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Title: Reina Valera New Testament of the Bible 1858
Author: Reina, Casiodoro de, 1520?-1594 [Translator], Valera, Cipriano de, 1532?-1625 [Translator]
Language: Spanish
As this book started as an ASCII text book there are no pictures available.


*** Start of this LibraryBlog Digital Book "Reina Valera New Testament of the Bible 1858" ***


La Valera 1858 de la SBBE.


Aviso:

Este texto del Nuevo Testamento (Valera 1858) fue bajado de la pagina de web:
Antigua Versión Valera 1909 – La palabra de Dios en español.
(www.valera1909.com)  Este texto no tiene derechos reservados, puedes
distribuirlo como quieres.  Solamente pedimos que por respeto del trabajo que
invertimos en dándote este texto (Encontrando, escaneando, y corrigiendo.),
que dejes este aviso y la siguiente introducción (Todo entre [Empieza…] y
[Termina…]) en cualquier copia que publicas sobre el Internet.  Si tienes
cualquier pregunta o comentario por favor escribe a: info@valera1909.com.



Introducción a la Valera 1858 de la SBBE.



        El texto siguiente fue escaneado de un Nuevo Testamento en Español que
compré de una colección privada en León, Guanajuato, México, en 1986.
Impresa en Londres en 1865 por Spottiswoode y Compañía, New Street Square,
representa la condición de la Valera 1602 en la segunda mitad del siglo 19,
siendo revisado mayormente en su ortografía.  Todos los otros tipos de
revisión son escasos en este texto.  Hemos supuesto que el texto de este
Nuevo Testamento es la revisión hecha por la Sociedad Bíblica Británica y
Extranjera (SBBE) en 1858.  Sin embargo, el Nuevo Testamento que escaneamos
no fue impreso por la SBBE, y hasta ahora no han confirmado la identidad del
texto que representa.  La revisión SBBE 1858 era una de tres revisiones de
Valera circulando en la era de su impresión (1865), y este texto es diverso
que las otras dos revisiones (SPCC 1862, SBA 1865), por eso parece apropiado
asumir que el texto en esta impresión es verdaderamente el NT Español de la
SBBE 1858.  Algunas revisiones ligeras nos confunden, sin embargo, siendo
idénticas a las revisiones hechas por la SPCC en 1862 (e.g. Lucas 6.1: panes
- sembrados), y nos hace suponer la posibilidad que había otra revisión que
ambas usaron, de otra manera tendríamos que suponer que la SPCC 1862 usó en
parte la revisión de la SBBE 1858.  (Hubo revisión de la Valera en 1831-2 por
la Sociedad Bíblica de Glasgow, pero no tenemos ningún ejemplar).

        Este Nuevo Testamento reproducimos aquí no solo para documentar tales
revisiones, sin embargo, sino para proveer una representación precisa de la
original Valera 1602, modernizada ortográficamente para facilitar comparación
con revisiones posteriores.  Si por medio de información futura averiguamos
que no es la revisión de la SBBE de 1858, nos disculpamos ahora por la mala
representación, pero por ser el texto siguiente mayormente una Valera 1602
revisada ortográficamente, el propósito de esta reproducción se mantiene
igual.

        En todos nuestros textos, letra itálica se reproduce entre corchetes
[...], para que se convierta fácilmente el Nuevo Testamento a muchos
diferentes formatos.  Algunas ediciones impresas tenían tanto letra itálica y
palabras entre corchetes.  En estos casos, para mantener la integridad de la
reproducción, aún corcheteamos palabras inicialmente itálicas, pero para
indicar la diferencia encerramos entre símbolos relativos <...> las palabras
originalmente entre corchetes.

        Todas las copias impresas que hemos escaneado y duplicado contienen
errores de impresión y puntuación.  Algunos son obvios, pero de vez en cuando
había varias posibilidades en la corrección.  En tales casos determinamos la
corrección según la original 1602, o la norma actual, la 1909.  En todos los
casos que hicimos correcciones señalamos la palabra alterada con el
circunflejo (^). Además señalamos con la misma marca aquellos lugares donde
parecía haber error, pero por no estar seguros, no cambiamos nada.

        Todos los asteriscos (*) en el texto son reproducciones de la impresión
original.  Significan alguna referencia en la margen, la cual reproducimos en
abrazaderas {*...} al final del versículo.



Guillermo Kincaid



[Termina Aviso e Introducción]



EL

NUEVO TESTAMENTO

DE

NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO,

Ó SEAN

LOS ESCRITOS EVANGÉLICOS Y APOSTÓLICOS.



VERSION REVISTA

Y CONFRONTADA CON EL TEXTO GRIEGO, Y CON DIVERSAS TRADUCCIONES,

POR

CIPRIANO DE VALERA.



LONDRES.

1865



IMPRESO POR

SPOTTISWOODE Y COMPANIA, NEW-STREET SQUARE

LONDRES



EL

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO

SEGUN

S. MATEO.



CAPITULO 1

 1 LIBRO de la generacion de Jesu Cristo, hijo de David, hijo de Abraham.

 2 Abraham engendró á Isaac; é Isaac engendró á Jacob; y Jacob engendró á
Judá y á sus hermanos;

 3 y Judá engendró de Thamár á Pharés y á Zara; y Pharés engendró á Hesrón; y
Hesrón engendró á Ram;

 4 y Ram engendró á Aminadáb; y Aminadáb engendró á Naasón; y Naasón engendró
á Salmón;

 5 y Salmón engendró de Raáb á Booz; y Booz engendró de Ruth a Obéd; y Obéd
engendró á Isaí;

 6 é Isaí engendró al rey David; y el rey David engendró á Salomón de la [que
fué mujer] de Urías;

 7 y Salomón engendró á Roboam; y Roboam engendró á Abiám; y Abiám engendró á
Asa;

 8 y Asa engendró á Josaphát; y Josaphát engendró á Jorám; y Jorám engendró á
Ozías;

 9 y Ozías engendró á Joathám; y Joathám engendró á Acház; y Acház engendró á
Ezechías;

 10 y Ezechías engendró a Manassé; y Manassé engendró á Amón; y Amón engendró
á Josías;

 11 y Josías engendró <á Joacím; y Joacím engendró> á Jechonías, y á sus
hermanos, en la trasmigracion de Babilonia;

 12 y despues de la trasmigracion de Babilonia, Jechonías engendró a
Salathiél; y Salathiél engendró á Zorobabél;

 13 y Zorobabél engendró á Abiud; y Abiud engendró á Eliacím; y Eliacím
engendró á Azór;

 14 y Azór engendró á Sadóc; y Sadóc engendró á Achím; y Achím engendró á
Eliud;

 15 y Eliúd engendró á Eleazár; y Eleazár engendró á Mathán; y Mathán
engendró á Jacob;

 16 y Jacob engendró á Joseph marido de María, de la cual nació Jesus, el
cual es llamado el Cristo.

 17 De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David, [son]
catorce generaciones; y desde David hasta la trasmigracion de Babilonia,
catorce generaciones; y desde la trasmigracion de Babilonia hasta Cristo,
catorce generaciones.

 18 Y EL nacimiento de Jesu Cristo fué así: Que siendo María su madre
desposada con Joseph, antes que se juntasen, fué hallada estar preñada del
Espíritu Santo.

 19 Y Joseph su marido, como era justo, y no la quisiese infamar, quiso
dejarla secretamente.

 20 Y pensando él esto, hé aquí, que el ángel del Señor le aparece en sueños,
diciendo: Joseph, hijo de David, no temas de recibir á María tu mujer: porque
lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es :

 21 y parirá hijo, y llamarás su nombre JESUS: porque él salvará á su pueblo
de sus pecados.

 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que fué dicho por el Señor
por el profeta, que dijo:

 23 He aquí, que una vírgen será preñada, y parirá hijo, y llamarás su nombre
Emmanuel, que declarado es: Con nosotros Dios.

 24 Y despertado Joseph del sueño, hizo como el ángel del Señor le habia
mandado, y recibió á su mujer.

 25 Y no la conoció hasta que parió á su Hijo primogénito; y llamó su nombre
JESUS.



CAPITULO 2

 1 Y COMO fué nacido Jesus en Bethlehem de Judea en los dias del rey Herodes,
hé aquí, que Magos vinieron del oriente á Jerusalem,

 2 diciendo: ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? porque su
estrella hemos visto en el oriente, y venimos á adorarle.

 3 Y oyendo [esto] el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalem con él.

 4 Y convocados todos los príncipes de los sacerdotes, y los escribas del
pueblo, les preguntó dónde habia de nacer el Cristo.

 5 Y ellos le dijeron: En Bethlehem de Judea: porque así está escrito por el
profeta:

 6 Y tú, Bethlehem, [de] tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los
príncipes de Judá: porque de tí saldrá Guiador, que apacentará á mi pueblo
Israel.

 7 Entonces Herodes, llamados los Magos en secreto, entendió de ellos
diligentemente el tiempo del aparecimiento de la estrella.

 8 Y enviándolos á Bethlehem, dijo: Andad allá, y preguntad con diligencia
por el niño; y despues que le halláreis, hacédmelo saber, para que yo venga y
le adore.

 9 Y ellos, habiendo oido al rey, se fueron; y hé aquí, que la estrella, que
habian visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso
sobre donde estaba el niño.

 10 Y vista la estrella, se gozaron mucho de gran gozo.

 11 Y entrando en la casa, hallaron al niño con su madre María, y
postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, e
incienso, y mirra.

 12 Y siendo avisados por revelacion en sueños, que no volviesen a Herodes,
se volvieron á su tierra por otro camino.

 13 Y partidos ellos, hé aquí, el ángel del Señor aparece en sueños á Joseph,
diciendo: Levántate, y toma al niño, y á su madre, y huye á Egipto, y estáte
allá, hasta que yo te [lo] diga: porque ha de acontecer que Herodes buscara
al niño para matarle.

 14 Y él despertando, tomó al niño y á su madre de noche, y se fué á Egipto;

 15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliese lo que
fué dicho por el Señor por el profeta, que dijo: De Egipto llamé á mi Hijo.

 16 Herodes entonces, como se vió burlado de los Magos, se enojó mucho; y
envió, y mató todos los niños que habia en Bethlehem, y en todos sus
términos, de edad de dos años abajo, conforme al tiempo que habia entendido
de los Magos.

 17 Entonces fué cumplido lo que se habia dicho por el Señor por el profeta
Jeremías, que dijo:

 18 Voz fué oida en Ramá, lamentacion, lloro, y gemido grande: Rachél que
llora sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron.

 19 Mas muerto Herodes, hé aquí, el ángel del Señor aparece en sueños á
Joseph en Egipto,

 20 diciendo: Levántate, y toma al niño, y á su madre, y véte á tierra de
Israél: que muertos son los que procuraban la muerte del niño.

 21 Entonces él se levantó, y tomó al niño, y á su madre, y se vino á tierra
de Israél.

 22 Y oyendo que Arquelao reinaba en Judéa por Herodes su padre, tuvo temor
de ir allá: mas amonestado por revelacion en sueños, se fué á las partes de
Galiléa.

 23 Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret: para que se cumpliese
lo que fué dicho por los profetas, que habia de ser llamado Nazareno.



CAPITULO 3

 1 Y EN aquellos dias vino Juan el Bautista, predicando en el desierto de
Judéa,

 2 y diciendo: Enmendáos: que el reino de los cielos se acerca.

 3 Porque este es aquel del cual fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:
Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; enderezad sus
veredas.

 4 Y tenia Juan su vestido de pelos de camellos, y una cinta de cuero
alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel montés.

 5 Entonces salia á él Jerusalem, y toda Judea, y toda la provincia al
rededor del Jordan,

 6 y eran bautizados de él en el Jordan, confesando sus pecados.

 7 Y viendo él muchos de los Fariséos y de los Saducéos, que venian á su
bautismo, les decia: Generacion de víboras, ¿quién os ha enseñado á huir de
la ira que vendrá?

 8 Haced pues frutos dignos de conversion.

 9 Y no penseis á deciros: A Abraham tenemos por padre: porque yo os digo,
que puede Dios despertar hijos á Abraham aun de estas piedras.

 10 Ahora, ya tambien la hacha está puesta á la raiz de los árboles; y todo
árbol que no hace buen fruto, es cortado, y echado en el fuego.

 11 Yo á la verdad os bautizo en agua para conversion: mas el que viene tras
mí, mas poderoso es que yo, los zapatos del cual yo no soy digno de llevar:
él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

 12 Su aventador en su mano, y aventará su era, y allegará su trigo en el
alfolí, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.

 13 ENTONCES Jesus vino de Galiléa á Juan al Jordan, para ser bautizado de
él.

 14 Mas Juan le resistia mucho, diciendo: Yo he menester de ser bautizado de
tí, ¿y tu vienes á mí?

 15 Empero respondiendo Jesus le dijo: Deja ahora: porque así nos conviene
cumplir toda justicia. Entonces le dejó.

 16 Y Jesus despues que fué bautizado, subió luego del agua, y, hé aquí, los
cielos le fueron abiertos, y vió al Espíritu de Dios que descendia como
paloma. Y venia sobre él;

 17 y, hé aquí, una voz de los cielos que decia: Este es mi Hijo amado, en el
cual tengo contentamiento.



CAPITULO 4

 1 ENTONCES Jesus fué llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del
diablo.

 2 Y habiendo ayunado cuarenta dias y cuarenta noches, despues tuvo hambre.

 3 Y llegándose á él el tentador, dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas
piedras se hagan pan.

 4 Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el
hombre: mas con toda palabra que sale por la boca de Dios.

 5 Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad; y le puso sobre las  almenas
del templo,

 6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate [de aquí] abajo; que escrito está:
Que á sus ángeles mandará por tí; y te alzarán en las manos, para que nunca
tropieces [con] tu pié á piedra.

 7 Jesus le dijo: Otra vez está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.

 8 Otra vez le pasa el diablo á un monte muy alto, y le muestra todos los
reinos del mundo, y su gloria,

 9 y le dice: Todo esto te daré, si postrado me adorares.

 10 Entonces Jesus le dice: Véte, Satanás: que escrito está: Al Señor tu Dios
adorarás, y á él solo servirás.

 11 El diablo entonces le dejó; y hé aquí, los ángeles llegaron, y le
servian.

 12 MAS oyendo Jesus que Juan era preso, se volvió á Galiléa;

 13 y dejando á Nazaret, vino, y habitó en Capharnaum, [ciudad] marítima, en
los confines de Zabulón y de Nephthalím:

 14 para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:

 15 La tierra de Zabulón, y la tierra de Nephthalím, camino de la mar, de la
otra parte del Jordán, Galiléa de los Gentiles,

 16 pueblo asentado en tinieblas, vió gran luz: y á los asentados en region y
sombra de muerte, luz les esclareció.

 17 Desde entonces comenzó Jesus á predicar, y á decir: Enmendáos: que el
reino de los cielos se ha acercado.

 18 Y andando Jesus junto á la mar de Galiléa, vió á dos hermanos, Simon, que
es llamado Pedro, y Andres su hermano, que echaban la red en la mar: porque
eran pescadores.

 19 Y les dice: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.

 20 Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron.

 21 Y pasando de allí, vió otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedéo, y
Juan su hermano, en la nave con Zebedéo su padre, que remendaban sus redes; y
los llamó.

 22 Y ellos luego, dejando la nave, y á su padre, le siguieron.

 23 Y rodeó Jesus á toda Galiléa, enseñando en las sinagogas de ellos, y
predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad, y toda flaqueza
en el pueblo.

 24 Y corria su fama por toda la Siria: y traian á él todos los que tenian
mal, los tomados de diversas enfermedades y tormentos, y los endemoniados, y
lunáticos, y paralíticos; y los sanaba.

 25 Y le seguian muchas compañías de Galiléa, y de Decápolis, y de Jerusalem,
y de Judéa, y de la otra parte del Jordán.



CAPITULO 5

 1 Y VIENDO Jesus las compañías, subió en el monte; y sentándose él, se
llegaron á él sus discípulos.

 2 Y abriendo [él] su boca, los enseñaba, diciendo:

 3 Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los
cielos.

 4 Bienaventurados los tristes: porque ellos recibirán consolacion.

 5 Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por herencia.

 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos
serán hartos.

 7 Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia.

 8 Bienaventurados los de limpio corazon: porque ellos verán á Dios.

 9 Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios.

 10 Bienaventurados los que padecen persecucion por causa de la justicia:
porque de ellos es el reino de los cielos.

 11 Bienaventurados sois, cuando dijeren mal de vosotros, y [os]
persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo.

 12 Gozáos y alegráos: porque vuestro salario [es] grande en los cielos: que
así persiguieron á los profetas que [fueron] antes de vosotros.

 13 Vosotros sois la sal de la tierra; y si la sal se desvaneciere, ¿con qué
será salada? no vale mas para nada, sino que sea echada fuera, y sea hollada
de los hombres.

 14 Vosotros sois la luz del mundo. La ciudad asentada sobre el monte no se
puede esconder:

 15 ni se enciende el candil, y se pone debajo de un almud, mas en el
candelero, y alumbra á todos los que están en casa.

 16 Así [pues] alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras obras buenas, y glorifiquen á vuestro Padre que está en los cielos.

 17 No penseis que he venido para desatar la ley, ó los profetas: no he
venido para desatar[la], mas para cumplirla.

 18 Porque de cierto os digo, [que] hasta que perezca el cielo y la tierra,
ni una jota, ni un tilde perecerá de la ley, que todas las cosas no sean
hechas.

 19 De manera que cualquiera que desatare uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñare á los hombres, muy pequeño será llamado en el reino
de los cielos: mas cualquiera que hiciere, y enseñare, este será llamado
grande en el reino de los cielos.

 20 Porque [yo] os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los
escribas y de los Fariséos, no entrareis en el reino de los cielos.

 21 Oisteis que fué dicho á los antiguos: No matarás: mas cualquiera que
matare, será culpado de juicio:

 22 yo pues os digo, que cualquiera que se enojare locamente con su hermano,
será culpado de juicio; y cualquiera que dijere á su hermano: Raca, será
culpado de concilio; y cualquiera que [á su hermano] dijere: Loco, será
culpado del quemadero del fuego.

 23 Por tanto si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares que tu
hermano tiene algo contra tí,

 24 deja allí tu presente delante del altar, y vé: vuelve primero en amistad
con tu hermano, y entonces vé, y ofrece tu presente.

 25 Sé amigo de tu adversario presto, entre tanto que estás con él en el
camino: porque no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez
te entregue al alguacil; y seas echado en prision.

 26 De cierto te digo, que no saldrás de allí, hasta que pagues el postrer
cornado.

 27 Oisteis que fué dicho á los antiguos: No adulterarás:

 28 yo pues os digo, que cualquiera que mira la mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazon.

 29 Por tanto si tu ojo derecho te fuere ocasion de caer, sácale, y échale de
tí: que mejor te es, que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu
cuerpo sea echado al quemadero.

 30 Y si tu mano derecha te fuere ocasion de caer, córtala, y échala de tí:
que mejor te es, que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo
sea echado al quemadero.

 31 Tambien fué dicho: Cualquiera que enviare su mujer, déle carta de
divorcio:

 32 mas yo os digo, que el que enviare su mujer, fuera de causa de
fornicacion, hace que ella adultere; y el que se casare con la enviada,
comete adulterio.

 33 Tambien, oisteis que fué dicho á los antiguos: No te perjurarás: mas
pagarás al Señor tus juramentos:

 34 yo pues os digo: No jureis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es
el trono de Dios;

 35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalem,
porque es la ciudad del gran Rey;

 36 ni por tu cabeza jurarás: porque no puedes hacer un cabello blanco ó
negro;

 37 mas sea vuestro hablar, Sí, sí: No, no: porque lo que es mas de esto, de
mal procede.

 38 Oisteis que fué dicho á los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente:

 39 mas yo os digo: No resistais con mal: antes á cualquiera que te hiriere
en tu mejilla diestra, vuélvele tambien la otra.

 40 Y al que quisiere ponerte á pleito, y tomarte tu ropa, déjale tambien la
capa.

 41 Y á cualquiera que te cargare por una legua, vé con él dos.

 42 Al que te pidiere, dále; y al que quisiere tomar de tí emprestado, no le
rehuses.

 43 Oisteis que fué dicho: Amarás á tu prójimo; y aborrecerás á tu enemigo:

 44 yo pues os digo: Amad á vuestros enemigos: bendecid á los que os
maldicen: haced bien á los que os aborrecen; y orad por los que os calumnian
y os persiguen:

 45 para que seais hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace
que su sol salga sobre malos y buenos; y llueve sobre justos é injustos.

 46 Porque si amáreis á los que os aman, ¿qué salario tendreis? ¿No hacen
tambien lo mismo los publicanos?

 47 Y si abrazáreis á vuestros hermanos solamente, ¿qué haceis de mas? ¿No
hacen tambien así los publicanos?

 48 Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto.



CAPITULO 6

 1 MIRAD que no hagais vuestra limosna delante de los hombres, para que seais
mirados de ellos: de otra manera no tendreis salario acerca de vuestro Padre
que está en los cielos.

 2 Pues cuando haces limosna, no hagas tocar trompeta delante de tí, como
hacen los hipócritas en las sinagogas, y en las plazas, para ser estimados de
los hombres: de cierto os digo, [que ya] tienen su salario.

 3 Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha:

 4 que sea tu limosna en secreto; y tu Padre, que mira en lo secreto, el te
pagará en público.

 5 Y cuando orares, no seas como los hipócritas: porque ellos aman el orar en
las sinagogas, y en los cantones de las calles en pié, para que sean vistos.
De cierto que [ya] tienen su salario.

 6 Mas tú, cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu
Padre que está en secreto: y tu Padre, que ve en lo secreto, te pagará en
público.

 7 Y orando, no seais prolijos, como los Gentiles, que piensan que por su
parleria serán oidos.

 8 No os hagais pues semejantes á ellos: porque vuestro Padre sabe de que
cosas teneis necesidad antes que vosotros le pidais.

 9 Vosotros, pues, orareis así: Padre nuestro, que estás en los cielos: sea
santificado tu nombre.

 10 Venga tu reino: sea hecha tu voluntad, como en el cielo, [así] tambien en
la tierra.

 11 Dános hoy nuestro pan cotidiano.

 12 Y suéltanos nuestras deudas, como tambien nosotros soltamos á nuestros
deudores.

 13 Y no nos metas en tentacion: mas líbranos de mal: porque tuyo es el
reino, y la potencia, y la gloria, por [todos] los siglos. Amen.

 14 Porque si soltáreis á los hombres sus ofensas, os soltará tambien á
vosotros vuestro Padre celestial.

 15 Mas si no soltáreis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
soltará vuestras ofensas.

 16 Y cuando ayunais, no seais como los hipócritas, austeros: que demudan sus
rostros para parecer á los hombres que ayunan. De cierto os digo, [que ya]
tienen su salario.

 17 Mas tú, cuando ayunas, unge tu cabeza, y lava tu rostro,

 18 para no parecer á los hombres que ayunas, sino á tu Padre que está en
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te pagará en público.

 19 No hagais tesoros en la tierra, donde la polilla y el orin corrompe, y
donde ladrones minan, y hurtan:

 20 mas hacéos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orin corrompe, y
donde ladrones no minan, ni hurtan.

 21 Porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazon.

 22 El candil del cuerpo es el ojo: así que si tu ojo fuere sincero, todo tu
cuerpo será luminoso.

 23 Mas si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que si la
lumbre que en tí hay, son tinieblas, ¿cuántas [serán] las mismas tinieblas?

 24 Ninguno puede servir á dos señores: porque ó aborrecerá al uno, y amará
al otro; ó se llegará al uno, y menospreciará al otro. No podeis servir á
Dios y á Mammon.

 25 Por tanto os digo: No os congojeis por vuestra vida, que habeis de comer,
ó que habeis de beber; ni por vuestro cuerpo, que habeis de vestir. ¿La vida
no es mas que el alimento, y el cuerpo que el vestido?

 26 Mirad á las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en
alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho
mejores que ellas?

 27 ¿Mas quién de vosotros podrá congojándose añadir á su estatura un codo?

 28 Y por el vestido, ¿por qué os congojais? Aprended [de] los lirios del
campo, como crecen: no trabajan, ni hilan:

 29 mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fué vestido así como
uno de ellos.

 30 Y si la yerba del campo, que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios
[la] vista así, ¿no [hará] mucho mas á vosotros, [hombres] de poca fé?

 31 No os congojeis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, O qué beberemos, ó con
qué nos cubriremos?

 32 Porque los Gentiles buscan todas estas cosas: porque vuestro Padre
celestial sabe que de todas estas cosas teneis necesidad.

 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios, y su justicia; y todas estas
cosas os serán añadidas.

 34 Así que, no os congojeis por lo de mañana; que la mañana traerá su
congoja: baste al dia su afliccion.



CAPITULO 7

 1 No juzgueis, porque tambien no seais juzgados.

 2 Porque con el juicio con que juzgais, sereis juzgados; y con la medida que
medis, [con ella] os volverán á medir.

 3 Y ¿por qué mires la arista que [está] en el ojo de tu hermano, y no echas
de ver la viga que está en tu ojo?

 4 O ¿cómo dirás á tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la arista; y, hé
aquí, [una] viga en tu ojo?

 5 ¡Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo; y entonces mirarás en echar la
arista del ojo de tu hermano.

 6 No deis lo santo á los perros; ni echeis vuestras perlas delante de los
puercos: porque no las rehuellen con sus piés, y vuelvan, y os despedacen.

 7 Pedid, y se os dará: buscad, y hallareis: tocad, y se os abrirá.

 8 Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que toca,
se abre.

 9 ¿Qué hombre hay de vosotros, á quien si su hijo pidiere pan, le dará una
piedra?

 10 ¿Y, si [le] pidiere pescado, le dará serpiente?

 11 Pues, si vosotros, siendo malos, sabeis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, vuestro Padre que está en los cielos, ¿cuánto mas dará buenas cosas a
los que piden de él?

 12 Así que, todas las cosas que querriais que los hombres hiciesen con
vosotros, así tambien haced vosotros con ellos: porque esta es la ley, y los
profetas.

 13 Entrad por la puerta estrecha: porque el camino, que lleva á perdicion,
es ancho y espacioso; y los que van por él, [son] muchos.

 14 Porque la puerta es estrecha, y angosto el camino que lleva á la vida; y
pocos son los que lo hallan.

 15 Tambien, guardáos de los falsos profetas, que vienen á vosotros con
vestidos de ovejas: mas de dentro son lobos robadores.

 16 Por sus frutos los conocereis. Cógense uvas de los espinos, ó higos de
los cambrones?

 17 De esta manera, todo buen árbol lleva buenos frutos: mas el árbol podrido
lleva malos frutos.

 18 No puede el buen árbol llevar malos frutos; ni el árbol podrido llevar
buenos frutos.

 19 Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase, y échase en el fuego.

 20 Así que por sus frutos los conocereis.

 21 No cualquiera que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

 22 Muchos me dirán en aquel dia Señor, Señor, ¿no profetizamos [en] tu
nombre, y [en] tu nombre sacamos demonios, y [en] tu nombre hicimos muchas
grandezas?

 23 Y entonces les confesaré: Nunca os conocí: apartáos de mí, obradores de
maldad.

 24 Pues, cualquiera que me oye estas palabras, y las hace, le compararé al
varon prudente, que edificó su casa sobre peña:

 25 y descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron vientos, y combatieron
aquella casa; y no cayó: porque estaba fundada sobre peña.

 26 Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé al
varon loco, que edificó su casa sobre arena:

 27 que descendió lluvia, y vinieron rios, y soplaron vientos, e hicieron
ímpetu en aquella casa; y cayó; y fué su ruina grande.

 28 Y FUÉ [que] como Jesus acabó estas palabras, las compañías se espantaban
de su doctrina:

 29 porque los enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.



CAPITULO 8

 1 Y COMO descendió del monte, le seguian muchas compañías.

 2 Y, hé aquí, un leproso vino, y le adoró, diciendo: Señor, si quisieres,
puedes limpiarme.

 3 Y extendiendo Jesus su mano, le tocó, diciendo: Quiero: sé limpio. Y luego
su lepra fué limpiada.

 4 Entonces Jesus le dijo: Mira, no [lo] digas á nadie: mas vé, muéstrate al
sacerdote, y ofrece el presente que mandó Moisés, para que les conste.

 5 Y entrando Jesus en Capharnaum, vino á él el centurion, rogándole,

 6 y diciendo: Señor, mi mozo está echado en casa paralítico, gravemente
atormentado.

 7 Y Jesus le dijo: Yo vendré, y le sanaré.

 8 Y respondió el centurion, y dijo: Señor, no soy digno que entres debajo de
mi techumbre: mas solamente dí con la palabra, y mi mozo sanará:

 9 porque tambien yo soy hombre debajo de potestad; y tango debajo de mi
[potestad] soldados; y digo á este: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi
siervo: Haz esto, y [lo] hace.

 10 Y oyéndo[lo] Jesus, se maravilló, y dijo á los que [le] seguian: De
cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fé.

 11 Mas [yo] os digo, que vendrán muchos del oriente, y del occidente, y se
asentarán con Abraham, é Isaac, y Jacob, en el reino de los cielos.

 12 Y los hijos del reino serán echados á las tinieblas de fuera: allí será
el lloro, y el crujir de dientes.

 13 Entonces Jesus dijo al centurion: Vé, y como creiste, sea hecho contigo.
Y su mozo fué sano en el mismo momento.

 14 Y vino Jesus á casa de Pedro, y vió á su suegra echada en la cama, y con
fiebre.

 15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servia.

 16 Y como fué ya tarde, trajeron á él muchos endemoniados, y echó [de ellos]
los demonios con la palabra, y sanó todos los enfermos:

 17 para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta Isaías, que dijo:
El tomó nuestras enfermedades, y llevó [nuestras] dolencias.

 18 Y VIENDO Jesus muchas compañías al rededor de sí, mandó que se fuesen de
la otra parte [del lago.]

 19 Y llegóse un escriba, y díjole: Maestro, te seguiré donde quiera que
fueres.

 20 Y Jesus le dijo: las zorras tienen cavernas, y las aves del cielo nidos:
mas el Hijo del hombre no tiene donde acueste su cabeza.

 21 Y otro de sus discípulos le dijo: Señor, dáme licencia que vaya primero,
y entierre á mi padre.

 22 Y Jesus le dijo: Sígueme, y deja que los muertos entierren á sus muertos.

 23 Y entrando él en [un] navío, sus discípulos le siguieron.

 24 Y, hé aquí, fué hecho en la mar un gran movimiento, que el navío se
cubria de las ondas; y él dormia.

 25 Y llegándose sus discípulos, le despertaron, diciendo: Señor, sálvanos,
perecemos.

 26 Y [él] les dice: ¿Por qué temeis, [hombres] de poca fé? Entonces
despierto reprendió á los vientos y á la mar; y fué grande bonanza.

 27 Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué [hombre] es este, que aun
los vientos y la mar le obedecen?

 28 Y como él vino de la otra parte en la provincia de los Gergesenos, le
vinieron al encuentro dos endemoniados que salian de los sepulcros, fieros en
gran manera, que nadie podia pasar por aquel camino.

 29 Y, hé aquí, clamaron, diciendo: ¿Qué tenemos contigo, Jesus, Hijo de
Dios? ¿Has venido ya acá á molestarnos antes de tiempo?

 30 Y estaba lejos de ellos un hato de muchos puercos paciendo.

 31 Y los demonios le rogaron, diciendo: Si nos echas, permítenos que vamos
en aquel hato de puercos.

 32 Y les dijo: Id. Y ellos salidos, se fueron en aquel hato de puercos; y hé
aquí, todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la mar; y
murieron en las aguas.

 33 Y los porqueros huyeron, y viniendo á la ciudad, contaron todas las
cosas, y lo que habia pasado con los endemoniados.

 34 Y, hé aquí, toda la ciudad salió á recibir á Jesus: y cuando le vieron,
le rogaban que se fuese de sus términos.



CAPITULO 9

 1 ENTONCES entrando en el navío, pasó de la otra parte, y vino á su ciudad.

 2 Y, hé aquí, le trajeron un paralítico echado en [una] cama: y viendo Jesus
la fé de ellos, dijo al paralítico: Confia, hijo; tus pecados te son
perdonados.

 3 Y, hé aquí, algunos de los escribas decian dentro de sí: Este blasfema.

 4 Y viendo Jesus sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensais mal en vuestros
corazones?

 5 ¿cuál es mas fácil, decir: los pecados te son perdonados; ó decir:
Levántate, y anda?

 6 mas porque sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y
véte á tu casa.

 7 Entonces él se levantó, y se fué á su casa.

 8 Y las compañías viéndo[lo], se maravillaron, y glorificaron á Dios, que
hubiese dado tal potestad á hombres.

 9 Y PASANDO Jesus de allí, vió á un hombre, que estaba sentado al banco [de
los públicos tributos], el cual se llamaba Matéo, y dícele: Sígueme. Y se
levantó, y le siguió.

 10 Y aconteció que estando él sentado á la mesa en casa, hé aquí que muchos
publicanos y pecadores, que habian venido, se sentaron juntamente á la mesa
con Jesus y sus discípulos.

 11 Y viendo [esto] los Fariséos, dijeron á sus discípulos: ¿Por qué come
vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?

 12 Y oyéndo[lo] Jesus, les dijo: los que están sanos, no tienen necesidad de
médico; sino los enfermos.

 13 Andad, antes aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio:
Porque no he venido á llamar los justos, sino los pecadores á penitencia.*
{* A enmienda, á conversion.}

 14 Entonces los discípulos de Juan vienen á él, diciendo: ¿Por qué nosotros
y los Fariséos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan?

 15 Y les dijo Jesus: ¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que
el esposo está con ellos? Mas vendrán dias, cuando el esposo será quitado de
ellos, y entonces ayunarán.

 16 Y nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo: porque el tal
remiendo tira del vestido, y se hace peor rotura.

 17 Ni echan vino nuevo en cueros viejos: de otra manera los cueros se
rompen, y el vino se derrama, y se pierden los cueros: mas echan el vino
nuevo en cueros nuevos; y lo uno y lo otro se conserva juntamente.

 18 HABLANDO él estas cosas á ellos, hé aquí, un principal vino, y le adoró,
diciendo: Mi hija es muerta poco há: mas ven, y pon tu mano sobre ella, y
vivirá.

 19 Y se levantó Jesus, y le siguió, y sus discípulos.

 20 Y, hé aquí, una mujer enferma de flujo de sangre doce años habia,
llegándose por detrás, tocó la fimbria de su vestido:

 21 porque decia entre sí: Si tocare solamente su vestido, seré libre.

 22 Mas Jesus volviéndose, y mirándola, dijo: Confia, hija, tu fé te ha
librado. Y la mujer fué libre desde aquella hora.

 23 Y venido Jesus á casa del principal, viendo los tañedores de flautas, y
la compañía que hacia bullicio,

 24 díceles: Apartáos, que la moza no es muerta; mas duerme. Y se burlaban de
él.

 25 Y como la compañía fué echada fuera, entró, y la tomó de la mano; y la
moza se levantó.

 26 Y salió esta fama por toda aquella tierra.

 27 Y pasando Jesus de allí, le siguieron dos ciegos dando voces, y diciendo:
Ten misericordia de nosotros, Hijo de David.

 28 Y venido á casa, vinieron á él los ciegos; y Jesus les dice: ¿Creeis que
puedo hacer esto? Ellos dicen: Sí, Señor.

 29 Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme á vuestra fé os sea
hecho.

 30 Y los ojos de ellos fueron abiertos; y Jesus les encargó [rigurosamente],
diciendo: Mirad, nadie [lo] sepa.

 31 Mas ellos salidos, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

 32 Y saliendo ellos, hé aquí, le trajeron un hombre mudo, endemoniado.

 33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las compañías se
maravillaron, diciendo: Nunca ha sido vista cosa semejante en Israél.

 34 Mas los Fariséos decian: Por el príncipe de los demonios echa fuera los
demonios.

 35 Y RODEABA Jesus por todas las ciudades y aldeas, enseñando en las
sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda
enfermedad, y toda flaqueza en el pueblo.

 36 Y viendo las compañías, tuvo misericordia de ellas: que eran derramados y
esparcidos, como ovejas que no tienen pastor.

 37 Entonces dice á sus discípulos: A la verdad la mies es mucha: mas los
obreros, pocos:

 38 rogad pues al Señor de la mies, que envie obreros á su mies.



CAPITULO 10

 1 ENTONCES llamando sus doce discípulos, les dió potestad contra los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad, y
toda flaqueza.

 2 Y los nombres de los doce apóstoles son estos: El primero, Simon, que es
dicho Pedro, y Andres su hermano: Jacobo [hijo] de Zebedéo, y Juan su
hermano:

 3 Felipe, y Bartolomé: Tomás, y Matéo el publicano; Jacobo [hijo] de Alféo,
y Lebéo, por sobrenombre Tadéo:

 4 Simon de Caná, y Judas Iscariote, que tambien le entregó.

 5 Estos doce envió Jesus, á los cuales dió mandamiento, diciendo: Por el
camino de los Gentiles no ireis, y en ciudad de Samaritanos no entreis:

 6 mas id antes á las ovejas perdidas de la casa de Israel.

 7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos ha llegado.

 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios:
de gracia recibisteis, dad de gracia.

 9 No poseais oro, ni plata, ni dinero en vuestras bolsas;

 10 ni alforja para el camino, ni dos ropas de vestir, ni zapatos, ni bordon:
porque el obrero digno es de su alimento.

 11 Mas en cualquier ciudad ó aldea, donde entráreis, buscad [con diligencia]
quien sea en ella digno, y reposad allí hasta que salgais.

 12 Y entrando en la casa, saludadla.

 13 Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella: mas si no fuere
digna, vuestra paz se volverá á vosotros.

 14 Y cualquiera que no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de
aquella casa ó ciudad, y sacudid el polvo de vuestros piés.

 15 De cierto os digo: [Que el castigo] será mas tolerable á la tierra de los
de Sodoma, y de los de Gomorrha en el dia del juicio, que á aquella ciudad.

 16 Hé aquí, yo os envio como á ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes
como serpientes, y sencillos como palomas.

 17 Y guardáos de los hombres: porque os entregarán en concilios, y en sus
sinagogas os azotarán.

 18 Y aun á príncipes, y á reyes sereis llevados por causa de mí, para que
les conste á ellos, y á los Gentiles.

 19 Mas cuando os entregaren, no os congojeis cómo, ó qué habeis de hablar:
porque en aquella hora os será dada que hableis.

 20 Porque no sois vosotros los que hablais, sino el Espíritu de vuestro
Padre, que habla en vosotros.

 21 El hermano entregará al hermano á la muerte, y el padre al hijo; y los
hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.

 22 Y sereis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que soportare hasta
el fin, este será salvo.

 23 Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid á la otra: porque de
cierto os digo, [que] no acabareis de andar todas las ciudades de Israél, que
no venga el Hijo del hombre.

 24 El discípulo no es mas que su Maestro, ni el siervo mas que su Señor.

 25 Bástele al discípulo ser como su Maestro, y al siervo como su Señor: si
al [mismo] Padre de la familia llamaron Beelzebub, ¿cuánto mas á los de su
casa?

 26 Así que no los temais: porque nada hay encubierto, que no haya de ser
manifestado; y [nada] oculto, que no haya de saberse.

 27 Lo que os digo en tinieblas, decidlo en luz; y lo que ois á la oreja,
predicadlo de los tejados.

 28 Y no tengais miedo de los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden
matar: temed antes á aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el
quemadero.

 29 ¿No se venden dos pajarillos por una blanca? y uno de ellos no cae á
tierra sin vuestro Padre.

 30 Y vuestros cabellos tambien, todos están contados.

 31 No temais pues: mas valeis vosotros que muchos pajarillos.

 32 Pues cualquiera que me confesare delante de los hombres, le confesaré yo
tambien delante de mi Padre, que está en los cielos.

 33 Y cualquiera que me negare delante de los hombres, le negaré yo tambien
delante de mi Padre, que está en los cielos.

 34 No penseis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para
meter paz, sino cuchillo.

 35 Porque he venido para hacer disension del hombre contra su padre, y de la
hija contra su madre, y de la nuera contra su suegra.

 36 Y los enemigos del hombre, los de su casa.

 37 El que ama á padre ó á madre mas que á mí, no es digno de mí; y el que
ama á hijo ó á hija mas que á mí, no es digno de mí.

 38 Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

 39 El que hallare su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa
de mí, la hallará.

 40 El que os recibe á vosotros, á mí recibe; y el que á mí recibe, recibe al
que me envió.

 41 El que recibe profeta en nombre de profeta, salario de profeta recibirá;
y el que recibe justo en nombre de justo, salario de justo recibirá.

 42 Y cualquiera que diere á uno de estos pequeñitos un jarro de [agua] fria
solamente, en nombre de discípulo, de cierto os digo, [que] no perderá su
salario.



CAPITULO 11

 1 Y FUÉ, que acabando Jesus de dar mandamientos á sus doce discípulos, se
fué de allí á ensenar y á predicar en las ciudades de ellos.

 2 Y OYENDO Juan en la prision los hechos de Cristo, envióle dos de sus
discípulos,

 3 diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó esperaremos á otro?

 4 Y respondiendo Jesus, les dijo: Id, haced saber á Juan las cosas que ois y
veis.

 5 los ciegos ven, y los cojos andan: los leprosos son limpiados, y los
sordos oyen: los muertos son resucitados, y á los pobres es anunciada la
alegre nueva.

 6 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.

 7 E idos ellos, comenzó Jesus á decir de Juan á las compañías: ¿Qué
salisteis á ver al desierto? ¿[alguna] caña que es meneada del viento?

 8 O ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de blandos vestidos? Cierto
los que traen [vestidos] blandos, en las casas de los reyes están.

 9 O ¿qué salisteis á ver? ¿profeta? Tambien os digo, y mas que profeta.

 10 Porque este es de quien está escrito: Hé aquí, yo envio mi ángel delante
de tu faz, que aparejará tu camino delante de tí.

 11 De cierto os digo, [que] no se levantó entre los que nacen de mujeres
otro mayor que Juan el Bautista: mas el que es muy pequeño en el reino de los
cielos, mayor es que él.

 12 Desde los dias de Juan el Bautista hasta ahora al reino de los cielos se
hace fuerza, y los valientes lo arrebatan.

 13 Porque todos los profetas, y la ley, hasta Juan profetizaron.

 14 Y si quereis recibir, él es aquel Elías que habia de venir.

 15 El que tiene oidos para oir, oiga.

 16 Mas, ¿á quien compararé esta generacion? Es semejante á los muchachos que
se sientan en las plazas, y dan voces á sus compañeros,

 17 y dicen: Os tañimos flauta, y no bailasteis: os endechamos, y no
lamentasteis.

 18 Porque vino Juan, que ni comia ni bebia, y dicen: Demonio tiene.

 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Hé aquí un hombre
comilon, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Mas la
sabiduría es aprobada de sus hijos.

 20 ENTONCES comenzó á zaherir [el beneficio] á las ciudades en las cuales
habian sido hechas muy muchas de sus maravillas, porque no se habian
enmendado, [diciendo:]

 21 ¡Ay de tí, Corazin! ¡Ay de tí, Bethsaida! porque si en Tyro y en Sidón
fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, en otro tiempo
hubieran hecho penitencia en saco y en ceniza.

 22 Por tanto [yo] os digo, [que] á Tyro y a Sidón será mas tolerable [el
castigo] en el dia del juicio, que á vosotras.

 23 Y tú, Capharnaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta los infiernos
serás bajada: porque si en los de Sodoma fueran hechas las maravillas que han
sido hechas en tí, hubieran quedado hasta el dia de hoy.

 24 Por tanto [yo] os digo, [que] á la tierra de los de Sodoma será mas
tolerable [el castigo] en el dia del juicio, que a tí.

 25 En aquel tiempo respondiendo Jesus, dijo: Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, que hayas escondido esto de los sabios y de los
entendidos, y lo hayas revelado á los niños.

 26 Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos.

 27 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie conoció al Hijo,
sino el Padre: ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y [aquel] á quien el
Hijo le quisiere revelar.

 28 Venid á mí, todos los que estais trabajados, y cargados, que yo os haré
descansar.

 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazon, y hallareis descanso para vuestras almas.

 30 Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.



CAPITULO 12

 1 EN aquel tiempo iba Jesus por unos sembrados en sábado; y sus discípulos
tenian hambre, y comenzaron á coger espigas, y á comer.

 2 Y viéndo[lo] los Fariséos, le dijeron: Hé aquí, tus discípulos hacen lo
que no es lícito hacer en sábado.

 3 Y él les dijo: ¿No habeis leido, qué hizo David, teniendo hambre él, y los
que estaban con él?

 4 ¿Cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposicion, que
no le era lícito comer de ellos, ni a los que estaban con él, sino á solos
los sacerdotes?

 5 O ¿no habeis leido en la ley, que los sábados en el templo los sacerdotes
profanan el sábado, y son sin culpa?

 6 Pues os digo, que mayor que el templo está aquí.

 7 Mas si supiéseis qué es: Misericordia quiero, y no sacrificio, no
condenariais á los inocentes.

 8 Porque Señor es aun del sábado el Hijo del hombre.

 9 Y partiéndose de allí, vino á la sinagoga de ellos.

 10 Y hé aquí, habia [allí] uno que tenia una mano seca; y le preguntaron,
diciendo: ¿Es lícito curar en sábado? por acusarle.

 11 Y él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si
cayere esta en una fosa en sábado, no le eche mano, y [la] levante?

 12 ¿Pues cuánto mas vale un hombre que una oveja? Así que licito es en los
sábados hacer bien.

 13 Entonces dijo á aquel hombre: extiende tu mano. Y él [la] extendió, y
[le] fué restituida sana como la otra.

 14 Y salidos los Fariséos consultaron contra él para destruirle.

 15 Mas sabiéndo[lo] Jesus, se apartó de allí; y le siguieron muchas
compañías, y sanaba á todos.

 16 Y él les defendia rigurosamente, que no le descubriesen:

 17 para que se cumpliese lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que
dijo:

 18 Hé aquí mi siervo, al cual he escogido, mi amado, en el cual se agrada mi
alma: pondré mi Espíritu sobre él, y á los Gentiles anunciará juicio;

 19 no contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz:

 20 la caña cascada no quebrará; y el pábilo que humea no apagará, hasta que
saque á victoria el juicio;

 21 y en su nombre esperarán los Gentiles.

 22 ENTONCES fué traido á él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal
manera que el ciego y mudo hablaba y veia.

 23 Y las compañías estaban fuera de sí, y decian: ¿Es este aquel Hijo de
David?

 24 Mas los Fariséos, oyéndo[lo], decian: Este no echa fuera los demonios,
sino por Beelzebub, príncipe de los demonios.

 25 Y Jesus, como sabia los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo es desolado; y toda ciudad ó casa, dividida contra
sí misma, no permanecerá.

 26 Y Si Satanás echa fuera á Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo,
pues, permanecerá su reino?

 27 Y Si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, ¿vuestros hijos, por quién
[los] echan? Por tanto ellos serán vuestros jueces.

 28 Y si por Espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha
llegado á vosotros el reino de Dios.

 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del valiente, y saquear sus
alhajas, si primero no prendiere al valiente? y entonces saqueará su casa.

 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no coge, derrama.

 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado á los hombres:
mas la blasfemia del Espíritu no será perdonada á los hombres.

 32 Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado:
mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni
en este siglo, ni en el venidero.

 33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno; ó haced el árbol podrido, y su
fruto podrido: porque del fruto es conocido el árbol.

 34 Generacion de víboras, ¿cómo podeis hablar bien, siendo malos? porque de
la abundancia del corazon habla la boca.

 35 El buen hombre del buen tesoro del corazon saca buenas cosas; y el mal
hombre del mal tesoro saca malas cosas.

 36 Mas [yo] os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de
ella darán cuenta en el dia del juicio.

 37 Porque de tus palabras serás justificado, y de tus palabras seras
condenado.

 38 Entonces respondieron unos de los escribas y de los Fariséos, diciendo:
Maestro, deseamos ver de tí señal.

 39 Y él respondió, y les dijo: La generacion mala y adulterina demanda
señal: mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás profeta.

 40 Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres dias y tres
noches, así estará el Hijo del hombre en el corazon de la tierra tres dias y
tres noches.

 41 Los de Nínive se levantarán en juicio con esta generacion, y la
condenarán: porque ellos hicieron penitencia á la predicacion de Jonás; y hé
aquí, mas que Jonás en este lugar.

 42 La reina del austro se levantará en juicio con esta generacion, y la
condenará: porque vino de los fines de la tierra para oir la sabiduría de
Salomón; y hé aquí, mas que Salomón en este lugar.

 43 Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos
buscando reposo, y no hallándole.

 44 Entonces dice: Me volveré á mi casa, de donde salí. Y cuando viene, [la]
halla desocupada, barrida, y adornada.

 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y
entrados moran allí; y son peores las postreras del tal hombre, que sus
primeras. Así tambien acontecerá á esta generacion mala.

 46 Y ESTANDO él aun hablando á las compañías, hé aquí, su madre y sus
hermanos estaban fuera, que le querian hablar.

 47 Y le dijo uno: Hé aquí, tu madre y tus hermanos están fuera, que te
quieren hablar.

 48 Y respondiendo él al que le decia [esto], dijo: ¿Quién es mi madre, y
quiénes son mis hermanos?

 49 Y extendiendo su mano hácia sus discípulos, dijo: Hé aquí, mi madre y mis
hermanos.

 50 Porque todo aquel que hiciere la voluntad de mi Padre, que [está] en los
cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.



CAPITULO 13

 1 Y AQUEL dia, saliendo Jesus de la casa, se sentó, junto á la mar.

 2 Y se allegaron á él muchas compañías; y entrándose él en un navío, se
sentó, y toda la compañía estaba á la ribera.

 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: Hé aquí, el que sembraba
salió á sembrar.

 4 Y sembrando, parte [de la simiente] cayó junto al camino, y vinieron las
aves, y la comieron.

 5 Y parte cayó en pedregales, donde no tenia mucha tierra; y nació luego,
porque no tenia tierra profunda:

 6 mas en saliendo el sol, se quemó, y se secó, porque no tenia raiz.

 7 Y parte cayó en espinas, y las espinas crecieron, y la ahogaron.

 8 Y parte cayó en buena tierra, y dió fruto, uno de á ciento, y otro de á
sesenta, y otro de á treinta.

 9 Quien tiene oidos para oir, oiga.

 10 Entonces llegándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por
parábolas?

 11 Y él respondiendo, les dijo: Porque á vosotros es concedido saber los
misterios del reino de los cielos, mas á ellos no es concedido.

 12 Porque á cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá mas: mas al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado.

 13 Por eso les hablo por parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen,
ni entienden.

 14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oido
oireis, y no entendereis; y viendo vereis, y no mirareis.

 15 Porque el corazon de este pueblo está engrosado, y de los oidos oyen
pesadamente, y de sus ojos guiñan: porque no vean de los ojos, y oigan de los
oidos, y del corazon entiendan, y se conviertan, y yo los sane.

 16 Mas bienaventurados vuestros ojos, porque ven, y vuestros oidos, porque
oyen.

 17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo
que [vosotros] veis, y no [lo] vieron; y oir lo que [vosotros] ois, y no [lo]
oyeron.

 18 Oid pues vosotros la parábola del que siembra.

 19 Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndo[la], viene el
Malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazon. Este es el que fué
sembrado junto al camino.

 20 Y el que fué sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra, y
luego la recibe con gozo.

 21 Mas no tiene raiz en sí, antes es temporal: que venida la afliccion ó la
persecucion por la palabra, luego se ofende.

 22 Y el que fué sembrado en espinas, este es el que oye la palabra: mas la
congoja de este siglo, y el engaño de las riquezas ahoga la palabra, y se
hace sin fruto.

 23 Mas el que fué sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la
palabra, y el que lleva el fruto; y lleva uno á ciento, y otro á sesenta, y
otro á treinta.

 24 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante
al hombre que siembra buena simiente en su haza.

 25 Mas durmiendo los hombres, vino su enemigo, y sembró zizaña entre el
trigo, y se fue.

 26 Y como la yerba salió, é hizo fruto, entonces la zizaña pareció tambien.

 27 Y llegándose los siervos del padre de la familia, le dijeron: Señor, ¿no
sembraste buena simiente en tu haza? ¿pues de dónde tiene zizaña?

 28 Y él les dijo: Un hombre enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron:
¿Pues quieres que vamos, y la cojamos?

 29 Y él dijo: No: porque cogiendo la zizaña, no arranqueis tambien con ella
el trigo:

 30 dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de
la siega [yo] diré á los segadores: Coged primero la zizaña, y atadla en
manojos, para quemarla: mas el trigo allegadle en mi alfolí.

 31 Otra parábola les propuso, diciendo: El reino de los cielos es semejante
al grano de mostaza, que tomándolo alguno lo sembró en su haza:

 32 el cuál á la verdad es el mas pequeño de todas las simientes: mas cuando
ha crecido, es el mayor de [todas] las hortalizas; y se hace árbol, que
vienen las aves del cielo, y hacen nidos en sus ramas.

 33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante á la
levadura, que tomándola una mujer, la esconde en tres medidas de harina,
hasta que toda se leude.

 34 Todo esto habló Jesus por parábolas á las compañías: y nada les habló sin
parábolas:

 35 para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré
en parábolas mi boca: rebosaré cosas escondidas desde la fundacion del mundo.

 36 Entonces, enviadas las compañías, Jesus se vino á casa; y llegándose á él
sus discípulos, le dijeron: Decláranos la parábola de la zizaña de la haza.

 37 Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena simiente es el Hijo
del hombre;

 38 y la haza es el mundo; y la buena simiente, estos son los hijos del
reino; y la zizaña son los hijos del Malo;

 39 y el enemigo que la sembró, es el Diablo; y la siega es el fin del mundo;
y los segadores son los ángeles:

 40 de manera que como es cogida la zizaña, y quemada á fuego, así será en el
fin de este siglo:

 41 enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los
estorbos, y los que hacen iniquidad;

 42 y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro, y el crujir de
dientes.

 43 Entonces los justos resplandecerán, como el sol, en el reino de su Padre.
El que tiene oidos para oir, oiga.

 44 Tambien el reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en la
haza, el cual hallado, el hombre [lo] encubre, y de gozo de él, va, y vende
todo lo que tiene, y compra aquella haza.

 45 Asimismo el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que
busca buenas perlas:

 46 que hallando una preciosa perla, fué, y vendió todo lo que tenia, y la
compró.

 47 Tambien el reino de los cielos es semejante á la red, que echada en la
mar coge de todas suertes:

 48 la cual siendo llena, la sacaron á la orilla; y sentados cogieron lo
bueno en vasos, y lo malo echaron fuera.

 49 Así será en la fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán á los
malos de entre los justos:

 50 y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro, y el crujir de
dientes.

 51 Jesus les dice: ¿Habeis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí,
Señor.

 52 Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el reino de los cielos es
semejante á un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas
viejas.

 53 Y ACONTECIÓ [que] acabando Jesus estas parábolas, pasó de allí.

 54 Y yendo á su tierra, les enseñó en la sinagoga de ellos, de tal manera
que ellos estaban fuera de sí, y decian: ¿De dónde tiene este esta sabiduría,
y [estas] maravillas?

 55 ¿no es este el hijo del carpintero? ¿no se llama su madre María; y sus
hermanos, Jacobo, y Joses, y Simon, y Judas?

 56 ¿y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿de dónde pues tiene este
todo esto?

 57 Y se escandalizaban en él: mas Jesus les dijo: No hay profeta sin honra,
sino en su tierra, y en su casa.

 58 Y no hizo allí muchas maravillas, a causa de la incredulidad de ellos.



CAPITULO 14

 1 EN aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesus;

 2 y dijo á sus criados: Este es Juan el Bautista: él ha resucitado de los
muertos, y por eso virtudes obran en él.

 3 Porque Herodes habia prendido á Juan, y le habia aprisionado, y puesto en
la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano.

 4 Porque Juan le decia: No te es lícito tenerla.

 5 Y queria matarle, mas tenia miedo de la multitud: porque le tenian como á
profeta.

 6 Y celebrándose el dia del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó
en medio, y agradó á Herodes.

 7 Y prometió con juramento de darle todo lo que pidiese.

 8 Y ella, instruida primero de su madre, dijo: Dáme aquí en un plato la
cabeza de Juan el Bautista.

 9 Entonces el rey se entristeció: mas por el juramento, y por los que
estaban juntamente á la mesa, mandó que se [le] diese.

 10 Y enviando, degolló á Juan en la cárcel.

 11 Y fué traida su cabeza en un plato, y dada á la moza; y ella [la]
presentó á su madre.

 12 Entonces sus discípulos llegaron, y tomaron el cuerpo, y le enterraron; y
fueron, y dieron las nuevas á Jesus.

 13 Y OYÉNDO[LO] Jesus, se apartó de allí en un navío á un lugar desierto
apartado; y cuando las compañías [lo] oyeron, le siguieron á pié de las
ciudades.

 14 Y saliendo Jesus, vió una grande compañía; y tuvo misericordia de ellos,
y sanó los que de ellos habia enfermos.

 15 Y cuando fué la tarde del dia, se llegaron á él sus discípulos, diciendo:
El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: envia las compañías, que se
vayan por las aldeas, y compren para sí de comer.

 16 Y Jesus les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.

 17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

 18 Y él les dijo: Traédmelos acá.

 19 Y mandando á las compañías recostarse sobre la yerba, y tomando los cinco
panes y los dos peces, alzando los ojos al cielo, bendijo; y partiendo los
panes, [los] dió á los discípulos, y los discípulos á las compañías.

 20 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que sobró, los pedazos,
doce esportones llenos.

 21 Y los que comieron fueron varones como cinco mil, sin las mujeres y
muchachos.

 22 Y luego Jesus hizo á sus discípulos entrar en el navío, é ir delante de
él de la otra parte [del lago,] entre tanto que él despedia las compañías.

 23 Y despedidas las compañías, subió en el monte apartado á orar. Y como fué
la tarde del dia, estaba allí solo.

 24 Y ya el navío estaba en medio de la mar, atormentado de las ondas: porque
el viento era contrario.

 25 Mas á la cuarta vela de la noche Jesus fué á ellos andando sobre la mar.

 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre la mar, se turbaron, diciendo:
[Alguna] fantasma es; y dieron voces de miedo.

 27 Mas luego Jesus les habló, diciendo: Aseguráos: yo soy, no tengais miedo.

 28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si tú eres, manda que yo
venga á tí sobre las aguas.

 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del navío, anduvo sobre las aguas
para venir á Jesus.

 30 Mas viendo el viento fuerte, tuvo miedo; y comenzándose á hundir, dió
voces, diciendo: Señor, sálvame.

 31 Y luego Jesus extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Oh [hombre] de
poca fé, ¿por qué dudaste?

 32 Y como ellos entraron en el navío, el viento reposó.

 33 Entonces los que [estaban] en el navío vinieron, y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres Hijo de Dios.

 34 Y llegando de la otra parte, vinieron en la tierra de Gennezaret.

 35 Y como le conocieron los varones de aquel lugar, enviaron por toda
aquella tierra al rededor, y trajeron á él todos los enfermos.

 36 Y le rogaban que solamente tocasen el borde de su manto; y todos los que
tocaron, fueron salvos.



CAPITULO 15

 1 ENTONCES llegaron á Jesus ciertos escribas y Fariséos de Jerusalem,
diciendo:

 2 ¿Por qué tus discípulos traspasan la tradicion de los ancianos? porque no
lavan sus manos cuando comen pan.

 3 Y él respondiendo, les dijo: ¿Por qué tambien vosotros traspasais el
mandamiento de Dios por vuestra tradicion?

 4 Porque Dios mandó, diciendo: Honra al padre y á la madre; tambien: El que
maldijere al padre ó á la madre, muera de muerte.

 5 Mas vosotros decis: Cualquiera dirá al padre ó á la madre: Toda ofrenda
mia á tí aprovechará; y no honrará á su padre ó á su madre.

 6 Y habeis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradicion.

 7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo:

 8 Este pueblo de su boca se acerca de mí, y de labios me honra: mas su
corazon lejos está de mí:

 9 mas en vano me honran, enseñando doctrinas, mandamientos de hombres.

 10 Y llamando á sí las compañías, les dijo: Oid, y entended:

 11 no lo que entra en la boca contamina al hombre: mas lo que sale de la
boca, esto contamina al hombre.

 12 Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los Fariséos
oyendo esta palabra se ofendieron?

 13 Mas respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial
será desarraigada:

 14 dejadlos: guias son ciegas de ciegos; y si el ciego guiare al ciego,
ambos caerán en el hoyo.

 15 Y respondiendo Pedro, le dijo: Decláranos esta parábola.

 16 Y Jesus dijo: ¿Aun tambien vosotros sois sin entendimiento?

 17 ¿No entendeis aun, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es
echado en la letrina?

 18 Mas lo que sale de la boca, del [mismo] corazon sale, y esto contamina al
hombre.

 19 Porque del corazon salen los malos pensamientos, muertes, adulterios,
fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, maledicencias.

 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre: que comer con las manos por
lavar no contamina al hombre.

 21 Y SALIENDO Jesus de allí, se fué á las partes de Tyro y de Sidón.

 22 Y hé aquí, una mujer Cananéa, que habia salido de aquellos términos,
clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí: mi hija es
malamente atormentada del demonio.

 23 Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le
rogaron, diciendo: Envíala, que da voces tras nosotros.

 24 Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la
casa de Israel.

 25 Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor, socórreme.

 26 Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarle
á los perrillos.

 27 Y ella dijo: Sí, Señor: porque los perrillos comen de las migajas que
caen de la mesa de sus señores.

 28 Entonces respondiendo Jesus, dijo: ¡Oh mujer! grande [es] tu fé: sea
hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.

 29 Y PARTIDO Jesus de allí, vino junto al mar de Galiléa; y subiendo en [un]
monte, se sentó allí.

 30 Y llegaron á él muchas compañías, que tenian consigo cojos, ciegos,
mudos, mancos, y otros muchos [enfermos;] y los echaron á los piés de Jesus,
y los sanó:

 31 de tal manera, que las compañías se maravillaron, viendo hablar los
mudos, los mancos sanos, andar los cojos, ver los ciegos; y glorificaron al
Dios de Israél.

 32 Y Jesus llamando sus discípulos, dijo: Tengo misericordia de la compañía,
que ya [hace] tres dias [que] perseveran conmigo, y no tienen que comer; y
enviarlos ayunos no quiero: porque no desmayen en el camino.

 33 Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en
el desierto, que hartemos tan gran compañía?

 34 Y Jesus les dice: ¿Cuántos panes teneis? Y ellos dijeron: Siete, y unos
pocos pececillos.

 35 Y mandó á las compañías que se recostasen en tierra.

 36 Y tomando los siete panes y los peces, dando gracias, partió, y dió á sus
discípulos, y los discípulos á la compañía.

 37 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que sobró de los pedazos,
siete espuertas llenas.

 38 Y eran los que habian comido cuatro mil varones, sin las mujeres y los
niños.

 39 Entonces despedidas las compañías, subió en un navío, y vino en los
términos de Magdalá.



CAPITULO 16

 1 Y  LLEGÁNDOSE los Fariséos y los Saducéos, tentando, le pedian que les
mostrase señal del cielo.

 2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando es la tarde del dia, decis: Sereno:
porque el cielo tiene arreboles.

 3 Y á la mañana: Hoy tempestad: porque tiene arreboles el cielo triste.
Hipócritas, que sabeis hacer diferencia en la faz del cielo; ¿y en las
señales de los tiempos no podeis?

 4 La generacion mala y adulterina demanda señal: mas señal no le será dada,
sino la señal de Jonás profeta. Y dejándolos, se fué.

 5 Y viniendo sus discípulos de la otra parte [del lago,] se habian olvidado
de tomar pan.

 6 Y Jesus les dijo: Mirad, y guardáos de la levadura de los Fariséos, y de
los Saducéos.

 7 Y ellos pensaban dentro de sí, diciendo: No tomamos pan.

 8 Y entendiéndo[lo] Jesus, les dijo: ¿Qué pensais dentro de vosotros,
[hombres] de poca fé, que no tomasteis pan?

 9 ¿No entendeis aun, ni os acordais de los cinco panes [entre] cinco mil
[varones], y cuántos esportones tomasteis?

 10 ¿Ni de los siete panes [entre] cuatro mil, y cuántas espuertas tomasteis?

 11 ¿Cómo? ¿No entendeis que no por el pan os dije, que os guardáseis de la
levadura de los Fariséos, y de los Saducéos?

 12 Entonces entendieron que no les habia dicho que se guardasen de la
levadura de pan, sino de la doctrina de los Fariséos, y de los Saducéos.

 13 Y VINIENDO Jesus en las partes de Cesaréa de Filipo, preguntó á sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

 14 Y ellos dijeron: Unos: Juan el Bautista; y otros: Elías; y otros:
Jeremías, ó alguno de los profetas.

 15 El les dice: Y vosotros, ¿quién decis que soy?

 16 Y respondiendo Simon Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.

 17 Entonces respondiendo Jesus, le dijo: Bienaventurado eres, Simon, hijo de
Jonás: porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los
cielos:

 18 mas yo tambien te digo, que tú eres Pedro; y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella:

 19 y á tí daré las llaves del reino de los cielos: que todo lo que ligares
en la tierra, será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la
tierra, será desatado en los cielos.

 20 Entonces mandó á sus discípulos que á nadie dijesen que él era Jesus el
Cristo.

 21 Desde aquel tiempo comenzó Jesus á declarar á sus discípulos, que le
convenia ir á Jerusalem, y padecer mucho de los ancianos, y de los príncipes
de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer
dia.

 22 Y Pedro, tomándolo aparte, comenzó á reprenderle, diciendo: Señor, ten
compasion de tí: en ninguna manera esto te acontezca.

 23 Entonces él volviéndose, dijo á Pedro: Quítate de delante de mí;
adversario: me eres estorbo: porque no entiendes lo que [es] de Dios, sino lo
que [es] de los hombres.

 24 Entonces Jesus dijo á sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese á si mismo, y tome su cruz, y sígame.

 25 Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera
que perdiere su vida por causa de mí, la hallará.

 26 Porque, ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y
perdiere su alma? ¿O, qué recompensa dará el hombre por su alma?

 27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles; y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras.

 28 De cierto os digo, [que] hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que hayan visto el Hijo viniendo en su reino.



CAPITULO 17

 1 DESPUES de seis dias Jesus toma á Pedro, y á Jacobo, y Juan su hermano, y
los saca aparte á un monte alto.

 2 Y se trasfiguró delante de ellos; y resplandeció su rostro como el sol, y
sus vestidos fueron blancos como la luz.

 3 Y hé aquí, les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

 4 Y respondiendo Pedro, dijo á Jesus: Señor, bien es que nos quedemos aquí:
si quieres, hagamos aquí tres cabañas ¡para tí una, y para Moisés otra, y
para Elías otra.

 5 Estando aun hablando él, hé aquí, una nube de luz [que] los cubrió; y hé
aquí, una voz de la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tome
contentamiento: á él oid.

 6 Y oyendo [esto] los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en
gran manera.

 7 Entonces Jesus llegando, los tocó, y dijo: Levantáos, y no temais.

 8 Y alzando [ellos] sus ojos, á nadie vieron, sino á solo Jesus.

 9 Y como descendieron del monte, les mandó Jesus, diciendo: No digais á
nadie la vision, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos.

 10 Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué pues dicen los
escribas, que es menester que Elías venga primero?

 11 Y respondiendo Jesus, les dijo: A la verdad Elías vendrá primero, y
restituirá todas las cosas:

 12 mas os digo, que ya vino Elías, y no le conocieron: antes hicieron en él
todo lo que quisieron: así tambien el Hijo del hombre padecerá de ellos.

 13 los discípulos entonces entendieron que les decia de Juan Bautista.

 14 Y COMO ellos llegaron á la compañía, vino á él un hombre hincándosele de
rodillas,

 15 y diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece
malamente: porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua:

 16 y le he presentado á tus discípulos, y no le han podido sanar.

 17 Y respondiendo Jesus, dijo: ¡Oh generacion infiel y torcida! ¿hasta
cuándo tengo de estar con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir?
traédmele acá.

 18 Y Jesus le reprendió, y salió el demonio de él; y el mozo fué sano desde
aquella hora.

 19 Entonces llegándose los discípulos á Jesus aparte, dijeron: ¿Por qué
nosotros no le pudimos echar fuera?

 20 Y Jesus les dijo: Por vuestra infidelidad: porque de cierto os digo, que
si tuviéreis fé como un grano de mostaza, direis á este monte: Pásate de aquí
allá, y se pasará: y nada os será imposible:

 21 mas este linaje [de demonios] no sale sino por oracion y ayuno.

 22 Y ESTANDO ellos en Galiléa, les dijo Jesus: El Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres;

 23 y le matarán: mas al tercer dia resucitará. Y [ellos] se entristecieron
en gran manera.

 24 Y COMO llegaron á Capharnaum, vinieron á Pedro los que cobraban las dos
dracmas, y dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?

 25 Y [él] dice: Sí. Y entrado él en casa, Jesus le habló antes, diciendo:
¿Qué te parece, Simon? ¿los reyes de la tierra, de quién cobran los tributos,
ó el censo? ¿de sus hijos, ó de los extraños?

 26 Pedro le dice: De los extraños. Jesus le dijo: Luego francos son los
hijos:

 27 mas porque no los ofendamos, vé á la mar, y echa el anzuelo, y el primer
pez que viniere, tómale, y abierta su boca hallarás un estatero, dásele por
mí, y por tí.



CAPITULO 18

 1 EN aquel tiempo se llegaron los discípulos á Jesus, diciendo: ¿Quién es el
mayor en el reino de los cielos?

 2 Y llamando Jesus un niño, le puso en medio de ellos,

 3 Y dijo: De cierto os digo, que si no os volviéreis, y fuéreis como niños,
no entraréis en el reino de los cielos.

 4 Así que cualquiera que se bajare como este niño, este es el mayor en el
reino de los cielos.

 5 Y cualquiera que recibiere á un tal niño en mi nombre, á mí recibe.

 6 Y cualquiera que ofendiere á alguno de estos pequeños, que creen en mí,
mejor le fuera que le fuera colgada del cuello una piedra de molino de asno,
y que fuera anegado en el profundo de la mar.

 7 ¡Ay del mundo por los escándalos! porque necesario es que vengan
escándalos: mas ¡ay de aquel hombre, por el cual viene el escándalo!

 8 Por tanto, si tu mano ó tu pié te fuere ocasion de caer, córtalos y
écha[los] de tí: mejor te es entrar cojo ó manco á la vida, que teniendo dos
manos ó dos piés ser echado al fuego eterno.

 9 Y si tu ojo te es ocasion de caer, sácale, y écha[le] de tí: que mejor te
es entrar con un ojo á la vida, que teniendo dos ojos ser echado al quemadero
del fuego.

 10 Mirad no tengais en poco á alguno de estos pequeños: porque [yo] os digo
que sus ángeles en los cielos ven siempre la cara de mi Padre, que está en
los cielos.

 11 Porque el Hijo del hombre es venido para salvar lo que se habia perdido.

 12 ¿Qué os parece? Si tuviese algun hombre cien ovejas, y se perdiese una de
ellas, ¿no iria por los montes, dejadas las noventa y nueve, á buscar la que
se habia perdido?

 13 Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que mas se goza de aquella,
que de las noventa y nueve que no se perdieron.

 14 Así no es la voluntad de vuestro Padre, que [está] en los cielos, que se
pierda uno de estos pequeños.

 15 Por tanto si tu hermano pecare contra tí, vé, y redargúyele entre tí y él
solo: si te oyere, has ganado á tu hermano.

 16 Mas, si no te oyere, toma aun contigo uno ó dos, para que en boca de dos
ó de tres testigos conste toda palabra.

 17 Y si no oyere á ellos, dí[lo] á la congregacion; y si no oyere á la
congregacion ténle por un étnico, y un publicano.

 18 De cierto os digo [que] todo lo que ligáreis en la tierra, será ligado en
el cielo; y todo lo que desatáreis en la tierra, será desatado en el cielo.

 19 Tambien os digo, que si dos de vosotros consintieren en la tierra, de
toda cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre, que [está] en los
cielos.

 20 Porque donde están dos ó tres congregados en mi nombre, ahí estoy en
medio de ellos.

 21 ENTONCES Pedro llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á
mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete?

 22 Jesus le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.

 23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que
quiso hacer cuentas con sus siervos.

 24 Y comenzando á hacer cuentas, le fué presentado uno que le debia diez mil
talentos.

 25 Mas á este, no pudiendo pagar, mandó su señor vender á el, y á su mujer,
é hijos, con todo lo que tenia, y pagar.

 26 Entonces aquel siervo postrado le adoraba, diciendo: Señor, deten la ira
para conmigo, y todo te lo pagaré.

 27 El señor movido á misericordia de aquel siervo, le soltó, y le perdonó la
deuda.

 28 Y saliendo aquel siervo, halló uno de sus compañeros, que le debia cien
denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: Paga lo que debes.

 29 Entonces su compañero, postrándose á sus piés, le rogaba, diciendo: Deten
la ira para conmigo, y todo te lo pagaré.

 30 Mas él no quiso, sino fué, y le echó en la cárcel hasta que pagase la
deuda.

 31 Y viendo sus compañeros lo que pasaba, se entristecieron mucho, y
viniendo declararon á su señor todo lo que habia pasado.

 32 Entonces llamándole su señor, le dice: Mal siervo, toda aquella deuda te
perdoné, porque me rogaste:

 33 ¿no te convenia tambien á tí tener misericordia de tu compañero, como
tambien yo tuve misericordia de tí?

 31 Entonces su señor enojado le entregó á los verdugos, hasta que pagase
todo lo que le debia.

 35 Así tambien hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáreis de
vuestros corazones cada uno á vuestros hermanos sus ofensas.



CAPITULO 19

 1 Y ACONTECIÓ, [que] acabando Jesus estas palabras, se pasó de Galiléa, y
vino en los términos de Judéa, pasado el Jordan.

 2 Y le siguieron muchas compañías, y los sanó allí.

 3 Entonces se llegaron á él los Fariséos, tentándole, y diciéndole: ¿Es
lícito al hombre enviar á su mujer por cualquiera causa?

 4 Y él respondiendo, les dijo: ¿No habeis leido que el que [los] hizo ál
principio, macho y hembra los hizo,

 5 y dijo: Por tanto el hombre dejará padre y madre, y se llegará á su mujer
y serán dos en una carne?

 6 Así que no son ya mas dos, sino una carne. Por tanto lo que Dios juntó, no
[lo] aparte el hombre.

 7 Dícenle: ¿Por qué pues Moisés mandó dar carta de divorcio, y enviarla?

 8 Díjoles: Por la dureza de vuestro corazon Moisés os permitió enviar
vuestras mujeres: mas al principio no fué así.

 9 Y yo os digo, que cualquiera que enviare á su mujer, sino fuere por
fornicacion, y se casare con otra, adultera; y el que se casare con la
enviada, adultera.

 10 Dícenle sus discípulos: Si así es el negocio del hombre con su mujer, no
conviene casarse.

 11 Entonces él les dijo: No todos son capaces de este negocio, sino
[aquellos] á quien es dada:

 12 porque hay eunucos, que nacieron así del vientre de su madre; y hay
eunucos, que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos, que se
hicieron á sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos: el que puede
tomar, tome:

 13 ENTONCES le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos
sobre ellos, y orase; y los discípulos les riñeron.

 14 Y Jesus dice: Dejad á los niños, y no los impidais de venir á mí: porque
de los tales es el reino de los cielos.

 15 Y habiendo puesto sobre ellos las manos, se partió de allí.

 16 Y HÉ aquí, uno llegándose, le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré, para
tener la vida eterna?

 17 Y él le dijo: ¿Por qué me dices bueno? ninguno es bueno sino uno, [es á
saber], Dios: y si quieres entrar á la vida, guarda los mandamientos.

 18 Dícele: ¿Cuáles? Y Jesus dijo: No matarás: No adulterarás: No hurtarás:
No dirás falso testimonio:

 19 Honra al padre y á la madre: tambien: Amarás á tu prójimo, como á tí
mismo.

 20 Dícele el mancebo: Todo esto guardé desde mi mocedad: ¿qué mas me falta?

 21 Dícele Jesus: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y
dá[lo] á los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y vén, sígueme.

 22 Y oyendo el mancebo esta palabra, se fué triste: porque tenia muchas
posesiones.

 23 Entonces Jesus dijo á sus discípulos: De cierto os digo, que el rico
dificilmente entrará en el reino de los cielos:

 24 mas os digo, que mas liviano trabajo es pasar un cable por el ojo de una
aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.

 25 Sus discípulos oyendo [estas cosas] se espantaron en gran manera,
diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?

 26 Y mirándo[los] Jesus, les dijo: Acerca de los hombres imposible es esto:
mas acerca de Dios, todo es posible.

 27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: Hé aquí, nosotros hemos dejado
todo, y te hemos seguido: ¿qué pues tendremos?

 28 Y Jesus les dijo: De cierto os digo, que vosotros que me habeis seguido,
cuando en la regeneracion se asentará el Hijo del hombre en el trono de su
gloria, vosotros tambien os sentareis sobre doce tronos, para juzgar á las
doce tribus de Israel.

 29 Y cualquiera que dejare casas, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre,
ó mujer, ó hijos, ó tierras, por mi nombre, recibirá cien veces tanto, y la
vida eterna tendrá por herencia.

 30 Mas muchos primeros serán postreros; y postreros, primeros.



CAPITULO 20

 1 Porque el reino de los cielos es semejante á un hombre, padre de familia,
que salió por la mañana á coger peones para su viña.

 2 Y concertado con los peones por un denario al dia, los envió á su viña.

 3 Y saliendo cerca de la hora de las tres, vió otros que estaban en la plaza
ociosos,

 4 y les dijo: Id tambien vosotros á mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y
ellos fueron.

 5 Salió otra vez cerca de las seis y de las nueve horas, é hizo lo mismo.

 6 Y saliendo cerca de las once horas, halló otros que estaban ociosos, y les
dijo: ¿Por qué estais aquí todo el día ociosos?

 7 Dícenle: Porque nadie nos ha cogido. Díceles: Id tambien vosotros á la
viña, y recibireis lo que fuere justo.

 8 Y cuando fué la tarde del dia, el señor de la viña dijo á su
administrador: Llama los peones, y págales el jornal, comenzando desde los
postreros hasta los primeros.

 9 Y viniendo los que [habian venido] cerca de las once horas, recibieron
cada uno un denario.

 10 Y viniendo tambien los primeros, pensaron que habian de recibir mas: pero
tambien ellos recibieron cada uno un denario.

 11 Y tomándo[lo] murmuraban contra el padre de la familia,

 12 diciendo: Estos postreros han hecho una hora, y los has hecho iguales á
nosotros, que hemos llevado la carga, y el calor del dia.

 13 Y él respondiendo dijo á uno de ellos: Amigo, no te hago agravio: ¿no te
concertaste conmigo por un denario?

 14 toma lo que es tuyo, y véte: y quiero dar á este postrero como á tí:

 15 ¿no me es lícito á mí hacer lo que quiero en mis [cosas?] ¿ó es malo tu
ojo, porque yo soy bueno?

 16 Así los primeros serán postreros; y los postreros primeros: porque muchos
son llamados, mas pocos escogidos.

 17 Y SUBIENDO Jesus á Jerusalem, tomo sus doce discípulos aparte en el
camino, y les dijo:

 18 Hé aquí, subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los
príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte,

 19 y le entregarán á los Gentiles, para que [le] escarnezcan, y azoten, y
crucifiquen: mas al tercer dia resucitará.

 20 ENTONCES se llegó á él la madre de los hijos de Zebedéo con sus hijos,
adorando, y pidiéndole algo.

 21 Y él le dijo: ¿Qué quieres? [Ella] le dijo: Dí que se asienten estos dos
hijos mios, el uno á tu mano derecha, y el otro á tu izquierda, en tu reino.

 22 Entonces Jesus respondiendo, dijo: No sabeis lo que pedis: ¿podeis beber
el vaso que yo tengo que beber, y ser bautizados del bautismo de que yo soy
bautizado? Dicen [ellos:] Podemos.

 23 El les dice: A la verdad mi vaso bebereis; y del bautismo de que yo soy
bautizado, sereis bautizados: mas sentaros á mi mano derecha, y á mi
izquierda, no es mio darlo, sino á los que está aparejado de mi Padre.

 24 Y como los diez oyeron [esto,] se enojaron de los dos hermanos.

 25 Entonces Jesus llamándolos, dijo: Ya sabeis que los príncipes de los
Gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejecutan sobre
ellos potestad:

 26 mas entre vosotros no será así: sino el que entre vosotros quisiere
hacerse grande, será vuestro servidor;

 27 y el que entre vosotros quisiere ser el primero, será vuestro siervo:

 28 como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
para dar su vida en rescate por muchos.

 29 ENTONCES saliendo ellos de Jericó, le seguia gran compañía.

 30 Y hé aquí, dos ciegos sentados junto al camino, como oyeron que Jesus
pasaba, clamaron, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de
nosotros.

 31 Y la compañía les reñia que callasen: mas ellos clamaban mas, diciendo:
Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros.

 32 Y parándose Jesus, los llamó, y dijo: ¿Qué quereis [que] haga por
vosotros?

 33 [Ellos] le dicen: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.

 34 Entonces Jesus teniéndoles misericordia, tocó los ojos de ellos; y luego
sus ojos recibieron la vista, y le siguieron.



CAPITULO 21

 1 COMO se acercaron de Jerusalem, y vinieron á Bethphage, al monte de las
Olivas, entonces Jesus envió dos discípulos,

 2 diciéndoles: Id á la aldea que está delante de vosotros, y luego hallareis
una asna atada, y un pollino con ella: desatadla, y traédme[los.]

 3 Y si alguno os dijere algo, decid: El Señor los ha menester: y luego los
dejará.

 4 Y todo esto fué hecho, para que se cumpliese lo que fué dicho por el
profeta, que dijo:

 5 Decid á la hija de Sión: Hé aquí, tu Rey te viene, manso, sentado sobre
una asna y un pollino, hijo de [animal de] yugo.

 6 Y los discípulos fueron, é hicieron como Jesus les mandó.

 7 Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos: y se
sentó sobre ellos.

 8 Y muy mucha compañía tendian sus mantos en el camino; y otros cortaban
ramos de los árboles, y tendian por el camino.

 9 Y las compañías que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban,
diciendo: Hosanna al Hijo de David: Bendito el que viene en el nombre del
Señor: Hosanna en las alturas.

 10 Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo: ¿Quién
es este?

 11 Y las compañías decian: Este es Jesus, el profeta, de Nazaret de Galiléa.

 12 Y entró Jesus en el templo de Dios, y echó fuera todos los que vendian y
compraban en el templo, y trastornó las mesas de los cambiadores, y las
sillas de los que vendian palomas;

 13 y les dice: Escrito está: Mi casa, casa de oracion será llamada: mas
vosotros cueva de ladrones la habeis hecho.

 14 Entonces vinieron á él ciegos y cojos en el templo, y los sanó.

 15 Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas
que hacia, y los muchachos aclamando en el templo, y diciendo: Hosanna al
Hijo de David: se enojaron,

 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que estos dicen? Y Jesus les dice: Sí: ¿nunca
leisteis: De la boca de los niños, y de los que maman perfeccionaste la
alabanza?

 17 Y dejándolos, se salió fuera de la ciudad á Bethania; y posó allí.

 18 Y por la mañana volviendo á la ciudad, tuvo hambre.

 19 Y viendo una higuera cerca del camino, vino á ella, y no halló nada en
ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca mas nazca de tí fruto para
siempre. Y luego la higuera se secó.

 20 Entonces viendo esto los discípulos, maravillados decian: ¡Cómo se secó
luego la higuera!

 21 Y respondiendo Jesus, les dijo: De cierto os digo, que si tuviéreis fé, y
no dudáreis, no solo hareis esto de la higuera, mas si á este monte dijéreis:
Quítate, y échate en la mar, será hecho.

 22 Y todo lo que pidiéreis con oracion creyendo, [lo] recibireis.

 23 Y COMO vino al templo, los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos
del pueblo llegaron á él, cuando estaba enseñando, diciendo: ¿Con qué
autoridad haces esto? ¿y quién te dió esta autoridad?

 24 Y respondiendo Jesus, les dijo: Yo tambien os preguntaré una palabra, la
cual si me dijéreis, tambien yo os diré con qué autoridad hago esto.

 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos
entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; nos dirá: ¿Por
qué pues no le creisteis?

 26 Y si dijéremos: De los hombres; tememos al pueblo: porque todos tienen á
Juan por profeta.

 27 Y respondiendo á Jesus, dijeron: No sabemos. Y él tambien les dijo: Ni yo
os diré con qué autoridad hago esto.

 28 Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenia dos hijos, y llegando al primero, le
dijo: Hijo, vé hoy á trabajar en mi viña.

 29 Y respondiendo él, dijo: No quiero: mas despues arrepentido, fué.

 30 Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo:
Yo, Señor, [voy;] y no fué.

 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero.
Díceles Jesus: De cierto os digo, que los publicanos, y las rameras os van
delante al reino de Dios:

 32 porque vino á vosotros Juan por via de justicia, y no le creisteis; y los
publicanos, y las rameras le creyeron; y vosotros viendo [esto] nunca os
arrepentisteis para creerle.

 33 Oid otra parábola: Fué un hombre, padre de familia, el cual plantó una
viña, y la cercó de vallado, y fundó en ella lagar, y edificó torre, y la dió
á renta á labradores, y se partió lejos.

 34 Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos á los
labradores, para que recibiesen sus frutos.

 35 Mas los labradores, tomando los siervos, al uno hirieron, y al otro
mataron, y al otro apedrearon.

 36 Envió otra vez otros siervos mas que los primeros, é hicieron con ellos
de la misma manera.

 37 Y á la postre les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto á mi hijo.

 38 Mas los labradores, viendo al hijo, dijeron entre si: Este es el
heredero: venid, matémosle, y tomemos su herencia.

 39 Y tomado, le echaron fuera de la viña, y le mataron.

 40 Pues cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará á aquellos labradores?

 41 Dícenle [ellos:] A los malos destruirá malamente; y su viña dará á renta
á otros labradores, que le paguen el fruto á sus tiempos.

 42 Díceles Jesus: ¿Nunca leisteis en las Escrituras: La piedra que
desecharon los que edificaban, esta fué hecha por cabeza de esquina: por el
Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

 43 Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será
dado á gente que haga el fruto de él.

 44 Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien [ella]
cayere, le desmenuzará.

 45 Y oyendo los príncipes de los sacerdotes y los Fariséos sus parábolas,
entendieron que hablaba de ellos.

 46 Y buscando como echarle mano, temieron al pueblo: porque le tenian por
profeta.



CAPITULO 22

 1 Y RESPONDIENDO Jesus, les volvió á hablar en parábolas, diciendo:

 2 El reino de los cielos es semejante á un hombre rey, que hizo bodas á su
hijo.

 3 Y envió sus siervos para que llamasen los llamados á las bodas: mas no
quisieron venir.

 4 Volvió á enviar otros siervos, diciendo: Decid á los llamados: Hé aquí, mi
comida he aparejado, mis toros y animales engordados [son] muertos, y todo
[está] aparejado: venid á las bodas.

 5 Mas ellos no hicieron caso, y se fueron, uno á su labranza, y otro á sus
negocios;

 6 y otros, tomando sus siervos, afrentáronlos, y matáronlos.

 7 Y el rey, oyendo [esto,] se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyo á
aquellos homicidas, y puso á fuego su ciudad.

 8 Entonces dice á sus siervos: las bodas á la verdad están aparejadas: mas
los que eran llamados no eran dignos:

 9 id pues á las salidas de los caminos, y llamad á las bodas á cuantos
halláreis.

 10 Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron todos los que hallaron,
juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.

 11 Y entró el rey para ver los convidados, y vió allí un hombre no vestido
de vestido de boda;

 12 y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste acá no teniendo vestido de boda? Y á él
se le cerró la boca.

 13 Entonces el rey dijo á los que servian: Atado de piés y de manos,
tomadle, y echadle en las tinieblas de fuera: allí será el lloro, y el crujir
de dientes.

 14 Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

 15 ENTONCES idos los Fariséos, consultaron como le tomarian en [alguna]
palabra.

 16 Y envian á él sus discípulos, con los de Herodes, diciendo: Maestro,
sabemos que eres amador de verdad, y que enseñas con verdad el camino de
Dios, y que no te cuidas de nadie: porque no tienes acepcion de persona de
hombres:

 17 Dínos pues, ¿qué te parece? ¿Es lícito dar tributo á César, ó no?

 18 Mas Jesus, entendida su malicia, [les] dice: ¿Por qué me tentais,
hipócritas?

 19 mostradme la moneda del tributo. Y ellos le mostraron un dinero.

 20 Entonces les dice: ¿Cuya es esta figura, y lo que está encima escrito?

 21 [Ellos] le dicen : De César. Y les dice: Pagad, pues, á César lo que es
de César, y á Dios, lo que es de Dios.

 22 Y oyendo [esto] se maravillaron, y dejáronle, y se fueron.

 23 Aquel dia llegaron á él los Saducéos, que dicen no haber resurreccion, y
le preguntaron,

 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano
se case con su mujer, y despertará simiente á su hermano.

 25 Fueron, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero tomó mujer, y
murió; y no teniendo generacion, dejó su mujer á su hermano.

 26 De la misma manera tambien el segundo, y el tercero, hasta los siete.

 27 Y despues de todos murió tambien la mujer.

 28 En la resurreccion, pues, ¿cuya de los siete será la mujer? porque todos
la tuvieron.

 29 Entonces respondiendo Jesus, les dijo: Errais, ignorando las Escrituras,
y la potencia de Dios.

 30 Porque en la resurreccion, ni maridos tomarán mujeres, ni mujeres
maridos: mas son como los ángeles de Dios en el cielo.

 31 Y de la resurreccion de los muertos, ¿no habeis leido lo que es dicho de
Dios á vosotros, que dice:

 32 Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios
no es Dios de los muertos, mas de los que viven.

 33 Y oyendo [esto] las compañías estaban fuera de sí de su doctrina.

 34 Entonces los Fariséos, oyendo que habia cerrado la boca á los Saducéos,
se juntaron á una;

 35  y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole, y diciendo:

 36 Maestro, ¿cuál [es] el mandamiento grande en la ley?

 37 Y Jesus le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de toda tu
alma, y de toda tu mente.

 38 Este es el primero y el grande mandamiento.

 39 Y el segundo [es] semejante á este: Amarás á tu prójimo como á tí mismo.

 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley, y los profetas.

 41 Y estando juntos los Fariséos, Jesus les preguntó,

 42 diciendo: ¿Qué os parece del Cristo? ¿cuyo Hijo es? [Ellos] le dicen: De
David.

 43 El les dice: Pues, ¿cómo David en Espíritu le llama Señor, diciendo:

 44 Dijo el Señor á mi Señor: Asiéntate á mi diestra, entre tanto que pongo
tus enemigos por estrado de tus piés?

 45 Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su Hijo?

 46 Y nadie le podia responder palabra: ni osó alguno desde aquel dia
preguntarle mas.



CAPITULO 23

 1 ENTONCES Jesus habló á las compañías, y á sus discípulos,

 2 diciendo: Sobre la cátedra de Moisés se asentaron los escribas y los
Fariséos:

 3 así que todo lo que os dijeren que guardeis, guardadlo, y hacedlo: mas no
hagais conforme á sus obras, porque dicen y no hacen.

 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y [las] ponen sobre los
hombros de los hombres: mas ni aun con su dedo las quieren mover.

 5 Antes todas sus obras hacen para ser mirados de los hombres: porque
ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;

 6 y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas,

 7 y las salutaciones en las plazas, y ser llamados de los hombres, Rabbí,
Rabbí.

 8 Mas vosotros, no querais ser llamados Rabbí: porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.

 9 Y vuestro Padre no llameis á nadie en la tierra: porque uno es vuestro
Padre, el cual está en los cielos.

 10 Ni os llameis doctores: porque uno es vuestro Doctor, el Cristo.

 11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.

 12 Porque el que se ensalzare será humillado; y el que se humillare será
ensalzado.

 13 Mas ¡ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque cerrais el
reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entrais, ni á los
que entran dejais entrar.

 14 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque comeis las casas
de las viudas con color de larga oracion: por esto llevareis mas grave
juicio.

 15 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque rodeais la mar y
la tierra por hacer un convertido; y cuando fuere hecho, le haceis hijo del
quemadero doblado mas que vosotros.

 16 ¡Ay de vosotros, guias ciegas! que decis: Cualquiera que jurare por el
templo, es nada: mas cualquiera que jurare por el oro del templo, deudor es.

 17 ¡Locos y ciegos! ¿cuál es mayor, el oro, ó el templo que santifica al
oro?

 18 Tambien: Cualquiera que jurare por el altar, es nada: mas cualquiera que
jurare por el presente que está sobre él, deudor es.

 19 ¡Locos y ciegos! porque, ¿cuál es mayor, el presente, ó el altar que
santifica al presente?

 20 Pues el que jurare por el altar, jura por él, y por todo lo que [está]
sobre él:

 21 y el que jurare por el templo, jura por él, y por el que habita en él :

 22 y el que jurare por el cielo, jura por el trono de Dios, y por el que
está sentado sobre él.

 23 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque diezmais la
menta, y el eneldo, y el comino, y dejasteis lo que es lo mas grave de la
ley, [es á saber,] el juicio, y la misericordia, y la fé. Esto era menester
hacer, y no dejar lo otro.

 24 ¡Guias ciegas! que colais el mosquito, mas tragais el camello.

 25 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque limpiais lo que
esta de fuera del vaso, ó del plato: mas de dentro está [todo] lleno de robo
y de injusticia.

 26 ¡Fariséo ciego! limpia primero lo que está dentro del vaso y del plato,
para que tambien lo que está fuera se haga limpio.

 27 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque sois semejantes
á sepulcros blanqueados, que de fuera, á la verdad, se muestran hermosos: mas
de dentro están llenos de huesos de muertos, y de toda suciedad.

 28 Así tambien vosotros, de fuera, á la verdad, os mostrais justos á los
hombres: mas de dentro, llenos estais de falsedad é iniquidad.

 29 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! porque edificais los
sepulcros de los profetas, y adornais los monumentos de los justos,

 30 y decis: Si fuéramos en los dias de nuestros padres, no hubiéramos sido
sus compañeros en la sangre de los profetas:

 31 así que testimonio dais á vosotros mismos que sois hijos de aquellos que
mataron á los profetas.

 32 Vosotros tambien llenad la medida de vuestros padres.

 33 ¡Serpientes, generacion de víboras! ¿cómo evitareis el juicio del
quemadero?

 34 Por tanto, hé aquí, yo envio á vosotros profetas, y sábios, y escribas; y
de ellos [unos] matareis y crucificareis, y [otros] de ellos azotareis en
vuestras sinagogas, y perseguireis de ciudad en ciudad:

 35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justo que se ha derramado
sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de
Zacharías, hijo de Barachías, al cual matasteis entre el templo y el altar.

 36 De cierto os digo, que todo esto vendrá sobre esta generacion.

 37 ¡Jerusalem! ¡Jerusalem! que matas los profetas, y apedreas á los que son
enviados á tí, cuantas veces, quise juntar tus hijos, como la gallina junta
sus pollos debajo de las alas, y no quisisteis.

 38 Hé aquí, vuestra casa os es dejada desierta.

 39 Porque [yo] os digo, que desde ahora no me vereis, hasta que digais:
Bendito el que viene en el nombre del Señor.



CAPITULO 24

 1 Y SALIDO Jesus del templo, íbase; y se llegaron sus discípulos, para
mostrarle los edificios del templo.

 2 Y respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? de cierto os digo, que no
será dejada aquí piedra sobre piedra que no sea destruida.

 3 Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á el [sus]
discípulos aparte, diciendo: Dínos cuando serán estas cosas, y qué seña
[habrá] de tu venida, y del fin del siglo.

 4 Y respondiendo Jesus, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

 5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y á muchos
engañarán.

 6 Y oireis guerras y rumores de guerras: mirad [que] no os turbeis: porque
es menester que todo [esto] acontezca: mas aun no es el fin.

 7 Porque se levantará nacion contra nacion, y reino contra reino; y serán
pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares.

 8 Y todas estas cosas, principio de dolores.

 9 Entonces os entregarán para ser afligidos, y os matarán; y sereis
aborrecidos de todas naciones, por causa de mi nombre.

 10 Y muchos entonces serán escandalizados; y se entregarán unos á otros, y
unos á otros se aborrecerán.

 11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán á muchos.

 12 Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará.

 13 Mas el que perseverare hasta el fin, este será salvo.

 14 Y será predicado este evangelio del reino en toda la [tierra] habitable,
por testimonio á todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

 15 Por tanto cuando viéreis la abominacion del asolamiento, que fué dicha
por Daniel profeta, que estará en el lugar santo, el que lee, entienda.

 16 Entonces los que [estuvieren] en Judéa, huyan á los montes;

 17 y el que sobre la techumbre, no descienda á tomar algo de su casa;

 18 y el que en el campo, no vuelva otra vez á tomar sus ropas.

 19 Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crian en aquellos dias!

 20 Orad pues que vuestra huida no sea en invierno, ni en dia de fiesta.

 21 Porque habrá entonces grande afliccion, cual no fué desde el principio
del mundo hasta ahora, ni será.

 22 Y si aquellos dias no fuesen acortados, ninguna carne seria salva: mas
por causa de los escogidos, aquellos dias serán acortados.

 23 Entonces, si alguno os dijere: Hé aquí, [está] el Cristo, ó allí; no
creais.

 24 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas; y darán señales
grandes y prodigios, de tal manera que engañarán, si es posible, aun á los
escogidos.

 25 Hé aquí, os lo he dicho antes.

 26 Así que si os dijeren: Hé aquí, en el desierto está; no salgais. Hé aquí,
en las cámaras; no creais.

 27 Porque como relámpago que sale del oriente, y se muestra hasta el
occidente, así será tambien la venida del Hijo del hombre.

 28 Porque donde quiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán
tambien las águilas.

 29 Y luego despues de la afliccion de aquellos dias, el sol se oscurecerá; y
la luna no dará su lumbre; y las estrellas caerán del cielo; y las virtudes
de los cielos serán conmovidas.

 30 Y entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo, y
entonces lamentarán todas las tribus de la tierra; y verán al Hijo del hombre
que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria.

 31 Y enviará sus ángeles con trompeta y gran voz; y juntarán sus escogidos
de los cuatro vientos, del un cabo del cielo hasta el otro.

 32 [Del árbol] de la higuera aprended la comparacion: Cuando ya su rama se
enternece, y las hojas brotan, sabeis que el verano [está] cerca.

 33 Así tambien vosotros, cuando viéreis todas estas cosas, sabed que está
cercano, á las puertas.

 34 De cierto os digo, que no pasará esta edad, que todas estas cosas no
acontezcan.

 35 El cielo y la tierra perecerán, mas mis palabras no perecerán.

 36 Mas del dia ó hora, nadie [lo] sabe, ni aun los ángeles de los cielos,
sino mi Padre solo.

 37 Mas como los dias de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.

 38 Porque como eran en los dias del diluvio comiendo y bebiendo, tomando
mujeres [los maridos,] y dándolas [los padres,] hasta el dia que Noé entró en
el arca,

 39 y no conocieron hasta que vino el diluvio, y llevó á todos: así será
tambien la venida del Hijo del hombre.

 40 Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado, y otro será dejado:

 41 dos [mujeres] moliendo á un molinillo; la una será tomada, y la otra será
dejada.

 42 Velad pues, porque no sabeis á que hora ha de venir vuestro Señor.

 43 Esto empero sabed, que si el padre de la familia supiese á cual vela el
ladron habia de venir, velaria, y no dejaria minar su casa.

 44 Por tanto tambien vosotros estad apercibidos: porque el Hijo del Hombre
ha de venir á la hora que no pensais.

 45 ¿Quién pues es el siervo fiel y prudente, al cual el Señor puso sobre su
familia, para que dé alimento al tiempo?

 46 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su Señor viniere, le hallare
haciendo así.

 47 De cierto os digo [que] sobre todos sus bienes le pondrá.

 48 Y si aquel siervo malo dijere en su corazon: Mi Señor se tarda de venir;

 49 y comenzare á herir sus compañeros, y aun á comer y beber con los
borrachos:

 50 vendrá el Señor de aquel siervo el dia que [él] no espera, y á la hora
que [él] no sabe,

 51 y le apartará, y pondrá su parte con los hipócritas: allí será el lloro,
y el crujir de dientes.



CAPITULO 25

 1 ENTONCES el reino de los cielos será semejante á diez vírgenes, que
tomando sus lámparas, salieron á recibir al esposo.

 2 Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco locas.

 3 Las que [eran] locas, tomando sus lámparas, no tomaron aceite consigo.

 4 Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus
lámparas.

 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.

 6 Y á la media noche fué oido un clamor, que decia: Hé aquí, el esposo
viene, salid á recibirle.

 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y aderezaron sus lámparas.

 8 Y las locas dijeron á las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque
nuestras lámparas se apagan.

 9 Mas las prudentes respondieron: diciendo: Porque no nos falte á nosotras y
á vosotras, id antes á los que venden, y comprad para vosotras.

 10 E idas ellas á comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas,
entraron con él á las bodas; y se cerró la puerta.

 11 Y despues vinieron tambien las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor,
ábrenos.

 12 Mas respondiendo él, dijo: De cierto os digo, [que] no os conozco.

 13 Velad pues, porque no sabeis el dia ni la hora, en la cual el Hijo del
hombre ha de venir.

 14 Porque [el reino de los cielos es] como un hombre que partiéndose lejos,
llamó á sus siervos, y les entregó sus bienes.

 15 Y á este dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno, á cada uno
conforme á su facultad, y se partió luego lejos.

 16 Y partido él, el que habia recibido cinco talentos, granjeó con ellos, é
hizo otros cinco talentos.

 17 Semejantemente tambien el que había recibido dos, ganó tambien él otros
dos.

 18 Mas el que habia recibido uno, fué, y lo enterró en la tierra, y escondió
el dinero de su señor.

 19 Y despues de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, é hizo
cuentas con ellos.

 20 Y llegando el que habia recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; hé aquí, otros cinco
talentos he ganado con ellos.

 21 Y su señor le dijo: Bien [está,] buen siervo y fiel: sobre poco has sido
fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

 22 Y llegando tambien el que habia recibido dos talentos, dijo: Señor, dos
talentos me entregaste; hé aquí, otros dos talentos he ganado sobre ellos.

 23 Su señor le dijo: Bien [está,] buen siervo y fiel: sobre poco has sido
fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.

 24 Y llegando tambien el que habia recibido un talento, dijo: señor, yo te
conocia que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y coges donde no
derramaste:

 25 por tanto tuve miedo, y fuí, y escondí tu talento en la tierra: hé aquí,
tienes lo que es tuyo.

 26 Y respondiendo su señor, le dijo: Mal siervo y negligente, sabias que
siego donde no sembré, y [que] cojo donde no derramé:

 27 por tanto te convenia dar mi dinero á los banqueros, y viniendo yo,
recibiera lo que es mio con usura:

 28 quitadle pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

 29 Porque á cualquiera que tuviere le será dada, y tendrá mas; y al que no
tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de á fuera: allí será el
llorar, y el crujir de dientes.

 31 Y CUANDO el Hijo del hombre vendrá en su gloria, y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.

 32 y serán juntados delante de él todas las gentes, y los apartará los unos
de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos;

 33 y pondrá las ovejas á su derecha, y los cabritos á la izquierda.

 34 Entonces el Rey dirá á los que [estarán] á su derecha: Venid, benditos de
mi Padre, poseed el reino aparejado para vosotros desde la fundacion del
mundo:

 35 porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me disteis de
beber: fuí huesped, y me recogisteis:

 36 desnudo, y me cubristeis: enfermo, y me visitasteis: estuve en la cárcel,
y venisteis á mí.

 37 Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y te sustentamos? ¿ó sediento, y te dimos de beber'?

 38 ¿y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿ó desnudo, y te cubrimos?

 39 ¿ó cuándo te vimos enfermo, ó en la cárcel, y venimos á tí?

 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo, que en cuanto [lo]
hicisteis á uno de estos mis hermanos pequeñitos, á mí [lo] hicisteis.

 41 Entonces dirá tambien á los que [estarán] á la izquierda: Idos de mí,
malditos, al fuego eterno, que está aparejado para el diablo y sus ángeles:

 42 porque tuve hambre, y no me disteis de comer: tuve sed, y no me disteis
de beber:

 43 fuí huésped, y no me recogisteis: desnudo, y no me cubristeis: enfermo, y
en la cárcel [estuve,] y no me visitasteis.

 44 Entonces tambien ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, ó sediento, ó huésped, ó desnudo, ó enfermo, ó en la cárcel, y no
te servimos?

 45 Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo, [que] en cuanto no
[lo] hicisteis á uno de estos pequeñitos, ni á mí [lo] hicisteis.

 46 E irán estos al tormento eterno, y los justos á la vida eterna.



CAPITULO 26

 1 Y ACONTECIÓ que como hubo acabado Jesus todas estas palabras, dijo á sus
discípulos:

 2 Sabeis que dentro de dos dias se hace la pascua, y el Hijo del hombre es
entregado para ser crucificado.

 3 Entonces los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos
del pueblo se juntaron al patio del pontífice, el cual se llamaba Caifás.

 4 Y tuvieron consejo para prender por engaño á Jesus, y matar[le.]

 5 Y decian: No en el dia de la fiesta, porque no se haga alboroto en el
pueblo.

 6 Y estando Jesus en Bethania, en casa de Simon el leproso,

 7 vino á él una mujer, con un [vaso de] alabastro de ungüento de gran
precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado á la mesa:

 8 lo cual viendo sus discípulos, se enojaron, diciendo: ¿Por qué se pierde
esto?

 9 porque este ungüento se podia vender por gran precio, y darse á los
pobres.

 10 Y entendiéndolo Jesus, les dijo: ¿Por qué dais pena á [esta] mujer? que
me ha hecho buena obra:

 11 porque siempre tendreis pobres con vosotros: mas á mí no siempre me
tendreis:

 12 porque echando este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultarme [lo] ha
hecho:

 13 de cierto os digo, [que] donde quiera que este evangelio fuere predicado
en todo el mundo, tambien será dicho para memoria de ella lo que esta ha
hecho.

 14 Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fué á los
príncipes de los sacerdotes,

 15 y les dijo: ¿Qué me quereis dar, y yo os le entregaré? Y ellos le
señalaron treinta [piezas] de plata.

 16 Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle.

 17 Y EL primer [dia de la fiesta] de los [panes] sin levadura, vinieron los
discípulos á Jesus, diciéndole: ¿Dónde quieres que te aderecemos para comer
[el cordero de] la pascua?

 18 Y él dijo: Id á la ciudad á uno, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo
está cerca: en tu casa haré la pascua con mis discípulos.

 19 Y los discípulos hicieron como Jesus les mando, y aderezaron la pascua.

 20 Y como fué la tarde del dia, se sentó á la mesa con los doce.

 21 Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de
entregar.

 22 Y [ellos] entristecidos en gran manera, comenzó cada uno de ellos á
decirle: ¿Soy yo, Señor?

 23 Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato,
este me ha de entregar.

 24 A la verdad el Hijo del hombre va, como está escrito de él: mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera al tal
hombre no haber nacido.

 25 Entonces respondiendo Judas, que le entregaba, dijo: ¿Soy yo quizá,
Maestro? Dícele: Tú [lo] has dicho.

 26 Y comiendo ellos, tomó Jesus el pan, y habiendo dada gracias [lo] partió,
y dió á sus discípulos, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo.

 27 Y tomando el vaso, y hechas gracias, dióles, diciendo: Bebed de él todos:

 28 porque esto es mi sangre del Nuevo Testamento, la cual es derramada por
muchos para remision de los pecados:

 29 y os digo, [que] desde ahora no beberé mas de este fruto de la vid, hasta
aquel dia, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi
Padre.

 30 Y cuando hubieron dicho el himno, salieron al monte de las Olivas.

 31 Entonces Jesus les dice: Todos vosotros sereis escandalizados en mí esta
noche: porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas de la manada serán
derramadas.

 32 Mas despues que haya resucitado, os esperaré en Galiléa.

 33 Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en tí, yo
nunca seré escandalizado.

 34 Jesus le dice: De cierto te digo, que esta noche, antes que el gallo
cante, me negarás tres veces.

 35 Dícele Pedro: Aunque me sea menester morir contigo, no te negaré. Y todos
los discípulos dijeron lo mismo.

 36 ENTONCES llegó Jesus con ellos á la aldea, que se llama Gethsemané, y
dice á sus discípulos: Sentáos aquí, hasta que vaya allí, y ore.

 37 Y tomando á Pedro, y á los dos hijos de Zebedéo, comenzó á entristecerse,
y á angustiarse en gran manera.

 38 Entonces Jesus les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte: quedáos
aquí, y velad conmigo.

 39 Y yéndose un poco mas adelante, se postró sobre su rostro, orando, y
diciendo: Padre mio, si es posible, pase de mí este vaso: empero no como yo
quiero, mas como tú.

 40 Y vino á sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo á Pedro: ¿No
habeis podido velar conmigo una hora?

 41 velad y orad, para que no entreis en tentacion: el espíritu á la verdad
está presto, mas la carne enferma.

 42 Otra vez, fué segunda vez, y oró, diciendo: Padre mio, si no puede este
vaso pasar de mí sin que [yo] lo beba, hágase tu voluntad.

 43 Y vino, y los halló otra vez durmiendo: porque los ojos de ellos eran
agravados.

 44 Y dejándolos, fué otra vez, y oró tercera vez, diciendo las mismas
palabras.

 45 Entonces vino á sus discípulos, y les dice: Dormid ya, y descansad: hé
aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de
pecadores:

 46 levantáos, vamos: hé aquí, ha llegado el que me ha entregado.

 47 Y hablando aun él, hé aquí, Judas, uno de los doce, vino, y con él mucha
compañía, con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los
sacerdotes, y de los ancianos del pueblo.

 48 Y el que le entregaba les habia dado señal, diciendo: Al que yo besare,
aquel es: prendedle.

 49 Y luego que llegó á Jesus, dijo: Tengas gozo, Maestro. Y le besó.

 50 Y Jesus le dijo: ¿Amigo, á qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano
á Jesus, y le prendieron.

 51 Y hé aquí, uno de los que [estaban] con Jesus, extendiendo la mano, sacó
su cuchillo, é hiriendo á un siervo del pontífice, le quitó una oreja.

 52 Entonces Jesus le dice: Vuelve tu cuchillo á su lugar: porque todos los
que tomaren cuchillo, á cuchillo morirán:

 53 ó ¿piensas que no puedo ahora orar á mi Padre, y él me daria mas de doce
legiones de ángeles?

 54 ¿cómo pues se cumplirian las Escrituras, [de] que así conviene que sea
hecho?

 56 En aquella hora dijo Jesus á las compañías: Como á ladron habeis salido
con espadas y con bastones á prenderme: cada dia me sentaba con vosotros
enseñando en el templo, y no me prendisteis.

 56 Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los
profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole.

 57 Y ELLOS, prendido Jesus, le trajeron á Caifás sumo pontífice, donde los
escribas y los ancianos  estaban juntos.

 58 Mas Pedro le seguia de lejos hasta el patio del sumo pontífice; y entrado
dentro, se estaba sentado con los criados, para ver el fin.

 59 Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el concilio
buscaban [algun] falso testimonio contra Jesus, para entregarle á la muerte,

 60 y no hallaban: aunque muchos testigos falsos se llegaban, no [lo]
hallaron. Mas á la postre vinieron dos testigos falsos,

 61 que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y reedificarle
en tres dias.

 62 Y levantándose el sumo pontífice, le dijo: ¿No respondes nada? qué
testifican estos contra tí?

 63 Mas Jesus callaba. Y respondiendo el sumo pontífice, le dijo: Te conjuro
por el Dios viviente, que nos digas, Si eres tú el Cristo, Hijo de Dios.

 64 Jesus le dice: Tú [lo] has dicho: y aun os digo, que desde ahora habeis
de ver al Hijo del hombre asentado á la diestra de la potencia [de Dios,] y
que viene en las nubes del cielo.

 65 Entonces el sumo pontífice rasgó sus vestidos, diciendo: Blasfemado ha:
¿qué mas necesidad tenemos de testigos? hé aquí, ahora habeis oido su
blasfemia:

 66 ¿qué os parece? Y respondiendo ellos dijeron: Culpado es de muerte.

 67 Entonces le escupieron en su rostro, y le dieron de bofetadas, y otros le
herian con mojicones,

 68 diciendo: Profetízanos, oh Cristo, quién es el que te ha herido.

 69 Y Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se llegó á él una criada,
diciendo: Y tú con Jesus el Galiléo estabas.

 70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.

 71 Y saliendo á la puerta, le vió otra, y dijo á los que estaban allí:
Tambien este estaba con Jesus Nazareno.

 72 Y negó otra vez con juramento, [diciendo:] No conozco á [ese] hombre.

 73 Y desde á un poco llegaron los que servian, y dijeron á Pedro:
Verdaderamente tambien tú eres de ellos: porque aun tu habla te hace
manifiesto.

 74 Entonces comenzó á anatematizarse, y á jurar, [diciendo:] No conozco á
[ese] hombre. Y el gallo cantó luego.

 75 Y se acordó Pedro de las palabras de Jesus, que le dijo: Antes que cante
el gallo, me negarás tres veces. Y saliéndose fuera, lloró amargamente.



CAPITULO 27

 1 Y VENIDA la mañana, entraron en consejo todos los príncipes de los
sacerdotes, y los ancianos del pueblo, contra Jesus, para entregarle á
muerte.

 2 Y le trajeron atado, y le entregaron á Poncio Pilato presidente.

 3 ENTONCES Judas, el que le habia entregado, viendo que era condenado,
volvió arrepentido las treinta [piezas] de plata á los príncipes de los
sacerdotes, y á los ancianos,

 4 diciendo: [Yo] he pecado entregando la sangre inocente. Mas ellos dijeron:
¿Qué [se nos da] á nosotros? viéraslo tú.

 5 Y arrojando las [piezas] de plata al templo, se partió, y fué, y se
ahorcó.

 6 Y los príncipes de los sacerdotes, tomando [las piezas] de plata, dijeron:
No es lícito echarlas en el arca de la limosna, porque es precio de sangre.

 7 Mas habido consejo, compraron de ellas el campo del Ollero, por sepultura
para los extranjeros.

 8 Por lo cual fué llamado aquel campo: Hacéldama, [Campo de sangre,] hasta
el dia de hoy.

 9 Entonces se cumplió lo que fué dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Y
tomaron las treinta [piezas] de plata, precio del apreciado, que fué
apreciado por los hijos de Israel:

 10 y las dieron para comprar el campo del Ollero, como me ordenó el Señor.

 11 Y JESUS estuvo delante del presidente, y el presidente le preguntó,
diciendo: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Y Jesus le dijo: Tu [lo] dices.

 12 Y siendo acusado por los príncipes de los sacerdotes, y por los ancianos,
nada respondió.

 13 Pilato entonces le dice: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra tí?

 14 Y no le respondió ni una palabra, de tal manera que el presidente se
maravillaba mucho.

 15 Y en el dia de la fiesta acostumbraba el presidente soltar al pueblo un
preso cual quisiesen.

 16 Y tenian entonces un preso famoso, que se llamaba Barrabás.

 17 Y juntas ellos, les dijo Pilato: ¿Cuál quereis que os suelte? ¿á
Barrabás, ó á Jesus, que se llama el Cristo?

 18 Porque sabia que por envidia le habian entregado.

 19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió á él, diciendo: No
tengas que ver con aquel justo: porque hoy he padecido muchas cosas en sueños
por causa de él.

 20 Mas los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, persuadieron al
pueblo, que pidiese á Barrabás, y á Jesus matase.

 21 Y respondiendo el presidente, les dijo: ¿Cuál de los dos quereis que os
suelte? Y ellos dijeron: A Barrabás.

 22 Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesus que se llama el Cristo? Dícenle
todos: Sea crucificado.

 23 Y el presidente [les] dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban
mas, diciendo: Sea crucificado.

 24 Y viendo Pilato que nada aprovechaba, antes se hacia mas alboroto,
tomando agua lavó sus manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de
la sangre de este justo: védlo vosotros.

 25 Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre [sea] sobre nosotros, y
sobre nuestros hijos.

 26 Entonces les soltó á Barrabás; y habiendo azotado á Jesus, le entregó
para ser crucificado.

 27 ENTONCES los soldados del presidente tomando á Jesus á la audiencia,
juntaron á él toda la cuadrilla.

 28 Y desnudándole, cercáronle de un manto de grana.

 29 Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su
mano derecha: é hincando la rodilla delante de él, burlaban de él diciendo:
Tengas gozo, rey de los Judíos.

 30 Y escupiendo en él, tomaron la caña, y le herian en la cabeza.

 31 Y despues que le hubieron escarnecido, le desnudaron el manto, y le
vistieron de sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.

 32 Y saliendo, hallaron á un Cirenéo que se llamaba Simon: á este cargaron
para que llevase su cruz.

 33 Y como llegaron al lugar que se llama Gólgotha, que es dicho, el lugar de
la Calavera,

 34 le dieron á beber vinagre mezclado con hiel; y gustando, no quiso
beberlo.

 35 Y despues que le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando
suertes: para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta: Se
repartieron mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

 36 Y le guardaban, sentados allí.

 37 Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESUS, EL REY DE LOS
JUDÍOS.

 38 Entonces crucificaron con él dos ladrones: uno á la derecha, y otro á la
izquierda.

 39 Y los que pasaban, le decian injurias, meneando sus cabezas,

 40 y diciendo: Tú, el que derribas el templo [de Dios,] y en tres dias [le]
reedificas, sálvate á tí mismo: si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.

 41 De esta manera tambien los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, con
los escribas, y los Fariséos, y los ancianos, decian:

 42 A otros salvó, á sí no se puede salvar: si es el rey de Israel, descienda
ahora de la cruz, y creeremos en el:

 43 confia en Dios: líbrele ahora, si le quiere: porque ha dicho: Soy Hijo de
Dios.

 44 Lo mismo tambien le zaherian los ladrones que estaban crucificados con
él.

 45 Y desde la hora de las seis fueron tinieblas sobre toda la tierra, hasta
la hora de las nueve.

 46 Y cerca de la hora de las nueve Jesus exclamó con grande voz, diciendo:
Eli, Eli, ¿lamma sabachthani? esto es: Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has
desamparado?

 47 Y algunos de los que estaban allí, oyéndole, decian: A Elías llama este.

 48 Y luego corriendo uno de ellos tomó una esponja, y la llenó de vinagre, y
poniéndola en una caña, le daba para que bebiese.

 49 Y los otros decian: Deja, veamos si vendrá Elías á librarle.

 50 Mas Jesus habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu.

 51 Y hé aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de alto á bajo; y la
tierra se movió; y las piedras se hendieron;

 52 y los sepulcros se abrieron, y muchos cuerpos de santos, que habia
dormido, se levantaron.

 53 Y salidos de los sepulcros, despues de su resurreccion, vinieron á la
santa ciudad, y aparecieron á muchos.

 54 Y el centurion, y los que estaban con él guardando á Jesus, visto el
terremoto, y las cosas que habian sido hechas, temieron en gran manera,
diciendo: Verdaderamente Hijo de Dios era este.

 55 Y estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habian seguido
de Galiléa á Jesus, sirviéndole:

 56 entre las cuales era María Magdalena, y María de Jacobo, y la madre de
Joses, y la madre de los hijos de Zebedéo.

 57 Y COMO fué la tarde del dia, vino un hombre rico de Arimathéa, llamado
Joseph, el cual tambien habia sido discípulo de Jesus.

 58 Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesus. Entonces Pilato mandó
que el cuerpo se [le] diese.

 59 Y tomando Joseph el cuerpo, le envolvió en una sábana limpia,

 60 y le puso en un sepulcro suyo nuevo, que habia labrado en peña; y
revuelta una grande piedra á la puerta del sepulcro, se fué.

 61 Y estaban allí María Magdalena, y la otra María, sentadas delante del
sepulcro.

 62 Y el siguiente dia, que es despues de la preparacion [de la Pascua,] se
juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariséos á Pilato,

 63 diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aun:
Despues de tres dias resucitaré.

 64 Manda, pues, fortificar el sepulcro hasta el dia tercero: porque no
vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de
los muertos: y será el postrer error peor que el primero.

 65 Pilato les dice: La guardia teneis: id, fortificad como entendeis.

 66 Y yendo ellos, fortificaron el sepulcro con la guardia, sellando la
piedra.



CAPITULO 28

 1 Y LA víspera de los sábados, que amanece para el primero de los sábados,
vino María Magdalena, y la otra María, á ver el sepulcro.

 2 Y hé aquí, fué hecho un gran terremoto: porque el ángel del Señor
descendiendo del cielo y llegando, habia revuelto la piedra de la puerta [del
sepulcro,] y estaba sentado sobre ella.

 3 Y su aspecto era como un relámpago; y su vestido blanco como la nieve.

 4 Y del miedo de él los guardas fueron asombrados, y fueron vuelto como
muertos.

 5 Y respondiendo el ángel, dijo á las mujeres: No temais vosotras: porque yo
sé que buscais á Jesus, [el que fué] crucificado:

 6 no está aquí, porque ha resucitado, como dijo: venid, ved el lugar donde
fué puesto el Señor;

 7 y presto id, decid á sus discípulos, que ha resucitado de los muertos; y
hé aquí, os espera en Galiléa: allí le vereis: hé aquí, os [lo] he dicho.

 8 Entonces [ellas] saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron
corriendo á dar las nuevas á sus discípulos. Y yendo á dar las nuevas á sus
discípulos,

 9 hé aquí, Jesus les sale al encuentro, diciendo: Tengais gozo. Y ellas se
llegaron, y abrazaron sus piés, y le adoraron.

 10 Entonces Jesus les dice: No temais: id, dad las nuevas á mis hermanos,
para que vayan á Galiléa; y allá me verán.

 11 Y yendo ellas, hé aquí, unos de la guardia vinieron á la ciudad, y dieron
aviso á los príncipes de los sacerdotes de todas las cosas que habian
acontecido.

 12 Y juntados con los ancianos, habido consejo, dieron mucho dinero á los
soldados,

 13 diciendo: Decid: Sus discípulos vinieron de noche, y le hurtaron,
durmiendo nosotros:

 14 y si esto fuere oido del presidente, nosotros le persuadiremos, y os
haremos seguros.

 15 Y ellos, tomado el dinero, hicieron como estaban instruidos: y este dicho
fué divulgado entre los Judíos hasta el dia de hoy.

 16 Mas los once discípulos se fueron á Galiléa, al monte, donde Jesus les
habia ordenado.

 17 Y como le vieron, le adoraron: mas algunos dudaban.

 18 Y llegando Jesus, les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra:

 19 por tanto id, enseñad á todas las gentes, bautizándolos en nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo:

 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y hé aquí, yo
estoy con vosotros todos los dias, hasta el fin del siglo. Amen.



EL

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO

SEGUN

S. MARCOS.



CAPITULO 1

 1 PRINCIPIO del Evangelio de Jesu Cristo, Hijo de Dios.

 2 Como está escrito en los profetas: Hé aquí, yo envio á mi ángel delante de
tu faz, que apareje tu camino delante de tí.

 3 Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor:  enderezad
sus veredas.

 4 Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de penitencia* para
remision de pecados.   {* De enmienda, ó de arrepentimiento, de conversion.}

 5 Y salia á él toda la provincia de Judéa, y los de Jerusalem; y eran todos
bautizados de él en el rio del Jordán, confesando sus pecados.

 6 Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y de [una] cinta de cuero al
rededor de sus lomos; y comia langostas, y miel montés.

 7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es mas fuerte que yo, al cual
no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos:

 8 yo á la verdad os he bautizado con agua: mas él os bautizará con Espíritu
Santo.

 9 Y ACONTECIÓ en aquellos dias, [que] Jesus vino de Nazaret de Galilea, y
fué bautizado de Juan en el Jordán.

 10 Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu, como
paloma, que descendia sobre él.

 11 Y fué [una] voz de los cielos, [que decia:] Tú eres mi Hijo amado: en tí
tomo contentamiento.

 12 Y luego el Espíritu [Santo] le impele al desierto.

 13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta dias; y era tentado de Satanás: y
estaba con las fieras; y los ángeles le servian.

 14 MAS despues que Juan fué entregado, Jesus vino á Galiléa, predicando el
evangelio del reino de Dios,

 15 y diciendo: El tiempo es cumplido; y el reino de Dios está cerca:
enmendáos, y creed al Evangelio.

 16 Y pasando junta á la mar de Galiléa, vió á Simon, y á Andres su hermano,
que echaban la red en la mar, porque eran pescadores.

 17 Y les dijo Jesus: Venid en pos de mí, y haré que seais pescadores de
hombres.

 18 Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.

 19 Y pasando de allí un poco mas adelante, vió á Jacobo, [hijo] de Zebedéo,
y á Juan su hermano, tambien ellos en el navío, que aderezaban las redes.

 20 Y luego los llamó; y dejando á su padre Zebedéo en el navío con los
jornaleros, fueron en pos de él.

 21 Y ENTRAN en Capharnaum: y luego los sábados entrando en la sinagoga
enseñaba.

 22 Y se espantaban de su doctrina; porque los enseñaba como quien tiene
potestad, y no como los escribas.

 23 Y habia en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual
dió voces,

 24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesus Nazareno? ¿has venido á
destruirnos? sé quien eres, el Santo de Dios.

 25 Y riñóle Jesus, diciendo: Enmudece, y sal de él.

 26 Y haciéndole pedazos el espíritu inmundo, y clamando á gran voz, salió de
él.

 27 Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirian entre sí, diciendo:
¿Qué es esto? ¿qué nueva doctrina es esta, que con potestad aun á los
espíritus inmundos manda, y le obedecen?

 28 Y luego vino su fama por toda la provincia al rededor de Galiléa.

 29 Y luego salidos de la sinagoga, vinieron á casa de Simon y de Andres, con
Jacobo y Juan.

 30 Y la suegra de Simon estaba acostada con calentura; y le dijeron luego de
ella.

 31 Entonces llegando [él,] la tomó de su mano, y la levantó; y luego la dejó
la calentura, y les servia.

 32 Y cuando fué la tarde, como el sol se puso, traian á él todos los que
tenian mal, y endemoniados.

 33 Y toda la ciudad se juntó á la puerta.

 34 Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades; y echó
fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocian.

 35 Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salio, y se fué á un
lugar desierto, y allí oraba.

 36 Y le siguió Simon, y los que estaban con él.

 37 Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.

 38 Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique tambien allí:
porque para esto he salido.

 39 Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galiléa, y echaba fuera los
demonios.

 40 Y UN leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si
quieres, puedes limpiarme.

 41 Y Jesus teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le
dice: Quiero: sé limpio.

 42 Y habiendo él dicho esto, luego la lepra se fué de él, y fué limpio.

 43 Y le defendió, y luego le echó,

 44 y le dice: Mira [que] no digas á nadie nada: sino vé, muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó para que les conste.

 45 Y él salido, comenzó á predicar muchas cosas, y á divulgar el negocio,
que ya Jesus no podia entrar manifiestamente en la ciudad: mas estaba fuera
en los lugares desiertos, y venian á él de todas partes.



CAPITULO 2

 1 Y ENTRÓ otra vez en Capharnaum despues de [algunos] dias; y se oyó que
estaba en casa.

 2 Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabian ni aun á la puerta; y
les hablaba la palabra.

 3 Entonces vinieron á él [unos] trayendo un paralítico, que era traido de
cuatro.

 4 Y como no podian llegar á él á causa de la compañía, descubrieron la
techumbre donde estaba, y horadando bajan el lecho en que el paralítico
estaba echado.

 5 Y viendo Jesus la fé de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te
son perdonados.

 6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en
sus corazones,

 7 decian: ¿Por qué habla este blasfemias? ¿quién puede perdonar pecados,
sino solo Dios?

 8 Y conociendo luego Jesus en su espíritu que pensaban esto dentro de sí,
les dijo: ¿Por qué pensais estas cosas en vuestros corazones?

 9 ¿cuál es mas fácil: Decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados; ó
decirle: Levántate, y toma tu lecho, y anda?

 10 Pues porque sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar los pecados, (dice al paralítico):

 11 A tí digo: Levántate, y toma tu lecho, y véte á tu casa.

 12 Entonces [él] se levantó luego; y tomando su lecho, se salió delante de
todos, de manera que todos se espantaron, y glorificaron á Dios, diciendo:
Nunca tal hemos visto.

 13 Y VOLVIÓ á salir á la mar, y toda la compañía venia á el, y los enseñaba.

 14 Y pasando vió á Leví, [hijo] de Alféo, sentado al banco [de los públicos
tributos,] y le dice: Sígueme. Y levantándose, le siguió.

 15 Y aconteció, que estando Jesus á la mesa en casa de él, muchos publicanos
y pecadores estaban tambien á la mesa juntamente con Jesus, y con sus
discípulos: porque habia muchos, y le habían seguido.

 16 Y los escribas, y los Fariséos, viéndole comer con los publicanos, y con
los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que [vuestro Maestro]
come y bebe con los publicanos, y con los pecadores?

 17 Y oyéndo[lo] Jesus, les dice: los sanos no tienen necesidad de médico,
mas los que tienen mal: no he venido á llamar á los justos, mas los pecadores
á penitencia.*   {* A enmienda de la vida.}

 18 Y los discípulos de Juan, y de los Fariséos ayunaban; y vienen, y le
dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan, y [los] de los Fariséos ayunan; y tus
discípulos no ayunan?

 19 Y Jesus les dice: No pueden ayunar los que son de bodas, cuando el esposo
está con ellos: entre tanto que tienen consigo el esposo no pueden ayunar.

 20 Mas vendrán dias, cuando el esposo será quitado de ellos; y entonces en
aquellos dias ayunarán.

 21 Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el
mismo remiendo nuevo tira del viejo, y se hace peor la rotura.

 22 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo
rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden: mas el vino
nuevo en odres nuevos se ha de echar.

 23 Y ACONTECIÓ, que pasando él [otra vez] por los sembrados en sábado, sus
discípulos andando comenzaron á arrancar espigas.

 24 Entonces los Fariséos le dijeron: Hé aquí, ¿por qué hacen [tus
discípulos] en sábado lo que no es lícito?

 25 Y él les dijo: ¿Nunca leisteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y
tuvo hambre, él y los que [estaban] con él?

 26 ¿cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathár sumo Pontífice, y comió
los panes de la proposicion, de los cuales no es lícito comer, sino á los
sacerdotes, y aun dió á los que estaban consigo?

 27 Díjoles tambien: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre
por causa del sábado:

 28 así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.



CAPITULO 3

 1 Y OTRA vez entró en la sinagoga; y habia allí un hombre que tenia una mano
seca.

 2 Y le acechaban, si en sábado le sanaria, para acusarle.

 3 Entonces dijo al hombre que tenia la mano seca: Levántate en medio.

 4 Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábados, ó hacer mal? ¿salvar la
persona, ó matarla? Mas ellos callaban.

 5 Y mirándolos al rededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su
corazon, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué
restituida sana como la otra.

 6 Entonces saliendo los Fariséos tomaron consejo con los Herodianos contra
él, para matarle.

 7 MAS Jesus se apartó á la mar con sus discípulos; y le siguió gran multitud
de Galiléa, y de Judéa,

 8 y de Jerusalem, y de Iduméa, y de la otra parte del Jordán; y de los que
[moraban] al rededor de Tyro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuan grandes
cosas hacia, vinieron á él.

 9 Y dijo á sus discípulos que la navecilla le estuviese siempre apercibida,
por causa de la compañía, porque no le oprimiesen.

 10 Porque habia sanado á muchos, de tal manera que caian sobre él, cuantos
tenian plagas, por tocarle.

 11 Y los espíritus inmundos, en viéndole, se postraban delante de él, y
daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

 12 Mas él les reñia mucho que no le manifestasen.

 13 Y SUBIÓ al monte, y llamó á si los que él quiso; y vinieron á él.

 14 Y ordenó á los doce para que estuviesen con él, y para enviarlos á
predicar;

 15 y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:

 16 á Simon, al cual puso por nombre Pedro;

 17 y á Jacobo, hijo de Zebedéo, y á Juan hermano de Jacobo, y les puso
nombre Boanerges, que es, Hijos del trueno;

 18 y á Andres, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Matéo, y á Tomás, y á Jacobo,
[hijo] de Alféo, y á Tadéo, y á Simon el Chananéo,

 19 y á Judas Iscariote, el que le entregó: y vinieron á casa.

 20 Y OTRA vez se juntó la compañía, de tal manera que ellos ni aun podian
comer pan.

 21 Y como le oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decian: Está
fuera de sí.

 22 Y los escribas que habian venido de Jerusalem, decian que tenia á
Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

 23 Y llamándolos, les dijo por parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á
Satanás?

 24 Y si [algun] reino contra si mismo fuere dividido, no puede permanecer el
tal reino.

 25 Y si [alguna] casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la
tal casa.

 26 Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede
permanecer: mas tiene fin.

 27 Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si
antes no prendiere al valiente; y entonces saqueará su casa.

 28 De cierto os digo, [que] todos los pecados serán perdonados á los hijos
de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren:

 29 mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene perdon
para siempre: mas está obligado á eterno juicio.

 30 Porque decian: Tiene espíritu inmundo.

 31 Vienen pues sus hermanos y su madre, y estando de fuera, enviaron á él
llamándole.

 32 Y la compañía estaba asentada al rededor de él, y le dijeron: Hé aquí, tu
madre y tus hermanos te buscan fuera.

 33 Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre, y mis hermanos?

 34 Y mirando al rededor á los que estaban sentados al rededor de él, dijo:
Hé aquí mi madre, y mis hermanos:

 35 porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, este es mi hermano, y
mi hermana, y mi madre.



CAPITULO 4

 1 Y OTRA vez comenzó á enseñar .junto á la mar, y se juntó á él gran
compañía, tanto que entrándose él en un navío, se sentó en la mar, y toda la
compañía estaba en tierra junto á la mar.

 2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decia en su doctrina:

 3 Oid: Hé aquí, el que sembraba salió á sembrar.

 4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las
aves del cielo, y la tragaron.

 5 Y otra parte cayó en pedregales donde no tenia mucha tierra; y luego
salió, porque no tenia la tierra profunda;

 6 mas, salido el sol, se quemó; por cuanto no tenia raiz se secó.

 7 Y otra parte cayó en espinas; subieron las espinas, y la ahogaron y no dió
fruto.

 8 Y otra parte cayó en buena tierra y dió fruto, que subió y creció: y llevó
uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.

 9 Entonces les dijo: El que tiene oidos para oir, oiga.

 10 Y cuando estuvo solo le preguntaron, los que estaban con él con los doce,
de la parábola.

 11 Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios: mas á
los que están fuera, por parábolas todas las cosas:

 12 para que viendo, vean y no vean; y oyendo, oigan y no entiendan: porque
no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.

 13 Y les dijo: ¿No sabeis esta parábola? ¿cómo pues entendereis todas las
parábolas?

 14 El que siembra [es el que] siembra la palabra.

 15 Y estos son los de junto al camino, en los que la palabra es sembrada:
mas despues que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la  palabra que fué
sembrada en sus corazones.

 16 Y asimismo estos son los que son sembrados en pedregales; los que cuando
han oido la palabra, luego la toman con gozo:

 17 mas no tienen raiz en sí, antes son temporales: que en levantándose la
tribulacion, ó la persecucion por causa de la palabra, luego se escandalizan.

 18 Y estos son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la palabra:

 19 mas las congojas de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las
codicias que hay en las otras cosas, entrando ahogan la palabra, y es hecha
sin fruto.

 20 Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra; los que oyen la
palabra, y [la] reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, otro á
ciento.

 21 Díjoles tambien: ¿Viene el candil para ser puesto debajo del almud, ó
debajo de la cama? ¿No [viene] para ser puesto en el candelero?

 22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni secreto, que
no haya de venir en descubierto.

 23 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.

 24 Díjoles tambien: Mirad lo que oís: con la medida que medis, os medirán
otros; y será añadido á vosotros los que oís.

 25 Porque al que tiene, le será dada; y al que no tiene, aun lo que tiene le
será quitado.

 26 Decia mas: Así es el reino de Dios, como si un hombre eche simiente en la
tierra;

 27 y duerma y se levante de noche de dia, y la simiente brote y crezca como
él no sabe.

 28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero yerba, luego espiga, luego
grano lleno en la espiga.

 29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega
es llegada.

 30 Y decia: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola
le compararemos?

 31 Como el grano de la mostaza, que cuando es sembrado en tierra es el mas
pequeño de todas las simientes que hay en la tierra:

 32 mas cuando fuere sembrado sube, y se hace la mayor de todas las
legumbres; y hace grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan
hacer nidos debajo de su sombra.

 33 Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que
podian oir.

 34 Y sin parábola no les hablaba: mas á sus discípulos en particular
declaraba todo.

 35 Y LES dijo aquel dia, cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.

 36 Y enviando la compañía, le tomaron, como estaba en el navío, y habia
tambien con él otros navichuelos.

 37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las ondas en el
navío, de tal manera que ya se llenaba.

 38 Y él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le
dicen: ¿Maestro, no mires que perecemos?

 39 Y levantándose [él,] riñó al viento y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y
cesó el viento; y fué hecha grande bonanza.

 40 Y á ellos dijo: ¿Por qué sois así temerosos? ¿cómo no teneis fé?

 41 Y temieron con gran temor, y decian el uno al otro: ¿Quién es este, que
aun el viento y la mar le obedecen?



CAPITULO 5

 1 Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.

 2 Y salido él del navío, luego le salió al encuentro de los sepulcros un
hombre con un espíritu inmundo,

 3 que tenia manida en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podia alguien
atar:

 4 porque muchas veces habia sido atado con grillos y cadenas, mas las
cadenas habian sido hechas pedazos de él, y los grillos desmenuzados; y nadie
le podia domar.

 5 Y siempre de dia y de noche andaba dando voces en los montes y en los
sepulcros, é hiriéndose á las piedras.

 6 Y como vió á Jesus de lejos, corrió, y le adoró;

 7 y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesus, hijo del Dios
Altísimo? te conjuro [por] Dios que no me atormentes.

 8 Porque le decia: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió, diciendo: Legion me llamo:
porque somos muchos.

 10 Y le rogaba mucho que no le echase fuera de aquella provincia.

 11 Y estaba allí cerca de los montes una grande manada de puercos paciendo.

 12 Y le rogaron todos [aquellos] demonios, diciendo: Envíanos á los puercos
para que entremos en ellos.

 13 Y les permitió luego Jesus, y saliendo aquellos espíritus inmundos,
entraron en los puercos; y la manada cayó por un despeñadero en la mar, los
cuales eran como dos mil, y se ahogaron en la mar.

 14 Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y
en los campos. Y salieron para ver que era aquello que habia acontecido.

 15 Y vienen á Jesus, y ven al que habia sido atormentado del demonio,
sentado, y vestido, y en seso el que habia tenido la legion; y tuvieron
temor.

 16 Y les contaron los que [lo] habian visto, como habia acontecido al que
habia tenido el demonio, y de los puercos.

 17 Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.

 18 Y entrando él en el navío, le rogaba el que habia sido fatigado del
demonio, para estar con él.

 19 Mas Jesus no le permitió, sino le dijo: Véte á tu casa á los tuyos, y
cuéntales cuan grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y [como] ha tenido
misericordia de tí.

 20 Y se fué, y comenzó á predicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesus
habia hecho con él; y todos se maravillaban.

 21 Y PASANDO otra vez Jesus en un navío de la otra parte, se juntó á él gran
compañía; y estaba junto á la mar,

 22 y vino uno de los príncipes de la sinagoga llamado Jairo; y como le vió,
se postró á sus piés,

 23 y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las
manos sobre ella, para que sea salva, y vivirá.

 24 Y fué con él, y le seguia gran compañía, y le apretaban.

 25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacia,

 26 y habia sufrido mucho de muchos médicos, y habia gastado todo lo que
tenia, y nada habia aprovechado, antes le iba peor,

 27 como oyó [decir] de Jesus, vino en la compañía por las espaldas, y tocó
su vestido.

 28 Porque decia: Si [yo] tocare tan solamente su vestido, seré salva.

 29 Y luego la fuente de su sangre se secó, y sintió en el cuerpo que estaba
sana de aquel azote.

 30 Y Jesus luego conociendo en sí mismo la virtud que habia salido de él,
volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado a mis vestidos?

 31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la compañía te aprieta, y dices:
¿Quién me ha tocado?

 32 Y [él] miraba al rededor por ver a la que habia hecho esto.

 33 Entonces la mujer temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí habia sido
hecho, vino, y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

 34 Y el le dijo: Hija, tu fé te ha hecho salva: vé en paz, y sé sana de tu
azote.

 35 Hablando aun él, vinieron del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija
es muerta: ¿para qué fatigas mas al Maestro?

 36 Mas Jesus luego, en oyendo esta razon que se decia, dijo al príncipe de
la sinagoga: No temas: cree solamente.

 37 Y no permitió que alguno viniese tras él, sino Pedro, y Jacobo, y Juan
hermano de Jacobo.

 38 Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que
lloraban y gemian mucho.

 39 Y entrando les dice: ¿Por qué os alborotais, y llorais? la muchacha no es
muerta, mas duerme.

 40 Y hacian burla de él: mas el, echados fuera todos, toma al padre y á la
madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde estaba la
muchacha echada.

 41 Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo
interpretares: Muchacha, á tí digo, levántate.

 42 Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenia doce años: y se
espantaron de grande espanto.

 43 Mas [él] les mandó mucho que nadie lo supiese; y dijo que diesen á la
muchacha de comer.



CAPITULO 6

 1 Y SALIÓ de allí, y vino a su tierra; y le siguieron sus discípulos.

 2 Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole
estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿y qué
sabiduría es esta que le es dada; y tales maravillas que por sus manos son
hechas?

 3 ¿no es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de Joses, y
de Judas, y de Simon?  ¿no están tambien aquí con nosotros sus hermanas?  Y
se escandalizaban en él.

 4 Mas Jesus les decia: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre
sus parientes, y en su casa.

 5 Y no pudo allí hacer alguna maravilla: solamente sanó [unos] pocos
enfermos poniendo sobre ellos las manos.

 6 Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos; y rodeaba las aldeas de
al rededor enseñando.

 7 Y LLAMÓ á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos, y les dio
potestad [contra] los espíritus inmundos;

 8 y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente [un]
bordon;  ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa:

 9 mas que calzasen zapatos; y no vistiesen dos ropas.

 10 Y les decia: En cualquier casa que entráreis, posad allí hasta que
salgais de allí.

 11 Y todos aquellos que no os recibieren, ni os oyeren, saliendo de allí,
sacudid el polvo que está debajo de vuestros piés en testimonio á ellos: de
cierto os digo, que mas tolerable será [el castigo] de los de Sodoma, ó de
los de Gomorrha el dia del juicio, que él de aquella ciudad

 12 Y saliendo predicaban, que hiciesen penitencia.*   {* O, que se
enmendasen.}

 13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungian con aceite á muchos enfermos, y
sanaban.

 14 Y OYÓ el rey Herodes [la fama de Jesus,] porque su nombre era hecho
notorio, y dijo Juan, el que bautizaba, ha resucitado de los muertos; y por
tanto virtudes obran en él.

 15 Otros decian: Elías es. Y otros decian: Profeta es; ó alguno de los
profetas.

 16 Y oyéndo[lo] Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha
resucitado de los muertos.

 17 Porque el mismo Herodes habia enviado y prendido á Juan, y le habia
aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano:
porque la habia tomado por mujer.

 18 Porque Juan decia á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu
hermano.

 19 Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podia:

 20 porque Herodes temia á Juan, sabiendo que era varon justo y santo; y le
tenia respeto, y obedeciéndole hacia muchas cosas; y le oia de buena gana.

 21 Y viniendo un dia oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su
nacimiento, hacia cena a sus príncipes y tribunos, y á los principales de
Galiléa,

 22 y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes, y á
los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que
quisieres, que yo te lo daré.

 23 Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré hasta la mitad de mi reino.

 24 Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de
Juan Bautista,

 25 Entonces [ella] entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que
ahora luego me dés en un plato la cabeza de Juan Bautista.

 26 Y el rey se entristeció mucho: [mas] á causa del juramento, y de los que
estaban con él á la mesa, no quiso entristecerla.

 27 Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traida su
cabeza.

 28 El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y
la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.

 29 Y oyéndo[lo] sus discípulos, vinieron, y tomaron su cuerpo, y le pusieron
en un sepulcro.

 30 Y LOS apóstoles se juntaron á Jesus, y le contaron todo lo que habian
hecho, y lo que habian enseñado.

 31 Y [él] les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un
poco: porque eran muchos los que iban y venian, que ni aun tenian logar de
comer.

 32 Y se fueron en un navío al lugar desierto aparte.

 33 Y los vieron ir muchos, y lo conocieron; y concurrieron allá muchos á pié
de las ciudades, y vinieron antes que ellos, y se juntaron á él.

 34 Y saliendo [Jesus] vió [una] grande compañía, y tuvo misericordia de
ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó á enseñar muchas
cosas.

 35 Y como ya fué el dia muy entrado, sus discípulos llegaron á él, diciendo:
El lugar es desierto, y el dia es ya muy entrado:

 36 envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de al rededor, y compren
para sí pan, porque no tienen que comer.

 37 Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros; y le dijeron:
¿[Qué] vamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

 38 Y él les dice: ¿Cuántos panes teneis? id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron:
Cinco, y dos panes.

 39 Y les mandó que hiciesen recostar á todos por mesas sobre la yerba verde.

 40 Y se recostaron por partes, por mesas, de ciento en ciento, y de
cincuenta en cincuenta.

 41 Y tomados los cinco panes y los dos panes, mirando al cielo, bendijo, y
partió los panes, y dió á sus discípulos que les pusiesen delante. Y los dos
panes repartió á todos.

 42 Y comieron todos, y se hartaron.

 43 Y alzaron de los pedazos doce esportones llenos, y de los panes. 44 Y
eran los que comieron cinco mil varones.

 45 Y LUEGO dió priesa á sus discípulos á subir en el navío, é ir delante de
él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedia la compañía.

 46 Y despues que los hubo despedido, se fué al monte á orar.

 47 Y como fué la tarde, el navío estaba en medio de la mar, y él solo en
tierra.

 48 Y los vió que se trabajaban navegando, porque el viento les era
contrario; y cerca de la cuarta vela de la noche vino á ellos andando sobre
la mar, y queria pasarlos.

 49 Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y
dieron voces:

 50 porque todos le veian, y se turbaron.  Mas luego habló con ellos, y les
dijo: Aseguráos, yo soy: no tengais miedo.

 51 Y subió á ellos en el navío, y el viento reposó, y [ellos] en gran manera
estaban fuera de sí, y se maravillaban:

 52 porque aun no habian cobrado entendimiento en los panes: porque sus
corazones estaban ciegos.

 53 Y cuando fueron de la otra parte, vinieron á tierra de Gennezaret, y
tomaron puerto.

 54 Y saliendo ellos del navío, luego le conocieron.

 55 Y corriendo toda la tierra de al rededor, comenzaron á traer de todas
partes enfermos en lechos, como oyeron que estaba allí.

 56 Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponian en
las calles los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el
borde de su vestido, y todos los que le tocaban eran salvos.



CAPITULO 7

 1 Y SE juntaron á él Fariséos, y algunos de los escribas que habian venido
de Jerusalem.

 2 los cuales viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes,
es á saber, por lavar, los condenaban.

 3 (Porque los Fariséos, y todos los Judíos, teniendo la tradicion de los
ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen;

 4 y [volviendo] de la plaza, si no se lavaren, no comen; y otras muchas
cosas hay que tomaron para guardar, como el lavar de los vasos [ de beber] y
de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)

 5 Y le preguntaron los Fariséos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no
andan conforme á la tradicion de los ancianos, mas comen pan con las manos
por lavar?

 6 Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros
Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, mas su
corazon lejos está de mi;

 7 y en vano me honran, enseñando doctrinas, mandamientos de hombres:

 8 porque dejando el mandamiento de Dios, teneis la tradicion de los hombres:
el lavar de los jarros, y de los vasos [de beber;] y haceis muchas cosas
semejantes á estas.

 9 Les decia tambien: Bien invalidais el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradicion.

 10 Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre; y: El que maldijere al
padre ó á la madre morirá de muerte.

 11 Y vosotros decis: El hombre dirá al padre ó á la madre: El Corban (quiere
decir, don mio) á ti aprovechará,

 12 y no le dejais mas hacer por su padre, ó por su madre;

 13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradicion que disteis: y
muchas cosas haceis semejantes á estas.

 14 Y llamando á toda la compañía, les dijo: Oidme todos, y entended.

 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas
lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

 16 Si alguno tiene oidos para oir, oiga.

 17 Y entrándose de la compañía en casa, le preguntaron sus discípulos de la
parábola.

 18 Y les dice: ¿Así tambien vosotros sois sin entendimiento? ¿no entendeis
que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar?

 19 porque no entra en su corazon, sino en el vientre; y sale [el hombre] á
la secreta, y purga todas las viandas.

 20 Mas decia: Que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre:

 21 porque de dentro, del corazon de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el
mal ojo, las injurias, la soberbia, la locura:

 23 todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

 24 Y LEVANTÁNDOSE de allí , se fué á los términos de Tyro y de Sidón, y
entrando en casa quiso que nadie [lo] supiese: mas no pudo esconderse.

 25 Porque una mujer, cuya hija tenia un espíritu inmundo, luego que oyó de
él vino, y se echó á sus piés.

 26 Y la mujer era Griega, Syrophenisa de nacion, y le rogaba que echase
fuera de su hija al demonio.

 27 Mas Jesus le dijo: Deja primero hartarse los hijos: porque no es bien
tomar el pan de los hijos, y echarlo á los perrillos.

 28 Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor, porque los perrillos debajo de la
mesa comen de las migajas de los hijos.

 29 Entonces le dice: Por esta palabra, vé: el demonio ha salido de tu hija.

 30 Y como fué á su casa, halló que el demonio habla salido, y la hija echada
sobre la cama.

 31 Y VOLVIENDO á salir de los términos de Tyro y de Sidón, vino á la mar de
Galiléa por mitad de los términos de Decápolis.

 32 Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.

 33 Y tomándole de la compañía aparte, metió sus dedos en las orejas de él, y
escupiendo tocó su lengua.

 34 Y mirando al cielo gimió, y dijo: Ephata; que es [decir:] Sé abierto.

 35 Y luego fueron abiertas sus orejas; y fué desatada la ligadura de su
lengua, y hablaba bien.

 36 Y les mandó que no lo dijesen á nadie: mas cuanto mas les mandaba, tanto
mas y mas [lo] divulgaban;

 37 y en grande manera se espantaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á
los sordos oir, y á los mudos hablar.



CAPITULO 8

 1 EN aquellos dias, como hubo gran compañía, y no tenian que comer, Jesus
llamó sus discípulos, y les dijo:

 2 Tengo misericordia de la compañía, porque ya hace tres dias que están
conmigo; y no tienen que comer:

 3 y si los envio en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino: porque
algunos de ellos han venido de lejos.

 4 Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos
de pan aquí en el desierto?

 5 Y les preguntó: ¿Cuántos panes teneis? Y ellos dijeron: Siete.

 6 Entonces mandó á la compañía que se recostasen á tierra; y tomando los
siete panes, habiendo dada gracias, partió, y dió á sus discípulos que
pusiesen delante; y pusieron delante á la compañía.

 7 Tenian tambien unos pocos pescadillos, y habiendo bendecido, dijo que
tambien los pusiesen delante.

 8 Y comieron, y se hartaron, y levantaron de los pedazos que habian sobrado,
siete espuertas.

 9 Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.

 10 Y LUEGO entrando en el navío con sus discípulos, vino en las partes de
Dalmanuta.

 11 Y vinieron los Fariséos, y comenzaron á altercar con él, demandándole
señal del cielo. tentándole.

 12 Y gimiendo de su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generacion? de
cierto os digo, que no se dará señal á esta generacion.

 13 Y dejándolos, volvió á entrar en el navío, y se fué de la otra parte.

 14 Y se habian olvidado de tomar pan, y no tenian sino un pan consigo en el
navío.

 15 Y les mandó, diciendo: Mirad, guardáos de la levadura de los Fariséos, y
de la levadura de Herodes.

 16 Y altercaban los unos con los otros, diciendo: Pan no tenemos.

 17 Y como Jesus lo entendió, les dice: ¿Qué altercais, porque no teneis pan?
¿no considerais, ni entendeis? ¿aun teneis ciego vuestro corazon?

 18 ¿teniendo ojos no veis, y teniendo oidos no oís? ¿y no os acordais?

 19 cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas
de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.

 20 Y cuando los siete panes en cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los
pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.

 21 Y les dijo: ¿Cómo aun no entendeis?

 22 Y VINO á Bethsaida, y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.

 23 Entonces tomando al ciego de la mano, le sacó fuera de la aldea, y
escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó, si veía
alga.

 24 Y [él] mirando, dijo: Veo los hombres: porque veo que andan, como
árboles.

 25 Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y
fué sano, y vió de lejos y claramente á todos.

 26 Y le envió á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni [lo] digas á
nadie en la aldea.

 27 Y SALIO Jesus y sus discípulos por las aldeas de Cesaréa de Filipo. Y en
el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres
que soy yo?

 28 Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros: Elías; y otros: Alguno de
los profetas.

 29 Entonces el les dice: ¿Y vosotros, quién decis que soy yo? Y respondiendo
Pedro le dice: Tú eres el Cristo.

 30 Y los amenazó que no dijesen de el á ninguno.

 31 Y comenzó á enseñarles, que convenia que el Hijo del hombre padeciese
mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes,
y de los escribas, y ser muerto, y resucitar despues de tres dias.

 32 Y claramente decia esta palabra.  Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á
reñir.

 33 Y él, volviéndose, y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo:
Apártate de mí, Satanás: porque no sabes las cosas que [son,] de Dios, sino
las que [son] de los hombres.

 34 Y llamando á la compañía con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que
quisiere venir tras mí, niéguese á sí mismo y toma su cruz, y sígame:

 35 porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su
vida por causa de mí y del Evangelio, este la salvará.

 36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si granjeare todo el mundo, y pierda su
alma?

 37 ¿O qué recompensa dará el hombre de su alma?

 38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generacion
adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando vendrá
en la gloria de su Padre con los santos ángeles.



CAPITULO 9

 1 Díjoles tambien: De cierto os digo, que hay algunos de los que están aquí
que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto el reino de Dios que viene
con potencia.

 2 Y SEIS dias despues tomó Jesus á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó
aparte solos á un monte alto, y fué trasfigurado delante de ellos.

 3 Y sus vestidos fueron vueltos resplandecientes, muy blancos como la nieve,
cuales lavador no los puede blanquear en la tierra.

 4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesus.

 5 Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesus: Maestro, bien será que nos
quedemos aquí, y hagamos tres cabañas: para tí una, y para Moisés otra, y
para Elías otra:

 6 porque no sabia lo que hablaba, que estaba fuera de sí.

 7 Y vino una nube que los asombró, y una voz de la nube que decia: Este es
mi Hijo amado, á él oid.

 8 Y luego, como miraron, no vieron mas á nadie consigo, sino á solo Jesus.

 9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que
habian visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los
muertos.

 10 Y [ellos] retuvieron el caso en sí altercando que seria aquello:
Resucitar de los muertos.

 11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es
menester que Elías venga antes?

 12 Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, cuando viniere antes,
reformará todas las cosas y como está escrito del Hijo del hombre, que
padezca mucho, y sea tenido en nada:

 13 empero os digo que Elías [ya] vino, y le hicieron todo lo que quisieron,
como está escrito de él.

 14 Y COMO vino a los discípulos, vió grande compañía al rededor de ellos, y
los escribas que disputaban con ellos.

 15 Y luego toda la compañía, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le
saludaron.

 16 Y preguntó á los escribas: ¿Qué disputais con ellos?

 17 Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje mi hijo á tí, que
tiene un espíritu mudo,

 18 el cual donde quiera que le toma, le despedaza, y echa espumarajos, y
cruje los dientes, y se va secando; y dije á tus discípulos que le echasen
fuera, y no pudieron.

 19 Y respondiendo él, le dijo: ¡Oh generacion infiel! ¿hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? traédmele.

 20 Y se le trajeron: y como [él] le vió, luego el espíritu le comenzó á
despedazar; y cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.

 21 Y preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo ha que le aconteció esto? Y él
dijo: Desde niño:

 22 y muchas veces le echa en el fuego, y en aguas, para matarle: mas, si
puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.

 23 Y Jesus le dijo: Si puedes creer esto, al que cree todo es posible.

 24 Y luego el padre del muchacho dijo, clamando con lágrimas. Creo, Señor:
ayuda mi incredulidad.

 25 Y como Jesus vió que la compañía concurria, riñó al espíritu inmundo,
diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres mas en
él.

 26 Entonces [el espíritu] clamando, y despedazándole mucho, salió; y [él]
quedó como muerto, que muchos decian, que era muerto.

 27 Mas Jesus tomándole de la mano, le enhestó, y se levantó.

 28 Y como él se entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por
qué nosotros no pudimos echarle fuera?

 29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oracion y ayuno.

 30 Y SALIDOS de allí, caminaron juntos por Galiléa; y no queria que nadie lo
supiese.

 31 Porque enseñaba á sus discípulos, y les decia: El Hijo del hombre será
entregado en manos de hombres, y le matarán: mas muerto [él,] resucitará al
tercer dia.

 32 Mas ellos no entendian [esta] palabra, y tenian miedo de preguntarle.

 33 Y VINO á Capharnaum; y como vino á casa, les preguntó: ¿Qué disputabais
entre vosotros en el camino?

 34 Mas ellos callaron: porque los unos con los otros habian disputado en el
camino, quién de ellos habia de ser el mayor.

 35 Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quisiere ser
el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

 36 Y tomando un niño, le puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos,
les dice:

 37 El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el
que á mí recibe, no me recibe á mí, mas al que me envió.

 38 Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno, que en tu
nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo defendimos,
porque no nos sigue.

 39 Y Jesus le dijo: No se lo defendais: porque ninguno hay que haga milagro
en mi nombre que luego pueda maldecirme.

 40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

 41 Porque cualquiera que os diere un jarro de agua en mi nombre, porque sois
de Cristo, de cierto os digo, que no perderá su salario.

 42 Y cualquiera que escandalizare uno de estos pequeñitos que creen en mí,
mejor le fuera que le fuera puesta cerca de su cuello una piedra de molino, y
que fuera echado en la mar.

 43 Mas si tu mano te fuere ocasion de caer, córtala: mejor te es entrar á la
vida manco, que teniendo dos manos ir al quemadero, al fuego que no puede ser
apagado:

 44 donde su gusano no muere, y su fuego nunca se apaga.

 45 Y si tu pié te fuere ocasion de caer, córtale: mejor te es entrar á la
vida cojo, que teniendo dos piés ser echado en el quemadero, al fuego que no
puede ser apagado:

 46 donde su gusano no muere, y su fuego nunca se apaga.

 47 Y si tu ojo te fuere ocasion de caer, sácale: mejor te es entrar al reino
de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al quemadero del fuego:

 48 donde su gusano no muere, y su fuego nunca se apaga.

 49 Porque todo [hombre] será salado con fuego, y todo sacrificio será salado
con sal.

 50 Buena es la sal: mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobareis?
Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.



CAPITULO 10

 1 Y PARTIÉNDOSE de allí, vino en los términos de Judéa por tras el Jordán: y
volvió la compañía á juntarse á él; y volviólos á enseñar, como acostumbraba.

 2 Y llegándose los Fariséos, le preguntaron: Si era lícito al marido
repudiar a su mujer, tentándole.

 3 Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

 4 Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.

 5 Y respondiendo Jesus, les dijo: Por la dureza de vuestro corazon os
escribió este mandamiento:

 6 que al principio de la creacion macho y hembra los hizo Dios.

 7 Por esto (dice) dejará el hombre á su padre y á la madre, y se juntará á
su mujer;

 8 y los que [eran] dos, serán hechos una carne: así que no son mas dos, sino
una carne:

 9 pues lo que Dios juntó, no [lo] aparte el hombre.

 10 Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo.

 11 Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra,
comete adulterio contra ella:

 12 y si la mujer repudiare á su marido, y se casare con otro, adultera.

 13 Y LE presentaban niños para que les tocase; y los discípulos reñian á los
que los presentaban.

 14 Y viéndolo Jesus, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se
los defendais: porque de los tales es el reino de Dios:

 15 de cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño,
no entrará en él.

 16 Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecia.

 17 Y SALIENDO él para ir su camino, vino uno corriendo, e hincando la
rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la
vida eterna?

 18 Y Jesus le dijo: ¿Por qué me dices bueno? ninguno [hay] bueno, sino un
Dios:

 19 los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas false
testimonio: No defraudes: Honra á tu padre, y á tu madre.

 20 El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde
mi mocedad.

 21 Entonces Jesus mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: vé, todo
lo que tienes vende, y dá á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven,
sigueme, tomando tu cruz.

 22 Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenia muchas
posesiones.

 23 Entonces Jesus mirando al rededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán
dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

 24 Y los discípulos se espantaron de sus palabras: mas Jesus respondiendo,
les volvió á decir: ¡Hijos, cuán difícil es entrar al reino de Dios, los que
confian en las riquezas!

 25 mas fácil es pasar un cable por el ojo de una aguja, que el rico entrar
al reino de Dios.

 26 Y ellos se espantaban mas, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá
salvarse?

 27 Entonces Jesus mirándolos, dice: Acerca de los hombres, [es] imposible;
mas acerca de Dios, no: porque todas cosas son posibles acerca de Dios.

 28 Entonces Pedro comenzó á decirle: Hé aquí, nosotros hemos dejado todas
las cosas, y te hemos seguido.

 29 Y respondiendo Jesus, dijo: De cierto os digo, que ninguno hay que haya
dejado casa, ó hermanos, hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó
heredades, por causa de mí y del Evangelio,

 30 que no reciba cien tantos, ahora en este tiempo, casa, y hermanos y
hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo
venidero, vida eterna:

 31 empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

 32 Y ESTABAN en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesus iba delante de
ellos, y se espantaban, y le seguian con miedo: entonces volviendo á tomar á
los doce [aparte] les comenzó á decir las cosas que le habian de acontecer:

 33 Hé aquí, subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los
príncipes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le
entregarán á los Gentiles;

 34 [los cuales] le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le
mataran: mas al tercer dia resucitará.

 35 ENTONCES Jacobo y Juan, hijos de Zebedéo, se llegaron á el, diciendo:
Maestro, querriamos que nos hagas lo que pidiéremos.

 36 Y él les dijo: ¿Qué quereis que os haga?

 37 Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu
diestra, y el otro á tu siniestra.

 38 Entonces Jesus les dijo: No sabeis lo que pedis: ¿podeis beber el vaso
que yo bebo, y ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?

 39 Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesus les dijo: A la verdad el vaso que yo
bebo, bebereis; y del bautismo de que yo soy bautizado, sereis bautizados:

 40 mas que os senteis á mi diestra, y á mi siniestra, no es mio darlo, sino
á los que está aparejado.

 41 Y como [lo] oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.

 42 Mas Jesus llamándolos, les dice: Ya sabeis que los que se ven ser
príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas; y los que entre ellas son
grandes, tienen sobre ellas potestad:

 43 mas no será así entre vosotros, antes cualquiera que quisiere hacerse
grande entre vosotros, será vuestro servidor:

 44 y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de
todos:

 45 porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir,
y dar su vida en rescate por muchos.

 46 ENTONCES vienen á Jericó; y saliendo el de Jericó, y sus discípulos y
[una] gran compañía, Bartiméo el ciego, hijo de Timéo, estaba sentado junto
al camino mendigando.

 47 Y oyendo que era Jesus el Nazareno, comenzó á dar voces, y decir: Jesus,
hijo de David, ten misericordia de mí.

 48 Y muchos le reñian, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de
David, ten misericordia de mí.

 49 Entonces Jesus parándose, mandó llamarle; y llaman al ciego, diciéndole:
Ten confianza: levantate, [que] te llama.

 50 El entonces echando su capa, se levantó, y vino á Jesus.

 51 Y respondiendo Jesus, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le
dice: Maestro, que cobre la vista.

 52 Y Jesus le dijo: Vé: tu fé te ha salvado. Y luego cobró la vista, y
seguia á Jesus en el camino.



CAPITULO 11

 1 Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethphage, y de Bethania, al monte de
las Olivas, envia dos de sus discípulos,

 2 y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en
él, hallareis un pollino atado, sobre el cual ningun hombre ha subido:
desatadle, y traedle.

 3 Y si alguien os dijere: ¿Por qué haceis eso? decid que el Señor le ha
menester; y luego le enviará acá.

 4 Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos
caminos; y le desatan.

 5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Que haceis desatando el
pollino?

 6 Ellos entonces les dijeron como Jesus habia mandado; y los dejaron.

 7 Y trajeron el pollino á Jesus, y echaron sobre él sus vestidos, y [él] se
sentó sobre él.

 8 Y muchos tendian sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los
árboles, y tendian por el camino.

 9 Y los que iban delante, y los que iban detrás daban grita, diciendo:
¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!

 10 Bendito el reino que viene en el nombre del Señor de nuestro padre David:
¡Hosanna en las alturas!

 11 Y entró Jesus en Jerusalem, y en el templo; y habiendo mirado al rededor
todas las cosas, y siendo ya tarde se salió á Bethania con los doce.

 12 Y el dia siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre.

 13 Y viendo de lejos una higuera, que tenia hojas, vino [á ver] si quizá
hallaria en ella alga, y como vino á ella, nada halló sino hojas: porque no
era tiempo de higos.

 14 Entonces Jesus respondiendo, dijo á la higuera: Nunca mas nadie coma de
tí fruto para siempre. Y [esto] oyeron sus discípulos.

 15 Vienen pues á Jerusalem; y entrando Jesus en el templo, comenzó á echar
fuera á los que vendian y compraban en el templo: y trastornó las mesas de
los monederos, y las sillas de los que vendian palomas.

 16 Y no consentia que alguien llevase vaso por el templo.

 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito, que mi casa, casa de oracion
será llamada de todas las gentes? y vosotros la habeis hecho cueva de
ladrones.

 18 Y oyéron[lo] los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban
como le matarian: porque le tenian miedo, por cuanto toda la compañía estaba
fuera de si de su doctrina.

 19 Mas como fué tarde, Jesus salió de la ciudad.

 20 Y PASANDO por la mañana, vieron que la higuera se habia secado desde las
raices.

 21 Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, hé aquí, la higuera que
maldijiste se ha secado.

 22 Y respondiendo Jesus, les dice: Tened fé de Dios.

 23 Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere á este monte:
Quítate, y échate en la mar; y no dudare en su corazon, mas creyere que será
hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.

 24 Por tanto os digo, que todo lo que orando pidiéreis, creed que [lo]
recibireis, y os vendrá.

 25 Y cuando estuviéreis orando, perdonad, si teneis alga contra alguno, para
que vuestro Padre que [está] en los cielos, os perdone á vosotros vuestras
ofensas.

 26 Porque si vosotros no perdonáreis, tampoco vuestro Padre que [está] en
los cielos, os perdonará vuestras ofensas.

 27 Y VOLVIERON á Jerusalem; y andando él por el templo, vienen á él los
príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos,

 28 y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas, y quién te ha dado esta
facultad para hacer estas cosas?

 29 Y Jesus entonces respondiendo, les dice: Os preguntaré tambien yo una
palabra, y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas:

 30 ¿El bautismo de Juan, era del cielo, ó de los hombres? respondedme.

 31 Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo,
dirá: ¿Por que pues no le creisteis?

 32 Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo: porque todos tenian de
Juan, que verdaderamente era profeta.

 33 Y respondiendo, dicen á Jesus: No sabemos. Entonces respondiendo Jesus,
les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.



CAPITULO 12

 1 Y COMENZÓ á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó
con seto, y le hizo un foso, y edificó una torre, y la arrendó á labradores,
y se partió lejos.

 2 Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los
labradores del fruto de la viña:

 3 mas ellos tomándole le hirieron, y le enviaron vacío.

 4 Y volvió á enviarles otro siervo: mas [ellos] apedreándole, le hirieron en
la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.

 5 Y volvió á enviar otro, y á aquel mataron: y á otros muchos, hiriendo unos
y matando á otros.

 6 Teniendo, pues, aun un hijo suyo amado, le envió tambien á ellos el
postrero, diciendo: Porque tendrán en reverencia á mi hijo.

 7 Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero, venid,
matémosle, y la herencia será nuestra.

 8 Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.

 9 ¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos
labradores, y dará su viña á otros.

 10 ¿Ni aun esta escritura habeis leido: La piedra que condenaron los que
edificaban, esta es puesta por cabeza de esquina:

 11 por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

 12 Y procuraban prenderle: mas temian la multitud, porque entendian que
decia a ellos aquella parábola: y dejándole se fueron.

 13 Y ENVIAN á él algunos de los Fariséos y de los Herodianos, para que le
tomasen en [alguna] palabra.

 14 Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre de
verdad; y no te cuidas de nadie: porque no miras á la apariencia de hombres,
antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿es lícito dar tributo á César, ó
no? ¿daremos, ó no daremos?

 15 Entonces él como entendia la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me
tentais? traedme la moneda para que la vea.

 16 Y ellos se la trajeron; y les dice: ¿Cuya es esta imágen, y esta
inscripcion? Y ellos le dijeron: De César.

 17 Y respondiendo Jesus, les dijo: Dad lo que [es] de César, á César; y lo
que [es] de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.

 18 Entonces vienen á él los Saducéos, que dicen que no hay resurreccion, y
le preguntaron, diciendo:

 19 Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y
dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y despierte
simiente á su hermano.

 20 Fueron, pues, siete hermanos; y el primero tomó mujer; y muriendo, no
dejó simiente.

 21 Y la tomó el segundo, y murió; y ni aquel tampoco dejó simiente; y el
tercero, de la misma manera.

 22 Y la tomaron los siete; y tampoco dejaron simiente: á la postre murió
tambien la mujer.

 23 En la resurreccion, pues, cuando resucitaren, ¿mujer de cuál de ellos
será? porque los siete la tuvieron por mujer.

 24 Entonces respondiendo Jesus, les dice: ¿No errais por eso, porque no
sabeis las Escrituras, ni la potencia de Dios?

 25 Porque cuando resucitaran de los muertos, ni maridos tomarán mujeres, ni
mujeres maridos: mas son como los ángeles que [están] en los cielos.

 26 Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿no habeis leido en el libro de
Moisés, como le habló Dios en el zarzal, diciendo: Yo [soy] el Dios de
Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

 27 No es Dios de muertos, mas Dios de vivos: así que vosotros mucho errais.

 28 Y llegándose uno de los escribas, que los habia oido disputar, y sabia
que les habia respondido bien, le preguntó: ¿Cuál era el mas principal
mandamiento de todos?

 29 Y Jesus le respondió: El mas principal mandamiento de todos [es:] Oye
Israél, el Señor nuestro Dios, el Señor, uno es:

 30 amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de toda tu alma, y de
todo tu pensamiento, y de todas tus fuerzas: este es el mas principal
mandamiento.

 31 Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo, como á tí mismo. No
hay otro mandamiento mayor que estos.

 32 Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es
Dios, y no hay otro fuera de él;

 33 y que amarle de todo corazon, y de todo entendimiento, y de toda el alma,
y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, mas es que todos
los holocaustos y sacrificios.

 34 Jesus entonces viendo que habia respondido sábiamente, le dice: No estás
lejos del reino de Dios. Y ninguno le osaba ya preguntar.

 35 Y respondiendo Jesus decia, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los
escribas que el Cristo es hijo de David?

 36 Porque el mismo David dijo por Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor:
Asiéntate á mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus piés.

 37 Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde pues es su hijo? Y mucha
compañía le oia de buena gana.

 38 Y LES decia en su doctrina: Guardáos de los escribas, que quieren andar
con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,

 39 y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las
cenas:

 40 que tragan las casas de las viudas, y ponen delante que hacen largas
oraciones: estos recibirán mayor juicio.

 41 Y estando sentado Jesus delante del arca de la ofrenda, miraba como el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho.

 42 Y como vino una viuda pobre, echó dos minutos que son un cuarto.

 43 Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo, que esta
viuda pobre echó mas que todos los que han echado en el arca:

 44 porque todos han echado de lo que les sobra: mas esta de su pobreza echó
todo lo que tenia, todo su alimento.



CAPITULO 13

 1 Y SALIENDO del templo le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué
piedras, y qué edificios.

 2 Y Jesus respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará
piedra sobre piedra que no sea derribada.

 3 Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo, le preguntaron
aparte Pedro, y Jacobo, y Juan, y Andres:

 4 Dínos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal [habrá] cuando todas las
cosas han de ser acabadas?

 5 Y Jesus respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad que nadie os engañe:

 6 porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy [el Cristo;] y
engañarán á muchos.

 7 Mas cuando oyéreis de guerras, y de rumores de guerras, no os turbeis:
porque conviene hacerse [así,] mas aun no [será] el fin.

 8 Porque gente se levantará contra gente, y reino contra reino; y habrá
terremotos en cada lugar, y habrá hambres, y alborotos: principios de dolores
[serán] estos.

 9 Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en concilios, y en
sinagogas: sereis azotados; y delante de presidentes y de reyes sereis
llamados por causa de mi, por testimonio á ellos.

 10 Y á todas las gentes conviene que el Evangelio sea predicado antes.

 11 Y cuando os trajeren entregándoos, no premediteis que habeis de decir, ni
[lo] penseis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad: porque no
sois vosotros los que hablais, sino el Espíritu Santo.

 12 Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo; y se
levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

 13 Y sereis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta
el fin, este será salvo.

 14 Empero cuando viéreis la abominacion de asolamiento, que fué dicha por el
profeta Daniél, que estará donde no debe, (el que lee, entienda,) entonces
los que [estuvieren] en Judéa huyan á los montes;

 15 y el que [estuviere] sobre la casa, no descienda á la casa, ni entre para
tomar algo de su casa;

 16 y el que estuviere en el campo, no torne atrás, [ni aun] á tomar su capa.

 17 Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos dias!

 18 Orad pues que no acontezca vuestra huida en invierno.

 19 Porque serán aquellos dias [una] afliccion, cual nunca fué desde el
principio de la creacion [de las cosas] que crió Dios, hasta este tiempo, ni
será.

 20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos dias, ninguna carne se
salvaria: mas por causa de los escogidos, que él escogió, acortó aquellos
días.

 21 Y entonces si alguno os dijere: Hé aquí, aquí está el Cristo; ó hé aquí,
allí [está,] no [le] creais:

 22 porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas; y darán señales y
prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun á los escogidos.

 23 Mas vosotros mirad: hé aquí, os lo he dicho antes todo.

 24 Empero en aquellos dias, despues de aquella afliccion, el sol se
oscurecerá, y la luna no dará su resplandor.

 25 Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que [están] en los
cielos serán conmovidas.

 26 Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha
potestad y gloria.

 27 Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro
vientos, desde el un cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.

 28 De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se hace tierna, y
brota hojas, conoceis que el verano está cerca.

 29 Así tambien vosotros cuando viéreis hacerse estas cosas, conoced que está
cerca á las puertas.

 30 De cierto os digo, que no pasara esta generacion que todas estas cosas no
sean hechas.

 31 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras nunca pasarán.

 32 Empero de aquel dia, y de la hora, nadie sabe ni aun los ángeles que
están en el cielo, ni el mismo Hijo, sino el Padre.

 33 Mirad, velad, y orad: porque no sabeis cuando será el tiempo.

 34 Como el hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dió á sus siervos
su hacienda, y á cada uno cargo, y al portero mandó que velase:

 35 velad pues, porque no sabeis cuando el señor de la casa vendrá; á la
tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana;

 36 porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.

 37 Y las cosas que á vosotros digo, á todos [las] digo: Velad.

CAPITULO 14

 1 Y ERA la pascua, y [los dias] de los panes sin levadura dos dias despues,
y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas como le
prenderian por engaño, y le matarian.

 2 Y decian: No en el dia de la fiesta, porque no se haga alboroto del
pueblo.

 3 Y estando él en Bethania en casa de Simon el leproso, y sentado á la mesa,
vino una mujer teniendo un [vaso de] alabastro de ungüento de nardo espique
de mucho precio, y quebrando el alabastro se lo derramó en la cabeza.

 4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha
hecho esta perdicion de ungüento?

 5 porque podia esto ser vendido por mas de trescientos denarios, y darse á
los pobres. Y bramaban contra ella.

 6 Mas Jesus dijo: Dejadla: ¿por qué la fatigais? buena obra me ha hecho:

 7 que siempre tendreis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les
podreis hacer bien: mas á mí no siempre [me] tendreis:

 8 esta, lo que pudo, hizo: porque ha prevenido á ungir mi cuerpo para la
sepultura:

 9 de cierto os digo, que donde quiera que fuere predicado este Evangelio en
todo el mundo, tambien esto que ha hecho esta, será dicho para memoria de
ella.

 10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los
sacerdotes, para entregarsele.

 11 Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darian dineros. Y
buscaba oportunidad como le entregaria.

 12 Y EL primer dia [de la fiesta] de los panes sin levadura, cuando
sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vamos á
aparejarte, para que comas la pascua?

 13 Y envia dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os
encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidle;

 14 y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está
el aposento donde tango que comer la pascua con mis discípulos?

 15 Y él os mostrará un gran cenadero aparejado, aderezad para nosotros allí.

 16 Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les
habia dicho, y aderezaron la pascua.

 17 Y llegada la tarde, vino con los doce.

 18 Y como se sentaron á la mesa, y comiesen, dice Jesus: De cierto os digo,
que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

 19 Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí:
¿[Seré] yo? y el otro: ¿[Seré] yo?

 20 Y él respondiendo, les dijo: Uno de los doce que moja conmigo en el
plato:

 21 á la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito: mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera, si no
fuera nacido el tal hombre.

 22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesus el pan, y bendiciendo partió, y les
dió, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo.

 23 Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, les dió; y bebieron de él
todos.

 24 Y les dice: Esto es mi sangre del Nuevo Testamento, que por muchos es
derramada:

 25 de cierto os digo, que no beberé mas del fruto de la vid hasta aquel dia,
cuando lo beberé nuevo en el reino de Dios.

 26 Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas.

 27 Jesus entonces les dice: Todos sereis escandalizados en mi esta noche,
porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas:

 28 mas despues que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galiléa.

 29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.

 30 Y le dice Jesus: De cierto te digo, tú, hoy, esta noche, antes que el
gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.

 31 Mas él mucho mas decia: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré.
Tambien todos decian lo mismo.

 32 Y VIENEN al lugar que se llama Gethsemane, y dice á sus discípulos:
Sentáos aquí, entre tanto que oro.

 33 Y toma consigo á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y
á angustiarse.

 34 Y les dice: De todas partes está triste mi alma hasta la muerte: esperad
aquí, y velad.

 35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró, que si fuese
posible, pasase de él aquella hora:

 36 y dijo: Abba, Padre, todas las cosas son á tí posibles: traspasa de mí
este vaso: empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.

 37 Y vino, y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simon, duermes? ¿no has
podido velar una hora?

 38 velad, y orad, no entreis en tentacion: el espíritu á la verdad [es]
presto, mas la carne enferma.

 39 Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.

 40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo: porque los ojos de ellos estaban
cargados, y no sabian que responderle.

 41 Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya, y descansad: basta: la hora
es venida: hé aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los
pecadores:

 42 levantáos, vamos: hé aquí, el que me entrega está cerca.

 43 Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él
mucha compañía con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los
sacerdotes, y de los escribas, y de los ancianos.

 44 Y el que le entregaba les habia dado señal comun, diciendo: Al que yo
besare, aquel es: prendedle, y llevadle seguramente.

 45 Y como vino, se llegó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro, y le besó.

 46 Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.

 47 Y uno de los que estaban allí, sacando el cuchillo, hirió al siervo del
sumo pontífice, y le cortó la oreja.

 48 Y respondiendo Jesus, les dijo: ¿Como á ladron, habeis salido con espadas
y con bastones á tomarme?

 49 cada dia estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis.
Mas, para que se cumplan las Escrituras.

 50 Entonces dejándole todos [sus discípulos] huyeron.

 51 Empero un mancebillo le seguia cubierto de una sábana sobre [el cuerpo]
desnudo; y los mancebillos le prendieron.

 52 Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.

 53 Y TRAJERON á Jesus al sumo pontífice; y se juntaron á él todos los
príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y los escribas.

 54 Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo
pontífice; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

 55 Y los príncipes de los sacerdotes, y todo el concilio, buscaban [algun]
testimonio contra Jesus, para entregarle á la muerte: mas no hallaban.

 56 Porque muchos decian falso testimonio contra él: mas sus testimonios no
concertaban.

 57 Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:

 58 Nosotros le hemos oido decir: Yo derribaré este templo, que es hecho de
manos, y en tres dias edificaré otro hecho sin manos.

 59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.

 60 El sumo pontífice entonces, levantándose en medio, preguntó á Jesus,
diciendo: ¿No respondes algo? ¿qué atestiguan estos contra tí?

 61 Mas él callaba, y nada respondió. El sumo pontífice le volvió á
preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, Hijo del Bendito?

 62 Y Jesus le dijo: Yo soy; y vereis al Hijo del hombre asentado á la
diestra de la potencia [de Dios,] y que viene en las nubes del cielo.

 63 Entonces el pontífice, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué mas tenemos
necesidad de testigos?

 64 oido habeis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser
culpado de muerte.

 65 Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle
bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herian de bofetadas.

 66 Y estando Pedro en el palacio abajo, vino una de las criadas del sumo
pontífice;

 67 y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesus el
Nazareno eras.

 68 Mas él negó, diciendo: No [le] conozco, ni sé lo que te dices. Y se salió
fuera á la entrada, y cantó el gallo.

 69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí:
Este es de ellos.

 70 Mas él negó otra vez. Y poco despues otra vez los que estaban allí,
dijeron á Pedro: Verdaderamente eres de ellos; porque eres Galiléo, y tu
habla es semejante.

 71 Y él comenzó á anatematizarse y jurar: No conozco á este hombre que
decis.

 72 Y el gallo cantó la segunda vez; y Pedro se acordó de las palabras que
Jesus le habia dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres
veces: y comenzó á llorar.



CAPITULO 15

 1 E LUEGO por la mañana, hecho consejo, los sumos sacerdotes con los
ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, trajeron á Jesus atado,
y le entregaron á Pilato.

 2 Y le preguntó Pilato: ¿Eres tú el rey de los Judíos? Y respondiendo él, le
dijo: Tú lo dices.

 3 Y le acusaban los príncipes de los sacerdotes mucho.

 4 Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? mira cuán
muchas cosas atestiguan contra tí.

 5 Mas Jesus ni aun con eso respondió, que Pilato se maravillaba.

 6 Empero en el dia de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que
pidiesen.

 7 Y habia uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de la
revuelta, que en una revuelta habian hecho muerte.

 8 Y la multitud, dando voces, comenzó á pedir como siempre les habia hecho.

 9 Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Quereis que os suelte al rey de los
Judíos?

 10 Porque conocia que por envidia le habian entregado los príncipes de los
sacerdotes.

 11 Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les
soltase antes á Barrabás.

 12 Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues quereis que haga de
él que llamais rey de los Judíos?

 13 Y ellos volvieron á dar voces: Crucifícale.

 14 Mas Pilato les decia: ¿Pues, qué mal ha hecho? Y ellos daban mas voces:
Crucifícale.

 15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y entregó
á Jesus, azotado, para que fuese crucificado.

 16 Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es á saber, á la
audiencia; y convocan toda la cuadrilla,

 17 y le visten de púrpura, y le ponen una corona tejida de espinas;

 18 y comenzaron á saludarle: Tengas gozo, rey de los Judíos.

 19 Y le herian su cabeza con una caña, y escupian en él, y le adoraban
hincadas las rodillas.

 20 Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la [ropa de] púrpura, y
le vistieron sus propios vestidos; y le sacan para crucificarle.

 21 Y cargaron á uno que pasaba, (Simon Cirenéo, padre de Alejandro y de
Rufo, que venia del campo,) para que llevase su cruz.

 22 Y le llevan al lugar de Gólgotha, que declarado quiere decir, lugar de la
Calavera.

 23 Y le dieron á beber vino mirrado; mas él no le tomó.

 24 Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando
suertes sobre ellos, qué llevaria cada uno.

 25 Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.

 26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.

 27 Y crucificaron con él dos ladrones, uno á su mano derecha, y otro á su
mano izquierda.

 28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y con los inícuos fué contado.

 29 Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah!
que derribas el templo de Dios, y en tres dias le edificas:

 30 sálvate á tí mismo, y desciende de la cruz.

 31 Y de esta manera tambien los príncipes de los sacerdotes escarneciendo,
decian unos á otros, con los escribas: A otros salvó, á si mismo no puede
salvar:

 32 el Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz para que veamos y
creamos. Tambien los que estaban crucificados con él, le denostaban.

 33 Y cuando vino la hora de las seis, fueron hechas tinieblas sobre toda la
tierra, hasta la hora de las nueve.

 34 Y á la hora de las nueve exclamó Jesus á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi,
¿lamma sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mio, Dios mio, ¿por qué
me has desamparado?

 35 Y oyéndole unos de los que estaban [allí,] decian: Hé aquí, á Elías
llama.

 36 Y corrió uno, y llenando de vinagre una esponja, y poniéndola en una
caña, le dió de beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías á quitarle.

 37 Mas Jesus, dando una grande voz, espiró.

 38 Entonces el velo del templo se partió en dos de alto á bajo.

 39 Y el centurion, que estaba delante de él, viendo que habia espirado así
clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

 40 Y tambien estaban [algunas] mujeres mirando de lejos: entre las cuales
era María Magdalena, y María de Jacobo el menor, y la madre de Joses, y
Salomé;

 41 las cuales, estando aun él en Galiléa le habian seguido, y le servian; y
otras muchas que juntamente con el habian subido a Jerusalem.

 42 Y CUANDO fué la tarde, porque era la preparacion, es saber, la víspera
del sábado,

 43 Joseph de Arimathéa, senador noble, que tambien esperaba el reino de
Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesus.

 44 Y Pilato se maravilló, si ya fuese muerto; y hacienda venir al centurion,
le preguntó, si era ya muerto.

 45 Y entendido del centurion, dió el cuerpo á Joseph.

 46 El cual compró una sábana, y quitado, le envolvió en la sábana, y le puso
en un sepulcro que era cortado de piedra; y revolvió la piedra á la puerta
del sepulcro.

 47 Y María Magdalena, y María [madre] de Joses, miraban donde era puesto.



CAPITULO 16

 1 Y COMO pasó el sábado, María Magdalena, y María [madre] de Jacobo, y
Salomé, compraron [drogas] aromáticas, para venir á ungirle.

 2 Y muy de mañana, el primer [dia] de los sábados, vienen al sepulcro, ya
salido el sol.

 3 Y decian entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del
sepulcro?

 4 Y como miraron, ven la piedra revuelta: porque era grande.

 5 Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sentado á la mano derecha
cubierto de una ropa larga blanca; y se espantaron.

 6 Mas él les dice: No tengais miedo: buscais á Jesus Nazareno, crucificado:
resucitado es, no está aquí: hé aquí, el lugar donde le pusieron:

 7 mas id, decid á sus discípulos y á Pedro, que él va antes que vosotros á
Galiléa: allí le vereis, como os dijo.

 8 Y ellas se fueron huyendo prestamente del sepulcro; porque las habia
tomado temblor y espanto: ni decian nada á nadie: porque tenian miedo.

 9 MAS como Jesus resucitó por la mañana, el primer [día] de los sábados,
primeramente apareció á María Magdalena, de la cual habia echado siete
demonios.

 10 Yendo ella, lo hizo saber á los que habian estado con él, [que estaban]
tristes y llorando.

 11 Y ellos como oyeron que vivia, y que habia sido visto de ella, no lo
creyeron.

 12 Mas despues apareció en otra forma á dos de ellos que iban en camino,
yendo á la aldea.

 13 Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros, y ni aun á ellos
creyeron.

 14 Finalmente se apareció á los once, estando sentados á la mesa: y les
zahirió su incredulidad y la dureza de corazon, que no hubiesen creido los
que le habian visto resucitado.

 15 Y les dijo: Id por todo el mundo, predicad el Evangelio á toda criatura:

 16 el que creyere, y fuere bautizado, será salvo: mas el que no creyere será
condenado:

 17 y estas señales seguirán á los que creyeren: Por mi nombre echarán fuera
demonios: hablarán nuevas lenguas:

 18 quitarán serpientes: y si bebieren cosa mortífera, no les dañará: sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

 19 Y el Señor, despues que les habló, fué recibido arriba al cielo, y se
asentó á la diestra de Dios.

 20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el
Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguian. Amen.



EL

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO

SEGUN

S. LUCAS.



CAPITULO 1

 1 HABIENDO muchos tentado á poner en órden la historia de las cosas que
entre nosotros han sido ciertísimas,

 2 como nos [lo] enseñaron los que desde el principio [lo] vieron de sus
ojos, y fueron ministros del negocio:

 3 me ha parecido tambien [á mí] despues de haber entendido todas las cosas
desde el principio con diligencia, escribirte[las] por órden, oh muy buen
Teófilo,

 4 para que conozcas la verdad de las cosas, en las cuales has sido enseñado.

 5 HUBO en los dias de Herodes rey de Judéa, un sacerdote llamado Zacharías,
de la suerte de Abías; y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Elisabeth.

 6 Y eran ambos justos delante de Dios, andando en todos los mandamientos y
estatutos del Señor sin reprension.

 7 Y no tenian generacion: porque Elisabeth era estéril, y ambos eran venidos
en dias.

 8 Y aconteció, que administrando Zacharías el sacerdocio delante de Dios por
el órden de su vez,

 9 conforme á la costumbre del sacerdocio, salió en su vez á poner el
perfume, entrando en el templo del Señor.

 10 Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando á la hora del perfume.

 11 Y le apareció el ángel del Señor que estaba á la mano derecha del altar
del perfume.

 12 Y se turbó Zacharías viéndole, y cayó temor sobre él.

 13 Mas el ángel le dijo: Zacharías, no temas: porque tu oracion ha sido
oida; y tu mujer Elisabeth te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan;

 14 y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento:

 15 porque será grande delante de Dios; y no beberá vino ni sidra; y será
lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre:

 16 y á muchos de los hijos de Israél convertirá al Señor Dios de ellos:

 17 porque él irá delante de él con el Espíritu y virtud de Elías, para
convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la
prudencia de los justos, para aparejar al Señor pueblo perfecto.

 18 Y dijo Zacharías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y
mi mujer venida en dias.

 19 Y respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de
Dios; y soy enviado á hablarte, y á darte estas buenas nuevas:

 20 y hé aquí, serás mudo, y no podrás hablar, hasta el dia que esto sea
hecho: por cuanto no creiste á mis palabras, las cuales se cumplirán á su
tiempo.

 21 Y el pueblo estaba esperando á Zacharías, y se maravillaban que él se
tardaba en el templo.

 22 Y saliendo, no les podia hablar; y entendieron que habia visto vision en
el templo: y él les hablaba por señas; y quedó mudo.

 23 Y fué, que cumplidos los

dias de su oficio, se vino á su casa.

 24 Y despues de aquellos dias concibió su mujer Elisabeth, y se encubria por
cinco meses, diciendo:

 25 Porque el Señor me hizo esto en los dias en que miró para quitar mi
afrenta entre los hombres.

 26 Y AL sexto mes el ángel Gabriel fué enviado de Dios á [una] ciudad de
Galiléa, que se llama Nazaret,

 27 á una vírgen desposada con un varon que se llamaba Joseph, de la casa de
David; y el nombre de la vírgen [era] María.

 28 Y entrando el ángel á ella, dijo: Tengas gozo, amada, el Señor [es]
contigo: bendita tú entre las mujeres.

 29 Mas ella, como le vió, se turbó de su hablar; y pensaba qué salutacion
fuese esta.

 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia
acerca de Dios:

 31 y hé aquí, que concebirás en el vientre, y parirás hijo, y llamarás su
nombre JESUS:

 32 este será grande, é Hijo del Altísimo será llamado, y le dará el Señor
Dios la silla de David su padre;

 33 y reinará en la casa de Jacob eternamente, y de su reino no habrá cabo.

 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varon.

 35 Y respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre tí, y la
virtud del Altísimo te cubrirá; por lo cual tambien lo Santo que de tí
nacerá, será llamado Hijo de Dios:

 36 y hé aquí, Elisabeth tu parienta, tambien ella ha concebido hijo en su
vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:

 37 porque ninguna cosa es imposible para Dios.

 38 Entonces María dijo: Hé aquí la criada del Señor, cúmplase en mí conforme
á tu palabra. Y el ángel se partió de ella.

 39 En aquellos dias levantándose María, fué á la montaña con priesa á [una]
ciudad de Judá.

 40 Y entró en casa de Zacharías, y saludó á Elisabeth.

 41 Y aconteció, que como oyó Elisabeth la salutacion de María, la criatura
saltó en su vientre; y Elisabeth fué llena de Espíritu Santo,

 42 y exclamó á gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre:

 43 ¿y de dónde esto á mí, que venga la madre de mi Señor á mí?

 44 porque hé aquí, que como llegó la voz de tu salutacion á mis oidos, la
criatura saltó con alegría en mi vientre:

 45 y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le
fueron dichas [de parte] del Señor.

 46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor:

 47 y mi espíritu se alegró en Dios mi Salud.

 48 Porque miró á la bajeza de su criada: porque hé aquí, desde ahora me
dirán bienaventurada todas las edades.

 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso: y su santo nombre,

 50 y su misericordia de generacion á generacion á los que le temen.

 51 Hizo valentía con su brazo: esparció los soberbios del pensamiento de su
corazon.

 52 Quitó los poderosos de los tronos, y levantó á los humildes.

 53 A los hambrientos llenó de bienes; y á los ricos envió vacíos.

 54 Recibió á Israél su criado, acordándose de la misericordia,

 55 como habló á nuestros padres, á Abraham y á su simiente para siempre.

 56 Y SE quedó María con ella como tres meses: y se volvió á su casa.

 57 Y A Elisabeth se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo.

 58 Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios habia hecho grande
misericordia con ella, y se alegraron con ella.

 59 Y aconteció, que al octavo dia vinieron para circuncidar al niño, y le
llamaban del nombre de su padre, Zacharías.

 60 Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado.

 61 Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llama de este
nombre.

 62 Y hablaron por señas á su padre, como le queria llamar.

 63 Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos
se maravillaron.

 64 Y luego fué abierta su boca, y su lengua, y habló bendiciendo á Dios.

 65 Y fué un temor sobre todos los vecinos de ellos: y en todas las montañas
de Judéa fueron divulgadas todas estas cosas.

 66 Y todos los que [lo] oían, se maravillaban, diciendo: ¿Quién será este
niño? Y la mano del Señor era con él.

 67 Y Zacharías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:

 68 Bendito el Señor Dios de Israel, que visitó, é hizo redencion á su
pueblo.

 69 Y nos enhestó el cuerno de salud en la casa de David su siervo.

 70 Como habló por boca de los santos que fueron desde el principio, sus
profetas:

 71 salud de nuestros enemigos, de mano de todos los que nos aborrecieron:

 72 haciendo misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo
testamento:

 73 del juramento que juró á Abraham nuestro padre, que nos habia de dar:

 74 que sin temor, libertados de nuestros enemigos, le serviriamos,

 75 en santidad y justicia delante de él, todos los dias de nuestra vida.

 76 Tú, empero, oh niño, profeta del Altísimo serás llamado: porque irás
delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos:

 77 dando ciencia de salud á su pueblo para remision de sus pecados:

 78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de
lo alto el oriente,

 79 para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte: para
encaminar nuestros piés por camino de paz.

 80 Y EL niño crecia, y era confortado del Espíritu, y estuvo en los
desiertos hasta el dia que se mostró á Israel.



CAPITULO 2

 1 Y ACONTECIÓ en aquellos dias, que salió edicto de parte de Augusto César,
que toda la tierra fuese empadronada.

 2 Este empadronamiento primero fué hecho, siendo presidente de la Siria
Cirenio.

 3 E iban todos para ser empadronados cada uno á su ciudad.

 4 Y subió Joseph de Galiléa, de la ciudad de Nazaret, á Judéa, á la ciudad
de David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de
David;

 5 para ser empadronado, con María su mujer desposada con él, la cual estaba
preñada.

 6 Y ACONTECIÓ, que estando [ellos] allí, los dias en que ella habia de parir
se cumplieron.

 7 Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió, y le acostó en el pesebre:
porque no habia lugar para ellos en el meson.

 8 Y habia pastores en la misma tierra, que velaban, y guardaban las velas de
la noche sobre su ganado.

 9 Y hé aquí, el ángel^ del Señor vino sobre ellos; y la claridad de Dios los
cercó de resplandor de todas partes, y tuvieron gran temor.

 10 Mas el ángel les dijo: No temais, porque, hé aquí, os doy nuevas de gran
gozo, que será á todo el pueblo:

 11 que os es nacido hoy Salvador, que es el Señor, el Cristo, en la ciudad
de David:

 12 y esto os [será por] señal: hallareis el niño envuelto en pañales, echado
en el pesebre.

 13 Y repentinamente fué con el ángel multitud de ejércitos celestiales, que
alababan á Dios, y decian:

 14 Gloria en las alturas á Dios, y en la tierra paz, y á los hombres buena
voluntad.

 15 Y aconteció, que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los
pastores dijeron los unos á los otros: Pasemos, pues, hasta Bethlehem, y
veamos este negocio que ha hecho Dios, y nos ha mostrado.

 16 Y vinieron á priesa, y hallaron á María, y á Joseph, y al niño acostado
en el pesebre.

 17 Y viéndo[le], hicieron notorio lo que les habia sido dicho del niño.

 18 Y todos los que [lo] oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les
decian.

 19 Mas María guardaba todas estas cosas, confiriéndo[las] en su corazon.

 20 Y se volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las
cosas que habian oido y visto, como les habia sido dicho.

 21 Y PASADOS los ocho dias para circuncidar al niño, llamaron su nombre
Jesus, el cual [le] fué puesto del ángel antes que él fuese concebido en el
vientre.

 22 Y como se cumplieron los dias de la purificacion de María conforme á la
ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentarle al Señor,

 23 como está escrito en la ley del Señor: Todo macho que abriere la matriz,
será santo al Señor:

 24 y para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor,
un par de tórtolas, ó dos pollos de palomas.

 25 Y hé aquí, habia un hombre en Jerusalem llamado Simeon, y este hombre,
justo y pio, esperaba la consolacion de Israel; y el Espíritu Santo era sobre
él.

 26 Y habia recibido respuesta del Espíritu Santo, que no veria la muerte
antes que viese al Cristo del Señor.

 27 Y vino por Espíritu al templo. Y como metieron al niño Jesus sus padres
en el templo, para hacer por él conforme á la costumbre de la ley,

 28 entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo á Dios, y dijo:

 29 Ahora despides, Señor, á tu siervo, conforme á tu palabra, en paz:

 30 porque han vista mis ojos tu Salud,

 31 la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos:

 32 luz para ser revelada á los Gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.

 33 Y Joseph y su madre estaban maravillados de las cosas que se decian de
él.

 34 Y los bendijo Simeon, y dijo á su madre María: Hé aquí, que este es dado
para caida y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal á quien
será contradicho;

 35 y tu alma de tí misma traspasará cuchillo, para que de muchos corazones
sean manifestados los pensamientos.

 36 Estaba tambien [allí] Anna, profetisa, hija de Phanuél, de la tribu de
Asér, la cual habia venido en grande edad, y habia vivido con su marido siete
años desde su virginidad.

 37 Y [era] viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del
templo, en ayunos y oraciones sirviendo de noche y de dia.

 38 Y esta sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y
hablaba de él á todos los que esperaban la redencion en Jerusalem.

 39 MAS como cumplieron todas las cosas segun la ley del Señor, se volvieron
á Galiléa, á su ciudad de Nazaret.

 40 Y el niño crecia, y era confortado del Espíritu, y se llenaba de
sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.

 41 E iban sus padres todos los años á Jerusalem en la fiesta, de la Pascua.

 42 Y como fué de doce años, ellos subieron á Jerusalem conforme á la
costumbre del dia de la fiesta.

 43 Y acabados los dias, volviendo ellos, se quedó el niño Jesus en
Jerusalem, sin saberlo Joseph y su madre.

 44 Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de [un] dia; y le
buscaban entre los parientes, y entre los conocidos.

 45 Y como no le hallasen, volvieron á Jerusalem , buscandole.

 46 Y aconteció, que tres dias despues le hallaron en el templo, sentado en
medio de los doctores, oyéndolos, y preguntándolos.

 47 Y todos los que le oian, estaban fuera de sí por su entendimiento y
respuestas.

 48 Y como le vieron, se espantaron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos
has hecho esto? hé aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor.

 49 Entonces [él] les dice: ¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿no sabiais que
en los negocios que son de mi Padre me conviene estar?

 50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló.

 51 Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su
madre guardaba todas estas cosas en su corazon.

 52 Y Jesus crecia en sabiduría, y en edad, y gracia acerca de Dios y de los
hombres.



CAPITULO 3

 1 Y EN el año quince del imperio de Tiberio César, siendo presidente de
Judéa Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galiléa, y su hermano Felipe
tetrarca de Ituréa y de la provincia de Tracónite, y Lisania tetrarca de
Abilina;

 2 siendo sumos sacerdotes Annás y Caifás, fué palabra del Señor sobre Juan,
hijo de Zacharías, en el desierto.

 3 Y él vino en toda la tierra al rededor del Jordán, predicando el bautismo
de penitencia para remision de pecados;

 4 como está escrito en el libro de los sermones del profeta Isaías, que
dice: Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, haced
derechas sus sendas:

 5 todo valle se llenará, y todo monte y collado se bajará; y los [caminos]
torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados;

 6 y verá toda carne la salud de Dios.

 7 Y decia á las compañías que salian para ser bautizadas de él: Generacion
de víboras, ¿quién os enseñó á huir de la ira que vendrá?

 8 haced, pues, frutos dignos de penitencia, y no comenceis á decir en
vosotros mismos: [Por] padre tenemos á Abraham; porque os digo, que puede
Dios, aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham:

 9 y ya tambien la hacha está puesta á la raiz de los árboles: todo árbol
pues que no hace buen fruto, es talado, y echado en el fuego.

 10 Y las compañías le preguntaban, diciendo: ¿Pues, qué haremos?

 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos ropas, dé al que no tiene; y
él que tiene alimentos, haga lo mismo.

 12 Y vinieron tambien [á él] los publicanos para ser bautizados, y le
dijeron: ¿Maestro, qué haremos?

 13 Y él les dijo: No demandeis mas de lo que os está ordenado.

 14 Y le preguntaron tambien los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué
haremos? Y les dice: No maltrateis á nadie, ni oprimais; y sed contentos con
vuestros salarios.

 15 Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones,
si él fuese el Cristo,

 16 respondió Juan, diciendo á todos: Yo, á la verdad, os bautizo en agua:
mas viene quien es mas valeroso que yo, que no soy digno de desatar la correa
de sus zapatos: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego:

 17 el aventador del cual está en su mano; y limpiará su era, y juntará el
trigo en su alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará.

 18 Así que amonestando otras muchas cosas tambien, anunciaba el Evangelio al
pueblo.

 19 Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él de Herodías, mujer
de Felipe su hermano, y de todas las maldades que habia hecho Herodes,

 20 añadió tambien esto sobre todo, que encerró á Juan en la cárcel.

 21 Y aconteció, que como todo el pueblo se bautizaba, y Jesus fuese
bautizado, y orase, el cielo se abrió.

 22 y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como paloma, sobre él, y
fué hecha una voz del cielo que decia: Tú eres mi Hijo amado, en tí es mi
placer.

 23 Y EL mismo Jesus comenzaba á ser como de treinta años, hijo de Joseph,
como se creia, que fué hijo de Elí,

 24 que fué de Mathat, que fué de Leví, que fué de Melchi, que fué de Janne,
que fué de Joseph,

 25 que fué de Mathathías, que fué de Amós, que fué de Nahum, que fué de
Heslí, que fué de Nagge,

 26 que fué de Maath, que fué de Mathathías, que fué de Semei, que fué de
Joseph, que fué de Judá,

 27 que fué de Joanna, que fué de Resa, que fué de Zorobabél, que fué de
Salathiél, que fué de Nerí,

 28 que fué de Melchí, que fué de Addí, que fué de Cosán, que fué de Elmodán,
que fué de Her,

 29 que fué de Joseph, que fué de Eliezer, que fué de Jorim, que fué de
Mathat, que fué de Leví,

 30 que fué de Simeon, que fué de Judá, que fué de Joseph, que fué de Jonán,
que fué de Eliacim,

 31 que fué de Melea, que fué de Menan, que fué de Mathatha, que fué de
Nathán, que fué de David,

 32 que fué de Isaí, que fué de Obéd, que fué de Booz, que fué de Salmón, que
fué de Naasán,

 33 que fué de Aminadáb, que fué de Ram, que fué de Hesrón, que fué de
Pharés, que fué de Judá,

 34 que fué de Jacob, que fué de Isaac, que fué de Abraham, que fué de Tharé,
que fué de Nachór,

 35 que fué de Serúg, que fué de Reu, que fué de Phalég, que fué de Hebér,
que fué de Salé,

 36 que fué de Cainán, que fué de Arphaxad, que fué de Sem, que fué de Noé,
que fué de Laméch,

 37 que fué de Mathusalém, que fué de Henóch, que fué de Jaréd, que fué de
Malaleél, que fué de Cainán,

 38 que fué de Enós, que fué de Seth, que fué de Adam, que fué de Dios.

CAPITULO 4

 1 Y JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fué agitado del
Espíritu al desierto,

 2 por cuarenta dias, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos
dias: los cuales pasados, despues tuvo hambre.

 3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí á esta piedra que se
haga pan.

 4 Y Jesus respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el
hombre, mas con toda palabra de Dios.

 5 Y le llevó el diablo á un alto monte, y le mostró todos los reinos [de la
tierra] habitada en un momento de tiempo.

 6 Y le dijo el diablo: A tí te daré esta potestad toda, y la gloria de
ellos: porque á mi es entregada, y á quien quiero la doy:

 7 tú, pues, si adorares delante de mí, serán todos tuyos.

 8 Y respondiendo Jesus, le dijo: Véte de mí, Satanás; porque escrito está:
Al Señor Dios tuyo adorarás, y á él solo servirás.

 9 Y le llevó á Jerusalem, y le puso sobre el cimborio del templo, y le dijo:
Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo:

 10 porque escrito está: Que á sus ángeles mandará de tí, que te guarden;

 11 y que en las manos te llevarán, porque no dañes tu pié á piedra.

 12 Y respondiendo Jesus, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.

 13 Y acabada toda tentacion, el diablo se fué de él por [algun] tiempo.

 14 Y JESUS volvió en virtud del Espíritu á Galiléa, y salió la fama de él
por toda la tierra de al rededor.

 15 Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos.

 16 Y vino á Nazaret, donde habia sido criado, y entró, conforme á su
costumbre, el dia del sábado en la sinagoga, y se levantó á leer.

 17 Y le fué dado el libro del profeta Isaías: y como abrió el libro, halló
el lugar donde estaba escrito:

 18 El Espíritu del Señor [es] sobre mí, por cuanto me ha ungido: para dar
buenas nuevas á los pobres me ha enviado; para sanar los quebrantados de
corazon; para pregonar á los cautivos libertad, y á los ciegos vista; para
enviar en libertad á los quebrantados;

 19 para predicar el año agradable del Señor.

 20 Y cerrando el libro, como le dió al ministro, se sentó; y los ojos de
todos en la sinagoga estaban atentos á él.

 21 Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta escritura en vuestros
oidos.

 22 Y todos le daban su testimonio, y estaban maravillados de sus palabras de
gracia que salian de su boca, y decian: ¿No es este el hijo de Joseph?

 23 Y les dijo: Sin duda me direis: Medico, cúrate á tí mismo: de tantas
cosas que hemos oido haber sido hechas en Capharnaum, haz tambien aquí en tu
tierra.

 24 Y dijo: De cierto os digo, que ningun profeta es acepto en su tierra:

 25 en verdad os digo, [que] muchas viudas habia en Israel en los dias de
Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo
grande hambre en toda la tierra:

 26 mas á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una
mujer viuda:

 27 y muchos leprosos habia en Israél en tiempo del profeta Eliséo: mas
ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Syro.

 28 Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas.

 29 Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la
cumbre del monte, sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para
despeñarle.

 30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fué.

 31 Y DESCENDIÓ á Capharnaum, ciudad de Galiléa, y allí los enseñaba en los
sábados.

 32 Y estaban fuera de sí de su doctrina: porque su palabra era con potestad.

 33 Y estaba en la sinagoga un hombre que tenia un espíritu de un demonio
inmundo, el cual exclamó á gran voz,

 34 diciendo: Ah, ¿qué tenemos contigo, Jesus Nazareno? ¿has venido á
destruirnos? yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

 35 Y Jesus le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio,
derribándole en medio, salió de él; y no le hizo daño alguno.

 36 Y fué espanto sobre todos, y hablaban unos á otros, diciendo: ¿Qué cosa
es esta, que con autoridad y potencia manda á los espíritus inmundos, y
salen?

 37 Y la fama de él se divulgaba de todas partes por todos los lugares de la
comarca.

 38 Y levantándose Jesus de la sinagoga, se entró en casa de Simon: y la
suegra de Simon estaba con una grande fiebre; y le rogaron por ella.

 39 E inclinándose hácia ella, riñó á la fiebre, y la fiebre la dejó; y ella
levantándose luego, les sirvió.

 40 Y poniéndose el sol, todos los que tenian enfermos de diversas
enfermedades, los traian á él: y él, poniendo las manos sobre cada uno de
ellos, los sanaba.

 41 Y salian tambien demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el
Cristo, Hijo de Dios: mas [él] riñiéndoles no los dejaba hablar, porque
sabian que él era el Cristo.

 42 Y siendo ya de dia salió, y se fué al lugar desierto; y las compañías le
buscaban, y vinieron hasta él: y le detenian que no se fuese de ellos.

 43 Y él les dijo: Que tambien á otras ciudades es menester que anuncie el
evangelio del reino de Dios: porque para esto soy enviado.

 44 Y predicaba en las sinagogas de Galiléa.



CAPITULO 5

 1 Y ACONTECIÓ, que estando él junto al lago de Gennezaret, las compañías se
derribaban sobre él por oir la palabra de Dios.

 2 Y vió dos navíos que estaban cerca de la orilla del logo; y los
pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes.

 3 Y entrado en uno de estos navíos, el cual era de Simon, le rogó que le
desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el navío las
compañías.

 4 Y como cesó de hablar, dijo á Simon: Lleva en alto mar, y echad vuestras
redes para tomar.

 5 Y respondiendo Simon, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche,
nada hemos tomado: mas en tu palabra echaré la red.

 6 Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se
rompia.

 7 E hicieron señas á los compañeros que [estaban] en el otro navío, que
viniesen á ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos navíos de tal manera que
se anegaban.

 8 Lo cual viendo Simon Pedro, se derribó de rodillas á Jesus, diciendo:
Salte de conmigo, Señor, porque soy hombre pecador.

 9 Porque temor le habia rodeado, y á todos los que [estaban] con él, de la
presa de los peces que habian tomado:

 10 y asimismo á Jacobo y á Juan, hijos de Zebedéo, que eran compañeros de
Simon. Y Jesus dijo á Simon: No temas: desde ahora tomarás hombres.

 11 Y como llegaron á tierra los navíos, dejándolo todo, le siguieron.

 12 Y ACONTECIÓ que estando en una ciudad, hé aquí un hombre lleno de lepra,
el cual viendo á Jesus, postrándose sobre el rostro le rogó, diciendo: Señor,
si quisieres, puedes limpiarme.

 13 Entonces extendiendo la mano le tocó, diciendo: Quiero: sé limpio. Y
luego la lepra se fué de él.

 14 Y él le mandó que no lo dijese á nadie: Mas vé, (dice), muéstrate al
sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para que les conste.

 15 Empero el hablar de él andaba mas; y se juntaban muchas compañías á oir,
y ser sanadas por él de sus enfermedades.

 16 Mas él se apartaba á los desiertos, y oraba.

 17 Y aconteció un dia, que él estaba enseñando, y Fariséos y doctores de la
ley estaban sentados, los cuales habian venido de todas las aldeas de
Galiléa, y de Judéa, y Jerusalem; y la virtud del Señor estaba allí para
sanarlos.

 18 Y hé aquí, unos hombres, que traian en una cama un hombre que estaba
paralítico; y buscaban [por donde] meterle, y ponerle delante de él.

 19 Y no hallando por donde meterle á causa de la multitud, subieron encima
de la casa, y por el tejado le bajaron con la cama en medio, delante de
Jesus.

 20 El cual, viendo la fé de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son
perdonados.

 21 Entonces los escribas y Fariséos comenzaron á pensar, diciendo: ¿Quién es
este que habla blasfemias? ¿quien puede perdonar pecados, sino solo Dios?

 22 Jesus entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les
dijo: ¿Qué pensais en vuestros corazones?

 23 ¿cuál es mas fácil; decir: Tus pecados te son perdonados; ó decir:
Levántate, y anda?

 24 pues porque sepais que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de
perdonar pecados, (dice al paralítico): Á tí digo : Levántate, toma tu cama;
y véte á tu casa.

 25 Y luego levantándose en presencia de ellos, y tomando aquello en que
estaba echado, se fué á su casa glorificando á Dios.

 26 Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios; y fueron llenos de temor,
diciendo: Que hemos visto maravillas hoy.

 27 Y DESPUES de estas cosas salió, y vió á un publicano llamado Leví,
sentado al banco [de los públicos tributos,] y le dijo: Sígueme.

 28 Y dejadas todas cosas, levantándose, le siguió.

 29 E hizo Leví gran banquete en su casa, y habia mucha compañía de
publicanos, y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos.

 30 Y los escribas y los Fariséos murmuraban contra sus discípulos, diciendo:
¿Por qué comeis y bebeis con los publicanos y pecadores?

 31 Y respondiendo Jesus, les dijo: los que están sanos no han menester
médico, sino los que están enfermos:

 32 no he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores á penitencia.

 33 Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas
veces, y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariséos; y tus discípulos
comen y beben?

 34 Y él les dijo: ¿Podeis hacer que los que son de bodas ayunen, entre tanto
que el esposo está con ellos?

 35 empero vendrán dias cuando el esposo les será quitado: entonces ayunarán
en aquellos dias.

 36 Y les decia tambien una parábola: Nadie mete remiendo de paño nuevo en
vestido viejo: de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo
nuevo.

 37 Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos: de otra manera el vino nuevo
romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán.

 38 Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se
conserve.

 39 Y ninguno que bebiere el viejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El
viejo es mejor.



CAPITULO 6

 1 Y ACONTECIÓ que pasando él por los sembrados en un sábado segundo del
primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comian, fregándolas con las
manos.

 2 Y algunos de los Fariséos les dijeron: ¿Por qué haceis lo que no es lícito
hacer en sábados?

 3 Y respondiendo Jesus, les dijo: ¿Ni aun esto habeis leido, que hizo David
cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban?

 4 ¿cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposicion, y
comió, y dió tambien á los que [estaban] con él; los cuales no era lícito
comer, sino á solos los sacerdotes?

 5 Y les decia: El Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

 6 Y aconteció tambien en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñó;
y estaba allí un hombre que tenia la mano derecha seca.

 7 Y le acechaban los escribas y los Fariséos, si sanaria en sábado, por
hallar de qué le acusasen.

 8 Mas él sabia los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenia la mano
seca: Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pié.

 9 Entonces Jesus les dice: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en sábados
bien hacer, ó mal hacer? ¿hacer salva [una] persona, ó matarla?

 10 Y mirándolos á todos al rededor, dice al hombre: Extiende tu mano; y él
lo hizo así, y su mano fué restituida sana como la otra.

 11 Y ellos fueron llenos de locura, y hablaban los unos á los otros qué
harian á Jesus.

 12 Y ACONTECIÓ en aquellos dias, que fué al monte á orar, y pasó la noche
orando á Dios.

 13 Y como fué de dia, llamó á sus discípulos; y escogió doce de ellos, los
cuales tambien llamó Apóstoles:

 14 á Simon, al cual tambien llamó Pedro, y á Andrés su hermano, Jacobo y
Juan, Felipe y Bartolomé,

 15 Matéo y Tomás, y Jacobo, [hijo] de Alféo, y Simon, el que se llama
Zeloso,

 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que tambien fué el traidor.

 17 Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano; y la compañía de sus
discípulos, y grande multitud de pueblo de toda Judéa, y de Jerusalem, y de
la costa de Tyro y de Sidón, que habian venido á oirle, y para ser sanados de
sus enfermedades;

 18 y [otros] que habian sido atormentados de espíritus inmundos: y eran
sanos.

 19 Y toda la compañía procuraba, de tocarle: porque salia de él virtud, y
sanaba á todos.

 20 Y ALZANDO él los ojos á sus discípulos, decia: Bienaventurados los
pobres: porque vuestro es el reino de Dios.

 21 Bienaventurados los que ahora teneis hambre: porque sereis hartos.
Bienaventurados los que ahora llorais: porque reireis.

 22 Bienaventurados sereis cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os
esparcieren, y [os] denostaren, y rayeren vuestro nombre como malo, por el
Hijo del hombre.

 23 Gozáos en aquel dia, y alegráos: porque, hé aquí, vuestro galardon [es]
grande en los cielos: porque así hacian sus padres á los profetas.

 24 Mas ¡ay de vosotros ricos! porque teneis vuestro consuelo.

 25 ¡Ay de vosotros, los que estais hartos! porque tendreis hambre. ¡Ay de
vosotros, los que ahora reís! porque lamentareis y llorareis.

 26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros!
porque así hacian sus padres á los falsos profetas.

 27 Mas á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos: haced bien á
los que os aborrecen.

 28 Bendecid á los que os maldicen; y orad por los que os calumnian.

 29 Y al que te hiriere en la mejilla, dále tambien la otra; y del que te
quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas.

 30 Y á cualquiera que te pidiere, dá; y al que tomare lo que [es] tuyo, no
vuelvas á pedir.

 31 Y como quereis que os hagan los hombres, hacedles tambien vosotros así.

 32 Porque si amais á los que os amen, ¿qué gracias tendreis? porque tambien
los pecadores aman á los que los aman.

 33 Y si hiciéreis bien á los que os hacen bien, ¿qué gracias tendreis?
porque tambien los pecadores hacen lo mismo.

 34 Y si prestáreis á aquellos de quienes esperais recibir, ¿qué gracias
tendreis? porque tambien los pecadores prestan á los pecadores, para recibir
otro tanto.

 35 Amad pues á vuestros enemigos; y haced bien, y emprestad, no esperando de
ello nada; y será vuestro galardon grande, y sereis hijos del Altísimo:
porque él es benigno [aun] para con los ingratos y malos.

 36 Sed pues misericordiosos, como tambien vuestro Padre es misericordioso.

 37 No juzgueis, y no sereis juzgados: no condeneis, y no sereis condenados:
perdonad, y sereis perdonados:

 38 dad, y se os dará: medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en
vuestro regazo: porque con la misma medida que midiéreis, os será vuelto á
medir.

 39 Y les decia una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿no caerán
ambos en el hoyo?

 40 El discípulo no es sobre su maestro: mas cualquiera que fuere como el
maestro, será perfecto.

 41 ¿Por qué miras la paja que [está] en el ojo de tu hermano, y la viga que
[está] en tu propio ojo no consideras?

 42 ¿O cómo puedas decir á tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la paja
que [está] en tu ojo, no mirando tú la viga que [está] en tu ojo? Hipócrita,
echa fuera primero de tu ojo la viga; y entonces mirarás de echar fuera la
paja que [está] en el ojo de tu hermano.

 43 Porque no es buen árbol el que hace malos frutos; ni árbol malo el que
hace buen fruto.

 44 Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de las
espinas, ni vendimian uvas de las zarzas.

 45 El buen hombre del buen tesoro de su corazon saca bien; y el mal hombre
del mal tesoro de su corazon saca mal: porque de la abundancia de su corazon
habla su boca.

 46 ¿Por qué me llamais, Señor, Señor, y no haceis lo que digo?

 47 Todo aquel que viene á mi, y oye mis palabras, y las hace, [yo] os
ensenare á quien es semejante.

 48 Semejante es al hombre que edifica una casa, que cavó y ahondó, y puso el
fundamento sobre piedra; y habiendo avenida, el rio dió con ímpetu en aquella
casa, mas no la pudo menear: porque estaba fundada sobre piedra.

 49 Mas el que oyó, y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa
sobre tierra sin fundamento, en la cual el rio dió con ímpetu, y luego cayó:
y fué grande la ruina de aquella casa.



CAPITULO 7

 1 Y COMO acabó todas sus palabras en oidos del pueblo, entró en Capharnaum.

 2 Y el siervo de un centurion enfermo se iba muriendo, el cual él tenia en
estima.

 3 Y como oyó de Jesus, envió á él los ancianos de los Judíos, rogándole que
viniese y librase á su siervo.

 4 Y viniendo ellos á Jesus, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es
digno de concederle esto:

 5 que ama nuestra nacion, y él nos edificó una sinagoga.

 6 Y Jesus fué con ellos: mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió
el centurion amigos á él, diciéndole: Señor, no tomes trabajo, que no soy
digno que entres debajo de mi tejado:

 7 por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á tí: mas manda con la
palabra, y mi criado será sano.

 8 Porque tambien yo soy [hombre] puesto en potestad, que tengo debajo de mí
soldados; y digo á este: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo:
Haz esto, y [lo] hace.

 9 Lo cual oyendo Jesus, se maravilló de él, y vuelto, dijo á las compañías
que le seguian: Os digo, [que] ni aun en Israel, he hallado tanta fé.

 10 Y vueltos á casa los que habian sido enviados, hallaron sano al siervo
que habia estado enfermo.

 11 Y aconteció despues, que [él] iba á la ciudad que se llama Nain, é iban
con él muchos de sus discípulos, y gran compañía.

 12 Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, hé aquí, que sacaban un
difunto, unigénito á su madre, la cual tambien era viuda; y habia con ella
grande compañía de la ciudad.

 13 Y como el Señor la vió, fué movido á misericordia de ella, y le dice: No
llores.

 14 Y acercándose, tocó las andas; y los que [le] llevaban, pararon, y dice:
Mancebo, á tí digo, levántate.

 15 Entonces, volvióse á sentar el que habia sido muerto, y comenzó á hablar;
y le dió á su madre.

 16 Y tomó á todos temor, y glorificaban á Dios, diciendo: Que profeta grande
se ha levantado entre nosotros; y, que Dios ha mirado su pueblo.

 17 Y salió esta fama de él por toda Judéa, y por toda la tierra de al
rededor.

 18 Y DIERON las nuevas á Juan de todas estas cosas sus discípulos; y llamó
Juan unos dos de sus discípulos,

 19 y envió á Jesus, diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó
esperaremos á otro?

 20 Y como los varones vinieron á él, dijeron: Juan el Bautista nos ha
enviado á tí, diciendo: ¿Eres tú aquel que habia de venir, ó esperaremos á
otro?

 21 Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades, y plagas, y de
espíritus malos; y á muchos ciegos dió la vista.

 22 Y respondiendo Jesus, les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que
habeis visto y oido: Que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son
limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado
el Evangelio.

 23 Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí.

 24 Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las
compañías: Qué salisteis á ver al desierto? [¿alguna] caña que es agitada del
viento?

 25 Mas, ¿qué salisteis á ver? [¿algun] hombre cubierto de vestidos
delicados? Hé aquí, que los que están en vestido precioso, y en delicias, en
los palacios de los reyes están.

 26 Mas, ¿qué salisteis á ver? [¿algun] profeta? Tambien os digo, y aun mas
que profeta.

 27 Este es de quien está escrito: Hé aquí, envio mi ángel delante de tu faz,
el cual aparejará tu camino delante de tí.

 28 Porque [yo] os digo [que] entre los nacidos de mujeres, no hay mayor
profeta que Juan el Bautista: mas el mas pequeño en el reino de los cielos es
mayor que él.

 29 Y todo el pueblo oyéndo[le,] y los publicanos, justificaron á Dios,
bautizándose con el bautismo de Juan.

 30 Mas los Fariséos, y los sábios de la ley, desecharon el consejo de Dios
contra sí mismos, no siendo bautizados de él.

 31 Y dice el Señor: ¿Á quién pues compararé los hombres de esta generacion,
y á qué son semejantes?

 32 Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los
unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis: os
endechamos, y no llorasteis.

 33 Porque vino Juan el Bautista que ni comia pan, ni bebia vino, y decís:
Demonio tiene.

 34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Hé aquí, un hombre
comilon, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.

 35 Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos.

 36 Y LE rogó uno de los Fariséos, que comiese con él. Y entrado en casa del
Fariséo, se sentó á la mesa.

 37 Y hé aquí, una mujer que habia sido pecadora en la ciudad, como entendió
que estaba á la mesa en casa de aquel Fariséo, trajo un [vaso de] alabastro
de ungüento;

 38 y estando detrás á sus piés, comenzó llorando á regar con lágrimas sus
piés, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus piés, y
ungía[los] con el ungüento.

 39 Y como vió [esto] el Fariséo que le habia llamado, dice en sí, diciendo:
Este, si fuera profeta, conoceria quién y cuál es la mujer que le toca; que
es pecadora.

 40 Entonces respondiendo Jesus, le dijo: Simon, una cosa tengo que decirte.
Y él le dice: Dí, Maestro.

 41 Un acreedor tenia dos deudores: el uno le debia quinientos denarios, y el
otro cincuenta:

 42 y no teniendo ellos de qué pagar, soltó [la deuda] á ambos: dí, pues,
¿cuál de estos le amará mas?

 43 Y respondiendo Simon, dijo: Pienso que aquel al cual soltó mas. Y él le
dijo: Rectamente has juzgado.

 44 Y vuelto á la mujer, dijo á Simon: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no
diste agua para mis piés; y esta ha regado mis piés con lágrimas, y
limpiádo[los] con los cabellos de su cabeza.

 45 No me diste beso: esta desde que entré no ha cesado de besar mis piés.

 46 No ungiste mi cabeza con óleo; y esta ha ungido con ungüento mis piés.

 47 Por lo cual te digo, [que] sus muchos pecados son perdonados, porque amó
mucho: mas al que se perdona poco, poco ama.

 48 Y á ella dijo: los pecados te son perdonados.

 49 Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron á decir entre
sí: ¿Quién es este, que tambien perdona pecados?

 50 Y dijo á la mujer: Tu fé te ha salvado: vé en paz.

CAPITULO 8

 1 Y ACONTECIÓ despues, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas
predicando, y anunciando el evangelio del reino de Dios; y los doce con él;

 2 y algunas mujeres que habian sido curadas [de él] de malos espíritus, y de
enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habian salido siete
demonios;

 3 y Juana mujer de Chuzas, procurador de Herodes; y Susanna, y otras muchas
que le servian de sus haciendas.

 4 Y COMO se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad
vinieron á él, dijo por una parábola:

 5 Uno que sembraba salió á sembrar su simiente; y sembrando, una [parte]
cayó junto al camino, y fué hollada, y las aves del cielo la comieron.

 6 Y otra [parte] cayó sobre piedra; y nacida, se secó, porque no tenia
humedad.

 7 Y otra [parte] cayó entre espinas; y naciendo las espinas juntamente, la
ahogaron.

 8 Y otra [parte] cayó en buena tierra; y cuando fué nacida, llevó fruto á
ciento [por uno.] Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oidos para oir,
oiga.

 9 Y sus discípulos le preguntaron, qué era esta parábola.

 10 Y él dijo: Á vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios:
mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no
entiendan.

 11 Es pues esta parábola: La simiente es la palabra de Dios.

 12 Y los de junto al camino, estos son los que oyen; y luego viene el
diablo, y quita la palabra de su corazon, porque no se salven creyendo.

 13 Y los de sobre piedra, [son] los que habiendo oido, reciben la palabra
con gozo: mas estos no tienen raices: que á tiempo creen, y en el tiempo de
la tentacion se apartan.

 14 Y lo que cayó entre espinas, estos son los que oyeron; mas idos son
ahogados de los cuidados, y de las riquezas, y de los pasatiempos de la vida,
y no llevan fruto.

 15 Y lo que en buena tierra, estos son los que con corazon bueno y recto
retienen la palabra oida, y llevan fruto en paciencia.

 16 Ninguno empero que enciende el candil, le cubre con [algun] vaso, ó le
pone debajo de la cama: mas le pone en un candelero, para que los que entran,
vean la lumbre.

 17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa
escondida que no haya de ser entendida, y de venir á luz.

 18 Mirad pues como oís: porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á
cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener será quitado de él.

 19 Y VINIERON á él su madre y hermanos, y no podian llegar á él por causa de
la multitud.

 20 Y le fué dada aviso, diciendo: Tu madre, y tus hermanos están fuera, que
quieren verte.

 21 El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que
oyen la palabra de Dios, y la hacen.

 22 Y ACONTECIÓ un dia [que] él entró en un navío con sus discípulos, y les
dijo: Pasemos de la otra parte del lago; y subieron.

 23 Y navegando ellos, se durmió.  Y descendió una tempestad de viento en el
lago; y se llenaban, y peligraban.

 24 Y llegándose á él, le despertaron, diciendo: Maestro, maestro, [que]
perecemos. Y despertado él, riño al viento y á la tempestad del agua, y
cesaron: y fué hecha grande bonanza.

 25 Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fé? Y [ellos] temiendo, fueron
maravillados, diciendo los unos á los otros: ¿Quién es este, que aun á los
vientos y al agua manda, y le obedecen?

 26 Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galiléa.

 27 Y saliendo él á tierra, le salió al encuentro de la ciudad un hombre que
tenia demonios ya de muchos tiempos; y no vestia vestido, ni estaba en casa,
sino por los sepulcros.

 28 El cual como vió á Jesus, exclamó, y postróse delante de él, y dijo á
gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesus Hijo del Dios Altísimo? ruégote que no
me atormentes.

 29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de
muchos tiempos le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos: mas
rompiendo las prisiones era agitado del demonio por los desiertos.)

 30 Y le preguntó Jesus, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legion:
porque muchos demonios habian entrado en él.

 31 Y le rogaban que no les mandase que fuesen al abismo.

 32 Y habia allí un hato de muchos puercos que pacian en el monte, y le
rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó.

 33 Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos: y el hato de
ellos se arrojó de un despeñadero en el logo, y se ahogó.

 34 Y los pastores, como vieron lo que habia acontecido, huyeron; y yendo,
dieron aviso en la ciudad y por las heredades.

 35 Y salieron á ver lo que habia acontecido, y vinieron á Jesus; y hallaron
sentado al hombre, del cual habian salido los demonios, vestido, y en seso, á
los piés de Jesus; y tuvieron temor.

 36 Y les contaron los que [lo] habian visto, como habia sido salvado aquel
endemoniado.

 37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos al rededor le
rogaron, que se fuese de ellos: porque tenian gran temor. Y él subiendo en el
navío se volvió.

 38 Y aquel hombre, del cual habian salido los demonios, le rogó para estar
con él: mas Jesus le despidió,  diciendo:

 39 Vuélvete á tu casa, y cuenta cuan grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y
él se fué, predicando por toda la ciudad cuan grandes cosas habia Jesus hecho
con él.

 40 Y ACONTECIÓ que volviendo Jesus la compañía le recibió: porque todos le
esperaban.

 41 Y hé aquí, un varon llamado Jairo, el cual tambien era príncipe de la
sinagoga vino, y cayendo á los piés de Jesus, le rogaba que entrase en su
casa:

 42 porque una hija única que tenia, como de doce años, se estaba muriendo. Y
yendo, le apretaba la compañía.

 43 Y una mujer que tenia flujo de sangre ya hacia doce años, la cual habia
gastado en médicos toda su hacienda, y de ninguno habia podido ser curada,

 44 llegándose por las espaldas tocó el borde de su vestido: y luego estancó
el flujo de su sangre.

 45 Entonces Jesus dijo: ¿Quién [es] el que me ha tocado? Y negando todos,
dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y
oprime, y dices: ¿quién [es] el que me ha tocado?

 46 Y Jesus dijo: Me ha tocado alguien^: porque yo he conocido que ha salido
virtud de mí.

 47 Entonces como la mujer vió que no se escondia, vino temblando, y
postrándose delante de él, le declaró delante de todo el pueblo la causa
porque le habia tocado, y como luego habia sido sana.

 48 Y él le dijo: Confia, hija, tu fe te ha salvado: vé en paz.

 49 Estando aun él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle:
Tu hija es muerta: no des trabajo al Maestro.

 50 Y oyéndo[lo] Jesus le respondió: No temas: cree solamente, y será salva.

 51 Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie [consigo,] sino á Pedro, y á
Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza.

 52 Y lloraban todos, y la plañian. Y él dijo: No lloreis: no es muerta, mas
duerme.

 53 Y hacian burla de él, sabiendo que estaba muerta.

 54 Y él, echados todos fuera, y trabándola de la mano, clamó, diciendo:
Moza, levántate.

 55 Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego; y él mandó que le diesen
de comer.

 56 Y sus padres estaban fuera de sí, á los cuales él mandó, que á nadie
dijesen lo que habia sido hecho.



CAPITULO 9

 1 Y JUNTANDO sus doce discípulos, les dió virtud y potestad sobre todos los
demonios, y que sanasen enfermedades.

 2 Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que sanasen los enfermos.

 3 Y les dice: No tomeis nada para el camino, ni varas, ni alforja, ni pan,
ni dinero, ni tengais dos vestidos:

 4 y en cualquiera casa que entráreis, quedad allí, y salid de allí:

 5 y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el
polvo sacudid de vuestros piés en testimonio contra ellos.

 6 Y saliendo [ellos,] rodeaban por todas las aldeas anunciando el Evangelio,
y sanando por todas partes.

 7 Y OYÓ Herodes el tetrarca todas las cosas que hacia, y estaba en duda,
porque decian algunos: Que Juan ha resucitado de los muertos;

 8 y otros: Que Elias habia aparecido; y otros: Que algun profeta de los
antiguos habia resucitado.

 9 Y dijo Herodes: A Juan yo [le] degollé: ¿quién pues será este, de quien yo
oigo tales cosas? Y procuraba verle.

 10 Y VUELTOS los apóstoles, le contaron todas las cosas que habian hecho. Y
tomándolos, se apartó aparte á un lugar desierto de la ciudad que se llama
Bethsaida.

 11 Lo cual como las compañías entendieron, le siguieron; y él los recibió, y
les hablaba del reino de Dios: y sanó los que tenian necesidad de cura.

 12 Y el dia habia comenzado á declinar; y llegándose los doce, le dijeron:
Despide las compañías, para que yendo á las aldeas, y heredades de al
rededor, vayan y hallen viandas: porque aquí estamos en lugar desierto.

 13 Y les dice: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos mas de
cinco panes y dos pescados, si no vamos nosotros á comprar viandas para toda
esta compañía.

 14 Y estaban como cinco mil hombres. Entonces dijo á sus discípulos:
Hacedlos recostar por mesas de cincuenta en cincuenta.

 15 Y así lo hicieron; y recostáronse todos.

 16 Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los
bendijo; y partió, y dió á sus discípulos para que pusiesen delante de las
compañías.

 17 Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, los pedazos,
doce esportones.

 18 Y ACONTECIÓ, que estando él solo orando, estaban con él los discípulos, y
les preguntó, diciendo: ¿Quién dicen las compañías que soy?

 19 Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y
otros, que algun profeta de los antiguos ha resucitado.

 20 Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simon
Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

 21 Entonces él amenazándolos, les mandó que á nadie dijesen esto,

 22 diciendo: Es menester que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y ser
desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los
Escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer dia.

 23 Y decia á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí
mismo, y tome su cruz cada dia, y sígame.

 24 Porque cualquiera que quisiere salvar su alma, la perderá; y cualquiera
que perdiere su alma por causa de mí, este la salvará.

 25 Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y se pierda
él á sí mismo, ó corra peligro de sí?

 26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo
del hombre se avergonzará, cuando vendrá en su gloria, y del Padre, y de los
santos ángeles.

 27 Y os digo de verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.

 28 Y ACONTECIÓ que despues de estas palabras, como ocho dias, tomó á Pedro,
y á Juan, y á Jacobo, y subió al monte á orar.

 29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra; y su
vestido blanco y resplandeciente.

 30 Y hé aquí, dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés, y
Elías,

 31 que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual habia de
cumplir en Jerusalem.

 32 Y Pedro, y los que estaban con él, estaban cargados de sueño; y como
despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él.

 33 Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesus: Maestro,
bien es que nos quedemos aquí; y hagamos tres cabañas, una para tí, y una
para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que se decia.

 34 Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron
temor entrando ellos en la nube.

 35 Y vino una voz de la nube, que decia: Este es mi Hijo amado, á él oíd.

 36 Y pasada aquella voz, Jesus fué hallado solo: y ellos callaron, y por
aquellos dias no dijeron nada á nadie de lo que habian vista.

 37 Y ACONTECIÓ el dia siguiente, que apartándose ellos del monte, gran
compañía le salió al encuentro;

 38 y hé aquí, que un hombre de la compañía clamó, diciendo: Maestro, ruégote
que veas á mi hijo que tengo único:

 39 y hé aquí, un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza con
espuma, y apenas se aparta de él, quebrantándole:

 40 y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

 41 Y respondiendo Jesus, dice: ¡Oh generacion infiel y perversa! ¿hasta
cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? trae tu hijo acá.

 42 Y como aun se acercaba, el demonio le derribó, y despedazó: mas Jesus
riñó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y le volvió á su padre.

 43 Y TODOS estaban fuera de sí en la grandeza de Dios, y maravillándose
todos de todas las cosas que hacia, dijo á sus discípulos:

 44 Poned vosotros en vuestras orejas estas palabras: porque ha de acontecer
que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres.

 45 Mas ellos no entendian esta palabra: y les era encubierta para que no la
entendiesen; y temian de preguntarle de esta palabra.

 46 ENTONCES entraron en disputa, cual de ellos seria el mayor.

 47 Mas Jesus, viendo los pensamientos del corazon de ellos, tomó un niño, y
le puso junta á sí,

 48 y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mi nombre, á mí recibe;
y cualquiera que [me] recibiere á mí, recibe al que me envió: porque el que
fuere el menor entre todos vosotros, este será el grande.

 49 Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos vista á uno que echaba
fuera demonios en tu nombre, y se lo defendimos, porque no [te] sigue con
nosotros.

 50 Jesus le dijo: No [le] defendais, porque el que no es contra nosotros,
por nosotros es.

 51 Y ACONTECIÓ [que] como se cumplió el tiempo en que habia de ser recibido
arriba, él afirmó su rostro para ir á Jerusalem.

 52 Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron, y entraron en una
ciudad de los Samaritanos, para aderezarle [allí.]

 53 Mas no le recibieron, porque su rostro era de hombre que iba á Jerusalem.

 54 Y viendo [esto] sus discípulos, Jacobo y Juan dijeron: Señor, ¿quieres
que digamos que descienda fuego del cielo, y los consume, como hizo Elías?

 55 Entonces volviendo él, les riñó, diciendo: Vosotros no sabeis de qué
espíritu sois:

 56 porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las vidas de los
hombres, mas para salvar[las.] Y se fueron á otra aldea.

 57 Y ACONTECIÓ que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, [yo] te
seguiré donde quiera que fueres.

 58 Y le dijo Jesus: las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos
nidos: mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza.

 59 Y dijo á otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya, y
entierre á mi padre.

 60 Y Jesus le dijo: Deja los muertos que entierren á sus muertos; y tú vé,
anuncia el reino de Dios.

 61 Entonces tambien dijo otro: Te seguiré, Señor: mas déjame que me despida
primero de los que están en mi casa.

 62 Y Jesus le dijo: ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es
apto para el reino de Dios.



CAPITULO 10

 1 Y DESPUES de estas cosas, señaló el Señor aun otros setenta, los cuales
envió de dos en dos, delante de sí á todas las ciudades y lugares á donde él
habia de venir.

 2 Y les decia: La mies á la verdad [es] mucha, mas los obreros pocos; por
tanto rogad al Señor de la mies que envie obreros á su mies.

 3 Andad, hé aquí, yo os envio como á corderos en medio de lobos.

 4 No lleveis bolsa, ni alforja, ni zapatos; y á nadie saludeis en el camino.

 5 En cualquier casa donde entráreis, primeramente decid: Paz [sea] á esta
casa.

 6 Y si hubiere allí algun hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si
no, se volverá á vosotros.

 7 Y posad en aquella misma casa comiendo y bebiendo lo que os dieren: porque
el obrero digno es de su salario. No [os] paseis de casa en casa.

 8 Y en cualquier ciudad donde entráreis, y os recibieren, comed lo que os
pusieren delante;

 9 y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha allegado á
vosotros el reino de Dios.

 10 Mas en cualquier ciudad donde entráreis, y no os recibieren, saliendo por
sus calles, decid:

 11 Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad sacudimos en
vosotros: esto empero sabed que el reino de los cielos se ha allegado á
vosotros.

 12 Y os digo, que los de Sodoma tendrán mas remision aquel dia, que aquella
ciudad.

 13 ¡Ay de tí, Corazin! ¡Ay de tí, Bethsaida! que si en Tyro, y en Sidón
fueran hechas las maravillas que han sido hechas en vosotras, ya dias ha, que
sentados en cilicio y ceniza, hubieran hecho penitencia:

 14 por tanto Tyro y Sidón tendrán mas remision que vosotras en el juicio.

 15 Y tú, Capharnaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los
enfiernos serás bajada.

 16 El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí
desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió.

 17 Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se
nos sujetan en tu nombre.

 18 Y les dijo: Yo veia á Satanás, como un rayo, que caia del cielo:

 19 hé aquí, [yo] os doy potestad de hollar sobre las serpientes, y sobre los
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo; y nada os dañará:

 20 mas no os goceis de esto, [á saber,] que los espíritus se os sujeten: mas
antes gozáos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.

 21 En aquella misma hora Jesus se alegró en espíritu, y dijo: Te confieso,
oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas los
sábios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así Padre, porque así
te agradó.

 22 Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quien sea el
Hijo, sino el Padre; ni quien sea el Padre, sino el Hijo, y á quien el Hijo
le quisiere revelar.

 23 Y vuelto particularmente á sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos
que ven lo que vosotros veis:

 24 porque os digo, que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros
veis, y no [lo] vieron; y oir lo que oís, y no [lo] oyeron.

 25 Y HÉ aquí, [que] un doctor de la ley se levantó tentándole, y diciendo:
Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?

 26 Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿cómo lees?

 27 Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon, y de
toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu
prójimo, como á tí mismo.

 28 Y le dijo: Bien has respondido: haz esto, y vivirás.

 29 Mas él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesus: ¿Y quién es mi
prójimo?

 30 Y respondiendo Jesus, dijo: Un hombre descendia de Jerusalem á Jericó, y
cayó en ladrones; los cuales le despojaron, é hiriéndole, se fueron,
dejándole medio muerto.

 31 Y aconteció, que descendió un sacerdote por el mismo camino; y viéndole,
se pasó del un lado.

 32 Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó
del un lado.

 33 Y un Samaritano, que iba camino, viniendo cerca de él, y viéndole, fué
movido á misericordia;

 34 y llegándose, le vendó las heridas, echándole aceite y vino; y poniéndole
sobre su cabalgadura, le llevó al meson, y le cuidó.

 35 Y otro dia partiéndose, sacó dos dineros y los dió al huesped, y le dijo:
Cuídale; y todo lo que de mas gastares, yo cuando vuelva, te lo pagaré.

 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquel que
cayó en ladrones?

 37 Y él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesus le dijo: Vé,
y haz tú lo mismo.

 38 Y ACONTECIÓ, que yendo, entró él en una aldea; y una mujer llamada Marta
le recibió en su casa.

 39 Y esta tenia una hermana, que se llamaba María, la cual sentándose á los
piés de Jesus oia su palabra.

 40 Marta empero se distraia en muchos servicios; y sobreviniendo, dice:
Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? díle, pues, que
me ayude.

 41 Respondiendo Jesus entonces, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y
con las muchas cosas estás turbada:

 42 empero una cosa es necesaria: mas María escogió la buena parte, la cual
no le será quitada.



CAPITULO 11

 1 Y ACONTECIÓ que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus
discípulos le dijo: Señor, enseñanos á orar, como tambien Juan enseñó á sus
discípulos.

 2 Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro, que estás en los cielos,
sea tu nombre santificado. Venga tu reino: sea hecha tu voluntad como en el
cielo [así] tambien en la tierra.

 3 El pan nuestro de cada dia dános[le] hoy.

 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque tambien nosotros perdonamos á todos
los que nos deben. Y no nos metes en tentacion: mas líbranos de mal.

 5 Les dijo tambien: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá á él á media
noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes,

 6 porque un mi amigo ha venido á mí de camino, y no tengo que ponerle
delante;

 7 y él dentro respondiendo, diga, No me seas molesto: la puerta está ya
cerrada, y mis niños están conmigo en la cama: no puedo levantarme, y darte?

 8 Os digo, que aunque no se levante á darle por ser su amigo, cierto por su
importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester.

 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará: buscad, y hallareis: tocad, y os será
abierto.

 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que toca,
es abierto.

 11 ¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?
¿ó, si pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente?

 12 ¿ó, si [le] pidiere un huevo, le dará un escorpion?

 13 Pues, si vosotros, siendo malos, sabeis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, ¿cuánto mas vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que
le pidieren de él?

 14 TAMBIEN echó fuera un demonio, el cual era mudo; y aconteció, que salido
fuera el demonio, el mudo habló, y las compañías se maravillaron.

 15 Y algunos de ellos decian: En Beelzebul, príncipe de los demonios, echa
fuera los demonios.

 16 Y otros, tentando, pedian de él señal del cielo.

 17 Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo es asolado, y casa cae sobre casa.

 18 Y si tambien Satanás está dividido contra sí, ¿cómo estará en pié su
reino? porque decis, que en Beelzebul echo yo fuera los demonios.

 19 Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebul, ¿vuestros hijos, en
quién los echan fuera? por tanto ellos serán vuestros jueces.

 20 Mas si en el dedo de Dios echo fuera los demonios, cierto el reino de
Dios ha llegado á vosotros.

 21 Cuando el fuerte armada guarda su palacio, en paz está lo que posee.

 22 Mas si otro mas fuerte que él sobreviniendo le venciere, [le] toma todas
sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos.

 23 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no apaña, derrama.

 24 Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos
buscando reposo, y no hallándo[le], dice: Me volveré á mi casa, de donde
salí.

 25 Y viniendo, la halla barrida y adornada.

 26 Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él, y entrados
habitan allí; y son las postreras del tal hombre peores que las primeras.

 27 Y aconteció, que diciendo [él] estas cosas, una mujer de la compañía
levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y las
tetas que mamaste.

 28 Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la
guardan.

 29 Y juntándose las compañías á él, comenzó á decir: Esta generacion mala
es: señal busca, mas señal no le será dado, sino la señal de Jonás profeta.

 30 Porque como Jonás fué señal á los Ninivitas, así tambien será el Hijo del
hombre á esta generacion.

 31 La reina del austro se levantará en juicio con los hombres de esta
generacion, y los condenará: porque vino de los fines de la tierra á oir la
sabiduria de Salomón: y hé aquí, mas que Salomón en este lugar.

 32 los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generacion, y la
condenarán: porque á la predicacion de Jonás hicieron penitencia; y hé aquí,
mas que Jonás en este lugar.

 33 Nadie pone en oculto el candil encendido, ni debajo del almud; sino en el
candelero, para que los que entran, vean la lumbre.

 34 El candil del cuerpo es el ojo: pues si tu ojo fuere simple, tambien todo
tu cuerpo será resplandeciente: mas si fuere malo, tambien tu cuerpo será
tenebroso.

 35 Mira pues, si la lumbre que en tí hay, es tinieblas.

 36 Así que [siendo] todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte
de tiniebla, será todo luciente como cuando un candil de resplandor te
alumbra.

 37 Y DESPUES que hubo hablado, le rogó un Fariséo que comiese con él; y
entrado Jesus, se sentó á la mesa.

 38 Y el Fariséo como [lo] vio, se maravilló de que no se lavó antes de
comer.

 39 Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariséos lo de fuera del vaso y
del plato limpiais: mas lo que está dentro de vosotros, está lleno de rapiña
y de maldad.

 40 Locos, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo tambien lo de dentro?

 41 Empero lo que resta, dad limosna: y hé aquí, todo os será limpio.

 42 Mas ¡ay de vosotros Fariséos! que diezmais la menta, y la ruda, y toda
hortaliza: mas el juicio y la caridad de Dios pasais [de largo.] Empero estas
cosas era menester hacer, y no dejar las otras.

 43 ¡Ay de vosotros Fariséos! que amais las primeras sillas en las sinagogas,
y las salutaciones en las plazas.

 44 ¡Ay de vosotros, escribas y Fariséos, hipócritas! que sois como sepulcros
que no se parecen, y los hombres que andan encima no [lo] saben.

 45 Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando
dices esto, tambien nos afrentas á nosotros.

 46 Y él dijo: ¡Ay de vosotros tambien, doctores de la ley! que cargais los
hombres con cargas que no pueden llevar: mas vosotros, ni aun con un dedo
tocais las cargas.

 47 ¡Ay de vosotros! que edificais los sepulcros de los profetas, y los
mataron vuestros padres.

 48 Cierto dais testimonio que consentis en los hechos de vuestros padres:
porque á la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificais sus sepulcros.

 49 Por tanto la sabiduría de Dios tambien dijo: Enviaré á ellos profetas y
apóstoles, y de ellos [á unos] matarán, y [á otros] perseguirán.

 50 Para que de esta generacion sea demandada la sangre de todos los
profetas, que ha sido derramada desde la fundacion del mundo:

 51 desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacharías que murió entre el
altar y la casa: así os digo, será demandada de esta generacion.

 52 ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que [os] tomasteis la llave de la
ciencia: vosotros no entrasteis, y á los que entraban impedisteis.

 53 Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariséos comenzaron á
apretarle en gran manera, y á provocarle á que hablase de muchas cosas,

 54 acechándole, y procurando de cazar algo de su boca para acusarle.



CAPITULO 12

 1 EN esto juntándose muchas compañías, tanto que unos á otros se hollaban,
comenzó á decir á sus discípulos: Primeramente guardáos de la levadura de los
Fariséos, que es hipocresía.

 2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que
no haya de ser sabido.

 3 Por tanto las cosas que dijisteis en tinieblas, en lumbre serán oidas; y
lo que hablasteis al oido en las camaras, será pregonado en los tejados.

 4 Mas os digo, amigos mios: No temais de los que matan el cuerpo, y despues
no tienen mas que hagan:

 5 mas os enseñaré á quien temais: Temed á aquel que despues que hubiere
muerto, tiene potestad de echar en el quemadero: así os digo: A este temed.

 6 ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas, y uno de ellos no está
olvidado de Dios?

 7 Y aun los cabellos de vuestra cabeza, todos están contados. No temais
pues: de mas estima sois [vosotros] que muchos pajarillos.

 8 Pero os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres,
tambien el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios.

 9 Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los
ángeles de Dios.

 10 Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será
perdonado: mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no [le] será
perdonado.

 11 Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades,
no esteis solícitos cómo, ó qué hayais de responder, ó qué hayais de decir.

 12 Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será
menester decir.

 13 Y LE dijo uno de la compañía: Maestro, dí á mi hermano que parta conmigo
la herencia.

 14 Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez, ó partidor sobre
vosotros?

 15 Y les dijo: Mirad, y guardáos de avaricia: porque la vida del hombre no
consiste en la abundancia de los bienes que posee.

 16 Y les dijo una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico habia
llevado muchos frutos;

 17 y [él] pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, que no tengo donde
junte mis frutos?

 18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores; y
allí juntaré todos mis frutos y mis bienes;

 19 y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes en depósito para muchos
años: repósate, come, bebe, huélgate.

 20 Y le dijo Dios: ¡Loco! esta noche vuelven á pedir tu alma; ¿y lo que has
aparejado, cuyo será?

 21 Así [es] el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.

 22 Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No esteis solícitos de
vuestra vida, qué comereis; ni del cuerpo, qué vestireis.

 23 La vida mas es que la comida; y el cuerpo, que el vestido.

 24 Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan: que ni tienen
cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta: ¿cuánto de mas estima sois vosotros
que las aves?

 25 ¿Quién de vosotros podrá con [su] solicitud añadir á su estatura un codo?

 26 Pues si no podeis aun lo que es menos, ¿para qué estareis solícitos de lo
demás?

 27 Considerad los lirios, como crecen: no labran, ni hilan; y os digo, que
ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.

 28 Y si así viste Dios á la yerba, que hoy está en el campo, y mañana es
echada en el horno, ¿cuánto mas á vosotros, [hombres] de poca fé?

 29 Vosotros, pues, no procureis qué hayais de comer, ó qué hayais de beber,
y no andeis elevados:

 30 porque todas estas cosas las gentes del mundo las buscan: que vuestro
Padre sabe que habeis menester estas cosas.

 31 Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.

 32 No temais, oh manada pequeña, porque al Padre ha placido daros el reino.

 33 Vended lo que poseeis, y dad limosna: hacéos bolsas que no se envejecen,
tesoro en los cielos que nunca falte: donde ladron no llega, ni polilla
corrompe.

 34 Porque donde está vuestro tesoro, allí tambien estará vuestro corazon.

 35 Estén ceñidos vuestros lomos, y [vuestros] candiles encendidos;

 36 y vosotros, semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver
de las bodas; para que cuando viniere y tocare, luego le abran.

 37 Bienaventurados aquellos siervos, los cuales, cuando el señor viniere,
hallare velando: de cierto os digo, que [él] se ceñirá, y hará que se sienten
á la mesa, y pasando les servirá.

 38 Y aunque venga á la segunda vela, y aunque venga á la tercera vela, y los
hallare así, bienaventurados son los tales siervos.

 39 Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora habia de
venir el ladron, velaria ciertamente, y no dejaria minar su casa.

 40 Vosotros, pues, tambien estad apercibidos: porque á la hora que no
pensais, el Hijo del hombre vendrá.

 41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó tambien
á todos?

 42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor
pondrá sobre su familia, para que en tiempo les dé [su] racion?

 43 Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare
haciendo así.

 44 En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes.

 45 Mas si el tal siervo dijere en su corazon: Mi señor se tarda de venir y
comenzare á herir los siervos y las criadas, y á comer, y á beber, y á
borrachear,

 46 vendrá el señor de aquel siervo el dia que [él] no espera, y á la hora
que [él] no sabe; y le apartará, y pondrá su suerte con los infieles.

 47 Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no [se]
apercibió, ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho.

 48 Mas el que no entendió, é hizo por qué ser azotado, será azotado poco,
porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él; y
al que encomendaron mucho, mas será de él pedido.

 49 Fuego vine á meter en la tierra, ¿y qué quiero, si ya está encendido?

 50 Empero, de bautismo me es necesario ser bautizado, ¡y cómo me angustio
hasta que sea cumplido!

 51 ¿Pensais que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo: mas disension.

 52 Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos, tres contra
dos, y dos contra tres.

 53 El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre: la
madre contra la hija, y la hija contra la madre: la suegra contra su nuera, y
la nuera contra su suegra.

 54 Y decia tambien á las compañías: Cuando viéreis la nube que sale del
poniente, luego decis: Agua viene; y es así.

 55 Y cuando sopla el austro, decis: Que habrá calor; y lo hay.

 56 ¡Hipócritas! Sabeis examinar la faz del cielo y de la tierra, ¿y este
tiempo, cómo no lo examinais?

 57 ¿Mas por qué aun de vosotros mismos no juzgais lo que es justo?

 58 Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino de
librarte de él, porque no te traiga al juez, y el juez te entregue al
alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel.

 59 Te digo que no saldrás de allá hasta que hayas pagado hasta el postrer
cornado.



CAPITULO 13

 1 Y EN este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban de los Galiléos,
cuya sangre Pilato habia mezclado con sus sacrificios.

 2 Y respondiendo Jesus, les dijo: ¿Pensais que estos Galiléos, porque han
padecido tales cosas, hayan sido mas pecadores que todos los Galiléos?

 3 No; [yo] os digo: antes si no os enmendáreis, todos perecereis así.

 4 O aquellos diez y ocho, sobre los cuales cayó la torre en Silóe, y los
mató, ¿pensais que ellos fueron mas deudores que todos los hombres que
habitan en Jerusalem?

 5 No; [yo] os digo: antes si no os enmendáreis, todos perecereis así.

 6 Y decia esta parábola: Tenia uno una higuera plantada en su viña; y vino á
buscar fruto en ella, y no halló.

 7 Y dijo al viñero: Hé aquí, tres años ha que vengo á buscar fruto en esta
higuera, y no [lo] hallo: córtala, ¿por qué ocupará aun la tierra?

 8 El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aun este año, hasta que
[yo] la escave, y la estercole.

 9 Y si hiciere fruto, [bien;] y si no, la cortarás despues.

 10 Y ENSEÑABA en una sinagoga en sábados.

 11 Y hé aquí, una mujer que tenia espíritu de enfermedad diez y ocho años, y
andaba agoviada que en ninguna manera podia mirar arriba.

 12 Y como Jesus la vió, la llamó, y le dijo: Mujer, libre eres de tu
enfermedad.

 13 Y púsole las manos encima, y luego se enderezó, y glorificaba á Dios.

 14 Y respondiendo un príncipe de la sinagoga, enojado que Jesus hubiese
curado en sábado, dijo á la compañía: Seis dias hay en que es menester obrar:
en estos pues venid, y sed curados; y no en dia de sábado.

 15 Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, ¿cada uno de vosotros
no desata en sábado su buey, ó su asno del pesebre, y le lleva á beber?

 16 Y á esta hija de Abraham, que hé aquí, que Satanás la habia ligado diez y
ocho años. ¿no convino desatarla de esta ligadura en dia de sábado?

 17 Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo
el pueblo se gozaba de todas las cosas que gloriosamente eran por él hechas.

 18 Y decia: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y á qué le compararé?

 19 Semejante es al grano de la mostaza, que tomándole el hombre le metió en
su huerto; y creció, y fué hecho árbol grande; y las aves del cielo hicieron
nidos en sus ramas.

 20 Y otra vez dijo: ¿A qué compararé al reino de Dios?

 21 Semejante es á la levadura, que tomándola la mujer, la esconde en tres
medidas de harina hasta que todo sea leudado.

 22 Y PASABA por todas las ciudades y aldeas enseñando, y caminando á
Jerusalem.

 23 Y le dijo uno: ¿Señor, son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

 24 Porfiad á entrar por la puerta angosta: porque [yo] os digo, que muchos
procurarán de entrar, y no podrán;

 25 despues que el padre de familias se levantare, y cerrare la puerta, y
comenzareis á estar fuera, y tocar á la puerta, diciendo: Señor, Señor,
ábrenos; y respondiendo [él,] os dirá: No os conozco de donde seais.

 26 Entonces comenzareis á decir: Delante de tí hemos comido y bebido, y en
nuestras plazas enseñaste.

 27 Y os dirá: Dígoos, que no os conozco de donde seais: apartáos de mí todos
los obreros de iniquidad.

 28 Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando viéreis á Abraham, y á
Isaac, y á Jacob y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros ser
echados fuera.

 29 Y vendrán [otros] del oriente, y del occidente, y del norte, y del
mediodía, y se sentarán á la mesa en el reino de Dios.

 30 Y hé aquí, que son postreros, los que eran los primeros; y que son
primeros, los que eran los postreros.

 31 AQUEL mismo dia llegaron unos de los Fariséos, diciéndole: Sal, y véte de
aquí: porque Herodes te quiere matar.

 32 Y les dice: Id, y decid á aquella zorra: Hé aquí, echo fuera demonios y
acabo sanidades hoy y mañana, y trasmañana soy consumado:

 33 empero es menester que hoy, y mañana, y trasmañana camine: porque no es
posible que profeta muera fuera de Jerusalem.

 34 ¡Jerusalem, Jerusalem! que matas los profetas, y apedreas los que son
enviados á tí, ¿cuántas veces quise juntar tus hijos, como el ave sus pollos
debajo de sus alas, y no quisiste?

 35 Hé aquí, os es dejada vuestra casa desierta: y os digo, que no me vereis,
hasta que venga [tiempo] cuando digais: Bendito, el que viene en nombre del
Señor.



CAPITULO 14

 1 Y ACONTECIÓ que entrando en casa de un príncipe de los Fariséos un sábado
á comer pan, ellos le acechaban.

 2 Y hé aquí, un hombre hidrópico estaba delante de él.

 3 Y respondiendo Jesus, dijo á los doctores de la ley, y á los Fariséos,
diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado?

 4 Y ellos callaron. Entonces él tomándole, le sanó, y le envió.

 5 Y respondiendo á ellos, dijo ¿El asno ó el buey de cuál de vosotros caerá
en [algun] pozo, y [él] no le sacará luego en dia de sábado?

 6 Y no le podian replicar á estas cosas.

 7 Y dijo una parábola á los convidados, atento como escogian los primeros
asientos á la mesa, diciéndoles:

 8 Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te asientes en el primer
lugar: porque podrá ser que otro mas honrado que tú sea convidado de él;

 9 y viniendo el que te llamó á tí y á él, te diga: Da lugar á este; y
entonces comiences con vergüenza á tener el postrer lugar.

 10 Mas cuando fueres llamado, vé, asiéntate en el postrer lugar; porque
cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube arriba: entonces tendrás
gloria delante de los que juntamente se asientan á la mesa.

 11 Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla
será ensalzado.

 12 Y decia tambien al que le habia convidado: Cuando haces comida ó cena, no
llamas á tus amigos, ni á tus hermanos, ni á tus parientes, ni á tus vecinos
ricos: porque tambien ellos no te vuelvan á convidar, y te sea hecha paga.

 13 Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los mancos, los cojos, los
ciegos;

 14 y serás bienaventurado: porque no te pueden pagar: mas te será pagado en
la resurreccion de los justos.

 15 Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le
dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos.

 16 El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y llamó á muchos.

 17 Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid,
que ya todo está aparejado.

 18 Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado un
cortijo, y he menester de salir, y verle: te ruego que me tengas por
excusado.

 19 Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos; te
ruego que me tengas por excusado.

 20 Y el otro dijo: Me he casado; y por tanto no puedo venir.

 21 Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entonces el padre
de la familia, enojado dijo su siervo: Vé presto por las plazas, y por las
calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos.

 22 Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar.

 23 Y dijo el señor al siervo: Vé por los caminos, y por los vallados, y
fuerzalos á entrar, para que se llene mi casa;

 24 porque [yo] os digo, que ninguno de aquellos varones que fueron llamados,
gustará mi cena.

 25 Y MUCHAS compañías iban con él; y volviéndose les dijo:

 26 Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y madre, y mujer, é
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun tambien su vida, no puede ser mi
discípulo.

 27 Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mi, no puede ser mi
discípulo.

 28 Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero
sentado los gastos, si tiene [lo que ha menester] para acabar[la?]

 29 Porque despues que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos
los que lo vieren, no comiencen á hacer burla de él,

 30 diciendo: Este hombre comenzó á edificar, y no pudo acabar.

 31 ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose
primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene
contra él con veinte mil?

 32 De otra manera, cuando aun el otro está lejos, le ruega por la paz,
enviándole embajada.

 33 Así pues cualquiera de vosotros que no renuncia á todas las cosas que
posee, no puede ser mi discípulo.

 34 Buena es la sal: mas si la sal fuere desvanecida, ¿con qué se adobará?

 35 Ni para la tierra, ni para el muladar es buena: en la calle la echan.
Quien tiene oidos para oir, oiga.



CAPITULO 15

 1 SE llegaban á él todos los publicanos, y pecadores á oirle.

 2 Y murmuraban los Fariséos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores
recibe, y con ellos come.

 3 Y él les dice esta parábola, diciendo:

 4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas,
no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta
que la halle?

 5 Y hallada, [la] pone sobre sus hombros gozoso;

 6 y viniendo á casa, junta á los amigos, y á los vecinos, diciéndoles: Dadme
el parabien: porque he hallado mi oveja que se habia perdido.

 7 Os digo, que así habrá gozo en el cielo de un pecador que se enmienda,
[mas que] de noventa y nueve justos, que no han menester enmendarse.

 8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere la una dracma, no
enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia, hasta
hallar[la?]

 9 Y cuando [la] hubiere hallado, junta las amigas, y las vecinas, diciendo:
Dadme el parabien: porque he hallado la dracma que habia perdido.

 10 Así os digo, que hay gozo en los ángeles de Dios de un pecador que se
enmienda.

 11 Tambien dice: Un hombre tenia dos hijos;

 12 y el mas mozo de ellos dijo á su padre: Padre, dáme la parte de la
hacienda que [me] pertenece. Y [él] les repartió la hacienda.

 13 Y despues de no muchos dias, juntándolo todo el hijo mas mozo, se partió
lejos, á una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo
perdidamente.

 14 Y despues que lo hubo todo desperdiciado, vino una grande hambre en
aquella provincia; y comenzóle á faltar.

 15 Y fué, y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le
envió á su cortijo, para que apacentase los puercos.

 16 Y deseaba henchir su vientre de las mondaduras que comian los puercos;
mas nadie se [las] daba.

 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

 18 me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el
cielo, y contra tí:

 19 ya no soy digno de ser llamado tu hijo: hazme como á uno de tus
jornaleros.

 20 Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, le vió su
padre, y fué movido á misericordia; y corriendo á él, se derribó sobre su
cuello, y le besó.

 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra tí: ya no
soy digno de ser llamado tu hijo.

 22 Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle;
y poned anillo en su mano, y zapatos en sus piés;

 23 y traed el becerro grueso, y matadle; y comamos, y hagamos banquete:

 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido: se habia perdido, y es
hallado. Y comenzaron á hacer banquete.

 25 Y su hijo el mas viejo estaba en el campo, el cual como vino, y llegó
cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas;

 26 y llamando uno de los siervos, le preguntó qué era aquello.

 27 Y él le dijo: Tu hermano es venido; y tu padre ha muerto el becerro
grueso, por haberle recibido salvo.

 28 Entonces [él] se enojó, y no queria entrar. El padre entonces saliendo,
le rogaba [que entrase.]

 29 Mas él respondiendo, dijo al padre: Hé aquí, tantos años [ha que te]
sirvo, que nunca he traspasado tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito
para que haga banquete con mis amigos:

 30 mas despues que vino este tu hijo, que ha engullido tu hacienda con
rameras, le has matado el becerro grueso.

 31 El entonces le dijo: Hijo, tu siempre estás conmigo, y todas mis cosas
son tuyas:

 32 mas hacer banquete y holgar[nos] era menester: porque este tu hermano
muerto era, y revivió: habíase perdido, y es hallado.



CAPITULO 16

 1 Y DECIA tambien á sus discípulos: Habia un hombre rico, el cual tenia un
mayordomo; y este fué acusado delante de él, como disipador de sus bienes.

 2 Y le llamó, y le dice: ¿Qué [es] esto [que] oigo de tí? da cuenta de tu
mayordomía: porque ya no podrás mas ser mayordomo.

 3 Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita
la mayordomía: cavar, no puedo: mendigar, tengo vergüenza:

 4 [yo] se lo que haré, para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me
reciban en sus casas.

 5 Y llamando á cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero:
¿Cuánto debes á mi señor?

 6 Y él dijo: Cien batos de aceite. Y le dijo: Toma tu obligacion, y siéntate
presto, y escribe cincuenta.

 7 Después dijo á otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo.
Y él le dijo: Toma tu obligacion, y escribe ochenta.

 8 Y alabó el señor al mayordomo malo, por haber hecho prudentemente: porque
los hijos de este siglo mas prudentes son que los hijos de luz en su género.

 9 Y yo os digo: Hacéos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando
faltáreis, seais recibidos en las moradas eternas.

 10 El que es fiel en lo muy poco, tambien en lo mas es fiel; y el que en lo
muy poco es injusto, tambien en lo mas es injusto.

 11 Pues si en las malas riquezas no fuisteis fieles, ¿lo que es verdadero,
quién os lo confiará?

 12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿lo que es vuestro, quién os lo
dará?

 13 Ningun siervo puede servir á dos señores: porque, ó aborrecerá al uno y
amará al otro, ó se allegará al uno, y menospreciará al otro. No podeis
servir á Dios, y á las riquezas.

 14 Y oían tambien los Fariséos todas estas cosas, los cuales eran avaros; y
burlaban de él.

 15 Y les dice: Vosotros sois los que os justificais á vosotros mismos
delante de los hombres: mas Dios conoce vuestros corazones: porque lo que los
hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominacion.

 16 La ley y los profetas hasta Juan: desde entonces el reino de Dios es
anunciado, y quienquiera hace fuerza contra él.

 17 Empero mas fácil cosa es perecer el cielo y la tierra, que perderse una
tilde de la ley.

 18 Cualquiera que envia á su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que
se casa con la enviada del marido, adultera.

 19 Y habia un hombre rico, que se vestia de púrpura y de lino fino, y hacia
cada dia banquete espléndidamente.

 20 Habia tambien un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la
puerta de él, lleno de llagas,

 21 y deseando hartarse de las migajas que caian de la mesa del rico y aun
los perros venian, y le lamian las llagas.

 22 Y aconteció, que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno
de Abraham: y murió tambien el rico, y fué sepultado.

 23 Y en el infierno, alzando sus ojos, estando en los tormentos, vió á
Abraham lejos, y á Lázaro en su seno.

 24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y
envia á Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua:
porque soy atormentado en esta llama.

 25 Y le dijo Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y
Lázaro tambien males: mas ahora este es consolado, y tú atormentado:

 26 y además de todo esto, una grande sima está confirmada entre nosotros y
vosotros, que los que quisieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de
allá pasar acá.

 27 Y dijo: Ruégote^, pues, padre, que le envies á la casa de mi padre:

 28 porque tengo cinco hermanos, para que les proteste, porque no vengan
ellos tambien á este lugar de tormento.

 29 Y Abraham le dice: A Moisés, y á los profetas tienen, óiganlos.

 30 El entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere á ellos de los
muertos, se enmendarán.

 31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen á Moisés, y á los profetas, tampoco se
persuadirán, Si alguno se levantare de los muertos.



CAPITULO 17

 1 Y Á sus discípulos dice: Imposible es que no vengan escándalos: mas ¡ay de
aquel por quien vienen!

 2 Mejor le fuera, si una muela [de un molino] de asno le fuera puesta al
cuello, y fuera echado en la mar, que escandalizar uno de estos pequeñitos.

 3 Mirad por vosotros. Si pecare contra tí tu hermano, repréndele; y si se
arrepintiere, perdónale.

 4 Y si siete veces al dia pecare contra tí, y siete veces al dia se volviere
á tí, diciendo: Pésame: perdónale.

 5 Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fé.

 6 Entonces el Señor dijo: Si tuvieseis fé como un grano de mostaza, direis á
este sicomoro: Desarráigate, y plántate en la mar, y os obedeceria.

 7 ¿Y cuál de vosotros tiene un siervo que ara, ó apacienta, que vuelto del
campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa?

 8 ¿No le dice antes: Adereza que cene, y arremángate, y sírveme hasta que
haya comido y bebido; y despues de esto come tú y bebe?

 9 ¿Hace gracias al siervo porque hizo lo que le habia sido mandado?  Pienso
que no.

 10 Así tambien vosotros, cuando hubiéreis hecho todo lo que os es mandado,
decid: Siervos inútiles somos: porque lo que debiamos de hacer hicimos.

 11 Y ACONTECIÓ, que yendo él^ á Jerusalem, pasaba por medio de Samaria, y de
Galiléa.

 12 Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro [diez] hombres leprosos,
los cuales se pararon de lejos;

 13 y alzaron la voz, diciendo: Jesus, Maestro, ten misericordia de nosotros.

 14 los cuales como él vió, les dijo: Id, mostraos á los sacerdotes. Y
aconteció, que yendo ellos, fueron limpios.

 15 Entonces el uno de ellos, como se vió que era limpio, volvió,
glorificando á Dios á gran voz.

 16 Y se derribó sobre su rostro á sus piés, haciéndole gracias: y este era
Samaritano.

 17 Y respondiendo Jesus, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿y los
nueve, dónde [están?]

 18 ¿no hubo quien volviese, y diese gloria á Dios, sino este extranjero?

 19 Y le dijo: Levántate, véte: tu fé te ha salvado.

 20 Y PREGUNTADO de los Fariséos, cuando habia de venir el reino de Dios, les
respondió, y dijo: El reino de Dios no vendrá manifiesto;

 21 ni dirán: Héle aquí, ó héle allí: porque, hé aquí, el reino de Dios entre
vosotros está.

 22 Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando deseareis ver uno de los
dias del Hijo del hombre, y no le vereis.

 23 Y os dirán: Héle aquí, ó héle allí. No vais ni sigais.

 24 Porque como el relámpago relampagueando desde una parte que está debajo
del cielo resplandece hasta la [otra] que está debajo del cielo, así tambien
[será] el Hijo del hombre en su dia:

 25 mas primero es menester que padezca mucho, y sea reprobado de esta
generacion.

 26 Y como fué en los dias de Noé, así tambien será en los dias del Hijo del
hombre:

 27 comian, bebian, [maridos] tomaban mujeres, y mujeres maridos, hasta el
dia que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos.

 28 Asimismo tambien como fué en los dias de Lot: comian, bebian, compraban,
vendian, plantaban, edificaban:

 29 mas el dia que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y
destruyó á todos:

 30 como esto será el dia que el Hijo del hombre se manifestará.

 31 En aquel dia, el que estuviere en el tejado, y sus alhajas en casa, no
descienda á tomarlas; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás.



32 Acordáos de la mujer de Lot.

 33 Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la
perdiere, la salvará.

 34 Os digo, que aquella noche estarán dos en una cama: el uno será tomado, y
el otro será dejado.

 35 Dos [mujeres] estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra será
dejada.

 36 Dos estarán en el campo: el uno será tomado, y el otro será dejado.

 37 Y respondiéndole, le dicen: ¿Dónde, Señor? y él les dijo: Donde
[estuviere] el cuerpo, allá se juntarán tambien las águilas.



CAPITULO 18

 1 Y LES dijo tambien una parábola, que es menester orar siempre, y no
cansarse,

 2 diciendo: Habia un juez en una ciudad, el cual ni temia á Dios, ni
respetaba hombre.

 3 Habia tambien en aquella ciudad una viuda, la cual venia á él, diciendo:
Defiéndeme de mi adversario.

 4 Mas él no quiso por tiempo: mas despues de esto, dijo dentro de sí: Aunque
ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre;

 5 todavia, porque esta viuda me es molesta, la defenderé, porque al fin no
venga y me muela.

 6 Y dijo el Señor: Oid lo que dice el mal juez:

 7 ¿y Dios no defenderá á sus escogidos que claman á él dia y noche, aunque
sea longánimo acerca de ellos?

 8 os digo que los defenderá presto: empero el Hijo del hombre, cuando
viniere, ¿hallará fé en la tierra?

 9 Y dijo tambien á unos, que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á
los otros, esta parábola:

 10 Dos hombres subieron al templo á orar, el uno Fariséo, y el otro
publicano.

 11 El Fariséo en pié oraba consigo de esta manera: Dios, te hago gracias,
que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como
este publicano.

 12 Ayuno dos veces en la semana: doy diezmos de todo lo que poseo.

 13 Mas el publicano estando lejos, no queria, ni aun alzar los ojos al
cielo: mas heria su pecho, diciendo: Dios, sé propicio á mí, pecador.

 14 Os digo que este descendió á su casa [mas] justificado que el otro:
porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será
ensalzado.

 15 Y TRAIAN á él los niños para que los tocase, lo cual viéndolo los
discípulos, les reñian.

 16 Mas Jesus llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los
impidais: porque de tales es el reino de Dios:

 17 de cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como
un niño, no entrará en él.

 18 Y LE preguntó un príncipe, diciendo: ¿Maestro bueno, qué haré para poseer
la vida eterna?

 19 Y Jesus le dijo: ¿Por qué me dices, bueno? ninguno hay bueno sino solo
Dios:

 20 los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás
falso testimonio: Honra á tu padre, y á tu madre.

 21 Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud.

 22 Y Jesus oido esto, le dijo: Aun una cosa te falta: todo lo que tienes,
véndelo, y dálo á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y vén, sígueme.

 23 Entonces él, oidas estas cosas, fué muy triste, porque era rico mucho.

 24 Y viendo Jesus que se habia entristecido mucho, dijo: ¡Cuán
dificultosamente entrarán en el reino de Dios, los que tienen dineros!

 25 Porque mas fácil cosa es entrar un cable por un ojo de una aguja, que un
rico entrar al reino de Dios.

 26 Y los que [lo] oian, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo?

 27 Y él les dijo: Lo que es imposible acerca de los hombres, posible es
acerca de Dios.

 28 Entonces Pedro dijo: Hé aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te
hemos seguido.

 29 Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, ó
padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios,

 30 que no haya de recibir mucho mas en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna.

 31 Y JESUS tomando [aparte] los doce, les dijo: Hé aquí, subimos á
Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los
profetas del Hijo del hombre.

 32 Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y
escupido;

 33 y despues que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer dia
resucitará.

 34 Mas ellos nada de estas cosas entendian, y esta palabra les era
encubierta; y no entendian lo que se decia.

 35 Y ACONTECIÓ, que acercándose él de Jericó, un ciego estaba sentado junto
al camino mendigando,

 36 el cual como oyó la compañía que pasaba, preguntaba qué era aquello.

 37 Y le dijeron, que Jesus Nazareno pasaba.

 38 Entonces dió voces, diciendo: Jesus, Hijo de David, ten misericordia de
mí.

 39 Y los que iban delante, le reñian que callase: mas él clamaba mucho mas:
Hijo de David, ten misericordia de mí.

 40 Jesus entonces parándose, mandó traerle á sí. Y como él llegó, le
preguntó^.

 41 diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea.

 42 Y Jesus le dijo: Ve: tu fé te ha hecho salvo.

 43 Y luego vió, y le seguia, glorificando á Dios: y todo el pueblo como vió
[esto,] dió alabanza á Dios.



CAPITULO 19

 1 Y ENTRADO, pasó adelante á Jericó.

 2 Y hé aquí, un varon llamado Zachéo el cual era príncipe de los publicanos,
y era rico.

 3 Y procuraba ver á Jesus quién fuese; y no podia á causa de la multitud,
porque era pequeño de estatura.

 4 Y corriendo delante, se subió en un árbol cabrahigo, para verle: porque
habia de pasar por allí.

 5 Y como vino á aquel lugar Jesus, mirando le vió, y le dijo: Zachéo, dáte
priesa, desciende: porque hoy es menester que pose en tu casa.

 6 Entonces él descendió á priesa, y le recibió gozoso.

 7 Y viendo esto todos, murmuraban, diciendo, que habia entrado á posar con
un hombre pecador.

 8 Entonces Zachéo, puesto en pié, dijo al Señor: Hé aquí, Señor, la mitad de
mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo
con los cuatro tantos.

 9 Y Jesus le dijo: Hoy ha sido salva esta casa: por cuanto tambien él es
hijo de Abraham.

 10 Porque el Hijo del hombre vino á buscar, y á salvar lo que se habia
perdido.

 11 Y OYENDO ellos estas cosas, prosiguiendo [él,] dijo una parábola, por
cuanto estaba cerca de Jerusalem; y porque pensaban que luego habia de ser
manifestado el reino de Dios.

 12 Y dijo: Un hombre noble se partió á una provincia lejos, para tomar para
sí el reino, y volver.

 13 Mas llamados diez siervos suyos, les dió diez minas, y les dijo: Negociad
entre tanto que vengo.

 14 Empero sus ciudadanos le aborrecian; y enviaron tras de él una embajada,
diciendo: No queremos que este reine sobre nosotros.

 15 Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á
aquellos siervos, á los cuales habia dado el dinero, para saber lo que habia
negociado cada uno.

 16 Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.

 17 Y él le dice: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel,
tendrás potestad sobre diez ciudades.

 18 Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.

 19 Y tambien á este dijo: Tú tambien sé sobre cinco ciudades.

 20 Y vino otro, diciendo: Señor, hé aquí tu mina, la cual he tenido guardada
en un pañizuelo:

 21 porque tuve miedo de tí, que eres hombre recio: tomas lo que no pusiste,
y siegas lo que no sembraste.

 22 Entonces [él] le dijo : Mal siervo, de tu boca te juzgo: sabias que yo
era hombre recio, que quito lo que no puse, y que siego lo que no sembré:

 23 ¿por qué pues no diste mi dinero al banco: y yo viniendo lo demandara con
el logro?

 24 Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que
tiene las diez minas.

 25 Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.

 26 Porque [yo] os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado: mas al
que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.

 27 Y tambien á aquellos mis enemigos, que no querian que yo reinase sobre
ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.

 28 Y DICHO esto, iba delante subiendo á Jerusalem.

 29 Y aconteció, que llegando cerca de Bethphage, y de Bethania, al monte que
se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,

 30 diciendo: Id á la aldea que está delante, en la cual como entráreis,
hallareis un pollino atado, en el cual ningun hombre jamás se ha sentado:
desatadle, y traedle.

 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué [le] desatais? le direis así: Porque
el Señor le ha menester.

 32 Y fueron los que habian sido enviados, y hallaron, como [él] les dijo.

 33 Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatais
el pollino?

 34 Y ellos dijeron: Porque el Señor le ha menester.

 35 Y le trajeron á Jesus; y echando [ellos] sus vestidos sobre el pollino,
pusieron encima á Jesus.

 36 Y yendo él, tendian sus capas por el camino.

 37 Y como llegasen ya cerca de la descendida del monte de las Olivas, toda
la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran
voz por todas las maravillas que habian visto,

 38 diciendo: Bendito el rey que viene en nombre del Señor: paz en cielo, y
gloria en lo altísimo.

 39 Entonces algunos de los Fariséos de la compañía le dijeron: Maestro,
reprende á tus discípulos.

 40 Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras
clamarán.

 41 Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella,

 42 diciendo: Porque tambien tú, si conocieses, á lo menos en este tu dia, lo
que [toca] á tu paz: mas ahora está encubierto de tus ojos.

 43 Por lo cual vendrán dias sobre tí, que tus enemigos te cercarán con
baluarte; y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho;

 44 y te derribarán á tierra, y á tus hijos, los que están dentro de tí; y no
dejarán sobre tí piedra sobre piedra: por cuanto no conociste el tiempo de tu
visitacion.

 45 Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendian y
compraban en él,

 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oracion es: mas vosotros la
habeis hecho cueva de ladrones.

 47 Y enseñaba cada dia en el templo: mas los príncipes de los sacerdotes, y
los escribas, y los príncipes del pueblo procuraban matarle.

 48 Y no hallaban que hacerle: porque todo el pueblo estaba suspenso
oyéndole.



CAPITULO 20

 1 Y ACONTECIÓ un dia, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando
el Evangelio, se juntaron los príncipes de los sacerdotes, y los escribas,
con los ancianos,

 2 y le hablan, diciendo: Dínos ¿con qué potestad haces estas cosas: ó quién
es el que te ha dado esta potestad?

 3 Respondiendo entonces Jesus, les dijo: Os preguntaré yo tambien una
palabra; respondedme:

 4 ¿El bautismo de Juan, era del cielo, ó de los hombres?

 5 Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; dirá;
¿Por qué pues no le creisteis?

 6 Y si dijéremos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará: porque están
ciertos que Juan era profeta.

 7 Y respondieron, que no sabian de donde [habia sido.]

 8 Entonces Jesus les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas.

 9 Y comenzó á decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la
arrendó á labradores, y se ausentó por muchos tiempos.

 10 Y al tiempo envió un siervo á los labradores, para que le diesen del
fruto de la viña; y los labradores hiriéndole, le enviaron vacío.

 11 Y volvió á enviar otro siervo: mas ellos á este tambien herido y
afrentado, le enviaron vacío.

 12 Y volvió á enviar al tercer siervo: mas ellos tambien á este echaron
herido.

 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? enviaré mi Hijo amado:
quizá cuando á este vieren, tendrán respeto.

 14 Mas los labradores viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el
heredero: venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.

 15 Y echándole fuera de la viña, le mataron. ¿Qué pues les hará el señor de
la viña?

 16 Vendrá, y destruirá á estos labradores; y dará su viña á otros. Y como
ellos [lo] oyeron, dijeron: Guarda.

 17 Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que
condenaron los edificadores, esta fué por cabeza de esquina?

 18 Cualquiera que cayere sobre aquella piedra será quebrantado: mas sobre el
que la piedra cayere, le desmenuzará.

 19 Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano
en aquella hora, mas tuvieron miedo del pueblo: porque entendieron que contra
ellos habia dicho esta parábola.

 20 Y ACECHÁNDOLE, enviaron espiones que se simulasen justos, para tomarle en
palabras, para que le entregasen al principado y á la potestad del
presidente:

 21 los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas
bien; y que no tienes respeto á persona, antes enseñas el camino de Dios con
verdad:

 22 ¿nos es lícito dar tributo á César, ó no?

 23 Mas él, entendida la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentais?

 24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imágen, y la inscripcion? Y
respondiendo, dijeron: De César.

 25 Entonces les dijo: Pues dad á César lo que es de César; y lo que es de
Dios, á Dios.

 26 Y no pudieron reprender su dicho delante del pueblo: antes maravillados
de su respuesta, callaron.

 27 Y llegándose unos de los Saducéos, los cuales niegan haber resurreccion,
le preguntaron,

 28 diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere
teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante
simiente á su hermano.

 29 Fueron pues siete hermanos y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.

 30 Y la tomó el segundo, el cual tambien murió sin hijos.

 31 Y la tomó el tercero: asimismo tambien todos siete; y no dejaron
simiente, y murieron.

 32 Y á la postre de todos murió tambien la mujer.

 33 En la resurreccion, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete
la tuvieron por mujer.

 34 Entonces respondiendo Jesus, les dijo: los hijos de este siglo se casan,
y [ellas] son dadas en casamiento:

 35 mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo, y de la
resurreccion de los muertos, ni [ellos] se casan, ni [ellas] son dadas en
casamiento.

 36 Porque no pueden ya mas morir: porque son iguales á los ángeles, y son
hijos de Dios, cuando son hijos de la resurreccion.

 37 Y que los muertos hayan de resucitar, Moisés aun lo enseñó junto al
zarzal, cuando dice al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de
Jacob.

 38 Porque Dios no es [Dios] de muertos, mas de vivos: porque todos viven
[cuanto] á él.

 39 Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

 40 Y no osaron mas preguntarle algo.

 41 Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?

 42 Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor á mi
Señor: Asiéntate á mi diestra,

 43 entre tanto que pongo tus enemigos [por] estrado de tus piés.

 44 Así que David le llama Señor, ¿cómo pues es su hijo?

 45 Y OYÉNDOLO todo el pueblo, dijo á sus discípulos:

 46 Guardáos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las
salutaciones en las plazas: y las primeras sillas en las sinagogas: y los
primeros asientos en las cenas:

 47 que engullen las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga
oracion: estos recibirán mayor condenacion.



CAPITULO 21

 1 Y MIRANDO, vió los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de la
limosna.

 2 Y vió tambien á una viuda pobrecilla, que echaba allí dos minutos.

 3 Y dijo: De verdad os digo, que esta viuda pobre echó mas que todos:

 4 porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios:
mas esta de su pobreza echó todo su sustento que tenia.

 5 Y Á unos que decian del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y
dones, dijo:

 6 Estas cosas que veis, dias vendrán, que no quedará piedra sobre piedra que
no sea destruida.

 7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal
[habrá] cuándo estas cosas hayan de comenzar á ser hechas?

 8 El entonces dijo: Mirad, no seais engañados: porque vendrán muchos en mi
nombre, diciendo: Yo soy; y el tiempo está cerca: por tanto no vayais en pos
de ellos.

 9 Empero cuando oyéreis de guerras y sediciones, no os espanteis: porque es
menester que estas cosas acontezcan primero: mas no luego [será] el fin.

 10 Entonces les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino;

 11 y habrá grandes terremotos en cada lugar, y hambres, y pestilencias; y
habrá prodigios, y grandes señales del cielo.

 12 Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán,
entregándo[os] á las sinagogas, y á las cárceles, trayéndoos á los reyes, y á
los presidentes, por causa de mi nombre.

 13 Y os será [esto] para testimonio.

 14 Poned pues en vuestros corazones de no pensar antes cómo hayais de
responder.

 15 Porque yo os daré boca y sabiduría, á la cual no podrán resistir, ni
contradecir todos los que se os opondrán.

 16 Mas sereis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y
amigos; y matarán de vosotros.

 17 Y sereis aborrecidos por todos, por causa de mi nombre.

 18 Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá.

 19 En vuestra paciencia poseereis vuestras vidas.

 20 Y cuando viéreis á Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su
destruccion ha llegado.

 21 Entonces los que estuvieren en Judéa, huyan á los montes; y los que
[estuvieren] en medio de ella, váyanse; y los que en las [otras] regiones, no
entren en ella.

 22 Porque estos son dias de venganza, para que se cumplan todas las cosas
que están escritas.

 23 Mas, ¡ay de las preñadas, y de las que crian en aquellos dias! porque
habrá apretura grande sobre [esta] tierra, é ira en este pueblo.

 24 Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos por todas las
naciones; y Jerusalem será hollada de los Gentiles, hasta que los tiempos de
los Gentiles sean cumplidos.

 25 Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en
la tierra apretura de gentes por la confusion del sonido de la mar, y de las
ondas;

 26 secándose los hombres á causa del temor, y de la esperanza de las cosas
que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los
cielos serán conmovidas.

 27 Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en la nube, con potestad
y majestad grande.

 28 Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras
cabezas: porque vuestra redencion está cerca.

 29 Y les dijo tambien una parábola: Mirad la higuera, y todos los árboles:

 30 cuando ya meten, viéndolos, de vosotros mismos entendeis que el verano
está ya cerca:

 31 así tambien vosotros, cuando viéreis hacerse estas cosas, entended que
está cerca el reino de Dios.

 32 De cierto os digo, que no pasará esta generacion, hasta que todo sea
hecho.

 33 El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

 34 Y mirad por vosotros; que vuestros corazones no sean cargados de
glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente
sobre vosotros aquel dia.

 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de
toda la tierra.

 36 Velad, pues, orando á todo tiempo, que seais tenidos dignos de evitar
todas estas cosas que han de venir, y de estar en pié delante del Hijo del
hombre.

 37 Y ENSEÑABA entre dia en el templo; y de noche saliendo, estábase en el
monte que se llama de las Olivas.

 38 Y todo el pueblo venia á él por la mañana, para oirle en el templo.



CAPITULO 22

 1 Y ESTABA cerca el dia de la fiesta de los panes sin levadura, que se llama
la Pascua.

 2 Y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas procuraban como le
matarian: mas tenian miedo del pueblo.

 3 Y entró Satanás en Judas, que tenia por sobrenombre Iscariote, el cual era
uno del numero de los doce.

 4 Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados,
de cómo se le entregaria.

 5 los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero.

 6 Y prometió; y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin las
compañías.

 7 Y VINO el dia de los panes sin levadura, en el cual era menester matar [el
cordero de] la Pascua.

 8 Y envió á Pedro, y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos [el cordero de] la
Pascua, para que comamos.

 9 Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos?

 10 Y él les dijo: Hé aquí, como entráreis en la ciudad, os encontrará un
hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare;

 11 y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde
está el aposento donde tengo de comer [el cordero de] la Pascua con mis
discípulos?

 12 Entonces él os mostrará un gran cenadero aderezado, aparejad allí.

 13 Y yendo [ellos] halláronlo todo como les habia dicho; y aparejaron [el
cordero de] la Pascua.

 14 Y como fué hora, se sentó á la mesa; y con él los doce apóstoles.

 15 Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros este [cordero de
la] Pascua antes que padezca:

 16 porque os digo, que no comeré de él, hasta que sea cumplido en el reino
de Dios.

 17 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, dijo: Tomad esto, y partid
entre vosotros.

 18 Porque os digo, que no beberé del fruto de la vid, hasta que el reino de
Dios venga.

 19 Y tomando el pan, habiendo hecho gracias, partió, y les dió, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí.

 20 Asimismo tambien [tomó y les dió] el vaso, despues que hubo cenado,
diciendo: Este vaso [es] el nuevo testamento en mi sangre, que por vosotros
se derrama:

 21 con todo eso, hé aquí, la mano del que me entrega, conmigo en la mesa.

 22 Y á la verdad el Hijo del hombre va segun lo que está determinado: empero
¡ay de aquel hombre por el cual es entregado!

 23 Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos seria el
que habia de hacer esto.

 24 Y fué entre ellos una contienda, quién de ellos parecia [que habia de]
ser el mayor.

 25 Entonces él les dijo: los reyes de los Gentiles se enseñorean de ellos; y
los que sobre ellos tienen potestad son llamados bienhechores:

 26 mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el
mas mozo; y el que es príncipe, como el que sirve:

 27 porque, ¿cuál es mayor, el que se asienta á la mesa, ó el que sirve? ¿no
es el que se asienta á la mesa? y yo soy entre vosotros como el que sirve:

 28 empero vosotros sois los que habeis permanecido conmigo en mis
tentaciones:

 29 yo pues os ordeno el reino, como mi Padre me lo ordenó [á mí]:

 30 para que comais y bebais en mi mesa en mi reino; y os asenteis sobre
tronos juzgando á las doce tribus de Israel.

 31 Dijo tambien el Señor: Simon, Simon, hé aquí, [que] Satanás os ha pedido
para zarandaros como á trigo:

 32 mas yo he rogado por tí que tu fé no falte; y tú vuelve alguna vez y
confirma á tus hermanos.

 33 Y él le dijo: Señor, aparejado estoy á ir contigo, y á cárcel, y á
muerte.

 34 Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no dará hoy voz antes que [tú]
niegues tres veces que me conoces.

 35 Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos,
¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada.

 36 Y les dijo: Pues ahora el que tiene bolsa, tóme[la;] y tambien la
alforja; y el que no tiene, venda su capa y compre espada:

 37 porque os digo, que aun es menester que se cumpla en mi aquello que está
escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que [está escrito] de mí,
[su] cumplimiento tiene.

 38 Entonces ellos dijeron: Señor, hé aquí, dos espadas [hay] aquí. Y él les
dijo: Basta.

 39 Y SALIENDO, se fué, como solia, al monte de las Olivas; y sus discípulos
tambien le siguieron.

 40 Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entreis en tentacion.

 41 Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas,
oró,

 42 diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí: empero no se haga mi
voluntad, mas la tuya.

 43 Y le apareció un ángel del cielo, esforzándole.

 44 Y puesto en agonía, oraba mas intensamente; y fué su sudor como gotas de
sangre, que descendian hasta la tierra.

 45 Y como se levantó de la oracion, y vino á sus discípulos, los halló
durmiendo de tristeza.

 46 Y les dijo: ¿Qué dormis? levantáos, y orad que no entreis en tentacion.

 47 Estando aun hablando él, hé aquí, la compañía, y el que se llamaba Judas,
uno de los doce, iba delante de ellos; y se llegó á Jesus, para besarle.

 48 Entonces Jesus le dijo: ¿Judas, con beso entregas al Hijo del hombre?

 49 Y viendo los que estaban con él lo que habia de ser, le dijeron: Señor,
¿heriremos á cuchillo?

 50 Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le
quitó la oreja derecha.

 51 Entonces respondiendo Jesus, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja,
le sanó.

 52 Y Jesus dijo á los que habian venido á él, [de] los príncipes [de] los
sacerdotes, y [de] los magistrados del templo, y [de] los ancianos: ¿Como á
ladron habeis salido con espadas y con bastones?

 53 habiendo estado con vosotros cada dia en el templo, no extendisteis las
manos en mí: mas esta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas.

 54 Y PRENDIÉNDOLE, le trajeron, y metiéronle en casa del príncipe de los
sacerdotes. Y Pedro le seguia de lejos.

 55 Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos al
rededor, se sentó tambien Pedro entre ellos.

 56 Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, puestos los ojos en
él, dijo: Y este con él era.

 57 Entonces él lo negó, diciendo: mujer, no le conozco.

 58 Y un poco despues viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo:
Hombre, no soy.

 59 Y como una hora pasada, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente tambien
este era con él: porque es Galiléo.

 60 Y Pedro dice: Hombre, no sé que te dices. Y luego, estando aun él
hablando, el gallo cantó.

 61 Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro; y Pedro se acordó de la palabra
del Señor, como le habia dicho: Antes que el gallo dé voz me negarás tres
veces.

 62 Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.

 63 Y los hombres que tenian á Jesus, burlaban de él, hiriéndo[le.]

 64 Y cubriéndole herian su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza,
¿quién es el que te hirió?

 65 Y decian otras muchas cosas injuriándole.

 66 Y COMO fué de dia, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes
de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio,

 67 diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no
creereis;

 68 y tambien si os preguntare, no me respondereis, ni [me] soltareis:

 69 mas desde ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la
potencia de Dios.

 70 Y dijeron todos: ¿Luego tú Hijo eres de Dios? Y él les dijo: Vosotros
[lo] decís, que yo soy.

 71 Entonces ellos dijeron: ¿Qué mas testimonio deseamos? porque nosotros lo
hemos oido de su boca.



CAPITULO 23

 1 LEVANTÁNDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato.

 2 Y comenzaron á acusarle, diciendo: A este hemos hallado que pervierte
nuestra nacion, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo
el Rey.

 3 Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y
respondiéndole él, dijo: Tú [lo] dices.

 4 Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las compañías:
Ninguna culpa hallo en este hombre.

 5 Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda
Judéa, comenzando desde Galiléa hasta aquí.

 6 Entonces Pilato, oyendo de Galiléa, preguntó si [este] hombre era Galiléo.

 7 Y como entendió que pertenecia al señorío de Herodes, le remitió á
Herodes, el cual tambien estaba en Jerusalem en aquellos dias.

 8 Y Herodes, viendo á Jesus, se holgó mucho: porque habia mucho que le
deseaba ver: porque habia oido de él muchas cosas; y tenia esperanza que le
veria hacer alguna señal.

 9 Y le preguntaba con muchas palabras: mas él nada le respondió.

 10 Y estaban los príncipes de los sacerdotes, y los escribas acusándole con
gran porfía.

 11 Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una
ropa rica: y le volvió á enviar á Pilato.

 12 Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo dia: porque
antes eran enemigos entre sí.

 13 Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los
magistrados, y el pueblo,

 14 les dijo: Me habeis presentado á este por hombre que aparta al pueblo; y
hé aquí, yo preguntando delante de vosotros, no he hallado alguna culpa en
este hombre de aquellas de que le acusais:

 15 y ni aun Herodes: porque os remití á él; y hé aquí, que ninguna cosa
digna de muerte se le ha hecho:

 16 le soltaré pues castigado.

 17 Y tenia necesidad de soltarles uno en cada fiesta.

 18 Y toda la multitud dió voces á una, diciendo: Mata á este, y suéltanos á
Barrabás:

 19 el cual habia sido echado en la cárcel por una sedicion hecha en la
ciudad, y una muerte.

 20 Y les habló otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesus.

 21 Mas ellos volvian á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale.

 22 Y él les dijo la tercera vez: ¿Por qué? ¿qué mal ha hecho este? ninguna
culpa de muerte he hallado en él: le castigaré pues, y le soltaré.

 23 Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado; y las
voces de ellos, y de los príncipes de los sacerdotes crecian.

 24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedian.

 25 Y les soltó á aquel que habia sido echado en la cárcel por sedicion y una
muerte, al cual habian pedido y entregó á Jesus á la voluntad de ellos.

 26 Y LLEVÁNDOLE, tomaron á un Simon, Cirenéo, que venia del campo, y le
pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesus.

 27 Y le seguia grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le
lloraban, y lamentaban.

 28 Mas Jesus, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloreis á
mí: mas lloráos á vosotras mismas, y á vuestros hijos.

 29 Porque, hé aquí, que vendrán dias, en que dirán: Bienaventuradas las
estériles, y los vientres que no engendraron, y las tetas que no criaron.

 30 Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros; y los
collados: Cubridnos.

 31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará?

 32 Y llevaban tambien con él otros dos malhechores á matar con él.

 33 Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron
allí; y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda.

 34 Mas Jesus decia: Padre, perdónalos: porque no saben lo que hacen. Y
partiendo sus vestidos, echaron suertes.

 35 Y el pueblo estaba mirando; y burlaban de él los príncipes con ellos,
diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si este es el Mesías, el
escogido de Dios.

 36 Escarnecian de él tambien los soldados, llegándose, y presentándole
vinagre,

 37 y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á tí mismo.

 38 Y habia tambien un título escrito sobre él con letras griegas, y romanas,
y hebráicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.

 39 Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si
tú eres el Cristo, sálvate á tí mismo, y á nosotros.

 40 Y respondiendo el otro, le riñó, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios,
estando en la misma condenacion?

 41 y nosotros á la verdad, justamente [padecemos,] porque recibimos lo que
merecieron nuestros hechos: mas este ningun mal hizo.

 42 Y dijo á Jesus: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu reino.

 43 Entonces Jesus le dijo: De cierto te digo, que hoy serás conmigo en el
Paraiso.

 44 Cuando era como la hora de las seis, fueron hechas tinieblas sobre toda
la tierra hasta la hora de las nueve.

 45 Y el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por medio.

 46 Entonces Jesus, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo
mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró.

 47 Y como el centurion vió lo que habia acontecido, dió gloria á Dios,
diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.

 48 Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo,
viendo lo que habia acontecido, se volvian hiriendo sus pechos.

 49 Mas todos sus conocidos estaban de lejos, y las mujeres que le habian
seguido desde Galiléa, mirando estas cosas.

 50 Y HÉ aquí, un varon llamado Joseph, el cual era senador, varon bueno, y
justo:

 51 el cual no habia consentido en el consejo ni en los hechos de ellos, de
Arimathéa, ciudad de Judea: el cual tambien esperaba el reino de Dios.

 52 Este llegó á Pilato, y pidió el, cuerpo de Jesus.

 53 Y quitado, le envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro que era
labrado de piedra, en el cual aun ninguno habia sido puesto.

 54 Y era dia de la víspera de la Pascua; y el sábado se seguia.

 55 Y viniendo tambien las mujeres que le habian seguido de Galiléa, vieron
el sepulcro, y como fué puesto su cuerpo.

 56 Y vueltas aparejaron [drogas] aromáticas, y ungüentos; y reposaron el
sábado conforme al mandamiento.



CAPITULO 24

 1 Y EL primer [dia] de los sábados, muy de mañana vinieron al monumento;
trayendo las [drogas] aromáticas que habian aparejado; y algunas [otras
mujeres] con ellas.

 2 Y hallaron la piedra revuelta [de la puerta] del sepulcro.

 3 Y entrando no hallaron el cuerpo del Señor Jesus.

 4 Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, hé aquí, dos varones
que se pararon junto á ellas, vestidos de vestiduras resplandecientes.

 5 Y teniendo ellas temor, y bajando el rostro á tierra, les dijeron: ¿Por
qué buscais entre los muertos al que viva?

 6 no está aquí, mas ha resucitado: acordáos de lo que os habló, cuando aun
estaba en Galiléa,

 7 diciendo: Que es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de
hombres pecadores, y ser crucificado, y resucitar al tercer dia.

 8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras.

 9 Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas á los once, y
á todos los demás.

 10 Y eran María Magdalena, y Juana, y María, [madre] de Jacobo, y las demas
que estaban con ellas, las que decian estas cosas á los apóstoles.

 11 Mas á ellos les parecian como locura las palabras de ellas; y no las
creyeron.

 12 Y levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y como miró dentro, ve solo los
lienzos [allí] echados, y se fué maravillado entre sí de este cosa.

 13 Y HÉ aquí, dos de ellos iban el mismo dia á una aldea que estaba de
Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmaús:

 14 é iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habian acaecido.

 15 Y aconteció, que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro,
el mismo Jesus se llegó, é iba con ellos juntamente.

 16 Mas los ojos de ellos eran detenidos, que no le conociesen.

 17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tratais entre vosotros andando, y
estais tristes?

 18 Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleophas, le dijo: ¿Tú solo
peregrino eres en Jerusalem, que no has sabido las cosas que en ella han
acontecido estos dias?

 19 Entonces él les dijo: ¿Qué? Y ellos le dijeron: De Jesus Nazareno, el
cual fué varon profeta poderoso en obra y en palabra, delante de Dios y de
todo el pueblo:

 20 y como le entregaron los príncipes de los sacerdotes, y nuestros
príncipes, á condenacion de muerte, y le crucificaron.

 21 Mas nosotros esperábamos que él era el que habia de redimir á Israél; y
ahora sobre todo esto, hoy es el tercer dia que esto ha acontecido.

 22 Aunque tambien unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales
antes del dia fueron al sepulcro;

 23 y no hallando su cuerpo, vinieron, diciendo que tambien habian visto
vision de ángeles, los cuales dicen que él vive.

 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron ser así como las
mujeres habian dicho: mas á él no le vieron.

 25 Entonces él les dijo: ¡Oh locos, y tardos de corazon para creer á todo lo
que los profetas han dicho!

 26 ¿no era menester que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara [así]
en su gloria?

 27 Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba [esto]
en todas las escrituras que [eran] de él.

 28 Y llegaron á la aldea á donde iban: y él fingió que iba mas lejos.

 29 Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros,
porque se hace tarde, y el dia es ya bajo. Y entró con ellos.

 30 Y aconteció, que estando sentado á la mesa con ellos, tomando el pan,
bendijo, y partió, y les dió.

 31 Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron: mas él se
desapareció de los ojos de ellos.

 32 Y decian el uno al otro: ¿No ardia nuestro corazon en nosotros, mientras
nos hablaba en el camino, y cuando nos abria las Escrituras?

 33 Y levantándose en la misma hora, tornáronse á Jerusalem; y hallaron á los
once congregados, y á los que eran con ellos,

 34 que decian: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido á
Simon.

 35 Entonces ellos contaban las cosas que [les habian acontecido] en el
camino; y como habia sido conocido de ellos en el partir del pan.

 36 Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, Jesus se puso en medio de
ellos, y les dijo: Paz [sea] á vosotros.

 37 Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veian [algun]
espíritu.

 38 Mas él les dice: ¿Por qué estais turbados, y suben pensamientos á
vuestros corazones?

 39 mirad mis manos y mis piés, que yo mismo soy: palpad y ved: que el
espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.

 40 Y en diciendo esto, les mostró las manos y los piés.

 41 Y no creyéndolo aun ellos de gozo y maravillados, les dijo: ¿Teneis aquí
algo de comer?

 42 Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel.

 43 Lo cual él tomó^, y comió delante de ellos:

 44 y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aun con
vosotros: Que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están
escritas en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los Salmos, de mí.

 45 Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras.

 46 Y les dijo: Así está escrito, y así fué menester que el Cristo padeciese,
y resucitase de los muertos al tercer dia:

 47 y que se predicase en su nombre penitencia, y remision de pecados, en
todas las naciones, comenzando de Jerusalem.

 48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.

 49 Y hé aquí, yo enviaré al prometido de mi Padre sobre vosotros: mas
vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seais investidos de lo
alto de potencia.

 50 Y LOS sacó fuera hasta Bethania, y alzando sus manos los bendijo.

 51 Y aconteció, que bendiciéndolos, se fué de ellos, y era llevado arriba al
cielo.

 52 Y ellos despues de haberle adorado, se volvieron á Jerusalem con gran
gozo.

 53 Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo á Dios. Amen.



EL

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESU CRISTO

SEGUN

S. JUAN.



CAPITULO 1

 1 EN el principio [ya] era la Palabra: y la Palabra era acerca de Dios, y
Dios era la Palabra.

 2 Esta era en el principio acerca de Dios.

 3 Todas las cosas por esta fueron hechas; y sin ella nada de lo que es
hecho, fué hecho.

 4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

 5 Y la luz en las tinieblas resplandece: mas las tinieblas no la
comprendieron.

 6 FUÉ un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que
todos creyesen por él.

 8 El no era la luz: sino para que diese testimonio de la luz.

 9 [Aquella Palabra] era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre, que
viene en este mundo.

 10 En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él, y el mundo no le
conoció.

 11 A lo [que era] suyo vino; y los suyos no le recibieron.

 12 Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de
Dios, á los que creen en su nombre:

 13 los cuales no son engendrados de sangres, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varon, mas de Dios.

 14 Y aquella Palabra fué hecha carne, y habitó entre nosotros; y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

 15 Juan dió testimonio de él, y clamó, diciendo: Este es del que [yo] decia:
El que viene tras mí, es antes de mí: porque es primero que yo.

 16 Y de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia.

 17 Porque la ley por Moisés fué dada: mas la gracia y la verdad por Jesu
Cristo fué hecha.

 18 A Moisés nadie le vió jamás: el unigénito Hijo que está en el seno del
Padre, él [nos le] declaró.

 19 Y ESTE es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalem
sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?

 20 Y confesó, y no negó: confesó que él no era el Cristo.

 21 Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú
profeta? Y respondió: No.

 22 Dijéronle pues: ¿Quién eres? para que demos respuesta á los que nos
enviaron: ¿qué dices de tí mismo?

 23 Dijo: Yo, voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del
Señor, como dijo Isaías profeta.

 24 Y los que habian sido enviados eran de los Fariséos.

 25 Y preguntáronle, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el
Cristo, ni Elías, ni profeta?

 26 Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua: mas en medio de
vosotros ha estado, quien vosotros no conoceis:

 27 este es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí, del cual yo
no soy digno de desatar la correa del zapato.

 28 Estas cosas acontecieron en Bethábara de la otra parte del Jordan, donde
Juan bautizaba.

 29 El siguiente dia ve Juan á Jesus que venia á él, y dice: Hé aquí, el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

 30 Este es del que dije: Tras mí viene un varon, el cual es antes de mí:
porque era primero que yo.

 31 Y yo no le conocia: mas para que fuese manifestado á Israél, por eso vine
yo bautizando con agua.

 32 Y Juan dió testimonio, diciendo: Que ví al Espíritu que descendia del
cielo como paloma, y reposó sobre él.

 33 Y yo no le conocia: mas el que me envió á bautizar con agua, aquel me
dijo: Sobre aquel que vieres descender el Espíritu, y que reposa sobre él,
este es el que bautiza con Espíritu Santo:

 34 y yo ví, y he dado testimonio, que este es el Hijo de Dios.

 35 El siguiente dia otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.

 36 Y mirando á Jesus que andaba [por allí,] dijo: Hé aquí, el Cordero de
Dios.

 37 Y oyéronle los dos discípulos hablar, y siguieron á Jesus.

 38 Y volviéndose Jesus, y viéndolos seguirle, díceles: ¿Qué buscais? Y ellos
le dijeron: Rabbí, que declarado, quiere decir, Maestro, ¿dónde moras?

 39 Díceles: Venid, y ved. Vinieron, y vieron donde moraba: y quedáronse con
él aquel dia: porque era como la hora de las diez.

 40 Era Andres, el hermano de Simon Pedro, uno de los dos que habian oido de
Juan, y le habian seguido.

 41 Este halló primero á su hermano Simon, y le dijo: Hemos hallado al
Mesías, que declarado es, el Cristo.

 42 Y le trajo á Jesus. Y mirándole Jesus, dijo: Tú eres Simon, hijo de
Jonás: tu serás llamado Cephas, que quiere decir, Piedra.

 43 El dia siguiente quiso Jesus ir á Galiléa, y halla á Felipe; al cual
dice: Sígueme.

 44 Y era Felipe de Bethsaida, la ciudad de Andres y de Pedro.

 45 Felipe halló á Nathanaél, y le dice: Hemos hallado á aquel de quien
escribió Moisés en la ley, y los profetas: Jesus, el hijo de Joseph de
Nazaret.

 46 Y le dijo Nathanaél: ¿De Nazaret puede haber algo de bueno? Dícele
Felipe: Ven, y ve.

 47 Jesus vió venir á sí á Nathanaél, y dijo de él: Hé aquí [un]
verdaderamente Israelita, en el cual no hay engaño.

 48 Dícele Nathanaél: ¿De dónde me conoces? Respóndele Jesus, y le dijo:
Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te ví.

 49 Respondió Nathanaél, y le dijo: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres
el Rey de Israél.

 50 Respondió Jesus, y le dijo: Porque te dije: Víte debajo de la higuera,
crees: cosas mayores que estas verás.

 51 Y le dice: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante vereis el cielo
abierto, y ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre.



CAPITULO 2

 1 Y AL tercer dia hiciéronse unas bodas en Caná de Galiléa; y estaba allí la
madre de Jesus.

 2 Y fué tambien llamado Jesus, y sus discípulos, á las bodas.

 3 Y faltando el vino, la madre de Jesus le dijo: Vino no tienen.

 4 Y le dice Jesus: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? aun no ha venido mi hora.

 5 Su madre dice á los que servian: Haced todo lo que os dijere.

 6 Y estaban allí seis tinajuelas de agua de piedra, conforme á la
purificacion de los Judíos, que cabia en cada una dos ó tres cántaros.

 7 Díceles Jesus: Llenad estas tinajuelas de agua. Y las llenaron hasta
arriba.

 8 Y díceles: Sacad ahora, y presentad al maestresala. Y presentáronle.

 9 Y como el maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabia de donde era:
mas los que servian, lo sabian, que habian sacado el agua: el maestresala
llama al esposo,

 10 y le dice: Todo hombre pone primero el buen vino; y cuando [ya] están
hartos, entonces lo que es peor: mas tú has guardado el buen vino hasta
ahora.

 11 Este principio de señales hizo Jesus en Caná de Galiléa, y manifestó su
gloria; y sus discípulos creyeron en él.

 12 Despues de esto descendió á Capharnaum, él, y su madre, y hermanos, y
discípulos; y estuvieron allí no muchos dias.

 13 Y ESTABA cerca la Pascua de los Judíos, y subió Jesus á Jerusalem.

 14 Y halló en el templo los que vendian bueyes, y ovejas, y palomas, y los
cambiadores sentados.

 15 Y hecho un azote de cuerdas, echólos á todos del templo, y las ovejas, y
los bueyes, y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas.

 16 Y á los que vendian las palomas dijo: Quitad de aquí esto, y no hagais la
casa de mi Padre casa de mercado.

 17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa
me comió.

 18 Y los Judíos respondieron, y le dijeron: ¿ Qué señal nos muestras de que
haces esto?

 19 Respondió Jesus, y les dijo: Destruid este templo, y en tres dias [yo] le
levantaré.

 20 Dijeron luego los Judíos: ¿En cuarenta y seis años fué este templo
edificado, y tú en tres dias le levantarás?

 21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo.

 22 Por tanto cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que
les habia dicho esto, y creyeron á la Escritura, y á la palabra que Jesus
habia dicho.

 23 Y estando en Jerusalem en la Pascua, en el dia de la fiesta, muchos
creyeron en su nombre, viendo sus señales que hacia.

 24 Mas el mismo Jesus no se confiaba á si mismo de ellos, porque él conocia
á todos,

 25 y no tenia necesidad que alguien le diese testimonio del hombre: porque
él sabia lo que habia en el hombre.



CAPITULO 3

 1 Y HABIA un hombre de los Fariséos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los
Judíos.

 2 Este vino á Jesus de noche, y le dijo: Rabbí, sabemos que has venido de
Dios [por] maestro: porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si
no fuere Dios con él.

 3 Respondió Jesus, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.

 4 Dícele Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer, siendo viejo? ¿puede entrar
otra vez en el vientre de su madre, y nacer?

 5 Respondió Jesus: De cierto, de cierto te digo, que el que no renaciere de
agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

 6 Lo que es nacido de carne, carne es; y lo que es nacido de Espíritu,
espíritu es.

 7 No te maravilles de que te dije: Necesario os es nacer otra vez.

 8 El viento de donde quiere sopla; y oyes su sonido, mas ni sabes de donde
viene, ni donde vaya: así es todo aquel que es nacido de Espíritu.

 9 Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede esto hacerse?

 10 Respondió Jesus, y le dijo: ¿Tú eres el maestro de Israél, y no sabes
esto?

 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos; y lo que hemos
visto, testificamos, y no recibís nuestro testimonio.

 12 Si os he dicho cosas terrenas, y no creeis: ¿cómo creereis, si os dijere
las celestiales?

 13 Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, [es á saber,] el
Hijo del hombre, que está en el cielo.

 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que
el Hijo del hombre sea levantado:

 15 para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, mas tenga vida
eterna.

 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que haya dado á su Hijo
unigénito: para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.

 17 Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo: mas
para que el mundo sea salvo por él.

 18 El que en él cree, no es condenado: mas el que no cree, ya es condenado:
porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

 19 Y esta es la condenacion, [es á saber,] porque la luz vino al mundo, y
los hombres amaron mas las tinieblas que la luz: porque sus obras eran malas.

 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene á la luz,
porque sus obras no sean redargüidas.

 21 Mas el que obra verdad, viene á la luz, para que sus obras sean
manifiestas, que son hechas en Dios.

 22 PASADO esto, vino Jesus y sus discípulos á una tierra de Judéa; y estaba
allí con ellos, y bautizaba.

 23 Y bautizaba tambien Juan en Enon junto á Salim, porque habia muchas
aguas; y venian, y eran bautizados.

 24 Porque aun Juan no habia sido puesto en la cárcel.

 25 Y hubo cuestion entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la
purificacion.

 26 Y vinieron á Juan, y le dijeron: Rabbí, el que estaba contigo de la otra
parte del Jordán, del cual té diste testimonio, hé aquí, bautiza, y todos
vienen á él.

 27 Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo si no le fuere
dado del cielo.

 28 Vosotros mismos me sois testigos que dije: Yo no soy el Cristo: mas soy
enviado delante de él.

 29 El que tiene la esposa, es el esposo: mas [el] amigo del esposo, que está
en pié y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Así, pues, este mi
gozo es cumplido.

 30 A él conviene crecer: mas á mí ser disminuido.

 31 El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno
es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es.

 32 Y lo que vió y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio.

 33 El que recibe su testimonio, este signó, que Dios es verdadero:

 34 porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no [le] da
Dios el Espíritu por medida.

 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su mano.

 36 El que cree en el Hijo, tiene vida eterna: mas el que al Hijo es
incrédulo, no verá la vida: mas la ira de Dios está sobre él.



CAPITULO 4

 1 DE manera que, como Jesus entendió que los Fariséos habian oido que Jesus
hacia discípulos, y bautizaba mas que Juan,

 2 (aunque Jesus no bautizaba, sino sus discípulos,)

 3 dejó á Judéa, y se fué otra vez á Galiléa.

 4 Y era menester que pasase por Samaria.

 5 Vino pues á una ciudad de Samaria que se llama Sichár, junto á la heredad
que Jacob dió á Joseph su hijo.

 6 Y estaba allí la fuente de Jacob. Así que Jesus, cansado del camino, así
se sentó al lado de la fuente. Era como la hora de las seis.

 7 Vino una mujer de Samaria á sacar agua: y Jesus le dice: Dáme de beber.

 8 (Porque sus discípulos eran idos á la ciudad á comprar de comer.)

 9 Y la mujer Samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo Judío, me demandas á mí de
beber' que soy mujer Samaritana? Porque los Judíos no se tratan con los
Samaritanos.

 10 Respondió Jesus, y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el
que te dice: Dáme de beber: tu pedirias de él, y él te daria agua viva.

 11 La mujer le dice: Señor, no tienes con que sacarla, y el pozo es hondo:
¿de dónde, pues, tienes el agua viva?

 12 ¿ eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dió este pozo, del cual
él bebió, y sus hijos, y sus ganados?

 13 Respondió Jesus, y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá
á tener sed:

 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed:
mas el agua que yo le daré, será en él fuente de agua, que salte para vida
eterna

 15 La mujer le dice: Señor, dáme esta agua, para que [yo] no tenga sed, m
venga acá á sacarla.

 16 Jesus le dice: Vé, llama á tu marido, y vén acá.

 17 Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Dícele Jesus: Bien has
dicho, que no tengo marido:

 18 porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes, no es tu marido:
esto has dicho con verdad.

 19 Dícele la mujer: Señor, paréceme que tú eres profeta:

 20 nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís, que en
Jerusalem es el lugar donde es menester adorar.

 21 Dícele Jesus: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte,
ni en Jerusalem adorareis al Padre:

 22 vosotros adorais lo que no sabeis: nosotros adoramos lo que sabemos:
porque la salud viene de los Judíos:

 23 mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en espíritu y en verdad: porque tambien el Padre tales adoradores
busca que le adoren:

 24 Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es
menester que adoren.

 25 Dícele la mujer: [Yo] sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice, el
Cristo: cuando él viniere, nos declarará todas las cosas.

 26 Dícele Jesus: Yo soy, que hablo contigo.

 27 Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con
[aquella] mujer: mas ninguno le dijo: ¿Qué preguntas; ó, qué hablas con ella?

 28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fué á la ciudad, y dijo á aquellos
hombres:

 29 Venid, ved un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿si es quizá
el Cristo?

 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron á él.

 31 Entre tanto los discípulos le rogaban, diciendo: Rabbí, come.

 32 Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabeis.

 33 Entonces los discípulos decian el uno al otro: ¿Si le ha traido alguien
de comer?

 34 Díceles Jesus: Mi comida es, que [yo] haga la voluntad del que me envió,
y que acabe su obra.

 35 ¿No decís vosotros que aun hay cuatro meses hasta la siega? Hé aquí, [yo]
os digo: Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones: porque ya están blancas
para la siega.

 36 Y el que siega recibe salario, y allega fruto para vida eterna: para que
el que siembra tambien goce, y el que siega.

 37 Porque en esto es el dicho verdadero: Que uno es el que siembra, y otro
es el que siega.

 38 Yo os he enviado á segar lo que vosotros no labrasteis: otros labraron, y
vosotros habeis entrado en sus labores.

 39 Y muchos de los Samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la
palabra de la mujer, que daba testimonio, [diciendo:] Que me dijo todo lo que
he hecho.

 40 Mas viniendo los Samaritanos á él, le rogaron que se quedase allí: y se
quedó allí dos dias.

 41 Y creyeron muchos mas por la palabra de él.

 42 Y decian á la mujer: Que ya no creemos por tu dicho: porque nosotros
mismos hemos oido, y sabemos, que verdaderamente este es el Salvador del
mundo, el Cristo.

 43 Y dos dias despues salió de allí, y se fué á Galiléa.

 44 Porque el mismo Jesus dió testimonio: Que el profeta en su tierra no
tiene honra.

 45 Y como vino á Galiléa, los Galiléos le recibieron, vistas todas las cosas
que habia hecho en Jerusalem en el dia de la fiesta: porque tambien ellos
habian venido al dia de la fiesta.

 46 Vino pues Jesus otra vez á Caná de Galiléa, donde habia hecho el vino del
agua: y habia en Capharnaum uno del rey, cuyo hijo estaba enfermo.

 47 Este, como oyó que Jesus venia de Judéa en Galiléa, fué á él, y le rogaba
que descendiese, y sanase su hijo: porque se comenzaba á morir.

 48 Entonces Jesus le dijo: Si no viéreis señales y milagros, no creereis.

 49 El del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera.

 50 Dícele Jesus: Vé, tu hijo vive. Creyó el hombre á la palabra que Jesus le
dijo, y se fué.

 51 Y viniendo ya él, los siervos le salieron á recibir, y le dieron nuevas,
diciendo: Tu hijo vive.

 52 Entonces él les preguntó á qué hora comenzó á estar mejor; y le dijeron:
Ayer á las siete le dejó la fiebre.

 53 El padre entonces entendió, que aquella hora era cuando Jesus le dijo: Tu
hijo vive: y creyó él, y toda su casa.

 54 Esta segunda señal volvió Jesus á hacer cuando vino de Judéa á Galiléa.



CAPITULO 5

 1 DESPUES de estas cosas, era un dia de fiesta de los Judíos, y subió Jesus
á Jerusalem.

 2 Y está en Jerusalem á [la Puerta] del Ganado un estanque, que en hebráico
es llamado Beth-esda, el cual tiene cinco portales.

 3 En estos estaba echada grande multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos,
que estaban esperando el movimiento del agua:

 4 porque el ángel descendia á cierto tiempo al estanque, y revolvia el agua;
y el que primero descendia en el estanque, despues del movimiento del agua,
era sano de cualquier enfermedad que tuviese.

 5 Y estaba allí un hombre, que habia treinta y ocho años que estaba enfermo.

 6 Como Jesus vió á este echado, y entendió que ya habia mucho tiempo,
dícele: ¿Quieres ser sano?

 7 Y el enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre, que cuando el agua
fuere revuelta, me meta en el estanque: porque entre tanto que yo vengo, otro
antes de mí ha descendido.

 8 Dícele Jesus: Levántate, toma tu lecho, y anda.

 9 Y luego aquel hombre fué sano, y tomó su lecho, é íbase: y era sábado
aquel dia.

 10 Entonces los Judíos decian á aquel que habia sido sanado: Sábado es, no
te es lícito llevar tu lecho.

 11 Respondióles: El que me sanó, el mismo me dijo: Toma tu lecho, y anda.

 12 Y le preguntaron entonces: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho, y
anda?

 13 Y el que habia sido sanado, no sabia quién fuese: porque Jesus se habia
apartado de la compañía que estaba en aquel lugar.

 14 Despues le halló Jesus en el templo, y le dijo: Hé aquí, eres [ya] sano:
no peques mas, porque no te venga alguna cosa peor.

 15 El se fué [entonces,] y dió aviso á los Judíos, que Jesus era el que le
habia sanado.

 16 Y por esta causa los Judíos perseguian á Jesus, y procuraban matarle,
porque hacia estas cosas en sábado.

 17 Y Jesus les respondió: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro.

 18 Entonces mas procuraban los Judíos matarle: porque no solo quebrantaba el
sábado, mas aun tambien á su padre llamaba Dios, haciéndose igual á Dios.

 19 Respondió pues Jesus, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: [Que] no
puede el Hijo hacer algo de si mismo, sino viere hacer al Padre; porque todo
lo que él hace, esto tambien hace el Hijo juntamente.

 20 Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y
mayores obras que estas le mostrará, que vosotros os maravilleis.

 21 Porque como el Padre levanta los muertos, y [les] da vida, así tambien el
Hijo á los que quiere da vida.

 22 Porque el Padre á nadie juzga: mas todo el juicio dió al Hijo,

 23 para que todos honren al Hijo, como honran al Padre: el que no honra al
Hijo, no honra al Padre que le envió.

 24 De cierto, de cierto os digo: [Que] el que oye mi palabra, y cree al que
me envió, tiene vida eterna; y no vendrá á juicio, mas pasó de muerte á vida.

 25 De cierto, de cierto os digo: [Que] vendrá hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que oyeren, vivirán.

 26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió tambien al Hijo que
tuviese vida en sí mismo.

 27 Y tambien le dió poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre.

 28 No os maravilleis de esto: porque vendrá hora, cuando todos los que están
en los sepulcros oirán su voz:

 29 y los que hicieron bienes, saldrán á resurreccion de vida: mas los que
hicieron males, á resurreccion de juicio.

 30 No puedo yo de mí mismo hacer algo: como oigo, juzgo; y mi juicio es
justo: porque no busco mi voluntad, mas la voluntad de aquel que me envió,
del Padre.

 31 Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.

 32 Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí,
es verdadero.

 33 Vosotros enviasteis á Juan, y [él] dió testimonio á la verdad.

 34 Mas yo no tomo el testimonio de hombre: mas digo esto, para que vosotros
seais salvos.

 35 El era candil que ardia, y alumbraba: mas vosotros quisisteis engreíros
por un poco á su luz.

 36 Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan: porque las obras que el
Padre me dió que cumpliese, [es á saber,] las mismas obras que yo hago, dan
testimonio de mí, que el Padre me haya enviado.

 37 Y el que me envió, el Padre, él dió testimonio de mí. Ni nunca habeis
oido su voz, ni habeis visto su parecer,

 38 ni teneis su palabra permanente en vosotros: porque al que él envió, á
este vosotros no creeis.

 39 Escudriñad las Escrituras: porque á vosotros os parece, que en ellas
teneis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí:

 40 y no quereis venir á mí, para que tengais vida.

 41 Gloria de los hombres no recibo.

 42 Mas yo os conozco, que no teneis amor de Dios en vosotros.

 43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en
su propio nombre, á aquel recibireis.

 44 ¿Cómo podeis vosotros creer, pues tomais la gloria los unos de los otros?
y no buscais la gloria que de solo Dios viene.

 45 No penseis que os tengo de acusar delante del Padre: hay quien os acusa,
Moisés, en quien vosotros esperais.

 46 Porque si vosotros creyeseis á Moisés, creeriais á mí: porque de mí
escribió él.

 47 Y si á sus escritos no creeis, ¿cómo creereis á mis palabras?

CAPITULO 6

 1 PASADAS estas cosas, se fué Jesus de la otra parte de la mar de Galiléa,
[que es] de Tiberias.

 2 Y seguíale grande multitud, porque veian sus señales que hacia en los
enfermos.

 3 Subió pues Jesus á un monte, y estuvo allí con sus discípulos.

 4 Y estaba cerca la Pascua, el dia de la fiesta de los Judíos.

 5 Y como alzó Jesus los ojos, y vió que habia venido á él grande multitud,
dice á Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos?

 6 Mas esto decia tentándole: porque él sabia lo que habia de hacer.

 7 Respondióle Felipe: Doscientos dineros de pan no les bastarán, para que
cada uno de ellos tome un poco.

 8 Dícele uno de sus discípulos, Andres, hermano de Simon Pedro:

 9 Un muchacho está aquí que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos:
¿mas qué es esto entre tantos?

 10 Entonces Jesus dijo: Haced recostar la gente. Y habia mucha yerba en
aquel lugar; y recostáronse como número de cinco mil varones.

 11 Y tomó Jesus aquellos panes, y habiendo hecho gracias, repartió á los
discípulos, y los discípulos á los que estaban recostados: asimismo de los
panes cuanto querian.

 12 Y como fueron hartos, dijo á sus discípulos: Coged los pedazos que han
quedado, porque no se pierda nada.

 13 Cogieron pues, y llenaron doce esportones de pedazos de los cinco panes
de cebada, que sobraron á los que habian comido.

 14 Aquellos hombres entonces, como vieron la señal que Jesus habia hecho,
decian: Que este verdaderamente es el Profeta, que habia de venir al mundo.

 15 Y entendiendo Jesus que habian de venir para arrebatarle, y hacerle rey,
volvió á huirse al monte él solo.

 16 Y como se hizo tarde, descendieron sus discípulos á la mar,

 17 y entrando en un navío, venian de la otra parte de la mar hácia
Capharnaum. Y era ya oscuro, y Jesus no habia venido á ellos.

 18 Y la mar se comenzó á levantar con un gran viento.

 19 Y como hubieron navegado como veinte y cinco, ó treinta estadios, ven á
Jesus que andaba sobre la mar, y se acercaba al navío; y tuvieron miedo.

 20 Mas él les dijo: Yo soy: no tengais miedo.

 21 Y ellos le recibieron de buena gana en el navío, y luego el navío llegó á
la tierra donde iban.

 22 El dia siguiente la compañía que estaba de la otra parte de la mar, como
vió que no habia allí otra navecilla sino una, en la cual se habian entrado
sus discípulos, y que Jesus no habia entrado con sus discípulos en el navío,
mas que sus discípulos solos se habian ido;

 23 y que otras navecillas habian arribado de Tiberias, junto al lugar donde
habian comido el pan, despues de haber el Señor hecho gracias;

 24 como vió pues la compañía que Jesus no estaba allí, ni sus discípulos,
entraron ellos tambien en las navecillas, y vinieron á Capharnaum buscando á
Jesus.

 25 Y hallándole de la otra parte de la mar, dijéronle: ¿Rabbí, cuándo
llegaste acá?

 26 Respondióles Jesus, y dijo: De cierto, de cierto os digo, que me buscais,
no por las señales que habeis visto, mas por el pan que comisteis, y os
hartasteis.

 27 Obrad, no [por] la comida que perece, mas [por] la comida que á vida
eterna permanece, la cual el Hijo del hombre os dará: porque á este señaló el
Padre, [es á saber,] Dios.

 28 Y le dijeron: ¿Qué haremos para que obremos las obras de Dios?

 29 Respondió Jesus, y les dijo: Esta es la obra de Dios, [es á saber,] que
creais en el que él envió.

 30 Dijéronle entonces: ¿Qué señal pues haces tú, para que veamos, y te
creamos? ¿qué obras?

 31 nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan
del cielo les dió á comer.

 32 Y Jesus les dijo: De cierto, de cierto os digo, [que] no os dió Moisés
pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo:

 33 porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo, y da vida al
mundo.

 34 Y dijéronle: Señor, danos siempre este pan.

 35 Y Jesus les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá
hambre: y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

 36 Mas [ya] os he dicho, que aunque me habeis visto, no [me] creeis.

 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene no le echo
fuera.

 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, mas la
voluntad de aquel que me envió.

 39 Y esta es la voluntad de aquel que me envió, [es á saber,] del Padre: Que
todo lo que me diere, no pierda de ello, mas que lo resucite en el dia
postrero.

 40 Y esta es la voluntad de aquel que me envió: Que todo aquel que ve al
Hijo, y cree en él tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el dia postrero.

 41 Murmuraban entonces de él los Judíos, porque habia dicho: Yo soy el pan
que descendí del cielo.

 42 Y decian: ¿No es este Jesus, el hijo de Joseph, cuyo padre y madre
nosotros conocemos? ¿cómo pues dice este: Que del cielo he descendido?

 43 Y Jesus respondió, y les dijo: No murmureis entre vosotros.

 44 Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió, no le trajere; y yo
le resucitaré en el dia postrero.

 45 Escrito está en los Profetas: Y serán todos enseñados de Dios; así que
todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí.

 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, este ha
visto al Padre.

 47 De cierto, de cierto os digo, [que] el que cree en mí, tiene vida eterna.

 48 Yo soy el pan de vida.

 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos.

 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él comiere, no
muera.

 51 Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo: si alguno comiere de este
pan vivirá para siempre: y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré
por la vida del mundo.

 52 Entonces los Judíos contendian entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este
darnos su carne á comer?

 53 Y Jesus les dijo: De cierto, de cierto os digo, [que] si no comiéreis la
carne del Hijo del hombre, y bebiéreis su sangre, no tendreis vida en
vosotros.

 54 El que come mi carne, y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el dia postrero.

 56 Porque mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es
bebida.

 56 El que come mi carne, y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

 57 Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, así tambien el
que me come, él tambien vivirá por mí.

 58 Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron
el maná, y son muertos: el que come de este pan, vivirá eternamente.

 59 Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capharnaum.

 60 Y muchos de sus discípulos oyéndo[le,] dijeron: Dura es esta palabra, ¿y
quién la puede oir?

 61 Y sabiendo Jesus en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les
dijo: ¿Esto os escandaliza?

 62 ¿Pues [qué será,] si viéreis al Hijo del hombre que sube donde estaba
primero?

 63 El espíritu es el que da vida: la carne á nada aprovecha: las palabras
que yo os hablo, espíritu son, y vida son.

 64 Mas hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesus desde el principio
sabia quiénes eran los que no habian de creer, y quién le habia de entregar.

 65 Y decia: Por eso os he dicho: Que ninguno puede venir á mí, si no le
fuere dado de mi Padre.

 66 Desde esto muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con
él.

 67 Dijo entonces Jesus á los doce: ¿Quereis vosotros iros tambien?

 68 Y respondióle Simon Pedro: ¿Señor, á quién iremos? tienes palabras de
vida eterna:

 69 y nosotros creemos y conocemos, que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
viviente.

 70 Jesus les respondió: ¿No os he yo escogido doce, y el uno de vosotros es
diablo?

 71 Y hablaba de Judas Iscariote, [hijo] de Simon: porque este era el que le
habia de entregar, el cual era uno de los doce.



CAPITULO 7

 1 Y pasadas estas cosas andaba Jesus en Galiléa: que no queria andar en
Judéa, porque los Judíos procuraban de matarle.

 2 Y ERA cerca el dia de la fiesta de los Judíos, de las cabañas.

 3 Y dijéronle sus hermanos: Pásate de aquí, y véte á Judéa, para que tus
discípulos vean tus obras que haces:

 4 que ninguno que procure ser claro, hace algo en oculto: si estas cosas
haces, manifiéstate al mundo.

 5 Porque ni aun sus hermanos creian en él.

 6 Díceles entonces Jesus: Mi tiempo aun no es venido: mas vuestro tiempo
siempre es presto.

 7 No puede el mundo aborreceros á vosotros: mas á mí me aborrece, porque yo
doy testimonio de él, que sus obras son malas.

 8 Vosotros subid á esta fiesta: yo no subo aun á esta fiesta; porque mi
tiempo no es aun cumplido.

 9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galiléa.

 10 Mas como sus hermanos hubieron subido, entonces él tambien subió á la
fiesta, no manifiestamente, mas como en secreto.

 11 Y buscábanle los Judíos en el dia de la fiesta, y decian: ¿Dónde está
aquel?

 12 Y habia grande murmullo de él en la compañía: porque unos decian: Bueno
es; y otros decian: No, antes engaña las compañías.

 13 Mas ninguno hablaba abiertamente de él, de miedo de los Judíos.

 14 Y al medio de la fiesta, subió Jesus al templo, y enseñaba.

 15 Y maravillábanse los Judíos, diciendo: ¿Cómo sabe este letras, no
habiendo aprendido?

 16 Respondióles Jesus, y dijo: Mi doctrina no es mia, sino de el que me
envió.

 17 El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de
Dios, ó si yo hablo de mí mismo.

 18 El que habla de sí mismo, gloria propia busca: mas el que busca la gloria
del que le envió, este es verdadero, y no hay en él injusticia.

 19 ¿No os dió Moisés la ley; y ninguno de vosotros hace la ley? ¿Por qué me
procurais matar?

 20 Respondió la compañía, y dijo: Demonio tienes: ¿quien te procura matar?

 21 Jesus respondió, y les dijo: Una obra hice, y todos os maravillais.

 22 Cierto, Moisés os dió la circuncision, no porque sea de Moisés, mas de
los padres, y en sábado circuncidais al hombre.

 23 Si recibe el hombre la circuncision en sábado, para que la ley de Moisés
no sea quebrantada, ¿os enojais conmigo porque en sábado hice sano todo un
hombre?

 24 No juzgueis segun lo que parece, mas juzgad justo juicio.

 25 Decian entonces unos de los de Jerusalem: ¿No es este al que buscan para
matarle?

 26 y hé aquí, habla públicamente, y no le dicen nada: ¿si han entendido
verdaderamente los príncipes que este es el Cristo?

 27 mas este, sabemos de donde es; y cuando viniere el Cristo, nadie sabrá de
donde sea.

 28 Entonces clamaba Jesus en el templo enseñando, y diciendo: Y á mí me
conoceis, y sabeis de donde soy: empero no he venido de mí mismo: mas el que
me envió es verdadero, al cual vosotros ignorais:

 29 empero yo le conozco: porque de él soy, y él me envió.

 30 Entonces procuraban prenderle: mas ninguno metió en él mano, porque aun
no habia venido su hora.

 31 Y de la compañía, muchos creyeron en él, y decian: ¿ El Cristo, cuando
viniere, hará mas señales que las que este hace?

 32 los Fariséos oyeron la compañía que murmuraba de él estas cosas; y los
príncipes de los sacerdotes, y los Fariséos enviaron servidores que le
prendiesen.

 33 Y Jesus les dijo: Aun un poco de tiempo estaré con vosotros, é iré á
aquel que me envió:

 34 me buscareis, y no [me] hallareis; y donde yo estaré, vosotros no podreis
venir.

 35 Entonces los Judíos dijeron entre sí: ¿Dónde se ha de ir este que no le
hallaremos? ¿se ha de ir á los esparcidos entre los Griegos, y á enseñar los
Griegos?

 36 ¿Qué dicho es este que dijo: Me buscareis, y no [me] hallareis: y donde
yo estaré, vosotros no podreis venir?

 37 Mas en el postrer dia grande de la fiesta, Jesus se ponia en pié, y
clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí, y beba:

 38 el que cree en mí, como dice la Escritura, rios de agua viva correrán de
su vientre.

 39 Y esto dijo del Espíritu, que habian de recibir los que creyesen en él:
porque aun no era el Espíritu Santo, porque Jesus aun no era glorificado.

 40 Entonces muchos de la compañía oyendo este dicho, decian: Verdaderamente
este es el Profeta.

 41 Otros decian: Este es el Cristo. Algunos empero decian: ¿De Galiléa ha de
venir el Cristo?

 42 ¿no dice la Escritura: Que de la simiente de David, y de la aldea de
Bethlehem, de donde era David, vendrá el Cristo?

 43 Así que habia disension en la compañía por él.

 44 Y algunos de ellos le querian prender: mas ninguno metió sobre él manos.

 45 Y los porquerones vinieron á los pontífices, y á los Fariséos, y ellos
les dijeron: ¿Por qué no le trajisteis?

 46 los porquerones respondieron: Nunca así ha hablado hombre, como este
hombre habla.

 47 Entonces los Fariséos les respondieron: ¿Sois tambien vosotros engañados?

 48 ha creido en él alguno de los príncipes, ó de los Fariséos?

 49 sino este vulgo que no sabe la ley, malditos son.

 50 Díceles Nicodemo, el que vino á él de noche, el cual era uno de ellos:

 51 ¿Juzga nuestra ley á hombre, si primero no oyere de él, y entendiere lo
que ha hecho?

 52 Respondieron, y dijéronle: ¿No eres tú tambien Galiléo? Escudriña, y ve,
que de Galiléa nunca se levantó profeta.

 53 Y volviéronse cada uno á su casa.



CAPITULO 8

 1 Y JESUS se fué al monte de las Olivas.

 2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino á él; y sentado él
los enseñaba.

 3 Entonces los escribas y los Fariséos traen á el una mujer tomada en
adulterio; y poniéndola en medio,

 4 dícenle: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho adulterando:

 5 y en la ley Moisés nos mandó apedrear á las tales: ¿tú, pues, qué dices?

 6 Mas esto decian tentándole, para poderle acusar: empero Jesus bajado hácia
abajo escribia en tierra con el dedo.

 7 Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y les dijo: El que de
vosotros es sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero.

 8 Y volviéndose á bajar hácia abajo, escribia en tierra.

 9 Oyendo pues [ellos] esto  salíanse uno á
uno, comenzando desde los mas viejos  y quedó solo
Jesus, y la mujer que estaba en medio.

 10 Y enderezándose Jesus, y no viendo á nadie mas que á la mujer, le dijo:
¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te ha condenado?

 11 Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesus le dijo: Ni yo te condeno:
véte, y no peques mas.

 12 Y hablóles Jesus otra vez diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me
sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá lumbre de vida.

 13 Entonces los Fariséos le dijeron: Tú de tí mismo das testimonio: tu
testimonio no es verdadero.

 14 Respondió Jesus, y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi
testimonio es verdadero: porque sé de donde he venido, y á donde voy: mas
vosotros no sabeis de donde vengo, y á donde voy.

 15 Vosotros segun la carne juzgais: mas yo no juzgo á nadie.

 16 Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero: porque no soy solo, mas yo, y el
que me envio, el Padre.

 17 Y en vuestra ley está escrito, que el testimonio de dos hombres es
verdadero.

 18 Yo soy el que doy testimonio de mi mismo; y da testimonio de mí el que me
envió, el Padre.

 19 Y decíanle: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesus: Ni á mí [me] conoceis,
ni á mi Padre: si á mí me conociéseis, á mi Padre tambien conoceriais.

 20 Estas palabras habló Jesus en el lugar de las limosnas, enseñando en el
templo; y nadie le prendió: porque aun no habia venido su hora.

 21 Y díjoles otra vez Jesus: Yo voy, y me buscareis, mas en nuestro pecado
morireis: á donde yo voy, vosotros no podeis venir.

 22 Decian entonces los Judíos: ¿Se ha de matar á sí mismo, que dice: A donde
yo voy, vosotros no podeis venir?

 23 Y decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba: vosotros sois de
este mundo, yo no soy de este mundo.

 24 Por eso os dije, que moririais en vuestros pecados: porque si no
creyéreis que yo soy, en vuestros pecados morireis.

 25 Y decíanle: ¿Tú, quién eres? Entonces Jesus les dijo: El que al principio
tambien os he dicho:

 26 muchas cosas tengo que decir, y juzgar de vosotros: mas el que me envió,
es verdadero: y yo lo que he oido de él, esto hablo en el mundo.

 27 Mas no entendieron que él les hablaba del Padre.

 28 Díjoles pues Jesus: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces
entendereis que yo soy, y que nada hago de mí mismo: mas como el Padre me
enseñó, esto hablo:

 29 porque el que me envió, conmigo está: no me ha dejado solo el Padre:
porque yo, lo que á él agrada. hago siempre.

 30 Hablando él estas cosas, muchos creyeron en él.

 31 Y decia Jesus á los Judíos que le habian creido: Si vosotros
permaneciéreis en mi palabra, sereis verdaderamente mis discípulos;

 32 y conocereis la verdad, y la verdad os libertará.

 33 Y respondiéronle: Simiente de Abraham somos, y jamás servimos á nadie:
¿como dices tú: Sereis libres?

 34 Jesus les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, es siervo de pecado.

 35 Y el siervo no queda en casa para siempre: mas el Hijo queda para
siempre.

 36 Así que, si el Hijo os libertare, sereis verdaderamente libres.

 37 [Yo] sé que sois simiente de Abraham: mas procurais matarme, porque mi
palabra no cabe en vosotros.

 38 Yo, lo que he visto acerca de mi Padre, hablo; y vosotros lo que habeis
visto acerca de vuestro padre, haceis.

 39 Respondieron, y dijéronle: Nuestro padre es Abraham. Díceles Jesus: Si
fuérais hijos de Abraham, las obras de Abraham hariais:

 40 empero ahora procurais de matarme, hombre que os he hablado la verdad, la
cual he oido de Dios: no hizo esto Abraham:

 41 vosotros haceis las obras de vuestro padre. Dijéronle pues: Nosotros no
somos nacidos de fornicacion: un padre tenemos, [es á saber,] Dios.

 42 Jesus entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, ciertamente me
amariais [á mí:] porque yo de Dios he salido, y he venido: que no he venido
de mí mismo, mas él me envió.

 43 ¿Por qué no reconoceis mi lenguaje? que no podeis oir mi palabra.

 44 Vosotros de padre diablo sois, y los deseos de vuestro padre quereis
cumplir: él homicida ha sido desde el principio; y no permaneció en verdad:
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla: porque es
mentiroso, y padre de mentira.

 45 Y porque yo digo verdad, no me creeis.

 46 ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Si digo verdad, ¿por qué
vosotros no me creeis?

 47 El que es de Dios, las palabras de Dios oye: [las cuales] por tanto no
oís vosotros, porque no sois de Dios.

 48 Respondieron entonces los Judíos, y dijéronle: ¿No decimos bien nosotros,
que tú eres Samaritano, y [que] tienes demonio?

 49 Respondió Jesus: Yo no tengo demonio: antes honro á mi Padre, y vosotros
me habeis deshonrado.

 50 Y no busco mi gloria: hay quien [la] busque, y juzgue.

 51 De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá
muerte para siempre.

 52 Entonces los Judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio:
Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guardare mi palabra, no
gustará muerte para siempre.

 53 ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? y los profetas
murieron: ¿quién te haces?

 54 Respondió Jesus: Si yo me glorifico á mi mismo, mi gloria es nada: mi
Padre es el que me glorifica: el que vosotros decís, que es vuestro Dios.

 55 Y no le conoceis: mas yo le conozco: y si dijere que no le conozco, seré
como vosotros, mentiroso: mas le conozco, y guardo su palabra.

 56 Abraham vuestro padre se gozó por ver mi dia: y le vió. Y se gozó.

 57 Dijéronle entonces los Judíos: Aun no tienes cincuenta años: ¿y viste á
Abraham?

 58 Díjoles Jesus: De cierto, de cierto os digo, antes que Abraham fuese, yo
soy.

 59 Tomaron entonces piedras para arrojarle: mas Jesus se encubrió, y se
salió del templo; y atravesando por medio de ellos se fué.



CAPITULO 9

 1 Y PASANDO Jesus, vió un hombre ciego desde [su] nacimiento.

 2 Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: ¿Rabbí, quién pecó, este ó sus
padres, porque naciese ciego?

 3 Respondió Jesus: Ni este pecó, ni sus padres: mas para que las obras de
Dios se manifiesten en él:

 4 á mí [me] conviene obrar las obras de aquel que me envió, entre tanto que
el dia dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar:

 5 entre tanto que estuviere en el mundo, luz soy del mundo.

 6 Esto dicho, escupió en tierra; é hizo lodo de la saliva, y untó [con] el
lodo sobre los ojos del ciego,

 7 y le dijo: Vé, lava [los ojos] en el estanque de Siloé, que significa, si
[lo] declares, Enviado; y fué entonces, y [los] lavó, y volvió viendo.

 8 Entonces los vecinos, y los que antes le habian visto que era ciego,
decian: ¿No es este el que se sentaba, y mendigaba?

 9 Otros decian: ¿Que este es? y otros: Parécese á él; y él decia: Que yo
soy.

 10 Y le decian: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos?

 11 Respondió él, y dijo: Aquel hombre que se llama Jesus, hizo lodo, y me
untó los ojos, y me dijo: Vé al estanque de Siloé, y láva[te;] y fuí, y lavé
[los ojos,] y recibí la vista.

 12 Y dijéronle: ¿Dónde está aquel? Dice [él:] No sé.

 13 Llévanle á los Fariséos, al que antes habia sido ciego.

 14 Y era sábado cuando Jesus habia hecho el lodo, y le habia abierto los
ojos.

 15 Y volviéronle á preguntar tambien los Fariséos, de qué manera habia
recibido la vista; y él les dijo: Púsome lodo sobre los ojos, y [los] lavé, y
veo.

 16 Entonces unos de los Fariséos le decian: Este hombre no es de Dios, que
no guarda el sábado. Y otros decian: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer
estas señales? Y habia disension entre ellos.

 17 Vuelven á decir al ciego: ¿Tú, qué dices de el que te abrió los ojos? Y
él dijo: Que es profeta.

 18 Mas los Judíos no creian de él, que habia sido él ciego, y hubiese
recibido la vista, hasta que llamaron á sus padres de el que habia recibido
la vista.

 19 Y preguntáronles, diciendo: ¿Es este vuestro hijo, el que vosotros decís,
que nació ciego? ¿cómo, pues, ve ahora?

 20 Respondiéronles sus padres, y dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo,
y que nació ciego:

 21 mas cómo vea ahora, no sabemos; ó quién le haya abierto los ojos,
nosotros no lo sabemos: él tiene edad, preguntadle á él, él hablará de sí.

 22 Esto dijeron sus padres, porque tenian miedo de los Judíos: porque ya los
Judíos habian concluido que si alguno confesase ser él el Mesías, que fuese
fuera de la sinagoga.

 23 Por eso dijeron sus padres: Que edad tiene, preguntadle á él.

 24 Así que volvieron á llamar al hombre que habia sido ciego, y le dijeron:
Da gloria á Dios: nosotros sabemos que este hombre es pecador.

 25 Entonces él respondió, y dijo: Si es pecador no lo sé: una cosa sé, que
habiendo yo sido ciego, ahora veo.

 26 Y volviéronle á decir: ¿Qué te hizo? ¿cómo te abrió los ojos?

 27 Respondióles: Ya os [lo] he dicho, y lo habeis oido: ¿por qué [lo]
quereis otra vez oir? ¿quereis tambien vosotros haceros sus discípulos?

 28 Y maldijéronle, y dijeron: Tú eres su discípulo: que nosotros discípulos
de Moisés somos:

 29 nosotros sabemos que á Moisés habló Dios: mas este no sabemos de donde
es.

 30 Respondióles aquel hombre, y les dijo: Cierto maravillosa cosa es esta,
que vosotros no sabeis de donde sea, y [á mí] me abrió los ojos:

 31 y sabemos que Dios no oye á los pecadores: mas si alguno es temeroso de
Dios, y hace su voluntad, á este oye:

 32 desde el siglo no fué oido, que abriese alguno los ojos de uno que nació
ciego:

 33 Si este no fuera [venido] de Dios, no pudiera hacer nada.

 34 Respondieron, y le dijeron: En pecados eres nacido todo; ¿y tú nos
enseñas? Y echáronle fuera.

 35 Oyó Jesus que le habian echado fuera; y hallándole, le dijo: ¿Tú crees en
el Hijo de Dios?

 36 Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?

 37 Y díjole Jesus: Y le has visto, y el que habla contigo, él es.

 38 Y él dice: Creo, Señor. Y le adoró.

 39 Y dijo Jesus: Yo, para juicio he venido á este mundo, para que los que no
ven, vean; y los que ven, sean cegados.

 40 Y oyeron esto algunos de los Fariséos que estaban con él, y le dijeron:
¿Somos nosotros tambien ciegos?

 41 Díjoles Jesus: Si fuérais ciegos, no tuviérais pecado: mas ahora porque
decís: Vemos; por tanto vuestro pecado permanece.



CAPITULO 10

 1 DE cierto, de cierto os digo, [que] el que no entra por la puerta en el
corral de las ovejas, mas sube por otra parte, el tal ladron es y robador.

 2 Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

 3 A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y á sus ovejas llama por
nombre, y las saca.

 4 Y como ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le
siguen: porque conocen su voz.

 5 Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz
de los extraños.

 6 Esta parábola les dijo Jesus: mas ellos no entendieron qué [era lo que]
les decia.

 7 Volvióles pues Jesus á decir: De cierto, de cierto os digo, que yo soy la
puerta de las ovejas.

 8 Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y robadores, mas no los
oyeron las ovejas.

 9 Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará y saldrá, y
hallará pastos.

 10 El ladron no viene sino para hurtar, y matar, y destruir [las ovejas:] yo
he venido para que tengan vida, y para que [la] tengan en abundancia.

 11 Yo soy el buen Pastor: el buen pastor su alma da por [sus] ovejas.

 12 Mas el asalariado, y que no es el pastor, cuyas no son propias las
ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye; y el lobo arrebata,
y disipa las ovejas.

 13 Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de
las ovejas.

 14 Yo soy el buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las mias me conocen,

 15 como el Padre me conoce [á mí,] y yo conozco al Padre; y pongo mi alma
por las ovejas.

 16 Tambien tengo otras ovejas que no son de este corral: aquellas tambien me
conviene traer, y oirán mi voz; y se hará un corral, y un pastor.

 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma, para volverla á tomar.

 18 Nadie la quita de mí, mas yo la pongo de mí mismo: [porque] tengo poder
para ponerla, y tengo poder para volverla á tomar. Este mandamiento recibí de
mi Padre.

 19 Y volvió á haber disension entre los Judíos por estas palabras.

 20 Y muchos de ellos decian: Demonio tiene, y está fuera de sí: ¿para qué le
oís?

 21 Decian otros: Estas palabras no son de endemoniado: ¿puede el demonio
abrir los ojos de los ciegos?

 22 Y se hacia la fiesta de la Dedicacion en Jerusalem, y era invierno.

 23 Y Jesus andaba en el templo por el portal de Salomón.

 24 Y rodeáronle los Judíos, y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos quitarás la
vida? si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

 25 Respondióles Jesus: Os [lo] he dicho, y no [lo] creeis: las obras que yo
hago en nombre de mi Padre, estas dan testimonio de mí.

 26 Mas vosotros no creeis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.

 27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;

 28 y yo les doy vida eterna, y para siempre no perecerán, y nadie las
arrebatará de mi mano.

 29 Mi Padre que me [las] dió, mayor que todos es; y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre.

 30 Yo y el Padre una cosa somos.

 31 Entonces volvieron á tomar piedras los Judíos, para apedrearle.

 32 Respondióles Jesus: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por
cuál obra de ellas me apedreais?

 33 Respondiéronle los Judíos, diciendo: Por la buena obra no te apedreamos,
sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.

 34 Respondióles Jesus: ¿No está escrito en vuestra ley: Que yo dije: Dioses
sois?

 35 Si dijo dioses á aquellos, á los cuales fué hecha palabra de Dios, y la
Escritura no puede ser quebrantada,

 36 ¿á mí que el Padre santificó, y envió al mundo, vosotros decís: Tú
blasfemas: porque dije: Hijo de Dios soy?

 37 Si no hago obras de mi Padre, no me creais.

 38 Mas si [las] hago, aunque á mí no creais, creed á las obras, para que
conozcais y creais, que el Padre es en mí, y yo en él.

 39 Y procuraban otra vez prenderle: mas él se salió de sus manos.

 40 Y volvióse tras el Jordán, á aquel lugar donde primero habia estado
bautizando Juan, y se estuvo allí.

 41 Y muchos venian á él, y decian: Que Juan á la verdad ninguna señal hizo:
mas todo lo que Juan dijo de este, era verdad.

 42 Y muchos creyeron allí en él.



CAPITULO 11

 1 ESTABA entonces enfermo uno [llamado] Lázaro, de Bethania, la aldea de
María y de Marta sus hermanas.

 2 Y María era la que ungió al Señor con ungüento, y limpió sus piés con sus
cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.

 3 Enviaron pues sus hermanas á él, diciendo: Señor, hé aquí, el que amas
está enfermo.

 4 Y oyéndo[lo] Jesus, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, mas por
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

 5 Y amaba Jesus á Marta, y á su hermana, y á Lázaro.

 6 Como oyó, pues, que estaba enfermo, entonces á la verdad se quedó dos dias
en aquel lugar donde estaba.

 7 Luego despues de esto dijo á sus discípulos: Vamos á Judéa otra vez.

 8 Dícenle los discípulos: Rabbí, ahora procuraban los Judíos apedrearte, ¿y
vas otra vez allá?

 9 Respondió Jesus: ¿No tiene el dia doce horas? el que anduviere de dia, no
tropieza, porque ve la luz de este mundo:

 10 mas el que anduviere de noche, tropieza, porque no hay luz en él.

 11 Dicho esto, díceles despues: Lázaro nuestro amigo duerme: mas voy á
despertarle del sueño.

 12 Dijéronle entonces sus discípulos: Señor, si duerme, salvo estará.

 13 Mas esto decia Jesus de la muerte de él: y ellos pensaron que hablaba de
sueño de dormir.

 14 Entonces pues Jesus les dijo claramente: Lázaro es muerto;

 15 y huélgome por vosotros, que yo no haya estado allí, porque creais: mas
vamos á él.

 16 Dijo entonces Tomás, el que se dice el Dídimo, á los condiscípulos: Vamos
tambien nosotros, para que muramos con él.

 17 Vino pues Jesus, y hallóle, que habia cuatro dias [que estaba] en el
sepulcro.

 18 Y Bethania estaba cerca de Jerusalem como quince estadios.

 19 Y muchos de los Judíos habian venido á Marta y á María, á consolarlas de
su hermano.

 20 Entonces Marta, como oyó que Jesus venia, le salió á recibir: mas María
se estuvo en casa.

 21 Y Marta dijo á Jesus: Señor, si estuvieras aquí, mi hermano no fuera
muerto:

 22 mas tambien sé ahora, que todo lo que pidieres de Dios, te dará Dios.

 23 Dícele Jesus: Resucitará tu hermano.

 24 Marta le dice: [Yo] sé que resucitará en la resurreccion en el dia
postrero.

 25 Dícele Jesus: Yo soy la resurreccion y la vida: el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá:

 26 y todo aquel que vive, y cree en mí, no morirá eternamente: ¿crees esto?

 27 Dícele: Sí, Señor, yo he creido que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios,
que has venido al mundo.

 28 Y esto dicho, se fué, y llamó en secreto á María su hermana, diciendo: El
Maestro está aquí, y te llama.

 29 Ella, como [lo] oyó, se levanta prestamente, y viene á él.

 30 (Que aun no habia llegado Jesus á la aldea, mas estaba en aquel lugar
donde Marta le habia salido á recibir.)

 31 Entonces los Judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, como
vieron que María se habia levantado prestamente, y habia salido, la
siguieron, diciendo: Que va al sepulcro á llorar allí.

 32 Mas María, como vino donde estaba Jesus. viéndole, derribóse á sus piés,
diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, no fuera muerto mi hermano.

 33 Jesus entonces, como la vió llorando, y á los Judíos que habian venido
juntamente con ella llorando, embravecióse en espíritu, y alborotóse á sí
mismo,

 34 y dijo: ¿^Dónde le pusisteis? Dícenle: Señor, ven, y velo.

 35 Y lloró Jesus.

 36 Dijeron entonces los Judíos: Mirad cómo le amaba.

 37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podia este, que abrió los ojos del ciego,
hacer que este no muriera?

 38 Y Jesus, embraveciéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro donde
habia una cueva, la cual tenia una piedra encima.

 39 Dice Jesus: Quitad la piedra Marta, la hermana del que habia sido;
muerto, le dice: Señor, hiede ya: que es de cuatro dias.

 40 Jesus le dice: ¿No te he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?

 41 Entonces quitaron la piedra de donde el muerto habia sido puesto: y
Jesus, alzando los ojos arriba, dijo Padre, gracias te hago que me has oido:

 42 que yo sabia que siempre me oyes: mas por causa de la compañía que está
al rededor [lo] dije, para que crean que tú me has enviado.

 43 Y habiendo dicho estas cosas, clamó á gran voz: Lázaro, ven fuera.

 44 Entonces el que habia sido muerto, salió, atadas las manos y los piés con
vendas: y su rostro estaba envuelto en un sudario. Díceles Jesus: Desatadle,
y dejadle ir.

 45 Entonces muchos de los Judíos que habian venido á María, y habian visto
lo que habia hecho Jesus, creyeron en él.

 46 Mas algunos de ellos fueron á los Fariséos, y les dijeron lo que Jesus
habia hecho.

 47 Y los pontífices, y los Fariséos juntaron concilio, y decian: ¿Qué
hacemos? que este hombre hace muchas señales:

 48 si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los Romanos, y quitarán
nuestro lugar y la nacion.

 49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo pontífice de aquel año, les dijo:
Vosotros no sabeis nada,

 50 ni pensais que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que
toda la nacion se pierda.

 51 Mas esto no lo dijo de sí mismo: sino que, como era el sumo pontífice de
aquel año, profetizó que Jesus habia de morir por la nacion;

 52 y no solamente por aquella nacion, mas tambien para que juntase en uno
los hijos de Dios que estaban derramados.

 53 Así que desde aquel dia consultaban juntos de matarle.

 54 De manera que Jesus ya no andaba manifiestamente entre los Judíos: mas se
fué de allí á la tierra que está junto al desierto, á una ciudad que se llama
Ephraim: y estábase allí con sus discípulos.

 55 Y la Pascua de los Judíos estaba cerca; y muchos de la tierra subieron á
Jerusalem antes de la Pascua para purificarse.

 56 Y buscaban á Jesus, y hablaban los unos con los otros estando en el
templo: ¿Qué os parece, que no vendrá al dia de la fiesta?

 57 Y los pontífices y los Fariséos habian dado mandamiento, que si alguno
supiese donde estuviera, que lo manifestase, para que le prendiesen.



CAPITULO 12

 1 JESUS, pues, seis dias antes de la Pascua vino á Bethania, donde Lázaro
habia sido muerto, al cual [Jesus] habia resucitado de los muertos.

 2 E hiciéronle allí una cena, y Marta servia; y Lázaro era uno de los que
estaban sentados á la mesa juntamente con él.

 3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho
precio, y ungió los piés de Jesus, y limpió sus piés con sus cabellos; y la
casa se llenó del olor del ungüento.

 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote, [hijo] de Simon, el que le
habia de entregar:

 5 ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos dineros, y se dió
á los pobres?

 6 Mas dijo esto, no por el cuidado que él tenia de los pobres: mas porque
era ladron; y tenia la bolsa, y traia lo que se echaba [en ella.]

 7 Entonces Jesus dijo: Déjala: para el dia de mi sepultura ha guardado esto:

 8 porque á los pobres siempre los tendreis con vosotros, mas á mí no siempre
me tendreis.

 9 Entonces mucha compañía de los Judíos entendió que él estaba allí y
vinieron no solamente por causa de Jesus, mas tambien por ver á Lázaro al
cual habia resucitado de los muertos.

 10 Consultaron asimismo los príncipes de los sacerdotes, de matar tambien á
Lázaro:

 11 porque muchos de los Judíos iban y creian en Jesus por causa de él.

 12 El siguiente dia mucha compañía que habia venido al dia de la fiesta,
como oyeron que Jesus venia á Jerusalem,

 13 tomaron ramos de palmas, y saliéronle á recibir, y clamaban: Hosanna:
Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israél.

 14 Y halló Jesus un asnillo, y se sentó sobre él, como está escrito:

 15 No temas, ¡oh hija de Sión! hé aquí, tu Rey viene asentado sobre una
pollina de una asna.

 16 Mas estas cosas no las entendieron sus discípulos primero: empero cuando
Jesus fué glorificado, entonces se acordaron que estas cosas estaban escritas
de él, y que le hicieron estas cosas.

 17 Y la compañía que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó á Lázaro
del sepulcro, y le resucitó de los muertos.

 18 Por lo cual tambien habian venido las compañías á recibirle: porque
habian oido que él habia hecho esta señal.

 19 Mas los Fariséos dijeron entre sí: ¿Veis que nada aprovechais? hé aquí,
que el mundo se va tras él.

 20 Y habia ciertos Griegos de los que habian subido á adorar en el dia de la
fiesta.

 21 Estos, pues, se llegaron á Felipe, que era de Bethsaida de Galiléa, y le
rogaron, diciendo: Señor, querriamos ver á Jesus.

 22 Vino Felipe, y lo dijo á Andres: Andres entonces, y Felipe, lo dicen á
Jesus.

 23 Entonces Jesus les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo del
hombre ha de ser glorificado.

 24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano que cae en la tierra, no
muriere, él solo queda: mas si muriere, mucho fruto lleva.

 25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará.

 26 El que me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí tambien estará mi
servidor. El que me sirviere, mi Padre le honrará.

 27 Ahora es turbada mi alma: ¿y que diré? Padre, sálvame de esta hora: mas
por esto he venido en esta hora.

 28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y he
glorificado, y le glorificaré otra vez.

 29 Y la compañía que estaba presente, y [la] habia oido, decia que habia
sido trueno: otros decian: Angel le ha hablado.

 30 Respondió Jesus, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por
causa de vosotros:

 31 ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será
echado fuera:

 32 y yo, si fuere levantado de la tierra, á todos traeré á mi mismo.

 33 Y esto decia dando á entender de que muerte habia de morir.

 34 Respondióle la compañía: Nosotros hemos oido de la ley, que el Cristo
permanece para siempre: ¿cómo pues dices tú: Conviene que el Hijo del hombre
sea levantado? ¿quién es este Hijo del hombre?

 35 Entonces Jesus les dice: Aun por un poco estará la luz entre vosotros:
andad entre tanto que teneis luz, porque no os sorprendan las tinieblas:
porque el que anda en tinieblas, no sabe donde va:

 36 entre tanto que teneis la luz, creed en la luz, para que seais hijos de
luz. Estas cosas habló Jesus, y se fué, y se escondió de ellos.

 37 Empero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creian en él:

 38 para que se cumpliese el dicho que dijo el profeta Isaías: ¿Señor, quién
creerá á nuestro dicho? ¿y el brazo del Señor, á quién es revelado?

 39 Por esto no podian creer, porque otra vez dijo Isaías:

 40 Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazon: porque no vean de los
ojos, y entiendan de corazon, y se conviertan y [yo] los sane.

 41 Estas cosas dijo Isaías, cuando vió su gloria, y habló de él.

 42 Con todo eso aun de los príncipes muchos creyeron en el: mas por causa de
los Fariséos no confesaban, por no ser echados de la sinagoga.

 43 Porque amaban mas la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

 44 Mas Jesus clamó, y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel
que me envió.

 45 Y el que me ve, ve al que me envió.

 46 Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí, no
permanezca en tinieblas.

 47 Y el que oyere mis palabras, y no creyere, yo no le juzgo: porque no he
venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo.

 48 El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la
palabra que he hablado, ella le juzgará en el dia postrero.

 49 Porque yo no he hablado de mí mismo: mas el Padre que me envió, él me dió
mandamiento de lo que tengo de decir, y de lo que tengo de hablar.

 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que lo que yo hablo, como el
Padre me lo ha dicho, así hablo.



CAPITULO 13

 1 ANTES del dia de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesus que su hora era
venida para que pasase de este mundo al Padre, como habia amado á los suyos
que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.

 2 Y la cena acabada, como el diablo ya habia metido en el corazon de Judas
de Simon Iscariote, para que le entregase:

 3 sabiendo Jesus que el Padre le habia dado todas las cosas en las manos, y
que habia salido de Dios, y á Dios iba:

 4 levántase de la cena, y se quita su ropa, y tomando una toalla, se ciñó.

 5 Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó á lavar los piés de los
discípulos, y á limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido.

 6 Vino pues á Simon Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los piés?

 7 Respondió Jesus, y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo sabes ahora: mas lo
sabrás despues.

 8 Dícele Pedro: No me lavarás los piés jamás. Respondióle Jesus: Si no te
lavare, no tendrás parte conmigo.

 9 Dícele Simon Pedro: Señor, no solo mis piés, mas aun las manos, y la
cabeza.

 10 Dícele Jesus: El que está lavado, no ha menester sino que lave los piés,
mas es todo limpio: y vosotros limpios sois, aunque no todos.

 11 Porque sabia quien era el que le entregaba: por eso dijo: No sois limpios
todos.

 12 Así que, despues que le hubo lavado los piés, y tomado su ropa,
volviéndose á asentar á la mesa, les dijo: ¿Sabeis lo que os he hecho?

 13 Vosotros me llamais Maestro y Señor; y decís bien: porque lo soy:

 14 pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros piés, vosotros
tambien debeis lavar los piés los unos á los otros.

 15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros tambien
hagais.

 16 De cierto, dé cierto os digo: El siervo no es mayor que su Señor: ni el
apóstol es mayor que el que le envió.

 17 Si sabeis estas cosas, bienaventurados sereis si las hiciéreis.

 18 No hablo de todos vosotros: yo sé los que he elegido: mas para que se
cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.

 19 Desde ahora os lo digo, antes que se haga, para que cuando se hiciere,
creais que yo soy.

 20 De cierto, de cierto os digo, [que] el que recibe al que yo enviare, á mí
recibe; y el que á mí recibe, recibe al que me envió.

 21 Como hubo dicho esto Jesus, fué conmovido en el espíritu, y protestó, y
dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar.

 22 Entonces los discípulos mirábanse los unos á los otros, dudando de quién
decia.

 23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesus amaba, estaba asentado á la mesa
al lado de Jesus.

 24 A este pues hizo señas Simon Pedro, para que preguntase quién era aquel
de quien decia.

 25 El entonces recostándose sobre el pecho de Jesus, le dice: ¿Señor, quién
es?

 26 Respondió Jesus: Aquel es, á quien yo diere el pan mojado: y mojando el
pan, dióle á Judas de Simon Iscariote.

 27 Y tras el bocado Satanás entró en él. Entonces Jesus le dice: Lo que
haces, hazlo mas presto.

 28 Mas esto ninguno de los que estaban á la mesa entendió á qué propósito se
lo dijo.

 29 Porque los unos pensaban, porque Judas tenia la bolsa, que Jesus le
decia: Compra las cosas que nos son necesarias para el dia de la fiesta: ó
que diese algo á los pobres.

 30 Como él pues hubo tomado el bocado, luego salió; y era [ya] noche.

 31 Entonces como [él] salió, dijo Jesus: Ahora es glorificado el Hijo del
hombre, y Dios es glorificado en él.

 32 Si Dios es glorificado en él, Dios tambien le glorificará en sí mismo; y
luego le glorificará.

 33 Hijitos, aun un poco estoy con vosotros. Me buscareis: mas, como dije á
los Judíos: Donde yo voy, vosotros no podeis venir: y ahora os lo digo.

 34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os ameis los unos á los otros: como os
amé, que tambien [os] ameis los unos á los otros.

 35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviéreis amor los
unos con los otros.

 36 Dícele Simon Pedro: ¿Señor, á dónde vas? Respondióle Jesus: Donde yo voy,
no me puedes ahora seguir: mas [me] seguirás despues.

 37 Dícele Pedro: ¿Señor, por qué no te puedo seguir ahora? mi alma pondré
por tí.

 38 Respondióle Jesus: ¿Tu alma pondrás por mí? de cierto, de cierto te digo,
[que] no cantará el gallo, que no me hayas negado tres veces.



CAPITULO 14

 1 NO se turbe vuestro corazon: creeis en Dios, creed tambien en mí.

 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera, os lo diria:
porque voy á aparejaros el lugar.

 3 Y si me fuere, y os aparejare el lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros tambien esteis.

 4 Así que sabeis donde yo voy, y el camino sabeis.

 5 Dícele Tomás: Señor, no sabemos donde vas: ¿cómo pues podemos saber el
camino?

 6 Jesus le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al
Padre, sino por mí:

 7 si me conoceis, tambien á mi Padre conoceriais: y desde ahora le conoceis,
y le habeis visto.

 8 Dícele Felipe: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.

 9 Jesus le dice: ¿Tanto tiempo [ha que] estoy con vosotros, y no me habeis
conocido? Felipe, el que me ha visto, ha visto al Padre: ¿cómo pues dices tú:
Muéstranos el Padre?

 10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo
os hablo, no [las] hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace
las obras.

 11 Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera creedme
por las mismas obras.

 12 De cierto, de cierto os digo, [que] el que en mí cree, las obras que yo
hago tambien él [las] hará, y mayores que estas hará: porque yo voy al Padre.

 13 Y todo lo que pidiéreis al Padre en mi nombre, esto haré: para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.

 14 Si algo pidiéreis en mi nombre, esto haré.

 15 Si me amais, guardad mis mandamientos.

 16 Y yo rogaré al Padre, el cual os dará otro Consolador para que esté con
vosotros para siempre:

 17 al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le
ve, ni le conoce: mas vosotros le conoceis, porque está con vosotros, y será
en vosotros.

 18 No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros.

 19 Aun un poquito, y el mundo no me verá mas: empero vosotros me vereis,
porque yo vivo, y vosotros vivireis.

 20 Aquel dia vosotros conocereis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y
yo en vosotros.

 21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama: y el
que me ama, será amado de mi Padre; y yo le amaré á él, y me manifestaré á él

 22 Dícele Judas, no el Iscariote: ¿Señor, qué hay porque te has de
manifestar á nosotros, y no al mundo?

 23 Respondió Jesus, y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi
Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada.

 24 El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habeis oido,
no es mia, sino del Padre que me envió.

 25 Estas cosas os he hablado estando con vosotros.

 26 Mas aquel Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi
nombre, aquel os enseñará todas las cosas, y os acordará todas las cosas que
os he dicho.

 27 La paz os dejo: mi paz os doy: no como el mundo [la] da, yo os [la] doy:
no se turbe vuestro corazon, ni tenga miedo.

 28 Habeis oido como yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amáseis,
ciertamente os gozariais, porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre
mayor es que yo.

 29 Y ahora os [lo] he dicho antes que se haga, para que cuando se hiciere,
creais.

 30 Ya no hablaré mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo,
mas no tiene nada en mí.

 31 Empero para que conozca el mundo que amo al Padre, y como el Padre me dió
el mandamiento, así hago. Levantáos, vamos de aquí.



CAPITULO 15

 1 YO soy la vid verdadera, y mi Padre es el Labrador.

 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará; y todo aquel que lleva
fruto, le limpiará, para que lleve mas fruto.

 3 Ya vosotros sois limpios por la palabra que os he hablado.

 4 Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de si
mismo, si no estuviere en la vid, así ni vosotros, si no estuviéreis en mí.

 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos: el que está en mí, y yo en él, este
lleva mucho fruto, porque sin mí nada podeis hacer.

 6 El que en mí no estuviere, será echado fuera como [mal] pámpano, y se
secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden.

 7 Si estuviéreis en mí, y mis palabras estuvieren en vosotros, todo lo que
quisiéreis, pedireis, y os será hecho.

 8 En esto es glorificado mi Padre, [en] que lleveis mucho fruto, y seais mis
discípulos.

 9 Como el Padre me amó, tambien yo os he amado: estad en mi amor.

 10 Si guardáreis mis mandamientos, estareis en mi amor: como yo tambien he
guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor.

 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro
gozo sea cumplido.

 12 Este es mi mandamiento: Que os ameis los unos á los otros, como [yo] os
amé.

 13 Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su alma por sus amigos.

 14 Vosotros sois mis amigos, si hiciéreis las cosas que yo os mando.

 15 Ya no os diré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: mas
os he dicho amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os he hecho
notorias.

 16 No me elegisteis vosotros [á mí;] mas yo os elegí á vosotros, y os he
puesto para que vayais, y lleveis fruto; y vuestro fruto permanezca: para que
todo lo que pidiéreis del Padre en mi nombre [él] os lo dé.

 17 Esto os mando: Que os ameis los unos á los otros.

 18 Si el mundo os aborrece, sabed que á mí me aborreció antes que á
vosotros.

 19 Si fuérais del mundo, el mundo amaria lo que es suyo: mas porque no sois
del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo.

 20 Acordáos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su
señor: si á mí me han perseguido, tambien á vosotros perseguirán: si han
guardado mi palabra, tambien guardarán la vuestra.

 21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre: porque no conocen á aquel
que me ha enviado.

 22 Si no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tuvieran pecado: mas
ahora no tienen excusa de su pecado.

 23 El que me aborrece, tambien á mi Padre aborrece.

 24 Si no hubiese hecho entre ellos obras cuales ningun otro ha hecho, no
tendrian pecado: mas ahora, y [las] han visto, y aborrecen á mí, y á mi
Padre.

 25 Mas para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Que sin
causa me aborrecieron.

 26 Empero cuando viniere aquel Consolador, el cual yo os enviaré del Padre,
el Espíritu de verdad, el cual precede del Padre, él dará testimonio de mí.

 27 Y vosotros dareis testimonio, porque estais conmigo desde el principio.



CAPITULO 16

 1 ESTAS cosas os he hablado, para que no os escandaliceis.

 2 Os echarán de las sinagogas: antes la hora viene, cuando cualquiera que os
matare, pensará que hace servicio á Dios.

 3 Y estas cosas os harán, porque no conocen al Padre, ni á mí.

 4 Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordeis de
ello, que yo os lo habia dicho: esto empero no os lo dije al principio,
porque [yo] estaba con vosotros.

 5 Mas ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Dónde
vas?

 6 Antes, porque os he hablado estas cosas, tristeza ha llenado vuestro
corazon.

 7 Empero yo os digo la verdad, que os es necesario que yo vaya: porque si yo
no fuese, el Consolador no vendria á vosotros: mas si [yo] fuere, os le
enviaré.

 8 Y cuando él viniere, redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de
juicio.

 9 De pecado ciertamente, por cuanto no creen en mí:

 10 y de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me vereis mas:

 11 mas de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ya es juzgado.

 12 Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no [las] podeis llevar.

 13 Mas cuando viniere aquel Espíritu de verdad, [él] os guiará á toda
verdad: porque no hablará de sí mismo, mas todo lo que oyere hablará; y las
cosas que han de venir os hará saber.

 14 El me glorificará, porque tomará de mio, y os [lo] hará saber.

 15 Todo lo que tiene el Padre, mio es: por eso dije que tomará de mio, y os
[lo] hará saber.

 16 Un poquito, y no me vereis; y otra vez un poquito, y me vereis: porque yo
voy al Padre.

 17 Entonces dijeron [algunos] de sus discípulos unos á otros: ¿Qué es esto
que nos dice: Un poquito, y no me vereis; y otra vez, un poquito, y me
vereis: porque yo voy al Padre?

 18 Así que decian: ¿Qué es esto que dice: Un poquito? no entendemos lo que
habla.

 19 Y conoció Jesus que le querian preguntar, y les dijo: ¿Preguntais entre
vosotros de esto que dije: Un poquito, y no me vereis; y otra vez, un
poquito, y me vereis?

 20 De cierto, de cierto os digo, que vosotros llorareis y lamentareis, y el
mundo se alegrará: vosotros empero sereis tristes, mas vuestra tristeza será
vuelta en gozo.

 21 La mujer cuando pare, tiene dolor, porque es venida su hora: mas despues
que ha parido un niño, ya no se acuerda de la apretura por el gozo de que
haya nacido un hombre en el mundo.

 22 Tambien pues vosotros ahora á la verdad teneis tristeza: mas otra vez os
veré, y se gozará vuestro corazon, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo.

 23 Y aquel dia no me preguntareis nada. De cierto, de cierto os digo, que
todo cuanto pidiéreis á [mi] Padre en mi nombre, os [lo] dará.

 24 Hasta ahora nada habeis pedido en mi nombre: pedid, y recibireis, para
que vuestro gozo sea cumplido.

 25 Estas cosas os he hablado en proverbios: la hora viene cuando ya no os
hablaré por proverbios, mas claramente os anunciaré de mi Padre.

 26 Aquel dia pedireis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por
vosotros:

 27 porque el mismo Padre os ama, por cuanto vosotros me amasteis, y habeis
creido que yo salí de Dios.

 28 Salí del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al
Padre.

 29 Dícenle sus discípulos: Hé aquí, ahora hablas claramente, y ningun
proverbio dices.

 30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no has menester que nadie
te pregunte: en esto creemos que has salido de Dios.

 31 Respondióles Jesus: ¿Ahora creeis?

 32 Hé aquí la hora viene, y ya es venida, que sereis esparcidos cada uno por
su cabo, y me dejareis solo: mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

 33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengais paz: en el mundo
tendreis apretura: mas confiad, yo he vencido al mundo.



CAPITULO 17

 1 ESTAS cosas habló Jesus, y levantados los ojos al cielo, dijo: Padre, la
hora viene, glorifica á tu Hijo, para que tambien tu Hijo te glorifique á tí.

 2 como le has dado la potestad de toda carne, para que á todos los que le
diste, les dé vida eterna.

 3 Esta empero es la vida eterna, que te conozcan solo Dios verdadero, y al
que enviaste, Jesu Cristo.

 4 Yo te he glorificado en la tierra, he acabado la obra que me diste que
hiciese.

 5 Ahora pues, Padre, glorifícame tú acerca de tí mismo de aquella gloria que
tuve acerca de tí antes que este mundo fuese.

 6 He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran,
y me los diste, y guardaron tu palabra.

 7 Ahora han [ya] conocido que todas las cosas que me diste, son de tí.

 8 Porque las palabras que me diste, les he enseñado; y ellos [las]
recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de tí, y han creido que tú
me enviaste.

 9 Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste,
porque tuyos son.

 10 Y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas: y he sido
glorificado en ellas.

 11 Y ya no estoy en el mundo: mas estos están en el mundo, que yo á tí
vengo. Padre santo, guárdalos por tu nombre; á los cuales me has dado, para
que sean una cosa, como tambien nosotros.

 12 Cuando [yo] estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba por tu nombre,
á los cuales me diste: yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió sino el
hijo de perdicion, para que la Escritura se cumpliese.

 13 Mas ahora vengo á tí, y hablo esto en el mundo, para que tengan gozo
cumplido en sí mismos.

 14 Yo les enseñé tu palabra, y el mundo los aborreció: porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo.

 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.

 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.

 17 Santifícalos con tu verdad: tu palabra es la verdad.

 18 Como tú me enviaste al mundo, tambien yo los he enviado al mundo.

 19 Y por ellos yo me santifico á mí mismo, para que tambien ellos sean
santificados con verdad.

 20 Mas no ruego solamente por ellos; sino tambien por los que han de creer
en mí por la palabra de ellos.

 21 Para que todos sean una cosa: como tú, ¡oh Padre! en mí, y yo en tí; que
tambien ellos en nosotros sean una cosa: para que el mundo crea que tú me
enviaste.

 22 Y yo la gloria que me diste, les he dado: para que sean una cosa, como
tambien nosotros somos una cosa:

 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa, y que el
mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como tambien á mí me
has amado.

 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos esten
tambien conmigo: para que vean mi gloria que me has dado, por cuanto me has
amado desde antes de la constitucion del mundo.

 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido: mas yo te he conocido; y estos
han conocido que tú me enviaste.

 26 Y yo les hice notorio tu nombre, y [le] haré notorio: para que el amor,
con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.



CAPITULO 18

 1 COMO Jesus hubo dicho estas cosas, salióse con sus discípulos tras el
arroyo de Cedrón, donde estaba un huerto, en el cual entró Jesus, y sus
discípulos.

 2 Y tambien Judas, el que le entregaba, sabia aquel lugar, porque muchas
veces Jesus se juntaba allí con sus discípulos.

 3 Judas pues tomando una compañía [de soldados,] y criados de los pontífices
y de los Fariséos, vino allí con linternas y antorchas, y con armas.

 4 Empero Jesus, sabiendo todas las cosas que habian de venir sobre él, salió
delante, y les dijo: ¿A quién buscais?

 5 Respondiéronle: A Jesus Nazareno. Díceles Jesus: Yo soy. Y estaba tambien
con ellos Judas el que le entregaba.

 6 Y como les dijo: Yo soy: volvieron atrás, y cayeron en tierra.

 7 Volvióles pues á preguntar: ¿A quién buscais? Y ellos dijeron: A Jesus
Nazareno.

 8 Respondió Jesus: [Ya] os he dicho que yo soy: pues si á mí buscais, dejad
ir á estos:

 9 para que se cumpliese la palabra que habia dicho: Que los que me diste,
ninguno de ellos perdí.

 10 Entonces Simon Pedro, que tenia cuchillo, le sacó, é hirió á un siervo
del pontífice, y le cortó la oreja derecha; y el siervo se llamaba Malco.

 11 Jesus entonces dijo á Pedro: Mete tu cuchillo en la vaina: ¿el vaso que
el Padre me ha dado, no le tengo de beber?

 12 Entonces la compañía [de los soldados,] y el tribuno, y los servidores de
los Judíos prendieron á Jesus, y le ataron.

 13 Y le trajeron primeramente á Annás, porque era suegro de Caifás, el cual
era pontífice de aquel año.

 14 Y era Caifás el que habia dado el consejo á los Judíos, que era necesario
que un hombre muriese por el pueblo.

 15 Y seguia á Jesus Simon Pedro, y otro discípulo; y aquel discípulo era
conocido del pontífice, y entró con Jesus al patio del pontífice.

 16 Mas Pedro estaba fuera á la puerta: y salió aquel discípulo que era
conocido del pontífice, y habló á la portera, y metió dentro á Pedro.

 17 Entonces la criada portera dijo á Pedro: ¿No eres tú tambien de los
discípulos de este hombre? Dice él: No soy.

 18 Y estaban en pié los siervos y los criados que habian allegado las
ascuas, porque hacia frio, y se calentaban: y estaba tambien con ellos Pedro
en pié calentándose.

 19 Y el pontífice preguntó á Jesus de sus discípulos, y de su doctrina.

 20 Jesus le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo: yo siempre he
enseñado en la sinagoga, y en el templo, donde se juntan todos los Judíos; y
nada he hablado en oculto:

 21 ¿qué me preguntas á mí? pregunta á los que han oido, qué les haya [yo]
hablado: hé aquí, estos saben lo que yo he dicho.

 22 Y como él hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dió una
bofetada á Jesus, diciendo: ¿Así respondes al pontífice?

 23 Respondióle Jesus: Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien,
¿por qué me hieres?

 24 Así le envió Annás atado á Caifás pontífice.

 25 Estaba pues Pedro en pié calentándose: y le dijeron: ¿ No eres tú de sus
discípulos? El negó, y dijo: No soy.

 26 Uno de los siervos del pontífice, pariente de aquel á quien Pedro habia
cortado la oreja, le dice: ¿No te ví yo en el huerto con él?

 27 Y negó Pedro otra vez; y luego el gallo cantó.

 28 Y llevan á Jesus de Caifás á la audiencia: y era por la mañana; y ellos
no entraron en la audiencia por no ser contaminados, mas que comiesen [el
cordero de] la Pascua.

 29 Entonces salió Pilato á ellos fuera, y dijo: ¿Qué acusacion traeis contra
este hombre?

 30 Respondieron, y le dijeron: Si este no fuera malhechor, no te le
hubiéramos entregado.

 31 Díceles entonces Pilato: Tomádle vosotros, y juzgádle segun vuestra ley.
Y los Judíos le dijeron: A nosotros no es lícito matar á nadie.

 32 Para que se cumpliese el dicho de Jesus que habia dicho, dando á entender
de que muerte habia de morir.

 33 Así que Pilato volvióse á entrar en la audiencia, y llamó á Jesus, y le
dijo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos?

 34 Respondióle Jesus: ¿Dices tú esto de tí mismo, ó te lo han dicho otros de
mí?

 35 Pilato respondió: ¿Soy yo Judío? tu gente, y los pontífices, te han
entregado á mí: ¿qué has hecho?

 36 Respondió Jesus: Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera mi
reino, mis servidores pelearian para que [yo] no fuera entregado á los
Judíos: ahora pues mi reino no es de aquí.

 37 Díjole entonces Pilato: ¿Luego rey eres tú? Respondió Jesus: Tú dices que
yo soy rey: yo para esto soy nacido, y para esto he venido al mundo, [es á
saber,] para dar testimonio á la verdad: todo aquel que es [de la parte] de
la verdad, oye mi voz.

 38 Dícele Pilato: ¿Qué cosa es verdad? Y como hubo dicho esto, volvió á los
Judíos, y les dice: Yo no hallo en él algun crímen:

 39 empero vosotros teneis costumbre, que [yo] os suelte uno en la Pascua:
¿quereis pues que os suelte al rey de los Judíos?

 40 Entonces todos dieron voces otra vez, diciendo: No á este, sino á
Barrabás. Y este Barrabás era ladron.



CAPITULO 19

 1 ASÍ que entonces tomó Pilato á Jesus, y le azotó.

 2 Y los soldados entretejieron de espinas una corona, y la pusieron sobre su
cabeza, y le vistieron de una ropa de grana,

 3 y decian: Tengas gozo, Rey de los Judíos; y le daban de bofetadas.

 4 Entonces Pilato salió otra vez fuera, y les dijo: Hé aquí, os le traigo
fuera, para que entendais que ningun crímen hallo en él.

 5 Así salió Jesus fuera llevando la corona de espinas, y la ropa de grana. Y
díceles [Pilato:] Hé aquí el hombre.

 6 Y como le vieron los príncipes de los sacerdotes. y los servidores, dieron
voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale. Díceles Pilato: Tomádle vosotros,
y crucificadle: porque yo no hallo en él crimen.

 7 Respondiéronle los Judíos: Nosotros tenemos ley, y segun nuestra ley debe
morir, porque se hizo Hijo de Dios.

 8 Pues como Pilato oyó esta palabra, tuvo mas miedo.

 9 Y entró otra vez á la audiencia, y dijo á Jesus: ¿De dónde eres tú? Mas
Jesus no le dió respuesta.

 10 Entonces dícele Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿no sabes que tengo potestad
para crucificarte, y que tengo potestad para soltarte?

 11 Respondió Jesus: Ninguna potestad tendrias contra mí, si [esto] no te
fuese dado de arriba: por tanto el que á tí me ha entregado, mayor pecado
tiene.

 12 Desde entonces procuraba Pilato de soltarle: mas los Judíos daban voces,
diciendo: Si á este sueltas, no eres amigo de César: cualquiera que se hace
rey, á César contradice.

 13 Entonces Pilato oyendo este dicho, llevó fuera á Jesus, y se sentó en el
tribunal, en el lugar que se dice Lithóstrotos, y en hebráico Gabbatha.

 14 Y era la víspera de la Pascua, y como á las seis horas: entonces dijo á
los Judíos: Hé aquí vuestro Rey.

 15 Mas ellos dieron voces: Quita, quita, crucifícale. Díceles Pilato: ¿A
vuestro Rey tengo de crucificar? Respondieron los pontífices: No tenemos rey,
sino á César.

 16 Así que entonces se le entregó para que fuese crucificado: y tomaron á
Jesus, y le llevaron.

 17 Y llevando la cruz para sí, vino al lugar que se dice el lugar de la
Calavera, y en hebráico Gólgotha:

 18 donde le crucificaron, y con él otros dos, de una parte y de otra, y
Jesus en medio.

 19 Y escribió tambien Pilato un título, el cual puso encima de la cruz: y el
escrito era: JESUS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.

 20 Y muchos de los Judíos leyeron este título: porque el lugar donde estaba
crucificado Jesus, era cerca de la ciudad: y era escrito en hebráico, y en
griego, y en latin.

 21 Y decian á Pilato los pontífices de los Judíos: No escribas: Rey de los
Judíos; sino que él dijo: Rey soy de los Judíos.

 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.

 23 Y como los soldados hubieron crucificado á Jesus, tomaron sus vestidos, é
hicieron cuatro partes (á cada soldado una parte), y la túnica era sin
costura, toda tejida desde arriba;

 24 y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella
cuya será: para que se cumpliese la Escritura que dice: Partieron para sí mis
vestidos, y sobre mi vestidura echaron suertes. Y los soldados ciertamente
hicieron esto.

 25 Y estaban junto á la cruz de Jesus su madre, y la hermana de su madre,
María, mujer de Cleofas, y María Magdalena.

 26 Y como vió Jesus á la madre, y al discípulo que él amaba, que estaba
presente, dice á su madre: Mujer, hé ahí tu hijo.

 27 Y luego dice al discípulo: Hé ahí tu madre. Y desde aquella hora el
discípulo la recibió consigo.

 28 Despues, sabiendo Jesus que todas las cosas eran ya cumplidas, para que
la Escritura se cumpliese, dijo: Sed tengo.

 29 Estaba pues [allí] un vaso lleno de vinagre. Entonces ellos llenaron una
esponja de vinagre, y revuelta con hisopo se la llegaron á la boca.

 30 Y como Jesus tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y bajada la cabeza, dió
el espíritu.

 31 Entonces los Judíos, porque los cuerpos no quedasen en la cruz en el
sábado, porque [entonces] era la víspera [de la Pascua,] porque era el gran
dia del sábado, rogaron á Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen
quitados.

 32 Y vinieron los soldados, y á la verdad quebraron las piernas al primero,
y al otro que habia sido crucificado con él:

 33 mas como vinieron á Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron las
piernas.

 34 Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego
salió sangre y agua.

 35 Y el que lo vió da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe
que dice verdad, para que vosotros tambien creais.

 36 Porque estas cosas fueron hechas, para que se cumpliese la Escritura:
Hueso no quebrantareis de él.

 37 Y otra vez otra Escritura dice: Verán [á aquel] al cual traspasaron.

 38 Pasadas estas cosas, rogó á Pilato Joseph de Arimathéa, el cual era
discípulo de Jesus, mas secreto, por miedo de los Judíos, que [él] quitaria
el cuerpo de Jesus: lo cual permitió Pilato. Entonces [él] vino, y quito el
cuerpo de Jesus.

 39 Entonces vino tambien Nicodemo, el que habia venido á Jesus de noche
antes, trayendo un compuesto de mirra y de aloés, como cien libras.

 40 Y tomaron el cuerpo de Jesus y envolviéronle en lienzos con especias,
como es costumbre de los Judíos sepultar.

 41 Y en aquel lugar, donde habia sido crucificado, habia un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el cual aun no habia sido puesto alguno.

 42 Allí pues, por causa de la víspera [de la Pascua] de los Judíos, porque
aquel sepulcro estaba cerca, pusieron á Jesus.



CAPITULO 20

 1 Y EL primer [dia] de los sábados, María Magdalena vino de mañana, siendo
aun oscuro, al sepulcro, y vió la piedra quitada del sepulcro.

 2 Entonces corrió, y vino á Simon Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba
Jesus, y les dice: Han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos donde le
han puesto.

 3 Y salió Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro.

 4 Y corrian los dos juntos: mas el otro discípulo corrió mas presto que
Pedro, y vino primero al sepulcro.

 5 Y bajándose [á mirar,] vió los lienzos puestos: mas no entró.

 6 Vino pues Simon Pedro siguiéndole, y entró en el sepulcro, y vió los
lienzos puestos,

 7 y el sudario que habia sido [puesto] sobre su cabeza, no puesto con los
lienzos, sino aparte en un lugar envuelto.

 8 Entonces pues entró tambien el otro discípulo, que habia venido primero al
monumento; y vió, y creyó.

 9 Porque aun no sabian la Escritura, que era menester que él resucitase de
los muertos.

 10 Y volvieron los discípulos á los suyos.

 11 Empero María estaba llorando al sepulcro fuera, y estando llorando bajóse
[á mirar] el sepulcro.

 12 Y vió dos ángeles en ropas blancas que estaban sentados, el uno á la
cabecera, y el otro á los piés, donde el cuerpo de Jesus habia sido puesto.

 13 Y le dijeron: ¿Mujer, por que lloras? Díceles: Han llevado á mi Señor, y
no sé donde le han puesto.

 14 Y como hubo dicho esto, volvió atrás, y vió á Jesus que estaba [allí:]
mas no sabia que era Jesus.

 15 Dícele Jesus: ¿Mujer, por qué lloras? ¿á quien buscas? Ella, pensando que
era el hortelano, le dice: Señor, si tú le has llevado, dime donde le has
puesto, y yo le llevaré.

 16 Dícele Jesus: María. Volviéndose ella, dícele: Rabboni, que quiere decir,
Maestro.

 17 Dícele Jesus: No me toques: porque aun no he subido á mi Padre: mas vé á
mis hermanos; y díles: Subo á mi Padre, y á vuestro Padre, á mi Dios, y á
vuestro Dios.

 18 Vino María Magdalena dando las nuevas á los discípulos: Que habia visto
al Señor, y estas cosas me dijo.

 19 Y como fué tarde aquel dia, el primero de los sábados, y las puertas
estaban cerradas, donde los discípulos estaban juntos por miedo de los
Judíos, vino Jesus: y púsose en medio, y les dijo: Paz tengais.

 20 Y como hubo dicho esto, mostróles las manos y el costado: entonces los
discípulos se gozaron, viendo al Señor.

 21 Entonces díceles otra vez: Paz tengais: como me envió el Padre, así
tambien yo os envio.

 22 Y como hubo dicho esto, sopló, y les dijo: Tomad el Espíritu Santo:

 23 á los que soltáreis los pecados, les son sueltos: á los que los
retuviéreis, serán retenidos.

 24 Empero Tomás uno de los doce, que se dice el Dídimo, no estaba con ellos
cuando Jesus vino.

 25 Dijéronle pues los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Y él les dijo:
Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el
lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

 26 Y ocho dias despues estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos
Tomás: vino Jesus, las puertas cerradas, y se puso en medio, y dijo: Paz
tengais.

 27 Luego dice á Tomás: Mete tu dedo aquí, y ve mis manos; y da acá tu mano,
y méte[la] en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.

 28 Entonces Tomás respondió, y le dice: Señor mio, y Dios mio.

 29 Dícele Jesus: Porque me has visto, ¡oh Tomás! creiste: bienaventurados
los que no vieron, y creyeron.

 30 TAMBIEN muchas otras señales hizo Jesus en presencia de sus discípulos,
que no están escritas en este libro.

 31 Estas empero son escritas, para que creais que Jesus es el Cristo, Hijo
de Dios; y para que creyendo, tengais vida en su nombre.



CAPITULO 21

 1 DESPUES se manifestó Jesus otra vez á sus discípulos á la mar de Tiberias:
y se manifestó de esta manera:

 2 Estaban juntos Simon Pedro, y Tomás, que se dice el Dídimo y Nathanaél, el
que era de Cana de Galiléa, y los [hijos] de Zebedéo, otros dos de sus
discípulos.

 3 Díceles Simon: A pescar voy. Dícenle: Vamos nosotros tambien contigo.
Fueron, y subieron luego en un navío; y aquella noche no tomaron nada.

 4 Y venida la mañana, Jesus se puso á la ribera; mas los discípulos no
entendieron que era Jesus.

 5 Así que díceles: ¿Mozos, teneis algo de comer? Respondiéronle: No.

 6 Y él les dice: Echad la red á la mano derecha del navío, y hallareis.
Entonces echaron, y no la podian en ninguna manera sacar, por la multitud de
los peces.

 7 Dijo entonces aquel discípulo, al cual amaba Jesus, á Pedro: El Señor es.
Entonces Simon Pedro, como oyó que era el Señor, ciñóse la ropa, porque
estaba desnudo, y echóse á la mar.

 8 Y los otros discípulos vinieron con el navío (porque no estaban lejos de
tierra, sino como doscientos codos), trayendo la red de peces.

 9 Y como descendieron á tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de
ellas, y pan.

 10 Díceles Jesus: Traed de los peces que tomasteis ahora.

 11 Subió Simon Pedro, y trajo la red á tierra, llena de grandes peces,
ciento y cincuenta y tres: y siendo tantos, la red no se rompió.

 12 Díceles Jesus: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos le osaba
preguntar: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.

 13 Así que viene Jesus, y toma el pan, y dáles, y asimismo del pez.

 14 Esta [era] ya la tercera vez que Jesus se manifestó á sus discípulos,
habiendo resucitado de los muertos.

 15 Pues como hubieron comido, Jesus dijo á Simon Pedro: ¿Simon, [hijo] de
Jonás, me amas mas que estos? Dícele: Sí, Señor: tú sabes que te amo. Dícele:
Apacienta mis corderos.

 16 Vuélvele á decir la segunda vez: ¿Simon, [hijo] de Jonás, me amas?
Respóndele: Si, Señor: tú sabes que te amo. Dícele: Apacienta mis ovejas.

 17 Dícele la tercera vez: ¿Simon, [hijo] de Jonás, me amas? Entristecióse
Pedro de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? Y le dice: Señor, tú sabes
todas las cosas: tú sabes que te amo. Dícele Jesus: Apacienta mis ovejas:

 18 de cierto, de cierto te digo, [que] cuando eras mas mozo, te ceñias, é
ibas donde querias: mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos, y te
ceñirá otro, y te pasará donde no querrias.

 19 Y esto dijo, dando á entender con que muerte habia de glorificar á Dios.
Y dicho esto, dícele: Sígueme.

 20 Vuelto Pedro, ve á aquel discípulo, al cual amaba Jesus que seguia, el
que tambien se habia recostado á su pecho en la cena, y [le] habia dicho:
Señor, quién es el que te ha de entregar?

 21 Así que, como Pedro vió á este, dice á Jesus: ¿Señor, y este qué?

 22 Dícele Jesus: Si quiero que él quede hasta que [yo] venga, ¿qué [se te
da] á tí? sígueme tú.

 23 Salió pues este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no habia de
morir: y Jesus no le dijo: No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que
[yo] venga, ¿qué á tí?

 24 ESTE es aquel discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió
estas cosas, y sabemos que su testimonio es verdadero.

 25 Y hay tambien otras muchas cosas que hizo Jesus, que si se escribiesen
cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrian los libros que se
habrian de escribir. Amen.



LOS

ACTOS DE LOS APOSTOLES.



CAPITULO 1

 1 HEMOS hablado primero, ¡oh Teófilo! de todas las cosas que Jesus comenzó á
hacer, y á enseñar,

 2 hasta el dia que, habiendo dado mandamientos por Espíritu Santo á los
apóstoles que escogió, fué recibido arriba:

 3 á los cuales, despues de haber padecido, se presentó vivo en muchas
pruebas, apareciéndoles por cuarenta dias, y hablándoles del reino de Dios.

 4 Y juntándolos, les mandó, que no se fuesen de Jerusalem, mas que esperasen
la promesa del Padre, que oisteis, [dice,] de mí.

 5 Porque Juan á la verdad bautizó en agua, mas vosotros sereis bautizados en
Espíritu Santo no muchos dias despues de estos.

 6 Entonces los que se habian juntado le preguntaron, diciendo: ¿Señor,
restituirás el reino á Israél en este tiempo?

 7 Y les dijo: No es vuestro saber los tiempos, ó las sazones que el Padre
puso en su sola potestad:

 8 mas recibireis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y
me sereis testigos en Jerusalem, y en toda Judea, y Samaria, y hasta lo
último de la tierra.

 9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndole ellos, fué alzado, y una nube le
recibió, y le quitó de sus ojos.

 10 Y estando [ellos] con los ojos puestos en el cielo entre tanto que él
iba, hé aquí, dos varones se pusieron junto á ellos en vestidos blancos;

 11 los cuales tambien les dijeron: Varones Galiléos, ¿qué estais mirando al
cielo? este Jesus que ha sido tomado arriba de vosotros al cielo, así vendrá,
como le habeis visto ir al cielo.

 12 Entonces se volvieron á Jerusalem del monte que se llama el Olivar, el
cual está cerca de Jerusalem, camino de un sábado.

 13 Y entrados, subieron al cenadero, donde estaban Pedro y Jacobo, Juan y
Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Matéo, Jacobo, [hijo] de Alféo, y Simon
el Zeloso, y Judas [hermano] de Jacobo.

 14 Todos estos perseveraban unánimes en oracion y ruego con las mujeres, y
con María la madre de Jesus, y con sus hermanos.

 15 Y EN aquellos dias Pedro, levantándose en medio de los discípulos, dijo:
(y era la compañía junta como de ciento y veinte por nombre: )

 16 Varones, hermanos, convino que se cumpliese esta escritura, la cual dijo
antes el Espíritu Santo por la boca de David, de Judas, que fué el guia de
los que prendieron á Jesus;

 17 el cual era contado con nosotros, y tenia suerte en este ministerio.

 18 Este pues adquirió el campo del salario de iniquidad, y colgándose
reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron.

 19 Y fué notorio á todos los moradores de Jerusalem, de tal manera que aquel
campo sea llamado en su propia lengua Hacéldama, que es, Campo de Sangre.

 20 Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su
habitacion, y no haya quien more en ella. Tambien: Tome otro su obispado.

 21 Conviene, pues, que de estos varones, que han estado juntos con nosotros
todo el tiempo que el Señor Jesus entró y salió entre nosotros,

 22 comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el dia que fué tomado arriba
de [entre] nosotros, uno sea hecho testigo con nosotros de su resurreccion.

 23 Y señalaron á dos, á Joseph, que se llama Barsabas, que tiene por
sobrenombre el Justo, y á Matías.

 24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra
cual escoges de estos dos,

 25 para que tome la suerte de este ministerio, y del apostolado, del cual
rebeló Judas, por irse á su lugar.

 26 Y les pusieron las suertes; y cayó la suerte sobre Matías; y fué contado
con los once apóstoles.



CAPITULO 2

 1 COMO se cumplieron los dias de las siete semanas, estaban todos unánimes
juntos.

 2 Y de repente vino un estruendo del cielo como de un viento vehemente que
venia [con ímpetu,] el cual llenó toda la casa donde estaban sentados.

 3 Y les aparecieron [unas] lenguas repartidas como de fuego, que se asentó
sobre cada uno de ellos.

 4 Y fueron todos llenos de Espíritu Santo, y comenzaron á hablar en otras
lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen.

 5 (Moraban entonces en Jerusalem Judíos, varones religiosos de todas las
naciones que [están] debajo del cielo.)

 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud: y estaban confusos, porque
cada uno les oia hablar su propia lengua.

 7 Y estaban todos atónitos y maravillados, diciendo los unos á los otros:
Veis, ¿no son Galiléos todos estos que hablan?

 8 ¿cómo, pues, los oímos nosotros [hablar] cada uno en su lengua en que
somos nacidos?

 9 Partos, y Medos, y Elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judéa,
y en Capadocia, en el Ponto, y en Asia,

 10 en Frigia y en Panfilia, en Egipto, y en las partes de Africa que están
de la otra parte de Cirene, y Romanos extranjeros, y Judíos, y convertidos,

 11 Cretenses, y Arabes: los oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas
de Dios.

 12 Y estaban todos atónitos y maravillados, diciendo los unos á los otros:
¿Qué quiere ser esto?

 13 Mas otros burlándose, decian: Que están [estos] llenos de mosto.

 14 Entonces Pedro poniéndose en pié con los once, alzó su voz, y les habló,
diciendo: Varones Judíos, y todos los que habitais en Jerusalem, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras:

 15 porque estos no están borrachos, como vosotros pensais, siendo la hora de
las tres del dia.

 16 Mas esto es lo que fué dicho por el profeta Joel:

 17 Y será en los postreros dias, (dice Dios,) derramaré de mi Espíritu sobre
toda carne; y vuestros hijos, y vuestras hijas profetizarán, y vuestros
mancebos verán visiones, y vuestros viejos soñarán sueños:

 18 y de cierto sobre mis siervos, y sobre mis criadas en aquellos dias
derramaré de mi Espíritu; y profetizarán:

 19 y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra,
sangre, y fuego, y vapor de humo:

 20 el sol se volverá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el
dia del Señor grande y manifiesto:

 21 y será, que todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

 22 Varones Israelitas, oíd estas palabras: Jesus Nazareno, varon aprobado de
Dios entre vosotros en maravillas, y prodígios, y señales que Dios hizo por
él en medio de vosotros, como tambien vosotros sabeis:

 23 este, por determinado consejo y providencia de Dios entregado, tomándo[le
vosotros,] le matasteis con manos inícuas, crucificándole.

 24 Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte; por cuanto era
imposible ser detenido de ella.

 25 Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí: porque le
tengo á la diestra, no seré removido:

 26 por lo cual mi corazon se alegró, y mi lengua se gozó, y aun mi carne
descansará en esperanza:

 27 que no dejarás mi alma en el infierno, ni darás á tu Santo que vea
corrupcion:

 28 me hiciste notorios los caminos de la vida: me llenarás de gozo con tu
presencia.

 29 Varones, hermanos, se os puede libremente decir del patriarca David, que
murió, y fué sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el dia de hoy.

 30 Así que siendo profeta, y sabiendo que con juramento le habia Dios
jurado, que del fruto de su lomo cuanto á la carne, le levantaria el Cristo,
que se asentaria sobre su silla:

 31 viéndolo antes, habló de la resurreccion del Cristo, que su alma no haya
sido dejada en el infierno, ni su carne haya visto corrupcion.

 32 A este Jesus resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

 33 Así que levantado por la diestra de Dios, y recibiendo del Padre la
promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros ahora veis y oís.

 34 Porque David no subió á los cielos: empero él dice: Dijo el Señor á mi
Señor, Asiéntate á mi diestra,

 35 hasta que ponga tus enemigos [por] estrado de tus piés.

 36 Sepa pues certísimamente toda la casa de Israél, que á este ha hecho Dios
el Señor y el Cristo, á este Jesus que vosotros crucificasteis.

 37 Entonces oídas estas cosas, fueron compungidos de corazon, y dijeron á
Pedro, y á los otros apóstoles: Varones, hermanos, ¿qué haremos?

 38 Y Pedro les dice: Haced penitencia,* y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesu Cristo para perdon de los pecados; y recibireis el don del
Espíritu Santo:   {* Arrepentíos, ó, endmendáos.}

 39 porque á vosotros es [hecha] la promesa, y á vuestros hijos, y á todos
los que están lejos: á cuales quiera que el Señor nuestro Dios llamare.

 40 Y con otras muchas palabras testificaba, y [los] exhortaba, diciendo: Sed
salvos de esta perversa generacion.

 41 Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados: y fueron
añadidas [á la Iglesia] aquel dia como tres mil personas.

 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, y en la comunion, y en el
partimiento del pan, y en las oraciones.

 43 Y toda persona tenia temor: y muchas maravillas y señales eran hechas por
los apóstoles.

 44 Y todos los que creian estaban juntos; y tenian todas las cosas comunes.

 45 Y vendian las posesiones y las haciendas, y las repartian á todos, como
cada uno habia menester.

 46 Y perseverando unánimes cada dia en el templo, y partiendo el pan en las
casas, comian juntos con alegria y con sencillez de corazon,

 47 alabando á Dios, y teniendo gracia acerca de todo el pueblo. Y el Señor
añadia cada dia á la Iglesia los que habian de ser salvos.



CAPITULO 3

 1 PEDRO y Juan subian juntos al templo á la hora de la oracion de las nueve.

 2 Y un varon, que era cojo desde el vientre de su madre, era traido; al cual
ponian cada dia á la puerta del templo, que se dice la Hermosa, para que
pidiese limosna de los que entraban en el templo.

 3 Este como vió á Pedro y á Juan que comenzaban á entrar en el templo, [les]
rogaba para haber limosna.

 4 Y Pedro con Juan poniendo los ojos en él, dijo: Mira á nosotros.

 5 Entonces él estuvo atento á ellos, esperando recibir de ellos algo.

 6 Y Pedro dijo: Ni tengo plata ni oro: mas lo que tengo, eso te doy: en el
nombre de Jesu Cristo, el Nazareno, levántate, y anda.

 7 Y tomándole por la mano derecha, le levantó: y luego fueron afirmados sus
piés y tobillos.

 8 Y saltando, se puso en pié, y anduvo, y entró con ellos en el templo,
andando y saltando, y alabando á Dios.

 9 Y todo el pueblo le vió andar, y alabar á Dios.

 10 Y le conocian, que él era el que se sentaba á la limosna á la puerta del
templo, la Hermosa: y fueron llenos de miedo y de espanto de lo que le habia
acontecido.

 11 Y teniendo á Pedro y á Juan el cojo que habia sido sanado, todo el pueblo
concurrió á ellos al portal que se llama de Salomón atónitos.

 12 Lo cual viendo Pedro, respondió al pueblo: Varones Israelitas, ¿por qué
os maravillais de esto? ¿ó por qué poneis los ojos en nosotros como si con
nuestra virtud ó piedad hubiésemos hecho andar á este?

 13 El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
ha glorificado á su Hijo Jesus, al cual vosotros entregasteis, y negasteis
delante de Pilato, juzgando él que habia de ser suelto.

 14 Mas vosotros al Santo y al Justo negasteis, y pedisteis que se os diese
un hombre homicida;

 15 y matasteis al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los
muertos, de lo cual nosotros somos testigos.

 16 Y en la fé de su nombre, á este que vosotros veis y conoceis, ha
confirmado su nombre: y la fé que por él [es], ha dado á este esta sanidad en
presencia de todos vosotros.

 17 Mas ahora, hermanos, [yo] sé que por ignorancia [lo] habeis hecho, como
tambien vuestros príncipes.

 18 Empero Dios lo que habia antes anunciado por boca de todos sus profetas,
que su Cristo habia de padecer, así lo ha cumplido.

 19 Así que arrepentíos, y convertíos, para que sean raidos vuestros pecados:
pues que los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor son venidos:

 20 el cual os ha enviado á Jesus el Cristo, que os ha sido antes anunciado:

 21 al cual cierto es menester que el cielo tenga hasta los tiempos de la
restauracion de todas las cosas: del cual habló Dios por boca de todos sus
profetas que han sido desde el siglo.

 22 Porque Moisés dijo á los padres: El Señor vuestro Dios os levantará
profeta de vuestros hermanos, como yo: á él oireis, [haciendo] conforme á
todas las cosas que os hablare:

 23 y será, [que] cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será
desarraigada del pueblo.

 24 Y todos los profetas desde Samuél, y en adelante, todos los que han
hablado, han prenunciado estos dias.

 25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del concierto que Dios
concertó con nuestros padres, diciendo á Abraham: Y en tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra.

 26 A vosotros primeramente Dios, levantando á su Hijo Jesus, le envió que os
bendijese, para que cada uno se convierta de su maldad.



CAPITULO 4

 1 Y HABLANDO ellos al pueblo, sobrevinieron los sacerdotes, y el magistrado
del templo, y los Saducéos,

 2 pesándoles de que enseñasen el pueblo, y anunciasen en el nombre de Jesus
la resurreccion de los muertos.

 3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el dia siguiente:
porque era ya tarde.

 4 Mas muchos de los que habian oido el sermon creyeron: y fué hecho el
número de los varones, como cinco mil.

 5 Y aconteció el dia siguiente, que los príncipes de ellos se juntaron, y
los ancianos, y los escribas, en Jerusalem;

 6 y Annás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan, y Alejandro, y
todos los que eran del linaje sacerdotal;

 7 y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, ó en
qué nombre habeis hecho vosotros esto?

 8 Entonces Pedro, lleno de Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y
ancianos de Israél:

 9 pues que somos hay demandados acerca del beneficio [hecho] á un hombre
enfermo, [es á saber,] de qué manera este haya sido sanado;

 10 sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israél, que en el
nombre de Jesu Cristo, el Nazareno, el que vosotros crucificasteis, y Dios le
resucitó de los muertos, en esto este está en vuestra presencia sano:

 11 este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es
puesta por cabeza de esquina:

 12 y en ningun otro hay salud: porque no hay otro nombre debajo del cielo,
dado á los hombres, en que podamos ser salvos.

 13 Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres
sin letras é idiotas, se maravillaban; y los conocian que habian estado con
Jesus.

 14 Y viendo al hombre que habia sido sanado, que estaba con ellos, no podian
decir nada en contra.

 15 Mas les mandaron que se saliesen fuera del concilio; y conferian entre
sí,

 16 diciendo: ¿Qué hemos de hacer á estos hombres? porque cierto señal
manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria á todos los que moran en
Jerusalem, y no lo podemos negar.

 17 Todavía, porque no se divulgue mas por el pueblo, amenacémosles que no
hablen de aquí adelante á hombre ninguno en este nombre.

 18 Y llamándolos les denunciaron que en ninguna manera hablasen, ni
enseñasen en el nombre de Jesus.

 19 Entonces Pedro y Juan respondiendo, les dijeron: Juzgad si es justo
delante de Dios obedecer antes á vosotros que á Dios:

 20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oido.

 21 Ellos entonces no hallando en qué castigarlos, los enviaron
amenazándoles, por causa del pueblo: porque todos glorificaban á Dios de lo
que habia sido hecho.

 22 Porque el hombre en quien habia sido hecho este milagro de sanidad, era
de mas de cuarenta años.

 23 Sueltos [ellos,] vinieron á los suyos, y contaron lo que los príncipes de
los sacerdotes, y los ancianos les habian dicho.

 24 los cuales habiéndolo oido, alzaron unánimes la voz á Dios, y dijeron:
Señor, tú eres el Dios, que hiciste el cielo y la tierra, la mar, y todas las
cosas que en ellas están:

 25 que en Espíritu Santo por la boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué
han bramado las gentes, y los pueblos han pensado cosas vanas?

 26 asistieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno
contra el Señor, y contra su Cristo.

 27 Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu Santo Hijo
Jesus, al cual ungiste, Herodes, y Poncio Pilato, con los Gentiles, y los
pueblos de Israél,

 28 para hacer lo que tu mano y tu consejo antes habian determinado que habia
de ser hecho.

 29 Y ahora, Señor, pon los ojos en sus amenazas, y da á tus siervos que con
toda confianza hablen tu palabra:

 30 que extiendas tu mano á que sanidades, y milagros, y prodigios sean
hechos por el nombre de tu Santo Hijo Jesus.

 31 Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló: y
todos fueron llenos de Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con
confianza.

 32 Y DE la multitud de los que habian creido era un corazon y un alma; y
ninguno decia ser suyo algo de lo que poseian, mas todas las cosas les eran
comunes.

 33 Y los apóstoles daban testimonio de la resurreccion del Señor Jesus con
gran esfuerzo: y gran gracia era en todos ellos.

 34 Que ningun necesitado habia entre ellos: porque todos los que poseian
heredades ó casas, vendiéndolas, traian el precio de lo vendido,

 35 y le depositaban á los piés de los apóstoles, y era repartido á cada uno
como tenia la necesidad.

 36 Entonces Joses, que fué llamado de los apóstoles por sobrenombre
Barnabás, que declarado es, hijo de consolacion, Levita, natural de Cipro,

 37 como tuviese una heredad, la vendió, y trajo el precio, y le depositó á
los piés de los apóstoles.



CAPITULO 5

 1 UN varon llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una posesion,

 2 y defraudó del precio, sabiéndolo tambien su mujer; y trayendo una parte,
la depositó á los piés de los apóstoles^.

 3 Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazon á que mintieses
al Espíritu Santo, y defraudáses del precio de la heredad?

 4 quedándose, ¿no se te quedaba á tí? y vendida, ¿no estaba en tu potestad?
¿por qué pusiste esto en tu corazon? no has mentido á los hombres, sino á
Dios.

 5 Entonces Ananías, oyendo estas palabras, cayó, y espiró. Y fué hecho un
gran temor sobre todos los que lo oyeron.

 6 Y levantándose los mancebos, le tomaron: y sacándole, le sepultaron.

 7 Y pasado espacio como de tres horas, tambien su mujer entró, no sabiendo
lo que habia acontecido.

 8 Entonces Pedro le dijo: Díme: ¿vendisteis en tanto la heredad? Y ella
dijo: Sí, en tanto.

 9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué os concertasteis para tentar al Espíritu del
Señor? hé aquí á la puerta los piés de los que han sepultado á tu marido: y
te sacarán á [sepultar.]

 10 Y luego cayó á los piés de él, y espiró: y entrados los mancebos, la
hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto á su marido.

 11 Y fué hecho un gran temor en toda la Iglesia, y en todos los que oyeron
estas cosas.

 12 Y POR las manos de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios
en el pueblo; y estaban todos unánimes en el portal de Salomón.

 13 Y de los otros, ninguno se osaba juntar con ellos: con todo eso el pueblo
los alababa grandemente.

 14 Y los que creian en el Señor se aumentaban mas, así de varones como de
mujeres.

 15 Tanto, que echaban los enfermos por las calles, y los ponian en camas y
en lechos, para que viniendo Pedro, á lo menos su sombra tocase á alguno de
ellos.

 16 Y aun de las ciudades vecínas concurria multitud á Jerusalem, trayendo
enfermos, y atormentados de espíritus inmundos: los cuales todos eran
curados.

 17 ENTONCES levantándose el príncipe de los sacerdotes, y todos los que
estaban con él, que es la herejía de los Saducéos, fueron llenos de zelo.

 18 Y echaron mano á los apóstoles, y los pusieron en la cárcel pública.

 19 Mas el ángel del Señor, abriendo de noche las puertas de la cárcel, y
sacándolos, dijo:

 20 Id, y estando en el templo, hablad al pueblo todas las cosas de esta
vida.

 21 [Ellos] entonces, como oyeron, entraron por la mañana en el templo, y
enseñaban. Viniendo pues el príncipe de los sacerdotes, y los que eran con
él, convocaron el concilio, y á todos los ancianos de los hijos de Israél; y
enviaron á la cárcel, para que fuesen traidos.

 22 Y como vinieron los servidores no los hallaron en la cárcel, y vueltos,
dieron aviso,

 23 diciendo: Cierto la cárcel hallamos cerrada con toda diligencia, y los
guardas que estaban delante de las puertas: mas como abrimos, á nadie
hallamos dentro.

 24 Entonces como oyeron estas palabras el pontífice, y el magistrado del
templo, y los príncipes de los sacerdotes, dudaban que seria hecho de ellos.

 25 Y viniendo uno, les avisó: Hé aquí, los varones que echasteis en la
cárcel, están en el templo, y enseñan al pueblo.

 26 Entonces el magistrado fué con los servidores, y los trajo sin violencia,
porque tenian miedo del pueblo, de ser apedreados.

 27 Y como los trajeron, los presentaron en el concilio: entonces el príncipe
de los sacerdotes les preguntó,

 28 diciendo: ¿No os denunciamos denunciando, que no enseñáseis en este
nombre? y hé aquí, habeis llenado á Jerusalem de vuestra doctrina, ¿y quereis
echar sobre nosotros la sangre de este hombre?

 29 Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Obedecer es menester á
Dios mas que á los hombres.

 30 El Dios de nuestros padres levantó á Jesus, al cual vosotros matasteis
colgándole en el madero:

 31 á este enalteció Dios con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar á
Israél penitencia y remision de pecados:

 32 y nosotros le somos testigos de estas cosas, y tambien el Espíritu Santo,
el cual ha dado Dios á los que le han obedecido.

 33 Ellos oyendo [esto] regañaban, y consultaban de matarlos.

 34 Entonces levantándose en el concilio un Fariséo, llamado Gamaliél, doctor
de la ley, venerable á todo el pueblo, mandó que sacasen fuera un poco á los
apóstoles,

 35 y les dijo: Varones Israelitas, mirad por vosotros acerca de estos
hombres en lo que habeis de hacer.

 36 Porque antes de estos dias fué un Teudas, diciendo que era alguien; al
cual se allegaron un número de varones, como cuatrocientos, el cual fué
matado: y todos los que le creyeron, fueron disipados, y vueltos en nada.

 37 Despues de este fué Judas el Galiléo en los dias del empadronamiento; y
llevó mucho pueblo tras sí: pereció tambien aquel, y todos los que
consintieron con él, fueron derramados.

 38 Y ahora os digo, dejáos de estos hombres, y dejádlos: porque si este
consejo, ó esta obra, es de los hombres, se desvanecerá.

 39 Mas si es de Dios, no la podreis deshacer: porque no parezca que quereis
repugnar á Dios.

 40 Y consintieron con él: y llamando á los apóstoles, habiendolos azotado,
les denunciaron que no hablasen en el nombre de Jesus, y los soltaron.

 41 Mas ellos iban gozosos de delante del concilio, de que fuesen tenidos por
dignos de padecer afrenta por el nombre de Jesus.

 42 Y todos los dias no cesaban en el templo, y por las casas, enseñando, y
predicando el evangelio de Jesu Cristo.



CAPITULO 6

 1 EN aquellos dias, creciendo el número de los discípulos, hubo murmuracion
de los Griegos contra los Hebréos, de que sus viudas eran menospreciadas en
el ministerio cuotidiano.

 2 Así que los doce, convocada la multitud de los discípulos, dijeron: No es
justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, y sirvamos á las mesas:

 3 considerad pues, hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio,
llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra:

 4 y nosotros instaremos en la oracion, y en el ministerio de la palabra.

 5 Y plugo este parecer á toda la multitud; y eligieron á Estévan, varon
lleno de fé y de Espíritu Santo, y á Felipe, y á Procoro, y á Nicanor, y á
Timon, y á Parmenas, y á Nicolás extranjero de Antioquía.

 6 A estos presentaron en presencia de los apóstoles: los cuales orando les
pusieron las manos encima.

 7 De manera que la palabra del Señor crecia; y el número de los discípulos
se multiplicaba mucho en Jerusalem: mucha compañía de los sacerdotes tambien
obedecia á la fé.

 8 EMPERO Estévan, lleno de fé y de potencia, hacia prodigios y milagros
grandes en el pueblo.

 9 Levantáronse entonces unos de la sinagoga que se llama de los Libertinos,
y Cirenéos, y Alejandrinos, y de los que eran de Cilicia, y de Asia,
disputando con Estévan.

 10 Mas no podian resistir á la sabiduría, y al Espíritu con que hablaba.

 11 Entonces sobornaron á unos que dijesen que le habian oido hablar palabras
blasfemas contra Moisés y Dios.

 12 Y conmovieron al pueblo, y á los ancianos, y á los escribas; y
arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio.

 13 Y pusieron testigos falsos que dijesen: Este hombre no cesa de hablar
palabras blasfemas contra el lugar santo y la ley:

 14 porque le hemos oido decir: Que este Jesus Nazareno destruirá este lugar,
y mudará las tradiciones que nos dió Moisés.

 15 Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, puestos los ojos
en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.



CAPITULO 7

 1 EL príncipe de los sacerdotes dijo entonces: ¿Es esto así?

 2 Y él dijo: Varones, hermanos, y padres, oíd. El Dios de gloria apareció á
nuestro padre Abraham estando en Mesopotamia, antes que morase en Charan,

 3 y le dijo: Sal de tu tierra, y de tu parentela, y ven á la tierra que te
mostraré.

 4 Entonces salió de la tierra de los Chaldéos, y habitó en Charan: y de
allí, muerto su padre, le traspasó á esta tierra, en la cual vosotros
habitais ahora.

 5 Y no le dió posesion en ella, ni aun una pisada de un pié: mas le prometió
que se la daria en posesion, y á su simiente despues de él, no teniendo [aun]
hijo.

 6 Y le habló Dios así: Que su simiente seria extranjera en tierra ajena, y
que los sujetarian en servidumbre, y que los maltratarian, por cuatrocientos
años:

 7 mas á la nacion á quien serán siervos, yo [la] juzgaré, dijo Dios: y
despues de esto saldrán, y me servirán en este lugar.

 8 Y le dió el concierto de la circuncision: y así engendró á Isaac, y le
circuncidó al octavo dia: é Isaac á Jacob, y Jacob á los doce patriarcas.

 9 Y los patriarcas, movidos de envidia, vendieron á Joseph para Egipto: mas
Dios era con él;

 10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dió gracia y sabiduría en la
presencia de Pharaón, rey de Egipto, el cual le puso por gobernador sobre
Egipto, y sobre toda su casa.

 11 Vino entonces hambre en toda la tierra de Egipto y de Chanaán, y grande
tribulacion: y nuestros padres no hallaban alimentos.

 12 Y como oyese Jacob que habia trigo en Egipto, envió á nuestros padres la
primera vez.

 13 Y en la segunda, Joseph fué conocido de sus hermanos, y fué sabido de
Pharaón el linaje de Joseph.

 14 Y enviando Joseph, hizo venir á su padre Jacob, y á toda su parentela, en
setenta y cinco personas.

 15 Así descendió Jacob en Egipto, donde murió él, y nuestros padres,

 16 los cuales fueron traspasados á Sichém, y fueron puestos en el sepulcro
que compró Abraham á precio de dinero de los hijos de Hemór, [hijo] de
Sichém.

 17 Mas como se acercó el tiempo de la promesa la cual Dios habia jurado á
Abraham, creció el pueblo, y se multiplicó en Egipto,

 18 hasta que se levantó otro rey, que no conocia á Joseph.

 19 Este, usando de astucia con nuestro linaje, maltrató á nuestros padres,
que pusiesen á peligro [de muerte] sus niños, para que cesase la generacion.

 20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fué agradable á Dios: y fué criado
tres meses en casa de su padre.

 21 Mas siendo puesto al peligro, la hija de Pharaón le tomó, y le crió por
su hijo.

 22 Y fué enseñado Moisés en toda la sabiduría de los Egipcios: y era
poderoso en sus dichos y hechos.

 23 Y como se le cumplió el tiempo de cuarenta años, le vino en voluntad de
visitar á sus hermanos los hijos de Israél.

 24 Y como vió á uno que era injuriado, le defendió, é hiriendo al Egipcio,
vengó al injuriado.

 25 Pero él pensaba que sus hermanos entendian, que Dios les habia de dar
salud por su mano: mas ellos no lo hablan entendido.

 26 Y el dia siguiente riñiendo ellos, se les mostró, y los metia en paz,
diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os injuriais los unos á los otros?

 27 Entonces el que injuriaba á su prójimo, le rempujó, diciendo: ¿Quién te
ha puesto [á tí] por príncipe y juez sobre nosotros?

 28 ¿quieres tú matarme, como mataste ayer al Egipcio?

 29 A esta palabra Moisés huyó: y se hizo extranjero en tierra de Madián,
donde engendró dos hijos.

 30 Y cumplidos cuarenta años, el ángel del Señor le apareció en el desierto
del monte de Sinaí, en fuego de llama de un zarzal.

 31 Entonces Moisés mirando, fué maravillado de la vision: y llegándose para
considerar, fué hecha á él voz del Señor:

 32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios
de Jacob: mas Moisés temeroso no osaba mirar.

 33 Y le dijo el Señor: Quita los zapatos de tus piés, porque el lugar en que
estás tierra santa es:

 34 he visto, he visto la afliccion de mi pueblo que está en Egipto, y el
gemido de ellos he oido, y he descendido para librarlos: ahora pues ven, te
enviaré á Egipto.

 35 A este Moisés, al cual habian rehusado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por
príncipe y juez? á este envió Dios por príncipe y redentor con la mano del
ángel que le apareció en el zarzal.

 36 Este los saco, haciendo prodigios y milagros en la tierra de Egipto, y en
el mar Bermejo, y en el desierto por cuarenta años.

 37 Este es el Moisés, el cual dijo á los hijos de Israél: Profeta os
levantará el Señor Dios vuestro, de vuestros hermanos, como yo; á él oireis.

 38 Este es el que estuvo en la congregacion en el desierto con el ángel que
le hablaba en el monte de Sinaí, y con nuestros padres: y recibió las
palabras de vida para darnos.

 39 Al cual nuestros padres no quisieron obedecer: antes le desecharon; y se
apartaron de corazon á Egipto,

 40 diciendo á Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros: porque á
este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos que le ha
acontecido.

 41 Y entonces hicieron el becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en
las obras de sus manos se holgaron.

 42 Mas Dios se apartó, y los entregó que sirviesen al ejército del cielo,
como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y
sacrificios en el desierto por cuarenta años, casa de Israél?

 43 antes trajisteis el tabernáculo de Moloch, y la estrella de vuestro dios
Remphan, figuras que os hicisteis para adorarlas: os trasportaré pues de ese
cabo de Babilonia.

 44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto,
como les ordenó Dios, hablando á Moisés, que le hiciese segun la forma que
habia visto.

 45 El cual recibido, metieron tambien nuestros padres con Josué en la
posesion de los Gentiles, que Dios echó de la presencia de nuestros padres,
hasta los dias de David.

 46 El cual halló gracia delante de Dios, y pidió de hallar tabernáculo al
Dios de Jacob.

 47 Y Salomón le edificó casa.

 48 Mas el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como el profeta
dice:

 49 El cielo es mi trono; y la tierra el estrado de mis piés: ¿qué casa me
edificareis? dice el Señor: ¿ó cual es el lugar de mi reposo?

 50 ¿no hizo mi mano todas estas cosas?

 51 Duros de cerviz, é incircuncisos de corazon y de oidos: vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres [así] tambien vosotros.

 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron nuestros padres? y mataron á los
que antes denunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habeis
sido entregadores y matadores:

 53 que recibisteis la ley por disposicion de ángeles, y no la guardasteis.

 54 Y oyendo estas cosas regañaban de sus corazones, y crujian los dientes
contra él.

 55 Mas él estando lleno de Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vió
la gloria de Dios, y á Jesus que estaba á la diestra de Dios,

 56 y dice: Hé aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está á
la diestra de Dios.

 57 Entonces [ellos] dando grandes voces, taparon sus orejas; y arremetieron
unánimes contra él.

 58 Y echándole fuera de la ciudad le apedreaban: y los testigos pusieron sus
vestidos á los piés de un mancebo que se llamaba Saulo.

 59 Y apedrearon á Estévan, invocando él, y diciendo: Señor Jesus, recibe mi
espíritu.

 60 Y puesto de rodillas, clamó á gran voz: Señor, no les pongas este pecado.
Y habiendo dicho esto, durmió en el Señor.



CAPITULO 8

 1 Y SAULO consentia en su muerte. Y en aquel dia fué hecha una grande
persecucion en la Iglesia que estaba en Jerusalem; y todos fueron esparcidos
por las tierras de Judéa y de Samaria, salvo los apóstoles.

 2 Y cuidaron de Estévan [algunos] varones pios, é hicieron gran llanto sobre
él.

 3 Entonces Saulo asolaba la Iglesia, entrando por las casas: y trayendo
varones y mujeres, los entregaba en la cárcel.

 4 Mas los que eran esparcidos, pasaban [por la tierra] anunciando la palabra
del Evangelio.

 5 ENTONCES Felipe, descendiendo á la ciudad de Samaria, les predicaba á
Cristo.

 6 Y las compañías escuchaban atentamente unánimes las cosas que decia
Felipe, oyendo y viendo las señales que hacia.

 7 Porque muchos espíritus inmundos salian de los que los tenian, dando
grandes voces: y muchos paralíticos, y cojos eran sanados.

 8 Así que habia gran gozo en aquella ciudad.

 9 Entonces [habia] un varon llamado Simon, el cual habia sido antes mágico
en aquella ciudad, y habia engañado la gente de Samaria, diciéndose ser algun
grande.

 10 Al cual oian todos atentamente desde el mas pequeño hasta el mas grande,
diciendo: Este es virtud de Dios, la grande.

 11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas los habia entontecido
mucho tiempo.

 12 Mas como creyeron á Felipe, que les anunciaba el evangelio del reino de
Dios, y el nombre de Jesu Cristo, se bautizaban, varones y mujeres.

 13 Simon entonces, creyó él tambien: y bautizándose, se llegó á Felipe: y
viendo los milagros y grandes maravillas que se hacian, estaba atónito.

 14 Oyendo pues los apóstoles, que estaban en Jerusalem, que Samaria habia
recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan.

 15 los cuales venidos, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu
Santo:

 16 porque aun no habia descendido en alguno de ellos, mas solamente eran
bautizados en el nombre de Jesus.

 17 Entonces les pusieron las manos encima, y recibieron el Espíritu Santo.

 18 Y como vió Simon que por la imposicion de las manos de los apóstoles se
daba el Espíritu Santo, les presentó dineros,

 19 diciendo: Dádme tambien á mí esta potestad: que á cualquiera que pusiere
las manos encima, reciba el Espíritu Santo.

 20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don
de Dios se gane por dinero:

 21 no tienes tú parte ni suerte en este negocio: porque tu corazon no es
recto delante de Dios:

 22 arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega á Dios, si quizás te será
perdonado este pensamiento de tu corazon:

 23 porque en hiel de amargura, y en prision de maldad veo que estás.

 24 Respondiendo entonces Simon, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que
ninguna cosa de estas, que habeis dicho, venga sobre mí.

 25 Y ellos habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se volvieron á
Jerusalem, y en muchas tierras de los Samaritanos anunciaban el Evangelio.

 26 EMPERO el ángel del Señor habló á Felipe, diciendo: Levántate, y vé hácia
el mediodía, al camino que desciende de Jerusalem á Gaza: la cual es
desierta.

 27 El entonces se levantó, y fué: y hé aquí un Etíope, eunuco, gobernador de
Candaces, reina de los Etíopes, el cual era [puesto] sobre todos sus tesoros,
y habia venido á adorar á Jerusalem,

 28 se volvia, sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.

 29 Y el Espíritu dijo á Felipe: Llégate, y júntate á este carro.

 30 Y acudiendo Felipe, le oyó que leia al profeta Isaías; y dijo: ¿Mas
entiendes lo que lees?

 31 Y él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que
subiese, y se sentase con él.

 32 Y el lugar de la Escritura que leia, era este: Como oveja á la muerte fué
llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su
boca:

 33 en su humillacion su juicio fué quitado: mas su generacion, ¿quién la
contará? porque es quitada de la tierra su vida.

 34 Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote, ¿de quién el profeta
dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno?

 35 Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando de esta Escritura, le
anunció el evangelio de Jesus.

 36 Y yendo por el camino, vinieron á una agua; y le dijo el eunuco: Hé aquí
agua, ¿qué impide que yo no sea bautizado?

 37 Y Felipe dijo: Si crees de todo corazon, bien puedes. Y respondiendo
[él,] dijo: Creo que Jesu Cristo es el Hijo de Dios.

 38 Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco:
y le bautizó.

 39 Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató á Felipe, y no
le vió mas el eunuco: y se fué su camino gozoso.

 40 Felipe empero se halló en Azoto: y pasando anunciaba el Evangelio en
todas las ciudades hasta que vino á Cesaréa.



CAPITULO 9

 1 Y SAULO, aun resoplando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor,
vino al príncipe de los sacerdotes,

 2 y demandó de él cartas para Damasco á las sinagogas, para que si hallase
algunos varones, ó mujeres de esta secta, los trajese presos á Jerusalem.

 3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco,
súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo.

 4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decia: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?

 5 Y [él] dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesus á quien tu
persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijon.

 6 El temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que haga? Y el Señor le
[dice:] Levántate, y entra en la ciudad; y te se dirá lo que te conviene
hacer.

 7 Y los varones que iban con Saulo, se pararon atónitos, oyendo á la verdad
la voz, mas no viendo á nadie.

 8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos no veia á nadie:
así que llevándole por la mano, le metieron en Damasco,

 9 donde estuvo tres dias sin ver; y no comió, ni bebió.

 10 Habia entonces un discípulo en Damasco, llamado Ananías, al cual el Señor
dijo en vision: Ananías. Y él respondió: Hé aquí estoy, Señor.

 11 Y el Señor le [dijo:] Levántate, y vé á la calle que se llama la Derecha,
y busca en casa de Judas á Saulo, llamado él de Tarso: porque hé aquí él ora:

 12 y ha visto en vision un varon llamado Ananías, que entra, y le pone la
mano encima para que reciba la vista.

 13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oido á muchos de este varon,
cuantos males ha hecho á tus santos en Jerusalem,

 14 y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender á
todos los que invocan tu nombre.

 15 Y le dijo el Señor: Vé; porque instrumento escogido me es este para que
lleve mi nombre en presencia de gentes, y de reyes, y de los hijos de Israél;

 16 porque yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre.

 17 Ananías entonces fué, y entró en la casa: y poniéndole las manos encima,
dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesus, que te apareció en el camino por donde
venias, me ha enviado para que recibas la vista, y seas lleno de Espíritu
Santo.

 18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió luego la vista: y
levantándose fué bautizado.

 19 Y como comió, fué confortado. Y estuvo Saulo con los discípulos que
estaban en Damasco, por algunos dias.

 20 Y luego [entrando] en las sinagogas predicaba á Cristo, que este era el
Hijo de Dios.

 21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decian: ¿No es este el que
asolaba en Jerusalem á los que invocaban este nombre: y á eso vino acá para
llevarlos presos á los príncipes de los sacerdotes?

 22 Empero Saulo mucho mas se esforzaba, y confundia á los Judíos que moraban
en Damasco, afirmando que este es el Cristo.

 23 Y como pasaron muchos dias, hicieron consejo en uno los Judíos de
matarle.

 24 Mas las asechanzas de ellos fueron entendidas de Saulo: empero [ellos]
guardaban las puertas de dia y de noche, para matarle.

 25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro
metido en una espuerta.

 26 Y como Saulo vino á Jerusalem, tentaba de juntarse con los discípulos:
mas todos tenian miedo de él, no creyendo que era discípulo.

 27 Entonces Barnabas, tomándole, le trajo á los apóstoles; y contó, como
habia visto al Señor en el camino, y que le habia hablado, y como en Damasco
habia hablado confiadamente en el nombre de Jesus.

 28 Y entraba y salia con ellos en Jerusalem.

 29 Y hablaba confiadamente en el nombre del Señor Jesus, y disputaba con los
Griegos: mas ellos procuraban de matarle.

 30 Lo cual como los hermanos entendieron, le acompañaron hasta Cesaréa, y le
enviaron á Tarso.

 31 Las Iglesias entonces por toda Judéa, y Galiléa, y Samaria, tenian paz, y
eran edificadas, andando en el temor del Señor: y con consuelo del Espíritu
Santo eran multiplicadas.

 32 Y ACONTECIÓ, que Pedro andándolos á todos, vino tambien á los santos que
habitaban en Lydda.

 33 Y halló allí á uno que se llamaba Eneas, que habia ya ocho años que
estaba en cama, que era paralítico.

 34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesu Cristo te sana: levántate, y házte [tu
cama.] Y luego se levantó.

 35 Y viéronle todos los que habitaban en Lydda y en Sarona, los cuales se
convirtieron al Señor.

 36 Entonces en Joppe habia una discípula llamada Tabitha, que declarado
quiere decir Dorcas. Esta era llena de buenas obras, y de limosnas que hacia.

 37 Y aconteció en aquellos dias, que enfermando, murió: la cual despues de
lavada, la pusieron en un cenadero.

 38 Y como Lydda estaba cerca de Joppe, los discípulos, oyendo que Pedro
estaba allí, le enviaron dos varones, rogándole: No te detengas de venir
hasta nosotros.

 39 Pedro entonces levantándose, vino con ellos: y como llegó, le llevaron al
cenadero, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las
túnicas y los vestidos que Dorcas les hacia, cuando estaba con ellas.

 40 Entonces echados fuera todos, Pedro puesto de rodillas, oró: y vuelto al
cuerpo, dijo: Tabitha, levántate. Y ella abrió los ojos: y viendo á Pedro, se
volvió á asentar.

 41 Y dándole él la mano, la levantó: entonces llamando los santos y las
viudas, la presentó viva.

 42 Esto fué notorio por toda Joppe: y creyeron muchos en el Señor.

 43 Y aconteció que se quedó muchos dias en Joppe, en casa de un cierto Simon
curtidor.



CAPITULO 10

 1 Y HABIA un varon en Cesaréa llamado Cornelio, centurion de la compañía que
se llamaba la Italiana,

 2 pio, y temeroso de Dios, con toda su casa, y que hacia muchas limosnas al
pueblo, y que oraba á Dios siempre.

 3 Este vió en vision manifiestamente, como á la hora de las nueve del dia,
que un ángel de Dios entraba á él, y le decia: Cornelio.

 4 Y él, puestos en él los ojos, espantado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo:
Tus oraciones y tus limosnas han subido en memoria en la presencia de Dios:

 5 envia pues ahora varones á Joppe, y haz venir á un Simon, que tiene por
sobrenombre Pedro:

 6 este posa en casa de un Simon curtidor, que tiene su casa junto á la mar:
este te dirá lo que te conviene hacer.

 7 E ido el ángel que hablaba con Cornelio, llamó dos de sus criados, y un
soldado temeroso del Señor, de los que se llegaban á él:

 8 á los cuales, despues de habérselo contado todo, los envió á Joppe.

 9 Y un dia despues, yendo ellos camino, y llegando cerca de la ciudad, Pedro
subió á la azotea á orar, cerca de la hora de las seis.

 10 Y aconteció que le vino una grande hambre, y quiso comer, y aparejándole
ellos, cayó sobre él un exceso de entendimiento.

 11 Y vió el cielo abierto, y que descendia á él un vaso, como un gran
lienzo, que [atado] de los cuatro cantos era bajado del cielo á la tierra:

 12 en el cual habia [de] todos los animales de cuatro piés de la tierra, y
fieras, y reptiles, y aves del cielo.

 13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata, y come.

 14 Entonces Pedro dijo: Señor, no: porque ninguna cosa comun, é inmunda, he
comido jamás.

 15 Y volvió la voz á decirle la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo
ensucies.

 16 Y esto fué hecho por tres veces; y el vaso volvió á ser recogido en el
cielo.

 17 Y estando Pedro dudando dentro de sí, qué seria la vision que habia
visto, hé aquí, los varones que habian sido enviados de Cornelio, que
preguntando por la casa de Simon, llegaron á la puerta.

 18 Y llamando, preguntaron, si un Simon, que tenia por sobrenombre Pedro,
posaba allí.

 19 Y estando Pedro pensando en la vision, le dijo el Espíritu: Hé aquí, tres
varones te buscan:

 20 levántate pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he
enviado.

 21 Entonces Pedro descendiendo á los varones que le eran enviados de
Cornelio, dijo: Hé aquí, yo soy el que buscais: ¿qué es la causa por qué
habeis venido?

 22 Y ellos dijeron: Cornelio, el centurion, varon justo, y temeroso de Dios,
y que tiene testimonio de toda la nacion de los Judíos, ha recibido respuesta
por un santo ángel, de hacerte venir á su casa, y oir de [tí algunas] cosas.

 23 Entonces metiéndolos dentro, los hospedó: y el dia siguiente levantándose
se fué con ellos: y le acompañaron algunos de los hermanos de Joppe.

 24 Y otro dia despues entraron en Cesaréa. Y Cornelio los estaba esperando,
habiendo llamado sus parientes, y los amigos mas familiares.

 25 Y como Pedro entró, Cornelio le salió á recibir: y derribándose á sus
piés, adoró.

 26 Y Pedro le levantó, diciendo: Levántate, que yo mismo soy hombre.

 27 Y hablando con él, entró: y halló á muchos que se habian juntado.

 28 Y les dijo: Vosotros sabeis, que es abominable á un varon Judío juntarse,
ó llegarse á extranjero: mas me ha mostrado Dios, que á ningun hombre llame
comun ó inmundo:

 29 por lo cual llamado, he venido sin dudar: así que pregunto, ¿por qué
causa me habeis hecho venir?

 30 Entonces Cornelio dijo: Cuatro dias ha que á esta hora yo estaba ayuno: y
á la hora de las nueve estando orando en mi casa, hé aquí, un varon se puso
delante de mí en vestido resplandeciente,

 31 y dijo: Cornelio, tu oracion es oida, y tus limosnas han venido en
memoria en la presencia de Dios:

 32 envia pues á Joppe, y haz venir á un Simon, que tiene por sobrenombre
Pedro: este posa en casa de Simon, un curtidor junto á la mar, el cual
venido, te hablará.

 33 Así que, luego envié á tí: y tú has hecho bien viniendo: ahora, pues,
todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios para oir todo lo que Dios
te ha mandado.

 34 Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: Por verdad hallo que Dios no hace
acepcion de personas:

 35 sino que de cualquiera nacion, que le teme y obra justicia, se agrada.

 36 Envió palabra Dios á los hijos de Israél, anunciando la paz por Jesu
Cristo: este es el Señor de todos.

 37 Vosotros sabeis que la cosa ha sido hecha por toda Judéa: que comenzando
desde Galiléa, despues del bautismo que Juan predicó:

 38 á Jesus de Nazaret, como le ungió Dios de Espíritu Santo, y de potencia,
que anduvo haciendo bienes, y sanando todos los oprimidos del diablo: porque
Dios era con él.

 39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de
Judéa, y en Jerusalem, al cual mataron colgándole en un madero.

 40 A este Dios le levantó al tercer dia, é hizo que apareciese manifiesto:

 41 no á todo el pueblo, sino á los testigos que Dios antes habia ordenado,
[es á saber,] á nosotros, que comimos, y bebimos juntamente con él, despues
que resucitó de los muertos.

 42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que
Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.

 43 A este dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él
creyeren, recibirán perdon de pecados por su nombre.

 44 Estando aun hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayo sobre
todos los que oían el sermon.

 45 Y se espantaron los fieles que eran de la circuncision, que habian venido
con Pedro, de que tambien sobre los Gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo.

 46 Porque los oian que hablaban en lenguas, y que magnificaban á Dios.
Entonces Pedro respondió:

 47 ¿Puede alguien impedir el agua, que no sean bautizados estos, que han
recibido el Espíritu Santo tambien como nosotros?

 48 Y los mandó bautizar en el nombre del Señor Jesus. Y le rogaron que se
quedase con ellos por algunos dias.



CAPITULO 11

 1 Y OYERON los apóstoles, y los hermanos que estaban en Judéa, que tambien
los Gentiles habian recibido la palabra de Dios.

 2 Y como Pedro subió á Jerusalem, contendian contra él los que [eran] de la
circuncision,

 3 diciendo: ¿Por qué has entrado á varones incircuncisos, y has comido con
ellos?

 4 Entonces comenzando Pedro, les declaró por órden [lo pasado,] diciendo:

 5 Estando yo en la ciudad de Joppe orando, ví, en exceso de entendimiento,
una vision, [es á saber,] un vaso, como un gran lienzo, que descendia, que
por los cuatro cantos era bajado del cielo, y venia hasta mí:

 6 en el cual como puse los ojos, consideré, y ví animales terrestres de
cuatro piés, y fieras, y reptiles, y aves del cielo:

 7 y oí tambien una voz que me decia: Levántate, Pedro, mata, y come.

 8 Y dije: Señor, no: porque ninguna cosa comun ni inmunda entró jamás en mi
boca.

 9 Entonces la voz me respondió del cielo la segunda vez: Lo que Dios limpió,
no lo ensucies tú.

 10 Y esto fué hecho por tres veces: y volvió todo á ser tomado arriba en el
cielo.

 11 Y hé aquí que luego tres varones sobrevinieron en la casa donde yo
estaba, enviados á mí de Cesaréa.

 12 Y el Espíritu me dijo, que me fuese con ellos sin dudar. Y vinieron
tambien conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varon,

 13 el cual nos contó como habia visto un ángel en su casa, que se paró, y le
dijo: Envia á Joppe, y haz venir á un Simon, que tiene por sobrenombre Pedro,

 14 el cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu
casa.

 15 Y como comencé á hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, tambien como
sobre nosotros al principio.

 16 Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente
bautizó en agua: mas vosotros sereis bautizados en Espíritu Santo.

 17 Así que, si Dios les dió el mismo don tambien como á nosotros que hemos
creido en el Señor Jesu Cristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar á Dios?

 18 Entonces, oidas estas cosas, callaron, y glorificaron á Dios, diciendo:
De manera que tambien á los Gentiles ha dado Dios penitencia para vida.*
{*Lugar de convertirse á él para que vivan.}

 19 Y LOS que habian sido esparcidos por [causa de] la tribulacion que fué
hecha en tiempo de Estévan, anduvieron hasta Phenicia, y Cipro, y Antioquía,
no hablando á nadie la palabra, sino á solos los Judíos.

 20 Y de ellos habia unos varones Ciprios y Cirenenses, los cuales como
entraron en Antioquía, hablaron á los Griegos, anunciando el Evangelio del
Señor Jesus.

 21 Y la mano del Señor era con ellos: y mucho número creyendo se convirtió
al Señor.

 22 Y llegó la fama de estas cosas á oidos de la Iglesia que estaba en
Jerusalem: y enviaron á Barnabas que fuese hasta Antioquía:

 23 el cual como llegó, y vió la gracia de Dios, se gozó; y exhortó á todos
que permaneciesen en el propósito del corazon en el Señor.

 24 Porque era varon bueno, y lleno de Espíritu Santo, y de fé: y mucha
compañía fué allegada al Señor.

 25 Y se partió Barnabas á Tarso á buscar á Saulo: y hallado, le trajo á
Antioquía.

 26 Y conversaron todo un año allí con la Iglesia: y enseñaron mucha
compañía, de tal manera que los discípulos fueron llamados Cristianos
primeramente en Antioquía.

 27 Y EN aquellos dias descendieron de Jerusalem profetas á Antioquía.

 28 Y levántandose uno de ellos, llamado Agabo, daba á entender por Espíritu,
que habia de haber una grande hambre en toda la redondez de las tierras, la
cual tambien fué en tiempo de Claudio César.

 29 Entonces los discípulos, cada uno conforme á lo que tenia, determinaron
de enviar subsidio á los hermanos que habitaban en Judéa.

 30 Lo cual asimismo hicieron, enviando á los ancianos por mano de Barnabas y
de Saulo.



CAPITULO 12

 1 Y EN el mismo tiempo el rey Herodes envió compañías [de soldados] para
maltratar algunos de la Iglesia.

 2 Y mató á Jacobo, el hermano de Juan, á cuchillo.

 3 Y viendo que habia agradado á los Judíos, pasó adelante para prender
tambien á Pedro, y eran los dias de los panes sin levadura.

 4 El cual prendido, le echó en la cárcel, entregándole á cuatro cuaterniones
de soldados, que le guardasen: queriendo sacarle al pueblo despues de la
Pascua.

 5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel: y la Iglesia hacia oracion á
Dios sin cesar por él.

 6 Y cuando Herodes le habia de sacar, aquella misma noche, estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de
la puerta que guardaban la cárcel.

 7 Y hé aquí, el ángel del Señor sobrevino, y la luz resplandeció en la
cárcel: é hiriendo á Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate
prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos.

 8 Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus zapatos. Y lo hizo así. Y le dijo:
Rodéate tu ropa, y sígueme.

 9 Y saliendo, le seguia; y no sabia que era verdad lo que hacia el ángel:
mas pensaba que veía vision.

 10 Y como pasaron la primera y la segunda guarda, vinieron á la puerta de
hierro, que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron
una calle; y luego el ángel se apartó de el.

 11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente, que
el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de
todo el pueblo de los Judíos que me esperaba.

 12 Y considerando [esto,] llegó á casa de María la madre de Juan, el que
tenia por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban congregados, y orando.

 13 Y tocando Pedro á la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar:
se llamaba Rhode.

 14 La cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino
corriendo dentro, dió nueva, que Pedro estaba á la puerta.

 16 Y ellos le dijeron: Estás loco: mas ella afirmaba que era así. Entonces
ellos decian: Su ángel es.

 16 Mas Pedro perseveraba en llamar: y como le abrieron, le vieron, y se
espantaron.

 17 Y [él] haciéndoles señal con la mano que callasen, les contó como el
Señor le habia sacado de la cárcel; y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los
hermanos. Y salido, se partió á otro lugar.

 18 Siendo pues de dia, habia no poco alboroto entre los soldados, sobre qué
se habia hecho de Pedro.

 19 Mas Herodes, como le buscó, y no le halló, hecha inquisicion de los
guardas, los mandó llevar. Y descendiendo de Judéa á Cesaréa, se quedó
[allí.]

 20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tyro, y los de Sidón: mas ellos
vinieron concordes á él; y sobornado Blasto, que era el camarero del rey,
pedian paz: porque las tierras de ellos eran mantenidas del rey.

 21 Y un dia señalado, Herodes, vestido de ropa real, se sentó en el
tribunal, y les habló.

 22 Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre.

 23 Y luego el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria á Dios;
y comido de gusanos espiró.

 24 Mas la palabra del Señor crecia, y era multiplicada.

 25 Y Barnabas y Saulo volvieron de Jerusalem, cumplido su servicio, tomando
juntamente [consigo] á Juan, el que tenia por sobrenombre Marcos.



CAPITULO 13

 1 HABIA entonces en la Iglesia, que estaba en Antioquía, profetas y
doctores, Barnabas, y Simon el que se llamaba Niger, y Lucio Cirenéo, y
Manahen, que habia sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.

 2 Ministrando pues estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo:
Apartadme á Barnabas y á Saulo para la obra para la cual los he llamado.

 3 Entonces ayunando y orando, y poniéndoles las manos encima, los enviaron.

 4 Y ellos entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron á Seleucia:
y de allí navegaron á Cipro.

 5 Y llegados á Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas de
los Judíos: y tenian tambien á Juan en el ministerio.

 6 Y habiendo atravesado la isla hasta Pafo, hallaron á un varon mago, falso
profeta, Judío, llamado Bar-jesus:

 7 el cual estaba con el Procónsul Sergio Paulo, varon prudente: este,
llamando á Barnabas y á Saulo, deseaba oir la palabra de Dios.

 8 Mas les resistia Elimas el encantador, (que así se interpreta su nombre,)
procurando de apartar de la fé al Procónsul.

 9 Entonces Saulo, que tambien [es] Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo
en él los ojos,

 10 dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo,
enemigo de toda justicia! ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del
Señor?

 11 ahora, pues, hé aquí, la mano del Señor [es] contra tí, y serás ciego,
que no veas el sol por tiempo. Y luego cayó en él oscuridad y tinieblas: y
andando al rededor buscaba quién le diese la mano.

 12 Entonces el Procónsul, viendo lo que habia sido hecho, creyó, maravillado
de la doctrina del Señor.

 13 Y partidos de Pafo, Pablo, y los que estaban con él, vinieron á Perges de
Panfilia: entonces Juan, apartándose de ellos, se volvió á Jerusalem.

 14 Y ELLOS pasando de Perges, vinieron á Antioquía de Pisidia; y entrando en
la sinagoga un dia de sábado, se asentaron.

 15 Y despues de la leccion de la ley y de los profetas, los príncipes de la
sinagoga enviaron á ellos, diciendo: Varones hermanos, si hay entre vosotros
alguna palabra de exhortacion para el pueblo, hablad.

 16 Entonces Pablo, levantándose, hecho silencio con la mano, dice: Varones
Israelitas, y los que temeis á Dios, oíd.

 17 El Dios del pueblo de Israél escogió á nuestros padres, y ensalzó el
pueblo, siendo ellos extranjeros en la tierra de Egipto, y con brazo
levantado los sacó de ella.

 18 Y por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto.

 19 Y destruyendo las siete gentes en la tierra de Chanaán, les repartió por
suerte la tierra de ellas.

 20 Como por cuatrocientos y cincuenta años despues dióles jueces hasta el
profeta Samuél.

 21 Y entonces demandaron rey: y les dió Dios á Saúl, hijo de Cis, varon de
la tribu de Benjamin, por cuarenta años.

 22 Y quitado aquel, les levantó el rey David, al cual dió testimonio,
diciendo: He hallado á David, [hijo] de Isaí, varon conforme á mi corazon, el
cual hará todo lo que yo quiero.

 23 De la simiente de este, Dios, conforme á la promesa, levantó á Jesus por
Salvador á Israél;

 24 predicando Juan delante de la faz de su venida el bautismo de penitencia
á todo el pueblo de Israél.

 25 Mas como Juan cumpliese su carrera, dijo: ¿Quién pensais que soy? no soy
yo: mas, hé aquí, viene tras mí [aquel,] cuyos zapatos de los piés no soy
digno de desatar.

 26 Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros
temen á Dios, á vosotros es enviada esta palabra de salud.

 27 Porque los que habitaban en Jerusalem, y sus príncipes, no conociendo á
este, y las voces de los profetas que se leen todos los sábados,
condenándo[le las] cumplieron.

 28 Y sin hallar en él causa de muerte, pidieron á Pilato que le matasen.

 29 Y habiendo cumplido todas las cosas que de él eran escritas, quitándole
del madero, le pusieron en el sepulcro.

 30 Mas Dios le levantó de los muertos.

 31 El cual fué visto por muchos dias de los que habian subido juntamente con
él de Galiléa á Jerusalem, los cuales son sus testigos al pueblo.

 32 Y nosotros tambien os anunciamos el Evangelio de aquella promesa que fué
hecha á los Padres, la cual Dios ha cumplido á los hijos de ellos, á
nosotros, resucitando á Jesus:

 33 como tambien en el Salmo segundo está escrito: Mi hijo eres tú, yo te
engendré hoy.

 34 Y que le levantó de los muertos para nunca mas volver á corrupcion, así
dijo: Que os daré las misericordias fieles [prometidas] á David.

 35 Por tanto en otra parte dice: No darás tu Santo que vea corrupcion.

 36 Porque á la verdad David, habiendo servido en su edad á la voluntad de
Dios, durmió, y fué juntado con sus padres, y vió corrupcion.

 37 Mas aquel que Dios levantó, no vió corrupcion.

 38 Séaos pues notorio, varones hermanos, que por este os es anunciada
remision de pecados:

 39 y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en
este es justificado todo aquel que creyere.

 40 Mirad pues que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas:

 41 Mirad, oh menospreciadores, y entontecéos, y desvanecéos: porque yo obro
obra en vuestros dias, obra que no la creeréis si alguien os la contare.

 42 Y SALIDOS de la sinagoga de los Judíos, los Gentiles les rogaron, que el
sábado siguiente les hablasen estas palabras.

 43 Y enviada la congregacion, muchos de los Judíos, y de los religiosos
extranjeros siguieron á Pablo y á Barnabas: los cuales hablándoles, les
persuadian que permaneciesen en la gracia de Dios.

 44 Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad á oir la palabra de
Dios.

 45 Entonces los Judíos, vista la compañía, fueron llenos de zelo, y
contradecian á lo que Pablo decia, contradiciendo y blasfemando.

 46 Entonces Pablo y Barnabas, usando de libertad, dijeron: A vosotros á la
verdad era menester que se os hablase la palabra de Dios: mas, pues que la
desechais, y os juzgais indignos de la vida eterna, hé aquí, [nosotros] nos
volvemos á los Gentiles.

 47 Porque así nos lo mandó el Señor: Te he puesto para luz de los Gentiles,
para que seas por salud hasta lo postrero de la tierra.

 48 Y los Gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del
Señor; y creyeron todos los que estaban antes ordenados para vida eterna.

 49 Y la palabra del Señor era sembrada por toda aquella provincia.

 50 Mas los Judíos concitaron mujeres pias y honestas, y á los principales de
la ciudad, y levantaron persecucion contra Pablo y Barnabas, á los cuales
echaron de sus términos.

 51 Ellos entonces sacudiendo en ellos el polvo de sus piés, se vinieron á
Iconio.

 52 Y los discípulos estaban llenos de gozo, y de Espíritu Santo.



CAPITULO 14

 1 Y ACONTECIÓ en Iconio, que entrados juntamente en la sinagoga de los
Judíos, hablaron de tal manera que creyó una grande multitud de Judíos, y
asimismo de Griegos.

 2 Mas los Judíos que fueron incrédulos, incitaron, y corrompieron los ánimos
de los Gentiles contra los hermanos.

 3 Con todo eso se detuvieron allí mucho tiempo confiados en el Señor, el
cual daba testimonio á la palabra de su gracia, dando que señales y milagros
fuesen hechos por las manos de ellos.

 4 Y el vulgo de la ciudad fué dividido: y unos eran con los Judíos, y otros
con los apóstoles.

 5 Y haciendo ímpetu los Judíos y los Gentiles, juntamente con sus príncipes,
para afrentarlos y apedrearlos,

 6 entendiéndolo se huyeron á Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y por
toda la tierra al rededor.

 7 Y allí predicaban el Evangelio.

 8 Y un varon de Listra, impotente de los piés, estaba sentado, cojo desde el
vientre de su madre, que jamás habia andado.

 9 Este oyó hablar á Pablo: el cual, como puso los ojos en él, y vió que
tenia fé para ser sano,

 10 dijo á gran voz: Levántate derecho sobre tus piés. Y [él] saltó, y
anduvo.

 11 Entonces las compañías, visto lo que Pablo habia hecho, alzaron la voz,
diciendo en lengua Licaónica: Dioses semejantes á hombres han descendido á
nosotros.

 12 Y á Barnabas llamaban Júpiter; y á Pablo, Mercurio, porque este era el
que hablaba.

 13 Y el sacerdote de Júpiter que estaba delante de la ciudad de ellos,
trayendo toros y coronas delante de las puertas, queria con el pueblo
sacrificar[les.]

 14 Lo cual como oyeron los apóstoles Barnabas y Pablo, saltaron á las
compañías, rasgadas sus ropas, dando voces,

 15 y diciendo: Varones, ¿por qué haceis esto? nosotros tambien somos hombres
semejantes á vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtais
al Dios vivo, que hizo el cielo, y la tierra, y la mar, y todo lo que está en
ellos:

 16 el cual en las edades pasadas ha dejado á todas las gentes andar en sus
caminos:

 17 aunque no se dejó á sí mismo sin testimonio, bien haciendo, dándonos
lluvias del cielo, y tiempos fructíferos, llenando de mantenimiento, y de
alegría nuestros corazones.

 18 Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron las compañías á que no les
sacrificasen.

 19 Entonces sobre vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que
persuadieron á la multitud: y habiendo apedreado á Pablo, le trajeron
arrastrando fuera de la ciudad, pensando que ya estaba muerto.

 20 Mas rodeándole los discípulos, se levantó, y se entró en la ciudad: y un
dia despues se partió con Barnabas á Derbe.

 21 Y como hubieron anunciado el Evangelio á aquella ciudad, y enseñado á
muchos, volviéronse á Listra, y á Iconio, y á Antioquía,

 22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos que permaneciesen
en la fé; y [enseñándoles] que es menester que por muchas tribulaciones
entremos en el reino de Dios.

 23 Y habiéndoles constituido ancianos en cada una de las Iglesias, y
habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en el cual habian
creido.

 24 Y pasando por Pisidia vinieron á Panfilia.

 25 Y habiendo hablado la palabra [del Señor] en Perges, descendieron á
Atalia.

 26 Y de allí navegaron á Antioquía, donde habian sido encomendados á la
gracia de Dios para la obra que ya habian acabado.

 27 Y como vinieron, y juntaron la Iglesia, relataron cuán grandes cosas
habia hecho Dios por [medio de] ellos; y cómo habia abierto á los Gentiles la
puerta de la fé.

 28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.



CAPITULO 15

 1 ENTONCES algunos que venian de Judéa enseñaban á los hermanos: Que si no
os circuncidais, conforme al rito de Moisés, no podeis ser salvos.

 2 Así que hecha una sedicion y contienda no pequeña á Pablo y á Barnabas
contra ellos, determinaron que subiesen Pablo y Barnabas, y algunos otros de
ellos á los apóstoles y á los ancianos á Jerusalem sobre esta cuestion

 3 Ellos pues, acompañados [de algunos] de la Iglesia, pasaron por Phenicia y
Samaria, contando la conversion de los Gentiles: y hacian gran gozo á todos
los hermanos.

 4 Y venidos á Jerusalem, fueron recibidos de la Iglesia, y de los apóstoles,
y de los ancianos: y les hicieron saber todas las cosas que Dios habia hecho
por [medio de] ellos.

 5 Mas algunos de la secta de los Fariséos, que habian creido, se levantaron,
diciendo: Que es menester circuncidarlos, y mandar[les] que guarden la ley de
Moisés.

 6 Y se juntaron los apóstoles y los ancianos para conocer de este negocio.

 7 Y habiendo habido grande contienda, levantándose Pedro, les dijo: Varones
hermanos, vosotros sabeis como ya ha algun tiempo que Dios escogió, que los
Gentiles oyesen por mi boca la palabra del Evangelio, y que creyesen:

 8 y Dios, que conoce los corazones, les dió testimonio, dándoles el Espíritu
Santo tambien como á nosotros:

 9 y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando con la fe
sus corazones:

 10 ahora pues, ¿por qué tentais á Dios poniendo yugo sobre la cerviz de los
discípulos, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?

 11 antes por la gracia del Señor Jesu Cristo creemos que seremos salvos,
como tambien ellos.

 12 Entonces toda la multitud calló, y oyeron á Barnabas y á Pablo que
contaban cuán grandes maravillas y señales Dios habia hecho por [medio de]
ellos entre los Gentiles.

 13 Y despues que hubieron callado, Jacobo respondió, diciendo: Varones
hermanos, oídme.

 14 Simon ha contado como primero Dios visitó á los Gentiles, para tomar de
ellos pueblo para su nombre.

 15 Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

 16 Despues de esto volveré, é instauraré la cabaña de David que estaba
caida: y restauraré sus ruinas, y la volveré á levantar:

 17 para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles
sobre los cuales es llamado mi nombre, dice el Señor, que hace todas estas
cosas.

 18 Notorias son á Dios desde el siglo todas sus obras.

 19 Por lo cual yo juzgo, que los que de los Gentiles se convierten á Dios,
no han de ser inquietados:

 20 sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, y
de fornicacion, y de ahogado, y de sangre.

 21 Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le
predique en las sinagogas, donde es leido cada sábado.

 22 Entonces pareció bien á los apóstoles, y á los ancianos con toda la
Iglesia, elegir varones de ellos, y enviarlos á Antioquía con Pablo y
Barnabas, á Judas que tenia por sobrenombre Barsabas, y á Sílas, varones
principales entre los hermanos;

 23 y escribir por mano de ellos [así:] Los apóstoles, y los ancianos, y los
hermanos, á los hermanos de los Gentiles que están en Antioquía, y en Syria,
y en Cilicia, salud:

 24 Por cuanto hemos oido que algunos, que han salido de nosotros, os han
inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros
y guardar la ley, á los cuales no mandamos:

 25 nos ha parecido, congregados en uno, elegir varones, y enviarlos á
vosotros con nuestros amados Barnabas y Pablo,

 26 hombres que han entregado sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesu
Cristo:

 27 así que, enviamos á Judas, y á Silas, los cuales tambien por palabra os
harán saber lo mismo.

 28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y á nosotros, de ninguna carga
poneros mas que estas cosas necesarias:

 29 que os aparteis de las cosas sacrificadas á ídolos, y de sangre, y de
ahogado, y de fornicacion: de las cuales cosas si os guardáreis, hareis bien.
Bien tengais.

 30 Ellos entonces enviados, descendieron á Antioquía, y juntando la
multitud, dieron la carta.

 31 La cual como leyeron, fueron gozosos de la consolacion.

 32 Judas y Silas, como ellos tambien eran profetas, consolaron y confirmaron
los hermanos con abundancia de palabra.

 33 Y pasando allí algun tiempo fueron enviados de los hermanos á los
apóstoles en paz.

 34 Mas á Silas pareció bien de quedarse allí.

 35 Y Pablo y Barnabas se estaban en Antioquía enseñando la palabra del
Señor, y anunciando el Evangelio con otros muchos.

 36 Y DESPUES de algunos dias Pablo dijo á Barnabas: Volvamos á visitar los
hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la palabra del
Señor, cómo están.

 37 Y Barnabas queria que tomasen consigo á Juan, el que tenia por
sobrenombre Marcos:

 38 mas á Pablo, le parecia que no habia de ser tomado el que se habia
apartado de ellos desde Panfilia, y no habia ido con ellos á la obra.

 39 Y hubo [tal] contencion [entre ellos,] que se apartaron el uno del otro:
y Barnabas tomando á Marcos navegó á Cipro.

 40 Y Pablo escogiendo á Silas, se partió, encomendado de los hermanos á la
gracia de Dios:

 41 y anduvo la Syria y la Cilicia confirmando las Iglesias.



CAPITULO 16

 l Y VINO hasta Derbe, y Listra: y hé aquí, estaba allí un discípulo, llamado
Timotéo, hijo de una mujer Judía fiel, mas de padre Griego.

 2 De este daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en
Iconio.

 3 Este quiso Pablo que fuese con él; y tomándole, le circuncidó, por causa
de los Judíos que estaban en aquellos lugares: porque todos sabian que su
padre era Griego.

 4 Y como pasaban por las ciudades, les daban que guardasen los decretos, qué
habian sido determinados por los apóstoles y los ancianos que [estaban] en
Jerusalem.

 5 Así que las Iglesias eran confirmadas en fé, y eran aumentadas en número
cada dia.

 6 Y pasando á Frigia, y la provincia de Galacia, les fué defendido por el
Espíritu Santo de hablar la palabra en Asia.

 7 Y como vinieron en Misia, tentaron de ir á Bitinia, mas no los dejó el
Espíritu ir.

 8 Y pasando á Misia, descendieron á Troas.

 9 Y fué mostrada á Pablo de noche una vision: Un varon Macedonio se puso
delante, rogándole, y diciendo: Pasa á Macedonia, y ayúdanos.

 10 Y como vió la vision, luego procuramos partir á Macedonia, certificados
que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el Evangelio.

 ll Y partidos de Troas, venimos camino derecho á Samotracia, y el dia
siguiente á Nápoles.

 12 Y de allí á Filipos, que es la primera ciudad de la parte de Macedonia,
[y es] colonia: y estuvimos en aquella ciudad algunos dias.

 13 Y un dia de los sábados salimos de la ciudad al rio, donde solia ser la
oracion; y sentándonos hablamos á las mujeres que se hablan juntado.

 14 Entonces una mujer, llamada Lidia, que vendia púrpura en la ciudad de los
Tiatiréos, temerosa de Dios, oyó: el corazon de la cual abrió el Señor, para
que estuviese atenta á lo que Pablo decia.

 15 Y como fué bautizada, con su casa, [nos] rogó, diciendo: Si habeis
juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad: y nos
constriñió.

 16 Y aconteció, que yendo nosotros á la oracion, una muchacha que tenia
espíritu Pitónico, nos salió delante: la cual daba grande ganancia á sus amos
adivinando.

 17 Esta, siguiendo á Pablo, y á nosotros, daba voces, diciendo: Estos
hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de salud.

 18 Y esto hacia por muchos dias, mas desagradando [esto] á Pablo, se volvió,
y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesu Cristo, que salgas de ella.
Y salió en la misma hora.

 19 Y viendo sus amos que habia salido la esperanza de su ganancia,
prendieron á Pablo y á Silas; y los trajeron á la audiencia, al magistrado.

 20 Y presentándolos á los magistrados, dijeron: Estos hombres alborotan
nuestra ciudad, siendo Judíos;

 21 y predican ritos, los cuales no nos es lícito recibir ni hacer, pues
somos Romanos.

 22 Y concurrió el pueblo contra ellos: y los magistrados rasgándoles sus
ropas los mandaron azotar con varas.

 23 Y despues que los hubieron herido de muchos azotes, los echaron en la
cárcel, mandando al carcelero que los guardase con diligencia.

 24 El cual, recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de mas
adentro, y les apretó los piés en el cepo.

 25 Mas á media noche orando Pablo y Silas, cantaban himnos: y los que
estaban presos los oian.

 26 Entonces fué hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se movian: y luego todas las puertas se abrieron; y
las prisiones de todos se soltaron.

 27 Y despertado el carcelero, como vió abiertas las puertas de la cárcel,
sacando la espada se queria matar, pensando que los presos se habian huido.

 28 Entonces Pablo clamó á gran voz, diciendo: No te hagas ningun mal: que
todos estamos aquí.

 29 El entonces pidiendo lumbre, entró dentro, y temblando se derribó á los
piés de Pablo y de Silas.

 30 Y sacándolos fuera, les dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para
ser salvo?

 31 Y ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesu Cristo, y serás salvo tú, y tu
casa.

 32 Y le hablaron la palabra del Señor, y á todos los que estaban en su casa.

 33 Y tomándolos [él] en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes;
y se bautizó luego él, y todos los suyos.

 34 Y llevándolos á su casa, les puso la mesa; y se gozó de que con toda su
casa habia creido á Dios.

 35 Y como fué de dia, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo:
Envia á aquellos hombres.

 36 Y el carcelero hizo saber estas palabras á Pablo: Que los magistrados han
enviado que seais sueltos: así que ahora salid, é idos en paz.

 37 Entonces Pablo les dijo: Azotados públicamente sin habernos oido,
[siendo] hombres Romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan
encubiertamente? no cierto: sino vengan ellos, y nos saquen.

 38 Y los alguaciles volvieron á decir á los magistrados estas palabras: y
tuvieron miedo, oido que eran Romanos.

 39 Y viniendo les pidieron perdon, y sacándolos, les rogaron que se saliesen
de la ciudad.

 40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en [casa de] Lidia, y visitados
los hermanos, los consolaron, y se salieron.



CAPITULO 17

 1 Y PASANDO por Amfípolis, y por Apolonia, vinieron á Tesalónica, donde
habia sinagoga de Judíos.

 2 Y Pablo, como acostumbraba, entró á ellos, y por tres sábados disputó con
ellos de las Escrituras,

 3 declarando y proponiendo, que convenia que el Cristo padeciese, y
resucitase de los muertos; y que este era Jesu Cristo, el cual yo os anuncio.

 4 Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los
Griegos religiosos grande multitud; y mujeres nobles no pocas.

 5 Entonces los Judíos que eran incrédulos zelosos, tomando á algunos
ociosos, malos hombres, y juntando compañía, alborotaron la ciudad; y
acometiendo la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.

 6 Y no hallándolos trajeron á Jasón y á algunos hermanos á los gobernadores
de la ciudad, dando voces: Que estos son los que alborotan el mundo, y han
venido acá;

 7 á los cuales Jasón ha recibido, y todos estos hacen contra los decretos de
César, diciendo que Jesus es otro rey.

 8 Y alborotaron el pueblo y á los gobernadores de la ciudad, oyendo estas
cosas.

 9 Mas recibida satisfaccion de Jasón, y de los demás, los soltaron.

 10 Entonces los hermanos luego de noche enviaron á Pablo y á Silas á Beréa,
los cuales como llegaron, entraron en la sinagoga de los Judíos.

 11 Y fueron estos mas nobles que los [Judíos] que estaban en Tesalónica, que
recibieron la palabra con toda codicia, escudriñando cada dia las Escrituras,
si estas cosas eran así.

 12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres Griegas honestas, y varones
no pocos.

 13 Mas como entendieron los Judíos de Tesalónica que tambien en Beréa era
anunciada la palabra de Dios por Pablo, vinieron tambien allá alborotando el
pueblo.

 14 Empero luego los hermanos enviaron á Pablo que fuese como á la mar: y
Silas y Timotéo se quedaron allí.

 15 Y los que habian tomado á cargo á Pablo, le llevaron hasta Atenas: y
tomando mandado de él para Silas y Timotéo, que viniesen á él lo mas presto
que pudiesen, se partieron.

 16 Y esperándolos Pablo en Atenas, su espíritu se deshacia en él, viendo la
ciudad dada á idolatría.

 17 Así que disputaba en la sinagoga con los Judíos y religiosos, y en la
plaza cada dia con los que le ocurrian.

 18 Y algunos filósofos de los Epicúreos y de los Estóicos disputaban con él;
y unos decian: ¿Qué quiere decir este palabrero? Y otros: Parece que es
predicador de nuevos dioses; porque les predicaba á Jesus, y la resurreccion.

 19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué sea
esta nueva doctrina que dices?

 20 porque metes en nuestras orejas unas nuevas cosas: queremos pues saber
qué quiere ser esto.

 21 Entonces todos los Atenienses, y los huéspedes extranjeros, en ninguna
otra cosa entendian sino, ó en decir, ó en oir alguna cosa nueva.

 22 Estando pues Pablo en medio del Areópago, dijo: Varones Atenienses, en
todo os veo como mas supersticiosos:

 23 porque pasando, y mirando vuestros santuarios, hallé tambien un altar en
el cual estaba esta inscripcion: Al Dios no conocido. Aquel, pues, que
vosotros honrais sin conocerle, á este os anuncio yo.

 24 El Dios que hizo el mundo, y todas las cosas que en él [son,] este como
sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos;

 25 ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo: pues él da á
todos vida, y respiracion, y todas las cosas.

 26 El cual hizo de uno á todo el linaje de los hombres, para que habitasen
sobre toda la faz de la tierra, determinando las sazones, las cuales limitó,
y puestos los términos de la habitacion de ellos;

 27 para que buscasen á Dios, si en alguna manera palpando le hallen: aunque
cierto no está lejos de cada uno de nosotros.

 28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos: como tambien algunos de
vuestros poetas dijeron: Porque linaje de este somos tambien.

 29 Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser
semejante ó á oro, ó á plata, ó piedra, ó á escultura de artificio, ó de
imaginacion de hombres.

 30 Así que, disimulando Dios los tiempos de esta ignorancia, ahora denuncia
á todos los hombres que se arrepientan:

 31 por cuanto ha establecido un dia, en el cual ha de juzgar con justicia á
todo el mundo por aquel varon al cual determinó, dando fé á todos,
levantándole de los muertos.

 32 Y como oyeron la resurreccion de los muertos, unos entonces se burlaban;
y otros decian: Te oiremos acerca de esto otra vez.

 33 Y así Pablo se salió en medio de ellos.

 34 Mas algunos creyeron, juntándose con él: entre los cuales tambien [fué]
Dionisio él del Areópago, y una mujer llamada Damaris, y otros con ellos.



CAPITULO 18

 1 PASADAS estas cosas Pablo se partió de Atenas, y vino á Corinto.

 2 Y hallando á un Judío llamado Aquila, natural del Ponto, que hacia poco
que habia venido de Italia, y á Priscila su mujer, (porque Claudio habia
mandado que todos los Judíos saliesen de Roma,) se vino á ellos:

 3 y porque era de su oficio, posó con ellos, y trabajaba: porque el oficio
de ellos era hacer tiendas.

 4 Y disputaba en la sinagoga todos los sábados, y persuadia á Judíos, y á
Griegos.

 5 Y como Silas y Timotéo vinieron de Macedonia, Pablo era constreñido del
Espíritu, testificando á los Judíos que Jesus era el Cristo.

 6 Y contradiciendo y blasfemando ellos, les dijo, sacudiendo sus vestidos:
Vuestra sangre [sea] sobre vuestra cabeza: yo limpio: desde ahora me iré á
los Gentiles.

 7 Y partiendo de allí, entró en casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios,
la casa del cual estaba junto á la sinagoga.

 8 Y Crispo, el prepósito de la sinagoga, creyó al Señor con toda su casa: y
muchos de los Corintios oyendo, creian, y eran bautizados.

 9 Entonces el Señor dijo de noche en vision á Pablo: No temas, sino habla, y
no calles:

 10 porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal: porque yo tengo
mucho pueblo en esta ciudad.

 11 Y asentó [allí] un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios.

 12 Y siendo Gallion Procónsul de Achaya, los Judíos se levantaron de un
ánimo contra Pablo, y le trajeron al tribunal,

 13 diciendo: Que este persuade á los hombres honrar á Dios contra la ley.

 14 Y comenzando Pablo á abrir la boca, Gallion dijo á los Judíos: Si fuera
algun agravio, ó algun crímen enorme, oh Judíos, conforme á derecho yo os
tolerara:

 15 mas si son cuestiones de palabras, y de nombres, y de vuestra ley, vedlo
vosotros: porque yo no quiero ser juez de esas cosas.

 16 Y los echó del tribunal.

 17 Entonces todos los Griegos tomando á Sóstenes, prepósito de la sinagoga,
le herian delante del tribunal: y á Gallion nada se le daba de ello.

 18 MAS Pablo habiendo esperado aun allí muchos dias, despidiéndose de los
hermanos, navegó en Syria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose trasquilado
la cabeza en Cenchreas, porque tenia voto.

 19 Y llegó á Efeso, y los dejó allí: y él entrando en la sinagoga, disputó
con los Judíos.

 20 Los cuales rogándole que se quedase con ellos por mas tiempo, no se lo
concedió.

 21 Antes se despidió de ellos, diciendo: Es menester que en todo caso tenga
la fiesta que viene en Jerusalem: mas otra vez volveré á vosotros, queriendo
Dios. Y se partió de Efeso.

 22 Y descendido á Cesaréa, subió [á Jerusalem,] y saludó á la Iglesia,
descendió á Antioquía.

 23 Y habiendo estado allí algun tiempo, se partió, andando por órden la
provincia de Galacia, y la Frigia confirmando á todos los discípulos.

 24 Llegó entonces á Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría,
varon elocuente, poderoso en las Escrituras.

 25 Este era instruido en el camino del Señor, y ferviente de espíritu,
hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñado
solamente en el bautismo de Juan.

 26 Y comenzó á tratar confiadamente en la sinagoga, al cual como oyeron
Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon mas particularmente el camino
de Dios.

 27 Y queriendo él pasar á Achaya, los hermanos exhortados, escribieron á los
discípulos que le recibiesen, y venido él, aprovechó mucho por la gracia á
los que habian creido.

 28 Porque con gran vehemencia convencia públicamente á los Judíos, mostrando
por las Escrituras que era el Cristo.



CAPITULO 19

 1 Y ACONTECIÓ, que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, andadas
las regiones superiores, vino á Efeso, donde hallando ciertos discípulos,

 2 díjoles: ¿Habeis recibido al Espíritu Santo despues que creisteis? Y ellos
le dijeron: Antes ni aun hemos oido si hay Espíritu Santo.

 3 Entonces les dijo: ¿En qué pues sois bautizados? Y ellos dijeron: En el
bautismo de Juan.

 4 Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de penitencia, diciendo al pueblo,
que creyesen en el que habia de venir despues de él, es á saber, en Jesus el
Cristo.

 5 Oidas estas cosas fueron bautizados en el nombre del Señor Jesus.

 6 Y como Pablo les puso las manos encima, vino sobre ellos el Espíritu
Santo, y hablaban en lenguas, y profetizaban.

 7 Y eran estos varones todos como doce.

 8 Y entrando él dentro de la sinagoga, hablaba libremente por espacio de
tres meses, disputando y persuadiendo del reino de Dios.

 9 Mas endureciéndose algunos, y no creyendo, maldiciendo el camino [del
Señor] delante de la multitud, apartándose de ellos, apartó los discípulos,
disputando cada dia en la escuela de un señor:

 10 y esto por dos años; de tal manera que todos los que habitaban en Asia,
Judíos y Griegos, oyeron la palabra del Señor Jesus.

 11 Y hacia Dios maravillas no cualesquiera por la mano de Pablo.

 12 De tal manera que aun se llevasen sobre los enfermos los sudarios y los
pañuelos de su cuerpo; y las enfermedades se iban de ellos, y los malos
espíritus salian de ellos.

 13 Y algunos de los Judíos exorcistas vagabundos tentaron á invocar el
nombre del Señor Jesus sobre los que tenian espíritus malos, diciendo: Os
conjuramos por Jesus, el que Pablo predica.

 14 Y habia unos siete hijos de un Sceva, Judío, príncipe de los sacerdotes,
que hacian esto.

 15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesus conozco, y á Pablo sé:
mas, vosotros, ¿quién sois?

 16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando en ellos, y
enseñoreándose de ambos, pudo mas que ellos, de tal manera que huyeron de
aquella casa desnudos y heridos.

 17 Y esto fué notorio á todos, así Judíos como Griegos, los que habitaban en
Efeso: y cayó temor sobre todos ellos, y era ensalzado el nombre del Señor
Jesus.

 18 Y muchos de los que habian creido, venian confesando, y dando cuenta de
sus hechos.

 19 Asimismo muchos de los que habian seguido curiosidades, trajeron los
libros, y quemáronlos delante de todos: y echada cuenta del precio de ellos,
hallaron [que montaban] cincuenta mil denarios.

 20 Así crecia poderosamente la palabra del Señor, y prevalecia.

 21 Y ACABADAS estas cosas, propuso Pablo por espíritu (andada Macedonia y
Achaya) de partirse á Jerusalem, diciendo: Despues que hubiere estado allá,
me será menester ver tambien á Roma.

 22 Y enviando á Macedonia á dos de los que le ayudaban, [es á saber,]
Timotéo y Erasto, él se estuvo por [algun] tiempo en Asia.

 23 Entonces hubo un alboroto no pequeño acerca del camino [del Señor.]

 24 Porque un platero, llamado Demetrio, el cual hacia de plata templos de
Diana, daba á los artífices no poca ganancia.

 25 A los cuales juntados con los oficiales de semejante oficio, dijo:
Varones, ya sabeis que de este oficio tenemos ganancia:

 26 y veis, y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, mas aun grande
multitud de casi toda la Asia, aparta con persuasion, diciendo: Que no son
dioses los que se hacen con las manos.

 27 Y no solamente hay peligro de que esta ganancia se nos vuelva en
reproche, mas aun tambien que el templo de la grande diosa Diana sea estimado
en nada, y comience á ser destruida su majestad, la cual honra toda la Asia,
y el mundo.

 28 Oidas estas cosas, se llenaron de ira, y dieron alarido, diciendo:
¡Grande Diana de los Efesios!

 29 Y toda la ciudad se llenó de confusion, y unánimes arremetieron al
teatro, arrebatando á Gayo y á Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo.

 30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron.

 31 Tambien algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron
á él rogando que no se presentase en el teatro.

 32 Y otros gritaban otro: porque la concurrencia era confusa, y los mas no
sabian porque se habian juntado.

 33 Y sacaron de entre la multitud á Alejandro, rempujándole los Judíos.
Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, queria dar razon al pueblo.

 34 Al cual como conocieron que era Judío, fué hecha una voz de todos que
gritaron casi por dos horas: ¡Grande Diana de los Efesios!

 35 Entonces el escribano apaciguando las compañías, dijo: Varones Efesios,
porque ¿quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es
honradora de la grande diosa Diana, y de la imágen venida de Júpiter?

 36 así que pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüeis, y
que nada hagais temerariamente:

 37 que habeis traido á estos hombres, ni sacrílegos, ni blasfemadores de
vuestra diosa:

 38 que si Demetrio, y los oficiales que están con él, tienen negocio con
alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay, acúsense los unos á los
otros:

 39 y si demandais alguna otra cosa, en legítimo ayuntamiento se puede
despachar:

 40 que peligro hay de que seamos argüidos de sedicion por hoy: no habiendo
ninguna causa por la cual podamos dar razon de este concurso. Y habiendo
dicho esto, despidió el concurso.



CAPITULO 20

 1 Y DESPUES que cesó el alboroto, llamando Pablo los discípulos, habiéndolos
exhortado, se despidió, y se partió para ir á Macedonia.

 2 Y despues que hubo andado aquellas partes, y exhortádolos con abundancia
de palabra, vino á Grecia.

 3 Donde habiendo estado tres meses, habiendo de navegar en Siria, le fueron
puestas asechanzas por los Judíos: y tomó consejo de volverse por Macedonia.

 4 Y le acompañaron hasta Asia Sopater Bereense; y Tesalonicenses, Aristarco
y Segundo; y Gayo Derbéo; y Timotéo; y Asianos, Tychico y Trófimo.

 5 Estos yendo delante, nos esperaron en Troas.

 6 Y nosotros, pasados los dias de los panes sin levadura, navegamos de
Filipos, y venimos á ellos á Troas en cinco dias, donde estuvimos siete dias.

 7 Y el primero de los sábados, juntos los discípulos á partir el pan, Pablo
les enseñaba, habiendo de partir al dia siguiente; y alargó el sermon hasta
la media noche.

 8 Y habia muchas lámparas en el cenadero donde estaban congregados.

 9 Y un mancebo llamado Euticho, que estaba sentado en una ventana, tomado de
un sueño profundo, como Pablo disputaba largamente, derribado del sueño, cayó
desde el tercer cenadero abajo; y fué alzado muerto.

 10 Al cual como Pablo descendiese, se derribó sobre él, y abrazándole, dijo:
No os alboroteis, que su alma está en él.

 11 Y subiendo, y partiendo el pan, y gustando, habló largamente hasta el
alba, y así se partió.

 12 Y trajeron al mozo vivo, y fueron consolados no poco.

 13 Y nosotros subiendo en el navío navegamos á Asón, para recibir de allí á
Pablo: porque así habia determinado de venir por tierra.

 14 Y como se juntó con nosotros en Asón, tomándole venimos á Mitilene.

 15 Y navegando de allí, al dia siguiente venimos delante de Chio, y otro dia
tomamos puerto en Samo; y habiendo reposado en Trogilio, el dia siguiente
venimos á Mileto.

 16 Porque Pablo habia propuesto de pasar adelante de Efeso, por no detenerse
en Asia: porque se apresuraba por hacer el dia de Pentecostes, si le fuese
posible, en Jerusalem.

 17 Y ENVIANDO desde Mileto á Efeso, hizo llamar á los ancianos de la
Iglesia.

 18 los cuales como vinieron á él, les dijo: Vosotros sabeis que desde el
primer dia que entré en Asia, como he sido con vosotros por todo el tiempo,

 19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas y tentaciones
que me han venido por las asechanzas de los Judíos:

 20 como nada que os fuese útil, he rehuido de anunciaros, y enseñaros
públicamente, y por las casas,

 21 testificando á los Judíos, y á los Gentiles la conversion á Dios, y la fé
en nuestro Señor Jesu Cristo.

 22 Y ahora hé aquí, que yo atado del Espíritu, voy á Jerusalem sin saber lo
que allá me ha de acontecer:

 23 mas que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio,
diciendo: Que prisiones y tribulaciones me esperan.

 24 Mas de ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida mas que á mí: solamente
que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesus,
para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

 25 Y ahora hé aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros por quien he pasado
predicando el reino de Dios, verá mas mi rostro.

 26 Por tanto yo os protesto el dia de hoy, que yo soy limpio de la sangre de
todos.

 27 Porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.

 28 Por tanto mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia de Dios, la cual
ganó por su sangre.

 29 Porque yo sé, que despues de mi partida entrarán en vosotros graves
lobos, que no perdonarán ál ganado;

 30 y que de vosotros mismos se levantarán hombres, que hablen cosas
perversas, para llevar discípulos tras sí.

 31 Por tanto velad, acordándoos que por tres años, de noche y de dia, no he
cesado de amonestar con lágrimas á cada uno de vosotros.

 32 Y ahora tambien, hermanos, os encomiendo á Dios, y á la palabra de su
gracia, el cual es poderoso para sobreedificar, y daros herencia con todos
los santificados.

 33 La plata, ó el oro, ó el vestido de nadie he codiciado.

 34 Antes vosotros sabeis, que para lo que me ha sido necesario, y á los que
están conmigo, estas manos me han servido.

 35 [En] todo os he enseñado, que trabajando así, es necesario sobrellevar á
los enfermos, y acordarnos del dicho del Señor Jesus, el cual dijo:
Bienaventurada cosa es dar, antes que recibir.

 36 Y como hubo dicho estas cosas, puesto de rodillas oró con todos ellos.

 37 Entonces hubo un gran lloro de todos; y derribándose sobre el cuello de
Pablo, le besaban,

 38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habian de ver
mas su rostro. Y le acompañaron al navío.



CAPITULO 21

 1 COMO navegamos, arrancados de ellos, venimos camino derecho á Coos, y el
dia siguiente á Rodas, y de allí á Pátara.

 2 Y hallando un navío que pasaba á Phenicia, embarcámonos [en él,] y
partimos.

 3 Y como comenzó á mostrársenos Cipro, dejándola á mano izquierda, navegamos
á Siria y venimos á Tyro: porque el navío habia de descargar allí su carga.

 4 Y nos quedamos allí siete dias, hallados los discípulos, los cuales decian
á Pablo por Espíritu, que no subiese á Jerusalem.

 5 Y cumplidos aquellos dias, nos partimos, acompañándonos todos con sus
mujeres é hijos hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la ribera,
oramos.

 6 Y abrazándonos los unos á los otros, subimos en el navío; y ellos se
volvieron á sus casas.

 7 Y nosotros, cumplida la navegacion, venimos de Tyro á Tolemaida, y
habiendo saludado á los hermanos, nos quedamos con ellos un dia.

 8 Y otro dia, partidos Pablo y los que con él estabamos, venimos á Cesaréa;
y entrando en casa de Felipe el evangelista, el cual era uno de los siete,
posamos con él.

 9 Y este tenia cuatro hijas doncellas que profetizaban.

 10 Y reposando nosotros allí por muchos dias, descendió de Judéa un profeta
llamado Agabo.

 11 El cual como vino á nosotros, tomó el cinto de Pablo, y atándose los piés
y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Al varon, cuyo es este cinto,
así le atarán los Judíos en Jerusalem, y le entregarán en manos de los
Gentiles.

 12 Lo cual como oimos, rogamos nosotros, y los que estaban en aquel lugar,
que no subiese á Jerusalem.

 13 Entonces Pablo respondió: ¿Qué haceis llorando, y afligiéndome el
corazon? porque yo no solo á ser atado, mas aun á morir en Jerusalem, estoy
presto, por el nombre del Señor Jesus.

 14 Y como no le pudimos persuadir, nos reposamos, diciendo: Hágase la
voluntad del Señor.

 15 Y despues de estos dias, apercibidos, subimos á Jerusalem.

 16 Y vinieron tambien con nosotros de Cesaréa algunos de los discípulos,
trayendo consigo á un Nasón Ciprio, discípulo antiguo con el cual posásemos.

 17 Y como llegamos á Jerusalem, los hermanos nos recibieron de buena
voluntad.

 18 Y EL dia siguiente Pablo entró con nosotros á Jacobo, y todos los
ancianos se juntaron.

 19 A los cuales, como los hubo saludado, contó por menudo lo que Dios habia
hecho entre los Gentiles por su ministerio.

 20 Y ellos como [lo] oyeron, glorificaron al Señor; y le dijeron: Ya ves,
hermano, cuantos millares de Judíos son los que han creido: mas todos son
celadores de la ley:

 21 y han oido de tí por relacion de otros, que enseñas á apartarse de Moisés
á todos los Judíos que están entre los Gentiles; y que dices, que no han de
circuncidar sus hijos, ni andar segun la costumbre:

 22 ¿qué hay pues? en todo caso es menester que la multitud se junte: porque
oirán que has venido:

 23 haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro varones, que
tienen voto sobre sí:

 24 tomando á estos, santifícate con ellos, y gasta con ellos para que raigan
sus cabezas: y que todos entiendan que no hay nada de lo que de tí han oido
por fama; mas que tú tambien andas, guardando la ley:

 25 empero cuanto á los que de los Gentiles han creido, nosotros hemos
escrito: y determinamos, que no guarden nada de esto: solamente que se
abstengan de lo que fuere sacrificado á los ídolos, y de sangre, y de
ahogado, y de fornicacion.

 26 Entonces Pablo, tomando á aquellos varones, santificado el dia siguiente,
entró en el templo, denunciando ser cumplidos los dias de la santificacion,
hasta ser ofrecida ofrenda por cada uno de ellos.

 27 Y como se acaban los siete dias, unos Judíos de Asia, como le vieron en
el templo, alborotaron todo el pueblo, y le echaron mano,

 28 dando voces: Varones Israelitas ayudad: este es el hombre que por todas
partes enseña á todos contra el pueblo, y la ley, y este lugar; y aun ademas
de esto ha metido los Gentiles en el templo, y ha contaminado este santo
lugar.

 29 (Porque antes habian visto Trófimo Efesio en la ciudad con él, el cual
pensaban que Pablo habia metido en el templo.)

 30 Así que toda la ciudad se alborotó, y se hizo un concurso de pueblo: y
tomando á Pablo le traian [arrastrando] fuera del templo, y luego las puertas
fueron cerradas.

 31 Y procurando ellos de matarle, fué dado aviso al tribuno de la compañía,
que toda la ciudad de Jerusalem estaba alborotada.

 32 El cual luego tomando soldados y centuriones, corrió á ellos. Y ellos
como vieron al tribuno y á los soldados, cesaron de herir á Pablo.

 33 Entonces llegando el tribuno, le prendió, y le mandó atar con dos
cadenas; y le preguntó quién era, y qué habia hecho.

 34 Y otros daban voces de otra manera en la compañía: y como no podia
entender nada de cierto á causa del alboroto, le mandó llevar al real.

 35 Y como llegó á las gradas, aconteció que fué llevado á cuestas de los
soldados á causa de la violencia del pueblo.

 36 Porque multitud de pueblo venia detrás dando voces: Mátale.

 37 Y como comenzaron á meter á Pablo en el real, dice al tribuno: ¿Me sera
lícito hablarte algo? Y él dijo: ¿Griego sabes?

 38 ¿no eres tú aquel Egipcio que levantaste una sedicion antes de estos
dias, y sacaste al desierto cuatro mil hombres salteadores?

 39 Entonces Pablo le dijo: Yo de cierto soy hombre Judío, vecino de Tarso,
ciudad no oscura de Cilicia: empero ruégote que me permitas que hable al
pueblo.

 40 Y como él se lo permitió, Pablo estando en pié en las gradas, hizo señal
con la mano al pueblo: y hecho grande silencio, habló en lengua Hebréa,
diciendo:



CAPITULO 22

 1 VARONES hermanos, y padres, oíd la razon que ahora os doy.

 2 (Y como oyeron que les hablaba en lengua Hebréa, le dieron mas silencio:)
y dijo:

 3 Yo de cierto soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta
ciudad á los piés de Gamaliél, enseñado conforme á la verdad de la ley de la
patria, zeloso de la ley, como todos vosotros sois hoy.

 4 Que he perseguido este camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en
cárceles varones y mujeres,

 5 como tambien el príncipe de los sacerdotes me es testigo, y todos los
ancianos: de los cuales aun tomando cartas á los hermanos, iba á Damasco,
para traer tambien presos á Jerusalem á los que estuviesen allí, para que
fuesen punidos.

 6 Mas aconteció, que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como á mediodía,
de repente me rodeó mucha luz del cielo;

 7 y caí en el suelo, y oí una voz que me decia: Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?

 8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesus el
Nazareno, á quien tú persigues.

 9 Y los que estaban conmigo, vieron á la verdad la luz, y se espantaron: mas
no oyeron la voz del que hablaba conmigo.

 10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y vé á Damasco,
y allí te será dicho todo lo que te conviene hacer.

 11 Y como yo no veia por causa de la claridad de la luz, llevado de la mano
por los que estaban conmigo, vine á Damasco.

 12 Entonces un Ananías, varon pio conforme á la ley, que tenia [tal]
testimonio de todos los Judíos que allí moraban,

 13 viniendo á mí, y presentándose, me dijo: Saulo hermano, recibe la vista.
Y yo en aquella hora le miré.

 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha predestinado, para que
conocieses su voluntad, y vieses á aquel Justo, y oyeses la voz de su boca:

 15 porque has de ser testigo suyo á todos los hombres de lo que has visto y
oido:

 16 ahora pues, ¿por qué te detienes? levántate, y bautízate, y lava tus
pecados, invocando su nombre.

 17 Y me aconteció, vuelto á Jerusalem, que orando en el templo, fuí
arrebatado fuera de mí,

 18 y le ví que me decia: Dáte priesa, y sal prestamente fuera de Jerusalem:
porque no recibirán tu testimonio de mí.

 19 Y yo dije: Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y heria por las
sinagogas á los que creian en tí:

 20 y cuando se derramaba la sangre de Estévan tu testigo, yo tambien estaba
presente, y consentia á su muerte, y guardaba las ropas de los que le
mataban.

 21 Y me dijo: Vé, porque yo te tengo que enviar lejos á los Gentiles.

 22 Y le oyeron hasta esta palabra: entonces alzaron la voz, diciendo: Quita
de la tierra á un tal hombre: porque no conviene que viva.

 23 Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas, y echando polvo al aire,

 24 mandó el tribuno que le llevasen al real: y mandó que fuese examinado con
azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.

 25 Y como le ataron con correas, Pablo dijo al centurion que estaba
presente: ¿Os es lícito azotar á un hombre Romano, sin ser condenado?

 26 Y como el centurion oyó [esto,] fué al tribuno, y le dió aviso, diciendo:
¿Qué has de hacer? porque este hombre es Romano.

 27 Y viniendo el tribuno le dijo: Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo: Sí.

 28 Y respondió el tribuno: Yo con mucha suma alcancé esta ciudad. Entonces
Pablo dijo: Y yo aun soy nacido.

 29 Así que, luego se apartaron de él los que le habian de atormentar: y aun
el tribuno tambien tuvo temor, entendido que era Romano, por haberle atado.

 30 Y el dia siguiente queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado
de los Judíos, le soltó de las prisiones, y mandó venir á los príncipes de
los sacerdotes, y á todo su concilio: y sacando á Pablo, le presentó delante
de ellos.



CAPITULO 23

 1 ENTONCES Pablo, poniendo los ojos en el concilio, dice: Varones hermanos,
yo con toda buena conciencia he conversado delante de Dios hasta el dia de
hoy.

 2 El príncipe de los sacerdotes, Ananías, entonces mandó á los que estaban
delante de él que le hiriesen en la boca.

 3 Entonces Pablo le dijo: Te herirá Dios, pared blanqueada; ¿y tú estás
sentado juzgándome conforme á la ley, y contra la ley me mandas herir?

 4 Y los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios maldices?

 5 Y Pablo dijo: No sabia, hermanos, que era él príncipe de los sacerdotes:
que escrito está: Al príncipe de tu pueblo no maldecirás.

 6 Entonces Pablo, sabiendo que la una parte era de Saducéos, y la otra de
Fariséos, clamó en el concilio: Varones hermanos, yo Fariséo soy, hijo de
Fariséo: de la esperanza y de la resurreccion de los muertos soy yo juzgado.

 7 Y como hubo dicho esto, fué hecha disension entre los Fariséos y los
Saducéos: y la multitud fué dividida.

 8 (Porque los Saducéos dicen que no hay resurreccion, ni ángel, ni espíritu:
mas los Fariséos confiesan ambas cosas.)

 9 Y se levantó un gran clamor: y levantándose los escribas de la parte de
los Fariséos, contendian, diciendo: Ningun mal hallamos en este hombre: que
si espíritu le ha hablado, ó ángel, no repugnemos á Dios.

 10 Y habiendo grande disension, el tribuno teniendo temor que Pablo no fuese
despedazado de ellos, mandó venir una compañía de soldados y arrebatarle de
en medio de ellos, y llevarle al real.

 11 Y la noche siguiente, presentándosele el Señor, le dijo: Confia, Pablo:
que como has testificado de mí en Jerusalem, así te conviene testificar
tambien en Roma.

 12 Y venido el dia, algunos de los Judíos se juntaron, y prometieron debajo
de maldicion, diciendo, que ni comerian ni beberian hasta que hubiesen muerto
á Pablo.

 13 Y eran mas de cuarenta los que habian hecho esta conjuracion:

 14 los cuales se fueron á los príncipes de los sacerdotes, y á los ancianos,
y dijeron: Nosotros hemos hecho voto debajo de maldicion, que no hemos de
gustar nada hasta que hayamos muerto á Pablo:

 15 ahora pues vosotros con el concilio haced saber al tribuno, que le saque
mañana á vosotros, como que quereis entender de él alguna cosa mas cierta; y
nosotros, antes que él llegue, estamos aparejados para matarle.

 16 Entonces un hijo de la hermana de Pablo, oyendo las asechanzas, vino, y
entró en el real, y dió aviso á Pablo.

 17 Y Pablo llamando á uno de los centuriones, dice: Lleva á este mancebo al
tribuno, porque tiene cierto aviso que darle.

 18 El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo
llamándome, me rogó que trajese á tí este mancebo, que tiene algo que
hablarte.

 19 Y el tribuno tomándole de la mano, y apartándose aparte con él, le
preguntó: ¿Qué es lo que tienes de que darme aviso?

 20 Y él dijo: los Judíos han concertado rogarte que mañana saques á Pablo al
concilio, como que han de inquirir de él alguna cosa mas cierta:

 21 mas tú no los creas: porque mas de cuarenta varones de ellos le asechan,
los cuales han hecho voto, debajo de maldicion, de no comer ni beber hasta
que le hayan muerto: y ahora están apercibidos esperando tu promesa.

 22 Entonces el tribuno despidió al mancebo, mandándole que á nadie dijese
que le habia dado aviso de esto.

 23 Y llamados dos centuriones, les mandó que apercibiesen doscientos
soldados, que fuesen hasta Cesaréa, y setenta de á caballo con doscientos
lanceros, que le acompañasen desde las tres horas de la noche;

 24 y que aparejasen cabalgaduras para en que poniendo á Pablo, le llevasen
en salvo á Felix el presidente:

 25 escribiendo una carta que en suma contenia esto:

 26 Claudio Lisias á Felix gobernador excelente, salud.

 27 A este varon, tomado de los Judíos, y que le comenzaban á matar, libré
yo, sobreviniendo con una compañía de soldados, entendiendo que era Romano:

 28 y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de
ellos:

 29 y hallé que le acusaban de [algunas] cuestiones de la ley de ellos, y que
ningun crímen tenia digno de muerte, ó de prision:

 30 mas siéndome dado aviso de asechanzas que le habian aparejado los Judíos,
en la misma hora le envié á tí: y he denunciado tambien á los acusadores que
traten delante de tí lo que tienen contra él. Bien tengas.

 31 Y los soldados tomando á Pablo, como les era mandado, le trajeron de
noche á Antipatria.

 32 Y el dia siguiente, dejando á los de á caballo que fuesen con él, se
volvieron al real.

 33 Y como llegaron á Cesaréa, y dieron la carta al presidente, presentaron
tambien á Pablo delante de él.

 34 Y el presidente, leida la carta, preguntó de qué provincia era: y
entendiendo que de Cilicia:

 35 Te oiré, dice, cuando vinieren tambien tus acusadores. Y mandó que le
encarcelasen en la audiencia de Herodes.



CAPITULO 24

 1 Y CINCO dias despues descendió el príncipe de los sacerdotes Ananías, con
los ancianos, y Tértulo un orador: y comparecieron delante del presidente
contra Pablo.

 2 Y citándole, Tértulo comenzó de acusar, diciendo:

 3 Como [sea así que] por causa tuya vivamos en grande paz, y muchas cosas
sean bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, siempre y en todo lugar
lo recibimos con todo hacimiento de gracias, oh excelente Felix.

 4 Empero por no impedirte mas largamente, ruégote que nos oigas brevemente
conforme á tu equidad.

 5 Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de
sediciones á todos los Judíos por todo el mundo: y príncipe de la sediciosa
secta de los Nazarenos.

 6 El cual tambien tentó á violar al templo: y prendiéndole le quisimos
juzgar conforme á nuestra ley.

 7 Mas entreviniendo el tribuno Lisias, con grande violencia le quitó de
nuestras manos;

 8 mandando á sus acusadores que viniesen á tí: del cual tú mismo juzgando,
podrás entender todas estas cosas de que le acusamos.

 9 Y añadieron los Judíos, diciendo estas cosas ser así.

 10 Entonces Pablo, haciéndole señal el presidente que hablase, respondió:
Porque sé que muchos años ha que eres gobernador de esta nacion, con buen
ánimo satisfaré por mí:

 11 que tú puedes entender que no ha mas de doce dias que subí á adorar á
Jerusalem:

 12 y ni me hallaron en el templo disputando con ninguno, ni haciendo

concurso de multitud, ni en sinagogas, ni en la ciudad:

 13 ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan:

 14 esto empero te confieso, que conforme á aquel camino que llaman secta,
así sirvo al Dios de mi patria, creyendo todas las cosas que en la ley, y en
los profetas están escritas:

 15 teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurreccion de los muertos,
así de justos é injustos, que ellos esperan:

 16 y por esto yo procuro tener conciencia sin escrúpulo siempre acerca de
Dios, y acerca de los hombres:

 17 mas pasados muchos años, vine á hacer limosnas y ofrendas á mi nacion,

 18 cuando me hallaron santificado en el templo, (no con multitud, ni con
alboroto,) unos Judíos de Asia:

 19 los cuales convenia que fueran presentes delante de tí, y acusar, si
contra mí tenian algo:

 20 ó estos mismos digan, si hallaron en mí alguna cosa mal hecha cuando yo
estuve en el concilio;

 21 sino de esta sola voz que clamé estando entre ellos: Que de la
resurreccion de los muertos soy hoy juzgado de vosotros.

 22 Entonces oidas estas cosas, Felix les paso dilacion, diciendo: Despues
que sea mas informado de esta secta, cuando descendiere el tribuno Lisias,
acabaré de conocer de vuestro negocio.

 23 Y mandó al centurion, que Pablo fuese guardado suelto [de las prisiones,]
y que no defendiese á ninguno de sus familiares de servirle, ó venir á él.

 24 Y algunos dias despues, viniendo Felix con Drusilla su mujer, la cual era
Judía, llamó á Pablo, y oyó de él la fé que es en Cristo.

 25 Y disputando él de la justicia, y de la continencia, y del juicio
venidero, espantado Felix, respondió: Ahora véte: mas en teniendo oportunidad
te llamaré:

 26 esperando tambien con esto, que de parte de Pablo le serian dados
dineros, porque le soltase: por lo cual haciéndole venir muchas veces,
hablaba con él.

 27 Mas cumplidos los dos años, Felix recibió por sucesor á Porcio Festo; y
queriendo Felix ganar la gracia de los Judíos, dejó preso á Pablo.



CAPITULO 25

 1 FESTO pues, entrado en la provincia, tres dias despues subió de Cesaréa á
Jerusalem.

 2 Y vinieron á él el príncipe de los sacerdotes, y los principales de los
Judíos contra Pablo, y le rogaron,

 3 pidiendo gracia contra él, que le hiciese traer á Jerusalem, poniéndole
asechanzas para matarle en el camino.

 4 Mas Festo respondió que Pablo era guardado en Cesaréa, y que él se
partiria presto.

 5 los que de vosotros pueden, dice, desciendan juntamente, y si hay algun
crímen en este varon, acúsenle.

 6 Y deteniéndose entre ellos no mas de diez dias, venido á Cesaréa, el
siguiente dia se asentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuese traido.

 7 El cual venido, le rodearon los Judíos que habian venido de Jerusalem,
poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podian
probar,

 8 dando Pablo razon: Que ni contra la ley de los Judíos, ni contra el
templo, ni contra César he pecado en algo.

 9 Mas Festo, queriendo congraciarse con los Judíos, respondiendo á Pablo,
dijo: ¿Quieres subir á Jerusalem, y allá ser juzgado de estas cosas delante
de mí?

 10 Y Pablo dijo: Al tribunal de César estoy, donde conviene que sea juzgado:
á los Judíos no he hecho injuria ninguna, como tú sabes muy bien:

 11 porque si alguna injuria, ó cosa alguna digna de muerte he hecho, no
rehuso de morir: mas si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie
puede darme á ellos: á César apelo.

 12 Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: ¿A César has
apelado? á César irás.

 13 Y PASADOS algunos dias, el rey Agripa y Bernice vinieron á Cesaréa á
saludar á Festo.

 14 Y como estuvieron allí muchos dias, Festo declaró al rey de Pablo,
diciendo: Un varon ha sido dejado preso por Felix,

 15 por el cual, como vine á Jerusalem, vinieron á mí los príncipes de los
sacerdotes y los ancianos de los Judíos pidiendo condenacion contra él.

 16 A los cuales respondí, no ser costumbre de los Romanos dar alguno á
condenacion, antes que el que es acusado tenga presentes sus acusadores, y
haya lugar de defenderse de la acusacion.

 17 Así que habiendo venido juntos aca, sin ninguna dilacion el dia siguiente
sentado en el tribunal, mandé traer al hombre.

 18 Y estando presentes sus acusadores, ningun crímen le opusieron de los que
yo sospechaba.

 19 Solamente tenian ciertas cuestiones acerca de su supersticion contra él,
y de un cierto Jesus difunto, el cual Pablo afirmaba vivir.

 20 Y yo dudando en cuestion semejante, dije, si queria ir á Jerusalem, y
allá ser juzgado de estas cosas.

 21 Mas apelando Pablo á ser guardado al conocimiento de Augusto, mandé que
le guardasen, hasta que le envie á César.

 22 Entonces Agripa dijo á Festo: Yo tambien querria oir á [ese] hombre. Y él
dice: Mañana le oirás.

 23 Y otro dia viniendo Agripa y Bernice con mucho aparato, y entrado en el
auditorio con los tribunos, y los varones mas principales de la ciudad,
mandándolo Festo, fué traido Pablo.

 24 Entonces Festo dice: Rey Agripa, y todos los varones que estais aquí
juntos con nosotros, veis á este, por el cual toda la multitud de los Judíos
me ha demandado en Jerusalem y aquí, dando voces que no conviene que viva
mas.

 25 Mas yo hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y él mismo
apelando á Augusto, he determinado de enviarle.

 26 Del cual no tengo cosa cierta que escriba al señor, por lo cual le he
sacado á vosotros, y mayormente á tí, oh rey Agripa, para que hecha
informacion, tenga que escribir.

 27 Porque fuera de razon me parece enviar un preso, y no informar de las
causas.



CAPITULO 26

 1 ENTONCES Agripa dijo á Pablo: Se te permite hablar por tí. Pablo entonces
extendiendo la mano, comenzó á dar razon de sí, [diciendo:]

 2 Acerca de todas las cosas de que soy acusado de los Judíos, oh rey Agripa,
me tengo por dichoso, de que delante de tí me haya hoy de defender.

 3 Mayormente sabiendo tú todas las costumbres y cuestiones que hay entre los
Judíos: por lo cual te ruego que me oigas con paciencia.

 4 Mi vida pues, desde la mocedad, la cual desde el principio fué en mi
nacion en Jerusalem, todos los Judíos la saben:

 5 los cuales tienen ya conocido, que yo desde el principio, si quieren
testificarlo, conforme á la mas perfecta secta de nuestra religion he vivido
Fariséo.

 6 Y ahora por la esperanza de la promesa que hizo Dios á nuestros padres soy
llamado en juicio.

 7 A la cual nuestras doce tribus, sirviendo perpétuamente de dia y de noche,
esperan que han de venir: de la cual esperanza, oh rey Agripa, soy acusado
por los Judíos.

 8 ¿Cómo se juzga cosa increible entre vosotros que Dios resucite los
muertos?

 9 Yo ciertamente habia pensado de hacer contra el nombre de Jesus el
Nazareno muchas cosas contrarias.

 10 Lo cual tambien hice en Jerusalem, y yo encerré en cárceles á muchos de
los santos, recibida potestad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando
eran matados, yo dí mi voto.

 11 Y muchas veces por las sinagogas castigándolos, les forcé á blasfemar: y
enfurecido sobre manera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades
extrañas.

 12 Donde aun yendo á Damasco con potestad y comision de los príncipes de los
sacerdotes,

 13 en mitad del dia, oh rey, vi en el camino una luz que sobrepujaba el
resplandor del sol, la cual me rodeó, y á los que iban conmigo.

 14 Y habiendo caido todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y
decia en lengua Hebráica: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? dura cosa te
es dar coces contra los aguijones.

 15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesus, á quien té
persigues:

 16 mas levántate, y pónte sobre tus piés: porque por eso te he aparecido,
para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de las que
te mostraré;

 17 librándote de este pueblo, y de los Gentiles, á los cuales ahora te
envio,

 18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas á la
luz, y de la potestad de Satanás á Dios, para que reciban por la fe que es en
mí, remision de pecados, y suerte entre los santificados.

 19 Por lo cual, oh rey Agripa, no fuí rebelde á la vision celestial:

 20 antes, primeramente á los que están en Damasco, y Jerusalem, y por toda
la tierra de Judéa, y á los Gentiles, anunciaba que se enmendasen y se
convirtiesen á Dios, haciendo obras dignas de conversion.

 21 Por causa de esto los Judíos tomándome en el templo, tentaron de matarme.

 22 Mas ayudado de la ayuda de Dios persevero hasta el dia de hoy, dando
testimonio á chicos y á grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los
profetas y Moisés dijeron que habian de venir:

 23 que el Cristo habia de padecer, que [habia de ser] el primero de la
resurreccion de los muertos, que habia de anunciar luz á este pueblo, y á los
Gentiles.

 24 Y diciendo él estas cosas en su defensa, Festo á gran voz dijo: Estás
loco, Pablo: las muchas letras te tornan loco.

 25 Y Pablo: No estoy loco, (dice,) excelente Festo, sino que hablo palabra
de verdad, y de templanza:

 26 porque el rey sabe estas cosas, delante del cual tambien hablo
constantemente: porque no pienso que ignora nada de esto, que esto no ha sido
hecho por rincones:

 27 ¿crees, rey Agripa, á los profetas? yo sé que crees.

 28 Entonces Agripa dijo á Pablo: Por poco me persuadirás que me haga
Cristiano.

 29 Y Pablo dijo: Deseo delante de Dios, que por poco y por mucho, no
solamente tú, mas tambien todos los que hay me oyen, fuéseis hechos tales
cual yo soy, excepto estas prisiones.

 30 Y como hubo dicho estas cosas se levantó el rey, y el presidente, y
Bernice, y los que se habian asentado con ellos.

 31 Y como se apartaron aparte, hablaban los unos á los otros, diciendo: Que
ninguna cosa digna ni de muerte, ni de prision, hace este hombre.

 32 Y Agripa dijo á Festo: Podia este hombre ser suelto, si no hubiera
apelado á César.



CAPITULO 27

 1 MAS como fué determinado que habiamos de navegar para Italia, entregaron á
Pablo, y á algunos otros presos á un centurion llamado Julio, de la compañía
Augusta.

 2 Así que embarcándonos en un navío Adrumetino, nos partimos, estando con
nosotros Aristarco Macedonio de Tesalónica, para navegar junto á los lugares
de Apia.

 3 Y otro dia llegamos á Sidón, y Julio tratando á Pablo humanamente, le
permitió, que fuese á los amigos para ser de ellos bien tratado.

 4 Y alzando [velas] de allí, navegamos bajo de Cipro: porque los vientos
eran contrarios.

 5 Y habiendo pasado la mar que está junto á Cilicia y Panfilia, venimos á
Mira, que es [ciudad] de Licia.

 6 Y hallando allí el centurion un navío Alejandrino, que navegaba á Italia,
nos puso en él.

 7 Y navegando muchos dias despacio, y habiendo apenas llegado delante de
Gnido, no dejándonos el viento, navegamos bajo de Creta junto á Salmón.

 8 Y costeándola apenas, venimos á un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca
del cual estaba la ciudad de Laséa.

 9 Y pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegacion, porque ya era
pasado el ayuno, Pablo amonestaba,

 10 diciendo: Varones, [yo] veo que con incomodidad y mucho daño, no solo de
la cargazon y del navío, mas aun de nuestras personas, habrá de ser la
navegacion.

 11 Mas el centurion creia mas al maestro y al piloto, que á lo que Pablo
decia.

 12 Y no habiendo puerto cómodo para invernar, muchos acordaron de pasar aun
de allí, [por ver] si pudiesen tomar á Phenice, é invernar allí, que es un
puerto de Creta al ábrego y al poniente.

 13 Y ventando el austro, pareciéndoles que ya tenian lo que deseaban,
alzando [velas] tenian de cerca la costa de Creta.

 14 Mas no mucho despues dió en ella un viento repentino que se llama
Euroaquilo.

 15 Y siendo arrebatado de él el navío, que no podia resistir contra el
viento, dejado [el navío á los vientos] eramos llevados.

 16 Y llevados de la corriente hácia una pequeña isla que se llama Clauda,
apenas pudimos ganar el esquife,

 17 el cual tomado, usaban de remedios ciñiendo el navío: y teniendo temor
que no diesen en la sirte, bajadas las velas, eran así llevados.

 18 Y habiendo sido atormentados de una vehemente tempestad, el siguiente dia
echaron á la mar.

 19 Y al tercer dia nosotros con nuestras manos echamos las obras muertas del
navío.

 20 Y no pareciendo sol ni estrellas por muchos dias, y viniendo una
tempestad no pequeña, ya era perdida toda la esperanza de nuestra salud.

 21 Y habiendo ya mucho que no comiamos, entonces Pablo puesto en pié en
medio de ellos, dijo: Fuera de cierto conveniente, ¡oh varones! oirme á mí, y
no partir de Creta, y evitar este inconveniente y el daño:

 22 mas ahora os amonesto que tengais buen ánimo: porque ninguna pérdida
habrá de persona de vosotros, sino solamente del navío:

 23 porque esta noche ha estado conmigo el ángel de Dios, del cual yo soy, y
al cual sirvo,

 24 diciendo: Pablo, no tengas temor: es menester que seas presentado delante
de César; y hé aquí, Dios te ha dado á todos los que navegan contigo.

 25 Por tanto, ¡oh varones! tened buen ánimo: porque yo confio en Dios que
será así como me ha sido dicho:

 26 mas es menester que demos en una isla.

 27 Empero venida la catorcena noche, y siendo llevados en el Adria, los
marineros á la media noche sospecharon que estaban cerca de alguna tierra.

 28 Y echando la sonda, hallaron veinte pasos; y pasando un poquito mas
adelante, volviendo á echar la sonda, hallaron quince pasos.

 29 Y teniendo temor de dar en lugares ásperos, echando cuatro anclas de la
popa, deseaban que se hiciese de dia.

 30 Entonces procurando los marineros de huirse del navío, echando el esquife
á la mar, con parecer como que querian largar las anclas de proa,

 31 Pablo dijo al centurion, y á los soldados: Si estos no quedan en el
navío, vosotros no podeis salvaros.

 32 Entonces los soldados cortaron los cabos del esquife, y dejáronle perder.

 33 Y como se comenzó á hacer de dia, Pablo exhortaba á todos que comiesen,
diciendo: Este es el catorceno dia que esperais y permaneceis ayunos, no
comiendo nada:

 34 por tanto os ruego que comais por vuestra salud: que ni aun un cabello de
la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.

 35 Y habiendo dicho esto, tomando el pan, dió gracias á Dios en presencia de
todos: y partiendo, comenzó á comer.

 36 Entonces todos teniendo ya mejor ánimo, comieron ellos tambien.

 37 Y éramos todas las personas en el navío doscientas y setenta y seis.

 38 Y hartados de comida, aliviaban el navío, echando el grano á la mar.

 39 Y como se hizo de dia, no conocian la tierra: mas veian un golfo, que
tenia orilla, al cual acordaban de echar, si pudiesen, el navío.

 40 Alzando las anclas, se dejaron á la mar, largando tambien las ataduras de
los gobernalles; y alzada la vela mayor al soplo del viento, íbanse á la
orilla.

 41 Mas dando en un lugar de dos aguas, el navío dió al través; y la proa
hincada estaba sin moverse, y la popa se abria con la fuerza de la mar.

 42 Entonces el acuerdo de los soldados era que matasen los presos: porque
ninguno huyese escapándose nadando.

 43 Mas el centurion, queriendo salvar á Pablo, estorbó este acuerdo; y mandó
que los que pudiesen nadar, se echasen los primeros, y saliesen á tierra:

 44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas del navío: y así aconteció
que todos se salvaron á tierra.



CAPITULO 28

 1 Y COMO escapamos, entonces conocimos la isla, que se llamaba Melita.

 2 Mas los bárbaros nos hacian no poca humanidad: porque encendido un [gran]
fuego, nos recibieron á todos, á causa de la lluvia que venia, y del frio.

 3 Entonces habiendo Pablo allegado algunos sarmientos, y puéstolos en el
fuego, una víbora huyendo del calor, le acometió á la mano.

 4 Y como los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, decian los unos
á los otros: Ciertamente este hombre es homicida: que escapado de la mar, el
castigo no le deja vivir.

 5 Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningun mal padeció.

 6 Empero ellos estaban esperando cuando se habia de hinchar, ó de caer
muerto de repente: mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningun mal le
venia, mudados, decian que era Dios.

 7 En aquellos lugares habia heredades de un principal de la isla, llamado
Publio, el cual nos recibió, y nos hospedó tres dias humanamente.

 8 Y aconteció, que el padre de Publio estaba en coma enfermo de fiebre y de
cámaras: al cual Pablo entró, y despues de haber orado, le puso las manos
encima, y le sanó.

 9 Y esto hecho, tambien los otros que en la isla tenian enfermedades,
llegaban, y eran sanados:

 10 los cuales tambien nos honraron de muchas honras; y habiendo de navegar,
nos cargaron de las cosas necesarias.

 11 Así que, pasados tres meses, navegamos en un navío Alejandrino, que habia
invernado en la isla, la cual tenia por divisa á Castor y Pólux.

 12 Y venidos á Siracusa, estuvimos allí tres dias.

 13 De donde costeando al rededor, venimos á Regio: y otro dia despues
ventando el austro, venimos al segundo dia á Puteolos.

 14 Donde hallados los hermanos, nos rogaron que quedasemos con ellos siete
dias: y así venimos á Roma:

 15 de donde oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron á recibir hasta la
plaza de Apio, y las Tres Tiendas: á los cuales como Pablo vió, dando gracias
á Dios, tomó esfuerzo.

 16 Y como llegamos á Roma, el centurion entregó los presos al general de los
ejércitos: mas á Pablo fué permitido de estar por sí, con un soldado que le
guardase.

 17 Y ACONTECIÓ, que tres dias despues, Pablo convocó los principales de los
Judíos: los cuales como fueron juntos, les dijo: Yo, varones hermanos, no
habiendo hecho nada contra el pueblo, ni los ritos de la patria, he sido
entregado preso desde Jerusalem en manos de los Romanos:

 18 los cuales habiéndome examinado, me querian soltar, por no haber en mí
ninguna causa de muerte:

 19 mas contradiciendo los Judíos, fuí forzado á apelar á César: no como que
tenga de que acusar á mi nacion:

 20 así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros: porque por la
esperanza de Israél estoy rodeado de esta cadena.

 21 Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido cartas de tí de
Judéa, ni viniendo alguno de los hermanos nos ha denunciado ni hablado algun
mal de tí:

 22 mas querriamos oir de tí lo que sientes: porque de esta secta notorio nos
es que en todos lugares es contradicha.

 23 Y habiéndole señalado un dia, vinieron á él muchos á la posada, á los
cuales declaraba testificando el reino de Dios, procurando persuadirles lo
que es de Jesus por la ley de Moisés, y por los profetas, desde la mañana
hasta la tarde.

 24 Y algunos acordaban á lo que se decia, mas algunos no creian.

 25 Y como fueron entre sí discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra:
¡Qué bien ha hablado el Espíritu Santo por el profeta Isaías á nuestros
padres!

 26 diciendo: Vé á este pueblo y díles: De oido oireis, y no entendereis: y
viendo vereis, y no mirareis:

 27 porque el corazon de este pueblo fué engrosado, y de los oidos oyeron
pesadamente, y de sus ojos guiñaron: porque no vean de los ojos, y oigan de
los oidos, y entiendan de corazon, y se conviertan, y [yo] los sane.

 28 Séaos pues notorio, que á los Gentiles es enviada esta salud de Dios, y
ellos oirán.

 29 Y habiendo dicho esto, los Judíos se salieron teniendo entre sí gran
contienda.

 30 Pablo empero quedó dos años enteros en su alquiler: y recibia á todos los
que entraban á él,

 31 predicando el reino de Dios, y enseñando lo que es del Señor Jesu Cristo,
con toda libertad, sin impedimento.



EPÍSTOLA DEL APOSTOL SAN PABLO

Á LOS

ROMANOS.



CAPITULO 1

 1 PABLO, siervo de Jesu Cristo, llamado apóstol, apartado al Evangelio de
Dios,

 2 el cual habia antes prometido, por sus profetas en las Santas Escrituras,

 3 de su Hijo, (el cual fué hecho de la simiente de David segun la carne,

 4 el cual fué declarado Hijo de Dios con potencia segun el Espíritu de
santificacion, por la resurreccion de los muertos,) de Jesu Cristo Señor
nuestro:

 5 por el cual recibimos la gracia y el apostolado, para [hacer] que se
obedezca á la fé en todas las gentes, en su nombre:

 6 entre las cuales sois tambien vosotros llamados de Jesu Cristo:

 7 á todos los que estais en Roma, amados de Dios, llamados santos: Gracia y
paz tengais de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 8 Primeramente, cierto doy gracias á mi Dios por Jesu Cristo acerca de todos
vosotros, de que vuestra fé es predicada en todo el mundo.

 9 Porque testigo me es Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el Evangelio de
su Hijo, que sin cesar me acuerdo de vosotros,

 10 siempre en mis oraciones rogando, si al fin algun tiempo haya de haber
por la voluntad de Dios próspero viaje para venir á vosotros.

 11 Porque os deseo ver, para repartir con vosotros algun don espiritual,
para confirmaros;

 12 es á saber, para ser juntamente consolado con vosotros por la comun fé,
vuestra y juntamente mia.

 13 Mas no quiero, hermanos, que ignoreis, que muchas veces me he propuesto
de venir á vosotros, (empero hasta ahora he sido estorbado,) para tener
tambien entre vosotros algun fruto, como entre los otros Gentiles.

 14 A Griegos y á bárbaros, á sábios y á no sábios soy deudor.

 15 Así que, cuanto á mí, presto está el anunciar el Evangelio tambien á los
que estais en Roma.

 16 Porque no me avergüenzo del Evangelio: porque es potencia de Dios para
[dar] salud á todo aquel que cree: al Judío primeramente, y tambien al
Griego.

 17 Porque la justicia de Dios se descubre en él de fé en fé, como esta
escrito: Mas el justo vivirá por la fé.

 13 PORQUE manifiesta es la ira de Dios del cielo contra toda impiedad é
injusticia de los hombres, que detienen la verdad con injusticia:

 19 porque lo que de Dios se conoce, á ellos es manifiesto: porque Dios se lo
manifestó.

 20 Porque las cosas invisibles de él, entendidas por la creacion del mundo,
[es á saber,] por las cosas que son hechas, se ven: [como son] su eterna
potencia y divinidad, para que queden sin excusa.

 21 Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni [le]
dieron gracias: antes se desvanecieron en sus discursos, y el tonto corazon
de ellos fué entenebrecido:

 22 que diciéndose ser sabios, fueron vueltos locos;

 23 y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imágen de
hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro piés, y de serpientes.

 24 Por lo cual tambien Dios los entregó á las concupiscencias de sus
corazones para inmundicia, para que contaminasen sus cuerpos entre sí:

 25 que mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo á las
criaturas antes que al Criador, el cual es bendito por siglos. Amen.

 26 Por lo cual Dios los entregó á afectos vergonzosos: porque aun sus
mujeres mudaron el natural uso, en el uso que es contra naturaleza.

 27 Y por el semejante, los hombres, dejado el uso natural de la mujer, se
encendieron en sus concupiscencias los unos con los otros, cometiendo
torpezas hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la recompensa que
convino de su error.

 28 Y como á ellos no les pareció tener á Dios en la noticia, Dios [tambien]
los entregó á perverso entendimiento, para que hagan lo que no conviene;

 29 atestados de toda iniquidad, de fornicacion, de malicia, de avaricia, de
maldad: llenos de envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de
malignidades:

 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios,
altivos, inventores de males, desobedientes á [sus] padres,

 31 necios, desleales, sin afecto [humano], sin lealtad, sin misericordia:

 32 que habiendo entendido la justicia de Dios, no entendieron que los que
hacen tales cosas son dignos de muerte: no solo los que las hacen, mas aun
los que consienten á los que las hacen.



CAPITULO 2

 1 POR lo cual eres inexcusable ¡oh hombre! cualquiera que juzgas: porque en
lo mismo que juzgas al otro, te condenas á tí mismo: porque lo mismo haces tú
que juzgas [á los otros.]

 2 Porque sabemos que el juicio de Dios es segun verdad contra los que hacen
tales cosas.

 3 ¿Piensas esto, ¡oh hombre! que juzgas á los que hacen tales cosas, que tú
escaparás el juicio de Dios?

 4 ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia, y
longanimidad: ignorando que su benignidad te guia á penitencia?

 5 Mas por tu dureza, y por tu corazon impenitente, atesoras para tí mismo
ira para el dia de la ira, y de la manifestacion del justo juicio de Dios;

 6 el cual pagará á cada uno conforme á sus obras:

 7 á los que perseveraron en bien hacer, gloria, y honra, é incorrupcion, [es
á saber,] á los que buscan la vida eterna:

 8 mas á los que son contenciosos, y que no obedecen á la verdad, antes
obedecen á la injusticia, enojo é ira.

 9 Tribulacion y angustia [será] sobre toda persona humana que obra lo malo,
el Judío primeramente, y el Griego:

 10 mas gloria, y honra, y paz á cualquiera que obra el bien, al Judío
primeramente, y al Griego:

 11 porque no hay acepcion de personas acerca de Dios.

 12 Porque todos los que sin ley pecaron, sin ley tambien perecerán; y todos
los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados.

 13 Porque no los oidores de la ley son justos acerca de Dios, mas los
hacedores de la ley serán justificados.

 14 Porque los Gentiles que no tienen la ley, haciendo naturalmente lo que es
de la ley, los tales aunque no tengan la ley, ellos mismos se son ley:

 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio
juntamente sus conciencias; y acusándose, y tambien excusándose sus
pensamientos, unos con otros,

 16 en el dia que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres conforme á mi
Evangelio, por Jesu Cristo.

 17 Hé aquí, tú te llamas por sobrenombre Judío, y estás reposado en la ley,
y te glorías en Dios,

 18 y sabes su voluntad, y apruebas lo mejor, instruido por la ley;

 19 y confias que eres guia de los ciegos, luz de los que [están] en
tinieblas,

 20 enseñador de los que no saben, maestro de niños, que tienes la forma de
la ciencia y de la verdad en la ley.

 21 Tú que, pues, enseñas á otro, ¿no te enseñas á tí mismo? Tú que predicas
que no se ha de hurtar, ¿hurtas?

 22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adultéras? Tú que abominas los
ídolos, ¿haces sacrilegio?

 23 Tú que te jactas de la ley, ¿con rebelion de la ley deshonras á Dios?

 24 Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los
Gentiles, como esta escrito.

 25 La circuncision á la verdad aprovecha, si guardares la ley: mas si eres
rebelde á la ley, tu circuncision es hecha incircuncision.

 26 De manera que si el incircunciso guardare las justicias de la ley, ¿no
será tenida su incircuncision por circuncision?

 27 Y lo que de su natural es incircunciso, guardando perfectamente la ley,
te juzgará á tí, que con la letra y con la circuncision eres rebelde á la
ley.

 28 Porque no el que es Judío en manifiesto, ni la circuncision que es en
manifiesto en la carne:

 29 mas el que en lo secreto [es] Judío: y la circuncision del corazon, en
espíritu, no en letra: la alabanza del cual no [es] por los hombres, mas por
Dios.



CAPITULO 3

 1 QUÉ, pues, tiene mas el Judío? ¿ó qué aprovecha la circuncision?

 2 Mucho en todas maneras. Lo primero ciertamente, que la palabra de Dios les
ha sido confiada.

 3 ¿Porque qué [hay,] si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿La
incredulidad de ellos habrá [por eso] hecho vana la verdad de Dios?

 4 En ninguna manera: porque Dios es verdadero, y todo hombre es mentiroso,
como está escrito: Para que seas justificado en tus dichos, y venzas cuando
juzgares.

 5 Y si nuestra iniquidad encarece la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿será
[por eso] injusto Dios que da castigo? (hablo como hombre.)

 6 En ninguna manera: de otra manera, ¿cómo juzgaria Dios el mundo?

 7 Porque si la verdad de Dios con mi mentira creció á gloria suya, ¿por qué
aun tambien soy yo juzgado como pecador?

 8 No siéndolo, como somos blasfemados, y como algunos dicen, que nosotros
decimos: Hagamos males para que vengan bienes: la condenacion de los cuales
es justa.

 9 ¿Pues qué? ¿Somos mejores [que ellos]? En ninguna manera: porque ya hemos
acusado á Judíos y á Griegos, que todos están debajo de pecado,

 10 como esta escrito: Que no hay justo, ni aun uno:

 11 no hay quien entienda, no hay quien busque á Dios:

 12 todos se apartaron, á una fueron hechos inútiles: no hay quien haga lo
bueno, no hay ni aun uno:

 13 sepulcro abierto [es] su garganta: con sus lenguas tratan engañosamente:
veneno de áspides [está] debajo de sus labios:

 14 cuya boca está llena de maledicencia, y de amargura:

 15 sus piés son ligeros á derramar sangre:

 16 quebrantamiento y desventura [hay] en sus caminos:

 17 y camino de paz no conocieron:

 18 no hay temor de Dios delante de sus ojos.

 19 Empero ya sabemos, que todo lo que la ley dice, á los que están en la ley
[lo] dice: para que toda boca se tape, y que todo el mundo se sujete á Dios:

 20 que por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de el:
porque por la ley es el conocimiento del pecado.

 21 Empero ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
testificado por la ley, y por los profetas:

 22 la justicia, [digo,] de Dios por la fé de Jesu Cristo, para todos, y
sobre todos los que creen en él: porque no hay diferencia;

 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

 24 Justificados graciosamente por su gracia, por la redencion que es en
Jesus.

 25 Al cual Dios ha propuesto por aplacamiento por la fé en su sangre, para
manifestacion de su justicia para la remision de los pecados pasados,

 26 por la paciencia de Dios: manifestando su justicia en este tiempo: para
que él [solo] sea el justo, y el que justifica al que es de la fé de Jesus.

 27 ¿Dónde, pues, [está] la jactancia? Es echada fuera. ¿Por cuál ley? ¿de
las obras? No: sino por la ley de la fé.

 28 Así que, concluimos ser el hombre justificado por fé sin las obras de la
ley.

 29 ¿O es Dios solamente [Dios] de los Judíos? ¿no es tambien [Dios] de los
Gentiles? Cierto tambien es [Dios] de los Gentiles.

 30 Porque un Dios es [de todos,] el cual justificará de la fé la
circuncision, y por la fé á la incircuncision.

 31 ¿Luego deshacemos la ley por la fé? En ninguna manera: antes establecemos
la ley.



CAPITULO 4

 1 ¿QUÉ, pues, diremos que halló Abraham nuestro padre segun la carne?

 2 Que si Abraham fué justificado por las obras, tiene gloria, mas no acerca
de Dios.

 3 Porque, ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham á Dios, y le fué atribuido
á justicia.

 4 Empero al que obra, no se le cuenta el salario por merced, mas por deuda.

 5 Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, la fé le es
contada por justicia.

 6 Como tambien David dice, ser bienaventurado el hombre, al cual Dios
atribuye justicia sin las obras, [diciendo:]

 7 Bienaventurados [aquellos,] cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos
pecados son cubiertos:

 8 bienaventurado el varon al cual el Señor no imputó pecado.

 9 ¿Esta beatificacion pues [es] solamente en la circuncision, ó tambien en
la incircuncision? porque decimos que á Abraham fué contada la fé por
justicia,

 10 ¿Cómo pues [le] fué contada? ¿en la circuncision, ó en la incircuncision?
no en la circuncision, sino en la incircuncision.

 11 Y recibió la circuncision por señal, por sello de la justicia de la fé
que tuvo en la incircuncision, para que fuese padre de todos los creyentes
por la incircuncision, para que tambien á ellos les sea contado por justicia:

 12 y que sea padre de la circuncision, no solamente á los que son de la
circuncision, mas tambien á los que siguen las pisadas de la fé que fué en
nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado.

 13 Porque no por la ley [fué dada] la promesa á Abraham, ó á su simiente,
que seria heredero del mundo, sino por la justicia de la fé.

 14 Porque si los que [son] de la ley, son los herederos, vana es la fé; y
anulada es la promesa.

 15 Porque la ley obra ira: porque donde no hay ley, allí tampoco [hay]
rebelion.

 16 Por tanto por la fé, para que [sea] por gracia; para que la promesa sea
firme á toda simiente, [es á saber,] no solamente al que [es] de la ley, mas
tambien al que es de la fé de Abraham: el cual es padre de todos nosotros,

 17 como esta escrito: Que por padre de muchas gentes te he puesto delante de
Dios, al cual creyó: el cual da vida á los muertos, y llama las cosas que no
son, como las que son.

 18 El cual creyó para esperar contra esperanza, que seria hecho padre de
muchas gentes, conforme á lo que [le] habia sido dicho: Así será tu simiente.

 19 Y no se enflaqueció en la fé; ni consideró su cuerpo ya muerto, (siendo
ya de casi cien años,) ni la matriz muerta de Sara.

 20 Tampoco en la promesa de Dios dudó con desconfianza: antes fué esforzado
en fé, dando gloria á Dios:

 21 sabiendo enteramente que todo lo que habia prometido, era tambien
poderoso para hacerlo.

 22 Por lo cual tambien le fué atribuido á justicia.

 23 Y no es escrito [esto] solamente para él, que le haya sido [así] contado;

 24 sino tambien por nosotros, á quienes será [así] contado, á los que creen
en el que levantó de los muertos á Jesus, Señor nuestro:

 25 el cual fué entregado por nuestros delitos, y resucitó por nuestra
justificacion.



CAPITULO 5

 1 JUSTIFICADOS pues por la fé, tenemos paz para con Dios por el Señor
nuestro Jesu Cristo:

 2 por el cual tambien tenemos entrada por la fé á esta gracia, en la cual
estamos [firmes,] y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

 3 Y no solo [esto,] mas aun nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que
la tribulacion hace paciencia;

 4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;

 5 y la esperanza no será avergonzada: porque el amor de Dios está derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos es dado.

 6 Porque Cristo, aun cuando éramos flacos, á su tiempo murió por los impíos.

 7 Ciertamente apenas muere alguno por lo justo: porque por lo bueno podrá
ser que alguno osará morir.

 8 Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, que siendo aun pecadores,
Cristo murió por nosotros.

 9 Luego mucho mas, ahora justificados en su sangre, por él seremos salvos de
la ira.

 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
su Hijo, mucho mas, [ya] reconciliados, seremos salvos por su vida.

 11 Y no solo esto, mas aun nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesu
Cristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliacion.

 12 Por tanto, de la manera que el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte; y la muerte así pasó á todos los hombres en aquel
[en quien] todos pecaron:

 13 porque hasta la ley el pecado estaba en el mundo: mas el pecado no era
imputado, no habiendo ley.

 14 Mas reinó la muerte desde Adam hasta Moisés, aun en los que no pecaron á
la manera de la rebelion de Adam, el cual es figura del que habia de venir.

 15 Mas no como el delito, tal fué el don: porque si por el delito de aquel
uno murieron muchos, mucho mas la gracia de Dios, y el don por la gracia de
un hombre, Jesu Cristo, abundó á muchos.

 16 Ni tampoco de la manera que por un pecado, así tambien el don: porque el
juicio á la verdad [vino] de un [pecado] para condenacion, mas la gracia
[vino] de muchos, delitos para justificacion.

 17 Porque si por un delito reinó la muerte por [causa de] uno, los que
reciben la abundancia de la gracia, y de la merced, y de la justicia, mucho
mas reinarán por uno, Jesu Cristo.

 18 Así que, de la manera que por un delito [vino la culpa] á todos los
hombres para condenacion, así por una justicia [vino la gracia] á todos los
hombres para justificacion de vida.

 19 Porque como por la desobediencia de un hombre muchos fueron hechos
pecadores, así por la obediencia de uno muchos serán hechos justos.

 20 La ley empero entró para que el pecado creciese: mas cuando el pecado
creció, sobrepujó la gracia;

 21 para que de la manera que el pecado reinó para muerte; así tambien la
gracia reine por la justicia para vida eterna, por Jesu Cristo Señor nuestro.



CAPITULO 6

 1 ¿PUES qué diremos? ¿Perseverarémos en pecado, para que la gracia crezca?

 2 En ninguna manera. Porque los que somos muertos al pecado, ¿cómo viviremos
aun en él?

 3 ¿O no sabeis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesus, somos
bautizados en su muerte?

 4 Porque somos sepultados juntamente con él á muerte por el bautismo, para
que como Cristo resucitó de los muertos á gloria del Padre, así tambien
nosotros andemos en novedad de vida.

 5 Porque si fuimos plantados juntamente [en él] á la semejanza de su muerte,
tambien lo seremos juntamente á la de [su] resurreccion:

 6 ciertos que nuestro viejo hombre juntamente fué crucificado con [él,] para
que el cuerpo del pecado sea deshecho, que mas no sirvamos al pecado.

 7 Porque el que es muerto, justificado es del pecado.

 8 Y si morimos con Cristo, creemos que tambien viviremos con él:

 9 ciertos que Cristo habiendo resucitado de los muertos, ya no muere: la
muerte no se enseñoreará de él.

 10 Porque, que es muerto, al pecado murió una vez; y que vive, á Dios vive.

 11 Así tambien vosotros, pensad que vosotros de cierto sois muertos al
pecado, mas que vivís á Dios en Cristo Jesus Señor nuestro.

 12 No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, para obedecer al pecado
en sus concupiscencias.

 13 Ni tampoco presenteis vuestros miembros al pecado por instrumentos de
iniquidad: antes presentáos á Dios como resucitados de los muertos; y
vuestros miembros á Dios por instrumentos de justicia.

 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros: porque no estais debajo
de la ley, mas debajo de la gracia.

 15 ¿Pues qué? ¿pecaremos, porque no estamos debajo de la ley, sino debajo de
la gracia? En ninguna manera.

 16 ¿O no sabeis, que á quien os presentasteis á vosotros mismos por siervos
para obedecer[le,] sois siervos de aquel á quien obedeceis, ó del pecado para
muerte, ó de la obediencia para justicia?

 17 Gracias á Dios, que fuisteis siervos del pecado: mas habeis obedecido de
corazon á la forma de doctrina á la cual sois entregados:

 18 y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia.

 19 Humana cosa digo por la flaqueza de vuestra carne: que como para
iniquidad presentasteis vuestros miembros á servir á la inmundicia, y á la
iniquidad; así ahora para santidad presenteis vuestros miembros á servir á la
justicia.

 20 Porque cuando fuisteis siervos del pecado, libres erais de la justicia.

 21 ¿Qué fruto pues teniais de aquellas cosas, de las cuales ahora os
avergonzais? porque el fin de ellas [es] muerte.

 22 Mas ahora librados del pecado, y hechos siervos á Dios, teneis por
vuestro fruto la santificacion, y por fin la vida eterna.

 23 Porque las pagas del pecado [es] muerte: mas la gracia de Dios [es] vida
eterna en Cristo Jesus Señor nuestro.



CAPITULO 7

 1 ¿Ó IGNORAIS, hermanos, (hablo con los que saben la ley), que la ley
[solamente] se enseñorea del hombre entre tanto que vive?

 2 Porque la mujer que es sujeta á marido, mientras el marido vive, está
obligada á la ley: mas muerto el marido, [ella] es libre de la ley del
marido.

 3 Así que viviendo el marido se llamará adúltera, si fuere de otro varon:
mas si su marido muriere, es libre de la ley, de tal manera que no sera
adúltera, si fuere de otro marido.

 4 Así tambien vosotros, hermanos mios, estais muertos á la ley en el cuerpo
de Cristo, para que seais de otro, [es á saber,] del que resucitó de los
muertos, para que fructifiquemos á Dios.

 5 Porque mientras éramos en la carne, los afectos de los pecados que eran
por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando á muerte:

 6 mas ahora somos libres de la ley de la muerte, en la cual estábamos
detenidos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra.

 7 ¿Qué pues diremos? ¿la ley es pecado? En ninguna manera. Empero yo no
conocí al pecado, sino por la ley: porque tampoco conociera la
concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás.

 8 Entonces el pecado, tomando ocasion, obró en mí por el mandamiento toda
concupiscencia: porque sin la ley el pecado [estaba] muerto.

 9 Así que, yo sin la ley vivia por algun tiempo: mas venido el mandamiento,
el pecado revivió.

 10 Y yo morí; y hallé que el mandamiento, que [de suyo] era vivífico, [para
mi] era mortal.

 11 Porque el pecado, tomando ocasion, me engañó por el mandamiento, y por él
[me] mató.

 12 De manera que la ley á la verdad [es] santa, y el mandamiento santo, y
justo, y bueno.

 13 ¿Luego lo que es bueno, á mí me es hecho muerte? No, sino el pecado, que
para mostrarse pecado por lo bueno, me obró la muerte, haciéndose pecado
sobremanera pecante por el mandamiento.

 14 Porque [ya] sabemos que la ley es espiritual: mas yo soy carnal, vendido
á sujecion del pecado.

 15 Porque lo que cometo, no [lo] entiendo, ni el [bien] que quiero hago:
antes lo que aborrezco, aquello hago.

 16 Y [si] lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley [es] buena.

 17 De manera que ya yo no obro aquello, sino el pecado que mora en mí.

 18 Y yo sé que no mora en mí, es saber, en mi carne, bien: porque tengo el
querer; mas perfeccionar el bien, no lo alcanzo.

 19 Porque no el bien que quiero, esto hago: mas el mal que no quiero, esto
hago.

 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo obro yo, sino el pecado que mora en
mí.

 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo [esta] ley: que el mal me es
propio.

 22 Porque con el hombre interior me deleito con la ley de Dios:

 23 mas veo otra ley en mis miembros que se rebela contra la ley de mi
espíritu, y que me lleva cautivo la ley del pecado que está en mis miembros.

 24 ¡Miserable hombre de mi! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?

 25 Gracias doy á Dios por Jesu Cristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con
el espíritu sirvo á la ley de Dios, mas con la carne á la ley del pecado.



CAPITULO 8

 1 ASÍ que ahora, ninguna condenacion hay para los que [están] en Cristo
Jesus, que no andan conforme á la carne, mas conforme al Espíritu.

 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesus me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte.

 3 Porque lo que era imposible á la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios enviando á su Hijo en semejanza de carne de pecado, del pecado tambien
condenó al pecado en la carne:

 4 para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos
conforme á la carne, mas conforme al Espíritu.

 5 Porque los que son conforme á la carne, las cosas que son de la carne
saben: mas los que conforme al Espíritu, las cosas que son del Espíritu.

 6 Porque la prudencia de la carne es muerte: mas la prudencia del Espíritu,
vida y paz:

 7 por cuanto la prudencia de la carne es enemistad contra Dios: porque no se
sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede.

 8 Así que, los que son en la carne, no pueden agradar á Dios.

 9 Mas vosotros no sois en la carne, sino en el Espíritu: por cuanto el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, el tal no es de él.

 10 Empero si Cristo está en vosotros, el cuerpo á la verdad es muerto á
causa del pecado: mas el espíritu vive á causa de la justicia.

 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesus, mora en
vosotros, el que levantó á Cristo de los muertos, vivificará tambien vuestros
cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

 12 Así que, hermanos, deudores somos, no á la carne para que vivamos
conforme á la carne.

 13 Porque si viviéreis conforme á la carne, morireis: mas si por el Espíritu
mortificáreis las obras de la carne, vivireis.

 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son
hijos de Dios.

 15 Porque no habeis recibido el espíritu de servidumbre para [estar] otra
vez en temor: mas habeis recibido el Espíritu de adopcion, por el cual
clamamos: Abba, Padre.

 16 Porque el mismo Espíritu da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos
de Dios.

 17 Y si hijos, tambien herederos: herederos ciertamente de Dios, y
coherederos de Cristo: si empero, padecemos juntamente [con él,] para que
juntamente [con él] seamos glorificados.

 18 Porque [yo] me resuelvo, en que lo que en este tiempo se padece, no es de
comparar con la gloria venidera que en nosotros ha de ser manifestada.

 19 Porque el continuo atalayar de las criaturas la manifestacion de los
hijos de Dios espera:

 20 porque las criaturas sujetadas fueron á vanidad, no de su voluntad, sino
por causa de aquel que las sujetó,

 21 con esperanza que tambien las mismas criaturas serán libradas de la
servidumbre de corrupcion, en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

 22 Porque [ya] sabemos, que todas las criaturas gimen á una, y á una están
de parto hasta ahora.

 23 Y no solo ellas, mas tambien nosotros mismos que tenemos las primicias
del Espíritu, nosotros tambien gemimos dentro de nosotros mismos, esperando
la adopcion, [es á saber,] la redencion de nuestro cuerpo.

 24 Porque en esperanza somos salvos: que la esperanza que se ve, no es
esperanza: porque lo que alguno ve, no lo espera.

 25 Pues si lo que no vemos esperamos, por paciencia esperamos.

 26 Y asimismo tambien el Espíritu á una ayuda nuestra flaqueza: porque qué
oremos como conviene, no [lo] sabemos: mas el mismo Espíritu demanda por
nosotros con gemidos indecibles.

 27 Mas el que escudriña los corazones, sabe que es el deseo del Espíritu,
[es á saber,] que conforme á Dios demanda por los santos.

 28 Y [ya] sabemos, que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á
bien, [es á saber,] á los que conforme al propósito son llamados.

 29 Porque los que antes conoció, tambien predestinó para que fuesen hechos
conformes á la imágen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos.

 30 Y á los que predestinó, á estos tambien llamó; y á los que llamó, á estos
tambien justificó; y á los que justificó, á estos tambien glorificó.

 31 ¿Pues qué diremos á esto? Si Dios [es] por nosotros, ¿quién [será] contra
nosotros?

 32 El que aun á su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará tambien con él todas las cosas?

 33 ¿Quién acusará contra los escogidos de Dios? Dios [es] el que [los]
justifica.

 34 ¿Quién es el que [los] condenará? Cristo [es] el que murió: antes el que
tambien resucitó, el que tambien está á la diestra de Dios, el que tambien
demanda por nosotros.

 35 ¿Quién nos apartará de la caridad de Cristo? ¿tribulacion? ¿ó angustia?
¿ó persecucion? ¿ó hambre? ¿ó desnudez? ¿ó peligro? ¿ó cuchillo?

 36 (como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo: somos
estimados como ovejas de matadero :)

 37 antes en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó.

 38 Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir,

 39 ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar de la
caridad de Dios, que es en Cristo Jesus, Señor nuestro.



CAPITULO 9

 1 VERDAD digo en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el
Espíritu Santo:

 2 que tengo gran tristeza, y continuo dolor en mi corazon.

 3 Porque deseara yo mismo ser apartado de Cristo por mis hermanos, los que
son mis parientes segun la carne:

 4 que son Israelitas, de los cuales es la adopcion, y la gloria, y los
conciertos, y la data de la ley, y el culto, y las promesas;

 5 cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo segun la carne, el cual es
Dios sobre todas las cosas, bendito por siglos. Amen.

 6 No empero que la palabra de Dios haya faltado: porque no todos los que son
de Israél son Israelitas:

 7 ni por ser simiente de Abraham [luego] son todos hijos; mas: En Isaac te
será llamada simiente.

 8 Quiere decir: No los que [son] hijos de la carne, estos [son] los hijos de
Dios: mas los que [son] hijos de la promesa, [estos] son contados en la
generacion.

 9 Porque la palabra de la promesa es esta: Como en este tiempo vendré; y
tendrá Sara un hijo.

 10 Y no solo [esto,] mas tambien Rebeca concibiendo de una vez, de Isaac
nuestro padre;

 11 porque no siendo aun nacidos, ni habiendo hecho aun ni bien ni mal, para
que el propósito de Dios conforme á la eleccion, no por las obras, sino por
el que llama, permaneciese;

 12 le fué dicho, que el mayor serviria al menor:

 13 como está escrito: Á Jacob amé, mas á Esaú aborrecí.

 14 ¿Pues qué diremos? ¿que hay injusticia acerca de Dios? En ninguna manera.

 15 Mas á Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia: y me
compadeceré del que me compadeceré.

 16 Así que no es del que quiere, ni del que corre; sino de Dios, que tiene
misericordia.

 17 Porque la Escritura dice de Pharaón: Para esto mismo te he levantado, [es
á saber,] para mostrar en tí mi potencia, y que mi nombre sea denunciado por
toda la tierra.

 18 De manera que del que quiere, tiene misericordia; y al que quiere,
endurece.

 19 Me dirás pues: ¿Por qué pues se enoja? ¿porque quién resistirá á su
voluntad?

 20 Mas antes, ¡oh hombre! ¿tú, quién eres, para que alterques con Dios? ¿ó
dirá el vaso de barro al que le labró: Por qué me has hecho tal?

 21 ¿Ó no tiene potestad el ollero para hacer de la misma masa un vaso para
honra, y otro para vergüenza?

 22 ¿Y qué, si Dios queriendo mostrar la ira, y hacer notoria su potencia,
soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira, preparados para muerte:

 23 y haciendo notorias las riquezas de su gloria para con los vasos de
misericordia, que él ha preparado para gloria?

 24 los cuales tambien llamó, [es á saber,] á nosotros, no solo de los
Judíos, mas tambien de los Gentiles.

 25 Como tambien en Oséas, dice: Llamaré al que no [era] mi pueblo, pueblo
mio; y á la no amada, amada:

 26 y será que en el lugar donde antes les era dicho: Vosotros no [sois]
pueblo mio; allí serán llamados hijos del Dios viviente.

 27 Tambien, Isaías clama tocante á Israél: Si fuere el número de los hijos
de Israél como la arena de la mar, las reliquias serán salvas.

 28 Porque palabra consumadora y abreviadora en justicia, porque palabra
abreviada, hará el Señor sobre la tierra.

 29 Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos^ no nos hubiera
dejado simiente, como Sodoma fuéramos hechos, y como á Gomorrha fuéramos
semejantes.

 30 ¿Pues qué diremos? Que los Gentiles que no seguian justicia han alcanzado
la justicia, es á saber, la justicia que es por la fé;

 31 é Israél que seguia la ley de justicia, no ha llegado á la ley de la
justicia.

 32 ¿Por qué? Porque no por fé: mas como por las obras de la ley. Por lo cual
tropezaron en la piedra de tropiezo:

 33 como está escrito: Hé aquí, pongo en Sión piedra de tropiezo^, y piedra
de caida: y todo aquel que creyere en ella, no será avergonzado.



CAPITULO 10

 1 HERMANOS, ciertamente la voluntad de mi corazon, y la oracion á Dios, es
sobre Israél para salud.

 2 Porque yo les doy testimonio, que á la verdad tienen zelo de Dios, mas no
conforme á ciencia.

 3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando de establecer la suya,
no son sujetos á la justicia de Dios.

 4 Porque el fin de la ley [es] Cristo, para [dar] justicia á todo aquel que
cree.

 5 Porque Moisés escribe, que la justicia que es por la ley: El hombre que
las hiciere, vivirá por ellas.

 6 Mas [de] la justicia que es por la fé, dice así: No digas en tu corazon:
¿Quién subirá al cielo? (esto es, á traer de lo alto á Cristo.)

 7 ó, ¿Quién descenderá al abismo? (esto es, volver á traer á Cristo de los
muertos.)

 8 Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, [es á saber,] en tu boca, y en tu
corazon. Esta es la palabra de fé la cual predicamos:

 9 Que si confesares con tu boca al Señor Jesus, y creyeres en tu corazon que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

 10 Porque con el corazon se cree para [alcanzar] justicia: mas con la boca
se hace confesion para [alcanzar] salud.

 11 Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado.

 12 Porque no hay diferencia de Judío y de Griego: porque el mismo [es] el
Señor de todos, rico para con todos los que le invocan.

 13 Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo,

 14 ¿Cómo pues invocarán á aquel en el cual no han creido? ¿y cómo creerán á
aquel de quien no han oido? ¿y cómo oirán si no [hay] quien [les] predique?

 15 ¿y cómo predicarán si no fueren enviados? como está escrito: ¡Cuan
hermosos [son] los piés de los que anuncian el Evangelio de la paz, de los
que anuncian el Evangelio de los bienes!

 16 Mas no todos obedecen al Evangelio; que Isaías dice: Señor, ¿quién creyó
á nuestro oido?

 17 Luego la fé es por el oir, y el oir por la palabra de Dios.

 18 Mas digo [yo:] ¿No han oido? Antes cierto por toda la tierra ha salido la
fama de ellos, y hasta los cabos de la redondez de la tierra las palabras de
ellos.

 19 Mas digo [yo:] ¿No ha venido Israél al conocimiento? Primeramente Moisés
dice: Yo os provocaré á zelos con gente que no es mia: con gente ignorante os
provocaré á ira.

 20 Tambien Isaías osa decir: Fuí hallado de los que no me buscaban:
manifestéme á los que no preguntaban por mí.

 21 Mas contra Israél dice: Todo el dia extendí mis manos al pueblo rebelde y
contradictor.



CAPITULO 11

 1 DIGO pues: ¿Ha desechado Dios á su pueblo? En ninguna manera. Porque
tambien yo soy Israelita, de la simiente de Abraham, de la tribu de Benjamin.

 2 No ha desechado Dios á su pueblo, al cual antes conoció. ¿O no sabeis qué
dice de Elías la Escritura? cómo hablando con Dios dice contra Israél:

 3 Señor, á tus profetas han muerto, y á tus altares han minado, y yo he
quedado solo, y procuran matarme.

 4 Mas ¿qué le dice la Divina respuesta? [Yo] me he dejado siete mil varones
que no han doblado las rodillas delante de Baal.

 5 Así tambien en este tiempo han quedado reliquias por la eleccion graciosa
[de Dios.]

 6 Y si por gracia, luego no por las obras: de otra manera la gracia ya no es
gracia. Y si por las obras, ya no es gracia: de otra manera la obra ya no es
obra.

 7 ¿Pues qué? Lo que buscaba Israél, aquello no ha alcanzado: mas la eleccion
lo ha alcanzado; y los demas fueron endurecidos.

 8 (Como está escrito: Dióles Dios espíritu de remordimiento, ojos con que no
vean, y oidos con que no oigan,) hasta el dia de hoy.

 9 Y David dice: Séales vuelta su mesa en lazo, y en red, y en tropezadero, y
en paga:

 10 sus ojos sean oscurecidos para que no vean: y agóviales siempre el
espinazo.

 11 Digo pues: ¿Tropezaron luego de tal manera que cayesen del todo? En
ninguna manera: mas por la caida de ellos [vino] la salud á los Gentiles,
para que [por ellos] fuesen provocados á zelos.

 12 Y si la caida de ellos es la riqueza del mundo, y el menoscabo de ellos
la riqueza de los Gentiles, ¿cuanto mas [lo será] el henchimiento de ellos?

 13 Porque, á vosotros digo, Gentiles, en cuanto á la verdad yo soy apóstol
de los Gentiles, mi ministerio honro,

 14 si en alguna manera provocase á zelos á mi carne, é hiciese salvos
algunos de ellos.

 15 Porque si el desecho de ellos [es] la reconciliacion del mundo, ¿qué
[será] el recibimiento [de ellos,] sino vida de los muertos?

 16 Y si el primer fruto [es] santo, tambien [lo será] el todo: y si la raiz
[es] santa, tambien [lo serán] los ramos.

 17 Y si algunos de los ramos fueron quebrados, y tú siendo acebuche has sido
ingerido en lugar de ellos, y has sido hecho participante de la raiz, y de la
grosura de la oliva;

 18 no te jactes contra los ramos: y si te jactas, [sabe] que no sustentas tú
á la raiz, sino la raiz á tí.

 19 Dirás pues: los ramos fueron quebrados para que yo fuese ingerido.

 20 Bien: por [su] incredulidad fueron quebrados, mas tú por la fé estás en
pié. No te ensoberbezcas, antes teme:

 21 que si Dios no perdonó á los ramos naturales, á tí tampoco no perdone.

 22 Mira antes la bondad, y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en
los que cayeron; mas la bondad en tí, si permanecieres en la bondad: de otra
manera tú tambien serás cortado.

 23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán ingeridos: que
poderoso es Dios para volverlos á ingerir.

 24 Porque si tú eres cortado del natural acebuche, y contra natura fuiste
ingerido en la buena oliva, ¿cuánto mas estos, que son los [ramos] naturales,
serán ingeridos en su oliva?

 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoreis este misterio, para que no seais
acerca de vosotros mismos arrogantes: [y es,] que el endurecimiento en parte
ha acontecido en Israél, [para que] entre tanto entrase la plenitud de los
Gentiles.

 26 Y así todo Israél fuese salvo: como está escrito: Vendrá de Sión el
Libertador, que quitará de Jacob la impiedad:

 27 y esto será mi testamento á ellos, cuando quitare sus pecados.

 28 Así que, cuanto al Evangelio, [los tengo por] enemigos por causa de
vosotros: mas cuanto á la eleccion [de Dios, me son] muy amados por causa de
los padres.

 29 Porque sin arrepentimiento [son] las mercedes y la vocacion de Dios.

 30 Porque como tambien vosotros en algun tiempo no creisteis á Dios, mas
ahora habeis alcanzado misericordia por [ocasion de] la incredulidad de
ellos;

 31 así tambien estos ahora no han creido en vuestra misericordia, para que
ellos tambien [despues] alcancen misericordia.

 32 Porque Dios encerró á todos en incredulidad, para tener misericordia de
todos.

 33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduria, y de la ciencia de Dios!
¡Cuán incomprensibles [son] sus juicios, é inapeables sus caminos!

 34 Porque ¿quién entendió el intento del Señor? ¿ó quién fué su consejero?

 35 ¿ó quién le dió á él primero, para que le sea pagado?

 36 Porque de él, y por él, y en él [son] todas las cosas. A él [sea] gloria
por siglos. Amen.



CAPITULO 12

 1 ASÍ que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presenteis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable á Dios, [que es]
vuestro racional culto.

 2 Y no os conformeis á este siglo: mas reformáos por la renovacion de
vuestro entendimiento, para que experimenteis cuál [sea] la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.

 3 Digo pues, por la gracia que me es dada, á todos los que están entre
vosotros, que no sepan mas de lo que conviene saber: mas que sepan con
templanza, cada uno conforme á la medida de fé que Dios le repartió.

 4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, empero todos
los miembros no tienen la misma operacion:

 5 así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas cada uno, los unos miembros de
los otros.

 6 De manera que teniendo diferentes dones segun la gracia que nos es dada, ó
profecía, conforme á la regla de la fé;

 7 ó ministerio, en servir; ó el que enseña, en doctrina;

 8 el que exhorta, en exhortar; el que reparte, en simplicidad; el que
preside, en solicitud; el que hace misericordia, en alegría.

 9 El amor [sea] sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos á lo
bueno.

 10 Amando la caridad de la hermandad los unos para con los otros:
previniéndoos con honra los unos á los otros.

 11 En la solicitud no perezosos: ardientes en espíritu: sirviendo al Señor:

 12 gozosos en la esperanza: sufridos en la tribulacion: constantes en la
oracion:

 13 comunicando á las necesidades de los santos: siguiendo la hospitalidad.

 14 Bendecid á los que os persiguen: bendecid, y no maldigais.

 15 Gozáos con los que se gozan: llorad con los que lloran.

 16 Unánimes entre vosotros: no altivos, mas acomodándoos á los bajos: no
seais prudentes en vuestra opinion.

 17 No pagando á nadie mal por mal: procurando lo bueno delante de todos los
hombres.

 18 Si se puede hacer, cuanto está en vosotros, teniendo paz con todos los
hombres.

 19 No os vengando á vosotros mismos, amados; antes dad lugar á la ira:
porque escrito está: Mia es la venganza: yo pagaré, dice el Señor.

 20 Así que si tu enemigo tuviere hambre, dále de comer: si tuviere sed, dále
de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza.

 21 No seas vencido de lo malo: mas vence con bien el mal.



CAPITULO 13

 1 TODA alma sea sujeta á las potestades superiores: porque no hay potestad
sino de Dios: y las que son, de Dios son ordenadas.

 2 Así que el que se opone á la potestad, á la ordenacion de Dios resiste: y
los que resisten, ellos mismos ganan condenacion para sí.

 3 Porque los magistrados no son temerosos al que bien hace, sino al malo.
¿Quieres pues no temer la potestad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella:

 4 porque es ministro de Dios para tu bien. Mas si hicieres lo malo, teme:
porque no sin causa trae el cuchillo, porque es ministro de Dios, vengador
para castigo al que hace lo malo.

 5 Por lo cual es necesario que [le] seais sujetos: no solamente por la ira,
mas aun por la conciencia.

 6 Porque por esto [le] pagais tambien los tributos: porque son ministros de
Dios que sirven á esto mismo.

 7 Pagad pues á todos lo que debeis: al que tributo, tributo: al que pecho,
pecho: al que temor, temor: al que honra, honra.

 8 No debais á nadie nada, sino que os ameis unos á otros: porque el que ama
al prójimo, cumplió la ley.

 9 Porque: No adulterarás: no matarás: no hurtarás: no dirás falso
testimonio: no codiciarás; y si [hay] algun otro mandamiento, en esta palabra
se comprende sumariamente: Amarás á tu prójimo como á tí mismo.

 10 La caridad no hace mal al prójimo, así que el cumplimiento de la ley es
la caridad.

 11 Y esto, conociendo el tiempo, que [es] ya hora de levantarnos del sueño:
porque ahora nos está mas cerca nuestra salud que cuando creiamos:

 12 la noche ha pasado, y el dia ha llegado: echemos pues las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de luz.

 13 Andemos, como de dia, honestamente: no en glotonerías y borracheras, no
en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia:

 14 mas vestíos del Señor Jesu Cristo; y no hagais caso de la carne en [sus]
deseos.



CAPITULO 14

 1 AL enfermo en la fé sobrellevad, no en contiendas de disputas.

 2 Porque uno cree que se ha de comer de todas cosas: otro enfermo come
legumbres.

 3 El que come, no menosprecie al que no come; y el que no come, no juzgue al
que come: porque Dios le ha levantado.

 4 ¿Tú, quién eres, que juzgas el siervo ajeno? Por su señor está en pié, ó
cae: [y si cae,] se afirmará: que poderoso es Dios para afirmarle.

 5 Asimismo uno hace diferencia entre dia y dia: otro juzga [iguales] todos
los dias. Cada uno esté asegurado en su ánimo.

 6 El que hace caso del dia, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del
dia, no lo hace [asimismo] para el Señor. El que come, come para el Señor:
porque da gracias á Dios: y el que no come, no come para el Señor; y da
gracias á Dios.

 7 Porque ninguno de nosotros vive para sí: y ninguno muere para sí.

 8 Que si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor
morimos. Así que, ó que vivamos, ó que muramos, del Señor somos.

 9 Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió á vivir, para
enseñorearse así de los muertos como de los que viven.

 10 Mas tú ¿por qué juzgas á tu hermano? O tú tambien ¿por qué menosprecias á
tu hermano? porque todos estaremos delante del tribunal de Cristo.

 11 Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda
rodilla; y toda lengua confesará á Dios.

 12 De manera que cada uno de nosotros dará á Dios razon de sí.

 13 Así que, no juzguemos mas los unos á los otros: antes juzgad mas de que
no pongais tropiezo al hermano, ó escándalo.

 14 [Yo] sé, y confio en el Señor Jesus, que por él nada hay inmundo: mas á
aquel que piensa alguna cosa ser inmunda, á aquel le es inmunda.

 15 Empero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas
conforme á la caridad. No eches á perder con tu comida á aquel por el cual
Cristo murió.

 16 Así que, no sea blasfemado vuestro bien:

 17 que el reino de Dios no es comida ni bebida; sino justicia, y paz, y gozo
por el Espíritu Santo.

 18 Porque el que en esto sirve á Cristo, agrada á Dios, y es acepto á los
hombres.

 19 Así que, sigamos lo que hace á la paz, y á la edificacion de los unos á
los otros.

 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas á la
verdad [son] limpias: mas malo es al hombre que come con escándalo.

 21 Bueno [es] no comer carne, ni beber vino, ni [nada] en que tu hermano
tropiece, ó se ofenda, ó sea enfermo.

 22 ¿Tú, tienes fé? Ténla contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no
se condena á sí mismo con lo que aprueba.

 23 Mas el que hace diferencia, si comiere, es condenado, porque no [comió]
por fé: y todo lo que no sale de fé, es pecado.



CAPITULO 15

 1 ASÍ que los que somos mas firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los
flacos, y no agradarnos á nosotros mismos.

 2 Cada uno de nosotros agrade á su prójimo en bien, á edificacion.

 3 Porque Cristo no se agradó á sí mismo: antes, como está escrito: los
vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre mí.

 4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron
escritas; para que por el padecer, y por la consolacion de las Escrituras,
tengamos esperanza.

 5 Mas el Dios del padecer y de la consolacion os dé que entre vosotros seais
unánimes segun Cristo Jesus:

 6 Para que concordes, á una boca glorifiqueis al Dios y Padre de nuestro
Señor Jesu Cristo.

 7 Por tanto sobrelleváos los unos á los otros, como tambien Cristo nos
sobrellevó para gloria de Dios.

 8 Digo pues, que Cristo Jesus fué ministro de la circuncision, por la verdad
de Dios, para confirmar las promesas de los padres:

 9 empero que los Gentiles glorifiquen á Dios por la misericordia, como está
escrito: Por tanto yo te confesaré [á tí] entre los Gentiles, y cantaré á tu
nombre.

 10 Y otra vez dice: Alegráos, Gentiles, con su pueblo.

 11 Y otra vez: Alabad al Señor todos los Gentiles, y magnificadle todos los
pueblos.

 12 Y otra vez dice Isaías: Estará la raiz de Jessé, y el que se levantará á
regir los Gentiles, los Gentiles esperarán en él.

 13 Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz creyendo, para que
abundeis en esperanza por la virtud del Espíritu Santo.

 14 EMPERO cierto estoy yo de vosotros, hermanos mios, que por vosotros
mismos estais llenos de caridad, llenos de todo conocimiento, de tal manera
que podais amonestaros los unos á los otros.

 15 Mas os he escrito, hermanos, en parte osadamente, como amonestándoos por
la gracia que de Dios me es dada,

 16 por ser ministro de Jesu Cristo en los Gentiles, sacrificando el
Evangelio de Dios, para que la ofrenda de los Gentiles sea agradable,
santificada por el Espíritu Santo.

 17 Así que tengo de qué gloriarme en Cristo para con Dios.

 18 Porque no osaria hablar alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí para
la obediencia de los Gentiles, con la palabra y con las obras:

 19 con potencia de milagros y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios: de
tal manera que desde Jerusalem, y por los alrededores hasta la Esclavonia,
haya llenado del Evangelio de Cristo.

 20 Y de esta manera me esforcé á predicar^ este Evangelio: no donde [antes]
Cristo fuese nombrado, por no edificar sobre ajeno fundamento;

 21 antes, como está escrita: A los que no fué anunciado de él, verán: y los
que no oyeron, entenderán.

 22 Por lo cual aun he sido impedido muchas veces de venir á vosotros.

 23 Mas ahora no teniendo mas lugar en estas partes, y deseando venir á
vosotros muchos años ha:

 24 cuando me partiere para España, vendré á vosotros: porque espero que
pasando os veré, y que seré llevado de vosotros allá: si empero antes hubiere
gozado de vosotros.

 25 Mas ahora parto para Jerusalem á ministrar á los santos.

 26 Porque Macedonia y Achaya tuvieron por bien de hacer una colecta para los
pobres de los santos que están en Jerusalem.

 27 Porque les pareció bueno, y son deudores á ellos: porque si los Gentiles
han sido hechos participantes de sus [bienes] espirituales, deben tambien
[ellos] servirles en los carnales.

 28 Así que, cuando hubiere concluido esto, y les hubiere consignado este
fruto, pasaré por vosotros á España.

 29 Porque sé que cuando viniere á vosotros, que vendré con abundancia de la
bendicion de Cristo.

 30 Ruégoos empero, hermanos, por el Señor nuestro Jesu Cristo, y por la
caridad del Espíritu, que me ayudeis con oraciones por mí á Dios;

 31 que sea librado de los rebeldes que están en Judéa, y que la ofrenda de
mi culto á los santos en Jerusalem sea acepta;

 32 para que con gozo venga á vosotros por la voluntad de Dios, y que sea
recreado juntamente con vosotros.

 33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amen.



CAPITULO 16

 1 ENCOMIÉNDOOS empero á Phebe nuestra hermana, la cual está en el servicio
de la Iglesia que está en Cenchreas:

 2 que la recibais en el Señor, como es digno á los santos; y le ayudeis en
cualquiera cosa en que os hubiere menester: porque ella ha ayudado á muchos,
y á mí mismo.

 3 Saludad á Priscila y á Aquila, mis coadjutores en Cristo Jesus:

 4 (que pusieron sus cuellos [al degolladero] por mi vida, á los cuales no
doy gracias yo solo, mas aun todas las Iglesias de los Gentiles:)

 5 asimismo á la Iglesia de su casa. Saludad á Epeneto, amado mio, que es las
primicias de Achaya en Cristo.

 6 Saludad á María, la cual ha trabajado mucho con nosotros.

 7 Saludad á Andrónico y á Junia, mis parientes, y mis compañeros en la
cautividad, los cuales son insignes en el apostolado; los cuales fueron antes
de mí en Cristo.

 8 Saludad á Amplias, amado mio en el Señor.

 9 Saludad á Urbano, nuestro ayudador en Cristo Jesus, y á Estachis, amado
mio.

 10 Saludad á Apeles, probado en Cristo. Saludad á los que son de Aristóbulo.

 11 Saludad á Herodion, mi pariente. Saludad á los que son de [la casa de]
Narciso, los que son en el Señor.

 12 Saludad á Trifena y á Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad á
Persida amada, la cual ha trabajado mucho en el Señor.

 13 Saludad á Rufo, escogido en el Señor; y á su madre y mia.

 14 Saludad á Asincrito, á Flegonte, á Hermas, á Patrobas, á Hermes, y á los
hermanos que están con ellos.

 16 Saludad á Filólogo, y á Julia, á Nereo, y á su hermana, y á Olimpa, y á
todos los santos que [están] con ellos.

 16 Saludáos los unos á los otros en santo beso. Os saludan las Iglesias de
Cristo.

 17 Y OS ruego, hermanos, que mireis por los que hacen disensiones y
escándalos fuera de la doctrina que vosotros habeis aprendido; y apartáos de
ellos.

 18 Porque los tales no sirven al Señor, nuestro Jesu Cristo, sino á sus
vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los
simples.

 19 Porque vuestra obediencia divulgada es por todos lugares: así que, me
gozo de vosotros: mas quiero que seais sábios en el bien, y simples en el
mal.

 20 Y el Dios de paz quebrante presto á Satanás debajo de vuestros piés. La
gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con vosotros. Amen.

 21 OS saludan Timotéo, mi coadjutor, y Lucio, y Jasón, y Sosipater mis
parientes.

 22 Yo Tercio, que escribí la epístola, os saludo en el Señor.

 23 Salúdaos Gayo, mi huésped, y de toda la Iglesia. Salúdaos Erasto,
tesorero de la ciudad, y el hermano Cuarto.

 24 La gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con todos vosotros. Amen.

 20 Y AL que puede confirmaros segun mi Evangelio, y la predicacion de Jesu
Cristo, segun la revelacion del misterio encubierto desde tiempos eternos,

 26 mas manifestado ahora, y por las escrituras de los profetas por el
mandamiento del Dios Eterno, declarado á todas las gentes para que obedezcan
á la fé;

 27 á el solo Dios sábio, [sea] gloria por Jesu Cristo para siempre. Amen.



EPÍSTOLA PRIMERA DEL APOSTOL SAN PABLO

Á LOS

CORINTIOS.



CAPITULO 1

 1 PABLO, llamado apóstol de Jesu Cristo, por la voluntad de Dios, y el
hermano Sosthenes,

 2 á la Iglesia de Dios que está en Corinto, santificados en Cristo Jesus,
llamados santos; y á todos los que invocan el nombre del Señor nuestro Jesu
Cristo en cualquier lugar, [Señor] de ellos y nuestro:

 3 Gracia y paz tengais de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 4 Doy gracias á mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os
es dada en Cristo Jesus;

 5 que en todas las cosas sois enriquecidos en él, en toda lengua y en toda
ciencia;

 6 con lo cual el testimonio de Cristo ha sido confirmado en vosotros:

 7 de tal manera que nada os falte en ningun don, esperando la manifestacion
del Señor nuestro Jesu Cristo;

 8 el cual tambien os confirmará sin pecado hasta el fin, hasta el dia de
nuestro Señor Jesu Cristo.

 9 Fiel [es] Dios por el cual sois llamados á la comunicacion de su Hijo Jesu
Cristo nuestro Señor.

 10 OS ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesu Cristo, que
hableis todos una misma cosa; y que no haya entre vosotros disensiones; antes
seais enteros en un mismo entendimiento, y en un mismo parecer.

 11 Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos mios, de los que son de
Cloé, que hay entre vosotros contiendas.

 12 Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo cierto soy de Pablo: mas
yo de Apolos: mas yo de Céfas: mas yo de Cristo.

 13 ¿Está dividido Cristo? ¿Fué crucificado Pablo por vosotros? ¿ó habeis
sido bautizados en el nombre de Pablo?

 14 Doy gracias á mi Dios, que á ninguno de vosotros he bautizado, mas que á
Crispo y á Gayo;

 15 para que ninguno diga que yo le bauticé en mi nombre.

 16 Y tambien bauticé la casa de Estéfanas: mas no sé si haya bautizado á
algun otro.

 17 Porque no me envió Cristo á bautizar, sino á predicar el Evangelio: no en
sabiduría de palabras, porque no sea hecha vana la cruz de Cristo.

 18 Porque la palabra de la cruz á la verdad, locura es á los que se pierden:
mas á los que se salvan, es á saber, á nosotros, potencia de Dios es.

 19 Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sábios, y la
inteligencia de los entendidos reprobaré.

 20 ¿Qué es del sábio? ¿qué es del escriba? ¿qué es del inquiridor de este
siglo? ¿no ha enloquecido Dios la sabiduría de este mundo?

 21 Porque por no haber el mundo conocido, en la sabiduría de Dios, á Dios
por sabiduría, agradó á Dios salvar los creyentes por la locura de la
predicacion.

 22 Porque los Judíos piden señales, y los Griegos buscan sabiduría:

 23 mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, [que es] á los Judíos
ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura:

 24 empero á los llamados, así Judíos como Griegos, Cristo potencia de Dios,
y sabiduría de Dios.

 25 Porque lo loco de Dios es mas sábio que los hombres; y lo flaco de Dios
es mas fuerte que los hombres.

 26 Porque mirad, hermanos, vuestra vocacion, que no sois muchos sábios segun
la carne, no muchos poderosos, no muchos nobles:

 27 antes lo que es la locura del mundo escogió Dios para avergonzar á los
sábios; y lo que es la flaqueza del mundo escogió Dios para avergonzar lo
fuerte;

 28 y lo vil del mundo, y lo menospreciado escogió Dios; y lo que no es, para
deshacer lo que es:

 29 para que ninguna carne se jacte en su presencia.

 30 De él empero sois vosotros [renacidos] en Cristo Jesus, el cual es hecho
para nosotros de Dios sabiduría, y justicia, y santificacion, y redencion:

 31 para que, como está escrito: El que se gloría, en el Señor se gloríe.



CAPITULO 2

 1 ASÍ que, hermanos, cuando [yo] vine á vosotros, no vine con altivez de
palabra ó de sabiduría, á anunciaros el testimonio de Cristo.

 2 Porque no me juzgué saber algo entre vosotros, sino á Jesu Cristo, y á
este crucificado.

 3 Y estuve yo con vosotros con flaqueza, y mucho temor, y temblor:

 4 y ni mi palabra ni mi predicacion [fué] en palabras persuasivas de humana
sabiduría, mas en demostracion del Espíritu y de potencia:

 5 porque vuestra fé no sea en sabiduría de hombres, mas en potencia de Dios.

 6 Empero hablamos sabiduría entre perfectos: y sabiduría, no de este siglo,
ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen:

 7 mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la [sabiduría] ocultada: la
que Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,

 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció: porque si [la]
conocieran, nunca crucificaran al Señor de gloria:

 9 antes, como está escrito: Lo que ojos nunca vieron, ni orejas oyeron, ni
en corazon de hombre subió lo que Dios preparó á los que le amen.

 10 Empero Dios nos [lo] reveló á nosotros por su Espíritu: porque el
Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas que son del hombre, sino el
espíritu del [mismo] hombre que está en él? así tampoco nadie conoció las
cosas que son de Dios, sino el Espíritu de Dios.

 12 Y nosotros hemos recibido no espíritu del mundo, mas el Espíritu que es
[venido] de Dios: para que conozcamos lo que Dios nos ha dado.

 13 Lo cual tambien hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, mas
con doctrina del Espíritu Santo, acomodando lo espiritual á lo espiritual.

 14 Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios:
porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar
espiritualmente.

 15 Empero el espiritual examina (ciertamente) todas las cosas: mas él de
nadie es entendido.

 16 Porque ¿quién conoció el entendimiento del Señor? ¿quién le instruyó? Mas
nosotros tenemos el entendimiento de Cristo.



CAPITULO 3

 1 DE manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales: mas os
hablé como á carnales, [es á saber,] como á niños en Cristo:

 2 os dí á beber leche, no vianda: porque aun no podiais, mas ni aun podeis;

 3 porque aun sois carnales: porque habiendo entre vosotros celos, y
contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andais como hombres?

 4 Porque diciendo el uno: Yo cierto soy de Pablo: y el otro: Yo de Apolos,
¿no sois carnales?

 5 ¿Qué pues es Pablo? ¿y qué [es] Apolos? Ministros por los cuales habeis
creido: y cada uno conforme [á lo que] el Señor dió.

 6 Yo planté, Apolos regó: mas Dios ha dado el crecimiento.

 7 Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el
crecimiento.

 8 Empero el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno
recibirá su salario conforme á su labor.

 9 Porque [nosotros] coadjutores somos de Dios: [y vosotros] labranza de Dios
sois, edificio de Dios sois.

 10 Conforme á la gracia de Dios que me ha sido dada, [yo] como sabio maestro
de obra, puse el fundamento: mas otro prosigue el edificio: empero cada uno
vea como prosigue el edificio.

 11 Porque nadie puede poner otro fundamento del que está puesto, el cual es
Jesu Cristo.

 12 Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras
preciosas, madera, heno, hojarasca:

 13 la obra de cada uno será manifestada: porque el dia la declarará: porque
por el fuego será manifestada, y la obra de cada uno cual sea, el fuego hará
la prueba.

 14 Si la obra de alguno que prosiguió el edificio permaneciere, recibirá el
salario.

 15 Mas si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será
salvo, mas así como [pasado] por fuego.

 16 ¿Ó no sabeis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?

 17 Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el
templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

 18 Nadie se engañe: si alguno entre vosotros parece ser sábio en este siglo,
hágase loco para ser [de veras] sábio.

 19 Porque la sabiduría de este mundo locura [es] acerca de Dios; porque
escrito está: El que prende á los sábios en la astucia de ellos.

 20 Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sábios, que son
vanos.

 21 Así que ninguno se gloríe en los hombres: porque todo es vuestro,

 22 sea Pablo, sea Apolos, sea Céfas, sea el mundo, sea la vida, sea la
muerte, sea lo presente, sea lo porvenir: que todo es vuestro;

 23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.



CAPITULO 4

 1 TÉNGANNOS los hombres por ministros de Cristo, y dispensadores de los
misterios de Dios.

 2 Resta empero que se requiere en los dispensadores, que cada uno sea
hallado fiel.

 3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado de vosotros, [ó de cualquier] humano
favor; antes ni aun yo me juzgo.

 4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado:
mas el que me juzga el Señor es.

 5 Así que no juzgueis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el
cual tambien aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos
de los corazones; y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza.

 6 Esto empero, hermanos, he pasado por ejemplo en mí y en Apolos por amor de
vosotros: para que en nosotros aprendais á no saber mas de lo que está
escrito, hinchándoos por causa de otro el uno contra el otro.

 7 Porque ¿quién te juzga? ¿ó qué tienes que no hayas recibido? y si tambien
[tú lo] recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido?

 8 Ya estais hartos, ya estais ricos: sin nosotros reinais [ya:] y ojalá
reineis, para que nosotros reinemos tambien juntamente con vosotros.

 9 Porque á lo que pienso, Dios nos ha mostrado por los postreros de los
apóstoles, como á sentenciados á muerte: porque somos hechos espectáculo al
mundo, y á los ángeles, y á los hombres.

 10 Nosotros locos por amor de Cristo, y vosotros prudentes en Cristo:
nosotros flacos, y vosotros fuertes: vosotros nobles, y nosotros viles.

 11 Hasta esta hora hambreamos, y tenemos sed, y estamos desnudos, y somos
heridos de pescozones, y andamos vagabundos:

 12 y trabajamos, obrando de nuestras manos: somos maldecidos, y bendecimos:
padecemos persecucion, y sufrimos:

 13 Somos blasfemados, y rogamos: somos tenidos como por la basura de este
mundo, inmundicias de todos, hasta ahora.

 14 No escribo esto para avergonzaros: mas os amonesto como á mis hijos
amados.

 15 Porque aunque tengais diez mil ayos en Cristo, no [tendreis] muchos
padres: que en Cristo Jesus yo os engendré por el Evangelio.

 16 Por tanto os ruego que me imiteis.

 17 Por lo cual os envié á Timotéo, que es mi hijo amado, y fiel en el Señor,
el cual os amonestará de mis caminos, cuales sean en Cristo, de la manera que
enseño en todas partes, en todas las Iglesias.

 18 Mas como si nunca hubiese yo de venir á vosotros, así andan hinchados
algunos.

 19 Empero vendré presto á vosotros, si el Señor quisiere; y entenderé, no
las palabras de estos que [así] andan hinchados, sino la virtud.

 20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en virtud.

 21 ¿Qué quereis? ¿vendré á vosotros con vara, ó con caridad, y con espíritu
de mansedumbre?



CAPITULO 5

 1 DE cierto se oye entre vosotros fornicacion, y tal fornicacion cual ni aun
se nombra entre los Gentiles, tanto que alguno tenga la mujer de [su] padre.

 2 Ya vosotros estais hinchados, y no tuvisteis antes luto, para que fuese
quitado de en medio de vosotros el que hizo tal obra.

 3 Y ciertamente como ausente con el cuerpo, mas presente con el espíritu, ya
como presente he juzgado, que el que esto así ha cometido,

 4 en el nombre del Señor nuestro Jesu Cristo, juntados vosotros y mi
espíritu, con la facultad del Señor nuestro Jesu Cristo,

 5 el tal sea entregado á Satanás para muerte de la carne, porque el espíritu
sea salvo en el dia del Señor Jesus.

 6 No [es] buena vuestra jactancia. ¿No sabeis que con un poquito de levadura
toda la masa se leuda?

 7 Limpiad pues la vieja levadura para que seais nueva masa, como sois sin
levadura: porque nuestra Pascua es sacrificada por nosotros, Cristo.

 8 Así que hagamos fiesta no en la vieja levadura, ni en la levadura de
malicia y de maldad, sino en panes por leudar de sinceridad y de verdad.

 9 Os he escrito por carta, que no os envolvais con los fornicarios:

 10 no del todo con los fornicarios de este mundo, ó con los avaros, ó con
los ladrones, ó con idólatras: de otra suerte os seria menester salir del
mundo.

 11 Mas ahora os he escrito, que no os envolvais, [es á saber,] que si alguno
llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó maldiciente, ó
borracho, ó ladron, con el tal ni aun comais.

 12 Porque ¿qué me va^ á mí en juzgar de los que están fuera? ¿no juzgais
vosotros de los que están dentro?

 13 Porque de los que están fuera, Dios juzgará. Quitad pues á este malo de
vosotros mismos.



CAPITULO 6

 1 ¿OSA alguno de vosotros, teniendo pleito con otro, ir á juicio delante de
los injustos, y no delante de los santos?

 2 ¿Ó no sabeis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de
ser juzgado por vosotros, indignos sois que vayais á juicio por cosas muy
pequeñas.

 3 ¿Ó no sabeis que hemos de juzgar los ángeles, cuánto mas las cosas de este
siglo?

 4 Por tanto si hubiéreis de tener juicios de cosas de este siglo, los mas
bajos que están en la Iglesia, á los tales poned en las sillas.

 5 Para avergonzaros lo digo. Así que ¿no hay entre vosotros sabio, ni aun
uno, que pueda juzgar entre sus hermanos?

 6 Sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto delante de
los infieles.

 7 Luego ya sin falta hay culpa en vosotros, que tengais pleitos entre
vosotros mismos: ¿por qué no sufris antes la injuria? ¿par qué no sufris
antes la calumnia?

 8 Sino que vosotros haceis la injuria, y calumniais: y esto á los hermanos.

 9 ¿Ó no sabeis que los injustos no poseerán el reino de Dios? No erreis, que
ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los que se echan con machos,

 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los robadores, no heredarán^ el reino de Dios.

 11 Y esto erais algunos: mas [ya] sois lavados, mas [ya] sois santificados,
mas [ya] sois justificados en el nombre del Señor Jesus, y con el Espíritu de
nuestro Dios.

 12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas
me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada.

 13 Las viandas [son] para el vientre, y el vientre para las viandas: empero
y á él y á ellas deshará Dios: mas el cuerpo no [es] para la fornicacion,
sino para el Señor; y el Señor para el cuerpo.

 14 Empero Dios levantó al Señor, y tambien á nosotros nos levantará con su
potencia.

 15 ¿Ó ignorais que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿quitaré pues
los miembros de Cristo, y [los] haré miembros de la ramera? Lejos sea.

 16 ¿Ó no sabeis que el que se junta con la ramera, es hecho [con ella] un
cuerpo? porque serán, dice, los dos en una carne.

 17 Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es.

 18 Huid la fornicacion: cualquier [otro] pecado que el hombre hiciere, fuera
del cuerpo es: mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.

 19 ¿O ignorais que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo [el cual
está] en vosotros, el cual teneis de Dios, y que no sois vuestros?

 20 Porque comprados sois por precio: glorificad pues á Dios en vuestro
cuerpo, y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.



CAPITULO 7

 1 CUANTO á las cosas de que me escribisteis: bueno^ seria al hombre no tocar
mujer.

 2 Mas por evitar las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una
tenga su marido.

 3 El marido pague á la mujer la debida benevolencia: y asimismo la mujer al
marido.

 4 La mujer no tiene la potestad de su propio cuerpo, sino el marido: y por
el semejante tampoco el marido tiene la potestad de su propio cuerpo, sino la
mujer.

 5 No os defraudeis el uno al otro, sino fuere algo por tiempo, de
consentimiento [de ambos,] por ocuparos en ayuno y en oracion; y volved á
juntaros en uno, porque no os tiente Satanás á causa de vuestra
incontinencia.

 6 Mas esto digo por permision, no por mandamiento.

 7 Porque querria que todos los hombres fuesen como yo: empero cada uno tiene
propio don de Dios: uno á la verdad así, y otro así.

 8 Digo, pues, á los solteros y á las viudas, que bueno les es si se quedaren
como yo.

 9 Y si no tienen don de continencia, cásense: que mejor es casarse, que
quemarse.

 10 Mas á los que están juntos en matrimonio denuncio, no yo, sino el Señor:
Que la mujer no se aparte del marido.

 11 Y si se apartare, quédese por casar, ó reconcíliese con su marido: y que
el marido no envie á su mujer.

 12 Y á los demás yo digo, no el Señor: Si algun hermano tiene mujer infiel,
y ella consiente para habitar con él, no la envie.

 13 Y la mujer que tiene marido infiel, y él consiente para habitar con ella,
no le deje.

 14 Porque el marido infiel es santificado á la mujer fiel; y la mujer infiel
al marido [fiel:] de otra manera ciertamente vuestros hijos serian inmundos,
empero ahora son santos.

 15 Mas si el fiel se aparta, apártese: que el hermano, ó la hermana, no es
sujeto á servidumbre en semejante [caso:] antes á paz nos llamó Dios.

 16 Porque ¿de dónde sabes, oh mujer, si quizá harás salvo á [tu] marido? ¿ó
de dónde sabes, oh marido, si quizá harás salva á [tu] mujer?

 17 Sino que cada uno como el Señor [le] repartió, y como el Señor llamó á
cada uno, así ande; y así enseño en todas las Iglesias.

 18 ¿Es llamado alguno circuncidado? quédese circunciso: ¿es llamado alguno
incircuncidado? no se circuncide.

 19 La circuncision nada es, y la incircuncision nada es, sino la observancia
de los mandamientos de Dios.

 20 Cada uno en la vocacion en que fué llamado en ella se quede.

 21 ¿Eres llamado [siendo] siervo? no se te dé nada: mas tambien si puedes
hacerte libre, procúralo mas.

 22 Porque el que en el Señor es llamado [siendo] siervo, horro es del Señor:
asimismo tambien el que es llamado [siendo] libre, siervo es de Cristo.

 23 Por precio sois comprados, no os hagais siervos de los hombres.

 24 Cada uno, hermanos, en lo que es llamado en esto se quede acerca de Dios.

 25 Empero de las vírgenes no tengo mandamiento del Señor: mas doy [mi]
parecer, como [hombre] que ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.

 26 Tengo, pues, esto por bueno á causa de la necesidad que apremia; por lo
cual bueno es al hombre estarse así.

 27 ¿Estás atado á mujer? no procures soltarte. ¿Estás suelto de mujer? no
procures mujer.

 28 Mas tambien si tomares mujer, no pecaste: y si la doncella se casare, no
pecó: pero afliccion de carne tendrán los tales: mas yo os dejo.

 29 Esto empero digo, hermanos, que el tiempo es corto: lo que resta es, que
los que tienen mujeres sean como los que no las tienen:

 30 y los que lloran, como los que no lloran: y los que se huelgan, como los
que no se huelgan: y los que compran, como los que no poseen:

 31 y los que usan de este mundo, como los que no usan: porque la apariencia
de este mundo se pasa.

 32 Mas querria que estuviéseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las
cosas que [son] del Señor, cómo ha de agradar al Señor.

 33 Empero el que se casó tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo
ha de agradar á [su] mujer: y está dividido.

 34 Y la mujer por casar y doncella, tiene cuidado de las cosas que son del
Señor, para ser santa así en el cuerpo como en el espíritu: mas la casada,
tiene cuidado de las cosas que son del mundo, cómo ha de agradar á [su]
marido.

 35 Esto empero digo para vuestro provecho: no para echaros lazo, sino para
lo honesto y decente, y para que sin impedimento os llegueis al Señor.

 36 Mas si á alguno parece cosa fea en su virgen, que pase ya de edad, y que
así conviene que se haga, haga lo que quisiere: no peca, cásense.

 37 Empero el que está firme en su corazon, y que no tiene necesidad, mas que
tiene libertad de su voluntad, y determinó en su corazon esto, de guardar su
vírgen, bien hace.

 38 Así que el que casa su virgen, bien hace: y el que no la casa, mejor
hace.

 39 La mujer [casada] está atada á la ley, mientras vive su marido: mas si su
marido muriere, libre es; cásese con quien quisiere con tal que sea en el
Señor.

 40 Empero mas bienaventurada será si se quedare así: y pienso que tambien yo
tengo Espíritu de Dios.



CAPITULO 8

 1 EMPERO de lo que á los ídolos es sacrificado, sabemos que todos tenemos
ciencia. La ciencia hincha, mas la caridad edifica.

 2 Y si alguno se piensa que sabe algo, aun no sabe algo como le conviene
saber.

 3 Mas el que ama á Dios, el tal conocido de Dios.

 4 Así que de las viandas que son sacrificadas á los ídolos, sabemos que el
ídolo nada es en el mundo, y que ningun Dios hay, mas de uno.

 5 Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la
tierra, como hay muchos dioses, y muchos señores;

 6 nosotros empero no tenemos mas de un Dios, el Padre, del cual [son] todas
las cosas, y nosotros en él: y un Señor, Jesu Cristo, por el cual [son] todas
las cosas, y nosotros por él.

 7 Mas no en todos [hay] esta ciencia: porque algunos con conciencia del
ídolo hasta aquí, comen como sacrificado á ídolos: y su conciencia, siendo
flaca, es contaminada.

 8 Empero la vianda no nos hace mas aceptos á Dios: porque ni que comamos,
seremos mas ricos: ni que no comamos, seremos mas pobres.

 9 Mas mirad que esta vuestra libertad no sea tropiezo á los que son flacos.

 10 Porque si te ve alguno, á tí que tienes [esta] ciencia, que estás sentado
á la mesa en el lugar de los ídolos, ¿la conciencia, de aquel que es flaco,
no será adelantada á comer de lo sacrificado á los ídolos?

 11 ¿Y con tu ciencia se perderá el hermano flaco, por el cual Cristo murió?

 12 De esta manera, pues, pecando contra los hermanos, é hiriendo su flaca
conciencia, contra Cristo pecais.

 13 Por lo cual si la comida es á mi hermano ocasion de caer, jamás comeré
carne por no escandalizar á mi hermano.



CAPITULO 9

 1 NO soy apóstol? ¿no soy libre? ¿no ví á Jesu Cristo el Señor nuestro? ¿no
sois vosotros mi obra en el Señor?

 2 Si á los otros no soy apóstol, á vosotros ciertamente lo soy: porque el
sello de mi apostolado vosotros sois en el Señor.

 3 Mi respuesta para con los que me preguntan, es esta:

 4 ¿O no tenemos potestad de comer y de beber?

 5 ¿ó no tenemos potestad de traer [con nosotros] una mujer, hermana, tambien
como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Céfas?

 6 ¿ó solo yo y Barnabas no tenemos potestad de no trabajar?

 7 ¿quién jamás peleó á sus expensas? ¿quién planta viña, y no come de su
fruto? ¿ó quién apacienta el ganado, y no come de la leche del ganado?

 8 ¿Digo esto [solamente] segun los hombres? ¿no dice esto tambien la ley?

 9 porque en la ley de Moisés está escrito: No atarás la boca al buey que
trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes?

 10 ¿ó dícelo de cierto por nosotros? porque por nosotros está escrito.
Porque con esperanza ha de arar el que ara: y el que trilla, con esperanza de
recibir el fruto [trilla.]

 11 Si nosotros os sembramos lo espiritual, ¿será gran cosa si segáremos
vuestro [bien] carnal?

 12 Si otros tienen en vosotros esta potestad, ¿por qué no antes nosotros?
Mas no usamos de esta potestad, antes lo sufrimos todo por no dar alguna
interrupcion al [curso del] Evangelio de Cristo.

 13 ¿No sabeis que los que obran en el santuario, comen del santuario? ¿y los
que sirven al altar, con el altar participan?

 14 Así ordenó el Señor á los que anuncian el Evangelio, que vivan del
Evangelio.

 15 Mas yo de nada de esto me aproveché: ni tampoco he escrito esto para que
se haga así conmigo; porque tengo por mejor morir, antes que nadie haga vana
mi glorificacion.

 16 Porque si anunciare el Evangelio, no tengo por qué gloriarme: porque me
es impuesta necesidad, porque ¡ay de mí, si no anunciare el Evangelio!

 17 Por lo cual si lo hago de voluntad, premio tendré: mas si por fuerza, la
dispensacion me ha sido encargada.

 18 ¿Qué premio pues tendré? Que predicando el Evangelio, ponga el Evangelio
de Cristo de balde, por no usar mal de mi potestad en el Evangelio.

 19 Por lo cual siendo libre para con todos, me he hecho siervo de todos, por
ganar á mas.

 20 Yo soy hecho á los Judíos como Judío, por ganar á los Judíos: á los que
están sujetos á la ley, como sujeto á la ley, por ganar á los que están
sujetos á la ley:

 21 á los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, no estando yo sin ley de
Dios, mas en la ley de Cristo, por ganar á los que estaban sin ley:

 22 soy hecho á los flacos como flaco, por ganar á los flacos: á todos soy
hecho todo, para que de todo punto salve á algunos.

 23 Y esto hago por causa del Evangelio, por ser hecho juntamente
participante de él.

 24 ¿Ó no sabeis que los que corren en el estadio, todos á la verdad corren,
mas uno lleva el premio? Corred [pues] de tal manera que le tomeis.

 25 Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y aquellos á la verdad para
recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible.

 26 Así que yo de esta manera corro, no como á cosa incierta: de esta manera
peleo, no como quien hiere al aire.

 27 Antes hiero mi cuerpo, y le pongo en servidumbre: porque predicando á los
otros, no me haga yo reprobado.



CAPITULO 10

 1 MAS no quiero, hermanos, que ignoreis, que nuestros padres todos
estuvieron debajo de la nube, y todos pasaron la mar;

 2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en la mar;

 3 y todos comieron la misma vianda espiritual;

 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual: porque bebian de la piedra
espiritual que los seguia, la cual piedra era Cristo:

 5 mas de muchos de ellos no se agradó Dios: por lo cual fueron postrados en
el desierto.

 6 Empero estas cosas fueron hechas en figura de nosotros, para que no
codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron:

 7 ni seais honradores de ídolos como algunos de ellos, como está escrito: Se
sentó el pueblo á comer y á beber, y se levantaron á jugar:

 8 ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron [muertos] en
un dia veinte y tres mil:

 9 ni tentemos á Cristo, como algunos de ellos [le] tentaron, y perecieron
por las serpientes:

 10 ni murmureis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
destruidor.

 11 Mas estas cosas les acontecieron en figura, y son escritas para nuestra
amonestacion, en quienes los fines de los siglos han parado.

 12 Así que el que se piensa estar [firme,] mire no caiga.

 13 No os ha tomado tentacion, sino humana: mas fiel [es] Dios, que no os
dejará ser tentados mas de lo que podeis [llevar:] antes dará tambien
juntamente con la tentacion salida, para que podais sufrir.

 14 Por lo cual, amados mios, huid de la idolatría.

 15 Como á sábios hablo, juzgad vosotros lo que digo.

 16 El vaso de bendicion al cual bendecimos, ¿no es la comunion de la sangre
de Cristo? el pan que partimos, ¿no es la comunion del cuerpo de Cristo?

 17 Porque un pan, [es que] muchos somos un cuerpo: porque todos participamos
de un pan.

 18 Mirad al Israél segun la carne. Los que comen los sacrificios, ¿no son
participantes del altar?

 19 ¿Pues qué digo? ¿que el ídolo es algo? ¿ó que lo que es sacrificado á los
ídolos es algo?

 20 Antes, [digo] que lo que los Gentiles sacrifican, á los demonios [lo]
sacrifican, y no á Dios: y no querria que vosotros fuéseis partícipes de los
demonios.

 21 No podeis beber el vaso del Señor, y el vaso de los demonios: no podeis
ser partícipes de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.

 22 ¿Ó provocaremos á zelo al Señor? ¿somos mas fuertes que él?

 23 Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo
edifica.

 24 Ninguno busque lo que es suyo: mas cada uno lo que [es] del otro.

 25 De todo lo que se vende en la carnecería, comed sin preguntar nada por
causa de la conciencia.

 26 Porque del Señor es la tierra, y lo que la llena.

 27 Y si algun infiel os llama, y quereis ir, de todo lo que se os pone
delante, comed, sin preguntar nada por causa de la conciencia.

 28 Mas si alguien os dijere: Esto fué sacrificado á los ídolos: no lo comais
por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia. Porque del
Señor es la tierra, y lo que la llena.

 29 La conciencia digo, no tuya, sino del otro. ¿Mas por qué es juzgada mi
libertad por otra conciencia?

 30 y si yo con gracia [de Dios] participo, ¿por qué soy blasfemado por lo
que doy gracias?

 31 Pues si comeis, ó si bebeis, ó haceis otra cosa, hacedlo todo á gloria de
Dios.

 32 Sed sin ofensa á Judíos, y á Gentiles, y á la Iglesia de Dios:

 33 como tambien yo [por] todas las cosas agrado á todos, no procurando lo
que á mí es útil, sino lo que á muchos, para que sean salvos.



CAPITULO 11

 1 Sed imitadores de mí, como yo de Cristo.

 2 YO os alabo, hermanos, que en todo os acordais de mí; y de la manera que
os enseñé reteneis mis preceptos.

 3 Mas quiero que sepais, que Cristo es la cabeza de todo varon; y el varon
[es] la cabeza de la mujer; y Dios, la cabeza de Cristo.

 4 Todo varon que era, ó profetiza cubierta la cabeza, afrenta su cabeza.

 5 Mas toda mujer que ora, ó profetiza no cubierta su cabeza, afrenta su
cabeza: porque lo mismo es que si se rayese.

 6 Porque si la mujer no se cubre, trasquílese tambien: y si es deshonesto á
la mujer trasquilarse ó raerse cúbrase.

 7 Porque el varon no ha de cubrir la cabeza, porque es imágen y gloria de
Dios: mas la mujer es gloria del varon.

 8 Porque el varon no es [sacado] de la mujer, sino la mujer del varon.

 9 Porque tampoco el varon es criado por causa de la mujer, sino la mujer por
causa del varon.

 10 Por lo cual la mujer debe tener [señal de] potestad sobre [su] cabeza por
causa de los ángeles.

 11 Mas ni el varon sin la mujer, ni la mujer sin el varon, en el Señor.

 12 Porque como la mujer [salió] del varon, así tambien el varon [nace] por
la mujer: todo empero [sale] de Dios.

 13 Juzgad vosotros mismos: ¿es honesto orar la mujer á Dios no cubierta?

 14 Aun la misma naturaleza os enseña que al hombre sea deshonesto criar
cabello.

 15 Por el contrario á la mujer criar el cabello le es honroso: porque en
lugar de velo le es dado el cabello.

 16 Con todo eso si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal
costumbre, ni las Iglesias de Dios.

 17 ESTO empero [os] denuncio, que no alabo, que no por mejor, sino por peor
os juntais.

 18 Porque lo primero, cuando os juntais en la Iglesia, oigo que hay entre
vosotros disensiones, y en parte lo creo.

 19 Porque conviene que tambien haya entre vosotros, herejías, para que los
que son probados se manifiesten entre vosotros.

 20 De manera que cuando os juntais en uno, [esto] no es comer la cena del
Señor:

 21 porque cada uno toma antes para comer su propia cena: y el uno tiene
hambre, y el otro está harto.

 22 A la verdad ¿no teneis casas en que comais y bebais? ¿ó menospreciais la
Iglesia de Dios, y avergonzais á los que no tienen? ¿qué os diré? ¿os
alabaré? [mas] en esto no os alabo.

 23 Porque yo recibí del Señor lo que tambien os he enseñado: Que el Señor
Jesus la noche que fué entregado, tomó el pan:

 24 y habiendo dado gracias [lo] partió, y dijo: Tomad, comed: este es mi
cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí.

 25 Asimismo [tomó] tambien el vaso, despues de haber cenado, diciendo: Este
vaso es el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto todas las veces que
bebiéreis, en memoria de mí.

 26 Porque todas las veces que comiéreis este pan, y bebiéreis este vaso, la
muerte del Señor anunciais hasta que venga.

 27 De manera que cualquiera que comiere este pan, ó bebiere este vaso del
Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.

 28 Por tanto pruébese cada uno á sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba
de aquel vaso.

 29 Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no
discerniendo el cuerpo del Señor.

 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen.

 31 Que si nos examinásemos á nosotros mismos, cierto no seriamos juzgados.

 32 Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos
condenados con el mundo.

 33 Así que, hermanos mios, cuando os juntais á comer, esperáos unos á otros.

 34 Y si alguno tuviere hambre, coma en su casa: porque no os junteis para
juicio. Las demás cosas ordenaré cuando viniere.



CAPITULO 12

 1 Y DE los [dones] espirituales, no quiero, hermanos, que ignoreis.

 2 Sabeis que cuando erais Gentiles, ibais, como erais llevados á los ídolos
mudos.

 3 Por tanto os hago saber, que nadie que hable por Espíritu de Dios, llama
anatema á Jesus: y que nadie puede llamar á Jesus Señor, sino por Espíritu
Santo.

 4 Empero hay repartimientos de dones: mas el mismo Espíritu [es.]

 5 Y hay repartimientos de ministerios: mas el mismo Señor [es.]

 6 Y hay repartimientos de operaciones: mas el mismo Dios es, el cual obra
todas las cosas en todos.

 7 Empero á cada uno le es dada manifestacion del Espíritu para provecho.

 8 Porque á la verdad á este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría: al
otro, palabra de ciencia segun el mismo Espíritu:

 9 á otro, fé por el mismo Espíritu: y á otro, dones de sanidades por el
mismo Espíritu:

 10 á otro, operaciones de milagros: y á otro, profecía: y á otro, discrecion
de espíritus: y á otro, géneros de lenguas: y á otro, interpretacion de
palabras.

 11 Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu, repartiendo
particularmente, á cada uno como quiere.

 12 Porque de la manera que es uno el cuerpo, y tiene muchos miembros, empero
todos los miembros de [este] un cuerpo, siendo muchos, son un cuerpo, así
tambien Cristo.

 13 Porque por un Espíritu somos todos bautizados en un cuerpo, Judíos ó
Griegos, siervos ó libres: y todos bebemos de un mismo Espíritu.

 14 Porque tampoco el cuerpo no es un miembro, sino muchos.

 15 Si dijere el pié: Porque no soy mano, no soy del cuerpo: ¿por eso no será
del cuerpo?

 16 Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo: ¿por eso no
será del cuerpo?

 17 Si todo el cuerpo [fuese] ojo, ¿dónde [estaria] el oido? si todo [fuese]
oido, ¿dónde [estaria] el olfato?

 18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos por sí en el
cuerpo como quiso.

 19 Que si todos fueran un miembro, ¿dónde [estuviera] el cuerpo?

 20 Mas ahora muchos miembros son á la verdad, empero un cuerpo.

 21 Ni el ojo puede decir á la mano: No te he menester: ó asimismo la cabeza
á los piés: No tengo necesidad de vosotros.

 22 Antes, los miembros del cuerpo que parecen mas flacos, son mucho mas
necesarios;

 23 y los miembros del cuerpo que estimamos ser mas viles, á estos vestimos
mas honrosamente: y los que en nosotros son mas indecentes, tienen mas
honestidad.

 24 Porque los que en nosotros son mas honestos, no tienen necesidad de nada:
mas Dios ordenó el cuerpo, dando mas abundante honor al que le faltaba:

 25 para que no haya disension en el cuerpo, mas que los miembros todos se
soliciten los unos por los otros.

 26 De tal manera que si el un miembro padece, todos los miembros á una se
duelen: y si un miembro es honrado, todos los miembros á una se gozan.

 27 Y vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte.

 28 Y á unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas,
lo tercero doctores, luego facultades, luego dones de sanidades, ayudas,
gobernaciones, géneros de lenguas.

 29 ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿son todos doctores? ¿son
todos facultades?

 30 ¿tienen todos dones de sanidades? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan
todos?

 31 Empero procurad los mejores dones: mas aun yo os enseño el camino mas
excelente.



CAPITULO 13

 1 SI [yo] hablase lenguas humanas y angélicas, y no tenga caridad, soy metal
que resuena, ó campana que retiñe.

 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios, y toda ciencia; y
si tuviese toda la fé, de tal manera que traspasase los montes, y no tenga
caridad, nada soy.

 3 Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer á los pobres; y si
entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tenga caridad, de nada [me] sirve.

 4 La caridad es sufrida, es benigna: la caridad no tiene envidia: la caridad
no hace sin razon, no es hinchada,

 5 no es injuriosa, no busca sus provechos, no se irrita, no piensa mal,

 6 no se huelga de la injusticia, mas huélgase de la verdad:

 7 todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

 8 La caridad nunca se pierde: aunque las profecías se hayan de acabar, y las
lenguas de cesar, y la ciencia de ser quitada.

 9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos.

 10 Mas despues que venga lo que es lo perfecto, entonces lo que es en parte
será quitado.

 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, sabia como
niño: mas cuando ya soy hombre hecho, quité lo que era de niño.

 12 Ahora vemos por espejo en oscuridad: mas entonces, [veremos] cara á cara:
ahora conozco en parte: mas entonces conoceré como soy conocido.

 13 Mas ahora permanece la fé, la esperanza, y la caridad, estas tres cosas:
empero la mayor de ellas [es] la caridad.



CAPITULO 14

 1 SEGUID la caridad: procurad los [otros dones] espirituales: mas sobre todo
que profeticeis.

 2 Porque el que habla en lenguas, no habla á los hombres, sino á Dios:
porque nadie le oye, aunque en Espíritu hable misterios.

 3 Mas el que profetiza, habla á los hombres [para] edificacion, y
exhortacion, y consolacion.

 4 El que habla lengua, á sí mismo edifica: mas el que profetiza, la Iglesia
edifica.

 5 Así que querria que todos vosotros habláseis lenguas, pero mas querria que
profetizáseis: porque mayor es el que profetiza que el que habla lenguas, si
tambien no interpretare, para que la Iglesia tome edificacion.

 6 Ahora pues, hermanos, si [yo] viniere á vosotros hablando lenguas, ¿qué os
aprovechare, si no os hablare, ó con revelacion, ó con ciencia, ó con
profecía, ó con doctrina?

 7 Ciertamente las cosas inanimadas que hacen sonidos, (flauta ó vihuela,) si
no dieren distincion de voces, ¿cómo se sabrá lo que se tañe con la flauta, ó
con la vihuela?

 8 Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se apercibirá á la batalla?

 9 Así tambien vosotros, si por lengua no diéreis palabra bien significante,
¿cómo se entenderá lo que se dice? porque hablareis al aire.

 10 Tantos géneros de voces, (por ejemplo,) hay en el mundo; y nada hay mudo:

 11 mas si [yo] ignorare la virtud de la voz, seré bárbaro al que habla; y el
que habla, me será á mí bárbaro^.

 12 Así tambien vosotros: pues que deseais dones del Espíritu, procurad de
ser excelentes para la edificacion de la Iglesia.

 13 Por lo cual el que habla lengua, ore que interprete.

 14 Porque si yo orare en lengua, mi espíritu ora: mas mi entendimiento es
sin fruto.

 15 ¿Qué pues? oraré con el espíritu, mas oraré tambien con entendimiento:
cantaré con el espíritu, mas cantaré tambien con el entendimiento.

 16 Porque si bendijeres con el espíritu, el que ocupa lugar de indocto ¿cómo
dirá, Amen, sobre tu bendicion? porque no sabe lo que has dicho.

 17 Porque tú á la verdad, bien das gracias: mas el otro no es edificado.

 18 Doy gracias á mi Dios que hablo lenguas mas que todos vosotros:

 19 pero en la Iglesia [mas] quiero hablar cinco palabras con mi sentido,
para que enseñe tambien á los otros, que diez mil palabras en lengua.

 20 Hermanos, no seais muchachos en el sentido: mas sed muchachos en la
malicia, empero perfectos en el sentido.

 21 En la ley está escrito: Que en otras lenguas, y en otros labios hablaré á
este pueblo; y ni aun así oirán, dice el Señor.

 22 Así que las lenguas por señal son, no á los fieles, sino á los infieles:
mas la profecía, no [se da] á los infieles, sino á los fieles.

 23 De manera que si toda la Iglesia se juntare en uno, y todos hablen
lenguas, entren empero indoctos, ó infieles, ¿no dirán que estais locos?

 24 Mas si todos profetizan, y entre algun infiel ó indocto, de todos es
convencido, de todos es juzgado:

 25 [porque] lo oculto de su corazon se hace manifiesto; y así postrándose
sobre el rostro adorará á Dios, pronunciando que verdaderamente Dios está en
vosotros.

 26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os juntais, cada uno de vosotros tiene
salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelacion, tiene interpretacion:
todo se haga á edificacion.

 27 Si hablare alguno en lengua, [sea] por dos, ó á lo mas por tres á veces:
mas uno interprete.

 28 Y si no hubiere intérprete, calle en la Iglesia: y hable á sí mismo, y á
Dios.

 29 Empero los profetas, hablen dos ó tres: y los demás juzguen.

 30 Y si á otro que estuviere sentado, fuere revelado, calle el primero.

 31 Porque podeis todos profetizar cada uno por sí: para que todos aprendan,
y todos sean exhortados.

 32 Y los espíritus de los que profetizaren, sujétense á los profetas:

 33 porque Dios no es [Dios] de disension, sino de paz, como en todas las
Iglesias de los santos.

 34 Vuestras mujeres callen en las congregaciones: porque no les es permitido
hablar, sino que estén sujetas como tambien la ley dice.

 35 Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa á sus maridos:
porque deshonesta cosa es hablar las mujeres en la congregacion.

 36 ¿Ó ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿ó á vosotros solos ha
llegado?

 37 Si alguno, á su parecer, es profeta, ó espiritual , reconozca lo que os
escribo, porque son mandamientos del Señor.

 38 Mas el que ignora, ignore.

 39 Así que, hermanos, procurad profetizar; y no impidais el hablar lenguas.

 40 Empero todo se haga decentemente, y con órden.



CAPITULO 15

 1 EMPERO os declaro, hermanos, el Evangelio que os he predicado, el cual
tambien recibisteis, en el cual tambien perseverais,

 2 por el cual asimismo, si reteneis la palabra que os he predicado, sois
salvos, si no habeis creido en vano.

 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo [yo] aprendí, [es á
saber:] que Cristo fué muerto por nuestros pecados, conforme á las
Escrituras;

 4 y que fué sepultado, y que resucitó al tercer dia, conforme á las
Escrituras;

 5 y que apareció á Cefas; y despues de esto á los doce:

 6 despues apareció á mas de quinientos hermanos juntos: de los cuales muchos
viven aun, y otros son muertos.

 7 Despues apareció á Jacobo: despues á todos los apóstoles.

 8 Y á la postre de todos, como á abortivo, me apareció á mí:

 9 porque yo soy el mas pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser
llamado apóstol, porque perseguí la Iglesia de Dios.

 10 Empero por la gracia de Dios soy lo que soy: y su gracia no ha sido en
vano para conmigo; antes he trabajado mas que todos ellos: pero no yo, sino
la gracia de Dios que [fué] conmigo.

 11 Porque, ó [sea] yo, ó [sean] ellos, así predicamos, y así habeis creido.

 12 Y si Cristo es predicado haber resucitado de los muertos, ¿cómo dicen
algunos entre vosotros, que no hay resurreccion de muertos?

 13 Porque si no hay resurreccion de muertos, Cristo tampoco resucitó.

 14 Y si Cristo no resucitó, vana luego [es] nuestra predicacion, vana es
tambien vuestra fé:

 15 de manera que somos hallados falsos testigos de Dios: porque hemos
testificado de Dios, que él haya levantado á Cristo: al cual [empero] no
levantó, si los muertos no resucitan.

 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

 17 Y si Cristo no resucito, vuestra fé es vana; y aun os estais en vuestros
pecados.

 18 Y aun tambien los que durmieron en Cristo, son perdidos.

 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los mas miserables somos
de todos los hombres.

 20 Mas ahora, Cristo ha resucitado de los muertos: primicias de los que
durmieron es hecho.

 21 Porque por cuanto la muerte [entró] por un hombre, tambien por un hombre
la resurreccion de los muertos.

 22 Porque de la manera que en Adam todos mueren, así tambien en Cristo todos
serán vivificados.

 23 Mas cada uno en su órden: Cristo las primicias; luego los que son de
Cristo en su venida.

 24 Luego, el fin; cuando entregará el reino al Dios y al Padre; cuando
quitará todo imperio, y toda potencia, y potestad.

 25 Porque es menester que él reine, hasta poner todos sus enemigos debajo de
sus piés.

 26 Y el postrer enemigo [que] será deshecho, [será] la muerte.

 27 Porque todas las cosas sujetó debajo de sus piés; y cuando dice: Todas
las cosas son sujetadas á él, claro está [que se entiende] exceptuado el
mismo que sujeto á él todas las cosas.

 28 Mas despues que todas las cosas le fueren sujetas, entonces tambien el
mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios
sea todas las cosas en todos.

 29 De otra manera, ¿qué harán, los que se bautizan por muertos, si en
ninguna manera los muertos resucitan? ¿por qué, pues, se bautizan por
muertos?

 30 ¿y por qué nosotros peligramos á toda hora?

 31 Cada dia muero por vuestra gloria, la cual tengo en Cristo Jesus Señor
nuestro.

 32 Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha si
los muertos no resucitan? comamos y bebamos, que mañana moriremos.

 33 No erreis. Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.

 34 Velad justamente, y no pequeis: porque algunos no conocen á Dios: para
vergüenza vuestra hablo.

 35 Mas dirá alguno: ¿Como resucitarán los muertos? ¿con qué cuerpo saldrán?

 36 ¡Oh loco! lo que tú siembras, no revive si no muriere [antes:]

 37 y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano
desnudo, es á saber, de trigo, ó de otro grano:

 38 mas Dios le da el cuerpo como quiso, y á cada simiente su propio cuerpo.

 39 Toda carne no [es] la misma carne: mas una carne ciertamente es la de los
hombres, y otra carne es la de los animales, y otra la de los peces, y otra
la de las aves.

 40 Y cuerpos hay celestiales, y cuerpos terrestres: mas ciertamente una es
la gloria de los celestiales, y otra la de los terrestres.

 41 Otra [es] la gloria del sol, y otra la gloria de la luna, y otra la
gloria de las estrellas: porque una estrella es diferente de otra en gloria.

 42 Así tambien [es] la resurreccion de los muertos. Se siembra en
corrupcion; se levantará en incorrupcion:

 43 se siembra en vergüenza; se levantará con gloria: se siembra en flaqueza;
se levantará con potencia:

 44 se siembra cuerpo animal; resucitará espiritual. Hay cuerpo animal, y hay
cuerpo espiritual.

 45 Así tambien está escrito: Fué hecho el primer hombre Adam en alma
viviente; el postrer Adam, en espíritu vivificante.

 46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal: luego lo espiritual.

 47 El primer hombre, de la tierra, terreno: el segundo hombre, [que es] el
Señor, [es] del cielo.

 48 Cual el terreno, tales tambien los terrenos: y cual el celestial, tales
tambien los celestiales.

 49 Y como trajimos la imágen del terreno, traigamos tambien la imágen del
celestial.

 50 Esto empero digo, hermanos: Que la carne y la sangre no pueden heredar el
reino de Dios: ni la corrupcion heredará la incorrupcion.

 51 Hé aquí, un misterio os digo: Todos ciertamente no dormiremos: mas todos
seremos trasformados,

 52 en un momento, en un abrir de ojo, á la final trompeta: porque será
tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupcion: mas
nosotros seremos trasformados.

 53 Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupcion, y
esto mortal sea vestido de inmortalidad.

 54 Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupcion , y esto mortal
fuere vestido de inmortalidad, entonces será hecha la palabra que está
escrita: Sorbida es la muerte con victoria.

 55 ¿Dónde está, ¡oh muerte! tu victoria? ¿Dónde está, ¡oh muerte! tu
aguijon?

 56 Empero el aguijon de la muerte [es] el pecado; y la potencia del pecado,
la ley.

 57 Mas á Dios gracias, que nos dió victoria por el Señor nuestro Jesu
Cristo.

 58 Así que, hermanos mios amados, estad firmes y constantes, creciendo en la
obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano.



CAPITULO 16

 1 CUANTO á la colecta [que se hace] para los santos, haced vosotros tambien
de la manera que [yo] ordené en las Iglesias de Galacia.

 2 Cada primer dia de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa,
guardando lo que por la bondad de Dios pudiere; porque cuando [yo] viniere,
no se hagan entonces las colectas.

 3 Y cuando [yo] fuere presente, los que aprobareis por cartas, á estos
enviaré que lleven vuestro beneficio á Jerusalem.

 4 Y si fuere digno el negocio que yo tambien vaya, irán conmigo.

 5 Empero á vosotros vendré, cuando pasare á Macedonia: porque á Macedonia
tengo de pasar.

 6 Y podrá ser que me quedaré con vosotros, ó invernaré tambien: para que
vosotros me lleveis donde hubiere de ir.

 7 Porque no quiero ahora veros de paso: mas espero estar con vosotros algun
tiempo, si el Señor lo permitiere.

 8 Empero estaré en Efeso hasta Pentecostes.

 9 Porque se me ha abierto puerta grande y eficaz: y adversarios muchos.

 10 Y si viniere Timotéo, mirad que esté con vosotros seguramente: porque la
obra del Señor hace, tambien como yo.

 11 Por tanto nadie le tenga en poco: antes llevadle en paz, para que venga á
mí: porque le espero con los hermanos.

 12 Asimismo, del hermano Apolos, mucho le he rogado que viniese á vosotros
con [algunos] hermanos; mas en ninguna manera tuvo voluntad de venir por
ahora: mas vendrá cuando tuviere oportunidad.

 13 Velad, estad [firmes] en la fé: portáos varonilmente, y esforzáos.

 14 Todas vuestras cosas sean hechas con caridad.

 15 Empero os ruego, hermanos, ya sabeis que la casa de Estéfanas es las
primicias de Achaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos:

 16 que vosotros os sujeteis á los tales, y á todos los que ayudan, y
trabajan.

 17 Da la venida de Estéfanas y de Fortunato, y de Acháico, me huelgo: porque
estos suplieron vuestra ausencia.

 18 Porque recrearon mi espíritu y vuestro. Reconoced pues á los tales.

 19 Las Iglesias de Asia os saludan. Os saludan mucho en el Señor Aquila y
Priscila, con la Iglesia que esta en su casa.

 20 Os saludan todos los hermanos. Saludáos los unos á los otros con santo
beso.

 21 Salud. De mi mano, Pablo.

 22 El que no amare al Señor Jesu Cristo sea Anatema Maran-atha.

 23 La gracia del Señor Jesu Cristo [sea] con vosotros.

 24 Mi caridad en Cristo Jesus con todos vosotros. Amen.



EPÍSTOLA SEGUNDA DEL APOSTOL SAN PABLO

Á LOS

CORINTIOS.



CAPITULO 1

 1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la voluntad de Dios, y el hermano
Timotéo, á la Iglesia de Dios que está en Corinto, juntamente con todos los
santos que están por toda la Achaya:

 2 Gracia tengais, y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 3 Bendito [sea] el Dios y Padre del Señor Jesu Cristo, el Padre de
misericordias, y el Dios de toda consolacion,

 4 el que nos consuela en todas nuestras tribulaciones; para que podamos
tambien nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la
consolacion con que nosotros somos consolados de Dios.

 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así
abunda tambien por el [mismo] Cristo nuestra consolacion.

 6 Si somos atribulados, [es] por vuestra consolacion y salud, la cual es
obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros tambien padecemos: ó
si somos consolados, es por vuestra consolacion y salud: y nuestra esperanza
de vosotros es firme,

 7 estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así tambien
lo sereis de la consolacion.

 8 Porque, hermanos, no queremos, que ignoreis nuestra tribulacion que nos
fué hecha en Asia, que sobre manera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas,
de tal manera que estuviésemos en duda de la vida.

 9 Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no
confiemos en nosotros mismos, sino en Dios, que levanta los muertos:

 10 el cual nos libró, y libra de tanta muerte: en el cual esperamos que aun
nos librará:

 11 ayudándonos tambien vosotros con oracion por nosotros, para que por la
merced [hecha] á nosotros por respeto de muchos, por muchos [tambien] sean
dadas gracias por nosotros.

 12 Porque nuestra gloria es esta, [es á saber,] el testimonio de nuestra
conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría
carnal, mas con la gracia de Dios, hemos conversado en el mundo, y mas con
vosotros.

 13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leeis, ó tambien conoceis;
y espero que aun hasta el cabo las conocereis:

 14 como tambien en parte habeis conocido que somos vuestra gloria, como
tambien vosotros la nuestra, para el dia del Señor Jesus.

 15 Y con esta confianza quise primero venir á vosotros, porque tuviéseis
[otra] segunda gracia:

 16 y por vosotros pasar á Macedonia; y de Macedonia venir otra vez á
vosotros, y ser vuelto de vosotros á Judéa.

 17 Así que pretendiendo esto, ¿usé quizá de liviandad? ¿ó lo que pienso
[hacer,] piénsolo segun la carne, para que haya en mí Sí y No?

 18 Antes Dios fiel [sabe] que nuestra palabra acerca de vosotros, no ha sido
Sí y No.

 19 Porque el Hijo de Dios, Jesu Cristo, que por nosotros ha sido entre
vosotros predicado por mí, y Silvano, y Timotéo, no ha sido Sí y No: mas ha
sido Sí en él.

 20 Porque todas las promesas de Dios [son] en él Sí, y en él Amen por
nosotros á gloria de Dios.

 21 Y el que nos confirma con vosotros á Cristo, y el que nos ungió, [es]
Dios:

 22 el cual tambien nos selló, y nos dió las arras del Espíritu en nuestros
corazones.

 23 Mas yo llamo á Dios por testigo sobre mi alma, que hasta ahora no he
venido á Corinto por no seros carga:

 24 no que nos enseñoreemos de vuestra fé: mas somos ayudadores de vuestro
gozo; porque por la fé estais en pié.



CAPITULO 2

 1 EMPERO esto he determinado en mí, [es á saber,] de no venir otra vez á
vosotros con tristeza.

 2 Y si yo os contristo, ¿quién será pues el que me alegrará, sino aquel á
quien yo contristare?

 3 Y esto mismo os escribí, para que cuando viniere no tenga tristeza sobre
tristeza por parte de los que me debiera gozar; confiando en todos vosotros
que mi gozo es el de todos vosotros.

 4 Porque por la mucha tribulacion y angustia del corazon os escribí con
muchas lágrimas: no para que fuéseis contristados, mas para que conociéseis
cuánta mas caridad tengo para con vosotros.

 5 Que si alguno [me] contristó, no me contristó á mí sino en parte, por no
cargaros á todos vosotros.

 6 Bástale al tal esta reprension hecha de muchos:

 7 para que al contrario vosotros antes le perdoneis y consoleis, porque no
sea el tal consumido de demasiada tristeza.

 8 Por lo cual os ruego que confirmeis la caridad para con él.

 9 Porque tambien por este fin os escribí á vosotros, [es á saber,] para
conocer experiencia de vosotros, si sois obedientes en todo.

 10 Y al que [vosotros] perdonáreis, yo tambien: porque tambien yo lo que he
perdonado, si algo he perdonado, por vosotros [lo he hecho] en persona de
Cristo:

 11 para que no seamos engañados de Satanás: porque no ignoramos sus
maquinaciones.

 12 COMO vine á Troas por el Evangelio de Cristo, aunque me fué abierta
puerta en el Señor,

 13 no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado á Tito mi hermano: y
así despidiéndome de ellos, me partí para Macedonia.

 14 Mas á Dios [sean dadas] gracias, el cual hace que siempre triunfemos en
Cristo Jesus; y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo
lugar:

 15 porque por Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los
que se pierden:

 16 á estos ciertamente olor de muerte para muerte; y á aquellos olor de vida
para vida. Y para estas cosas, ¿quién es bastante?

 17 Cierto no somos, como muchos, mercaderes falsos de la palabra de Dios;
antes como de sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos de Cristo.



CAPITULO 3

 1 ¿COMENZAMOS otra vez á alabarnos á nosotros mismos? ¿ó tenemos necesidad,
como algunos, de cartas de recomendacion para vosotros, ó de recomendacion de
vosotros [para otros?]

 2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, las cuales
son sabidas y leidas de todos los hombres:

 3 cuando es manifiesto que sois carta de Cristo administrada de nosotros, y
escrita no con tinta, mas con el Espíritu de Dios viva: no en tablas de
piedra, sino en tablas de carne del corazon.

 4 Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios.

 5 No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos: sino que nuestra suficiencia es [de parte] de Dios:

 6 el cual aun nos hizo que fuésemos ministros suficientes del nuevo
testamento: no de la letra, mas del espíritu: porque la letra mata, mas el
espíritu vivifica.

 7 Y si el ministerio de muerte [escrito] en letras formado en las piedras,
fué para gloria, tanto que los hijos de Israél no pudiesen poner los ojos en
la cara de Moisés, á causa de la gloria de su rostro, la cual habia de
perecer:

 8 ¿como no será para mayor gloria el ministerio del espíritu?

 9 Porque si el ministerio de condenacion fué de gloria, mucho mas abundará
en gloria el ministerio de justicia.

 10 Porque lo que fué [tan] glorioso, en esta parte, ni aun fué glorioso en
comparacion de la excelente gloria.

 11 Porque si lo que perece es para gloria, mucho mas sera para gloria lo que
permanece.

 12 Así que teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza.

 13 Y no como Moisés, [que] ponia un velo sobre su rostro, para que los hijos
de Israél no pusiesen los ojos en su cara, cuya [gloria] habia de perecer.

 14 Y así los sentidos de ellos se embotaron: porque hasta el dia de hoy
[les] queda el mismo velo no descubierto en la leccion del viejo testamento,
el cual por Cristo es quitado:

 15 antes hasta el dia de hoy, cuando Moisés es leido, el velo está puesto
sobre el corazon de ellos.

 16 Empero cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.

 17 Porque el Señor es el espíritu: y donde [hay] aquel Espíritu del Señor,
allí [hay] libertad.

 18 Por tanto nosotros todos, puestos los ojos como en un espejo en la gloria
del Señor con cara descubierta, somos trasformados de gloria en gloria en la
misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.



CAPITULO 4

 1 POR lo cual teniendo [nosotros] esta administracion, segun la misericordia
que hemos alcanzado, no desmayamos:

 2 antes quitamos [de nosotros] los escondrijos de vergüenza, no andando con
astucia, ni

adulterando la palabra de Dios: mas en manifestacion de verdad
encomendándonos á nosotros mismos á toda conciencia humana delante de Dios.

 3 Que si nuestro Evangelio es encubierto, á los que se pierden es
encubierto:

 4 en los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los
incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del Evangelio de la gloria
de Cristo, el cual es la imágen de Dios.

 5 Porque no nos predicamos á nosotros mismos, sino á Jesu Cristo, el Señor;
y nosotros vuestros siervos por Jesus.

 6 Porque el Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciese la luz, [es]
el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminacion de ciencia de la
claridad de Dios en la faz de Jesu Cristo.

 7 Tenemos empero este tesoro en vasos de barro, á fin que la alteza sea de
la virtud de Dios, y no de nosotros.

 8 En todo somos atribulados, mas no nos estrechamos: dudamos, mas no
desesperamos:

 9 padecemos persecucion , mas no somos desamparados [en ella:] somos
abatidos, mas no perecemos:

 10 siempre traemos por todas partes la mortificacion del Señor Jesus en
nuestro cuerpo, para que tambien la vida de Jesus sea manifestada en nuestros
cuerpos.

 11 Porque siempre nosotros que vivimos, somos entregados á muerte por Jesus,
para que tambien la vida de Jesus sea manifestada en nuestra carne mortal.

 12 De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida.

 13 Mas porque tenemos el mismo espíritu de fé, conforme á lo que está
escrito: Creí, por lo cual tambien hablé: nosotros tambien creemos, por lo
cual tambien hablamos:

 14 estando ciertos que el que levantó al Señor Jesus, á nosotros tambien nos
levantará por Jesus; y nos pondrá con vosotros.

 15 Porque todas estas cosas [padecemos] por vosotros, para que abundando la
gracia por muchos, en la accion de gracias abunde [tambien] á gloria de Dios.

 16 Por tanto no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior sea
corrompido, el interior empero se renueva de dia en dia.

 17 Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulacion,
sobre manera alto [y]

eterno peso de gloria nos obra:

 18 no mirando nosotros á lo que se ve, sino á lo que no se ve: porque lo que
se ve, temporal es; mas lo que no se ve, eterno.



CAPITULO 5

 1 PORQUE sabemos, que si la casa terrestre de esta nuestra habitacion se
deshiciere , tenemos de Dios edificio, casa no hecha de manos, eterna en los
cielos.

 2 Y por esto tambien gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra
habitacion celestial:

 3 si tambien fuéremos hallados vestidos, y no desnudos.

 4 Porque asimismo los que estamos en esta cabaña, gemimos cargados: porque
no querriamos ser desnudados, antes sobrevestidos, consumiendo la vida á lo
que es mortal.

 5 Mas el que nos hizo para esto mismo [es] Dios, el cual asimismo nos ha
dado las arras del Espíritu.

 6 Así que [vivimos] confiados siempre, sabiendo, que entre tanto que estamos
en el cuerpo, peregrinamos del Señor:

 7 porque por fé andamos, no por vista:

 8 mas confiamos, y querriamos mas peregrinar del cuerpo, y ser presentes al
Señor.

 9 Y por tanto procuramos tambien, ó ausentes, ó presentes, agradarle.

 10 Porque es menester que todos nosotros comparezcamos delante del tribunal
de Cristo: para que cada uno sea pagado de lo propio de su cuerpo, como
hubiere hecho, ó bueno ó malo.

 11 Así que estando ciertos de aquel terror del Señor, persuadimos á los
hombres, mas á Dios somos manifiestos: y espero que tambien en vuestras
conciencias somos manifiestos.

 12 No nos encomendamos otra vez á vosotros: mas os damos ocasion de
gloriaros de nosotros, para que tengais [que responder] contra los que se
glorían en las apariencias, y no en el corazon.

 13 Porque si loqueamos, á Dios; y si estamos en seso, á vosotros.

 14 Porque la caridad de Cristo nos constriñe; pensando esto: Que si uno fué
muerto por todos, luego todos son muertos;

 15 asimismo: por todos fué muerto Cristo, para que tambien los que viven, ya
no vivan para sí, mas para aquel que murió y resucitó por ellos.

 16 De manera que nosotros de aquí adelante á nadie conocemos segun la carne;
y si aun á Cristo conocimos segun la carne, ahora empero ya no le conocemos.

 17 De manera que el que [es] en Cristo, nueva criatura [es:] las vejeces se
pasaron: hé aquí todo es hecho nuevo.

 18 Y todo esto por Dios, el cual nos reconcilió á sí por Jesu Cristo, y nos
dió el ministerio de la reconciliacion.

 19 Porque ciertamente Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo á sí, no
imputándoles sus pecados, y puso en nosotros la palabra de la reconciliacion.

 20 Así que embajadores somos en nombre de Cristo, como si Dios [os] rogase
por medio nuestro; [os] rogamos en nombre de Cristo, reconciliáos con Dios.

 21 Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él.



CAPITULO 6

 1 POR lo cual [nosotros] ayudando tambien, [os] exhortamos que no hayais
recibido en vano la gracia de Dios:

 2 (porque dice: En tiempo acepto te he oido, y en dia de salud te he
socorrido: hé aquí, ahora el tiempo acepto; hé aquí, ahora el dia de la
salud:)

 3 no dando á nadie ningun escándalo, porque nuestro ministerio no sea
vituperado:

 4 antes habiéndonos en todas cosas, como ministros de Dios, en mucha
paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias,

 5 en azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos,

 6 en castidad, en ciencia, en mansedumbre, en bondad, en Espíritu Santo, en
caridad no fingida,

 7 en palabra de verdad, en potencia de Dios, en armas de justicia á diestro
y á siniestro:

 8 por honra y por deshonra: por infamia, y por buena fama: como engañadores,
mas hombres de verdad:

 9 como ignorados, mas conocidos: como muriendo, mas, he aquí, vivimos: como
castigados, mas no mortificados:

 10 como dolorosos, mas siempre gozosos: como pobres, mas que enriquecen á
muchos: como los que no tienen nada, mas que lo poseen todo.

 11 Nuestra boca está abierta á vosotros, ¡oh Corintios! nuestro corazon es
ensanchado.

 12 No estais estrechos en nosotros: mas estais estrechos en vuestras
[propias] entrañas:

 13 pues por la misma recompensa, (como á hijos hablo,) ensancháos tambien
vosotros.

 14 No os junteis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la
justicia con la injusticia? ¿y qué comunicacion la luz con las tinieblas?

 15 ¿y qué conveniencia Cristo con Belial? ¿ó qué parte el fiel con el
infiel?

 16 ¿y qué consentimiento el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros
sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Que habitaré y andaré en
ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.

 17 Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartáos, dice el Señor; y no
toqueis cosa inmunda, y yo os recibiré:

 18 y seré á vosotros Padre, y vosotros me sereis á mí hijos é hijas: dice el
Señor Todopoderoso.



CAPITULO 7

 1 Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificacion en temor
de Dios.

 2 ADMITIDNOS: á nadie hemos injuriado, á nadie hemos corrompido, á nadie
hemos engañado.

 3 No para condenaros [lo] digo: que ya he dicho antes, que estais en
nuestros corazones para morir, y para vivir juntamente [con nosotros.]

 4 Mucho atrevimiento tengo para con vosotros, mucha gloria tengo de
vosotros: lleno estoy de consolacion: sobreabundo de gozo en todas nuestras
tribulaciones.

 5 Porque aun cuando venimos á Macedonia, ningun reposo tuvo nuestra carne;
antes en todo fuimos atribulados: de fuera cuestiones, de dentro temores.

 6 Mas el que consuela los humildes, Dios, nos consoló con la venida de Tito:

 7 y no solo con su venida, mas aun con la consolacion con que él fué
consolado de vosotros, haciéndonos saber vuestro deseo grande, vuestro lloro,
vuestro celo por mí, para que así me gozase mas.

 8 Porque aunque os contristé por carta, no me arrepiento: aunque me pesó,
porque veo que aquella carta, aunque por [algun poco de] tiempo, os
contristó.

 9 Ahora me huelgo: no porque hayais sido contristados, mas porque hayais
sido contristados para enmienda; porque habeis sido contristados segun Dios,
[de tal manera] que ninguna pérdida hayais padecido por nuestra parte.

 10 Porque el dolor que es segun Dios, hace enmienda saludable, de la cual no
hay arrepentimiento: mas el dolor del siglo obra muerte.

 11 Porque hé aquí esto mismo que segun Dios fuisteis contristados, ¡cuánta
solicitud ha obrado en vosotros! ¡antes defensa, antes enojo, antes temor,
antes gran deseo, antes celo, antes venganza! En todo os habeis mostrado
limpios en el negocio.

 12 Así que aunque os escribí, no os escribí [solamente] por causa del que
hizo la injuria ni por causa del que la padeció, mas [tambien] para que os
fuese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios.

 13 Por tanto tomamos consolacion de vuestra consolacion: empero mucho mas
nos gozamos por el gozo de Tito, que haya sido recreado su espíritu de todos
vosotros.

 14 Y si algo me he gloriado á él de vosotros, no he sido avergonzado: antes
como todo lo que habiamos dicho de vosotros [era] con verdad, así tambien
nuestra gloria con Tito fué hallada verdadera.

 15 Y sus entrañas son mas abundantes para con vosotros, cuando se acuerda de
la obediencia de todos vosotros; y de como le recibisteis con temor y
temblor.

 16 Así que me gozo de que en todo estoy confiado de vosotros.



CAPITULO 8

 1 ASIMISMO, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que ha sido dada á
las Iglesias de Macedonia:

 2 que en grande prueba de tribulacion la abundancia de su gozo permaneció; y
su profunda pobreza abundó en riquezas de su bondad.

 3 Porque conforme á sus fuerzas, (como yo testifico por ellos,) y aun sobre
[sus] fuerzas han sido liberales;

 4 rogándonos con muchos ruegos, que recibiésemos la gracia, y la
comunicacion del servicio que se hace para los santos.

 5 Y no como lo esperabamos, mas aun á sí mismos dieron primeramente al
Señor, y á nosotros por la voluntad de Dios.

 6 De tal manera que exhortamos á Tito, que como comenzó antes, así tambien
acabe esta gracia entre vosotros tambien.

 7 Por tanto como en todo abundais en fé, y en palabra, y en ciencia, y en
toda solicitud, y en vuestra caridad con nosotros, que tambien abundeis en
esta gracia.

 8 No hablo como quien manda; sino por experimentar la liberalidad de vuestra
caridad por la solicitud de los otros.

 9 Porque ya sabeis la gracia del Señor nuestro Jesu Cristo, que por amor de
vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fuéseis
enriquecidos.

 10 Y en esto doy [mi] consejo: porque esto os conviene á vosotros, que no
solo á hacerlo, mas aun á quererlo comenzasteis antes el año pasado:

 11 ahora pues acabadlo con el hecho: para que como fué pronto el ánimo en el
querer, así tambien lo sea en el cumplirlo de lo que teneis.

 12 Porque si primero hay la voluntad pronto, será acepta por lo que tiene,
no por lo que no tiene.

 13 Porque no para que á otros sea relajacion, y á vosotros apretura: sino
para que en este tiempo á la iguala, vuestra abundancia supla la falta de los
otros:

 14 para que tambien la abundancia de ellos supla vuestra falta, y haya
igualdad:

 15 como esta escrito: El que tuvo mucho, no tuvo mas; y el que poco, no tuvo
menos.

 16 Empero gracias á Dios que dió la misma solicitud por vosotros en el
corazon de Tito;

 17 que recibió la exhortacion; y aun con mayor solicitud, de su voluntad se
partió para vosotros.

 | 18 Y enviamos juntamente con él al hermano, cuya alabanza es en el
Evangelio por todas las Iglesias:

 19 y no solo [este,] mas aun tambien fué ordenado por las Iglesias el
compañero de nuestra peregrinacion para [llevar] esta gracia, que es
administrada de nosotros, y del ánimo vuestro pronto, para gloria del Señor:

 20 evitando que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos:

 21 procurando lo honesto, no solo delante del Señor, mas aun delante de los
hombres.

 22 Enviamos tambien con ellos á nuestro hermano, al cual muchas veces hemos
experimentado diligente: mas ahora mucho mas con la mucha confianza que
[tenemos] en vosotros.

 23 Ó por Tito, que es mi compañero y coadjutor para con vosotros; ó por
nuestros hermanos [que son] apóstoles de las Iglesias, y la gloria de Cristo.

 21 Mostrad pues para con ellos en la faz de las Iglesias la muestra de
vuestra caridad, y de nuestra gloria de vosotros.



CAPITULO 9

 1 PORQUE de la administracion que se hace para los santos, por demás me es
escribiros.

 2 Porque conozco vuestro pronto animo, del cual me glorío entre los de
Macedonia, que Achaya está apercibida desde el año pasado; y vuestro ejemplo
ha provocado á muchos.

 3 Y he enviado los hermanos, porque nuestra gloria de vosotros no sea vana
en esta parte: para que, como lo he dicho, esteis apercibidos;

 4 porque si vinieren conmigo Macedonios, no os hallen desapercibidos, y nos
avergoncemos nosotros, por no decir vosotros, de este glorioso atrevimiento.

 5 Por tanto tuve por cosa necesaria exhortar á los hermanos que viniesen
primero á vosotros, y aparejen primero vuestra bendicion antes prometida,
para que esté aparejada como de bendicion, y no como de escasez.

 6 Esto empero [digo:] El que siembra escasamente, tambien segará
escasamente; y el que siembra en bendiciones, en bendiciones tambien segará.

 7 Cada uno como propuso en su corazon, [haga,] no con tristeza, ó por
necesidad: porque Dios ama el dador alegre.

 8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, para que
teniendo en todo con vosotros todo lo que basta, abundeis para toda buena
obra:

 9 como está escrito: Derramó; dió á los pobres; su justicia permanece para
siempre.

 10 Y el que da la simiente al que siembra, tambien dará pan para comer; y
multiplicará vuestra sementera, y aumentará los crecimientos de los frutos de
vuestra justicia;

 11 para que enriquecidos en todo, abundeis en toda bondad, la cual obra por
nosotros accion de gracias á Dios.

 12 Porque la administracion de este servicio no solamente suple lo que á los
santos falta, mas tambien abunda en muchas acciones de gracias acerca de
Dios:

 13 que por la experiencia de esta administracion glorifican á Dios por la
obediencia de vuestro consentimiento en el Evangelio de Cristo, y en la
bondad de la comunicacion para con ellos, y para con todos;

 14 y en la oracion de ellos por vosotros, los cuales os desean á causa de la
eminente gracia de Dios en vosotros.

 15 Gracias [sean dadas] á Dios del inenarrable don suyo.



CAPITULO 10

 1 RUÉGOOS, empero, yo Pablo, por la mansedumbre y modestia de Cristo, (que
presente ciertamente soy bajo entre vosotros, mas ausente soy confiado con
vosotros,)

 2 ruego, pues, que cuando fuere presente, no sea [menester ser] atrevido con
la confianza de que soy estimado usar con algunos, que nos tienen como si
anduviésemos segun carne:

 3 porque aunque andamos en la carne, no militamos segun carne:

 4 porque las armas de nuestra milicia no [son] carnales, sino poderosas de
parte de Dios para destruccion de fortalezas,

 5 destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de
Dios; y cautivando en obediencia de Cristo á todo entendimiento,

 6 y estando prestos para castigar á toda desobediencia, desde que vuestra
obediencia fuere cumplida.

 7 ¿Mirais las cosas segun la apariencia? El que está confiado en sí mismo
que es de Cristo, esto tambien piense por sí mismo, que como él es de Cristo,
así tambien nosotros somos de Cristo.

 8 Porque aunque me gloríe aun un poco de nuestra potestad, (la cual el Señor
nos dió para edificacion, y no para vuestra destruccion,) no me avergonzaré.

 9 Mas porque no parezca como que os [quiero] espantar por cartas.

 10 Porque á la verdad, dicen, las cartas son graves y fuertes: mas la
presencia corporal flaca, y la palabra de menospreciar.

 11 Esto piense el tal, [que] cuales somos en la palabra por cartas ausentes,
tales somos tambien presentes en la obra.

 12 Porque no osamos entremeternos ó compararnos con algunos que se alaban á
sí mismos: mas no entienden que ellos consigo mismos se miden, y á sí mismos
se comparan.

 13 Nosotros empero no nos gloriaremos fuera de [nuestra] medida; sino
conforme á la medida de la regla, de la medida que Dios nos repartió, de
haber llegado tambien hasta vosotros.

 14 Porque no nos extendemos sobre [nuestra] medida, como si no hubiéramos
llegado hasta vosotros: porque tambien hasta vosotros hemos llegado con el
Evangelio de Cristo:

 15 no gloriándonos fuera de [nuestra] medida, [es á saber,] en trabajos
ajenos: mas teniendo esperanza del crecimiento de vuestra fé, que seremos
asaz bien engrandecidos conforme á nuestra regla;

 16 y que anunciaremos el Evangelio á los que están de ese cabo de vosotros,
sin [entrar en] la medida de otro, para gloriarnos en lo que ya estaba
aparejado.

 17 Mas el que se gloría, gloríese en el Señor.

 18 Porque no el que se alaba á sí mismo, el tal [luego] es aprobado; mas
aquel á quien Dios alaba.



CAPITULO 11

 1 OJALA toleraseis un poco mi locura, antes toleradme.

 2 Porque os zelo con zelo de Dios: porque os he desposado á un marido, para
presentaros [como] una vírgen limpia á Cristo.

 3 Mas tengo miedo de que como la serpiente engañó á Eva con su astucia, no
sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, y caigan de la
simplicidad que es en Cristo:

 4 por lo cual si alguno viniere que predicare otro Cristo que el que hemos
predicado; ó recibiéreis otro espíritu del que habeis recibido; ú otro
Evangelio del que habeis recibido, lo sufrais bien.

 5 Cuanto á mí, cierto pienso que en nada he sido inferior de aquellos
grandes apóstoles.

 6 Porque aunque [soy] basto en la palabra, no empero en la ciencia: mas en
todo somos ya del todo manifiestos á vosotros.

 7 ¿Pequé yo humillándome á mí mismo, para que vosotros fuéseis ensalzados,
porque os he predicado el Evangelio de Dios de valde?

 8 He despojado las otras Iglesias, recibiendo salario para ministraros á
vosotros: y estando con vosotros, y teniendo necesidad, á ninguno [de
vosotros] fuí carga:

 9 porque lo que me faltaba, suplieron los hermanos que vinieron de
Macedonia: y en todas cosas me guardé de seros pesado, y me guardaré.

 10 Es la verdad de Cristo en mí, que esta gloria no me será cerrada en las
partes de Achaya.

 11 ¿Por qué? ¿por qué no os amo? Dios lo sabe.

 12 Mas lo que hago haré aun; para quitar la ocasion de los que querrian
ocasion por ser hallados semejantes á nosotros en lo que se glorían.

 13 Porque estos falsos apóstoles obreros fraudulentos son, trasfigurándose
en apóstoles de Cristo:

 14 y no es maravilla: porque el mismo Satanás se trasfigura en ángel de luz:

 15 así que no es mucho, si sus ministros se trasfiguren como ministros de
justicia, cuyo fin será conforme á sus obras.

 16 Otra vez digo: Que nadie me estime ser loco; de otra manera, recibídme
como á loco, para que aun me gloríe yo un poquillo.

 17 Lo que hablo, no lo hablo segun el Señor, sino como en locura, con este
atrevimiento de gloria.

 18 Porque muchos se glorían segun la carne: tambien yo me gloriaré.

 19 Porque de buena gana tolerais los locos, siendo vosotros sábios:

 20 porque tolerais si alguien os pone en servidumbre, si alguien [os]
devora, si alguien toma, si alguien se ensalza, si alguien os hiere en la
cara.

 21 Dígolo cuanto á la afrenta; como si nos hubiesemos flaqueado: antes en lo
que otro tuviere osadía (hablo con locura) tambien yo tengo osadía.

 22 ¿Son Hebréos? yo tambien. ¿Son Israelitas? y yo. ¿Son simiente de
Abraham? y yo.

 23 ¿Son ministros de Cristo? (como poco sábio hablo) yo mas: en trabajos mas
[que ellos,] en cárceles mas, en azotes mas, en muertes muchas veces.

 24 De los Judíos he recibido cinco cuarentenas [de azotes,] menos uno:

 25 tres veces he sido azotado con varas, una vez apedreado, tres veces he
padecido naufragio, noche y dia he estado en el profundo [de la mar:]

 26 en caminos muchas veces: peligros de rios, peligros de ladrones, peligros
de los de la nacion, peligros en los Gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en el desierto, peligros en la mar, peligros con falsos hermanos:

 27 en trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos
ayunos, en frio y en desnudez:

 28 sin las cosas de fuera, mi combate de cada dia, [es á saber,] la
solicitud de todas las Iglesias.

 29 ¿Quién enferma, y [yo] no enfermo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me
quemo?

 30 Si es menester gloriar, me gloriaré yo de lo que es de mi flaqueza.

 31 El Dios y Padre del Señor nuestro Jesu Cristo, que es bendito por siglos,
sabe que no miento.

 32 En Damasco, el capitan de la gente del rey Aretas guardaba la ciudad de
los Damascenos para prenderme;

 33 y fuí bajado del muro por una ventana, y me escapé de sus manos.



CAPITULO 12

 1 CIERTO no me es conveniente gloriarme: mas vendré á las visiones y á las
revelaciones del Señor.

 2 Conozco hombre en Cristo, que antes de catorce años (si en el cuerpo, no
lo se; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fué arrebatado hasta el
tercer cielo.

 3 Y conozco tal hombre, (si en el cuerpo, ó fuera del cuerpo, no lo sé: Dios
lo sabe,)

 4 que fué arrebatado al paraiso, donde oyó palabras secretas que el hombre
no puede decir.

 5 De este tal me gloriaré: mas de mí mismo nada me gloriaré, sino en mis
flaquezas.

 6 Por lo cual si quisiere gloriarme, no seré loco, porque diré verdad:
empero lo dejo, porque nadie piense de mí mas de lo que en mí ve, ú oye de
mí.

 7 Y porque la grandeza de las revelaciones no me levante sobre lo que es
menester, me es dada la repunta de mi carne, ángel de Satanás, que me
abofetée.

 8 Por lo cual tres veces he rogado al Señor que se quite de mí.

 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia: porque mi potencia en la flaqueza se
perfecciona. Por tanto de buena gana me gloriaré de mis flaquezas, porque
habite en mí la potencia de Cristo.

 10 Por lo cual me contento en las flaquezas, en las afrentas, en las
necesidades, en las persecuciones, en las angustias por Cristo: porque cuando
soy flaco, entonces soy poderoso.

 11 He sido loco en gloriarme; vosotros me constreñisteis; que yo habia de
ser alabado de vosotros: porque en nada he sido menos de los sumos apóstoles,
aunque soy nada.

 12 Con todo esto señales de apóstol han sido hechas por vosotros, en toda
paciencia, en señales, y en prodigios, y en maravillas.

 13 Porque ¿qué hay en que hayais sido menos que las otras Iglesias, sino en
que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria.

 14 Hé aquí, estoy aparejado para ir á vosotros la tercera vez, y no os seré
pesado: porque no busco vuestras cosas, sino á vosotros: porque no han de
atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.

 15 Yo empero de bonísima gana gastaré y sobregastaré por vuestras almas;
aunque amándoos mas, sea amado menos.

 16 Mas sea así, yo no os he agravado; sino que, como soy astuto, os he
tomado por engaño.

 17 ¿Os he engañado quizá por alguno de los que he enviado á vosotros?

 18 Rogué á Tito, y envié con él un hermano. ¿Os engañó quizá Tito? ¿no hemos
andado con un mismo espíritu, y por las mismas pisadas?

 19 ¿O pensais aun que nos excusamos con vosotros? Delante de Dios, en Cristo
hablamos: mas todo, ¡oh amantísimos! por vuestra edificacion.

 20 Porque tengo miedo que cuando viniere, no os halle en alguna manera como
no querria; y que vosotros me halleis cual no querriais: porque no haya entre
vosotros contiendas, envidias, iras, disensiones, detracciones,
murmuraciones, rumores, bandos:

 21 porque cuando volviere, no me humille Dios entre vosotros, y haya de
llorar por muchos de los que antes habrán pecado, y no se han enmendado de la
inmundicia, y fornicacion, y deshonestidad que han cometido.



CAPITULO 13

 1 ESTA tercera vez vengo [ya] á vosotros: en la boca de dos ó de tres
testigos consistirá todo negocio.

 2 Ya he dicho antes, y ahora digo otra vez como presente; y ahora ausente lo
escribo á los que antes pecaron, y á todos los demás, que si vengo otra vez,
no perdonaré:

 3 pues buscais la experiencia de Cristo que habla en mí, el cual no es flaco
para con vosotros, antes es poderoso en vosotros.

 4 Porque aunque fué crucificado por flaqueza, vive empero por potencia de
Dios: por lo cual tambien nosotros [aunque] somos flacos con él, empero
viviremos con él por la potencia de Dios en vosotros.

 5 Vosotros mismos tentáos si estais en fé; probáos vosotros mismos. ¿No os
conoceis á vosotros mismos, que Jesu Cristo está en vosotros, si ya no sois
reprobados?

 6 Mas espero que conocereis que nosotros no somos reprobados.

 7 Oramos empero á Dios que ninguna cosa mala hagais: no para que nosotros
seamos hallados aprobados, mas para que vosotros hagais lo que es bueno,
aunque nosotros seamos tenidos por reprobados.

 8 Porque ninguna cosa podemos contra la verdad, mas por la verdad.

 9 Por lo cual nos gozamos que seamos nosotros flacos, y que vosotros seais
poderosos: y aun deseamos vuestra consumacion.

 10 Por tanto [os] escribo esto ausente, por no tratar presente con mas
dureza, conforme á la potestad que el Señor me ha dado para edificacion, y no
para destruccion.

 11 RESTA, hermanos, que tengais gozo, seais perfectos, tengais consolacion,
sintais una misma cosa, tengais paz, y el Dios de paz y de caridad sea con
vosotros.

 12 Saludáos los unos á los otros con beso santo. Todos los santos os
saludan.

 13 La gracia del Señor Jesu Cristo, y la caridad de Dios, y la comunicacion
del Espíritu Santo sea con vosotros todos. Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

GALATAS.



CAPITULO 1

 1 PABLO apóstol, no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesu Cristo, y
por Dios el Padre, que le levantó de los muertos,

 2 y todos los hermanos que están conmigo, á las Iglesias de Galacia:

 3 Gracia tengais, y paz de Dios el Padre, y del Señor nuestro Jesu Cristo,

 4 el cual se dió á sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este
presente siglo malo, conforme á la voluntad de Dios y Padre nuestro:

 5 al cual es gloria por siglos de siglos. Amen.

 6 ESTOY maravillado de que tan pronto os hayais traspasado del que os llamó
á la gracia de Cristo, á otro Evangelio:

 7 porque no hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren
pervertir el Evangelio de Cristo.

 8 Mas si nosotros, ó ángel del cielo os anunciare otro Evangelio del que os
hemos anunciado, sea anatema.

 9 Como antes hemos dicho, tambien ahora decimos otra vez: Si alguien os
anunciare otro Evangelio del que habeis recibido, sea anatema.

 10 Porque ¿persuado yo ahora á hombres, ó á Dios? ¿ó busco de agradar á
hombres? Cierto que si hasta ahora agradara á los hombres, no seria siervo de
Cristo.

 11 Porque os hago, hermanos, saber, que el Evangelio que [os] ha sido
anunciado por mí, no es segun hombre;

 12 ni yo tampoco le recibí, ni aprendí de hombre, sino por revelacion de
Jesu Cristo.

 13 Porque ya habeis oido cual fué mi conversacion en otro tiempo en el
Judaismo: que sobremanera perseguí la Iglesia de Dios, y la destruia;

 14 y que aprovechaba en el Judaismo sobre muchos de mis iguales en mi
nacion, siendo zelador mas que todos de las tradiciones de mis padres.

 15 Mas cuando plugo á Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y
[me] llamó por su gracia,

 16 para revelar á su Hijo por mí, para que anunciase su Evangelio entre los
Gentiles, luego no me reposé en carne y en sangre;

 17 ni vine á Jerusalem á los apóstoles que me iban delante; sino me fuí en
Arabia; y volví de nuevo á Damasco.

 18 Despues, pasados tres años, vine á Jerusalem á ver á Pedro, y estuve con
él quince dias.

 19 Mas á ningun otro de los apóstoles ví, sino á Jacobo el hermano del
Señor.

 20 Y en esto, que os escribo, hé aquí, delante de Dios, que no miento.

 21 Despues vine en las partes de Syria y de Cilicia.

 22 Y no era conocido de vista á las Iglesias de Judéa, que eran en Cristo:

 23 solamente tenian fama [de mí:] Que el que en otro tiempo nos perseguia,
ahora anuncia la fe que en otro tiempo destruia:

 24 y glorificaban á Dios por mí.



CAPITULO 2

 1 DESPUES, pasados catorce años, vine otra vez á Jerusalem juntamente con
Barnabas, tomando tambien conmigo Tito.

 2 Vine empero por revelacion, y comuniqué con ellos el Evangelio que predico
entre los Gentiles: mas particularmente con los que parecian ser algo, por no
correr en vano, ó haber corrido.

 3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego, fué compelido á
circuncidarse:

 4 ni aun por causa de los malsines, falsos hermanos, que se entraban
secretamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesus, por
ponernos en servidumbre;

 5 á los cuales ni aun por una hora cedimos sujetándonos, para que la verdad
del Evangelio permaneciese acerca de vosotros.

 6 Empero de aquellos que parecian ser algo, (cuales hayan sido algun tiempo,
no tengo que ver; Dios no acepta apariencia de hombre,) á mí á lo menos los
que parecian ser algo, nada cierto me dieron.

 7 Antes por el contrario, como vieron que el Evangelio de la incircuncision
me era encargado, como á Pedro el de la circuncision,

 8 (porque el que hizo por Pedro para el apostolado de la circuncision, hizo
tambien por mí para con los Gentiles,)

 9 y como vieron la gracia que me era dada, Jacobo, y Cefas, y Juan, que
parecian ser las columnas, nos dieron las diestras de compañía á mí y á
Barnabas, para que nosotros [predicasemos] á los Gentiles, y ellos á la
circuncision.

 10 Solamente [nos encargaron] que nos acordasemos de los pobres: lo cual
asimismo hice con solicitud.

 11 Empero viniendo Pedro á Antioquía, le resistí en la cara, como era de
condenar.

 12 Porque antes que viniesen unos [de parte] de Jacobo, comia con los
Gentiles: mas como vinieron, se retrajo, y se apartó de ellos, teniendo miedo
de los que eran de la circuncision.

 13 Y á su disimulacion consentian tambien los otros Judíos, de tal manera
que aun Barnabas fué traido tambien de ellos en aquella su simulacion.

 14 los cuales como ví que no andaban derechamente á la verdad del Evangelio,
dije á Pedro delante de todos: Si tú, siendo Judío, vives como Gentil, y no
como Judío, ¿por qué constriñes los Gentiles á judaizar?

 15 Nosotros Judíos naturales, y no pecadores de los Gentiles,

 16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino
por la fé de Jesu Cristo, nosotros tambien hemos creido en Jesu Cristo, para
que fuésemos justificados por la fé de Cristo, y no por las obras de la ley:
por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada.

 17 Y si buscando nosotros de ser justificados en Cristo, tambien nosotros
somos hallados pecadores, ¿es [por eso] Cristo ministro de [nuestro] pecado?
En ninguna manera.

 18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo á edificar, trasgresor
me hago.

 19 Porque yo por la ley soy muerto á la ley, para vivir á Dios.

 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo; no ya yo, mas vive en mí
Cristo: y lo que ahora vivo en la carne, por la fé del Hijo de Dios [lo]
vivo, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí.

 21 No desecho la gracia de Dios. Porque si por la ley fuese la justicia,
luego Cristo por demás seria muerto.



CAPITULO 3

 1 ¡OH Gálatas sin seso! ¿quién os hechizó para no obedecer á la verdad,
delante de cuyos ojos Jesu Cristo fué ya condenado, crucificado entre
vosotros?

 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu [Santo] por
las obras de la ley, ó por el oir de la fé?

 3 ¿tan locos sois, que habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os
perfeccioneis por la carne?

 4 ¿tantas cosas habeis padecido en vano? si empero en vano.

 5 El que os da, pues, el Espíritu, y obra las maravillas entre vosotros,
[¿lo hace] por las obras de la ley, ó por el oir de la fé?

 6 Como Abraham creyó á Dios, y le fué atribuido á justicia.

 7 Así que conoceis que los que son por la fé, los tales son hijos de
Abraham.

 8 Y viendo antes la escritura, que Dios por la fé habia de justificar los
Gentiles, evangelizó antes á Abraham: Que todas las naciones de la tierra
serán benditas en tí.

 9 Luego los de la fé son [los] benditos con el creyente Abraham.

 10 Porque todos los que son de las obras de la ley, debajo de maldicion
están. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

 11 Mas por cuanto por la ley ninguno se justifica acerca de Dios, queda
manifiesto que el justo por la fé vive.

 12 La ley tambien no es de la fé, mas: El hombre que los hiciere, vivirá por
ellos.

 13 Cristo nos redimió de la maldicion de la ley, hecho por nosotros
maldicion: (porque escrito esta: Maldito cualquiera que es colgado en
madero:)

 14 para que la bendicion de Abraham en los Gentiles fuese en Cristo Jesus:
para que por la fé recibamos la promesa del Espíritu.

 15 Hermanos, (hablo como hombre,) aun el instrumento auténtico de hombre
nadie le menosprecia, ó le añade.

 16 A Abraham fueron dichas las promesas, y á su simiente. No dice: Y á las
simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente, la cual es
Cristo.

 17 Esto pues digo: Que el contrato confirmado de Dios para con Cristo, la
ley que fué hecha cuatrocientos y treinta años despues, no le abroga, para
invalidar la promesa.

 18 Porque si la herencia es por la ley, ya no [será] por la promesa: Dios
empero por la promesa hizo la donacion á Abraham.

 19 ¿PUES la ley, qué? Fué puesta por causa de las rebeliones, (hasta que
viniese la simiente á quien fué hecha la promesa,) ordenada por los ángeles,
en la mano del mediador.

 20 Y el mediador no es de uno; y Dios es uno.

 21 Luego ¿la ley [es] contra las promesas de Dios? En ninguna manera: porque
si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la
ley.

 22 Mas encerró la escritura todo debajo de pecado, para que la promesa fuese
dada á los creyentes por la fé de Jesu Cristo.

 23 Empero antes que viniese la fe estabamos guardados debajo de la ley,
encerrados para aquella fé, que habia de ser descubierta

 24 de manera que la ley nuestro ayo fué para [llevarnos] á Cristo, para que
fuésemos justificados por la fé.

 25 Mas venida la fé, ya no estamos debajo [de la mano] del ayo.

 26 Porque todos sois hijos de Dios por la fé en Cristo Jesus.

 27 Porque todos los que habeis sido bautizados en Cristo, de Cristo estais
vestidos.

 28 No hay [aquí] Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay macho, ni
hembra; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesus.

 29 Y si vosotros [sois] de Cristo ciertamente la simiente de Abraham sois, y
conforme á la promesa los herederos.



CAPITULO 4

 1 ESTO tambien digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere
del siervo, aunque es señor de todo.

 2 Mas está debajo [de mano] de tutores y curadores hasta el tiempo señalado
por el padre.

 3 Así tambien nosotros, cuando éramos niños, éramos siervos debajo de
elementos del mundo.

 4 Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, hecho de mujer,
hecho súbdito á la ley;

 5 para que redimiese los que estaban debajo de la ley, para que recibiésemos
la adopcion de hijos.

 6 Y por cuanto sois hijos envió Dios el Espíritu de su Hijo en vuestros
corazones el cual clama: Abba, Padre.

 7 Así que ya no eres mas siervo, sino hijo; y si hijo, tambien heredero de
Dios por Cristo.

 8 Antes, en otro tiempo, no conociendo á Dios, serviais á los que por
naturaleza no son dioses:

 9 mas ahora habiendo conocido á Dios, antes siendo conocidos de Dios, ¿cómo
os volveis de nuevo á los flacos y necesitados rudimentos en los cuales
quereis volver á servir?

 10 Guardais dias, y meses, y tiempos, y años.

 11 Miedo tengo de vosotros, de que no haya [yo] trabajado en vano en
vosotros.

 12 Sed como yo [soy:] porque yo [soy] como vosotros. Hermanos, os ruego:
ningun agravio me habeis hecho.

 13 Que vosotros sabeis, que con flaqueza de carne os anuncié el Evangelio al
principio:

 14 y no desechasteis ni menospreciasteis mi tentacion que [pasaba] en mi
carne; antes me recibisteis como á un ángel de Dios, como al [mismo] Cristo
Jesus.

 15 ¿Dónde está, pues, vuestra bienaventuranza? porque yo os doy testimonio,
que si se pudiera hacer, vuestros ojos sacárais para darme[los].

 16 ¿Me he hecho pues vuestro enemigo, diciéndoos la verdad?

 17 Tienen zelos de vosotros, no bien: antes os quieren echar fuera para que
[vosotros] los zeleis [á ellos.]

 18 Bueno es ser zelosos, [mas] en bien siempre; y no solamente cuando estoy
presente con vosotros.

 19 Hijitos mios, que vuelvo otra vez á estar de parto de vosotros, hasta que
Cristo sea formado en vosotros:

 20 querria cierto estar ahora con vosotros, y mudar mi voz; porque estoy
perplejo en vosotros.

 21 Decidme, los que quereis estar debajo de la ley, ¿no habeis leido la ley?

 22 Porque escrito esta: Que Abraham tuvo dos hijos: uno de la sierva, y uno
de la libre.

 23 Mas el que [era] de la sierva, nació segun la carne; el que [era] de la
libre, [nació] por la promesa:

 24 las cuales cosas son dichas por alegoría: porque estos son los dos
conciertos. El uno ciertamente en el monte de Sina, el cual engendra para
servidumbre, que es Agar.

 26 Porque Agar, ó Sina, es un monte de Arabia, el cual es conjunto á la que
ahora es Jerusalem, la cual sirve con sus hijos.

 26 Mas aquella Jerusalem que está arriba, libre es; la cual es la madre de
todos nosotros.

 27 Porque está escrito: Alégrate la estéril, que no pares: rompe [en
alabanzas] y clama, la que no estás de parto: porque mas son los hijos de la
dejada, que de la que tiene marido.

 28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.

 29 Empero como entonces el que era engendrado segun la carne, perseguia al
que habia nacido segun el Espíritu; así tambien ahora.

 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa á la criada y á su hijo; porque no será
heredero el hijo de la criada con el hijo de la libre.

 31 De manera que, hermanos, no somos hijos de la criada, mas de la libre.



CAPITULO 5

 1 ESTAD, pues, firmes en la libertad en que Cristo nos libertó; y no volvais
otra vez á ser presos en el yugo de servidumbre.

 2 Hé aquí, yo Pablo os digo: Que si os circuncidáreis, Cristo no os
aprovechará nada.

 3 Y otra vez vuelvo á protestar á todo hombre que se circuncidare, que es
obligado á hacer toda la ley.

 4 Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificais: de la gracia
habeis caido.

 5 Porque nosotros por el Espíritu de la fé esperamos la esperanza de la
justicia.

 6 Porque en Cristo Jesus ni la circuncision vale algo, ni la incircuncision;
sino la fé que obra por la caridad.

 7 Corriais bien: ¿quién os embarazó para no obedecer á la verdad?

 8 Esta persuasion no es del que os llama.

 9 Poca levadura leuda toda la masa.

 10 Yo confio de vosotros en el Señor, que ninguna otra cosa sentireis: mas
el que os inquieta, llevará el juicio, quien quiera que él sea.

 11 Yo ciertamente, hermanos, si aun predico la circuncision, ¿por qué, pues,
padezco persecucion? Luego quitado es el escándalo de la cruz.

 12 Ojalá aun fuesen talados los que os alborotan.

 13 Porque vosotros, hermanos, á libertad fuisteis llamados: solamente que no
deis la libertad por ocasion á la carne; mas que os sirvais por la caridad
los unos á los otros.

 14 Porque toda la ley en esta sola palabra se resume: Amarás á tu prójimo^,
como á tí mismo.

 15 Y si los unos á los otros os mordeis, y os comeis, mirad que tambien no
os consumais los unos á los otros.

 16 Digo, pues: Andad en Espíritu; y no hagais lo que desea la carne.

 17 Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la
carne: porque estas cosas se oponen la una á la otra, para que no hagais todo
lo que quisiereis.

 18 Y si sois guiados del Espíritu, no estais debajo de la ley.

 19 Manifiestas son empero las obras de la carne, que son: Adulterio,
fornicacion, inmundicia, disolucion,

 20 servir á ídolos, hechicerías, enemistades, pleitos, zelos, iras,
contiendas, disensiones, sectas,

 21 envidias, homicidios, embriagueces, banqueterías, y cosas semejantes á
estas: las cuales os denuncio, como os he anunciado, que los que hacen tales
cosas, no heredarán el reino de Dios.

 22 Mas fruto del Espíritu es: Caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad,
bondad, fé, mansedumbre, templanza:

 23 contra tales cosas, no hay ley.

 24 Porque los que son de Cristo, la carne crucificaron con sus afectos y
concupiscencias.

 25 Si vivimos por Espíritu, andemos tambien en Espíritu.

 26 No seamos codiciosos de vana honra, irritando los unos á los otros,
envidiosos los unos de los otros.



CAPITULO 6

 1 HERMANOS, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros [que sois]
espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote á
tí mismo, porque tú no seas tambien tentado.

 2 Llevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

 3 Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, á sí mismo se
engaña.

 4 Así que cada uno examine su obra, y entonces en sí mismo tendrá gloria, y
no en otro.

 5 Porque cada cual llevará su carga.

 6 Y el que es instituido en la palabra comunique todos los bienes al que le
instituye.

 7 No os engañeis: Dios no [puede] ser burlado: que todo lo que el hombre
sembrare eso tambien segará.

 8 Porque el que siembra en su carne, de la carne segará corrupcion: mas el
que siembra en el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

 9 Y no nos cansemos de hacer bien, que á su tiempo segaremos, si no
hubiéremos desmayado.

 10 Así que entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien á todos; y
mayormente á los domésticos de la fé.

 11 MIRAD qué larga carta os he escrito de mi mano.

 12 Todos los que quieren agradar en la carne, estos os constriñen á que os
circuncideis; solamente por no padecer la persecucion de la cruz de Cristo.

 13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan, guardan la ley: mas quieren
que os circuncideis vosotros, por gloriarse en vuestra carne.

 14 Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz del Señor nuestro Jesu
Cristo, por el cual el mundo me es crucificado á mí, y yo al mundo.

 15 Porque en Cristo Jesus, ni la circuncision vale nada, ni la
incircuncision, sino la nueva criatura.

 16 Y todos los que anduvieren conforme á esta regla, la paz y la
misericordia [de Dios será] sobre ellos, y sobre el Israél de Dios.

 17 De aquí adelante nadie me sea molesto: porque yo traigo en mi cuerpo las
marcas del Señor Jesus.

 18 La gracia del Señor Jesu Cristo [sea,] hermanos, con vuestro espíritu.
Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

EFESIOS.



CAPITULO 1

 1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la voluntad de Dios, á los santos que
están en Efeso, y fieles en Cristo Jesus:

 2 Gracia y paz tengais de Dios Padre nuestro, y del Señor Jesu Cristo.

 3 Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesu Cristo, el cual nos ha
bendecido con toda bendicion espiritual en [bienes] celestiales en Cristo:

 4 como nos escogió en él antes de la fundacion del mundo, para que fuésemos
santos, y sin mancha delante de él en caridad.

 5 El cual nos señaló antes para ser adoptados en hijos por Jesu Cristo en sí
mismo, por el buen querer de su voluntad;

 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo graciosos á
sí en el amado.

 7 En el cual tenemos redencion por su sangre, remision de pecados por las
riquezas de su gracia,

 8 que sobreabundó en nosotros en toda sabiduría é inteligencia;

 9 descubriéndonos el misterio de su voluntad, por el buen querer de su
voluntad, segun que lo habia propuesto en sí mismo,

 10 de restaurar todas las cosas por Cristo en la dispensacion del
cumplimiento de los tiempos, así las que [están] en los cielos, como las que
[están] en la tierra.

 11 En él, [digo,] en el cual tuvimos suerte, predestinados antes conforme al
propósito del que hace todas las cosas por el arbitrio de su voluntad:

 12 para que seamos para alabanza de su gloria nosotros, que antes esperamos
en Cristo:

 13 en el cual [esperasteis] tambien vosotros en oyendo la palabra de verdad,
el Evangelio de vuestra salud: en el cual tambien desde que creisteis,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

 14 que es las arras de nuestra herencia, ganados por redencion para alabanza
de su gloria.

 15 Por lo cual tambien yo, oyendo vuestra fé que es en el Señor Jesus, y la
caridad para con todos los santos,

 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis
oraciones:

 17 que el Dios del Señor nuestro Jesu Cristo, Padre de gloria, os dé
espíritu de sabiduría y de revelacion por su conocimiento:

 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepais cuál sea la
esperanza de su vocacion, y cuáles [sean] las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos;

 19 y cuál sea aquella grandeza sobreexcelente de su potencia en nosotros,
los que creemos, por la operacion de la potencia de su fortaleza,

 20 la cuál obró en Cristo, levantándole de los muertos, y colocándole á su
diestra en los cielos,

 21 sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre
que se nombra, no solo en este siglo, mas aun en el venidero;

 22 y sujetándole todas las cosas debajo de sus piés, y poniéndole por cabeza
sobre todas las cosas á la Iglesia,

 23 la cual es su cuerpo, [y él] es la plenitud de ella: el cual llena todas
las cosas en todos.



CAPITULO 2

 1 Y VOSOTROS, estando muertos en vuestros delitos y pecados,

 2 en que en otro tiempo anduvisteis, conforme á la condicion de este mundo,
conforme á [la voluntad] del príncipe de la potestad de este aire, el
espíritu que ahora obra en los incrédulos:

 3 con los cuales nosotros tambien conversamos en otro tiempo en los deseos
de nuestra carne, haciendo el querer de la carne y de los pensamientos, y
siendo nacidos hijos de ira, tambien como los demás.

 4 Empero Dios, que es rico en misericordia, por su mucha caridad con que nos
amó,

 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con
Cristo, por [cuya] gracia sois salvos;

 6 y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo asentar en los cielos con
Cristo Jesus:

 7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia,
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesus.

 8 Porque por gracia sois salvos por la fé, y esto no de vosotros, que don de
Dios es:

 9 no por obras, para que nadie se gloríe.

 10 Porque hechura suya somos, criados en Cristo Jesus para buenas obras, las
cuales Dios preparó para que anduviésemos en ellas.

 11 POR tanto tened memoria que vosotros que en otro tiempo erais Gentiles en
carne, que erais llamados incircuncisos de la que se llama circuncision en
carne, la cual se hace con mano;

 12 que erais en aquel tiempo sin Cristo, alejados de la república de Israél,
y extranjeros á los conciertos de la promesa, sin esperanza, y sin Dios en el
mundo.

 13 Mas ahora en Cristo Jesus, vosotros que en otro tiempo estabais lejos,
habeis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, deshaciendo el
apartamiento de la pared:

 15 deshaciendo en su carne las enemistades, [que eran] la ley de los
mandamientos en los ritos; para edificar en sí mismo los dos en un nuevo
hombre, haciendo la paz:

 16 y reconciliar, por [su] cruz, con Dios á ambos en un mismo cuerpo,
matando en ella las enemistades.

 17 Y vino, y anunció la paz á vosotros que estabais lejos, y á los que
[estaban] cerca:

 18 que por él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al
Padre.

 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino juntamente ciudadanos
con los santos, y domésticos de Dios:

 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, en la
suma piedra de esquina Jesu Cristo:

 21 en el cual todo edificio que se edifica, crece para templo santo al
Señor:

 22 en el cual vosotros tambien sois juntamente edificados, por morada de
Dios en Espíritu.



CAPITULO 3

 1 Por esta causa yo Pablo [soy] prisionero de Cristo Jesus, por vosotros los
Gentiles,

 2 si empero habeis oido la dispensacion de la gracia de Dios que me ha sido
dada en vosotros:

 3 [es á saber,] que por revelacion me fué declarado el misterio, como arriba
he escrito en breve:

 4 lo cual leyendo podeis entender cual sea mi inteligencia en el misterio de
Cristo:

 5 el cual [misterio] en los otros siglos no fué entendido de los hijos de
los hombres, como ahora es revelado á sus santos apóstoles y profetas en
Espíritu:

 6 que los Gentiles sean juntamente herederos, é incorporados, y consortes de
su promesa en Cristo  por el Evangelio:

 7 del cual yo soy hecho ministro, por el don de la gracia de Dios que me ha
sido dado, segun la operacion de su potencia.

 8 A mí, [digo,] que soy el mas pequeño de todos los santos, es dada esta
gracia de anunciar entre los Gentiles el Evangelio de las incomprensibles
riquezas de Cristo;

 9 y de alumbrar á todos cual sea la dispensacion del misterio escondido
desde los siglos en Dios, que crió todas las cosas :

 10 para que la mucha sabiduría de Dios en los cielos sea ahora notificada
por la Iglesia á los principados y potestades,

 11 conforme á la determinacion eterna, que hizo en Cristo Jesus Señor
nuestro:

 12 en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fé de él.

 13 Por tanto pido, que no desmayeis por [causa de] mis tribulaciones por
vosotros, lo cual es vuestra gloria.

 14 Por causa de esto hinco mis rodillas al Padre del Señor nuestro Jesu
Cristo:

 15 (del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra:)

 16 que os dé conforme á las riquezas de su gloria, que seais corroborados
con potencia en el hombre interior por su Espíritu:

 17 que habite Cristo por la fé en vuestros corazones:

 18 para que arraigados y fundados en caridad, podais comprender con todos
los santos cuál sea la anchura, y la longitud, y la profundidad, y la altura;

 19 y conocer la sobreeminente caridad de Cristo: para que seais cumplidos de
todo cumplimiento de Dios.

 20 Y á aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho mas
abundantemente de lo que pedimos ó entendemos, por la potencia que obra en
nosotros,

 21 sea gloria en la Iglesia por Cristo Jesus, por todas edades del siglo de
los siglos. Amen.



CAPITULO 4

 1 RUÉGOOS pues, yo preso, en el Señor, que andeis como es digno de la
vocacion en que sois llamados, [es á saber,]

 2 con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos á los
otros en caridad,

 3 solícitos á guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

 4 Un cuerpo, y un espíritu; como sois tambien llamados á una misma esperanza
de vuestra vocacion.^

 5 un Señor, una fé, un bautismo,

 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas
las cosas, y en todos vosotros.

 7 Empero á cada uno de vosotros es dada la gracia conforme á la medida del
don de Cristo.

 8 Por lo cual dice: Subiendo á lo alto llevó cautiva la cautividad; y dió
dones á los hombres.

 9 Y que subió, ¿qué es, sino que tambien habia descendido primero en las
partes bajas de la tierra'?

 10 El que descendió, el mismo es el que tambien subió sobre todos los
cielos, para cumplir todas las cosas.

 11 Y el mismo dió unos, ciertamente apóstoles; y otros, profetas; y otros,
evangelistas; y otros, pastores y doctores,

 12 para la consumacion de los santos en la obra del ministerio, para la
edificacion del cuerpo de Cristo:

 13 hasta que todos salgamos en unidad de fé, y de conocimiento del Hijo de
Dios, [cada uno] en varon perfecto, á la medida de la edad cumplida de
Cristo:

 14 que ya no seamos niños inconstantes, y seamos traidos al rededor á todo
viento de doctrina, por maldad de hombres que engañan con astutos errores:

 15 antes siguiendo la verdad en caridad, crezcamos en todo en el que es la
cabeza, [á saber,] Cristo,

 16 del cual todo el cuerpo compuesto y ligado junto por todas las junturas
de su alimento, segun la operacion, cada miembro conforme á su medida, toma
aumento de cuerpo, edificándose en caridad.

 17 ASÍ que esto digo, y requiero por el Señor, que no andeis mas como los
otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido,

 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de vida de Dios por la
ignorancia que en ellos hay, por la ceguedad de su corazon:

 19 los cuales despues que perdieron el sentido [de la conciencia] se
entregaron á la desvergüenza, para cometer toda inmundicia con ardor
insaciable.

 20 Mas vosotros no habeis aprendido así á Cristo;

 21 si empero le habeis oido, y habeis sido por él enseñados, como la verdad
está en Jesus,

 22 á dejaros cuanto á la pasada manera de vivir, [es á saber,] el hombre
viejo que se corrompe conforme á los deseos de error;

 23 y á renovaros en el espíritu de vuestro entendimiento,

 24 y vestir el hombre nuevo, que es criado conforme á Dios en justicia, y en
santidad de verdad.

 25 Por lo cual, dejando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo:
porque somos miembros los unos de los otros.

 26 Airáos, y no pequeis: no se ponga el sol sobre vuestro enojo;

 27 ni deis lugar al diablo.

 28 El que hurtaba, no hurte ya; antes trabaje, obrando de sus manos lo que
es bueno, para que tenga de que dar al que padeciere necesidad.

 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca: mas si la hay, [sea]
buena, para edificacion, para que dé gracia á los oyentes.

 30 Y no contristeis al Espíritu Santo de Dios, por el cual estais sellados
para el dia de la redencion.

 31 Toda amargura, y enojo, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de
vosotros, y toda malicia.

 32 Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos
los unos á los otros, como tambien Dios os perdonó en Cristo.

CAPITULO 5

 1 ASÍ que sed imitadores de Dios, como hijos amados;

 2 y andad en caridad, como tambien Cristo nos amó, y se entregó á sí mismo
por nosotros por ofrenda y sacrificio á Dios en olor suave.

 3 Y fornicacion, y toda inmundicia, ó avaricia, ni aun se miente entre
vosotros, como conviene á santos:

 4 ni palabras torpes, ni locuras, ni truhanerías, que no convienen; sino
antes acciones de gracias.

 5 Porque ya habeis entendido que ningun fornicario, ó inmundo, ó avaro, que
[tambien] es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo, y de
Dios.

 6 Nadie os engañe con palabras vanas: porque por estas cosas ha venido la
ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.

 7 No seais pues aparceros de ellos.

 8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora [sois] luz en el Señor:
andad como hijos de luz:

 9 porque el fruto del Espíritu [es] en toda bondad, y justicia, y verdad:

 10 aprobando lo que es agradable al Señor.

 11 Y no comuniqueis con las obras infructuosas de las tinieblas: mas antes
redargüidlas.

 12 Porque lo que estos hacen en oculto, torpe cosa es aun decirlo.

 13 Mas todas las cosas cuando de la luz son redargüidas, son manifestadas:
porque lo que manifiesta todo, la luz es.

 14 Por lo cual dice: Despiértate tú que duermes, y levántate de los muertos,
y te alumbrará Cristo.

 15 Mirad, pues, que andeis avisadamente: no como locos, mas como sábios,

 16 ganando el tiempo, porque los dias son trabajosos.

 17 Por tanto no seais imprudentes, sino entendidos de cual sea la voluntad
del Señor.

 18 Y no os emborracheis de vino, en el cual hay disolucion: mas sed llenos
del Espíritu;

 19 hablando entre vosotros con salmos, y con himnos, y canciones
espirituales, cantando, y alabando al Señor en vuestros corazones,

 20 dando gracias siempre de todo al Dios y Padre en el nombre del Señor
nuestro Jesu Cristo.

 21 Sujetáos los unos á los otros en el temor de Dios.

 22 las casadas sean sujetas á sus propios maridos, como al Señor.

 23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo.

 24 Así que como la Iglesia es sujeta á Cristo, así tambien las casadas [lo
sean] á sus maridos en todo.

 25 Maridos, amad vuestras mujeres, así como Cristo amó la Iglesia, y se
entrego á sí mismo por ella,

 26 para santificarla, limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra,

 27 para presentársela gloriosa para sí, Iglesia que no tuviese mancha, ni
arruga, ni cosa semejante: mas que fuese santa y sin mancha.

 28 Así tambien los maridos han de amar á sus mujeres, como á sus [mismos]
cuerpos: el que ama á su mujer, á sí mismo ama.

 29 Porque ninguno aborreció jamás su [propia] carne: antes la sustenta y
regala, como tambien el Señor á su Iglesia.

 30 Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne, y de sus huesos.

 31 Por esto dejará el hombre al padre y á la madre, y se allegará á su
mujer; y serán dos en una carne.

 32 Este misterio grande es; digo, [empero,] en Cristo y en la Iglesia.

 33 Así tambien [haga] cada uno de vosotros: cada uno ame á su mujer como á
sí mismo; y la mujer que tenga en reverencia á su marido.



CAPITULO 6

 1 Hijos, obedeced en el Señor á vuestros padres: que esto es justo.

 2 Honra á tu padre y madre, (que es el primer mandamiento con promesa,)

 3 para que te vaya bien, y seas de larga edad sobre la tierra.

 4 Y vosotros, padres, no provoqueis á ira á vuestros hijos: sino criadlos en
disciplina y castigo del Señor.

 5 Siervos, obedeced á los señores segun la carne con temor y temblor, con
sencillez de vuestro corazon, como á Cristo:

 6 no sirviendo al ojo, como los que agradan [solamente] á los hombres; sino
como siervos de Cristo, haciendo de ánimo la voluntad de Dios:

 7 sirviendo con buena voluntad, al Señor, y no á los hombres; sabiendo que
el bien que cada uno hiciere, esto recibirá del Señor, sea siervo, ó sea
libre.

 9 Y vosotros, señores, hacedles á ellos lo mismo, dejando las amenazas:
sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos; y que no hay
respeto de personas acerca de Dios.

 10 Resta, hermanos mios, que os conforteis en el Señor, y en la potencia de
su fortaleza.

 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podais estar [firmes]
contra las asechanzas del diablo.

 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados,
contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas,
contra malicias espirituales en los cielos.

 13 Por tanto tomad toda la armadura de Dios, para que podais resistir en el
dia malo, y estar [firmes,] acabado todo.

 14 Estad pues [firmes,] ceñidos los lomos de verdad; y vestidos de cota de
justicia;

 15 y calzados los piés con la preparacion del Evangelio de paz:

 16 en todo [caso] tomando el escudo de la fé en el cual podeis apagar todos
los dardos de fuego del maligno.

 17 Y el yelmo de salud tomad, y el cuchillo del Espíritu, que es la palabra
de Dios:

 18 orando en todo tiempo con toda oracion y ruego en el Espíritu, y velando
en ello con toda instancia y suplicacion por todos los santos;

 19 y por mí, que me sea dada palabra con abrimiento de mi boca con
confianza, para hacer notorio el misterio del Evangelio:

 20 por el cual soy embajador en [esta] cadena: que osadamente hable de él,
como me conviene.

 21 Y porque tambien vosotros sepais mis negocios, y qué hago; todo os lo
hará saber Tychico, hermano amado, y fiel siervo en el Señor:

 22 el cual os he enviado para esto mismo, para que entendais lo que pasa
entre nosotros, para que consuele vuestros corazones.

 23 Paz [sea] á los hermanos, y caridad, y fé, por Dios Padre, y el Señor
Jesu Cristo.

 24 Gracia con todos los que aman al Señor nuestro Jesu Cristo en
incorrupcion. Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APOSTOL SAN PABLO

Á LOS

FILIPENSES.



CAPITULO 1

 1 PABLO y Timotéo, siervos de Jesu Cristo, á todos los santos en Cristo
Jesus, que están en Filipos, y á los obispos, y diáconos:

 2 Gracia y paz [tengais] de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 3 Doy gracias á mi Dios, en toda memoria de vosotros,

 4 siempre en todas mis oraciones haciendo oracion por todos vosotros con
gozo,

 5 de vuestra comunicacion en el Evangelio, desde el primer dia hasta ahora:

 6 confiando de esto, es á saber, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el dia de Jesu Cristo:

 7 como me es justo sentir de vosotros, por cuanto os tengo en el corazon, y
en mis prisiones, y en la defensa, y confirmacion del Evangelio, que sois
todos vosotros compañeros de mi gracia.

 8 Porque testigo me es Dios de cómo os amo á todos vosotros en las entrañas
de Jesu Cristo.

 9 Y esto oro: Que vuestra caridad abunde aun mas y mas en ciencia, y en todo
conocimiento:

 10 para que aprobeis lo mejor, para que seais sinceros y sin ofensa para el
dia de Cristo:

 11 llenos de frutos de justicia por Jesu Cristo á gloria y loor de Dios.

 12 Y quiero, hermanos, que sepais, que mis cosas han sucedido mas al
provecho del Evangelio;

 13 de tal manera, que mis prisiones hayan sido célebres en Cristo en todas
las audiencias, y en todos los demás [lugares;]

 14 que muchos de los hermanos tomando ánimo con mis prisiones, osen mas
atrevidamente hablar la palabra sin temor.

 15 Y aun algunos cierto por envidia y porfía predican á Cristo; mas otros
tambien por buena voluntad:

 16 otros, [digo,] por contencion anuncian á Cristo, no sinceramente,
pensando que levantan [mayor] apretura á mis prisiones:

 17 mas otros por caridad, sabiendo que soy puesto [en ellas] por la defensa
del Evangelio.

 18 ¿Qué pues? Con que en todas maneras, ó por apariencia ó por verdad, sea
anunciado Cristo, en esto tambien me huelgo, y aun me holgaré.

 19 Porque sé que esto se me tornará á salud por vuestra oracion, y por el
alimento del Espíritu de Jesu Cristo.

 20 Conforme á mi deseo y esperanza, que en nada seré confundido; antes con
toda confianza, como siempre, ahora tambien será engrandecido Cristo en mi
cuerpo, ó por vida, ó por muerte.

 21 Porque á mi Cristo [me es] ganancia, ó viviendo ó muriendo.

 22 Porque si viviere en la carne, esto me es ganancia, y (no sé que escoger;

 23 porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho;) teniendo deseo de ser
desatado, y estar con Cristo, mucho mejor:

 24 mas quedar en la carne, [es] mas necesario por causa de vosotros.

 25 Y confiando en esto, sé que quedaré, que aun permaneceré con todos
vosotros, para provecho vuestro, y gozo de la fé;

 26 para que crezca vuestra gloria de mí en Cristo Jesus por mi venida otra
vez á vosotros.

 27 Solamente que converseis como es digno del Evangelio de Cristo: para que,
ó sea que venga y os vea, ó que esté ausente, oiga de vosotros, que estais
[firmes] en un mismo espíritu, unánimes combatiendo juntamente por la fé del
Evangelio;

 28 y en nada os espanteis de los que se oponen, que á ellos ciertamente es
indicio de perdicion, mas á vosotros de salud, y esto de Dios.

 29 Porque á vosotros es concedido por Cristo no solo que creais en él, mas
aun que padezcais por él;

 30 teniendo la misma batalla, que habeis visto en mí, y ahora ois de mí.



CAPITULO 2

 1 POR tanto, si [hay] en vos otros alguna consolacion en Cristo, si algun
refrigerio de caridad, si alguna comunion de espíritu, si algunas entrañas y
conmiseraciones,

 2 cumplid mi gozo en que sintais lo mismo, teniendo una misma caridad,
unánimes, sintiendo una misma cosa.

 3 Nada [hagais] por contienda, ó por vana gloria: antes en humildad,
estimándoos inferiores los unos á los otros,

 4 no mirando cada uno á lo que es suyo, mas á lo que es de los otros.

 5 Así que sentid esto en vosotros que [fué] en Cristo Jesus:

 6 que siendo en forma de Dios, no tuvo por rapiña ser igual á Dios:

 7 mas se agotó á si mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los
hombres;

 8 y hallado como hombre en la condicion, se humillo, á sí mismo, hecho
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

 9 Por lo cual Dios tambien le ensalzó, y le dió nombre que es sobre todo
nombre:

 10 que al nombre de Jesus toda rodilla de lo celestial, de lo terrenal, y de
lo infernal se doble:

 11 y que todo lenguaje confiese, que el Señor Jesu Cristo está en la gloria
de Dios Padre.

 12 Por tanto, amados mios, como siempre habeis obedecido, no como en mi
presencia solamente, mas aun mucho mas ahora en mi ausencia, obrad vuestra
salud con temor y temblor.

 13 Porque Dios es el que en vosotros obra, así el querer como el hacer, por
[su] buena voluntad.

 14 Haced todo sin murmuraciones ó dudas:

 15 para que seais irreprensibles, y sencillos, hijos de Dios, sin culpa, en
medio de la nacion maligna y perversa, entre los cuales resplandeceis como
luminares en el mundo,

 16 reteniendo la palabra de vida; para que yo pueda gloriarme en el dia de
Cristo, que no he corrido ni trabajado en vano.

 17 Y aunque sea sacrificado sobre el sacrificio y servicio de vuestra fé, me
huelgo y me gozo por todos vosotros.

 18 Y asimismo holgáos tambien vosotros, y gozáos por mí.

 19 Mas espero en el Señor Jesus, que os enviaré presto á Timotéo, para que
yo tambien esté de buen ánimo, entendido vuestro estado.

 20 Porque á ninguno tengo tan unánime, y que con sincera aficion esté
solícito por vosotros:

 21 porque todos buscan lo que es suyo propio, no lo que es de Cristo Jesus.

 22 La experiencia de él habeis conocido, que como hijo á padre ha servido
conmigo en el Evangelio.

 23 Así que á este espero enviaros, luego que viere como van mis negocios.

 21 Y confio en el Señor que yo tambien vendré presto á vosotros:

 25 mas tuve por cosa necesaria enviaros á Epafrodito, hermano, y compañero,
y consiervo mio, y vuestro apóstol, y ministro de mi necesidad.

 26 Porque tenia deseo de todos vosotros; y gravemente se angustió de que
hubiéseis oido que habia enfermado.

 27 Y cierto que enfermó hasta la muerte: mas Dios tuvo misericordia de él; y
no solamente de él, mas aun de mí, que no tuviese tristeza sobre tristeza.

 28 Así que le envio mas presto, para que viéndole os volvais á gozar, y yo
esté con menos tristeza.

 29 Recibidle, pues, en el Señor, con todo gozo; y tened en estima á los
tales:

 30 porque por la obra de Cristo ha llegado hasta la muerte, poniendo su vida
para suplir vuestra falta en mi servicio.



CAPITULO 3

 1 RESTA, hermanos, que os goceis en el Señor. Escribiros las mismas cosas, á
mí no es grave, y á vosotros es seguro.

 2 Guardáos de los perros, guardáos de los malos obreros, guardáos de la
tajadura.

 3 Porque nosotros somos la circuncision, los que servimos en espíritu á
Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesus, no teniendo confianza en carne.

 4 Aunque yo tengo tambien de qué confiar en carne. Si alguno parece que
tiene de qué confiar en carne, yo mas [que nadie:]

 5 circuncidado al octavo dia, del linaje de Israél, de la tribu de Benjamin,
Hebréo de Hebréos; cuanto á la ley, Fariséo;

 6 cuanto al zelo, perseguidor de la Iglesia; cuanto á la justicia que es en
la ley, de vida irreprensible.

 7 Mas las ganancias que tenia, tuve por pérdida por amor de Cristo.

 8 Antes aun ciertamente todas las cosas tengo por pérdida por el eminente
conocimiento de Cristo Jesus Señor mio; por amor del cual he perdido todo
esto, y lo tengo por estiércoles por ganar á Cristo,

 9 y por ser hallado en él, que no tengo mi justicia que es por la ley, sino
la que es por la fé de Cristo, justicia que es de Dios por la fé:

 10 por conocerle, y á la virtud de su resurreccion, y la comunion de sus
pasiones, configurado á su muerte:

 11 si en alguna manera llegase á la resurreccion de los muertos.

 12 Porque aun no he alcanzado, ni ya soy perfecto: mas sigo para comprender
como tambien soy

comprendido de Cristo Jesus.

 13 Hermanos, yo mismo aun no me estimo haber comprendido:

 14 empero una cosa [hago, es á saber,] olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome á lo que está delante, sigo al blanco, [es á saber,]
al premio de la soberana vocacion de Dios en Cristo Jesus.

 15 Así que todos los que somos perfectos, esto [mismo] sintamos; y si otra
cosa sentis, esto tambien os revelará Dios.

 16 Empero á lo que hemos llegado, vamos por la misma regla, y sintamos una
misma cosa.

 17 Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que anduvieren así, como nos
teneis por ejemplo.

 18 Porque muchos andan, de los cuales os dije muchas veces, y ahora tambien
lo digo llorando, enemigos de la cruz de Cristo:

 19 cuyo fin [será] la perdicion: cuyo dios [es] el vientre, y su gloria
[será] en confusion: que sienten lo terreno.

 20 Mas nuestra vivienda es en los cielos, de donde tambien esperamos el
Salvador, al Señor Jesu Cristo;

 21 el cual trasformará el cuerpo de nuestra bajeza, hecho semejante al
cuerpo de su gloria, por la operacion con la cual podrá tambien sujetar á sí
todas las cosas.



CAPITULO 4

 1 ASÍ que, hermanos mios, amados y deseados, [mi] gozo y mi corona, estad
así [firmes,] amados en el Señor.

 2 A Euodias ruego, y á Syntyche exhorto, que sientan lo mismo en el Señor.

 3 Asimismo te ruego tambien á tí, hermano compañero, ayuda á las que
trabajaron juntamente conmigo en el Evangelio, con Clemente tambien, y los
demás mis ayudadores, cuyos nombres están en el libro de la vida.

 4 Gozáos en el Señor siempre: otra vez digo, que os goceis.

 5 Vuestra modestia sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

 6 De nada esteis solícitos: sino que vuestras peticiones sean notorias
delante de Dios con mucha oracion, y ruego, y acciones de gracias.

 7 Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesus.

 8 Resta, hermanos, que todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo
justo, todo lo santo, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre: si hay
virtud, si hay alabanza, esto pensad.

 9 Lo que aprendisteis, y recibisteis, y oisteis, y visteis en mí, esto
haced: y el Dios de paz será con vosotros.

 10 En gran manera me gocé todavía en el Señor, de que al fin ya
reverdecisteis en tener cuidado de mí, de lo cual todavia estabais solícitos:
empero os faltaba la oportunidad.

 11 No lo digo como por [mi] necesidad: porque he aprendido á contentarme con
lo que tengo.

 12 Sé tambien estar humillado, y sé tener abundancia: donde quiera y en
todas cosas soy instruido tambien para hartura como para hambre, tambien para
tener abundancia como para padecer necesidad:

 13 todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

 14 Sin embargo bien hicisteis, que comunicasteis juntamente á mi
tribulacion.

 15 Y sabeis tambien vosotros, ¡oh Filipenses! que al principio del
Evangelio, cuando me partí de Macedonia, ninguna Iglesia me comunicó en caso
de dar y de recibir, sino vosotros solos:

 16 porque aun á Tesalónica me enviasteis lo necesario una y dos veces.

 17 No que [yo] busque dádivas, mas busco fruto abundante en vuestra cuenta.

 18 Así que todo lo he recibido, y tengo asaz: estoy lleno, habiendo recibido
de Epafrodito lo que enviasteis, olor de suavidad, sacrificio acepto y
agradable á Dios.

 19 Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta, conforme á sus riquezas, con
gloria, en Cristo Jesus.

 20 Al Dios y Padre nuestro [sea] gloria por siglos de siglos. Amen.

 21 Saludad á todos los santos en Cristo Jesus: os saludan los hermanos que
están conmigo.

 22 Os saludan todos los santos: y mayormente los que son de casa de César.

 23 La gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con todos vosotros. Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

COLOSENSES.



CAPITULO 1

 1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la voluntad de Dios, y el hermano
Timotéo,

 2 á los santos y hermanos fieles en Cristo que están en Colosas: Gracia y
paz tengais de Dios Padre nuestro, y del Señor Jesu Cristo.

 3 Damos gracias al Dios y Padre del Señor nuestro Jesu Cristo, siempre
orando por vosotros:

 4 oyendo vuestra fé en Cristo Jesus, y la caridad  para con
todos los santos,

 5 á causa de la esperanza que os es guardada en los cielos: la cual habeis
oido ya por la palabra verdadera del Evangelio:

 6 el cual ha llegado hasta vosotros, como por todo el mundo; y fructifica, y
crece, como tambien en vosotros, desde el dia que oisteis, y conocisteis la
gracia de Dios con verdad:

 7 como [lo] habeis aprendido de Epafras, consiervo amado nuestro, el cual es
vuestro fiel ministro de Cristo;

 8 el cual tambien nos ha declarado vuestra caridad en el Espíritu.

 9 Por lo cual tambien nosotros, desde el dia que [lo] oimos, no cesamos de
orar por vosotros, y pedir [á Dios] que seais llenos de todo conocimiento de
su voluntad, en toda sabiduría y entendimiento espiritual:

 10 para que andeis como es digno del Señor, agradándo[le] en todo,
fructificando en todas buenas obras, y creciendo en conocimiento de Dios:

 11 corroborados de toda fortaleza, conforme á la potencia de su gloria, con
toda tolerancia, y longanimidad con gozo:

 12 dando gracias al Padre que nos hizo dignos de participar en la suerte de
los santos en luz:

 13 que nos libró de la potestad de las tinieblas, y nos traspasó en el reino
de su amado Hijo,

 14 en el cual tenemos redencion por su sangre, remision de pecados:

 15 el cual es la imágen del Dios invisible, primogénito de toda criatura.

 16 Porque por él son criadas todas las cosas que [están] en los cielos, y
que [están] en la tierra, visibles é invisibles, sean tronos, sean señorios,
sean principados, sean potestades: todo fué criado por él, y en él.

 17 Y él es antes de todas las cosas: y todas las cosas consisten por él:

 18 y él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de
los muertos, para que en

todo tenga el primado.

 19 Por cuanto agradó [al Padre] que en él habitase toda plenitud;

 20 y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de
su cruz, así lo que [esta] en la tierra como lo que [está] en los cielos.

 21 Vosotros tambien siendo en otro tiempo extraños, y enemigos de ánimo en
malas obras, ahora empero [os] ha reconciliado,

 22 en el cuerpo de su carne por la muerte, para haceros santos, y sin
mancha, é irreprensibles delante de el:

 23 si empero permaneceis fundados, y firmes en la fé, y sin moveros de la
esperanza del Evangelio que habeis oido, el cual es predicado á toda criatura
que está debajo del cielo: del cual yo Pablo soy hecho ministro.

 24 Que ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo
que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia:

 25 de la cual soy hecho ministro por la dispensacion de Dios, la cual me es
dada en vosotros, para que cumpla la palabra de Dios:

 26 [es á saber,] el misterio oculto desde los siglos y edades: mas que ahora
ha sido manifestado á sus santos,

 27 á los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas gloriosas de este
misterio en los Gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza gloriosa:

 28 el cual nosotros anunciamos, amonestando á todo hombre, y enseñando en
toda sabiduría, para que presentemos á todo hombre perfecto en Cristo Jesus:

 29 en lo cual aun trabajo, combatiendo por la operacion de él, la cual él
obra en mí poderosamente



CAPITULO 2

 1 PORQUE quiero que sepais cuán gran combate sufro por vosotros, y por los
que están en Laodicéa, y [por] todos los que nunca vieron mi rostro en carne:

 2 para que tomen consolacion sus corazones, unidos en caridad, y en todas
riquezas de cumplido entendimiento, para conocer el misterio del Dios y
Padre, y de Cristo:

 3 en el cual están todos los tesoros de sabiduría y de conocimiento ocultos.

 4 Y esto digo para que nadie os engañe con palabras persuasoras.

 5 Porque aunque estoy ausente con el cuerpo, con el espíritu estoy con
vosotros, gozándome, y mirando vuestro concierto, y la firmeza de vuestra fé
en Cristo.

 6 Por tanto de la manera que habeis recibido al Señor Jesu Cristo, andad en
él,

 7 arraigados, y sobreedificados en él, y confirmados en la fé, así como [lo]
habeis aprendido, creciendo en ella con acciones de gracias.

 8 Mirad que ninguno os saltée por filosofías y vanos engaños, por
tradiciones, por rudimentos del mundo, y no segun Cristo:

 9 porque en él habita toda plenitud de divinidad corporalmente;

 10 y en él estais cumplidos, el cual es cabeza de todo principado y
potestad.

 11 En el cual tambien sois circuncidados de circuncision no hecha con manos,
con el despojo del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncision de
Cristo:

 12 sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual tambien
resucitasteis con él por la fé de la operacion de Dios, que le levantó de los
muertos:

 13 vivificándoos tambien á vosotros juntamente con él, perdonándoos todos
los pecados, estando vosotros muertos en pecados y en la incircuncision de
vuestra carne:

 14 rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra
nosotros, quitándola de en medio, y enclavándola en la cruz;

 15 y despojando los principados y las potestades, y sacándolos á la
vergüenza en público confiadamente, triunfando de ellos en ella.

 16 Por tanto nadie os juzgue en comida, ó en bebida, ó en parte de dia de
fiesta, ó de nueva luna, ó de sábados;

 17 lo cual es la sombra de lo [que estaba] por venir: mas el cuerpo [es] de
Cristo.

 18 Nadie os gobierne á su voluntad con [pretexto de] humildad, y religion de
ángeles que nunca vió, andando hinchado en el vano sentido de su carne,

 19 y no teniendo la cabeza, de la cual todo el cuerpo alimentado, y conjunto
por sus ligaduras y conjunturas, crece en aumento de Dios.

 20 Pues si sois muertos con Cristo cuanto á los rudimentos del mundo, ¿por
que aun, como que vivieseis en el mundo, seguis ritos:

 21 No comas, no gustes, no toques?

 22 las cuales cosas perecen en el mismo uso por mandamientos y doctrinas de
hombres:

 23 Las cuales cosas tienen á la verdad palabras de sabiduría en religion
voluntaria, y en humildad de espíritu: y no para regalar al cuerpo, ni para
alguna honra, ó para hartura de la carne.



CAPITULO 3

 1 MAS si habeis resucitado con Cristo, lo que es de arriba buscad, donde
está Cristo sentado á la diestra de Dios.

 2 De lo que es de arriba cuidad, no de lo que sobre la tierra.

 3 Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

 4 Cuando se manifestare Cristo, vuestra vida, entonces vosotros tambien
sereis manifestados con él en gloria.

 5 Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra:
fornicacion, inmundicia, molicie, mala concupiscencia, y avaricia, la cual es
servicio de ídolos:

 6 por las cuales cosas la ira de Dios viene en los rebeldes: en las cuales
vosotros tambien anduvisteis en otro tiempo, viviendo en ellas.

 7 Mas ahora dejad tambien vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
maledicencia, torpes palabras de vuestra boca:

 9 no mintais los unos á los otros, despojándoos del hombre viejo con sus
hechos,

 10 y vistiéndoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado,
conforme á la imágen del que le crió:

 11 donde no hay Griego ni Judío, circuncision ni incircuncision, bárbaro ni
Scytha, siervo ni libre: mas Cristo [es el] todo en todas cosas.

 12 Vestíos, pues, (como escogidos de Dios, santos y amados) de entrañas de
misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia:

 13 soportándoos los unos á los otros, y perdonándoos los unos á los otros,
si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así
tambien vosotros [perdonad.]

 14 Y sobre todas estas cosas caridad, la cual es el vínculo de la
perfeccion.

 15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones: en la cual asimismo sois
llamados en un cuerpo; y sed agradecidos.

 16 La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría,
enseñándoos, y exhortándoos los unos á los otros con salmos, é himnos, y
canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.

 17 Y todo lo que hiciéreis, en palabra, ó en hecho, todo [sea] en el nombre
del Señor Jesus, dando gracias al Dios y Padre por él.

 18 Casadas, sed sujetas á [vuestros] maridos, como conviene en el Señor.

 19 Maridos, amad á [vuestras] mujeres, y no les seais desabridos.

 20 Hijos, obedeced a [vuestros] padres en todo: porque esto agrada al Señor.

 21 Padres, no irriteis á vuestros hijos, porque no se hagan de poco ánimo.

 22 Siervos, obedeced en todo á vuestros señores carnales, no sirviendo al
ojo, como los que agradan [solamente] á los hombres, sino con sencillez de
corazon, temiendo á Dios.

 23 Y todo lo que hiciéreis, hacedlo de ánimo, como al Señor, y no á los
hombres:

 24 estando ciertos que del Señor recibireis el salario de herencia: porque
al Señor Cristo servis.

 25 Mas el que hace injuria, recibirá la injuria que hiciere: que no hay
respeto de personas.

CAPITULO 4

 1 Señores, haced lo que es justo y derecho con [vuestros] siervos, estando
ciertos que tambien vosotros teneis Señor en los cielos.

 2 PERSEVERAD en oracion, velando en ella con acciones de gracias:

 3 orando tambien juntamente por nosotros, que el Señor nos abra la puerta de
la palabra para que hablemos el misterio de Cristo, (por el cual aun estoy
preso;)

 4 para que lo manifieste, como me conviene hablar.

 5 Andad con sabiduría con los extraños, ganando la ocasion.

 6 Vuestra palabra siempre con gracia, adobada con sal, que sepais como os
conviene responder á cada uno.

 7 MIS negocios os hará saber Tychico, hermano amado, y fiel ministro, y
consiervo en el Señor:

 8 el cual os he enviado á esto mismo, [á saber,] para que entienda vuestros
negocios, y consuele vuestros corazones:

 9 con Onésimo, amado y fiel hermano, el cual es de vosotros: todo lo que acá
pasa os harán saber.

 10 Os saluda Aristarco, mi compañero en la prision, y Marcos, el sobrino de
Barnabas, acerca del cual habeis recibido mandamientos: si viniere á
vosotros, le recibireis:

 11 y Jesus, el que se llama el Justo: los cuales son de la circuncision:
estos solos son los que me ayudan en el reino de Dios: me han sido consuelo.

 12 Os saluda Epafras, el cual es de vosotros, siervo de Cristo, siempre
solícito por vosotros en oraciones, que esteis [firmes,] perfectos y
cumplidos en todo lo que Dios quiere.

 13 Que yo le doy testimonio, que tiene gran zelo por vosotros, y por los que
están en Laodicéa, y los que en Hierápolis.

 14 Os saluda Lucas, el medico amado, y Demas.

 15 Saludad á los hermanos que están en Laodicéa, y á Nimfa, y á la Iglesia
que esta en su casa.

 16 Y cuando [esta] carta fuere leida entre vosotros, haced que tambien sea
leida en la Iglesia de los Laodicenses: y la que es escrita de Laodicéa, que
la leais tambien vosotros.

 17 Y decid á Archipo: Mira que cumplas el ministerio que has recibido del
Señor.

 18 Salud de mi mano, Pablo. Acordáos de mis prisiones. La gracia [sea] con
vosotros. Amen.



EPÍSTOLA PRIMERA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

TESALONICENSES.



CAPITULO 1

 1 PABLO, y Silvano, y Timotéo, á la Iglesia de los Tesalonicenses,
[congregada] en Dios Padre, y en el Señor Jesu Cristo: Gracia y paz [tengais]
de Dios Padre nuestro, y del Señor Jesu Cristo.

 2 Damos siempre gracias á Dios por todos vosotros, haciendo memoria de
vosotros en nuestras oraciones:

 3 sin cesar acordándonos de la obra de vuestra fé, y del trabajo y caridad,
y de la tolerancia de la esperanza del Señor nuestro Jesu Cristo, delante del
Dios y Padre nuestro:

 4 sabiendo, hermanos amados de Dios, vuestra eleccion;

 5 por cuanto nuestro Evangelio no fué entre vosotros en palabra solamente,
mas tambien en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud: como sabeis
cuáles fuimos entre vosotros por causa de vosotros.

 6 Y vosotros fuisteis hechos imitadores de nosotros, y del Señor, recibiendo
la palabra con mucha tribulacion, con gozo del Espíritu Santo:

 7 en tal manera que hayais sido ejemplo á todos los que han creido en
Macedonia, y en Achaya.

 8 Porque por vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no solo en
Macedonia, y en Achaya, mas aun en todo lugar vuestra fé, que es en Dios, se
ha extendido [de tal manera] que no tengamos necesidad de hablar nada.

 9 Porque ellos cuentan de nosotros cuál entrada tuvimos á vosotros; y de qué
manera fuisteis convertidos á Dios, dejando los ídolos, para servir al Dios
vivo y verdadero,

 10 y esperar á su Hijo de los cielos, al cual levantó de los muertos, Jesus,
el cual nos libró de la ira que ha de venir.



CAPITULO 2

 1 PORQUE, hermanos, vosotros sabeis que nuestra entrada á vosotros no fué
vana:

 2 antes aun, habiendo padecido, y sido afrentados en Filipos, como sabeis,
tuvimos osadía en el Dios nuestro para anunciaros el Evangelio de Dios con
gran combate.

 3 Porque nuestra exhortacion no fué de error, ni de inmundicia, ni por
engaño;

 4 sino por haber sido aprobados de Dios, para que se nos encargase el
Evangelio; así hablamos, no como los que agradan á los hombres, sino á Dios,
el cual prueba nuestros corazones.

 5 Porque nunca fuimos lisonjeros en la palabra, como sabeis, ni tocados de
avaricia: Dios es testigo:

 6 ni buscando de los hombres gloria, ni de vosotros, ni de otros; aunque
podiamos seros carga como apóstoles de Cristo.

 7 Antes fuimos blandos entre vosotros como la que cria regala sus hijos:

 8 tan amadores de vosotros, que quisiéramos entregaros no solo el Evangelio
de Dios, mas aun nuestras propias almas: porque nos erais carísimos.

 9 Porque ya, hermanos, os acordais de nuestro trabajo y fatiga, que obrando
de noche y de dia, por no ser graves á ninguno de vosotros, predicamos entre
vosotros el Evangelio de Dios.

 10 Vosotros sois testigos, y Dios, de cuán santos, y justos, é
irreprensibles os fuimos á los que creisteis:

 11 como sabeis, cómo exhortábamos y consolábamos á cada uno de vosotros,
como el padre á sus hijos.

 12 Y os protestábamos que anduviéseis [como es] digno de Dios, que os llamó
á su reino y gloria.

 13 Por lo cual tambien nosotros damos gracias á Dios sin cesar, de que
habiendo recibido de nosotros la palabra de la doctrina de Dios, la
recibisteis no como palabra de hombres, mas (como á la verdad lo es) como
palabra de Dios, el cual obra en vosotros los que creisteis.

 14 Porque vosotros, hermanos, habeis sido imitadores en Cristo Jesus de las
Iglesias de Dios que están en Judéa: que habeis padecido tambien vosotros las
mismas cosas de los de vuestra propia nacion, como tambien ellos de los
Judíos:

 15 que tambien mataron al Señor Jesus, y á sus propios profetas, y á
nosotros nos han perseguido; y no son agradables á Dios, y á todos los
hombres son enemigos:

 16 defendiéndonos que no hablemos á los Gentiles para que se salven: para
que llenen [la medida] de sus pecados siempre: porque la ira los ha alcanzado
hasta el cabo.

 17 MAS hermanos, nosotros privados de vosotros por un poco de tiempo, de la
vista, no del corazon, por tanto nos apresuramos mas con mucho deseo para ver
vuestro rostro.

 18 Por lo cual quisimos venir á vosotros, yo Pablo á la verdad, una vez y
otra: mas nos embarazó Satanás.

 19 Porque ¿qué es nuestra esperanza, ó gozo, ó corona de que me gloríe? ¿no
sois vosotros delante del Señor nuestro Jesu Cristo en su venida?

 20 Que vosotros sois nuestra gloria y gozo.



CAPITULO 3

 1 Por lo cual no esperando mas, acordamos de quedarnos solos en Atenas;

 2 y enviamos á Timotéo, nuestro hermano, y ministro de Dios, y ayudador
nuestro en el Evangelio de Cristo, á confirmaros y exhortaros en vuestra fé:

 3 para que nadie se mueva en estas tribulaciones: porque vosotros sabeis que
nosotros somos puestos para esto.

 4 Que aun estando con vosotros os predeciamos que habiamos de pasar
tribulaciones, como ha acontecido, y lo sabeis.

 5 Por lo cual tambien yo no esperando mas, he enviado á reconocer vuestra
fé, [temiendo] que no os haya tentado el tentador, y que nuestro trabajo haya
sido en vano.

 6 Empero volviendo de vosotros á nosotros Timotéo, y haciéndonos saber
vuestra fé y caridad; y que siempre teneis buena memoria de nosotros,
deseando vernos, como tambien nosotros á vosotros:

 7 en ello, hermanos, recibimos consolacion de vosotros en toda nuestra
necesidad y afliccion por causa de vuestra fé:

 8 porque ahora vivimos [nosotros,] si vosotros estais firmes en el Señor.

 9 Por lo cual ¿qué acciones de gracias podremos dar á Dios por vosotros, por
todo el gozo con que nos gozamos á causa de vosotros delante de nuestro Dios;

 10 orando de noche y de dia con grande instancia, que veamos vuestro rostro,
y que cumplamos lo que falta á vuestra fé?

 11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y el Señor nuestro Jesu Cristo
encamine nuestro viaje á vosotros.

 12 Y á vosotros multiplique el Señor, y haga abundar la caridad entre
vosotros, y para con todos, como [es] tambien de nosotros para con vosotros.

 13 Para que sean confirmados vuestros corazones en la santidad
irreprensibles delante del Dios y Padre nuestro, para la venida del Señor
nuestro Jesu Cristo con todos sus santos.



CAPITULO 4

 1 RESTA, pues, hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesus, que
de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y
agradar á Dios, vayais creciendo.

 2 Porque ya sabeis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesus.

 3 Porque la voluntad de Dios es, vuestra santificacion; [es á saber,] que os
aparteis de fornicacion:

 4 que cada uno de vosotros sepa tener su vaso en santificacion y honor;

 5 no con afecto de concupiscencia, como los Gentiles que no conocen á Dios:

 6 que ninguno oprima, ni calumnie en nada á su hermano: porque el Señor es
vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y protestado.

 7 Porque no os ha llamado Dios á inmundicia, sino á santificacion.

 8 Así que el que [nos] menosprecia, no menosprecia á hombre, sino á Dios, el
cual tambien nos dió su Espíritu Santo.

 9 Mas, acerca de la caridad de los hermanos no habeis menester que os
escriba: porque vosotros habeis aprendido de Dios que os ameis los unos á los
otros.

 10 Y tambien lo haceis así con todos los hermanos que están por toda
Macedonia. Os rogamos, empero, hermanos, que vayais creciendo;

 11 y que procureis tener quietud, y hacer vuestros negocios; y que obreis de
vuestras manos de la manera que os hemos mandado;

 12 y que andeis honestamente para con los extraños; y que nada de ninguno
deseeis.

 13 TAMPOCO, hermanos, queremos que ignoreis acerca de los que duermen, que
no os entristezcais como los otros que no tienen esperanza.

 14 Porque si creemos que Jesus murió y resucitó, así tambien traerá Dios con
él á los que durmieron en Jesus.

 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor, que nosotros que
vivimos, que hemos quedado, en la venida del Señor no seremos delanteros á
los que durmieron [ya.]

 16 Porque el mismo Señor con algazara, y con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero.

 17 Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos; [y] juntamente con
ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor; y así estaremos
siempre con el Señor.

 18 Por tanto consoláos los unos á los otros en estas palabras.



CAPITULO 5

 1 EMPERO acerca de los tiempos y de los momentos, no teneis, hermanos,
necesidad de que yo os escriba:

 2 porque vosotros sabeis asaz, que el dia del Señor, como ladron de noche,
así vendrá.

 3 Que cuando dirán: Paz y seguridad: entonces vendrá sobre ellos destruccion
de repente, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán.

 4 Mas vosotros, hermanos, no estais en tinieblas, para que aquel dia os tome
como ladron.

 5 Porque todos vosotros sois hijos de luz, é hijos de dia: no somos de la
noche, ni de las tinieblas.

 6 Por tanto, pues, no durmamos como los demás: antes velemos y estemos
templados.

 7 Porque los que duermen, de noche duermen; y los que están borrachos, de
noche están borrachos.

 8 Mas nosotros, que somos [hijos] del dia, estemos sóbrios, vestidos de cota
de fé, y de caridad, y la esperanza de salud por almete.

 9 Porque no nos ha ordenado Dios para ira, sino para alcanzar salud por el
Señor nuestro Jesu Cristo:

 10 el cual murió por nosotros; para que, ó que velemos, ó que durmamos,
vivamos juntamente con él.

 11 Por lo cual consoláos los unos á los otros, y edificáos los unos á los
otros, así como lo haceis.

 12 ASIMISMO, os rogamos, hermanos, que reconozcais á los que trabajan entre
vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan;

 13 y que los tengais en mayor caridad por amor de su obra: tened paz los
unos con los otros.

 14 Y os rogamos, hermanos, que corrijais á los que andan desordenadamente,
que consoleis á los de poco ánimo, que soporteis á los flacos, que seais
sufridos para con todos.

 15 Mirad que ninguno dé á otro mal por mal; antes seguid lo bueno siempre
los unos para con los otros, y para con todos.

 16 Siempre estad gozosos.

 17 Orad sin cesar.

 18 En todo dad gracias; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros
en Cristo Jesus.

 19 No apagueis el Espíritu.

 20 No menosprecieis las profecías.

 21 Examinadlo todo: retened lo que fuere bueno.

 22 Apartáos de toda apariencia de mal.

 23 Y el Dios de paz os santifique en todo, para que vuestro espíritu, y
alma, y cuerpo, sea guardado entero sin reprension para la venida del Señor
nuestro Jesu Cristo.

 24 Fiel es el que os ha llamado, el cual tambien hará.

 25 Hermanos, orad por nosotros.

 26 Saludad á todos los hermanos en beso santo.

 27 Conjúroos por el Señor, que esta carta sea leida á todos los santos
hermanos.

 28 LA gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con vosotros. Amen.



EPÍSTOLA SEGUNDA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

TESALONICENSES



CAPITULO 1

 1 PABLO, y Silvano, y Timotéo, á la Iglesia de los Tesalonicenses
[congregada] en Dios el Padre nuestro, y en el Señor Jesu Cristo:

 2 Gracia y paz tengais de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 3 Debemos siempre dar gracias á Dios de vosotros, hermanos, como es digno,
de que vuestra fé va creciendo, y la caridad de cada uno de todos vosotros
abunda entre vosotros:

 4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las Iglesias de
Dios, de vuestra paciencia y fé en todas vuestras persecuciones y
tribulaciones que sufris,

 5 en testimonio del justo juicio de Dios, para que seais tenidos por dignos
del reino de Dios, por el cual asimismo padeceis:

 6 porque es justo acerca de Dios, que él pague con tribulacion á los que os
atribulan;

 7 y á vosotros, que sois atribulados, y á nosotros, que él dé reposo cuando
se manifestará el Señor Jesus del cielo con los ángeles de su potencia,

 8 con llama de fuego, para dar del pago á los que no conocieron á Dios, ni
obedecen al Evangelio del Señor nuestro Jesu Cristo:

 9 los cuales serán castigados de eterna perdicion por la presencia del
Señor, y por la gloria de su potencia:

 10 cuando viniere para ser glorificado en sus santos, y á hacerse admirable
en aquel dia en todos los que creyeron: por cuanto nuestro testimonio ha sido
creido entre vosotros.

 11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, que el Dios nuestro os
tenga por dignos de su vocacion, y llene de bondad á toda voluntad, y á
[toda] obra de fé con potencia:

 12 para que el nombre del Señor nuestro Jesu Cristo sea glorificado en
vosotros, y vosotros en el, por la gracia del Dios nuestro, y del Señor Jesu
Cristo.

CAPITULO 2

 1 OS rogamos, pues, hermanos, por la venida del Señor nuestro Jesu Cristo, y
de nuestro recogimiento á él,

 2 que no os movais facilmente de vuestro sentimiento, ni seais espantados ni
por espíritu, ni por palabra, ni por carta como nuestra, como que el dia del
Señor esté cerca.

 3 No os engañe nadie en ninguna manera: porque [no vendrá,] que no venga
antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdicion,

 4 oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó divinidad;
tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios.

 5 ¿No os acordais que, cuando estaba con vosotros, os decia esto?

 6 Y vosotros sabeis qué [es lo que] le impida ahora, para que á su tiempo se
manifieste.

 7 Porque ya se obra el misterio de iniquidad: solamente que el que ahora
domina, domine hasta que sea quitado.

 8 Y entonces será manifestado aquel inícuo, al cual el Señor matará con el
Espíritu de su boca, y con la claridad de su venida le destruirá:

 9 [á aquel inicuo] el cual vendrá por operacion de Satanás, con grande
potencia, y señales, y milagros mentirosos,

 10 y con todo engaño de iniquidad [obrando] en los que perecen: por cuanto
no recibieron la caridad de la verdad para ser salvos.

 11 Por tanto, pues, enviará Dios en ellos operacion de error, para que crean
á la mentira:

 12 para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes
consintieron á la iniquidad.

 13 Mas nosotros debemos dar siempre gracias á Dios por vosotros, hermanos
amados del Señor, de que Dios os haya escogido por primicias de salud, por la
santificacion del Espíritu, y la fé verdadera:

 14 á lo cual os llamó por nuestro Evangelio para alcanzar la gloria de
nuestro Señor Jesu Cristo.

 15 Así que, hermanos, estad [firmes,] y retened la doctrina que habeis
aprendido, sea por palabra, ó por carta nuestra.

 16 Y el mismo Señor nuestro Jesu Cristo, y Dios y Padre nuestro, el cual nos
amó, y [nos] dió la consolacion eterna, y la buena esperanza por gracia,

 17 consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.



CAPITULO 3

 1 RESTA, hermanos, que oreis por nosotros, que la palabra del Señor corra y
sea hecha ilustre, así como entre vosotros:

 2 y que seamos librados de hombres importunos y malos: porque no es de todos
la fé.

 3 Mas fiel es el Señor que os confirmará, y guardará de mal.

 4 Y tenemos confianza de vosotros en el Señor, que haceis y hareis lo que os
hemos mandado.

 5 El Señor enderece vuestros corazones en la caridad de Dios, y en la
esperanza de Cristo.

 6 Os denunciamos empero, hermanos, en el nombre del Señor nuestro Jesu
Cristo, que os aparteis de todo hermano que anduviere fuera de órden, y no
conforme á la doctrina que recibieron de nosotros:

 7 porque vosotros sabeis de qué manera es menester imitarnos: porque no
anduvimos desordenadamente entre vosotros:

 8 ni comimos el pan de balde de ninguno; antes obrando con trabajo y fatiga
de noche y de dia, por no ser graves á ninguno de vosotros.

 9 No porque no tuviésemos potestad, mas por darnos por dechado á vosotros,
para que nos imitaseis.

 10 Porque aun estando con vosotros os denunciábamos esto: Que si alguno no
quisiere obrar, no coma.

 11 Porque oimos que andan algunos entre vosotros fuera de órden, no
entendiendo en nada, sino tratando con curiosidad.

 12 Y á los que son tales, denunciámosles y rogámosles en el Señor nuestro
Jesu Cristo, que obrando con reposo coman su pan.

 13 Y vosotros, hermanos, no os desmayeis de hacer bien.

 14 Y si alguno no obedeciere á nuestra palabra por carta, notad al tal, y no
os envolvais con él, para que se avergüence.

 15 Y no le tengais como á enemigo, sino amonestadle como á hermano.

 16 Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea
con todos vosotros.

 17 Salud. De mi mano, Pablo, que es [mi] signo en todas [mis] cartas. Así
escribo.

 18 LA gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con todos vosotros. Amen.



EPÍSTOLA PRIMERA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á

TIMOTEO.



CAPITULO 1

 1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la ordenacion de Dios Salvador nuestro,
y del Señor Jesu Cristo, esperanza nuestra;

 2 á Timotéo, verdadero hijo en la fé, gracia, misericordia, y paz de Dios
nuestro Padre, y de Cristo Jesus Señor nuestro.

 3 [Harás] como te rogué, que te quedases en Efeso, cuando me partí para
Macedonia, para que denunciases á algunos que no enseñen diversa doctrina:

 4 ni escuchen á fábulas y genealogías sin término, que antes engendran
cuestiones que la edificacion de Dios, que es por la fé.

 5 El fin del mandamiento es la caridad [nacida] de corazon limpio, y de
buena conciencia, y de fé no fingida:

 6 de lo cual apartándose algunos, se divertieron á vanidad de palabras:

 7 queriendo ser doctores de la ley, [y] no entendiendo ni lo que hablan, ni
lo que afirman.

 8 Sabemos que la ley es buena, si se usa de ella legítimamente:

 9 sabiendo que la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos, y
para los desobedientes, para los impíos y pecadores, para los malos y
contaminados, para los matadores de padres y madres, para los homicidas,

 10 para los fornicarios, para los que se echan con hombres, para los
ladrones de hombres, para los mentirosos y perjuros; y si hay alguna otra
cosa contraria á la sana doctrina,

 11 conforme al Evangelio de la gloria del Dios bienaventurado, el cual á mí
me ha sido encargado.

 12 Gracias doy al que me fortificó, á Cristo Jesus Señor nuestro, de que me
tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio:

 13 habiendo sido antes blasfemo, y perseguidor, é injuriador: mas fuí
recibido á misericordia, porque lo hice con ignorancia no teniendo fé.

 14 Mas la gracia del Señor nuestro fué mas abundante con la fé y amor que es
en Cristo Jesu.

 15 Palabra fiel, y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesus vino al
mundo para salvar los pecadores, de los cuales yo soy el primero.

 16 Mas por esto fuí recibido á misericordia [es á saber,] para que Jesu
Cristo mostrase en mí el primero toda [su] clemencia, para ejemplo de los que
habian de creer en él para la vida eterna.

 17 Al rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sábio Dios, [sea] honor y
gloria por los siglos de los siglos. Amen.

 18 Este mandamiento, hijo Timotéo, te encargo, para que conforme á las
profecías pasadas de tí, milites por ellas buena milicia:

 19 reteniendo la fé y buena conciencia, la cual echando de sí algunos
hicieron naufragio en la fé.

 20 De los cuales [fueron] Hymenéo y Alejandro, que [yo] entregué á Satanás
para que aprendan á no blasfemar.



CAPITULO 2

 1 AMONESTO, pues, ante todas cosas, que se hagan rogativas, oraciones,
peticiones, acciones de gracias, por todos los hombres:

 2 por los reyes, y por todos los que están en eminencia; que vivamos quieta
y reposadamente en toda piedad y honestidad.

 3 Porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios Salvador nuestro:

 4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al
conocimiento de la verdad.

 5 Porque [hay] un Dios, asimismo un Mediador entre Dios y los hombres,
hombre Cristo Jesus;

 6 el cual se dió á sí mismo [en] precio del rescate por todos, [para que
fuese] testimonio en sus tiempos.

 7 Del cual yo soy puesto por predicador y apóstol, (digo verdad en Cristo,
no miento,) doctor de los Gentiles en fidelidad y verdad.

 8 Quiero, pues, que los varones oren en todo lugar, levantando manos
limpias, sin ira ni contienda.

 9 Asimismo tambien las mujeres en hábito honesto, ataviándose de vergüenza y
modestia; no con cabellos encrespados, ú oro, ó perlas, ó vestidos costosos:

 10 mas de buenas obras, como conviene á mujeres que profesan piedad.

 11 La mujer aprenda callando con toda sujecion.

 12 Porque no permito á la mujer enseñar, ni tomar autoridad sobre el varon,
sino estar en silencio.

 13 Porque Adam fué formado el primero: luego Eva.

 14 Y Adam no fué engañado; sino la mujer fué engañada en la rebelion.

 15 Empero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en la fé y caridad,
y en santificacion y modestia.



CAPITULO 3

 1 PALABRA fiel: Si alguno apetece obispado, obra insigne desea.

 2 Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una [sola]
mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar,

 3 no amador del vino, no heridor, no codicioso de ganancias torpes, mas
moderado, no litigioso, ajeno de avaricia:

 4 que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujecion con toda
honestidad:

 5 porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de
Dios?

 6 no novicio, porque hinchándose, no caiga en juicio del diablo.

 7 Tambien conviene que tenga testimonio de los extraños; porque no caiga en
vergüenza, y en lazo del diablo.

 8 los diáconos asimismo honestos, no de dos lenguas, no dados á mucho vino,
no amadores de torpes ganancias:

 9 que tengan el misterio de la fé con limpia conciencia.

 10 Y estos aun tambien sean antes probados; y así ministren, si fueren sin
crímen.

 11 las mujeres asimismo honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo.

 12 los diáconos sean maridos de una [sola] mujer, que gobiernen bien sus
hijos, y sus casas.

 13 Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha
confianza en la fé que [es] en Cristo Jesus.

 14 Esto te escribo, con esperanza que vendré presto á tí:

 15 y si no viniere tan presto, para que sepas como te convenga conversar en
la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la
verdad.

 16 Y sin falta grande es el misterio de la piedad: Dios se ha manifestado en
carne, ha sido justificado con el Espíritu, ha sido visto de los ángeles, ha
sido predicado á los Gentiles, ha sido creido en el mundo, ha sido recibido
en gloria.



CAPITULO 4

 1 EMPERO el Espíritu dice manifiestamente, que en los postreros tiempos
algunos apostatarán de la fé, escuchando á espíritus de error, y á doctrinas
de demonios,

 2 que con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia:

 3 que prohibirán el matrimonio: apartarse [los hombres] de las viandas que
Dios crió para que con accion de gracias participasen de ellas los fieles, y
los que han conocido la verdad.

 4 Porque todo lo que Dios crió es bueno, y nada hay que desechar, tomándose
con accion de gracias:

 5 porque por la palabra de Dios, y por la oracion es santificado.

 6 Si esto propusieres á los hermanos, serás buen ministro de Jesu Cristo,
criado en las palabras de la fé, y de la buena doctrina, la cual has
alcanzado.

 7 Mas las fábulas profanas y de viejas desecha, sino ejercítate para la
piedad.

 8 Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso: mas la piedad á todo
aprovecha; porque tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.

 9 Palabra fiel, y digna de ser recibida de todos.

 10 Que por esto aun trabajamos y somos maldichos, porque esperamos en el
Dios viviente, el cual es salvador de todos los hombres, y mayormente de los
que creen.

 11 Esto manda, y enseña.

 12 Ninguno tenga en poco tu mocedad: mas sé ejemplo de los fieles en
palabra, en conversacion, en caridad, en espíritu, en fé, en limpieza.

 13 Entre tanto que vengo, ocúpate en leer, exhortar, enseñar.

 14 No menosprecies el don que está en tí, que te es dado por profecía, con
la imposicion de las manos de los presbíteros.

 15 En estas cosas ocúpate [con cuidado;] en estas está [todo:] de manera que
tu aprovechamiento sea manifiesto á todos.

 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina: sé diligente en esto: porque si
así lo hicieres, á tí mismo salvarás, y á los que te oyen.



CAPITULO 5

 1 AL mas viejo no riñas, sino exhórtale como á padre: á los mas mozos, como
á hermanos:

 2 á las viejas, como á madres; á las mas mozas, como á hermanas, con toda
limpieza:

 3 á las viudas honra, las que de verdad son viudas:

 4 y si alguna viuda tuviere hijos, ó nietos, aprendan primero á gobernar su
casa piadosamente, y á recompensar á sus padres: porque esto es lo honesto y
agradable delante de Dios.

 5 Mas la que de verdad es viuda y solitaria, espera en Dios, y es diligente
en suplicaciones y oraciones noche y dia.

 6 Porque la que vive en delicias, viviendo está muerta.

 7 Denuncia pues estas cosas, para que sean sin reprension.

 8 Y si alguno no tiene cuidado de los suyos, y mayormente de los de su casa,
la fé negó, y es peor que el que no creyó.

 9 La viuda sea puesta en oficio no menos que de sesenta años, la cual haya
sido mujer de un varon:

 10 que tenga testimonio en buenas obras; si crió [bien sus hijos;] si ha
hospedado; si ha lavado los piés de los santos; si ha socorrido á los que han
padecido afliccion; si ha seguido toda buena obra.

 11 Mas las viudas mas mozas no admitas: que despues que han vivido
disolutamente contra Cristo, quieren casarse:

 12 condenadas ya, por haber falseado la primera fé.

 13 Y asimismo tambien las ociosas, enseñadas á andar de casa en casa; y no
solamente ociosas, mas aun parleras y curiosas, parlando lo que no conviene.

 14 Quiero, pues, que las mozas se casen, crien hijos, gobiernen casa; que
ninguna ocasion den al adversario para mal decir.

 15 Porque ya algunas han vuelto atrás en pos de Satanás.

 16 Y si algun fiel, ó alguna fiel tiene viudas, manténgalas, y no sea
cargada la Iglesia: para que haya lo que es menester para las que de verdad
son viudas.

 17 los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doblada
honra; y mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.

 13 Que la Escritura dice: No ataras la boca al buey que trilla. Tambien:
Digno es el obrero de su jornal.

 19 Contra el anciano no recibas acusacion, sino con dos ó tres testigos.

 20 A los que pecaren redargúyelos delante de todos, para que los otros
tambien tengan temor.

 21 [Te] requiero delante de Dios, y del Señor Jesu Cristo, y de sus ángeles
escogidos, que guardes estas cosas sin perjuicio de nadie, que nada hagas
acostándote á la una parte.

 22 No facilmente impongas las manos á alguno, ni comuniques en pecados
agenos: consérvate en limpieza.

 23 No bebas de aquí adelante agua, sino usa de un poco de vino por causa del
estómago, y de tus continuas enfermedades.

 24 los pecados de algunos hombres son manifiestos antes que vengan á juicio:
á otros les vienen despues.

 25 Asimismo las buenas obras antes son manifiestas; y las que son de otra
manera, no se pueden esconder.



CAPITULO 6

 1 TODOS los que están debajo de yugo de servidumbre, tengan á sus señores
por dignos de toda honra, porque no sea blasfemado el nombre del Señor y [su]
doctrina.

 2 Y los que tienen señores fieles, no [los] tengan en menos, por ser [sus]
hermanos; antes los sirvan mejor, por cuanto son fieles y amados, y
partícipes del beneficio. Esto enseña, y exhorta.

 3 El que enseña otra cosa, y no se allega á las sanas palabras del Señor
nuestro Jesu Cristo, y á la doctrina que es conforme á la piedad,

 4 hinchado es, nada sabe, enloquece acerca de cuestiones y contiendas de
palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, maledicencias, malas
sospechas,

 5 combates de hombres corruptos de entendimiento, y privados de la verdad, y
que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales.

 6 Grande granjería empero es la piedad, con lo que basta.

 7 Porque nada metimos en este mundo, y sin duda nada podremos sacar.

 8 Así que teniendo sustento, y con que cubrirnos, seamos contentos con esto.

 9 Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentacion y en lazo, y en
muchas codicias locas y dañosas, que anegan á los hombres en perdicion y
muerte.

 10 Porque la codicia es raiz de todos los males: la cual teniendo muchos se
descaminaron de la fé, y fueron^ traspasados de muchos dolores.

 11 Mas tú, ¡oh hombre de Dios! huye de estas cosas; y sigue la justicia, la
piedad, la fé, la caridad, la tolerancia, la mansedumbre.

 12 Batalla buena batalla de fé: echa mano de la vida eterna, á la cual
asimismo eres llamado, habiendo hecho buena profesion delante de muchos
testigos.

 13 Te mando delante de Dios, que da vida á todas las cosas, y de Jesu
Cristo, que testificó la buena profesion delante de Poncio Pilato,

 14 que guardes estos mandamientos sin mácula, ni reprension, hasta que
aparezca el Señor nuestro Jesu Cristo:

 15 al cual á su tiempo mostrará el bienaventurado y solo poderoso, Rey de
reyes, y Señor de señores:

 16 el que solo tiene inmortalidad, que habita en luz donde no se puede
llegar: á quien ninguno de los hombres vió, ni puede ver: al cual [sea] la
honra, y el imperio sempiterno. Amen.

 17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la
esperanza en las riquezas inciertas; sino en el Dios vivo, que nos da todas
las cosas en abundancia de que gocemos.

 18 Mas, [encomiéndales] el bien hacer, el hacerse ricos en buenas obras, el
dar con facilidad, el comunicar facilmente,

 19 el atesorar para sí buen fundamento para en lo porvenir, para que echen
mano á la vida eterna.

 20 OH Timotéo, guarda lo que se te ha encomendado, y aparta [de tí] las
voces profanas de vanas cosas, y los argumentos del vano nombre de ciencia:

 21 la cual muchos profesando, fueron descaminados acerca de la fé. La gracia
sea contigo. Amen.



EPÍSTOLA SEGUNDA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á

TIMOTEO.



CAPITULO 1

 1 PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la voluntad de Dios, segun la promesa de
la vida que es por Cristo Jesus,

 2 á Timotéo, amado hijo, gracias, misericordia, y paz de Dios el Padre, y de
Jesu Cristo Señor nuestro.

 3 Doy gracias á Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia,
de que sin cesar tengo memoria de tí en mis oraciones noche y dia ;

 4 deseando verte, (acordándome de tus lágrimas,) para ser lleno de gozo;

 5 trayendo á la memoria la fé no fingida que está en tí, que tambien estuvo
primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunica; y estoy cierto que [está]
en tí tambien.

 6 Por lo cual te aconsejo, que despiertes el don de Dios que está en tí por
la imposicion de mis manos.

 7 Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y
de amor, y de templanza.

 8 Por tanto no te avergüences de [dar] testimonio del Señor nuestro, ni de
mí que estoy preso por él; antes sé participante de los trabajos del
Evangelio por la virtud de Dios,

 9 que nos ha librado, y nos llamó á la santa vocacion: no por nuestras
obras, mas segun el intento suyo, y por la gracia, la cual nos es dada en
Cristo Jesus, antes de los tiempos de los siglos;

 10 mas ahora es manifestada por la venida de nuestro Salvador Jesu Cristo,
el cual asimismo quitó la muerte, y sacó á luz la vida y la incorrupcion por
el Evangelio:

 11 del cual yo soy puesto predicador, y apóstol, y maestro de los Gentiles.

 12 Por lo cual asimismo padezco esto: mas no me avergüenzo: porque yo sé á
quien he creido, y estoy cierto que es poderoso para guardar mi depósito para
aquel dia.

 13 Retén la forma de las sanas palabras que de mí oiste, en la fé y caridad
que es en Cristo Jesus.

 14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

 15 [Ya] sabes esto, que me han sido contrarios todos los que son en Asia; de
los cuales son Figello, y Hermógenes.

 16 Dé el Señor misericordia á la casa de Onesíforo, que muchas veces me
refrigeró, y no se avergonzó de mi cadena:

 17 antes estando él en Roma, me buscó solícitamente, y me halló.

 18 Déle el Señor que halle misericordia acerca del Señor en aquel dia. Y
cuanto [nos] ayudó en Éfeso, tú lo sabes mejor.



CAPITULO 2

 1 TÚ, pues, hijo mio, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesus.

 2 Y lo que has oido de mí entre muchos testigos, esto encarga á los hombres
fieles que serán idóneos para enseñar tambien á otros.

 3 Tú, pues, sufre trabajos como fiel soldado de Jesu Cristo.

 4 Ninguno que milita, se embaraza en negocios del siglo por agradar á aquel
que le tomó por soldado.

 5 Y aun tambien el que pelea, no es coronado si no hubiere peleado
legítimamente.

 6 El Labrador, para recibir los frutos, es menester que trabaje primero.

 7 Entiende lo que digo: déte, pues, el Señor entendimiento en todo.

 8 Acuérdate que Jesu Cristo resucitó de los muertos, el cual fué de la
simiente de David, conforme á mi Evangelio:

 9 por lo cual soy fatigado hasta las prisiones como malhechor: mas la
palabra de Dios no está presa.

 10 Por tanto todo lo sufro por amor de los escogidos, para que ellos tambien
consigan la salud que es en Cristo Jesus, con gloria eterna.

 11 Palabra fiel: Que si somos muertos con él, tambien viviremos con él:

 12 si sufrimos, tambien reinaremos con él: si negáremos, él tambien nos
negará:

 13 si fuéremos infieles, él se queda fiel: no se puede negar á sí mismo.

 14 Esto aconseja, protestando delante del Señor. No tengas contienda en
palabras, que para nada aprovecha, [antes] trastorna á los oyentes.

 15 Procura con diligencia presentarte á Dios aprobado, [como] obrero que no
tiene de que avergonzarse, que trata^ bien la palabra de verdad.

 16 Mas los profanos y vanos clamores reprime, porque muy adelante irán en la
impiedad.

 17 Y la palabra de ellos cunde como cáncer; de los cuales son Himenéo y
Fileto,

 18 que se han descaminado de la verdad, diciendo que la resurreccion es ya
hecha, y trastornaron la fé de algunos.

 19 Mas el fundamento de Dios esta firme, el cual tiene este sello: Conoce el
Señor los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el
nombre de Cristo.

 20 Empero en la grande casa, no solamente hay vasos de oro y de plata, mas
aun de madera y de barro; y asimismo unos para honra, y otros para deshonra.

 21 Así que el que se limpiare de estas cosas, será vaso para honra
santificado y útil para los usos del Señor, y aparejado para toda buena obra.

 22 Tambien, huye los deseos juveniles, y sigue la justicia, la fé, la
caridad, la paz, con los que invocan al Señor con limpio corazon.

 23 Empero las cuestiones locos y sin sabiduria desecha, sabiendo que
engendran contiendas.

 24 Que el siervo del Señor no es menester que sea litigioso, sino manso para
con todos, apto para enseñar, sufrido;

 25 que con mansedumbre enseñe á los que resisten; si quizá Dios les dé que
se arrepientan, y conozcan la verdad,

 26 y se conviertan del lazo del diablo, en que están cautivos, [á hacer] su
voluntad.



CAPITULO 3

 1 ESTO empero sepas, que en los postreros dias, vendrán tiempos peligrosos:

 2 que habrá hombres amadores de sí, avaros, gloriosos, soberbios,
maldicientes, desobedientes á sus padres, ingratos, impuros,

 3 sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores
de lo bueno,

 4 traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites mas que de
Dios;

 5 teniendo la apariencia de piedad, mas negando la eficacia de ella: y á
estos evita.

 6 Porque de estos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las
mujercillas, cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias:

 7 que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de
la verdad.

 8 Y de la manera que Jannes y Mambres resistieron á Moisés, así tambien
estos resisten á la verdad: hombres corruptos de entendimiento, réprobos
acerca de la fé:

 9 mas no irán adelante; porque su locura sera manifiesta á todos, como
tambien lo fué la de aquellos.

 10 Tú empero has alcanzado mi doctrina, institucion, intento, fé,
longanimidad, caridad, paciencia,

 11 persecuciones, aflicciones, cuales me fueron hechas en Antioquía, Iconio,
Listra: cuales persecuciones he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.

 12 Y aun todos los que quieren vivir piamente en Cristo, padecerán
persecucion.

 13 Mas los hombres malos, y los engañadores, irán de mal en peor, engañados,
y engañando [á otros.]

 14 Así que tú está firme en lo que has aprendido, y te ha sido encargado,
sabiendo de quien has aprendido:

 16 y que sabes las sagradas letras desde la niñez, las cuales te pueden
hacer sábio para la salud por la fé que es en Cristo Jesus.

 16 Toda escritura inspirada divinamente es útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instituir en justicia,

 17 para que el hombre de Dios sea perfecto, perfectamente instruido para
toda buena obra.



CAPITULO 4

 1 REQUIERO, pues, yo delante de Dios, y del Señor Jesu Cristo, que ha de
juzgar los vivos y los muertos en su manifestacion y en su reino;

 2 que prediques la palabra; que apresures á tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende [duramente,] exhorta con toda blandura y doctrina:

 3 porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, antes teniendo
comezon en las orejas, se amontonarán maestros [que les hablen] conforme á
sus concupiscencias.

 4 Y así apartarán de la verdad el oido, y se volverán á las fábulas.

 5 Por tanto tú vela en todo, trabaja, haz obra de Evangelista, cumple tu
ministerio:

 6 porque yo ya me sacrifican, y el tiempo de mi desatamiento está cercano.

 7 Buena milicia he militado, he acabado la carrera, he guardado la fé.

 8 En lo demas, la corona de justicia me está guardada, la cual me dará el
Señor, juez justo, en aquel dia; y no solo á mí, mas aun á todos los que
desean su venida.

 9 Procura de venir presto á mí:

 10 porque Demas me ha desamparado, amando este siglo, y es ido á Tesalónica;
Crescente á Galacia; Tito á Dalmacia.

 11 Lucas solo está conmigo. Toma á Marcos, y traéle contigo: porque me es
útil para el ministerio.

 12 A Tychico envié á Efeso.

 13 El capote que dejé en Troas en casa de Carpo, trae contigo cuando
vinieres, y los libros, mayormente los pergaminos.

 14 Alejandro el calderero me ha diseñado muchos males: Dios le pague
conforme á sus hechos:

 15 del cual tú tambien te guarda: que en grande manera ha resistido á
nuestras palabras.

 16 En mi primera defensa ninguno me ayudó; antes me desampararon todos: no
les sea imputado.

 17 Mas el Señor me ayudó, y me esforzó para que por mí fuese cumplida la
predicacion, y todos los Gentiles la oyesen; y fuí librado de la boca del
leon.

 18 Y el Señor me librará de toda obra mala, y me salvará para su reino
celestial: al cual [sea] gloria por siglos de siglos. Amen.

 19 Saluda á Prisca y á Aquila, y á la casa de Onesíforo.

 20 Erasto se quedó en Corinto: y á Trófimo dejé en Mileto enfermo.

 21 Procura de venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, y Lino,
y Claudia, y todos los hermanos.

 22 EL Señor Jesu Cristo [sea] con tu espíritu. La gracia sea con vosotros.
Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á

TITO.



CAPITULO 1

 1 PABLO, siervo de Dios, y apóstol de Jesu Cristo, segun la fé de los
escogidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, que es segun la piedad;

 2 para la esperanza de la vida eterna, la cual prometió el Dios que no puede
mentir, antes de los tiempos de los siglos; y manifestó á sus tiempos:

 3 [es á saber,] su palabra por la predicacion, que me es á mí encomendada
por mandamiento de nuestro Salvador Dios: á Tito, verdadero hijo en la comun
fe:

 4 Gracia, misericordia, y paz de Dios Padre, y del Señor Jesu Cristo
Salvador nuestro.

 5 Por esta causa te dejé en Creta, [es á saber,] para que corrigieses lo que
falta, y pusieses ancianos por las villas, así como yo te mandé:

 6 el que fuere sin crímen, marido de una mujer, que tenga hijos fieles, que
no puedan ser acusados de disolucion, ó contumaces.

 7 Porque es menester que el obispo sea sin crímen, como dispensador de Dios;
no soberbio, no iracundo, no amador del vino, no heridor, no codicioso de
torpe ganancia:

 8 mas hospedador, amador de lo bueno, templado, justo, santo, continente;

 9 retenedor de la fiel palabra que es conforme á la doctrina; para que
tambien pueda exhortar con sana doctrina, y convencer á los que
contradijeren.

 10 Porque hay tambien muchos contumaces, y habladores de vanidades, y
engañadores de las almas, mayormente [algunos] que [son] de la circuncision:

 11 á los cuales conviene tapar la boca: que trastornan las casas enteras,
enseñando lo que no conviene por torpe ganancia.

 12 Dijo uno de ellos, propio profeta de ellos: los Cretenses, siempre
mentirosos, malas bestias, vientres perezosos.

 13 Este testimonio es verdadero: por tanto redargúyelos duramente, para que
sean sanos en la fé:

 14 no escuchando á fábulas judáicas, y á mandamientos de hombres, que se
divierten de la verdad.

 15 Porque todas las cosas son limpias á los limpios: mas á los contaminados
é infieles nada es limpio; antes su alma y conciencia son contaminadas.

 16 Profésanse conocer á Dios, mas con los hechos le niegan; siendo
abominables y rebeldes, y reprobados para toda buena obra.



CAPITULO 2

 1 TÚ empero habla lo que conviene á la sana doctrina:

 2 los viejos, que sean templados, venerables, prudentes, sanos en la fé, en
la caridad, en la tolerancia.

 3 las viejas, asimismo, que [anden] en hábito santo, no calumniadoras, no
dadas á mucho vino, maestras de honestidad:

 4 que á las mozuelas enseñen á ser prudentes, á que amen á sus maridos, á
que amen á sus hijos,

 5 á que sean templadas, castas, que tengan cuidado de la casa, buenas,
sujetas á sus maridos: porque la palabra de Dios no sea blasfemada.

 6 Exhorta asimismo á los mancebos á que sean templados.

 7 En todo dáte por ejemplo de buenas obras: en doctrina, integridad,
gravedad,

 8 palabra sana, é irreprensible: que el adversario se avergüence, no
teniendo mal ninguno que decir de vosotros.

 9 [Exhorta] á los siervos, que sean sujetos á sus señores, que agraden en
todo, no respondones;

 10 en nada defraudando, antes mostrando toda buena lealtad; para que adornen
en todo la doctrina de nuestro Salvador Dios.

 11 Porque la gracia de Dios, salutífera á todos los hombres, se manifestó,

 12 enseñándonos que, renunciando á la impiedad, y á los deseos del siglo,
vivamos en este siglo templada, y justa, y piamente;

 13 esperando aquella esperanza bienaventurada, y la venida gloriosa del gran
Dios y Salvador nuestro Jesu Cristo;

 14 que se dió á sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad, y
limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras.

 15 Esto habla, y exhorta, y redarguye con toda autoridad: nadie te tenga en
poco.



CAPITULO 3

 1 AMONÉSTALES que se sujeten á los príncipes y potestades, que obedezcan,
que estén aparejados á toda buena obra,

 2 que á nadie infamen, que no sean pendencieros, sino modestos, mostrando
toda mansedumbre para con todos los hombres.

 3 Porque tambien éramos nosotros locos en otro tiempo, rebeldes, errados,
sirviendo á concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y en
envidia, aborrecibles, aborreciendo los unos á los otros:

 4 mas cuando se manifestó la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor
para con los hombres,

 5 no por las obras de justicia que nosotros habiamos hecho, mas por su
misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneracion, y de la
renovacion del Espíritu Santo:

 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesu Cristo Salvador
nuestro:

 7 para que justificados con su gracia, seamos hechos herederos segun la
esperanza de la vida eterna.

 8 Palabra fiel [es,] y esto quiero que afirmes: que los que creen á Dios,
procuren gobernarse en buenas obras: esto es lo bueno y lo útil á los
hombres.

 9 Mas las cuestiones necias, y las genealogias, y contenciones, y debates de
la ley evita: porque son sin provecho y vanas.

 10 Al hombre hereje, despues de una y otra amonestacion, deséchale:

 11 estando cierto que el tal es trastornado, y peca, condenado de su propio
juicio.

 12 CUANDO enviare á tí á Artemas, ó á Tychico, procura de venir á mí á
Nicópolis: porque allí he determinado de invernar.

 13 A Zenas doctor de la ley, y á Apolo envia delante, procurando que nada
les falte.

 14 Aprendan asimismo los nuestros á gobernarse en buenas obras para los usos
necesarios, porque no sean inútiles.

 15 Todos los que están conmigo te saludan. Saluda á los que nos aman en la
fé.

 LA gracia [sea] con todos vosotros. Amen.



 LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á

FILEMON.



 1 PABLO, preso por causa de Cristo Jesus, y el hermano Timotéo, á Filemon
amado, y coadjutor nuestro;

 2 y á la amada Appia, y á Archipo, compañero de nuestra milicia, y á la
Iglesia que está en tu casa:

 3 Gracia y paz tengais de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.

 4 Doy gracias á mi Dios, haciendo siempre memoria de tí en mis oraciones,

 5 oyendo tu caridad, y la fé que tienes en el Señor Jesus, y para con todos
los santos:

 6 que la comunicacion de tu fé sea eficaz para conocimiento de todo el bien
que [está] en vosotros por Cristo Jesus:

 7 porque tenemos gran gozo y consolacion de tu caridad, de que por tí, ¡oh
hermano! han sido recreadas las entrañas de los santos.

 8 Por lo cual, aunque tengo mucho atrevimiento en Cristo de mandarte lo que
te conviene,

 9 ruego antes por la caridad, porque soy tal, es á saber, Pablo, viejo, y
aun ahora preso por amor de Jesu Cristo.

 10 Lo que ruego [es] por mi hijo Onésimo, que he engendrado en mi prision;

 11 el cual en otro tiempo te fué inútil, mas ahora á tí y á mí asaz útil.

 12 Volvíle á enviar: mas recíbele tú como á mis entrañas.

 13 Yo quisiera detenerle conmigo, para que en lugar de tí me sirviera en la
prision del Evangelio.

 14 Mas nada quise hacer sin tu consejo, porque tu beneficio no fuese como de
necesidad, mas voluntario.

 15 Porque será maravilla, si no se ha apartado de tí por [algun] tiempo,
para que le volvieses á tener para siempre:

 16 ya no como siervo, antes mas que siervo, [como] hermano amado, mayormente
de mí; y ¿cuánto mas de tí, en la carne, y en el Señor?

 17 así que, si me tienes por compañero, recíbele como á mí.

 18 Y si en algo te dañó, ó te debe, pónlo á mi cuenta.

 19 Yo Pablo lo escribí de mi mano: yo lo pagaré; por no decirte que aun á tí
mismo te me debes de mas.

 20 Así hermano, yo gocé de tí en el Señor, que recrees mis entrañas en el
Señor.

 21 Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que aun harás mas de
lo que digo.

 22 Y asimismo tambien apareja de hospedarme: porque espero que por vuestras
oraciones os tengo de ser concedido.

 23 Te saludan Epafras, mi compañero en la prision por Cristo Jesus,

 24 Marcos, Aristarco, Demas, Lucas, mis ayudadores.

 25 LA gracia del Señor nuestro Jesu Cristo [sea] con vuestro espíritu. Amen.



LA

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO

Á LOS

HEBREOS.



CAPITULO 1

 1 HABIENDO Dios hablado muchas veces, y en muchas maneras en otro tiempo á
los padres por los profetas, á la postre en estos tiempos nos ha hablado por
el Hijo;

 2 al cual constituyó por heredero de todo, por el cual asimismo hizo los
siglos;

 3 el cual siendo el resplandor de gloria, y la imágen de su sustancia, y
sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la
purgacion de nuestros pecados por sí mismo, se asentó á la diestra de la
Majestad en las alturas:

 4 hecho tanto mas excelente que los angeles, cuanto alcanzó mas excelente
nombre que ellos.

 5 ¿Porque á cuál de los ángeles dijo [Dios] jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he
engendrado hoy? Y otra vez: ¿Yo seré á él Padre, y él me será á mí Hijo?

 6 Y otra vez, metiendo al Primogénito en la redondez de la tierra, dice: Y
adórenle todos los angeles de Dios.

 7 Y ciertamente de los ángeles dice: El que hace sus ángeles espíritus, y
sus ministros, llama de fuego.

 8 Mas al Hijo: Tu trono, ¡oh Dios! por siglo de siglos: vara de equidad la
vara de tu reino:

 9 amaste la justicia, y aborreciste la maldad: por lo cual te ungió Dios, el
Dios tuyo, con aceite de alegría mas que á tus compañeros.

 10 Y: Tú, ¡oh Señor! en el principio fundaste la tierra; y los cielos son
obras de tus manos:

 11 los cuales perecerán, mas tú eres permanente; y todos ellos se
envejecerán como una ropa;

 12 y como un vestido los envolverás, y serán mudados: tú empero eres el
mismo, y tus años nunca se acabarán.

 13 Pues, ¿á cuál de los ángeles dijo jamás: Asiéntate á mi diestra, hasta
que ponga á tus enemigos por estrado de tus piés?

 14 ¿No son todos espíritus servidores, enviados en servicio por causa de los
que serán herederos de salud?



CAPITULO 2

 1 POR lo cual es menester que tanto con mas diligencia guardemos las cosas
que hemos oido, porque no nos escurramos.

 2 Porque si la palabra dicha por [el ministerio de] los ángeles fué firme, y
toda rebelion y desobediencia recibió justa paga^ de su galardon,

 3 ¿como escaparemos nosotros, si tuviéremos en poco una salud tan grande? la
cual habiendo comenzado á ser publicada por el Señor, ha sido confirmada
hasta nosotros por los que le oyeron á él mismo:

 4 testificando juntamente con ellos Dios con señales, y milagros, y diversas
maravillas, y con dones del Espíritu Santo, [repartiéndolos] segun su
voluntad.

 5 Porque no sujetó á los ángeles el mundo venidero, del cual hablamos.

 6 Testificó uno empero en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre que te
acuerdas de él, ó el hijo del hombre que le visitas?

 7 hicístele un poco menor que los ángeles, coronástele de gloria y de honra,
y pusístele sobre las obras de tus manos:

 8 todas las cosas sujetaste debajo de sus piés. Porque en cuanto le sujetó
todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto á él. Mas aun no vemos que todas
las cosas le sean sujetas.

 9 Empero vemos á aquel Jesus, coronado de gloria y de honra, que es hecho un
poco menor que los ángeles por pasion de muerte, para que por gracia de Dios
gustase la muerte por todos.

 10 Porque convenia, que aquel por cuya causa [son] todas las cosas, y por el
cual [son] todas las cosas, habiendo de traer en [su] gloria á muchos hijos,
hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos.

 11 Porque el que santifica y los que son santificados de uno [son] todos:
por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,

 12 diciendo: Anunciaré á mis hermanos tu nombre, en medio de la congregacion
te alabaré.

 13 Y otra vez: Yo confiaré en él. Y otra vez: Hé aquí yo, y los hijos que me
dió Dios.

 14 Así que por cuanto los hijos comunicaron de carne y sangre, él tambien
participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenia el imperio de
la muerte, es á saber, al diablo;

 15 y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida
sujetos á servidumbre.

 16 Que no tomó á los ángeles, mas á la simiente de Abraham tomó.

 17 Por lo cual debia hacerse en todo semejante á los hermanos, para ser
hecho misericordioso y fiel pontífice en lo que es para con Dios, [es á
saber,] para expiar los pecados del pueblo.

 18 Porque en cuanto él mismo padeció, y fué tentado, es poderoso tambien
para socorrer á los que son tentados.



CAPITULO 3

 1 POR tanto, hermanos santos, participantes de la vocacion celestial,
considerad el Apóstol y Pontífice de nuestra profesion, Cristo Jesus,

 2 fiel al que le constituyó sobre toda su casa, como tambien Moisés.

 3 Porque de [tanto] mayor gloria que Moisés este es estimado digno, cuanto
tiene mayor dignidad que la casa el que la fabricó.

 4 Porque toda casa es edificada de alguno: y el que crió todas las cosas,
Dios es.

 5 Y Moisés á la verdad fué fiel sobre toda su casa, como criado, para
testificar lo que se habia de decir:

 6 mas Cristo, como hijo sobre su casa; la cual casa somos nosotros, si hasta
el cabo retuviéremos firme la confianza y la gloria de la esperanza.

 7 Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyéreis hoy su voz:

 8 no endurezcais vuestros corazones como en la irritacion, en el dia de la
tentacion en el desierto,

 9 donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras durante
cuarenta años.

 10 A causa de lo cual me enemisté con esta generacion, y dije: Perpetuamente
yerran de corazon, ni ellos han conocido mis caminos;

 11 y les juré en mi ira: No entrarán en mi reposo.

 12 Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazon malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo;

 13 antes exhortáos los unos á los otros cada dia, entre tanto que se dice
Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado.

 14 (Porque participantes de Cristo somos hechos, si empero retuviéremos
firme hasta el cabo el principio de su sustancia.)

 15 Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcais vuestros
corazones, como en la irritacion.

 16 Porque algunos de los que habian salido de Egipto con Moisés, habiéndolo
oido, le irritaron; aunque no todos.

 17 Mas, ¿con quiénes se enemistó por cuarenta años? ¿no fué con los que
pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto?

 18 ¿Y á quiénes juró que no entrarian en su reposo, sino á aquellos que no
obedecieron?

 19 Y vemos que no pudieron entrar á causa de la incredulidad.



CAPITULO 4

 1 TEMAMOS, pues, que alguna vez, dejando la promesa de la entrada en su
reposo, alguno de nosotros parezca haberse apartado.

 2 Porque tambien á nosotros nos ha sido anunciado como á ellos: mas no les
aprovechó el oir la palabra á los que la oyeron sin mezclar fé.

 3 Entramos empero en el reposo los que hemos creido, de la manera que dijo:
Así que les juré en mi ira, no entrarán en mi reposo: aun acabadas las obras
desde el principio del mundo.

 4 Porque en un cierto lugar dijo así del séptimo dia: Y reposó Dios de todas
sus obras en el séptimo dia.

 5 Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo.

 6 Así que pues que resta que algunos han de entrar en él, y que aquellos á
quienes primero fué anunciado, no entraron por causa de la incredulidad,

 7 determina otra vez un cierto dia, diciendo por David, tanto tiempo
despues: Hoy, como está dicho: Si oyéreis Hoy su voz, no endurezcais vuestros
corazones.

 8 Porque si Jesus les hubiera dado el reposo, no hablara despues de otro
dia.

 9 Así que queda el sabatismo para el pueblo de Dios.

 10 Porque el que ha entrado en su reposo, tambien él ha reposado de sus
obras, como Dios de las suyas.

 11 Procuremos, pues, de entrar en aquel reposo, que ninguno caiga en
semejante ejemplo de incredulidad.

 12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y mas penetrante que todo
cuchillo de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu,
y las coyunturas, y tuétanos; y que discierne los pensamientos, y las
intenciones del corazon.

 13 Y no hay cosa criada que no sea manifiesta en su presencia: antes todas
las cosas [están] desnudas y abiertas á sus ojos, del cual hablamos.

 14 POR tanto teniendo un gran pontífice, que penetró los cielos, Jesus el
Hijo de Dios, retengamos [esta] profesion.

 15 Que no tenemos pontífice que no se pueda resentir de nuestras flaquezas:
[mas] tentado en todo segun [nuestra] semejanza, sacado el pecado.

 16 Lleguémonos, pues, confiadamente al trono de su gracia, para alcanzar
misericordia, y hallar gracia para la ayuda oportuna.



CAPITULO 5

 1 PORQUE todo pontífice es tomado de los hombres, constituido en lugar de
los hombres en lo que á Dios toca, para que ofrezca presentes y sacrificios
por los pecados:

 2 que se pueda compadecer de los ignorantes y errados, porque él tambien
está rodeado de flaqueza:

 3 por causa de la cual deba, así tambien por sí como por el pueblo, ofrecer
por los pecados.

 4 Ni nadie toma para sí la honra, sino el que es llamado de Dios, como
Aarón.

 5 Así tambien Cristo no se glorificó á sí mismo, haciéndose pontífice, mas
el que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy.

 6 Como tambien dice en otro lugar: Tú [eres] sacerdote eternamente, segun el
órden de Melchisedéc.

 7 El cual en los dias de su carne, ofreciendo ruegos y suplicacion con gran
clamor y lágrimas al que le podia librar de la muerte, fué oido de [su]
miedo.

 8 Y aunque era hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia:

 9 en la cual consumado, fué hecho causa de eterna salud á todos los que le
obedecen:

 10 nombrado de Dios pontífice segun el órden de Melchisedéc.

 11 Del cual tenemos mucho que decir, y dificultoso de declarar, por cuanto
sois flacos para oir.

 12 Porque habiendo de ser ya maestros, si miramos al tiempo, teneis
necesidad de volver á ser enseñados, de cuáles sean los primeros rudimentos
de las palabras de Dios; y sois hechos [tales] que tengais necesidad de
leche, no de mantenimiento firme.

 13 Que cualquiera que se mantiene de leche, es inhábil para la palabra de la
justicia, porque es niño.

 14 Mas de los perfectos es la vianda firme, [es á saber,] de los que por la
costumbre tienen [ya] los sentidos ejercitados á la discrecion del bien y del
mal.



CAPITULO 6

 1 POR lo cual dejando ya la palabra del comienzo [en la institucion] de
Cristo, vamos adelante á la perfeccion, no echando otra vez el fundamento de
penitencia* de las obras de muerte, y de la fé á Dios,   {* Enmienda de
vida.}

 2 de la doctrina de los bautismos, y de la imposicion de manos, y de la
resurreccion de los muertos, y del juicio eterno;

 3 y esto haremos, á la verdad, si Dios lo permitiere.

 4 Porque es imposible que los que una vez recibieron la luz, y que gustaron
aquel don celestial, y que fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,

 5 y que asimismo gustaron la buena palabra de Dios, y las virtudes del siglo
venidero,

 6 y recayeron, puedan ser renovados de nuevo por penitencia, crucificando
otra vez para si mismos al Hijo de Dios, y exponiéndole á vituperio.

 7 Porque la tierra que embebe el agua que muchas veces vino sobre ella, y
que engendra yerba á su tiempo á aquellos de los cuales es labrada, recibe
bendicion de Dios:

 8 mas la que produce espinas y abrojos, es reprobada, y cercana de
maldicion, y su fin [será] por fuego.

 9 Pero de vosotros, ¡oh amados! esperamos mejores cosas que estas, y mas
cercanas á salud, aunque hablamos así.

 10 Porque Dios no es injusto que se olvide de vuestra obra, y del trabajo de
la caridad que habeis mostrado en su nombre, habiendo ayudado á los santos, y
ayudándoles.

 11 Mas deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el
cabo para cumplimiento de [su] esperanza:

 12 que no os hagais perezosos, mas imitadores de aquellos que por la fé y la
paciencia heredarán las promesas.

 13 Porque prometiendo Dios á Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró
por si mismo,

 14 diciendo: Que te bendeciré bendiciendo; y multiplicando te multiplicaré.

 15 Y así esperando con longanimidad alcanzó la promesa.

 16 Porque los hombres ciertamente por el que es mayor que ellos juran: y el
fin de todas sus controversias es el juramento para confirmacion.

 17 En lo cual queriendo Dios mostrar mas abundantemente á los herederos de
la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;

 18 para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios
mienta, tengamos un fortísimo consuelo, los que nos acojemos á trabarnos de
la esperanza propuesta;

 19 la cual tenemos como por segura y firme ancla del alma, y que entra hasta
dentro del velo:

 20 donde entró por nosotros [nuestro] precursor Jesus, hecho pontífice
eternamente segun el órden de Melchisedéc.



CAPITULO 7

 1 PORQUE este Melchisedéc, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, el
cual salió á recibir á Abraham que volvia de la matanza de los reyes, y le
bendijo:

 2 al cual asimismo repartió Abraham los diezmos de todo: primeramente él se
interpreta, Rey de justicia; y luego tambien, Rey de Salem, que es, Rey de
paz;

 3 sin padre, sin madre, sin linaje; que ni tiene principio de dias, ni fin
de vida; mas hecho semejante al Hijo de Dios, se queda sacerdote eternamente.

 4 Mirad pues cuán grande sea este, al cual aun Abraham el patriarca haya
dado diezmos de los despojos.

 5 Que ciertamente los que de los hijos de Leví toman el sacerdocio, tienen
mandamiento de tomar del pueblo los diezmos segun la ley, es á saber, de sus
hermanos, aunque tambien ellos hayan salido de los lomos de Abraham.

 6 Mas aquel, cuya genealogía no es contada en ellos, tomó de Abraham los
diezmos, y bendijo al que tenia las promesas.

 7 Que sin contradiccion alguna lo que es menos es bendecido de lo que es
mas.

 8 Y aquí ciertamente los hombres mortales toman los diezmos: mas allí, aquel
del cual está dado testimonio, que vive.

 9 Y, por decirlo así, en Abraham fué diezmado tambien el mismo Leví que
recibe los diezmos:

 10 porque aun [Leví] estaba en los lomos de [su] padre, cuando Melchisedéc
salió á recibir á Abraham.

 11 Pues si la perfeccion era por el sacerdocio Levítico, (porque debajo de
él recibió el pueblo la ley,) ¿qué necesidad habia aun de que se levantase
otro sacerdote segun el órden de Melchisedéc, y que no fuese llamado segun el
órden de Aarón?

 12 Luego traspasado el sacerdocio, necesario es que se haga tambien
traspasamiento de la ley.

 13 Porque [aquel] del cual esto se dice, de otra tribu es, de la cual nadie
presidió al altar.

 14 Porque manifiesto es que el Señor nuestro nació de la tribu de Judá, en
la cual tribu nada habló Moisés [tocante] al sacerdocio.

 15 Y aun mas manifiesto es, si se levante otro sacerdote que sea semejante á
Melchisedéc:

 16 el cual no es hecho conforme á la ley del mandamiento carnal, mas por
virtud de vida sin muerte.

 17 Porque el testimonio es de esta manera: Que tú [eres] sacerdote para
siempre segun el órden de Melchisedéc.

 18 El mandamiento precedente cierto se abroga por su flaqueza é inutilidad:

 19 porque nada perfeccionó la ley, sino la introduccion de mejor esperanza,
por la cual nos acercamos á Dios:

 20 [y tanto mas] en cuanto no [es] sin juramento:

 21 (porque los otros cierto sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas
este, con juramento por aquel que le dijo: Juró el Señor, y no se
arrepentirá: Tú eres sacerdote eternamente segun el órden de Melchisedéc:)

 22 tanto de mejor testamento es hecho prometedor Jesus.

 23 Y los otros cierto fueron muchos sacerdotes, en cuanto por la muerte no
podian permanecer:

 24 mas este, por cuanto permanece eternamente, tiene el sacerdocio eterno.

 25 Por lo cual puede tambien salvar eternamente á los que por él se allegan
á Dios, viviendo siempre para rogar por ellos:

 26 porque tal pontífice nos convenia tener, santo, inocente, limpio,
apartado de los pecadores, y hecho mas sublime que los cielos.

 27 Que no tuviese necesidad cada dia, como los [otros] sacerdotes, de
ofrecer primero sacrificios por sus pecados, y luego por los del pueblo:
porque esto hizo una vez ofreciéndose á sí mismo.

 28 Porque la ley constituye sacerdotes á hombres flacos: mas la palabra del
juramento, despues de la ley, al Hijo perfecto eternamente.



CAPITULO 8

 1 ASÍ que la suma acerca de lo dicho [es:] Que tenemos tal pontífice que se
asentó á la diestra del trono de la Majestad en los cielos:

 2 ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor
asentó, y no hombre.

 3 Porque todo pontífice es puesto para ofrecer presentes y sacrificios: por
lo cual es necesario que tambien tuviese algo que ofrecer.

 4 Así que si estuviese sobre la tierra, ni aun seria sacerdote, habiendo aun
los otros sacerdotes que ofrecen los presentes segun la ley.

 5 (los cuales sirven por dechado y sombra de las cosas celestiales, como fué
respondido á Moisés cuando habia de acabar el tabernaculo: Mira, dice, haz
todas las cosas conforme al dechado que te ha sido mostrado en el monte.)

 6 Mas ahora [tanto] mejor ministerio es el suyo, cuanto de mejor testamento
es mediador, el cual es hecho de mejores promesas.

 7 Porque si en aquel primero no hubiera falta, cierto no se hubiera
procurado lugar para el segundo.

 8 Porque reprendiéndolos, dice: Hé aquí, vienen dias, dice el Señor, y
consumaré para con la casa de Israél, y para con la casa de Judá, un nuevo
testamento:

 9 no como el testamento que hice á vuestros padres el dia que los tomé por
la mano que los sacaria de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron
en mi testamento, y yo los menosprecié, dice el Señor:

 10 por lo cual este es el testamento que ordenaré á la casa de Israél
despues de aquellos dias, dice el Señor: Daré mis leyes en el alma de ellos,
y sobre el corazon de ellos las escribiré; y seré á ellos por Dios, y ellos
me serán á mí por pueblo:

 11 y ninguno enseñará á su prójimo, ni ninguno á su hermano, diciendo:
Conoce al Señor: porque todos me conocerán desde el menor de ellos hasta el
mayor.

 12 Porque seré propicio á sus iniquidades, y á sus pecados; y de sus
iniquidades no me acordaré mas.

 13 Diciendo nuevo, dió por viejo al primero. Y lo que es dado por viejo y se
envejece, cerca está de desvanecerse.



CAPITULO 9

 1 TENIA empero tambien el primero [sus] justificaciones del culto, y [su]
santuario mundano.

 2 Porque el tabernáculo fué hecho: el primero, en que [estaban] las
lámparas, y la mesa, y los panes de la proposicion, lo que llaman el
santuario.

 3 Tras el segundo velo [estaba] el tabernáculo que llaman el lugar
santísimo,

 4 que tenia un incensario de oro, y el arca del concierto cubierta de todas
partes al rededor de oro: en que [estaba] una urna de oro que tenia el maná,
y la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del testamento,

 5 y sobre ella los querubines de la gloria que cubrian el propiciatorio: de
las cuales cosas no se puede ahora decir en particular.

 6 Y estas cosas así ordenadas, en el primer tabernáculo siempre entraban los
sacerdotes para hacer los oficios de los sacrificios:

 7 mas en el segundo, solo el pontífice una vez en el año, no sin sangre, la
cual ofrece por su ignorancia, y la del pueblo:

 8 dando en esto á entender el Espíritu Santo, que aun no estaba descubierto
camino para el [verdadero] santuario, entre tanto que el primer tabernáculo
estuviese en pié.

 9 Lo cual [era] figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecian
presentes y sacrificios, que no podian hacer perfecto al que servia [con
ellos:]

 10 sino en viandas, y en bebidas, y en diversos lavamientos, y justicias de
la carne, impuestas hasta el tiempo de la correccion.

 11 Mas estando ya presente Cristo, pontífice de los bienes que habian de
venir, por [otro] mas ámplio y mas perfecto tabernáculo, no hecho de manos,
es á saber, no de esta creacion:

 12 y no por sangre de machos de cabrío ni de becerros, mas por su propia
sangre entró una vez en el santuario inventado para eterna redencion.

 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos de cabrío, y la ceniza
esparcida de la becerra, santifica á los inmundos para limpiamiento de la
carne,

 14 ¿cuánto mas la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se
ofreció á sí mismo sin mancha á Dios, limpiará vuestras conciencias de las
obras de muerte para que sirvais al Dios vivo?

 15 así que por eso es mediador del nuevo testamento, para que entreviniendo
muerte para la remision de las rebeliones que habia debajo del primer
testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

 16 Porque donde el testamento es, necesario es que intervenga muerte del
testador.

 17 Porque el testamento con la muerte es confirmado: de otra manera no es
valido entre tanto que el testador vive.

 18 De donde [vino] que ni aun el primero fué consagrado sin sangre.

 19 Porque habiendo leido Moisés todos los mandamientos de la ley á todo el
pueblo, tomando la sangre de los becerros y de los machos de cabrío, con
agua, y lana de grana, é hisopo, roció á todo el pueblo, y juntamente al
mismo libro,

 20 diciendo: Esta es la sangre del testamento que Dios os ha mandado.

 21 Y ademas de esto, el tabernáculo tambien, y todos los vasos sacros roció
con la sangre.

 22 Y casi todo es purificado segun la ley con sangre; y sin derramamiento de
sangre no se hace remision.

 23 Así que necesario fué que las figuras de las cosas celestiales fuesen
purificadas con estas cosas: empero las mismas cosas celestiales, con mejores
sacrificios que estos.

 24 Porque no entró Jesus en el santuario hecho de mano, que es figura del
verdadero, mas en el mismo cielo, para presentarse ahora por nosotros en la
presencia de Dios:

 25 y no para ofrecerse muchas veces á sí mismo; como entra el pontífice en
el santuario cada un año por la sangre ajena;

 26 de otra manera fuera necesario que hubiera padecido muchas veces desde el
principio del mundo: mas ahora una vez en la consumacion de los siglos, para
deshacimiento del pecado se presentó por el sacrificio de sí mismo.

 27 Y de la manera que está establecido á los hombres que mueran una vez; y
despues, el juicio:

 28 así tambien Cristo es ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos:
la segunda vez sin pecado será visto de los que le esperan para salud.



CAPITULO 10

 1 POR lo cual la ley teniendo la sombra de los bienes venideros, no la
representacion misma de las cosas, nunca puede hacer perfectos á los que se
llegan por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año.

 2 De otra manera cesarian de ofrecerse; porque los que sacrificasen, limpios
de una vez, no tendrian mas conciencia de pecado.

 3 Empero en estos cada año se hace [la misma] conmemoracion de los pecados.

 4 Porque la sangre de los toros y de los machos de cabrío no puede quitar
los pecados.

 5 Por lo cual entrando en el mundo, dice: Sacrificio y presente no quisiste;
mas me apropriaste el cuerpo:

 6 holocaustos y [expiaciones] por el pecado no te agradaron:

 7 entonces dije: Héme aquí, (en la cabecera del libro está escrito de mí,)
para que haga, ¡oh Dios! tu voluntad.

 8 Diciendo arriba: Sacrificio y presente, y holocaustos, y [expiaciones] por
el pecado, no quisiste, ni te agradaron, las cuales cosas se ofrecen segun la
ley:

 9 entonces dijo: Héme aquí para que haga, ¡oh Dios! tu voluntad. Quita lo
primero, para establecer lo postrero.

 10 En la cual voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesu
Cristo [hecha] una vez.

 11 Así que todo sacerdote se presenta cada dia ministrando y ofreciendo
muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados:

 12 pero este, habiendo ofrecido por los pecados un [solo] sacrificio, está
asentado para siempre á la diestra de Dios,

 13 esperando lo que resta, hasta que sus enemigos sean puestos por estrado
de sus piés:

 14 porque con una solo ofrenda hizo consumados para siempre á los
santificados.

 15 Y nos contesta lo mismo el Espíritu Santo: que despues que dijo:

 16 Y este es el testamento que testaré á ellos despues de aquellos dias,
dice el Señor: Daré mis leyes en sus corazones y en sus almas las escribiré;

 17 y nunca mas ya me acordaré de sus pecados é iniquidades.

 18 Pues donde hay remision de estos, no hay mas ofrenda por pecado.

 19 ASÍ que, hermanos, teniendo atrevimiento para entrar en el santuario por
la sangre de Jesu Cristo,

 20 por el camino que él nos consagró, nuevo y vivo, por el velo, es á saber,
por su carne;

 21 [y teniendo] aquel gran sacerdote sobre la casa de Dios:

 22 lleguémonos con corazon verdadero, y con fé llena, purificados los
corazones de mala conciencia:

 23 y lavados los cuerpos con agua limpia, retengamos firme la profesion de
nuestra esperanza, que fiel es el que prometió:

 24 y considerémonos los unos á los otros para provocarnos á la caridad, y á
las buenas obras:

 25 no dejando nuestra congregacion, como algunos tienen por costumbre, mas
exhortándonos: y tanto mas, cuanto veis que aquel dia se acerca.

 26 Porque si pecáremos voluntariamente despues de haber recibido la noticia
de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado;

 27 sino una horrenda esperanza de juicio, y hervor de fuego que ha de tragar
á los adversarios.

 28 El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres
testigos muere sin ninguna misericordia.

 29 ¿de cuánto mayor castigo pensais que será digno el que hollare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento en la cual fué
santificado, é hiciere afrenta al Espíritu de la gracia?

 30 Sabemos [quién es] el que dijo: Mia es la venganza, yo daré el pago, dice
el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará su pueblo.

 31 Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo.

 32 Traed empero á la memoria los dias pasados en los cuales despues de haber
recibido la luz, sufristeis gran combate de aflicciones:

 33 de una parte ciertamente con vituperios y tribulaciones sacados en
teatro; y de otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.

 34 Porque de mis prisiones tambien os resentisteis conmigo, y el robo de
vuestros bienes padecisteis con gozo, conociendo que teniais en vosotros una
mejor sustancia en los cielos, y que permanece.

 35 No perdais pues esta vuestra confianza, que tiene grande remuneracion de
galardon:

 36 porque la paciencia os es necesaria, para que, habiendo hecho la voluntad
de Dios, tengais la promesa.

 37 Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

 38 Mas el justo vivirá por la fé: mas el que se retirare, no agradará á mi
alma.

 39 Pero nosotros no somos tales que nos retiremos para perdicion, sino
fieles para ganancia del alma.



CAPITULO 11

 1 ES pues la fé la sustancia de las cosas que se esperan, la demostracion de
las cosas que no se ven.

 2 Porque por esta alcanzaron testimonio los viejos.

 3 Por la fé entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de
Dios, siendo hecho lo que se ve de lo que no se veia.

 4 Por la fé Abel ofreció á Dios mayor sacrificio que Cain: por la cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio á sus presentes; y
difunto aun habla por ella.

 5 Por la fé Enoc fué trasladado para no ver muerte, y no fué hallado, porque
le trasladó Dios: y antes que fuese trasladado tuvo testimonio de haber
agradado á Dios.

 6 Sin fé empero es imposible agradar á Dios: porque menester es que el que á
Dios se llega, crea que le hay; y que es galardonador de los que le buscan.

 7 Por la fé Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aun no se veian,
aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual [arca] condenó al
mundo, y fué hecho heredero de la justicia que es por la fé.

 8 Por la fé Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que habia
de recibir por herencia; y salió sin saber donde iba.

 9 Por fe habitó en la tierra prometida, como en [tierra] ajena, morando en
cabañas con Isaac, y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa:

 10 porque esperaba ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual
es Dios.

 11 Por la fé tambien la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para
concebir generacion, y parió aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó
ser fiel el que lo habia prometido.

 12 Por lo cual tambien de uno, y ese ya amortecido, salieron como las
estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está á la
orilla de la mar.

 13 Conforme á la fé murieron todos estos sin haber recibido las promesas;
sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que
eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra.

 14 Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan la
patria.

 15 Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenian tiempo
para volverse:

 16 mas empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial: por lo cual Dios
no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les habia aparejado
ciudad.

 17 Por fé ofreció Abraham á Isaac, cuando fué tentado: y ofrecia al
unigénito en el cual habia recibido las promesas:

 18 habiéndole sido dicho: En Isaac te será llamada simiente:

 19 pensando que aun de los muertos es Dios poderoso para levantar: por lo
cual tambien le volvió á recibir por figura.

 20 Por fé tambien bendijo Isaac á Jacob y á Esaú acerca de lo que habia de
ser.

 21 Por fé Jacob, muriéndose, bendijo á cada uno de los hijos de Joseph; y
adoró, [estribando] sobre la punta de su bordon.

 22 Por fé Joseph, muriéndose, se acordó de la partida de los hijos de
Israél; y dió mandamiento acerca de sus huesos.

 23 Por fé Moisés, cuando nació, fué escondido de sus padres por tres meses,
porque le vieron hermoso niño; y no temieron el mandamiento del rey.

 24 Por fé Moisés, hecho ya grande, rehusó de ser hijo de la hija de Pharaón,

 25 escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de
comodidades temporales de pecado:

 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de
los Egipcios: porque miraba á la remuneracion.

 27 Por fé dejó á Egipto no temiendo la ira del rey: porque como aquel que
veia al invisible, se esforzó.

 28 Por fé celebró la pascua, y el derramamiento de la sangre, para que el
que mataba los primogénitos no los tocase.

 29 Por fé pasaron el mar Bermejo como por tierra seca, lo cual probando los
Egipcios fueron consumidos.

 30 Por fé cayeron los muros de Jericó con rodearlos siete dias.

 31 Por la fé Raáb la ramera no pereció juntamente con los incrédulos,
habiendo recibido los espías con paz.

 32 ¿Y qué diré aun? porque el tiempo me faltaria, contando de Gedeón, de
Barác, de Samsón, de Jephté, de David, de Samuel, y de los profetas:

 33 que por fé ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon
las bocas de los leones,

 34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de
enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de
[enemigos] extraños.

 35 las mujeres recibieron sus muertos por resurreccion: unos fueron
estirados, menospreciando la vida para ganar mejor resurreccion.

 36 Otros experimentaron vituperios y azotes; y ademas de esto, prisiones y
cárceles:

 37 [otros] fueron apedreados, [otros] cortados en piezas, [otros] tentados,
[otros] muertos á cuchillo; [otros] anduvieron perdidos, [cubiertos] de
pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;

 38 de los cuales el mundo no era digno: perdidos por los desiertos, por los
montes, por las cuevas, y por las cavernas de la tierra.

 39 Y todos estos, aprobados por testimonio de la fé, no recibieron la
promesa:

 40 proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, que no fuesen
perfeccionados sin nosotros.



CAPITULO 12

 1 POR tanto nosotros tambien teniendo puesta sobre nosotros una tan grande
nube de testigos, dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos por
paciencia la carrera que nos es propuesta,

 2 puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, Jesus: el cual
habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza,
y fué asentado á la diestra de Dios.

 3 Reducid pues [muchas veces] á vuestro pensamiento á aquel que sufrió tal
contradiccion de pecadores contra sí mismo, porque no os fatigueis en
vuestros ánimos desmayando :

 4 que aun no habeis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado.

 5 Y estais ya olvidados de la exhortacion que como con hijos habla con
vosotros, [diciendo:] Hijo mio, no menosprecies el castigo del Señor, ni
desmayes cuando eres de él redargüido^:

 6 porque el Señor al que ama castiga, y azota á cualquiera que recibe por
hijo.

 7 Si sufris el castigo, Dios se os presenta como á hijos: porque ¿qué hijo
es [aquel] á quien el padre no castiga?

 8 Mas si estais fuera del castigo, del cual todos [los hijos] han sido
hechos participantes, luego adulterinos sois y no hijos:

 9 tambien tuvimos á la verdad por castigadores á los padres de nuestra
carne, y los reverenciábamos, ¿por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre
de los espíritus, y viviremos?

 10 Y aquellos á la verdad por pocos dias nos castigaban como á ellos les
parecia: mas este para lo que [nos] es provechoso, [es á saber,] para que
recibamos su santificacion.

 11 Es verdad que ningun castigo al presente parece ser [causa] de gozo, sino
de tristeza: mas despues fruto quietísimo de justicia da á los que en él son
ejercitados.

 12 Por lo cual enhestad las manos cansadas, y las rodillas descoyuntadas;

 13 y haced pasos derechos á vuestros piés, porque lo [que es] cojo no salga
fuera de camino; antes sea sanado.

 14 Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:

 15 mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raiz
de amargura brotando [os] impida, y por ella muchos sean contaminados:

 16 que ninguno sea fornicario, ó profano, como Esaú, que por una vianda
vendió su primogenitura.

 17 Porque ya sabeis que aun despues deseando heredar la bendicion, fué
reprobado, que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con
lágrimas.

 18 Porque no os habeis llegado al monte que se podia tocar, y al fuego
encendido, y al turbion, y á la oscuridad, y á la tempestad,

 19 y al sonido de la trompeta, y á la voz de las palabras, la cual los que
la oyeron rogaron que no se les hablase mas:

 20 porque no podian tolerar lo que se decia: Si bestia tocare al monte, será
apedreada, <ó pasada con dardo:>

 21 y tan terrible cosa era lo que se veia, que Moisés dijo: Estoy asombrado,
y temblando.)

 22 Mas os habeis llegado al monte de Sión, y á la ciudad del Dios vivo,
Jerusalem la celestial, y á la compañía de muchos millares de ángeles,

 23 y á la congregacion de los primogénitos que están tomados por lista en
los cielos, y al juez de todos, Dios, y á los espíritus de los justos [ya]
perfectos:

 24 y al mediador del nuevo testamento, Jesus; y á la sangre del
esparcimiento que habla mejor que la de Abel.

 25 Mirad que no recuseis al que habla. Porque si aquellos no escaparon que
recusaron al que hablaba en la tierra, mucho menos [escaparemos] nosotros, si
desecháremos al que nos habla de los cielos:

 26 la voz del cual entonces conmovió la tierra: mas ahora ha denunciado,
diciendo: Aun una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, mas aun el
cielo.

 27 Y lo que dice: Aun una vez, declara el quitamiento de las cosas movibles,
como de cosas hechizas, para que queden las que son firmes.

 28 Así que tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual
sirvamos á Dios, agradándole con temor y reverencia.

 29 Porque nuestro Dios [es] fuego consumidor.



CAPITULO 13

 1 LA caridad de la hermandad permanezca.

 2 De la hospitalidad no os olvideis: porque por esta algunos habiendo
hospedado ángeles, fueron guardados.

 3 Acordáos de los presos, como presos juntamente con ellos; y de los
trabajados, como tambien vosotros mismos sois del cuerpo.

 4 Venerable [es] en todos el matrimonio, y la cama sin mancha: mas á los
fornicarios, y á los adúlteros juzgará Dios.

 5 Sean las costumbres sin avaricia, contentos de lo presente: (porque él
dijo: No te desampararé, ni te dejaré:)

 6 de tal manera que digamos confiadamente: El Señor [es] mi ayudador: no
temeré lo que me hará el hombre.

 7 Acordáos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios: la fé
de los cuales imitad, considerando cuál haya sido la salida de su
conversacion.

 8 Jesu Cristo ayer, y hoy: el mismo tambien es por siglos.

 9 No seais llevados de acá para allá por doctrinas diversas y extrañas:
porque buena cosa es afirmar el corazon en la gracia, no en viandas, que
nunca aprovecharon á los que anduvieron en ellas.

 10 Tenemos altar del cual no tienen facultad de comer los que sirven al
tabernáculo.

 11 Porque los animales, la sangre de los cuales es metida por el pecado en
el santuario por el pontífice, los cuerpos de estos son quemados fuera del
real.

 12 Por lo cual tambien Jesus, para santificar el pueblo por su propia
sangre, padeció fuera de la puerta.

 13 Salgamos pues á él fuera del real, llevando su vituperio.

 14 Porque no tenemos aquí ciudad permanente, mas buscamos la por venir.

 15 Así que ofrezcamos por [medio de] él á Dios siempre sacrificio de
alabanza, es á saber, fruto de labios que confiesen á su nombre.

 16 Y del bien hacer, y de la comunicacion no os olvideis: porque de tales
sacrificios se agrada Dios.

 17 Obedeced á nuestros pastores, y sujetáos á ellos: porque ellos velan por
vuestras almas, como aquellos que han de dar la cuenta; para que lo hagan con
alegría, y no gimiendo: porque esto no os es útil.

 18 Orad por nosotros: porque confiamos que tenemos buena conciencia,
deseando de conversar bien en todo.

 19 Y mas os ruego que lo hagais así; para que [yo] os sea mas presto
restituido.

 20 Y el Dios de paz que sacó de los muertos al gran Pastor, por la sangre
del testamento eterno, al Señor nuestro Jesu Cristo,

 21 os haga aptos en toda obra buena para que hagais su voluntad, haciendo él
en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesu Cristo: al cual es
gloria por siglos de siglos. Amen.

 22 Os ruego empero, hermanos, que soporteis [esta] palabra de exhortacion,
que os he escrito en breve.

 23 Sabed que nuestro hermano Timotéo es suelto, con el cual, (si viniere mas
presto,) os iré á ver.

 24 Saludad á todos vuestros pastores, y á todos los santos. Los de Italia os
saludan.

 25 LA gracia sea con todos vosotros. Amen.



LA EPÍSTOLA UNIVERSAL

DE

SANTIAGO



CAPITULO 1

 1 JACOBO, siervo de Dios y del Señor Jesu Cristo, á las doce tribus que
están esparcidas, salud.

 2 Hermanos mios, tened por sumo gozo cuando cayéreis en diversas
tentaciones:

 3 sabiendo que la prueba de vuestra fé obra paciencia.

 4 Y la paciencia consuma la obra, para que seais perfectos y enteros, sin
faltar en alguna cosa.

 5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela á Dios, el
cual la da á todos abundantemente, y no zahiere, y le será dada.

 6 Pero demande en fé, no dudando nada: porque el que duda, es semejante á la
onda de la mar, que es movida del viento, y es echada de una parte á otra.

 7 No piense pues el tal hombre que recibirá ninguna cosa del Señor.

 8 El hombre de doblado ánimo, es inconstante en todos sus caminos.

 9 El hermano que es de baja suerte, gloríese en su alteza:

 10 mas el que es rico, en su bajeza: porque él se pasará como la flor de la
yerba:

 11 que salido el sol con ardor, la yerba se secó, y su flor se cayó, y su
hermosa apariencia pereció: así tambien se marchitará el rico en todos sus
caminos.

 12 Bienaventurado el varon que sufre la tentacion: porque cuando fuere
probado, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido á los que le aman.

 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de Dios: porque Dios no
puede ser tentado de los malos, ni él tienta á alguno.

 14 Pero cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraido,
y cebado.

 15 Y la concupiscencia despues que ha concebido, pare al pecado; y el
pecado, siendo cumplido, engendra muerte.

 16 Hermanos mios muy amados, no erreis.

 17 Toda buena dádiva, y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del
Padre de las lumbres, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variacion.

 18 El de su voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que
seamos primicias de sus criaturas.

 19 Por esto, hermanos mios amados, todo hombre sea pronto para oir, tardío
para hablar, tardío para airarse:

 20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

 21 Por lo cual dejando toda inmundicia, y superfluidad de malicia, recibid
con mansedumbre la palabra ingerida en vosotros, la cual puede hacer salvas
vuestras almas.

 22 Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos
á vosotros mismos.

 23 Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es
semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.

 24 Porque él se consideró á sí mismo, y se fué; y á la hora se olvidó qué
tal era.

 25 Mas el que hubiere mirado [atentamente] en la ley de perfecta libertad, y
hubiere perseverado [en ella,] no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, este tal será bienaventurado en su hecho.

 26 Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua,
sino engañando su corazon, la religion del tal es vana.

 27 La religion pura y sin mácula delante de Dios y Padre es: Visitar los
huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este
mundo.



CAPITULO 2

 1 HERMANOS mios, no tengais la fé de nuestro Señor Jesu Cristo glorioso en
acepcion de personas.

 2 Porque si en vuestra congregacion entra [algun] varon, que trae anillo de
oro, vestido de preciosa ropa, y tambien entra un pobre vestido de vestidura
vil,

 3 y tuviéreis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijéreis: Tú
asiéntate aquí bien; y dijéreis al pobre: Estáte tú allí en pié; ó siéntate
aquí debajo de mi estrado:

 4 ¿vosotros no juzgais en vosotros mismos, y sois hechos jueces de
pensamientos malos?

 5 Hermanos mios amados, oid: ¿No ha elegido Dios á los pobres de este mundo,
[que sean] ricos en fé, y herederos del reino que prometió á los que le aman?

 6 Mas vosotros habeis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos con
tiranía, y ellos os llevan [con violencia] á los juzgados?

 7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre que es invocado sobre vosotros?

 8 Si ciertamente vosotros cumplis la ley real conforme á la Escritura, [es á
saber:] Amarás á tu prójimo como á tí mismo: bien haceis:

 9 mas si haceis acepcion de personas, cometeis pecado, y sois acusados de la
ley como rebeldes.

 10 Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en uno,
es hecho culpado de todos.

 11 Porque el que dijo: No cometerás adulterio, tambien ha dicho: No matarás.
Y si no hubieres cometido adulterio, y empero hubieres matado, ya eres hecho
trasgresor de la ley.

 12 Así hablad, y así obrad como los que habeis de ser juzgados por la ley de
libertad.

 13 Porque juicio sin misericordia [será hecho] con aquel que no hiciere
misericordia: y la misericordia se gloría contra el juicio.

 14 HERMANOS mios, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fé, y no tiene
las obras? ¿podrá la fé salvarle?

 15 Y si el hermano, ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del
mantenimiento de cada dia,

 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentáos, y hartáos, pero no
les diéreis las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿que les
aprovechará?

 17 Así tambien la fé, si no tuviere obras, es muerta en sí misma.

 18 Pero alguno dirá: Tú tienes la fé, y yo tengo las obras: muéstrame tu fé
sin tus obras; y yo te mostraré mi fé por mis obras.

 19 Tú crees que Dios es uno: bien haces: tambien los demonios creen, y
tiemblan.

 20 ¿Mas, ¡oh hombre vano! quieres saber, que la fé sin las obras es muerta?

 21 Abraham, nuestro padre, ¿no fué justificado por las obras, cuando ofreció
á su hijo Isaac sobre el altar?

 22 ¿No ves que la fé obró con sus obras, y que la fé fué perfecta por las
obras?

 23 ¿y que la Escritura fué cumplida, que dice: Abraham creyó á Dios, y le
fué imputado á justicia, y fué llamado amigo de Dios?

 24 Vosotros, pues, veis, que el hombre es justificado por las obras, y no
solamente por la fé.

 25 Semejantemente tambien Raáb ramera, ¿no fué justificada por obras, cuando
recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino?

 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así tambien la fé sin
obras es muerta.



CAPITULO 3

 1 HERMANOS mios, no os hagais muchos maestros, sabiendo que recibiremos
mayor condenacion.

 2 Porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra,
este es varon perfecto, que tambien puede con freno gobernar todo el cuerpo.

 3 Hé aquí, nosotros ponemos á los caballos frenos en las bocas para que nos
obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo.

 4 Hé aquí tambien las naves, siendo tan grandes, y siendo llevadas de
impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timon por donde quiera
que quisiere la gana del que gobierna.

 5 Semejantemente tambien la lengua es un pequeñito miembro, y se gloría de
grandes cosas. Hé aquí, un pequeño^ fuego, ¡cuán grande bosque enciende!

 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Así la lengua está puesta
entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, é inflama la rueda
de nuestro nacimiento; y es inflamada del infierno.

 7 Porque toda naturaleza de bestias fieras, y de aves, y de serpientes, y de
pescados de la mar, se doma, y es domada de la naturaleza humana:

 8 pero ningun hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser
refrenado, y está llena de veneno mortal.

 9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos á los hombres,
los cuales son hechos á la semejanza de Dios.

 10 De una misma boca procede bendicion y maldicion. Hermanos mios, no
conviene que estas cosas sean así hechas.

 11 ¿Echa alguna fuente por un mismo caño agua dulce y amarga?

 12 Hermanos mios, ¿puede la higuera producir aceitunas; ó la vid, higos? Así
ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce.

 13 ¿Quién es sábio, y avisado entre vosotros? muestre por buena conversacion
sus obras en mansedumbre de sabiduría.

 14 Pero si teneis envidia amarga, y contencion en vuestros corazones: no os
glorieis, ni seais mentirosos contra la verdad:

 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, pero es terrena,
animal, y diabólica.

 16 Porque donde hay envidia y contencion, allí hay perturbacion, y toda obra
perversa.

 17 Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, despues
pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no
juzgadora, no fingida.

 18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.



CAPITULO 4

 1 ¿DE donde vienen las guerras, y los pleitos entre vosotros? De aquí, [es á
saber,] de vuestras concupiscencias, las cuales batallan en vuestros
miembros.

 2 Codiciais, y no teneis: teneis envidia y odio, y no podeis alcanzar:
combatís y guerreais, y no teneis lo que deseais, porque no pedís.

 3 Pedís, y no recibís: porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

 4 Adúlteros y adúlteras, ¿no sabeis que la amistad del mundo es enemistad
con Dios? Cualquiera, pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios.

 5 ¿Pensais que la Escritura dice sin causa: El Espíritu que mora en
nosotros, codicia para envidia?

 6 Mas él da mayor gracia. Por esto él dice: Dios resiste á los soberbios, y
da gracia á los humildes.

 7 Sed pues sujetos á Dios: resistid al diablo, y huirá de vosotros.

 8 Llegáos á Dios, y él se llegará á vosotros. Pecadores, limpiad las manos:
Y [vosotros] de doblado ánimo, purificad los corazones.

 9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa conviértase en lloro, y
vuestro gozo en tristeza.

 10 Humilláos delante de la presencia del Señor, y él os ensalzará.

 11 Hermanos, no murmureis los unos de los otros: el que murmura de su
hermano, y juzga á su hermano, este tal murmura de la ley, y juzga á la ley;
y si tú juzgas á la ley, no eres guardador de la ley, sino juez.

 12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar y perder: ¿quién eres tú que
juzgas á otro?

 13 EA ahora, los que decis: Vamos hoy y mañana á tal ciudad, y estaremos
allá un año, y compraremos mercadería, y ganaremos:

 14 y no sabeis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente
es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y despues se desvanece.

 15 En lugar de lo cual deberiais decir: Si el Señor quisiere, y si
viviéremos, haremos esto ó aquello.

 16 Mas ahora triunfais en vuestras soberbias. Toda gloria semejante es mala.

 17 El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace.



CAPITULO 5

 1 EA ya ahora, ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán.

 2 Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla.

 3 Vuestro oro y plata están corrompidos de orin, y su orin os será en
testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego: habeis allegado
tesoro para en los postreros dias.

 4 Hé aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, (el
cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros,) clama; y los clamores de
los que habian segado han entrado en las orejas del Señor de los ejércitos.

 5 Habeis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos, y habeis
recreado vuestros corazones como en el dia de sacrificios.

 6 Habeis condenado y muerto al justo, y [él] no os resiste.

 7 PUES, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad que el
labrador espera el precioso fruto de la tierra, esperando pacientemente,
hasta que reciba la lluvia temprana y tardía.

 8 Sed pues tambien vosotros pacientes, y confirmad vuestros corazones:
porque la venida del Señor se acerca.

 9 Hermanos, no gimais unos contra otros, porque no seais condenados: Hé
aquí, el juez está delante de la puerta.

 10 Hermanos mios, tomad por ejemplo de afliccion y de paciencia, á los
profetas que hablaron en nombre del Señor.

 11 Hé aquí, tenemos por bienaventurados á los que sufren. Vosotros habeis
oido la paciencia de Job, y habeis visto el fin del Señor, que el Señor es
muy misericordioso y piadoso.

 12 Tambien, hermanos mios, ante todas cosas no jureis, ni por el cielo, ni
por la tierra, ni por otro cualquier juramento: mas vuestro Sí, sea Sí, y
[vuestro] No, No; porque no caigais en condenacion.

 13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oracion. ¿Está alguno alegre
entre vosotros? cante.

 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame á los ancianos de la Iglesia,
y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor:

 15 y la oracion de fé hará salvo al enfermo, y el Señor le aliviará; y si
estuviere en pecados, le serán perdonados.

 16 Confesáos vuestras faltas unos á otros, y rogad los unos por los otros,
para que seais sanos: porque la oracion eficaz del justo, puede mucho.

 17 Elías era hombre sujeto á semejantes pasiones que nosotros, y rogó con
oracion que no lloviese, y no llovió sobre la tierra tres años, y seis meses:

 18 y otra vez oró, y el cielo dió lluvia, y la tierra produjo su fruto.

 19 Hermanos, si alguno de entre vosotros ha errado de la verdad, y alguno le
convirtiere,

 20 sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su
camino, salvará una alma de muerte, y cubrirá la multitud de los pecados.



EPÍSTOLA PRIMERA UNIVERSAL

DEL

APÓSTOL SAN PEDRO.



CAPITULO 1

 1 PEDRO, apóstol de Jesu Cristo, á los extranjeros que están esparcidos en
Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bithinia:

 2 elegidos segun la presciencia de Dios Padre, en santificacion del
Espíritu, para obedecer, y ser rociados con la sangre de Jesu Cristo: Gracia
y paz os sea multiplicada.

 3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesu Cristo, que segun su
grande misericordia nos ha regenerado en esperanza viva, por la resurreccion
de Jesu Cristo de entre los muertos;

 4 para la herencia incorruptible, y que no puede contaminarse, ni
marchitarse, conservada en los cielos,

 5 para vosotros, que sois guardados en la virtud de Dios por fé, para
alcanzar la salud que esta aparejada para ser manifestada en el postrimero
tiempo.

 6 En lo cual vosotros os alegrais, estando al presente un poco de tiempo
afligidos en diversas tentaciones, si es necesario;

 7 para que la prueba de vuestra fé, muy mas preciosa que el oro, (el cual
perece, mas empero es probado con fuego,) sea hallada en alabanza, gloria, y
honra, cuando Jesu Cristo fuere manifestado:

 8 al cual no habiendo visto, le amais: en el cual creyendo, aunque al
presente no le veais, os alegrais con gozo inefable y glorificado;

 9 ganando el fin de vuestra fé, [que es,] la salud de las almas.

 10 De la cual salud los profetas, que profetizaron de la gracia que habia de
venir en vosotros, han inquirido, y diligentemente buscado:

 11 escudriñando cuándo, y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de
Cristo que estaba en ellos: el cual antes anunciaba las aflicciones que
habian de venir á Cristo, y las glorias despues de ellas:

 12 á los cuales fué revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros
administraban las cosas, que ahora os son anunciadas de los que os han
predicado el Evangelio, por el Espíritu Santo enviado del cielo; en las
cuales desean mirar los ángeles.

 13 Por lo cual teniendo los lomos de vuestro entendimiento ceñidos, con
templanza, esperad perfectamente en la gracia que os es presentada, cuando
Jesu Cristo os es manifestado:

 14 como hijos obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teniais
estando en vuestra ignorancia:

 15 mas como aquel que os ha llamado es santo, semejantemente tambien
vosotros sed santos en toda conversacion:

 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

 17 Y si invocais por Padre á aquel que sin acepcion de personas juzga segun
la obra de cada uno; conversad en temor todo el tiempo de vuestra habitacion:

 18 sabiendo que habeis sido rescatados de vuestra vana conversacion, la cual
recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, [como] oro ó
plata:

 19 mas con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha, y
sin contaminacion:

 20 ya ordenado de antes de la fundacion del mundo, pero manifestado en los
postrimeros tiempos por amor de vosotros,

 21 que por él creeis á Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha
dado gloria, para que vuestra fé y esperanza sea en Dios:

 22 habiendo purificado nuestras almas en la obediencia de la verdad por el
Espíritu, en caridad hermanable, sin fingimiento amáos unos á otros
entrañablemente de corazon puro:

 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible por
la palabra del Dios viviente, y que permanece para siempre.

 24 Porque toda carne es como la yerba, y toda la gloria del hombre como la
flor de la yerba: la yerba se secó, y la flor se cayó:

 25 mas la palabra del Señor permanece perpetuamente: y esta es la palabra
que por el Evangelio os ha sido anunciada.



CAPITULO 2

 1 HABIENDO pues dejado toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y
envidias, y todas murmuraciones,

 2 desead, como niños recien nacidos, la leche racional, y sin engaño, para
que por ella crezcais en salud:

 3 si empero habeis gustado que el Señor es benigno.

 4 Al cual allegándoos, que es la piedra viva, reprobada cierto de los
hombres, empero elegida, y preciosa acerca de Dios,

 5 vosotros tambien, como piedras vivas, [sed] edificados una casa
espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
agradables á Dios por Jesu Cristo.

 6 Por lo cual tambien contiene la Escritura: Hé aquí, pongo en Sión la
principal piedra de la esquina, escogida, preciosa: y el que creyere en ella
no será confundido.

 7 Ella es pues honor á vosotros que creeis: mas para los que no creen, la
piedra que los edificadores reprobaron, esta fué hecha la cabeza de la
esquina,

 8 y piedra de tropiezo, y piedra de escándalo á aquellos que tropiezan en la
palabra, y no creen en aquello para lo cual fueron ordenados.

 9 Mas vosotros sois el linaje elegido, el real sacerdocio, gente santa,
pueblo ganado, para que anuncieis las virtudes de aquel que os ha llamado de
las tinieblas á su luz admirable:

 10 vosotros, que en el tiempo pasado no erais pueblo, mas ahora sois pueblo
de Dios, que en el tiempo pasado no habiais alcanzado misericordia, mas ahora
habeis ya alcanzado misericordia.

 11 AMADOS, yo os ruego, como á extranjeros y caminantes, os abstengais de
los deseos carnales, que batallan contra el alma,

 12 y tengais vuestra conversacion honesta entre los Gentiles: para que en lo
que ellos murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen á Dios en el
dia de la visitacion, estimándoos por las buenas obras.

 13 Sed pues sujetos á toda ordenacion humana por Dios: ahora sea á rey, como
á superior:

 14 ahora á los gobernadores, como del enviados, para venganza de los
malhechores, y para loor de los que hacen bien.

 15 Porque esta es la voluntad de Dios, que haciendo bien, hagais callar la
ignorancia de los hombres vanos:

 16 como estando en libertad, y no como teniendo la libertad por cubierta de
malicia, sino como siervos de Dios.

 17 Honrad á todos. Amad la fraternidad. Temed á Dios. Honrad al rey.

 18 Siervos, sed sujetos con todo temor á vuestros señores, no solamente á
los buenos y humanos, mas aun tambien á los rigurosos.

 19 Porque esto es agradable, si alguno á causa de la conciencia, [que tiene]
delante de Dios, sufre molestias, padeciendo injustamente.

 20 Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufris?
mas si haciendo bien, sois afligidos, y lo sufrís, esto es cierto agradable
delante de Dios.

 21 Porque para esto sois llamados, pues que tambien Cristo padeció por
nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigais sus pisadas.

 22 El cual no hizo pecado, ni fué hallado engaño en su boca:

 23 el cual maldiciéndole, no tornaba á maldecir; y cuando padecia, no
amenazaba^: sino remitia [la causa] al que juzga justamente.

 24 El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para
que nosotros siendo muertos á los pecados, vivamos á la justicia. Por la
herida del cual habeis sido sanados.

 26 Porque vosotros erais como ovejas descarriadas: mas ahora sois ya
convertidos al pastor, y obispo de vuestras almas.



CAPITULO 3

 1 SEMEJANTEMENTE, [vosotras] mujeres, sed sujetas á vuestros maridos: para
que tambien los que no creen á la palabra, sean ganados sin palabra por la
conversacion de sus mujeres:

 2 considerando vuestra casta conversacion, que es en temor.

 3 La compostura de las cuales, no sea exterior con encrespamiento de
cabellos, y atavío de oro, ni en composicion de ropas:

 4 mas el hombre del corazon que esta encubierto sea sin toda corrupcion, y
de espíritu agradable, y pacífico, lo cual es de grande estima delante de
Dios.

 5 Porque así tambien se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas
mujeres que esperaban en Dios, siendo sujetas á sus maridos:

 6 como Sara obedecia á Abraham, llamándole señor: de la cual vosotros sois
hechas hijas, haciendo bien, y no sois espantadas de ningun pavor.

 7 Vosotros maridos, semejantemente, habitad con ellas segun ciencia, dando
honor á la mujer, como á vaso mas frágil, y como á herederas juntamente de la
gracia de vida; para que vuestras oraciones no sean impedidas.

 8 Y finalmente sed todos de un consentimiento, de una afeccion, amándoos
hermanablemente, misericordiosos, amigables,

 9 no volviendo mal por mal, ni maldicion por maldicion, sino antes por el
contrario, bendiciendo: sabiendo que vosotros sois llamados á que poseais en
herencia bendicion.

 10 Porque el que quiere amar la vida, y ver los dias buenos, refrene su
lengua de mal, y sus labios no hablen engaño:

 11 apártese del mal, y haga bien: busque la paz, y sígala.

 12 Porque los ojos del Señor [están] sobre los justos, y sus orejas
[atentas] á sus oraciones: el rostro del Señor [está] sobre aquellos que
hacen mal.

 13 ¿Y quién es aquel que os podrá empecer, si vosotros seguís el bien?

 14 Mas tambien si alguna cosa padeceis por hacer bien, sois bienaventurados.
Por tanto no temais por el temor de aquellos, y no seais turbados:

 15 pero santificad al Señor Dios en vuestros corazones; y [estad] siempre
aparejados para responder á cada uno que os demanda razon de la esperanza que
está en vosotros;

 16 y esto con mansedumbre y reverencia; teniendo buena conciencia, para que
en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean confundidos los que
blasfeman vuestra buena conversacion en Cristo.

 17 Porque mejor es que padezcais haciendo bien, si la voluntad de Dios así
lo quiere, que no haciendo mal.

 18 Porque tambien Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos á Dios, mortificado á la verdad en la carne, pero
vivificado en espíritu.

 19 En el cual tambien fué, y predicó á los espíritus que estaban en cárcel:

 20 los cuales en el tiempo pasado fueron desobedientes, cuando una vez se
esperaba la paciencia de Dios, en los dias de Noé, cuando se aparejaba el
arca, en la cual pocos, es á saber, ocho personas, fueron salvas por agua.

 21 A la figura de la cual el bautismo, que ahora corresponde, nos salva, (no
quitando las inmundicias de la carne, mas dando testimonio de buena
conciencia delante de Dios,) por la resurreccion de Jesu Cristo:

 22 el cual está á la diestra de Dios, siendo subido al cielo: á quien están
sujetos los ángeles, y las potestades, y virtudes.



CAPITULO 4

 1 PUES que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros tambien
estad armadas del mismo pensamiento: que el que ha padecido en la carne, cesó
de pecado:

 2 para que ya el tiempo que queda en carne, viva, no á las concupiscencias
de los hombres, sino á la voluntad de Dios.

 3 Porque nos debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho
la voluntad de los Gentiles cuando conversábamos en disoluciones, en
concupiscencias, en embriagueces, en glotonerías, en beberes, y en
abominables idolatrías.

 4 Y esto parece cosa extraña á los que os vituperan, que vosotros no corrais
con ellos en el mismo desenfrenamiento de disolucion:

 5 los cuales darán cuenta al que está aparejado para juzgar los vivos y los
muertos.

 6 Porque por esto tambien ha sido predicado el Evangelio á los muertos: para
que sean juzgados en carne segun los hombres, y vivan en espíritu segun Dios.

 7 Mas el fin de todas las cosas se acerca. Sed pues templados, y velad en
oracion.

 8 Y sobre todo tened entre vosotros ferviente caridad: porque la caridad
cubrirá la multitud de pecados.

 9 Hospedáos amorosamente los unos á los otros sin murmuraciones.

 10 Cada uno segun el don que ha recibido, adminístrelo á los otros, como
buenos dispensadores de las diferentes gracias de Dios.

 11 Si alguno habla, [hable] conforme á las palabras de Dios: si alguno
ministra, [ministre] conforme á la virtud que Dios administra: para que en
todas cosas sea Dios glorificado por Jesu Cristo, al cual es gloria, é
imperio para siempre jamás. Amen.

 12 CARÍSIMOS, no os maravilleis cuando sois examinados por fuego, lo cual se
hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese:

 13 mas antes, en que sois participantes de las aflicciones de Cristo,
gozáos: para que tambien en la revelacion de su gloria os goceis en triunfo.

 14 Si sois vituperados en nombre de Cristo, sois bienaventurados: porque la
gloria, y el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Cierto segun ellos él es
blasfemado, mas segun vosotros es glorificado.

 15 Así que no sea ninguno de vosotros afligido como homicida, ó ladron, ó
malhechor, ó codicioso de los bienes ajenos.

 16 Pero si alguno es afligido como cristiano, no se avergüence, antes
glorifique á Dios en esta parte.

 17 Porque tambien ya es tiempo que el juicio comience de la casa de Dios; y
si primero [comienza] de nosotros, ¿qué fin será él de aquellos que no
obedecen al Evangelio de Dios?

 13 Y si el justo es dificultosamente salvo, ¿adónde parecerá el infiel, y el
pecador?

 19 Y por eso, los que son afligidos segun la voluntad de Dios, le
encomienden sus almas, como á fiel poseedor, haciendo bien.



CAPITULO 5

 1 YO ruego á los ancianos que están entre vosotros, (yo anciano tambien con
ellos, y testigo de las aflicciones de Cristo, que soy tambien participante
de la gloria que ha de ser revelada:)

 2 apacentad la manada de Cristo cuanto en vosotros es, teniendo cuidado de
ella, no por fuerza, mas voluntariamente: no por ganancia deshonesta, sino de
un ánimo pronto;

 3 y no como teniendo señorío sobre las herencias del Señor, sino de tal
manera que seais dechados de la manada.

 4 Y cuando apareciere el gran Príncipe de los pastores, vosotros recibireis
la corona incorruptible de gloria.

 5 Semejantemente los mancebos, sed sujetos á los ancianos, de tal manera que
seais todos sujetos uno á otro. Vestíos de humildad de ánimo: porque Dios
resiste á los soberbios, y da gracia á los humildes.

 6 Humilláos pues debajo de la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce
cuando fuere tiempo:

 7 echando toda vuestra solicitud en él: porque él tiene cuidado de vosotros.

 8 Sed templados, y velad: porque vuestro adversario el diablo anda como leon
bramando en rededor de vosotros, buscando alguno que trague:

 9 al cual resistid firmes en la fé, sabiendo que las mismas aflicciones han
de ser cumplidas en la compañía de nuestros hermanos que están en el mundo.

 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado á su gloria eterna por
Jesu Cristo, despues que hubiéreis un poco de tiempo padecido, el mismo os
perfeccione, confirme, corrobore, y establezca:

 11 á él sea gloria, é imperio para siempre. Amen.

 12 Por Silvano que os es, segun yo pienso, hermano fiel, os he escrito
brevemente, amonestándoos, y testificándoos, que esta es la verdadera gracia
de Dios, en la cual estais.

 13 La Iglesia que está en Babilonia, juntamente elegida con vosotros, se os
encomienda, y Marcos mi hijo.

 14 Saludáos unos á otros con beso de caridad. Paz sea con todos vosotros,
los que estais en Jesu Cristo. Amen.



EPÍSTOLA SEGUNDA UNIVERSAL

DEL

APÓSTOL SAN PEDRO.



CAPITULO 1

 1 SIMON Pedro, siervo y Apóstol de Jesu Cristo, á los que habeis alcanzado
fé igualmente preciosa con nosotros en la justicia de nuestro Dios y Salvador
Jesu Cristo:

 2 Gracia y paz os sean multiplicadas en el conocimiento de Dios, y de
nuestro Señor Jesus:

 3 como todas las cosas que pertenecen á la vida y á la piedad, nos sean
dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado
por su gloria y virtud,

 4 por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas: para que
por ellas fuéseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo
huido de la corrupcion que está en el mundo por concupiscencia.

 5 Vosotros tambien, poniendo toda diligencia en esto mismo, mostrad en
vuestra fé virtud; y en la virtud ciencia;

 6 y en la ciencia templanza; y en la templanza paciencia; y en la paciencia
temor de Dios;

 7 y en el temor de Dios amor hermanable; y en el amor hermanable caridad.

 8 Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar
ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesu Cristo.

 9 Empero el que no tiene estas cosas es ciego, y anda tentando el camino con
la mano, estando olvidado de la purgacion de sus antiguos pecados.

 10 Por lo cual, hermanos, tanto mas trabajad de hacer firme vuestra vocacion
y eleccion: porque haciendo estas cosas, no caereis jamás.

 11 Porque de esta manera os será abundantemente administrada la entrada en
el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesu Cristo.

 12 Por esto yo no dejaré siempre de amonestaros de estas cosas, aunque
vosotros las sepais, y esteis confirmados en la verdad presente.

 13 Porque tengo por justo, en tanto que estoy en este tabernáculo, de
incitaros con amonestacion:

 14 sabiendo que brevemente tengo de dejar este mi tabernáculo, como nuestro
Señor Jesu Cristo me ha declarado.

 15 Tambien yo procuraré siempre con diligencia, que despues de mi
fallecimiento vosotros podais tener memoria de estas cosas.

 16 Porque nosotros no os hemos dado á conocer la potencia y la venida de
nuestro Señor Jesu Cristo, siguiendo fábulas por arte compuestas; sino como
habiendo con nuestros propios ojos visto su majestad.

 17 Porque él habia recibido de Dios Padre honra y gloria, cuando una tal voz
fué á él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mio, en el
cual yo me he agradado.

 18 Y nosotros oimos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos juntamente
con él en el monte santo.

 19 Tenemos tambien la palabra de los profetas mas firme: á la cual haceis
bien de estar atentos como á una candela que alumbra en lugar oscuro, hasta
que el dia esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones:

 20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de
particular interpretacion.

 21 Porque la profecía no fué en los tiempos pasados traida por voluntad
humana: mas los hombres santos de Dios hablaron, siendo inspirados del
Espíritu Santo.



CAPITULO 2

 1 EMPERO hubo tambien falsos profetas en el pueblo, como habrá entre
vosotros falsos doctores, que introducirán encubiertamente sectas de
perdicion, y negarán al Señor que los rescató, trayendo sobre sí mismos
acelerada perdicion.

 2 Y muchos seguirán sus perdiciones: por los cuales el camino de la verdad
será blasfemado;

 3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas: sobre
los cuales la condenacion ya de largo tiempo no se tarda, y su perdicion no
se duerme.

 4 Porque ¿cómo [escaparán ellos]? si Dios no perdonó á los ángeles que
habian pecado, mas antes habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de
oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio:

 5 y si no perdonó al mundo viejo, mas antes guardó á Noé, octavo pregonero
de justicia, y trajo el diluvio al mundo de malvados:

 6 y si condenó por destruccion las ciudades de Sodoma, y de Gomorrha,
tornándolas en ceniza, y poniéndolas por ejemplo á los que habian de vivir
sin temor y reverencia de Dios;

 7 y libró al justo Lot, afligido de la nefanda conversacion de aquellos
abominables:

 8 (porque este justo de vista y de oidos, morando entre ellos, afligia cada
dia su alma justa con los hechos de aquellos injustos:)

 9 sabe el Señor librar de tentacion á los pios, y reservar á los injustos
para ser atormentados en el dia del juicio:

 10 y principalmente aquellos, que siguiendo la carne, andan en
concupiscencia de inmundicia, y menosprecian la potestad, atrevidos,
contumaces, que no temen decir mal de las potestades superiores:

 11 como quiera que los mismos ángeles, que son mayores en fuerza y en
potencia, no pronuncian juicio de maldicion, contra ellas delante del Señor.

 12 Mas estos diciendo mal de las cosas que no entienden, como bestias
brutas, que naturalmente son hechas para presa y destruccion, perecerán en su
perdicion,

 13 recibiendo el galardon de su injusticia, reputando por deleite poder
gozar de deleites cada dia: estos son suciedades y manchas, los cuales
comiendo con vosotros, juntamente se recrean en sus errores:

 14 teniendo los ojos llenos de adulterio, y no saben cesar de pecar: cebando
las almas inconstantes, teniendo el corazon ejercitado en codicias, siendo
hijos de maldicion:

 15 que dejando el camino derecho han errado, habiendo seguido el camino de
Balaám, [hijo] de Bosór, el cual amó el premio de la maldad:

 16 y fué reprendido de su maldad: un animal mudo, (sobre que iba sentado,)
acostumbrado á yugo, hablando en voz de hombre refrenó la locura del profeta.

 17 Estos son fuentes sin agua, y nubes traidas de torbellino de viento; para
los cuales está guardada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

 18 Porque hablando arrogantes palabras de vanidad, ceban con las
concupiscencias de la carne en disoluciones á los que verdaderamente habian
huido de los que conversan en error:

 19 prometiéndoles libertad, siendo ellos mismos siervos de corrupcion.
Porque el que es de alguno vencido, es sujeto á la servidumbre del que le
venció.

 20 Ciertamente si habiéndose ellos apartado de las contaminaciones del
mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesu Cristo, y otra vez
envolviéndose en ellas, son vencidos, sus postrimerías les son hechas peores
que los principios.

 21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia,
que despues de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les
fué dado.

 22 Pero les ha acontecido lo que por un verdadero proverbio se suele decir:
El perro es vuelto á su vómito, y la puerca lavada [es tornada] al
revolcadero del cieno.



CAPITULO 3

 1 CARÍSIMOS, yo os escribo ahora esta segunda carta, por la cual despierto
con exhortacion vuestro limpio entendimiento:

 2 para que tengais memoria de las palabras que antes han sido dichas de los
santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos apóstoles del Señor y
Salvador:

 3 sabiendo primero esto, que en los postrimeros dias vendrán burladores,
andando segun sus propias concupiscencias,

 4 y diciendo: ¿Adónde esta la promesa de su advenimiento? Porque desde el
dia en que los padres durmieron, todas las cosas perseveran así como desde el
principio de la creacion.

 5 Cierto ellos ignoran voluntariamente, que los cielos fueron en el tiempo
antiguo, y la tierra que por agua y en agua está asentada por la palabra de
Dios:

 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado por agua.

 7 Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma
palabra, guardados para el fuego en el dia del juicio, y de la perdicion de
los hombres impíos.

 8 Mas ¡oh amados! no ignoreis una cosa, [y es,] que un dia delante del Señor
es como mil años, y mil años son como un dia.

 9 El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza: empero
es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que
todos sean recibidos á penitencia.

 10 Mas el dia del Señor vendrá como ladron en la noche, en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra, y las obras que en ella están, serán quemadas.

 11 Pues como [sea así] que todas estas cosas han de ser deshechas, ¿qué
tales conviene que vosotros seais en santas y pias conversaciones.

 12 esperando, y apresurándoos para el advenimiento del dia de Dios, en el
cual los cielos siendo encendidos, serán deshechos, y los elementos siendo
abrasados, se fundirán?

 13 Pero esperamos cielos nuevos, y tierra nueva, segun sus promesas, en los
cuales mora la justicia.

 14 Por lo cual, oh amados, estando en esperanza de estas cosas, procurad con
diligencia que [seais] de él hallados sin mácula, y sin reprension en paz.

 15 Y tened por salud la paciencia de nuestro Señor, como tambien nuestro
amado hermano Pablo, segun la sabiduria que le ha sido dada, os ha escrito
tambien:

 16 casi en todas sus epístolas hablando de estas cosas; entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos é inconstantes
tuercen, como tambien las otras Escrituras, para perdicion de si mismos.

 17 Así que vosotros ¡oh amados! pues estais amonestados , guardáos que por
el error de los abominables no seais juntamente con los otros engañados, y
caigais de vuestra firmeza.

 18 Mas creced en la gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesu
Cristo. A él sea gloria ahora, y hasta el dia de la eternidad. Amen.



EPÍSTOLA PRIMERA UNIVERSAL

DEL

APÓSTOL SAN JUAN.



CAPITULO 1

 1 LO que era desde el principio, lo que hemos oido, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos mirado, y nuestras manos han tocado, de la
Palabra de vida:

 2 (porque la vida es manifestada; y tambien la vimos, y testificamos, y os
anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido;)

 3 lo que hemos visto y oido, eso os anunciamos, para que tambien vosotros
tengais comunion con nosotros, y que nuestra comunion [sea] con el Padre, y
con su Hijo Jesu Cristo.

 4 Y estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

 5 Y esta es la promesa que oimos de él mismo, y os la anunciamos: Que Dios
es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

 6 Si nosotros dijéremos que tenemos compañía con él, y andamos en tinieblas,
mentimos, y no hacemos la verdad.

 7 Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunion entre
nosotros, y la sangre de Jesu Cristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

 8 Si dijéremos que no tenemos pecado, engañámonos á nosotros mismos, y no
hay verdad en nosotros.

 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone
nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.

 10 Si dijéremos que no hemos pecado, le hacemos á él mentiroso, y su palabra
no está en nosotros.



CAPITULO 2

 1 HIJITOS mios, estas cosas os escribo, para que no pequeis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos delante del Padre, á Jesu Cristo justo.

 2 Y este es la aplacacion por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, mas tambien por los de todo el mundo.

 3 Y por esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus
mandamientos.

 4 El que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es
mentiroso, y no hay verdad en él.

 5 Mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente
perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él.

 6 El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.

 7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo,
que habeis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra
que habeis oido desde el principio.

 3 Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, que es la verdad en él, y en
vosotros: porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra.

 9 El que dice que está en luz, y aborrece á su hermano, el tal aun está en
tinieblas todavía.

 10 El que ama á su hermano, está en luz, y no hay tropiezo en él.

 11 Mas el que aborrece á su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas,
y no sabe donde se va: porque las tinieblas le han cegado los ojos.

 12 Hijitos, os escribo que vuestros pecados os son perdonados por su nombre.

 13 Padres, os escribo que habeis conocido á aquel que [es] desde el
principio. Mancebos, os escribo que habeis vencido al maligno. Hijitos, os
escribo que habeis conocido al Padre.

 14 Padres os he escrito que habeis conocido al que [es] desde el principio.
Mancebos, yo os escribí que sois fuertes, y que la palabra de Dios mora en
vosotros, y que habeis vencido al maligno.

 15 No ameis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, la caridad del Padre no está en él.

 16 Porque todo lo que hay en el mundo, [que es] concupiscencia de carne, y
concupiscencia de ojos, y soberbia de vida, no es del Padre, mas es del
mundo.

 17 Y el mundo se pasa, y su concupiscencia: mas el que hace la voluntad de
Dios, permanece para siempre.

 18 Hijitos, ya es la postrera hora: y como vosotros habeis oido que el
anticristo ha de venir, así tambien al presente han comenzado á ser muchos
anticristos , por lo cual sabemos que ya es el postrimero tiempo.

 19 Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros: porque si fuesen de
nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros: pero [esto es] para que
se manifestase que todos no son de nosotros.

 20 Mas vosotros teneis la uncion del Santo, y conoceis todas las cosas.

 21 No os he escrito, como si ignoráseis la verdad, mas como á los que la
conoceis, y porque ninguna mentira es de la verdad.

 22 ¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesus es el Mesías? Este es
anticristo que niega al Padre, y al Hijo.

 23 Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre. Cualquiera
que confiesa al Hijo, tiene tambien al Padre.

 94 Pues lo que habeis oido desde el principio sea permanente en vosotros:
porque si lo que habeis oido desde el principio fuere permanente en vosotros,
tambien vosotros permanecereis en el Hijo, y en el Padre.

 25 Y esta es la promesa, la cual él nos prometió, [que es] vida eterna.

 26 Esto he escrito de los que os engañan.

 27 Y la uncion que vosotros habeis recibido de él, mora en vosotros; y no
teneis necesidad que ninguno os enseñe: mas como la uncion misma os enseña en
todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado,
perseverad en él .

 28 Y ahora, hijitos, perseverad en él: para que cuando apareciere, tengamos
confianza, y no seamos confundidos por él en su venida.

 29 Si sabeis que él es justo, sabed tambien que cualquiera que hace
justicia, es nacido de él.



CAPITULO 3

 1 MIRAD cuál caridad nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de
Dios: por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce á él.

 2 Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no es manifestado lo que
hemos de ser: pero sabemos que cuando él apareciere, seremos semejantes á él:
porque le veremos como él es.

 3 Y cualquiera que tiene esta esperanza en él se purifica, como él tambien
es limpio.

 4 Cualquiera que hace pecado, traspasa tambien la ley; y el pecado es
trasgresion de la ley.

 5 Y sabeis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en
él.

 6 Cualquiera que permanece en él, no peca: cualquiera que peca, no le ha
visto, y no le ha conocido.

 7 Hijitos, ninguno os engañe: el que hace justicia es justo, como él tambien
es justo.

 8 El que hace pecado, es del diablo: porque el diablo peca desde el
principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para que deshaga las obras del
diablo.

 9 Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado; porque su simiente está
en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.

 10 En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo:
cualquiera que no hace justicia, y que no ama á su hermano, no es de Dios.

 11 Porque esta es la predicacion que habeis oido desde el principio, que nos
amemos unos á otros:

 12 no como Cain, que era del maligno, y mató á su hermano. ¿Y por qué causa
le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas.

 13 Hermanos mios, no os maravilleis si el mundo os aborrece.

 14 Nosotros sabemos que somos pasados de muerte á vida, en que amamos á los
hermanos. El que no ama á su hermano, está en muerte.

 15 Cualquiera que aborrece á su hermano, es homicida: y sabeis que ningun
homicida tiene vida eterna permaneciente en sí.

 16 En esto hemos conocido la caridad, en que él puso su vida por nosotros:
tambien nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.

 17 Mas el que tuviere bienes de este mundo, y viere á su hermano tener
necesidad, y le cerrare sus entrañas, ¿cómo está la caridad de Dios en él?

 18 Hijitos mios, no amemos de palabra, ni de lengua; sino de obra y de
verdad:

 19 y en esto conocemos que nosotros somos de la verdad, y tenemos nuestros
corazones certificados delante de él.

 20 Y si nuestro corazon nos reprende, mayor es Dios que nuestro corazon, y
conoce todas las cosas.

 21 Carísimos, si nuestro corazon no nos reprende, confianza tenemos en Dios:

 22 y cualquiera cosa que pidiéremos, la recibiremos de él: porque guardamos
sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

 23 Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesu
Cristo, y nos amemos unos á otros, como nos lo ha mandado.

 24 Y el que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto
sabemos que él está en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.



CAPITULO 4

 1 AMADOS, no creais á todo espíritu; sino probad los espíritus si son de
Dios. Porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo.

 2 En esto se conoce el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesu
Cristo es venido en carne, es de Dios:

 3 y todo espíritu que no confiesa que Jesu Cristo es venido en carne, no es
de Dios: y este tal espíritu es espíritu del anticristo, del cual vosotros
habeis oido que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo.

 4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habeis vencido: porque el que en
vosotros está, es mayor que el que está en el mundo.

 5 Ellos son del mundo, por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.

 6 Nosotros somos de Dios: el que conoce á Dios, nos oye: el que no es de
Dios, no nos oye. Por esto conocemos el espíritu de verdad, y el espíritu de
error.

 7 Carísimos, amémonos unos á otros: porque la caridad es de Dios. Cualquiera
que ama, es nacido de Dios, y conoce á Dios.

 8 El que no ama, no conoce á Dios: porque Dios es caridad.

 9 En esto se mostró la caridad de Dios en nosotros, en que Dios envió su
Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

 10 En esto consiste la caridad, no porque nosotros hayamos amado á Dios, mas
porque él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo para ser aplacacion por
nuestros pecados.

 11 Amados, si Dios nos ha así amado, debemos tambien nosotros amarnos unos á
otros.

 12 Ninguno vió jamás á Dios. Si nos amamos unos á otros, Dios está en
nosotros, y su caridad es perfecta en nosotros.

 13 En esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado
de su Espíritu.

 14 Y nosotros hemos visto, y testificamos que el Padre ha enviado á su Hijo
para ser Salvador del mundo.

 15 Cualquiera que confesare que Jesus es el Hijo de Dios, Dios está en él, y
él en Dios.

 16 Y nosotros hemos conocido, y creido la caridad que Dios tiene por
nosotros. Dios es caridad; y el que está en caridad está en Dios, y Dios en
él.

 17 En esto es perfecta la caridad con nosotros, para que tengamos confianza
en el dia del juicio, pues cual él es, tales somos nosotros en este mundo.

 18 En la caridad no hay temor: mas la caridad perfecta echa fuera el temor:
porque el temor tiene pena: de donde el que teme, no está perfecto en la
caridad.

 19 Nosotros le amamos á él, porque él primero nos amó.

 20 Si alguno dice: Yo amo á Dios, y aborrece á su hermano, es mentiroso.
Porque el que no ama á su hermano, al cual ha visto, ¿cómo puede amar á Dios,
que no ha visto?

 21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: Que el que ama á Dios, ame
tambien á su hermano.



CAPITULO 5

 1 TODO aquel que cree que Jesus es el Cristo, es nacido de Dios: y
cualquiera que ama al que

ha engendrado, ama tambien al que es nacido de él.

 2 En esto conocemos que amamos á los hijos de Dios, cuando amamos á Dios, y
guardamos sus mandamientos.

 3 Porque esta es la caridad de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus
mandamientos no son graves.

 4 Porque todo aquello que es nacido de Dios vence al mundo: y esta es la
victoria que vence al mundo, [es á saber,] nuestra fé.

 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesus es el Hijo de
Dios?

 6 Este es Jesu Cristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente,
sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el
Espíritu es la verdad.

 7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, la Palabra,
y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

 8 Tambien son tres los que dan testimonio en la tierra, el Espíritu, el
agua, y la sangre, y estos tres son uno.

 9 Si recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor:
porque este es el testimonio de Dios, que ha testificado de su Hijo.

 10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene testimonio en sí mismo. El que no
cree á Dios, ha hecho mentiroso á Dios: porque no ha creido en el testimonio
que Dios ha testificado de su Hijo.

 11 Y este es el testimonio, [es á saber,] que Dios nos ha dado vida eterna,
y esta vida está en su Hijo.

 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no tiene al Hijo de Dios, no
tiene vida.

 13 YO he escrito estas cosas á vosotros que creeis en el nombre del Hijo de
Dios; para que sepais que teneis vida eterna, y para que creais en el nombre
del Hijo de Dios.

 14 Y esta es la confianza que tenemos en Dios, que si demandáremos alguna
cosa conforme á su voluntad, él nos oye.

 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, tambien
sabemos que tenemos las peticiones que le hemos demandado.

 16 Si alguno viere pecar á su hermano pecado que no es de muerte, demandará
[á Dios,] y él le dará vida; [digo] á los que pecan no de muerte. Hay pecado
de muerte: por el cual yo no digo que ruegue.

 17 Toda maldad es pecado: mas hay pecado que no es de muerte.

 18 Bien sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca: mas el que es
engendrado de Dios, se guarda á sí mismo, y el maligno no le toca.

 19 Sabido tenemos que somos de Dios, y todo el mundo está puesto en maldad:

 20 empero sabemos que el Hijo de Dios es venido, y nos ha dado
entendimiento, para conocer al que es verdadero: y estamos en el verdadero,
en su Hijo Jesu Cristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.

 21 Hijitos, guardáos de los ídolos. Amen.



EPÍSTOLA SEGUNDA

DEL

APÓSTOL SAN JUAN.



 1 EL anciano á la señora elegida, y á sus hijos, á los cuales yo amo en
verdad; y no solo yo, pero tambien todos los que han conocido la verdad:

 2 por la verdad que está en nosotros, y sera perpétuamente con nosotros:

 3 Gracia, misericordia, y paz de Dios Padre, y del Señor Jesu Cristo, Hijo
del Padre, en verdad y caridad, sea con vosotros.

 4 Me he gozado mucho, porque he hallado de tus hijos que andan en la verdad,
como nosotros hemos recibido el mandamiento del Padre .

 5 Y al presente, señora, yo te ruego, (no como escribiéndote nuevo
mandamiento, mas aquel que nosotros hemos tenido desde el principio,) que nos
amemos unos á otros.

 6 Y esta es la caridad, que andemos segun su mandamiento: y el mandamiento
es, como vosotros habeis oido desde el principio, que andeis en él.

 7 Porque muchos engañadores son entrados en el mundo, los cuales no
confiesan Jesu Cristo ser venido en carne. Este tal es engañador, y
anticristo.

 8 Mirad por vosotros mismos, porque no perdamos las cosas que hemos obrado,
mas recibamos el galardon cumplido.

 9 Cualquiera que se rebela, y no persevera en la doctrina de Cristo, no
tiene á Dios: el que persevera en la doctrina de Cristo, el tal tiene al
Padre, y al Hijo.

 10 Si alguno viene á vosotros, y no trae esta doctrina, no le recibais en
vuestra casa, ni aun le saludeis.

 11 Porque el que le saluda, comunica con sus malas obras.

 12 Aunque tengo muchas cosas que escribiros, no las he querido escribir por
papel y tinta: mas yo espero ir á vosotros, y hablar cara á cara con
vosotros, para que nuestro gozo sea cumplido.

 13 los hijos de tu hermana elegida te saludan. Amen.



EPÍSTOLA TERCERA

DEL

APÓSTOL SAN JUAN.



 1 EL anciano al muy amado Gayo, al cual yo amo en verdad.

 2 MI amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas cosas, y que tengas
salud, así como tu alma está en prosperidad.

 3 Ciertamente me gocé mucho, cuando vinieron los hermanos, y dieron
testimonio de tu verdad; como tú andas en la verdad.

 4 Yo no tengo mayor gozo que estas cosas, y es de oir que mis hijos andan en
la verdad.

 5 Amado, fielmente haces todo lo que haces para con los hermanos, y con los
extranjeros;

 6 los cuales han dado testimonio de tu caridad en presencia de la Iglesia: á
los cuales si ayudares como conviene segun Dios, harás bien.

 7 Porque ellos por su nombre han partido, no tomando nada de los Gentiles.

 8 Nosotros, pues, debemos recibir á los que son tales, para que seamos
coadjutores de la verdad.

 9 Yo he escrito á la Iglesia: mas Diotrephes, que ama tener el primado entre
ellos, no nos recibe.

 10 Por esta causa si yo viniere, daré á entender las obras que hace, como
parla con palabras maliciosas contra nosotros; y ni aun contento con estas
cosas, no solo no recibe á los hermanos, pero aun prohibe á los que los
quieren recibir, y los echa de la Iglesia.

 11 Amado, no sigas lo que es malo, sino lo que es bueno. El que hace bien,
es de Dios: mas el que hace mal, no ha visto á Dios.

 12 Todos dan testimonio de Demetrio, y aun la misma verdad; pero tambien
nosotros damos testimonio, y vosotros habeis conocido que nuestro testimonio
es verdadero.

 13 Yo tenia muchas cosas que escribirte; empero no quiero escribirte con
tinta y pluma.

 14 Porque espero de verte en breve, y hablaremos cara á cara.

 16 Paz sea contigo. Los amigos te saludan. Saluda tú á los amigos por
nombre.



EPÍSTOLA UNIVERSAL

DEL

APÓSTOL SAN JUDAS.



 1 JUDAS, siervo de Jesu Cristo, y hermano de Jacobo, á los llamados,
santificados en Dios Padre, y conservados en Jesu Cristo:

 2 Misericordia, y paz, y caridad os sea multiplicada.

 3 Amados, por la gran solicitud que tenia de escribiros de la comun salud,
me ha sido necesario escribiros, amonestándoos que os esforceis á perseverar
en la fé que ha sido una vez dada á los santos.

 4 Porque algunos hombres han encubiertamente entrado sin temor ni reverencia
de Dios: los cuales desde antes habian estado ordenados para esta
condenacion, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en disolucion, y negando
á Dios, que solo es el que tiene dominio, y á nuestro Señor Jesu Cristo.

 5 Quiero, pues, amonestaros que alguna vez habeis sabido esto, que el Señor
habiendo salvado al pueblo de Egipto, despues destruyó á los que no creian:

 6 y que á los ángeles que no guardaron su origen, mas dejaron su habitacion,
los ha reservado debajo de oscuridad, en prisiones eternas, hasta el juicio
de aquel gran dia.

 7 Como Sodoma y Gomorrha, y las ciudades comarcanas, las cuales de la misma
manera que ellos hablan fornicado, y habian seguido desenfrenadamente la
carne extraña, fueron puestas por ejemplo, habiendo recibido el juicio del
fuego eterno.

 8 Y semejantemente tambien, estos adormecidos ensucian su carne, y
menosprecian la potestad, y vituperan las potestades superiores.

 9 Pues cuando el arcángel Michaél contendia con el diablo, disputando sobre
el cuerpo de Moisés, no se atrevió á usar de juicio de maldicion contra él,
antes le dijo: El Señor te reprenda.

 10 Mas estos maldicen las cosas que no conocen; y las cosas que naturalmente
conocen, se corrompen en ellas como bestias brutas.

 11 ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Cain, y han venido á parar
en el error del premio de Balaám, y perecieron en la contradiccion de Core.

 12 Estos son manchas en vuestros convites, que banquetean juntamente,
apacentándose á sí mismos sin temor alguno: nubes sin agua, las cuales son
llevadas de acá para allá de los vientos: árboles marchitos como en otoño,
sin fruto, dos veces muertos, y desarraigados:

 13 fieras ondas de la mar, que espuman sus mismas abominaciones: estrellas
erráticas, á los cuales es reservada eternamente la oscuridad de las
tinieblas.

 14 De los cuales tambien profetizó Enóc, que fué el séptimo despues de Adam,
diciendo: Hé aquí, el Señor es venido con sus santos millares;

 15 á hacer juicio contra todos, y á convencer á todos los impíos de entre
ellos de todas sus malas obras, que han hecho infielmente, y de todas las
[palabras] duras, que los pecadores infieles han hablado contra él.

 16 Estos son murmuradores querellosos, andando segun sus deseos, y su boca
habla cosas soberbias, teniendo en admiracion las personas por causa del
provecho.

 17 Mas vosotros amados, tened memoria de las palabras que de antes han sido
dichas de los apóstoles de nuestro Señor Jesu Cristo;

 18 como os decian, que en el postrer tiempo habria burladores, que andarian
segun sus malvados deseos.

 19 Estos son los que hacen divisiones, sensuales, no teniendo el Espíritu.

 20 Mas vosotros ¡oh amados! edificáos á vosotros mismos sobre vuestra
santísima fé, orando por Espíritu Santo.

 21 Conserváos á vosotros mismos en el amor de Dios, esperando la
misericordia de nuestro Señor Jesu Cristo, para vida eterna.

 22 Y recibid á los unos en piedad, discerniendo:

 23 y haced salvos á los otros por temor, arrebatándolos del fuego: mas con
esto aborreciendo aun hasta la ropa que es contaminada de tocamiento de
carne.

 24 A AQUEL, pues, que es poderoso de guardaros sin pecado, y de llevaros
delante de su gloria, irreprensibles con alegría,

 25 A Dios solo sábio, nuestro Salvador, [sea] gloria y magnificencia,
imperio y potencia, ahora, y en todos siglos. Amen.



EL APOCALPSI, Ó REVELACION

DE

SAN JUAN, EL TEÓLOGO.



CAPITULO 1

 1 REVELACION de Jesu Cristo, la cual Dios le dió para manifestar á sus
siervos las cosas que conviene que sean hechas presto: y las declaró,
enviándola por su ángel á Juan su siervo;

 2 el cual ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesu
Cristo, y de todas las cosas que ha visto.

 3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas que en ella [están] escritas: porque el tiempo esta cerca.

 4 JUAN, á las siete Iglesias que [están] en Asia, gracia sea con vosotros, y
paz del que es, y que era, y que ha de venir; y de los siete espíritus que
están delante de su trono;

 5 y de Jesu Cristo, que es testigo fiel, primogénito de los muertos, y
príncipe de los reyes de la tierra: que nos amó, y nos ha lavado de nuestros
pecados con su sangre,

 6 y nos ha hecho reyes, y sacerdotes para Dios y su Padre: á él sea gloria é
imperio para siempre jamás. Amen.

 7 Hé aquí, viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron, y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así
sea. Amen.

 8 Yo soy Alpha y Omega, principio y fin, dice el Señor, que es, y que era, y
que ha de venir, el Todopoderoso.

 9 Yo Juan, vuestro hermano, y participante en la tribulacion, y en el reino,
y en la paciencia de Jesu Cristo, estaba en la isla que es llamada Patmos,
por la palabra de Dios, y el testimonio de Jesu Cristo.

 10 Yo fuí en espíritu en dia de Domingo, y oí detrás de mí una gran voz como
de trompeta,

 11 que decia: Yo soy Alpha y Omega, el primero y postrero: Escribe en un
libro lo que ves, y envíalo á las siete Iglesias que están en Asia; á Efeso,
y á Smirna, y á Pérgamo, y á Tiatira, y á Sardo, y á Filadelfia, y á
Laodicéa.

 12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo: y vuelto, ví siete
candeleros de oro;

 13 y en medio de los siete candeleros de oro, uno semejante al Hijo del
hombre vestido de una ropa que llegaba hasta los piés, y ceñido por los
pechos con una cinta de oro;

 14 y su cabeza, y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, y como la
nieve; y sus ojos como llama de fuego;

 15 y sus piés semejantes al laton fino, ardientes como en un horno; y su voz
como ruido de muchas aguas.

 16 Y tenia en su diestra siete estrellas: y de su boca salia una espada de
dos filos: y su rostro era resplandeciente como el sol resplandece en su
fuerza.

 17 Y cuando yo le hube visto, caí como muerto á sus piés. Y él puso su
diestra sobre mí, diciéndome: No temas, yo soy el primero, y el postrero;

 18 y el que vivo, y he sido muerto, y, hé aquí, vivo por siglos de siglos.
Amen. Y tengo las llaves del infierno, y de la muerte.

 19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser
despues de estas.

 20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los
siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete
Iglesias y los siete candeleros que has visto, son las siete Iglesias.



CAPITULO 2

 1 ESCRIBE al ángel de la Iglesia de Efeso: El que tiene las siete estrellas
en su diestra, el cual anda en medio de los siete candeleros de oro, dice
estas cosas:

 2 Yo sé tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia, y que tú no puedes sufrir
los malos, y has probado á los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los
has hallado mentirosos:

 3 y has sufrido, y sufres, y has trabajado por mi nombre, y no has
desfallecido.

 4 Pero tengo algo contra tí, porque has dejado tu primera caridad.

 5 Por lo cual ten memoria de donde has caido, y arrepiéntete, y haz las
primeras obras: si no, vendré presto á tí, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te enmendares.

 6 Mas tienes esto, que aborreces los hechos de los Nicolaitas, los cuales yo
tambien aborrezco.

 7 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias: Al que
venciere, daré á comer del árbol de la vida, el cual está en medio del
paraiso de Dios.

 8 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia de Smirna: El primero y postrero, que fué
muerto, y vive, dice estas cosas:

 9 Yo sé tus obras, y tu tribulacion, y tu pobreza, (pero tú eres rico,) y la
blasfemia de los que se dicen ser Judíos, y no lo son, sino sinagoga de
Satanás.

 10 No tengas ningun temor de las cosas que has de padecer. Hé aquí, el
diablo ha de enviar algunos de vosotros á la cárcel, para que seais probados;
y tendreis tribulacion de diez dias. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida.

 11 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias: El que
venciere, no recibirá daño de la segunda muerte.

 12 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia que está en Pérgamo: El que tiene la
espada de dos filos, dice estas cosas:

 13 Yo sé tus obras, y donde moras, donde está la silla de Satanás: y tienes
mi nombre, y no has negado mi fé, aun en los dias en que fué Antipas mi
testigo fiel, el cual ha sido muerto entre vosotros, donde Satanás mora.

 14 Pero tengo unas pocas cosas contra tí: porque tú tienes ahí los que
siguen la doctrina de Balaám, el cual enseñaba á Balác á poner escandalo
delante de los hijos de Israél, á comer de cosas sacrificadas á los ídolos, y
á cometer fornicacion.

 15 Así tambien tú tienes á los que siguen la doctrina de los Nicolaitas, lo
cual [yo] aborrezco.

 16 Arrepiéntete: porque de otra manera vendré á tí presto, y pelearé contra
ellos con la espada de mi boca.

 17 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias: Al que
venciere, daré á comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y
en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual ninguno conoce, sino aquel
que lo recibe.

 18 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia que está en Tiatira: El Hijo de Dios que
tiene sus ojos como llama de fuego, y sus piés semejantes al laton fino, dice
estas cosas;

 19 Yo conozco tus obras, y caridad, y servicio, y fé, y tu paciencia, y tus
obras; y las postreras, [que son] muchas mas que las primeras.

 20 Mas tengo unas pocas cosas contra tí: que permites á Jezabél, mujer que
se dice profetisa, enseñar, y engañar á mis siervos, á fornicar, y á comer
cosas ofrecidas á los ídolos:

 21 y le he dado tiempo para que se arrepienta de la fornicacion, y no se ha
arrepentido.

 22 Hé aquí, yo la postraré en una cama, y á los que adulteran con ella, en
muy grande tribulacion, si no se arrepintieren de sus obras.

 23 Y heriré de muerte sus hijos; y todas las Iglesias sabrán, que yo soy el
que escudriño los riñones, y los corazones; y daré á cada uno de vosotros
segun sus obras.

 24 Pero yo digo á vosotros y á los demos que estais en Tiatira: Aquellos que
no tienen esta doctrina, y que no han conocido las profundidades de Satanás,
como dicen, yo no enviaré sobre vosotros otra carga.

 25 Empero la que teneis, tenedla hasta que yo venga.

 26 Y al que hubiere vencido, y hubiere guardado mis obras hasta el fin, yo
le daré potestad sobre las naciones:

 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de
ollero, como tambien yo la he recibido de mi Padre.

 28 Y le daré la estrella de la mañana.

 29 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias.



CAPITULO 3

 1 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia que está en Sardo: El que tiene los siete
espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice estas cosas: Yo conozco tus
obras: tienes nombre que vives, y estás muerto.

 2 Sé vigilante, y confirma las otras cosas que están para morir: porque no
he hallado tus obras perfectas delante de Dios.

 3 Acuérdate pues de lo que has recibido, y has oido, y guárdalo, y
arrepiéntete. Y si no velares, vendré á tí como ladron, y no sabrás á qué
hora vendré á tí.

 4 Mas tienes unas pocas personas tambien en Sardo, que no han ensuciado sus
vestiduras, y andarán conmigo en vestiduras blancas: porque son dignos.

 5 El que venciere, será así vestido de vestiduras blancas; y no borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles.

 6 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias.

 7 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia que está en Filadelfia: El Santo y
Verdadero, que tiene la llave de David; que abre, y ninguno cierra; que
cierra, y ninguno abre, dice estas cosas:

 8 Yo conozco tus obras: hé aquí, te he puesto delante de tí una puerta
abierta, y ninguno la puede cerrar: porque tú tienes una poquita de potencia,
y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.

 9 Hé aquí, yo daré de la sinagoga de Satanás, los que se dicen ser Judíos, y
no lo son, mas mienten: hé aquí, yo los constreñiré á que vengan, y adoren
delante de tus piés, y sepan que yo te he amado.

 10 Porque has guardado la palabra de mi paciencia, y yo te guardaré de la
hora de la tentacion, que ha de venir en todo el mundo, para probar los que
moran en la tierra.

 11 Mira, que yo vengo presto: reten lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona.

 12 Al que venciere yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca mas
saldrá fuera: y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, que es la nueva Jerusalem, la cual ha descendido del cielo
de mi Dios, y mi nombre nuevo.

 13 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias.

 14 Y ESCRIBE al ángel de la Iglesia de los Laodicenses: Hé aquí, dice el
Amen, el testigo fiel y verdadero, el principio de la criatura de Dios:

 15 Yo conozco tus obras: que ni eres frio, ni caliente: ojalá fueses frio, ó
hirviente:

 16 mas porque eres tibia, y no frio ni hirviente, yo te vomitaré de mi boca.

 17 Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad
de ninguna cosa: y no conoces que tú eres cuitado, y miserable, pobre, y
ciego, y desnudo:

 18 yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego, para que seas
hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas, para que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

 19 Yo reprendo y castigo á todos los que amo: ten pues zelo, y enmiéndate.

 20 Mira, que yo estoy á la puerta, y llamo: si alguno oyere mi voz, y me
abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.

 21 Al que venciere, yo le daré que se asiente conmigo en mi trono: así como
yo he vencido, y me he asentado con mi Padre en su trono.

 22 El que tiene oreja, oiga lo que el Espíritu dice á las Iglesias.



CAPITULO 4

 1 DESPUES de estas cosas miré, y hé aquí una puerta abierta en el cielo: y
la primera voz que oí era como de trompeta que hablaba conmigo, diciendo:
Sube acá, y yo te mostraré las cosas que es necesario que sean hechas despues
de estas.

 2 Y luego yo fuí en espíritu: y he aquí un trono que estaba puesto en el
cielo, y sobre el trono estaba uno asentado.

 3 Y el que estaba asentado, era al parecer semejante á una piedra de jaspe y
de sardio, y el íris estaba al rededor del trono semejante á una vision de
esmeralda.

 4 Y al rededor del trono habia veinte y cuatro sillas: y ví sobre las sillas
veinte y cuatro ancianos sentados, vestidos de ropas blancas: y tenian sobre
sus cabezas coronas de oro.

 5 Y del trono salian relámpagos, y truenos, y voces: y habia siete lámparas
de fuego ardiendo delante del trono, las cuales son los siete espíritus de
Dios.

 6 Y delante del trono [habia] como un mar de color de vidrio semejante al
cristal: y en medio del trono, y al rededor del trono cuatro animales llenos
de ojos delante y detrás.

 7 Y el primer animal era semejante á un leon, y el segundo animal, semejante
á un becerro, y el tercer animal tenia la cara como hombre, y el cuarto
animal, semejante al águila que vuela.

 8 Y los cuatro animales tenian cada uno por sí seis alas al rededor: y
dentro estaban llenos de ojos; y no tenian reposo dia ni noche, diciendo:
Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que
ha de venir.

 9 Y cuando aquellos animales daban gloria, y honra, y alabanza al que estaba
sentado en el trono, al que vive para siempre jamás,

 10 los veinte y cuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado
en el trono, y adoraban al que vive para siempre jamás, y echaban sus coronas
delante del trono, diciendo:

 11 Señor, digno eres de recibir gloria, y honra, y virtud: porque tú criaste
todas las cosas, y por tu voluntad tienen ser, y fueron criadas.



CAPITULO 5

 1 Y VÍ en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro
escrito dentro y fuera, sellado con siete sellos.

 2 Y ví un ángel fuerte, predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el
libro, y de desatar sus sellos?

 3 Y ninguno podia, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra,
abrir el libro, ni mirarle.

 4 Y yo lloraba mucho, porque no habia sido hallado ninguno digno de abrir el
libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

 5 Y uno de los ancianos me dice: No llores: hé aquí, el leon de la tribu de
Judá, la raiz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus
siete sellos.

 6 Y miré: y hé aquí, en medio del trono, y de los cuatro animales, Y en
medio de los ancianos, estaba un Cordero como muerto, que tenia siete
cuernos, y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda
la tierra.

 7 Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado
en el trono.

 8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales, y los veinte y cuatro
ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y redomas
de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos:

 9 y cantaban uno nuevo cantico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de
abrir sus sellos: porque tú fuiste muerto, y nos has redimido para Dios con
tu sangre, de todo linaje, y lengua, y pueblo, y nacion:

 10 y nos has hecho para nuestro Dios, reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre
la tierra.

 11 Y miré, y oí voz de muchos ángeles al rededor del trono, y de los
animales, y de los ancianos: y la multitud de ellos era millones de millones,

 12 que decian en alta voz: El Cordero que fué muerto es digno de tomar
potencia, y riquezas, y sabiduría, y fortaleza, y honra, y gloria, y
alabanza.

 13 Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de
la tierra, y que está en la mar, y todas las cosas que en ellos están,
diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea alabanza, honra,
y gloria, y potencia para siempre jamás.

 14 Y los cuatro animales decian: Amen. Y los veinte y cuatro ancianos
cayeron las caras contra tierra, y adoraron al que vive para siempre jamás.



CAPITULO 6

 1 Y MIRÉ cuando el Cordero hubo abierto el uno de los sellos, y oí á uno de
los cuatro animales diciendo como con una voz de trueno: Ven, y ve.

 2 Y miré, y hé aquí un caballo blanco: y el que estaba sentado encima de él,
tenia un arco; y le fué dada una corona, y salió victorioso, para que tambien
venciese.

 3 Y CUANDO él hubo abierto el segundo sello, oí el segundo animal, que
decia: Ven, y ve.

 4 Y salió otro caballo bermejo: y al que estaba sentado sobre él, fué dado
poder de quitar la paz de la tierra, y que se matasen unos á otros: y le fué
dada una grande espada.

 5 Y CUANDO él hubo abierto el tercer sello, oí al tercer animal, que decia:
Ven, y mira. Y miré, y hé aquí un caballo negro: y el que estaba sentado
encima de él tenia una balanza en su mano.

 6 Y oí una voz en medio de los cuatro animales, que decia: Un cheniz de
trigo por un denario, y tres chenices de cebada por un denario; y no hagas
daño al vino, ni al aceite.

 7 Y DESPUES que él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto animal, que
decia: Ven, y ve.

 8 Y miré, y hé aquí un caballo pálido: y el que estaba sentado sobre él,
tenia por nombre Muerte, y el infierno le seguia: y le fué dada potestad
sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con
mortandad, y con bestias de la tierra.

 9 Y CUANDO él hubo abierto el quinto sello, ví debajo del altar las almas de
los que habian sido muertos por la palabra de Dios, y por el testimonio que
ellos tenian:

 10 y clamaban en alta voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas, y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?

 11 Y fueron dadas ropas blancas á cada uno de ellos, y les fué dicho, que
aun reposasen un poco de tiempo hasta que sus consiervos fuesen cumplidos, y
sus hermanos que tambien habian de ser muertos como ellos.

 12 Y MIRÉ cuando él abrió el sexto sello: y hé aquí, fué hecho un gran
terremoto: y el sol se volvió negro como un saco de cilicio, y la luna fué
hecha toda como sangre:

 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja
caer sus higos prematuros cuando es movida de gran viento:

 14 y el cielo se apartó como un libro que es envuelto: y todo monte y todas
islas fueron movidas de sus lugares:

 15 y los reyes de la tierra, y los príncipes, y los ricos, y los capitanes,
y los fuertes, y todo siervo, y todo libre se escondieron en las cuevas, y
entre las rocas de los montes:

 16 y decian á los montes, y á las rocas: Caed sobre nosotros, y escondednos
de la cara de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero:

 17 porque el gran dia de su ira ha llegado: ¿y quién podrá resistir?



CAPITULO 7

 1 DESPUES de estas cosas, ví cuatro ángeles que estaban sobre las cuatro
esquinas de la tierra, tenian los cuatro vientos de la tierra, para que no
soplase viento sobre la tierra, ni sobre la mar, ni sobre ningun árbol.

 2 Y ví otro ángel que subia del nacimiento del sol, teniendo el sello de
Dios vivo. Y clamó con gran voz á los cuatro ángeles, á los cuales era dado
hacer daño á la tierra, y á la mar,

 3 diciendo: No hagais daño á la tierra, ni á la mar, ni á los árboles, hasta
que señalemos á los siervos de nuestro Dios en sus frentes.

 4 Y oí el número de los señalados, ciento y cuarenta y cuatro mil señalados
de todas las tribus de los hijos de Israél.

 5 De la tribu de Judá, doce mil señalados. De la tribu de Rubén, doce mil
señalados. De la tribu de Gad, doce mil señalados.

 6 De la tribu de Asér, doce mil señalados. De la tribu de Nephthalí, doce
mil señalados. De la tribu de Manassé, doce mil señalados.

 7 De la tribu de Simeón, doce mil señalados. De la tribu de Leví, doce mil
señalados. De la tribu de Isachár, doce mil señalados.

 8 De la tribu de Zabulón, doce mil señalados. De la tribu de Joseph, doce
mil señalados. De la tribu de Benjamin, doce mil señalados.

 9 Despues de estas cosas miré, y hé aquí una gran multitud, la cual ninguno
podia contar, de todas gentes, y linajes, y pueblos, y lenguas, que estaban
delante del trono, y en la presencia del Cordero, vestidos de largas ropas
blancas, y palmas en sus manos;

 10 y clamaban á alta voz, diciendo: Salud al que esta sentado sobre el trono
de nuestro Dios, y al Cordero.

 11 Y todos los ángeles estaban al rededor del trono, y de los ancianos, y de
los cuatro animales: y postráronse sobre sus caras delante del trono, y
adoraron á Dios,

 12 diciendo: Amen: Alabanza, y gloria, sabiduría, y accion de gracias,
honra, potencia, y fortaleza á nuestro Dios para siempre jamás. Amen.

 13 Y respondió uno de los ancianos, diciéndome: Estos que están vestidos de
largas ropas blancas, ¿quiénes son? ¿y de dónde han venido?

 14 Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han
venido de grande tribulacion, y han lavado sus largas ropas, y las han
blanqueado en la sangre del Cordero:

 15 por esto están delante del trono de Dios, y le sirven dia y noche en su
templo: y el que está sentado en el trono morará entre ellos.

 16 No tendrán mas hambre, ni sed; y el sol no caerá mas sobre ellos, ni otro
ningun calor:

 17 porque el Cordero que está en medio del trono los alimentará, y los
guiará á las fuentes de aguas vivas. Y Dios limpiará toda lágrima de los ojos
de ellos.



CAPITULO 8

 1 Y CUANDO él hubo abierto el séptimo sello, fué hecho silencio en el cielo
casi por media hora.

 2 Y VÍ siete ángeles que estaban delante de Dios, y les fueron dadas siete
trompetas.

 3 Y otro ángel vino, y se paró delante del altar, teniendo un incensario de
oro: y le fueron dados muchos inciensos para que pusiese de las oraciones de
todos los santos sobre el altar de oro, el cual estaba delante del trono.

 4 Y el humo de los inciensos de las oraciones de los santos subió de la mano
del ángel delante de Dios.

 5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo echó
en la tierra, y fueron hechos truenos, y voces, y relámpagos, y temblor de
tierra.

 6 Y los siete ángeles que tenian las siete trompetas, se aparejaron para
tocarlas.

 7 Y EL primer ángel tocó la trompeta, y fué hecho granizo, y fuego mezclado
con sangre, y fué echado sobre la tierra: y la tercera parte de los árboles
fué quemada, y toda la yerba verde fué quemada.

 8 Y EL segundo ángel tocó la trompeta, y como un grande monte ardiente con
fuego fué lanzado en la mar, y la tercera parte de la mar fué vuelta en
sangre.

 9 Y murió la tercera parte de las criaturas que estaban en la mar, las
cuales tenian vida, y la tercera parte de los navíos pereció.

 10 Y EL tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una grande estrella
ardiendo como una antorcha encendida, y cayó en la tercera parte de los rios,
y en las fuentes de las aguas.

 11 El nombre de la estrella se llama Ajenjo; y la tercera parte de las aguas
fué vuelta en ajenjo; y muchos hombres murieron por las aguas, porque fueron
hechas amargas.

 12 Y EL cuarto ángel tocó la trompeta, y fué herida la tercera parte del
sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas: de
tal manera que se oscureció la tercera parte de ellos, y no alumbraba la
tercera parte del dia, y semejantemente de la noche.

 13 Y ví, y oí un ángel volar por medio del cielo, diciendo en alta voz: ¡Ay,
ay, de los que moran en la tierra! á causa de las otras voces de la trompeta
que los tres ángeles habian de tocar.



CAPITULO 9

 1 Y EL quinto ángel tocó la trompeta, y ví una estrella que cayó del cielo
en la tierra: y le fué dada la llave del pozo del abismo.

 2 Y abrió el pozo del abismo, y subió el humo del pozo como el humo de una
grande hornaza; y fué oscurecido el sol, y el aire con el humo del pozo.

 3 Y del humo del pozo salieron langostas á la tierra: y les fué dada
potestad, como tienen potestad los escorpiones de la tierra.

 4 Y les fué mandado que no hiciesen daño á la yerba de la tierra, ni á
ninguna cosa verde, ni á ningun árbol, sino solamente á los hombres que no
tienen la señal de Dios en sus frentes.

 5 Y les fué dado que no los matasen, sino que los atormentasen cinco meses:
y su tormento era como tormento de escorpion cuando hiere al hombre.

 6 Y en aquellos dias buscarán los hombres la muerte, y no la hallarán: y
desearán morir, y la muerte huirá de ellos.

 7 Y la forma de las langostas era semejante á caballos aparejados para
guerra: y sobre sus cabezas tenian como coronas semejantes al oro: y sus
caras eran como caras de hombres.

 8 Y tenian cabellos como cabellos de mujeres: y sus dientes eran como
dientes de leones.

 9 Y tenian corazas como corazas de hierro: y el estruendo de sus alas, como
el ruido de los carros, que con muchos caballos corren á la batalla.

 10 Y tenian colas semejantes á las colas de los escorpiones, y tenian en sus
colas aguijones: y su potestad era de hacer daño á los hombres cinco meses.

 11 Y tienen sobre sí un rey, que es el ángel del abismo, el cual tenia por
nombre en hebráico Abaddon, y en griego Apollyon.

 12 El un ay es pasado: y hé aquí, vienen aun dos ayes despues de estas
cosas.

 13 Y EL sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de los cuatro cuernos del
altar de oro, el cual está delante de los ojos de Dios, que decia al sexto
ángel que tenia la trompeta:

 14 Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran rio Eúfrates.

 15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban aparejados para la
hora, y el dia, y el mes, y el año, para matar la tercera parte de los
hombres.

 16 Y el número del ejército de los de á caballo era doscientos millones. Y
oí el número de ellos.

 17 Y así ví los caballos en vision: y los que estaban sentados sobre ellos
tenian corazas de fuego, de jacinto, y de azufre. Y las cabezas de los
caballos eran como cabezas de leones: y de la boca de ellos salia fuego,
humo, y azufre.

 18 Y de estas tres [plagas] fué muerta la tercera parte de los hombres, del
fuego, y del humo, y del azufre, que salian de la boca de ellos.

 19 Porque su potencia esta en su boca, y en sus colas. Porque sus colas eran
semejantes á serpientes que tenian cabezas, y por ellas dañan.

 20 Y los otros hombres que no fueron muertos de estas plagas, no se
enmendaron de las obras de sus manos, para que no adorasen demonios, é
imágenes de oro, y de plata, y de metal, y de piedra, y de madera: las cuales
no pueden ver, ni oir, ni andar.

 21 Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su
fornicacion, ni de sus hurtos.



CAPITULO 10

 1 Y VÍ otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el íris
estaba en su cabeza, y su rostro era como el sol, y sus piés como columnas de
fuego.

 2 Y tenia en su mano un libro abierto: y puso su pié derecho sobre la mar, y
el izquierdo sobre la tierra:

 3 y clamó con grande voz, como cuando un leon brama: y cuando hubo clamado,
siete truenos hablaron sus voces.

 4 Y cuando los siete truenos hubieron hablado sus voces, iba á escribir; y
oí una voz del cielo, que me decia: Sella las cosas que los siete truenos han
hablado, y no las escribas.

 5 Y el ángel que yo ví estar sobre la mar, y sobre la tierra, levantó su
mano al cielo,

 6 y juró por el que vive para siempre jamás, que ha criado el cielo, y las
cosas que en él hay, y la tierra, y las cosas que en ella hay, y la mar, y
las cosas que en ella hay, que no habria ya mas tiempo.

 7 Pero en los dias de la voz del séptimo ángel, cuando él comenzare á tocar
la trompeta, el secreto de Dios será consumado, como él lo evangelizó á sus
siervos los profetas.

 8 Y oí una voz del cielo que hablaba conmigo otra vez, y me decia: Anda, ve,
y toma el libro abierto de la mano del ángel, que está sobre la mar, y sobre
la tierra.

 9 Y fuí al ángel, diciéndole que me diese el librito; y él me dijo: Toma, y
trágalo, y él te hará amargar tu vientre; pero en tu boca será dulce como la
miel.

 10 Y tomé el librito de la mano del ángel, y le tragué: y era dulce en mi
boca como la miel: y despues que le tragué, fué amargo mi vientre.

 11 Y él me dice: Necesario es que otra vez profetices delante de muchos
pueblos y gentes, y lenguas, y reyes.



CAPITULO 11

 1 Y ME fué dada una caña semejante á una vara, y me fué dicho: Levántate, y
mide el templo de Dios, y el altar, y á los que adoran en él:

 2 y echa fuera el patio que está fuera del templo, y no le midas, porque es
dado á los Gentiles, y pisarán la santa ciudad cuarenta y dos meses.

 3 Y daré á mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil y doscientos y
sesenta dias, vestidos de sacos.

 4 Estos son los dos olivos, y los dos candeleros que están delante del Dios
de la tierra.

 5 Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y traga á
sus enemigos; y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que tambien
él sea muerto.

 6 Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los dias de su
profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para
herir la tierra con toda plaga, todas las veces que quisieren.

 7 Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará.

 8 Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la grande ciudad, que
espiritualmente es llamada Sodoma, y Egipto; donde tambien nuestro Señor fué
crucificado.

 9 Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los
Gentiles verán los cuerpos de ellos por tres dias y medio, y no permitirán
que sus cuerpos sean puestos en sepulcros.

 10 Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se
enviarán dones los unos á los otros: porque estos dos profetas han
atormentado á los que moran sobre la tierra.

 11 Y despues de tres dias y medio el espíritu de vida entró en ellos,
[enviado] de Dios, y se enhestaron sobre sus piés, y vino gran temor sobre
los que los vieron.

 12 Y oyeron una gran voz del cielo que les decia: Subid acá. Y subieron al
cielo en una nube; y sus enemigos los vieron.

 13 Y en aquella hora fué hecho gran temblor de tierra: y la décima parte de
la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra los nombres de siete
mil hombres: y los demás fueron espantados, y dieron gloria á Dios del cielo.

 14 EL segundo ay es pasado: y hé aquí, el tercero ay vendrá presto.

 15 Y EL séptimo ángel tocó la trompeta; y fueron hechas grandes voces en el
cielo, que decian: los reinos de este mundo son reducidos á nuestro Señor, y
á su Cristo, y reinará para siempre jamás.

 16 Y los veinte y cuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en
sus sillas, se postraron inclinadas sus caras, y adoraron á Dios,

 17 diciendo: Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, que eres, y que
eras, y que has de venir, porque has tomado tu grande potencia, y has
reinado:

 18 y los Gentiles se han airado, y tu ira es venida, y el tiempo de los
muertos para que sean juzgados, y para que des el galardon á tus siervos los
profetas, y á los santos, y á los que temen tu nombre, á los pequeñitos, y á
los grandes, y para que destruyas á los que destruyen la tierra.

 19 Y el templo de Dios fué abierto en el cielo, y el arca de su testamento
fué visto en su templo, y fueron hechos relámpagos, y voces, y truenos, y
terremotos, y grande granizo.



CAPITULO 12

 1 Y UNA gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la
luna debajo de sus piés, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.

 2 Y estando en cinta, clama con dolores de parto, y sufre tormento por
parir.

 3 Y fué vista otra señal en el cielo: y hé aquí, un grande dragon bermejo,
que tenia siete cabezas y diez cuernos; y en sus cabezas siete diademas.

 4 Y su cola traia con violencia la tercera parte de las estrellas del cielo,
y las echó en tierra. Y el dragon se paró delante de la mujer que estaba de
parto, para que cuando ella hubiese parido á su hijo se le tragase.

 5 Y ella parió un hijo varon, el cual habia de regir todas las gentes con
vara de hierro: y su hijo fué arrebatado para Dios, y para su trono.

 6 Y la mujer huyó á un desierto, donde tiene lugar aparejado de Dios, para
que allí la mantengan mil y doscientos y sesenta dias.

 7 Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Michaél y sus ángeles
batallaban contra el dragon: y el dragon batallaba, y sus ángeles:

 8 mas no prevalecieron, ni su lugar fué mas hallado en el cielo.

 9 Y fué lanzado fuera aquel gran dragon, que es la antigua serpiente, que es
llamada diablo, y Satanás, el cual engaña á todo el mundo: y fué arrojado en
tierra, y sus ángeles fueron derribados con él.

 10 Y oí una gran voz en el cielo que decia: Ahora es hecha salvacion, y
virtud, y reino de nuestro Dios, y potencia de su Cristo: porque el acusador
de nuestros hermanos es ya derribado, el cual los acusaba delante de nuestro
Dios dia y noche.

 11 Y ellos le han vencido por causa de la sangre del Cordero, y por la
palabra de su testimonio: y no han amado sus vidas hasta la muerte.

 12 Por lo cual alegráos, cielos, y los que morais en ellos. ¡Ay de los
moradores de la tierra, y de la mar! porque el diablo ha descendido á
vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo.

 13 Y despues que el dragon hubo visto que el habia sido derribado en tierra,
persiguió á la mujer, que habia parido el hijo varon.

 14 Y fueron dadas á la mujer dos alas de grande águila, para que de la
presencia de la serpiente volase al desierto á su lugar, donde es mantenida
[por un] tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.

 15 Y la serpiente echó de su boca tras la mujer agua como un rio; á fin de
hacer que fuese arrebatada del rio.

 16 Y la tierra ayudó á la mujer: y la tierra abrió su boca, y sorbió el rio,
que habia echado el dragon de su boca.

 17 Entonces el dragon fué airado contra la mujer, y se fué á hacer guerra
contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos
de Dios, y tienen el testimonio de Jesu Cristo.

 18 Y yo me paré sobre la arena de la mar.



CAPITULO 13

 1 Y VÍ una bestia subir de la mar, que tenia siete cabezas, y diez cuernos;
y sobre sus cuernos diez diademas; y sobre las cabezas de ella nombre de
blasfemia.

 2 Y la bestia que ví, era semejante á un leopardo, y sus piés como piés de
oso, y su boca como boca de leon. Y el dragon le dió su virtud, y su trono, y
grande potestad,

 3 Y ví una de sus cabezas como herida de muerte y su llaga mortal fué
curada: y hubo admiracion en toda la tierra detrás de la bestia.

 4 Y adoraron al dragon que habia dado la potestad á la bestia; y adoraron á
la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante á la bestia, y quién podrá batallar
contra ella?

 5 Y le fué dada boca que hablaba grandes cosas, y blasfemias: y le fué dada
potencia de cumplir cuarenta y dos meses.

 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su
tabernáculo, y los que moran en el cielo.

 7 Y le fué dado hacer guerra contra los santos, y vencerlos. Tambien le fué
dada potencia sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y gente:

 8 y todos los que moran en la tierra le adoraron, cuyos nombres no están
escritos en el libro de la vida del Cordero; el cual fué muerto desde el
principio del mundo.

 9 Si alguno tiene oreja, oiga.

 10 El que lleva en cautividad, va en cautividad: el que á cuchillo matare,
es necesario que á cuchillo sea muerto. Aquí está la paciencia, y la fé de
los santos.

 11 Despues ví otra bestia que subia de la tierra, y tenia dos cuernos
semejantes á los del Cordero, mas hablaba como el dragon.

 12 Y hace toda la potencia de la primera bestia en presencia de ella; y hace
á la tierra, y á los moradores de ella adorar la primera bestia, cuya llaga
de muerte fué curada.

 13 Y hace grandes señales, de tal manera que aun tambien hace descender
fuego del cielo á la tierra delante de los hombres.

 14 Y engaña á los moradores de la tierra por las señales que le han sido
dadas para hacer en presencia de la bestia, mandando á los moradores de la
tierra, que hagan la imágen de la bestia, que tiene la herida de cuchillo, y
vivió.

 15 Y le fué dado que diese espíritu á la imágen de la bestia, y que la
imágen de la bestia hable, y hará que cualesquiera que no adoraren la imágen
de la bestia, sean muertos.

 16 Y hace á todos los pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos,
tomar la señal en su mano derecha, ó en sus frentes;

 17 y que ninguno pueda comprar ó vender, sino el que tiene la señal, ó el
nombre de la bestia, ó el número de su nombre.

 18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la
bestia: porque el número es del hombre, y el número de ella es seiscientos
sesenta y seis.



CAPITULO 14

 1 Y MIRÉ, y hé aquí, el Cordero estaba sobre el monte de Sion, y con él
ciento y cuarenta y cuatro mil, que tenian el nombre de su Padre escrito en
sus frentes.

 2 Y oí una voz del cielo como raido de muchas aguas, y como sonido de un
gran trueno: y oí una voz de tañedores de arpas que tañian con sus arpas:

 3 y cantaban como una cancion nueva delante del trono, y delante de los
cuatro animales, y de los ancianos: y ninguno podia aprender la cancion, sino
aquellos ciento y cuarenta y cuatro mil, los cuales son comprados de entre
los de la tierra.

 4 Estos son los que con mujeres no son contaminados: porque son vírgenes.
Estos siguen al Cordero por donde quiera que fuere. Estos son comprados de
entre los hombres por primicias para Dios, y para el Cordero.

 5 Y en su boca no ha sido hallado engaño: porque ellos son sin mácula
delante del trono de Dios.

 6 Y ví otro ángel volar por en medio del cielo, que tenia el Evangelio
eterno, para que evangelizase á los que moran en la tierra, y á toda gente, y
tribu, y lengua, y pueblo,

 7 diciendo en alto voz: Temed á Dios, y dadle honor: porque la hora de su
juicio es venida: y adorad al que ha hecho el cielo, y la tierra, la mar, y
las fuentes de las aguas.

 8 Y otro ángel le siguió, diciendo: Ya ha caido: ya ha caido Babilonia,
aquella gran ciudad, porque ella ha dado á beber á todas las gentes del vino
de la ira de su fornicacion.

 9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora la
bestia, y su imágen, y toma la señal en su frente, ó en su mano,

 10 este tambien beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro
en el cáliz de su ira; y será^ atormentado con fuego y azufre delante de los
santos ángeles, y delante del Cordero.

 11 Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran
la bestia, y su imágen, no tienen reposo dia y noche, y si alguno tomare la
señal^ de su nombre.

 12 Aquí [está] la paciencia de los santos: aquí [están] los que guardan los
mandamientos de Dios, y la fé de Jesus.

 13 Y oí una voz del cielo, que me decia: Escribe: Bienaventurados son los
muertos, que de aquí adelante mueren en el Señor: tambien, dice el Espíritu,
que descansan de sus trabajos, y sus obras los siguen.

 14 Y miré, y hé aquí, una nube blanca, y sobre la nube uno asentado
semejante al Hijo del hombre, que tenia en su cabeza una corona de oro, y en
su mano una hoz aguda.

 15 Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba
sentado sobre la nube: Echa tu hoz, y siega: porque la hora de segar te es
venida, porque la mies de la tierra está madura.

 16 Y el que estaba sentado sobre la nube echó su hoz sobre la tierra, y la
tierra fué segada.

 17 Y salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo tambien una
hoz aguda.

 18 Y otro ángel salió del altar, el cual tenia poder sobre el fuego, y clamó
con gran voz al que tenia la hoz aguda, diciendo: Echa tu hoz aguda, y
vendimia los racimos de la tierra: porque están maduras sus uvas.

 19 Y el ángel echó su hoz aguda en la tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y la envió al grande lagar de la ira de Dios.

 20 Y el lagar fué pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta
los frenos de los caballos por y seiscientos estadios.



CAPITULO 15

 1 Y VÍ otra señal en el cielo, grande y admirable, que era siete ángeles que
tenian las siete plagas postreras: porque en ellas es consumada la ira de
Dios.

 2 Y ví como una mar de vidrio mezclada con fuego: y los que habian alcanzado
la victoria de la bestia, y de su imágen, y de su señal, y del número de su
nombre, estar sobre la mar semejante al vidrio, teniendo las arpas de Dios.

 3 Y cantan la cancion de Moisés siervo de Dios, y la cancion del Cordero,
diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; tus
caminos son justos y verdaderos, Rey de los santos:

 4 ¿quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre? porque tú solo
eres santo, por lo cual todas las gentes vendrán, y adorarán delante de tí,
porque tus juicios son manifestados.

 5 Y despues de estas cosas, miré, y hé aquí, el templo del tabernáculo del
testimonio fué abierto en el cielo:

 6 y salieron del templo siete ángeles, que tenian siete plagas, vestidos de
un lino limpio y albo, y ceñidos al rededor de los pechos con cintas de oro.

 7 Y uno de los cuatro animales dió á los siete ángeles siete tazones de oro,
llenos de la ira de Dios, que vive para siempre jamás.

 8 Y fué el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia:
y ninguno podia entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete
plagas de los siete ángeles.



CAPITULO 16

 1 Y OÍ una grande voz del templo que decia á los siete ángeles: Id, derramad
los [siete] tazones de la ira de Dios en la tierra.

 2 Y el primer [ángel] fué, y derramó su tazon en la tierra, y fué hecha una
plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenian la señal de la bestia, y
sobre los que adoraban su imágen.

 3 Y el segundo ángel derramó su tazon en la mar, y fué vuelta en sangre,
como de un muerto, y toda alma viviente fué muerta en la mar.

 4 Y el tercer ángel derramó su tazon sobre los rios, y sobre las fuentes de
las aguas, y fueron vueltas en sangre.

 5 Y oí al ángel de las aguas, que decia: Señor, tú eres justo, que eres, y
que eras, y santo, porque has juzgado estas cosas:

 6 porque ellos derramaron la sangre de los santos, y de los profetas, tú les
has dado tambien á beber sangre: porque son dignos.

 7 Y oí á otro del santuario que decia: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso,
tus juicios son

verdaderos y justos.

 8 Y el cuarto ángel derramó su tazon contra el sol, y le fué dado que
afligiese á los hombres con calor de fuego.

 9 Y los hombres se inflamaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre
de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se enmendaron para darle
gloria.

 10 Y el quinto ángel derramó su tazon sobre la silla de la bestia: y su
reino fué hecho tenebroso, y se comieron sus lenguas de dolor.

 11 Y blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores, y por sus plagas: y no
se enmendaron de sus obras.

 12 Y el sexto ángel derramó su tazon sobre el gran rio de Eufrates, y el
agua de él se secó, para que se aparejase camino á los reyes de la parte de
donde sale el sol.

 13 Y ví salir de la boca del dragon, y de la boca de la bestia, y de la boca
del falso profeta tres espíritus inmundos á manera de ranas.

 14 Porque estos son espíritus de demonios, que hacen señales, para ir á los
reyes de la tierra, y de todo el mundo, para congregarlos para la batalla de
aquel grande dia del Dios Todopoderoso.

 15 Hé aquí, yo vengo como ladron. Bienaventurado el que vela, y guarda sus
vestiduras, para que no ande desnudo, y vean su fealdad.

 16 Y los congregó en el lugar que se llama en Hebréo Armagedon.

 17 Y el séptimo ángel derramó su tazon por el aire, y salió una gran voz del
templo del cielo de cerca del trono, diciendo: Hecho es.

 18 Entonces fueron hechos relámpagos, y voces, y truenos; y fué hecho un
gran temblor de tierra, un tal terremoto, tan grande cual no fué jamás
despues que los hombres han estado sobre la tierra.

 19 Y la grande ciudad fué partida en tres partes, y las ciudades de los
Gentiles se cayeron: y la grande Babilonia vino en memoria delante de Dios,
para darle el cáliz del vino de la indignacion de su ira.

 20 Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados.

 21 Y granizo grande como un talento descendió del cielo sobre los hombres; y
los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del granizo: porque su plaga fué
hecha muy grande.



CAPITULO 17

 1 Y VINO uno de los siete ángeles que tenian los siete tazones, y habló
conmigo, diciéndome: Ven, y te mostraré la condenacion de la gran ramera, la
cual está sentada sobre muchas aguas;

 2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los que moran en la
tierra se han embriagado con el vino de su fornicacion.

 3 Y me llevó en espíritu al desierto: y ví una mujer sentada sobre una
bestia de color de grana, que estaba llena de nombres de blasfemia, y tenia
siete cabezas y diez cuernos.

 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura, y de grana, y dorada con oro, y
adornada de piedras preciosas, y de perlas, teniendo un cáliz de oro en su
mano lleno de abominaciones, y de la suciedad de su fornicacion.

 5 Y en su frente el nombre escrito: MISTERIO: LA GRANDE BABILONIA, MADRE DE
LAS FORNICACIONES, Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.

 6 Y ví la mujer embriagada de la sangre de los santos, y de la sangre de los
mártires de Jesus: y cuando la ví, fuí maravillado con grande admiracion.

 7 Y el ángel me dijo: ¿Por qué te maravillas? Yo te diré el secreto de la
mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez
cuernos.

 8 La bestia que has visto, fué, y ya no es; y ha de subir del abismo, y ha
de ir á perdicion: y los moradores de la tierra, (cuyos nombres no están
escritos en el libro de la vida desde la fundacion del mundo,) se
maravillarán viendo la bestia la cual era, y ya no es, aunque es.

 9 Aquí hay sentido que tiene sabiduría. Las siete cabezas, son siete montes,
sobre los cuales se asienta la mujer.

 10 Y son siete reyes: los cinco son caidos, el uno es, y el otro aun no es
venido: y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo.

 11 Y la bestia que era, y no es, es tambien el octavo rey; y es de los
siete, y va á perdicion.

 12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aun no han recibido
reino, mas tomarán potencia en un tiempo como reyes con la bestia.

 13 Estos tienen un consejo, y darán su potencia y autoridad á la bestia.

 14 Ellos batallarán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá: porque es
el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él, son
llamados, y elegidos, y fieles.

 15 Y él me dice: las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son
pueblos, y compañías, y gentes, y lenguas.

 16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, aborrecerán á la ramera, y la
harán desolada y desnuda, y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego:

 17 porque Dios ha puesto en sus corazones, que hagan lo que á él place, que
hagan una voluntad, y que den su reino á la bestia, hasta que sean cumplidas
las palabras de Dios.

 18 Y la mujer que has visto, es la grande ciudad que tiene su reino sobre
los reyes de la tierra.



CAPITULO 18

 1 Y DESPUES de estas cosas ví otro ángel descender del cielo, teniendo
grande potencia: y la tierra fué alumbrada de su gloria.

 2 Y clamó con fortaleza en alta voz, diciendo: Caida es, caida es la grande
Babilonia, y es hecha habitacion de demonios, y guarda de todo espíritu
inmundo, y guarda de todas aves sucias, y aborrecibles:

 3 porque todas las gentes han bebido del vino de la ira de su fornicacion, y
los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra
se han enriquecido de la potencia de sus deleites.

 4 Y oí otra voz del cielo, que decia: Salid de ella, pueblo mio, porque no
seais participantes de sus pecados, y que no recibais de sus plagas.

 5 Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de
sus maldades.

 6 Tornadle á dar como ella os ha dado, y pagadle al doble segun sus obras:
en el cáliz que ella os dió á beber, dadle á beber doblado.

 7 Cuanto ella se ha glorificado, y ha estado en deleites, tanto dadle de
tormento y llanto: porque dice en su corazon: Yo estoy sentada reina, y no
soy viuda, y no veré llanto.

 8 Por lo cual en un dia vendrán sus plagas, muerte, llanto, y hambre, y será
quemada con fuego: porque el Señor Dios es fuerte que la juzgará.

 9 Y la llorarán, y se plañirán sobre ella los reyes de la tierra, los cuales
han fornicado con ella, y han vivido en deleites, cuando ellos vieren el humo
de su encendimiento,

 10 estando lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella
gran ciudad de Babilonia, aquella fuerte ciudad: porque en una hora vino tu
juicio!

 11 Y los mercaderes de la tierra lloran y se lamentan sobre ella: porque
ninguno compra mas sus mercaderías,

 12 la mercadería de oro, y de plata, y de piedras preciosas, y de
margaritas, y de tela de lino finísimo, y de escarlata, y de seda, y de
grana, y de toda madera odorífera, y de todo vaso de marfil, y de todo vaso
de madera preciosa, y de metal, y de hierro, y de mármol;

 13 y canela, y olores, y ungüentos, é incienso, y vino, y aceite, y flor de
harina, y trigo, y bestias, y de ovejas, y de caballos, y de carros, y de
siervos, y de almas de hombres.

 14 Y los frutos del deseo de tu alma se apartaron de tí, y todas las cosas
gruesas y excelentes te han faltado; y de aquí adelante ya no hallarás mas
estas cosas.

 15 Los mercaderes de estas cosas que se han enriquecido, se pondrán lejos de
ella, por el temor de su tormento, llorando, y lamentando,

 16 y diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino
finísimo, y de escarlata, y de grana, y estaba dorada con oro, y adornada de
piedras preciosas, y de perlas: porque en una hora han sido desoladas tantas
riquezas!

 17 Y todo gobernador, y toda compañía que conversa en los navíos, y
marineros, y todos los que trabajan en la mar, se estuvieron de lejos:

 18 y viendo el humo de su encendimiento, dieron voces, diciendo: ¿Cuál era
semejante á esta gran ciudad?

 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando, y
lamentando, diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, en la cual todos los
que tenian navíos en la mar, se habian enriquecido de sus riquezas: que en
una hora ha sido asolada!

 20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos apóstoles, y profetas:
porque Dios ha juzgado vuestra causa contra ella.

 21 Y un ángel fuerte tomó una piedra como una grande muela de molino, y la
echó en la mar, diciendo: Con tanto ímpetu será echada Babilonia, aquella
gran ciudad: y no será jamás hallada.

 22 Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y tañedores de flautas, y de
trompeta, no será mas oida en tí: y todo artífice de cualquier oficio, no
será mas hallado en tí: y ruido de muela no será mas oido en tí:

 23 y luz de candil no alumbrará mas en ti: voz de esposo, y de esposa no
será mas oida en tí: cuyos mercaderes eran príncipes de la tierra: en cuyas
hechicerías todas las gentes han errado.

 24 Y en ella ha sido hallada la sangre de los profetas, y de los santos, y
de todos los que han sido muertos en la tierra.



CAPITULO 19

 1 DESPUES de estas cosas, oí una gran voz de gran compañía en el cielo, que
decia: Aleluya: Salvacion, y honra, y gloria, y potencia sea al Señor Dios
nuestro:

 2 porque sus juicios son verdaderos y justos, porque él ha juzgado á la
grande ramera que ha corrompido la tierra con su fornicacion, y ha vengado la
sangre de sus siervos de la mano de ella.

 3 Y otra vez dijeron: Aleluya. Y su humo subió para siempre jamás.

 4 Y los veinte y cuatro ancianos, y los cuatro animales se postraron en
tierra, y adoraron á Dios, que estaba sentado sobre el trono, diciendo: Amen:
Aleluya.

 5 Y salió una voz del trono, que decia: Load á nuestro Dios todos sus
siervos, y los que le temeis, así pequeños, como grandes.

 6 Y oí como la voz de una gran compañía, y como ruido de muchas aguas, y
como la voz de grandes truenos, que decian: Aleluya: Porque el Señor nuestro
Dios Todopoderoso ha reinado:

 7 gocémonos, y alegrémonos, y démosle gloria: porque son venidas las bodas
del Cordero, y su mujer se ha aparejado:

 8 y le ha sido dado que se vista de tela de lino finísimo, limpio, y
resplandeciente: porque el lino finísimo son las justificaciones de los
santos.

 9 Y él me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados á la cena del
Cordero. Y me dice: Estas palabras de Dios son verdaderas.

 10 Y yo me eché á sus piés para adorarle. Y él me dijo: Mira, que no lo
hagas: yo soy siervo contigo, y con tus hermanos, que tienen el testimonio de
Jesus: adora á Dios: porque el testimonio de Jesus es espíritu de profecía.

 11 Y ví el cielo abierto, y hé aquí, un caballo blanco, y el que estaba
sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, el cual con justicia juzga y
pelea.

 12 Y sus ojos eran como llama de fuego, y habia en su cabeza muchas
diademas, y tenia un nombre escrito que ninguno ha conocido, sino él mismo:

 13 y estaba vestido de una ropa teñida en sangre, y su nombre es llamado LA
PALABRA DE DIOS.

 14 Y los ejércitos que están en el cielo le seguian en caballos blancos,
vestidos de lino finísimo, blanco, y limpio.

 15 Y de su boca sale una espada aguda para herir con ella las gentes, y él
los regirá con vara de hierro: y él pisa el lagar del vino del furor, y de la
ira de Dios Todopoderoso.

 16 Y en su vestidura, y en su muslo, tiene escrito este nombre: REY DE
REYES, Y SEÑOR DE SEÑORES.

 17 Y ví un ángel que estaba dentro del sol, y clamó con gran voz, diciendo á
todas las aves que volaban por medio del cielo: Venid, y congregáos á la cena
del gran Dios;

 18 para que comais carnes de reyes, y de capitanes, y carnes de fuertes, y
carnes de caballos, y de los que están sentados sobre ellos: y carnes de
todos, libres y siervos, de pequeños, y de grandes.

 19 Y vi la bestia, y los reyes de la tierra, y sus ejércitos^ congregados
para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo, y contra su
ejército.

 20 Y la bestia fué presa, y con ella el falso profeta, que habia hecho las
señales delante de ella, con las cuales habia engañado á los que tomaron la
señal de la bestia, y habian adorado su imágen.

 21 Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego ardiendo en
azufre.

 22 Y los otros fueron muertos con la espada que salia de la boca del que
estaba sentado sobre el caballo, y todas las aves fueron hartas de las carnes
de ellos.



CAPITULO 20

 1 Y VÍ un ángel descender del cielo, que tenia la llave del abismo, y una
gran cadena en su mano.

 2 Y prendió al dragon, antigua serpiente, que es el diablo, y Satanás, y le
ató por mil años.

 3 Y le envió al abismo, y le encerró, y selló sobre él: porque no engañe mas
á las gentes hasta que mil años sean cumplidos, y despues de esto, es
necesario que sea desatado un poco de tiempo.

 4 Y ví sillas, y se sentaron sobre ellas, y les fué dado el juicio: y las
almas de los degollados por el testimonio de Jesus, y por la palabra de Dios,
que no adoraron la bestia, ni su imágen, y que no recibieron su señal en sus
frentes, ni en sus manos; y vivirán, y reinarán con Cristo mil años.

 5 Mas los otros muertos no tornaron á vivir, hasta que sean cumplidos mil
años: esta es la primera resurreccion.

 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurreccion: la
segunda muerte no tiene potestad en estos: antes serán sacerdotes de Dios, y
de Cristo, y reinarán con él mil años.

 7 Y cuando mil años fueren cumplidos, Satanás^ será suelto de su prision;

 8 y saldrá para engañar las gentes que están sobre las cuatro esquinas de la
tierra, Gog y Magog, para congregarlos para la batalla, el número de los
cuales es como la arena de la mar.

 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y anduvieron al rededor de los
ejércitos de los santos, y de la ciudad amada. Y de Dios descendió fuego del
cielo, y los tragó.

 10 Y el diablo que los engañaba fué lanzado en el lago de fuego y azufre,
donde está la bestia, y el falso profeta, y serán atormentados dia y noche
para siempre jamás.

 11 Y ví un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él, de delante
del cual huyó la tierra, y el cielo: y no se ha hallado el lugar de ellos.

 12 Y ví los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios: y los
libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y
fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros,
segun sus obras.

 13 Y la mar dió los muertos que estaban en ella: y la muerte, y el infierno
dieron los muertos que estaban en ellos: y fué hecho juicio de cada uno segun
sus obras.

 14 Y el infierno, y la muerte fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es
la muerte segunda.

 15 Y el que no fué hallado escrito en el libro de la vida, fué lanzado en el
lago de fuego.



CAPITULO 21

 1 Y VÍ un cielo nuevo, y una tierra nueva: porque el primer cielo, y la
primera tierra se fué, y la mar ya no es.

 2 Y yo Juan ví la santa ciudad, la Jerusalem nueva, que descendia del cielo,
aderezada de Dios, como la esposa ataviada para su marido.

 3 Y oí una gran voz del cielo, que decia: Hé aquí, la morada de Dios con los
hombres, y morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su
Dios con ellos.

 4 Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y la muerte no será
mas; y no habrá mas llanto, ni clamor, ni dolor: porque las primeras cosas
son pasadas.

 5 Y el que estaba sentado en el trono, dijo: Hé aquí, yo hago nuevas todas
las cosas. Y me dijo: Escribe: porque estas palabras son fieles y verdaderas.

 6 Y me dijo: Hecho es. Yo soy Alpha y Omega, principio y fin. Al que tuviere
sed yo le daré de balde de la fuente del agua viva.

 7 El que venciere, poseerá todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi
hijo.

 8 Mas á los temerosos, é incrédulos; á los malditos, y homicidas; á los
fornicarios, y hechiceros; á los idólatras, y á todos los mentirosos, su
parte será en el lago ardiendo de fuego y de azufre, que es la muerte
segunda.

 9 Y VINO á mí uno de los siete ángeles, que tenian los siete tazones llenos
de las siete postreras plagas, y habló conmigo, diciendo: Ven, yo te mostraré
la esposa, mujer del Cordero.

 10 Y me llevó en espíritu á un gran monte y alto, y me mostró la grande
ciudad santa de Jerusalem que descendia del cielo de Dios,

 11 teniendo la claridad de Dios: y su lumbre era semejante á piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, que tira á cristal resplandeciente.

 12 Y tenia un grande muro y alto que tenia doce puertas; y en las puertas,
doce ángeles: y los nombres escritos, que son los nombres de las doce tribus
de los hijos de Israél:

 13 al oriente tres puertas: al aquilon tres puertas: al mediodía tres
puertas: al poniente tres puertas.

 14 Y el muro de la ciudad tenia doce fundamentos: y en ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del Cordero.

 15 Y el que hablaba conmigo, tenia una medida de una caña de oro, para medir
la ciudad, y sus puertas, y su muro.

 16 Y la ciudad está situada y puesta en cuadro, y su longitud es tanta como
su anchura. Y él midió la ciudad con la caña de oro por doce mil estadios: y
la longitud, y la altura, y la anchura de ella son iguales.

 17 Y midió su muro de ciento y cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre,
la cual es de ángel.

 18 Y el material de su muro era de jaspe: mas la ciudad era oro puro,
semejante al vidrio limpio.

 19 Y los fundamentos del muro de la ciudad estaban adornados de toda piedra
preciosa. El primer fundamento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero,
calcedonia; el cuarto, esmeralda;

 20 el quinto, sardónica; el sexto, sárdio; el séptimo, crisólito; el octavo,
beril; el nono, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el
duodécimo^, ametisto.

 21 Y las doce puertas son doce perlas, en cada una, una; y cada puerta era
de una perla. Y la plaza de la ciudad era oro puro, como vidrio muy
resplandeciente.

 22 Y no ví en ella templo: porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de
ella, y el Cordero.

 23 Y la ciudad no tiene necesidad de sol, ni de luna para que resplandezcan
en ella: porque la claridad de Dios la ha alumbrado, y el Cordero es su
candil.

 24 Y las gentes que hubieren sido salvas andarán en la lumbre de ella: y los
reyes de la tierra traerán su gloria y honor á ella.

 25 Y sus puertas no serán cerradas de dia, porque allí no habrá noche:

 26 y llevarán la gloria, y la honra de los Gentiles á ella.

 27 No entrará en ella ninguna cosa sucia, ó que hace abominacion y mentira;
sino solamente los que están escritos en el libro de la vida del Cordero.



CAPITULO 22

 1 DESPUES me mostró un rio limpio de agua viva, resplandeciente como
cristal, que salia del trono de Dios, y del Cordero.

 2 En el medio de la plaza de ella, y de la una parte y de la otra del rio,
el árbol de vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas
del árbol son para la sanidad de las gentes.

 3 Y toda cosa maldita no será mas; sino el trono de Dios, y del Cordero
estará en ella, y sus siervos le servirán.

 4 Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.

 5 Y allí no habrá mas noche, y no tienen necesidad de lumbre de candil, ni
de lumbre de sol: porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán para siempre
jamás.

 6 Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor Dios de los
santos profetas ha enviado su ángel, para mostrar á sus siervos las cosas que
es necesario que sean hechas presto.

 7 Y hé aquí, vengo presto: Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro.

 8 Yo Juan soy el que ha oido, y visto estas cosas. Y despues que hube oido y
visto, me postré para adorar delante de los piés del ángel que me mostraba
estas cosas.

 9 Y él me dijo: Mira que no lo hagas: porque yo soy siervo contigo, y con
tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de la profecía
de este libro. Adora á Dios.

 10 Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro: porque el
tiempo está cerca.

 11 El que es injusto, sea todavía injusto: y el que es sucio, ensúciese
todavía: y el que es justo, sea todavía justificado: y el santo, sea
santificado todavía.

 12 Y hé aquí, yo vengo presto, y mi galardon está conmigo, para recompensar
á cada uno segun fuere su obra.

 13 Yo soy Alpha y Omega, principio y fin, primero y postrero.

 14 Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia
sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad.

 15 Mas los perros estarán de fuera, y los hechiceros, los disolutos, y los
homicidas, y los idólatras, y cualquiera que ama y hace mentira.

 16 YO Jesus he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las
Iglesias: yo soy la raiz y generacion de David, la estrella resplandeciente,
y de la mañana.

 17 Y el Espíritu, y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven: el que
tiene sed, venga. Y el que quiere, tome del agua de la vida de balde.

 18 Porque [yo] protesto á cualquiera que oye las palabras de la profecía de
este libro: Si alguno añadiere á estas cosas, Dios pondrá sobre él las plagas
escritas en este libro:

 19 y si alguno disminuyere de las palabras del libro de esta profecía, Dios
quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas
que están escritas en este libro.

 20 El que da testimonio de estas cosas, dice: Ciertamente vengo en breve.
Amen: así sea Ven, Señor Jesus.

 LA gracia de nuestro Señor Jesu Cristo sea con todos vosotros. Amen.



FIN DEL NUEVO TESTAMENTO DE NUESTRO REDENTOR Y SEÑOR JESU CRISTO. AMEN.





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