversión de este pueblo, que desde el referido día 13 hasta el 8
de Octubre del siguiente año 1588, bautizó aquel Padre 451 personas
de 19 años para abajo.

La jurisdicción de Oás se extiende de Norte á Sur 6 leguas, y 2
de Este á Oeste. Tiene montes con buenas maderas, bejucos, burí,
excelentes pastos y caza mayor y menor. El terreno cultivado es
de regadío gran parte, y sus productos consisten en arroz, abacá,
maíz y caña de azúcar. Sus naturales se dedican á la agricultura y
beneficio del abacá.

Oás, con sus 12 barrios, contiene 11.373 almas, registrándose
en 77 cabecerías 3.343 tributos; hay radicados 1 europeo y 39
chinos. Se inscribieron en los libros parroquiales 464 defunciones,
83 casamientos y 603 bautizos. A las escuelas publicas concurrieron,
por término medio, 340 niños de ambos sexos, de los que solo 70 conocen
medianamente el español. En el cuadro de criminalidad de la provincia
figura Oás con 23 individuos procesados.

El epigramático y profundo bicolista Padre Santos, párroco de Oás,
juntamente con el reservado y taciturno de Polangui, el austero
y asceta de Camalig, el correcto humanista de Pilar, el furibundo
hidrópata de Daraga y el obeso y grave de Libón, constituían el año
1880, con los ya nombrados anteriormente, el clero parroquial europeo
del distrito de la Iraya, de cuyo partido solo nos falta conocer los
pueblos de Polangui, Libón, Quipia, Donzol y Pilar, encontrándose el
primero de estos distante de Oás 6 km., de Ligao 7,50 y de Libón 6.

El nombre de Polangui creen algunos fué tomado de un frondoso árbol así
llamado, que existía en el terreno de su fundación. Eruditos filólogos
bicoles creen que Palongui se deriva de _Polangguisoc_, ó sea _Pola
na Guisoc_, que es _Guisoc_, ó _Gijoc_, que significa encarnado.

Se formó este pueblo, según el historiador Padre Huertas, de 5
rancherías de unas 100 personas cada una, con la singular circunstancia
que los primeros que se bautizaron fueron 25 hombres en un mismo día,
y todos ellos aparentaban tener de 60 años para arriba. Su fundación
debió verificarse á últimos del año 1583 ó principios del 1584, porque
en un antiguo manuscrito que se conserva en los archivos del convento
de Franciscanos en Manila, consta que Palangui ya era pueblo en esta
última fecha, siendo su fundador el Padre Baltasar de la Magdalena,
fijándose primeramente en el sitio llamado _Binanuan_, de donde se
trasladó al hermoso valle que hoy ocupa.

Polangui, con sus 4 barrios, suma 8.490 almas, tributando 4.936 en
54 cabecerías. El número de casamientos, bautizos y defunciones está
representado por 93, 374 y 210 respectivamente. Asistieron 120 niños
de ambos sexos á las escuelas, de los que escasamente entienden
el español media docena. Hay 2 europeos radicados y 26 chinos. Su
criminalidad la representan 12 procesados.

Los campos de Polangui son fertilísimos, siendo regados por 10 ríos
sobre los que hay 17 puentes. Se cultiva no solo abacá, si que también
arroz, calculándose en 20.000 cavanes su cosecha anual.

A 6 km. de Polangui, encontramos el antiquísimo pueblo de Libón,
último de la provincia de Albay entre esta y la de Camarines Sur.

_Libon_ ó _Libong_, pues de ambos modos se pronuncia, significan el
acto de _matar salteando. Libong_ es palabra anticuada, diciéndose
hoy _Ribong_ que es _confusión intelectual, ó acto de engañar á uno
en alguna cuenta_. Tomando en pasivo aquella palabra, significa
_marearse_. Me inclino á creer que la etimología de _Libon_ hay
que buscarla en la palabra bicol _Libtong_, que quiere decir _sitio
profundo_.

El pueblo que nos ocupa fué fundado por el valiente D. Juan de Salcedo
á fines de 1573, siendo por lo tanto uno de los más antiguos de
Filipinas. Hasta el año 1847, perteneció como todos los de la Iraya
á Camarines Sur.

En Libon hay una magnífica iglesia de ladrillo. La bóveda del
presbiterio es del mismo material, y es asombroso el ver cómo ha
resistido á tantos y tantos temblores de tierra como se han sucedido
desde que fué edificada.

Entre los objetos que posee esta iglesia, hay una campanita en la que
se lee perfectamente el año 1600. El altar mayor, de tres cuerpos y
de orden compuesto, es exactamente igual al de San Francisco de Manila.

En el barrio de Pantao hubo un arsenal en el que hasta principios
de este siglo se construyeron buenas y sólidas embarcaciones. El
lugar que ocupó el astillero lo indican dos cañones de hierro de
grueso calibre, que en otros tiempos resguardaron aquel puerto de
las piraterías moriscas.

El vecindario de Libon con sus barrios llega á 3.666 almas, tributando
1.882 en 21 cabecerías. Su estadística parroquial registra 29
casamientos, 156 bautizos y 75 inhumaciones. Europeo solo lo es el
párroco, contándose en aquel vecindario dos chinos. De los 60 niños
que asisten á las escuelas, no hay ninguno que conozca el español. No
tuvo criminalidad.

Los pueblos de Quipia, Donzol y Pilar, que están muy distantes de la
carretera que hemos seguido, ya los encontraremos cuando hagamos la
visita al partido de Sorsogon.

De Libon regresamos á la cabecera.

En el tiempo que estuve en Albay, tuve ocasión de apreciar en todas
sus manifestaciones, lo que es la prestación personal, siendo mis
observaciones objeto del siguiente capítulo.



CAPÍTULO IX.

Prestación personal.

--¿Querías ver funcionar lo que se llama en presupuestos prestación
personal? Pues héla ahí.--Esto me decía un amigo encontrándonos sobre
el camino que dirige á Daraga en una hermosa tarde, señalándome
una doble hilera de indios de poca edad la mayoría, que _parecía_
querían trabajar en el arreglo de un terraplén. Había unos 300 hombres,
y entre ellos poquísimos tenían herramientas.

--Y bien, si no me explicas lo que es la prestación personal, poco
podré saber por lo que veo.

--Puesto que no tenemos prisa y hay tiempo, sentémonos bajo un árbol
y teórica y prácticamente podrás apreciar esa cuestión tan debatida
en la prensa y en los proyectos, llamada prestación personal. Todo
indio--dijo mi amigo encendiendo un cigarro,--tiene derechos y
deberes con relación al Estado y á la provincia en que vive, estando
entre los deberes el de trabajar cuarenta días [4] dentro del año,
en la jurisdicción de su pueblo. De este trabajo están exceptuados
los privilegiados por sangre, por inutilidad ó por edad. No habiendo
ninguna de estas circunstancias, todo indio que cumple los 18 años
debe trabajar hasta que llega á los 60, los cuarenta días en beneficio
de la circunscripción del pueblo en que está avecindado. El indio
pudiente que no quiere trabajar puede redimirse, y en este caso la ley
le admite dicha exención mediante una cuota. La redención puede ser
total ó parcial, la primera se adquiere pagando 3 pesos, al principio
del año, llamándose esta contribución exención de polos. Veamos ahora
la parcial, ó sea la redención por días llamada falla. [5] El cabeza
de barangay una vez que hay dispuesto un trabajo, anuncia con tiempo
á sus polistas el día que han de salir á hacerlo, y el que quiere
redimirse de él da 12 cuartos y con ellos paga su jornal.

--Pues no exigiéndose más de 12 cuartos y pagando, como en esta
provincia paga, el particular á 40 ó más el jornal, desde luego
se supone que todos los indios se rediman, bien por año ó bien por
días,--objeté yo con la mayor candidez del mundo.

--Pues ahí verás tú, sucede todo lo contrario, y cuesta un triunfo el
poder llevar algunas fallas á las cajas de la provincia. La prestación
personal es uno de los asuntos más dignos de estudio, y sin embargo,
casi puedo asegurarte que es el que menos se ha profundizado. Se
juega continuamente con una serie de palabras, cuyos significados
constituyen los verdaderos ingresos de la colonia, y sin embargo no
se llega á definirlas en la practica en su verdadero valor. Mucho
se habla de economía política, de proteccionismo y de derechos y
deberes; pero pocas, poquísimas veces, vemos que se aquilaten en lo
que significan, en lo que son y en lo que pueden ser las palabras
prestación personal, polos, fallas, comunidad y subsidio y tanorias
y guardias, palabras en las que se juegan una porción de millones y
en las que se encierran todas las obligaciones del indio en la esfera
gubernativa, pues en la administrativa tiene otras que tienden de día
en día á regularizarse. Un administrador de Hacienda sabe perfectamente
cuánto debe ingresar un pueblo por concepto de tributo, lo mismo que el
párroco conoce al centimaje la cantidad que á su iglesia corresponde
por concepto de _santorum;_ en cambio, los cálculos en las oficinas
de fondos locales jamás podrán ser ni aun aproximados en la cuestión
de fallas mientras dure el actual sistema. No pudiendo fijarse cifras,
dime si hay calculo posible, ni presupuesto aproximado, y dime asimismo
si esta cuestión no merece la pena de que se estudie de una vez, se
discuta, se analice y se vea la forma y manera de que obedezca á reglas
y principios fijos. Ves esos individuos, ¿qué hacen?  pasar el tiempo
lo mejor posible. ¿Ves aquel que lleva una esportilla? ¿qué ha hecho en
la media hora que llevamos aquí? casi nada. ¿Qué ha hecho aquel otro
que tiene por toda herramienta de trabajo una caña afilada? remover
dos puñados de tierra y levantar un poco de polvo. ¿En qué se han
ocupado aquellos otros, que no tienen herramienta alguna? en extender
con los pies un poco de arena. ¿Es esto trabajo, es esto beneficio?

--Poco es en efecto--repliqué yo.--¿Pero á esa gente no se la
vigila? ¿Por qué no se la reglamenta?

--Tá, tá, tá,--dijo mi amigo,--y al vigilante, ¿qué le importa que
trabajen ó no? ¿Es suyo el camino? No, ¿pues entonces? ¿Sientes á
nuestra espalda el ruido de la cuchilla del beneficiador de abacá, ó
sea el jornalero que paga el particular? Pues bien, á ese bracero nadie
le ha preguntado quién es cuando llegó esta mañana á ese late, cogió
una herramienta, cortó un pono, limpió sus hebras, las acumuló con
las de otros y al caer el sol colgará de la romana el montón de blanco
filamento, y ya sabe que si ha beneficiado una arroba, media es suya,
recibiendo en el acto el precio de su trabajo. Por bajo que esté el
valor del abacá, siempre puede ganar un bracero más de 30 cuartos. ¿Por
qué, pues, esos 300 hombres no prefirieron esta mañana al amo que les
da 30 ó más y sí al que solo les data 12? La contestación la tienes
sobre el terreno. El obrero del Estado trabaja poco ó nada, el obrero
del particular, por el contrario, trabaja mucho y duro. Hace falta,
muchísima falta, escribir menos y observar en la práctica mucho más.

--De modo que si tú algún día hablaras sobre este particular con el
Ministro de Ultramar, por ejemplo, ¿qué le dirías?

--Pues le diría lo siguiente. Las fallas, tal como hoy existen,
perdieron toda su razón de ser en el mero hecho de que no responden
á la idea del que las creó. Antiguamente todas las obras de las
provincias las hacía el fraile ó el Alcalde con el trabajo personal,
ó sea la antítesis de la falla; entonces se hacían obras que requerían
trabajo duro, constante y pesado; antes la vigilancia podía hacerse
porque se localizaba el trabajo en un punto dado al que podía llegar
la inspección; antes un fraile decía á un Alcalde, ó un Alcalde á
un fraile, vamos á hacer una iglesia, como San Agustín por ejemplo,
ó un puente como el de la Perseverancia, pongo por caso, y tras
aquellas palabras, ni más papeles ni más expediente, se abría á las
pocas horas un cimiento por la piqueta de la prestación personal,
cuya prestación personal no dejaba la obra hasta que fijaba en su
punto mas culminante una sencilla cruz con el añejo «_Finís coronat
opus_». El trabajo personal entonces era una verdad, se circunscribía
al círculo de los muros de un convento ó al espacio que separan
los estribos de un puente, y la prestación personal perfectamente
vigilada sabía que desde formar el horno para hacer la cal hasta
cepillar el último trozo de madera, todo lo había de hacer. Con esto,
dicho se está, que fallaban cuantos querían los encargados de la
obra. Faltaba dinero para el hierro, por ejemplo, pues se admitían
fallas y se cubría en seguida la cantidad. ¿Pasa hoy esto? No, hoy la
prestación personal está reducida á la recomposición de los caminos,
á la construcción de escuelas y cuarteles, obras que necesariamente
han de ser insignificantes, pues que son de materiales ligeros, y á la
limpieza de las calles. Hoy para hacer una alcantarilla se necesita por
lo menos un ingeniero, un teodolito, media docena de banderolas, unos
cuantos metros de papel tela, un plano, un proyecto, un expediente y un
estuche de matemáticas. Hoy, añadiría al señor Ministro de Ultramar,
es preciso variar la forma de ser de la prestación personal, y para
hacerlo y hacerlo con cordura es preciso oir antes no á los que la
conocen en teoría, sino á los que han tenido necesidad de estudiarla
y bregar con ella en la práctica en sus menores detalles. De cada una
de las órdenes monásticas se podría designar por sus provinciales
un individuo de los que siempre han ocupado curatos en provincias,
pudiéndose nombrar por el Gobierno general cuatro Gobernadores de
los de más antigüedad en el país, formada esta Junta se les pediría
informe sobre el asunto y con este primer elemento se vendría á
una buena reforma. Muchas más cosas le diría al señor Ministro de
Ultramar sobre el particular, pero estas muchas cosas se las diría
de silla á silla y como S.E. no puede hacerme el honor de dejarme
acercar la mía á la suya por razón del charco [6] que las separa,
de aquí el que renuncie á decir más por hoy.



CAPÍTULO X.

Legaspi.--Correrías moras.--El comisario Juan.--Un viejo uniforme y una
alma grande.--Cuatrocientas orejas moras.--Estadística.--El Tribunal,
la iglesia y la casa parroquial.--La imagen de San Rafael.--Un
deportado de tiempo de Narvaez.--El literato Fernández.--Alguaciles
y maitines.--Las leyendas del Capuntocan.--Teatro bicol.

Legaspi es el primer pueblo que se encuentra en el partido de
Tabaco. Ya hemos dicho que donde hoy se levanta aquel, existió la
antigua cabecera de Albay, y que aún le llaman algunos naturales
Albay viejo.

El primitivo pueblo como todos los playeros de aquella provincia,
fueron blanco en el siglo pasado y principios del presente, de las
crueldades y correrías meras, en cuyas empresas vencedores unas veces ó
vencidos otras, siempre dejaban á su paso huellas de sangre é incendio.

Las piraterías moras no reconocían cuartel,  salvándose únicamente
el hombre fuerte que le conceptuaban útil para los duros trabajos del
esclavo, ó la mujer joven y hermosa que pasaba á ser en las tolderías
moriscas víctima del insaciable sensualismo de aquellas razas.

La esclavitud, el deshonor y el incendio, eran las consecuencias á
que se entregaba el vencido, de aquí el que las resistencias fuesen
tan tenaces como el ataque.

En el poético canal que se abre frente á Albay y que divide la isla
de Bataan de la de Cagraray, achacoso y octogenario vive el célebre
comisario Juan, héroe de una de las correrías moriscas. Marcialmente
viste en las grandes solemnidades un viejísimo uniforme de sargento y
periódicamente cobra una pequeña asignación en premio á sus servicios
entre los que descuella el siguiente: Una mañana se encontraba el
Gobernador de Albay en su despacho, cuando se le anunció que un indio
mal herido y cubierto de sangre deseaba hablarle. Recibido el permiso
se presentó el hoy comisario Juan, y con el laconismo, indiferencia y
poco valor que le dan los indios á los actos y acciones de la vida,
le dijo al Gobernador al par que abría un tosco saco:--«Señor;
anoche asaltaron los moros el pueblo; á todos los cogimos, y como
eran muchos, y las cabezas seguro no habría podido traer; aquí en
este saco hay más de cuatrocientas orejas moras;»--y esto dicho,
las presentó ensartadas en una larga cuerda de abacá.

El valor del indio Juan fué recompensado con el título de comisario,
uso de uniforme de sargento y pequeña pensión.

El pueblo de Legaspi recibió en 1856 ese nombre en honor del célebre
navegante.

Legaspi, con los barrios que de él dependen cuenta con una población de
6.411 almas. Tiene 1.587 tributos, distribuidos en 34 cabecerías. Se
inscribieron 35 casamientos, 284 bautizos y 184 defunciones. Hay
radicados 8 europeos y 13 chinos, asintiendo, por término medio á
las escuelas de 120 á 130 niños y otras tantas niñas, siendo 8 y 6
respectivamente los que hablan imperfectamente el español.

A la estadística criminal dió 8 individuos.

Los grandes acopidores de abacá poseen al pie de los almacenes que hay
en Legaspi, sólidos pantalanes de madera que les facilita las faenas de
carga y descarga. Este puerto es sin disputa el más importante de la
provincia de Albay, sosteniendo un constante movimiento con el arroz
que importa, y la gran masa de abacá que exporta, dándole algunos
días extremada animación las operaciones del puerto, el prensaje y
enfardamiento del abacá en los extensos almacenes.

Fuera de la vida comercial poco notable tiene Legaspi de que podamos
ocuparnos. El Tribunal, la iglesia y la casa parroquial son pobrísimas,
sin razón de ser que justifique semejante pobreza, puesto que su
municipio lo forman no pocos mestizos ricos; y en cuanto á la iglesia,
baste decir que en ella se venera una célebre imagen de San Rafael,
que viene á representar no solo para la provincia de Albay, si que
también para otras de Luzón y aun de Visayas, lo que la Virgen de la
Paloma es para los madrileños ó la de Antipolo para los manileños.

Las deportaciones de Narvaez, llevaron bastantes individuos á la
provincia de Albay, en donde la mayoría de ellos se casaron y no
pocos hicieron su fortuna. En Legaspi, vive un antiguo deportado
maestro constructor de coches, que en sus ratos de ocio se dedica
á la literatura. Jamás hemos podido amalgamar la pueril inocencia,
hábitos pacíficos y bonachón carácter de aquel deportado, con los
antitéticos que debían delatar al conspirador; y en efecto, esta
es la bendita hora (y cuidado que han pasado unas pocas), que no
ha podido averiguar el bueno de Fernández el por qué una noche que
se retiraba á su casa después de rezar unos tiernos maitines en San
Ginés, le echaron mano los alguaciles encontrándose al cabo de once
meses de navegación en pleno Filipinas.

El pueblo que nos ocupa, como todos los indios, tiene sus
correspondientes leyendas, fijando la tradición popular una de ellas
en las cuevas que á la derecha del pueblo abren hueco en las entrañas
del Capuntocan. Se cuenta que en estas cavernas habita encerrado un
genio enamorado de una diosa, que á su vez llora ausencias amarrada
á las peñas del Griñong de Albay, atribuyendo aquellos naturales que
este cautiverio durará hasta que rompa las cadenas el gran monstruo
que habita en las profundidades del volcán.

Yo no sé si las aficiones poéticas de Fernández habrán influído en
las del pueblo; pero lo cierto es que sus vecinos prefieren el teatro
bicol á toda otra diversión, y puesto que nos encontramos en lugar
á propósito para tomar del natural un cuadro de costumbres indígenas
no desperdiciemos la ocasión.



CAPÍTULO XI.

Talía á la luz de un juepe.

Encontrándome en Legaspi supe que con motivo de aproximarse el
_pintacasi_ de dicho pueblo, _bullía_ en las munícipes cabezas, entre
otros obsequios, dar una comedia, utilizando únicamente los elementos
del pueblo. Tan luego supe semejante proyecto, me propuse seguirlo paso
á paso, aun cuando tuviese que detenerme en Legaspi los dos meses que
faltaban para la fiesta, y al efecto alquilé una casita inmediata á
la que habitaba la respetable persona del Gobernadorcillo, quien en
tales casos es empresario, director de escena, y hasta algunas veces
autor y actor, siendo, por lo tanto, su casa templo obligado de Talía,
y su persona su primer sacerdote.

Al segundo día de ser vecino del más alto de los munícipes, adquirí
amistades con la respetabilísima y nunca bastante cantada mi señora
Doña Tintay, Capitana en ejercicio,  moza ya entrada en años, de anchas
caderas,  gran verbosidad, gran fama como matrona y gran influencia
como legítima esposa,  de legítimo matrimonio con el Gobernadorcillo
del pueblo de Legaspi, el Sr. Tenten, con quien hacía treinta años
compartía en paz y en gracia de Dios la distinción de Cabeza, primero,
llamándose entonces _Cabezang_ Tintay, la dignidad de Teniente mayor
después, en que pasó á ser _Tenientelang_ Tintay, y la majestad de
Capitán más tarde, en que cambió todos los anteriores calificativos
por el nuevo y retumbante de _Capitana_ Tintay, capitanía que ya jamás
abandonará, pues aun cuando su consorte se despoje de la recortada y
negra chaqueta y de los tiesos y blancos faldones que le dan carácter,
sustituyéndolos por los remangados calzones y la abierta camisa del
sementerero, Tintay seguirá siendo la _Capitana_ Tintay.

Las cañas del _batalan_ de la casa de Tintay y las de la mía, no
digamos que se besaban, pero sí se arañaban unas á otras.

Tintay salía con frecuencia al _batalan,_ yendo unas veces en busca
de menesteres de una casa arreglada, y otras á hacer menesteres
ajenos á la casa. Siempre que la Capitana se hacia visible procuraba
serlo yo, y cuando esto ocurría cambiábamos recíprocos cumplimientos,
que solían terminar con un chiquirritín _buyito_, que ella me daba,
y un negro y retorcido tabaco de Arroceros, que la daba yo. Tintay
mascaba tanto como Tenten, con la diferencia que este tenía siempre
la boca llena de _buyo_, mientras que su cara mitad se las arreglaba
con las hojas de Cagayan.

Una de las tardes en que Tintay asomó su arrogante figura al _batalan_,
noté en ella ese embarazo propio de toda india que quiere pedir algo
á un _castila_. Primero, me dijo _deseaba dar un rato de conversar
conmigo_; después, y antes de _darme_ nada, abrevió varias veces los
nombres de la Sacra Familia, lanzando, como por vía de exordio, dos
ó tres «_Osus-María-seff,_» hasta que por último, entró en materia,
y en materia muy de mi agrado, pues se trataba nada menos que de la
proyectada comedia. Tintay, fundándose en que los _urofeos_ somos _muy
masiados_ en esto de comedias, me rogaba tuviese _un poco no más de
paciencia con ellos_. Este _poco_ me pareció de una magnanimidad más
grande que la de Job; pero á trueque de profundizar todos los misterios
de los bastidores bicoles, la prometí tener á su _disposición,_
no un poco, sino toda la paciencia que me pidiera. Hecha mi oferta,
me dijo Tintay que aquella noche me esperaba, pues se iba á conversar
de la _funcia_.

Más exacto que un cronómetro, me presenté en la casa de Tintay,
quien tanto ella como su marido me recibieron con grandes muestras
de contento. Después del consabido _siente V. primero,_ frase en
que el indio condensa y sintetiza todas nuestras salutaciones,
me hice cargo de cuanto me rodeaba. En la sala había una veintena
de Adanes y una mitad de Evas. Ellas y ellos, según supe más tarde,
componían lo más azul de la sangre del pueblo. Me río yo de toda la
gravedad del Reistag alemán, de toda la seriedad de los Comunes de
Inglaterra y de todo el estiramiento de la Puerta Otomana, ante la
cómica gravedad que respiraban todas las _candongas_ de las _ñoras_
y toda la tiesura y almidonamiento de los _faldones_ de los munícipes.

Capitán Tenten abrió la boca y en perfecto bicol dijo á la reunión
que la _derramita_ que había echado para obsequiar al pueblo había
dado 700 pesos, los mismos que guardaba en su arca su _digna_ esposa.

Lo del _obsequio_ y lo de la _digna_ esposa no lo entendí bien al
principio, más luego lo fuí comprendiendo tan perfectamente que
casi casi me atrevía yo á hacer todos los meses un _obsequio_ como
aquel. En cuanto á lo de _digna_ me explicaron que en juntas solemnes
como aquella, el capitán siempre que tiene que nombrar á su mujer lo
hace anteponiendo un adjetivo más ó menos respetuoso.

Una vez que aquella alta Cámara aprobó, como si dijéramos, la orden del
día anterior, que eran los 700 _machacantes_, se entró de lleno en la
del día que era la _Comediajan_. La discusión fué larga y templada,
y aunque las representantes del sexo débil abusaron de la palabra,
no se oyó una más alta que otra, viniendo todas á un perfecto acuerdo
tan luego como la digna Tintay lanzaba por entre olas de negra saliva
su consabido _osus-María-seff._

Se trataba de representar una comedia y ni había cómicos--y no cómicos
así como se quiera, sino cómicos que habían de resistir ocho ó diez
noches seguidas de función,--ni había teatro, ni atrezzo, ni autores,
ni obra, ni apuntador, ni nada absolutamente de cuanto hace falta
para el más modesto templo de Talía, pero esto para nada preocupa
la imaginación del indio que formula un deseo, siendo verdaderamente
asombrosa la facilidad con que crea, remedia, adiciona ó _remienda_
cualquier proyecto. Habían dicho que habría comedia y aun cuando nada
tenían, de seguro se representaría.

El primer punto que aquella noche se puso á discusión fué
la designación de _señoras_--nombre que dan los bicoles á las
actrices.--Aquí no podemos menos de hacer la salvedad--pues es de
hacer,--que el capitán de un pueblo cuenta en absoluto con todas
las voluntades, así que no hay temor de que al señalar á fulana ó á
mengana reciba un desaire.

Una vez aprobado que la comedia precisamente había de tener una reina
cristiana, una emperatriz mora y tres princesas neutras, se recorrió
todo el personal de _dalagas_ del pueblo, conviniéndose por último
en que la cristiana había de ser _Pupen,_ guapa y robusta mocetona
de 17 abriles, muy á propósito para representar toda la altivez de
una _princesa_ cristiana. Para la mora hubo un poco de discusión,
opinando unos que _Acay_ era más á propósito que _Beten_ y otros lo
contrario, pero la opinión se decidió por la última, ante la justa
observación del _Directorcillo_, quien dijo que la mora tenía que
ponerse calzoncillos muy cortos y las pantorrillas de Acay eran muy
delgadas.--Como se ve, aquel _Directorcillo_ presiente el porvenir
de los Bufos en el extremo Oriente.--Para las tres princesas no hubo
dificultad alguna, en que lo fueran _Momay, Ganday_ y _Gisan_. En
la elección de las cinco _señoras_ supe se había tenido un especial
cuidado en escoger _dalagas_ de lo más _mabansay_ del pueblo.

La elección de reyes, príncipes y emperadores la dejaron hasta conocer
toda la _partida_ que requiriese el argumento.

En esta clase de espectáculos no visten y costean los trajes de las
actrices sus familias y sí las que designa la junta, quien tiene un
especial cuidado _en dar de vestir_ á las casas más pudientes del
pueblo. Se escogieron las cinco, cuyos dueños, que estaban presentes
aceptaron sin objeción alguna, y acto seguido se procedió á nombrar
director de escena, director de magia y director compositor. Para el
primer cargo se nombró al Juez mayor de policía, cuya obligación se
reducía _nada más_ que á construir teatro, adornarlo, iluminarlo
y darlo listo: la magia quedó al cuidado de la experiencia del
vacunadorcillo y el proporcionar comedia fué encargo que se hizo al
Directorcillo, á quien por un favor especial se le agregó el maestro,
sin duda para que en sus conocimientos de letras llevase la censura
y corrección de la obra. En cuanto á la alta inspección de _todo_,
quedaba, como era consiguiente, á la experiencia de Tenten y de su
_digna_ Tintay.

Un _maray na bangui_ de la capitana, que es como si dijéramos, buenas
noches, en tierra de Castilla, disolvió aquella pacífica reunión,
en que fuí varias veces consultado, diciendo á todo _amén_, pues mi
objeto era ver y no adicionar detalle alguno.

A los ocho días de celebrarse la anterior junta, todo el pueblo estaba
en movimiento. Por mañana y tarde un redoble de tambor y un alegre
paso doble convocaba á todo el que gratuitamente quería contribuir
á levantar el escenario.

Como la fiesta era para el pueblo, este en masa acudía á la gran
explanada, cerca de la mar y á la vista del Mayon, que se había
elegido para construir el teatro. El que no llevaba una tabla, lo
hacía de una docena de cañas, el que no arrastraba cuatro bongas,
cargaba diez rollos de bejucos, y el que nada de esto tenía, llevaba
sus manos y con ellas y su buena voluntad iba la cosa adelantando
como por ensalmo. Esto en cuanto al teatro. En cuanto á la obra,
el Directorcillo se había hecho con una antigua comedia de magia,
que según todos los que la conocían sobrepujaba á la del célebre
_D. Teñoso_ ó á la casi inmortal de _Los guantes amarillos_. El
Directorcillo tuvo que vencer sin embargo varios inconvenientes, pues
la comedia tenía tres majestades femeninas y cinco princesas, y como
solo podía disponer de dos de las primeras y tres de las segundas,
de aquí que el hombre tuvo que _comerse_ por buen componer unos
cinco mil versos y sustituir no pocos nombres con otros. Descartado
el personal y hecho el _arreglo_, le quedaba el epílogo en que es
de _ene_ que todas y todos convertidos al cristianismo se casen en
paz y en gracia de Dios, con arreglo á su clase, uniéndose los reyes
con reinas, y las princesas con príncipes, y una vez atados con el
santo yugo se adelantan al público y ejecutan una especie de _loa_
en obsequio al Alcalde, al Cura y al Gobernadorcillo, y como los
nombres y circunstancias de los actuales señores no eran los mismos,
ni las mismas que las del original, cuyos individuos hacía muchos
años habían muerto, de aquí que mi pobre Directorcillo menudease las
consultas con el maestro, y se rascase varias veces todo lo rascable
hasta encontrar un centenar de consonantes para aliñar una veintena
de quintillas, que gracias á que el Alcalde no entiende el bicol, y el
Cura no asiste al espectáculo, que á no suceder lo primero ó lo segundo
estarían muy seriamente amenazadas las costillas del Director coplero.

La comedia que había _dado de ver conmigo_ mi amiga Tintay estaba
dividida en diez infolios, conteniendo cada uno de ellos unos 8 á 9.000
versos, formando quintillas y redondillas en su mayoría. Cada parte
correspondía á una noche, de modo que la comedia había de durar diez,
á no ser que se repitiese--pues se dan casos--y entonces la obra se
_empalma_ y se estira un mes.

No quiero privar á mis lectores de la distribución y nombres de los
personajes, así que copio al pie de la letra todas cuantas tiene la
primera página de la famosísima comedia de magia _El Príncipe Don
Grimaldo en el Reino de Sansueña_.

Hélos aquí:

Eurica, reina mora.

Galiana, idem cristiana.

Rogeria, Robuana, Igmidia, princesas.

Almadan, emperador.

Mahometo, rey.

Grimaldo, Bernardo Carpió, Brabonel, príncipes.

Don Aguilar, consejero.

Don Fernández, conde.

Don Rodríguez, capitán.

Dos graciosos.

Los doce pares de Francia, ejércitos moros y ejércitos cristianos.

Después de lo anterior, ni se marcaba época, ni lugar, ni distribución
de escena; bien es verdad que, según iba viendo, para maldita la cosa
hacían falta tan _pequeñísimos_ detalles.

Llegó por fin la primera noche de ensayo, y aquí te quiero escopeta,
con más fruición que si fuese á ocupar una barrera de sombra en día de
plaza partida, me posesioné de un banco, en la mismísima del pueblo,
que aunque no era de toros lo sería de la Constitución si estuviese
en España.

Los ensayos se hacen siempre al aire libre, no solo porque los
actores necesitan gran espacio para ejercitarse en el _moro-moro_,
si que también porque es justo que el público en general participe
de todos las incidencias del espectáculo.

Una gran masa de carne humana formaba en extenso círculo, salpicado de
gran profusión de _juepes_ que daban más humo que luz: una mesa ante
la cual se encontraban tres apuntadores llamados á relevarse unos
á otros, cuatro bancos corridos para los comediantes, estando á la
derecha ellas y á su mano contraria ellos, y las sillas presidenciales
de los maridables _Tintay_ y _Tenten_ formaban el cuadro.

Una vez todos listos empezó el ensayo.

En las comedias bicoles no hay necesidad de lecturas, pases ni copias
de papeles: el actor se coloca cerca del apuntador y repite cuanto
oye sin variar de tono, parándose á cada final de verso. Con este
sistema, claro está que para nada hacen falta los papeles; bien es
verdad, que en esta clase de espectáculos, lo que menos significa es
la parte literaria.

Siempre que tenía que presentarse en escena un personaje, lo llamaba
el apuntador, á cuya llamada se ponía en pie esperando que le avisaran
para entrar en su primer verso. Una de las cosas que más me llamó
la atención fué que todos los actores declamaban accionando con un
bastón, cuyo adminículo lo sustituían las actrices por el abanico.

En una de las escenas en que el rey Mahometo le dice á la princesa
Rogeria que ya está al tanto de cuanto ocurre y que si cree que él se
mama el dedo está equivocada, Rogeria que sin duda no tiene ganas de
broma le contesta que eso de mamarse el dedo se lo cuente á su abuela,
y para dar mayor fuerza al argumento llama á sus ejércitos y se provee
de daga y espada; en esto el apuntador toca un pito, la música lo hace
del Himno de Riego, entran en plaza precipitadamente ejércitos moros y
cristianos, y se arma una de polvo y de latigazos que da gozo. Rogeria
deja su sexo en el lugar que le corresponde, hiriendo al amigo Mahometo
que no le quedan ganas de andar en tratos con princesas.

La parte que llamaríamos _de exposición_ de la obra, lo era, en efecto,
en la que se representaba, y tan lo era, que en uno de los ejércitos
resultó un estacazo tan realista que tuvieron que dar dos puntos en
la cabeza á un moro.

Todas las escenas que se ensayaron aquella noche constituían
otros tantos caramillos para acudir á las armas, siendo ellas las
más dispuestas á resolver los problemas más sencillos á estacazo
limpio. A las dos de la madrugada  se pronunció la última letra del
primer tomo de la obra, y se anunció su continuación frente á la casa
de Capitán Perto.

Pregunté el por qué no habían de seguirse los ensayos en la plaza,
y me contestaron que solo se hacía allí el primero, verificándose los
demás frente á la casa del que _convidaba._--¡Ah, vamos! ¿con que
hay convite?--Si señor, me replicaron, el que quiere comedia avisa
y toda la _gente_ representa frente á su casa en la que actores,
directores, traspuntes y público de _categoría_ cenan después del
ensayo. La _cosa_ me pareció muy bien, y como yo componía _categoría_
participé en las noches sucesivas de las doraditas lonchas de lechón
asado, víctima irreemplazable en toda reunión india.

Veinticinco de aquellos, que generalmente con perdón se nombran,
habían sido inmolados, lo que quiere decir que veinticinco noches
_habíamos_ tenido ensayo, y digo _habíamos_, porque poco á poco me
había ido identificando con toda aquella _familia real_, hasta el punto
de creerme muchas veces ciudadano pacífico del reino de _Sansueña_.

Al llegar al lechón número veintiséis se anunció que el teatro estaba
concluído y por lo tanto que los ensayos se harían sobre el tablado.

El teatro en efecto estaba terminado.

Veámoslo por dentro y por fuera.

Un espacioso tablado cubierto de cañas y nipas y cerrado por tres
lados de nipas y cañas, formaban el edificio. El tablado se hallaba
dividido en dos partes, por medio de un enverjado fabricado con los
susodichos materiales, y paralelo á lo que debía ser telón de boca,
destinándose la parte posterior, para _foyer_, como diría mi amigo
Luís, de público, actrices y actores. En aquel movible salón me
dijeron se colocarían biombos para vestirse y desnudarse tras ellos
las _señoras,_ y como las funciones habían de ser de muchas horas,
también me aseguraron se establecerían allí varias _carenderías._ Los
tres lados de lo que constituía el palco escénico tenían un corredor,
y por bajo de este y á derecha é izquierda de aquel se hallaban sus
correspondientes _palcos_ destinados á las personas de _distinción_
que convidase el Gobernadorcillo. En cuanto al corredor se utilizaba
para declamar desde él algunas escenas.

El palco escénico no tenía más entradas que dos agujeros que se habían
dejado en el fondo. Estos dos agujeros eran los únicos auxiliares de
la escena.

Lo anterior éralo visible, pues aun cuando el teatro de Legaspi no
tenía bambalinas, ni tetares, ni bastidores, ni telones de boca,
ni de no boca, ni escapes laterales, ni gazapera para el apuntador,
no faltaban sus intriguillas interioras, que si bien no las tapaban
los lienzos de los telones ni las sombras de las bambalinas, las
ocultaban las paredes de las casas en que se vestían á las _señoras._
Un mercader chino, de esos que han nacido para el mostrador y que
está tan incrustado á él como la sonrisa á su cara, me puso al tanto
de cuanto ocurría. Por su conducto se habían hecho muchos pedidos
á Manila de cintas, lazos, plumas, abalorios y lentejuelas, y hasta
me dijo que uno de los _vestidores_ había encargado medias de seda,
ligas azules, y botitas imperiales de raso grana.

El orgullo y la vanidad habían sacado la cabeza en el pueblo de
Legaspi, y cada cual quería que su _señora_ sobrepujase en lujo
y riqueza á las demás. Había una de noticias, chismes y enredos,
que ni aun _Tintay_, con su consabido _Osús-María-seff,_ podía
contrarrestar. Desde que á las _señoras_ les probaron el primer traje
de raso, había entre ellas una marimorena muy cerca del repelón. Ya
la cándida _Pupen_ no era la morena _dalaga_ de gustos sencillos, sino
la orgullosa _señora_ que presentía hasta la blancura de su cara ante
la brocha del colorete. Ni _Pupen_ se llamaba ya _Pupen,_ ni _Beten_
se la conocía por _Beten,_ y sí por la reina Eurica la primera y por la
reina Galiana la segunda, identificándose de tal manera en sus papeles,
que tenemos la seguridad de que suponían que no otro tanto que ellas
eran las reinas moras y cristianas. Este desvanecimiento tiene su
lado malísimo, lado que no podemos menos de tratar muy en serio,
hablando con la experiencia en la memoria. La mayor parte de las
comediantas son muchachas muy jóvenes, tan bonitas como pobres. No
conocen del mundo más que las 200 brazas de tierra que siembran, ó
el azul del cielo bajo el cual tienden las redes ó peinan el abacá. A
inteligencias tan dormidas se las despierta bruscamente, lanzándolas
en un mundo completamente desconocido para ellas. Durante dos meses
están siendo objeto de toda clase de atenciones, y como son bonitas,
sus oídos oyen de continuo frases que, si al principio no comprenden,
luego concluyen por envenenarles la existencia. Durante aquellos dos
meses, no es solo el halago lo que las rodea, sino que también un
lujo que no han visto ni soñado jamás. Su corto y áspero _patadión_
se transforma en la crujiente falda de gró, sus piés los aprisionan
diminutas botitas de raso, sus piernas se recubren de finas mallas,
y en sus hombros,  y entre las negrísimas hebras de su cabellera,
descansan perlas y brillantes. El despertar de este hermoso sueño
de la juventud debe ser horrible: después de haber llevado tantas
galas, volver á la triste realidad de los harapos y la miseria, es de
funestísimas consecuencias. Los espectáculos que describimos, en la
forma con que se hacen, dan un gran contingente á la prostitución y
á la cárcel. Antes de que una joven de quince años, de la clase que
nos ocupa, lleve encajes y brillantes, es muy difícil la seducción:
una vez que ha sido dueña de ellos, lo difícil es fácil. Conocemos una
causa célebre, cuyo sangriento drama es muy de recordar tratándose
de este asunto. Su extracto es muy corto: Una fría madrugada de
invierno salían varios jóvenes calaveras de una casa en que imperaba
la crápula y el desenfreno: al abrir la puerta, cayó al suelo un pobre
barrendero que, hambriento y aterido, se había refugiado al hueco de
su quicio para librarse de la nieve que caía con gran abundancia. Uno
de aquellos calaveras cogió al muchacho del brazo y lo hizo subir
al salón que acababan de dejar, en el que quedaban todas las últimas
heces del desenfreno y la borrachera. La crápula volvió á empalmarse,
haciendo participar al muchacho de todos los goces, recorriendo en
dos horas cuantas páginas escribe el delirio inspirado por todas las
pasiones. Cuando nada restaba por gozar, volvió el pobre barrendero á
ser conducido á la calle.  La nieve caía en anchos copos, y el frío
era intensísimo. La escoba, que aún estaba arrimada á la puerta,
la puso en las manos del muchacho el joven que lo sacó de la calle,
y al entregarle la escoba, le dió dos fuertes bofetadas, volviéndole á
la triste realidad de la vida, al par que le decía:--¡Imbécil, cuanto
acabas de dejar solo se adquiere con dinero!--Aún no se había perdido
el ruido de las carcajadas de los libertinos, cuando ya germinaba en
la mente del muchacho la idea del robo.

A los dos meses el barrendero estaba en presidio....

Sirva el saludable consejo que envuelve el anterior recuerdo, y
volvamos á nuestro teatro de Legaspi.

Los ensayos sobre el tablado se completaron, y como todo llega
en la vida, también llegó la alborada del día del _pintacasi_ del
pueblo. Nuestra misión no es describir en esta ocasión tales fiestas,
de modo que solo lo haremos en cuanto se refieren á los comediantes.

A las ocho de la mañana se reunieron en casa del Gobernadorcillo,
cómicas, cómicos y comparsas, vistiendo los trajes de más lujo
que habían de lucir en la comedia. _Tintay_ y _Tenten_ con todo el
acompañamiento de _moras y cristianas_, de _reyes y emperadores_,
y de ejércitos fieles é infieles, asisten con todo el municipio á
la función de iglesia, de aquí se dirigen al teatro y empieza la
comedia. Los días siguientes continúa, pero solo por la noche. En la
del día á que me refiero, y siendo las diez de ella, me constituí
en uno de los palcos. Frente al teatro estaba todo el pueblo, y el
que faltaba se hallaba dentro de aquel, repartido en los corredores,
en los palcos y hasta en la misma escena, en la que solo quedaba el
espacio suficiente para el accionado. El teatro estaba perfectamente
iluminado  con toda clase de aparatos. Allí había desde la elegante
araña de seis bombas de tulipán, alimentada con petróleo, á la modesta
lamparilla que chisporrotea en la _chireta_ de coco.

Las reinas y princesas estaban irreprochables en cuanto á
riqueza. Sobre aquellas cinco muchachas podría asegurarse estaban todas
las alhajas más valiosas del pueblo, y tanto es así, que se solicitó
del Alcalde un guardia civil para vigilar y custodiar á cada una de
aquellas _niñas;_ el Alcalde que es algo de broma, dijo bastaba con
un _fusil de chispa,_ y en vez de guardias, dió cuadrilleros.

Los trajes de las _señoras,_ tanto moras como cristianas, eran de pura
fantasía teniendo de cinco á siete distintos cada una de ellas. Ví
una mora cubriendo su cabeza con pamela, y más de un moro que lo
hacía con sombrero de copa. Con esto creo baste, pues son dos buenos
botones para muestra. La única distinción que pude encontrar entre
moras y cristianas, era en que las primeras vestían faldas cortas y
las segundas lo hacían de cola muy larga.

En cuanto á los actores no puedo resistir la tentación de bosquejar á
_D. Bernardo Carpio._ Este era un escribiente muy conocido en Legaspi,
y su traje consistía en zapato bajo de charol, pantalón negro con
ancha franja dorada, casaca azul con vueltas rojas en faldones y
solapas y kepis con insignias de coronel, completando su atavío
relucientes espolines, ancha espada de cazoleta, tricolor banda de
seda, descomunales condecoraciones de papel dorado, amplios guantes
de algodón y grueso palasán con puño de plata. Tal se presentó el
bueno de _Bernardo Carpio_ en el escenario de Legaspi.

Hasta las dos de la madrugada no terminó la primera parte.

En las noches sucesivas continuó el desempeño de la obra, cuyo
argumento me conformaría con que tuviera _cuerpo_ siquiera fuese
_jorobado_, ya que era imposible encontrarle piés, cabeza ni manos. Las
escenas amorosas terminaban por lo regular con tan imprevistos
incidentes, como imprevistas eran las resoluciones de los consejos y
el éxito de las miles de empresas. Excuso decir que en los combates
los descalabrados eran siempre los moros, por más razón que tuviesen,
no amparándoles ni aun la poderosísima de ser á veces _más los malos
que los buenos_.

El autor de la obra no se había andado con tafetanes, apelando muy
á menudo á recursos heróicos. Tan luego como un diálogo se hacía
difícil, un monólogo se agotaba, ó una escena no tenía fácil salida,
el autor la encontraba bien sencilla en el momento, y al efecto se
dió un caso en que la reina mora no sabiendo qué decir, roba en pleno
consejo ante el mismísimo rey cristiano una princesa. Excuso decir á
ustedes que este robo levantó más polvo que el célebre de las sabinas.

Las representaciones se hacían muy largas, porque cada escena principia
y acaba por un paseo triunfal, y suele mediar con el indispensable
combate con espada y daga llamado el _moro-moro,_ baile que en honor
á la verdad llama la atención la agilidad con que algunos y algunas
manejan la esgrima.

En una de las noches de representación se hallaba á mi lado una
elegante y airosa mestiza, la misma que había costeado los trajes de
la reina mora. Esta se encontraba en escena luciendo un primoroso
manto bordado de oro, y á su vista no pude menos de felicitar á la
dueña por su exquisito gusto.--Yo lo creo, me contestó, como que es el
manto de la Magdalena.--¡¡Pero, señora, le dije con cierta gravedad,
el manto de la Magdalena sobre los hombros de una mora!!--Ca, no señor,
si mañana han de bautizarla.--La contestación me pareció tan razonable,
y sobre todo fué dicha con tal naturalidad, que comprendí sería perder
el tiempo añadir una palabra más en el asunto.

A la noche siguiente, que era la última, asistí al espectáculo, como lo
había hecho las nueve anteriores, y cansado y jadeante ante tanto paso
doble, tantos himnos guerreros, tanto _moro-moro_ y tanta monotonía en
el declamando nasal, que por nada varía, oí la loa final. Si llego á
denunciar al Alcalde que en una de las quintillas lo habían comparado
con el apóstol Santiago, y si hubiese llegado á oídos del cura, que en
otros cinco que se titulaban versos, lo llamaban hermosísimo pastor,
de seguro va á la cárcel el Directorcillo.

¿Y la magia? ¿Y la derramita? dirán mis lectores.

La magia estaba reducida á un _feroz_ león, formado de cañas
y revestido de abacá y á una descomunal serpiente de bejucos y
papel. Estos monstruos eran movidos por chicuelos que sudarían
tinta dentro de las abrigadas entrañas de aquellos animalejos, que
oportunamente se presentaban en escena para salvar ó defender á las
princesas cristianas.

En cuanto á los 700 pesos de la derramita, me dijo la _digna_ Tintay
que los había empleado Tenten en gastos ... reservados.

Este capítulo tiene epílogo.

Desde que puse el último punto suspensivo á la fecha en que añado
estas letras, han pasado dos años. De paso he estado en el pueblo
de Legaspi. Ví á mis amigos Tintay y Tenten, y en el tiempo que mi
cochero enganchaba me hicieron tomar chocolate.

--Y ¿qué tal, cómo vamos?--dije á Tintay.

--Mal señor: la _bandala_ muy poco vale; este año no _parejo_ al de
mi marido; _siguro_ no tiene comedia.

Al recordarme la comedia, pregunté á Tenten:

--Y qué _cosa_, Capitán;--¿se casaron Pupen y Beten?

--Ca, no señor; Pupen está en la cárcel y Beten ... lo que es en
cuanto á Beten, _malo señor;_ y al decir _malo_ hizo una pausa
dejándome adivinar lo demás.

Nuestros temores eran por desgracia bien fundados. Pupen robó, y Beten,
no teniendo qué vender, vendió su cuerpo.



CAPÍTULO XII.

La cueva de las calaveras.

Una vez que descansamos de las fatigas propias de jornadas teatrales
tan largas como las anteriormente descritas, nos propusimos visitar
las grutas de las calaveras de la isla de Cagraray, situada frente
por frente á Legaspi.

En la madrugada del siete de Abril de 1880 nos embarcamos en una falúa,
habiendo puesto previamente en el bote que nos había de acompañar,
escalas, cuerdas, picos, barretas y cuantos instrumentos creímos
habían de sernos necesarios para explorar las costas del célebre
Canal que divide las islas de Batan y Cagraray.

Un viento fresco terral hinchó el foque de nuestro esquife, y una
ligera maniobra para amurar su blanca vela latina nos puso en rumbo,
teniendo á la banda de estribor, en primer término, el picacho de
Capuntucan, divisándose en la misma dirección, en lejanos horizontes,
las costas de Manito, cuya blanca torre se destaca sobre la colina de
verdura en que se asienta. A la mura de babor se alzaba el gigantesco
coloso del Estrecho de San Bernardino; á la proa teníamos la gran
bocana que abre el hemiciclo que forma la rada de Legaspi, y por la
que da entrada en las monzones del Noroeste á embravecidas mares que
no encuentran barrera alguna desde las costas americanas, quedando
tras la estela las arenas de Legaspi.

Navegando en popa llevábamos rumbo derecho en demanda de la bocana
del Canal de Cagraray.

La pantalla que nos cerraba los horizontes del Poniente, en la extensa
punta de _Calao-Calanan,_ fué desapareciendo á medida que íbamos
ganando en altura, dibujándose primero una ligera nube, que poco á
poco fué aclarándose hasta mostrarse á nuestra vista el canastillo
de flores que forma el _Cabo del Diablo._ En las cartas marítimas se
le da el nombre de _Lesno_, pero los naturales lo señalan  con la
denominación del _Diablo_, efecto sin duda de lo arriesgado que es
el doblarlo en la monzón del Noroeste, en la que la navegación del
Estrecho de San Bernardino es sumamente peligrosa; y tanto es así,
que en los meses que reina, las casas aseguradoras no aceptan riesgo
alguno para el puerto de Legaspi. La precisión de los instrumentos
que ayudan á la inteligencia del marino, y su constante alerta cuando
tienen ancladas sus naves en aquel puerto, hacen que los siniestros
marítimos no sean muy frecuentes, pues contra los vientos y las
mares tiene la rada de Legaspi un consolador refugio en el abrigado
y resguardado puertecito de _Sula_.

La marinería de nuestra embarcación era india pura, incluso su patrón,
quien varias veces varió el rumbo, atribuyéndolo nosotros al principio
á descuido, pero más tarde comprendimos que la caña del timón obedecía
más bien al temor que le dominaba, tan luego supo que nuestro principal
objeto era visitar las _Cuevas de las Calaveras_; afortunadamente nos
acompañaba un amigo que conocía la situación de las más notables de
aquellas, y repetidas veces enmendó la derrota con visible disgusto
del patrón, antiguo y marrullero hombre de mar, ya entrado en años,
con más cabellos blancos que negros, más supersticiones que dientes,
más consejas que verdades y más escapularios que virtudes. La voz
apagada y gangosa, sin duda por las húmedas brisas de Levante,
modulaban una y otra vez voces de mando, que daban por resultado
quedar la escota en su cabilla á la mirada de nuestro práctico.

Los contornos de la bocana de Cagraray se hacían por momentos más
perceptibles. Al entrar en las aguas de _Sula_, principiamos á admirar
las innumerables bellezas madrepóricas del fondo del mar, cuyo lecho lo
teníamos bajo la quilla á tres pies. Los rayos solares, al quebrarse
en la masa de agua, esparcían sobre las dentadas y caprichosas
combinaciones madrepóricas luminosos destellos, merced á los cuales
explorábamos aquel extenso bajo. Con la ayuda de los acerados dientes
de los aparatos automáticos de Toselli, que á prevención llevábamos,
arrancamos varias madréporas, cuyos brillantes colores desaparecían
tan luego dejaban de ser acariciadas por las revueltas madejas de
sus hermanas las marinas algas. Al doblar la pequeña punta de _Sula_,
instintivamente todos nos fijamos en la extraña configuración de dos
montecillos que se unían por medio de una roca, cuyo centro cortado á
pico mostraba una raya vertical, tanto más perceptible, cuanto que se
dibujaba sobre el fondo pelado de la granítica peña. Nuestro práctico
puso proa á la acantilada masa.

La distancia fué estrechándose; la línea se abrió apareciendo una
grieta, cuya entrada estaba resguardada por dentados y caprichosos
bordes.

Media hora empleamos en llegar al pie de la roca. Media hora de brega,
que fué muy penosa por tener que salvar extensas cadenas madrepóricas,
cuyas pintadas crestas salían á la superficie de las aguas á mostrar su
belleza al astro del día, cuyos candentes rayos vivifican los miles
de mundos de lo infinitamente pequeño que se agitan en los calizos
tubérculos madrepóricos.

La voz del patrón de _alto los remos,_ y la dada por el que mandaba
el bote de _safa escalas_, indicaron la faena de atracar, difícil en
extremo por lo terso de la roca, cuyo perpendicular tajo descansaba en
un acantilado fondo sobre el que pesaban dos varas de agua. Estábamos
bajo la peña.

A ocho metros sobre el nivel del mar se hallaba la grieta, que según
nuestro práctico, daba entrada á la _Cueva de las Calaveras_. Imposible
parece que la muerte pudiese buscar un sitio más imponente, más
agreste, más inhospitalario y más misterioso que aquel calcinado
monolito que se mantiene en pie por un prodigio de equilibrio,
evitando su desmoronamiento innumerables _baletes,_ cuyas retorcidas
y múltiples raíces constituyen otros tantos eslabones que encadenan
una por una las infinitas grietas que el tiempo y las aguas han ido
corroyendo en aquel fantástico sarcófago, á cuya entrada brama de
continuo la salvaje voz del gran Pacífico.

Lo agreste y bravío del panorama que teníamos á la vista nos había
tenido á todos largo tiempo en suspenso, contemplando las obras de
Dios, á quien con nuestro silencio elevábamos un canto de admiración,
viendo en aquellos momentos en la majestad divina, no al Dios que
premia y castiga, sino al Dios artista que crea y combina maravillas
elaboradas en los misterios impenetrables de las absolutas y supremas
bellezas.

Lo que en nosotros era admiración, en los indios era un terror
visiblemente marcado en sus bronceados semblantes y en la estupefacción
de sus miradas.

Las escalas se encontraban fuera del bote, pero ninguno de los indios
se atrevía á fijarlas en la roca.

--Vamos, muchachos--dijimos por último,--colocar las escalas y no
tengáis miedo alguno.

--Dispense, señor--contestó el patrón,--pero esta gente dice que
antes de tocar la cueva necesitan hacer ofrendas al espíritu de la
muerte para que les libre de todo mal.

El permiso fué otorgado; la marinería encendió teas resinosas,
proveyéndose antes unos de bombones de caña y otros de _chiretas_
de coco, colocando en aquellos y en estas aceite y _morisqueta_,
que habían de dejar como ofrenda dentro de la cueva, habiendo hecho
previamente una protesta á la luz de las teas, reducida á implorar al
_espíritu de la muerte_ y hacer constar que si ellos llegaban hasta
su mansión, era contra su voluntad, obedeciendo los mandatos del
_Castila_. Nosotros asumimos toda la responsabilidad de la protesta,
dándoles aliento y explicándoles que ninguna cosa mala tratábamos de
hacer; y merced á nuestras últimas exhortaciones, conseguimos que se
colocaran las dos escalas, por las que trepamos con la avidez del que
busca un tesoro. Tras el último peldaño se nos mostró el interior de
la caverna. Las paredes, las bóvedas y el suelo constituían la realidad
del más fantástico de los sueños de _Las mil y una noches._ La abertura
de la cueva daba entrada á luz bastante para que apreciáramos todos
los detalles. Por efecto de una constante elaboración de miles de
años, habían formado las filtraciones en la masa calcárea extraños y
monstruosos grupos silíceos, resguardados por las cortadas y dentadas
puntas de las estalactitas que amenazaban nuestras cabezas, y las de
las no menos irregulares estalacmitas, que unas veces alzaban sus
brazos para acariciar á sus hermanas y otras atormentaban nuestros
piés con sus tajadas crestas.

En todos los huecos de la peña había depositados gran número
de restos humanos. ¿Quién los había colocado allí? ¿De qué raza
procedían? Preguntas son estas que cada uno de nosotros formulaba en
su interior, buscando una contestación en las descarnadas cuencas de
los amarillos cráneos.

El silencio y la muerte nos rodeaba en aquella misteriosa
Necrópolis. Nuestra misión al llegar hasta aquel lugar de eterno
descanso, lo alentaba el deseo de ser útiles á la ciencia, arrancando
algún secreto de informes restos de generaciones pasadas, á fin de
añadir una página más á la gran obra de los estudios antropológicos;
y sin embargo de tales aspiraciones, permanecimos por largo tiempo sin
que se alargaran nuestras manos á coger ninguno de aquellos restos,
pues al tocarlos creíamos profanar la historia de una raza entera
sumida en el olvido de la eterna noche de los tiempos.

A la grandiosidad de la muerte se unía la grandiosidad del
misterio. Nuestras manos al fin cogieron un cráneo. Su extraña
configuración nos hizo dudar si procedería de las humanas razas; más
nuestra duda fué momentánea tan luego lo examinamos. El grandísimo
aplastamiento de aquellos nos corroboraron una vez más procedían de
antiguas tribus malayas, en cuya raza había algunos individuos que
á sus hijos recién nacidos les oprimían el cráneo con tablillas,
cuya presión les daba la extraña configuración que teníamos á la vista.

Esta versión es tanto más fundada, cuanto que los únicos ejemplares
de calaveras que se conocen de esta clase proceden de los sitios donde
sentaron sus aduares las razas amarillas. En Filipinas, ni la tradición
ni la historia da el más ligero rayo de luz que ilumine esa raza que
indudablemente vivió en sus bosques, guerreó en sus praderas, y por
último se extinguió en su suelo, buscando antes retiradas guaridas
donde dormir el sueño eterno.

Tres horas largas hacía que permanecíamos en la gruta sin apercibirnos
del calor ni del cansancio. Cada uno de nosotros tenía un pico ó
una barreta, y solo nos ocupábamos de ir amontonando los objetos
que cada cual hallaba en los desmoronamientos que producía. Había,
sin embargo, que descansar, pues nuestros brazos se negaban á los
deseos de nuestro espíritu.

Dada la voz de descanso, registramos los hallazgos, encontrándonos con
una riquísima colección para el estudio de las ciencias antropológicas
[7].

Sabido es, que entre la mayor parte de los pueblos del Oriente hay
la creencia de que la muerte es solo un viaje, para el que se hacen
distintas provisiones; esta creencia nos hizo adquirir antiguos
fragmentos de distintas ollas y platos rotos, sin duda alguna por
los desprendimientos de la roca. Una aljorca ó brazalete hecho de la
medula del _Manatí_, que componía parte de nuestro hallazgo, nos dió
el último dato para robustecer la creencia de hallarnos ante restos
malayos. Dicho brazalete constituía entre aquellas razas un alto
signo de distinción que solo podía usar el guerrero que daba cima á
una acción heróica. El aro es de una sola pieza, y el introducirlo en
la muñeca constituía muchas veces una dolorosa operación. El expresado
brazalete, una vez ajustado, no podía sacarse, y el que había logrado
tal distinción, lo llevaba á la tumba.

La presencia de aquel signo, vino asimismo á robustecer la creencia de
que el aplastamiento del cráneo se permitía solo á las familias nobles,
creencia que tiene un fuerte apoyo en las deformaciones chinas, en cuyo
pueblo solo es dable á la clase noble ostentar, no el pie pequeño,
como vulgarmente se cree, sino la especie de muñón á que reducen el
pié por medio de compresas que concluyen por quitarle en absoluto su
forma á costa de grandes sufrimientos, que las aristocráticas chinas
conllevan con gran resignación, á trueque de mostrar al mundo una
ejecutoria de nobleza adquirida á fuerza de apretones. El origen de
semejante distinción se cree fué causa la deformación natural que tuvo
en los piés una antigua princesa china, quien al ver que ella con ser
hija del sol cojeaba, y sus damas siendo hijas de simples mortales,
no daban más que algún que otro traspié, ideó el medio de que en la
celeste corte femenina, ninguna anduviese derecha, introduciendo el
uso de la reducción de los piés por medios artificiales.

Quién sabe si los causales de aplastarse el cráneo tendrían semejante
origen, pues aceptada la absoluta sumisión en que vivían las antiguas
razas con relación á su jefe, todo es de creer. De modo que no sería
extraño que alguno de aquellos antiguos caballeros, que no por ir en
el traje de la inocencia dejaba de serlo, quedase chato de cráneo,
merced á algún golpe de maza, y en tal estado, se levantase un día
con más presión en el cráneo que de ordinario, imitando á la celeste
princesa, si bien en opuestos extremos. La hija del sol diría á sus
damas: «Señoritas, desde hoy ninguna me ha de andar derecha;» el fosco
guerrero, por el contrario, les diría apoyándose en la _clava_, para
dar mayor fuerza á la dolorosa innovación: «¡Guay de vosotros si la
venidera luna no os encuentra dos veces chatos!» Todo esto será más ó
menos exacto, pero convengamos en que pudo ser, pues no todo lo antiguo
ha de tener su origen en la filosófica madurez de tal ó cual necesidad.

Yo respeto--por más que me sea doloroso--la teoría de Darwin y
hasta sería capaz siguiendo su sistema, de decirle á un _gorilla_ de
América--_vamos pariente pase V. y tome asiento_--por lo tanto quien
tales ánimos tiene, bien puede abrigar la posibilidad de lo expuesto,
no cabiendo, como no cabe duda alguna de que los cráneos encontrados
procedían de antiguas razas cuyas deformidades eran producto de
voluntarias y artificiosas operaciones, ¿á qué móvil obedecería
la voluntad en tales casos? ¿Al mandato, ó á la vanidad? ¿Sería la
deformación un signo de raza ó de nobleza? Interrogaciones son estas
que solo con hipótesis contestan las generaciones presentes.

Jadeantes, rotos y hambrientos dirigimos la última mirada á la bóveda
del calizo sarcófago, jamás hollado hasta entonces por planta europea,
comprendiendo el placer de la libertad al divisar por la abertura
de la peña las azules ondas que no encuentran dique hasta besar las
arenas de las americanas playas.

Dimos un adiós á aquella mansión, grabando antes en ella los nombres
de los Sres. Montano y Rey cuyos nombres quedaron unidos á los nuestros
en aquel inmenso sarcófago.

Al poner el pié en la escala rozó nuestra cabeza una golondrina;
alzamos la vista y vimos colgaba su nido en uno de los ángulos de
la piedra.

¡¡La vida junto á la muerte; el cráneo al lado del nido; la
cuna adherida al ataúd: una generación que se desmorona en sus
últimos restos y otra generación que se incuba entre el polvo del
sudario!! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .



CAPÍTULO XIII.

Partido de Tabaco.--Libog.--Su etimología.--Situación.--Fundación.--Una
antigua iglesia.--Tifones é incendios.--Piraterías
moriscas.--Canal de Bujatan.--Acumulación de arenas.--Datos
estadísticos.--Ríos.--Productos.--Bacacay.--Su etimología.--Vicisitudes
de este pueblo.--Estadística.--Malilipot.--Significación de
esta palabra.--Barrios y estadística.--Productos.--De Malilipot
á Tabaco.--Situación de este último.--Su fundación.--El Padre
Llorente.--Un reloj de buena marcha y un cementerio modelo.--Barrios
y visitas.--Estadística.--Productos.--Edificios.--Ríos y
puentes.--Puerto de Tabaco.--Malinao.--Su etimología.--Su
administración parroquial.--Rancherías de negritos.--Estadística.

Tras una larga estancia en Legaspi, emprendimos nuevamente nuestros
viajes por la provincia de Albay, siguiendo el estudio del partido
de Tabaco, cuyo primer pueblo lo forma la cabecera, y el último Tiui.

A once y medio kilómetros de Legaspi se encuentra el pueblo de Libog,
situado á la orilla del mar, y al ESE. del volcán, cuyas ondulaciones
por esta parte se extienden hasta la misma playa.

La palabra bicol _libog_, quiere decir turbio. y posible es que en la
falta de trasparencia de las aguas volcánicas que por allí abundan,
se buscara nombre al pueblo. Admisible lo es también que por estar
separado de la carretera real se le llamara en lo antiguo _Libot_
que significa rodeo, habida consideración á lo expuesto, y á que
para ir de Legaspi á Malinao, entre los que se encuentra _Libog_
hay que rodear el volcán.

Libog fué en el principio de su fundación una visita de Albay, hasta
1749 que se separó de su matriz para formar un pueblecito de tres
cabecerías, habiendo sido su fundador, su primer Gobernadorcillo
D. Diego Castellano.

La antigua iglesia que está á la orilla del mar, y cuyos muros
parecen dispuestos á desafiar el poder destructor de los tiempos,
fué construida en los años 1749 á 1751. En 1850 un incendio redujo á
cenizas su techo que era de _basag_ ó sean cañas partidas, originando
esto el que se trasladara el culto á la actual iglesia que en aquella
fecha estaba próxima á terminarse bajo la dirección del Padre Martín
Martínez.

En 1811 sufrió Libog como todos los demás pueblos del partido el
más fuerte de los terremotos que recuerdan los anales de aquella
provincia. En la terrible erupción del volcán Mayon en 1814, Libog
fué completamente arrasado, y como si estas desgracias no fuesen
bastante, en 1816, y cuando empezaba el pueblo á reedificarse
hubo un desembarque en sus playas de moros piratas, en número tan
considerable, que componían una flota de unos sesenta pancos, sin
contar las embarcaciones menores. De dicho desembarque conservará
eterna memoria aquel pueblo.

En el barrio de Bujatan se halla el canal de su nombre, abierto en
1868 bajo la dirección del celosísimo Alcalde mayor D. José Fezed,
empleándose en los trabajos todos los polistas del partido de Tabaco
por espacio de tres meses. El 24 de Junio de aquel año atravesó  dicho
Alcalde mayor el canal en una falúa. Desgraciadamente al poco tiempo
de inaugurado aquel canal, se cerró para la navegación por la gran
masa de arena que en sus bocanas acumularon los efectos de un tifón,
encontrándose á la fecha este paso en tal situación, esperando que
algún día se abra de nuevo ante las necesidades comerciales de la
provincia, recomendando para la fecha en que se verifique, la necesidad
de hacer un dique ó rompe-olas á alguna distancia de sus bocanas, para
evitar la aglomeración de arenas que allí remueven las fuertes mareas.

De Libog dependen siete barrios, componiendo un total de población
de 6.120 almas de las que tributan 2.964. Creemos haber dicho ya que
todos los datos estadísticos cuando no se les antepongan fecha se
refieren al año 1878. En las cifras de tributos también es de llamar
la atención que cuando se dice como aquí que tributan 2.964 almas,
hay que contar como tributos la mitad ó sean 1482, en el hecho de
que en cada uno de aquellos entran dos contribuyentes. La reciente
creación de la cédula personal, no ha sido obstáculo á que por
aquellos naturales se siga denominando tributo á esa contribución,
siendo esta la razón de conservar dicho nombre, máxime cuanto que
las cifras estadísticas, según queda hecha mención, se contraen al
año 1878 en que aún no se había establecido la cédula personal.

En el año citado se inscribieron en Libog 263 bautizos, 39 casamientos
y 107 defunciones. Radicados hay un europeo y 30 chinos. Asisten á las
escuelas por término medio unos 180 niños de ambos sexos, no habiendo
ninguno que hable el español. La criminalidad está representada por
2 individuos.

Entre los ríos que bañan la jurisdicción de Libog, son de citar el
_Cagbahay_ que nace en el mismo cráter del volcán, despeñándose por
la parte E. del mismo, cortando la carretera de Legaspi entre los
km. 10 y 11, yendo á desaguar á la bahía á 1,50 km. de la población
y hacia el SSO. de la misma. El _Nagá_ nace como el anterior en las
últimas estribaciones del Mayon y corre paralelo con el _Cagbahay_
hasta su desagüe. Estos dos ríos en tiempos normales se vadean con
gran facilidad, mas apenas cae algún fuerte aguacero en las alturas
del Mayon, se unen formando una gran masa de agua difícil de pasar,
incomunicando por lo tanto entre sí á los pueblos del partido. En
el memorable tifón del 30 al 31 de Octubre de 1875, unidos estos
ríos arrastraron en sus impetuosas corrientes más de 50 personas
que habitaban en las faldas del volcán. Al N. del pueblo, y al otro
lado del montecillo nombrado _Mapagal_ nace el río _Súfi_, que recorre
todas las sementeras de las visitas de la _Misericordia_ y _San Andrés_
yendo á desaguar por jurisdicción de _Bacacay_.

Entre los productos que se crían en los campos de _Libog_ son de
citar los exquisitos plátanos, cuya fruta tierna y en sazón es más
alimenticia que el camote, tanto que en tiempo de carestía de arroz,
lo sustituye perfectamente. El maíz también se da con gran profusión,
siendo de citar muy especialmente el _cayo_ ó sea el algodón _boboy_
que se produce admirablemente por estacas, siendo deplorable que
aquellos naturales miren su cultivo con gran desdén.

A poco más de 6 km. de Libog se asienta el pueblo de _Bacacay_,
nombre derivado de _bagacay_ que significa caña basta ú ordinaria.

Las vicisitudes y quebrantos por que ha pasado este pueblo, son muy
semejantes á los que ya dejamos citados en el anterior. Su población la
compone 9.219 almas, de las que tributan 4.026 en 41 cabecerías. Se
registraron 347 bautizos, 54 casamientos y 76 defunciones. Hay
radicados 2 europeos y 12 chinos, y asistieron á las escuelas por
término medio 150 niños de ambos sexos, sin hablar ninguno de aquellos
el español. En la criminalidad figuran 8 procesados.

De _Bacacay_ á _Malilipot_ media una distancia de 9,50 km.

La palabra bicol _malilipot_ significa frío, y muy justificado está el
que el pueblo tomara ese nombre, porque en efecto la temperatura que
allí se disfruta es muy fresca, y relativamente fría en las noches y
madrugadas. Está situado cerca de la playa, teniendo al E. á _Bacacay_
y á Tabaco al N.

Tiene 4 barrios llamados, San José, San Francisco, San Isidro y San
Antonio, componiendo entre estos y el pueblo un total de almas de
4.390, de las que tributan 2.070 en 22 cabecerías. Hay un europeo
y 3 chinos. Se inscribieron 172 bautizos, 40 casamientos y 74
defunciones. Asistieron á las escuelas, por término medio, 170 niños
de ambos sexos, habiendo solo 3 que hablen el español. Su criminalidad
esta representada por 3 procesados.

Ni este pueblo ni el anterior tienen nada notable que de contar sea.

Sus productos son como los de todo el partido, el arroz y el abacá,
en primer término, cosechándose algo de café y cacao. Sus árboles
madereros son muchos y de buenas clases.

El pueblo que da nombre al distrito que nos ocupa, se encuentra á
continuación de _Malilipot_ de donde dista 4 km. El nombre de Tabaco
es originario de haberse criado en su jurisdicción muchas plantas
de tabaco.

Tabaco linda al N. con Malinao, al S. con _Malilipot_, al O. con
el monte Masaraga y Ligao y al E. con la mar. Está situado en la
resguardada bahía á que da nombre, cuya bocana se abre entre las
costas de Natunanan y las de San Miguel.

La fundación de este pueblo se remonta al año 1587, en que fué
barrio de Daraga hasta 1616. Fué administrado espiritualmente por los
PP. Franciscanos, y hoy lo es por el clero secular, siendo su párroco
en la época á que se refieren estos viajes ó sean los años de 1878
á 1882 el Padre Llorente, quien después de hacer toda la campaña de
la primera guerra civil al frente de bravos gastadores isabelinos,
dejó las armas dedicándose á espirituales ejercicios,  hasta llegar
á la administración parroquial de Tabaco, el que le debe, gracias á
su actividad y aficiones artísticas, no pocas mejoras.

Una de las atenciones preferentes de este buen párroco consistía en
la conservación del reloj de la torre, y en que ningún pueblo de la
provincia tuviera un cementerio mejor que el suyo, y al efecto todas
las mañanas había de subir varias veces el centenar de escalones de
la torre, con el fin de inspeccionar la marcha y engranaje del reloj,
como todas las tardes invariablemente había de darse el largo paseo que
media entre la casa parroquial y el cementerio pudiendo asegurar  que
si el regulador del tiempo marchaba bien, al lugar del eterno olvido,
no le faltaba ninguno de los detalles que constituye el lujo fúnebre
de estos lugares.

La jurisdicción de este pueblo la componen los barrios llamados
de Tagás, Bombon, Mariroi, Pinagbobong, Matagbag, Baji y Bachao,
y las visitas denominadas San Lorenzo, San Vicente, San Carlos y
San Miguel, componiendo el total de vecindario del pueblo de Tabaco
con los caseríos que le son anexos 15.960 almas, de las que tributan
7.715 en 63 cabecerías. Se registraron 705 bautizos, 112 casamientos
y 291 defunciones. Hay radicados 5 europeos y 28 chinos. Asisten,
por término medio, á las escuelas, 250 niños y 270 niñas, hablando
el español 40 de los primeros y 27 de las segundas.

Los productos que constituyen la riqueza del pueblo de Tabaco, son
el abacá, el palay, el cacao y el café.

Tabaco tiene buenos edificios, siendo de citar la iglesia, el convento,
el tribunal, las escuelas y no pocas casas de particulares.

En la jurisdicción de este pueblo se encuentran 14 puentes: el primero,
de mampostería en el sitio de San Lorenzo y sobre el río llamado Mati,
fué reconstruido el año 1854. El segundo, asimismo de mampostería,
se halla en el sitio _Alola_ sobre el río Ligüaligüan construido en
el año 1829. El tercero, de piedra como los anteriores, se alza sobre
el río del mismo nombre en el sitio llamado _Ongló_, habiendo sido
construido en el año 1847. El cuarto, asimismo de piedra se edificó
el año 1838 en el sitio de Tagás en el río del mismo nombre. El
quinto, cual los anteriores, está en el sitio de _Tayey_ en el río
de su nombre, habiendo sido construido en el año 1841. Los restantes
llamados _Bombon, Pana, Banquiliguan, Matagbag, Panal, San Pascual,
Quinali_ y el _San Juan_, son bastante buenos y facilitan el gran
tráfico que mantiene este pueblo con todos los de la provincia.

El puerto ya hemos dicho es más resguardado y seguro que el de Legaspi,
y por él se da salida á la mayor parte del abacá que se cosecha en
aquellos contornos.

De Tabaco nos trasladamos á Malinao. haciendo  el trayecto de sus 3
km. en carruaje.

El nombre de Malinao se deriva de la palabra  bicol _linao_
con que se designa la _claridad_ del agua ó de otro líquido
cualquiera. Metafóricamente se aplica también aquella palabra,
diciendo, por ejemplo, _malinao na panahon,_ que quiere decir tiempo
bonancible, _malinao na dagat_, que se dice para significar que la
mar está serena, razón por la que tal vez se llamaría así el pueblo,
buscando la etimología bien en las aguas cristalinas que corren en
sus valles, ó ya en razón á lo bonancibles de las resguardadas aguas
de aquellos mares.

Este pueblo fué visita de Albay, separándose de su matriz el
año 1619. Estuvo, administrado en lo eclesiástico por los Padres
Franciscanos hasta el año 1696, en cuyo año pasó al cargo parroquial
del clero secular. Linda por Este con la mar, por Oeste con el pueblo
de Bují, de la provincia de Camarines Sur, por Norte con Tiui, y por
el Sur con Tabaco.

Tiene 4 visitas y 10 barrios, contando además 3 rancherías de negritos
reducidos. Su población total es de 9.841 almas de las que tributan
5.047 en 57 cabecerías de naturales y 2 de mestizos. Se inscribieron
en los libros parroquiales 470 bautizos, 108 casamientos y 185
defunciones. Asisten á las escuelas por término medio de 140 á 160
niños de ambos sexos, entendiendo y hablando medianamente el español
22. Su criminalidad está representada por 5 procesados, habiendo
radicados en el pueblo 2 europeos y 3 chinos.

El último pueblo de este partido es Tiui.



CAPÍTULO XIV.

Tigbi ó Tiui.--Etimología de esta
palabra.--Situación.--Estadística.--Historia.--Rancherías
de monteses.--Sus usos y
costumbres.--Bautizos.--Casamientos.--Inhumaciones.--_Day canama
olang padagoson moan simong lacao._--El _magnaguram._--El
_dumago._--El _tolodan._--El monte _Putianay_.--Maravillas
geológicas.--Sulfataras.--Manantiales incrustantes de
_Maglagbong._--Lago peligroso.--Formaciones silíceas.--Mr. Jagor
ante los manantiales de _Maglagbong._--La solfatara Igabó.--El
cono rojo y el cono blanco.--_Geysers de Islandia_ comparados
con los de _Maglagbong.--_La tierra de las maravillas.--Nombres y
apellidos.--Confusiones.--El libro de vitácora de Legaspi.--Caracteres
físicos del agua de Tiui.

Tigbi ó Tiui, quiere decir cosa torcida, y quizás por las muchas sendas
ó veredas que hay en la jurisdicción de dicho pueblo se le daría ese
nombre: creemos, sin embargo, es mas lógico buscar su etimología en la
palabra bicol tigui, nombre con que se designa á un pescado parecido
á la sardina que abunda en aquellas aguas.

Tiui linda con los pueblos de Bují, Sagnai y Malinao, teniendo al
Este el mar Pacífico. Forman su jurisdicción 4 barrios é igual número
de rancherías de monteses llamadas Capantagan, Entilan, Borabod y
Labnig. La población de Tiui y sus barrios la forman un total de almas
de 8.421, de estas son tributantes 4.190, repartidas en 44 cabecerías.

De los datos estadísticos, resulta que en 1878 se verificaron 84
casamientos, 367 bautizos y 162 inhumaciones.

Hay 4 chinos radicados y 3 europeos, dos de raza blanca y uno de
amarilla nacido de padres indios en Madrid. La estadística criminal
solo dió un contingente de cuatro individuos.

A las escuelas asisten por término medio de 120 á 130 niños y de
140 á 150 niñas, hablando el español 7 de los primeros y ninguna de
las segundas.

Tiui fué erigido como tal pueblo el año 1863 bajo la advocación de
San Lorenzo mártir. Antes fué barrio de Malinao, siendo sus primeros
pobladores oriundos de Bují y Lagonoi.

Existen en Tiui curiosos restos de fortalezas construídas, en lo
antiguo para evitar las piraterías de los moros. Las tradiciones de
este pueblo conservarán eternamente en sus memorias los desembarcos
piráticos verificados en 1841 y 45. En esta última fecha los moros
redujeron á cenizas el primitivo pueblo de Tiui que se encontraba
asentado en la misma playa. De aquella escena de destrucción solo
quedan algunos restos de la iglesia. También, son fechas memorables
en los fastos nefandos de Tiui las de 1857, 1808 y 1849. El cólera
y las viruelas causaron en esos años horribles estragos.

Ya hemos dicho que la jurisdicción de Tiui se encuentran rancherías de
monteses, y habiéndolas visitado diferentes veces vamos á dar cuenta
á nuestros lectores de algunos usos y costumbres de aquellos. Estas
rancherías están regidas por magalajes ó sean capitanes que eligen
de entre los de su clase. Su forma administrativa con relación al
Estado es nula, pues ni pagan contribución ni rinden vasallaje.

Los bautizos entre estas razas son sumamente sencillos: tan luego
principia á llorar el recien nacido se va diciendo en voz alta por
un individuo de la familia todos los nombres de sus antepasados,
y el que se pronuncia en el momento de cesar el llanto, ese es el
nombre que llevará el recien nacido. Se dan casos en que el abolengo
conocido es corto y el llanto del niño demasiado largo, y en este
caso se barajan los nombres á gusto del oficiante.

En los casamientos por el contrario las fórmulas ya son más complicadas
y costosas. Se empieza por el _pamalaye,_ ceremonia que consiste en
pasar el pretendiente con sus padres y demás parientes á casa de la
novia, cuya casa la han cercado de cañas entrelazadas, no dejando
más que una entrada obstruida por un bejuco del que pende un bolo ó
sea puñal guarnecido de plata. De este bejuco hay que colgar por los
visitantes otro puñal de igual riqueza. Con estas armas se corta el
bejuco quedando franqueada la entrada. Una vez la comitiva en la casa
hacen la pretensión, y si es admitida se concierta entre los padres
el _purung_ ó sea el dote que el novio debe pagar. Designado el día
de la boda se dirige el novio á la casa de su futura en donde esta se
encuentra escondida, procede á su busca, y un nuevo bejuco y un nuevo
puñal le indica el sitio donde se encuentra, y una vez en su compañía
se presentan ante los convidados y se hace entrega de la dote; después
viene la promesa de fidelidad so pena de pagar la mujer duplicadas
las cantidades dadas por el marido, y este el perder la mujer y las
cantidades entregadas, si es él el que falta. Las cantidades dotales
se pagan por el orden que sigue. 1.° El _purung_ ó sea el precio en
que se tasa á la mujer; este precio es convencional. 2.° El _sincat_
ó sea el presente que debe llevar á favor de la dote todo convidado
á la boda: por el _itinaid_ ó sea por las ceremonias de la boda,
y por el _pagratas_ ó sea por la ceremonia de cortar el bejuco que
obstruye la habitación donde se esconde la novia. A su vez la madre
recibe también cantidades por el _Idinara_ ó sea por los meses que
llevó en su vientre á la novia, por el _pagpadodo_, ó sea el período
de la lactancia, y por el _gímirod_ ó sea por sus desvelos y cuidados.

Si la novia no es primogénita tiene también el novio que pagar derechos
llamados _ilinacad_. Concluidos los pagos empieza el _pagcaya_ ó sea
la fiesta, y en medio de esta el marido simula un rapto cogiendo á
su mujer en brazos y llevándola á su nueva casa.

Estas ceremonias se simplifican si los novios son pobres, en este
caso solo hay la petición, el convite de boda, y el rapto.

En los entierros se observa el siguiente ceremonial. Tan luego
espira un individuo de aquellas razas se busca un tronco de la palma
llamada _Hagol_, se le deja solo la corteza resultando un ataúd
cilíndrico dentro del que colocan el cadáver, y después cierran
los dos extremos de aquel tronco hueco con tablas que calafatean
con resina blanca. Hecha esta operación colocan el féretro en el
centro de la mejor habitación de la casa y principian las fiestas
que duran mientras tiene dinero que gastar la familia. Concluídas
las fiestas se abre una fosa al pié de la misma casa, y el pariente
más inmediato del difunto coge el _onlong_ ó sea un manojo encendido
de hojas secas, y con él sahuma el hoyo á la par que pronuncia estas
palabras sacramentales. _Day canama olang padagoson moan simong lacao_
que quiere decir, nadie más te detenga, prosigue en paz tu camino;
palabras que se repiten mientras se llena la fosa de tierra y plantas
olorosas.

Sus creencias religiosas las basan en la aceptación de un ser superior
á quien llaman _Magnagurang_. La música y el fuego forman parte
de sus ceremonias religiosas. El _dumago,_ ó sea una invocación
á los antepasados, de tonos tristes y melancólicos, se canta con
acompañamiento de guitarra; otras veces al canto acompaña el baile,
llevando las bailarinas sobre la cabeza el _tolodan,_ ó sea un plato
grande de barro conteniendo un gallo desplumado y sin intestinos:
este baile se verifica en medio de grandes fogatas que rodean á
los bailarines.

Cerca de Tiui se alza majestuoso el _Putianai,_  escabrosísimo monte
á cuyas últimas cresterías han llegado poquísimos.

Quizás, y sin quizás, no habrá en toda la isla de Luzón una maravilla
geológica como la que se admira en los renombrados manantiales que se
hallan á 2 km. de Tiui. Estos manantiales se elevan en medio del río,
formando caprichosos surtidores cuyas aguas en ebullición caen entre
nubes de espeso humo en las ondas del río.

Si bellas son las solfataras del río, bellísimos lo son sus vecinos
manantiales incrustantes de _Maglagbong_. En el sitio así llamado
solo había hasta 1827 pequeños pozos; hoy se admira en el centro de
una explanada exenta de toda vegetación y en la que fatídicamente
resuenan los pasos del viajero, un pequeño lago de aguas tan purísimas
y trasparentes, que permiten examinar su fondo y paredes, tapizadas de
las más vistosas y caprichosas formaciones silíceas que puede forjar
la imaginación. Aquella belleza en el fondo y quietud en la superficie
envuelve un horrible peligro, pues desgraciado el ser que fascinado
en aquellas calcinadas y movedizas arenas cayese al lago; su muerte
sería inevitable. Las aguas son tanto más engañosas cuanto que ni
desprenden humo, ni forman el burbujeo que señala la ebullición, y sin
embargo, fuegos invisibles alimentan constantemente aquella inmensa
caldera. Muchísimas páginas podríamos consagrar á los manantiales
de _Maglagbong,_ pero nos vamos á limitar á transcribir lo que de
ellos dice el sabio naturalista alemán Mr. Jagor: «No lejos de Tiui
(escribe aquel en sus _Viajes por Filipinas_), y exactamente al E. de
Malinao, hay una débil sulfatara llamada Igabó; en medio de una pradera
rodeada de árboles se abre un claro de forma oval, próximamente de
100 pies de largo por 70 de ancho. Todo el espacio está cubierto de
piedras del tamaño de la cabeza y mayores redondeadas por la erosión;
rompiéndolas se ve su estructura concóidea, pues se separan delgados
mantos concéntricos, el núcleo es gris y lo forma la traquita. En
algunos puntos brota del suelo agua termal, que, reuniéndose, da
origen á un arroyo; algunas mujeres se ocupaban en cocer su comida
tomando agua del manantial con una red de trozos de caladium; el agua
está próxima al punto de ebullición. En la cara inferior de ciertas
plantas se veía una tenue capa de azufre sublimado, los indicios de
alumbre apenas se notaban; en una hondonada se había reunido caolín,
que se emplea para enlucidos.

De allí pasé á los manantiales incrustantes de _Naglegbeng_ (debe
ser _Maglagbong)_ que están próximos. Creí hallar fuentes de aguas
calizas, y me encontré con bellísimas formaciones silíceas, sumamente
caprichosas en todos los estadios de desarrollo: conos truncados con
apéndices cilíndricos, pirámides cortadas, con cavidades redondas,
con bordes estriados, estanques hirviendo. Un sitio raso de 200 á
300 pasos de ancho por vez y media de largo, exceptuando algunos
claros encespedados, está recubierto por una costra de sílice que á
veces forma unas grandes superficies continuas; pero generalmente se
presentan fraccionadas por fisuras verticales en delgadas placas. En
innumerables puntos penetra en ebullición el agua cargada de sílice:
saliendo de la tierra, se extiende sobre la superficie y deposita
por enfriamiento y evaporación en seguida una capa, cuyo espesor
disminuye del centro á la periferia con gran regularidad; así se forma
en el transcurso del tiempo un cono muy plano con una cavidad de agua
hirviente en el centro. Aumentando los sedimentos disminuye el canal
de desagüe, corre poca agua que se evapora en inmediata proximidad
del borde, y cada gota deposita un pequeño grano de sílice: así se
forma la parte superior del cono más abrupta que su base, y también
á la vez resulta un apéndice cilíndrico, cuya superficie exterior,
como el agua no corre completamente por igual, queda acanalada
con estalactitas. Si se obstruye el canal hasta el punto de ser la
salida menor que la evaporación, no fluye el líquido por el borde, el
depósito continúa por el enfriamiento gradual del agua regularmente en
el borde interior de la cavidad: pero á medida que desciende el nivel
del agua, cesa la sedimentación en su parte alta, disminuyendo así el
grueso de la capa en la pared interior, y cuando el canal se obstruye
por completo toda el agua se evapora y queda una oquedad lisa como
torneada á mano en forma de campana invertida. En el cono blanco
[8] se ve uno de estos, distinguiéndose alrededor del cono rojo
un borde de cavidad aún más perfecto. El agua busca entonces nueva
salida y rompe por el sitio en que encuentra menor resistencia sin
destruir el hermoso cono que antes formó. Muchos ejemplares parecidos
se encuentran en la localidad. Sin embargo, en los grandes conos
originados en un pequeño estanque, los vapores alcanzan, cuando está
obstruido el desagüe una fuerza expansiva tal, que hacen saltar la
costra superficial dividiéndola en fragmentos radialconcéntricos. El
agua brota en abundancia solo del centro, y se dirige á la altura casi
verticalmente, dejando las arenas sobrenadar debajo de los fragmentos
de la costra; así se forma una especie de gradería concéntrica, cuyo
piso horizontal se va llenando de un modo gradual por nuevos depósitos
de las aguas que lo recubren. A veces rompe el agua, estando cerrado
el desagüe y después de formada la gradería, por la vertiente del
mismo cono, y entonces se origina otro al pié del primero. En las
inmediaciones de los manantiales silíceos hay depósitos de arcillas
blancas, amarillas, rojas y gris azuladas, alternando en capas poco
potentes como las margas irisadas: probablemente son producto de la
descomposición de rocas volcánicas acarreadas allí por las aguas y
coloreadas por óxidos de hierro. Quizá proceden estos depósitos de
las mismas rocas, de cuya descomposición proviene la sílice siendo
los últimos restos sólidos de las mismas. Su cantidad es sin embargo
escasa, no se hallan en su primitiva posición, y representa solo una
pequeña parte de la masa primitiva. Los mismos fenómenos se observan
en Islandia y en Nueva Zelandia: pero _mucho más variados, más bellos
y más puros son los productos de los manantiales de Tiui que los
de los Geisers de Islandia_. Hay depósitos de plantas incrustadas
con un baño tan tenue de sílice que se transparentan á través de
él los nervios de las hojas bien reconocibles: la galvanoplastia
no podría hacer un trabajo más delicado. En otros sitios alternan
capas delgadas opacas, blancas ó muy débilmente rojizas de sílice,
con fajas transparentes de ópalo amarillo y de _hialita_. A veces
cuando la sílice queda largo tiempo en estado gelatinoso, han formado
los gases penetrando en la masa consistente, series de celdillas de
delgadas paredes, tan compactas y regulares como si fueran de origen
vegetal: las celdillas están vacías ó llenas de _hialita_ que suele
penetrar en rayos continuos por la masa silícea. En otros sitios se
ha depositado este mineral en capas concéntricas delgadas, alrededor
de núcleos sólidos formando _amigdalas._ De una belleza sorprendente,
verdaderamente monumental, es la rara forma del cono rojo de Tiui,
_quizás sin rival en todo el mundo_.»

Escudados con las palabras del sabio alemán que dice, _que los
productos de los manantiales de Tiui son más bellos_ y más puros que
los de los _geysers de Islandia_, bien podremos asegurar que son los
más sorprendentes del mundo, con perdón sea dicho del geólogo americano
Hayden y de los decantados geysers de _La tierra de las maravillas_.

No queremos dejar olvidada una particularidad que noté en los
nombres y apellidos de la mayoría de los vecinos del pueblo de
Tiui. Hasta no há muchos años los indios daban invariablemente á
sus hijos en la pila bautismal, el nombre del santo del día en que
nacían, sirviéndoles de apellidos el nombre del padre, viendo por lo
tanto en todas las escrituras antiguas figurar á Antonio de Luís,
Juan de Pedro, Victoriano de Andrés, etc. Esto originaba grandes
confusiones, y durante el gobierno del general Urbistondo--si no
estamos equivocados,--se dispuso que los indios adoptaran apellidos,
y al efecto se mandaron por provincias extensas relaciones de aquellos
para que escogiera cada cual el que más le agradase. Recuerdo esto
porque en Tiui me encontré con un D. Pedro el Cruel y un D. Enrique
de Trastamara, fraternizando alegremente frente á un jarro de vino
de nipa. No creo se tuvo gran cuidado al redactarse en las relaciones
ciertos apellidos, que por su respetabilidad y personificación debían
estar á nuestro juicio á salvo de todo ridículo, y ridículo, y no
poco es ver á un Guzman el Bueno jugando al gallo, y á una Isabel de
Marcilla en complaciente _bichara,_ con un Tirso de Molina ó un Lope
de Rueda.

En Filipinas faltaban apellidos y hubo que crearlos; en cambio hasta
fecha no remota no existió en aquellos archipiélagos quien se llamara
Silvestre, por la sencilla razón de que el rumbo de los primeros
navegantes borró un día del almanaque; así que en Filipinas el mes
de Diciembre no tenía mas que treinta días, necesitándose que Madrid
y Roma intervinieran para enmendar ese _desaguisado_ que á la marcha
de los tiempos llevó el libro de bitácora de Legaspi.

Para terminar vamos á dar á conocer el análisis cuantitativo de las
aguas de Tiui, hecho por el aventajado farmacéutico D.A. del Rosario.

Caracteres físicos del agua.

Turbia, inodora, incolora, casi insípida; por el reposo deposita un
precipitado blanco ocráceo bastante abundante. Filtrado el líquido,
precipita igualmente por la ebullición.

Peso específico determinado por el método de Klaproth 1,0041.

_Ensayos preliminares._


	Papel de tornasol azul		Nada.
					  rojo		Nada.
			 almidón			Nada.
	acetato triplúmbico			Nada.
	Polvos de plata				Nada.


El líquido filtrado presentó las siguientes reacciones:


	Agua de cal						Nada
	Nitrato argéntico				Precipitado blanco muy
									tenue soluble en el
									amoniaco.
	Cloruro bárico					Precipitado blanco
									abundante insoluble en
									el ácido nítrico.
	Sulfhidrato amónico				Coloración pardusca.
	Ferrocianuro potásico			Nada al punto.
	Hidrato potásico				Enturbiamiento casi
									imperceptible.
	Amoniaco cáustico				Enturbiamiento casi
									imperceptible.
	Ferrocianuro potásico			Coloración azulada.
	Ferrocianuro potásico			Coloración azulada.
	y ácido nítrico
	Oxalato amónico					Precipitado blanco.
	Fosfato sódico-amónico			Precipitado blanco.
	Cloruro platínico y alcohol		Precipitado amarillo
									tenuísimo.
	Bimetantimoniato potásico.		Ligero precipitado
	(Sobre el líquido concentrado	granugiento.
	y filtrado).


El precipitado que quedó en el filtro se presentaba blanco rosáceo
soluble con residuo en el clórido hídrico hirviendo, precipitado la
solución por los siguientes reactivos.


	Amoniaco						Precipitado rosáceo que por
									la acción de la potasa
									disminuye de volumen aumentando
									de coloración.
	Ferrocianuro potásico			Coloración azul Prusia.
	Cloruro platínico				Precipitado amarillo tenue y
									cristalino.


De lo expuesto se deduce: 1.° Que el agua que se estudia contiene los
siguientes cuerpos en disolución. _Clórido hídrico, ácido sulfúrico,
óxido ferroso, óxido cálcico, óxido magnésico, óxido potásico y
óxido sódico:_ 2.° Que el precipitado suspendido en dicho líquido, se
halla constituido por óxido férrico, óxido alumínico, óxido potásico
y sílice.

A pesar de la no muy notable cantidad de principios mineralizadores
existentes en el agua mineral ensayada, y teniendo en cuenta que en
ella predominan los sulfatos magnésico, sódico y ferroso y el cloruro
magnésico, podemos clasificarla como _agua mineral medicinal salino
ferruginosa sulfatada_, y atribuirla _à priori,_ como propiedades
terapéuticas (separadas las materias en suspensión) la de diurética
y reconstituyente.

No debe esto llamar la atención, pues clasificándose como _aguas
minero-medicinales_ las de _Fitero (Pamplona), Hermida (Santander),
Sacedón (Guadalajara),_ etc., que contienen, la primera una cantidad
casi igual y las dos últimas, proporciones mucho menores de sales
minerales que la que acabamos de analizar, igual ó mayor motivo existe
para clasificar estas del modo indicado.

No se extrañe tampoco la ausencia en ella de diversos gases que
generalmente existen en disolución en las aguas minerales salinas, pues
siendo la temperatura del manantial casi igual á la de la ebullición
según datos proporcionados al digno catedrático de farmacia D. Fernando
Benítez, se comprende que á dicha temperatura se hayan desprendido
los que pudiera haber contenido en disolución.

En cuanto al origen de las sales que la mineralizan, aun cuando
no podamos partir de base sólida por carecer de datos geológicos y
topográficos, podemos admitir que sean probablemente producto de la
disgregación de rocas feldespáticas y de la descomposición de algunas
piritas que encontraría á su paso el agua auxiliada por su elevada
temperatura que reconocería por causa, ya la inmediata radiación del
calor del volcán ya la notable profundidad de donde provendría el agua,
ó las violentas reacciones químicas que encontraría y provocaría á
su paso. Así se explica la notable proporción de sílice encontrada
en la materia suspendida en ella con relación al óxido alumínico
(0,102, 0,035).



CAPÍTULO XV.

Los chinos en Filipinas.

Según los datos estadísticos que venimos consignando en estas páginas,
resulta haber radicados en la provincia de Albay gran número de chinos,
observación que hace nos detengamos y nos ocupemos de esta raza.

La creciente inmigración china en Filipinas, está siendo en la
actualidad objeto de grandes controversias, pues mientras hay
pesimistas que creen que todos los males que se desarrollan en
aquellas islas son de origen chínico, hay otros optimistas que
sostienen que todas las cargas y obligaciones de aquel tesoro, las
levanta el espíritu mercantil del hijo del Celeste Imperio; y puesto
que estamos frente á este problema, vamos á decir algo por nuestra
cuenta. La primera cuestión que surge es la siguiente: Publicado el
Código penal en Filipinas, y vigentes por lo tanto sus artículos 155 y
156 que previenen que para los efectos de dicho código se entienda que,
al hablar de España se comprende bajo tal denominación, cualquiera
parte del territorio nacional: reputándose español toda persona que,
según la Constitución de la monarquía goce de tal consideración,
¿se reputarán como españoles y con derechos y deberes de tales,
á los hijos de padre y madre chinos nacidos en Filipinas, y á los
no nacidos en aquellas tierras, pero sí radicados serán extranjeros
con el disfrute del fuero que aquellos tienen? No desconocemos que no
poca gravedad envuelve la contestación á esta pregunta; sin embargo,
no titubeamos en contestar, que hoy por hoy el chino debe quedar sujeto
á su sistema de empadronamiento, mas no irritantes disposiciones que
le colocan en desairada situación en aquellas sociedades, que ni le
toleran la presencia de sus mujeres, originando con ello sacrílegos
contubernios, como medio de llegar por la forma de un Sacramento
en que no creen, á la posesión de una mujer que abandonan tan luego
pueden volver en busca de la para ellos legítima, como asimismo no
les admiten protectores representantes de su raza, al no establecerse
la creación de consulados chinos. La orfandad de autoridades propias,
el odio y desprecio de que son objeto por parte de los naturales, y los
gravámenes y recargos que sobre ellos pesan, la vengan con una perfecta
indiferencia envuelta en una permanente é indefinida sonrisa que no
abandonan hasta que al dejar el Corregidor en demanda de sus hogares,
lanzan sobre las cruces de nuestras torres y los colores de nuestra
enseña, la tan vulgar y repetida frase de _no más Santa María castila y
señolía._ Palabras que sintetizan las malas impresiones de la estancia
y el placer de la partida. A que esa indiferencia desaparezca, y á que
ese poderoso elemento de riqueza al par que de trabajo y sufrimiento,
que lleva en sí la raza china se arraigue con carácter permanente, y no
de paso ó de invernada, es á lo que yo entiendo se debe dirigir nuestra
política colonial. En Filipinas, el chino tiene una personalidad
jurídica propia y exclusiva distinta de todas las demás. Sus
tributaciones, sus empadronamientos, derechos y deberes, y hasta
los rituales civiles para llegar á efectuar casamientos católicos,
se ajustan á procedimientos especiales. El chino que llega á Filipinas
es un número de orden y otro de chino. El código de comercio de 1830,
que se hizo extensivo á Filipinas en la Real cédula de 26 de Julio
de 1832, deja en las novedades que introduce las divisiones de raza,
pues que da reglas para las inscripciones en la matrícula de comercio
de los mestizos é indios sangleyes, quedando desde aquella fecha  las
razas, jurídicamente hablando, perfectamente definidas y cada una
de ellas sujetas á leyes especiales; pero hoy que todo propende á la
unificación en cuanto compatible sea con las civilizaciones de Asia,
y en que se ha dado el gran paso, en tal sentido, con la creación de
la cédula y la abolición del tributo, símbolo de raza; y hoy en que
se dice son españoles todos los nacidos en territorios españoles,
y extranjeros los que lo fueren en otras tierras, el chino sea
fiel ó infiel,	nacido en territorio español ó en suelo extranjero,
dentro de aquella legislación, de aquella tributación, de aquellas
patentes, de aquellas restricciones, no será, si explícitamente
no se consigna, dentro de la vida mercantil de aquellos pueblos,
ni español ni extranjero; será chino, mejor dicho, será un número ó
una patente; número que en sus quejas y reclamaciones no tiene más
autoridad á quien acudir dentro de su raza que á su Gobernadorcillo,
último remedo de los poderes gubernamentales, estando sujetos lo
mismo á las genialidades de los pedáneos indios que á los rigores
del trabajo público á que le llevan la más pequeña demora en los pagos.

Más de 70.000 chinos, mejor dicho, más de 70.000 números ó _patentes
humanas_ hay empadronados en Filipinas. _Números_ que podrán ser--yo
no lo dudo,--malos elementos de colonización, pero que afirmo son uno
de los primeros factores de los ingresos del Tesoro, alcanzándoles
todas las contribuciones y gabelas, ora directas, ora indirectas,
cobrándoseles lo mismo por la virtud del trabajo, signo característico
de su raza, como por los extravíos de sus vicios ó necesidades. Los
fumadores de opio llevan á las cajas del Estado no pocos millones y
se comprende, pues estando estancado el opio, y contrabando fumarlo
fuera de los sitios, mejor dicho pocilgas destinadas al efecto, el
vicio sale muy recargado, y por lo tanto muy caro. El alcoholismo,
el tabaco, los goces sensuales, la gula, y cuanto constituye un
vicio ó un placer se puede servir á domicilio en todas partes del
mundo, y solo el chino para proporcionarse el goce de aspirar el
humo del anfión necesita hacerlo en un sitio determinado, inmundo
y nauseabundo, llamado fumadero, so pena de ser reo de una causa
criminal por contrabandista, y de incurrir en la pena de 500 duros
de multa, mas las costas ó destinársele á trabajos públicos por cada
medio peso que dejen de satisfacer, amén de estar presos mientras se
tramitan los allí largos procesos, si no prestan cuantiosas fianzas
sujetas á arbitrarias apreciaciones.

Hoy existen en Filipinas, como ya hemos dicho, más de 70.000 chinos;
todos ellos, salvo poquísimas excepciones, con el carácter de
transeúntes, y esa masa de población que se renueva constantemente con
todos los perjuicios que trae en pos de sí la accidentalidad, produce
solo en los fumadores de anfión y registro de capitación más de 15
millones de reales anuales. Si á esto se agrega que la mayor suma del
importe de patentes son chinas, que en la renta de lotería el primer
factor que la sostiene es el chino, y que tanto la industria como el
comercio filipino tienen en aquella raza un poderosísimo auxiliar,
sobradamente demuestra que nuestras leyes no deben tener olvidado á
ese _numerario humano_ que constantemente llega á nuestras playas,
y que es preciso aumentarlo y ayudarlo. Y no se abriguen recelos
en este asunto, ni se busquen restricciones en temores que si en
algún tiempo pudieron ser legítimos por más que los desmintieran las
derrotas de las potentes armadas de Limahon, y las fuerzas de Sioco;
hoy aquellos temores serían puramente imaginarios y el que los tuviera
demostraría desconocer en absoluto el espíritu y aspiraciones de la
raza china en sus permanencias en otros territorios que no sean los
suyos. Y si como dice, y dice muy bien la exposición que precede
á los actuales presupuestos de Filipinas, que allí «la producción,
como la industria y comercio exigen protección grande para adquirir
la virilidad que necesitan para consolidarse y entrar en el concurso
general en condiciones de posible competencia,» entiendo que para que
esa gran protección sea una verdad en cuanto á uno de los elementos
más fuertes de la producción, de la industria y del comercio,
se hace preciso en primer término hermanar en cuanto sea posible
los reglamentos especiales que se refieren á los chinos con todas
aquellas evoluciones que necesariamente ha de llevar á Filipinas la
sustancialidad del art. 1.° de la Constitución española.

En mi pobrísimo juicio, entiendo que en toda ley deben presidir
conceptos concretos é ineludibles, huyéndose cuanto posible sea de
crear dudas y vacilaciones en los resultados de su aplicación, que
originen arbitrarias resoluciones,  por más que estén aquilatadas en
la prudencia que crean largas prácticas de concienzudos tribunales;
y digo esto, porque muchos de los artículos del Código de comercio
vigente, son objeto en su aplicación del prudencial arbitrio de
aquellos tribunales, pudiendo asegurar, sin temor de equivocarme,
que de los 70,000 chinos que viven en Filipinas, el 80 por 100 se
dedican á comprar y vender, ejerciendo por lo tanto el comercio, sin
que ninguno de esos miles de comerciantes esté dentro del Código de
comercio, y mucho sería encontrar casas españolas ó extranjeras que
puedan justificar estar libres de olvidos de algunas prevenciones del
Código. Una de las mayores dificultades que se tocaron en la tristísima
memorable quiebra de la casa de Russell Sturgis, la más antigua y
poderosa de cuantas hasta ahora han funcionado en Filipinas, fué la
forma de llevar los libros contraria á lo que manda el Código. El
mismo Banco Español Filipino con toda su legítima preponderancia,
reconocida minuciosidad y puritana administración, no juraríamos esté
exento de alguna infracción más ó menos grande.

Para comprender las vicisitudes y restricciones que vienen sufriendo
los chinos en su vida mercantil en Filipinas, se añadirá á lo
ya expuesto algunas indicaciones de los puntos más salientes
de la legislación de aquellas islas, en las que es de notar, ya
existía antes de la conquista, un vivísimo comercio con los chinos,
compartiendo con ellos las transacciones, japoneses y borneys, á los
que más tarde se unieron moros y armenios, con sus cargamentos de
la India. En la historia filipina se consignan no pocos privilegios
mercantiles contrarios á los intereses chínicos.

Por real cédula de 11 de Enero de 1593 se otorgó privilegio especial
á los vecinos de Manila para que pudieran despachar todos los años al
puerto de Acapulco dos naves, repartiéndose entre aquellos por medio
de vales el tonelaje de carga, formándose de esta suerte la razón
social llamada _La nao de Acapulco._ Por reales cédulas de 8 de Enero
de 1718 y 27 de Octubre de 1720 se prohibió el que se admitieran en
las naos tejidos de seda de la China, prohibición que subsistió hasta
la real cédula de 8 de Abril de 1734 que declaró lícito dicho comercio.

Si trabas tuvo el comercio chino y sus productos con las _naos de
Acapulco_, no las tuvo menos con la célebre _Compañía de Filipinas_,
creada por real cédula de 6 de Mayo de 1781, en cuya compañía tomó el
rey la octava parte de acciones; concediendo á la expresada compañía
entre otros monopolios, el exclusivo de hacer el comercio entre
las islas y la Península, el que duró hasta la real cédula de 6 de
Setiembre de 1834.

Esto en cuanto al comercio de exportación, pues respecto al interior,
los chinos como todos los extranjeros no podían vender al pormenor
ni internarse en las provincias, ni mandar agentes ó apoderados para
adquirir frutos del país. (Bandos de 4 de Febrero de 1828 y 11 de
Noviembre de 1840.)

Desde la creación de la alcaicería de San Fernando, ó sea desde que
á los chinos se les señaló como domicilio esa casa de contratación
mandada construir por Real cédula de 7 de Septiembre de 1758, no han
cesado nuestros legisladores de dictar disposiciones referentes al
comercio chino, siendo en verdad la mayoría de ellas altamente odiosas,
y si bien el Código de comercio fué promulgado en Filipinas, esto no
obstante fué introduciendo la práctica y disposiciones posteriores
grandes limitaciones, y al efecto, pueden verse la circular de 31
de Octubre de 1832 sobre capitaciones y empadronamientos de chinos,
el superior decreto de 31 de Agosto de 1839 estableciendo prisiones
indefinidas por falta de pagos de capitación, y restricciones para
ejercer el comercio, y trabas para ausentarse del país, hasta el punto
que no podían hacerlo, cual acontece hasta el día, sin licencia del
Gobernador general, expediente y fianza. Ese mismo superior decreto
dispone en su art. 22 que para ejercer los chinos el comercio necesitan
expresa autorización del Gobierno, exigiéndoseles pagos adelantados
por las licencias, como asimismo por invernadas para reparos en la
Alcaicería donde necesariamente debían pernoctar. Por bando de 13
de Diciembre de 1843 se prohibe á los chinos no radicados obtener
licencia para viajar fuera de la provincia de Tondo, de donde no
podían ausentarse según el particular cuarto del decreto de 28 de
Junio de 1848 sin licencia del Gobierno general. Por decreto de
aquella autoridad de 20 de Diciembre de 1849, se ordena que á los
chinos no se les conceda ni residencia, ni ejercicio de sus oficios
en las Filipinas sin obtener la competente autorización. El decreto
de 5 de Agosto de 1850 previene en su particular sexto que los chinos
destinados al fomento de las haciendas no podrán dedicarse á otra
clase de trajín, comercio, ni oficios mecánicos. El Decreto de 15
de Septiembre de 1852 divide los chinos en tres clases, señalando
á cada uno de ellos un número que corresponderá al del padrón y al
de la patente que se les expida, y según el artículo 28 de dicho
decreto solo los chinos de primera clase ejercerán la profesión,
industria ú oficio que más les acomode. Por el art. 31 se les impone
trabajos públicos á los insolventes de pagos á la Hacienda, á razón
de un mes por cada dos pesos; el art. 40 previene que los chinos no
podrán ausentarse de la provincia si no prestaren la correspondiente
fianza; el art. 42 establece un impuesto sobre tiendas y talleres de
chinos, pagándolo el que esté al frente de dichos establecimientos,
sin que pueda servirles la alegación de pertenecer á sus mujeres
ó á otras personas; dividiéndose las tiendas en cuatro clases,
pagando las de primera 100 pesos, las de segunda 60, 30 las de
tercera y 12 las de cuarta; formándose con esta división un registro
por las subdelegaciones de Hacienda, á las que están obligados los
cabecillas de los establecimientos chínicos á dar cuenta de lo que
venden y á cuantas noticias se refieran á abrir, cerrar, vender ó
traspasar tiendas ó talleres, llevándose nota de cualquier novedad al
registro. La falta de pago de este impuesto se castiga con trabajos
públicos.

En el cuadro que precede, _y conste que no esta recargado_,
hay sombras desconsoladoras que es preciso desaparezcan. Ni somos
partidarios de las extremadas complacencias, ni de las sistemáticas
prevenciones. Corríjase enhorabuena al chino, en lo que de corregir
sea, pero considéresele y protéjasele en todo aquello que lo merezca,
no olvidándose que las competencias no se vencen con declamaciones,
y sí con el trabajo, la baratura y el perfeccionamiento.



CAPÍTULO XVI.

De Tabaco á Calolbon.--Isla de Catanduanes.--Su
situación.--Clima, terreno y productos.--Los primeros
misioneros.--Calolbon.--Etimología.--Estadística.--Clero.--Medios para
que se aprendiera el español.--Birac.--Su extraña configuración.--Censo
civil y eclesiástico.--Formaciones auríferas.--La bandera y la
lengua patria.--Bato.--Situación, etimología y estadística.--Puente y
balsa.--_Perecederas_ obras.--Viga.--Formas de locomoción.--El gran
Cantilamo.--_Expedicioncita de recreo_.--Los altos plenilunios.--El
lintianac bicol.--Etimología.--Estadística.--Payo.--Origen de
esta palabra.--Censo tributario--Bagamanot.--Etimología,
situación, estadística y temperatura.--Ocupación
de aquellos habitantes.--Pandan.--Origen de este
nombre.--Productos.--Estadística.--Caramoran.--El por qué de este
nombre.--Estadística.--Falta de una cifra.

_Catanduanes._

De Tiui regresamos al pueblo de Tabaco, en donde nos esperaba un buen
baroto en el que habíamos de hacer las 16 millas de travesía que hay
de aquel pueblo al de _Calolbon_, situado en la isla de Catanduanes;
travesía que hicimos en seis horas.

La isla de Catanduanes pertenece, según ya dejamos dicho, á la
provincia de Albay, derivándose su nombre de uno de los ríos de
aquella isla llamado _Catandunga_. Según el geógrafo, Padre Buceta, se
encuentra situada entre los 127° 43' 30'' longitud, punta Siolah, y los
128° 10' ídem, punta Gimoto, y los 13° 30' latitud, punta Taguntum,
y 14° 7' 30'' ídem, punta Yot: 2 1/2 leguas de la costa E. de la
provincia de Camarines Sur, al E. de esta provincia y al N. de la
de Albay. Su mayor longitud desde la punta Taguntum á la de Yot,
ó sea de N. á S., es de unas 12 1/2 leguas, y de E. á O., ó sea su
mayor anchura, 7 2/3: de modo que conforme á su figura viene á tener
por un promedio unas 55 leguas cuadradas. El clima de esta isla es
bastante templado; pues á más del mar que la rodea dulcifican también
los ardores del sol los muchos montes que en ella se encuentran,
sin embargo que ocurren muchas tempestades y que la combaten los
vientos del NE. contra los que no tiene ningún abrigo. Contiene
la isla 8 pueblos situados al N. y al S. llamados Calolbon, Vira,
Bato, Viga, Payo, Bagamanoc, Pandan y Caramoran. Por la costa del
E. hállanse primero pegadas á ella los islotes de Minigil y Panay,
la punta de Pandan en los 128° 9' longitud, 13° 48' latitud; la
ensenada y punta de Gimoto en los 128° 10' longitud, 13° 45' latitud;
el puerto de Barás en los 128° 5' longitud, 13° 38' 30'' latitud, y en
la costa del S. la punta Nagunbuaya á los 128° 4' latitud, 13° 31' 50''
longitud donde concluye la costa E. de la isla y que forma también por
la parte del S. una ensenada con la punta más meridional de la isla,
que es la de Taguntum, á los 127°,33' longitud, 13° 50' latitud.

Hállanse también en la costa S. los puertos de Virac y Calolbon, y el
bajo Teresa donde se pierden con frecuencia las embarcaciones, y la
punta Agojo en los 127° 45' longitud, 13° 48' latitud. De esta punta
á la de Siolal presenta la isla esta parte de la costa hacia el SO.,
cambiándose después desde la referida punta Siolal, que está en los
127° 43' longitud, 13° 52' latitud, al O. En esta parte se encuentra
la punta Ilacaong en los 127° 49' longitud, 13° 55' latitud, y la
ensenada de Carag, desde donde empieza ya la costa á convertirse al N.,
encontrándose la punta Yot en los 127° 56' longitud y 14° 7' latitud.

El terreno de esta isla es muy fértil, y abundan los ríos en cuyas
arenas se encuentra algún oro en polvo. Sus montañas parten del centro
de la isla, dirigiéndose en dos cordilleras, hacia el S. la una,
yendo á formar la punta Nagumbuaya, y la otra que se corre al N.,
á rematar en la punta Yot. Esta cordillera que se dirige de N. á
S., extiende sus ramificaciones por toda la isla. Las principales
producciones, son: el arroz, maíz, abacá, algodón, burí y cocos. En
sus montes se crían buenas maderas de construcción y ebanistería,
mucha caza mayor y menor, miel y cera [9] que depositan infinidad de
abejas que en todos aquellos sitios se encuentran.

Los primeros misioneros que llegaron á esta isla fueron víctimas de
la barbarie de sus naturales. Sus costumbres en aquel tiempo eran casi
iguales á las de los visayas; pintábanse el cuerpo como estos últimos,
y sus usos eran semejantes á los de aquellos.

Ya hemos dicho que el puerto de desembarque que se elige en la
navegación de Tabaco á Catanduanes, es el de Calolbong, palabra
bicol que quiere decir lugar oculto ó escondido. Dada la situación
de este pueblo, encerrado entre los montes y la mar, nada mas lógico
que se le conociera con aquella denominación. Linda con Birac y
Caramoran. Tiene dos barrios llamados San Vicente y San Rafael, mas
la visita Todón, componiendo una masa de población de 2.248 almas, de
las que tributan 1.081. Se inscribieron 141 bautizos, 30 casamientos
y 34 defunciones. Asisten 60 niños de ambos sexos á las escuelas,
desconociéndose casi por completo la lengua española en toda la isla,
en donde no hay radicado más que un europeo y 15 chinos.

El clero que administra la parroquia de este pueblo, como las de los
demás de todo el distrito, son clérigos indios, y tanto escasea en
aquella isla el conocimiento del castellano, que en las elecciones de
Gobernadorcillos, hay que prescindir de este requisito, indispensable
según las disposiciones vigentes para ocupar aquel puesto.

Y ya que nos encontramos con esta infracción legal, creemos procedente
manifestar que uno de los alicientes más poderosos que podrían llevarse
á Filipinas en pro de la lengua española, sería prohibir en absoluto
que hubiese Gobernadorcillos, tenientes y jueces mayores que no
entendiesen siquiera fuese medianamente el español, previniéndose
que caso de no haber en algún pueblo indio que reuniese aquellas
condiciones, se le pudiera proveer de autoridades, con naturales de
otros pueblos. El amor propio y el espíritu de localidad, serían
gran aguijón en el indio, que aspira siempre á la dignidad de
Gobernadorcillo,  una de las metas de sus ambiciones.

El caserío de Calolbong es de caña, nipa y demás materiales ligeros, no
habiendo en todo el pueblo más que ocho casas de alguna solidez. Riegan
sus campos los ríos llamados Patorbe y Alibuag.

Pocas horas permanecimos en este lugar triste y solitario. De
Calolbong á Birac hay unas cuatro horas de camino en hamaca ó caballo,
prefiriendo la primera, por cuanto á la mitad del camino se encuentran
pendientes muy pronunciadas.

No encuentro la razón etimológica del nombre  de _Birac_, á menos que
no proceda de la extraña configuración panorámica del pueblo visto
desde las alturas de sus montes, configuración que se asemeja á las
líneas que forman la concha llamada Venus, y en este caso, _Birac_
procedería de la palabra anticuada _birat_, que significa los órganos
genitales de la mujer.

Birac, contando con sus dos barrios denominados Santo Domingo y
Antipolo, tiene una densidad de población de 5.066 almas, de las
que tributan 2.326. Su censo eclesiástico está representado por 244
bautizos, 36 casamientos y 119 defunciones. A las escuelas asistían
unos 60 niños de ambos sexos.

Los campos de Birac producen arroz, maíz, abacá y bejucos. Corren
por aquellos 16 ríos.

En los sitios llamados Boyo-Cayanipi y Mapoting-Bulauan, se encuentran
formaciones auríferas que los naturales explotan en pequeñísima
escala, empleando los medios más rudimentarios que se usan en el
mundo para esta clase de trabajos. Bien es verdad, que ¿para qué
han de explotar con gran afán los indios de Catanduanes ni el oro,
ni los diamantes, si los hubiera, si allí, en aquellas costas que las
cierra á toda navegación las bravías monzones del NE., viven aquellos
indios en perfecto _quietismo_ ignorando lo que pasa más allá de los
estrechísimos horizontes que limitan las altas y encadenadas montañas
que por todas partes cierran la isla? Sin necesidades ni aspiraciones,
nacen, viven y mueren aquellos seres, yendo muchos de ellos á dormir
el sueño eterno, sin conocer de la madre España más que los colores
de su bandera, _suponiendo_, y suponer es, que la tengan todos los
tribunales. En cuanto á entender el español en aquellos pueblos,
sería tanto como hablarles en caldeo ó en hebreo. Allí se predica,
se confiesa y se administra justicia en bicol y nada más que en bicol,
y dicho esto, huelgan todos los comentarios y las amargas reflexiones
que tales hechos surgen en la mente. ¡Desconsuelo y no poco produce el
ver que al pié de una bandera se congregan miles y miles de seres, y
que estos no sepan saludarla en la lengua que personifica y encarna!...

       *       *       *       *       *

De Birac á Bato hay un regular camino, haciéndose un pequeño trecho
embarcado. En esta jornada se emplean unas tres horas.

Bato quiere decir piedra, y no pocas, en verdad, abundan por allí.

Bato está situado á la derecha del río de su nombre, teniendo el
monte Sipi al O. y el de Cagbalayan al E. Dependen de él 2 visitas
y 14 barrios, siendo de citar entre estos los de _Gigmoto_, Obo y
Batalay. Este último recuerda en una modesta cruz la visita del obispo
don Diego de Herrera. Bato contiene 5.848 almas, de los que tributan
2.657. Se verificaron 276 bautizos, 62 casamientos y 96 defunciones,
y asistieron á las escuelas por término medio unos 70 niños.

Mi cartera de viaje la tengo llena de los infinitos nombres con
que se conocen en la localidad los montes, ríos y arroyos que por
allí se encuentran. Frente al tribunal se alza un puente que pone en
comunicación las dos márgenes del río á que da nombre el pueblo. Por
este puente solo se permite pasar peatones, y se comprende, teniendo
en cuenta que los materiales ligeros de que se compone, no podrían
resistir grandes pesos. Tiene más de 90 brazas, y su construcción,
que participa de puente y de balsa, se _remienda_ muy á menudo, y
digo se remienda, porque por allí no se emplea en las obras ni un
solo clavo, _cosiendo_ y uniendo el bejuco, las cañas, las palmas
bravas y el cogon, únicos agentes de aquellas _perecederas_ obras.

Antes de emprender el viaje de Bato á Viga recomiendo al que lo intente
haga testamento y se ponga bien con Dios. En cuanto á la forma de
locomoción entran todas las conocidas en el país, llegando á algunos
puntos, en que el viajero tiene que ayudarse de bejucos tendidos
sobre los precipicios, ó las casi verticales estribaciones del gran
Cantilamo. Sin la cooperación de aquellos bejucos volantes, y sin la
práctica y esfuerzos de los guías indios no habría medio de hacer el
viaje de Bato á Viga por tierra. Contando con toda clase de elementos
se tarda en esta _expedicioncita de recreo_ diez y seis á veinte
horas. Las vertientes del Cantilamo dividen las jurisdicciones de Bato
y Viga. La altura del último picacho de este célebre monte es tal,
que no hay ninguno de aquellos naturales que no afirme con la mayor
ingenuidad que desde allí se oyen en las horas de los altos plenilunios
los dulces ecos de las harpas celestiales. Nosotros pasamos por allí
en plenilunio bien alto, y aunque varias veces _vimos_ el cielo, y
no menos medimos con nuestro cuerpo el suelo, no oímos más _música_
que la producida por el rodar de las piedras en los precipicios,
la originada por el despeño de las aguas, y la que arrancaba de
nuestros labios el _lintianac_ bicol al caer ó tropezar. _Lintianac_
quiere decir rayo, y es la imprecación más fuerte que conoce el indio.

Viga se llama en bicol á una raíz farinácea de la familia de los
_gabes_ que abunda en Catanduanes.  Las hojas de esta farinácea son
grandísimas sirviendo á los indios de paraguas.

El pueblo que nos ocupa tiene un barrio llamado Napó, contando con
el vecindario de este, un total de 2.960 almas de las que tributan
1.378. Se verificaron 118 bautizos, 84 casamientos y 46 defunciones:
nos aseguraron que asistían á las escuelas unos 40 niños de ambos
sexos. El caserío es todo de materiales ligeros, probando el atraso
y pobreza de este pueblo el hecho de no haber chinos radicados.

De Viga á Payo hay un mediano camino, y seguramente como lo pasé
bajo la impresión del que habíamos dejado horas antes, me pareció tan
_superior_, que ni el caminito del cielo me lo figuro tan cómodo como
el de Viga á Payo. Tardamos en llegar á este pueblo cuatro horas,
_montando_ una descomunal calesa tirada por dos buenos jacos.

Payo quiere decir cabeza, y como de estas hay tantas y tan huecas
en aquel pueblo, no sabemos el punto facial de arranque de aquella
etimología.

De Payo dependen nueve barrios componiendo un total de población de
1.972 almas de las que tributan 891. Se registraron 61 bautizos, 26
casamientos y 22 defunciones: asegurándonos concurrían á las escuelas
25 niños de ambos sexos.

En unas dos horas de camino en carromata hicimos la distancia de
Payo á Bagamanot, palabra cuyas raíces _baga y manot_ quieren decir
_cosa que tiene forma de gallo_. Este pueblo tiene por anexo á Payo,
y como ya hemos dicho, linda con él y con el de Pandan. Está situado á
la orilla del mar, siendo su ensenada, hasta no ha muchos años, uno de
los puertos de refugio de las escuadrillas moras. Tiene 417 almas, que
con 1.972 que compone su anexo Payo, suman 2.389, de las que tributan
891. Se registraron 47 bautizos, 14 casamientos y 42 defunciones. A
las escuelas me dijeron concurren 30 niños de ambos sexos. Payo y
Bagamanot son independientes entre si en la administración espiritual
y gubernamental, siendo solo anexo el primero del segundo en el orden
administrativo. La temperatura que se experimenta en este pueblecito en
los meses de Abril á Julio es insufrible,  por estar encerrado entre la
mar y la cordillera del Malaquio. Produce cera en bastante abundancia,
palaí y abacá. La ocupación habitual de aquellos habitantes es la caza
de venados y puercos de monte, de cuyas carnes hacen la renombrada
_tapa,_ tasajo salado, que se conserva mucho tiempo sin perderse. La
tapa de venado bien condimentada es un exquisito manjar.

El viaje de Bagamanot á Pandan, para verificarlo con relativa
comodidad, debe hacerse embarcado hasta la visita de Tabobo, y
de aquí en hamaca hasta Pandan, no pudiéndose utilizar el caballo
por las quebradas y precipicios que tiene el monte Pulipusyan. En
esta expedición se invierten de diez á doce horas. Pandan recibe su
nombre de un pequeño arbusto así llamado, pródigo en sus campos y
semejante en fruto y hojas á la piña. Barrios, propiamente dicho, no
tiene Pandan, si bien hay en su jurisdicción diez ó doce agrupaciones
de algunas viviendas. El abacá, el arroz, la caza y la ganadería de
vacas y carabaos, constituyen la riqueza de este pueblo, que lo forman
2.238 almas, de las que tributan 1.045. Se inscribieron en los libros
parroquiales 113 bautizos, 26 casamientos y 32 defunciones. Asistieron
á las escuelas 50 niños de ambos sexos.

Caramoran es el último pueblo de los ocho que componen el partido
de Catanduanes. Desdentado significa la palabra bicol _caramoran_,
y apropiada está al dar nombre á aquel pueblo asentado entre montes de
irregulares cresterías. Lo separa de Pandan cuatro horas de hamaca. El
pueblecito que nos ocupa tiene 838 almas, tributando 450. Los bautizos
alcanzaron el número de 37, 10 los casamientos y 17 las defunciones;
asistieron á las escuelas 20 niños de ambos sexos.

De Pandan, y tras un larguísimo viaje, regresamos al puerto de llegada,
ó sea Calolbon, en donde nos embarcamos para Legaspi, cansados de
cuerpo y abatidos de espíritu al ver el atraso en que se encuentra
la isla de Catanduanes.

La falta de una cifra en sus estadísticas nos reconciliaba hasta cierto
punto con el estacionamiento de aquellos pueblos. Aquella falta está
en los cuadros de criminalidad en los que aparecen en blanco.



CAPÍTULO XVII.

La cédula y el tributo.

Ya dejamos dicho que en los datos estadísticos conservamos la
denominación de tributo, y no el de cédula, porque el indio de Albay
sigue conociendo esa contribución con el primitivo nombre con que
la ha sufragado  tantos años. Y al hablar de esta reforma tributaria
veremos que en nada ha gravado el antiguo sistema, limitándose en el
indio á un cambio de palabra, y á borrar con ella en los presupuestos
el signo característico de la división de razas.

Se ha dado en afirmar, generalizando la idea, por unos
inconscientemente, porque no se han detenido en fijarse en los
hechos, por otros con la intención que es fácil de adivinar, que el
indio satisface en la actualidad, después de las reformas económicas
llevadas á cabo en el Archipiélago, más cargas contributivas, que
por el antiguo sistema. Nada menos exacto. Téngase en cuenta que nos
referimos á la mayoría de los habitantes, á la masa de la población,
á los que anteriormente á los decretos que rigen desde Julio de 1884,
se comprendía con la denominación de tributantes; no á los que antes y
después están obligados por razón de su industria ó comercio al pago
de la contribución industrial. Puede decirse que actualmente, lejos
de pagarse más, el beneficio que al indio resulta es evidente. Vamos
á demostrarlo en pocas palabras.

Antes de la reforma, la contribución única directa que al natural de
aquellas provincias se le exigía por el Estado, que hasta sagrada
era para aquel, puesto que su imposición data casi de la época de
la conquista, era la conocida por tributo, obligando su pago á todos
los comprendidos entre los 18 y 60 años de edad; cumplidos los cuales
dábaseles de baja en el padrón tributario, á su instancia, pasando á
ser inscritos en el de «reservados por edad.» Y para justificar la
aseveración que antes hemos apuntado de ser á los ojos del natural
hasta sagrado este impuesto, citaremos el hecho á nosotros ocurrido con
frecuencia de negarse muchos sexagenarios á dejar de tributar. El pago
era el de un peso al año, satisfecho por servicios, se le recargaba
además con un real fuerte para el sostenimiento del culto, recargo
que se le denominaba _sanctorum_, más otro real en concepto de la
suprimida renta de los alcoholes.

La provincia y el municipio no contaban con más recursos de
importancia fuera de los indirectos que con el servicio de la
prestación personal. Consistía este en el trabajo á que estaba
obligado el indígena durante cuarenta días al año, á prestar en las
obras públicas del pueblo de su vecindad ó de la provincia, según los
casos; siendo potestativo el redimirse de aquella obligación mediante
el pago de tres pesos, á cuya exacción se la distinguía con el nombre
de _polos_, así como se entendía por _fallas_, la que se satisfacía,
digámoslo así, al detalle por el tributante no redimido y por el
día ó días que dejaba de concurrir al trabajo que se le señalaba;
reducíase este impuesto al pago de doce cuartos por día.

Tenemos, pues, que por tributo y polos satisfacíase cuatro pesos
y dos reales fuertes, y de no hacer uso de la redención á metálico,
exigíasele un peso y dos reales fuertes y cuarenta días de trabajo. Es
nuevamente de advertir que nos referimos solo á los impuestos directos
que gravan á la masa de la población, á la clase tributaria.

Veamos si con la reforma sale perjudicada aquella.

Suprímese el tributo y se sustituye la cédula personal de 9.ª clase. Es
de advertir que se crean diez clases de cédulas, desde la 1.ª, que
importa veinticinco pesos, hasta la 9.ª, en escala gradual descendente,
por la que se paga un peso y medio, pues la 10.ª es gratis, creada
para los pobres de solemnidad, así como existe otra de privilegiados,
igualmente gratis, á la que tienen derecho los Gobernadorcillos, sus
mujeres, los munícipes, cabezas de barangay, etc. Están obligados á
proveerse de cédula personal todos los habitantes, sin distinción
de raza ni nacionalidad,  y con arreglo á la renta ó sueldo que
perciben. Para nuestro objeto, sin embargo, nos fijamos solo en la
clase 9.ª, que es, repetimos, la que realmente sustituye al antiguo
tributo, y la 6.ª, pues que proveyéndose de esta, previo el pago
de tres pesos, queda el contribuyente relevado de la obligación
de trabajar los quince días al año, á que ha quedado reducida la
prestación de cuarenta. Estos quince días obligatorios para los que
satisfacen cédula de 9.ª clase, son irredimibles, concediéndose la
redención solo de hombre por hombre, y pagando una multa de medio peso,
en el papel al efecto creado, por día de inasistencia.

Además de las cédulas, como recurso para la provincia se establece
el impuesto provincial, que consiste en el pago de un peso y medio,
satisfecho por trimestres, como la cédula de 9.ª clase; esta
contribución, al igual que las cédulas, obliga á todos.

Así, pues, tenemos que el tributante paga tres pesos por contribución
directa al Estado y á la provincia, con la obligación de trabajar
quince días al año, ó cuatro y medio pesos sin esta carga, proveyéndose
de cédula de 6.ª clase. Véase á qué queda reducido el tan decantado
aumento, pues si bien aparece un pequeño gravamen, en cambio los
cuarenta días de prestación personal redúcense á quince.



CAPÍTULO XVIII.

Último rincón de la Yraya.--Manantial de Borogborocan.--Quipia.--Su
historia.--Estadística.--Donsol.--Situación.--Censo civil y
eclesiástico.--Azcune y Melliza.--Un buen astillero.--Música y
escuela.--De Donsol á Pilar.--Límites.--Caserío.--El remedio
cerca del mal.--Censo tributario.--El _Catalina_.--Partido
de Sosogon.--Castilla.--Su fundación, etimología.--Límites y
estadística.--Magallanes.--La _María Rosario.--_Restos de un
astillero.--Las armas de Castilla.--Estadística.--Bulan.--Seno de
Sorsogon.--Límites.--Productos y censo tributario.--Matnog.--Viaje
por tierra y por mar de Bulan á Matnog.--Etimologías y
estadística.--Bulusan.--Derivación de esta palabra.--Historia y cifras
comparativas.--Volcán de Bulusan.--Barrios y población.--El indio y
las galleras.

Nos resta conocer del partido de la Yraya los pueblecitos de Quipia,
Donsol y Pilar, que según dijimos los encontraríamos al dirigirnos
al partido de Sorsogon.

El punto de partida que elegimos para esta última expedición, por
la provincia de Albay, fué Guinobatan, en donde nos esperaban los
caballos que nos habían de llevar á Quipia.

A pesar de que emprendimos la marcha á las ocho de la mañana, y
á esa hora el sol calienta en Filipinas, lo mismo que á las doce,
no pasamos gran calor, merced á las espesas tolderías de aquella
rica flora. Antes de llegar á la vista de Mauraro hicimos un pequeño
descanso en el manantial de Borogborocan. El agua que brota de la
misma peña es riquísima.

De Guinobatan á Quipia se invierten cuatro horas. Este pueblo está
situado entre aquel y los de Camalit y Donsol.

De las averiguaciones que hemos practicado  no hemos podido precisar
la etimología de este pueblo.

Tres campanitas colgadas bajo un tinglado de nipa, un centenar de
casas tendidas en una colina, media docena de sucios y adormecidos
chinos descansando entre los diversos géneros de su especial comercio,
tal cual cara bronceada y desaseada asomada á los tapancos viéndonos
pasar, con la indiferencia propia de aquella raza, nos indicaron
encontrarnos en Quipia. Este pueblo se formó el año 1649. Su
administración parroquial corrió á cargo de los franciscanos hasta
el año 1696, en cuya época pasó al clero secular. En 1768 se encargó
nuevamente aquella orden de su administración, siendo visita del
pueblo de Donsol. En 1794, y á virtud de órdenes superiores, volvió
al clero secular. Quipia, con sus barrios, tiene 2.386 almas, de las
que tributan 1.136. Los datos eclesiásticos sumaron 128 nacimientos,
38 casamientos y 37 defunciones. Asisten á las escuelas unos 100
niños de ambos sexos, no hablando ninguno de ellos el español. Hay
radicados 4 europeos y 7 chinos. Su criminalidad registra 3 procesados.

De Quipia á Donsol puede irse á caballo ó embarcado, preferible es
optar por lo último, sobre todo si es época de aguas. En un bote
de poco calado puede hacerse la travesía entre aquellos pueblos en
cinco horas.

Donsol lo divide el río de su nombre, estando situado en la misma
bocana que da salida á las aguas de aquel. Desde las extensas playas
en que se asienta, se perciben las islas de Ticao y Burias, y las
puntas Colorada y Abuqui de la isla de Masbate.

La playa de Donsol corre por el Este hasta la punta Tomaquip. y por
Oeste llega á la visita de Quimagaam.

Donsol, con sus 25 barrios, compone un total de población de 3.549
almas, de las que tributan 1.847. Se inscribieron 233 bautizos,
48 casamientos y 81 defunciones. Asisten á las escuelas 120 niños
de ambos sexos, de los que conocen el español 13. Hay radicados 5
europeos y 8 chinos.

El caserío de Donsol lo divide, como ya hemos  dicho, el río de su
nombre. En la margen oriental domina con su influencia comercial
el bondadoso Azcune, honrado vizcaíno perteneciente á la colonia de
Zoilo Aldecoa, rico banquero de Manila, honra del comercio nacional
y verdadero patriarca de todos los vizcaínos que hay en aquellos
Archipiélagos. Amigo era Azcune, y amigo lo era Melliza, laborioso
hijo del país y dueño del magnífico y bien montado astillero que se
levanta á las riberas de Occidente, así que tuvimos que aceptar por
igual la hospitalidad de aquellos dos hijos del trabajo. Los barcos
que se construyen en el astillero de Donsol son bien conocidos, lo
mismo que las composiciones y carenas que allí se llevan á cabo por
aquel pueblo de trabajadores, sujeto á una disciplina y reglamentación
perfectísima. Dentro del astillero hay academia de música y escuela:
y al dejar el carpintero el escoplo y el martillo el herrero, se oyen
los ecos de una nutrida y afinada música.

Todos los obreros viven al pié de los extensos talleres, contentos y
satisfechos. En la escuela se habla el español, verdad es que Melliza
ordena y dispone en español. En cambio en las escuelas públicas
de aquel pueblo, según los datos oficiales que tenemos á la vista,
solo lo entendían 13 niños de los 60 que á ellos asistían, y ninguna
niña de las 50 que se calcula concurren á aquellos modestos _templos_
de la lengua ... bicol.

Los celosos misioneros de Quipia, fundaron una visita el año 1655
con el nombre de Donsol, la que fué administrada como parte de aquel
pueblo hasta el año 1688, en cuya época separándose de su matriz
le fué asignado por primer ministro al Padre franciscano, Pedro
Perona. Su primera iglesia fué de caña y nipa. En 1696 se dejó su
administración. Por decreto del Vicepatrono, de 1768 volvieron los
franciscanos á encargarse de la dirección, contando en el citado
año 198 tributos. En 1.794 por disposición del patronato se hizo
nuevamente cargo el clero secular contando 360 tributos: hoy tiene
1.847 tributantes de sus 3.549 almas. Se registraron 233 bautizos,
48 casamientos y 81 defunciones. Hay radicados 5 europeos y 8 chinos.

Aceptada la galante invitación del Sr. Melliza, hicimos en su vaporcito
_Catalina_ la travesía de Donsol á Pilar en hora y media. Este
pueblo se erigió por decreto del 6 de Agosto de 1861 con las visitas
denominadas Santo Niño, Putiao, Sapa y Cadanlagan, dependientes del
pueblo de Cagsaua, y las de Inang y Palatoan, anexas del de Albay.

Tiene iglesia y casa parroquial de madera y nipa, y todo el pueblo
se compone de unas 500 casitas de aquellos materiales distribuídas en
siete barrios. En su término abundan buenas maderas de construcción,
cosechándose arroz, abacá, cacao, café y maíz.

Pilar linda por Nicon Albay, por S. con Donsol, y por NO. con
Daraga. Está situado en una pequeña ensenada dentro de la bocana
que forman las puntas de Cubcub y Tomaquip, en terreno muy quebrado
y desigual. El caserío lo dividen en tres barrios, los montecillos
Pinacucan y Quniastiyogan. Cerca de la casa parroquial hay un buen
astillero que compite con el de Melliza. Si el remedio debe estar cerca
del mal, justificado está, se levanten astilleros en las playas del
Estrecho de San Bernardino en donde poder refugiarse, y componerse
las cientos de averías más ó menos gruesas que suman todos los años
aquel peligroso paso. A esta necesidad presta una gran ayuda los
extensos bosques de aquella zona, que cuentan entre sus árboles con
más de doscientas especies madereras.

Pilar con sus barrios suma 4.431 almas de las que tributan
2.025. Ascendieron á 206 los bautizos, 22 los casamientos y 95 las
defunciones. Asisten unos 130 niños á las escuelas hablando el español
10. Hay radicados 5 europeos y 3 chinos. Su criminalidad representa
5 procesados.

Encendida la pequeña caldera del _Catalina,_  hicimos las 17 millas
que separan á Pilar de Castilla en tres horas, principiando en este
pueblecito el partido de Sorsogon que como ya dejamos dicho lo componen
los pueblos de Castilla, Magallanes, Bulan, Matnog, Bulusan, Barcelona,
Gubat, Casiguran, Juban, Sorsogon, Bacon y Manito.

La fundación de Castilla data de gran antigüedad, conociéndose con el
nombre de Capuy que significa desfallecimiento. Tal vez se daría este
nombre por lo penoso del camino desde la cabecera al antiguo sitio
de Castilla pasando por el Tolon-puló, ó sean los treinta montes que
separan un lugar de otro. El cansancio ó desfallecimiento que ha de
originar esta caminata justifica el nombre de Capuy.

Castilla confina con Pilar Sorsogon, Albay y Manito: tiene cuatro
barrios, formando una población entre estos y el pueblo de 2.121 almas,
tributando 1.001. Ascendieron los bautizos á 92, 23 los casamientos
y 30 las defunciones. Asisten á las escuelas 75 niños, no conociendo
ninguno el español. Hay 2 europeos y 4 chinos. Los productos de
Castilla son los mismos que ya dejamos relacionados. Ni en obras ni
en historia tiene aquel nada notable que de contar sea.

Poco más de una hora de buena boga separa á Castilla de
Magallanes. Este pueblo también se llama Pariná, nombre de un árbol muy
corpulento, recto y de mucha consistencia que abunda en aquel terreno.

Este pueblo situado á la entrada de la gran ensenada de Sorsogon, fué
antiguamente centro de vida y movimiento. En aquella playa existió un
magnífico astillero, en cuyos talleres se construyeron no pocos barcos
de altura, y entre ellos la _María Rosario_, de imperecedera memoria
para el autor de estas líneas. [10] En la época en que visitamos
Magallanes no existía en aquel lugar de actividad más que soledad y
compactas malezas que medio ocultaban los carcomidos pilotes que en
otros tiempos sostuvieron las quillas de cientos de barcos. Procedente
de alguna de las naves que dieron fondo en el astillero de Magallanes,
se conservaba en la semiderruída plataforma de un fuerte un curioso
escudo de armas de Castilla toscamente talladas y pintadas sobre
tabla. [11]

Magallanes con sus barrios cuenta 2.727 almas de las que tributan
1.278. Su censo parroquial anotó 108 bautizos, 20 casamientos y
35 defunciones. De los 100 niños que van á las escuelas solo 14
conocen medianamente el español. Hay radicados 3 chinos, figurando
su criminalidad con 2 procesados.

Bulan se encuentra en el seno de Sorsogon, confinando con Magallanes,
en donde embarcamos, tardando en arribar al pantalán de Bulan poco
más de tres horas.

Bulan está situado en la playa sobre la punta Saban, en terreno
desigual, á la orilla izquierda del río de su nombre teniendo al E. á
Bulusan y Magallanes con Matnog al SE., con el mar por S. y por O. y
por N. con Juban y Casiguran. Tiene extensos montes por la parte O. y
en ellos se producen excelentes maderas de construcción. También se
encuentra en ellos mucha miel y cera. El río de Bulan nace en las
cercanías del llamado Gate y dirigiéndose de E. á O. desagua al N. de
la expresada punta de Saban. Los valles y cañadas de este territorio
son sumamente fértiles y producen arroz, maíz, caña dulce, abacá,
cocos y legumbres.

La población de Bulan con sus barrios la componen 7.855 almas,
tributando 3.744. Su censo eclesiástico lo representa 258 bautizos,
34 casamientos y 62 defunciones. Concurren á las escuelas unos 220
niños dé los que hablan muy medianamente el español 23. Hay radicados
9 europeos y 42 chinos. Su criminalidad la representa 3 procesados.

De Bulan á Matnog invertimos seis horas escasas, haciendo muy
cómodamente la travesía embarcados.

Preferimos el viaje por mar, porque ya en otra excursión tuvimos
ocasión de _apreciarlo_ por tierra, aconsejando á todo el que tenga
necesidad de trasladarse de Bulan á Matnog lo haga por agua aun
cuando haya temporal y corra el riesgo de ahogarse. Por tierra hay que
flanquear el monte Bulusan en donde se alza el volcán de su nombre,
y á más de este _flanqueo_, que es un verdadero quebrantahuesos, no se
sale del bosque, cuando se sale, pues se dan casos, en menos de doce
horas. Ni existe camino, ni senda, ni vereda, ni nada que lo valga.

El bolo del indio para abrir trocha donde la maleza se estrecha,
y la práctica del maderero que constantemente vive entre aquella
exuberante y salvaje naturaleza, son los auxiliares á quienes hay
que entregarse en absoluto; y vamos, que repito, por lo que valga,
prefiérase el viaje por mar, y si se hace por tierra aprovéchese el
capricho que pudiera tener de verificar esa expedición, algún Obispo
ó Gobernador en cuya compañía se viaja siempre bien en Filipinas.

Matnog se deriva de _matanog_, que significa ruido, sonoridad. Sin
duda se le llamó así por el monótono y triste gemir que produce en
aquellos mares al romper en la playa.

Confina aquel pueblo por NE., con Bulusan, y por O. con Bulan:
distando del primero 29 kilómetros y 32 del segundo, la mayor parte de
bosque. Está situado en el Estrecho de San Bernardino, que lo separa
de las costas de Samar.

Matnog, con sus barrios, cuenta 3.435 almas, de las que tributan
1.511. Se inscribieron 147 bautizos, 35 casamientos y 54
defunciones. Ninguno de los 120 niños que asisten á las escuelas
hablan español. Hay radicados 3 chinos.

En nuestra corta estancia en Matnog nos hospedamos en casa de Ubaldo,
Gobernadorcillo irreemplazable en aquel pueblo, morada de gente
díscola y perezosa. Frente á la espaciosa y limpia casa de Ubaldo,
enclavada en la playa, se alza, cual un verdadero canastillo de flores,
la islita Ticlines.

De Matnog á Bulusan hay, por tierra, 29 kilómetros, haciéndose el viaje
en hamaca. A la mitad del camino encuéntrase la visita de Busainga,
en donde puede descansarse.

Bulusan significa el sitio por donde corre el agua, y su raíz, _bulus_,
el acto de correr ó despeñarse.

Este pueblo fué visita de Casiguran hasta el año 1630, en cuya
época fué separado de su matriz. Está situado en el Estrecho de San
Bernardino, frente á la isla de Samar. Linda al N. con Barcelona,
al S. con Matnog, al O. con Bulan y al E. con las aguas del estrecho.

La primera iglesia que se erigió, bajo la advocación de Santiago
Apóstol, fué construida de caña y nipa, dejando los franciscanos la
administración espiritual el año 1696. Por decreto del Vicepatrono se
encargaron nuevamente de ella en el año 1768, en cuya época contaba
con 410 tributos y una pobre iglesia.

Los franciscanos construyeron en el siguiente año un hermoso templo de
piedra, bajo la dirección de Frey Pedro de Villamediana. Este edificio
lo destruyó un temblor, quedando de él solo los cimientos. El clero
secular es el encargado de la parroquia de este pueblo desde el
año 1794.

En la jurisdicción de Bulusan se encuentra el volcán de su nombre,
situado en los 127° 42' 30'' longitud, y los 12° 46' 40'' latitud en
la cumbre de una elevada montaña, cuyo pico parece contesta en altura
al que en la misma cordillera presenta al NO. el Mayon. El volcán
de Bulusan está casi apagado, habiendo en otro tiempo contribuido á
las violentas convulsiones que han agitado esta parte de la isla. Del
monte ó pico de Bulusan se desprenden: al S., los ríos Caman, Rampas y
Dinaraso, cuyas aguas se convierten, reunidas al NO., y van al puerto
de Sorsogon.

El volcán Bulusan parecía extinguido hacía mucho tiempo, sin embargo
de que en 1852 empezó á dar señales de alimentarse el fuego en sus
entrañas. Según Mr. Jagor, este volcán se asemeja de un modo admirable
al Vesubio; como este, tiene dos picos: al O., una cima redondeada
en forma de campana; al E., como resto de una cumbre anular, una alta
cresta dentellada, parecida al monte Somma: en sus vertientes se nota
bien la estratificación paralela. Como en aquel, el cono de erupción
está en medio del antiguo muro del cráter; el espacio que les separa
de la valla montañosa situada enfrente, ó sea el piso del antiguo
cráter, es considerablemente mayor y mucho más desigual que el _Atrio
del Caballo_, en el Vesubio. ¡Desgraciado del barrio de San Miguel si
_despierta_ el coloso! Dependen del pueblo de Bulusan los barrios de
Talaonga, San Roque, Buhang, Malabago, Mombon y San Miguel. Este último
dista de su matriz 16 km. y tiene mas de 2.000 almas, cifra que, unida
al demás vecindario que compone el pueblo, suman un total de 6.592,
de las que tributan 3.231. Se verificaron 372 bautizos, 87 casamientos
y 128 defunciones. Solo 15 niños entienden algo el español de los 245
de ambos sexos que concurren á las escuelas. Hay radicados 2 europeos
y 45 chinos. La estadística criminal solo registra un procesado.

En Bulusan, como en la mayor parte de los pueblos playeros del estrecho
hay no afición, sino fanatismo por el gallo y sus peleas, de las que
dice un notable escritor. «En Filipinas la pasión por los juegos de
gallos es un verdadero delirio, y ninguna ley puede hacer variar el
número y duración de las riñas que producen tal carnicería en los
combatientes que bien puede dársele el calificativo de inhumana. En
otros puntos suelen afilar los espolones de los gallos, pero en
Filipinas se les arma de navajas, [12] y la casualidad más bien que la
destreza, decide la cuestión. Mueren todos los días una infinidad de
gallos, pero no por eso se disminuye su número, pues difícilmente se
encontrará un pueblo que no cuente con más gallos que habitantes. En
el puente grande de Manila, y entre cuatro y cinco de la mañana se
oyen por todas partes, á todas distancias, y en todas direcciones,
miles de _penetrantes trompetas_, pareciéndose á un cordón de señales
que pasa de boca en boca, desde el pueblo de Bangui en Ilocos Norte,
hasta el de Matnog, situado en la punta Sur de Albay. Hay gallos en
cada casa, en cada rincón, al pié de cada árbol, á lo largo de los
muelles y playas, en la proa de cualquier barco de cabotaje, y como
si todo esto no fuera bastante, se encuentran además esculpidos y
pintados con carbón en las paredes.

Es considerada por el indio como una falta de cortesía el tocar
á un gallo de pelea, y siempre se solicita permiso del dueño para
examinarlo. El gallo es objeto de muchísimos cuidados y caricias;
come, canta y duerme en los brazos de su amo; no se aparta de su
pensamiento,  y hasta lo he visto celebrado en verso en les términos
más afectuosos. Cuando ha salido victorioso repetidas veces en la
pelea, es sujeto á un minucioso examen con el fin de descubrir por
sus señales exteriores lo que puede caracterizar su mérito: se le
cuentan las escamas de los pies, se observa su figura y distribución,
la tendencia é inclinación de los círculos de los espolones, y si estos
se asemejan uno á otro, la forma de los dedos y uñas, y el número y
colores de las plumas de las alas, siendo once el favorito. Los ojos
blancos son preferibles en el gallo á  los castaños, y son buscados
los de cresta corta. A cada gallo se le nombra con relación al color
de su pluma: al blanco le llaman _puti_; al rojo _pula; talisain_
al blanco con pintas negras; al de cuerpo rojo, cola y alas negras
_bulic_ ó _taguiguin_; al negro, _casilien_ ó _maitin_; blanco y negro,
_bínabai_ al ceniciento _abuen_; al blanco y negro, con patas de este
último color _tagaguin_, y así otros muchos. Al gallo silvestre le
llaman _labuyo_.»

Muchos y buenos artículos, en broma y en serio, hay escritos sobre
los gallos filipinos y sus peleas, destacándose entre todos ellos,
según mi pobre opinión, por el sabor local de sus apreciaciones, el
firmado por el Padre Buceta, no pudiendo resistir á la tentación de
transcribir algunas líneas. El indio, dice aquel escritor, tiene una
pasión inveterada por este juego, que ocupa el primer lugar entre
sus diversiones. El gallo es el principal objeto de su cuidado,
su compañero asiduo y lo lleva hasta la puerta de la iglesia, en
donde lo deja atado á un palo de caña clavado en tierra, hasta que
termina la misa. Por ningún dinero se desprende de su gallo favorito,
y algunos poseen hasta media docena de estos inapreciables tesoros,
á cuyo servicio se les ve exclusivamente dedicados.

Para estas riñas, cada pueblo tiene su gallera, que produce al Gobierno
una renta bastante considerable. Las galleras son grandes edificios
construidos de troncos de palmas, caña y nipa, y se reducen á un
gran salón á que dan luz varias ventanas abiertas en el techo. En
el centro se halla un tablado de unos 5 pies de elevación y rodeado
de galerías de caña, á las que llegan los espectadores y pagan con
arreglo á la proximidad y conveniencia de los asientos. Las galleras,
por lo general, se encuentran llenas de concurrentes. El indio entra
con su gallo bajo el brazo, le acaricia y le coloca en el suelo,
le vuelve á coger, le acaricia con la mano, le dirige la palabra,
le echa el humo de su cigarro, le estrecha contra su pecho, y por fin
le dice que pelee con bravura. El gallo generalmente entonces canta
como con orgullo y desafiando al enemigo. Se presenta el rival: se
les ata á ambos un cuchillo ó navaja de dos filos al espolón natural,
y después de hacer que por algún tiempo se miren uno á otro, se da
la señal de principiar el combate, notándose entonces extraordinaria
agitación en la concurrencia, hasta que un alguacil anuncia que está
terminada ó cerrada la puesta: á cuyo anuncio se sigue un silencio
universal. Los dueños de los gallos se retiran á otra señal, y los
combatientes se contemplan con las plumas erizadas, mueven la cabeza y
se arrojan uno sobre otro, continuando la riña hasta que uno de ellos
cae mortalmente herido. El vencedor se echa sobre él y canta en señal
de victoria, no siendo extraño que el herido se levante y se vuelva
contra su enemigo, y si este huye, como sucede algunas veces, pierde y
es condenado á ignominiosa muerte, desplumándole y colgándole de esta
suerte fuera de la gallera. Las heridas del que sobrevive son lavadas
con infusión de hojas de tabaco en vino de coco, teniéndose desde este
momento en gran estima para apostar en su favor: pero si queda inútil
para nueva refriega, es cuidado cariñosamente por su dueño, habiendo
mediquillos y casas á propósito donde se dedican á curar sus heridas.

Es de advertir, como ya se ha indicado que el juego ó mejor dicho
la _matanza_ del gallo, constituye en Filipinas un vicio estancado,
cuyo desarrollo lo explota el Estado concediendo el monopolio de abrir
galleras en sitios, días y horas determinadas al mejor postor. Quizás,
y sin quizás uno de los más fuertes alicientes de esa afición está en
su misma restricción, pues los indios y chinos que juegan al gallo,
humanos son, y como humanos experimentan la picazón que exacerba
toda privación.

Tanto la organización de las galleras como las reglas y prescripciones
del juego, están consignados en un reglamento á que se sujetan
sin comentarios los _tahúres_ como allí llaman á los más asiduos y
empedernidos concurrentes á aquellos sangrientos _gallicidios._

Es tal la veneración que tiene el indio por su gallo, que creería
cometer una profanación si verificada la riña apelase á malas artes
para anular el fallo que da el sentenciador que en representación de
la autoridad asiste á las galleras.



CAPÍTULO XIX.

De Bulusan á Barcelona.--Situación y estadística.--Gubat.--Censo
civil y parroquial.--Casiguran.--Su etimología.--Campos
y productos.--Minas de azogue.--Estadística.--Juban.--Sus
límites y población.--Sorsogon.--Puerto.--Iglesia y convento.--Su
población.--Bacon.--Estadística--Su párroco.--Isla de Bataan.--Minas
de carbón.--Laguna de las Lágrimas.--El canto del calao.--Manito.--Su
población.--Resumen.--Retorno á la cabecera.--Últimos recuerdos.

De Bulusan á Barcelona hay 15 km. de regular camino. Este pueblo le
denominan no pocos indios con el nombre de Danlong, así llamado un
árbol cuya corteza hace fermentar la tuba del coco.

Barcelona linda por N. con Gubat; por O., con Casiguran; por S. con
Bulusan, y por E., con el Estrecho, en cuya playa se asienta. Estas
costas fueron muy castigadas por las piraterías, y efecto de esto el
ver por doquier restos de antiguos baluartes, de los que se encuentran
en los alrededores de Barcelona no pocos.

Cuenta aquel pueblo 3.685 almas, de las que tributan 1.507. A
195 ascendieron los bautizos, á 62 los casamientos y á 51 las
defunciones. Asisten 100 niños á las escuelas, no conociendo ninguno
el español. Hay radicados 16 chinos.

Gubat es el inmediato pueblo, encontrándose de Barcelona á 7 km. de
buen camino. La doble significación de aquella palabra ya se dejó
consignada al hablar de Guinobatan. Linda al N. con Bacon, al S. con
Barcelona, al O. con Sorsogon y al E. con la mar.

Gubat con sus barrios contiene 8.530 almas, de las que tributan
4.409. Su censo parroquial registró 541 bautizos, 133 casamientos, y
160 inhumaciones. Asisten á las escuelas 160 niños, no hablando ninguno
el español. Hay radicados 2 europeos y 36 chinos. Su criminalidad la
define un procesado.

De Gubat á Casiguran hay 21 km. de mediano camino, encontrándose en
el comedio de aquel la visita de San Juan. Confina con Juban, Bulusan,
Gubat y el Estrecho.

Casiguran se deriva de _casugudan_, cuya raíz es _sugud,_ que
significa esquina ó canto, y también el punto más saliente de la rada
ó ensenada. Sugud anteponiéndole la partícula _ca_, y posponiéndole
la de _an_ resulta _casugudan_, que es pluralidad de cantos, esquinas,
ó la parte más avanzada de la ensenada.

En los campos de este pueblo, como en los de aquella provincia, se
ve por doquier el abacá, plátano que lo mismo crece en el bosque,
que en la montaña, que en el llano, predominando en las ocupaciones
de aquellos habitantes el beneficio de dicha planta, base y fundamento
de la gran riqueza de la provincia.

En las cercanías de Casiguran y en su parte S. se hicieron en 1848
algunos infructuosos trabajos en busca del azogue, cuya presencia
denuncia no pocas vetas de cinabrio.

El vecindario de este pueblo ascendía á 3.056 almas, de las que
tributaban 1.206. Se registraron 238 bautizos, 58 casamientos y 118
defunciones. Asistieron á las escuelas 90 niños, de los que solo 2
hablaban el español. Hay radicados 18 chinos y 2 europeos.

Juban está á un paseo de Casiguran, pues que solo lo separa 5
km. de buen camino. Confina con aquel pueblo y con los de Sorsogon,
Magallanes, Rulan y visita de San Miguel. Está situado á un cuarto
de hora de la mar en terreno llano, formando su caserío 12 calles
regularmente trazadas. En su jurisdicción se encuentran 5 barrios,
entre ellos, el de Santa Rosa, sito en la pintoresca islita de Sablaya.

Riegan su jurisdicción no pocos ríos, habiendo en las márgenes del
Caducan manantiales termales.

El vecindario de Juban asciende á 3.122 almas, de las que
tributan 1.666. Se registraron 150 bautizos, 42 casamientos y 39
defunciones. Asisten á las escuelas unos 100 niños, hablando 24
medianamente el español. Hay radicados 7 europeos y 14 chinos.

El pueblo que da nombre al partido se halla á continuación de Juban,
separándole de este 5 millas.

Sorsogon se deriva de sogsogon, cuya raíz, _sogsog_, significa vadear,
razón por la que al río, laguna ó canal vadeable se dice: _Salog,
danao ó dagat na sagsogon._

Sorsogon linda con Bacon, Juban, Gubat y Casiguran. Se fundó en 1626,
y fué cabecera de la provincia hasta 1767. Está situado entre dos
riachuelos que van á desaguar al puerto del mismo nombre que el
pueblo; ese se halla próximo á su playa, en terrero llano y clima
templado. Son fértiles sus tierras por las que corren numerosos ríos;
al NO. del pueblo se eleva el pico de Sorsogon, que dista poco más
de una legua. Produce arroz, maíz, algodón, abacá, legumbres y frutas.

El puerto de Sorsogon, comprendido entre los 127° 27' longitud, 127°
41' idem, 12° 50' latitud, y 12° 38' 50'' ídem, es muy seguro y tiene
de bojeo unas 14 leguas y de largo 4 1/2. A la derecha de su entrada
se hallan las islas de Poro y Malacimbo.

Sorsogon tiene buen caserío, siendo de notar la iglesia y convento,
habitado, en la época que visitamos el pueblo, por un cura indígena
de notable ilustración. Entre el convento y las opulentas casas de
los señores Granados y Santos, pasamos el tiempo que permanecimos en
aquel pueblo, de gran movimiento mercantil. Su puerto exporta todos
los años muchos miles de fardos de abacá, cuyo filamento es prensado
en los almacenes que allí se encuentran.

Sorsogon comprende un total de 9.804 almas, de las que tributan
4.659. A 422 ascendieron el número de nacimientos, 57 los casamientos
y 223 las defunciones. Solo 10 niños de los 170 que asisten á las
escuelas conocen medianamente el español. Hay radicados 5 europeos
y 48 chinos.

De Sorsogon á Bacon fuimos en una magnífica carretela del
Sr. Santos. Este camino, en el que invertimos una hora, está muy
bien conservado.

Bacon es un rico pueblo situado en la contracosta de Sorsogon. Tiene
12.151 almas, de las que tributan 5.444. Ascendieron á 403 sus
nacimientos, 113 los casamientos y 151 las defunciones. Asisten á
las escuelas 320 niños, de los que solo hablan el español 5. Hay
radicados 7 europeos y 30 chinos. Su criminalidad está representada
por 3 procesados.

En Bacon nos esperaba una espaciosa embarcación, en la que habíamos
de retornar á Legaspi. Antes de abandonar el pueblo, cumplamos con
el deber de consagrar un cariñoso recuerdo á su ilustrado párroco,
D. Santiago Ojeda, sacerdote indígena, de grandes virtudes y no
escasos conocimientos.

De Bacon depende la isla de Batan, en la que se han gastado grandes
caudales por una empresa particular, en la explotación de unas minas
de carbón de piedra que hubo que abandonar por no tener el mineral
la densidad debida.

En la travesía de Bacon á Manito, nos llamó la atención una columna de
humo que perezosamente y cual si fuera una compacta bruma se elevaba
en la costa. Pregunté al patrón y me dijo que aquel humo procedía de
solfataras parecidas á las de Tiui: en vista de tal noticia, mandó
poner proa al sitio donde salía el humo.

Atracamos á los pocos minutos, merced á los bicheros que hicieron
presa en aquellos fondos madrepóricos y saltamos no sobre tierra,
y sí sobre desdentadas masas acantiladas. A pocos pasos de la costa
principia el bosque en el que muy laboriosamente fuimos internándonos
gracias á los bolos de toda la gente de los botes. El humo era nuestro
guía. A las dos horas de no pocos trabajos entramos en un claro. Pocos
panoramas he presenciado en mi vida más imponentes, que el que mostró
ante mi vista aquel anfiteatro cercado de colosales árboles, á cuyos
troncos se extendía un lago de aguas rojizas en ebullición. Con
no pocas precauciones para evitar quemaduras tratamos de sondar
aquellas aguas, siendo nuestros ensayos infructuosos. El volcán
Mayón tiene no pocas válvulas, y seguramente las más importantes
son las de Tiui y Manito. El color de las aguas de esta última,
la producirán las materias colorantes del terreno, combinadas con
las descomposiciones que aquellas altas temperaturas producen en los
vegetales tintóreos. El siniestro silencio de aquellas soledades, solo
interrumpido por el canto del _calao_, anunciando las horas del día,
con la regularidad de un cronómetro inglés, el aspecto fantástico
de aquellas rojas aguas, en las que reproducen sus contornos, los
seculares árboles que resguardan aquella maravilla, forman un todo
tan imponente y majestuoso, que parece cual si se animasen y tomasen
vida y contornos las vertiginosas descripciones que salieron de la
divina pluma del Dante. Al abandonar aquellas hirvientes aguas las
bautizamos gravando en el añoso tronco de un árbol con la punta del
bolo, _Laguna de las lágrimas._

De la Laguna de las lágrimas á Manito, solo hay 3 millas. Este
pueblecito es el último de los que forman el partido de Sorsogon. Tiene
1.719 almas tributando 801. Se inscribieron en los libros canónicos
46 bautizos, 8 casamientos y 19 defunciones. Asisten 50 niños á las
escuelas habiendo solo 2 que entendieran el español. Hay radicados
4 chinos.

De Manito regresamos á Legaspi, y de allí nos trasladamos á la
cabecera.

Resumiendo todos los datos estadísticos que hemos dado al detalle,
resulta que la provincia de Albay en 1878 tenía 238.220 almas,
de  las que tributaban 113.813. En dicho año según las estadísticas
que galantemente me  facilitaron los párrocos, se inscribieron en sus
libros 11.094 nacimientos, 2.150 casamientos  y 5.416 defunciones. Como
se ve el número de nacidos supera al de difuntos en más de un 50 por
100. Según los datos minuciosamente recogidos en la inspección de
instrucción pública de aquella provincia, asistieron á sus escuelas,
aquel año, por término medio 5.416 niños de ambos sexos, de los que
solo hablaban medianamente el español 495. Europeos y americanos
radicados en aquellos pueblos sumaban 127 y 646 los chinos. La
criminalidad registra un total de 158 procesados, siendo 152 varones
y 6 hembras. De este total sabían leer y escribir 40.

       *       *       *       *       *

Réstame solo decir que mi amigo Luís se retornó á Manila antes
de emprender el viaje por la provincia de Albay, asustado ante la
idea de llegar, no á dejar de comer pan francés y sí á no comerlo
_castila_. La perspectiva de las _bolas_ de morisqueta, _sabroso_
pan del indio, se le atragantaron antes de probarlas, poniendo en
su vista proa á la mural ciudad. A Enriqueta, le cumpliré mi palabra
mandándole el primer ejemplar que salga de la imprenta: el Reverendo
Padre á quien tuve ocasión de tratar sigue soltando nudos á su cordón,
gastando fósforos, y hablando por supuesto en ... bicol. En cuanto al
alegre capitán del _Sorsogon_, me lo encontré vegetando en Barcelona
con la nostalgia propia del que vive lejos de las Islas Filipinas,
después de haber residido en ellas muchos años. El _Sorsogon_ corrió
la suerte de todos los barcos que navegan en el Archipiélago. Lo
sepultó la furia de un tifón.

FIN



NOTAS

[1] En la Exposición de Filipinas figura un ejemplar caligráfico del
Quijote, hecho por indios de Albay que no hablan español.--_(N. del
A_.)

[2] En la Exposición de productos filipinos figuran muchísimas muestras
que atestiguan nuestro aserto.--_(N. del A_.)

[3] En la Exposición Filipina figura un ejemplar con notas manuscritas
de su autor.--_(N. del A_.)

[4] Con la creación de la cédula personal se ha reducido á quince el
número de días.--(_N. del A_.)

[5] La _falla_ se ha sustituído por la multa.--_(N. del A._)

[6] Este capítulo fué escrito en Filipinas, antes de la reforma de la
prestación personal, y la abolición de la falla, mas como quiera que
el trabajo comunal aunque reducido, existe, y los vicios en la forma
de llevarse á cabo son los mismos, hemos creído conveniente dejarlo.

[7] En la Exposición de Filipinas hay seis cráneos de los encontrados
en estas cuevas. En uno de ellos hay una inscripción puesta por los
célebres antropólogos franceses MM Montano y Rey.--(_N. del A_.)

[8] Este cono fué tallado por su base bajo la dirección del autor de
este libro, y hoy figura en la Exposición de Filipinas.--(_N. del A_.)

[9] En la Exposición filipina hay dos buenos ejemplares procedentes
de Catanduanes. El uno es de cera purificada, el otro lo es virgen,
y ambos fueron premiados en la Exposición de Filadelfia.--_(N. del A_.)

[10] Véase el viaje de _Manila á Marianas_.

[11] Figura en la Exposición Filipina.--_(N. del A_.)

[12] En la instalación que tiene el autor de estas líneas en la
Exposición filipina figura una colección completa de estas navajas.





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