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Title: Política americana
Author: Calvo, Alejandro
Language: Spanish
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produced from images generously made available by The
Internet Archive/American Libraries.)



ALEJANDRO CALVO

POLÍTICA AMERICANA


BUENOS AIRES
—
Imp. LA UNIVERSIDAD de J. N. Klingelfuss, Venezuela 234
entre las Calles Perú y Chacabuco
—
MDCCCLXXXVI



ÍNDICE


    INTRODUCCION                          3
    CAPÍTULO    I DOCTRINA DE MONROE      7
               II CONGRESOS              19
              III CONGRESOS              35
               IV INTERVENCIONES         49
                V ISTMO DE PANAMÁ        64
               VI ISLA DE CUBA           75
              VII ANEXIONES              86
             VIII SEGREGACIONES          99
               IX INTERÉS SOCIAL        109
                X INTERÉS POLÍTICO      124
               XI INTERÉS ECONÓMICO     130
                  EPÍLOGO               150



INTRODUCCION


                                _No faltará quien me pregunte si soy
                                  príncipe ó lejislador para disertar
                                  sobre política. -- Responderé que no y
                                  añadiré que cabalmente porque no soy
                                  ni lo uno ni lo otro me he decidido á
                                  escribir sobre la materia. Si yo fuera
                                  príncipe ó lejislador no me
                                  entretendria en dar consejos: los
                                  practicaria._

                                                     J. J. ROUSEAU.


Así como un hombre, segun sus medios de accion, sus aptitudes y su
carácter, debe formarse una norma de conducta en su trato con los demas
hombres, una nacion debe necesariamente proclamar y sostener los
principios que han de presidir á sus relaciones con las otras.

Cada individuo ejerce una relativa influencia en el incremento de la
colectividad á que pertenece; cada agrupacion social imprime tambien su
sello característico en el adelanto de la humanidad: el uno y la otra
tienen el derecho, y ademas el deber, de hacer sentir su intervencion en
el general progreso.

¿Han practicado acaso este deber, han hecho valer este derecho las
repúblicas emancipadas del poder español en 1810? Los pueblos que en
América nacieron á la vida política á principios de este siglo ¿se han
preocupado de propender al desarrollo de sus instituciones en el mundo ó
de tomar la parte que les corresponde en la sociabilidad humana? Afirmo
que no; que solo han acordado leve atencion á los asuntos esteriores
cuando los peligros á que su debilidad está sujeta les han obligado á la
accion. En la guerra, en la defensa de sus derechos soberanos, han
desplegado, es cierto, todo el entusiasmo y ardor de que son capaces las
mejores razas, obteniendo á veces el interés de otros gobiernos y de
otros pueblos; pero en la paz, ningun principio se ha oido proclamar por
los lábios de sus hombres públicos: las conquistas del héroe se han
desvanecido en la anarquia ó en la calma desidiosa de gobiernos que solo
atienden á los problemas del presente.

Y esto ¿porqué? ¿Porque el ensayo de las mas sábias instituciones en los
pueblos menos educados importara escluir de los gabinetes toda
aspiracion, toda idea, que no encerrara el propósito de prestigiar
aquellas dentro de los límites acordados á cada circunscripcion
nacional? No; los hombres de Estado saben que así como la virtud
individual solo existe en tanto que es útil á la sociedad, las
instituciones de un pueblo solo son buenas cuando imprimen en la
humanidad una influencia benéfica--¿Porque apagara nuestra débil voz el
temor de que no fuera oida en el concierto general de las naciones?
Tampoco; nadie ignora que los Estados Unidos del Norte eran débiles
tambien cuando hablaron al mundo el idioma de la libertad y proclamaron
los principios fundamentales en que descansaria su política
internacional.

Ahora bien, en mi concepto es posible y necesario perseguir
concientemente los destinos á que la América aspira, tan posible, tan
necesario como dictar constituciones para los fines de la organizacion
interna.

La publicacion que emprendo tiene por objeto comprobar este aserto.--Sus
pájinas revelarán al lector intelijente un esfuerzo de buena intencion,
ya que la estremada concision en unos casos ó la inesperiencia del
escritor en otros solo den por resultado un trabajo incompleto.

Hago una narracion somera de los hechos históricos que afectan á las
relaciones sociales del nuevo mundo; me ocupo de la Doctrina de Monroe,
de los Congresos internacionales reunidos despues de la independencia,
de las diversas cuestiones que ha sujerido la apertura de un canal
inter-oceánico en el Istmo de Panamá, de las odiosas intervenciones de
los gobiernos europeos en este continente, de la actitud de los Estados
Unidos en presencia de la lucha simpática sostenida por los patriotas
cubanos contra los opresores de la isla y de las anexiones y
segregaciones que en el presente siglo han modificado la geografía
política de América.

Procuro demostrar, en seguida, que la tendencia de los gobiernos en
Estados Unidos, tantas veces y con tanta razon clasificada de egoista,
ha sido muy á menudo contraria al sentimiento público; busco en la
indisputable analojia de instituciones entre el Norte y el Sud el
aliciente de una confraternidad que se traduzca en procedimientos
internacionales semejantes; espreso, en fin, cuantas ventajas traeria el
desarrollo de las relaciones comerciales en América, asi como el impulso
progresivo de que ellas son susceptibles para atender á las exigencias
económicas del porvenir.

Al terminar significo algunas soluciones prácticas, si bien con la
reserva que me impone el comedimiento y alejando de mi espíritu el
intento de decir la última palabra sobre un tema en el cual basta la
satisfaccion de haber pronunciado la primera.



CAPÍTULO I

DOCTRINA DE MONROE


La civilizadora accion de los pueblos de Europa se hizo sentir en
América con caracteres bien opuestos desde que el prodigioso
descubrimiento del ilustre genovés entregó al colono la tierra vírgen
del mundo nuevo. De esta verdad incuestionable deducen algunos
escritores la marcada superioridad de la raza sajona en mengua de la
latina; de ella la tendencia unificadora de la una en oposicion á la
tendencia desmembradora de la otra; de ella tambien la inaudita
prosperidad de los Estados Unidos y la marcha lenta de nuestras
desgraciadas repúblicas hispano-americanas.

Mucho tendríamos que temer los latinos de los principios que enunció
Monroe en su mensaje presidencial el 2 de Diciembre de 1823, si tal
afirmacion se comprobara, porque entonces á la conciencia de nuestra
debilidad se agregaría el convencimiento en los sajones de adquirir
tarde ó temprano una supremacia absoluta en todo el continente, y la
fórmula de la doctrina, desvirtuada, seria esta: _América para los
americanos del Norte_.

Pero si léjos de aceptar la preeminencia de una raza buscamos en la
historia la esplicacion al hecho anormal de que en un período igual de
existencia hayamos cosechado frutos tan distintos, ella nos contestará
satisfactoriamente; nos dirá que los conquistadores españoles,
representantes de una civilizacion en el ocaso, eran la hez de su propia
sociedad, sin hábitos de trabajo, sin elevacion moral, sin mas atributo,
en fin, para imprimir carácter á los nuevos pueblos que el arrojo y la
codicia; nos dirá que los puritanos, colonizadores en el Norte, migraban
con sus familias y establecian desde luego una vida de hogar y de labor.

Y si aquellos han buscado su prosperidad en el despojo de los indíjenas
y en la esplotacion de las riquezas naturales y estos han cumplido la
ley de todas las civilizaciones desenvolviéndose primero en la vida
pastoril, luego en la agrícola y por último en la faz manufacturera,
¿qué sorpresa puede causarnos las diferencias que notamos?

Todo ser moral es susceptible de un adelanto que la voluntad y la
educacion pueden ampliar, y por consecuencia el estudio de las razas
humanas dará mérito á interesantes consideraciones sobre las aptitudes é
inclinaciones de cada una de ellas; pero en manera alguna autorizará
para concluir que una sea, y la otra no, capaz del desarrollo y del
progreso social. Afírmese en buena hora que los americanos del Norte,
por sus costumbres y por su génio, estaban mejor preparados que los del
Sud para la vida democrática; mas no se niegue á estos, porque hayan
sido desgraciados en sus primeros ensayos, lo que es un patrimonio de la
humanidad.

La América, señalada por la Providencia para ser el asiento de la futura
civilizacion, no puede estar sujeta á la influencia esclusiva de una
raza, porque sus estensas comarcas ofrecen generosa hospitalidad á todos
los pueblos de la tierra y porque las costumbres y el idioma mismo
sufren las modificaciones ocasionadas por un cosmopolitismo evidente. En
efecto, si se atribuye solo á la distincion de raza la diferencia que
hay entre la gran nacion del Norte y las antiguas colonias españolas. ¿á
que se deberá la que existe entre la República Argentina ó Chile y las
demás repúblicas americanas que marchan indudablemente á su
retaguardia?......... No, no hay cuestion de razas en el nuevo mundo, no
puede haberla sino para aquellos que solo observan la superficie de las
cosas ó desconocen la importancia de los principios políticos que
practica y que prestigia. Debe, pues, aceptarse y propagarse con
entusiasmo el pensamiento de Monroe, enunciándole segun la intencion de
este ilustre ciudadano: _América para los americanos_, es decir, para el
progreso y para la democracia.

La doctrina no envuelve, como se ha dicho, el egoista precepto _cada uno
para sí y Dios para todos_, sino, en todo caso, la idea de que la
América debe tener por lema la independencia y por réjimen la
democracia. Ella nos induce, al sajon como al latino, á hacer causa
comun en la defensa de nuestros derechos si la Europa intenta atacarnos,
y nos señala la alianza como un medio de reprimir la agresion cuando el
enemigo de la respectiva integridad se encuentre en el mismo territorio
americano.

Sentadas estas consideraciones que, en mi concepto, deben servir de base
para dar adecuada interpretación á las ideas del Señor Monroe, veamos
como se espresa él mismo en los párrafos del mensaje pertinentes al
asunto:

«Se ha creído conveniente sentar como un principio en el cual van
envueltos los derechos á intereses de los Estados Unidos que los
continentes americanos, por su situacion libre é independiente, no deben
considerarse como partes de la futura colonizacion de ninguna potencia
europea».

«Respecto á los acontecimientos del viejo mundo, con el cual estamos en
continuas relaciones y de la que se deriva nuestro orígen, es notorio
que siempre nos inspiraron el mayor interés por mas que solo hayamos
sido meros espectadores. Los ciudadanos de los Estados Unidos desean
sínceramente la dicha y libertad de sus compañeros del otro lado del
Atlántico, y si en las guerras de las potencias europeas no les han
prestado auxilio, es porque nuestra política no nos permite hacerlo;
solo cuando nuestros derechos están seriamente amenazados, nos
preparamos á la defensa. El sistema político de las potencias aliadas es
esencialmente distinto en este punto al de América, y la diferencia
procede de la que existe en sus respectivos gobiernos. A la defensa del
nuestro, cuya organizacion ha costado tanta sangre, tantos tesoros y los
esfuerzos de nuestros mas ilustres ciudadanos, es á lo que se consagra
principalmente toda la nacion, pues bajo el sistema que nos rige
disfrutamos de un envidiable bienestar. En atencion, pues, á las
amistosas relaciones que existen entre los Estados Unidos y esas
potencias, debemos declarar que consideraríamos toda tentativa de su
parte que tuviera por objeto _estender su sistema_ á este hemisferio,
como un verdadero peligro para nuestra paz y tranquilidad. Con las
colonias existentes ó posesiones de cualquier nacion europea no hemos
intervenido nunca ni lo haremos tampoco; pero tratándose de los
gobiernos que han declarado y mantenido su independencia, la cual
respetaremos siempre porque está conforme con nuestros principios, no
podríamos menos de considerar como una tendencia hostil hácia los
Estados Unidos toda intervencion estranjera que tuviese por objeto la
opresion de aquellos. En la guerra entre esos nuevos gobiernos y España
declaramos nuestra neutralidad cuando fueron reconocidos, y no hemos
faltado ni faltaremos á ella mientras no ocurra ningun cambio que á
juicio de autoridades competentes obliguen á este Gobierno á variar su
línea de conducta».

«La política que con Europa nos pareció oportuno seguir desde el
principio de las guerras en aquella parte del globo, sigue siendo la
misma y se reduce á no intervenir en los intereses de ninguna nacion y á
considerar todo gobierno _de hecho_ como gobierno lejítimo, manteniendo
las relaciones amistosas y observando una política digna y enérjica, sin
dejar por eso de satisfacer justas reclamaciones, aunque sin tolerar
ofensas de nadie. Pero tratándose de estos continentes las
circunstancias son muy distintas: no es posible que las potencias
aliadas estiendan su sistema político á ninguno de aquellos, sin poner
en peligro nuestra paz y bienestar, ni es de creer tampoco que nuestros
hermanos del Sud quisieran adoptarlo por su propio consentimiento,
prescindiendo de que no veriamos con indiferencia semejante
intervencion. Comparando la fuerza y recursos de España con la de esos
nuevos gobiernos, aparece obvio que dicha potencia no podrá someterlos
nunca, pero de todas maneras la verdadera política de los Estados Unidos
será respetar á unos y á otros esperando que otras potencias imitarán
nuestro ejemplo».

Desde luego se observa en el mensaje el propósito bien definido de
separar la política americana de la europea. En este punto la
lejitimidad de la doctrina no podia ser desconocida, ni por la Santa
Alianza que acababa de sancionar el odioso reparto de la Polonia sin que
los Estados Unidos hicieran oir una voz de protesta, ni por las otras
potencias que habian presenciado el suceso indiferentes; no podia serlo
por que ella estaba basada en la reciprocidad exijida por la política
que señaló el insigne Washington proclamando con la sagacidad y
prudencia que eran en él características la neutralidad de su patria en
los asuntos públicos de Europa.

Es oportuno corroborar aquí el aserto de que los Estados Unidos
iniciaron su política internacional bajo la base de una estricta
neutralidad, mencionando que durante las dos administraciones del primer
presidente, ni él, ni su gabinete, ni el Congreso, manifestaron las
ocultas simpatias que les inspiraba la revolucion que se produjo en
Francia al finalizar el siglo pasado y habia de atraer á esta nacion,
con la enemistad de todas las potencias de Europa, los votos entusiastas
del pueblo americano á su favor.

Para el reconocimiento de la independencia sud-americana hubo tambien,
desde el principio de la lucha, mucha inclinacion en los Estados Unidos;
pero los majistrados americanos, consecuentes en eso con su política,
solo la reconocieron, por acto unánime del Congreso, el año 1822 despues
de haber proclamado el principio de que es digno de la independencia el
país que sabe conquistarla.

En el mismo sentido se espresó el Ministro Caning cuando España reclamó
á Inglaterra por su actitud con respecto á las antiguas colonias. El
estadista inglés dijo, que siendo todos los Estados soberanos
responsables de sus actos ante las demas naciones, ó se hacia
responsable á la metrópoli por actos que no tenia ya el poder de
reprimir, ó se trataba á las nuevas sociedades como de piratas,
procedimientos ambos incompatibles con los mas elementales principios de
justicia.

Que habia un interés político en los Estados Unidos como habia un
interés comercial en Inglaterra para manifestar estas ideas ante el
mundo, está fuera de duda; pero el interés de la gran república se
cifraba precisamente en todo lo que constituia nuestro anhelo, en
nuestra independencia y en el desarrollo de nuestras instituciones
republicanas. Y que hubiera interés de parte de los Estados Unidos para
asumir tal actitud no es bastante, como algunos lo aseveran, para
demostrar que habia egoismo, pues á menudo se armonizan los sentimientos
y las exijencias.

Por lo tanto no es justo el cargo hecho frecuentemente á esa nacion de
ser ante todo un poder absorbente y de tener en su política miras
estrechas y circunscritas al límite que sus fronteras le marquen.--Son
sus malos gobiernos, son sus malos ciudadanos, por fortuna su inmensa
minoria, los que interpretarán los procedimientos patrióticos de sus
primeros magistrados en un sentido adverso al interés general de la
América; ellos los que terjiversando pérfidamente el precepto, han de
pretender establecer el derecho de intervencion practicado por los
gobiernos autócratas de Europa en nombre del equilibrio internacional.
En el viejo mundo se cambiaba el mapa político en defensa de los
intereses monárquicos; en el nuevo no hay la mas leve disculpa para
apoyar tal teoria, pues aunque las prácticas hayan sido en unos casos
felices y en otros desgraciadas, las instituciones no varian y responden
todas al réjimen representativo y democrático. Pero, ya se ha dicho, el
pueblo americano condena estas pretenciones; y al rechazar las
intervenciones de los gobiernos de Europa en los asuntos internos de
América, rechaza la suya propia y espresa tácitamente el sério respeto
que le inspira la soberania de todas las secciones independientes del
nuevo mundo.

Otro alcance ostensible del principio que nos ocupa es el de impedir que
los territorios donde han de hermanarse al fin la libertad y el órden
sean profanados por la invasion de las ideas monárquicas. La propaganda
de estas ideas corresponde tambien á las demas naciones de América, que
si aisladamente carecen de fuerza tendrán por la union la que tan
elevado objeto requiere. Por lo demas, los americanos mismos buscan esa
liga general del continente; son muy prácticos para rechazar alianzas
aunque las consideren vanas y comprenden que pasó ya la época de las
guerras de conquista; perciben claramente que la lucha actual consiste
en infiltrar las ideas de un mundo en el otro y saben que el triunfo de
sus instituciones está asegurado desde que ellas devuelven al hombre con
la igualdad la dignidad y la libertad con la ley.

La garantía moral que esta doctrina dió á la existencia de algunas
nacionalidades débiles en su oríjen favoreció, pues, á la América y al
mundo entero, por el prestijio que, á despecho de los muchos errores
cometidos en la organizacion de las nuevas repúblicas, alcanzaron las
instituciones republicanas.

En consecuencia, es de vital importancia aunar los esfuerzos de todos,
no solo para poner en planta la declaracion de Monroe, es decir, para
impedir solidariamente todo proyecto de colonizacion ó de intervencion
en los negocios domésticos de las naciones de que está compuesto este
hemisferio, sino tambien para buscar por la via diplomática la solucion
que requieren hechos vituperables como la ocupacion de las islas
Malvinas.

    El descubrimiento del archipiélago de Malvinas se atribuye
    indistintamente á Américo Vespucio ó al navegante inglés Davis. Lo
    cierto es que los que dirijian sus espediciones al estrecho
    patagónico, despues del descubrimiento de Magallanes, debian pasar
    á la vista de estas islas.

    El primer establecimiento colonial fué fundado por franceses
    venidos de _Saint Malo_ en la costa de Bretaña. Protestó España
    contra esa ocupacion é hizo valer sus títulos á las islas, que
    consideraba como parte integrante de sus dominios en América; pero
    en breve Inglaterra, estimulada por su inclinacion natural y por la
    facilidad que habian tenido los franceses para fundar su colonia,
    envió una espedicion que se apoderó de ellas en 1766.--Este
    inusitado y violento ataque á la soberania de España en aquella
    rejion, orijinó fundadas reclamaciones que, desatendidas en
    Inglaterra, dieron márjen á un procedimiento análogo al empleado en
    la conquista para desalojar á los intrusos.--Protestó á su vez el
    gobierno inglés y mostró su indignacion el pueblo, pero _la fuerza
    del derecho_ les obligó á _reconocer_ la justicia de las
    pretensiones de España.

    La República Argentina heredó de su madre patria los derechos á las
    islas y entró en posesion de ellas en 1820. Hasta 1833 quedaron
    bajo el dominio absoluto de aquella nacion, que envió un Gobernador
    y auxilió la formacion de una colonia.--La justa pretension del
    gobierno de reglamentar la pesqueria en sus costas, motivó el
    apresamiento del buque mercante con bandera americana «El Harriet»
    que la efectuaba clandestina. Con entera justicia, y de acuerdo á
    los preceptos internacionales, fué declarado este buque buena presa
    para el Señor Verdier comandante de las islas.

    Los Estados Unidos, y muy especialmente sus representantes en el
    Plata, se mostraron en esta ocasion injustos y crueles.--Por
    inspiracion de un Cónsul acreditado en Buenos Aires, el Comandante
    de «La Lexington» se trasladó á Malvinas, despojó á los habitantes,
    los humilló y espatrió en uso de su fuerza. Como no era posible
    disculpar este acto vandálico, el Encargado de Negocios enviado de
    Estados Unidos á Buenos Aires con la mision de dilucidar el caso,
    no encontró mas pretesto que poner en duda la legalidad de los
    títulos que la República Argentina tenia para el domínio de esa
    tierra!

    El derecho se comprobó plenamente por los hechos ya narrados, pero
    en esa opinion se fundaron los ingleses para realizar la brutal
    ocupacion de las islas en 1833. Desde entónces á hoy, sin títulos
    que presentar ante el mundo, sin antecedentes en qué fundar un
    derecho, la Gran Bretaña ejerce su jurisdiccion en esa parte del
    territorio argentino!

Y la usurpacion del territorio venezolano que se encuentra en la rivera
occidental del Rio Esequibo.

    En la intelijencia de que pueda interesar á algunos de los lectores
    el conocimiento de esta cuestion, reproduzco aquí la parte
    pertinente á ella de un trabajo que presenté á mi Gobierno siendo
    Encargado de Negocios de la República Argentina en Venezuela:

    Las tres colonias, francesa, inglesa y holandesa, establecidas hoy
    en la América del Sud ejercen, á la verdad, una posesion
    injustificada.--Esas tierras que descubrió Colon con el producto de
    las joyas de la reina católica y que concedió á España el Papa en
    una época en que sus decisiones constituian un derecho innegable,
    no pueden tampoco, despues de tan largo dominio, ser reclamadas por
    Venezuela.

    En su oríjen, la Guayana que como digo fué descubierta por Colon y
    esplorada por Pinzon, comprendia la inmensa isla formada por el
    Oceano Atlántico, el Amazonas, el Orinoco y los afluentes de estos
    dos grandes rios, el Negro y el Casiquiare.--Mas tarde las
    brillantes tradiciones indíjenas sobre el Dorado que se suponia en
    aquella region, llevaron espediciones de aventureros franceses,
    ingleses y holandeses.--Se buscaban grandes riquezas y no es
    estraño que detrás de los filibusteros aparecieran los gobiernos
    fundando colonias que con fortuna varía, segun la fuerza de sus
    vecinos, estendian ó estrechaban su territorio.

    El primer documento público aceptando la soberanía de las colonias
    establecidas y restablecidas por la fuerza en Guayana, es el
    tratado de Múnster firmado en 1648 por el cual el rey Felipe IV
    reconocia la independencia de las Provincias Unidas de Holanda y
    deslindaba las posesiones de ambos paises en las Indias.--Se
    estipulaba en ese pacto como límite natural entre la Guayana
    Holandesa y la Española el curso del Rio Esequibo; y cuando por el
    tratado de Utrecht Holanda cedió á Inglaterra esa colonia, no pudo
    hacerlo sino con los títulos que habia adquirido en el de Múnster,
    es decir, aquellos que determinan clara y positivamente como límite
    incontrovertible el rio Esequibo desde sus vertientes en la sierra
    de Pacaraima hasta su desembocadura en el Atlántico.

    Segun estos antecedentes históricos, y desde que ya no puede
    remediarse la usurpacion legalizada, debe esperarse, eso por lo
    menos, que sean respetados los límites reconocidos por tratado
    público; pero desgraciadamente no sucede asi: los ingleses han
    establecido ya factorias y haciendas en la márjen occidental del
    Esequibo, internándose en las inmediaciones del territorio aurífero
    de Juruary, lo que significa para Venezuela una amenaza tanto mayor
    cuanto que se invade la integridad territorial de la república
    precisamente allí donde comienza á desarrollarse la industria
    minera con un éxito que promete al país riquezas considerables.

    La usurpacion efectuada ya, se refiere al territorio comprendido
    desde la confluencia del Cuyuni y el Esequibo hasta el Cabo Nasau
    sobre el Atlántico; pero aun hay mas: reconociendo los ingleses la
    parte superior del Esequibo como límite natural de ambos paises,
    pretenden ejercer jurisdiccion en ambas riberas del rio
    contrariando asi los mas elementales principios del derecho
    universal ¿Qué propósito puede haber en negarle á Venezuela el
    condominio de un rio reconocido como límite? La luz se hará cuando
    este Gobierno presente sus reclamaciones al de la Gran Bretaña é
    inicie las negociaciones tendentes á solucionar la cuestion y fijar
    una línea de frontera definitiva é inalterable.

Cuando marchemos uniformes en el propósito de defender conjuntamente
nuestros derechos vulnerados, la conciencia de que nos asiste plena
justicia nos permitirá desafiar el poder material de los gobiernos de
Europa, y la garantía de estabilidad y de adelanto que produce la union,
hará que se derrame, por así decir, la gran masa de la poblacion europea
en las estensas comarcas americanas que solo esperan brazos para dar el
bienestar con la riqueza, desde que en ellas no hay clases sociales
divididas por el privilegio ó la demagogia sino en todo caso por el
trabajo y la inteligencia del hombre.



CAPÍTULO II

CONGRESOS


Las reglas jurídicas de Derecho Internacional Americano establecidas por
los Congresos que se han reunido despues de la guerra de la
Independencia, así como por los tratados públicos celebrados entre dos ó
mas naciones, determinan una constante aspiracion á la unidad y á la paz
continental; y aunque hasta ahora solo se ha logrado establecer esos
principios de derecho, los mismos sucesos que han provocado
periódicamente la reunion de los plenipotenciarios por peligros
transitorios, hacen resaltar la necesidad y la ventaja de una asociacion
efectuada en nombre de los intereses permanentes.

La ineficacia de estas asambleas no prueba la impracticabilidad del
sistema, sinó que la América no ha debido dar el hermoso espectáculo de
la fraternidad solo para reguardarse de las miras absolutistas
manifestadas por la Santa Alianza, para rechazar las espediciones de un
filibustero atrevido ó protestar, al amparo de la fuerza, contra el
espíritu de conquista de una potencia mal inspirada. Deben llamarse á
los representantes de las repúblicas americanas apelando á un
sentimiento que palpita en todos estos pueblos hermanos y que ningun
gobierno ha sabido interpretar con verdadero entusiasmo; debe formarse
la liga para adquirir la cohesion política que es indispensable si se
quiere colocar estos paises de sol y libertad, donde no hay nobles ni
socialistas, á la altura de su mision, oponiendo en la lucha del mundo
al réjimen antiguo el principio moderno.

En los albores de nuestra vida política se consigna ya de hecho la union
latino americana. Las mismas aspiraciones unen á los pueblos desde
Carácas á Buenos Aires cuando en ambos estremos del continente, con esa
simultaneidad que hace entrever el apoyo de Dios á la obra de los
hombres, se produce el movimiento revolucionario; y á favor de los
mismos esfuerzos los ejércitos reunidos despues del abrazo de Guayaquil
dan término feliz á la jornada de nuestra emancipacion. Los aliados del
Sur conquistan laureles en Maipo y Chacabuco; los del Norte en Boyacá y
Pichincha: las glorias de Ayacucho lo son americanas.

Esa union que tan bellos resultados dió en la guerra de la independencia
y que tan pronto desbarataron los intereses locales mal entendidos, debe
repercutir en el corazon de todo americano hasta que se verifique la que
en el futuro está destinada á producir los mayores beneficios para la
libertad humana.

Sin duda la paz universal es una utopia y lo será hasta que adquieran
completo desarrollo los elevados principios de derecho natural que
jerminan hoy en casi todas las naciones; pero si es una aspiracion
irrealizable en Europa donde luchan y lucharán tanto tiempo todavia los
autócratas representantes de sistemas añejos, especuladores hasta en la
sangre de sus hermanos, y los demagogos de aquella escoria social que
condena la propiedad como un robo, no lo es en América para pueblos que
han uniformado esas tendencias en la democracia.

La revolucion francesa que tuvo el poder de conmover las viejas
prácticas y las ideas retrógradas, no tuvo, empero, el de cimentar en
base firme y estable ninguno de sus nuevos principios. Le estaba
reservada al mundo americano, á la gran nacion que se fundó en 1778, la
gloria de realizar el ideal político de la época moderna. En presencia
de esta interesante república fué que nuestros padres, con muy elevadas
miras, buscaron la creacion de una gran nacionalidad que diera vigor á
las ideas adoptadas tambien por los pueblos de orijen español como base
de su ley fundamental.

Obtenidos en América los grandes beneficios que indudablemente traeria
el ejercicio de principios civilizadores de paz y de union, nadie puede
adivinar cual sería su progreso, porque empieza á vislumbrarse que este
rico continente es el país del porvenir.

       *       *       *       *       *

El primer paso dado para consagrar en el derecho la sentida necesidad
de una union internacional, fué el tratado entre Colombia y el Perú
que firmaron en Lima el 6 de Julio de 1822 los Señores Don Joaquin
Mosquera con plenos poderes del Libertador Bolivar Presidente de
Colombia y Don Bernardo Monteagudo Ministro de Estado y Relaciones
Esteriores del Perú.

Ambas repúblicas, por este pacto, se unen ligan y confederan para
siempre en paz y guerra con el objeto de sostener mútuamente su
independencia de la nacion española y de toda otra dominacion
estranjera, así como con el loable propósito de asegurar la mejor
armonia y buena intelijencia entre sí y las demas potencias que deban
adquirir sus relaciones.

Establecen los medios de hacer práctico el pacto de alianza para su
defensa esterna y para su tranquilidad interior, obligándose á presarse
mútuos socorros y á rechazar en comun todo ataque que amenace su
existencia política.

Conceden á los ciudadanos de uno y otro Estado el goce de los
derechos y prerogativas que corresponden á los nacidos en el otro,
siempre que hayan establecido su domicilio en el Estado á que quieran
pertenecer.--Otro tanto establecen respecto de los derechos civiles de
privilejio de tráfico y de comercio, haciendo estensivos estos derechos
á los buques de bandera colombiana en el Perú y vice-versa.

Convienen en demarcar los límites precisos que hayan de dividir
sus territorios por un convenio particular y en terminar por
medios conciliatorios y pacíficos, propios de naciones hermanas y
confederadas, las diferencias que puedan ocurrir en esta materia.

Se comprometen á prestarse auxilio en caso de ser interrumpida la
tranquilidad interior de uno de los Estados y declaran solemnemente
hacer causa comun contra toda sedicion.

Este tratado, aunque parcial, es el punto de partida de nuestro Derecho
Público. Proclama el principio del arbitraje que si hubiera sido
aceptado y difundido, como lo ha sido por la que ya llaman civilizada
República Argentina, hubiera ejercido una influencia decisiva en la paz
del continente, facilitando así la tarea de la confraternidad americana.

El 10 de Junio de 1823 se firmó otro entre Colombia y Buenos Aires;
menos lato que el anterior establece, no obstante, una alianza
defensiva en sosten de su independencia de la nacion española y de toda
otra dominacion estranjera.

Con fecha 3 de Octubre fué concluido otro pacto semejante entre
Colombia y Méjico; y en Noviembre el Congreso del Perú sancionó un
proyecto de tratado para efectuar una liga americana en sosten de la
independencia de las nuevas repúblicas.

Pero todos estos actos no podian tener resultados satisfactorios
en tanto que solo fueran alianzas entre secciones aisladas del
continente.--Comprendiéndolo así los mismos plenipotenciarios que
celebraron el tratado Perú-Colombiano, firmaron, en la misma fecha, uno
especial con el propósito de uniformar estas favorables tendencias.

Las bases de esta convencion, en las cuales se manifiesta la idea
de reunir un Congreso con representacion de todas las repúblicas
emancipadas del poder español, obedecen á principios elevados, claros
y útiles para ambas repúblicas. La union internacional que en ellas se
establece, destinada á garantizar su respectiva soberania, está muy
léjos de ser una estipulacion ilusoria ó ridícula que autorice los
propósitos sarcásticos de los escritores pesimistas que se han ocupado
de la cuestion.

Desgraciadamente los principios no son las leyes; y las resoluciones
adoptadas por los Congresos Internacionales, como las que se consignan
en este y otros tratados celebrados en América, revisten el carácter
de meros consejos, por haberles faltado, con la ratificacion de los
gobiernos respectivos, esa autoridad moral indispensable á todo derecho
convencional.

Por eso los gobiernos y los pueblos han seguido rutas distintas ante
la flagrante denegacion de esos principios hecho por la República de
Chile en su última guerra con las del Perú y Bolivia: los unos como
espectadores desapasionados, dispuestos á obrar segun los intereses de
su política; los otros haciendo estallar su indignacion por todos los
medios de que dispone para manifestarse el sentimiento público, en la
prensa, en los clubs y en imponentes reuniones populares.

       *       *       *       *       *

La elevada aspiracion de reunir en un Congreso á los representantes de
las repúblicas americanas, se atribuye jeneralmente al Libertador
Bolivar y por algunos al Coronel Don Bernardo Monteagudo, cuya obra
póstuma sobre esta materia--una memoria incompleta aun cuando el puñal
asesino lo arrebató á la vida--contiene apreciaciones acertadísimas
sobre la utilidad y ventaja de la union.

Solo enunciar la ventaja y la posibilidad de reunir una asamblea en
Panamá, significaba un principio de lucha, pero de lucha moral con el
fin de poner en pugna la idea moderna y la antigua, la libertad y el
despotismo, la democracia y la autocracia.--Efectivamente, aunque la
deseada union no se efectuó, desde entonces impera en los pueblos de
América un sentimiento de uniformidad para el arreglo de las cuestiones
internacionales, sentimiento que tiene su oríjen tanto en los
antecedentes mencionados como en la similitud de las tendencias
políticas de todo el continente.

Los pensadores y los patriotas, desde un estremo al otro de la América,
se preocupan y se preocuparán siempre de buscar los medios que deben
ponerse en accion para traducir en hechos prácticos los laudables
propósitos que espresó Bolivar en su notable carta del 7 de Diciembre de
1824 dirijida á los gobiernos de las naciones que acababan de formarse.

En Europa, donde comprenden las ventajas de la union por los ejemplos
que á los débiles ha dado la historia, fué tambien aplaudida la idea del
Dictador del Perú.

El general Lafayette, en vísperas de abandonar por segunda vez las
playas americanas, escribia á Bolivar desde Washington: «Próximo á
partir para otro hemisferio, seguiré con mis votos el glorioso remate de
vuestros trabajos y esa solemne asamblea de Panamá donde quedarán
consolidados y completos todos los principios y todos los intereses de
la independencia, de la libertad y de la política americana.»

Por lo que hace á las declaraciones entusiastas del Abate del Pradt, han
llegado á ser proverbiales y tienen, además, la importancia de reflejar
los sentimientos del partido liberal que se insinuaba en la política
europea.

Es de lamentar que no todas las naciones americanas pudieran enviar sus
plenipotenciarios al Congreso--Ardua tarea seria determinar una por una
las causas que lo impidieron; pero basta saber que, en la mayor parte, á
las luchas por la independencia siguieron las luchas por la
organizacion--Las Provincias Unidas del Rio de la Plata y la República
de Chile, apesar de no haber concurrido, manifestaron su aprobacion en
documento público á la idea de una union internacional americana.

Con fecha 16 de Junio de 1825 el Ejecutivo Nacional de las Provincias
Unidas del Rio de la Plata, representado por el General Don Juan
Gregorio Las Heras, espuso á la consideracion del Congreso General
Constituyente un proyecto de Ley por el cual se autoriza la celebracion
de la alianza; y la República que no tenia, como lo pretende el
historiador Restrepo, desconfianza hácia Bolivar, hubiera enviado sus
representantes á Panamá si no hubiera estallado en 1826 la guerra con el
Imperio del Brazil que debia absorber por completo la atencion de su
gobierno.

El Supremo Director de Chile D. Ramon Freire contestó á la circular de
Bolivar atestiguando el deber en que se consideraba de enviar los
plenipotenciarios al Congreso; pero se escusaba de tomar una resolucion
en el asunto por no hallarse reunido un Congreso General de la Nacion.
Al mismo tiempo espresaba la intencion de recomendar á las Cámaras, así
que tuviera lugar su apertura, una favorable acojida á este gran objeto,
tan imperiosamente exijido por los altos intereses de Chile y de toda la
América.

El Congreso se reunió el 22 de Junio de 1826.--Concurrieron D. Pedro
Gual y D. Pedro Briceño Mendez, como Ministros de Colombia; D. Pedro
Molina y D. Antonio Larrazabal, de Centro-América; D. Manuel Vidaurre y
D. Manuel Perez Tudela, del Perú; D. José Mariano Michelena y D. José
Dominguez, de Méjico.

Los diplomáticos que solo asistieron con el objeto de presenciar las
sesiones, fueron el Señor E. Dawkins, como representante de la Gran
Bretaña y el Coronel Vandeer de los Paises Bajos. El Ministro de los
Estados Unidos de América D. Ricardo G. Anderson, que residia en Bogotá,
no logró asistir al Congreso por que le sorprendió la muerte á su paso
por Cartajena.

Los dos primeros Ministros, ajenos á las deliberaciones, manifestaron
sus simpatias por los nuevos Estados. El Señor Dawkins insinuó, ademas,
que la Asamblea debia inclinarse á la paz y á la concordia buscando, aun
mediante sacrificios pecuniarios, el reconocimiento de la España.

Sin firmar ninguno de los tratados ó disposiciones legislativas del
Congreso, debia el Señor Anderson presentarse con carácter diplomático,
mas limitándose á insinuar ciertas indicaciones respecto á los
principios que debieran adoptarse en caso de guerra marítima y poniendo
todo su empeño en hacer proclamar las teorias del libre cambio como
sistema económico de las nuevas naciones. Estas son ostensiblemente las
indicaciones espresas hechas al Ministro, pero ciertos juicios que se
observan en las instrucciones, demuestran que la mision de Anderson era
mas estensa y que la política de los Estados Unidos no era franca. Al
manifestar la creencia de que el Congreso no pueda tener carácter
legislativo sino puramente diplomático, se rechaza la formacion de un
Consejo Anfictiónico «que tratase de abrogarse facultades para decidir
controversias entre los diversos Estados Americanos.» Se pretende probar
la impracticabilidad de una union semejante á causa de la estension
territorial, mayor en cualquiera de los nuevos Estados que en toda la
antigua Grecia; luego se manifiesta que, aun en el caso de ser
conveniente, los Estados Unidos no podrian asentir á su establecimiento.

Antes de ahora he atribuido tales instrucciones á un interés y á una
inclinacion esencialmente nacional de conservar en América una
preponderancia fácil, como sospechaba que al decir, en las mismas
instrucciones, que debian los agentes americanos insinuar la
conveniencia de dictar en el Congreso principios que aseguran la paz en
el continente, lo hacian para buscar garantias en favor de su propio
comercio; pero la verdad es que si bien el Gobierno dictó tales deseos á
su Ministro en Panamá, fué atacado duramente por los hombres mas probos
y por los que representaban entonces en las Cámaras la opinion pública
del país.

Algunos hombres de Estado hispano-americanos apreciaban de distinta
manera que sus conciudadanos la importancia que pudiera tener la
intervencion de los Estados Unidos en asunto de tanta trascendencia para
el porvenir del continente.

El General Santander, Vice Presidente de Colombia en ejercicio del Poder
Ejecutivo, en comunicaciones dirijidas á los gobiernos invitados á la
reunion proyectada, se espresó así: «He creido de mi deber convidar á
los Estados Unidos á tomar parte en la augusta reunion de Panamá,
íntimamente convencido de que nuestros aliados verán con satisfacion
amigos tan _sinceros como ilustres_ asistir á las deliberaciones de
nuestros comunes intereses».

Un publicista que firma G. L. opina «que la consolidacion de las nuevas
repúblicas no debe fundarse en una confederacion quimérica, pero sí en
la independencia de unas con otras y en los tratados que se firmen entre
ellas bajo la _proteccion y la garantia_ de los Estados Unidos». A mi
juicio no es garantia ni proteccion estraña lo que la América requiere
sinó la fuerza que debe buscarse en la union y en la confraternidad.

Las ratificaciones de los tratados que firmaron los congresales de
Panamá debieron ser canjeadas, ocho meses despues de terminadas las
sesiones, en la villa de Tacubaya á una legua de la ciudad de Méjico;
pero es sabido que solo el Gobierno de Colombia concedió á esos
documentos los honores de su asentimiento. Debe observarse, sin embargo,
que algunas de las estipulaciones de esta Asamblea son miradas en
América como principios de Derecho Público y han contribuido á estrechar
los vínculos naturales de unas repúblicas con otras, á pesar de que
ellas no están á la altura del fin propuesto. Los protocolos de las diez
conferencias que tuvieron lugar desde el 22 de Junio hasta el 15 de
Julio, arrojan poca ó ninguna luz sobre los debates á que dieron mérito
las importantes cuestiones sometidas á la deliberacion del Congreso. Sea
que el entusiasmo de los ilustrados congresales se debilitara por la
falta de representacion de la República Argentina y Chile, sea que la
insalubridad del clima les hiciera enojosa la residencia en Panamá, lo
cierto es que se procedió con precipitacion y se firmaron tratados y
convenciones impracticables.

Segun el tratado de union liga y confederacion perpétua, las potencias
signatarias deberian: prestarse mútuo apoyo para rechazar en comun las
agresiones del estranjero; otorgar á sus respectivos buques las mismas
facilidades á su entrada y salida de los puertos aliados; abolir en sus
territorios el tráfico de esclavos; acordar al Congreso autoridad para
demarcar sus respectivos límites, con poder arbitral en caso de
controversia; señalar al mismo cuerpo entre sus facultades: la de
negociar la paz, concluir tratados que la afiancen, servir de consejero
en conflictos internacionales é internos, aclarar todas las dudas y
conciliar las diferencias.

El concierto y la convencion sobre continjentes de ejército y marina
son, á la verdad, documentos inmeditados. Ellos se ocupan de la
distribucion de fuerzas, de las operaciones militares probables en caso
de ser invadida una de las repúblicas aliadas y de los contingentes que
cada potencia debe tener en pié de guerra.

El fracaso de la primera reunion internacional efectuada en Panamá no
desconcertó á los pensadores, que continuaron prestigiando la idea de la
union.

       *       *       *       *       *

Con fecha 13 de Marzo de 1831 circuló una invitacion del Gobierno de
Méjico á las repúblicas hermanas, con ese objeto.--Aunque las
contestaciones se hicieron esperar, ellas fueron favorables, pero solo
en el año 1847 consiguió reunirse en Lima el nuevo Congreso. Eran
representantes, de Chile Don José Benavente, de Bolivia Don José
Ballivian, de Nueva Granada Don Juan Francisco Martin, del Ecuador Don
Pablo Merino y del Perú Don Manuel Ferreiros.

Se nota en este Congreso, como en el anterior, la ausencia de
plenipotenciarios de varias repúblicas americanas; y aunque en las
sesiones se determinó que los actos sancionados se someterian á las
naciones no representadas por si querian darles su adhesion, esa falta
hacia suponer desde el principio que el éxito no coronaria los
esfuerzos diplomáticos.

Los trabajos realizados--un tratado de confederacion, uno de comercio y
navegacion, una convencion consular y otra de correos--son, sin embargo,
muy importantes.

Parece indudable que provocó ó al ménos precipitó la reunion de este
Congreso, la noticia de haber meditado España un plan de reconquista,
para lo cual, segun nota del Consul del Ecuador en Carácas á su
Gobierno, de fecha 17 de Noviembre de 1847, aquel Gobierno habia enviado
al traidor americano Juan José Flores con la mision de producir
movimientos anárquicos en la antigua Colombia.--Una vez obtenido el
propósito encomendado á Flores, dominaria los tres Estados y formaria de
ellos un imperio, presentando como pacificador al nueva monarca.

El 8 de Febrero de 1848 se firmó en Lima el Tratado de Confederacion.
Por él las altas partes contratantes se unen, ligan y confederan para
sostener la soberania é independencia de cada una de ellas; y con ese
fin y el de impedir que se les infiera ultrajes indebidos, se auxiliarán
con todos los medios de que puedan disponer.

Para facilitar esta alianza se mencionan las circunstancias en que debe
considerarse llegado el _casus foederis_.

Además, se enunciaron algunos principios que posteriormente han tomado,
por así decir, el carácter de leyes.--Tal es la designacion del _uti
possidetis_ de 1810, es decir, el derecho de posesion que cada seccion
del continente tenia, en la época en que la revolucion produjo el cambio
político, como base de la demarcacion territorial en la América
española. Conciliando la ventaja de conservar á cada nacion los
territorios que tenia cuando surjió á la vida independiente y la defensa
de los límites arcifinios, con perfecto acierto señalados por el rey
Cárlos III, este principio simplifica por completo las cuestiones de
límites y su adopcion acerca el dia en que desaparezcan las causas de
rompimiento entre unas y otras repúblicas:

En los protocolos de las conferencias se observan tambien dos
proposiciones rechazadas ambas en nombre del principio de la no
intervencion. La primera, del plenipotenciario de Bolivia acordando al
Congreso la facultad de tomar las medidas que creyese oportunas para
protejer al gobierno constitucional de una de las repúblicas aliadas,
cuando fuese contrariado por una revolucion que tienda á echarlo por
tierra y á suplantarlo por un gobierno no constitucional; la otra de los
plenipotenciarios del Perú y del Ecuador para exijir á todas las
repúblicas la conservacion del sistema democrático.

Los mismos plenipotenciarios firmaron otro tratado de comercio y
navegacion y convenciones consular y de correos. Estos convenios
obedecen á los principios generales de la época y no contienen ninguno
especial de carácter americano.

Parece inútil agregar que si los convenios celebrados en este Congreso
fueron estériles, ello se debe á la desidia de los gobiernos, que no
por otra causa se dejaron aquellos documentos sin ratificacion y se
miraron con desprecio tan laboriosos trabajos.



CAPÍTULO III

CONGRESOS


Bien pequeña debia ser la causa que motivara durante el año 1856 la
reunion de un Congreso en Santiago de Chile: las espediciones que
realizaba con éxito en las costas de Méjico y Centro-América el audaz
filibustero Walker. Asi, solo concurrieron los Señores: Don Cipriano de
Zegarra, Encargado de Negocios del Perú, Don Antonio Vera, Ministro de
Relaciones Esteriores de Chile y Don Francisco Javier Aguirre, Ministro
Plenipotenciario del Ecuador. Dichos representantes firmaron el 15 de
Setiembre de 1856 el Tratado Continental.

En el preámbulo de este pacto se nota que su objeto fundamental es
cimentar en sólidas bases la union de la gran familia americana. Con la
mira de dar por esa union desarrollo y fomento al progreso moral y
material de las diversas repúblicas, mayor impulso á su prosperidad y
engrandecimiento, asi como mayores garantías á su independencia y
soberanía, determinan las partes contratantes hacer estensivo el tratado
á los demas Estados hispano-americanos y al mismo Imperio del Brasil si
resuelven adherirse á él.

Con algunas diferencias confirma este documento los principios
proclamados en las asambleas de 1826 y 1847.

El Gobierno del Perú tomó sobre sí la tarea de solicitar la adhesion de
los demas Estados Americanos á los pactos firmados en Santiago, cuyas
ratificaciones debian ser canjeadas ocho meses despues en la misma
ciudad.

El Señor Buenaventura Seoane, Plenipotenciario de aquella nacion
en el Imperio del Brasil y en las repúblicas del Plata, pasó una
nota diplomática á los gobiernos ante los cuales estaba acreditado,
solicitando su aprobacion al tratado que el Congreso habia formulado.

El Gobierno Argentino se negó á prestar su conformidad y el Ministro
de Relaciones Esteriores Doctor Don Rufino de Elizalde contestó al
Señor Seoane esplicando en una larga y luminosa nota los motivos en que
fundaba su negativa.

En síntesis ese documento demuestra ideas localistas y, una vez mas,
la constante indiferencia con que los hombres públicos de la América
hispana miran todo lo que importa alguna trascendencia en materia de
política internacional.--Es cierto que el doctor Elizalde impugna con
lucidez y justicia los detalles del Tratado, alejado de los propósitos
en vista al inmiscuirse en cuestiones de derecho internacional privado;
que nota con perfecta razon la falta de ciertos principios adelantados,
como el de la libre navegacion de los rios proclamado por la República
Argentina y hace constar que la proteccion concedida á todos los
estrangeros en nuestro país inutiliza las ventajas consignadas para los
americanos en el Tratado; pero estas son cuestiones que no afectan al
punto fundamental, la Union Americana.

Si el Gobierno Argentino no tenia motivos para admitir la existencia
de una amenaza, es porque no consideró que el débil siempre está
amenazado por el fuerte, mucho mas cuando el mismo Doctor Elizalde no
desconoce, aunque él los considera hechos aislados, que á veces se
han cometido injusticias de parte de los gobiernos europeos contra
los americanos.--En política no hay hechos aislados y las causas mas
pequeñas suelen tener á veces los efectos mas trascendentales.

Es muy razonable observar que no debemos buscar antagonismo con la
Europa sino al contrario asimilarnos todos sus adelantos en lo que
se refiere á las ciencias, á las artes y las industrias; pero eso no
quiere decir que, ni el orden social ni en el orden político, pueda
ningun pueblo de la tierra formar con nosotros vínculos que asuman
tanta importancia como aquellos que nos unen á los que confundieron
con nosotros su enerjía y sus ideas en los preliminares de la gran
revolucion que nos dió libertad y su sangre en los campos de batalla
conquistando glorias que son comunes á todos.--En Europa estarán
nuestros maestros, pero en América están nuestros hermanos.

El Gobierno de Colombia no concedió tampoco su adhesion al pacto
firmado en Santiago; pero haciendo las mayores demostraciones
de confraternidad americana, manifestó que solo lo hacia por
inconvenientes de mera forma.

El mal éxito del tratado tripartito debe mostrarnos que no es al amparo
de impresiones transitorias, ni para reprimir las agresiones de un
pirata afortunado, que debe formarse el Congreso destinado á dar cima á
la gran aspiracion del pueblo americano.

       *       *       *       *       *

Por iniciativa del Perú vuelve á reunirse en Lima el año de 1864, un
Congreso compuesto de plenipotenciarios de las repúblicas hermanas.

La nota que el Señor Don Juan Antonio Riveiro, Ministro de Relaciones
Esteriores de aquel país, pasó á los diversos gobiernos invitándolos á
enviar sus representantes, es un documento notable.--Contiene todo un
programa para hacer fructífero el pensamiento tantas veces formulado de
la union americana; y entre otras observaciones importantes se nota
esta: «los resultados de la emancipacion y la existencia del sistema
democrático vendrian á ser, andando los tiempos, menos fructuosos de lo
que debian, si con la union no se afirman las instituciones y con la
solidaridad de miras, de intereses y de fuerzas no se imprime al
Continente una fisonomia peculiar y se dá respetabilidad á los derechos
adquiridos á costa de tantas y tan variadas proezas ejecutadas en la
guerra santa de la independencia.»

El Gobierno de Chile acepta la invitacion del Perú y aplaude su
iniciativa, pero exije para que se inicien las conferencias la
invitacion general á todos los Estados de la América, porque teme que
proceder á la reunion del Congreso sin la asistencia de los
representantes de todas las repúblicas hispano-americanas, del Imperio
del Brasil y de los Estados Unidos del Norte, frustrará los resultados
que se esperan de esta asamblea.

Las observaciones del Gobierno de Chile son justas en la que se refiere
á los Estados Unidos; pero en manera alguna es prudente, ni siquiera
lójico, hacer estensiva al _Imperio_ del Brasil la invitacion de tomar
parte en un Congreso destinado á debatir los intereses de la democracia.
Todos los problemas, sociales ó políticos, que hayan de dilucidarse en
América deben estar y están sujetos á ese principio; las deliberaciones
de sus futuros destinos deben tener lugar bajo los pliegues de la
bandera republicana.

La República de Bolivia acepta tambien con entusiasmo la idea del
Congreso, observando que, para no inspirar recelos á naciones estrañas,
se debe manifestar que no se forma con tendencias hostiles ni miras
esclusivistas.

El Gobierno de Colombia aplaude y acepta la formacion del Congreso,
pero en oposicion al de Chile, opina que no se debe invitar á los
Estados Unidos, porque es pública la neutralidad política que profesa
y practica la gran nacion del Norte con respecto á las repúblicas
hispano-americanas. Cree tambien que no debe hacerse una cuestion
precisa de la representacion en el Congreso del Imperio del Brasil,
haciendo notar con muy justa razon que la fraternidad de los pueblos
americanos viene de la identidad de sus _aspiraciones_.

Esta vez son pocas las escepciones y la mayor parte de los Estados
Americanos responden con real entusiasmo á la circular del Señor Riveiro
y envian sus representantes al Congreso, el cual inauguró sus sesiones
preparatorias el 18 de Octubre de 1864 con la asistencia de los
plenipotenciarios siguientes:--de Bolivia, Don Juan de la Cruz
Benavente; de Guatemala, el general P. A. Herran; del Perú, Don José G.
Paz Soldan; de Chile, Don Manuel Mont; de la República Argentina, Don
Domingo Faustino Sarmiento; de Colombia, Don Justo Arosemena; del
Ecuador, Don Vicente Piedrahita; de Venezuela, Don Antonio L. Guzman.

Se firmaron en esta Asamblea cuatro tratados: uno de union y alianza,
otro sobre conservacion de la paz, otro de comercio y navegacion y uno
de correos.

El primero de estos pactos establece de nuevo la alianza internacional
americana con el propósito de afianzar la paz entre las diversas
secciones del continente, de proveer á su seguridad esterior y de
garantizar mútuamente su independencia.--Esta alianza producirá efecto
en los casos que consistan: 1º En actos dirijidos á privar á alguna de
las partes contratantes de secciones de su territorio.--2º En actos
dirijidos á anular ó variar la forma de gobierno, la Constitucion ó las
leyes de cualquiera de ellas.--3º En actos dirijidos á someter á
cualquiera de las partes á protectorado ó á establecer sobre ella
superioridad ó preeminencia que menoscabe su soberania.

Las partes contratantes tendrán la libre apreciacion sobre el _casus
foederis_ y una vez declarado todas se comprometen á cortar sus
relaciones con la potencia agresora.

El tratado sobre conservacion de la paz establece la prohibicion de
recurrir á las armas para arreglar las diferencias internacionales y el
juicio arbitral cuando esas controversias no puedan dilucidarse de otro
modo.--Cada parte se obliga á impedir que en su territorio se preparen
elementos de guerra para abrir hostilidades contra cualquiera de las
otras y que los emigrados políticos abusen del asilo conspirando contra
el país de su procedencia.

El tratado de comercio y navegacion establece la libertad de comercio,
la igualdad recíproca de garantías y derechos para los nacionales,
buques y mercaderias de las partes contratantes, un sistema uniforme de
pesos y medidas y una unidad monetaria igual en peso, diámetro y ley á
la de cinco francos en el sistema francés.

El tratado de correos establece la exoneracion de todo derecho de porte
á los pliegos oficiales de gobiernos, ajentes diplomáticos y jueces de
los Estados signatarios, asi como á los periódicos y folletos de todo
género. Esta última estipulacion, liberal y progresista, pudo producir
resultados muy benéficos, pues el cambio facilitado de la idea traería
la union intelectual precursora, sin duda, de toda union social,
política ó económica.

Como siempre, muy pocos de los gobiernos representados en este
Congreso honraron con su aceptacion los documentos firmados por sus
plenipotenciarios; y como á menudo se juzga de la bondad de una
causa por el éxito práctico que ella alcanza, este último fracaso
desprestigió la idea de Bolivar sin entibiarse por eso el sentimiento
de la América que le es favorable.

       *       *       *       *       *

La convocatoria del Perú para el Congreso de Juristas no espresa ya la
idea de establecer principios de derecho público que sirvan para
realizar la liga; se trata ahora de uniformar los principios del derecho
internacional privado entre las diversas repúblicas hispano-americanas.

Si esa uniformidad de principios que se busca no fuera la base de la
union deseada, el americanismo de esta reunion se observaria en la
concurrencia de un plenipotenciario representante de la revolucion
cubana, reconocido por el Gobierno del Perú, tácitamente por los demás
plenipotenciarios y con prudentes reservas por el Ministro Arjentino.

El Congreso se reunió en Lima el 3 de Diciembre de 1877, aniversario de
la batalla de Ayacucho, con asistencia de los plenipotenciarios
siguientes: Dr. Antonio Arenas por el Perú y Costa Rica, José E. Uriburu
por la República Argentina, Joaquin Godoy por Chile, Zoilo Flores por
Bolivia, Miguel Rio Frio por el Ecuador, Pedro Naranjo por los Estados
Unidos de Venezuela, Tomás Lama por Guatemala y Francisco de P. Bravo
por Cuba y la República Oriental del Uruguay.

Un año despues de instalado este Congreso se firmó el tratado para
establecer en América reglas uniformes sobre Derecho Internacional
privado. Ese trabajo fundamental determina á qué competencia ha de
someterse el juicio de los derechos referentes á las personas, los
bienes y los actos de los estranjeros en el continente.

La nota con que el Señor Arenas acompañaba el Tratado á las repúblicas
signatarias contiene notables comentarios á los trabajos del Congreso y
pueden en ella observarse los motivos científicos de cada una de las
estipulaciones de este pacto.--Termina ese importante documento con las
siguientes palabras: «Lo que antes parecia una ilusion ha comenzado á
realizarse. Las repúblicas signatarias han levantado una bandera de
alianza pacífica, van unidas y con ánimo sereno en pos de su prosperidad
y hay la esperanza de que las demas repúblicas hermanas las acompañen en
una empresa tan laudable.--Esa union, andando el tiempo, dará grandes
resultados, aumentará nuestro crédito esterior, facilitará el desarrollo
de todos los elementos reparadores que hay en nuestro suelo,
perfeccionará de una vez nuestras instituciones y al fin llegará el dia
en que, como lo han vaticinado algunos de nuestros hombres públicos, la
América tranquila y feliz sea la pátria comun de todos los americanos.»

El segundo trabajo del Congreso fué el Tratado de Estradicion que se
firmó en Marzo de 1879.

Esta asamblea tenia el propósito de uniformar en lo posible la
lejislacion mercantil de la América y de redactar un tratado especial
estableciendo de un modo solemne y definitivo el principio del
arbitraje para resolver todo jénero de cuestiones entre las repúblicas
signatarias. Por desgracia, en Febrero de 1879 tuvo lugar la ocupacion
de Antofagasta por tropas chilenas, iniciándose la guerra fratricida del
Pacífico, luctuoso acontecimiento que puso término á los trabajos del
Congreso de Juristas con tanto éxito iniciados.

       *       *       *       *       *

La guerra continuaba en el Pacífico. Sin embargo, la República de Chile
firmaba el 3 de Setiembre de 1881, por medio de su representante en
Bogotá el Señor Francisco Valdez Vergara, una convencion sobre
conservacion de la paz con los Estados Unidos de Colombia.

Segun este pacto, ambos paises contraen la obligacion de someter á
arbitraje toda controversia ó dificultad que pueda suscitarse;
determinan que la designacion del árbitro será hecha en un convenio
especial en que tambien se esprese la cuestion en litigio y el
procedimiento á observar en el juicio y convienen en que sea árbitro
plenamente autorizado el Presidente de los Estados Unidos si se opone al
convenio especial cualquier obstáculo.

Esta última estipulacion produjo muy buen efecto en aquel país segun lo
manifiesta, dirigiéndose al Secretario de Relaciones Esteriores de
Colombia, el Ministro Residente en Bogotá Señor Ernest Dichman.
Trascribo á continuacion los párrafos de su nota diplomática:

«La negociacion del Tratado para la conservacion de la paz entre las
Repúblicas de Colombia y Chile, concluido entre el Encargado de Negocios
de este pais y usted, fué puesta por mí en conocimiento de mi Gobierno,
y me es sumamente grato informar á usted que esta noticia se ha recibido
en Washington con sentimientos de viva satisfaccion, porque revela de
parte de Colombia, no solamente el deseo de mantener y fortalecer las
relaciones de paz y benevolencia con el Gobierno de Chile, sino su
adhesion al gran principio de arbitramento en el arreglo de las
disidencias internacionales, principio cuya aplicacion se consignó en el
referido Tratado como el único medio adoptable en cualesquiera
emergencias entre los Estados cosignatarios. Asimismo, la designacion de
árbitro, entre ellos, hecha en el Presidente de los Estados Unidos, para
ciertos casos, se ha aceptado como manifestacion de aquella confianza en
la amistad imparcial del Gobierno de los Estados Unidos para con las
Repúblicas hermanas del Continente americano; amistad de que mi Gobierno
ha tenido orgullo en dar pruebas manifiestas siempre que se ha
presentado la ocasion, y en fortalecer por su constante ejemplo de buena
voluntad é interés benévolo en su bienestar.»

En el convenio que nos ocupa se proponia tambien celebrar en oportunidad
con las otras naciones americanas convenciones análogas, á fin de que
la solucion de todo conflicto internacional por medio del arbitraje
llegara á ser un principio de derecho público americano.

Se supone la satisfaccion con que fué recibida en América la
convocatoria del Presidente de Colombia hecha con ese objeto,
especialmente por la República Argentina, cuya política séria y
fraternal se señala á la consideracion del mundo.--El Dr. D. Bernardo de
Irigoyen, Ministro de Relaciones Esteriores de esta República, contestó
á la circular del Dr. Nuñez en un documento notable y en él hace constar
que en mas de una oportunidad el Gobierno Argentino, aun con perjuicio
de derechos incontestables, ha sometido sus controversias á esa noble y
humanitaria aspiracion de la época.--Observa, no obstante, al notar con
entera justicia que la estipulacion solemne del arbitraje entre Chile y
Bolivia no ha impedido una lucha desastrosa para ambos pueblos, que el
programa enunciado debe ampliarse, desautorizando las tentativas de
anexiones violentas y resguardando las nacionalidades americanas de
segregaciones parciales.

La nota en que el Señor Santa Maria, Ministro de Relaciones Esteriores
de Colombia, invitaba á las demas naciones americanas para la formacion
del Congreso, espresaba que naciones como las nuestras, soberanas de
inmensos territorios, no debian arruinarse ni deshonrarse con guerras
sangrientas por porciones de tierra inhabitada y en muchos casos
inhabitable, que para la causa de la civilizacion y de la humanidad en
América lo mismo es en definitiva que pertenezcan á una nacionalidad ó á
otra.

Estas palabras parecen envolver la idea de que haya en América
territorios que puedan ser considerados _res nullius_, principio que
rebate el Dr. Irigoyen protestando contra toda vacilacion á ese respecto
y manifestando que el único medio de conservar la paz es el de uniformar
los esfuerzos de todos los gobiernos para que se considere la verdad
histórica y la justicia como único oríjen del dominio territorial.

Con pena es necesario consignar aquí la poca sinceridad política del
Gobierno de Chile.--Parece que era conveniente para los intereses de
aquella república la convencion parcial con la de Colombia y que no lo
era el hacerla general con todos los Estados de la América hispana.
Desde el momento en que el Dr. Nuñez pensó hacer estensivas á las demás
repúblicas las ventajas del principio consignado en el pacto con Chile,
todos los trabajos de sus diplomáticos fueron tendentes á evitar la
reunion internacional que se proyectaba en Panamá, propósito que
lograron impidiendo la concurrencia de plenipotenciarios del Ecuador y
de todas las repúblicas de Centro-América.

Esto, como es natural, alejó á los gobiernos de Méjico, la República
Argentina y Venezuela que no veian ya en la reunion proyectada las
garantias de sinceridad y éxito que, despues de tantos descalabros, debe
buscarse en toda reunion internacional americana.

Las dificultades de la respectiva organizacion en unos casos, los
intereses privados de una seccion en este último, he ahí las causas que
se han opuesto á la prosecucion de los elevados fines de la
confraternidad americana; mas á través de los desastres referidos, se
descubre en algunos gobiernos y en todos los pueblos un sentimiento
perenne de simpatia hácia la liga.

Ella se efectuará, pues, tarde ó temprano por que, como dijo el Abate de
Pradt, la reclaman altos intereses que están en la naturaleza de las
cosas y que no tienen otro antagonismo que preocupaciones ó ideas
localistas.

Existen en América, hay que confesarlo, hombres públicos que guiados por
el _interés_ individual ó sujetos á miras estrechas, representan la
subdivision y desean el desmembramiento de los grandes Estados; pero
ellos tendrán que luchar con los propagandistas del gran pensamiento,
quienes llevan la ventaja de interpretar cumplidamente los intereses
sociales del nuevo mundo y el sentir de sus habitantes.

Estos hombres, los que combatieron en Colombia y en Centro-América por
la reconstruccion de la antigua pátria, los que en la República
Argentina contrariaron la separacion del Estado de Buenos Aires y
dándole su capital definitiva en 1880 consolidaron su gran nacionalidad,
son los que están llamados á representar la union en América, donde mas
que en ninguna otra parte es indispensable hacer práctica esa
inclinacion filosófica de la humanidad.



CAPÍTULO IV

INTERVENCIONES


Para no mencionar los infinitos atropellos y repetidas violencias que
los gobiernos de Europa han cometido, abusando de su fuerza, contra las
pequeñas nacionalidades formadas el año 1810 en el territorio
continental americano que fué en un tiempo colonia española, concretaré
este capítulo al estudio de las intervenciones que pudieron tener
trascendencia perjudicial á la soberania é independencia de las mismas ó
al réjimen político que adoptaron.

La primera de ellas, incompetentemente iniciada durante el reinado de
Luis Felipe por Monsieur Roger, Vice Cónsul francés en Buenos Aires, no
produjo resultado alguno satisfactorio á la potencia interventora que,
segun parece, no lo buscaba tampoco.--Ha sido, en efecto, una política
muy comun en los gobiernos de Francia, la de crear complicaciones
internacionales cuando las evoluciones de la lucha interna han puesto en
peligro su propia existencia: asi sucedió en esta ocasion y mas tarde en
Méjico. Es verdad que se buscaron siempre enemigos que, dando pábulo á
las crónicas y desviando el entusiasmo de las facciones, no crearan por
su poder problemas de solucion incierta en lo futuro.

La escuadra francesa que fué á Buenos Aires y efectuó el bloqueo de la
ciudad para imponer al gobierno el pago de las indemnizaciones exijidas
á la República por muchos súbditos de S. M., á mérito de perjuicios
sufridos durante la tiranía en sus personas y en sus bienes, debia
sostener las pretensiones entabladas por Monsieur Roger; pero este
agente, con su precipitacion, autorizó á Rosas para impugnarle su
conducta, haciéndole notar que él solo podia jestionar en asuntos de
comercio y que el Gobierno de la Nacion Argentina no se encontraba
dispuesto á tratar de las reclamaciones entabladas por los súbditos
franceses sino con un representante diplomático plenamente autorizado
para ello.--El Rey de Francia envió entónces como Cónsul General y
Encargado de Negocios al Señor Buchet de Martigny, funcionario que en
vez de entablar negociaciones promovió la coalicion entre las tropas
francesas y los disidentes argentinos al mando del General Juan Lavalle,
bien persuadido, por cierto, de que el bloqueo era ineficaz y de que se
requeria el apoyo de los revolucionarios patriotas para obtener algun
resultado.

El convenio que consigna esta alianza, firmada de una parte por el Señor
Buchet de Martigny y de otra por los señores Julian S. Agüero, Juan J.
Cernadas, Florencio Varela, Ireneo Portela, Valentin Alsina, y Gregorio
Gomez, representantes en Montevideo de la resistencia contra Rosas,
espresa que los sucesos del bloqueo han producido una alianza de hecho
entre los agentes de los ciudadanos argentinos armados contra el tirano
y los de S. M., alianza que ha sido confirmada por el General Juan
Lavalle en Julio de 1839 y _ratificada_ por Thiers, Presidente del
Consejo, _en su discurso_ en la Cámara de Diputados el 28 de Abril de
1840.--No obstante esto, se agrega que para dar al pacto toda la
_regularidad_ posible los representantes mencionados convienen:

En que el Señor Buchet de Martigny se trasladará á Buenos Aires en su
carácter diplomático cuando se derroque al tirano Rosas y presentará al
nuevo gobierno una declaracion concebida mas ó menos asi: El bloqueo y
sus desagradables consecuencias no se han dirijido contra los ciudadanos
sino contra el gobierno del tirano y esto mismo con el único objeto de
indemnizar los perjuicios causados á los súbditos franceses y de impedir
las crueldades del tirano contra los mismos.

A tal declaracion el gobierno provisorio contestará estendiendo un
decreto en el cual se esprese que hasta la terminacion de un tratado de
amistad con la Francia los súbditos de S. M. serán considerados como los
de la nacion mas favorecida y que _se reconocerá_ la legitimidad de las
reclamaciones en favor de los que fueron perjudicados durante la
tiranía.

Las irregularidades de este pacto y la _ratificacion_ hecha de palabra
en un Parlamento, tenian que traer como desenlace natural el abandono de
los patriotas.--Cuando menos se pensaba llegó al Rio de la Plata el
Almirante Mackau, quien con especiales instrucciones de su gobierno,
propuso al Dictador las conferencias que dieron por resultado el
convenio de 29 de Octubre de 1840 y la inmediata evacuacion de las
tropas francesas.

Los patriotas íntegros y entusiastas que buscaban una solucion al
conflicto de la pátria en la alianza estranjera, se vieron obligados,
por la fuerza de los sucesos, á prescindir de ella y á buscarla, donde
únicamente podia encontrarse, en el empeño noble y ardoroso de sus
conciudadanos.

La historia les disculpa su grave error en atencion á la solemnidad de
las circunstancias, á los actos odiosos de la tiranía y á la sinceridad
de sus propósitos.

Es fuera de duda, por lo demas, que ellos mismos no dejarian de pensar
con espanto en las consecuencias de su impremeditada actitud, muy
especialmente si presenciaron, pocos años despues de derrocado el
déspota por la valiente perseverancia de los argentinos, la intervencion
de varias potencias europeas en el antiguo reino de Nueva España. Allí
tambien los soldados de Francia buscaron la alianza de una fraccion
política para imponer á la otra un sistema de gobierno en abierta
oposicion á sus prácticas é instituciones!--Á la verdad, ¿quién puede
prever lo que hubiera acaecido en la República Argentina con el triunfo
del ejército de Lavalle _coadyuvado por las tropas francesas_?--Tal vez
reclamaciones mayores é intervenciones mas directas en nuestros asuntos
propios.

La segunda intervencion que tuvo lugar en el Rio de la Plata, realizada
en comun por Francia é Inglaterra, fué solicitada de ámbas potencias
por el Vizconde de Abrantes, embajador brasileño. Este diplomático
procuraba demostrar que la proteccion concedida por Rosas al General
Oribe, jefe de uno de los partidos que luchaban en la República Oriental
del Uruguay, ponia en peligro la independencia de ese país; solicitaba,
en consecuencia, el cumplimiento de la cláusula que contiene el tratado
firmado el año 1828 entre el Imperio del Brasil y la República
Argentina, por la cual Francia é Inglaterra garantizan la independencia
de la mencionada república.

Sin darse á la cuestion la importancia que pretendia el Brasil y
atribuyéndole mucha al hecho de una recíproca alianza, en momentos de
conflicto para el viejo mundo, la intervencion anglo-francesa en el Rio
de la Plata se efectuó mas por intereses de política europea que por dar
cumplimiento á las estipulaciones del tratado de 1828.

No es estraño, pues, que no teniendo bandera la intervencion, ni objeto,
ni propósito, desde que poco podia importarles á esas potencias que
gobernara Oribe ó que mandara Rivera, el resultado de ella fuera el
reconocimiento de todos los derechos sostenidos por el Dictador Rosas y
la evacuacion incondicional de los buques que efectuaban el bloqueo.

Las fuerzas anglo-francesas, despues de saludar el pabellon argentino
con 21 cañonazos, se retiraron sin haber obtenido otro resultado que
afianzar la tiranía sangrienta de Juan Manuel Rosas y poner una rémora
al progreso de un país tan rico y al desarrollo de su comercio.

Los Estados Unidos no tomaron participacion alguna en el
desenvolvimiento de estos sucesos, presumo que por no serles simpática
la idea de entablar negociaciones ni con unos ni con otros: con los
aliados, por significar la intervencion de Europa en los asuntos de
América, hecho que es proverbialmente odioso al país; con Rosas, por la
condicion cruel y salvaje de su gobierno.

       *       *       *       *       *

La mas desoladora y continuada anarquía fué el inmediato fruto que
cosechó la República Mejicana de su independencia. Desde que Iturbide
fundó su efímero imperio hasta que tuvo lugar la intervencion que
llevaron á su suelo las potencias aliadas, España, Francia é Inglaterra,
ningun gobierno habia consolidado un órden de cosas estable, ninguno
habia creado siquiera los medios de hacer práctica su accion. En tales
circunstancias las naciones forman deudas: no las cubren. El motivo real
de la intervencion emana de ahí, por mas que se hiciera aparecer
entónces como pretesto de ella el deseo de hacer indemnizar á los
extranjeros residentes allí los perjuicios que las tropelías y ultrajes
de los caudillos de barrio les habian ocasionado.

La convencion entre las tres mencionadas potencias, firmada en Lóndres
el 31 de Octubre de 1861, manifiesta esplícitamente que ellas asumen tal
actitud porque se ven obligadas á exigir de las autoridades de Méjico
una proteccion mas eficáz para las personas y bienes de sus súbditos,
así como el cumplimiento de las obligaciones contratadas por la
República.--Los plenipotenciarios, despues de canjearse sus respectivos
poderes, convinieron en que las potencias aliadas enviarian á las costas
de Méjico fuerzas de tierra y mar combinadas, que apoderándose de las
fortalezas y posiciones del litoral mejicano impusieran al gobierno su
línea de conducta. Espresaban en las cláusulas del tratado, que los
comandantes de esas fuerzas podrian tomar todas las determinaciones que
fueran necesarias para garantizar la propiedad y asegurar la vida de los
súbditos de los aliados, comprometiéndose, además, los contratantes á no
ejercer en los asuntos interiores de Méjico ninguna influencia destinada
á contrariar el derecho que la nacion tiene de constituir su propio
gobierno.--Agregaban, finalmente, que no siendo esclusivistas y sabiendo
que los Estados Unidos tenian tambien reclamaciones que hacer valer, se
obligaban á enviar á Washington una cópia de la convencion, sin
determinar, sin embargo, que se suspendieran los efectos del pacto hasta
la accesion de esta última potencia, indudablemente por temor á los
obstáculos que en nombre de los intereses americanos opondria á la
espedicion proyectada su ya no despreciable poder.

Apenas conocido el pacto de estas potencias en Estados Unidos, el Señor
Seward, Ministro de Relaciones Esteriores, significó á los tres aliados
que se adelantarian á Méjico las cantidades necesarias para cubrir su
deuda, agregando, al mismo tiempo, que aquella república habia aceptado
ya la mediacion propuesta obligándose al pago con la fé pública y la
desamortizacion de los bienes de la Iglesia.

Francia contestó que se equivocaban _los motivos que habia para
apoderarse de los puertos de la República_;--Inglaterra que la cuestion
de interés era solo uno de los cargos contra Méjico.

Las connivencias de los aliados tenian lugar á despecho de la
declaracion que habia pronunciado el 19 de Enero de 1821 á nombre de la
Gran Bretaña, Lord Castlereagh: «Si las evoluciones políticas que se
producen en un país pueden crear un _derecho de intervencion_, solo
puede eso admitirse cuando la seguridad y los intereses esenciales de
los Estados interventores estén amenazados de una manera séria y exista
una necesidad imperiosa y urgente».

Todo esto prueba que la proteccion á los súbditos perjudicados era solo
un pretesto, reservándose cada potencia la secreta esperanza de cambiar
el sistema del gobierno mejicano en provecho propio.

España, precipitando los sucesos, dió á conocer primero sus planes, pues
aun cuando los plenipotenciarios respectivos Lord Russell, Javier de
Isturitz y Monsieur Flavaut, al formar el convenio aludido estipularon,
como es natural, que se buscarian los medios de espedicionar de comun
acuerdo, tropas enviadas de la Habana operaron separadamente y ocuparon
á Vera Cruz.--A las reclamaciones de los otros aliados contestó el
Ministro de Relaciones Esteriores de España, Señor Calderon Collantes,
mencionando que su procedimiento aislado se esplicaba por haber llegado
tarde á la Habana la órden de suspender la salida de la espedicion. No
dice, lo que es óbvio, que existia con anterioridad la órden de
enviarla. Este hecho y algunas revelaciones de la época, prueban que el
interés de España en la contienda era muy distinto del que indicaban sus
ministros y encubria un designio semejante al que despues practicó
Francia con mejor éxito. Se dijo que pretendia fundar una monarquia en
Méjico adjudicando el trono á Don Sebastian, tio de la reina.

La espedicion combinada de Francia é Inglaterra se incorporó mas tarde á
las fuerzas españolas, operando todas ellas conjuntamente á las órdenes
del general Prim.

Ostensiblemente, no existia el propósito de derrocar al gobierno de
Juarez sino el de conminarlo al cumplimiento de las obligaciones
contraidas y á la indemnizacion de los perjuicios sufridos por los
respectivos súbditos; pero las intenciones ocultas de los invasores
debian ser conocidas con la llegada al campamento del general mejicano
Almonte, traidor que habia sostenido en Europa la conveniencia de crear
en su pátria un Imperio, llegando á ofrecerle la corona, en
representacion del partido conservador, al Archiduque de Austria.--El
Presidente Juarez se quejó de que se autorizara la presencia de un
revolucionario en el territorio mejicano y solicitó su espulsion.--Los
españoles, desconcertados en sus planes por las ambiciosas miras de
Francia y los ingleses, sinceros en esta ocasion, encontraron razonable
la exijencia de este magistrado.

En cuanto al General francés Forey, fué insolente en su contestacion y
en su conducta arbitrario; dijo que el Señor Almonte era un proscrito y
que la bandera francesa siempre protegia bajo sus pliegues á los
desgraciados.

Despues de este incidente, las tropas españolas é inglesas se retiraron
y las francesas continuaron la campaña interventora ejerciendo todo
género de crueldades contra los nacionales que pretendian poner un dique
á su irrupcion y ocupando militarmente á Puebla, Orizaba y la capital.

Por entonces manifestó Napoleon III cuales eran sus ideas respecto á la
invasion que habian practicado sus tropas en el nuevo mundo. En carta
dirijida al general Forey espresaba que tan inusitada intervencion
respondia: 1º Á poner un obstáculo á la absorcion de esa parte de
América por los Estados Unidos--2º Á impedir que la gran confederacion
anglo-sajona llegara á ser la única intermediaria para el comercio del
continente norte-americano--3º Á restablecer el prestijio de la raza
latina en América.--4º Á acrecentar la influencia de Francia por medio
del establecimiento en Méjico de un gobierno mas simpático á sus
intereses.

Si el documento que contiene tan atrevidos conceptos no fuera privado,
pareceria hasta inverosímil que un monarca europeo tuviera la audacia de
insinuar su intencion de cambiar el sistema de gobierno en un pueblo
amigo, á mérito de restablecer el prestijio de la raza latina! Como si
tal prestijio pudiera alcanzarse buscándolo en el pasado y no en el
porvenir, en instituciones y en prácticas contrarias al progreso y no en
aquellas que siguen su camino de adelantos para responder á aspiraciones
que son tambien las del pueblo frances: _la libertad, la igualdad, la
fraternidad_.

Calumnia Napoleon á los Estados Unidos al manifestar el temor de que
estos absorban á las demas naciones de América; pero aunque así no
fuera, siempre su observacion se miraría como impertinente y ridícula,
pues llegado el caso, seguramente muy remoto, de que los Estados
Americanos se sometieran á un poder estraño, preferirian subordinarse al
sistema republicano federal de Washington antes que al centralista de
Paris.

Pueden aparecer en la república modelo gobernantes ó muy torpes ó
demasiado ambiciosos para buscar en la conquista el engrandecimiento de
su pátria; mas ¿en qué puede afectar eso á los vecinos, si el carácter y
la índole de aquel pueblo lo alejan de la violencia y le inspiran el
deseo y el interés, que impone á sus mandatarios, de influenciar tan
solo con sus ideas y sus prácticas?

Cuando la bandera francesa flameaba en los edificios públicos de la
capital mejicana, Maximiliano, que habia rechazado las proposiciones de
Almonte, obedeció las insinuaciones de Napoleon y renunciando á todos
sus títulos y derechos como principe austriaco aceptó el Imperio, si
bien bajo la condicion de que el cambio de gobierno fuera solicitado por
la mayoria de la nacion.--Entonces se produjo esa farsa de adhesiones y
de llamadas que, bajo la presion de las bayonetas estranjeras y las
inspiraciones de los cabecillas del partido reaccionario, dió por
resultado el viaje del nuevo monarca á Méjico, donde llegó, acompañado
de su esposa, el 29 de Mayo de 1864. La apoteosis de que fué objeto, en
medio de arcos de triunfo y de entusiasmo comprado á peso de oro,
engañaron por completo á Maximiliano, haciéndole concebir ideas
exajeradas sobre la popularidad de que gozaba su nombre y la simpatía
que merecia el nuevo sistema en el pueblo mejicano. Comenzaba ya á ser
víctima el noble príncipe del partido conservador y de la política
maquiavélica de Napoleon III.

Sorprenderá que llegaran las cosas á este punto sin que los Estados
Unidos hicieran un solo acto de protesta. Debe observarse, sin embargo,
que en esa época la Union se encontraba dividida por la lucha mas
ardiente que ha presenciado su territorio y que el Gobierno no podia
distraer ni fuerza ni atencion en tan graves circunstancias.

Una vez que este, reconstituido despues de la guerra, pudo contar con el
próximo y definitivo restablecimiento de la paz interna, envió
instrucciones al Señor Adams, Ministro en Francia, para que manifestara
al Emperador que cualquier intervencion hecha con el propósito de
imponer nueva forma de gobierno á la República de Méjico se miraria como
una declaracion de guerra.

Muchas y muy especiosas razones dió el gabinete francés para probar que
la invasion solo tenia por objeto exijir el cumplimiento de las
obligaciones contraidas por la República y que la presencia del
Archiduque en Méjico se debia al espontáneo llamamiento de la mayoria
del país.

Con todo, los Estados Unidos insistieron en que si no se retiraban las
tropas francesas en un término dado, se romperian las hostilidades.

En el mismo orden de ideas que el Poder Ejecutivo, el Congreso Americano
habia sancionado por unanimidad el 4 de Abril de 1864 esta proposicion:
El Congreso declara que no conviene á la política de los Estados Unidos
el reconocer un gobierno monárquico establecido en América sobre las
ruinas de un gobierno republicano y bajo los auspicios de un gobierno
europeo cualquiera que sea.

Terjiversando con habilidad sobre los principios proclamados
solemnemente mas de una vez por los Estados Unidos é invocando los
procedimientos históricos de la nacion en ese punto, los diplomáticos
franceses trataron de probar que el Señor Juarez no ejercia el gobierno
de Méjico _en el hecho_, insinuando, además, que podria producirse un
cambio, con anuencia de ambas naciones, sin incluir, por cierto, en él
al lejítimo Presidente Señor Juarez.

El Señor Seward, inspirándose en una sana política y conquistando
lejítima gloria para su pátria, contestó, que indudablemente el Señor
Juarez no ejercia un gobierno de hecho, teniendo el poder de derecho,
pero que si eso sucedia solo debia atribuirse á la presencia de las
tropas francesas en el territorio mejicano. Manifestó así mismo, que
los Estados Unidos no podian desconocer al gobierno reconocido ya del
Señor Juarez, quien _seguramente_ tendria los medios de ejercer su
autoridad una vez retiradas esas tropas.

Las negociaciones arribaron al resultado que se deseaba, la evacuacion
de las tropas francesas. Es indudable que sin el temor de romper
abiertamente con los Estados Unidos, en una época en que Napoleon tenia
bastante con las preocupaciones de su propio gobierno, ellas hubieran
retardado su retirada dilatando con su odiosa presencia el triunfo de la
causa nacional.

Apenas se alejó el mariscal Bazaine, Jefe á la sazon de las tropas y
faltó al raquítico Imperio el auxilio de fuerza que ellas le daban, este
se derrumbó con una rapidez mayor de la que se habia requerido para
crearlo.

Perdido el primer apoyo era necesario buscar uno nuevo. La Archiduquesa,
valiente compañera de Maximiliano, fué á Europa con el propósito de
solicitarlo para el trono de su esposo; pero la intervencion diplomática
de los Estados Unidos impidió nuevamente el envío de los contingentes de
tropas con que Austria y tal vez Bélgica pensaban auxiliar al
desgraciado príncipe en su incierta posicion y este tuvo que esconder su
impotencia en Queretaro donde el ejército republicano lo sitió, lo
venció y pronunció, en consejo de guerra, la terrible sentencia de
muerte.

No es esta la oportunidad de hacer un juicio detenido sobre la debatida
cuestion de si fué ó no conveniente para Méjico el lamentable fin del
Archiduque, pero merece consignarse la opinion espresada entonces por
los Estados Unidos.

El Señor Seward, antes de conocer el fatal desenlace, dirijió al
representante americano acreditado cerca del Señor Juarez una nota en la
cual significaba que la severidad ejercida con los prisioneros
republicanos capturados en Zacatecas hacía temer como represalia una
severidad semejante para con el príncipe y sus soldados estrangeros,
consumándose asi un hecho que pudiera ser perjudicial á la causa
nacional de Méjico y al sistema republicano en todo el mundo. Indicaba,
por lo tanto, la conveniencia de hacer conocer al Presidente el deseo de
los Estados Unidos de que el príncipe y sus secuaces recibieran un
tratamiento humano.

El Señor Seward demostró, pretendiendo impedir la ejecucion de
Maximiliano, que su pátria se preocupaba de los intereses republicanos.
No ignoraba el célebre estadista que, en todas las épocas de la
historia, la consecuencia lójica del sacrificio de los reyes ha sido la
rehabilitacion del trono.



CAPÍTULO V

ISTMO DE PANAMÁ


Muy antigua es la idea de abrir una comunicacion entre los dos grandes
océanos que absorben casi en su totalidad el comercio del mundo.

El primero que enunció tan progresista propósito fué Hernan Cortés,
quien pensó llevarlo á cabo, despues de efectuada la conquista de
Méjico, en el Istmo de Tehuantepec. Posteriormente el Presidente Santa
Ana concedió el privilejio de practicar la obra á un Señor Garay,
privilejio que este vendió al Señor Hargaus, ciudadano americano.
Habiéndose opuesto otro gobierno de Méjico á la continuacion de los
trabajos, los Estados Unidos pensaron intervenir en defensa de los
intereses de su compatriota; pero á ello se opuso enérjicamente el
Senador Benton, haciendo resaltar en muy bellas frases la inconveniencia
de atraer odiosidades á la pátria por favorecer una especulacion mas ó
menos atrevida.

En Nicaragua y otras repúblicas de la América Central se ha pensado
tambien emprender la obra de la comunicacion interoceánica; mas á pesar
de que en varios puntos disminuyen los obstáculos las corrientes
naturales, se ha visto que siempre serian alli mas sérios los trabajos
que en el Istmo de Panamá donde la ciencia y el interés del comercio han
determinado definitivamente emprender tan jigantezca labor.

Este istmo, por su posicion escepcional en el centro del globo, afecta
los mas sérios intereses políticos y económicos, intereses que asumirán
mayores proporciones asi que se entregue al servicio el canal marítimo
que se construye.

No es estraño, pues, que los gobiernos de Colombia hayan tenido que
hacer esfuerzos sobrehumanos para conservar su soberanía y sustraer ese
territorio á la codicia de los gobiernos europeos y aun á sujestiones
mas ó menos hábiles de los Estados Unidos, donde algunos periodistas han
llegado á manifestar la absurda pretension de que se considere como de
cabotaje el comercio practicado por esa via, despues de abierto el
canal, entre Nueva York y San Francisco.

Pero dejando de lado las ambiciosas apreciaciones individuales, fuerza
es confesar que los Estados Unidos se han mostrado hasta hoy como
defensores de la soberanía de Colombia en el Istmo de Panamá.

La política observada por los estadistas sensatos de aquella nacion,
está sintetizada en el articulo 35 del tratado vijente de amistad,
comercio y navegacion, firmado en Bogotá el 12 de Diciembre de 1846 por
el Señor Manuel Maria Mallarino, Ministro de Relaciones Esteriores de la
Nueva Granada y el Señor Benjamin A. Bidlack, Encargado de Negocios de
los Estados Unidos de América.--Por el citado convenio se estipula:

«Que el Gobierno de la Nueva Granada garantiza al de los Estados Unidos
que el derecho de via ó tránsito al través del Istmo de Panamá por
cualesquiera medios que ahora existan ó en lo sucesivo puedan abrirse,
estará franco y espedito para el Gobierno y los ciudadanos de los
Estados Unidos y para el trasporte de cualesquiera artículos, de
productos, manufacturas ó mercaderias de lícito comercio pertenecientes
á ciudadanos de los Estados Unidos.

«Que los Estados Unidos, en compensacion, garantizan positiva y
eficazmente la perfecta neutralidad del ya mencionado Istmo, con la mira
de que en ningun tiempo, existiendo este tratado, sea interrumpido ni
embarazado el libre tránsito de uno á otro mar; y por consiguiente
GARANTIZAN DE LA MISMA MANERA LOS DERECHOS DE SOBERANÍA Y PROPIEDAD QUE
LA NUEVA GRANADA TIENE Y POSEE SOBRE DICHO TERRITORIO.»

A muchos colombianos les desagradará, sin duda, considerar que su pátria
se ha visto en la necesidad de aceptar la garantía protectora de una
nacion amiga, para poder conservar sin peligro su jurisdiccion y dominio
territorial en el Darien; pero todos convienen en que es indispensable
desde que la sola fuerza del derecho no bastaria para atenuar en las
potencias comerciales del viejo mundo el inmenso aliciente que les
ofrece tan bien situado territorio.

En cuanto á los Estados Unidos, si bien no alcanzan segun las cláusulas
del tratado, sinó la facultad de intervenir en circunstancias
escepcionales y solo para garantizar el libre tránsito, obtienen con su
actitud el beneficio de alejar de los gabinetes europeos toda
negociacion tendente á adquirir jurisdiccion en el Istmo.

Muchos hombres públicos americanos han pretendido, siempre por la via
diplomática, adquirir en Panamá una intervencion mas directa en favor de
los intereses comerciales y políticos de su país.--En 1857,
posteriormente á disturbios ocurridos en el Istmo y á perjuicies
sufridos por súbditos de los Estados Unidos, el Plenipotenciario de esta
república en Bogotá presentó al Gobierno de Colombia la proposicion de
que se creasen á Colon y Panamá en ciudades libres bajo la proteccion de
los Estados Unidos y manifestó el deseo de su gobierno de obtener, por
una remuneracion adecuada, la cesion de algunas islas en el golfo de
Panamá para establecer en ellas una estacion naval. Ante una negativa
formal, los americanos desistieron de su propósito.

Es justo agregar aquí que durante la sangrienta revolucion que hubo en
Colombia contra el Gobierno del Dr. Rafael Nuñez en 1885 y que dió por
resultado el incendio de Colon y disturbios de todo jénero en el Istmo,
los americanos intervinieron en la forma prescrita en el tratado,
garantizaron el libre tránsito de uno á otro mar, la inmunidad de los
empleados del ferro-carril inter-oceánico y la de los trabajadores del
canal, retirándose inmediatamente despues de restablecida la paz
pública.

El natural temor de presenciar por parte de una potencia europea una
influencia tan séria como podria traer la construccion bajo sus
auspicios de una via interoceánica para el intercambio directo de los
productos asiáticos y europeos, ha inducido siempre á los Estados Unidos
á ofrecer una séria proteccion á toda obra de esa naturaleza.

Con el apoyo del Gobierno Americano y teniendo su asiento en la ciudad
de Nueva York, se organizó la compañia del ferro-carril que hace hoy el
servicio del comercio de uno á otro mar.

Varias veces ha procurado despues el mismo gobierno patrocinar la
creacion de algunas compañias para efectuar el jigantezco trabajo de la
comunicacion interoceánica.

Durante el año de 1867, el Ministro de los Estados Unidos en Colombia
propuso al de Relaciones Esteriores de aquel país la apertura de un
canal en el Istmo, recomendando al efecto la solicitud que presentaria
el súbdito americano Dr. Cullen.

El Ministro Sr. Santiago Perez, agradeciendo la iniciativa de los
Estados Unidos en asunto de tanta trascendencia para Colombia y para el
mundo todo, significó, sin embargo, que empresa tan colosal no podia
abandonarse á la actividad y recursos de un particular ó de una compañia
anónima, sinó que imitando el ejemplo de Francia y Egipto, debia
buscarse en la garantia de un tratado internacional la de la ejecucion
de la obra.

Aceptadas estas indicaciones como base de todo procedimiento, la obra se
hubiera llevado á cabo si las pretensiones manifestadas por el
representante americano hubieran sido menos onerosas para Colombia.

Las conferencias que tuvieron el Señor Sullivan Ministro Americano y los
Plenipotenciarios de Colombia señores Samper y Cuenca, con ese objeto,
no arribaron á resultado práctico alguno.

El Ministro Americano pedia para la empresa la concesion de una faja de
tierras baldías _de diez millas de fondo_ á ambos lados del canal; y
aunque ofrecia abandonar á la República la jurisdiccion y soberania de
esas tierras, quedaban en realidad sometidas á un gobierno estraño, lo
que, como era natural, fué rechazado, notándose asi mismo que para la
colocacion de los capitales del mundo en la empresa nada importaba que
esta tuviera ó nó tierras sino que los productos de ella fueron
apreciables.

La pretension del Ministro era aun menos aceptable en lo referente á la
neutralidad. Proponia conservar á la empresa el derecho de cerrar los
puertos del canal á los paises que estuvieran en guerra con los Estados
Unidos y de conceder al Gobierno el libre tránsito para sus buques y
demas elementos de guerra.

Con mucha lójica y claro juicio los Plenipotenciarios de Colombia
rechazan semejante pacto y proponen al Gobierno que si el canal se
realiza se exija, cualquiera que sea la empresa constructora, que se
ponga en perfecta neutralidad para el comercio del mundo--Indican
tambien que para la fácil colocacion de las acciones es necesario que el
tenedor comprenda que va á servir al comercio general y no al uso de
una nacion determinada.

Pretendian los americanos que al verificarse la devolucion del canal á
Colombia al fin del privilegio, es decir, á los cien años, esta nacion
pagara una suma igual al costo orijinario de la esploracion, trazado y
construccion del canal, deduciendo de esa suma las cantidades de
utilidad neta percibidas en el curso de los cien años.

--Estas exijencias tan duras fueron rechazadas en su totalidad por los
representantes Samper y Cuenca, quienes propusieron en definitiva
algunas modificaciones que podrian hacer practicable la negociacion.

En tal sentido se suspendieron las conferencias para que el Señor
Sullivan pudiera consultar á su Gobierno lo que estimara de ellas
aceptable. Reabiertas estas, se presentó una dificultad importantísima.
El Señor Seward habia pronunciado un discurso en Nueva York del cual se
desprendia que el Gobierno Americano no pensaba suministrar los fondos y
que pensaba, por el contrario, obtenerlos entre los particulares. Sabido
esto por los negociadores colombianos, pidieron la declaracion de que si
ese caso llegaba y se traspasaba la concesion, los concesionarios, la
empresa, etc., quedaran sometidas á las leyes y jurisdiccion de
Colombia.

Esta natural pretension y celo por la soberania nacional fué rechazada
como indiscutible por el Ministro Americano, quien declaró imposible la
organizacion de la compañia si ella habia de quedar sujeta á las leyes
locales.

Ante la formal negativa de abandonar al país su lejítima soberanía, los
representantes colombianos pusieron término á las negociaciones; é iban
á elevar al gobierno sus renuncias, cuando el Señor Sullivan tuvo por
conveniente ceder en alguna de sus pretensiones.

Adoptadas las modificaciones por él propuestas, se firmaron los tratados
_ad referendum_; pero ni aun con ellas se encontraron aceptables en el
Congreso de Colombia que impuso al Poder Ejecutivo la no ratificacion de
tales documentos.

En esta como en otras ocasiones, no quiero desconocer que la política y
las aspiraciones de los gobernantes americanos señalan todo menos una
marcha bien intencionada respecto de las repúblicas hispano-americanas;
pero desde que el uso de la fuerza no siguió nunca á los propósitos
declarados, su conducta no puede ser condenada como contraria á las
prácticas internacionales.--Ademas, como ya se ha dicho, el proceder de
un gobierno no indica siempre la voluntad ó el pensamiento de un pueblo.

Muchos proyectos posteriores se han espuesto para llevar á cabo la magna
empresa.--Bajo la presidencia de Don Mariano Ospina se propuso la
construccion de un canal en la parte del Darien comprendida entre el
golfo de San Miguel y el del Darien; y aun cuando se verificaron
estudios detenidos, se hicieron planos de colonizacion y se señalaron
puntos adecuados para la fundacion de ciudades y construccion de
depósitos etc., nada fué posible llevar á la práctica, por haber entrado
la república en uno de sus períodos de incesante y cruenta guerra civil.

El gobierno de los Estados Unidos manifestó de nuevo su intencion de
hacer la obra y en la misma via que acabo de mencionar se practicaron en
1871 los estudios que sirvieron de base á la reciente esploracion de los
Señores Wise y Reclus.

No es fundado el temor de que la construccion del canal traiga para
Colombia y especialmente para el Istmo continjencias desagradables, con
motivo de la atencion que el mundo entero acordará á lo que allí suceda
y de la influencia que pretenderá ejercer la potencia donde se hayan
arbitrado los recursos de la empresa, pues como se ha observado con
justicia, el capital no tiene nacionalidad y Colombia ha espresado
claramente que no trata con los gobiernos de otros paises sino con
representantes de empresas comerciales.

En este sentido, por lo menos, autorizó el Congreso al Poder Ejecutivo
para negociar la construccion del canal á través del Istmo, bajo la
condicion esplícita de que solo se otorgaria la concesion al empresario
ó compañía que ofreciera garantias de buen éxito y se comprometiera á
conservar en el canal una neutralidad ámplia y completa.

La ley concesionaria espresa, ademas, que ni los empresarios, ni
aquellos que adquieran mas tarde sus derechos, podrán trasmitirlos ni
hipotecarlos á otro gobierno.

El contrato se firmó entre Antonio Gogorza, representante de una
sociedad anónima y el Señor Ancízar, Ministro de Relaciones Esteriores
de Colombia, el 28 de Mayo de 1876.

Conviénese en que los concesionarios depositen como garantia la suma de
750.000 francos en la casa bancaria que la República señale en Lóndres y
en que, verificado tal depósito, los empresarios queden facultados para
solicitar, mediante la mensura hecha por su cuenta, la entrega de las
250.000 hectáreas de tierras que la ley les acuerda en las inmediaciones
del canal.

Los Señores Gogorza y Türr organizaron en Paris la compañia, nombrando
Presidente del Comité Directivo al Señor Fernando de Lesseps, el notable
injeniero que habia contribuido con su ciencia y perseverancia á la
realizacion del canal de Suez, cuya saliente personalidad era una
garantía mas para el empleo de los injentes capitales que exijía la
empresa.

Se envió en seguida á Panamá una comision de injenieros, al frente de la
cual estaban los Señores Wise, Celler y Reclus, con el encargo de
verificar los estudios necesarios para determinar las dificultades
técnicas y económicas del trabajo y escojer el paraje mas apropiado al
objeto propuesto.--Corren impresos los informes de estos injenieros y
ellos demuestran las dificultades invencibles que presenta la
construccion del canal entre el golfo de Uraba y el de San
Miguel.--Despues de hacerse en repetidas esploraciones muy meditados
estudios, se conoció la ventaja y relativa facilidad de perforar el
Istmo en su parte mas estrecha entre las ciudades de Colon y Panamá,
precisamente en un paraje inmediato y en una direccion paralela á la que
ocupa el ferro-carril actualmente en servicio. Los trabajos se
emprendieron en breve, continuan con actividad y todo hace esperar que
se llevarán á buen término.

El cambio radical que la realizacion del canal traerá á este continente,
las influencias económicas que producirá en el mundo su entrega al
servicio público, la formacion de centros de industria, de civilizacion
y de riqueza comercial en el Istmo, serán los resultados inevitables de
esta obra que ha de contribuir en mucho al progreso del mundo
americano.



CAPÍTULO VI

ISLA DE CUBA


La independencia de la isla de Cuba era mirada por los hombres de la
revolucion hispano-americana como el complemento de la propia. Afirma el
historiador colombiano Restrepo que Bolivar pensó enviar en 1826 una
escuadra contra la española que, estacionada en las Antillas, amenazaba
constantemente á las antiguas colonias bañadas por el mar Caribe,
Colombia, Centro América y Méjico.--Las fuerzas navales de las nuevas
nacionalidades debian proceder simultáneamente con el doble objeto de
atacar al enemigo comun y de dar la libertad á Cuba, Puerto Rico y las
otras antillas españolas; pero la falta de unidad en los preparativos
bélicos y las preocupaciones internas impidieron la salida de la
espedicion.

Fué contrariada en Estados Unidos la idea de Bolivar, aunque con alguna
indecision y de un modo indirecto. El apreciado estadista Clay, Ministro
de Relaciones Esteriores, manifestó en sus instrucciones á los
representantes de la República en Europa la conveniencia de incitar á
España á la definitiva terminacion de la guerra. Esta potencia, dice,
será incapaz de sujetar otra vez por la fuerza á un continente tan vasto
como la América, cuyos habitantes, aguerridos por una lucha que ha
durado ya mas de diez y siete años, tendrán los medios de oponerle una
resistencia eficaz; y ella misma, agrega, es la mas interesada en la paz
porque solamente á su amparo podrá conservar las ricas é importantes
islas de Cuba y Puerto Rico.

De estos hechos y de algunos posteriores, se desprende que la conducta
observada por los Estados Unidos con respecto á la isla de Cuba, en las
varias épocas de su historia en que ha producido legítimos esfuerzos
para conquistar su independencia, ha dado motivo á los severos
comentarios que ordinariamente circulan. Estos no siempre fueron
razonables, porque es fuera de duda que en esta cuestion mas que en
otras el pueblo y el gobierno han seguido distintos rumbos.

La observacion espresada en el párrafo anterior se refiere solamente á
las circunstancias normales, pues cuando los Estados del Norte sostenian
contra los de Sud la guerra moralizadora que dió por resultado la
emancipacion de los esclavos, los gobiernos respectivos estaban
divididos en sus propósitos internacionales. En el Sud deseaban la
incorporacion de la isla, en el Norte la rechazaban; sabian ambos que,
antes de la lucha, su anexion inclinaria la balanza á favor del odioso
principio de la esclavitud. Rotas las hostilidades, los intereses
variaban y con ellos la norma de conducta de los gobiernos. La
Confederacion veia en Cuba un mercado de carne humana, muy importante
para desembarazarse con ventaja de sus esclavos si habia de triunfar la
política de la Union; esta tenia hácia la isla la ojeriza de un pueblo
que teme por ella no cosechar todos los beneficios que espera para la
civilizacion de sus afanes y sacrificios, pero deseaba, no obstante,
agregarla al territorio americano para dar mayor ensanche al principio
conquistado.

Es por demás evidente, fuera de este caso, el interés de toda la nacion
en la independencia de la isla de Cuba; y es indudable que cualquiera
evolucion que traiga por resultado el alejamiento de la administracion
española de la isla, ya sea que se incorpore á la Union ó á cualquiera
otra potencia americana, se mirará con agrado en la gran república. Pero
asi como ella misma ha declarado que no podría aceptar nuevas
colonizaciones en América por parte de los gobiernos de Europa, ha
profesado la decidida intencion de respetar la ya existente, á menos que
un gobierno de hecho haya depuesto al colonial. Esto esplica porqué,
cuando en 1849 se hicieron á la vela de las costas americanas varias
espediciones con el propósito de auxiliar movimientos revolucionarios en
Cuba, el Presidente de los Estados Unidos dirijió á sus conciudadanos
una proclama sobre el asunto, significando en ella que se comprometia
con la neutralidad el honor nacional y que léjos de prestar apoyo á
particulares comprometidos por su actitud contra la isla, los castigaria
como cómplices de un acto pirático y criminal.

Desde este primer movimiento los favores populares acompañaban á los
patriotas y el pueblo americano, respetando la política de sus
mandatarios, hacia privadamente los mayores esfuerzos en pro de la
desgraciada antilla.

Tales actos privados repercutian de un modo público, por las
innumerables peticiones que en todos los Estados de la Union presentaban
los ciudadanos para que se reconociera la independencia de la isla y por
las espresiones que los hombres mas eminentes del país hacian oir en
reuniones, en banquetes, por la prensa, en todas partes.

Un tema mas sério, en el cual tenian que variar las opiniones si bien no
las simpatias, debia presentarse á la consideracion de los hombres
públicos americanos al estallar la heroica revolucion que pudo organizar
transitoriamente un gobierno bajo la presidencia del Señor Cespedes. Me
refiero al reconocimiento de la belijerancia de los insurrectos
solicitado con instancia por los directores de la guerra. La utilidad de
tal acto para los cubanos es obvia; ninguna nacion facilitaba ó vendia
pertrechos, ni contrataba empréstitos con los revolucionarios, sinó
mediante ese reconocimiento. Los trabajos é intrigas diplomáticas de los
patriotas cubanos y de los representantes españoles en Washington
asumian, por lo tanto, un carácter de antagonismo tenaz con el fin de
obtener ó para contrariar tal resultado. Las indecisiones contínuas del
Gobierno del General Grant favorecieron, como se comprende, á España que
solo deseaba el _statu quo_.

En tanto que el Gobierno prescindia, el pueblo manifestaba por todos los
medios á su alcance las simpatias que le inspiraban los insurrectos y
la prensa americana condenaba diariamente la conducta del gabinete
haciendo, á la vez, contínuas insinuaciones en favor de los cubanos.

Agreguense á las intrigas de España para impedir el reconocimiento, la
existencia en Estados Unidos de intereses contrarios á la independencia
de la isla y se conocerán las causas eficientes de una política tan
ambigua.--La inspiraban los agentes del activo comercio entre Cuba y los
Estados Unidos, quienes tenian empeño en lo que solo podia dar el
triunfo de España, la pronta terminacion de la guerra; é insistian en la
conveniencia de continuarla, los políticos exaltados que encontraban
analojía entre el derecho que pretendian tener los hombres del Sud para
separarse de la Union y el que servia de bandera á los cubanos.--Risible
comparacion, ficcionada semejanza, esta que hace apreciar á los que
combaten por emancipar una colonia oprimida y crear en ella una
nacionalidad del mismo modo que á los defensores de la esclavitud y á
los propagandistas de la desmembracion nacional.

De mejores razones blasonaban los que manifestaban de lleno que era
necesario y lójico ayudar á los insurrectos, puesto que ellos profesaban
como uno de sus principios fundamentales el de la libertad de los
esclavos, por la cual tanto y tan gloriosamente acababa de luchar su
pátria. Los hombres íntregros, los republicanos sinceros de uno y otro
hemisferio, condenaban con enerjía la actitud prescindente del Gobierno
y aplaudian á los tribunos que señalaban esta política fraternal.

La hermosa carta dirijida por José Mazzini al General Clauseret de Nueva
York, dada la celebridad de su autor y la circunstancia de espresar con
la jenial elocuencia del patriota italiano las opiniones jenerales sobre
este interesante tema, merece reproducirse. Dice así:

«Estoy dolorosamente afectado por la actitud indiferente de los Estados
Unidos hácia Cuba.--El último acto del gran drama americano se está
representando en aquella isla: la insurreccion cubana es la consecuencia
directa de vuestra guerra de emancipacion. No es lójico, ni es bueno, ni
es digno que los Estados Unidos levanten una bandera y que despues
abandonen con indiferencia á la muerte á aquellos que se han dicho á sí
mismo: ya ha llegado la hora».

«La política iniciada por los doctrinarios de Luis Felipe, de que cada
uno no se ocupe mas que de sí mismo, es un crimen y una torpeza para los
republicanos como vosotros; un crimen porque niega uno de los intereses
comunes de la cristiandad en una de las cuestiones que habéis promovido;
y una torpeza porque destruye el prestijio que habéis conquistado no
solo en Europa sino en todo el mundo.--Esto os contradice y os aisla.»

«¿Porqué los Estados Unidos escojen un momento semejante para dar cabida
al miedo,--y esta es la palabra,--que haya podido inspirarles la
diplomacia monárquica de Europa? ¿Porqué escojer un momento en que la
monarquia está agonizando entre nosotros, en España, en todas partes?»

«El niño que ha crecido y ha crecido hasta ser un jigante ¿no
comprenderá nunca su mision providencial sobre la tierra?»

¿No sentirá jamás que el republicanismo no es simplemente un miserable
hecho local, sino un principio decretado por Dios y la humanidad, una
creencia, una fé?»

«Si algo hubiese en el mundo capaz de rendir mi espíritu seria la
actitud inerte y negativa que ha tomado vuestra nacion en presencia de
la lucha cubana.»

Febrero 3 de 1870.

                                                  JOSE MAZZINI.

Como Mazzini, todos los pensadores que buscaban en Europa tambien el
ideal político de la humanidad y creyeron por un momento vistumbrarlo en
los Estados Unidos, manifestaron ó sintieron las mismas decepciones al
comtemplar la total indiferencia del gobierno americano en los sucesos
internos de la isla de Cuba.

Pero no eran solamente los estraños quienes condenaban esta
política.--Lejisladores, jueces, filósofos, todos ó la mayor parte de
los hombres importantes de la Union hicieron oir su voz para impugnar al
Gobierno su actitud.--El juez Alfredo Conkling dirijióse á Mister Fish
echandole en cara ser el iniciador de procedimientos tan erróneos. Este
Ministro y Mister Sumner, partidarios de España en el gabinete del
General Grant, vencidos al fin por el clamor universal, cambiaron de
política aunque tarde. Mister Sumner presentó al Senado americano cinco
proposiciones, á saber:

Los Estados Unidos no pueden oir con indiferencia las noticias de
bárbaros ultrajes que sin cesar le vienen de la isla de Cuba.

Declaran que hace mal el Gobierno Español en no abandonar para siempre
semejantes pretensiones (las de la esclavitud) y en pretender dilatarlas
por un tiempo indefinido.

Ha pasado el tiempo de las colonias europeas en este hemisferio.

El pueblo de los Estados Unidos declara sus simpatías hácia sus
compatriotas americanos de Cuba que pelean por su independencia.

Las resoluciones anteriores se comunicarán al Gobierno de España por el
Presidente de los Estados Unidos.

Los Ministros del General Grant comprendieron cual era el espíritu de la
opinion pública en su país, cuando ya terminada la lucha y los
insurrectos esparcidos por el mundo ó víctimas de su patriotismo, nada
podian hacer á fin reconquistar el terreno perdido ó de aprovechar en
beneficio de su santa causa las ventajas del reconocimiento de su
belijerancia.

Se habia autorizado con anterioridad, aunque no de un modo oficial, el
asiento en Nueva York de un club político con manifiestas tendencias
libertadores y parcialmente algunos Estados de la Union habian
reconocido la independencia de la isla.

Todos estos hechos, si bien no tenian trascendencia internacional,
importaban para los revolucionarios un estímulo que hubiera sido de
resultados fecundos en el principio de la guerra. Hoy sirven al escritor
para disculpar la actitud de los Estados Unidos, condenando á sus
mandatarios y conceden á los patriotas cubanos halagadoras esperanzas
para lo futuro.

En la América hispana se procedió con más entereza.--Varios gobiernos
reconocieron en oportunidad la belijerancia de los insurrectos y hasta
en el Congreso internacional reunido en Lima durante el año 1864, fué
admitido como Ministro plenipotenciario de Cuba el Sr. Dn. Francisco de
Paula Bravo.

Propúsose en Colombia la idea de formar un pacto en Sud América con el
fin de hacer simultáneamente el reconocimiento de la independencia
cubana. Las proposiciones para obtener ese resultado, redactadas por el
Sr. Jorge Holguin y presentadas al Congreso en 31 de Mayo de 1870, están
concebidas en los términos siguientes: 1º La causa por la cual luchan
los patriotas de Cuba es la causa por que Colombia combatió sin descanso
desde 1810 á 1821--2º El interés de la propia conservacion y nuestros
deberes como pueblo civilizado y cristiano, justifican de la manera mas
completa la intervencion de Colombia. 3º Las agresiones de la Europa
monárquica contra la libertad y la independencia de la América, han
tenido y tendrán siempre por base la dominacion española en Cuba--4º La
política de los Estados Unidos no puede servirnos de guia en esta
ocasion--5º Los recursos que necesitariamos para esta guerra no están
fuera del alcance de nuestros medios--6º Es llegada la época de que
Colombia asuma en la política de Sud América la posicion á que la llaman
su situacion topográfica, sus tradiciones históricas, su poblacion y sus
conquistas políticas.--Por todas estas consideraciones nos atrevemos á
aconsejaros que aprobeis el proyecto de ley por el cual se promueve la
formacion de un _pacto americano_ para obtener la independencia de las
antillas Cuba y Puerto Rico.

Las ideas dignas y elevadas que manifiesta el Sr. Holguin en su
proyecto, no podian tener el éxito deseado, por que se requeria, para
hacerlas prácticas, promover un pacto americano; y hemos visto ya que
todas las reuniones internacionales americanas, aun aquellas que se
convocaron para debatir los intereses del continente, fueron siempre
infructuosas.

La situacion política futura de la hermosa antilla ha preocupado tambien
á los gobiernos europeos.

Francia é Inglaterra propusieron á los Estados Unidos una convencion por
la cual las tres potencias se obligaran á no anexionar jamas la isla á
su territorio.

El Señor Everret, sucesor del notable estadista Webster en el ministerio
de Estado, respondió con agudeza á tan estraña proposicion. Dijo que si
una isla como la de Cuba, perteneciente á España, se encontrara en la
desembocadura del Tamesis ó del Sena en vez de estar en la del Missisipi
y los Estados Unidos propusieran una convencion análoga, seguramente no
seria atendida con seriedad por las potencias espresadas. Agrega el
Señor Everret que los Estados Unidos no usarán jamas de la fuerza para
obtener la anexion, pero que no pueden tampoco anticipar compromisos
sobre la conducta que el porvenir pueda imponerles.

Los americanos en tiempo del general Prim idearon el plan de comprar á
España su colonia por cuenta de los mismos cubanos y bajo la garantia de
los Estados Unidos. A las comunicaciones de gabinete en que se hacian
esas propuestas, el Gobierno Español contestó, que por estar en ello
interesado el honor nacional no podian tomarse en consideracion
proposiciones ni arreglo alguno antes de estar sometidos los rebeldes de
la isla. Mas adelante, siendo Presidente de la Union Mister Polk,
pretendieron comprarla directamente; pero, esta como otras veces, negóse
España á oir propuestas é insinuaciones destinadas á alejar su
dominacion del pais que considera _el mas rico floron de su corona_.

No puede conjeturarse con acierto el porvenir que le está reservado á la
hermosa antilla. Todo corazon republicano acompaña, no obstante, en
secreto á los emigrados patriotas que, diseminados en el mundo de Colon
desde Nueva York á Buenos Aires y á pesar de haber adoptado nueva pátria
en la tierra hospitalaria que ha cobijado su desgracia, conservan puro é
inculcan á sus hijos el sentimiento de la propia nacionalidad.



CAPÍTULO VII

ANEXIONES


Las tendencias absorbentes que se han atribuido siempre á los Estados
Unidos, se hicieron notar durante el coloniaje con el injustificable
ataque á los franceses en el Canadá. Debe tenerse en cuenta, sin
embargo, que tales medidas de violencia eran ordenadas por el gabinete
de Lóndres y contra sus enemigos naturales durante siglos: los triunfos
y derrotas de unos y otros en el territorio americano repercutían en el
viejo mundo como otros tantos triunfos ó derrotas de los belijerantes
ingleses y franceses.

El historiador debe desprenderse de estos antecedentes que hacen
responsable al gobierno inglés y estudiar con ánimo sereno, qué cúmulo
de circunstancias razonables han traido la formacion de la gran
nacionalidad que asombra hoy al mundo con su poder, con su riqueza y con
su sabiduría.

Cuando fueron contrariadas en Inglaterra las prácticas liberales
conquistadas por la laboriosidad, la enerjía y la intelijencia de los
colonos, entraron aliados en la lucha de la emancipacion los Estados de
Virginia, Nueva Inglaterra, Massachussets, Nueva Hampshire, Maine,
Connecticut, Rhode Island, Maryland, Nueva York, Nueva Jersey,
Pensilvania, Dellaware, Georgia y las Carolinas del Norte y del Sur.--La
índole de la constitucion federal proclamada despues de obtenida la
independencia, permitía la composicion y descomposicion de Estados
dentro de la nacionalidad fundada.--De ahi la creacion de: Vermont en
1791., Kentucky en 1792., Tennesse en 1796., Ohio en 1802., Indiana en
1816., Illinois en 1818., Missisipi en 1817., Michigan en 1836.,
Wisconsin en 1848., California en 1850., Minnesota en 1858., Oregon en
1859., Kansas en 1861., Virginia Oeste en 1862., Nevada en 1864.,
Nebraska en 1870., Colorado en 1875.

Estas divisiones geográficas de la república se formaron, unas dentro de
los límites acordados orijinariamente á las secciones coloniales, otras
en los territorios obtenidos mas tarde por la Union.

La adquisicion mas importante de los Estados Unidos es la del inmenso
país situado entre el antiguo reino de Nueva España y la península de
Florida, tierra que fué colonizada por franceses con el nombre de
Luisiania y cedida por estos á España en 1763.--Repetidas diferencias
entre los súbditos de esta última nacion, los habitantes del país que
protestaban contra sus modernas autoridades y los colonos americanos,
provocaron un nuevo traspaso á la antigua jurisdiccion. A fines del
siglo pasado, Francia negó á los americanos el derecho de depositar sus
mercaderias en Nueva Orleans; pero como esa práctica, que habia dado
vida á las colonias del Missisipi, estaba garantizada por el tratado
concluido con España durante su corta dominacion, la actitud de aquella
potencia hacia temer la ruptura de sus buenas relaciones con los Estados
Unidos.--El Presidente Jefferson, buscando los medios de solucionar el
inminente conflicto, propuso á Napoleon 1º la compra del territorio.
Doble interés tenia este monarca en aceptar sus proposiciones: el de
percibir una suma respetable, utilísima para continuar sus campañas en
Europa y, como lo espresó él mismo, el de dar á la Inglaterra, con el
engrandecimiento de los Estados Unidos, una rival marítima que mas tarde
ó mas temprano abatiera su orgullo.--Verificóse, pues, la compra de la
Luisiania y el cambio consiguiente de dominio.--De este nuevo Estado se
desprendieron, el de Alabama en 1819, el de Misouri en 1820 y el de
Arkansas en 1836.

La prosperidad de la Nacion asumió proporciones considerables con el
dominio del Missisipi y sus afluentes; se sentía, empero, la necesidad
de adquirir, á despecho de las dificultades de tal anexion, la hermosa
tierra conocida con el nombre de Florida. Vituperable audacia puso en
práctica el General Jackson para obtener ese resultado. Achacando á los
españoles complicidad con la tribu de los semínolas, enemiga de los
americanos, invadió la península, se apoderó de Pensacola su capital,
designó nuevos funcionarios para el gobierno y enarboló en los edificios
públicos la bandera americana. Como halagan siempre al sentimiento
nacional las victorias obtenidas en tierra estraña, la espedicion de
Jackson, que acababa de sostener valientamente el sitio de Nueva Orleans
derrotando á los ingleses, preparó, puede decirse, su exaltacion á la
mas alta majistratura del país; pero en el primer momento condenaron sus
actos con enerjía, la gente sensata, el gabinete y hasta el Congreso
donde se temia ver triunfante la voluntad de un militar que procedió sin
anuencia de los poderes públicos en cuestiones que pudieron suscitar á
la pátria los mas sérios conflictos.

Estos sucesos debian producir como consecuencia inevitable una guerra
internacional; mas en Washington se atendieron desde su oríjen las
reclamaciones de España, si bien, para no desvirtuar la importancia del
hecho consumado, se ofreció á esta nacion la suma de cinco millones de
pesos fuertes por la Florida. Aceptada la oferta se efectuó el cambio de
jurisdiccion del mismo modo que en Luisiania y la península se incorporó
á la Union como Estado federal en 1821.

Se acusa á los Estados Unidos, y jeneralmente con dureza, por la anexion
de Tejas, sin observar en la historia que esta parte del territorio
mejicano se separó de la República, ejerció de hecho su soberanía y
solicitó despues su incorporacion.

    En varias oportunidades habia demostrado el gobierno americano su
    desaprobacion á las espediciones piráticas que algunos aventureros
    llevaban á ese territorio.--Condenó muy particularmente las
    violencias ejecutadas por Aaron Burr, el matador del virtuoso
    ciudadano Alejandro Hamilton.--Los planos de Burr no se conocen á
    ciencia cierta, pero se le acusó de meditar, en compañía de algunos
    bandidos, la conquista de Méjico para entregar ese rico país á la
    nacionalidad americana.

    En 1818 un Mac Gregor que se titulaba General de las Provincias de
    la Nueva Granada y Venezuela, se apoderó por sorpresa de la isla
    Amelia en el territorio de Tejas con la manifiesta intencion de
    anexionar el territorio á los Estados Unidos.--El Gabinete de
    Washington no solo rechazó la imputacion de haber promovido tan
    torpe atentado, sino que envió fuerzas de mar y tierra para
    desalojar á los piratas.

    Estas intervenciones, segun se desprende de los mismos
    acontecimientos, no tenían otro objeto que el de impedir que se
    desprestigiara á la República usando de su nombre en atropellos de
    tal naturaleza.

Los tejanos conquistaron por esfuerzo propio su independencia,
proclamándola en la Convencion que se reunió en San Felipe el año 1833 y
obteniendo en breve el reconocimiento de su nacionalidad por parte de
los Estados Unidos y de varias otras potencias.--Los representantes
mejicanos en Washington protestaron contra el proceder del gobierno
americano; y llegado el caso de la incorporacion, promovida por los
mismos tejanos en la nueva Convencion reunida en Tejas el 4 de Junio de
1845, pidieron sus pasaportes. Al mismo tiempo el gobierno mejicano
suspendió sus comunicaciones con el Ministro de Estados Unidos
acreditado allí, lo que produjo naturalmente la declaracion de guerra.
Los americanos enviaron fuerzas al Rio Grande, que consideraban como
límite actual de su territorio; alli se rompieron las hostilidades y los
mejicanos fueron repetidas veces derrotados. Algun tiempo despues se
envió una espedicion naval al golfo de Méjico con el objeto de
precipitar la terminacion de la guerra. Las fuerzas que llevaban á su
bordo los buques americanos, operando á las órdenes del General Scott,
se apoderaron sucesivamente de los parajes estratéjicos entre la costa
y la capital, donde se firmó la paz mediante un tratado que se llamó de
paz, amistad y límites.--Este pacto establecía:

Que la línea divisoria de ambos paises comenzaría en el golfo de Méjico
á tres leguas de tierra, frente á la embocadura del Rio Grande ó á la de
su brazo mas profundo si tuviere mas de uno de desagüe en el mar,
continuando desde allí hasta tocar con el límite sur de Nuevo Méjico;
luego por el oeste hasta el límite occidental del mismo territorio,
siguiendo por el norte hasta interceptarse con el Rio Gila y por él
hasta donde desagüa en el Colorado; y continuando la línea divisoria
entre la California superior y la inferior termina en el Océano
Pacífico.

Que los mejicanos domiciliados en los territorios que se trasfieren á
los Estados Unidos pueden optar por una ú otra nacionalidad y hacer
libre uso de sus bienes.

Que los Estados Unidos se comprometen á reprimir las agresiones de los
salvajes de esos territorios en Méjico como si lo hicieran en territorio
de la Union.

Que los Estados Unidos pagan por el territorio que adquieren _quince
millones_ de duros.

Concluia el tratado estableciendo algunos principios de comercio y de
procedimientos en el improbable caso de una guerra.

Dentro de las divisiones geográficas estipuladas entónces, se formaron
algunos de los Estados incorporados á la Union en el curso de este
siglo. Opina Restrepo, en sus memorias inéditas, que cuando se celebró
este tratado, Méjico perdió los dos quintos de su territorio; pero,
agrega, tierras despobladas que se entregarán á la civilizacion por la
influencia benéfica de los americanos.

En épocas recientes la anexion de importancia verificada por los Estados
Unidos es la del inmenso territorio de Alaska comprado á Rusia en la
suma de siete millones de pesos fuertes.

Hemos podido observar en esta breve narracion que los Estados Unidos
ensancharon sus dominios á espensas de Francia, España, Méjico y Rusia;
y podemos decir lójicamente que su incremento insólito no se debe al
abuso de la fuerza sinó mas bien á la influencia invasora de su sistema
federal de gobierno, el cual concede á cada nuevo Estado, con su
autonomía el goce de las ventajas propias y con el poder central la
representacion esterior que acuerda injerencia en los intereses
generales de la humanidad.

La América del Sur, por su parte, no ha sido víctima en realidad de
anexiones sino mas bien de absorciones. Y hay una distincion evidente
entre estas dos palabras: aquella significa la agregacion de una cosa á
otra mas importante, la incorporacion de una parte á un todo; esta
espresa claramente la accion de arrebatar, de quitar por la fuerza lo
que no se puede obtener en justicia.--No trato de clasificar la que ha
verificado Chile, quitándole al Perú alguna de sus provincias y á
Bolivia su litoral íntegro: el juicio de la América, el del mundo
civilizado ha pronunciado ya contra aquella república el anatema de
nacion pirática que merece; y no me ocupo del cambio geográfico que el
triunfo de Chile ha producido en el Pacífico, porque no debe aceptarse
aun como un hecho consumado, ni se puede calcular tampoco el impulso que
traerá la reaccion, inevitable despues de tantos vejámenes y de tan
injustificada usurpacion.

Del mismo modo debe clasificarse la invasion del Brasil en el territorio
de todas las repúblicas limítrofes. Este país heredó de Portugal, asi
como la tierra, las ideas; siguió de lleno la política iniciada por los
lusitanos en lo relativo á la demarcacion de sus fronteras
internacionales, estendiendo paulatinamente su dominacion de hecho y
amparándose en la posecion para señalar los caprichosos límites que
forman hoy el vasto Imperio.

    La importancia de este asunto me induce á reproducir aqui un
    fragmento de mi trabajo sobre los límites de Venezuela á que me he
    referido anteriormente.

    La bula de Alejandro VI, estendida un año después de descubierto el
    nuevo mundo, concedía á los reyes de España el dominio de todas las
    tierras que se descubriesen al otro lado de una línea imajinaria
    que uniese polo á polo cien leguas al occidente de las Islas
    Azores.

    Un año despues, las coronas de España y Portugal estipularon por el
    tratado de Tordesillas que la línea divisoria de las tierras que
    pudieran conquistarse por una y otra potencia, se fijaría
    doscientas leguas al occidente de lo que determinaba la bula del
    Papa. En presencia de insuperables dificultades para señalar
    debidamente la demarcacion convenida y en vista de las violencias
    que durante dos siglos produjo la ignorancia ó la mala voluntad de
    los encargados de ajustar esos límites, los reinos de España y
    Portugal concluyeron otro pacto el año 1750, que comenzaba por
    declarar abolido cualquier derecho ú accion que pudiera, por una ú
    otra parte, alegarse con motivo de la bula pontificia, del tratado
    de Tordesillas ó de otros celebrados en fecha anterior. Portugal
    renunciaba á cualquier pretension sobre las islas Filipinas y
    adyacentes que poseía España en Oceanía y esta á gestionar la
    entrega de las tierras que en el Rio Amazonas y distrito de Mato
    Grosso ocupaba aquella fuera de la línea de demarcacion estipulada
    en los convenios vijentes.

    En 1765 se firmó un nuevo tratado anulando el anterior y dejando el
    de Tordesillas en accion.

    Tantos pactos contradictorios debian, como es natural, ofrecer
    motivo continuo de desavenencias, invasiones y atropellos
    recíprocos entre portugueses y españoles. Espresa el deseo de
    cortar definitivamente ese mal el tratado concluido el 1º. de
    Octubre de 1777, en el cual se fijaron de un modo esplícito los
    límites de una y otra nacion.--Para dirimir toda cuestion moderna
    sobre la materia debe tomarse por base este tratado, vijente cuando
    el Imperio del Brasil se formó y las repúblicas hispano-americanas
    adquirieron su independencia.

    La línea divisoria debia comenzar por la parte del mar en el arroyo
    Chui y fuerte de San Miguel, seguir las orillas de la laguna Merim,
    buscar por las alturas las cabeceras ó vertientes del Rio Negro y
    otros que van á desembocar al Plata y al Uruguay, hasta la entrada
    en este último del Pepirí Guazú por la ribera
    occidental.--Remontando el Pepirí la línea buscaba el Rio San
    Antonio que desemboca en el Iguazú y seguía por este último hasta
    encontrar al Paraná, luego por este hasta su interseccion con el
    Iguarey y por el Iguarey hasta encontrar un rio, tal vez el
    Corrientes, que desemboca en el Paraguay. Por este rio remontaba la
    frontera hasta los Xarayes y desde la desembocadura del Jaurú
    buscaba por tierras desconocidas la formacion del Guaporé,
    siguiendo por este aguas abajo hasta donde en union del Mamoré
    forma el de Madera, afluente del Amazonas; una línea recta de este
    á oeste buscaba el Rio Javarí, por cuyas aguas y las del Amazonas
    bajaba la frontera hasta encontrar la boca occidental del Japurá,
    remontaba este hasta el canal de que se servian los portugueses
    para pasar al Rio Negro y seguia por la parte mas elevada de los
    montes hasta donde terminaban los dominios de ambas monarquias en
    los límites de la Guayana Holandesa.

    Estos límites se han modificado despues y, á la verdad, nunca en
    beneficio de los españoles ó de sus legatarios.--Parece
    inconducente señalar los cambios efectuados en el mapa político de
    América durante el siglo trascurrido.--El Estado Oriental del
    Uruguay, el Paraguay, Bolivia, el Perú, Ecuador, Colombia y
    Venezuela han sufrido absorciones del Imperio y los estadistas
    arjentinos debaten hoy sosteniendo, con entera razon y justicia,
    que los límites deben trazarse por los verdaderos rios Pepirí Guazú
    y San Antonio Guazú, en tanto que el gabinete imperial pretende
    trazarlos por los rios Pepiri Miní y San Antonio Miní.--Los
    documentos impresos en Buenos Aires prueban de una manera
    irrefutable que aquellos son los rios de que habla el tratado de
    1777, reconocidos por los geógrafos Santos Chagras y Oyarvide. Para
    comprender como, con ciertos visos de legalidad, las repúblicas de
    oríjen español han perdido el dominío de territorios considerables,
    es necesario tener en cuenta que el Brasil se apoya para dirimir
    sus cuestiones en el _Uti possidetis_; pero no el _Uti possidetis_
    tal como lo entendemos los hispano-americanos, es decir, como la
    consagracion con arreglo á derecho de los límites reconocidos en
    una fecha dada, sino como la accion que da el hecho, la posesion
    con títulos ó sin ellos. El tratado de 1777 y las reales cédulas
    sobre division territorial en América, constituyen los títulos de
    propiedad del Imperio del Brasil y de las naciones limítrofes. El
    principio sostenido por aquella potencia es á todas luces injusto é
    ineficaz.--Y en todo caso, me parece difícil, si aun se encuentran
    en el corazon de la América tierras inesploradas, que los
    brasileros llevaran en 1810 sus fronteras hasta donde pretenden
    llevarlas hoy.

    Es oportuno observar que el gabinete imperial hace una escepcion á
    su regla de conducta, en las jestiones que sostiene con la
    República Argentina respecto del territorio de Misiones. ¿Por qué?
    En mi humilde concepto, porque no debe perderse la oportunidad de
    dar una favorable interpretacion al tratado, ya que la naturaleza
    ha tenido el capricho de formar varios rios paralelos que, además
    de ciertas semejanzas, tienen la no despreciable ventaja de
    encerrar las tierras tal vez mas rícas y feraces de la América.

    Veamos por lo que hace á Venezuela, cual es el estado de la
    cuestion. Posteriormente á la celebracion del tratado se hicieron
    reconocimientos prácticos, aunque incompletos, por comisiones
    esploradoras de ambos paises, que debian señalar graficamente la
    línea de demarcacion estipulada.--En la parte lindera al Vireinato
    de Santa Fé y á la Capitanía General de Carácas figuraron al frente
    de esas comisiones el Ingeniero Don Francisco Requena y el Señor
    Chermon, comisarios respectivamente de S. M. C. y S. M. F. Debian
    comenzar por reconocer la boca occidental de rio Japurá ó Caqueta,
    para lo cual navegaron aguas abajo el rio Amazonas.--Al llegar al
    caño Abatí parana pretendió el portugues que aquel era el rio
    buscado, error que se comprobó en seguida porque, lejos de ser
    afluente, aquel caño recibe sus aguas del Amazonas.--No obstante la
    disputa, siguió la espedicion su camino hasta llegar á la boca del
    Japurá, cuyas aguas remontaron con el fin de señalar el punto en
    que pudieran quedar cubiertos los establecimientos portugueses de
    las orillas del mismo rio Japurá y del Negro segun el testo del
    tratado.--El comisario español propuso que la línea continuase por
    el rio Apaporis que á su juicio reunia las condiciones espresadas;
    mas el portugues pretendió que un rio arriba del salto de Chupati
    se encontraba en situacion mas adecuada.--Fué necesario consentir
    en la esploracion que se practicó con sérias dificultades y pérdida
    de espedicionarios.--Llevar la frontera por el rio de los Engaños
    (verdadero engaño por cierto) como pretendia uno de los portugueses
    ó por el mismo Japurá como deseaba otro, hasta encontrar la
    cordillera de montañas donde nacen los afluentes del Amazonas y del
    Orinoco, importaba internarla hasta los Andes y al Vireinato de
    Santa Fé secularmente poseido por España.--Esta espedicion fué,
    pues, infructuosa, tanto mas habiéndose negado Chermon á declarar
    cual era el canal de que se servian los portugueses para pasar al
    Rio Negro.

    Desde este punto la demarcacion no ofrecía dificultades de
    importancia, pues debia seguir por la parte mas elevada de los
    montes hasta donde terminaban los dominios de ambas monarquías,
    quedando privativos de España los rios cuyas aguas caen el Orinoco
    y del Portugal los que dirijen las suyas al Amazonas.

    En 1837 fué nombrado el Coronel Agustin Codazzi jefe de una
    comision corográfica encargada de levantar el mapa de la República.
    Segun este ilustre geógrafo la línea divisoria de Venezuela
    comienza en las cabeceras del rio Memachi y, siguiendo al oriente
    por las alturas, pasa junto á las vertientes de Aquío y del Tomo,
    atraviesa el rio Negro por la isla de San José frente á la piedra
    del Cucuy y sigue por las crestas de la serranía de Parima y
    Pacaraima, de manera que las aguas que van al Amazonas queden en
    dominios brasileros y en venezolanos las que bajan al Orinoco.

    Fueron adoptados los límites de Codazzi en el tratado no ratificado
    de 1852 entre el Emperador del Brasil y la República de Venezuela.
    El artículo 2º del referido pacto dice: «La República de Venezuela
    y el Emperador del Brasil convienen en reconocer como base para la
    determinacion de la frontera entre sus respectivos territorios el
    _Uti possidetis_.» Sabemos ya que para el Brasil este principio
    significa la posesion de hecho; y como ni siquiera se menciona una
    fecha á que el _Uti possidetis_ corresponda, toda demora importaba
    entónces para Venezuela el peligro de tener que soportar exijencias
    mayores. No obstante eso, los lejisladores negaron su aprobacion al
    tratado por creer que afectaba á la integridad territorial de la
    nacion.

    Desde aquella época se ha procurado repetidas veces arribar á un
    arreglo definitivo, sosteniendo Venezuela los límites señalados por
    Requena y el Brasil los del mapa de Codazzi.--La cuestion parecía á
    punto de tener un resultado satisfactorio para la república cuando
    Colombia manifestó sus pretensiones á las mismas tierras.--El
    Imperio habia reconocido tácitamente á Venezuela los territorios
    situados en la márjen superior de Japurá ó Caqueta, desde la caida
    en este del Apaporis, los que están al otro lado de una línea entre
    este último rio y el Cuyari y los que se encuentran en la parte
    oriental del curso del mismo Cuyari hasta encontrar los montes en
    que está señalada la línea de Codazzi; pero ante la interposicion
    de Colombia, se negó á firmar el tratado, reservándose hacerlo una
    vez terminado el conflicto entre las dos repúblicas.

    La solucion del litijio está, pues, resuelta de antemano y solo
    falta saber si corresponde á Venezuela ó á Colombia la soberanía de
    las tierras limítrofes con el Imperio.

El _Uti possidetis de 1810_, como lo observa con justicia el Doctor Don
Vicente Quesada en la revista de Buenos Aires, es el principio
conservador de las nacionalidades americanas.--El derecho que de él
emana y sirve para demarcar las fronteras internacionales en América,
debe buscarse, si se trata de las repúblicas de orijen español, en las
últimas cédulas reales sobre organizacion geográfica de los vireinatos y
en los tratados celebrados entre España y Portugal, vijentes en esa
fecha, tratándose de los límites entre el Imperio del Brasil y los
paises limítrofes. Eso de oponer al _uti possidetis_ de derecho el de
hecho, tal vez con la mira de prestijiar el _res nullius_, es algo que
no puede apreciarse con seriedad y que el buen sentido condena.

La historia, al señalar las ventajas considerables obtenidas por el
Imperio con la aplicacion de su falso principio, hace resaltar la enorme
diferencia que hay entre las anexiones de los Estados Unidos y las
absorciones del Brasil. Deben repudiarse con enerjía los medios que puso
en planta esta última nacion para obtener mayor ensanche territorial;
pero pueden imitarse sin escrúpulo los procedimientos de aquella, por
todas las naciones que tengan dentro de sí mismas una fuerza espansiva
semejante.



CAPÍTULO VIII

SEGREGACIONES


En oposicion á los Estados Unidos que buscaron legalmente su
engrandecimiento territorial, la América hispana solo ha modificado su
existencia para achicarse ó desmembrarse.

Obtenidos los triunfos decisivos de la revolucion americana, necesario
era pensar en los medios de organizar nuevos gobiernos.--El odio á
la dominacion española, el instinto de las masas, las ideas de los
hombres ilustrados, el espectáculo de bienestar que ofrecia la gran
república, todo debia inclinar los ánimos á la descentralizacion
administrativa; pero las costumbres y el propio carácter de los pueblos
latino-americanos impedian á estos sujetarse á réjimen alguno que no
estuviera basado en una fuerza eficaz.--El sistema federal daria, pues,
orijen al caudillaje. Alli donde la ambicion ó la ignorancia alejara
á los caudillos de cierta comunidad con el poder central, tenia que
producirse como consecuencia natural la segregacion. Tal es el caso del
Estado Oriental del Uruguay, entregado á la intervencion portuguesa
por la ignorante vanidad de Artigas, cuyos hábitos siniestros solo
encubrian propósitos incoherentes; tal el del Paraguay, separado de la
pátria comun por la ambicion de mando supremo del Doctor Francia.

La ciudad de Montevideo se manifestaba reaccionaria al movimiento
que estalló en Buenos Aires el 25 de Mayo de 1810, mas la campaña
oriental respondió á él con entusiasmo.--Artigas, desertor de las
filas españolas, organizó un ejército esplotando ese sentimiento;
y despues de obtener repetidos triunfos sobre las fuerzas enemigas
y de hacerse conferir por sus huestes el título de jefe de los
Orientales, se creyó bastante poderoso para imponer el reconocimiento
de diputados nombrados directamente por él para asistir al Congreso
Nacional reunido en 1813.--Desagradó al caudillo el desconocimiento
de sus enviados y desde luego meditó la formacion de una nacionalidad
aparte en las provincias del litoral arjentino y en la de Córdoba
donde algun prestijio habia alcanzado. Perseguia este propósito por
todos los medios é inició en la provincia oriental, donde deseaba
imponerse primero, una política de terror de la cual se conservan aun
recuerdos pavorsos. Los hombres pacíficos, para ponerse á cubierto de
sus crueldades, se vieron en la necesidad de pedir al Portugal una
proteccion que el gobierno central del antiguo vireinato no podia
darles, distraidos como estaban sus elementos por las complicaciones de
la guerra en el norte de la República.--Ramirez, otro caudillo, venció
mas tarde á Artigas en Entre-Rios y este tuvo que fugar, llevando al
estranjero el remordimiento de haber producido para su país, como
resultado inevitable de su conducta, la ocupacion del territorio
por fuerzas portuguesas. En tan aflictivas circunstancias, el Estado
Oriental pertenecia de derecho á las Provincias Unidas del Rio de la
Plata y de hecho quedaba bajo la salvaguardia de las tropas de S. M.
F.--Un congreso formado bajo la presion de los invasores, decretó en
1821 su anexion al Reino Unido con el nombre de Estado Cisplatino;
pero muy luego sobrevino la division de aquel y se produjeron en
Montevideo sérios trastornos promovidos por los intereses encontrados
de portugueses y brasileros.

Los treinta y tres orientales á las órdenes de Lavalleja emprendieron en
esta ocasion, con el móvil de reincorporar el Estado Oriental á la
Nacion Arjentina, su gloriosa campaña libertadora. Las victorias de
estos héroes no fueron definitivas, mas su actitud patriótica atrajo en
breve las simpatías jenerales de sus compatriotas hácia la santa causa
que defendian.--A pesar de los triunfos parciales de los patriotas, los
brasileros se creian dueños del campo con el abandono de las
pretensiones portuguesas y se aprestaban á defender sus posiciones--La
República Arjentina, por su parte, reivindicó sus derechos, se preparó á
la guerra y poco tiempo despues obtuvo, con la espléndida victoria de
Ituzaingó, el dominio de la campaña oriental.

La situacion entonces era escesivamente ventajosa para esta última
nacion, pero como quedaban todavía las fuerzas del Imperio dueñas de las
plazas de Montevideo y la Colonia, despreciando las ventajas adquiridas
y con la mira elevada de dar término á una guerra que pudo ser fatal á
medio continente, la República Argentina aceptó la mediacion del
Ministro de S. M. B. y firmó con el Imperio un tratado segun el cual se
obligaban ambas naciones á respetar la independencia del Estado Oriental
y á retirar sus ejércitos del teatro reciente de la guerra.

No tuvo tampoco éco en el Paraguay el movimiento revolucionario de 1810.
En aquella parte del territorio del antiguo vireinato, se formaron
ejércitos para contrariar el movimiento y se opuso una resistencia tenaz
á la espedicion libertadora del General Belgrano. Los paraguayos, en la
mas abyecta servidumbre, no podian interpretar cumplidamente los
principios sostenidos y proclamados por sus compatriotas, ni tenian del
mundo esterior las noticias que pudieran iluminar su espíritu
haciéndoles comprender las conquistas políticas de sus hermanos. Con
justicia observa el General Mitre que la espedicion de Belgrano, siendo
desgraciada, auxilió al pensamiento revolucionario porque dejó en el
territorio paraguayo la semilla fructífera de la idea.

Los mismos jefes que habian obtenido el triunfo sobre el patriota
arjentino en Tacuarí, regresaron á la Asuncion con planes
revolucionarios, depusieron al Gobernador Velazco y crearon una junta de
tres individuos, entre los cuales figuraba el que estaba destinado á
dominarla con su intelijencia y audacia, el Dr. Francia, mas tarde
Dictador del Paraguay. Este, cuando se sintió fuerte en su propio país,
envió á Buenos Aires una comision con instrucciones para proponer las
bases de la incorporacion.--Como todos los caudillos ambiciosos, deseaba
Francia el sistema federal con el secreto pensamiento de segregar al
Paraguay.--Su habilidad dió por resultado el tratado de 1821 cuyas
estipulaciones, dice el General Mitre, llevan «como lo preveia
Rivadavia, el sello del egoismo mas exijente por parte del Paraguay.»
«Tres puntos principales comprendió el tratado: 1º descentralizacion de
las rentas ó sea la independencia económica. 2º la demarcacion de los
límites ó sea la independencia territorial. 3º el establecimiento de una
confederacion ó sea la independencia política. Las tres envolvian la
segregacion.» La voluntad imperante del Doctor Francia, coadyuvada por
la naturaleza del país y por las costumbres que imprimieron á los
naturales las misiones jesuíticas, pusieron á este país en la condicion
del mas salvaje, sin contacto civilizador de ningun jénero con el resto
del mundo. De ahi el que la nacionalidad paraguaya sea un hecho
consumado por su propia incomunicacion. No obstante eso, los gobernantes
arjentinos protestaron constantemente contra la segregacion de esa parte
del territorio y desconocieron la lejitimidad del gobierno de Francia y
de su sucesor Cárlos Antonio Lopez. Solo en 1852 aceptó la República
Argentina tratos con esa nacionalidad.

Como consecuencia de su eterna protesta contra la independencia del
Paraguay el Dictador Juan Manuel Rosas contribuia al aislamiento de ese
país impidiendo la libre navegacion del rio Paraná, via natural y única
de aquella antigua seccion del vireinato para la esportacion de sus
productos. El Estado de Buenos Aires, separado de las otras provincias
que formaron la Confederacion despues del derrocamiento del tirano,
deseaba ostentar los principios liberales de su nuevo gobierno. A tal
efecto dictó una ley en Octubre de 1852, declarando ámpliamente libre la
navegacion fluvial en su territorio para todos los pabellones, inclusive
el paraguayo y aceptando, como resultado de su concesion, la
independencia de esa república, sin perjuicio de someterse osteriomente
á las decisiones que adoptara en la materia un poder nacional arjentino.
El General Urquiza, Presidente de la Confederacion en esa época, envió á
la Asuncion en carácter de Encargado de Negocios al Dr. Dn. Santiago
Derqui, representante que llevaba la mision de firmar algunos convenios
internacionales y de hacer oficialmente el reconocimiento de la
independencia. Los actos públicos de este diplomático referentes á tan
interesante asunto, fueron despues ratificados por el Congreso de la
Confederacion.

Es sabido que una gran parte de Bolivia pertenecia al Vireinato del Rio
de la Plata; la desmembracion mas ostensible fué, sin embargo, la de
Tarija, cuyo territorio libertado por sí mismo de la opresion española
formaba parte integrante de la provincia argentina de Salta. Durante el
gobierno del General Sucre en Bolivia fué invadido por las tropas de su
mando que, encubriendo su propósito en la pretension de libertarlo del
poder español, cambiaron las autoridades del pueblo y anexionaron el
territorio á la nacionalidad fundada por Bolivar con su nombre.

Comprobado esplícitamente el hecho de que ese territorio pertenecia en
1810 á la provincia de Salta é interpuesta la reclamacion del caso por
plenipotenciarios arjentinos, volvió á hacerse sentir alli, por
consentimiento espreso de Bolivar y de Sucre, la jurisdiccion de su
antigua pátria. Empero, las disidencias intestinas de la república
despertaron de nuevo las ambiciones de Bolivia.--El Congreso argentino
acababa de declarar provincia soberana al territorio en cuestion,
desprendiéndolo de la de Salta, cuando el gobierno del Alto Perú
manifestó que resistiria por las armas la entrega de Tarija á su
lejítimo dueño. Esa provincia continua hasta hoy formando parte de
aquella nacionalidad, porque la República Argentina, que estaba entonces
en guerra con el Imperio del Brasil, no tuvo los medios de hacer valer
sus derechos con eficacia.

La nacion mas vehemente en la defensa de sus hermanas, la que mas
sacrificios se impuso en beneficio de los intereses jenerales de la
América, debe á la amplitud de sus operaciones militares en las horas de
peligro y á la escelencia de sus prácticas liberales en la época de la
organizacion, el haber perdido lejítimo dominio sobre gran parte de
Bolivia, el Uruguay y el Paraguay.

Las otras secciones de la América hispana no alteraron tan
fundamentalmente sus circunscripciones administrativas, porque las
grandes nacionalidades divididas posteriormente, se debieron á la
política de la emancipacion y se segregaron solo para asumir las formas
jeográficas que les correspondian segun el _uti possidetis de 1810_, es
decir, de acuerdo á las decisiones del gobierno colonial.

La Confederacion Colombiana, decretada bajo los auspicios de la victoria
y á inspiracion de Bolívar en el Congreso de Cúcuta, se deshizo porque,
con razon ó sin ella, fueron atribuidas al prestijioso guerrero miras
demasiado ambiciosas.--El jeneral Paez á la cabeza del movimiento
revolucionario de Venezuela segregó ese país, llevando la nueva capital
á la ciudad de Carácas que lo fué de la capitanía general.--El Ecuador
bajo el gobierno del jeneral Flores, siguió en breve este ejemplo,
separándose de Nueva Granada en 1831 y formando una nueva nacionalidad
con la ciudad de Quito por capital.

En cuanto á la confederacion que ideó el jeneral Santa Cruz entre
Bolivia y el Perú, no tenia base estable ni podia durar como un sistema
simpático á ambos pueblos, desde que fué impuesta contra la voluntad
presunta de muchos bolivianos y espresa del partido dominante en el
Perú.

Mas que las anteriores ha tenido que lamentarse de la inclinacion
desmembradora del caudillaje la Confederacion Centro-Americana,
organizada despues del triunfo de la revolucion en el territorio de la
antigua capitania general de Guatemala.

A poco de fundada la nacionalidad, un pronunciamiento que estalló en
Honduras separó este Estado de la Confederacion, ejemplo que imitaron
muy luego, San Salvador, Costa Rica, y Nicaragua.

La insignificancia de estas nuevas secciones impone constantemente, como
es natural, la conveniencia de reunirse para formar un todo respetable.
En época reciente pretendió el jeneral Zaldivar, Presidente de la
República del Salvador, producir un movimiento político para lograr tan
elevado propósito.

El mensaje de ese majistrado, leido en las Cámaras á principios del año
1883, decia: «La situacion favorable en la cual se encuentra la América
Central, exenta de toda inquietud esterior y gozando de entera seguridad
bajo el reinado de instituciones armónicas donde predominan las ideas
liberales; el hecho de que todas las repúblicas están en comunícacion
instantánea por medio del telégrafo, y el impulso que se dá á la
construccion de caminos de hierro; en fin, el sentimiento que cada una
tiene de su propia debilidad en tanto que persistan fraccionadas como lo
están hace cuarenta años, todo hace presentir profundamente que se
acerca el dia ardientemente deseado por el patriotismo, en que nuestras
poblaciones, con la conciencia de sus grandes destinos busquen en la
reconstruccion de nuestra nacionalidad los medios más razonables y
eficaces de realzar el noble nombre y desenvolver la grandeza de nuestra
querida pátria centro americana.»

El argumento de la falta de comunicaciones, que siempre se ha levantado
como un obstáculo para toda union continental, se opuso tambien al
restablecimiento de la Confederacion Centro-Americana.--Estas son ideas
preconcebidas, pues las comunicaciones son acaso mas difíciles en
Venezuela, Méjico, Colombia y el Brasil, todas naciones perfectamente
organizadas.

Sin que pueda, pues, atribuirse á otra causa que á los temores de una
preponderancia que no tiene razon de ser, el Gobierno de la República de
Costa Rica opuso su resistencia á la union deseada; pero como esta
determinacion era completamente impopular, se esperaba que el próximo
cambio de gobierno produjera un cambio de política mas en armonia con
los intereses de la América Central y la aspiracion de sus ciudadanos.
Los violentos atentados de Barrios, dictador de Guatemala, para imponer
por las armas y por su voluntad personal una trasformacion política que
solo puede ser útil y duradera cuando se produzca por la voluntad
espresa y manifiesta de los pueblos, ha retardado la solucion deseada.

Las otras repúblicas de la América Central se opusieron al tirano y
algunos paises como Méjico y los Estados Unidos, que debian mirar en
Barrios un vecino peligroso, pensaron intervenir en la contienda. Por
fortuna los centro-americanos comprendieron que era llegada la hora del
peligro, se aliaron y emprendieron con decision la campaña que les dió
en breve una espléndida victoria contra las aguerridas tropas
guatemaltecas.

La imposicion de Barrios fué vencida en los campos de Guatemala y solo
hay que lamentar que tambien lo fuera la idea de la reconstruccion
nacional.



CAPÍTULO IX

INTERÉS SOCIAL


Franca admiracion despertaron en el mundo las reformas institucionales
de los Estados Unidos. Su lejislacion, la mas sábia que existe, es
imperfecta, sin embargo, como todas las cosas humanas.

Dos palabras--_instabilidad administrativa_--resumen de un modo palpable
los defectos inherentes al sistema; y seria, por lo tanto, aventurado
emitir un juicio definitivo sobre las tendencias de las naciones que lo
han adoptado, si él hubiera de estar sujeto á la apreciacion aislada de
los hechos históricos referidos en la primera parte de esta obra. Su
conocimiento debe, por el contrario, mostrarnos la conveniencia de
distinguir la política seguida por cada una de las administraciones y
los deseos ó sentimientos manifestados por cada uno de los pueblos.
Estos últimos, que intervienen de un modo bastante directo en el manejo
de los negocios, espresan mas bien pasiones que intereses. No es raro,
pues, que un gobierno, obedeciendo á las insinuaciones de la opinion, se
vea en el caso, muchas veces, de borrar con el codo lo que el anterior
escribió con la mano ni que, sometiéndose á las pasiones, lo haga á la
movilidad impuesta por los sucesos.

Puede servir esto de disculpa á los majistrados que se consideran
exentos de seguir una línea de conducta determinada; pero es preciso que
ellos no confundan los sentimientos transitorios con los permanentes y
que respetando la volubilidad de los pueblos cuyos destinos dirijen, en
ciertos casos, los estimulen y alienten en la via de sus intereses y
afectos constantes. Una nacion americana puede, por ejemplo, apasionarse
brevemente en favor ó en contra de otra; puede tener con ella una
guerra, que se llamará internacional como se llamó social lo que en
Estados Unidos sostuvo la Confederacion contra la Union; mas, así como
en la pátria de Washington los vínculos de la nacionalidad léjos de
aflojarse adquirieron nuevo vigor, el sentimiento de la fraternidad
americana se fortalecerá cada dia por encarnizadas que sean las
contiendas.

No puede ponerse en duda que este sentimiento existe en todas las
repúblicas de oríjen español. Se observa sin dificultad en las
manifestaciones de los respectivos delegados que asistieron á los
Congresos reunidos desde 1826 hasta hoy; y en la lectura meditada de la
narracion que contiene este libro, se descubre que toda oposicion á la
idea de la Union, ó por lo menos á la de la uniformidad en los
procedimientos internacionales, ha sido siempre de parte de un gobierno
que no ha interpretado la voluntad ó la inclinacion de sus
administrados.

El americano que abandona el suelo de su pátria nota fácilmente cuánto
se pronuncia en el estranjero ese sentimiento especial. Al encontrarse
con otro, esperimenta hácia él una simpatia que no la produce tan solo
el idioma comun ó el modo de ser recíproco, sino el conocimiento de su
oríjen. En el viejo mundo los hispano-americanos se llaman entre sí,
_paisanos_; y aun cuando las palabras no lo espresen siempre, un
mejicano y un argentino se dicen á sí mismos: somos compatriotas.--Si la
buena suerte del viajero lo conduce á los centros sociales de la América
hispana, considera con cuánta razon se sentia estranjero, en la
verdadera acepcion de la palabra, al recorrer los bulliciosos bárrios de
las grandes capitales europeas, porque la hospitalaria franqueza y la
cariñosa deferencia de que es objeto, son como las que pudiera merecer
un compatriota estimado, largo tiempo ausente.

Es aplicable á las colectividades lo que se observa en los individuos.
En todas partes, desde la frontera de Méjico hasta el Cabo de Hornos,
con la misma sinceridad, con el mismo entusiasmo, se aplauden los
progresos de la República Argentina ó se lamentan las desgracias de
Centro América, se elojian las leyes políticas de Colombia ó se condenan
las prácticas funestas que ha implantado allí la anarquia.

La participacion moral que una nacion americana toma en el progreso ó
decadencia de otra, no se reduce á un interés jeneral; hay en ella algo
de esa solidaridad impresa al nuevo mundo por su escepcional y uniforme
organizacion institucional.

Aparentemente no sucede lo mismo con respecto á los Estados Unidos. Un
temor hácia su pretendida preponderancia, una reminiscencia de raza,
aberraciones, razones algunas veces, han producido cierta desconfianza
en los americanos del Sud que con justicia se consideran menos fuertes.

¿Hasta qué punto es culpable la gran nacion de haber autorizado juicios
tan desfavorables á su respecto? Veamos.

Desde luego, la doctrina de Monroe que fué al enunciarse una garantia
legal de existencia para todas las nacionalidades americanas, es hoy
para ellas una garantia eficaz de estabilidad. Todo lo dá, nada exije;
ampara al Continente con la proteccion que el poder insólito de la
República le permite otorgar y respeta, al mismo tiempo, la absoluta
independencia de los actos administrativos en cada una de sus divisiones
políticas.

En el Congreso Internacional á que asistió un representante de los
Estados Unidos se descubre, es verdad, el deseo de obtener algunas
ventajas, aun con perjuicio de los intereses jenerales de la América,
como se notan ideas absorbentes en las negociaciones que al Istmo de
Panamá se refieren; pero en el primer caso la opinion del país desvirtuó
los actos del mandatario y en el último los intentos del Gobierno fueron
sofocados por la fé pública en los tratados y por el respeto
inquebrantable á la soberania de una nacion estraña.

Intereses egoistas de cierto número y dificultades orijinadas por una
situacion sin precedentes en la historia, contrariaron las pretensiones
de los republicanos sinceros que se proponían ayudar á la Isla de Cuba
en la obra patriótica de la emancipacion. Las manifestaciones del pueblo
y las tardías, si bien sinceras, esposiciones del gobierno comprueban,
no obstante, el interés de los Estados Unidos en la suerte de los
desgraciados cubanos y en el triunfo de su causa.

Y respecto de Méjico ¿cuál seria su suerte? ¿cuál la del principio
republicano en América, si durante la breve presencia de Maximiliano en
el Imperio de Montezuma, los Estados Unidos no hubieran tomado la
participacion decisiva que dió por resultado el retiro de las tropas
francesas y el derrocamiento del monarca por ellas impuesto?
Desgraciadas sin duda y desconsoladoras la una y la otra. En tal
emerjencia los americanos prestaron un servicio eminente á la nacion
mejicana, de alta trascendencia tambien en pró de las ideas políticas
del mundo moderno.

Las anexiones de esta nacion, que tanto han contribuido á las
reprimendas de sus enemigos, no dan mérito, en modo alguno, á esos
reproches hirientes, fundados tan solo en la ignorancia de los sucesos.
El desenvolvimiento estraordinario de la República no es el resultado de
una brutal conquista; ella invade por su fuerza moral; compra ó adquiere
territorios á los cuales concede en breve la vida municipal y las
prerogativas de sus subdivisiones autonómicas, lo cual está muy distante
de mostrar la intencion de imponer con las armas á los vecinos ó de
subvertir violentamente y en provecho propio un órden dado. Su historia
política demuestra, pues, lo que comprueba tambien la historia
sud-americana, en los asuntos de detalle la versatilidad ocasionada por
la forma de gobierno y en los fundamentales la lejítima y tradicional
aspiracion de hacer estensivos al mundo de Colon los beneficios de su
sistema admirable.

El desenlace de la ruidosa cuestion Hopkins, que orijinó un sério
conflicto entre la República del Paraguay y los Estados Unidos, prueba
que las injusticias y arbitrariedades cometidas en nombre de esta nacion
solo pueden atribuirse á malos gobiernos ó á maquinaciones
individuales.--Aquel sujeto había obtenido de su pátria el nombramiento
de Cónsul en la Asuncion, donde alcanzó la proteccion del Presidente y
su beneplácito para esplotar las riquezas naturales del país por cuenta
de una compañia que daria los capitales necesarios. Despues de haber
sacado todo el partido posible de su posicion oficial y de su amistad
personal con muchos paraguayos distinguidos, meditó Hopkins, como
_negocio lucrativo_ y liquidacion de su compañia una de tantas odiosas
reclamaciones internacionales que el pabellon americano habia de
protejer parodiando á los europeos y que solo significan la presion de
la fuerza. Para lograr su objeto usó en el Paraguay de una conducta
vituperable que dió mérito al retiro de su _exequatur_. Ejerciendo, no
obstante, sus atribuciones de Cónsul ordenó al comandante del buque
americano _Water Witch_ estacionado en la Asuncion, que le facilitara
los medios de retirar violentamente los papeles de la compañia,
atropello que llevó á efecto violando el territorio paraguayo con cierto
número de marineros armados. De regreso á Estados Unidos hizo que el
Gobierno amparara su reclamacion, estimada por él en varios millones de
pesos fuertes y logró inducir al gabinete de Buchanan al envio de una
espedicion naval contra el Paraguay. Este pensamiento no se llevó á
efecto y léjos de ello el Gobierno americano envió á la Asuncion al
Señor Bowlin, representante diplomático encargado de buscar una
conveniente solucion al conflicto. El resultado de esta mision fué el
nombramiento de dos árbitros, el Señor Berges en representacion del
Paraguay y el Señor J. Johnson en nombre de los Estados Unidos, que
adoptaron una decision enteramente favorable á aquel Gobierno. El
honorable Señor Johnson estudió con juicio imparcial y recto los
antecedentes en que fundaba la compañia su reclamacion y al terminar su
notable escrito sobre la materia, decia «El orgullo y la gloria del
Gobierno y del pueblo de los Estados Unidos ha sido siempre no someterse
á ninguna injusticia de otro Gobierno ó de otro pueblo; pero al propio
tiempo lo ha sido no exigir de ellos _nada mas que lo justo_; y tardará
mucho todavia, así lo espero confiadamente, en que llegue el dia en que
puedan acumularse con su consentimiento y sancion, fortunas colosales
como las de la India oriental debidas al _saqueo de Estados débiles y
arrebatadas con la boca del cañon_.» Concluia el Señor Johnson
dictaminando contra las indignas exijencias de la compañia y haciendo
recaer su sentencia arbitral en favor del Paraguay.

Este notable fallo de americano tan distinguido y honrado, á favor de
una nacion estraña y contra el Gobierno de su pátria, es una prueba mas,
patente y clara, en apoyo de la idea que sostengo. De él se desprende,
como de los sucesos comentados ya, la enorme distancia que hay en
Estados Unidos entre los actos del Gobierno y los impulsos jenerosos del
pueblo, sujeto aquel al interés individual y á las debilidades que son
injénitas al hombre, con sed este de justicia y de _confraternidad
dentro de sus instituciones_.

No quiero con tales apreciaciones significar que todos los gobiernos
hayan seguido la misma línea de conducta; porque algunos de ellos,
respetando los compromisos contraidos en el programa internacional de su
país, han demostrado en momentos difíciles ardientes simpatias hácia las
otras repúblicas del nuevo mundo. Cuando las tropas del General Howe
batian á las de Washington cerca de Nueva York, el Congreso que acababa
de declarar la independencia envió á Europa en carácter diplomático al
Dr. Franklin, á Arturo Lee y á Juan Adams para solicitar la alianza de
algunas potencias. Refiriéndose á España dicen las instrucciones de
estos representantes:.. «si no se inclinase en favor de nuestra causa
por temor de que peligren sus dominios en la América del Sur, quedais
autorizados para dar toda clase de seguridades de que los Estados Unidos
no perjudicarán á ese reino en la tranquila posesion de sus
territorios.»--Tal actitud en la derrota podia dar que temer á España
para el momento del triunfo; pero fuerza es confesar que nunca quebrantó
su propósito la gran nacion. Llegado el caso, por ejemplo, de
reconocerse la independencia de las repúblicas hispano-americanas, é
interpuesta por el Ministro de España en Washington una enérjica
protesta, el presidente Adams repuso: «Los Estados Unidos han decidido
sobre el hecho, consecuentes en eso con su propia historia y con sus
propios títulos á la independencia.»--Deseaba este majistrado que su
pátria conservara muy buenas relaciones con España, pero no podia dejar
de reconocer la independencia de sus antiguas colonias, puesto que ellas
habian luchado con éxito, creado sus gobiernos y ejercido todos los
atributos de la soberania ante la impotencia de la metrópoli. Esta
conducta, la que usaron mas tarde cuando tuvieron lugar los movimientos
políticos de la Isla de Cuba con el propósito de obtener su anexion á
los Estados Unidos, rechazando ese ofrecimiento á pesar de ser
considerada la anexion como una necesidad geográfica y del aliciente que
ofrece á un país tan mercantil esa riquísima isla, ¿no prueba hasta la
evidencia que la nacion solo busca su engrandecimiento, ya muy
considerable, por las vías lejítimas? ¿No prueba más, que su
republicanismo es escecivamente simpático al nuestro y que su política,
cuando traduce el sentimiento público, tiende á acercarnos
recíprocamente como habitantes de un mismo continente y defensores de
las mismas ideas filosóficas?

Se ha condenado la prescindencia política de los Estados Unidos,
haciendo resaltar los inconvenientes de la doctrina de Monroe en lo que
atañe á los intereses jenerales de la democracia. Los americanos, se
dice, han practicado leyes benignas sin preocuparse de que sus efectos
se sientan en otros continentes; han recibido con bondad y con cariño á
los proscritos de la autocracia, pero no les han ayudado en sus empresas
liberales.--He aquí el caso de hacer resaltar de nuevo la frecuente
oposicion del pueblo y del gobierno en aquella república. En efecto,
este nada intentó en favor de Hungria cuando el ardoroso Kossuth inflamó
el entusiasmo popular de un estremo á otro de la Union y obtuvo en
suscriciones un apoyo eficaz en favor de sus desventurados compatriotas;
mas lo que no hizo el gobierno lo hicieron individualmente algunos de
sus miembros. Daniel Webster, Ministro de Estado entonces, asistió á una
fiesta dada en honor del revolucionario; y á la protesta del Señor
Hulsemann, Ministro de Austria, él mismo esplicó la teoría de su
gobierno diciendo: «A este le interesa la suerte de todos los paises del
mundo y le inspiran, además, simpatia todos los pueblos que luchan por
su libertad. La tradicional neutralidad de mi pátria no se quebranta por
eso, desde que no se hace ninguna manifestacion pública de hostilidad.
En cuanto al pueblo en jeneral y á los individuos en particular, tienen
en Estados Unidos perfecto derecho de significar sus simpatías.»

Estas bellas palabras de Webster, uno de los hombres públicos más
notables de su pátria, encubren el pensamiento atrevido de que la
Europa debe despoblarse para poblar la América y esplican las miras del
Gobierno de los Estados Unidos al circunscribir su accion en los asuntos
esteriores; espresan claramente la idea de que el nuevo continente no
interviene en los asuntos internos de otros, porque si bien le interesa
la suerte de todos los hombres que habitan el planeta, tiene dentro de
sí mismo los medios de proveer á su bienestar material y moral, por la
fecundidad de su suelo y por la escelencia de sus leyes. Ambas
condiciones son exijencias humanas que provocarán las migraciones á
medida que se acentúen los jérmenes de desorganizacion que hay en el
viejo mundo y los de prosperidad que hay en el nuevo.

De las consideraciones precedentes se desprende, á mi juicio, que el
pueblo americano se preocupa de los intereses republicanos con las
restricciones que le sujiere su interés como colectividad política, pero
que al mismo tiempo acuerda una decidida preferencia y una atencion
especial á todos aquellos problemas que afectan al desarrollo de la
América hispana y á la consolidacion de las instituciones que profesa.

La mision confiada á los Señores Tacher y Reynolds y el proyecto
presentado al Congreso Americano por el Senador Frye, recibidos ambos
con un entusiasmo inequívoco por el pueblo de la Union, comprueban en la
actualidad tan elevadas miras.

Las instrucciones de aquellos diplomáticos contenian las clausulas
siguientes, que debian presentarse á la consideracion de las naciones
de América.

1º La ventaja de entablar y mantener relaciones políticas entre los
Estados Unidos y cada una de ellas.

2º El ofrecimiento hecho en nombre de los Estados Unidos, de su
influencia moral para promover y protejer la paz en esas repúblicas.

3º La ventaja de un Congreso Nacional de Delegados de todas las
Repúblicas Americanas, para discutir y convenir sobre medios para
asegurar la paz permanente entre las Naciones de este hemisferio; para
convenir sobre el modo de arreglar dificultades sin apelar á las armas;
para presentar una resistencia unida contra las agresiones de los
poderes europeos ó su interferencia en asuntos americanos, pues es la
doctrina de los Estados Unidos, que las Repúblicas Americanas son
capaces para arreglar sus propias disputas, para determinar lo que es
mejor para ellas y protejerse, defenderse y apoyar su mútuo desarrollo;
que el comercio americano debería limitarse en lo posible á los mares
americanos.

4º La ventaja de una moneda de plata comun, acuñada por cada una de las
Naciones Americanas en debida proporcion y que deberá tener curso legal
en todas las transacciones comerciales entre los ciudadanos de
diferentes repúblicas. (Méjico, Venezuela, Costa Rica, Guatemala,
Honduras, Ecuador, Perú y Chile ya han dado su adhesion á este
proyecto).

5º La ventaja de un Tratado de reciprocidad entre todas las naciones de
América y los Estados Unidos, por el cual los productos de esos paises
se admitirán libres del uno al otro cuando sean llevados en sus buques ó
en los de los Estados Unidos.--Este Tratado debe garantizar la
proteccion de las personas y la propiedad de los ciudadanos, y todas las
disputas tocante á ellas deberán determinarse por arbitraje.

6º ¿Qué sujestion tienen que hacer los respectivos Gobiernos al Gobierno
y al pueblo de los Estados Unidos para fomentar el comercio entre ambos
paises?

Por el proyecto del Senador Frye se autoriza y se incita al Presidente
de los Estados Unidos para invitar en nombre del Gobierno y del pueblo á
los delegados de cada una de las repúblicas de Sud y Centro-América,
incluyendo á Santo Domingo y Méjico, con el objeto de reunirse en
Washington el 1º de Octubre de 1886 para considerar y decidir sobre las
cuestiones que puedan ser de comun beneficio á esas naciones.--Cada una
de ellas podrá enviar varios delegados al Congreso, pero la delegacion
solo tendrá un voto.

Al invitar á las demas repúblicas el Presidente de los Estados Unidos
manifestará que el Congreso se forma con el objeto: 1º De tomar todas
las medidas necesarias para conservar la paz y promover la prosperidad
de las naciones americanas, para presentar una resistencia uniforme
contra los poderes monárquicos de Europa y defender la integridad
territorial contra las desmembraciones posibles. 2º De adoptar las que
sean tendentes á la formacion de una union aduanera americana, por la
cual se acepte, mientras sea conveniente y fácil, un libre cambio de
productos naturales y de manufacturas en las aguas americanas. 3º De
promover el establecimiento de líneas de vapores frecuentes y directas
entre los puertos del continente. 4º De establecer un sistema uniforme
para regular los impuestos aduaneros en cada una de los Estados
independientes y un método igual de clasificacion y avaluo. 5º De
adoptar un sistema comun de pesas y medidas, leyes uniformes para
protejer las personas y la propiedad, las patentes y marcas de comercio
de los ciudadanos de una nacion en las otras.--6º De adoptar un cuño de
plata igual, que se usará por cada gobierno segun la proporcion de sus
habitantes y que circulará con igual valor en las transacciones de todos
los americanos.--7º De formular un plan definitivo para dilucidar por
medio del arbitraje todas las cuestiones.

Por ser de oríjen americano son pertinentes en este capitulo los
anteriores documentos. Esta circunstancia, la de haber merecido una
entusiasta acojida por el pueblo de los Estados Unidos y écos de
simpatia en los demas de América, los hace esenciales tratándose del
porvenir social del nuevo mundo. Los gobiernos, que no se han ocupado
hasta ahora ni poco ni mucho del futuro, ¿interpretarán esos
sentimientos que en el corazon de todos están? ¿comprenderán la
importancia que hay para el mundo todo en impulsar las corrientes
republicanas á un solo cauce que con su fuerza avasalladora derrumbe los
obstáculos que los sostenedores de la monarquía quieren oponer á su
marcha progresista? Debe esperarse que sí, desde que se inspiren en el
provecho real y en el afecto de las respectivas nacionalidades; pero
puede temerse que no, si sujetan sus actos al interés del momento ó se
abandonan á la proverbial desidia que les caracteriza.



CAPÍTULO X

INTERÉS POLÍTICO


Las instituciones hispano y anglo-americanas son análogas en su parte
fundamental; ambas responden al principio republicano y al elevado
objeto de hacer efectiva la soberanía del pueblo.

De las repúblicas fundadas por descendientes de españoles, algunas han
dado un ensanche al sistema federal que vícia sus mayores ventajas,
otras se han dictado constituciones centralizadoras en el gobierno, sin
otorgar á las diversas secciones de su cuerpo político las atribuciones
que como colectividades tienen en aquellas. Todas, empero, proclaman la
igualdad y conceden al ciudadano la intervencion que le corresponde en
los asuntos públicos. Por eso las reformas sociales que el espíritu
humano exije con apremio en otros puntos del globo, han tenido en
América una solucion definitiva.

Y no podia ser de otro modo. Al arquitecto que tuviera la mision de
construir un monumento, le seria más fácil, presumo, levantarlo en
terreno vírjen, que destruir grandes murallas carcomidas por el tiempo
en los parajes que á su accion ha dejado libres, pero rebeldes á todos
sus instrumentos de destruccion en los ocultos cimientos. Tal así, fué
sencillo plantear las reformas del progreso en el mundo que nacia como
será difícil introducirlas con éxito en el mundo que decae. Los momentos
de desórden, las continuadas anarquías que han ajitado al nuevo
continente, no desvirtúan en lo mínimo la ventaja inapreciable de sus
conquistas morales, pues antes que en Europa ó en Asia se proclame la
libertad política y sea una verdad eficiente la condicion igual de los
hombres ante la ley ¡cuántas luchas, cuánta ruina y cuánta violencia ha
de conmover las viejas sociedades!

El océano que divide á la América de esos mundos, dice el publicista
Gichot, los divide menos que las instituciones y las costumbres. Sin
embargo, se dirá, siendo Europa la cuna de la actual civilizacion ¿á qué
obedece tal diferencia? A que era conocido ya el funesto efecto de los
privilejios cuando la América fué colonizada; á que se huía de ellos y
solo se formaban distinciones relativas por el esfuerzo de la labor
intelectual, ninguna como en la edad media por la influencia del sable.

Inglaterra con sus propósitos tradicionales de conquista, Francia con el
prestijio que han sabido darle sus escritores como iniciadora de toda
idea progresista y por obedecer á inveterados principios otras naciones
del viejo mundo, pretenden imponer al nuevo su influencia.--No es
necesario, para contrariar tales aspiraciones, combatir á los franceses,
tan cultos, intelijentes y jenerosos, á los ingleses tan emprendedores é
industriosos; basta desviar los intentos de las sociedades que se
derrumban, señalando á los miembros de ellas el hecho evidente de que
en América encontrarán algo que en Europa les falta: bienestar y
derechos.

Los defectos que producen la emigracion de los viejos paises no tienen
solucion posible: están en la naturaleza misma, exhausta ya y
empobrecida por el trabajo de muchas jeneraciones; en el interés de los
predestinados de la fortuna que invade el derecho ajeno y en el hambre
de los proletarios que ataca la propiedad.

En cuanto á los inconvenientes que todavia hoy pueden llamarse
característicos de ciertas secciones de América, solo existen en
detalles de administracion y se modificarán fácilmente con el estudio y
el ejercicio de las instituciones americanas; pero tienen bastante
alcance para poderse afirmar que unas y otras no pueden satisfacer del
mismo modo, en el órden material y moral, las necesidades y aspiraciones
de los hombres.

El poder centralista de Chile, la caprichosa lejislacion venezolana y
las prácticas de disgregacion que hay en otras repúblicas, no ofrecerán,
por cierto, al inmigrante las ventajas que obtiene en los Estados Unidos
ó en la República Arjentina, no solo porque favorecen á estos dos paises
condiciones que están en la tierra y en el clima, sino tambien porque
aquel que de su pátria se aleja para no contemplar en ella la injusticia
y para ver remunerado su trabajo, á la vez que una naturaleza vigorosa
donde tengan espansion sus aptitudes, busca garantías en favor de todos
sus derechos civiles y de los derechos políticos que deben adquirir sus
hijos.

Ahora bien, aunque los medios puestos en accion tengan, todo lo mas, una
similitud relativa, todas y cada una de las naciones americanas
persiguen fines idénticos; y, buscando resultados, me parece lójico
incorporar las fuerzas que se dirijen en un mismo sentido.

A impulsos de tal propaganda se podrá contrariar el hecho desconsolador
de que las instituciones hispano-americanas sean, á lo menos en la
práctica, como esos conciertos que se forman en las casas de vecindad
entre el violinista del primer piso, el clarinete del segundo y el
corneta del tercero, ó como los ferro-carriles de Colombia, donde por
construirse muchos no se ha llegado á tener uno bueno.

La comparacion es vulgar, pero es exacta.--En la tierra de Bolívar la
estructura del país opone sérios obstáculos al desenvolvimiento
material; pero como las ideas no reconocen en la topografía valla alguna
y los colombianos han seguido siempre con interés los progresos que la
industria moderna realiza en otras naciones, natural era que pensaran en
hacer ferro-carriles en su pátria.--Solo que si el Gobierno encontraba
oportuna la construccion de una vía en el Estado de Santander, por
ejemplo, el del Cauca reclamaba haciendo valer derechos semejantes en
razon de que las leyes nacionales acuerdan á cada uno de los Estados la
misma capacidad política y los mismos derechos ante los recursos
jenerales del país; y si este último obtenia alguna proteccion en favor
de su deseo, el del Tolima hacia notar á su vez, que no habia razon ni
justicia en abandonarlo al atraso eterno de la mula.--Resultado de tan
variadas exijencias tenia que ser el espectáculo que presencia hoy el
viajero en aquella república, ridículo, si se quiere, por el momento,
pero grandioso tal vez en lo futuro. Es indudablemente poco sério eso de
encontrar varias veces por dia durante la penosa navegacion del rio
Magdalena, rodeando á los mas miserables ranchos de indíjenas,
estaciones de ferro-carril con aparatosos continjentes de rieles
amontonados, locomotoras, coches, carros, etc., que no prestan servicio
activo ó que recorren á lo sumo una estension de diez á quince millas.
Estiéndanse todos esos trabajos comenzados, comuníquense unas vías con
otras formando una red jeneral y uniforme y entónces Colombia será uno
de los paises mas avanzados y ricos del nuevo mundo.

En materia de instituciones hágase otro tanto entre todas las repúblicas
de oríjen español, imítese uniformemente la lejislacion que tan grande y
poderosa ha hecho á la república del Norte; entónces todas y cada una en
su esfera, habrán conquistado la estabilidad, la paz y el adelanto,
contribuyendo así al bienestar propio y al de todos los hombres que de
otras partes del mundo vengan á buscar esos beneficios y los que son
inherentes al suelo americano.

Los resultados que se esperan de llamar todas las fuerzas de la
civilizacion á su verdadero centro, deben buscarse sin el ánimo de
colonizar esas tierras con una raza dada, porque la observacion de que
la raza sajona pretende apoderarse del comercio del mundo puede ser
pertinente en lo relativo á las actuales nacionalidades, pero en manera
alguna á la influencia que pudieran traer al nuevo mundo, donde los
elementos de asimilacion son tan poderosos que absorberán á todos los
hombres y á todas las razas que se establezcan en su suelo.--Eduardo
Laboulaye, el injenioso escritor que con tanta penetracion ha estudiado
los progresos de los Estados Unidos, dice: «Para demostrar al mundo que
el nuevo principio de civilizacion no depende ni de la raza ni de la
sangre, los americanos han abierto su país á todos los pueblos del
universo sin que semejante afluencia cause pertubacion alguna en su
marcha regular.»--El principio á que él se refiere es el democrático,
característico del sistema político fundado en América y contrario á
todas las formas de gobierno republicano ideadas en Europa. Aplicándolo
con verdad es como los Estados Unidos han alcanzado su apojco actual y
es como, en mi concepto, obtendrán los otros países del nuevo mundo el
puesto que les corresponde á la cabeza del progreso moderno.--En efecto,
la historia de la civilizacion es la historia de las migraciones; y la
prueba de que América es el asiento de la que se desenvuelve en el
presente, está gráficamente espresada en la circunstancia de haberla
elejido como nueva pátria los emigrantes asiáticos y los europeos:
aquellos dirijiéndose en cantidades á los Estados Unidos, á Colombia y
al Perú; estos estableciendo una séria corriente hácia los mismos
Estados Unidos, la República Arjentina y el Brasil.--Y si los intereses
del progreso están en estas jóvenes naciones, nada tienen que buscar en
Europa, ni es razonable suponer, como se ha significado algunas veces,
que se formen entre ellas pactos ofensivos.--Deben, si, alcanzar todo
jénero de garantías á fin de obtener la estabilidad y de consolidar para
siempre la paz internacional de unas con otras; deben con especial
empeño, aspirando á tan altos fines, prestijiar y realizar la armonia
institucional.

¿Para qué hacer, ahora, la historia política de los Estados Unidos?
¿Para qué buscar razones en favor de su sistema, si los resultados que
el mundo contempla admirado tienen una elocuencia superior á todas las
fraces? Nada puede, por cierto, desvirtuar el hecho inaudito de que un
siglo de trabajo y de libertad dentro de la ley haya bastado para
convertir á una simple colonia en la nacion mas poderosa y civilizada de
la tierra!

Las repúblicas hispano-americanas, que tan ligadas están en el pasado
por su oríjen y por sus luchas, en el presente por sus costumbres y por
su idioma; que tantos motivos tienen de uniformar tambien sus
aspiraciones en lo futuro ¿donde deberán buscar esa útil cohesion de
prácticas y de propósitos? ¿En el estudio y en el ejercicio de las
instituciones que se ha dictado esa gran nacionalidad ó en la
observancia de leyes añejas que nada bueno han producido? La respuesta
no puede ser dudosa.--El interés bien entendido de cada una de ellas
debe inclinarlas á imitar las primeras para conquistar los mismos
beneficios adquiridos á su amparo; el de todo el continente consiste en
desenvolver esas mismas instituciones, porque marchando en un mismo
sentido es como sus diversas secciones alcanzarán la fuerza que debe
ponerlas á cubierto de los ataques y la paz continental, aspiracion
suprema de la civilizacion americana. El interés de la humanidad, en
fin, exije, del mismo modo, la unidad de accion en el nuevo mundo, pues
solo en ella puede fundarse el desarrollo del principio republicano.

La elaboracion del perfeccionamiento político es sencilla para los
pueblos de América; y no hay motivo de suponer que ocasione como en
Europa revoluciones terribles, porque el privilejio fué para siempre
vencido en la tremenda guerra de secesion, cuando el Sud en nombre de
las prácticas aristocráticas sostenia el eterno sometimiento de los
esclavos y el Norte en apoyo de la idea democrática defendió é hizo
triunfar la santa causa de su emancipacion.--Sostengo que fué
definitivamente aniquilado en América el espíritu reaccionario porque
algunas repúblicas se habian anticipado á los Estados Unidos otorgando
al hombre negro las prerogativas y derechos del hombre blanco y porque
las otras imitaron muy luego tan noble ejemplo.

La América del Norte, la del Centro y la del Sud, á pesar de tener
incuestionables distinciones en su progreso material, se encuentran en
condiciones morales semejantes; ni en unas ni en otras hay nobles,
príncipes ó marqueses; no hay esclavos, no hay párias: solo hay
ciudadanos que trabajan por su bienestar propio y contribuyen al de la
sociedad en que viven.--En tan favorables circunstancias ¿no es tiempo
ya de hacer pesar en la balanza política á pueblos que tan altos fines
persiguen? Es claro; y en ese sentido es de fundamental importancia
prestijiar sus instituciones por la simultaneidad de sus procedimientos.

Asi que los hombres públicos de la América hispana se interesen con
decision en el perfeccionamiento de sus leyes, tiene que acontecer lo
que sucedió en Estados Unidos al organizarse la nacionalidad; que se
conquisten una por una las prácticas mas sábias, á medida que la
educacion política adquiera mayor ensanche.--En la pátria de Washington
los primeros trabajos de organizacion lejos de halagos solo ofrecian
decepciones. Se quiso fundar una série de nacionalidades pequeñas en los
territorios de las antiguas colonias, que protejidas por un Congreso
comun de delegados cumplieron los fines esternos é internos; pero este
cuerpo era una quimera sin la fuerza de accion que corresponde al
representante de la soberanía nacional: no podia hacer empréstitos, ni
crear impuestos; debia garantizar la paz y no tenia los medios de
sostener un ejército; debia hacer frente á los gastos de la Nacion sin
tener otra fuente de recursos que los subsidios voluntarios de los
Estados. Los americanos buscaron entonces los medios de equilibrar los
poderes subalternos y sostenerles una relativa independencia otorgando,
no obstante, al poder central la fuerza y las facultades que le
imprimieran carácter de tal. El resultado que la prudencia y habilidad
de sus estadistas produjo, todos lo conocemos: es la Constitucion, son
las prácticas mas adelantadas que conocen los fastos de la humanidad.
Ahora, es indudable que en las otras repúblicas hay que luchar contra
hábitos adquiridos y leyes dictadas ya en un sentido opuesto, porque
algunas han querido fundar grandes nacionalidades con peligro de la
libertad y centralizando el gobierno como en las viejas naciones de
Europa y otras han ensayado el sistema federal sin la preparacion
necesaria para adoptarlo, por falta de recursos en las subdivisiones
respectivas y por carecer estas de elementos de vitalidad y de educacion
política en sus habitantes.

No importa, los errores cometidos han recibido ya la inevitable leccíon
de la historia y las conquistas realizadas asumen una importancia tal,
que todas las naciones de América sentirán la necesidad de imitar, y de
imitar bien, las instituciones de los Estados Unidos.

Ademas, asi como es dificil que los inmigrantes europeos ó asiáticos
modifiquen totalmente las costumbres sociales y las prácticas politicas
de América, es siempre de temer que los gobiernos de Europa procuren
contrariar el desenvolvimiento de las ideas liberales que en el nuevo
mundo predominan.--El tema se ha debatido ya muchas veces en los
gabinetes, en los Parlamentos y hasta en los Congresos internacionales
del viejo mundo. La reunion _diplomatica_ de Troppau estableció á
principios de este siglo el derecho de intervenir á mano armada en
paises estraños, especialmente al tratarse de poner obstáculos á toda
tendencia contraria á la monarquia. En vista de estas manifestaciones,
en presencia de las declaraciones posteriores de otros gobiernos; á
sabiendas de que Francia é Inglaterra han debatido públicamente sobre
cual de ambas razas ó potencias debe influir con su intervencion en los
destinos del nuevo mundo; si muchos diarios de Italia han llegado á
insinuar que en época no muy remota los paises del Rio de la Plata deben
convertírse en colonias de sus nacionales; si el Ministro Robilant ha
tenido la audacia, muy recientemente, de espresar torpes amenazas contra
la integridad territorial de varias naciones de América; si cada dia se
significan en todas partes de Europa pretenciones mas ó menos
encubiertas en el mismo sentido ¿no es inconcebible que los defensores
de la república en América no hayan buscado aun los medios de ponerse á
cubierto de tales peligros?

       *       *       *       *       *

Estos dichos y estos hechos demuestran, pues, que setenta años de
independencia, entre la vergüenza de la anarquía y la tarea de la
organizacion, no han desarraigado del cuerpo político americano el mal
que su fraccionamiento orijina ¿Por qué? ¿Porque los gobernantes han
procedido siempre como el curandero inesperto que emplea remedios
perentorios y locales para atacar un vicio que es de naturaleza
orgánica? El Congreso de Troppau, la Santa Alianza, las espediciones de
los piratas, las intervenciones en Méjico y en el Rio de la Plata, las
violaciones frecuentes del territorio americano, como en la costa de
Mosquitos, en Colombia etc, comprueban la existencia de un mal
periódico y demuestran que los remedios aplicados hasta hoy solo
producen efectos transitorios.

La necesidad de alcanzar de un modo eficiente la solucion definitiva que
requiere esa constante amenaza de reclamaciones injustas y arbitrarias
por parte de los gobiernos fuertes y el interés de conservar y propagar
las instituciones libres, debe necesariamente reunir á los pueblos de
América impulsándolos en la misma corriente de ideas.--De un modo ó de
otro, aunque la evolucion sea paulatina, la tendencia natural del
progreso y la bondad del principio democrático hará que se realice en
América la armonia institucional.



CAPÍTULO XI

INTERÉS ECONÓMICO


La inmensa estension territorial comprendida entre el estrecho de
Bhering y el cabo de Hornos es la parte del mundo mas favorecida por la
naturaleza.--Asia ocupa una rica zona y tiene tambien climas variados,
pero su poblacion, decadente y decrépita por la idolatría y la
poligamia, no se encuentra en condiciones de trabajar con enerjia en el
desarollo de su comercio y de su industria.--Europa, cuyos habitantes
son inteligentes y laboriosos, ha obtenido ya el mas alto grado de
adelanto; y no puede continuar marchando en una via próspera porque la
densidad de su poblacion, en término medio de doscientos cincuenta
habitantes por milla cuadrada, es escesiva para tierra tan exhausta y
cansada de dar frutos. Africa ocupa una fecunda rejion intertropical;
mas ¡qué diferencia con la de América! Allí las soledades del Sahara y
de la Etiopia, los arenales de la Nubia y los sistemas orográficos é
hidrográficos mas pobres; aqui los inmensos valles, la vejetacion
portentosa, las grandes montañas, los mas caudalosos rios del mundo y
las altiplanicies con sus climas primaverales.--Por lo que hace á las
dos zonas templadas del nuevo mundo, pueden sostener comparaciones
ventajosas con las de Europa ó Asia, donde no hay rios como el
Missisipi ó el Plata, ni llanuras fertiles y estensas como las del _Far
west_ en los Estados Unidos ó las pampas arjentinas.

Se observará con razon que el trabajo es uno de los elementos
indispensables de la produccion y que todas estas ventajas naturales de
América no compensan el inconveniente que ocasiona la falta de brazos.
Es cierto; en Estados Unidos, donde la poblacion sube á sesenta
millones, se calcula como término medio una densidad de diez y ocho
hombres por milla cuadrada; y las otras naciones del nuevo mundo son tan
estensas y tienen una poblacion tan poco compacta que considero
inconducente hacer el cálculo de su densidad media. Pero todo esto ¿qué
prueba? Que durante mucho tiempo todavia el comercio de América debe
pagar un tributo relativo al trabajo intelijente del manufactor europeo;
de ninguna manera que el comercio de Europa deba absorber eternamente la
produccion americana. Por el contrario, es patriótico y necesario
restrinjir tal monopolio, concediendose las nacionas americanas
recíprocas franquicias y facilidades para el intercambio de sus
productos. Se comprende, por ejemplo, que la República Arjentina mande
su lanas á Europa y vuelva á recibirlas despues convertidas en jéneros y
en telas diversas; y esto mismo porque la riqueza pecuaria y la
agricultura satisfacen ampliamente las necesidades económicas de los
habitantes.--Lo que no es aceptable, es que los productos naturales de
algunos paises de América vayan á Europa á pagar un simple tributo de
tránsito; que el comerciante arjentino ó chileno busque en Londres
tabaco de la Habana, cacao de Venezuela ó café de Centro América. Lo que
debe considerarse inadecuado es que se consuman en aquellos mismos
paises ciertos artículos manufacturados en Europa que se fabrican en
mejores condiciones de precio y de calidad en los Estados Unidos.

Esta portentosa nacionalidad, que ha señalado á las demás de América el
sendero de la libertad política y que constantemente les muestra las
vias de la prosperidad material, ha recorrido en poco tiempo todas las
faces de la civilizacion y siendo ya manufactora, se conserva aun
ganadera y agricultora.--La magnitud de su comercio despierta la
atencion jeneral. Durante el año de 1885 su esportacion

    alcanzó á                    $ 726,682,946
    La importacion solo fué de   « 577,527,329
                                 -------------
    Esceso de esportacion        $ 149,155,617

Esta enorme cifra á que asciende la diferencia á favor de los Estados
Unidos entre su importacion y su esportacion demuestra, desde luego, que
en aquel país, donde la produccion escede en mucho al consumo, hay
grandes capitales en disponibilidad para emprender obras atrevidas
dentro y fuera del país.--¿Como y donde pueden emplearse tales sumas con
éxito para el capitalista y con provecho para el país?--Promoviendo la
esplotacion de las inmensas riquezas, poco ó nada conocidas, de los
paises democráticos del nuevo mundo.

Veamos, por ahora, como se distribuye ese movimiento colosal y qué
naciones se encuentran favorecidas por la actividad que él produce. En
América solo cinco paises tienen relaciones comerciales de importancia
con los Estados Unidos.--Durante el año de 1885 el intercambio de los
productos fué del modo siguiente:

                       IMPORTACION     ESPORTACION

    América inglesa   $ 35,976,815    $ 36,960,541
    Cuba              « 10,534,138    «  2,823,393
    Méjico            «  8,719,195    « 42,306,093
    Brasil            «  7,258,035    « 45,263,660
    América Central   «  4,103,075    « 17,699,257
                      ----------------------------
                        66,591,258     145,052,944

Puede observarse que Méjico y el Brasil son las naciones mas favorecidas
por el comercio americano, pues esportan cinco ó seis veces mas de lo
que importan. Estas ventajas no se reducen á la venta de sus productos,
porque el interés comercial de los Estados Unidos, coadyuvado por el
espíritu de empresa de sus habitantes, ha dado mérito á la construccion
de trabajos fundamentales para su desarrollo y para el progreso material
de esos mismos paises.--Los puertos del litoral del Imperio están en
fácil comunicacion con la ciudad de Nueva York despues del
establecimiento de líneas de vapores americanos que circulan con
regularidad entre esos puntos. Méjico debe al aumento de sus relaciones
comerciales con los Estados Unidos la construccion de un ferro-carril
estraordinario que atravesando regiones escarpadas, estensas soledades
y los centros productores y consumidores de la gran república, pone á la
capital azteca á cuatro dias de la metrópoli yankee.

La esportacion de la América Central es tambien apreciable. Las cinco
repúblicas se encuentran, ademas, en condiciones ventajosas para enviar
cada dia nuevos productos porque, gracias á la iniciativa americana, se
facilitan cada dia las comunicaciones en todas ellas.

De Asia se esportaron para los Estados Unidos en el mismo año de 1885--

    mercaderias por valor de        $  37,280,772
    Y se importaron                 «  29,811,184
                                    -------------
    Lo que hace un total de         $   7,469,588
    á favor del comercio asiático.

    En Europa se importaron         $ 579,341,821
    Y se esportaron                 « 254,672,665
                                    -------------
    Lo que hace un total de         $ 324,669,156

á favor del comercio americano.

Este movimiento comercial se produjo del modo siguiente:

                    IMPORTACION    ESPORTACION

    Gran Bretaña  $ 394,925,925  $ 136,701,780
    Alemania      «  60,819,091  «  63,241,753
    Francia       «  44,562,334  «  56,935,352
    Béljica       «  25,373,756  «   8,695,084
    Rusia         «  16,634,137  «   5,652,749
    Holanda       «  11,967,165  «   4,703,945
    España        «  11,690,142  «  14,492,908
    Italia        «   7,645,338  «   2,989,723
    Dinamarca     «   3,055,990  «  11,767,956
    Portugal      «   2,667,943  «   6,409,015

Teniendo en cuenta que los principales artículos de esportacion en los
Estados Unidos, fuera de cereales, carne, huevos, manteca y ganado en
pié, son _petróleo_, _tabaco_, _madera_, _muebles_, _hierro_ y
_manufacturas de acero_, los cuales se consumen en toda América, es de
notarse que ellos sufren un recargo considerable de fletes y derechos: y
agregando que azúcar, café y lanas, artículos esencialmente
sud-americanos, son las importaciones mas sérias de aquella nacion, se
comprenderá fácilmente cuanto tiene que ganar el nuevo mundo asi que se
verifique el intercambio directo de sus productos.

Por otra parte, si el comercio ocasiona un influjo moral de un pueblo
en otro, es de especial interés para las naciones sud-americanas atraer
el comercio de los Estados Unidos, pues sin duda todas ellas deben
preferir el influjo de un país republicano al de los paises monárquicos
con los cuales mantienen en la actualidad mas activas relaciones.
Al iniciarse la vida nacional en todas esas repúblicas, adoptándose
por ellas las bases fundamentales de la Constitucion americana, sus
ciudadanos se armonizaron á los yankees en el pensamiento; y tendrán
la oportunidad de desenvolverse como ellos en la accion, cuando
impulsados por el interés económico de su país, los americanos,
horadando montañas, salvando rios y precipicios, hagan llegar á Buenos
Aires como ha llegado á Méjico el silvido de sus locomotoras. Cuando
la metrópoli americana y la arjentina se encuentren ligadas por esas
cintas de acero, que son siempre mensajeras de paz y de progreso, el
comercio internacional americano adquirirá un desarrollo escepcional,
se promoverá la riqueza en todo el continente y la sociabilidad
ensanchada permitirá que todos esos pueblos corrijan sus defectos
imitando las buenas condiciones de los otros.

Este proyecto jigantezco de construir un ferro-carril que
ligue el estrecho de Bhering y el de Magallanes no es un sueño
irrealizable.--Veinte años hace que jermina en la mente de empresarios
americanos; y la práctica nos enseña que no en vano cae una idea, por
atrevida que parezca, en un cerebro yankee. Desde luego el empresario
ha comprendido que por subidos que sean los gastos de su ejecucion, los
productos naturales y las grandes riquezas que en via de esplotacion
ó completamente abandonadas existen en las diversas secciones del
continente, dando grandes beneficios al comercio americano los darán
enormes á la empresa misma.--El caballero que ha ideado la construccion
del gran ferro-carril, Señor Hinton R. Helper, ha recorrido los paises
que debe atravesar la via, haciendo estudios prácticos en los terrenos
y solicitando manifestaciones de simpatía hácia la empresa de parte de
los gobiernos respectivos.--A principios de Junio del corriente año
de 1886 el Diputado Nacional Señor don Nicolás A. Calvo, por pedido
del Señor Helper, solicitó del Congreso Arjentino la aprobacion de un
proyecto segun el cual se insinuara al Poder Ejecutivo la conveniencia
de espresar en Estados Unidos, por intermedio del Ministro acreditado
en Washington, las simpatías del pueblo y del gobierno hácia la
realizacion de tan grande obra.

El proyecto se sancionó en la forma siguiente:

«La Cámara de Diputados veria con satisfaccion que el P. E. prestigiara
por todos los medios á su alcance, la realizacion del ferro-carril á
través de las tres Américas proyectado en Estados Unidos.»

«Comuniqúese esta resolucion al Honorable Senado y al P. E. á fin de que
este se sirva trasmitirlo al Ministro Argentino en Washington.»

En su feliz esposicion el Señor Calvo menciona que ha indicado al Señor
Helper la conveniencia de comenzar los trabajos en el Cabo de la
Vírjenes y no en el estrecho de Bhering, haciéndole notar cuanto
importaria para la realizacion del gran pensamiento el que la compañia
pudiera construir, á poca costa relativamente, mil quinientas ó mas
millas en las llanuras que atraviesan de norte á sur la República
Arjentina. Considera que el Señor Helper acepta la idea y que, halagado
con la esperanza muy justa de que esa primera seccion comienze á dar á
la empresa resultados apreciables, se propone prestijiarla en Estados
Unidos. Los diplomáticos latino-americanos residentes en Washington y
los hombres mas espectables del país han manifestado ardientes
simpatías á favor del proyecto y el gobierno mismo no será estraño á él.

He mencionado anteriormente la mision oficial de los Señores Tacher y
Reynolds que visitaron todos los paises de América haciendo estudios
prácticos sobre el mismo proyecto del Señor Helper y buscando los medios
de estender el comercio de los Estados Unidos y de fortalecer las
relaciones de amistad y de _principios_ entre unos y otros. En ella un
espíritu suspicaz puede descubrir el objeto interesado de atraer á
Estados Unidos el comercio considerable que todas esas repúblicas
sostienen con Europa. De todas maneras la competencia conviene. La
evidencia misma de la superioridad de la marina mercante europea ha
sujerido á los americanos, como un medio de alcanzar su objeto, la idea
de crear comunicaciones terrestres con esos pueblos. Para apreciar toda
la importancia política y económica que ellos acuerdan al ferro-carril
intercontinental, debe leerse la carta que con fecha 20 de Marzo de 1882
dirijió al Señor Helper el Señor Hiram Barney.--Dice asi: «Su plan de
uniformar el sentimiento americano y los intereses comunes de los
pueblos de ambos continentes y de suministrar medios de comunicacion
comercial á todas las nacionalidades americanas parece enteramente
factible, mas económico y seguramente mas productivo, por los grandes
objetos que tiene en vista, que todos los otros de que tengo
conocimiento.--Podemos gastar en subsidios marítimos tanto ó mas que en
la construccion del ferro-carril propuesto sin alcanzar resultados
ciertos ó permanentes. Nuestra marina estaría además en competencia con
las de otras ricas naciones para las cuales el oceano es tan líbre como
para nosotros; y en caso de una guerra internacional nuestro comercio
marítimo y todos los intereses que él afecta estarán espuestos á la
destruccion.--Su proyecto asegurará á las naciones de Norte, Centro y
Sud América su propio comercio y todos sus frutos y beneficios á
perpetuidad. La línea será inabordable para enemigos estraños mientras
que servirá para unir por cintas de acero á nuestras repúblicas
americanas, haciéndolas una en intereses, en pacífica comunion de
industria y absolutamente invencibles contra fuerza enemiga.»

El autor del proyecto ha comprendido tambien todo el alcance que tiene
la construccion del ferro-carril para realizar prácticamente la Doctrina
de Monroe, es decir, para asegurar contra las maquinaciones europeas y
monárquicas una invencible unidad de intereses americanos, «dando así
mayor fuerza y preeminencia que nunca á las instituciones republicanas y
democráticas.»

Los poderes públicos aprobaron en Estados Unidos el proyecto en cuestion
y enviaron á los paises hispano-americanos varias comisiones encargadas
de estudiar las dificultades con que la empresa tendria que luchar y los
recursos materiales de los paises que el ferro-carril debe cruzar.--El
Señor Curtis, miembro de una de ellas, se dirijió muy recientemente al
gobierno de su pátria lamentando la falta de medios fáciles de
comunicacion entre los Estados Unidos y todas esas repúblicas y
mencionando de un modo especial la importancia actual y el porvenir
inmenso de la República Arjentina. De vuelta á Estados Unidos publicó en
el _Railway Age_» de Chicago lo siguiente: «Está próximo el dia en que
un ciudadano de la República Arjentina pueda ir al Ecuador en un
_parlour car_, continuar su jornada hasta Colombia y Estados Unidos
atravesando el istmo de Darien, las pequeñas repúblicas de
Centro-América y visitando de paso la histórica ciudad de Méjico.--Mucha
oposicion ha encontrado la idea del Señor Hinton Rowan Helper de unir
todas las capitales del hemisferio por medio de una línea férrea; pero
ella no es impracticable. Las dificultades técnicas del trabajo no son
tan grandes como las que se han vencido por la compañia de Denver y Rio
Grande en Colorado. Los argumentos del Señor Helper no son mas absurdos
que los de Thomas H. Benton al defender el año 1856 en el Senado
Americano nuestro gran proyecto de ferro-carril trascontinental. Treinta
años de tiempo han bastado para probar que Benton era el hombre mas
progresista de su jeneracion.»--Deduce el Señor Curtis que Helper se
habrá adelantado treinta años á su época, pero que el éxito de su
empresa no es dudoso. Asegurado el concurso moral de todos los paises
que la línea debe cruzar, la realizacion del pensamiento no ofrece, á la
verdad, tan sérias dificultades porque en Estados Unidos sobran los
capitales necesarios para su ejecucion.

El comercio del continente americano debe promoverse, además, por todos
los medios razonables, porque la variedad de sus productos naturales es
tal, que el intercambio de ellos satisfará, sin duda, las necesidades
económicas de todas y de cada una de las naciones que lo componen.
Independientemente de que este es un hecho incuestionable en lo relativo
á productos naturales, debe tenerse en cuenta que por lo que hace á
manufacturas los Estados Unidos pueden competir hoy con cualquier país.

Está en el interés de todas las naciones americanas buscar esta
solucion, aun en el caso de que perjudique á las de Europa.--En el
interés de los Estados Unidos porque, siendo su produccion mayor que su
consumo, necesita buscar mercados para la venta de sus productos y no
hay otros mejor preparados para ello que los que pueden enviarles
materias primas de que carecen allí, como son la mayor parte de los
artículos de la zona intertropical y algunos de la zona templada
sud-americana.--En el interés de los otros países de América porque
tendrán mercado consumidor en la gran nacion del norte como lo tienen
ahora en Europa y al mismo tiempo adquirirán un continjente enorme de
actividad con los capitales americanos, que impulsados por las
necesidades mismas del comercio contribuirán de un modo eficaz al
desarrollo de todos sus elementos naturales de riqueza.

Pero aun hay algo de mas trascendencia, que afecta á los americanos de
una y otra raza.--Estas relaciones, facilitando y promoviendo la riqueza
comun, dañarán indirectamente la riqueza europea, aumentando así los
muchos motivos que tienen aquellos pueblos para buscar en la emigracion
el bienestar que les niega esa tierra trabajada.

Este daño, como se comprende, será relativo por que se verificará
lentamente la modificacion y por que Europa tiene ámplio mercado en Asia
para la venta de sus manufacturas; pero una vez que él se produzca es
evidente que los trabajadores intelijentes y los hombres de miras
elevadas se dirijirán á esta tierra de promision, donde todo el que
siembra uno recoje ciento, donde se encuentra la igualdad social y la
libertad política, donde la accion del hombre, en fin, solo está
limitada por la barrera que la sociedad impone en su lejítima defensa.

Se obtendrán estos resultados en un porvenir que no hay porqué suponer
lejano.--¿Compensarán ellos en el concepto de los hombres públicos las
desventajas inmediatas que pueda ocasionar la concesion de franquicias y
privilejios recíprocos?--¿Comprenderán los mandatarios, á trueque de
perder algunas entradas de sus aduanas, la inmensa bondad del libre
cambio y la pondrán en práctica entre los paises de América? Nada puede
anticiparse; pero la verdad es que en la union de los intereses debe
buscarse el mejor orijen de toda union americana futura.

En algunos puntos se han hecho esfuerzos parciales en el sentido de
acelerar la realizacion de tan altos fines--El Señor Curtis, caballero
americano que ha visitado á la República Argentina en 1884, se dirijió
no hace mucho al gobierno de su pátria manifestando con verdadera
sorpresa y franca simpatía cuales eran las conquistas de progreso hechas
por aquel pais y mencionando que el Jeneral Julio A. Roca, su actual
Presidente, le habia ofrecido otorgar una subvencion igual á la que
dieran los Estados Unidos para sostener una línea de vapores entre Nueva
York y Buenos Aires.--La proposicion le parece estraordinaria por
hacerla una nacion de tres millones de habitantes á otra de cincuenta y
cinco millones.

En Estados Unidos el Congreso se preocupa tambien con interés de
facilitar y ensanchar el comercio jeneral del continente.--Ha dado el
primer paso rebajando las escesivas tarifas de aduana sobre la
introduccion de lanas; y continuará modificándolas para favorecer la
importacion de los demás artículos americanos.--Esta iniciativa será
secundada inmediatamente por todos los gobiernos liberales é ilustrados,
que no podrán desconocer la importancia evidente de una liga
económica.--Para señalar el desenvolvimiento de que es susceptible, solo
es necesario recordar un hecho histórico de estraordinaria elocuencia en
el caso presente. La nacion abatida y humillada cuando la planta de
Napoleon 1º penetró en el santuario de Federico el grande organizó el
Zollverein, union aduanera de los Estados alemanes, y fundó en ella la
confederacion de reyes que triunfó en Sedan y constituye el primer
centro político moderno.--Si ese ha sido el resultado de alianzas
formadas en nombre de la monarquía, en paises viejos y en nombre de
ideas caducas, ¿cual no será el que la Providencia le tiene reservado á
la confederacion de los pueblos libres de América formada sobre una base
análoga!



EPÍLOGO


Las naciones republicanas de América se encuentran, como hemos visto,
impulsadas por su respectivo interés social, político y económico á
seguir una línea de conducta uniforme en sus relaciones con las otras
naciones del mundo. En la corta historia de todos esos paises no hay, á
mi entender, acontecimiento alguno que contrarie de un modo fundamental
la realizacion de tan altos propósitos.

El escritor arjentino Mariano A. Pelliza llama á la federacion social á
todos los pueblos de oríjen español. Apoya sus ideas en los trabajos
anteriores de publicistas distinguidos y cita la opinion de Juan B.
Alberdi, espresada en las siguientes palabras:--«La Europa incoherente,
hetereojénea en poblacion, en lenguas, en creencias, en leyes, en
costumbres, ha podido tener intereses generales y congresos que los
arreglen; la América del Sur, pueblo único por la identidad de todos
estos elementos, no ha de poderse mirar en su grande y majestuosa
personalidad, ni tener representantes generales, á pesar de que posée
intereses comunes? La centralizacion americana, no será obra del
Congreso, rigorosamente hablando, porque esta obra está ya hecha, y su
trabajo es debido á la grandeza del pueblo español que se produjo él
mismo, con todos sus atributos en cada uno y todos los puntos de la
América meridional donde puso su planta.»

Acepto que la obra de la centralizacion americana está ya hecha, á pesar
de no haber alcanzado hasta hoy una solucion práctica; pero es decir
demasiado agregar que ella se debe á la grandeza del pueblo español, no
solo porque, aun bajo el punto de vista etnolójico, la raza española no
predomina en las mismas colonias que sus antecesores fundaron, sino
tambien porque esa centralizacion, provocada por los sentimientos, por
las ideas y por el interés de los ciudadanos, está ya hecha, sí, pero
entre ambos continentes. Además, de la fraternidad humana puede hacerse
cuestion de ideas, pero en modo alguno cuestion de idioma. Sin contar á
los Estados Unidos, hemos visto en Europa realizada la fraternidad suiza
en pueblos de idiomas distintos.--No creo, pues, como el Señor Pelliza
que sea necesario fundar en América el gran imperio social de la raza
latina sino el gran imperio social de la democracia; y como no encuentro
antagonismo entre las razas civilizadoras del continente, considero que
el Brasil mismo, cuando las exijencias características del progreso
americano cambien su réjimen gubernativo y lleven á esa hermosa tierra,
donde ya existen las ideas, las costumbres republicanas, se incorporará
tambien á la gran confederacion social que debe formarse en el mundo de
Colon.

Al mencionarse la poca afinidad que hay en los intereses seccionales
del estenso territorio hispano-americano muchos piensan que la
naturaleza liga entre sí y á los de la madre pátria esos intereses;
otros hacen estensivo el concepto á todos los pueblos latinos, europeos
y americanos. Si llegara para los pueblos de América el caso práctico de
una alianza política necesaria, y aunque no fuera indispensable, si la
prevision mas elemental la aconsejara, es claro que con otros pueblos de
Europa seria inconducente é impracticable.--Inconducente porque ningun
fin elevado se propondria amalgamando prácticas é ideas retrógadas al
liberalismo americano; impracticable porque lo que es verdaderamente
bueno no puede unirse á lo que es reconocidamente malo.--Señalo _á
priori_ esta distincion porque me dirijo á lectores para quienes esto
debe ser axiomático.--No creo que en América haya muchos hombres
eminentes capaces de decir como el orador hispano: antes soy patriota
que republicano.

Es indudable que el beneficio mas inmediato de esta alianza lo obtendrán
los Estados Unidos y la República Argentina puesto que, dado su clima,
allí se dirijirán los emigrantes; pero muy luego y paulatinamente sino
los europeos sus hijos se dirijirán á tierras mas templadas.--Los
descendientes de estos podrán, á su vez sin peligro, poblar los paises
de climas cálidos y esa encantadora rejion andina tan inculta hoy.

Pero ¿como deberá efectuarse esa alianza moral que ha de dar por
resultado la invasion de América por los emigrantes de Europa y Asia, la
favorable modificacion de las razas y el desarrollo de las
instituciones democráticas con provecho de la humanidad toda?
Armonizando cada dia mas los intereses, las prácticas políticas y las
costumbres. Desde luego será necesario convocar un Congreso
internacional con delegaciones de todas las repúblicas americanas; y
siendo, como se ha dicho, la paz interna y esterna la primera y mas
esencial aspiracion del nuevo mundo, es evidente que para organizar este
cuerpo con probabilidades de buen éxito debe tener facultad: 1º De
resolver todo jénero de cuestiones que puedan suscitarse entre las
diversas secciones políticas que acepten el pacto--2º De dar la señal de
alarma, declarando el _casus foederis_, cuando peligre en algun concepto
la integridad territorial de una ó de todas esas nacionalidades.--En el
primer caso se practica un principio que todas ellas han aceptado
parcialmente y se asegura la buena armonía recíproca; en el segundo se
hace eficaz la alianza y se busca en la fuerza comun la garantía de que
no será alterada la paz continental por la intervencion de poderes
estraños.

Para hacer estables y fecundas estas bases fundamentales será
indispensable estudiar los antecedentes históricos que he mencionado
someramente, desde que no se ha comprobado en manera alguna la
inconveniencia de las resoluciones adoptadas en los anteriores
Congresos.--En el órden social y político nada puede contrariar la
importancia de continuar, en lo relativo á derecho internacional
privado, los trabajos del Congreso de Juristas, ni hay obstáculo en
realizar la liga intelectual facilitando la circulacion de impresos,
libros y folletos entre todas las naciones americanas; nada puede
oponerse á que se adopten como leyes los principios tácitamente
aceptados sobre el _uti possidetis_, el _res núllius_ y la _no
intervencion_, ni á que todas las nacionalidades representadas en esa
Asamblea adopten y proclamen la doctrina de Monroe. En el órden
económico no es imposible uniformar la lejislacion comercial, las
tarifas de aduanas, los pesos, medidas y monedas y facilitar,
coadyuvando á la iniciativa individual realizada en ese sentido, las
comunícaciones internacionales, marítimas y terrestres, tan lentas y
difíciles hoy en América.

Así que comienzen á sentirse los benéficos efectos de este tribunal
social y los pueblos de América conozcan recíprocamente sus vicios y
virtudes; el dia en que la actividad comercial y la sociabilidad lleven
á las masas con la educacion la conciencia de que, como dijo un escritor
francés, hay un punto en el cual se detiene la péndola que oscila entre
el despotismo y la anarquia; aquel en que sepan todos ellos que los
Estados Unidos han encontrado en su hábil mecanismo político ese punto
medio, debe necesariamente iniciarse una evolucion de alta
trascendencia.--Todas las repúblicas de oríjen español y las que se
formen en el Imperio del Brasil estudiarán con ahinco y practicarán con
entusiasmo las instituciones federales.--La alianza social se convertirá
entonces en una alianza política, porque la admirable modificacion que
en las teorias de gobierno ha introducido la lejislacion americana
facilita, mas que eso, promueve toda alianza formada en nombre de las
ideas democráticas, sin que los intereses jenerales creados en ella
choquen en lo mínimo con los intereses locales.--Cuando eso suceda, la
América ¿qué será?--Para el padre de familia, la tíerra de promision que
á él y á sus descendientes asegure el bienestar material; para el
ciudadano, la pátria próspera y fuerte que imponiendo todos los deberes
garantize el ejercicio de todos los derechos; para el hombre, el centro
de una civilizacion poderosa donde aparecerán los Fulton, los Morse, los
Edison y muy pocos inventores de máquinas de guerra, porque en el lema
de su estandarte se encontrará siempre un anatema para todo lo que
destruye y un estímulo fecundo para todo lo que crea.


FIN



       *       *       *       *       *



Nota del transcriptor.


La ortografía y la acentuación de algunas palabras pueden variar de los
convenios modernos.

Algunas palabras no se acentúan consistentemente en el texto original.
Con la excepción de «Capítulo», se han dejado como aparecen en el texto
impreso.

El autor de la cita que abre la introducción es más comúnmente conocido
como J. J. *Rousseau*.

A continuación se han cambiado desde la edición impresa de este texto:

  He mudado de la tabla de contenidos (‘ÍNDICE’) al comienzo del
  libro desde la parte posterior.

  Estados Unidos fue escrito con guion unas veces, otras veces no.
  He cambiado todas las instancias que se escribe sin un guion. Así
  con Nueva York.

  Algunos puntos finales faltantes fueron insertados en los
  extremos de las oraciones.

  Algunas instancias de «Señor» fueron capitalizados por coherencia.

  Capítulo IV, «Intervenciones», fue etiquetado por error como el
  capítulo V; lo he re-etiquetado en consecuencia.

  Algunos de los valores monetarios en el Capítulo XI se indican
  en el texto con el S superpuesta y el símbolo P. Ese símbolo no
  está disponible en Unicode, por lo que he recurrido al uso del
  regular símbolo $.

  Además, he corregido lo siguiente:

  p.  17 y             → Y             «Y la usurpacion del territorio»
  p.  29 proctecion    → proteccion    «_proteccion y la garantia_»
  p.  30 albitral      → arbitral      «arbitral en caso de controversia»
  p.  36 unavez        → una vez       «una vez mas, la constante»
  p.  37 confnudieron  → confundieron  «confundieron con nosotros»
  p.  44 efeto         → efecto        «efecto en aquel país»
  p.  59 llamad s      → llamadas      «llamadas que bajo la presion»
  p.  62 posision      → posicion      «en su incierta posicion»
  p.  66 lstmo         → Istmo         «del ya mencionado Istmo»
  p.  80 insurrccion   → insurreccion  «insurreccion cubana es la»
  p. 101 eesesivamente → escesivamente «escesivamente ventajosa para»
  p. 134 siemre        → siempre       «siempre como el curandero»
  p. 136 tíene         → tiene         «tiene tambien climas variados»





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