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Title: Colección de viages y expediciónes à los campos de Buenos Aires y a las costas de Patagonia
Author: Various
Language: Spanish
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*** Start of this LibraryBlog Digital Book "Colección de viages y expediciónes à los campos de Buenos Aires y a las costas de Patagonia" ***


from images generously made available by the Bibliothèque
nationale de France (BnF/Gallica)



                  COLECCION DE VIAGES Y EXPEDICIONES
                     A LOS CAMPOS DE BUENOS-AIRES
                                  Y
                       A LAS COSTAS DE PATAGONIA.

                           Primera Edicion.

                             BUENOS-AIRES.
                         IMPRENTA DEL ESTADO.

                                1837.



=DISCURSO PRELIMINAR A LAS EXPEDICIONES A LOS CAMPOS DEL SUD=.



Son tan escasas las noticias que tenemos de la region austral del Rio de
la Plata, que no debe mirarse con desprecio la série de documentos
oficiales que presentamos al público. No debe esperar el lector de
hallar en ellos datos, y observaciones científicas. Los mas de estos
diarios han sido llevados por oficiales que no tenian mas conocimientos
que los de su profesion: pero, sin pretension y sin orgullo, relataban
sencillamente lo que veian, y describian con una fidelidad apreciable
los parages que exploraban. Estas relaciones suelen à veces presentar
detalles nuevos è importantes, como los cantos populares que brillan por
rasgos insólitos de una vulgar poesia.

Tienen tambien el mèrito de conservarnos la fisionomia original de una
naturaleza inculta, y del hombre de la creacion, cuyas costumbres envano
se esforzaron de indagar los filòsofos en el silencio de sus gabinetes.

A pesar de los grandes progresos que ha hecho la geografia, ¿cual es el
hombre, versado en estos estúdios, que deje de explorar las relaciones
de los primeros viageros, para comparar, y rectificar á veces las
especies de los que marcharon despues en sus huellas, con mas
instruccion y auxilios? ¿Cuanta luz arroja aun sobre el Asia su primer
historiador Herodoto, y su mas antiguo viagero Marco Polo? ¿Y que otra
cosa son los _geógrafos menores_ que recogiò è ilustró con tanto afán
Hudson, sino nuestros Cardiel, Hernandez, Pavon, y Amigorena?

Si hay una ciencia que procede lenta y paulatinamente, es ciertamente la
geografia. ¿Cuantas observaciones para determinar la verdadera situacion
del Cabo de San Antonio, y calcular con acierto la latitud del de Santa
María? Y sin embargo los mas ilustres navegantes han pasado delante de
estos promontórios, y cada uno de ellos reincidió (para enmendarlos
despues) en los errores de sus predecesores. Así se perfeccionan los
conocimientos, que hubiera sido imposible llevar de otro modo al grado
de madurez que han adquirido en nuestros dias. Y cuando á las causas que
suelen retardar estos adelantamientos se agregan otras que los
paralizan, se percibe entonces toda la importancia de estos ensayos, que
son como los arranques que se dejan en los edificios para continuarlos.

Algunos de estos documentos disfrutaban de una celebridad que están
lejos de justificar: tales son los informes de Sá y Farias, y Villarino
sobre los puertos y establecimientos de la costa patagónica. Mas
interesante nos parece el diario de Amigorena, y el de Hilario Tapary,
que, sin recursos y _escoltado por dos perros_, emprendió el viage mas
largo y desastroso que haya sido egecutado hasta ahora en nuestras
pampas.

En su estilo sencillo expresa al vivo las sensaciones que experimentó al
aspecto del desierto, y cuando tuvo que separarse de su compañero, y de
uno de sus perros, que, en su desamparo, habian llegado á ser parte
necesaria de su existencia. Estos incidentes no pertenecen á la
geografia: pero ¡cual es el alma insensible que nos condene por haberlos
reproducido en nuestra coleccion!

Todos estos documentos nos han sido franqueados por el Señor Canónigo,
Dr. D. Saturnino Segurola, à cuya generosidad debemos tambien la
_Descripción de las Misiones de Tarija_ que encabeza el presente
volúmen.

_Buenos-Aires, Setiembre 4 de 1837_

=PEDRO DE ANGELIS=.



                        =VIAGES Y EXPEDICIONES=.



_=Extracto ó resúmen del diario del Padre José Cardiel, en el viage que
hizo desde Buenos Aires al Volcan, y de este siguiendo la costa
Patagónica, hasta el Arroyo de la Ascension=_.


Dice que de Buenos Aires al Volcan habrá como 100 leguas. Que desde el
Volcan, caminando por cerca de la costa del mar, hay como 100 leguas
hasta el Rio Colorado, que en ese y en el de Sauce, que está como 30
leguas mas allá, y en su intermedio, habita la nacion Tehuelches, que
tiene muy poca comunicacion con los cristianos, y que por aquella parte
puebla esta nacion las orillas del mar. Que mas allá de él, habitan
otras muchas naciones hasta el Estrecho, no por la costa del mar, que es
tierra estéril, sino por tierra adentro, segun las noticias dadas por
los Serranos, Aucaes y Tehuelches.

Que los Pampas de Buenos Aires hicieron su poblacion á 43 leguas de esta
ciudad, y tres leguas del Rio de la Plata, en que se juntaron 300 almas.

Que fué dicho Padre al Volcan[1] en el año de 1747, y que empezó á
formar un pueblo con el nombre de Nuestra Señora del Pilar del Volcan.
Que en esta ocasion se comunicó con unos pocos Puelches del Rio del
Sauce, que estaban cazando yeguas baguales: que le pareció nacion mas
bien dispuesta para el evangelio que los Serranos y Aucaes; y que unos y
otros indios le habian dado muchas noticias del gran número de gente que
habia entre los Rios Colorado y Sauce, y de los bosques y otras
utilidades que allí habia, necesarias para fundar pueblos, y de que
carecian los dos pueblos de Pampas y el Volcan.

     [Nota 1: Volcan no es de fuego, sino una abertura de sierras que
     los indios en su idioma llaman _Vuulcan_.]

Que partió de Buenos Aires á mediado de Marzo de 1748, con un estudiante
para ayudar á misa, y cuatro mozos que conducian las cargas, y que
llegaron al pueblo de los Pampas, que se intitula la Concepcion.

Que salieron de este pueblo á 17 de Abril: que no hallaron agua en 25
leguas por la mucha seca; y que cuando esta no es mucha, se halla en
cada jornada, de lagunas, que no hay arroyos hasta una jornada antes de
las Sierras del Volcan.

Que á 20 de Abril llegó al comenzado pueblo del Pilar, donde estaba el
Padre Tomas Falkner[2] y el Padre Matias Strobel: que del pueblo de los
Pampas á dicho Pilar hay cosa de 60 leguas; las 40 de solas campañas,
sin árboles ni matorrales, y están pobladas de infinidad de yeguas
silvestres, cimarronas ó baguales, como acá dicen: hay en ellas
abundancia de venados, cerdos, avestruces, quirquinchos y perdices.

     [Nota 2: Mr. Falkner, ingles, hizo mi relacion circunstanciada en
     Londres en 1774.]

Que del pueblo del Pilar llevó por guia é intérprete á dos infelices
Serranos por una considerable paga adelantada, y salió de dicho pueblo
en 6 de Mayo. Que se ponian de marcha á las diez, y sin parar á
mediodia, se hacia alto antes de ponerse el sol, en parage de leña, agua
y pasto, que no siempre le encontraban, caminando seis ó siete leguas
cada dia.

Que hasta el dia 9 se detuvieron por varios azares en el corto espacio
de ocho leguas, que hay del pueblo al propio Volcan ó abertura, del cual
salió el dia 10, rumbo casi á poniente, habiendo caminado en él ocho ó
nueve leguas.

El dia 11 salieron á medio dia, y á dos leguas de distancia encontraron
un arroyo de tres palmos de hondura, y despues á poca distancia entre
sí, otros tres que estaban secos, luego otro de mas de tres palmos de
agua. Que salieron de las cuestas enderezando algo hácia el mar, por ver
que los arroyos, á causa de la seca, no estaban tan crecidos como lo
pensaban. Caminó cosa de tres leguas.

El dia 12, á distancia de cuatro y media leguas del último arroyo,
pasaron otro de poca agua; tres leguas mas adelante otro de dos pies de
agua; una legua mas allá, otro de una vara de ancho con grandes
barrancas de ocho y diez varas en alto, y hallaron vado con dificultad;
cuatro leguas mas adelante otro mas hondo y de mas altas barrancas,
donde hallaron vado, y caminaron cosa de nueve leguas.

El dia 13, á dos leguas, pasaron un cerro algo alto; dos leguas mas
adelante un arroyo de poca agua. Desde cerca de este arroyo escaseaba
mucho el pasto y leña que hasta aquí era abundante: tres ó cuatro leguas
mas adelante hicieron noche junto á un charco. Caminaron como siete
leguas.

El dia 14, caminando al SE por acercarse al mar, á dos leguas entraron
sin pensar en una tierra sin pasto ni yerba, como campaña recien
quemada, algo arenisca, y todo el dia fué de la misma calidad. Siguiendo
el rumbo del S, por dar pronto con el mar, hallaron unas piedras
menudas, entre las cuales algunas coloradas y otras blancas, muy duras y
redondas; y algunas tenian al rededor una raya como canal y como para
atar un cordel: los indios las llaman _piedras del Diablo_. En tan mala
tierra hicieron noche, habiendo caminado como siete leguas.

El 15, despues de haber caminado por aquella tierra pelada cosa de legua
y media al S, llegaron á tierra de pasto, y luego á un pequeño arroyo,
de donde se veian altos cerros de arena, que era la orilla del mar:
habia cerca de ellos arenales, mucho pasto y mucha leña de los
matorrales que llaman _Margarita_. Pararon tres dias para descansar las
cabalgaduras.

El 19 partieron del lugar antecedente, y á las dos leguas de distancia
encontraron un mediano arroyo; y cosa de cinco leguas mas adelante
hicieron noche.

El 20, á tres leguas, pasaron un buen arroyo, y por él habia una
abertura sin arenales hasta el mar como de 600 pasos, y los montones de
arena no eran tan altos. Aquí se perdió el Padre, saliendo á buscar
agua, leña y pasto.

El dia 21 lo abandonaron el guia y el intérprete, y se resolvió hacer la
vuelta por la playa del mar hasta el pueblo de los Pampas.



                         _Advertencia del Padre_.


Quédese, pues, sabido para todos, que este camino desde la Sierra del
Volcan hasta cuatro leguas mas allá del Arroyo de la Ascension, de donde
se volvió, es como de 70 leguas. Es camino no solo para cabalgaduras,
sino tambien para carretas, sin pantano alguno, con pasos por los rios,
aun por los dos grandes de las Barrancas, con leña para pasar: porque,
aunque en algunas partes hay muy poca, se puede cargar en las que la
hay; con abundancia de agua, de manera que casi siempre se puede hacer
mediodia en un arroyo, y noche en otro camino de tierra adentro y á la
orilla de los arenales.

Para llegar al Rio Colorado, que dicen ser grande y con mucha abundancia
de sauces altos y gruesos, no faltaban, segun lo que pude averiguar,
sino cosa de 30 leguas. Este trecho debe ser de las mismas calidades que
el de 70 leguas andado.

Del Colorado al Rio Sauce, habitacion de las tolderias de los
Tehuelches, debe haber otras 30, y hablan mucho los indios de su
fertilidad: con que seguramente se puede ir con carretas hasta el Rio
del Sauce, y si se quiere adelantar aun hasta la otra banda, con el arte
con que pasan los españoles con carretas los grandes rios que hay desde
Santa Fé al Paraguay, pasando la carga en pelotas, tiradas de un caballo
nadando con su ginete, y tirando los bueyes la carretas unidos y
nadando: y lo hacen con facilidad, segun he visto.


Mejor camino es, y mas fértil en todo este trecho, desde el Volcan al
Rio del Sauce, (siendo lo poco que resta que andar, de las calidades de
las 70 leguas, como se presume), que el que hay desde Buenos Aires al
Volcan: pues en este falta muy frecuentemente el agua, por no haber
arroyos mas que uno de agua buena, y dos de salobre, y son pocas y no
permanentes las lagunas y muchas salobres; y tambien falta leña y no
poco pasto.

Todos los arroyos de dichas 70 leguas son de agua buena, y los demas
hasta el Rio del Sauce, dicen los indios que son así: todas las lagunas,
que se retiran una legua de los arenales por donde los hay, son asimismo
de agua buena. Donde no hay arenales son así, aun las que están á la
orilla de la costa. Las arrimadas á los arenales son de agua salobre,
excepto tal cual entre los arenales, que es de agua muy buena: y tambien
hay algunas de buena agua de las así arrimadas por donde se angostan
los arenales. Todos los arroyos entran esplayándose en el mar con mucho
menos fondo que por mas arriba, dando paso à las cabalgaduras, excepto
el rio y puerto de San José, en creciente de marea. El mar está muy
furioso, con soberbias olas de cinco y mas varas en alto en todas las
orillas de la costa, aun en tiempo de calma, sin dar lugar á desembarco
sin gran peligro.

La costa no vá al SO, como la ponen comunmente los mapas, sino al O SO.
Desde el Rio del Sauce debe delinear al SO, y despues casi al S, de otro
modo no podremos componer la longitud que notó el Padre Quiroga, cuando
navegamos aquellas costas el año de 1745.

     41º 30' latitud |
     45ºlongitud     | Rio Negro ó Bahía sin fondo.
     155 leguas abajo del Rio de la Plata.
     20 leguas despues del Rio Colorado.

_Nota_ 1.ª El Padre Cardiel, en su regreso por la costa, tomó tres
alturas, y ninguna cuando marchaba al Rio Colorado, porque no las
expresa en su diario: y así la distancia de 70 leguas del Volcan al
Arroyo de la Ascension, y cuatro leguas mas al S, son arbitrarias por
estimacion, en que puede haber mucha diferencia. Las que observó son las
siguientes:

     Rio San José........................... 38º 20'
     Entre rios de San Pablo y San Clemente. 36  30
     Rio de San Clemente.................... 35  45   [3]

     [Nota 3: Estas latitudes no son exactas, y se hallan con un grado
     de menos en cada observacion.]

_Nota_ 2.ª El Padre Cardiel cuenta 70 leguas, desde las Sierras del
Volcan hasta cuatro leguas mas al S del Arroyo de la Ascension, y segun
las leguas espuestas en su diario, no pasan de cuarenta y ocho y media:
por lo que el dicho arroyo queda mas al N. El las cuenta en el órden
siguiente:

     Del pueblo del Pilar al Volcan......... 8 leguas.
     El dia 11 de Mayo...................... 6
     El dia 12.............................. 9
     El dia 13.............................. 7
     El dia 14.............................. 7
     El dia 15.............................. 1-1/2
     El dia 19.............................. 7
     El dia 20.............................. 3
                                            ------
                                            48-1/2



                                  II


_Viage que hizo el San Martin, desde Buenos Aires al Puerto de San
Julian, el año de 1752: y del de un indio paraguayo, que desde dicho
puerto vino por tierra hasta Buenos Aires_.

Diario, que yo Jorge Barne, Piloto práctico de la costa de Guinea, del
navio rebajado nombrado _San Jorge_, que con licencia de S.M., y la Casa
de Contratacion á Indias de Cádiz, llegó con carga de ropas y negros
esclavos á este puerto de Buenos Aires, desde el cual fué despachado por
D. Domingo de Basabilbaso, vecino de esta dicha ciudad en el bergantin
nombrado _San Martin_ (alias la tartana San Antonio) que tambien con
licencia de S.M. vino á este dicho puerto; el cual hace viaje por cuenta
de dicho D. Domingo al Puerto de San Julian, á cargar sal y pescado, con
licencia del Señor D. José de Andonaegui, Mariscal de Campo de los
Reales ejércitos de S.M., y Gobernador y Capitan General de las
Provincias del Rio de la Plata, por cuya órden y encargo he de ir
llevando puntual diario de ida, reconociendo la costa lo mejor que
pueda, y el tiempo me ayudare, hasta dicho Puerto de San Julian, estada
en él y vuelta de dicho viaje hasta los Pozos, en frente del Convento de
Nuestra Señora de la Merced de esta dicha ciudad de Buenos Aires, los
que están á poco mas de tiro de fusil de la lengua del agua:--que,
empezando desde la Boca, ó salida de este Rio de la Plata, es como se
sigue:


                               1752.


DICIEMBRE 16, SABADO.

Estas 24 horas hemos tenido buen tiempo, con vientos del N á NE. Al
ponerse del sol, la sierra alta, que habia al E de Maldonado, estaba
NNE: distancia media legua, de donde cuento la distancia meridional,
rumbo corregido de ello, S 40 grados al E: distancia 58 millas:
distancia meridional, 37 minutos al E: longitud echo 43 millas al E:
altura por observacion, 35 grados y 44 minutos al S.


DOMINGO 17.

Estas 24 horas hemos tenido buen tiempo, con vientos del E al NE.
Sondeamos dos veces, pero no hallamos fondo con 16 brazas: rumbo
corregido, S 30 grados al E: distancia 88 millas: distancia meridional
87 millas al E: longitud echo 90 millas al E: altura por observacion, 37
grados y 18 minutos al S.


LUNES 18.

Estas 24 horas tuvimos tiempo apacible, con viento del N á E, un cuarto
al NE, y una mar muy alta: rumbo corregido, S 12 grados al E: distancia
105 millas: distancia meridional, un grado y 41 minutos al E: longuitud
echo 2 grados y 3 minutos al E: altura por observacion 38 grados y 52
minutos al S.


MARTES 19.

Estas 24 horas tuvimos muchísimo viento del N al O, un cuarto al SE, con
el tiempo por la mayor parte nublado y la mar muy alta: rumbo corregido,
S 10 grados al O: distancia 120 millas: distancia meridional, 80 millas
al E: longitud echo un grado 42 minutos al E: altura por observacion, 40
grados y 50 minutos al S.


MIERCOLES 20.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido mucho viento del S, un
cuarto al SE, SO con turbonadas, mucho frio y mar alta: rumbo corregido
E: distancia 49 millas: distancia meridional 2 grados y 9 minutos al E:
longitud echo 2 grados 47 millas al E: altura por observacion, 40 grados
y 52 minutos al S.


JUEVES 21.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido vientos frescos entre el
OE y SE, con aguaceros algunas veces: rumbo corregido, S 20 grados al
OE: distancia 119 millas: distancia meridional 88 millas al E: longitud
echo 110 millas al E: altura por observacion, 42 grados y 38 minutos al
S.


VIERNES 22.

Al principio de estas 24 horas tuvimos vientos frescos, despues no
habia tanto, pero el tiempo siempre nublado: rumbo corregido, S 3
grados al OE: distancia 95 millas: distancia meridional 1 grado y 23
minutos al E: longitud echo 103 al E: altura por observacion, 44 grados
y 12 minutos al S.


SABADO 23.

La major parte de estas 24 horas estuvimos en calma con tiempo nublado:
rumbo corregido, S 81 grados O: distancia 53 millas: distancia
meridional 31 millas al E: longitud echo 30 millas al E: altura por
observacion, 44 grados; 17 minutos al S.


DOMINGO 24.

Estas 24 horas hemos tenido buen tiempo, con viento del S, un cuarto al
SO á O un cuarto al NE. Sondeamos dos veces, pero no hallamos fondo con
80 brazas de sondaleza: rumbo corregido, S 67 grados al O: distancia 99
millas: distancia meridional, 60 millas al O: longitud echo un grado 37
minutos al O: altura por observacion, 44 grados 56 minutos al S.


LUNES 25.

Todas estas 24 horas ha sido nublado, con vientos del NE, un cuarto al O
á S cuarto de SE. (Vimos muchas yerbas, y en tres dias pasados hemos
visto lo mismo): rumbo corregido, S 46 grados al O: distancia 91 millas:
distancia meridional 125 millas al O: longitud echo 3 grados 9 millas O:
altura por observacion, 45 grados y 53 minutos al S.


MARTES 26.

Estas 24 horas tuvimos tiempo claro, con vientos del O al SE, vimos
yerbas como ayer: rumbo corrido, N 54 grados al O: longitud echo 4
grados 8 millas O: altura por cuarta, 45 grados 23 minutos S.


MIERCOLES 27.

Estas 24 horas tuvimos vientos frescos con turbonadas grandes; á veces
el tiempo nublado, y solamente dos horas antes de medio dia aclaró:
rumbo corregido N 29 grados al O: distancia 115 millas: distancia
meridional 3 grados: 41 millas al O: longitud echo 5 grados, 25 millas
al O: altura por observacion, 43 grados 50 minutos S.


JUEVES 28.

Estas 24 horas tuvimos vientos frescos del S al OSE, con algunas
turbonadas; el tiempo nublado: rumbo corregido N 38 grados al O:
distancia 83 millas: distancia meridional 4 grados 19 millas al O:
longitud echo 6 grados 17 millas O: altura por observacion 42 grados 33
minutos S.


VIERNES 29.

La mayor parte de estas 24 horas el tiempo ha sido nublado con vientos
del NNE al SO, y mezclado con calma: rumbo corregido S 66 grados O:
distancia 50 millas: distancia meridional 7 grados 26 millas O: longitud
echo 10 grados, 36 millas O: altura por observacion 44 grados, 3 minutos
S.


SABADO 30.

Estas 24 horas tuvimos buen tiempo, con vientos del NO al SO: rumbo
corregido S 38 grados O: distancia 125 millas: distancia meridional 6
grados 40 minutos al O: longitud echo 9 grados, 32 millas al O: altura
por observacion 43 grados, 55 minutos al S.


DOMINGO 31.

Todas estas 24 horas hemos tenido el tiempo apacible con poco viento del
ONO al SO, mezclado con calma: rumbo corregido S 66 grados al O:
distancia 50 millas: distancia meridional 7 grados, 26 minutos O:
longitud echo 10 grados, 36 millas O: altura por observacion 44 grados,
3 minutos al S.



                                   1753.


ENERO, LUNES 1º.

Estas 24 horas hemos tenido vientos fuertes del NNO al ESO, mezclado con
turbonadas y el tiempo nublado: rumbo corregido S 38 grados al O:
distancia 87 millas: distancia meridional 7 grados, 32 millas O:
longitud echo 10 grados, 44 millas O: altura por cuenta 45 grados, 8
minutos al S.


MARTES 2.

Estas 24 horas los vientos han sido frescos con turbonadas, y el tiempo
nublado: rumbo corregido S 38 grados al O: distancia 57 millas:
distancia meridional 8 grados, 7 minutos al O: longitud echo 11 grados,
31 minutos al O: altura por cuenta 45 grados, 53 minutos S.


MIERCOLES 3.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido vientos frescos del O al
S, con el tiempo nublado. Sondeamos en 58 brazas, arena fina, mezclada
con lama verde: rumbo corregido N 54 grados al O: distancia 67 millas:
distancia meridional 9 grados al O: longitud echo 12 grados, 51 minutos
O: altura por observacion 45 grados y 10 minutos al S.


JUEVES 4.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido el tiempo nublado, con los
vientos alguna cosa frescos, mezclados con turbonadas fuertes; muchos
relámpagos y aguaceros: rumbo corregido S 81 grados al O: distancia 75
millas: distancia meridional 10 grados, 13 minutos al O: longitud echo
14 grados, 33 minutos al O: altura por observacion 45 grados, 24 millas
al S.


VIERNES 5.

Estas 24 horas tuvimos el tiempo por la mayor parte nublado, con vientos
de SSO, y mar alta: á media noche sondeamos y hallamos fondo en 45
brazas, lama azul; y al ponerse del sol vimos tierra sobre el rumbo de
O, cuarto al SO: distancia 4 leguas, y al levantarse del sol vimos
tierra otra vez sobre el rumbo de O SO: distancia 7 leguas. A las ocho
del dia vimos tierra al NO y al SO, cuarto de S: distancia de la mar
cerca de 4 leguas. A medio dia la tierra mas al N estaba N cuarto de NE.
Una isla que hace la entrada del S de la Bahía de los Camarones, estaba
E SO: distancia de la tierra firme, milla y media: rumbo corregido S 78
grados al O: distancia 29 millas: distancia meridional 10 grados y 41
millas al O: longitud echo 14 grados, 59 millas O: altura por
observacion 45 grados 5 minutos al S.


SABADO 6.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido pocos vientos, con buen
tiempo, y mar muy recia. A las dos y media de la tarde dimos fondo en
15 brazas de agua en la Bahía de los Camarones. La isla mas al E, E
cuarto de SE; otra isla S: la tierra firme mas al S, cuarto de SO; dicha
mas al N, NNE, distancia milla y media. A las siete de la tarde nos
levamos y salimos bordeando afuera de la bahía, con un vientecito al NE.
A las diez de la noche arribamos; á las cuatro por la mañana vimos la
tierra sobre el rumbo de NO, cuarto de N: distancia 6 á 7 leguas, de
donde cuento la distancia meridional: rumbo corregido S 26 grados al O:
distancia 48 millas: distancia meridional 7 millas al O: longitud echo 8
millas O: altura por observacion 46 grados y 2 millas S.


DOMINGO 7.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos, mezclados con calma y buen tiempo;
y á las dos de la tarde sondeamos en 48 brazas: lama blanca, azul; y á
mediodia vimos Cabo Blanco: estaba S SO: distancia 7 leguas. Parecia
como una isla no muy lejos de la tierra firme: rumbo corregido S 12
grados al O: distancia 39 millas: distancia meridional 15 millas al O:
longitud echo 17 millas al O: altura por observacion 46 grados, 37
minutos S.


LUNES 8.

Estas 24 horas tuvimos buen tiempo, con vientos del N cuarto del NO á NE
cuarto del N, mezclado así á lo último con turbonadas y tiempo nublado;
y á las cuatro de la tarde vimos tres peñas muy grandes que están S SE,
distancia 5 leguas; y á las seis vimos tambien el cuerpo de Cabo Blanco
que estaba O SO: distancia 4 leguas, y al mismo tiempo sondeamos en 17
brazas en fondo de piedritas, conchuelas y arena: á las seis y media
vimos alguna cosa que parecia aguas quebradas: orzamos y anduvimos
arrimados á ellas, sondeando, y hallamos de 15 brazas á 5, y 4 y media,
piedritas, y tres veces vimos peñas: distancia de la tierra firme 5
leguas: rumbo corregido, S 18 grados O: longitud echo 48 millas O:
altura por observacion, 48 grados 39 millas al S.


MARTES 9.

Por la mayor parte de estas 24 horas hemos tenido pocos vientos, con
algunos aguaceros y relámpagos, y á la postre turbonadas al NO; y á las
5 de la tarde pasamos entre una isla y la tierra firme, y la distancia
entre las dos es 5 leguas. Hay muchas peñas por toda la costa: fuimos
sondeando, y tuvimos de 15 brazas á 10, 6, 5-1/2, 7, 10, 15, y despues
no hallamos fondo, y por la orilla toda es tierra recia y arena: pero
cosa de 2 millas por dentro, es tierra muy alta por toda la costa.
Altura por observacion, 49 grados al S, y á mediodia nos hallamos 10
leguas por el N del puerto de San Julian.


MIERCOLES 10.

Estas 24 horas tuvimos el tiempo muy nublado, los vientos entre el N y
NE. A las cinco de la tarde vimos la sierra mayor, que estaba O SE,
distancia de la tierra mas cerca de una legua. A las seis dimos fondo
porque el agua era muy baja, y estuvimos en 6-1/2 brazas, el fondo duro:
distancia de la tierra mas cerca de 2 millas, y á la media hora de haber
dado fondo se nos partió el cable, y luego inmediatamente largamos el
foque y el velacho, y despues de tener 5 brazas de agua, gobernamos á
entrar en el puerto: pero en poco tiempo nos hallamos en 8 pies de agua,
y entonces tocó la embarcacion y conocimos se habia lastimado, y
esperimentamos fuertes reventazones. Empezaba á crecer con fuerza la
marea con lo que en poco tiempo nos zafó de una barra que hay á la
entrada de dicho puerto, que sino hubieramos perecido. Y esta desgracia
nos sucedió por habernos gobernado por el mapa que llevamos hecho en la
expedicion de D. Joaquin de Olivares; pues en él no se señala la dicha
barra tan grande que hay á la entrada del puerto, que en baja mar queda
en 8 pies de agua, aunque en pleamar hay tanta agua que el mayor navio
puede entrar sin riesgo por encima de dicha barra, y las mareas son
regladas: á las once y media, el flujo máximo en confusion y oposicion:
á las siete entramos en el Rio de San Julian, y dimos fondo en 4-1/2
brazas. Lama negra, y por la mañana nos levamos y fuimos mas arriba á la
canal del SE y dimos fondo en 3 brazas. Lama blanda, y amarramos la
embarcacion entre dos anclas, una por el NE y la otra por el SE:
distancia de la tierra del E un tiro de escopeta.

La primera cosa que hicimos, fué de ir en busca de las salinas y
estuvimos dia y medio, antes que hallasemos la menor de las dos, y la
grande la hallamos despues. Agua buena: no pudimos hallar mas que un
pozito en el camino de la salina grande. Si llueve hay parage á donde el
agua se junta, pero si no se toma pronto, se seca.

Leña, como algarrobo y otras calidades, toda madera recia, bastante
gruesa, pero baja, hay en todas partes y bastante: la mayor y mejor está
por la banda del E.

Pastos hay muy buenos, y fuertes para el ganado, con bastante
abundancia.

Y por dos semanas en dicho puerto de San Julian, no tuvimos otros
vientos sino del N y NE muy fuertes, y el resto del tiempo que estuvimos
en el expresado puerto, eran del ONE al O y OSE: solamente un tal vez
algun viento N ó S, pero nunca vino á E del S, solamente en airecitos,
que no duraban mucho tiempo.

Animales no hay sino guanacos, zorros, gaviotas, batutues, muchos patos
de varias layas, y otros pajaritos chicos muchisimos, como tambien
bastantes avestruces.

El 24 de Enero fuimos al arroyo, á donde acabamos de carenar la
embarcacion, y cargamos de sal: tambien cortamos dos pies del palo del
trinquete porque estaba demasiado largo.

Un dia que estuvimos en busca de la ancla perdida, fuimos mas adentro
por tierra, y vimos 2 ó 3,000 casitas ó sepulturas con una pared que
corre entre ellas, las que están del desembarcadero sobre el rumbo del
N, distancia cosa de 12 millas ó 4 leguas.

Los peces de dicho puerto de San Julia son pescada, pejerrey y sardinas:
de todo lo expresado con abundancia.

En la serranía inmediata á dicho puerto, como cosa de 2 á 3 leguas,
hallamos bastante bosta de caballos; por lo que se infiere anden en
algunas temporadas del año algunos indios por aquellos parajes.

Tambien entre dichos cerros hay un charco ó laguna bastantemente grande,
de agua llovediza buena, á donde vienen á beber los guanacos, avestruces
y demas pájaros que antecedentemente expreso, y discurrimos que se
mantenga en dicha laguna agua todo el año, y que en dicha sierra haya
agua de manantiales, que por no tener tiempo no pudimos reconocer, y al
rededor de dicha laguna habia vestigios de muchos fogones á donde hacian
fuego, y al lado de ellos bastantes huesos de guanacos y de avestruces,
como tambien cáscaras de huevo de avestruz; y se conoce por esto que no
hacia mucho tiempo que habia andado gente en dicho paraje.

Tambien del puerto expresado de San Julian, como cosa de una legua al S,
hallamos un sombrero negro que todavia no estaba muy podrido, y al lado
del N del expresado puerto, distancia fuera de la barra como cosa de 2
leguas, hallamos lastre y maderas de roble de alguna embarcacion que se
perderia en el parage.


MARZO, MARTES 13

Este dia, hallándonos prontos para hacer nuestro regreso á Buenos Aires,
nos juntamos todos, y proponiendo el que era conveniente se quedase
alguna gente para cuidar de los animales y demas avios para el tráfico
de la sal, tres de los que se hallaban presentes se ofrecieron á
quedarse de su propio moto y voluntad: que el uno es nombrado
Santiago Blanco, natural de Galicia, en el reino de España; otro
nombrado Hilario, natural de la provincia del Paraguay, y el otro, José
Gombo, natural de las Indias Orientales: que reflexionando á sus
pátrias, se puede decir que se quedan en esta tierra uno de cada parte
de las cuatro del mundo: porque ademas de los tres arriba nominados, se
nos queda un negro de nacion Angola, que habrá veinte dias que se nos
huyó, tierra adentro, y no ha vuelto á parecer. Y para resguardo nuestro
y de nuestro armador, se dispuso que los tres que quedaban, hiciesen una
contrata, cuya copia es la siguiente:

"En el rio de San Julian, lunes, Marzo 12 de 1753. Nosotros que tenemos
los nombres aquí apuntados, prometemos cumplir con los artículos
seguidos, y sino hemos de perder la soldada, desde que se vaya el
bergantin nombrado el _San Martin_, hasta que vuelva del Rio de la
Plata, con la voluntad de Dios.

"El primero: para tener una carga entera de sal, sacada en tierra en el
embarcadero, pronta para cuando llegue aqui otra vez, y que sea la mejor
que podamos procurar, y á tener cuidado cuando llueva que la sal no se
gaste.

"El segundo: á tomar cuidado con los bueyes, carretas, chanchos, pipas,
barriles, maiz, pan, carne, tocino, lona, ollas, escopetas, pólvora y
balas, etc.

"El tercero: para hallar agua fresca, si es posible, con hacer pozos ó
cualquier otro modo, y cuando llueva á llenar todas las pipas y
barriles, y para tenerlos afuera del sol para que no se caigan en
piezas, y tambien que no se descubran por los indios.

"El cuarto: para no ir muy lejos de la casa, sin tener cada hombre su
escopeta ó trabuco bien limpio y cargado pronto.

"El quinto: para tomar cuenta como están los vientos, y tambien cuando
llueve, y en tiempo de la luna lo que sucede.

"El sexto y último, para vivir hermanablemente y á convenirse en todas
cosas por el provecho de los dueños del barco."

_Santiago Blanco_, natural de Galicia en el reino de España.--_Hilario_,
natural de la provincia del Paraguay.--_José Gombo_, natural de las
Indias Orientales.--Testigos, _Tomas Cary y Juan de Acosta_.


MIERCOLES 14.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos del NO cuarto de O al NE, y todas
las dichas horas nos lloviò, y à las ocho del dia salimos del Arroyo, y
dimos fondo en 6 brazas de agua en la canal del O, en donde en el fondo
hay bastante lama.


JUEVES 15.

Pocos vientos tuvimos estas 24 horas del NE al NNE, con repetidos
aguaceros, (al principio con vientos del norte).


VIERNES 16.

Estas 24 horas hemos tenido el tiempo nublado, tambien con aguaceros, al
principio con vientos del N, y despues del NE, cuarto de N al NE, cuarto
de E.


SABADO 17.

Al principio de estas 24 horas era calma, despues vino el viento al SO
con tiempo nublado; y à las seis de la mañana nos levamos y fuimos por
la canal del O con la marea crecida, y à las siete el puerto de San
Julian estaba NNE; y á las ocho pasamos la barra con una mar muy alta,
fuimos sondeando y tuvimos de 10 brazas à 9-1/2, 9, 8-1/2, 8, 7-1/2, 7,
6-1/2, 5 menos un cuarto 6, 7, 8-1/2, 9 etc. A las once el puerto de San
Julian estaba SO poco mas al O: distancia 6 leguas, el monte mayor SO
cuarto de O poco mas al O, la tierra mas al N estaba NNE, variacion de
la aguja, 19 grados al E.


DOMINGO 18.

Estas 24 horas hemos tenido el tiempo nublado, con aguaceros y los
vientos variables, del SSE al E y N. La distancia meridional contada de
ayer á las once: rumbo corregido, N 85 grados al E: distancia 75 millas:
distancia meridional 75 millas E: longitud echo 1 grado 57 millas al E:
altura por cuarta, 49 grados y 24 minutos al S.


LUNES 19.

Estas 24 horas tuvimos vientos frescos del NE al NNE, con turbonadas y
una mar muy alta: rumbo corregido, S 77 grados al E: distancia 46
millas: distancia meridional 2 grados al E: longitud echo 3 grados 6
minutos E: altura por cuarta, 49 grados 34 millas al S.


MARTES 20.

Estas 24 horas tuvimos vientos de NO, cuarto de O al SSE y el tiempo
nublado, con aguaceros y la mar muy alta: rumbo corregido, N 18 grados
al E: distancia 117 millas; distancia meridional 2 grados 37 millas al
E: longitud echo 3 grados 59 millas al E: altura por observacion, 47
grados y 39 minutos al S.


MIERCOLES 21.

Estas 24 horas tuvimos vientos alguna cosa frescos, mezclados con
turbonadas y mar alta: rumbo corregido, N 15 grados al E: distancia 135
millas: distancia meridional 3 grados 12 minutos al E: longitud echo 4
grados 50 minutos al E: altura por observacion 45 grados 29 minutos al
S.


JUEVES 22.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos al principio, y al postre vientos
frescos de NO à SO cuarto de S, y turbonadas de cuando en cuando: el
tiempo nublado con algunas gotas de agua: rumbo corregido, N 16 grados
al E: distancia 104 millas: distancia meridional 3 grados 39 millas al
E: longitud echo 5 grados 29 millas al E: altura por cuenta, 43 grados y
37 minutos S.


VIERNES 23.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido vientos frescos de O,
cuarto de NO al ONO, mezclado con algunas turbonadillas; la mar alta, y
à medio dia el banco frances estaba por la cuenta nuestra NE cuarto de
N, 5 grados al E: distancia 142 leguas: rumbo corregido, N 8 grados al
E: distancia 141 millas: distancia meridional 3 grados 59 millas al E:
longitud echo 5 grados 57 millas al E: altura por observacion, 41 grados
y 8 millas al S.


SABADO 24.

Estas 24 horas tuvimos vientos del N, cuarto de NO al O, cuarto de SO;
el tiempo nublado, y à medio dia sondeamos y hallamos 49 brazas, arena
parda y negra: rumbo corregido, N 40 grados al E: distancia 50 millas:
distancia meridional 4 grados 56 millas al E: longitud echo 6 grados 46
millas al E: altura por observacion 40 grados 28 millas al S.


DOMINGO 25.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido el tiempo nublado, con
relámpagos todo redondo; los vientos pocos del O SO al S, cuarto de SE:
rumbo corregido, N 30 grados al E: distancia 30 millas: distancia
meridional 4 grados 46 millas al E: longitud echo 6 grados 59 millas al
E: altura por observacion, 39 grados y 58 millas al S.


LUNES 26.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido los vientos al S SO y SE,
cuarto del S, el tiempo nublado, y à las siete de la mañana vimos tierra
sobre el rumbo de O, 5 grados al NO: distancia 7 leguas, y à las nueve
estaba O SO, distancia 9 leguas: rumbo corregido N 27 grados al E:
distancia 154 millas: distancia meridional 5 grados 56 millas al E:
longitud echo 8 grados 29 millas al E: altura por observacion, 37 grados
47 minutos al S.


MARTES 27.

La mayor parte de estas 24 horas tuvimos vientos frescos del O á NNO y O
otra vez con frecuentes turbonadas, y à las dos de la tarde sondeamos en
22 brazas, arena parda con conchas quebradas, y á las tres de la mañana
otra vez 37 brazas, arena fina parda con granizos negros y conchuelas:
rumbo corregido, N 66 grados al E: distancia 70 millas: distancia
meridional 6 grados 59 millas al E: longitud echo 9 grados, 49 minutos
al E: altura por cuenta, 37 grados 18 millas al S.


MIERCOLES 28.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos con calma y buen tiempo, sondeamos
de 35 brazas á 25, arena parda y negra con conchuelas: rumbo corregido,
N 20 grados al E: distancia 55 millas: distancia meridional 7 grados 18
millas al E: longitud echo 10 grados y 12 millas al E: altura por
observacion, 36 grados 26 millas al S.


JUEVES 29.

Estas 24 horas tuvimos pocos vientos, mezclados con calma y tiempo
nublado; solamente à las ocho de la tarde nos vino una turbonada muy
fuerte, y duró cosa de una hora, con truenos y relámpagos, todo en
redondo, y tambien nos lloviò hasta una ó dos de la mañana, cuando
sondeamos en 18 brazas hasta 12; rumbo corregido, N 50 grados al O:
distancia 25 millas: distancia meridional 6 grados 59 millas al E:
longitud echo 9 grados 49 millas al E: altura por observacion 36 grados
y 9 millas al S.


VIERNES 30.

La mayor parte de estas 24 horas hemos tenido buen tiempo, los vientos
del S SO al ESE, y á las siete de la mañana vimos la tierra del O,
cuarto de SO al SSE: distancia 4 leguas: es tierra baja con árboles en
partes: anduvimos costeando cosa de 4 millas de la tierra: rumbo
corregido, N 73 grados O: distancia 84 millas: distancia meridional 5
grados 39 millas E: longitud echo 8 grados y 10 millas E: altura por
observacion, 35 grados y 35 minutos al S.


SABADO 31.

Estas 24 horas hemos tenido buen tiempo, con vientos del SSE al SE, à
las seis de la tarde vimos la tierra que estaba del N, cuarto del NO, 5
grados al E ó ESE, distancia de la mar cerca; cosa de una legua; la
tierra mas al O era punta de piedras. A las siete de la mañana vimos los
navios de la Ensenada de Barragan, y á las tres de la tarde dimos fondo
en los pozos en frente de esta ciudad de Buenos Aires, à poco mas de
tiro de fusil de la orilla del agua, en tres brazas y media.

El bergantin nombrado _San Martin_, (alias la tartana San Antonio),
volvió de segundo viage al puerto de San Julian, al descubrimiento de
aquella costa, y conducir sal para el abasto de esta ciudad de Buenos
Aires, de cuenta de su armador D. Domingo de Basabilbaso, vecino de
ella. Saliendo de este puerto el dia 7 de Octubre de 1753, llegó à su
destino el dia 17 de Noviembre de dicho año, à los 24 dias de su salida;
y habiendo hecho su carga de sal, à los 27 dias de haber salido de aquel
puerto, el dia 9 de Enero de 1754, entre diez y once de la noche
naufragó á distancia de dos millas, en frente de la fortaleza de esta
ciudad, en el viril del banco que esta à la entrada del parage que
llaman _los Pozos_, salvándose toda la gente, y ninguna parte de su
carga, equipages de la tripulacion, ni el casco, por haberle brevemente
cubierto las arenas; y no habiéndose libertado ningun diario de los
pilotos, declaran estos y la demas gente de su tripulacion, lo
siguiente:

Primeramente; que cuando llegaron á dicho puerto de San Julian, no
encontraron ninguno de los cuatro hombres que dejaron el viage
antecedente, ni tampoco sal alguna arrimada al puerto, como contrataron
cuando se quedaron; y que de las armas, bastimentos, canoa, carreta y
demas cosas que les dejaron, encontraron solo la carreta cerca del
puerto y la canoa barada y atravesada en tierra, con dos escopetas
dentro, y en la isla se hallaron cuatro sacos de maiz y uno de afrecho y
un marranito: y se discurre que dichos tres hombres se hubiesen ido
tierra adentro, llevando consigo las demas armas, municiones y
bastimentos, sin poderse hallar ningun vestigio.

A los siete dias de haber llegado à aquel puerto, andando ocho hombres
en solicitud de agua, encontraron à distancia de tres leguas varias
lagunas de agua dulce, que corria en abundancia, y en este tiempo se
hallaron con 150 indios à caballo, y pensando les pudiesen hacer daño
procuraron retirarse á su embarcacion. Estos los atajaron sin hacerles
daño alguno, antes sí muchas demostraciones de amigos, y los llevaron en
sus caballos hasta el puerto.

A pocos dias despues, en las expresadas lagunas hallaron mas de 1,400
indios è indias, con sus hijos, y les recibieron con la misma paz y
cariño que antecedentemente, y dicen son de grande estatura, tanto
hombres como mugeres, y que entre ellos habria como 600 hombres de
pelear, y tienen tres caciques, uno de ellos españolado: que tenian sus
tolderias de cueros de guanacos, de cuyas pieles hacen mantas para
taparse, y cojinillos para andar á caballo en recados ó albardones de
cuero de caballo; y las dichas mantas, y cojinillos teñidos de varios
colores muy alegres, y otros de pinturas mas ordinarios. Tienen
bastantes caballos, fuertes y buenos, y gastan frenos de palo, y tal
cual indio con espuelas grandes de fierro à la moda de las que gastan en
el reino de Chile. La situacion de las tolderias estaba á dos ó tres
leguas del puerto, entre unos cerros grandes, en una hoyada ò valle,
donde tenian agua llovediza en unos zanjones echos de la misma lluvia, ó
con su industria, y el agua era muy abundante y buena. No tenian otras
armas que bolas, y de los arcos de fierro de los barriles y pipas, que
quedaron el viage antecedente, habian hecho cuchillos y sables. La
ocupacion de los indios es todo lo mas del tiempo cazar todo género de
animales que hallaban, como son, huanacos, avestruces, quirquinchos y
otros, que es lo que abunda en aquel parage; y aunque hay muchos patos
de varias clases, gaviotas y otros pájaros, no los podian tomar, porque
sus armas no les ayudaban, y se admiraban mucho de ver que con la
escopeta, con que solian tirar algunos de la tripulacion, mataban tres ò
cuatro pájaros de un tiro. Lo que hacen es en bajamar tomar muchos
huevos de dichos patos y pájaros, de que hay mucha abundancia, y se los
comian crudos llevaban á sus tolderias.

Las indias tienen su ocupacion en levantarse por la mañana temprano, ir
á traer los caballos à sus tolderias y ensillarlos, para que los indios
vayan à cazar, dándoles primero su almuerzo de carne azada ó cocida de
aquellos animales, y entredia se ocupan en descarnar las pieles y
cocerlos con nervios de los mismos animales, con aleznas de espinas,
pintarlas y adornarlas para el uso de ellas, de los toldos, y para sobre
los caballos en que andan los indios: y tienen la precaucion de que la
caza que toman hoy les sirve para comer mañana, y así viven hasta que se
les apura la caza ò llega el tiempo de mudarse á otra parte.

Tanto indios como indias, comian bien, y aun con mejor gusto que su
bastimento, las miniestras y carne salada que diariamente se les daba
guizada en la embarcacion, à la cual venian algunas veces á comer lo que
se les daba, y ver la embarcacion que les admiraba mucho, y mas cuando
dispararon un cañon. Pero diariamente venian porcion de indios al
puerto, á donde se les llevaba de dichas miniestras y carne salada, y
ellos igualmente ofrecian à la gente si querian comer de aquellas sus
viandas, trayéndoles carnes de los animales que mataban. Solo uno de los
caciques con su gente se reconoció bebia vino y aguardiente cuando le
daban, pero los demas nó, pues con un solo vasito pequeño que se les
dió, se brindaban muchos unos á otros, mojando el dedo en el aguardiente
como quien toma agua bendita, lo tiraban para arriba y despues se
metian el dedo en la boca y se daban golpes en los pechos, que era la
demostracion que hacian.

Son aficionados con extremo à abalorios y cuentas, y todo género de
chucherias y cosa de ropas y lienzos, aunque sean pedacitos, y tambien
cascabeles y vasinicas; lo que se reconoció por lo que de todos los
dichos gèneros les dió el capitan, para cuyo fin los remitió dicho
armador: y en alguna manera les sirvieron de bastante, porque como
tienen tanta aficion á cosas de fierro, de las pipas de la aguada que
tenian en tierra deshicieron una para aprovecharse de sus arcos de
fierro, y habiéndoles regalado abalorios, cascabeles y de todas las
demas cosas que llevaron, suspendieron, pues sino, aunque estaban por
muy amigos, su mucha aficion les hubiera impedido á no deshacerlas
todas, como hubiera sucedido, sino les hubieran regalado con dichas
chucherias. No obstante tuvieron por bien devolverlas à bordo de la
embarcacion, y quedaron tan agradecidos de estos regalos, que desques se
ofrecieron à ayudarles á acarrear la sal al puerto, y ellos tambien
regalaban al capitan bastantes mantas y cojinillos pintados, y ofrecian
que darian mas si les daban de aquellos juguetes, y encargaron que á
otro viage, segun sus señas se comprendia que habian de volver por la
primavera, que es la estacion que se reconoce tienen elejida para vivir
en aquellos parages les trajesen muchos abalorios, cuentas, cascabeles,
medallas y otros miriñaques, espuelas y frenos de fierro, ofrecièndoles
que les darian muchas de aquellas pieles, piedras bezares, lana de
huanaco, aunque algunos dicen que era de vicuña: pero como todo naufragó
no se ha podido averiguar la realidad y distincion de dicha lana. Uno de
los caciques traia su poncho bueno, y tambien tal cual traia poncho;
pero estos los cuidaban mucho. Tambien se reconoció que los caballos de
los indios tenian miedo de llegarse à los bueyes, pues á mucha fuerza
les hacian acercarse á ellos.

Tres ò cuatro dias antes de la salida de la embarcacion se vinieron à
despedir los indios del capitan y su gente, y volvieron à encargar que
les llevasen de aquellas cosas, pues daban á entender su mucho
agradecimiento con demostraciones de amistad, y que querian entablar
correspondencias y tratos, señalando por los dedos que à las tantas
lunas, segun se discurre, volverian: y con esto se fueron tirando la
costa adelante al sur.

Confirma dicha gente que hay muchos pastos y buenos, como tambien
abundancia de leña, aunque de árboles bajos, pero fuertes. Y hácia él
ONO descubrieron otras quince salinas mas, y entre ellas una muy
especial, en seco, que es menester partirla con achas y azadas: la que
está distante del puerto de tres à cuatro leguas, y al rededor de ella
se observò la particularidad que, cavando media vara apartado, se halla
agua dulce, buena y con abundancia.

A dichos indios no se les pudo comprender cosa alguna de su lengua, ni
tampoco que nacion era; y sucediò que à las primeras veces que se vieron
con la gente, oyeron una india que dijo, _adios paisano_, y habiéndola
solicitado no la pudieron hacer decir otra palabra mas que la dicha, la
que repetia à tenor de la gente nuestra que le preguntaba, ni fué
posible comprenderla quien se la enseñó, ó á donde la aprendiò, ni que
hablase otra palabra en castellano, aunque le dijeron muchas, por ver si
las entendia y tampoco lo consiguieron. Y deseando el referido D.
Domingo de Basabilbaso, armador, y por esta razon descubridor de aquella
costa y su contenido, tomò apunte de varias palabras que les tomaron la
tripulacion para que al hacer otro viage mandase à su costa un
intérprete y lenguaraz, por los deseos que tiene en hacer este servicio
à S.M., descubrièndole aquellos parages incultos, pero al parecer
ocupados de inumerables indios, como se evidencia por el acaso
siguiente; y es, que el dia 17 de Enero de 1754, llegaron à esta ciudad
de Buenos Aires 18 ó 20 indios del partido del cacique Bravo, para dar
noticia al Señor Gobernador y Capitan General, como habian tenido una
funcion muy sangrienta con los indios que en el mes de Julio del año
pasado de 1753, vinieron á insultar, robar y matar en el partido que
llaman de la Matanza, y que en la accion mataron muchos indios, entre
ellos tres caciques, los cuales hice venir à mi casa, y por los
lenguaraces que traian les hice preguntar si sabian el significado de
las palabras que habia aprendido mi gente, tomadas de aquellos indios, y
entre ellos huvo, uno el mas alto, que tendria muy cerca de 2-1/3 varas,
bien formado y no muy renegrido, y con efecto comprendió algunas de
ellas, y el no comprenderlas todas seria por lo mal que las aprenderian
dicha mi gente, demostrando el indio alegria en solo oirlas; y
preguntàndole que como siendo del partido del cacique Bravo, (quien le
tenia dado el grado de capitan) comprendia aquellas palabras de indios
que habitaban tan distantes de los de su partido, me respondió que
porque eran de su nacion nombrada _Tehuelches_, de la cual se separó
pequeño y vino á parar al partido de dicho cacique. Y habièndole
preguntado que si se acordaba de aquellos parages donde nació, y me dijo
que sí, y que habia muchos indios mas que en ninguno de los varios
partidos que por la Sierra y Pampas conocia, y que todos eran de grande
estatura y buena gente; y tambien que su cacique tenia tratado
casamiento de una hija suya con uno de los caciques mas pròximos á su
partido, y que estos, aunque en muy larga distancia, se comunican con
los que andaban por la costa. Con cuyo motivo le regalè y encargué
encarecidamente que si los cuatro hombres, que se discurre se internaron
del puerto de San Julian, llegasen à su partido, los recogiese y
convoyasen á esta ciudad, que le gratificaria bien su trabajo, lo que
admitió gustoso: añadiendo que con motivo del nuevo casamiento se veria
con los de su nacion y se lo encargaria tambien, y que pasase la noticia
mas adelante, y sobre todo, que me prometia traermelos, ò avisar de su
paradero; con cuyo medio es fácil se consiga que dichos cuatro hombres
vuelvan á esta ciudad, como hay ejemplar de dos marineros de un navio
ingles, que perdiéndose en en aquella costa, é internàndose, vineron à
parar á esta ciudad.

Que es cuanto se ha podido adquirir, con acuerdo y uniformidad de las
declaraciones del capitan, sus pilotos y tripulacion. Y ahora, como ha
sucedido el naufragio y pèrdida de la embarcacion y su carga, que valia
lo menos 10,000 pesos, se está tratando de otro armamento para seguir la
expedicion à expensas del expresado D. Domingo de Basabilbaso, por estar
constante en hacer este servicio á su Rey y Monarca, el Señor D.
Fernando VI, que Dios guarde y prospere por muchos años.

                  *       *       *       *       *

_Relacion que ha hecho el indio paraguay, nombrado Hilario Tapary, que
se quedó en el Puerto de San Julian, desde donde se vino por tierra á
esta ciudad de Buenos Aires_.

El dia último de Marzo, ó primero de Abril de 1753, que fué à los 15 ò
16 dias de haber salido el bergantin, nombrado _San Martin_, del Puerto
de San Julian en su primer viage, en los cuales hubo frecuentes lluvias,
se acercaron á la isla como 200 indios, y con la bajamar pasaron al
rancho que tenian hecho los tres hombres que se quedaron, è
inmediatamente empezaron à tomarse todos los bastimentos que tenian, de
bizcocho, yerba y tabaco, y deshicieron los barriles de carne salada,
tocino y agua para aprovecharse solo de los arcos de fierro, arrojando
la carne y tocino, y despues se fueron. Al dia siguiente volvieron á
acabar de llevar lo poco que habia quedado, juntamente con la ropa que
tenian fuera de su cuerpo; y aunque el dicho Hilario confiesa que no
conoció en los indios accion ni inclinacion de querer hacer daño à su
persona, antes bien al contrario, pues los indios le manoseaban á él y à
su compañero, sin atreverse ni querer quitarle ropa alguna de la que
tenian puesta, con poca reflexion determinò salir de aquel parage con
otro (su compañero) indio chino, llamado José, por miedo que no le
matasen, por no tener ya cosa alguna que tomar de su rancho. A que se
agregó, que el gallego, nombrado Santiago, á la primera vista de los
indios se fué ocultamente y sin decir nada, de miedo de ellos, tirándose
á escapar por la parte opuesta de ahí à donde habian avistado los
indios, sin saber lo que se hizo. Viéndose en estas confusiones, por
último se resolvió á salir de aquel parage con su compañero José, y lo
egecutó por la noche, tomando el rumbo para venirse á Buenos Aires por
la costa del mar: y por ella vinieron caminando á pié sin ninguna
providencia, mas que unos avios de encender fuego, y dos perros
pequeños, los cuales solían cazar algunos zorrillos y otros bichos con
que trabajosamente se alimentaban. Pero lo mas penoso era la falta de
agua dulce, por lo que a la orilla del mar hacian _cazimbas_, con lo que
se humedecían las bocas, pues lo salado de ella les permitía beber muy
poco, porque se les seguia mayor daño: como le sucediò al nombrado José,
que por haber bebido algo mas se enfermò, de modo que á las tres semanas
de haber caminado en esta forma, quedó tan aniquilado que no pudo
proseguir, por mas que le animaba Hilario, siendo la mayor pena su
excesiva sed, pues tenia la boca sin la mas leve humedad.

El Hilario se detuvo allí dos dias, por ver si por aquel contorno
encontraba alguna agua dulce para refrescarle, pero no lo pudo
conseguir; y viendo el mal estado de su compañero, y sin poderle
remediar, porque no le sucediese otro tanto, determinó dejar á su
compañero con bastante sentimiento, llorando tan fatal suceso, y tomó su
derrota, con sus dos perros: y á los tres dias encontró una laguna
pequeña rodeada de porcion de guanacos que habian consumido toda el
agua, dejando solo la humedad entre el lodo, y llegó tan fatigado que se
consolaba con poner la boca sobre aquella humedad, que no obstante le
sirvió de algun corto alivio. Habiéndose acercado un poco mas á la
orillas del mar, consiguió matar un lobo marino con un palo que llevaba,
y luego se bebió la sangre de él, que le supo muy bien, y haciendo su
fuego se lo comieron entre él y sus perros, y el pellejo se lo sacó en
disposicion que le pudiese servir para echar agua. Y siguiendo su
camino, á los dos dias llegó á donde habia un manantial pequeño, en el
cual se refrigeró él, y sus dos perros, y discurriendo poder socorrer á
su compañero le pareció inútil, pues le contemplaba ya muerto: por lo
que llenó el cuero de lobo de agua, siguiendo su rumbo, que regularmente
era como media legua distante del mar, manteniéndose con varios
animalitos y bichos que él y sus perros tomaban, y bebiendo cosa corta
del agua que llevaba en el cuero para conservarla. Así fué caminando,
hasta que encontró un brazo de mar que se internaba un poco, en donde
habia porcion de lobos marinos, con lo que él y sus perros saciaron su
hambre y sed, y de ahí fué siguiendo, con la pension de faltarle el
agua, porque toda la que hallaba era salada, aunque estaba en lagunas
algo distante del mar: y siguiendo varios dias sin comer porque nada se
encontraba, uno de los dos perros corrió una bandada de avestruces, y se
alejó tanto que se perdió, cuya falta le sirvió de congoja, pues le
contemplaba como compañero, y que por él remediaba algunas veces sus
necesidades. Y por último halló unas matas que tenian una especie de
fruta redondita y negra, con lo que se mantenia trabajosamente: y aunque
bajaba á la costa á su pesca de lobos marinos, ya no los habia. Pero
caminando algun tiempo, encontró un riachuelo de agua dulce que se
internaba tierra adentro, bastante angosto, pero con mucha corriente y
hondo, y á la boca que hacia el mar tenia poca agua: no obstante no lo
pudo vadear, y encontrando en sus orillas muchos maderos de sauces
secos, que se conocia eran traidos de adentro con la corriente, pudo
lograr echar uno de ellos al agua, embarcándose en él con su perro, y lo
pasó, costándole algun trabajo por la corriente.

A la orilla de este rio habia algunos sauces pequeños, y habiéndose
refrescado, siguió su derrota; y á una semana de haber caminado, avistó
unas serranias muy altas, ásperas é intransitables, desde tierras
adentro hasta la orilla del mar, de modo que para salir de su aspereza
se bajó á la playa, y cuando bajaba el agua, caminaba: cuya estacion le
duró dos semanas: y aun despues caminaba por el campo, avistaba algunas
sierras pequeñas y montes, encontrando tambien algunos montecitos de un
árbol, nombrado chañar, cuyas frutas, aunque muy escasas, solian templar
su hambre, ayudado con su poca pesca y otros bichitos del campo que
podia lograr: pues ninguno reservaba, por inmundo que fuese, porque para
él todo le era comida delicada y gustosa, siendo lo peor y mas trabajoso
que le faltaba algunas veces; pues asegura que en la estacion de su
viaje se le pasaban ya los cuatro, ya los seis dias sin comer ni un
bocado, en lo que se afirma muy de cierto y aun le parece que hubo
temporada de dos semanas. Pero como es un indio tan poco experto no se
le ha podido averiguar el tiempo fijo que tardaba en las estaciones de
un tránsito á otro, sin saber hacer cuenta ni por dias, ni por semanas,
ni por meses, ni por lunas. Y así al cabo de estas estaciones, que no
sabe el tiempo que tardó, pues unas veces dice que serán dos meses,
otras tres, y otras uno, llegó á un rio de agua dulce muy caudaloso, que
lo halló yendo desviado de la costa como cinco leguas, é ignora la
situacion hácia la boca del mar, pero asegura que será muy grande por
ser el rio muy ancho y caudaloso. Apenas se acercó, cuando vió venir á
sí dos indios á caballo con sus lanzas, con cuya vista pensó ir á ver la
de Dios: pero llegándose los indios á él, le cogieron de los brazos,
preguntándole ¿qué hacia por aquellos parages? segun demostraban por las
señas. Pero ni uno ni otro se entendian, y al fin permitió su fortuna
que se acordasen que era de la especie humana, pues sea por esto, ó
porque le vieron hecho un esqueleto de flaco y consumido, siendo por su
naturaleza bien fornido, se condolieron de él, y mostrándolo lo
condujeron un poco mas adelante, en donde habia como unos 20 toldos de
indios con sus familias de mugeres y hijos, y le recogieron en unos de
los toldos, y le daban de comer avestruz, venado y caballo que son sus
manjares, y le daban de sus cueros para que se tapase y durmiese, por
ser la estacion muy fria por las heladas que cayan. De este modo lo
pasaba razonablemente, hasta que logró restablecerse, poniéndose capaz
de andar á caballo, è ir con ellos á cazar y correr yeguas cimarronas,
que ya habia algunas: y despues de algun tiempo dispusieron pasar el rio
los indios con las familias, y lo ejecutaron á nado en unas pelotas de
cuero, en donde se ponian ellos con sus mugeres y sus hijos, y dentro
ponian los toldos, que son de cueros de caballos, y con guascas, ó
cuerdas de cuero amarradas de los caballos, que tienen muy especiales
para pasar el rio, se echaron, las pelotas y pasaron todos con felicidad
á la otra banda, y alli volvieron á acamparse, siendo su egercio el
cazar avestruces en venados y otros bichos y animales para comer,
pasándose muchísimo tiempo en jugar, perdiendo cueros de caballo que se
ganaban los unos á los otros, y no se reconoció que huviese ningun
cacique entre ellos, pues todos igualmente mandaban y tenian sus
pendencias, y á veces habia varias muertes. Tambien solian ausentarse 6
ú 8, y despues de algun tiempo venian con caballos que, segun se
reconocia, los hurtaban de otros indios, y algunas veces no venian todos
los que fueron, por lo que se comprendia que eran muertos por los
enemigos. Estos solian venir á su campo, y tambien se llevaban caballos,
que regularmente sucedia de noche: y este modo de vivir observó todo el
tiempo que estuvo entre los indios, que no puede decir cuanto, pero diré
que experimentó mucho frio y mucho calor en varios tiempos y parages,
durante el tiempo que estuvo con los indios. Pues, despues que
estuvieron algunos dias á las orillas de aquel rio, se mudaron á otro
parage, siempre buscando las aguadas para sí y sus animales, y caza con
que mantenerse en lagunas ó arroyuelos; que nunca volvieron á encontrar
mas rio, y fueron muchas las mudadas que hicieron los indios de sus
toldos: pero como se reconocia que se acercaban á las campañas de Buenos
Aires, y como ninguno de los indios se metia con él para hacerle daño,
se mantuvo entre ellos, y solo les preguntaba la distancia que habria
hasta la costa del mar: y unas veces le parecia que estaria como 6 ú 8 ó
10 leguas, y otras se dejaba ver desde lo alto de algun cerro. Por fin
llegaron á las cercanias de estas campañas, y él lo reconocia por la
abundancia que habia de yeguas cimarronas de que se mantenian: y un dia
se destacaron 12 indios, y preguntó, aunque por señas, porque nunca se
entendieron, ¿qué destino llevaban? y pudo comprender que venian á las
campañas de Buenos Aires, y les dió á entender que él los queria seguir,
y no se lo impidieron. Y tomando su caballo mancarron viejo, que desde
el principio le dieron, se enderezó á seguirlos, y resagándose, vino la
noche, y dejó el rumbo, tomándole hácia la costa del mar, que caminando
toda aquella noche y el medio dia siguiente, se puso en ella, y á las
orillas de un pequeño riachuelo, con algunos sauces, á su sombra sesteó:
y á hora de visperas vió venir á él un indio á caballo que le dió
bastante susto, pero el tal indio era de la gente del cacique, que
nombran D. Nicolas Bravo, quien de paz comunica y comercia con esta
ciudad.

Llegó pues el indio á donde estaba nuestro Hilario, haciendo juicio que
el caballo era uno que se le habia perdido y lo andaba buscando: y
habiéndose podido entender un poco, porque el indio hablaba en
castellano, con mucho gusto lo acarició, y le dijo que se viniese con él
que pronto lo pondria en Buenos Aires. Y tomando su camino, poco despues
de haber anochecido, se hallaron en una toldería que era la del indio y
gente del cacique Bravo, que estaba situado en el parage que llaman el
Zanjon, en donde fué bien recibido, y aquella noche mataron el caballo
de Hilario y fué la cena que tuvieron: y no dejó de estrañarlo, pues mal
correspondia el recibimiento que le habian hecho, y el matarle su
caballo. Pero al dia siguiente por la mañana le dieron otro caballo muy
bueno, y pidió que le diesen de comer carne de vaca, y se la trajeron, y
lo mismo hicieron en los 15 ó 20 dias que estuvo con ellos.

Estos indios le preguntaban por sus compañeros que se habian quedado en
San Julian, pues tenia encargo de D. Domingo de Basabilbaso para
recojerlos y conducirlos á Buenos Aires, y les habia ofrecido que los
regalaría, y que algunos de ellos habian estado en su casa, con motivo
de ser tesorero de guerra, y en ella se les subministraba la yerba y
tabaco, y el Señor Gobernador los regalaba por ser amigos, hermanos y de
paz; (que estas eran sus palabras) y con esta ocasion les habia
agasajado y hecho sentar en sillas, encargándole mucho los cuatro
hombres; los tres de su voluntad, y un negro huido, que su navio dejó en
el Puerto de San Julian: y así le dijeron, que siempre que quisiere irse
á Buenos Aires, que se lo dijese para darle lo necesario. Despues de
dicho tiempo dijo Hilario que se queria venir, y le dieron un buen
caballo y lo trajeron convoyado de cuatro indios hasta un fuerte que
está en las fronteras de las estancias de esta ciudad, á donde le
entregaron, con encargo de que le condujesen, como así se ejecutó.
Llegando á esta ciudad el dia 6 de Enero de este presente año de 1755,
en donde se halla con ánimo de volverse á embarcar para el tráfico de la
sal y descubrimiento de la costa, y á pedimento de D. Domingo de
Basabilbaso, hizo esta declaracion en Buenos Aires, á 12 de Enero de
1755, y no firmó por no saber escribir.



                                 III.

_Observaciones extraidas de los viages que al Estrecho de Magallanes han
egecutado en diferentes años los Almirantes y Capitanes, Olivares de
Noort, Simon de Cordes, Jorge Spilberg, Francisco Drake, Juan Childey,
Tomas Candish, Juan Narborough; y noticias adquiridas en las
expediciones egecutadas desde esta isla por los Franceses, con la
fragata_ Aguila.


Ha sido siempre mirado el reconocimiento del Estrecho de Magallanes por
las potencias marítimas, como una de las empresas de mayor riesgo, así
por la diversidad de vientos que suelen reinar, como por las irregulares
mareas y corrientes que se experimentan: prescindiendo del cuidado que
es preciso tener en el reconocimiento de las tierras por estar pobladas
de indios de diferente génio y naturaleza. Pero ya en el dia se puede
caminar con mas acierto, mediante las noticias que han producido los
viages egecutados en distintos tiempos por las diferentes naciones
europeas; y así solo queda á la constancia vencer y superar los
indispensables inconvenientes y fatigas que motiva la navegacion,
pertrechando de todo lo necesario la embarcacion ó embarcaciones que se
destinen á este fin.

El Cabo de las Vírgenes en la costa de Patagones, y el del Espíritu
Santo en la Isla del Fuego, son las demarcaciones de la entrada del
Estrecho por la parte del E. El primero está situado á la altura de 52
grados y 40 minutos: es alto, blanco y algo redondo. Se puede fondear al
abrigo de los vientos ONO, y las mareas suben de siete á diez brazas.

A distancia de 14 leguas del referido Cabo de las Vírgenes, se reconoce
la primera boca ó estrecho, al OSO y ONO, que en su mayor ancho tendrá
media legua. Hay en él un bajo de arena de un cuarto de legua, cuya
sonda consta de 98, 76 y 5 brazas.

Al lado meridional de esta boca hay indios de una altura regular, que
tienen pintado el rostro y el mirar muy airoso. Su vestimenta se compone
de una manta muy grosera: el país abunda en caza.

La costa de la Tierra del Fuego en este parage consta de diferentes
montecitos cubiertos de arena.

Desde la expresada boca, y á unas diez ú once leguas, se encuentra otro,
á cuyo lado meridional sale una punta de tierra cuya costa tira al S, y
se nombra el _Cabo Nasau_. En la costa septentrional se puede fondear en
15 brazas.

Al ONO, dos leguas, hay dos islas: la que está mas al N es la mas chica:
en ella se encontraron salvajes que hicieron alguna resistencia, pero
viéndose acosados, se refugiaron en una cueva, que está en lo escarpado
de la costa.

Llevaron los holandeses á su bordo un muchacho y dos niñas, y habiendo
aprendido el primero la lengua, se supo que esta nacion se llama _Enoo_:
que dicha pequeña isla se nombra _Talcke_, y la mayor _Castenme_; que
abunda de pájaros niños, que los indios comen y visten de sus pieles.
Que sus habitaciones se reducen á cuevas practicadas en la tierra: que
en el continente hay avestruces, conocidos entre ellos con el nombre de
_Talcke_, y que ademas se encuentran animales cuadrúpedos, nombrados
_Casoni_, que se cree sean venados ó vicuñas.

En este parage, ademas de la nacion _Enoo_, hay otras que se llaman
_Kemeneies, Kennekas y Karaykes_, siendo iguales todos en la estatura y
fisionomia á los Enoo que son regulares: el pecho ancho y levantado, la
frente pintada como el resto del rostro, los cabellos largos y
pendientes de la frente, á excepcion de las mugeres, que son cortos. Los
pájaros niños se llaman _Compoggres_.

Tierra adentro, hay otra nacion nombrada _Tirimenen_, que habita el país
de _Coin_. Son estos indios de estatura extraordinaria, que por lo
regular están en guerra con los antecedentes, á quienes provocan con
llamarles "comedores de avestruces."

Hallándose á tres leguas de dichas islas, y navegando para el
continente, se puede fondear en once brazas de arena. Abunda en este
parage el mar de ballenas, y en la tierra firme hay un rio que atraviesa
el país, cuyas orillas están pobladas de árboles y papagayos. La costa
se extiende al N con una gran punta, al N de la cual, y á distancia de
dos leguas, se halla una grande bahía ó golfo en que se puede entrar,
que es _Puerto Famina_, situado á los 53 grados y 18 minutos. Tiene el
Estrecho cuatro leguas de ancho: la costa está rodeada de altos montes
con árboles, cuya corteza pica tanto como la pimienta. Con toda
seguridad se puede dar fondo en dicho puerto en 15 brazas, bien
entendido que en la costa del N del Estrecho es preciso atracarse muy á
tierra para encontrar fondo.

Del referido puerto se pasa al _Cabo Fruart_, que se reduce á una punta
muy escarpada, y la mas al N de todo el Estrecho: y adelantándose cuatro
leguas mas se reconoce una grande bahía, en la cual se puede hacer
aguada. Produce la costa un herbaje muy parecido á los berros, que puede
servir de preservativo contra el escorbuto.

Siguiendo la costa, y á poca distancia, hay otra bahía, á la cual
Olivier de Noort dió su nombre.

Tres leguas de esta hay otra, en la cual se puede dar fondo en la
inmediacion de un cabo, que los ingleses llaman _Galant_, que segun
estos y los holandeses, es la mejor rada de todo el Estrecho: prueba de
ello que se han mantenido anclados la mayor parte del invierno cinco
navios, sin haber experimentado la menor incomodidad.

Se reconoce en este sitio una isla, y otras dos chicas en su travesia.
Abunda la ribera de lapas, y de una especie de conchas redondas, que por
su delicadez prefieren á las primeras: ademas de este socorro se
encuentran en los matorrales una frutilla encarnada.

Es preciso tener gran cuidado con las corrientes, que son muy vivas, y
las mareas suelen subir y bajar hasta doce horas.

En la costa meridional del Estrecho hay un cabo y una bahía grande: se
puede anclar en esta á lo mas al O, cerca de una pequeña isla de figura
redonda, detras de la cual hay una rada en que se está á cubierto del O:
es muy profunda y se nombra _Bahía Mauricio_. Extiéndese al SE con
varios brazos; en sus inmediaciones hay algunas de agua dulce, que por
lo regular están heladas en todos tiempos. Los indios de esta parte son
muy bravos, y sus armas se reducen á unas robustas mazas, y flechas, que
disparan con grande ligereza y acierto: abunda de árboles, y en la
partida del E los hay à propósito para construir. Los montes son muy
elevados y están casi siempre cubiertos de nieve.

Media legua mas allá hay otra bahía nombrada _Henri_, que por hallarse
desabrigada al O, no es propia para fondear.

Navegando al E cerca de dos leguas, se encuentra un cabo que está en la
costa septentrional: llamado _Voluto_: se extiende de tal manera la
horizontal mirando al ONO, que con facilidad creerá cualquiera estar en
plena mar; pero aun faltan 20 leguas de camino penoso: tiene el Estrecho
dos leguas de ancho.

Entre el cabo Voluto y el Deseado, hay dos bahias, nombradas _Ministe_ y
_Gucux_: es muy conocido este último cabo, porque tiene tanta elevacion,
como cualesquiera de los demas montes del país. A sus inmediaciones hay
dos islas, y su costa septentrional tira mucho al N: de manera que
mirado por este lado, no se le distingue por tal cabo.

Mas al N de esta costa se encuentran cinco islas que todos conocen por
_las Anegadas_, y se hallan al desembocadero del Estrecho por la parte
del mar del. S.

_Malvinas, 12 de Febrero de 1769_.

MIGUEL VERNAZANI.



                                   IV.

_Diario que el Capitan D. Juan Antonio Hernandez ha hecho, de la
expedicion contra los indios Teguelches, en el gobierno del Señor D.
Juan José de Vertiz, Gobernador y Capitan General de estas Provincias
del Rio de la Plata, en 1.º de Octubre de 1770_.


Se componia la armada de 166 hombres, incluyendo sargentos y cabos.

     Comandante, D. Manuel de Pinazo.
     Sargento Mayor, D. Pascual Martinez.


                           _Capitanes_.

     D. José Bagué.
     D. Juan Antonio Hernandez.

                          _Tenientes_.

     D. Francisco Macedo.
     D. Felipe Galves.

                          _Alfereces_.

     D. Gerónimo Gonzalez.
     D. Domingo Lorenzo.

                           _Ayudante_.

     D. Bernardino Galves.

                           _Capellán_.

     El presentado, Fray Juan Simon Rodriguez, del órden militar.

Todos los expresados, á excepcion del capellan, son vecinos de la
jurisdiccion de la Villa de Nuestra Señora de Lujan.

Cuatro carretillas, que conducian dos cañoncitos de menudear, y las
municiones de boca y guerra.

_Los Caciques que concurrieron á dicha expedicion, son_:

     Lepin Naguel, que en nuestro idioma significa _la pluma con el
     tigre_.
     Lincon Naguel, _el grillo con el tigre_.
     Lican Naguel, _piedra de tigre_.
     Caulla Mantu, _brilla el sol_.
     Calfingere, _zorro azul_.
     Epullanca, _dos piedras verdes_.
     Alcaluan, _guanaco macho_.
     Tanamanque, _buitre arrojado_.
     Cadupani, _leon negro_.
     Guente Naguel, _el tigre encima_.
     Lepiguala, _pluma de cuervo_.
     Pallaguala, _echado de espaldas_.
     Guayquibilu, _lanza de víbora_.

El número de indios que estos caciques llevaban, se componia de 291: los
123 de lanza, y el resto de bolas potriadoras y sueltas, que llaman los
indios _sacay_.

En 1.º de dicho mes de Octubre, caminó esta armada de la laguna que
llaman Palantelen, hasta el Médano Partido, distancia 14 leguas, á que
fué preciso hacer alto á esperar la resulta de un chasque que el
comandante habia hecho al Señor Gobernador. En todo el tiempo que dicha
armada estuvo parada en el mèdano dicho, no acaeció otra novedad que la
de haber muerto la gente algunos leones y tigres, de que abunda mucho
este campo.

Dia 2. Nos mantuvimos en dicho mèdano, de donde se despachó al alferez
D. Gerónimo Gonzalez con 18 hombres en busca de ganado para la
subsistencia de dicha armada: cuya partida llegó á las cuatro de la
tarde, conduciendo 80 cabezas y algunos toros. A las cinco de la tarde
llegó el chasque que se esperaba, con las cartas de nuestro Capitan
General, en las que ordenaba se incorporase la compañía de la frontera
del Salto á dicho cuerpo.

Dia 3. A las ocho de la mañana llegó el Sargento Mayor D. Pascual
Martinez con 66 hombres, y en su compañía venia la de dicha frontera del
Salto, mandada por su alferez. Esta misma tarde nos llovió desde
temprano hasta ponerse el sol.

Dia 4. Marchamos de dicho médano á las siete de la mañana, y llegamos á
la Cruz de Guerra á las once del dia, siguiendo el camino de Salinas; y
á distancia de dos leguas mas adelante dejamos dicho camino y tomamos el
rumbo de SE, al que caminamos como once leguas, parando en una laguna
bastantemente grande, dejando otras dos á nuestra retaguardia, aunque
crecidas, pero sus aguas salobres. Estas dos últimas son bien conocidas,
por unos médanos de arena que están inmediatos, y el uno de ellos de
lejos parece la tolda de una carreta: llámase la laguna en donde paró
dicha armada, de María de la Cruz; y hasta ella se anduvieron 17 legua,
poco mas ó menos.

Dia 5. Se marchó de mañana al rumbo de SSE, pasando unos grandes
esteros, donde se maltrató la caballada que conducia el tren: este mismo
dia pasamos por unos médanos de arena muy altos, que en su concavidad
conservan una laguna de agua dulce, y á su orilla vimos un toldo, y en
él un indio muerto, pariente de nuestro aliado el cacique Lepin, el que
hacia poco tiempo habia fallecido de viruelas, por cuyo motivo se le
puso á dichos médanos, el nombre de _Indio muerto_. Y habiendo pasado
adelante como 5 leguas, llegamos á otros médanos, á donde paramos por
ser ya casi puesto el sol: á cuya hora se divisaron dos humos, el uno al
E, que dijo Lepin ser en sus toldos, y el otro al S, que le parecia era
hácia la Laguna Amarilla. Este dia se caminaría como 18 leguas, y por
haber muerto unos toros se le dió el nombre de _Médanos de los toros
muertos_.

Dia 6. Caminamos de mañana, y á una distancia de 5 leguas se divisó la
Sierra de Cairú. Este dia empezò á llover desde muy temprano hasta las
tres de la tarde: se atravesaron unos grandes esteros, dejando dicha
sierra sobre nuestra izquierda, siguiendo el camino al SE, y á la tarde
paramos á la orilla de un arroyo crecido y pantanoso, y se le puso el
nombre de _San Bruno_. Se caminaron este dia 14 leguas, poco mas ó
menos, llegando todos mojados.

Dia 7. Se marchó de mañana, atravesando grandes esteros, hasta que
llegamos á una gran laguna, que los indios llaman en su idioma
_Tenemeche_, y nosotros le pusimos el nombre de Santiago Apóstol. Tiene
dicha laguna de circunferencia cosa de cinco leguas, y de N á S como
dos, antes mas que menos: es muy honda, pues inmediatamente que cae el
caballo nada; su fondo es arena, tiene por partes barrancas; es agua muy
dulce, suave y clara, no tiene pajonal ni broza alguna: mantiene mucho
pescado, como bagres amarillos, blancos y otros peces que parecen
truchas. Le entran por la parte del S dos arroyos, y desagua por otro
que corre al E: al N de dicha laguna tiene dos médanos pequeños, en los
que se crian mariscos, en el cual parage acampamos: y á las 6 de la
tarde llegaron dos indios del Cacique Lepin, enviados del capitan Lican
(que manda la gente de dicho Lepin, y es el heredero del cacicazgo por
fallecimiento del Cacique Lepin). Estos dieron noticia al Comandante,
que estaban acampados hacia la Sierra del Cairú, á distancia de cinco
leguas de nuestro acampamento para unirse á nosotros; con cuya noticia
volvió á despachar el Comandante estos dos indios, mandando llamar á
Lican, el que con efecto llegó á las ocho de la noche, y dando razon del
número de los indios que tenia, se retiró.

Dia 8. Marchamos de mañana, y llegamos á donde estaban acampados los
indios á cosa de las tres, y estos nos esperaron formados en línea,
armados con sus coletos y lanzas, saludándonos con escaramusas y
griterias (que es su costumbre), viéndonos precisados á usar aquellas
mismas acciones en correspondencia: y uniéndonos, marchamos, dejando la
Sierra del Cairú al E, acampando á media tarde, por habernos sobrevenido
una gran tormenta, y habernos llovido todo el resto de ella. Esta misma
tarde llegaron á nuestro campamento dos indios enviados del Cacique
Lincon, manifestando estar pronto el dicho y los demas caciques con sus
indios, para seguir nuestra derrota.

Dia 9. Con el motivo de haber amanecido lloviendo, y todos mojados, pues
fué preciso pasar el agua á caballo, se paró todo este dia, á fin de que
secasen las ropas.

Dia 10. Marchamos de mañana, y habiendo caminado á distancia de 6
leguas, poco mas ó menos, estando inmediatos á una laguna, llegó
Francisco Almiron y Luis Ponce, intérpretes que llevabamos de nuestra
parte, y dijeron al Comandante de parte de dicho Lincon y demas
caciques, hiciesemos alto, que querian recibirnos en aquel parage. Con
este motivo ordenó dicho Comandante hacer alto: formó la gente, tomando
por espaldas la laguna. Mandó poner la artillería en tierra y montarla,
y que la punteria, para en caso necesario, la hiciesen á la cabeza de la
silla ó lomillos del ginete, teniendo las mechas prendidas y encendidas
en el guarda-fuego, distribuyendo el órden de lo que debian egecutar los
de la formacion. Y estando prevenidos, á cosa de las once ó doce del
dia, se vió venir la indiada, formada en batalla con sus armas, coletos
y algunas cotas de malla: y estando á distancia de cuatro cuadras de
nosotros, largaron sus caballos, y á todo correr, tomando nuestro
costado izquierdo, pasaron del otro lado de la laguna por nuestra
retaguardia, dando vuelta por nuestro frente, lo que egecutaron por dos
ocasiones, formándose por nuestro costado izquierdo. A poco rato se
vinieron todos los caciques, y uniéndose el Comandante con la
oficialidad, salimos á recibirlos: y despues de grande razonamiento que
dichos caciques hicieron y le fué esplicado á dicho Comandante por los
intérpretes, se dieron las manos uno á uno hasta el último oficial, y
retirándose el Comandante y dichos oficiales con los caciques, los
regaló, mandando á un mismo tiempo echar pié á tierra á nuestra gente,
para que acampase y comiese: y antes de ponerse el sol se retiraron á
sus toldos.

Dia 11. Se marchó de mañana, y habiendo caminado como cosa de 4 leguas,
llegamos á la toldería del cacique Lincon, dejando á la banda del N la
del cacique Alcaluan y otros: (este cacique mantiene una majada de
ovejas y cabras). Este, luego que llegamos, nos mandó dar providencias
de ganado, y acampando nuestra gente, paramos hasta el siguiente dia.
Esta misma tarde pasó revista á su gente dicho cacique, en que hicieron
varias escaramusas y egercicios de á pié y á caballo.

Dia 12. Marchamos á cosa de las ocho del dia, y el motivo de salir á
estas horas fué, porque determinó el Comandante dejar en los toldos de
dicho Lincon, tres carretillas, llevando solo una con los dos cañoncitos
y municiones, para con este motivo abreviar las marchas. Y llegando á un
rio, que llaman el Salado, acampamos entre las cinco ó seis de la tarde,
á cuyo rio se le puso el nombre de _Nuestra Señora del Pilar_, por haber
llegado este dia. Es muy pantanoso, y el agua muy salada, pues habiendo
un manantial que los indios tenian abierto de propósito, con dificultad
se podia usar de ella: este dia se marcharian como 12 á 13 leguas.

Dia 13. Marchamos de madrugada, y llegamos al Rio de los Sauces, que
está de esta banda del N de la Sierra de Casuatí, de donde se divisa
dicha sierra. Este rio es de mucha agua, buena y dulce; tiene muchos
pasos de piedra, sauces y pescados (este, dicen los indios, entra en la
laguna de Santiago Apóstol, que ellos llaman _Tenemeche_.) Aquí hicimos
nuestra parada, y se caminó como 14 leguas, habiéndosenos ido una parte
del ganado que llevabamos, por descuido de los que lo arriaban, sin
avisarlo al Comandante, hasta los tres ó cuatro dias.

Dia 14. De madrugada se despachó una partida á esplorar el campo, y á
las tres del dia rompimos la marcha, costeando dicho rio: y habiendo
caminado cosa de 8 leguas, pasamos por la toldería que fué del cacique
Lincon, á donde los indios de nacion Teguelches lo habian avanzado.
Estaban los toldos armados y muchos indios muertos; pues estos bárbaros
á donde los llegan á avanzar, y matar alguno ó algunos, ya no viven mas
allí, ni llevan los toldos, porque todo lo abandonan. Y pasando dicha
toldería como cuatro leguas, llegamos á campar á la orilla del propio
rio, habiendo caminado cosa de 12 leguas.

Dia 15. Nos mantuvimos en propio parage, por habernos llovido toda la
noche y parte de la mañana: esta tarde se revistó toda la armada, y
hallamos que se componia de 231, como queda dicho. Toda la armada se
divirtió en pescar, y los indios llaman al pescado _chalthua_.

Dia 16. Habiendo caminado de mañana como tres leguas, llegamos á pasar
un arroyo que viene del lado del S, de una abra de la sierra, y este
entra en el de los Sauces, el que lleva bastante agua y es pantanoso. Lo
pasamos con bastante trabajo; y habiendo caminado como cosa de tres
leguas, llegamos á parar sobre la barranca del de los Sauces, á la banda
del E, y los indios se pasaron de la otra parte, que hace como una
península, donde le sirvió de asilo al Cacique Lincon cuando le
insultaron los indios Ranqueles. Esta misma tarde llegó la partida que
se habia despachado, y no hallaron vestigio alguno, aunque llegaron á la
falda de la sierra. Este dia se caminarian como 12 leguas.

Dia 17. Dejamos el rio de los Sauces, y comenzamos á caminar por dentro
de la sierra, de la cual se despeñan muchos arroyos. Las que se pasan
son sierras muy altas, y en ellas no se encuentra árbol alguno, por ser
todas ellas de piedra muy pelada y limpia: y habiendo caminado como ocho
leguas, dimos con un gran rio, el que pasamos casi á nado, y está tan
poblado de sauces muy grandes y gruesos, que por eso le dan el nombre de
los Sauces. Corren sus aguas al S, y el otro, antes de entrar en la
sierra, al N. Habiendo pues caminado como tres leguas de donde lo
vadeamos, llegamos á campar en su propia orilla, la que está poblada de
muchos nabos, que son muy grandes y no de mal gusto: vénse así mismo en
dicho rio diferentes árboles de chañar, piquillin y espinillos. Esta
tarde, se despacharon tres indios á que fuesen á viajar rio abajo. A
este parage se le daba el nombre de Ventana, siendo cierto que todas las
piedras tienen á su remate muchas quebradas, por donde entran y salen á
uno y otro lado de las pampas. Se caminó este dia como 13 leguas.

Dia 18. Se marchó de mañana por la dicha sierra y rio, y á las cinco de
la tarde lo volvimos á pasar á la banda del SE, en el que se nos volcó
la carretilla, y se mojaron algunas municiones. Este dia nos llovió á
media tarde: paramos á cosa de las seis.

Dia 19. Marchamos de mañana: dejando el rio de los Sauces, atravesamos
la sierra para el SE; y caminando á dicho rumbo por entre unas breñas y
cerrillos con mucho trabajo, llegamos á salir á la pampa que yace del
otro lado de dicha sierra, llegando á las cinco de la tarde á un arroyo
en donde paramos; habiendo caminado este dia como 12 leguas, quedando á
nuestra retaguardia otro arroyo á distancia de cinco leguas, y muchos
médanos que se hallan poblados de chañares y algunos árboles de
piquillin. Esta tarde misma llegó la partida que se habia despachado de
madrugada, con la noticia de haber hallado un rastro que tiraba hácia la
costa del mar: se despacharon en el acto seis indios, cada uno con tres
caballos, á viajar la campaña: al nominado arroyo se le dió el nombre de
San Pedro de Alcantara.

Dia 20. Se dispuso la marcha de madrugada, y fué grande el trabajo que
nos dió la carretilla para pasarla por dicho arroyo, por ser pantanoso y
barrancoso; de suerte que fué preciso con los sables y lanzas cavar
alguna cosa para hacer bajada, pasando las municiones á pié, y poniendo
en la carretillas 20 hombres á caballo, que con lazos á la cincha la
fuesen deteniendo por lo perpendicular de dicha bajada. Ultimamente se
siguió la marcha al SO, por médanos bastantemente incomodos, que en los
mas de ellos se encuentran algunos árboles pequeños de chañar, que con
sus espinas maltratan mucho á las cabalgaduras. Asimismo se encuentra en
dichos médanos bastante tomillo, parrilla y otras yerbas medicinales: y
siguiendo pasamos un gran estero con mucha agua, que tenia de largo mas
de inedia legua, y saliendo á un albardon, paramos hasta el otro dia,
habiéndose caminado como 11 leguas, poco mas ó menos.

Dia 21. Se caminó de mañana, y comenzamos á pasar el Saladillo, de mucho
pantano y agua, que tiene de largo mas de seis leguas, siendo
imponderable el trabajo para pasar la carretilla; pues aun de los que
pasaban en su caballo cayeron varios, y entre ellos el Comandante,
metiendosele el caballo de ancas hasta el cimiento de la cola, viéndose
precisado á echar pié á tierra y sacarlo de la rienda. Pasamos en este
trecho 22 arroyos, de suerte que á las cuatro de la tarde, con corta
diferencia, salimos á unos médanos en donde paramos, que se hallan á la
salida de dicho bañado, en donde fué preciso cavar pozos con los sables
y lanzas para poder beber agua, que, aunque abundaba, era toda salada.
Esta misma tarde se dispuso el despachar 10 indios con nuestro vaqueano
José Funes, (aunque este solo lo era de nuestros campos) porque de
aquellos que transitábamos no habia mas vaqueano que la india Cacica,
muger de Lincon, que era la que nos guiaba. (A esta india en la sorpresa
que á su marido le hicieron los indios Teguelches, la llevaron cautiva
hasta el Rio Colorado, de donde tuvo la felicidad de escaparse por medio
de dos indios amigos de su marido). A cuya partida le dió órden el
Comandante no volviese sin traer noticia fija del paradero de los indios
enemigos, respecto á que la dicha cautiva decia haber dejado de esta
banda del Rio Colorado 42 toldos.

Dia 22. Nos mantuvimos en el propio parage, aguardando las resultas, y
solo determinó el Comandante mandar dos partidas á los costados de
derecha é izquierda, por si se hallaba algun rumor ó rastro de los
enemigos.

Dia 23. Nos mantuvimos en nuestro campamento, sin noticia alguna de las
partidas que se habian despachado. Este dia tuvimos ventarron, con
algunos aguaceros y granizo, que duró lo mas del dia.

Dia 24. Manteniéndonos en el mismo parage, llegaron las dos partidas
últimas sin novedad alguna. Esta misma tarde á las seis llegó la partida
de los 10 indios con nuestro Funes, trayendo la noticia de haber hallado
los vestigios de dos tolderias, una mayor que otra, que habia pocos dias
se habian mudado; hallando asimismo dos perros bayos que se consideraba
ser de los enemigos. Por cuyo motivo se determinó á pasar el rio un
indio de dicha partida, siguiendo el rastro, que halló del otro lado, y
solo pudo descubrir cuatro caballos, los que dijo habia corrido con
ánimo de tomarlos y traerlos á nuestro campo; pero que no pudo
conseguirlo á causa de hallarse solo, en pelo en su caballo y desnudo,
afligiéndole el frio. Con cuya noticia se determinó el Cacique Lincon á
ir á bombearlos y dar aviso de lo ocurrido: con efecto marchó antes de
ponerse el sol.

Dia 25. Nos mantuvimos en dicho acampamento, esperando el aviso de dicho
Cacique. En estos pocos dias se nos aniquiló la caballada por defecto de
los pastos y la agua salada, y á un mismo tiempo se nos iba acabando el
bastimento, pues no habia mas de siete toros: no obstante que el
Comandante por divertir los pensamientos de la tropa, los hacia formar á
las tardes, mandándoles hacer algunas evoluciones.

Dia 26. A las tres de la mañana llegó un indio, despachado de Lincon,
con la noticia que habian bombeado á los indios, que fuesemos cuanto
antes; y efectuándolo, marchamos inmediatamente, aunque con grandísimo
trabajo por los muchos médanos y arena suelta que habia. Llegamos á una
laguna á las cinco de la tarde, poco mas ó menos, habiendo caminado como
16 leguas, en cuya distancia no se encuentra aguada, y en ella se dió
providencia de dejar la caballada. Y con efecto, dejándola al cargo de
un oficial reformado, D. Roque Galeano, con 20 soldados, luego que
oscureció marchamos, llevando cada uno un caballo de diestro; y
caminando la noche toda, aunque con bastante trabajo por los muchos
árboles que se encuentran en el camino, y ser la noche oscura, llegamos
antes del amanecer dos leguas distantes del paso del rio, á donde
encontramos con el cacique Lincon.

Dia 27. Habiendo comunicado el dicho Lincon con el Comandante, le dió la
noticia que, habiendo enviado cuatro indios de la otra banda del rio,
estos le avisaron que habian visto hacienda, por cuyo motivo habia
mandado el chasque al Comandante, diciéndole habia bombeado los indios
que estaban á distancia de 8 ó 10 leguas, del otro lado del rio. Y
caminando despues que el sol salió, todos juntos, rio abajo, como cosa
de dos leguas, y reconociendo los parages donde habian estado las
tolderias, se hallaron 45 fogones, por donde se ha discurrido ser otros
tantos toldos: y preguntándoles por el paso de dicho rio, respondieron
ser aquel en donde estabamos, y se infiere, porque las sendas que
parecen camino de carretas paraban alli mismo á la orilla de dicho rio.
Tiene de ancho este rio mas de 300 varas en dicho paso y todo á nado. En
este mismo dia se determinó mandar una partida de 10 indios con un cabo
de los nuestros y dos soldados, los que pasaron á nado en sus caballos,
llevando la ropa en una pelota de cuero, y los indios en unos palos á
modo de balsa, la que iba amarrada á la cola de un caballo. En esto
intermedio dispusimos el armar unas balsas y un bote de cuero, interin
aguardábamos las resultas de dicha partida.

Dia 28. Entre nueve y diez del dia llegaron los que habian pasado á
vigiar la campaña, y dieron noticia los indios que habian visto hacienda
de yeguas, y nuestro cabo dijo de no haber nada: que lo que se habia
visto eran pajonales, y no es de admirar se padeciesen estas
equivocaciones, pues estas diligencias del bombeo se hacen de noche.
Viendo la perplejidad en que quedabamos, determinò dicho Comandante
enviar otra partida y con ella al teniente D. Francisco Macedo, con un
soldado, llamado Lorenzo Barrio-nuevo, para que trajesen razon cierta de
los enemigos: en cuyo intermedio fueron pasando todos los indios amigos
á la otra banda del rio, aunque con grandísimo trabajo, á causa de
haberse levantado un gran viento que causaba bastantes olas en dicho
rio.

Dia 29. Llegó la partida, y con ella el teniente Macedo, quien dió la
noticia habia llegado á los toldos de los indios enemigos, quienes
habian hecho una precipitada fuga, luego que nos sintieron esa noche,
por cuyo motivo se vió precisada nuestra indiada á pasar el rio de esta
banda donde nosotros estabamos. A poco rato de haber llegado este
oficial, divisamos un grande fuego que los indios enemigos hicieron, que
naturalmente fué hecho para que en caso que los siguiesemos no
pudiesemos dar con sus huellas: pero atendiendo á que estabamos
enteramente sin bastimento alguno, nos vimos precisados á retroceder, y
solo dimos lugar á que los indios amigos acabasen de pasar á esta banda,
y á estas mismas horas, que serian como las cinco de la tarde, se dio
orden para marchar. No quiero dejar en blanco lo formidable de este rio,
pues antes de llegar al paso se vé por diferentes partes que tiene de
ancho mas de cuatro cuadras, y en otras mas. Tiene diferentes islas ó
bancos de arena, es muy rápido y caudaloso; sus aguas son dulces y
suaves, y en el rio son bermejas: se ven lobos marinos y en su orilla
hay algunos árboles de sauces de los que se forman las balsas que quedan
referidas, y por su mucha corriente vá robando las barrancas y
haciéndose cada vez mas ancho. Continuamos marchando hasta las once de
la noche.

Dia 30. Marchamos al salir el sol, y llegamos á nuestras caballadas, en
donde paramos cosa de dos horas, interin la gente tomaba un poco de agua
caliente: y volviendo á marchar, seguimos hasta las dos de la mañana que
hallamos agua: aquí se paró hasta el dia.

Dia 31. Caminamos á las siete de la mañana, y á cosa de una hora
entramos en el Saladillo, pero por mejor parte, porque era el rumbo del
N y el que habia llevado nuestra vaqueana cuando se vino del Rio
Colorado, y nos iba guiando con su marido el Cacique Lincon. Aquí se
volvieron á pasar los 22 arroyos y los grandes bañados, y habiendo
salido de ellos, llegamos á las seis de la tarde al arroyo de San Pedro
de Alcantara, adonde se hizo noche, este dia se cazaron algunas liebres
y venados, que nos sirvieron de sustento.

Dia 1.º de Noviembre. Caminamos de madrugada por la costa de dicho
arrojo cosa de cinco leguas, y habiéndolo pasado, caminamos por unos
grandes cerrillos muy guadalosos, y llegamos al Rio de los Sauces á las
cinco de la tarde, mas abajo de la sierra. Aquí se hizo noche este mismo
dia, ayudando los mismos indios á cazar á nuestra gente, aunque no
dejaron de hallarse bastantes huevos de avestruz, con lo que se saciaba
el apetito.

Dia 2. Caminamos de madrugada rio arriba como dos leguas, buscando paso,
y habiéndolo pasado con bastante trabajo por estar casi á nado y tener
que pasar las municiones á pié, luego que nos pusimos de la otra banda,
dió órden el Comandante para que el Teniente D. Francisco Macedo se
aprontase con 30 hombres del Cacique Lepin y Alcaluan, y marchasen con
la carretilla á incorporarse con los demas que estaban en la toldería
del Cacique Lincon, y unidos con las familias de estos caciques
marchasen al Arroyo del Cairú, con la órden de esperarnos allí hasta
nuestro regreso. Y habiéndonos despedido, caminamos rio abajo el rumbo
del S, y á las seis leguas, poco mas ó menos que caminamos, vimos la
toldería que el Cacique Lincon habia avanzado á los Teguelches el año
pasado, y caminando tres leguas mas adelante, hicimos alto. Esta tarde
se despachó una partida á esplorar el campo, y se tomó bastante caza.

Dia 3. De mañana marchamos, dejando el Rio de los Sauces, y tomando el
rumbo del E. Caminamos como 14 leguas, y paramos en la costa de un
arroyo: á eso de las seis de la tarde llegó la partida que se habia
despachado el dia antecedente, con la noticia de no haber rumor alguno.

Dia 4. Nos mantuvimos en el mismo arroyo para dar descanso á las
caballadas. Este mismo dia se despachó otra partida de mañana, para que
fuese á correr el campo hácia la costa del mar, y volviendo esa misma
noche no trajo novedad alguna, habiéndose divertido la gente de la
armada en cazar: y aunque no faltó que comer, pero no hallaba leña, y la
que suplia era bosta de caballo, aunque escasa.

Dia 5. Caminando de mañana al rumbo del E como cuatro leguas, llegamos á
otro arroyo de bastante agua, y habiéndolo pasado, hallamos en su orilla
un rastro de ganado de tres ó cuatro vacas y de una mula, como que
arriaban dichas vacas: por cuyo motivo fué preciso hacer alto y
despachar al hijo del cacique Lincon, con una partida al reconocimiento
de dicho rastro, enviando al mismo tiempo otra partida de nuestra gente.
Y habiendo vuelto esta última, á la una del dia, con la noticia de no
haber hallado novedad alguna, determinaron los caciques el marchar
aquellas horas: pero nuestro Comandante se opuso, por no haber venido la
partida primera que se habia despachado, sobre que tuvieron sus
contiendas; pero al cabo, cediendo á las instancias de los caciques,
marchamos. Y habiendo caminado como 6 leguas, alcanzó un indio de los de
aquella primera partida, con la noticia de haber visto bajar algunos
indios con cargas hácia el arroyo, con cuya novedad mandó el Comandante
que inmediatamente se mudasen caballos; retrocediendo con una marcha
bastantemente larga, volvimos al mismo arroyo, á cosa de las nueve ó
diez de la noche. Debiendo prevenir, que al tiempo de romper la marcha,
llegó el hijo de Lincon, asegurando haber visto dichos indios, por cuyo
motivo, luego que mudó caballo este indio, se envió adelante con cinco
indios, y nuestro vaqueano Funes, dándoles la órden los bombeasen,
enviando uno ó dos á encontrarnos por estar la noche muy oscura y no
perder el rumbo. A este mismo tiempo nos empezó á llover, y serenándose
la noche, nos mantuvimos sobre el mismo arroyo, y luego que mudamos
caballos seguimos el arroyo arriba como cosa de 4 leguas: y habiendo
amanecido, se despacharon tres partidas por todos aquellos contornos.
Volvieron á nosotros como á las siete de la mañana, diciendo no habian
podido divisar cosa alguna, por lo que nos volvimos para el propio campo
á unirnos con nuestras caballadas.

Dia 6. Habiendo descansado como dos horas, poco mas ó menos, seguimos
nuestra derrota, y en todo el dia no hallamos agua, por cuyo motivo se
nos rindieron algunos caballos, viéndonos precisados á dejarlos y á
parar á puestas del sol: habiéndose adelantado los indios en solicitud
de agua, no comiendo nada este dia por defecto de leña y agua.

Dia 7. Caminamos de mañana, y llegamos donde estaban nuestros indios,
que se hallaban acampados en una laguna muy grande, cuyas aguas son
salobres: pero habiendo cavado algunos pozos, paramos como cuatro horas
para que la gente comiese, y bebiesen las caballadas. Y habiéndolo así
egecutado, nos pusimos en marcha, y á las cinco de la tarde llegamos á
un arrojo bien grande y barrancoso, pero el agua es salobre. Aquí
paramos; nos pusimos á pescar con unos anzuelos que se hicieron de unas
agujas, con los que se pescaron muchas truchas. Todo el campo que este
dia se caminó abunda mucho de leones, de cuyas carnes se proveyó la
gente para comer, y de las pieles se calzaron muchos, haciéndose botas
por estar descalzos, y entre ellos el capitan D. Juan Antonio Hernandez,
quien habiendo muerto uno se hizo unas botas, con las que concluyó todo
el resto de la expedicion. La indiada nuestra pasó adelante hasta
perdernos de vista; y á las seis de la tarde llegó un indio mandado del
cacique Lincon, el que dió la noticia á nuestro Comandante que su
Cacique habia hallado un rastro en que reconocia que los indios enemigos
estaban cerca, porque habia visto muchos fogones, y las carnes de los
animales que habian cazado para comer estaban aun frescas: á cuya
noticia dió órden el Comandante nos pusiesemos en marcha, lo que
habiéndose egecutado nos comenzó á llover, y caminando hasta las doce de
la noche, paramos por ser muy obscura: no teniendo vaqueano para ir
adonde los indios nuestros estaban, pues el que vino con la embajada
dijo, no podria dar con los compañeros, por cuyo motivo nos mantuvimos
parados hasta que viniese el dia.

Dia 8. Caminamos de mañana; y á distancia de cinco leguas y entre unos
cerrillos, á cuya falda corre un arroyo, hallamos á todos nuestros
indios acampados. Aquí paramos el resto del dia para que descansase la
caballada, dándole noticia dichos indios al Comandante iba el rastro
como para el Rio de Quequen arriba. Estos campos son muy doblados y sin
leña.

Dia 9. Se marchó de mañana, siguiendo el rumbo del E, (que fué el rumbo
que se seguia desde que dejamos el Rio de los Sauces) y á distancia de
seis leguas, hallamos un estero y laguna muy grande, y en dicho estero
ocho cerdos, que matándolos se proveyó la gente de carne con estos, y
algunos avestruces y venados que se asaron: hubo este dia que comer á
satisfaccion. Divisamos el Cerro de la Tinta al N, con las demas
sierras, y reconocimos estar muy internados al S de ellas, y llegando á
un arroyo á las cinco ó seis de la tarde paramos en él, divisándose á un
mismo tiempo gran porcion de yeguada, y saliendo los indios á correrla,
se proveyeron de carne para mucho tiempo. Esta misma tarde se dió órden
al cacique Caullamantú, para que saliese con 15 indios á esplorar la
campaña y nos esperase en el Rio Quequen. Se congetura marchamos este
dia de 15 á 16 leguas.

Dia 10. De mañana, antes de madrugada, se despachó al Capitan Lican con
10 indios, para que fuese esplorando el campo por la banda del E, por
cuanto Caullamantú llevó el órden de internarse al S hasta dar con el
Quequen. Y habiendo marchado todos unidos con el silencio posible,
llegamos á un arroyo, despues de haber caminado mas de 14 leguas, cuyas
aguas son salobres y muy barrancoso (este entra muy al S en el Quequen):
y queriendo nuestro Comandante seguir á las sierras, le previnieron los
indios no era posible, por hallarse todo aquel campo sin agua, por cuyo
motivo caminamos arroyo abajo, y á distancia de cinco leguas encontramos
al Capitan Lican, quien nos dió noticia haber hallado una yunta de
caballos, que hacia el juicio fuesen de algunos potreadores que los
habrian perdido. Aquí se hizo la noche.

Dia 11. Madrugamos de mañana, y á las cinco ó seis leguas encontramos
con el Cacique Caullamantú: este venia costeando el Rio Quequen, y dijo
no haber encontrado novedad alguna. Costeamos dicho rio, y á cosa de las
doce del dia lo pasamos con grandísimo trabajo por ser muy barrancoso, y
cuanto mas internado al S es mucho mas: sus aguas son dulces y buenas:
es necesario buscar parage para pasarlo en donde haya alguna restinga de
piedra, porque no siendo así, es pantanoso y es preciso pasarlo á nado.
De aquí seguimos la marcha hasta un arroyo, que siguiendo el mismo rumbo
del E está á distancia de seis leguas, y con motivo de parar en él, se
le puso el nombre de Arroyo de San Martin. Esta misma tarde despachó el
Comandante dos partidas de indios, incluyendo en cada una tres hombres
de los nuestros, la primera que diese vuelta á las Sierras del Tandil y
Volcan, y la otra al S. Caminamos este dia 14 leguas, poco mas ó menos,
y aunque este campo abunda de mucha bosta para hacer fuego por haber
mucha yeguada, pero se encontraba muy poco que guisar en él.

Dia 12. Habiendo caminado de mañana distancia de cinco leguas, llegamos
á pasar un gran arroyo de mucha barranca y profunda: y siguiendo el
mismo rumbo del E, llegamos á las doce del dia á un arroyo pequeño,
donde paramos para que comiese la gente de lo que se habia cazado, y
descansase la caballada un poco. A las dos de la tarde seguimos la
derrota, hasta enfrentar con la Sierra del Volcan, teniéndola á nuestro
N muy distante, donde paramos en otro arroyo, á aguardar las partidas
que se habian despachado. Este dia se caminaron como 14 leguas: los
campos son muy abundantes de agua, por tener muchos arroyos que vienen
de las sierras, pero muy pobres de leña, pues no se encuentra mas que
bosta.

Dia 13. Se marchó de mañana: se pasaron este dia cinco arroyos, no muy
distantes unos de otros, y paramos á media tarde en los Cerrillos del
Volcan, á la orilla de un arroyo hácia la costa del mar, á aguardar las
partidas: y á cosa de las cinco de la tarde, despachó el Comandante á
Nagualpan, hijo del cacique Lincon, con seis indios, á saber de las
partidas. Este dia se caminaron como 10 leguas.

Dia 14. Antes de romper la marcha, llegó un indio de la partida que tiró
al S, con la noticia de haber encontrado unos caballos maneados, y á un
mismo tiempo, previniéndonos nos fuesemos arrimando para la costa. Y
puesto en egecucion, marchamos por entre unos cerrillos que ocultaban la
marcha, pasando cuatro arroyos algo distantes unos de otros: al quinto
pasamos á cosa de la una ó dos de la tarde, y á poco rato, llegó Pedro
Funes con la noticia de haber visto animales de color y dos ginetes que
los arreaban, y que sin duda estaban allí los enemigos. Y preguntándole
el Comandante, ¿qué trecho habria desde donde estabamos acampados, á
donde congeturaba estaban los enemigos?--le respondió que de seis á ocho
leguas. Con esta noticia, mandó dicho Comandante tomar caballos para
marchar, lo que se egecutó inmediatamente, pasando muchas quebradas,
hasta que al tiempo de ponerse el sol, estando mudando caballos, llegó
la partida que habia tirado hácia el Tandil y Volcan, sin novedad
alguna: y haciendo estos la misma diligencia, luego que concluyeron
mandó dicho Comandante repartir entre los indios las divisas que para
este fin llevaba, y así á cada indio de los de bolas se le dió una banda
blanca de platilla para que pusiesen como turbante, y á los de lanza se
les dió para que pusiesen en ellas como bandera, y de esta suerte fuesen
conocidos de nosotros en la refriega. Concluida esta diligencia se
marchó con grande órden y silencio, hasta que llegamos á donde estaba el
resto de la partida que dió el aviso, y un indio de los del cacique
Lincon avisó al Comandante haberlos bombeado, y á un mismo tiempo le
avisaron del potrero en donde tenian dichos enemigos la yeguada: con
cuya noticia dió órden de dejar las caballadas en una quebrada que hacia
dos sierras, y al cuidado de ella 16 hombres, mandando á aquellas mismas
horas una partida de 40 indios con 10 soldados de armas de fuego, con la
órden que esperasen el dia en el parage que les pareciese mas oculto é
inmediato á la puerta de dicho potrero, para que luego que amaneciese
sorprendiesen á aquellos indios que se consideraban estar en la puerta
de dicho potrero, como custodia, para que no saliesen de él dichas
yeguas. Luego que marchó dicha partida, marchó tambien nuestra armada
con el resto de los demas indios á distancia de dos leguas, en donde se
hizo alto esperando el dia para avanzar de madrugada por la banda del S.

Dia 15. A las tres de la mañana marchó nuestra armada, y á distancia de
legua y media dimos con un grande estero ó bañado muy pantanoso, que no
se podia romper con los caballos: y llegando á un arroyo que pasamos á
nado, corrimos mas de una legua, y reconociendo que los indios iban
perdidos por una gran niebla que nos sobrevino esta mañana, volvimos á
pasar dicho arroyo, caminando al SE, y habiendo salido el sol,
atendiendo el Comandante que aquella partida que despachó la noche antes
ya habria llegado á la accion, y que oyendo los tiros era natural
pensasen los enemigos tenian á todo Buenos Aires sobre sí, y que con
este motivo tirasen á huir, dispuso en aquel pronto desparramar en
pelotones indios y cristianos. Y con efecto de esta suerte se logró el
lance, pues conforme iban huyendo, iban cayendo en las manos de los
nuestros; pues fué tal el susto, que yendo un indio enemigo de huida, se
encontró con Francisco Almiron, soldado de la compañia de D. Juan
Antonio Hernandez, y preguntándole en su idioma, ¿qué á donde iban? le
respondió dicho indio, "voy de huida, porque nos han avanzado": á cuya
respuesta le enristró la lanza, arrojándole muerto del caballo abajo.
Ultimamente, se penetraron todas aquellas breñas, y no hallándose mas
indios, se dió órden á que se uniese nuestra gente, porque los indios
amigos acudieron al pillage de los animales, que en mi juicio pasaban de
4,000, entre yeguas y potros. Luego se dispuso el que contasen los
cuerpos, y se hallaron 102: no se duda el que fuesen mas los muertos,
pero como fué tanto el desparramo y los lugares tan escabrosos, no se
pudo saber con exactitud esta diligencia. En esta refriega perdimos un
hombre. A poco rato le trageron al Comandante dos indios que se tomaron
vivos, y haciéndolos examinar por medio de los lenguaraces, declararon
lo siguiente:

"Que el Flamenco se hallaba 5 ó 6 leguas distante de aquel parage, con
cinco toldos; que este habia bajado á Buenos Aires trayendo una cautiva,
y lo que volvió á sus toldos envió recado á los indios Teguelches (á
dentro), que engordasen la caballada, que dejaba engañados á los
cristianos, y que actualmente se hallaban seis españoles en los toldos
de dicho Flamenco, y entre ellos Diego Ortubia, haciendo trato con
yerba, tabaco y aguardiente. Que la tarde antes á este avance llegaron
dos indios de chasque, enviados del cacique Guayquitipay, avisando á los
ya muertos, que nuestra armada habia marchado al rio Muyelec, en
seguimiento de ellos, y que no hallándolos, tirabamos hácia la costa del
mar: que eramos pocos, que se uniesen y nos acabasen, y que de los dos
chasques el uno habia muerto en la sorpresa. Que para que no entendiesen
este enigma las cautivas que del cacique Lincon tenian dichos
Teguelches, echaron la voz estos chasques que iban huyendo de dicho
Guayquitipay, que los queria matar." Hasta aquí lo que declararon, y
fueron pasados á cuchillo.

Asimismo se tomaron 11 indias cautivas con sus familias à dichos
Teguelches; y el motivo de no haberse tomado mas, fué, porque como
dichos indios no estaban de asiento, sino en el servicio de potrero,
habian dejado sus familias al otro lado del Rio Colorado, y se tomaron
tambien 5 de las 11 que habian cautivado al cacique Lincon, à quien se
le entregaron. No se pasó este dia á sorprender al dicho Flamenco, por
haberse huido 7 indios, y es natural fuesen à refugiarse á él, y con el
aviso huyesen unos y otros; y por estar distante como 5 ó 6 leguas.
Concluido lo dicho, nos retiramos á donde estaban nuestras caballadas, y
despues de haber comido la gente, y mudado caballos, caminamos
atravesando toda la cerrillada, hasta salir de la banda del E de ella: y
siendo las cinco de la tarde paramos en una laguna muy grande.

Dia 16. Habiendo caminado de mañana, corriendo la sierra por la banda
del E, y siguiendo el rumbo del NE, à mediodia llegamos à parar en un
arroyo. Pasada la Sierra del Volcan, y habiendo comido de lo que se
habia cazado, seguimos la marcha hasta las 6 de la tarde, y se acampó
hasta el dia siguiente. Este campo tiene muchos arroyos, y en ellos hay
pescados. Desde el Volcan corre un grande estero ó bañado, caminando
retirado de dicha sierra como cuatro leguas al N: habiéndose hecho de
jornada como 13 leguas.

Dia 17. Se rompió la marcha siguiendo el mismo rumbo: pasamos cuatro
arroyos y paramos en el último, por ser el sol muy fuerte, y habernos
llovido de mañana. De aquí se despacharon dos indios de Lepin, de
chasques, con cartas del Comandante al teniente D. Francisco Macedo, que
se hallaba en la Sierra del Cayrù, para que, siguiendo el arroyo de
dicha sierra, se incorporase con nosotros. A cosa de las tres de la
tarde caminamos; y á las seis, con corta diferencia, hicimos alto,
acampando en la costa de un arroyo, en que se pescaron muchos bagres. Se
caminarian este dia 12 leguas, poco mas ó menos.

Dia 18. Marchamos de mañana, y llegamos á hacer mediodia en frente de la
Sierra del Tandil; y habiéndose comido, caminamos y llegamos à parar en
una laguna á la oracion; no hallando leña para cenar la gente, de lo que
se habia cazado. Se caminaria este dia como 14 leguas, antes mas que
menos.

Dia 19. Caminamos de mañana, y llegamos despues de mediodia al Arroyo de
la Tinta, cuyo arroyo es mediano: tendrà de ancho como 25 varas, nadan
los caballos en partes; tiene bancos ò saltos de piedra, sus aguas son
muy cristalinas y dulces, mantiene mucho pescado, especialmente truchas
en abundancia. Aquí acampamos (habiendo marchado cosa de 10 leguas) por
determinar el Comandante echar una partida á correr el campo, por ver si
se daba con la toldería del cacique Guayquitipay; y entre las cuatro ó
cinco de la tarde llegaron los dos indios que se habian despachado de
chasque à D. Francisco Macedo, dándonos aviso de haberlos corrido dos
indios armados, y que se habian escapado à uña de caballo, perdiendo lo
que llevaban por delante. Luego que el dicho Comandante tuvo esta
noticia, mandó llamar los caciques y les dijo, que por ningun pretesto
caminaria à parte alguna interin no se juntaba con su gente y
carretillas que tenia en el Cairú: y habiendo convenido dichos caciques,
quedaron de acuerdo para egecutarlo así el dia siguiente.

Dia 20. A las cinco de la mañana, poco mas ó menos, se rompió la marcha
enderezando à la sierra que llaman de Cuello, y sin parar en todo el dia
se marchò largo hasta llegar á ella, atravesàndola toda por una abra ò
quebrada que corre del E al O: è internados adentro hallamos cuatro
indios de Lepin que el cacique Currel enviaba al capitan Lican, con la
noticia que el cacique Guayquitipay, en el tiempo que estuvimos
internados hácia el Rio Colorado, quiso sorprender las familias de
Lincon y demas caciques, convidando para este fin dicho Currel, quien no
solo se escusó sino que se separó del dicho Guayquitipay: y ¿qué
haciamos que no iba mas à acabarlo? Que yendo à sus toldos nos guiaria à
los del dicho Guayquitipay:--hasta aquí dichos chasques. Luego que
paramos vino el cacique Lincon, y hablando con el Comandante le dijo,
que un dia de camino habia à la Sierra del Cairú á donde estaba la gente
y las carretillas, que no convenia el que pasasemos à dicha sierra,
porque yendo sabria su gente y los demas la sorpresa que habiamos hecho
à los Teguelches, y el avance que pretendiamos hacer á Guayquitipay, que
no dudaba tendria este aviso: y así, que le daria un vaqueano, y que
enviase la gente que quisiese, con órden que viniese el teniente Macedo
con la que tenia el Cairú y carretillas. Y con efecto, habiéndose así
egecutado, esta misma tarde despachó el Comandante al alferez D.
Gerónimo Gonzalez con 25 hombres para el referido efecto.

Dia 21. Nos mantuvimos en el propio parage aguardando la gente y
carretillas, habiendo tenido este dia una gran porcion de agua, truenos
y viento, desde las once del dia hasta la oracion. La gente fué à caza y
no halló sino algunos avestruces y huevos, aunque escasos, por cuyo
motivo no lo pasaron muy bien.

Dia 22. A las nueve del dia llegó un indio, dando razon que venia la
gente y carretillas, y que él se habia adelantado para dar esta noticia
al cacique Lincon, que no habia habido novedad en la toldería, y que el
cacique Alcaluan conducia dos indios presos por parecerle ser espia del
cacique Guayquitipay, y que nos traia el mismo Alcaluan ganado para la
manutencion. A la una de la tarde llegó la gente, carretillas, ganados è
indios, pues vinieron 53 de refuerzo: asimismo vino el cacique Cadupani
con sus tres hijos, y habièndoseles dado à la tropa las reces
suficientes, yerba y tabaco, quedó contenta, y los dos indios presos se
pusieron debajo de guardia, con ánimo de que nos sirviesen de vaqueanos.
Esta misma tarde concurrieron los caciques à manifestar al Comandante
todas las traiciones que dicho Cadupani y su hijo mayor habian usado,
despues que este último se nos ocultó en el Rio de los Sauces para
volver à sus toldos, y el primero se volvió del Rio Quequen sin avisar
al dicho Comandante: y que en vista de ellas era de parecer se les
quitase la vida à todos cuatro; à que respondiò el Comandante que de
madrugada se haria esta diligencia.

Dia 23. Estando la gente formada para marchar, dió órden el Comandante
al Sargento Mayor, D. Pascual Martinez, que siguiese la marcha, y luego
que se traslomase á distancia de media legua, hiciese alto: y quedándose
el dicho Comandante con 12 hombres, el cacique Lepin y Lincon,
habièndoles dado la órden á estos de lo que habian de egecutar, viendo
ya que era hora, sacando un pañuelo blanco del bolsillo, que era la
seña, acometieron á dichos indios y los mataron. Y llegando el
Comandante con los dichos 12 hombres, donde lo esperaba la armada, mandó
juntar á todos los demas caciques, manifestàndoles el hecho, y porque; y
que esto mismo dijesen à sus indios, que mientras fuesen leales no se
les castigaria: y todos respondieron que estaba bien hecho, que aquellos
enemigos tenian menos. Y siguiendo nuestra marcha al N, paramos á la
orilla de una laguna, como á las cinco y media de la tarde, habiéndose
caminado este dia como 12 leguas.

Dia 24. Habiendo caminado de mañana con la pension del campo malo, por
ser todo esteral y bañado con bastante agua, à las doce del dia paramos
para que comiese la gente, y à las dos de la tarde comenzamos à seguir
nuestra marcha, habiéndose levantado à estas horas una gran tormenta de
truenos, relàmpagos y agua, que nos duró toda la tarde, y nos obligó à
parar como à las cinco, buscando un albardon, porque todo el campo
estaba anegado, por cuya causa nos mantuvimos à caballo. Se caminaron
como 11 leguas habiéndose perdido la sierra de vista á mediodia.

Dia 25. Nos amaneciò lloviendo, pues nos duró el temporal 24 horas, en
las que nos mantuvimos siempre á caballo, y nos hallamos todos metidos
entre el agua: y habiéndose serenado como á las tres de la tarde, fué
preciso hacer con el barro como unos altos para hacer fuego, para de
este modo poder la gente chamuscar un poco de carne, que con algunas
charcadas, aunque escasas, favorecidos del sebo de las reses, se pudo
conseguir que tomasemos algun sustento.

Dia 26. Se marchò de mañana, y saliendo à un albardon aquí paramos,
dando órden el Comandante se despachase una partida: y con efecto se
despacharon cinco indios y siete españoles llevando uno de los indios
presos que sirviese de vaqueano, y habiéndola perdido de vista continuó
la marcha, comenzándonos à llover hasta la tarde. De la vanguardia
divisaron un ginete que iba costeando un arroyo, al que corrieron mas de
dos leguas, y habiéndolo tomado lo condujeron al Comandante, y
preguntándole de que toldería era, respondiò que de la de Currel, que
venia de potrear de las islas, que habia tres meses que faltaba de
dichos toldos, y tres dias que los buscaba sin poder dar con ellos; que
sus compañeros se habian quedado atras, y que alli cerca tenia sus
caballos: y mandàndolos buscar, se hallaron, y nuestros indios dijeron
lo conocian que no era indio de sospecha, y siendo ya tarde y estar
todos mojados, buscamos un albardon para pasar la noche. En este
intermedio llegò un indio de los de la partida, con la noticia que el
indio preso habia reconocido donde nos hallabamos: que estabamos cerca;
que por la mañana, en almorzando la gente y secàndose, caminàsemos à
donde ellos estaban. Este dia se andarian como 9 leguas.

Dia 27. Muy de madrugada se levantò el Comandante, y puesto à caballo
encargò generalmente á todos, que esa mañana asasen carne y llevasen
fiambre, en la inteligencia que no se habia de hacer fuego hasta no
sorprender al cacique Guayquitipay y los suyos. Con esta advertencia
marchamos entre ocho ó nueve del dia, con grandìsimo trabajo, por la
mucha agua y esteros que no se puede ponderar: y á las dos de la tarde
llegamos donde nos esperaba la partida, la que nos dió notica de haber
visto algunos animales vacunos, por cuya causa nos paramos hasta las
cuatro de la tarde que seguimos. Habiendo salido à una loma, hicimos
alto, despachando tres indios que fuesen con gran cuidado á bombear, y
trajesen noticia cierta, en cuyo intermedio se dió órden de mudar
caballo y estar prontos para lo que se ofreciese. Este dia se caminaría
como 8 leguas.

Dia 28. Llegaron los tres indios de madrugada, diciendo habian bombeado
esa noche los toldos, pero que les parecia no eran los de Quayquitipay
sino los de Currel: que eran sus parciales, que no se les debia hacer
daño alguno. Con cuyo motivo se determinò mantenernos en el propio lugar
por no ser sentidos, no permitiendo se hiciese fuego en lugar alguno, y
que á la noche caminariamos y cercariamos los toldos á fin de que no se
escapase alguno, y de ellos se sacarian vaqueanos para que nos
condujesen à los toldos de Quayquitipay, para cuya empresa se
despacharon dos partidas, y que estas estuviesen con bastante cuidado y
nos aguardasen hasta que llegasemos. A las cuatro de la tarde llegó la
partida de tres indios, que conducia un indio preso de nacion Teguelche,
y siendo examinado por medio de intérpretes dijo: que Guayquitipay lo
habia enviado á recoger el ganado que con el temporal se les habia
desparramado: que los toldos del dicho Guayquitipay estaban inmediatos:
que eran 25, y 15 del cacique Alequete, pero que estos estaban un poco
distantes, y que el cacique Currel se habia separado. Con esta noticia
mandó el Comandante nos pusiesemos en marcha siendo las seis de de la
tarde, y à la oracion llegamos á un arroyo en el que se mudó caballos, y
pasándolo á nado, se dejó à sus orillas las caballadas y carretillas al
cuidado de 20 hombres, marchando nosotros el resto de la noche hasta
ponernos inmediatos á dicha toldería, llevando al indio Teguelche con
gran custodia. Luego que este dijo que estabamos muy cerca, despachó el
Comandante dos indios del cacique Lincon, à satisfacerse si estaban ó nó
los toldos, y viniendo con la noticia que era cierto, y que los indios
estaban durmiendo, mandó dicho Comandante sacasen retirado al indio
Teguelche y le quitasen la vida. En este rato de dia con el resto de la
noche, se caminarian de 6 á 7 leguas.

Dia 29. Luego que nos dispusimos à marchar para hacer el cerco y
sorprender la toldería dicha, al mandarlo poner en ejecucion el
Comandante, se llegaron á él los caciques amigos y le suplicaron no
diese órden de hacer fuego à nuestra gente, despues de cercados los
toldos, hasta que ellos avisasen, porque querian sacar muchos parientes
y amigos que estaban en dichos toldos. Y habiendo marchado ya que
aclaraba, picando los caballos, teniendo la gente en órden y avistando
los toldos, fuimos de improviso y los cercamos en forma de media luna,
llevando al costado izquierdo, hácia la parte del N, los indios amigos,
y al costado derecho nuestra gente de lanza, y en el centro las armas de
fuego divididas en cinco mangas de á 10 cada una: mandada la primera por
D. José Bagué, la segunda por D. Juan Antonio Hernandez, la tercera por
D. Gerónimo Gonzalez, la cuarta por D. Domingo Lorenzo y la quinta por
D. Felipe Guelves: pero fué tal el susto que dichos cercados recibieron,
que totalmente no sabian lo que se hacian, pues solo el cacique se
mostrò en esta ocacion guapo como un Bernardo. Finalmente muriò este,
con todos los demas que los indios amigos dijeron no ser sus parciales.
Este dia se hubieran muerto sobre 150 indios si no les hubieran servido
de asilo los caciques amigos; pero quedó enteramente destrozada esta
toldería y nuestros parciales llenos de despojos y de aquellas familias
de los muertos, en que no quiso tener parte nuestro Comandante, ni
ninguno de los nuestros á fin de no disgustar à dichos indios amigos.
Luego que se concluyò, se dió órden á la gente se retirasen à descansar
y comer, pues habia 24 horas que no comian, mandando al mismo tiempo
dicho Comandante se trajesen las caballadas y carretillas que estaban
distantes como cuatro leguas. Entre 11 y 12 del dia llegò un indio
ladino, llamado José, de la parcialidad del cacique Lincon, herido,
quejàndose al Comandante, que yèndose à pasear á unos toldos inmediatos
lo hiriò un indio amigo del cacique muerto, con cuyo motivo mandó dicho
Comandante un recado al cacique Lincon, pidiéndole 30 indios armados,
los que inmediatamente estuvieron prontos, y haciendo montar 40 hombres
de los nuestros, marchamos á aquellas horas en seguimiento de dichos
indios, y yéndolos corriendo à distancia de una legua se nos cayó muerto
repentinamente del caballo el alferez D. Gerónimo Gonzalez, y habièndole
avisado al Comandante, volviò atras, y preguntando que habia sucedido,
le respondieron--no es nada: y volviendo à alcanzar su gente, luego que
se incorporò con nosotros, mandó se detuviese la que iba adelante pero
sin dejar de correr. Y á poco trecho se alcanzaron tres indios y una
china, y matándolos se les quitò la caballada, así à estos como à los
demas que iban huyendo, de la que se aprovechó nuestra gente: con lo que
nos retiramos á nuestro campamento, y unidos marchamos hasta aquel
arroyo en donde la noche antes habiamos dejado las caballadas y
carretillas, y en donde acampamos hasta el otro dia.

Dia 30. Caminamos, y todos los indios con nosotros, pasando unos
grandes esteros muy pantanosos; y á las cinco de la tarde, habiendo
salido à un albardon y caminado todo el dia, paramos para hacer aquí
noche, y habiendo concurrido todos los caciques amigos, se despidieron
del Comandante y demas oficialidad, dicièndonos pretendian retirarse al
otro dia de mañana para sus toldos. Lo que oido por el dicho Comandante,
les hizo un razonamiento para que condujesen los rehenes ofrecidos en
las paces, por el mes de Mayo cuando bajasen á nuestra frontera: lo que
ofrecieron harian con gran gusto.

Dia 1.º de Diciembre. Caminamos al rumbo del N muy de mañana, y todos
los caciques en vuelta de sus toldos, y llegando nuestra armada à las
tres de la tarde al Rio Dulce, fué preciso pasar la gente à nado por
estar muy crecido: en cuyo transporte se hubieron de ahogar 3 hombres, à
no haberseles acudido inmediatamente à favorecerlos: los que se pudieron
libertar, aunque con bastante trabajo. Se dispusieron de algunos cueros
pelotas para pasar los cañoncitos, pertrechos y demas equipages,
habiendo acaecido el haberse ido á fondo en medio de dicho rio una
pelota con siete armas y ropa de la gente de la compañia del Salto, la
que no se pudo sacar por ser ya de noche y estar la gente rendida de
nadar, y se dejó para el dia venidero.

Dia 2. De mañana se hizo buscar la pelota, y se consiguió el hallaria y
sacar todo lo que en ella habia, à excepcion de dos pistolas que no se
pudieron hallar. Desde este parage determinó el Comandante despachar al
capitan D. Juan Antonio Hernandez, de embajador con los pliegos al Señor
Gobernador, de lo acaecido en la expedicion; quien se determinó à
caminar con 6 hombres de su compañia. Y puesto en camino à las ocho del
dia, tomó el rumbo del N, habiendo pasado dos arroyos à las tres de la
tarde; y siguiendo la derrota hasta las doce de la noche, que se viò
precisado á parar por haberle sobrevenido una gran tormenta de lluvia,
truenos y relàmpagos, y tan oscura, que fué preciso el hacer un círculo
para poder sugetar la caballada que llevaban por delante. Y habiéndose
serenado á las tres de la mañana, se puso en marcha, llegando al aclarar
el dia al Rio Salado, el que halló crecido y pasó el vado á caballo.

Dia 3. Siguiendo á trote y galope, fué preciso ir dejando algunos
caballos por el campo, por estar cansados, y no dilatarse en llegar; y á
las seis de la tarde llegó á vistar las chacras de la frontera de Lujan,
de donde caminó toda la noche.

Dia 4. Llegó á la ciudad de Buenos Aires á la una y media del dia, y
habiendo entrado al Fuerte y siendo avisado nuestro Capitan General,
mandó Su Señoría subiese arriba: á quien entregándole los pliegos, y
leidos, se sirvió permitirle fuese á descansar hasta el otro dia de
mañana, pues ya hacia tres dias y dos noches no habia dormido ni
descansado dicho capitan.

Dia 5. A las doce del dia fué servido el Señor Gobernador despacharle
con cartas en respuesta del pliego al Comandante D. Manuel de Pinazo,
por no haber si lo posible antes, pues se hallaba ocupado en la Junta
con el Ilustrísimo Señor, y saliendo de la ciudad caminó toda la noche,
y entregó dicho pliego al otro dia 6 al dicho Comandante, y se le
permitió el retirarse á su casa por estar nuestra armada á las
inmediaciones de la Choza.

               *       *       *       *       *

_Calidades y condiciones mas características de los indios Pampas y
Aucaces_.

Primeramente, son de estatura, por lo regular, dichos indios mediana, de
cuerpo robusto, la cara ancha y abultada, la boca mediana, la cariz
roma, los ojos pardos, y sanguinolentos, la frente angosta, los cabellos
lacios y gruesos, la cabeza por atras chata.

Su vestimenta se compone de muchos cueritos de zorrillos, pedazos de
leon y otros de venado, los que van ingiriendo, y hacen uno de dos y
media varas de largo, que le llaman _guavaloca_, y nosotros _quiapí_,
con lo que se cubren desde el pescuezo hasta los tobillos, fajándose por
la cintura con una soga de cuero de potro, y cuando tienen frio ó
llueve, lo alzan y quedan tapados.

Las indias gastan _quiapí_, lo mismo que los indios, con la diferencia
de que no lo atan por la cintura, sino por el pescuezo, que lo apuntan
con unos punzones de fierro pequeños, teniendo las cabezas de ellos como
espejos de plata ó de hoja de lata, y desde la cintura un tapa-rabo
corto, á medio muslo por delante. Gastan y quieren mucho los abalorios,
cuentas de cualesquiera calidad y cascabeles, con los que hacen
gargantillas en pescuezo, muñecas y piernas, tanto las mugeres como los
indios. Su comida se reduce á comer yegua, caballo, avestruces, venado y
cuanto animal encuentran, pero lo que mas apetecen es la yegua, y si se
ven afligidos, la comen cruda. Principalmente procuran para almorzar
cazar un venado, y apenas lo bolean (pues es su modo de cazar), le
agarran de las piernas y le dán contra el suelo un golpe, y dándole un
puñetazo en cada costillar, lo deguellan, no permitiendo que le salga
sangre alguna, sino que se le vaya introduciendo todo por el garguero, y
medio vivo lo abren por entre las piernas, cosa que quepa la mano, y
echándole fuera todas las tripas, sacan la asadura entera y se la comen
como si estuviera bien guisada, sorbiéndose el, cuajo, como si fuera un
pozillo de chocolate. El sebo, panza y lebrillo de la vaca lo comen
crudo y gustan mucho de ello, de suerte que cuando hacen invasion en
nuestras fronteras, no son sentidos, porque como no necesitan de fuego
para comer, se introducen con facilidad.

Son sumamente viciosos en toda clase de vicio: son grandes fumadores: el
aguardiente lo beben como agua, hasta que se privan enteramen: beben
mucho mate, y luego se comen la yerba, y con la bebida se acuerdan de
todos los agravios que han recibido ellos y sus antepasados, las peleas
que han tenido y las invasiones que han hecho: todo lo cantan y otros
lloran, que es una confusion oirlos. Luego que se levantan de mañana se
van al rio ó laguna que tienen mas inmediata, y se echan unos á los
otros gran porcion de agua en la cabeza, con lo que se retiran á dormir.

Sus armas, de que usan, son lanzas y bolas, en lo que son muy diestros,
y tienen sus coletos y sombreros de cuero de toro, que con dificultad le
entra la lanza, y esta ha de ser de punta de espada: algunos usan cota
de malla, pues se contaron hasta nueve. Entre ellos su modo de insultar
es al aclarar el dia, guardando un gran silencio en su caminata, pues si
se les ofrece parar por algun acontecimiento, con un suave silvido para
todos, que no se llega á percibir aun entre ellos rumor alguno, y
llegando á vista del parage que van á invadir, pican sus caballos, y á
todo correr, metiendo grande estrépito y algazara, no usando formacion
alguna sino que cada cual vá por donde quiere. En cuanto al despojo, el
que mas encuentra ese mas lleva, y al retirarse, llevando la presa,
aunque maten á sus mejores amigos ó parientes, no vuelven á defenderlos,
sino que cada uno procura caminar sin aguardarse unos á los otros,
llevando á las indias con ellos para que estas se hagan dueñas de las
poblaciones que invaden, y roben lo que pudieren, mientras ellos pelean.

En cada toldería tienen su adivino, á quien llevan consigo cuando van á
invadir alguna parte, y mientras no están cerca, por las tardes ó á la
noche, se ponen á adivinar. El modo es clavar todas sus lanzas muy
parejamente, y al pié de ellas es que su dueño sentado, poniéndose en
medio, al frente el adivino, y detras de él todas las indias, y teniendo
en la mano dicho adivino un cuchillo, comenzándolo á mover como el que
pica carne, entona su canto al que todos responden, y de allí á media
hora, poco mas ó menos, comienza el adivino á suspirar y quejarse
fuertemente, torciéndose todo y haciendo mil visajes, siguiendo los
demas dicho canto, hasta que allí á un rato, que pega un alarido muy
grande, se levantan todos. Preguntándole el cacique, (quien está en la
derecha del mencionado adivino, con un machete en la mano) sin mirarlo á
la cara, todo lo que él pretende saber, él le vá respondiendo lo que le
dá gana, y esto lo creen tan fuertemente, que no hay razones con que
convencerlos, aunque les sale todo nulo: pues están persuadidos que con
aquel canto que hacen vieron el _gualichu_, que así llaman al diablo, y
que este se introduce en el cuerpo del adivino, y les habla por él,
revelándole todo lo que quieren saber. Despues de concluido le dan á
beber un huevo de avestruz crudo, y agua, haciéndole fumar tabaco, que
es el regalo que le hacen al _gualichu_, dándole al adivino vómitos
fingidos: y entonces comienzan á gritar todos, y echando fuego al aire,
que tienen prevenido, se despiden de dicho _gualichu_, que dicen sale
del cuerpo del adivino, y se retiran á sus toldos.

Sus médicos son como los adivinos, pues estando alguno enfermo, sea del
mal que fuese, llaman á la médica, y puesta al pié del enfermo, y todos
los amigos y parientes en rueda, toma la dicha médica unos cascabeles en
la mano y comienza á sonarlos, cantando al mismo tiempo, á lo que todos
responden: y de ahí á poco rato comienza á quejarse y torcerse toda con
muchos visajes, y comenzando á chupar la parte que al enfermo le duele;
está así mucho rato, prosiguiendo los demas cantando. La médica escupe y
vuelve á chupar, siendo esta la medicina que le aplican; y vimos en una
ocasion que una gran médica de estas dejó á la muger del cacique
Lincon, tuerta, de tanto chuparle un ojo, por haberle ocurrido en él un
humor: esto lo sobrellevan muy gustosos, en la inteligencia que pende
del _gualichu_.

Las casas ó poblaciones son de estacas de tres varas, y cueros de
caballos, por los lados y techos, que ellos les llaman _suca_ y nosotros
toldos. En cada uno vive una familia, y en medio de dichos toldos tiene
el cacique su habitacion, la que no es fija, pues en un parage viven un
mes, en otros quince dias ó veinte, con cuyo motivo es difícil dar con
ellos.

No tienen subordinación á sus caciques, pues cuando quieren, dejan á uno
y van á vivir con otro; y si el cacique emprende ó tiene que hacer
alguna empresa, á todos se lo comunica y cada uno dá su parecer.

Cada uno tiene las mugeres que pueda comprar, y viéndose aburrido de
ellas las rende á otros; y si llegan á tomar algunas cautivas, luego que
llegan á sus toldos se casan con ellas: y si dichas cautivas, mas que
sean indias, no van contentas, luego las lancean y las arrojan del
caballo, y aunque estén medias vivas, las dejan.

El trabajo de ellos se reduce á tomar yeguas y potros silvestres, cazar
zorrillos, leones, tigres y venados, de cuyas pieles hacen las indias
_quiapís_ y _guasipicuás_, y de las plumas de avestruz hacen plumeros,
siendo ellas las que todo lo trabajan, pues les dán de comer, cargan las
cargas, mudan los toldos y los arman: y aunque las vean los indios,
quienes están echados de barriga, no se mueven á ayudarlas en nada;
antes sí, si es poco sufrido, se levanta, y con las bolas que nunca las
dejan de la cintura, le dan de bolazos, y á esto no llora ni se queja la
india.



V.

_Diario de D. Pedro Pablo Pabon, que contiene la explicacion exacta de
los rumbos, distancias, pastos, bañados y demas particularidades que
hemos hallado en el reconocimiento del campo y sierras; comisionados por
órden del Ilmo. Cabildo del Puerto de la Santísima Trinidad de Buenos
Aires, en 12 de Octubre de 1772.


DIA 18 DE OCTUBRE DE 1772.

A las cuatro de la tarde emprendimos la salida: á las seis paramos en
la chacára de D. Juan Piego Flores, hicimos el camino de dos leguas. El
dia 20 llegamos á la Villa de Lujan, habiendo caminado 12 leguas:
observamos este puesto, y se halla en la latitud S de 34 grados 28
minutos.

Dia 23. Llegamos á la Guardia del Salto, habiendo caminado 26-1/2
leguas: observamos aquí la latitud S de 34 grados 35 minutos. El dia 24
registramos su arroyo lo mas que pudimos, y lo hallamos con su curso al
oriente, con alguna violencia, y mayor en algunos parages: motivo de la
desigualdad de fondo, siendo este en partes de una y media varas hasta
un pié: en unas su agua es salobre, y en otras gruesa, y turbia usual
para todo ganado. Su orígen, dicen, es dimanado de varias cañadas; su
fondo en lo mas pantanoso, y en sus orillas cantidad de rocas en ella
porcion de manantiales, con buena agua para los habitantes. Cuando hay
avenidas, segun nos informaron, crece este arroyo mas de cuatro varas, y
sale de su cajon ó barrancas.

Dia 26. A las ocho salimos del Salto, en conserva del Capitan D. Juan
Antonio Hernandez, quien nos dijo seguiamos el destino á Melincué.
Llegamos á parar en la laguna de las Saladas, habiendo caminado 6 leguas
por el rumbo del O. Reconocimos su agua, que es salobre, clara y
accidental: en su orilla se hallan manantiales, haciendo mas verídico un
arroyo chico que de esta sale con su curso al N: es algo pantanoso y de
poco fondo.

Dia 27. A las cuatro de la mañana continuamos la marcha hasta las once
para observar. Se egecutó en la latitud S de 34 grados 16 minutos. A las
tres seguimos lo mismo, hasta las cinco y media que paramos en dos
lagunitas accidentales: anduvimos 14 leguas por el rumbo del O cuarto
NO: en este terreno vimos el pasto regular.

Dia 28. A las doce y media de la noche seguimos la marcha hasta las seis
de la tarde que hicimos alto en la cañada de unos arbolitos que llaman
chañares. Hicimos el camino de 20 leguas por el rumbo del NO, y se
compone de igual pasto y varias lagunitas accidentales. Es bueno este
terreno para siembras, por componerse de lomitas suaves.

Dia 29. Llegamos al puesto de Melincué, habiendo caminado cuatro leguas
por el rumbo del N. De este punto en distancia de una y media legua al
NO se halla una laguna grande que toma el nombre de este puesto: la
reconocimos dándole vuelta, su agua la hallamos inservible para los
animales por ser muy salitrosa, poco fondo y pantanosa. No pudimos
observar ni hacer otra diligencia por no permitirlo varias turbonadas de
viento y aguas.

Dia 30. Levantamos el plano de Melincué en el cual se hallará la
discripcion de este terreno; no pudimos observar.

Dia 31. Observamos en la latitud S de 33 grados 36 minutos. A las cuatro
y cuarto emprendimos la marcha para el Cerrito Colorado. A las seis
paramos en unas lagunas chicas accidentales; anduvimos tres leguas por
el rumbo del S cuarto SE. El terreno y pastos son como los anteriores.

Dia 1.º de Noviembre. A las tres de la mañana seguimos la marcha hasta
las once para observar, y hallamos la latitud de 34 grados 9 minutos. A
las cuatro continuamos la marcha hasta las seis y tres cuartos, que
paramos en dos lagunitas accidentales: hicimos la marcha de 12 leguas
por el rumbo del SSE. Este terreno logra de igual ventaja que los ya
dichos: entre las lomas hay cañadas, donde se hallan variedad de
lagunas, que se forman cuando llueve.

Dia 2. Amaneció lloviendo y con neblina, por lo que no se pudo marchar:
á las once aclaró; á las doce observamos en 34 grados 15 minutos S. A
las dos seguimos la marcha, costeando la cerrillada, que son unos
médanos y corren NS. A las siete hicimos alto en una lagunita, anduvimos
siete leguas por el rumbo del SSE: hallamos varias lagunitas como las
demas y buen pasto.

Dia 3. A las cuatro de la mañana empezamos á caminar, á las siete
llegamos al Cerrito Colorado, anduvimos 8 leguas por el rumbo del SE;
pasamos el resto del dia en registrar este puesto y observar: hallamos
acampado al Sargento Mayor D. Francisco Sierra.

Dia 4. Hicimos el reconocimiento de Carpincho, y lo hallamos de mas
valimiento para todo que el Cerrito: por cuyo motivo levantamos su plano
en el que se hallará la descripcion de los dos lugares por extenso: la
latitud del último es 34 grados 52 minutos. A las dos de la tarde
hallándonos prontos, seguimos la marcha en conserva de dicho mayor y en
demanda del Bragado Grande, costeando la cerrillada por la parte del E.
A las seis paramos junto á una lagunita, habiendo andado 6 leguas por el
rumbo del SE: se halla este terreno con la ventaja que el del dia
primero.

Dia 5. Al amanecer continuamos la marcha hasta las once: á las dos
caminamos lo mismo, costeando la cerrillada hasta las seis que llegamos
al Bragado Grande, donde se halla acampado el Sargento Mayor D. Pascual
Martinez. Anduvimos 10 leguas por el rumbo de E: hallamos el terreno
como el del dia anterior.

Dia 6. Lo pasamos reconociendo este terreno y levantamos su plano, en el
cual se hallará su descripcion: observamos en 35 grados S.

Dia 7. Al amanecer seguimos la marcha á los manantiales de Casco, y
dicho Mayor con nosotros: á las ocho llegamos, habiendo caminado cuatro
leguas por el rumbo del E. Pasamos al instante á reconocer otro puesto
que se halla mas al N, y no lo hallamos tan capaz como este, por lo que
levantamos su plano donde se hallará su explicacion. Observamos en la
latitud S de 35 grados: anduvimos 4 leguas como se dijo, cuyo trecho se
compone de buenos pastos, llamados cebadilla, alfilerillo y trebol. En
este puesto hallamos acampado al Capitan D. José Bagué, quien siguió con
nosotros.

Dia 8. Al amanecer seguimos la marcha á los Manantiales de Galeliar,
donde llegamos á las ocho: á cuya hora hicimos el reconocimiento de este
terreno, el que no nos pareció á propósito para fortificacion ni
poblacion: lo primero por hallarse en un bajo, lo segundo por carecer de
pastos, lo tercero por una pequeña laguna que tiene, donde se recoge un
poco de agua de los manantiales. Con todo de haber llovido hace dos
dias, la hallamos casi seca, pues no hay agua para los caballos. Ademas
la tierra no promete fertilidad, su color es pardusca y mezclada con
arena, el agua de los manantiales es algo gruesa pero azul, y será con
mas abundancia siempre que los caven. Se halla en la latitud S de 35
grados 3 minutos, distando este del anterior 5 leguas EO. A las dos y
tres cuartos emprendimos la marcha para las Lagunas del Trigo: á las
siete se hizo alto, habiendo caminado siete leguas por el rumbo del E
cuarto SE. Este terreno se compone de algunas lomitas llenas de
vizcacheras, que es preciso gran cuidado para su tránsito; los pastos
son muy pocos y de mala calidad, pues no hay otros que espartillo y
algunas matas de pajonal: no hallamos agua.

Dia 9. A las cinco de la mañana seguimos á nuestro destino, donde
llegamos á las once, habiendo caminado 7 leguas por el rumbo del ESE. En
este terreno se hallan mejores pastos y fèrtiles; se compone de lomitas
suaves, buenas para siembra: hallamos varias lagunitas accidentales; se
halla acampado en este puesto el Comandante de la expedicion, y Sargento
Mayor D. Manuel de Pinazo. La tarde la empleamos con su compañia, en
registrar el terreno, lagunas y el Salado.

Dia 10. Levantamos el plano de lo que contiene este terreno, en el cual
se hallarà su explicacion: observamos, y se halla en latitud S de 35
grados 12 minutos.

Dia 11. Pasamos á reconocer el sitio de la Laguna de los Huesos, que se
halla del E 7 leguas al O cuarta SO. Por si se quiere sea este puesto
mas favorable por lograr de otras ventajas, ó promediar las distancias,
se hizo por otro el reconocimiento de parte del Salado.

Dia 12. No se pudo emprender la marcha, á causa de estar todo el dia
lloviendo.

Dia 13. A las nueve seguimos la marcha en busca del Rio de las Flores,
seguimos al SE 5 grados E, y caminamos 7 leguas. Paramos en una laguna
de poca y mala agua; pero habiendo hecho escavar la tierra, manó á las
tres cuartas agua muy especial y fresca.

Dia 14. A las tres de la mañana caminamos, y á las once llegamos al Rio
de las Flores, donde se hallaba acampado el Sargento Mayor D. Bernardo
Lalinde: anduvimos 10 leguas por el rumbo del E cuarto SE: observamos en
la latitud S de 35 grados 20 minutos. Este camino se compone de grandes
llanadas, con algunas lomas suaves, los pastos pocos hasta el rio, y no
otros que espartillo y pajonal: se hallan muchas lagunas de gran tamaño,
pero enteramente secas.

Dia 15. Todo este dia se mantuvo lloviendo, por lo que no se pudo hacer
el reconocimiento de este puesto y su rio.

Dia 16. Amaneció claro, y pasamos al reconocimiento dicho; levantamos su
plano con los rios segun se hallará en él y su explicacion.

Dia 17. A las siete de la mañana empezamos la marcha á fin de ir al
sitio de los Camarones: á las doce y media se hizo alto (habiendo pasado
el Salado á las diez), caminamos 8 leguas por el rumbo del ESE, en cuyo
terreno hallamos en partes bañado, en otras pajonal, y en lo demas buen
pasto.

Dia 18. A las seis seguimos la marcha, á las diez paramos en una laguna
chica accidental; anduvimos 6 leguas por el rumbo del SE, observamos en
35 grados 38 minutos S. A las tres de la tarde continuamos la marcha,
hasta las cinco, que paramos en el Arroyo del Comandante, el que es
chico. Anduvimos 4 leguas por el rumbo del E. El terreno de este dia se
compone de grandes llanadas, muy abundante de pastos fértiles, y muchas
lagunitas accidentales.

Dia 19. A las seis seguimos la marcha, hasta la una que llegamos á la
laguna de los Camarones y su arroyo, habiendo hecho en esta marcha
variedad de rumbos, y el directo es el SE cuarto E, con 10 leguas de
distancia: cuyo terreno se compone de buen pasto y campo, solo algunos
bañados, en los que hay porcion de leña de duraznillo, la que sirve para
el fuego. En este puesto se hallan acampados el Sargento Mayor D.
Clemente Lopez, y el Capitan D. Juan de Mier. No hicimos reconocimiento
este dia porque llegamos muy cansados.

Dia 20. Este dia lo empleamos en hacer el reconocimiento de este
terreno, y levantar su plano, donde se hallará su descripcion.
Observamos en la latitud S de 35 grados 42 minutos.

Dia 21. Nos mantuvimos en este puesto.

Dia 22. A las ocho de la mañana seguimos la marcha en demanda de las
Sierras del Volcan. A la una y cuarto se hizo alto en una laguna algo
grande, pero accidental, y poco fondo: su agua es algo salobre, y es
menester hacer pozo para los habitantes. Anduvimos 7 leguas por el rumbo
del S; se compone este terreno de llanadas y algunos retacitos de
bañado, buenos pastos, cebadillares altos y muy fèrtiles; hallamos
algunas lagunitas accidentales. De este puesto vimos una toldería de
indios, compuesta de unos 30 ò 40, algunos separados. A las cuatro de la
tarde llegó á este sitio el cacique Caullaman con 20 indios é indias,
con el fin de hablarnos.

Dia 23. A las siete de la mañana volvieron los mismos indios, los que
dieron noticia al Comandante que el paso para el Volcan estaba
intransitable por la mucha agua y bañado que habia: y para cerciorarse
de esto determinó dicho Comandante despachar una partida y vaqueanos á
fin de que reconocieran el terreno, internándose bastante. Observamos en
la latitud S de 36 grados 2 minutos.

Dia 24. A las tres de la tarde llegó la partida dicha, diciendo se podia
transitar.

Dia 25. A las seis emprendimos la marcha á dichas sierras: á las diez y
media se hizo alto en una lagunita accidental. A las dos y media
continuamos lo mismo hasta las seis y media, que paramos en otra laguna
como la dicha. Se anduvo 9 leguas por el rumbo del S cuarta SE: una
legua al S de este puesto hallamos una toldería de indios sobre una loma
llamada el _Monton de Huesos_, y al pié de una laguna algo grande.
Recelosos no les dañáramos, procuraron mudar de puesto, y en una hora
llevaron los toldos y se internaron en la pampa, siguiendo al O. Al NE
de nosotros, como dos y media leguas, se vé otra toldería chica, de la
que vino el cacique Tomas Yaty á hablarnos, quien nos dió unas cuantas
reses de las que tenian.

Dia 26. A las seis y media seguimos la marcha: á las diez y media
paramos en otra laguna como las antecedentes. Anduvimos 6 leguas por el
rumbo del S: observamos en la latitud S de 36 grados 48 minutos.
Seguimos lo mismo hasta las seis y media, que paramos en igual puesto.
La marcha fué de 5 leguas por el rumbo del S: á distancia de tres leguas
al NO está una toldería de indios, y al N, como una legua, otra de seis
toldos.

Dia 27. A las seis empezamos á marchar hasta las once. A las cuatro y
cuarto hicimos lo mismo hasta las seis y media, que hicimos alto en una
lagunita, de la cual corre un arroyo chico para el E. Es el primero que
hallamos de las sierras: la marcha fué de 8 leguas por el S. En la
caminata de la tarde se vieron las Sierras del Volcan. La primera se
llama la _Tahona_: demora al S cuarta SE. Dista de 18 á 20 leguas;
corren segun la vista ENE y OSO.

Dia 28. A las seis seguimos á la primera sierra, por el rumbo á que
demora. A las diez paramos en un arroyo que sale de las sierras: su
curso para el E tiene poco fondo y corriente. Caminamos 8 leguas;
observamos en 37 grados 38 minutos. A las tres continuamos la marcha: á
las seis paramos en una laguna accidental. Caminamos 6 leguas, y pasamos
la noche en un continuo aguacero.

Dia 29. Amaneció lo mismo, y manteniéndose todo el dia así no caminamos.

Dia 30. Amaneció claro, por lo que seguimos la marcha. A las nueve
llegamos al pié de la dicha sierra, habiendo caminado cuatro leguas:
observamos, y la hallamos en la latitud S de 38 grados 35 minutos; Dos
leguas antes de llegar á este sitio hallamos buen pasto y fértil, señal
de hallarnos fuera del bañado, como se explica en la nota siguiente:

_NOTA_.--Parte del terreno que hemos caminado, desde el _Monton de
Huesos_ hasta 6 leguas antes de llegar á la sierra, se han encontrado
algunos retazos de bañado, pero no de consideracion, y dicen los
inteligentes que en tiempo de agua es intransitable este terreno, para
la breve comunicacion de las sierras con esta ciudad.

A las tres de la tarde fuimos á reconocer la cumbre y circunferiencia de
la primera sierra, y á medio camino nos dió un gran aguacero, motivo
porque nos retiramos.

Dia 1.º de Diciembre. Con motivo de adelantar la Comision, determinamos
(como siempre así lo hicimos), dividirnos, dos á hacer el reconocimiento
de las Sierras del Volcan, y uno al de la costa del mar, y reduccion que
fué de los Jesuitas. Los primeros, habiéndolo conseguido, dicen ser este
terreno á propósito para estancia, por hallarse buenos pastos, lomas
grandes y las aguas buenas y abundantes con corrientes. En caso de
quererse poblar puede hacerse en cualquier sitio, separado de las
sierras, por causa que en las inmediaciones hay unas grandes y ásperas
lomadas, y sus valles sin campo, donde en el menor de ellos por lo
profundo, puede ocultarse el número de crecida gente sin ser vistos ni
sentidos en una media legua. La sierra principal del Volcan fué
registrada por su cumbre y circunferencia: tiene de elevacion 200 varas;
es bastante áspera por estar llena de piedras, por cuya causa es
intransitable á caballo, solo por la entrada que demuestra el plano. Su
cumbre es buena para potrero, por ser llana y sin salidas: en el
reconocimiento que hicimos, en las demas que toman su mismo nombre,
hallamos las entradas y salidas con sus distancias: en todo lo
registrado no hemos hallado senda ni camino de indios.

Dia 2. A las cuatro de la tarde llegó el piloto de la costa del mar, y
habiendo examinado los tres uno y otro terreno, convenimos para en caso
de quererse poblar, ser el mejor sitio donde tenian la reduccion los
Jesuitas, el que se halla al ESE de la Sierra del Volcan, á 7 leguas de
distancia: logra las ventajas de buen campo para siembras, y estancias,
con buenas y abundantes aguas. Igualmente un monte de durazno, y por sus
inmediaciones algunos retazos de monte de sauco y chisca: pero todo ese
terreno es tan indefenso como el anterior. Desde esta reduccion á la
costa del mar hay tres leguas, y en su orilla han visto abundancia de
lobos marinos.

Dia 3. A las seis de la mañana continuamos la marcha por parte del N de
las sierras, y en distancia de una legua, para ir viendo su figura y
demas circunstancias. A las doce paramos en un arroyo de poca y mala
agua, el que sale de las sierras: anduvimos 10 leguas por el rumbo del
NO cuarto O, cuya distancia es, subiendo y bajando unas grandes y
suaves lomas, pero su repecho cansa la caballada. A las tres nos dió una
gran turbonada de agua y piedra gruesa como nueces, la cual espantó é
hizo disparar las caballadas: á las siete cesó.

Dia 4. A las seis y media seguimos, costeando, y haciendo las mismas
diligencias que ayer, hasta las once y media que paramos en un arroyo
chico, habiendo caminado nueve leguas por el rumbo del NO: hallamos
buenos pastos y algunos arroyos buenos; observamos en la latitud de 37
grados 57 minutos. A las tres continuamos la marcha, y á las cuatro
paramos en otro arroyo de igual circunstancia. Anduvimos una legua por
el mismo rumbo, y en esta distancia se hallan dos arroyos con poca agua,
su curso para el NE. Los pastos han sido buenos, y demuestran ser
permanentes en tiempo de secas, por haber visto la tierra en partes
abierta, y con todos los pastos altos, verdes y fértiles.

Dia 5. A las seis seguimos la marcha, hasta las doce que hicimos alto en
un arroyo de poca agua y corriente: anduvimos nueve leguas por el rumbo
del NO observamos en 37 grados 44 minutos. Este terreno se compone la
mayor parte de bañado, y el resto de unas grandes lomas y valles, los
pastos han sido pocos, han ido dos pilotos caminando por las abras y
valles, los pastos son pocos. Por entre estas sierras han examinado bien
todo, y dicen han entrado y salido por donde quisieron; y dieron vuelta
á muchas tierras.

Dia 6. A las seis y media continuamos la marcha, y los dos pilotos la
suya como el dia anterior, hasta las dos de la tarde que paramos en el
Arroyo de la Tinta, habiendo caminado 10 leguas por el rumbo del ONO:
hallamos muy pocos pastos, solo en la inmediacion de este arroyo, que
son fértiles y abundantes. A las cinco de la tarde llegó á este puesto
el Sargento Mayor D. Bernardo Lalinde, quien pasa á la Sierra de la
Tinta con su gente: llegan los pilotos de su reconocimiento, y han visto
y hecho lo mismo que ayer.

Dia 7. Este dia fué uno de los pilotos á reconocer el Arroyo de la
Tinta, por la parte del N, y otro por la del S, y descubrir la sierra de
este nombre, habiendo caminado 8 leguas cada uno en su comision.
Regresaron á las seis de la tarde; y dicen tiene este arroyo su origen
al E de la sierra de su nombre, y su arroyo al N y NE. Este vá haciendo
grandes codillos: lo mas ancho de lo visto es de 14 varas y disminuye
hasta 6; es barrancoso, su fondo desigual, en partes tiene 7 palmos que
es lo mas, y de 2 que es lo menos; su piso es tosca, y en partes algunas
piedras anchas; tiene como medio palmo de agua, y este es el paso para
carretas. Se hallan variedad de peces como son truchas, palometas y
bagres: su corriente es de media milla por hora.

Dia 8. A las seis marchamos, hasta las once que hicimos alto en el
Arroyo de la Sierra de Cuello, habiendo venido costeando y registrando
las sierras como siempre. Este arroyo es desigual, por partes se pasa á
nado, por otras al encuentro del caballo que es la menos agua: todo él
es pantanoso, esto es, de lo que está figurado su curso al E; en sus
orillas bañados con pajonal. A las tres y media siguió la marcha, y
nosotros con una partida de 25 hombres y un vaqueano, á pasar al campo
del S de esta sierra, y reconocer la menor entrada y salida que aquí se
halla. A la noche, despues de haber reconocido las infinitas entradas y
salidas de estas sierras, nos retiramos al campamento á causa de una
gran turbonada que amenaza, la que desaguó lo bastante, y ventó. Las
entradas y salidas que hemos visto y andado en estas sierras son
innumerables, todas transitables con carruajes. Fuera de estos sitios
tan anchos referidos, desde el Cerro de la Tinta hasta la de Cuello, son
las sierras muy bajas: por la mayor parte de ellas se puede transitar á
caballo, y dar vuelta á su cumbre, solo tal cual que abunda de peñazcos.
Los pastos de estos sitios son escasos y de poco valimiento, solo en
algunos valles por donde pasan arroyos que abundan y fertilizan. La
tropa anduvo 7 leguas por el rumbo del ONO. El terreno es llano, y los
pastos regulares en este camino.

Dia 9. A las ocho determinamos la marcha á pasar al campo del S de las
sierras, para cuya comision destinaron al capitan D. Juan Antonio
Hernandez, con 50 hombres y un vaqueano, quedando en el acampamento un
piloto, para si quieren seguir la marcha, la que se efectuó hasta las
diez y media, que hizo alto en un arroyo que sale de la Sierra de
Cuello, habiendo caminado dos leguas por el OSO. En distancia de una y
media leguas de este sitio al SE cuarta E, está una sierra chica, en la
cual se halla un corral de piedra movediza, puesta á mano y sin mezcla
alguna: su figura es cuadrada, con 60 varas de largo; las paredes de una
vara de alto, y de grueso media, el cual se halla algo destrozado.

Dia 10. Este dia no se movió el campamento, aguardando la partida y
pilotos, la que llegó á las siete de la tarde, despues de haber
transitado dos dias las sierras y campo del S de ellas, por distintos
parages, quienes dicen han sido infinitas las entradas y salidas, y
pocas las sierras que no se pueden transitar á caballo, y la mayor parte
de ellas se puede con carruages. Han visto buenos pastos y muchos
arroyos de las sierras, con buena agua: la pampa igual á la del N, por
donde transitamos. Todo el camino se compone de lomas, unas suaves y
otras algo ásperas con algunas piedras; en su cumbre hay grandes valles
y profundos, donde se puede acampar ó esconder el número de gente que
fuere; y hay sitios donde no pueden ser vistos hasta no estar encima.

Dia 11. A las cinco y media seguimos la marcha, costeando las sierras
como siempre. A las once se hizo alto en un arroyo de poca agua, el que
baja de las sierras. Caminamos 8 leguas por el rumbo del O: observamos
en la latitud S de 37 grados 39 minutos. A la una volvimos á marchar
hasta las cuatro y media, que paramos en una laguna accidental, llamada
del _Cairú_: se anduvo 4 leguas por el rumbo del ONO; hallamos buenos y
fértiles pastos en este camino.

Dia 12. A las siete seguimos la marcha en igual forma. A las nueve
paramos en el Arroyo de Barranca, que sale de las Sierras del Cairú.
Luego de registrado hasta donde se pueda, se pondrá su explicacion:
hicimos el camino del SO dos leguas de distancia.

Dia 13. A las seis marchamos hasta las nueve y media, que paramos en la
Laguna del Cairú, la cual es accidental; caminamos cinco leguas por el
S, á cuya hora estando en la inmediacion del Cairú, hizo el Comandante
junta general de todos los oficiales, á fin de concluir el todo de esta
expedicion: á lo que le respondieron que no se podia por ningun motivo,
respecto á estar ya la proximidad de la siega tan avanzada, y que con
motivo de haber sido el año tan estéril, se hallaban las gentes tan
deterioradas, que les era indispensable tener que llegar á lo menos
quince dias antes para que cada uno con su arbitrio pudiese proveerse de
lo necesario para recoger sus granos. Ademas de esto, que las caballadas
venian ya muy deterioradas, y diariamente se venian quedando los
caballos por los campos. A esto respondió dicho Comandante, diciendo que
á lo menos, cuando no se hiciese el todo de la comision, iriamos hasta
la Sierra de Casuatí, de lo que se le daria gran complacencia al Señor
Gobernador y Capitan General, como asimismo se evitarian otros nuevos
gastos en concluir: porque no quedando que hacer otro reconocimiento que
el de Salinas; este se hace á poco costo, respecto de corresponder á
hacer viage á estas el año venidero. A esto dijeron que por ningun
tèrmino se podia proseguir adelante, porque ademas de lo expuesto,
quedaban las caballadas en estado de no regresar con ninguna: por lo que
dicho señor determinó retroceder, y que los pobres se alivien. Concluida
la junta determinamos pasar con una partida á reconocer el Arroyo de
Barrancas y Sierras del Cairú, en lo que empleamos todo el dia. El dicho
arroyo tiene su curso al ENE, haciendo grandes codillos: todo él es muy
barrancoso, su corriente muy rápida, como de tres millas por hora. Su
piso de tosca, y en este se halla abundancia de bagres. Todas las
sierras de Cairú son transitables, pues la mayor parte de ellas son unas
lomadas con muy pocas piedras movedizas, y de golpe subimos hasta la
cumbre de todas ellas.

Dia 14. A las seis y tres cuartos marchamos hasta las once y media, que
paramos en una laguna accidental. Hicimos el camino de 7 leguas al N: el
terreno es llano, con algunos bañados y muy escaso de pastos. Observamos
en la latitud S de 37 grados 7 minutos. A las tres y media continuamos
la marcha, hasta las cinco y media que paramos en otra laguna como la
dicha. Se caminó dos leguas por el N: el camino ó terreno es igual.

Dia 15. A las seis marchamos, hasta las once y media que paramos en un
albardon de un bañado, habiendo caminado 7 leguas al N. Observamos en la
latitud S de 36 grados 45 minutos: el terreno de este dia se compone de
bañado y esteros. Por estos habia dos ó tres palmos de agua, y nos duró
este camino tres horas: los pastos son pajonales, juncos y espartillos.

Dia 16. A las seis marchamos, hasta las diez que hicimos alto en una
lagunita inmediata al Arroyo Dulce, habiendo caminado tres leguas al
NNO. A las tres continuamos la marcha, y á dicha hora siguió para su
poblacion D. Clemente Lopez y D. Juan de Mier. A las seis paramos en un
albardoncito de un bañado, habiendo caminado 5 leguas al N cuarta NO:
todo el terreno es como el del dia anterior.

Dia 17. A las seis marchamos, hasta las once que paramos en la Cruz de
Guerra. Hicimos el camino de 8 leguas por el N: todo este terreno se
compone la mayor parte de bañado. Observamos en 35 grados 55 minutos S.
Este puesto de la Cruz de Guerra es una laguna chica accidental al piè
de un médano, con algunas quebradas bajas: pasa por aquí el camino de
Salinas.

Dia 18. A las cinco y tres cuartos marchamos, hasta las doce y media que
paramos en dos lagunitas como las otras, llamadas las _Dos Hermanas_.
Hicimos el camino de 10 leguas por el rumbo del NNE: todo este terreno
se compone de lomas y valles suaves; el pasto es regular: pasa por aquí
el camino dicho.

Dia 19. A las cinco marchamos, hasta las ocho y media que hicimos alto
en la Laguna de Palantelen, habiendo caminado cinco leguas por el rumbo
del NNE 5 grados N. La laguna es accidental, de poco fondo, el agua
gruesa, salada y hedionda, por efecto de la porcion de animales que aquí
se hallan muertos. Es menester cavar para beber. Observamos en la
latitud S de 35 grados 17 minutos: pasa por aquí el camino de Salinas.

Dia 20. A las tres y media marchamos: á las cuatro pasamos el Salado, y
lo hallamos seco. A las diez paramos en una lagunita accidental: hicimos
el camino de 9 leguas por el rumbo del NNE. Todo este terreno es llano y
muy escaso de pastos, por causa de la gran seca que se ha experimentado
y quemazones. A las tres y media de la tarde seguimos la marcha, hasta
las cinco que paramos en las Saladas, habiendo caminado una y media
leguas por dicho rumbo. Estas lagunitas á las que dan el nombre de
Saladas, las hallamos sin agua. Reciben este nombre por estar en bañado,
y cuando tienen agua es salobrosa.

Dia 21. A las cuatro de la mañana marchamos, hasta las cuatro de la
tarde que llegamos á la Guardia de la Frontera de Lujan, habiendo
caminado 10 leguas por el ENE. Toda nuestra marcha fué por el camino de
Salinas, cuyo terreno es llano con algunas lomaditas, los pastos
regulares. Cuando empezamos la marcha se fué el Sargento Mayor D.
Pascual Martinez, habiéndonos acompañado el Comandante D. Manuel de
Pinazo y el capitan D. José Bagué, quienes han quedado en sus
respectivos puestos, dejándonos, para que nos acompañen á Buenos Aires,
unos cuantos soldados y un cabo.

Dia 22. A las cinco de la mañana seguimos á Buenos Aires, hasta que
paramos en la Capilla de Merlo, habiendo caminado 14 leguas.

Dia 23. A las cuatro de la mañana seguimos á la ciudad por el rumbo del
ENE, donde llegamos á las once, habiendo caminado 7 leguas.

_NOTA_.--Los rumbos, de que se habla de este diario, son corregidos de
15 hasta 18 grados de variacion NE. Las leguas son marítimas ó de 20 en
grado.

_Buenos Aires, y Diciembre 23 de 1772_.

PEDRO PABLO PABON.



                                VI.

_Relacion individual que dan los dos Pilotos comisionados al
reconocimiento de la campaña, de los parages que contemplan mas al
propósito para fortificar y poblar_.


Los mejores puestos para poblaciones estan en la frontera de esta
ciudad, de que luego se hará mencion, y por ningun término en las
sierras: sus motivos son, por carecer de la defensa contra los enemigos,
tener á estos en las mismas sierras, porque en estas hallamos lo
indefenso, en el supuesto de que aunque se tapen con artillería ó gentes
algunos valles, quedan otros innumerables sin este asilo, por donde el
dicho enemigo puede entrar sin ser visto y hacer sus depredaciones. En
caso de quererse poblar, sea como unas 15 ó 20 leguas antes de llegar á
las sierras, porque aquí logran ver venir los enemigos á campo
descubierto. Carecen aquí de leña: (la que tampoco se halla en las
sierras) el agua no se halla en lagunas, solo en esteros y bañados, que
para los animales es gran trabajo, y para estos no hay pastos: mas
haciendo pozos tendrán los pobladores buen agua. Los que aquí poseen se
hallan entre los enemigos de las sierras, y los que, á título de paz, se
hallan con sus tolderias inmediatos á las guardias que en el dia están
puestas. En caso de hallarse en alguna funcion con ellos, y ser tiempo
de aguas, (que aunque son bárbaros no dejan de tener ardídes para el
logro de sus avances) es casi imposible puedan estos habitantes dar
aviso de pronto á ninguna parte; y así es menester mantener fuerza de
gentes en aquellos sitios para estos lances, lo que es de mucho costo.
Con todo, aunque se quiera poblar en las sierras, por varios pareceres
que haya, son los nuestros, ser de mucha ventaja para la Corona poseer
las dichas sierras, por hallarse mucho campo avanzado para las siembras
y ganados: pero resulta dejarles abierta la entrada de la distancia de
las Salinas hasta la costa del Paraná, que no es menos que de 220
leguas; y para conseguir que se haga un cordon de guardias y
poblaciones, desde dicha costa á la Patagónica, es necesario número
crecido de gente. Las sierras de por sí tienen de largo 180 leguas, y de
ancho en partes 8 hasta 20: es necesario, para que estos pobladores
serranos logren algun sosiego, y cultiven tranquilamente sus tierras,
que hagan guardias, con armas de fuego de 15 en 15 leguas á lo largo, y
de 5 en 5 á lo ancho. Las que se quieran poner desde Salinas hasta la
costa del Paraná, pueden distar 24 leguas: hecho esto, es necesario
matar las bagualadas silvestres, de las que hay una porcion en estos
sitios, á fin de dejar á los indios sin este asilo, lo que se puede
hacer con anticipacion. Decimos tambien ser los terrenos inmediatos á
las sierras, buenos para siembra y ganado, pero los cosecheros no
lograrán la ventaja de espender sus ganados con mediana ventaja, por
tenerles muchos costos la conduccion, á causa de vivir muy distantes, y
ser el terreno muy penoso.

Nos parece que se pueble en el valle de Carpincho, por lograr este las
ventajas de ser casi permanentes las aguas y tener muchos ojos de agua
el terreno: ademas de las ventajas para siembra y procrear ganados,
ofrece otras para los habitantes. Lo mismo decimos de los manantiales de
Casco, que dista del primero 20 leguas, y logra de iguales ventajas. Las
lagunas del Trigo distan del anterior 17 leguas: se halla su terreno con
8 lagunas accidentales, y el Salado muy inmediato, á cuyas orillas se
ven varios manantiales de especial agua: el campo logra igual fertilidad
que los anteriores. Es igualmente parecer nuestro que se pueble en el
Arroyo de las Flores, que dista del tercero 20 leguas, pues logra la
ventaja de ser permanente el agua de este arroyo, y tener una laguna
crecida de 6 leguas en circunferencia, buena para toda especie de
ganado: pasa por esta el Salado. La última; mas ventajosa, que dista de
la anterior 27 leguas, hallamos ser el sitio de los Camarones: logra de
arroyo y lagunas crecidas; toda su agua buena, el terreno muy fértil, y
tiene inmediatas las islas, donde se podrán proveer los habitantes de
leña, como asimismo de palos para fabricar sus ranchos y corrales: se
halla en dicho terreno abundancia de duraznillo, como tambien paja para
techar las casas. Todos tienen buenos pastos y abundantes: creemos sean
continuos, por razon de que cuando registramos estos terrenos: era
tiempo de una seca tan grande como se esperimentó el año próximo pasado
de 72. Logran igualmente dichos terrenos en sus lagunas y arroyos
abundancia de pesca; caza, como así lo esperimentamos. Aunque los demas
puestos no igualan á los Camarones por el beneficio de la leña, á poco
que trabajen los pobladores conseguirán el tenerla abundante por la
fertilidad del terreno.

Los otros tres puestos de que aquí no se habla, que son Melincué,
Bragado Grande y los Huesos, no tienen las aguas tan permanentes, ni
los pastos con tanta abundancia, y se hallan los dos últimos muy
inmediatos á los otros puestos.

_Buenos Aires, 22 de Enero de 1773_.

RAMON EGUIA.--PEDRO RUIZ.



                                VII.

_Extracto resumido de lo que ha ocurrido en la expedicion del
descubrimiento de la_ Bahía sin Fondo, _en la Costa Patagónica_.


Salió esta expedicion de Montevideo, compuesta de cuatro embarcaciones
armadas en guerra, con 114 hombres de tropa con sus respectivos
oficiales, en 15 de Diciembre de 1778, comandada por el Comisario
Super-intendente D. Juan de la Piedra; y navegando despues de salir del
Rio de la Plata en 7 de Enero, entraron en una gran Bahía por la latitud
de 11 grados 30 minutos, y dentro de ella á la parte del S de su
entrada, un excelente puerto de 10 leguas de extension y 6 ó 8 en sus
mayores anchuras. A este puerto se puso el nombre de _San José_, el cual
tiene su entrada de casi una legua de ancho con 40 brazas de fondo, y
para el interior de ella en diferentes lugares, y la bahía tiene en
partes 80 brazas. Ni en esta, ni en el Puerto de San José se encontró
bajio, ni escollo, ni isla alguna, pues todo es limpio y con un fondo
prodigioso.

A la derecha de la entrada de esta Bahía se halló otro puerto, que se
denominó de _San Antonio_, el cual es mas pequeño que el de San José, y
solo sirve para embarcaciones menores. El terreno del de San José, en
que desembarcó la tropa, demostraba capacidad para sembrar, pero falto
de agua dulce, pues todas las que se hallaban en pozos que se abrian,
era salobre y salitrada, sin embargo que en algunos se halló mas
sufrible. Con todo, en 31 de Enero hallaron á distancia de 4 ó 5 leguas
del establecimiento, tres manantiales de agua dulce muy buena y en
bastante cantidad, y vieron que el terreno prometia mas fertilidad que
el antecedente, y con mejor pasto y leña. Hicimos algunas mudanzas de
lugar, para establecernos con mas ventajas junto al puerto. En este no
encontramos vestigio de gente ni indios, mas sí mucha abundancia de sal
muy especial con visos de rosada. Encontraron liebres, guanacos, lobos y
perdices, cochinilla silvestre, yeso, ocre y canchalagua.

Al SSO de dicho Puerto de San José, se descubrió otro de igual ó mayor
grandeza, formando la tierra entremedia de ambos una península, cuya
garganta en su parte mas angosta no llega á tener una legua de ancho:
pero su entrada es de mayor grandeza que la de San José, y aun no se ha
podido examinar con precision.

De este primero establecimiento, se mandó reconocer la entrada del Rio
Sauce ó Negro, que se habia visto antecedentemente y no se habia podido
entrar: para cuya diligencia se mandó una embarcacion que salió de San
José el dia 13 de Febrero, y en el 18 se vieron señales de tierra por la
corriente, palos quemados sobre el mar, color del agua y otros
vestigios.

El dia 22 á las cinco de la mañana se avistó la boca del rio que se
buscaba, la cual se reconoció llena de bajios y dimos fondo en tres
brazas, y echando el bote al agua entramos en dicha boca con la sonda en
mano, y desembarcamos en tierra. Hallamos árboles grandes de sauces
secos que habian traido las corrientes del rio: en tierra hallamos
plantas como las del puerto de San José, apio, llanten y otras: patos,
chorlitos, perdices é infinitos lobos, de admirable tamaño. Y observando
que la marea crecia con velocidad, y que estabamos en media marea, sale
á la barra á hacer las señas prevenidas para entrar el bergantin que
llevó el bote por su proa, y dió fondo dentro del espresado rio en tres
brazas de agua, y soltando la gente en tierra hallamos perdices, liebres
y muchos lobos de aceite, con que se divertió la gente en matar algunos,
aumentando la alegria de haber entrado.

El dia 23 dió la vela el bergantin llevando el bote por la proa,
siguiendo rio arriba para reconocer el país y sus habitantes, pues el
fuego y los perros daban indicios de haber gente: y con efecto, se vió
un pelotoncito de gente, y se mandaron venir á bordo los primeros indios
que aparecieron, que eran ocho, antes que llegase una multitud de ellos
que á toda priesa caminaban. Entre estos venian dos desertores del
pueblo de San José, que se habian desertado con otros nueve, de los
cuales solo estos dos vivieron, habiéndose muerto los otros y el negro
de D. Juan de la Piedra, al rigor de la inclemencia de estos campos,
excesivo calor, hambre y sed, á mas 18 que se mandaron buscar entre
hombres, mugeres y criaturas. Se les dió de comer, y se regalaron con lo
poco que teniamos. Dióse fuego á un cañon y al principio se
amedrentaron, pero luego se alegraron con mucha algazara, y al ponerse
el sol se mandaron á tierra.

Hasta el dia 25 continuaron los indios á venir á bordo, y en este
vinieron los indios con una cautiva que era india pampa y hablaba el
español regularmente: la cual dijo que estos indios no tienen adoracion,
solo un poco veneran al sol, comen guanacos, avestruces y carne de
caballo: que sacan de bajo de la tierra unas batatillas muy chicas, que
comen ya crudas ya cocidas, y raices, que tostadas hacen de ellas harina
con que componen sus _poleadas_, y asimismo de una semilla muy chica que
parece mostaza, tambien la muelen entre dos piedras y hacen poleadas.
Dijo mas, que rio arriba hay muchos indios Aucaces y Teguelches, pero
que están lejos: que los Teguelches son pobres, y los Aucaces ricos,
pues tienen ganado vacuno, caballar y ovejuno con abundancia: que hacen
mantas, pellones y ponchos; que amazan y siembran. Dijo que estuvieron
mucho tiempo entre cristianos, y que nunca vieron ni entre estos indios
hubo noticia de ver otra embarcacion en este rio, ni en sus costas, ni
jamas habian visto cristiano alguno.

Hasta el dia 11 Marzo continuaron las visitas de los indios: se ofreció
un indio á pasar en el bergantin, que no se admitió sin beneplacito de
su cacique por no digustarlos, y conseguido, lo embarcaron, y él muy
contento queria arrojar al agua el pellejo con que se cubria. No pudimos
salir la barra hasta esta dia, sin embargo de haberse largado para este
fin el dia 28 del antecedente mes, lo que hicimos por 13 palmos de agua,
y con felicidad llegamos el dia 18, donde hallamos la noticia de haber
D. Juan de la Piedra seguido viage á Buenos Aires, y que se hallaba
comandando aquel establecimiento D. Francisco de Viedma.

Con las noticias referidas del Rio Sauce, resolvió D. Francisco Viedma
pasar á aquel parage, lo que puso en práctica en el dia 11 de Abril, que
salieron del Puerto de San José, y en el dia 18 entraron la barra de
dicho rio, y se dió fondo á tres leguas de la boca, y luego se continuó
á navegar rio arriba hasta las seis horas de la tarde en que se fondeó
segunda vez, y en el siguiente dia se subió mas arriba, como á distancia
de 9 leguas de la boca del rio.

Los indios continuaron á venir á bordo, y los nuestros á tratar con
ellos, dándoles de comer y algunos regalos: y sin embargo de mostrar en
sus movimientos algunas desconfianzas, no hubo novedad por el cuidado
con que nos manejabamos: y en el dia 23 de Abril se empezó el trabajo de
levantar un fuerte, cortándose madera para él, abriendo un foso, las
oficinas y ranchos precisos, habiéndose escogido terreno para el
establecimiento en la márgen del S de dicho rio; lo que se continuó
hasta aquel.

Dia 20 de Mayo, llegaron los toldos que tenia el Cacique Negro, que se
conserva de paz con nosotros en Buenos Aires, entre los cuales venian
dos negros que habian cautivado en el dristito de Buenos Aires, y una
muchacha que tendria 12 años, que se rescató. El cual cacique entregó al
Comandante una carta del Exmo. Virey D. Juan José de Vertiz, que se la
habia confiado para conducir por tierra.

Hasta el dia 13 no hubo cosa notable que espresar: este dia creció tanto
el rio, impelido por la agua del mar agitada de vientos muy frescos, que
inundó toda la nueva poblacion empezada de la parte del S, creciendo el
agua tres cuartas sobre el terreno: de suerte que la gente se subió
sobre los ranchos para escapar, la cual no tuvo de duracion mas de media
hora, ni hizo perjuicio á los géneros y provisiones, por no haberse
desembarcado. Por cuya causa juzgó el Comandante, que era preciso
mudarla para la parte del N en que habia terreno alto y á donde no
podrian llegar las crecientes: lo que se egecutó inmediatamente, y se
queda trabajando en un fortin de 55 brazas en cuadro, con su foso para
cubrir las provisiones, gente y pertrechos, de alguna invasion que
intenten los indios, en que se montarán algunos pequeños cañones.

Estas son las noticias que se tienen de estos nuevos descubrimientos
hasta el presente.



                                 VIII.

_Diario que principia el 21 de Setiembre de 1778, en que se dá noticia
de la expedicion y destacamento, que por órden del Exmo. Sr. Virey, D.
Juan José de Vertiz, marchó al campo del enemigo, reconociéndolo hasta
llegar á las Salinas, que se hallan en las campañas yermas del Sud_.


Comandaba dicha expedicion el Maestre de Campo D. Manuel de Pinazo, y la
escoltaba el capitan D. Juan de Serdens, con un destacamento, que se
componia de un teniente, un alferez, tres sargentos, tres cabos, un
tambor y 65 dragones. Las carretas que se conducian para traer carga de
sal eran 580 y 20 del equipage, carretillas y carretones: los picadores
de dichas, 600, los soldados de guarnicion, 400 entre blandeguez,
milicianos y dragones, y los carpinteros, boyeros, interesados y
agregados pasaban de 300. Las caballadas se componian de 2,600, y la
boyada pasaba de 12,000 bueyes.

Desde el referido dia 21 de Setiembre hasta el 4 de Octubre, fueron
concurriendo todos á la frontera de Lujan, distante 20 leguas de esta
capital, rumbo al N. Dicho dia 4 de Octubre se pusieron en marcha para
las referidas Salinas, con 250 carretas, y se fué á dormir al parage del
Durazno, 5 leguas distante de la frontera de Lujan, al O, donde hay
lagunas medianas; y esta noche llegaron mas carretas.

Dia 5. Al amanecer, segun lo acostumbrado, se tocó la generala y se
marchó al mismo rumbo, poco mas ó menos, hasta parar en el parage de las
Saladas, distante 6 leguas del antecedente, donde llegaron ya 415
carretas: y en dicha parada se encuentra muy poca agua dulce para la
gente.

Dia 6. A la misma hora se marchó hasta el parage de Chivilcoy, distante
dos leguas del antecedente, donde igualmente hay muy poca agua dulce, y
aqui pasaban de 470 carretas las que se juntaron. Así un este, como en
los demas parages sobredichos, se encuentra suficiente cardo para
guisar.

Dia 7. A la misma hora se emprendió la marcha, y fué á parar al parage
de Palantelen, distante 10 leguas, y en medio de ellas está el Rio
Salado, que se pasa con el agua hasta la falda; y en la parada solo hay
leña de duraznillo, pero agua suficiente.

Dia 8. Se hizo descanso en el sobredicho parage de Palantelen, donde se
juntó en un cuerpo toda la expedicion arriba relacionada.

Dia 9. Al amanecer siguió la marcha; y fué á parar al parage del Médano
Partido, distante 12 leguas, en medio de cuyo distrito se encuentran á
la izquierda tres lagunas, iguales y bien grandes, que se llaman las
_Tres Hermanas_, y en la abra y bajo que forma el médano, hay agua
sobreabundante y muy esquisita, y no falta leña con que guisar.

Dia 10. A las siete siguió la marcha, y fue á parar al parage de la Cruz
de Guerra, á distancia de 6 leguas, donde se encuentra una laguna
grande, pero sin leña.

Dia 11. A la misma hora se emprendió la marcha, y fué á parar al Juncal,
que es una laguna grande, distante del parage 10 leguas, sin leña.

Dia 12. A las cinco y media de la mañana siguió la marcha, y paró á
distancia de 5 leguas, en unas lagunas, que por no tener nombre se le
puso del _Pilar_, donde hay alguna leña de cardo.

Dia 13. Se marchó á la misma hora, y se fue á parar al parage de la
Cabeza del Buey, á distancia de 8 leguas del antecedente. Es lugar de
muchísima agua, y alli salió el cacique Tipa, de los de paz con esta
capital, trayendo consigo varios indios é indias á vender cueros y otros
efectos; y se reconoció en dicho lugar vestigio de haberse ausentado
poco há los indios enemigos de él: no hay leña, pero suple en su lugar
la mucha osamenta que se encuentra.

Dia 14. Por la tarde siguió la marcha, y paró en una cañada muy hermosa,
á las 5 leguas de distancia, la cual por no tener nombre se le puso _de
Vertiz_. Tenia muchísima agua, aunque parecia no ser permanente; no
habia llena. Allí llegó el hijo del cacique Zorro Negro, con varios de
sus indios, (que son de paz con esta capital), á hacer varios
cambalaches: digo de paz con esta capital porque con Córdoba no la
tienen, ni estos ni los antecedentes de Tipa.

Dia 15.

Se marchó al romper el dia, y se paró á media legua, en unos médanos de
mucha agua, llamados el _Juncal_, á 7 leguas de distancia; y los dichos
indios de Zorro Negro siguieron sobre la marcha.

Dia 16.

Siguió la marcha á la misma hora, y paró á las 8 leguas en un campo sin
nombre. Este dia á las cinco y media de la tarde dieron parte de verse
10 indios; y habiéndose hecho alto en un bajo, fué la gran guardia á
reconocerlos, y viniendo formados con sus lanzas, á distancia de un tiro
de fusil hicieron alto, y se adelantaron solo tres, hasta cerca de la
avanzada, á la que preguntaron á qué venian y qué buscaban; y sin
aguardar respuesta alguna se retiraron á galope, y viéndose con los
demas, se huyeron y desaparecieron.

Dia 17.

Se marchó hasta parar en la Laguna del Monte, á distancia de 7 leguas:
dicha laguna es muy grande, y tiene un monte en medio.

Dia 18.

Siguió la marcha hasta los Manantiales de Chaves, distante 5 leguas: es
lugar sin leña.

Dia 19.

Se marchó hasta parar en la Laguna de los Paraguayos, á distancia de 6
leguas: este dia se costeó la laguna de San Lucas, á la izquierda del
camino, que es tambien criadero de sal. Huvo mal camino y se ahogaron
dos bueyes en el carril por la mucha agua, y en dicha laguna de San
Lucas hay mucha leña, que llaman de _cachiyuyo_.

Dia 20.

A las seis siguió la marcha, hasta parar en el parage de las Toscas, á
distancia de 7 leguas. En este parage se encontraron cenizas de 35
fogones de indios enemigos, donde habian tenido otros tantos toldos; y
se hallaron una porcion de odres partidos, de los que habian tomado los
dichos indios á las dos tropas de arrias que mataron en el camino de las
Tunas, pocos dias antes.

Dia 21.

Se caminó á la misma hora, y se arrealó en la Laguna de los Patos, á
distancia de 6 leguas, en donde no se halla leña.

Dia 22.

A la misma hora siguió la marcha, al poniente recto, y pasado de
mediodia se llegó á la Laguna de Salinas, á distancia de tres leguas del
parage antecedente; y no se ha declarado el rumbo de las anteriores
caminatas por lo variable de él. Pero segun la práctica de los
vaqueanos, se halla dicha laguna en semejante situacion, y las
distancias que se demuestran segun el _pitipié_, tanto de esta capital
como de la jurisdiccion de Córdoba, Punta de San Luis, Santa Fé y camino
del comercio. A distancia de 16 leguas de dicha laguna, rumbo al S, se
halla otra dicha, igual á la antecedente por lo respectivo á la sal.

La mencionada primera laguna de sal tiene de circunferencia 8 leguas, y
á la márgen de la parte del N varios manantiales de agua dulce, que
nacen de unos médanos pequeños y corren hasta entrar en ella. A la parte
del S tiene unas montañas inmensas de arboledas muy frondosas, capaces
de trabajar tablas, casas y cuanto se quiera de ellas; y son el paradero
y albergue de los indios enemigos que bajan de la sierra. Ultimamente, á
distancia de dos leguas de dicha laguna, á la parte del N, se hallan
juntos muchos manantiales de agua dulce, muy copiosos: que á cortas
distancias de su nacimiento forman otras tantas lagunas, que se
mantienen sin que tengan curso ni desague para otra parte.

Aquí se mantuvieron gordas las boyadas y caballadas de la referida
expedicion, y se mantendrian del mismo modo, aunque fuesen tres tantos
de ganados. Este parage es el puerto primero donde descansan, se juntan
y refuerzan los indios enemigos que salen de la sierra para pasar á
invadir y asesinar nuestra fronteras y caminos, y á la tornavuelta les
sirve no solo de descanso, sino tambien de invernar, lo que tambien
egecutan en varias estaciones del año, que se mantienen en aquel lugar,
potreando y tomando animales baguales y cimarrones, que hay
innumerables. No se puede encontrar parage mas aparente y á propósito
para egecutar lo proyectado en el párrafo 54, de la relacion de 22 de
Febrero del presento año de 1779; pues ocupado este por los nuestros del
modo que allí se previene, como que así lo demanda la necesidad
presente, se les coarta absolutamente la libertad de la entrada é
invasiones de este enemigo: pues aunque les queda campo para poder
entrar sin ser sentidos, como para llegar á asesinar en los caminos y
fronteras, es necesario que se internen lo menos ciento y tantas leguas
á dentro, dejando atras esta guia avanzada de los nuestros, es
dificultosísimo que se atrevan á ello, por la contingencia de la salida,
teniendo privado el lugar de su descanso é invernada.

Con semejante ocupacion quedarian por nuestras las campañas yermas, y
resultarian otros innumerables beneficios que omito deducir, sin que
haya en todo lo dicho la mas leve duda ni dificultad: bien entendido
que, resultando estos á todas las provincias circunvecinas, es muy de
razon y justicia trabajen todas ellas, igualmente en la consecucion y
conservacion de semejante fortaleza: que aunque se padezca algo al
principio, nunca será equivalente al beneficio que se logrará, como ni
tampoco los gastos que se puedan impender. Y es lo que puedo decir,
exigido del sumo amor al real servicio, de mis superiores y de la
patria, y del deseo positivo de la libertad de enemigo tan temerario,
salvando en todo el mejor dictámen y parecer.



                                  IX.

_Informe sobre el puerto de San José, por D. Custodio Sá y Farias_.


EXMO. SEÑOR:

En egecucion de la orden de V.E. expresada en el oficio de 21 del
presente mes, por la cual se sirve V.E. mandarme que, en vista de las
reales órdenas expedidas en Junio del año próximo pasado, sobre los
nuevos establecimientos en la Costa Patagónica, de los diarios y planos
que han resultado de la expedicion que V.E. mandó hacer en dicho parage,
le diga yo mi sentir muy reservadamente acerca de la calidad del puerto
de San José, si puede ser el de San Matias ó Bahía sin Fondo, y que
utilidades ó ventajas proporcionará para la navegacion y comercio, pues
aunque no sea el que se busca, habrá de mantenerse, si debe recelarse
que con el tiempo suceda lo que la real órden anuncia: y asimismo que
reconocimientos han de continuarse para la perfecta instruccion de la
situacion y puerto de San José antes de hacer un formal establecimiento;
si por sus circunstancias puede contarse con su segura permanencia, ó
convendria desde luego abandonarlo; y que apunte yo todo lo demas que
considere conveniente á los fines propuestos.

Despues de agradecer á V.E. la confianza que conceptúa de mi débil
capacidad para haber de formar juicio en una materia de tanta
consideracion é importancia, y tan recomendada por su Magestad, pasaré
con el celo con que deseo emplearme en su real servicio, á expresar á
V.E. lo que siento en este particular.

En el papel remitido á V.E. de la Corte, he leido una descripcion bien
circunstanciada del Rio Negro y del Rio Colorado, y los urgentes motivos
que su Magestad tiene para hacer en ellos los nuevos establecimientos; y
que se halla informado que las riberas del mar son tierras areniscas:
pero que en lo interior del país entre los dos rios, es el suelo
excelente y adaptado á todo género de cultivos.

En la expedicion que pasó presentemente á esta costa, mandada por D.
Juan de la Piedra, veo que se ha descubierto una gran bahía, y en ella,
de la parte del sud, un puerto por la latitud de 42 grados 10 minutos,
que por su dilatada grandeza y admirable fondo puede admitir en sí las
mayores armadas. La descripcion sobredicha, mandada por la Corte, pone
la Bahía sin Fondo en 41 grados 30 minutos, que es la misma latitud con
poca diferencia de minutos en que se halla esta bahía (nuevamente
descubierta) en su medio, y siendo la propia, debería desaguar en ella
el Rio Negro, que no consta hallarse en dicha bahía: y solo en su
entrada, de la parte norte, trae el plano presentemente levantado, un
rio que denomina Colorado, en 41 grados 5 minutos, que dice el diario no
se pudo examinar: y por la latitud de 39 grados 38 minutos al norte del
antecedente, coloca otro que nombra del Sauce, de que tambien no trae el
exámen. Si estos son los dos rios que se buscan, vienen en dicho plano y
diario con los nombres trocados, pues el que queda de la parte del norte
debe ser el Colorado, y el que queda al sud, el Negro, esto es, el
Sauce: pues el informe remitido por la Corte así los considera, y todos
los mapas antiguos y modernos, de esta suerte los colocan. Y últimamente
se confirma por el diario de la expedicion que V.E. mandó contra los
indios Teguelches, mandada por D. Manuel de Pinazo el año de 1770, que
pasó (caminando por las pampas de Buenos Aires) hasta el Rio Colorado,
que atravesó; y asegura que el Rio Sauce ó Negro queda mas al sud del
antecedente.

Esto supuesto, parece que hasta ahora no se ha examinado y descubierto
mas que una bahía y puerto, y que falta por examinar los rios
mencionados en las reales órdenes, porque de ellos debemos inferir que
dicha bahía es la denominada _sin fondo_, ó si en la entrada del Rio
Negro hay otra bahía á que mejor convenga este nombre: pues en el papel
remitido de la Corte, se dice:

"Que en la embocadura del Rio Negro hay un puerto mediano sobre la
derecha, que llaman de _San Matias_."

Y no solo este se debe examinar, pero tambien el del Rio Colorado, en
donde su Magestad manda que en su embocadura se ponga un fuerte de menor
consideracion para defender igualmente su entrada.

Toda la circunferencia de la bahía que se acaba de descubrir, se debe
examinar escrupulosamente para ver si en ella desemboca algun rio
caudaloso y navegable: porque hallándose, será esta bahía buscada.
Tambien se debe visitar la sierra opuesta á su entrada, que queda al
lado del oeste, pues parece natural que de ella desague algun rio, ó
corra por sus faldas alguno que venga del interior de la campaña:
finalmente se deben examinar de la misma suerte los dos Rios Negro y
Colorado, y su terreno intermedio.

El diario del Padre Cardiel que V.E. conserva, del viage que hizo 70
leguas del Volcan para el sud por tierra, dice lo siguiente:

"Desde el Volcan, caminando por cerca de la costa del mar, hay como 100
leguas hasta el Rio Colorado, sin habitacion de indios: en este y en el
de Sauce que está como 30 leguas mas hallá, y en su intermedio, habita
la nacion Teguelche, que tiene poca comunicacion con los cristianos;
_puebla esta nacion las orillas del mar por aquella parte_, y mas allá
de él habitan otras muchas naciones hasta el Estrecho, no por la costa
del mar, que es tierra estéril, sino por tierra adentro, segun las
noticias que nos dán los Serranos, Aucaes y los Teguelches."

Lo que comprueba las noticias de la Corte, referidas, es la relacion
circunstanciada de Mr. Falkner, que certifica ser el terreno entre los
rios muy adaptado para poblaciones, y aun en las orillas del mar, como
se verifica del citado diario, que en otro discurso dice lo siguiente:

"Que los Serranos y Aucaes dieron noticia al dicho Padre del grande
número de gente que habita entre los dos Rios, Colorado y Sauce, y de
los bosques y otras utilidades que allí habia, necesarias para fundar
pueblos."

A mi entender no se debe abandonar el Puerto de San José, nuevamente
descubierto, porque de él se puede salir á examinar los sobredichos rios
y terreno intermedio, con mas comodidad que de otro lugar que no tenemos
en aquella costa. Me hago cargo de la falta de agua que en él se
experimenta: mas la diligencia y trabajo la podrán facilitar. Se debe
examinar si los manantiales de agua dulce, que dicen estar distantes 4 ó
5 leguas, están en parage de no poderse conducir al puerto, esto es, si
tiene declivio el terreno: porque con cualquiera pequeña abertura se
podrá conseguir; y no pudiendo vencerse, si el terreno próximo á dichos
manantiales[4] es capaz para cultivo, mudando la poblacion á él, y
dejando en el puerto un fuerte para respeto del establecimiento. Tambien
se podrá mandar de aquí un cierto número de bueyes mansos y carretas
para conducir el agua que se ha de beber, en cuanto no se descubren
otras providencias.

     [Nota 4: El diario de D. Francisco Viedma, Comisario
     Super-intendente de la Bahía de San Julian dice:--Que la tierra de
     aquel parage manifiesta mucha mas bondad que la en donde se hallan,
     y que abunda mas de leña.]

El mismo recelo que tiene su Magestad (y pretende evitar) por los dos
mencionados rios Negro y Colorado, debe haber por este puerto: porque
siendo tan fácil el desembarque á cualquiera nacion, está facilitado
igualmente el poder internarse á las campañas inmediatas y á los
sobredichos rios, (que no pueden estar lejos) y seguir por ellos su
navegacion cuando lo intentasen.

Me ocurre tambien una reflexion, á mi parecer digna de atencion, para no
despreciar dicho puerto, y es, que en el caso de que los rios Negro y
Colorado no dejen entrar embarcaciones en sus puertos por falta de fondo
y otras incomodidades inevitables, vendrá á suceder que todo el peligro
que en ellos considera S.M., recaerá en el puerto nuevamente
descubierto, lo que pide una deliberacion muy séria y prudente.

Cuanto á las ventajas de la navegacion, me parece que seria muy útil el
dicho puerto, tanto para los que naveguen á Malvinas y á San Julian, ó á
algun otro establecimiento que se verifique en la costa, teniendo en el
camino un puerto en que entrar en caso fortuito, como á los navios que
fueren y vinieren para el mar del sud: cuya utilidad no menos resultará
á favor del comercio de quien puedan ser dichas embarcaciones. El que se
podrá hacer con los establecimientos que nuevamente se levantasen, aun
lo ignoramos, en cuanto no se descubra el terreno adyacente á ellos, sus
frutos y producciones, y que se tomen medidas proporcionadas para
hacerlos útiles.

Con respecto á la calidad del Puerto de San José, tiene este las
grandes ventajas de su excelente fondo para toda clase de embarcaciones,
sin obstáculo en su entrada, sin bancos ni escollos en que puedan
peligrar los navios; y solo hallo que por su grande extension y anchura
será expuesto á los temporales. Pero como los mas peligrosos los
considero del semicírculo de este hasta oeste por el sur, y que las
embarcaciones pueden fondear muy cerca de tierra, me parece que no
quedan tan expuestas de este lado de la poblacion, por venir el viento
de sobre la tierra, que, aunque sea baja, siempre de este lado hará que
junto á ella se minore la agitacion de la mar, y las buenas amarras
serian el remedio y seguridad de los buques que allí entraren.

El puerto denominado de _San Antonio_ en el nuevo plano, se debe
examinar, observando con exactitud sus bancos, escollos, fondo y
canales; porque poblándose entre los dos rios mencionados, ó en alguno
de ellos, podrá venir á ser muy útil el cubrir y asegurar tambien este
puerto; y mas, siendo el camino como refiere el mismo Padre en su
diario, en el dia 29 de Mayo, que es el siguiente:

"Quede pues sabido para todos, que este camino desde las Salina del
Volcan hasta cuatro leguas mas hallá del Arroyo de la Asumpcion de donde
nos volvimos, que por tierra adentro es cosa de 70 leguas, es camino no
solo de cabalgaduras sino tambien de carretas, sin pantano alguno, con
pasos por los rios, aun por los dos grandes de las barrancas, con leña
para pasar: porque, aunque en algunas partes hay muy poca, se puede
cargar donde la hay; con abundancia de agua: de manera que casi siempre
se puede hacer mediodia en un arroyo y noche en otro.

"Para llegar al Rio Colorado, que dicen ser grande y con mucha
abundancia de sauces altos y gruesos, no faltan, segun lo que pude
averiguar, sino cosa de 30 leguas: este trecho será de las mismas
calidades que el de 70 andado. Del Colorado al Rio Sauce, habitacion de
las tolderias de los Teguelches, debe haber otras 30, y hablan mucho los
indios de su fertilidad: con que seguramente se puede ir con carretas
hasta el Rio Sauce."

Es cuanto me ocurre expresar á V.E. en cumplimiento de su órden,
deseando haber acertado en alguna cosa que pueda resultar en utilidad
del real servicio.

_Buenos Aires, 25 de Marzo de 1779_.

CUSTODIO SA Y FARIAS.



                                   X.

_Segundo informe de D. Custodio Sá y Farias sobre el Puerto de San
José_.


EXMO. SEÑOR:

Muy Señor mio:--En egecucion de la superior órden de V.E., en que me
manda exprese mi dictámen sobre los establecimientos de la Costa
Patagónica, en vista de los documentos y oficios que se han producido
desde que se dió principio al importante objeto de estos
descubrimientos, siendo el de mayor consideracion el de evitar que otra
cualquier nacion se pueda establecer en aquella costa, en grave
perjuicio del derecho incontestable que tiene el Rey Nuestro Señor á
aquellos terrenos: de que igualmente podria resultar el grande
inconveniente de que se internasen por aquel continente, procurando la
comunicacion con nuestras poblaciones inmediatas á la cordillera de
Chile: y que siendo este el fin principal, no es de menor consecuencia
el útil establecimiento de la pescaria de la ballena, formándose una
fábrica en lugar á propósito para conseguirse; sin perder de vista la
extraccion de la sal, ramo tan considerable para el abasto de esta
provincia, como para la salazon de carnes que se mandan conducir á
España: lo que todo consta con evidencia por el contesto de las reales
órdenes expedidas á este superior gobierno.

Sin embargo de que considero estos delicados é importantes puntos
superiores á mi débil capacidad, no puedo dejar de sugetar mi obediencia
á los preceptos de V.E., exponiendo mi dictámen, sino con el acierto que
deseára, con aquel celo y fidelidad con que mi deseo procura acreditarse
en el real servicio.

En consecuencia de las averiguaciones y exámenes que se han producido
hasta el presente en la costa Patagónica, consta no haberse descubierto
puerto mas á propósito que el de San José, en que puedan entrar toda
calidad de embarcaciones, aunque sean de alto bordo, sin embarazos ni
bajios, ni falta de fondo que pongan en peligro su navegacion: y sin
embargo de haber en sobre dicha costa otros puertos, estos solamente
pueden dar entrada á las embarcaciones, con la circunstancia de deber
esperar la subida de las mareas y vientos favorables para introducirse
en ellos, siendo obligados á fondear sobre la costa con el peligro de un
viento de travesia que las estrelle en ella, lo que no sucede en el de
San José, pues en la bahía que antecede á este puerto, que tiene 20
leguas de abra, y mas de profundidad, con un fondo admirable, no hay que
temer su entrada. De esta se pasa, al lado del sur por un estrecbo de
tres cuartos de legua de ancho, que dá tránsito al puerto, que es otra
bahía capaz de contener en su seno una armada, de la misma suerte limpio
y de buen fondo.

Si alguna potencia extrangera intentase establecerte en esta costa, no
despreciaría el puerto de San José, no solo por lo que llevo expuesto,
mas porque podria entrar en él con mayor número de navios, para con
ellos poder hacer oposicion, cuando se intentase expulsarla de allí: por
ser natural que no emprendiese una conquista en país ageno, sin fuerzas
suficientes para sostentarla.

En la informacion que presentó á V.E. el teniente de infanteria D. José
Salazar, sobre las calidades de la situacion del Puerto de San José,
donde existió 17 meses, se expresa que el temperamento es saludable, sus
aguas sanas, aunque algo gruesas; que son muchos los manantiales de
ellas; que el trigo y cebada que sembró, produció, que tiene abundante
leña de arbustos de espinillo y poleo: que la península es abundante de
pastos y muy defendida, porque su garganta ó angostura no tiene mas de
media legua, y que está segura, y cierra 50 ó 60 leguas que dicha
península tiene de largo. Que en el puerto entran muchas ballenas; que
vió una salina de sal de piedra de 4 ó 5 leguas de circunferencia; que
en aquella costa hay ricos y abundantes pescados y mariscos, y que aquel
campo abunda de liebres, huanacos y leones, de que se sustenta aquel
destacamento.

De cuya exposicion se debe inferir que las primeras informaciones se
dieron sin preceder las exactas averiguaciones que pedia un asunto de
tanta consecuencia, y que por sus circunstancias, sino debe despreciar
aquel puerto y su continente, es de necesidad explorarlo con mas
proligidad, antes de decidirse por ningun proyecto de poblaciones.

Se ha supuesto segun las primeras noticias, que el terreno de dicho
puerto no es propio para sementeras; pero esto era preciso que la
experiencia lo demostrase, haciendo repetidas pruebas en diferentes
situaciones. Alegan que no hay aguas suficientes, sin embargo, de haber
algunos pozos en que la hay salobre; mas que á distancia de 3 ó 5 leguas
se hallan manantiales de agua muy buena, de donde se puede conducir para
gasto del establecimiento. Tambien en este se pueden fabricar balsas ó
algibes en que se puedan recoger las llovedizas, supliendo el arte el
defecto de la naturaleza. La falta de leñas es otro obstáculo que se
propone para su permanencia, pero no se niega que hay bastantes de
pequeños y delgados arbustos. La última dificultad consiste en ser el
puerto desabrigado en su fondeadero, por ser el terreno que lo cerca
bajo; pero esto se puede vencer con buenas amarras, buscando el fondo
mas adaptado para las anclas, y me consta lo hay y mas abrigado al lado
del oeste, próximo á tierra. Hay muchos puertos que tienen este y
mayores defectos; pero con todo no se abandonan, cuando de ellos resulta
utilidad al soberano que los posee.

Es innegable que este Puerto de San José es el mas á propósito para el
establecimiento de una armazon de ballenas, pues antes de entrar á él,
existe la gran bahía, en donde se podrá hacer la pesca, sin salir al mar
largo, aun dentro del mismo puerto; pues en él, en menos de dos meses,
se pescaron y beneficiaron 14 ballenas, como lo afirma el teniente D.
Juan Salazar.

Los Portugueses, en todas las armazones que tienen establecidas en la
costa del Brasil, salen en lanchas pequeñas al mar alto á hacer la
pesca, y á remolque con las mismas lanchas conducen á tierra las
ballenas para beneficiarlas. Me hago cargo de no haber en esta situacion
leñas gruesas para el abasto de una semejante fábrica, pero esta falta
se puede prevenir conduciéndola de donde la haya mas próxima, en
embarcaciones proporcionadas á este tragin. Mayor inconveniente tienen
las embarcaciones extrangeras que vienen de tan lejos á estos mares, y
benefician las ballenas y la esperma sobre sus cubiertas; para lo que
necesariamente deben conducir leñas, y este embarazo no los priva de
continuar en este trabajo todos los años, en la estacion propia.

Es tambien dicho Puerto de San José muy útil para la extraccion de la
sal, por la gran cantidad y buena calidad que en él existe, de cuyo
artículo podrán cargar las embarcaciones, que á él naveguen con víveres
ó comercio; siendo tan importante este ramo para el abasto de estas
provincias, y salazon de carnes que deben pasar á España.

Semejantes establecimientos en sus principios, Exmo. Señor, no se pueden
conseguir sin expensas y sin inconvenientes; pues si todo se hallase á
medida de nuestros deseos, ni el arte, ni las diligencias y trabajos
tendrian mérito.

De la conservacion de este puerto y de este establecimiento se sigue
igualmente la utilidad de que nuestros navios que pasan al mar del sur,
y de este al del norte, sabiendo que pueden en él recalar ó arribar en
urgente necesidad, tendrán la consolacion de hallar un tal abrigo en
unos mares tan tempestuosos y en los dominios de su Agusto Soberano.
Bien considero que las embarcaciones que alli arriben no hallarán los
socorros que necesiten; pero los podrá haber con el tiempo, formándose
un depósito de los géneros mas precisos, para poder con ellos acudir á
las necesidades de las embarcaciones arribadas. Y siendo las aguadas
para las mismas el renglon mas importante, ninguna dificultad considero
en que se vayan á hacer en el puerto del Rio Negro, que se halla tan
próximo de aquella bahía, enviando los toneles ó pipas en embarcaciones
que demanden poco fondo.

Parece que la Providencia ha permitido que las naciones extrangeras,
principalmente la inglesa, no haya descubierto este puerto, porque si
esto hubiera acontecido, sin embargo de sus incomodidades, que me
parecen insignificantes, se hubiera aprovechado de él; pues ansiosamente
lo ha solicitado conseguir en la costa Patagónica.

El Rey de Inglaterra, Carlos II, expresamente ordenó al Caballero Juan
Narborough, pasase á reconocer el Estrecho de Magallanes y la costa
Patagónica entre dicho estrecho y las poblaciones españolas, con órden
de abrir, si le fuese posible, alguna correspondencia con los indios de
Chile, estableciendo con ellos cualquiera especie de comercio. Las
vistas de este soberano en ordenar este viage, no eran solamente de
hacer alianza con estos pueblos bárbaros para intimidar á los españoles
y encerrarlos por este lado, mas se extendian á otras ventajas
independientes de estos motivos políticos. Consideraba que el comercio
inmediato con estos indios, podria ser sumamente útil á la nacion
inglesa, extrayendo por los mismos indios el oro de las minas mas ricas
que los indios de Chile ocultan á los españoles, dándoles en cambio
armas y municiones de guerra y otras comodidades que les hiciesen abrir
sus minas; y que por la asistencia de los ingleses y su proteccion,
vendrian á formar estos indios un pueblo considerable, eta. (_Voyage de
Anson tom. I, pág. 231_.) Estos mismos pensamientos y deseos pueden aun
existir, y me parece muy importante el prevenirlos en semejante caso, y
mucho mas despues de llegar á su noticia esta descubierta, y teniendo
noticia de ser este un puerto capaz de contener la mayor armada, y de
una entrada tan fácil y segura.

Paso á reflexionar que, sin embargo de no poder entrar en el puerto del
Rio Negro sino embarcaciones de pequeño porte, con todo no debemos
abandonarlo, porque de las márgenes de su rio é islas, se pueden extraer
leñas para el abasto de la armazon que se pretende establecer en el de
San José, por ser el lugar mas vecino de este; se pueden en dicho rio
hacer las aguadas para los buques que la necesiten, siendo para este y
otros fines indispensable conservar aquel presidio, para que cubra y
defienda de los indios estos trabajos, y para procurar de atraer estos
bárbaros al comercio de ganados y caballos, que pueden pasar de allí,
como han pasado por tierra 100 caballos y 80 reses vacunas el año de
1783, tiempo en que dicho Salazar pasó desde San José al establecimiento
del Rio Negro: y segun la extension de aquella península y sus
abundantes pastos, se podrá aumentar el ganado, de suerte que pueda
ministrar carnes á todas las poblaciones que se establecen en la costa
Patagónica; pues si los ingleses pretendian tener habilidad para extraer
por medio de los indios el oro de Chile, y comerciar con ellos, ¿porqué
no la tendremos nosotros para extraer de los indios Pampas ganado y
caballos?

El descubrimiento de este Rio Negro no se ha concluido: el piloto de la
real armada, D. Basilio Villarino, lo hizo hasta la latitud de 39
grados, y me parece muy conveniente que se concluya; pues con bien
fundadas razones debemos arguir, que desde su orígen encamina su curso
hácia las inmediaciones de la ciudad de Mendoza; y verificándose, como
es de presumir, podrá dar la mano esta ciudad y las poblaciones
circunvecinas, con la del Rio Negro, trayendo víveres á ella, y llevando
en retorno la sal: cuya averiguacion tambien facilitaria un camino de
tierra, para de Mendoza conducir ganados y caballos al Rio Negro. No
dejo de advertir que el camino de tierra no se podrá transitar sin que
sea por un cuerpo de tropas milicianas: pero como esto no se practicaria
sino raras veces, no cansaria grande incómodo, quedando el camino del
rio conocido para los viages mas repetidos. Este camino de tierra
tambien seria importante en caso de ser preciso bajar un socorro de
gente al Rio Negro ó Puerto de San José, desde Mendoza y demas ciudades
vecinas; pues de no haberlo se veria en la precision de hacer el gran
rodeo de venir á buscar las campañas de Buenos Aires.

Esta averiguacion y exámen no se debe hacer en faluas ni pequeñas
embarcaciones de quilla, mas sí en canoas, porque encontrando estas
obstáculos en el rio, se sirgan con facilidad, pasándolas por encima de
los arrecifes, y si encuentran saltos, se descargan y arrastran por
tierra hasta vencer las dificultades en donde se vuelve á cargar; lo que
no se puede practicar con embarcaciones de quilla. De esta suerte
navegan los portugueses por todos los rios del Brasil, sin que les
impida ni saltos ni arrecifes. Yo mismo navegué en canoas 324 leguas,
desde la ciudad de San Pablo, en el Brasil, hasta la poblacion del Rio
Igatimí, bajando por el Rio Tieté, que tiene 30 arrecifes y dos grandes
saltos, la mayor parte de aquellos en que es preciso descargar las
canoas, y saliendo al rio Paraná, que navegué 80 leguas aguas abajo,
subí el rio Igatimí que tiene 16 ó 17 arrecifes, trabajosos de subir, y
los mas de descargar las canoas y subirlas á la carga; y en dos meses
llegué á aquella poblacion, con ocho canoas cargadas de gente y víveres.
Igual tiempo gasté en el regreso á San Pablo, y cuando se quiera adoptar
este método, que es el mas propio, lo circunstanciaré con toda claridad.

De abandonarse la poblacion del Rio Negro, se signe el abandonar los
medios que nos pueden facilitar el descubrimiento de los terrenos
incultos que median entre nuestras poblaciones de Mendoza vecinas á la
cordillera de Chile y este establecimiento, por ser incontestable, que
por este rio y sus brazos se facilitará con mas comodidad, de que por
tierra: ni me hacen fuerza las dificultades halladas por el piloto
Villarino en la navegacion del rio; pues así como él lo descubrió hasta
el parage donde llegó y dejó de continuar por falta de socorro, ¿porqué
no se podrá continuar lo que falta hasta donde sea posible? Ademas, que
en semejantes rios hay cierta estacion del año en que corren mas
caudalosos, que es el tiempo de las lluvias, y en este rio con mayor
razon, en el tiempo en que se derriten las nieves de la cordillera, de
la cual necesariamente han de bajar muchos brazos y orígenes que le
forman, y escogiéndose esta estacion para la navegacion, se hará la
misma con mas facilidad y menos inconvenientes; mas siempre en las
embarcaciones que quedan indicadas.

A V.E. he oido reflexionar muchas veces cuanto seria importante al real
servicio y en utilidad de los moradores de esta capital, que las
guardias que guarnecen la frontera para embarazar las incursiones de los
indios Pampas, se avanzasen á mas distancia de la en que se hallan, no
solo para desahogo de las estancias de ganados, como para prevenir á que
los indios no llegasen con tanta facilidad á los sitios poblados á robar
y matar los pobladores. Este proyecto seria muy conveniente poderle
poner en práctica, pues vemos la opresion en que está la frontera há
tantos años, sin poderse dilatar sus moradores fuera del cordon que
forman las guardias.

Por esta misma razon, sobre las que llevo expuestas, me parece
importantísima la conservacion del establecimiento del Rio Negro, que dá
la mano al de San José, y queda mas próximo de esta capital: así fuera
posible formar á lo menos otro en la punta del E de la Sierra del
Volcan, que podria ser en el sitio donde los Jesuitas habian dado
principio á una reduccion de indios pampas, llamada _Nuestra Señora del
Pilar_, que se abandonó. Sin duda se pondrán muchas objeciones á un tal
establecimiento tan separado de la capital; pero es cierto que si no se
procura el ir avanzando terreno, siempre nos conservaremos en el mismo
estado oprimidos.

Esta poblacion, ó presidio en un sitio del Volcan, me parece
importante, porque con ella iremos poco á poco facilitando y asegurando
un camino de tierra para los establecimientos de la costa Patagónica que
juzgo indispensablemente preciso, ya para la comunicacion con ellos, ya
para en caso de ser necesario por algun incidente enviar de aquí socorro
de tropas, tener estos puestos de reserva para víveres, pertrechos y
transportes por un camino carretero hasta el Rio Negro, y mas adelante.
El estar el Volcan 80 leguas de esta capital, no debe servir de
obstáculo á su fundacion, pues todos los establecimientos de América
tuvieron sus principios distantes de los socorros, y no por esto dejaron
de conservarse. Mucho mas distantes están los del Rio Negro y San José,
rodeados de indios bárbaros, y con todo no recelamos que los indios nos
obliguen á desalojarlos[5].

     [Nota 5: Lo mismo se verifica respecto del establecimiento del Rio
     Negro, segun la informacion de D. Francisco Viedma, en que muestra
     que aquel terreno tiene todas las circunstancias propias para deber
     existir la poblacion en él.]

Despues que V.E. se dignó facilitarme el parecer del Super-intendente D.
Antonio Viedma, sobre los establecimientos del puerto Deseado, y Bahía
de San Julian, he mudado el concepto que formaba de estas situaciones,
que se habian figurado antecedentemente con un aspecto melancólico,
faltos de todas aquellas circunstancias que pudiesen animar la empresa
de poblarlos. Pero este Ministro, celoso del servicio del Rey, y muy
inteligente observador, demuestra con evidencia las ventajas que él
mismo experimentó, y que principalmente el puerto de San Julian merece
todas las atenciones para repoblarse. Su informe es expresivo,
convincente y claro, y contiene cuanto se puede desear sobre el asunto.

Presento el mapa geográfico que V.E. fué servido mandarme ordenase de
los terrenos descubiertos, lo que hice por las noticiar adquiridas, y
planos que se han elevado de los nuevos puertos descubiertos: por él se
conocerá la correspondencia que tienen unos con otros, y la que tiene
esta capital con ellos. Sería yo feliz si V.E. aprobase el celo con que
deseo desempeñar el concepto con que V.E. me honra, cuando me dispensa
las ocasiones de emplearme en el real servicio, y de haberlo hecho con
acierto.

Dios guarde á V.E. muchos años. Buenos Aires, 12 de Agosto de 1786.

CUSTODIO SA Y FARIAS.



                                 XI.

_Noticia individual de los Caciques, ó Capitanes Peguenches y Pampas que
residen al Sud, circunvecinos á las fronteras de la Punta del Sauce,
Tercero y Saladillo, jurisdiccion de la ciudad de Córdoba: como asimismo
á la del Pergamino, Rayos y Pontezuela de la capital de Buenos Aires y
Santa Fé: el número que gobierna cada uno, y de los lugares y aguadas
que ocupan, y distancias, los cuales se hallan situados sobre los
caminos hollados; el de las Víboras descubierto por el Coronel D. José
Benito de Acosta, y el Maestre de Campo D. Ventura Montoya en la
expedicion que se hizo el año de 76, y el nuevamente descubierto,
llamado el de las Tunas, por los Maestres de Campo Diego de las Casas y
D. Ventura Echeverria, en la presente expedicion, y año de 79_.

CACIQUES.                                                NUM. DE INDIOS.

  1. Puñaleph, anciano, vive sobre el camino de las Víboras, en el
     parage de Colchague, y gobierna 10 indios con sus familias, en 10
     toldos: siendo sus aguadas 7 pozos cavados: dista de la Punta del
     Sauce, 100 leguas poco mas ó menos..............................10

  2. Lepian, anciano, tiene 20 en 10 toldos, y vive en Tenel, que
     quiere decir _recado hallado_. Tienen dos aguadas cavadas y
     cercadas, y dista un dia de camino de
     Calchague.......................................................20

  3. Yanquelemus, asimismo anciano, tiene otros 20 en 10 toldos.
     Vive en dicho Tenel, y tienen dos pozos cavados y
     cercados....................................................... 20

  4. Curruguilí, que al presente relaciona esta noticia con José
     Bruno, en mi presencia y capitanes. Tiene 10 indios en 6 toldos,
     siendo la aguada una laguna llovediza y pozo cavado, y viven en
     Antoruè, que quiere decir _toro muerto_, y dista un dia de camino
     de Tenel........................................................10

  5. Culucalquin, que quiere decir _aguila_: tiene 16 indios en 10
     toldos, y habitan en Maripìl, que quiere decir _víbora_. Sus
     aguadas son 5 pozos pequeños, y dista de Antoruè medio dia de
     camino..........................................................10

  6. Ancapichui, de mediana edad, que quiere decir _perdices_, cuñado
     de Curruguilí, tiene 15 indios en 10 toldos: vive en Chadelanguen,
     que quiere decir _agua salada_, y sus aguadas son 5 pozos cavados:
     dista un dia de camino de Maripìl...............................15

  7. Tumuilemuí, que quiere decir _monte_, hermano de Curruguilí,
     tiene 6 indios en 6 toldos. Vive en Metrenquel, que quiere decir
     _poste parado_. Sus aguadas son 4 pozos cavados, y dista un dia de
     camino de Chadelanguen...........................................6

_NOTA_.--Los lugares y parages que van mencionados, quedan al poniente
del camino, con rumbo al naciente, y confinan con los caciques y lugares
nuevamente descubiertos sobre las Nuevas Tunas, por dichos Maestres de
Campo D. Diego de las Casas y D. Ventura Echeverria, hallándose dichas
tolderias en el medio del referido camino y de las espresadas Nuevas
Tunas descubiertas: siendo las tolderias avanzadas en la presente
expedicion hecha, por los citados Maestres de Campo Casas y Echeverria.

  8. El cacique Maripol tiene 10 indios en 5 toldos, siendo la aguada
     dentro de un médano grande que se llama _Teguás_, y dista tres
     dias de camino de Metrenquel...................................10

  9. En el citado parage se encontraron 3 tolderias mas, y unos y
     otros con los antecedentes componian 22 indios, à los que se les
     trajo la chusma de 48 piezas...................................22

 10................................................................

 11. Llancan tiene 30 indios en 10 toldos, vive en Colulanquen, que
     quiere decir _laguna grande_, como en efecto lo es, con tres ojos
     de agua que la forman, y dista cinco leguas de Teguás, y en el
     mismo camino, rumbo al sud................................. ...30

 12. Rainao, que vive en el mismo Colulanquen, y es el que mas
     supone entre aquellos indios, tiene 30 indios en 15 toldos.....30

 13. Aygopillan, que reside en la dicha laguna, tiene 20 indios en
     10 toldos......................................................20

 14. Catruen, que vive à la vista de las antecedentes tolderias,
     tiene 8 indios en 4 toldos, siendo la aguada 2 pozos cavados....8

 15. Painemanque, que quiere decir _Condor anciano_, tiene 14
     indios, inclusos cuatro hijos, en 7 toldos: vive en el parage de
     Quilquil, que quiere decir _pajaro chiquito_, cuyas aguadas son 4
     pozos cavados y cercados. Dista dos leguas del antecedente, sito
     sobre el mismo camino, tras de un cerro pequeño................14

 16. Guaiquiante, que quiere decir _Sol_, anciano, tiene 15 indios,
     con inclusion de cinco hermanos en 10 toldos: vive en Arpiel, lugar
     de monte por el que pasa el camino rumbo al sud; y sus aguadas son
     6 pozos cavados. Dista dos leguas de Quilquil, y hay lagunas de
     agua llovediza.................................................15

 17. Canipayú, que quiere decir _pericote_, de mediana edad, tiene
     15 indios y 5 hermanos en 7 toldos, viven en Chin. Sus aguadas son
     2 pozos grandes cercados, distantes de Arpiel como dos leguas..15

 18. Carimanque, que quiere decir _condor_, tiene 10 soldados en 7
     toldos: vive en Mamucanan, siendo su aguada un pozo cercado y tres
     lagunas llovedizas, y reside á la vista de Chin................10

 19. Antuanque, que quiere decir _avestruz_, tiene 20 soldados en 16
     toldos: vive en Conquaì, que dista medio dia de camino de los
     antecedentes. Sus aguadas son 2 pozos cavados y tres lagunas
     grandes llovedizas.............................................20

 20. Pichuimanque, tiene 10 soldados en 6 toldos: vive en
     Chaquilque, en distancia de medio dia de camino de Conquaì: sus
     aguadas son 3 pozos cavados. Este lugar está sobre el camino de
     las Nuevas Tunas, descubierto á la izquierda y rumbo al sud....10

 21. Mariñanco tiene 10 indios en 6 toldos: vive en Chadí, à la
     vista de Chaquilque............................................10

 22. Maliguenu, que quiere decir _piedras_, tiene 10 indios en 6
     toldos, y vive à la vista de Chadí.............................10

 23. Antemanque, tiene 11 indios en 6 toldos, y vive en dicho Chadí;
     siendo la aguada 3 pozos cavados...............................11

 24. Nancopillan, ya viejo, tiene 20 soldados en 10 toldos, vive en
     Checau, que dista tres leguas de Chadí. Su aguada es un pozo cavado
     y cercado, bastante grande.....................................20

 25. Curripulquí, anciano, tiene 18 indios en 10 toldos: vive en
     dicho Checau, que dice _médano colorado_. Está à la vista del
     cacique Nancopillan, y tiene pozos cavados.....................18

 26. Lanquenerrí, tiene 20 indios en 9 toldos, vive en Caichigua,
     que dista un dia de camino de Checau sobre el mismo carril. Sus
     aguadas son pozos cavados y pequeños...........................20

 27. Chañal tiene 30 indios en 20 toldos, y vive en Relanquen,
     distante medio dia de camino de Caichigua. Sus aguadas son pozos
     cavados y pequeños.............................................30

 28. Maripí tiene 26 indios en 14 toldos, y dista un dia de camino
     de Caichigua, siendo sus aguadas 10 pozos cavados..............26

 29. Creyu tiene 20 soldados en 10 toldos, y que vive en Rarrin, un
     dia de camino de Colulanquen, siendo sus aguadas pozos cavados.20

 30. Painequeo tiene 17 indios en 8 toldos: vive en Meuco. Sus
     aguadas son 8 pozos cavados pequeños, y dista un dia de camino,
     sin agua, de Meuco.............................................17

 31. Cheuquel, viejo, tiene 20 soldados en 10 toldos: vive en
     Checalgo, distante un dia de camino de Meuco, y tiene pozos
     cavados........................................................20

 32. Caipì tiene 10 soldados en 6 toldos: vive en Colcó, que quiere
     decir _médano_, y dista un dia y medio de camino de
     Checalgo......................................................10

 33. Caripí tiene 20 soldados en 10 toldos, y vive en Trobalanquen,
     dos dias de camino de Colcó, siendo sus aguadas 7 pozos
     cavados.......................................................20

 34. Calloani tiene 17 indios en 10 toldos: vive en Checalgo un dia
     de camino de Trobalanquen, siendo sus aguadas pozos
     cavados.......................................................17

     =_Del carril citado se aparta otro al naciente, en el que viven
     los Caciques siguientes:--_=

 35. Puiñanco tiene 30 indios en 20 toldos: vive en Curruman y se
     mantienen en pozos cavados....................................30

 36. Anteñanco tiene 20 indios en 10 toldos, y vive en Trobal, junto
     à una laguna salada, que dista un dia de camino de
     Curruman......................................................20

 37. Labangenri tiene 20 indios en 10 toldos, y vive en Caichigoa
     que quiere decir _agua de cerro_, y que es laguna permanente:
     dista dia y medio de camino de Trobal.........................20

 38. Canigurri tiene 10 soldados en 8 toldos: vive en Renanco, un
     dia de camino de Caichigoa....................................10

 39. Catrinaoel tiene 30 indios en 20 toldos, y vive en el mismo
     parage de Renanco.............................................30

 40. Colomilla tiene 24 soldados en 11 toldos, y vive en Guadameo,
     que quiere decir _calabaza_. Sus aguadas son pozos cavados,
     distante un dia de camino de Renanco..........................24

 41. Curuante que quiere decir _sol_, que tiene 10 soldados en 5
     toldos, y vive en Remeloo, distante un dia de camino de Guadameo,
     siendo sus aguadas pozos cavados..............................10

 42. Cauchuante tiene 30 indios en 10 toldos: vive en Cunloó, medio
     dia de camino de Remeloo, y tiene pozos cavados...............30

 43. Tipayante tiene 10 soldados en 6 toldos: vive en Intimeu, un
     dia de camino de Cunloó, y tiene pozos cavados................10

 44. Rapimanqui tiene 8 soldados en 4 toldos: vive en Noalmapú, un
     dia de camino de Intime. Su aguada son pozos cavados...........8

 45. Runcapayù tiene 8 soldados en 4 toldos: vive cerca de
     Noalmapú.......................................................8

 46. Viscalanxen tiene 8 soldados en 4 toldos: vive en Chadilanquen,
     medio dia de camino del antecedente. Sus aguadas son pozos
     cavados........................................................8

                       Suman todas las partidas 748.

_NOTA_.--Siguiendo el mismo camino y rumbo al sud, con tres dias de
camino, se encuentran las tolderias del cacique Painemanque, que tiene
60 indios, y vive sobre el Rio Chadilé, que es hondo y barrancoso, y que
lo pasan por puentes de sogas, que llaman _quanpie_, y son Peguenches. A
las riberas del mismo rio, segun la relacion de los intérpretes, habitan
los caciques Ancaloan, Gaiquillan, Guanchupan, Nobolueni, Yanquetur,
Buenomilla, Umiguanqui, Antemanqui, Llanquel, que vive en Potot: y sobre
el mismo rio, donde hay dos puentes en distancia de media legua una de
la otra, Colomanon y Cologoan, todos caciques. Los dichos intérpretes no
dicen el nùmero de indios que gobierna cada uno, y solo dan à entender
que tienen mayor número que los anteriores nombrados; y dan noticia de
que mas adentro, hácia las faldas de la Cordillera, hay otros rios
caudalosos, distantes dos dias de camino de Chadileu, y que se llaman,
_Vucilco_ y _Neuquen_, cuyo tránsito dicen ser sin agua. Que los indios
Huilliches son enemigos de estos, y que nacen dichos rios de las
Cordilleras: asimismo declaran de los cautivos cristianos que tienen los
caciques è indios particulares, à saber:--El cacique Lepian tiene una
niña y un negrito, de los que llevaron del Saladillo, y tropa del
Canónigo: y un soldado del dicho, llamado Peñegant, tiene otra niña
chica: y otro, llamado Lemudes, tiene otro negro. Villaguili, hermano de
Currugulí, tiene una niña del Saladillo. Antiguanqui, cacique, tiene
otro niña chica. Mariñaneco, cacique, tiene una señora mayor.
Antemaique, cacique, tiene un niño. Currupulqui, cacique viejo, tiene un
niño que habla castellano. Guaichullanqui tiene un mozo grande.
Cariqueu, sobrino de Quedequeu, cacique, está casado con una señora.
Puillalef, hijo de Colomilla, cacique, tiene una niña chica. Ayllaphí,
hijo de Cheuquemilla, tiene un mulato grande, llamado José. Carigoan,
soldado de Carimanque, tiene una señora grande muchos años há. Humiante,
soldado de Canipayú, tiene un mozo. Ruiquilante, hermano de Canipayú,
tiene un hija de Bengolea del Rio Cuarto, que porque le mataron un
hermano se la dieron en pago. Yucanante, hermano de Canipayú, tiene un
mozo grande desde mucho tiempo. Guanquemilla, yerno de Raiñaneo, tiene
un mozo grande, llamado Juan, de la jurisdiccion de Buenos Aires, el que
dicen lo hallaron perdido.

Todas estas noticias, parte de ellas son dadas por José Largo y su muger
Teresa Lopez, pampas cristianos que fueron de la reduccion de Jesuitas,
y que al presente se hallan en el Chaco, y parte por José Bruno renegado
cristiano, por el cacique Curuilì, y el sobrino del cacique Lepian, que
se hallan presentes. Los que asimismo dan razon de los renegados
cristianos que habitan en el Chaco, Luis Ramon y Juan Antonio, pampas de
la reduccion del Rio Cuarto que residen en Tenel, Lepian y Llanquelemus.
Es lo que se ha podido adquirir de los referidos indios, y aunque he
procurado inquirir con preguntas y repreguntas, no se ha podido
conseguir mas individual noticia. Dada en esta frontera del Rio Tercero
y Saladillo, en 14 de Agosto de 1779.

                                                     DIEGO DE LAS CASAS.

Por el seguimiento del enemigo que hicimos en la invasion que se egecutó
en esta frontera del Saladillo, y la presente expedicion de 12 de Junio,
se ha logrado la ventaja de haberles descubierto á dichos enemigos, los
carriles, y desentrañádoles en parte sus habitaciones, para mejor lograr
castigarles en lo sucesivo: mayormente con la vaquia que se ha tomado,
de que se carecia en tantos años, como que ni aun los capitanes
fronterizos conocian el parage de las Tunas que se está fortaleciendo.
En el dia pueden guiar las marchas aun los mas escasos de luces, de los
que concurrieron á dicha expedicion.

                                                                  CASAS.



                                   XII.

_Diario de la expedicion, que de órden del Exmo. Señor Virey acabo de
hacer contra los indios bárbaros Peguenches_.


El dia 18 de Febrero de este año, (para el que tenia anteriormente
dispuesta la marcha para campaña) salí de esta ciudad de Mendoza entre
tres y cuatro de la tarde, con un corto número de gente que se juntó,
sin embargo de tener citadas para aquel dia todas las compañías: y
puesto en marcha llegué al ponerse el sol à la barranca del rio, donde
me mantuve aquella noche.

Dia 19. En este dia pasè revista de la gente que tenia, y siendo muy
corto el número, me fué preciso dar parte de ellos al Justicia Mayor de
esta, (que en mi ausencia habia quedado con el mando de las armas) para
que inmediatamente hiciese salir y seguirme todos los que se habian
quedado; y asimismo me mandase la caballada destinada. Y por este motivo
tuve que mantenerme en aquel parage hasta la resulta de mi órden.

Dia 20. Todo este dia estuve esperando la gente y caballos que tenia
pedidos; hasta que viendo no parecia ni lo uno ni lo otro, egecuté lo
que expresa el dia siguiente.

Dia 21. Viendo la total inobediencia de los vecinos y moradores en
concurrir al cumplimiento de su obligacion, mandé á la ciudad al capitan
de infanteria, D. Pedro de Encinas, con dos subalternos y 30 hombres,
con órden de que hiciese salir todas las personas ùtiles, á excepcion de
las empleadas en justicia y rentas, bajo las penas que ya tenia
publicadas por bando.

Dia 22. Como con lo que practicaba ya el capitan Encinas me iba llegando
alguna, aunque poca gente, emplee este dia en alistarla è incorporarla
con la otra, que ya estaba. Pero habiendo observado en toda que muchos
se presentaban de dia, y se desaparecian de noche, regresàndose à sus
casas, tuve que tomar otra resolucion que cortase este inconveniente.

Dia 23. A las doce de él, viendo que aun no parecia el expresado capitan
Encinas, mandè aprontarse à la gente para marchar de aquel parage; á
cuyo tiempo tuve aviso de que ya venia aquel, marchando con la que habia
recogido. Como de facto llegó de allí à poco con solos 53 hombres, entre
patricios, portugueses y santiagueños: y haciéndome presente el capitan
que aquella gente y sus caballos no habian comido en dos dias, les mandé
dar racion, con órden de seguirme luego; pues yo en el instante me puse
en marcha con la que tenia, hácia el Fuerte de San Carlos, y habiendo
llegado al ponerse el sol à la Cañada del Carrizal, (7 leguas de
distancia) hice alto para que cenase la gente: lo que practicado, marché
à las ocho de aquella noche hasta la Estacada, que dista de este último
parage 10 leguas, donde llegamos á las cuatro de la mañana; y á las
nueve y media me alcanzò allí la partida, que se habia quedado atras.

Dia 24. En este parage me detuve hasta la una para las dos de la tarde,
en que marché y llegué al citado Fuerte de San Carlos, distante 12
leguas, à las nueve y media de la noche.

Dia 25, 26 y 27. Estos los empleè en formar y alistar toda la gente; que
hasta entonces mucha parte de ella habia andado desparramada por las
estancias circunvecinas, en recoger ganados y caballos. Arreglè hasta
diez compañías, cada una de á 60 hombres con sus respectivos oficiales:
lo que no me dió poco que hacer, por haberse presentado aquellas tan
escasas de gente, que unas solo tenian 10 hombres, otras 7 y alguna 3.
Hecho el arreglo y repartidas las listas á cada capitan, se dieron estos
y sus subalternos à reconocer á la respectiva gente que debian mandar;
que componia el nùmero de 681, inclusives 10 artilleros que manejaban
cuatro cañones y tres pedreros de bronce.

Dia 28. Este dia me fué preciso detenerme á esperar los víveres que
habia quedado mandarme el Justicia Mayor: de los que por fin llegaron
siete cargas solas, de las veintiuna que debian ser: cuyas raciones
distribuí á los soldados, por ahorrar el costo de las cabalgaduras de su
conduccion, respecto à ser aquellas de bizcocho, tabaco y charque.

Dia 29. A las diez de este dia, sin embargo de no haber llegado lo
restante de los víveres, me puse en marcha, y llegué à las tres y media
de aquella tarde à lo de Alvarado, distante 7 leguas.

Marzo 1.º Al romper el dia me puse en marcha, y á las once de él llegué
à Llaucha, distante 8 leguas.

Dia 2. Salí de este parage, y como a las diez de la mañana llegué á la
Ciénaga de los Papagayos, distante tres leguas, donde hice alto para
esperar el aviso de la partida que anteriormente habia mandado à las
junta de los rios Atuel y Diamante, á bombear el campo del enemigo, por
ser el parage preciso de su establecimiento.

Dia 3. En este dia mandè a las òrdenes del reformado D. Melchor
Sanabria, 12 hombres, al Paso de las Salinas, que llaman _Orillas del
Diamante_, á esperar el correo, llevando órden de mandar los
exploradores de la junta de los rios, acerca de que notasen.

Dia 4. A la una de este, viendo que no habia aviso de uno ni otro de
dicho parage, marchè al Arroyo de las Cortaderas, distante 6 leguas,
donde llegué à las cuatro y media de la tarde; del que despaché á dicho
Sanabria dos hombres al Paso de las Salinas, participándole la nueva
determinacion que habia tomado, y el parage à donde me podia salir à
encontrar.

Dia 5. En el mismo parage me mantuve todo este dia, esperando a ver si
en él venia algun aviso de alguno de los dichos parages.

Dia 6. Como à las doce de este llegò un hombre despachado por Sanabria,
participando no haber novedad alguna hasta el presente, y pidiendo
refresco para su gente, que se le mandó; y previno que al siguiente dia
7 marchaba con el cuerpo para el Arroyo de la Faja. Pero como a las
nueve y media de la noche recibí aviso de Sanabria, participando
habèrsele juntado el capitan D. Mateo Urtubia, que fué reconocer la
junta de los rio Atuel y Diamante, diciendo que en todos aquellos
parages no se notaba rumor ni rastro alguno; y si solo se reconocia la
huella vieja, por donde habia pasado el enemigo el año anterior.

Dia 7. Al salir el sol seguí mi marcha para el Rio Diamante, distante 5
leguas: llegué y acampé en él á las diez y media de aquel; y
distribuyendo racion á la gente, segui para el rio Atuel, distante 16
leguas, que fue forzoso andar de trasnochada, por no haber donde
refrescar la gente, ni pastorear los animales.

Dia 8. A las tres llegué al rio Atuel, donde me detuve todo él; y de
allí despachè una partida de 55 hombres, los 5 para recorrer el campo, y
los otros para sostenerlos en caso necesario.

Dia 9. A las tres de este recibí aviso del capitan D. Jacinto Lemus, en
que me decia haber recibido un correo del capitan de los indios
santiagueños, Mateo Delgado, quien le participaba, que por el parage que
salieron los enemigos con el robo de Chile, se veian cinco rastros, y
que estos habian retrocedido: que aquellos llegaban hasta el parage de
los Chacayes, distante de Atuel 6 leguas. Que en este concepto era de
parecer me mudase al rio de los Sauces, por estar bueno de pastos. Con
este aviso me puse en marcha à las dos de la tarde, y como media legua
antes de llegar á los Chacayes, recibì otro correo del expresado capitan
Lemus, reiterándome pasase à dicho rio de los Sauces, respecto á que los
antedichos cinco rastros se encaminaban al sur, no quedando duda ser de
indios. Con esta noticia aceleré la marcha, y como à las once de la
noche recibì otro correo del mismo, avisàndome hallarse ya en el rio de
los Sauces; pero con bastante cuidado de ser asaltado por el enemigo, y
así me diese prisa en llegar. Como de facto llegué á las dos y media de
la mañana, donde acampé todo aquel dia; mandando 14 hombres á explorar
el campo, respecto à contemplarme ya una jornada del parage donde
podrian estar las tolderias del enemigo; y poco antes de ponerse el sol,
se divisò un humo hecho de aquel. Esta partida me dió aviso à las ocho
de la noche de haberse internado los rastros antecedentes como hácia el
Potrero, que llaman del Rio de San Pedro; y que por la Sierra de la
enderecera del Corral de los Huanacos se observaba otro humo: y que con
esta novedad hacian ánimo de internarse á su reconocimiento; y que en
esta atencion procurase yo avanzarme al Rio de San Pedro para
sostenerlo: lo que egecutè como se verá por el dia siguiente.

Dia 10. Al salir el sol me puse en marcha, y habiendo llegado à dicho
rio á las once y media, que dista del de los Sauces 6 leguas, luego que
aposté, recibí aviso de la dicha partida, previnièndome su oficial no
notarse novedad alguna hasta el Corral de Huanacos, ni por el otro lado.
Que él proseguia su marcha, y que no dejase yo de llegar en toda aquella
tarde al expresado Corral de Huanacos: como de facto lo verifiqué à las
seis de la tarde, distante este parage del antecedente 7 leguas. La
expresada partida llegò á mi campo à las doce de la noche, trayendo dos
cautivas, madre è hija; dejando otra muerta, por haberse querido huir al
pillarla, y parecerle à la gente de lejos ser hombre que pudiese dar
aviso en las tolderias.

Dia 11. Este dia, con la ocasion de haber examinado por el lenguaraz,
Justo Antonio Guajardo, à dichas prisioneras, y haber declarado que los
caciques Guentenau y Troco habitaban 14 leguas de allí, seguí la marcha
con las precauciones que pedian las circunstancias, y en ella volvì à
examinar à aquellas, y preguntàndoles por el cacique Ancan, dijeron que
acababa de llegar de las Pampas de Buenos Aires con bastante hacienda
robada y una cautiva; y que acompañaba al expresado Ancan el cacique
Troco. Y examinadas nuevamente se justificó lo contrario, porque
habiendo hecho la empresa en sus tolderias, y examinàdolas con las demas
cautivas, han declarado que dicho Ancan se hallaba por Buenos Aires, con
la determinacion de asaltar á aquellos pagos, y se ha verificado ser
cierto todo lo dicho respecto que à vuelta de nuestra marcha hemos
encontrado la toldería del referido Ancan vacia, que à la sazon hizo
fugar sus familias, por habernos sentido el dia antecedente.

En este mismo dia llegué à los altos de la Sierra del Rio Grande,
internàndome todo el dia por las laderas y cumbres de aquella, sin
embargo de su aspereza; no obstante de que entre medio de las sierras se
hallan varios valles abundantes de pastos y aguadas. Dista este parage
del antecedente 12 leguas, donde hice alto: pero habiéndose divisado, al
ponerse el sol, hácia su horizonte, una eminencia, en que parecia haber
tolderias, mandè una partida de 25 hombres á su reconocimiento; y
dejando la hacienda y caballada custodiada en aquel parage, marché
luego, siguiendo la ruta de los exploradores, con los que dí à las dos
leguas, y me dijeron no haber novedad alguna, y que lo que nos habia
parecido tolderias no lo eran: con lo que acampè en dicho parage.

Dia 12. Al amanecer de este, marché hasta la orilla del Rio Grande, que
dista dos leguas, donde me detuve hasta las cuatro y media de la tarde,
por no ser sentido del enemigo: en que seguí la marcha por su orilla
hasta la oracion, encontré su vado y lo pasé; no siendo posible por otra
parte, por lo caudaloso de él; pues á la verdad le llaman con razon el
_Rio Grande_ de aquellos parages. Pasado el rio me fuí encaminando por
la misma huella de los animales que hallabamos del enemigo, y siguiendo
siempre la partida avanzada que mandé á cargo del lenguaraz Guajardo.

Dia 13 y 14. A las cuatro de la mañana de este, despues de haber andado
10 leguas en la noche anterior, me dió aviso dicho Guajardo, que
marchase prontamente, por estar ya inmediato una toldería, que era
preciso avanzar antes de amanecer. Con esto, acelerando yo la marcha,
llegué antes de salir el sol á las tolderias, que rodeamos y asaltamos
con la mayor presteza: pero sin embargo, nos habian sentido los indios y
empezaron á querer huir por la barranca del rio, ocultándose entre sus
peñascos; sin dejar muchos de ellos de hacer frente: por lo que fué
preciso hacer fuego, que no fué mi primera intencion, siempre que no
fuese preciso. Lo primero, por ver si los podia tomar á todos vivos; y
lo segundo por no alborotar la comarca y perder el lance con otras
tolderias que pudiese haber inmediatas. Como de facto habia una á
distancia de tres cuartos de legua; de lo que, cerciorado de las
patrullas, mandé 300 hombres á embestirlas, que, aunque puestas en fuga,
se logró matarles 28, y tomarles prisioneros 19.

Entre los muertos de la primera toldería, lo fueron los tres caciques,
Lliguenquen, hermano de Ancan, y el famoso Guentenau, el mas anciano de
esta nacion Peguenche, y el mas terrible ladron de nuestros campos y de
las Pampas; y el tercero, el capitanejo Longopag. Yo sentí mucho la
muerte pronta de estos tres perillanes, pues á haber vivido, hubiera
tenido el gusto de mandarselos á V.E., para que por su edad y proezas
hubiera sabido cosas que la casualidad de su muerte nos ha ocultado.
Estas dos tolderias las hallamos en el parage que llaman el
_Campanario_, (así dicho por un cerro eminente que tiene figura de tal)
en medio de ambas cordilleras, jurisdiccion del Rio de la Plata, y á las
dereceras de Maule, al E de dicho parage; que segun las marchas se
regulan 129 leguas desde Mendoza hasta el expresado Campanario.

Luego de la accion despaché 200 hombres para arrear nuestras caballadas
y ganados, que como he dicho las dejé á 6 leguas de distancia, con la
custodia correspondiente, y me mantuve en el campo de batalla todo aquel
dia, corriendo los cerros inmediatos por ver si se dejaban ver enemigos:
como de facto se logró tomar algunos; y como á las cuatro de la tarde se
descolgó de la serranía una china montada en una yegua, y se nos
entregó, creyendo fuesemos de los suyos, segun despues dijo.

Puestas al anochecer las patrullas avanzadas, que pedian las
circunstancias del tiempo y del terreno, en parage rodeado de enemigos,
segun lo que habian dicho las prisioneras, á breve rato me dió aviso uno
de los oficiales, que respecto de la claridad de la luna habian
divisado 6 indios, que habian bajado del cerro á bombearnos, pero que
inmediatamente se habian desaparecido: y de la otra banda del rio, me
avisó otro oficial de otra patrulla haber divisado algunos enemigos, y
que á las dos de la mañana los habia acometido, sin mas suceso que el
haber disparado á uno, dicho oficial, su carabina y haberle muerto el
caballo, marchándose el ginete, pero herido, segun pensaba, por el
parage donde hirió el caballo; no determinándose el oficial á seguirlos
hasta el dia, por no caer en alguna emboscada. Y llegando despues al
parage donde habia derribado al caballo, lo hallaron muerto, y á su lado
un sombrero de cuero, forrado de alquimia y una lanza, como tambien un
caballo ensillado: por lo que es de creer que muerto el dueño, lo
retiraron sus compañeros.

Con lo ocurrido del dicho tiro, se alborotó nuestra caballada, que no
estaba lejos; de tal suerte que estuvo para llevarnos por delante ó
descomponernos la formacion: y lo hubiera hecho si no hubiera sido por
algunos fusilazos que se le tiró por delante, con lo que mudó su tropel
de rumbo; al que acudiendo yo con 25 hombres los pude contener y
sosegar, no habiendo mas desgracia en toda la accion de nuestra parte,
que un hombre herido, que despues murió, de haberle alcanzado, por
hallarse desviado, uno de los tiros.

De los enemigos murieron 106, en que se deben contar algunas mugeres y
chicos, que en la confusion no se pudo evitar su estrago; y hubiera sido
total, á no contener yo el justo despique de los nuestros: digo justo,
porque algunos llevaban consigo el reciente dolor de la muerte inhumana
de aquellos mismos bárbaros; y lo mas, la total disolucion de sus
haciendas y campos. Se han tomado 123 prisioneros entre mugeres, niñas y
niños de 10 á 11 años para abajo; y de las primeras una nieta del
cacique Guentenau, que ya era reconocida entre ellos por cacica, aunque
soltera, por no haber en su nacion quien pudiese comprarla en 100 pagas,
en que segun su rito estaba avaluada su mano. Se les han tomado 99,
entre caballos y yeguas, 17 vacas lecheras, 1,114 ovejas, 200 cabras,
que unas y otras se les dieron de raciones á nuestra gente. En sus
toldos se encontraron cuatro cotas de malla de acero, 58 lomillos y 131
lanzas; 11 de las que en otras ocasiones les habian tomado á los
nuestros, y las 20 suyas: dos llaves de fusil del Rey, una plancha de
otra, varias menudencias, como algunos frenos chapeados, espuelas de
plata, tembladeras y otros chismes de este uso. A las prisioneras se les
trata con la humanidad con que se me esplicó la prevencion de V.E., no
permitiendo se les llegase á su ropa; conduciéndolas á esta, donde
quedan distribuidas en casas de mi satisfaccion, para su cuidado y
educacion. No se ha traido indio grande alguno porque los que no
pudieron escaparse en la accion (que fueron pocos) quisieron mas bien
morir que entregarse.

Dia 15. Bien queria yo haber proseguido con otras empresas, pero me ví
precisado á no internarme mas: lo primero, por contemplarme muy falto de
caballada, que en una marcha tan larga y de caminos tan fragosos la
miraba muy aniquilada: lo segundo, por estar cerciorado de las
prisioneras, que por todas aquellas serranias eran muchas las tolderias
é indiadas que habia: y lo tercero, el tener presente la proximidad de
las cosechas de este país. Por esto pues, dí la órden de marchar, y
estando ensillando me dieron aviso de que por la orilla opuesta del rio
se divisaban seis indios, con lo que hice salir una partida en su
alcance, mandada por el Comandante del Fuerte de San Carlos, D.
Francisco Esquivel y Aldao, quien por mas que se empeñò no les pudo dar
alcance, pues se habian ya retirado aquellos á los cerros. No obstante,
el expresado Aldao me mandó pedir 50 hombres de fusil para seguirlos, lo
que no tuve por conveniente por la imposibilidad de alcanzarlos, y el
temor de acabar de fatigar nuestros caballos y acaso perder la accion.
Respecto á lo dicho, y á que conceptué que, aunque no se dejaban ver mas
que aquellos pocos enemigos, podria estar oculto entre la aspereza del
cerro algun trozo: como se empezó á conocer despues que, retirándose de
mi órden dicho Aldao, se empezaron á divisar detras de aquellos seis
indios otros, al parecer, como 40, sin poderse acabar de conocer por el
estorbo de las peñas, si eran estos solos ó mucho mayor número, como
verosimilmente podia suceder.

Incorporado conmigo dicho Comandante Aldao, seguí la marcha al parage de
las Arenillas, distancia del Campanario seis leguas, y adonde llegué á
la una del dia, donde dí descanso á la gente. A poco rato me dieron
aviso, de que por la retaguardia nos venian siguiendo 10 indios, y así
mandé 60 hombres que luego volvieron diciendo que con su vista se habian
retirado los enemigos á las alturas. A las tres de la tarde me puse en
marcha, y á poco rato hallándome en la cuesta de los Chacleis, (donde
paré esta noche) y que dista tres leguas de las Arenillas, divisé en la
cumbre del otro lado del Rio Chiquito un humo, que nos hizo este mismo
enemigo que se acababa de retirar, y me presumí que lo harian para
avisar nuestra inmediacion á otras tolderias de indios, para que viesen,
como se verificó al dia siguiente, la ruta de este camino ó cuesta de
los Chacleis. Se determinó internarnos por este camino: lo primero, por
reconocer los valles que entre medio del Rio Grande se ofrecen, con
abundantes pastos y aguas que en ellos se encuentran, y ser aquí la
precisa residencia del cacique Ancan y sus aliados; y por practicar la
diligencia con eficacia, para poderles invadir en caso de encontrarlo, y
por descubrir dichos valles que entre estas serranias se hallan: como de
facto se han verificado, segun y en los mismos términos que se me tenia
informado por el práctico, ó lenguaraz, Joaquin Antonio Guajardo.

Dia 16 y 17. Puesto en marcha al aclarar el dia, dimos á las diez de él
con las tolderias que dijimos el dia antecedente, y en ellas conocimos
hacer poco rato se habian huido sus habitantes, pues encontramos en
ellas varias menudencias, sacos de sal y ponchos á medio tejer: y
habiéndose aprovechado de estos despojos la gente, les hice dar fuego á
aquellas y seguí la marcha hasta el Arroyo Bullinco, que dista cuatro
leguas, y de allí hasta el parage Minchemelinqué, que dista tres leguas:
es de muchas aguas y pastos.

Dia 18. Marchamos y llegamos al valle, ó Cabecera del Yeso, á la una y
media de la tarde; y á las dos continuamos, y llegamos al ponerse el sol
al parage llamado el Rio de Montañez, que dista 4 leguas y 8 del Arroyo
Bullinco.

Dia 19. En este dia pasamos dos veces el Rio Grande, y llegamos á la una
y media de la tarde, á la junta de los rios, que dista 4 leguas; y
caminando despues de comer, llegamos á puestas de sol á las Cuevas, que
distan otras 4 leguas, donde hicimos noche, por ser parage de muchos
pastos, bellas aguas y buena leña.

Dia 20. Salí despues de mediodia, y llegué á las cinco de la tarde al
parage de las Cuevas, que dista tres leguas; y como á las nueve de la
noche me dió parte el capitan Ortubia, que venia cubriendo de
retaguardia, á las órdenes del capitan D. José Garcia, que se divisaban
10 ginetes enemigos que seguian nuestra marcha, y que á su retaguardia
se notaba mucho polvo, como que los seguia mayor número. Con este aviso
mandé acercar á nuestro campo nuestras caballadas, y despaché dos
partidas á reconocer el terreno, quedando yo con la tropa sobre las
armas toda la noche: pero habiendo amanecido y disipada la novedad, di
órden de marchar.

Dia 21. Al amanecer de este dia marché y llegué á las once y media al
Valle Hermoso, en donde hice alto por ser ameno, pues le rodean dos
arroyos, de los rios el Cobre y Santa Helena; y asimismo hay una laguna
de media legua de largo, capaz por su fondo de recibir un barco de los
del Rio de la Plata: y á poca distancia del camino se hallan unas
salinas, y para pasar á las Diaretas, donde hice noche, hay que pasar
una ladera, ó cerro muy encumbrado.

Dia 22. Al aclarar marché, y llegué á las diez y media del dia al parage
del Alberjal. Marché á la una y media de la tarde, y llegué á las cinco
al Valle de las Animas, donde hice noche.

Dia 23. Al tiempo de marchar mandé 50 hombres de fusil y lanza, á las
órdenes del teniente D. Francisco Barros y un práctico, á recojer 36
caballos, que por flacos habiamos dejado hácia el Rio de los Sauces; y á
poca distancia por la costa del rio encontraron un perro de los indios y
varios rastros de caballos. Siguiendo al perro 4 de los nuestros,
hallaron dos indios muertos á balazos, segun las heridas de las cabezas,
y con visos hacía poco los habian muerto: de que inferimos que habrian
estado allí algunos indios á la recogida de la fruta, de que hacen
chicha, y que por alguna altercacion los habrian muerto. Siguiendo yo la
marcha llegué á las Cortaderas, que es el desemboque de la sierra, por
donde se descuelga el Rio Salado, que dista 5 leguas, donde hice alto.
Siguiendo la marcha á la una de la tarde, á las cinco y media de la
tarde llegué al Rio Atuel, donde pasé la noche; y de donde determiné,
como lo hice, mandar tres hombres á dar parte de todo lo hasta allí
acaecido al Corregidor de esta.

Dia 24. A las doce de este dia me puse en marcha, y llegué á las cinco y
media de la tarde al cerro y aguada que llaman de los Buitres, distante
7 leguas; de cuyo parage despaché un oficial con dos hombres, para que
el Comandante del Fuerte de San Carlos me aprontase á mi llegada, en el
Valle de Uco y Potrerillo, 300 caballos, por estar falto de ellos el
ejército.

Dia 25. Al romper el dia marché, y llegué à las cinco de la tarde al Rio
Diamante, é hice alto en una isla que hace el rio mismo, y el cerro que
está al N: cuya situacion tomé, por ser la mas adecuada respecto á ser
ya tarde, para que el cuerpo subiese á la cumbre ó plano de dicho cerro,
que es preciso para tomar camino real. A las diez y media de la noche se
armó una tempestad, que despues de muchos relámpagos y truenos descargó
una copiosa lluvia, de que provino un gran ruido que parecia caer
piedra: hasta que, parando yo mejor el oido, conocí ser una grande
avenida que de facto bajaba por entre dos quebradas de dicho cerro: y
conociendo el peligro en que estabamos en aquel parage, mandé que todos
tomasen á toda priesa las armas y me siguiesen, como lo hicieron; pero
no sin que, para pasar el poco trecho de la cañada por donde venia, nos
diese la agua hasta cerca de la cintura: pero al fin, á la prontitud de
aquella extraordinaria evolucion se debió el que acaso no hubiesen
varias desgracias, (pues el plan de la isla iba como el rio) y cuando
menos el que no pereciesen ó se imposibilitasen todas, ó las mas de las
armas, pertrechos y municiones. Tomada la altura del cerro, mandé hacer
muchas fogatas para que se calentase la gente y enjugasen su ropa: y
luego que aclaró, mandé bajar á que cada uno buscase sus avios y demas,
cuya diligencia duró hasta las nueve de la mañana.

Dia 26. A esta hora me puse en marcha, llegando á las dos leguas al
parage del Carrizalito, donde me detuve á hacer tiempo, para que nuestra
caballada y ganados pasasen la expresada cuesta, tan penosa y dilatada:
lo que verificado, á las dos de la tarde marché, y llegué al ponerse el
sol al Arroyo de la Faja, que dista otras tres leguas, donde hice noche.

Dia 27. Al venir el dia me puse en marcha, sin embargo de la lluvia que
amenazaba, y llegué al ponerse el sol al parage de los Papagayos,
distante 9 leguas; en donde me alcanzó un cabo del Fuerte de San Carlos,
que lo habia despachado su Comandante, con 100 caballos para remonta del
ejército, que en viage tan penoso venian todos, ó los mas de ellos casi
imposibilitados da caminar.

Dia 28. Este dia amaneció lloviendo, y cesando algun tanto el agua, me
puse en marcha, y llegué á las doce de él al Corral del Viejo, de la
estancia de Llaucha, en que me encontró un sargento del mismo Fuerte de
San Carlos, despachado por su Comandante, con otros 130 caballos y
mulas: y para mudarlos, y que descasasen algun tanto los prisioneros que
venian ateridos de frio, me detuve hasta la una y media; en que
proseguí, y llegué á las Piedras Blancas, (distancia 8 leguas) á las
cinco y media de la tarde.

Dia 29. Marché, y como á las once y media del dia, llegué al Fuerte de
San Carlos que dista 7 leguas, en que me detuve el rato preciso para
separar y hacer se quedasen en él aquellos soldados de su guarnicion que
me habian seguido en la expedicion, y á que otros, que habian al paso
tomado armas allí, las entregasen á disposicion del Comandante, como se
hizo: y marché á la estancia de Correa, que dista dos leguas, en que me
detuve hasta el dia siguiente.

Dia 30. Luego que amaneció, hice que se separasen y marchasen á cada
estancia las respectivas caballadas que habian servido, como asimismo se
dejó todo el ganado sobrante, á excepcion de aquel poco que se
necesitaba hasta la ciudad. Y marchando, llegué á las cuatro de la tarde
al parage de la Estacada, que dista 6 leguas: y dando algun descanso á
la tropa, marché de trasnochada, y llegué al salir el sol á la quinta de
D. José Lagos, que dista de la Estacada 16 leguas, y del pueblo tres,
donde me mantuve todo aquel dia.

Dia 31. Luego que amaneció me puse en marcha, y un poco antes de llegar
á la ciudad, me salió á encontrar el Sr. Corregidor, acompañado de los
reformados y demas nobleza del pueblo, tomando cada uno su respectivo
lugar. Continuamos la marcha, entrando en la ciudad entre el inmenso
gentío de todas clases, que con sus incesantes víctores y aclamaciones
de _Viva el Rey_, y continuo disparar de fuegos artificiales, daban bien
á entender su júbilo y alegria por el castigo de su comun enemigo: dando
el último realce á esta general aclamacion el general repique de las
campanas de todas las iglesias y conventos, y el no interrumpido
estruendo de la artillería y fusilería; viéndome precisado á dar vuelta
á la ciudad en esta conformidad, para contentar á un pueblo que acaba de
seguirme con tanto honor en la campaña. De este modo entré en la Plaza
mayor, en cuyo Ayuntamiento me esperaba y recibió su Cabildo, dándonos
mutuos parabienes de la parte que cada uno habia tenido en el buen éxito
de la expedicion. Concluidas estas precisas ceremonias, y entregadas en
su almacen las armas, pertrechos, y municiones, y desfiladas las
compañías, me retiré à mi casa.

La noche del dia 1.º de Pascua, en cuya tarde recibió este Corregidor la
noticia que le despaché desde el Rio Atuel, del buen éxito de la
empresa, mandó poner luminarias en toda la ciudad, y hubo repique
general de campanas: y al dia siguiente se cantó misa de gracias en la
Iglesia Mayor, á que concurrió este Ilmo. Cabildo y todo el pueblo; con
que dicho Señor acreditó, que si durante la expedicion dió las mas
acertadas disposiciones, tanto para el abasto del ejército, como para
mantener el pueblo en la mayor tranquilidad, fué tambien el primero en
las demostraciones nada equívocas por el bien de su república y gloria
de nuestras armas. En cuya empresa se ha esmerado á competencia en la
campaña el honor de los oficiales de estas Milicias, y el amor y
constancia al real servicio de la tropa patricia y extrangera.


_Mendoza, y Abril_ 1.º _de_ 1780.

JOSE FRANCISCO DE AMIGORENA.



                                  XIII.

_Informe de D. Basilio Villarino, Piloto de la Real Armada, sobre los
puertos de la costa Patagónica_.

=OFICIO DEL SUPER-INTENDENTE=.


Como ninguno de cuantos sugetos hay en este establecimiento han
trabajado como Vd., en los reconocimientos de la costa del mar, puertos,
rios y terrenos, ni tienen tan general inteligencia en estas materias,
me informará Vd. si por la dificultad que se experimenta en la
navegacion de este rio, y la barra de su boca, que no permite paso para
mas embarcaciones que pequeñas, está imposibilitada y defendida por
naturaleza la comunicacion que puede temerse de los enemigos de la
corona: teniendo presente en este informe los puertos de San José y San
Antonio, como todo aquello que Vd. advierta y pueda conducir sobre los
frutos que ofrecen estos terrenos, aguas, indios, y demas que hay en
cuanto á reconocido, y noticias que ha adquirido.

Dios guarde á Vd. muchos años. Fuerte del Carmen, Rio Negro, 19 de Abril
de 1782.

=FRANCISCO DE VIEDMA=.

Señor D. Basilio Villarino.


_=Respuesta=_.

Muy Señor mio:--En cumplimiento de la órden de Vd., en que me manda en
primer lugar, le informe si por la dificultad que se experimenta en la
navegacion de este rio y la barra de su boca, que no permite paso para
mas embarcacion que pequeña, está imposibilitada y defendida por
naturaleza la comunicacion que puede temerse de los enemigos de la
corona, teniendo presente los puertos de San José y San Antonio; debo
decir á Vd., que no solo no está defendida é imposibilitada por
naturaleza la expresada comunicacion de los enemigos de la corona, sino
que la naturaleza misma tiene franqueada y facilitada la entrada por la
barra de este rio, con cuantas embarcaciones, municiones y pertrechos
quiera conducir á él cualquiera enemigo: probaremos esta verdad á fin de
no dejar lugar á la duda. Es evidente que la naturaleza formó el pueblo
de San José, tan limpio él y su entrada, que cualquier escuadra sin
práctico alguno, puede entrar y fondearse dentro con toda seguridad; y
en todo esto está la facilidad y franqueza con que la naturaleza tiene
proporcionada la entrada de la barra de este rio: porque ¿qué dificultad
puede haber en que venga una escuadra enemiga al puerto de San José, y
con ella un número suficiente de embarcaciones del porte de las con que
navegamos este rio, y desde dicho puerto, vengan estas con los
transportes y pertrechos necesarios, y entren por la barra como nosotros
diariamente lo estarnas haciendo? Cierto que ninguna, y mas cuando es
una navegacion con tiempo hecho tan corta, que se puede hacer de 12 ó 14
horas, y no solo con embarcaciones de porte de las que en el dia
navegamos, sino con chalupas como las que en el dia entran sirviendo en
este rio para conducir paja: como se les ponga cubierta, se puede
barquear desde el puerto de San José á este rio, y al contrario. Y para
inteligencia de esta corta navegacion y seguridad del puerto de San
José, tengan el plano por mí levantado de esta costa y dicho puerto á la
vista, por si hubiere alguno que quisiera contradecir este informe.

En las embarcaciones que están entrando y saliendo en este rio, y
navegan desde él á Buenos Aires, no tengo yo la menor dificultad en
navegar con ellas á Europa y á cualquiera parte del globo, pues son
suficientes para ello. Del mismo modo, embarcaciones de igual porte
pueden venir de cualquiera parte del globo al puerto de San José,
conducidas por los enemigos: y viniendo estas acompañadas de algunos
navios, que traigan lo necesario para lo que quieran intentar al puerto
de San José, de allí con muchísima facilidad pueden venir á este rio con
las embarcaciones menores, dejando los navios asegurados en dicho
puerto; y aun en las mismas lanchas de los navios, previniéndoles
falcas, pueden venir al Rio Negro.

Despues de haber llegado al puerto de San José al principio de la
expedicion, y despues de haberse abandonado la entrada de este por el
capitan graduado D. Pedro Garcia, y el primer piloto de la real armada
D. Manuel Bruñel, se me mandó á mí á dicha comision con el bergantin que
hoy tengo á mi cargo. Salí del puerto de San José, y conseguí su
entrada; y despues de mi regreso á dicho puerto, dispuso Vd. venir á
este rio con el expresado bergantin de mi cargo, y la zumaca San Antonio
la Olivera, y hemos entrado en él con la facilidad y felicidad sabida.
Pues ¿porqué no podrán egecutar esto mismo los enemigos de la corona?
¿No son hombres como nosotros, Y nada menos peritos en la navegacion? ¿Y
últimamente no estamos entrando y saliendo diariamente en el rio? ¿No le
consta á Vd. que yo he entrado y salido de noche y de dia con vientos
contrarios, y aun ahora entré con vientos enteramente opuestos á la
entrada, como lo pueden certificar los tres capitanes, D. José Ignacio
de Merlos, D. Nicolas Garcia y D. Pedro Garcia, sin que el viento ni la
naturaleza me lo hayan estorbado? Pues ¿porqué esta ha de defender la
entrada en este rio á los enemigos de la corona, y á nosotros se nos ha
de demostrar tan propicia, que ni la barra, ni los vientos contrarios,
ni las noches, dejan de franqueárnosla? ¡Y es posible que caigamos en
tal error!

Me parece que dejo suficientemente probado, que la naturaleza tiene
auxiliado con el puerto de San José la entrada de este rio á todos
cuantos quieran venir á él, y que no está defendida por ella: antes bien
soy de sentir, y se evidencia de las razones expuestas (omitiendo otras
muchas por no abultar este informe) que el arte debe intervenir para
defenderla por medio de la fortificacion.

Asimismo dejo á parte el puerto de San Antonio, pues con el de San José
tienen bastante auxilio los enemigos de la corona para venir á este rio,
y para egecutar desde él todas las operaciones á que los conduzcan sus
ideas. Para cuya inteligencia tocaré aquí algo sobre los males que se
nos podrian originar en caso de que los enemigos llegasen á fijarse en
el puerto de San José, Rio Negro ó Colorado.

En el puerto de San José puede muy bien permanecer considerable tiempo
cualquiera escuadra llevando víveres, respecto de que tiene agua dicho
puerto, aunque retirada muy cerca de cuatro leguas de la playa; pues
solo en la media circunferencia de una salina tiene mas de 30
manantiales de agua corriente: en cuyo supuesto, llevando carretas y
animales para conducirla, ya puede permanecer: pero mas fácil en
embarcaciones menores se puede conducir de este rio á dicho puerto.
Fijados que fuesen en este rio y puerto de San José los enemigos, ya
estaban en proporcion de invadir á Buenos Aires, Córdoba, Mendoza,
Valdivia, Valparaiso y otros muchos pueblos; pues aunados con los indios
que habitan estos vastos paises, seria dificultosísimo hacerlos
retroceder.

La guardia que Vd. ha proyectado en el Choelechel, debe Vd. tener
presente que, ademas de ser útil para contener los indios, lo mas
importante de ella, y por donde en mi juicio se hace absolutamente
necesaria, es porque sirve para tener los indios retirados de las
orillas del mar, que en ellas nos pueden ser tan perjudiciales en caso
de ser invadida esta costa por los enemigos de la corona, con quienes se
podrian unir por su propio interes: y convendria mucho tener siempre los
indios retirados de los puertos, para en caso de que sucediese lo que
llevo dicho, no tuviesen la facilidad de hallarse con ellos, ni aun que
los indios tuviesen ni pudiesen adquirir tal noticia.

Dejo otras ventajas que nos proporcionaria la ocupacion de aquel puerto:
como son, el tener mucho avanzado para la comunicacion de Mendoza; (que
de allí la considero cerca) lo que se adelantaria para la descubierta de
este rio y camino de Valdivia, que podria descubrirse, pues no
considero, desde el Choelechel á aquel presidio, mas de 100 leguas de
distancia en línea recta, poco mas ó menos. Ténganse para esta
inteligencia á la vista las cartas geográficas, y las ventajosas tierras
que tiene este rio, segun contestan todos los indios, en las que hay
maderas muy altas y muy derechas, y montes de manzanas, que la
naturaleza ha producido, cuyas señales parece que indican ser un terreno
fértil. Pero si no vemos, si no andamos, sino descubrimos, siempre
estaremos metidos en nuestra ignorancia, y talvez algun tiempo nos
enseñarán los extrangeros nuestras propias tierras, y lo que nosotros
debiamos saber: pues no puedo ver que un ingles como Falkner nos está
enseñando, y dándonos noticias individuales de los rincones de nuestra
casa, que nosotros ignoramos.

Suspendo hacer la descripcion del Choelechel, por cuanto con bastante
difusion lo tengo manifestado á Vd. antecedentemente. Tampoco quiero
hablar de las numerosas indiadas que precisamente los obliga á transitar
por este paso, y los estragos que causan á Buenos Aires, porque de todo
ello tiene Vd. muy largas noticias y conocimiento. Voy solo á hacerme
cargo de cuanto pudiere impedir á los enemigos de la corona la ocupacion
de este sitio: pues impidiéndoles por medio del fuerte ó guardia que Vd.
tiene proyectado, el tránsito á las costas del mar, no pueden auxiliarse
de los enemigos de la corona, y en esto es á donde me parece que se debe
poner el mayor empeño, porque el doméstico es el peor.

Dicen muchos (yo lo he oido diferentes veces), ¿de qué nos puede servir
la costa patagónica? ¿Qué hemos de sacar de ella?--Y esto por sugetos
que talvez no saben otra cosa que disfrutar sueldos, sin que puedan
formar la mas mínima idea de lo que es la costa patagónica, ni aun
entender el plano mas sencillo. Temerario arrojo, ¡que hombres de tales
circunstancias quieran penetrar los arcanos del Soberano! Pero para que
me canso, si vá cerca de tres siglos que se formó la colonia de Buenos
Aires, y todavia no se sabe si hay ó nó Cabo de San Antonio, estando
como suele decirse detras de la puerta, y está causando una mala
navegacion su incertidumbre; siendo cierto que en la longitud en que las
costas lo figuran, no hay tal cabo; pues yo lo he pasado diversas veces
por encima, sin que le haya visto, y de seguro en la longitud de
Montevideo, ó navegando desde dicho puerto al S, no se halla tierra
alguna; y últimamente, si no hubiera sido por el empeño tan fuerte que
Vd. ha tenido en que se descubra por tierra el camino por tierra para
Buenos Aires, ¿no se estaria en el concepto de que este tránsito era
imposible, como en realidad se creia? Pues habiéndome yo ofrecido á
hacer esta descubierta, y á conducir ganados para este establecimiento,
en una Junta que se hizo, se me pusieron una multitud de dificultades, y
entre ellas era la una que estaba el camino lleno de tantos
tembladerales que era imposible el transitarle. Y sin embargo de haberme
esforzado de tal suerte, que no quedaba que dudar que eran apócrifas
todas aquellas dificultades y noticias, nos hemos quedado como al
principio hasta ahora, que ha conseguido la eficacia de Vd. patentizar
el desengaño.

La llanura ó valle, por donde baja este rio en las 60 ó 70 leguas que yo
anduve, tiene bellisimos retazos de tierras dispersas, ó separados unos
de otros, y son aquellos parages que logran el beneficio del riego, que
frecuentemente les prestan las crecientes del rio. Desde el Chuelechel
para abajo, esto es, siguiendo el rio aguas abajo hasta su desague, se
pueden establecer muchas familias, ó hacer muchas chicas poblaciones
dispersas ó separadas unas de otras, en la misma conformidad que están
los buenos terrenos; pero esto tiene el grave inconveniente de la mala
vecindad de los indios, por cuyo motivo enterado Vd. de estas
circunstancias en resulta de los expresados reconocimientos, premeditó
Vd. el citado proyecto. A cuyos fundamentos debe agregarse la utilidad
que resultaria al Estado, ocupando este parage con respecto á los
enemigos de la corona.

El puerto de San José no tiene inconveniente alguno para que deje de ser
puerto de arribadas, y puedan refrescar las embarcaciones que allí
arriben: allí pueden tenerse 2,000 y mas cabezas de ganado vacuno, se
pueden tener caballos y ganado lanar sin recelo que los indios lo roben.
Habiendo ganado, se le puede conducir agua de las fuentes, y ya tenemos
los principales renglones que le puede faltar á la embarcacion ó
embarcaciones que allí arribasen. Por medio de cualquiera embarcacion se
pueden conducir á aquel puerto de este rio los refrescos de que allí se
carezca. Por tierra cuando no haya allí embarcacion se puede traer allí
la noticia á caballo, que es viage de dos dias y medio hasta el rio; y
hasta este establecimiento se pueden tardar cuando mucho cuatro dias, y
de aquí se puede socorrer con lo que necesite, y allí no haya.

El agua de las fuentes del puerto de San José no es tan fina como la de
este rio, que es muy superior á aquella, aunque algo gruesa: es agua
potable y muy sana; esto lo acredita la experiencia, pues al principio
de la expedicion, habiendo asaltado el escorbuto á nuestra gente, todos
los que entraban en el hospital no salian sino para la sepultura. En
vista de esto se mandaron á lo último todos los enfermos á las fuentes,
y sin otra medicina que beber de aquella agua, todos convalecieron y
volvieron sanos: y esto comiendo carne salada, por falta de dietas, y
pan de pestilente harina. Luego parece que aquella agua es sumamente
sana y el mejor antídoto del escorbuto.

Por todas estas circunstancias, por la facilidad y limpieza de este y su
entrada, por ser su fondo de buena tenazon, y por la proporcionada
altura ó situacion en que se halla, me parece muy propio para que sirva
de puerto de arribadas á las embarcaciones que navegan á la mar del sur.

He dejado correr la pluma, movido del fervoroso celo al servicio del Rey
y á la nacion; pues no quisiera que ninguna extrangera en ningun tiempo
tuviese la gloria de enseñarnos lo que nosotros debiamos saber, haciendo
ver al mundo nuestra ignorancia y pereza, cuando esto sucediese.

Asimismo me he dejado arrebatar al acordarme de ver en Buenos Aires
aquel raciocinio general sobre si puede ó nó importar al Estado la costa
patagónica, haciendo la descripcion de sus terrenos, aguas,
temperamentos, frutas que produce y que puede producir, sin que la hayan
visto ni pintada, ni entiendan su pintura: entre los cuales representan
un gran papel aquellos que han estado aquí, ó en San José, sin que hayan
visto que terrenos son estos; pues su inaplicacion, pereza, cobardia é
ineptitud no les ha dado lugar á que se separen talvez cuatrocientos
pasos de la orilla del agua ó habitacion: y estos tienen en toda
asamblea voto decisivo, y como están unidos con su pereza y aborrecen el
trabajo, son los mas empeñados en formar corrillos contra estos
establecimientos. Pero si el fervoroso amor al servicio del Rey y á
nuestra nacion y deseo de trabajar, ha sido la causa de excederme,
espero de la benignidad de Vd., respecto á que sabe y tiene
experimentado mi procedimiento, modo de pensar y amor al trabajo,
separará todo lo superfluo de este informe, ó lo olvidará todo junto,
sino tuviere nada útil, á fin de que mi ignorancia se quede en el seno
del olvido.

Dios guarde á Vd. muchos años.
A bordo del bergantin _Nuestra Señora del Carmen y Animas_,
Rio Negro, y Abril 24 de 1782.

B.L.M. de Vd. su mas atento servidor,

BASILIO VILLARINO.

Señor D. Francisco Viedma.



                                 XIV.

_Informe del Virey Vertiz, para que se abandonen los establecimientos de
la Costa Patagónica_.


EXMO. SEÑOR:

Muy Señor mio. Segun lo resuelto por S.M. en la real órden que V.E. me
comunicó con fecha de 15 de Julio de 1781, acordé con el Intendente lo
que podian minorarse los gastos de los establecimientos patagónicos,
atendidas las urgencias del real erario por la guerra y sucesos del
Perú, reduciéndose á conservar lo poblado, y no intentando por ahora
ocupar otros puntos que San Julian y Rio Negro. Esto no obstante, no
salvaria yo el escrúpulo que me queda, si no hiciese presente á V.E. lo
que me ocurre en cuanto á la utilidad ó perjuicio de dichas poblaciones,
á fin de que, instruido el real ánimo, pueda resolverse lo mas
conveniente.

Sin embargo de la continua observacion que he estado haciendo, por las
noticias é informes de varios sugetos imparciales que habian examinado
aquellos terrenos, y eran inteligentes en las entradas de los puertos,
fondeaderos y demas circunstancias, he estado combinando estas mismas
especies con la correspondencia de los Super-intendentes, y observando
singularmente en el del Rio Negro, las grandes dificultades que se les
presentan, pues las unas confesadas en sus oficios, y las otras en las
resultas, me iban confirmando en el dictámen, de que S.M. expendia una
gran parte de su erario, sin fruto ni utilidad conocida á su servicio, y
sin seguridad de su dominio en esta parte.

Bien conocí desde los principios, que el poblar la costa patagónica,
tenia por objeto acreditar mejor la posesion de ella, y evitar que otras
naciones se colocasen en algun punto de la misma, por donde pudiesen
introducirse á los reinos del Perú y Chile: pero esto parece difícil,
por la calidad de sus terrenos, por falta de buenos puertos, por las
excesivas mareas, por lo rigoroso del clima y otras causas.

Para asegurarme mas del concepto formado en el asunto, quise recoger los
dictámenes de los pilotos y sugetos que navegan á la referida costa,
con el ánimo de instruir á V.E. completamente, así del estado de las
poblaciones, como de todo lo demas perteneciente a la utilidad de ellas.
Y tratando de la Bahía de San Julian, donde se halla el Comisario
Super-intendente D. Antonio de Viedma, incluyo los dictámenes números 1,
2, 3, 4 y 5, que dan conocimiento de aquel parage, calidad de su
terreno, aguas, temperamento, leñas, maderas y puerto: extendiéndose los
de los número 3 y 4 á dar noticia de los demas puntos de la costa que se
han reconocido; á que agrego la representacion número 6 del poblador
Santiago Moran, á nombre de los demas de su clase, quedándose aplicados
los remedios que han sido posibles para sus alivios. Pero como sufren
tantas incomodidades, y ven perecer á sus compañeros frecuentemente,
aquellos, y los que están aun en esta provincia, se han intimidado hasta
lo sumo, refiriéndome yo á lo que dichos papeles expresan, porque
conviene puntualmente con los demas informes que omito, por no hacer mas
difusa nuestra exposicion.

En cuanto al Rio Negro, Puerto de San José y San Antonio, expresan sus
calidades los informes número 1 y 3 citados, como tambien los
comprendidos bajo el 7, 8 y 9, á que agrego el de los colonos de dicho
Rio Negro, número 10, para dar cabal idea de sus clamores por las
circunstancias del país, que sin duda es el menos malo de la costa
patagónica, y en donde á fuerza de muchos gastos se conseguirá la
poblacion, como ya lo tengo insinuado á V.E. Pero vengamos á la utilidad
de esto y los demas.

Es principio indubitable que los puertos de arribadas deben ser seguros
y de fácil entrada, donde los navegantes se acojan impelidos de las
borrascas, de necesidad de víveres ó de la incomodidad de la navegacion,
para procurarse seguridad, descanso, refresco ó habilitacion del buque;
y no pudiéndose encontrar ninguno de estos alivios en los puertos de la
costa patagónica, ya se vé por esta parte que no son de utilidad alguna:
consideracion que se extiende á que tampoco lo son para las demas
naciones, fuera de que en puertos de mareas tan variables y excesivas,
nadie querrá arrojarse á la arribada, temiendo le fuese mas perjudicial
que la borrasca. Esta misma circunstancia, aunque por otro término,
concurre en el Rio Negro, pues ademas de ser peligrosísima su entrada,
no la permite la barra sino á embarcaciones menores, como bergantines,
zumacas ó lanchas que calan muy poca agua, y este es el parage en que se
encuentran tierras que cultivar, pero tan corta que es solo la que baña
el rio en sus mareas: y aunque no obstante esto pudiera continuarse la
poblacion, sin embargo de las incomodidades y riesgo de los indios, que
atrae el haber de hacer las siembras á la parte del sud, como lo explica
D. Basilio Villarino en su informe número 8, no veo utilidad en su
aumento, por no ser puerto capaz de embarcaciones mayores, por la falta
de comercio con esta provincia: pues por tierra median muchas naciones
de indios infieles en la dilatada pampa, desde aquel rio hasta Buenos
Aires, y por mar, es preciso esperar la estacion del verano, porque la
navegacion del rio arriba ofrece grandes dificultades en sus corrientes
y tornos. De modo que parece imposible que ninguna nacion intente esta
empresa, aun cuando dicho rio se extienda è introduzca en la
jurisdiccion de Mendoza, lo que aun no se ha podido averiguar en los
reconocimientos, y se está actualmente haciendo el último esfuerzo para
aclararlo.

Para corroborar el concepto de este establecimiento, me ha parecido
tambien incluir á V.E. un oficio del Comisario Super-intendente, D.
Francisco de Viedma, bajo el número 11, porque en él se reconoce que,
despues de establecido tanto tiempo en el Rio Negro, donde se ha
consumido ingente caudal, intentaba la poblacion principal en el
Colorado, figurando en la Bahía de Todos Santos, y la Anegada, donde
desagua dicho rio, todas las utilidades que pueden desearse: pero, aun
dado el caso de que sean parages seguros, se necesita otro fuerte,
poblacion, grandes gastos por consiguiente, y mucha tropa para contener
la indiada que allí concurre, que inquietaria continuamente los
pobladores, robaria el ganado, é impediria siempre la comunicacion con
Buenos Aires.

El Rio Colorado está reconocido hasta 25 leguas por su orilla, y se ha
visto que carece de leña, pues solo hay unos pequeños sauces muy
torcidos: la mas inmediata se halla á 10 leguas de la márgen del rio. Su
terreno puede llamarse infecundo, porque, segun las señales y las
noticias de los indios, las grandes mareas lo inundan; y aunque parece
frondoso, lo causan estas inundaciones que dejan pantanos
intransitables, á lo menos en las cuatro primeras leguas de su boca. Es
rio que se vadea por muchas partes y no permite la entrada de otras
embarcaciones que pequeños bergantines, varando infinitas veces: así se
ve en el diario número 12, y en el plano que D. Basilio Villarino hizo
cuando fué al descubrimiento de dicho rio. La Bahía de Todos Santos y la
Anegada son enteramente inútiles, pues ademas de ser su terreno de muy
mala calidad, no tiene agua sino en unas pequeñas lagunitas que se
forman de las lluvias: por esto el citado Villarino se vió en la
precision, cuando salió del Colorado, de dejar seis pipas ó cuarterolas
llenas de agua cerca de la costa, por si se le ofrecia volver por
semejantes parages. Contribuye tambien para su inutilidad el no haberse
hasta ahora reconocido canal para llegar á dichas bahías, mas que por
una infinidad de bajos y la costa, la que se supone ser buena. Viniendo
de mar afuera no está reconocida, y se supone con fundamento que los
bajos se extienden mas de tres leguas de la costa por la reventazon que
se vé, lo que hará siempre á dichas bahías inútiles para los fines
propuestos.

Ya V.E. está enterado de las calidades de los demas puertos que se han
reconocido en toda la costa: mas no obstante conviene hacer memoria de
aquellos en que se ha detenido mas tiempo la inspeccion de los
comisionados y de otros sugetos. El Puerto Deseado es muy angosto en el
espacio de media legua, la velocidad de la corriente en el flujo y
reflujo es de siete á ocho millas por hora, y una gran parte del fondo
está sembrada de bancos y piedras: sus campañas están cubiertas de
arena, de modo que no se encuentra en ellas un arbusto: no hay en todo
aquel terreno, manantial de agua dulce, ni los pozos ó cazimbas que se
han abierto en la playa, pueden dar la cantidad suficiente para el gasto
diario de las embarcaciones, y para llenar la vasijeria de la bodega. La
entrada y salida del puerto es sumamente peligrosa, y muy pocas veces
puede conseguirse la primera sin fondear antes sobre la costa, en cuyos
casos los vientos de travesía (que por desgracia son frecuentes en estas
mares) ponen á las embarcaciones en riesgo de un naufragio.

En un puerto de esta naturaleza no puede subsistir mucho tiempo una
colonia, á menos que esta fuese socorrida desde el Rio de la Plata con
todos aquellos víveres que se juzgan de primera necesidad: pero aun en
este caso, no podria servir de escala á las embarcaciones españolas que
navegan á la mar del sud, por las razones que quedan expuestas. Los
ingleses, ú otros cualesquiera enemigos de la España que naveguen á
estas costas, solo podrán hallar en el Puerto Deseado un asilo contra
los temporales que se experimentan por el invierno á lo largo de la
sonda de la costa patagónica, pero, de ningun modo formar desde allí
expedicion alguna contra los establecimientos que tenemos en la América
Meridional; porque en el caso de que intentaren venir hácia el norte, y
entrar en las provincias del Rio de la Plata, se verian precisados á
atravesar unos vastísimos desiertos, en los cuales pereceria
infaliblemente la mayor parte de ellos: y si intentasen penetrar hasta
la costa del sud, no podrian conseguirlo sin pasar por la cresta de los
Andes, que se dirigen ò proyectan de norte á sud á lo largo de esta
América hasta la orilla septentrional del estrecho de Magallanes: y
siendo esta empresa tan difícil y peligrosa que casi raya en lo
imposible, parece que nada debemos temer por esta parte de nuestros
enemigos.

Finalmente, no podemos prometernos que en este Puerto Deseado se
establezca algun ramo de comercio, porque tiendo aquel terreno arido y
seco por naturaleza, no puede haber comercio, ni aquella especie de
industria, con la cual se mantiene un gran número de artistas en los
paises civilizados.

Debe concluirse, pues, que cualquier establecimiento que se forme en
Puerto Deseado, es muy gravoso al erario del Rey, y enteramente inútil
para las miras políticas del Gobierno.

La Bahía de San Julian no ofrece ventajas para nuestra navegacion y
comercio: tiene la única circunstancia de ser abrigada y de buen
tenedero, todo lo demas es muy malo; en primer lugar es puerto de barra,
y para la entrada y salida se necesita esperar la marea, y que entonces
haya un viento fresco favorable: la rapidéz de su corriente puede
regularse de cinco millas por hora: la barra queda con solos dos pies de
agua en la vaciante, y en la creciente tiene hasta 36, de lo que resulta
que entre el flujo y reflujo no puede haber un momento de reposo, cuya
circunstancia es poco favorable para las entradas y salidas. Ademas de
esto, hay el gran riesgo de acercarse á la costa, ó dar fondo sobre ella
para esperar á que cresca el agua, pues entretanto puede soplar el
viento de travesía, y naufragar cualquiera embarcacion.

Las demas circunstancias de este puerto le hacen absolutamente
despreciable, pues concuerdan los informes en que no hay arbustos para
leña, ni árboles para hacer madera en todas aquellas inmediaciones.
Concuerdan tambien en que el agua es salobre, y en que la única de que
pudiera hacerse uso, está á dos leguas de la poblacion; y concuerdan por
último, en que las semillas de las legumbres de Europa no nacen ó no
crecen, y que el trigo y cebada fructifica muy poco: lo cual no debe
extrañare, porque el excesivo frio que se experimenta en esta parte de
la costa, el desarreglo de las estaciones, lo salitroso y arenisco del
terreno, su aridez y desolacion, (sobre que concuerdan todos los
informes) anuncian que serán infructuosos los trabajos de los colonos;
que estos nunca podrian subsistir con los frutos del país, y que las
embarcaciones españolas que naveguen á la mar del sud, nunca hallarán en
San Julian cosa alguna de las que puedan necesitar para su viage; que es
lo mismo que decir que el puerto es inútil, y que sus pobladores
perecerían si no fuesen socorridos de estas provincias.

Lo últimamente reconocido, mas al sud de San Julian en el Rio de Santa
Cruz, segun lo demuestra el plano levantado por el pilotin José de la
Peña, se puede hacer formal juicio de su inutilidad por todos términos.

Este es en substancia el concepto que tengo formado de los
establecimientos de la costa patagónica, en los cuales lleva S.M.
gastados hasta el mes de Mayo del año pasado de 1782, 1,024,051 pesos y
3 reares, segun las relaciones que me ha pasado el Intendente para
instruir este informe: y por mucho que se minoren los gastos, segun se
está practicando, será siempre considerable suma la que se emplee, pues
no puede esperarse que el establecimiento de San Julian dé para
sostenerse, ni que el del Rio Negro pueda darlo en el todo en este año,
ni aun en el venidero.

A vista de esto, parecia como preciso el abandonar el establecimiento de
la Bahía de San Julian, dejando en él una columna ó pilastra que
contuviese las reales armas, y una inscripcion que acreditase la
pertenencia de aquel terreno, el cual fuese reconocido todos los años,
al mismo tiempo que lo es Puerto Egmond en las Islas Falkland, pudiendo
entonces egecutarse tambien al Deseado. Que subsistiese el
establecimiento de Rio Negro por lo mucho que se ha gastado en él, y
porque puede de allí conducirse sal: pero reducido al Fuerte, y á la
cortísima poblacion que buenamente se pudiese mantener á su abrigo;
porque mas distante es imposible conseguir que resida pacificamente:
debiendo asegurar á V.E. que aun en el Rio Negro, las cortas siembras
que se han hecho, y ganado que se ha adquirido, ha sido á fuerza de
dinero empleado en aguardiente y bujerías con que á los indios se les ha
ido agradando; y con todo ha habido robos de caballadas: siendo preciso
que cesen cuanto antes estos gastos, que son de mucho gravámen al
erario.

Tambien deberá abandonarse el puerto en la Bahía de San José, dejando la
misma señal, pues los gravísimos costos que tiene la saca y conduccion
de la sal, sobre su desabrigo y aridez del terreno, hacen inútiles los
que se impenden en sostenerlos, y pudiera ser reconocido anualmente
desde el Rio Negro. En tal caso puede este tenerse al cuidado de un
Gobernador ó Comandante, con menor sueldo que el que hoy goza el
Comisario Super-intendente, y podrá encontrarse aquí sugeto á propósito
y benemérito para el encargo. Todo lo expuesto me ha parecido de mi
obligacion representar á V.E., para que, instruido S.M., se digne
resolver lo que estime mas conveniente.

Dios guarde á V.E. muchos años.
Montevideo, 22 de Febrero de 1783.

EXMO. SEÑOR:

B.L.M. de V.E. su mas atento seguro servidor:

JUAN JOSE DE VERTIZ.

Exmo. Señor D. José de Galvea.



INDICE DE LOS VIAGES Y EXPEDICIONES A LOS CAMPOS DE BUENOS-AIRES, Y A
LA COSTA PATAGONICA.

I.

_Extracto ó resúmen del diario del P. José Cardiel, en el viage que hizo
desde Buenos Aires al Volcan, y de este, siguiendo la costa patagónica,
hasta el Arroyo de la Ascension_.

_Advertencia del P._ 6

II.

_Viage que hizo el San Martin, desde Buenos Aires al Puerto de San
Julian, el año de 1752: y del de un indio_ _paraguayo, que desde dicho
puerto vino por tierra hasta Buenos Aires_.

_Relacion que ha hecho el indio paraguay, nombrado Hilario Tapary, que
se quedó en el Puerto de San Julian, desde donde se vino por tierra á
esta ciudad de Buenos Aires_.

III.

_Observaciones extraidas de los viages que al Estrecho de Magallanes han
egecutado en diferentes años los Almirantes y Capitanes, Olivares de
Noort, Simon de Cordes, Jorge Spilberg, Francisco Drake, Juan Childey,
Tomas Candish, Juan Narborough; y noticias adquiridas en las
expediciones egecutadas desde esta isla por los Franceses, con la
fragata_ Aguila.

IV.

_Diario que el Capitan D. Juan Antonio Hernandez ha hecho, de la
expedicion contra los indios Teguelches, en el gobierno del Señor D.
Juan José de Vertiz, Gobernador y Capitan General de estas Provincias
del Rio de la Plata, en 1.º de Octubre de 1770_.

_Calidades y condiciones mas características de los indios Pampas y
Aucaces_.

V.

_Diario de D. Pedro Pablo Pabon, que contiene la explicacion exacta de
los rumbos, distancias, pastos, bañados y demas particularidades que
hemos hallado en el reconocimiento del campo y sierras; comisionados por
órden del Ilmo. Cabildo del Puerto de la Santísima Trinidad de Buenos
Aires, en 12 de Octubre de 1772_.

VI.

_Relacion individual que dan los dos Pilotos comisionados al
reconocimiento de la campaña, de los parages que contemplan mas al
propósito para fortificar y poblar_.

VII.

_Extracto resumido de lo que ha ocurrido en la expedicion del
descubrimiento de la_ Bahía sin Fondo, _en la Costa Patagónica_.

VIII.

_Diario que principia el 21 de Setiembre de 1778, en que se dá noticia
de la expedicion y destacamento, que por órden del Exmo. Señor Virey, D.
Juan José de Vertiz, marchó al campo del enemigo, reconociéndolo hasta
llegar á las Salinas, que se hallan en las campañas yermas del Sud_.

IX.

_Informe sobre el puerto de San José, por D. Custodio Sá y Farias_.

X.

_Segundo informe de D. Custodio Sá y Farias sobre el Puerto de San
José_.

XI.

_Noticia individual de los Caciques, ó Capitanes Peguenches y Pampas
que residen al Sud, circunvecinos á las fronteras de la Punta del Sauce,
Tercero y Saladillo, jurisdiccion de la ciudad de Córdoba: como asimismo
á la del Pergamino, Rayos y Pontezuela de la capital de Buenos Aires y
Santa Fé: el número que gobierna cada uno, y de los lugares y aguadas
que ocupan, y distancias, los cuales se hallan situados sobre los
caminos hollados; el de las Víboras descubierto por el Coronel D. José
Benito de Acosta, y el Maestre de Campo D. Ventura Montoya en la
expedicion que se hizo el año de 76, y el nuevamente descubierto,
llamado el de las Tunas, por los Maestres de Campo Diego de las Casas y
D. Ventura Echeverria, en la presente expedicion, y año de 79_.

XII.

_Diario de la expedicion, que de órden del Exmo. Señor Virey hizo D.
José Francisco Amigorena contra los indios bárbaros Peguenches_.

XIII.

_Informe de D. Basilio Villarino, Piloto de la Real Armada, sobre los
puertos de la costa patagónica_.

XIV.

_Informe del Virey Vertiz para que se abandonen los establecimientos de
la costa patagónica_.



INDICE DE LAS OBRAS CONTENIDAS EN EL TOMO QUINTO.

I.

_Descripción de las Misiones, al cargo del Colegio de Tarija, por Fray
Antonio Tamajuncosa.

Proemio del editor_.

II.

_Diario histórico de la rebelion y guerra de los pueblos guaranís,
situados en la costa oriental del Rio Uruguay, del año de 1754; version
castellana de la obra escrita en latin por el P. Tadeo Xavier Henis.

Discurso preliminar del editor_.

III.

_Relacion histórica de la rebelion de José Gabriel Tupac-Amaru en las
Provincias del Perú, el año de 1780.

Discurso preliminar del editor_.

IV.

_Colecciòn de viages y expediciones á los campos de Buenos Aires, y á
las costas de Patagonia.

Discurso preliminar del editor_.





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