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Title: Diario del piloto de la Real Armada D. Basilio - Villarino del reconocimiento que hizo del Río Negro - de la costa oriental de Patagonia el año de 1782
Author: Villarino, Basilio
Language: Spanish
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*** Start of this LibraryBlog Digital Book "Diario del piloto de la Real Armada D. Basilio - Villarino del reconocimiento que hizo del Río Negro - de la costa oriental de Patagonia el año de 1782" ***


produced from images generously made available by the
Bibliothèque nationale de France (BnF/Gallica) at
http://gallica.bnf.fr)



NOTA DE TRANSCRIPCIÓN

  * Las cursivas se muestran entre _subrayados_y las versalitas se
    han convertido a MAYÚSCULAS.

  * Los errores de imprenta han sido corregidos sin avisar.

  * Se ha respetado la ortografía del original impreso, que difiere
    de la actual. Se han cambiado, además, todos los acentos graves
    por acentos agudos.

  * Las páginas en blanco han sido eliminadas.

  * Las notas a pie de página se han renumerado y colocado al final
    del libro.

  * En la p. 11 se indica 1.º DE NOVIEMBRE en lugar de DICIEMBRE para
    evitar duplicidades y conservar la serie temporal.



  DIARIO
  DEL
  PILOTO DE LA REAL ARMADA,

  D. BASILIO VILLARINO,

  DEL
  RECONOCIMIENTO QUE HIZO
  DEL
  RIO NEGRO,
  EN LA
  COSTA ORIENTAL DE PATAGONIA,
  EL
  AÑO DE 1782.


  Primera Edicion.


  BUENOS-AIRES.
  —
  IMPRENTA DEL ESTADO.
  —
  1837.



DIARIO DE VILLARINO.


DIA SABADO 28 DE SETIEMBRE DE 1782.

A las 12½ del dia puse á la vela las cuatro embarcaciones de mi
mando, que llevo para hacer este reconocimiento, á cuyo tiempo me
hallaba equipado y provisto con aquellas cosas que se me dieron, y
pudo proporcionarse en este establecimiento: y en esta tarde navegaron
hasta la Laguna Grande en el Puerto de San Xavier, habiéndome quedado
yo hasta el dia 1.º de Octubre por aclarar algunos cargos con la
Contaduría: y en este dia me incorporé al anochecer con la expedicion,
que estaba 9 leguas rio arriba de este establecimiento, en cuyo sitio
hice noche.


DIA 2 DE OCTUBRE.

Este dia arreglé las guardias, los ranchos de la gente, y hice
algunos transbordos de útiles y víveres para acomodarlos mejor;
habiéndose mantenido el viento al NO que es enteramente contrario á
esta navegacion. A las 2 de la tarde se llamó el viento al S flojo, y
con él me hice inmediatamente á la vela, y con la ayuda de los remos,
sirga, y de los caballos, en los parages á donde podian entrar, navegué
cinco leguas, y dos y media en línea recta, al ONO 5 grados O de la
aguja, hasta las 7 de la noche que me acampé; y me hallo distante del
establecimiento 11 leguas, al NO ¼ O corregido.


DIA 3.

A las 6 de la mañana me hice á la vela prosiguiendo mi viage, y á las
7, sobre una fugada de viento por el SO, desarbolé del palo mayor:
arrimé á tierra para componerle y zafar la maniobra; y por haber
refrescado el viento mucho, no pudimos seguir mas adelante hasta las
2 de la tarde; y á las 6½ paré inmediato al corte de la madera de
arriba.


DIA 4.

Amaneció con el viento al OSO, duró y siguió todo el dia con granizo,
de modo que no fué posible salir, ni hacer camino alguno.


DIA 5.

A las 6 de la mañana proseguí mi viage hasta las 6 de la tarde,
habiendo navegado 12 leguas por el rio, y 5 en línea recto al ONO 5
grados N corregido; habiendo estado el viento al SSO duro.


DIA 6.

Al salir el sol proseguí mi viage, y teniendo espias con la gente
casi todo el dia en el agua, navegué ¾ de legua al ONO corregido, y
por las vueltas del rio 3 leguas. Aquí hay superior terreno en estas
rinconadas, y abundante sauceria en las islas.


DIA 7.

Al salir el sol, salí continuando mi navegacion con viento al NO
fresco: seguí hasta las 6 de la tarde que me acampé, habiendo hecho
el rumbo directo al NO ¼ O corregido; distancia de 1½ legua
siempre al remo y á la sirga, y por las vueltas del Rio Cuarto, en cuya
distancia hay dos potreros de buen terreno, mucho pasto y bastante
saucería, con 7 islas que están en medio del rio.


DIA 8.

Salí al amanecer á la sirga, por ser el viento contrario y la corriente
mucha: navegamos hasta las 8 de la noche, y sin embargo del esfuerzo
que se hizo, no pudimos navegar mas que 5 leguas por el rio, y 2 en
línea recta al ONO 3 grados O corregido.


DIA 9.

Al salir el sol salí, y navegué hasta las 8 de la noche, 2 leguas al
rumbo directo del ONO 5 grados N corregido: y en esta distancia hace el
rio dos potreros de buen terreno, grandes, y las entradas muy angostas.
Este dia, á las 3 de la tarde, pasé la primera angostura.


DIA 10.

Al salir el sol salí á la sirga con los caballos, y al remo hasta el al
anochecer, y navegué 6 leguas y á rumbo directo al NO corregido 2: en
este íntermedio es el terreno bastante estéril, y con pocos sauces.


DIA 11.

Al salir el sol, seguimos nuestro viage con viento N fresco y
contrario: á las 11½ se rompió contra un sauce el palo del trinquete
de la chalupa _San Francisco de Asis_. Al anochecer nos acampamos cerca
de la segunda angostura, habiendo pasado, á las 3½ de la tarde, la
boca de parte de este rio, donde entra una corriente velocisima y forma
una grande isla. Este dia he navegado 6 leguas por rio, y en línea
recta 2; y un tercio al N ¼ O corregido.


DIA 12.

Al ser de dia mandé al carpintero le hiciese mecha nueva al palo mayor
de la chalupa _San Juan_, y á las 7 de la mañana continuamos nuestro
viage: á las 8 varamos, y nos detuvo bastante el sacar al _San José_: á
las 11 pasamos la segunda angostura: á las 2 de la tarde estabamos en
el camino de San Antonio, y á las 7 de la noche nos acampamos, y volví
á repetir las órdenes á los patrones de las chalupas para que no se
separasen, por habérselas dado continuamente. Navegué este dia al NO
corregido 3½ leguas, y por el rio 6½ segun sus vueltas.


DIA 13.

A las 6 de la mañana salí en cuanto me daba el viento por el N, y paré
á las 9 del dia por ser el viento contrario y aparentar agua. Mandé
poner los toldos á las embarcaciones, y al carpintero que registrase
una isla y buscase un palo para el San José, el que no pudo hallar.
Registré el armamento, y hallé 8 fusiles inutiles y 5 pistolas: cargué
las armas restantes, y navegué al ángulo de 65 grandos 00 en el cuarto
cuadrante, 3 minutos de distancia.


DIA 14.

Salí al amanecer continuando mi viage, y á las 10 llegaron del
establecimiento D. Juan Ignacio Perez y D. Pedro Indart. Arrimé á
tierra, y mandé al carpintero á registrar otra isla para el dicho
palo, y trajo uno que puso al instante en astillero, y queda á toda
prisa trabajando en él. Hoy navegué al NO ¼ O corregido, 3 millas de
distancia en línea recta: el terreno en esta inmediacion es bastante
inferior.


DIA 15.

Se prosigue trabajando en el palo de San José, y la gente de mar, que
se entretiene en tomar liebres para ayudar á los víveres, mató 28.
Mandé dos peones á hacer la descubierta, y dijeron que en 8 leguas no
se hallaba rastro fresco.


DIA 16.

Al amanecer arbolé el palo mayor nuevo. Se fueron D. Ignacio y
D. Pedro, al mismo tiempo que me hice á la vela, continuando mi
reconomiento con viento por el S flojo: refrescó bastante el viento, y
á las 9 varamos, que costó bastante trabajo sacar el _San José_: á las
12½ volvió á varar, y lo sacamos á la una de la tarde. Seguimos con
viento fresco: á las 5 pasamos la Cruz de Villarino: á las 7 hicimos
noche, y este dia fué el de mejor navegacion, pues conducimos por el
rio 11 leguas, y directamente, al NO corregido, 16 millas marítimas:
pero tuvimos la desgracia de que descubriese agua la chalupa _San
José_, y quedé observando, á ver si puedo descubrir por donde la hace,
por no vararla, que me seria de mucho atraso.


DIA 17.

A las dos de la mañana empezó á llover, y siguió hasta el mediodia, y
el _San José_ hizo 68 baldes de agua, desde ayer al anochecer hasta
esta hora. A la una de la tarde continué á la sirga, por ser el viento
fresco contrario, y no poder los caballos entrar: seguí á remo y sirga
hasta el anochecer, que me acampé, habiendo hecho el rumbo del NO ¼ O
corregido, 3 millas de distancia.


DIA 18.

Al salir el sol continué mi viage á la sirga, por estar calma: al
mediodia observé el sol en 39° 44′, y dí dos horas de descanso á la
marineria. Seguí navegando á la sirga y remo hasta las siete de la
tarde, habiendo hecho el rumbo directo de 62° 00′ en cuarto cuadrante,
7 millas de distancia.


DIA 19.

Al salir el sol continué mi viage, y habiendo navegado hasta el
anochecer hice solo 5 millas de distancia, al O ¼ NO corregido, tales
fueron las vueltas que hicimos, segun el rio, de barranca á barranca:
pero hay en este intermedio muy buenos potrero, ó rinconadas de buenas
tierras, y esta noche no parecieron los caballerizos con la caballada.


DIA 20.

Salí al amanecer, y navegué hasta las ocho de la noche 8 millas, al
ángulo de 58° 00′ en cuarto cuadrante, que por las vueltas del rio
fueron 33; y en este intermedio hay algunas rinconadas de excelentes
tierras, y he visto algunos árboles de la misma especie que los que
sirven para hacer carbon en el establecimiento. Cuando atraqué á
la costa del S para acamparme, hallé al dragon llamado Torres, que
con el peon Vergara me condujeron 15 caballos de órden del Señor
Super-Intendente, que yo habia pedido para servicio de la expedicion.


DIA 21.

Amaneció el dia con viento al NO, tan fuerte que no fué posible hacer
camino, por lo que me mantuve en este parage, y mande dos peones á la
descubierta; los que me dijeron habrian caminado como 9 leguas rio
arriba, y no hallaron otra novedad que el juntarse la barranca del S
con el rio, de aquí como 8 leguas, sin que haya camino para pasar á la
orilla, internándose el camino de los indios como dos leguas tierra
adentro.


DIA 22.

Amaneció con el viento al SO flojo: á las 7 se fueron para el
establecimiento el soldado José Torres y el peon Vergara; y yo continué
mi viage, y navegué este dia solo 3 millas al NO corregido, por la
fuerte corriente, viento contrario y malos sirgaderos.


DIA 23.

Al ser de dia seguí, continuando mi viage con viento al NO fuerte,
pasando á la sirga y á fuerza de espias. A las tres de la tarde se
llamó el viento al SE récio, y tanto, que la chalupa _San Francisco_
partió cuatro vergas sin poder casi romper la fuerza de la corriente,
particularmente en el Estrecho de las Siete Islas. Navegué hasta las
siete de la noche al NO corregido, 9 millas de distancia. Dios quiso
darnos este viento tan á tiempo y tan á propósito para pasar este
parage, que á no ser así de seguro tardariamos en salir de este parage
mas de dos semanas.


DIA 24.

Navegué todo el dia á la sirga y teniendo espias, sin que tuviese
hueco para dar de comer á la gente. A mediodia, por la fuerza de la
corriente me faltó un cabo de tres pulgadas: esta tarde se vió fuego al
NO como á distancia de 4 leguas: hice el rumbo del NO ¼ O corregido,
3 millas de distancia. En este intermedio y lo navegado ayer, hay mucha
sauceria, y conté 16 islas: el terreno de una banda y otra es malísimo
en dicho intermedio.


DIA 25.

Anoche, no habiendo parecido los caballerizos, estuve con mucho
cuidado: esta mañana mandé en busca del capataz, y yo monté á caballo
y seguí el rio aguas arriba, y hallé un potrero de buen pasto y
terreno, que tendrá como una legua cuadrada, cuyo sitio parece no ser
frecuentado de indios, aunque á la salida hallé una senda muy vieja
por donde han transitado. Pero el camino que regularmente siguen pasa
tierra adentro, y separado de dicho potrero mas de dos leguas; por lo
que mandé al capataz trajese allí la caballada por precisarme el rio á
separarme dos leguas en una vuelta que hace al N; y en este intermedio
hay una isla de igual anchura con muchos sauces, y á mi parecer buen
terreno. Al anochecer avisté los caballerizos á la parte del S, á cuya
banda pasé en el bote, los que me digeron no habia novedad, y que no
habian podido descubrir los indios, ni saber en que parte estaba el
fuego que avistamos todo el dia: pero que en la inflexion que hace el
rio mas arriba, ya se separaba de la barranca, y habia buen parage
para los caballos, pues hacia ya de la parte del S considerable
llanura. En cuya atención, y en la de que es mi intento llegar con
las embarcaciones á los toldos primero que los caballos, que con eso
aseguro la caballada, lo que no sucederá si acaece lo contrario, mandé
al capataz cuidase los caballos en el parage donde estaban, y estuviese
atento cuando yo llegase con las embarcaciones á la llanura que me
decia, y entonces condujese allí la caballada.

Este dia navegué en línea recta 4 millas al ONO corregido.


DIA 26.

Salí al salir el sol á la sirga, y navegué al NO 4¼ millas, habiendo
hecho alto á las 4 de la tarde para aguardar la caballada y tener los
peones á la vista: pues esta mañana á las 9½, habiendo mandado los
peones á registrar el campo, hallaron un indio que andaba corriendo
guanacos, el que no quiso venir á bordo. Fueron 3 peones á ver los
toldos, y satisfechos que solo dos toldos habia, llegaron á ellos y
hallaron otro indio mas en ellos y unas cuantas chinas, que ninguno
quiso venir á bordo. Preguntaron por Francisco, y unos dijeron que se
habia ido para la tierra de las Manzanas, y otros que estaba cerca.
A las 2 de la tarde divisaron los peones un indio, encima de un cerro
observándonos: fueron hasta el cerro, y ya no pareció. Por esto, y
porque mas adelante no habia parage en donde tener los caballos, de
modo que estuviesen inmediatos á las embarcaciones, paré y mandé se
trajesen.

Cuatro dias há que intento pasar la caballada á la parte del N, por los
mejores pastos y sirgaderos, y proporcion de tenerlos cerca, pero no
fué posible por no haber paso, esto es, caida ni salida del rio, por
las barrancas que hace.

Esta noche se toldaron las embarcaciones, por haber empezado á llover
con truenos.


DIA 27.

A las 5½ de la mañana me hice á la vela, rio arriba, con viento ESE
flojo, por lo que fué menester la ayuda de la sirga y de los remos,
habiendo dejado la caballada en este sitio á fin de avanzarme con las
embarcaciones, y de la parte de arriba de los toldos: á cuyo efecto
previne al capataz de la caballada estuviese en observacion para que la
condujese al parage donde hiciesen noche las chalupas. Hasta mediodia
nos ayudó bastante el viento por el E: á este tiempo pasó un peon un
brazo del rio, á donde hallaron los indios con sus toldos, y vino á
darme la noticia de que ya los indios los habian levantado y se habian
ido. Pero no pudiendo arrimar á tierra, ni los caballos pasar adonde
yo estaba, caminé sin poder dar de comer á la gente, á fin de avanzar
hasta donde pudiese estar el reguardo de peones y caballada. Seguí toda
la tarde á fuerza de remo y vela, no siendo esta bastante á romper la
rapidez del rio: á las 6½ avisté los peones, arrimé á donde estaban,
y hallé con ellos al hermano del capitan Chiquito, y otro indio que
venia en busca nuestra, por haberle dado noticia de nosotros los indios
que levantaron los toldos. Los regalé con bizcocho, aguardiente y
tabaco, á fin de que por ellos tengan, los mas indios que haya, noticia
de nuestro buen trato: se fueron ya de noche los indios á sus toldos,
y quedé en este parage á pasar la noche. A las 10 de la mañana ya me
separé de la barranca del S, y navegué este dia al O ¼ NO corregido
15 millas de distancia.


DIA 28.

Salí á las 6 de la mañana, y navegué hasta las 6 de la tarde al
ONO corregido 6 millas de distancia. Hoy se tomaron dos truchas de
2½ libras cada una, sin que hubiese mas novedad. Los caballerizos
se quedaron separados de nosotros, por no poder alcanzar adonde estaba
la caballada.


DIA 29.

Salí á las 6 de la mañana: á las 9 llegué adonde se junta el rio
con la barranca del N, la que fuí á reconocer por parecerme, ó por
no quedar con la desconfianza de si tendria por una quebrada que
habia algun arroyo. Volví á mediodia, y hallé cuatro indios junto á
las embarcaciones, con la novedad de que venia la cacica vieja y la
lenguaraza Teresa. Continué mi viage, y á las 5 de la tarde me avisaron
que estaban las referidas chinas, y otras dos mas con 10 indios que
las acompañaban, en parage que de ningun modo yo podia llegar allí
con las embarcaciones: esto me puso en cuidado por los caballerizos
y caballada, por lo que tomé el medio de traer con el botecillo los
dichos indios y las chinas á dormir junto á las embarcaciones, que
con esto aseguro por esta noche los caballos. Se les dió de comer, y
se les regaló aguardiente, algun bizcocho y tabaco, y les hice varias
preguntas concernientes á mi comision; y dicen, que de donde tiene los
toldos Francisco hasta el Colorado hay dos dias de camino; y de este
parage hasta el Choelechel diez: que antes de llegar hallaremos dos
rios á la parte del N que entran á este: que inmediato á los toldos
de Francisco debemos pasar la caballada á la parte del N, porque la
del S es intransitable, y que ellos, cuando van á las _tierras de las
manzanas_, se separan del rio y caminan tierra adentro. Que el cacique
del caballo bailarin está de aquí tierra adentro al SSO, y que las
aguadas que tiene son pozos. Este dia navegué al ONO corregida 4½
millas de distancia.


DIA 30.

Se fueron les indios á las ocho de la mañana, y yo continué mi viage
con viento contrario, y siempre inmediato á la barranca del N: se llamó
el viento al SO, y con la ayuda de este y los caballos, pues hubo
algunos buenos sirgaderos, navegué al ángulo directo de 50° 00′ en
cuadrante, 8 millas de distancia, y por las vueltas del rio, 18. Esta
mañana me dijeron los indios que venian indios Aucaces del Colorado á
las tolderias de Francisco, y que este habia ido á encontrarlos: que
los dias pasados habian pasado por el Choelechel muchos Aucas, con
mucha porcion de ganado. A las 7 me acampé:--órden San Lorenzo.


DIA 31.

Salí á la mañana con viento al NO fuerte. A las 12½ llegó el dragon
Villalba á decirme de parte del dragon Antonio, que lo esperase, pues
traia ganado y venia este muy cansado. A la una vinieron los indios
en caballos reyunos. A las dos se fué Villalba y el peon que le
acompañaba, á incorporarse con los que traen el ganado, y yo continúe
á pasar mas adelante, media legua que hay de muy malos sirgaderos. Al
ponerse el sol me acampé, no habiendo podido conseguir salir de dichos
malos pasos. Al anochecer he visto á Villalba y al peon; y preguntado
como no habian vuelto á ayudar á traer y custodiar el ganado, y que si
sucedia alguna cosa como quedariamos? Me respondió, que venia gente
bastante con él, y que lo mismo sucederia que ellos estuviesen allí,
como que nó: navegué este dia al ángulo de 60° 00′ en cuarto cuadrante
4 millas de distancia, y por él no han sido 13.


DIA 1.º DE NOVIEMBRE.

Al amanecer se fué Villalba y el peon, y yo continué siguiendo mi
viage hasta la 1½ de la tarde, habiendo navegado al ONO 5 millas de
distancia. A esta hora llegó el dragon Antonio, me entregó las cartas
de oficio del Super-Intendente, y me pidió un peon para ayudarle á
traer el ganado que estaba cerca: hice alto en este sitio, y volvió
con el ganado á los cuatro de la tarde, que constaba de 30 reses. A
las dos de la tarde llegaron indios con la lenguaraza Teresa, la que
trajo noticia que Francisco con sus toldos habia caminado rio arriba, á
un parage donde esperaba porcion de Aucas: que mucha gente, de la que
estaba con él, se habian vuelto rio abajo, hasta un paso que habia, á
donde iban á pasar las mugeres y niños, para que estos siguiesen al
Colorado, y ellos volverse á robarnos los caballos y matar los peones;
y que esta noticia la mandaba el cacique viejo, que fué el único que
se quedó con su toldo en el parage á donde estaba. Esta noche puse 5
marineros á caballo á rondar el ganado y caballada, con los 5 peones
que tengo, y los 6 que vinieron del pueblo: con este dragon vino el
calafate José de los Santos y un peon con 8 caballos.


DIA 2.

Esta mañana se fueron los indios, á quienes regalé y ofrecí amistad y
buena armonia, y yo continué mi viage. Esta noche, habiéndole dado á
la lenguaraza bastante aguardiente, me confesó que Francisco se habia
ido de miedo, pero á juntar indios, y que el viejo no habia caminado
con ellos, porque estaba tan enfermo que no podia montar á caballo.
A mediodia observé el sol en 39° 00′ de latitud S: vinieron algunos
indios, á quienes regalé y obsequié bastante. Al anochecer largaron
los indios sus caballos entre los nuestros, y dijeron que les mandaba
el cacique que dormiesen entre nosotros. Mandé á los peones y gente de
guardia tuviesen mucho cuidado con ellos, pues dicen que ya se vuelven
á unir los toldos y á juntar los indios. A mediodia estaba inmediato á
una horqueta, que por los indios no pude averiguar si es de algun otro
rio que entra por el N del principal, ó si es formada por alguna isla.
Este dia hice el rumbo del NO ¼ O, 4 millas de distancia directa que
por las vueltas del rio se hicieron.


DIA 3.

Salí siguiendo mi viage á las cinco de la mañana: á mediodia llegó el
cacique Francisco con un número como de 30 á 40 indios; los regalé y
convidé con aguardiente, tabaco y bizcocho, y se les hizo de comer á
todos, y á las dos de la tarde continué, y los indios anduvieron entre
el ganado y la caballada, por lo que inmediatamente hice venir todo al
costado de las embarcaciones. Al anochecer acampé, y vinieron 6 indios
de parte de Francisco, con una botija á pedir aguardiente: se la dí,
así por esegurar los chasques que vengan del pueblo, como por adquirir
noticias, y por medio de sus indios ó esclavos mandar ahora chasque con
nuestra gente al pueblo, á fin de tener pronta respuesta á los oficios
que envio. Este dia fué la distancia directa de 1½ millas al NO:
aquí hay excelentes potreros y buenas tierras.


DIA 4.

Salí de mañana, y á las 9 del dia llegó uno de los nuestros con la
noticia de que los indios habian levantado los toldos, y ya caminaban
las chinas con ellos, menos el de Francisco, y del viejo: y luego llegó
Francisco con su familia y mas de 50 indios y chinas, y viendo yo la
mucha canalla que venia, tiré á navegar sin arrimar á tierra; y á las
dos de la tarde volvieron: se les dió de comer y aguardiente; y á la
noche se repitió lo mismo. Navegué este dia dos millas al NO ¼ O, y
hay muy buenas tierras. Esta tarde, que navegué en una sola vuelta 9
millas de distancia, cuando paré á la noche tenia, desde el parage de
donde habia salido al mediodia de camino en línea recta 180 varas, que
así son las vueltas y potreros de este rio, los cuales regularmente es
buena tierra, y no necesitan otra cosa que abrir zanja de media vara,
para por cualquiera parte sacarles riego.


DIA 5.

Hoy á las 8 de la mañana acabé de despachar al dragon Antonio, y yo
seguí mi viage y me siguieron todos los indios y chinas, sin embargo
de haberles dado de almorzar, y luego aguardiente, bizcocho, tabaco,
azucar, &a. A mediodía pararon á donde yo paré, para dar de comer á la
gente: tuve la paciencia de obsequiarlos de la misma suerte. Pasado
esto me pidió el cacique Francisco una vaca para dar de comer á su
gente: á esto le dije que esperaba comprar ganado á los Aucas: que
mandariamos un indio de sus toldos al pueblo; que si me mandaban ganado
que le daría, pues bien veia que el ganado que yo tenia era poco, y
que ya se me acababan los víveres, y que no tenia que comer la gente:
que mi viage era muy largo, ni tampoco tenia donde hacer bastimento,
ni menos adonde comprar. Ensilló su caballo, y se puso en camino muy
enojado.

Es imposible hacer cosa buena con los indios, y lo mas seguro es el
rigor, pues con un escarmiento en una tolderia como la de Francisco,
no se atreverian los otros á estas y otras burlas que nos hacen; y mas
cuando esta gente es tan acreedora á que se les castigue. Al anochecer
me acampé, y algunos indios se quedaron entre nosotros; y navegué en
todo este dia 2 millas al ONO corregido en línea recta, que por las
vueltas fueron 8.


DIA 6.

A las 6 de la mañana salí con viento al SE flojo, y se fueron loa
indios: antes de irse me llamó Teresa con secreto, y me dijo que el
cacique Francisco se iba huyendo rio arriba, porque tenia en sus toldos
dos cristianos, el uno llamado Mariano y el otro Francisco: y asimismo
que ya habiamos pasado el Choelechel, que es una loma que está en la
cuchilla, á la cual los indios dan este nombre, pero que el paso de
las indiadas está mas arriba, y que allí iba á parar Francisco, y los
del viejo que van tambien á su solicitud. Navegué hasta de noche: se
pescaron 13 truchas que son muy ricas, y desde luego me parece pesarian
50 libras. La distancia que he navegado segun las vueltas del rio llegó
á 15 millas, pero en línea recta al NO corregido, 6. En estos tres dias
próximos pasados todas las tierras han sido superiores, tales que desde
aquí al desague del rio ni por asomo se hallan otras que les igualen;
pero las que pasé hoy sobre todas. El potrero adonde estaban los toldos
del cacique viejo, á mas de ser excelentes tierras, tiene la mejor
proporcion que dar se puede para invernar, fortificarse y guardar el
ganado: su entrada, como mas arriba tengo dicho, es de 250 varas; á
esta se le puede hacer estacada de palo á pique, que para los indios
es inexpugnable; con la misma y aun con mas facilidad se le puede abrir
un foso de agua, por ser el terreno tan bajo que está elevado solamente
dos palmos sobre la superficie del agua. Hecho esto, y poniendo un
puente levadizo, con seis hombres, hay bastante: y no se piense que
esto es muy difícil, porque, yo solamente con los marineros que tengo,
toda esta obra tendria concluida en el término de un mes.[1]

Muchos y buenos potreros ó rinconadas he pasado desde que salí del
establecimiento, pero ninguna como la que llevo dicho para el expresado
intento. Tiene dicha rinconada otra excelencia, que sino es mas
superior que las antecedentes no cede á ninguna de ellas, y es que por
la parte del N no es tierra firme sino isla, y la parte del rio que
pasa por la parte del N de ella, es de tanto caudal como la que pasa
por la parte del S por la cual navego. Esta isla es muy grande, pues
el principio de ella lo hallé el dia 2 del corriente, de cuya horqueta
hago referencia en dicho dia.


DIA 7.

Salí al ser de dia, continuando mi navegacion, y mandé á los calafates
y carpintero que montasen á caballo, y junto con los peones acompañasen
ganado y caballada, y que llevase tres armas de fuego cada uno. Supe
por los indios, que los fuegos é incendios del campo eran señal de
reunion entre ellos, y seña de venir algun enemino de aquella nacion,
á los cuales sus aliados y parientes le hacian esta seña. Desde el dia
siguiente que se hallaron los primeros indios, hemos visto diariamente
algun fuego, y siempre mas arriba de nosotros, pero nunca como desde
antes de ayer, porque á las 4 horas de salir el cacique Francisco,
empezó á arder el campo por diversos parages por la orilla del rio,
y segun el camino que dicho Francisco llevaba: pero no por eso dejó
de proseguir, pues el dia de hoy nos abrasamos entre las llamas de
los fuegos, que parecia todo el campo un infierno. A la 1 de la tarde
llegaron tres indios junto á nosotros, el hermano del capitan Chiquito
con otros dos, y nos dijo que ya sus toldos iban delante á incorporarse
con los de Francisco: lo regalé y se fué. A las 4 de la tarde pasaron
los indios, y hablaron con los peones, los cuales llevaban un caballo
que habian dejado cuando vinieron con el ganado, por estar despeado:
estos dijeron que venian del Colorado con su cacique Guisél, el
cual quedaba acampado en el mismo sitio donde estaban los toldos
del _Cacique Viejo_, y que este los habia mandado á los toldos de
Francisco. Navegué este dia al NO 6 millas de distancia, y por el rio
14.

Pusieron los indios el campo tan abrasado, que no hallé en todo el dia
parage alguno adonde comiese algo el ganado. A la tarde hice matar una
res, porque no era posible sugetarla, y se repartió entre la gente. A
las 11½ de la noche dispararon los caballos.


DIA 8.

Al salir el sol continué mi camino con viento al SO, que aprovechaba en
las vueltas adonde venia bien. A las 9 llegamos á una que fué preciso
pasarla toda á espias, por ser el viento contrario: hoy se vieron pasar
otros dos indios, uno hácia abajo y otro hácia arriba, sin llegar á las
embarciones, antes bien, particularmente uno, caminaba á media rienda
y por la orilla de la barranca. Estos movimientos de los indios, y el
conocer su doblez é intencion depravada hácia nosotros, me tienen con
cuidado. A mediodia monté á caballo á reconocer el campo, y en mas de
2 leguas no se halla pasto alguno para nuestro ganado, por haberlo
quemado los indios.

Navegué este dia al NO corregido 3 millas de distancia, siendo por el
rio 7 y de tierras muy inferiores: de la banda del S y la del N no
puedo hacer juicio, porque por la orilla todo lo que hoy hemos caminado
es bañado en esta isla.


DIA 9.

Reflexionando en los movimientos de los indios, los inconvenientes que
tenemos de dejar los de Guisél atras, que se puede decir con seguridad
que estos interceptarán nuestros chasques y la correspondencia que
debe tener libre la expedicion con el caballero Super-Intendente, para
que este, segun el estado de las cosas, le comunique sus órdenes: el
no saber si los indios de dicho Guisél habrán hallado á la partida
que trajo el ganado, como asimismo el no saber adonde van, qué
intenciones llevan, y si se juntaron ya con Francisco: si este está
en parage donde se le pueda atacar, qué indiada se juntó con él, qué
hacienda tiene; ó si está en parage adonde no pueda ser atacado con las
embarcaciones, ó si teniéndolo debajo del tiro, tener seguro nuestro
ganado, y de no tomar otro medio que tierra, qué paso en el rio, &c.;
para esto mandé al marinero Miguel Benites Paraguayo, (porque reusando
hacer este servicio todos los peones, este se ofreció libremente)
mozo bastantemente vivo y avisado, para que llevase una botija de
aguardiente de regalo al cacique Francisco, con pretexto de que me
mande un indio que vaya al pueblo de chasque; y que en viniéndome
vacas le daré una y otras cosas á este tenor, solo con el fin de que
el dicho Benites se informe de todo lo dicho, y me traiga si puede á
la lenguaraza Teresa para informarme: porque de quedarme de invernada
por falta de auxilios, debo volver al potrero adonde estaban los
toldos del Viejo, y nos han dicho los tiene ahora Guisél, así por la
bella proporcion que tiene de fortificarse y guardar los ganados,
como por hacer caminar rio arriba al cacique Guisél, y tener libre el
acopio y transporte de víveres y todo auxilio, como las órdenes del
Super-Intendente y las noticias que segun lo que acaesca debo irle
remitiendo; y si estuviese allí Guisél y los pudiese tener á tiro,
esperar en aquel sitio la resolucion del Super-Intendente. Mandé á dos
peones que lo acompañasen hasta cerca de dos toldos, y sin que los
viesen los indios se volviesen: y asimismo lleva la órden Benites, que
si me puede traer el chasquero del Colorado me lo traiga, que es uno de
los que pasaron. Esto tenia yo premeditado desde anoche, que encargué
al capataz viese algun peon para hacer esta diligencia, y yo seguí rio
arriba á fuerza de espia al salir el sol, habiéndose ido el marinero á
esta hora. A las 9½ llegó un indio de los toldos de Francisco, el
que habia salido de ellos, segun dijo, y le pude comprender despues
de haber llegado el marinero: que el cacique Guisél estaba allá y
que habia muchos toldos, y esto casi por señas. Despues se explicó
diciendo, que el cacique Guisél le habian muerto los Aucas. En este
punto estaba en el extremo del codillo que hace aquí una península,
que desde ayer estoy navegando por ella, cuya grande rinconada es
de tierras muy inferiores. A las 3½ de la tarde todavia no habia
venido el marinero que fué á los toldos; y me dijo un peon que habia
visto venir un indio, y que luego que nos avistó retrocedió á la
furia. Esto, con no haber llegado el marinero, me puso en cuidado, y
aunque procuro adelantar camino con el mayor trabajo, se dejó venir
un viento tan fuerte y contrario, acompañado de la veloz corriente,
juntamente sauceria por las orillas, que apenas basta toda la gente
para poder llevar muy despacio las embarcaciones á la espia; de suerte
que se pasan bastantes horas para adelantar una cuadra en algunos
parages. A las 5½ llegó el marinero de los toldos: dijo eran 21, y
contó en ellos 53 indios, sin la muchachonada, ó mozuelos. Dice que
están en buen parage, que tienen de 500 á 600 caballos, y entre ellos
muchos reyunos; que le han dicho que Guisél está en el Colorado: que
de este rio no han venido mas que dos indios: que el cacique Toro
ha llevado mucho ganado á vender al establecimiento: que hay otro
cacique en los toldos, á excepcion de Francisco, á quien no conoce: que
Francisco va á caminar rio arriba: que habló con un desertor nuestro,
llamado _Mariano_, á quien exortó para que se viniese, y que no pudo
conseguirlo. Que otro desertor llamado _Francisco_, caminó rio arriba
con algunos indios, que se fueron ayer. A este marinero le regalé una
camisa por la diligencia.

Navegué todo el dia de hoy al SO corregido 2 millas de distancia.


DIA 10.

Salí al amanecer aprovechando todo el dia, á fin de llegar á los
toldos, por asegurar, estando yo inmediato á ellos, el ganado y
caballada. Seguí todo el dia á vela y remo y espias. A las 5 de la
tarde monté á caballo, y fuí á reconocer la distancia que habia, y las
vueltas que daba el rio, para hacer juicio si podria alcanzar de dia,
y de no, buscar parage proporcionado para hacer noche con la posible
seguridad. Cuanto llegué á parage de donde podia observar los toldos,
he visto que ya los indios los habian levantado, y por los rastros
siguieron rio arriba: volví inmediatamente á las embarcaciones, y
navegué hasta ponerse el sol, siendo el rumbo corregido de este dia 6
millas al O ¼ NO, y por las vueltas 14 millas. A la una de la noche
me dió parte el peon Miguel que el marinero Miguel Benites, que fué á
los toldos el dia 9 á llevar el aguardiente al cacique Francisco, le
habia encargado la noche del dia 8, que fué cuando determiné y hablé
á los peones para hacer la expresada diligencia, que si le tocase á
él llevar el aguardiente, le dijese de su parte al cacique, que yo
llevaba intencion de inmediatamente que llegase á la tolderia avanzarlo
con toda la gente para matarlos á todos, y que á lo menos llevase su
hija muy lejos, porque no le acaeciese su muerte, y de la cual me
dicen estaba muy prendado. Reconvine al expresado peon de no habermelo
dicho antes; pero este no dió respuesta á esto, y solo me dijo que el
dicho marinero habia hecho muy mal en haberse ofrecido á ir, respecto
estaba viendo que los peones lo reusaban, y que en algo se fundarian
cuando se eximian de ello; pero que el marinero lo habia hecho por
acreditarse de hombre de mas valor que ninguno. Estas razones indujeron
en mi una sospecha ó duda grande de ser el hecho cierto, inclinándome
á que lo diria sin mas verdad que su antojo, picado de que Miguel
Benites hubiese hecho un servicio sin mas informe que el de talvez
un enemigo suyo. Por otra parte pensaba en que el no haber venido el
cacique Francisco con la lenguaraza (á quien con él habia mandado á
llamar) estribaba en algun grande motivo, aunque Benites me habia dicho
que el cacique lo habia acompañado hasta medio camino, y que él no lo
habia querido traer porque no traia la lenguaraza, y esta habia dicho
que estaba cansada de caminar, y que no pudiendo entender á Francisco
aunque este viniese, no se conseguia el fin, que era el informarme de
él. Este marinero estaba de ronda á la caballada y ganado, y le tocaba
el cuarto de alba: no me pareció conveniente prenderle, así porque dudé
del hecho, como porque aquí no hay prisiones ni comodidad para esto;
y ya dado por entendido, precisamente era menester proceder contra él
rigorosamente, y esto no me pareció justo, pues podia estar inocente.
Solo tomé la providencia de llamarlo á él, al capataz de la caballada,
peones y patrones, y les dije, que una vez que habian mudado los
indios los toldos, que alguna cosa tenian intentado, por lo cual era
menester entre todas las 24 horas del dia, fuesen la de mayor cuidado
las del cuarto de alba, que es cuando regularmente hacen los indios sus
travesuras: para cuyo fin era menester que todos rondasen sin apearse
del caballo. Doblé las centinelas de apié: hice recoger todo el ganado
á la orilla del agua, y puse una guardia avanzada de 4 hombres, y un
patron á la espalda de los rondadoras y animales, y otro patron velando
las centinelas y yo. Ya se habian disparado los caballos una vez, y
por estar así la gente prevenida no pude romper muy á fuerza: llamé
al capataz de los peones y le encargué, que siempre que hubiese algun
rumor de indios el primero, á quien debia asegurar de un pistoletazo
habia de ser á Benites, y le dije lo que pasaba, (quien me dijo se
lo acababan de decir), y que se lo encargase así á los peones, y que
tuviese mucho cuidado con él. Pero el tal Benites, al amanecer, le dijo
á uno que estaba á su lado, que volvia al instante, que iba á hacer una
precisa diligencia, el que no ha vuelto. Luego que fué de dia pregunté
por él, y me dijeron lo que llevo referido: registré su petate, y
hallé unos calzoncillos llenos de galleta, y una media con la misma
provision, y unos pedazos de hojas de lata y dos cojinillos viejos. La
prevencion de la galleta precisamente dá á conocer el que Benites tenia
de antemano premeditada la fuga y desercion á los indios, porque el pan
aquí lo tienen á su libertad por no ser posible hacer otra cosa: luego
precisamente esta prevencion era para llevarse.


DIA 11.

Luego que aclaró bien el dia procuré examinar los rastros, y hallé
en un cerrito de árboles espinosos las pisadas de bastantes indios á
pié, que habian tenido los caballos por atras de dicho cerro: hallé
las pisadas de un muchacho que habia estado metido en el pantano de
una laguna bien cerca de nosotros, y para salir y venir á gatas se
conocia que traia la daga en la mano, pues habia quedado el cabo de
ella estampado en la tierra ó greda. Registré todo aquel terreno
por ver si hallaba parage en que fortificarme, teniendo resguardado
gente, ganado y caballada, y no hallé, porque aunque hay uno allí muy
bueno, formando con el rio una laguna, toda su orilla cubierta de
sauces con una entrada de menos de 50 varas, tenia mucha maciega, y
sin ser quemada no era posible tener allí el ganado, y si se quemaba
se quedaba sin pasto. Por esto, y porque no puedo fiarme de lo que
me dijo el desertor, temiendo que estuviese el cacique Guisél en el
potrero adonde estaba el _Viejo_, y por ser un parage tan á propósito
para fortificarme, acordé volver al expresado sitio para esperar allí
los víveres que necesito para continuar rio arriba. A las 8 del dia me
largué á son de corriente, y á cada paso arrimando á tierra y pasando,
á fin de que no saliese el ganado del costado de las chalupas, á cuya
custodia puse 16 hombres á caballo armados: esto es, acompañando á
los 6 peones, 10 de la tripulacion. A la media hora no cabal de haber
salido, avistamos de los topes dos ginetes, en el mismo sitio donde
habiamos hecho noche: seguimos el rio aguas abajo, hasta las 6 de la
tarde que llegué al expresado sitio. A la noche monté los pedreros,
esmeriles y alisté todas las armas, puse 4 centinelas avanzadas, una
patrulla de 4 hombres y un patron á pié, y 12 caballos para defensa y
ronda de la caballada.


DIA 12.

Esta mañana hice recoger todos los remos rompidos, y mandé al
carpintero y algunos marineros hiciesen de ellos astas para chuzas,
se enastaron 12 para los de á caballo: mandé 18 marineros á cortar
posteria para cerrar la boca del potrero de palo á pique, y hacer
primeramente un corral, porque siéndome preciso invernar, no hallo
parage mas seguro ni de mas conveniencia: porque puesto, como tengo
premeditado, la estacada de palo á pique, y abriendo por la parte de
afuera un pozo de agua, que se hace con mucha facilidad, ayudando ó
trabajando en él mucho mas la corriente del agua que los trabajadores,
al cual puesto un puente levadizo, queda el dicho potrero inexpugnable
aunque vengan 50,000 indios. Este potrero es capaz, tiene dentro
leña, madera, caza, pescado que abunda de ricas truchas, y pasto para
siempre para el ganado que tengo, y aunque venga mas; para cuyo fin
se encavaron palas, zapapicos y azadas. Esta grande isla por estar
á la banda del N, es la mayor excelencia de dicho parage: tiene 9
leguas de largo, y por algunas partes 3 de ancho: las tierras de las
inmediaciones de este parage ó potrero en espacio de 4 leguas, son las
mejores que he visto desde aquí al desague de este rio en el Oceano.
A las 11 del dia divisamos ginetes que fuimos á reconocer, y era el
dragon Antonio de Sosa con dos peones, que vino con las órdenes del
Comisario Super-Intendente, en las que me dice me remitirá los auxilios
que pido dentro de 10 ó 12 dias: en vista de lo cual cesó mi proyecto,
y solo determiné hacer un corral sencillo, á fin de tener mas seguro el
ganado y mas descansada la gente, permaneciendo en este sitio hasta que
lleguen las carretas.


DIA 13.

Esta mañana hice que toda la gente registrase todo el bizcocho para
saber el que hubiese averiado, y cargar con la chalupa San Juan todo
cuanto pueda llevar, mas que el que tiene. Se condujeron á donde se
debe hacer el corral ciento y cincuenta postes; y desde antes de ayer
creció el rio mas de media vara: á la noche se doblaron las centinelas,
y se llevó el mismo método que en la antecedente.


DIA 14.

Esta mañana hallaron los descubridores rastro de haber venido un ginete
á un potrero, ó rinconada cerca de nosotros, se compusieron algunos
cabos rompidos, y á la noche se observó el mismo método y cuidado que
las antecedentes, y se mató un novillo.


DIA 15.

Al amanecer despaché á Antonio de Sosa, que salió á las 6½ para el
establecimiento: á este tiempo mandé 25 hombres á cortar postería á una
isla de la banda del N.

A la 1 de la tarde se hizo una balsa con 260 postes, y se pasó á la
banda del S un cabo nuevo de 3 pulgadas de grueso para remolcarla: pero
fué tal la fuerza de la corriente, que habiendo hecho firme dicho cabo
á un sauce, rompió y se llevó la balsa con 16 hombres encima, la que no
fué posible traer á esta orilla hasta media legua mas abajo.

Esta mañana salieron á la descubierta, y volvieron á mediodia los
descubridores, sin haber hallado novedad. A la noche se llevó el mismo
método en las guardias, y se mató un novillo.


DIA 16.

Esta mañana mandé 25 marineros á cortar postes á la banda del N, y se
condujeron á esta banda 240, y esta noche se llevó el mismo método en
las guardias que en las antecedentes.


DIA 17.

Amaneció claro, viento al N, y descansó la gente, que fué el primer dia
de descanso; á las 12 vinieron los descubridores, y no hubo novedad. A
la noche se dió la órden de observar el mismo método en las guardias y
centinelas, que en las antecedentes.


DIA 18.

Esta mañana fueron dos peones á hacer la descubierta: el dia 16 empezó
á bajar el rio, y el dia de hoy hallé que habia bajado desde dicho
dia 4½ pulgadas; por cuyo motivo no domina el campo la artilleria
de las chalupas, y para precaver este inconveniente, mandé se buscase
un sauce bastante grande y capaz, para hacer en él 6 tragantes para
los pedreros, y otro proporcionado para los tragantes de los 6
esmeriles, y se acopió posteria. A las 5 de la tarde vino el viento
por el SE fresco, y es el primero que he visto desde que salí á este
reconocimiento: duró toda la noche.

Hoy cayeron 4 hombres enfermos.


DIA 19.

Amaneció el viento al SE, y se prosigue acopiando madera. A las 4 de la
tarde dí principio á la estacada para cerrar el potrero: vinieron los
descubridores y no hallaron novedad: se observó el mismo método en las
guardias que en las noches pasadas.


DIA 20.

Amaneció cerrado de neblina, y el viento al SE: á mediodia vinieron los
descubridores sin novedad. Se prosiguió con la estacada, y se cortaron
y condujeron dos sauces grandes para poner en ellos los tragantes para
los esmeriles y pedreros, formando una especie de trinchera por no
poder usar ya de esta artilleria en las chalupas; pues bajó tanto el
rio, que ya la barranca las domina.


DIA 21.

Se prosiguió en la estacada, y se pusieron los sauces que se trajeron
para trinchera en su lugar: á mediodia vinieron los descubridores del
campo. Siguen las guardias del mismo modo que las noches antecedentes.


DIA 22.

Se prosigue con la estacada: puse 6 pedreros en bateria: vinieron los
descubridores, y no hubo novedad.


DIA 23.

Se prosiguió con la estacada, y no hubo novedad en el campo.


DIA 24.

Se mató una res: vinieron á mediodia los descubridores sin novedad.


DIA 25.

Se prosiguó con la estacada, y no hubo novedad en el campo.


DIA 26.

Se hicieron almohadas para los pedreros. A la 7 de la mañana me avisó
el patron Eusebio Gonzalez, que se habia hallado una bolsa, y esta que
era de Miguel Benites, la cual pasé á registrar, y tenia dentro tres
cuchillos y la hoja de otro, dos agujas de las con que se prenden las
chinas, con un hilo de cuentas, y un peine blanco viejo, una braza de
tabaco negro, medio manojo idem blanco, y tres pesos fuertes, todo lo
cual deposité en poder de dicho patron: y concluí la estacada, habiendo
cerrado la boca del potrero de palo á pique, en la que entraron 1,670
estacas, habiendo dejado solo una boca angosta por donde entrar
y salir, habiendo concluido la fortificacion de dicho potrero al
anochecer.


DIA 27.

A las 2½ de la mañana se vió fuego al SE que parecia en la costa del
rio. A las 3 mandé 4 á caballo á ver si podian reconocerlo, 2 de ellos
han vuelto á las 5, sin haber descubierto nada. A las 7, viendo que no
parecian los otros dos, mandé 8 bien armados, los 2 primeros vinieron á
las 10 sin novedad, y los 8 á la 1 de la tarde, con la de haber hallado
rastro fresco de dos ginetes; pero no pudieron hallar el parage del
fuego. Este dia se mantuvo el viento al O medianamente fresco.


DIA 28.

Esta mañana salieron los descubridores, y volvieron á las 10½ sin
novedad, y se cortó madera.


DIA 29.

Este dia se acabó de carenar el bote, y concluí un galpon que hice, á
fin de conservar la carne, por haberse perdido la mayor parte de la res
que se mató el dia 24. Este galpon tiene doce varas de largo y 7 de
ancho: sirve, ademas de lo dicho, de cuerpo de guardia, y de defensa á
la gente de los rayos del sol, que son los calores excesivos; no hubo
novedad en el campo.


DIA 30.

A mediodia vinieron los descubridores del campo sin novedad, y se mató
una res.


DIA 1.º DE DICIEMBRE.

No hubo novedad en el campo. A las 10 de la noche se vió fuego al ESE,
pero muy lejos. A las 12 vió el marinero Miguel Ignacio 2 hombres á pie
á la orilla del rio, y como á distancia de 15 pasos de las chalupas
y ranchos: corrió á preguntar á la guardia si andaban algunos de
los nuestros afuera, y sabido que nó, fueron 4 de los de guardia á
reconocer, y ya se habian escondido. Se tomaron las precauciones que me
parecieron oportunas para pasar el resto de la noche, y mandé 9 hombres
á caballo á registrar estas inmediaciones: pero la noche obscura, y
la mucha maciega, no dió lugar á que se pudiese divisar cosa alguna,
y solo por el desasosiego de los perros y los pájaros, ya desde prima
noche sospechábamos gente en esta inmediacion.


DIA 2.

Al amanecer registré la estacada y los parages que hay mas á propósito
para emboscarse, y no hallé cosa alguna. Salieron los descubridores, y
volvieron á la 7 de la tarde sin novedad.


DIA 3.

Amaneció nublado con el viento al OSO bonancible, y cayeron algunas
gotas de agua, á cuya hora se tomó un bagual que todas las noches nos
tenia en cuidado, y al fin rompió un lazo y se fué; salió un peon
corriéndolo, y vió un indio que galopaba campo afuera. Vino á dar
parte, y mandé inmediatamente tomar caballos, y salieron 13 hombres
armados con chuza y pistolas: volvieron á mediodia con solo la novedad
de haber hallado el rastro fresco, y de otros mas. Despues que salió
esta partida fué el bote á reconocer la otra banda por haber sentido
las centinelas ruido á la media noche, y se halló el rastro de un
hombre á pié.


DIA 4.

Esta mañana mandé reconocer el campo, siguiendo el rio aguas abajo; á
mediodia volvieron los descubridores, con la novedad de haber visto
fuego: á las 2 de la tarde despaché una partida de seis hombres á
reconocerlo, y habiendo llegado la media noche sin que hubiesen vuelto,
puse, desde esta hora hasta el dia, la mitad de las tripulaciones de
guardia.


DIA 5.

De mañana mandé un peon á hacer la descubierta, el que volvió á las 11
sin novedad. A las 12 llegaron los 6 descubridores, sin otra novedad
que la de no haber podido llegar al fuego por estar lejos, habiendo
caminado el rio, aguas abajo, como 12 leguas: lo que sentí bastante,
pues me parecia me traerian noticia de la partida, que estoy impaciente
esperando con los víveres que me debe mandar el Super-Intendente, que
segun sus cartas ya dias ha que debia estar aquí; y con esta tardanza
el rio baja y se avanza la estacion.


DIA 6.

Salieron á hacer la descubierta, y no huvo novedad en el campo.


DIA 7.

Mudé la bateria á la boca de la estacada, y hice el cuerpo de guardia
de la parte de adentro, porque habiéndose retardado tanto tiempo los
auxilios que espero del establecimiento, me hace ya desconfiar su
envio, por lo que tiro á fortificarme lo mejor que me sea posible,
por si la estada aquí fuere para tiempo largo. No hubo novedad en la
descubierta del campo.


DIA 8.

Esta mañana se mató una res: salieron los descubridores y vinieron á
mediodia sin haber hallado novedad en el campo. A las 3½ de la
tarde salió á cazar con un fusil el marinero Nicolas Baltazar y no ha
vuelto, y se levantó una quemazon á dos leguas de nosotros.


DIA 9.

Esta mañana mandé dos peones á hacer la descubierta rio arriba, y cinco
aguas abajo, á reconocer el fuego y buscar el marinero. A mediodia
volvieron sin novedad los que fueron rio arriba, y los que fueron abajo
trajeron la de haber hallado rastros frescos; que habian venido como
tres cuartos de legua de nosotros cinco ginetes, y que este rastro
vuelve para abajo: por lo que me persuado llevarian estos al marinero,
y pegarian fuego. A esta hora divisamos otro fuego al N, pero á mas de
15 leguas de distancia: por la tarde mandé 7 hombres bien armados, rio
abajo, á ver si hallaban algun vestigio del marinero, y no han hallado
mas que los rastros dichos.


DIA 10.

Al amanecer despaché una partida de 11 hombres á descubrir el campo,
siguiendo el rio aguas abajo, con el fin de descubrir algun estorbo
que pudieran tener para llevar aquí los víveres que espero del
establecimiento. Esta gente vá prevenida de á 3 y 4 armas de fuego, y
una chuza cada uno para defensa de los indios que puedan encontrar.

No pareciendo el marinero Nicolas Baltazar, hice registrar su petate, y
se halló un poncho, una fresada, un cuero de caballo, una chaqueta de
cuero, un cuero de guanaco, dos saleas, unos calzones de poncho y otros
de cuero, un chaleco viejo azul y una chupita de idem, un chaleco de
cuero, un pañuelo nuevo, una talega vieja y en ella dos camisas, unos
calzoncillos casi nuevos, otros idem viejos, una camiseta de crudo,
un pañuelo viejo, unas medias de lana viejas, un chaleco de pañete
forrado en bayeta, unos calzones de pañete azul usados, un gorro de
pison usado, dos ligas, un aparejo de pescar, dos dados y un rempujo,
una bolsita de brin con dedal, alfiletero y tijeras, una barrena y
un rosario, un cuchillo viejo, un talegoncito con una chupa y dentro
tres duros, vara y media de tabaco negro, y confesó el marinero Miguel
Nuñez, que le tenia 11 pesos 2 reales que le habia dado á guardar,
y estaba pronto á entregarlos. Se puso todo lo dicho depositado en
manos del patron Eusebio Gonzalez. Al anochecer volvió la partida sin
mas novedad que la de haber hallado dos rastros frescos, los cuales
se perdieron de aquí á 4 leguas, y no vieron señal de que venian los
víveres que espero. Hoy estuvo el viento al SO duro, y el rio prosigue
siempre bajando. Este mes, que por falta de víveres estoy aquí, sirve
de tanto perjuicio á la descubierta, me parece que si retardan algo mas
en enviarlos enteramente la imposibilitaba, ya por lo mucho que baja el
rio, ya por avanzarse la estacion y quedar poco verano, y ya porque se
les dá lugar á los indios á que se junten para quitarnos los caballos
en cualquiera vuelta en que no puedan ir al costado de las chalupas,
sin cuyo auxilio es casi imposible este reconocimiento.[2]


DIA 11.

A las 5 de la mañana salieron á descubrir el campo, y volvieron á
mediodia sin novedad. El viento se mantuvo al SO fuerte, y el rio baja
mucho.


DIA 12.

Mandé los descubridores por la orilla del rio, siguiéndolo aguas
arriba, los que volvieron á las dos de la tarde sin novedad. A las 4
llegó D. Ramon Sancho y dos peones, con la noticia de que venian á
llegar las carretas con los víveres que esperaba del establecimiento:
las que llegaron al ponerse el sol, al cargo de D. Juan Ignacio Perez,
auxiliado por un sargento, un cabo, 16 infantes, un cabo, dos dragones
y dos artilleros, que con los peones componian el número de 46 hombres.
Se acamparon dentro del fuerte, y seguí el mismo método en las guardias
que antes.


DIA 13.

Determiné salir dos dias aguas arriba, á orillas del rio, á fin de
que nos viesen los indios; y si nos esperaban, traer los desertores
y quedar en paz con los indios, haciéndoles manifiesta su traicion y
engaño, sin hacerles á ellos el menor agravio, procurando llenarlos de
confianza: y si no nos esperasen de miedo, (que seria lo mas cierto,
como nos viesen á tiempo que ellos lo tuviesen para levantar sus
toldos) para que este fuese bastante á ahuyentarlos muchas leguas, y
separarlos de las orillas del rio para que no nos sirviesen de estorbo.
Me pareció importantísima esta diligencia, porque de cualquier
modo que sucediese era favorable: pero reparando y volviendo á leer
las órdenes del Super-Intendente, y viendo que me dice que no se
debe exponer la tropa por apresar los desertores, y que le parece
conveniente mandase los peones y caballada, (que me servian de mayor
auxilio) determiné obedecer y no empeñarme,[3] seguir lo que pueda sin
los caballos y peones, y remitirlos al establecimiento, porque no se
verifique la cláusula que dice, que mire á lo que me expongo si roban
los indios los caballos, y acaece algun desgraciado suceso.


DIA 14.

Se acaba de carenar el _Champan_, y se recibió á su bordo el bizcocho
de dos carretas, la grasa y miniestra de otra: estas son buenas, el
bizcocho el mas inferior que se puede imaginar,[4] que será mucho que
no se pudra antes de tiempo, y tres tipas de sal, que no llegaban á
tres cuartillas.


DIA 15.

Este dia se mataron y charquearon 16 reses, las que hubiera salado si
el Super-Intendente me hubiera mandado la sal que le pedí, y tendria
en tal caso carne para dos meses mas que charqueada: si bien no hizo
caso de algunas cosas que son indispensables y estan inutiles en el
establecimiento, como son los remos, sal y otras.[5]


DIA 16.

Se mataron y charquearon 6 reses, y se concluyó la descarga de las
carretas, y es tal el bizcocho que se hizo para la expedicion, que se
metieron en el _Champan_ 79 quintales, 37 libras; y de seguro entraria
solo en este buque 120, siendo el bizcocho tan ruin como el que se
embarcó.


DIA 17.

Se compusieron las velas, se le pusieron dos paños de baileo á la
chalupa _San Juan_, en lo que se consumió la pieza de lona y ocho
libras de hilo de velas, y se rompieron quince agujas de cocer velas.
Este dia á las 4½ de la mañana salieron las carretas, y á las 5 ya
estaba de marcha toda la expedicion de carretas y caballos.


DIA 18.

Se hizo un mamparo á la chalupa chica, y se le mudó al _Champan_ uno, á
fin de acomodar mejor las cosas, y pasé á la chalupa chica 16 quintales
de bizcocho, y de allí otros víveres al _Champan_: les puse las tapas ó
cubiertas de cueros.


DIA 19.

Se escogió el charque seco, y se embarcó y aprensó en el _Champan_: se
derritió el sebo que se sacó de las reses; se hicieron velas nuevas por
haber llegado inservibles las que mandaron del establecimiento.


DIA 20.

Hice recoger el charque y promediar la carga de las embarcaciones, y
se le descubrió agua por la mura de babor al _Champan_, por lo que
le dí pendoles y se compuso á mediodia. Se llamó el viento al SE, y
por aprovecharlo embarqué todo el charque, aunque alguno fresco. Se
abatieron algunos barriles, y puse la carne á plan de las chalupas; y
á las 2½ de la tarde seguí mi viage con las cuatro embarcaciones de
mi mando; habiendo navegado hasta las 10¼ de la noche 3½ leguas al NO
corregido.


DIA 21.

A las 5 menos un cuarto seguí mi navegacion al remo, y aunque el viento
era SE, en esta vuelta nos daba de proa. Seguí hasta las dos de la
tarde, á cuya hora calmó el viento, y se dejó caer un aguacero, por
lo que me fué preciso atracar á tierra y toldar las embarcaciones. A
las 4½ de la tarde, habiendo cesado el agua, continué mi viage, y
navegué al NO corregido 6 millas de distancia. A las 9 empezó á llover,
y toldé otra vez las chalupas.


DIA 22.

Salí á las 6 de la mañana á remo y sirga por estar calma, y de esta
suerte navegué todo el dia con alguna poca lluvia hasta las 8 de la
noche, que por una turbonada del SO con viento recio, arrimé á tierra,
y mandé el bote á dar auxilio á la chalupa _San Juan_, que con la
fuerza del viento y corriente se habia ido á la otra costa. Toldé todas
las chalupas por estar aturbonada la noche, la que pasé en el parage
que, segun Falkner, me parece _Tehuel-malal_, cuya vuelta corre al SOS
y SE. Navegué este dia 4½ millas de distancia en línea recta al ONO
corregido.


DIA 23.

Este dia continué mi navegacion á remo y sirga hasta las 2 de la tarde
que tuve viento al SO, con el que navegué hasta las 5½ de la tarde
que se quedó calma, y seguí hasta las 8 á la sirga.

A las 11 de la mañana estaba inmediato á la cuchilla, último extremo
del rincon grande, ó _Tehuel-malal_, y á las 5 de la tarde en el
Potrero del Chanchito: entre uno y otro potrero hay 5 millas de
distancia, arrimado á la cuchilla del S al NO ¼ N corregido.

El Potrero del Chancho es muy angosto en su entrada, y se puede
facilmente fortificar.

Este dia navegué en línea recta 8 millas al ONO corregido.


DIA 24.

A las 5¼ de la mañana continué mi viage al remo, por ser el viento
poco y contrario: á las 12½ estaba adonde se desertó Miguel Benites,
de cuyo parage dista media legua al NNO el último brazo del arroyo que
forma la isla grande: á distancia de 4 millas de donde se fué Benites,
hallé los vestigios de haber estado los toldos de Francisco, y no es
mal parage para pasar animalada de un lado á otro del rio, por tener
buenas bajadas y salidas, y tres islas adonde pueden descansar, que
precisamente salen á alguna de ellas, porque están en medio rio. A las
5 de la tarde vino el viento al SE fresco, con el que navegué hasta
las 8¼ de la noche, que me acampé, por haber varado una chalupa.

Navegué este dia al NO ¼ O corregido, en línea recta 10 millas de
distancia.


DIA 25.

Al ser de dia me hice á la vela, y siguiendo el rio por las canales de
mayor profundidad, que son muchas por las espesas islas que hay en este
rio, llegué á las 5 de la tarde á un parage que parece ser paso, por
haber por la parte del N un camino y rastro de animales, desde donde
tenia los toldos Francisco, hasta donde me acampé. Hoy á las 9 de la
noche no se pudo caminar por la parte del S la orilla del rio, y esto
conviene con las noticias de los indios.

Toda esta tarde tuve viento por el E fresco, pero incapaz de romper la
rápida corriente de este rio, y en algunos parages á vela y remo no
pudieron romper las embarcaciones, siendo preciso por esta causa traer
siempre los marineros hasta medio cuerpo metidos en el agua tirando la
sirga.

Navegué este dia al ONO 5 grados N corregido, en línea recta 9 millas
de distancia.


DIA 26.

Navegué este dia á remo, espias y sirga al ONO corregido 4¾ millas
de distancia, y me acampé á las 8½ de la noche.

Desde antes de ayer que hallé la novedad en este rio de ser el agua
totalmente encarnada, lo que jamas he visto en el establecimiento ni
en sus inmediaciones, de lo que infiero que cuando en las avenidas de
arriba llega al establecimiento el barro que la colorea se aposentó,
por ser larga la distancia, y que aquí habrá algunas tierras ó sierras
vecinas á nosotros que tendrán dicho color.


DIA 27.

A las 5¼ de la mañana seguí á la sirga y remo, estando el viento
casi calma, de cuyo modo se mantuvo todo el dia hasta las 5 de la tarde
que vino por el E flojo. A las 7¾ me acampé en una isla, habiendo
navegado al ONO corregido 7 millas de distancia.


DIA 28.

A las 5½ de la mañana seguí á la sirga con viento NO, y opuesto á mi
viage. A las 11 se divisaron 4 ginetes que seguian el rio aguas abajo,
arrimados á la barranca del N. A las 5 de la tarde se avistó fuego al
N tierra adentro á larga distancia: navegué hasta las 8 de la noche 4
millas de distancia al ONO corregido.


DIA 29.

Salí á pié por no tener caballos, sobre unos cerros al ser de dia á
descubrir el campo. A las 6 de la mañana seguí mi viage á la sirga,
con viento NO fuerte. A las 10½ arrimé á tierra, por ser el viento
y la corriente tan fuertes, que con toda la gente no fué posible
sacar avante las embarcaciones una á una, y si tuviera caballos todos
los dias desde que salí de donde estaba el indio Francisco, hubiera
caminado á lo menos 6 leguas en línea recta, pero el Super-Intendente
juzgó inutil este auxilio que tanto interesaba al servicio del Rey[6].
Al tiempo de arrimar á tierra, se vió un ginete como á menos de un
cuarto de legua de nosotros, el que se volvió despues de estar un
rato parado mirando. A las 2½ de la tarde se levantó una turbonada
por el ONO de viento recio, agua y truenos. A las 3½ atravesé á
la parte del S á acamparme, y toldé las embarcaciones. A las 5 pasó
la turbonada, y se quedaron los horizontes achuvascados. Hoy á medio
dia observé el sol en 38° 52 de latitud S, y hasta el parage de la
observacion he navegado este dia una milla de distancia.


DIA 30.

A las 5 de la mañana salí al remo á atravesar á la costa del N, y seguí
á la sirga: á una milla andada hallé rastro de haber pasado los indios
de la parte del N á la del S, golpe de ganado vacuno y caballar, el que
segun los rastros y camino hecho venia del NO de hácia el Colorado,
y este paso es bueno; pues aquí se angosta bastante el rio, y tiene
buena entrada y salida en el rio. A mediodia que venia yo registrando
por tierra, y hallé muchos rastros de caballos, que así los del paso
como estos, manifiesta como un mes de haber pasado: hallé otro rastro
de un ginete que esta mañana seguia el rio por su orilla aguas arriba,
el que sin duda seria el que se vió ayer. A las 8 de la noche arrime á
tierra y me acampé, habiendo navegado este dia al O ¼ NO 4 millas de
distancia.


DIA 31.

A las 4¾ de la mañana me largué, siguiendo mi viage al remo y sirga
con calma por la parte del N. A las 10 pasé á la parte del S, por no
serme posible romper la corriente por aquel lado. A las 11 descubrí
una polvareda grande inmediata á la barranca del N, que se conocia
ser golpe de ganado: seguí rio arriba, y á las 12 avisté caballada
y ginetes. Poco despues se arrimó uno á la orilla del rio y mandé á
un marinero y al mendocino José Oyola, á que le gritasen ó hiciesen
señas para que nos esperasen. A las 2 de la tarde pasé á la parte del
N, y vinieron dos indios, y el uno de ellos se dejaba algo entender:
los agasajasé todo lo posible, y les compré una vaca por un freno;
despues se fueron y vinieron con el cacique y otros dos indios mas, y
á todos les hice cuanto agasajo pude: les dí de beber aguardiente y
mate, y les regalé algunas bujerias y tabaco, y tuve la paciencia de
estarme toda la tarde en conversacion con ellos, aunque al principio
estaban desconfiados; pero luego entraron en confianza de tal modo,
que se dejaron estar hasta de noche. La gente de mar me pidió licencia
para hacer trato con ellos: se la concedí, y les compraron en las
dos chalupas _San Juan_ y _San Francisco_ dos terneras de dos años
por dos cuchillos, y los del _Champan_ una buena vaca por un frasco
de aguardiente un gorro y un cuchillo. Quise permitir esto á las
tripulaciones, porque como el método que llevo con los víveres es
lo mas arreglado que puedo, precaviendo el que no llegue el caso
de que me falten, les permití este desahogo para que las coman con
libertad. Agasajé mucho á estos indios por muchos motivos, los cuales
no es menester referir porque están sabidos, pero ademas de estos
el principal ha sido por llevarlos algunos dias inmediatos á las
embarcaciones, por ser dichos indios del _Guechuhueben_, ó Parage de
las Manzanas, para donde siguen viage, por ver si puedo conseguir con
ellos el que me presten caballos para la sirga, pues la gente no puede
arrastrar las embarcaciones, y se me van enfermando muchos, y son los
mozos de mas robustez y trabajo: lo que me aflije bastante por la falta
de los caballos, pues se me puso la gente mucho mas flaca y débil en
11 dias que há que salí de la fortaleza de Villarino en el Choelechel,
que en 38 que tardé desde el establecimiento á dicho parage. Esto me
tiene entre la espada y la pared, porque parando para dar algunos dias
de descanso á las tripulaciones, es consumir víveres y no adelantar:
caminar con el trabajo con que se camina, es acabar la gente; de modo
que es indecible la falta que me hacen los caballos. Navegué este dia
al O corregido 2 millas de distancia.

Las noticias que pude adquirir de estos indios, son las
siguientes:--Que el Choelechel está de este sitio 4 dias de camino,
con toldos, chinas y niños, siguiendo la orilla del rio aguas abajo:
que desde dicho sitio, donde hoy me hallo, hasta el Huechun-huechun
y entrada en el Rio Tucamel, y una laguna muy grande tardan 12 dias,
caminando despacio con los referidos estorbos: que desde allí á tierra
de cristianos tardan 10, al mismo caminar; de cuya tierra, dicen, se
surten de frenos, cuchillos, lanzas y bujerias. Esta cuenta de los dias
que se tardan de unos á otros parages, la hacia este indio quebrando
pedacitos de paja; y preguntado si por el Huechun-huechun habia muchos
indios, tomó un puñado de arena para significar su multitud. No pude
informarme mas por no entender el idioma.


DIA 1.º DE ENERO DE 1783.

Esta mañana vinieron los indios á las 8, y despues de haberlos
convidado, mandó el cacique por uno de sus indios á llamar otros que
estaban mas abajo de nosotros, y vinieron 4; entre ellos un viejo con
un muchacho como de 16 años de edad, que hablaba mejor el castellano
que cuantos indios hasta ahora he visto desde que estoy empleado en la
Costa Patagónica. Estos indios son moradores de _Huechun-lauquen_, ó
Laguna de Límite, nombrada por Falkner en su diario, y los primeros son
de la Tierra de las Manzanas.

Dicen los de Huechum que su tierra dista cuatro jornadas de Valdivia;
que aunque la distancia es corta, el camino es malo; que se pasa la
Cordillera por el Portillo: que la tierra del cacique Cangapol nos
queda dos dias de jornada aguas abajo; lo que me hace cierto el juicio
que hice de la isla y cercado de los Tehuelhets que cita Falkner, ser
el mismo que pasé dias pasados: que el Rio Chico del N que cita dicho
diario, dista de donde estamos cuatro jornadas, y que viene de la
Cordillera: que este algunas veces se vadea á caballo y otras á nado;
pero que el rio mas grande es el que viene de Huechun-lauquen: que
cuanto mas arriba este rio tiene mas corriente, y esto es lo mismo que
voy experimentando. Dicen que ellos vienen de la Sierra del Volcan; que
há cerca de un año que bajaron á buscar ganado caballar y vacuno, y que
con este hacen trato con los de Valdivia, unas veces llevándolo los
indios á dicho pueblo, y otras viniendo los cristianos á comprárselo á
sus tierras, el cual cambian por sombreros, cuentas, frenos, espuelas
y añil para teñir los ponchos: (véase aquí ya abierto el camino y
comunicacion por la orilla del rio con Valdivia, y entablado una
especie de trato por los indios, robando el ganado á Buenos Aires,
y vendiéndolo en aquel presidio.) Que Chile está de Huechun-lauquen
mucho mas lejos que Valdivia: que estos indios viven en toldos, y que
siembran trigo, cebada, y habas: que los que tienen ranchos de paja
bastantes capaces, viven mas arriba por la falda de la Cordillera, los
cuales ademas de las semillas referidas, siembran lentejas, porotos,
garbanzos, y todo género de vituallas. Uno de sus caciquea se llama
_Roman_.

Estos indios jamás han estado en nuestro establecimiento del Rio
Negro: si bien dicen tienen noticia de habernos establecido, pero
que ellos para caminar á sus tierras, atraviesan el campo desde el
Colorado á este rio por el Chuelechel, 70 leguas al poniente de nuestro
establecimiento. Que en su tierra hay muchísimos pinos, y que los
piñones son casi tan grandes como dátiles, y muy gustosos; de cuyo
fruto hacen los indios prevencion: que por aquel pais no hay sal, y por
esto la llevan de las salinas del Colorado en cargas, y con efecto las
he visto en sacos de cuero (y así lo dice Falkner.) Que por la parte
del N de este rio no hay establecimiento alguno de indios hasta las
_Manzanas_, y los que hay son solo los que van de pasage que por la del
S están los Hulliches, los cuales los suelen aguardar cuando pasan los
de Huechun con sus ganados, y los asaltan, roban y matan, y por esto
suelen pasar bastante temerosos: y así no cesaban de preguntarme si por
la parte del S habia indios; me dieron noticia del Rio Lime-leubú, y
de sus moradores los Limeches. Los nombres de los parages, que jamás
pudieron entender otros indios leyendo á Falkner, estos los nombran
del mismo modo que su diario, y convienen con él en las noticias,
diferenciándose solo en la distancia de Huechun á Valdivia, que dicho
diario pone dos jornadas, y estos indios dicen que cuatro.

El Rio Chico del N que entra en el Negro, dicen viene de la Cordillera;
pero que no saben si pasa inmediato á Mendoza, porque de allí no son
baqueanos: pero que su cacique habia andado mucho á la orilla de dicho
rio, y que podía dar razon; y para traerlo fué con ellos el peón José
Oyola, mendocino.

Este muchacho dice que en su tierra no hay indios ladinos, y que el
motivo de haber él aprendido el castellano, fué porque un perulero
llamado _Prieto_, que por el trato de ganado habia tenido recíproca
amistad con su padre, lo llevó á Valdivia para enseñarlo, y que despues
de un año, habiendo empobrecido dicho Prieto, se fué á Chile llamado
de un tal D. Antonio Roldan, amigo suyo, y el muchacho corrió la misma
fortuna, y dice que habrá poco mas de año que volvió á su tierra.
Nombra el vino de Penco, y dá noticia individual de todo, hasta de las
perdices que se venden por medio en Chile, y otras menudencias á este
tenor.

Un marinero de la expedicion, llamado _Bartolomé de Peña_, que estuvo
mucho tiempo en Valdivia, Penco, &c., y pasó la Cordillera por el
Portillo cuando el levantamiento grande de los indios, que vió los
pinos y comió los piñones, al cual hice carear con el muchacho, á quien
preguntó por muchos parajes, respondió, segun dice el marinero, con
tanta puntualidad, dando señas de todas las cosas con tanta certeza,
que no dejó nada que dudar. Le dije á este muchacho que se conchabase
conmigo para ir con las embarcaciones hasta Huechun, y que de allí
pasaríamos á caballo á Valdivia, para lo cual habló á su padre: y
este dijo que no podia, porque llevaba mucho ganado que arrear, y
que no tenia quien le ayudase; que lo que podia hacer pagándole
era acompañarme con su hijo hasta Valdivia, luego que llegásemos á
Huechun-lauquen. Pero el muchacho me dijo mandase á hablar al cacique
porque tenia ganas de acompañarnos; y para esta navegacion, y traer el
cacique, se ofreció José Oyola, que como llevo dicho se fué con ellos
esta tarde en un caballo que compré á los primeros indios, y fueron
obsequiados todo lo posible.

Tambien convienen estos indios con la sospecha de Falkner, de que la
laguna de Huechun-lauquen envie un brazo al rio de Valdivia; pues dicen
que no es así, pero que Huechun está muy cerca de dicho rio, el cual es
muy caudaloso, y solo dista el rio de la laguna una jornada.

Dicen que todos, ó casi todos los indios que habitan ó residen en las
sierras del Volcan y Pampas de Buenos Aires, son de este rio arriba, y
que el motivo de pasar tantos tiempos en aquellos parages, es por la
abundancia que hay de ganados, y por la facilidad de mantenimiento; y
que algunos paran dos años, otros mas y menos, segun les acomoda.


DIA 2.

A las 8 de la mañana llegó José Oyola con el cacique _Guchum__pilqui_,
y otros cinco caciques mas que el primero habia mandado á buscar, los
cuales tenian sus haciendas mas abajo: y dijo Oyola que Guchumpilqui
solo tenia mas de 100 indios, que tenia mucho ganado caballar y vacuno.
Los regalé y obsequié todo lo posible, estando entre ellos el cacique
Roman, uno de los que tienen ranchos de paja: fueron concurriendo
indios de tal suerte que se juntaron sobre 80 ó 100 indios y 6 chinas.
Es imposible decir la paciencia que fué precisa tener con ellos:
pero no pude recabar que me diesen al muchacho lenguaraz; tampoco
pude saber de donde viene, ó si pasa por Mendoza el Rio Pequeño del
NO, Pichileubú, que cita Falkner en su diario, porque dicen no son
vaqueanos de este rio: aunque yo tengo grandes sospechas de que sea el
Tunuyan, por estar informado de que no entra (como quiere Falkner) en
las lagunas de Guanacache, en cuyo caso precisamente estaria muy cerca
de Mendoza. Estos indios dicen, que el año próximo pasado hicieron
ajuste con los españoles de Valdivia de llevarles ganado, y que por
eso bajaron de sus tierras (que están muy inmediatas á Valdivia) á los
campos de Buenos Aires, y que se retiran ahora, y que inmediatamente
que lleguen vendrán los de Valdivia á comprárselo, como tienen tratado;
y que muchos de ellos irán á Valdivia, sin parar en parte alguna,
para hacer dicha venta. Asimismo dicen, que luego que lleguen las
embarcaciones á Huechun-lauquen, que me conducirán á dicha ciudad.
El cacique Guchumpilqui me regaló una res, que se le pagó bastante,
y hasta bien de noche estuvieron importunando por aguardiente. El
muchacho lenguaraz me dijo, que en Chile habia tenido la noticia de
que nosotros teniamos establecimiento en el Rio Negro, y muchos indios
que frecuentan á Valdivia, he visto y conocido en el establecimiento:
por esto y por otras razones, creo que todos los habitantes de este
continente, así españoles como indios, tienen noticia de nuestra
poblacion en el Rio Negro.


DIA 3.

Salí de mañana, y huyendo la importunidad de los indios, pasé á la
banda del S, y asimismo pasé dos caballos que compré para dar algun
alivio á la gente que llevo mas enfermos: pero aquí nadie está exento
del trabajo. A mediodia llegó una gran tropa de ellos: todas sus
relaciones, que son muy largas, llenas de ofrecimientos, encareciendo
su amistad y su poder, se dirijen á que les den; pues todas vienen á
parar en pedir, y en no dándoles se enojan. A las 8 de la noche me
acampé, y me siguieron los indios, importunando por aguardiente. Un
cacique ponderó mucho su poder, diciéndome que estas eran sus tierras,
las cuales se extendian hasta mucho mas abajo del Chuelechel á fin de
que le diese 4 frascos de aguardiente para convidar á sus soldados,
que este nombre daba á sus indios: como dando á entender que queria
le pagase algun derecho por el pasage. A lo que le respondí, que me
alegraba mucho de conocerle, y de saber que estas eran sus tierras,
y que fuese en ellas tan poderoso: porque así como nosotros cuando
bajaban los indios á nuestros pueblos los regalabamos, y dabamos de
comer y beber, así esperaba yo lo mismo de la amistad que tanto me
encarece. Se rió bastante, y dió á entender la respuesta á todos los
indios que pasarian de 60, y al fin me dijo, que cuando no tuviese que
comer se lo avisase, que me daria una vaca, la que nunca vino.

Los caciques son los siguientes: _Guchumpilqui_, _Llancoapi_: estos dos
son los que tienen sus tierras en la laguna de Huechun-lauquen.

El cacique Roman se embarcó hoy para seguir viage en las chalupas, y
dice está algo enfermo: asimismo se embarcó Jose Roldan lenguaraz. Este
muchacho parece bastante afecto á nosotros, pues lo he visto enojarse
bastante con los indios por tus pesadeces: no sé en adelante lo que
dará de sí.

_Curuanca_ estuvo algunas veces en el establecimiento del Rio Negro,
los otros dos no sé sus nombres. En este sitio se angostan bastante las
barrancas, que de una á otra no hay media legua pero no son tan altas
como las de abajo, y con propiedad se le puede llamar _angostura_.
Navegué este dia al OSO 5° O 4½ millas de distancia.


DIA 4.

Salí al amanecer, haciendo diligencia de librarme de los indios, que
por mas que se les regale, nunca estan contentos: pero á las 11 del dia
ya estaban con nosotros mas de 80.

A la media legua de mi salida esta mañana, se hallan unos cerros áridos
de arena blanquisca, piedra y alguna maleza, y aquí sigue el camino, ó
se aparta del rio y toma tierra adentro: pero me dice el lenguaraz que
no es mas de una jornada. Compré dos caballos por habérseme cansado
ya uno de los que antecedentemente compré; y porque es como imposible
poder continuar sin ellos. Al mediodia se fué con los indios el peon
José Oyola, porque el padre del lenguaraz lo pidió para que le ayudase
á arrear su ganado, respecto á que su hijo venia con nosotros.

Navegué este dia al O ¼ SO 3 millas de distancia, habiéndome acampado
despues de puesto el sol: siguen los cerros altos de una y otra banda.


DIA 5.

Salí al amanecer con viento N, y tuve que volver media legua rio abajo,
por no hallar paso para las chalupas: seguí á vela y remo, y á las 3 de
la tarde varó la chalupa San José. Costó mucho el sacarla, y puestos
ya en la canal con viento fresco, fuerza de vela, y una espia, por la
cual tiraban treinta hombres, no pudimos adelantar nada. El cabo de la
espia era nuevo, y de cuatro pulgadas de grueso, y habiendo aflojado
algo el viento, y no pudiendo los 30 hombres aguantar la chalupa, mandé
darle á la espia vuelta de firme, y fué tal la corriente, que rompió
el cabo. Fué preciso tender el calabrote, y juntar toda la gente: solo
así pudimos sacar la chalupa, que á no ser el expresado calabrote se
hubiera quedado en este sitio. Esta faena duró hasta las 8 de la noche,
que llegué á acamparme con la gente bastante fatigada, y rendida del
trabajo.

Navegué este dia al O ¼ SO, 5 millas de distancia, arrimado siempre
á la barranca del N que es tierra infeliz, y no tierra, sino una
especie de tosca compuesta de piedrecitas, arena, y polvo blanco,
que se desmorona y se unde al pisarla. Críanse en ella arbolitos muy
bajos, espinosos, ó maleza que para nada sirve, y esto poco: lo mismo
es por la parte del S. La barranca del S se abre bastante, y deja un
valle bien largo entre ella y la orilla del rio. Luego reconocí ser un
rincon, volviéndose á angostar las barrancas áridas, y de un infernal
aspecto.


DIA 6.

Salí de mañana á la espia, por ser el viento contrario, y la corriente
tan fuerte, que no fué posible romper á la sirga. Trabajó hoy
excesivamente la gente, y en todo el dia solo se caminó, sin que haya
dado vuelta el rio, 2,500 varas al OSO corregido.


DIA 7.

Amaneció el viento al SO, duro, por lo que no fué posible continuar.


DIA 8.

Al amanecer salí con dicho viento, pero mas bonancible. Navegué hasta
las 9 del dia, y á esta hora no pudiendo pasar, volví al mismo sitio
donde habia salido á buscar otra canal, y seguí con viento y corriente
contrarios, no habiendo podido navegar mas que 1½ millas de
distancia al OSO 5° S, arrimado siempre á la barranca del N.


DIA 9.

A las 4½ de la mañana seguí mi viage á la espia, por no poder la
gente romper la corriente á la sirga, y siempre arrimado á la barranca
del N, la cual tiene unos cerros tajados al rio, y de tanta altura, que
hasta ahora no hallé otros de igual tamaño. A mediodia pasé un parage,
que puestos 40 hombres á cada chalupa no podian romper el ímpetu de la
corriente, y en este paso está el rio lleno de peñascos. Navegué este
dia al OSO 3 millas de distancia.


DIA 10.

Salí á las 5 de la mañana á la sirga con viento OSO, y me acampé á las
7½ de la tarde, habiendo navegado al OSO 5° O 3 millas de distancia:
se le sacaron hoy al Champan 30 baldes de agua.


DIA 11.

Salí al salir el sol, y á la media legua andada al OSO, hallé los
indios, y arrimé á tierra. Venia con ellos el peon José Oyola, y los
caciques Guchumpilqui y Curuanca. Este, habiendo hallado ayer al
marinero que tenia, con los caballos en tierra, sin que pudiesen llegar
en donde estaban las embarcaciones, le preguntó si habia comido: y
habiéndole respondido el marinero que nó, lo llevó á los toldos, hizo
matar un novillo y le dió de comer. A este le regalé bien por esta
fineza, y porque les sirva de egemplo en lo sucesivo; pues puede darse
muchas veces igual caso de encontrar á los nuestros sin abrigo alguno.

El cacique _Cayupilqui_, que parece el de mayor sequito entre ellos,
vino á bordo; y despues de diversas preguntas que me hizo acerca del
designio que llevaba, á las que satisfice diciendo, que mi viage era
á Valdivia, porque tenia con aquel Gobernador recíproca amistad, y
algunas cuentas que ajustar en aquella tierra, pero que tardaria
muy poco en volverme; me dijo que me acompañaria desde su tierra á
Valdivia, y me franquearia caballos para el viage: y cuando yo bajase
rio abajo concluido mi viage, que se vendria él conmigo, y sus indios
por tierra, á fin de conocer el establecimiento del Rio Negro, de allí
pasar á las Pampa de Buenos Aires á tomar ganado vacuno y caballar para
su provision y mantenimiento, y vender en Valdivia: cuyo trato dejó
entablado cuando vino á esta misma diligencia. Que él no hacia daño,
pues el ganado que llevaba lo tomaba del bagual que andaba en el campo:
que cuando venian de sus tierras, venian con muy pocos caballos, pero
que traian ponchos y otras cosas, con las cuales hacian trato con los
indios del Volcan, por caballos para correr en la Pampa.

De este sitio se aparta el rio, y se arrima á los cerros del S, que son
blancos muy altos, y cortados hácia el rio. Se desembarcó el cacique
Roman.


DIA 12.

Vinieron de mañana los caciques, y Guchumpilqui me dijo, que en el
término de 3 ó 4 dias tenia determinado mandar aviso á su tierra
de como iba llegando, y que le trajesen algunos caballos gordos,
por llevar toda la caballada flaca de la larga distancia que habia
caminado. Le pregunté qué tiempo tardarian en llegar á Huechun-lauquen
los chasques, y dijo que seis dias, y de allí á Valdivia que habia
tres dias de camino, y que ahora era el tiempo en que los Valdivianos
solian todos los años venir á su tierra á comprar ponchos. En esta
inteligencia determiné escribirle al Sr. Gobernador de aquella plaza,
así para que el Exmo. Sr. Virey de Buenos Aires tenga esta noticia,
como para saber yo si de aquella plaza podré ser socorrido con víveres,
para si así fuese poder hacer un completo reconocimiento, y sino para
tomar mis medidas y contar solo con los víveres que tengo:[7] pues
puede ser que, entregando los indios que van de chasque á los de
Valdivia las cartas, lleguen á manos de dicho Sr. Gobernador, y pueda
por el mismo conducto tener yo la respuesta. Me regaló una vaca este
cacique, y otra el cacique Curuanca.

Me han dicho que mas arriba del Rio Chico del N que entra en este, se
aparta el Rio Grande mucho para el S, haciendo una gran vuelta; por
cuyo motivo no seguian ellos su orilla y caminaban tierra adentro:
pero por buen campo, de mucho pasto y muy regado de diversisimos
arroyuelos que bajan de las montañas, entre las cuales dicen haber
amenísimos valles. Me quedé admirado al haber oido hablar á estos
indios de nuestras guerras con los Ingleses, pues me preguntaron si aun
duraban. Y preguntándoles yo, por donde habian sabido de esta guerra,
respondieron que en Valdivia lo habian sabido, y que por este motivo
valian en aquella plaza todas las cosas caras, pues no podian pasar las
embarcaciones de España para las Indias.

A las 12 del dia se fueron, y me digeron que poco mas arriba nos
veriamos, que ellos no se mudaban hasta mañana.

Estos indios llegarán al número de 300, entre los cuales no van mas
que 6 chinas, y hay entre ellos bastantes que sirven solo para arrear
y cazar. Sus ganados ascenderán al número de 8,000 cabezas, entre
caballos, yeguas y vacas, y de aquí se puede inferir le que destruyen
los indios á Buenos Aires, pues todo el ganado es marcado, y señalado
de los vecinos de esta ciudad.

Al instante que se fueron los indios, eché de menos al marinero José
Navarro, y me han dicho que habia montado á caballo. Mandé á recoger
los caballos nuestros, y faltaba uno, y salió á buscarlo José Mariano,
marinero. A la hora de comer no vinieron estos marineros, pero me hice
cargo andarian buscando el caballo que faltaba, aunque ya con bastante
desconfianza de si me los habian llevado los indios; pues en ellos es
la mayor proeza, la mayor maldad, y sin embargo de haberlos regalado
y acariciado todo lo posible, conociendo su infame trato, me llenó de
desconfianza la breve falta de estos dos marineros: y mas, habiéndose
desembarcado el cacique Roman, y el muchacho lenguaraz. Por presto
que subí á una lomita á ver si los veia, ya divisé una nube de polvo,
distante como legua y media de donde tenian los toldos, sin haber
animal alguno adonde estaban acampados. Esto me llenó de tristeza, por
conocer la falta que me hacen estos dos individuos si los hubiesen
llevado: pero no estaba del todo desesperado de que volviesen, por
lo bien que habia tratado á estos indios. Esta polvadera se alejaba
con suma presteza, y se perdió de vista á las 5 de la tarde; y á esta
hora pasó un marinero por casualidad por debajo de unos sauces, y
halló 8 pares de bolas, de las que los indios suelen traer perdidas, y
vestigios de haber estado mucha gente allí la noche antecedente, y esto
distaria 100 varas de nosotros, y sus toldos ó campamento, distaba tres
cuartos de legua.

Cuando se embarcó conmigo el cacique Roman, pretestando estar enfermo,
bien comprendi que no lo hacia por otra cosa que por observar nuestros
movimientos, y yo me alegré; porque como el asunto, á mi parecer mas
importante, es el no quebrar con ellos, y aunque den ellos motivo por
el cual me viese precisado á ello, no seria lo mas favorable.

Esperé toda la tarde la venida de los dos marineros, que no han
vuelto. A las 7 supe que Navarro habia tenido no sé que ajuste con una
china, y que la habia ido siguiendo, porque ella le habia hurtado unos
cascabeles. Los que oyeron y supieron esto, se callaron hasta dicha
hora; y esta fué la causa de que se perdiese no solo Navarro, sino
tambien José Mariano: porque si me lo hubieran dicho, le estorbaria,
porque cuando fuese imposible evitar la pérdida del primero, á lo menos
no tendriamos la del segundo.


DIA 13.

Amaneció con el viento al SO fresco, y contrario para poder continuar,
y ya salido el sol, registramos lo posible el campo á ver si se
hallaban algunos vestigios de los marineros, y lo que se halló fueron
unos coletos, ó ponchos de cuero de vaca, frescos recien hechos;
montones de piedras, y cuero fresco, y guasoas cortadas para retobar
bolas, en la misma parte donde se hallaron los 8 pares de bolas: y
segun esto parece que los indios tuvieron dispuesto el avanzarnos.[8]

A las 7 de la mañana salí continuando mi viage, pero es cierto que el
rio, cuanto mas se va descubriendo, mas dificultoso está de navegar.
Desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la tarde estuve en un paso,
sin que en todo este tiempo pudiese adelantar 60 varas de distancia:
aquí se rompieron cabos, y fué preciso ponerle 4 al Champan, desde 3 á
3½ pulgadas de grueso.

Hoy me han dicho el abominable comercio de Navarro con la china, y que
por los cascabeles la habia ido persiguiendo de tal suerte, que derribó
del caballo á otra que la tal china llevaba en ancas: por lo que me
pienso no lo habrá pasado bien. Y no hago juicio de lo que le habrá
sucedido á Mariano: lo cierto es que este insolente descompuso toda la
armonia que yo llevaba con los indios, y lo peor es, que todos estos
indios son de Huechum-huechum, de Huechum-lauquen, y de la Cordillera,
muy inmediatos á Valdivia, por donde yo tenia determinado pasar á
aquella plaza.

En el parage adonde estaban los indios acampados, se hallaron 6 reses
vacunas muertas y desolladas, sin que les faltase carne alguna, y de
los cueros se hallaron hechos coletos: cuyas reses no habian muerto en
el tiempo que estuvo con ellos José Oyola, que fué dos noches, y un dia
antes que se fuesen los indios. Por esto me parece que su intento fué
sorprendernos, porque esta prevencion tan repentina dá á conocer su
alevosía, y que no tuvieron valor para egecutarla. Navegué este dia al
O ¼ SO 3 millas de distancia.


DIA 14.

Salí á las 5 de la mañana, y con la ayuda de los caballos navegué 6
millas al O corregido, y en este punto llegué á los cerros ó barrancas
del S.

Esta tarde tuve que pasar las embarcaciones por tres palmos de agua, y
por haber ocupado toda la tarde en pasar este paso, caminé las dichas
6 millas. Tal es el fomento de los caballos, pero lo malo es que ya se
cansó uno.


DIA 15.

A las 5 de la mañana, estando el viento al S ¼ SE bonancible, me hice
á la vela y remo: seguí todo el dia arrimado á la barranca del S (si
bien que de esta á la del N apenas hay media legua): refrescó bastante
el viento por el ESE, y navegué al O ¼ NO 12 millas de distancia,
habiéndome acampado á las 8 de la noche.


DIA 16.

Desde que salimos del potrero, ó por mejor decir, desde antes de haber
salido, hizo muchísima agua el Champan, porque, estando estanco cuando
vacio, luego que se cargó se anegaba: lo que dió motivo á descargarle,
y volverlo á componer con el calafate Dominguez, por haber quedado
falsa la obra que hizo en él José de los Santos. A los pocos dias de
navegacion volvió á hacer agua, la que con todo cuidado se le achicaba.
Esta mañana salió para la racion una galleta algo humeda, é hice
registrar el pan, y hallando mojado el que estaba sobre el plan, lo
hice descargar y pasar todo el que cupo en la chalupa chica, y la carga
de esta pasarla al Champan: se escogió el pan bueno del podrido, y
este, que ascenderia de 8 á 10 quintales, se tiró al agua.[9] Duró esta
faena hasta las 4 de la tarde, á cuya hora se aturbonó el horizonte:
mandé al instante toldar las embarcaciones, y á las 5 se dejó venir la
turbonada, con tanta abundancia de viento SO, agua, truenos y piedra,
cual no habia visto en la costa patagónica. Duró lo mas fuerte de ella
cerca de dos horas: calmó el viento, y quedó lloviendo poco y tronando
mucho, hasta las 10 de la noche que aclaró.


DIA 17.

Salí á la sirga, ayudado de los tres extenuados caballos que tengo,
y con algunas ventolinas del SSO navegué al ONO 5° O 8 millas de
distancia. Aquí hacen una inflexion las barrancas, que habrá de una á
otra una legua, cuyo llano por la parte del N es un regular terreno,
pero el que queda atras, despues de haber hallado los indios, es el mas
infeliz que se puede imaginar.


DIA 18.

Este dia navegué con mucha dificultad, por los malos pasos del rio; al
O corregido, 4 millas de distancia.


DIA 19.

Se compusieron los cabos, y se le dió lugar á la gente de lavar la ropa.


DIA 20.

Al salir el sol me hice á la vela, con viento por el SSE bonancible, y
al remo, por no ser posible romper las corrientes, á menos que no sea
una tormenta. Refrescó bastante el viento, y navegué este dia siempre
arrimado á la barranca del S al O corregido, 11½ millas de distancia.

A las 7 de la mañana, llegamos á unas barrancas de extraordinaria
altura en la costa del S, que distan cerca de media legua de la orilla
del rio: entre estas y dicha orilla hay otras coloradas, compuestas
de una especie de polvo de este color, y chinos ó piedras menudas.
El compuesto de estas y de las antecedentes no tiene liga alguna, ni
jugo para poder ligarse ó juntarse, y es cierto que forma una vista
maravillosa.

Por la parte del rio son estas barrancas inaccesibles: parecen
castillos muy altos, particularmente las blancas, con sus cornizas ó
molduras. No producen sus cumbres ni sus faldas ninguna especie de
yerba, solo si algunas muy pocas, y chicas matas de maleza espinosa;
pero tan raras y ruines, que jamas llegó á mi imaginacion que en todo
el globo de la tierra pudiese haber alguna tan infeliz como esta: no se
ven rastros ni animales, pero ni tampoco pájaros.

Es infelicísima la tierra de una y otra banda, despues que se embarcó
el cacique Roman hasta aquí: pero ninguna hallé como la de hoy;
horroriza su esterilidad, y los precipicios de sus barrancas.


DIA 21.

A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento ESE fresco, y á las
8 de la noche me acampé: cuya navegacion hice arrimado á la costa del
S que toda es de barrancas coloradas; y las altas blancas se retiran
tierra adentro, á distancia de 3 leguas. Hoy, con haber habido viento,
y con la ayuda de mis 3 caballos, no pude adelantar mas que 4 millas de
distancia al ONO corregido: tal es la furia de las corrientes, y malos
pasos de este rio.


DIA 22.

Proseguí á las 5 de la mañana, arrimado siempre á las barrancas
coloradas del S, ó mas bien admirables y estériles precipicios de
extraordinaria altura, quedando á la parte del N la llanura, que
tendria media legua de latitud, pero esterilísima, á cuyo término está
la barranca, que forma una vista que parece una serie de castillos
altísimos.

El rio cada dia lo hallo de peor navegacion: á cada hora se halla un
salto por donde se despeña el agua, y en algunos está lleno de peñascos
que se desgajan de estos altos barrancones. Navegué este dia ON
corregido 4½ millas de distancia.


DIA 23.

A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento al ESE medianamente
fresco, y navegué arrimado á las barrancas coloradas del S, habiendo
dejado los caballos á mediodia, por estar ya cansados, flacos, é
inservibles, los que hice reyunar. A las 7¼ de la tarde me acampé en
una isla que está en la confluencia de los rios, el Grande Desaguadero,
y el Diamante ó Sanquel, y es el que me dijeron los indios distaba tres
jornadas de donde se separaron de nosotros: y segun Falkner, no puede
distar mucho de nosotros la Laguna del Límite, porque dice que desde
el desague de este rio, hasta el otro que viene del N, á quien dan
los indios el nombre de _Pichi-Epiantú-leubú_ hay 4 jornadas, y desde
este hasta Huechum, jornada y media, que hacen cinco dias y medio de
camino: y aunque las jornadas sean de 12 leguas, distará 60, de la cual
á Valdivia, dice, hay dos jornadas.

Tengo determinado pasar mañana á reconocerlo, para seguirlo si fuere
caudaloso, como se me previene en la instruccion. Navegué este dia al O
¼ NO, 5 millas de distancia.


DIA 24.

Esta mañana enmendé las embarcaciones á mejor parage, media legua mas
arriba por el Desaguadero, y á las 11 salí con el bote á reconocer el
otro. Cuando estuve en la division de uno y otro, advertí el diferente
color de sus aguas, que formaban una línea, sin mezclarse, por espacio
de una milla: siendo la del rio del S en lo cristalina, emulacion del
cristal mas fino, y la del N bastantemente turbia. Gusté una y otra, y
la primera era tan conforme su dulzura con su claridad, como lo grueso,
y disgustado de la segunda con su opacidad. Seguí el rio arriba, que
es bastante caudaloso, y á la legua de su desague al N hallé el Paso
de los Indios, y el rastro de haber pasado 3 ó 4 dias antes los que
van delante y llevan ganado á Valdivia. Hasta este paso tiene buena
navegacion, pero luego que se parte, por dos islas que tiene en medio,
en cuatro arroyos, que se distribuyen entre todos su caudal, no
permitia paso para la chalupa. Este rio es casi tan grande como el del
S, y mucho mayor que el Colorado: sus corrientes son formidables, y
mucho mayores que las del Desaguadero, segun demuestran los vestigios
de ellas. Corre por un valle profundo de cerca de 2 leguas de ancho,
formando innumerables islas, cubiertas de chicos sauces y mimbres,
sin que se vea un sauce de 5 pulgadas de diametro. Las tierras de
su llanura son estériles y salitrosas, y esterilísimas las de las
montañas; barrancas coloradas ó precipicios que ponen término á la
llanura. No me parece que tenga otro paso que el que está inmediato á
su desague, porque desde él siguen estas barrancas inaccesibles: todo
lo que pude avistar desde la eminencia de un cerro bastantemente alto,
es que corre el rio bañando las de O, dejando al E la llanura. Los
campos que siguen tierra adentro de las barrancas, no producen pastos,
ni árboles, ni están llenos de espesos bosques, como quiere Falkner:
antes bien, en lo que he visto, por lo contrario, se hacen estos campos
intransitables, á excepcion de las orillas de los rios, porque en ellos
falta el agua, la caza y el pasto para las bestias. A las 6 de la tarde
se dejó caer una turbonada con viento SO, agua y trueno: pero el agua
duró un cuarto de hora, aunque el aparato del tiempo era para hacerse
juicio de que llovería una semana. A las 7 de la tarde volví á bordo de
las chalupas, y conduje una porcion de agua de aquel rio, y tomando de
ella 5 frascos y 5 granos, la pesé con igual porcion de la del rio del
S, y esta pesó 4 adarmes y 5 granos menos que la otra.

Este rio, en mi juicio, es el Diamante, y aunque José Oyola dice y
afirma que el agua de dicho rio es mejor que la que tiene aquí, tambien
dice que la de Tunuyan, que pasa cerca de Mendoza, es mucho mas gruesa
y turbia que esta, y esto induce mucho á pensar, que la compuesta de
una y otra, sea ni tan buena como la del Diamante, ni tan mala como la
del Tunuyan, que, segun las noticias del Exmo. Sr. Virey, estos dos
rios se juntan: y es cierto que me es bastante sensible el no hallarlo
bien crecido, para emprender por él mi navegacion, creido en que antes
de 25 dias estaria en la Punta de San Luis, ó tal vez en Mendoza.[10]


DIA 25.

Al salir el sol proseguí mi viage á la sirga por estar calma, siguiendo
el rio del S, y con la esperanza de lograr á tiempo desembarazado de
nieves el paso de la Cordillera á Valdivia que es el motivo porque no
me detengo en reconocer siquiera 8 dias con el bote el Diamante aguas
arriba. Una legua mas arriba del confluente de estos dos rios, observé
el sol en 38° 41′ de latitud S. Navegué esta tarde, desde el punto de
la observacion al O corregido, 2½ millas de distancia.


DIA 26.

Este dia salí á reconocer los cerros, á cuanta distancia pude andar á
pié. En todos hallé una misma especie de terreno, y el mas infeliz de
toda la costa patagónica, y que imaginar se puede. Es un compuesto de
polvo, arena, y guijarros, medio junto todo: de suerte que al pisarle
se hunde y desmorona, sin que produzca pasto alguno.

En la rinconada que hace el Diamante con el Desaguadero, á las orillas
de este hay tierras, que se podrían tomar en ellas de todos frutos
para mantener hasta 200 personas. En el paso seria muy conveniente una
guardia, por las razones que expresaré en su lugar, y mas si hiciere ó
tuviere tiempo y víveres para reconocer este rio.


DIA 27.

A las 5 de la mañana me hice á la vela, con viento al SE bastante
fresco. A las 10 se rindió el palo mayor del Champan, por lo que me fué
preciso arrimar á tierra para asegurarlo: siguió el viento fresco todo
el dia por el ESE, y seguí todo el dia, y navegué al O SO 12 millas de
distancia, arrimado á la barranca del S.


DIA 28.

Al amanecer mandé hacer la descubierta á un cerro alto á la banda del
S, y me avisaron de que se veian dos ginetes á la del N; subí al mismo
cerro á informarme, y no pude divisarlos. A las 7 de la mañana me hice
á la vela y á la sirga, con viento por el O: de suerte que, aunque
flojo, ayuda á vencer la disforme corriente de este rio; pero esta fué
tal, que habiéndose trabajado todo el dia incesantemente, navegué al S
¼ al SE 2,000 varas de distancia, y en esto solo se conoce lo fácil ó
dificultoso que es este rio de navegarse.


DIA 29.

Al salir el sol proseguí mi viage, y puse á bordo del Champan una
barcada de bizcocho de la chalupa chica, para distribuir á las
tripulaciones, y en su lugar cargué seis barriles de carne, uno de
grasa y cuatro sacos de menestras.

Navegué este dia siempre por la barranca del S, al OSO 5° O 3 millas de
distancia.


DIA 30.

Todo el dia caminé á la sirga por estar calma, y navegué al OSO 5° O
4½ millas de distancia, hasta un codillo que forma el rio, desde el
que es el rumbo corregido que sigue al SSO y SO ¼ S; aunque por ser
muy tarde no pude examinarlo bien.


DIA 31.

Esta mañana salí á reconocer el campo. El rio sigue muy al S, y el
camino de los indios vá desde aquí por tierra adentro: y esto es porque
no hay otro remedio, que por su orilla no se puede transitar, ni por la
banda del N, ni por la del S, porque de una y otra son las barrancas
perpendiculares, y tocan sus cimientos en el rio mismo.[11] Navegué
esto dia al SSO corregido 3 millas de distancia.


DIA 1.º DE FEBRERO.

Salí á la espia estando el viento al SSO duro: despues de haber
navegado media legua, tuve que volver á desandarla por no hallar
paso. A mediodia me hallaba en frente de donde salí esta mañana: pasé
á fuerza de trabajo este gran salto, y á la noche hallé otro que
precisamente es indispensable abrir canal para las embarcaciones á
fuerza de barra, pico y azada, pues no hay mas que palmo y medio de
agua por el parage donde pueden pasar las embarcaciones. A la otra
banda vá todo el caudal del rio, pero tan pendiente que no es posible
pasar por él, á no ser que hubiera los cabrestantes que llevan los
barcos que navegan al Rio de Gerona, esto es para romper la corriente
que es una sola dificultad: pero la mayor está en las toscas y peñascos
sembrados por todo el rio, y desquiciados de la montaña vecina. Navegué
este dia al SSO 5° O 1 milla de distancia.


DIA 2.

En todo el dia no se hizo otra cosa que abrir el paso, profundando el
rio, y pasar por él las embarcaciones, que ha costado bastante. Aquí
hace una rinconada da buena tierra á la parte del S: su extension es de
una legua cuadrada, única por esta parte, desde Choelechel, el camino
de los indios que pasa tierra adentro desde aquel parage. En este
rincon, bajo al rio, hallé solo tres perdices, y ni rastro de mas caza.


DIA 3.

Salí al amanecer á la sirga, y á la una milla andada al SSO, se
presenta de la parte del S un murallon en figura de tajamar, que se
avanza al rio: en frente de este hay otro cerro tajado y perpendicular,
y pasa el rio todo junto por entre estos dos murallones: en cuyo parage
tiene quinientas varas de ancho: doblando este tajamar á la banda del
S, hay una rinconada de buena tierra, que será su extension de legua y
media cuadrada. En ella hallé señales de haber habido de un mes á esta
parte cuatro toldos, pero se conoce que no estuvieron mas de cuatro
ó seis dias: si bien que aquí no se pueden estar los indios mucho
tiempo, porque falta la caza. A mediodia vino una turbonada de viento
por el SSO muy fuerte, con algunos aguaceros; por cuyo motivo toldé
las embarcaciones. Navegué este dia al SSO corregido, 2 millas de
distancia.


DIA 4.

A la 5 de la mañana proseguí á la sirga: á mediodia se entabló el
viento por el SSO, y con la fuerza de la corriente me fué preciso
con toda la gente ir pasando las embarcaciones una á una, esto es,
caminando toda la gente un corto trecho con una, y volviendo en busca
de otra, y así en adelante, y vuelta á empezar. Navegué este dia al SO
corregido, 2 millas de distancia, y siempre las barrancas tajadas de
una y otra banda á la orilla.


DIA 5.

Salí continuando á la sirga, y á la noche me fué preciso acampar en la
parte del N, en una llanura en la cual baja el camino de los indios:
hallé rastro de los que van delante á llevar el ganado á Valdivia;
pero muchos rastros mas viejos de haber conducido por allí crecidas
porciones de ganado caballar y vacuno, y son tantos, que en mi juicio
mas es el ganado que estos indios extraen de Buenos Aires, que los que
consume aquella provincia.

Desde que se embarcó el cacique Roman hasta aquí, son las barrancas muy
altas perpendiculares, y tajadas al rio; pero las mas disformes son
desde el Diamante hasta este sitio. Navegué este dia al OSO 5° O 4½
millas de distancia. _Nota._--Que á las 10 de la mañana me parece es el
punto del desague de _Pichi-picuntú-Leubú_.


DIA 6.

A las 2 de la mañana entró un fuertísimo viento por el NO, y estuve
aguardando que amaneciese para hacerme con él á la vela, como lo
egecuté, pero me quedé muchas veces admirado de ver que con un viento
tal, me fuese preciso echar la sirga en tierra por no poder con él
vencer la corriente. A la legua navegada despues de mi salida, hallé
unas barrancas que parecen grandes edificios desmoronados; inmediato
á estas hay dos que parecen perfectamente dos hornos de teja, y al
extremo hay una que tendrá 200 varas de alto, y termina en punta ó
tajamar, y en ella hay una pirámide casi tan alta como la barranca,
dividida de ella, pero es corto el intérvalo que media entre uno y
otro, que me parece no pasa de 4 varas. Mirándola de lejos, como de una
ó dos leguas de distancia, parece un gigante de rodillas, de modo que
hacen estas barrancas figuras bien extrañas. Pasado esta ya se ensancha
el valle, y se hallan mejores tierras, y corre el rio por medio de la
llanura.

Navegué este dia al SO ¼ S corregido 9 millas de distancia.


DIA 7.

Al amanecer salí á la vela, remo y sirga, estando el viento al ENE
bonancible, y con él navegué al SO ¼ O corregido 5 millas de
distancia, corriendo el rio por medio valle.


DIA 8.

Ayer tarde se divisaron unos cerros, que distarán de nosotros de 15
á 20 leguas. La tarde de hoy se han visto con manchas blancas en su
cumbre, que me parece nieve. A la milla andada al SO corregido, está el
Desaguadero de Pichi-leubú en el Desaguadero, ó Rio Negro. El viento
estuvo todo el dia al NE, y con él navegué al SO corregido 6 millas de
distancia, corriendo siempre el rio por medio valle, y de una y otra
banda hay montes espesos de _chacay_, aunque chico.


DIA 9.

Al salir el sol proseguí con viento al NE bonancible, y no pudiendo
romper á remo y vela eché la sirga: á mediodia mandé reconocer un
arroyo, que pasa y entra en el Desaguadero por la parte del N: á la
noche me trajeron la noticia, Domingo Goitia é Inocencio Moran, que era
arroyo que bajaba de la Cordillera, ó que venia de hácia el cerro alto
que se avistó ante ayer, y que parece tener nieve en su cumbre. Navegué
este dia al SO corregido una milla de distancia.


DIA 10.

Esta mañana mandé 7 hombres armados á reconocer bien dicho arroyo;
entre ellos se ofrecieron los 3 patrones y el carpintero, y otros 3,
á reconocer otro que dejé antes de ayer á mediodia á la parte del N,
el cual, aunque en este sitio no dista mas que 1,000 varas, sospecho
que sea el que viene de la Laguna Huechum-lauquen, ó Laguna de Límite.
De los 3 que fueron á este reconocimiento, el primero que llegó fué
José Madariaga, con la noticia de que el rio estaba separado del de
adonde estamos: que esto tiraba muy al S, y aquel se abria para el N:
condujo una rama de un manzano que él quebró de un árbol, y dijo que
no habia visto mas que tres, pero que tenia poco mas de un estado de
alto. Reconocí bien la rama, y he visto la carga de manzanas que tenia,
por los pezones que estaban pegados á las ramas; que la fruta ya los
indios se la habian quitado. y dice Madariaga que habia mucho rastro
de muchachos junto á dichos manzanos, que tal vez serian los indios que
van delante.

A la una vinieron los otros dos marineros, y á las 6½ de la tarde
vinieron los 7 que fueron al Rio Chico del N, ó _Pichi-picuntú-leubú_,
condujeron una botella de agua de aquel arrojo, y es muy buena y
friisima, pero viene turbia. El fondo de este arroyo es de arena
gruesa, su corriente de una milla por hora, segun me informó el patron
de la chalupa _San Juan_, y en este sitio tiene 5 varas de ancho y una
de profundidad.

Asimismo dicen que es el que dejamos al N, antes de ayer á mediodia,
viene solo, y baja de la Cordillera.

Considerando que este rio, segun la relacion de Falkner, con quien
convienen todos los indios, no puede ser otro que el que baja de la
Laguna de _Huechum-lauquem_, que puede distar á lo sumo 18 leguas de
Valdivia, y por parecerme mucho mas importante seguir hasta dicha
laguna, por cerciorarme de la navegacion de este rio hasta ella, y
su camino á aquella importante plaza, que seguir el Desaguadero, que
no hay noticia de su orígen ni nada verosimil, tengo determinado y
resuelto volver mañana, y seguir por él mi reconocimiento, hasta donde
fuese navegable, ó hasta la laguna, y de allí reconocer el camino por
tierra á Valdivia, y los grandes pinos que hay en toda la Cordillera, y
en las inmediaciones de esta laguna.


DIA 11.

Antes de salir el sol me hice á la corriente como hasta aquí á la
vela, y en 48 minutos estaba en la boca del rio que viene de _Huechum
lauquem_, y es el que voy á seguir; por estar cierto, segun la
concordancia de todos los indios, de que el principal brazo vá por
entre piedras y riscos, sin que á su orilla haya siquiera habitadores
por lo riscoso de sus márgenes. El camino que hoy anduve, aguas abajo
en 48 minutos, me costó aguas arriba de 10 horas y algo mas.

Navegué este día por el rio _Huechum_, 2 millas al SO 5° S corregido.

_NOTA._--En este punto los tres rios _Lolquem_, _Huechum_ y _Picunutú_,
estan en algo menos del término de una legua todos tres: el _Picunutú_
dista su entrada en el Desaguadero de la de _Huechum_ legua y media no
cabal, y entre las dos en una misma llanada.


DIA 12.

Esta mañana puse toda la gente á la chalupa _San Francisco_, para pasar
un salto, por donde el agua se despeña con indecible violencia, sin que
por lo mucho que se desplaya el rio haya mas que palmo y medio de agua.
Trabajamos todos hasta mediodia, sin que lo pudiesemos conseguir: á
esta hora me puse en camino por tierra rio arriba, y caminé como tres
leguas, en cuya distancia advertí los muchos saltos ó despeñaderos que
hay en él, y que imposibilitan su navegacion, estando el rio en la
disposicion que está ahora, que es lo mas bajo que puede darse: pero
estando algo crecido pueden navegar por él embarcaciones que cargen
1,000 y mas quintales.

A las 8 de la noche, llegué á bordo de las chalupas, habiendo hecho
este reconocimiento, y cerciorado de los cerros de la Cordillera, que
distará esta, del parage á donde me hallo, 15 leguas al OSO. Dos cerros
de ella son tan altos que están cubiertos de nieve.

Ya cerciorado de lo imposible que me es continuar mi navegacion por
este rio, he determinado volver á emprenderla por el principal brazo,
ó Rio Negro, y con harto sentimiento, pues por él no tengo noticia ni
esperanza de hallar establecimiento alguno nuestro.

Esta mañana reconocí los manzanos, que son chicos, de encima de las
barrancas ó cerros. Observé los cerros de la Cordillera que corren de
N á S: son muy altos, y uno, que dista 10 leguas de nosotros, está
cubierto de nieve; y otro, que está muy lejos, es de extraordinaria
altura: se vé muy confuso, y sobresale por encima de toda la
Cordillera. Me pienso que este sea el _Cerro Imperial_, que está entre
Valdivia y Chiloé.


DIA 13.

Al amanecer hice arrancar y recoger manzanos, para mandar con el
_Champan_ al establecimiento del Rio Negro, á fin de que sirvan de
orígen y fomento de esta fruta en aquel destino. A las 7 volví el rio
aguas abajo, pero con indecible desconsuelo, porque habiendo estado
la mañana muy clara, estuve mirando la Cordillera tan clara y tan
cerca, que si no hubiera venido hecho cargo de esta expedicion, solito
yo, y á pié como me hallo, me pondria en camino para ella. Hace una
vista bellísima: sus cerros están cubiertos de nieve, y el arroyo
_Pichi-Picuntú_ tiene su orígen en el cerro.

A las 11 llegué á la boca de _Oluhechum_, por haberme detenido bastante
los malos pasos, habiendo varado diferentes veces las chalupas.

Al mediodia observé el sol en el confluente de _Oluhechum_, y el
Desaguadero en 39° 35′ de latitud S, por cuya observacion me hallo 8
leguas y 1⁄3 distante del paralelo de Valdivia. La Cordillera está á
la vista: desde Valdivia al Portillo, en lo alto de la Cordillera,
hay 8 leguas: desde el sitio adonde me hallo á la Cordillera habrá
10 á lo sumo: y segun esto, en mi juicio, Valdivia está muy cerca, y
precisamente es as como fácilmente se puede demostrar.

Navegué esta tarde, desde la boca de _Huechum_ al SO corregido 1½
millas de distancia.


DIA 14.

Al salir el sol seguí rio arriba, hasta la una de la tarde, que llegué
á la isla donde habia estado antes, en la que descargué el _Champan_,
á fin de remitirlo al establecimiento, por estar ya inservible para
continuar por la mucha agua que hace, y porque no es ya posible
arrancarlo por la corriente, y asimismo para proporcionar la carga de
las chalupas segun el estado presente.

Navegué este dia al SO corregido 1½ millas de distancia.


DIA 15.

Al amanecer despaché 11 hombres armados por tierra, á reconocer si
entra de este rio otro brazo á la Laguna del Límite, por no hacer
navegacion inútil: y de no ser así, como lo juzgo, ir con el bote con
los víveres que pueda llevar, á fin de reconocer dicha laguna: y para
saber si se juntan ó no estos rios, se descargó en _Champan_ el resto
que habia quedado ayer.


DIA 16.

Se acomodó y reconoció la carga de las chalupas, para proporcionarles
la carga que deben llevar. Al anochecer llegaron los 11 hombres que
fueron al descubrimiento, con la noticia de que el rio que vá por la
parte del N, que yo juzgaba venia de _Huechum_, es ramo del principal,
y se junta de aquí cerca de 8 leguas, y que esto es lo que tiene esta
isla de largo, y puede que sea la que cita Falkner en el país de
_Cangapol_. Hallaron un grande árbol de manzanas, pero su fruto ya se
lo habian quitado los indios, y trajeron una sola que han hallado.


DIA 17.

Se abatieron 14 barriles de carne, y se puso á secar para llevarla al
plan de las chalupas, á fin de ocupar menos buque y minorar el peso.[12]


DIA 18.

Hice el inventario del _Champan_: se prosiguió en acomodar la carga
de las chalupas: hice meter debajo de tierra 6 barricas y 4 barriles
de carne salada, por no poder cargarla en las chalupas; asimismo se
enterraron 3 barriles de grasa y 8 botijuelas de aceite: dejé entre
unos sauces el barril de brea y un tercio de yerba, y de todo llevo lo
que considero preciso, y pueden conducir las embarcaciones. A la 1½
de la tarde entregué los pliegos y instruccion al patron del _Champan_,
y á este mismo tiempo se puso en marcha para el establecimiento, y
quedé prosiguiendo con la carga de las chalupas, que se concluyó todo
al anochecer.


DIA 19.

Al amanecer proseguí mi viage tendiendo espias, por ser de otro modo
imposible salir de tan malos parages. Habiendo andado una milla, hallé
vestigios á la banda del S de haber habido 4 toldos como cosa de un
mes há. A las 7 me acampé, habiendo navegado al SO 5° S 2 millas de
distancia, habiendo pasado por este infinitas islas, pero tan bajas que
se conoce que cuando el rio está algo crecido las baña todas.


DIA 20.

Al salir el sol me hice á la vela con viento al ESE flojo, y á la
sirga. A las 9 de la mañana cambió el viento al SO fresco, y todo el
dia caminé por entre innumerables islas muy bajas, cubiertas de sauces
ruines, dividiendo el rio su caudal entre muchísimos angostos arroyos.

Navegué este dia al SO ¼ S corregido 4 millas de distancia,
habiéndome acampado ya cerrada la noche.


DIA 21.

Luego que aclaró seguí á la sirga. A las 11½ hallé un salto que
me fué preciso descargar para pasarlo, y se pudo pasar solamente la
chalupa _San Francisco_. Dejé dispuesta esta faena y toda la gente en
ella, y á la una de la tarde me fuí con un marinero y el carpintero
cerca de 2 leguas rio arriba, á divisar de encima de unos cerros
altos; y hemos visto en la falda de un cerro de la Cordillera un fuego
bastante grande, y salia el humo por sobre toda la Cordillera. Volví á
bordo ya cerrada la noche, habiéndome sido preciso andar mas de 2 horas
descalzo en el agua.

Yo y toda la gente parecemos lazarinos: todos estamos hinchados de la
plaga de gegenes que cayó sobre nosotros hoy hace 3 dias.

Navegué este dia al OSO 1 milla de distancia.


DIA 22.

Al salir el sol se empezó la faena de pasar la chalupa _San Juan_. A
mediodia llegamos adonde estaba la _San Francisco_. Seguí rio arriba,
llevando la una con toda la gente, y volviendo en busca de la otra por
estar aquí el rio incapaz de navegarse. La gente tiene que conducir
sobre los hombros la carga de las chalupas, y á ellas poco menos. El
viento es en popa bastante fuerte, pero no se puede aprovechar.

Despues de pasar el salto de la descarga, en el cual metia la chalupa
todo el castillo debajo del agua, llegamos á los charcos, que este
nombre merece el rio en tal parage: aquí se pasó indecible trabajo, y
con todo apenas anduvimos una milla al SO ¼ S, sin que hubiesemos
salido á mejor parage, y queda esta noche la chalupa _San Francisco_
embarrancada por no poderla sacar hasta mañana.


DIA 23.

Al amanecer se empezó la faena de sacar la chalupa _San Francisco_, que
se consiguió á las 8 del dia: se descargó y alijó lo posible á la _San
Juan_: se profundó el rio cuanto se pudo y permitia la corriente y el
suelo, y para pasarla fué preciso ponerle amante y dos aparejos; y así
fuimos saliendo engalgando los resones, y afirmándolos con estacas:
y de este modo se trabajó todo el dia sin cesar, metida la gente en
el agua, y yo con ellos, y temo no les resulte algun daño, por estar
todos tan inchados, que les cuesta trabajo el ver por donde caminan,
siendo la inchazon por todo el cuerpo general; y creo que á cualquiera
parte que llegasemos en esta disposicion, nos harian hacer cuarentena,
juzgándonos apestados. Lo que se anduvo este dia fué al SO ¼ S 1,100
varas que no se merecia apuntar.


DIA 24.

Al ser de dia proseguí á la sirga hasta mediodia, que hallé un paso tan
malo que fué preciso abrir canal con los picos y azadas, y pasaron las
chalupas á fuerza de amantes y aparejos; y en este paso estuvimos toda
la tarde, habiendo ya cerrado la noche cuando se acabó de pasar las
chalupas.

Navegué este dia al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y el
viento estuvo al SO fresco.


DIA 25.

Al salir el sol me puse en camino, estando el viento al SO
bastantemente fresco. A las 11 del dia, llevando la chalupa _San
Francisco_ á la sirga, á menos de medio palo de trinquete, pasando
un parage de mucha corriente, lo rompió por la fogonadura: tal es la
violencia que lleva el rio en estos pasos. Arrimé á tierra y se le hizo
mecha nueva, y vuelto á arbolar, proseguí á las 3 de la tarde hasta
el anochecer que me acampé en una isla, habiendo navegado al SO ¼ S
3½ millas de distancia.


DIA 26.

Al amanecer proseguí á la sirga con calma: á las 2 millas navegadas
hallé un arroyo que entra al rio por la parte del S y viene del SE,
pero no corre el agua por él, aunque es arroyo permanente: sus orillas
están cubiertas de carrizo y junco, y algunos muy pocos y ruines
sauces. Está cortado en muchas partes, y á trechos tiene pozos adonde
está detenida el agua, y yo no sé como esta poca que tiene no está
del todo seca, respecto á haber cinco meses que podemos decir que no
llueve. Inmediato á su desague por la parte de abajo, y en la misma
orilla del rio, hay un manantial de poca y buena agua. Seguiendo el
rio aguas arriba, á distancia de 600 varas de la boca de dicho arroyo
por la banda del S, hay un manantial que despide el agua bastante
separada á la barranca por donde sale. La barranca es alta y tajada al
rio, tendrá cómo 20 varas de altura de greda, y sobre ella como 15 de
cascajo, polvo y arena, (que es la materia de que se componen estos
campos). Por esta division de greda y cascajo sale esta gran fuente
impetuosamente, y despidiendo de la barranca hácia el rio un caño de
agua del grueso del brazo de un hombre robusto. La agua, en comparacion
de la del rio, es sumamente gruesa, pero es agua potable, y á mi
parecer como la de las fuentes de San José.

Fueron bastantes los malos pasos que tuve que pasar, pero me queda uno
para mañana que no sé como salir de él. Navegué este dia al SO ¼ al S
3 millas de distancia.


DIA 27.

Esta mañana pasé á fuerza de aparejos, y alijando las chalupas. A las
10 de la mañana se llamó el viento al ENE bastante fresco, y con él
hubiera hecho un buen dia de camino si el rio estuviera algo crecido:
pero á las 2 de la tarde se me presentó otro parage que pasar, que me
fué preciso alijar las chalupas. Alas 5 me acampé, por haber llegado
á otro que no tiene mas que palmo y medio de agua, en el cual se
tardará bastante tiempo para pasarlo: aquí se parte el rio en cuatro,
y por ninguno se halla mejor proporcion para pasar que por dicho palmo
y medio, y en donde me es indispensable descargar enteramente las
chalupas. Navegué este dia al SO ¼ S 4 millas de distancia.


DIA 28.

Al amanecer se empezó la faena de descargar las chalupas y pasarlas, la
cual se concluyó á las 4 de la tarde sin descanso alguno: á esta hora
proseguí hasta una isla, á fin de dar en ella de comer á la gente, que
dista de este paso 1,200 varas; y llegando á ella hallé otro salto que
no tiene mas que palmo y medio de agua, lo que me precisó á quedarme á
hacer noche, para de mañana emprender otra maniobra como la de hoy. La
distancia navegada este dia es 1,200 varas al SO corregido.


DIA 1.º DE MARZO.

Al ser de dia, ya reconocido lo difícil de pasar las chalupas, por
donde habia la mayor agua que llegaba á palmo y medio, determiné
abrir paso nuevo, por donde no habia mas que medio palmo de agua,
por parecerme mas fácil abril canal por este parage que descargar
enteramente; porque ademas del tiempo que se tarda, siempre se quiebra
y desperdicia sin remedio alguno algo de la carga y utensilios. Se
empezó dicha faena, y á las 10 del dia ya tenia abierto el paso con
picos, palas y azadas, por el cual se pudo conducir una porcion de
agua que tenia 2½ palmos de profundidad: parage cómodo para dar
los aparejos á las chalupas. A las 11 tuve pasado las embarcaciones.
A las 2 de la tarde se me presentó otro, que fué preciso profundar el
rio; pasé este, y me acampé en una isla en frente de una bajada que
tienen los indios al rio, por una barranca alta que no cabe mas que
una carreta. Navegué este dia al O ¼ SO corregido, 1½ millas de
distancia.


DIA 2.

Esta mañana, registrando las chalupas por ver si hacían agua,
(diligencia que se ha hecho de mañana, á mediodia y á la noche,) se
halló cubiertos los planes de la San Francisco, y se le achicaron 60
balsas; y por no ser parage á propósito para descargarla, pasé un paso
en el cual fué preciso emplear toda la gente á cada una de las chalupas
para pasarle. Se llegó primero la San Francisco á parage cómodo para
su descarga, registro y composicion, y volvió la gente en busca de la
San Juan, habiéndose quedado 4 hombres en la chica: y á no ser esta
casualidad, seguramente se hubiera ido á pique. Puse en egecucion
inmediatamente su descarga, y se habian mojado como 4 quintales de
pan[13]. A las 2 de la tarde ya la tenia á plan barrido y barada en
tierra, y se puso á trabajar el carpintero y el calafate: se le halló
rompido un pedazo considerable de la roda y quilla, y dos rombos en los
pantoques, de los encontrones que llevó en las baradas con la fuerza de
la corriente, y no sabemos si descubrirá mas obra. Navegué este dia al
O corregido media milla de distancia.


DIA 3.

Este dia se prosiguió en la composicion de la chalupa. A las 11 del
dia la eché al agua, y descubrió agua por tres partes mas de las
compuestas, por cuya causa la volví á varar en tierra. A las 5 de la
tarde la volví á echar al agua ya compuesta, y estanca se le metió la
arboladura y alguna parte de su carga. Mandé esta mañana 4 hombres á
descubrir, y vinieron á las 4½ de la tarde con sola la noticia de
que el rio tiraba como al SE.

El pan de la chalupa San Francisco casi todo está podrido, siendo
este el último que se hizo ó que recibí en el potrero, conducido en
las carretas por D. Juan Ignacio Perez. Desde que este pan se recibió
continuamente se fué pudriendo, y estoy en que la mitad del que recibí
en dicho parage, se habrá tirado al agua por podrido. Esta podredumbre
y corrupcion es causada de haberlo hecho atropelladamente, sin dejarlo
leudar ó fermentar para echarlo al horno, y de haberlo ahogado caliente
despues de cocido, en parage adonde no estuviese bien estendido para
que se enfriase, secase y ventilase. Muchas veces tengo advertido esto
en el Rio Negro, y siempre que se hizo bizcocho para alguna expedicion
á que yo estuviese comisionado, se hizo bueno, y nunca padeció el pan
esta corrupcion, porque yo mismo cuidaba de que el pan se hiciese bajo
las circunstancias referidas, y de otras que necesita, como son las de
bien trabajado, &c. Y así el pan que tiene la chalupa San Juan, que es
el que se hizo para venir á este reconocimiento, á cuya fábrica asistí,
precaviendo lo dicho, está sano y muy bueno, teniendo ya 6 meses, y el
que recibí en la Fortaleza de Villarino, desde que se recibió, sucesiva
y continuamente se fué pudriendo, sin que pudiese siquiera aguantar un
mes sin podrirse: y esto es lo que tiene el querer abultar y aparentar,
sin haber solidez ni realidad, porque los 80 quintales de bizcocho
suenan y abultan como tales, pero en la realidad no son tal vez 40.[14]


DIA 4.

Ayer y hoy se mantuve el viento al SO bastante fuerte: al amanecer se
continuó la carga de la chalupa San Francisco, y concluida á las 8 de
la mañana seguí mi viage, dando espias por no poder de otra suerte,
respecto á la fuerza de la corriente y del viento.

Navegué este dia media milla de distancia al OSO corregido á fuerza de
espias, las que se rompieron bastantes veces por llevar arrastrando
las embarcaciones por falta de agua, y ser mucha la velocidad de la
corriente y la fuerza del viento.


DIA 5.

Amaneció con el viento al O duro, y proseguí mi viage á espia. A las 10
del dia hallé el rio algo mas navegable, que ya me habia hecho perder
las esperanzas de navegarle, estando tan seco y descarnado como está
en el dia: pues si continuase á media milla de distancia al dia, seria
preciso 6 para caminar una legua, y para caminar 10 leguas 60 dias,
y en este caso quien no desmayaria: pero ya hoy está el rio en otra
forma, y Dios quiera que dure así hasta el fin.

Navegué este dia al OSO 5° S 2½ millas de distancia, y aquí se
arrima el rio á la barranca del S.


DIA 6.

Salí al amanecer á la espia, y fué tal la corriente y la tormenta de
viento al SO, que no pude navegar mas que media milla al SO corregido.


DIA 7.

Al amanecer salí á la sirga, y continua el viento por el SO duro. En
las descubiertas que se hacen, y permite la miseria de hallarnos sin un
caballo, no se hallan otros terrenos que los referidos muchas veces:
pues creo que si apostáran con los de las márgenes del Averno, ganarian
en lo infeliz los del Rio Negro á aquellos.

Despues de pasado el Diamante no se halla caza alguna, solo algunos
patos y abutardas, (aunque estas ya desaparecieron): no hay guanacos,
liebres ni gamas, hay tal cual paloma y tal cual perdiz chiquita, pero
esto anda uno 4 ó 5 dias sin que se pueda ver una.

Es evidente que jamas he pensado que cupiese en el globo tierra tan
infeliz como la que contienen estos paises por encima de las barrancas
del rio, y los llanos son cortos y bastante inferiores, ruines los
sauces y todo malo: porque aun en las rinconadas, adonde hay llanura,
ademas de ser arena, es de tan poco suelo, que á la media vara y á un
palmo que se ahonde, se hallan chinos pelados, y esta es la causa de
que ni sauce ni árbol alguno se crie, pues no tiene la tierra mas que
esta delgada capa de arena.

Navegué todo el dia, estando el viento al SO duro. A las 11 de
la mañana hallé un salto, que aunque se han hecho las mas vivas
diligencias, no fué posible pasarlo, y nos quedamos en medio.

La navegacion de este dia fué al SO ¼ S media milla de distancia.


DIA 8.

Al amanecer proseguí la faena de pasar, para lo cual fué preciso
desmontar un trecho considerable de sauces: á las 9 tuve ya en franquia
las embarcaciones, y habiendo hallado el rio mejor que estos dias,
aunque con el viento al OSO fresco, navegué todo el dia sin mayores
embarazos. A las 2½ millas navegadas está el rio de una parte á
otra lleno de grandes peñas, que no sin bastante dificultad pasé
entre ellas. En este parage como media legua de distancia, hay por la
orilla del S muy buena piedra blanca y dura, que pudiera servir para
edificios: á cosa de 500 varas de las grandes piedras del rio hay un
salto de furiosa corriente, en el cual pasa el rio por encima de un
enladrillado de piedras blancas, que parece una rambla hecha á mano: la
piedra parece labrada y muy igual.

Navegué este dia al SO 8° ó 4 millas de distancia.


DIA 9.

Al ser de dia continué á la sirga con viento OSO. A la 1½ de la
mañana se adelantaron los maestros carpintero y calafate, y hallaron
unos árboles de manzanas: cargaron de su fruta, y vinieron á encontrar
las chalupas. Hice alto en este parage, y fueron á tomar manzanas todos
los marineros, que vinieron cargados de solo un árbol, porque los demas
ya no las tenian, y algunas que habia en otro árbol eran sumamente
dulces y de esquisito gusto: las del que tenia muchas que casi llegaban
sus ramas con el peso al suelo, eran algo agrias, pero muy jugosas y
gustosas. Esto me hace juzgar, que los indios que estuvieron en este
sitio habrá 15 ó 20 dias, se las habrian quitado á los árboles de mejor
calidad, dejando estas, porque aun ahora son agrias, y entonces como
estaban mas verdes, estarian mucho mas desagradables al paladar.

Pasé á ver los dichos manzanos, y conté 12 muy viciosos y de bastante
tamaño, cuyo grandor se puede considerar de haber cargado de uno solo
todos los marineros.

Hoy se hallaron, ó descubrieron escorbutos, el proel de la chalupa San
Francisco, Andres Goytia, y el marinero de dicha, Miguel Urruti; y han
venido bien las manzanas, pues aquí no hay otro socorro para este ni
otros males, por no haberse embarcado dietas, medicinas, ni facultativo
proporcionado á una expedicion como esta[15].

Navegué este dia una milla de distancia al O corregido.


DIA 10.

Al salir el sol proseguí mi viage con viento al OSO fresco, á espia
y sirga, y siempre arrimado á las barrancas del S. A mediodia llegué
á un parage, en el cual emplee toda la tarde preparando las espias
y proporcionando pasage para las embarcaciones, y al fin me quedé á
medio paso por haberse cerrado la noche: toda la tarde estuvo la gente
desnuda en el agua que está sumamente fria, por estar los vientos tan
fuertes y crudos como en el rigor del invierno. Navegué este dia al SO
corregido una milla de distancia.


DIA 11.

Al salir el sol se empezó la faena de pasar las embarcaciones: el
viento fuerte y crudísimo por el OSO: se me rompieron diversas veces
las espias: toda la gente desnuda y metida en el agua: la corriente
tan fuerte como puede llevar la canal del mas violento molino: á esto
se agragaba la mala calidad de los cabos, y los viejos y cansados de
trabajar, que á cada instante se rompian, por lo que me ví precisado á
abrir canal con barras, palas, picos y azadas, alijando las chalupas.
A las 5½ tuve ya pasado las embarcaciones de este paso, pero para
mañana quedan dos en menos de un cuarto de legua, y siguen los vientos
fuertes y contrarios, los que nunca experimenté tan duraderos en la
costa patagónica, ni en las Islas Malvinas. El rio se vá separando de
la Cordillera considerablemente, de modo que ya no se vén mas que las
puntas de sus eminencias.


DIA 12.

Al salir el sol salí á pasar el primer paso, en el que fué preciso
descargar las embarcaciones á mediodia, y pasadas seguí al otro, en el
cual se hizo la misma faena, que duró hasta la noche.

Hoy mataron los marineros una yegua que hallaron, y ya tienen para un
dia carne fresca.

Hoy se avistó una cordillera de cerros altísimos en la Cordillera; tan
cubiertos de nieve, que estaban tan blancos que no se veia en ellos
siquiera una mancha de otro color. Navegué este dia al SO corregido una
cuarta legua de distancia.


DIA 13.

Al amanecer proseguí á la sirga con viento O. A las 12 me fué preciso
descargar las chalupas, para pasarlas por dos palmos de agua: ya
pasadas proseguí hasta un codillo, adonde dá el rio vuelta como al SE,
en cuyo parage llegan á juntarse las barrancas con las orillas del rio,
y ya no son barrancas sino cerros de pura piedra tosca. Navegué este
dia al SO corregido 2½ millas de distancia.


DIA 14.

Al salir el sol proseguí á la sirga con viento O, y entré en la
cerrania, que ya aquí no son barrancas sino cerros de los albardones
que salen de la Cordillera, y en uno de ellos he visto hoy el primer
guanaco que se vió este viage. A las 7 de la mañana salí sobre los
cerros mas altos, y no sin bastante riesgo, porque ademas de ser
muy penoso el subir á ellos, por ser preciso subir á gatas, por lo
perpendiculares, es el compuesto de ellos de pura piedra cimentada
sobre polvo, que á cada paso se desmorona; y hay peñasco que, apenas se
le toca, baja rodando por aquellos rios, de modo que causa admiracion
ver rodar aquellos promontorios, y la facilidad que tienen en separarse
los unos de los otros, y de largar sus cimientos: y es cierto que si
fuera por intereses propios mios, por 50,000 pesos no volveria á la
eminencia adonde estuve, á cuya subida pudo obligarme el servicio del
Rey. De lo alto de este gran cerro se vé la Cordillera, y reconocí con
toda certeza y comodidad el Cerro de la Imperial, que há muchos dias
que se ha visto: es blanco solo, y todo cubierto de nieve, y sobresale
por encima de toda la Cordillera. Este cerro me demora al NO corregido
á distancia de 15 leguas, y lo mas alto de la Cordillera dista 10
leguas, que asimismo está cubierta de nieve, pero hay parages que no la
tiene, pero el Cerro de la Imperial es toda su superficie nieve.

Con dos horas de noche pude arrimar á tierra, y hasta esta hora tuve
la gente en el agua desde las 3 de la tarde, con un frio insoportable,
pasando un parage de admirable rapidez: y estos son los que me atrasan
y han atrasado por estar el rio tan bajo como está, que á no ser esto,
dias há que estuviera en Valdivia.

Navegué este dia al S ¼ SO corregido 2 millas de distancia. Hoy tengo
7 marineros enfermos que me hacen notable falta.


DIA 15.

A las 5¼ de la mañana proseguí á la sirga con viento S flojo, y
habiendo andado una milla al S corregido, he visto por la parte del O
una hondonada grande: pasé á reconocerla sospechando arroyo en ella, y
llegado, hallé un arroyo de corto caudal con el agua clara y de buen
gusto. Este arroyo viene del O y baja de la Cordillera: 4 ó 6 varas
del Rio Negro pasa por debajo de arena y entra en él, por cuyo motivo
no se vé la boca. La cañada por donde baja es muy ancha y profunda,
y se conoce que sus avenidas son bastante crecidas, y por tiempo de
invierno traerá dos brazas de agua de profundidad. Desde este arroyo no
sigue el camino de los indios la márgen del Rio Negro, sino la de dicho
arroyo, conociéndose en lo trillado, que hay bastante pasage de gentes
por orilla: pero los indios que ván delante, conduciendo el ganado á
Valdivia, no llegaron á él, y tomaron el camino al O, una milla antes
de llegar á él, acaso cortando á la Cordillera, Laguna de Huechum, ó al
mismo arroyo por acortar camino.

Esta tarde llegué ya á la serrania que es inaccesible, toda la piedra
sólida, pues hay muchos cerros sin otro compuesto: y no se piense que
son cerritos sino cerros, ó mas bien peñascos de admirable altura y de
leguas de largo.

Al anochecer me acampé á la banda del O del rio, y de la parte del
oriente le entra un arroyo chico que viene del E. Navegué este dia al
SSE 5° S corregido, 4½ millas de distancia, estando el viento al O
fresco.

En este sitio ya se acabaron los sauces, si mas adentro no se hallan,
y desde el Choelechel hasta este parage van siempre disminuyendo en
cantidad y tamaño, de modo que los últimos no sirven para nada, y aquí
se acabaron.

Desde que se pasa el Diamante, y aun desde el Choelechel se vá
escaseando la caza: pero aquí y adentro de la Cordillera, ni aun aves
de rapiña hay; á lo menos entre estos cerros de pura piedra, solo que
adentro haya algunos valles que pueda haberla.

Esta vuelta que dá el rio sobre el segundo cuadrante, me aleja bastante
de donde considero la laguna de _Huechum-leuquen_, y aun de Valdivia,
pues me hallo mas al S de aquella plaza: que si el rio siguiera siempre
al O, dias há que tuviera cumplido, pues el Cerro de la Imperial, que
está sobre la mar del S, distaba ayer á mediodia de mí 15 leguas, segun
las demarcaciones que le hice, su latitud y longitud, y la en que me
hallo.


DIA 16.

Al salir el sol me hice á la vela con viento O fresco: navegué todo el
dia por entre la serrania, pero habiendo refrescado el viento, de modo
que apenas lo podian resistir las embarcaciones, ha sido tal la fuerza
de la corriente, que ha sido preciso llevar toda la gente en tierra
con la sirga, y en muchos parages dar espias; las que, no obstante el
viento, hubo parage adonde se rompieron.

Hoy se vieron 3 guanacos, y por las sierras vecinas, adonde subí para
reconocer y divisar, hallé bastante pisoteo de ellos, por lo que se
conoce que habrá en estas sierras abundancia de dichos animales: y
causa bastante admiracion el ver como suben por estos peñascos de tan
extraordinaria altura, y casi perpendiculares al centro, pues es mucho
mayor su altura que la base. Navegué este dia al SSE corregido 3 millas
de distancia, pero forma el rio muchas vueltas entre estos cerros.


DIA 17.

A las 6 de la mañana me hice á la vela y sirga, con viento NNE fresco
que ayudó mucho á vencer la violenta corriente de este rio. A mediodia
se halló una rama de manzano seca, y un tronco de madera que no se
cria de su especie desde la entrada de este rio en el océano hasta
este sitio. A mi me parece que es _alerce_, de cuya madera abunda la
Cordillera por frente de Chiloé, pues de allí se conduce en bastante
porcion á Lima hechas tablas, y cuestan en aquel puerto 2 reales cada
una. Hice cortar este tronquito del largo de 4 pulgadas, y embarcarlo
en la chalupa.

Esta madera en las cercanias de Chiloé es tan abundante por las faldas
de la Cordillera, que D. José Otolaza hizo una fragata en Chiloé, toda
de ella, y los palos enterizos de una pieza, y no hay que pensar que
fuese chica, pues cargaba de 10 á 12,000 fanegas de trigo: cuya fragata
se compró en Lima de cuenta de la Real Hacienda, y por el tronco que
hoy hallé en la orilla de este rio, presumo que por sus orillas habrá
de la misma madera en la Cordillera y al oriente de ella.

Este dia, con ser el viento fresco y favorable, no fué posible navegar
mas que 3½ millas de distancia al S corregido: pero hace muchos
codillos y vueltas el rio por entre esta serrania de piedra.


DIA 18.

Salí de mañana, deseando llegar á donde terminen estos despeñaderos
y serranias, pues en ellas es poco menos que imposible el vencer la
precipitada corriente de este rio, si bien que hasta ahora se vá
hallando suficiente fondo para las chalupas.

A una legua navegada al S ¼ SE corregido, hallé 6 balsas de palos
secos, 5 fogones, y vestigios de haber pasado indios con caballada el
rio: de un lado á otro habrá como diez á doce dias.

Me quedé admirado al ver el rastro por la aspereza de las sierras, pero
examinando por donde podrian bajar al rio, hallé una cañada estrecha y
única entre esta sierra, por donde habian bajado. Navegué este dia al S
¼ SE corregido 4 millas de distancia.


DIA 19.

Al salir el sol proseguí mi viage con viento OSO fresco y á la sirga.
A las 8½ hallé una furia de corriente, y tan rápida, que dando los
mejores cabos de espias, todos faltaron, y no tuve otro arbitrio que
atracar á tierra adonde descorché el calabrote, y volviendo á corchar
y hacer járcia proporcionada para pasar este parage, me llevó el resto
del dia esta faena, y pude pasar las embarcaciones, habiendo navegado
al SE una milla de distancia, y observé el sol en 40° 2′ de latitud S.


DIA 20.

Al salir el sol proseguí á la sirga, hasta las 8 de la mañana que
llegué á un despeñadero de agua con poco fondo, y la corriente tan
viva que estuve para pasarle hasta las 2 de la tarde, y á las 4 de la
tarde hallé otro menos malo de pasar, que me detuvo hasta las 7½ de
la noche, á cuya hora me acampé. Navegué este dia al SO corregido una
milla: el viento estuvo al OSO bonancible.


DIA 21.

Al salir el sol proseguí tendiendo espias, y á la sirga. A las 9 de
la mañana hallé un palo de 3½ varas de largo, y palmo y medio
de diámetro, labrado por dos lados á lo largo con una mala acha ú
otro instrumento, como azuela mal afilada; y en los extremos tenia
al rededor dos incisiones que penetraban como dos pulgadas: cuyas
circunstancias me inducen á presumir, que sea, ó fuese hecho para
balsa, de las que gastan los indios para barquear en la laguna de
_Huechum-lauquen_, y que precisamente habrá de esta madera á la orilla
de este rio.

A mí me parece _alerce_, pero el marinero Bartolomé de Peña, sugeto
entre nosotros el mas instruido en las producciones de la Cordillera,
Chiloé, Valdivia, Chile, Penco, Lima, y campos de la costa del S,
afirma que esta madera se llama _luma_ en Valdivia.

A mediodia hallé vestigios de haber estado algunos indios 10 ó 12 dias
há, en un potrerito chico que tiene el rio por la parte del N, y así
sucede en todos, porque no hay rincon por chico que sea á la orilla del
rio, como tenga algun pasto, que no esté trillado y pisoteado de ellos.

Dejo de referir los trabajos que costó el dia de hoy el vencer la
dificultosa navegacion que se hizo, por no acordarme con mas viveza,
refiriéndola, porque ya casi me tiene apurado el sufrimiento, y aun
la idea de como he de navegar en muchas partes, pues á cada paso
es preciso valerse de ideas nuevas, y distintas invenciones de las
pasadas. Navegué este dia al S ¼ SO 3 millas de distancia, por entre
esta serrania, ó grandes promontorios de piedra.


DIA 22.

Al salir el sol continué mi navegacion con los estorbos de siempre. A
mediodia hallé un arroyito que viene del S, y entra por esta parte al
rio principal: tiene muy poca agua en pozos, y corre muy poco, viene
por una cañada muy profunda por entre las sierras.

Al ponerse el sol, vió el carpintero una persona en la orilla del rio
á la parte del N, del cual no hizo mayor aprecio, creyendo que fuese
alguno de las chalupas que se hubiese adelantado á reconocer.

Navegué este dia al SO ¼ S corregido 3 millas de distancia, y en este
sitio tenemos lo mas elevado de la Cordillera á la vista, y el rio
parece que sigue derecho al SO 5° O de la aguja, y esta tiene 20° O de
variacion al NE.


DIA 23.

Al salir el sol proseguí navegando con viento ENE, pero fueron los
parages de poca agua, y por donde se precipita tan continuos, que con
todo de haberme sido el viento favorable, no pude navegar mas que 2½
millas de distancia al OSO corregido.

A mediodia hallé un palo de pino de 3½ varas de largo y 1½
pulgadas de diametro, por partes quemado: hice cortar un pedazo y lo
embarqué.

Asimismo hallé un fogon á la banda del S, en el que se habia hecho
fuego pocos dias há. A las 7 de la noche me acampé.


DIA 24.

Continué luego que amaneció con viento NNE fresco. A mediodia hallé 16
fogones en un potrero á la parte del S, que parecia haber estado los
indios en él como 3 ó 4 dias, pero bastante gente, caballada y ovejas:
á la parte del N, hallé á las 2 de la tarde un palo seco que no hubo
quien le conociese: este tenia 2 varas de largo, y un geme de diametro.

A las 6½ me acampé, habiendo navegado al OSO corregido 4 millas de
distancia, y esto por ser el viento tan favorable y fuerte, pues á no
ser esto es cierto que no hubiera navegado la mitad de la distancia.


DIA 25.

Salí al amanecer, continuando la casi imposible navegacion de este rio
por entre la serrania, hasta la noche que me acampé en una isla, á
donde me parece se parte el rio en dos: uno viene del SO y otro del NO,
y pienso empezar mañana con el bote á reconocerlos; y en este tiempo
tiene la gente lugar de lavar su ropa y afeitarse, que vá para cuatro
semanas que no hubo lugar de hacer ninguna de estas diligencias. Toda
ponderacion es corta, para demostrar y hacer ver la corriente de este
rio: pero bastará el decir que 15 hombres de los mas esforzados de esta
expedicion, no pudieron pasar el bote en una corriente que fué preciso
pasar, y ha sido menester mandar mas gente que le ayudase, y esto que
todos estaban á pie firme tirando de la sirga, siendo así que es un
juguete de solos 8 codos de quilla y 2 cuartas, y 23 pies de manga, sin
llevar otra carga que 160 brazas de cabo para espia.

Navegué este dia al O corregido 3 millas de distancia, en cuyo punto me
hallo de 5 á 6 leguas de la Cordillera, cuchilla ó eminencia que divide
las aguas á la mar del S y á la del N.

Esta cordillera, cuanto mas al S, vá pareciendo mas baja, y con mucha
menos nieve que la que queda mas al N: hoy se acabó el pan de la
chalupa San Francisco, que lo siento muchísimo, si bien hubiera durado
mas si no fuera tan mal hecho, la harina de tan mala calidad y el
mas inferior que he visto, hecho atropelladamente, y así se pudrió y
enfermó la gente de escorbuto[16].


DIA 26.

Al salir el sol, me fuí con el bote á reconocer el rio que entra en el
principal por la parte del S, llevando conmigo al carpintero: entré
en él, y lo navegué una legua aguas arriba en su orilla por la parte
del oriente: hallé 5 fogones viejos y los pellejos de 2 caballos bayos
llenos de paja, puestos cada uno sobre cuatro estacas, señal de haber
enterrado allí algun cacique. Por esta misma parte se halló un freno,
y hay mucha cantidad de maderas de las que conducen las avenidas:
estas, pareciéndome de diversas calidades, como tambien al carpintero,
y reconociéndolas de superior calidad para cuanto se intente hacer de
ellas, é ignorando sus nombres, hice conducir algunas á donde están
las otras embarcaciones, á fin de llevar un pedazo de cada calidad al
establecimiento del Rio Negro. Estas maderas están ya de mucho tiempo
amontonadas por las crecientes, pero sin embargo de ser tan viejas
y podridas de las aguas y soles, se conoce su solidez, hermosura,
fragancia de algunas, y lo dócil y faciles de trabajar y su duracion.

Este rio viene del SO con mucha rapidez, por un canal profundo y
angosto, tiene algunas islas con muy pocos y ruines sauces: la tierra
de sus márgenes es infelicisima, pues no es mas que arena y guijarros,
y están tan áridos y secos estos campos que causan tristeza, sin caza
ni especie alguna de frutos.

En el confluente de estos dos rios hay una chica isla, que es adonde me
acampé, y la circunda la mayor parte del rio principal, junto con el
que viene del S.

Este rio es del tamaño del Diamante: su agua clara y muy fina: la
calidad del fondo es la misma que la del rio principal, que son piedras
redondas y lisas, siendo las mayores del peso de una arroba poco mas ó
menos.

La separacion de este rio me hace mas dificultosa la navegacion del rio
principal.

Aunque los indios dicen que en la separacion de estos rios hay
manzanas, yo no las hallo, ni me parecen las tierras capaces de
producirlas, pero puede que mas arriba las haya: lo que si se evidencia
es el haber maderas buenas en él, por las que tienen las crecientes
acopiadas por sus orillas y algunas derribadas con hacha, y que pasan
de media vara de diametro, y es cierto que me parecen estas maderas muy
buenas para obras, edificios, embarcaciones y arboladuras.

Este rio tiene en su desague 200 varas de ancho, 5 pies de profundidad,
y su velocidad es de 8 millas marítimas por hora, pero así este rio
como todos aumentan ó disminuyan su profundidad, segun la mayor ó menor
rapidez de su corriente. Volví á bordo de las chalupas, para seguir el
reconocimiento del principal rio.


DIA 27.

Al salir el sol proseguí por el rio principal mi reconocimiento, y
en la boca del rio del S, se halló á la orilla una manzana venida por
dicho rio: era de buena calidad, gustosa y dulce. Asimismo se halló
otra á la orilla del rio principal por la parte del N, en la isla que
este forma al juntarse con el del S. En esta isla hallé tres manzanos,
uno de ellos tenia dos manzanas, otro una, y el otro nada. Esta isla
tiene 1½ millas de largo por el rio principal, compuesta de chinos
y arena, y me admiré de haber hallado manzanos en tierra tan infeliz.
Navegué este dia al O ¼ NO 3 millas de distancia.


DIA 28.

Esta mañana proseguí á la espia y sirga todo el dia por despeñadero
de corriente; se rompieron muchas veces los cabos, y estuvieron las
chalupas bien cerca de deshacerse y estrellarse contra los peñascos que
hay en el rio, llevadas de la violentisima corriente cuando faltan los
cabos. Se trabajó sin cesar hasta las 8½ de la noche, sin salir la
gente del agua por llevar las embarcaciones á parage proporcionado para
orillar á tierra, y á dicha hora se acabaron de asegurar para pasar la
noche. En este sitio se separan las barrancas del rio, y entre ellas
hay alguna llanura baja é islas, que cuando el rio esté algo crecido
las baña, pero de infeliz tierra, ó mas bien de arena y piedras y poco
pasto.

Las barrancas y cerros ya no son tan altos como los pasados, y por
encima parece llano todo hasta la Cordillera, que está cubierta de
nieve, la cual dista de este sitio al O corregido 3½ leguas de
distancia. Navegué este dia al ONO corregido 1 milla de distancia.


DIA 29.

Seguí este dia desde el amanecer hasta las 7½ de la noche, y
conseguí navegar 2 millas de distancia al NNO 5° N.

Esta mañana salió el carpintero á descubrir por sobre los cerros,
y volvió á la tarde con la noticia de dos rios, uno que se entraba
inmediatamente en la Cordillera, y el otro que venia del N. Estos me
presumo, segun las noticias de los indios, que el primero es el Rio
Negro, y el segundo el que viene de _Huechum-lauquen_.

Hoy se vieron dos perros á la parte del S, uno por la mañana, y otro
por la tarde. Desde la una de la tarde hasta la noche hizo la chalupa
San Juan 30 canecas de agua.


DIA 30.

Al salir el sol proseguí mi navegacion á la sirga, remolcando con toda
la gente una embarcacion algun trecho, y volviendo en busca de la otra,
y hasta el botecillo necesita de 10, 12 y 15, y á veces 20 hombres para
arrancarlo de la coriente. A mediodia se halló una manzana á la orilla
del rio, ya mordida de boca humana: á la parte del S por una llanura
corta, pasa un camino ancho y muy trillado, por el cual poco tiempo há
que pasó bastante caballada.

Al ponerse el sol llegué á la boca del rio, que viene del SO faldeando
la Cordillera: pasé á reconocerle, pero por ser muy tarde no pude
informarme bien de sus circunstancias, por lo que dejo su descripcion
para mañana que pienso examinarlo. Navegué este dia al NNO 5° N 2½
millas de distancia: hoy se hallaron en las playas abundancia de
cáscaras de piñas traidas de las aguas.


DIA 31.

Pasé á reconocer el rio que viene del SO, y mandé 8 hombres armados
á reconocer la campaña. Este rio viene de adentro de la Cordillera
con rápida corriente: tiene muchas chicas islas pobladas de pequeños
árboles de sauces y _chacay_, y por ellas es dividido el rio en
diversos arroyuelos de poco caudal. Desagua por ocho bocas, por lo que
se hace imposible su navegacion, aunque sea con la embarcacion mas
chica: por la parte del S le entra, una legua distante de su desague,
un arroyo chiquito, pobladas sus orillas de algunos arbolitos de
_chacay_, y es de tan poco caudal que en diversas partes se corta.

El fondo del rio, adonde entra este chico, es de piedras redondas, y á
sus orillas tocando en el agua peñascos bien grandes: las tierras de
sus márgenes son infelicísimas, ó mas bien diremos que no es tierra,
sino altísimos cerros de piedra viva, y en algunos cortos rincones
llanos, arena y piedras redondas, y solo en el rincon que hace este rio
con el de _Huechum_, se halla un pedacito de buena tierra, que puede
llevar hasta 8 fanegas de trigo de sembradura.

Entre las piedras y arena se crian algunos navos, y hay en estas
infelices llanadas pasto crecido, pero seco y raro.

Por dicho rio arriba dista la eminencia nevada de la Cordillera, de
su desague en el de _Huechum_ dos leguas, y lo mismo dista de las
embarcaciones, pues están en su boca fondeadas.

A mediodia vinieron los descubridores, y entre ellos el patron
Francisco Urristi y el calafate Ignacio Dominguez, sin mas noticia que
la de ser el terreno, desde lo alto de la sierra que cae á la orilla
del rio hasta el cerro de la Imperial, todo llano, y que dicho cerro en
línea recta distaria á lo sumo de nosotros 7 leguas: que lo vieron muy
claro, (porque suele estar cubierto de nieve) y todo blanco cubierto de
nieve.

Este cerro en mi juicio es el que dicen los indios que tiene á su falda
muchas manzanas, porque yo no hallo otro, y en el Cerro de la Imperial,
por el rio que baja de dicho cerro por el nombrado _Biobio_, y otros
que se juntan con él y desaguan en la Concepcion de Penco, es cierto
que hay muchísima de dicha fruta, como asimismo por el rio de Valdivia.
Estos indios me han dicho diversas veces en el establecimiento del Rio
Negro, que en el parage de las manzanas está la mar; y esta es otra
razon que me fuerza á creer, que el parage que ellos dicen que hay
tanta abundancia de dicha fruta, es del otro lado de la Cordillera; y
esto conviene y se ajusta bien á la razon, porque desde lo alto de la
Cordillera se vé bien la mar del S, que por partes mediarán 8 leguas
entre una y otra, y cayendo á los llanos de Valdivia mejor la verán.

A las 2 de la tarde seguí por el Rio de _Huechum_, y aun la chalupa
San Juan hacia bastante agua: era mi intencion seguir hasta la Laguna
del Límite, y en cuanto registraba á aquellos campos, y el camino
de Valdivia, frutos y maderas de una y otra parte de la Cordillera,
ponerla en carena por no perder tiempo, pues los víveres no me dan
lugar á detenciones: pero ya á puestas del sol, pasando una fuerte
corriente adonde habia poco fondo, aumentó de tal suerte el agua, que
está haciendo 90 baldes por hora, cuyo acaecimiento me forzó á poner
continuamente dos hombres achicando, que se mudan de hora en hora, y
me fuerza á buscar mañana parage proporcionado para carenarla, que me
sirve de bastante sentimiento. Navegué esta tarde al N corregido 1½
millas de distancia.


DIA 1.º DE ABRIL.

Al amanecer me puse en camino, (y siempre dos hombres achicando agua
de la chalupa, que apenas podian dar abasto á echar afuera la que
entraba), á buscar parage proporcionado para carenarla. En el espacio
de 1,000 varas al NO, pasé dos despeñaderos de corriente y poca agua,
y en uno de ellos fué preciso ponerle 15 hombres al bote vacio para
poder pasarlo. Se me presentó otro paso que no me es posible pasarlo
en la conformidad que está la chalupa, y por esto arrimé á una playa,
que, aunque no es muy suficiente, la varé en ella. A la una de la
tarde ya la tenia toda en tierra, pero me faltó el moton del amante, y
varias veces las tiras de los aparejos. Se reconoció por los maestros
carpinteros y calafate, y se halló por cuatro partes la quilla rompida,
varios astillazos en las tablas del fondo, la quilla torcida, y por
último he visto que necesitaba una carena, que aquí de ningun modo
puede hacerse, así por la falta de útiles, como por el tiempo que me
falta para navegar, por estar ya muy destituido de víveres, y en estas
descargas se desperdician sin que pueda remediarse. En esta atencion y
en la de que tengo intentado llegar á la Laguna de _Huechum-lauquen_
(siendo por mí su nombre propio la _Deseada_), á tiempo que pueda
pasar, ó mandar chasque á Valdivia, para que de allí me socorran
y auxilien con víveres para finalizar, y examinar hasta lo último
el conocimiento de estos rios y del Diamante; pues emprendiendo su
navegacion en las crecientes, no tengo duda en llegar á Mendoza, mandé
se compusiese lo preciso hasta llegar á la expresada laguna: se trabajó
en ella toda la tarde, habiendo puesto toda la carga en tierra[17].

Registramos el terreno lo que pude á pié: hallo que no solo es incapaz
de producir manzanas fuera de la orilla del rio, sino que no puede
criarse en él planta alguna, como con efecto no se crie; pues la planta
de mayor altura, de las muy raras que hay en él, asciende á una cuarta
y media, y tal cual mata de pasto que hay, es una especie de fieltro
seco, que me parece no comerán los animales; esto es en aquellas
grietas de los peñazcos, y en lo llano que vá desde lo alto de estos
cerros, hasta el Cerro de la Imperial, lo que se vé y es perceptible
contiene la expresada miseria, siendo la tierra un compuesto de polvo,
piedra y arena.


DIA 2.

Se prosiguió la carena de la chalupa, y se le halló la quilla separada
de los maderos, por falta de no estar suficientemente clavada y
empernada, que es la única causa por que tengo este atraso: pues
aunque está la quilla rompida y astillada por diversas partes, por
ninguna hacia agua de consideracion, ni que mereciese la pena de
vararla: pero los carpinteros del Rio Negro, como han estado sin ser
subordinados de capitan de maestranza, que debia egercer como tal el
facultativo que estuviese allí, á quien correspondiese el mando de
la maestranza, interviniendo en los gastos y consumos que se hacen
pertenecientes á marina, han hecho las obras á medida de su deseo. Tal
es esta chalupa, y otras obras que no han tenido otro director que la
misma maestranza: así se consumieron, cuando se armó esta chalupa,
muchos jornales inútiles y aun perjudiciales; pues habiendo venido de
Buenos Aires hecha y arreglada por aquel maestro mayor, en el Rio Negro
se le realzó mas de un palmo, se le puso cubierta, y por último se echó
á perder, y tanto que no me atrevi á llevarla al Colorado, y llevé
la San Francisco, siendo mucho menor. En esta enmienda que hizo la
maestranza del Rio Negro, se consumieron jornales, tablazon, clavazon,
estopa, brea y lonas, cuyos útiles hicieron despues falta, y para venir
á esta expedicion fué preciso volverla á poner en los mismos términos
en que vino de Buenos Aires, perdiéndose toda aquella obra que fabricó
la ignorancia del Rio Negro, y quedó de las mejores propiedades: de
suerte que no conozco otra embarcacion de su porte tan buena aquí ni en
el Rio de la Plata, despues que se le quitó lo superfluo[18].

Con motivo de la descarga de esta chalupa, se registró todo el
bizcocho, que se halló sano y hermoso, habiendo ya 7 meses que está
hecho, tal fué el cuidado que tuve con los panaderos en el Rio Negro
cuando lo hicieron: y el que se me remitió ni Choelechel en la
fortaleza de Villarino, fresco y acabado de hacer, al mes y medio ya
estaba podrido considerable porcion; y tanto, que hago juicio que
se me pudrió mas de la tercia parte: tal lo han fabricado en aquel
establecimiento á prisa sin lindarse ni repasarse. Esto sirve de tanto
perjuicio que atrasa dos meses, porque si hubiese sido bien hecho y
se hubiese tratado con aquel celo, eficacia y amor que se requiere,
tendria víveres ahora la expedicion para dos meses mas, y nunca en
mejor proporcion de descubrir, por hallarme en la Cordillera y tan
cerca de Valdivia, en las bocas de los tres rios que nos dicen los
indios: y si á esto se añadiese el tener caballos, mucho se podria
hacer.

Esta mañana salieron á reconocer el campo Bartolomé de Peña y Miguel
Ignacio Salazar: volvieron con la noticia de haber visto la laguna de
_Huechum_, aunque confusamente, la que dicen distará seis leguas de
nosotros: el campo por donde fueron que está quemado de fresco, pampa
llana, y que hallaron rastro fresquito de dos ginetes.

A las 4½ eché la chalupa al agua, ya compuesta y estanca. A las 7
de la noche tenia ya á bordo todos los víveres, y mandé deshacer una
tienda de campaña inútil para poner por abajo del bizcocho, á plan de
la chalupa, y acomodados los víveres, proseguí de noche metiendo la
artilleria y demas útiles á bordo. A las 8 tuve arbolado y embarcado
todo, menos algunas cosas de poca consideracion, y mandé la gente á
cenar y descanzar.


DIA 3.

Al salir el sol ya tenia embarcado el resto que me quedó de anoche sin
embarcar, y seguí mi navegacion con viento NNE á la sirga y espias,
adonde eran necesarias, viendo solo riscos y peñascos, míseros y
estériles campos. A las 12 del dia llegué á vista de un cerro, que
si no supiera que estas tierras estaban habitadas solo por salvages,
creeria firmisimamente, que en él estaba un castillo con dos baluartes
al rio con ocho cañones montados. Son varias las figuras que hace esta
serrania, pero ninguna mas bien representada que esta. Navegué este dia
al NNO corregido 3 millas de distancia.


DIA 4.

Al salir el sol continué mi viage con los trabajos de siempre. A medio
dia llegué á un parage que se divide el rio en tres partes, en el cual
hay 4 islas: á la parte del N hay un regular potrero, ó llanada que
tiene 2½ leguas cuadradas de extension: en las playas que hace el
rio se hallaron abundantes cáscaras de piña: en la expresada llanura
hallé bastantes fogones, y una manzana ya mordida, que regularmente la
habrian arrojado por de mal gusto. Ya cerrada la noche me acampé en
una isla, habiendo navegado este dia al NNE corregido 3½ millas de
distancia.

Hoy á mediodia se advirtió que San Antonio hacia mucha agua, por lo que
lo hice descargar. A la una lo varé en tierra, y se le dió vuelta la
quilla al sol, la cual tenia rompida, y todos los fondos maltratados:
pero como la estacion ni los víveres me dán lugar á detenerme, procuré
estancarle el agua con una breve y ligera composicion. A las 2½ de
la tarde lo eché al agua, y á esta hora seguí rio arriba.

Este bote muchos dias ha que lo hubiera remitido al establecimiento por
inútil al reconocimiento, pero no puedo desprenderme de la gente que lo
tripula, si bien que puede que me sirva en la laguna de _Huechum_, si
llego á fondear las chalupas dentro, para barquear con él y tener la
marineria segura.


DIA 5.

Al amanecer continué mi navegacion, y seguí con imponderable trabajo
hasta las 4 de la tarde, que llegué á parage que no me fué posible
proseguir, por serme preciso descargar las embarcaciones, y talvez
abrir canal para pasar: para cuya faena se necesita mas tiempo que lo
que resta hasta la noche; por este motivo arrimé á tierra, y me acampé,
para de mañana emprender la expresada maniobra.

Esta mañana hallé unos árboles parecidos al olivo, el color de esta
madera es pajizo, no le he visto fruto ni semilla. A las 2 hallé un
manzano, muy grande y hermoso, en una isla que tiene 3 millas de largo.
Este árbol estaba sin manzanas, que ya los indios se habian apoderado
de ellas, y aun de las que suelen caerse con los vientos poco sazonadas
y secas: no habia ninguna debajo del árbol, siendo así que se conoce
que cargó este año muchísimo de fruta, tal es el hambre que padecen los
indios.

Esta tarde, cuando atraqué á tierra, salió Fernando Mallo á reconocer
sobre los cerros del S, y volvió á la noche con la noticia de haber
visto tres caballos y una yegua: halló fogones adonde los indios habian
estado con toldos, de cuyo sitio, dice, habrán salido ayer, y vió la
Laguna del Límite, que dice confina con los cerros de la Cordillera.
Navegué este dia 2½ millas al NNO.


DIA 6.

Al amanecer hice la descarga de las embarcaciones, y se empezó la faena
de pasarlas: se condujo toda la carga, palos, vergas y demas utensilios
por tierra bastante trecho, hasta donde podian estar en flote las
chalupas: duró esta maniobra hasta mediodia que las tuve en disposicion
de seguir viage: pero es fuerte cosa que á las 2 de la tarde me viese
precisado á volver á descargar para pasar las chalupas por palmo y
medio de agua, tal es la navegacion que sigo. Al anochecer tenia ya
cargadas las embarcaciones, y seguí hasta hallar parage proporcionado
para acamparme, que lo egecuté á las 8. En estos pasos y descarga, es
adonde mas se rinde la gente, porque ya cansados de ir arrastrando
por unas corrientes tan violentas las embarcaciones, llegan á estos
parages, en los cuales ademas de tener que conducir los utensilios por
tierra, se necesita hacer el mayor esfuerzo, porque todos los pasos
de poca agua están á donde esta precipitadamente se despeña. Navegué
este dia al N corregido 1½ millas de distancia, y salió apócrifa la
noticia que dió ayer Francisco Mallo.


DIA 7.

Salí al amanecer, y á la media hora de navegacion fué preciso profundar
el rio para pasar. A mediodia llegó una cuadrilla de indios y chinas
por la parte del S, y no obstante estar nosotros de la del N, gritaron
por Basilio, diciendo _Basilio Chulilaquin_. Mandé el bote para que
trajese hasta cuatro que fueron los que se embarcaron: dos de estos
son hijos de este cacique, y yo, deseando de informarme, los regalé
con tabaco, aguardiente y algunas bujerias, y despaché á uno de estos
para que avisase á su padre de como yo me hallaba en este sitio, y que
viniese á verse conmigo, y trajese consigo la lenguaraza María Lopez,
á quien le mandé un poco de tabaco, como tambien á _Chulilaquin_.
El fin que yo llevaba, era el de poder por medio de la lenguaraza
informarme de estos terrenos, la distancia á _Huechum_, ó Valdivia,
las maderas, frutos y ganados: pasé el paso y seguí mi viage hasta
la noche, en cuyo intermedio pasé otros dos pasos. A esta hora llegó
_Chulilaquin_ con una porcion de indios: mandé el bote en su busca, y
lo condujo con otros tres, que era la órden que llevaba. Uno de estos
era el famoso ladron Jacinto que venia por lenguaraz: me disgustó la
venida de este cacique por no haber traido la lenguaraza, pues Jacinto
ni me entiende ni lo entiendo; pues no sabe hablar otra cosa que pedir
aguardiente, yerba, tabaco y bizcocho. Molieron muchísimo, y al fin
pude despacharlos ya tarde con un poco de yerba, aguardiente y tabaco.

Chulilaquin y Jacinto trajeron cada uno una bolsita con docena y media
de manzanas en cada una: las de la una bolsa chiquitas y agrias, las
de la otra eran grandes y de buen gusto. Pesé dos de ellas, y pesaban
cerca de 17 onzas, pero todas magulladas de traerlas á caballo, de modo
que no se puede guardar ninguna.

Los primeros indios trajeron cuatro bolsas para vender, llenas de esta
fruta: yo le compré una por una limeta de aguardiente, á fin de apartar
algunas para llevar al establecimiento; pero lo dudo por estar muy
maltratadas. Un indio me vendió una bolsa llena por cuatro galletas:
yo le daba tres, pero yo deseaba las manzanas, y el pan me hace mucha
falta.

Suelen estos indios regalar una manzana por mucha fineza, pero veo que
hay abundancia.

Preguntándole á los primeros indios por el parage llamado
_Huechu-huchuen_, me dijeron que este mismo sitio tenia este nombre.

Esta tarde se hallaron dos árboles, ó manzanos chicos á la parte del N,
pero sin fruto.

Como es tan fácil engañarse con las noticias de los indios, motivado de
no entenderlos, ni ellos bien entenderme, no escribo aquí las noticias
que me han dado hasta que pueda hallar lenguaráz, para por este medio
escribirlas con mas verosimilitud ó certeza.

Navegué este dia al N corregido una milla de distancia, y se toldaron
las embarcaciones por algunas gotas de agua que caen.


DIA 8.

A las 12½ de la noche vino el indio Jacinto con otro, y un hijo
de Chulilaquin pidiendo aguardiente: esto causó bastante alboroto en
el campamento, porque estando los indios á la parte del S del rio,
y nosotros á la parte del N, no se pensaba en que viniesen, y mas
habiéndoles avisado que de noche no se llegasen á nosotros: pero ellos
que continuamente piensan siniestramente, pasaron procurando averiguar
el método que llevamos para guardarnos. Pero á poco les sale cara la
prueba, que á no venir el hijo de Chulilaquin, de seguro pierden la
vida, pero les reñí, les quité la botija y los despaché sin aguardiente.

Al amanecer pasé el rio _Chulilaquin_ con veinte indios, y me pidió
aguardiente, que le dí en la botija, y su muger me trajo unas cuantas
manzanas, á quien regalé tabaco y algunas bujerias: luego se bebieron
la botija de aguardiente y estuvieron importunísimos pidiendo mas, y
asimismo pedian sombreros, bayetas y otras cosas, á cuyas pesadeses
fué preciso armarme de toda paciencia y aguantar, porque tenia las
embarcaciones paradas, y la gente cavando el rio para allanar paso
para las chalupas. A mediodia pasé este penoso paso, y me fué preciso
toldar por algunos chaparrones de agua que cayeron, y á este tiempo
llegó María Lopez, y el hermano del capitan Chiquito. Esta me dijo que
adonde ellos estaban que habrá 4 leguas de _Huechu-huechuen_, que las
manzanas las traen del pié de la Cordillera en cargueros; que estos
indios ni ella pueden dar razon de los cristianos que están de la otra
parte del Cerro de la Imperial, por mediar entre aquellos pueblos y
el _Huechu-huechum_ los indios Aucaces, enemigos acerrimos suyos: que
tampoco estos indios iban á la laguna _Huechum_ por la misma razon, ni
tampoco podian ir á los piñones, y solo sí se los comprában á algunos
Aucaces, que se los traian á vender por pellejos, y otras cosas de que
ellos carecian. Un indio me regaló unos 15 ó 16, que repartí entre
las tripulaciones, que les cupo uno á cada tres individuos, y yo comí
uno y guardé otro: son de bello gusto y mantenimiento, su tamaño es
casi como el datil de Berberia, el gusto casi como los piñones de
España: son blancos, la cáscara delgada, y si tuviese á esta hora
abundancia de esta fruta, sin otros víveres pudiera seguir 4 meses mas
el reconocimiento.[19] Otro indio trajo en una bolsita como 4 libras
de dichos piñones, por los cuales queria dos frascos de aguardiente, y
se volvió con ellos: dos indios, de los que vinieron con María Lopez,
trajeron dos ovejas muertas de regalo, pero uno de ellos, porque no
le dí sombrero, bujerias, yerba, tabaco y dos frascos de aguardiente,
se la volvió á llevar; el otro la dejó por una botija de aguardiente,
cuatro hilos de cuentas y una cuarta de yerba, la cual repartí entre la
gente.

El parage adonde estuvieron establecidos los cristianos, dice María
Lopez, que es á la orilla del Rio de la Encarnacion, dos jornadas aguas
arriba desde su desague en el rio principal. Seguí á pasar otro paso de
poca agua que está muy inmediato, en el cual estuve hasta las 8 de la
noche, y me acampé á la parte del N. _Chulilaquin_ se fué, y algunos
indios; María Lopez con otros se acampó á la del S.

Navegué este dia al NNO corregido un cuarto de legua de distancia, y
con incesante trabajo.


DIA 9.

Amaneció lloviendo una lluvia blanda, de cuyo modo estuvo toda la
noche: por este motivo se mantuvieron las embarcaciones toldadas.
En este sitio bien de mañana vinieron los indios que estaban á la
parte del S, entre ellos María Lopez: supe por ella que se hallaba
aquí el cacique Francisco con su gente, y el desertor Miguel Benites,
acompañados del cacique Miquiliña, y creo que de _Chulilaquin_ tambien.
A mediodia llegó un indio ladino, el cual habiendo tenido noticia
por la gente de Guchumpilqui de nuestra venida, habia ido rio abajo
buscándonos: este trajo una oveja y unos piñones, le dí una botija
de aguardiente, yerba y algunas frioleras mas. Me dijo que la laguna
de _Huechum-lauquen_ distaba de aquí una jornada: que el Cerro de la
Imperial quedaba á la parte del N de ella: que el _Huechu-huechuen_
era chico: que la tierra de los cristianos estaba cerca, pero que él
no habia estado en la plaza; sí solo habia estado en una guardia,
cuyo comandante se nombraba Manuel, pero que los Aucaces se hallaban
poseyendo el intermedio de aquí á Valdivia, á los cuales compraban
ellos pellejos de guanaco, trigo, maiz, habas, porotos, piñones y aun
las manzanas, pero que llevando diez cristianos que le acompañasen,
se determinaba á pasar la Cordillera para Valdivia: le dije que se
informase bien de los Aucaces, y hallariamos en llegando á los toldos
conocidos, chinas de las que seguian los toldos del cacique Francisco.

Se fué el indio á las 4 de la tarde, encargado en buscar otros que
lo acompañasen á Valdivia, porque no distando aquella plaza mas que
tres jornadas del sitio en que me hallo, intento despachar á ella
chasque por ver si me auxilian con víveres y cabos, para proseguir el
reconocimiento de todos estos rios, principalmente el del Diamante,
y el de la Encarnacion: y en este es á donde hubo la poblacion de
españoles, cuya capilla y casas desmoronadas se hallan á su orilla dos
jornadas distantes á la confluencia de dicho rio, con el Desaguadero.
Dicen estos indios que poco há estuvieron allí cristianos que vinieron
con barcos chicos, pero que se les rompieron, y que se han vuelto: por
esto dicen que aquel rio tiene comunicacion con la mar del S, lo que
es moralmente imposible: y sí lo que me parece, (siendo cierto lo que
los indios dicen) que de Valdivia, ó mas bien de Chiloé, se intentaria
el reconocimiento de este rio, habiendo construido las embarcaciones
de este lado de la Cordillera; y esto se hace fácil por las infinitas
maderas de que abundan las cordilleras de Chiloé.

Asimismo dicen que es tierra fértil de mucha arboleda; que se crian
batatas de extraordinario tamaño, y mucha manzana: y mas arriba que
está el campo espeso de pinos y otros árboles. No me parecen apócrifas
estas noticias, porque el marido de María Lopez se determina á llevarme
á dicho sitio; pero quiere por la diligencia la paga que no tengo para
darle. Anocheció lloviendo.


DIA 10.

Toda la noche se mantuvo lloviendo y tronando, y prosiguió la lluvia
basto las 10 de la mañana, de modo que no fueron bastantes los toldos á
que entrase considerable porcion de agua en las embarcaciones, que fué
preciso estarla continuamente achicando: se mojaron los petates y toda
la ropa de los marineros, y luego que aclaró, se pusieron á sacar estos
y otros útiles.

A las 5 de la tarde vino un indio con cuatro chinas, de las cuales la
una era la _Cacica Vieja_, y la otra la lenguaraza Teresa. Trajeron
dos bolsas de manzanas que repartieron á los marineros: les pregunté
á qué venian, y dijeron que á ver, y que las mandaba el cacique
Francisco. Les pregunté ¿porqué se habían venido del Choelechel,
habiendo quedado conmigo en que me esperarian en aquel sitio, para
desde allí mandar chasque al pueblo, y en trayendo la respuesta seguir
juntos rio arriba?--Dijo que el marinero Miguel Benites les habia
dicho que yo llevaba la determinacion de avanzarlos, y que esto lo
habia dejado de hacer antes con Francisco, y algunos indios, porque
los queria prender á todos con los toldos, caballos y todo lo que
tuviesen, y que por esto habian huido precipitadamente de miedo, y que
asimismo habian venido dos indios del Colorado, á decirles de parte del
cacique Negro á Francisco que no se fiase de nosotros, pues traiamos
intentado prenderle y matarle. Procuré como pude hacerle conocer lo
contrario, y le dije, que respecto á que Miguel Benites estaba en poder
de Francisco, que me lo trajese y viniese con él, y que veria como
confesaba la mentira, con que los habia engañado, solo con el fin de
casarse con la hija de Francisco, de quien se hallaba apasionado: y
á esto se rien así estos como los _Chulilaquin_ y dicen que como le
habian de dar á un esclavo la hija de un cacique!

Los agasajé bastante y se quedaron á dormir, por tener los toldos
(segun dicen) á la parte del N del rio, juntos con los del cacique
Niquiliña, de donde salieron esta mañana temprano.

Le hice otras preguntas tocantes al reconocimiento, cuyas respuestas
dejo de escribir, las unas por poco verosímiles, y las otras porque ya
las tengo apuntadas por informes antecedentes. Esta mañana apareció la
Cordillera toda blanca de la nieve que cayó de noche.

Anocheció con el viento al NE flojo, y los horizontes achuvascados. A
las once, empezó á llover.


DIA 11.

Amaneció lloviendo: á las 10 de la mañana cesó un poco el agua, y seguí
rio arriba. A las 500 varas de distancia descargué parte de la carga
de las embarcaciones, para pasar un salto de poca agua; y aquí ayudó
un indio de los de Francisco con su caballo, que contribuyó bastante á
pasar.

A las cuatro de la tarde hallé dos despeñaderos de corrientes seguidos,
y de muy poca agua, y visto que no me llegaba el resto de la tarde para
pasarlos, arrimé á tierra á la banda del N, para pasar la noche. A
esta hora llegó la china Teresa, la _Cacica Vieja_, y otra con Benites
se habia huido anoche con otro desertor de los acerradores, llamado
Francisco, que habian robado dos caballos y el sable del cacique, y
este indio con otros dos iban siguiendo el rastro en busca suya. Al
anochecer llegó el indio, y dijo, que el rastro habia llegado cerca de
nosotros, y que luego se habia vuelto para atras.

El dicho Benites perdió las pistolas, porque habiéndole hallado una
cuadrilla de Tehuelches lo corrieron, le dieron dos puñaladas en una
espalda, se le disparó una pistola, y la bala le pasó un muslo, y por
escaparse de la muerte se tiró al rio, y en él se le quedaron las
pistolas.

La navegacion de este dia fué de cuarto de legua al NO corregido.
Anocheció con el viento al SSE flojo, y los horizontes achuvascados. A
las diez de la noche empezó á garuar.

Parece que Benites intentó sublevar todos los indios, porque así á
los Guilliches como á los Tehuelches y Aucaces les dijo que nosotros
teniamos intentado poner guardias y poblar el Choelechel, á fin de que
estas naciones no pudiesen tener comunicacion con los campos de Buenos
Aires, que es de donde se proveen de todos ganados, y esto es lo que
mas sienten los indios: y verdaderamente si esta comunicacion les falta
no tienen como vivir, y se verán precisados á domesticarse y reducirse,
por esto dicen que están (los Aucaces particularmente) muy mal con
nuestro reconocimiento, y por cuantos caminos halla su imaginacion,
procuran saber á que fin es nuestra venida, y dicen que de ningun modo
les puede ser á ellos útil. Estas conferencias celebradas entre ellos,
las sé por los ladinos y ladinas que suelen venir á hablarnos, de quien
procuro informarme, tomando para ello aquellas medidas que me parecen á
propósito, segun me lo permite la cortedad de mi talento.

Preguntándole los indios á algunos individuos de las tripulaciones, á
qué veniamos, les respondieron que solo á buscar manzanas: y despues
supe que en sus conferencias decian que no era posible, porque en
la tierra de los cristianos habia de esta fruta, y que la podiamos
conducir al Rio Negro en las embarcaciones mayores, sin pasar los
trabajos que pasamos por este rio arriba. Dejo otras reflexiones que
me han dicho que hacen los indios, hasta informarme mas bien de ellas;
pero es cierto que lo que les hizo mas ruido fué la poblacion del
Choelechel.

Los campos que median entre el rio á donde me hallo, hasta la falda de
la alta Cordillera Nevada, que tirando al OSO habrá dos leguas y media,
y tirando al Cerro de la Imperial, ocho, son llanos, crian bastante
pasto, sin maleza ni tomillo, y me parece que pueden llevar fruto, pues
ya no se vé aquella esterilidad de las tierras antecedentes.


DIA 12.

Amaneció lloviznando, y así se mantuvo todo el dia; y seguí rio arriba,
que creció un poco con la escasa lluvia de estos dias, pero no fué
bastante la creciente á franquearnos suficiente agua para que las
embarcaciones naveguen sin ir arrastrando por el fondo. Este dia se
hallaron muchos árboles de manzanas, y particularmente en un potrero,
donde llegué á la noche, en el cual hay con abundancia, pero sin
siquiera una manzana.

En cualquiera parte á donde se recogen frutas, siempre queda alguna
en los árboles por descuido de los cosecheros; pero los indios son
cosecheros tan finos, que ni una siquiera dejan por descuido.

Navegué dia este al NO 5° N una y media millas de distancia.


DIA 13.

Al amanecer llegaron á bordo siete indios Peguenches, uno de ellos
hablaba regularmente. Daba noticia de Buenos Aires, Montevideo,
Maldonado, Santa Teresa, Santa-Fé y Valdivia. Desde este sitio á
dicha plaza dice que hay tres jornadas: que los pinos estan por la
Cordillera, y á la falda del Cerro de la Imperial: trajo algunos
piñones y manzanas. Los agasajé todo lo posible, y diciéndole que si
me conducia una carta á Valdivia le pagaria bien la diligencia, dijo
que la llevaria con mucho gusto, si no fuera porque le parecia que
los cristianos estaban mal con los indios; pues hacia poco tiempo que
habian hecho una salida, en la cual habian apresado un toldo, y que por
esto no se determinaba. Me dijo que tenia vacas, y que entre los indios
habia bastante de este ganado, caballar y lanar: que en llegando cerca
de sus toldos hariamos trato con algunas vacas. Se fué á las ocho, y yo
seguí mi viage: se llama este indio Ignacio Delgado.

A las 2 de la tarde llegó una de las mugeres de _Chulilaquin_, llamada
_Guichalachen_, con un indio ladino, y otros. Estos indios y chinas
trajeron en sus bolsitas piñones y cinco carneros y un macho, muertos:
pues habiéndole yo ponderado la necesidad en que me hallaba, á fin de
que no me pidiesen, vinieron en dicho socorro, y una vejiga de grasa
de vaca que trajo Guichalachen con una bolsa de piñones. A estos
igualmente obsequié, gastando toda aquella paciencia que se necesita
para tratar con ellos, y aquellas rústicas y groseras políticas que
son precisas para hacerse amable entre esta gente salvaje, y pudiera
llamarlas finas por lo rústicas y separadas que estan de las que se
usan entre naciones cultas.

Me ponderaron estos indios su pobreza, y el dolor que tenian en que
sus fuerzas no pudiesen contribuir á mi alivio y al de toda la gente:
y así estos coma los Peguenches que vinieron esta mañana, viendo los
marineros desnudos con frio excesivo metidos en el rio, arrastrando las
embarcaciones, decian lastimándose: _pobres soldados_, en su idioma.

Para despacharlos les ponderé el deseo que tenia de llegar á sus
toldos, y que esto me precisaba á dejarlos y seguir viage: con esto,
y con haberlos regalado algunas frioleras y bastantes palabras de
amistad, se fueron, dejándome dicho que aquellas ovejas y piñones
que me habian traido, se las habian comprado á los Peguenches, por
caballos, pellejos, &a. El rio estuvo tan malo, que todo el dia
navegué por dos palmos y por menos de agua, arrastrando continuamente
las embarcaciones: excesivo trabajo á la verdad para las fuerzas de
los marineros, pero poco para el espíritu que los alienta, con la
esperanza de llegar á la laguna de _Huechum-lauquen_, y en ella tener
socorro de Valdivia, para continuar con las crecientes de los rios el
reconocimiento del de la Encarnacion y el Diamante, en lo cual procuro
con la mayor viveza esforzarlos; y ellos esperanzados en que tendremos
víveres de Valdivia, no solo trabajan con vigor, sino que se convidan
á pasar á dicha plaza entre 12 hombres armados, aunque sea pasando
por entre los indios á fuego y sangre, á fin de tener de ella los
socorros necesarios para concluir el todo del reconocimiento; y es de
admirar esta constancia y firmeza entre marineros, pero no saben las
dificultades que median desde aquí hasta conseguir lo que proponen[20].

Navegué este dia al NO 5° N una milla de distancia.


DIA 14.

Al amanecer me puse en camino rio arriba: pasaron algunos indios sin
llegar á bordo. A mediodia llegaron dos: estos traian algunas piedras
de guanaco para vender, y una chiquita bolsa de piñones, lo que no
se les compró, así porque esto no es lo mas importante, como porque
querian mucho por ello; y lo mas, porque hallándome ya casi destituido
de las bujerias que traje para regalarlos, y de bastantes cosas mias
propias, con que obsequié á unos y otros, algun resto que queda le voy
resguardando hasta ver si hallo algun indio que quiera ir á Valdivia,
en cuyo caso será indispensable regalarle bien. Se fueron luego estos
dos indios, y á las 3 de la tarde llegó un muchacho ladino con otro
4 indios y una china vieja: este trajo un cordero; la china y los
otros compañeros trajeron algunas manzanas, y cada uno una chiquita
bolsa con piñones. Vaciando estas bolsitas advertí una mazorca maiz, y
registrando cuidadosamente saqué de entre los piñones maiz muy bueno,
trigo superior, chícharos blancos y otros casi negros algo mayores,
habas y lentejas; las cuales semillas puse en una bolsa. Preguntándoles
á estos indios si estaba lejos la tierra á donde se sembraban y
recogian estos frutos, me han dicho que distante de aquí una jornada,
pues en las llanuras de _Huechum-lauquen_ sembraban y recogian los
indios con mucha abundancia.

Parece que los Peguenches defienden y estorban el que estos indios,
que habitan las márgenes de estos rios y andan vagantes, entren en
sus tierras ni pasen á la Cordillera á buscar piñones ni manzanas;
porque preguntándole yo, porqué no traian los caballos bien cargados
de piñones, ya que los habia en tanta abundancia, como me ponderaban,
dijeron, que los dueños de los piñares se los vendian á estos, y
que valian bastante caros; y que las manzanas que habia en estas
inmediaciones ya se acababan por la mucha indiada que se junta por
estos tiempos á la cosecha, y que consumen de esta fruta con exceso,
porque hacen de ella (ademas de la que comen) cidra ó chicha: y que
para pasar á las faldas de la Cordillera á buscarlas, es menester que
se les compren á los dueños de aquellas tierras, y yo presumo que como
estos indios _Tehueletos_, _Guilliches_, _Leubus_, _Chulilaquines_, y
otros pasan toda su vida vaqueando, cazando y robando, que es de lo
que se mantienen, aquellos que siembran y tienen ganados, precisamente
estan de asiento en parage fijo: y así, por venderles á los otros los
frutos que se crian y los que recogen por medio de la agricultura, como
asimismo por estorbar que estos vagamundos les roben sus haciendas, si
les permitiesen la entranda á ellas, emplearán todas sus fuerzas, á fin
de que no les entren. Contestan muchos indios en que Ignacio Delgado
es cacique, y hombre de mucha hacienda: este vive á la orilla del rio
_Catapuliche_, un poco mas arriba del desague de _Huechu-huechuen_, en
dicho _Catapuliche_.

El rio _Huechu-huechuen_ es menos que el _Catapuliche_: entra en este
por la izquierda siguiéndolo aguas arriba.

A estos indios agasajé y regalé, habiéndose ido á sus toldos ya puesto
el sol; y yo me acampé en una isla grande que divide el rio en iguales
proporciones. En esta isla hay cantidad de grandes manzanos, pero sin
siquiera una manzana: tan expertos son los indios en el arte de recoger
que no se les olvida una siquiera encima, y al pié del árbol.

El Cerro de la Imperial se descubrió esta tarde: hermosísimo, desde
alto á bajo cubierto de blanquísima nieve, y asimismo la Cordillera,
cuya eminencia dista de nosotros, al rumbo del OSO, dos y media leguas
de distancia.

Navegué este dia, ó mas bien, arrastré las embarcaciones este dia, al
NO 5° N, una milla de distancia.


DIA 15.

Salí al amanecer continuando rio arriba. A mediodia llegó el indio
que ha sido amo del negro Ventura: trajo una oveja muerta. Lo regalé
con lo que pude por esta fineza, y se fué muy contento. Al irse este
vinieron 4, cada uno traia una bolsita con cosa de una libra de piñones
para vender por yerba; pero no se les compraron, porque ya queda muy
poca. Al anochecer se fueron, y yo me acampé á la parte del S del rio,
habiendo arrastrado las embarcaciones una milla de distancia al NO 5°
N.

A la orilla del rio casi toda la distancia de hoy parece todo
campamento de indios, que poco ha lo levantaron. Las islas están llenas
de manzanos, pero las manzanas ya las recogieron los indios; y es cosa
admirable el ver entre poca tierra mezclada con chinos y arena, unos
árboles tan grandes, tan poblados de rama y hermosos, que no los ví
mejores en ninguna parte. Latitud observada, 39° 33′.


DIA 16.

Este dia navegué con menos trabajo que otros. A mediodia estaba
distante de una sierra nevada de la Cordillera tres cuartos de legua,
demorándome al OSO corregido. A las 3 de la tarde hallaron les maestros
calafate, sangrador y un marinero, un chico manzano, del que recogieron
como 100 manzanas: junto á dicho árbol habia otros muy grandes, pero
ya le habian quitado la fruta los cosecheros de estos paises. En toda
la distancia que caminé este dia, hay un potrero, ó llanura de buena
tierra, á la parte del N, y á la del S tambien es buena, pero no es
de tanta extension. Hoy no parecieron los indios, y creo seria por el
mucho frio y fuerte viento del O que nos incomodó bastante: este viento
viene por las nieves de la Cordillera, y con él se pone el agua del
rio tan fria, que los marineros que andan precisamente metidos en el
rio, lo mismo es salir que se les raja la piel, particularmente en las
piernas, en las que se les hacen profundas grietas. Navegué este dia al
NO 5° N dos millas de distancia; y me acampé á la parte del S del rio,
junto á un salto grande, que se previene para pasar mañana.

_Yujaunaujén_ se llama por los indios el cerro Imperial.


DIA 17.

Salí al ser de dia, y continué por un imponderado despeñadero de
corriente; y como ya en estos parages no gasto otra sirga que un
calabrote, por no poder otros cabos resistir al impulso de la
corriente, meten á veces las chalupas los castillos debajo del
agua. A mediodia llegó Maria Lopez con su marido, y otro indio con
una embajada de _Chulilaquin_, diciendo que la noche pasada habian
muerto de una puñalada en su toldo al cacique _Guchumpilqui_, porque
este con otro indio, que tambien mataron, habian venido á solicitar
de _Chulilaquin_ el que con su gente se juntasen para avanzarnos y
destruirnos: y que por esto _Chulilaquin_ le habia muerto, y así que
temian el que los Aucaces viniesen á tomar venganza de la muerte de su
cacique, y que lo esperaban esta noche: por lo cual _Chulilaquin_ me
rogaba lo favoreciese con 10 soldados para que le ayudasen, y que para
conducirlos mandaria caballos. A esto le respondí, que bien veia que
me eran necesarios todos los soldados para tirar las embarcaciones,
y que por esto no podia mandárselos; pero que yo haria diligencia de
llegar con los barcos á los toldos, y que entonces estaria defendido de
los Aucaces. Volvió repetidas veces á importunar por los 10 soldados,
y yo escusándome suavemente, la regalé y se fué; pero antes de irse se
arrimó cuidadosamente al patron de la chalupa San Juan, y le preguntó,
si sabia si al capitan Chiquito le habian muerto los cristianos, ó
estaba en Buenos Aires. Yo que enteramente desconfio de estos bárbaros,
me hizo esta pregunta mayor la desconfianza, aunque así ella como los
dos indios venian con el aspecto asustado.

A las 4 de la tarde llegó un indio ladino, y un esclavo de
_Chulilaquin_ con dos caballos de diestro, ponderándome la fineza de
_Chulilaquin_ por haber muerto á _Guchumpilqui_ en defensa nuestra,
y que aquellos dos caballos los traian para que fuesen en ellos dos
soldados, para que esta noche los ayudasen contra los Aucaces. Estos
venian como asustados, y con mucho empeño á llevar los dos hombres
que pedia su cacique. A este le dije le dijese, que mi gusto era
defenderlo, y que no solamente 2, sino 20 le mandaria: pero que estos
soldados no entendian la lengua de los indios, ni tampoco sabian
pelear, sino al lado de su capitan; y que si yo llegase á tiempo le
socorreria, y sino que trajese su gente y toldos para donde yo estoy,
y entonces que no tuviese miedo, aunque viniesen mas indios que yerba
tiene el campo. Se fueron los indios, y yo me acampé á la banda del S,
parage de los mas proporcionados que hay para en caso de haber algun
encuentro.

Mandé toldar las embarcaciones, alistar las armas, cargándolas de
nuevo; montar los pedreros y esmeriles, y dormir toda la gente á
bordo: porque, aunque en los semblantes y expresiones se vé el miedo
que tienen estos indios, y á no ser cierto lo que dicen, parece mucha
política para estos bárbaros, no obstante son muy diestros en el arte
de engañar; y por esto me pusieron esta noche en mayor cuidado, pero lo
cierto es, que con los Aucaces, ó con nosotros hay alguna revuelta ó
intento, que si no llega á tener efecto, será porque no hallan hueco;
si bien, que no dejo de pensar que los Aucaces pueden venir á vengarse
de los que mató, robó y cautivó _Chulilaquin_, y que tambien ahora
habrán muerto alguno. Pero la muerte de _Huechumpilqui_ no la tengo por
cierta, por lo que pude comprender y deducir de las respuestas de Maria
Lopez á las preguntas que le hice: pero el querernos hacer creer esta
muerte, es solo por obligarnos y vendernos la fineza.

Aquí se halló en una pequeñita isla un manzano chico, á quien quitaron
los marineros hasta 200 manzanas. Navegué este dia al NO 5° N un cuarto
de legua de distancia.


DIA 18.

Toda la noche se llevaron los teruteros en continuo alboroto, por la
orilla del rio á la parte del N. Amaneció con el viento al O fuerte con
algunos aguaceros, por lo que no fué posible el continuar rio arriba,
ni aun examinar un paso que está inmediato, á ver si tenia paso para
las embarcaciones.

A las 3 de la tarde ví venir una nube de indios á toda prisa, á
distancia de una legua: llegaron á bordo primeramente 4, que fueron los
dos hijos del _Cacique Viejo_, Manuel y Julian, la _Cacica Vieja_, y
Teresa. Esta trajo una oveja de regalo, y la cacica otra: fué llegando
la indiada, y á las 4½ de la tarde llegó _Chulilaquin_ con el
vestido de galones y su baston. Me hizo, por medio de la lenguaraza, un
razonamiento digno de oirse.--Primeramente, ponderó su voluntad hácia
nosotros: despues ponderó la siniestra intencion y alevosos hechos de
los Aucaces con los cristianos, como andaban solícitos, buscando ayuda
para matarnos, á cuyo fin habia venido el cacique _Guchumpilqui_,
solicitando su ayuda y la de su gente; y que para empeñarlo en el
asunto, le decia que yo venia de mala fé á matar los indios con capa
de amistad. Pero que no pudiendo sufrir esto, lo mató inmediatamente
en desagravio nuestro; y que por este motivo se habian juntado todos
los Aucaces contra él, y que sin duda alguna venian á darle esta noche
el avance. Y así, que habian salido huyendo á refugiarse á la sombra
de sus leales amigos, porque sabia que perderian la vida sus amigos
los cristianos, antes que permitir su ruina: y así, que aquí tenian un
fugitivo que buscaba mi amparo y patrocinio, y que fiaba de mi amistad
saldria con mis soldados en defensa suya cuando llegase el lance.--Lo
obsequié bastante, y le ofrecí firme amistad; y que estando él y su
gente junto á nosotros, nadie le ofenderia. Toda la indiada estaba á
caballo á la orilla, y yo con todas las armas prevenidas, las chalupas
á son de combate y las mechas encendidas. Procuré animarlo mucho, y
hacerle ver la poca gente que eran todos los Aucaces para nosotros.
Disparé un cañonazo á su solicitud, para que los indios lo viesen y
oyesen el estruendo; todo lo cual hacia el entender á los indios,
ponderando la fuerza de nuestras armas. Y yo se la encarecia bastante,
y que diesen gracias á _Pepichel_ por haberle en este aprieto socorrido
con tan buenos amigos. Me dijo que tenia noticia que el _Cacique Negro_
habia dicho en el establecimiento del Rio Negro, que el baston que le
habian regalado lo habia cortado para rebenque, pero que allí estaba el
baston para que se viese la mentira, y que era prenda que él estimaba
mas que otra alguna. Con una hora de noche se retiró á sus toldos, que
distan como tiro y medio de fusil de nosotros, dejándome encargado por
repetidas veces el socorro de nuestras armas.

Se quedó la lenguaraza, porque dijo que tenia que hablarme en secreto,
por lo cual supe el lance de _Chulilaquin_ con _Guchumpilqui_, y fué,
que, habiendo este venido con yeguas, ponchos y otras cosas, á rescatar
una hija que tenia _Chulilaquin_ que no ha mucho le habia cautivado,
ya el ajuste hecho y entregado el rescate al cacique _Chulilaquin_, un
hijo de este, porque _Guchumpilqui_ no le habia dado nada, sacó la daga
y le dió dos puñaladas, estando sentado, y luego mataron á un indio que
habia traido consigo. Asimismo me dijo, que el cacique Francisco no
habia querido entregar á Miguel Benites, y que habia sublevado á todos
los Aucaces contra nosotros; y que no tenia que advertirme, respecto
á que ya conocia bien á Francisco, que el mayor sentimiento suyo y de
los Aucaces era el que se poblase el Choelechel, y hubiese cristianos
en este rio. Que tampoco tenia que fiarme del _Cacique Viejo_, porque
este y Francisco eran una misma cosa: que ella ya estaba cansada de
andar entre los indios, y que con tal que no la entregase á ellos, se
quedaria con una muchachita pequeña: que por ella, á fin de matarla,
entregaria Francisco los tres desertores nuestros, pero que podiamos
tomar los tres desertores, y ella quedarse. Que de Francisco ya no
habia que esperar otra cosa que robos de ganado y de cristianos, y de
buscar confederados que le ayudasen contra nosotros. Dicho esto se fué,
y yo alargué de tierra las embarcaciones cuanto me permite la seguridad
posible, lo incómodo del sitio, para que nadie pueda salir ni entrar á
bordo; habiendo recogido toda la gente y las chalupas con los toldos
puertos, porque la noche se puso cerrada en agua.


DIA 19.

Toda la noche estuvo lloviendo, y los indios en continua griteria á
caballo: amaneció lloviendo, y así anocheció. Están los indios tan
llenos de miedo, que ellos mismos confiesan, que los oprime tanto, que
aun tienen miedo de llorar; y esto que es número de indios considerable.

Esta mañana se fué la _Cacica Vieja_, y dejó á la lenguaraza Teresa:
esta me pidió que por Dios la llevase á bordo, así porque no, la
matasen los Aucaces, como porque no queria andar mas entre los indios;
y porque tiene una niña que dice quiere ser cristiana. Me pareció obra
de caridad el admitirla, y tambien interesante, porque sabiendo ella
los designios de los indios, se puede por su medio conseguir el saber
alguna cosa que convenga, por lo cual la admití á bordo.

A las 4 de la tarde llegó un indio de chasque á _Chulilaquin_, mandado
por un cacique amigo, por el que le avisaba que los Aucaces de seguro
llegaban mañana á avanzarle, pues ya estaban cerca aguardando á que
descanzasen los caballos para entrar en la refriega, y que de camino
decian que habian logrado la ocasion de llevar bastantes cristianos
cautivos.

Es constante que siempre tuve alguna desconfianza, y al principio no
quise creer de modo alguno la muerte de un cacique tan principal y
respetado por sus robos y atrocidades, como era _Guchumpilqui_: pero
son ya tantos los indicios y señales que he visto, que me fué preciso
creerlo. Casi de noche trajeron algunos indios los toldos debajo de la
artilleria de las chalupas, y no hallar lugar á donde meterse.

La lenguaraza Teresa me dijo que era cierto que los Aucaces tenian
determinado sorprendernos, y que para observar nuestros movimientos
habia mandado _Guchumpilqui_ á Ignacio Delgado, que era de su gente,
y que tenian pensado el regalarnos ó vendernos algunas vacas para que
saliese la gente á carnearlas á fuera, y entonces que á su salvo nos
tenian muertos, y se apoderaban de la carga de las chalupas: y que
haciendo esto no poblarian el Choelechel, ni les estorbarian el paso á
los campos de Buenos Aires, que es de donde se surten de ganado. Y á
la verdad, ellos no lo entienden, porque la mejor ocasion era de dia,
cuando toda la gente va desnuda, arrastrando por espacio de mediodia,
una chalupa, dejando la otra sola y precisamente varada, y luego vuelve
en busca de esta, dejando la otra en la misma disposicion.

Me dijo asimismo, que el número de Aucaces era grandísimo, y que estos
indios que paraban junto á nosotros, no eran nada en comparacion de los
que vendrian á buscarlos.

Me dijo asimismo, que los dos marineros, Mariano Gonzalez y José
Navarro, que estaban muertos, pero no por mano de los indios; pues
_Guchumpilqui_ los habia entregado á las chinas para que los matasen.
Reflexionando en todo esto, y que pasa ya de un mes que no hallé
parage en este rio tan defendido como el en que me hallo, porque todo
es varadero, y se pasa por donde quiera á caballo sin que se le moje
la cincha, tengo pensado detenerme aquí el dia de mañana, fortificar
el sitio; y en todo caso tengo mas de 100 soldados, (digámoslo así)
en los indios de _Chulilaquin_, quienes precisamente han de pelear
por defender sus vidas: y así como él viene buscando nuestro socorro,
podemos decir que hemos hallado nosotros socorro en él: porque si los
Aucaces, sabiendo que estamos juntos y _aunados_, (como dicen estan
persuadidos) vienen á avanzarnos, ciertamente que mejor lo harán
cuando nos hallen solos é indefensos, los marineros con una embarcacion
á cuestas arrastrando, que ni para abajo ni para arriba se puede
navegar dentro de ella, porque en todas partes vara, y la otra sola y
varada de la misma suerte.[21]

El hecho de _Guchumpilqui_ en llevar los expresados dos marineros,
despues de haberlo yo regalado y obsequiado mucho, y de haber venido
embarcado el cacique Roman y el indio José, dá á conocer su intencion,
y que de ningun modo apetecen los Aucaces nuestra amistad; y que si
pudiesen, hubiera hecho con todos nosotros lo mismo y de mejor gana,
pues les interesaba mas: y esto se puede esperar tengan pensado aquí,
que es lo mismo estar en el rio que en tierra, porque su caudal de agua
no estorba á pasarlo de un lado á otro, pero ni aun de galoparlo. Aquí
estoy en un pozito corto, pero no es menester casi nadar para llegar
á las chalupas; y en todo caso mas vale esperarlos aquí que no media
legua mas arriba, (en caso que se puedan subir las chalupas) ni 25
leguas abajo, pues en ellas no hay parage como este.


DIA 20.

Se llevó lloviendo toda la noche, y los indios estuvieron sosegados:
talvez seria por haberles yo dicho que gritaban de miedo, porque los
hombres de valor y de espíritu, y que tenian esperanzas de vencer á
su enemigo, lo esperaban callado; y que primero se debia oir el ruido
de las armas y los clamores del contrario, que los gritos, que, sin
motivo, estaban dando al aire.

Luego que fué de dia, pasé á reconocer el campo inmediato, y héchome
cargo de él, pensé el modo de fortificarlo: y para esto mandé llamar á
_Chulilaquin_, avisándole que viniese de gala, con el baston y vestido
que se le habia dado en nombre del Rey, mi amo, á quien él debia
obedecer; y que tragese consigo los indios de mas suposicion: hízolo
así inmediatamente.

Habia yo prevenido á los patrones, oficiales de mar y marineros, se
aseasen lo mejor que pudiesen; y que dejando hachas y azadas á bordo,
prontas á fin de desmontar un pedazo de sauceria y barrancas para
igualar el terreno, bajasen conmigo á tierra la mitad de la gente, y
los mas aseados y de mejor presencia, armados; y quedándose la otra
mitad de guardia en las embarcaciones. Luego que llegó _Chulilaquin_
al puerto que le habia señalado, lo recibí con amistad, y por medio
de la lenguaraza Maria Lopez le hice un razonamiento segun me dictó
en esta ocasion mi corto alcance: diciéndole, que él y sus indios
habian venido fugitivos á ampararse de mí, tan asustados y temerosos
de que sus contrarios les quitasen sus vidas, las que apenas podian
respirar. Que yo les habia ofrecido favorecerlos: pero que las dos
noches antecedentes no habia yo tenido cuidado alguno, porque sabia que
no habian de venir á avanzarlos, como ya se lo habia dicho siempre: que
él se me presentaba afligido, pero que ya hoy en el dia era otra cosa,
porque los Aucaces habian ya tenido bastante tiempo para juntarse y
prepararse suficientemente para seguirlos y acabarlos. Que él mismo les
habia mandado á decir que estaba protegido de nosotros; y que en tal
caso, siempre que dichos indios se determinasen á venir á avanzarle,
que precisamente vendria un número crecidísimo; y que así estuviese
atento y pensase bien en lo que le iba á decir.

Que yo era uno de los mas chiquitos criados que tenia el Rey de España,
cuyo Señor tenia dominios en todas las cuatro partes del mundo: que se
hiciese cargo de que, estando este Señor tan lejos de Buenos Aires,
que se tardaba caminando de dia y de noche, seis, siete y ocho lunas,
atravesando la mar sin ver tierra hasta llegar á donde estaba. Estando
nosotros tan lejos de su presencia, todos le obedeciamos; y que primero
perderiamos las vidas que dejar de obedecerle, y de cumplir en todo su
voluntad, sin faltar en nada al mas mínimo precepto suyo.

Que ademas de las inmensas tierras que poseia este Gran Señor, tenia
tantos tesoros y riquezas, cual el no era capaz de comprender; y
mandaba tanta multitud de gentes, cual él no era capaz de imaginar.
Que reparase en que, siendo yo uno de sus menores esclavos, se venia
él á amparar de mí, y que de seguro podia yo solo con aquellos pocos
soldados que me acompañaban, defenderlo de cuantas indiadas pudieren
venir, acabando y haciendo pedazos con mis cañones á todos cuantos
intentasen ofenderle: y que valia mucho mas tenerme á mí por amigo,
que tener por amigos á todos cuantos indios y caciques abrigaba el
continente. Pues yo solo valia y podia favorecerlo mas que todos ellos
juntos; y que si así era el esclavo mas chico, que se hiciese cargo
cuan poderosísimo seria el Señor. Que el vestido que me cubria me lo
daba este Gran Señor: que él me daba de comer, me daba riquezas y
estimacion: que yo gustosísimamente le servia y obedecia: que estas
embarcaciones y cuanto venia en ellas era suyo, con gente y todo; y que
de su mandado veniamos por este rio. Que todo aquel que no quisiese
obedecerle, perderia la vida; y que era este Señor tan poderoso y de
tan buen corazon, que á todos sus criados nos tenia mandado el que
favoreciesemos á todos los indios, porque les tenia mucha lástima,
sabiendo lo pobres é infelices que eran en todo. Esto es, pobres de
hacienda y pobres de saber, pues andaban continuamente entre estos
cerros, llenos de sustos, pereciendo de hambre y frio, y viéndose
precisados á robar para poder vivir; y que á esto se seguian las
muertes, y el andar continuamente por este motivo vagantes, fugitivos,
y llenos continuamente de miedo, y que la benignidad de este Señor
tan grande nos mandaba que atendiesemos á la pobreza de los indios,
socorriéndolos y amparándolos á todos, pero particularmente á los
amigos y fugitivos que viniesen á ampararse, como á él le sucedia. Que
reparase en que de su mandado lo favorecia yo, y lo habia favorecido
el Super-Intendente, y todos los cristianos del Rio Negro: que aquel
vestido y baston que traia se lo habia dado este Gran Señor, y que se
hiciese cargo los favores que le debia, y le habia hecho y hacia á
todos los indios sin conocerlos.

Que yo ahora iba á tomar su defensa por mi cuenta, como este Señor mi
amo me lo mandaba; pero que para esto era preciso que él y todos sus
indios hiciesen en un todo cuanto les mandase sin faltar un punto en
nada, y que no tuviese cuidado ninguno de sus enemigos, estando yo en
su defensa: que los hariamos pedazos, aunque se juntasen mas indios
que yerba tenia el campo, (toda esta relacion hacia yo en alta voz,
y lo mismo hacia la lenguaraza Maria Lopez, estando toda la indiada
en círculo y ella, _Chulilaquin_ y yo en medio): pero que para esto
era indispensable que él y todos los indios me obedeciesen, y fuesen
leales vasallos del poderosísimo Rey de España, como yo la era, que en
cualesquiera partes del mundo, donde se arbolase su bandera, debian
todos estar obedientes á él.--A todo se convino, haciendo de cuando en
cuando relacion á sus indios de los favores que recibia; y acabado esto
le dije que dijese conmigo, él y todos: _¡Viva el Rey!_ A cuyo tiempo
se largó la bandera y un cañonazo, con mucha aclamacion y griteria de
todos los indios y cristianos.

Hizo despues _Chulilaquin_ un razonamiento á sus indios, en que les
ponderaba lo mucho que le debian, pues por la amistad que él tenia con
los cristianos se veian libres de la muerte, y de perder sus haciendas,
mugeres é hijos; y que diesen gracias á Dios de haber hallado en esta
ocasion un tan buen amigo: que debian todos mirarme y respetarme como á
un padre, pues tomaba á su cuenta su defensa. Se repitió por los indios
la griteria y algazara.

A este tiempo hice señas á las tripulaciones que ya estaban prevenidas,
para que con la mayor viveza desmontasen los sauces, y allanasen el
terreno para que los indios se admirasen. Esto se hizo tan á lo vivo
y con tanta presteza, que se quedaron los indios admirados. Mandé á
todos los indios y chinas conducir todos los sauces cortados á todos
los parages que eran necesarios para la fortificacion: de modo que en
breve hice una especie de trinchera por medio de una zanja y sauces,
poniendo estacas y atravesando palos en unas partes, y en otras
cortando el terreno, la cual no pueden romper los caballos en ningun
avance, dejando solo un boquete para entrar y salir á una sola parte
de la orilla del rio. Esta entrada tiene solo 18 varas de ancho, y en
ella prolongué las chalupas, montando la artilleria en los costados
que decian hácia aquella parte. Les mandé deshacer todos los toldos y
conducirlos adentro: se los mandé hacer allí juntos, y no separados
como suelen. Todo lo egecutaron puntualmente, de modo que á las 2½
de la tarde estaba todo hecho.

Despues llamé á _Chulilaquin_ con todos los indios y á la lenguaraza,
y les ponderé el favor que me debian. Les dije que ellos ignoraban el
arte de pelear, que para que viesen mi buen corazon, que reparasen
como los guardaba, metiéndolos á ellos en casa, y poniéndome yo á la
puerta á recibir los golpes, porque á ellos no los lastimasen: que
ya veian el modo, la disposicion y ligereza de mi gente, y el modo
como los guardaba. Todo lo cual entendido por _Chulilaquin_, (que es
uno de los hombres mas capaces y reflexivos que he tratado) me dió
la gracias, abrazándome muchas veces, que _Pepechel_ le habia traido
su mejor hermano. Hizo relacion, y le hizo entender á los indios los
motivos porque yo habia hecho todo aquel aparato, y como me quedaba
á la entrada por guardarlos á ellos. Se repitió la griteria, y al
instante mataron una yegua la mas gorda que tenian, para regalar á las
tripulaciones, y una oveja y dos cabritos para mí, (excesivo regalo
para estos indios). A los marineros les regalaron piñones y manzanas, y
no sabian que hacerse todos, y cada uno de por sí, con nuestra gente.

Al anochecer mandé que todos los indios ensillasen sus caballos, y
estuviesen sosegados hasta que yo les avisase para seguir á los que
se escapasen de la artilleria, y que se pusiesen cuatro indios en los
mejores caballos á trechos de media á media legua, por el camino de
los Aucaces, para traer la noticia. Les dí la seña, que era, _¡Viva el
Rey!_ Quedaron tan satisfechos y tan llenos de valor, que ya parecian
otros hombres.

Hecho esto, llegó un indio huido de los Aucaces, y dijo, que estos ya
estaban cerca, que venian á avanzarlos; pero que hallado en el camino á
la _Cacica Vieja_, les dijo que juntasen mas gente, ó que no viniesen,
porque estaban los cristianos con _Chulilaquin_, y que venian á morir;
y así, que fuesen á buscar más gente, y que por esto se volvieron. Esta
noche dicen que llegó otro con la noticia de que decian los Aucaces,
que los cristianos eran buenos esclavos.


DIA 21.

Se pasó la noche sin novedad. Amaneció con el viento al O récio, y en
exceso frío. Estuvieron los indios muy contentos, y _Chulilaquin_ de
vestido y baston.

Hoy acaeció entre estos salvajes una gran fiesta, y la mayor entre
ellos, por haber alcalizado su pubertad la nieta de este cacique.

A las 5 de la tarde vino un indio con la noticia de que los Aucaces
habian mandado llamar á los Peguenches de uno y otro lado de la
Cordillera, para venir contra nosotros; y estos que habian respondido
si habian de venir á buscar balas, y que no quisieron: por lo que los
Aucaces estaban enteramente desmayados.


DIA 22.

Amaneció nublado, y el viento al O friísimo y récio, sin darme lugar
á poder hacer ningun reconocimiento, de cuyo modo se mantuvo todo el
dia. A las 11 de la mañana llegó un indio de entre los Aucaces, y dijo,
que estos habian convidado á los Peguenches de la una y otra parte
de la Cordillera, para que los ayudasen contra nosotros, y que estos
habian respondido que no querian venir á guerrear con los cristianos,
porque no sacarian de ellos otro fruto que muchas balas. Que asimismo
procuraron ellos solos venir sin el auxilio de los Peguenches, pero
no queriendo muchos caciques acompañar á los otros, por quien eran
solicitados, llegaron á enojarse los unos con los otros, de modo que se
trabó una contienda en la cual murieron muchos.

A las 3 de la tarde vino á bordo la muger del cacique Francisco, á la
que agasajé como siempre.

Al ponerse el sol les dí el santo á los indios, y largué embarcaciones
de tierra. A las 9 de la noche se dejó caer un aguacero fuertísimo, con
viento OSO duro; cesó este, y cayó nieve hasta las 2 de la mañana; y
prosiguen los indios los bailes, en obsequio de lo acaecido á la nieta
de _Chulilaquin_.


DIA 23.

Amaneció en calma: las montañas cubiertas de nieve, y los llanos del
rio de una grande helada. A las 8 de la mañana compré un caballo,
y salí con el bote á reconocer el rio _Catapuliche_, sirgando á la
cincha; y á este tiempo se fueron Domingo Goytia y José Oyólas, en dos
caballos que me prestaron, el uno, _Chulilaquin_, y el otro, un hijo
suyo, á reconocer por tierra el _Huechu-huechuen_. Al mismo tiempo
llevaron una mula que prestó _Chulilaquin_, para traer cargadas de
manzanas: fueron acompañados del marido de Maria Lopez, hermano de
_Chulilaquin_ y de un sobrino suyo, indio ladino. Al mismo tiempo
fueron otros indios y chinas á buscar manzanas.

Yo llegué á la boca del _Huechu-huechuen_, y reconocí su entrada: baja
por un despeñadero con rapidísima corriente, por entre espesas peñas,
y es de tanto caudal como el _Catapuliche_. Desde su boca hasta la
Cordillera en línea recta hay una legua. Seguí el _Catapuliche_, y
habiéndolo navegado una legua aguas arriba, arrastrando por el fondo
del botecillo vacio, llegué á donde desplayándose un poco el rio, no
permitió paso para el bote. Aquí fuí por tierra y salieron 5 indios á
la furia por un cerro arriba: luego salieron otros 3 á toda prisa, y
se repartieron tal vez, dando noticia á otros indios, de que íbamos
nosotros. No pudiendo pasar mas adelante, volví á las 4 de la tarde. Al
anochecer dí el santo á los indios, y largué las embarcaciones, y no
vinieron todavia los dos marineros ni los indios que los acompañaban,
ni otros que al mismo tiempo salieron á buscar manzanas.


DIA 24.

Amaneció en calma, habiendo caido esta noche una grande helada. A
mediodia convidé á _Chulilaquin_ á comer conmigo y á otros 4 indios
de su familia, que parece son de los de mas cuenta que componen
esta bárbara república. Ha estado muy regular y atento, así él como
los 4 indios que le acompañaban, sin gastar aquellas pesadeses que
acostumbraban en el establecimiento del Rio Negro. A las 3 de la
tarde vinieron algunos indios y chinas, de los que habian ido ayer á
tomar manzanas. Fuí inmediatamente á sus toldos á preguntar por los
dos marineros que habian ido en su compañia, y me dijeron por medio
de la lenguaraza, que habian quedado, porque se les habian perdido
los caballos. Me impacienté bastante, y dije, que si en el dia no me
traian los dos hombres, que no solo convertiria y reduciria todos
aquellos toldos, sus indios, chinas y muchuchos á ceniza, sino que no
quedaria cerro ni montaña en todo aquel distrito que no deshiciese y
allanase á cañonazos. Diciendo esto, dí una voz á embarcar toda la
gente y á prolongar los costados de las chalupas con los toldos, con
la artilleria prevenida, y las mechas en las manos. Se ejecutó esto
con tanta prontitud, que se quedaron asombrados todos los indios: y
llenos de terror, corrió inmediatamente _Chulilaquin_ á la orilla con
sus mugeres y hermanos: con la lenguaraza corrió asimismo su hija, que
llamamos la _Princesa_, con dos hijos y otros indios y mugeres de las
de primera clase, todos asustados á donde yo estaba, disponiendo las
embarcaciones, suplicando que me sosegase un poco, que mi gente no
pasaria daño alguno, y que primero perderian ellos todos sus vidas.
Me dijo _Chulilaquin_ que cerca de las manzanas estaba su abuelo,
principal cacique de aquella tierra, y que casi todos aquellos indios
eran sus parientes: que su hermano, el marido de Maria Lopez, habia ido
custodiando los cristianos, y su sobrino, por lo que no tenia recelo
alguno, respecto á que estos no habian venido. Al mismo tiempo despachó
6 indios armados á saber de ellos: le hablé con sosiego, y le dije que
yo estimaba mucho mi gente, y que se hiciese cargo de que el cacique
Francisco me tenia un desertor: que los Aucaces me habian muerto dos
con capa de amistad; y que esto me bastaba ya para escarmiento. Me dijo
que tenia razon, pero que pereceria él y todos sus indios en venganza
de algun agravio que hubiesen recibido los dos cristianos que habian
ido en compañia de su hermano.

A las 5 llegaron dos esclavos de _Chulilaquin_, que fueron ayer á
las manzanas, con la noticia de que nuestros dos marineros venian ya
cerca con el hermano de _Chulilaquin_. A las 7 de la noche llegaron á
bordo con un carguero de manzanas, y dijeron que su detencion habia
sido porque habian ido de 8 á 9 leguas de distancia, y en ella, que
se reparte el rio de _Huechu-huechuen_, en siete brazos, que bajan
despeñándose de la Cordillera. Que llegaron muy cerca del Cerro de
la Imperial, por la parte del S: que por las orillas de estos rios
hay muchos árboles con pocas manzanas, por estar ya tomadas de los
indios; pero que desde el parage á donde llegaron no se vé otra cosa
en aquellos distados campos, que espeso monte de manzanos, amarillando
su fruta encima de los árboles: que el suelo está empedrado ó matizado
de esta fruta, en tanta abundancia, que los indios no se detienen en
sacarla de los árboles, sino que la recogen de la que está en el
suelo, amontonándola con los pies para meterla en las bolsas, ó sacos
que llevan para conducirla. Que las tierras son de superior calidad,
campos doblados y llenos de arroyuelos que los baña. Que estos manzanos
no estan solo á las orillas de los arroyos, sino por toda la campaña:
que es la mayor delicia que puede imaginarse el ver aquella tierra
tan fértil y fructifera. Que la tolderia del abuelo de _Chulilaquin_
ascenderá de 80 á 100 toldos: que la laguna de _Huechum-lauquen_ está
detras de un cerro que un indio les señaló, distante dos leguas de
á donde ellos llegaron. Que vieron el parage á donde está enterrado
_Guchumpilqui_, nombrado por estos indios el _cacique alentado_: que
vieron su sangre; y que el hermano de _Chulilaquin_ queria que le
desenterrasen y me trajesen la cabeza, lo que no hicieron por ser ya
tarde. Desde el parage donde estuvieron tomando las manzanas, dicen que
se mira una llanura que se pierde de vista, sin que ninguna serrania
se ponga delante, mirando al O: que al N y al S está la Cordillera
cubierta de nieve; y que esta se les quedaba mas atras de donde
llegaron, y en esta atencion que les parece ya no haber serrania á
dicho rumbo hasta la mar del S, y esta dista del parage á donde me
hallo, en línea recta, 16 leguas.

Prosiguió esta noche el bárbaro baile en obsequio de la nieta de
_Chulilaquin_.


DIA 25.

Ayer estuvo en estos toldos un pariente de estos indios, que está
casado entre los Peguenches: yo no lo he visto, pero me lo dijeron.
Este vino á saber si yo le compraba algunas vacas; y habiéndole dicho
el cacique _Chulilaquin_ que las trajese que se le comprarian, se fué
diciendo, que el dia de hoy las traeria. Preguntándole yo esta tarde
á _Chulilaquin_ como no venia el indio que habia ofrecido traer el
ganado; me dijo, que no habia que fiar, porque seguramente aquel habia
venido á ver y á observar en que disposicion estábamos, y yo sentí no
haberle visto, porque por el interes cualquier indio Aucas ó Peguenche
me conduciria una carta á Valdivia, á fin de tener de allí los auxilios
necesarios para concluir el todo del reconocimiento, por serme
sumamente doloroso que al cabo de haber pasado tanto trabajo, no tenga
con que reconocer el Diamante, ni con que subsistir hasta que lleguen
las crecientes para poder navegar dicho rio; ni el de la Encarnacion,
que hago juicio pasará muy cerca de Chile: y solo me detuve hoy aquí,
por ver si por algun camino se proporciona mandar chasque á Valdivia.
Mas arriba por el rio no puedo navegar por falta de agua, y mas abajo
es alejarme de los indios, por cuyo medio pudiera ser conducida la
carta, y por esto me detuve. Pero ya el pan dá pocas treguas, y si en
el dia de mañana no se proporciona chasque que vaya á Valdivia, tengo
ya determinado el regreso al establecimiento del Rio Negro.

Hoy regalé á _Chulilaquin_ y su familia con algunas bujerias y tabaco,
y á otros de los principales, de lo que quedaron agradecidos, y regalan
á los marineros manzanos, piñones, y les ofrecen de sus comidas con
bastante agasajo.

Al hijo de _Chulilaquin_, que mató á _Guchumpilqui_, le sobrevino una
grande calentura. Lo visité muchas veces: le hice poner puchero, y el
sangrador le aplica los remedios que le parecen á propósito; y de esto
están mas agradecidos. Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_:
recogí toda la gente, y largué las embarcaciones afuera.


DIA 26.

Amaneció con el viento al SO fuerte, y aunque deseo mucho el ver
algunos Aucaces ó Peguenches, para por su medio dar aviso á Valdivia
de mi paradero, á fin de tener de allí los auxilios necesarios para
proseguir el reconocimiento con las crecientes, no me dán lugar los
viveres á esperar mucho; y porque _Chulilaquin_ está tan indispuesto
con ellos por la muerte de _Guchumpilqui_, y asimismo por los dos
marineros que este con su gente se llevó. No me parece sea fácil el que
pueda conseguir el intento, por cuyo motivo le dije á la lenguaraza
que le dijese á _Chulilaquin_, que ya habia llegado la hora de mi
regreso al establecimiento. Sabido esto por _Chulilaquin_, vino á
bordo apresuradamente, y me dijo, que como le queria dejar en manos
de sus enemigos, que no tardarian mas en quitarle la vida, que lo que
yo tardase en salir de junto á ellos con las embarcaciones? A esto le
dije, que como tenia tanto miedo, respecto á juntarse entre sus toldos
y los de su abuelo, sobre 150, entre los cuales habria mas de 600
hombres de guerra; y que los toldos de su abuelo estarian junto con él
dentro de dos dias, pues ya iban viniendo á incorporarse, y estando
juntos ya era suficiente gente para defenderse. A esto me dijo muy
lastimado: ¡Ah, hermano! que Vd. no sabe la indiada que hay entre estas
sierras, que son mas que yerbas tiene el campo, y me la estan jurando
para la hora que de mí se aparten los cristianos. ¿Pues qué, le parece
á Vd. que ellos por mi gente dejan de venir? No: que ellos mismos lo
dicen, y me estan mandando á decir, que á mí no me tienen miedo, sino
á los cristianos. Yo me vine huyendo para seguir para abajo, ó para
arriba la orilla del rio, por ampararme de Vd. Y ahora ¿qué haré si
Vd. me desampara? Mi hijo está enfermo, como Vd. está viendo, sin poder
montar á caballo: mi súplica no se extiende á mas que dos ó tres dias
que pueda Vd. parar hasta ver si mejora, para seguirlo á Vd., y marchar
bajo su proteccion: pues con que sepan los Aucaces que yo salgo á la
par de Vd., es bastante para que no me sigan. A esto le respondí, que
yo me estaria con mucho gusto, pero que no podia de modo alguno, porque
se me acababan los víveres, y no tenia que dar de comer á los soldados,
y que solo podria estarme hasta mañana. Se fué, y mandó chusque con
tanta diligencia á una tolderia que estaba de aquí 6 leguas, que á las
4 de la tarde ya tenia dos vacas en los toldos, y vino inmediatamente,
y me dijo: Hermano, si la causa de apresurar Vd. su viage, es la falta
de víveres, ya esta cesó; pues tenemos aquí dos vacas y vendrán mas:
ya hay que comer media docena de dias. El dueño no quiere por ellas
género de los indios, porque de lo que nosotros gastamos tiene él
con abundancia; pues no es pobre, y nuestras riquezas se reducen á
cueros. Desea algunas cosas de que acá carecemos, y tienen Vds.: si
Vd. quiere comprarlas por algunas cosas de estas, será de cosa á que
estaré agradecido; y sino, las pagaré yo, aunque sea quitándoles á mis
mugeres é hijas las mismas alhajas que Vd. les dió, para comprarlas; á
fin de que Vd. aguarde á que mi hijo se mejore, cuanto pueda llevarlo
sobre un caballo.[22] Le dije que no queria que se destituyese de sus
cosas: llamé al dueño de las vacas, y ajusté una por dos frascos de
aguardiente, y otra por tres cuchillos viejos, un freno idem, dos varas
de tabaco podrido, dos trompos, y unas pocas de cuentas de vidrio.

No me desagradó el estar mas aquí dos ó tres dias, á fin de lograr
si puedo el intento referido; y estando estos indios agradecidos y
persuadidos á que solo por ellos es la detencion, y yo deseo el que se
junten algunos indios de los Aucaces y Peguenches: porque, aunque estan
contrarios tienen parientes casados unas naciones entre otras, y estos
son los que dán los avisos, y puede ser que logre lo que tengo pensado.

Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_: recogí toda la gente, y
largué las embarcaciones afuera.

La anta se llama entre los Guilliches _haleglique_, y el pellejo
_ysanam_.


DIA 27.

Amaneció con el viento al OSO fresco. A las 8 vino el indio que vendió
las vacas, y duró el ajuste de ellas hasta mediodia, habiendo quedado
ajustadas de ayer, porque pedia muchas mas cosas de las en que fueron
ajustadas, alegando el que eran grandes: el trabajo que le habian
costado el haber salido de sus toldos con el frio que hace, solo
por traernoslas. No obstante, no le dí siquiera un ápice mas de lo
ajustado, diciéndole, que las llevase, que yo tambien me marchaba. A
esto vino _Chulilaquin_ y me dijo, que mandase un soldado á escoger las
vacas: así se hizo, y despaché al que las habia vendido.

Al hijo de _Chulilaquin_ le dió hoy un vomitivo nuestro sangrador,
que lo asiste en su enfermedad desde su principio; y asimismo toma
los caldos del puchero que le mandé hacer á mi criado, desde que cayó
enfermo. Asimismo asiste á otros enfermos, contribuyendo yo con aquello
que tengo para su alivio, pues en la caja de medicina no hay con que
curar.

Esta tarde me ofreció el yerno de _Chulilaquin_, marido de la que
llamamos _Princesa_, que mañana pasaria á ver unos parientes suyos,
Aucaces, á fin de negociar chasque á Valdivia, y de camino que iba á
traer piñones. Los chinos y chinas no cesan de conducir diariamente
cargueros de manzanas: las comen crudas, asadas y en todos los
guisados, y hacen chicha y orejones. Con todo, dicen que hay tantas
sobre las sierras, que sin embargo de haber tantas indiadas, no es
posible darles fin, y que el suelo queda de un año para otro empedrado
de manzanas podridas; si bien asimismo dicen, que los Aucaces y
Peguenches no gastan muchas, solo en la chicha, porque tienen mucho
que comer, que estos tienen de todos frutos y legumbres, mucho ganado
lanar, caballar y vacuno, y que por esto gastan poca manzana en la
comida; pero en la bebida que gastan muchísima, y que por el tiempo de
las manzanas están casi siempre borrachos.

Al anochecer le dí el santo á _Chulilaquin_, y largué las embarcaciones
afuera.


DIA 28.

Al salir el sol me fuí al toldo del yerno de _Chulilaquin_, á fin de
que abreviase el viage, y á encargarle que me trajese dos docenas de
piñas con piñones, porque ademas de que deseo verlas, estimaria que
me las trajesen por conducirlas al Rio Negro, de donde se podrian
remitir al Exmo. Señor Virey, y aun á la Corte, porque me parecen
serian dignas de verse por su extraordinario tamaño, segun me dicen: y
segun la proporcion que tienen los piñones de España con las piñas, es
preciso que estas sean mayores diez ó doce veces que nuestras piñas de
España, pues me parece que un piñon de estos excede á uno de aquellos
en tamaño, en otras tantas, y aun mas. Llegué á dicho toldo, y en él
hallé una porcion de indios, los cuales, oyendo lo que yo le encargaba
al indio, yerno de _Chulilaquin_, por medio de la lenguaraza, que
todo se reducia á que examinase los dias de camino que habia desde
aquí á Valdivia, y viese si podia negociar chasque que me condujese
una carta á aquella plaza; si desde el Cerro de la Imperial se veia
la mar; que me trajese las piñas. A este tenor formaron dichos indios
conversacion en el asunto, y dijeron, que desde aquí á Valdivia habia
tres jornadas en cualquier mancarron: que un chasque podia con todo
descanso ir y venir en siete dias, tres de ida, tres de vuelta, y uno
para estar allá: que el camino era muy corto, pero que no era bueno,
porque por muchos parages de la Cordillera precisaba caminar despacio.
Que si esperaba alguna cosa de Valdivia seria preciso conducirla en
cargueros, porque carretas no podian venir: que al Cerro de la Imperial
nadie podia subir, por estar en todos tiempos cubierto de nieve; pero
que desde su falda se veia bien la mar, porque estaba cerquita. Que
los cristianos de Valdivia tenian muchas embarcaciones, algunas como
estas chalupas, y otras de extraordinario tamaño: que allí habia muchos
fuertes y muchos cañones, muchos mayores que los que traia yo en mi
chalupa. Que algunos cristianos de aquella plaza venian todos los años
á comerciar con los Aucaces y Peguenches, los cuales, traian géneros,
que cambiaban á los indios por ponchos y ganados: y que cuando sucedió
la muerte del cacique _Guchumpilqui_, estaba uno que habia venido de
Valdivia con algunos peones en los toldos del difunto, que distan de
este sitio 5 ó 6 leguas, y que este le habia comprado al expresado
cacique todo el ganado que habia traido de Buenos Aires; y asimismo
habia comprado á otros indios y caciques, y que para esto habia traido
bastantes géneros y algunas espuelas de plata: que ellos mismos le
habian visto dos pares, y uno de ellos entró en la compra que le hizo
del ganado á _Guchumpilqui_, y el otro á otro cacique, pero no saben si
se habria marchado á su tierra este cristiano, porque ellos, sabiendo
la revuelta que habla con la muerte de este cacique, se habian huido:
pero que era regular que ya se hubiese ido por tener todas las compras
hechas, y que estaba para irse cuando ellos se vieron, y que tambien
por la revuelta de los indios era regular que dicho cristiano abreviase
su viage. He sentido bastante el haber llegado á tan mal tiempo, cuando
acaeció esta muerte, que, á no ser así, pudiera que nos llegasemos á
ver, y á informarnos de dicho Valdivia; y aun poder con él pasar á
dicha plaza, y lograr todo cuanto se podia apetecer.

El yerno de _Chulilaquin_ me dijo que en esta luna se caian todos los
piñones; que los indios los amontonaban por el suelo; que era mucha
la abundancia de esta fruta: pero al mismo tiempo que se caian los
piñones se caia tambien la hoja ó cáscara que los guardaba, quedándose
solo el palo de enmedio. Le volví á encargar supiese bien si habia
algun cristiano de Valdivia entre aquellos indios, y le diese noticia
de nosotros, y de no haberlo, viese si hallaba el expresado chasque: á
mediodia se fué.

Anocheció lloviendo: le dí el santo á _Chulilaquin_, y largué las
embarcaciones afuera.

El parage á donde hace confluencia el _Huechum-huechuen_ con el
_Catapuliche_, está en 39° 40′ de latitud sur. Este pertenece al dia 29.


DIA 29.

Amaneció nublado, con viento O fuerte y muy frio. A las 8 empezó
á aclarar, y salí á observar la latitud del desague del rio
_Huechum-huechuen_: volví á la 4 de la tarde. Hoy condujeron las chinas
de 50 á 60 cargueros de manzanas. Salieron á las 8 del dia, y volvieron
á las 2 de la tarde; otras que salieron ayer á mediodia, volvieron
hoy á las 4 de la tarde, y estas dicen fueron al _Huechum-huechuen_,
porque las manzanas de allí son mucho mejor que las de otras partes.
Yo bien pudiera á poca costa cargar las chalupas de esta fruta, pero
viene la manzana toda lastimada ó golpeada, así porque la que recogen
del suelo ya lo está del golpe que llevó en la caida, como porque en
los cargueros se machacan unas con las otras, y con las arreatas y
trote de los caballos, de modo que se hallan muy pocas sanas, y que se
puedan guardar. Yo embarqué mas de 8,000, y registrándolas esta tarde
las hallé casi todas podridas: de manera que pienso en registrarlas
mañana, y de los pedazos que hallo sanos hacer orejones. Son muchas
las calidades de manzanas que hay, pero es cierto que en gusto no
le exceden las de Galicia, mi patria. Hoy al anochecer me trajeron
doce camuezas, que se pudieron escoger entre dos cargas de las menos
lastimadas; que es cierto que dá gusto el mirarlas, y á esta calidad
de manzana le llaman en mi país _repiñaldos reales_. Yo, á lo menos,
no he estado en parage de todos cuantos tengo andados, á donde hubiese
tan buena, tan diversa ni tan abundante manzana como aquí. El yerno de
_Chulilaquin_, que lo esperaba hoy, no ha venido. Al anochecer le dí el
santo á su suegro, y largué las embarcaciones afuera.


DIA 30.

Amaneció con viento al SO duro. A mediodia me trajo _Chulilaquin_
una bolsa de manzanas, para que se las llevase de su parte al
Super-Intendente. A las 3 de la tarde llegó el yerno de _Chulilaquin_,
el que vino luego que llegó á los toldos, á bordo, y me dijo que no
habia hallado quien quisiese ir á Valdivia, no solo por los Aucaces de
_Guchumpilqui_, sino por los del cacique _Guchulap_, con quien están
muy contrarios por los robos que poco há se han hecho unos á otros.
Me disgustó bastante esta novedad, por lo cual hice venir á bordo á
_Chulilaquin_, y le dije: que á él y á mí convenia el que abreviase
su viage rio abajo, y que si no lo hiciese así, que lo desampararia,
y seguiria rio arriba (yo nunca le manifesté á _Chulilaquin_, que la
causa de mi detencion aquí era por falta de agua, para poder navegar)
y me dijo, que ya veia como estaba su hijo, que aunque algo mejorado
no se podia poner en pié derecho, y así que me pedia solos dos dias
de término, y al tercero que levantaria sus toldos y caminaria. Esto
lo hice por si saliendo de aquí _Chulilaquin_, vienen los Aucaces ó
Peguenches, que acaso tratando con ellos, se podrá acomodar alguna
ventaja mayor que la que se logra con estos; pues estos no tienen
que dar ni que quitarles en un caso urgentísimo, por su pobreza. Al
anochecer largué las embarcaciones afuera, habiéndole dado el santo de
_Chulilaquin_.


DIA 1.º DE MAYO.

Amaneció con viento fuertísimo, el que se mantuvo hasta las 4 de la
tarde, que empezó á llover. Anocheció lloviendo fuerte; hoy casi todo
el dia estuvo á bordo _Chulilaquin_: á la noche le dí el santo y se
fué á su toldo. Con motivo de haberse mantenido hoy á bordo, y un
hermano suyo que está bien impuesto en el rio de la Encarnacion, les
hice diversas preguntas del país por medio de la lenguaraza, y me
dijeron que en aquel rio habia mucha cantidad de maderas, y en tanta
abundancia, que en muchas partes no se podia romper á pié ni á caballo,
por su espesura; y que eran muy altas y gruesas. Que la casa y capilla
que habian hecho los cristianos en la orilla de aquel rio, distaba
jornada y media á caballo de su desague: que en aquel sitio habia mucha
cantidad de papas ó batatas muy grandes: que siguiéndolo aguas arriba,
un poco mas, y cortando el campo, dejando el rio á la izquierda, luego
se veia la mar. Que habia poco tiempo que los cristianos habian andado
en dicho rio con una embarcacion, la cual se les hizo pedazos entre las
piedras, y que el parage á donde está dicha capilla y casa se llama
_Tucamelel_, y el rio.

En este rio se hallaron estos indios con los Tehuelches de San Julian,
con los cuales dicen hicieron mucho comercio, porque venian muy ricos
con las alhajas que les habian regalado los cristianos de aquel
establecimiento.

A las 10 de la noche cesó la lluvia, y volvió á establecerse el viento
por el O muy récio, de cuyo modo se mantuvo el resto de la noche.


DIA 2.

Amaneció nublado, y el viento al O duro. Hoy recogí algunas manzanas,
é hice un barril de cidra de diez frascos; y hechas las cuentas de las
que consumió la gente desde que estamos aquí, y las que entre unos y
otros tienen y existen embarcadas, ascendian al número de treinta mil.

Desde esta mañana hasta la noche creció el rio cerca de media vara,
cuya creciente me es indispensable aprovechar para mi regreso, pues á
no hacerlo así, me será casi imposible poder estorbar que las chalupas
se hagan pedazos entre las piedras, de los muchos despeñaderos que se
hallan en este rio, por su violentísima corriente.

Hoy quedó _Chulilaquin_ en que mañana seguiria su marcha.

Anocheció nublado, y el dicho viento; se llevó la misma formalidad
de darle el santo á _Chulilaquin_, como en las noches antecedentes,
quedando él en observar como siempre las órdenes que le he dado: recogí
toda la gente, y largué las embarcaciones afuera.

A las 10 de la noche estaba la creciente en su mayor incremento, que
llegó á cerca de tres pies.


DIA 3.

Amaneció el viento al O fuerte, y esta noche bajó el rio un palmo:
continuó bajando todo el dia. A las 8 de la mañana le dije á
_Chulilaquin_ como no habia ya levantado su tolderia, y me dijo que
la causa era el estar una sobrina suya de parto, y que á lo menos le
era forzoso esperarse dos dias, para que pudiese montar á caballo.
Averigué el caso, y era cierto. A mediodia le dije que ya no le
esperaba mas, y que en el dia de mañana seguia mi viage. Me suplicó
que no le desemparase, ya que le habia hecho tanto favor: que me debia
la vida; que no le dejase en manos de sus enemigos, y diciéndole yo:
qué miedo podia tener cuando estaba tanta gente junta; me dijo que
su vida la tenian comprada los parientes de _Guchumpilqui_, porque
habian regaládole, y pagádole fuertemente á todos los caciques
inmediatos que habitan esta serrania, para que todos con sus indiadas
viniesen incorporados para acabar con él y con sus indios, pero
que solo el respeto de nosotros habia sido capaz de contener esta
faccion; pero que estaba cierto y seguro de que los Aucaces lo
seguirian hasta su tierra, por lo cual pensaba en variar camino y
retirarse hasta nuestro establecimiento del Rio Negro. Me nombró los
caciques de la faccion, que ascienden á 27, los cuales viven en estas
inmediaciones, y son los siguientes:--_Guchulap_, _Guchumpilqui_,
(hijo del muerto) _Niquinilla_, _Pevnaquin_, _Cuijual_, _Pangacal_,
_Chaquelaelna_, _Chopá_, _Nangohuel_, _Cachuachen_, _Marnaiel_,
_Nengulaldá_, _Tamoahenta_, _Naquinavajen_, _Gulchunchen_, _Mencon_,
_Cholon_, _Milaon_, _Milaoente_, _Ignacio_, _Lejep_, _Mechecaoxque_,
_Quelasquen_, _Maniloal_, _Cusjilap_, _Milelenco_, _Milahuente_; y dice
_Chulilaquin_ que las indiadas de estos caciques es tan numerosa, que
excede á las arenas que tiene el rio en sus orillas[23].

No obstante todo esto, le dije que no podia detenerme, pues me faltaba
el bizcocho, y que los soldados no sabian comer sin él. Se desconsoló
mucho, y yo preparé mis cosas para salir el dia de mañana. Hoy mandé
exprimir manzanas para completar un barril de carga de zumo, y quedó
lleno: pero bien se puede hacer aquí bastante cantidad de cidra, y que
sea suficiente, y aunque sobre de la que se pueda consumir en todo el
vireinato de Buenos Aires.


DIA 4

Al amanecer se empezó la faena de acomodar todas las cosas de las
chalupas para nuestro regreso. A las 8½ me despedí de _Chulilaquin_,
que poco le faltó para llorar, y me puse en viage para el
establecimiento; pues ya no me dan lugar los víveres á poder subsistir
mas en este sitio: pero aun no habia perdido de vista los toldos,
cuando ví que los indios á toda prisa recogian su caballadas. A las 10
hallé unos 3 ó 4 toldos, y pasé sin parar. A la 1 de la tarde descubrió
agua la chalupa San Francisco, en tanta cantidad que se iba á pique.
Arrimé á tierra y junté toda la gente á su descarga, y se reconoció que
una piedra le habia abierto un agujero que cabia el puño por él. Este
golpe lo recibió en la última varada, que, desde que salí hasta que
arrimé á tierra, varamos tres veces; y en todas ellas fué preciso echar
toda la gente al agua, y costó bastante trabajo el sacarlas.

Luego que se descargó, la hice varar, se le hechó este rumbo, y se
volvió á echar al agua. Al anocher ya la tenia cargada y lista para
navegar.

En cuanto se estuvo componiendo la chalupa, hice traer cerca, ó mas de
200 manzanos chicos, que puse con tierra en un cajon para llevar al
establecimiento, y en este intermedio pasó la indiada de _Chulilaquin_,
rio abajo: tal es el miedo que tiene á los Aucaces, y la prisa que se
dió en levantar los toldos; pero es cierto que si nosotros estuvieramos
junto de sus toldos, él no pensaria en moverse de allí. Mandó un
esclavo á decir que paraba un poco mas abajo: él no llegó, por haber
una barranca muy alta y una laguna de por medio. Anocheció claro y en
calma.


DIA 5.

Luego que aclaró el dia me puse en camino, navegando aguas abajo el
rio. Vararon tres veces esta mañana las chalupas; en sacarlas se tardó
dos horas: no obstante llegué al rio de la Encarnacion, ó á la isla
que tiene en su desague, á donde dejé las maderas cuando fuí para
arriba, á las 2 de la tarde, habiendo hecho en las dos mañanas de ayer
y hoy, el camino que hice cuando fuí para arriba en 21 dias, tal es
la violencia que trae la corriente de este rio; y esto sin velas, con
viento, aunque poco, por la proa, ni otros remos que los necesarios
para el gobierno.

A las 8 de la mañana hallé la tolderia de _Chulilaquin_, pero pasé
sin arrimar á tierra ni hablar, mas que la griteria de los indios y
marineros, que se despedian con algazára.

Luego que llegué á la isla, y habiendo en ella hecho la gente mediodia,
hice escoger y cortar un pedacito de madera de todas las calidades
que allí habia dejado para conducir al establecimiento del Rio Negro,
escribiendo en cada uno su diámetro.

Las cordilleras están tan cubiertas de la nieve que cayó en ellas en
los dias que estuve en el _Huechum-huechuen_, que ya no se vén aquellos
promontorios de piedras que se veian cuando fuí para arriba, sino una
superficie en cada cerro, blanca y lisa, habiendo tapado ó llenado la
nieve sus grandes y profundas concavidades.


DIA 6.

Salí de la isla al salir el sol. Toda la mañana ha estado nevando sobre
las sierras inmediatas al rio, sin caer ninguna en el valle. Toda la
tarde cayó en el valle, aunque no en mucha cantidad, pero derretida.
Navegué este dia, nueve, de los que fuí para arriba, y sin varar, solo
sí tocó un poco sobre una piedra la chalupa San Juan, por lo cual no
fué preciso que este dia se echase la gente al agua, único, en siete
meses y nueve dias que aquí salí del establecimiento del Rio Negro,
para este reconocimiento.

A la noche se le sacaron á la chalupa San Juan, 40 baldes de agua; y
á no estar el rio tan crecido, desde luego á esta hora estarian las
chalupas hechos pedazos.

Despues que se incorporaron con el rio principal el de la Encarnacion,
y el que Falkner llama _Desaguadero_, hallé el rio tres palmos mas
crecido que cuando fuí para arriba. Todas las cañadas y zanjas que
entonces estaban secas, traen porcion de agua, de modo que no se vé
otra cosa que hermosos arroyuelos que de todas estas sierras bajan al
rio precipitadamente: con lo poco que ha llovido, se abrieron infinitos
manantiales, que antes no se conocian por otra cosa que por algun
verdor que se hallaba entre las ásperas y áridas serranias.

Anocheció lloviendo, á cuya hora me acampé á la parte del N del rio.
Duró la lluvia hasta las 10 de la noche, que cesó, y se llamó el viento
al SE récio.


DIA 7.

Amaneció nublado, y con el viento al SE sumamente fuerte y contrario á
mi navegacion. Al salir el sol proseguí mi viage, y á las once de la
mañana salí de la serrania que forman los albardones de la Cordillera,
en la que cayó nieve todo el dia, no obstante estar el viento tan
fuerte de proa, y el dia frio é incómodo, y en una estacion en que
los dias son muy cortos. Navegué ocho, de los que fuí para arriba, de
manera que sale á cada hora de navegacion para arriba, una hora de
navegacion para abajo, y en ella se descuenta la navegacion de un dia
para arriba.

Al anochecer me acampé en una isla, y á esta hora entré en las
Barrancas Coloradas.


DIA 8.

Salí al amanecer con viento fresco y contrario: vararon cuatro veces
las chalupas en el Salto del Mosquito, y despues entre las islas
vararon cinco veces. Fué preciso echar toda la gente al rio, con frio
excesivo. Navegué este dia la distancia que navegué en 16 cuando fuí
para arriba, que desde luego asciende á 40 leguas por el rio.

Ya cerrada la noche me acampé en una isla. A las once empezó á llover,
y duró el agua hasta las 9 de la mañana siguiente.


DIA 9.

Amaneció lloviendo. A las 9 de la mañana cesó el agua, y seguí mi
viage. A las 11 llegué á la isla á donde habia dejado enterrados los
Barriles, los que desenterré con lo demas que habia dejado, y se
acomodó todo á bordo de las chalupas; y para ello le descargaron y
limpiaron. A las 4½ de la tarde tenia ya las embarcaciones cargadas
y prontas: á dicha hora hice toldar, y me quedé en dicha isla por estar
lloviznando.


DIA 10.

Amaneció cerrado de neblina y en calma. A las 7½ empezó á aclarar, y
me largué de la isla al remo. A las 3 de la tarde llegué á la _Estatua
del Indio_, habiendo pasado como ocho cuadras mas arriba por la boca de
un arroyo chico que viene del S, y entra en el rio principal por dicha
parte. Este viene muy de tierra adentro: la tierra de sus orillas es
infeliz.

A las 3½ de la tarde hallé un toldo, como dos cuadras mas arriba
de la _Cabeza del Carnero_, y arrimé á tierra para saber qué gente
era: pero fué buena esta diligencia, porque á penas nos divisaron los
indios, dispararon, llevándose por delante como unas 100 cabezas de
ganado caballar. Asimismo dispararon tres chinas á pié, abandonando
el toldo y cuanto tenian en él: era fácil el alcanzarlas, pero no
quise que las siguiesen. Fuí á ver el toldo, de donde me retiré
inmediatamente, sin permitir que nadie le tocase cosa alguna de cuanto
en él habia. Hice embarcar la gente, y seguí mi viage.

Conocí que estos indios venian del oriente, por haber hallado en el
toldo una fruta que produce el chañar, que los indios llaman _daal_, la
que no se cria sino del Choelechel para adelante.

Tambien me hace creer que por aquí cerca se crian manzanos, el haber
hallado en dicho toldo una rama que me parece no pasa de uno á dos dias
que se sacó del árbol, porque todavia no estaban las hojas marchitas.

Otras señas me dieron á conocer que estos indios venian de la parte
oriental, como el tener muchos cueritos de zorrillo, yeguas, sal, goma,
&a., que no hay por la parte occidental.

Al anochecer me acampé á la parte del S, en el mismo sitio en donde me
acampé el dia 4 de Febrero, cuando fuí para arriba.


DIA 11.

Esta mañana proseguí navegando el rio aguas abajo, sin haber habido
otra novedad que la de haber varado tres veces las chalupas, pero por
ser el fondo de arena gruesa, no se maltrataron. Al anochecer me acampé
en una isla, y divisando la punta de la barranca del Diamante.

Con lo que ha llovido desde que fuí para arriba, se advierte otro
verdor en estos campos, pero solo las márgenes del rio, y á donde las
crecientes los bañan pueden fructificar: esto es, en los llanos que
hay desde el Diamante hasta la Encarnacion del Indio, que son los mas
dilatados, pues de allí para arriba van muy cortos.


DIA 12.

Amaneció en calma y cerrado de neblina muy densa. A las 9½ empezó
á aclarar, y á esta hora proseguí mi viage al remo. A las 11½
llegué al Diamante, entré en él, y lo hallé mas bajo que cuando fuí
para arriba. Arrimé á tierra, y reconocí que no me permitia navegarle,
aunque tenia dispuesto, si lo hallase crecido, de seguirlo algunos
dias.[24] A las 2 de la tarde salí de él, y proseguí mi viage hasta la
noche, que me acampé á la parte del S, habiendo varado esta tarde las
chalupas tres veces.

Por las orillas del Diamante me parece que no habitan los indios,
porque no se hallan caminos, ni veredas en ellas.

Luego que salí de la serrania, advertí el tiempo mas templado, cuya
suavidad se experimenta, al paso que se alarga la distancia de ella.


DIA 13.

Salí esta mañana prosiguiendo el rio aguas abajo, el que tiene ahora
menos agua que cuando fuí para arriba, cansado por la poca que en
este tiempo trae el Diamante. Este en aquel tiempo venia mas crecido
que ahora, antes de venir á unirse con el otro: entonces los dos
incorporados tenian mas agua que ahora. Ahora el principal trae
mas agua que traia en aquel entonces; pero el Diamante, ó los dos
incorporados juntan ahora menos caudal que en aquel tiempo: luego
quien causa esta alteracion en el conjunto de todos los rios, y en la
estacion presente, es el Diamante.

Desde que se junta este rio al principal, no corre el agua la mitad que
antes de juntarse.

Tambien á proporcion que vá alargando la distancia de las nacientes
de los rios y de las serranias de la Cordillera, vá minorándose la
velocidad de la corriente.

Hoy estuvo el viento al SSE bonancible, y no hubo mas que una varada,
que costó poco sacar las embarcaciones.

Al anochecer me acampé á la parte del S.


DIA 14.

Salí á las 9 de la mañana, por estar hasta esta hora cerrado de densa
neblina. A la 1 de la tarde pasé el sitio á donde se fué, y apartó
_Guchumpilqui_. Al anochecer me acampé media legua distante mas arriba,
donde hallé los indios Aucaces el dia 31 de Diciembre del año pasado.

Esta tarde vino el viento por el NNE bonancible, de cuyo modo anocheció.


DIA 15.

Luego que aclaró el dia, seguí viage en calma hasta la tarde, que vino
el viento por el S bonancible. A la noche me acampé, habiendo navegado
este dia 4½, de los que fuí para arriba: anocheció claro y sereno.


DIA 16.

Salí de mañana, estando el viento al SSE y nublado. A las 10 pasé el
parage á donde se desertó Benites. Al anochecer vararon las chalupas:
se tardó una hora y cuarto en sacarlas. Arrimé á tierra á la banda del
S, y me acampé una legua mas arriba de la Fortaleza de Villarino.


DIA 17.

Salí de mañana y llegué á la Fortaleza de Villarino, en el Choelechel.
En este sitio hallé la estacada, ranchos y trinchera, en la misma
conformidad que lo dejé cuando fuí para arriba: en aquel tiempo
me parecieron estas tierras buenas para el cultivo, pero ahora me
parecen mucho mas superiores. En los sitios á donde todo habia quedado
trillado, hay pasto muy alto y vicioso. A las orillas de la estacada, á
donde se movió la tierra para hacer la zanja, está el pasto de una vara
de alto debajo de la enramada, á donde tenia yo el cuerpo de guardia
que se habia hecho él solo á pison: estaba todo cubierto del expresado
pasto, de cardos, cerrajas y de navos. Hallé habas, que he recogido
ya en el suelo, que se habian caido de maduras: otras hallé verdes,
otras en flor todo vicioso, producidas de algunas que, por descuido, se
habrán caido en el tiempo que pasó aquí la expedicion: y por considerar
esta tierra tan fructífera, hice sembrar en ella semilla de manzana.

Es cierto que en todo este rio no hay parage mas á propósito para
recoger, cultivando las tierras, abundantes frutos, á mi parecer.

Paré aquí el resto del dia, para componer velas, toldos y otras cosas,
para cuya conclusion hace falta todo el dia de mañana.

Esta tarde salí un corto rato por examinar si hallaba vestigios de
haber estado indios en este sitio en el tiempo que aquí falto de él, y
reconocí que no estuvo nadie, y hallé muchas gamas: pero me admiró la
abundancia de perdices; porque con ser muy corto el rato, y estar el
dia muy malo con un viento fuertísimo al NNE, maté 15, sin apartarme
mas que dos ó tres cuadras de los ranchos: asimismo tiene la isla en
frente superiores tierras.


DIA 18.

Toda la noche estuvo el viento al NNE fuerte, y siguió todo el dia.
Salí de mañana á registrar las tierras vecinas y el potrero, del cual
saqué 46 perdices: y por haber tiempo que faltan los indios de estos
parages, concurrió á estos llanos y potreros muchísima caza mayor.

Hoy se acabó de componer las velas, toldos, remos y otras cosas, é
hice hacer cuatro docenas de velas, por habérseme acabado las que hice
en este mismo sitio, cuando fuí para arriba. Asimismo conocí aquí el
árbol, de quien sacan los indios aquella goma ó resina, semejante á
nuestro incienso, citado por Falkner, del que dice que lo tienen los
indios por sagrado: y así en esto como en otras muchas cosas, padece
este ingles bastantes equivocaciones, las que puede que yo manifieste
al fin de este diario. Y la causa de ellas me parece que es, el no
haber el dicho Falkner andado estos parages, y sí, haber adquirido
noticias de ellos por los indios y por el cacique _Cacapol_, que
habitaba en el Choelechel, cuando se retiraba de robar en las pampas
de Buenos Aires. Conocí ahora en el _Huechum-huechuen_ una hija suya, y
creo que no hay mas de su familia, segun me dijo ella misma, por medio
de la lenguaraza Maria Lopez.


DIA 19.

Salí al amanecer, y no me fué posible adelantar mucho, porque á cada
paso varaban las chalupas, por estar el rio sumamente bajo. A la noche
me acampé á la banda del S.


DIA 20.

Al amanecer proseguí al remo. A las 4½ de la tarde pasé el parage á
donde hallé, cuando fuí para arriba, los primeros toldos. Al anochecer
me acampé en la que se dice _Tercera Angostura_.

_NOTA._--El camino de _Chulilaquin_ se separa del rio en la Fortaleza
de Villarino, y el del _Cacique Viejo_ se separa á donde hallé los
primeros toldos para su tierra, que es cerca del Puerto Deseado. En el
intermedio hay un arroyo que corre al S, pero ignoro donde desagua:
este nunca se seca ni se corta, saliendo del rio por este camino, no
se halla agua en un dia y una noche, y los indios la llevan del rio en
pellejos para beber. Estos caminos me los enseñó ahora la lenguaraza,
como tambien los del Choelechel para el Colorado; y el dicho Choelechel
tiene varios caminos, en cuya inteligencia no estuvimos hasta ahora, ni
tampoco Choelechel se entiende un solo parage determinado, pues tiene
muchas leguas y varios caminos de un rio á otro.


DIA 21.

Al ser de dia proseguí navegando al remo. A la una de la tarde vino el
viento al NO, y pude dar la vela; y vine á acamparme á la banda del S,
distante 6 leguas de la Angostura. Anocheció con el viento al NO fuerte.


DIA 22.

Al amanecer me hice á la vela y remo, con viento al NO fresco: duró
todo el dia, y este ha sido el de mayor navegacion despues que pasé el
Diamante. A las 3 de la tarde pasé el parage á donde puse el palo al
Champan. A las 4½ el camino de San Antonio: á las 5, la Angostura, y
me acampé al anochecer á la parte del S; al oriente, media legua de la
Angostura, sin haber varado ayer ni hoy: pero desde ante ayer creció el
rio, á mi parecer, mas de 5 pies.


DIA 23.

Amaneció lloviendo. A las 8½ cesó de llover, y me hice á la vela y
al remo con viento NO flojo. A las 2½ de la tarde pasé la última
Angostura, y vine á acampar dos leguas y media de ella, á la banda del
N del rio. Anocheció lloviendo y calma.


DIA 24.

Al amanecer me puse en marcha al remo por estar calma. Al mediodia
llegué al Corte de la Madera: allí supe que José Domingo Gonzalorena
habia ido con una partida, rio arriba. A la media hora de estar allí
llegó dicho Gonzalorena, y me dijo habia llegado á la Fortaleza de
Villarino. De allí salí á las 2 de la tarde, y vine á acampar en la
Isla de los Gallegos.


DIA 25.

A las 6 de la mañana proseguí mi viage al remo, y á las 8½ anclé en
el establecimiento del Rio Negro, habiendo saludado á la plaza con 9
cañonazos. Desembarqué, y me presenté con la expedicion de mi cargo al
caballero Super-Intendente: con lo que concluí este diario, que aunque
tiene bastante que enmendar, por no ser posible examinar con propiedad
algunas cosas que están en él escritas, cuyos juicios salieron despues
inciertos, y otras anotaciones, lo dejo para cuando se hagan los planos
que pertenecen á este reconocimiento, con cuya presencia se puede mas
bien demostrar y hacer patente todo, desde lo que mas interesa hasta la
parte mas mínima.[25]

Acabados de hacer los expresados planos, no huvo tiempo para corregir
este diario, así de los errores de los rumbos y distancias calculadas,
(para que apareciesen las operaciones claras) como de algunos errados
juicios y otras cosas que en él se escribieron y apuntaron, solo para
memoria: las cuales no servirán acaso mas que para que fastidie su
lectura. Pero no son de momento alguno para el fin principal.

_Rio Negro, y Agosto 16 de 1783._

                                                   =BASILIO VILLARINO.=



OFICIO

_Del Intendente á Villarino, para que exponga todo lo que juzgue
necesario para emprender segundo reconocimiento._


                                  I.

Como el reconocimiento que acaba Vd. de hacer de este rio, le presenta
distinta inteligencia para comprender en la forma que podrá reconocerse
lo mucho que falta por descubrir, me informará Vd. con toda claridad
en que términos podra lograrse tan importante asunto; exponiendo: Qué
número de embarcaciones y marineros se necesitan: qué víveres y efectos
han de conducirse: en qué forma y con qué gente: qué puestos se deben
tomar para sus acopios: con qué carretas, tropas, peones y caballada
se han de convoyar: cuantos soldados, peones y caballos deben seguir
la expedicion por el rio? De modo que no ha de omitir Vd. lo mas
mínimo que conceptúe necesario para la expedicion, por la experiencia
adquirida, que con la mayor ingenuidad no me lo haga presente, por
convenir así al servicio del Rey.

Dios guarde á Vd. muchos años.--Fuerte del Carmen, Rio Negro, 12 de
Agosto de 1783.

                                                   FRANCISCO DE VIEDMA.

Señor D. Basilio Villarino.


II.

Respuesta de Villarino.

MUY SEÑOR MIO:--

Recibí la órden que Vd. se sirve darme, para que le informe de todo
cuanto se necesita para concluir el reconocimiento de este rio, para
cuyo cumplimiento se necesita superior talento al mio.

Desde este establecimiento hasta donde llegué con las embarcaciones, se
puede ir en los mismos términos que fué la expedición pasada: y para
mayor facilidad, llevando caballos para la sirga, y seis pies de cabo
de primera, tres de ellas de tres pulgadas de grueso, y las restantes
de dos.

Desde dicho sitio para arriba no puedo saber lo que se necesitará;
pues, no sé los estorbos que puede haber un cuarto de legua mas
adelante, y por consiguiente, cuanto dijese y propusiese sobre esto
asunto seria pura congetura.

Es cuanto puedo decir á Vd. sobre el asunto.

Dios guarde á Vd. muchos años.--Rio Negro, y Agosto 17 de 1783. B. L.
M. de Vd., su mas atento y rendido servidor--

                                                     BASILIO VILLARINO.

Señor D. Francisco de Viedma.


III.

_Oficio del Intendente al Virey._

EXMO. SEÑOR:--

Muy Señor mio. Llegó, á Dios gracias, la hora de poder conseguir de D.
Basilio Villarino el plano y diario del reconocimiento que ha hecho en
este rio, y de lograr yo el poder cumplir las superiores órdenes de V.
E., pasándolo á sus manos, como lo egecuto con la mayor veneracion y
respeto.

Igualmente acompaño la instrucción que dí á este piloto para dicho
reconocimiento, y todos los oficios, suyos y mios, concernientes á
este importante asunto, con las notas que V. E. verá, para que con
mayor facilidad pueda hacerse cargo aun de la misma circunstancia
que ha precedido, y de los motivos de no haberse conseguido este
reconocimiento, con otros adelantos y ventajas á las intenciones del
Rey: y ruego á V. E. se sirva leer con cuidado el oficio que me escribe
Villarino, con fecha de 16 de Diciembre del año próximo anterior, desde
el Choelechel, que es el último que vá unido á la instruccion; cuyo
estilo me parece no corresponde al decoro con que debe tratarme, aunque
le asista la mayor justicia: pues esta se debe hacer presente á los
superiores con aquel respeto y moderacion que el Rey manda.

Tambien notará V. E. que en su diario se excede en las expresiones con
que le parece puede herirme particularmente, sobre la última galleta
que se le mandó en el Choelechel, ponderándola de lo peor que podia
darse.

Teniendo yo ya alguna experiencia del modo de pensar de este piloto,
dispute que, antes que se cargára dicha galleta, fuese reconocida por
cuatro sugetos los mas inteligentes que en aquel entonces habia en este
destino, para separar la que fuese de mala calidad: y á este fin nombré
al patron de la _Piedad_, Juan Bautista de Acosta; á su contramaestre,
Estevan Suarez; al capitan de la zumaca _Mercante_, D. Antonio
Rodriguez, y á Juan de Baqueriza; los cuales conformes me informaron,
que por su construccion y calidad toda ella era para aguantarse
bastante tiempo, y por no haberles tomado certificacion por escrito de
esta diligencia en aquel entonces, visto las expresiones de Villarino
que ván citadas, les mandé á los tres sugetos que solo existian en el
establecimiento, lo certificasen.

Aunque es constante que esta última galleta no fué como la primera, es
la causa que aquella se tardó tres meses en hacerla: se cernieron las
harinas, y pusieron de forma, que puede decirse, que era un bizcocho
de dieta, exquisito para enfermos: y por no oir á Villarino, (aun
teniendo mas costos al Rey, que lo que debiera permitirse, pues hecha
la tazmia de esta galleta, resultó de mermas un 25 por ciento) dí órden
se hiciese á su gusto, costára lo que costára. En la que recibió en
el Choelechel no huvo tiempo á esta proligidad, ni las pocas harinas
que en aquella ocasion habia en el establecimiento, daban arbitrio al
mas mínimo desperdicio: y puede V. E. creer con toda verdad, que me
expuse á no tener pan con que mantener la gente. Esta escasez bien la
sabia Villarino, y en lugar de contenerle, le impelia su imposibilidad
á pedir mayor número de bizcocho; y por haberle conocido su intencion,
atropellé por todo para enviarle estos auxilios, y que no tuviese
disculpa de volverse.

Aunque dá por consumido todo el pan, no habia de perecer su gente
en dos meses con los que le quedaban, y mas de 20 á 25,000 manzanas
que desembarcó, para esperar por lo menos en el Rio Diamante las
crecientes, las cuales han sido tan continuadas desde el dia 10 de
Junio, que ha tomado este rio tanta agua, y mas que cuando emprendió su
reconocimiento. Y ciertamente que, cuando reflexiono en estos asuntos,
viendo la facilidad de Villarino con que se ofreció á esta comision:
la mofa que hizo á D. Juan Pascual Calleja por lo mucho que pedia,
y otras circunstancias de que puede informar á V. E. el ingeniero
extraordinario, D. José Perez Brito, y el alferez de dragones, D.
Francisco Javier Piera, con lo que ha hecho, y pudieramos haber
adelantado, salgo fuera de mí, porque soy muy amante de la sinceridad y
verdad, particularmente en materias tan graves como estas, que es hacer
ridiculo el servicio del Rey, y tener muy poco respeto á los superiores.

Por si V. E. encuentra que es conveniente repetir el reconocimiento
á descubrir lo mucho que falta, pasé la órden á Villarino, para que
mee informase por escrito, y con la experiencia adquirida, de lo que
juzgase necesario á esta importancia: y me responde con el oficio
que remito original; en el cual se echa fuera en los términos que V.
E. notará. Y es de admirar que, habiendo experimentado lo que es el
rio, este piloto con la descubierta que acaba de hacer, se conozca
de poco talento para dar el informe que se le pide, habiéndolo tenido
tan superior para contrarestar á Callejas, Zizúr y Bruñel. Pero,
como solo con el diario es bastante á la elevada comprension de V.
E., para determinar los auxilios y disposiciones que deben tomarse,
particularmente habiendo en Buenos Aires y Montevideo hombres de
inteligencia, juicio y madurez, que con vista de dicho diario y plano
podrán exponer su dictámen con otra solidez; y mas si media el del
capitan de navio, D. José Varela, de quien tengo noticias que su
talento, instruccion y juicio, es gloria de nuestra nacion, no es
necesario el de Villarino.

Como no me considero capaz de exponer el mio, por no ser facultativo,
cumplo con mi obligacion y amor al real servicio, ofreciéndome á
ir con la expedicion que se destine, que, como tenga los auxilios
correspondientes, y esté sostenido para que no se me falte en un punto
á la obediencia, puede V. E. creer que la imposibilidad, ó la muerte
rendirá mi constancia. En este supuesto, si vé V. E. que interesa
el que yo vaya mandando la expedicion, mas que el que permanezca en
este establecimiento, espero se sirva enviar sugeto á quien le pueda
entregar el puesto, y que egerza en el todo mis funciones, interin mi
ausencia, que no la juzgo menos que de dos años, si se ha de desempeñar
la comision perfectamente y sus sábias instrucciones, para que sean
cumplidas con toda puntualidad.

Dios guarde la importante vida de V. E. muchos años.--Fuerte de Nuestra
Señora del Carmen, en el Rio Negro, 19 de Agosto de 1783.

Exmo. Señor.

B. L. M. de V. E., su mas rendido servidor--

                                                   FRANCISCO DE VIEDMA.

Exmo. Señor D. Juan José de Vertiz.


IV.

_Respuesta del capitan de navio D. José Varela, al Virey, sobre el
reconocimiento y diario de Villarino._

SEÑOR MARQUES DE SOBREMONTE:--

Amigo y Señor. He leido con mucho cuidado el diario de Villarino, que
Vd. me remitió el 19 por la tarde, y para cumplir lo que Vd. me encarga
de parte de S. E., debo decirle lo siguiente.

Resulta del referido diario que la navegacion del Rio Negro es muy
dificil aun para las embarcaciones que calen dos ó tres pies de agua,
como las que llevaba Villarino. Vd. habrá observado como yo, que unas
veces era preciso descargarlas para que flotasen, otras abrir canales
por donde pudiesen pasar, y casi siempre emplear la fuerza de la
marineria ó de los caballos para vencer con la sirga la rapidez de las
corrientes. Debe agregarse á esto, que desde el parage que Villarino
llama _Cabeza del Carnero_, hasta la laguna en que podemos considerar
el origen ó vertientes del rio, hay diferentes saltos, ó cataratas, que
no pueden franquearse sino con un sumo trabajo; y que en sus orillas
áridas y secas en muchas partes no se encuentra auxilio ni socorro para
las urgencias de la navegacion.

Combinando estas noticias con las que tenemos de la entrada del rio y
de su poco fondo, podemos asegurar que nunca intentarán los enemigos
de la Corona de España invadir por esta parte los establecimientos
que tenemos en la costa del Sur: pues, ademas de las dificultades
y tropiezos de la navegacion, que parecen insuperables para tropas
conducidas de Europa, les quedaria aun que vencer el paso de la
Cordillera para penetrar hasta Valdivia. Y cuando esto se intentase,
¿de donde se habian de sacar víveres? ¿Y en donde se habian de
encontrar caballos ó mulas para la conduccion de los equipages y
pertrechos que necesita un cuerpo de tropas?

Sabemos ya que la direccion del Rio Negro, desde el establecimiento
hasta su origen, es con corta diferencia al ONO, de lo cual resulta,
que la menor distancia que hay de este rio á Mendoza es de 120 leguas.
Con esto queda desvanecido el temor que tuvo nuestra corte, (fundado
sin duda en las noticias de Falkner) de que por el Rio Negro se podria
navegar hasta las cercanias de aquella plaza.

Es cierto que Villarino habla en su diario de otro rio que desagua
en el primero por la parte del Norte, al cual llama _Diamante_: pero
tampoco este puede dirigirse á Mendoza, por la razon siguiente:--Bien
al norte del Rio Negro corre atravesando la Pampa el Rio Colorado,
cuya extension y profundidad me hacen creer que sus vertientes han
de estar á la falda de la Cordillera, y en este caso es muy probable
que la direccion del Colorado sea en una línea casi paralela á la del
Rio Negro, y que el Diamante corra por el espacio que media entre los
dos, hasta su confluencia con aquel. Esta idea, Señor Marques, es muy
arreglada á los principios de la geografia, y por tanto me atrevo á
asegurar que el Diamante no puede dirigirse á Mendoza, porque, ó ha de
ser un brazo del Colorado, ó ha de nacer en la Cordillera como los dos
rios principales.

Es falsa la nota que pone Villarino á su plano, de que Mendoza no está
lejos del confluente del Diamante con el Rio Negro: porque segun la
latitud indicada por el mismo plano, y la que tiene Mendoza, hay á lo
menos 100 leguas contadas por el meridiano, y algunas mas á San Luis,
que está á la parte del norte de Mendoza. Villarino merece que se le
perdone este descuido, porque no tenia delante la carta de Mendoza.

Si el rio _Tunuyan_, que corre por Mendoza, desagua en otro rio, debe
ser en el Colorado y no en el Diamante, como supone Villarino.

A vista de esto, y de lo que expuse en papel separado acerca de las
pocas ventajas que ofrece el Rio Negro para el comercio, agricultura,
pesca, &a., y á que no hay, ni puede haber un fundado y prudente
motivo para temer por aquella parte una invasion de loe enemigos de la
Corona de España, soy de parecer que el establecimiento del Rio Negro
es inutil, y que para asegurar la posesion de aquel terreno, basta
conservar el Fuerte del Carmen, con una mediana guarnicion.

Me alegrára tener mas lucess y conocimientos sobre estos asuntos,
para satisfacer los deseos de S. E., á quien debe Vd. pedir, que,
desentendiéndose de las notas del Super-Intendente, proteja á Villarino
que ha trabajado mucho y bien: pues el mérito contraido por este
piloto es real y efectivo, y en lo demas puede caber alguna duda.

Soy de Vd., como siempre, afecto amigo y servidor.

                                                                VARELA.

_En 22 de Octubre de 1783._


V.

_Otra sobre el mismo asunto, del Brigadier D. José Custodio de Sá é
Faria á S. E._

SEÑOR MARQUES DE SOBREMONTE:--

Muy Señor mio. Yo no puedo con certeza asegurar si el rio del
Diamante se comunica con la jurisdiccion de Mendoza, pues no tengo
mas inteligencia de aquellos terrenos que la configurada en los
mapas impresos, que ponen los origenes del Diamante á la parte del
occidente, vertiendo sus aguas para el oriente, hasta cierta distancia,
y despues sigue su curso como al SSE, con el cual entra en otro rio
mayor que trae su direccion de N para S, y viene de las lagunas de
Guanacache, llamado en el mapa _Miaulu-leubú_, ó rio _Sanquel_, y por
los mendocinos _Rio del Desaguadero_: ni me parece natural que dicho
Diamante pueda tener sus orígines en Mendoza, porque entre este rio
y el llamado de Mendoza, ó _Tunuya_, que corre por el S de aquella
ciudad, y desagua en sobredicha laguna de _Guanacache_, por el rumbo de
NNE. Aun se hallan muchas vertientes que vienen de la Cordillera, que
forman el rio del _Tunuyan_; las cuales ocupan los valles _Corocorto_,
de _Huco y de Jeruha_, cuyo rio forma horqueta, á cosa de 28 leguas mas
al N de la confluencia del Diamante, y para que las vertientes de este
se dirigiesen desde Mendoza, seria preciso cortasen las del _Tunuyan_,
ó hacer un gran rodeo para el O, por adentro de la Cordillera.

El rio _Sanquel_, ó Desaguadero arriba dicho, corre de N para S, entre
San Luis de la Punta y Mendoza, á iguales distancias de ambas ciudades,
como cosa de 20 leguas de cada una; y este rio, á mi entender, debe
desaguar en el Rio Negro, segun la direccion de ambos; y así los
coloca el mapa impreso. Y en este supuesto, (á ser rios que admitiesen
navegacion) no seria dificultoso el tránsito por ellos hasta Mendoza;
porque llegando á la confluencia del _Sanquel_, ó Desaguadero, con el
Rio Negro, se seguiria por aquel hasta la laguna de _Guanacache_ y de
esta se subiria el rio de Mendoza hasta cerca de aquella ciudad. Pero
me consta por noticia de prácticos no ser estos rios navegables, sino
en tiempos de aguas; y que en los que no lo son, hasta las lagunas se
secan.

Segun las congeturas que formo, deducidas de algunas noticias, me
parece que el Rio Colorado sale del rio _Sanquel_: no de la laguna
inmediata al camino que vá de Mendoza á San Luis de la Punta, como lo
trae el mapa impreso, mas sí que tendrá su principio mas al S de la
confluencia del Diamante; por haberme asegurado persona de Mendoza,
que estuvo en la horqueta del Diamante, que marchando de allí para el
E hasta la Punta del Sauce, ó Rio Quinto, no encontrára ni pasára rio
alguno. Luego se debe inferir que el curso del Rio Colorado se dirige
al S del paralelo de la horqueta que forma el Diamante con el rio
_Sanquel_.

A no ser de esta manera, no veo otro arbitrio que el de suponer que
el rio _Sanquel_ sea el mismo Colorado; _y_ que el primero no viene
á introducirse en el Rio Negro: en cuyo caso se puede admitir el
pensamiento de que el Rio Colorado trae su origen de Mendoza. La misma
persona que me informó haber estado en la horqueta del Diamante, me
expresó que su vaqueano, ó práctico, le habia dicho en aquel parage,
que el rio _Sanquel_, ó Desaguadero, descarga sus aguas en una grande
laguna, y que esta desagua en un caudaloso rio, lo que se conforma con
el mapa impreso.

Que D. Basilio Villarino llegase á punto muy distante de Mendoza,
no puede haber duda, por el grande intérvalo que media en los dos
paralelos de aquella ciudad y dicho punto: ni tampoco me capacito
que el rio á que llama del _Diamante_, lo sea; pues este queda casi
en medio de dichos paralelos, ó latitudes; y si él hubiese llegado
á su confluencia, no dudaria yo que él pudiese navegar hasta cerca
de Mendoza por el brazo en que él desagua, que viene del N, (y es
conocido) caso de ser navegable.

Es cierto que el Rio Negro no ofrece ventajas, ni para el comercio ni
para la agricultura: para esta, por la mala calidad del terreno; y
para aquel, por las dificultades del su navegacion. Pero, aunque la
entrada y navegacion de este rio embarace el poder ser invadido aquel
terreno por enemigos, si hubiese empeño de hacer una invasion, la
podrian intentar, dando fondo los navios dentro de la Bahía sin Fondo,
y haciendo el desembarco en el puerto de San Antonio, que no queda á
mucha distancia del Rio Negro.

El transitar con tropas desde el Rio Negro hasta Valdivia, ó Mendoza,
seria aun mas que obra de Romanos; y aun concediendo que dicho rio
fuera navegable, lo hallo impracticable, teniendo su curso por unas
campañas incógnitas y despobladas. ¿Qué embarcaciones serian precisas
para conducir tropas, pertrechos, equipages y víveres? ¿Y de á donde
sacarian maderas de que hacerlas? Para marchar por tierra no son
menores las dificultades, sin caballos, ni carretas, ni parage á donde
poder hallar víveres, si no á muy largas distancias. ¿Y qué obstáculos
habria que superar para atravesar la Cordillera, y despues de ella
hasta Valdivia, ú otro establecimiento? Sin disputa seria mas fácil
buscarlos por el mar del S, que por la parte del Rio Negro.

Dios guarde á V. S. muchos años.--Buenos-Aires, 25 de Octubre de 1783.

B. L. M. de V. S., su fiel y reverente servidor--

                                          JOSE CUSTODIO DE SAA E FARIA.


VI.

_Oficio del Virey al Intendente._

Con la carta de Vd., de 19 de Agosto, he recibido el plano y diario del
reconocimiento de ese rio, practicado por D. Basilio Villarino, quien
se restituirá aquí en primera ocasion.

Dios guarde, &a.--Buenos Aires, 20 de Noviembre de 1783.

                                                 MARQUES DE SOBREMONTE.

Al Comisario Super-Intendente, D. Francisco Viedma.



NOTAS


[1] Téngase presente que desde este dia, hasta el 20 inclusive de
Diciembre, perdió de tiempo Villarino en su navegacion, 45 dias,
gastando los víveres en mantener 62 hombres que estaban en todos. _Nota
de Viedma._

[2] Bien podia haber tenido Villarino presente estas reflexiones, para
no perder los 45 dias de navegacion, que se citan en la nota de 6 de
Noviembre; y para ello véase la nota que se pone en el dia 24 de Enero.
_Vied._

[3] El Super-Intendente no le mandó á Villarino que remitiese los
caballos y peones; todo lo dejó á su voluntad: solo sí le puso á la
vista los riesgos á que se exponia si los llevaba, consiguiente á
cuanto le informó en sus oficios de 3 y 13 de Noviembre, cuyas copias
remite á S. E. _Vied._

[4] Por el Super-Intendente se mandó reconocer este bizcocho antes de
cargarle en las carretas, y declararon los inteligentes ser de buena
calidad, como se acredita de la contestacion que se remite á S. E.
_Vied._

[5] Si este piloto, habiendo devuelto la mucha carne salada con que
regresó al establecimiento, se explica de esta manera, ¿qué no diria si
le hubiera faltado este mantenimiento? Los remos, es cierto, no fueron
por olvido, pero véase si le hicieron falta. _Vied._

[6] Falta á la verdad Villarino en esta proposicion. El
Super-Intendente siempre juzgó utilísimo al servicio del Rey los
caballos; pero no se le ocultaban los riesgos y dificultades de valerse
de ellos, y demas fundamentos que expone en la nota del dia 13: y
estos los acreditó la experiencia en adelante, como se verá en el
acaecimiento que se citará en el dia que corresponde. _Vied._

[7] Las medidas que desde el principio iba tomando este piloto en su
comision, con tanto anhelo, de acopiar víveres, mas bien le sirvió de
atraso que de adelanto, como se comprueba en la nota del dia 24 de este
mes. _Vied._

[8] Este acaecimiento comprueba cuanto el Super-Intendente manifiesta
en la nota de 29 de Diciembre; y reflexiónese qué hubiera sacado
Villarino con los caballos y 6 peones que tenia, con una inflada de tan
mala fé, y que pasaban de 300 indios, como él afirma. _Vied._

[9] Téngase á la vista la causa que dice Villarino hubo para tirar al
agua este bizcocho. _Vied._

[10] Con los 45 dias de que se hace mérito en la nota de 6 de
Noviembre, y 15 mas, siendo cierto lo que este piloto dice, le sale la
cuenta para haber llegado á la Punta de San Luis, y haber encontrado el
rio en los términos que deseaba, sin mas viveres que los que sacó del
establecimiento, y desde aquel pueblo podia tomar los que necesitara
para completar su comision. _Vied._

[11] Si es cierto cuanto informa Villarino de las circunstancias de
estos terrenos, era menester que explicára como habia de pasar los
caballos por la orilla del rio, cuando esta la hace intransitable, ó
como los habia de llevar por tierra adentro y camino de los indios, sin
el riesgo que se los quitasen, solo con el resguardo de seis peones.
_Vied._

[12] Añádase esta circunstancia mas á la nota del dia 15 de Diciembre,
para que se vea lo infundado de cuanto expone. _Vied._

[13] Unanse estos 4 quintales, que por mojados, dice Villarino, mandó
tirar al agua, con los que se citan en la nota de 16 de Enero, para que
á su tiempo obren los efectos que haya lugar de demostrar la falta de
sinceridad de este hombre. _Vied._

[14] Bien pudiera este piloto rebajar los 14 quintales que se pudrieron
por mojados, como lleva dicho en los dias 14 de Diciembre y 2 de Marzo,
de que se hace mérito en sus respectivas notas, para no afirmar que la
podredumbre de los 40 que dice, fué su mala calidad, y de esta suerte
veria cuan injusta es la falta de solidez y verdad que atribuye.

[15] Combínese esta propuesta con la facilidad con que informó, podia
hacer el reconocimiento al Secretario del Sr. Virey, en presencia de D.
Manuel Bruñel, cuando de órden de S. E. se les mandó á ambos exponer su
dictámen sobre los costos que tendria el reconocimiento del rio. _Vied._

[16] Bien pueden ser ciertas estas enfermedades, pero cuando regresó al
establecimiento toda la gente, venia mas robusta que cuando fueron al
descubrimiento. _Vied._

[17] Téngase presente si el intento de este piloto era examinar,
como dice, los rios la Encarnacion y el Diamante, emprendiendo su
navegacion en las crecientes, con las determinaciones que despues tomó,
despreciando la mas favorable ocasion que se le presenta. _Vied._

[18] El haber realzado la chalupa San Juan para ponerla cubierta, fué
porque Villarino así lo propuso para salir con ella á la mar en el
reconocimiento del rio Colorado; y así en esta operacion, como cuando
se le quitó la cubierta, estuvo él presente, particularmente en esta
última obra, que mandó el Super-Intendente se hiciese á su gusto. Y
si la primera la fabricó la ignorancia, y esta última no salió á su
satisfaccion, pudo uno y otro haberlo remediado, representando al
Super-Intendente, quien hubiera dado las providencias convenientes á
este fin. _Vied._

[19] Buena está esta proposicion; y luego regresar al establecimiento
con los víveres de que se dá cuenta al Señor Virey, y despreciando las
proposiciones que se irán viendo en este diario. _Vied._

[20] No puede negarse que marinería mejor que la que llevó Villarino,
no podia encontrarse en todo el Rio de la Plata, en honradez, vigor y
conducta: de modo que por esta gente no se hubiera desmayado, segun
tiene noticia el Super-Intendente, aunque pasáran mayores trabajos.
_Vied_.

[21] No podia Villarino apetecer proporcion mejor para desempeñar sus
encargos que la que se le presenta con _Chulilaquin_ y sus indios, por
la muerte de _Guchumpilqui_. _Vied._

[22] Reflexiónese en este precedimiento de _Chulilaquin_, si Villarino
se hubiera empeñado en subsistir en aquel parage: que ocasion no le
daba á conseguirlo. Este indio no le habia de faltar, con lo que él se
mantenia y su gente, podian mantenerse los nuestros. La abundancia de
manzanas era un auxilio grandísimo, y de todas suertes tiempo tenia
para avisar á este establecimiento, si no podia á Valdivia, que, aun
hubiera ido venciendo las mayores dificultades, se le socorriera.
El debió tener presente que las grandes empresas se vencen pasando
trabajos é incomodidades, pues teniendo todo lo que se necesita,
cualquiera puede hacerlo. Y aquí es el propio lugar que debe hacer
mérito el Super-Intendente, y recordar á V. E. se sirva combinar la
ocasion que dá precisa este piloto, con la facilidad con que propuso
hacer el reconocimiento. _Vied_.

[23] Cada vez que el Super-Intendente reflexiona estos pasages, mira
con el mayor dolor el desprecio con que Villarino los atiende, no
aprovechando el vigor que pudiera darlo para adquirir mucha gloria,
haciendo un particular servicio al Rey, con aprovechar su política,
apoyada de una invencible constancia, lo mucho que podia adelantar;
pues no se hubieran hecho las conquistas que ha logrado España en estas
Américas, si aquellos gloriosos héroes despreciáran, como lo ha hecho
Villarino, las ocasiones de esta misma naturaleza, con que salieron
vencedores. _Vied._

[24] Mucho le urgia á este piloto el regresar al establecimiento,
cuando no tiene espera con los víveres que le quedaban, á que
creciese el rio, á dar parte al Super-Intendente con una de las tres
embarcaciones que traia, de hallarse en aquel parage á esperar,
ó que se le socorriese por tierra con carretas para egecutar su
reconocimiento, ó que se le mandase regresar: mayormente cuando vé que
este rio encarga el Señor Virey mas que otro alguno, sea el que se
reconozca y así se le manda en la instruccion. _Vied._

[25] En este estado se le presentó al Super-Intendente este diario el
dia 4 de Junio, por haberle mandado á Villarino así lo cumpliese, en
orden por escrito de este dia: y enterado de la antecedente conclusion,
se lo devolvió el 6 del mismo, para que enmendado y reformado los
particulares que dice tiene que enmendar, y poniéndolo en limpio, se
lo devolviese para remitírselo al Exmo. Señor Virey, como le previene
S. E. en órden 26 de Abril de este año: y riendo el Super-Intendente
lo dilatada que iba esta operacion, le envió á D. Juan Ignacio Perez,
para que le ayudase y se lo pusiese en limpio, encargándole que no
añadiera ni quitára mas que lo que Villarino le dijera. Así lo cumplió,
y este piloto lo hizo copiar todo á la letra, y despues lo devolvió
en el dia último de su fecha, con la nota que se sigue, y es igual
á la antecedente. Cuyas circunstancias reflexionadas dán mérito á
conocer en que forma precede este piloto. Estos motivos le obligan al
Super-Intendente á poner en este diario las antecedentes notas, para
que á la superior y justificada comprension del Exmo. Señor Virey, le
sirvan de gobierno en sus sábias determinaciones.--Fuerte del Carmen,
Rio Negro, 19 de Agosto de 1783. FRANCISCO DE VIEDMA.





*** End of this LibraryBlog Digital Book "Diario del piloto de la Real Armada D. Basilio - Villarino del reconocimiento que hizo del Río Negro - de la costa oriental de Patagonia el año de 1782" ***

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